roth joseph - los cien dias

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Los cien días es una obra de madurez de Joseph Roth. Si Roth es el gran novelistadel ocaso del Imperio austrohúngaro, en Los cien días recrea el final de otro imperio.Comienza con el regreso de apole!n de su e"ilio en la isla de #lba, llega a $rancia

rodeado del fervor popular, levanta un e%&rcito ' finaliza en (aterloo. )urante esos ciendías el emperador es asaltado por el des*nimo ' la duda. Sabe +ue los vítores de la multitudvan dirigidos a la imagen de un apole!n +ue 'a no e"iste. es a esa imagen a la +ue-ngelina une su suerte ciegamente. )urante la novela se entrecruzan los destinos de ambos,del general victorioso +ue ha cambiado la istoria ' del persona%e an!nimo +ue esarrastrado por ella. /0e interesa ese pobre apole!n 1escribi! Roth1. Se trata detransformarlo2 un dios +ue se convierte en hombre, mostrarlo en el único período de su vidaen +ue es 3hombre4 ' desgraciado. 5uería convertir a un grande en un humilde. #s la primera vez en la historia moderna en +ue aparece con toda claridad6.

 

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Joseph Roth

 Los cien días

 

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7ítulo original2 Die hundert Tage

Joseph Roth, 89:;

7raducci!n2 )esconocido

)ise<o de portada2 #ditorial

 

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  Libro primero

 #L R#=R#S> )#L #0?#R-)>R 

 

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 I

@n sol de sangre, minúsculo ' macilento, surgi! de la neblina por unos instantes 'volvi! a desaparecer en el frío glacial de la madrugada. -manecía melanc!licamente elveinte de marzoA a pesar de +ue s!lo faltaba un día para la iniciaci!n de la primavera, no seadvertía su anuncio en ninguna parte.

?or la noche, la tormenta ' la lluvia habían arreciado en ?arís. acia el amanecer,los p*%aros callaron de pronto despu&s de un breve canto matinal. La niebla se elevaba delos intersticios del empedrado en cintas sutiles ' frías, tornaba a humedecer las piedras +ueel viento aurora, acababa de secar, se +uedaba flotando entre los sauces ' casta<os ' entre

las arboledas de las avenidas, hacía tiritar los brotes diminutos, provocaba escalofríos en loslomos húmedos de los tran+uilos caballos de tiro ' comprimía contra la tierra al humo +uede trecho en trecho intentaba elevarse de algunas chimeneas madrugadoras. #l aire olía aalgo +uemado, a niebla, a lluvia, a tra%es húmedos, a granizo ' nubes de nieve en acecho, aviento destemplado ' emanaciones de canales putrefactos.

- pesar de todos estos inconvenientes, los habitantes de ?arís no permanecían en suscasasA desde las primeras horas de la ma<ana se apretu%aban en las calles, formandoanimados grupos frente a las paredes en las +ue se e"hibían ho%as de diarios. Contenían las palabras de despedida del re' de $rancia. #ran p*ginas indescifrable, parecía +ue hubieranllorado, pues la lluvia nocturna había diluido casi por completo los caracteres aún frescos

de tinta ' la goma +ue los mantenía pegados a los muros. )e vez en cuando el vendavalarrancaba violentamente una +ue otra ho%a ' la arro%aba al lodo negruzco del arro'o. )eesta manera las palabras de despedida del re' eran destruidas ignominiosamente entre el barro de la calle, las ruedas de los coches, las herraduras de los caballos ' los pasos de los peatones.

-lgunos +ue aún permanecían fieles al re' seguían el destino de estos diarioshollados por la muchedumbre, con miradas melanc!licas ' resignadas. asta el ciclo parecía estar en contra del re'A la tormenta ' la lluvia se empe<aban en destruir sus palabrasde despedida. #n la noche tuvo +ue abandonar su palacio desafiando al viento ' a la lluvia./Bo me laceren el coraz!n, hi%os6, había dicho, cuando le pidieron de rodillas +ue se

+uedara. Dl no podía +uedarse, ' hasta el ciclo le era adversoE era evidente.

#ra un buen re'. #n el país s!lo pocos lo amaban, pero muchos sentían simpatía por&l. o tenía buen coraz!n, pero sí un coraz!n leal. #ra vie%o, mu' corpulento ' pesado, detemperamento pacífico ' car*cter orgulloso. Conocía de cerca las vicisitudes del e"ilio, pues había enve%ecido, sufriendo sus rigores. Como toda persona desdichada desconfiabade los hombresA amabaA la tran+uilidad, la moderaci!n, ' la paz. Fivía solitario ' ale%ado delos hombres, pues los verdaderos re'es son le%anos ' solitarios.

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#ra pobre ' vie%o, corpulento ' pesado, digno, discreto e infeliz. ?ocos le amaban, pero muchos en el país sentían simpatía por &l.

#l anciano re' huía ante una sombra enorme, la sombra arrebatada del emperador apole!n, +ue desde veinte días atr*s se apro"imaba a la capital del reino. #l #mperador

 pro'ectaba su sombra ' era una sombra tan pesada +ue no s!lo oprimía al país sino tambi&nal mundo entero. Su dignidad era diferente de la de los re'es2 poseía la dignidad de laviolencia.

 o hered! su corona sino +ue la con+uist!. )escendía de una estirpe desconocida 'confería la fama a sus antepasados an!nimos en vez de recibirla de ellos como emperadores' re'es de nacimiento.

- la par +ue se elevaba, ennobleci&ndose ' coron*ndose, elevaba desconocidos ' poreso era amado por la gente plebe'a.

)urante mucho tiempo tuvo amedrentados ' vencidos a los se<ores m*s poderososde la tierra, por eso los pe+ue<os le consideraban su vengador ' le reconocían potestad demando.

Le amaban por+ue lo consideraban su igualE ' sin embargo &l era m*s grande +ueellos. Les daba e%emplo, ' los servía de estimulo.

#n todo el mundo era conocido el nombre del #mperador, pero poco sabían de &l.?ues, lo mismo +ue un verdadero re', &l tambi&n era un solitarioA amado ' odiado, temido 'venerado, rara vez comprendido. Como si fuera un dios, únicamente se le podía odiar oamar, temer o adorar. sin embargo, era un hombre.

Dl tambi&n tenía sus odios, sus amores, sus miedos ' veneraciones. #ra fuerte 'd&bil, audaz ' temeroso, fiel ' traidor, apasionado e indiferente, soberbio ' sencillo,orgulloso ' vulgar, poderoso ' pobre, confiado ' astuto.

?rometi! libertad ' dignidad a los hombresE pero el +ue entraba a su servicio perdía la libertad ' se le entregaba por completo. 7enla en poco a su pueblo como a losdem*sA no obstante, se empe<aba en conseguir su favor.

)espreciaba a las dinastías reinantes, pero buscaba su amistad ' reconocimiento. ocreía en )ios ' sin embargo le temía. La muerte le era familiar ' no deseaba morirA menos

 preciaba la vida ' la +uería gozarA no daba importancia al amor ' ambicionaba poseer a lasmu%eresA no creía en la fidelidad ' en la amistad ' trataba incansablemente de ganarseamigos. -preciaba poco a este mundo ' se proponía con+uistarloA no confiaba en loshombres a no ser +ue estuvieran dispuestos a ofrecerle su vidaA por eso hizo de ellossoldados. ?ara asegurarse su amor les ense<! a obedecerle. ?ara confiar en ellos, tenían +uemorir por &l. 5uiso hacer feliz al mundo ' le caus! miserias. 7ambi&n se le amaba por sudebilidad pues cuando se mostraba d&bil los hombres veían +ue era su seme%ante ' sesentían afines a &l.

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Cuando se mostraba dominante, le amaban por ello ' por+ue no parecía ser su igual. +uien no le amaba le odiaba o le temía. #ra fuerte e inconstante, fiel ' traidor, denodado' temeroso, noble ' vulgar.

-hora se encontraba ante las puertas de la ciudad de ?arís.

@nos por miedo, otros por %úbilo, arro%aban las insignias +ue había establecido elre'. #l color de la casa reinante era el blancoA ' sus partidarios llevaban cintas de ese coloren la cha+ueta.

?ero ho', como por casualidad, centenares de hombres perdían sus cintas blancasA&stas 'acían ahora profanadas, como mariposas albas arro%adas en el lodo negruzco delarro'o.

La flor de la casa real era la lis virginal e inaccesible.

-hora centenares de lises de tela ' de seda se marchitaban abandonadas ' suciasentre el barro negro de la calle.

Los colores del #mperador eran2 azul, banco ' ro%oA azul como el ciclo ' la le%aníaA blanco como la nieve ' la muerteA ro%o como la sangre ' la libertad. -hora se veían en laciudad miles de hombres con Cintas tricolores en las cha+uetas ' en los sombrerosA ' envez de la casta ' orgullosa flor de lis, llevaban la m*s modesta de todas las llores, la violeta.

Dsta es un flor modesta ' valiente. ?osee las virtudes del pueblo +ue permanece enla sombra. $lorece, casi desconocida, en la umbrosidad de los grandes *rboles ' con unaaudacia modesta ' digna saluda, la primera entre todas las flores, a la primavera. Su color

azul oscuro recuerda al vaho matutino antes de la salida del solo a los vapores vespertinosdel anochecer. #ra la flor del emperador. ?or eso se la llamaba /el padre de la violeta6.

-hora, miles de hombres del pueblo ' de los suburbios de ?arís, se acercaban alcentro de la ciudad, en direcci!n al palacio, todos ellos engalanados con violetas. $altabaun día para el comienzo de la primavera, era un día desagradable.

B5u& melanc!licamente se anunciaba la primavera ?ero sin embargo la violeta, lam*s valiente de todas las flores, se abría 'a en los bos+ues, %unto a las puertas de la ciudad.

)aba la impresi!n de +ue el pueblo de los suburbios llevara la vibrante ' vital

 primavera a la ciudad de piedraA al palacio de m*rmol. Los frescos ramilletes de violetas seveían ondear azules en la punta de los bastones, alzados como banderas por los hombres,entre los tibios ' abultados senos de las mu%eres, en los sombreros ' gorros agitados en alto,en las manos de los obreros ' artesanos +ue saludaban, en las espadas de los oficiales, enlos tambores ' en las trompetas.

-l frente de algunos grupos marchaban los tambores del antiguo e%&rcito imperial.7amborileaban las antiguas canciones de combate sobre los vicios cueros de ternera, hacían

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revolotear los palillos en el aire, como esbeltos pa%aritos, ' volvían a recibirlos en lasmanos paternalmente abiertas. -l frente de otro grupo o confundidos en &lA marchaban losvie%os trompeteros del antiguo e%&rcito ' de voz en cuando embocaban las trompetas 'soplaban los vie%os gritos de guerra imperiales, los melanc!licos ' sencillos gritos de lamuerte ' de la victoria, +ue recordaban a cada soldado su %uramento de morir por el

#mperador ' tambi&n el último suspiro de la mu%er amada en el momento de la despedida.#n medio de la muchedumbre ' llevados en hombros pasaban los vie%os oficiales delImperio. >ndeaban por encima del olea%e de cabezas, como banderas humanas.

abían desenvainado sus espadas ' en set punta agitaban sus sombreros como pe+ue<as banderas negrasA adornados con escarapelas tricolores. )e cuando en cuando,como si &l grito tantas veces repetido no oprimiera 'a los pechos, mu%eres ' hombres,clamaban2 /BFiva $rancia BFiva el #mperador BFiva el pueblo BFiva el padre de lavioleta BFiva la libertad BFiva el #mperador6. una vez m*s2 /BFiva el #mperador6E- veces en medio de un grupo, algún entusiasta empezaba a cantar. Cantaban las antiguascanciones de los veteranos, canciones de vie%as batallas +ue ensalzaban la muerte heroicaA

era la confesi!n del soldado +ue no tiene tiempo para la última absoluci!nA su amor a lavida ' a la muerte, canciones en las +ue resonaban el paso de los regimientos ' elchisporroteo de los fusiles. )e repente alguien enton! el himno mucho tiempo silenciado,se elevaron los compases de la 0arsellesa ' millares de voces lo corearon. #ra el canto dela libertad ' de la obediencia. #ra la canci!n de la patria ' del mundo. #l grito de guerra del#mperador, como la violeta era su flor, como el *guila su emblema, corto el blanco, azul 'ro%o sus colores.

#nnoblecía la victoria ' confería gloria incluso a las batallas perdidas. -nunciaba eltriunfo ' tambi&n a su hermana, la muerte. Llevaba la desesperaci!n ' la confianza. 5uienmodula la 0arsellesa se siente el compa<ero ' amigo de las muchedumbres a +uienes

 pertenece este himno. +uien la entona en común con la multitud siente su eterna soledad,no obstante estar rodeado por a+u&lla. ?ues la 0arsellesa proclama el triunfo ' la caída, lacomunidad con el mundo ' el abandono de cada ser, el poder falaz del hombre ' suimpotenciaA es el canto de la vida ' de la muerte. #s la voz del pueblo de $rancia.

BC!mo se cantaba el día del retorno de apole!n

 

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 II

-lgunos de sus antiguos amigos acudieron a su encuentro para alcanzarlo en elcamino. >tros se preparaban para recibirlo en la ciudad. )e la 7orre del -'untamientohabía desaparecido la bandera blanca del re' de $rancia ' 'a el viento agitaba la tricolorimperial. #n los muros en los +ue por la ma<ana aún apare cían pegadas las palabras dedespedida del re', se veían ahora ho%as nuevas, no maltratadas por la lluvia, ho%as nítidas,limpias ' secas.

#ncima de ellas aleteaba con ma%estuoso aplomo el *guila imperial como si sus poderosas alas negras protegieran los oscuros ' pulcros signosA parecía +ue los hubiera

grabado ella misma, signo por signoA con su pico agresivo ' peligroso.

#ra la proclama del #mperador. )e nuevo la gente se agolpaba ante los mismosmuros, ' en cada grupo alguien leía en voz alta sus palabrasA eran de un tono mu' distintoal de la melanc!lica despedida del, re'. Las palabras del #mperador eran tensas ' fuertes,en ellas resonaba el redoblar de los tambores el imperioso resoplar de los a<afiles, ' la vozarrolladora de la 0arsellesa.

#"altaban como si la voz del +ue las leía se transformara en la misma voz del,#mperador, +ue sin haber llegado todavía, hablara 'a al pueblo de ?arís por miles demensa%eros desconocidos.

)ominaba la impresi!n de +ue los diarios hablaban desde las paredes. Las palabrasimpresas se divulgaban solas.

Las letras clamaban ' por encima de ellas el *guila poderosa ' tran+uila parecíamover sus alas. #l #mperador estaba cerca, 'a su voz resonaba desde todos los muros.

Los antiguos amigos, los dignatarios con sus mu%eres acudían al palacio. Losgenerales ' ministros se ataviaban con sus antiguos uniformes ' sus condecoraciones. ahora, mientras se miraban al espe%o antes de abandonar sus casas, tenían la evidencia de+ue no habían vivido durante la ausencia del #mperador, sino de haber estado sumidos en

un sue<o let*rgico, del +ue despertaban reci&n ho' ala vida.

0*s felices aún eran las damas de la Corte Imperial cuando volvieron a vestir susantiguas prendas.

Cre'eron +ue su %uventud estaba perdida, su belleza marchitada, su esplendorapagado. ?ero ahora +ue se volvían a poner sus vestidos, antiguos testigos de su %uventud 'de sus triunfos, se daban cuenta de +ue el tiempo estuvo detenido desde la partida de

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 apole!n. Si, el tiempoA el enemigo de las mu%eres, había +uedado paralizadoA en un sue<oconfuso sintieron pasar las horas, las lentas semanasA los meses aburridos ' mortíferos. Losespe%os no enga<aban.

Refle%aban verdaderamente las im*genes de la %uventud. con pasos triunfales,

sobre pies alados ' dichosos, m*s ligeros +ue si fuesen %!venes, saltaban a sus coches ' sedirigían al palacio, aclamadas por el pueblo, +ue allí esperaba agolpado.

La multitud aguardaba en los %ardines, frente al palacio, se aglomeraba ante las puertas. #n cada ministro ' general +ue llegaba, esperaba ver a un nuevo mensa%ero del#mperador.

-fluía tambi&n el personal inferior, los antiguos cocineros ' cocheros, panaderos 'lavanderas de la Corte ImperialA los caballerizos ' los mozos de cuadra, los sastres ' loszapateros, los alba<iles ' los tapicerosA los laca'os ' los criados. Se empez! el arreglo del palacio para +ue el #mperador lo encontrara igual como lo había de%ado, ' nada le

recordara al re' +ue acababa de huir. #n esta labor cooperaron las damas ' se<ores de lanobleza ' los m*s humildes sirvientes. Las damas de la Corte Imperial desplegaron aún m*scelo +ue &stosA despreocupadas de su dignidad, de sus vestidos delicados ' de sus u<ascuidadas, *vidas de venganza ' llenas de rabia, impaciencia ' entusiasmo, empezaron adespegar, arrancar ' rasgar de las paredes los gobelinos ' las blancas llores de lis. Ga%o losgobelinos del re', aparecían de nuevo las vie%as ' familiares insignias del Imperio,innumerables abe%as doradas con alas desplegadas, vítreas ' delicadamente veteadas, con elcuerpo ra'ado de negro, eran los símbolos del traba%o fecundo, las afanosas creadoras de ladulzura. Los veteranos del antiguo e%&rcito tra%eron las *guilas imperiales de metal dorado ' brillante ' las colocaron en los cuatro *ngulos de la habitaci!n, para +ue el #mperador alllegar supiera +ue tambi&n le esperaban ellos, +ue no habían podido acompa<arlo en su

retorno triunfal a la capital.0ientras tanto, la noche avanzabaE ' el #mperador tardaba en llegar. Le

encendieron los faroles del palacio. Las linternas llameaban en las calles, luchando contrala nieve, la humedad ' el viento.

Se esperaba pacientemente. ?or fin se o'! el trote acompasado de herraduras decaballos2 era el Regimiento trece de )ragones. )elante cabalgaba el coronelA su sablecentelleaba como un rel*mpago azulado en la oscuridad. )e pronto el coronel grit!2 /B?asoal #mperador6. Se perfilaba en su caballo pardo, +ue apenas se distinguía en las tinieblas,con su blanco ' ancho rostro, con sus bigotazos negros ' retorcidos, visible por encima de

la muchedumbre +ue se agolpaba, con la espada desenvainada en alto, repetía de cuando encuando2 /B?aso al #mperador B?aso al #mperador6. Iluminado por la llama tr&mula 'amarillenta de las linternas se destacaba ' desaparecía en la oscuridad, 'a a los o%os del pueblo se le aparecía como su *ngel protector e invencible guerrero, ligado a los designiosdel #mperadorA pues diríase +ue &ste, tenía, ho', potestad de mando hasta sobre los *ngeles protectores. #scoltado por sus dragones, avanzaba su coche, cu'o r*pido rodar era ahogado por el ruido de las herraduras.

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Se detuvieron ante el palacio.

Cuando el #mperador descendi! del coche, una multitud de manos se tendi! hacia&l. #n ese momento, fascinado por las manos implorantes, sinti! desfallecer su voluntad 'nublar su conciencia. -+uellas manos febriles ' amantes, tendidas hacia &l, le parecían m*s

terribles +ue manos enemigas ' armadas.

Cada una en como un rostro afectuoso ' nost*lgico. Su amor ascendía hacia el#mperador como una invocaci!n poderosa.

H5u& pedían estas manos H5u& era lo +ue +uerían de &l

#llas llamaban, e"igían ' ordenaban al mismo tiempo, como brazos tendidos hacialos dioses.

Cerr! los o%os ' sinti! +ue lo levantaban en vilo ' +ue, cargado sobre hombres

desconocidos, empezaba a subir tambaleando la escalera del palacio. >'! la voz familiar desu amigo, el general Lavallette +ue le decía2 /B#s usted B#s ustedE mi #mperador6. ?orla direcci!n de la voz ' del aliento comprendi! +ue su amigo subía los pelda<os, deespaldas, ' de cara a &l. #l #mperador abri! los o%osE ' vio las manos tendidas de suamigo Lavallette ' su rostro blan+uecino.

Se estremeci! ' cerr! de nuevo sus o%os. Como en un desvanecimiento, conducido,guiado, sostenido, alcanz! su antiguo despacho. Se sent! ante su escritorio2 B+u& terriblefelicidad le embargaba el coraz!n

Fio a algunos de sus amigos como envueltos en un velo de niebla. )esde la calle, a

trav&s de las ventanas cerradas, subía el clamor del pueblo, el relinchar de los caballos, elruido de las armas, el sonoro tintineo de las espuelas, ' desde la antesala, detr*s de la alta puerta blanca, llegaba el susurro de muchas vocesA de vez en cuando creía reconoceralguna.

7odo lo percibía vago ' confuso, le%ano ' cercano ' a la vez todo le hacía feliz ' leaturdía. Le embarga la impresi!n de retornar por fin a su casa ' de haber sido, al mismotiempo, arrastrado mu' le%os por una tormenta.

?oco a poco se esforzaba en concentrar su atenci!n, ' reunir su voluntad paradevolver a sus o%os ' a sus oídos sus funciones receptivas. #staba sentado inm!vil ante el

escritorioA las ovaciones +ue penetraban desde afuera estaban destinadas a &l. Sus amigos seencontraban en la habitaci!n esper*ndolo.

#n la antesala, detr*s de la puerta cerrada, susurraban muchas voces. )e repente le pareci! ver en toda $rancia a miles de sus amigos esper*ndolo. )el mismo modo +ue ac*en ?arís lo aclamaban millares de hombres, en todo el país, millones de seres clamaban2/BFiva el #mperador6. #n todas las casas se comentaba ' se hablaba de &l. )eseaba poder permitirse todavía un poco de descansoA para refle"ionar sobre sí mismo como si se tratara

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de un e"tra<o2 ?ero desde una chimenea detr*s, o'! el tictac de un relo%. #l tiempo corría.)e pronto el relo% comenz! a dar la hora con un Sonido suave ' melanc!lico.

#ran las onceA faltaba una hora para la medianoche. #l #mperador se levant!. Seacerc! a la ventana. )esde todas las torres de la ciudad las campanas daban las once. Dl

amaba las campanas. )esde su infancia las había amado. o le gustaban las iglesias, ' sesentía perple%o ' a veces temeroso ante la cruzA sin embargo, amaba las campanas.

)espertaban un eco en su coraz!n. Sus voces lo ponían solemne. Le parecía +ue noanunciaban únicamente las horas ' los oficios divinos. #ran las lenguas del ciclo. H5ui&nentendía su lengua%e celeste )aban fielmente las horasA s!lo ellas podían saber cu*l seríala decisiva. Se detuvo un rato en la ventana escuchando las vibraciones +ue se perdían en lale%anía. Lentamente se dirigi! a la puerta ' la abri! de un golpe. Se par! en el umbral ' conuna r*pida mirada abarc! los rostros de los allí reunidos. #staban todos, les reconocía, %am*s pudo olvidarlos, pues eran persona%es de su creaci!n.

#l du+ue de Gassano ' Combac&res, los du+ues de ?adua, de Rovigo, de =acta, los7hibeaudeau, los )ecres, )aru, )avout. 0ir! hacia la habitaci!n2 ahí estaban sus amigosCoulaincourt ' #"cimaus ' el inocente %oven $leur' de Chaboulon. 7odavía le +uedabanamigos. Sin embargo algunos le habían traicionado. H-caso era &l un )ios para castigar 'encolerizarse S!lo era un hombre. ?ero ellos le consideraban un )ios. como de un )ios,e"igían de &l c!lera ' castigo, ' esperaban el perd!n. ?ero &l no tenía tiempo paraencolerizarse ' castigar, ' luego perdonar como un )ios. 0*s nítidos +ue las ovaciones dela muchedumbre deba%o de las ventanas ' +ue los múltiples rumores de sus dragones en los %ardines ' en la casa, percibía detr*s de si, el delicado pero ine"orable tictac del relo% sobrela chimenea.

Le faltaba tiempo para castigar. Lo tenía solamente para perdonar ' hacerse amarA para otorgar mercedes ' gracias, títulos ' cargos2 todas las d*divas +ue un #mperador puede conceder. La generosidad e"ige menos tiempo +ue la c!leraA eligi! la generosidad.

 

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 III

Las campanas dieron las doce. #l tiempo corría. B#l misterio B#l gobierno #l#mperador debía tener un gobierno.

