psicopatologia. una guia educativa dr. crespo bujosa 2013
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Psicopatología Una Guía Educativa
Héctor B. Crespo-Bujosa, Psy.D., Ph.D.
Neuro PsΨ che, INC.
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Psicopatología
Una Guía Educativa
Héctor B. Crespo-Bujosa, Psy.D., Ph.D.
2013
Neuro PsΨche, INC.
Puerto Rico
Esta es una contribución del autor, Dr. Héctor B. Crespo-Bujosa a la psicología y especialmente a quienes reciben su formación
académica y profesional en dicha área. Por esta razón, permite la reproducción de este documento, en su forma original, con
propósitos educativos y no comerciales.
This is a contribution from author Dr. Héctor B. Crespo-Bujosa to psychology and especially to those who are receiving their
academic and professional formation in the area. For this reason, it is permitted the reproduction of this document in its
original form with educational and not commercial purposes.
Esta é uma contribuição do autor, Dr. Héctor B. Crespo-Bujosa à psicologia e especialmente a aqueles que recevem formação
académica e profissioal na área. Por essa razão, permite a reprodução deste documento, na sua forma original, com propósitos
educativos e não comerciais.
NeuroPsyche, Inc . I Héctor B. Crespo-Bujosa, Psy.D., Ph.D.
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Tabla de Contenido
Prólogo 3
Pensamiento 4
Dedicatoria 5
Propósito 5
Justificación 5
Destinatarios 5
Introducción 6
Psicología 7
El Concepto de Lo “Normal” 8
Psicopatología 9
Psicopatología del Desarrollo 10
Trastorno Mental 11
Incidencia y Prevalencia de las Condiciones Mentales 13
Aspectos Culturales de la Psicopatología 14
La Entrevista Clínica 16
Examen del Estatus Mental 20
El Diagnóstico 22
Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales 24
Listado de Clasificaciones de Trastornos Mentales Establecidas
en el DSM-IV-TR y DSM-5
25
Impresión Diagnóstica Multiaxial según el DSM-IV-TR 26
Suicidio y Evaluación del Riesgo Suicida 27
Psicoterapia, Psicofarmacología y Prácticas Basadas en la Evidencia 31
Prácticas Basadas en la Evidencia 33
Conclusión 34
Referencias 35
Biografía del Autor 40
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Prólogo
Las profesiones de la salud, particularmente las especializadas en la promoción y
mantenimiento de la salud mental y emocional, cargan una gran responsabilidad, profesional,
científica, social y humana. En el campo de la psicología, el quehacer clínico nos requiere una
mayor comprensión de lo que es considerado “normal”, así como lo “anormal o patológico”.
Sin embargo, este ejercicio de discernimiento debe realizarse con la mayor seriedad,
compromiso, conocimiento, respeto, sensibilidad y compasión. Es así porque nuestras
determinaciones impactan directamente a los seres humanos a quienes servimos. Por ello es
de vital importancia mantener un alto nivel de dominio teórico y destrezas clínicas para llevar a
cabo nuestras ejecutorias.
Gracias al inmenso caudal de información producido especialmente en las últimas
décadas, la educación especializada cuenta con un mayor acervo de recursos que enriquecen la
formación académica de los futuros clínicos. Por ello, es mi deseo promover y aportar a la
formación de nuevas generaciones de profesionales en el campo de la psicología y ramas
hermanas, tales como la psiquiatría, la consejería y el trabajo social, entre otras. A estos
efectos, me he dado a la tarea de producir esta guía introductoria, que muy convenientemente,
proporciona información indispensable para todo aquel que desee sumergirse en el campo de
la psicopatología. Aquí se plasman los temas de mayor pertinencia en dicha rama, brindando
información concisa, precisa y sólida, pues comprender cabalmente el campo de la
psicopatología, es esencial vital en el trabajo clínico. Más aún, establecer un diagnóstico
representa una gran responsabilidad. Al comprender mejor el campo de la psicopatología,
desde una sólida perspectiva clínica, que a su vez sea sensible, hará una gran diferencia en la
forma de llevar a cabo las intervenciones terapéuticas y a mejorar la calidad de vida de los seres
humanos.
Gracias por permitirme la oportunidad de llegar a ustedes y ser parte de su formación.
Les deseo el mayor de los éxitos.
Héctor B. Crespo-Bujosa, Psy.D., Ph.D.
Doctor en Psicología Clínica & General
San Juan, Puerto Rico
NeuroPsyche, Inc . I Héctor B. Crespo-Bujosa, Psy.D., Ph.D.
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Educação não transforma o mundo.
Educação muda pessoas.
Pessoas transformam o mundo.
La educación no transforma el mundo.
La educación cambia a las personas.
Las personas transforman el mundo.
Paulo Freire
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Dedicatoria
A quienes hoy reciben su formación en psicología, con el anhelo de adquirir los
conocimientos y destrezas necesarias para hacer una diferencia positiva en las vidas de quienes
solicitan su ayuda… a ustedes les dedico esta obra.
Propósito
Como bien lee el título de esta obra, su propósito es servir de recurso educativo
introductorio para quienes desean o están realizando estudios conducentes a algún grado en el
campo de la psicología y disciplinas afines. La misma ofrece información sobre los aspectos de
mayor relevancia en la rama de la psicopatología, cubriendo los conceptos medulares asociados
a esta. Finalmente, persigue la meta de aportar a la formación de los futuros profesionales
especialistas en salud mental, de manera que redunde en un beneficio para quienes reciban los
servicios que estos ofrezcan.
Justificación
Ante la creciente incidencia de condiciones mentales a nivel mundial y su impacto
negativo en quienes las padecen, así como sus familiares y allegados, se requiere de más y
mejores profesionales. Estos precisan de establecer un diagnóstico acertado, que sirva de
fundamento para desarrollar los planes de tratamiento y lograr la recuperación de la persona.
A estos efectos, se hace indispensable aportar a la educación y formación profesional de los
futuros especialistas en salud mental. Por estos motivos y respondiendo al compromiso con la
vocación y profesión de la psicología, he desarrollado este recurso gratuito que servirá de
suplemento educativo.
Beneficiarios
Esta guía está destinada principalmente a estudiantes de psicología y ramas afines. No
obstante, la misma no se consigna únicamente a las personas que trabajan en salud mental y
apoyo psicosocial. Esta puede servir de recurso educativo para todo quien interese conocer
más del campo de la psicopatología.
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Introducción
El cuidado efectivo del paciente/cliente requiere la consideración tanto de los aspectos
psicológicos, como los fisiológicos de la salud (Munden, 2006). Esto requiere de profesionales
capacitados con el conocimiento, destrezas y actitudes necesarias para abordar las diversas
condiciones tanto físicas, como mentales que aquejan a la humanidad. No obstante, aunque tal
vez sean menos obvias o visibles, Freidin, Fernández y Pitón (2004), plantean que las
enfermedades o condiciones mentales fueron y son un problema de relevancia social.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2004), las afecciones de salud mental
son problemas, síntomas y trastornos de salud mental, incluyendo la tendencia y síntomas de
salud mental relacionados con un padecimiento temporal o continuo. Estas forman parte del
conglomerado de condiciones que afectan la calidad de vida del ser humano. Mientras que las
condiciones físicas son estudiadas por la patología, las mentales son abordadas por la
psicopatología.
La patología es el estudio del origen y naturaleza de la enfermedad (Herrera McElroy &
Grabb, 2005). El concepto proviene del griego “pathos”, enfermedad o sufrimiento y “logos”
ciencia, y está relacionado a una condición causada por, o que, involucra un proceso de
enfermedad (Mosby, 2009). A estos efectos, es importante señalar que esta también se aplica
al campo de la salud mental y las condiciones mentales.
