revista diez, nÚmero 83
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La actualidad de la ciudad de Comitán de Domínguez, Chiapas.TRANSCRIPT
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Contenido
3.– CHICA DE DIEZ: CAROLINA.
6- EDITORIAL:
Consejo de la Crónica.
7.– ZAGUÁN:
ARENILLA: Tía Maty, una de las mujeres
más famosas de Comitán.
17.– CHICA DE DIEZ: CAROLINA.
19– PATIO:
Honoré Daumier, en Comitán.
28.– BALCONES:
Casa de Citas
Refranero popular.
Autor: Héctor Cortés Mandujano.
38.– CORREDORES:
Novelas tristes.
Autor: Enrique Robles Solís.
43.– SITIO:
El desempleo está en todas partes.
Autor: Arbey Rivera.
49.– ACTUALIDADES.
53– MOJOL.
55.– CHICA DE DIEZ: CAROLINA
Revista catorcenal, hecha en la tierra de los cositías con la bendición de Tata Lampo.
Editor responsable: Alejandro Benito Molinari Torres
Contacto: [email protected]
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Comitán, ciudad que habla de vos
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Comitán, ciudad que habla de vos
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Comitán, ciudad que habla de vos
Ante la presencia de José Antonio Aguilar Meza, Presidente Municipal de Comitán,
se llevó a cabo la Toma de Protesta del Consejo Municipal de la Crónica.
Los integrantes de dicho Consejo son destacados comitecos quienes, desde hace
años, han aportado su talento y vocación para consignar los actos más relevantes de
nuestra sociedad.
Integrar a los más destacados cronistas confirma la tendencia de los últimos tiempos
comitecos. donde se apuesta a caminar de manera conjunta, sin perder la identidad
propia, en aras de conseguir un mayor desarrollo a favor de Comitán.
Ojalá que la divergencia de criterios de los cronistas no sea impedimento para que
este Consejo camine con pasos firmes para lograr un mejor acercamiento a nuestra
personalidad única.
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Comitán, ciudad que habla de vos
En el lugar que oficias a la verdad y a la
belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la
casa discreta o el camastro de la pobreza, eres
lo mismo que una lámpara y un vaso de agua
y un pan.
Jaime Sabines
Canonicemos a las putas
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Los comitecos, ¡con orgullo!, habla-
mos de Rosario Castellanos, si se tra-
ta de un acto literario, y de Josefina
García, si se trata de un acto político.
Pero ¿y de las demás mujeres, de las
modestas, cuándo hablaremos?
Resulta que de las que hablamos
todo el tiempo no necesariamente las
tenemos en la palma de la mano.
¿Cuándo hablaremos de aquellas mu-
jeres cuyos nombres son tan famosos
como los de las nombradas? ¿Cuándo
hablaremos, por ejemplo, de aquellas
mujeres que en los años setentas y
ochentas fueron más mentadas que
las mencionadas? Algún día alguien
tendrá que hablar de ellas, tal vez co-
mo un mínimo homenaje. ¿Quién se
atreve a hablar de las dos tías más fa-
mosas: la tía Lola y la tía Maty?
Resulta que mucha gente no ha
leído algo de Rosario Castellanos y tal
vez piensa que no es más que el nom-
bre de una calle o de un Centro Cul-
tural, como si se tratara de una
―tercera poniente‖ o de una marca
comercial al estilo de Liverpool.
Algún día, alguien tendrá que
hablar de tía Maty, cuyo nombre ver-
dadero era Matilde Aguilar Hernán-
dez. Habrá que decir que ella fue una
matrona. Y digo que era una matrona
porque ayudó a dar a luz a la cachon-
dería de cientos de hombres en el
pueblo. Ella regenteó un burdel que
estaba instalado en ¡toda una calle!
No todos los cuartos le pertenecían,
pero su nombre se hizo tan famoso
que medio mundo de comitecos decía:
―Vonós con tía Maty‖, y esto signifi-
caba bajar al barrio de La Pila, pasar
por el templo de San Caralampio y en
la calle paralela de la parte posterior
de la iglesia encontrarse con una serie
de cuartos donde las mujeres ofrecían
sus servicios como prostitutas (hoy les
llamarían sexoservidoras, porque ya
se sabe que a todo se le busca un eufe-
mismo).
De la tías hablamos en voz baja y
detrás de la niebla. Nos llenamos la
boca con el nombre de Josefina Gar-
cía, por ejemplo, y resulta que la fa-
mosa libertadora ¡no existió!