H-caso se puede gobernar sin ministros ' sin amigos B los ministros encargadosde vigilar a los funcionarios subalternos deben ser a su vez vigilados Los amigos en los+ue se confía se tornan desconfiados ' despiertan desconfianza. #l pueblo +ue lo aclamaall* deba%o de las ventanas transformando la noche en día, voluble. #l )ios en el +ue seconfía es desconocido e invisible. ?ero 'a el #mperador tiene su ministerio. BombresBombres ?ara )ecres el ministerio de 0arinaA para Coulaincourt el del #"teriorA 0ollicu,

secretario del 7esoro ' =audin ministro de $inanzasA Carnot +uiz* ser* ministro delInterior, ' Combac&res ?rimer Canciller. Bombres

Las campanas dieron la unaA poco despu&s las dos.

BombresE ' pronto surgir* el albaE H+ui&n se har* cargo de la ?olicía

#l #mperador necesita una ?olicíaA no basta un *ngel protector. Se acuerda de suantiguo ministro de ?olicía. Se llamaba $ouch&. ?odría ordenar +ue se arrestara a esehombre odiado ' aún +ue se le matara, pues lo había traicionado. ?ero conocía todos lossecretos del país, lo mismo +ue a todos los amigos ' a todos los enemigos del #mperador.

?odía traicionar ' protegerE ambas cosas al mismo tiempo. 7odos los amigos en los +uereci&n había confiado, mencionaban su nombre. #s h*bil ' fiel al poderosoE decían.H-caso no era poderoso el #mperador

H?odía dudar alguien de su poder ' entrever su miedo

H#"istía un hombre en el país capaz de imponerle temor

/B7r*iganme a $ouch&6, orden! el #mperador, /' d&%enme solo6.

 

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 IV

?or primera vez de%! vagar su mirada por la habitaci!n.

Se detuvo ante el espe%o, +ue refle%! su imagen. $runci! el ce<o, trat! de sonreír,observ! sus labios, abri! la boca ' contempl! sus dientes, blancos ' sanos. Se arregl! conlos dedos el mech!n de cabellos negros de su frente, ' sonri! a su imagen en el espe%o.#staba satisfecho de sí mismo.

Retrocedi! algunos pasos ' volvi! a contemplarse. #staba solo, era fuerte, %oven 'sano. o temía a ningún traidor.

Se pase! por la sala, ' observ! los gobelinos reci&n arrancados ' las destrozadasflores de lis. Sonri!, levant! un *guila de metal, colocada en uno de los rincones, ' por finse detuvo ante un pe+ue<o altar. #ra una pieza lisa de madera negra.

)el ca%!n cerrado se desprendía un leve olor a incienso ' sobre el altar había un pe+ue<o crucifi%o de marfil. #l rostro del crucificado, demacrado ' cubierto de barba, seelevaba, inmutable ' eterno, en medio de la luz d&bil de las bu%ías +ue alumbraban elcuarto. /Se han olvidado de llevarse el altar6, pens! el #mperador. -+uí se arrodillabatodas las ma<anas el re', ' Cristotto le escuch!. /Bo no lo necesito, ' afuera con &l6,e"clam!, levantando al mismo tiempo la mano. #n este momento sinti! un impulso de

arrodillarse, ' sin embargo en ese mismo instante lo tom! del altar ' lo arro%!. Ca'! con ungolpe seco ' duro sobre el estrecho list!n del par+uet desnudo. #l #mperador se inclin!. Lacruz estaba rota. #l Salvador, cu'os delgados brazos de marfil, abiertos, habían perdido susost&n, 'acía sobre el pico, con la barba blanca ' la nariz aguda vueltas hacia el techoA 's!lo las piernas ' los pies +uedaron su%etos al tronco intacto de la pe+ue<a cruz.

#n ese momento llamaron a la puerta ' fue anunciado el ministro de ?olicía.

 

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 V

#l #mperador +ued! parado en el mismo lugar. Su bota iz+uierda impedía ver losfragmentos blancos del crucifi%o.

Cruz! los brazos como tenía por costumbre cuando esperaba algo o en las ocasionesen +ue refle"ionaba, o simulaba refle"ionar. Dse era su modo de dominarseA sentía sucuerpo entre sus propias manos ' seguía con la mano derecha las pulsaciones de sucoraz!n. #sa actitud su'a era amada ' conocida. Centenares de veces la ensa'! ante elespe%o. >tras tanta, lo habían retratado en esta postura, ' esos cuadros adornaban miles decasas, en $rancia, en Rusia, en #gipto, ' en todos los países del mundo. Dl conocía bien a

su ministro de ?olicía, al vie%o ' peligroso cínico eterno +ue %am*s tuvo %uventud ni fuenunca cre'ente. Como una ara<a laboriosa había te%ido ' deshecho telas, tenaz, frío ' paciente.

#l #mperador tenía ante sí al m*s ateo de todos los hombres, al cura per%uroA lorecibi! en la actitud en +ue acostumbraban verlo millones de cre'entes.

-l cruzar los brazos no s!lo sentía su propia importancia, sino +ue hacía sentir a esehombre odiado la fe de millones de cre'entes, +ue lo veneraban ' amaban en esa actitudsu'a de plena seguridad en si mismo, ' la m*s apropiada para una estatua.

#l ministro estaba ante con la cabeza inclinada. #l #mperador no se movi!. #lministro no parecía inclinar la cabeza como se acostumbra ante los grandes, sino como sitratara de ocultar el rostro, o como si buscara algo en el suelo. #l #mperador se acord! delcrucifi%o roto +ue su bota iz+uierda impedía descubrir ' hubiera logrado esconderlo acual+uiera menos a la mirada aguda de este policía. Le pareci! indigno abandonar el lugardonde se encontraba de pie o esconder algo. /B0íreme a la cara6 le orden!, dando a su vozel antiguo tono autoritario. #l ministro levanta la cabeza. Su rostro estaba demacradoA suso%os eran de un color indefinido entre claro ' oscuro, ' trataba en vano de tenerloscompletamente abiertos, pues los p*rpados volvían a cerr*rsele aun+ue simulaba esforzarsecontinuamente para abrirlos. Su uniforme imperial era impecableA pero, como para de%arconstancia de la ins!lita hora nocturna en +ue se le habla obligado a presentarse, llevaba un

 bot!n del chaleco sin abotonarse, como por casualidad. #l #mperador tendría +ue observareste descuidoE lo not!.

 10a%estad, so' su servidor 1comenz! diciendo el ministro.

 1B?or cierto, +ue un servidor fiel 1observ! ir!nicamente el #mperador.

 1B@no de sus m*s fieles 1repiti! el ministro.

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 1o lo ha demostrado así en los últimos diez meses 1contest! el #mperador, ba%ando la voz.

 1?ero sí, en los dos últimos. e cooperado desde hace dos meses a la felicidad devolver a ver a+uí a su 0a%estad.

#l ministro hablaba despacio ' ba%o. o levantaba ni ba%aba la cabeza. )e sus labiosdelgados la palabras surgían pulidas ' ret!ricas, con la fuerza suficiente para serescuchadas, pero en un tono cauto como para no ponerse ala par con la voz del #mperador.Sus largas manos un poco cerradas descansaban abandonadas ' respetuosas sobre susmuslos. ?arecía inclinarse hasta con las manos.

 1e resuelto sepultar el pasado 1di%o el #mperador1. H#ntiende, $ouch& #l pasado no siempre es agradable.

 1o es grato, 0a%estad.

/Se torna demasiado familiar6, pens! el #mperador.

 1a' mucho +ue hacer, $ouch& 1di%o1. o ha' +ue darles tregua. )ebemosadelantarnos. HRecibi! noticias de Fiena

 10alas noticias, 0a%estad. #l ministro del #"terior, el se<or 7alle'rand, lo haechado a perder todo. Sirve a los enemigos como nunca sirvi! a su 0a%estad. Recordar*+ue nunca creí +ue fuera honesto. Babr* mucho +ue hacer, es cierto ?ara solucionar todosestos problemas se necesitar* una mano firme.

$ouch& tenla las manos apo'adas en sus muslos ' medio cerradas como si ocultaraalgo en ellas. Los enca%es demasiado largos de las mansas, parecían ocultarintencionalmente sus mu<ecas2 s!lo se veían sus largos dedos. /)edos de traidor6, pens! el#mperador. /Con ellos se pueden te%er pe+ue<as ba%ezas ante el escritorio. #sas manos notienen músculos. Bo le har& ministro del #"terior6.

0ientras refle"ionaba, movi! involuntariamente el pie, poniendo a descubierto losfragmentos de la cruz. 5uería acercarse a la ventanaA pero se dio cuenta +ue $ouch& mirabala cruz con los o%os entreabiertos lo +ue le produ%o un embarazoso sentimiento de modestia.)io un paso adelante, ech! el ment!n hacia atr*s ' para poner t&rmino a la audiencia, di%ocon voz imperiosa2

 1BLe nombro mi ministro

#l ministro +ued! inm!vil. S!lo el p*rpado derecho se alz! un poco por encima dela pupila, como si despertara reci&n.

)aba la impresi!n de +ue no escuchaba con los oídos, sino con el o%o.

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#l #mperador continu! en un tono +ue al ministro le pareci! de una espontaneidaddemasiado desde<osa.

 1>cupar* el ministerio de ?olicía +ue ha desempe<ado tan meritoriamente.

#n este momento el p*rpado curioso, ca'! de nuevo sobre la pupila, ocultando un pe+ue<o destello verde.

#l ministro sigui! inm!vil. /#st* refle"ionando6, se di%o el #mperador, /refle"ionademasiadoE6.

?or fin $ouch& se inclin!. Sus palabras sonaron forzadas como si tuviera la gargantareseca2

 10e alegro sinceramente de poder servir otra vez a Su 0a%estad.

 1asta la vista, )u+ue de >tranto 1le di%o el #mperador.

$ouch& se enderez!. ?or un momento +ued! aún inm!vil ' con los o%os, abiertos 'asombrados observ! detenidamente las botas imperiales entre las cuales relucían losfragmentos de marfil de la cruz. Luego sali! de la habitaci!n.

-traves! la antesala, saludando con una ligera inclinaci!n de cabeza. Sus zapatostan suaves como si fueran de lana no de%aron oír su paso silenciosoA ba%! los pelda<os de piedra de la escalera, pasando entre los dragones +ue roncaban tirados en el suelo. #n el %ardín relinchaban los caballos golpeteando las herradurasA los cuartos estaban iluminadosd&bilmente ' las puertas aún permanecían entreabiertas. Con gran cuidado evitaba tropezar

con las sillas ' las riendas +ue a+uí ' all* 'acían en desorden. -l llegar a la re%a se detuvo 'silb! despacio. Su secretario se le acerc!.

 1BGuenos días =aillard 1le di%o1. Folveremos a encargarnos del ministerio de?olicía. Dl s!lo sabe hacer la guerra, pero no entiende de política. B)entro de tres mesestendr& m*s influencia +ue &l 1 con el dedo se<al! el palacio, por encima del hombro.

 1B?arece un campamento militar 1di%o =aillard.

 1Ba parece una guerra 1contest! el ministro.

 1BSí 1di%o =aillard1. ?ero una guerra perdida.

Los dos se ale%aron por la calle, penetrando tran+uilamente en la neblina nocturna 'desapareciendo pronto en ella.

 

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lo e"tra<aba m*s +ue a su propia madre. #"traordinario capricho de la naturalezaA tambi&nella había trasmutado seis le'es ' &l 'a no era hi%o de su estirpe, sino m*s bien, el padre desus antepasadosA ellos vivían de su nombre. La naturaleza era vengativaE B5u& bien laconocía

Si le había permitido conferir gloria a sus antepasados, se la negaría a susdescendientes. /0i hi%o6, pens! el #mperadorA recordaba a su v*stago con la ternuramultiplicada de un padre, de una madre ' de un hi%o. /i<o desgraciado6 pensaba /es mihi%oE Hllegar* a ser mi heredero, Hser* tan sabía la naturaleza para dar otro ser de miconte"tura o lo he engendrado, ha nacido para mí2 +uiero verlo6.

Se +ued! contemplando el pe+ue<o rostro mofletudo del re' de Roma2 era un buenni<o regordete, como había miles, sano e inocente. Sus o%os apacibles miraban con sencillezhacia la vida desconocida ' terrible, bella ' peligrosa. /B#s de mi sangre 1se di%o el#mperador1, no con+uistar* nada pero al menos podr* conservar. BCu*ntos buenosconse%os hubiera podido darleE ' no puedo verloE6. Retrocedi! dos pasos para

contemplarlo me%or ' las sombras invadían el cuarto por las ventanas abiertas, envolviendo paulatinamente todas las cosas. #l vestidito oscuro del ni<o fue esfum*ndose poco a poco ' pronto desapareci!. S!lo su dulce rostro p*lido resplandecía aún mu' le%ano.

 

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 VII

Sobre la mesa estaba el relo% de arena, de berilo transparente. ?or su cuello estrechocaía el delicado hilo amarillento +ue llenaba sin interrupci!n el recipiente inferior.

La arena parecía fluir despacio, pero el recipiente se llenaba con rapidez. -sí el#mperador tenía siempre ante sus o%os a su enemigo2 el tiempo. -veces se divertíainvirtiendo los recipientes, antes de +ue el superior +uedase vacío. #ra un %uego infantil.Creía en el significado misterioso de las fechas, de las horas, de los días2 había regresado elveinte de marzo. #n la misma fecha naci! su hi%o. #n un veinte de marzo había hechofusilar a un enemigo inocente, el du+ue de #nghien. 7enía buena memoria.

Los muertos la tenían tambi&n. HCu*nto tardaría en vengarse el muerto

#l #mperador creía percibir el paso de las horas mientras hablaba con los ministros,amigos ' conse%eros, ' el pueblo entusiasta le aclamaba ba%o las ventanas. 0*s persistente+ue los gritos de la muchedumbre, era la voz suave, regular ' uniforme del relo%. La seguíacon ma'or ansiedad +ue a la voz de la multitud. #l pueblo era un amigo voluble, el tiempoun enemigo fiel ' seguro. 7odavía resonaban en sus oídos los gritos de odio +ue habíaescuchado diez meses antes, cuando tuvo +ue abandonar el país, derrotado e impotente.Cada ovaci!n de la muchedumbre le recordaba los gritos d& odio de la otra.

Sin embargo debía alentar a los vacilantes, hacer creer a los mentirosos +ue noestaba enterado de sus mentiras ' aparentar amor a +uienes no amaba. #nvidiaba a suenemigo, el vie%o ' corpulento re' +ue tuvo +ue huir. #l re' pudo gobernar en nombre de)ios ' sostener la paz en nombre de sus antepasados.

0ientras, +ue &l, para mantener su imperio, debía hacer la guerra. B#s +ue &l s!lo erageneral de sus soldados

 

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 VIII

#ra una suave ma<ana de abril. #l #mperador sali! del palacio. -traves! la ciudadmontado en su caballo blanco, con su capote de soldado, ' sus botas guerreras de finacabritilla, en las +ue brillaban las espuelas de plata. Llevaba el sombrero negro sobre lacabeza inclinada, la +ue erguía inesperadamente, como si despertara de alguna profundacavilaci!n.

0antenía el caballo al paso. Las herraduras golpeteaban regular ' suavemente elempedrado de las calles. Las gentes +ue lo veían pasar creían oír en el trote de sucabalgadura un llamado obsesionante del b&lico tambor +ue convoca a la guerra. Se

detenían ' descubri&ndose emocionados ' un tanto desconcertados por su aparici!ngritaban2 /BFiva el #mperador6. #l espect*culo +ue acababan de presenciar 'a lo conocían por miles de reproducciones +ue colgaban en sus hogares ' en los de sus amigosA +uedecoraban el borde de los platos en +ue comían todos los díasA las tazas en +ue bebíanA losmangos met*licos de los cuchillos +ue cortaban el pan. #ra el cuadro familiar íntimo delgran #mperador +ue lo representaba montado en su caballo blanco, con su capote desoldado, ' su sombrero negro.

Se había adelantado a su s&+uito2 generales ' ministros le seguían a respetuosadistancia.

Los ra'os del sol se filtraban a trav&s de las copas verdes ' frescas de los *rboles, enlas avenidas ' en los %ardines de ?arís.

#n un día como &ste, los hombres no +uerían dar oídos a los sombríos rumores +uellegaban desde todos los puntos del país. )esde hacía días se hablaba de revueltasmon*r+uicas contra el #mperador. 7ambi&n se murmuraba +ue los poderosos del mundohabían decidido ani+uilarlo a &l, ' de paso, a $rancia. -rmados ' sa<udos, los enemigosacechaban en todas las fronteras del país. La #mperatriz se hallaba en Fiena, en casa de su padre, el emperador austríaco. o le permitían volver a $rancia. 7ambi&n tenían prisioneroen Fiena al hi%o del #mperador. #n todas las fronteras de $rancia acechaba la muerte.

Sin embargo, los hombres en un día como &ste, luminoso, olvidaban confiados lostristes presagios guerreros ' los rumores de las fronteras en las +ue acechaba la muerte.

#staban dispuestos a creer en las noticias optimistas +ue difundían los diarios.

-hora al ver al #mperador en este día de primavera, cabalgando por las calles de?arís ' sabi&ndolo poderoso ' prudente, audaz ' victorioso, les parcela mu' natural +ue elCiclo les fuera favorable ' se abandonaban ala la"itud consoladora de este día radiante '

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ala alegría +ue embargaba sus corazones felices.

#l #mperador se dirigía a Saint =ermain2 era el día del desfile. -l llegar, se detuvo 'se +uit! el sombrero. Salud! al pueblo +ue estaba reunido, a los traba%adores ' a lossoldados.

Sabía +ue la gente sencilla amaba sus cabellos negros ' lisos, ' el mech!ncaprichoso +ue caía sobre su frente.

Cuando aparecía descubierto ante los humildes, se sentía m*s pobre ' m*s sencillo.#l sol 'a cerca del cenit le +uemaba la cabeza. 5ued! inm!vil2 se imponía a sí mismo ' asu animal esa inmovilidad estatuaria, cu'a eficacia ' poder conocía desde hacía a<os. )eentre la masa del pueblo en medio de la cual centenares de mu%eres lucían pa<uelos ro%os,emanaba el conocido olor agrio a sudor, el olor desagradable de los pobres +ue celebrabansus fiestas, el h*lito de su alegría e"altada. La emoci!n embarg! el coraz!n del #mperador.5ued! inm!vil en la misma actitud, el sombrero en la mano. o amaba al pueblo,

desconfiaba de sus ovaciones, de su entusiasmo ' de sus olores. Sin embargo era el favoritode este pueblo, ' sonreía inm!vil sobre su caballo blanco, con gesto a la vez imperial 'escult!rico.

$ormados en rígidos cuadros lo esperaban los soldados, sus vie%os ' heroicossoldados. C!mo se parecían entre sí todosA los sargentos ma'ores, los caporales, losvoluntarios.

7odos a+uellos a +uienes la muerte había respetado, permiti&ndoles regresar a suhabitual ' gris pobreza. #n la memoria del #mperador surgía un nombre despu&s de otro.

Los recordaba e"actamente ' hubiera podido llamarlos por sus nombres. Sinembargo, no despertaban ningún eco en su coraz!n. Sabía +ue era amado ' sentíavergenza de inspirar tal sentimiento, &l, +ue s!lo podía sentir compasi!n por los +ue leamaban. Cabalgaba en su caballo blanco, iluminado por el sol, con la cabeza descubierta 'envuelto por las ovaciones como en un hurac*n. #n los cuadros de los vie%os soldadosredoblaron los tambores. B0enos mal +ue empezaban -git! el sombrero, luego solt! un poco las riendas ' suaviz! la presi!n de los muslos2 el caballo comprendi! ' empez! adanzar ' el emperador elev! la voz para hablarE - los hombres del pueblo les parecía +uelos tambores +ue acababan de redoblar, hablaran ahora con voz humana e imperiosa.

 1BCamaradas 1comenz! diciendo1. Compa<eros de batalla ' de victoriasA

testigos de mi suerte ' de mi desdichaE

#l caballo blanco par! las ore%as mientras marcaba con la pata delantera el ritmo delas palabras imperiales.

#l sol habla llegado al cenit ' calentaba con %uvenil suavidad.

#l emperador se puso el sombrero ' se ape! del caballo.

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 IX

Se acerc! a la multitud ' se sinti! envuelto en su c*lido aliento en el +ue percibía elamor +ue se refle%aba en sus rostrosA tan c*lido ' fuerte como el sol de a+uel día, ' de pronto le pareci! haber sido siempre uno de ellos. #n este momento tenía la visi!n de su propia imagen, tal como la vetan sus adoradores, en miles de retratos, en los platos, en loscuchillos, en las paredes de los cuartos, como un mito viviente.

)urante los meses de su e"ilio había sentido nostalgia de este pueblo. #ra el pueblode $rancia, así lo conocía2 inclinado a amar ' a odiar f*cilmente. #ra solemne e ir!nico,f*cil de entusiasmar, difícil de convencer, orgulloso en la miseria, generoso en la felicidad,

confiado ' superficial en la victoria, amargo ' vengativo en la derrota, %uguet!n c infantilen la paz, ine"orable e irresistible en la batalla, f*cil de desilusionar, confiado ' a la vezdesconfiado, olvidadizo ' pronto a la reconciliaci!n con una palabra oportuna, dispuesto,siempre al bullicio, pero aún m*s a la moderaci!n.

Dste era el pueblo de los galos, el pueblo de $rancia. era así c!mo lo amaba el#mperador.

a no sent& desconfianza alguna2 la muchedumbre lo rode!, al grito de2 /BFiva el#mperador6 como si +uisiera demostrarle +ue aún teni&ndolo en su seno, no olvidaba +ueera al mismo tiempo su hi%o ' su #mperador.

-braz! a un suboficial de edad avanzada. #l hombre tenía un rostro sombrío,amarillento, lleno de audacia ' demacrado.

Llevaba un enorme bigote entrecano, cuidadosamente peinado hacia aba%o. #ra bastante m*s alto +ue el #mperador ' mientras se abrazaban, parecía +ue &ste se hubieracolocado ba%o la protecci!n del suboficial. #l hombre inclin! la cabeza sinti&ndose algoridículo, molesto ' torpe por su elevada estatura comparada con la pe+ue<ez del#mperador. Dste le bes! en la me%illa derecha ' sinti! el olor de la piel amarillenta, olor avinagre fuerte +ue se había pasado por sus me%illas reci&n afeitadasA a sudor +ue destilabasu frente ' tambi&n a tabaco +ue e"halaba su boca.

Con este beso se apro"im! a todo el puebleA se sinti! de pronto profundamentefamiliarizado con &l.

Sí, a+u&l era el olor del pueblo +ue proporcionar los soldadosA los maravillosossoldados del suelo de $ranciaA el olor de la fidelidad misma. La fidelidad de los soldadoshuele a sudor, tabaco, sangre ' vinagre. #l #mperador, al besar a uno de ellos, abrazaba ' besaba a todo su gran e%&rcito, a sus muertos ' a sus sobrevivientes. #l pueblo, al ver el

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 pe+ue<o cuerpo del #mperador estrechado por los largos brazos del en%uto suboficial,sentíase abrazado por a+u&l ' al mismo tiempo tenía la impresi!n de +ue lo abrazaba. Lasl*grimas enturbiaron los o%os de los espectadores, +ue con roncas voces clamaron2 /BFiva el#mperador6, mientras una poderosa emoci!n oprimía sus gargantas. #l #mperador solt!sus brazos2 el vie%o soldado retrocedi! tres pasos ' +ued! inm!vil. Sus o%illos negros,

deba%o de sus celas espesas ' enormes, brillaban con devoci!n fan*tica. 1H#n +u& batallas has combatido 1pregunto el #mperador.

 1B#n Jena, -usterlitz, #'lau ' 0oscú, mi #mperador 1contest! con voz ronca elsuboficial.

 1HC!mo te llamas

 1B?edro -ntonio Lavernoile

 1BLe agradezco 1grit! el #mperador en voz alta, para +ue todos lo o'eran1. BLeagradezco, teniente ?edro -ntonio Lavernoile

#l nuevo teniente volvi! a su posici!n rígida, retrocedi! un paso m*s, levant! sumano delgada ' morena, la agit! en el aire ' grit! con voz ahogada /BFiva el #mperador6.

Folvi! a las filas de las +ue fuera llamado por el #mperador, diciendo a loscamaradas +ue lo rodeaban2 Imagínense, me ha reconocido en seguida. 0e di%o2

 1B#stuviste en Jena, -usterlitz, #'lau ' 0oscú, mi +uerido Lavernoile H7odavíano recibiste ninguna recompensa -hora la tendr*s. 7e asciendo a teniente.

 1os conoce a todos 1di%o uno de los suboficiales.