Actualmente, la psicopatología es estudiada
principalmente por la psiquiatría y la psicología
(Zanoni, & Serbena, 2011). Esta no se refiere
únicamente al acto de estudiar una conducta
maladaptativa para emitir un diagnóstico. Esta
forma parte de un proceso clínico del cual es un
importante eslabón. Si bien es cierto que forma
una parte vital del ejercicio clínico, esta requiere
de un juicio serio y una visión focalizada en la
recuperación de la salud.
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Esto es particularmente importante dado que partiendo de los juicios clínicos y
determinaciones llevadas a cabo para establecer un diagnóstico, se desarrollará un plan de
tratamiento para atender los problemas identificados, las cogniciones, emociones y conductas
que afectan a la persona y promover la salud mental. Por consiguiente, hemos de partir de la
premisa que lo que es considerado anormal, es aquello que tiene un impacto negativo
significativo en el ser humano, afectándolo a nivel individual, familiar, social, laboral, espiritual,
física, mental o cualquier combinación de las anteriores.
Psicología
La psicología es la ciencia dedicada al estudio del ser humano en su contexto, con el
propósito de estudiar y comprender sus procesos mentales, emocionales y conductuales. A su
vez, emplea la investigación científica, la experiencia clínica y las preferencias de los
pacientes/clientes para ofrecer los mejores tratamientos y mejorar la calidad de vida de las
personas. Según Farré-Martí y Lasheras-Pérez (2006), es la ciencia dedicada al estudio de los
procesos y fenómenos mentales o psicológicos, especialmente en relación con la conducta
humana y animal. Indican que esta pretende lograr cuatro metas fundamentales que son:
describir la conducta, explicarla, predecirla y modificarla o controlarla. Para ello, esta ciencia
utiliza el método experimental, así como otros métodos no experimentales.
Un psicólogo, de acuerdo con Farré-Martí y Lasheras-Pérez (2006), es un profesional de
la salud mental cuya formación se basa en el ámbito de la psicología. Establecen que las
personas aprenden conductas adecuadas que les facilitan la vida y conductas desadaptativas
que la complican. Explican que el psicólogo, dentro de la clínica, enseña a la persona que le
requiere modificar las conductas inoperantes y para aprender otras que pueden mejorar su
calidad de vida. Ponen énfasis en los procesos mentales y emocionales que intervienen. La
especialización de los psicólogos está determinada por los diversos ámbitos profesionales en
que se subdivide la psicología y sus diferentes enfoques teóricos. La psicología tiene sub-
divisiones entre las que se encuentra la clínica, la industrial y la escolar, entre otras y estas son
áreas de especialización donde trabajan los psicólogos. Actualmente, los psicólogos clínicos
cuentan con un grado doctoral (Psy.D. o Ph.D.).
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El Concepto de Lo “Normal”
Antes de comenzar el tema de lo patológico o anormal, es preciso preguntarse: ¿qué es
lo normal?, ¿existe lo normal? Aunque pudiera ser visto como algo obvio, indicar que algo es
normal, no es una tarea sencilla. Esto se debe a que existe una gran variabilidad en la raza
humana. Aspectos tales como la genética, el medioambiente, la cultura y el género, entre
muchos otros, hacen del concepto “normal”, uno un tanto esquivo.
Según Gómez de Silva (2009), el concepto normal, significa algo que es conforme a la
pauta o al modelo común o típico y proviene del latín tardío “normalis” o conforme a lo usual.
Por su parte, indican Parritz y Troy (2011), que las descripciones comunes de normalidad y
psicopatología frecuentemente focalizan en tres aspectos:
1. Desviación estadística. La infrecuencia de ciertas emociones, cogniciones y/o conductas.
2. Normas sociales. Las creencias y expectativas de ciertos grupos sobre cuáles emociones,
cogniciones y/o conductas son indeseables o aceptables.
3. Definiciones de salud mental. Nociones teóricas o clínicas sobre el distrés y la
disfunción.
Estos criterios o indicadores, sirven de rúbrica para comenzar a establecer las
diferencias entre lo normal y lo anormal. A su vez, llevan a pensar en el concepto de salud
mental, que de acuerdo con Mosby (2009), es un estado mental relativo, en el cual una persona
es capaz de lidiar/manejar y ajustarse a los estresores recurrentes del diario vivir de una
manera aceptable. Clarifica que esta se diferencia de la higiene mental, pues esta se refiere al
estudio del desarrollo de hábitos mentales y emocionales saludables, actitudes y
comportamientos, así como la prevención de la enfermedad mental.
Por su parte, Jacobs (2009), indica que en la medicina somática, la aceptación del
concepto de una enfermedad o entidad clínica nombrada o identificada depende
esencialmente de evidencia física: patofisiología distintiva y conocida, etiología conocida,
prognosis, curso y respuestas conocidas a tratamientos específicos, entre otros. No obstante,
señala que los trastornos mentales son conceptos de entidades clínicas distintas que no
denotan evidencia física y no dependen de su existencia.
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Psicopatología
De acuerdo con Gómez de Silva (2009), el concepto patología, se refiere al estudio de
las enfermedades y proviene del francés pathologie o patología; del griego pathología o estudio
de las pasiones o del sufrir; de pathos que significa pasión o sufrimiento y logía o estudio de.
Por otro lado la psicopatología, según (Spaulding, Sullivan, & Poland, 2003), es definida como el
estudio de las causas, condiciones y procesos de la enfermedad mental. Indican que dicha
definición es problemática al nivel que depende del significado de “enfermedad mental”, la cual
actualmente conlleva connotaciones conceptuales, emocionales y políticas acumuladas por dos
siglos. Añaden Parritz y Troy (2011), se refiere a patrones intensos, frecuentes y/o persistentes
de conducta maladaptativa de la emoción, cognición y la conducta (Parritz, & Troy, 2011).
Según Farré Martí y Lasheras Pérez (2006), la psicopatología es la ciencia que estudia los
trastornos de la vida psíquica o la conducta significante de las personas. Esta constituye la base
de la psiquiatría y la psicología clínica. Se interesa en la naturaleza, desarrollo y tratamiento de
los trastornos mentales (Kring, Johnson, Davison, & Neale, 2010).
De acuerdo con Berrios (2012), el comportamiento psicopatológico consiste en un
conglomerado caleidoscópico de síntomas de configuración y duración variables. Indica que en
esencia, dichos síntomas no son más que variaciones identificables en la forma y contenido del
discurso y los patrones de motilidad del paciente. Señala que por eso, una descripción
puramente “fenomenológica” de dichas variaciones rara vez o nunca es alcanzada en la práctica
clínica, por lo que la situación más común es de una interpretación superficial en términos de
sistemas compartidos de pistas sociales. Por consiguiente, explica que los síntomas
psicopatológicos tienen dos componentes: una fuente biológica o disfunción que engendra in
dislocamiento del comportamiento y un aspecto psico-social que habla con respecto a la
interpretación del desplazamiento comportamental por el propio paciente y los demás. Esta
definición del comportamiento psicopatológico muestra consistencia con la definición de
psicopatología ofrecida por Parritz y Troy (2011), quienes la definen como patrones intensos,
frecuentes y/o persistentes de conducta maladaptativa de la emoción, cognición y la conducta.
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Psicopatología del Desarrollo
Por otro lado se encuentra una rama especializada de la psicopatología conocida como
la psicopatología del desarrollo. De acuerdo con Parritz y Troy (2011), la psicopatología del
desarrollo extiende la definición de psicopatología, enfatizando en el hecho que los patrones
maladaptativos ocurren en el contexto del desarrollo normal que provoca los impedimentos
actuales y potenciales de infantes, niños y adolescentes. En psicopatología del desarrollo
existen diversas explicaciones de la conducta patológica. Dos de los modelos para explicarla
son el modelo continuo y el discontinuo de la psicopatología.
