revista rio hondo no 125

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Revista de literatura de Quintana Roo

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  • En sesin pblica solemne, realizada en el Congreso del Estado, el gobernador Roberto Borge Angulo entreg la Medalla al Mrito Distinguida Quintanarroense Mara Cristina Sangri Aguilar a la actriz y cantante chetumalea Astrid Hadad Estfano por su des-tacada labor en los mbitos nacionales e internacionales. Astrid es una reconocida actriz, directora, ejemplo de vida y una paisana, como decimos aqu, de buena madera dijo el gobernador. Ella ha puesto en alto el nombre de la entidad y de Mxico, pues difun-de la historia, el folclor y los elementos simblicos que resaltan nuestra identidad.

  • Director ejecutivo

    Director editorial

    Consejo editorial

    Diseo

    Administracin y publicidad

    Publican en este nmero

    Freddy Can

    Agustn Labrada Martn Ramos DazRamn Ivn SurezJorge Gonzlez DurnRaciel ManrquezOnsimo Moreira

    Aida Paola Madrid

    Gabriel Matos

    Carlos TorresCristin KochFernando de la CruzFrancisco Lpez SachaJulie Pujol-KarelRaciel Manrquez Zenaida Daz

    ROhondo es una publicacin mensual de la empresa Pro-yecto Ro Hondo S.C. editada en Chetumal, Quintana Roo/ 2013 No.125/ Todos los derechos reservados para exclusivi-dad de los editores/ Tiraje inicial: 1000 ejemplares/ Impreso en Quintana Roo, Mxico/ ISSN 1870-5588

    ISSN 1870-5588ROhondo invita a sus lectores a expresar sus opi-niones acerca del contenido de la revista a travs del correo electrnico:

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    LAS VOCES NARRATIVAS EN LA EDAD DE ORO

    FRANCISCO LPEZ SACHA

    XXXXXXCARLOS TORRES

    NCUBO RACIEL MANRQUEZ

    EL HOMBRE ENCEBADOZENAIDA DAZ

    POR CULPA DE UN DINOSAURIOCRISTIN KOCH

    EL HUSPEDJULIE PUJOL-KAREL

    LOS DE NUNCA EN LA POESA DE YUCATN

    FERNANDO DE LA CRUZ

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  • l a s v o c e s n a r r at i va sen la edad de oro

    Francisco Lpez Sacha

    Denme lo sumo y lo perfecto.Jos Mart

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    3La edad de oro es ya un documento clsi-co para la narrativa en idioma espaol. Por el camino menos esperado y despus del acuerdo romntico, realista y costumbrista que haba logrado Cecilia Valds, publicada tan slo seis aos antes en la misma ciudad de Nueva York, y colocada por Benito Prez Galds a la altura del nivel de prosa de la novela peninsular, la clebre re-vista para nios alcanzaba otra cuota de estilo y una dimensin tan creativa en la escritura que situaba a su autor a la cabeza del cambio revolucionario que iba a significar el modernismo para las letras hisp-nicas. Los cuatro nmeros, editados por Jos Mart con un empeo digno de sus otras empresas ma-yores, fijaban un modelo para la denominada serie infantil y establecan, por encima de ese propsito, el inicio de su etapa definitiva como escritor. A partir de aqu, la raz modernista plantada en Ismaelillo iba a tener una continuidad en la prosa (y en el verso, en la imagen potica, en el efecto potico), se iba a exten-der al periodismo, a la correspondencia, a la oratoria, a sus Versos sencillos, para fundar la ms poderosa corriente de sentido de la lengua y una nueva sintaxis en sus ltimos diarios de guerra. La certidumbre de un cambio expresivo en el orden sintctico y para-digmtico, la perspectiva completamente indita de un manejo mltiple de diversas voces narrativas, y el alcance semntico de esta posibilidad en un texto comprometido con el lector menos avisado, el nio, crearn de una manera visible una estrategia hacia la transparencia, la bifurcacin de gneros y el empal-me con la imagen plstica, acstica y musical que prueba, o puede probar, el intento global de subvertir el idioma a favor de una manera propia de decir, ame-ricana y moderna al mismo tiempo. La edad de oro puede conceptuarse como la entrada a este universo de ficcin, realizado por un americano con los instru-mentos adecuados para ello.

    En realidad, para facilitar el cambio, Mart elabora un mapa crtico de todas las zonas de inters que comprometen a su nuevo pblico, y desarrolla una sutil pelea por otro idioma literario, ms plstico, ms dinmico, ms atractivo. Por ambas vas, el autor va renovando la materia habitual de la literatura para nios en espaol, hecha de fbulas, sentencias y moralejas; y va fijando un carcter en el estilo, la eleccin temtica, los criterios de autor y las imgenes, que convierten entonces a La edad de oro en una verdadera revista. Mart destruye as la idea de un gnero menor, compuesto por los retazos y las sobras de la gran literatura. Ahora coloca un mosaico de asuntos tan firmes y trabajados en su continuidad, y en su sentido de serie, con una libertad expresiva tan grande que incluye el panorama informativo, la noticia y la visin cientfica del mundo para expresarse. As traspasa de una zona a otra su trabajo intelectual, su concepcin moderna de lo literario, sin disminuirla, sin opacarla. Por eso, la necesidad de afinar el instrumento con un nuevo sentido del relato, del tropo, de la imagen, alcanza a todo cuanto toca el autor, all, y en gneros mucho ms cercanos al gran pblico como la crnica, el artculo de fondo, la crtica o la semblanza, modalidades del periodismo

    que convirtieron a Jos Mart en el primer prosista en idioma espaol a fin del siglo XIX.

    Sin embargo, lo verdaderamente asombroso para la poca es que el campo de batalla por la modernidad est situado tambin en una revista para nios, cuyas vicisitudes de edicin, de sobra conocidas, implicaron siempre una precariedad y un esfuerzo adicional por parte de Mart para colocarla en un circuito adecuado de distribucin. La magna empresa tuvo que chocar con algunas incomprensiones y necesariamente con la ideologa dominante, con el principio inalterable de la existencia de Dios. An as, a riesgo de perder el espacio (como en efecto lo perdi), a riesgo de no ser suficientemente comprendido por sus lectores (todos sus lectores, sobre todo el impresor que pagaba los nmeros), a riesgo de ser demasiado audaz en el orden de las ideas, pero, sin duda con la garanta y la seguridad de ser disfrutado por los nios, Jos Mart ensaya en ella todas sus bsquedas expresivas hasta entonces, coloca sus hallazgos y sus mejores resultados como artista, reanima el horno de la creacin para el idioma y, algo ms: se desdobla en autor, narrador, personaje, juega con ese nuevo sentido dialgico y en cada categora del discurso pone su sello distintiva, la impronta de su genio.

    La primera pgina o pgina del editor lo prueba. De un golpe, en el prtico de La edad de oro, Jos Mart escribe una oracin temtica y la contina, la deja en suspenso hasta muy avanzado el prrafo, algo que rompe por completo con la tradicin editorial: Para los nios es este peridico y para las nias, por supuesto. Su manifiesta finalidad se expresa en la primera voz de este nuevo y original escritor para nios, quien prefiere contar y no exponer al interrumpir la lgica del discurso para intercalar un smil: Sin las nias no se puede vivir como no puede vivir la tierra sin luz. As, este extrao editor abandona la publicidad directa y realiza un cambio de orden y sentido, diramos un cambio de estrategia narrativa, un verdadero salto de octava all donde se espera una continuidad o, al menos, una resonancia de la idea anterior. La voz que inicia La edad de oro abandona tambin el relato causal de los motivos que animan al editor y lo sustituye por un relato de expresin potica, por las imgenes de un proceso caracterizador donde prima un tono ntimo, coloquial, metafrico, extraordinario hallazgo de estilo que dominaba toda la publicacin:

    El nio ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el nio puede hacerse hermoso aunque sea feo. Un nio bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso. Pero nunca es un nio ms bello que cuando trae en sus manecitas de hombre fuerte una flor para su amiga o cuando lleva del brazo a su hermana, para que nadie se la ofenda. El nio crece entonces y parece un gigante.

  • Entonces, slo entonces, es que se puede decir en propiedad cules son sus propsitos: Este peridico se publica para conversar una vez al mes, como buenos amigos, con los caballeros de maana y con las madres de maana () Pero el efecto ya est logrado, el contrapunto mediante el cual esta manera de decir, esta voz del autor, puede unir la lgica expositiva con la imagen potica para

    hacerse entender en su tono. Ahora es visible la relacin entre los fines de la revista y las opiniones intercaladas del autor acerca de cmo deben ser las conexiones del nio y la nia con el mundo. Esa primera voz del editor Jos Mart interpola sus criterios sobre la infancia con aquello que los nios deben saber y lo hace, como descubre Fina Garca Marruz: con la fuerza de lo indirecto.

    La cita de es Jos Mart y el propsito tambin. El artista, el poltico, el editor, convergen en la misma idea: Educar a travs del arte para despertar en el nio la pasin por el conocimiento. Mart se propone dialogar con sus pequeos interlocutores, situados en este tiempo y en el futuro, y acompaarlos en su trnsito de nio a hombre, de nia a mujer. Esta voz recupera los

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    tonos del coloquio y los recursos de la imagen para contar, en la mayor cercana posible, una serie de temas y asuntos decisivos en la formacin tica, poltica y moral de la nueva generacin de nios y nias de Amrica. A partir de ese aprendizaje, que utiliza el arte narrativo como medio, pueden entonces los nios americanos acercarse a los valores de la ciencia, la tecnologa, la naturaleza, el pasado histrico, y a la raz ms profunda de su identidad, a su conciencia de ser y, desde ella, a la construccin de un nuevo sujeto social que sabe

    amar, sabe querer y entiende la dignidad, la libertad y la justicia como valores supremos del espritu.

