que futuro depara el encuentro de europa con el islam

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  • 7/28/2019 Que Futuro Depara El Encuentro de Europa Con El Islam

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    Fundacin

    CID

    OB

    -CalleElisabets,

    12-08001Barcelona,

    Espaa

    -Tel.(+34)933026495-Fax.

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    Documentos CIDOB

    Dinmicas Interculturales;9Qu futuro depara el encuentro de Europa con el Islam?

    What does the futur e hold for Europe's encounter with I slam?Nilfer Gle

  • 7/28/2019 Que Futuro Depara El Encuentro de Europa Con El Islam

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    Serie: Dinmicas interculturales

    Nmero 9. Qu futuro depara el encuentro de Europa con el islam?What does the Future Hold for Europe's Encounter

    with Islam?

    Nilfer Gle Fundaci CIDOB, de esta edicinTraduccin: Mara ngeles Sabiote Gonzlez y Yago Mellado Lpez

    Edita: CIDOB edicionsElisabets, 12

    08001 BarcelonaTel. 93 302 64 95Fax. 93 302 21 18E-mail: [email protected]: http://www.cidob.org

    Depsito legal: B-35.860-2004ISSN: 1698-2568

    Imprime: Color Marfil, S.L.

    Distribuye: Edicions Bellaterra, S.L.Navas de Tolosa, 289 bis, 08026 Barcelonawww.ed-bellaterra.com

    Barcelona, septiembre de 2007

    documentos

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    QU FUTURO DEPARA EL ENCUENTRODE EUROPA CON EL ISLAM?

    Pg. 5

    WHAT DOES THE FUTURE HOLD FOR EUROPE'S

    ENCOUNTER WITH ISLAM?

    Pg. 35

    Nilfer Gle*

    Septiembre de 2007

    *Directora de Estudios, Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales. Autoradel libro Interpenetrations: l'islam et l'Europe. Paris: Galaade Editions, 2005

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    Qu futuro depara el encuentro de Europa con elIslam?

    Excepcionalismo francs?

    Cuando me mud de Estambul a Pars en el ao 2001, no contaba conque la Unin Europea entrara dentro de mi campo de inters. No es queno me importara el proyecto europeo hasta el momento, s que meimportaba, pero lo haca de la misma manera que a mis colegas intelec-tuales turcos y kurdos, tanto religiosos como laicos. En aquel tiempo,

    nuestro inters por Europa era una preocupacin bsicamente turca,derivada de la expectativa y del deseo ampliamente compartido de que laUE proporcionara un marco poltico y jurdico para ampliar y aplicar lainstitucionalizacin de los derechos y libertades democrticas en Tur-qua. Europa, como una profeca cumplida de democracia laica, seguasiendo para muchos intelectuales progresistas un punto de referencia fijoy estable para promover la transformacin de otras sociedades. Nadieesperaba que Europa se transformara y se reconfigurara a partir de su

    encuentro con los temas relacionados con el islam.Yo estaba trabajando entonces sobre el islam contemporneo y sobre suemergente fuerza y visibilidad en la vida pblica, y Turqua era mi campode estudio privilegiado. Este pas proporcionaba un lugar para estudiar losmovimientos islmicos en un contexto pluralista en los mbitos poltico ylaico. El pluralismo implicaba un campo de fuerzas en competencia entrepartidos polticos, movimientos sociales yregmenes de verdad. El islamismotena que competir entre estos diferentes grupos de ideas y poderes. No era

    apropiado por tanto hablar de islamizacin en Turqua, como se ha dicho deotros pases de mayora musulmana, en el sentido de un islamismo queadquiriere generalmente poder poltico y ganando influencia en todas lasesferas de la vida se impone como nico rgimen de verdad.

    El estudio del islam en Turqua se diferenciaba del estudio de otros pa-ses de mayora musulmana que estn bajo regmenes monrquicos auto-ritarios. En cierta manera, el papel del islam en Turqua revelaba ciertas

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    similitudes con los contextos de pluralismo europeos, dada la legislacin

    secular y la esfera poltica de carcter pluralista. Las reivindicaciones isl-micas y especialmente las de las jvenes estudiantes sobre la posibilidadde llevar el velo en las clases universitarias, provoc un enfrentamientopblico a largo plazo con aqullos que defendan los principios republi-canos de laicismo y feminismo. Cuando se desat el debate del velo enFrancia en 1989, que cobr una nueva magnitud en la primavera de2003, me asombr el paralelismo con el caso turco. Las similitudes entrelos dos debates del velo atrajeron mi atencin hacia los modos en que los

    valores republicanos franceses de laicismo y feminismo eran remodeladosa partir de su relacin con el islam y se dirigan contra las demandas devisibilidad de la religin en la esfera pblica.

    El debate sobre el velo islmico fue seguido en Francia por un debate,igualmente apasionado y generalizado, sobre la presencia turca en la UEy sus consecuencias para la identidad y los valores europeos. Medianteesos dos debates, la presencia del islam (musulmanes inmigrantes enEuropa y musulmanes fuera de Europa) se situ en la vanguardia de las

    preocupaciones pblicas y se introdujo en la arena de la conciencia pbli-ca, es decir, entr dentro del rea de preocupaciones y debates paratodoslos ciudadanos, dejando de estar exclusivamente en manos de los diri-gentes polticos. El velo islmico y la candidatura de Turqua tienen pocoen comn desde un punto de vista sociolgico; siguen trayectorias hist-ricas distintas. El tema del velo est relacionado con el fenmeno de lainmigracin, las escuelas pblicas y la igualdad de gnero; est relacio-nado con nuevas formas de accin religiosa provenientes de los movi-

    mientos islamistas contemporneos. Por su parte, la candidatura deTurqua a la UE es el producto de una larga historia de occidentalizacinde Turqua. Es el producto tanto de la determinacin poltica como de lamovilizacin social para formar y conectar la sociedad turca y su futuroal de la UE. Aunque todos los actores que trabajan para la adhesin turcason de carcter democrtico y laico lo hacen en diferentes mbitos deaccin. En el caso del velo islmico, es una preocupacin de mbitonacional, mientras que en el caso de la candidatura turca lo es a un nivel

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    tanto intra-nacional como europeo. Pese a las diferencias, existen puen-

    tes entre ambos temas. La cuestin del islam tambin se debate en Tur-qua, no slo por ser un pas mayoritariamente musulmn, sino tambinporque el partido en el Gobierno (AKP) est relacionado con los movi-mientos islamistas de los aos ochenta, que se enfrentaban a las nocionesoccidentales de democracia. Estos movimientos revelaron las tensionesentre las orientaciones laica y religiosa, pero tambin el debate y la pro-testa actuales alrededor de las definiciones de espacio. Las escuelas pbli-cas y Europa se estn convirtiendo en espacios polticos, hasta tal punto

    que se han convertido en el campo de batalla para la redefinicin de lasfronteras de inclusin y exclusin y para la lucha contra los valores esta-blecidos. La cuestin del espacio apunta a la comprensin y creacin delo que es comn, ya sea en la forma de escuelas pblicas o de la UE.

    La creacin de un espacio comn con aqullos que son ajenos a la cul-tura nacional y europea se ha convertido en una cuestin cuya respuestava ms all de la ofrecida por el marco de la integracin. La intensidaddel debate en la esfera pblica francesa ilustra la importancia de la cues-

    tin, no slo para los outsiders, musulmanes, sino tambin y principal-mente para los europeos. La manera en la que ambos temas estnanclados en la opinin pblica y entran a formar parte del debate pbli-co francs y/o europeo exige una perspectiva comparada.

    En resumen, el islam se ha abierto camino en la arena y en la concienciapblica de los pases europeos. Hasta hace poco, el islam no era un temade primera importancia para los especialistas en Estudios europeoscomomucho, constitua un tema poltico confinado en el marco de las polticas

    de inmigracin sin embargo, se ha ido situando cada vez ms en el cen-tro de la investigacin y en las agendas pblicas y polticas. Tanto es as queactualmente se hace difcil reflexionar sobre las polticas de los pases euro-peos o de la UE sin reflexionar sobre su encuentro con el islam.

    Como consecuencia, Europa se ha convertido en un tema ineludiblepara m, a travs de una puerta que me es familiar. Ms que dejar atrsTurqua y el islam, iba a enfrentarme y a experimentar su presencia enEuropa. Tena la impresin de que ms que moverme yo hacia Francia,

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    Francia se mova tambin, acercndose a los temas que hasta ese momen-

    to permanecan fuera de las fronteras occidentales y estaban confinados ala cultura y geografa de Oriente Medio. Por ejemplo, uno tena la cos-tumbre de medir lalaicit1 turca en el espejo de la francesa, e interpretarlas diferencias y las lagunas a partir de ese modelo original. En la situacinactual, en cambio, es tentador observar el debate francs sobre el velo anteel espejo del debate turco. El aspecto didctico del laicismo (ensear cmoser ciudadanos civilizados) y su tendencia hacia la poltica exclusivista yautoritaria (con la ayuda del ejrcito, si fuera necesario) eran atributos

    bien conocidos de lalaicitturca. Pero tambin exista la alianza feminis-ta con el republicanismo laico, una caracterstica intrnseca al laicismoturco que se iba a convertir en una caracterstica sobresaliente del encuen-tro del laicismo francs con el islam. La comparacin entre ambos deba-tes sobre el velo ayud a comprender el debate francs por nuevas vas. Sepodra decir que, desde la perspectiva turca, lalaicitfrancesa deja de serunaexcepcin y el debate del velo francs aparece como un dj vu. (Meto-dolgicamente hablando, este cambio de perspectiva tiene importantes

    consecuencias en la narracin cientfica social de la modernidad, fruto delas experiencias de Occidente, el cual se supone va por delante tanto entrminos de temporalidad como de conocimiento).

