remember the caldas
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Artículo periodistico escrito por Walter Martínez para Últimas Noticiasl.TRANSCRIPT
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REMEMBER THE CALDAS
WALTER MARTNEZ
WALTER MARTNEZ (DOSSIER) / LTIMAS NOTICIAS
(VENEZUELA) - 05/10/03
DOSSIER
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Era noche cerrada en el Caribe. Estbamos a diez millas de la costa
y en una zona de profundidad ms que cmoda para los submarinos.
Suena diferente cuando el plural se aplica al mnimo nmero de
personas que en total silencio subamos y bajbamos al capricho del
oleaje en un pequeo bote inflable de comandos.
La nica prueba visual de nuestra existencia era una diminuta luz
estroboscpica que tratbamos de mantener orientada en una direccin
prefijada.
A la hora y minutos exactos, a menos de diez metros de nuestra
banda de estribor, emergi un periscopio. Su silueta slo era perceptible,
aun a esa distancia, porque una lejana lnea de luces en lo que se
adivinaba era un segmento de costa, era interrumpida verticalmente.
Los hombres-rana, que acababan de saltar en paracadas a gran
altura, ya haban compensado las temperaturas de congelacin en las
clidas aguas del Caribe, antes de subir a nuestro bote. Nos dieron una
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palmada como despedida y abandonaron el Zodiak. Lo hicieron simtrica
y simultneamente por las dos bandas para no desbalancearnos.
Luego de un eterno minuto, emergieron formando una figura
geomtrica junto al periscopio. Mientras les envidiaba su estado fsico y
entrenamiento, una extraa luz verdosa proveniente de las profundidades
me trajo de vuelta a la realidad y me alej de mis primeras lecturas sobre el
Capitn Nemo. Cuando pas la lengua sobre mis labios para volver a
disfrutar del salitre, la luz, que pareca un concierto de noctilucas, ya haba
desaparecido, igual que el periscopio.
Los comandos ya estaban en la cmara de descompresin en la
vela del submarino que los acercara al enemigo hasta donde fuera
posible. Poco despus lo abandonaran, igualmente a profundidad de
periscopio y, rumbo a tierra, colocaran explosivos de accin retardada en
los cascos de sus buques fondeados a profundidades no navegables para
el submarino.
Sus equipos de buceo, que no generan burbujas delatoras, les
permitieron llegar a la playa, elegir la zona ideal y, entonces, ser ellos, con
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otra luz estroboscpica, quienes nos indicaron el lugar ideal para el
desembarco.
Cielo, mar, montaa y selva.
La misma impresin y el mismo orgullo, el mismo toque adrenalnico,
lo viv volando entre cerros bajo un techo de nubes impracticable, en la
Sierra de Perij o en las maravillosas regiones selvticas del sur de nuestro
pas. En Perij, slo el conocimiento palmo a palmo del territorio por parte
de nuestros pilotos nos permiti llegar, cuando la tecnologa ya no sirve de
ayuda, a un campamento ubicado a una altura tal que en la madrugada,
cuando los comandos que no han estado de guardia van a afeitarse
encuentran el agua congelada en los recipientes descubiertos que
dejaron la noche anterior. Difcil de imaginar en el trpico; pero as de
compleja y sorprendente es nuestra Venezuela. Fue tan difcil entrarle a ese
pequeo can entre dos cerros tan pegados, y con un techo tan bajo,
que los pilotos de los Broncos OV-10 que nos venan escoltando a cada
lado con las turbinas al mnimo y los flaps abajo tuvieron que
abandonarnos porque no haba espacio suficiente para la escuadrilla. Se
quedaron sobrevolando luego de perforar el techo en lo que pareca una
pelcula sobre Vietnam. La ladera era tan empinada que el helicptero no
pudo posarse.
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Con sus artilleros en atencin, tuvimos que saltar sobre una
improvisada plataforma hecha con troncos. Slo haba espacio para el
rotor principal y algo ms. Nuestros comandos de montaa nos recibieron
sin signos de identificacin en sus uniformes y con las mscaras protectoras
contra el fro y la identificacin que no por nada se llaman
pasamontaas. El cultivo de la amapola requiere muchsima agua.
Donde se juntaban los planos inclinados de ambos cerros corra un
riachuelo y all, a ambos lados, haba un largo y estrecho sembrado de la
opicea en plena floracin.
Justo en una zona a la que es peligroso volar y a una altura en que el
promedio de nubosidad hara suicida la aproximacin area la mayor
parte del ao, haban venido a sembrarla invadiendo nuestro territorio los
cultivadores colombianos.
Por todas partes haba implementos, envases, tuberas de goma,
ropas, botas y hasta alimentos enlatados, todos de procedencia
colombiana. El desorden evidenciaba la premura en la huida, y los
senderos de montaa que utilizaron claramente marcados en el terreno
indicaban su uso frecuente.
