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Filosofía de la LiberaciónTRANSCRIPT
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Filosofa de la Liberacin: recientes aportaciones bibliogrficas1
Jos Manuel Romero Cuevas
La Filosofa de la Liberacin (FL) es muy posiblemente la corriente de pensamiento ms original
que ha generado Amrica Latina y un interlocutor indispensable a la hora de plantear una
discusin acerca de la posibilidad y sentido de una teora crtica de la realidad global actual. En
estas pginas llevar a cabo una sinttica aproximacin a algunas de las aportaciones recientes de
esta corriente para ofrecer una mnima panormica que permita valorar la productividad y
vitalidad actuales de la FL. Quiz un buen punto de partida e hilo conductor sean los estudios
histricos sobre este movimiento. El esfuerzo por efectuar una apropiacin de los aportes tericos
de la propia tradicin as como la necesidad de hacer balance del camino recorrido y valorar la
situacin de la FL respecto a otras tendencias tericas actuales define el impulso plasmado en dos
importantes estudios. Uno es el libro de David Snchez Rubio, Filosofa, derecho y liberacin en
Amrica Latina, que realiza una introduccin histrica, asequible y rigurosa, a la FL y al derecho
alternativo, ste ltimo ms arraigado en el mbito cultural brasileo. La reconstruccin de las
condiciones sociohistricas y filosficas que definieron el surgimiento de la FL en Mxico y
Argentina a final de los aos sesenta del siglo XX y el seguimiento de la evolucin de sus
representantes ms relevantes desemboca en el anlisis de algunas aportaciones de la FL (como
las de F. Hinkelammert y E. Dussel) que convergen con la problemtica del derecho alternativo.
Podramos sintetizar esta problemtica en el rechazo del monismo jurdico, para el que el Estado
es el nico creador y otorgador de derechos, y la reivindicacin de la idea de que el derecho es
generado por la misma sociedad, por determinados grupos o sujetos colectivos y, adems, nace
del mismo conflicto social.2 Esta obra muestra un significativo espacio de dilogo entre la FL y
el derecho, algo que ya haba sido apuntado por el libro de J.A. Senent Ellacura y los derechos
humanos.3 Esto es relevante a la hora de mostrar las virtualidades de la FL para hacer fructificar
sus ideas fuera del campo propiamente filosfico (librndola as de un encierro que la condenara
1 Publicado en Dilogo filosfico, Madrid, 2006, n
o 54, pp. 25-30.
2 D. Snchez Rubio, Filosofa, derecho y liberacin en Amrica Latina, Bilbao, Descle de Brouwer, 1999, p. 42.
3 J.A. Senent Ellacura y los derechos humanos, Bilbao, Descle de Brouwer, 1998.
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a la estirilidad) y hacer efectivos sus planteamientos crticos en una direccin ms acorde con su
inters profundo: la intervencin crtica en la realidad social.
La completa y monumental obra de Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento filosfico
latinoamericano. Una bsqueda incesante de la identidad,4 aunque sobrepasa evidentemente los
lmites de la FL, aporta la visin histrica ms detallada de esta corriente filosfica y de sus
representantes ms relevantes. En su captulo ms amplio, se ocupa minuciosamente de las
diversas tendencias de esta corriente y, en el importante captulo final, rastrea la evolucin actual
y los nuevos desarrollos de la FL, as como su autocrtica y sus debates con nuevas corrientes
tericas como el postmodernismo y el postcolonialismo. Es mrito aadido del libro de Beorlegui
el haber incorporado dentro de su clasificacin de las diversas corrientes de la FL a dos autores
que con alguna excepcin (como la de Snchez Rubio) no han sido tenidos suficientemente en
cuenta en las historias o debates en torno a la FL, quiz demasiado centrados en los marcos
culturales argentino y mexicano: Ignacio Ellacura y Franz Hinkelammert. Beorlegui demuestra
claramente cmo estas formas de FL centroamericanas, perifricas dentro de la misma periferia,
requieren de una ms intensa atencin, estudio y discusin, dado su potencial para iluminar
crticamente tanto la realidad de nuestro mundo globalizado en trminos neoliberales, las
antinomias de la racionalidad econmica dominante y de los procesos de ideologizacin que la
acompaan y sustentan, as como la estructura de la praxis histrico-social misma.
