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Revista BCV Revista BCV Vol. XIV, N° 2, 2000

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Revista BCVRevista BCVVol. XIV, N° 2, 2000

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Comité de Manuel Lago Rodríguez (Presidente)

Publicaciones Mary BatistaRafael J. CrazutCarlos Hernández DelfinoArmando LeónAngelo LucentiDomingo Maza ZavalaLuisa F. Coronil D. (Secretaria Técnica)

© Banco Central de VenezuelaHecho el depósito de LeyDepósito Legal 88-00-86ISSN: 0005-4720

Concepción gráfica de la tripa: Ingard Gherembeck

Concepción gráfica de la carátula: Luis Giraldo

Diagramación: Elena Roosen

Corrección: Alberto Márquez

Impresión: Fundación La Casa de Bello

Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores

y no comprometen al Banco Central de Venezuela ni a su directorio.

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ÍndiceÍndice

Artículos 9Reconsideración del siglo XX

Robert A. Mundell

35América Latina: una región en riesgo.Pobreza, inequidad e institucionalidadsocial

Bernardo Kliksberg

81La demanda de dinero en Venezuela(1984-1999)

Adriana Arreaza, María AmeliaFernández, David Delgado

Documentos 107Modernidad, nación y petróleoen Venezuela

Luis Ricardo Dávila

Homenaje a Joseph A. Schumpeter 131Carta del Editor

Asdrúbal Baptista

133J.A. Schumpeter, en el cincuentenariode su muerte

Asdrúbal Baptista

135Retrospectiva del pensamientoschumpeteriano: ¿la nueva economía?

Luis Mata Mollejas

137De Marx, Schumpeter y Keynes

José Moreno Colmenares

La coyuntura económica 149La coyuntura económica

Efraín J. Velázquez

Indicadores económicos 155

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ArtículosArtículos

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Reconsideración del siglo XX*

MundellRobert A. Mundell**

En comparación con los siglos pasados, el siglo XX ha producido extremos. Susprimeros años fueron una continuación benigna de la paz del siglo XIX. Pero estacalma antes de la tormenta fue seguida por la Primera Guerra Mundial, el comu-nismo, la hiperinflación, el fascismo, la depresión, el genocidio, la Segunda Gue-rra Mundial, la bomba atómica y la ocupación de Europa del Este. Luego, vino unperíodo de relativa estabilidad, marcado por el equilibrio del terror de la GuerraFría, la alianza de la OTAN y la descolonización. Hacia finales del siglo, concluyóla Guerra Fría, se desmanteló el Imperio Soviético, surgió la democracia en Euro-pa del Este, floreció la Pax Americana y se creó el euro. La clave del siglo XXradica en los vínculos que existen entre sus primeras y sus últimas décadas, los“apoyalibros” del siglo.

En 1906, Whitelaw Reid, embajador de Estados Unidos en Gran Bretaña, diplomá-tico, periodista y político, dio una conferencia en la Universidad de Cambridgetitulada The Greatest Fact in Modern History, el acontecimiento más importante enla historia moderna, para la cual se pidió al autor que disertara sobre el surgimiento

* Este artículo es una versión corregida de la conferencia que dictó Robert A. Mundell enEstocolmo, Suecia, el 10 de diciembre de 1999, cuando recibió el Premio del Banco deSuecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel. Se publica aquí porautorización de la Fundación Nobel. © The Nobel Foundation.** Departamento de Economía, Universidad de Columbia, Nueva York, NY 10027.

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y desarrollo de Estados Unidos1 . No puede haber sido obvio en ese entonces que elsurgimiento de Estados Unidos era “el acontecimiento más importante en la historiamoderna”, pero era cierto que en cuestión de apenas dos siglos una pequeñacolonia se había convertido en la mayor economía del mundo. La primera décadadel siglo dejó entrever lo que confirmó la última, a saber, la preponderancia deEstados Unidos. ¡Olvidemos los 75 años transcurridos entre 1914 y 1989!

Un tema implícito en mi disertación de hoy es el papel que desempeñó EstadosUnidos en lo que se ha denominado con propiedad el “siglo americano”. Deseoresaltar el papel del factor monetario como elemento determinante de los aconte-cimientos políticos. Argumentaré específicamente que muchos de los cambiospolíticos que tuvieron lugar en el siglo han sido resultado de perturbaciones pococomprendidas en el sistema monetario internacional, mientras que éstas a su vezhan sido consecuencia del surgimiento de Estados Unidos y las equivocacionesde su brazo financiero, el sistema de la Reserva Federal.

El siglo XX comenzó con un sistema monetario internacional sumamente eficien-te que fue destruido en la Primera Guerra Mundial, y su torpe recreación en elperíodo entre guerras desencadenó la Gran Depresión, Hitler y la Segunda Gue-rra Mundial. Los nuevos arreglos que se establecieron a continuación dependie-ron más de las políticas del dólar aplicadas por el sistema de la Reserva Federalque de la disciplina del oro en sí. Cuando se rompió finalmente el nexo con eloro, el sistema de la Reserva Federal se vio comprometido en la mayor inflaciónque Estados Unidos haya experimentado hasta la fecha, por lo menos desde losdías de la Guerra Revolucionaria. No obstante, al acercarse el fin del siglo, unproceso de reaprendizaje creó un marco completamente nuevo para reproduciralgunas de las ventajas del sistema con el cual se inició el siglo.

El siglo XX puede dividirse en tres períodos bien diferenciados y de duración casiequivalente. El primero de ellos, que va de 1900 a 1933, es la historia del patrónoro mundial, su descalabro durante la guerra, su mal manejado restablecimientoen la década de 1920, y su desaparición a comienzos de los años 30. El segundoperíodo, de 1934 a 1971, comienza con la devaluación del dólar y el estableci-miento del precio del oro en $35, y finaliza cuando Estados Unidos desvinculó eldólar del oro. El tercer y último período del siglo, de 1972 a 1999, comienza conel colapso que dio lugar a tasas de cambio flexibles y continúa con el subsiguiente

1 La nota del editor reza:

La presente disertación fue preparada con motivo de la invitación que extendiera la Univer-sidad de Cambridge al Embajador Estadounidense en Gran Bretaña, quien dictó la conferen-cia ante el Senado [...] Las autoridades universitarias propusieron el tema. El Embajador dijoentonces que nunca habría escogido ese tema para esa audiencia pero, ya que le había sidopropuesto, no estaba dispuesto a rechazarlo [...]

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estallido de la inflación y del estancamiento en gran escala en la década de los 70,el florecimiento de la economía de la oferta en los 80, y el regreso a la estabilidadmonetaria y el nacimiento del euro en la década de los 90. Sin embargo, el siglofinaliza con nuestro sistema monetario en déficit por oposición a la primera décadadel siglo y esto indica que todavía queda trabajo por hacer en las próximas décadas.

Mal manejo del patrón oro

El patrón oro mundial a comienzos del siglo XX facilitó el comercio, los pagos y losmovimientos de capital. La balanza de pagos se mantuvo en equilibrio con tasas decambio fijas mediante un mecanismo de ajuste que tenía un alto grado de automaticidad.El nivel mundial de precios puede haber estado supeditado a tendencias a largoplazo, pero las tasas anuales de inflación y deflación eran bajas, y tenían el efecto deeliminarse mutuamente y preservar el valor del dinero a largo plazo. El sistema brindóal mundo un nivel elevado de integración y estabilidad monetaria.

Sin embargo, los sistemas monetarios internacionales no son estáticos. Deben sercoherentes y evolucionar con la configuración de poder de la economía mundial.Los patrones monetarios del oro y de la plata y el patrón bimetálico habíanprosperado más en un mundo descentralizado donde las políticas de ajuste eranautomáticas. Pero en las décadas que precedieron a la Primera Guerra Mundial,los bancos centrales de las grandes potencias se habían convertido en oligopoliosdentro del sistema. La eficiencia y estabilidad del patrón oro pasó a dependercada vez más de las políticas discrecionales de unos cuantos bancos centralesimportantes. Esta tendencia se acrecentó en un orden de magnitud con la crea-ción en 1913 del sistema de la Reserva Federal en Estados Unidos. La Junta de laReserva Federal, que dirigía el sistema, centralizaba el poder monetario de unaeconomía que había llegado a ser tres veces mayor que cualquiera de sus rivalesmás cercanos, Gran Bretaña y Alemania. Por ende, la historia del patrón oro seconvirtió cada vez más en la historia del sistema de la Reserva Federal.

Tras la Primera Guerra Mundial, el oro se volvió inestable. La inestabilidad co-menzó cuando los beligerantes europeos se vieron obligados a abandonar elpatrón oro como consecuencia de sus gastos deficitarios. Fue entonces cuando eloro llegó a Estados Unidos, donde el recién creado sistema de la Reserva Federallo monetizó, duplicando el nivel del precio del dólar y reduciendo a la mitad elvalor real del oro2 . La inestabilidad continuó cuando, después de la guerra, la

2 Desde el punto de vista formal, puede afirmarse que Estados Unidos suspendió el patrónoro cuando, entre septiembre de 1917 y junio de 1918, el presidente Wilson prohibió la libreexportación del oro, para lo cual usó, “por extraño que parezca”, la Ley de Espionaje dejunio de 1917 (Roy Jastram, 1981, p. 124). Sin embargo, la convertibilidad nacional de losbilletes en oro continuó siendo legal de forma tal que, por lo que al público se refería, elpatrón oro seguía vigente.

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Reserva Federal puso en marcha una deflación asombrosa durante la recesión3 de1920-1921, con la cual el nivel del precio del dólar (y del oro) regresó en 60 porciento hacia el equilibrio de la preguerra, nivel al que la Reserva Federal lo man-tuvo hasta 1929.

Fue en esta atmósfera que el resto del mundo, encabezado por Alemania, GranBretaña y Francia, restauró el patrón oro. El problema era que, con los preciosinternacionales (del dólar) todavía 40 por ciento por encima de su nivel de equi-librio de la preguerra, el valor real de la oferta y las reservas de oro era proporcio-nalmente menor. Al mismo tiempo, el oro monetario estaba mal distribuido, pues-to que la mitad del mismo se encontraba en Estados Unidos. Igualmente, la incer-tidumbre en relación con las tasas de cambio y las reparaciones (que se fijaron enoro) aumentó la demanda de reservas. En tales circunstancias, ¿acaso la mayordemanda de oro que originó el regreso al patrón oro no produciría una deflación?Algunos economistas, tales como Charles Rist de Francia, Ludwig von Mises deAustria y Gustav Cassel4 de Suecia, pensaban que sí la causaría5 .

Cassel (1925) había sido muy explícito incluso antes de que Gran Bretaña restau-rara el patrón oro:

“El patrón oro, por supuesto, no puede asegurar una mayor estabilidad en el nivelgeneral de precios de un país que el valor del oro en sí. En vista de que es deseablela estabilidad del nivel general de precios, nuestro trabajo por el restablecimientodel patrón oro debe complementarse con esfuerzos por mantener el valor del oro lo

3 Fue este episodio de inestabilidad del dólar y el oro el que llevó a John Maynard Keynes,en su obra titulada A Tract on Monetary Reform (Keynes, 1923), a llamar la atención conrespecto al conflicto entre estabilidad “interna” y “externa”. En vista de que el valor del orose redujo a la mitad y luego se disparó en la deflación de la posguerra, parecía ser un anclainestable para las demás monedas. Sobre la base de este episodio, Keynes abogó por laestabilidad interna (un nivel de precios estable) por oposición a la estabilidad externa (unatasa de cambio o un precio del oro fijo), principalmente en razón de que la Junta de laReserva Federal dominaría un sistema internacional y que todavía no había demostrado sucapacidad para llevar a cabo una gerencia capaz.4 Yo analicé este aspecto en la disertación que presenté con motivo del centenario delnatalicio de Jacques Rueff. (Véase Mundell, 1996.) También debe hacerse mención de JohnParke Young, un joven profesor de Princeton, que fue designado como una especie deComisión del Oro integrada por una sola persona. Parke reconoció ampliamente el proble-ma planteado por Cassel, Rist y Von Mises. (Véase Young, 1925.)5 La historia monetaria presentaba sobradas evidencias de que el restablecimiento de unpatrón en especie introduciría tendencias deflacionarias, como cuando Gran Bretaña im-plantó en la India el patrón plata a mediados del siglo XVIII, cuando Gran Bretaña y otrospaíses regresaron al patrón oro o plata después de las Guerras Napoleónicas, y cuando lospaíses cambiaron de plata a oro después del fracaso del bimetalismo a principios de ladécada de 1870.

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más constante posible [...] Con la situación real de la producción de oro, puedeafirmarse a ciencia cierta que después de un período comparativamente corto,quizás en una década, la superabundancia actual de oro será reemplazada, comoconsecuencia de la creciente demanda, por una marcada escasez de este metalprecioso, lo cual tendrá el efecto de causar una caída de los precios [...]”

Después del restablecimiento del oro, Cassel siguió con su línea de razonamientoy alertó sobre la necesidad de economizar en el uso monetario del oro, a fin dedetener una depresión. En 1928, escribió:

“Nuestro gran problema es cómo hacer frente a la creciente escasez de oro queamenaza al mundo como resultado tanto del aumento de la demanda como de lareducción de la oferta. Debemos resolver este problema mediante una restricciónsistemática de la demanda monetaria de oro. Sólo si logramos hacer esto, podemosesperar evitar una caída permanente del nivel general de precios y una depresiónmundial prolongada que inevitablemente se produciría a raíz de esta caída de losprecios6”.

Rist, Mises y Cassel demostraron estar en lo cierto. La deflación ya estaba en el airea finales de la década de 1920 con la caída de los precios de las materias primas ylos productos agrícolas. La caída de Wall Street en 1929 fue otro síntoma, y ladeflación generalizada comenzó en 1930. Que la deflación fue generalizada, sibien desigual, puede deducirse de la pérdida porcentual de los precios al pormayor en diversos países, desde el nivel más alto en 1929 hasta septiembre de1931 (el mes en que Gran Bretaña abandonó el patrón oro): Japón, 40,5; PaísesBajos, 38,1; Bélgica, 31,3; Italia, 31,0; Estados Unidos, 29,5; Reino Unido, 29,2;Canadá, 28,9; Francia, 28,3, y Alemania, 22,07 .

El nivel del precio del dólar tocó fondo en 1932 y 1933. En la Tabla 1, se presentael nivel de precios desde 1914 hasta 1934.

Durante décadas, los economistas han lidiado con el problema de cuál fue lacausa de la deflación y la depresión de la década de 1930. La abundante literaturasobre la materia ha dado lugar a más discusiones acaloradas que esclarecedoras.

6 Posteriormente en el mismo año, Keynes se había dado cuenta de la importancia delrestablecimiento del patrón oro (al cual se había opuesto antes sobre la base de que podíaocurrir que la Reserva Federal no mantuviera el oro estable) en relación con la demanda deoro, y se preocupó en especial por las implicaciones de la ley monetaria francesa de 1928,que en efecto exigía cobertura oro por cada nuevo billete en francos. El gobernador Moreaucomenzó a convertir incluso los saldos existentes en oro y desconcertó al Banco de Inglate-rra. Para un análisis detallado de la ley monetaria francesa, véase H. Clark Johnson (1997).7 Las cifras son de la Oficina Estadounidense de Comercio Nacional y Exterior (U.S. Bureauof Foreign and Domestic Commerce), Commerce Reports, 9 de noviembre de 1931, p. 301,citado en Jastram (1981, p. 99).

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Una fuente de controversia ha sido si la depresión fue causada por un cambio enla demanda agregada o por una caída de la oferta monetaria. Sin duda la respues-ta es ambos. Pero ninguna de las teorías, ni la monetarista ni la keynesiana, habríapodido predecir la caída de la oferta monetaria ni de la demanda agregada conantelación. Estas teorías estaban arraigadas en modelos de corto plazo y de eco-nomía cerrada que no pudieron prever los efectos del patrón oro durante y des-pués de la Primera Guerra Mundial. Por oposición, la teoría de que la deflaciónfue ocasionada por el regreso al patrón oro no sólo era predecible, sino que fuela deflación. Entró en su fase de crisis con la quiebra, en la primavera de 1931, delViennese Creditanstalt, el mayor banco de Europa Central, y como resultado acti-vó una reacción en cadena que se propagó a Alemania, donde se le hizo frentecon políticas monetarias deflacionarias y una reimposición de controles, y a GranBretaña, donde el 21 de septiembre de 1931 la libra se desligó del oro. Sin embar-go, varios países habían desvinculado su moneda del oro antes que Gran Bretaña:Australia, Brasil, Chile, Nueva Zelanda, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela,mientras que Austria, Canadá, Alemania y Hungría habían impuesto controles. Ungran número de otros países siguieron el ejemplo de Gran Bretaña y desvincularonsus monedas del oro.

Tabla 1Nivel de precios en Estados UnidosAños seleccionados, 1914-1933 (1930 = 100)

1914 1920 1921 178,7 113 112,1

78,4 178,7 113,0 112,1 84,1 76,2

Fuente: Índice de precios al por mayor, Oficina de Estadística Laboral de Estados Unidos (U.S.Bureau of Labor Statistics). Adaptado de la Tabla 21 en Jastram (1981, p. 206).

Entretanto, Estados Unidos se aferró al patrón oro con todas sus fuerzas. Despuésde haber hecho una gran parte de su acertado cambio hacia una política moneta-ria cuya meta era la estabilidad de precios en lugar del mantenimiento del patrónoro, regresó al patrón oro justo en el momento en que más importaba, en losprimeros años de la década de 1930.

En lugar de bombear liquidez al sistema, optó por defender el patrón oro. A pesarde que iba pisándole los talones a Gran Bretaña en su alejamiento del patrón oro,en octubre de 1931 la Reserva Federal aumentó la tasa de redescuento en dosetapas de 11/

2 a 31/

2 por ciento, con lo cual la economía se hundió aún más en el

pantano de la deflación y la depresión y se agravó la crisis bancaria. Como hemosvisto, los precios al por mayor se redujeron 35 por ciento entre 1929 y 1933.

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La deflación monetaria se transformó en depresión como resultado de los cho-ques fiscales. La ley de aranceles Smoot-Hawley, que ocasionó represalias en elexterior, fue el primero de estos choques: entre 1929 y 1933 las importaciones seredujeron en 30 por ciento y las exportaciones disminuyeron aún más, en casi 40por ciento, lo cual es bastante significativo. El 6 de junio de 1932, el Congresodemocrático aprobó, y el presidente Herbert Hoover firmó, en un arrebato demanía de presupuesto equilibrado, una de sus leyes más desatinadas, la LeyTributaria de 1932, que contemplaba el mayor aumento tributario porcentual quese haya aprobado en tiempos de paz en Estados Unidos. El desempleo aumentóhasta 24,9 por ciento de la fuerza laboral en 1933, y el PIB disminuyó en 57 porciento a los precios corrientes y 22 por ciento en términos reales8 .

La crisis bancaria estaba ahora en pleno apogeo. Las quiebras habían aumentadodesmesuradamente de un promedio de alrededor de 500 por año en la década de1920 a 1.350 en 1930, 2.293 en 1931, y 1.453 en 1932. Franklin D. Roosevelt, comouna de sus primeras medidas después de asumir la presidencia en marzo de 1933,impuso un embargo a las exportaciones de oro. Después del 20 de abril, sepermitió la flotación del dólar con tendencia a la baja.

La deflación de la década de 1930 fue el reflejo especular del aumento del nivelde precios en tiempos de guerra que no se había invertido en la recesión de 1920-1921. Cuando los países abandonan el patrón oro, cae el valor real del oro yaumenta el nivel de precios en los países que se rigen por el patrón oro. Cuandolos países adoptan el patrón oro, aumenta el valor real del oro y cae el nivel deprecios. La revalorización del oro en los años treinta fue el reflejo especular de ladepreciación del oro en la Primera Guerra Mundial. El nivel del precio del dólaren 1934 era el mismo que el de 19149 . La deflación de la década de 1930 debeverse no como una “crisis exclusiva del capitalismo”, como los marxistas tendíana afirmar, sino como la continuación de una pauta que había aparecido antes conconsiderable previsibilidad, siempre que los países adoptan o retoman un patrónmonetario. La deflación de los años 30 tiene sus antecedentes en las décadas de1780 y 1820 y también en la de 1870.

8 El establecimiento de la Ley Nacional de Recuperación Industrial en 1933 hizo más dañoal suspender las leyes antimonopolio, promover los cárteles y sindicatos, disminuir losdiferenciales salariales, limitar las horas de trabajo a 35 horas por semana e imponer salariosmínimos, antes de ser declarada inconstitucional en 1935.9 Por supuesto, fue en parte coincidencia que los niveles de precios en 1914 y 1933 fueranaproximadamente los mismos. Si el patrón oro mundial hubiera permanecido vigente du-rante el período, con o sin la catástrofe de la guerra mundial, el precio real del oro podríahaber cambiado debido a las mismas razones por las que cambió durante la historia delpatrón oro. Sin embargo, difícilmente puede refutarse la clara influencia del restablecimien-to del patrón oro en la reducción de los precios.

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¿Qué veredicto puede pronunciarse en relación con este primer tercio del siglo?Uno es que el sistema de la Reserva Federal pecó fatalmente de incongruente enmomentos críticos. Se aferró al patrón oro entre 1914 y 1921 cuando el oro se habíavuelto inestable. Adoptó una política de estabilidad de precios en la década de 1920que fue exitosa. Pero restauró el patrón oro en el peor momento concebible, cuan-do el oro se había vuelto otra vez inestable. El hecho desafortunado fue que, de losprincipales bancos centrales, el que tenía menos experiencia, el recién llegado,poseía el imponente poder para construir o destruir el sistema por sí mismo.

Las economías europeas de ninguna manera estuvieron libres de culpa en esteepisodio. Los países europeos fueron los que cambiaron el statu quo y adoptaronel patrón oro sin medir las consecuencias. Hicieron caso omiso de las leccionesde la historia, en el sentido de que un movimiento concertado dirigido a abando-nar o a adoptar cualquier patrón metálico produce a su paso inflación o deflaciónrespectivamente. Después de una gran guerra, en la que ocurrió inflación en ellíder monetario y el oro se subvaluó en consecuencia, el regreso al patrón oro yla estabilidad de precios sólo son compatibles si se aumenta el precio del oro. Encaso de no existir esta posibilidad, los países habrían tenido mejor suerte si hubie-ran escuchado el consejo de Keynes de sacrificar los beneficios de las tasas decambio fijas bajo el régimen del patrón oro, y más bien estabilizar los precios delos productos básicos en lugar del precio del oro.

Si se hubiera aumentado el precio del oro a finales de la década de los 20, o biensi los principales bancos centrales hubieran aplicado políticas de estabilidad deprecios en lugar de mantenerse fieles al patrón oro, no habrían ocurrido la GranDepresión ni la revolución nazi ni la Segunda Guerra Mundial.

Mezcla de políticas bajo el régimen del patrón oro

En abril de 1934, después de un año de tasas de cambio flexibles, Estados Unidosretomó el patrón oro10 después de una devaluación del dólar11 . Como conse-

10 La devaluación del dólar y el aumento del precio del oro en dólares en 1934 habíanestado acompañados de medidas que eliminaban la operación del patrón oro en EstadosUnidos. El dólar ya no era convertible y se prohibió a los ciudadanos estadounidensesretener oro; el dólar era convertible únicamente para fines de operaciones monetarias conel extranjero; se exigió a la Reserva Federal que mantuviera sólo un porcentaje (inicialmente40 por ciento) de cobertura oro como respaldo de billetes y pasivos, y la Corte Supremahabía anulado e invalidado todas las cláusulas oro.11 George F. Warren, profesor de economía de la Universidad de Cornell y uno de losasesores del presidente, influyó considerablemente en la decisión de devaluar. Con estadevaluación, se esperaba obtener tres posibles beneficios conexos. El primero de estosbeneficios era que el alza en el precio del oro aumentaría el nivel interno de precios,comenzando con un aumento en los precios de las importaciones y las exportaciones, peroque luego se expandiría a toda la economía. Esta teoría, que sería clásica actualmente para

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cuencia, el valor del dólar en oro se redujo en 40,94 por ciento y el precio oficialdel oro aumentó 69,33 por ciento, para colocarlo en $35 la onza. ¡Cómo habríacambiado la historia si el presidente Herbert Hoover hubiera devaluado el dólartres años antes!12

Francia mantuvo su paridad oro hasta 1936, cuando devaluó el franco. Otros dosacontecimientos trascendentales ocurrieron ese año. Uno fue la publicación de laTeoría General de Keynes; el otro, la firma del Acuerdo Tripartito entre EstadosUnidos, Gran Bretaña y Francia. El primero introdujo una nueva teoría de manejode políticas para una economía cerrada; el segundo, precursor del acuerdo deBretton Woods, estableció algunas normas para el control de las tasas de cambioen el nuevo sistema monetario internacional.

La contradicción entre los dos difícilmente podría ser más irónica. En una épocaen que las políticas keynesianas de la gestión económica nacional estaban ganan-do cada vez mayor aceptación entre los economistas, la economía mundial habíaadoptado un nuevo sistema de tasas de cambio fijas que era incompatible conesas políticas.

En los nuevos acuerdos, que fueron ratificados en Bretton Woods en 1944, seexigió a los países que establecieran paridades fijadas con respecto al oro y man-tuvieran tasas de cambio fijas entre sí. Sin embargo, el nuevo sistema era muy

una pequeña economía abierta, se basó en ese entonces en la correlación a largo plazo delas existencias de oro monetario y el nivel de precios. El segundo beneficio era que elaumento de los precios del oro se traduciría en mayores compras de oro, lo cual aumentaríaa su vez la base de reservas de alto poder del sistema monetario. El tercer beneficio era quela devaluación, en la medida en que cambiaran las tasas de cambio, haría que los productosestadounidenses fuesen más competitivos en los mercados mundiales. Resultó que los pre-cios al por mayor sí aumentaron en casi 30 por ciento entre 1933 y 1937, y luego disminu-yeron aproximadamente 10 por ciento en 1938-1940, antes de duplicarse a finales de 1948.12 Un argumento en contra de la devaluación fue que Estados Unidos era el acreedor másgrande del mundo y sus acreencias se fijaban mayormente en dólares. Sólo más tarde secomprendió que las deudas serían incobrables. Debería haber bastado con evitar la deflación,pero a falta de una teoría coherente de que el oro estaba subvaluado, el argumento podríano haber sido convincente. Nadie sabía con antelación cuánto más se reducirían los precios.Surgió una oportunidad cuando Gran Bretaña abandonó el patrón oro, pero las reservas deoro de Estados Unidos todavía eran las mayores del mundo. Sin embargo, si la ReservaFederal hubiera venido siguiendo una política monetaria suficientemente expansionista, eloro habría circulado y la situación se habría puesto en evidencia.

Un argumento engañoso que se plantea a menudo en contra de la devaluación es que setrata de una política de egoísmo nacional, en el sentido de que crea empleo internamente aexpensas del empleo en el exterior. Pero eso era precisamente lo que se necesitaba: compe-tencia para aumentar el empleo. Si todos los países devaluaran competitivamente, el preciodel oro podría aumentar para eliminar la subvaluación y crear las condiciones para unarecuperación.

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diferente al antiguo patrón oro. La diferencia radicaba en que el papel de EstadosUnidos en el sistema era asimétrico. Una cláusula especial13 daba a cualquier paísla opción de fijar el precio del oro, en lugar de mantener fijas las tasas de cambiode los demás miembros. Debido a que el dólar era la única moneda vinculada aloro, Estados Unidos era el único país en condiciones de ejercer la opción de fijarel precio del oro. Fue así como surgieron los arreglos asimétricos en los queEstados Unidos fijaba el precio del oro, mientras que los demás países fijaban susmonedas en relación con el dólar14 . Otra diferencia entre el nuevo sistema y elanterior era que ni siquiera Estados Unidos seguía un patrón que pudiera llamarseplenamente patrón oro. El dólar ya no estaba “anclado” al oro en el viejo sentido;ocurría más bien que Estados Unidos ejercía una gran influencia en el nivel mun-dial de precios y, por ende, en el precio real del oro. El oro se había convertido enun pasajero dentro del sistema.

¿Se creó un nuevo sistema en Bretton Woods? Según la planificación original,parecía que así sería. Los planes de Gran Bretaña y de Estados Unidos incluíanambos disposiciones para una moneda mundial: John Maynard Keynes tenía subancor y Harry Dexter White su unitas. Pero estas ideas progresistas prontofueron enterradas. Sin duda, Estados Unidos llegó a pensar que una monedamundial le cortaría las alas al dolar15. Por lo tanto, no se creó un “sistema” deBretton Woods, sino más bien un “orden” de Bretton Woods que esbozó la cartade constitución de un sistema16 que ya existía.

La Segunda Guerra Mundial trajo consigo la repetición de los desequilibrios mo-netarios de la Primera Guerra Mundial. La devaluación del dólar y las nubes deguerra que se cernían sobre Europa convirtieron al dólar en un puerto seguro e

13 Artículo IV (4)-b del Convenio Constitutivo del Fondo Monetario Internacional. Esta cláusu-la se incluyó en el último minuto para complacer a Estados Unidos, que como práctica generalnunca había fijado las tasas de cambio y no iba a hacerlo ahora: ¡qué dolor de cabeza seríafijar los precios de todas las monedas en el mercado de divisas de Nueva York!14 Sin embargo, todavía quedaba otro problema por resolver. ¿Gran Bretaña, Francia y cadauno de los 44 países del Fondo tendrían que intervenir en los 43 mercados de divisas? Cuandoel Fondo inició sus operaciones, su Junta Ejecutiva tuvo que avanzar a tientas hacia la decisiónde considerar que cualquier país que fijara su moneda en relación con una “moneda conver-tible” estaba cumpliendo su función conforme al Convenio. En combinación con la cláusulaoro, este estatuto estableció el sistema asimétrico en virtud del cual Estados Unidos fijaba elprecio del oro y el resto del mundo fijaba sus monedas con respecto al dólar, directamente oa través de una tercera moneda. El hecho de que esta asimetría no era bien comprendidaincluso durante la década de 1960 se evidencia en una discusión entre Sir Roy Harrod y mipersona en una conferencia celebrada en la Institución Brookings en 1965.15 Véase Mundell (1995) para un análisis de cómo llegaron a eliminarse del orden del día enBretton Woods los planes para el establecimiento de una moneda mundial.16 He analizado la distinción entre “sistema” y “orden” en Mundell (1972).

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hicieron que el beneficiario del oro pagara los bienes de guerra. Estados Unidosesterilizó las importaciones de oro e impuso controles de precio. Podía entoncesincurrir en déficit sin abandonar el patrón oro. En vista de que el oro todavíaestaba “sobrevaluado” en esta era de “escasez de dólares”, las tasas de interéspermanecieron increíblemente bajas. Para 1945, la deuda pública había aumenta-do vertiginosamente a 125 por ciento del PIB.

Al final de la guerra, el nivel de precios en Estados Unidos se duplicó comoconsecuencia del final del control de precios, la liberación de la demanda conte-nida y las políticas monetarias expansionistas del sistema de la Reserva Federalque continuaba apoyando el mercado de bonos. La inflación de la posguerraredujo a la mitad el valor real de la deuda pública, aumentó los ingresos fiscalescomo resultado del paso gradual a tasas impositivas más altas en el sistema deimpuestos sobre la renta excesivamente progresivo (que ascendieron a 92,5 porciento), redujo a la mitad el valor real del oro y eliminó su sobrevaluación. Des-pués de más inflación durante la Guerra de Corea y la llegada de la inflación“secular” constante, el oro se subvaluó.

Entretanto, Alemania y Japón, tras la inflación de su papel moneda, bajo losauspicios de las autoridades de ocupación estadounidenses, emprendieron refor-mas monetarias en las que 10 unidades de la antigua moneda se cambiaban por1 unidad de la nueva moneda. Ambas reformas tuvieron lugar en 1948; la tasa decambio de Alemania se fijó en DM 4,2 = $1, y la de Japón en ¥360 = $1. Posterior-mente, resultó que las tasas de cambio subvaluaron la mano de obra alemana yjaponesa, y las dos economías se comportaron de manera admirable en el perío-do de la posguerra y cumplieron así su destino de adelantar a Gran Bretaña yFrancia como la segunda y tercera de las economías más grandes del mundo.

Hasta la década de 1960, la política macroeconómica de Estados Unidos se basabamás en principios de economía cerrada que en las exigencias de un sistema mone-tario internacional. Las políticas monetaria y fiscal estaban orientadas hacia las nece-sidades de equilibrio interno, y la balanza de pagos prácticamente se ignoró. En1949, las reservas de oro de Estados Unidos habían alcanzado su nivel más alto alexceder los 700 millones de onzas de oro, más de 75 por ciento del oro monetariodel mundo. Las pérdidas de oro comenzaron poco tiempo después, pero el efectode estas ventas sobre la oferta monetaria fue esterilizado con compras equivalentesde bonos públicos por parte del sistema de la Reserva Federal. Al principio, laspérdidas de oro se consideraron una redistribución saludable de las reservas de oromundiales, pero hacia finales de la década de 1950 se reconoció su peligro.

Se exigió al sistema de la Reserva Federal mantener una cobertura oro de 25 porciento (en comparación con 40 por ciento en 1945) como respaldo de su moneday sus obligaciones por concepto de depósitos. Si las reservas de oro se reducían

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por debajo de este nivel, las tasas de interés tendrían que aumentarse. Si la reduc-ción de las reservas de oro alcanzaba el nivel de las reservas exigidas, EstadosUnidos se vería obligado a tomar en cuenta su restricción de balanza de pagoscomo cualquier otro país. El problema de la mezcla apropiada de políticas mone-taria y fiscal pasó a primer plano durante la administración del presidente John F.Kennedy, quien asumió el poder en 1961.

En ese momento, yo desempeñé un papel en la historia. Recién llegado al Departa-mento de Investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI) en otoño de 1961,se me pidió que analizara los aspectos teóricos de la mezcla de políticas monetariay fiscal17 . El principal problema en esta era post-Sputnik era el crecimiento lento yel subempleo en Estados Unidos, a diferencia de Europa y Japón (precisamente locontrario de la situación actual), y un déficit en la balanza de pagos ahora preocu-pante. Habían surgido tres escuelas de pensamiento. La escuela de los keynesianos,dirigida por Leon Keyserling, primer presidente del Consejo de Asesores Económi-cos, abogaba por el dinero fácil y el aumento del gasto público. La Cámara deComercio proponía la restricción fiscal y el dinero escaso. El Consejo de AsesoresEconómicos, con apego a la “síntesis neoclásica” de Samuelson-Tobin, propugnabatasas de interés bajas para estimular el crecimiento y un superávit presupuestariopara drenar el exceso de liquidez y evitar la inflación.

En mi análisis, demostré que ninguna de las políticas anteriores funcionaría, y quecualquiera de ellas alejaría la economía del equilibrio. La mezcla correcta depolíticas consistía en reducir los impuestos para activar el empleo y restringir lapolítica monetaria a fin de proteger la balanza de pagos. El FMI distribuyó miestudio a sus miembros en noviembre de 1961 y fue publicado en IMF StaffPapers en marzo de 1962.

Gradualmente se comprendió que las políticas del gobierno de Kennedy no esta-ban funcionando: la mezcla incorrecta de políticas había producido efectos cadavez más desequilibrantes: una huelga de los trabajadores de la industria siderúrgi-ca, el descalabro del mercado de valores y el estancamiento. A finales de 1962,Kennedy anunció que la mezcla de políticas cambiaría de dirección: se reduciríanlos impuestos para estimular la economía y las tasas de interés protegerían labalanza de pagos. Debido a retrasos legislativos, la reducción tributaria tuvo queesperar hasta el verano de 1964, pero el hecho de que se hubiera anunciadopreparó a la economía para la gran expansión de los años 6018 .

17 En artículos anteriores, yo ya había analizado modelos apropiados para resolver el pro-blema. Véase especialmente Mundell (1961c).18 En junio de 1963, se me asignó al grupo encargado de las consultas conforme al ArtículoVIII del Convenio Constitutivo del FMI, presidido por Jacques J. Polak, con un grupo esta-dounidense formado por el subsecretario Robert V. Roosa (quien copresidía las sesionescon Polak) y Paul Volcker, entonces director de la Oficina de Análisis Financiero del Tesoro.

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La adopción de la mezcla de políticas que propuse ayudó a Estados Unidos aalcanzar un rápido crecimiento con estabilidad. No perseguía, y no permitió,resolver el problema básico del sistema monetario internacional, que se derivabade la subvaluación del oro. Sin embargo, el problema de la balanza de pagos deEstados Unidos estaba intrincadamente vinculado al problema del sistema. Envista de que era muy poco el excedente de oro proveniente del mercado privadoque alimentaba las existencias de los bancos centrales, y que el dólar estadouni-dense era la única alternativa como componente de las reservas, el déficit deEstados Unidos era el principal medio por el cual se proveían reservas adicionalesal resto del mundo. Si Estados Unidos no lograba corregir el déficit en su balanzade pagos, no podría seguir manteniendo la convertibilidad en oro. Por otra parte,si corregía su déficit, se agotarían las reservas en el resto del mundo y se produ-ciría un crecimiento más lento o, peor aún, deflación. El último escenario aludía ala repetición del problema del período entre las dos guerras19 .

Dos soluciones básicas eran compatibles con la conservación del sistema20 . Laprimera consistía en aumentar el precio del oro. Los padres fundadores del FMIhabían previsto en su Convenio Constitutivo una disposición para hacer frente auna situación de escasez o excedente de oro: cambiar la paridad de todas lasmonedas, lo que habría cambiado el precio del oro en términos de todas lasmonedas y habría dejado iguales las tasas de cambio. En la campaña electoral de1968, el candidato Richard M. Nixon designó a Arthur Burns como su emisario enuna misión secreta21 para sondear la opinión europea en relación con un aumen-to del precio del oro. Resultó ser una opinión favorable y Burns recomendó quese tomara la medida inmediatamente después de la elección. Sin embargo, no sehizo nada al respecto.

19 El problema se llegó a conocer como el “dilema de Triffin”, llamado así en nombre deldistinguido economista belga Robert Triffin, profesor de economía de la Universidad de Yale.20 El grupo de estudio académico G-32, en el que participé, esbozó cuatro posibles solucio-nes para el sistema: (a) el regreso al patrón oro; (b) la creación de un banco central mundial;(c) un nuevo activo de reserva que reemplazara o complementara el oro, y (d) tasas decambio flexibles.21 El informe que Burns presentó de la misión, citado en William R. Neikirk (1987, pp. 143-44), reza:

Fui designado por Richard Nixon para ir en una misión secreta cuyo objetivo era sondear laopinión europea en relación con un aumento del precio del oro. Procedí de manera muydiscreta. No di a nadie ninguna señal, en primer lugar, de que era el emisario de Nixon y, ensegundo lugar, de que él o yo tuviéramos algo así en mente. Llegué a la conclusión de queesto sería aceptado por los europeos. Recomendé que se tomara la medida inmediatamentedespués de la elección [aumentar el precio del oro]. Lo hice durante un viaje en avión en elque acompañé a Nixon durante la campaña. El pobre hombre tenía su mente en el discursoy la elección, y luego probablemente olvidó mi recomendación. De cualquier modo, no hizonada al respecto. Y ése era el momento de hacerlo, inmediatamente después de la elección.

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La segunda opción era crear un sustituto del oro. En efecto, se adoptó esta líneade acción. Hacia finales del verano de 1967, se llegó a un acuerdo internacionalsobre una enmienda al Convenio del FMI para permitir la creación de los dere-chos especiales de giro (DEG), reservas contables garantizadas con oro y puestasa la disposición a través del FMI, con un valor unitario igual a un dólar oro, o 1/35 de onza. Se asignaron a los países miembros algo menos de DEG 10 milmillones en 1970, 1971 y 1972, pero la asignación resultó ser inadecuada, muypoca y muy tardía, para resolver los principales problemas del sistema22 .

