romanticismo español literatura
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LITERATURA:
ROMANTICISMO Y POSROMANTICISMO
Fuente: Historia de la Literatura, Santillana: Alberto Blecua y otros.
RECOMENDACIONES:
• Estas hojas deben ser estudiadas obligatoriamente para el control de literatura
que haremos dentro de un par de semanas.
• Se pueden abordar de muchas maneras. Un consejo es que forméis grupos de
tres o cuatro personas y os repartáis la tarea de resumir y esquematizar cada
uno de los epígrafes que aparecen en la página 2. Una vez repartida la tarea
podéis aunar esfuerzos. También puede ser realizada esta tarea
individualmente.
• Las preguntas que pueden salir en el examen versarán sobre cada uno de estos
epígrafes y pueden ser sobre un epígrafe entero (Por ejemplo: Espronceda o La
poesía romántica) o sobre algún aspecto concreto (por ejemplo, preguntas
cortas del estilo: cita algunos autores que cultivaron el teatro o cita tres obras
de un autor concreto).
• Por último, interesa mucho leer los textos y saber relacionarlos con las
características del Romanticismo. Algunos de estos ejercicios los realizaremos
en clase para ver cómo se hacen. Este aspecto es el más interesante, ya que
constituye un buen principio para efectuar un Análisis de texto (en selectividad
es una de las preguntas más complejas).
• En la página web colgaré material auxiliar y complementario para ayudar y para
aquellos que quieran profundizar en el tema.
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1. CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS DEL ROMANTICISMO
ESPAÑOL.
2. LA POESÍA ROMÁNTICA
2.1. Poesía lírica
2.2. Poesía narrativa
2.3. José de Espronceda
3. LA PROSA ROMÁNTICA
3.1. La novela histórica
3.2. El costumbrismo
3.3. Mariano José de Larra
4. EL TEATRO ROMÁNTICO
4.1. El duque de Rivas
4.2. José ZorrilIa
5. EL POSROMANTICISMO
5.1. La poesía posromántica
5.2. Gustavo Adolfo Bécquer
5.3. Rosalía de Castro
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1. CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS DEL ROMANTICISMO
ESPAÑOL
El desarrollo del Prerromanticismo español de las últimas décadas del siglo
XVIII se vio frenado por las circunstancias históricas que vivió España: primero
la guerra de la Independencia (1808-1814) y después el restablecimiento del
absolutismo por Fernando VII (1814-1833), que persiguió a los liberales y
reprimió la vida cultural. Por eso, el Romanticismo no pudo triunfar en España
hasta la muerte del Rey (1833) y el consiguiente establecimiento de un régimen
político de carácter constitucional, que rehabilitó a los liberales. Entre ellos
figuraban escritores que, como el duque de Rivas, Espronceda o Martínez de la
Rosa, habían salido neoclásicos de España y volvían a ella románticos
convencidos. De esta manera se produjo una coincidencia entre la implantación
del liberalismo y el triunfo del Romanticismo. Estas circunstancias históricas
explican que el Romanticismo español tuviera una orientación ideológica
claramente liberal. No parece casual que la primera obra romántica estrenada
en España fuera La .conjuración de Venecia, de Martínez de la Rosa. Aunque
ambientada en la Venecia medieval, esta obra tiene un tema claramente
relacionado con la situación de España en aquel momento, ya que trata de la
lucha de los defensores de la libertad contra tirano veneciano. Fue un gran
éxito y, el mismo año del estreno (1834), Martínez de la Rosa fue nombrado
jefe de gobierno.
El Romanticismo español, además de tardío, fue un movimiento bastante
efímero, puesto que duró apenas una década (1834-1844). Después, hasta
1868, se produce un período de transición que conocemos con el nombre de
Posromanticismo, en el que la literatura va evolucionando hacia las nuevas
formas del Realismo.
2. LA POESÍA ROMÁNTICA
La poesía lírica adquirió un gran desarrollo durante el Romanticismo, ya que el
género más apto para la expresión de los sentimientos: el desengaño amoroso,
la soledad, las ilusiones e ideales. Una vez abandonadas las restricciones que
imponía eI Neoclasicismo, la libertad de creación permitió la búsqueda de un
estilo personal, En especial, la poesía romántica inglesa y la poesía alemana
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alcanzaron niveles de extraordinaria calidad. En cambio, la poesía romántica
española no produjo obras de gran valor. Aunque expresiva de sentimientos
auténticos, no logra, en general, transmitir al lector una sensación de
autenticidad. Por su contenido podemos dividirla lírica, que expresa
sentimientos, y narrativa, que relata sucesos históricos o legendarios
2.1. Poesía lírica
La lírica se caracterizó por el uso de un estilo retórico y altisonante, lleno de
declamaciones, como se observa en estos versos del duque de Rivas:
¡Qué afán! ... ¡Cielos.! ¿Acaso
mi constante pasión, mi fe sincera
merecen premio tal? .. Inadvertido
la vi, la amé, y el alma, el alma entera
le di, y el corazón ... ¡Oh cuán dichoso
al ser suyo me hallé'!
Los poetas románticos realizaron grandes innovaciones en la versificación.
Combinaron el uso de las estrofas clásicas con la creación de nuevas
combinaciones métricas. La polimetría, el uso de diversas variaciones métricas
dentro del mismo poema, fue una práctica corriente. Entre las estrofas, la más
destacada fue el romance utilizada con profusión. Los temas abarcan una
gama de sentimientos reiterativa: la mujer ideal, el desengaño amoroso, la
soledad. Con frecuencia, estos sentimientos se funden con el paisaje que
refleja la tristeza a través de una serie de motivos: la noche, la luna, el
cementerio, las ruinas medievales, el mar, la tempestad ...
2.2. Poesía narrativa
Más que la expresión de sentimientos, en la poesía romántica abundó la
narración de leyendas y acontecimientos históricos. Serán los poetas
posrománticos (Bécquer, Rosalía de Castro) los que lograrán expresar su
intimidad sinceramente, pero de manera delicada, mediante sugerencias
simbólicas más que con exclamaciones grandilocuentes.
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2.3. José de Espronceda
El poeta más destacado de nuestro Romanticismo nació en 1808 en un
pueblecito de la provincia de Badajoz, unos meses antes del estallido de la
guerra de la Independencia. Estudió en Madrid, y tuvo como profesor al poeta
Alberto Lista. Era rebelde y poco estudioso. Por afán de aventuras, en 1827 se
marchó a Lisboa, donde conoció a Teresa Mancha, el gran amor de su vida.
