romero

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1 Filosofía de la Liberación: recientes aportaciones bibliográficas 1 José Manuel Romero Cuevas La Filosofía de la Liberación (FL) es muy posiblemente la corriente de pensamiento más original que ha generado América Latina y un interlocutor indispensable a la hora de plantear una discusión acerca de la posibilidad y sentido de una teoría crítica de la realidad global actual. En estas páginas llevaré a cabo una sintética aproximación a algunas de las aportaciones recientes de esta corriente para ofrecer una mínima panorámica que permita valorar la productividad y vitalidad actuales de la FL. Quizá un buen punto de partida e hilo conductor sean los estudios históricos sobre este movimiento. El esfuerzo por efectuar una apropiación de los aportes teóricos de la propia tradición así como la necesidad de hacer balance del camino recorrido y valorar la situación de la FL respecto a otras tendencias teóricas actuales define el impulso plasmado en dos importantes estudios. Uno es el libro de David Sánchez Rubio, Filosofía, derecho y liberación en América Latina, que realiza una introducción histórica, asequible y rigurosa, a la FL y al derecho alternativo, éste último más arraigado en el ámbito cultural brasileño. La reconstrucción de las condiciones sociohistóricas y filosóficas que definieron el surgimiento de la FL en México y Argentina a final de los años sesenta del siglo XX y el seguimiento de la evolución de sus representantes más relevantes desemboca en el análisis de algunas aportaciones de la FL (como las de F. Hinkelammert y E. Dussel) que convergen con la problemática del derecho alternativo. Podríamos sintetizar esta problemática en el rechazo del monismo jurídico, para el que el Estado es el único creador y otorgador de derechos, y la reivindicación de la idea de que “el derecho es generado por la misma sociedad, por determinados grupos o sujetos colectivos y, además, nace del mismo conflicto social.” 2 Esta obra muestra un significativo espacio de diálogo entre la FL y el derecho, algo que ya había sido apuntado por el libro de J.A. Senent Ellacuría y los derechos humanos. 3 Esto es relevante a la hora de mostrar las virtualidades de la FL para hacer fructificar sus ideas fuera del campo propiamente filosófico (librándola así de un encierro que la condenaría 1 Publicado en Diálogo filosófico, Madrid, 2006, n o 54, pp. 25-30. 2 D. Sánchez Rubio, Filosofía, derecho y liberación en América Latina, Bilbao, Desclée de Brouwer, 1999, p. 42. 3 J.A. Senent Ellacuría y los derechos humanos, Bilbao, Desclée de Brouwer, 1998.

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Filosofía de la Liberación

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    Filosofa de la Liberacin: recientes aportaciones bibliogrficas1

    Jos Manuel Romero Cuevas

    La Filosofa de la Liberacin (FL) es muy posiblemente la corriente de pensamiento ms original

    que ha generado Amrica Latina y un interlocutor indispensable a la hora de plantear una

    discusin acerca de la posibilidad y sentido de una teora crtica de la realidad global actual. En

    estas pginas llevar a cabo una sinttica aproximacin a algunas de las aportaciones recientes de

    esta corriente para ofrecer una mnima panormica que permita valorar la productividad y

    vitalidad actuales de la FL. Quiz un buen punto de partida e hilo conductor sean los estudios

    histricos sobre este movimiento. El esfuerzo por efectuar una apropiacin de los aportes tericos

    de la propia tradicin as como la necesidad de hacer balance del camino recorrido y valorar la

    situacin de la FL respecto a otras tendencias tericas actuales define el impulso plasmado en dos

    importantes estudios. Uno es el libro de David Snchez Rubio, Filosofa, derecho y liberacin en

    Amrica Latina, que realiza una introduccin histrica, asequible y rigurosa, a la FL y al derecho

    alternativo, ste ltimo ms arraigado en el mbito cultural brasileo. La reconstruccin de las

    condiciones sociohistricas y filosficas que definieron el surgimiento de la FL en Mxico y

    Argentina a final de los aos sesenta del siglo XX y el seguimiento de la evolucin de sus

    representantes ms relevantes desemboca en el anlisis de algunas aportaciones de la FL (como

    las de F. Hinkelammert y E. Dussel) que convergen con la problemtica del derecho alternativo.