El 15 de agosto de 1971, frente a solicitudes de conversión de dólares en oropresentadas por el Reino Unido y otros países, el presidente Nixon desvinculó eldólar del oro y, de esta manera, cerró la “ventanilla de oro” en la cual se cambia-ban dólares por oro con los bancos centrales extranjeros. Entonces los otrospaíses desvincularon sus monedas del dólar y comenzó un período de flotación.

Sin embargo, la flotación hizo más difíciles los planes embrionarios que comenza-ban a gestarse hacia la integración monetaria europea23 , y en diciembre de 1971,en una reunión en el Instituto Smithsoniano en Washington, DC, los ministros definanzas acordaron el restablecimiento del sistema de tasas de cambio fijas sinconvertibilidad en oro. Se modificaron algunas tasas de cambio y se elevó elprecio oficial del oro en dólares, pero el acto fue puramente simbólico, puestoque Estados Unidos ya no estaba comprometido a comprar ni vender oro.

22 Antes de 1968, el precio del oro en dólares se había mantenido fijo entre márgenes cercanosa $35 la onza en el mercado de oro de Londres. Cualquier oferta excedente en el mercadoprivado se racionaba entre los ocho miembros del “pool del oro”. Sin embargo, en el verano de1967 la demanda privada cerró la brecha y hubo pronto exceso de demanda. Francia abandonóel pool del oro y los demás países, en lugar de proveer al mercado de las codiciadas reservas deoro, dejaron que el precio del oro subiera por encima de los límites de Londres y, comoresultado, se dio origen al “sistema con dos niveles” como se denominó curiosamente. De allí enadelante, los bancos centrales se mostraron renuentes a vender oro al precio oficial cuando elmercado lo valoraba a un precio mucho más alto. Por consiguiente, las reservas de oro seinmovilizaron y esto provocó un choque al sistema y una demanda excedente explícita de oroque no fue tomada en cuenta por las autoridades monetarias internacionales. Frente a estechoque al sistema, las emisiones de DEG resultaron inadecuadas para compensar la diferencia,y mucho menos para resolver los problemas del sistema. Una emisión menos tímida (quizás eldoble de las emisiones que se hicieron) podría haber salvado el sistema.23 Yo había presentado el tema de las “áreas monetarias óptimas” en Mundell (1961a). Europahabía emprendido su camino hacia la integración monetaria en la Cumbre de La Haya endiciembre de 1969. El mismo mes, presenté en Nueva York un plan para una moneda europeaque se hizo circular en Bruselas. A raíz de este plan, fui invitado a sostener consultas con laComisión Europea para evaluar otros enfoques en relación con la unión monetaria, lo cualhice el siguiente mes de junio. En la Conferencia sobre Áreas Monetarias Óptimas, celebradaen Madrid en marzo de 1970, se presentó una versión corregida de mi disertación y se publicóen las actas de la conferencia en Harry G. Johnson y Alexander K. Swoboda (1973). EnMundell (1997a, b), expreso mis ideas recientes sobre el tema del área monetaria óptima.

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El mundo entonces avanzó hacia un patrón dólar puro, en el cual los principalespaíses fijaban sus monedas con respecto al dólar, sin que Estados Unidos asumie-ra ninguna obligación recíproca en relación con la convertibilidad en oro. Sinembargo, la política monetaria de Estados Unidos fue demasiado expansionistaen los años siguientes y, en la primavera de 1973, después de otra devaluaciónineficaz del dólar, se permitió que el sistema terminara en una flotación generali-zada. Así se puso fin al patrón dólar.

¿Qué lecciones podemos aprender del segundo tercio del siglo? En primer lugarque la mezcla de políticas debe ajustarse al sistema. La segunda lección es que unsistema internacional basado en el oro no puede sobrevivir si la inflación produc-to de una guerra ocasiona la subvaluación del oro y las autoridades se muestranrenuentes a ajustar el precio del oro y crear una cantidad suficiente de sustitutosdel oro. La tercera lección es que la superpotencia no puede disciplinarse paracumplir los requisitos de la convertibilidad o cualquier otro compromiso interna-cional si esto va en detrimento de objetivos políticos que le sean vitales interna-mente; la cola no puede mover al perro. En cuarto lugar, un sistema de tasas decambio fijas puede funcionar únicamente si existe un acuerdo mutuo sobre la tasacomún de inflación. En la década de 1960, Europa estaba dispuesta a soportar elhecho de que el dólar no fuera libremente convertible en oro, pero cuando lapolítica monetaria de Estados Unidos se volvió incompatible con la estabilidad deprecios en el resto del mundo (y especialmente en Europa), se consideró que loscostos del sistema de tasas de cambio fijas superaban sus beneficios.

La última lección es que los acontecimientos políticos, y en especial la Guerra deVietnam, agriaron las relaciones entre los socios del Atlántico y crearon una ten-sión en la década de 1960 sólo comparable con la atmósfera que ensombreció elsistema internacional a raíz de las controversias relativas a las reparaciones en ladécada de 1920. Los sistemas de tasas de cambio fijas funcionan mejor entreamigos que entre rivales o enemigos.

Inflación y economía de la oferta

Con la desintegración del sistema, la oferta monetaria se hizo más elástica y, de estamanera, se adaptaba no sólo a los acontecimientos salariales inflacionarios, sinotambién a la fijación monopolística de los precios de productos básicos objeto deintercambio a escala internacional. Cada vez que se aumentaba el precio del petró-leo en la década de 1970, el mercado del eurodólar se expandía para financiar losdéficit de los países importadores de petróleo: los depósitos equivalentes a $223 milmillones en 1971 pasaron explosivamente a $2.351 mil millones en 1982 (FondoMonetario Internacional, IMF International Statistics Yearbook, 1988, p. 68).

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La inflación en Estados Unidos se había convertido en un problema grave. Losprecios mayoristas en Estados Unidos tardaron 20 años, desde 1952 hasta 1971, enaumentar menos de 30 por ciento. Pero después de 1971, en apenas 11 años, losprecios en Estados Unidos aumentaron 157 por ciento. Esta inflación principal-mente en tiempos de paz fue mayor que las inflaciones que se produjeron a raízde la Segunda Guerra Mundial (108 por ciento en 1939-1948), la Primera GuerraMundial (121 por ciento en 1913-1920), la Guerra Civil (118 por ciento en 1861-1864) o la Guerra de 1812 (44 por ciento en 1811-1814). La mayor inflación en lahistoria estadounidense desde la Guerra de Independencia ocurrió después deque Estados Unidos abandonara el oro en la década posterior a 1971.

En la Tabla 2, puede verse a partir de los índices de precios de los países del Grupode los Siete que la inflación en la década de los 70 fue mundial, al comparar losíndices para 1971 con la base estándar de 100 en 1980. Sólo en Alemania los preciosal consumidor no llegaron a duplicarse en la década de los 70. En Italia y el ReinoUnido los precios se multiplicaron por más de tres. La descomposición de la disci-plina monetaria fue mundial y arrastró consigo a todos los países del Grupo de losSiete e incluso en mayor medida a casi la totalidad del resto del mundo.

En Estados Unidos, tres años consecutivos con inflación de dos dígitos (1979-1981) dieron lugar a una situación de crisis. El precio del oro alcanzó $850 la onzaa comienzos de 1980, y el precio de la plata ascendió a $50 la onza. El 14 demarzo de 1980, el presidente Jimmy Carter anunció su nuevo programa: un dere-cho de importación al petróleo y controles de crédito. El plan fue un desastre y laproducción real se desplomó en el segundo trimestre. En diciembre de 1980, unmes después de las elecciones presidenciales, la tasa de interés preferencial alcan-zó un valor sin precedentes de 21,5 por ciento. Estados Unidos parecía estar alborde del desastre financiero.

Tabla 2Precios al consumidor en los países del Grupo de los SieteAños seleccionados, 1950-1998

País 1950 1971 1980 1985 1990 1998

Estados Unidos 29,2 49,1 100 130,5 158,5 197,8

Japón 16,3 44,9 100 114,4 122,5 134,4

Reino Unido 13,4 30,3 100 141,5 188,7 243,6

Alemania 39,2 64,1 100 121,0 129,4 144,8

Francia 15,6 42,1 100 157,9 184,2 213,7

Italia 13,9 28,7 100 190,3 250,6 346,3

Canadá 28,4 47,5 100 143,0 177,9 203,7

Fuente: IMF International Financial Statistics (Fondo Monetario Internacional, varios años).

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Lejos estaban los días en que, de acuerdo con David Ricardo, los economistaspodían concebir el dinero como un “velo”. La existencia del gran gobierno y deimpuestos sobre la renta progresivos garantiza la no neutralidad. Un camino era através del sistema fiscal. Con tasas impositivas excesivamente progresivas, que au-mentaban de cero a 70 por ciento a nivel federal, y hasta 85 por ciento si sesumaban los impuestos estatales y locales, la inflación estaba empujando a loscontribuyentes hacia categorías impositivas cada vez más altas, aun con ingresosreales invariables. Debían pagarse impuestos sobre intereses percibidos aun cuan-do el grueso de las elevadas tasas de interés representaba primas de inflación. Losingresos tributarios en alza desmesurada, junto con la elevada propensión marginaldel gobierno a gastar, se tradujeron en una participación creciente del gobierno enla economía. No es de extrañar que el mercado de valores odiara la inflación.

La economía de la oferta comenzó como un sistema de políticas que representabauna alternativa a los modelos de la demanda monetarista y keynesiano de cortoplazo. Estaba basada en una mezcla de políticas que ofrecía estabilidad de preciosa través de disciplina monetaria, y reactivación económica del empleo y del cre-cimiento por medio de sistemas tributarios y reglamentarios. Fue en parte unacontinuación de mi trabajo sobre la mezcla de políticas a principios de la décadade 196024 . En la primavera de 1974, presenté una disertación en una conferenciasobre inflación mundial en Washington, un extracto de la cual fue citado (RowlandEvans y Robert Novak, 1981, p. 63) como sigue:

“Mientras que el gobierno de Ford insistía en que sólo un aumento de los impues-tos podría combatir la inflación, Mundell sostuvo que una reducción inmediatade $10 mil millones era esencial para evitar déficit presupuestarios aún mayores,alimentados por la “estanflación”, la combinación letal de inflación y estanca-miento que heredó Ford de Nixon [...]”

Con mi llegada a la Universidad de Columbia en el otoño de 1974, comenzó areunirse de vez en cuando en un restaurante de Wall Street un “club” de los quemás tarde recibirían el nombre de “partidarios de la oferta”, para discutir sobrepolítica económica y especialmente sobre qué hacer con respecto a la inflación y

24 En 1968, cuando la inflación comenzaba a estallar, yo instaba (sin mucho éxito) a que seaplicaran políticas monetarias más restrictivas, combinadas con una reducción tributariapara evitar que la desinflación se convirtiera en una recesión (Mundell, 1971). En el veranode 1968, resultó que el Congreso aprobó, y el presidente Lyndon B. Johnson firmó, una leyque impuso un “recargo tributario” de 10 por ciento. Posteriormente en el otoño, el grupode estudio del nuevo gobierno de Nixon recomendó, incorrectamente a mi juicio, políticasmonetarias y fiscales restrictivas. En Canadá, durante 1972-1974, recomendé la promulgaciónde un “sistema tributario inmune a la inflación” que ajustaría las categorías impositivas paracompensar el paso gradual a tasas impositivas más altas. El gobierno canadiense puso enpráctica esta política en 1973.

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al desempleo crecientes. La conclusión fue que era necesario reducir las tasasimpositivas marginales para crear incentivos a la producción y así reactivar laeconomía, y que el dinero restringido produciría estabilidad en los precios25 . Lanecesidad de reducir los impuestos y restringir el dinero se volvió más urgente amedida que la inflación aumentaba a finales de la década de 1970 y gradualmenteempujaba a los contribuyentes hacia escalas de impuestos sobre la renta cada vezmás altas26 . Al poco tiempo, un político converso, Jack F. Kemp, congresista deBuffalo, plasmó estas ideas en un proyecto de ley que proponía una reducción deimpuestos de 30 por ciento, la mayor parte del cual fue aprobado con una reduc-ción tributaria general de 23 por ciento distribuida en tres años y seguida por laindización de las escalas impositivas con respecto a la inflación. En la campañaelectoral de 1980, Kemp era candidato a la presidencia, pero se retiró después deque Ronald W. Reagan acordó incorporar la ley Kemp-Roth en su programa eco-nómico. Después de la elección de Reagan, se introdujo la primera fase de lanueva mezcla de políticas con la Ley de Recuperación Económica de 1981.

Entretanto, la Reserva Federal, bajo la presidencia de Paul Volcker, por fin desper-tó y restringió la política monetaria. Después de una aguda, aunque corta, rece-sión, la economía inició una de sus expansiones más prolongadas, al mismotiempo que lograba controlarse cada vez más la inflación. Las nuevas políticasdesplazaron la curva de Phillips hacia abajo y a la izquierda y, por ende, permitie-ron que el desempleo y la inflación disminuyeran al mismo tiempo27 .

La reducción de impuestos tuvo sus secuelas: la acumulación de armamento, lapolítica de desinflación y la reelección aplastante de Reagan. La Ley de ReformaFiscal de 1986, la segunda fase de la revolución de la oferta, redujo a 28 por cientola tasa impositiva marginal en la categoría impositiva superior, la más baja en esta

25 Véase el recuento de Jude Wanniski (1978) sobre economía de la oferta, el recuentorelacionado de Martin Anderson (1988) sobre la Revolución Reagan, y el análisis de RobertBartley (1992) sobre el papel de la economía de la oferta durante la década de 1980.26 El mejor recuento de mis ideas en relación con la economía de la oferta en otoño de 1974se presenta en Wanniski (1974).27 La experiencia Reagan también permitió probar el modelo Mundell-Fleming con tasas decambio flexibles. Para este modelo, véase Mundell (1960, 1961b, 1961c, 1962, 1963, 1964) yJ. Marcus Fleming (1962). Antes de que se creara este modelo a comienzos de la década de1960, no había manera de analizar los efectos del estímulo monetario o fiscal en un marcoque tomara en cuenta las tasas de cambio, las tasas de interés, la balanza de pagos y eldéficit presupuestario. El modelo Mundell-Fleming predijo que el estímulo fiscal combina-do con restricción monetaria se traduciría en un mayor déficit presupuestario, un aumentode las tasas de interés, la afluencia de capital, la revalorización de la moneda y el deteriorode la balanza comercial y del déficit en cuenta corriente. Todas estas consecuencias sesintieron después del estímulo fiscal del gobierno de Reagan que consistió en mayor gastoy fuertes reducciones de las tasas impositivas en el período 1982-1984.

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categoría desde 193228 . La expansión de 1982-1990 fue la segunda más larga hastaesa fecha y, junto con la acumulación de armamento, ayudó a convencer a loslíderes de la Unión Soviética de que permitieran que la Europa del Este escogieralibremente su propio sistema.

El crecimiento continuó hasta la recesión de 1990-1991 de nueve meses de despi-dos laborales, que probablemente costó la reelección al presidente George H. W.Bush. La expansión se reinició en la primavera de 1991 y continuó por lo menoshasta finales de la década, lo cual hizo del período combinado de 1982-2000 lamayor expansión en la historia de cualquier país. Durante este período, se crearonno menos de 37 millones de nuevos empleos. El promedio Dow Jones se disparóde menos de 750 en el verano de 1982 a más de 11.000 para finales de siglo.

Mientras tanto, el retiro de la Unión Soviética de la Europa del Este (debido en parte,como ya indicamos, al éxito de la economía de la oferta) hizo posible la unificaciónde Alemania y trajo consigo un nuevo impulso para la integración monetaria ypolítica europea. El gasto fiscal producto del gasto alemán en sus nuevos estadossacudió el mecanismo de tasa de cambio del Sistema Monetario Europeo29 . Algunospaíses abandonaron el mecanismo de tasa de cambio, y otros optaron por la deva-luación dentro del mecanismo. Sin embargo, el 1 de enero de 1994, se creó elInstituto Monetario Europeo y, para mediados de 1998, se estableció su sucesor, elBanco Central Europeo. El 1 de enero de 1999, se lanzó el euro con 11 miembros.Estaba iniciándose una nueva era en el sistema monetario internacional.

28 En el primer mandato de Reagan, la revalorización del dólar había logrado controlar lainflación, pero con la desaceleración del crecimiento al final del período, el dólar revaluadoya no servía a los intereses de Estados Unidos. En 1984 y comienzos de 1985, se cambió lamezcla de políticas por dinero más fácil y esto se tradujo en la devaluación del dólar,aunque no lo suficiente para satisfacer al gobierno. En otoño de 1985, en una reunión delGrupo de los Cinco en el Hotel Plaza en Nueva York, los cinco países de los “DEG” organi-zaron una devaluación más concertada que acercó el dólar más a los niveles de 1980.29 En los últimos años de la década de 1980, Alemania había otorgado préstamos a otrospaíses, principalmente de Europa Occidental, equivalentes a alrededor de 4 por ciento de suPIB con el correspondiente superávit en cuenta corriente. La unificación de Alemania setradujo en un enorme gasto público en Alemania del Este de más de $100 mil millonesanuales. Este choque fiscal condujo a un gran déficit financiado con bonos y mayores tasasde interés que invirtieron la salida de capital al exterior e internalizaron los ahorros deAlemania, lo cual convirtió el gran superávit en cuenta corriente en un pequeño déficit. Pararesistir la presión inflacionaria, el Bundesbank mantuvo firmes las condiciones de crédito y,frente a un aumento repentino de la demanda monetaria, el marco se remontó y levantójunto con él a todas las demás monedas que estaban en el mecanismo de tasa de cambio. Larevaluación ayudó a estabilizar la economía alemana, pero en detrimento de algunos de sussocios. El episodio constituyó otra prueba del modelo Mundell-Fleming, con resultadossimilares a los obtenidos durante el gobierno de Reagan, salvo por la ausencia en Alemania,y la presencia en Estados Unidos, de efectos de crecimiento de la oferta.

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La introducción del euro modifica el paisaje monetario internacional. Con el euro,desde su mismo nacimiento la segunda moneda más importante del mundo,surge un mundo monetario tripolar, conformado por el dólar, el euro y el yen. Lastasas de cambio entre estas tres islas de estabilidad se convertirán en los preciosmás importantes de la economía mundial.

Sin duda, la creación del euro conducirá a su adopción generalizada en EuropaCentral y del Este, así como en la ex Comunidad Financiera Africana (CFA) de laZona del franco en África y en la costa del Mediterráneo. La expansión del áreadel euro ampliada, incluidas no sólo las monedas que ingresen tras una amplia-ción de la Unión Europea, sino también las monedas que se fijan en relación conel euro, le brindará con el tiempo un área de transacciones mayor que la deEstados Unidos e inevitablemente provocará una expansión compensatoria delárea del dólar en América Latina y partes de Asia. Es probable que se formen otrasáreas monetarias, al adaptar a las necesidades locales el ejemplo de Europa. Perola estabilidad para el futuro cercano se garantizará mejor mediante la estabiliza-ción con una de las áreas del “Grupo de los Tres”.

La década de 1970 fue una década de inflación, pero los años 80 fueron una décadade corrección y los 90 una década de estabilidad relativa. El experimento con tasasde cambio flexibles en la década de 1970 se inició como un desastre, desde el puntode vista de la estabilidad económica, pero, sin embargo, puso en marcha un meca-nismo de aprendizaje que no habría existido en su ausencia. La lección fue que lainflación, los déficit presupuestarios, las grandes deudas y el gran gobierno sontodos perjudiciales para el bienestar público y que el costo de corregirlos es tan altoque ningún gobierno democrático desea repetir la experiencia. En consecuencia,prácticamente todos los países desarrollados de la OCDE habían reducido de mane-ra drástica los déficit presupuestarios y disminuido las tasas de inflación hacia lasque existían en el período del patrón oro mundial antes de 1914.

En muchos sentidos, el comportamiento de la economía en la década de 1990 escomparable con el de la primera década del siglo. Las finanzas prudentes tanto enese entonces como ahora produjeron efectos similares. Pero en dos aspectos,nuestros arreglos modernos (estoy tratando de evitar la palabra “sistema”) soninferiores a los del sistema anterior: la actual volatilidad de las tasas de cambio yla ausencia de una moneda mundial.

La volatilidad de las tasas de cambio es especialmente perturbadora entre paísescuando cada uno de ellos ha logrado estabilidad de precios, según los índices y lasdefiniciones locales. Por consiguiente, la volatilidad mide las fluctuaciones en lastasas de cambio reales, supone cambios disfuncionales entre industrias de bienesnacionales e internacionales, y agrava la inestabilidad en los mercados financieros.

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Robert A. Mundell / Reconsideración del siglo XX 29

¿Cuánta flexibilidad es buena? Si pensamos en el euro como el “fantasma delmarco”, ¿podríamos ver las variaciones pasadas en la tasa marco-dólar como unpresagio de la tasa dólar-euro en el futuro? Entre 1971 y 1980, el marco se duplicófrente al dólar, a $1 = DM 1,7; entre 1980 y 1985, se redujo a la mitad, a $1 = DM3,4; entre 1985 y la crisis de 1992, se duplicó por más de dos, a $1 = DM 1,39, ydesde entonces ha caído a $1 = DM 1,9. La tasa marco-dólar ha fluctuado haciaarriba y hacia abajo en más de 100 por ciento, una montaña de volatilidad queharía que la crisis del mecanismo de tasa de cambio de 1992 pareciera una peque-ña colina. Si la tasa dólar-euro experimentara movimientos similares, se desmem-braría la tierra del euro.

Tampoco nos da más tranquilidad observar la tasa yen-dólar. El dólar bajó de 250yenes en 1985 a 79 yenes en 1995, y luego subió a 148 yenes en 1998 (cuando seesperaba según los pronósticos que llegara a 200), y luego bajó a 105 yenes acomienzos del año 2000.

El siglo XX no será testigo nuevamente de tasas de cambio fijas entre los países delGrupo de los Tres. Pero es absolutamente posible que un nuevo sistema monetariointernacional surja en el siglo XXI. La convergencia de las tasas de inflación se havuelto asombrosa, mejor que la que existió en ciertos períodos de la era de BrettonWoods, comparable al patrón oro en sí, como se destaca en la Tabla 3.

Puede parecer lejana, pero creo que en razón del grado de convergencia de lainflación, no sería imposible la creación de algún tipo de unión monetaria de lastres áreas. Las mismas condiciones se derivarían de un sistema de tres monedas ytasas de cambio fijas en el que exista acuerdo en relación con una tasa de infla-ción común y una distribución equitativa del señoreaje. Si es concebible estearreglo de tasas de cambio fijas entre países que hayan convergido, no sería unpaso muy grande el que habría que dar para crear un sistema monetario interna-cional reformado con una moneda mundial del tipo propuesto inicialmente en losdías de Bretton Woods.

Para concluir esta sección, cabe preguntarnos qué lecciones podemos aprenderdel último tercio del siglo XX. La primera es que las tasas de cambio flexibles, porlo menos inicialmente, no brindaron la misma disciplina que las tasas fijas. Lasegunda lección es que los costos de la inflación son mucho más elevados en unmundo en el que exista un sistema de impuesto sobre la renta con tasas impositivasprogresivas. En tercer lugar, es posible tomar conciencia de la necesidad de lograrla estabilidad monetaria y aprender los medios para alcanzarla. Y la cuarta lecciónes que la mezcla de políticas puede desplazar la curva de Phillips.

La experiencia da origen a su propia reacción: Platón, el inflacionista, dio origena Aristóteles, el hombre de la moneda fuerte. La reacción en la década de 1980 dio

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30 Revista BCV / Vol. XIV, N° 2 / 2000

aliento a la independencia del banco central. Los gobiernos se vieron obligados aacoplarse al molde de Maastricht y tuvieron que reducir el crecimiento del gastoy los déficit. La economía de la oferta señaló uno de los mecanismos para sujetarcon correas a los ministros de finanzas.

Tabla 3Tasas de inflación entre los tres grandes

1999

1995 1996 1997 1998 I II III

Estados Unidos 2,8 2,9 2,3 1,6 1,7 2,1 2,3

Japón –0,1 0,1 1,7 0,6 –0,1 –0,3 0,0

Área del euro* 1,8 1,5 1,8 1,0 0,8 1,0 1,1

Fuentes: IMF International Financial Statistics (Fondo Monetario Internacional, enero 2000, p. 57).* Índice del costo de vida en Alemania para 1995-1998, índice de precios al consumidor dela Unión Monetaria Europea para 1999.

Sin embargo, hay una lección que todavía queda por aprender. Las tasas decambio flexibles son un mal innecesario en un mundo en el que cada país hayalogrado estabilidad de precios.

Conclusiones

Llegó el momento de cerrar el siglo con algunas conclusiones. La primera es queel sistema monetario internacional depende de la configuración de poder de lospaíses que lo integran. Bismarck dijo una vez que el acontecimiento más impor-tante del siglo XIX fue que Inglaterra y Estados Unidos hablaron el mismo idioma.En estos términos, el acontecimiento más importante del siglo XX ha sido elsurgimiento de Estados Unidos como una superpotencia. A pesar del aumentoincreíble de la producción de oro, la ley de Gresham30 entró en juego y el dólardesplazó al oro como la principal moneda internacional.

Durante el primer tercio del siglo XX, la economía estuvo dominada por el en-frentamiento entre el sistema de la Reserva Federal y el patrón oro. El patrón orofracasó en la Primera Guerra Mundial y su restablecimiento en la década de 1920dio origen a la deflación de los años 30. Los economistas culparon al patrón oroen lugar de al mal manejo que ellos hicieron de este patrón, y pasaron de la

30 La ley de Gresham era bien conocida por los antiguos griegos e incluso fue usadahumorísticamente en la obra de Aristófanes, Las ranas. Para un análisis reciente, véaseMundell (1998).

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Robert A. Mundell / Reconsideración del siglo XX 31

automaticidad internacional al control nacional. La Gran Depresión en sí desenca-denó el totalitarismo y la Segunda Guerra Mundial.

El segundo tercio del siglo XX estuvo dominado por la contradicción entre lagestión macroeconómica nacional y el nuevo sistema monetario internacional. Enel nuevo sistema, Estados Unidos fijaba el precio del oro y los demás paísesprincipales fijaban sus monedas con respecto al dólar convertible. Pero la gestiónmacroeconómica nacional impidió la operación del mecanismo de ajuste interna-cional y el sistema se descalabró a comienzos de la década de 1970, cuandoEstados Unidos dejó de fijar el precio del oro y los demás países dejaron de fijarsus monedas con respecto al dólar.

El último tercio del siglo XX comenzó con la destrucción del sistema monetariointernacional y el vacío obligó a autoridades y académicos a buscar una “estructu-ra”. En la década de 1970, el llamado del clarín fue para establecer un “nuevoorden monetario internacional”, y en la década de 1990, una “nueva arquitecturamonetaria internacional”. El antiguo sistema era una manera de manejarmultilateralmente el problema de la inflación. La flexibilidad dejó que cada paíscontrolara la inflación por su cuenta. La inflación fue el resultado inicial, pero unmecanismo de aprendizaje educó gradualmente a una generación de autoridadesmonetarias sobre las ventajas de la estabilidad, y para finales de siglo la prudenciafiscal y el control de la inflación se habían convertido nuevamente en la consignade todos los países ricos y muchos de los países pobres.

Actualmente, el dólar, el euro y el yen han establecido tres islas de estabilidadmonetaria, que es un gran avance en relación con las décadas de 1970 y 1980. Noobstante, existen dos partes de la tarea que quedan aún por resolver. La másimportante es la volatilidad disfuncional de las tasas de cambio que podría entur-biar las relaciones internacionales en época de crisis. La otra es la ausencia de unamoneda internacional.

El siglo finaliza con un sistema monetario internacional inferior al sistema con elque se inició, pero mucho mejor en comparación con la situación que existía haceapenas dos décadas y media. Queda por ver de dónde vendrá el liderazgo y si larestauración del sistema monetario internacional será compatible con la configu-ración de poder de la economía mundial. Ciertamente contribuiría con la armoníamundial.

(Traducción: Gladys Sanz)

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32 Revista BCV / Vol. XIV, N° 2 / 2000

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América Latina: una región en riesgo.Pobreza, inequidad e institucionalidad social

KliksbergBernardo Kliksberg*

Una realidad inquietante

El tema social se halla actualmente en el centro del escenario histórico de AméricaLatina. Se suceden desde las más variadas fuentes los llamados de alerta sobre lamagnitud y profundidad de los problemas que sacuden a la región en el camposocial. La mayor reunión de presidentes del Continente, la cumbre hemisférica(Santiago de Chile, 1998) consignó en su declaración final, suscripta por todos losmandatarios, que “superar la pobreza continúa siendo el mayor desafío confron-tado por nuestro Hemisferio”. Caracterizando algunos de los principales proble-mas existentes, los presidentes indicaron “estamos decididos a remover las barre-ras que deniegan a los pobres el acceso a nutrición adecuada, servicios sociales,un medio ambiente saludable, créditos y títulos legales sobre su propiedad”. El

*El autor ha prestado asesoría a diversos organismos internacionales, entre ellos: ONU, OIT,BID y otros. Ha sido Director del Proyecto de Naciones Unidas para América Latina deModernización del Estado y Gerencia Social, y es actualmente el Coordinador del InstitutoInteramericano para el Desarrollo Social (INDES/BID). Ha escrito numerosas obras y trabajos,entre los últimos: Pobreza. Un tema impostergable. Nuevas respuestas a nivel mundial (Fondode Cultura Económica); Desigualdad en America Latina (UNESCO, Cortez, Brasilia); Eldesarrollo humano en Venezuela (Monte Ávila, PNUD). Ha sido designado Doctor Ho-noris Causa por las Universidad Nacional del Zulia, y por la Universidad Nacional Baralt.

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secretario general de la CEPAL, José A. Ocampo resaltó (1998) sobre la situaciónque “siguen aumentando los niveles de pobreza absoluta, los niveles de desigual-dad no muestran mejoría y sigue aumentando el empleo en el sector informal”. Elpresidente del BID, Enrique V. Iglesias ha destacado (1997) que “el proceso decambio ha dejado sin resolver en la gran mayoría de los países un tema central: lapobreza crítica y la mala distribución del ingreso”. El Banco Mundial ha hechocontinuos señalamientos sobre la gravedad del problema: “América Latina es no-table como una región en la que la pobreza, particularmente la pobreza absoluta,no registra mejora alguna” (Burki, 1996), e indicó en reciente conferencia interna-cional sobre la región (Chile, 1999), los riesgos que corría la democracia en talescondiciones. La secretaria de Estado de EE.UU., Madeleine Albright, lamentó enun discurso para líderes empresariales de las Américas (1999) las desigualdadesen ingresos y educación en América Latina, resaltó que son mayores que encualquier otro continente y advirtió que “ni la democracia ni la prosperidad pue-den durar a menos que tengan una base amplia”. Un respetado economista, CelsoFurtado (1998), vaticinó “que la gobernabilidad estará en riesgo si no se revierte elproceso de concentración de ingresos y exclusión social”. A estas voces de líderespolíticos, organismos internacionales, gobiernos externos y pensadores, se sumaun hondo clamor que surge de las bases de la sociedad. La principal preocupa-ción que hoy aflige a los latinoamericanos se halla, según las encuestas de opi-nión, en los temas sociales. Interrogados por Latinobarómetro (1998), encuestaque cubre a la mayoría de los países de la región, sobre los problemas másimportantes en sus países, los interrogados contestaron señalando, como los prin-cipales, a diversos problemas sociales: desocupación 21 por ciento, educación 18por ciento, bajos salarios 8 por ciento, pobreza 7 por ciento, inestabilidad en elempleo 6 por ciento. A ellos se sumó corrupción 7 por ciento.

Las advertencias desde tan diversas fuentes, y el clamor de la población por solucio-nes, han influido en un cambio radical en la presencia del tema social en la granagenda de discusión de la región. La problemática social tenía hasta hace pocosaños limitada inclusión en dicha agenda. Era casi necesario hacer lobby para conse-guir que formara parte de los temarios de las reuniones presidenciales, y aparecieracon significación en los medios masivos. Hoy aparece obligadamente en el ordende dichas reuniones, se ha convertido en la cuestión eje de las campañas electoralesen donde los candidatos de todas las tendencias sienten que deben tomar posiciónfrente a ella, y es una materia de información crecientemente jerarquizada pordiversos medios de opinión. La gran mayoría de los sectores percibe que la regióntoda se halla en riesgo por lo que está sucediendo en materia social.

Ello ha llevado al replanteo de ideas tradicionales al respecto, al planteo de nue-vos interrogantes, y a la búsqueda acuciosa de soluciones más efectivas frente al

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Bernardo Kliksberg / América Latina: una región en riesgo… 37

claro fracaso de las convencionales. Hay dos grandes áreas donde la discusiónestá comenzando a activarse hacia direcciones renovadoras. La primera es la delas políticas sociales. Hay reenfoques importantes en marcha sobre su rol, suinter-relación con las políticas económicas y sus contenidos. El otro, es el de losproblemas gerenciales e institucionales que plantea la ejecución de políticas so-ciales de nuevo cuño. El presente trabajo tiene por finalidad poner a foco algunosde los temas cruciales que deben analizarse y encararse en ambas áreas para“refrescar” con aires nuevos la acción en el campo social. A tal fin, en primer lugarreconstruye un cuadro de situación sobre algunos de los principales problemassociales que afronta la región, para disponer de un marco de referencia concretosobre la problemática abierta. En segundo término, presenta y analiza líneas delnuevo debate que está surgiendo sobre las políticas. En tercer término, reflexionasobre la institucionalidad social que sería necesaria para posibilitar la realizaciónde políticas renovadoras. Finalmente formula una reflexión de conjunto.

Cuadro de situación social

La inquietud por lo social que recorre el Continente tiene razones muy concretasen qué basarse. Vastos sectores de la población sufren dificultades y carencias queafectan duramente sus condiciones básicas de existencia. A continuación se rese-ñan sumariamente nueve problemas sociales clave de gran impacto en la región.Hay diversos otros problemas sociales que deberían agregarse a esta lista, perolos enfocados permiten aproximarse a lo que constituye la “vida cotidiana” demuchísimos latinoamericanos.

El aumento de la pobreza

Hay disensiones metodológicas significativas sobre cómo medir la pobreza. Sinembargo, la mayor parte de las fuentes internacionales coincide en una constata-ción básica respecto a la región: la pobreza ha crecido considerablemente en ellaen las dos últimas décadas. El gráfico siguiente indica los resultados que se obtie-nen adoptando un criterio de uso frecuente, considerar pobres a quienes gananmenos de dos dólares diarios. La medición por otros criterios como la canastabásica de vida, normalmente arroja resultados mayores. Pero aún utilizando estamedición “conservadora” de la pobreza, es posible apreciar nítidamente la ten-dencia:

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Gráfico N° 1Evolución de la pobreza en América Latina1970-1995

160

150

140

130

120

110

100

90

80

70

Millones de personas

1970

1972

1974

1976

1978

1980

1982

1984

1986

1988

1990

1992

1994

Fuente: BID, Informe de progreso económico y social, 1998.Nota: Línea de pobreza de 2 (ppp ajustado) en dólares de 1985 per cápita.

Como se observa, con fluctuaciones menores, la pobreza ha crecido fuertementeen la región desde los inicios de los 80. Dadas las condiciones económicas recesivasde los dos últimos años, 1998 y 1999, es probable que la situación se haya dete-riorado aún más en ellos.

Algunas de las mediciones nacionales recientes permiten tener idea de la magni-tud del problema. El informe “Estado de la región” (PNUD-Unión Europea, 1999)indica, respecto a Centroamérica, que son pobres el 75 por ciento de losguatemaltecos, el 73 por ciento de los hondureños, el 68 por ciento de los nicara-güenses, y el 53 por ciento de los salvadoreños. En los sectores indígenas las cifraspueden ser aún peores. Así en Guatemala es pobre el 86 por ciento de la pobla-ción indígena frente al 54 por ciento de los no indígenas. En Venezuela los estima-dos oficiales señalan que es pobre el 80 por ciento de la población. En Ecuador seestima que el 62,5 por ciento de la población está por debajo del umbral depobreza. En Brasil se ha estimado que el 43,5 por ciento de la población ganamenos de dos dólares diarios y que 40 millones de personas viven en pobrezaabsoluta. En Argentina la tasa de pobreza de las provincias del noreste es del 48,8por ciento y la de las provincias del noroeste, 46 por ciento. Una estimación

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Bernardo Kliksberg / América Latina: una región en riesgo… 39

reciente (1999) indica que el 45 por ciento de los niños menores de 14 años delpaís, son pobres. Una estimación de las Naciones Unidas para toda la regiónrefiere que entre 1970 y 1980 había 50 millones de pobres e indigentes, pero queen 1998 serían 192 millones (Verrier, 1999).

Frente a estas cifras resulta casi trivial el tipo de línea argumental utilizada poralgunos sectores relativizando el problema: “pobres hay en todos lados”, “pobresha habido siempre”. Existe efectivamente pobreza en numerosas sociedades. Peromientras en los países desarrollados tiende a estar por debajo del 15 por ciento dela población, en diversos países de América Latina triplica, cuadruplica, oquintuplica, esa cifra. El informe de una comisión regional presidida por PatricioAylwin (1995) estima que se hallarían en pobreza “casi la mitad de los habitantesde América Latina y el Caribe”. Ello significa otro tipo de problema totalmentedistinto. No se trata de “bolsones de pobreza”, sino de extensos sectores en esasituación. Por otra parte, como se ha visto, las cifras marcan una tendencia alaumento de la pobreza en la región.

Algunos impactos de la pobreza

Las cifras sobre crecimiento de la pobreza brevemente referidas se transforman encarencias y penurias agobiantes en la vida diaria. Más de 10 millones de centro-americanos (29 por ciento de la población) no tienen acceso a servicios de salud,y dos de cada cinco carecen de agua potable y saneamiento básico. Un tercio dela población de Centroamérica es analfabeta. Una tercera parte de los niños me-nores de cinco años presenta una talla inferior a lo normal en lo que incidenprocesos de acumulación de insuficiencias nutricionales en la madre y el niño.

En Venezuela se estima que 10 millones de personas viven en pobreza extrema(FUNDACREDESA, 1999). Un estudio mundial de la UNICEF sobre familias sinacceso a una instalación sanitaria (un baño) ubica a Brasil entre los países endonde el 50 por ciento de la población está afectada por ese problema básico.Según las cifras oficiales, en el Gran Buenos Aires, la zona de mayor población dela Argentina, uno de cada cinco niños presenta desnutrición.

Estas y otras expresiones de la pobreza repercuten en las dimensiones fundamen-tales de la vida. Crean dificultades muy importantes en lo que Amartya Sen deno-mina “las capacidades básicas de funcionamiento de las personas”, deterioran lacalidad de la vida, y acortan la esperanza de vida respecto a las cifras esperablesen condiciones normales. Se cumple para amplios sectores en la región el señala-miento hecho por un investigador del tema social en el mundo desarrollado,Peter Townsed: “la pobreza mata”.

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Desempleo e informalidad

La pobreza está fuertemente ligada a los difíciles problemas que se presentanactualmente a la población para obtener un trabajo estable. La región tiene enprimer término una alta tasa de desocupación abierta. Dicha tasa ha venido as-cendiendo. Puede observarse en el gráfico siguiente cómo en los países de máspoblación de la región (Brasil, México, Argentina, Colombia, Venezuela) las cifrasde 1997 eran marcadamente superiores a las de 1989.

Gráfico N° 2Tasa de desempleo, total, zonas urbanas

20.0

18.0

16.0

14.0

12.0

10.0

8.0

6.0

4.0

2.0

0.0

%

Bol

ivia

Méx

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Uru

guay

Col

ombi

a

Arg

entin

a

Pan

amá

1990

1997

Fuente: CEPAL, Panorama social de América Latina, 1998.

En los años recientes el problema se ha pronunciado. Según los estimados deTokman (1998) la tasa de desempleo promedio subió de 7,2 por ciento en 1997,a 8,4 por ciento en 1998, y se estima en 9,5 por ciento en 1999.