Comprender estas dinámicas, ayudan a entender a la persona y su psicopatología en el
ámbito clínico. A su vez, aportará a desarrollar un tratamiento mejor dirigido.
El modelo continuo de la psicopatología focaliza en las formas en que los
sentimientos, pensamientos y conductas normales se convierten en problemas
serios, los cuales pueden intensificarse y volverse trastornos diagnosticables a nivel
clínico (Parritz, & Troy, 2011).
Los modelos discontinuos de la psicopatología enfatizan en las diferencias discretas
y cualitativas en los patrones individuales de emociones, cogniciones y
comportamientos (Parritz, & Troy, 2011).
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Trastorno Mental
De acuerdo con Banich y Compton (2011), indican que entender cabalmente la conducta
anormal o psicopatología requiere mucho más que comprender el cerebro. Indican que la
psicopatología puede ser abordada desde diversas perspectivas psicológicas, incluyendo no sólo
la biológica, cognitiva, social e inter-cultural. La conducta anormal se refiere a acciones
inesperadas y frecuentemente evaluadas negativamente porque difieren de la conducta típica o
usual (Durand, & Barlow, 2010). Para Muñoz-Delgado, Santillán-Doherty y Arango de Montis
(2009), un trastorno de la conducta es una condición que se inicia en la niñez y en la
adolescencia, e implica conductas extrañas inapropiadas para la edad, historia, contexto y
normas socioculturales. Añaden que la correlación a nivel del sistema nervioso puede ser
genético, molecular, bioquímico, anatómico o funcional e incluye conductas no adaptativas
para la especie. Añade Mosby (2009), que un
trastorno mental, es cualquier disturbio del
equilibrio emocional, según manifestado a
través de comportamientos maladaptativos
e impedimentos en el funcionamiento,
provocado por factores genéticos, físicos,
químicos, biológicos, psicológicos, sociales o
culturales. También se conoce como
enfermedad emocional, enfermedad mental
o trastorno psiquiátrico.
En el DSM-IV-TR (APA, 2000), cada trastorno mental es conceptualizado como un
síndrome o patrón conductual o psicológico clínicamente significativo que ocurre en un
individuo y que está asociado a distrés presente (ej. un síntoma doloroso), o inestabilidad (ej.
Impedimento de una o más áreas importantes del funcionamiento) o una importante pérdida
de la libertad. Además, este síndrome o patrón no debe ser una sanción esperada y cultural en
respuesta a un evento en particular, por ejemplo, la muerte de un ser querido. Cual sea la
causa original, debe ser considerada una manifestación de una disfunción conductual,
psicológica o biológica en el individuo (American Psychiatric Association, 2000, p. xxxi). No
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obstante, y dado que la mayor influencia en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos
Mentales (DSM), proviene de doctores en medicina, dicho manual refleja un modelo médico de
psicopatología (Pomerantz, 2011).
Por otro lado, Jerome Wakefield (1999), postula otra visión del trastorno mental a la
que llama disfunción perjudicial o dañina, “harmful dysfunction” en inglés. Indica que un
trastorno es una disfunción perjudicial o dañina, en la que las disfunciones son fallas en los
mecanismos internos para llevar a cabo funciones seleccionadas naturalmente. Expone que el
análisis de la disfunción perjudicial rechaza tanto la visión de que un trastorno es sólo un
concepto valorativo que se refiere a condiciones indeseables o dañinas, así como a la postura
de que el trastorno es puramente un concepto científico. El análisis de la disfunción perjudicial
propone que la atribución de un trastorno requiere tanto del juicio científico sobre la existencia
de una falla de la función diseñada y un juicio de valor que indica que la falla en su diseño
perjudica al individuo.
Finalmente, el DSM-5 (APA, 2012a) proporciona una propuesta para definir un trastorno
mental/psiquiátrico. Establece las siguientes características y consideraciones.
Características:
a. Un síndrome o patrón conductual o psicológico que ocurre en un individuo
b. Las consecuencias de este son distrés clínicamente significativo (ej. Síntomas dolorosos)
o incapacidad (ej. Impedimentos en una o más áreas importantes del funcionamiento)
c. No debe ser meramente una respuesta esperada a estresores y pérdidas comunes (ej. La
pérdida de un ser querido) o una respuesta de sanción cultural a un evento en particular
(ej. Estados de trance durante rituales)
d. Que refleja una disfunción psicobiológica subyacente
e. Que no es únicamente el resultado de desviaciones sociales o conflictos con la sociedad
f. Que cuenta con validez diagnóstica utilizando uno o más sets o grupos de criterios de
validación diagnóstica (ej. Significancia de la prognosis, disfunción psicobiológica,
respuesta al tratamiento)
g. Que posee utilidad clínica (ej. Contribuye a una mejor conceptualización del diagnóstico
o su mejor evaluación y tratamiento)
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Otras consideraciones:
h. Ninguna definición establece a la perfección las fronteras precisas para el concepto
tanto de “trastorno medico” o “trastorno mental/psiquiátrico”
i. Los criterios de validación diagnóstica y la utilidad clínica deben ayudar a diferenciar un
trastorno de sus “vecinos cercanos” diagnósticos
j. Al considerar la inclusión de una condición psiquiátrica a la nomenclatura o eliminar
una condición psiquiátrica de la nomenclatura, beneficios potenciales (ej. Proveer un
mejor cuidado al paciente, estimular nuevas investigaciones) debe prevalecer sobre los
daños potenciales (ej. Lastimar a individuos particulares, ser sujeto al mal uso).
Incidencia y Prevalencia de las Condiciones Mentales
Las condiciones mentales representan una de las mayores preocupaciones en el ámbito
de la salud actualmente. La prevalencia o cantidad de personas que exhiben un trastorno en la
población total en cualquier momento y la incidencia, refiriéndose al número de nuevos casos
de un trastorno que surgen en un período específico (Durand, & Barlow, 2010), son alarmantes.
En la población de los Estados Unidos, la prevalencia de los trastornos mentales es de un
30%, aunque solo un 20% aproximadamente recibe tratamiento (Bickley, & Szilagyi, 2009). Por
otro lado, se estima que uno (1) de cada ocho (8) niños en los Estados Unidos padece de alguna
forma de trastorno emocional o conductual para el año 2009 (Merikangas et al., 2010).
Finalmente, para el año 2007 el suicidio fue la 11va causa de muerte en dicho país, con más de
34,000 muertes (Xu, Kochanek, Murphy, & Tejada-Vera, 2010).
Estas estadísticas, representan una muestra de la
cantidad de personas con afecciones emocionales. También
validan la necesidad de educar profesionales que aporten al
diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de los seres
humanos. Esta es una gran responsabilidad y forma parte del
compromiso que distingue a quienes trabajan en pro de la
salud mental.
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Aspectos Culturales de la Psicopatología
Los asuntos raciales o culturales afectan la validez
de las intervenciones farmacológicas, cognitivas,
conductuales y psicosociales (Dana, 2008). Este
señalamiento es igualmente válido en el caso de la
psicopatología. Por consiguiente, es preciso mantener
presente que algunas cualidades que son esperadas y
vistas típicamente como “normales”, tales como mantener
el contacto visual, mostrar apertura, introspección, y
expresión emocional, son características prevalentes en la
cultura occidental, mas no en otras culturas (Munden,
2006).
Según Ridley et al. (2008), las evaluaciones imprecisas o parciales, son el resultado de
cuatro tipos de errores de juicio:
1. Pasar por alto o minimizar la influencia de la cultura en las presentaciones psicológicas
del paciente/cliente.
2. Sobre enfatizar la influencia de la cultura en las presentaciones psicológicas del
paciente/cliente.