Alguien tendrá que hablar de la
tía Maty. Ahora que se creó el Conse-
jo Municipal de la Crónica, que está
integrado por un buen bonche de des-
tacados investigadores y cronistas,
será bueno que alguno de éstos se dé
a la tarea de buscar datos no sólo de
los ―grandes‖ sino también de los mo-
destos, de quienes sin la luz de los re-
flectores, han contribuido a ser lo que
ahora somos.
Las buenas conciencias brincarán
porque ya se sabe que este es el oficio
de las pulgas. Porque la tía Maty
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nunca fue bien vista en el pueblo. Las
madrotas no son bien vistas en ningu-
na parte del mundo. Parece que son
más bien vistas las líderes del magis-
terio.
Tía Maty comenzó vendiendo
cervezas en una cantina que se llamó
Toda una vida. Vayan ustedes a saber
de dónde pepenó el nombre, pero pa-
rece que resumió su vocación, la vo-
cación de platicar y dar compañía a
los hombres que la solicitaban. Tal
vez para entender este oficio sea pre-
ciso acudir a Sabines (¡Jaime, Jaime!)
y leer el poema que le dedicó a las pu-
tas.
Los libros de historia y los de
geografía nos dicen que en Amster-
dam, Holanda, existen calles donde
las prostitutas están detrás de vidrie-
ras. Los potenciales clientes caminan
por esas calles llenas de luz de neón y
de color y ven ―la mercancía‖ que se
ofrece en sugerentes imágenes llenas
de botas de cuero, negligés, corsés y
tangas con holanes de seda. Nos dicen
que Holanda es un país altamente
desarrollado, por esto el servicio
sexual se ofrece de igual forma que se
ofrecen los refrescos y las palomitas
acarameladas (sin albur).
Pues, bueno, resulta que en el Co-
mitán de los años sesentas, Tía Maty
creó un corredor con características
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semejantes , pero tía Maty no encerró
a sus pupilas en vidrieras, ¡no! Permi-
tió –en bendita hora– que sus mucha-
chas estuvieran a la mano de los
clientes. Los niños, jóvenes y señores
caminaban por esa calle y husmeaban
a través de los cuartos y platicaban
con las muchachas para hacer un po-
sible trato. ¡Dios mío, a finales de los
años setentas las mujeres cobraban
quince pesos! Por esto se entiende que
tía Lola era para gente de más alcur-
nia. Los visitantes de tía Maty eran
estudiantes, obreros y las decenas de
madereros que trabajaban en los ase-
rraderos.
La crónica de este pueblo estará
incompleta si nunca se habla de estas
mujeres. Por esto, algún día, en algún
libro, encontraremos la crónica que
dé cuenta que tía Maty implementó
unos cuartitos en la parte posterior
de su cantina y comenzó a llamar a
muchachas para que trabajaran con
ella (la mayoría era de otras partes
del estado). Como su cantina era la
más grande de la cuadra ella impuso
su nombre. El negocio comenzó a
prosperar y, poco a poco, fue com-
prando otras propiedades de la cua-
dra. Llegó el momento en que era
propietaria de media cuadra de la
tercera. Y lo que comenzó como un
pequeño negocio se convirtió en la zo-
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tas era muy raro que los usuarios
usaran condón –preservativo se lla-
maba entonces). No existían enferme-
dades tan raras como el SIDA y a lo
más que se exponían los calientes era
a una gonorrea o chancro que se cu-
raban en la farmacia de Cirito.
Los clientes más asiduos recuer-
dan los nombres de las prostitutas
más famosas de ese lugar: La Chelo,
La María Virginia ―Caballona‖, Car-
mela ―La Mordelona‖ y doña Lucía
―La Japonesa‖. Por lo regular eran
mujeres de baja condición social que
dejaban sus pueblos para dedicarse,
en otros, al que, según los clásicos, es
el vicio más antiguo del mundo.
Las señoras decentes del pueblo
no caminaban por esas calles de la
perdición, levantaban la nariz como
topos cada vez que oían mencionar el
nombre de la tía Maty, y el padre
Carlos se encargaba, de vez en vez, en
misa de domingo, a hacer mención de
la dichosa mujer en intento de sonro-
jar a los hombres que, con el sombre-
ro en la mano, sudaban al oír dicho
nombre (sudaban por la pena, pero
en la tarde lo cambiaban por el sudor
del himeneo).