    Podramos sintetizar esta problemtica en el rechazo del monismo jurdico, para el que el Estado

    es el nico creador y otorgador de derechos, y la reivindicacin de la idea de que el derecho es

    generado por la misma sociedad, por determinados grupos o sujetos colectivos y, adems, nace

    del mismo conflicto social.2 Esta obra muestra un significativo espacio de dilogo entre la FL y

    el derecho, algo que ya haba sido apuntado por el libro de J.A. Senent Ellacura y los derechos

    humanos.3 Esto es relevante a la hora de mostrar las virtualidades de la FL para hacer fructificar

    sus ideas fuera del campo propiamente filosfico (librndola as de un encierro que la condenara

    1 Publicado en Dilogo filosfico, Madrid, 2006, n

    o 54, pp. 25-30.

    2 D. Snchez Rubio, Filosofa, derecho y liberacin en Amrica Latina, Bilbao, Descle de Brouwer, 1999, p. 42.

    3 J.A. Senent Ellacura y los derechos humanos, Bilbao, Descle de Brouwer, 1998.

  • 2

    a la estirilidad) y hacer efectivos sus planteamientos crticos en una direccin ms acorde con su

    inters profundo: la intervencin crtica en la realidad social.

    La completa y monumental obra de Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento filosfico

    latinoamericano. Una bsqueda incesante de la identidad,4 aunque sobrepasa evidentemente los

    lmites de la FL, aporta la visin histrica ms detallada de esta corriente filosfica y de sus

    representantes ms relevantes. En su captulo ms amplio, se ocupa minuciosamente de las

    diversas tendencias de esta corriente y, en el importante captulo final, rastrea la evolucin actual

    y los nuevos desarrollos de la FL, as como su autocrtica y sus debates con nuevas corrientes

    tericas como el postmodernismo y el postcolonialismo. Es mrito aadido del libro de Beorlegui

    el haber incorporado dentro de su clasificacin de las diversas corrientes de la FL a dos autores

    que con alguna excepcin (como la de Snchez Rubio) no han sido tenidos suficientemente en

    cuenta en las historias o debates en torno a la FL, quiz demasiado centrados en los marcos

    culturales argentino y mexicano: Ignacio Ellacura y Franz Hinkelammert. Beorlegui demuestra

    claramente cmo estas formas de FL centroamericanas, perifricas dentro de la misma periferia,

    requieren de una ms intensa atencin, estudio y discusin, dado su potencial para iluminar

    crticamente tanto la realidad de nuestro mundo globalizado en trminos neoliberales, las

    antinomias de la racionalidad econmica dominante y de los procesos de ideologizacin que la

    acompaan y sustentan, as como la estructura de la praxis histrico-social misma.

    A la espera de la publicacin de los materiales pstumos de Ellacura (sobre todo los

    cursos universitarios), que con seguridad sern relevantes para una adecuada comprensin de la

    riqueza y originalidad de su pensamiento, ha aparecido recientemente el estudio que mejor

    muestra la altura filosfica del pensador vasco nacionalizado salvadoreo: la obra de Hctor

    Samour Voluntad de liberacin. La filosofa de Ignacio Ellacura.5 Esta investigacin no es slo

    una brillante profundizacin en el complejo pensamiento de Ellacura, sino que aspira adems a

    mostrar la productividad de este pensamiento para la reflexin de los problemas filosficos e

    histrico-polticos que nos acucian en el presente. Samour expone la relevancia de la concepcin

    ellacuriana del proceso de mutua interaccin entre capacitacin subjetiva y apertura de

    posibilidades para toda comprensin de la historia que aspire a tematizar el sentido de la crtica

    histrica y de la praxis histrica transformadora. Ilumina la fuerza crtica de categoras de

    4 C. Beorlegui, Historia del pensamiento filosfico latinoamericano. Una bsqueda incesante de la identidad,

    Bilbao, Universidad de Deusto, 2004. 5 H. Samour, Voluntad de liberacin. La filosofa de Ignacio Ellacura, Granada, Comares, 2003.