A la espera de la publicacin de los materiales pstumos de Ellacura (sobre todo los
cursos universitarios), que con seguridad sern relevantes para una adecuada comprensin de la
riqueza y originalidad de su pensamiento, ha aparecido recientemente el estudio que mejor
muestra la altura filosfica del pensador vasco nacionalizado salvadoreo: la obra de Hctor
Samour Voluntad de liberacin. La filosofa de Ignacio Ellacura.5 Esta investigacin no es slo
una brillante profundizacin en el complejo pensamiento de Ellacura, sino que aspira adems a
mostrar la productividad de este pensamiento para la reflexin de los problemas filosficos e
histrico-polticos que nos acucian en el presente. Samour expone la relevancia de la concepcin
ellacuriana del proceso de mutua interaccin entre capacitacin subjetiva y apertura de
posibilidades para toda comprensin de la historia que aspire a tematizar el sentido de la crtica
histrica y de la praxis histrica transformadora. Ilumina la fuerza crtica de categoras de
4 C. Beorlegui, Historia del pensamiento filosfico latinoamericano. Una bsqueda incesante de la identidad,
Bilbao, Universidad de Deusto, 2004. 5 H. Samour, Voluntad de liberacin. La filosofa de Ignacio Ellacura, Granada, Comares, 2003.
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Ellacura como historizacin e ideologizacin y efecta una detenida exposicin de su discusin
con las concepciones de la dialctica de Hegel y Marx que permite reconstruir una nocin
actualizable de dialctica postidealista: como procedimiento heurstico (y no lgico-especulativo)
que posibilita interpretar crticamente el tipo de realidad que es la sociedad dividida, en conflicto.
Es decir, la dialctica no remitira a la estructura lgico-metafsica del ser sino que sera el modo
de aproximacin ms productivo, desde un punto de vista terico-poltico, para comprender, en
su relacin con una praxis transformadora posible, las realidades de nuestro mundo antagnico.
Samour pone de manifiesto la ambicin terica de la filosofa de la realidad histrica de Ellacura
como un proyecto metafsico que, tomando como punto de partida la filosofa de Zubiri, consigue
abrir un camino propio con convergencias reconocibles con Hegel (ledo en clave materialista) y
Bloch. Pero la metafsica de la realidad histrica de Ellacura alcanza un nivel de reflexividad que
supera el de su maestro pues, trascendiendo la autocomprensin intelectual de la filosofa
tradicional (como mera teora), reconoce que toda posicin filosfica ha implicado ya siempre un
determinado posicionamiento (la eleccin de un lugar especfico, ese lugar-que-da-verdad) en el
campo escindido de lo social. Este tomar partido es constitutivo de la labor filosfica y no puede
ser eludido apelando a formas teoricistas de practicar la filosofa como algo situado ms all de la
tica y la poltica. Esto es central para comprender la propia filosofa de la realidad histrica de
Ellacura: nos hallamos ante una metafsica que ha incorporado ya en su estructura categorial una
toma de partido tico-poltica especfica, que en el caso de Ellacura es a favor de los condenados
por el rgimen de propiedad vigente. Los conceptos de Ellacura aprehenden la realidad, no desde
una posicin que ha puesto entre parntesis todo valor tico por ser subjetivo, ni presume de
asumir esa mirada terica libre de todo contexto (que ms parecera el ojo de Dios), sino
impulsados por un inters moral y poltico especfico, un inters por la liberacin.