Fue expulsado de Portugal y se trasladó a Londres, lugar al que también
acudió Teresa, quien dos años después se casaría con un rico comerciante
español. Unos años después, luchó en París en las barricadas durante las
jornadas revolucionarias de 1830. Participó también en una acción armada
organizada por un grupo de liberales españoles que intentaron penetrar en
España por el Pirineo navarro. De nuevo en París se reunió con Teresa, que
abandonó a su marido. En 1833, los dos regresaron a España, donde, a la
muerte de Fernando VII, había comenzado la instauración de un régimen
liberal.
Espronceda tomó parte activa en la vida política del país desde posiciones
radicales, de orientación republicana y socialista en sus últimos años, por lo
que fue detenido y encarcelado en varias ocasiones. Teresa lo abandonó
llevándose a la hija de ambos, dejándole sumido en la desesperación. Un día
de 1839, el poeta vio casualmente el cadáver de su amada que acababa de
morir. La fuerte impresión que le produjo este encuentro se plasmó en su
poema «Canto a Teresa». La agitada vida de Espronceda, típicamente
romántica, terminó en plena juventud a causa de una infección de garganta.
Podemos distinguir tres etapas en la poesía de Espronceda:
• Neoclásica (1822-1830). La formación literaria recibida de Lista, su
maestro, le lleva a cultivar en sus inicios los tópicos pastoriles al modo
de Meléndez Valdés o bien los temas cívicos como la exaltación de la
libertad, siguiendo a Quintana. En esta etapa destaca el extenso poema
narrativo Pelayo, sobre el fin del reino visigodo y la invasión musulmana.
• De transición (1830-1834). Durante su exilio va evolucionando hacia
el Romanticismo, con temas medievales y ambientaciones árabes y
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caballerescas. A esta época pertenecen el poema narrativo «Óscar y
Malvina» y el «Himno al sol».
• Romántica (1834-1842). Desde su vuelta a España escribe de manera
más personal sus grandes obras, con un Romanticismo de orientación
social.
Poesía romántica
Durante su tercera etapa, la más valiosa, Espronceda escribe poemas
líricos y poemas narrativas. Los líricos tratan diversos asuntos, entre los
que destaca la defensa de los marginados por la sociedad ("Canción del
pirata", «El mendigo», «El reo de muerte», «El verdugo»). El poeta se
identifica con ellos porque también se siente un rebelde, un proscrito.
Los poemas narrativas son El estudiante de Salamanca y El diablo
mundo. El primero, ambientado en el siglo XVII, cuenta la agitada vida
de Félix de Montemar, personaje donjuanesco que simboliza la exaltada
y rebelde vitalidad romántica. Félix seduce y abandona a Elvira, que
muere de dolor. Una noche, el protagonista vislumbra a una dama
vestida de blanco que pasea por las calles. Excitado por la curiosidad, la
va persiguiendo hasta que la alcanza. Horrorizado, descubre que es el
esqueleto de Elvira. El fantasma lo arrastra a los infiernos en un
torbellino. La obra presenta gran variedad métrica: romances, octavillas,
octavas reales, serventesios, décimas, así como combinaciones
originales. El estilo es efectista y grandilocuente, con imágenes
sorprendentes, truculentas y llenas de contrastes violentos.
El poema titulado El diablo mundo, publicado por entregas a partir de
1840, quedó inacabado. Se compone de una introducción y seis cantos,
así como de unos fragmentos del canto VII, lo que supone más de 6.000
versos. Tiene una intención ideológica, la de demostrar, de acuerdo con
Rousseau, que el hombre es bueno por naturaleza y que es la sociedad
la que lo convierte en egoísta y malvado. El protagonista, Adán, es un
sabio que, por medios sobrenaturales, se convierte en un joven con alma
infantil, sin ninguna malicia. Pronto irá descubriendo la maldad humana
aleccionado por un viejo delincuente. Especial interés tiene la segunda
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parte del poema, el «Canto a Teresa», que no tiene relación con la
historia de Adán. Es una emocionada elegía en la que Espronceda
recuerda las apasionadas relaciones que mantuvo con su amada.
El diablo mundo posee una estructura muy desordenada. Todos los
géneros aparecen mezclados: hay fragmentos líricos, narrativas,
teatrales. Las digresiones e inter venciones del autor son constantes. El
tono oscila bruscamente entre lo sublime y Filosófico y lo grotesco y
humorístico. El propio poeta confiesa que escribe «sin ton y son y para
gusto mío». A pesar de todas estas limitaciones, se trata de un
ambicioso proyecto poético, sin igual entre los de su tiempo, y que
contiene espléndidos fragmentos.
3. LA PROSA ROMÁNTICA
3.1. La novela histórica
La novela romántica no trató casi nunca los temas contemporáneos, sino que
se inspiró en épocas pasadas, en especial en la Edad Media. Esto se debe a
que los románticos consideraban que la sociedad moderna era prosaica y poco
interesante desde el punto de vista estético. El creador de la novela histórica
fue el escocés Walter Scott (1771- 1832), conocido sobre todo por Ivanhoe
(1820), que narra las luchas entre sajones y normandos en la Inglaterra del
siglo XII.
La novela se difundió en forma de libro, pero sobre todo por medio de la
prensa, que iba publicando diaria o semanalmente un fragmento de la obra. De
ahí que la dirigida a un público masivo se conozca como novela por entregas o
novela de folletín. Aunque hubo novelas de gran calidad literaria que se
difundieron a través del folletín, la mayoría buscaron satisfacer los gustos de un
público amplio, de poco nivel cultural.
Para ello recurrieron a argumentos basados en intrigas truculentas, llenas de
aventuras o de episodios sentimentales. En España, la novela histórica no
produjo obras de gran calidad. La más interesante es El señor de Bembibre
(1844), de Enrique Gil y Carrasco (Villafranca del Bierzo, 1815-1846).
Ambientada en la comarca de El Bierzo, narra una historia de amor situada en
medio de los conflictos que condujeron a la disolución de la orden de los
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templarios en el siglo XIV. La novela tiene una sólida documentación histórica y
cuenta con excelentes descripciones del paisaje leonés.