  • 3

    Ellacura como historizacin e ideologizacin y efecta una detenida exposicin de su discusin

    con las concepciones de la dialctica de Hegel y Marx que permite reconstruir una nocin

    actualizable de dialctica postidealista: como procedimiento heurstico (y no lgico-especulativo)

    que posibilita interpretar crticamente el tipo de realidad que es la sociedad dividida, en conflicto.

    Es decir, la dialctica no remitira a la estructura lgico-metafsica del ser sino que sera el modo

    de aproximacin ms productivo, desde un punto de vista terico-poltico, para comprender, en

    su relacin con una praxis transformadora posible, las realidades de nuestro mundo antagnico.

    Samour pone de manifiesto la ambicin terica de la filosofa de la realidad histrica de Ellacura

    como un proyecto metafsico que, tomando como punto de partida la filosofa de Zubiri, consigue

    abrir un camino propio con convergencias reconocibles con Hegel (ledo en clave materialista) y

    Bloch. Pero la metafsica de la realidad histrica de Ellacura alcanza un nivel de reflexividad que

    supera el de su maestro pues, trascendiendo la autocomprensin intelectual de la filosofa

    tradicional (como mera teora), reconoce que toda posicin filosfica ha implicado ya siempre un

    determinado posicionamiento (la eleccin de un lugar especfico, ese lugar-que-da-verdad) en el

    campo escindido de lo social. Este tomar partido es constitutivo de la labor filosfica y no puede

    ser eludido apelando a formas teoricistas de practicar la filosofa como algo situado ms all de la

    tica y la poltica. Esto es central para comprender la propia filosofa de la realidad histrica de

    Ellacura: nos hallamos ante una metafsica que ha incorporado ya en su estructura categorial una

    toma de partido tico-poltica especfica, que en el caso de Ellacura es a favor de los condenados

    por el rgimen de propiedad vigente. Los conceptos de Ellacura aprehenden la realidad, no desde

    una posicin que ha puesto entre parntesis todo valor tico por ser subjetivo, ni presume de

    asumir esa mirada terica libre de todo contexto (que ms parecera el ojo de Dios), sino

    impulsados por un inters moral y poltico especfico, un inters por la liberacin.

    La afirmacin de Beorlegui de la relevancia de Hinkelammert se comprueba cuando nos

    sumergimos en las obras que, segn el propio pensador alemn afincado desde hace dcadas en

    Costa Rica, constituyen sus producciones tericas ms importantes. El hilo argumentativo de El

    grito del sujeto. Del teatro-mundo del evangelio de Juan al perro-mundo de la globalizacin6

    est formado por una reconstruccin histrica, a partir de una original lectura del evangelio de

    Juan, de cmo el cristianismo primitivo sufri una autntica transvaloracin de valores al ser

    transformado en cristiandad con su instauracin en religin imperial de Roma. El asunto que