La afirmacin de Beorlegui de la relevancia de Hinkelammert se comprueba cuando nos
sumergimos en las obras que, segn el propio pensador alemn afincado desde hace dcadas en
Costa Rica, constituyen sus producciones tericas ms importantes. El hilo argumentativo de El
grito del sujeto. Del teatro-mundo del evangelio de Juan al perro-mundo de la globalizacin6
est formado por una reconstruccin histrica, a partir de una original lectura del evangelio de
Juan, de cmo el cristianismo primitivo sufri una autntica transvaloracin de valores al ser
transformado en cristiandad con su instauracin en religin imperial de Roma. El asunto que
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orienta el anlisis de Hinkelammert es la concepcin de la ley y del sujeto sometido a la ley en las
diversas fases del cristianismo, terreno en el que encuentra una autntica inversin: si en el
mensaje de Jess el sujeto corpreo, viviente y necesitado es reivindicado frente a la idolatra de
la ley, tanto del judasmo ritualizado de la poca como de la poltica imperial romana, la
cristiandad posterior efectuar una reidolatrizacin la ley, situndola en una dimensin de
abstracta formalidad y presunta universalidad que condena la particularidad y corporeidad del
sujeto al tratarlo tambin como algo formal y abstracto. La cristiandad, de la que el mundo
moderno y su manifestacin actual en forma de capitalismo cnico globalizado son herederos, es
as el imperio de la ley abstracta (en el capitalismo actual, el imperio del cuerpo abstracto de la
mercanca fetichizada) sobre un sujeto devenido a su vez abstracto y sostenido en una negacin
de su carcter corpreo y necesitado. Como demuestra Snchez Rubio, esta crtica del
formalismo jurdico y la reivindicacin que efecta del sujeto concreto necesitado como lo que
debe orientar la aplicacin de la ley constituye una aportacin a los debates actuales sobre la
necesidad de una reconsideracin del derecho y de su aplicacin a partir de las necesidades
concretas de los individuos y colectivos sociales.
La obra filosfica ms ambiciosa de Hinkelammert es sin lugar a dudas Crtica de la
razn utpica.7 Aqu se confiere a la crtica de Benjamin al progreso un amplio alcance filosfico
al ser apropiada en trminos de una crtica, de tipo kantiano, a la racionalidad utpica moderna
que impregna no slo al anarquismo y al socialismo, sino, de manera caracterstica, a las teoras
del progreso burguesas liberales y neoliberales. Esta racionalidad resulta definida por una forma
especfica de hybris terica y prctica o, en trminos kantianos, por una ilusin transcendental: la
consideracin de las imposibilidades ontolgicas de la condicin humana (la inmortalidad, el
conocimiento total, el control y dominio sin residuo y sin resistencias de la naturaleza y la
sociedad...) como situaciones lmite respecto de las que cabra una aproximacin asinttica a
largo plazo a partir del desarrollo creciente del aparato cientfico-tecnolgico. Para Hinkelammert
esta hybris es responsable de la instauracin como meta de la formacin social de una utopa del
desarrollo, del progreso y del mercado autorregulado que, como ya sostuvo K. Polanyi, posee un
carcter utpico en el peor sentido de la palabra, a saber, como algo quimrico que conduce, al
6 F. Hinkelammert, El grito del sujeto. Del teatro-mundo del evangelio de Juan al perro-mundo de la globalizacin,
San Jos de Costa Rica, DEI, 1998. 7 F. Hinkelammert, Crtica de la razn utpica, Bilbao, Descle de Brouwer, 2002; primera edicin en San Jos de
Costa Rica, DEI, 1984.