La calle era empedrada y, por
cuestiones del terreno, las banquetas
de ambos lados, estaban muy por en-
cima del nivel de calle. Aún cuando
na roja de la ciudad., en uno de los
barrios con más historia. Ahí, nos
cuentan los historiadores y cronistas,
el pueblo tuvo su origen y, bueno, por
esto se antojaba también ser el origen
del placer comprado. Al nombre de
tía Maty se unieron los nombres de
tía Chepa, de las Domínguez y de do-
ña Chole (quien era famosa porque
pasaba a pedir la renta del día a las
siete de la mañana). Quienes conocie-
ron a tía Maty comentan que ella era
generosa, era una buena gente y espe-
raba que las muchachas llegaran a
pagar el alquiler (las prostitutas pa-
gaban una renta diaria fija, sin im-
portar cuántas veces se emplearan.
Actualmente –me cuenta el primo de
un amigo– las muchachas que traba-
jan en prostíbulos deben entregar una
cantidad por cada servicio que -
prestan).
Por supuesto que, a pesar de las
ventajas, Comitán estaba a mil años
luz de las condiciones imperantes en
Amsterdam y la mayoría de cuartos
no contaba con un sanitario, apenas
espacio para la cama, para un ropero
y una mesa donde, invariablemente,
la prostituta tenía una palangana,
una jarra con agua, un rollo de papel
higiénico y dos o tres imágenes de
santos o vírgenes iluminadas por una
veladora cansada (en los años sesen-
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dominios de tía Maty ―cabezas‖?
Tía Maty tenía días especiales en
los que celebraba con música de ma-
rimba. Cualquier día un chiquitío
subía hasta la casa de don Cliserio
Molina y le decía al maestro marim-
bista que doña Maty quería fiesta. El
destacado músico bajaba con su gru-
po y amenizaba los guateques de la
tía. ¡Ah, cómo disfrutaba la vida, la
doña! Llenaba de juncia el patio de su
casa, enredaba festones de lado a la-
do, mandaba colocar un manteado
blanquísimo y sacrificaban jolotes y
cuches. Cuando la marimba comen-
zaba a tocar, ella se sentaba a tomar
sus cervezas y su trago junto a todos
sus amigos y familiares. Las fiestas,
por lo regular tardaban dos días y era
costumbre ―perder la llave‖, así que
nadie podía salir hasta que la tía, ya
agotada, sacaba la llave de su mandil.
Las fiestas eran en la llamada Casa
Grande.
Quienes la conocieron dicen que
era una mujer noble que se preocupa-
ba por los ―bolitos‖. Cuando alguno
de éstos quedaba ―incróspido‖ de bo-
lo lo resguardaba para que no le fue-
ran a quitar su paga.
Por las tardes se sentaba en una
―perezosa‖ al lado de un anafre don-
de ponía a calentar su té y quesadillas
o a asar chorizos.
no fuera temporada de lluvias la calle
siempre estaba mojada y esto era así
porque las mujeres, ante la falta de
baños, tiraban el agua y los orines a
mitad de la calle.
En día de quincena la calle se
convertía en un hervidero de hom-
bres y mujeres. En el interior de las
cantinas se oía la rocola y la plática
de chachalacas enardecidas. Cuentan
que, de vez en vez, los ánimos se cal-
deaban y las prostitutas arreglaban
sus diferencias aventándose botella-
zos de banqueta a banqueta, momen-
to en que todos los mirones corrían
para salvar su honra. ¿Imaginan lo
que significaría enterarse al otro día
que fulano de tal tenía una cicatriz en
la cara porque había estado en los
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Alguien tendrá que hablar y escribir acerca de estas vidas maravillosas. Al-
guien deberá decir que tía Maty hizo buena paga con su negocio y se acostumbró a
enterrar su dinerito. Ya enferma le dijo a uno de sus parientes: ―Al pie del Cristo
vas a encontrar dinero, cuando tengás necesidad‖ y, en efecto, el hombre encontró
monedas de a peso, de pura plata.
La tía Maty murió de cáncer. Le extirparon un pecho y le pusieron una próte-
sis. Además acusaba un problema de enfisema.