    Nadie haba enfrentado una empresa tan ambiciosa hasta entonces, ni siquiera los hermanos Grimm, Andersen o Dickens. Un escritor para nios que era tambin un escritor modernista, un revolucionario del idioma, que inicia tcnicas y procedimientos novedosos en el arte de narrar desde las pginas de esa revista; un escritor desdoblado en editor, diseador,

  • distribuidor y relator l mismo en una serie intergenrica que inclua la fbula, el retrato biogrfico, la poesa lrica, la narracin corta, la crnica, el artculo de actualidad, el cuento folklrico, el poema narrativo, el aforismo, la pgina editorial. En suma, un universo mutante, de una voz a otra, para un tipo de lector. Un universo dialgico, interconectado, entre las diversas propuestas de estilo, las variantes temticas y los modos de enfocar tantos asuntos en una misma coincidencia ideoesttica. Tal hazaa slo puede ser posible en el espacio de una publicacin seriada y en la comprensin de que el autor necesita varias voces adecuadas a cada gnero y, desde luego, un vnculo expresivo, un campo de fuerzas aglutinante que una lo diverso, colocado entre el tono, la sintaxis y la ditesis narrativa.

    La empresa se completa con un espritu de suite. Jos Mart encuentra, adems, una gradacin de tonalidades, un equilibrio, para lograr un determinado efecto potico dentro de gneros que no son afines, puesto que unos limitan con el periodismo, otros con el relato y otros con el lenguaje tropolgico. El encuentro tonal es el que determina ese desplazamiento, esa fluidez, ese trnsito natural hacia varios registros, varios tpicos, varias posibilidades expresivas que incluyen al mismo tiempo la ficcin, la informacin, al anlisis y la noticia. ste es el factor dinmico en el texto, lo que impulsa y desarrolla tal procedimiento a favor de una continuidad. Ya en estos momentos, despus del Ismaelillo (1882), y sus conocidas Crnicas norteamericanas, de donde saca muchos sucesos, personajes y lneas argumentales para sus textos

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    7de La edad de oro (1889), como descubren Eugenio Florit y Fina Garca Marruz, y confirma en su reciente ensayo Caridad Atencio: Jos Mart posee () el maestrazgo de las palabras leales a su tono. Es decir, para esta fecha, haba construido su imn.

    El proceso de atraccin del lxico adecuado es ya notorio y funcional en un escritor que ha conseguido los registros ms altos para el periodismo, la oratoria, el teatro y la poesa. Jos Mart se enfrenta en estos cuatros nmeros a su gnero ms temido: la narrativa, y a sus dos maneras de entender y realizar la escritura: como msico y como pintor. Su compleja sintaxis, su manera de organizar el discurso, que en La edad de oro muestra un franco proceso de estilizacin, lleva en s el cuidado de la estructura polifnica, que puede ser construida en un texto guardando el equilibrio tonal entre las partes, entre el sonido y la posicin de cada voz. La bsqueda tonal conduce a Mart a la armona entre el narrador, la escritura y los efectos poticos, y por tanto su sentido de lo polifnico est determinado por el grado de integracin de cada voz al discurso. La nocin actual de la polifona en el relato no se acomoda a este criterio, pues asume que la falta de una perspectiva unificadora es la que da sostn y libertad al narrador, creando el dialogismo, precisamente sobre la base de razones opuestas y contradictorias entre la voz del personaje, el narrador o el autor. As debieran aparecer diferentes discursos que dialogan entre s de modo simultneo. La polifona martiana, ms cerca del arte de unir lo diverso, enfrenta otros problemas relativos a no a la contradiccin, sino al equilibrio, a la expresa voluntad de estilo para lograr una cohesin all donde dialogan el narrador, el autor y el lector. Esta armona es justamente polifnica porque expresa un acuerdo entre las voces y, ms an, porque elabora un discurso sintctico en plena correspondencia con ellas.

    sta es la perspectiva artstica que pone en circulacin Jos Mart, una manera de escribir que ya vena fragundose y alcanza ahora un elevado nivel. Para la voz que narra, lo mismo dentro que fuera de la historia, y an para esas voces ambiguas, que no identifican la emisin, resulta imprescindible una afinidad, una empata, con los periodos oracionales, los signos de puntuacin, la respiracin del texto. En Mart hay un aliento rapsdico, a menudo sincopado, una manera de intervenir en las pausas y en los cierres de la oracin que recuerda el mejor estilo romntico, pero tambin hay un esfuerzo de sntesis, mucho menos meldico, que comprime las escenas, las imgenes y los acontecimientos dentro de una escala inusual. La voz que acelera o retarda los sucesos tiende a fundir narracin y descripcin con una actitud cenestsica, en su caso pictrica y musical al mismo tiempo. A diferencia de su nico maestro en este modo de contar, Gustave Flaubert, quien trabajaba la simultaneidad como un efecto de cruce, como un efecto de vasos comunicantes entre un suceso y otro, como observa acertadamente Mario Vargas Llosa, Mart consigue el efecto simultneo en la sintaxis, modificando la estructura gramatical, rompiendo la lgica de las oraciones, creando un raro espacio de confluencias para dar paso a esas imgenes, a

    esos contrastes, a esos nexos entre la palabra, la pintura y la msica. La ley del relato, enunciada por talo Calvino, se cumple en Mart como una operacin de bsqueda de la imagen plstica, de la imagen acstica, en la que el tiempo narrativo de se detiene y es atravesado por esa propiedad.

    Si el relato es una operacin sobre la duracin, un encantamiento que obra sobre el transcurrir del tiempo, contrayndolo o dilatndolo como sostiene Calvino, entonces en Mart el nexo causal est implicado con el movimiento musical y la visualidad en un grado tal de compenetramiento que forma en s una metfora. Desde sus primeros trabajos, incluso desde Abdala (1869), Mart se ha convertido en un escritor de odo o, como afirma Juan Chabs, en uno de los grandes escritores que se oyen escribir, pues siente el devenir del idioma en un mbito acstico como constancia armnica de un sustrato rtmico que puede y debe ser escuchado desde su estructura ms elemental, desde el nivel fnico hasta el nivel sintagmtico, con el auxilio de los instrumentos de puntuacin. sa es su primera novedad dentro del espaol escrito en la segunda mitad del siglo XIX, cuando se produce la revolucin modernista, cuyos mtodos y rasgos de estilo provienen en esencia de las bsquedas de Mart; sta es la primera certeza de que nos encontramos en otro espacio discursivo, donde el tono, las interpolaciones, las contracciones, los cambios bruscos de puntuacin, la sintaxis y el lxico crean el cifrado musical en el que interviene el lenguaje tropolgico con absoluta naturalidad, en el que los sucesos elpticos forman parte de una trama secreta, en el que la narracin pasa de la crnica al poema apenas sin transiciones, en el que ambos extremos del discurso narrativo (la ficcin y la no ficcin) conviven sin desangramiento.

    La voz autoral, la voz que adopta el escritor Jos Mart como el ligamento que enhebra todo el discurso desde la cercana de la primera persona viene del relato oral, viene de la relativa ingenuidad que adopta el narrador para conversar con un nio o para dirigirse a l, donde parece que es un padre el que habla, y esa voz adopta tonalidades diversas de acuerdo con el asunto y el gnero, de acuerdo con la meloda. El autor lo declara sin cortapisas unos aos despus, en esa autobiografa que son sus Versos sencillos (1892): Todo es hermoso y constante/ todo es msica y razn. Y algo ms: Todo es festn y hojeo. En sus palabras, todo es color, paisaje. El escritor ha de pintar como el pintor. Cada cuadro lleva las voces del color que le est bien; porque hay voces tenues que son como el rosado y el gris, y voces esplendorosas, y voces hmedas. Lo azul quiere unos acentos rpidos y vibrantes. Bajo esos principios, el esfuerzo visual, impresionista, se combina felizmente con la sncopa, con la rapidez de la rapsodia, para darnos un Mart moderno, innovador, que por muchos aos habl por boca de sus discpulos (Daro, Gutirrez Njera, Nervo, Lugones) y que mucho despus entr a la sangre de la narrativa cuando sus aportes fueron

  • asimilados por la segunda vanguardia y por el Boom, sobre todo por los narradores msicos de la modernidad latinoamericana (Carpentier, Cortzar, Garca Mrquez); los narradores acsticos (Vargas Llosa) y los narradores plsticos (Fuentes, Lezama).

    Con esa concepcin que Mart fue forjando en su prosa y en su poesa, y que llev al delirio en el ltimo de sus documentos, el Diario de campaa (1895) 8 de abril: Lola, jolongo, llorando en el balcn. Nos embarcamos, podemos establecer el modelo narrativo en La edad de oro o los procedimientos que combinan al autor, al narrador y al personaje como categoras funcionales del discurso, al tiempo que voces narrativas que conducen la accin crean el argumento y la trama, o la comentan, la juzgan. Este modelo est subordinado, en este caso, al orden secuencial que adoptan los textos en la publicacin y al estilo particular de acuerdo con el gnero, o a ese trnsito entre un gnero y otro, a esa bifurcacin estilstica. Como

    los textos forman varias series, habr en realidad una voz serial que puede ser agrupada en cinco categoras, o cinco transiciones de tono de la voz autoral que narra, describe, interpreta y juzga dentro y fuera de la historia.

    En una primera categora puede colocarse la narracin de autor en la serie de retratos biogrficos y relatos histricos, tales como Tres hroes, Las ruinas indias y El padre Las Casas. Esta voz incluye sutilmente al autor de una manera parablica: Cuentan que un viajero lleg un da a Caracas al anochecer y, sin sacudirse el polvo del camino (.) Y de una manera directa: Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado y a pensar y a hablar sin hipocresa. En Amrica no se poda ser honrado ni pensar ni hablar. Esta voz presupone las fuentes histricas documentos de archivo, relatos testimoniales, libros viejos las sintetiza y las tamiza dentro de esa bsqueda de la imagen, juzga, propone y explica, y, al mismo tiempo, narra.