3.2. El costumbrismo
La otra manifestación de la prosa romántica es el costumbrismo, género
estrechamente relacionado con el periodismo, que en el siglo XIX alcanzó un
gran desarrollo. Vinculados generalmente a los partidos políticos, surgieron
multitud de diarios, aunque de poca tirada y corta vida. Las revistas -de
aparición semanal, quincenal o mensual- tenían una orientación menos política
y más cultural. En ellas es donde se publicaron los artículos de carácter
costumbrista. Sólo una parte de estos artículos, los de los autores más
famosos, se recogía después en libros. A diferencia de la novela histórica, el
costumbrismo trata de la sociedad contemporánea. Describe costumbres
populares, personajes y oficios típicos del país. Ante los profundos y rápidos
cambios experimentados por la sociedad, el costumbrismo trata de reflejar con
cierta nostalgia las costumbres que están en peligro de desaparecer.
Ramón de Mesonero Romanos (1803-1882) es uno de los principales
escritores costumbristas. Destacado periodista, dirigió publicaciones como el
Diario de Madrid y el Semanario pintoresco. Utilizó el seudónimo «El Curioso
Parlante». El núcleo central de su obra 10 constituye la serie Escenas
matritenses (1842), que se reeditó en varias ocasiones.
El costumbrismo de Mesonero Romanos, aunque se produjo en pleno
Romanticismo, no responde al espíritu romántico, que el escritor consideró una
moda exagerada y pasajera. Su mentalidad moderada y realista, su voluntad
de pintar la realidad social circundante lo convierten en un precursor de la
novela realista y así lo reconocería Galdós. Mesonero, ya en 1839, en pleno
auge del Romanticismo, proponía una novela que reflejara la sociedad sin las
distorsiones de los románticos extranjeros:
«Describamos nuestra sociedad, por fortuna no tan estragada y petulante;
estudiemos nuestros propios modelos; venguemos el carácter nacional y las
costumbres patrias, ridículamente desfiguradas por los autores extranjeros».
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3.3. Mariano José de Larra
Mariano José de Larra (1809-1837) nació en Madrid, hijo de un médico
afrancesado, es decir, partidario de Napoleón. En 1813, cuando los franceses
se retiraron de España, su familia tuvo que emigrar al país vecino. Allí vivió
cinco años, interno en un colegio parisino, llegando a olvidar casi por completo
su lengua materna. De regreso a España, pudo comprobar las grandes
diferencias que existían entre la moderna sociedad francesa y la atrasada
sociedad española, sometida al absolutismo de Fernando VII De ahí arranca su
firme defensa de la necesidad de europeizar España.
En 1828, a los diecinueve años, fundó su primer periódico, El duende satírico
del día, que duró poco tiempo. En 1832 empezó a publicar una serie de folletos
satíricos de mucho éxito: El pobrecito hablador. Pero su fama se consolidó
sobre todo a partir de 1833, cuando, ya bajo el régimen liberal, publicó en
diarios y revistas con el seudónimo «Fígaro».
A pesar de su éxito como periodista, Larra se encontraba cada vez más
decepcionado de la política, en la que había intentado intervenir como
diputado. A esta decepción hay que unir la derivada de sus fracasos amorosos.
Casado joven, su matrimonio no tuvo éxito y su esposa lo abandonó. Sus
relaciones con Dolores Armijo, mujer casada, fueron muy inestables, hasta que
en febrero de 1837 se produjo la ruptura definitiva. Sumido en una fuerte
depresión, el escritor se suicidó disparándose un pistoletazo.
Artículos periodísticos
Los artículos periodísticos de Larra se clasifican en tres grupos:
Artículos de costumbres. Critican la sociedad española de su tiempo,
atrasada e inculta. El costumbrismo de Larra es distinto del de los demás
escritores del género. No se basa en la nostalgia del pasado, sino en la
defensa de la europeización, la modernización del país. Así, por ejemplo, en su
famoso artículo «Vuelva usted mañana» critica la burocracia de los organismos
oficiales. Su modelo es la sociedad francesa, que había conocido durante su
infancia. Pero esta actitud es compatible con un decidido patriotismo, que le
lleva a rechazar la absurda admiración por todo lo extranjero, derivada de «la
injusta desconfianza que de nuestras propias fuerzas tenemos». Larra no
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pretende, pues, describir tan sólo costumbres, sino sobre todo contribuir a
reformarlas.
Artículos políticos. Atacan con dureza a los carlistas, partidarios del
absolutismo, pero también a los gobiernos liberales de tendencia moderada.
Artículos literarios. Son comentarios sobre diversas obras literarias, en
especial teatrales. A pesar de que como autor es romántico, como crítico
literario Larra se muestra ecléctico en la polémica entre neoclásicos y
románticos.
Larra pretende convencer al público, y para ello emplea un estilo directo y sin
complicaciones, aunque con un lenguaje muy cuidado. Casi siempre utiliza
anécdotas o pequeños relatos inspirados en la vida cotidiana, que se
convierten en ejemplificaciones de sus tesis. La ironía es constante, y a
menudo esconde una gran amargura. Como buen romántico, Larra no se limita
a describir, sino que se implica en sus artículos, que se convierten así en
confesión personal. Vuelca en ellos vivencias o sentimientos, como en «El día
de difuntos de 1836», en el que figuran patéticos pasajes: «Madrid es el
cementerio. Pero vasto cementerio donde cada casa es el nicho de una familia,
cada calle el sepulcro de un acontecimiento, cada corazón la urna cineraria de
una esperanza o de un deseo».
4. EL TEATRO ROMÁNTICO
El drama romántico expresa el conflicto existencial de la época: el choque entre
los ideales y la realidad, entre el individuo y la sociedad. El tema básico es el
amor, un amor apasionado que choca contra las normas sociales. Las
relaciones entre los amantes son conflictivas: ella está casada, pertenecen a
clases sociales distintas... De ahí que casi siempre termine en tragedia. Este
final desgraciado no supone una condena de la rebeldía amorosa, sino que los
románticos defienden la conciencia individual, el sentimiento como norma de
conducta por encima de las leyes y de las convenciones sociales. La defensa
del adulterio o el suicidio por amor provocaron grandes polémicas con los neo
clásicos, que acusaron al teatro romántico de inmoral y de corruptor de la
juventud.
