revista mouton nº 10

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El décimo número de la revista de los estudiantes de la Universidad de San Andrés, en el cual exploramos en profundidad el concepto de Identidad.

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Page 1: Revista Mouton Nº 10
Page 2: Revista Mouton Nº 10

equipo editor:Carla NudelPilar PassonLila MirkinAilín PérezBianca Di VirgilioLautaro SapienzaIván KirschbaumIvo RozicLucía ZaitsLara Jimena Torres

colaboracionesespeciales:Celina BartoloméPaula SeiguerEugenia MitchelsteinLautaro SapienzaIván KirschbaumIvo RozicBianca De VirgilioAilín PérezAntonella LucottiClara CavalleroFátima Rubino

diseño:Departamentode ComunicaciónInstitucional.Universidadde San Andrés

staff

2 REVISTA MOUTON I 2015

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Todos, inevitablemente, nos hemos cuestionado algu-na vez acerca de nuestra propia identidad. ¿Quién soy? ¿Qué es lo que me hace ser quien soy? ¿Qué es lo que me distingue del resto? Cada uno podrá tener sus propias respuestas, pero lo seguro es que no será una sola. Tene-mos millones de características que, combinadas entre sí, nos diferencian del resto y nos hacen únicos: nuestros rasgos físicos, nuestra personalidad, nuestros intereses, nuestros miedos, nuestros deseos, nuestra cultura, nues-tra religión, nuestra ideología. Todos estos elementos nos constituyen de alguna manera como personas deter-minando nuestra manera de ver y actuar sobre el mundo que nos rodea.

En el equipo de Mouton, después de un año de mucho recambio, decidimos volver a nuestros orígenes e inte-rrogarnos sobre cuál es la esencia de la revista y qué ele-mentos nos dieron consistencia a lo largo del tiempo. Lo que encontramos en esta suerte de introspección es que, al contrario de lo que su nombre indica, Mouton -que sig-nifica “oveja” en francés- siempre se propuso ser un me-dio original, innovador, poco convencional y provocativo. Ese fue uno de los deseos que nos expresó Eliseo Verón en nuestro primer editorial, y ese es el camino que siem-pre intentamos seguir.

No es casual que hayamos elegido un lobo disfrazado de oveja como logo. Los estudiantes de San Andrés sabemos que es necesario “seguir al rebaño” y cumplir con las re-glas para insertarnos en la sociedad de un modo respeta-ble. Pero también sabemos que hay algo dentro de noso-tros un lado sensible, crítico, poderoso e inquieto; cierto “rugir del alma”, que muere de ganas de salir a la luz. Y es esa faceta la que, esperamos, dejamos entrever en cada uno de nuestros números.

Ninguno de los actuales integrantes de Mouton formó parte de la revista en su creación. De hecho, casi todos los editores de este número son estudiantes de primer año. Sin embargo, la identidad de Mouton, de alguna ma-nera, sigue siendo la misma. Una explicación “veroniana” de esto es que, como en todo medio de comunicación, te-nemos nuestro propio contrato de lectura que prevalece como un pacto implícito con los destinatarios. Cuando abre la revista el lector sabe más o menos con qué se va a encontrar, y eso constituye nuestra especificidad e iden-tidad como medio.

Pero más allá de haber identificado quiénes somos como grupo, todavía tenemos muchas preguntas: ¿Hay una identidad esencial, o va variando a través del tiem-po? ¿Es algo que nos es dado o somos nosotros quienes la construimos? ¿En qué ámbitos de la vida cotidiana vamos construyendo y manifestando esa identidad? En este número de Mouton nos propusimos indagar pro-fundamente sobre este concepto y encararlo desde los ángulos más diversos.

Paula Seiguer (profesora de Religiones Comparadas) ana-liza la inmensa complejidad de las identidades religiosas. Celina Bartolomé explica cómo, a partir del documental sobre la depilación que hizo para su tesis, aprendió a so-breponerse a los estereotipos y tomar las riendas de su identidad femenina. La sección de poesía deja entrever cómo se asoman nuestras propias identidades a través del uso de la palabra. En el contexto de las elecciones de 2015, conversamos con la profesora Eugenia Mitchels-tein sobre la identidad de los candidatos presidenciales. También, en nuestra ya tradicional sección de Humanos de San Andrés, dialogamos con personas de la universi-dad que nos cuentan experiencias o situaciones que los hacen ser quienes son. Y nuestras infaltables recomen-daciones incluyen tanto reseñas de novedades como de clásicos del mundo de la música y el espectáculo, siempre con la mirada crítica que nos caracteriza.

La revista concluye con una poesía colectiva escrita du-rante la Feria de Iniciativas Sociales de la Universidad. Allí varios alumnos escribieron su verso pudiendo ver sólo la última palabra de la frase anterior: la famosa técni-ca del “cadáver exquisito”. Uno podría inquietarse, como mínimo, por lo que puede llegar a resultar a partir de eso, pero les garantizamos que el resultado es extraordinario. En esa poesía Mouton, los estudiantes de UdeSA, sus pa-labras y sus identidades nos fundimos en uno.