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  • As, esta voz realiza un relato descriptivo de las virtudes y las circunstancias del personaje histrico o de la vida y las costumbres de los pueblos primitivos de Amrica, e intercala en l sus opiniones. Se trata de un tono conversacional que narra, explica y describe. Aqu tanto valen las observaciones marginales de la voz narrativa como los sucesos que cuenta. Desde nio fue el cura Hidalgo de la raza buena, de los que quieren saber. Los que no quieren saber son de la raza mala. Este tejido permite la funcin comunicativa, la fijacin de la imagen, el aforismo, el anlisis. En l los sucesos estn contados a grandes saltos, en una sntesis impresionante, con la rapidez que demanda el esbozo, el dibujo a lnea: San Martn pele bien en la batalla de Bailn y lo hicieron teniente coronel. Hablaba poco, pareca de acero, miraba como un guila, nadie lo desobedeca, su caballo iba y vena por el campo de pelea como el rayo por el aire. La imagen de conjunto est dibujada y sincopada sobre la base de un montaje y no necesita ser explicada para ser visible.

    Esta virtud acompaa a esta voz en una rara presencia de un autor que se inmiscuye de muchas maneras en el relato; desde fuera, cuando explica o alecciona; desde dentro, cuando se introduce como semipersonaje e interroga y declama; o cuando adopta el tono del relato popular, del cuentero (cuentan, dicen). Todas estas mutaciones de la voz autoral estn dictadas por la voz del coloquio, que ahora ampla su radio de accin a la poesa, a la fbula y al cuento folklrico.

    Hemos de advertir que esta segunda voz registra ms bien la zona imaginativa o fantstica, la cual aparece distribuida como cuento de hadas, poema narrativo, parbola o cuento, lo mismo dentro del espacio del poema que en las narraciones. En ambos casos, conserva los mismos acentos mgicos, misteriosos o sombros para ambos gneros. Esta cercana, tpica del modernismo ms pictrico recordemos Azul (1888) de Rubn

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    Daro dio lugar al relato poemtico y al poema relatado, a un encuentro propiciado por la escritura, las imgenes, los chispazos y la pedrera extica del modernismo. La escritura es, en este caso, el vehculo snico que facilita la conversin. Vale decir, la escritura narrativa, a la que se subordina todo lo dems. O como observa Caridad Atencio: En estos poemas, dirigidos a un lector infantil, prima el elemento narrativo, son relatos o vietas lricas de gran plasticidad, que cobijan sabiamente el elemento reflexivo. Cabe hablar de Dos milagros, Los dos prncipes y Los zapaticos de rosa, en discreta simetra, desde luego indirecta, con Meique, El camarn encantado y Los dos ruiseores.

    Esta es la voz narrativa de la fbula, en tercera persona, asumida con candor o con irona. En ella, el narrador no necesita introducirse en el relato para

    opinar, ms bien opina la historia. Sin embargo, el autor est detrs y en ciertas ocasiones no se resiste a aparecer y a definir un tono, a veces con una nota satrica, como ocurre en Meique: Los reyes son caprichosos y este reyecito quera salirse con su gusto ()o en un tono que ironiza con la moraleja, al final del relato:

    Pero no hay que decir que Meique era bueno. Bueno tena que ser un hombre de ingenio tan grande, porque el que es estpido no es bueno, y el que es bueno no es estpido. Tener talento es tener corazn, se es el que tiene talento. Todos los pcaros son tontos. Los buenos son los que ganan a la larga. Y el que saque de este cuento otra leccin mejor, vaya a contarlo a Roma.

  • Esta finalidad est en la gnesis del cuento oral, que a veces abre un parntesis reflexivo, pero en un tono diferente. Por momentos brota la moraleja, por momentos se esconde, y en esa intermitencia pervive un final cerrado, conclusivo, a menudo solemne. Y se no es el propsito de esta voz, que puede descansar en una nocin irnica de cierre porque confa plenamente en la inteligencia de su pequeo lector. Aqu se revela una mirada cmplice del narrador que est marcada a lo largo de todo el relato. En este caso, la finalidad, lo que debe levantarse de la historia la inteligencia es superior a la fuerza, la curiosidad del saber lo vence todo se convierte en argumento, se transforma en la secuencia de motivos causales que nunca deja de estar presente como suceso, como informacin o como obstculo.

    Por ltimo, aqu apreciamos, adems, una diferencia notable con el carcter de la voz anterior, ya que la oralidad del cuento de hadas es muy diferente a la del coloquio, porque es la oralidad del encantamiento. Para hechizar, esta voz se vale de mltiples recursos, tales como la hiprbole, la fabulacin: Por aquel pas hasta de las piedras del camino salan los manantiales, pero en el palacio no haba agua.

    La gente del palacio se lavaba las manos con cerveza y se afeitaba con miel; y tambin lo imprevisto, lo inslito: Pero, qu tiene Loppi que da un salto atrs, que le tiembla la barba, que se pone plido? Del fondo del saco sali una voz tristsima: el camarn le estaba hablando; incluso, lo mgico, como hemos visto. En fin, esta voz gravita entre dos tonos y llega a ser sombra en el doloroso final del pescador Loppi, y trgica en la visin de la muerte del emperador chino, en ese truco de espejos en el que el ruiseor habla como en sueos, y a los mandarines, arrodillados en el aire, les tiembla en la nuca la cola, imagen que prevalecer muchos aos despus en El juego de las decapitaciones (1946), esa obra maestra de la cuentstica de Lezama.

    No obstante, el registro ms alto de La edad de oro y, posiblemente, de la literatura para nios en lengua espaola, tiene lugar en la voz narrativa de los cuentos Beb y el seor don Pomposo, Nen traviesa y La mueca negra. Era la primera vez en idioma espaol que la voz narrativa se acercaba tanto a los sucesos narrados que se contaminaba y confunda con el tono de los personajes, adoptando la intimidad, la sencillez, la musicalidad lingstica del habla de los nios. Esa voz en tercera persona entraba en el coloquio y poda conversar

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    13con los personajes de igual a igual. Ese rasgo de estilo se revierte en un juego tonal en el que todas las voces tributan a la naturaleza sicolgica del nio, de suerte que el relato slo puede ocurrirle a l. Aqu reside parte de su grandeza y de su novedad. Fina Garca Marruz observa otro rasgo no menos importante:

    El mundo de los mayores es visto con la pupila del nio y no al revs como se ve en otros autores de libros infantiles, por eso imita un poco, en ocasiones, el modo reiterativo que tiene el nio de hacer un cuento, como sin tomar respiro, su modo de reiterar las conjunciones copulativas ()

    Con esta manera de contar, con esta voz, el registro se ampla dentro de la propia concepcin del relato, que puede ahora eliminar toda retrica y avanzar de modo natural creando un argumento que muestra, por primera vez en espaol, una historia evidente, en la superficie, y una cierta historia elptica, debajo. Todava Mart no acomete el cifrado en el cuento como lo hizo Edgar Allan Poe, el padre del cuento moderno, o como lo hacen en esta misma poca Joseph Conrad y Anton Chejov. Sin embargo, es capaz de contar una trama hacia adentro, una trama secreta, con las inquietudes, las suspicacias, las reacciones sicolgicas de un nio, como hace en cualquiera de estos cuentos. En realidad, lo que el autor resalta es al narrador deficiente, que sabe menos que el lector y a veces menos que el personaje, y por tanto fabula con los hechos cotidianos como si no los conociera ni tuvieran nombre:

    La verdad es que Beb tiene mucho en qu pensar, porque va de viaje a Pars, como todos los aos, para que los mdicos buenos le digan a su mam las medicinas que le van a quitar la tos, esa tos mala que a Beb no le gusta or. Se le aguan los ojos a Beb en cuanto oye toser a su mam y la abraza muy fuerte, muy fuerte ()

    En esa incertidumbre est el tamao del conocimiento infantil, est el mundo creado por el narrador para comunicarse con los nios. En sus lneas temticas se exponen la bondad, la generosidad, el desprendimiento, el ansia de saber como el resultado de una adecuada educacin sentimental. La sintaxis, los rasgos de estilo y la caracterizacin, y el valor de los planos de sentido que se desprenden de estos relatos, evidentes y elpticos al mismo tiempo, dotan de una personalidad nica a estos cuentos, los convierte en paradigmas de un modo de contar.

    Algo de ese aire, de esa fuerza expresiva, de esa sutil ingenuidad pasa al cronista, al narrador del tiempo que est presente en La Ilada de Homero, La historia del hombre contada por sus casas, Un juego nuevo y otros viejos o Cuentos de elefantes, relatos comentados de experiencias histricas, literarias y antropolgicas. Este cronista

    es el verdadero relator que trabaja con el pasado, que revive el pasado. ste es el cronista del resumen. Mart hace la crnica de la historia de la humanidad desde ngulos inslitos, desde su primer poema, desde sus casas, desde sus dioses, presentado a los pueblos como si fueran nios; juzgando sus travesuras, aventuras y desventuras como parte de su inmadurez, como parte de sus creencias y sus ensueos. Esta historia en el tiempo, dominada tambin por el rigor, que es el verdadero sentido de la crnica, funciona en estos casos como un panorama a travs del cual el autor desliza e intercala sus criterios polticos, sus ideas sociales, su manera de ver el arte y la industria, su modo de entender el proceso civilizador.