3. Pasar por alto o minimizar la experiencia ideográfica del paciente/cliente.
4. Sobre enfatizar la experiencia ideográfica particular del paciente/cliente.
Según, Dana (2008), un paradigma exclusivamente médico-psiquiátrico limita la
conciencia de la diferenciación entre psicopatología y fuentes de estrés legítimamente no
patológicas. Por esta razón, es imperativo conocer el universo del paciente/cliente, entiéndase,
todos los aspectos que le rodean (físicos, sociales-culturales, psicológicos y espirituales), ya que
estos influirán en la presentación sintomática que este exhibe.
Por otro lado, el ejercicio clínico no puede desligarse completamente de los factores
sociales ya que el ser humano es un ente social. No obstante, un diagnóstico, puede tener
implicaciones negativas e incluso estigmatiza a quienes padecen de alguna condición.
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El estigma, de acuerdo con Baumeister y Bushman (2008), es un atributo que es
percibido por otros como generalmente negativo. Indican que pueden ser características de las
personas que son consideradas como socialmente negativas (ej. Estar sobrepeso, enfermo
mental, pobre, etc.). Exponen que el estigma por asociación se refiere al rechazo hacia quienes
se asocian a aquellos que son estigmatizados.
Por su parte, Kring, Johnson, Davison y Neale (2010), indican que el estigma se refiere a
creencias destructivas y actitudes de la sociedad y que son vinculadas a grupos considerados
como diferentes de alguna forma, tal como a las personas con enfermedades mentales.
Explican que el estigma cuenta con cuatro características:
1. Una etiqueta aplicada a un grupo de personas que los
distingue de otros (ej. locos).
2. Una etiqueta ligada a atributos desviados o indeseables
socialmente (ej., las personas locas son peligrosas).
3. Las personas con la etiqueta son vistas de forma diferente a
aquellas sin la etiqueta, lo que contribuye a una mentalidad
de “nosotros versus ellos”.
4. Las personas con etiquetas son discriminadas injustamente.
Por consiguiente, es de suma importancia estar conscientes de estos aspectos al
momento de informar un diagnóstico a un paciente/cliente o su familia. Además, debemos
educarles sobre las implicaciones del mismo. Más aún, es imprescindible que como clínicos,
tengamos presenta nuestros propios prejuicios y opiniones ya que estas, aunque de manera
inconsciente, pueden afectar nuestras determinaciones.
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La Entrevista Clínica
La entrevista clínica, como parte de la evaluación de salud
mental, sienta los cimientos para el diagnóstico, tratamiento y
rehabilitación de las personas que procuran la ayuda de un
profesional de la salud. Esto es de gran importancia pues en gran
parte de las ocasiones, los pacientes/clientes que procuran los
servicios, padecen tanto de condiciones físicas, como mentales.
Más aún, indica Munden (2006), que los pacientes involucrados
en problemas médicos pueden fallar en reconocer su propia
depresión o ansiedad, por lo que es esencial observarlos cuidadosamente para identificar
signos de problemas de salud mental (Munden, 2006). Por consiguiente, escuchar a la
persona es de vital importancia en dicho proceso. Confirmando esta postura Karg y Wiens
(2005), establecen que el propósito de la entrevista clínica es ofrecerle al paciente/cliente la
oportunidad de ofrecer su única y particular perspectiva sobre las razones que tienen para
buscar ayuda.
Por otro lado, la evaluación de salud mental se refiere al proceso científico de
identificar los problemas psicosociales de un paciente/cliente, sus fortalezas y posibles
preocupaciones (Munden, 2006). La misma, está atada a la entrevista donde es esencial
identificar el problema o problemas presentes que afectan a la persona. El problema es la
queja original reportada por el paciente/cliente al terapeuta; el problema que se trata puede
ser una modificación del problema presente (Durand, & Barlow, 2010). Sin embargo, la simple
identificación del problema no es necesariamente una tarea simple. El clínico precisa conocer
la descripción clínica de la queja principal. Esta se refiere a los detalles de las combinaciones
de conductas, pensamientos y sentimientos de un una persona que componen un trastorno
particular (Durand, & Barlow, 2010). Solicitar la descripción de los síntomas que experimenta la
persona es de gran ayuda ya que, según Munden (2006), en ocasiones el paciente/cliente no
expresa la queja principal directamente. No obstante, indica que el clínico o la familia de este
son quienes notan que este confronta dificultades para lidiar o muestra una conducta inusual.
Señala que en estos casos, se debe determinar si el paciente/cliente está consciente de ello.
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Desde el punto de vista del entrevistador, indican
Karg y Wiens (2005), que el propósito de la entrevista clínica
es recopilar información sobre el paciente/cliente y sus
problemas, establecer la relación con este que facilitará la
evaluación y el tratamiento, y apoyar y dirigir al
paciente/cliente en su búsqueda de alivio. Añaden que
velando por el cumplimiento de estos objetivos,
presentan algunos aspectos importantes en este proceso, apoyados empíricamente y
examinados clínicamente, los cuales mejoran la efectividad y eficacia de la entrevista. Estos
son:
1. Prepárese para la entrevista. Antes de la cita inicial, revise cuidadosamente el referido y
otra información que se encuentre disponible.
2. Determine el propósito de la entrevista. Antes de la entrevista, el clínico debe tener
claro del objetivo que desea lograr en la entrevista (ej. Llevar a cabo el diagnóstico,
establecer el plan de tratamiento, comenzar el proceso de psicoterapia, o todas las
anteriores).
3. Llevar a la sesión el propósito y parámetros de la entrevista. Presente la racional de la
entrevista y describa qué información que usted espera que el paciente/cliente u otro
informante provea.
4. Utilice un estilo de entrevista colaborativa. Explore el problema con el paciente/cliente.
5. Escuche lo que el entrevistado tiene que decir. Ofrezca el 100% de sí en la entrevista y
preste atención, no sólo a lo que el paciente/cliente o informante dice, sino a lo que se
encuentra bajo sus expresiones (procesos y emociones).
6. Use una entrevista estructurada.
7. Administre instrumentos de cernimiento. Para aumentar la eficacia y mejorar la
precisión o certeza de la entrevista clínica, puede administrar instrumentos de
cernimiento psicométricamente sólidos.
8. Complemente la entrevista con otros métodos de evaluación. Para evitar perder
información, ser comprensivos y aumentar la validez de la entrevista, es importante
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incluir el uso de pruebas psicológicas, observaciones conductuales y situacionales, e
informes familiares y/o sociales.
9. Asegúrese que el entrevistado comprende las preguntas. Hable en términos que sean
familiares para el paciente/cliente o informante.
10. Incluya un análisis comprensivo de las conductas problemáticas. Comience por realizar
un análisis funcional de la conducta explorando de forma tridimensional las conductas
problemáticas: frecuencia, duración e intensidad. También abarque sobre aspectos tales
como: estado de la persona antes de los síntomas, qué lis exacerba, qué los disminuye,
etc.
11. Integrar el uso de referencias
conductuales. Evitar el uso de
referencias vagas. Por ejemplo, en vez
de decir, “tengo mucho estrés”, pídale
a la persona que le indique, del 0 al 10,
¿cuál es el nivel de estrés que tienes?
Cero es nada y 10 es el mayor nivel de
estrés.
12. Diferencie entre destrezas y motivación. Procure diferenciar si la conducta observada,
es parte del repertorio de comportamientos de la persona e identifique si está siendo
afectado por la motivación.
13. Considere la línea base de las conductas. Procure conocer la frecuencia de síntomas
psiquiátricos y trastornos en la población a la cual pertenece el paciente/cliente. Por
ejemplo, conocer la incidencia de suicidios en adolescentes o personas de edad
avanzada.
14. Evite parcializarse. Velar porque la información no lleve al clínico a tomar decisiones
erróneas. Por ejemplo, minimizar la importancia de un síntoma por pesar “eso me ha
sucedido a mí”.
