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REDEMPTORIS CUSTOS/1 José y el matrimonio con María, misterio de salvación ECCLESIA 23-12-2020 Ermes Dovico

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REDEMPTORIS CUSTOS/1

José y el matrimonio con María, misterio de

salvación

ECCLESIA 23-12-2020

Ermes

Dovico

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Desde hoy iniciamos una columna mensual, que será publicada cada 19 del mes, en honor a

San José y que se desarrollará, si Dios quiere, a lo largo del año especial (8 de diciembre de

2020 - 8 de diciembre de 2021) dedicado al padre putativo de Jesús, anunciado por el Papa

Francisco.

***

Esbozando la genealogía de Jesús, al comienzo del primero de los cuatro Evangelios, la

primera expresión que usa Mateo para referirse a José es “el esposo de María”. De ella

nació “Jesús, llamado el Cristo”, como añade inmediatamente el evangelista en la

continuación del mismo versículo (cf. Mt 1, 16). De aquí, pues, queda claro que del

matrimonio con la santísima Virgen descienden los derechos paternos de San José y su

rol extraordinario, preordenado desde la eternidad, al servicio del misterio de la

Redención.

Al recordar las razones por las que el jefe de la Sagrada Familia es el patrono

especial de la Iglesia, León XIII subrayó -junto a la paternidad- precisamente el

matrimonio: “[...] porque entre la santísima Virgen y José se estrechó un lazo conyugal,

no hay duda de que, a aquella altísima dignidad, por la que la Madre de Dios supera con

mucho a todas las criaturas, él se acercó más que ningún otro. Ya que el matrimonio es

el máximo consorcio y amistad —al que de por sí va unida la comunión de bienes— se

sigue que, si Dios ha dado a José como esposo a la Virgen, se lo ha dado no sólo como

compañero de vida, testigo de la virginidad y tutor de la honestidad, sino también para

que participase, por medio del pacto conyugal, en la excelsa grandeza de ella” (

Quamquam Pluries, 15 de agosto de 1889).

Un siglo después, Juan Pablo II explicó que Dios quería encarnarse, en la

plenitud de los tiempos, en una familia. Esta decisión divina tuvo que ser precedida,

en su ejecución concreta, por el matrimonio de María y José. “En el momento

culminante de la historia de la salvación, cuando Dios revela su amor a la humanidad

mediante el don del Verbo, es precisamente el matrimonio de María y José el que realiza

en plena «libertad» el «don esponsal de sí» al acoger y expresar tal amor” (Redemptoris

Custos, 7).

En cuanto a la plena libertad de este don conyugal, conviene recordar que los

místicos y doctores de la Iglesia enseñan que ambos santos esposos ya habían hecho

voto de virginidad en su infancia, reafirmándolo posteriormente en el matrimonio. Bien

lo sabía un conocido y difunto josefólogo, el padre Tarcisio Stramare (1928-2020),

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religioso de los Oblatos de San José y uno de los principales colaboradores de Juan

Pablo II en la redacción de la Redemptoris Custos. «El matrimonio de María con José, que

estaba destinado a acoger y educar a Jesús, comportaba necesariamente - escribe el

padre Stramare - la máxima expresión de la unión conyugal, es decir, el grado supremo

de entrega di sé. La virginidad, que expresa y garantiza la absoluta gratuidad del don,

debe, por tanto, ser admitida con franqueza en ese matrimonio, reconociendo que no

sólo no compromete la esencia del matrimonio y de la paternidad, sino que la resalta y

defiende, según el doble axioma agustiniano: “esposo tanto más verdadero cuanto más

casto” y “padre tanto más verdadero cuanto más casto”» (La Santa Famiglia di Gesù,

Shalom, 2010, p. 75).

María y José, queriendo cumplir sólo la voluntad de Dios, se hacen dóciles

instrumentos en sus manos y, por tanto, hacen lo que Adán y Eva no pudieron hacer,

cayendo por su desobediencia en el pecado original, del que deriva el desorden de la

concupiscencia. El santo matrimonio que precede a la Encarnación del Verbo es, por

tanto, una realidad tan ligada a los misterios salvíficos que es fundamental en toda

auténtica catequesis familiar. Como explicó Pablo VI el 4 de mayo de 1970 en su

discurso al movimiento Équipes Notre-Dame: “En esta grande obra de renovación de

todas las cosas en Cristo, el matrimonio, purificado y renovado, se convierte en una

realidad nueva, en un sacramento de la nueva Alianza. Y he aquí que, en el umbral del

Nuevo Testamento, como ya al comienzo del Antiguo, hay una pareja. Pero, mientras la

de Adán y Eva había sido fuente del mal que ha inundado al mundo, la de José y María

constituye el vértice, por medio del cual la santidad se esparce por toda la tierra. El

Salvador ha iniciado la obra de la salvación con esta unión virginal y santa, en la que se

manifiesta su omnipotente voluntad de purificar y santificar la familia, santuario de

amor y cuna de la vida”.

Por cuanto dicho, es necesario hoy en día poner el debido énfasis en el vínculo

conyugal entre María y José, subrayando su natural reciprocidad, de acuerdo con los

Evangelios. En este sentido, el Padre Stramare señaló, por ejemplo, que incluso en las

Letanías de Loreto no hay oficialmente título que honre a Nuestra Señora como “esposa

de José”, cuando esto sería conveniente, tanto más para remediar la liquidez de cierta

teología contemporánea que tiene entre sus víctimas precisamente la desaparición del

rol de José, «espejo del desequilibrio sociológico y cultural de la familia moderna, en

donde la figura “masculina” está desapareciendo tanto como “padre” que como

“esposo”» (San Giuseppe - Dignità. Privilegi. Devozioni, Tarcisio Stramare, Shalom, 2008).