    Cuando evala La Ilada, producto literario de un pueblo nio, hace la crnica del documento ms antiguo de la cultura occidental. Lo comenta, lo estudia, hace su exegesis como si fuera un crtico y aprovecha la ocasin para contarlo otra vez como resumen y empalme de sucesos, rescatando ese aire primitivo de la poesa narrada, esa ingenuidad en el decir, con esa violencia, esa belleza, esa rugosidad en la prosa. De manera indirecta, establece criterios de valor y hace un tratado poltico para nios. Todo eso logra al repasar las imgenes de Dimedes, Eneas, Ayax, Hctor, Aquiles. Y afirma: As se ve en La Ilada que hay como dos historias en el poema, una en la tierra y en el cielo otra (), e incluso, procede as, primero, resumiendo todo el poema en un solo prrafo, y luego expandindolo en mltiples escenas, en una especie de fuga narrativa, trenzando el argumento con los comentarios, pasando de un asunto a otro como en el juego de la soga y la danza en el aire que es un juego viejo y aparece en cinco pueblos sucesivos. As va y viene, entra, sale, se mueve de una regin, de una cultura a otra, de frica a Siberia, como en la historia de los elefantes.

    Aqu tenemos en propiedad una crnica fugada para nios, una manera eficaz y novedosa de escribir y contar la Historia. Se trata de un mismo juego que va pasando de un pueblo a otro y cuyo tema central est constituido por la sucesin, la mutacin temporal de un mismo acontecimiento. Estas crnicas pueden abarcar entonces largos perodos de tiempo y combinar diferentes historias dentro de la lgica de tema y variacin, esencial en la fuga. Esta voz es dominante en los cuatro nmeros de la revista. En ella el autor encuentra la posibilidad de historiar, de conversar, de instruir y de fijar valores dentro de un pacto narrativo que incluye la observacin crtica, los juicios, las ideas, el cuerpo dominante de una visin del mundo.

    En la ltima de las voces, est el narrador periodista, el autor de artculos de actualidad, de esa especie de nuevo reportaje potico, Esta es la voz para los artculos de La Nacin, de Buenos Aires, reproducidos despus en veinte peridicos latinoamericanos; sta es la voz para las crnicas de The Sun, en New York. Esta es la voz autoral de La Exposicin de Pars, un relato vvido, esencial, cuya voz aspira a la objetividad sin renunciar a la belleza

  • de la imagen, la plasticidad y la musicalidad de la literatura. Como suele hacer, este autor intrprete coloca un lead: Los pueblos todos del mundo se han juntado este verano de 1889 en Pars, e inmediatamente hace una retrospectiva, en realidad, un proceso analptico, pues viaja cien aos atrs para contar las causas de la revolucin francesa, hasta que vuelve al presente y acompaa al lector por ese viaje, por ese recorrido inolvidable, por los salones, los jardines y los pabellones de la exposicin.

    Este proceso descriptivo y narrativo, esta manera de tratar un artculo, concedindole un carcter esttico a la informacin, es Nuevo Periodismo, sin lugar a dudas. Es la noticia, el suceso a informar, diluido en detalles verdicos, en observaciones puntuales de una voz narrativa que tambin hace nfasis en la belleza, en el contorno de los hechos. Narrar un hecho verdico con el instrumental de la ficcin, creando as el tono adecuado para este narrador periodista que tampoco renuncia a la imagen potica, a la metfora y la elipsis. Es la novedad ms acuciosa de esta voz. En este caso, se entra al texto como se entra a una sala de cine. Todo lo que se ve, lo ve esa voz y lo pinta y, a travs de su mirada, hace la historia de los pueblos, de la comida, del vino, de los recodos y los rboles con todas las metforas y las figuras que colaboran en la narracin hasta el punto de hacerla tan verdica que el propio narrador se introduce en la historia y da fe de ello en el artculo La galera de las maquinas,

    cuando una seora buena le arm una trampa al hombre de La edad de oro. Iban hablando del artculo y ella le dijo: Yo he estado en Pars. Ah seora, qu vergenza entonces!, qu habr dicho del artculo! No, yo he estado en Pars, porque he ledo su artculo.

    En esta voz, como en las otras, est el poder de conviccin, el poder persuasivo del narrador Jos Mart. La variedad de registros, el juego coloquial, el valor de los tonos, la distancia y la cercana de la voz autoral a los sucesos, la intensidad pictrica y musical de la prosa, el encanto y la novedad de estilo, la ruptura sutil de los gneros, estn creando otro lenguaje artstico en espaol que Mart aplica a la poesa, al periodismo y a la narrativa. La edad de oro se convierte as en su laboratorio esttico y comunicativo. Ms tarde, lo demostrar en su artculo Nuestra Amrica, narrado con dos argumentos, uno conceptual y otro metafrico, y sobre todo en su Diario de campaa, donde no hay gnero, slo escritura. All, todos los instrumentos lingsticos del idioma estarn al servicio de la imagen plstica y de la msica; all, desarticular el tiempo narrativo, el tropo, la sintaxis, y alcanzar la plenitud como escritor; all escribir para el futuro en una nica voz llena de resonancias, en la noche, en la vigilia de la noche cubana; all estar delante de nosotros, en la fluidez sin ley ni medida, y se convertir en el padre, en el dador de una conciencia de estilo para el espaol de Amrica.

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    ELASCANETTI

    Carlos Torres

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  • En julio de 2005, en ocasin del primer centenario del natalicio de Elas Canetti, apareci una edicin muy bien documentada de su ensayo monumen-tal, Masa y poder, impresa en Mxico bajo el sello hispano Debolsillo, lo que no deja de ser una paradoja en este caso especfico, ya que dicha obra tiene setecientas pginas y es lo que en trminos coloquiales se denomina un ladrillo, aunque en ciertos pantalones de reciente moda pue-den caber muy bien, ya no se diga en los bolsos de dama, que, como sabemos, pueden contener bazares enteros.

    Tambin sabemos que Canetti escribi una sola novela, Auto de fe, que ha sido valorada en su justa dimensin slo con el paso del tiempo, pues en su momento autores ilustres la repudiaron, y no era para menos, ya que su protagonista, el hombre-libro, acaba sucumbiendo a los poderes mundanos.

    Por otra parte, es conocido que una de las primeras intuiciones profundas del fenmeno masa se da precisamente en el cuento El hombre de la multitud de Edgar Poe, en el que vemos cmo un personaje siniestro se ve atrado por los grupos humanos y su placer consiste nicamente en perderse en esas sbitas aglomeraciones.

    Posteriormente, en un pasaje clebre de Crimen y castigo, observamos que el antihroe de esta novela de Dostoievski, el controversial Raskolnikoff, est a punto de confesar su horrendo crimen en una plaza pblica, pero que al percatarse de la baja condicin moral de la mayora de las personas que estn en ese sitio, desiste de su honroso propsito, porque quiz esa masa no merece su confesin. Esto no lo dice Dostoievski, pero lo sugiere inequvocamente.

    Jos Ortega y Gasset dedic uno de sus ms famosos ensayos a este fenmeno, en su libro La rebelin de las masas, que adquir pensando que se trataba de una reivindicacin socialista de las mayoras sufrientes, y para mi sorpresa me enter que se trata de todo lo contrario: de una vindicacin de la aristocracia casi incontrovertible o sin el casi.

    El caso es que siendo joven, Canetti se sum a un grupo sbito de manifestantes y entonces tuvo una experiencia que no olvidara nunca: el alivio que le procur esa disolucin del yo en un poderoso grupo.

    Se dice que Canetti dedic unos treinta aos en preparar su obra cumbre, Masa y poder. Lo cierto es que se trata de un ensayo que, en primera instancia, se contrapone al tratado de Freud que analiza este fenmeno: Psicologa de las masas y anlisis del yo. Tanto se contrapone que Canetti ni siquiera menciona este libro de Freud, pero en otro lugar de su escritura afirma que dicho ensayo le procur un vivo malestar.

    Tampoco se mencionan en Masa y poder las teoras de Marx, tal vez por la sencilla razn de que las propuestas de Canetti se apartan completamente de los enunciados marxistas. En otras palabras, esa experiencia del joven Canetti dentro de una masa espontnea fue tan radical, que asimismo el libro que trat de explicar se y otros fenmenos concomitantes se aparta por completo de las ideas dominantes de su tiempo (Freud y Marx) porque para Canetti la historia podra explicarse bajo la luz de los comportamientos masificadores de la humanidad, en vez de centrarse en la libido o en la economa, como ocurre a rasgos generales con Freud y Marx.

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    17Esta conjetura podra explicar la poca repercusin de Masa y poder entre el gran pblico, ya que una idea novedosa y sumamente decisiva para el desarrollo de la humanidad, una idea que tiene que ver muy directamente con dos fenmenos esenciales del ser humano, como es el yo y la masa, difcilmente es aceptada incluso por los sectores intelectuales, sectores que, como quiz sabemos, tienen, a pesar de su ilustre calificativo, tics y dogmas de difcil disolucin.

    Sin embargo, basta un breve momento de reflexin para que cada uno de nosotros asuma que, en efecto, lo ms intenso que el humano puede experimentar tiene una doble faz: por un lado, la exaltacin del yo, la apoteosis del individualismo, enfatizada por nuestra fe en la democracia (a la que Platn, por cierto, da una buena revolcada en La repblica); y por el otro, nuestra inmersin en diversos tipos de masa, desde el grupo de amigos que recrea la vieja horda de cazadores, hasta la asistencia a un partido de futbol, o la pertenencia a un sindicato, una religin, un partido poltico, una ideologa, un pas, una etnia, una cultura, un gremio prestigioso, o en su defecto, una secta estigmatizada, como las diversas mafias delincuentes, si se vale el pleonasmo o tautologa.

    Durante aos estuve a la caza de Masa y poder. No deja de ser, para m, significativo que lo haya adquirido justo en el mes en que se cumplieron cien aos del nacimiento de su autor, en una edicin ms que flamante: coincidente.

