recuperar la dimensión política de la fe
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Recuperar la dimensión política de la fe13 12:13:18 de febrero de 2015
A mí cada vez que me preguntan
sobre cualquier tema, sea el
aborto, la mujer en la Iglesia,
procuro decir lo que pienso, no
puedo... (Hna. Teresa Forcades).
Entrevista a Teresa Forcades, monja Benedictina del Monasterio de Sant Benet de Montserrat en Barcelona
¿Puede este nuevo pontificado ayudar a la recuperación de la dimensión
política de la fe?
En un resumen que hice de la Exhortación dije que este Papa está pasando del
dogma alkerygma. No quiere decir que se olvide del dogma, sino que en lugar de
pensar en formulaciones de la fe que encapsulen el mensaje, se centra en el
anuncio de la Buena Noticia. Kerygma viene de kerysso, y lo encontramos en Lc 4
cuando a Jesús le entregan la lectura de Isaías en la sinagoga y lee: “El Espíritu
de Dios descansa sobre mí porque he venido a anunciar la Buena Nueva a los
pobres y a proclamar a los presos la libertad”. Este “proclamar” és kerysso, por
tanto el kerygma es el centro del Evangelio. El Papa no hace otra cosa que pasar
del dogma al kerygma y del magisterio a la mistagogía: como ayudar, como
seducir, como invitar a las personas a tener los ojos abiertos a la dimensión
transcendente en la vida personal y comunitaria.
¿Podríamos hablar pues de una cierta inevitabilidad de la dimensión política
para el creyente?
Sí, en este sentido de vinculación con la pobreza, de enteder que el corazón
mismo de un Dios que es amor no puede ser sino presencia allá donde el
sufrimiento es máximo. Toca entonces preocuparse y buscar como organizarnos
colectivamente para proteger al débil, esta debería ser la base de la ley. Yo que
tengo un ramalazo anarquista preferiría que todo el mundo hiciese lo que quisiese.
¿Cuándo? ¡Siempre!; ¿hasta que límite?, ¡sin límites! Pero la realidad es otra, y
cuando impera esta libertad sin ley, empiezan a aparecer los abusos de poder.
Intentaré explicarlo brevemente…
Adelante, tenemos tiempo…
El ideal de la vida humana parece ser que todos tengamos las mismas cualidades,
pero este es precisamente el ideal capitalista: solamente
cuando tenemos igual podemos seriguales. Yo entiendo que este no es el ideal
cristiano. La parábola de los talentos que hoy nos sigue desconcertando explica
que el Señor de la viña le da a uno 10, a otro 5 y al tercero le da 1. Empezamos
mal e intuimos que acabará mal. Pero el presupuesto de la parábola es que el
hecho de empezar con 10, 5 o 1 es intrínseco al plan de Dios, porque lo que
significa amar se demuestra y se vive cuando hay este diferencial de poder, o
mejor, cuando habiendo este diferencial de poder, la relación no es de abuso de
poder. Es precisamente lo que Dios hace con nosotros: pudiéndote invadir y
pisotear, me retiro y te dejo espacio. Esto es fabuloso. Si esto no es amor,
¿entonces qué es? Esta es la idea de los kabalistas judíos del tsimtsum que
Simone Weil y otros recogen en el siglo XX, el acto de creación como un acto de
retracción, como un acto de decir “para que tu puedas ser, yo te hago sitio”. O del
concepto de perijoresi cristiano respecto a la Trinidad: hacer espacio alrededor
de. Cuando dejas espacio alrededor de una persona, esto es amar a aquella
persona, le das aire y si alguien lo hace contigo es porque te quiere.
Una de las cosas que preocupa a muchos cristianos es la coherencia en la
mediación política.
Bien, aquí entramos en el tema del realismo. O bien montamos algo nuevo en que
nos sintamos totalmente cómodos, lo cual es difícil, o bien apostamos por el mal
menor, noción que también está presente en la doctrina social y el magisterio
eclesial. El mal menor no como ideal pero sí como posibilidad de salir de la
parálisis y el inmovilismo. Esto sucede también en las parejas o en las
comunidades religiosas. Entras en una comunidad y puedes pasarte años
preguntándote como en lugar de anunciar el evangelio, nos centramos en las
pequeñas discusiones domésticas. Hasta que un día, te das cuenta del
mandamiento que llevas grabado en el anillo “Amaros los unos a los otros como
yo os he amado”, el mandamiento de Jesús. Y descubres que aquí has venido a
aprender a amar, y que esto lo puedo hacer incluso en circunstancias adversas.