Una vez, en compañía de amigos escritores, subimos a un taxi en Arriaga y pe-
dimos al taxista nos llevara a la zona roja. Cuando bajamos del taxi vimos que era
una calle ancha llena de locales donde vendían cervezas y estaban las prostitutas
sentadas en la banqueta, con poca ropa, abiertas de piernas, abanicándose para es-
pantar el calor. ¡Era la versión costeña del burdel de tía Maty!
Hoy son otros territorios y otras calenturas. La zona de tía Maty es una vecin-
dad como cualquiera otra de Comitán. La zona roja está ubicada en la periferia de
la ciudad. Pero hubo un tiempo en que atrasito de Tata Lampo se cumplía el miste-
rio más grande de la vida. ¿Cuántos comitecos, así como en juego, tuvieron ahí su
primera experiencia sexual? Vaya pues un ¡Salve! para tía Maty.
Cuartos
Cuartos
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Las cajitas de Molinari
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Fox tenía razón: el que no lee vive
tranquilo.
¡Mirá cómo acabó nuestro señor Don
Quijote, por andar leyendo novelitas!
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¡Ay, dónde como sus tostoneros de
don Ulises! Ahora estos sus colectivos
del Segundo Guillén los lleva bien
atacados de gente.
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¿Estás seguro que este es el mejor
camino para la patria?
Sí, por acá dijo el
Presidente de la República.
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¿Y éste alzado? ¡Tan mudo, no sabe que
el puesto de Regidor se le termina cuando
acabe el periodo de Toño Aguilar Meza!
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¡Apurate, hijito! Vamos con el
Güero, con todo y con todos.
¡Sí, mamita! ¿Y
también con Luis
Ignacio Avendaño, con
todo y con todos?
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¡Señor, te prometo no volver a las
andadas, pero, por favor, no traigás a
la Paquita del Barrio en la feria!
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Chiste rápido, cortesía de la cinta
Flashdance (1983, dirigida por
Adrian Lyne), que cito de memoria:
―Era una gallina tan depravada que
se fingió muerta por tres días para
seducir a un buitre‖.
***
Por una materia que impartí hace
tiempo en una universidad pública
leí un par de libros escritos por Li-
liana Weinberg, quien ha ahondado
en la materia con un nuevo libro
(nuevo para mí, se entiende) que re-
cién concluí: Umbrales del ensayo
(UNAM, 2004). Una de sus páginas
me hizo recordar un texto de Bárba-
ra Jacobs que leí, hace años, en un
periódico. Ella contaba que revisó
un libro leído tiempo atrás y le im-
presionó encontrar que nada de lo
subrayado por ella misma en su lec-
tura inicial le pareciera, en esta se-
gunda lectura, digno de subrayarse.
A mí me pasa a cada rato.
Dice Weinberg (p. 80): ―Un li-
bro, un cuadro, que ayer no atraían
nuestra atención, pueden hoy con-
mocionarnos y mañana incluso dis-
gustarnos. Una frase que subrayé
hace un año en un libro porque me
conmovió profundamente puede no
significar hoy ya nada para mí, o
cuando menos mostrar su sentido
con menor intensidad. O bien, leer
una novela con un mayor caudal de
conocimientos me ayuda a leerla de
otra manera. Tal es el carácter -
inefable, misterioso, obligadamente
personal y temporal de la experien-
cia de la lectura‖.
***
En su pequeño y luminoso Ensayos y
poemas (Joaquín Mortiz, 2002), pu-
blicado originalmente en 1917, Julio
Torri dice que (p. 38) ―el ensayo cor-
to ahuyenta en nosotros la tentación
de agotar el tema, de decir desaten-
tadamente todo de una vez‖. El li-
bro es una colección de maravillas
(p. 48): ―Las buenas frases son la
verdad en números redondos‖.
En su ensayo ―Beati qui per-
dunt…!‖ (Bienaventurados los que
pierden) dice algo que yo he suscrito
muchas veces con mis actos. Habla
de los amigos. De los insustituibles,
de los probadamente amados y de
los que uno se desprende sin mayor
problema, con alegría. Son aquellos
(p. 35) ―que nos entretienen, nos di-
vierten, pero que no llegamos a
amar. Y el día que desaparecen […]
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Comitán, ciudad que habla de vos
en verdad experimentamos una sa-
tisfacción profunda‖.
El libro tiene como apéndice
tres cartas. De Enrique González
Martínez, Martín Luis Guzmán y
Alfonso Reyes. Éste resume la -
maestría que alcanza Torri en el
breve volumen (p. 62): ―Tu libro
está escrito de manera perfecta‖.