    Pero, en cambio, se hizo cada vez ms difcil traducir y comunicar losposibles significados del debate francs al pblico turco. Mis interlocutores,especialmente aqullos que eran laicos, liberales, feministas y proeuropeos,al principio se sintieron cmodos y afines a la reaccin laica del pblicofrancs de prohibir el velo en las escuelas pblicas. Interpretaron esta pos-

    tura radical como una prueba de la comn adhesin a nociones similares delaicit, as como un smbolo de la alianza franco-turca. Fue una reaccinsimilar la celebracin de la victoria del laicismo turco en el Tribunal Euro-

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    1. N.d T. En francs en el original.

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    peo de Derechos Humanos de Estrasburgo cuando ste decidi (el 10 de

    noviembre de 2005) apoyar al Gobierno turco en la prohibicin del velo enlas universidades. Esta decisin del tribunal europeo puso punto y final auna batalla judicial que comenz en 1988, cuando se le vet la entrada a laEscuela de Medicina universitaria a una estudiante turca, Leyla Sahin, porllevar el velo, lo que conllev su posterior denuncia ante el tribunal euro-peo2. Este tribunal decidi apoyar la prohibicin turca basndose en queTurqua trata por igual a hombres y mujeres y que su constitucin ordenauna sociedad laica. Adems, se dijo que la nocin de laicismo en Turqua,

    que estaba ya intentando incorporarse a la UE, era coherente con los valo-res que sustentaban la Convencin Europea de Derechos Humanos.Sin embargo, la mayora de los franceses, ya sean intelectuales, femi-

    nistas, polticos o simples ciudadanos no pensaban en trminos similaresa los del Tribunal Europeo; y aqullos que se manifestaban en contra deluso del velo en las escuelas pblicas de Francia, tambin estaban en con-tra de la adhesin de Turqua a la UE. Slo para una minora, el laicismoturco pareca importar. Esta paradoja resultaba difcil de entender para

    los turcos. Era difcil para los demcratas proeuropeos asistir al surgi-miento de una opinin pblica francesa movilizada alrededor de valoresnacionalistas, laicos y feministas, en contraposicin a los inmigrantes yturcos, percibidos como el otro musulmn.

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    2. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos fue creado en Estrasburgo en 1959 para juz-

    gar las presuntas violaciones de la Convencin Europea de Derechos Humanos de1950. El reconocimiento del derecho de apelacin individual era, sin embargo, opcio-

    nal y por tanto poda ser ejercido slo contra aquellos estados que la haban aceptado.

    Turqua ratific para los ciudadanos turcos el derecho de apelacin individual a la Comi-

    sin Europea de Derechos Humanos en 1987. El poder judicial obligatorio del Tribunal

    Europeo de Derechos Humanos fue reconocido en 1989. Turqua figura entre los pri-

    meros pases con el mayor nmero de demandas ante el tribunal.

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    Uno de los argumentos escuchados a menudo consista en decir (y/o

    en esperar) que el republicanismo francs, criticado por su ceguera res-pecto a lo religioso, lo tnico, lo racial, fuera una excepcin y no pudie-ra generalizarse respecto a otros pases europeos. Pese al aprecio de losfranceses por los valores republicanos y laicos, que son consideradoscomo un excepcionalismo francshasta el punto de ver en Europa el resul-tado del universalismo francs, el republicanismo francs no slo tienedificultades para tratar con una realidad social multicultural, sino tam-bin para tratar con nuevas realidades europeas en un contexto global. El

    rechazo francs al Tratado Constitucional de la UE (29 de mayo de2005) puede verse como sintomtico de este endogenismo. Aunque noexista ni una sola razn para el rechazo de la Constitucin, el debate tra-dujo el miedo y el resentimiento de los franceses contra la globalizacinneoliberal, la ampliacin de la UE, la cuestin turca y los inmigrantesmusulmanes. Todas estas razones fueron las que hicieron temer a losfranceses que su futuro, econmico o poltico, ya no seguira estando nien sus manos ni en sus vidas cotidianas, chez soi. La sociedad holandesa,

    aunque no estaba motivada por los ideales republicanos, sinti algo pare-cido. Tres das ms tarde de la celebracin del referndum francs, losholandeses tambin rechazaban el Tratado Constitucional europeo.

    Los dos pases que votaron en contra del Tratado para una Constitucineuropea fueron los dos pases que haban debatido pblicamente sobre elislam. En los Pases Bajos, las polticas multiculturales haban llevado, enopinin de muchos, a una separacin cultural y haban fracasado en laintegracin de los inmigrantes musulmanes en la sociedad holandesa.

    Despus del asesinato de Theo Van Gogh a manos de un inmigrante deorigen marroqu, la opinin pblica holandesa expres un mayor sentidodel compromiso y de la necesidad de defender los valores nacionales en lalnea de la cultura occidental y de su sentido de la libertad.

    Las elecciones legislativas alemanas (septiembre de 2005) tambin ilus-traron hasta qu punto los temas relacionados con el islam, la inmigra-cin y la candidatura de Turqua se estn convirtiendo en temas de

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    agenda inevitables en poltica interna. Los lderes de la Unin Demcra-

    ta Cristiana (Angela Merkel y Edmund Stoiber) se han ganado la aten-cin y simpata pblica mostrndose abiertamente en contra de laadhesin turca a la UE. De manera similar, en Francia, los polticos quese orientan hacia temas de seguridad y que se muestran en contra de laadhesin de Turqua estn ganando popularidad (este es el caso delministro del Interior, Nicolas Sarkozy3, pero tambin el de la ascensinde una figura de la derecha nacionalista francesa hasta el momento mar-ginal como Phillipe de Villiers, que se hizo un hueco con su campaa

    poltica con el lema non la Turquie).Resulta difcil, por lo tanto, ver en estos cambios la continuidad de latradicin republicana por un lado, y por el otro, algo nicamente fran-cs. Ms bien se podra decir que la reivindicacin a favor del universa-lismo del republicanismo francs est en declive, mientras que elnacionalismo gana terreno ante el encuentro con el islam, al igual quesucede en otros pases europeos.

    El discurso de la integracin, ya sea la integracin de la inmigracin en

    los pases de acogida o la integracin de Turqua en la UE, no ayuda asituar la relacin bidireccional de este proceso. El discurso de la integra-cin apela a polticas que faciliten la asimilacin a la cultura de acogidade los recin llegados y su acomodo al orden nacional, pero no deja lugarpara la comprensin del cambio bidireccional que de manera implcitaest ya determinando a ambos, a musulmanes y a europeos, y reducien-do las diferencias entre ambas categoras. Son aquellos grupos sociales ygeneraciones que estn en Europa, sin intencin de volver, distanciados

    de los orgenes nacionales de sus padres y amoldados a las nuevas expe-riencias vitales, lenguas europeas, escuelas pblicas y distritos suburba-nos de ciudades europeas, los que reivindican su visibilidad pblica. Los

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    3. Actualmente presidente de la Repblica Francesa.

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    que se han transformado a raz de estas experiencias reivindican al mismo

    tiempo su diferencia y su ciudadana y ponen de manifiesto el final de laproblemtica de lainmigracin. Y es que la segunda y la tercera genera-cin de inmigrantes jvenes ya no se identifican con sus orgenes inmi-grantes. Sienten como un estigma la aplicacin de la expresin francesaissue de limmigration, en la medida en que los determina por la condi-cin de sus padres. En relacin con este tema, la identidad islmica, dela que se apropian voluntariamente algunos de estos jvenes, suponeestablecer una distancia con sus orgenes nacionales al mismo tiempo

    que expresa el deseo de escapar de las estigmatizaciones que sus padressufrieron pero tambin transmitieron, como la del pasado colonial arge-lino o la de trabajadores invitados(guest workers) turcos y analfabetos deprimera generacin.

    El tema del velo de las jvenes musulmanas es un buen ejemplo decmo las diferencias religiosas se han incorporado a la arena pblicaeuropea, dejando de ser temas confinados a pases de mayora musulma-na o a la regin de Oriente Medio. Pero la cuestin del velo en los con-

    textos europeos seala un cambio en los perfiles sociolgicos delinmigrante. La primera generacin de trabajador inmigrante estabarepresentada por una nica figura masculina, definida por su trabajo enla fbrica y por su estada temporal. La segunda generacin, en cambio,era percibida a travs de la figura del beury se la denominaba de acuer-do con la edad y con su vinculacin a la cultura rabe, el llamadojovenrabe. Esta figura de segunda generacin se visualizaba en las calles, msque en las fbricas, especialmente, a travs de las manifestaciones contra

    el racismo (ne touche pas mon pote o dont touch my friend, campa-as simbolizadas a travs del emblema de la mano de Ftima); pero estaren las calles significaba tambin no disponer de formacin educativa nioportunidades laborales. Mientras tanto el velo, que significaba borrar lafeminidad, atrajo hacia las jvenes inmigrantes la atencin pblica. Elvelo simboliza tanto la feminizacin como la islamizacin de la pobla-cin inmigrante. La escuela se convierte en un campo de batalla para la

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    controversia religiosa, pero de ese modo pone de manifiesto la presencia

    de chicas inmigrantes y su mayor nivel de integracin en la educacin encomparacin con las generaciones pasadas. La cuestin del velo de lasjvenes es diferente a la imagen de la mujer tradicional de primera gene-racin, de sus madres, la mayora analfabetas, dependientes del esposo ysin escolarizar. Las hijas hablan el idioma, ya sea francs o alemn, tienenacceso a la educacin pblica y tambin a la gramtica del self-displayyde la comunicacin en pblico. El velo tradicional de las musulmanas deprimera generacin no creaba controversias, pues stas estaban situadas

    fuera de la mirada pblica y no reivindicaban su lugar en las escuelas, nicircular en la vida urbana o participar en la esfera pblica. Las chicas quellevan el velo estn en cambio mucho ms integradas y mucho ms fami-liarizadas con la cultura y la gramtica de la comunicacin de las socie-dades europeas. El islam del que se apropian no es un islam nacional,sino uno desnacionalizado. El islam se convierte en un manera de esca-par a sus nacionalidades originales que tienen muy poco en comn consus existencias actuales. Ellas se han re-territorializado y se han europei-

    zado, pero han entrado en la existencia pblica haciendo sus diferencias(pequeas diferencias) pblicamente visibles, practicadas en la vida coti-diana a travs de signos y ritos religiosos.