 1o ha olvidado ni a uno solo de nosotros 1di%o otro.

 1Lo ha reconocido 1susurraban multitud de vocesA ha recordado su apellido, ' nos!lo eso sino tambi&n sus nombres de pila. a dicho2 /?edro -ntonio Lavernoile, 'o teconozco6.

#ntre tanto, el #mperador volvi! a cabalgar. /Lavernoile 1pensaba1, Bpobre 'grande Lavernoile B)ichoso Lavernoile6

#l #mperador se descubri! ante la multitud, erguido en los estribos ' grit! cona+uella voz +ue era escuchada ' comprendida en medio del rugir de los ca<ones2

 1B?ueblo de ?arís BFiva $rancia

izo dar la vuelta a su caballo ' todos se precipitaron detr*s de &lE separ*ndolo desu s&+uitoA iba envuelto en su capote gris.

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Centenares de soldados ' una muchedumbre de hombres ' mu%eres agitaban sus pa<uelos ro%os +ue brillaban a la luz del sol.

 

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 XI

#l #mperador dispuso +ue en todas las ciudades del país se dispararan cien salvas deca<!n. Dste era su idioma.

-sí anunciaba al pueblo +ue había dominado a los rebeldes, a los simpatizantes delre'.

el eco de los ca<ones repercuti! poderosamente en todos los *mbitos del país.acia mucho +ue los hombres no habían oído el trueno del ca<!n. -hora +ue lo oían seamedrentaron ' un estremecimiento los conmovi! al reconocer la voz del violento

#mperador +ue había regresado. -costumbraba anunciar tambi&n la paz con el tronar de suartillería.

Su hermano le di%o2

 1ubiera sido me%or hacer sonar las campanas, en vez de descargar los ca<ones.

 1Si 1replic! el #mperador1. o amo las campanasA tú lo sabes. 0e hubieragustado oírlas. ?ero las campanasE pueden esperar. Las har& sonar cuando ha'a vencido alos enemigos poderosos, a los verdaderos enemigos.

 1H)e +u& enemigos hablas 1le pregunt! el hermano.

#l #mperador en voz ba%a ' solemne contest!2

 1B)el mundo entero

#l hermano se levant!. #n este momento temía a todo el mundo +ue era enemigo del#mperador, pero tambi&n temía a este hermano, al cual todo el mundo era hostil.

0omentos antes de entrar en la habitaci!n, sinti! compasi!n. ?ero ahora en su presencia, sucumbía como desde hacía a<os ante su mirada ' su voz imperial. -nte &l sesentía tan pe+ue<o como uno de sus desconocidos granaderos.

 1Si&ntate 1le di%o1. 7engo +ue comunicarte cosas mu' graves. - ti solo puedodecírtelas2 hubiera preferido hacer repicar las campanas, pero he ordenado disparar losca<onesA pues las campanas hubieran sido una mentiraE @na mentiraE ' una promesa +ueno hubiera podido cumplir.

B-ún no ha' paz, hermano mío B7engo +ue acostumbrar de nuevo a los hombres a

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la voz del ca<!n )esearía la paz, pero me obligan a ir a la guerra. Los emba%adores detodos los países hace 'a mucho +ue hubieran abandonado ?arís, si mi caballerizo lesentregara los caballos. #staban acreditados ante el re'2 no eran hu&spedes del pueblo de$rancia. Su odio por mi es ma'or +ue mi desprecio por ellos. #n las fronteras detienen amis mensa%erosA ni si+uiera una de mis cartas llega hasta la #mperatriz. B>h, hermano mío

Cuando se pertenece a nuestra esfera no se conoce e"actamente al gran mundo. Dste esnuestro gran error, hermano mío, el error de los +ue han nacido pe+ue<os. e humillado alos re'es, pero el ser humillado por mi, por uno de nosotros, no los empe+ue<ece, los tornam*s vengativos de lo +ue son. #l m*s humilde de mis granaderos, posee ma'or nobleza dealma +ue ellos. a sido f*cil vencer a los pobres revoltosos en el país. #sto no merece aúnel to+ue de las campanas.

-dem*s, todavía ha' otros enemigos en el paísA los diputados. #llos, no pertenecenal pueblo, aun+ue se llaman sus representantes. B#l ?arlamento )ebo estar subordinado a&l. Sin embargo, solamente 'o tengo derecho a imponer la libertadA únicamente 'o, por+ueso' lo bastante poderoso para conservarla. So' el #mperador de los franceses, por+ue so'

su general. 1#ntonces habr* guerra 1contest! en voz ba%a el hermano.

 1=uerraE 1murmur! el #mperador, lentamente, como en un sue<o.

 

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 XII

 ecesitaba :KK.KKK fusiles nuevos. >rden! fabricarlos ' todos los talleres del paísempezaron a martillar, for%ar, fundir ' soldar. ecesitaba hombres para los trescientos milfusiles ' todos los hombres %!venes de $rancia abandonaron sus novias, sus madres, susmu%eres ' sus hi%os. ecesitaba alimentos, ' todos los panaderos del país empezaron conentusiasmo a hornear panes para almacenar ' todos los carniceros salaron la carne para podar conservarla durante mucho tiempo, ' los productores de aguardiente a destilar diezveces m*s +ue lo acostumbrado. #ra &sta la bebida de las batallas, la +ue transforma a loscobardes en valientes ' a los valientes en audaces.

>rdenaba a+uí ' all*. =ozaba con la obediencia de su pueblo ' de estavoluptuosidad de ser obedecido e"traía fuerzas para seguir ordenando.

 

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 XIII

Llovía a c*ntaros cuando el #mperador se traslad! al palacio del #líseo, +ue estabaen las afueras de la ciudad. La lluvia cala torrencialmente golpeando con violencia lascopas pesadas de los arboles del par+ue. Su ruido, fuerte ' regular, dominaba las voces dela ciudad, ' acallaba las entusiastas ovaciones del pueblo, +ue gritaba2 /BFiva el#mperador6. #ra una lluvia de verano, tibia, precoz ' benigna. #l campo la necesitaba, loscampesinos la bendecían ' la tierra agradecida la absorbía voluptuosamente. ?ero el#mperador s!lo pensaba +ue la lluvia ablanda el terreno, torn*ndolo difícil para el avancede las tropas. 7ambi&n empapa la ropa de los soldados ' en determinadas circunstancias, protege al enemigo, ocult*ndolo a la vista. umedece el ambiente ' enferma a los soldados.

Cuando se prepara una campa<a militar se necesita sol.

#l sol torna a los hombres despreocupados ' serenos. #l sol embriaga a los soldados' calar* las cabezas de los generales.

La lluvia favorece al enemigo +ue no ataca ' se limita a esperar el ata+ue.7ransforma el día en noche. Cuando llueve, los soldados +ue fueron campesinos seacuerdan de sus campos, luego de sus ni<os, ' de sus mu%eres. La lluvia era un enemigom*s para el #mperador.

abía transcurrido una hora desde +ue estaba de pie ante la ventana abierta,escuchando indolentemente el continuo repi+uetear de la lluvia. Le parecía ver todo el paísdividido en campos, %ardines ' bos+ues, en pueblos ' ciudades. Feía miles de arados,escuchaba el pausado chirrido de las guada<as, ' el zumbido m*s r*pido ' breve de lasegadera. Feía los hombres en los graneros, en los establos, en las pilas ' en los molinosAveía a cada uno dedicado, pacíficamente ' con cari<o, a su traba%o, esperando la sopacaliente de la noche ' luego el sue<o voluptuoso en los brazos de su mu%er. Sol ' lluvia,viento ' día, noche ' neblina, calor ' frío, eran fen!menos familiares a los campesinos,dones del ciclo, buenos o desagradables, pero siempre familiares. - veces invadía al#mperador una vie%a nostalgia, oculta en las profundidades de su alma ' %am*s sentida enlos confusos a<os de sus victorias ' derrotas2 la nostalgia de la tierra. BSus antepasados

tambi&n habían sido campesinos

Seguía parado frente a la ventana, ' pronto se sinti! envuelto por el crepúsculo. #l perfume amargo de la tierra ' de las ho%as penetraba en el cuarto, mezclado con el dulceolor de los casta<os ' de las lilas ' el vaho húmedo de la lluvia +ue huele a marchito ' ale%anas algas marinas. @n sereno susurro llenaba el tran+uilo atardecer2 la lluvia, la noche 'el par+ue conversaban pacíficamente.

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Sin sombrero ni capote sali! de la habitaci!n. 5uería ir al par+ue ' sentir sobre sucabeza la lluvia templada ' suave.

#n el palacio 'a estaban encendidas las bu%ías. -traves! con paso r*pido la antesala profusamente iluminada, sin mirar si+uiera a los soldados +ue estaban de guardia. -l llegar

al par+ue se puso a pasear, con las manos cruzadas en la espalda, 'endo ' viniendo por la breve ' ancha arboleda, escuchando el mon!tono murmullo de la lluvia ' del viento sobrelas ho%as.

)e pronto en el espeso folla%e, entre los *rboles, a su derecha o'! un ruido +ue le pareci! e"tra<o ' sospechoso.

abía hombres +ue lo +uerían matar, &l lo sabía mu' bien.

)urante un momento pens! +ue sería un fin ridículo para un #mperador morir en un par+ue tran+uilo, ba%o a+uella lluvia suave2 un atentado miserable ' una muerte m*s

miserable aún. Se meti! entre los *rboles, pisando la tierra mo%ada, ' se dirigi! hacia ellugar de donde surgía el ruido. - pocos pasos de &l vio con estupor a una mu%er2 sudescubrimiento lo tran+uiliz!.

Su cofia blanca relucía en la oscuridad.

 1BFenga a+uí 1orden! el #mperador1. BFenga a+uí 1orden! de nuevo, pues lamu%er no se movía. ?or fin se apro"im! lentamente hasta +uedar a dos pasos de &l. Sin dudaera una mu%er de su personal. /La habr* abandonado un hombre1 pens! el #mperador.Fie%a historias6 se di%o. Le divertían las historias sencillas ' vulgares.

 1H?or +u& lloras 1indag!1. H5u& haces a+uí

La mu%er ba%! la cabeza sin contestar.

 1Contesta 1le orden!1. B-c&rcate

La mu%er se acerc! un poco m*s.

#ntonces pudo observarla a su gusto. #s posible +ue fuera una de las muchachas desu personal.

La mu%er ca'! de rodillas sobre la tierra mo%ada. abía ba%ado la cabeza ' su cabellocasi tocaba el borde de sus botas.

Dl se inclin! hacia ella ' o'! +ue decía algo.

 1B#l #mperador 1decía, ' luego12 Bapole!n B0i #mperador

 1BLev*ntate 1orden! &ste1. BCu&ntame lo +ue te pasa

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#lla not! cierta impaciencia en su voz. Se levant!.

 1Babla 1orden! de nuevo el #mperador ' la tom! del brazo ' la condu%o a laarboleda. Se detuvo, la solt! ' una vez m*s le di%o12 Babla

-hora, a la luz +ue las ventanas refle%aban en el %ardín, se dio cuenta de +ue la mu%erera %oven.

 1B7e har& castigar 1la amenaz! &l. al mismo tiempo pas! la mano por el rostrohúmedo de la mu%er1. H5ui&n eres

 1-ngelina ?ietri 1le contest! ella.

 1H)e C!rcega 1pregunt! el #mperador, pues el nombre le resultaba familiar.

 1B)e -%accio 1murmur! la mu%er.

 1BFete BR*pido 1orden! el #mperador.

La mu%er se volvi!, levant! su falda con ambas manos, ' desapareci! corriendo enun recodo del palacio.

#l #mperador continu! paseando despacio. /B-%accio6, pens!. /-ngelina ?ietri de-%accio6.

Folvi! a entrar en el palacio ' se cambi! de ropa2 7enía +u& ir a la !pera. Lleg! a lamitad del segundo acto. ?enetr! en el palco ' +ued! de pie con el sombrero puesto. ?or

encima del antepecho de tercia lo ro%o, se divisaba una parte de su pantal!n, blan+uísimo.#l público se levant! ' dirigi! la vista hacia el palco, mientras la or+uesta rompía a tocar la0arsellesa. @n actor desde la escena grit!2 /BFiva el #mperador6. 7odo el teatro contest!/BFiva el #mperador6. Dste salud! con una breve inclinaci!n de cabeza ' pocos momentosdespu&s abandon! el palco. #n la escalera se dirigi! al a'udante ' le di%o2

 17ome nota2 -ngelina ?ietri, de -%accio.

#n seguida olvid! su nombre. #n su recuerdo, s!lo +ued!2 -%accio.

 

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 XIV

 ecesitaba armas, soldados ' un gran desfile.

5uería presentarse como protector del país ' de la libertad ante los diputadoselegidos por el pueblo, a los +ue &l despreciaba profundamente, así como ante sus soldados+ue tanto amabaA ante los sacerdotes de la fe +ue &l no apreciaba ' ante el pueblo de ?arís,cu'o amor temía. #se día descansaron durante algunas horas todos los talleres en los +ue se preparaba la guerra. )e%aron de traba%ar los herreros ' los cerra%eros.

?ero en cambio, los molinos, las panaderías, las carnicerías ' las f*bricas donde se

destilaba el aguardiente, traba%aron para la fiesta. #se día se orden! a los soldados ponerselos uniformes nuevos, +ue habían sido confeccionados para la guerra.

#l maestro de ceremonias hizo el plan para una fiesta grandiosa ' complicada.

#lla tuvo lugar el primero de %unio. #ste día fue uno de los m*s calurosos, desde +ueregres! el #mperadorA fue un verdadero día de verano. acía un calor sofocante como %am*s se había sentido en esta &poca del a<o. #l verano se anunciaba adelantado, 'a sedesfloraban las lilas, habían desaparecido los melocotones, ' los casta<os abrían sus anchasho%as de tono verdeoscuro. #n los bos+ues, las fresas 'a estaban maduras. Con frecuenciase desataban violentas tormentas estivales. #l sol abrasaba, ' su resplandor enceguecía. -ún

en los días m*s serenos, sin nubes, las golondrinas volaban mu' ba%o, a ras del empedradode las calles, como solía hacerlo solamente antes de la lluvia. #n todas partes se rumoreaacerca de futuras desgracias. Los diarios del país anunciaban la par.

?ero en todos los pueblos, ' en la ciudades, se hacían nuevas levas, ' se llamaba alservicio a los vie%os soldados.

 o sin temor se escuchaba el continuo martillar de las herrerías de armas ' los pedidos del #stado a los carniceros producían malestar. #n los campos militares seobservaba la febril actividad de las maniobras. )urante ese día de fiesta los hombresestaban animados de cierta curiosidad, pero se sentían al mismo tiempo desconcertados '

cavilosos.

La ceremonia se inici! en la gran plaza. Se veía a los representantes de losregimientosA oficiales, suboficiales ' soldados. )oscientos hombres conducían la dorada*guila imperial. #n un costado estaban los dignatarios de la Legi!n de onor ' lossecretarios de #stadoA en otro, los profesores de la @niversidad, los %ueces, comisarios de laciudad, cardenales, obispos, la =uardia Imperial ' acional.

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Centelleaban los sables ' las ba'onetas de cuarenta ' cinco mil hombres. Sedispararon cien salvas de ca<!n. -lrededor se agrupaba el pueblo e innumerablesdesconocidos ' curiosos llenos de fervor.

#n la ancha plaza el sol +uemaba cada vez con m*s fuerza.

)e vez en cuando se escuchaba una en&rgica voz de mando, un breve redoble detambor, el sonido agudo de una trompeta, el seco golpeteo de los fusiles sobre el suelo. Lamultitud esperaba ' el sol picaba cada ver con ma'or crueldad.

?or fin se percibi! la llegada del #mperador. Fenía en un coche dorado arrastrado por ocho briosos caballos, +ue en sus cabezas agitaban penachos blancos.

- ambos lados del coche cabalgaban sus mariscales. Sus pa%es vestían uniformesverde, oro ' ro%o. Le seguían dragones ' granaderos a caballo. #l #mperador descendi! delcoche envuelto en una capa gris perla, con pantalones blancos ' satinados ' un sombrero de

terciopelo negro con plumas blancas. La acompa<aban sus hermanos ' tambi&n vestidos de blanco, ' entre ellos apenas se lo podía distinguir ' reconocer. Subi! a la tribuna, +ue parecía un trono e"ageradamente alto. - derecha e iz+uierda se sentaron sus hermanos, 'm*s aba%o los cancilleres, ministros ' senadores.

7odos vestían con e"agerado atildamiento ' se los podía reconocer con dificultad.

#l #mperador se sentía m*s solitario +ue nunca.

Comprendi! +ue el pueblo no lo había reconocido. #staba de pie, sobre su alto trono ba%o el ciclo azul ' el sol abrasador, mu' le%os de la muchedumbreA sentía la impresi!n de

estar suspendido entre el cielo le%ano ' enigm*tico ' los espectadores igualmenteenigm*ticos ' le%anos.

Comenz! a hablar, confiado en el poder magn&tico de su voz. ?ero ahora, hasta su propia voz le parecía e"tra<a.

=ritaba2

/o +ueremos al re' +ue sostienen nuestros enemigos. -nte la alternativa de elegirentre la guerra ' la deshonra elegimos la guerraE6. Cuando algunos días antes escribi!esas palabras le parecieron sencillas ' naturales. Conocía a los franceses2 el honor era su

dios, la deshonra su infierno. #ran los me%ores soldados del mundo, pues estaban ba%o elmando del dios del honor nacional, el m*s ine"orable se<or de los guerreros. ?ero H+u& diosobedecía &l mismo

#sta pregunta empez! a in+uietarlo, mientras con voz poderosa emitía su manifiesto.?or primera vez hablaba a los franceses desde una tribuna demasiado alta ' aparecía en público con una capa gris perla, llevando un sombrero ralo con un penacho de plumase"tra<as. ?or primera vez e"perimentaba el ine"orable vacío de la soledad física. o era

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&sta la soledad +ue le era conocida ' familiar2 la soledad de los poderosos. 7ampoco era lade los traicionados, ni la de los e"ilados ' humillados. -llí en lo alto de la tribuna reinaba lasoledad de los aislados físicamente. #l gran #mperador se sentía mu' triste a pesar deencontrarse tan alto. o podía distinguir ni si+uiera uno, de los muchos miles de rostros. le%os, m*s all* de las gorras ' de los bicornios entreveía los rostros esfumados de esa

muchedumbre a la +ue llamaba /pueblo6. Sus propias palabras, sonaban en sus oídose"tra<as ' sin sentidoA solemnidad le parecía tan vacía como su soledad. 7enía la impresi!nde hallarse sobre un aparato e"tra<o ' ridículo, a la vez +ue sobre un tronco o unos zancos.Su uniforme le parecía un disfraz, la gente allí reunida, un público de curiososA losdignatarios ' &l mismo, los actores. 7enía costumbre de hablar en medio de sus tropas,vestido con su uniforme de diarioA de sentir el aliento de los hombres, el olor familiar asudor ' tabaco +ue e"halaban los soldados, el fuerte olor del cuero ' la agria pomada de las botas. ?ero ahora, estaba le%os de estos contactos, pobre ' grande, vacío ' disfrazado,abandonado ba%o el sol abrasador. Sentía llevar una pesada cargaA hasta las livianas plumasde su sombrero le parecían de plomo, algo inútil ' estúpido. )e repente se descubri!echando a un lado el sombrero. #ntonces todos pudieron ver su cabello oscuro ' reluciente.Luego sacudi! con vehemencia la rapa de sus hombros, apareciendo en su uniformefamiliar, así como estaba reproducido en platos ' cuchillos ' en los miles de lienzos +ueadornaban las paredes de las casas ' viviendas de muchos países. #ntonces volvi! a hablarcon su antigua voz, magn&tica ' +uerida. /Soldados, hermanos en la vida ' ante la muerte,camaradas en las victoriasE6. Reinaba un profundo silencio. La voz del #mperadorretumbaba en el aire caliente. Los diputados ' los dignatarios 'a no escuchaban, anhelabansolamente un poco de sombra.

el pueblo ' los soldado estaban demasiado le%os2 s!lo comprendían una palabra decada tres. ?ero al menos lo velan en la actitud en lo +ue lo amaban, ' por eso gritaban2

/BFiva el #mperador6. 7ermin! r*pidamente su discurso ' ba%! apresurado los pelda<os de piedra de la tribuna, precipit*ndose hacia las ovaciones de la muchedumbre. #nel ceremonial estaba previsto +ue debía descender con ma%estuosa lentitud. ?ero leacometi! la impaciencia +ue siente el hombre +ue regresa al hogar. abía permanecidodemasiado tiempo allí arriba, como en un e"ilio. Ga%aba con paso cada vez m*s acelerado 'al llegar el último pelda<o salt! al suelo, de igual modo +ue lo hubiera hecho cual+uiersoldado.

-rriba 'acía, arrugada, la capa gris perla, como una prenda suntuosa +ue pore+uivocaci!n hubiera tomado el #mperador. @n dignatario había levantado el sombrero de plumas blancas, ' lo llevaba en ambas manos en actitud desconcertada ' solemne. ?ero el pueblo ' los soldados se agolpaban ante los +uioscos donde 'a se comenzaba a distribuiraguardiente, morcilla ' pan.

#l sol había pasado el cenit, pero seguía arro%ando ra'os de fuego, insatisfecho,festivo ' cruel.

#l #mperador había asegurado la libertad al pueblo de $rancia en esta formasolemne. Se hubiera podido pensar +ue no era el violento guerrero de antes. ?ero en el país

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s!lo se ola el rumor de las armasA el canto de los vie%os soldados +ue regresaban a suscuarteles despu&s de largos meses de ausencia ' el de los %!venes reclutas +ue iban por primera vez al servicio. #ra indudable +ue el #mperador movilizaba su e%&rcito. a no sedaba fe a los diarios +ue aseguraban +ue todas las potencias del mundo +ueríanreconciliarse con el imperio.

Las mentiras circulaban en las ciudades ' los pueblos, como falsas palomasmulticolores, +ue emprendían el vuelo desde los diarios o surgían de labios de losaduladores, de los espías, o de los charlatanes. Folaban en torno a los soldados +ue desdetodas las direcciones afluían a la capital, ' de &sta se difundían hacia el noroeste. #raevidente +ue las noticias optimistas eran falsas ' +ue se estaba gestando una guerra2 el pueblo de $rancia conocía perfectamente todos los indicios +ue la anunciaban. @na gran olade horror invadi! todo el país de la noche ala ma<ana. Las falaces palomas de la paz noaleteaban 'a en el aire2 habían perecido entre el espanto +ue dominaba al país, en el cruelsilencio en +ue la verdad se hacia evidenteA la gran verdad2 la verdad de la pr!"ima guerra.?or la noche se vela el resplandor de las fogatas encendidas por los soldados +ue hacían un

alto en su marcha hacia el noroeste. #n la ma<ana sus tambores redoblaban a trav&s de todoel país. 0archaban por las calurosas ' *ridas carreteras, bordeadas por los f&rtiles campos,veían madurar el pan ' se preguntaban si lograrían volver para comerlo.

5uiz*s estarían muertos antes de +ue a+uel grano llegara al molinoA +uiz* formarían'a parte de la tierra, ' serían el abono de huertos a%enos en países e"tra<os. Los soldadosm*s vie%os, a+uellos +ue habían participado en muchas guerras imperiales, pensaban en suscamaradas +ue ca'eron en tierras e"tra<as ' le%anas. Se conocían todos ' se distinguían delos m*s %!venes por+ue conversaban en una especie de idioma propio, en la %erga +ue todoslos soldados del mundo aprenden ante la presencia de la muerte. 7enían cien mil recuerdoscomunes2 sus o%os 'a no miraban como los de los %!venes. 7ormenta ' calor, luna llena '

noche oscura, el mediodía ' la ma<ana, una imagen sagrada ' una fuente, una pila ' unreba<e de ove%as2 todas esas cosas tenían para ellos un valor distinto.

 1H7e acuerdas aún 1solíanse decir el uno al otro1 de a+uella fuente en Sa%onia,donde los de la tercera compa<ía tuvimos +ue esperar dos estúpidos ' malditos días

 1Sí, sí 1contestaba el otro1 'a me acuerdoA la fuente estaba a tres millas de)resde.

 1BLa salchicha en #'lau tenía el mismo sabor de &sta 1decía otro. el de al ladocontestaba2

 1BCierto, tambi&n esta salchicha proviene de un buen rocín

 1B#ntonces era el caballo de un coronel

 1B#sta vez es solamente el caballo de un capit*n

 1H)!nde ha +uedado el pe+ue<o ' necio )esgranges

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 1#n el Geresina, creo. #ra tan pe+ue<o +ue se lo trag! un vie%o tibur!n.