***
Lo aparentemente nuevo casi siem-
pre tiene que ver con la tradición.
En el libro Octavio Paz (Ediciones
de Cultura Hispánica, 1989), que re-
coge las intervenciones y el coloquio
de una semana de homenaje a nues-
tro gran poeta y ensayista en Ma-
drid, con la concurrencia de presti-
giados autores españoles y del pro-
pio Paz, un día, el 12 de mayo de
1988, analizaron ―Tradición y van-
guardia‖ y concluyeron en general
que las vanguardias tienen sus raí-
ces en la tradición, que en el arte no
hay rupturas. Paz dice, al final del
día (p. 92): ―El poeta es una voz im-
personal, su voz se funde con la de
los otros, su voz es la ‗otra voz‘ ‖.
Pero, perdón, después hablaré
del libro, ahora voy a hablar de ci-
ne. En Dogville (2003, dirigida por
Lars von Trier), por ejemplo, la
puesta en escena cinematográfica
prescinde de casas, muebles, calles,
perro y sólo tiene, en el piso, los le-
treros que indican al espectador que
allí deben suponer una casa, un
mueble, un perro. Los actores respe-
tan esa convención. En la escena
donde violan a Nicole Kidman no
hay más que aire entre la gente que
pasa, casi rozándolos, y los dos cuer-
pos en el violento ejercicio sexual,
aunque, según el letrero, debemos
suponer una pared. Parece novedo-
so.
Peter Brook, célebre director
teatral especializado en Shakespea-
re, dice que en las obras del drama-
turgo inglés (p. 22), en el 1600,
―como no había escenografía, si al-
guien decía: ‗estamos en un bosque‘,
estábamos en un bosque. Y si un ins-
tante después decían: ‗Ya no esta-
mos en el bosque‘, el bosque había
desaparecido. Esa técnica es más
rápida que un corte en el cine‖.
Del cine también habla en Sha-
kespeare/ Mi Chéjov (él aborda al
primero y Peter Stein al segundo.
UNAM-INBA, 2009: 23): ―El cine
ha desarrollado un lenguaje artifi-
cial muy complejo que, sin embargo,
todo el mundo es capaz de compren-
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Comitán, ciudad que habla de vos
der. Primero tienes un plano abierto
y al instante siguiente tienes un
acercamiento y al siguiente estás en
otro lugar completamente distinto.
Y esta sintaxis tan compleja, por al-
guna razón parece ser perfectamen-
te clara para la gente de todo el
mundo, sin importar su cultura, sus
antecedentes e incluso su nivel edu-
cativo. Gordon Craig, a quien co-
nocí cuando tenía 90 años, me dijo
una vez: ‗No puedo ir al cine. Le
pregunté: ‗¿Por qué no?‘ ‗Porque
cuando estoy sentado allí y aparece
frente a mí una imagen de una mon-
taña y de pronto salta y aparece una
gran cara, no entiendo nada‘ ‖.
***
Vi al hilo tres cintas de tres presti-
giosos directores que me recordaron
(Shakespeare me recordó a Cervan-
tes, él al Quijote y éste a Sancho, es-
pecialista en dichos) varios refranes.
En casa de herrero cuchillo de
palo. Charlie Kaufman es un guio-
nista fuera de serie. He visto con de-
leite las pelis donde aparece su
crédito como autor de las historias:
Confesiones de una mente criminal
(dirigida por George Clooney),
¿Quieres ser John Malkovich?, Eter-
no resplandor de una mente sin re-
cuerdos, Ladrón de orquídeas… Ni
pensar que llegara a las salas de
Tuxtla su debut como director -
Synecdoche, New York (2008). Me la
hallé en uno de los canales Skay de
cine y me dispuse a ver esa delicia.
No. Su pretendida profundidad, la
actuación de un nada inspirado Phi-
lip Seymour Hoffman (potente ac-
tor; en Capote es glorioso), el cansi-
no ritmo que desafía la paciencia del
espectador, el embrollo gratuito de
rizar el rizo me hizo creer que nadie
quiso dirigirle este esqueleto sin
cuerpo y él se lanzó al vacío con que
nos regala en su salida en falso. Leer
―Un sueño realizado‖, de Onetti,
hace prescindible este asunto de po-
ner en escena nuestra propia vida.