    Tambin, toda proporcin guardada, a Canetti le ocurrieron coincidencias significativas respecto de las masas. Una de ellas, aparte de la referida en su juventud, fue que Canetti huy de Alemania justamente el da en que aconteci un preocupante fenmeno de masa, La noche de los cristales rotos, que evidenci hasta dnde poda llegar el nazismo desatado.

    Cerca est de nosotros, los hispanoparlantes, Canetti, por la peregrina razn de que sus ancestros fueron expulsados de Espaa en el emblemtico ao de 1492 (descubrimiento de Amrica, expulsin de los moros y, ay, de los judos) y que conservaron como idioma domstico el ladino, o sea espaol antiguo, del siglo XV.

    Como divertimento, veamos cules son los smbolos de masa que Canetti atribuye a diversos pases europeos que se destacan por su influencia en la conformacin de la geografa poltica planetaria y, por supuesto, por su importancia en cuanto focos culturales.

    Comienza con los ingleses, a los que identifica certeramente con el mar. Previamente, Canetti espiga los smbolos de masa ms frecuentes: fuego, mar, lluvia, ro, bosque, trigo, viento, arena, montones, montones de piedra y tesoro.

    La literatura, esa inmersin profunda en la esencia histrica, nos entrega numerosos testimonios de

    esta vinculacin primordial entre Inglaterra y el mar. La primera novela de Malcom Lowry se titula precisamente Ultramarina, y el siempre agudo Borges opina que para los britnicos es comn la idea de correr hacia el mar como un mtodo de iniciacin viril. Tal es la tesis de esa obra inicial del infausto Lowry.

    Otra novela con tema de mar de Malcom Lowry, Por el canal de Panam, traducida por el magnfico Salvador Elizondo para la editorial ERA, narra homricamente el regreso de un hijo prdigo a su isla natal, pero en esta caso la trama no termina con el arribo a casa, porque para este autor es ms importante el camino que la meta. Por cierto, en esta obra se puede leer una de las descripciones ms bellas del Golfo de Tehuantepec, y por otro lado, marea la propuesta de infinito de esta narracin, la interminable vastedad que presupone el hecho de que Por el canal de panam trata de un escritor que est escribiendo una novela sobre un escritor que est escribiendo una novela sobre un escritor que est escribiendo

    Sin embargo, el ms ingls de los escritores ingleses, el ruso-polaco Joseph Conrad, ha llevado esta identificacin de los hijos de la prfida Albin a su ms clebre y exquisita forma, en novelas de culto como Lord Jim (llevada al cine con Peter OToole como protagonista), La lnea de sombra, Tifn, El negro del Narcissus, El espejo del mar, entre otras muchas. No est de ms recordar que su novela El corazn de las tinieblas es la base de la esplndida y traumtica

  • pelcula Apocalypse now, de Francis Ford Coppola, aunque en este caso el ro sustituye al mar. Al respecto, cabe recordar unos versos de Gilberto Owen: Toda la noche batall con el mar, / desde Homero hasta Joseph Conrad.

    Otro ingls famoso, William Golding, en El seor de las moscas, tiene al mar como un referente de fondo, ya que esta novela trata de unos nios que sobreviven a un naufragio.

    Especficamente, Canetti sustenta as esta identidad entre los ingleses y el mar:

    El mar, sin embargo, es dominado, esta es la idea decisiva. Los barcos navegan solitarios sobre su vasta superficie como individuos aislados, personificados en un capitn cuya autoridad soberana es indiscutible. El rumbo que este sigue (el traductor omite acentuar estos pronombres, lo cual es lcito aunque desconcertante) es la orden que da al mar, y solo (tampoco acenta este adverbio el traductor) porque la tripulacin porque la tripulacin la ejecuta nos olvidamos de que es propiamente el mar el que ha de obedecer. El capitn determina la meta, y el mar, a su manera viviente, lo transporta hacia ella, no sin tormentas y otros contratiempos. Dada la inmensidad del ocano, es importante saber a quin obedece este ms a menudo, y est claro que su obediencia se ve facilitada cuando la

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    19meta es una colonia britnica. El mar es entonces como un caballo que conoce bien su camino. Los barcos de otras nacionalidades se asemejan ms bien a jinetes ocasionales que cabalgan sobre un caballo prestado, que correr luego mucho mejor en las manos de su amo. El mar es tan grande que tambin cuenta el nmero de barcos con los que se le embride.

    Obviamente, Shakespeare, el icono ingls de la literatura, tiene La tempestad para corroborar esta identificacin entre mar e Inglaterra.

    Por otra parte, me parece que Masa y poder es an ms impactante que El mono desnudo, en cuanto a revelar comportamientos humanos que perduran hasta hoy pero que tienen su raz en los ms antiguos perodos de la prehistoria, exactamente cuando supuestamente habitbamos en los rboles, asunto que tiene mucho que ver con el prodigio de las manos y que talo Calvino recrea en su esplndida y cautivadora novela El barn rampante.

    A su vez, no hemos sentido todos el placer aparentemente inexplicable de trepar un rbol y andar entre su ramaje? Es un vestigio de aquella poca.

    Masa y poder es ms impactante porque sus planteamientos abarcan toda la actividad del hombre y esclarecen muchos ritos de la actualidad. Pero el espacio se me acaba, as que en la prxima entrega para Ro Hondo seguiremos hablando de pases y smbolos y tambin de Canetti.

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  • NCUBORaciel Manrquez

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    21Mara era costurera, tra-bajaba doce horas en una fbrica maquilado-ra. Muchas veces llega-ba pidiendo su cama, con la intencin de dormir para no despertar. Daban las cuatro de la maana y de nuevo tena que ir a aquel lugar.

    Cierto da, el patrn le orden doblar turno; para cuando sali, las manos de Mara colgaban cual hilos, su mirada se nublaba y su espalda estaba deshecha. Apenas abri la puerta, su cuerpo se dirigi directamente hacia el catre donde qued profundamente dormida.

    En la noche, el silencio es cmplice de los prpados y las columnas rotas. Nadie ve y las sombras se deslizan libres en la oquedad del tiempo, que los humanos pierden dentro del sueo. De ese destiempo nace el miedo y de ese miedo nace ncubo.

    En forma de remolino, nubes negras empezaron a salir del techo de lmina, la forma oscura se desliz muy lenta hasta el piso de tierra y, con ese misterio, subi por los pies de Mara, inundando su cuerpo, apretndolo.

    Ella no poda despertar, se quejaba, gema. Su ser era posedo entre dolor y agria pesadumbre. Desesperada, intent apartar aquel ente sofocante que la estremeca y ahogaba.

    Su mente se remont a cuando la viol su padrastro, a la muerte de la ta Kata, a los golpes y la herida de cuchillo antes de que la dejara su esposo y se llevara con l a su nica hija Se qued en ese dolor: su hija Lupita, su pobreza.

    La lucha era intil. Un pensamiento desesperado pas por su mente: Dios mo, aydame! Del mismo cuarto se escuch una voz profunda que exclam: Dios? Cul Dios?

    El terror invadi a Mara, quien trat de despertar, pero cuando crea haberlo logrado, de nuevo senta aquella presin encima... El cansancio la fue venciendo entre sueo y sueo, risas opacas y oscuridad.

  • el hombreencebado

    Zenaida Daz

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    el hombreencebado

    Zenaida Daz

    Hace aproximadamente cuarenta aos, cuando las mu-chachas y las seoras iban a lavar la ropa al patio de sus casas, de manera sigilosa, el hombre encebado se les apareca completamente desnudo provocando des-mayos, gritos y llantos.

    Hay que recordar que en el Chetumal de ese entonces las casas tenan cercos de madera o de palos, lo que facilitaba las malas intenciones del hombre encebado.

    Existen muchas versiones al respecto.

    Unos cuentan que el hombre encebado era un ser mtico que se les apareca a las mujeres para despertarles el apetito sexual.

    Otros decan que era una persona real, con trastornos mentales, que termin en la crcel.

    Otros afirmaban que slo era un producto de la imaginacin que se convirti en una leyenda urbana y, para evitar que las mujeres salieran solas, las asustaban dicindoles que se le iba a aparecer el hombre encebado.

    Pero eso s, una coincidencia de los relatos es que el hombre encebado era descrito como un hombre muy veloz, quien al escuchar los gritos de las fminas solicitando auxilio, sala y no podan agarrarlo por lo resbaloso del cebo de vaca que se untaba en todo el cuerpo. Su aspecto fsico es un misterio que nadie describi.

    Claro que las apariciones no eran cotidianas. Solan ser aleatorias y, en el momento menos esperado, haca su aparicin.

    Segn las versiones, l no hablaba, slo diriga su penetrante mirada a sus vctimas y mova la pelvis de manera circular con las manos en la cabeza, lo cual asustaba ms las mujeres.

    Es necesario aclarar que, segn los relatos, este hombre nunca atac fsicamente a nadie. Todo parece indicar que su nico inters era exhibirse desnudo ante las mujeres.

    A varias les dej un trauma que poco o poco se fue convirtiendo en un relato cmico al pasar los aos, porque al primer hombre desnudo que vieron fue al hombre encebado.

    Imagnense el trauma que pudieron haber sufrido estas mujeres que incluso ya no queran tener novio.

    La ltima aparicin del hombre encebado fue en el patio de una seora que iba a cocinar unas deliciosas tortillas de harina.

    Cuando la mujer fue a buscar el rodillo, que se encontraba en la batea, de pronto se le apareci el hombre encebado, pero a diferencia de las dems mujeres a ella no le caus ningn miedo ver a ese hombre desnudo.

    Ella corri y agarr el rodillo, no dud, y su reaccin instintiva fue atacarlo y le dio un golpe tan fuerte en la cabeza que el hombre cay noqueado.

    Luego, ella llam a la polica y el hombre encebado pas meses encerrado en la crcel por faltas a la moral y por invasin a la propiedad privada. Santo remedio: nunca volvi a aparecer.