 1H el caporal )upuis

 1#n -usterlitz, Bcaramba, Hacaso perdiste la memoria H7e has olvidado hasta del

 buen )upuis

Los %!venes reclutas no comprendían nada de estas conversaciones. Solamentesabían +ue ellos tambi&n iban hacia la muerte. ?ensaban +ue para los vie%os era f*cilenfrentarse con ella, pues conocían al #mperador. 0ientras +ue para ellos era un e"tra<o 'se sentía m*s cercanos a la vida ' a sus dulzuras. B,?or +u& hacía la guerra el #mperador

H-d!nde ' por +u& debían marchar Sin embargo marchaban, marchaban 'marchaban hora tras hora. , cuando en ?arís pasaban ante el palacio imperial, gritaban/BFiva el #mperador6.

?ero el #mperador se sentía cada día m*s solitario.

?asaba el tiempo sentado ante los enormes ' complicados mapas multicolores cu'acompa<ía le era preferida. 7odo el mundo estaba defecado en cilios. La tierra no era m*s+ue campos de batalla. B5u& f*cil eta con+uistar al mundo, e"aminando los mapas +ue loreproducían Cual+uier río era un obst*culo, el molino un punto de apo'o, el bos+ue unescondite, el cerro un punto de observaci!n, la iglesia un ob%etivo +ue había +ue con+uistar,el torrente un aliado. Los campos de todo el mundo, las praderas ' las estepas eranmagníficos escenarios para estupendas batallas. B5u& hermosos eran los mapas2 ni loscuadros representaban la tierra tan bien B5u& pe+ue<o era el mundo en ellos2 podía sercon+uistado tan r*pidamente como lo e"igía el tiempo, el tictac ine"orable del relo%, la

arena +ue fluía ininterrumpidamente

#l #mperador dibu%aba cruces, estrellas ' líneas, tran+uila ' prudentemente lomismo +ue cuando %ugaba al a%edrez.

Los mapas estaban llenos de números2 a+uí estaban los muertos, allí lossobrevivientes, a+uí los ca<ones ' allí la caballería, por este lado el tren de artillería ' por elotro el cuerpo de sanidad. Los números eran caballos ' bolsas de harina, barriles deaguardiente, enemigos, hombres, caballos, m*s aguardiente, carneros ' hombres, hombres,m*s hombres, siempre m*s hombres.

- veces se levantaba, ' abandonando la mesa ' los mapas, abría la ventana 'contemplaba la enorme plaza, en la +ue, cuando no era m*s +ue un pe+ue<o ' an!nimooficial, daba 'a !rdenes a muchos soldados desconocidos. 0uchos miles de pe+ue<ossoldados marchaban ahora hacia el noroeste.

>la sus canciones ' sus tambores2 eran todavía los vie%os tambores. #scuchaba su paso r*pido ' firme, el paso maravilloso ' triunfante de los franceses. #scuchaba el ritmode los recios pies +ue habían marchado por las carreteras de medio mundo2 eran los pies de

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los soldados imperiales m*s útiles ' m*s necesarias aún +ue sus manos.

#n tales momentos gozaba con voluptuosidad las ovacione del pueblo, +ue gritabadeba%o de sus ventanas2

/BFiva el #mperador6.

Folvía a sentarse m*s animado, ' seguía anotando en los mapas números en tintaro%a m*s ro%a +ue la sangre.

Representaban aguardiente, caballos, carnerosA carrua%es, ca<ones, soldadosE lossoldados +ue en a+uel instante pasaban frente al palacio, gritando2 /BFiva el #mperador6.

 

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 XV

acía bastante tiempo +ue el #mperador no veía a su madreA no se había acordadomucho de la anciana. ?ero antes de marchar a la guerra fue a despedirse de ellaA no se loe"igía s!lo la costumbre sino tambi&n su coraz!n.

Su madre le esperaba, sentada con sencillez en el ancho sill!n. #n la habitaci!nreinaba la penumbra, pues amaba la luz crepuscular. ?esadas cortinas de seda ro%a colgabande las ventanas cerradas, creando un silencio suave ' protector. #ra vie%a ' no podíasoportar la fuerte luz solar del verano.

Cuando entr! su hi%o parecía llevar consigo algo del calor luminoso +ue reinabaa+uella ma<ana en la ciudad. Sus blancos ' apretados pantalones brillaban demasiadofuerte en la suave sombra ro%a +ue llenaba el cuarto. abía llegado a caballo ' el tintineomet*lico de sus espuelas, sonaba desagradablemente en a+uella habitaci!n. Inclin! lacabeza para besar la mano de su madre ' ella le bes! en la ra'a de sus cabellos negros. #l#mperador +ued! algunos momentos en esta molesta posici!n, pues sus pantalonesdemasiado a%ustados le impedían arrodillarse. -mbos callaban, mientras la madreacariciaba su cabeza con su mano suave.

 1Si&ntateA hi%o 1di%o por fin la anciana.

Dl se levant! +ued*ndose parado, ella no sabía si por respeto o por impaciencia. #raigualmente respetuoso e impaciente.

 1Si&ntate, hi%o mío 1repiti! ' &l obedeci!.

Se sent! a fa derecha de su madre. #l refle%o ro%izo del sol en la cortina iluminaba surostro. Folvi!se la madre hacia &l ' lo observ! durante un rato. #l #mperador se de%!e"aminar por la madre mientras sus o%os claros contemplaban su rostro, enve%ecido, su bocagrande ' hermosa, su frente lisaA todavía libre de arrugas, el mech!n fuerte ' la hermosalínea de la nariz. #ra evidente +ue habla heredado mucho de ella. #ra una madre digna delgran #mperador. Cuando la observaba encontraba confirmado su propio rostro ' casi su

destino.

?ero en a+uel momento no tenía paciencia ni tiempo para contemplarla ' movi!despacio un pie2 La madre not! su intran+uilidad.

 1S& 1di%o mientras su cabeza temblaba un po+uito, con voz melanc!lica1 +ue notienes tiempo. Jam*s tuviste tiempo, hi%o mío. ?or tu impaciencia has alcanzado tan altasituaci!n. >%al* la impaciencia no te ani+uile. ?or impaciencia has regresado a $rancia, '

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no hubieras debido hacerloE

 1o podía 1contest! el #mperador1, mis enemigos me odian demasiado. 0ehubieran desterrado a una isla le%ana ' desierta. )ebía actuar con m*s rapidez +ue ellos2tenla +ue sorprenderlos.

 1BSí, sorprenderlos 1di%o la madre1. Dste es tu modo de ser. ?ero, esperartambi&n tiene su m&rito.

 1Be esperado 'a demasiado 1grit! con vehemencia ' se levant!. Sigui!hablando mu' fuerteE 'a su voz parecía una blasfemia1. o puedo esperar m*s. Losenemigos invadir*n el país, si sigo esperandoE

 1B-hora es demasiado tarde para esperar 1respondi! la madre suavemente1.Si&ntate, hi%o mío, +uiz* tenga algo m*s +ue decirte.

#l #mperador volvi! a sentarse.

 15uiz* tea &sta la última vez +ue te vea, Bpobre hi%o mío 1di%o ella1. ago votos para +ue me sobrevivas. Jam*s o mu' rara vez tembl& por tu vida. ?ero ahora tengo miedo. no puedo a'udarte2 pues tú eres poderoso. o te puedo aconse%ar2 pues tú eres taninteligente. S!lo puedo rezar por ti.

#l #mperador ba%! la vista hacia la alfombra ro%a, tenía apo'ado su codo sobre su pantal!n blanco ' el ment!n sobre su mano cerrada.

 1BSi, madre, reza por mí 1di%o.

 1Si tu padre viviera 1continu! ella1 encontraría seguramente una soluci!n.

 1B0i padre no me hubiese comprendido 1contest! &l.

 1Calla 1e"clam! ella, casi gritando con su hermosa voz met*lica ' profunda1.7u padre era grande, inteligente, valiente ' modesto. 7ú le debes todo. 7ú has heredadotodas sus cualidadesE e"cepto la modestia. Dl sí +ue tenía paciencia.

 1B0i destino es otro, madre 1contest! el #mperador.

 1Sí, si 1respondi! la anciana1. aturalmente tu destino es distinto.

Callaron un rato. Luego la madre comenz! de nuevo.

 10e pareces enve%ecido, hi%o mío, Hc!mo te sientes

 1B- veces me siento mu' deprimido, madre 1di%o el #mperador1 ' otras meinvade cansancio repentino.

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 1H cu*l es la causa

 1o consulto a los m&dicos, pues si los llamo, en seguida correría la voz de +ueesto' mortalmente enfermo.

 1H?odr*s soportar la campa<a militar

 1BLos ani+uilar&

Levant! la cabeza, mirando le%os hacia un horizonte, +ue solamente sus o%os podíanverE un regreso triunfal.

 1)ios te bendiga 1di%o la madre1. o rezar& por ti. 1#l #mperador se levant! 'se inclin! ante su anciana madre.

#lla lo bendi%o con el signo de la cruz ' le tendi! su blanca mano suave, +ue &l bes!.

#ntonces ella pas! su brazo iz+uierdo alrededor de su nuca. @na melancolía profunda leinvadi! cuando sinti! el dulce calor materno, a trav&s de la ancha manga de seda negra delvestido de su madre. /o tambi&n +uisiera poder abrazar a mi hi%o pens!. B5u& dichosa esmi madre, pues puede abrazar a su hi%oE Badie se lo ha prohibido6. Sinti! sobre sucabello una gota caliente, luego una segunda, una tercera ' otras muchas. o se atrevía lalevantar la, vista pues el brazo materno lo tenía su%eto impidi&ndole moverse. Cuando la presi!n se aflo%! por fin ' pudo levantarse, vio +ue su madre lloraba. Lloraba con el rostroinm!vil sin +ue se deformara ninguno de sus rasgos, mientras sus l*grimas fluíanincansables de sus grande o%os abiertos.

 1Bo llores, madre 1di%o desconcertado el #mperador.

 1Lloro por orgullo 1contest! ella, con una voz completamente natural, como si noestuviese llorando. Su garganta, su boca, su voz eran independientes de sus l*grimas.

Gendi%o de nuevo a su hi%o con el signo de la cruz, murmurando algoincomprensible, ' e"clam!2

 1B-ndo, hi%o mío B)ios te bendiga, hi%o B)ios te bendiga, mi #mperador

Se inclin! una vez m*s ante su madre ' abandon! de prisa la habitaci!n, con unruido de espuelas, ' con sus botas de charol negro ' sus brillantes pantalones blancos +ue

contrastaban con la penumbra ro%iza del cuarto.

 

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 XVI

0edia hora despu&s ' por última vez antes de salir en campa<a, se encontraba 'ainspeccionando las tropas de la guarnici!n de ?arís. Sentía aún sobre su cabello la humedadde las l*grimas de la anciana. 7enía la impresi!n de +ue hacia mucho tiempo +ue habíaabandonado la habitaci!n envuelta en el crepúsculo rosado.

Los soldados de la guarnici!n de ?arís habían sido me%or pertrechados +ue los otros.?or eso los reclutas tenían rostros serenos en los +ue se notaba la buena alimentaci!n.

#l #mperador miraba satisfecho losas vivaces ' ardientes de los m*s %!venes, +ue se

enrolaban por primera ver, ' los m*s fieles, devotos ' e"pertos de sus vie%os soldados.#"aminaba las mochilas, los capotes ' las botas, asegur*ndose +ue eran de buena calidad.)edicaba su atenci!n, sobre todo, a las botas pues en las campa<as militares +ue &l podíaemprender, las halas ' los pies de los hombres tenían tanta o +uiz* m*s importancia +ue lasmanos ', los fusiles. 5ued! satisfecho de su e"amen2 los ca<ones azulados de los fusilesreci&n engrasado brillaban con destellos a la vez peligrosos ' protectores, las afiladas puntas de las ba'onetas centelleaban al sol.

#l #mperador caminaba pensativo, m*s despacio +ue de costumbre, entre las filasinm!viles, ' de cuando en cuando tiraba de algún bot!n, de alguna correa o tabalí, paraasegurarse de su resistencia. Luego se acerc! a las grandes ollas de campa<a, pregunt! +u&

carne se cocinaba ese día. cuando supo +ue era carnero, orden! +ue le sirvieran un poco.)esde su última ' desgraciada campa<a no había vuelto a comer carnero con porotos. ?idi!a un sargento una cuchara de esta<oA con la mano iz+uierda se llev! a la boca un pedazo de pan ' con la derecha la cuchara llena. @na inmensa felicidad invadi! los corazones de lossoldados, +ue le veían comer allí parado, con las piernas abiertas ' tan cerca de ellos. )eorgullo ' +uiz* tambi&n de hambre brillaban sus o%os. Se sentían m*s conmovidos +ue enuna misa de campa<a o en una iglesia, una devoci!n ' ternura solemne, infantil ' paterna,al mismo tiempo, se había apoderado de ellos. Su gran #mperador era violento ' sinembargo emocionaba lo mismo +ue un ni<o.

>rden! +ue se acercara la tropa en formaciones de cuadros ' empez! a arengarlos

como de costumbreE repitiendo una vez m*s las vie%as palabras, cu'o efecto habíacomprobado tantas veces. abl! de los enemigos del país, de los aliados del re' traidor, delas antiguas victorias, de las *guilas ' de los muertos ' por fin de honorA del honor. Losoficiales desenvainaron sus espadas, mientras los regimientos, clamaban de nuevo2 /BFivael #mperador BFiva la libertad BFiva el #mperador6. Dl agit! su sombrero, gritando convoz ahogada2 /BFiva $rancia6, sinti&ndose m*s sinceramente conmovido +ue en el sal!nde su madre. -ntes de irse +uiso abrazar a alguno de su tropa ' recorri! con la mirada lasfilas de los regimientos, buscando una persona apropiada. abía abrazado 'a demasiadas

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veces a generales, coroneles, sargentos ' soldados. Su mirada se detuvo sobre un pe+ue<otamboril, uno de a+uellos muchachos imberbes de los chales había muchos en su grane%&rcito. Cu*ntos de ellos habían sido engendrados +uiz* por sus padres antes de una batalla' habían nacido en el carro de alguna cantinera en -lemania, en Italia, en #spa<a, en Rusiao en #gipto.

 1BFen a+uí, pe+ue<o 1le di%o el #mperador.

#l muchacho sali! de las filas, sin abandonar su tambor.

-penas tuvo tiempo de guardar los palillos, ' 'a estaba ante el #mperador m*srígido +ue un vie%o soldado. #l #mperador lo tom! en sus brazos ' lo levant!, con tambor 'todo, agit*ndolo un poco en alto, para +ue todos lo pudieran ver. Luego lo bes! en ambasme%illas ' le pregunt!2

 1HC!mo te llamas

 1B?ascual ?ietri 1di%o el pe+ue<o con una vocecita sonora ' clara, como sicontestara a un maestro en la escuela.

#l #mperador se acord! +ue había oído este nombre unos días antes, pero no seacordaba en +u& ocasi!n.

 1HFive tu padre

 1BSí, 0a%estad 1contest! el muchacho1. B#s sargento en el regimiento trece dedragones

 1-note2 Bsargento ?ietri 1di%o el #mperador a su a'udante.

 1B?erd!n, 0a%estad 1interrumpi! el chico1. B0i padre se llama Levadour,sargento Levadour

#l #mperador sonri! ' todos los oficiales ' soldados +ue se encontraban cerca de &llo imitaron.

 1H tu 0adre

 10i madre, 0a%estad, es lavandera en la corte.

#ntonces el #mperador record!.

 1HSe llama -ngelina 1pregunt!.

 1BSí, -ngelinaE 0a%estad

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todos los oficiales ' soldados pr!"imos volvieron a sonreírE

#l #mperador se dirigi! de nuevo al a'udante2

 1-note2 la lavandera -ngelina ?ietri.

Su inspecci!n fue prolongada, pues no deseaba regresar a palacio mientras tuvieravivo el recuerdo de la visita de a+uella ma<ana ' de los besos de su madre. Cuando lleg! a palacio, anochecía. #staba satisfecho de su %ornada. La conversaci!n con su madresostenida a+uella misma ma<ana, le parecía 'a mu' le%ana.

Se acord! d -ngelina ?ietri, la mu%ercita del personal +ue había encontrado de nocheen el par+ue.

#ste recuerdo lo puso de buen humor2 el nombre de -ngelina, su pe+ue<o hi%o +uetocaba el tambor en su armada ' la inocencia honesta del muchacho al rectificar el nombre

de su padre, lo emocionaba un poco. B-sí era su pueblo B-sí eran sus soldadosSumergiose en sus mapas, e"perimentando una confianza ' tran+uilidad desconocidasdesde hacía muchos días. ?ens! +ue los enemigos 'a estaban en su poder ' +ue losani+uilaba. #l parlamento ' el ministro de ?olicía podían resultarle peligrosos, como enotras ocasiones, pero &l vencería a los generales ' a los e%&rcitos. B- todas luces eraevidente +ue había tenido una magnifica %ornada

 1H5u& día era ho' 1Le asalt! de nuevo su vie%a manía supersticiosa. Se levant!,abri! violentamente la puerta ' grit! en la antesala2

 1H5u& día es ho'

 1FiernesE B0a%estad 1contest! su criado 0archandeau.

Se estremeci! durante un segundo2 no le gustaban los viernes. abía +ue neutralizarel viernesE hablando en el lengua%e de la magiaA conocía el remedio infalible. BCu*ntasveces no se lo habría repetido su mu%er Josefina Se acord! del nombre de la infaliblecartom*ntica +ue solía profetizarles el porvenir a &l ' a la #mperatriz.

 1H#st* todavía en la casa Fer!nica Casimir 1pregunt!.

 1BSí, 0a%estad 1respondi! el criado.

 1B7r*ela 1orden! el #mperador.

Lo pareci! de buen augurio el hecho de +ue todavía se encontrara entre el personalde la Corte. La difunta emperatriz Josefina la había traído consigo a la Corte ' como todo lo+ue provenía de ella, la vie%a Fer!nica Casimir era una mu%er buena. Recordabae"actamente a la corpulenta adivina ' esperaba confiado.

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 XVII

Fer!nica Casimir había conservado una respetuosa ' agradecida devoci!n por sudue<a ' se<ora la difunta emperatriz JosefinaA tanto +ue &sta a menudo se le aparecía ensue<os. abía sido una simple lavandera, pero desde su m*s temprana %uventud poseía unarte asombroso para echar las cartas. Cuando el gran #mperador s!lo era C!nsul, Fer!nicaCasimir le había vaticinado la corona. )esde entonces había sido ob%eto de muchoshonores, +ue en su opini!n valían mucho m*s +ue los conferidos a cual+uiera de losdignatarios, ministros ' mariscales. Se le permitía, de cuando en cuando, predecir el futuroal #mperador. -dem*s era la primera lavandera de la Corte Imperial. 7enía a su cuidado lascamisas de seda azulada ' los pa<uelos bordados de la primera emperatriz, ' las camisas de

seda blanca ' los pa<uelos de fina batista de la segunda. -divinaba los destinos de la casaimperial en los naipes ' a veces tambi&n en la ropa +ue se le entregaba cada noche. 7reinta' cuatro lavanderas ' repasadoras estaban ba%o sus severas !rdenes.

-maba la obediencia militar, ', en sus largos a<os de servicio había aprendido a serdiscreta, a pesar de su naturaleza locuaz ' hasta un poco chismosa.

7odas las noches, despu&s de distribuir la ropa entre los hombres ' mu%eres +ueestaban ba%o sus !rdenes, antes de acostarse se sentaba ante la gran mesa en el comedorcomún, ' en &l cual reinaba a a+uella hora un silencio solemne.

 ecesitaba mucho espacio para sus naipes, pues traba%aba dividi&ndolos en variosgrupos ' según un sistema complicadísimo. - veces se reunían alrededor los sirvientes.

La larga mesa de &bano con su superficie brillante seme%aba un sombrío catafalco.0ientras Fer!nica Casimir echaba pacientemente las cartas, las campanas anunciaban lamedianoche. #ntonces se interrumpía ' esperaba hasta +ue todas silenciaran. ?or fin reuníalos grupos de naipes, los ataba con un vie%o ' grasiento piolín, ' se levantaba sin pronunciaruna sola palabra.

 adie le hacía preguntas, pues rara vez revelaba los secretos del futuro, con el cual parecía estar en tan íntimo contacto.

)esde el regreso del #mperador había esperado, impaciente, ser llamada a su presencia. ltimamente 'a no recurría a los naipes para conocer el destino de a+u&l, sirio para saber el su'o ' averiguar si el #mperador no la había olvidado durante su ausencia.Los naipes invariablemente le contestaban +ue no.

Sin embargo le caus! sorpresa ' no poco susto cuando fue llamada a su despacho, pues era la hora en +ue solía reunir a sus subordinados para esperar los canastos de ropa

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+ue le traían los criados, ' tenía en la mano una tar%eta en la +ue se anotaban los pedidos,!rdenes, reproches, ' amonestaciones.

Corri! en seguida a su cuarto. Subi! apresuradamente los pelda<os de la pe+ue<aescalera. 7anteando lleg! al pe+ue<o espe%o oval +ue estaba apo'ado sobre una mesita entre

dos candeleros, ' encendi! las velas. Cambi! su gorro almidonado por uno limpio ' seempez! a empolvar con sus dedos cortos el rostro amarillento ' gordo. Roci! su pecho conunas gotas de la preciosa lavanda regalo de la primera emperatriz Josefina ' se levant!satisfecha, perfumada ' envuelta en una ligera nube de polvo blanco. Su aspecto eraverdaderamente imponente. #ntonces sac! del baúl sus pe+ue<os atados de naipes, con ungesto seguro ' violento, casi guerrero, como un soldado +ue empu<a las armas cuando esllamado inesperadamente al fragor de la batalla.

)espu&s de tantos meses se encontraba otra vez en presencia del #mperador. Dl laesperaba sentado ante un mont!n de mapas multicolores, +ue ella había visto 'a en otrasocasiones, cuando tuvo el honor de ser consultada respecto alas grandes campa<as

militares. 5uiso hacer la reverencia +ue había visto e%ecutar a las damas de la Corte.-bri! con ambas manos su pollera, empu%! un pie atr*s ' el otro hacía adelante, dio

un paso en esta difícil posici!n ' dobl! un poco una rodilla. Luego volvi! a enderezarse,convencida de haber realizado con mucha gracia todos a+uellos movimientos, ' esper!inm!vil, con la vista púdicamente ba%a. Las ventanas estaban abiertas. La luz *urea 'verdosa del tardío crepúsculo estival penetraba en la habitaci!n rivalizando con las llamitastr&mulas ' amarillentas de las bu%ías. Solamente el ligero susurro del viento ' el fuerte cininterrumpido chirrido de los grillos alteraba el silencio nocturno.

 1B-c&r+uese 1orden! el #mperador.

La mu%er se le acerc! con un movimiento ondulante ' en actitud sumisa. BC!mohabía anhelado esta hora - pesar del respetuoso estremecimiento +ue la invadía en presencia del #mperador ' de los confusos mapas abiertos sobre su escritorio, la dominabaun sentimiento de temor ante su propia importancia, por el significado trascendental +ueconferían los naipes como instrumentos para entrever el futuro. Se estremecía ante la ideade +ue sus cartas tuvieran tanta o m*s importancia +ue las enormes cartas geogr*ficas del#mperador, ' e"perimentaba miedo ante el hecho de +ue el m*s grande de todos losmonarcas del mundo no comprende el secreto de sus naipes del mismo modo +ue ellaignoraba el significado de sus mapas. ?odría ser +ue en estos momentos estuviera +uiz*destinada a decidir la suerte del mundo, lo mismo +ue el #mperador. ?ermanecía de pie,

confusa, con los o%os ba%os. ubiera +uerido mirar al suelo por humildad ' orgullo, pero suvista no podía llegar m*s all* de su seno abultado. - trav&s de sus p*rpados sentía fi%a enella, la mirada ir!nica ' sonriente de &l. 7enla los brazos apo'ados sobre sus caderas obesasen posici!n militar.

=ustaba ' necesitaba de mesas lisas ' completamente libres ' deseaba pedirle +ueapartara sus mapas, pero no se atrevía.

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 1Gueno, *nimo 1di%o el #mperador.