Cuando se desagrega por edades se observa que el problema es más agudo aúnen las edades jóvenes. Puede observarse la situación a continuación:

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Bernardo Kliksberg / América Latina: una región en riesgo… 41

Cuadro N° 1Tasas de desempleo abierto entre los jóvenes de zonas urbanas

Tasa de Tasa de desempleo, desempleo,total de la Población entre

País Sexo población 15-24 años

Argentina Total 13,0 22,8Hombres 11,5 20,3Mujeres 15,5 26,7

Brasil Total 7,4 14,3Hombres 6,4 12,4Mujeres 8,9 17,0

Colombia Total 8,0 16,2Hombres 5,4 11,9Mujeres 11,6 21,0

Chile Total 6,8 16,1Hombres 5,9 14,0Mujeres 8,4 19,3

Uruguay Total 9,7 24,7Hombres 7,3 19,8Mujeres 13,0 31,5

Fuente: CEPAL, “Panorama social de América Latina, 1996” (mencionado por A. Minujín,“Vulnerabilidad y exclusión en América Latina”, en Bustelo y Minujín, Todos entran, UNICEF,Santillana, 1998).

En todos los casos las tasas de desempleo de los jóvenes duplican las elevadastasas generales. También puede apreciarse que hay un problema de género. Eldesempleo entre las mujeres jóvenes es mayor al que se da entre los hombresjóvenes.

Al problema del desempleo se le suma el crecimiento de los trabajos informales.Si bien el universo de los mismos es heterogéneo, un porcentaje mayoritario es,según lo caracteriza el PREALC, trabajos inestables, sin apoyo tecnológico ni cre-diticio, y sin cobertura social. Un puesto de trabajo en la economía informal tienede una tercera a una cuarta parte de la productividad de uno en la economíaformal. Según los cálculos de Tokman, en 1980 trabajaba en la economía informalel 40,6 por ciento de la mano de obra no agrícola ocupada, y actualmente la cifrahabría ascendido al 59 por ciento.

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42 Revista BCV / Vol. XIV, N° 2 / 2000

Las ocupaciones informales implican en muchos casos puestos de trabajo frágiles,de baja calidad, y sus ingresos son comparativamente cada vez menores en rela-ción a los puestos de trabajo de la economía formal. De acuerdo a la CEPAL(1997), los que se desempeñan en la economía informal ganan en promedio el 50por ciento de quienes lo hacen en empresas modernas y trabajan más horas. Lasdiferencias salariales entre los profesionales y técnicos y los trabajadores en secto-res de baja productividad aumentaron entre un 40 y un 60 por ciento entre 1990y 1994. Un tercer problema es actualmente el de la precarización de las condicio-nes de trabajo. Aumentan los trabajadores sin contrato, o bajo contratos tempora-les. Se estima que cerca del 35 por ciento de los asalariados está en esas situacio-nes en Argentina, Colombia y Chile, y el 74 por ciento en el Perú.

Déficit en salud pública

Hay avances considerables en las condiciones de salud de la región. Sin embargo,cuando se desagregan los datos se observan considerables brechas entre los paí-ses e internamente en ellos. Tienen clara presencia en tres de los principalesindicadores de salud pública. En cuanto se refiere a la esperanza de vida, mientrasla misma es en Costa Rica de 76,3 años, sólo llega en Haití a 56,6 y en Bolivia a59,3. En cuanto a mortalidad infantil, en Costa Rica perecen 13,7 niños de cadamil, antes de cumplir un año de edad. En cambio la tasa llega en Haití a 86,2, enBolivia a 75,1, en Brasil a 57,7, en Perú a 55,5. Las cifras de mortalidad maternason en Costa Rica inferiores a 28 por 100.000 madres por año. En barrios urbanosde Lima se han estimado en 286, y en comunidades indígenas mapuches en 414.

Diversos análisis indican que tras esas inquietantes cifras en diversas áreas geográ-ficas y grupos de la población, subyacen entre otros aspectos marcados déficit enaspectos cruciales para la salud pública. El acceso a agua potable, instalacionessanitarias, alcantarillado, y energía eléctrica, es limitado para amplios sectores. Ellocrea factores de riesgo de mucho peso en salud. Se estima que 130 millones depersonas carecen de agua potable. Por otra parte, el costo del agua para los pobreses mucho mayor que para las clases medias y altas. Un informe reciente de laComisión Mundial del Agua (Banco Mundial, 1999) calculó que para adquirir unmetro cúbico de agua un habitante de los barrios de Lima tiene que pagar 20 vecesel importe que abona un residente urbano, de los estratos medio o alto, que sóloabre la canilla de su casa. La falta de agua potable y de instalaciones de disposiciónde excretas es esencial en todo orden de riesgos en salud, particularmente para lapoblación infantil, entre otras expresiones, a través de las infecciones intestinales.En 11 países de la región la diarrea es una de las dos principales causas de muerteen niños de menos de un año. Asimismo los déficit de agua potable facilitaron laextensión del cólera en los 90 que causó en tres años 811.000 casos.

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Bernardo Kliksberg / América Latina: una región en riesgo… 43

También se detectan en la región significativos problemas alimentarios de altaincidencia en la salud. Señala un informe conjunto de la Organización Panameri-cana de la Salud (OPS) y la CEPAL (1998) que: “Se observa en casi todos los paísesde la región un incremento en enfermedades no transmisibles crónicas asociadascon alimentación y nutrición... Las medidas de ajuste implementadas por los paí-ses han afectado la disponibilidad nacional de alimentos y han tenido repercusio-nes negativas sobre el poder de compra de los grupos más pobres, amenazandola seguridad alimentaria”.

Los factores anteriores causan riesgos considerables de salud para diversos secto-res de la población. A su vez la cobertura de salud es restringida para los sectoresmás incididos por esos factores de riesgo. La OPS ha estimado que 130 millonesde latinoamericanos carecen de acceso consistente a servicios de salud.

Problemas en educación

Se han hecho importantes progresos en educación en la región. Ha avanzadofuertemente la matriculación en las escuelas primarias. La gran mayoría de losniños inicia la escuela. También han descendido las cifras de analfabetismo. Perojunto a estos logros se presentan varios problemas que despiertan fuerte preocu-pación. El primero es el de la deserción. Cerca del 50 por ciento de los niños quese matriculan en la primaria no la finalizan. También las tasas de deserción ensecundaria son muy considerables por lo que en definitiva una reducida parte dela población tiene estudios secundarios completos. El segundo problema es larepetición. El Banco Mundial (1995) estima el nivel de repetición como “uno delos más altos del mundo en desarrollo”. Casi la mitad de los niños repiten elprimer grado, y un 30 por ciento cada uno de los grados siguientes. Puryear(1997) estima que un niño latinoamericano promedio está cerca de siete años enla escuela primaria, donde sólo completa cuatro grados. Pueden apreciarse lasdimensiones de la repetición en el siguiente gráfico:

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Gráfico N° 3Tiempo necesario para graduarse de sexto grado1988-1992

Panamá

Uruguay

Colombia

Chile

Venezuela

Perú

Minas Gerais

Honduras

El Salvador

Guatemala

Nicaragua

6

Años

6 7 8 9 10 11 12

Fuente: Publicaciones varias del Banco Mundial. Incluido en Claudia Piras “Una herramientapara mejorar la educación: mayor poder para las escuelas”. Políticas de Desarrollo. Boletín deInvestigación, BID, marzo 1997.

En todos los países consignados el niño promedio tarda más de 6 años en cursar6 grados. En Nicaragua más de 11 años, en Perú 9, en Venezuela más de 7. El pesode la elevada deserción y de la repetición determina que la tasa de escolaridadpromedio de toda la región sea de 5,2 años. Los latinoamericanos están llegandoal nuevo siglo sin primaria completa.

Un análisis del BID (1998) sobre la situación en 15 países de la región, ha estable-cido que de cada 100 niños matriculados en la escuela primaria en primer grado,en Bolivia, Brasil, Colombia y Perú, sólo llegan a terminar 9 años de escolaridad,15. En Guatemala, Haití y República Dominicana la cifra es aún mucho menor, 6.

La desagregación de los datos indica que desde ya las cifras no son las mismaspara todos los sectores sociales. El siguiente gráfico da cuenta de algunas de lasdisparidades:

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Bernardo Kliksberg / América Latina: una región en riesgo… 45

Gráfico N° 4Porcentaje de niños de 7 a 14 años rezagados en sus estudios por residencia ycuartiles de ingreso en países seleccionados 1990

Chile

Venezuela

Costa Rica

Brasil

Honduras

Guatemala

6

Rural cuartil 4

0 20

Rural cuartil 1

Urbano cuartil 4

Urbano cuartil 1

40 60 80 100

15.726.3

7.219

33.856.5

9.730.3

30.330.3

30.330.3

19.845.5

7.931.4

32.250.3

7.127.1

58.4

13.650.4

83.1

Fuente: CEPAL 1993. Incluido en CELADE, BID “Impactos de las tendencias demográficassobre los sectores sociales en América Latina”, 1996.

Las cifras de deserción y repetición son mucho mayores entre los estratosdesfavorecidos y en las zonas rurales. Así en Brasil de cada 100 niños del 25 porciento más pobre de la población, 45 desertan o repiten, mientras que en el 25por ciento más rico la cifra se reduce a 9. En el análisis del BID antes citado(1998), se determinó que en los 15 países analizados, los jefes de hogar del 10 porciento más rico de la población tienen 12,1 años de educación. En cambio losjefes de hogar del 30 por ciento más pobre, tienen sólo cinco años de educación.Hay una brecha de 7,1 años, que es aún mayor en México, 9 años, y en Brasil,Panamá, y El Salvador, 8 a 9 años.

Las cifras dan cuenta de profundas inequidades en las oportunidades educativas.Las mismas se agudizan aún más si se toma en cuenta la calidad de la educaciónrecibida. Las escuelas públicas a las que asisten los niños de los estratosdesfavorecidos tienen condiciones mucho más desfavorables para la enseñanza.El deterioro que se ha producido en muchos casos en cuanto a inversiones en

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edificios, mantenimiento, medios modernos de educación, y salarios las ha colo-cado en una posición muy desventajosa. Así, se estima que en una escuela priva-da los niños reciben 1.200 horas de clase anuales, en una pública urbana 800, y enuna pública rural 400. Los sueldos promedio de los maestros de las escuelasprivadas tienden a ser marcadamente superiores a los de la escuela pública.

Los procesos de deserción, repetición, y las brechas en calidad, están conforman-do sistemas de educación que pese a los esfuerzos se muestran altamenteinequitativos. Un destacado investigador del tema, Puryear (1997), describe conprecisión la situación:

“Los sistemas de educación primaria y secundaria de América Latina están fuerte-mente segmentados en función del status económico de las personas, quedandolas más pobres relegadas al sistema público en tanto que los ricos y la mayoría dela clase media asisten a colegios privados. Como resultado se tiene un sistemaprofundamente segmentado, en el cual los pobres reciben una educación que esabiertamente inferior a la que reciben los ricos. Un número desproporcional deaquellos que repiten, y aquellos que desertan, es pobre. Incluso cuando los po-bres permanecen en el colegio tienden a aprender menos”.

Los “nuevos pobres”

A la denominada pobreza estructural, correspondiente a grupos de la poblaciónen donde la pobreza se ha perpetuado durante generaciones, se adiciona actual-mente un grupo diferente, al que se ha llamado “los nuevos pobres”. Se trata defamilias que no eran pobres hasta hace pocos años atrás, y en donde en muchoscasos los progresos laboriosamente conseguidos por las generaciones anterioresse están perdiendo. Son sectores de las clases medias de los países que hanentrado en fuerte crisis ante diversos embates. Entre ellos se hallan: pequeñoscomerciantes e industriales que han debido cerrar sus empresas, personal despe-dido del sector público, profesionales cuyas oportunidades e ingresos se handeteriorado fuertemente, empleados públicos que han perdido parte significativadel valor real de sus ingresos, muchos de los informales que, como se ha señala-do, presentan una situación inestable y de bajos ingresos, jubilados cuyas rentasse han reducido fuertemente en términos reales. Son sectores en fuerte conflictointerno. Por un lado tienen diversos atributos propios de las clases medias: cultu-ra, educación, en algunos casos viviendas heredadas, aspiraciones propias de esesector social. Por otra parte, el nivel de sus ingresos y su inestabilidad laboral loscolocan por debajo del umbral de la pobreza.

La amplitud de estos sectores parece ser considerable. En Venezuela se estimaque la clase media se redujo a una proporción limitada en un período muy corto.

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En Argentina, Minujín (1997) señala que “los nuevos pobres que eran práctica-mente inexistentes en 1974, pasaron del 4,2 por ciento en 1980 al 18,4 por cientoen 1990”, y el proceso se ha seguido acentuando. Realidades semejantes se obser-van en Brasil, México, y otros países.

La erosión de la familia

La unidad familiar está siendo redescubierta actualmente por las ciencias sociales.Junto a sus fundamentales funciones espirituales y afectivas, numerosas investiga-ciones han puesto a foco las funciones claves que cumple en diversos aspectosdel desarrollo. Se sabe ahora que buena parte del rendimiento educativo de losniños está fuertemente influido por las características de la familia (CEPAL, 1997).El grado de organicidad de la familia, el capital educativo de los padres, la posibi-lidad e interés de los padres en dedicar horas al seguimiento de los estudios de losniños, el nivel de hacinamiento de la vivienda, muestran clara correlación con laperformance educativa.

La organicidad de la familia y los modelos de relación entre los padres, y de elloscon los hijos, inciden asimismo en aspectos clave como el desarrollo de la inteli-gencia emocional (Goleman, 1995), el desenvolvimiento de la criticidad y la crea-tividad (N. Kliksberg, 1999). La fortaleza de la familia incide asimismo en la salud.Kaztman (1997) resume estudios sobre el Uruguay que indican que los niñosextramatrimoniales tienen una tasa de mortalidad infantil mucho mayor, y que losniños que no viven con sus dos padres, presentan mayores daños en el desarrollopsicomotriz. Bordieau y Darbel (1999) resaltan el peso de la familia en las actitu-des hacia la cultura y el arte.

Esta unidad, eje de la historia humana, y como se advierte ahora fundamentalpara el desarrollo, está atravesando graves problemas en la región por el embatede la pobreza.

Los indicadores disponibles dan cuenta de diversos procesos de debilitamiento. Creceel número de familias incompletas con madres pobres, solas, jefas de hogar al frente.Se estima superior al 20 por ciento. Se observa una renuencia a formar familias. Antelas incertidumbres económicas, Filgueira (1996) detecta en el caso del Uruguay unaclara correlación entre descenso del salario real y disminución del número de matri-monios. Aumentan los nacimientos ilegítimos. Se incrementa el número de madresadolescentes Ellas difícilmente van a conformar familias orgánicas.

La familia humilde aparece cada vez con más dificultades para proporcionar unainfancia normal a los hijos. Está aumentando significativamente el número deniños menores de 14 años que trabajan. Según la OIT hay en América Latina másde 17 millones de niños trabajadores. Ello los va a convertir en candidatos natura-

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les para la deserción y la repetición escolar. Aumentan fuertemente los niños queviven en la calle, en la más absoluta miseria, y sometidos a todo orden de riesgos.Es una expresión límite de la incapacidad del núcleo familiar de contenerlos apro-piadamente y del fracaso de la sociedad toda en esta función básica. A todo ello sesuma el ascenso de la violencia doméstica en la región. Según estimaciones deBuvinic, Morrison y Schifter (1999), entre el 30 y 50 por ciento de las mujeres de laregión sufre de violencia psicológica en sus hogares, y un 10 a un 35 por ciento deviolencia física. Uno de los factores incidentes es el tremendo estrés socioeconómicoque están experimentando numerosas familias ante el avance de la pobreza.

El ascenso de la criminalidad

La región registra una gravísima tendencia al aumento de la criminalidad. Esactualmente la zona del mundo con más homicidios del globo, después del ÁfricaSubsahariana. La tasa promedio de América Latina cercana a 28,4 homicidios cada100.000 habitantes por año, más que duplica la tasa promedio mundial. La Orga-nización Panamericana de la Salud estima que la tasa de homicidios de la regióncreció en más de un 44 por ciento durante el período 1984-94. La criminalidad seha expandido en la gran mayoría de las ciudades. En Río de Janeiro en 1996, unode cada tres niños había sido asaltado y la mitad había visto un asalto. En elDistrito Federal de México en 1990 se robaban 40 automóviles por día, y en 1996,157. Incluso en ciudades con buenos niveles de seguridad en el pasado, comoBuenos Aires, también la situación se ha deteriorado.

La violencia latinoamericana aparece nítidamente como una violencia joven. Losdelincuentes tienden a ser de edades jóvenes. Diversos estudios están indicandosignificativas correlaciones entre las tasas de violencia, y factores como la organicidadde la familia, las tasas de desocupación juvenil, y los niveles educativos. Investi-gando los menores internados en el Instituto Nacional de Menor, en el Uruguay,Kaztman (1997) encontró que sólo uno de cada tres formaba parte de una familianormal. Sugerentemente un estudio de amplio alcance sobre la criminalidad enEE.UU., identificó que el 70 por ciento de los jóvenes en centros de detenciónjuvenil del país, provenían de familias con padre ausente (Dafoe Whitehead,1993). El aumento de la violencia parece asimismo tener fuertes lazos con la antesmencionada elevadísima tasa de desocupación de los jóvenes en la región, quesupera en muchos países el 20 por ciento y duplica los promedios nacionales. Lascifras indican también vínculos con educación. En El Salvador, donde el 60 porciento de los reclusos son menores de 30 años, el 45 por ciento no ha completadola escuela primaria. Si bien el tema es de gran complejidad e intervienen múltiplesfactores, los datos indican en general la existencia, en la región, de un vastocontingente de jóvenes que a través de los procesos descritos está quedando

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fuera del sistema educacional y del mercado de trabajo, que por ende presentauna alta conflictividad, y puede ser objeto de manipulación por los grupos crimi-nales organizados.

El círculo perverso de la exclusión

Los problemas reseñados no se dan aisladamente. Tienen profundas interrelacionesque van conformando “círculos perversos” regresivos. La pertenencia a un hogarpobre aumenta las probabilidades de que el niño deba trabajar y deserte de laescuela. Las bajas tasas de escolaridad van a marginarlo de la economía formal.Tendrá a su vez dificultades para formar familias que puedan superar estas condi-ciones. El destino de pobreza tenderá a reproducirse. Un aspecto clave, la proba-bilidad de ser desocupado, variará sustancialmente según el estrato social al quese pertenezca, como puede apreciarse en el gráfico siguiente:

Cuadro N° 2Distribución de los desempleados por deciles de ingresos(Porcentajes)

Argentina Brasil Colombia Chile México

1992 (a) 1990 (b) 1992 (c) 1992 (d) 1992 (e)

Total 100 100 100 100 100

1 33,6 25,6 18,6 29,0 13,8

2 19,2 13,1 15,4 15,3 17,0

3 9,8 12,2 11,9 14,4 15,2

4 14,0 13,0 11,0 9,2 10,2

5 7,8 9,6 10,6 9,7 11,3

6 5,1 6,7 11,0 5,6 7,4

7 5,2 7,1 6,2 5,8 10,8

8 0,9 5,6 7,0 3,9 2,5

9 2,1 3,4 5,4 4,9 7,5

10 2,4 3,5 2,7 2,2 4,2

(a) Buenos Aires, (b) São Pablo y Río de Janeiro, (c) Bogotá, (d) Gran Santiago, (e) áreas dealta densidadFuente: CEPAL, basado en tabulaciones de encuestas de hogares. Incluido en Jiménez y Ruedi(1998)

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Como se advierte en los primeros estratos del gráfico, los más pobres, las cifras dedesocupación multiplican más de 10 veces en casi todos los casos las que seregistran en el último estrato, el 10 por ciento de mayores ingresos.

El círculo perverso “familia pobre, educación incompleta, desocupación, pobre-za”, interactuará con otros círculos perversos como el de “falta de accesos a bie-nes básicos como agua potable, instalaciones sanitarias, electricidad, mala salud,dificultades laborales”, o el de “delincuencia, imposibilidad posterior de encontrartrabajo para reinsertarse, probabilidad de reincurrir en delincuencia”. En el con-junto de la situación se va produciendo un acentuado proceso de exclusión so-cial. Un extenso sector de la población se halla de hecho excluido del acceso auna educación adecuada, de la posibilidad de trabajos estables, de participar en lacultura, de disponer de una cobertura de salud. Los viejos ejes problemáticos deotros tiempos subsistentes aún en la región, rural/urbano, sociedad dual, sonahora superados en envergadura por la problemática de la inclusión/exclusión.

¿Cómo enfrentar el cuadro social descrito? ¿Por qué el fracaso de las visionestradicionales? En la siguiente sección exploraremos algunas de las líneas del nue-vo debate en curso respecto al desarrollo y las políticas sociales.

Nuevas ideas sobre desarrollo y política social

El Banco Mundial presentó recientemente su Informe Mundial sobre Desarrollo1999. No estamos ganando la batalla contra la pobreza, señaló el presidente de laInstitución, James Wolfensohn. La pobreza sigue aumentando en el mundo. Elnúmero de personas que ganan menos de un dólar diario pasó de 1.200 millonesen 1987, a 1.500 millones actualmente. Se pronostica que ascenderá a 1.900 millo-nes en el 2015. Ese ingreso irrisorio significa padecer, de diversas formas, depobreza crítica. Los que ganan menos de dos dólares diarios, asimismo pobres,son 3.000 millones, la mitad de la población del mundo. Por otra parte, las bre-chas de desigualdad también han ascendido.

El Banco subrayó que muchas de las políticas aplicadas han sido erróneas, yllamó a una nueva colaboración para el futuro. La necesidad de nuevas ideassobre lo social está planteada con toda fuerza como consecuencia de los fracasos,tanto a escala mundial, como latinoamericana. Las que siguen son algunas de lasprincipales áreas de búsqueda de las que comienza a emerger la propuesta depolíticas de desarrollo y políticas sociales renovadoras.

La política social sí importa

La política social ha tenido en América Latina en las últimas décadas un papelmenor. Ello se expresa en indicadores concretos; entre otros: limitados presu-

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puestos, debilidad organizacional marcada de los ministerios respectivos, caren-cia de servicios civiles profesionalizados, no-participación de los ministerios so-ciales en las decisiones macroeconómicas básicas. La política social aparece comouna política de categoría inferior, y ello tiene nítidas expresiones institucionales.

Ello forma parte de una concepción más amplia del desarrollo. El pensamientoeconómico convencional tiene la visión de que la única política que importa es laeconómica. Lo social devendrá como consecuencia de lo económico. Al generarsecambios en las variables macroeconómicas ello generará crecimiento que se “de-rramará” hacia la población pobre y la sacará de sus dificultades. Los recursos yenergías deben concentrarse en el campo económico. La política social tiene eneste enfoque funciones bien restringidas. Atenuar los impactos más graves delperíodo de ajustes. Para ello debería actuar focalizadamente sobre los sectorescon problemas más agudos para reducir los daños causados a los mismos. Escomo con frecuencia se ha señalado en la región “la asistencia pública que recogelos muertos y heridos que deja la política económica”.

Esa visión ha chocado fuertemente con los hechos. El crecimiento sostenido nodeviene mágicamente de algunas recetas técnicas. Parece ser un proceso muchomás complejo y difícil. Aún alcanzando crecimiento tampoco se derrama solo. Endiversas experiencias latinoamericanas se han dado tasas de crecimiento significa-tivas y los datos sociales no variaron y en algunas, como la de Chile durante ladictadura militar, según las cifras empeoraron, aumentando fuertemente el por-centaje de población en pobreza. Por su parte, las políticas sociales desjerarquizadascumplieron muy limitadamente su papel de “asistencia pública”. Eran muy débi-les para contestar a la creciente demanda por respuestas sociales y en el enfoquepuramente asistencial tenían un rol muy limitado.

Los resultados contrastaron en América Latina y otras regiones con los supuestosde la visión convencional. Sus promesas de mejora de las condiciones de lapoblación en períodos razonables no se cumplieron. Ante ello ha surgido unafuerte corriente de pensamiento que exige la revisión de toda la visión. El vicepre-sidente y economista jefe del Banco Mundial, Joseph Sitglitz (1998), sostiene: “yoargumentaría que la experiencia latinoamericana sugiere que deberíamos reexa-minar, rehacer y ampliar los conocimientos acerca de la economía de desarrolloque se toman como verdad, mientras planificamos la próxima serie de reformas”.Propone en varios de sus trabajos recientes revisar el Consenso de Washington yavanzar hacia un nuevo consenso post Washington. Su propuesta implica unareestructuración integral de la concepción de cuáles son las metas del desarrolloy variaciones consiguientes sustanciales en los instrumentos. La sintetiza así:

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“El consenso de Washington abogó por el uso de un conjunto pequeño de instrumen-tos (incluyendo la estabilidad macroeconómica, comercio liberalizado y laprivatización) para alcanzar una meta relativamente estrecha (el crecimiento eco-nómico). El consenso post-Washington reconoce, tanto que un conjunto más ampliode instrumentos es necesario, como que nuestras metas son también más amplias.Buscamos incrementos en los niveles de vida, incluyendo mejoras en salud y educa-ción, no solamente incrementos en el Producto Bruto Interno que se calcula. Busca-mos el desarrollo sostenible, que incluye la preservación de los recursos naturales y elmantenimiento de un ambiente sano. Buscamos el desarrollo equitativo que garan-tice que todos los grupos de la sociedad, no sólo el estrato alto, disfruten los beneficiosdel desarrollo, y buscamos el desarrollo democrático, en el que los ciudadanos par-ticipen de varias formas en las tomas de decisiones que afectan sus vidas”.

El Premio Nobel Amartya Sen (1999) sugiere que debe haber revisiones profundasen la visión convencional del desarrollo, por cuanto en múltiples planos es posibleadvertir que el sólo crecimiento, desde ya necesario y deseable, no soluciona losproblemas sociales. Así señala, con apoyo en una amplia base de datos y medicio-nes econométricas, cómo variables fundamentales como la mortalidad y la morbilidadno reaccionan mecánicamente ante el aumento del producto bruto per cápita, refu-tando concepciones circulantes. Describe así la situación real: “A igualdad de otrosfactores, una renta más alta hace al individuo o a la comunidad más capaz de eludirla mortalidad prematura o la morbilidad evitable”. Pero subraya que ese es unescenario ficticio. Resalta: “en general los demás factores no son iguales. Por consi-guiente, los ingresos constituyen un factor de influencia positiva y, sin embargo,dada la variación de otros factores (servicios médicos, atención de salud pública,condiciones de la enseñanza, etc.) muy a menudo la gente más rica tiene vidasmucho más breves y se ve superada por gente más pobre en términos de propor-ciones de supervivencia (se refiere a países con per cápita mayor a otros, y encambio esperanza de vida menor)”. Concluye: “Tan estúpido sería pretender queuna renta elevada no es un factor que favorece la buena salud y la supervivenciaprolongada, como sostener que es el único factor que contribuye”.

Las nuevas ideas apuntan a la revisión de planos clave. Los objetivos del desarro-llo no pueden ser unidimensionales. Se buscan metas macroeconómicas, pero almismo tiempo metas de desarrollo social, de equidad, de preservación del medioambiente, de estabilidad y profundización de la democracia. Los instrumentos nopueden estar atados a una sola de las metas, deben ser válidos para avanzarcoordinadamente hacia todas ellas. No pueden ser compatibles con una, a costade incompatibilidades severas con las otras. Todo ello complejiza desde ya eltema del desarrollo. Pero de ello se trata, los fracasos exigen complejizarlo parapoder tener resultados mejores.

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En este nuevo marco la política social tiene un rol muy distinto al semi-marginalque le correspondía en la visión convencional. Surge la necesidad de articularestrechamente las políticas económicas y sociales, para generar resultados con-juntos en términos de las metas de ambos campos. Se aprecia que siendo impres-cindible que haya crecimiento, no habrá derrame si no hay una política socialagresiva. Los vínculos entre crecimiento económico y desarrollo social no sonlineales. Las interrelaciones son mucho más complicadas, especialmente en socie-dades con altos niveles de inequidad. La dimensión asistencial es sólo una de lasfunciones potenciales de la política social; cumple roles útiles, pero se requiereuna política social con mayúscula, que no sólo “tape agujeros”, sino que movilicecapacidades latentes. En la concepción renovada, la política social sí importa.

El redescubrimiento del potencial productivo de la política social

La política social tiene una clara legitimidad ética. Es inadmisible moralmente queamplios sectores de la población de un continente tan dotado de recursos natura-les como América Latina estén sumidos en graves privaciones. Pero a ello se sumaactualmente una “legitimidad macroeconómica”. La “calidad población” de unpaís es a fines del siglo XX un dato decisivo en las posibilidades de alcanzarprogreso tecnológico, competir y crecer. Los cambios fundamentales en los patro-nes tecnológicos de producción de bienes y servicios han puesto en un lugarcentral a las capacidades humanas disponibles en cada país. Las innovacionestecnológicas más significativas en un espectro amplio de campos, desde las co-municaciones, hasta la electrónica, tienen en común que se apoyan en el conoci-miento y las competencias de los seres humanos para manejarlas. Por ende, lasposibilidades de un país de acceder a ellas, utilizarlas adecuadamente, difundirlasen su economía, están fuertemente ligadas a su “stock” de calificaciones en supoblación. Contar con un capital humano saludable, desde ya bien nutrido, ybien preparado, es un prerrequisito esencial para el desarrollo y la competitividad.

Las economías más exitosas del mundo han hecho buen uso de estas constataciones.Llevan adelante una enérgica política social en las áreas de educación y salud,destinada a mejorar continuamente las calidades de sus recursos humanos. Losresultados son muy concretos. Exportan crecientemente “tecnología de punta”basada en dichas calidades.

Estos procesos tienen pleno reflejo a nivel microeconómico. Las empresas deavanzada se caracterizan por realizar crecientes inversiones en entrenamiento ydesarrollo de su personal, y el área de “desarrollo de recursos humanos” ha sidorejerarquizada en sus estructuras organizacionales, hallándose en la cúpula de lasmismas. Han verificado en la práctica que la inversión en “capacidades del perso-nal” es una de las que tienen mayor retorno en la economía.

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La educación “paga”, y también lo hace la asignación de recursos a la salud y lavigorización de las políticas respectivas. Dar agua potable e instalaciones sanita-rias al conjunto de la población, por ejemplo, factores decisivos para la saludpública, puede prevenir costos extensísimos posteriores en infraestructura hospi-talaria, y atención médica.

Por otra parte, es posible a través de la política social desatar “círculos virtuosos”optimizantes, mediante la combinación a fondo de las políticas de salud y educación.Así, entre otras áreas, se considera que una de las inversiones más rentables delplaneta es actualmente gastar en “educación de niñas”. Los resultados macroeconómicosmedidos son espectaculares. Dotar a las niñas de familias pobres de más y mejoreducación, significa aportarles capital educativo que utilizarán luego en reducir elembarazo adolescente, manejar mejor los períodos preparto y parto, y administraradecuadamente la nutrición de sus hijos. El papel multiplicador de este gasto puedeser muy relevante. Así, las correlaciones entre nivel de educación y embarazo adoles-cente, son muy robustas. Puede apreciarse ello en el cuadro siguiente:

Cuadro N° 3América Latina (12 países): Mujeres entre 20 y 24 años con hijos sobrevivientestenidos antes de los 20 años, según nivel educacional alcanzado, 1994(Porcentajes)

Zonas urbanas Zonas rurales

Nivel educacional de la mujer Nivel educacional de la mujer

Total 0-5 6-9 10-12 13 y 0 a 5 6 a 9 10 a 12 13 yPaís nacional Total años años años + años Total años años años + años

Argentina - 15 48 27 8 2 - - - - -

Bolivia - 24 51 34 22 8 33 - - - -

Brasil 22 20 33 20 7 3 30 35 21 11 2

Chile 20 18 36 38 18 7 28 43 36 18 7

Colombia 22 19 36 30 11 5 28 31 32 19 17

Costa Rica 25 21 32 33 13 4 29 48 31 8 4

Honduras 29 23 37 25 13 9 35 42 33 11 36

México 19 17 41 18 11 3 24 40 19 8 3

Panamá 23 20 33 37 17 5 33 48 43 19 4

Paraguay 28 19 35 27 14 (-) 40 44 40 33 12

Uruguay - 12 36 18 10 2 - - - - -

Venezuela 22 19 34 28 14 5 39 54 38 17 14

Fuente: CEPAL, Panorama social de América Latina, 1997.

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Como puede verse, en todos los países se observa que al ascender el nivel educa-cional de la mujer, desciende fuertemente el número de hijos que se tienen antesde los 20 años. Para toda la región se estima que el porcentaje de madres adoles-centes, entre las jóvenes de centros urbanos con menos de seis años de educa-ción, es un 40 por ciento. Cuando el número de años de educación sube de 6 a 9,se reduce al 30 por ciento. En el grupo que tiene 10 a 12 años de estudio, esmenor al 15 por ciento.

El nivel de educación es decisivo en una cuestión que va a afectar profundamentela vida personal, la constitución de familias, y la economía.

Asimismo, el disponer de más conocimientos va a incidir fuertemente sobre lastasas de mortalidad infantil. Se ha calculado que si se diera en América Latina unaño más de escolaridad a las mujeres, bajaría la tasa de mortalidad infantil en unnueve por mil.

En general, la política social puede potenciar capacidades productivas que de locontrario quedarán sin uso en la economía y, asimismo, contribuir a elevarsignificativamente los niveles de productividad presentes.

En las nuevas ideas se sugiere, en definitiva, que hay un error conceptual de fondo. Lapolítica social es percibida en la visión convencional como distractora de recursosutilizables para la producción, puro gasto, y se habla de “gasto social”. Asignar recur-sos a campos como educación, nutrición y salud, cuando se hallan bien gerenciados,no es en realidad un “gasto”, sino una “inversión” reproductiva y multiplicadora.

Un tema en revisión integral: las relaciones entre equidad y desarrollo

En el pensamiento económico convencional la equidad no es un tema central.Aparece como una variable “neutra” con relación al crecimiento. No incide en elmismo. En algunas de sus vertientes es vista como otro de los aspectos que elmismo crecimiento mecánicamente iría “arreglando”. Se puede esperar, según ladifundida figura de la U invertida, que en las primeras etapas del esfuerzo por elcrecimiento haya inequidad, que después se irá corrigiendo. La investigaciónreciente de la realidad ha echado por tierra estas presunciones. Numerosos estu-dios nacionales y comparados han demostrado que la realidad funciona de unmodo muy diferente. Benabou (1996) detalla 23 investigaciones de campo reali-zadas, 20 de ellas, de 1992 en adelante, que establecen que la inequidad es lesivapara el crecimiento e identifican diversos efectos regresivos de la misma sobre eldesarrollo. Entre otros aspectos, las altas desigualdades reducen las posibilidadesde formación de ahorro nacional; estrechan la escala del mercado nacional impi-diendo procesos productivos y tecnológicos que harían un uso más optimizantede los recursos; tienen un impacto negativo fundamental sobre los sistemas edu-

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cativos al crear circuitos muy diferenciados, que a su vez conducirán luego apronunciar aún más las desigualdades a través de sus repercusiones en las posibi-lidades de acceso al mercado de trabajo, y en las remuneraciones en el mismo.Según el circuito del que se salió serán las oportunidades. La desigualdad erosionala credibilidad en las instituciones, y debilita a través de ello los niveles degobernabilidad democrática. Tiene un papel clave en el aumento de las tensionessociales. Cornia (1999) destaca que: “la desigualdad entre clases sociales, étnica,grupos religiosos … ha demostrado ser una de las más importantes causas delcrecimiento de conflictos civiles observados desde mediados de los 80. La des-igualdad horizontal puede referirse a la distribución de ingresos, trabajos públi-cos, oportunidades educacionales, activos, y rentas estatales. La reciente y exten-dida expansión de la desigualdad puede haber llevado no sólo al estancamientodel crecimiento sino también a tensiones sociales”.

Las conclusiones de los estudios indican que debe formar parte central de laspolíticas de desarrollo, la búsqueda de mejoramientos en la equidad, lo que llevaa una reevaluación del rol, y funciones, de la política social.

El tema tiene la más absoluta vigencia en la que es considerada actualmente laregión más desigual del mundo: América Latina. Como puede apreciarse en losgráficos siguientes (BID, 1998), la región es el área del planeta donde el 5 porciento más rico tiene el mayor porcentaje de la distribución del ingreso, y el 30por ciento más pobre tiene el menor.

Gráfico N° 5Ingreso que recibe el 5 por ciento más rico(porcentaje del ingreso total)

0.26

0.24

0.22

0.2

0.18

0.16

0.14

0.12

60 2000

África

4000 6000 8000 10000 12000 14000

América Latina

Asia Oriental

Desarrollados

Asia Meridional

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Gráfico N° 6Ingreso que recibe el 30 por ciento más pobre(porcentaje el ingreso total)

0.13

0.12

0.11

0.1

0.09

0.08

0.07

60 2000

África

4000 6000 8000 10000 12000 14000

América Latina

Asia MeridionalAsia Oriental Desarrollados

Las cifras de América Latina en ambos gráficos indican que tiene la mayor polari-zación social. Es el lugar del mundo donde los más ricos reciben más, y lospobres menos. La polarización es peor aún que en África. Cardozo (Banco Mun-dial 1999) señala que el 10 por ciento más rico recibe en América Latina el 45 porciento del producto bruto nacional, el 20 por ciento más pobre sólo obtiene el 4por ciento.

La evolución de las últimas décadas ha sido en dirección a un continuo deterioroen este crucial aspecto. Los elevados indicadores de desigualdad histórica delcontinente se han pronunciado. Según indica Stallings (directora de DesarrolloEconómico de la CEPAL, 1999): “Las reformas económicas aplicadas en los últi-mos años en el Continente latinoamericano han agravado las desigualdades entrela población … Se puede afirmar sin ninguna duda que los noventa son unadécada ‘perdida’ en cuanto a la reducción de las ya alarmantes diferencias socia-les existentes en la región con más desigualdad del mundo”.

La región está pagando enormes costos por sus niveles de desigualdad. Estáestrechando la tasa de ahorro nacional al deteriorar severamente las pequeñas ymedianas empresas urbanas y rurales, fuente importante de la misma. Reduce lamagnitud de los mercados internos con todo orden de implicancias. Pesa decisi-vamente sobre cada uno de los agudos problemas sociales caracterizados en lasección anterior de este trabajo. Birdsall y Londoño (1997) estiman que tiene una

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responsabilidad central en el crecimiento de la pobreza. Realizando proyeccioneseconométricas establecen que el aumento de la desigualdad en las últimas déca-das ha duplicado la pobreza en América Latina respecto a la que habría si no sehubiera producido el mismo.

Ya se ha visto las estrechas correlaciones entre desigualdad y niveles de desem-pleo en la región. Los múltiples mecanismos a través de los cuales la desigualdadsesga las oportunidades educativas (niños que trabajan, incidencia de la desnutri-ción, calidad de la escuela, familias desarticuladas, etc.) determinan destinos edu-cativos muy diferentes que a su vez van a ser determinantes en el mercado detrabajo, propiciando la ampliación de las brechas ocupacionales y salariales entrecalificados y no calificados. La desigualdad tiene, como ya se vio, reflejos muyfuertes en el acceso diferenciado a factores básicos para la salud como aguapotable, infraestructura sanitaria, luz eléctrica, atención médica. Quienes son másvulnerables en materia de salud por la pobreza, son a su vez los más carenciadosen estos planos, creándose un “circuito perverso”. La desigualdad conduce amarcadas diferencias en cuanto a las oportunidades de formar una familia normal.Los altos niveles de desocupación, las incertidumbres respecto a poder asegurarun ingreso estable a la familia, actúan como incentivos negativos para la forma-ción de familias. Los embates de la pobreza, asimismo, crean tensiones extremasque disuelven familias existentes. La creación y subsistencia de familias entre lospobres resulta mucho más difícil que entre otros estratos sociales, con lo quepierden una base de desenvolvimiento decisiva.