  • 4

    orienta el anlisis de Hinkelammert es la concepcin de la ley y del sujeto sometido a la ley en las

    diversas fases del cristianismo, terreno en el que encuentra una autntica inversin: si en el

    mensaje de Jess el sujeto corpreo, viviente y necesitado es reivindicado frente a la idolatra de

    la ley, tanto del judasmo ritualizado de la poca como de la poltica imperial romana, la

    cristiandad posterior efectuar una reidolatrizacin la ley, situndola en una dimensin de

    abstracta formalidad y presunta universalidad que condena la particularidad y corporeidad del

    sujeto al tratarlo tambin como algo formal y abstracto. La cristiandad, de la que el mundo

    moderno y su manifestacin actual en forma de capitalismo cnico globalizado son herederos, es

    as el imperio de la ley abstracta (en el capitalismo actual, el imperio del cuerpo abstracto de la

    mercanca fetichizada) sobre un sujeto devenido a su vez abstracto y sostenido en una negacin

    de su carcter corpreo y necesitado. Como demuestra Snchez Rubio, esta crtica del

    formalismo jurdico y la reivindicacin que efecta del sujeto concreto necesitado como lo que

    debe orientar la aplicacin de la ley constituye una aportacin a los debates actuales sobre la

    necesidad de una reconsideracin del derecho y de su aplicacin a partir de las necesidades

    concretas de los individuos y colectivos sociales.

    La obra filosfica ms ambiciosa de Hinkelammert es sin lugar a dudas Crtica de la

    razn utpica.7 Aqu se confiere a la crtica de Benjamin al progreso un amplio alcance filosfico

    al ser apropiada en trminos de una crtica, de tipo kantiano, a la racionalidad utpica moderna

    que impregna no slo al anarquismo y al socialismo, sino, de manera caracterstica, a las teoras

    del progreso burguesas liberales y neoliberales. Esta racionalidad resulta definida por una forma

    especfica de hybris terica y prctica o, en trminos kantianos, por una ilusin transcendental: la

    consideracin de las imposibilidades ontolgicas de la condicin humana (la inmortalidad, el

    conocimiento total, el control y dominio sin residuo y sin resistencias de la naturaleza y la

    sociedad...) como situaciones lmite respecto de las que cabra una aproximacin asinttica a

    largo plazo a partir del desarrollo creciente del aparato cientfico-tecnolgico. Para Hinkelammert

    esta hybris es responsable de la instauracin como meta de la formacin social de una utopa del

    desarrollo, del progreso y del mercado autorregulado que, como ya sostuvo K. Polanyi, posee un

    carcter utpico en el peor sentido de la palabra, a saber, como algo quimrico que conduce, al

    6 F. Hinkelammert, El grito del sujeto. Del teatro-mundo del evangelio de Juan al perro-mundo de la globalizacin,

    San Jos de Costa Rica, DEI, 1998. 7 F. Hinkelammert, Crtica de la razn utpica, Bilbao, Descle de Brouwer, 2002; primera edicin en San Jos de

    Costa Rica, DEI, 1984.

  • 5

    intentar ser realizado, a una catstrofe social, humana y natural.8 Frente a tal concepcin de las

    imposibilidades ontolgicas como telos de la formacin social, Hinkelammert no piensa que

    deban ser inutilizadas sin ms, sino considera que cabe de ellas un uso por parte de la ciencia

    como categoras que delimitan negativamente el mbito de lo posible. Por el contrario, con las

    utopas del progreso y del mercado, esa dimensin que Hinkelammert denomina lo mtico (el

    cumplimiento pleno y absoluto del deseo) irrumpe problemticamente en el seno de una sociedad

    que presume de ser secularizada. En efecto, tal ilusin transcendental concibe el desarrollo

    tecnolgico como mediacin entre el mundo real de lo posible aqu y ahora y la dimensin mtica

    y arquetpica de lo posible imaginario, con lo que la identificacin entre ambos es concebida

    como posible en principio o en un futuro indeterminado. Esa dimensin de lo posible imaginario

    pierde as su distincin ontolgica respecto al mundo real y es incorporada a ste como telos de

    una aproximacin infinita. En nuestro presente, en cambio, la crisis de la fe en el progreso

    tecnolgico-productivo ilimitado, a partir de la constatacin tanto de los males sociales generados

    por un desarrollo industrial concebido como fin en s como de los lmites ecolgicos de este