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Como la novela de la época, el drama romántico suele situarse en un marco
histórico casi siempre medieval. Este marco carece de rigor histórico, ya que no
se trata de reconstruir el pasado, sino de situar en él los conflictos del presente;
es decir, el drama romántico trata los problemas del hombre romántico, pero
ambientándolos en la Edad Media.
La escenografía adquiere gran importancia, con predominio de ambientes me-
dievales: castillos, monasterios, bosques... Esto va acompañado de una mejora
de las condiciones materiales de los teatros, que se convierten en locales
construidos expresamente para su función, en sustitución de los precarios
patios de comedias. Arranca de esa época la distribución del teatro en
escenario, patio de butacas, palcos, etc. Paralelamente, adquieren gran
desarrollo aspectos técnicos como el vestuario, los decorados, los efectos de
luz y sonido...
Los románticos prescindieron de las reglas neoclásicas, así como de la
intencionalidad moralizante que tenía el teatro del siglo XVIII. La finalidad no
era educar al público, sino conmoverlo, emocionarlo. Los dramaturgos
románticos vacilaron entre el empleo del verso o de la prosa en sus obras,
llegando a veces a mezclarlos, pero finalmente se impuso el verso, que
perduraría hasta bien entrado el siglo xx. En España no pudieron estrenarse
dramas románticos hasta el cambio de régimen político derivado de la muerte
de Fernando VII (1833). Desde entonces fueron sucediéndose los estrenos de
obras importantes: en 1834, La conjuración de Venecia, de Francisco Martínez
de la Rosa, y Macías, de Larra; en 1835, Don Álvaro, del duque de Rivas; en
1836, El trovador, de García Gutiérrez; en 1837, Los amantes de Teruel, de
Hartzenbusch. La década de los cuarenta está dominada por las obras de
Zorrilla: El zapatero y el rey (1840), El puñal del godo (1843), Don Juan Tenorio
(1844), Traidor, inconfeso y mártir (1847).
4.1. El duque de Rivas
Nacido en Córdoba, de familia aristocrática, Ángel de Saavedra, duque de
Rivas (1791-1865), se educó en Madrid. A los dieciséis años se hizo militar, y
participó en la guerra de la Independencia, en la que fue gravemente herido.
Acabó la guerra con el grado de coronel de caballería. Cuando Fernando VII
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restableció el absolutismo, fue perseguido por sus ideas liberales y condenado
a muerte. Huyó a Londres en 1823 y después vivió en medio de dificultades
económicas en Italia, Malta y Francia. En 1834, tras la muerte de Fernando VII,
volvió a España, donde heredó el título de duque de Rivas y una gran fortuna.
Intervino en política como ministro, diputado y embajador en varias ocasiones.
En los primeros años de su regreso mantuvo posiciones progresistas, pero
después sus ideas evolucionaron hacia el conservadurismo.
Don Álvaro o la fuerza del sino
La obra más importante del duque de Rivas es Don Álvaro o lafuerza del sino
(1835), que supuso el triunfo definitivo del Romanticismo en España. Este
drama rompe totalmente con el estilo neoclásico: no sigue las tres unidades, ya
que la obra transcurre en varios años y en distintos lugares, y mezcla lo trágico
y lo cómico; consta de cinco jornadas o actos, ambientados en cinco lugares
distintos; intercala escenas en prosa con otras en verso, así como fragmentos
con un lenguaje retórico y culto con otros en los que se reproduce el habla
popular. Rivas, que fue dibujante y pintor, construye las escenas como
cuadros, concediendo gran importancia a los efectos escénicos. La iluminación
y el sonido realzan el sentido de ciertas escenas.
La ambientación de Don Álvaro se aparta de los típicos escenarios medievales
del drama romántico, ya que está situado en el siglo XV1II. Su tema principal
es la fatalidad, el sino, que persigue al protagonista. Mientras Don Álvaro se
encuentra conversando a escondidas con su amada, doña Leonor, es
descubierto por el padre de ésta. Don Álvaro lo mata accidentalmente y huye a
Italia, pero tiene que enfrentarse a la persecución de los hermanos de Leonor,
lo que le abocará a un final trágico.
4.2. José Zorrilla
José Zorrilla (1817-1893) nació en Valladolid. Su padre, jefe de policía durante
el período absolutista, se opuso siempre a su temprana vocación literaria. En
1836 huyó de su casa y se marchó a Madrid, donde pasó un período de
bohemia hasta que se dio a conocer con un poema recitado durante el entierro
de Larra (1837). Su matrimonio con una viuda bastante mayor que él fue un
fracaso. Estuvo unos años en París, donde se relacionó con los principales
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escritores franceses: Dumas, Sand, Musset. En 1854 se trasladó a México,
donde llevó una vida pobre y solitaria, sin mezclarse en la guerra civil que
dividía el país. Esta marginación terminó en 1864, cuando se convirtió en poeta
de la corte del emperador Maximiliano. En 1866 Zorrilla volvió a España,
cuando el Romanticismo ya estaba en decadencia, pero siguió gozando de
gran popularidad.
Don Juan Tenorio
Sin duda, su obra teatral más famosa es Donjuan Tenorio (1844), basada en El
burlador de Sevilla, de Tirso de Molina, y en El estudiante de Salamanca, de
Espronceda. Pero Zorrilla introduce una importante modificación en el
argumento tradicional: don Juan se enamora sinceramente de doña Inés, mujer
inocente y angelical. Es precisamente la fuerza de este amor la que le permite
redimir su vida escandalosa y salvar su alma, reuniéndose en el cielo con su
amada. La obra tuvo enseguida un éxito extraordinario, que se prolongó
durante largo tiempo.
Don Juan Tenorio se convirtió en un clásico del teatro español, creándose la
tradición de representada cada año el día de Difuntos. El éxito de Don Juan se
explica por diversas razones. Zorrilla se sirve de un personaje mítico, que ya
había sido abordado por grandes escritores (Tirso, Moliere, Byron,
Espronceda ... ). Su mérito radica en haber sabido adaptar el mito a la
mentalidad romántica y, sobre todo, en haber creado el personaje de doña
Inés, que carece de antecedentes. Por otra parte, Zorrilla maneja con maestría
la acción dramática, concentrándola en el protagonista y dándole un ritmo
rápido, que atrapa el interés del espectador. Por último, se apoya en una
versificación variada, de ritmo altisonante, pero fluido y fácil. Este hecho
favoreció que el público enseguida aprendiera de memoria fragmentos enteros
de la obra.