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15. Emplear fases para ser imparcial. Dado que la tendencia natural es a buscar
información que confirme las expectativas, procure buscar información que rechace la
impresión que se tiene o genere alternativas. Si no puede encontrar dicha información o
alternativas, es recomendable llevar a cabo una consultoría con un colega.
16. Retrasar la toma de decisiones mientras se lleva a cabo la entrevista. Se recomienda
realizar el diagnóstico posterior a la entrevista y evitar acortar la entrevista por pensar
que se tiene la información completa para hacer el diagnóstico.
17. Prepare un cierre apropiado. Anticipe la terminación de la entrevista. Típicamente se
anuncia 5 a 10 minutos antes de culminar la misma. Una forma de hacerlo es
resumiendo los aspectos importantes y preguntándole a la persona si hay información
adicional que desee informar, antes de concluir.
Finalmente, Munden (2006), indica que al preguntarle al paciente/cliente sobre lo que
espera lograr a través del tratamiento, arroja información sobre el estado de salud mental de
este. A su vez, ayuda a integrar a la persona a su proceso, siendo el comienzo de una alianza
terapéutica. También, delega autoridad y responsabilidad sobre el paciente/cliente y su
adherencia al tratamiento.
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Examen del Estatus Mental
El examen del estatus mental (EEM) es una herramienta para evaluar disfunciones
psicológicas e identificar las causas de la psicopatología (Munden, 2006). Según Campell
(2008), es utilizado para determinar si el paciente presenta una enfermedad neurológica o
psiquiátrica, identificar una enfermedad psiquiátrica que pueda estar relacionada a
enfermedades neurológicas subyacentes y distinguir déficits neurológicos focales de procesos
difusos. Indica que las anormalidades del estatus mental pueden deberse a lesiones focales
frontales, tales como tumores o “stroke” hasta enfermedades difusas como la encefalopatía
metabólica e incluso procesos degenerativos como el Alzheimer. Este, en conjunto con el
historial de la persona, provee la base de datos para la evaluación psiquiátrica y el diagnóstico
diferencial (Baker, & Trzepacz, 2005).
Escuchar empáticamente y observar detenidamente, indican Bickley y Szilagyi (2009),
abre una mirada única sobre el punto de vista, preocupaciones y hábitos. No obstante, señalan
que los clínicos con frecuencia pierden claves sobre condiciones mentales y conductas
disfuncionales peligrosas en los pacientes. Para evitar o aminorar la probabilidad de pasar por
alto dichas claves, es preciso conocer la importancia y elementos del examen del estatus
mental.
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A continuación se presenta una tabla con los dominios usualmente evaluados en el
examen del estatus mental y la descripción de cada uno.
Dominio Descripción
Conciencia Nivel de Alerta (Consciente, Inconsciente, Estupor, etc.)
Apariencia y Conducta Aspecto, Higiene, Cooperador, resistente, Irritable
Orientación Persona, Tiempo & Lugar
Ánimo Informe subjetivo del paciente/cliente sobre su estado
emocional
Afecto Observación objetiva del profesional sobre el estado
emocional reportado por el paciente/cliente
Actividad Motora Postura, Actividad Psicomotora, Agitación, Letargo, etc.
Lenguaje Cantidad, Velocidad, Fluidez, etc.
Proceso del Pensamiento Forma y fluir del pensamiento
Contenido del Pensamiento Lo que el paciente/cliente piensa
Trastornos de la Percepción Alucinaciones
Cognición Atención, Concentración y Memoria
Introspección Conciencia y comprensión de su condición y la necesidad de
tratamiento
Juicio Reconocimiento de las consecuencias de sus acciones
Snyderman y Rovner (2009)
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El Diagnóstico
Diagnosticar es visto como el pináculo del proceso de evaluación psicopatológica. No
obstante, en el caso de las profesiones a las que le atañen las condiciones mentales, dicho
proceso conlleva algunos elementos que hacen de la tarea una trabajosa. A estos efectos, es
bien sabido que en psicología y psiquiatría, es preciso descartar primeramente cualquier
enfermedad física que pueda estar reflejando los síntomas emocionales que se observan o
reporta el paciente. Por consiguiente, es esencial, en el mejor de los casos identificar la
etiología, que según Durand y Barlow (2010), se refiere a las causas o fuentes de un trastorno.
En el ejercicio de la clínica y bajo la influencia médica, se depende de criterios
específicos para emitir un diagnóstico. Un criterio según Farré Martí y Lasheras Pérez (2006),
es una señal, característica distintiva o medida con las que son comparadas otras
características. Agregan que un criterio diagnóstico se refiere a las características
estandarizadas que definen un cuadro clínico y que permiten identificarlo, diferenciarlo y
tratarlo. El término criterio diagnóstico significa literalmente un meta-proceso de juzgar el
juicio (Lerner, 2006), y es el estudio profundo realizado con el objetivo de conocer un
determinado fenómeno o realidad por medio de un conjunto de procedimientos teóricos y
metodológicos (Araújo, 2007).
De acuerdo con McWilliams (1994), existen al menos cinco ventajas interrelacionadas
del diagnóstico cuando se lleva a cabo de forma sensible y con el adiestramiento adecuado.
Estas son:
1. Su utilidad para planificar el tratamiento
2. Su información implícita sobre la prognosis
3. Su contribución para proteger a los consumidores de servicios de salud mental
4. Su valor para permitir al terapeuta una comunicación empática
5. Su rol en reducir la probabilidad de que algunas personas que muestran temor
fácilmente se retiren del tratamiento
Los criterios diagnósticos son representaciones descriptivas de un conjunto de signos y
síntomas que en ocasiones describen un síndrome o condición mental. Un signo, es una
manifestación objetiva o física de un estado patológico y representa la apreciación crítica del
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síntoma después de ser analizado o interpretado por el médico (Farré Martí & Lasheras Pérez,
2006). Es un hallazgo objetivo percibido por el examinador. Muchos signos van acompañados
de síntomas (Mosby, 2009).
Un síntoma según Farré Martí y Lasheras Pérez (2006), se refiere a la manifestación
física o mental, producto de una posible patología médica. Es usualmente una respuesta ante
estímulos nocivos ya sean físicos o psicológicos. Es una indicación subjetiva de una enfermedad
o un cambio en la condición según percibido por el paciente (Mosby, 2009; Herrera McElroy &
Grabb, 2005).
Por otro lado un síndrome, es un complejo de signos y síntomas resultantes de una sola
causa común, o que aparecen en combinación para presentar el cuadro clínico de la
enfermedad o anormalidad heredada (Mosby, 2009). Según Farré Martí y Lasheras Pérez
(2006), se refiere a un conjunto de signos y síntomas que se repiten simultáneamente en cierto
número de enfermedades y son comunes a un grupo patológico determinado; también se
emplea como sinónimo de enfermedad. Añaden que las diversas combinaciones que
componen un síndrome pueden encontrarse presentes en varias patologías o ser la
consecuencia de varias etiologías.
Identificar un trastorno en el ejercicio clínico es una tarea intricada. Por un lado, los
signos observados por el clínico y los síntomas manifestados por el paciente/cliente, no
necesariamente son un fiel reflejo de los criterios diagnósticos. Más aún, una gran parte de la
población presentará una comorbidad de trastornos. La comorbidad se refiere a la a presencia
de dos o más trastornos en un individuo (Parritz, & Troy, 2011).
Un diagnóstico certero requiere de
varios elementos entre los que se
distinguen las características (signos y
síntomas), intensidad, frecuencia y
duración. Además, se deben tomar en
cuenta los aspectos socio-culturales al
momento de emitir un diagnóstico
(Crespo-Bujosa, Dalmau Irizarry, Veray
Alicea, & García Carrasquillo ,2007).