    modelo de desarrollo, ha posibilitado la problematizacin de tal ilusin transcendental y la

    reinstauracin de la cesura ontolgica que la hybris tecnolgica haba pretendido colmar. Esta

    reinstauracin de los lmites de lo posible devuelve en Hinkelammert, como en Kant, su lugar a la

    teologa. Pues la anulacin de la ilusin transcendental utpico-tecnolgica convierte en

    problemtico para los nuevos movimientos polticos, que reclaman un desarrollo sostenible justo

    en trminos sociales y respetuoso con el medio ambiente, la vinculacin entre el mbito de lo

    posible aqu y ahora y lo imaginario posible, vinculacin que tal ilusin haba posibilitado (de

    manera desastrosa en un sentido social y ecolgico) y que resulta necesaria para toda formacin

    social. En una sociedad que se hubiera estructurado a partir de un modelo de desarrollo

    socialmente justo y ecolgicamente sostenible, la teologa, piensa Hinkelammert, seguira

    jugando un papel imprescindible como forma de vinculacin significativa entre la facticidad de lo

    real y lo anhelado imaginario, vinculacin que resulta necesaria para esa criatura finita y

    necesitante de sentido que es el ser humano. La secularizacin social posee de esta manera claros

    lmites que arraigan en la conditio humana: sta define de una vez por todas el mbito de lo

    ontolgicamente posible y demarca as un lmite que no puede ser transgredido mediante la

    tcnica y el voluntarismo poltico, pero que exige un modo de relacin siginificativa con lo que

    8 Ver K. Polanyi, La gran transformacin, Mxico, FCE, 2003.

  • 6

    queda ms all, lo cual solo puede ser aportado por una teologa que eleve a bien supremo la vida

    comn.

    La fidelidad de Hinkelammert al criticismo kantiano, adems de aportarle una fuerza

    crtica patente respecto a las ilusiones transcendentales de la modernidad, lo mantiene tambin

    preso de un modo de pensar antinmico para el que la historia (y la praxis histrica) no puede ser

    considerada como el trmino que puede resolver la contradiccin que en el presente aparece

    como inmutable. A eso hay que aadir que su referencia a una conditio humana (que definira el

    mbito de lo posible), al pretender con razn distanciarse de concepciones de la naturaleza

    humana como infinitamente plstica, cae en el peligro contrario de no tener suficientemente en

    cuenta el modo en que, como sostienen Zubiri y Ellacura, las capacidades humanas (las cuales

    definen para cada generacin, a partir de un determinado desarrollo tcnico, material y social, las

    posibilidades apropiables por la poca) tienen una dimensin claramente histrica. Esta

    devaluacin del alcance de lo histrico en la condicin humana le permite demarcar de una vez

    por todas un lmite ontolgico (no histrico) que, ms all de las transformaciones polticas,

    sociales y tecnolgicas pensables, va a definir un espacio con el que slo podremos relacionarnos

    de manera no distorsionada a travs de la religin.

    La relevancia de Hinkelammert debe valorarse adems, como afirma Beorlegui, por sus

    influencias sobre Enrique Dussel, el representante ms visible e internacional de la filosofa de la

    liberacin. En su obra Hacia una filosofa poltica crtica, que su autor concibe como una obra de

    transicin entre su anterior tica de la liberacin y su recientemente publicada Poltica de la

    liberacin,9 es palpable su fructfero dilogo con el pensador alemn. El volumen es una

    compilacin de trabajos diversos que efectan discusiones con autores como B. Spinoza, K.

