reportaje teatre buffo

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La compañía de Empar Claramunt y Karme Corberán fue una de las pioneras en acercar las marionetas a la escena valenciana y continúa aún con su labor Federico García Lorca tenía cinco años la primera vez que asistió a una función de tí- teres. Recuerda Carmen Ramos, hija de su nodriza, que el pequeño Federico “volvió a casa en un terrible estado de excitación”. Su entusiasmo por los títeres no se quedó ahí, y se acabó traduciendo con los años en vocación artística. Múltiples fueron las re- presentaciones que el granadino llevó a cabo con un enfoque muy claro: unir la tradición infantil del teatro de marionetas con las úl- timas vanguardias. Su concepción de los tí- teres no era la de un arte menor, sino la de una vía de experimentación para regresar a la pureza del teatro. Casi un siglo más tarde, esa parte de la obra de Lorca ha quedado casi oculta por el peso de su amplísima creación literaria y teatral. Sin embargo, la forma con la que entendió los títeres como un arte puro y original per- vive todavía en Empar Claramunt. Lorca es el primer nombre propio al que re- curre cuando le preguntan por los orígenes del teatro de marionetas. El eco del poeta resuena con fuerza no sólo como un contexto histórico asumido, sino como una firme con- vicción en su idea del arte dramático. En su ya larga carrera desde que formara Teatre Buffo en 1983, ha permanecido siempre esa esencia donde el control total de la creación y de la representación permite a los títeres ser un medio escénico perfecto para la ex- ploración artística. Como Lorca, Claramunt ve en la vocación in- fantil de los títeres una forma de expresión abierta a otros campos casi vírgenes para el arte escénico convencional. Así lo atesti- guan las más de quince representaciones que ha creado el grupo aunando muchísimas téc- nicas y formatos distintos, jugando y ha- ciendo jugar a su público con luces, decorados, objetos, formas y movimientos. Junto a Karme Corberan sigue recorriendo la Comunitat Valenciana después de casi treinta años en escena, además de llevar a cabo otras iniciativas como talleres de ma- rionetas para niños y pertenecer a varias asociaciones como El Marionetari de Valen- cia o la Asociación de amigos y amigas de la marioneta. Su compromiso con la cultura y la infancia es inamovible. Defienden que los espectáculos de títeres son “una de las formas básicas de acercar el arte a los niños”. El fin de un ar- tista es llegar a su público, o “establecer un diálogo con su imaginación” como sostiene Claramunt. Y ambas saben que tienen en- frente a niños que, como el pequeño Fede- rico, se entregan a la estimulación del arte para jugar con ella. Y de ese inocente entre- tenimiento saldrá, como sucedió con Lorca, parte de su comprensión del mundo. Miguel Artiaga / Alicante

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Reportaje para Diddlebock de Teatre Buffo

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Page 1: Reportaje Teatre Buffo

La compañía de Empar Claramunt y Karme Corberán fue una de las pionerasen acercar las marionetas a la escena valenciana y continúa aún con su labor

Federico García Lorca tenía cinco años laprimera vez que asistió a una función de tí-teres. Recuerda Carmen Ramos, hija de sunodriza, que el pequeño Federico “volvió acasa en un terrible estado de excitación”. Su entusiasmo por los títeres no se quedóahí, y se acabó traduciendo con los años envocación artística. Múltiples fueron las re-presentaciones que el granadino llevó a cabocon un enfoque muy claro: unir la tradicióninfantil del teatro de marionetas con las úl-timas vanguardias. Su concepción de los tí-teres no era la de un arte menor, sino la deuna vía de experimentación para regresar ala pureza del teatro. Casi un siglo más tarde, esa parte de la obrade Lorca ha quedado casi oculta por el pesode su amplísima creación literaria y teatral.Sin embargo, la forma con la que entendiólos títeres como un arte puro y original per-vive todavía en Empar Claramunt.Lorca es el primer nombre propio al que re-curre cuando le preguntan por los orígenesdel teatro de marionetas. El eco del poetaresuena con fuerza no sólo como un contextohistórico asumido, sino como una firme con-vicción en su idea del arte dramático. En suya larga carrera desde que formara TeatreBuffo en 1983, ha permanecido siempre esaesencia donde el control total de la creacióny de la representación permite a los títeres

ser un medio escénico perfecto para la ex-ploración artística. Como Lorca, Claramunt ve en la vocación in-fantil de los títeres una forma de expresiónabierta a otros campos casi vírgenes para elarte escénico convencional. Así lo atesti-guan las más de quince representaciones queha creado el grupo aunando muchísimas téc-nicas y formatos distintos, jugando y ha-ciendo jugar a su público con luces,decorados, objetos, formas y movimientos.Junto a Karme Corberan sigue recorriendo laComunitat Valenciana después de casitreinta años en escena, además de llevar acabo otras iniciativas como talleres de ma-rionetas para niños y pertenecer a variasasociaciones como El Marionetari de Valen-cia o la Asociación de amigos y amigas de lamarioneta. Su compromiso con la cultura y la infancia esinamovible. Defienden que los espectáculosde títeres son “una de las formas básicas deacercar el arte a los niños”. El fin de un ar-tista es llegar a su público, o “establecer undiálogo con su imaginación” como sostieneClaramunt. Y ambas saben que tienen en-frente a niños que, como el pequeño Fede-rico, se entregan a la estimulación del artepara jugar con ella. Y de ese inocente entre-tenimiento saldrá, como sucedió con Lorca,parte de su comprensión del mundo.