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Además, como parte de análisis clínico, se ha de establecer un diagnóstico diferencial o
decisiones sobre trastornos mutuamente excluyentes (Parritz, & Troy, 2011). De esta forma se
logra una eficiencia del diagnóstico, en la cual se persigue la maximización de los aciertos en el
diagnostico minimización de errores por parte del clínico (Parritz, & Troy, 2011). Estos
elementos deben ser identificados con claridad para llegar a un diagnóstico definitivo.
Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales e Impresión Diagnóstica Multiaxial
Actualmente, tanto la psiquiatría como la psicología utilizan el mundialmente conocido
Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM), publicado por la Asociación
Americana de Psiquiatría (APA). Recientemente se publicó la última edición del mismo,
conocido como Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, Quinta Edición (DSM-
5, APA, 2013). Este sigue el formato para realizar diagnósticos establecido en el DSM-III y el
DSM-III-R, los cuales utilizan un sistema ateórico para la evaluación descriptiva de las
condiciones, basado primordialmente en el historial de la persona (Goldman, 2005).
Este manual es la herramienta de evaluación clínica utilizada en los procesos
psicodiagnósticos de niños y adolescentes y adultos (Crespo-Bujosa, Dalmau Irizarry, Veray
Alicea, & García Carrasquillo ,2007). El mismo brinda información de gran valor para realizar
diagnósticos a través de diversos grupos étnicos y/o culturales (Johnson, 2005). El DSM
presenta diversas categorías de diagnósticos. En DSM-IV-TR, cuenta con 17 categorías. No
obstante, la Asociación Americana de Psiquiatría ha establecido 20 categorías para el DSM-5, el
cual será publicado en el año 2013. A continuación se presenta una tabla comparativa de las
categorías diagnósticas del DSM-IV-TR y el DSM-5.
Actualmente transitamos del
DSM-IV-TR
a la nueva edición del manual
conocida como el
DSM-5
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Listado de Clasificaciones de Trastornos Mentales Establecidas en el DSM-IV-TR y DSM-5
DSM-IV-TR DSM-5
1. Trastornos de Inicio en la Infancia, la Niñez
y la Adolescencia
2. Delirium, Demencia, Trastornos
Amnésicos y otros Trastornos Cognitivos
3. Trastornos Mentales Debidos a
Enfermedades Médicas, No Clasificadas en
Otros Apartados
4. Trastornos Relacionados a Sustancias
5. Esquizofrenia y Otros Trastornos Psicóticos
6. Trastornos del Estado de Ánimo
7. Trastornos de Ansiedad
8. Trastornos Somatomorfos
9. Trastornos Ficticios
10. Trastornos Disociativos
11. Trastornos Sexuales y de la Identidad
Sexual
12. Trastornos de la Conducta Alimentaria
13. Trastornos del Sueño
14. Trastornos del Control de Impulsos, No
Clasificadas en Otros Apartados
15. Trastornos Adaptativos
16. Trastornos de la Personalidad
17. Otros Problemas que pueden ser Objeto
de Atención Clínica
1. Trastornos del Neurodesarrollo
2. Espectro de Esquizofrenia y Otros
Trastornos Psicóticos
3. Trastorno Bipolar y Trastornos
Relacionados
4. Trastornos Depresivos
5. Trastornos de Ansiedad
6. Trastornos Obsesivo-Compulsivo y
Trastornos Relacionados
7. Trauma y Trastornos Relacionados al
Estrés
8. Trastornos Disociativos
9. Trastornos por Síntomas Somáticos
10. Trastornos de Nutrición y Alimentarios
11. Trastornos Eliminación
12. Trastornos del Sueño y la Vigilia
13. Disfunciones Sexuales
14. Disforia de Género
15. Trastornos Disruptivos, de Control de
Impulsos y de Conducta
16. Uso de Sustancias y Trastornos Adictivos
17. Trastornos Neurocognitivos
18. Trastornos de la Personalidad
19. Trastornos Parafílicos
20. Otros Trastornos
Integrado de APA, 2000 y APA, 2012b
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Para establecer un diagnóstico, los/as profesionales de la salud, utilizan el modelo de
cinco (5) ejes que cubren diversas áreas. A continuación se presenta una tabla en la que se
explican los ejes que componen la impresión diagnóstica multiaxial según el DSM-IV-TR (APA,
2000).
Impresión Diagnóstica Multiaxial
Ejes Descripción
Eje I Se enfoca en la mayoría de los trastornos psiquiátricos primarios
(Goldman, 2005) y en otras condiciones que puedan ser foco de atención
clínica (APA, 2000), excepto trastornos de la personalidad y retraso
mental (Day, 2008).
Eje II Se encuentran los Trastornos de la Personalidad y Retraso Mental (APA,
2000; Goldman, 2005).
Eje III Se identifican las condiciones médicas generales (APA, 2000; Day, 2008;
Goldman, 2005).
Eje IV Se enfoca en problemas psicosociales y ambientales (APA, 2000;
Goldman, 2005).
Eje V Se detalla el nivel de funcionamiento de la persona (APA, 2000;
Goldman, 2005), utilizando la Escala de Evaluación del Funcionamiento
Global, o “GAF” por sus siglas en inglés. Se ofrece una puntuación entre
uno (1) y 100 sobre cuán bien o deficientemente la persona maneja su
vida y cuán severos son sus síntomas psicológicos (Day, 2008).
Aunque en el DSM-IV-TR (APA, 2000), también está contemplada la forma no axial de
establecer el diagnóstico, la utilización de la impresión diagnóstica multiaxial, es más
estructurada y organizada. Además, ofrece a las conceptualizaciones, planes de tratamiento e
informes psicológicos la formalidad y claridad para que otros profesionales de la salud
comprendan la totalidad de la situación que experimenta el paciente/cliente. Sin embargo, se
vislumbran posibles cambios en el DSM-5.
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Suicidio y Evaluación del Riesgo Suicida
La crisis se refiere a un momento y situación conflictiva en que se produce un cambio
brusco y decisivo tanto en el orden físico, como el psicológico (Farré Martí, & Lasheras Pérez,
2006). En muchas ocasiones, el riesgo de suicidio durante una crisis puede aumentar a tal grado
que la persona llegue a consumar el acto. El suicidio constituye un importante asunto de salud
pública en el mundo entero (Lovisi, et al. 2009). Este, según la Organización Mundial de la
Salud (OMS, 2000; 2006a), es el resultado de una compleja interacción de factores biológicos,
genéticos, psicológicos, sociológicos, culturales y ambientales. El acto suicida se define como
toda acción por la que un individuo se causa a sí mismo un daño, con independencia del grado
de intención y conocimiento o no de los verdaderos motivos; y el suicidio como la muerte que
resulta de un acto suicida (OMS, 2006b).
El suicidio según Farré Martí y Lasheras Pérez (2006), se refiere al acto mediante el cual
una persona se autoinflige la muerta. Indican que es también denominado autolisis. Explican
que el suicidio puede darse en personas psíquicamente sanas a consecuencia de una situación
límite. No obstante, señalan que este ocurre usualmente en conexión con un estado
psicopático o psicótico, lo que es reflejo de un estado afectivo de angustia y desesperación. Por
último, indican que debe diferenciarse entre intentos de suicidio, amenazas de suicidio y
suicidio consumado.
De acuerdo con Goldsmith, Pellmar, Kleinmann y Bunney (2002), los trastornos
mentales y por abuso de sustancias representan un riesgo mayor para el suicidio. Por su parte,
Joyce-Moniz y Barros (2007), indican que la experiencia subjetiva y a veces irracional de la
enfermedad es compartida por los familiares, amistades, colegas y hasta los desconocidos.
De acuerdo con la OMS (2000), el impacto
psicológico y social sobre la familia y la
sociedad no es mensurable. No obstante,
expone que un suicidio individual afecta
íntimamente al menos otras seis personas y si
ocurre en una institución educativa o lugar de
trabajo, tiene impacto sobre cientos.