Los invitamos a recorrer nuestras páginas, a dejarse lle-var y encontrarse con ustedes mismos en las palabras de los otros. No prometemos que vayan a encontrar respuestas a sus dudas existenciales, pero les garantiza-mos que encontrarán muchas preguntas. Preguntas que, creemos, vale la pena formular.

por Carla Nudel

editorial

[email protected]

@carlanudel

ESTUDIANTES UNIVERSIDAD DE SAN ANDRÉS 3

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En los últimos años, y frente a la creciente militancia de evangélicos, adventistas y Testigos de Jehová, se ha he-cho frecuente encontrar en el frente de algunas casas un cartel que dice: “No molestar. Soy católico.”

A menudo olvidamos que una de las dimensiones más importantes de la religión consiste en la conformación de comunidades que comparten identidades distintivas. Como con todas las identidades, este proceso implica generar una serie de características que identifican un “nosotros” hacia adentro, y que sobre todo nos permiten trazar fronteras claras que nos delimiten de los “otros” del afuera.

En el caso de las identidades religiosas se da sin embar-go una tensión particular entre la apertura y el cierre: en general, al proponerse como poseedoras de una ver-dad universal, aspiran a cooptar nuevos adeptos. Esto

implica extender la mano permanentemente hacia el afuera, buscar puntos de contacto, atraer, abrirse. Sin embargo, al mismo tiempo es necesario recortar a los fieles de ese afuera para que la especificidad que se bus-ca volver atractiva no se diluya, por lo cual la contracara de la apertura es la necesidad de un disciplinamiento hacia el adentro.

Las religiones transitan esta tensión irresoluble de ma-neras muy diversas. Algunas optan por una identificación grupal fuerte basada en lo étnico, lo local o una forma específica de espiritualidad que permite decantarse más hacia el cierre (que nunca puede ser total sin conducir a la aniquilación); otras se arriesgan con una apertura enor-me y toleran en su interior una diversidad muy grande

(que a veces puede resultar amenazadora) como conse-cuencia. Este último es el caso de aquellas dos religiones monoteístas de mayor éxito expansivo, el cristianismo y el Islam. Es también en estas dos religiones donde se da con mayor fuerza el fenómeno de reacción opuesto, el fundamentalismo, que nace como reacción a los desafíos que los cambios acelerados de la contemporaneidad pre-sentan al discurso religioso.

Es que las identidades religiosas no son estáticas y siem-pre iguales a sí mismas; las fronteras que las definen no han estado siempre en el mismo lugar. Al contrario, y a pesar del discurso eternizador que las caracteriza, son inestables, móviles, cambiantes, contextuales, como cualquier otra tradición viva.

Por otra parte, ¿qué significa ser religioso? Uno esperaría que eso implicara creer lo que los líderes religiosos han

establecido como el dogma oficial, y actuar de acuerdo con lo establecido también, cumplir con los ritos y mante-ner así patrulladas esas fronteras, cumpliendo con aque-llo que la religión prescribe y rehuyendo cuidadosamen-te lo que prohíbe. Y sin embargo, no es esto lo que ocurre.

De hecho, los estudios sobre casos particulares demues-tran que existen múltiples maneras de adherir a una reli-gión, sobre todo en sociedades como la nuestra, en don-de se ha dado un largo proceso de secularización, en el sentido de separación de la religión de otras esferas de la actividad social que ahora aparecen como independien-tes de ella. En este tipo de sociedades la religión no cons-tituye ya una identidad heredada de nuestros padres, sino una elección individual. Es cada vez más frecuente

identidadesreligiosas

por Dra. Paula Seiguer (UdeSA-CONICET-UBA)

“El fundamentalismo nace como reacción a los desafíos que

les cambios acelerados de la contemporaneidad presentan al

discurso religioso”.

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encontrar que las personas justifican su adhesión a de-terminada religión en los términos de su propio bienes-tar personal. Una religión ya no es aceptable meramente porque eso es lo que se ha hecho siempre o porque iden-tifica a un colectivo al que pertenezco, sino que se juzga por si me sirve o no me sirve; si me brinda paz y consuelo; si internamente me convence y creo; si me da un grupo de pares que me contiene. Dicho de otra manera, la gente se identifica con una determinada religión por motivos que son cada vez más diversos y complejos.

La transformación de la religión en una opción individual ha llevado a situaciones en donde creencias y prácticas pueden divorciarse sin que los individuos lo perciban como problemático: muchas personas dicen creer en Dios, por ejemplo, pero no en una Iglesia. También se da el caso inverso, en donde quienes se dicen católicos, judíos, budistas, o musulmanes asisten a sus templos respectivos para las prácticas más trascendentales y se identifican con esa religión cuando se les pregunta, pero no comparten los dogmas más básicos que sostiene la institución, o directamente no son creyentes.