En las raíces del títere

Miguel Artiaga / Alicante

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Todas las imágenes cedidaspor Teatre Buffo

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En las raíces del títere Butaca

La filosofía“Lo que busca la gente es reírse, entrete-nerse”, comenta Claramunt refiriéndose alas demandas del público. Tanto Claramuntcomo Corberán rechazan la manida etiquetade las “obras comerciales” y colocan la suyaen un lugar muy distante a ellas. Sin em-bargo, saben de sobra que, como ocurre encualquier ámbito cultural, el artista está enbuena medida supeditado a las preferenciasde contratantes y público. “Si quieres haceruna obra con cuentos de Rodari, te costarámás venderla que haciendo la Caperucita,porque es algo que la gente ya conoce y sabelo que puede esperar”, comenta Corberán. Pero para ellas esto no signicfica reducir suobra a las fórmulas seguras, a lo que en de-finitiva ya saben que les va a “dar decomer”. Como explica Claramunt, “son tan-tas las posibilidades que te ofrecen los títe-res y su creación es tan personal que siemprellevan algo tuyo”. En su caso, tratan de le-varlo a la máxima expresión. “Intentamossiempre imponer nuestra propuesta: si adap-tamos un cuento buscamos que los títeressean diferentes, modificar los personajes,cambiar la narración, crear desde cero el es-pacio... “. De ahí precisamente se deduce el funda-mento principal de la compañia. En el bino-mio que divide el arte de las marionetas, hanapostado todo por la parte de la imagina-ción, la creatividad, el talento. “Mientrashay gente con formas definidas de trabajarque miran más por la superación de la téc-nica, nosotras preferimos la historia, laforma de representar, por eso hemos hechotanto y tan variado”, explica Corberán. Desde números a sombras. Desde ovnis atazas de café. Cada historia es un camino di-

ferente que se vale de unos elementos pro-pios. Su profundización en la narrativa contíteres les ha llevado a utilizar tanto maderacomo botellas usadas. La premisa que de-fiende Claramunt define el sentido global asu obra. “Los títeres son escultura en movi-miento”, afirma con rotundidad. “Casi todose basa en la forma, en la imagen, porque esinherente al relato y a los personajes”, ex-plica Claramunt. Teatre Buffo ha conseguido conjugar estaexploración artística junto con el entreteni-miento demandado por el público, tanto pe-queños como mayores. Casi treinta añosdespués, todo tipo de avances se han produ-cido en el teatro y la sociedad en general.Pero como dice Claramunt, “las historias vana interesar siempre, da igual si son con ani-mación o, en el cine o con marionetas, lo im-portante es saber cómo contarlas”.

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En las raíces del títereButaca

Arte e infanciaTras treinta años no sólo actuando paraniños, sino también formándolos en talleresy otras actividades, Claramunt parece cono-cer de primera mano sus gustos, preferen-cias y formas de tratar la información. “Lospadres no son conscientes de la capacidadde los niños para procesar estímulos”,afirma. No duda en recalcar el cambio cuan-tioso que se está experimentando en edadestempranas influenciadas por la cultura au-diovisual reinante. “Cada vez son más visua-les, absorben las obras con una facilidad queantes era impensable, parecía que les cos-taba más”, comenta Claramunt.Sin embargo, ni Claramunt ni Corberán creenque las principales referencias para educara los niños hayan cambiado ni un ápice.Entre sus principales apuestas está la adap-

tación de obras clásicas como La bella y labestia, La flauta mágica o las rodallas deEnric Valor. En este aspecto se resalta sucompromiso cultura y con la labor que el te-atro de títeres tiene como uno de los pri-meros acercamientos de los niños al arte.“En muchos casos las obras de literatura soncomo símbolos que con el paso del tiempo sehan ido enriqueciendo, por eso todo elmundo los debería de conocer”, argumentaClaramunt. “Es el ‘a, e, i, o, u que tienenque conocer, sentencia Corberán. Sin embargo, el ceñirse a obras clásicas nose contrapone con su creatividad, sino quela fomenta. “El crear historias nuevas estámuy bien, pero adaptarlas también te da elpoder hacer tuya una historia”, comentaClaramunt.