    El discurso sobre la inmigracin estaba basado en la idea de ladeste-rritorializacin de los inmigrantes musulmanes, en su desarraigo y, porlo tanto, en su mayor exposicin a la alienacin, al crimen, a las drogasy a todo tipo de radicalismo, incluido el terrorismo. Pero es ms bienel proceso de reterritorializacin de la segunda generacin lo que gene-

    ra conflicto y confrontacin. Siguiendo este argumento, nos podra-mos preguntar si los disturbios provocados por la juventud francesa delextrarradio podran extenderse a otros contextos europeos de inmigra-cin, al alemn por ejemplo. Si nos inclinamos por una respuesta nega-tiva, no es porque los turcos en Alemania estn ms integrados en lasociedad alemana que los rabes en la sociedad francesa, sino porquelos lazos entre los alemanes y los turcos son menos vigorosos, puesto que

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    no hay una herencia colonial que los una a travs de la memoria, e

    incluso a travs del lenguaje y del sistema educativo ya antes de las olasmigratorias. En otras palabras, los turcos no son alemanes del mismomodo en que los argelinos son franceses. Es ms, los turcos no quierenser alemanes, ni tampoco se espera de ellos que lo sean. La nocin ale-mana de ciudadana, basada en la sangre, no reivindica la asimilacindel otro, sino que va ligada a polticas de indiferenciao de elusin de locultural.

    Lo que argumento aqu es que si queremos hablar de excepcionalismo

    francs, ste procede paradjicamente, no de la distancia entre francesesy musulmanes, sino por el contrario, del hecho de que esta distancia esmucho ms corta en Francia que en otros pases europeos. El republica-nismo francs conlleva una fuerte promesa de integracin, incluso asi-milacin, que se ha convertido actualmente en todo lo contrario. Losinmigrantes y los musulmanes desafan los vectores y lugares de integra-cin y mezcla social: las escuelas pblicas, el contexto urbano y la vidapblica. La escuela pblica es el pilar de la formacin de una ciudadana

    en el sentido de la Repblica Francesa. Es en la escuela donde se enseaa los individuos a distanciarse de sus vnculos locales, de sus orgenes declase, de sus acentos regionales, de sus diferencias tnicas y de sus con-vicciones religiosas para abrazar un conocimiento universal y convertir-se en ciudadanos franceses. Aparte de las escuelas, la vida urbana tambincontribuye a la creacin y aprendizaje de los vnculos de urbanidad,necesarios para la poltica de lacit. Y la concepcin laica de la esferapblica est pensada para proporcionar neutralidad, es un espacio en

    cuya entrada deben dejarse atrs las identidades particulares, ya seantnicas o religiosas, para que pueda emerger una conversacin entre igua-les (aunque no todos quedan al desnudo o despojados de sus diferenciaspor igual). La presencia de musulmanes en las escuelas pblicas, en lavida urbana y en el debate pblico lleva la indeseada diferencia a aque-llos espacios que no slo son ciegos a la diferencia, sino que adems laponen fuera de la vista (como en el caso de los extrarradios), la prohben

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    por ley (como en el caso del velo) o la etiquetan como el otro, el

    extranjero (como en el caso de los disturbios). No es la reivindicacinuniversalista lo que plantea un problema hoy en da, sino ms bien laecuacin entre universal y francs, el hecho de que la autopresenta-cin occidental an mantenga su hegemona en las definiciones de louniversal. Tal y como seala Norbert Elias, entre las culturas europeas,la francesa es la que ms ha contribuido a la comprensin Universal(francesa y occidental) de la Civilizacin, opuesta a la nocin alemana dekultur. Al mismo tiempo es tambin en Francia en donde esta ecuacin

    ha sido desafiada de manera ms notable en la actualidad; donde elencuentro entre el islam y Europa se ha desarrollado de la manera msdramtica. Los debates desencadenados por la candidatura turca a la UEejemplifican el proceso irresuelto del encuentro entre los dos y desvelanla importancia de retos que sobrepasan la cuestin turca y afectan al futu-ro europeo.

    Construir la identidad europea implica construir la otredad

    turca?

    Los turcos tenan un sentimiento ampliamente compartido de que elingreso de Turqua en la UE supondra, en cierta manera de modonatural, el final de la larga carrera histrica de occidentalizacin quecomenz a finales del siglo XIX. Los ideales europeos ya han moldea-do a los intelectuales reformistas otomanos, a los jvenes otomanosy alosjeunes turcs, formados bajo la influencia del pensamiento positivis-

    ta francs y por la tradicin jacobina previa a la era republicana. La fun-dacin del Estado-nacin turco bajo el liderazgo de Atatrk en 1923puede ser considerada como la culminacin de este proceso, pero tam-bin un paso radical, casi un cambio civilizacional, en la manera derechazar la herencia del imperio otomano para adoptar una nuevavida y un nuevo concepto de nacin para que Turqua formara partede las naciones civilizadas.

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    Sin embargo, desde el punto de vista de las naciones europeas, la

    integracin turca a la UE, aunque fue un proceso bien acogido por lospolticos europeos en el pasado que comenz con el acuerdo econmi-co de Ankara en 1963, no parece ser una opcin natural para la pol-tica actual. La candidatura de Turqua se convirti en el tema mscontrovertido a partir del Consejo Europeo de Copenhague (12 dediciembre de 2002) en el que se decidi el calendario para la aperturade negociaciones. El debate comenz en Francia donde, a diferencia deAlemania, la poblacin inmigrante turca no es un tema mayor. Fueron

    las palabras del ex presidente de la Repblica y presidente de la Con-vencin sobre el Futuro de Europa, Giscard dEstaign, las que desata-ron el debate sobre la entrada de Turqua, al sacar a relucir elargumento de la diferencia en la agenda pblica y afirmar que Tur-qua no es un pas europeo, su capital no est en Europa, que formaparte de aquellos pases que pertenecen a otra cultura, otra manera devivir y que su integracin supondra el final de Europa. Sus argu-mentos se abrieron camino en la opinin pblica y encontraron eco

    entre polticos, intelectuales y periodistas, independientemente de susopiniones polticas previas o de sus convicciones divergentes en otrosmbitos. El tema turco acab por reconfigurar las alianzas polticas ycrear un nuevo consenso entre aqullos que pertenecan hasta elmomento a campos opuestos, matizando la profunda divisin entreizquierda y derecha en Francia. El nmero de artculos publicados enlos diarios, los debates televisivos, los portavoces pblicos, y los librossobre Turqua dan fe de la intensidad y la longevidad (todava en la

    agenda) del debate que se introdujo en las diferentes esferas de la vidapblica, abriendo un nuevo mercado para la publicacin y la comuni-cacin, pero tambin para hacer poltica. Las fronteras de lo pblico seexpandieron incesantemente, de las discusiones de los medios decomunicacin, los artculos de peridico y las conferencias cientfico-sociales a las conversaciones cotidianas de los mercados, las comidas, yentre vecinos o extranjeros.

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    Los argumentos contra la adhesin de Turqua a la UE no fueron siem-

    pre los mismos. La agenda turca de los aos setenta se caracterizaba prin-cipalmente por la violacin de los derechos humanos, la represin delnacionalismo kurdo, la influencia del poder militar en la vida polticaturca, el enfrentamiento sobre Chipre con Grecia y la negacin oficial delgenocidio armenio. Pero la controversia, aunque inclua alguno de estostemas en el debate, no fue desencadenada por estas cuestiones que pue-den ser consideradas como parte del expediente del problema turco. Alcontrario, el debate comenz cuando el expediente fue reducindose,

    cuando Turqua comenz, como dicen los observadores, a hacer losdeberes, esto es, a resolver algunos de los problemas del expediente y porlo tanto, a convertirse en elegible para la adhesin a la UE. Cuando Tur-qua comenz a acercarse a los criterios europeos de democracia, losargumentos contra su adhesin empezaron a articularse y a expresarse demanera ofensiva por no decir agresiva, para sorpresa del pblico turcodemocrtico y proeuropeo.

    Uno de los nuevos argumentos se refera a la cuestin del territorio

    europeo: Turqua no formaba parte de la geografa europea y muchomenos de su historia, y para muchos amenazaba la unidad de Europa entrminos geogrficos, al representar una ampliacin ilimitada de las fron-teras. Por qu no Marruecos? y por qu no Rusia?, eran algunos delos argumentos comnmente utilizados para denostar la absurdidad dela candidatura turca. Incluir a Turqua supondra expandir los lmites deEuropa hacia al Este y convertirse en vecinos de indeseados pases de ries-go. Otro argumento tena que ver con factores econmicos y bsica-

    mente, con el empobrecimiento de Europa por los recin incorporadosnuevos miembros. Turqua se presentaba como una carga que Europa nosera capaz de integrar en su sistema sin un alto coste (en el mbito eco-nmico, pero tambin en el poltico, al temerse que los posibles euro-parlamentarios turcos llegaran a ser mayora en el Parlamento Europeo).Sobre todo, Turqua no era un pas pequeo, y el traer a ms de 50 millo-nes de musulmanesa Europa marcara una diferencia.

    Qu futuro depara el encuentro de Europa con el islam?