  • por culpa de un dinosaurio

    (Gracias, Charly)Cristin Koch

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    25En la dcada del sesenta hasta esa bendita tierra guaran lleg desde Argentina un interesante y nu-meroso contingente de hombres, esta vez en son de paz. Venan arrastrando fracaso tras fracaso: comerciales, sentimentales y de todo tipo, en bsqueda de una nueva oportunidad.

    Era como llegar al Edn.

    * * * * * * * * *

    Juan naci en Luque, una pequea ciudad cerca de Asuncin, un 15 de mayo de 1964, casualmente el da en que se conmemora la independencia del Paraguay. Hijo de Alfonso Gonzlez, de nacionalidad argentina y de Celsa Rodas Fleitas, de nacionalidad paraguaya, segn constaba en el acta de nacimiento argentina. Es que Alfonso, gracias a la gestin de un conocido que era capo de la Municipalidad, lo anot en el registro civil de la ciudad de Formosa. Pese a que estaba felizmente casado y enamorado de su bella (perdn, as la menosprecio), bellsima mujer a quien renda constante pleitesa, aquel da se revel. Las furiosas recriminaciones que ella le hizo por tan unilateral medida tardaron un buen tiempo en acallarse, teniendo en cuenta la fecha tan especial del nacimiento de Juan. En sntesis, Alfonso no quera que su hijo fuera paragua. Decisin, crase o no, signada por el destino. Su infancia transcurri normalmente. Su familia nunca se mud de Luque. Don Alfonso atenda un pequeo negocio de electrnica que en realidad era de su mujer, que haba heredado tras la muerte del padre. Administrndolo correctamente, ms el aporte de algunos sacrificios personales, les permita acceder a un buen pasar. No tenan empleados, no cerraban por vacaciones y entre el matrimonio se repartan equitativamente los horarios de atencin al pblico.

    Un da, cuando Juan cumpli diecisis aos, uno de los pocos paseos que se permitieron dar en familia, a disgusto de Celsa, fue viajar hasta Formosa para efectuar los trmites de renovacin del DNI. Juan, bien aleccionado, siempre declaraba que su domicilio era en esa ciudad, aprovechando que la prima de Alfonso viva all.

    Corra el ao de 1980. Las dictaduras militares guiaban los destinos de la mayora de los pueblos de Sudamrica.

    Retrocediendo en el tiempo, hubo un hecho significativo para destacar: Juan nunca fue bautizado, sus padres eran ateos y la religin, pese a la libertad de culto, nunca fue un tema preponderante en ese hogar; pese a tener varias estampitas de Jess repartidas entre la cocina, un aparador del living y las que elegan con su imagen (entre otras) para encargar calendarios y publicidad del negocio.

    No fue as la eleccin de Juan. En aquella poca del colegio primario, el mejor amigo de Juancito, como toda su familia, era testigo de Jehov, y de a poco fue descubriendo virtudes y bondades hasta que finalmente abraz esa religin. Ya mayor, conoci a Evangelina, una mujer que profesaba su misma fe. Fue su primer, nico y gran amor.

    Promediando los diecisiete, la vida le sonrea. Juan se distribua con xito, dedicacin y pasin entre la familia, los estudios, el amor, el trabajo y su fe. Tiempo completo que le

  • dicen. Tambin se las arreglaba para jugar al futbol, era un destacado marcador de punta de las inferiores del club de sus amores: el Sportivo Luqueo, el Kure Luque.

    Sin embargo, nada es o puede ser perfecto; es ley, el da menos pensado algo inesperado tena que sacudir su mundo.

    Una apacible tarde de octubre el telfono insisti en el hogar una, dos, varias veces hasta que alguien (la menos indicada) finalmente atendi.

    Hola, s, quin habla? Celsa respondi, con el paso de los aos transformada en doa y gordita feliz.

    Soy Dolores, de Formosa, la prima de Alfonso. Por casualidad, se encuentra mi pariente?

    No, est en el negocio.

    Celsa intuy que algo malo suceda.

    Y Juan?

    Los dos estn trabajando. Pasa algo?

    No, en realidad, no s. Bueno s, hoy lleg un telegrama para Juancito. Al principio no me anim a abrirlo, pero como deba ser algo urgente, tras pedir que me aconsejara alguna de mis amistades, me recomend que lo hiciera. Por suerte no es nada grave, pero a Juan lo citan del ejrcito para que se presente el prximo lunes a la revisacin mdica.

    Bueno Dolores, qudese tranquila, que ni bien ellos lleguen les voy a comentar acerca de su llamada y muchas gracias por su consideracin.

    Como era de esperar, un cmulo de sensaciones atraves el corazn de Celsa, madre de su nico hijo Juan. Minga!, qu iba a esperar hasta que Alfonso (convertido a esta altura en el pelotudo de su marido) y su hijo Juan llegaran de trabajar.

    Ni bien colg, llam al negocio. Atendi su hijo, escucharlo no la calm, lgrimas desconsoladas brotaron en el acto que ni pudo ni intent contener ni ocultar.

    Hola, Juan, hijo adorado de mi corazn, est tu pap?

    Mam, ests llorando?, ests bien?

    S, mi amor, son pavadas del alma, lo pods llamar, por favor?

    Celsa, te pasa algo? Juan te not afligida.

    Me pasa, qu me pasa, que con esa estupidez de anotar a Juan en tu patria, me enter de la noticia que lo van a llamar para hacer el servicio militar!

    Qu decs, mujer?

    Lo que oste, grandsimo boludo! El lunes tiene que

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    presentarse en Formosa para la revisacin, te das cuenta de la macana que te mandaste?

    Tranquila, mujer! Es bueno cumplir con la patria, los termina de moldear y hacer hombres, y capaz que le saca de la cabeza esas ideas ridculas de tanta religin.

    Mi Juan es bien hombre, te olvids que naci en Paraguay y no comparto ni una de las estupideces que mencions. * * * * *

    Pap, fue imposible evitar escuchar, tengo que hacer la colimba, no?

    S, hijo, yo la hice y no me arrepiento, es una experiencia nica que a los jvenes como vos los termina de formar. Te garantizo que no es la muerte de nadie, quedate tranquilo que igual voy a conseguirte un buen acomodo.

    Pero pap, yo me siento paraguayo.

    Hijo, vas a ver que algn da me vas a agradecer lo que hice por vos.

    Ese verano, antes de ingresar a la conscripcin, Juan decidi bautizarse.

    2

    Pese a los fuertes vientos arrachados que cruzaban

    la pista, el Hrcules aterriz suavemente en el rebautizado aeropuerto. En estos ltimos das era la novena o la dcima misin que el piloto cumpla, ya haba perdido la cuenta. Volaban todos los das, sin importar la hora, con cualquier clima, transportando su vital carga. En realidad, todo haba cambiado de nombre en ese pequeo terruo perdido del mundo. Hasta las calles haban invertido su carril de circulacin. Ahora se haca por la derecha, basta de pensar en ingls!

    Una junta de milicos mal asesorada, y bien en pedo, finalmente decidi: Reconquistemos las Malvinas. Corran los primeros das de abril de 1982.

    El cambio abrupto lo impresion. Quizs el ms drstico de los contrastes era el de la temperatura; de los abrasadores treinta y pico de Formosa al fro intenso de all que calaba hasta los huesos sin piedad. Desde principios de marzo, se notaba algo extrao en el ambiente, sin saber qu. Menos podan imaginarse ellos, soldados rasos, colimbas. Lo peor que les podan hacer era sacarles los francos y, casualmente, se haban suspendido hasta nueva orden. Algunos llevaban tres semanas sin ponerla; y a los milicos los tena locos, cada tanto alguno perda, pero a Juan sus compaeros lo respetaban, era el pastorcito de la tropa. Unos das antes, continuando con lo ridculo, les haban dado pilchas nuevas, mucho ms abrigadas. Para qu mierda, se preguntaban todos, con el calor que hace aqu? Sin embargo, alguien, de casualidad, de algo se enter mientras trataba de sintonizar en

  • una vieja radio a transistores el juego clsico que se jugaba en la capital de la repblica entre Boca y River. Un comando de marinos argentinos haba desembarcado en las islas Shetland y Orcadas del sur. El relator habl ms de esos hechos que del aburrido partido que termin en empate.

    Por ahora era un paseo, cmo les haban mentido!, les dijeron que los ingleses nunca iban a regresar. Juan ni siquiera tuvo tiempo para despedirse. Le hizo jurar al empleado civil de la cantina que le fuera a despachar la carta, la que apenas pudo escribir y terminar a escondidas de sus superiores y a las apuradas; minutos antes de subir al avin. Al principio fueron un par de semanitas de joda, algaraba y enfervorizado patriotismo; un clima de gran festividad. Pero la flota inglesa se acercaba cada vez ms. Al poco tiempo los mandaron cerca de Baha San Carlos a preparar trincheras. Para qu? No se podan meter, ni bien empezaban a cavar, el pozo se inundaba de aguas surgentes y el clima se pona cada da peor. El agua, el viento, la lluvia, el fro y la humedad traspasaban sus borcegos, las bolsas de nylon, los diarios y varios pares de medias. No haba peor castigo que tener los pies helados, encima el rancho llegaba a cualquier hora, cuando a los milicos se les daba la gana. Qu feo que los tuyos te hagan cagar de hambre. Un suboficial de los nuestros los tena zumbando, pareca el enemigo.

    Pero con las primeras bombas, el sargento maricn, junto a varios de sus colegas, tan cobardes como l, rajaron y nunca ms se los volvi a ver erej ekata (que se vayan a cagar). Hasta el capelln que cada tanto apareca para infundirles valor, coraje, bendecirlos y afirmarles que eran corderos de Dios, un buen da, ni bien escuch los primeros tiros se cag en la sotana, en los santos evangelios y en su fe y se esfum buscando refugio en un lugar ms seguro, bien cerca del general.