En la región se observan también, como se ha comprobado a nivel internacional,relaciones entre crecimiento de la desigualdad, y avance de la criminalidad. Estarelación opera silenciosamente a través de diversas vías.

En las nuevas ideas combatir la desigualdad en la región es un frente fundamen-tal. Ricardo Lagos (1999) realizó recientemente evaluaciones muy concretas sobrelos costos de la desigualdad, que si bien son referidas a la realidad de su país,Chile, pueden tener significación para otras realidades de la región. Afirmó Lagos:“… el desafío de esta hora es combatir las desigualdades … queremos terminarcon la desigualdad antes de que la desigualdad termine con la familia chilena.Con las desigualdades sociales crece la frustración, el desaliento, el desconsuelo.Crece también la delincuencia. Y se debilitan la solidaridad, el respeto, el coraje… No son morales, no son decentes, las desigualdades que existen entre loschilenos... las desigualdades de ingreso, educación, seguridad, salud, acceso a laJusticia … las desigualdades entre hombres y mujeres, entre jóvenes y adultos,entre regiones y entre comunas … el tratamiento de las minorías étnicas … ladiscriminación de que son objeto los discapacitados”.

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El papel de la desigualdad como obstáculo al desarrollo es considerado de talenvergadura, que en recientes declaraciones indicó el presidente del Banco Mun-dial, James Wolfensohn (1999): “el objetivo central de nuestro trabajo es conseguiruna mejor distribución de la riqueza”.

El capital social, el capital olvidado

Una oleada de investigaciones está explorando actualmente algunos de los “teso-ros escondidos” en una forma de capital excluida del pensamiento económicoconvencional, el denominado “capital social”. Los trabajos pioneros de RobertPutnam y James Coleman verificaron, a inicios de los noventa, la influencia sobreel desarrollo de factores “intangibles”, no visibles a los ojos, pero de presenciadiaria activa en las sociedades y de alto peso en su evolución. En su conocidaobra Para hacer que la democracia funcione (1994), Putnam, después de exten-sas indagaciones sobre la evolución histórica de Italia, encuentra algunas de lasprincipales causas del mayor desarrollo de la Italia del Norte, con relación a la delSur, en variables no consideradas por los enfoques macroeconómicos convencio-nales. No se trata de meras especulaciones, tanto Putnam como muchas investiga-ciones recientes, “miden” esos elementos. Los avances en metodología de la in-vestigación en ciencias sociales permiten actualmente hacerlo.

El capital social está integrado por los siguientes elementos básicos:

• El clima de confianza existente entre los miembros de una sociedad. Dichoclima incide profundamente en múltiples aspectos como, entre otros: el gradode cohesión social, las expectativas mutuas, el nivel de pleitismo (cuanto mejores el clima de confianza menores los costos en que una sociedad incurre paracrear instancias arbitradoras y sancionadoras de conflictos), la capacidad deconcertación entre Estado y sociedad civil.

• El grado de asociatividad. La medida en que los miembros de una sociedadforman parte de organizaciones de todo orden, y participan activamente enellas, y su capacidad para crear esfuerzos asociativos de toda índole, y desarro-llar sinergia.

• El nivel de “conciencia cívica”. Las actitudes básicas de los miembros de unasociedad hacia lo colectivo, que van desde cumplir correctamente con sus obli-gaciones impositivas, hasta seguir las reglas sobre la preservación del aseo enlos lugares públicos.

A estos componentes se han sumado otros en el activo proceso de exploración enmarcha sobre este amplio concepto:

• Los valores en los que cree y practica una sociedad.

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• La cultura que moldea sus percepciones, tabúes, mitos, formas de razonamien-to, comprensión del mundo y de la realidad.

La investigación comparada ha arrojado evidencias muy firmes respecto a cómoestos factores inciden fuertemente en el desarrollo económico, el desarrollo so-cial, la estabilidad política, y la gobernabilidad democrática.

Entre otros aspectos se han establecido los siguientes vínculos:

• Existe correlación econométrica importante entre el clima de confianza y lasnormas de cooperación cívica por un lado, y el crecimiento económico demediano y largo plazo por el otro (Knack y Keefer, 1996).

• Hay fuerte correlación a nivel comparado internacional entre el clima de con-fianza y factores como la eficiencia judicial, la ausencia de corrupción, la calidadde la burocracia, y el pago de los impuestos (La Porta, López de Sillanes, Shleifery Vishny, 1997).

• El capital social acumulado en una familia influye en el rendimiento educativode los niños (Teachman, Paasch y Carver, 1997).

• La familia, unidad básica del capital social, influye según ya se ha mencionadoanteriormente en múltiples dimensiones, desde la absorción de inmigrantes(Hagan, Mac Millan y Wheaton, 1996), hasta la criminalidad (Wilson, 1994).

• El grado de asociatividad, la participación, o no, en organizaciones, incide en elrendimiento económico diferenciado de microempresas de pobres (Narayan yPritcher, 1997).

El campo está en sus inicios como área de trabajo científico. Hay numerosasambigüedades, imprecisiones y un largo camino metodológico, y epistemológicoa recorrer. Existen también, junto a las infinitas formas de capital social positivo,formas de capital social negativo como las asociaciones delincuenciales, pero noinvalidan para nada las enormes posibilidades del primero. A pesar de estasrestricciones, la presencia de todo este campo, y las posibilidades de no discutirloespeculativamente, sino de medir, introducen en los análisis sobre desarrollo eco-nómico una multiplicidad de variables antes subestimadas o ignoradas, que am-plían totalmente la agenda usual. A través de la noción de capital social, estosfactores, intuidos muchas veces como incidentes, tienen ahora plena legitimación.El pensamiento económico convencional muestra a la luz de ellos, con mayorintensidad, sus debilidades en términos de estrechez y unidimensionalidad. Laperspectiva puramente economicista no da cuenta de los problemas reales deldesarrollo. Explicarlos razonablemente requiere que junto a los factores económi-cos los intentos de análisis integren dimensiones como las que plantea la idea decapital social.

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Aceptado este orden de razonamiento, que comienza a tener peso creciente enlos organismos internacionales en medio desde ya como todas las “ideas nuevas”expuestas de fuertes debates internos la pregunta que se plantea es “¿cómo cons-truir capital social?”

La pregunta tiene gran relevancia en América Latina. La investigación sobre elcapital social en la región está en sus comienzos. Un intento pionero de la mayorsolidez científica y sorprendentes hallazgos fue la reciente investigación del PNUD“Desarrollo humano en Chile, 1998. Las paradojas de la modernización”, queindicó serios problemas de erosión en algunos de los factores constituyentes delcapital social, llamando la atención sobre la necesidad de políticas para abordar-los. Pueden encontrarse, asimismo, trabajos recientes sobre lecturas desde la vi-sión de capital social de las causas del éxito de algunas de las experiencias socia-les más destacadas de América Latina, como Villa El Salvador del Perú (Kliksberg,1999). Comienza a aparecer en la región en toda esta línea de estudios nuevos lavisión de que la pobreza y la inequidad, han “destruido” significativamente elcapital social. Han minado el clima de confianza, actúan contra el interés enasociarse y participar, han destruido bases de la conciencia cívica, puesto en crisis,como se vio, a la familia en amplios sectores, y creado climas anómicos y nihilistasen cuanto a valores. Piénsese, por ejemplo, lo que implican las vastas migracionesforzadas por razones económicas o de inseguridad, que se han dado en diversospaíses de la región en términos de destrucción del capital social acumulado porlas familias, y las personas, durante muchísimos años, en aspectos básicos comolazos de pertenencia, asociaciones, identidad, acervo cultural.

Reconstruir capital social implicará procesos muy amplios de trabajo en múltiplesesferas. Entre ellas, la política social tiene un gran rol que, tanto indirecto a travésdel enfrentamiento de la pobreza y la desigualdad, como directo, promoviendoen sus iniciativas y programas, como un objetivo deliberado y sistemático, eldesarrollo de las ingentes potencialidades que en término de capital social tienenlas sociedades latinoamericanas.

Desarrollo distorsionado versus desarrollo integrado

Todos los frentes de “nuevas ideas” anteriores y otros añadibles a ellos, están enpleno debate en los países, en la academia y en diversos organismos internacio-nales en los cuales hay importantes discusiones y revisiones. Todo ello está con-fluyendo en los inicios de la reformulación del proyecto global de desarrollo.Stiglitz (octubre, 1998) resume así algunos de los aprendizajes realizados de loserrores cometidos:

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“Hemos aprendido en el último medio siglo que el desarrollo es posible, pero tambiénque no es inevitable. Hemos aprendido que el desarrollo no es sólo un tema deajustes técnicos, sino una transformación de la sociedad. Me he referido a las desilu-siones con el consenso de Washington, que ha previsto un conjunto de prescripcio-nes que han fallado en avanzar esas transformaciones para el desarrollo. El consen-so ha sido demasiado estrecho, tanto en sus objetivos, como en sus instrumentos”.

El Informe sobre el Desarrollo Mundial 1999, del Banco Mundial, señala en esadirección que los marcos de trabajo para el desarrollo en los últimos 50 añostendieron a concentrarse demasiado en una sola clave para el desarrollo. Cuandouna clave fallaba, dice, todo el tiempo y en todos los lugares, se apartaba y sebuscaba otras. Menciona entre otros errores “que tampoco funcionó la práctica dereducir impuestos a los ricos con la esperanza de que beneficiarán a los pobres”.

El sistema de las Naciones Unidas ha hecho cuestionamientos de fondo a lasmetas propuestas por el proyecto de desarrollo convencional a través de su para-digma de Desarrollo Humano. La propuesta de la ONU plantea que es erróneomedir si estamos progresando en desarrollo a través de indicadores tan restringi-dos y ambiguos como el producto bruto per cápita. Se requiere una mediciónmucho más integral. La meta final del desarrollo, alega, no es esa; ese es unmedio, hay que focalizarse en ver si se avanza realmente hacia las metas finalesque tienen que ver con que la gente viva más años, con mejor calidad de vida,tenga libertades, acceso a la educación, acceso a la cultura, y otras áreas.

Está emergiendo la idea de que muchos esfuerzos se han enfocado en lograr undesarrollo que en la práctica se convirtió en un “desarrollo distorsionado”. Sóloalgunos sectores de la sociedad se beneficiaron de él, aumentaron las brechasinternas, vastos sectores quedaron excluidos, y el perfil mismo de sociedad seresintió en aspectos básicos. Se propone encaminarse en cambio hacia un “desa-rrollo integrado”. En esta concepción se trata de avanzar armónica e integradamenteen los campos del desarrollo económico y el social. La idea básica es que esimprescindible que una sociedad crezca económicamente, tenga condiciones deestabilidad, progreso tecnológico, competitividad, pero ello no excluye, sino porel contrario, requiere de un desarrollo social a fondo y políticas sociales agresivas.La visión de alcanzar logros económicos que luego se derramarán es consideradairreal, y sustituida por la idea de que el desarrollo social no puede postergarse,por el sufrimiento que se está causando, pero además por la concepción de quesin ese desarrollo, no hay las bases para un crecimiento económico sostenido. Asíla movilización del capital humano y el capital social de un país son claves paraun desarrollo económico sostenido de largo plazo. Los dos planos debencohesionarse, y junto a ellos se debe procurar el desarrollo sustentable en térmi-nos del medio ambiente, y la profundización democrática. La equidad aparece

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como una de las bases estratégicas de toda la concepción. Como lo señaló laCumbre Social Mundial de Copenhague (1994), se trata de lograr un “crecimientocompartido”.

¿Es ello viable? Es posible ver que esa es la dirección por la que han avanzadoalgunas de las sociedades más exitosas en el largo plazo, en lo económico y en losocial al mismo tiempo, del mundo, y que esa es una causal central de sus logros.Es el caso, entre otros, de países líderes en las estadísticas de progresos económi-cos, tecnológicos y sociales como Noruega, Suecia, Canadá, Dinamarca, Holanda,Bélgica, Israel, y otros.

En la nueva visión que está emergiendo se busca un enfoque holístico del desa-rrollo. Señala Wolfensohn (1999): “No podemos adoptar un sistema en que lamacroeconomía y las finanzas sean consideradas aisladamente de los aspectosestructurales, humanos y sociales, y viceversa”.

Las interrelaciones entre variables de muy diferente cuño en el proceso de desa-rrollo no son una especulación. Son la realidad pura. Así opera efectivamente elproceso. Si se pierden esas interrelaciones y se cae en reduccionismos esa reali-dad se escapa, y las políticas resultantes pueden ser altamente inefectivas. Entreotros campos investigaciones recientes han logrado reconstruir un juego deinterrelaciones muy especial. Kawachi, Kennedy y Lochner (1997), investigadoresde la escuela de salud pública de Harvard, verificaron la existencia de fuertesvínculos entre inequidad, clima de confianza, y esperanza de vida. Según susobservaciones estadísticas, en EE.UU. la “salud” en las relaciones interpersonales,la existencia de relaciones sociales frecuentes y genuinas, la protecciónintergeneracional, todos elementos del clima de confianza en una sociedad, inci-den en los años que la gente vive. A su vez, el clima de confianza y la esperanzade vida muestran correlaciones robustas con el nivel de inequidad. Cuanto mayorel mismo, se erosiona el clima de confianza, se rompe la cohesión social, segeneran tensiones considerables, y la expectativa de vida es menor a la posible.Según sus simulaciones econométricas un aumento de un punto en la inequidadtrae dos o tres puntos de desmejora en la esperanza de vida respecto a la quehubiera tenido esa sociedad dadas sus otras características.

En la visión que lleva normalmente al desarrollo distorsionado, interrelaciones deeste tipo entre variables de equidad, de cohesión social, culturales, y las cifrasvitales han sido desconocidas. Lo mismo ha sucedido con muchos otros patronesde interrelación. Ello puede llevar a resultados que despiertan profundosinterrogantes, como los que formula Birdsall (1998) respecto a América Latina,poniendo a foco las consecuencias en términos de inequidad de diversos ‘círculosperversos’: “es posible que las tasas de crecimiento en América Latina no puedanser más del 3 o el 4 por ciento a distancia de las necesarias, en tanto no se cuente

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con la participación y el aporte de la mitad de la población que está comprendidaen los porcentajes más bajos de ingresos”.

La revalorización de las políticas públicas y del rol del Estado

La discusión sobre el rol del Estado parecía casi terminada hasta hace pocos años.Bajo una andanada de cuestionamientos sobre sus funciones y capacidades surgíacon fuerza la idea eje de minimizar su presencia, y cundían los esfuerzos dedesmantelamiento. Ahora está replanteada. No hacia atrás sino hacia adelante. Enlas nuevas ideas no se defiende volver al Estado de décadas atrás, que activaba enlas más diversas áreas, y a la ilusión de que el Estado solo podría resolver todoslos problemas. Ello se descarta. Pero se plantea, como lo hace el Banco Mundial(1997) en su informe especial sobre el rol del Estado, que el extremo opuesto hademostrado asimismo ser errado e ineficiente. El desarrollo, dice el informe, re-quiere un Estado efectivo y resalta que “sin un buen gobierno no hay desarrolloeconómico ni social”. Los dos extremos: el Estado omnipotente, y el Estado au-sente, están dejando paso a otra manera de ver el problema. La misma formaparte del núcleo central de ideas del enfoque de desarrollo integrado recién ex-puesto. Si se desea alcanzar simultánea y coordinadamente desarrollo económi-co, social, sustentable, y político, se necesita imprescindiblemente de políticaspúblicas activas, y gerenciadas con alta eficiencia.

Hay una amplia serie de roles no tradicionales que se esperan del Estado. Tienenque ver con campos como el mejoramiento de la equidad, el asegurar saludpública y educación para todos, la regulación, la integración económica regional,el impulso al progreso tecnológico y la competitividad, un sistema de justicias quesea garantía para todos, y otros. El perfil que se visualiza no es el del Estado delpasado. Se proyecta la imagen de un Estado con un servicio civil profesional, biengerenciado, transparente, descentralizado, monitoreado por la comunidad, y arti-culado estrechamente con la sociedad civil en su tarea.

Al centro de su actividad deben hallarse en América Latina las políticas públicassociales. Los graves déficit en aspectos elementales que van desde la provisión deagua potable, las altas tasas de deserción escolar, hasta la falta de cobertura ensalud para vastos sectores, requieren de políticas sociales agresivas manejadascon gerencia social de alta calidad. La actividad pública es imprescindible enáreas como Centroamérica donde, según describe Naciones Unidas (Brito, 1999):“cerca de 17 millones de personas (sobre 34 millones) viven en extrema pobreza,en asentamientos humanos precarios en condiciones de alta vulnerabilidad a losefectos de los desastres naturales, sin agua y energía eléctrica y sin nada”. Y hastaen uno de los países con mayor desarrollo económico del continente, Chile,

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advierte Lagos (1999): “Los chilenos sabemos que cuando se debilita el Estadotermina por imperar la ley del más fuerte. Sólo quedan en pie aquellos queposeen medios propios para defenderse y comprar su salud, comprar la educa-ción de sus hijos, la vivienda, la previsión y hasta la seguridad para su familia. Losdemás quedan condenados a salvarse como puedan con sus propios recursos».

Las nuevas ideas están sobre el escenario. Surgen del fracaso del pensamientoconvencional en cumplir sus promesas, y de las difíciles realidades que vivenamplios sectores de la población en aspectos esenciales. Se hallan en activo deba-te en numerosos foros. Hablan, como se ha visto, de un proyecto de desarrollointegrado, de políticas sociales agresivas como uno de sus ejes, de los aportes aldesarrollo económico que puede dar la política social, de mejorar la equidad,movilizar el capital social, y de un nuevo perfil de Estado con funciones renova-das aliado con la sociedad civil. A ello pueden agregarse otras direccionesinnovadoras en diversos planos. En su centro se halla la preocupación por elriesgo social que sufre la región, por sus agudos problemas de inequidad y pobre-za. Están empezando a influir en el diseño de políticas en los países, y en organis-mos internacionales. Sin embargo, corresponde plantearse varios interrogantes.¿Cómo desarrollar las capacidades institucionales y gerenciales que permitan queesas políticas de nuevo cuño puedan implementarse con efectividad? ¿Hacia quédirecciones debe trabajarse en el plano del rediseño institucional y la gerencia?¿Qué puede aprenderse al respecto de los errores cometidos y de la experienciacomparada? A continuación examinaremos dichos temas.

En busca de la institucionalidad social necesaria

• ¿Cómo reformar las áreas sociales?

• ¿Cuáles pueden ser las vías apropiadas?

• ¿Por qué fracasaron muchas reformas?

• ¿Cuáles son las causas del éxito de programas sociales latinoamericanos conside-rados referencia a nivel internacional, como Villa El Salvador en el Perú, EDUCOen El Salvador, las Ferias de Consumo Familiar en Venezuela, y muchos otros?

Interrogantes como estos no pueden ser contestados con “recetas”. Se requiere unabúsqueda “heurística” que se interne en la complejidad de los problemasinstitucionales y gerenciales subyacentes. Por otra parte, cada realidad nacionaltiene su propia historia y características en este plano que deben ser respetadas.Como bien señala Hood (1998) refiriéndose a la reforma de la administración públi-ca en general, previniendo sobre las ‘soluciones generalizables’: “los factores histó-ricos y culturales determinan el rango de reformas disponibles para cada gobierno”.

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Intentaremos, dentro de estas coordenadas, el respeto a la complejidad del tema,y sus particularidades nacionales, delinear algunas proposiciones de trabajo quepodrían ser útiles en el camino de búsqueda que debería recorrerse en cadarealidad. Surgen de la observación y el estudio de los problemas de gestión quese presentan continuamente en la ejecución de las políticas sociales en AméricaLatina, y también del análisis de errores típicos que se cometen en los intentos dereforma de dichas áreas.

Cuidado con marginar la importancia de la gerencia y también de considerarla gerencia como la ‘panacea’

Ha habido una fuerte tendencia en la región por actores claves en el diseño depolíticas públicas como los políticos, y numerosos planificadores y economistas asubestimar el problema gerencial. Todo el esfuerzo se concentraba en el diseñode la política, y se prestaba limitada atención a lo que se llamaba “laimplementación”. La sola palabra empleada “implementar” transmitía la idea deque era una especie de proceso mecánico que seguiría al diseño. El reino de lasupuesta implementación es muy diferente en la realidad del supuesto. Llevaradelante políticas requiere hacerlo a través de organizaciones existentes, o a crear.En las organizaciones hay un complejo mundo donde conviven tecnologías, nor-mativas, actitudes culturales, intereses en conflicto, luchas por el poder, etc., quedeterminan comportamientos organizacionales que con toda frecuencia se apar-tan del “manual”. Gran parte de los avances en gerencia avanzada parten de laconstatación de estas realidades, y procuran actuar a partir de ellas. La “política”no termina en la etapa de diseño, continúa en la vida organizacional bajo otrasexpresiones. Esto sucede en el campo social como en otros campos, y determinaque en definitiva la política que resulta después del proceso de gerencia, puedeser bastante diferente de la política que se ordenó llevar a cabo. Hay, en otrostérminos, una política “postgerencia” que es la única real (Sulbrandt, 1997). Mar-ginar la “viabilidad institucional” y, más allá de ello, la complicada dinámica de losprocesos de gestión, puede desbaratar las políticas mejor intencionadas, como hasucedido con frecuencia en la región.

El otro extremo implica asimismo riesgos, y está de moda. Se declara que elproblema social de la región es básicamente un problema de gerencia. Que insti-tuyendo una gerencia moderna en las áreas sociales se solucionará. Se conviertea la buena gerencia en la “panacea” que solucionará los agudos problemas socia-les. La realidad no corrobora el discurso al respecto. La buena gerencia es impres-cindible, sin ella las soluciones mejor pensadas no se materializarán, pero escapaa su alcance resolver problemas que surgen de razones estructurales. Las causascentrales de la pobreza y la inequidad tienen que ver con procesos de fondo que

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sólo pueden ser corregidos con políticas adecuadas. La gerencia no puede variaren el proyecto mismo de desarrollo.

Entre esos dos extremos, su marginación o su idealización, se halla el rol real quepuede cumplir la gerencia que es fundamental para la reforma social. Las modifi-caciones en el proyecto de desarrollo y las políticas renovadoras podrán transfor-marse en realidades sólo si se cuenta con una institucionalidad social y una geren-cia de la mejor calidad posible.

Gerenciar en el campo social no es lo mismo que hacerloen otras áreas de la economía

La gerencia no es un fin en sí mismo. Es un medio para obtener determinadosobjetivos. La “misión” organizacional condiciona el tipo de gerencia necesario.Los objetivos que se busca obtener en el campo social, al llevar adelante políticasy programas sociales, tienen características singulares. Entre ellas, son objetivosque normalmente no son alcanzables a corto plazo. Reducir la deserción en laescuela primaria, bajar el número de madres adolescentes, reducir la criminalidadjoven, son por naturaleza objetivos que sólo pueden cumplirse en el mediano olargo plazo. Ello significa, entre otros aspectos, que habrá que sostener accionescontinuadas durante períodos extensos de tiempo, y prever cómo mantener elapoyo hacia las mismas a pesar de que sus resultados no sean visibles rápidamen-te. Por otra parte, los objetivos son en diversos casos de neto corte cualitativo. Porejemplo, mejorar la autoestima de una comunidad pobre, desarrollar elementosde capital social, como el clima de confianza o la conciencia cívica, fortalecer lasrelaciones familiares. Son múltiples los factores que se deben movilizar para obte-ner objetivos de este orden. No dependerán nunca de un programa único, o unainstitución determinada. Asimismo, no serán medibles a través de las mismasmetodologías aplicadas a objetivos cuantitativos. Requieren abordajes diferentes.

A estas y otras singularidades se agrega que en el campo social cualquier progra-ma, distribución de vaso de leche, agua potable para zonas rurales, saneamientourbano en barrios, descenso de la repetición escolar, tiene que cumplir junto a susmetas específicas ciertos meta-objetivos. Actualmente se aspira a que todos losprogramas sean eficientes, es decir, que hagan un uso optimizante de los recursosasignados. Al mismo tiempo que contribuyan efectivamente a mejorar la equidad.Si el modelo gerencial no es el adecuado para llegar a poblaciones carenciadas,puede darse, y ha sucedido en la región en diversas oportunidades, que el pro-grama sea cooptado por sectores con mayor educación y poder, como estratosmedios de la población, desvirtuándose sus metas y no cumpliéndose los propó-sitos de mejorar la equidad. Los programas deben desarrollar, asimismo, bases

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para su autosustentación. Evaluaciones internas del Banco Mundial (Blustein, 1996)han indicado que cerca de un 50 por ciento de sus proyectos no pasaban el testrespectivo. Después de completarse el proyecto en cinco o seis años, los benefi-cios para los países recipientes no continuaban. Los programas deben desarrollarfuerzas en la dirección de la autosustentación. Ello lleva directamente a un cuartoobjetivo: se desea que los programas sociales sean participativos. Que la comuni-dad asistida tenga un rol activo en ellos. La experiencia comparada ha demostradoterminantemente que esa es una vía central para construir autosostenibilidad. A ellose suma que la participación tiene múltiples beneficios para el desarrollo del capitalsocial, y el crecimiento de las personas, y ventajas gerenciales muy concretas.

Las políticas y programas sociales tienen, por lo visto, metas con contenidospropios de ellas. No se puede trasplantar para cumplir metas de este tipo, mode-los gerenciales que pueden ser altamente eficientes para otras metas pero noestán adecuados a éstas. Entre fracasos frecuentes en el campo social se hallan loscasos en donde se trató de copiar recetas del “business administration”, calcandomodelos de la empresa privada, que están diseñados para metas muy distintas:maximización de utilidades, rotación del capital, captación de clientes, etc. Tam-bién se hallan los intentos de replicar modelos de la administración pública tradi-cional, que pueden ser apropiados en procesos rutinarios pero no son válidospara las características muy diferentes de la acción en el campo social.

Surge la necesidad de una “gerencia social” que debe tomar todos aquellos aspec-tos de otras gerencias que le puedan ser útiles, pero debe tener un perfil propiocorrelativo a sus metas particulares.

El planteo de respetar las singularidades no se hace sólo en el campo de lagestión social. Goodard y Riback (1999), después de analizar gobernadores yalcaldes exitosos en EE.UU., afirman que “los que prestan el mejor servicio a susciudadanos estos días, son aquellos que reconocen las claras diferencias entre elpropósito del gobierno y el propósito de los negocios”. Krugman (1996) examinalos requerimientos para diseñar política económica y para manejar empresas pri-vadas, y concluye que son muy diferentes. Señala que “un país no es una corpo-ración de negocios”. Advierte contra los errores cometidos al tratar de extrapolarde la gestión privada al manejo de la economía.

Se debe montar una institucionalidad social fuerte,jerarquizada y profesionalizada

La envergadura de los problemas sociales de la región requiere respuestas acor-des para que no sigan produciéndose los moralmente inadmisibles padecimien-tos y víctimas que están causando y los graves daños que se están produciendo al

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desarrollo y la democracia. Dichas respuestas deben darse en cambios en laspolíticas pero también tener registro en los instrumentos institucionales. Ello no seobserva en la mayor parte de los países. La realidad está caracterizada, entre otrosaspectos, por: asignaciones de recursos a áreas como salud, educación, vivienda,familia, que si bien han mejorado en algunos países, siguen siendo inferiores a lasmedias internacionales, y en otros son muy escasas; fuerte tendencia –ante pro-blemas financieros– a recortar en primer lugar esos recursos; ministerios socialessin acceso a los foros de decisión macroeconómica cuyas resoluciones van a tenerenormes consecuencias sociales; inexistencia de un servicio civil profesionalizado;falta de atención a la preparación de una gerencia de alto nivel especializada yestable.

O’Donell (1999) alerta sobre la magnitud de los daños institucionales causados alsector social en años recientes:

“… los sueldos, las condiciones de trabajo, y las perspectivas profesionales de losfuncionarios del área social que están en contacto directo con los pobres y lesofrecen servicios (trabajadores de la sanidad, maestras, asistentes sociales), se de-terioraron tremendamente. Algo semejante cabe decir de los funcionarios de laburocracia central que trabajan en la política social tanto en el plano nacionalcomo, especialmente, el local. Es sabido que estas esferas del Estado han sido amenudo bastiones de clientelismo e ineficiencia, pero la blitzkrieg desatada con-tra ellas con el propósito de reducir el déficit fiscal, o por mero antiestatismo, nohizo nada por mejorar su situación. Por el contrario, en varios países esa ofensivaprácticamente amputó el brazo del Estado más necesario para llevar a cabo polí-ticas sociales razonablemente eficaces”.

Es urgente superar las condiciones que pone a foco con precisión O’Donell. Esnecesario levantar en la región una institucionalidad social adecuada al papelprioritario que según reclama la población deben tener los problemas correspon-dientes. La inversión en la materia debe ser cónsona con la magnitud y profundi-dad de los problemas vistos. En los recortes deben considerarse los efectosdevastadores que suelen producir los que se efectúan en este campo, no perderde vista su carácter de necesidad prioritaria, y buscar cómo generar recursos porotras vías, como el mejor control de la evasión fiscal. Debe establecerse un servi-cio civil profesional en las instituciones sociales, con adecuadas remuneraciones,posibilidades de desarrollo, entrenamiento continuo, y a su tope una gerenciaespecializada y estable. Debe jerarquizarse el papel de las entidades ministerialesy agencias respectivas, y tomar muy en cuenta sus puntos de vista en el diseño delas políticas económicas.

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Optimizar resultados en el campo social requierenecesariamente abordajes intersectoriales

La coordinación es deseable con frecuencia en gerencia, pero en gerencia sociales imprescindible. Los programas sociales procuran metas que por la configura-ción del problema mismo no son alcanzables por un solo actor organizacional.Aumentar el número de niños que terminan la escuela primaria en un municipio,por ejemplo, no significa sólo trabajar en el ámbito de la escuela. Ella es clave,pero las causas de la deserción la exceden. Será necesario utilizar un enfoque queopere sobre la unidad familiar, creando incentivos para que la misma se empeñeen que el niño continúe en la escuela, se deben mejorar las condicionesnutricionales, en muchos casos causantes de la deserción, facilitar el transportedel niño a la escuela, sensibilizar a los padres sobre las ventajas que implicarácompletar los estudios y otros factores. Se necesitará el trabajo mancomunado deinstituciones de diverso tipo que pueden operar sobre esas variables, de salud enlo relativo a la nutrición, de apoyo a la familia, de vivienda, de transporte. Porello, programas como el de Brasilia que ha combinado estímulos a la familia, conla acción de la escuela, y otros elementos, ha logrado resultados significativos enplazos reducidos. Lo mismo sucede con la mayoría de los programas sociales.Para mejorar la salud preventiva, por ejemplo, es indispensable que haya untrabajo muy bien articulado entre las áreas de salud y educación. Programas comoel desenvuelto en años recientes en Costa Rica, entre ambos ministerios, prepa-rando a los maestros para desarrollar unidades formativas en salud preventiva enel aula, pueden arrojar resultados muy efectivos en las cifras de salud pública.

Las causas de la pobreza son múltiples e interrelacionadas. Combatirlas efectiva-mente requiere abordajes consiguientemente intersectoriales. La acción combina-da multiplica la posibilidad de logros de cada uno de los actores organizacionales.La coordinación en gerencia social es obligada si se desea eficiencia, porque hayuna dependencia estructural entre los actores. Los mejores programas serán enmuchos casos programas imaginativos en cuanto a potenciar estasinterdependencias, y transformarlas en externalidades comunes.

En América Latina ha predominado en el campo social un enfoque casi opuesto,con fuerte énfasis sectorial. Cada área social ha hecho casi un punto de “honororganizacional” de su autonomía, y salud, educación, familia, juventud, trabajo, seplantean como “feudos” separados, y tratan de que los “extraños” no intervenganen sus operaciones. Ello conduce necesariamente a resultados limitados, y a seriasineficiencias.

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Hay que aprender gerencia interorganizacional

Una de las habilidades que debe desarrollar una nueva institucionalidad social en laregión es la de la gerencia interorganizacional. Los programas deberán ser, como semencionó, programas donde participen varios ministerios, diversas agencias públi-cas, gobernaciones, municipios, y la sociedad civil a través de diversas expresiones.Gerenciar la operación conjunta de distintas organizaciones no es lo mismo quellevar adelante una organización específica. Se requieren importantes capacidadespara sensibilizar permanentemente sobre las ventajas del trabajo conjunto, desen-volver procesos de negociación para zanjar las diferencias, capitalizar las fortalezasy limitar las debilidades de cada organización, comprender las diferentes culturasorganizacionales, construir puentes entre ellas, desarrollar un lenguaje común, apro-vechar las oportunidades que pueden surgir para la acción combinada.

Es necesario superar las falsas oposiciones entre gobiernopor un lado, y ONG y sociedad civil por el otro

El problema social latinoamericano no puede ser delegado exclusivamente en elEstado. Todos los sectores de la sociedad deberían asumir responsabilidades yparticipar en su enfrentamiento. Deben armarse extensas redes de colaboraciónpermanente que engloben a todos los actores sociales posibles, orientadas a ata-car problemas concretos de envergadura.

En la actualidad la situación es muy diferente. Hay grupos de la sociedad civil queno reconocen tener responsabilidades al respecto. Permanecen indiferentes. Haycon frecuencia desconfianza y conflictos entre la acción estatal y la de las ONG.Hay amplios sectores que tendrían alta disposición al trabajo voluntario que noencuentran caminos apropiados para canalizar sus aportes.

Existen importantes oportunidades organizacionales en superar estas situaciones.Estado y ONG deben aliarse estrechamente aprovechando los puntos fuertes decada uno y minimizando sus limitaciones. Las ONG tienen un importante poten-cial en términos de factores como flexibilidad, agilidad, compromiso, cercanía a lacomunidad. Pero deben estar conscientes de que solas no producirán cambios defondo, se necesita para ello el concurso de las políticas públicas. La realización dealianzas estratégicas entre ambos y la incorporación a las mismas de iglesias,comunidades vecinales, asociaciones de interés público, universidades, sectoresempresariales dispuestos a la solidaridad, sindicatos obreros, y otros grupos, pue-de ampliar considerablemente los recursos reales humanos y materiales para laacción social e incrementar su efectividad. Por ejemplo, véase el papel cumplidopor uno de los actores potenciales de esas alianzas, el voluntariado, en diversospaíses. En España en años cercanos un gran movimiento de opinión gestado por

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los jóvenes exigió y logró compromisos formales en cuanto a aumentarsustancialmente los recursos del país para solidaridad internacional. En Israel, elpaís del mundo con mayor porcentaje relativo de trabajadores voluntarios, ellosproducen en servicios principalmente sociales, el 8 por ciento del producto brutonacional.

Una clave para la eficiencia; descentralización más participación

La descentralización de los programas sociales aparece como una posibilidadmuy concreta de acercarlos a la comunidad, tener contacto directo con sus nece-sidades, obligar a mayor transparencia, posibilitar el control ciudadano,desburocratizar, generar mayor agilidad, poder realizar un monitoreo sobre lamarcha de su ejecución y otras ventajas organizacionales. Sin embargo, en laexperiencia internacional y en la práctica de la región también ha demostradotener riesgos. Uno de los principales es que si los niveles de polarización social yde asimetría en el poder son muy amplios en las gobernaciones y municipios,hacia los que se descentraliza, los grupos poderosos puedan cooptar en su favorlos procesos descentralizados, “capturando” los programas. Otro es que el proce-so sea ambiguo en algunas de sus dimensiones. Se transfieran recursos limitadoscon relación a las responsabilidades asignadas, no se delimitan con precisión losroles que le quedan al poder central, las delegaciones son fácilmente reversibles.También puede darse la situación de que las organizaciones regionales y localeshacia las que se descentraliza no tengan suficiente capacidad institucional paragerenciar los programas puestos a su cargo. En todos esos casos, la situación postdescentralización puede incluso llegar a ser peor que la previa, por cuanto losservicios que antes prestaba con ineficiencias el poder central, pero con ciertaseguridad, ahora pueden quedar en el “aire”.

Todo ello no invalida el enorme potencial de la descentralización como arma degestión social. Obliga a tomar previsiones que puedan contrarrestar estos riesgos.Se impondrá, entre otros aspectos, diseñar con claridad los términos de la descen-tralización y tratar de que sean efectivamente viables para los niveles regionales ylocales, y desarrollar la capacidad institucional de los mismos. La “combinaciónganadora” parece surgir, según la experiencia, cuando se suman la descentraliza-ción y la participación genuina de la comunidad. Los procesos de descentraliza-ción son uno de los campos en donde la participación, considerada actualmenteuna de las vías maestras para obtener mejor eficiencia en todo tipo de organiza-ciones públicas y privadas, tiene mayores posibilidades1 . Si la comunidad organi-

1 El tema de los nuevos hallazgos sobre las posibilidades de la participación es tratado enBernardo Kliksberg, “Seis tesis no convencionales sobre participación” (1998), Revista Institu-ciones y Desarrollo, Instituto Internacional de Gobernabilidad, Barcelona, Nº 2, diciembre.

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zada cogestiona los programas sociales descentralizados, se ajustarán estrictamen-te a las demandas reales, habrá un “feed back” continuo sobre sus efectos quepermitirá corregirlos sobre la marcha, habrá una presión por transparencia y pul-critud en el uso de recursos que erradicará la corrupción y limitará las prácticasclientelares, recibirán aportes permanentes de ideas para su mejora, y habrá uncontrapeso efectivo a la posibilidad de cooptación por “élites” locales.

Así como la descentralización requiere de la participación, crea asimismo oportu-nidades importantes para esta última, y los “círculos virtuosos” que puede desen-cadenar una participación genuina son formidables. Las comunidades carenciadastienen mucho que aportar a los programas sociales dirigidos a ellas. Los razona-mientos que las desvalorizan, a partir de su misma pobreza, han resultado des-mentidos por los hechos. Los programas sociales de mayor rendimiento compara-do son aquellos en que se han abierto posibilidades auténticas de participación.Entre otros, un estudio de Narayan (1994) sobre la contribución de la participa-ción popular, muestra su potencialidad. La investigación analizó 121 proyectos dedotación de agua potable a campesinos pobres en 49 países de África, Asia yAmérica Latina. Los proyectos con elevada participación tuvieron un alto rendi-miento en el 80 por ciento de los casos y un rendimiento mediano en el 20 porciento restante. Ninguno tuvo bajo rendimiento. Los de baja participación tuvie-ron un alto rendimiento sólo en el 2,7 por ciento de los casos, un rendimientomediano en el 40 por ciento, y un bajo rendimiento en el 5,3 por ciento.

Las mismas constataciones pueden hallarse en América Latina. La apelación masi-va y genuina a la participación fue la base de algunas de las experiencias socialesmás exitosas y renombradas internacionalmente de América Latina, como Villa elSalvador del Perú, las escuelas públicas gestionadas por los padres en MinasGeraes, y el Presupuesto Participativo de Porto Alegre. En todos estos casos laparticipación movilizó a fondo el capital social latente en la comunidad. En VillaEl Salvador la muchas veces premiada comunidad autogestionaria del Perú, decerca de 300.000 almas, los pobres no tenían ningún tipo de bienes, y levantaronun municipio entero con sus manos en un breve período histórico. No teníanpatrimonio económico, pero sí capital social muy rico. Provenían de las sierrasperuanas y contaban con un bagaje muy amplio de valores, actitudes solidarias,experiencia de vida comunal, y otros elementos culturales, cultivados durantesiglos por la cultura andina. En el ambiente propicio de la participación dichoselementos se movilizaron activamente y fueron decisivos en sus logros2.

2 Puede verse sobre Villa el Salvador: Carlos Franco, “La experiencia de Villa El Salvador”.Incluido en B. Kliksberg (Comp.) Pobreza. Un tema impostergable. Nuevas respuestas anivel mundial, 4ª. Edición, Fondo de Cultura Económica, 1997.