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Según Bickley y Szilagyi (2009), los índices de suicidio son más altos en hombres
mayores de 85 años y aumentan en los adolescentes y adultos jóvenes. Añaden que más de la
mitad de los pacientes/clientes que cometen suicidio han visitado a su médico el mes antes de
cometer el acto y sobre el 90% de las muertes por suicidio ocurre en personas con depresión u
otro trastorno mental o abuso de sustancias.
Según Shneidman (1996), uno de los principales teorizantes sobre el suicidio, existen 10
factores comunes del suicidio. Estos son:
1. El propósito común del suicidio es encontrar una solución.
2. La meta en común del suicidio es lograr el cese de la conciencia.
3. El estímulo común del suicidio es el dolor psicológico inaguantable.
4. El estresor común del suicidio es/son la/s necesidad/es psicológica/s frustrada/s.
5. La emoción común del suicidio es la desesperanza y el abandono.
6. El estado cognitivo común del suicidio es la ambivalencia.
7. El estado perceptual común del suicidio es la constricción.
8. La acción común del suicidio es el escape.
9. El acto interpersonal común del suicidio es la comunicación de la intención.
10. El patrón común del suicidio es la consistencia de estilos a través de la vida.
Por otro lado, Shneidman (1996), indica que los suicidios tienden a agruparse dentro de
cinco grupos de necesidades psicológicas que reflejan distintos tipos de dolor psicológico. Estos
son:
1. Amor Frustrado
2. Control Fracturado
3. Autoimagen afectada
4. Rompimiento de relaciones
importantes
5. Coraje Excesivo
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Por su parte, Bickley y Szilagyi (2009), exponen los siguientes factores de riesgo. La
presencia de estos aumenta la probabilidad de la culminación del acto suicida. Estos son:
De otra parte, la evaluación del riesgo suicida es uno de los aspectos más retantes del
trabajo clínico, en parte porque es literalmente un evento de vida o muerte (Pope, & Vazquez,
2005). Según estos autores, es preciso conocer los siguientes aspectos al evaluar el riesgo
suicida.
1. Amenaza verbal directa. Con frecuencia, una expresión de la intención de cometer
suicidio, precede al intento suicida, por consiguiente, es crucial que no se descarten las
expresiones de la persona, pensando por ejemplo que es una transferencia.
2. Plan. A mayor estructura, especificidad, detalle, letalidad y posibilidad tiene un plan,
mayor es la probabilidad de que la persona intente suicidarse.
3. Intentos pasados. Las investigaciones sugieren que la mayoría de los suicidios
consumados, han sido precedidos de intentos anteriores.
4. Expresiones indirectas y señales conductuales. Las personas que planifican poner fin a
su vida pueden comunicar sus intenciones indirectamente. Por ejemplo, hablan sobre la
muerte o su propio funeral. También se comunican mediante sus acciones, por
ejemplo, comprar un arma letal.
• Historial de condiciones
psiquiátricas especialmente
aquellas relacionadas a
hospitalizaciones
• Uso de sustancias
• Trastornos de la
personalidad
• Historial previo o historial
familiar de suicidio
• Ideas suicidas u homicidas
• Intentos
• Plan
• Acceso a los medios para
cometer el acto suicida
• Síntomas presentes de psicosis
o ansiedad severa
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5. Depresión. Las investigaciones sugieren que el riesgo de cometer suicidio puede ser
hasta 20 veces mayos en personas que sufren de depresión que en la población general.
6. Desesperanza. Este sentimiento aparente estar asociado al suicidio.
7. Intoxicación. Las investigaciones apuntan que muchos suicidios están asociados al
alcohol como factor contribuyente.
8. Poblaciones clínicas especiales. Poblaciones, como por ejemplo, personas con
VIH/SIDA, víctimas de tortura, etc.
9. Sexo. La probabilidad de suicidio en hombres es tres veces mayor que en las mujeres y
en la juventud es 5 a 1 (varones versus féminas). No obstante, la mujer presenta una
razón tres veces mayor de intentos suicidas que el hombre.
10. Edad. El riesgo de suicidio tiende a aumentar durante el ciclo de la adultez, siendo los
intentos cometidos por personas mayores los más letales.
11. Raza. En los Estados Unidos, las personas de raza blanca tienen los índices mayores de
suicidio.
12. Religión. Se ha visto una tendencia mayor al suicidio de personas protestantes versus
judíos y católicos.
13. Vivir solo. Las investigaciones indican que el riesgo suicida tiende a reducirse si la
persona no vive sola, se reduce más si vive con un conyugue y más aun si vive con hijos.
14. Duelo. Personas que sufren la pérdida de un ser querido tienen una mayor probabilidad
de cometer suicidio.
15. Desempleo. El desempleo tiende a aumentar el riesgo suicida.
16. Estado de salud. Las investigaciones sugieren que las enfermedades y las quejas
somáticas, están asociadas a un aumento en el riesgo suicida, así como se han asociado
los disturbios en los patrones del sueño y la alimentación.
17. Impulsividad. El pobre control de impulsos aumenta el riesgo de suicidio, en personas
que contemplan hacerlo.
18. Pensamiento rígido. Las personas con tendencias suicidas, frecuentemente presentan
un pensamiento rígido, tipo todo o nada.
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19. Eventos estresantes. El experimentar un número excesivo de eventos estresantes con
resultados negativos ha sido asociado a aumento del riesgo suicida.
20. Culminación de hospitalización. Aunque se haya determinado en un hospital que la
persona está en estable y lista para salir del hospital, nunca se debe ignorar el riesgo
suicida. Las investigaciones sugieren que el riesgo suicida puede aumentar luego que la
persona sale del hospital.
Psicoterapia, Psicofarmacología y Prácticas Basadas en la Evidencia
Como clínicos, hemos de conocer el curso o patrón de desarrollo y cambio de un
trastorno a través del tiempo (Durand, & Barlow, 2010), de las diversas condiciones mentales.
Conocer el curso de una condición, en conjunto con otros factores protectores, de riesgo, así
como las fortalezas y debilidades físicas, psicológicas, sociales y espirituales de la personas
ayudarán al clínico a establecer una prognosis. Esta se refiere al desarrollo predicho de un
trastorno a través del tiempo (Durand, & Barlow, 2010).
Estos, presentan déficits que son cualesquiera deficiencia o diferencia de lo normal
(Mosby, 2009). También pueden observarse remisiones, que son disminuciones o cesaciones
de los síntomas de una enfermedad (Herrera McElroy & Grabb, 2005), y recurrencias o la
aparición de signos o síntomas de una enfermedad luego de un periodo de remisión (Mosby,
2009). Las recurrencias son típicamente identificadas por exacerbaciones o aumentos en la
severidad de los síntomas (Herrera McElroy & Grabb, 2005). El tratamiento es un proceso
esencial para la rehabilitación, recuperación y
en el mejor de los casos, la sanación de la
persona (Crespo-Bujosa, 2012). Usualmente el
término utilizado para los tratamientos es
terapia. Según Youngson (2005), es el
tratamiento de una enfermedad o condiciones
que se consideran como enfermedades. Dicho
término es usualmente cualificado para limitar
su alcance. Véase ejemplos en la figura.
Terapia
Psico
Quimio
Fisio
Radio
Hidro
Hipno
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La psicoterapia, según Youngson (2005), es un método de tratamiento puramente
psicológico para trastornos mentales y emocionales. Indican Farré Martí y Lasheras Pérez
(2006), que es el término general que designa cualquier tratamiento de las condiciones
psíquicas a través de estrategias o técnicas psicológicas. Explican que la misma puede ser
aplicada tanto a nivel grupal, como individual. Señalan que dicho término parte de una
tradición psicoanalítica, por lo que en la psicología conductista hay una tendencia a sustituirlo
por conceptos tales como tratamiento psicológico o intervención psicológica.