    Juan, rez por todos nosotros!, encomendndose a Dios le pedan sus compaeros, prcticamente en el destierro; muchos con la certeza de estar a punto de ingresar al patbulo. Pero Juan les daba la paz y la tranquilidad que sus superiores haban perdido hace rato. Los ingleses haban desembarcado el 21 de mayo en Baha San Carlos, pese a que nuestros soldaditos de carne y hueso les tiraron con todo lo que tenan. Juan tuvo que reemplazar la palabra de Jess por el fusil (en realidad nunca la abandon). A partir de ese momento, dieron comienzo cruentas batallas. Estamos ganando decan los partes oficiales, pero los nuestros, los que podan, los que quedaban, se replegaban da tras da. Juan estaba rodeado de un aura que lo protega no slo a l, sino tambin a todos los que luchaban con valenta a

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    su alrededor. Eran hroes. Las ametralladoras que empuaban se cansaron de bajar ingleses. En el rally, quedaron atrs Las praderas del ganso y Kent, los montes Dos hermanas y Tumbledown, y un montn de cuerpos sin vida de los nuestros. Cada vez ms cerca de Puerto Argentino, el ltimo bastin.

    En una de esas heroicas batallas finalmente la luz de Juan se apag y, un buen da, agobiado por la realidad de las bombas y los tiros que retumbaban contra su ventana, el general capitul. No vaya a ser que sufriera como su ejrcito. Las famosas arengas haca rato que haban quedado en el olvido, adems ya no quedaba ms whisky. De la fecha, prefiero ni acordarme. Total, los argentinos somos tan incoherentes que en vez de sufrir o recapacitar, aprovechamos el fin de semana largo yndonos todos a la mierda.

    3

    El da que Juan muri, en Luque hubo un extrao temporal, su madre supo en el acto del trgico desenlace.

    Mi Juan parti le dijo a su marido, con la mirada extraviada, perdida en el recuerdo de una viva imagen de su niez. A partir de ese da ya nunca ms lo esper.

    Meses despus la carta, la despedida de Juan lleg.

    Celsa no se anim a abrirla, Alfonso tuvo menos valor. Evangelina, an de luto, la ley:

    Mam, pap, amada ma Mi destino estaba marcado desde el momento en que nac, yo ya lo acept. Mam, dej de culparlo a pap. El jams me dese el mal. De alguna manera me las arreglar para seguir entre ustedes.

    Mi amor, que seas feliz

    Ni bien Evangelina termin de leer, se escuch un extrao lamento y la puerta de entrada raspar. Un perro callejero peda a gritos comida y un hogar.

    Por supuesto que le pusieron Juan.

  • LLEGO MUY TARDE A MI CASA

    Lo abrac, nos abrazamos.Lo bes y nos besamosy los dos, sin darnos cuenta,nuestros cuerpos enlazamos.

    En el sof nos sentamos,ninguno de los dos nos dimos cuenta,pero nos acaricibamos,y el sof se convirti en un campo de batalla,tratando de rechazar lo que tanto peda el alma,pero ni el uno ni el otro cedan una pulgada.

    Ya no se pudo evitar que los cuerpos se juntaran

    y yo perd por completo,perd en esa batallapara darle rienda suelta a los sueos que anidaba.

    Y llegamos a la mesa,para m siempre sagraday profanamos la mesa con el amor que escapabaMejor, ni sigo contando.Mejor, no les cuento nada,pues una embriaguez del vino que nosotros no probamos nos encontr en la maana,nuestros cuerpos abrazados.Nos besamos nuevamente,nuevamente nos amamos y la historia no terminapues recin la comenzamos.

    el huspedJulie Pujol-Karel

    Llego muy tarde a mi casa

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    En este texto, de entrada, evito el desacierto de nuestro flamante director de Cultura del Ayun-tamiento de Mrida de crear una lista de Los mejores poetas en Yucatn en la que apare-cen algunos poetas conocidos suyos. Curiosamente, en un enlace aparte, les da cabida a Las mujeres poetas de Yucatn. O sea, por un lado Los mejores y por otro Las mujeres, en una versin literariamente a la yuc de aquel nefasto Separate but equal del segregacionismo estadounidense abolido ya dcadas atrs.

    Aqu propongo a seis. No puedo decir que son los mejores porque esto implicara conocerlos a todos. Son algunos novsimos de entre los poetas emergentes que conozco, incluyendo a alumnos o egresados de la Escuela de Creacin Literaria del Centro Estatal de Bellas Artes; de la Escuela de Escritores Leopoldo Peniche Vallado de la recin recentralizada Secretara de la Cultura y las Artes de Yucatn; y de la licenciatura en literatura latinoamericana de la Universidad Autnoma de Yucatn. Hay otros a quienes incluira tambin, de contar con ms espacio y de no estar los autores reservando los estupendos trabajos que les conozco, para participar en los certmenes del pas que mantienen esa tonta regla de exigir poemas hiperrigurosamente inditos, lo

    cual inhibe la publicacin y en nada impide el fraude; por el contrario, lo legitima. Por lo mismo, no les ped a los compilados que sus poemas fueran inditos y, de hecho, algunos han aparecido en plaquettes y portales web.

    Quiero comentar la obra de solo una de las poetas compiladas aqu, la ms joven: Andrea Mndez Leal. Sirvan sus poemas como muestra de la fuerza que est alcanzando la poesa escrita por nios en el sureste mexicano, desde Mrida hasta Palizada pasando por Bacalar: los lugares donde s que se produce. Andrea tampoco es necesariamente la mejor de su novissima generacin. Es simplemente tan buena poeta como otros de su grupo, con quienes trabaj ejercicios para crear poemas a partir de una idea extrada de la observacin directa del entorno o de un poema escrito para adultos o de un poema escrito para nios Y a los textos me remito: aqu se muestran algunos ejercicios de reescritura que salieron con voz ntima, juguetona y refrescante.

    Los otros poetas compilados, de mayor edad, se han ido abriendo brecha en el medio literario, a lo largo de cursos y concursos, encuentros, desencuentros, ferias de libro con buenas lecturas y mejor actitud. Son un nuevo presente para las letras, independientemente de que queramos llamarlas yucatecas.

    los de nunca en la poesa de yucatn

    Fernando de la Cruz

  • La seleccin va en orden de edad, de mayor a menor.

    Marco Antonio Murillo (1986)CONFESIN DE INICIO

    Vuelvo al poema, pero no comprendo su escritura de prpados y rosque me llevan del sueo por tu piel.

    Vuelvo al poema, pero no habla:qu injusto que tu aliento no venza su prisin de luz y slabas,y no tome la forma de mi muerte.Ms que presagio este poema es una extensin de mi espritu.

    Tal vez maana o nunca de mis ojos adivinescmo al verme prisionera me salieron alas.

    Pobre Valerio Catulo (fragmentos)

    IIOscuros en la solitaria noche, abrimos plaza. Ungento de amor, antdoto, tuviste, Sibila, todos los nombres posibles. Era el juego en el que nos consumamos: yo te deca vivamos y ammonos, y t me respondas aunque arremetamos contra lo escrito, aunque los dioses celosos e impotentes acaben con Roma y con nosotros.

    III

    El sol se pone cada tarde y sale al da siguiente, pero nosotros, cuando se nos apague la vela, dormiremos una noche sin fin.

    Tom estas palabras prestadas para ti, en lugar de decirteuna botella inscrita, un barco de peridico,o un cadver lanzado a la deriva.

    Y es que nunca me hubiera preguntadocmo es posible que la suma de todo lo vivido se resuma en una imagen sepia; cmo es posible que de algn muro de la plaza,entre ilegibles garabatos y grafitos,haya tomado todo lo que un da quise decirte y no pude.

    Ahora recuerdo cada una de esas lneassagradas, intactas casi como el agua efmera del Tber.

    Por su prstamo, no ruego el perdn de los dioses.A fin de cuentas, las palabras escritas en los muros terminan borrndose por el sol y nuestros ojos; ya slo queda devolver en ruinastodas aquellas cosas que nombramos.

    Al amarte, yo mismo me he nombrado:VI

    Al final de la noche, ella

    tuvo la palabra final,otro fue favorecido: el sujetode aquellos versos por los que un da me hice odiado y a la vez famoso. Producto de aquel vergonzoso hecho, escribira el mejor epigrama de mi vida y de todo el imperio:

    Esta ser mi venganza:Que un da llegue a tus manos el libro de un poeta famosoy leas estas lneas que el autor escribi para tiy t no lo sepas.1

    Pero a quin engaar? Lesbia lo sabe.

    Ella ha ledo en peridicos y muros, e incluso de la boca de otros amantes,cada una de esas lneas,y no le importa quin las escribi:

    CONTRACANTO

    Destrozado en la jaula de los tigres, ensangrentado por fin de la vida, nadie imaginaba que su poesa iba a reconstruir los muros y las estatuas romanas despus de aquel terrible incendio. Nadie se imaginaba, tampoco, que con ella sera posible castigar a todos aquellos que amaran ms all del amor y las leyes.

    Pobre Valerio Catulo, ahora que ests muerto y eres aplaudido por todo el senado, ahora que los ms grandes pensadores de la poca hablan de ti durante sus orgas, no puedes defenderte de tu propio canto.

    Esa Cituk Andueza (1988)BIENAVENTURANZAS

    Dichosos los que se cortan las venasy de su cuerpo dejan fluir una fuente de rubes:ellos tienen su propio reino

    Bienaventurados los que ingieren sobredosisde pldoras sin receta mdica:estn por encima del bien y el mal

    Felices quienes brindan con la copa llenade cido nctar letalporque conocen el poder de la decisin.