5. EL POSROMANTICISMO
En 1830 -cuando el Romanticismo todavía no se había introducido en España-,
autores como Balzac, Stendhal y Dickens ya publicaban importantes novelas
realistas. Hacia 1845 el Romanticismo español ya estaba agotado, pero no fue
sustituido por una literatura plenamente realista hasta 1868. Denominamos
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Posromanticismo al período de transición que va desde 1845 hasta 1868, en el
que coexisten diversas tendencias literarias. El Romanticismo exaltado de la
primera época va dando paso a una mentalidad mucho más moderada y
escéptica, que anticipa el Realismo. La literatura del período 1845-1868 es
ecléctica, es decir, oscila entre la pervivencia del Romanticismo y la búsqueda
de nuevos caminos de carácter prerrealista. Sin embargo, el Realismo pleno,
vinculado a la consolidación de la burguesía, no se da hasta después de la
revolución de 1868, que derrocó a Isabel II e intentó implantar un régimen
democrático.
5.1. La poesía posromántica
La lírica del período se caracteriza por reaccionar desde posiciones muy
diversas contra el espíritu y el estilo de la generación romántica anterior.
Podemos señalar varias tendencias:
• Poesía irónica y desengañada, que se expresará a través de un
lenguaje marcadamente prosaico. Su principal representante es
Campoamor.
• Poesía ideológica, de temática filosófica, religiosa o social,
expresada con un estilo retórico. Tiene a Núñez de Arce como poeta
más representativo.
• Poesía subjetiva, intimista, que utiliza el poema breve y un lenguaje
sencillo, pero poético. Bécquer y Rosalía de Castro son los máximos
exponentes de este tipo de poesía.
5.2. Gustavo Adolfo Bécquer
Gustavo Adolfo Domínguez Bastida (1836-1870) nació en Sevilla. Pronto
adoptó el apellido de sus antepasados, los Bécquer, que procedían de los
Países Bajos. Su infancia estuvo marcada por la temprana muerte de su padre
(1841), pintor costumbrista que gozó de cierta fama, y la de su madre, seis
años después. Estudió pintura en el taller de un tío suyo, pero a los dieciocho
años decidió irse a vivir a Madrid para triunfar como poeta. En la capital pasó
dificultades económicas y tuvo que realizar trabajos periodísticos, traducciones,
libretos de zarzuelas ...
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En 1858 conoció y se enamoró de Julia Espín, que más adelante sería una
conocida cantante de ópera. Ella parece ser la inspiradora de una parte de las
Rimas, que empezó a escribir en esa época. Los apuros económicos del poeta
acabaron a finales de 1860, cuando se colocó como redactor de El
Contemporáneo, diario conservador en el que publicó artículos diversos y
buena parte de sus leyendas. Durante un tiempo ejerció el cargo de censor de
novelas, que le proporcionó su amigo y protector, el ministro González Bravo,
jefe del partido moderado. Esto le perjudicó cuando se produjo la revolución de
1868, que derrocó a Isabel II y provocó la caída de su amigo y protector, último
primer ministro de la reina. Bécquer perdió su cargo y tuvo que volver a
dedicarse a colaborar en la prensa. Murió en 1870.
Las Rimas
La obra poética de Bécquer es breve, pero muy valiosa. Sus Rimas se
componen de un conjunto de poemas cortos, divididos en cuatro apartados
temáticos: la poesía (rimas I-X); el amor ilusionado (XI-XXIX); el fracaso
amoroso y el desengaño (XXXLI); la soledad y la muerte (LII-LXXVI).
Se trata, pues, de una poesía subjetiva, que expresa las vivencias del poeta. El
estilo es sencillo, sin retórica, pero de una gran perfección formal. Bécquer crea
un tipo de estrofas nuevas, con preferencia por la rima asonante. De esta
manera, el contenido del poema se expresa sin retórica, pero con gran
intensidad. Bécquer contrapone la poesía que se basa en la musicalidad del
verso, como la de Espronceda o Zorrilla, a la que brota calladamente del
corazón: «Hay una poesía magnífica y sonora -dice en un artículo periodístico-;
una poesía hija de la meditación y el arte, que se engalana con todas las
pompas de la lengua [... ] Hay otra natural, breve, seca, que brota del alma
como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye; y
desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, con
una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la
fantasía». Estas innovaciones reciben la doble influencia de la lírica romántica
alemana -en especial de Heine- y de las canciones populares andaluzas.
Ambas escuelas se basaban en el folclore popular. La renovación poética
emprendida por Bécquer no se hizo de manera aislada, sino junto a otros
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poetas menos conocidos: Augusto Ferrán, Eulogio Florentino Sanz, etcétera,
que seguían la misma tendencia.
La poesía de Bécquer tuvo una enorme influencia posterior, por lo que
podemos considerarlo como el precursor de varias tendencias de la poesía
contemporánea. Esta influencia se hace visible en los grandes poetas del siglo
xx: Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y los poetas del 27, en especial
Luis Cernuda y Rafael Alberti.
Obras en prosa
Bécquer escribió también numerosos textos en prosa, de gran calidad literaria.
Buena parte de ellos son de carácter periodístico y aparecieron como artículos
en la prensa de la época. Además de sus descripciones de varios templos
toledanos en la Historia de los templos de España, tienen especial interés las
cartas que con el título Desde mi celda publicó en El Contemporáneo durante
su estancia en el monasterio de Veruela. Son textos en los que se combina la
descripción paisajística con la confesión personal. También dio a conocer en el
mismo periódico unas Cartas literarias a una mujer, en las que expone su
concepto de poesía.
De su producción en prosa destacan las Leyendas, que se publicaron en la
prensa entre 1858 y 1864. Se trata de relatos fantásticos ambientados en su
mayoría en la Edad Media. En ellas Bécquer expresa, mediante una prosa que
con frecuencia alcanza resonancias poéticas, su problemática íntima: la
búsqueda de la mujer ideal, el desengaño ... Son especialmente conocidas El
monte de las ánimas, Los ojos verdes, Maese Pérez el organista, El rayo de
luna, La corza blanca, El beso, etc.