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intentar ser realizado, a una catstrofe social, humana y natural.8 Frente a tal concepcin de las
imposibilidades ontolgicas como telos de la formacin social, Hinkelammert no piensa que
deban ser inutilizadas sin ms, sino considera que cabe de ellas un uso por parte de la ciencia
como categoras que delimitan negativamente el mbito de lo posible. Por el contrario, con las
utopas del progreso y del mercado, esa dimensin que Hinkelammert denomina lo mtico (el
cumplimiento pleno y absoluto del deseo) irrumpe problemticamente en el seno de una sociedad
que presume de ser secularizada. En efecto, tal ilusin transcendental concibe el desarrollo
tecnolgico como mediacin entre el mundo real de lo posible aqu y ahora y la dimensin mtica
y arquetpica de lo posible imaginario, con lo que la identificacin entre ambos es concebida
como posible en principio o en un futuro indeterminado. Esa dimensin de lo posible imaginario
pierde as su distincin ontolgica respecto al mundo real y es incorporada a ste como telos de
una aproximacin infinita. En nuestro presente, en cambio, la crisis de la fe en el progreso
tecnolgico-productivo ilimitado, a partir de la constatacin tanto de los males sociales generados
por un desarrollo industrial concebido como fin en s como de los lmites ecolgicos de este
modelo de desarrollo, ha posibilitado la problematizacin de tal ilusin transcendental y la
reinstauracin de la cesura ontolgica que la hybris tecnolgica haba pretendido colmar. Esta
reinstauracin de los lmites de lo posible devuelve en Hinkelammert, como en Kant, su lugar a la
teologa. Pues la anulacin de la ilusin transcendental utpico-tecnolgica convierte en
problemtico para los nuevos movimientos polticos, que reclaman un desarrollo sostenible justo
en trminos sociales y respetuoso con el medio ambiente, la vinculacin entre el mbito de lo
posible aqu y ahora y lo imaginario posible, vinculacin que tal ilusin haba posibilitado (de
manera desastrosa en un sentido social y ecolgico) y que resulta necesaria para toda formacin
social. En una sociedad que se hubiera estructurado a partir de un modelo de desarrollo
socialmente justo y ecolgicamente sostenible, la teologa, piensa Hinkelammert, seguira
jugando un papel imprescindible como forma de vinculacin significativa entre la facticidad de lo
real y lo anhelado imaginario, vinculacin que resulta necesaria para esa criatura finita y
necesitante de sentido que es el ser humano. La secularizacin social posee de esta manera claros
lmites que arraigan en la conditio humana: sta define de una vez por todas el mbito de lo
ontolgicamente posible y demarca as un lmite que no puede ser transgredido mediante la
tcnica y el voluntarismo poltico, pero que exige un modo de relacin siginificativa con lo que
8 Ver K. Polanyi, La gran transformacin, Mxico, FCE, 2003.
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queda ms all, lo cual solo puede ser aportado por una teologa que eleve a bien supremo la vida
comn.
La fidelidad de Hinkelammert al criticismo kantiano, adems de aportarle una fuerza
crtica patente respecto a las ilusiones transcendentales de la modernidad, lo mantiene tambin
preso de un modo de pensar antinmico para el que la historia (y la praxis histrica) no puede ser
considerada como el trmino que puede resolver la contradiccin que en el presente aparece
como inmutable. A eso hay que aadir que su referencia a una conditio humana (que definira el
mbito de lo posible), al pretender con razn distanciarse de concepciones de la naturaleza
humana como infinitamente plstica, cae en el peligro contrario de no tener suficientemente en
cuenta el modo en que, como sostienen Zubiri y Ellacura, las capacidades humanas (las cuales
definen para cada generacin, a partir de un determinado desarrollo tcnico, material y social, las
posibilidades apropiables por la poca) tienen una dimensin claramente histrica. Esta
devaluacin del alcance de lo histrico en la condicin humana le permite demarcar de una vez
por todas un lmite ontolgico (no histrico) que, ms all de las transformaciones polticas,
sociales y tecnolgicas pensables, va a definir un espacio con el que slo podremos relacionarnos
de manera no distorsionada a travs de la religin.
La relevancia de Hinkelammert debe valorarse adems, como afirma Beorlegui, por sus
influencias sobre Enrique Dussel, el representante ms visible e internacional de la filosofa de la
liberacin. En su obra Hacia una filosofa poltica crtica, que su autor concibe como una obra de
transicin entre su anterior tica de la liberacin y su recientemente publicada Poltica de la
liberacin,9 es palpable su fructfero dilogo con el pensador alemn. El volumen es una
compilacin de trabajos diversos que efectan discusiones con autores como B. Spinoza, K.