    Marx, A. Sen, E. Laclau, A. Heller y F. Hinkelammert y reflexiones sobre el nacionalismo, los

    derechos humanos y la globalizacin con un comn denominador filosfico-poltico. El captulo

    primero est formulado de un modo programtico. Ah expone Dussel seis tesis para la

    articulacin de una filosofa poltica crtica. Su orientacin terica pretende corregir el

    formalismo de Habermas, Apel y Rawls, que desatiende la dimensin material (el nivel

    econmico y ecolgico), tan relevante en los pases en desarrollo y del tercer mundo. Esta

    necesaria correccin se efecta introduciendo el criterio (propuesto por Hinkelammert) de la

    reproduccin de la vida humana, principio que debe actuar como autntico criterio de verdad

  • 7

    poltica de las polticas concretas10

    . Esta correccin de Apel y Habermas a partir de

    Hinkelammert genera una concepcin compleja de filosofa poltica que confiere a la ratio

    politica tres caracteres: un contenido prctico-material (definido por la reproduccin material de

    la vida de la comunidad), una forma prctico-discursiva (en trminos de la concepcin de Apel y

    Habermas de una formacin democrtica de la colectividad a partir de la libre participacin

    discursiva de los sujetos) y una dimensin estratgico-instrumental (que remite al xito o eficacia

    de las polticas). Este ltimo carcter deriva su validez de los dos primeros, pero en todo caso es

    esencial a la filosofa poltica, pues remite a la factibilidad o eficacia poltica, que es

    irrenunciable. Dussel completa esta arquitectnica de la filosofa poltica con una referencia a la

    necesaria atencin a los efectos no intencionales de la accin poltica (otro tema que ha sido

    intenso objeto de la reflexin de Hinkelammert) y a la posibilidad de una transformacin del

    marco sociopoltico existente mediante la creacin de nuevas formas jurdicas e institucionales

    que permitan construir estructuras polticas justas.11

    En su anlisis de las tendencias actuales de la FL, Beorlegui pone de relieve la relevancia

    de la produccin terica de Ral Fornet-Betancourt, en tanto que profundizacin original del

    camino abierto por aqulla. Esto resulta constatable en su obra Transformacin intercultural de

    la filosofa, cuyo punto de partida es la tesis de que toda filosofa es un saber constitutivamente

    ubicado en un contexto cultural. Tambin la forma de filosofa que se reivindica como filosofa

    pura es un saber contextual: asume la perspectiva de occidente y adopta como evidente el

    marco de referencia definido por las exigencias propias de la academia universitaria de los pases

    desarrollados. Una filosofa tal niega su contexto, se concibe abstrada de sus condiciones de

    produccin y lo que hace con ello es reafirmar el contexto institucional de su produccin y el

    rgimen de asimetras consolidadas entre centro y periferia en el plano de las relaciones

    intelectuales internacionales e interculturales. Frente a tal nocin de filosofa abstracta y

    veladamente interesada en consagrar las asimetras existentes a nivel cultural mundial, reivindica

    Fornet una concepcin de la misma como saber contextual y, por ello, plural. Pero este carcter

    contextual no conduce a una situacin de hermetismo comunicativo entre las diversas filosofas-

    mnadas. Al contrario. Es la contextualidad la que hace posible la comunicacin entre las

    diversas filosofas dejando atrs el mero monlogo de la filosofa occidental (pues por definicin,

    9 E. Dussel, Hacia una filosofa poltica crtica, Bilbao, Descle de Brouwer, 2001, p. 9 y su recientemente

    publicado, Poltica de la liberacin. Historia mundial y crtica, Madrid, Trotta, 2007. 10

    Ibd, p. 50.

  • 8

    la filosofa occidental no puede tener interlocutores). El carcter constitutivamente contextual de

    la filosofa posibilita e impulsa un dilogo a partir del cual (y slo a partir del cual) puede

    configurarse una universalidad que no sea homogeneizadora al disolver las diferencias

    imponiendo una unidad que corresponde a la perspectiva y posicin del que est en condiciones

    de poder imponer como normativa su prctica de la labor intelectual. La transformacin

    intercultural de la filosofa consiste pues en la apertura de las diversas filosofas a un dilogo

    intercultural a partir de la constatacin de su propia contingencia. Aqu se abrira el espacio para