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    El debate sobre la candidatura turca se convirti en una preocupacin

    para todos cuando comenz a ser un asunto de definicin de las fron-teras europeas, de sus valores y de su futuro. Turqua se convirti en uncatalizador, pero tambin se convirti en el otro para la autodefinicinde lo que vendra a ser lo europeo. En este sentido, la construccin delaotredadturca se convirti en una manera de identificara Europa. Lanecesidad de unaalteridadpara definir la identidad europea fue inte-grada en el discurso poltico de todos aquellos escpticos sobre la adhe-sin de Turqua a la UE. Tal y como argument un comisario holands

    (Frits Bolkenstein) en unas declaraciones previas a las conversacionescon Turqua sobre su entrada en la UE, la entrada de Turqua en Euro-pa supondra olvidar la fecha de 1683 cuando se levant el asedio deViena y se venci al ejrcito otomano (existe una extendida leyenda quecuenta que el croissant fue inventado en Viena para celebrar la derrotadel asedio turco a la ciudad, en referencia a la media luna de las bande-ras turcas). Por lo tanto, la memoria del pasado entr en los cleavagesycontroversias actuales. La objecin de Austria, hasta el ltimo minuto,

    para abrir las negociaciones con Turqua (3 de octubre de 2005) tuvoque ver con los recuerdos del pasado (Austria levant sus objeciones conla condicin de que Croacia comenzara tambin las conversacionespara su ingreso).

    La apertura de conversaciones con Turqua es una fecha importante,pero no acaba ni con el debate pblico ni con el proceso de integra-cin que an durar dcadas. Habra que percatarse del cambio impor-tante que se ha dado en la poltica europea, que ha transferido el poder

    de los dirigentes polticos a los creadores de opinin. Los temas rela-cionados con la UE, hasta entonces en manos de los burcratas y ges-tionados en Bruselas, se trasladaron a la esfera pblica nacional yentraron a formar parte del debate social. La idea de una soberanapopular que se extiende y yuxtapone de las polticas del Estado-nacinhasta la UE ilustra este cambio. La idea de una Europa democrticaviene a significar la construccin de una Europa desde abajo y, sobre

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    todo, la necesidad de consultar a la gente. Por lo tanto, es necesario un

    consenso sobre la necesidad de referendos, ya sea para votar sobre unaConstitucin europea o sobre el ingreso de Turqua. La idea de un refe-rndum sobre Turqua, como es de esperar, es defendida por aqullosque se oponen a la candidatura turca y confan en un voto popular encontra en el espacio de diez aos.

    El funcionamiento de la perspectiva europeaen Turqua

    Diez aos parece tiempo suficiente para que los turcos transformen susociedad. Segn algunos intelectuales demcratas turcos, en el espacio dediez aos Turqua puede alcanzar el nivel de estabilidad democrtica; porlo tanto, el rechazo a Turqua por referndum de los pases europeos noimportar en demasa ni tendr un efecto drstico. En cierto modo, paralos optimistas, la presencia de una perspectiva europea habra cumplidosu papel. Este tipo de argumento puede parecer producto de una mera

    ilusin o de una manera de desdramatizar las actitudes europeas antitur-cas, pero tambin ilustra la confianza de los intelectuales turcos en lasdinmicas de la perspectiva europea en Turqua, ya en funcionamiento.

    La perspectiva europea oblig a Turqua a introducir reformas en lasdefiniciones republicanas de ciudadana para armonizarlas con las defi-niciones democrticas y pluralistas de los derechos tnicos, polticos, reli-giosos e individuales. El republicanismo turco, en tanto que ideologa delEstado-nacin, fue fundado sobre dos pilares: el laicismo y el nacionalis-

    mo, y conocido como Kemalismo (el nombre del padre fundador de larepblica, Kemal Atatrk). Pero estos principios conviven tambin condefiniciones monoculturales de la sociedad, las cuales darn lugar a inter-pretaciones anti-democrticas de estos principios, a saber, laicismo auto-ritario y nacionalismo asimilacionista. La construccin del proyectoeuropeo en Turqua signific el desmantelamiento de la naturaleza auto-ritaria y asimiladora del republicanismo.

    Qu futuro depara el encuentro de Europa con el islam?

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    Voy a seleccionar cuatro ejemplos concretos para ilustrar el modo en

    que la sociedad turca est superando las tendencias autoritarias, rom-piendo con temas tab e incorporndose en una longitud de onda simi-lar a las democracias europeas, en el marco de un proceso no exento detensiones y de confrontacin.

    1. La primera tensin intrnseca al sistema poltico turco es la existenteentre el laicismo autoritario y la democracia. Se puede hablar de un crcu-lo vicioso que tambin es observable en otros pases musulmanes compro-

    metidos con el laicismo y la modernidad, pero a costa de las polticasdemocrticas pluralistas. Las reformas laicas fueron implementadas en losaos veinte, principalmente a travs de normas autoritarias de partidonico. La apertura de un espacio democrtico beneficia normalmente aaqullos que estaban excluidos y, concretamente, a los grupos musulmanesque reivindicaban un reconocimiento pblico y una representacin polti-ca. Al poder militar, para proteger el estado laico y los principios de la rep-blica, no le importa poner la democracia entre parntesis (las elecciones

    parlamentarias argelinas de 1992 son un dramtico ejemplo de este dilema:el Frente de Salvacin Islmica [FIS] gan las elecciones, pero el ejrcitodisolvi el parlamento y anul las elecciones para evitar el acceso al poderde los fundamentalistas musulmanes). El ejrcito turco se precia de ser elguardin de la repblica laica; por lo tanto, el poder militar ocupa una posi-cin central en la vida poltica. Para una democratizacin es necesario crearun laicismo consensual y no uno exclusivista ni autoritario. Esto slo esposible si hay un espacio democrtico compartido por lo religioso y lo secu-

    lar. El primero con el abandono del absolutismo del rgimen de verdad reli-gioso y el segundo con la renuncia de sus reivindicaciones de hegemonasobre la sociedad. El Partido de la Justicia y el Desarrollo, el partido AK, deraces islmicas, gan democrticamente las elecciones generales denoviembre del ao 2002 y adquiri as el poder en Turqua. Podemoshablar de la construccin de un consenso democrtico entre los pblicoslaicos y religiosos, a travs de un proceso interactivo que ha transformado

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    a ambas partes. En este sentido, se activa en Turqua lo que Jrgen Haber-

    mas4 describe como una precondicin cognitiva para el dilogo laico-reli-gioso. Ms que un debate meramente discursivo y un dilogo entre dosidentidades supuestamente fijas entre lo religioso y lo laico, la interaccintransforma y abre adems nuevos espacios intermedios para la autodefini-cin y la democracia.

    A pesar de los cleavagesy conflictos entre los islamistas de lnea dura yel establishmentlaicista, es necesario remarcar que la sociedad turca expe-riment, especialmente durante las dos ltimas dcadas, una cada del

    muro que haba separado y dividido dos Turquas: una compuesta por lasclases altas y medias educadas, urbanas, occidentalizadas y laicas (los eti-quetados turcos blancos); y las clases media-bajas guiadas por la fe, origi-narias de los pueblos de Anatolia (los turcos negros5). El proceso deascensin social cambi las trayectorias vitales de aqullos pertenecientesal segundo grupo (que se convirtieron en grises, es decir, parcialmenteblanqueados) que, en los aos sesenta con la emigracin a las grandes ciu-dades, tuvieron acceso a educacin superior aprovecharon las nuevas

    oportunidades de la expansin del mercado, en los aos ochenta e invir-tieron en las avenidas del poder poltico a partir de la victoria del Partidode la Justicia y el Desarrollo. El debilitamiento del muro que separaba lasdos caras de Turqua puso en estrecho contacto e interaccin diferentescdigos pblicos y culturales, aunque con intenso conflicto, incluso trans-formando las concepciones mutuas entre pblicos musulmanes y laicos ylimitando las reivindicaciones de hegemona de los ltimos. Durante lasltimas dos dcadas, las fronteras entre los dos pblicos se han hecho ms

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    4. Vase su conferencia sobre Religin y esfera pblica en la New School, noviembre

    de 2005.

    5. El conocido poeta Ismet Ozel ha llamado a los turcos musulmanes en Turqua los

    negros de Turqua.

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    porosas y han llevado a los portavoces de los musulmanes, a los izquier-

    distas y a los movimientos liberales a entablar debates pblicos, a partici-par en mesas redondas, pero tambin a cruzar fronteras y a dirigirse a lospblicos de los otros. Conocidos intelectuales del movimiento de izquier-das comenzaron a escribir en peridicos conservadores religiosos e inclu-so en los islmicos-radicales (enZaman o en Yeni Safak), mientras que losprocedentes de los movimientos islmicos giraron su atencin hacia losmedios de comunicacin laicos (como el caso de Ahmet Hakan, presen-tador de la televisin islmica local, que se convirti en columnista del

    diario laico mayoritario Hurriyet). La realizacin exitosa de estos crucestranspblicos era impensable en la dcada de los ochenta; ha ayudado aestablecer canales de dilogo entre pblicos divididos y ha creado unnuevo espacio mental para pensar y relacionar, de una manera ms inter-activa, las dos caras de Turqua, la laica y la musulmana, generanado trans-formacin y no mero hibridismo.

    La esfera democrtica gan un nuevo momentum, hasta el punto quela polarizacin entre los pblicos laicos e islamistas perdi importancia,

    llevando a un espacio de debate y de representacin intermedio. La pers-pectiva europea reforz el momentum democrtico y cre una nuevaagenda poltica de reforma. La movilizacin de los movimientos prodere-chos humanos en la sociedad civil, la formacin de una opinin pblicaa favor de estas reformas y la determinacin del Gobierno y de las clasespolticas culminaron en una serie de reformas para armonizar el sistemalegal turco con los llamados criterios de Copenhague. Estas reformasconsiguieron la aprobacin por voto parlamentario durante el curso pol-

    tico 2002-2003.