    Dichosos los que saltan al abismoy en el fondo los esperan el mar o el asfalto:vern a Dios y al Diablo.

    Bienaventurados quienes besan el revlvery se alimentan con el fruto del gatilloporque saben del equilibrio entre la vida y la muerte.

    Felices los que rodean su cuello con una sogay dejan su cuerpo suspendido en el vaco:no sern perseguidos ni ultrajadosy nadie podr torturarlos, pues sus nombresestn escritos en la piedra.

    1 De Ernesto Cardenal.

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    AMASIJO

    Mi rostro es un amasijo de nios pidiendo limosna; un nio plido como niebla vende rosas en celofn; otro, como ttere sostiene un cajn de madera y ofrece cacahuates, paletas, cigarrillos; una nia simula una sonrisa de cobre cuando ofrece sus chocolates por cinco pesos, pero ya estn derretidos; otra, con cuerpo de alambre que no madurar en mujer vende abanicos artesanales.

    Todos miran con sal en los ojos y sus voces se arrugan como envoltura de dulces; caminan resistiendo el impulso de correr hacia el parque, donde las palomas han barnizado los columpios con el estuco de su estircol y gritan: paz!, paz!, vivimos en la ciudad de la paz! Y no puedo cerrar los ojos cuando la inocencia se acuesta sobre una banca de ese parque; no puedo abrir la boca cuando debo subir a la carreta de la vejez, que muchos pasajeros llaman madurez y seriedad. Por el camino van quedando los nios con sus manitas extendidas, mugrosas de dinero, y no puedo voltear hacia atrs: mi rostro es un amasijo de ancianos pidiendo limosna.

    BITCORA DEL NAVEGANTE

    Arriba est la luz, el ocano el puerto de abrigoque dejamos cuando abrimos los ojoscuando navegar es detener el navo

    La luz navegante que est de pasoen el rostro, la playa y el centro de la noche

    Ante nosotros se extiende la red de olasEstamos presos la piel de hielo nos detiene

    o abandonamos el viaje a mitad del marNavegar insistir en el movimientocuando no hay calma: el nico nufragoes el nombre

    Abajo la memoria se ahoga en el salitrey el rostro del ocano el ocano del rostrose cubre de navos que anhelan avanzarllegar a puerto, anclar en plena luz

    Cuando abrimos los ojos se advierteque los navos acaban de zarpar Rod Quijano (1992)

    PRESAGIO

    Una alegra absurda nos tomaba de la cintura,y vos cantabas arrastrndome a cruzar la calle,

    a entrar en el mundo de los peces colgados del aire.Julio Cortzar

    Deb saberloel da que inici la imitacin de tu graznido.

    Tu voz de plumase alunaba y se caa en el estanque de los

    patosy yo arrancabala yedra de mi cola para atarme a tus

    canciones.

    Deb saberlocuando seguiste el tejido hasta los rboles de piedray el viento de los cardos,ondulante, de mi boca se llev

    la chispa primigenia.

    ALABANZA

    Estos muroscantan con la lluvia. Los caparazones y las flautasque pintamosdesempolvan sus virtudesy se alegran. La ciudad entera es una lluvia!

    Un diluvio de silbidos, de alabanzas!

    Nuestra voz alumbra el cielo.

    En los brazos de la nocheresplandecennuestras vidas.

    NOCTURNO

    Si nada nos distingue de la noche,

  • somos unocon la noche misma,de modo que a las diez de la maanano existimos ms.

    RETRATO

    De ptalos tu cuerpo,jardn que se embellece de latidos,murmullos y miradas con presagio;

    Edn que se desborda al margen de la luz.

    De ptalos tu nombre,retoo de mi aliento,arrullo de las nubes,cancin de floren flor.

    Irma Torregrosa (1993)

    La hierba,silencio verde,arrulla con su canto la maana.

    La luz,silencio oro,abrasa las ventanas de la casa.

    La tarde,silencio rojo,navega la cintura de la calle.

    Tu sombra,silencio noche,detiene el umbral de los recuerdos.

    Tu nombre,silencio luna,habita pasajero entre mis labios.

    DOCE Y MEDIA: CMO PASAN LAS HORAS

    Encend las estrellas,me sent aqu,en esta lunasin leer ni hablar.

    El silencio es un manto que me abraza,me hunde en sus cabelloscomo a un gato en busca de su origen.

    Teatros y cafs que una vez fueroncalles que olvido.Los adioses tuyos,los mos, los llamados apenas atendidos de la ciudad.

    Tu perfume de hierba acaricia mis pestaasy vivesen la luna,en mi cabeza, en mis manos.Doce y media: cmo pasan los aos.

    Canto a la voz que resuena bajo los pasos de la tierra por las manos del aire que acarician tus mejillas y el golpeteo del agua en mis cavernas. Grito tu nombre en el campo abierto que es esta alcantarilla y las flores brotan de aquel montn de basura. Soy la nia que platica con la muerte, el huracn que arroja aquella mariposa. Soy la idiota que baila con las hierbas, la que abre sus labios a los besos de la lluvia. Soy los pies que se hunden al tacto de la ola, la mujer que antes de nacer fue palmera. Soy los peces, las aves, el agua, la sangre, el rbol de tus libros, una foto escondida entre las hojas.

    Soy el silencio que duermeen tu sonrisa de las maanas.

    Mi madre tiene la boca llena de muertoscuando la primera taza de caf del da,cuando sube al auto, cuando pide a Dios por nosotros.

    No creo en los milagros, pero inventara un Diosque matar si no escucha los ruegos

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    que yo escucho en las noches con la oreja pegada a la pared,casi abrazndola para que no llore,diciendo que la sombra tambin es la vida,que la muerte tambin es la vida.

    Cmo extrao a la mujer que no conoc,a la sonrisa que le dio de comer a los venadosal beso que marc el principio de mis tiempos.Cmo extrao a esa nia que am como yo lo hago,que no sabe que el tiempo es el mismo, que somos nosotros los culpables de la incertidumbre.

    Mi madre tiene ojos de batallas perdidasy las manos llenas de cielo,mi madre tiene la boca llena de muertosy yo una sonrisa quebradade miedopara que no se vaya.

    Brenda Martnez Vrguez (1995)

    CANTO FNEBRE DE LA CREACIN AL RBOL

    Tierra eslo ms visible ahora de tu cuerpocorrompido de piedra funerariaque deja un vaco del lado izquierdo de los atardeceres innombradoso esa piel cuarteada de suspiros,de lamentos y tiempo consumido.Te vas y dejas todo:tus hijos, el pequeo de tus nietos,se que ahora te busca por la tierraen tu nuevo escondite para juegos,

    buscndote, ensucindoseentre ese lodo de lgrimas,buscando tu mano de races delgadas.Yo no hago nada para encontrarte,porque t marcas mi profeca:Tierra ser.

    O supongo con un poco ms de feImagino que a Dios se le olvida

    Patricia Medina

    Imagino que a Dios se le olvidaalgunas veces mi nombre.Cuando cree recordarme,me ve a los ojos,se da cuenta de que existo,me quita el polvoy me pone en su memoria.

    De lo que estoy segurao supongo con un poco ms de fees que, si quiero que me olvide,slo cierro los ojosy me traga el silencio.

    HAMBRE EN VERSO

    Aprend a mentirme a escondidas,hablar del silencio como mi mejor amigo,supe buscar en la oscuridady encontrar con la marea.

    Aprend a jugar con el tiempo,enamorarlo a compases,fingir armar rompecabezas,

  • susurrarle a las palmeras,aprend a olvidarme de sus versos:a devorar poetas.

    Andrea Mndez Leal (2000)

    Basado en el caligrama A los marinos de Agustn Labrada Aguilera.

    unbarcoque flotaen la tierray un avin que vuela en el marson normales en mi sueocomo en mi despertar

    Qu SER?

    Basado en el poema Misterio, de Javier Espaa.

    Ser el toque del cartero,el aullido de mi perro

    o mi hermanita durmiendo,la msica en mi telfono,una trompeta del cielo,un fantasma en el librero,el chisme que lleva el vientoo el tonto que est leyendo?

    DESEOS

    Basado en el Nocturno de la estatua, de Xavier Villaurrutia.

    Querer sentir mi alma y encontrar slo viento.Querer tocar el viento y sentir humo.Querer sentir el humo. Encontrar polvo.Querer cantar el polvo y ver la sal.Querer ver sal y servirse la azcar.Querer probar la azcar y me sabe a jabn.

    ANTIPOEMA

    Basado en Solo de piano, de Nicanor Parra.

    Ya que la lluvia es agua, lgrimas, sudores,por qu no ver cristales, diamantes, supernovas?

  • La Dcimo Tercera Legislatura del Congreso de Quintana Roo firm el Acuerdo de Creacin de la Conferencia Nacional de Legisladoras y Legisladores con-tra la Trata de Personas, al que se sumaron otros quince congresos locales del pas, inform el presidente de la Gran Comisin del Congreso del Estado,

    el diputado Manuel Aguilar Ortega.

    Durante la instalacin de la Conferencia Nacional de Legisladoras y Legisladores Contra la Trata de Personas, que tuvo lugar en el Senado de la Repblica, y a la que tambin asistieron las diputadas Leslie Baeza Soto y Patricia Snchez Carrillo, sus in-tegrantes coincidieron en la necesidad de armonizar las leyes locales con las fede-rales y los tratados internacionales en materia de trata de personas, con el objetivo de hacer eficaz el combate a ese delito.

    La instalacin de la Conferencia Nacional de Legisladoras y Legisladores contra la Trata de Personas fue encabezada por el senador Ernesto Cordero Arroyo, presidente de la Mesa Directiva; y entre los puntos del acuerdo destaca el de dar seguimiento a las polticas pblicas instrumentadas por los distintos rdenes de gobierno para asegurar que cumplan con su objetivo de hacer frente a la trata de personas.