    la constitucin de una filosofa intercultural: una filosofa que se articula desde el dilogo entre

    las culturas.12

    La apuesta de Fornet-Betancourt por el dilogo intercultural no se reduce a una

    justificacin filosfica del mismo, sino que se hace efectiva en la organizacin de espacios de

    encuentro, como congresos o talleres de investigacin internacional, donde ese dilogo puede ser

    realizado productivamente. El fruto de uno de estos talleres internacionales, dedicado a la

    cuestin de la contextualizacin de la teologa en el mundo actual y realizado entre 1997 y 1999

    en Aachen, con la participacin de telogos y filsofos como F. Hinkelammert, E. Dussel, L.

    Boff y J. J. Tamayo, ha sido publicado recientemente bajo la edicin de Fornet-Betancourt con el

    ttulo, Resistencia y solidaridad. Globalizacin capitalista y liberacin. En el volumen se

    encuentra la aportacin del propio Fornet, titulada Para una crtica filosfica de la

    globalizacin. Lo original de su aproximacin a la globalizacin consiste en considerarla como

    una metafsica: la globalizacin neoliberal es una metafsica porque pretende enmarcar y

    definir el horizonte desde el que debemos comprender lo que somos y/o debemos ser, nuestras

    relaciones con los otros, con la naturaleza, etc.13 La globalizacin puede ser considerada como

    una metafsica porque provoca una transformacin antropolgica de gran calado, en tanto que

    produce un nuevo sujeto, un nuevo tipo humano, al introducir el espritu del neoliberalismo en el

    interior del mismo sujeto. Genera una transformacin de la subjetividad al hacer que los

    individuos se conciban y se relacionen segn la ley del mercado capitalista.14 Culminara as lo

    que Lukcs ya vio como la tendencia definitoria de la sociedad capitalista: la instauracin de las

    relaciones mercantiles como aquello a partir de lo cual se constituyen las formas de objetividad y

    11

    Ibd., p. 64. 12

    R. Fornet-Betancourt, Transformacin intercultural de la filosofa, Bilbao, Descle de Brouwer, 2001, p. 69. 13

    R. Fornet-Betancourt (ed.), Resistencia y solidaridad. Globalizacin capitalista y liberacin, Madrid, Trotta, 2003,

    p. 74-5. 14

    Ibd., p. 76.

  • 9

    de subjetividad dominantes en el mundo social. Frente a esto, Fornet-Betancourt considera

    necesario reivindicar la centralidad para la reflexin tico-poltica actual de la categora de sujeto,

    despus de varios lustros de elusin del tema a causa de la hegemona de los planteamientos

    post. Para ello propone rastrear en los procesos reales de resistencia a la globalizacin la

    constitucin de una forma de sujeto, por una parte, solidario y, por otra, que conserva la memoria

    de los que sucumbieron en la lucha por su humanidad pisoteada. Para Fornet es en la generacin,

    que hay que impulsar, de esta forma de sujeto antittica del generado por el neoliberalismo

    (caracterizado por el individualismo hedonista-consumista y la fijacin compulsiva al presente

    que devala la importancia del pasado y del porvenir) donde reside la condicin de posibilidad

    (y, por lo tanto, la esperanza) de una globalizacin tica de segundo orden o una

    universalizacin de la solidaridad.15

    Este breve recorrido permite valorar la consistencia terica y crtica de las actuales

    tendencias de la FL y pone de manifiesto su carcter vivo, en un proceso de transformacin

    exigido por las cambiantes condiciones del mundo actual. Permite adems constatar el modo en

    que incorporan a su prctica lo que quiz constituye su aportacin filosfica fundamental: la

    concepcin de la filosofa como una reflexin necesariamente ubicada, interesada e histrica que

    ya siempre ha tomado partido en los conflictos que escinden lo social a partir de un inters

    explcitamente asumido en favor de la liberacin.

    15

    Ibd., p. 78.