    2. Un ejemplo capital de los cambios en la sociedad y polticas turcas esla abolicin de la pena de muerte, un valor ampliamente aceptado por lassociedades europeas, en contraste con la sociedad estadounidense. El Parla-mento turco vot a favor de su abolicin el 2 de agosto de 2005, y se con-virti en el primer pas musulmn en hacerlo. Las repercusiones que tuvo

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    para Turqua fueron mucho ms all de la expresin del deseo de adoptar

    los valores europeos o simplemente de complacer a los europeos, comoalgunos observadores cnicos pudieran pensar. El proyecto de abolicin dela pena de muerte profundiz la divisin y la confrontacin poltica con losnacionalistas de extrema derecha, ya que este tema estaba relacionado conun problema mucho ms importante como es la cuestin kurda. En elmomento en que se discuta la pena de muerte, el lder del movimientokurdo estaba encarcelado y condenado a pena de muerte. La pena capitalno hubiera alcanzado la importancia que tuvo si no hubiera sido por el

    hecho que estaba relacionada con el tema kurdo y con el destino del lderencarcelado del Partido Kurdo de los Trabajadores (PKK), Abdullah Oca-lan, responsable de actos terroristas. Pero s lo estaba. A pesar de las obje-ciones nacionalistas, la ley fue aprobada por el Parlamento con la ayuda deun nmero creciente de voces pblicas a favor de la abolicin de la penacapital, incluyendo la dictada contra Ocalan, y a favor del reconocimientode los derechos de los kurdos en Turqua. En teora es una victoria de losreformistas sobre los nacionalistas. Los escpticos turcos restaron impor-

    tancia a estas reformas al considerarlas papel mojado o ejercicio cosm-tico, es decir, superficial.

    3. El tercer momento crucial que me gustara destacar fue cuando el Par-lamento turco rechaz por votacin (el 1 de marzo de 2003) la peticin delos Estados Unidos de atacar Irak desde tierras turcas. Esta ruptura de laalianza con las polticas de Estados Unidos en la guerra de Irak fue inespe-rada y represent un punto de inflexin en las relaciones turco-estadouni-

    denses. No haba mayora parlamentaria y el resultado del voto representla divisin que muchos ciudadanos turcos sentan en su interior. Por unlado, pensaban que esta guerra era injusta, pero por otro, teman daar laalianza con Estados Unidos. Adems, las manifestaciones contra la guerrase celebraron en la lnea de las protagonizadas por los movimientos paci-fistas europeos. Eran movimientos movilizados a favor de la paz, ms quealrededor de argumentos de fraternidad religiosa. Turqua, aliado tradicio-

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    nal de Estados Unidos y candidato a la UE, se encontr en medio de la

    fractura que apareci entre los dos Occidentes con la guerra de Irak. Laspotencias europeas, sin embargo, no consideraron el rechazo de la alianzaestadounidense turca como un signo de participacin en una cierta sensi-bilidad pacifista europeao de maduracin de la democracia. Los intelec-tuales rabes, en cambio, s. Turqua gan respetabilidad ante ellos porquehaba conseguido articular una decisin autnoma frente a la poltica nor-teamericana y, sobre todo, porque haba confiado en su opinin pblica yen el poder parlamentario para decir no a la poltica norteamericana; ya

    que haban pensado que sera difcil para muchos pases rabes y sus legis-ladores oponerse a las peticiones estadounidenses mediante el voto parla-mentario. Los europeos, sin embargo, perdieron la oportunidad deapreciar el aspecto democrtico de esta decisin. Incluso albergaron la sos-pecha de que Turqua tena una agenda oculta para invadir el norte de Iraky para controlar el establecimiento de un Estado y un poder kurdo aut-nomos. No es mi intencin juzgar la plausibilidad de estas sospechas, aun-que retrospectivamente parecen no tener fundamento, sino destacar la falta

    de habilidad de los polticos europeos para escuchar y apoyar las vocesdemocrticas emergentes, e ignorar, por lo tanto, el alto impacto de losvalores europeos de democracia.

    4. El cuarto y ltimo tema que voy a escoger para destacar la impor-tancia de los retos de la democracia en Turqua tiene que ver con la cues-tin armenia, que an representa un gran tab para el nacionalismoturco. La postura oficial en el pasado estaba basada en la supresin y

    negacin del genocidio de 1915, lo que cre una especie de memoria decorto alcance forzada y extendi la amnesia del pasado a las generacio-nes de la Repblica. Hay, por lo tanto, dos aspectos de este problema.Una cuestin es recordar el pasado y otra es desarrollar y expresar pun-tos de vista independientes del oficial. La eleccin de palabras para eti-quetar los acontecimientos ya sean deportacin, limpieza tnica,masacres o genocidio se est convirtiendo en un campo de batalla para

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    el debate pblico que est recin empezando, a pesar de la presin

    nacionalista y la intimidacin jurdica. El debate ha sido iniciado porunos pocos historiadores e intelectuales turcos, incluyendo los de lacomunidad armenia, que cuestionaron la visin ideolgica de los acon-tecimientos, desafiando los tabes del nacionalismo turco, explorandonuevas maneras de expresar el trauma emocional de los armenios ydesarrollando una nueva narrativa sobre el pasado histrico. En relacincon este proceso, la conferencia de Estambul marc un nuevo perodo.Este encuentro uni a historiadores turcos que deseaban discutir libre-

    mente sobre el pasado armenio de Turqua; a pesar de las presiones y delos aplazamientos, la conferencia lleg a celebrarse en septiembre de2005 en la Universidad de Bilgi. Esta conferencia supuso un esfuerzocolectivo para romper con el discurso oficial y para enfrentar al nacio-nalismo turco con su propio pasado.

    Junto con estos puntos de vista construidos histricamente que desaf-an la ideologa establecida, hay tambin voces e imgenes que revelanla memoria histrica y que empujan a un proceso de recuperacin de

    esta memoria. Un buen ejemplo de ello fue la exhibicin de postalesque se hizo en Estambul y que ilustraba la vida de los armenios en Tur-qua antes de los acontecimientos. Otro ejemplo que considero unpaso ms hacia adelante en esta concienciacin pblica es el libro auto-biogrfico escrito por la abogada defensora de los derechos humanosFethiye etin, Mi abuela (Anneannem), y publicado en Estambul en2004. La autora narra la historia del descubrimiento del origen arme-nio de su abuela. etin recorre la vida de su abuela y da cuenta de

    acontecimientos pasados. Con ello rompe el silencio sobre el tema, ytambin abre la posibilidad de que otras personas descubran y recuer-den su ascendencia armenia.

    La presencia de la perspectiva europea en Turqua funciona contra estosnudos de identidad desmantelando los mitos nacionales. No es un proce-so lineal, pacfico y terminado, sino un proceso continuado y una batalla.Para los nacionalistas ms duros y para los laicistas (laicards), el proyecto

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    europeo, que fuerza a Turqua hacia la democratizacin y desmilitariza-

    cin, pone en peligro la estabilidad del pas y abre la puerta para una esca-lada de las demandas de los nacionalistas kurdos, los fundamentalistasreligiosos y las reivindicaciones de las disporas armenias.

    No es mi intencin presentar a Turqua como una sociedad libre deproblemas. Al contrario, a travs de casos concretos y significativos, tratode expresar las maneras en que la sociedad turca denomina a los proble-mas a los que se enfrenta, intentando sacar a la luz pblica aquellos temasque estaban ocultos, reprimidos u olvidados y enmarcarlos polticamen-

    te. Los crmenes de honor, por ejemplo, siguen este mismo modelo pol-tico y ha sido gracias a las organizaciones feministas que se han sacado ala luz pblica y se ha exigido una nueva legislacin. Es ms bien resal-tando la forma de politizar los temas, sacndolos de las arenas de silencio(silencio ya sea por la represin o la vergenza) y ofreciendo una plurali-dad de voces y una visibilidad en la esfera pblica, que yo describo la exis-tencia de un patrn democrtico.

    Tal y como he sealado anteriormente, en Francia el debate sobre la

    legitimidad del ingreso de Turqua comenz en el momento en que Tur-qua cumpli en gran medida las condiciones de la UE, y se acercaba alos estndares europeos. Una vez ms, debemos destacar que es la proxi-midad, el encuentro entre ambos pases, lo que constituye la fuente deconflicto y de controversia. El ingreso turco provoc un sentimiento deansiedad acerca de una posible prdida y el deseo del mantenimiento delas fronteras. La cuestin de las fronteras geogrficas, las adscripcionescivilizacionales, las diferencias religiosas, los recuerdos del pasado, son

    todos temas que entran en el debate como una constelacin de diferen-cias insuperables y forman una nueva agenda.Europa, hasta el momento un tema dejado en manos de eurcratas, se

    abri camino hacia el debate pblico societaly recompuso la arena pol-tica e intelectual independientemente de las divisiones de derecha-izquierda, laico-religioso, liberal-republicano, feminista-conservador.Construir la identidad Europa significa construir laotredadde Turqua.

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    A travs de estos debates, Europa se construye como una identidad defi-

    nida por una historia compartida, unos valores culturales compartidos,ms que como un proyecto de futuro. Es en los contextos que estn fuerade los pases que constituyen el ncleo de Europa (como, por ejemplo,en Espaa, Portugal y Grecia), en donde Europa aparece como un pro-yecto que tiene el poder de induccin a la democratizacin. En Turqua,donde laeuropeidadno forma parte del legado histrico natural, Europaes apropiada de manera voluntaria como un proyecto poltico, como unaperspectiva, como la promesa de un marco democrtico para repensar lo

    comn y la diferencia.En resumen, la candidatura turca evidencia la diferencia entre laEuropa percibida como proyecto y la Europa percibida como unaidentidad. Para los pases europeos no existe diferencia, sino continui-dad entre las dos visiones: la UE es, en pocas palabras, la identidadeuropea. Por otro lado, la presencia islmica en Europa deja ver las ten-siones entre el universalismo de Europa y el legado judeo-cristiano. Lasreivindicaciones europeas de universalismo y sus lmites son puestas a

    prueba y desafiadas por el ingreso de Turqua as como por los inmi-grantes musulmanes en Europa.