A la mejor cocinera se le va el to-
mate entero. Que Polanski ya grabó
su nombre en la historia del cine es
un hecho. Tiene películas flojas (La
novena puerta creo que es su peor
caída, basada en una novela de
Pérez Reverte), pero ya hizo China-
town, El bebé de Rosemary, El pia-
nista… por mencionar un tríptico
básico de sus grandes cintas. Veo su
más reciente, El escritor fantasma
(The Gost Writer, 2010), y me pre-
gunto cómo un director de ese tama-
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Comitán, ciudad que habla de vos
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tamaño acepta y firma como —-
coautor un guión en el que a la lógi-
ca se la llevan entre las patas. Me
encantan los silencios en Polanski,
los momentos en que los actores no
hablan, en que la trama se cuenta
sólo con imágenes, y aquí hay mu-
chos, y hay buena fotografía, un
thriller facilón para ponerle la cere-
za al pastel, un genio detrás de todo.
Nomás había que hacer un buen
guión y eso, lo sabe Kaufman, no es
sencillo.
Arrieros somos y en el camino
andamos. Jim Jarmusch es un icono
del cine independiente y ha cosecha-
do éxitos por mantenerse fiel a su
línea. No me parecen maravillosas
su El camino del samurai ni Flores
rotas, pero Los límites del control
(The Limits of Control, 2009) se me
hizo un mal chiste contado por un
mal cómico. El rostro de su protago-
nista ahuyenta cualquier posibilidad
de considerarlo hábil en algo (debe
buscarse otro director de casting) y
su historia —Jarmusch es su propio
guionista— podría ser chistosa, si
no fuera porque él piensa que está
escribiendo poesía pura o algo me-
dianamente inteligente. Ni los her-
manos Almada se habrían atrevido
a filmar este bodrio en el que, por
cierto, actúa, es un decir, el mexica-
no Gael García Bernal es su ya
clásico papel de mexicanito güey,
carnalito.
***
Hay los fanáticos de ambos lados:
los que la acusan de absurda, de
mentirosa, de manipuladora y los
que la adoran, la leen, la difunden y,
en una de ésas, la respetan. Hablo
de la Biblia. En mi limitado conoci-
miento de gente no he encontrado
hasta el momento a nadie, en ningu-
na religión, que la honre con su
comportamiento personal irrepro-
chable, con su altura espiritual. No
somos ángeles, evidentemente. Sólo
conozco pecadores, más cercanos al
infierno mientras más defienden
postulados bíblicos de dientes para
afuera (y marxistas teóricos, otra
religión, que, burgueses en la prácti-
ca, atesoran propiedades, cuentas
bancarias). Podrían cantar, si fue-
ran sinceros, la rola de Jaime
López: ―No busco, por Dios, a
Jesús; yo ando buscando a la Mag-
dalena‖.
Más claro (y hago la variación
de una frase de Charles Dickens,
―llamaba religión a su acidez y amor
a su hígado‖, que leí en su espléndi-
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Comitán, ciudad que habla de vos
da Grandes esperanzas): hay perso-
nas que llaman ―religión‖ a su inca-
pacidad de ser felices y ―amor a
Dios‖ a la justificación de sus mise-
rias del alma.
El libro de los secretos (en
inglés el título es más explícito: The
Book of Eli, 2010, dirigida por The
Brothers Hughes) es una cinta que
muestra las dos posibilidades de este
libro de libros. Por un lado el perso-
naje, que actúa Denzel Washington,
quiere, en el mundo después del
Apocalipsis, regalarle a la gente lo
que en ese libro hay de amor, de fra-
ternidad, de confiar en que algo en
el universo podrá salvarnos de noso-
tros mismos, del caos final; por el
otro, el villano encarnado por Gary
Oldman quiere el libro porque con
él piensa apoderarse de los corazo-
nes humanos para su propio benefi-
cio.
Como ocurre ahora mismo. ¿O
ya pasó el Apocalipsis y no me di
cuenta?
***
Las películas a veces dan informa-
ción que no es necesariamente cierta
o falsa. Quien la dice a veces es un
personaje común que propone cer-
tezas sobre temas que tal vez no
estén al alcance de un ciudadano
promedio. Dos afirmaciones me han
llamado la atención en dos cintas
que he visto hace más o menos poco.