La oscuridad aumentaba r*pidamente. Las bu%ías irradiaban una luz fúnebre +ue leinfundía valor, reforzando su fe en su misi!n prof&tica. #ntonces se atrevi! a levantar lavista hacia el rostro lívido del #mperador, en el +ue se dibu%aba una sonrisa p&trea '

cadav&rica. Confiada ' despreocupada comenz! a e"tender sus naipes grasientos sobre losmapas coloreados. 7rataba de olvidar +ue se encontraba en presencia del m*s poderoso detodos los re'es ' se concentraba en la idea de +ue estaba allí al servicio del m*s all*. Luegomurmuro2

 1Levante tres cartas, por favor, B0a%estad

#l #mperador obedeci!. #n los dorsos azulados de los naipes se refle%aban lasllamitas intran+uilas de las bu%ías.

/Lo +ue est* ante murmuraba Fer!nica lo +ue vuela ante mí, lo +ue me importa, lo

+ue se me escapa, lo +ue me ama ' lo +ue me entristece6. Gara%aba r*pidamente con susdedos regordetes cu'a destreza había hecho maravillar a menudo al #mperador.

 1?or favor 0a%estad, seis cartas m*s 1di%o la mu%er.

#l #mperador volvi! a obedecer. 0ientras tanto, pensaba en su primera esposa, ladifunta Josefina, ' en las noches en +ue ella había echado tambi&n con sus largos ' amadosdedos, los naipes de Fer!nica para adivinar, a pesar de sus pocos conocimientos, el destinosu'o, del país ' del mundo. )e%! de pensar por completo en los naipes ' se abandon! a susdulces recuerdos. Sonreía sin escuchar +ue Fer!nica murmuraba2

/?i+ue a la derecha2 tira al malA tr&bol negro a la iz+uierda2 significa caídaA Mar'!negro mu' pr!"imo2 peligroA coraz!n ro%o a distancia2 clamor es m*s r*pido +ue el tiempoAdama de tr&bol al otro lado2 todo ha pasado, todo ha pasadoA ocho de tr&bol, ocho detr&bolE6. Se interrumpi! %untando precipitadamente los naipes ' mir! al #mperador.

La mirada de &l, estaba ausente, parecía mirar m*s all* de la figura corpulenta deFer!nica, hacia el mundo ' +uiz* tambi&n hacia la tumba en +ue se disecaba ' deshacía laamada emperatriz Josefina. Fer!nica callaba, mientras con la mano iz+uierda estrechabaconvulsivamente los naipes contra el pocho.

?or fin el #mperador pareci! despertar ' pos! en ella sus o%os ir!nicos ' sonrientes.

 1H#ntonces 1pregunt!1. HGueno o malo

 1BGueno, 0a%estad 1respondi! ella r*pidamente1. BLargos a<os esperan todavíaa su 0a%estad, mu' largos a<os

#l #mperador abri! un ca%!n en el +ue había pe+ue<as pilas de monedas de oro,torrecillas *ureas ' relucientes. )e una de &stas separ! diez. se las ofreci! a la mu%er2

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 1B7oma, en recuerdo 1le di%o.

Se abri! la puerta. Fer!nica se retir! precipitadamente, caminando hacia atr*s 'luchando para dominar su respiraci!n entre cortada. Cuando sinti! a sus espaldas la puertaabierta, salvadora, intent! realizar de nuevo su ridícula reverencia, ' volvi! a repetirla

afuera despu&s +ue se hubo cerrado la puerta. 7ambale*ndose, con dignidad ' prisa, ba%! laescalera. ?ero al llegar al penúltimo pelda<o tuvo +ue detenerse, pues por primera vez en suvida se sinti! desfallecer. ubiera +uerido apo'arse en el pasamano pero &ste pareci!ale%arse de ella ' Fer!nica ca'! al suelo con un ruido sordo. )os guardias la levantaron ' lallevaron al par+ue.

-llí volvi! en silencio ' viendo a los soldados se levant! ' di%o2

 1)ios nos a'ude a todosE ' sobre todo a &l.

Con la respiraci!n entrecortada corri! hacia el ala opuesta del edificio, ' entr! en el

comedor del personal. #ra tarde ' la comida 'a estaba servida.

 

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 XVIII

La noche en +ue el #mperador abandon! su residencia para dirigirse al frente, elcielo c!ncavo, azul ' estrellado, titilaba sobre la ciudad. $uriosos ' entusiastas esperabanen la calle frente al palacio. #l personal se encontraba reunido a respetuosa distancia, cercadel coche imperial. Con paso r*pido sali! el #mperador del palacio, antes de lo +ue estaba previsto. Los laca'os todavía estaban ocupados en cargar en el coche sus papeles, mapas ' prism*ticos. @no de ellos acudi! precipitadamente con una antorcha encendida. #ra unanoche bastante claraA la luna ba<aba la tierra con una suave luz plateada. La llama ardiente' ro%iza de la antorcha parecía inútil, tenía algo de t&trica. #ra solamente una iluminaci!nde f!rmula impuesta por el reglamento, pero parecía +uerer interrumpir el estrellado

silencio nocturno.

Los *rboles susurraban en el par+ue. -lgunos murci&lagos, envueltos en el refle%o dela luz +ue llegaba desde las ventanas, revoloteaban suavemente. Reinaba un profundosilencio a pesar de los movimientos ' de las voces apagadas de la gente ' del sordo ruido+ue producían los caballos ' los coches. #l silencio de a+uella noche era m*s poderoso +uecual+uier otro ruido. S!lo se oía el chisporrotear de la antorcha, mientras el olor a resina+uemada recordaba el peligro. #l #mperador parecía fatigado, pues tuvo +ue traba%ar hastael último momento. Cuando apareci!, todos los sirvientes callaron ' dirigieron sus miradashacia &l. - la azulada luz de a+uella noche su rostro parecía m*s lívido +ue de costumbre.-dem*s, todos pensaban en el desma'o de Fer!nica Casimir.

#l #mperador se detuvo un momento en el último pelda<o, observandodetenidamente el ciclo, como si buscara su estrellaA entre las +ue brillaban en elfirmamento.

Sus albos pantalones resplandecían ' su sombrero negro seme%aba una pe+ue<anube, la única +ue descubría ba%o a+uel ciclo sereno.

#staba inm!vil como en uno de sus muchos retratosA solo, en el gran silencio de lanoche estival, aun+ue detr*s de &l podía verse a los se<ores del s&+uito. #ra un solitario +ue buscaba su estrella.

Folvi&ndose a su a'udante le indic! +ue se acercara, ' le di%o algunas palabras.Luego recorri! r*pidamente los pocos pasos +ue lo separaban del coche. #ntonces loscriados gritaron2 BFiva el #mperador, agitando sus manos desnudas.

La ovaci!n le sorprendi! ' se detuvo con un pie en el estriboA adelantose hacia elgrupo de los sirvientes. Las mu%eres se arrodillaron ' los hombres las imitaron vacilando.

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/B-sí solían despedirse del re' 1pens! el #mperador1. B-sí se arrodillaron el díade su fuga6.

 1Lev*ntese 1orden!, ' todos cumplieron sus !rdenes.

7enía +ue decir algoA obedecía al impulso teatral +ue lo dominaba como &l dominabaa su e%&rcito. H5u& les podía decir a los laca'os ' criados

 1BFiva la Libertad 1grit!.

todos contestaron2

 1BFiva el #mperador BFictoria BFictoria

Se dio vuelta ' subi! r*pidamente al coche. La puerta se cerr! con m*s estr&pito +ueel acostumbrado. #l laca'o con la tr&mula antorcha alumbraba al cochero. Se o'! todavía el

chas+uido breve del l*tigo ' algunas chispas azuladas se desprendieron de las herraduras delos caballos +ue 'a volaban fuera del par+ue.

>tro coche se adelant! ' en &l subieron los +ue acompa<aban al #mperador. Susmovimientos eran r*pidos e indiferentes. -ntes +ue el coche se pusiera en movimiento, ellaca'o restreg! la antorcha contra la fría ' húmeda tierra ' luego pisote! con el pie las brasas todavía llameantes. los +ue le miraban, pensaron verle enterrar una llama muchom*s radiante.

La doncella -ngelina ?ietri, tambi&n se encontraba con los sirvientes en &l par+ue.

 

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  Libro segundo

 L- FI)- )# -=#LI- ?I#7RI

 

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 I

#n a+uel tiempo -ngelina ?ietri formaba parte de la servidumbre de la CorteImperial.

)escendía de una familia +ue en C!rcega, su país natal, goz! de fama ' de respeto.?ero el padre de -ngelina había sido un pobre pescador +ue muri! cuando ella apenas tenía+uince a<os. 0ucha gente %oven abandonaba en esa &poca la isla para dirigirse a $rancia,donde reinaba el m*s grande de todos los corsos2 el #mperador apole!n.

#n ?arís vivía una tía de -ngelina. Fer!nica Casimir. ?rimera lavandera de la Corte

Imperial, mu%er sin hi%os ' de buen coraz!n, maestra en el arte de echar los naipes. #n-%accio corría la voz de +ue ella era +uien le vaticinaba todo al gran emperador, inclusohasta el resultado de sus batallas.

@n amigo, el vie%o Gonito, llev! a -ngelina en un minúsculo velero hasta 0arsella.Le pag! la diligencia hasta ?arís ' acompa<! a la pe+ue<a hasta el coche. Se despidi! deella con aire solemne ' melanc!lico, hablando tan fuerte +ue todos los otros pasa%eros pudieron oírle decir2

 1Le dar*s cari<osos recuerdos de parte del vie%o Gonito.

6o conocí bien a su difunto padre. Si te pregunta por +u& no vo' en persona a?arís, le dir*s +ue so' demasiado vie%o.

6Si fuera m*s %oven, hace mucho +ue estaría 'a a su lado luchando con &l paracon+uistar el mundo, como mi hi%o +ue es soldado en el N O;E Bun gran regimiento B?orcierto +ue los dos se conocer*n bien BGueno B-nda con )ios ' no te olvides nada de todolo +ue te he encomendado

Dste fue el recado del vie%o Croce al #mperador.

-ngelina, naturalmente, no pudo cumplirlo. #l #mperador era inaccesible. ?ero ella

so<aba con el #mperador. Su retrato, el mismo +ue había visto en C!rcega, tambi&nadornaba a+uí todas las paredes. Representaba al #mperador sobre su caballo blancocontemplando a sus tropas diezmadas despu&s de una batalla victoriosa. Su cabelloresplandecía, sus o%os relampagueaban. Con la derecha se<alaba alguna meta inescrutable.

#ra a la vez grandiosoA le%ano ' cercanoA bueno ' terrible.

-ngelina estaba ba%o las !rdenes de Fer!nica CasimirA pertenecía a la secci!n de las

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treinta ' seis criadas ' doncellas a las +ue incumbía el cuidado de la ropa de las damas 'se<ores ' la limpieza de los ba<os.

Lavaba las camisas de seda celeste, rosa ' blanca, los pa<uelos de artista, loscuellos, los pu<os, las s*banas de delicado lino en las +ue dormían los se<ores ' las medias

finas +ue usaban. #n la ma<ana desde mu' temprano, -ngelina estaba en pie entre el vaporgris*ceo del lavadero, entre cubas ' palanganas ' retorcía la ropa blanca, la cepillaba,golpeaba la ropa mo%ada con fuerza sobre la batea de madera ' la desenrrollaba ' colgabaen las innumerables cuerdas tendidas como una red e"tra<a, +ue seme%aba un segundo cielo' m*s delicado. ?or la tarde la ropa 'acía seca sobre la ancha mesa, amontonada 'arrugada, esperando su resurrecci!n. #ntonces -ngelina se llenaba la boca con agua, comohabía aprendido en casa, ' rociaba con ella la seda, el lino ' la batista. Luego agitaba con sufuerte brazo la plancha, para +ue las brasas prendieran me%or. -ntes de empezar a plancharverificaba el grado de calor tocando el hierro con el dedo humedecido, ' se regoci%abacuando oía el chirrido peculiar. #ntonces empezaba el traba%o2 primero planchaba el linom*s fuerte, luego la seda delicada, por fin la batista, ' por último los cuellos ' pu<os

doblados. a medida +ue traba%aba le parecía +ue se apro"imaba cada vez m*s a las damas,a los se<ores ' al mismo #mperador. 7al vez la camisa +ue planchaba en a+uel momento lausaría el #mperador, al día siguiente. $rotaba sus pantalones inmaculados con una ceraespecial, grasienta e indisoluble ' gracias a su celo refulgían como nieve reci&n caída.

abía días en los +ue Fer!nica Casimir aparecía fuera de hora ' vestida hanelegancia. #ntonces todas las lavanderas interrumpían su tanto2 sabían +ue Fer!nicaacababa de predecir el futuro de alguna alta personalidad.

Llevaba un vestido de pesada seda negra ' en su cuello colgaba una gruesa cadenade oro, con un amuleto d& %ade verde, +ue era un regalo de la emperatriz. Josefina. La

corpulenta mu%er envuelta en el vaho del lavadero, parada con aire solemne ante lasmuchachas vestidas de blanco, parecía verdaderamente una grave sacerdotisa del gran#mperador. H5u& grandioso acontecimiento acabaría de profetizar H- +u& parte del mundohabita anunciado el destino

-ngelina tenía orden de limpiar los ba<os dos veces por semana. #mpezaba por elcuarto de ba<o del #mperador.

Fela en el suelo las huellas frescas de sus pies mo%ados.

Sentía el olor de su cuerpo en las toallas húmedas ' olvidando su deber se +uedaba

mucho tiempo inm!vil ' abandonada a sus fantasías. - veces tomada el indecible valor deestrechar alguna toalla húmedas ' olvidando su deber se +uedaba mucho tiempo inm!vil 'abandonada a sus fantasías. - veces tomada el indecible valor de estrechar alguna toallacontra su coraz!n, o de dar un beso furtivo ' fugaz en la s*bana de lino ' se sonro%aba porello a pesar de estar sola.

-maba hasta las huellas m*s pe+ue<as del #mperador.

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7emía algún encuentro casual con &l, ' cuando salía por fin de su cuarto de ba<o,sentía una amarga desilusi!n como si el #mperador hubiera faltado a una cita. Se sentía a lavez aterrada ' dichosa.

@n día ca'! en sus manos uno de los sencillos pa<uelos militares confeccionados

 para los soldados del e%&rcito ' +ue el #mperador tambi&n solfa usar a veces. #ra mu'grande ' de lino grueso. 7enla un ancho margen ro%o +ue rodeaba un espacio celesterepresentando un mapa geogr*fico. 7odos los lugares en los +ue combati! el #mperadorestaban se<alados con tinta ro%a. #ra el mapa de los soldados del Imperio.

-ngelina lo contempl! con devoci!n. 7enía huellas verdosas producidas por el polvo de tabaco +ue fumaba el #mperador. #lla creía verlo tal como estaba en los cuadros,montado en su caballo blanco, se<alando con el brazo derecho una meta invisible.

Lo lav! con todo el amor de su ingenuo coraz!n apasionado. Se hizo la ilusi!n dever en &l un mensa%e especial del #mperador. ?or la Goche, despu&s de colocarlo bien

 planchado sobre la mesa, lo acariciaba suavemente con sus dedos colorados. Lo escondi!sobre el seno, deba%o de la blusa, ' poco a poco, mientras lo sentía sobre su coraz!n,empez! a creer +ue le pertenecía. #ntre la ropa imperial no se encontraban piezas tancomunes. -+uel pa<uelo se había introducido en los atados para poder llegar hasta ellacomo un saludo ' un mensa%e.

 adie se daría cuenta de +ue faltaba. ?robablemente 'a estaba arrugado sobre suseno ' en un estado en +ue no podría ser entregado. Lo entregaría ma<ana o pasado o m*starde, Bo cual+uier otro día Sin embargo, la pe+ue<a -ngelina sentía mucho miedo al pensar en el informe de la noche. - las ocho en punto se encontraba alineada militarmente, %unto con los dem*s sirvientes, esperando ala severa Fer!nica, con su ropa planchada en sus

 brazos tendidos. #ran veintis&is piezas2 faltaba una, +ue era la +ue escondía sobre sucoraz!n Fer!nica Casimir empez! a contar2 veintiuno, veintid!s, veintitr&s. #n una manosostenía un largo ' estrecho libro ' en la otra unos impertinentes de los +ue usaban lasdamas ' los se<ores de la Corte.

Se dirigi! a -ngelina ' le di%o2

 1B$alta una pieza, -ngelina 1repiti! Fer!nica.

-ngelina tuvo la sensaci!n de +ue la desvestían ' la revisaban, ' +ue los laca'ostanteaban su cuerpo con manos curiosas ' encontraban el pa<uelo, ' luego la echaban

desnuda, como estaba, del palacio, de la ciudad ' del país.

Sin embargo, seguía callada.

 1BContesta, -ngelina 1orden! Fer!nica Casimir.

#n a+uel momento, un valor sobrehumano anim! a la pe+ue<a -ngelina ?ietri, 'contest! con voz segura ' tran+uila2

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 1B#ran veintis&is piezas

B?or primera vez en su vida decía una mentira

#n la noche, cuando se retir! al cuarto +ue compartía con otras dos muchachas,

-ngelina esper! +ue apagaran la luz.

#ntonces se desvisti! ' despleg! el pa<uelo del #mperador sobre su almohada.-+uella noche, por primera vez en su breve vida, no durmi!. Se entreg! a una dichosavigilia, m*s dulce ' serena +ue un buen sue<o.

 

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 II

Cada día ' cada hora podía realizarse el milagro +ue esperaba -ngelina deencontrarse con el #mperador.

-un+ue bien considerado no era un milagro, sino un acontecimiento natural, +uetarde o temprano debía suceder.

#l domingo -ngelina acompa<aba a la tía Fer!nica a ver a numerosas amigas. #ranmu%eres mu' buenas, cu'os maridos tenían pe+ue<os empleos en la Corte o en el #stado2eran un sargento de la gendarmería, portero del palacio del #líseo, guardabos+ues imperial,

sabueso del ministro de policía, escribano del a'untamiento, preboste de la c*rcel militar,recaudador de impuestos. -un+ue a+uellas mu%eres estuvieran convencidas de suimportancia social, ninguna se atrevía a poner en duda la superioridad de Fer!nica Casimir,todo lo contrario, se sentían orgullosas de recibir a una confidente de los poderes terrenales' m*gicos ' Fer!nica repartía conse%os ' profecías con magnífica generosidad. Losconse%os resultaban valiososA la ma'oría de las profecías se cumplían. #so no tenía nada dee"tra<o. H-caso no conocía ella hasta el resultado de las batallas imperiales

- veces echaba tambi&n las cartas para la pe+ue<a -ngelina. Se reunían los viernes,entre las once ' las doce de la noche, en el gran comedor del personal. -ngelina se sentabafrente a su tía, apo'ando sus delgados codos sobre la enorme mesa. Se sentía turbada c

intran+uila, pasaba sus manos ro%as por su rostro ardiente, ' se tizoneaba en su corpi<onegro ' el delantal blanco, de su uniforme de lavandera imperial. orror ' curiosidadllenaban su coraz!n.

#n las paredes ' en el techo de la ampli! sala, se refle%aban misteriosamente lassombras de las dos bu%ías encendidas.

#staban colocadas a derecha e iz+uierda de los naipes esparcidos sobre la mesa ' sutr&mula luz no disipaba, sino reforzara aún m*s las sombras en las paredes. #l incienso +ueFer!nica echaba ea las bu%ías, conforme a una secreta prescripci!n de la c*bala, contribuíaa aumentar la solemnidad ' el misterio del acto. La habitaci!n 'a no era el gran comedor

familiar en +ue se comía diariamente, sino +ue estaba convertido en un amplio sepulcro enel +ue rondaban las sombras de los muertos.

Los naipes le auguraban siempre lo mismo ala pe+ue<a -ngelina2 un hermosohombre con uniforme ' barba la adoraba. -parecía un ni<o, en la neblina del futuro pr!"imo.

?ero en la niebla menos transparente del porvenir le%ano esperaba la muerte en

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e"tra<a e indudable relaci!n con una guerra sangrienta. i cerca ni le%os se veía dinero.7ampoco se entreveía confusamente la gloria, pero ni el clarividente o%o de Fer!nica podíadistinguirla con e"actitud. #n las torres sonaban las campanas de la medianoche. -fuera,eran relevados los centinelas ' se escuchaba la transmisi!n del santo ' se<a en voz apagada' el sordo ruido de los fusiles al ser presentados. Fer!nica se ponía de pie, ataba sus naipes,

tomaba los dos candeleros ' salta procedida por -ngelina. 1BGuenas noches, hi%a 1le decía, ' -ngelina hacía una reverencia, ' la tía la

 besaba en la frente, sin soltar los candeleros.

Los vaticinios inmutables de los naipes provocaban amarga desilusi!n en -ngelina.Cada viernes esperaba algo nuevo, intuía lo +ue deseaba pero no se atrevía a confes*rselo asi misma.

#n los comentarios del personal corrían a menudo ciertos rumores +ue -ngelina nocomprendía del todo, adivinando, sin embargo, lo m*s importante. - veces oía a algún

laca'o o sirviente +ue decía2

 10is congratulaciones, ?edro. B7u Carolina ha estado ausente anoche . BGuenosdías, +uerido amigo HLa aceptas de nuevo o te bates en duelo con el pe+ue<o

?or la impúdica ' misteriosa sonrisa de los hombres, comprendía +ueso trataba denoches de amor c intuía +ue hablaban de los amores del #mperador. #lla conocía a a+uellasmuchachas, Cata, Catalina, Gabette o -rlette. Con +u& aire orgulloso se movían ahora enmedio del personal, tanto +ue parecían transformadas a pesar de +ue sus uniformes deservicio eran id&nticos. -ngelina estaba desconcertada. H#l poderoso #mperador sereba%aría acaso en ciertos momentos hasta desear a una doncella ?ero acaso no era tan

grande +ue le pertenecían las monta<as, los valles ' los ríos, los re'es, sus países, suscoronas, sus hi%as, sus mu%eres, los altos generales ' los sencillos soldados. Le pertenecíatodoA lo noble ' lo vulgar, lo grande ' lo sencillo.

#ra una dicha ser su doncella, ser humillada o ennoblecida por &l. #l pe+ue<ocoraz!n de -ngelina latía temeroso como el de un pa%arito prisionero. Su sangre %oven sedespertaba con nost*lgica vehemencia. -ngelina no podía resistir m*s el impulsomaravilloso de contemplarse en todos los espe%os, +ue colgaban en los magníficos ba<os.#ra una verdadera manía. #stuvo poseída por una temerosa desconfianza hacia su propiahermosura, mientras reconocía sin reservas, la perfecci!n de las otras muchachas. Seacostumbr! a comparar su seno, su cuello, sus manos ' piel, con los de las otras doncellas.

)urante la noche contemplaba los cuerpos a%enos, primero con admiraci!n ' luego conenvidia. @n día 1en la sencilla vida de -ngelina ?ietri esa fecha ad+uiri! un significadoe"traordinario1 una de las damas de la Corte abandon! el ba<o m*s tarde +ue decostumbre. -ngelina la vio desnuda2 se estremeci! ante a+uella desnudez orgullosa eindiferente. asta se olvid! de hacer una reverencia. @na intensa admiraci!n la paraliz!A le pareci! +ue la dama no estaba desnuda, sino como envuelta en una capa de bellezacompletamente transparente. Su cuerpo, al mostrarse a los o%os de -ngelina, parecía sinembargo mu' le%ano e inaccesible. Si se hubiera atrevido a tocarlo probablemente habría

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tenido la sensaci!n de tocar una piedra. La dama sonri! amablemente ' di%o2

 1?uedes empezar, ni<a.

-ngelina se sonro%! ' palideci! ala vez. Sinti! una indignaci!n %am*s

e"perimentada. ?or primera vez creía recibir una ofensa. La hermosa mu%er se tomaba elderecho de llamarla /ni<a6. #n ese momento a+uella tierna palabra, le pareci! despectiva 'como si fuera una sentencia +ue la condenara a una eterna condici!n insignificante.

#n seguida lleg! la doncella ' envolvi! la desnudez de su se<ora, en una salida de ba<o celeste. -ngelina se +ued! sola.

?or primera vez aspir! con voluptuosidad ' odio, al mismo tiempo, el perfumeembriagador +ue llenaba el cuarto de ba<o.

?or primera vez se detuvo a observar los frascos de colores amarillo, verde ' ro%o

rubí, llenos de perfumes, los %abones, las espon%as, la leche de almendras ' los ungentosindios.