Marx, A. Sen, E. Laclau, A. Heller y F. Hinkelammert y reflexiones sobre el nacionalismo, los
derechos humanos y la globalizacin con un comn denominador filosfico-poltico. El captulo
primero est formulado de un modo programtico. Ah expone Dussel seis tesis para la
articulacin de una filosofa poltica crtica. Su orientacin terica pretende corregir el
formalismo de Habermas, Apel y Rawls, que desatiende la dimensin material (el nivel
econmico y ecolgico), tan relevante en los pases en desarrollo y del tercer mundo. Esta
necesaria correccin se efecta introduciendo el criterio (propuesto por Hinkelammert) de la
reproduccin de la vida humana, principio que debe actuar como autntico criterio de verdad
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poltica de las polticas concretas10
. Esta correccin de Apel y Habermas a partir de
Hinkelammert genera una concepcin compleja de filosofa poltica que confiere a la ratio
politica tres caracteres: un contenido prctico-material (definido por la reproduccin material de
la vida de la comunidad), una forma prctico-discursiva (en trminos de la concepcin de Apel y
Habermas de una formacin democrtica de la colectividad a partir de la libre participacin
discursiva de los sujetos) y una dimensin estratgico-instrumental (que remite al xito o eficacia
de las polticas). Este ltimo carcter deriva su validez de los dos primeros, pero en todo caso es
esencial a la filosofa poltica, pues remite a la factibilidad o eficacia poltica, que es
irrenunciable. Dussel completa esta arquitectnica de la filosofa poltica con una referencia a la
necesaria atencin a los efectos no intencionales de la accin poltica (otro tema que ha sido
intenso objeto de la reflexin de Hinkelammert) y a la posibilidad de una transformacin del
marco sociopoltico existente mediante la creacin de nuevas formas jurdicas e institucionales
que permitan construir estructuras polticas justas.11
En su anlisis de las tendencias actuales de la FL, Beorlegui pone de relieve la relevancia
de la produccin terica de Ral Fornet-Betancourt, en tanto que profundizacin original del
camino abierto por aqulla. Esto resulta constatable en su obra Transformacin intercultural de
la filosofa, cuyo punto de partida es la tesis de que toda filosofa es un saber constitutivamente
ubicado en un contexto cultural. Tambin la forma de filosofa que se reivindica como filosofa
pura es un saber contextual: asume la perspectiva de occidente y adopta como evidente el
marco de referencia definido por las exigencias propias de la academia universitaria de los pases
desarrollados. Una filosofa tal niega su contexto, se concibe abstrada de sus condiciones de
produccin y lo que hace con ello es reafirmar el contexto institucional de su produccin y el
rgimen de asimetras consolidadas entre centro y periferia en el plano de las relaciones
intelectuales internacionales e interculturales. Frente a tal nocin de filosofa abstracta y
veladamente interesada en consagrar las asimetras existentes a nivel cultural mundial, reivindica
Fornet una concepcin de la misma como saber contextual y, por ello, plural. Pero este carcter
contextual no conduce a una situacin de hermetismo comunicativo entre las diversas filosofas-
mnadas. Al contrario. Es la contextualidad la que hace posible la comunicacin entre las
diversas filosofas dejando atrs el mero monlogo de la filosofa occidental (pues por definicin,
9 E. Dussel, Hacia una filosofa poltica crtica, Bilbao, Descle de Brouwer, 2001, p. 9 y su recientemente
publicado, Poltica de la liberacin. Historia mundial y crtica, Madrid, Trotta, 2007. 10
Ibd, p. 50.