    Europa como experiencia novedosa?

    El islam se ha convertido en un tema que influye decisivamente en laagenda, tanto para las diferentes polticas nacionales y pases de Europacomo para la UE en s misma. Obviamente, las intersecciones entre

    Europa y el islam no son un fenmeno nuevo; existe una historia deintercambios, guerras, colonizacin y olas migratorias, larga, conectaday hondamente arraigada, que ha configurado profundamente, en losdiferentes periodos, las relaciones entre musulmanes y europeos; inclu-yendo sus traumas. Pero an as, hay algo novedoso en este modo deencuentro contemporneo entre ambos mundos, incluso en la maneraen que los recuerdos pasados aparecen en los discursos de hoy en da.

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    Actualmente hay una relacin interactiva en dos sentidos entre el islam

    y Europa, y es la proximidad entre los dos lo que provoca el conflicto. Niel islam ni Europa son entidades homogneas. Pero ms que resaltar lasdiferencias internas, he enfatizado los procesos de interaccin a travs delos cuales ambos se transforman. Son las zonas de contacto problemti-cas entre ambos las que quera destacar. Las fronteras estn consideradastanto zonas de contacto como de separacin entre diferentes poblacionesvecinas. Pero, precisamente porque la experiencia europea significa eldebilitamiento y la desaparicin de esas fronteras, este proceso puede ser

    entendido como un proceso de interpenetraciones(a la sazn, el ttulo demi libro en francs) entre los musulmanes y los europeos. Sin embargo,esto no implica un proceso pacfico o no violento. La asimetra de losdeseos mantiene el encuentro entre los dos y alimenta sus emociones. Lapasin, el miedo, la irracionalidad, la ira y el odio se convierten en ingre-dientes del debate y del conflicto.

    A pesar de que el velo islmico, la candidatura de Turqua o, msrecientemente, los disturbios del extrarradio en Francia, son cuestiones

    radicalmente diferentes en escala, ya que abarcan escalas nacionales,europeas y locales; a pesar de que proceden de trayectorias histricas dife-rentes (colonizacin y occidentalizacin), y a pesar de que comportanproblemas polticos diferentes, lo cierto es que todas ellas introducen enel centro de la agenda poltica asuntos que hasta ahora eran consideradoscomo externos y ajenos a Occidente. Los musulmanes entran en la agen-da pblica europea de diferentes maneras, ya sea porque reivindican sureligiosidad (como en el caso del movimiento a favor del velo), su perte-

    nencia europea (como en el caso de la candidatura turca) o su ciudada-na (como en el caso de la juventud del extrarradio). Por medio de signosreligiosos o disturbios laicos, los inmigrantes musulmanes se abren cami-no hacia el centro de la atencin pblica. Es mediante el ejercicio de susdiferencias que se convierten en visiblese inquietantes para el ojo pbli-co. Fuerzan su entrada en los espacios que estaban reservados a los ciu-dadanos blancoseuropeos. Los musulmanes en Europa conllevan la

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    28 Documentos CIDOB, Dinmicas interculturales

  • 7/28/2019 Que Futuro Depara El Encuentro de Europa Con El Islam

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    ruptura de las fronteras que acostumbraban a mantener la divisin civi-

    lizacional, nacional o urbana.La novedad de la experiencia tiene su origen en la ubicacin de esteencuentro: Primero, Europa es el lugar donde tienen lugar la conversaciny la confrontacin en la proximidad de uno con el otro y en tiempo pre-sente. La comodidad de la distancia geogrfica se ha perdido. En relacina esto, laviejaEuropa se est convirtiendo en el lugar para una experien-cia novedosa, donde ya no podemos hablar de dos civilizaciones distintasy separadas en tiempo y espacio; Segundo, nada puede ser pensado ni-

    camente al nivel de dirigentes polticos, gobiernos y estados nacionales. Seconvierte en un asunto pblico, es decir, en una preocupacin para todos.Pero lo pblico tambin tiene que ver con un problema emergente, unproceso que traslada las ideas y opiniones de lo privado, lo interior, lo per-sonal a algo hablado abiertamente, compartido, una idea pblica que cir-cula. En este sentido, podemos hablar de unaconcienciapblica crecientesobre la presencia islmica en Europa; Tercero, el encuentro entre Europay el islam es una relacin en dos sentidos que transforma ambos lados,

    tanto a las autorepresentaciones europeas como musulmanas; Cuarto, elproyecto de la UE saca a la luz y refuerza un aspecto transnacional de laconectividad; Quinto, en ltimo lugar, pero no por ello menos impor-tante, la denominacin de lo propio y de lo otro se convierte en un asun-to tan crucial y decisivo que definir el resultado de este proceso. El modoen que Europa y el islam se conectarn el uno con el otro, creando iden-tidades compuestas6 o, por el contrario, dibujando nuevas fronteras deseparacin, ser algo decisivo para el futuro del islam europeo, de los

    musulmanes franceseso de los euroturcos.

    Qu futuro depara el encuentro de Europa con el islam?

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    6. N. de T. La autora utiliza concretamente el trmino hyphenated(literalmente, ligadas

    con guin) que se refiere a las identidades compuestas del tipo afro-americano, indo-

    americano, etc.

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    Eplogo7: La fuerza de los clichs; la europeizacin

    del conflicto

    El mal ya est hecho. El incidente de las caricaturas ha dado un nuevovigor al sentimiento (resentimiento) del nosotroscontra los otros. Haahondado un poco ms la brecha entre Europa y el islam.

    Unida en su clera y en la defensa de lo sagrado, se ha formado unacategora musulmanacontra Europa. Ms all de las diferencias entresunitas y chitas, entre pases rabes y no rabes, entre contextos polti-

    cos tan diferentes como los de Indonesia, Irn o Pakistn, los musulma-nes se han echado a la calle para expresar una clera como si estuvieraatrapada en un encadenamiento mimtico y contagioso. Esta puesta enescena, pblica y transnacional, ha mostrado la emergencia de unpblico

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    30 Documentos CIDOB, Dinmicas interculturales

    7. N. del Ed.: Nos parece pertinente aadir a este volumen este otro artculo de la autora

    que, escrito tras la polmica de las caricaturas, completa y actualiza las pginas pre-cendentes. Como el lector recordar, la polmica se desata en septiembre de 2005

    cuando el diario dansJyllands Posten publica una serie de 12 caricaturas del profeta

    Mahoma que desata una fuerte reaccin por parte del mundo islmico. A partir de ah

    se produce una escalada de la tensin generada por el apoyo encadenado de otros dia-

    rios europeos alJyllands Posten publicando las famosas caricaturas y la indiganacin

    creciente del mundo islmico por estas publicaciones: en enero de 2006 lo hace el dia-

    rio noruegoMagazinety en febrero le siguen France Soiry Die Welt, hechos que cons-

    tituyen el inicio de una reaccin en cadena en la que participan numerosos diarios delmundo entero. La polmica se cobra desde el despido del director de France Soir, hasta

    el incendio de las embajadas de Dinamarca y Noruega en Damasco, o la del consulado

    dans en Beirut y varios muertos en Afghanistn, El Lbano, Somalia y Pakistan, a raz

    de las protestas convocadas en numerosos pases en oposicin a las caricaturas. La

    autora Nilfer Gle analiza en este texto las consecuencias de este conflicto en la rela-

    cin entre Europa y el islam.

  • 7/28/2019 Que Futuro Depara El Encuentro de Europa Con El Islam

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    musulmn de manera tal que es difcil no pensar en el ideal de una comu-

    nidad musulmana unida, de unaumma. Segn los pases y su contextopoltico, los extremistas intentaron por supuesto imponerse y manipularestas manifestaciones, pero es lacategoramusulmana la que sobre todose ha constituido y difundido a raz de estos acontecimientos, como unacomunidad en clera, con su propia relacin a lo sagrado, en detrimen-to de las pertenencias polticas y nacionales. Este incidente no consagrala fuerza de choque de los integristas, sino la desaparicin de las fronte-ras y las diferencias entre musulmanes. En el futuro tal extensin de la

    categora musulmana no ser sino un terreno frtil para cualquier formade extremismo. Pero ver ah nicamente la manipulacin poltica de losislamistas es subestimar el cambio de naturaleza y de escala del conflictoy su inscripcin en la esfera pblica.

    Si bien cuestionamos de buena gana la espontaneidad de las manifes-taciones en el mundo musulmn, nos olvidamos de que las caricaturaspublicadas no eran un acto de libertad de expresin, sino el encargo deun diario dans (Jyllands-Posten; un peridico de derecha) destinado a

    lanzar un concurso sobre la representacin del profeta; una especie dedesafo en nombre de la libertad de ilustracin, pero difcilmente sepa-rable del giro que toma el debate sobre la inmigracin musulmana. Lascaricaturas atravesaron rpidamente las fronteras nacionales, circularonencubiertamente mediante el rumor, las falsas copias y se dirigieron haciaotros pblicos, hacia musulmanes y europeos confundidos. El sentidoque vehiculaban se vio as amplificado, incluso transformado, en funcinde su percepcin por pblicos muy diferentes.

    Es el dibujo representando a Mahoma, con un turbante en forma debomba cuya mecha est ya encendida lista para explosionar, el que gene-r el mayor nmero de crticas, en la medida en que ste se dice equi-para el islam al terrorismo en su propio fundamento. Esta caricaturaintroduce un nuevo clich, porque no procede en absoluto del estereotipoguerrero habitual, en el que Mahoma lleva una espada en la mano, sinoque asimila al profeta a los autores de los atentados suicidas. Se produce

    Qu futuro depara el encuentro de Europa con el islam?