Muchos practican aquello que algunos han definido como una “religión a la carta”, una suerte de picoteo re-ligioso, en donde se puede consultar a un sacerdote un día, y al día siguiente pedir ayuda a un curandero, visitar a la Virgen Desatanudos y luego a un pai umbanda, o a un pastor pentecostal, o hacer reiki, dependiendo de la necesidad puntual y del derrotero de la trayectoria vital. Esta no es gente que no cree en nada, sino al contrario, gente impulsada por una profunda necesidad de creer, pero que no encuentra la legitimación de su creencia en el marco de una institución. ¿Cuánta gente conocemos que se define como católica o judía, pero luego resulta que también cree en la reencarnación, en la astrología o en la energía?

Por otra parte, alguien puede presentarse en sociedad como católico (atribuyéndose una etiqueta reconocible por los demás) por haber sido bautizado, sin creer en su fuero íntimo en todo aquello que la Iglesia sostiene

como dogma obligatorio para sus fieles, ni mucho me-nos estar dispuesto a actuar de manera colectiva en pro de algún proyecto eclesiástico. Una persona puede in-cluso participar activamente en actividades institucio-nales de manera regular sin compartir todas las creen-cias que supuestamente acompañan a ese compromiso. De esta manera, las encuestas y censos sobre religión pueden darnos datos engañosos si los interpretamos de manera simple. Los niveles de reconocimiento social de una religión pueden llevar a las personas a modificar las formas en que se presentan, incluso ante sí mismas. Si la umbanda o el culto a San La Muerte están mal vis-

tos, probablemente los individuos no lo mencionen ante una encuesta. Inversamente, si asociarse con una reli-gión determinada (o con ninguna) es algo bien visto, es probable que los resultados de una encuesta resulten sesgados en su favor.

Pero, por sobre todo, esto no quiere decir que las per-sonas mientan sobre sus identidades religiosas. Como espero que estas breves líneas hayan ayudado a mostrar, éstas son simplemente más complejas de lo que solemos presuponer. Las identidades religiosas han demostrado en las últimas décadas incluso al más distraído de los observadores que deben ser tomadas en serio, y no po-demos darnos el lujo de ignorarlas. Nos toca a los investi-gadores del campo intentar comprender este mundo por momentos terrible, pero siempre fascinante.

“Las identidades religiosas han demostrado en las últimas décadas que deben ser tomadas en serio, y no podemos darnos el lujo de ignorarlas”.

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cera

por Celina Bartolomé (graduada de Comunicación)

La cera que se pega al cuerpo, da calor. Los tirones, el dolor, la

transpiración. El contexto, el ahogo de los cuartitos ínfimos de los

salones de belleza. El plástico que se pega a las piernas desnudas, las

conversaciones de alrededor, la falta de intimidad, la entrega física,

las inseguridades, los pelos que se van, el ruido de los ventiladores, el fresco del alcohol, la sangre, el

talco y el algodón.

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Si te interesa saber más sobre CERA, acá podés ver un teaser del documental http://bit.ly/1HzPKaR

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Mi tesis de graduación se llama CERA y es un documen-tal sobre depilación. CERA habla de mujeres y su rela-ción con este acto que -entre nosotras, mujeres argen-tinas- es tan natural que pasa como un hecho intrínseco al ser mujer; como tener ovarios o la voz más finita. Pero la realidad es que no es así; la realidad es que las muje-res nacemos y crecemos, y cuando crecemos nos pasan muchas cosas. Nos viene, nos crecen las tetas, y nos cre-cen pelos en el cuerpo, en las piernas, en las axilas, en nuestras zonas íntimas. A los varones también les pasan cosas. La voz se les vuelve más grave, y entre otras co-sas, les crecen pelos, en las piernas, en las axilas, en sus zonas íntimas. Pero de golpe esos pelos significan otra cosa. Significan que ya son hombres, dejarse crecer la barba es un acto de masculinidad, y tener pelos en las piernas también.

¿Qué significa para las mujeres tener pelos en el cuer-po? Eso me pregunté yo (eso me pregunto yo) y eso me preguntan los demás cada vez que cuento que mi tesis es sobre la depilación. Tener que explicar mis motivos y razonamientos tantas veces fue de lo que más me ayudó a hacerla, a creer en mi trabajo, y a terminarlo con ganas.

Las 16 mujeres que entrevisté, todas de diferentes eda-des, zonas geográficas de Argentina y clases sociales, re-cordaban cómo había sido la primera vez que se habían depilado. Cada vez que saqué el tema hubo una conver-sación. Hubo discusiones con amigos que defendían la decisión que ellos creían personal de las mujeres. Mu-chas se sintieron confundidas, muchas se sintieron com-prendidas. Y todas estas conversaciones generaron que muchas reflexionaran y, principalmente, me hicieron a mí reflexionar sobre mi propia identidad como mujer.