5.3. Rosalía de Castro
Rosalía de Castro (1837-1885) nació en Santiago de Compostela. Tuvo una
infancia solitaria y enfermiza, agravada por el hecho de que su padre nunca
pudo reconocerla porque más tarde se ordenó sacerdote. Pasó sus primeros
años en una aldea cercana a Santiago, separada de su madre, y sólo pudo
cursar estudios primarios. En 1858 se casó con Manuel Murguía, destacado
intelectual gallego, que contribuyó a la formación cultural de la escritora. El
matrimonio, aquejado de frecuentes desavenencias y dificultades económicas,
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residió en La Coruña, Santiago y Padrón. Tuvieron seis hijos, de los que varios
murieron con pocos años. Rosalía se dedicó al cuidado de su familia, sin
abandonar la creación literaria. Un cáncer puso fin a su vida.
Obra poética
La obra poética de Rosalía de Castro se compone de dos libros en gallego,
Cantares gallegos (1863) y Folhas navas (1880), que supusieron el
renacimiento de la poesía gallega, y uno en castellano: En las orillas del Sar
(1884). Aunque Rosalía de Castro vivió y escribió en el período de auge del
Realismo, su obra se aparta de las corrientes dominantes de su tiempo,
constituyendo un enlace entre la poesía becqueriana y la modernista. Como
Bécquer, Rosalía utilizó un estilo muy personal, sencillo y directo, que pretende
comunicar los contenidos sin complicaciones formales. Pero tal sencillez es
resultado de un gran dominio de las técnicas poéticas. Rechazó las estrofas
clásicas y creó otras nuevas, basadas preferentemente en la asonancia.
Algunas de sus innovaciones métricas, como el uso de alejandrinos, anticipan
las de la poesía modernista. Destaca también la perfecta fusión de los
sentimientos personales con la descripción del paisaje de su tierra.
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TEXTOS
José de Espronceda. Canción del pirataCon diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela,no corta el mar sino vuelaun velero bergantín.Bajel pirata que llamanpor su bravura el Temido,en todo mar conocidodel uno al otro confín.
La luna en el mar riela'', en la lona gime el viento,y alza en blando movimientoolas de plata y azul;y ve el capitán pirata,cantando alegre en la popa,Asía a un lado, al otro Europa,y allá a su frente Estambul.« Navega, velero mío,Sin temor,que ni enemigo navío, ni tormenta, ni bonanzatu rumbo a torcer alcanza,ni a sujetar tu valor.Veinte presashemos hechoa despechodel inglés,y han rendidosus pendonescien nacionesa mis pies.Que es mi barco mi tesoro,que es mi Dios la libertad,mi ley la fuerza y el viento,mi única patria la mar.
Allá muevan feroz guerraciegos reyespor un palmo más de tierra;que yo aquí tengo por míocuanto abarca el mar bravío,a quien nadie impuso leyes.y no hay playa,sea cualquiera,ni banderade esplendor,que no sientami derecho,y dé pecho"
a mi valor.Que es mi barco mi tesoro, que es mi Dios la libertad,mi ley la fuerza y el viento,mi única patria la mar.A la voz de «¡barco viene!»es de vercómo vira y se previenea todo trapo a escapar:que yo soy el rey del mar,y mi furia es de temer.En las presasyo dividolo cogidopor igual:sólo quieropor riquezala bellezasin rival.Que es mi barco mi tesoro,que es mi Dios la libertad,mi ley la fuerza y el viento,mi única patria la mar.¡Sentenciado estoy a muerte!Yo me río;no me abandone la suerte,y al mismo que me condenacolgaré de alguna entena?quizá en su propio navío.Y si caigo,¿qué es la vida?Por perdida ya la di, cuando el yugodel esclavo,como un bravo,sacudí.del ronco mar los bramidosy el rugir de mis cañones.Y del truenoal son violento,y del vientoal rebramar,yo me duermososegado,arrulladopor el mar.Que es mi barco mi tesoro, que es mi Dios la libertad,mi ley la fuerza y el viento,
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mi única patria la mar.Son mi música mejoraquilones/;el estrépito y temblorde los cables sacudidos,
Que es mi barco mi tesoro,que es mi Dios la libertad,mi ley la fuerza y el viento,mi única patria la mar»
VOCABULARIO1 bergantín: velero de dos palos.2 bajel barco.3 riela: brilla reflejándose en el agua.4 pecho: tributo.5 presas: botines.6 entena: antena, mástil.7 aquilones: vientos fríos.
Mariano José de Larra. El casarse pronto y mal
Tenía yo otro sobrino no hace mucho tiempo, que en esto suele venir a parar
el tener hermanos. Éste era hijo de una mi hermana, la cual había recibido
aquella educación que se daba en España no hace ningún siglo: es decir, que
en casa se rezaba diariamente el rosario, se leía la vida del santo, se oía misa
todos los días, se trabajaba los de labor, se paseaba sólo las tardes de los de
guardar!, se velaba hasta las diez, se estrenaba vestido el domingo de Ramos,
se cuidaba de que no anduviesen las niñas balconeando''.[... ]
No diremos que esta educación fuese mejor ni peor que la del día'; sólo
sabemos que vinieron los franceses", [...] y no fue necesaria mucha
comunicación con algunos oficiales de la guardia imperial para echar de ver
que si aquel modo de vivir era sencillo y arreglado, no era sin embargo el más
divertido. ¿Qué motivo habrá, efectivamente, que nos persuada que debemos
en esta corta vida pasarlo mal, pudiendo pasarlo mejor? Aficionase mi hermana
de las costumbres francesas, y ya no fue el pan pan, ni el vino vino: cásase, y
siguiendo en la famosa jornada de Vitoria" la suerte del tuerto Pepe Botellas",
que tenía dos ojos muy hermosos y nunca bebía vino, emigró a Francia.