Faci! despacio el agua l*ctea de la ba<adera, ' empez! la limpieza con envidia ' proli%idad. Sopl! con violencia su aliento caliente contra el espe%o, como si le echara unamaldici!n, ' luego lo freg! con fuerza, como si +uisiera +uebrarlo. Su rostro %uvenil lesonreía agradablemente desde la superficie pulida. ?or primera vez se encontrabaagraciada, ' despu&s de contemplarse un rato, le pareci! +ue era hasta hermosa. #ra unamuchacha pelirro%a ' pecosa. ?or su frente alta a no ser por las pecas, se hubiera podidoafirmar +ue era orgullosa. Sus o%os eran demasiado pe+ue<os ' de color gris.

Los labios llenos formaban una delicada curva ar+ueada hacia aba%o. #n el ment!nanidaba un ho'uelo. ?ero ella creía +ue estaba desfigurado por una peca +ue lo hacía casiinvisible. o pudo resistir al deseo de observar tambi&n su cuerpo.

Se desabroch! r*pidamente el delantal ' el vestido. Su cuello era delgado ' firme,sus %!venes ' delicados hombros le parecían redondos ' perfectos, sus pechos demasiado pe+ue<os. )e todos modos, había medios para hacer desaparecer las pecas.

#staba decidida a ser hermosa. Le parecía +ue 'a lo era.

)esde a+uel día memorable, observaba cotidianamente el despertar de su cuerpo. )e

 pie frente al espe%o mantenía conversaciones mudas con su rostro, sus labios, sus o%os ' susce%as. Le aconse%aron un ungento contra las pecas pero &stas 'a no la preocupaban, puessentía apego hasta por sus pe+ue<os defectos. #ra cre'ente ' devota ' estaba segura +uecometía pecado ' por eso tom! la resoluci!n de confesarse.

@n día sucumbi! ante el espe%o del cuarto de ba<o imperial. asta entonces, elmiedo ' el respeto le habían hecho resistir la tentaci!n, a la+ue por fin se entreg! porcompleto.

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Se acerc! con gesto decidido al espe%o, se arranc! el delantal ' desabroch! el cuellodel vestido. Las largas cintas blancas del delantal rozaban el sueloA en este momento o'!+ue se abría la puerta a sus espaldasA a trav&s del espe%o vio entrar al a'uda de c*mara del#mperador. o tuvo ni tiempo para arreglarse el delantal ' el vestido.

 1H)!nde est* la taba+uera 1pregunt! el sirviente1. Ho viste la taba+uera 1 pas! r*pidamente una mirada por el cuarto.

-ngelina se sinti! paralizada ' no pudo contestar, ni volverse. Se dio cuenta +ue elsirviente se le acercaba ' +ue le orden!2

 1BFu&lvete 1#lla cruz! las manos en su cuello desnudo ' obedeci!. Las cintas desu delantal estaban todavía sueltas.

 1H5u& hacías a+uí H5u& escondes 1pregunto.

 1Bada, nada 1susurr! ella.

Sus o%os miraban a derecha e iz+uierda, para evitar fi%arlos en el ancho rostro delrobusto hombre.

#ntonces descubri! la pe+ue<a taba+uera de plata, sobre una mesita, al lado de la ba<adera.

 1-llí est*, allí est* 1di%o se<al*ndola con el brazo.

 1BConfiesa en seguida lo +ue estabas haciendo 1di%o el hombre con tono brusco

 1. BConfiesa inmediatamente, confiesa 1repetía en un susurro, mientras se apro"imabam*s a -ngelina, caminando en puntas de pie. Su paso silencioso parecía m*s peligroso aún+ue su voz susurrante.

?or fin estuvo completamente cerca de ella.

 17odavía est* a+uí el #mperador 1murmur!1. Lo esto' afeitando. Silencio,silencio, Bno grites Babla en seguida

7endi! el brazo hacia -ngelinaA &sta cre'! +ue iba a arrancarle el vestido del cuerpo.

 1o grites, no grites 1le imponía.

?ero ella de%! escapar un grito agudísimo. -l mismo tiempo dio un salto hacia lacortina a la iz+uierda, +ue parecía ofrecerle un refugio. ?erdi! completamente la noci!n delo +ue hacía, ' tropez! con la pe+ue<a c!moda ' los vasos ' botellas se estrellaron conestr&pito sobre el suelo.

#l sirviente retrocedi! hacia la puerta por la +ue había entrado ' desapareci! detr*s

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de ella. - trav&s de la puerta cerrada -ngelina o'! una voz col&rica ' potente. o podíacomprender las palabras, pero reconoci! +ue era la voz del #mperador. Luego volvi! areinar el silencio. #ntrecortada la respiraci!n ' con el coraz!n lati&ndole con violencia,-ngelina logr! dominarse, se agach! ' empez! a recoger r*pida ' silenciosamente losfragmentos de los frascos.

Luego esper! un rato inm!vil ' al no oír ningún ruido se dirigi! hacia la puerta +uedaba al pasillo de servicio, hizo girar cuidadosamente la mani%a blanca ' sali! del corredor.

#n a+uel instante o'! un delicado tintineo de espuelas +ue la hizo estremecer, ' el#mperador pas! delante de ella. -l verlo se +ued! paralizada ' como aturdida, con losvasos ' las botellas rotas, en el delantal recogido. #staba tan turbada +ue a pesar de tenerlos o%os mu' abiertos ni si+uiera vio al #mperador. 7uvo solamente conciencia de unresplandor ' del tintineo de plata +ue había durado un minuto eterno.

 ada m*s +ued! en su memoria. Su pe+ue<a cabeza estaba vacía ' desierta.

u'! ' se perdi! corriendo por los pasillos, hasta +ue por fin encontr! la escalera 'casi volando alcanz! el par+ue.

 

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 III

 ada se supo de su e"travío ' ella se consideraba dichosa. Rezaba fervorosamente para +ue el ciclo le perdonara sus pecados. Gesaba el crucifi%o +ue colgaba sobre la cama,lo apretaba contra su coraz!n ' dormía reconfortada. ?ero antes de dormirse, sacaba el pa<uelo +ue tenía escondido entre la almohada ' la funda, ' tambi&n lo apretaba contra suseno. La cruz la tran+uilizaba, pero el pa<uelo la hacia sentirse dichosa.

@na noche, durante el informe, cuando las treinta ' s&is muchachas se encontrabanalineadas en sus uniformes impecables, Fer!nica Casimir se dirigi! a -ngelina ' le di%o2

 1-ngelina, entrega tú primero. BFen a+uí, -ngelina B7e esperan

@n laca'o desconocido esperaba ante la puerta en el corredor d&bilmente iluminado.-ngelina no se acordaba haberlo visto %am*s. Llevaba uniforme de pa<o azul, cu'o cuello 'mangas terminaban con un delgado gal!n dorado.

Su aspecto era m*s delicado ' elegante +ue el de los otros hombres del personal +ueella conocía. #n la penumbra del corredor parecía una solemne ' oscura sombra azul conrefle%os de oro.

 17enga la bondad de seguirme, se<orita 1le di%o el laca'o.

#ra la primera vez +ue alguien se dirigía a -ngelina, habl*ndole en tercera persona 'dici&ndole /se<orita6. - cada paso +ue daba disminuía su valor. #n cada recodo delcorredor crecía su espanto. Salieron al %ardín envuelto en las tinieblas ' a un lucirdesconocido para ella. 7ranscurrieron apenas unos minutos, pero -ngelina tenía lasensaci!n de haber caminado 'a muchas horas detr*s del laca'o.

Folvieron a entrar en el palacio por una puerta igualmente desconocida. unca-ngelina había visto a+uella entrada, ni la escalera por la +ue subieron luego. Se apo'abaen el pasamano, pisando solamente la estrecha ra'a de piedra blanca +ue de%aba libre laalfombra ro%a. ?ues &sta le parecía peligro mi ' s!lo la piedra le inspiraba confianza. ?or fin

llegaron a una amplia habitaci!n. @na pesada cortina de seda verde se cerr! sobre la puerta por la +ue habían entrado.

)os butacones estaban colocados ante una pe+ue<a mesa, en la +ue había botellas 'vasos, carne fría ' +ueso, en platos decorados con las insignias imperiales. #l laca'o leofreci! una butaca, dici&ndole2

 1BSi&ntese, se<orita 1 verti! en una copa de cristal el *ureo vino contenido en

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una %arra.

Luego desapareci! con gracia ' elegancia detr*s de la cortina.

Sus ondas verdes se cerraron pesadas ' silenciosas detr*s de &l.

-ngelina tom! asiento, derecha ' erguida en la amplia ' c!moda butaca, delante dela dorada copa de vino. 0iraba con o%os vacíos las anchas ventanas, los solemnes cuadrosde las paredes +ue le parecían manchas multicolores, rodeadas por marcos de oro, la granara<a de cristal +ue colgaba en medio de la habitaci!n, encima de la mesa. #n los cuatrorincones estaban colocados otros tantos candeleros de plata.

)e las bu%ías encendidas se desprendía un olor a cera ' 0oletas. - su iz+uierdahabía una enorme cama, casi escondida por una cortina amarilla, con abe%as doradas. Sesentía turbada ' estupefacta ' trataba de refle"ionar en vano.

7odo le parecía a la vez conocido ' desconocido. 5uiz* 'a habla visto todo a+uelloen un sue<o o so<aba en a+uel momento. 5uiz* vendría alguien a matarla. Recordaba todoslos cuentos espeluznante +ue había escuchado en su patria cuando era ni<a. #l calor +uee"perimentaba, el perfume, el miedo ' la luz de las bu%ías la aturdían. )eseaba levantarse para abrir una ventana ' tambi&n apagar las bu%ías2 su resplandor le resultaba demasiadofuerte. -ngelina pens! +ue le hubiera gustado estar sentada allí, en medio de una oscuridadcompleta como la +ue debía reinar en a+uel momento en su dormitorio. Sin embargo, no seatrevía a moverse.

?oco a poco empez! a sentirse cansada. Se reclin! hacia atr*s, apo'*ndose en elrespaldo, ' en los brazos del sill!nA su agradable suavidad le pareci! un nuevo peligro.

Folvi! a erguirse ' tom! la copa en sus manos temblorosas. Gebi! un po+uito, volvi! aapo'arse, ' continu! sorbiendo el vino.

#ra m*s +ue vino, era un dulce, acerbo ' peligroso eli"ir, lleno de promesasconsoladoras. #ra la bebida del pecado.

7rat! de enderezarse un po+uito para de%ar la copa en la mesa, pero no pudo. /#sdemasiado tarde, demasiado tarde6, pens!, ' sigui! bebiendo.

5ued! con la copa vacía en la mano. Se sentía 'a m*s a gusto ' la e"tra<ahabitaci!n se tornaba m*s familiar. ?or fin tuvo la audacia de levantarse pues había decido

e"aminar por lo menos una vez el cuadro. Se detuvo ante el primer cuadro2 era un granretrato del #mperador +ue llegaba hasta el suelo.

?ara ver su rostro había +ue levantar la cabeza. Lo primero +ue se veía eran sus botas, luego sus pantalones ' su cha+ueta, ' por fin mu' alto como si estuviera en lasnubes, su rostro.

La pe+ue<a -ngelina 'a había visto bastante ' volvi! a refugiarse en la peligrosa

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suavidad del sill!n. Sus manos temblaban ' temía romper la copa +ue aún conservaba enuna de ellas, ' por eso la coloc! con mucho cuidado sobre la mesa.

La asalt! un maravilloso ' terrible sentimiento. #l vino, el retrato del #mperador, lacama ' el perfume embriagador de las bu%ías, despertaban en ella un presentimiento

ardiente ' peligroso.

0in! hacia los pesados pliegues de la cortina verde en los +ue creía ver a cadainstante un movimiento. -guaba el oído ' creía oír voces. Cre'! +ue la cortina se abría 'entraba el #mperador, era tan alto como el retrato, su cabeza llegaba hasta el techo, suestatura aumentaba cada vez m*s. -ngelina llen! de nuevo su copa ' se la acerc! a loslabios. ?rob! apenas el vino ' en seguida volvi! a de%arla con temor ' respeto sobre lamesa.

?or fin cre'! saber por +u& la habían conducido allí. La invadi! un dulce temor al+ue ella se entreg! con voluptuoso e infantil orgullo. Se apo'! en el respaldo, con la copa

en sus manos enro%ecidas. Su mirada vagaba de las paredes a las bu%ías, ' de &stas a lasventanas, volviendo siempre ala cortina.

 ot! +ue una de las bu%ías empezaba a doblarse a consecuencia del calor, +uisolevantarse para enderezarla, pero no se atrevi!. #scuchaba asustada, consciente de su deberde sirvienta, el suave ' mon!tono gotear de la cera sobre la alfombra. Su orgullo infantil ibaapag*ndose, su voluptuoso temor era sustituido por otro mu' común, el miedo de unasirvienta ante un deber descuidado. Sin embargo, no lograba levantarse ' cerr! los o%os parano ver m*s la bu%ía.

Se durmi! en seguida, con las manos apo'adas en las rodillas inm!viles, sin soltar

su copa. Confusas im*genes turbaban su sue<o. 7enía entre abiertos los labios en los +ue sedibu%aba una tímida sonrisa, ' apenas respiraba2 hasta en sue<os no se atrevía a respirar.

La despert! el primer canto de los p*%aros. La resplandeciente luz de la ma<ana de %unio, algo apagada por el verdor de los *rboles, entraba por las anchas ' altas ventanas. Lamirada de -ngelina busc! en seguida la vela doblada. Solamente un encorvado trocito decera había +uedado en el candelabroA los míseros resto de la bu%ía 'acían ahora pegados a lahermosa alfombra, formando un pe+ue<o promontorio seco ' amarillo. -un se percibía enel aire el vaho azul ' frío de las bu%ías, +ue debían haberse apagado muchas horas antes.

-ngelina estaba desorientada ' llena de turbaci!n. o pensaba 'a en la cortina. Se

cre'! transportada a su casa de -%accio, sentía nostalgia de sus +ueridas redes ' de la pla'a pedregosa, ' le parecía aspirar el perfume de las algas ' de los caracoles. )e%! en la mesa lacopa +ue había retenido hasta ese momento en la mano ' se levant!.

#n ese instante o'! un ruido de pasos ' voces. Fio abrirse una puerta ' la cortina fueseparada violentamente2 tras ella apareci! el #mperador. Su cabello estaba revuelto,algunos botones de su chaleco estaban abiertos. Su aspecto trasnochado lo hacía parecer ena+uella clara luz matutina, m*s vie%o ' m*s pe+ue<o de lo +ue era. -ngelina ca'! de

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rodillas con un gesto ridículo ' pesado, como si hubiera sido empu%ada. 7enía la cabeza ba%a ' veía solamente las botas imperiales sobre la alfombra ro%a.

>'! +ue alguien entraba silenciosamente detr*s del #mperador, vio un zapato azul 'una hebilla dorada ' comprendi! +ue era el laca'o de la noche anterior.

 1BIdiota 1di%o la voz del #mperador1, Bd&%ala salir

Cuando levant! la cabeza, el #mperador había desaparecido. #l elegante laca'o azulestaba parado ante la cortina verde.

 1Fenga, se<orita 1di%o.

-l llegar al %ardín la de%!2 #n el relo% de una torre dieron las seis de la ma<ana. - lasseis ' media empezaba el traba%o.

-vergonzada ' aturdida, -ngelina ech! a correr por la ancha arboleda. avislumbraba el ala del edificio del personal.

-+uel día fue la primera en entraraP lavadero.

)esde a+uella noche memorable, -ngelina se sinti! humillada. 7rataba en vano deconvencerse de +ue s!lo había sido un sue<o. Los acontecimientos volvían a su memoriasiempre m*s ine"orables, en toda la crueldad de su aspecto. Se negaban decididamente a serconsiderados como sue<os ' sombras.

-+uella noche perseguía tenazmente a -ngelina.

?ercibía aún el perfume caliente de la cera ' de las violetas, paladeaba el sabor dulce' acerbo de a+uel vino, ' nuevamente volvía a sufrir la aguda herida de la humillaci!n.

Su sangre ansiosa ' %oven reci&n despierta tuvo la certeza de +ue había sidodespreciada. -ngelina empez! a alimentar un odio sordo contra todas las damas de la Corte+ue, a su %uicio, %am*s habían sido despreciadas ni por el #mperador mismo. Su vanidad,apenas florecida, se apag! ' marchit! en la vergenza ' en el cilio, como una breve 'mísera primavera. a no volvi! a contemplar su rostro. ?ara ella todos los espe%os delmundo habían desaparecido. ?or la noche rezaba superficialmente ' daba ala cruz un besofugaz.

#l pa<uelo del #mperador 'acía escondido en el fondo de su baúl de madera.

@n domingo +ue sali! como de costumbre con su tía, conoci! en la casa del prebosteal sobrino de &ste, el imponente Sosth&ne, sargento primero de caballería, cu'o coraz!n seinflam! súbitamente por -ngelina.

 ada tenía de particular +ue lo distinguiera de la ma'oría de los sargentos de la

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caballería imperial. #ra grande, fuerte, valiente ' había sido condecorado ' herido variasvecesA se parecía en todo a la ma'oría de sus camaradas. -ngelina veía en &l a todo unmundo aparte, un mundo de sables, espuelas, botas ' galones trenzados, un mundo azul 'ro%oA hasta su rostro no era m*s +ue una parte de su uniforme. ?arecía no estar hecho, comotodos, de miembros ' partes del cuerpo, sino m*s bien de colores.

Cuando hablaba a la pe+ue<a -ngelina, &sta, para contestar, tenía +ue dirigir lamirada como hacia una monta<a enorme ' tardaba en descubrir, en la cima, un poderoso ' brillante bigote negro, ' sobre &l, dos enormes ' oscuras fosas nasales, +ue parecían doscr*teres.

#lla no le prest! mucha atenci!n ' cuando comenz! a relatar sus batallas, ' habl! dele%anos países en los +ue había luchado, vivido ' amado, ella fingi! un inter&s +ue nosentía.

Dl discurría con benevolencia no e"enta de crítica de la estrategia del #mperador.

Según &l, poco había faltado para +ue el #mperador hubiera perdido a+uella batalla ohubiera muerto o por lo menos caído prisionero en a+uella otra.

7odos los presentes, decía &l, incluso el preboste, conocían solamente los desfilesdel #mperador ' por eso no tenían idea del papel +ue %uega la casualidad ' la suerte en las batallas. 5uiz* s!lo por casualidad su coronel no había llegado a #mperador.

 1#sto, s!lo )ios puede saberlo 1di%o la mu%er del preboste.

 1B)ios no e"iste 1contest! en tono seguro ' decidido el sargento.

Con una tran+uila, galante ' ruidosa reverencia el gigante armado invit! a -ngelina' a su tía a cenar con &l.

Las llev! a un restaurante eleganteA comieron lenguado, carne de vaca con sal engrano, zanahorias dulces ' deliciosas cebollitasA era una verdadera cena militar. Cuando elsargento golpe! tres veces el piso con el sable, le fue servido un vino seco del Rin.

7ambi&n sobre a+uel río, el sargento había vencido a los alemanes, ' cada sorbo devino despertaba en &l determinados recuerdos. #ntonces la tía declar! +ue su servicio lareclamaba.

 1B@n momento 1di%o el sargento. La acompa<ar&, se<ora.

Se inclin! profundamente ' la tía se estir! un pocoA así &l pudo alcanzar su brazo 'asirlo con su poderoso pu<o, para conducirla con sonoro tintineo de espuelas, hasta la puerta.

Salud! militarmente ' volvi! a sentarse cerca de -ngelina, como una rocaresplandeciente.

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-+uella noche aún le estaba reservado a -ngelina conocer un buen pedazo demundo2 un paseo en coche, una feria en la +ue debido alas innumerables linternas, reinabauna claridad casi diurna, otro co<ac ' por fin un pe+ue<o cuarto ro%o, una botella dechampa<a ' el amor sobre un estrecho sof* +ue no era m*s amplio +ue una cuna grande.

La cabeza de -ngelina colgaba revuelta ' aturdida encima del respaldo, +ue leoprimía dolorosamente la nuca. Le pareci! +ue su cuerpo se componía de partes aisladas 'en desorden, como estaba su vestido en a+uella hora. @na monta<a multicolor la abrazabacon toda su fuerza, casi destroz*ndola.

a afuera, ba%o el gris*ceo cielo matutino, volvi! a encontrarse reci&n a sí misma enel coche arregl! sus cabellos ' sus vestidos ' se convenci!, poco a poco, +ue no faltabaninguna parte de su cuerpo.

Cuando llegaron ante el palacio tuvo +ue soportar todavía en el rostro ' en la nuca el*spero contacto de la barba del sargento. Luego la de%! libre ' le orden! saludar con la

manoA ella obedeci! ' vio +ue &l tambi&n agitaba la mano. Se desliz! hasta su cuarto por la pe+ue<a ' familiar escalera. Sus compa<eras dormían. -+uel día, por primera vez en suvida, no rez!.

#n seguida ca'! en un sue<o pesado, con la oscura sensaci!n de +ue la vida era mu'difícil c incomprensibleA una carga peligrosa c inaudita.

 

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 IV

-sí se cumpli! la profecía de Fer!nica Casimir2 un hombre de uniforme ' barbudoestaba enamorado de -ngelina.

Cada noche la esperaba en la puerta de servicio, a la hora en +ue terminaba eltraba%o del lavadero. Llegaba siempre puntualmente, su aspecto era siempre imponente 'multicolor.

0ucho antes de alcanzarlo, -ngelina vislumbraba 'a entre las re%as de la ver%a ' elverde de los *rboles, un destello de sus vívidos colores.

#n el cielo sereno se encendían las primeras estrellas. #l reluciente casco de drag!ncon su gran punta encorvada ' su enorme cola de caballo negra, parecía alcanzar casi elfirmamento. -ngelina iba corriendo a su encuentro2 no la empu%aban el deseo ' la ansiedad,sino la impaciencia ' &l miedo.

Dl esperaba inm!vil como una roca hasta +ue ella se acercara. #lla no se atrevía aelevar la mirada hasta a+uella cabeza +ue parecía, m*s bien, la cima resplandeciente de unaalta monta<a. Su gorrita celeste alcanzaba hasta la empu<adura de su sable ' el último bot!n de su chaleco. Dl la levantaba con su fuerte brazo hasta la altura de su rostro.

0ientras sus piernas se agitaban sin sost&n en el aire, su bigote pasaba como uncari<oso cepillo por su frente, por sus p*rpados cerrados ' por sus me%illas pecosas. 7enía laimpresi!n de estar suspendida entre el ciclo ' la tierra por toda una eternidad. ?or fin,resbalaba tambaleando ' sin aliento hasta el suelo. Caminaba a su derecha, mientras a suIz+uierda arrastraba el sable.

Sus espuelas tintineaban peligrosamente ' sus botas rechinaban.

-sí se dirigían hacia los placeres de la noche.

Su licencia parecía no tener finA probablemente su deseo por el amor de -ngelina

estaba mu' le%os de estar satisfecho.

0uchas veces insinu! +ue podía hacerse trasladar a un regimiento de caballería en?arís. #stos discursos causaban sincero horror a -ngelina, pero no se atrevía a preguntarcu*ndo pensaba partir. Siempre +ue el sargento volvía a mencionar +ue podía hacer suservicio en ?arís igual +ue en =r&noble o en L'on, ella adivinaba mu' bien +ue &l esperabasu asentamiento ' su estímulo. #lla lo aceptaba como se acepta el destino. Cada noche caíasobre ella como un alud multicolor ' ruidoso, ' le parecía 'a bastante poder levantarse con

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el cuerpo intacto, aun+ue deshecha ' cansada.

#ra evidente +ue este hombre le había sido destinado desde el principio de laeternidad2 7ambi&n los naipes se lo habían augurado.

Dl hablaba incansablemente, a tanta altura +ue ella apenas lo entendía. >íasolamente unos ruidos sordos, como breves truenos ' cuando estornudaba era seme%ante auna ligera lluvia.

Cuando se sentaban a la mesa uno frente al otro, reci&n empezaba ella a comprenderel significado de sus discursos, aun+ue no siempre lograba tomar su sentido. -ngelinaatraída del mismo modo +ue a veces se siente atracci!n por algo odiado ' feo, seguía con lamirada fascinada ' no e"enta de odio, los movimientos bruscos de sus poderosas fauces,+ue daban la impresi!n m*s bien de masticar +ue de hablar.

Feía solamente el labio inferior grueso ' colorado, mientras sus bigotes se movían

incansablemente en el vacío. #l sargento empleaba palabras forzadas ' grandilocuentes, +uele eran pesadas ' aburridas. Sin embargo, no se atrevía a desviar la mirada de su rostro.