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Se necesitan pactos y concertaciones sociales de apoyopara posibilitar una gerencia social eficiente

Los programas sociales necesitan contar con respaldos amplios de la sociedad parapoder cumplir con efectividad sus metas. Como se señaló anteriormente por lopronto existen sectores que desconfían casi por principio de los programas. Queconsideran que el gasto social es “ilegítimo”. Los programas deben procurar contra-rrestarlos explicando detalladamente a la opinión pública sus aportes posibles, tan-to desde el punto de vista ético, como del productivo, y deben procurar en el marcode los mecanismos democráticos concertaciones sociales en su apoyo. Esasconcertaciones les serán asimismo fundamentales para “aguantar” los extensos pe-ríodos que con frecuencia se necesitan para lograr objetivos tangibles en el camposocial. También permitirán sostenerlos frente a las amenazas de recortes destinadosa solucionar desequilibrios financieros en otras áreas. Asimismo, serán vitales si senecesita de nuevas etapas para consolidar el programa y extenderlo.

Todos estos aspectos son fundamentales para que pueda desenvolverse en los pro-gramas sociales una gerencia eficiente con proyecciones de mediano y largo plazo.En ésta, como en otras áreas del desarrollo, la dimensión política es esencial. Si porejemplo, programas dirigidos al fortalecimiento de la escuela pública cuentan conasociaciones de padres de las mismas, organizados para defenderlos, muy distintosserán los resultados a si sólo los defienden los profesionales que los ejecutan.

Una reflexión final

En recientes presentaciones públicas, el papa Juan Pablo II (1999) afirmó que “elproblema de la pobreza es algo urgente, que no puede dejarse para el mañana”,pues desde todo el mundo “se alza el lamento de los pobres, el grito de los niños,de las mujeres, de los ancianos, los refugiados, de las víctimas de la guerra, de losdesempleados”. Asimismo, resaltó que “el desarrollo y el progreso económico nun-ca deben llegar a costa del hombre y de la mujer dificultando la tarea de satisfacersus necesidades fundamentales, el avance no puede ser a cualquier precio”.

Sus afirmaciones parecen muy sugerentes para los dilemas latinoamericanos. Losproblemas a los que se pasó revisión en este trabajo no admiten demoras. Hay uncosto muy pesado por cualquier postergación. En el campo social, a diferencia deotras áreas, los daños que puede producir el diferimiento de las soluciones son endiversos casos irreversibles. Así, entre muchas otras consecuencias de las dilacio-nes en dar respuesta, se ha verificado que si un niño no recibe una nutriciónadecuada en las primeras etapas de la vida, sus capacidades cerebrales quedanafectadas y después no hay retorno posible. En otra área, la mortalidad materna,la región tiene una tasa cinco veces mayor a la de los países desarrollados. Dado

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el estado actual de los avances médicos al respecto, ello implica que hay numero-sas “muertes gratuitas” que no se darían si hubiera la cobertura de salud apropia-da para todas las madres.

Urge dar el salto a una visión integrada del desarrollo que logre otro tipo deequilibrio diferente entre las políticas económicas y las sociales, y que reconozcael papel imprescindible de estas últimas en la obtención de un desarrollo quetenga bases realmente sostenibles. Como lo plantea Touraine (1997): “en vez decompensar los efectos de la lógica económica la política social debe concebirsecomo condición indispensable del desarrollo económico”.

Se arguye con frecuencia que todo es un tema de recursos económicos, que al faltarlos mismos no es viable obtener resultados muy distintos a los actuales. Que mien-tras no haya mayores recursos la situación no podrá variar. Desde ya que es impor-tante contar con más recursos económicos y deben hacerse todos los esfuerzos paramejorar el crecimiento, la productividad, y la competitividad de la economía. Peroel tema no parece reducirse a ello. En un trabajo reciente sobre la mortalidad comoindicador del fracaso o éxito económico, Sen (1998) contesta al argumento de losrecursos escasos con datos empíricos muy sugerentes. Compara la situación de unaserie de países en término de dos indicadores: producto bruto per cápita que sesupone mide progreso económico, y esperanza de vida, indicador decisivo paraapreciar el éxito integral de una sociedad. Los resultados son los siguientes:

Gráfico N° 7Producto nacional bruto y esperanza de vida en países seleccionados, 1992

80

70

60

50

40

30

20

10

0

Esperanza de vida (años)

Kerala

Esperanza de vida

PNB per cápita

PNB per cápita ($)

5000

4500

4000

3500

3000

2500

2000

1500

1000

500

0China Sri Lanka Sud África Brasil Gabón

71

300

69

470

72

540

63

2.670

66

2.770

54

4.450

Fuente: Amartya Sen, “Mortality as indicator of economic success and failure.” The EconomicJournal, January 1998.

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Las tres primeras sociedades del cuadro: el Estado de Kerala en la India de más de30 millones de habitantes, China, y Sri Lanka tienen un bajísimo producto brutoper cápita inferior a los 550 dólares anuales. Las otras tres: Sud África, Brasil yGabón tienen un producto que es 5 a 10 veces mayor. Sin embargo, en las prime-ras la gente vive bastante más años promedio que en las segundas: 71, 69, y 72,versus 63, 66, y 54.

Influyen factores como el grado de equidad que es considerablemente mejor enlas primeras, y los arreglos sociales que han organizado en temas claves para lasalud pública, como el agua potable, las instalaciones sanitarias, la luz, la educa-ción, y la cobertura médica. Después de todo, reflexiona Sen, por ejemplo, loscostos relativos de algunos de los insumos esenciales de los sistemas de salud,como el personal médico y paramédico, son mucho más bajos en los países endesarrollo que en los desarrollados. Países como los mencionados y Costa Rica,subraya, “han registrado una reducción muy rápida de las tasas de mortalidad yuna mejora de las condiciones de vida, sin un crecimiento económico notable”.

Hay en juego, por ende, no sólo problemas de recursos, sino también de priorida-des, de grados de equidad, y de organización social. El tema de las prioridades escrucial. No sólo en las asignaciones de recursos sino también en los ajustes. ¿Porqué cortar con tanta frecuencia por el presupuesto de los sectores sociales? ¿Porqué no revisar cuidadosamente los costos que implican ese tipo de cortes para lasmetas finales de la sociedad, para la cohesión social, y para el mismo crecimiento.Ante la Asamblea Mundial de la Salud, resaltó al respecto el Premio Nobel deEconomía (Sen 1999):

“Es indicación de que vivimos en un mundo al revés el hecho de que el médico, elmaestro de escuela o la enfermera, se sientan más amenazados por el conservadu-rismo financiero que un general del ejército. Para subsanar esta anomalía espreciso no ya penalizar la prudencia financiera, sino tener más plenamente encuenta los costos y los beneficios de las distintas opciones”.

El enfrentamiento de la pobreza y la inequidad en la región requiere una revisiónprofunda del rol de las políticas sociales, de su modo de diseño, y de la estratégicadimensión institucional y gerencial. Pero la misma debe ser hecha no sólo a la luzde consideraciones técnicas, sino teniendo como marco de discusiones a fondosobre las metas últimas del desarrollo, la búsqueda de vías compatibles con ellas,y las prioridades y urgencias en la asignación de recursos.

De dichas discusiones puede emerger el nuevo modelo de política social queestán reclamando amplias mayorías en la región a través de los diversos canalesde la democracia. La política social agresiva, y activa, que se precisa, que debe sercogestionada por el Estado y la sociedad civil, deberá contar con una

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institucionalidad social renovada, con las capacidades gerenciales apropiadas, yser transparente, abierta, y participativa.

El tema no admite postergaciones, constituye un “escándalo moral” que a finesdel siglo XX, millones y millones de latinoamericanos vean transcurrir sus días ylos de sus familias, en medio de privaciones que cercenan sus derechos humanosmás básicos.

Bibliografía

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La demanda de dinero en Venezuela (1984-1999)

ArreazaAdriana Arreaza*

FernándezMaría Amelia Fernández *

DelgadoDavid Delgado*

Resumen

El objeto de este trabajo es estimar una función de demanda de dinero paraVenezuela teóricamente coherente y empíricamente robusta, utilizando data defrecuencia mensual y trimestral, tanto para la definición de M1 como de M2. Seutiliza la metodología de cointegración para identificar la relación de largo plazoentre las variables, que luego se incorpora en un modelo de equilibrio dinámicode corrección de errores. Se investiga también la presencia de un cambio estruc-tural en la relación de largo plazo entre las variables, estimado endógenamente, yse incorporan variables que llamamos de “apertura”, tasa de interés externa ynivel del tipo de cambio, que han resultado ser relevantes para economías endesarrollo. Para el período analizado, se encontró que existen relaciones robustasde cointegración entre el dinero real, el producto real, el tipo de cambio nominal,la inflación, la tasa de interés interna y la tasa de interés externa, tanto para M1como para M2, con data de frecuencia trimestral. Las relaciones con data mensualno resultaron robustas. No se halló evidencia concluyente sobre la existencia decambios estructurales en las relaciones de cointegración. La dinámica de cortoplazo parece indicar que el cuasi-dinero reacciona a un mayor número de varia-bles y con menos rezagos que M1.

* Funcionarios del Banco Central de Venezuela, Vicepresidencia de Estudios.

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Introducción

La estimación de una función de demanda de dinero teóricamente coherente yempíricamente robusta es esencial para la programación monetaria y financiera.El objeto de este trabajo es estimar una función de demanda de dinero paraVenezuela utilizando data de frecuencia mensual y trimestral, tanto para la defini-ción de liquidez restringida como la de ampliada.

Investigaciones previas se han concentrado en la estimación de una función dedemanda de dinero para Venezuela utilizando la metodología de cointegraciónpara identificar la relación de largo plazo entre las variables, que luego se incor-pora en un modelo de equilibrio dinámico de corrección de errores. Por ejemplo,Sánchez (1995) emplea datos de frecuencia trimestral y encuentra una relación delargo plazo entre M1 real, producto e inflación. Cartaya, Roo y Sánchez (1996)encuentran una relación a largo plazo para la demanda de dinero con el agregadoM1 utilizando data mensual. Bjørnland (1999) deriva un modelo estable para M2con data trimestral.

Nuestro trabajo contiene varias innovaciones con respecto a estudios recientespara Venezuela. En primer lugar, se investiga la presencia de un cambio estructu-ral en la relación de largo plazo entre las variables siguiendo el método de Gregoryy Hansen (1996) para hallar de forma endógena el quiebre en la relación decointegración. También se incorporan variables que llamamos de “apertura”, tasade interés externa y nivel del tipo de cambio, que miden el costo de oportunidadde demandar saldos líquidos en moneda nacional frente a otros activos en mone-da extranjera, que resultan ser relevantes para economías en desarrollo, siguiendoa Arize, Malindretos y Shwiff (1999).

En este estudio se pretende responder a las siguientes preguntas: (i) ¿es la deman-da nominal de dinero homogénea de grado uno con respecto a los precios?, (ii)¿es unitaria la elasticidad de largo plazo de la demanda de dinero con respecto alingreso?, (iii) ¿cuál es el agregado monetario que más se adecua a la estimación dela demanda de dinero para Venezuela?, (iv) ¿son relevantes las variables de ‘aper-tura’ para explicar la demanda de dinero? y (v) ¿es la velocidad de ajuste de lademanda de saldos reales a desequilibrios instantánea?

En primer término, es relevante averiguar si cambios en los precios son seguidospor cambios proporcionales en la demanda nominal de dinero, de manera que lademanda de saldos reales permanezca constante. De ser la demanda de dinerohomogénea de grado uno, ello permitiría predecir con mayor precisión los efec-tos a largo plazo de la política monetaria, dado que los resultados no se veríanafectados por ilusión monetaria.

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A. Arreaza, M. A. Fernández, D. Delgado / La demanda de dinero en Venezuela 83

Por otra parte, es importante conocer si la elasticidad ingreso de la demanda dedinero a largo plazo es unitaria. Cuando la elasticidad ingreso es mayor a launidad, la velocidad de circulación tendería a caer a medida que aumenta elingreso, debido a la falta de economías de escala en la acumulación de saldosmonetarios. Si existen economías de escala en la acumulación de saldos reales yla elasticidad ingreso es unitaria, la velocidad de circulación tendería a permane-cer constante y los cambios en el producto y la demanda de saldos reales seríanproporcionales.

Es también importante conocer la dinámica a corto plazo de los determinantes dela demanda de saldos reales para efectos de política. Se espera que en la medidaen que los desequilibrios con respecto al equilibrio a largo plazo resulten máscostosos para los agentes, la velocidad de ajuste será mayor.

Por último, si las variables de apertura son relevantes para la función de demandade dinero, esta información debe incorporarse en el diseño de la política monetaria.

El trabajo se organiza de la siguiente manera: la siguiente sección explica la meto-dología empleada. La sección 3 reseña el comportamiento de los agregados mo-netarios y describe sus propiedades estadísticas. En la sección 4 se presentan yanalizan los resultados y la sección 5 contiene las conclusiones.

El modelo

La especificación que utilizamos se basa en el modelo de equilibrio de correcciónde errores en Arize y Melindretos (1999), descrita de la siguiente manera:

(1)

(2)

donde mt* es el logaritmo de los saldos reales deseados (M1 o M2 real); y

t es el

logaritmo del producto real; πt es la tasa de inflación esperada1; e

t es el logaritmo

del tipo de cambio nominal; rtf es la tasa de interés externa y r

ti es la tasa de interés

doméstica. El operador D indica las primeras diferencias de las variables. Loserrores estocásticos vienen dados por «

t y m

t .

mt*-a

1y

t-a

t-a

3ri

t-a

4e

t-a

5r

tf = «

t

Dmt = m

t+l«

t-1+S(d

1,jDy

t-j+d

2,jDπ

t-j+d

3,jDri

t-j+d

4,jDe

t-j+d

5,jDrf

t-j)+SB

jDm

t-j-1

L

j=1

L

j=0

1 Se supone que los agentes tienen previsión perfecta de la inflación.

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84 Revista BCV / Vol. XIV, N° 2 / 2000

La primera ecuación representa el equilibrio a largo plazo en el mercado moneta-rio, modelado mediante un vector de cointegración, y la segunda ecuación descri-be la dinámica de corto plazo de las variables. Se dice que un conjunto de varia-bles integradas de orden uno están cointegradas, cuando existe al menos unacombinación lineal de las mismas cuyos residuos sean estacionarios. Ello indicaque las tendencias estocásticas de dichas variables están relacionadas y conver-gen hacia el equilibrio en el largo plazo. Si la función de demanda de dinero estádescrita por un modelo de equilibrio a largo plazo estacionario, ello implica quela dinámica a corto plazo está restringida a que cualquier desequilibrio se reviertanuevamente hacia el equilibrio a largo plazo en ausencia de perturbaciones. Loscoeficientes de esta ecuación son interpretados como elasticidades de la demandade saldos reales con respecto a cada variable, excepto los coeficientes que acom-pañan las tasas de interés, que son semi-elasticidades.

Como variable de escala utilizamos el producto real como medida de ingreso. Seespera que los saldos reales sean directamente proporcionales al ingreso, es decir,el signo de d

1 debe ser positivo. En cuanto a las variables de costo de oportunidad

de mantener saldos reales, se espera que el signo que acompaña la inflaciónesperada, a

2 , sea negativo, dado que aumentos esperados en la tasa de inflación

generan una sustitución del dinero por otros activos, reduciéndose así la cantidaddeseada de saldos reales. Un aumento de la tasa de interés genera efectos desustitución y riqueza de signos opuestos, por lo que el signo de a

3 se determina

empíricamente.

El tipo de cambio tiene un efecto ambiguo sobre la demanda de dinero. Por unaparte, si los agentes tienen inversiones en moneda extranjera, una depreciacióntenderá a aumentar la riqueza de los agentes, lo cual tendería a incrementar lademanda de saldos reales. Por otra parte, una depreciación del tipo de cambiopuede generar expectativas pesimistas en cuanto al desempeño futuro del tipo decambio, motivando una recomposición del portafolio de los agentes a favor deactivos en divisas. Debido a esto, el signo de a

4 se determina en forma empírica.

La tasa de interés externa, rtf , refleja el costo de oportunidad de mantener saldos

reales en moneda doméstica en lugar de activos en moneda extranjera. En estesentido, se espera que la demanda de saldos reales reaccione en dirección contra-ria a los movimientos de la tasa de interés externa. Se espera que el signo de a

5

sea entonces negativo.

La segunda ecuación describe la dinámica a corto plazo de las variables queintervienen en el modelo, donde «

t-1 es el término de corrección de error o des-

equilibrio. El coeficiente l representa la velocidad de ajuste al equilibrio de largoplazo. Para asegurar la convergencia hacia el equilibrio, -1< l<0.

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A. Arreaza, M. A. Fernández, D. Delgado / La demanda de dinero en Venezuela 85

Análisis de la data

Las variables

Las series utilizadas para estimar la demanda de dinero son las siguientes:

• Dinero Real. Como dinero nominal se utilizaron los saldos al final del período deM1 (efectivo más depósitos a la vista) y M2 (M1 mas depósitos de ahorro y aplazo). El dinero real se obtuvo deflactando M1 y M2 con el Índice de Precios alConsumidor (IPC), base 1997, que calcula el BCV para el Área Metropolitana deCaracas. Se denota como m1 y m2 al logaritmo de M1 y M2 real respectivamente.

• Producto Interno Bruto Real (y). Para el análisis de la data mensual se utilizócomo proxi del PIB real el logaritmo del Índice General de Actividad Económi-ca Mensual (IGAEM), base 1997, que calcula el BCV con cobertura nacional.Para la data con periodicidad trimestral, se utilizó el logaritmo del PIB real quecalcula el BCV.

• Inflación (p). Se utilizó como medida de inflación la diferencia del logaritmo delIPC.

• Tipo de Cambio Nominal (e). Se utilizó el logaritmo del precio promedio enbolívares del dólar.

• Tasa de Interés Doméstica (r i ). Se utilizó la tasa de interés pasiva de los depó-sitos a 90 días calculada por el BCV.

• Tasa de Interés Externa (r f ). Se utilizó la tasa de interés pasiva de los CDnorteamericanos a 90 días, que se publica en la base de datos del IMF.

El período muestral dependió de la disponibilidad de información. Para la datamensual, el período en estudio es enero 1989 a diciembre 1999; mientras quepara la data trimestral, se tomó desde el primer trimestre de 1984 hasta el cuartode 1999. La data hasta el tercer trimestre de 1990 está trimestralizada; a partir deentonces se calcula trimestralmente.

Durante el período en estudio, la economía venezolana experimentó fuertes shocksmacroeconómicos. Como parte de las reformas introducidas a partir de 1989 y enlo sucesivo, la economía experimentó grandes devaluaciones, se implementarondiferentes regímenes cambiarios, la inflación alcanzó tasas superiores al 100 porciento, las tasas de interés alcanzaron niveles del 70 por ciento, etc. Todo ello haoriginado una alta volatilidad de las variables macroeconómicas empleadas eneste estudio, tipo de cambio, inflación, tasas de interés, PIB y liquidez real (verFiguras 1-6). Tanto el circulante como la liquidez monetaria muestran una tenden-cia decreciente. Particularmente, m2 real ha mostrado una marcada disminucióndurante el período, debido fundamentalmente a la caída del cuasidinero.

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Gráficos Nos1- 6

70000

60000

50000

40000

30000

20000

M1 Real

89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99

140000

120000

100000

80000

60000

40000

M2 Real

89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99

0.4

0.3

0.2

0.1

0.0

Variación intertrimestral del IPCPeríodo 1984:I - 1999:IV

84 86 88 90 92 94 96 98

70

60

50

40

30

20

10

0

84 86 88 90 92 94 96 98

Tasa de interés pasiva 90 díasPeríodo 1984:I - 1999:IV

0.5

0.4

0.3

0.2

0.1

0.0-

0.1

-0.2

Variación del tipo de cambio nominalPeríodo 1984:I - 1999:IV

84 86 88 90 92 94 96 98

12.0

11.9

11.8

11.7

11.6

11.5

84 86 88 90 92 94 96 98

Logaritmo del PIB realPeríodo 1984:I - 1999:IV

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Pruebas de estacionariedad

El disponer de series no estacionarias o con raíces unitarias tiene implicacionesimportantes sobre cualquier análisis econométrico. Si una variable posee una raízunitaria, todo impacto sobre ésta tendrá efectos permanentes. El Cuadro N°1muestra los resultados de las pruebas de Dickey-Fuller aumentadas para corregirpor autocorrelación (ADF). Éstas favorecen la hipótesis de la presencia de raícesunitarias al 5 por ciento para todas las variables, excepto para m2 y el productotrimestrales, para las cuales no puede ser rechazada la hipótesis nula para un nivelde significación del 10 por ciento.

Para el caso particular de las series de m1 y producto mensual no solamente secontrastó si existían raíces unitarias sino también raíces unitarias estacionales, yaque la diferenciación de una serie que posee raíces unitarias estacionales no seráestacionaria. Hylleberg, Engle y Granger (1990) desarrollaron tests para raícesunitarias las cuales contienen módulos unitarios con frecuencias estacionales.Estos tests permiten contrastar la presencia de raíces estacionales a varias frecuen-cias, es decir, contrastar raíces unitarias a frecuencia cero o no estacionales, raícesunitarias semestrales y estacionales. Una vez extraído el patrón estacionaldeterminístico de m1 y del producto usando el método multiplicativo de prome-dios móviles se contrastó la presencia de raíces unitarias estacionales. Dicho testconfirma la no-existencia de raíces unitarias estacionales en las seriesdesestacionalizadas de m1 y producto; los valores del test y sus respectivos valo-res críticos se muestran en el cuadro N°1.

Cuadro N°1Tests para raíces unitarias

Data mensual Data trimestralValor del Valor delestadístico estadístico

Variable de contraste Valor crítico(1) de contraste Valor crítico(1)

m1real

(2) -2.21 -2.89 -2.22 -3.4875m2

real-2.67 -3.4461 -3.52 -3.4862

y(2) -2.14 -2.89 -3.59 -3.4862π -2.61 -2.8845 -2.37 -2.9118e -2.19 -3.4461 -1.66 -3.4862ri -2.42 -2.8845 -1.70 -2.9109rf -1.98 -2.8845 -2.35 -2.9118H0: La serie no es estacionaria.1/ El valor crítico aproximado según MacKinnon para series no estacionales y de Hylleberg etal. (1990) para series mensuales de m1 y producto; nivel de significación de 5%2/ La serie mensual está desestacionalizada.

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88 Revista BCV / Vol. XIV, N° 2 / 2000

Las pruebas tradicionales de Dickey-Fuller para detectar raíces unitarias puedenresultar inadecuadas cuando la variable ha experimentado cambios estructuralesen el período de estudio. Este podría ser el caso de la mayoría de las series aquíanalizadas.

Es evidente pues, que dadas las características de la data venezolana, los testsconvencionales ADF deben verse con cautela. En efecto, todos los modelos deraíces unitarias, aún después de corregir por autocorrelación, presentan residuosque no son normales e inestabilidad en sus parámetros. En este estudio, se utiliza-ron adicionalmente extensiones del ADF tradicional, robustas ante la presencia dequiebres estructurales en las series, para detectar la presencia de raíces unitariasen las series. Estos procedimientos y sus resultados se detallan en el Apéndice.Los resultados de estos tests muestran que todas las series aquí analizadas son noestacionarias, incluso las series trimestrales de m2 y producto que resultaron serestacionarias utilizando el test tradicional ADF (cuadro N° 1). Para el resto devariables, los tres métodos de raíces unitarias confirmaron los resultados obteni-dos con el ADF tradicional, por lo cual podemos concluir que las series analizadasno son estacionarias.

Resultados empíricos

En primer lugar, se determinaron endógenamente los posibles cambios estructu-rales en la relación de cointegración mediante el método de Gregory y Hansen(1996). Este método se basa en una extensión del test ADF para contrastar lahipótesis nula de no cointegración entre las variables, contra la alternativa decointegración en la presencia de un cambio estructural. Luego se emplea el méto-do de Johansen (1988, 1992) para hallar los vectores de cointegración, cuyosresiduos se incorporan en la estimación de la dinámica de corto plazo para corre-gir por el ajuste hacia el equilibrio. Para ello se utiliza el método de máximaverosimilitud con información completa. La estructura de rezagos del VAR sedetermina utilizando los criterios de Akaike y Schwarz.

Por último, se estima el modelo final mediante dos métodos: i) un modelo VARestimado por máxima verosimilitud con información completa (FIML) y OLS,considerando como variables débilmente exógenas aquellas que así resulten deacuerdo al criterio de Johansen. ii) Estimaciones parsimoniosas uniecuacionalespara la demanda de dinero, verificando que los residuos de éstas no tenganproblemas de autocorrelación, normalidad, heterocedasticidad o estabilidad es-tructural de los parámetros.

Aunque teóricamente es correcto la estimación mediante un sistema, también escierto que problemas de especificación en una de las ecuaciones, pueden afectar

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A. Arreaza, M. A. Fernández, D. Delgado / La demanda de dinero en Venezuela 89

el resto de las ecuaciones del sistema, particularmente cuando se estima por FIML.Por otra parte, las estimaciones uniecuacionales permiten un análisis más profun-do de los resultados. Para el caso venezolano, Sánchez (1995) realiza ambos tiposde estimaciones para la demanda de dinero, obteniendo resultados similares encuanto a la magnitud y significación de los coeficientes.

Data mensual

Con data de frecuencia mensual no se encontraron relaciones de cointegraciónrobustas entre las variables empleadas para el período cubierto en este estudio.Cambios en la estructura de rezagos parecen alterar marcadamente los resultadosen cuanto a la significación y los signos de las variables en los vectores decointegración. Con el método de Gregory y Hansen tampoco se logran encontrarrelaciones de cointegración admitiendo un cambio de régimen en la relación deequilibrio a largo plazo. Esto puede deberse a que el indicador utilizado para elproducto mensual, el IGAEM, no resulta adecuado para este tipo de estimaciones.Otra explicación puede ser que la data mensual tiene problemas de estacionalidado contiene ‘ruido’, lo cual desvirtúa las estimaciones.

Data trimestral

Con data de frecuencia trimestral se encontraron resultados más confiables, tantopara m1 como para m2. Para ambos agregados monetarios se contrastó la hipóte-sis sobre la homogeneidad de precios mediante un modelo de rezagos distribui-dos del tipo,

(3)

donde M y P representan los saldos nominales y los precios, respectivamente. Lahipótesis a comprobar es , es decir, los saldos nominales se ajustan propor-

cionalmente a cambios en los precios a lo largo del tiempo (r rezagos), de maneraque la demanda de saldos reales permanece constante. Esta hipótesis no pudo serrechazada para m1 o m2 con 6 rezagos. Esto sugiere que ambos agregados pue-den ser empleados en el diseño y ejecución de la política monetaria.

Análisis del equilibrio a largo plazo

Para la relación de equilibrio a largo plazo, primero se investigó la presencia decambios estructurales. Al realizarse los tests residuales tradicionales (Engle y Granger,1987), se encontró que existen relaciones de cointegración sin necesidad de co-

logMt = SlogM

t-j + Sw

j logP

t-j+ S(a

j y

t-j – b

j ri

t-j – d

j e

t-j – g

j rf

t-j )

r r r

j=1 j=0 j=0

Swj = 1

j=0

r

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90 Revista BCV / Vol. XIV, N° 2 / 2000

rregir por quiebres estructurales en la relación a largo plazo. En este caso, elmétodo de Gregory y Hansen no resulta apropiado para determinar cambios derégimen. Sin embargo, el hecho de que existan relaciones de cointegración robus-tas, tanto para m1 como para m2, sin necesidad de corregir por cambios derégimen podría indicar que si hubo cambios estructurales, éstos no afectaron demanera significativa la relación de equilibrio.

Una vez descartada la inclusión de cambios estructurales en la relación decointegración, se determinó la estructura óptima de rezagos del vector autorregresivo(VAR), utilizando los criterios de Akaike y Swarchz, que resultó ser de 4 rezagos.Luego se procedió con el test de Johansen para determinar el número de vectoresde cointegración. El Cuadro N°2 presenta los resultados del LR-test (cociente deverosimilitud) para el estadístico de la traza, que indica el número de vectores decointegración.

Cuadro N° 2LR-tests para el rango

r = 0 r ≤ 1 r ≤ 2 r ≤ 3 r ≤ 4m1real 103.9** 65.5* 35.2 19.4 7.9

m1real * 66.9** 37.1 16.8 6.3 2.1

m2real 79.9** 45.4* 23.8 9.27 1.7

m2real * 120.9** 78.3** 50.9** 26.4* 10.3

*El modelo contiene rti - rt

f , en lugar de las tasas separadas. *(**) Significativo al 5% (1%)

Tanto para m1 como para m2 se contrastaron dos modelos, uno incluyendo latasa de interés doméstica y la tasa de interés externa (modelo general), y otro quesólo contiene el diferencial de tasas, r

ti - r

tf (modelo con diferencial de tasas). En

todos los casos, la hipótesis de que no existe una relación de cointegración esrechazada al 1 por ciento. En los casos en los que existe más de una relación decointegración, resultó que sólo una de las relaciones era teóricamente consistentey fueron éstas las que se emplearon para el resto del análisis.

La existencia de vectores de cointegración sugiere entonces la presencia de relacio-nes estables a largo plazo entre la demanda de saldos reales, el producto, la infla-ción, el tipo de cambio y las tasas de interés interna y externa. El Cuadro N° 3muestra los vectores de cointegración estimados.

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A. Arreaza, M. A. Fernández, D. Delgado / La demanda de dinero en Venezuela 91

Cuadro N° 3Vectores de cointegración

Velocidady π r

ti E r

tf r

ti - r

tf de ajuste

1 m1real* 0.95 -1.69 -0.01 -0.26 -0.01 – -0.80

(130.3) (4.89) (14.48) (27.67) (0.71) – (2.69)

2 m1real* 0.94 -1.32 – -0.26 – 0.01 -0.37

(172.1) (2.83) – (16.91) – (11.98) (1.97)

3 m2real* 1.05 -1.00 0.001 -0.36 -0.02 – -0.78

(167.1) (2.99) (1.50) (46.15) (3.46) – (3.53)

4 m2real 1.04 -1.54 – -0.36 – 0.001 -0.52

(283.1) (4.26) – (33.82) – (1.72) (3.33)

Valor absoluto del estadístico t entre paréntesis. (*) El producto no es débilmente exógeno.

Los coeficientes resultaron significativos y con los signos esperados. Para todas lasespecificaciones el producto resultó positivo y significativo. La restricción sobre laelasticidad ingreso unitaria de la demanda de dinero no pudo ser rechazada. Lainflación resultó ser el componente con mayor elasticidad en términos absolutos.Alzas en la tasa de inflación generan caídas más que proporcionales en la demandade saldos reales. El tipo de cambio afecta negativamente la demanda de dinero. Ellorefleja el hecho según el cual ante alzas en el precio de la divisa, los agentes sustituyenactivos internos por externos pues interpretan la depreciación de hoy como un debi-litamiento futuro de la moneda. La falta de credibilidad en el régimen cambiariogenera expectativas sobre el debilitamiento futuro de la moneda, lo cual induce caídasen la demanda de saldos reales cuando los agentes ajustan su portafolio.

Cuando se incluyen las tasas de interés interna y externa por separado en elvector de cointegración para m1 (fila 1), la tasa de interés externa no resultósignificativa. Ello sugiere que la demanda de saldos reales con fines mayormentetransaccionales, no es muy sensible a movimientos en la tasa de interés externa,aunque sí lo es al diferencial de tasas interna y externa (fila 2). Por el contrario, alutilizar m2 como agregado, la tasa de interés doméstica pierde importancia (fila 3)frente a la tasa de interés externa. Ello puede indicar que el cuasidinero es sensi-ble a las variables de apertura, determinando así la respuesta de m2 ante cambiosen la tasa de interés externa.

De todo esto se deduce que las variables de apertura deben ser tomadas enconsideración a la hora de realizar política monetaria, dado que forman parte de

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92 Revista BCV / Vol. XIV, N° 2 / 2000

la relación de equilibrio de largo plazo de la demanda de saldos reales. Cualquierpolítica económica que afecte el tipo de cambio o el diferencial de tasas deinterés, tendrá a su vez un impacto indirecto sobre la demanda de saldos reales através de las variables de apertura. La última columna muestra la velocidad deajuste de la demanda de dinero ante desequilibrios. Tanto para m1 como para m2,la velocidad de ajuste de la demanda de dinero es alta, comparada con la de otrospaíses y mercados emergentes (ver Arize, Malindretos y Shwiff, 1999). Estos resul-tados sugieren que ante desequilibrios de corto plazo en el mercado monetario,una alta proporción del ajuste hacia el equilibrio se realiza en el trimestre siguien-te al desajuste.

Modelo dinámico

De acuerdo con el criterio de Johansen, la inflación, el tipo de cambio, y las tasasde interés resultaron débilmente exógenas. En cambio, el producto no resultódébilmente exógeno en 3 de las 4 especificaciones estimadas en el Cuadro 3. Estosugiere que tanto la demanda de saldos reales como el producto se ajustan en elcorto plazo ante cualquier desequilibrio para alcanzar nuevamente el equilibriode largo plazo.

Procede entonces estimar los modelos en forma conjunta para Dm y Dy, para locual se utilizó el método de máxima verosimilitud con información completa (FIML).Este método es consistente y asintóticamente eficiente, por lo que debería preferirsea otros métodos de información limitada uniecuacionales. Sin embargo, para mues-tras pequeñas estos resultados asintóticos no necesariamente se mantienen.

En primer lugar, cualquier error de especificación en alguna de las ecuaciones sepropaga al resto de las ecuaciones, cosa que no ocurre con métodos de informa-ción limitada, dado que las estimaciones se hacen ecuación por ecuación. Ensegundo lugar, la variación de la matriz estimada de covarianzas es trasmitida atodo el sistema, lo que puede resultar en varianzas estimadas más altas que seobtendrían con métodos de información limitada (Greene, 1993). Por esta razón,también se incluyen estimaciones uniecuacionales realizadas con OLS, las cualespermiten, además, una evaluación más detallada del modelo.

Estimación conjunta de las variables (FIML)

En los Cuadros Nos 4 al 7 se presentan los resultados de la estimación conjunta de Dmy Dy en su representación parsimoniosa para los modelos 1 al 3 en el Cuadro N° 3.

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Cuadro N° 4Estimación conjunta para Dm1 y Dy. Modelo general

Ecuación para Dm1

Coeficiente Error estándar Estadístico t

«(-1) -0.321 0.086 -3.746

Dy(-3) -1.076 0.306 -3.514

Ecuación para Dy

«(-1) -0.192 0.035 -5.441

Dm(-2) 0.126 0.038 3.313

Dm(-4) 0.098 0.044 2.222

Dy(-1) -0.530 0.115 -4.587

Dy(-2) -0.578 0.107 -5.392

Dy(-3) -0.264 0.087 -3.011

D(e)(-1) 0.141 0.043 3.239

Cuadro N° 5Estimación conjunta para Dm1 y Dy. Modelo con diferencial de tasas

Ecuación para Dm1

Coeficiente Error estándar Estadístico t

«(-1) -0.281 0.105 -2.688

Dy(-3) -1.096 0.331 -3.315

Ecuación para Dy

«(-1) -0.194 0.034 -5.736

Dm(-2) 0.145 0.042 3.430

Dm(-4) 0.107 0.051 2.094

Dy(-1) -0.516 0.112 -4.604

Dy(-2) -0.578 0.110 -5.330

Dy(-3) -0.259 0.093 -2.782

D(e)(-1) 0.114 0.041 2.792

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94 Revista BCV / Vol. XIV, N° 2 / 2000

Cuadro N° 6Estimación conjunta para Dm2 y Dy. Modelo general

Ecuación para Dm2

Coeficiente Error estándar Estadístico t

«(-1) -0.408 0.109 -3.742

Dy(-3) -0.486 0.228 -2.128

Ecuación para Dy

Dy(-1) -0.389 0.149 -2.621

Dy(-2) -0.339 0.118 -2.874

Dy(-3) -0.342 0.152 -2.243

Dri (-3) -0.002 0.001 -1.953

Drf (-1) 0.020 0.008 -2.621

Tanto para m1 como para m2 el término de corrección de errores resulta signifi-cativo y negativo como se esperaba, lo cual es consistente con el ajuste hacia elequilibrio de largo plazo ante cualquier desequilibrio. El único rezago que pareceestar afectando la dinámica de m1 y m2 es el tercer rezago del producto. Nóteseque la tasa de inflación no parece afectar la dinámica de la liquidez o la delproducto. Cabe resaltar que para el caso de m2, el término de corrección deerrores no es significativo en la ecuación para Dy, lo que puede sugerir que eneste caso, el producto puede tomarse como débilmente exógeno y justificar laestimación en forma uniecuacional para la dinámica de m2.

Estimación uniecuacional (OLS)

En los Cuadros 7 al 10 se encuentran los resultados de las estimaciones uniecuacionalesparsimoniosas. Aun cuando algunos rezagos de Dm no resultaron significativos, losmismos fueron incluidos para corregir por autocorrelación; sin embargo, para todoslos casos se rechaza la hipótesis conjunta H

0: b

1= b

2=....= b

k= 0 siendo k el total de

variables, significativas o no, incluidas en un modelo particular. Los tests Q y LMindican que no existen problemas de correlación serial en los residuos una vezincluidos dichos rezagos. La hipótesis sobre la normalidad de los residuos no esrechazada para ningún modelo (test Jarque-Bera) y tampoco parece haber pro-blemas de heterocedasticidad (test Arch-LM). Los modelos resultaron a su vezestructuralmente estables en cuanto a los parámetros (test CUSUM). Se incluyóuna variable dummy, que toma valor 1 en el segundo trimestre de 1989 y 0 en elresto de los períodos, para corregir por el fuerte shock derivado del programa de

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A. Arreaza, M. A. Fernández, D. Delgado / La demanda de dinero en Venezuela 95

ajuste introducido en febrero de ese año. Esta variable resultó significativa y me-joró el error de predicción, mas su exclusión no desmejoró la robustez de losmodelos o alteró las especificaciones parsimoniosas.