Hemos venido a dar testimonio del amor en circunstancias reales, no en
circunstancias ideales.
Está también el tema de la libertad de conciencia y opinión, sobre todo
cuando como tú se pertenece a una congregación religiosa.
A mí cada vez que me preguntan sobre cualquier tema, sea el aborto, la mujer en
la iglesia, etc., procuro decir lo que pienso, no puedo decir lo que no pienso, es
imposible. Que yo tenga la verdad, es otro tema, y de hecho nunca digo que tenga
la verdad, porque afirmar eso sería ridículo. Pero no puede nadie, ni la Iglesia ni el
Proceso Constituyente obligarme a decir una cosa que no pienso. Esta fue la
discusión con mi obispo: él me reconocía, “claro no puedo hacerte decir una cosa
que no pienses”. Lo que sí puede la Iglesia es obligarme a callar. Eso no ha
pasado aún, pero si pasa, ya veré lo que hago, porque ¡tampoco mi palabra es tan
esencial para el mundo! Hacerme callar podría aceptarlo, pero hacerme decir lo
que no pienso de ningún modo. Es muy obvio, pero es así. Sin la integridad
intelectual el mensaje evangélico no puede avanzar y de eso la Iglesia debería ser
muy consciente y ser la màxima defensora de esta integridad y libertad
personales.
Cuesta oír hablar de esta forma de la libertad en nuestros contextos.
La libertad personal es el único locus theologicus posible, sin libertad Dios no
puede crear nada. Y, que conste que no hablo solamente de libertad de elección
ya que esto no es aún libertad. Es el tema agustiniano del libre albedrío: puedo
elegir entre derecha e izquierda y por tanto ya soy libre. ¡No! Para ser libre he de
poder elegir, es obvio, pero el hecho de que puedas elegir, eso no es ya libertad.
La libertad es que escojas bien. ¿Y qué quiere decir escoger bien? Escoger sin
miedo. Tengo capacidad de escoger, puedo escoger hacer algo o no hacerlo, pero
a veces escojo no hacerlo porque tengo miedo. Ejerzo pues mi capacidad de
escoger, pero no estoy siendo libre. O puedo escoger entre dos cosas y escojo
una para quedar bien. Estoy ejerciendo mi capacidad de elección pero no estoy
siendo libre. Solamente soy libre cuando elijo bien. El Deuteronomio lo explica
muy claro: puedes escoger la vida o la muerte; vivir amando es escoger la vida; si
por el contrario escoges vivir odiando, mueres y matas. La tesitura existencial de
la persona es esta. La libertad es real, pero tú no eres un ser creado sin una
imagen, estás hecho a imagen de Dios que es fundante. Si vas contra la bondad
vas en tu contra, si violentas la libertad de otro, mueres… Solamente eres libre
cuando actúas por amor, porque solamente dejas de actuar por amor cuando
tienes miedo.
El miedo nos atenaza…
Uno solamente se realiza cuando actúa sin miedo. De hecho creo que todo el
mundo ha hecho en algún momento experiencia de ello: cuando tú no tienes
miedo, lo que haces es un acto de amor. Solamente dejamos de hacer actos de
amor hacia quien sea, por miedo, por miedo de quedar en ridículo, por miedo de
perder un privilegio, por miedo de que nos hieran, por miedo de perder el tiempo,
por miedos grandes y a veces también por miedos pequeños. Pero el único motivo
por el cual dejamos de hacer siempre y constantemente actos de amor es por
miedo, y por tanto, ¿como pueden ser libres estos actos? Lo que hacemos por
miedo son siempre actos de esclavitud: el único acto libre es el acto de amor, que
cada uno concreta a su manera. Cuando actúas libremente realizas un acto de
amor, y esto es precisamente ser libre.
Cristianismo y Justicia - Barcelona
http://www.reflexionyliberacion.cl/articulo/4113/recuperar-la-dimension-politica-de-la-fe.html