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la filosofa occidental no puede tener interlocutores). El carcter constitutivamente contextual de
la filosofa posibilita e impulsa un dilogo a partir del cual (y slo a partir del cual) puede
configurarse una universalidad que no sea homogeneizadora al disolver las diferencias
imponiendo una unidad que corresponde a la perspectiva y posicin del que est en condiciones
de poder imponer como normativa su prctica de la labor intelectual. La transformacin
intercultural de la filosofa consiste pues en la apertura de las diversas filosofas a un dilogo
intercultural a partir de la constatacin de su propia contingencia. Aqu se abrira el espacio para
la constitucin de una filosofa intercultural: una filosofa que se articula desde el dilogo entre
las culturas.12
La apuesta de Fornet-Betancourt por el dilogo intercultural no se reduce a una
justificacin filosfica del mismo, sino que se hace efectiva en la organizacin de espacios de
encuentro, como congresos o talleres de investigacin internacional, donde ese dilogo puede ser
realizado productivamente. El fruto de uno de estos talleres internacionales, dedicado a la
cuestin de la contextualizacin de la teologa en el mundo actual y realizado entre 1997 y 1999
en Aachen, con la participacin de telogos y filsofos como F. Hinkelammert, E. Dussel, L.
Boff y J. J. Tamayo, ha sido publicado recientemente bajo la edicin de Fornet-Betancourt con el
ttulo, Resistencia y solidaridad. Globalizacin capitalista y liberacin. En el volumen se
encuentra la aportacin del propio Fornet, titulada Para una crtica filosfica de la
globalizacin. Lo original de su aproximacin a la globalizacin consiste en considerarla como
una metafsica: la globalizacin neoliberal es una metafsica porque pretende enmarcar y
definir el horizonte desde el que debemos comprender lo que somos y/o debemos ser, nuestras
relaciones con los otros, con la naturaleza, etc.13 La globalizacin puede ser considerada como
una metafsica porque provoca una transformacin antropolgica de gran calado, en tanto que
produce un nuevo sujeto, un nuevo tipo humano, al introducir el espritu del neoliberalismo en el
interior del mismo sujeto. Genera una transformacin de la subjetividad al hacer que los
individuos se conciban y se relacionen segn la ley del mercado capitalista.14 Culminara as lo
que Lukcs ya vio como la tendencia definitoria de la sociedad capitalista: la instauracin de las
relaciones mercantiles como aquello a partir de lo cual se constituyen las formas de objetividad y
11
Ibd., p. 64. 12
R. Fornet-Betancourt, Transformacin intercultural de la filosofa, Bilbao, Descle de Brouwer, 2001, p. 69. 13
R. Fornet-Betancourt (ed.), Resistencia y solidaridad. Globalizacin capitalista y liberacin, Madrid, Trotta, 2003,
p. 74-5. 14
Ibd., p. 76.
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de subjetividad dominantes en el mundo social. Frente a esto, Fornet-Betancourt considera
necesario reivindicar la centralidad para la reflexin tico-poltica actual de la categora de sujeto,
despus de varios lustros de elusin del tema a causa de la hegemona de los planteamientos
post. Para ello propone rastrear en los procesos reales de resistencia a la globalizacin la
constitucin de una forma de sujeto, por una parte, solidario y, por otra, que conserva la memoria
de los que sucumbieron en la lucha por su humanidad pisoteada. Para Fornet es en la generacin,
que hay que impulsar, de esta forma de sujeto antittica del generado por el neoliberalismo
(caracterizado por el individualismo hedonista-consumista y la fijacin compulsiva al presente
que devala la importancia del pasado y del porvenir) donde reside la condicin de posibilidad
(y, por lo tanto, la esperanza) de una globalizacin tica de segundo orden o una
universalizacin de la solidaridad.15
Este breve recorrido permite valorar la consistencia terica y crtica de las actuales
tendencias de la FL y pone de manifiesto su carcter vivo, en un proceso de transformacin
exigido por las cambiantes condiciones del mundo actual. Permite adems constatar el modo en
que incorporan a su prctica lo que quiz constituye su aportacin filosfica fundamental: la
concepcin de la filosofa como una reflexin necesariamente ubicada, interesada e histrica que
ya siempre ha tomado partido en los conflictos que escinden lo social a partir de un inters
explcitamente asumido en favor de la liberacin.
15
Ibd., p. 78.