En Nueve vidas (2005, escrita y
dirigida por Rodrigo García; buen
cineasta, hijo, por cierto, de Gabriel
García Márquez) un hombre dice a
una mujer que la mayoría de los
programas en los muchos canales de
televisión sobre animales, tierra y
naturaleza son mentira; los editan,
explica: usan la imagen de un oso
tomada en un 1995, en un bosque de
EUA, y lo mezclan con las tomas
hechas en 2002 en un río de truchas
de Noruega. Pero lo que cuentan de
osos y truchas es verdad, dice, es
científico; es falso lo que vemos en
pantalla.
En El solista (2009, The Soloist,
dirigida por Joe Wright) donde
hacen, viene a cuento, una especie
de videoclip con el ―Padre Nuestro‖,
el personaje que representa Robert
Downey Jr. compra, porque se lo re-
comiendan para ahuyentar a los
mapaches, en una tienda de Los
Ángeles, California, orines de coyote
¡en polvo! No sé si sea esto nomás
una nota simpática en esta cinta ba-
sada en un hecho de la vida real (un
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periodista encontró a un gran músico vivien-
do de la caridad pública) o me asombra a mí
que casi nunca voy a los supermercados.
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En el principio Dios iba a la escuela
y se ponía a jugar futbol con sus
amigos, hasta que llegaba la hora de
irse a sus salones. Aunque Dios sabe
muchas cosas, quiere aprender más y
hacer cosas nuevas. Un día Dios dijo:
―hoy trabajé mucho y es hora de ir a
recreo‖. Dios y sus amigos se pusie-
ron a jugar futbol y Dios chutó tan
duro la pelota que cayó en un rosal y
se ponchó. Al explotar la pelota, ¡se
creó el universo y todas las cosas que
conocemos!
Este es el sentir de Rodrigo Na-
varro Morales, de 7 años, del Institu-
to Alexander Bain. Juan Villoro dice,
y dice bien, que de acuerdo a Tolstoi
las familias felices no producen nove-
las. Nosotros los mexicanos sufrimos
por el futbol, luego entonces no so-
mos una familia feliz, porque des-
pués de cada mundial y hasta des-
pués de cada partido amistoso de
nuestro ―TRI‖, en muchos hogares,
en muchos corazones y en muchos
sentimientos, se producen novelas,
que son tristes por necesidad.
Jorge G. Castañeda en su
espléndido libro ―Mañana o pasado,
el misterio de los mexicanos‖, consi-
dera que los mexicanos no triunfa-
mos en el futbol porque somos indi-
vidualistas por naturaleza, por gené-
tica y por convicción y en consecuen-
cia, seguiremos escribiendo novelas
tristes.
En últimas fechas, tenemos en la
televisión: La Copa de Oro (de la que
la selección ―mayor‖ de México fue
campeona), La Copa América que
juega una selección alterna en Ar-
gentina, El Mundial Femenil y El
Mundial de la Sub 17, todo es futbol,
tenemos tela de dónde cortar para
escribir novelas. Al no poder sosla-
yar mi afición por ver futbol, he se-
guido de cerca la mayoría de los par-
tidos de todas las selecciones o bien
me entero a través de los noticiarios
los resultados de las mismas. La Se-
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lección Sub 17, de la que tenemos el
antecedente de ser campeones del
mundo, en el Perú en 2005, dirigidos
por Chucho Ramírez, resulta una
pléyade de muchachos habilidosos,
valientes y enjundiosos que el do-
mingo jugaron en el Estadio Azteca,
la final contra Uruguay y lograron
ser ¡campeones del mundo!, lo que
evitará por un lapso la escritura de
novelas tristes.
No tengo alternativa para ver el
futbol, en Televisa porque tengo un
amigo Edson Zuñiga (el compayito) y
un hermano querido Arturo Brizio;
sin embargo, es desesperante aguan-
tar a Javier Alarcón, ¡que lo sabe to-
do! Le cambio a Televisión Azteca y
disfruto las caballadas de Martinoli
y lo simple de Jorge Campos, pero
hay un señor Medrano que no sólo lo
sabe todo, ¡piensa por los jugadores,
habla por ellos y les dice cómo deben
de jugar! Este sujeto tiene frases co-
mo estas: ―si la pelota entra, es gol‖,
―en el futbol se gana, se pierde o se
empata‖, en ambos casos, aunque
nuestras selecciones ganen, después
de oír a éstos, no queda más remedio
que ¡escribir novelas tristes!
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José Antonio Aguilar Meza, Presidente Municipal de Comitán, en
compañía de las candidatas a Reina de la Feria de Agosto 2011.