Mis entrevistadas lo llamaron de muchas maneras: rito de iniciación, empezar a ser parte de algo más grande y, sobre todo, un “camino de ida”. Depilarse es un poco un camino de ida, no porque no haya vuelta, sino por-que no se la concibe. Depilarse forma parte de nuestra identidad femenina colectiva argentina. No hay nada mejor para formar parte de una comunidad que tener un enemigo en común. Nuestro enemigo simbólico, para mí, es la depilación.

Yo soy parte de esta comunidad, porque soy argentina y soy mujer, y me crié entendiendo a la depilación como práctica obligada, que nació cuando empecé a usar mi primer Caro Cuore y cuando me empezaron a gustar mis compañeros de clase. Crecí, me mudé a Buenos Aires, empecé la facultad, conocí el feminismo y la importancia de mis propias acciones, y comencé a ver a la depilación como una carga. Me empezó a costar mucho ir, me dolía, mi piel y mi cabeza.

De golpe entendí que lo que me molestaba era la obliga-ción, el agachar mi frente y tener que hacerlo, sin ningún tipo de decisión propia. Todas lo hacen, lo hice.

Con CERA entendí que ser mujer acá, en este momento, es depilarse; pero que depilarse, o no, no tiene por qué estar atado al hecho de ser mujer. Es hora de abrazar la indivi-dualidad, es hora de tratar a cada persona por su nombre.

Hacer CERA no hizo que dejara de depilarme, me cuesta ponerme shorts y tener pelos en las piernas. Pero sí hizo que me importe menos, sí hizo que juzgue menos a las personas (mujeres y varones) que toman decisiones que van en contra de lo mainstream, y sí me hizo entender que hay una fuerza muy grande- una fuerza social y cultural- que toma a las mujeres como objeto y nos da muy poco margen para decidir sobre nosotras mismas.

Soy mujer, soy argentina, tengo 24 años y soy licenciada en comunicación; pero antes que todo eso, soy Celina Bartolomé. Me depilo con gilette y me hice la definiti-va en las axilas, ahora me crecen pelos a destiempo. Me depiló por primera vez mi mamá en el piso de su baño en Venado Tuerto y, desde ese día, usé cera, maquinita, de-pilady, tijeras y crema depilatoria para eliminar el pelo de mi cuerpo. Hoy me depilo, por primera vez, enten-diendo que es porque yo lo decido, porque ahora sé que existe la opción de no hacerlo, y cualquier decisión que yo tome sobre mi propio cuerpo va a estar bien. Entendí que no soy yo la que se tiene que adaptar a los estereo-tipos a los que el cuerpo de una mujer está limitado (o el estereotipo en realidad), sino que es la sociedad la que se tiene que adaptar a mi cuerpo. Y al de todos los de-más también.

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identidad de la palabra

Hace muy poco tiempo me preguntaron, que significaba para mí, la identidad. Les respondí: Es la resistencia de los locos enamorados por el progreso,que no detienen su paso hasta la verdad.Es la cultura combatiendo contra los sucesos que nos va trayendo este mundo revuelto.Son los pasos en los que estamos inmersos,y que nos llevan a caminar por determinados senderos.Es la crudeza de entender que no soy como el otro,y la sencillez que nos invita a aceptarlo Es no resignarse ante las adversidades,es continuar en combate para no perderse a uno mismo. La identidad, es un cúmulo de sensaciones,Que nos enseña a mirar hacia adentro,y encontrar allíla paz de ser nosotros mismos.

No cambies nunca.No cambies nunca por favor.¡No cambies nunca,no cambies nunca,no cambies nunca!Te lo he repetido,una y mil veces.Pero es inútil,de nada sirve,no surte efecto,no funciona.Porque ya cambiaste.Por eso te pidoque cambies un poco.Un chiquito nada más.Para poder volver a reír juntos y decir:No cambies nunca.

por Antonella Lucotti

por Ailín Pérez

Amarte al tiempo de la agonía,cuando la ausencia insiste en ocultar tus ojos,censurar tu risay espantar tu voz.En el ocaso del día,con el corazón derrotado,juro por lo que más quieras:Intenté abandonarte en el destiempo,aliterar el olvido,asediar tu recuerdo.¿Habrá sol alguno que refunde mi rostro,que recupere mi sombra,que anule la tristeza de mi despertar?

por Agustín Schmidt

selección de poemas

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Sé que hay algunos que la buscan sin parar,Y que en la desesperación de no entenderseFuerzan su dirección, sin darse cuenta de que así,Solo logran alejarse de lo que en verdad son.

Miran y miran siempre a su alrededor,Desean fusionarse con eso que les llamó la atención,No se dan cuenta de que aquello que admiran,Ya es parte de lo que son.

No hace falta convertirse en la réplica,Sino buscar complementarse con elloPara que el brillo del otroNo sea luz que encandile.

Lo que hiciste hoy, no te define para siempre.Ni tu error, ni tu logro,Destinados a perecer,Tienen el poder de etiquetarte.

Que no te venza la crueldad del mundoQue siente la necesidad de ponerle un nombre a cada unoPorque lo indefinido asustaPero, ¿cómo definir algo incompleto?