En las palabras de Tengland (2009), la psicoterapia parece ser una especie de práctica y
una especie de ciencia. Indica que a pesar de esto diversas escuelas de psicoterapia sugieren
diversas metas para sus prácticas. Apunta que existen varias metas encontradas en la
literatura: cambios cognitivos, cambios en la personalidad, reducción de los síntomas,
aumentar las fortalezas del ego y aumento del auto-conocimiento.
Por otro lado se encuentra la
psicofarmacología, que se refiere al
estudio del efecto de las drogas y
medicamentos en la mente y la conducta
(Herrera McElroy & Grabb, 2005).
También focaliza en el uso de
medicamentos en el tratamiento de las
enfermedades mentales (Mosby, 2009).
En conclusión, el tratamiento moderno para las enfermedades de la emoción y el
control usualmente involucra medicamentos para normalizar la química cerebral y la consejería
sobre cómo identificar y manejar los pensamientos dañinos (Bloom, Beal, & Kupfer, 2003).
Además, la psicoterapia facilita la adhesión al tratamiento, así como su ejercicio como
coadyuvante rehabilitador (Ferreres, et al. 2012).
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Prácticas Basadas en la Evidencia
En los últimos años, tanto en la academia como en la clínica, las prácticas basadas en la
evidencia (PBE) se han vuelto el enfoque primordial a seguir y emplear. Las PBE, según Bliss-
Holtz (2007), cuentan con tres elementos fundamentales:
Por otro lado, las prácticas en psicología basadas en la evidencia se refiere a la
integración de las mejores investigaciones disponibles con la experiencia clínica en el contexto
de las características del paciente/cliente, cultura y preferencias (APA, 2006, p. 273)
De acuerdo con Falzon, Davidson y Bruns (2010), el proceso basado en la evidencia ha
sido bien documentado en la literatura e involucra los siguientes pasos:
1. Formular una pregunta clara sobre sobre el paciente/cliente o asunto a investigar
2. Buscar la literatura para encontrar la mejor evidencia disponible
3. Evaluar críticamente la evidencia en términos de validez, certeza y utilidad
4. Aplicar los hallazgos útiles integrándolos a la experiencia clínica y las características,
cultura y preferencias del paciente/cliente
5. Evaluar los resultados y de ser necesario iniciar una búsqueda más refinada
No debe confundirse la utilización de investigaciones con las prácticas basadas en la
evidencia. Aunque estamos llamados a implementar los tratamientos que demuestran mayor
efectividad, también es preciso hacer un buen juicio basado en la experiencia, reconociendo
nuestras limitaciones. Finalmente, se han de considerar las opiniones, visiones del mundo y
preferencias de los pacientes ya que esto logrará establecer un tratamiento integral, mejorará
la adherencia al tratamiento y llevar a cabo prácticas realmente basadas en la evidencia.
Evidencia generada sistemáticamente
La experiencia del clínico o practicante
Las características y preferencias del paciente/cliente
Utilización de Investigación ≠ Prácticas Basadas
en la Evidencia
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Conclusión
El andar por el camino entre la psicopatología y la salud mental, puede ser visto como
una cuerda floja en la que una persona lucha con las demandas del medioambiente e intenta
utilizar sus recursos psicológicos y hasta físicos para mantener su equilibrio emocional. Por esta
razón, como especialistas en el campo de la salud mental, hemos de poseer las competencias
teóricas y clínicas, así como las habilidades terapéuticas, empatía, genuinidad y compasión para
poder abordar las problemáticas que aquejan a nuestros pacientes. Este es nuestro norte.
Por otro lado, es preciso recalcar la importancia de ser juiciosos y tomar con gran
seriedad la responsabilidad que nos toca al momento de ayudar a otro ser humano. Por eso,
debemos mantener las competencias actualizadas, reconocer nuestras limitaciones y saber
referir cuando es necesario. Esto no solo demuestra madurez, sino un genuino compromiso
con el bienestar del paciente.
Finalmente, deseo expresar que la psicología más que una profesión, es vocación. Los
conocimientos son esenciales, pero el compromiso es vital. Por ello, como parte de ese
compromiso, les he ofrecido un recurso introductorio para aportar a su formación profesional.
Espero que esta guía sea de gran utilidad y sirva de ejemplo para las aportaciones que ustedes,
futuros profesionales de la psicología, puedan realizar.
Este documento contiene 54 referencias citadas en su texto.
Para citar según el formato APA 6ta Edición:
Crespo-Bujosa, H.B. (2013). Psicopatología. Una guía educativa. Puerto Rico: NeuroPsyche, Inc.
P s i c o p a t o l o g í a | Una Guía Educativa
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Biografía del Autor
El Dr. Héctor B. Crespo-Bujosa nació en la ciudad de Mayagüez, Puerto Rico. Sin
embargo, su vida se desarrolló en el municipio de Lares. Inicialmente realiza sus estudios sub-
graduados en el Recinto Universitario de Mayagüez, de la Universidad de Puerto Rico, donde
obtuvo su grado de Bachiller en Artes en Ciencias Sociales General. Posteriormente estudió un
segundo bachillerato en Psicología (Magna Cum Laude) en la Universidad Carlos Albizu (UCA),
Recinto de San Juan. Es en esta institución donde continuó estudios a nivel graduado
completando una Maestría en Ciencias en Psicología Clínica (2005) y un Doctorado en Psicología
Clínica (Psy.D.) en el año 2008, ambos con Distinción. En el año 2010 se certifica como
tanatólogo en el Instituto Superior de Teología y Pastoral de la Arquidiócesis de San Juan,
Puerto Rico. Posteriormente decide reiniciar sus estudios y completa el grado de Doctor en
Filosofía en Psicología General (Ph.D.) con concentraciones de investigación científica, docencia
y consultoría profesional en la UCA, en el año 2012. También recibió la medalla de
reconocimiento al estudiante distinguido de dicho programa.
Durante sus años de formación académica, surgió en él una gran pasión por las
neurociencias, en especial la neuropsicología. Esto le llevó a realizar su año de internado en
dicha área en la capital de la Isla. Durante este periodo ofreció psicoterapia individual y realizó
evaluaciones neuropsicológicas a personas de todas las edades quienes sufrían de diversas
condiciones neurológicas. Además, ofreció neurofeedback a pacientes de diversas edades.
Por otro lado, el Dr. Crespo-Bujosa ha participado como expositor tanto en simposios y
conferencias, así como en presentaciones de carteles o “posters” en congresos diversas
organizaciones profesionales, tanto nacionales, como internacionales. Entre estas se puede
mencionar la Asociación de Psicología de Puerto Rico, la Fundación para el Desarrollo de la
Psicología en el Caribe, la Sociedad Interamericana de Psicología, la Sociedad Latinoamericana
de Neuropsicología y el Grupo de Latinos Especializados en Tanatología y/o Suicidología del cual
funge como vocal.
Al presente el Dr. Crespo-Bujosa continúa ejerciendo la psicología clínica y
neuropsicología tanto en el ámbito clínico, como el investigativo. En el año 2010 fundó su
práctica privada, NeuroPsyche, Inc., donde realiza sus labores clínicas e investigativas. También
ha sido profesor en la Universidad Carlos Albizu, impartiendo cursos en las áreas de psicología
fisiológica, neuropsicología y medición de inteligencia, entre otras. En el año 2008 mereció la
distinción de Profesor Adjunto del Año en dicha institución.
Dentro de sus proyectos actuales se encuentra la publicación de libros sobre
neuropsicología y Esclerosis Múltiple, Síndrome de Fibromialgia, el desarrollo de una escala de
Síntomas Neurológicos Discretos e investigaciones con diversas poblaciones neuropsicológicas.
También procura hacer sus aportaciones a la formación de futuros profesionales en el campo
de la psicología y ramas afines a la salud mental.