Cuadro N° 7Estimación uniecuacional para DM1. Modelo general

Coeficiente Error estándar Estadístico t« (-1) -0.1690 0.0743 -2.2744Dm(-1) 0.1225 0.0962 1.2731Dm(-2) 0.0246 0.0890 0.2763Dm(-3) -0.1318 0.0927 -1.4208Dm(-4) 0.2868 0.0982 2.9192Dm(-5) -0.3241 0.1043 -3.1063Dy(-3) -0.6502 0.2688 -2.4194D892i -0.3937 0.0792 -4.9680

R2ajustado 0.61 p-value Jarque-Bera 0.57p-value Q-test(6) 0.22 p-valueArch(2) 0.32p-value LM(2) 0.98 RMSE predicción 0.075424

Cuadro N° 8Estimación uniecuacional para DM1. Modelo con diferencial de tasas

Coeficiente Error estándar Estadístico t« (-1) -0.1788 0.0745 -2.3974Dm(-1) 0.1534 0.0948 1.6176Dm(-4) 0.2820 0.0957 2.9471Dm(-5) -0.3108 0.1004 -3.0959Dy(-3) -0.7682 0.2421 -3.1737D892i -0.3911 0.0777 -5.0341

R2ajustado 0.61 p-value Jarque-Bera 0.60p-value Q-test(6) 0.41 p-valueArch(2) 0.48p-value LM(2) 0.96 RMSE predicción 0.076424

1.6

1.2

0.8

0.4

0.0

-0.4

90 91 92 93 94 95 96 97 98 99

1.6

1.2

0.8

0.4

0.0

-0.4

90 91 92 93 94 95 96 97 98 99

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96 Revista BCV / Vol. XIV, N° 2 / 2000

Cuadro N° 9Estimación uniecuacional para Dm2. Modelo general

Coeficiente Error estándar Estadístico t« (-1) -0.627 0.095 -6.5868Dm(-1) 0.115 0.104 1.1132Dm(-2) 0.203 0.111 1.8387Dm(-4) 0.460 0.099 4.6172Dy(-1) -0.467 0.193 -2.4222Dy(-2) -0.400 0.194 -2.0670Dy(-3) -0.543 0.175 -3.0925Dy(-4) -0.294 0.167 -1.7600Dri(-2) -0.004 0.001 -3.6449De(-2) 0.251 0.084 2.9797Drf(-4) 0.041 0.013 3.2358D892i -0.254 0.054 -4.7350

R2ajustado 0.6923 p-value Jarque-Bera 0.46p-value Q-test(6) 0.53 p-valueArch(2) 0.91p-value LM(2) 0.19 RMSE predicción 0.047234

Cuadro N° 10Estimación uniecuacional para Dm2. Modelo con diferencial de tasas

Coeficiente Error estándar Estadístico t« (-1) -0.525 0.091 -5.7900Dm(-1) 0.035 0.131 0.2664Dm(-2) 0.129 0.111 1.6744Dm(-3) -0.128 0.083 -1.5300Dm(-4) 0.275 0.099 2.7620Dm(-5) -0.022 0.105 -0.2093Dy(-1) -0.417 0.198 -2.1050Dy(-2) -0.342 0.221 -1.5480Dy(-3) -0.499 0.212 -2.3523De(-2) 0.234 0.104 2.2360D(ri-rf)(-2) -0.004 0.001 -3.8739D(ri-rf)(-3) -0.002 0.001 -1.8796D(ri-rf)(-4) -0.003 0.001 -2.4547D892 -0.284 0.023 -12.168

R2ajustado 0.70 p-value Jarque-Bera 0.32

p-value Q-test(6) 0.21 p-valueArch(2) 0.39

p-value LM(2) 0.18 RMSE predicción 0.04323

1.6

1.2

0.8

0.4

0.0

-0.4

90 91 92 93 94 95 96 97 98 99

1.6

1.2

0.8

0.4

0.0

-0.4

90 91 92 93 94 95 96 97 98 99

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A. Arreaza, M. A. Fernández, D. Delgado / La demanda de dinero en Venezuela 97

Al igual que en la estimación conjunta, M1 parece reaccionar a las variaciones delproducto con 3 períodos de rezago. Parece depender también de su propia histo-ria luego de 4 períodos. Ello implica que estimar el modelo en forma uniecuacionalno representa mayor pérdida de información con respecto a la estimación conjun-ta de las variables.

Para m2, las estimaciones uniecuacionales resultaron en dinámicas más complejasque la estimación conjunta. La variación de m2 pareciera depender de sus propiosrezagos (4-5), de los rezagos del producto (1-3), del segundo rezago del tipo decambio, de las tasas de interés doméstica y externa y de su diferencial después dedos rezagos. Esto indica que el componente de m2 distinto de m1, el cuasidinero,parece responder a una mayor cantidad de variables y en menos rezagos que m1,determinando así la dinámica de m2.

Conclusión

En este trabajo se estimaron funciones para la demanda de dinero en Venezuelapara el período 1984-1999. Se encontró que existen relaciones robustas decointegración entre el dinero real, el producto real, el tipo de cambio nominal, lainflación, la tasa de interés interna y la tasa de interés externa, tanto para M1 comopara M2, con data de frecuencia trimestral. Con data de periodicidad mensual, nolograron encontrarse relaciones robustas. Lo relevante de estos hallazgos es quereflejan la importancia de las variables de apertura, tipo de cambio y tasa deinterés externa, en el comportamiento de la demanda de dinero en Venezuela.Cualquier medida de política económica que afecte la dinámica del tipo de cam-bio estará también alterando el comportamiento del dinero real. Si los agentesperciben que el nivel del tipo de cambio es poco creíble se producirá un ajuste deportafolio a favor de activos externos, implicando una desmonetización de laeconomía doméstica. Estudios futuros pueden indagar el efecto de variables deriesgo cambiario y/o financiero sobre la demanda de dinero en Venezuela.

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98 Revista BCV / Vol. XIV, N° 2 / 2000

Apéndice

Tests para detectar la presencia de raíces unitariasen presencia de cambios estructurales

Un procedimiento econométrico para contrastar la hipótesis de raíz unitaria enpresencia de cambios estructurales sería efectuar las pruebas ADF en forma secuencial.Esta técnica consiste en estimar la ecuación test de ADF en submuestras de tamañon del conjunto total de datos N (n<N), de forma tal que la primera muestra conten-ga las observaciones 1 hasta n, la segunda muestra contenga las observaciones 2 ala (n+1), y la última muestra contenga las observaciones [(N-n)+1] a la N.

Para cada submuestra se obtiene el estadístico t asociado al coeficiente rezagadode la variable en estudio y se compara con los valores críticos de MacKinnon. Parailustrar este método se muestran los resultados para m1 y para m2. Valores porencima del valor crítico implican que no puede ser rechazada la hipótesis de noestacionariedad.

Gráficos A.1 y A.2Data mensual

1

0

-1

-2

-3

-4

-5

ADF para LM1 realcon submuestras de 30 meses (c,t,6lags)

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

ADF t-statistic

MacKinnon critical value 5

2

1

0

-1

-2

-3

-4

-5

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

ADF para LM2 realcon submuestras de 30 meses (c,t,6lags)

ADF t-statistic

MacKinnon critical value 5

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A. Arreaza, M. A. Fernández, D. Delgado / La demanda de dinero en Venezuela 99

Gráficos A.3 y A.4Data trimestral

-2

-3

-4

-5

-6

ADF para LM1 real con submuestrasde 30 trimestres (c,t,4lags)

0

ADF t-statistic

MacKinnon critical value 5

5 10 15 20 25 30 35

-1.0

-1.5

-2.0

-2.5

-3.0

-3.5

-4.0

ADF t-statistic

MacKinnon critical value 5

ADF para LM2 real con submuestrasde 30 trimestres (c,t,4lags)

0 5 10 15 20 25 30 35

Para la mayor parte del período, el resultado del estadístico ADF sugiere que nopuede ser rechazada la hipótesis de la presencia de raíces unitarias. Estas estima-ciones secuenciales pueden corregir el sesgo que implica la presencia de cambiosestructurales en la serie, pero poseen un mayor error de estimación ya que setrabaja con tamaños de muestra reducidos (n=30 en este caso).

Otro procedimiento econométrico utilizado es estimar el modelo ADF en formarecursiva. Este procedimiento difiere del secuencial en que dada una muestrainicial, fijada en 30 para este estudio, se estima la ecuación de ADF y se vuelve aestimar el modelo una y otra vez añadiendo una a una cada observación hastaestimar el último modelo para una muestra de tamaño N.

Gráficos A.5 y A.6Data mensual

1

0

-1

-2

-3

-4

ADF acumulativo desde n=30para LM1 real (c,t,6lags)

0

ADF t-statistic

MacKinnon critical value 5

20 40 60 80 100 120

1

0

-1

-2

-3

-4

-5

ADF t-statistic

MacKinnon critical value 5

0 20 40 60 80 100 120

ADF acumulativo desde n=30para LM2 real (c,t,6lags)

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100 Revista BCV / Vol. XIV, N° 2 / 2000

Gráficos A.7 y A.8Data trimestral

0 10 30 40 50 60200 10 30 40 50 6020

ADF t-statistic

MacKinnon critical value 5

ADF acumulativo desde n=30para LM2 real (c,t,4lags)

0

-1

-2

-3

-4

ADF t-statistic

MacKinnon critical value 5

0

-1

-2

-3

-4

ADF acumulativo desde n=30para LM1 real (c,t,4lags)

Observamos que mediante este método, tampoco se puede rechazar la hipótesisde la presencia de raíces unitarias. A diferencia del método secuencial, el métodorecursivo incorpora la historia más lejana de la serie y, cuando existen cambiosestructurales en ésta, las estimaciones se sesgan nuevamente hacia la aceptaciónde la hipótesis de raíces unitarias.

Banerjee (1992) sugiere la utilización de una versión recursiva del test ADF paraexaminar la estacionariedad en variables con shocks estructurales. Para este méto-do se incorporan variables ficticias para simular cambios en el intercepto y de estamanera capturar endógenamente el cambio estructural.

El punto de quiebre se ubica en aquel mes o trimestre donde el estadístico t seamínimo, es decir, el punto donde la serie está más cerca a no poseer raíz unitaria.Con este método se evita escoger visual o subjetivamente el punto de quiebreestructural. El Cuadro A.1 muestra los resultados de los tests ADF que incluyencambios estructurales y el mes o trimestre donde el test detecta el shock en la serie.

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A. Arreaza, M. A. Fernández, D. Delgado / La demanda de dinero en Venezuela 101

Cuadro A.1Tests ADF recursivos de Banerjee

Data mensual Data trimestral

Variable tmin

1 Break endógeno tmin

1 Break endógeno

m1real2 -4.08 1992:07 -5.48 1989:I

m2real -4.10 1995:02 -4.87 1995:IV

y2 -2.37 1994:08 -5.04 1991:I

π -3.90 1996:07 -2.85 1988:I

e -4.16 1995:11 -4.39 1995:III

ri -3.18 1994:07 -3.10 1988:IV

rf -2.03 1994:04 -4.40 1990:IV

1/ El valor crítico aproximado según Banerjee, Lumsdaine, Stock (1992) es -4.332/ La serie mensual está desestacionalizada

Gráficamente se muestran los tests recursivos de Banerjee para m1 y m2, utilizan-do data mensual y trimestral.

Gráficos A.9 y A.10Data mensual

20 30 40 50 60 70 80 9010020 30 40 50 60 70 80 90100

0

-1

-2

-3

-4

-5

-2.5

-3.0

-3.5

-4.0

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ADF con break endógeno (dummy tipo C/T)para LM2 real (c,t,6lags)

Rolling ADF con dummy

Banerjee critical value 5

ADF con break endógeno (dummy tipo C/T)para LM1 real (c,t,6lags)

Rolling ADF con dummy

Banerjee critical value 5

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102 Revista BCV / Vol. XIV, N° 2 / 2000

Gráficos A.11 y A.12Data trimestral

-2

-3

-4

-5

-6

ADF con break endógeno (dummy tipo C/T)para LM1 real (c,t,5lags)

0

Rolling ADF con dummy

Banerjee critical value 5

0 10 20 30 40

-2.5

-3.0

-3.5

-4.0

-4.5

-5.0

Rolling ADF con dummy

Banerjee critical value 5

ADF con break endógeno (dummy tipo C/T)para LM2 real (c,t,5lags)

0 10 20 30 40

Los resultados de este test son consistentes con los que obtuvimos anteriormente,dado que puede decirse que las series no son estacionarias. De esta manera,podemos concluir con mayor grado de confianza que todas las variables aquíanalizadas son integradas de orden 1.

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Modernidad, nación y petróleo en Venezuela*

DávilaLuis Ricardo Dávila**

El propósito general es tratar las relaciones entre los conceptos de modernidad ynación en el caso venezolano. Los temas específicos de mi interés son: el conceptode modernidad, el de nación y las relaciones que entre ambos articula el petróleo.El orden del análisis será el mismo, tomando como escenario histórico los primeroscien años de nuestra vida republicana. Para comenzar conviene reflexionar acercade la importancia actual que tienen esos temas y sobre las escogencias que se hanhecho para su presentación. Existen razones suficientes que justifican la secuenciade ese tratamiento. Comenzaré refiriéndome a la relación entre historia y espacioregional, lugar privilegiado donde la nación va definiendo sus contornos.

Historia y espacio regional

Durante las últimas dos décadas se han ido formando grupos de investigaciónregionales que se han planteado como esfuerzo intelectual algo así como“descaraqueñizar” la historia de Venezuela. Los resultados han sido notables. Sur-gieron conceptos como el de “región histórica” para el caso de Maracaibo y laregión zuliana, esfuerzo extensivo también al occidente venezolano. La convic-ción que animó las distintas líneas de investigación fue muy específica: aquel

* Este texto es la versión revisada de la lección magistral dada en septiembre de 1999 en eldoctorado de Ciencias Humanas de la Universidad del Zulia. El autor agradece los certeroscomentarios realizados por un árbrito anónimo de la Revista del Banco Central de Venezuela.

** Profesor Titular de Análisis Político Contemporáneo en la Facultad de Ciencias Jurídicasy Políticas de la Universidad de Los Andes; Research Fellow del Departamento de Gobiernode la Universidad de Essex (Inglaterra).

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seguid el ejemplo que Caracas dio como canta nuestro himno nacional era muyefectivo a nivel simbólico, a nivel de forjar un sentimiento elemental de unidadnacional, pero a nivel de la comprehensión de nuestro propio procesoemancipatorio y republicano, el predominio de una óptica centralista atentaba –yaún atenta hoy día– contra la claridad, el orden e importancia de los eslabonesque definieron ese proceso, especialmente a lo largo del siglo XIX.

Otros conceptos, como el de la implementación de un “Proyecto Nacional”1 lue-go de la gesta independentista, no hacían otra cosa –a pesar de la buena fe queuno pueda suponer existía entre sus proponentes– que minimizar la influencia delo regional y maximizar el centralismo, así como la importancia de la supuestaexistencia de una unidad nacional. Y esto es, minimizar la influencia de uno delos procesos vitales de nuestra historia republicana. Luego vendrían otros proble-mas adicionales, como aquel de la conciencia nacional cuya discusión ocupó aeminentes venezolanos hasta la primera mitad de nuestro siglo2. La interrogantesurge de inmediato: ¿Cómo era posible hablar de un despertar nacional, delforjamiento de una unidad nacional si su materia prima, es decir, lo regional,permanecía minimizado, despreciado, para decirlo con palabras más duras?

Contra todas estas limitaciones de nuestro quehacer historiográfico insurgieronmuchos investigadores regionales. Los congresos de Historia Regional organiza-dos sistemática y asiduamente sirvieron de escenario a las nuevas búsquedas. Lashuellas están allí, al alcance de todos: significativos avances en la comprensión delo regional, deslinde de un nuevo saber histórico, el de la región, creación defértiles y bien estructurados grupos de investigación combatiendo tenazmentecontra los enigmas planteados por programas de investigación correctamenteconcebidos, formación de jóvenes historiadores quienes ya comienzan a arrojarresultados y una larga lista de publicaciones que no hace más que enriquecer elacervo intelectual de la nación. Aquella afirmación que el profesor Germán Cardozohiciese en 1979, inspirado por la tenaz intuición, no ha mostrado sino la rectituddel esfuerzo. Señalaba Cardozo para aquel entonces:

“La historia de Venezuela ganaría en profundidad y comprensión si se la comple-tara con el estudio de estos procesos regionales y su inserción en las políticas na-cionalistas del siglo XIX, matriz sociohistórica de la Venezuela contemporánea”.3

1 G. Carrera Damas, Una nación llamada Venezuela (Proceso socio-histórico de Venezuela,1810-1974. Conferencias). Caracas: Edición de la Dirección de Cultura de la UniversidadCentral de Venezuela, 1980.2 Sobre esta discusión ver L.R. Dávila, “La nación como voluntad y representación. Hacien-do la nación venezolana luego de 1936”. Revista Venezolana de Ciencia Política, N° 14,julio-diciembre, 1988, pp. 37-58.3 “La región histórica. Consideraciones preliminares sobre el Occidente venezolano”, enHistoria Regional. Siete ensayos sobre teoría y método. Caracas: Tropykos, 1986, p. 86.

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Luis Ricardo Dávila / Modernidad, nación y petróleo en Venezuela 109

También los esfuerzos de Rutilio Ortega por conceptualizar el fenómeno de lazulianidad, como expresión de una identidad regional, frente a la tan manoseadanoción de identidad nacional, han mostrado sus frutos en esta Venezuela convul-sa del fin-de-siglo. De manera que durante casi dos décadas la relación entrehistoria y espacio regional, entre historia y especificidad cultural, ha sido el mayorinterés teórico y empírico de muchos investigadores venezolanos. Acaso, ¿es quecomunidades como las nuestras, las latinoamericanas y, por supuesto, las venezo-lanas, muestran rasgos tan heterogéneos desde el punto de vista del clima, de logeoeconómico, de lo étnico, de lo social y de lo cultural que han de estudiarsedesde sus especificidades regionales si de verdad se quiere lograr una aproxima-ción lógicamente coherente acerca del conglomerado nacional? En este sentido,el nivel de lo regional nos lleva a nosotros –historiadores, intelectuales, políticos ycientíficos sociales en general– mucho más cerca de la realidad. La región defini-da en términos rigurosos tiende a ser más homogénea que lo nacional. Pero,además, en el nivel de lo regional es posible seguir más de cerca y con mayorexactitud la formación de patrones económicos, políticos o culturales que estánrelacionados con la conformación del poder nacional y sus resistencias.

Piénsese, por ejemplo, en los caudillos regionales que casi a lo largo de todo elsiglo XIX y buena parte del XX permanecieron en los campos de batalla por elcontrol de la nación. ¿Cómo, entonces, entender el rico fenómeno del caudillismovenezolano o latinoamericano, y sus relaciones con el poder central, sin entenderlos rasgos históricos de aquellas regiones que les sirvieron de escenario? Dejo lascosas hasta aquí en relación a lo histórico y su espacio regional. Y paso en loinmediato a plantear lo que aquí me ocupa.

Me propongo proceder así. En primer lugar, trataré de explorar en qué consiste lanaturaleza y la idea de la modernidad en general y dentro del ámbito latinoame-ricano y venezolano, en particular. Luego, en segundo lugar, examinaré la natura-leza, fines y alcance del concepto de nación al interior de esa misma modernidad.Por último, y en tercer lugar, me detendré a considerar las posibilidades que elpetróleo permitió en relación a los dos puntos anteriores. Es decir, ¿cómo elpetróleo permitió consolidar la nación moderna en Venezuela? Se habrá notadoque mi enfoque está lejos de lo regional, al igual que mi obra, la cual con pocasexcepciones siempre se ha referido al conglomerado nacional. Pero esto no esóbice para que el esquema subyacente pueda ser también llenado de contenidoregional. Y este es un tema fascinante, por decir lo menos: explorar la manera ylos mecanismos a través de los cuales las distintas regiones del país se han idohaciendo modernas.

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Hacia una definición de modernidad

No comenzaré esta sección del modo más fácil ni más convencional. No quisieraentrar en el tema con una definición de este tan trillado concepto con propósitoexplicativo. Procederé, más bien, al tanteo. A través de exploraciones sucesivas,basadas en la bibliografía que ilustra el tema, me iré aproximando al contenido dela modernidad, para lograr extraer algunos rasgos generales.

Ya todos conocemos de la larga bibliografía que abarca la modernidad, sea lanuestra o la del otro, es decir, no sólo para Europa y Estados Unidos sino tambiénpara América Latina. Sin embargo, el estudio del concepto para esta última reali-dad es bastante restrictivo en dos sentidos: 1. En el de confinar la modernidadhispanoamericana a lo económico y político, soslayando aquellos dramáticos pro-cesos de cambio social y cultural ocurridos en la región durante los siglos XIX yXX; 2. En el de ver nuestra modernidad como un eco diferido y deficiente de lospaíses centrales. Mi intención es detenerme en las cualidades específicas de aque-lla otra modernidad ocurrida en las regiones periféricas del mundo4. Pero enespecial, mi interés se centra en examinar las condiciones de su emergencia ydesarrollo. Más allá de buscar cápsulas elaboradas para explicar esta modernidad,es menester trazar su contenido. Las cápsulas sobran: “Modernidad como proyec-to inacabado”, “Modernidad periférica”, “Modernidad fragmentada”, “Modernidadsin modernización”, “Modernización sin modernidad”, “Modernidad subalterna”,etc. Pero interesa extraer de la abundante literatura sobre el tema algunos usos ysignificados fundamentales del concepto. ¿Qué rasgos emergen como centralesen la caracterización de las sociedades modernas?

Ya sabemos que los filósofos positivistas del fin-de-siglo XIX y luego los científi-cos sociales de comienzos del XX modernizaron el Estado, la vida cultural y lavida universitaria, pero el caciquismo, la religiosidad y las plutocracias oligárquicasmanipularon el pensamiento y la acción de las masas. Mientras las élites cultiva-ban el arte, la poesía y demás expresiones de la modernidad europea, la mayoríaentre nosotros continuaba siendo analfabeta. Esta especie de paradoja mentalhizo que la modernidad fuese vista por muchos como una “máscara, un simulacrourdido” (según el sentido que el francés Baudrillard da al término5 ) por las élitesy los aparatos de cultura estatales. Así fue como las oligarquías liberales de finesdel XIX y comienzos del XX se hicieron llamar constructores de estados, pero sóloordenaron algunas áreas de la sociedad para promover un progreso inconsisten-te, hicieron como que formaban culturas nacionales, y apenas construyeron cul-

4 Un esfuerzo semejante puede verse en F. Coronil, The Magical State. Nature, Money andModernity in Venezuela. Chicago: The University of Chicago Press, 1997.5 J. Baudrillard, “Modernité”. Encyclopaedia Universalis, París, 1990, pp. 552-554.

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turas de élite dejando por fuera inmensos conglomerados de poblaciones campe-sinas e indígenas que hicieron sentir su exclusión a través de las sucesivas revuel-tas y en la migración que trastocó la vida de las grandes ciudades6.

Luego vinieron los populismos que incurrieron en otro simulacro, hicieron creerque incorporaban a los sectores excluidos a través de una política distribucionistaen lo económico y lo cultural, pero sin cambios en la estructura misma. Unanueva oligarquía vino a sustituir a la vieja oligarquía liberal, y el populismo sediluyó en pocos años en clientelismos demagógicos. Por todas partes estamos,pues, en presencia de aquel “esquema de disimulos” de que nos hablara el granCabrujas7. ¿Cómo explicar esta inconsistencia entre los estados modernos latino-americanos, las sociedades a las que corresponden y su cultura de la modernidad?¿Cuál es el lugar de la modernidad en el desarrollo real de nuestros países? Elactual debate planetario sobre la modernidad y su cultura nos ayuda a profundi-zar en este malestar o como le llama el mexicano García Canclini, en este “estadode sospecha” (ibíd.). Pero, más allá de escrutar este debate, establezcamos algu-nas pautas acerca de lo que hoy entendemos por modernidad. Preguntémonos:

¿Qué significa ser modernos?

La sociedad moderna es el resultado de un triple proceso histórico:

El primero de estos procesos es el surgimiento del capitalismo. Es decir, el surgi-miento de un sistema económico en donde el excedente ya no es derrochadoperiódicamente en gastos suntuarios, sino reinvertido con miras a la expansión yal crecimiento ilimitados del propio sistema. La burguesía se diferencia de laantigua aristocracia guerrera y sacerdotal precisamente por el rechazo de losgastos suntuarios y, lo que es más importante, por la defensa de una racionalidadeconómica regida exclusivamente por la lógica del cálculo, de la utilidad y de laganancia. Con ello se opone a toda forma de ociosidad y de derroche –propias nosólo de la aristocracia terrateniente sino también de la plebe desposeída– y exaltalas virtudes del trabajo y del ahorro. Se opone igualmente a toda división socialbasada en el status, en el nacimiento, en la sangre, pero cree naturales e inevita-bles las diferencias que resultan de la libre competencia económica entre losindividuos.

6 N. García Canclini, “La modernidad después de la modernidad”. Moraes (de) Belluzzo,A.M., (ed.), Modernidade: Vanguardas Artísticas na América Latina, São Paulo: EditoraUnesp, 1990, pp. 19-25.7 J.I. Cabrujas, “El estado de disimulo”. Heterodoxia y Estado: 5 Respuestas, edición especialde la revista Estado y Reforma. Caracas: COPRE, 1987, pp. 7-35.

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El segundo proceso de la modernidad tiene lugar con las grandes revoluciones políti-cas. La puesta en cuestión de la división estamental exige la destrucción del Estadoteocrático, la decapitación del Rey divino, la abolición de la soberanía tradicional, y susustitución por un Estado democrático, fundado sobre el principio de la igualdadjurídica de todos los ciudadanos, más aún, fundado sobre el principio de la igualdadmoral de todos los seres humanos. La soberanía ya no es el privilegio de un solohombre o de un reducido grupo de hombres. Todos los seres humanos son igual-mente soberanos. La burguesía no sólo impone la racionalidad económica de laempresa capitalista, sino también esta otra racionalidad política del Estado democráti-co. Ambas racionalidades remiten, en realidad, a una misma matriz lógica, a unmismo modelo de relación social: el del contrato jurídico libremente establecido entredos o más individuos autónomos, perfectamente identificados y numerados (sea elcontrato económico entre empresario y trabajador que funda la empresa capitalista,sea el contrato político entre los ciudadanos que funda el Estado nacional).

El tercer proceso histórico de modernidad es el que concierne a la secularizaciónde la vida religiosa. Desde la Reforma protestante en el siglo XVI, se inicia unproceso de secularización que, siguiendo a M. Weber8 y a R.H. Tawney9, puedeser interpretado como una separación radical entre el orden profano de la racio-nalidad económica y política y el orden sagrado de la religión. La negación queLutero y Calvino llevaron a cabo sobre el valor religioso de las “obras” hastaentonces consideradas sagradas no sólo provocó aquel “desencantamiento” delmundo de que hablara Max Weber a comienzos de nuestro siglo, la desacralizaciónde los objetos, de las personas y de las acciones externas, sino que abrió elcamino a la santificación del trabajo, de la profesión, de la acción profana. Sedisuelven de esta manera las mediaciones que el cristianismo medieval habíaestablecido entre la religión y la economía, pero también entre la religión y lapolítica e incluso entre la religión y la ciencia. La lógica económica, política ycientífica del mundo profano se autonomiza por completo del ámbito sagrado.Entre lo profano y lo sagrado se abre un abismo insalvable10.

Así las cosas, la modernidad está caracterizada, a nivel de lo político y lo cultural,por el hecho de que la soberanía y la legitimidad residen en el secular Estado-nación el cual también deviene una suerte de “comunidad imaginada”11 en la quenuevas identidades y diferencias son formadas.

8 The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism (traducc. Talcon Parson), New York, 1948.9 Religion and the Rise of Capitalism. Oxford: Oxford University Press, 1926.10 J. Habermas, El discurso filosófico de la modernidad (traducc. M. Jiménez Redondo).Madrid: Taurus, 1989, pp. 255-284; G. Bataille, Lo que entiendo por soberanía. Barcelona:Paidós, 1996; A. Campillo, “El amor de un ser mortal”. Introducción a Bataille, ibíd., pp. 30-33; D. Martuccelli, Sociologies de la modernité. París: Gallimard, 1999.11 Uso el término en el sentido dado por B. Anderson, Imagined Communities. Reflectionson the Origin and the Spread of Nationalism. Londres: Verso, 1991 (1983).

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De manera que este triple proceso partero de la modernidad (el capitalismo, lademocracia y la secularización) es el destino histórico de las sociedades moder-nas, periféricas o no, y que ha de ser llevado hasta el final, hasta aquel otromomento histórico ya más cerca de nosotros llamado postmodernidad. Los pro-cesos históricos que están en la base de esta expansión o dominancia de lamodernidad pueden resumirse en: el Renacimiento y la Reforma religiosa de lossiglos XV y XVI, la industrialización capitalista de los siglos XIX-XX y la crecientetecnologización y racionalización de la sociedad luego de la Segunda GuerraMundial.

Los lenguajes de la modernidad

Ahora bien, llegados a este punto, cuando hemos explicado el triple procesohistórico que determina la modernidad, conviene preguntarnos desde un puntode vista discursivo: ¿cuáles son los discursos o los lenguajes, que permitieronexpresar este triple proceso histórico, aquellos que sirvieron de vehículo a lamodernidad? Respondamos escuetamente que estos lenguajes son al menos cua-tro: 1. El lenguaje del iusnaturalismo o del aristotelismo político; 2. El lenguaje delrepublicanismo cívico; 3. El lenguaje de la economía política; 4. Y el lenguaje dela ciencia política12.

Huelga desarrollar el significado de cada uno de ellos y huelga también mostrarcómo inciden sobre la alteración de los principales conceptos políticos que afec-tan la disolución del Imperio Español en América, determinando el sentido de lamodernidad en las repúblicas emergentes. Pero, no sólo esto, los cuatro lenguajesmencionados afectaron la naturaleza de la teología, de la filosofía y de la moral13.Afectando también las relaciones entra estas tres, pero sobre todo desarticularon,desde distintas perspectivas, el gran edificio intelectual legado por la Ilustración odicho con mayor rigor, contribuyeron a desarticular aquellas Luces legadas por lasIlustraciones, porque no hubo una sola Ilustración en Europa, sus expresionesfueron múltiples. Se puede hablar de una Ilustración italiana, de otra española, dela escocesa, de la francesa, de la holandesa, de la norteamericana y ¿por qué no?,de la Ilustración hispanoamericana. Poca duda cabe, por ejemplo, de que parafines del siglo XVIII y comienzos del XIX la efervescencia de la secularización, delrepublicanismo y del comercio enfrentó la filosofía y la moral a la teología. Los

12 A. Pagden, (Ed.), The Languages of Political Theory in Early Modern Europe, Cambridge:Cambridge University Press, 1987, p. 3. Sobre el nuevo lenguaje de la razón en Hispanoamé-rica, ver L. Castro Leiva, “Memorial de la modernidad: Lenguaje de la razón e invención delindividuo”, en A. Annino, L. Castro Leiva y F-X. Guerra (Eds.), De los imperios a las naciones:Iberoamérica. Zaragoza: Ibercaja, 1994, pp. 129-165.13 L. Castro Leiva, ibíd., p. 156.

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partidarios de la libertad y los opositores a ella sabían que lo que estaba en juegoera, entre otras cosas, el combate por la fundación de una nueva teología y de unanueva religión cívica, ambas relacionadas con la naturaleza del poder político y lalibertad de pensamiento. Y esto no era otra cosa que el combate por la moderni-dad. La pretensión de una idea de la modernidad americana consistió –segúnCastro Leiva– en: “ser capaces de conocernos y por ello de ser distintos a comonos habían hecho para nuestra desgracia las tinieblas de la opresión monárquicae inquisitorial” (ibíd., p. 158).

Modernidad e independencias

Hemos ido desnudando, descarnando el concepto de modernidad; moviéndonosdesde lo más general trataré de acercarme ahora a lo particular. Permítasemeincorporar a mi discurso el tema de las independencias. Una de las expresionesbásicas de nuestra modernidad fueron las rupturas con el nexo colonial. En sujustificación y fundamentos los cuatro lenguajes mencionados anteriormente (eliusnaturalismo, el republicanismo cívico, la ciencia política y la economía política)se unieron, se opusieron, se superpusieron, se entrecortaron, se complementarony se sintetizaron. Pero, hay más, hay mucho más, las independencias no sólofueron expresión sino, lo que es más importante, fueron condición de posibilidadpara la modernidad hispanoamericana.

Este argumento, válido no sólo para Venezuela, sino para toda la América, serefiere a que el período independentista fue, ante todo y por sobre todo, unperíodo revolucionario, signado por un quiebre que afectó al mundo hispánico,incluida la propia España. Es la época del nacimiento de la política moderna, o dela política de la modernidad, con la aparición de una nueva fuente de legitimidad,la del pueblo, que serviría de base y fundamento para la formación de los nuevosestados soberanos e independientes14.

Ahora bien, ¿de qué pueblo se trata? El vocablo evoca tanto una comunidadhumana, como la estructura interna de esa comunidad. Es decir, evoca tanto laexistencia de la nación como la del ciudadano. Y al mismo tiempo es menesterafirmar que ambas estructuras no existían en Hispanoamérica para el momentode las independencias. ¿Con qué o con quién se identificaban las comunidadeshispanoamericanas? Lo hacían con las ciudades, con las divisiones administrativasde la Colonia, con el conjunto de la Metrópolis española o portuguesa, con lafigura del Rey. Pero hay una pregunta también muy importante: ¿sobre qué ciuda-danos reposaba el ejercicio del poder? La respuesta no ofrece alternativas: estric-tamente sobre las élites, quedando excluido el conjunto de la población a la cualhabía que darle raíz y rostro.

14 F-X. Guerra, Modernidad e Independencias. Madrid: MAPFRE, 1992.

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Si a esto añadimos –como lo señala Guerra– que la fragmentación política fue lacondición fundamental de la América española, ¿qué otra salida existía para neu-tralizar aquel estallido de una pluralidad de Estados como no fuese la invencióndel pueblo, en tanto rostro, en tanto sujeto justificador de la nueva estructura depoder? En este sentido, las élites americanas se harán rápidamente conscientes dela distancia que separaban a sus países de sus modelos de nación (Europa yEE.UU.). Para acortar esta distancia, se dedicaron con empeño a construir, a in-ventar, en cierto modo, el pueblo como fundamento de las estructuras modernas,llámense nación, república o estado moderno. Las élites venezolanas harían estoen fecha tan temprana como el 23 de julio de 1811 con la Declaración de losDerechos del Pueblo. Allí se define la soberanía, los deberes, los derechos y laintegración de la sociedad. En cuya ausencia se encontraba “la causa de los malesque se han sufrido por 3 siglos”. En consecuencia, se declaraba: “La soberaníareside en el pueblo; y, el ejercicio de ella en los ciudadanos con derecho a sufragiopor medio de sus apoderados legalmente constituidos” .15

¿Qué significaba esto? Básicamente construir las bases de una comunidad deindividuos libremente asociados, comenzando a compartir mitos comunes. Paralograr tal fin había que desarticular los cuerpos y las corporaciones del antiguorégimen en tanto principio estructurador de la sociedad. Acá surgen unos prime-ros rasgos de la modernidad política venezolana e hispanoamericana, en general,los cuales pueden ser enunciados de la siguiente manera:

1. Las nuevas sociedades en formación se ven como inciertas y se muestransedientas de reconocimiento político y legal por el concierto de las naciones deEuropa y EE.UU. Los recién creados estados eran también débiles y víctimas deun déficit de legitimidad que les expondrá a la tutela de las grandes potencias. Eneste juego tutelar, desigual, hegemónico, la identidad propia de las sociedadeshispanoamericanas se va a afirmar o a inhibir en relación con el otro16. Estoimplica e indica que los traumatismos provocados por las intervenciones extran-jeras, así como las querellas interamericanas, serían un componente esencial de laformación del sentimiento nacional;

2. En la espera de que la población se convirtiese en pueblo, y en espera de laconstrucción de la nación, a las élites les correspondería encarnar ambas estructu-ras (el pueblo y la nación) y gobernar en su nombre. Y para tal fin utilizabanmecanismos modernos, es decir, aquellos propios de la modernidad. Pero tam-bién se empleaban mecanismos tradicionales que buscaban adaptarse a los víncu-los y valores de la vieja sociedad. De esta manera, en sus inicios la modernidad

15 Ver el documento en A. Brewer Carías (Estudio preliminar). Las Constituciones de Vene-zuela. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1985, pp. 175-177.16 F-X. Guerra, ibíd.

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hispanoamericana seguía atada a la tradición. Tradición con atuendos modernoses lo que se observará a lo largo del siglo XIX;

3. El tercer rasgo se refiere a la creación de mitos comunes. Ninguna comunidadque aspire a convertirse en nación puede existir sin la creación de mitos compar-tidos que vayan formando el sustrato anímico común. En Hispanoamérica eranecesario, entonces, crear una historia de la génesis de la nación, de sus héroesfundadores o de sus antihéroes o enemigos, era necesario crear una leyenda delhorrible pasado y del luminoso porvenir. A esto habría que añadir que la comuni-dad no era sólo pasado, sus raíces también se formaban en una nueva manera deexistir, en la construcción de nuevos vínculos sociales, producto de nuevos pactosfundadores expresados en la Constitución. De manera que las distintas constitu-ciones nacionales eran instrumentos modernos por excelencia, acaso éstas cons-tituían nuestros roussonianos Contratos Sociales, y la creencia en ellas era, a suvez, fundamento y proyecto de la moderna sociedad17.

En resumen, desde el punto de vista político la modernidad traía para Venezuela yla América Hispana dos novedades culturales: crear la nación e inventar el pueblo.Y estas novedades había que transmitirlas a una sociedad, a una comunidad básica-mente tradicional. En lo sucesivo, se haría necesario educar, instruir, bajo nuevosparámetros, transmitir a través de la escuela y de la historia los símbolos, el arte, lasceremonias, narrar las maneras de la vida en común. Y en estas narraciones entranen acción, para comenzar a desarrollarse, los principales componentes de la moder-nidad literaria mediante los cuales se comienzan a expresar las nuevas sociedadesindependientes y autónomas. Pero también se nutría la modernidad americana deuna ambigüedad que iría a cumplir un papel muy importante en nuestra historiarepublicana: se crearon naciones, es decir, estructuras modernas en el seno desociedades tradicionales. La articulación de este par de componentes (tradición ymodernidad) disímiles en contenido, en naturaleza, siempre fue ambigua, difícil,inacabada. A propósito de esto observa Octavio Paz con gran lucidez:

“La modernidad desde su nacimiento está en lucha con ella misma; en esto consis-te su ambigüedad y el secreto de sus continuas transformaciones y cambios”.18

Letras nacionales y modernidad

Las letras serían el escenario privilegiado para expresar “ambigüedades”,“transformaciones y cambios”. Hay por lo general un consenso bastante respeta-

17 F-X. Guerra, “La nation en Amérique espagnole: le problème des origines”. En La Nation,París: Hautes Etudes-Seuil-Gallimard, 1995, pp. 85-106.18 Los hijos del limo, Barcelona: Seix Barral, 1974.

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ble que ha ido determinando que las literaturas nacionales fueron también expre-sión de la modernidad. Y éstas comenzaron prácticamente alrededor de 1810. Asítenemos:

• La escritura de la poesía de las Independencias (La Victoria de Junín y El Cantoa Bolívar del ecuatoriano José Joaquín de Olmedo, la Alocución de la Poesía deAndrés Bello, A Niágara del cubano José María Heredia, entre otros).

• La novela El Periquillo Sarniento del mexicano José Joaquín Fernández de Lizardies de 1816.

Tomemos un par de juicios. El de Gonzalo Picón Febres quien en La literaturavenezolana del siglo XIX 19 nos señala:

“Llegamos a la fundación de la república venezolana, al gobierno paternal dePáez, al florecimiento abundante de las letras patrias; época esa de verdaderareconstitución en la cual se establecieron periódicos, se imprimieron libros... sellenaron los Congresos de hombres sabios, fueron libres los comercios, libres lassociedades, libérrima la prensa, y se sintió rumor de gloria y progreso”

El segundo juicio corresponde a un moderado y prohispánico, el crítico venezo-lano Julio Calcaño, quien señala:

“Nuestra literatura alborea con el sol de la revolución de Independencia. Ciegosen medio de aquella profunda noche de tres siglos, abriéronse repentinamentenuestros ojos a la luz soberana del derecho y de la libertad, y aprendimos a pen-sar, a estudiar, a sentir”.20

Pensar, estudiar, sentir son todos verbos modernos. Y precisamente de eso setrata cuando hablamos de literaturas nacionales: marcan una innovación en lalengua de Castilla, introduce nuevos temas, nuevas versificaciones, nuevos ensa-yos para expresar aquella naciente modernidad, pero sobre todas las cosas setrataba de la expresión de una nueva sensibilidad distinta a aquella de los últimosdías coloniales. Está implícito en mi argumento que el espíritu de nuestra moder-nidad comenzó a fraguarse ya con el Romanticismo. Y aquí incluimos a un autorque se desliza para escapar a las clasificaciones corrientes. Este es Andrés Bello,quien para algunos es un neoclásico, para otros es un purista prohispánico. Ahorabien, ¿cómo aceptar tales encasillamientos acerca de un autor que es quien prime-ro propone, urbi et orbi, el paradigma que fundamenta la modernidad: aquel dela autonomía cultural de América? Digamos, por ahora, que se trata de una de lasligerezas y debilidades de quienes se obstinan en encasillar al pensamiento huma-no, que por su naturaleza misma se resiste a ser encasillado.