Algo como vos, como yo,que recién aparecemos en el cosmos.La semilla de la identidad germina adentroInvisible, intocable, inmodificable.

Intento explicarme qué es la identidad, qué es lo que me distingue,Pero sin ver esa semillaCaigo una y otra vez en un espiral sin fin de preguntas y respuestasQue me llevan al comienzo otra vezPerdida en lo que soyEn lo que son ustedesEn lo que somos todos...Es que solo al acabarse el caminoPodré mirar hacia atrásY entender quién fui. La identidad se materializa en el fin.

¿Qué es la identidad?por Clara Cavallero

Se movía igual a mí.Se reía igual a mí.Incluso hablaba igual a mí.

Ya no huiría más. Y a través de un eterno abrazo nos hicimos uno.

Mis pies ya no tocaban el suelo.La oscuridad había escapado.Sentía los colores.

Había nacido.

Inside & Out por Fátima Rubino

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la identidaden la política

Mouton: En el marco de las elecciones presidenciales, ¿cómo considerás que se fueron construyendo las identi-dades de los candidatos de los distintos partidos? Eugenia Mitchelstein: Creo que hay dos cosas muy cla-ras. Primero, Mauricio Macri construyó su identidad muy claramente a partir del cambio, desde el nombre de su alianza hasta sus discursos. Daniel Scioli, en cam-bio, tuvo más problemas para construir su identidad: si era una continuidad de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, si rompía con ella pero tampoco tanto, o si seguía con sus políticas. Esto es algo que estuvo muchas veces en discusión; desde antes de las PASO hasta los días previos al balotaje. Ahora, la identidad de Cambie-mos fue clara desde el principio. “Cambiemos”, sí, pero... ¿qué cambiemos? Lo que a vos no te guste; lo otro lo voy a mantener. Y lo que a mí me gusta, o lo que le gusta a otra persona, puede ser distinto. Lo que estamos pensando que va a cambiar va a ser completamente distinto de un votante a otro. También hubo una cierta habilidad para ofrecer un significante vacío. Entonces, ¿qué sería Cam-biemos? Lo que vos quieras ponerle dentro. Mouton: ¿Y qué pasó en el caso de Scioli?

Eugenia Mitchelstein: A Scioli se lo vio con muchos más problemas. Es muy raro que una Presidenta de su mismo partido no haya ido al cierre de su campaña, que no haya dicho prácticamente nada o que lo haya mencionado muy poco. Scioli decía “yo no soy Cristina”. Entonces uno se preguntaba si finalmente era o no del mismo partido. Yo no creo que Scioli haya tenido total libertad de definir estas cosas, entre otras, porque integra un partido con más historia que Cambiemos. Esto hizo que hubiera un montón de cosas que consensuar. El partido tiene más peso en términos de que la Presidenta tiene más peso. Pero creo que si la identidad de Cambiemos estuvo clara desde un principio, la identidad de Scioli no tanto. Mouton: ¿Y qué identidad buscó construir Sergio Massa? Eugenia Mitchelstein: La identidad de Massa sería como una “ancha avenida del medio”. O sea, ¿qué vamos a cam-biar y qué no vamos a cambiar? Massa sí construyó una identidad más definida en términos de un candidato de centro-derecha: cárcel, presos, el 82% móvil para los ju-bilados... En ese sentido hizo muchas propuestas, tal vez porque sabía que iba tercero y no tenía nada que perder. Lo único que tenía que hacer era sumar. Eso a Scioli se le complicó mucho. Tampoco iba a salir a decir: “Vótenme a

Pocos días antes del balotaje presidencial nos reunimos para analizar los rasgos

identitarios de los candidatos con Eugenia Mitchelstein (politóloga, especialista en

Comunicación y Medios, y directora de la Licenciatura en Comunicación).

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entrevistaa EugeniaMitchelstein

mí, soy como Cristina, va a seguir todo igual”... Tal vez no sea un problema exclusivamente de Scioli, sino de todos los candidatos de partidos que están en el poder y ya tie-nen una historia definida. Mouton: Puede resultar un problema cómo diferenciarte queriendo representar a la vez una continuidad... Eugenia Mitchelstein: Exacto. Es un problema que segu-ramente también tuvo Eduardo Duhalde en la campaña del ’99. ¿Iba a ser la continuidad de Carlos Menem o el cambio? Y las preguntas eran “¿Cuánto de Menem iba a conservar?” “¿Va a devaluar o no?” En aquel momento la Alianza salió diciendo que con ellos se iba a mantener la ecuación de un peso, un dólar. Entonces eran como el menemismo sin excesos. El kirchnerismo pudo saldar eso cuando la sucesora de Néstor Kirchner fue Cristina. En ese momento la gente pensó: “Va a hacer lo mismo, es la mujer, no puede haber mucha diferencia”. Uno asume que podría no haberlas habido, y de hecho hubo varias diferencias entre cómo ejercía la presidencia Kirchner y cómo la ejerció Cristina.