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    de esta manera un deslizamiento semntico de la imagen del guerrero a la

    del mrtir terrorista. No es tanto la representacin de la cara del profetalo que est en discusin, sino la violencia simblica hecha al profeta, querefleja, como un efecto de espejo, la violencia del terrorismo islamista.

    Hubiramos deseado que los musulmanes no se hubieran dejado arras-trar, o al menos que hubieran sido menos receptivos, por este mensaje,que apartaran la vista de esta caricatura y desdramatizaran el incidente.Las manifestaciones violentas, las revueltas, las amenazas de muerte nohan sido sino deslices que reprodujeron y amplificaron la violencia sim-

    blica inicial y la violencia a secas.Europa no sale indemne de este incidente. No slo se ha convertidoen objetivo de esta clera (por primera vez los manifestantes dirigieronsus protestas a los edificios de la Unin Europea) sino que adems estsiendo transformada en su relacin antagonista con el islam. La repro-duccin de las caricaturas en ciertos peridicos europeos, ya sea en vir-tud de la solidaridad o de una oportunidad para ganar sectores demercado (quien dice pblico, dice audiencia y por lo tanto mercado),

    ha tenido un papel muy importante en la construccin de un nosotroseuropeo, de un espacio pblico europeo. La libertad de expresin,principio democrtico al cual todos los ciudadanos europeos se adhie-ren fcilmente, es el argumento avanzado como una especie de zcaloidentitario frente al islam, a punto de convertirse en una idea fetiche(como respuesta a lo sagrado musulmn), borrando las fronteras entreactores de extrema derecha y pblico en el sentido extenso, mezclandotodas las tendencias polticas.

    La esfera pblica en la poca de la mundializacin privilegia la circu-lacin a la mediacin (ya sea poltica, intelectual o artstica), la imagenal texto, lo afectivo a lo racional, lo performativo a lo discursivo. Cir-culan as ms rpido las caricaturas que las palabras, interpelan el ima-ginario y el inconsciente individual y colectivo como clichs que, libresde toda mediacin o interpretacin, se propagan intensificando su sen-tido y su recepcin.

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    32 Documentos CIDOB, Dinmicas interculturales

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    Se ve as bien que se constituye ante nosotros un pblico transnacional

    sin que se creen por ello referencias comunes y democrticas de un vivirjuntos. Al contrario, el nacimiento de este pblico transnacional pro-fundiza las divisiones, poniendo cerca pblicos nacionales, cdigos cul-turales y referentes religiosos y amplificando sus diferencias en la puestaen escena de esas referencias, ya sea a travs de clichs o de imgenes cari-caturescas de unos y otros. Se habla de manipulacin integrista por unos,de un complot de Occidente, vase de Israel o del lobbyjudo, por losotros. Es una manera de negar cualquier capacidad de accin y cualquier

    sentimiento de responsabilidad. Ahora bien, los acontecimientos sobre lapublicacin de las caricaturas de Mahoma mostraron, de una maneradramtica, el carcter pblico, transnacional e interactivo del conflictoentre Europa y el islam. Pensar la relacin entre Europa y el islam en tr-minos de interpenetraciones y de interconexiones es poner en evidencialos choques, los malentendidos, los enfrentamientos que se desarrollan aescala transnacional. El incidente de las caricaturas ha sealado esta zonade contactos y de enfrentamientos entre Europa y el islam.

    Otras instantneasprecedieron el asunto de las caricaturas en esteencuentro en formacin, antagonista, entre Europa y el islam: la fatwacontra Salman Rushdie, la controversia sobre el velo en Francia, el asesi-nato de Theo Van Gogh en los Pases Bajos, los atentados de Al-Qaedaen los centros de las ciudades europeas, el debate sobre la candidaturaturca a la Unin Europea. Cada uno de estos eventos, aunque sean denaturaleza muy diferente, afectaron al pblico europeo primero a escalade las naciones y luego cada vez ms, a escala europea. Todos inscribie-

    ron el islam en su memoria colectiva convirtindose en catalizadores deun debate sobre la redefinicin de los valores culturales de la democraciaoccidental en su encuentro con el islam: el lugar de la laicidad y de la reli-gin en el espacio pblico, la identidad europea y sus orgenes cristianos,las fronteras entre libertad de expresin y responsabilidad poltica, ladefensa de la racionalidad y del lugar de lo sagrado, la seguridad y elterrorismo.

    Qu futuro depara el encuentro de Europa con el islam?

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    Un espacio comn, un entre dos, entre musulmanes y europeos slo es

    posible si los intelectuales, los artistas, los mediadores, participan en laproduccin de este enlace y comparten la conviccin de que hay queabrir un debate comn sobre los valores. Indicios existen: por ejemplo,la carta conjunta del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, y delpresidente del Gobierno espaol, Jos Lus Rodrguez Zapatero, quequiere hacer escuchar la voz de la razn8 (estos dos hombres haban lan-zado igualmente la iniciativaAlianza de Civilizacionesen noviembre de2005), o las manifestaciones pacficas, el recurso a la ley o el boicoteo de

    productos daneses, los debates en las redacciones de los peridicos euro-peos sobre la publicacin de tal o tal caricatura. Pero para contrarrestareste mal de vivir juntos tan bien instalado ya habra que tejer un vncu-lo comn que slo es posible si los unos renuncian al monopolio de louniversal y los otros al hecho de detentar la verdad absoluta, al dogma.Para escapar a las categoras identitarias purasdel nosotros contra losotros hay que dar sin duda a la mediacin poltica todo el lugar quemerece, pero tambin, y sobre todo, volver a poner al da las exigencias

    estticas e intelectuales del debate en lugar de dejar que la mediocridad,la violencia y la velocidad de los clichs dicten su ley.

    Nilfer Gle

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    8. International Herald Tribune, 5 Febrero de 2006

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    What does the future hold for Europe's encounter

    with Islam?

    French exceptionalism?

    I never expected that the European Union was going to enter my field ofinterests when I moved from Istanbul to Paris in the year 2001. It is notthat the European project did not matter to me until then - it did, in asimilar way that it mattered to the majority of my friends and colleagues,

    Turkish and Kurdish intellectuals, from both secularist and religiousbackgrounds. At that time, our interest in Europe was mainly a Turkey-centred concern, derived from a widely shared expectation and desire thatthe European Union would provide a political and juridical framework toenlarge and enforce the institutionalisation of democratic rights andfreedoms in Turkey. Europe represented - in the minds of many progressiveintellectuals - a fulfilled prophecy of secular democracy, as a stable andfixed point of reference to promote the transformation of other societies.

    What we did not expect was for Europe to be transformed and shapedthrough its encounter with the issues that were related with Islam.I was working on contemporary Islam and its emerging force and

    visibility in public life, and Turkey was my privileged observationenvironment. Turkey provided a context for studying Islamic movementsin a politically pluralistic and secularist context. This pluralism involved afield of competing forces, between political parties, social movements andtruth regimes. Islamism had to compete with these different sets of ideas

    and powers. Thus it was not appropriate to speak of an Islamisation inTurkey, in the way in which it is widely framed for other Muslim-majoritycountries, in the sense that Islamism was increasingly taking over politicalpower and gaining influence in all spheres of life and imposing itself as asingle truth regime.

    The study of Islam in Turkey differed from other Muslim-majoritycountries that are under a Monarchic authoritarian rule. In some

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    respects, Islams place in Turkey - as a result of the secular legislation and

    a pluralistic political sphere - revealed certain similarities with Europeancontexts of pluralism. Islamic demands (and particularly those of youngfemale students to wear headscarves in university classes) caused a long-term public confrontation with those who upheld Republican principlesof secularism and feminism. Though it commenced in 1989, when theFrench headscarf debate gained fresh momentum and magnitude inspring 2003, I was struck by the parallels with the Turkish situation. Thesimilarities between the two headscarf debates turned my attention,

    therefore, to the ways in which the French Republican values ofsecularism and feminism were being reshaped in relation to Islam, as wellas being articulated against the demands for the visibility of religion inthe public sphere.

    The Islamic headscarf debate was to be followed - in France - by anequally passionate and nation-wide debate on Turkeys admission into theEuropean Union and its consequences for European values and identity. Itwas as a consequence of these two debates that the presence of Islam

    (Muslim migrants within Europe and Muslims outside Europe) wasbrought to the forefront of public concern and emerged in the arena ofpublic awareness - by this I mean that it had entered the area of concernand debate for all citizens, and no longer remained solely in the hands ofthe decision-makers. Islamic veils and Turkeys candidacy have little incommon, sociologically speaking and they also follow different historicalpaths; the issue of veils is linked to the phenomenon of migration, publiceducation and gender equality, as well as being connected with new forms

    of religious action by contemporary Islamist movements. Turkeys possibleEU membership, on the other hand, represents the outcome of the long-term history of the westernisation of Turkey. It is a result of politicaldetermination as well as societal mobilisation to shape and frame Turkishsociety and its future together with that of the European Union. Thoughthe agency that is working for Turkish membership is a secular democraticone, the scales of agencies are differents. Islamic veiling, for example, is aconcern on a national level, while Turkeys candidacy is being debated on

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    an intra-national level, on a European scale. But certain bridges also exist

    between the two - Islamic veiling is also under debate in Turkey. Thequestion of Islam is also relevant to Turkey, not only because it is a Muslim-majority country but also because the government in power (the AK party)is linked with the Islamist movements of the 1980s that contested Westernnotions of democracy. These movements revealed not only the tensionsbetween secular and religious orientation, but also the ongoing debate andcontestation over definitions of space. State schools and Europe arebecoming political spaces, to the extent that they have become a

    battleground for the redefinition of the frontiers of inclusion andexclusion, and for the contestation of established values. The question ofspace points to the understanding and creating of commonness, whetherit is instituted by state schools or by the European Union. Creating acommon space with those who are external to national and Europeanculture becomes a question that calls for an answer that goes beyond theone provided by the framework of integration. The intensity of thedebate in the French public sphere illustrates the importance of this

    question, not only for outsiders (Muslims), but also, and mostimportantly, for Europeans. The ways in which these two issues are nowrooted in public consciousness and have become part of French and/orEuropean public debate call for a comparative perspective.