19 1ª edic. 1906, uso la edición de Buenos Aires: Editorial Ayacucho, 1947, p. 43. 20 Reseña histórica de la literatura venezolana, Caracas: Tipografía El Cojo, 1888, p. 2.

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Resumo lo planteado hasta acá: la modernidad americana fue una construcción.De manera que no se trata de seguir elaborando píldoras sintéticas, al estilo:modernidad periférica, modernidad inacabada, modernidad sin revoluciones po-líticas, modernidad sin industrialización, modernidad sin secularización o sin re-volución axiológica. Tampoco se trata de una evasión de la realidad americanapara caer en una europeización o norteamericanización de nuestra vida en socie-dad. Se trata más bien, a mi juicio, de la búsqueda de un lugar propio americanoen “los patios interiores” (la expresión es de N. Lechner) de la modernidad.

En el caso venezolano la búsqueda se hizo más patética, dado el crítico estado enque quedaron las estructuras de la sociedad luego de las guerras de Independenciay de aquellas querellas internas que le siguieron a lo largo y ancho del siglo XIX. Elespíritu del país, dadas estas condiciones, se hizo muy poco flexible a los procesosde cambio arrastrados por la modernidad. Esto se va a expresar, por ejemplo, en elsurgimiento de un cierto espíritu moderno entre aquellas élites que luego de 1870continuaron ancladas en una sociedad básicamente tradicional. De allí los sucesivosfracasos del liberalismo amarillo en sus esfuerzos por articular la economía nacionala la economía capitalista internacional, y sus consecuencias: la polarización político-social, el crecimiento de las desigualdades sociales, el antagonismo entre una eco-nomía agraria basada en el latifundio y aquellos esfuerzos por transformar los mo-dos de producción según las necesidades del capital; la vida urbana y la vida ruralaparecieron en el país como dos mundos completamente diferentes e irreconcilia-bles en el interior de un mismo espacio social. Paradójica modernidad la que tratóde construir el Americano Ilustrado: aquella construida con ideas de hoy, y actitudesde ayer. Habría que esperar hasta bien entrado el siglo XX, habría que esperar lallegada del “Minotauro del petróleo” (Uslar Pietri) para que esta primera fase derelación antagónica entre lo moderno y lo tradicional se transformara en mutuadependencia. Más bien podría señalarse que desde las regiones, como lo fue el casode la región zuliana, y su puerto de Maracaibo, se crearon mejores condiciones parala articulación con la moderna economía capitalista.

Pero, mientras tanto, desde el centro se forzaba la realidad en una carrera diabó-lica por hacernos modernos muy a pesar nuestro, pero quienes se hacían moder-nas eran las élites centrales al cobijo del poder y no el pueblo ni las regiones ni lasestructuras sociales y políticas. Éstas se mantenían en la cresta de la ola de latradición. Sus consecuencias no se harían esperar, tampoco se haría esperar quienexpresara la paradoja. Le tocó a la lucidez del viejo Vallenilla Lanz llevar la voz. Yasí expresó la paradoja en 1913 con gran elegancia:

“Tuvimos teatros y palacios antes de tener caminos, acueductos, pozos, artesanosy obras de saneamiento. Y pretendemos cubrir nuestro atraso tradicional con lospuros oropeles de la civilización”.21

21 “Notas para un ensayo de sociología venezolana”, El Nuevo Diario, Caracas, 8.9.1913.

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Estamos en presencia de una modernización sin modernidad. Desde el guzmanatose intenta cubrir el país con los oropeles de la civilización: esto es, con fachadas,con palacios, con teatros, con Academias y con una Caracas desarrollada urbana-mente siguiendo la pauta de París. Por algo nuestro gobernante se mereció elmote entre las élites de “Autócrata Civilizador”. Pero al final de cuentas esto erapuro impulso inicial, si no simulacro. Pues los códigos de la modernidad nohabían sido bien asimilados, acaso tampoco existían condiciones internas paraello. La racionalidad económica, el lenguaje de la ciencia, la secularización de lasociedad, las revoluciones políticas, las revoluciones axiológicas, en fin, el desen-cantamiento del mundo tradicional aún estaba demasiado crudo entre nosotroscomo para pensar que se estaba modernizando la mentalidad de la sociedad. Ycomo para que no quedara duda de que la solución no podía brotar de la adop-ción de ideas ajenas a la propia realidad venezolana, ni tampoco nada modernose podría realizar sin interiorizar y sedimentar tales códigos, se refería Vallenilla alfetiche principal de la modernidad, la idea de progreso, en términos que porveces sonaban despectivos: “Esa largueza relativa en el modo de vivir”.

Y es que a esto se redujo la modernidad entre las élites liberales venezolanas: auna largueza relativa, y yo añadiría que también absoluta, en el modo de vivir, enel modo de relacionarse con Europa, en el modo de su mimesis en relación a looccidental. Por parte de las élites, no hay respuesta a las preguntas que sobre símisma se hacía la sociedad. Sólo hay ideas altisonantes, suerte de soneteos entresus miembros. Oigamos, por ejemplo, a Antonio Leocadio Guzmán calificar laobra de su vástago, aquel “Ilustre Americano, Pacificador, Regenerador y Presi-dente de los Estados Unidos de Venezuela”

“Yo no sé, Señor, porque se os ha llamado restaurador. Se restaura lo que alguna vezha existido; pero, ¿cuándo había existido en verdad la República de Venezuela? Nose os puede llamar creador, porque este atributo pertenece, de manera exclusiva, alOmnipotente; pero si no habéis sacado la república de la nada, es indudable que lahabéis desprendido del caos. Caos era la existencia en que gemía Venezuela”.22

Unidad. Paz. Orden. Estos eran más bien los fetiches del país, aquellos que permi-tirían crear las condiciones para interiorizar sin grandes sobresaltos los códigos dela modernidad. Ya Cecilio Acosta había hecho su propio inventario al respecto en1868. Los partidos y su espíritu de círculo, de grupo más que de comunidad y derepública, habían sido los causantes de las formas caóticas de aquel presente. Lasolución no se haría esperar. Más que construir palacios, teatros y academias, setrataba de: “invocar la libertad para el orden, el orden para la paz, la paz para el

22 “Discurso del Presidente del Congreso de Venezuela, luego de haber leído su mensaje elpresidente de la República, Antonio Guzmán Blanco”, sesión del 24.3.1876. En PensamientoPolítico Venezolano del Siglo XIX/ La Doctrina Liberal, vol. 6, tomo II, Caracas: Presidenciade la República, 1961, p. 358.

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derecho y el derecho como patrimonio de todos para el progreso indefinido”.23

Sólo de esta manera sería posible la vida moderna o dicho con aquellas palabrasque Fermín Toro empleara para dirigirse a Guzmán Blanco el 12 de abril de 1863,sólo de esta manera era posible dar “nueva vida a la sociedad postrada”.24 Perodejemos las cosas hasta aquí. Y pasemos a elaborar otro punto. Pasemos a consi-derar a la nación como estructura y expresión privilegiada de la modernidad.

Nación y modernidad

La introducción del término nación implica la necesidad de precisar los contornosque supone política y discursivamente su empleo. La variedad de usos concep-tuales a los que se somete el empleo del término, así como su variedad en rela-ción con las distintas experiencias históricas saca a la luz una amplia gama deposibilidades. Lo que, a su vez, permite extraer del uso corriente que le damos ala palabra nación diferentes maneras de aplicar el concepto a situaciones y fenó-menos que no siempre son idénticos y que con frecuencia son hasta contradicto-rios25. Digamos que el problema de fondo, aquel que más nos mueve, es lanecesidad de saber cómo se concibieron esos extraordinarios pactos que permi-tieron armar las naciones hispanoamericanas. Por ahora interesa subrayar que esepoder “magnético” que tiene el vocablo nación está relacionado con la moderni-dad. Mi argumento se puede resumir señalando que la nación es una de lasestructuras de la modernidad. Y en este sentido voy a examinarle.

La forma como se presenta el fenómeno en el caso general de las nacioneshispanoamericanas y, en particular de la nación venezolana es la siguiente. Setrata de la ruptura de un conjunto político multicultural y multicomunitario conuna metrópolis imperial. La América hispánica previa a las independencias es,como todas las sociedades del Antiguo Régimen europeo, un mosaico de gruposde todo tipo, formales o informales, imbricados y superpuestos unos a otros,manteniendo relaciones complejas con autoridades reales igualmente diversas ycomplejas. Se trata, entonces, de comprender por qué, cómo y en nombre de quéla porción americana de la Monarquía se separa de la Metrópolis y adopta estanueva forma de existencia, la nación moderna. Esta es, en consecuencia, insepa-rable de ese conjunto de ideas, de imaginarios y de comportamientos que consti-tuyen la modernidad. Una nación moderna no es, por tanto, un ser atemporal queexiste siempre y en todas partes, sino un moderno y novedoso modelo de orga-

23 “Deberes del patriotismo”, 8.1.1868, El Cojo Ilustrado, Caracas, 1.1.1893, p. 15.24 “Carta al General Guzmán Blanco”, Caracas, 12.4.1863. En Fermín Toro, Caracas: Colec-ción Clásicos Venezolanos de la Academia Venezolana de la Lengua, tomo II, 1963, p. 220.25 L. Castro Leiva, “Ética y nación”. En Sed buenos ciudadanos, Caracas: Alfadil-IUSI SantaRosa de Lima, 1999, p. 25.

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nización política y cultural. Modelo en un doble sentido: 1. En primer lugar comoarquetipo, como algo de orden ideal, que sirve de referencia al pensamiento y a laacción; 2. En segundo término como un conjunto complejo de elementos vincula-dos entre sí que refieren la manera de concebir una comunidad política y cultural,esto es: su estructura íntima, el vínculo social, el fundamento de la obligaciónpolítica, su relación con la historia, con la tradición, con sus derechos y sus deberes.

Ya Bolívar había presagiado, desde 1815, con mirada telescópica, cuál era el hori-zonte a construir una vez disuelto el nexo colonial. Los términos eran elocuentes:

“No se trata de ganar una guerra o conseguir la independencia. Estamos aquípara fundar una nueva nación, echar los cimientos de un pueblo naciente”.

Encontramos presentes en esta afirmación dos componentes de la modernidad: lanación y el pueblo como elemento legitimante de la estructura de poder moderna.De manera que bien podría pensarse, siguiendo a Bolívar, que la construcción de lanación estaba en el centro de la independencia hispanoamericana. Pero, llamo laatención, que esto no quiere decir que la nación existía en el momento de lasindependencias. Hago énfasis en el verbo construir. Y esto implica distinguir lasvoces de los ecos, esto implica distinguir entre la nación como ideal y la nación entanto comunidad realmente existente. La última sólo se hará presente a lo largo delsiglo XIX, y en el caso venezolano habrá que esperarse hasta bien entrado el sigloXX. Desde este punto de vista, Hispanoamérica es un extraordinario laboratoriopara comprender la naturaleza y la génesis de la nación moderna en la medida enque la construcción de la misma es tan precoz como ambigua y compleja.

Ahora bien, la fragua de estos cimientos está marcada, en el caso hispanoamerica-no, por la siguiente especificidad: la de haber surgido de un conjunto político único,es decir, la monarquía hispánica. Pero, hay más aún, los fundadores de los nuevosestados, quienes construyeron las nuevas naciones, son casi todos de origen euro-peo hispánico y tienen en común todos los rasgos de esa nacionalidad: un mismoorigen ibérico, la misma lengua, la misma religión, la misma cultura, las mismastradiciones políticas y administrativas, el mismo pasado colonial. Lo único que losdiferencia de los europeos que se quedaron del otro lado del Atlántico es el lugar denacimiento y las identidades regionales en formación. El problema de Hispanoamé-rica es, como lo plantea François Xavier Guerra, construir a partir de una mismanacionalidad hispánica, naciones separadas y diferentes.26

Del Estado a la nación

Paso ahora a plantear el problema del origen de esa estructura de la modernidadllamada nación. El concepto de nación ha estado siempre vinculado al de unidad.

26 F-X. Guerra, “La nation...”, op. cit.

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“Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestraregeneración”, señalaba Bolívar en la llamada Carta de Jamaica. Es más, podríadecirse, sin temor a las equivocaciones, que la nación es siempre el resultado de“un condicionante unificador”.27 Acaso, ¿no es en sí mismo un acto unificante ladecisión política de fundar una nación? Aquel fundar una nación, aquel echar loscimientos de un pueblo naciente, como lo refería Bolívar, ¿no consistía en delimi-tar, en cohesionar? Ahora bien, este principio de la unidad, como requisito para lonacional se ha descompuesto en varias categorías relativas. Se habla de unidadterritorial o geográfica, de unidad política, de unidad económica, de unidad cultu-ral, de unidad lingüística, de unidad mental, de unidad simbólica, de unidadhistórica, etc. Todas estas unidades son importantes para la determinación de esaentidad llamada nación. Sin ellas no parecería posible plantearse siquiera la ideade nación. Aquel llamado bolivariano en su discurso ante el Congreso de Angos-tura: “Unidad, unidad, unidad debe ser nuestra divisa. La sangre de nuestrosciudadanos es diferente: mezclémosla para unirla; nuestra Constitución ha dividi-do los poderes: enlacémoslos para unirlos”, contenía ya el programa para laconstrucción de las naciones.

De acuerdo, pero, ¿cómo se origina y en manos de quién o de quiénes está esaunidad? Basado en la experiencia histórica, es posible vislumbrar al menos dosorígenes. 1. Tal como ocurrió en la mayoría de los países europeos, la nación, quehabía ido forjando su unidad a través de los siglos, esto es, desde la antigüedad,fue progresivamente creando esa estructura política, social y administrativa llama-da el Estado. De allí que en Europa se hable muy pertinentemente del Estado-nación cuyo principal ejecutor fue la triunfante burguesía industrial y urbana afines del siglo XVIII; 2. El segundo de los orígenes es el contrario. Primero se creóel Estado y luego, a partir de éste, se fue fraguando la unidad nacional. Es decir,el Estado ha hecho la nación. Este es el caso de las naciones hispanoamericanas.

Mi argumento, como para definir un punto de anclaje, es que la Independenciavenezolana creó las condiciones para la formación de la nacionalidad y del Esta-do, republicano y liberal luego de 1830; y éste fue fundando la nación, fundandola unidad de ese vasto y disímil conglomerado llamado Venezuela, proceso queno se consolidó sino hasta el siglo XX. A lo sumo lo que en esta materia se hizodurante el proceso independentista fue “proclamar” las nuevas naciones, como loseñaló Bolívar ante el Congreso Constituyente de Bolivia (1826), pero el solo actode proclamación no era garantía de la existencia de las naciones hispanoamerica-nas. En rigor, fue a partir de Juan Vicente Gómez cuando la nación comenzó aexistir, a tomar conciencia de sí misma, de su unidad, de su fuerza potencial y desu papel en el concierto internacional de las naciones. En su programa del 20 de

27 Gustavo L. Carrera, “Sobre el concepto de nación”. En Imagen virtual. Signos literarios yaproximaciones críticas, Mérida: Talleres Gráficos Universitarios, 1984, p. 117.

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diciembre de 1908, el general Juan Vicente Gómez señala con gran pompa: “...pre-tendo dar a mi gobierno el carácter nacional que reviste, hacer efectivas las garan-tías constitucionales, practicar la libertad en el seno del orden, respetar la sobera-nía de los estados... vivir vida de paz y armonía y dejar que sólo la ley impere consu indiscutible soberanía”.28

La famosa formación del estado-nacional bajo la égida del hegemón andino setradujo en aquel empeño para que el Estado dejase de ser un conjunto de institu-ciones gubernativas y jurídicas al servicio del clan de turno y se convirtiese en unpoder nacional. Bajo las banderas de “Unión, Paz y Trabajo”, por primera vez elpoder de ese Estado logró abarcar todas las fronteras nacionales y no sólo a unaregión, la central. Y para esto se apoyó en la construcción de una estructurafundamental: el Ejército Nacional. El cual, como su nombre lo indica, dejó de seruna institución al servicio del “fiero caudillaje”, como lo llamase Cipriano Castro,para convertirse en el garante fundamental de la unidad de la nación.

Luego vendría la formación de una conciencia nacional venezolana, que no eramás que la consecuencia ideológica de la existencia de la nación. Porque laconciencia nacional no sólo es la seguridad de tener identidades propias, sinotambién y sobre todo la conciencia de que la nación somos todos de una formaintegral y no como una sumatoria de identidades regionales. La conciencia nacio-nal es la creación del NOS-OTROS como una unidad frente a un ELLOS. Mientrastodo se remita al ELLOS (a los gobernantes, al poder) podrá haber un Estado peronunca habrá nación. Es bueno insistir que esta conciencia no existió a lo largo delsiglo XIX, y esto muy a pesar de la definición del Nos-Otros contenida en laDeclaración de Independencia de 1811 (“Nosotros... queremos... patentizar alUniverso las razones que... autorizan el libre uso que vamos a hacer de nuestraSoberanía”). Más adelante, luego de haber sido durante diez años colombianos,particularizados en aquel experimento conocido como “La Gran Colombia”, lasélites liberales lucharon, primero, por desmembrar esta estructura, y, luego de1830, lo hicieron por una supuesta o fingida libertad e igualdad que estarían en labase de la formación de un sentimiento nacional. Pero la idea de construir unanación, de construir un Nos-Otros tal como comenzó a expresarse, por ejemplo,luego de 1936, no era lo suficientemente consistente. Más bien podría hablarse deun patriotismo, de un sentimiento de patria (un sentimiento de ALGUNOS) antesque el de nación. Así se expresó en la pluma de pensadores como Juan VicenteGonzález, Fermín Toro e incluso en la de Cecilio Acosta. Por ejemplo, el primerode ellos, el enérgico Juan Vicente González, arremetiendo contra el liberalismo deAntonio Leocadio Guzmán, planteaba el problema de Venezuela para 1846 de lasiguiente manera:

28 En Nandy Suárez, Programas políticos venezolanos de la primera mitad del siglo XX,Caracas: UCAB, tomo I, 1977, p. 36.

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“Es en medio de las revueltas políticas, a la faz de un bando amenazador y turbu-lento, cuando falta la base de un gobierno vigoroso y enérgico, cuando sobra laaudacia de los malos y sus elementos de acción, cuando tiene ocasión de ostentarseel verdadero patriotismo. ¡Tímidos hombres de orden! No es un circo alegre deheroicos combatientes el que tenéis a la vista; precio de esa lucha es la patria quedebemos amar, la libertad tan querida... Nosotros no tenemos sino una vida, y lapatria sabe que es toda suya”.29

Ese Nos-Otros referido en la cita alude a los “tímidos hombres de orden”, queeran los menos en aquel convulsionado país, pero no al Nos-Otros del conglome-rado nacional. Mientras tanto, por su parte, Cecilio Acosta, hombre de doctrina yno de poder, también del grupo de los tímidos hombres de orden, se preguntabaen 1868, en sus “deberes del patriotismo” y en tono de queja,

“¿Por qué nos separamos nosotros siempre del pasado, por qué metemos nosotrosun muro entre administración y administración, y cortamos la unidad de la vidapolítica? ”.30

Para estos hombres de doctrina, de orden, era una suerte de comenzar y reco-menzar, de tejer y destejer, pero mientras tanto la tan ansiada unidad nacional noterminaba de organizarse y en consecuencia tampoco la nación adquiría cuerpo yalma. Es que tanto entre los ideólogos y guerreros de la Independencia, comoentre las élites republicanas, liberales o no, no se tenía muy claro qué cosa podríaser esa estructura moderna llamada nación. Pero esta idea dejó de ser confusapara adquirir raíz y rostro luego de un convulsionado proceso histórico y políticoque alcanzaría casi el siglo de duración.

De la región a la nación

A esta altura de nuestro análisis es necesario incorporar el papel tan importanteque las identidades regionales jugaron en la construcción del sentimiento deunidad nacional, en la construcción de aquel Nos-Otros. Y su papel fue de lamayor importancia, pues del reconocimiento desde las regiones de que la naciónsomos todos dependería la eficacia del Nos-Otros, la eficacia de la unidad. Envista de la precaria integración del territorio a lo largo del siglo XIX, dada suinmensidad, su escasa y desmigajada población y su poca capacidad de comuni-cación física y espiritual, las regiones se mantuvieron cual bastiones integrandoun todo que aún no mostraba raíz y rostro. Piénsese, por ejemplo, lo que fue eldestino y configuración durante el siglo XIX de las distintas regiones del país: elZulia, los Andes, el Oriente, los Llanos, el Centro. Es por esta razón, como lo

29 “Patriotismo”, Diario de la Tarde, N° 26, Caracas, 30.6.1846. 30 “Deberes del Patriotismo”, ibíd.

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señala Manuel Caballero, que en toda nuestra historia no ha habido un vocablotan feliz como aquel de “federación”.31 Éste resumía, no el anhelo de autogobiernode los pueblos, motivación que fue desenmascarada por la palabra cínica deAntonio Leocadio Guzmán, al señalar: “¿Quién ha dicho que el pueblo venezola-no apoya la federación? Este fue un vocablo inventado por nosotros. Si elloshubieran dicho federalismo, nosotros habríamos dicho centralismo”; pero contodo y la carga de cinismo, sí que expresaba la realidad venezolana en un mo-mento preciso de su historia. Para consolidar el Estado, garante de la nación, senecesitaban dos elementos: 1. La voluntad de los distintos estados federales decrear una entidad nacional o si se quiere supra regional o supraprovincial en ellenguaje de la época (Caballero); 2. Una centralización forzada inspirada por elpropio poder central. De allí el híbrido que siempre ha acompañado al estadovenezolano: el ser su estructura jurídica, política y constitucional de carácter cen-tro-federal. O puesto en otras palabras, ser federal de derecho y central de hecho.Sobre este fascinante tema ya se ha comenzado –en la Universidad del Zulia– agenerar valiosa información (la profesora Arlene Urdaneta, por ejemplo) quecambiará, seguro estoy, nuestra visión de las cosas federales nacionales y, porsupuesto regionales, dada su óptica de análisis.

De allí, entonces, que la unidad nacional se confundió con su centralización en elEstado. Poner en obra aquella unidad fue un hecho que se logró por la fuerza.Sólo a través de la fuerza fue posible resolver los ancestrales antagonismos de losvenezolanos, allí incluidos aquellos antagonismos regionales. Podría decirse, pues,que la unidad de la sociedad venezolana y la incorporación de las regiones a lanación fue obra de un poder absoluto, de un despotismo como el inaugurado poraquellos 60 hombres de nuestra fábula histórica, de cuyo paso han transcurrido yacien años. Cipriano Castro, el conductor de aquellos hombres, expresó en 1903esta condición con palabras altisonantes, pero seguras:

“¡El aniquilamiento del fiero caudillaje es el mejor presente que pueda ofrecerlepatriota alguno a su país, sujeto al pasado yugo de su maldecida dominación!Con esta ejecutoria es que quiero presentarme ante el tribunal de la historia yesperar con ánimo tranquilo el fallo de su justicia”.32

Concluyo, entonces, esta sección, señalando que la fragua de la unidad nacionalvenezolana se logró más bien compactando el poder central y centralizador delEstado para combatir las tendencias desunificadoras de los particularismos regio-nales y de sus caudillos, compactando a la nación frente a un enemigo extranjero,es decir, frente al OTRO, al ELLOS, allende las fronteras nacionales. De esta mane-

31 Ni Dios ni Federación. Crítica de la historia política. Caracas: Planeta, 1995.32 “Mensaje del presidente Cipriano Castro al Congreso Nacional de 1903”, Mensajes Presi-denciales, Caracas: Presidencia de la República, 1971, vol. III, p. 355.

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ra se fue imponiendo la idea y la práctica de la nación en la mentalidad delvenezolano, la idea de ese Nos-Otros que iba más allá del ser marabino, caraque-ño, oriental o andino, para ser llanamente venezolanos.

Petróleo y unidad nacional

Si, como argumentábamos anteriormente, la Independencia de España creó lascondiciones que posibilitarían la creación de la nación y, con ello el ingreso deAmérica a los caminos de la modernidad política, aún faltaba por recorrer unlargo trecho de manera de consolidar la modernidad económica y cultural. Losobstáculos en la carrera y los grados de la consolidación de la sociedad modernavariarían de país a país. En algunos se darían más rápido, como fue el caso deArgentina, Uruguay y Brasil. En otros habría que esperar nuevos impulsos. En elcaso venezolano el factor modernizante fue más bien un accidente de la madrenaturaleza. La aparición de la súbita y grandiosa riqueza petrolera en un mundoávido de fuentes de energía permitió lo que desde el guzmanato se venía tejien-do: la articulación del país al sistema capitalista mundial. En fecha tan tempranacomo 1913, el entonces ministro de Fomento se refería en términos halagadores aaquello que estaba en ciernes: “No vacilo en anticiparos la plausible noticia deque en breves días podremos contar con una nueva fuente de producción rentísticaque no tardará en ser la de mayor importancia”. Y continuaba sus palabras contérminos que no podrían ser más premonitorios: “El petróleo, ese codiciado com-bustible que las condiciones del progreso industrial hacen ya indispensable, hadejado de ser tesoro escondido en las entrañas de la tierra venezolana”.33 Sacarlode las entrañas del suelo patrio y ponerlo en sintonía con el interés nacional seríaalta prioridad del Estado gomecista. Con ello se generarían, entonces, las condi-ciones óptimas para modernizar la economía y, en consecuencia, su sistema deproducción capitalista. A siete años de distancia de esta optimista declaraciónoficial, parecía haberse realizado el sortilegio. En 1920, otro ministro de Fomento,el noble Gumersindo Torres, se refiere a la identidad petróleo-nación en los si-guientes términos verbales:

“...pero es tan interesante el porvenir de los aceites que ha llegado a ser este ele-mento no sólo una fuente de riqueza y de renta para los afortunados países que loposeen, sino que la tendencia actual es considerar este elemento como si dijéra-mos, parte de la integridad nacional”.34

Tales enunciados no podían ser más elocuentes. El petróleo permitió todo esto encondiciones ventajosas para la propia sociedad. En su calidad de propietario deun bien precioso para el resto del mundo, el país logró consolidar sus relaciones

33 Ministerio de Fomento, Memoria, 1913, Caracas: Imprenta Nacional, 1914, p. XII.34 Ministerio de Fomento, Memoria de 1920, Caracas: Imprenta Nacional, 1921, p. XXII.

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con la moderna economía capitalista. Aquella Venezuela paupérrima, atrasada,enferma, tradicional, comenzó rápidamente, quizás demasiado rápido, a transfor-mar sus estructuras económicas y sociales. El país dejó de ser rural para convertir-se en urbano, dejó de ser agrícola para convertirse en minero-exportador, dejó deexportar productos de la tierra para importar los bienes de la modernidad capita-lista, el Estado dejó de ser pobre para convertirse en el omnipotente agente deprogreso que ha sido hasta hoy día. Y todo esto ocurrió en el tiempo histórico deun chasquido de dedos. Porque 30 ó 40 años en la vida de una sociedad no esmás que el tiempo del chasquido.

Petróleo y modernidad

Lo importante de todo este proceso es la capacidad que el petróleo mostró paraconsolidar la modernidad en Venezuela. Enseguida se consiguió aquella unidadtan preciada, se conectaron todos los rincones del país por medio de vías decomunicación, las ciudades crecieron a pasos agigantados, se saneó la poblaciónde sus seculares males endémicos, la educación de la sociedad dejó de ser merainstrucción para convertirse en formación técnica y científica de sus miembros, semultiplicaron las escuelas con criterios modernos, sobre el cielo venezolano on-deaba el humo de las chimeneas de sus fábricas, la atrasada agricultura comenzóa modernizarse, nacieron las instituciones financieras para facilitar el intercambiomoderno, crecieron los planes y programas técnicos dentro del cada vez máspoderoso Estado venezolano, bajo el dominio del petróleo éste se hizo un Estado-nación, aspectos de la mentalidad tradicional comenzaron a desencantarse, semodernizaron las instituciones del Estado, surgió el seguro social, las leyes deltrabajo, la reforma agraria, se creó un Banco Central, un Banco de Fomento a laproducción, las fuerzas vivas comenzaron a organizarse en modernas estructuraspolíticas, las ideologías se nutrieron de modernos esquemas de pensamiento yacción. Pero por sobre todas las cosas se consolidó la unidad de la sociedad y,con ello, la existencia de la nación y del Nos-Otros venezolano.

Podríamos señalar, ya con el ánimo de ir redondeando nuestros argumentos, queen Venezuela la producción de petróleo reflejó el espíritu de la modernidad. Surealización no dependió tanto del pasaje progresivo, armónico de una sociedadtradicional hacia la moderna, sino de un accidente de la naturaleza: la existenciadel preciado mineral en nuestro subsuelo. Así lo vio claramente uno de los arqui-tectos de la modernidad petrolera y luego implacable crítico de la manera comola misma se estaba llevando a cabo, me refiero a Juan Pablo Pérez Alfonzo quienen su Petróleo, jugo de la tierra afirmara en 1961: “El petróleo es el más importan-te de los combustibles indispensable para el desarrollo de la vida moderna”.35

35 Caracas: Editorial Arte, p. 83.

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Pero, acaso, esta realización violentó los códigos de la modernidad en el sentidoque permitió la consolidación del proceso modernizador (no hay que confundirmodernidad y modernización) pero sin que se asimilaran, sin que la sociedadinteriorizara los códigos de la modernidad. Modernidad, en este sentido, es másbien un problema mental, filosófico y cultural, es más bien un estado de espírituque un problema meramente técnico, de aquellos del tipo know-how, saber cómohacer. Así las cosas, a una modernidad como la nuestra, impulsada por un ele-mento extraño al propio proceso histórico y cultural, se le podría calificar comouna modernización sin modernidad. El petróleo permitió, sin saber cómo hacer loque necesitaba la sociedad para hacerse moderna, importar esas cosas ya hechas.Y así nos hicimos modernos, muy a pesar nuestro, siguiendo la famosa expresiónde Picón-Salas. Nos hicimos modernos sin contar con el respaldo de un estado deespíritu moderno.

Pero lo importante no es esto, lo importante no es todo este rodeo lógico ehistórico para llegar finalmente a las píldoras sintetizadoras que criticáramos alcomienzo de esta disertación. Lo importante es, a mi entender, asimilar esta con-dición de nuestra modernidad para –a partir de ella– hurgar nuevas superficies,tantear nuevos caminos de nuestro desarrollo histórico, uno de ellos, por ejem-plo, ya fue mencionado: examinar exhaustivamente, como ustedes los zulianoshan demostrado que saben hacerlo, las distintas formas y contenidos de la moder-nidad regional. Si la modernidad es un proceso inacabado, lo importante, enton-ces, es testear (por cierto, no estoy seguro que el verbo exista en castellano, peroen todo caso es bien descriptivo de lo que propongo) a nuestra modernidad en ellaboratorio de las maneras y desarrollos regionales. Y ver si éstas coinciden orechazan lo que hemos argumentado a un nivel nacional más general. Si lasdiferencias muestran su rostro, ¡enhorabuena estamos en presencia de enriquece-dores hallazgos históricos y culturales! Que, seguro estoy, contribuirán a nuestrofortalecimiento como nación venezolana, tan necesario en estos días derefundaciones, de redefiniciones, de quimeras revolucionarias y republicanas y,sobre todo, de zozobras, por cierto, nacionalistas.

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Homenaje a Joseph A. Schumpeter

Carta del EditorCarta del Editor

Joseph Alois Schumpeter murió en 1950, es decir, hace 50 años. El cincuentenariode su muerte no puede pasar inadvertido para ninguna revista de economía,porque de su obra la disciplina hace casi un diario uso. Sirvan las páginas quesiguen para dejar aquí varios testimonios escritos en la ocasión que ahora secumple.

Asdrúbal Baptista

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J.A. Schumpeter, en el cincuentenario de su muerte

BaptistaAsdrúbal Baptista*

Schumpeter fue un gran economista, de los muy pocos a quienes bien vale tenercomo émulo. El cultivo de su disciplina fue universal, en ese recto sentido de nodejar por fuera, a cuenta de especialismos mojigatos, ningún área importante deinterés. Pero también se empeñó en no imponerle limitaciones asfixiantes al co-nocimiento económico. Es así como su ámbito de indagación, más que la econo-mía como hoy se la entiende, eran verdaderamente las ciencias sociales, moraleso humanas, a la usanza de los espacios intelectuales de Max Weber o de JohnStuart Mill. Sólo de este modo se entiende como de su pluma resultaron a untiempo Business Cycles, pero también Capitalism, Socialism and Democracy ; oImperialism and Social Classes y Mathematics for Economists and Statisticians.

Joseph Alois Schumpeter, como acaso ninguno de sus pares en el mundo quecompartieron, fue un marxista. Y lo fue en ese paradójico pero no menos realsentido de que es Karl Marx quien le aporta, si así cabe hablar, el contraejemploque por antonomasia lo guía. La visión general de Marx, su método de indaga-ción, por sobre todo, están allí, en cada intersticio de su obra. Pero no, y he allí lafiel expresión de su talento, para la crítica insustancial e ideológicamente barata,sino para la genuina controversia, para el debate enriquecedor, para la aperturade caminos fructíferos en pos del conocimiento que buscaba.

Es así como a pesar de su indudable significación en el espacio académico de laeconomía contemporánea, a ratos pareciera como si se lo tiene presente aregañadientes, y cuando se lo cita es casi exclusivamente por su History of Economic

* Profesor del IESA. Editor de la Revista BCV.

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Analysis. Aparte los indudables méritos de esta última obra, que son muchos,aquí concurren, entre otra razones, la de que no hay quizás nadie más a quienacudir. Otros economistas que se hayan ocupado de la historia de la disciplinaapenas son merecedores de una mención, y por los vientos que soplan en elfuturo sólo será Schumpeter la fuente a la que deberán referirse los interesados,que a su vez se contarán con menos que los dedos de una mano.

Con el natural riesgo de dejar por fuera algo verdaderamente significativo quisieratraer aquí, en esta nota recordatoria del cincuenta aniversario de su muerte, tres ocuatro textos arrancados de sus obras. En su momento me significaron una guíaen mis propias reflexiones, sin que importe si al final de las cuentas estaban de sulado o no las razones argumentales.

“Hay, sin embargo, un sentido en el que la economía es la más cuantitativa, no sólode las ciencias ‘sociales’ o ‘morales’, sino de todas las ciencias, sin excluir la física. Lamasa, la velocidad, la corriente y otras nociones pueden medirse, sin duda, peropara hacerlo debemos siempre inventar un cierto proceso de medición. Éste debehacerse antes de que podamos tratar a esos fenómenos numéricamente. Algunosde los hechos económicos más fundamentales, al contrario, ya se presentan a nues-tra observación como cantidades hechas numéricas por la misma vida”, “The commonsense of Econometrics”, en Essays of J.A. Schumpeter, 1951.

“Los orígenes lógicos y los orígenes históricos deben mantenerse aparte”, Historyof Economic Analysis, 1951.

“¿Sobrevivirá el capitalismo? Yo no lo creo”. Capitalism, Socialism and Democracy,1942.

“Imagínense a Böhm-Bawerk en la piel de Marx. ¿Qué hubiera sido más fácil paraél que volcar la bilis de su ira sobre la práctica infernal de robar a los trabajadoresmediante la deducción de un descuento temporal de su producto”, “Science andIdeology”, American Economic Review, 1949.

“Bajo la noción de ‘desarrollo’, por lo tanto, entenderemos aquí sólo aquelloscambios en la vida económica que no se imponen desde afuera sino que surgenpor su propia iniciativa, desde adentro. Si se pusiera de manifiesto que no haytales cambios emergiendo de la vida económica misma y que el fenómeno quellamamos desarrollo económico se funda en la práctica en el hecho de que losdatos cambian y que la economía se adapta continuamente a esa situación, enton-ces hemos de decir que no hay desarrollo económico”, Theory of EconomicDevelopment, 1934.

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Retrospectiva del pensamientoschumpeteriano: ¿la nueva economía?

Mata MollejasLuis Mata Mollejas*

Como todos los grandes economistas, Schumpeter aportó ideas que sobrepasan elmomento de su expresión. En fecha tan temprana como 1912 abordó el tema deldesarrollo económico. Cuarenta años más tarde, después de la II Guerra Mundial, esaidea será examinada sin que hoy, entrando al siglo XXI, pueda considerarse agotadala materia. La importancia de la interacción de la historia con la teoría económica esotra cantera semivirgen, a pesar de que Marx lo antecediese en destacar vínculos. Laimagen del “entrepreneur”, como conexión entre los planteamientos que hoy llama-mos microeconómicos y macroeconómicos, sigue dando frutos.

Pero lo que hoy quiero destacar es la relación entre lo que se ha dado en llamar“Nueva Economía” y el paradigma o referentes schumpeterianos.

La paternidad del término “Nueva Economía” puede atribuirse entre varios candi-datos en el mundo de los medios de comunicación y del campo político, a KevinKelly, redactor jefe del Business Week (1996*). El profesor Shalman de Harvard en1999 (**) llegará a presentar el mismo concepto como un “nuevo modelo denegocios”. La empresa o unidad de referencia de la Nueva Economía descansaríaasí (Kelly dixit) en tres pilares: globalidad, refiriéndose al planeta como el espacioen referencia; predominio de lo inmaterial, (información, producción intelectualo logos en general) y conexión por internet o e-comercio. La lógica macroeconómicacorrespondiente afirma que el crecimiento “nuevo”: estable, fuerte, sin inflación,es posible porque la nueva tecnología (la informática) estimula la productividad(baja los costos) y por ende reduce la inflación; además crea empleos calificadoscon salarios flexibles y estimula las inversiones, de acuerdo al crecimiento del

* Profesor de la Universidad Central de Venezuela.

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índice bolsístico, (refiriéndose al NASDAQ) que muestra el desenvolvimiento delas empresas relacionadas con la nueva tecnología.

El crecimiento en la “Nueva Economía” tiene así una causal exógena, la tecnolo-gía. La dinámica económica hasta Schumpeter descansa en el estudio de losciclos. Desde esa óptica los cambios de todo orden en los procesos económicosobedecen al concepto de innovación; entendido éste como oportunidad de in-versión provista por un aporte tecnológico de origen exógeno a la economía. Así,los elementos resaltados por los difusores de la “Nueva Economía” tienen unantecesor en Schumpeter.

Pero, independientemente de la existencia de nuevos conocimientostecnocientíficos, la decisión de invertir en procesos productivos (ampliar el capitalfísico) se relaciona con el “spread” entre el costo de las opciones de financiamiento,la tasa de ganancia “deseada” con el paso del tiempo en la actividad productiva yel contraste con el beneficio variable pero obtenible de inmediato (o casi) en lasactividades especulativas.

La variabilidad (volatilidad) del rendimiento en las actividades especulativas abrela posibilidad de que el financiamiento bancario asociado a la especulación nosea recuperado en su totalidad, provocando morosidad y en el extremo, crisisbancaria. Esta posibilidad se encuentra expuesta por John Stuart Mill (Principiosde economía política, 1951: 562 FCE. México sobre la versión de 1848), debiendocitar además a entre otros antecedentes similares a Knight (1921***).

Nuestra opinión al respecto es que los acondicionamientos económicos de subempleo,y subconsumo, obligan a la inversión especulativa; la incidencia del resultado volátilde la especulación (independiente, por supuesto de los fundamentos económicosobjetivos) inciden en el resultado de la intermediación bancaria, con extensiónpotencial al tipo de cambio. Las crisis y los auges tienen así una causal endógena enel capitalismo liberal, contemporáneo como lo demuestran los episodios de 1987,1994, 1995 y 1999. Este mecanismo también resulta aplicable a eventos clásicoscomo la crisis de los Tulipanes y de la Compañía de los Mares del Sur, lo cual le dageneralidad al esquema lógico en contraste con la particularidades que puedanatribuirse a la explicación según la “Nueva Economía”.

(*) “Le triomphe de la nouvelle économie”: Business Week, Diciembre.

(**) Harvard Business Review.

(***) Risk, Uncertainty and Profit: Cornell University Press. Ithaca (reimpreso LSE,Reprint Series, London).