Mouton: ¿Pensás que es posible la construcción de soli-dez a partir de la identidad? Eugenia Mitchelstein: Yo no lo veo imposible. Si un par-tido quiere venir y decir “somos un partido programático y representamos a la clase trabajadora” o, al contrario, afirmar “representamos a los conservadores”, puede ha-cerlo. El partido de los trabajadores en la Argentina es el Partido Justicialista o, en su variante, el Frente para la Victoria. Ahora, la pregunta que haría es: ¿Sería de-seable? Digo, en un sistema de partidos con identidades que van fluctuando, el kirchnerismo también lo hizo. De 2003 a 2007, cuando el candidato a vicepresidente fue Julio Cobos, un dirigente radical, intentó una transversa-lidad con gente de todos los partidos, no sólo peronistas. Esa transversalidad murió en la crisis del campo. Ahora, la pregunta es: ¿Suma tener una identidad definida para que sólo te voten o esté incentivado a votarte determi-nado grupo de personas o clase social? No, suma que te vote la mayor cantidad de gente posible. Y creo que Cam-biemos hizo eso muy bien. “No le va a faltar nada a ningún argentino”, dijo Macri. Yo escucho eso y digo: “¿Si quiero

delivery de helado a las tres de la mañana no me va a fal-tar?” (se ríe) Sí, probablemente me falte. Mouton: Es que a distintas personas les faltan distintas cosas… Eugenia Mitchelstein: Claro, y lo mismo puedo pensar de la propaganda política de Scioli, que decía: “Vamos a conservar lo bueno y a cambiar lo malo”. Tal vez para mí lo bueno es una cosa y lo malo es otra, y para otro votante quizás es al revés. Para uno lo bueno son los subsidios al CONICET y lo malo sea la Asignación Universal por Hijo (AUH). Y tal vez para otra persona sucede exactamente lo contrario. Evidentemente, en un contexto de “identi-dades líquidas”, tomando el concepto del filósofo Zyg-munt Bauman, no tiene mucho sentido tener un partido sólido. Pero no es que es imposible. Mouton: ¿Se te ocurre algún ejemplo?

Eugenia Mitchelstein: El Frente de Izquierda y de los Tra-bajadores (FIT), que llevó como candidato a presidente a Nicolás del Caño, es un partido bastante sólido. Es un partido de los trabajadores, tiene algunas demandas bien claras, cosas con las que se puede estar de acuerdo. Es difícil en ese sentido, pero no es imposible.

Mouton: Pero más allá de la cuestión meramente estra-tégica, ¿creés que la solidez identitaria dentro de los par-tidos sería algo deseable para la democracia?

Eugenia Mitchelstein: No sé, la realidad cambia tanto… ¿Sería deseable que un partido tenga solamente una manera de ver la realidad? ¿Que tenga un presidente dogmático que se aferre a sus creencias preestableci-das? Hoy en día los liderazgos son flexibles. No sólo en cuestiones políticas, sino también en el sector privado y en el sector de la sociedad civil. Pero tal vez alguien diga que no, que es más fácil votar cuando está definido qué representa cada partido y qué va a hacer, y que eso fa-cilita la toma decisiones en un elector. ¿Saben cuál es el eslogan de la UCR? “Que se rompa pero que no se doble”. Esa es otra visión, algo que también se podría considerar. Los partidos se parecen mucho entre sí. Si no están muy definidos, ¿cómo haces para elegir?

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humanos de san andrés

“Después de mi operación del corazón, una mujer que tenía el marido que también lo ha-bían operado me dijo que abrace a la gente que estaba a mi alrededor. Ahí fue que me di cuen-ta que los estaba apartando para protegerme. Me sacudió un montón el reconocer que ellos también necesitaban de mi contención. Ese fue el mejor consejo que me dieron”.

“Desde que soy chica mis papás me incentiva-ron a seguir los pasos de mi hermana. A medida que fui creciendo, empecé a tomar la decisión por mí misma. Ella es muy entusiasta, todo lo que hace es al 100%. Tiene constancia con las cosas, sobre todo en su actitud en conseguir lo que se propone. No sé si soy como ella, pero uno de mis objetivos es poder manejarme así también. Es un camino largo, pero veo que se puede hacer.”

“Durante mis años como estatua viviente – trabajé de eso por más de 20 años – hice todo un viaje por Latinoamérica. Me acuerdo que en Bolivia había una multitud de chicos que lus-traban zapatos, que tenían la cara tapada con pasamontañas y yo siempre me preguntaba por qué. Era gente con la que yo siempre hu-biese querido hablar pero, al estar uno vestido normal, es gente que nunca se te acerca por verte gringo, distinto, alejado culturalmente. Y me pasaba que al ponerme el disfraz de es-tatua tenía diez de esos chicos alrededor mío, acompañándome y hablándome toda la tarde. Era percibir el mundo de otro modo. Esta ex-periencia significó transitar distintos caminos y culturas a partir de una expresividad que se da con el propio cuerpo. Fue llegar a percibir lo que es la simpleza del contacto; cómo una son-risa permite que se genere placer”.

