revista septiembre 2013 9
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VOZ Y MOVIMIENTO
Órgano de difusión de Centro Político Mexicano
Año 15. N. 169 Septiembre de 2013
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En éste número: Ø ¿Por qué agredimos a otros mexicanos?
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VOZ Y MOVIMIENTO
Órgano de difusión de Centro Polí5co Mexicano A.P.N. Editado, Publicado y Distribuido por Centro Polí5co Mexicano A.C. CERTIFICADO DE RESERVA DE DERECHOS DE LA SEP 04-‐999-‐081717043100-‐106 Director Editorial Federico Riveros Or5z Jefe de Edición Lic. Ma. Edith Barriga Medina Voz y Movimiento invita: Todas las personas que deseen colaborar en nuestras publicaciones, pueden enviar sus propuestas a: [email protected] [email protected]
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EDITORIAL E n é s t e m e s , t a n importante para todos los mexicanos, en éste mes patrio, consideramos que era necesario hacer una reflexión en torno a cómo nos percibimos al interior del país. Para ello, hemos tomado como punto de partida un fenómeno que es muy l lamativo en a l g u n o s f o r o s d e discusión virtuales: un pleito recurrente en el que a l g u n a s p e r s o n a s , habitantes de estados del n o r t e ( a u n q u e n o exclusivamente del norte) insultan a los habitantes del Distrito Federal y
viceversa. E s t a s “ d i s c u s i o n e s ” generalmente carecen de a rgumentac ión y se centran en lo que creen que es o en cómo creen que son los otros: en suma en prejuicios. P o r e l l o , e n é s t e septiembre, dedicamos éste número a ésta forma de comportamiento de algunos mexicanos, con el fin de que pensemos en cómo esto influye en la forma de relacionarnos entre nosotros.
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¿Por qué agredimos a otros mexicanos? Es muy común (o por lo menos así me ha tocado escuchar) que en algunos estados de la República Mexicana hay una forma estereotipada y denigrante de ver a las personas que habitan el Distrito Federal; es incluso común escuchar frases como “haz patria y mata a un chilango”. Cualquiera pensaría que, siendo todos habitantes de éste hermoso país que es México, podría desarrollarse una cierta hermandad entre nosotros, a tal punto de defendernos ante ataques externos (cuando los hubiera): la realidad es que muchos ataques provienen del interior mismo.
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Esta postura es lo que algunos estudiosos denominan como regionalismo, y que hace alusión a que, aún reconociendo que dentro del país hay una comunidad política superior, se defiende de manera específica una de sus partes es decir, una región. Lo de “comunidad política superior” no implica menosprecio a las capacidades políticas de los diferentes estados, únicamente es una alusión a la manera en que se ha concentrado el poder en la capital mexicana.
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Es ta pos tu ra se r í a positiva si con ella se buscara adecuar las acciones del Estado a l a s n e c e s i d a d e s específ icas de cada l o c a l i d a d , l o c u a l redundaría en un mayor y mejor acercamiento de los ciudadanos a cómo gest iona e l Estado. Desafortunadamente, en el tema que me permito abordar, no es ese el caso. El regionalismo, como
tal, implica un amor a la propia región, lo cual no solo es positivo, sino encomiable. El problema es cuando mentalmente se hace una oposición entre eso que amamos y e l r e s t o , q u e l o p e r c i b i m o s c o m o amenazante, peligroso o que atacamos por una apa ren te v i s i ón de m e n o s p r e c i o h a c i a aquello que es diferente de nosotros.
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C a b e a c l a r a r q u e también el menosprecio se registra en el otro sentido: gente que vive e n e l D . F. y q u e erróneamente ve como por debajo del hombro a los que viven en otros e s t a d o s , a l o s “provincianos”. Pero, ¿qué es lo que nos impulsa a atacar de esa manera a nues t ros compatriotas, ya sea que vivan en uno u otro
es tado? Cua lqu ie ra pensaría que hay en esas actitudes un cierto s e n t i m i e n t o d e superioridad que hace que unos digan que son m á s t r a b a j a d o r e s , limpios, honestos, etc. q u e l o s d e l D . F. , mient ras que es tos u b i c a r í a n s u superioridad en sentirse más cultos, más de mundo, progresistas y educados que los de algunos otros estados.
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Pero lo que sucede es que ninguna de las dos posturas es cierta. Es más, en honor a la v e r d a d , e s a s características arriba enunciadas las poseen muchos mexicanos, sin necesidad de que nos limitemos a un área u otra de la República. ¿Por qué entonces ese afán de atacar al otro?
Quizá el riesgo no está en que lo sintamos diferente y que, por t a n t o , a t a q u e m o s aquello que difiere de cómo somos. Quizá el verdadero peligro que perciben quienes se centran en esos ataques e s , j u s t a m e n t e , descubrir cuán iguales son a aque l lo que denostan.
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Pensemos, por ejemplo, que la multiculturalidad del Distrito Federal está d a d a p o r l a g r a n cantidad de personas que han llegado de los diferentes estados y se han quedado a vivir y t raba ja r aqu í . Esas personas, al dejar sus lugares de origen en aras de encontrar otro tipo de vida, pueden sentir la tentación de menospreciar a los de “provincia” porque no quieren parecerse a ellos. Y no es que dejen de querer sus raíces, es c a s i m á s b i e n u n mecanismo de defensa
que les hace rechazar sus orígenes por temor a seguir siendo eso “un provinciano”. Es incluso u n a m a n e r a d e adaptarse, si se quiere errónea, pero al fin y al cabo una manera de querer integrarse a su nuevo ambiente. Ejemplo de ello son los padres que, en algunos estados, prohíben a sus hijos h a b l a r s u l e n g u a materna, por miedo a q u e l o s r e c h a c e n : rechazan aquello que puede causar que los demás no los acepten, como protección, como defensa.
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Si ese es el caso, claro que hay una reacción defensiva de los otros, que sienten, con justa razón, que les están dando un trato indigno, un trato de menosprecio. Aunque también sucede que a veces atacamos aquello que anhelamos, para que duela menos el no tenerlo: tal vez sin querer se anhelan las comodidades que hay en la capital o los beneficios que a sus ojos pudieran tener sus habitantes. Pero en el fondo, el gran problema, es que tendemos a estereotipar y a pre- juzgar. Quienes inician esos ataques (que me ha tocado observar en distintos foros y redes sociales) no atacan argumentando, más bien es como una reacción visceral. Vale la pena que pensemos en esto porque un México dividido (por las razones que sean) no conviene a ningún mexicano.
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Vale la pena darnos cuenta que la presencia del otro nos enriquece, n o s n u t r e , n o s acompaña. En la medida en que dejemos de percibir al otro como un enemigo al que hay que atacar, en esa misma m e d i d a e s t a r e m o s aceptándonos como
seres completos, no sólo queriendo ver la parte nuestra que nos gusta, sino siendo conscientes de aquel lo que, en n o s o t r o s m i s m o s , r e c h a z a m o s… p a r a finalmente integrarlo e integrarnos.
Antonio Pardo Figueroa
COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL DE CENTRO POLÍTICO MEXICANO 2011- 2014
Presidente Profesor. José Alberto Mejía Mendoza
Vicepresidente Lic. Virgilio Onofre Or5z
Consejero General Lic. Isabel Mendoza García
Coordinador General C. Pedro Jesús Sánchez Román
Secretario General C. Víctor Federico Pons Iniestra
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