    To sum up, Islam has made its way into the public arena and thepublic awareness of European countries. While it was, until recently, nota major concern for specialists of European studies, but at most apolicy issue confined to immigration policies, Islam has moved

    increasingly into the centre of research, public and political agendas. Itis difficult today to engage in a reflection on the policies of Europeancountries or of the European Union without reflecting upon itsencounter with Islam.

    As a consequence, the subject of Europe imposed itself upon me,though via a gateway that was familiar to me. Rather than having leftTurkey and Islam behind me, I was going to explore and experience theirpresence in Europe. I had the feeling that instead of just me moving to

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    France, France has also moved to some extent, to approach the issues that

    had until then been considered as existing beyond Western boundaries,and confined to middle eastern culture and geography. It is common,for instance, to examine Turkeys laicit in the mirror of Frances, and tointerpret the deficiencies and gaps according to this original model. In thecurrent situation, there has been a temptation to observe the Frenchheadscarf debate in the mirror of the Turkish one. The didactic aspect ofsecularism (teaching people how to be civilised citizens), its tendencytowards authoritarianism and exclusionary politics (if necessary with the

    help of the military) were well-known attributes of the Turkish laicit.But there was also the feminist alliance with secular republicanism, anintrinsic feature of Turkish secularism that would also become a salientfeature of French secularism in its encounter with Islam. The comparisonbetween the two headscarf debates helped to understand the French onein new ways. One can say that from the Turkish perspective, the Frenchlaicit ceases to be an exception and the French headscarf debatepresents itself as a dj vu experience. (Methodologically speaking, such

    a reversal of perspective has important consequences on the socialscientific narration of modernity, derived from experiences of the West,which is supposed to be in a phase of advance, both in terms oftemporality and knowledge.)

    But in turn, it became increasingly difficult to translate andcommunicate the possible significance of the French debate to theTurkish public. At first, my interlocutors - especially those who weresecularist, liberal, feminist and pro-European - felt comforted and

    encouraged by the French publics secular reaction and banning of theheadscarf in state schools. They interpreted this radical stance as proofof an attachment to similar notions of laicit, as well as a sign ofFrench-Turkish alliance. It was a similar celebration to that of thevictory for Turkish secularists when the European Court of HumanRights in Strasbourg decided (November 10, 2005) to support Turkeysban on women wearing headscarves in universities.

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    The European courts decision marked the end of a judicial battle that

    started in 1988 when a Turkish student called Leyla ?ahin, who hadbeen barred from attending Istanbul University medical school becauseof her headscarf, brought her case to the European court.1 TheEuropean court decided to uphold Turkeys ban, on the argument thatTurkey should treat men and women equally and that its constitutionmandates a secular society. Furthermore, it declared that the notion ofsecularism in Turkey - which is seeking to join the European Union -was consistent with the values underpinning the European Convention

    on Human Rights.However, the majority of those French intellectuals, feminists,politicians or ordinary citizens did not think in similar terms as theEuropean Court. And those who were against the headscarf in Francesstate schools were also against Turkeys membership of the EuropeanUnion. Only a minority of them seemed to be concerned about Turkishsecularism. This was difficult for Turks to understand. It was hard forEurope-oriented democrats to accept that a strong public opinion was

    emerging in France, which was centred around nationalist, secular andfeminist values, compared with migrants and Turks, who were perceivedas Muslim others.

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    1. The European Court of Human Rights was set up in Strasbourg in 1959 to deal with

    alleged violations of the 1950 European Convention on Human Rights. Recognitionof the right of individual application was, however, optional and could therefore be

    exercised only against those States that had accepted it. Turkey ratified the right for

    individual applications from Turkish citizens to the European Commission of Human

    Rights in 1987; the compulsory judicial power of the European Court of Human

    Rights was recognized in 1989. Turkey ranks first amongst countries with the

    greatest number of applications to the Court.

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    One of the arguments often heard was to claim (and/or hope) that

    French republicanism, which has been criticised for its ethnic, race, andreligious blindness, was an exception and could not be generalised to otherEuropean countries. Although the French were fond of their republicanand secular values which they viewed as French exceptionalism (in thesense and they were willing to see Europe as French universalism writlarge), French republicanism was not only ill-suited to deal with a multi-cultural social reality but also to deal with the new realities of Europe in aglobal context. The French referendum vote against the European

    Constitution (May 29, 2005) can be seen as symptomatic of these inward-looking dynamics. Although there was no single reason put forward forthe rejection of the constitution, the vote expressed, nevertheless, Frenchfear and resentment of neo-liberal globalisation, the enlargement ofEurope, the Turkish issue and Muslim migrants - all of these made Frenchcitizens fear that their future, both economic and political, was no longerin their hands, and that in their daily lives they were no longer chez soi.Though it was not driven by Republican ideals, Dutch society felt the

    same, and three days later after the referendum vote in France, Hollandalso rejected the European Constitution.The two countries that have voted against the European Constitution

    were also the two countries where Islam has been most publicly debated.In the Netherlands, many believe that multicultural policies have led toa cultural separation, and that they have failed to integrate Muslimmigrants into Dutch society. Furthermore, following Theo Van Goghsassassination by a Moroccan-origin immigrant, Dutch public opinion

    expressed a stronger sense of commitment and need to defend nationalvalues along the lines of Western culture and its sense of freedom.The German legislative elections (September 2005) also illustrated

    the extent to which issues concerning Islam, immigration and TurkeysEU membership were becoming agenda-setting issues for domesticpolicy. The leaders of the Christian Democrat Movement (AngelaMerkel and Edmund Stoiber) have captured public attention and

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    sympathy by overtly declaring their opposition to Turkey joining the

    EU. Similarly, in France, politicians who were orienting their politicstowards security issues and taking a stand against Turkish membershipwere gaining in popularity. These included the then-Minister of InteriorNicolas Sarkozy2, as well as a marginal figure from the Frenchnationalist right, Phillipe de Villiers, whose political campaign gainedattention thanks to his maxim Non a la Turquie).

    It is doubtful, therefore, whether these developments can be viewed aseither as a continuation of Republican tradition or as something

    uniquely French. Instead, it could be argued that the demand forUniversalism which underpins French Republicanism is in decline, thatand nationalist policies are gaining grounds - as in other Europeancountries - as a consequence of their encounter with Islam.

    The discourse of integration - whether it be immigrant integrationinto host countries or Turkeys integration into Europe - does not helpto frame the two-way relations in this process. The discourse ofintegration calls for policies that would facilitate the assimilation of

    newcomers into the host culture, so that they conform to the nationalorder. But this discourse does not leave any room for an understandingof the two-way exchange that is already underway, shaping bothMuslims and Europeans and reducing the differences between the twocategories. It is those social groups and generations that exist in Europe,without any hope of return - distanced from their parents nationalorigins and shaped by new life experiences, European languages, stateschools and the suburban districts of Europes cities - that are calling for

    greater public visibility. Those who are being transformed by theseexperiences are standing up for both their difference and citizenship,and signalling the end to the problem of migration. Because second-

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    2. The current President of the French Republic.

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    and third-generation young migrants do not identify with their

    migrant origins; the French formula issue de limmigration is felt asa stigma, in that they are determined by their parents status. In thisrespect, Islamic identity, which some of them are appropriatingvoluntarily, marks a distance from their national origins and expressestheir wish to escape from the stigmatisation that their parents had notonly expressed but also transmitted - as in the case of Algerias colonialpast and Turkish first-generation illiterate guest workers.

    Young female Muslims headscarves exemplify the ways in which

    religious difference is brought to the attention of the European public,and is thus no longer confined to Muslim-majority nation-states or tothe Middle Eastern region. But in European contexts, womens veilingsignals a change in the sociological profile of the migrant. The firstgeneration of immigrant workers was represented by the single male,characterised by factory work and temporary immigration. The secondgeneration was represented by the figure of the beurre; the young maleArab, named according to their age and cultural origins. Instead of

    being limited solely to the factory environment, the second-generationmigrant youth became associated with the streets, as they attendeddemonstrations against racism (including campaigns with the slogan Netouche pas a mon pote[Dont touch my friend] and featuring the emblemof the hand of Fatima), though these men were also on the street in thesense that they had no education or job opportunities. Meanwhile, theveil, while it was originally meant to efface feminity, brings migrantgirls under public attention. The veil symbolises both the feminisation

    and the Islamisation of the migrant population. School has become thebattleground for this religious contestation, thereby revealing thepresence of migrant girls and their greater level of integration within theeducational system, compared to previous generations. Young girlsheadscarves differ from those of the traditional image of the firstgeneration woman - of their mothers, who are mostly illiterate,dependent on home and husband and uneducated. The daughters speak

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    the language, whether it be French or German, they have access to public

    education, but also to the grammar of self display and communication inpublic. If the traditional headscarf of first-generation Muslims does notcreate controversy, it is because it is out of public sight and does notclaim to take its place in schools, circulate in urban life or participate inthe public sphere. Girls in veils are, therefore, much more integrated, andmore familiar with the culture and grammar of communication inEuropean societies. The Islam they have adopted is not a national one,but a de-nationalised one. Islam becomes a way in which they can escape

    their parents original nationalities, which have little in common withtheir current existences. They are re-territorialised and Europeanised, butthey succeed in coming into public existence by turning their differences(small ones) into a public visibility that performed in everyday lifethrough religious symbols and rituals.

    The discourse on migration was based on the idea of the de-territorialisation of Muslim migrants, their uprootedness, and thereforetheir greater exposure to alienation, crime, drugs and all kinds of

    radicalism, including terrorism. But it is rather the process of the re-territorialisation of the second generatio