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Tengo dos impresiones bien grabadas. La primera: haber arrancado
con mis propias manos algunas de esas plantas de amapola. La segunda:
la frase casi casual, pero que an me emociona, de uno de esos jvenes
comandos de cara cubierta, y que yo mismo eleg aleatoriamente entre
quienes menos dispuestos parecan a acercarse a la cmara y el
micrfono:
Aqu la vida es muy dura. Aqu se pone a prueba todo nuestro
entrenamiento; pero yo s que cada vez que destruyo uno de estos
campamentos, cada vez que arranco una de estas matas de amapola, a
lo mejor, estoy salvando la vida a algn muchachito venezolano all en
nuestras ciudades. Por eso estoy aqu.
Podra contarles experiencias similares con los comandos de selva en
las fronteras sur y este de Venezuela que indican el costoso esfuerzo
permanente en la proteccin de nuestras fronteras. El tema se ha puesto
sospechosamente de moda. Varios diplomticos con pretendido
conocimiento del tema, se han referido a la seguridad de nuestras
fronteras.
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El discurso de la Guerra Fra.
En los aos de la Guerra Fra, cuando me toc ser enviado especial
en Nicaragua y El Salvador, entre otras zonas de centroamrica, el hoy
Embajador estadounidense en la ONU, John Negroponte, lo era en San
Salvador. El depuesto SubSecretario de Estado Otto Reich (Dossier, El
Paracaidista de la Casa Blanca",ltimas Noticias, Jun 16, 2002), produca y
firmaba artculos de prensa con nombres ajenos y se dedicaba a la
propaganda de guerra.
Algunos conocidos colegas le hacan el juego. Exista la Unin
Sovitica y centroamrica era el Teatro de Operaciones de una guerra de
baja intensidad, donde los latinoamericanos ponamos los muertos. La idea
era crear un casus belli contra la rebelde Nicaragua.
Honduras sera el portaviones y, quiz, la muy respetada Costa Rica,
iba a ser la virgen violada.
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Los paramilitares de moda eran los Contras. Pululaban en Amrica
Central los civiles que en realidad cumplan funciones militares muy
especficas.
Alguien recuerda Air America y los civiles que actuaban en
Laos y Camboya?
Ahora, una nueva generacin de ellos puede ser vista en las
compaas que aparecieron como amapolas despus de la lluvia en torno
al Aeropuerto El Dorado de Bogot, o tripulando los aviones fumigadores.
En Vietnam era el Agente Naranja.
En Colombia es el Glifosato.
Alguien recuerda a Eugene Hassenfus? Fue el sobreviviente del C-
123 derribado por los Sandinistas cuando llevaba armas a los Paramilitares
entonces llamados Contras y, a la vuelta traan cocana para financiarlos y
financiarse ilegalmente.
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Con ellos andaba un tal Flix Rodrguez, miembro de un equipo
especial de asesinato de la CIA; el mismo que estuvo en la Casa Blanca en
la fiesta de navidad de Bush padre en 1985, y que en Junio de 1986 fue
llamado a Washington para ponerlo frente a Oliver North y dar una
explicacin al Congreso sobre las llamadas telefnicas a Tony Abrigan y
Martha Money, periodistas estadounidenses en Costa Rica, llamadas que
North haba grabado. Rodrguez era co-Director de Giro Aviation, una
compaa co-propiedad de la CIA. En Octubre de 1984, su socio, Gerald
Latchinian, fue arrestado por contrabandear ms 10.3 millones de dlares
en cocana para financiar el asesinato del presidente hondureo Roberto
Suazo Crdova. Lachtinian mantiene que era una operacin de la CIA.
Recuperado el cadver de Buzz Sawyer, el piloto del C-123, tena en un
bolsillo el nmero privado de George Bush padre en la Casa Blanca.
Hassenfus testimoni que trabajaba para la CIA bajo rdenes de Max
Gmez (alias Flix Rodrguez) y Ramn Medina (alias Luis Posada Carriles)
con el conocimiento y aprobacin de George Bush. La Compaa
Telefnica de El Salvador confirm llamadas de la tripulacin desde casas
seguras a los nmeros de la Oficina del Tte. Cnel. Oliver North en la Casa
Blanca (Acres USA, Agosto 1990, citado por David P. Beiter).
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Debera preocuparme hoy da porque Linda Robinson, de US News
and World Report afirma: He estado en Venezuela; y aunque no puedo
afirmar que vi con mis propios ojos este campamento, (se refiere a las Farc
en nuestro territorio) tengo informacin precisa y testimonios de primera
mano que prueban su existencia (?) Cuando quieras, Linda, te llevo a la
frontera.