Excusado es decir que adoptó mi hermana las ideas del siglo; pero como esta
segunda educación tenía tan malos cimientos como la primera, y como quiera
que esta débil humanidad nunca sepa detenerse en el justo medio, pasó del
Año Cristiano a Pigault-Lebrun", y se dejó de misas y devociones, sin saber
más ahora por qué las dejaba que antes por qué las tenía. Dijo que el
muchacho se había de educar como convenía; que podría leer sin orden ni
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método cuanto libro le viniese a las manos, y qué sé yo qué más cosas decía
de la ignorancia y del fanatismo, de las luces" y de la ilustración, añadiendo
que la religión era un convenio social en que sólo los tontos entraban de buena
fe, y del cual el muchacho no necesitaba para mantenerse bueno; que «padre»
y «madre» eran cosa de brutos, y que a «papá» y «mamá» se les debía tratar
de «tú». [... ]
Murió, no sé a qué propósito'", mi cuñado, y Augusto regresó a España con mi
hermana, toda aturdida de ver 10 brutos que estamos por acá todavía los que
no hemos tenido como ella la dicha de emigrar; y trayéndonos entre otras
cosas noticias ciertas de cómo no había Dios, porque eso se sabe en Francia
de muy buena tinta. [... ] Por su desgracia acertó a gustar a una joven,
personita muy bien educada también, la cual es verdad que no sabía gobernar
una casa, pero se embaulababa en el cuerpo en sus ratos perdidos, que eran
para ella todos los días, una novela sentimental, con la más desatinada afición
que en el mundo jamás se ha visto. [... ] Hubo guiños y apretones
desesperados de pies y manos, y varias epístolas recíprocamente copiadas de
La nueva Eloísa [... ]
Después de haber intentado infructuosamente varios medios de seducción y
rapto, no dudó nuestro paladín", vista la obstinación de las familias, en recurrir
al medio en boga de sacar a la niña por el vicario amaneció el día feliz;
otorgóse la demanda; un amigo prestó a mi sobrino algún dinero, uniéronse
con el lazo conyugal, estableciéronse en su casa, y nunca hubo felicidad igual
a la que aquellos buenos hijos disfrutaron mientras duraron los pesos duros del
amigo. Pero ¡oh dolor!, pasó un mes y la niña no sabía más que acariciar a
Medoro, cantarle una aria, ir al teatro y bailar una mazurca; y Medoro no sabía
más que disputar. Ello sin embargo, el amor no alimenta, y era indispensable
buscar recursos. Mi sobrino salía cada mañana a buscar dinero, cosa más
difícil de encontrar de lo que parece, y la vergüenza de no poder llevar a su
casa con qué dar de comer a su mujer le detenía hasta la noche. Pasemos un
velo sobre las escenas horribles de tan amarga posición. Mientras que Augusto
pasa el día lejos de ella en sufrir humillaciones, la infeliz consorte gime
luchando entre los celos y la rabia. Todavía se quieren, pero en casa donde no
hay harina todo es mohína" [... ]
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Una noche vuelve mi sobrino a su casa; sus hijos están solos".
-¿Y mi mujer? ¿Y sus ropas? Corre a casa de su amigo. ¿O está en Madrid?
¡Cielos! ¡Qué rayo de luz! ¿Será posible? Vuela a la policía, se informa. Una
joven de tales y tales señas con un supuesto hermano han salido en diligencia
para Cádiz. Reúne mi sobrino sus pocos muebles, los vende, toma un asiento
en el primer carruaje y hétele persiguiendo a los fugitivos. Pero le llevan mucha
ventaja y no es posible alcanzarlos hasta el mismo Cádiz. Llega; son las diez
de la noche; corre a la fonda que le indican, pregunta, sube precipitadamente la
escalera, le señalan un cuarto cerrado por dentro; llama; la voz que le responde
le es harto conocida y resuena en su corazón; redobla los golpes; una persona
desnuda levanta el pestillo. Augusto ya no es un hombre, es un rayo que cae
en la habitación; un chillido agudo le convence de que le han conocido; asesta
una pistola, de dos que trae, al seno de su amigo, y el seductor cae
revolcándose en su sangre; persigue a su miserable esposa, pero una ventana
inmediata se abre y la adúltera, poseída del terror y de la culpa, se arroja, sin
reflexionar, de una altura de más de sesenta varas. El grito de la agonía le
anuncia su última desgracia y la venganza más completa; sale precipitado del
teatro del crimen, y encerrándose, antes de que le sorprendan, en su
habitación, coge aceleradamente la pluma y apenas tiene tiempo para dictar a
su madre la carta siguiente: «Madre mía: Dentro de media hora no existiré;
cuidad de mis hijos, y si queréis hacerlos verdaderamente despreocupados,
empezad por instruirlos ... Que aprendan en el ejemplo de su padre a respetar
lo que es peligroso despreciar sin tener antes más sabiduría. Si no les podéis
dar otra cosa mejor, no les quitéis una religión consoladora. Que aprendan a
domar sus pasiones y a respetar a aquellos a quienes lo deben todo.
Perdonadme mis faltas: harto " castigado estoy con mi deshonra y mi crimen;
harto cara pago mi falsa preocupación. Perdonadme las lágrimas que os hago
derramar. Adiós para Siempre.»
Acabada esta carta, se oyó otra detonación que resonó en toda la fonda, y la
catástrofe que le sucedió me privó para siempre de un sobrino, que, con el más
bello corazón, se ha hecho desgraciado a sí y a cuantos le rodean.
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VOCABULARIO
1 los de guardar: festivos.
2 balconeando: asomándose al balcón para ver y ser vistas por los muchachos.
3 del día: de la actualidad.
4 Alude a la guerra de la Independencia (1808-1814).
5 jornada de Vi/aria: batalla perdida por los franceses en 1813. La referencia tiene un fondo
autobiográfico, ya que el padre de Larra, afrancesado, tuvo que abandonar España,
acompañado de su familia, en parecidas circunstancias.
6 Pepe Botellas: apodo que los españoles daban aJosé Bonaparte, rey de España por
imposición de su hermano Napoleón.
7. Año Cristiano: anuario devoto, en el que se recogía la vida del santo del día.
8. Pigaull-Lebrun: escritor francés de novelas amorosas, que en la época se consideraban
escandalosas.
9 luces: ideas ilustradas, modernas.
10 a qué propósito: a causa de qué.
11 se embaulaba: se tragaba.
12 epístolas: carras.
13 La nueva Eloísa: novela sentimental de Rousseau.
14 paladín: héroe.
15 Sacar a la niña el vicario: realizar una boda secreta, sin el consentimiento de los padres.
16 pesos duros: monedas de gran valor en la época.
17 mohína: enfado.
18 Han pasado tres años y el matrimonio ha tenido tres hijos.
19 harto: demasiado.
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Duque de Rivas. Don Alvaro o la fuerza del sinoDon Alvaro hiere en duelo a don Alfonso, hermano de Leonor.
DON ALFONSO: Ya lo conseguiste... ¡Dios mío! Soy cristiano... Perdonadme ... salva
mi alma...
DON ÁLVARO. (Suelta la espada y queda como petrificado.) ¡Cielos! ... ¡Dios mío! ¡Santa
Madre de los Ángeles! ... ¡Mis manos tintas en sangre... en sangre de Vargas!