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De Marx , Schumpeter y Keynes

Moreno C.José Moreno Colmenares*

De la introducción

Plutarco advierte en el plan que se trazó para escribir su obra Vidas paralelas, que“...así como los pintores toman para retratar las semejanzas del rostro, aquellasfacciones en que más se manifiesta la índole y el carácter, cuidándose poco de todolo demás, de la misma manera debe a nosotros concedérsenos el que atendamosmás a los indicios del ánimo, y por ello dibujemos la vida de cada uno, dejando aotros los hechos de grande aparato y los combates.” (Plutarco, 1965, p. V.)

Sin el genio de Plutarco –lamentablemente ausente– se trata en la presente notade reseñar someramente y con gran osadía, algunos paralelismos que se percibenen la vida, la trayectoria y la obra escrita de tres grandes personajes que en ordentemporal fueron Karl Marx, Joseph Alois Schumpeter y John Maynard Keynes.

Considero prudente reiterar que no persigo en tan breve escrito una exégesiscomparativa del contenido de las obras de los autores ya mencionados, sino elacercamiento a ciertos aspectos que caracterizaron su existencia y actuación. Todoesto, en atención a la conmemoración del quincuagésimo aniversario del falleci-miento de J.A. Schumpeter, el 8 de enero de 1950 en Taconic, Connecticut, Esta-dos Unidos de Norteamérica.

* Profesor de la Universidad Central de Venezuela.

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Cuando decimos paralelismos no significamos coincidencias únicamente, sinotambién oposiciones. Cuando mencionamos vida no implica obligadamente co-existencia. Los tres enrumbaron su esfuerzo intelectual a cuestionar cierta visiónde la organización económica del sistema y orden capitalista, así como del modode funcionamiento de él en coyunturas críticas. Marx ante las conmociones pro-vocadas por el industrialismo en el siglo XIX. Schumpeter y Keynes, frente a lacrisis del pensamiento en la disciplina económica, las perturbaciones del sistemacapitalista y los efectos económicos de la guerra. Ellos se rebelaron contra enfo-ques del corpus teórico de la economía y propusieron otros por los cuales lucha-ron, cada uno con un estilo personal que respondía al origen social, a la forma-ción integral, a las convicciones políticas, al carácter y al temperamento de ellosindividualmente.

Marx y Keynes decididamente en la esfera pública e internacional. Schumpetermenos, con una solitaria salida en falso, que posiblemente influyó en el rechazoque tuvo por el activismo político después de su desafortunada incursión.

Una expresión ortodoxa y vulgarizada pero que resulta muy gráfica, resumiría laapreciación anterior al señalar que las reacciones de cada quien estaban induci-das por la extracción de clases y la conciencia social que les eran propias de sunaturaleza.

1883, es un primer hito común como capricho del destino. Es el año del falleci-miento de Karl Marx (1818-1883), el 14 de marzo (Lenin 1969, pp. 7-11) y el de losnacimientos respectivos de Schumpeter (1883-1950) el 8 de febrero y el de Keynes(1883-1946) el 5 de junio.

Los orígenes sociales y el ambiente donde recibieron la formación inicial tuvo lascaracterísticas propias de quienes pertenecían a grupos emergentes, aunque conmatiz elitista acentuado en la de Keynes y Schumpeter. Luego su actividad vital,profesional y política los llevó hacia diferentes posiciones y conductas ciudadanas.

De Karl Marx

El padre de Marx “... era un abogado judío... Su familia era acomodada y culta,aunque no revolucionaria... Marx estudió bachillerato en Tréveris, Prusia Renana,su lugar de nacimiento, y cursó derecho en las universidades de Bonn y de Berlín,conjuntamente con historia y filosofía. Presentó su tesis doctoral sobre la filosofíade Demócrito y Epicuro. Contrajo nupcias con Jenny Von Westphalen de la noble-za prusiana reciente” (Lenin, 1969, pp. 7-8). Intentó ingresar en la Universidad deBonn como catedrático pero su militancia política determinó que no se le permi-tiese acceder a la cátedra de filosofía (Soule, 1961, p. 96).

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José Moreno Colmenares / De Marx, Schumpeter y Keynes 139

Fue un erudito, hombre de pensamiento y acción, un revolucionario, activistapolítico, ideólogo, periodista, polemista y lector infatigable que encontraba espa-cio para cultivar la literatura y la sensibilidad artística en el seno de su familia. “Alllegar a Berlín fui abandonando todas las relaciones que hasta entonces mantuveen la ciudad... y traté de sumirme íntegramente en la ciencia y el arte” (Marx,1972, p. 182). Fue autor de composiciones poéticas que su esposa conservó yvaloró positivamente desde el punto de vista literario (Lafargue, 1972, p. 146).

“Conocía de memoria a Enrique Heine y a Goethe ... Todos los años releía aEsquilo en el texto original. Consideraba a Esquilo y Shakespeare los dos grandesgenios dramáticos de todos los tiempos ... Sus novelistas favoritos eran Cervantesy Balzac ... se proponía escribir una obra crítica sobre ‘La comedia humana’... leíafluidamente todas las lenguas europeas y escribía tres: alemán, francés e inglés...Encontraba en las matemáticas superiores el movimiento dialéctico bajo su formamás lógica y más sencilla al mismo tiempo. Según él, una ciencia no se habíadesarrollado suficientemente sino cuando podía utilizar las matemáticas” (Lafargue,1972, pp. 192-194).

La obra escrita de Marx es inmensa cualitativa y cuantitativamente. Entre las demayor fama se encuentran El Capital y El Manifiesto Comunista, que elaboróconjuntamente con Federico Engels en 1847 y que fue publicado en 1848.

Karl Marx falleció en Londres mientras dormía. Quietamente ingresó a la muerteen contraposición a la agitada existencia que llevó durante sesenta y cinco años,en condiciones extremas de pobreza para él y su familia, que posiblemente con-tribuyeron al deceso de varios de sus hijos, sin que ello mellara su combativoespíritu. Le sobrevivieron tres hijas.

La desaparición física de Marx no fue óbice para que su presencia y la de sudoctrina se extendieran hasta el presente en el acontecer sociopolítico y en ladiscusión teórica en varios campos, entre ellos en el de la economía. Al insurgir elcuestionamiento del enfoque neoclásico traducido en políticas económicas desti-nadas a combatir y aminorar las calamidades y desajustes experimentados por lassociedades capitalistas en la primera mitad del siglo XX, retornó la polémica y enella se vieron envueltos Schumpeter y Keynes.

Pareciera que la afirmación del Manifiesto Comunista acerca de la existencia deun fantasma que recorría el mundo, ha pervivido en la imagen símbolo de Marx.Esa imagen aterroriza a ciertos estratos y aún despierta esperanzas en otros comouna opción redentora que exige reformulación.

De hecho, la plasticidad del orden capitalista permitió mediante reformas, atenuarciertos desequilibrios e iniquidades denunciados por Marx y los seguidores delmarxismo. Por otra parte, el derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialistas

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Soviéticas y de los regímenes de Europa Oriental, fue un golpe noble para lautopía y para el peregrinar del fantasma, aun cuando todavía no es nada despre-ciable la porción del globo (territorio, población, economía y peso político) quese reconoce a sí misma, comprendida dentro de esa concepción organizativa dela sociedad, que ha experimentado también actualizaciones.

De Joseph Alois Schumpeter

Schumpeter nació en Triesch, Moravia, durante la existencia del imperio austro-húngaro. El padre era un fabricante de tejidos y su madre hija de un profesionalcon grado universitario que vivió en una población industrial situada a 30 millasde Viena. Arthur Smithies lo identifica como físico de profesión (Smithies, 1965, p.35) en cambio Gottfried Haberler lo reseña médico (Haberler, 1965, p. 64). Elpadre de Schumpeter murió cuando éste tenía cuatro años y como hijo únicosiempre estuvo a la vera de su madre, quien “...fue la influencia personal másimportante en la vida de Schumpeter. Era atractiva, tenía talento y ambicionespara su hijo” (Smithies, 1965, p. 35).

Sus primeros estudios fueron en Viena en el Theresianium, un exclusivo institutopatrocinado por la aristocracia del imperio. Cubría bachillerato y preuniversitario,en él se impartía “...una educación clásica completa incluyendo latín y griego, quese ampliaba en casa con el estudio de las lenguas modernas (francés, inglés eitaliano)... fue allí donde adquirió los agradables y... supereducados modales delviejo mundo” (Haberler, 1965, p. 63).

Entre 1901 y 1906, estudió derecho y economía en la Universidad de Viena,donde se graduó de doctor en derecho e hizo varios seminarios de investigaciónde estadística y economía, dirigidos por Weiser y Böhm-Bawerk entre otros. Allíescribió sus primeros trabajos.

Viajó a Inglaterra y vivió en Londres entre 1906 y 1907, frecuentando selectoscírculos sociales y visitando esporádicamente a Oxford y Cambridge. Contrajonupcias. Se trasladó a Egipto donde ejerció la abogacía y llevó asuntos financierosde terceros.

A partir de 1909 inició la carrera de catedrático universitario en instituciones delImperio Austrohúngaro; en Alemania, en Japón y en los Estados Unidos deNorteamérica, donde finalmente se residenció y ejerció funciones de docente-investigador en la Universidad de Harvard, en la cual dictó cursos de teoría supe-rior, ciclos económicos, historia del pensamiento económico y socialismo.

En un intermedio de su actividad universitaria, entre 1919 y 1924, incursionó en lagestión pública y en los negocios. Fue nombrado ministro de finanzas en el

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gobierno austríaco de coalición entre socialistas y socialcristianos. Después serefugió en la investigación económica, la autoría y la enseñanza superior de pregradoy posgrado, así como en el mundo de la academia a través de los últimos veinti-cinco años de su existencia.

Su erudición al igual que la de Karl Marx, desbordó los límites de la economía, delas disciplinas sociales y de las cuantitativas, dando cabida a inquietudes literarias.Luego de su fallecimiento se encontraron fragmentos de una novela: “Barcos en laniebla” (Smithies, 1965, pp. 47-48).

Las opiniones acerca de su manera de relacionarse con los de su entorno resultancontradictorias. Hubo quienes consideraron que era afable, respetuoso y dispues-to a oír, mientras en otros casos el mismo opinante lo refiere irónico, descalificadory avasallador.

Seymour Harris, amigo y colega durante veinte años afirmó “...rasgos de Schumpeter...lealtad a los amigos, expresada, en parte, por una inclinación a las empresas encolaboración...” (Harris, 1965, p. 22).

“En el Departamento de Economía, había una conciencia general de queSchumpeter era una gran científico, aunque esta consideración no fue universal.Su ocasional falta de tacto, una baja valoración de algunos de sus colegas... creóuna mala predisposición en algunos de sus contemporáneos y redujo su influen-cia. El hecho es que su influencia en el departamento era sorprendentementeescasa” (Harris, 1965, p. 26).

Ragnar Frisch: “Las características humanas que más me impresionaron deSchumpeter fueron su generosidad y deseos de escuchar” (Frisch, 1965, p. 30).

Gottfried Haberler: “Es cierto, le gustaba épater les bourgeois y especialmenteépater les épateurs des bourgeois (así consiguió escandalizar y antagonizar a losfilisteos retrógrados de la derecha e izquierda, al mismo tiempo) y era una posi-ción en la que no creía. L’art pour l’art en las discusiones en modo alguno le fueextraño” (Haberler, 1965, pp. 73-74).

Schumpeter produjo una copiosa obra, con muchos títulos de libros e innumera-bles ensayos, aparte de conferencias. Entre sus textos podemos mencionar: Teo-ría del desenvolvimiento económico, una investigación sobre ganancias, capital,crédito, interés y ciclo económico (1912), Business Cycle: A Theoretical, Historialand Statistical Analysis of the Capitalist Process (1959), Capitalismo, socialismo ydemocracia (1942) e Historia del análisis económico (1954), libro póstumo, encuya versión final trabajó su tercera esposa la economista estadounidense ElizabethBoody Schumpeter.

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Para Paul Samuelson, “Existieron muchos Schumpeter: el brillante enfant terriblede la escuela austríaca que antes de los treinta años había escrito dos grandeslibros; el joven abogado de El Cairo, poseedor de una cuadra de caballos; elministro de finanzas austríaco; el filósofo social y profeta del desarrollo capitalista;el historiador de las doctrinas económicas; el teórico de la Economía que abogabapor el uso de los métodos e instrumentos más exactos de razonamiento; el profe-sor de Economía” (Samuelson, 1965, p. 107).

“De regreso a su casa de campo en Connecticut después de las reuniones de laEconomic Association en Nueva York, estaba a punto de preparar una serie deconferencias que debían darse en la Universidad de Chicago cuando murió tran-quilamente durante el sueño” (Varios, 1965, p. 13).

De John Maynard Keynes

El nacimiento de Keynes ocurre en el corazón del capitalismo, en la Gran Bretañadel siglo XIX, centro del sistema económico, financiero y monetario del mundo.Tuvo ancestros que se internaban en la más antigua historia de Inglaterra. “Estan-do en Eton, Keynes... dedicó algún tiempo a trazar el árbol genealógico de sufamilia... dibujado por él y encabezado por ‘William de Keynes, 1066’.” (Harrod,1958, p. 26). Este hecho de por sí y el comportamiento social arrogante que leatribuyeron sus contemporáneos y biógrafos, suministra idea del grado deautoestima que siempre prevaleció en él.

Schumpeter en el ensayo que escribió sobre Keynes y su obra, deslizó al respectoel siguiente juicio: “KEYNES reveló un sentido de la importancia de la aptitudhereditaria –de la gran verdad, para usar la frase de KARL PEARSON de que laaptitud se manifiesta por grupos– que encaja difícilmente con el cuadro quemucha gente ha trazado en el mundo intelectual. La inferencia obvia que sedesprende de su sociología viene reforzada por el hecho de que en sus ensayosbiográficos fue capaz de destacar el fondo ancestral con cuidado exquisito. Pordicha razón él habría comprendido perfectamente mi pesar por no ser capaz, porla falta de tiempo, de considerar los más remotos antecesores de KEYNES...”(Schumpeter, 1955, p. 327).

Este trozo precede a un análisis de la personalidad de Keynes, sus planteamientoseconómicos, su actuación pública y del contenido de sus obras, que tambiénexpuso en uno de sus ensayos titulado: “Análisis de la Teoría General de Keynes”(Schumpeter [b], 1968, p. 157) escrito diez años antes, en 1936, cuando aparecióeste libro de Keynes.

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Nacer en Cambridge en esa época del Imperio Británico, provenir de una familia contradición y vinculada a la universidad de ese nombre es un aval envidiable. JohnNeville Keynes, su padre, era profesor en ella y su madre, intelectual, egresada tam-bién de Cambridge y dirigente local. Todas estas fueron influencias y circunstanciassociales y educativas, que constituyeron una ventaja comparativa en quien, además,añadió inteligencia preclara, talento superior, dedicación al estudio, espíritu competi-tivo, adhesión ideológica definida e inclinación temprana al quehacer político parti-dista. “Se afilió al Club Liberal y andando en tiempo habló muchas veces como liberal,tanto en la Universidad como en otros sitios” (Harrod, 1958, p. 84).

Al igual que Marx y Schumpeter se forjó un saber enciclopédico, un gusto educa-do y sensibilidad artística, a la vez que concentró en su persona el genio de unpensador y el temple de un hombre de acción, condición criticada por Schumpeter.

“...No era un especialista limitado que trabajase en el retiro de su torre de marfilacadémica. Desempeñó como crítico y como participante, un papel muy impor-tante y sin duda único en la vida pública de Inglaterra en el período de las dosguerras mundiales... KEYNES era uno de los genios más brillantes y polifacéticosde nuestro tiempo...” (Sweezy, 1968, p. 99). Además actuó en el campo privadocomo profesor en la Universidad de Cambridge, hombre de negocios en el ramode los seguros, promotor y protector de las artes, miembro de distintas sociedadesen la universidad, de carácter literario, ideológico, económico, etc.

“En este hombre de acción hubo una presión muy grande hacia lo político que leprovenía de una aguda visión estética del orden social... escogió [concienzuda-mente] su perspectiva [que] se reveló acorde y apropiada para el objeto de supredilección teórica; se reveló fructífera para la acción política que su propiotiempo personal requería y se reveló fértil para el progreso de la ciencia” (Baptista,1986, pp. 16 y 38).

Los estudios universitarios de Keynes en Cambridge potenciaron su formación enmatemáticas, filosofía, literatura, economía y política, además de brindarle la opor-tunidad de alternar con un grupo de maestros y condiscípulos de gran brillantez,entre quienes estuvo Alfred Marshall, quien lo convirtió en su pupilo. Pertenecióa varias de las sociedades estudiantiles de debates, las cuales tenían altísimoscriterios selectivos para admitir a sus miembros.

Inteligencia, talento y sólida formación eran los requisitos de ingreso, que estabansujetos día a día a exigentes participaciones. Keynes fue aceptado en varias deellas entre las que se destacan la Decemviri, (solo diez integrantes); la Apenina(literaria); The Society o de los Apóstoles; the Midnight Society y la Unión Liberal(Harrod, 1958, pp. 84-99).

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Mención especial merece The Society, porque el núcleo central de sus miembrosemergieron luego en el grupo de Bloomsbury, famoso en el ambiente culturalinglés y universal, al cual también pertenecieron escritores, pintores, filósofos, etc.Entre ellos Virginia Woolf, Lytton Strachey, Duncan Grant, Leonard Woolf, J.M.Keynes y otros. “La sociedad incluía eminentes miembros adultos o ‘ángeles’, talescomo Russell, G.E. Moore y Alfred North Whitehead. Así mismo a pares de Keynes,muchos de quienes más tarde alcanzarían fama en la literatura... Generalmentelos Apóstoles discutían tres tópicos: filosofía, estética y sobre ellos mismos”(Buchholz, 1989, pp. 200-201).

En 1906 inicia la carrera de funcionario gubernamental en la oficina de la India(1906-1908) y escribe el informe libro: Indian Currency and Finance (1913), quele da renombre y prestigio. Se regresa a Inglaterra para ingresar en Cambridgecomo fellow, será luego secretario del Consejo de Economía y Política de la Uni-versidad. Sucesiva y también simultáneamente, desarrolló una febril actividad.Fue director del Economics Journal, secretario de la Royal Economic Society,miembro del Comité de Bienes del King’s College, integrante de la Comisión Realde Finanzas, al mismo tiempo ejercía la presidencia de una importante compañíade seguros, dirigía una compañía inversora, practicaba el periodismo, adquiría supropio semanario, The Nation, y encaraba una actividad política como economis-ta al servicio de su país internamente, al igual que externamente de negociador yemisario. A todo ello se unió su participación en el diseño del sistema monetariointernacional mediante el llamado Plan Keynes.

Entre sus publicaciones están: Las consecuencias económicas de la paz (1919);Tratado sobre probabilidad (1921); Tratado del dinero (1930); Teoría general so-bre el empleo, el interés y el dinero (1936), con el cual se consagra y le vale unaproyección universal en el campo de la negociación, la política económica y elpensamiento teórico. Aparece como el gran salvador del orden capitalista, lacontrafigura de Marx. Su existencia en otra dirección y con otros propósitos, esvivida con intensidad y pasión, al igual que su oponente ideológico a quienformalmente ignoró y menospreció.

“En la economía ricardiana... es esencial la idea de que podemos desdeñar impu-nemente la función de demanda global... El gran enigma de la demanda efectiva...se desvaneció de la literatura económica... sólo pudo vivir furtivamente disfraza-da, en las regiones del bajo mundo de Carlos Marx...” (Keynes, 1970, p. 39).

“...hice un nuevo intento con C.M. leyendo la correspondencia de Marx-Engels... Delos dos, prefiero a Engels... inventaron cierto método de exposición y una maneraabominable de escribir... si me dice usted que descubrieron una clave para el rom-pecabezas económico, sigo sin comprender, pues no puedo descubrir en ellosnada que no sea un afán anacrónico de controversia” (Harrod, 1958, p. 530).

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Respecto a Schumpeter, Keynes fue olímpicamente ciego, mudo y sordo. Prácti-camente nunca le citó en sus trabajos.

“A la mañana siguiente, temprano, su madre le oyó toser en su cuarto... Era otroataque... pero esta vez no hubo recuperación. En unos cuantos minutos todo seacabó, sus facciones adquirieron una expresión de hermosa paz” (Harrod, 1958,p. 739).

Paralelismos

Sus vidas junto a sus imágenes marcharon como asíntotas, correspondiéndose uoponiéndose en el tiempo histórico, igual sus trayectorias intelectuales así comosus obras.

Las relaciones entre sus vidas, sus trayectorias y sus obras, se realizan en la mentede quienes los leen y estudian.

Bibliografía

Baptista Troconis, Asdrúbal, Keynes. Serie cuadernos, 7. Academia Nacional de Ciencias Eco-nómicas Caracas. 1986.

Buchholz, Todd G.,“Keynes: bon vivant as savoir” en New ideas from dead economist, anintroduction to modern economic thought. Plume, published by the Penguin Group. NewYork. U.S.A. 1989.

Frisch, Ragnar, “Algunas reminiscencias personales de un gran hombre” en Schumpeter, cien-tífico social (Harris, Seymour). Colección de Oikos. Ediciones Occidente, Barcelona, España,1965.

Harberler, Gottfried, “Joseph Alois Schumpeter, 1883-1950” en Schumpeter, científico social(Harris, Seymour). ob. cit. 1965.

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Harrod, Roy Forbes, La vida de John Maynard Keynes. Fondo de Cultura Económica. México,1958.

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146 Revista BCV / Vol. XIV, N° 2 / 2000

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Lenin, Vladimir Ilich, “Carlos Marx (breve esbozo biográfico con una exposición del marxis-mo)” en Marx y Engels, Obras escogidas. Editorial Progreso. Moscú, 1969.

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Varios autores, “Acta de la Facultad de Artes y Ciencias, Universidad de Harvard, en la reunióndel 7 de febrero de 1950” en Schumpeter, científico social (Harris, Seymour) ob. cit., 1965.

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La coyunturaLa coyuntura económica

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La coyuntura económica

VelázquezEfraín J. Velázquez*

La coyuntura económica ha estado determinada por la situación del mercadopetrolero la cual se ha caracterizado por un aumento en el precio del crudo. Estehecho ocasiona un impacto sobre las variables externas del país así como sobre lasituación financiera del Gobierno Central. Las primeras, representadas por unimportante superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos y al mismotiempo, un aumento relevante de las reservas internacionales que hace posible, asu vez, una intervención considerable en el mercado cambiario. La segunda, porsu parte, a través de una reducción en las necesidades de financiamiento público.

La dinámica del mercado petrolero ha generado que la cesta venezolana, enpromedio, haya alcanzado un nivel superior a los US$ 25 por barril. Este compor-tamiento se ha mantenido a pesar de las recientes decisiones de la OPEP deincrementar la oferta de crudo en 800.000 barriles diarios y aumentando la cuotade Venezuela hasta alcanzar 3.018.000 barriles diarios. Esto demuestra ademásque la demanda mundial de petróleo se mantiene fuerte debido a la actividadeconómica mundial.

Esta tendencia ha llevado a que los ingresos petroleros hayan crecido 89,7 porciento en los últimos 12 meses. De manera que las exportaciones petroleras parael año 2000 pueden alcanzar niveles superiores a los US$ 28 millardos. Por suparte, las exportaciones no-petroleras, a pesar de los problemas de competitividadinternacional, también han mostrado un crecimiento de 31,1 por ciento debido a

* Presidente del Consejo de Economía Nacional. Profesor de la Universidad CatólicaAndrés Bello.

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la débil demanda interna. Las importaciones, por otra parte, han crecido a unritmo mayor (32,6 por ciento) debido al aumento de la actividad económica y lasustitución en la utilización de algunas materias primas nacionales por importa-das, dada la evolución de los precios relativos, que además ha estimulado lademanda de bienes de consumo final de origen externo. En este contexto sepuede esperar un importante superávit de la cuenta corriente del orden de US$9,5 millardos y un acervo total de reservas internacionales de US$ 19,1 millardospara el cierre del año 2000.

Se debe mencionar que el comportamiento de las reservas internacionales no hasido consistente con la dinámica petrolera debido a la evolución de las importacio-nes, los pagos de la deuda externa, las salidas de capitales privados y los retrasos enla recepción de los recursos petroleros en el Banco Central. Adicionalmente, lastransferencias al Fondo de Inversión para la Estabilización Macroeconómica (FIEM)por parte de PDVSA, de los gobiernos regionales y del gobierno central han afecta-do también la acumulación de las reservas internacionales.

La situación petrolera, al mismo tiempo, ha provisto al Banco Central con unaamplia capacidad de intervención en el mercado cambiario. Ello ha contribuido amoderar el ritmo de depreciación del tipo de cambio de mercado y lo ha distancia-do de la paridad central. De hecho, la diferencia entre el tipo de cambio de mercadoy el correspondiente a la paridad central de la banda había alcanzado 6,5 por cientoa finales del mes de octubre. En el caso de que se mantenga una estrategia deintervención del mercado cambiario similar a la actual, se requerirá próximamenteuna redefinición de los parámetros de dicha banda. Dadas las circunstancias vigen-tes, el ajuste anticipado del esquema cambiario debe ser hacia abajo.

Por otra parte, la depreciación nominal del tipo de cambio ha sido sólo 9,8 porciento en los últimos 12 meses (cuando la inflación ha sido 15,1 por ciento). Si seasume una inflación internacional para Venezuela de 6 por ciento basado en losprecios de los principales socios comerciales, no ha existido una apreciación realadicional del tipo de cambio en los últimos 12 meses. Por ello, el nivel desobrevaluación real que existe en la actualidad se viene manteniendo desde fina-les de 1998 y unida a la estrategia instrumentada por las autoridades no ha provo-cado apreciaciones reales adicionales.

La situación cambiaria, unida a inconvenientes de coordinación de política eco-nómica así como a los problemas administrativos de las aduanas y al contraban-do, han deteriorado los niveles de competitividad industrial. Este hecho ha indu-cido modificaciones en la estructura sectorial y factorial del país provocando ladestrucción de empleos. Ante estas circunstancias, existe un desfase en el diseñode propuestas específicas para enfrentar estructuralmente la apreciación del tipo

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Efraín J. Velázquez / La coyuntura económica 151

de cambio, dado que la utilización de la política cambiaria no parece factible en undinámico contexto petrolero. Esas propuestas, para ser efectivas, deben incidir sóloen los componentes principales que determinan los costos de producción y elestado de resultados del sector privado, entre los cuales se pueden mencionar: laestructura tributaria, la política comercial, la política de determinación de las tarifasde los servicios públicos, y la política salarial y de provisiones sobre cargas sociales.

La dinámica petrolera ha hecho posible además el financiamiento de una políticafiscal expansiva. De hecho, los ingresos totales nominales del Gobierno Centralcrecieron 64,3 por ciento en el primer semestre del 2000 comparado con el mismoperíodo del año anterior. Ello fue consecuencia de que los ingresos ordinariospetroleros aumentaron en 233,3 por ciento (de Bs. 0,9 billones en el primer se-mestre de 1999 a Bs. 3 billones en el primer semestre del 2000). Los ingresosordinarios no-petroleros nominales, por su parte, crecieron 17,2 por ciento ha-ciendo que los ingresos ordinarios totales (nominales) fueran 68,4 por cientosuperiores al año anterior. Adicionalmente, los ingresos extraordinarios aumenta-ron en 57,9 por ciento al pasar de Bs. 1,9 billones a Bs. 3 billones. Se debemencionar que la evolución de los ingresos extraordinarios ha sido consistentecon lo establecido en el Presupuesto del 2000 y con la evolución del stock de ladeuda pública interna.

Los gastos totales nominales también crecieron en 55 por ciento liderados por losgastos ordinarios nominales que aumentaron en 92,5 por ciento al pasar de Bs. 4billones en la primera mitad de 1999 a Bs. 7.7 billones en la primera mitad de 2000y a pesar de la caída de los gastos extraordinarios en 26,3 por ciento.

Cuadro N° 1Situación Financiera del Gobierno Central(en Billones Bs.)

IS00 IS99 Variación %

Ingresos Totales 9,4 5,7 64,3

Ordinarios 6,4 3,8 68,4

Petroleros 3,0 0,9 233,3

No-Petroleros 3,4 2,9 17,2

Extraordinarios 3,0 1,9 57,9

Gastos Totales 9,1 5,9 55,0

Ordinarios 7,7 4,0 92,5

Extraordinarios 1,4 1,9 -26,3

Fuente: Banco Central de Venezuela ␣

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Debido a ese incremento en el gasto público interno, la actividad económica hamejorado. Sin embargo, la mejoría no ha sido tan relevante como se esperaba.Con base en la información del Banco Central, la actividad económica internamejoró en 1,5 por ciento entre el primera mitad de 1999 y la primera mitad del2000, ayudada fundamentalmente por la recuperación de la actividad no-petrole-ra. Dentro de ese sector sobresale la expansión de telecomunicaciones creciendoen 19,5 por ciento, seguida por el sector comercio (5,1 por ciento), del gobierno(4,5 por ciento) y finalmente de manufactura (2,2 por ciento). Por otra parte, lossectores construcción y banca fueron los que mostraron una caída relevante en suactividad.

Cuadro N° 2Producto Interno Bruto(en crecimiento %)␣

IS00/IS99 IIT00/IT00 IT00/IVT99

PIB Total 1,5 4,9 -4,9

PIB Petrolero -0,6 2,1 -3,5

PIB No-Petrolero 2,0 5,3 -5,6

Manufactura 2,2 4,2 -5,0

Construcción -8,8 53,5 -37,8

Comercio 5,1 12,9 -13,3

Transporte 3,2 -1,5 7,0

Comunicaciones 19,5 4,3 10,0

Banca -6,7 0,8 -2,8

Servicios 0,0 -0,3 1,9

Gobierno 4,5 12,8 2,8

Fuente: Banco Central de Venezuela

Se debe resaltar que la mejoría en la actividad económica viene caracterizada porun estímulo esencialmente del gasto público interno y de un sector económico,como es el de las telecomunicaciones, que se encuentra en expansión debido alesquema de apertura planteado. En este contexto, el sector comercio crece másrápido que el sector manufactura ocasionado por la situación de los precios rela-tivos que afecta de manera determinante los niveles de competitividad del segun-do sector. Por ello, las actividades de comercio, unidas a las de importación,mantienen un comportamiento muy dinámico.

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Efraín J. Velázquez / La coyuntura económica 153

La política fiscal además de estimular la actividad económica, en general, haproducido importantes impactos monetarios como consecuencia de los nivelesde déficit doméstico del Gobierno Central. Sin embargo, el crecimiento de la basemonetaria, sin incluir todavía el efecto expansivo de las transferencias de lasutilidades cambiarias del Banco Central, no ha sido relevante producto de ladinámica del mercado cambiario y la acumulación de depósitos de PDVSA en elBanco Central. De hecho, la base monetaria nominal ha crecido en 27,2 porciento en los últimos 12 meses. La liquidez monetaria, por su parte, ha crecido25,6 por ciento, durante el mismo período y demuestra que el multiplicadormonetario no ha mejorado a pesar del aumento en la actividad económica ya quelas tasas de interés se han mantenido altas, en términos reales.

Por último, el Índice de Precios para el Área Metropolitana de Caracas ha mostra-do un ritmo descendente por los bajos niveles de actividad económica, la estabi-lidad relativa en el mercado cambiario que ha reducido las expectativas a cambiosbruscos y la fortaleza del dólar en los mercados internacionales que ha contribui-do a moderar el alza en los precios al mayor de los productos importados.Adicionalmente, la mejoría en el Índice viene de la desaceleración en el procesode ajuste del precio de los servicios y la reducción de la tasa del Impuesto al ValorAgregado, entre otras razones.

A manera de conclusión, el crecimiento de la actividad económica ha sido limita-do tomando en consideración el nivel de aumento del gasto público interno, dadala estabilidad relativa de precios. Ello es el resultado de una participación rezaga-da del sector privado en el proceso económico. Específicamente, el proceso detoma de decisiones privadas tanto de consumo como inversión parece mostrar undesfase. Este comportamiento quizás pueda ser el resultado de una percepción deincertidumbre. Dicha percepción puede estar fundamentada en la sostenibilidadeconómica de mediano plazo, en general, y de la fiscal, en particular, en uncontexto de precios del petróleo más bajos.

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IndicadoresIndicadores económicos

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Indicadores económicos 157

INDICADORES ECONÓMICOSTrimestres

III 00 II 00 I 0 IV 99

I. ACTIVIDAD ECONÓMICA Y PRECIOS

I.1 Producto Interno Bruto (*)a precios de 1984 (Variación Puntual) (1)

Total 3.4 2.7 1.1 (4.1)Petrolero (2) 4.7 0.7 (0.5) (11.0)No Petrolero 2.7 2.9 1.2 (1.5)Derechos de importación 5.3 19.4 22.1 5.3

I.2 Índices de producción física dealgunas actividades (Variación Puntual) (1) (*)

Cemento (3) (4.4) (5.3) (14.5) (21.9)

Vehículos (4)Pasajeros (-) (-) (8.8) 17.6Rústicos (-) (-) (7.2) (16.3)Carga (-) (-) (26.3) 46.1Buses y minibuses (-) (-) 14.8 (27.9)

Hierro 29.2 47.6 42.8 29.2

Acero 8.6 28.6 23.7 42.6

Aluminio 0.0 (2.8) (2.1) (0.5)

Energía eléctrica 5.0 4.1 2.5 1.8

I.3 Producción Petrolera(Miles de barriles diarios promedio)

Crudos 3,020 2,964 2,966 2,809Refinados (5) 1,107 1,143 1,143 1,110Orimulsión (Miles de Toneladas Métricas) 1,547 1,610 1,491 1,245

I.4 PreciosI.4.I Índices (promedio)

Al Consumidor (Base 1997 = 100)General 198.1(*) 192.0 185.7 178.7Alimentos y bebidas no alcohólicas 174.6(*) 170.2 169.7 164.1Bebidas alcohólicas y tabaco 173.1(*) 169.9 164.6 160.9Vestido y calzado 166.2(*) 162.6 162.1 159.5Alquiler de vivienda 207.7(*) 197.9 188.3 181.1Servicios de vivienda, excepto teléfono 246.5(*) 244.2 236.6 208.1Equipamiento del hogar 197.3(*) 192.5 186.9 182.1Salud 268.0(*) 259.0 246.0 233.5Transporte 178.4(*) 174.3 165.9 154.7Comunicaciones 242.4(*) 235.6 201.1 197.2Esparcimiento y cultura 163.4(*) 162.8 161.7 158.1

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158 Revista BCV / N° 1 / 1999

INDICADORES ECONÓMICOSContinuación Trimestres

III 00 II 00 I 0 IV 99

Servicios de educación 287.3(*) 265.3 263.6 261.6Restaurantes y hoteles 212.8(*) 208.4 206.6 202.4Bienes y servicios directos 177.4(*) 171.3 165.6 159.7

Al Mayor (6) (Base 1984 = 100)General 14,743.2(*) 14,236.8 13,775.1 13,233.8Productos nacionales 16,021.5(*) 15,402.0 14,909.6 14,273.6Productos importados 11,555.6(*) 11,335.4 10,949.3 10,646.4

Al Productor (6) (Base 1997 = 100)Manufactura privada 154.8(*) 151.5 147.2 143.1

Insumos de la construcción (6) (Base 1984 =100)Productor 11,619.4(*) 11,336.5 11,008.2 10,538.7Mayorista 13,233.2(*) 12,982.1 12,510.5 11,998.3

I.4.2 (Variación Interanual %)Al Consumidor

General 15.5(*) 17.1 18.2 20.1Al Mayor

General 16.4(*) 14.0 14.2 13.0

II MONETARIOS Y FINANCIEROS

II.1 Agregados monetarios(Millones de Bs. al cierre del período)

Base monetaria 4,491,385 4,423,310 4,349,659 4,909,822M1 6,036,862 5,772,022 5,644,028 6,096,162M2 13,409,917 12,926,142 12,524,267 12,740,836

II.2 Tasas de interés %Seis principales BancosComerciales y Universales

Préstamos 23.69 24.79 27.21 28.37Depósitos de ahorro 3.02 3.36 3.92 4.83Depósitos a plazo a 90 días 13.98 15.60 16.03 16.61Instrumentos emitidos por el BCV - - - 8.67

II.3 Banca comercial y universal(Millones de Bs. al cierre del período)

Cartera de créditos 7,110,142 6,695,351 6,263,702 6,219,954Inversiones 2,990,179 2,647,902 2,910,337 2,297,079Depósitos a la vista 5,185,628 4,949,631 4,635,646 4,455,337Depósitos a plazo 3,162,131 2,911,159 2,769,380 2,431,208Capital y reservas 1,983,639 2,051,002 1,844,108 1,879,152

II.4 Indicadores bursátiles(Al cierre del período)Índice general 6,863.53 7,032.68 5,495.94 5,418.01

Financiero 10,214.78 9,380.98 8,913.33 9,098.01Industrial 6,436.40 6,678.38 5,062.48 4,846.63

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Indicadores económicos 159

INDICADORES ECONÓMICOSContinuación Trimestres

III 00 II 00 I 0 IV 99

Precios de algunas acciones (Bs.) (7)Electricidad de Caracas 324.00 360.00 188.00 205.00Cantv (8) 2,425.00 2,660.00 2,831.00 2,300.00

III SECTOR EXTERNO

III.1 Balanza comercial (Saldo en Bienes) (9)(Millones de US$)

Saldo 4,310 4,000 4,387 2,869Exportaciones FOB 8,544 8,182 7,733 6,552Importaciones FOB (4,234) (4,182) (3,346) (3,683)

III.2 Cuenta capital y financiera (9)(Millones de US$) (485) (130) (1,360) (413)

Inversión directa 1,038 1,221 675 847Inversión de cartera (524) (590) (108) 276Otras inversiones (999) (761) (1,927) (1,536)

Activos (577) (1,027) (1,506) (1,470)Pasivos (422) 266 (421) (66)

III.3 Reservas Internacionales Brutas(Millones de US$ al cierre del período) 20,339 18,234 16,849 16,037

Banco Central de Venezuela 16,545 15,094 14,419 15,164Fondo de Inversiones de Venezuela 896 865 724 658Fiem (10) 2,898 2,275 1,706 215

III.4 Tipo de cambio de cierre (11)(Bs / US$)

Compra 689.75 681.00 669.00 647.25Venta 690.75 682.00 670.00 648.25

Notas:(-) Dato no disponible(*) Cifras provisionales * Cifras rectificadas

(1) Total del trimestre “n” del año t / Total del mismo trimestre “n” del año t-1(2) A partir del I Trimestre de 1999, se incorporó el registro de la actividad petrolera privada.(3) A partir de septiembre de 1994, las estimaciones provienen del sistema de encuestas realizadas por el BCVen el sector manufacturero privado.(4) Cifras rectificadas con información suministrada por el Viceministerio de Producción y Comercio,sobre unidades producidas de vehículos.(5) Excluye mermas y consumo propio.(6) Incluye el impuesto general a las ventas.(7) Corresponde al precio de cierre de cada trimestre.(8) Comenzó a cotizar sus acciones a partir del 22.11.96.(9) Elaborada según los lineamientos de la V edición del Manual de Balanza de Pagos del FMI.(10) Fondo de Inversión para la Estabilización Macroeconómica.(11) La información se refiere al último día hábil del período y corresponde a la cotización utilizada para la liquidación de lasoperaciones cambiarias, establecidas por el BCV con dos días hábiles de anticipación a la fecha indicada.Información vigente al día 29/11/2000.

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Autoridades Diego Luis Castellanos E.Presidente

Manuel Lago RodríguezArmando León RojasDomingo Maza ZavalaJorge Giordani

(Representante delEjecutivo Nacional)

Administración Diego Luis Castellanos E.Presidente

Gastón Parra LuzardoPrimer Vicepresidente

Eddy Reyes TorresSegundo Vicepresidente