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“Todavía me falta un montón -tengo 21 años- pero por un tema de que mi viejo acaba de vol-ver a tener familia, algo a lo que aspiro en la vida es tener hijos. Yo creo que en la vida hay cosas para alcanzar, a las que uno puede llegar a medida que pasa el tiempo, y tener un hijo es lo máximo. Lo que experimentas ahí no lo te-nés en ningún otro lado. Ahora tengo dos her-manitos de tres y un año, y veo cómo los crían. Ver cómo los educan, igual que lo hacían con-migo, es muy loco. Veo las energías que tiene mi papá, todo lo que les da. Es algo lindísimo.”

“La felicidad es encontrar momentos con la gente que querés, y hacer lo querés estar ha-ciendo. Uno no puede estar feliz todo el tiem-po, pero lo mejor es buscar estar contento lo más que se puede. Encarar las cosas con una energía positiva. Es buscar llevar el día a día con simpleza, y rodearte de gente linda que te sea sincera. Estar seguro de uno mismo y per-mitirse equivocarse, sabiendo que eso te va a ayudar a crecer.”

“Mi mayor logro fue a nivel familiar. Cuando tenía 16 años falleció mi viejo y en mi casa quedamos medio desamparados. Mi mamá no se podía hacer cargo, estaba muy mal. Yo veía que mis hermanos eran muy chicos (seguíamos todos en el colegio) y tomé el rol de llevar la casa adelante. En el momento costó muchí-simo tratar de ser fuerte, pero me sirvió para afrontar la vida. Siempre tuve muy presente a mi papá como referencia. Me dejó la enseñan-za del trabajar y seguir adelante, y lo veo como ejemplo que me ayuda a seguir ese camino. Si bien cada uno se proyecta en base a lo que quiere, va a encontrar muchas dificultades en la vida. Los alumnos estudian las carreras de modo estructurado, pero después la vida te trae trabas, dificultades o pérdidas – como en mi caso. Lo importante es no caerse y tomarlo como enseñanza. Después pasado el tiempo y el momento del caer, del golpe, del dolor... cada cosa te deja su mensaje.”

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recomendaciones

El prestigioso colegio Wolton se rige por unas estrictas reglas cuando se trata de edu-car jóvenes. Disciplina, honor, tradición y excelencia son los valores conservadores con los que han crecido los alumnos de la escuela. Todo cambia cuando el profesor John Kea-ting (Robin Williams) llega como profesor de literatura y sorprende a sus alumnos con un nuevo método desestructurado de enseñanza. Keating introduce a sus estudiantes una nueva forma de entender la poesía, les enseña el significado de Carpe Diem (“aprovecha el día”) y los incluye un club llamado la “Sociedad de los poetas Muertos”. Allí, cuatro alumnos descubren una nueva forma de vivir: escapándose de lo cotidiano, escondiéndose en una cueva y sacándole “el jugo a la vida”.

Este film nos muestra la capacidad de la mente humana de ser creativa, expresarse y crear su propia identidad. Sin embargo, ésta puede ser reprimida por el temor, ya sea por una escuela con valores conser-vadores, una familia tradicionalista o por la sociedad misma. Hasta qué punto uno es capaz de luchar por su propia identidad, sin sucumbir al miedo o la represión, es una pregunta que nos queda presente luego de ver esta película.

Keating lo explica perfectamente en el film: “Les contaré un secreto: no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medi-cina, el derecho, el comercio, la ingeniería, son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor... son las cosas que nos mantienen vivos”.

LA SoCiEDAD DE LoS poETAS MUErToS (1989).por Iván Kirschbaum, estudiante de Comunicación, 1er año.

En los últimos años, con el surgimiento de películas como El Secreto de sus Ojos y Relatos Salvajes pudimos ver cómo se afianzó la identidad fílmica del país. Este año tuvimos otro capítulo del buen cine “for export” argentino: El Clan. Pablo Trapero dirige esta inmersión a un período oscuro de la historia argentina. De la mano de Guillermo Francella como Arquí-medes y Peter Lanzani como Alejandro, entre otros, vemos puesta en cinta la historia de la familia Puccio. Esta es una familia normal, que protegida por el gobierno militar, trae el pan a la mesa gracias al dinero obtenido por pago de rescates de personas que ellos mismos secuestran. La historia, basada en eventos reales, no podría ser más cruenta.

Siniestra desde un principio, la película desarrolla el período comprendido entre 1982 y 1985 del Clan Puccio. Pero lo que vemos no es tanto un “clan”, sino la identidad -o por

lo menos algo similar- de una familia. La realidad del relato impacta. La transición entre la faceta de “familia” y la de “negocios” no existe, es un todo que mantiene la tensión y el estrés en su máximo. Sin embargo, hay puntos donde la poca sensibilidad y esperanza se rompen y el argumento se impregna cada vez de más oscuridad. Todo esto mientras se desarrolla casi a la perfección la conexión e identificación con la parte “normal” de la familia, que logra hacernos preocupar por ellos y cuestionar nuestra propia concepción de lo deplorable. La hipocresía es palpable de principio a fin y, justamente, es la disyuntiva que impulsa el argumento.