DON ALFONSO. ¡Confesión! ¡Confesión! ... Conozco mi crimen y me arrepiento.
Salvad mi alma, vos que sois ministro del Señor. ..
DON ÁLVARO. (Aterrado.) ¡ O soy más que un réprobo", presa infeliz del demonio! Mis
palabras sacrílegas aumentarían vuestra condenación. Estoy manchado de sangre, estoy
irregular/ . Pedid a Dios misericordia... Y esperad... cerca vive un santo penitente ... podrá
absolveros ... Pero está prohibido acercarse a su mansión ... ¿Qué importa? Yo, que he roto
todos los vínculos, que he hollado" todas las obligaciones
...
DON ALFONSO. ¡Ah! Por caridad, por caridad.
DON ÁLVARO. Sí; vaya llamarlo... al punto
DON ALFONSO. Apresuraos, padre... ¡Dios mío! (Don Álvaro corre a la ermita y golpea
la puerta.)
DOÑA LEONOR. (Dentro.) ¿Quién se atreve a llamar a esta puerta? Respetad este asilo.
DON ÁLVARO. Hermano, es necesario salvar un alma, socorred a un moribundo: venid
a darle el auxilio espiritual.
DOÑA LEONOR. (Dentro.) Imposible, no puedo, retiraos.
DON ÁLVARO. Hermano, por el amor de Dios.
DOÑA LEONOR. (Dentro.) No, no, retiraos.
DON ÁLVARO. Es indispensable, vamos. (Golpea fuertemente la puerta.)
DOÑA LEONOR. (Dentro, tocando una campanilla.) ¡Socorro! ¡Socorro!
ESCENA X
DOÑA LEONOR. Huid, temerario; temed la ira del cielo.
DON ÁLVARO. (Retrocediendo horrorizado por la montaña abajo.) ¡Una mujer! ... ¡Cielosl.
.. ¡Qué acento! ... ¡Es un espectro]. .. ¡Imagen adorada! ¡Leonor! ¡Leonor!
DOÑA LEONOR l Corriendo detrás fe don Álvaro.) ¡Dios mío! ¿Es don Álvaro?
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Conozco su voz...El es ... ¡Don Álvaro!
DON ALFONSO: '¡Oh furia! Ella es... ¡Estaba aquí con su seductor!... ;Hipócritas!¿¡Leonor?
DOÑA LEONOR.... ¡Cielos! ... ¡Otra voz conocida! ... Mas ¿qué veo? (Se precipita hacia donde
ve a don Alfonso.)
DON ALFONSO. ¡Ves al último de tu infeliz familia!
DOÑA LEONOR:. (Precipitándose en los brazos de su hermano.) ¡Hermano mío! ... ¡Alfonso!
DON ALFONSO:. (Hace un esfuerzo, saca un puñal y hiere de muerte a Leonor.) Toma, causa
de tantos desastres, recibe el premio de tu deshonra ... Muero vengado. (Muere.)
DON ÁLVARO: ¡Desdichado! ¿Qué hiciste) ... ¡Leonor! ¿Eras tú?.. ¿Tan cerca de mí
estabas? .¡Ay!(Se inclina hacia el cadáver de ella.) Aún respira... aún palpita aquel corazón
todo mío ... Ángel de mi vida ... vive, vive, yo te adoro ... ¡Te hallé, por fin ... sí, te hallé ...
muerta! (Queda inmóvil.)
ESCENA ÚLTIMA
(Hay un rato de silencio; los truenos resuenan, crecen los relámpagos y se oye cantar a
lo lejos el Miserere a la comunidad, que se acerca lentamente.)
VOZ DENTRO: Aquí, aquí. ¡Qué horror! (Don Alvaro vuelvee en sí, y luego huye hacia la
montaña. Sale el padre guardián de la comunidad, que queda asombrado.)
PADRE GUARDIÁN: !Dios mío! ... ¡Sangre derramada! ¡Cadáveres! ... ¡La mujer penitente!
TODOS LOS FRAlLES. ¡Una mujer! ... ¡Cielos!
PADRE GUARDIÁN. ¡Padre Rafael!
DON ÁLVARO.(Desde un risco, con sonrisa diabólica, todo convulso, dice:) Busca, imbécil, al
padre Rafael... Yo soy un enviado del infierno, soy el demonio exterminador... Huid, miserables.
TODOS: Jesús, Jesús!
DON ÁLVARO: .¡Infierno, abre tu boca y trágame. Húndase el cielo, perezca la raza humana;
exterminio, destrucción ... ! (Sube a lo más alto del monte y se precipita.)
PADREGUARDIÁN Y LOS FRAlLES: (Aterrados y en actitudes diversas.) ¡Misericordia, Señor!
¡Misericordia!
VOCABULARIO
1 réprobo: malvado, pecador.
2 irregular: en pecado. Don Álvaro, que acaba de cometer un crimen, no puede administrar el
sacramento de la confesión.
3 he hollado: he pisoteado.
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Gustavo Adolfo Bécquer
Rima XI
-Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión;
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?
¡No es a ti, no!
Mi frente es pálida, mis trenzas de oro;
puedo brindarte dichas sin fin.
Yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me buscas?
-No, no es a ti.
-Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible;
no puedo amarte.
-¡Oh, ven; ven tú!
• Rima XLVI
Me ha herido recatándose en las sombras,
sellando con un beso su traición.
Los brazos me echó al cuello y por la espalda
partióme a sangre fría el corazón.
Y ella prosigue alegre su camino,
feliz, risueña, impávida. ¿Y por qué?
Porque no brota sangre de la herida,
porque el muerto está en pie.
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Rosalía de Castro. En las orillas del Sar
VII
Ya que de la esperanza para la vida mía
triste y descolorido ha llegado el ocaso,
a mi morada! , oscura, desmantelada y fría tornemos- paso a paso,
porque con su alegría no aumente mi amargura
la blanca luz del día.
Contenta el negro nido busca el ave agorera,
bien reposa la fiera en el antro escondido,
en su sepulcro el muerto, el triste en el olvido,
y mi alma en su desierto.
VOCABULARIO
1 morada: casa, hogar.
2 tornemos: volvamos.
3 agorera: que, de acuerdo con ciertas supersticiones, anuncia alguna desgracia.
4 antro: cueva.
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