Sentía oscuramente +ue &l había sido la causa de su ma'or pecadoA sin embargo, le parecía un pecado aún ma'or resistirse ' desobedecerle. #staba completamentedesconcertda, tenía la penosa sensaci!n de estar condenada para toda su vida a no poderelegir %am*s entre la virtud ' el pecado ' de verse oscilar siempre entre a+uellas dos formasde pecado. ?ensaba +ue desde +ue a+uel hombre colosal había irrumpido en su vida, ellahabía de%ado la consoladora costumbre de visitar la iglesia, temiendo +ue su sola presenciadesconcertada ' contaminada pudiera ofender a )ios. Sentía nostalgia por los días de su pureza infantil definitivamente desaparecidos. @na noche, cuando estaban en el camino de

regreso, ' casi habían llegado, el sargento alz! el dedo se<alando al palacio ' di%o2

 1B7uvo suerte B5uiz* m*s suerte de la +ue se merecía

#ra mu' tarde ' en la calle reinaba un silencio tan profundo, +ue -ngelina pudo oíre"actamente las palabras +ue retumbaron a mucha altura, por encima de su cabeza.

#n el primer momento no comprendi! a +ui&n se refería el sargento. ?ero sinti!inmediatamente repugnancia, ' empez! a odiarlo antes de darse cuenta e"actamente de lo+ue +uería decir.

 1H5ui&n ha tenido suerte 1pregunt! con una voz delgada ' tímida.

 1BDl, Gonaparte, naturalmente

 o era costumbre designar con este nombre al #mperador, ' el odio de -ngelinahacia el sargento aument! m*s aún.

 1H#l #mperador 1pregunt!.

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 1Si, por cierto 1respondi! el sargento.

 1?ero usted sirve en su e%&rcito 1le di%o -ngelina, ' su voz temblaba un poco.

 1#n  su e%&rcito 1contest! el sargento acentuando con odio el posesivo /su61,

sirven muchos +ue no le +uieren. ?ero de esto tú no entiendes nada, pe+ue<a.

abían llegado ante las re%as del port!n ' -ngelina tuvo la sospecha 1' era la primera sospecha en su %oven vida1 +ue el sargento había de%ado de hablar del #mperadorsolamente por+ue alguien podía escucharle.

La levant! lo mismo +ue las otras noches cuando se despedía de ella, pero con susdos brazosA pues los guardias no vigilaban ' no valía la pena desperdiciar fuerzas, nohabiendo testigos. La bes! ruidosamente en ambas me%illas, interrumpiendo el silencio de lanoche, ' la de%! en el suelo con un movimiento menos suave +ue al saludarla. #ntoncesdi%o2

 10a<ana feste%aremos la despedida. 0i licencia termina pasado ma<ana, definitivac irrevocablemente, pues tengo +ue incorporarme temprano a mi regimiento. H7e +uedar*striste

 1Sí, +uedar& triste 1murmur! -ngelina.

?or primera vez, desde +ue empez! su amistad con el sargento, -ngelina subi!corriendo ' alegre las escaleras, ' pudo dormir sin sobresaltos, libre de visiones terroríficas.- la ma<ana siguiente se despert! tan tran+uila como se había dormido. abía despuntadoel último día de su tormentoso amor, ' se sentía tan dichosa como la víspera de una fiestas,

cuando era ni<a. #n la noche, cuando el sargento apareci! puntual ' brillante comosiempre, -ngelina corri! a su encuentro casi feliz. ?or primera vez e"perimentaba unaespecie de gratitud hacia a+uel coloso ' se avergonzaba un poco de su dicha. ?or primeravez no le result! repugnante su barba +ue cari<osamente frotaba contra su rostro.

?ero m*s tarde, cuando entraron en el caf& /-l eterno placer6, desapareci! su buenhumor. #l sargento Sosth&ne había invitado a su fiesta de despedida a varios camaradassuboficiales, dos prebostes ' algunos empleados. Cuando lleg! con -ngelina, la ma'oría 'ase encontraba allí, agolpada contra el mostrador enchapado en esta<o. )etr*s de &ste, seapresuraba el tabernero, con su delantal verde ' su camisa blanca, con el rostro encendido ehinchado ' con su alegre bigote negro +ue tenía el mismo brillo +ue sus o%os. 7odos se

volvieron hacia los reci&n llegados como obedeciendo + una orden, ' gritaron2

/BFiva Sosth&ne6. Dste se detuvo, solemne ' colosal como siempre, en el umbral dela puerta, +ue había de%ado abierta pues no le pareci! digno de &l cerrarla en a+uelmomento con sus propias manos. -ngelina estaba pegada a su iz+uierda m*s mísera +ue elsable +ue &l llevaba entonces, a la derecha.

Dl solt! el brazo de -ngelina para levantar la mano, ' a ella le pareci! +ue la

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abandonaba definitivamente en la hora de su triunfo. La poderosa voz de Sosth&ne retumb!en el local2

 1B-+uí esto', camaradas

#n a+uel momento un acorde!n e%ecut! una de las marchas conocidas en el e%&rcito.Luego todos empezaron a comer apresuradamente, en reconcentrado silencio.

Llevaban a la boca, con gran apetito, bocados enormes ' bebían grandes copas devino, mientras miraban sosegados sus platos. -ngelina evitaba mirarlos, pero algo laobligaba a hacerlo, ' cada vez +ue veía +ue uno de los hu&spedes comía un gran bocado,ella tomaba uno pe+ue<o, cada vez m*s pe+ue<o, m*s minúsculo.

-+uella noche de despedida le pareci! eterna, ' todos a+uellos hombres alegresreunidos allí le parecían sus noviosA por eso le era completamente indiferente +ue susargento Sosth&ne partiera o no al día siguiente. #lla se sentía prostituta ' entregada a todos

sus amigos.

7erminado su plato de carne, un caporal de artillería se levant! ' haciendo sonar sucopa comenz! a hablar.

#numer! todas las acciones heroicas del sargento Sosth&ne2 de su discurso podíadeducirse +ue hasta el #mperador debía casi todas sus victorias nada menos +ue al sargentoSosth&ne.

)espu&s del caporal se levant! el sargento ' confirm! con palabras algo modificadastodo lo +ue había dicho el anterior.

7odos asintieron sus palabras, con grandes aplausos.

Cuando olieron las campanadas de la medianoche, la ma'oría de los participantes ala fiesta estaban ebrios ' habían perdido el dominio de sus sentidos. #ntonces laconversaci!n reca'! sobre el #mperador.

#l sargento Sosth&ne inici! el tema.

 1Cada uno de los +ue estamos a+uí sentados 1di%o1 hubiera podido tener lamisma buena suerte. 1#n realidad, pensaba +ue solamente &l, el sargento Sosth&ne

Levadour ' nadie m*s, hubiera podido ser el favorecido.

 1Cada uno de nosotrosE 1di%o el caporal +ue había hecho el brindis al sargento.

 1Ba nacido con su estrella 1di%o uno de los prebostes, +ue participaban en lafiesta, un hombre de cabello gris ' de rostro encogido.

 1B#s un astuto 1di%o otro.

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 1#s un fullero ' un inconscienteE 1empez! un tercero.

 1-cu&rdense, mis camaradas, acu&rdense, con +u& ligereza ha traicionado al pueblo ' a su libertad.

 1)el pueblo de $ranciaE 1interrumpi! otro.

 1Ba traicionado la libertad del pueblo 1di%o el sargento Sosth&ne.

 1Sí, eso es lo +ue ha hecho. )ebo confesarlo a pesar de ser un soldado, Bun soldadode nuestro glorioso e%&rcito

 1?or cierto +ue no nos falta gloria di%o el caporal de artillería. #s cierto +ue sin &lno hubi&ramos visto el mundo ' &ste no hubiera temblado ante nosotros. Sin embargo, deboconfesarE

#l preboste lo interrumpi!, completando la frase2

 1Sin embargo, debo confesar +ue todo se lo debemos a nuestro pe+ue<o caporal.

 adie aplaudi! ni asinti! sus palabras. -l contrario, despu&s de estas palabras rein!un profundo silencio.

Solamente el sargento Sosth&ne, m*s ebrio +ue los dem*s, comenz! a decir con vozamargada ' con lengua pastosa2

 1#n lo +ue concierne a mí ' a tipos de mi clase, hubi&ramos con+uistado al mundo

lo mismo sin &l. Ho es verdad, camaradas

0ir! alrededor su'o a los rostros de los otrosA sus labios sonreían ba%o su bigoteencrespado ' húmedo, en sus o%os negros ' en su cara encendida ' reluciente se refle%aba elodio.

 adie le contest!. 7odos fingieron ocuparse en algo.

@no levant! su copa contra las bu%ías ' la e"amin! como si buscara en ella algunas partículas de polvo. >tro empez! a limpiar su tenedor en el mantel. @n tercero sonri! conaire le%ano, como si hubiera sido a%eno a la conversaci!n. @n cuarto bebi! con lentitud

sorprendente el resto de su vino, ' fingi! paladear cada trago con la lengua. - pesar de suebriedad, el sargento Sosth&ne se dio cuenta +ue todo el círculo lo había abandonado.-po'! sus enormes pu<os en la mesa ' se levant! como si se sostuviera m*s bien en sus brazos +ue en sus piernas. echando una mirada a -ngelina, +ue estaba a su lado, di%o2

 1Camaradas, H+u& es un general sin nosotros H5u& vale un #mperador sinsoldados H5ui&n es m*s grande 1pregunt!.

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?ero nadie contest!.

 1-firmo 1continu! Sosth&ne1, +ue el e%&rcito es m*s grande. BFiva el e%&rcito

-ngelina había estado sentada todo ese tiempo en silencio.

@n terrible miedo ' una vergenza desconocida hasta entonces paralizaban sucoraz!n, lo mismo +ue dos tenazas de hierro. o comprendía +u& era lo +ue temía ' ded!nde provenía la vergenza. Se sentía contaminada por esta compa<ía ' tambi&n culpable por+ue escuchaba todo eso sin contradecir si+uiera. )e repente la invadi! un enorme odio 'c!lera contra todos los hombres sentados %unto a a+uella mesa, especialmente contra elsargento Sosth&ne. Sentía deseos de gritar. Con un esfuerzo sobrehumano, levant! de lasrodillas su mano ro%iza, pe+ue<a e indefensa ' cogi! su copa. Gebi! un po+uito de vino 'en seguida se sinti! transportada a la gran sala, cerca de la pesada cortina verde, ante la %arra de cristal. Fio tambi&n en la pared el retrato del #mperador ' se sinti! libre, fuerte 'audaz. @na fuerza íntima ' maravillosa la oblig! a levantarse. @n dichoso sentimiento de

odio infundía valor a su coraz!n. @n espíritu de %usticia le inspiraba palabras valientes.

 1B)ebieran tener vergenza 1di%o1 de blasfemar contra el #mperador @stedesno serían nada, absolutamente nada, sin &l. o hubieran visto el mundo ni hubieranadelantado una sola milla m*s all* de vuestros pueblitos ' aldeas. Sin el #mperador, notendrían ustedes sables, casco, cordones, ni dinero para pagar el vino +ue beben. Si hantomado parte en las batallas, ha sido por+ue &l los ha conducido. Si alguno de ustedesdemostr! alguna vez valor, deben agradec&rselo a &l solamente. S!lo &l les infundi! valor 'luego les confiri! condecoraciones por m&ritos +ue no les pertenecían. ?or eso les digo +uedeberían estar avergonzados.

Folvi! a sentarse. Como en una le%ana neblina vio +ue el sargento Sosth&ne, +ueseguía sentado a su lado, volvía a escanciar en su copa el vino de la %arra. Fio sus manos+ue conocía tan bien, a+uellas manos gordas ' musculosas, de dedos cortos ' cubiertas deabundante vello. -un+ue el sargento había cogido la %arra con una sola mano, ella vela dos,' se sinti! avergonzada ' estremecida en lo m*s íntimo, pensando +ue a+uellas manosestaban acostumbradas a tocar su carne, su pecho, sus brazos ' sus muslos.

7odos empezaron a sentirse inc!modos. Les parecía +ue las bu%ías ardíanapresuradamenteA +ue la oscuridad invadía poco a poco la habitaci!n. Cre'eron +ue lome%or era no seguir hablando. Sin duda la fiesta estaba frustrada.

7odos callaban.

#n el momento en +ue los espíritus de los hu&spedes iban a sumirse en lamelancolía, se abri! de un golpe la puerta ' Fer!nica Casimir irrumpi! en el cuarto, %untocon el fresco aire nocturno +ue hizo temblar la llama de las bu%ías.

Llegaba ataviada de fiesta, con los hombros desnudos ' el seno ondeanteA llevaba puesto a+uel vestido de seda gris perla, +ue decía, le había sido regalado por la emperatriz

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Josefina, vestido +ue s!lo usaba en ocasiones mu' especiales.

#ntre sus dos senos de blancura inmaculada, de los +ue se desprendía una delicadanube de polvo blanco, descansaba la enorme ' pesada piedra de Jade, rodeada dediamantes, regalo igualmente de la #mperatriz ' +ue poseía, a no dudarlo, valiosas

cualidades m*gicas. La puerta +ued! todavía abierta por un buen rato ' la fresca corrientede aire nocturno, seguía moviendo las llamitas doradas de las velas.

#l tabernero acudi! solícito, ' coloc! una silla en la cabecera de la mesa. antes de+ue los presentes se dieran cuenta e"acta del fastuoso acontecimiento, Fer!nica Casimirestaba 'a sentada en el e"tremo de la mesa.

 1Feo 1comenz! a decir con la voz segura de la vidente de profesi!n1, +ueustedes han re<ido. B?ero entre ustedes debe reinar la paz

Sus dedos blancos ' rechonchos se movían con e"tra<a elocuencia sobre el mantel

 blanco, cada dedo parecía una lengua silenciosa. @na suave nube de polvo blanco flotabaante su anchoa rostro. )etr*s de esta nube, los hu&spedes veían brillar sus o%os negros.7odos callaban. Fer!nica era la pitonisa de la casa imperial. Con sus naipes había profetizado batallas, victorias ' derrotas. tambi&n +u& la confidente de la #mperatriz ', posiblemente, del #mperador.

#lla comprendía mu' bien los sentimientos de los hombres. ?ero le importaba antetodo asegurar el matrimonio de su sobrina con el sargento Sosth&ne. Sabía +ue -ngelina noamaba al sargento Sosth&ne, sino al #mperadorE como todas las mu%eres del país, pues ena+uella &poca todas las mu%eres de $rancia, ' +uiz* del mundo entero, no amaban a susmaridos sino al #mperador.

Insultar a &ste le parecía a Fer!nica tan falto de sentido e inútil como rebelarsecontra alguna le' de la naturaleza. ?ero en a+uel momento se trataba de la felicidad de-ngelina. - pesar de ser el sargento Sosth&ne un %acobino, algún día se casaría con-ngelina.

7ambi&n Fer!nica Casimir sufría cuando olía insultar al #mperador, lo +ue no erararo en a+uella &poca, sino bastante común entre los sirvientes de la Corte ' suboficialesdescontentos de algún regimiento. -ntes, cuando el #mperador todavía se llamabaGonaparte, tambi&n Fer!nica Casimir, trabada en conversaci!n íntima con su propia mu%er,había sentido la tentaci!n de emitir un %uicio severo acerca del gran hombre.

ese recuerdo la hacía m*s ine"orable hacia los +ue lo criticaban ahora.

?ero en a+uella hora decidi! no traicionarse, sino acordarse para otra ocasi!n de losnombres de los presentes.

Sin embargo, not! +ue los hombres se comunicaban por medio de ademanesimpúdicos ' mudos, +ue ellos +uiz* suponían +ue era un lengua%e incomprensible para los

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dem*s.

Solamente el gigantesco sargento Sosth&ne, sentado inm!vil cerca de la pe+ue<a-ngelina, parecía le%ano ' a%eno a la actitud de sus amigos. Le ofreci! vino a Fer!nicaC*simir ' ella lo bebi! despacio. o apo'aba todos los dedos en la copa, sino +ue tenla

levantado el dedo me<i+ue en el +ue el brillo de las bu%ías hacia centellear los anillos.-penas si apo'aba la copa en sus labios ' la ale%aba a rada rato para observar con unacomprensi!n llena de odio la conspiraci!n de los hombres. -l mismo tiempo aguaba susoídos.

#ntonces o'! +ue el caporal susurraba a su sargento2

 1Se desma'aE en la cama cual+uiera de nosotros es me%orE

Fer!nica Casimir comprendi! en seguida a +ui&n se referían. Conocía demasiado bien los rumores secretos ' las historias +ue circulaban acerca de la forma despreocupada '

fugaz de los amores del #mperador. )oncellas ' lavanderas habían e"perimentado esteamor, igual +ue las damas de la Corte ' la #mperatriz misma. Sin embargo, todas lasmu%eres, las de rango elevado ' las de condici!n inferior, le estaban agradecidas al#mperador por su breve abrazo distraído e indiferente.

 unca olvidaban +ue era un dios ' +ue es propio de los dioses amar de prisa ' sin pasi!n. #ra el tiempo en +ue las mu%eres podían pronunciar el nombre del #mperador,solamente con odio, miedo o amor. ?arecía +ue las mu%eres +ue se entregaban a su abrazoe"perimentasen, durante los breves minutos +ue duraba su pasi!n, todos los sentimientosdel mundoA el odio, el miedo ' el amor. Gien sabía Fer!nica Casimir +ue había en lasmu%eres una pasi!n m*s poderosa aún +ue la física2 la de la vanidad. ?or eso ellas

abandonaban la habitaci!n imperial insatisfechas, pero ennoblecidas ' orgullosas. #l#mperador las despedía en seguida, se sustraía de inmediato a su deseo. #llas loabandonaban con un deseo insatisfecho ' con la nostalgia de volver a &l. ?ues &l poseíatodas las cualidades de los dioses2 era poderoso, terrible en su ira ' su gracia era efímera, pues los dioses son fugaces.

Fer!nica llev! r*pidamente la copa a sus labios, ' bebi! el resto de un sedo trago, 'di%o, con a+uella voz dura ' militar +ue usaba cuando impartía !rdenes a su personal2

 1BSe<ores 1#sta e"clamaci!n interrumpi! el cuchicheo impertinente de loshombres. 7odos la miraron.

 1BSe<ores 1repiti!. #staba sentada pero su rostro refle%aba tanta ma%estad, +ue atodos les pareci! como si se hubiera levantado de su asiento1. ?arece +ue ustedes no est*nacostumbrados a respetar la presencia de las se<oras.

6-dem*s no deben ignorar +ue pertenezco a la Corte lo mismo +ue mi sobrina Qdi%o/Corte6 ' no /personal6. Las palabras +ue murmuran ustedes, estarían +uiz* m*s en sulugar en el cuartel, aun+ue entiendo +ue tampoco allí deben repetirse. BLos de%o, se<ores

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B5ue se diviertan B usted, sargento Levadour, tr*igame temprano a la pe+ue<a Bo laesperar&

6B?asar*s por mi cuarto, cuando vuelvas 1le di%o a -ngelina, ' se levant! dandoun serio /Guenas noches6. antes de +ue se dieran cuenta, desapareci! tan r*pidamente

como había llegado.

7ambi&n ahora la puerta +ued! abierta por un buen rato ' el viento levant! los bordes del mantel e hizo temblar la llama de las bu%ías.

7odos callaban. ?or algunos minutos tuvieron la sensaci!n de haber sufrido lareprimenda de un superior. Su aspecto, a pesar de los deslumbrantes uniformes, era mu'deplorable.

-ngelina se sinti! pobre, sola ' traicionada. ?ensaba con nostalgia en las benignascostas de su patria, en la casa paterna de C!rcega ' en su pobre ' apacible ni<ez. )e pronto

comprendi! +ue había entregado a a+uella roca gigante ' e"tra<a, algo +ue no le pertenecía.Le pareci! +ue hasta a+uel momento había vivido a%ena a su propio cuerpo ' +ue lo habíaregalado como un ob%eto cual+uiera. Intu'! la grande ' severa le' +ue la naturaleza haimpuesto a las mu%eres ' se dio cuenta de haberla infringido. -+uella hermosa, noble eine"orable le' ordenaba a las mu%eres entregarse al hombre amado ' resistirse al +ue noamaban.

?ens! en la habitaci!n provista de la pesada cortina verde ' en el retrato del#mperador colgado en la pared. 'a no se avergonz! m*s ' le pareci! +ue 'a habíae"piado su gran pecado. Comprendi! +ue s!lo podía amar al único +ue e"istía para ella '+ue la posibilidad ' capacidad de a+uel amor, era algo tan grande +ue el pecado, el error '

la vergenza perdían ante &l toda su importancia.

-lz! la vista ' por primera vez su mirada se torn! orgullosa e indiferente. #ntoncesvio +ue la inmensa mole +ue estaba a su lado se mantenía rígida ' muda s!lo por+ue había perdido el dominio de sus facultades. #ra una rara forma de ebriedad, m*s terrible +ue laebriedad común ' ruidosa. #l sargento estaba inm!vil ' sus pe+ue<os o%os negros mirabanabiertos al vacío. ?arecía m*s petrificado +ue ebrio. La pe+ue<a -ngelina toc! tímidamentesu manga azul.

Sosth&ne no se movi!.

#ntonces observ! a los otros hombres2 nadie se ocupaba de ella. -lgunos habían pasado a otra mesa ' %ugaban a los dados ' a los naipes. @no de los prebostes, el caporal 'dos sargentos se relataban cuchicheando algunos cuentos, estallando despu&s de cada unode ellos en obscenas carca%adas. -ngelina se levant! ' se ale%! de la mesa con pasos suaves,sin decir palabra.

 i si+uiera el tabernero lo not!.

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Cuando estuvo fuera mir! el ciclo. #n la taberna había olvidado de fi%arse en el relo%.)ebía ser mucho m*s de medianoche ' levant! los o%os hacia las estrellas en un repentino 'dulce recuerdo de las noches de su le%ana ni<ez, cuando acompa<aba a su padre a la pesca 'el vie%o miraba al ciclo para saber la hora. ?ero a+uella noche había pocas estrellas ' &stasresplandecían como pe+ue<os destellos entre las negras ' pesadas nubes +ue se perseguían

en el cielo con una velocidad fant*stica. #l viento soplaba con violencia desde todasdirecciones. Las calles estaban vacías ' la tr&mula llama de las últimas linternas tenía unaspecto mísero ' abandonado. ?or encima de las casas, vislumbr! el breve refle%o de unle%ano rel*mpago, al +ue sigui! el sordo ruido de un trueno distante.

La pe+ue<a -ngelina se estremeci! ' se envolvi! con m*s temor en su mantilla.)ecidi! proseguir su camino aun+ue no sabía e"actamente +u& direcci!n debía elegir.

Cuando lleg! por &l a una es+uina desde la cual pudo distinguir la viva iluminaci!nde una gran calleA empezaron a caer las primeras gotas de agua, ' en seguida un rel*mpagomu' vivo ' cercano rasg! las nubes. -ngelina caminaba cada vez m*s r*pidamente. Lleg! a

una calle amplia ' mu' iluminadaA 'a la lluvia caía con violencia. Se detuvo en el portal deuna casa enorme, cu'as ventanas refle%aban luz sobre los torrentes de agua, ti<&ndolos deoro. $rente a ella esperaban algunos coches se<oriales. La permanencia le result!agradable. #n realidad, todo lo +ue le sucedi! a+uel día, le pareci! agradable2 la lluvia, losrel*mpagos, los coches, la casa distinguida ' elegante, el portal hospitalario ' benigno.#staba dominada por una gran serenidad, +ue se e"tendía a todas las cosas +ue la rodeaban2al rel*mpago, al trueno ' ala lluvia.

)ebía ser mu' tarde. @n suizo con librea ba%! las escaleras, abri! de par en par laenorme puerta ' ech! una severa mirada a -ngelina. 7odos los cocheros se despertaroninmediatamente, como si los hubieran llamado, salieron del interior de los coches ' se

detuvieron al lado de la portezuela. #ntonces -ngelina se ale%! contenta, hacia la meta +uele indicaba su coraz!n. Caminaba con paso moderado a pesar de +ue su mantilla, su vestido' sus zapatos estaban empapados de agua.

La lluvia comenz! a disminuir cuando estuvo a la vista del palacio ' la luz del albaaumentaba su resplandor. #l centinela dormitaba en su casilla ' no vio a -ngelinaA por primera vez desde +ue servía en ?arís, pas! sin angustia por la estrecha puerta de re%illas,+ue se abría suave ' silenciosa, casi atra'ente. Subi! con tran+uilidad las escaleras. Reinabael silencio ' la paz. #n los rellenos de la escalera la luz de la húmeda ma<ana brillaba atrav&s de las altas ' estrechas ventanas ' llegaba de le%os el tímido canto de los primeros p*%aros +ue empezaban a despertar.