La interpretación de Francella es sumamente inhumana y fría, en el buen sentido, al punto de convertirse en per-turbadora y desesperante. Te hace sentir pena por él y por lo que le pasa, como una víctima de sí. Lanzani transmite frustración y miedo, y la hace resonar. Por último, el final es destacable por sí sólo y merece premios por su maravillosa ejecución. Esta es la identidad del cine argentino. Esta es la verdadera identidad de una familia.

EL CLAN.por Ivo Rozic, estudiante de Relaciones Internacionales, 1er año.

14 REVISTA MOUTON I 2015

Page 15: Revista Mouton Nº 10

Corría el año 2002 cuando el brillante Damián Szifron decidió regalarle a la pro-ducción nacional esta joya. Con una primera temporada dentro de todo seria y una segunda más satírica, Los Simuladores nos cuenta la historia de una agencia de lo que quizás hoy llamaríamos “crisis management”. Emilio Ravenna, Mario Santos, Gabriel Medina y Pablo Lampone constituyen un grupo poco común que se dedica a una actividad incluso menos común: diseñar operativos de simulación para solucionar los problemas de clientes que soliciten su particular servicio. Es-tos escenarios montados implican asumir el rol de personajes ficticios y actuar

en situaciones descabelladas con toda credibilidad. Como dice Santos en uno de los capítulos, “la barrera entre lo legal e ilegal la infringimos a diario”.

Los Simuladores demuestra una concepción de la creación completamente out of the box para lo que estamos acostum-brados en cuanto al mercado de series de televisión en Argentina, con una historia original, guiones exquisitos, humor inteligente y actuaciones trabajadas y creíbles.

Esta serie capta un rasgo esencial de nuestra identidad como argentinos: muestra la viveza criolla, esa habilidad de dar una vuelta de tuerca más. Es muy fácil también conectarse con los personajes: por un lado, con la cúpula de la organi-zación, sobre todo en la segunda temporada donde conocemos más sus interioridades, pero también con sus clientes. Son personas que se ven en un aprieto del que no ven salida posible, complicaciones que no es difícil imaginar que la vida acarree. ¿Quién no querría contratar a los Simuladores para saldar una deuda sin pagar, aprobar un examen sin estudiar o conservar un trabajo del que lo han despedido injustamente?

Debo admitir que la primera vez que escuché el álbum me sorprendió. No podía en-tender cómo estaba escuchando exactamente la misma canción, y significaba y trans-mitía algo tan distinto. Cuando hablé con otros que lo habían escuchado, llegamos a la misma conclusión: éste no era un álbum cualquiera, no era una copia, era una obra de arte.

La vez número veinte que lo escuché (el mismo día) entendí la razón por la que real-mente me parecía otro disco; y a partir de ahí, de ese preciso momento, no hay vuelta

atrás. Ya sea desde una guitarra potente y una voz profunda, la delicadeza de un piano, o hasta la fuerza de la batería, cada canción es única y mágica. Lo que Ryan Adams nos propone con su 1989 es ponernos en sus zapatos, desde el primer día en el que escuchó el álbum de Taylor, hasta el día en que decidió grabarlo: nos deja realmente entender qué significa para él cada tema.

La manera en la que Ryan aborda las canciones no tiene comparación. Es realmente otro álbum diferente al de Taylor. Sí, son las mismas letras, pero les puedo asegurar que tiene otra impronta - otra identidad. Les propongo lo siguiente: encuentren un tiempo libre, relájense, pónganse auriculares y denle play a este viaje a un mundo nuevo, pero vaga-mente conocido. Cada vez que lo escuchen, van a descubrir algo nuevo. No hay con que darle, ahora tenemos dos álbumes llamados 1989, y la verdad, no creo que a alguien le moleste la “repetición”.

Tema destacado: Style.Bonus: Wildest Dreams.

LoS SiMULADorES.por Bianca Di Virgilio, estudiante de Comunicación, 1er año.

“1989”, DE rYAN ADAMS (2015).por Lautaro Sapienza, estudiante de Relaciones Internacionales, 1er año.

ESTUDIANTES UNIVERSIDAD DE SAN ANDRÉS 15

Page 16: Revista Mouton Nº 10

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En este día soleado

Eclipse de colores neutros

Conservador de las tradiciones colectivas

En las que sobran razones para estar.

¿Y cómo se siente ser el único que se comprende?

Comprende a tu persona y comprenderás a los otros

Pensamientos que generan acción:

Una acción que no acaba nunca,

Que se repite en el infinito.

Sinsabor de ojos en desencuentro

Efímero el recuerdo de aquella triste noche

Los estruendos de una negra noche estrellada

Repetidamente apareció una galaxia llena de colores.

poesía colectiva

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