Fotografía: Cortesía del H. Ayuntamiento.
La elección de la Reina de la Feria de Agosto se efectuó el
jueves 14 de julio, en el Teatro de la Ciudad.
Las candidatas realizaron una coreografía musical,
posteriormente se presentaron con un tema preparado y
luego las cinco finalistas improvisaron un tema.
Al final, el jurado decidió que la Reina de la Feria de
Agosto de este año es Samantha Morales Culebro.
(La primera chica en la fotografía, de izquierda a derecha)
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Ilustración del autor.
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—¿A qué se dedica usted? —Preguntó sin levantar los ojos el funcio-
nario,
—Soy pintor de estrellas, señor —dijo el aspirante al trabajo para pin-
tar uno de esos grandes edificios hollywoodenses.
—¿Cuál fue su último empleo?
—Hasta hace una semana también pintaba el alba y el crepúsculo—
respondió con tono serio.
Entonces el empleado alzó los ojos y viéndolo con arrogancia dijo:
—No estoy aquí para perder el tiempo con charlatanes, dígame cuál
fue su último empleo...
El hombre respondió lo mismo. Pero no volvieron a preguntarle
nada.
—¡El que sigue! —gritó el empleado con voz austera, incitándolo a
que se marchara.
Entendiendo el mensaje, el maestro pintor se dio la vuelta, resig-
nado. Llevaba un saco viejo y unos zapatos rotos; en las hendiduras
podían notarse manchoncitos discretos de tintura estelar y un rabito
de nube le salía de su bolsillo roto.
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Estamos llenos de cultura.
¿Cuándo venís a
Comitán a
llenarte de luz?
Consejo Ciudadano de Cultura Municipal
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Honorable Ayuntamiento
de Comitán
y
Universidad
Mariano N. Ruiz
¿Te gusta escribir? El Centro Comiteco de Creación Literaria es
¡para vos! Ser parte del Centro no tiene algún costo económico. Lo
auspicia el Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012.
Sesionamos los miércoles en la sede del Centro, frente al Santuario del
Niñito Fundador.
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El número 2 de ICONO ―una mirada desde el sur‖ ya está en circulación.
En este número: una entrevista a Lola Montoya; TENAM PUENTE, la historia
de una belleza arqueológica, escrito por Gabriel Lalo Jacinto, entre otros temas
interesantes.
Informes en: [email protected]
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Programa del martes 12 de julio. Participaron las integrantes del grupo de baile
―Studio 13‖: Carolina Velasco Solís, Andrea Guadalupe Castillo Penagos, Ammy
Torres Ochoa y Diana Laura Baltazar López, con la guía de su maestro: Humberto
Daninel García Bonifaz.
Trataron el tema: ―El ritmo musical de hoy con respecto a los vientos suaves de los
años sesentas comitecos‖.
En la foto: Caro, Andrea, Darinel, Jenny, Ammy y Diana.
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Todos los martes, de tres a cuatro de la tarde: www.imer.gob.mx
CRÓNICAS DE ADOBE
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Propuesta para hacer un corredor deportivo los días domingos.
Del Parque de San Sebastián al Parque Central.
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Toma de protesta del Consejo Municipal de la Crónica.
Jueves 14 de julio de 2011 - Casa Museo Dr. Belisario Domínguez - 10:00 hrs.
En la fotografía: el Presidente Municipal de Comitán y los integrantes del
Consejo Municipal de la Crónica.
Profr. Óscar Bonifaz Caballero (Cronista de la ciudad); Arq. José Gustavo
Trujillo Tovar (Cronista Municipal); C.P. José Antonio Aguilar Meza
(Presidente Municipal de Comitán); Lic. Roque Gil Marín Vasallo; Lic. Roberto
Becerril Macal, Lic. Efraín Albores Cancino; Historiadora María Trinidad
Pulido Solís; C. María Antonia Carboney de Zebadúa; Profr. Cuauhtémoc
Alcázar Cancino y Maestro Ricardo de Jesús Aguilar Gómez
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¡Ya se volvió una foto clásica que recorre todo el mundo hispano!
Foto: Cortesía de Patelo.
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El Consejo de Redacción de DIEZ, la Revista Digital de Comitán, felicita a
ELVA GRACIELA CABALLERO ÁLVAREZ por haber obtenido el grado de
Licenciada en Psicología, por la Universidad Pablo Guardado Chávez.
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