-ngelina sac! del baúl el pa<uelo del #mperador, +ue no contemplaba desde hacíamucho tiempoA lo oprimi! contra su coraz!n ' su me%illa, luego, 'a tran+uila, se desvisti!en seguida, mientras el precioso ob%eto multicolor descansaba deba%o de su camisa, sobre sucoraz!n alegreE

 

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 V

#n todos los lugares del país ' del mundo, las mu%eres amaban al #mperador. ?ero-ngelina creía +ue para amarle, se precisaba un arte especial ' misteriosoA se considerabacomo la prometida de &l, del m*s noble se<or de todos los tiempo.

Dl vivía eternamente en ella, a pesar de ser tan poderoso, tenía suficiente lugar en su pe+ue<o coraz!n2 &ste se había engrandecido para recibirlo en todo su ma%estuosoesplendor.

?ronto olvid! al sargento Sosth&ne ' solamente a veces surgía en su memoria como

la gigantesca sombra de un sue<o.

acía semanas +ue no tenía noticias de &l. o era de e"tra<ar, pues el #mperador preparaba una nueva campa<a militar, ' sus regimientos cambiaban cada semana deresidencia.

#n a+uellos días solamente algunos pocos escribían a sus novias o a sus mu%eres.

@n día, sucedi! a la pe+ue<a -ngelina, algo raro, terrible, peligroso 'completamente incomprensible.

0ientras agitaba con fuerza su plancha abierta para encender los carbones, &sta se leescap! de las manos como arrancada por una fuerza oculta. Fio c!mo se estrellaba la puntacontra la pared ' luego caía al suelo, con las brasas ro%izas reluciendo en sus faucesabiertas. )espu&s sinti! +ue ella misma caía en honda e insondable tinieblas.

Cuando volvi! en sí, estaba en su casa. Fer!nica Casimir la acompa<aba sentadacerca de ella, buena ' familiar como siempre. Se despert! con el recuerdo de la plancha 'de la e"tra<a fuerza +ue se la había arrancado de las manos. >'! +ue Fer!nica Casimirdecía2

 1Ba est* tan avanzado

#ran las primeras palabras +ue oía desde +ue había vuelto en sí.

-+uella frase la asust!.

 1H5u& es lo +ue est* tan avanzado 1indag!.

Fer!nica Casimir contest! tran+uilamente con voz suave.

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 1Fas a tener un ni<o, -ngelina. 0e encargar& de hac&rselo saber al se<or Levadour.Bo tengas miedo Ba lo cogeremos 1repiti!.

 1H- +ui&n cogeremos 1pregunt! -ngelina.

 1-l sargento Sosth&ne, naturalmente 1repuso Fer!nica.

 1o necesito marido 1di%o -ngelina ' pens! en los asaltos +ue había sufrido todaslas noches sobre el pe+ue<o sof* de terciopelo ro%o, mientras el respaldo le oprimíaduramente la nuca.

 1aturalmente +ue necesitas un marido 1contest! Fer!nica1. B-nte todonecesitas un hombre +ue sea padre de tu hi%o

 1B?ero 'o no +uiero ningún hi%o 1replic! -ngelina.

 1Bo necesito ningún hi%o, ni ningún hombre

 1ecesitas las dos cosas 1respondi! en voz ba%a Fer!nica Casimir.

-ngelina cerr! los o%os como si de este modo evitara ver el fantasma terrible +ue parecía provenir de la persona de Fer!nica +ue estaba sentada en la silla cerca de la cama.?ero ba%o los p*rpados cerrados lo veía m*s grande ' m*s cercano.

-sumía el tama<o colosal del sargento Sosth&ne, +ue de sombra se había convertidoen una forma real a pesar de estar en alguna le%ana guarnici!n ' tanto me%or si estabadecidido a no preocuparse m*s de ella. ?ero Hde +u& le servía esto Iba a tener un hi%o ' era

hi%o del sargento Sosth&ne. #l coloso estaba en ella misma, se movía en sus entra<as. Consus pocas fuerzas no podía e"pulsarlo de su d&bil cuerpo. )ecidi! abrir de nuevo los o%os pues el peligro parecía agrandarse ' apro"imarse cada vez m*s. ?ero le faltaron fueras parallevar a cabo esta decisi!n.

#ste estado s!lo dur! unos pocos minutos. Fer!nica mostraba ahora un rostrosolemne +ue asust! aún m*s a -ngelina. Le pareci! como un domingo lleno de peligros ',sin embargo, e"teriormente sereno. o entendía las palabras de Fer!nica, pero eso sí,comprendía mu' bien, +ue el consuelo +ue le anunciaba, era lo +ue m*s temor te causaba.

Se sentía mu' cansada ' tuvo la sensaci!n de +ue todo lo +ue le sucedi! durante

a+uel día ' en las últimas semanas, formaba 'a parte de un le%ano pasado perteneciente auna vida anterior.

-hora le esperaba una vida totalmente nueva, desconocida ' peligrosa. Cerr! loso%os ' esper! +ue la tía la de%ara sola ' +ue llegara el sue<o. ?ero &ste no lleg!2 s!lo unagran serenidad se apoder! de ellaA una inmensa compasi!n consigo misma, hacia latía, 'aún por el sargento Sosth&ne. So<aba con los o%os abiertos, contemplaba vastos campos de batalla, una de las batallas del #mperador. ?or el aire denso volaban balas ro%izas, se oía el

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 VI

Siete meses m*s tarde, en la casa de la partera G*rbara ?occi, nacida en C!rcega, 'conocida de Fer!nica Casimir, dio a luz un var!n. -ngelina esperaba, dichosa ' tran+uila,en la ancha cama con grandes almohadas en la +ue desde hacía muchos a<os habíanalumbrado numerosas madres solteras. )esde la cama podía observar algunos ob%etosfamiliares +ue le recordaban su ni<ez ' C!rcega. Sobre una mesita de patas largas habíauna pe+ue<a imagen de San Crist!bal, tallada en madera de varios colores. #n su casa de-%accio recordaba haber de%ado un santo igual +ue a+u&l.

Sobre una c!moda, a su lado, brillaba una botella panzuda dentro de la cual el

hermano de la partera, un marino bonach!n, había construido con mucha paciencia 'minuciosidad, un minúsculo veleroA era una de las obras de arte preferidas por la gente demar.

#n su casa de -%accio tambi&n había una c!moda igual ' un velero como a+u&l enuna botella. -nte la puerta no colgaba una cortina, sino una de a+uellas redes de te%idomenudo, +ue usan los pescadores para la pesca menor. )e todos a+uellos ob%etos, a pesar dehaber transcurrido mucho tiempo desde +ue abandonara su isla natal, emanaba todavía unfamiliar olor agridulce, olor a mar ' a algas marinas, a caracoles de madr&pora ' a oscuroserizos de mar ' -ngelina creía ver las nubes negras anunciadoras de la tormenta,suspendidas sobre la agitadas olas del mar.

@n día Fer!nica Casimir le tra%o papel, pluma ' tinta al lado de la cama ' le di%o2

 1B7engo su direcci!n

-ngelina comprendi! +ue se trataba del sargento Sosth&ne, pero intent! aún unúltimo esfuerzo para sustraerse a lo inevitable ' pregunt!2

 1HLa direcci!n de +ui&n

 1BLa direcci!n de Sosth&ne 1contest! Fer!nica1. 7ienes +ue escribirle.

 1?ero es +ue no tengo nada +ue decirle 1contest! -ngelina.

 1B)ebes B7e lo ordeno 1respondi! Fer!nica1. B-+uí tienes lo necesario,escribe

?uso el papel sobre la colcha, mo%! la punta de la pluma en el tintero, se acerc!amenazante al borde de la cama, ' se la alcanz! en forma tan perentoria a -ngelina, +ue

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&sta obedeci! ' escribi!.

/Se<or, mi tía, la se<orita Fer!nica Casimir, me ordena comunicarle la noticia de+ue hace dos día he dado a luz un ni<o. #s var!n. Le saludo. -ngelina ?ietri6, ' Fer!nicatom! el papel, lo le'!, sacudi! la cabeza ' di%o2

 1BGueno, el resto se lo agregar&, &ste sí +ue no se me escapar*

abía averiguado su direcci!n. #l #mperador acababa de ganar una gran batalla 'las tropas estaban todavía en -ustria. Fer!nica no conocía solamente la direcci!n delsargento Levadour, sino tambi&n a la mu%er del coronel +ue comandaba su regimiento. #nefecto, dos semanas m*s tarde apareci! el sargento Sosth&ne Levadour. abía obtenido unalicencia e"traordinaria ' había decidido utilizarla en forma poco común. La victoria del#mperador ' la circunstancia de haber participado en un e"cepcional combate, +ue en suopini!n había decidido el &"ito, lo tornaban aún m*s orgulloso. Su figura colosal ' pomposa resultaba imponente en la pe+ue<a habitaci!n en +ue vivían -ngelina ' su ni<o.

La salud! con una ternura fría ' pedante ' la levant! con ambas manos. #n a+uel pe+ue<o cuarto, -ngelina se sentía suspendida a regiones m*s elevadas +ue en las le%anasnoches de verano. #l bigote de Sosth&ne olía aún m*s fuerte, su barba era m*s *spera ' susmovimientos m*s violentos.

Luego la solt!, retrocedi! un poco, ' despu&s estuvo en dos pasos poderosos ante lacama en +ue 'acía su hi%o ' se inclin! sobre &l.

#l pe+ue<o gemía lamentablemente. Sosth&ne alz! al atadito de pa<ales, +ue en su brazos resultaba ínfimo, ' pregunt!2

 1HC!mo se llama H5u& nombre le han puesto

 1B?ascual -ntonio 1le contest! -ngelina1. Como mi padre.

 1B0e alegra, me alegra 1tron! la voz de Sosth&ne1. BSer* soldado, tiene sangrede soldado

volvi! a colocar el pa+uetito en la cama.

Se arrellan! en la estrecha butaca de terciopelo ro%o, ' se arrastr! con ella un poco

en la pieza, d*ndose cuenta de +ue le resultaba difícil libertar su enorme cuerpo de la tenazade los dos brazos. La situaci!n le resultaba molesta ' embarazosa, pues tenía +ue decir algomu' importante. Se encoleriz! ' su rostro ad+uiri! un color viol*ceo, +ue complementabalos brillantes colores de su uniforme.

)urante un buen rato estuvo refle"ionando acerca de las palabras adecuadas. Seacord! de las cumplidas cartas, llenas de amenazas +ue le había escrito Fer!nica Casimir ' pens! +ue, a causa de a+uella mísera cosita +ue reposaba entre los almohadones, se veía

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obligado a casarse con una muchacha pelirro%a ' llena de pecas. ?or un momento, una d&bilcomprensi!n acerca del destino, el pecado ' la penitencia ilumin! su cerebro pesado 'confuso.

?ero ese d&bil llamado de su coraz!n, únicamente logr! aumentar su ira. #n a+uel

momento deseaba hasta creer en )ios, solamente para indignarse contra &l ' tener algún seren +uien poder descargar toda su rabia. ?ero no creía en )ios ' su ira se estrellaba sobre losseres +ue estaban al alcance de sus o%os.

?ens! con amargura en las muchas mu%eres +ue había poseído con fugar pasi!n dedrag!n ' pens! +ue, en cuanto a hermosura, -ngelina no podía ser comparada con ningunade ellas. #l sargento Sosth&ne se sentía cada ver m*s rabioso ' amargado. Solamente uno delos sargentos de su regimiento era casado, un cierto Renard, pero tenía m*s de cincuentaa<os ' su estúpida acci!n se remontaba a &pocas 'a mu' le%anas, tan le%anas +ue no se la podía tildar de ridícula. ?ero &l, el sargento Levadour aún podía hacer mucha carrera 'alcanzar el grado de coronel. @n hombre como &l, debía tener dinero suficiente para vivir '

 para invitar a todos sus amigos. -dem*s había conocido en Gohemia a una e"celentemolinera, atractiva ' retraída, perseguida ardientemente por todos ' +ue era sumisa a suamor como un perro, a pesar de ser ardiente como una batalla. B5u& mu%er La compar! con-ngelina +ue estaba sentada frente a &l sobre la cama con el ni<o al lado, con los o%os ba%os' con su pe+ue<o ' escu*lido rostro, en el +ue las pecas eran aún m*s visibles +ue duranteel verano. B5u& desgracia B5u& enorme desgracia ha caído sobre ti, gran Sosth&ne

 1BGueno, me casar& contigo 1articul! por fin.

 1B?ara +u& casarse 1di%o -ngelina sin alzar la vista ' como si hablara a algún serinvisible, acurrucado a sus pies.

#l sargento Sosth&ne no comprendi! en seguida. Sinti! confusamente +ue se estabahaciendo una ofensa a su generosidad ' +ue se coincidía al mismo tiempo con sus deseos.Lo interpret! vagamente como una in%uria ' una liberaci!n al mismo tiempo.

 1Bo +uiero casarme con usted 1di%o -ngelina.

Dl la mir! petrificado2 era incomprensible, peligroso ', sin embargo, era susalvaci!n. @n momento antes había tenido todo el peso vergonzoso de este matrimonio, pero ahora a+uella negativa a casarse con &l le resultaba un insulto. @n momento anteshabía pensado con voluptuosidad ' nostalgia en la molinera de Gohemia, ' ahora -ngelina

le parecía deseable. Se e"tra<aba de estos desconocidos cambios de su alma.

@na terrible sospecha surgi! en &l ' como esta sospecha le hería profundamente, sinembargo, se asía a ella con todas sus fuerzas, pues por lo menos le a'udaba a e"plicar todolo e"tra<o +ue le estaba ocurriendo.

 1H#ntonces me has enga<ado 1pregunt!.

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 1BSí, te he enga<ado 1minti! ella1. Bo es tu hi%o

#stas palabras sonaron de un modo e"tra<o en los oídos de -ngelina, como sihubiera hablado otra mu%er cerca de ella.

 1BCon +ue era eso 1di%o Sosth&ne despu&s de un silencio bastante prolongado.Luego se apo'! con sus fuertes pu<os en los brazos del sill!n, +ue lo tenían aprisionado 'se levanto con un violento esfuerzo. 7om! su casco +ue 'acía cerca de &l en el suelo,seme%ante a un fabuloso ' brillante animal, provisto de una ondeante cola negra, ' se lo puso en su cabeza. Con &l, llegaba ' tocaba al techo. o s!lo el orgullo sino tambi&n eldesprecio, conferían ahora ma%estuosidad a su aspecto. -ngelina +ued! sentada en el bordede la cama, en apariencia mísera ' minúscula ', sin embargo, atrevida.

 1)ime la verdad 1rugi! la voz de Sosth&ne.

 1e dicho la verdad 1contest! -ngelina, ' levant! los o%os hacia &l, demor*ndose

en observarlo de pies a cabeza, ' +ued! con una sensaci!n de fatiga como si el esfuerzo desu mirada hubiera sido transferido a sus pies. La idea de +ue la iba a levantar en sus brazos' besarla por última vez, la hacía sentirse dichosa.

?ero &l se dio vuelta bruscamente ' alcanz! la puerta con uno de sus enormes pasos,tratando de salir por ella, pero al ver +ue era demasiado ba%a, se agach! un poco ' la cerr!tras de sí con un golpe violento sin mirar hacia atr*s.

-ngelina o'! +ue hablaba afuera algunas frases con la partera. Se inclin! sobre elni<o +ue lloraba ' empez! a balbucear palabras +ue ella misma no comprendía ' +ue sinembargo la llenaban de felicidad.

 1#res míoE 1decía1 no eres de &l, calla, eres mío, s!lo a mí me perteneces.

)urante mucho tiempo continu! hablando con ternura a su hi%o.

#l sargento Sosth&ne Levadour emprendi! ese mismo día el via%e de regreso a suregimiento en ?olonia, sin visitar a sus amigos de ?arís. Lo alcanz! en el camino, puesmarchaba 'a de regreso a $rancia. Relat! a sus camaradas +ue le había nacido unespl&ndido hi%o. #ra un magnífico muchacho, +ue alas tres semanas de vida 'a tenía todo elaspecto ' la actitud de un soldado. Refiri! ademes c!mo, gracias a su astucia, no habíadesposado a la madre del ni<o.

 

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 VII

-ngelina pensaba continuamente en el #mperador. #l tambi&n, el único ' poderoso,había de%ado de ser el hombre vivo cu'o aliento, voz ' mirada la inundaban de dicha 'cu'as huellas sobre la baldosa del ba<o había contemplado con humilde in+uietud. -horaera realmente el gran #mperador admirado en los cuadrosA parecía una copia de sus propiosretratos, aún m*s distante +ue &stos. #staba le%os de los pe+ue<os hombres de su país.Corría del campo de batalla a las negociaciones ' de &stas a las batallas. susnegociaciones eran tan incomprensibles como sus victorias.

)esde hacía mucho tiempo había de%ado de ser el h&roe de los pobres. adie le

entendía 'a. #ra como si la violencia +ue emanaba de su persona lo envolviera en una bolade hielo transparente, ' sin embargo, impenetrable. )espidi! a la #mperatriz ' despos! a lahi%a de un grande ' le%ano #mperador e"tran%ero, como si en el país faltaran mu%eres.

@na vez hizo venir al ?apa desde Roma, del mismo modo +ue encargabadeterminadas mercaderías en países +ue le debían pleitesíaA hizo traer a la hi%a de unemperador e"tran%eroA e igual +ue ordenaba hacer salvas de ca<!n en muchas partes delmundo, así dio orden para +ue en a+uella ocasi!n se tocaran las campanas en la capital ' entodo el paísA del mismo modo +ue mandaba a los soldados a combatir en las batallas,tambi&n les ordenaba celebrar sus fiestasA una ver había desafiado a )ios2 ahora orden! +uese le elevaran plegarias. Los pe+ue<os súbditos del #mperador sufrían su violenta

impaciencia ' se daban cuenta de +ue sus acciones, como las de ellos, eran grandes ' ba%as,necias e inteligentes, buenas ' malas. ?ero sus virtudes ' sus debilidades eran m*s violentas+ue las de ellos, por eso no lograban comprenderlo.

Solamente -ngelina seguía am*ndole, aun+ue era entre sus súbditos una de las m*shumildes. Le amaba tanto, +ue a veces acariciaba el estúpido deseo de verlo pe+ue<o comoella, privado de la aureola de la gloria +ue &l mismo renovaba siempre en sus retratos.

)e acuerdo con el reglamento +ue regía la vida del personal de la Corte Imperial,-ngelina volvi! al servicio tres meses despu&s de su alumbramiento. La primavera florecíaen la ciudad, re%uveneci&ndolaA los brotes hinchados de los casta<os, resplandecían

orgullosos en las avenidas. -ngelina vio a muchas madres con sus hi%osA las madres vestíanmiserablemente, ' los ni<os, p*lidos ' enfermizosA sonreían dichosos. Cuando lo de%aba enla pieza, -ngelina sentía deseos de volver atr*s, para ver un minuto m*s a su hi%o.

Cuando lleg! ante la ver%a, donde apenas un a<o atr*s la esperaba todas las noches elgigantesco sargento, con su ondeante penacho en el casco, se detuvo un momento comofrente a una dolorosa decisi!n. -un podía regresar a casa para ver a su hi%o ' volver altraba%o un poco m*s tarde. Los tordos cantaban %ubilosos en el %ardín del palacioA el par+ue

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' el aire mismo, estaban cargados de perfumes embriagadores, parecía +ue el aroma de lasacacias, las lilas ' el oleandro, respondían al canto ensordecedor de los p*%aros. Loschalecos blancos de los centinelas albeaban como domingos en fiesta ' el verde de suscha+uetas recordaba a los campos de pastura%e. #l centinela inm!vil fi%! su mirada en ella.Le pareci! reconocer al hombre ' ser tambi&n, reconocida por &l. #n sus pupilas vítreas

 brill! una minúscula centella, como si sonriera un vidrio. -ngelina salud! con la cabeza. #lfugaz brillo de los o%os del soldado le infundi! valor, ' se dirigi! r*pidamente hacia la re%acomo si temiera perderlo.

7raba%aba solamente en el lavadero. ?onía en su traba%o el mismo entusiasmo deantes. -gitaba la plancha con un movimiento amplio, se llenaba la boca con agua ',contraídos los labios, rociaba la seda, el lino, ' la batistaA agitaba con mano e"perta el batidor de madera, planchaba con ternura las camisas, los cuellos ' los pu<os plegados.

Cuando pensaba en su hi%o se sentía a la vez melanc!lica ' dichosa. - mitad de lasemana ' aún desde el martes, el día domingo le parecía tan cercano como la noche del

mismo.?ero el lunes +ue seguía a su visita a casa de la ?occi, era el m*s triste de la semanaA

' en cambio, el s*bado, el m*s feliz.

La noche del s*bado, despu&s del informe en la gran sala, empa+uetaba todo2 cosasútiles ' superfluas. Llevaba ungentos ' talco, pa<ales, leche, crema ' pan, cadenitas decoral rosado contra el mal de o%o, raíz de ranúnculo contra la tos convulsa, una 'erba contrala escarlatina ' otra +ue le habían recomendado para prevenir la viruela. #l domingo salía alas siete de la ma<ana. #n el camino la asaltaba el miedo de encontrar enfermo a su hi%o. Sedetenía como paralizada, incapaz de adelantar un paso ' aterrada como si su terrible

suposici!n fuese 'a una cruel realidad. Luego la confianza volvía a dar alas a sus pies.Cuando se encontraba, por fin, en la habitaci!n de la ?occi ' se inclinaba sobre su

hi%o, empezaba a sollozar con violencia. Sus l*grimas caían c*lidas ' desbordantes sobre elrostro del pe+ue<ín. Lo levantaba en brazos, lo paseaba por la pieza ' balbuceaba palabrassin sentido. -ngelina notaba el correr ine"orable de los a<os, solamente en la medida en+ue su hi%ito se desarrollaba, se fortalecía ' transformaba. Le parecía +ue antes hubieravivido en la convicci!n de +ue el tiempo no adelantaba sino +ue describía un círculo.

Su deseo se cumplía2 el pe+ue<o no se aseme%aba absolutamente al sargentoSosth&ne ' m*s bien se parecía a ella.

7enía el cabello ro%izo ' el rostro sembrado de pecasA era delgado, fuerte ' *gil.B#videntemente era su hi%o Sin embargo, mu' pronto empez! a rebel*rsele ' de undomingo a otro lo sentía m*s distante de ella. -veces parecíale +ue soportaba sus cari<oss!lo por timidez infantil ' +ue vendía cada beso por uno de sus regalos. #ra su hi%o, era pelirro%o ' pecosoA cuando lo miraba creía verse a sí misma en el espe%o.

Sin embargo, a veces esta imagen le daba la impresi!n de volatizarse, ' cambiar de

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súbito. -lgunos domingos -ngelina no encontraba al pe+ue<o en casa. Rondaba por barriosdesconocidos, con ciertos compa<eros +ue ella odiabaA no le era f*cil encontrarlo ' si loencontraba, en cuanto te era posible se sustraía a sus cari<os ' cuidados.

Cuando el pe+ue<o tuvo siete a<os le pose'! una pasi!n vehemente hacia todo lo

militarA cosa mu' común entre los ni<os de a+uella choca. Rondaba alrededor de loscuarteles ' entablaba amistad con los centinelasA %ugaba a los e%ercicios militares con suscamaradas, robaba ' coleccionaba estampas de batallas ' del #mperador ' pronto logr!introducirse en los patios de los cuarteles. -llí comía en las escudillas de los soldados bondadosos ' &stos le ense<aron canciones militares, así como a soplar la corneta, tocar eltambor ' hasta a mane%ar el fusil. Cuando vio un día uno de a+uellos pe+ue<os tambores delos cuales había muchos en el e%&rcito imperial, decidi! +ue tambi&n &l sería tambor.

Sabía +ue era el hi%o de un soldadoA escuchaba ' comprendía todo lo +ue su madre-ngelina, Fer!nica Casimir ' la partera solían hablar entre ellas algunos domingos. de su padre desconocido se había for%ado una imagen e"traordinaria e insuperable.

@n día, el pe+ue<o ?ascual, apo'ado en su prop!sito por un sargento ma'or algoebrio ' dispuesto a complacer al muchachito consigui! +ue se le permitiera pasar la nocheen el cuartel del regimiento veintid!s de infantería.

#"periment! cierta clase de caricias +ue lo asustaron ' +ue &l cre'! +ue formaban parte de la vida de soldado. $ue encontrado por su madre reci&n dos semanas despu&s,gracias a las investigaciones de la influ'ente Fer!nica Casimir. )esde entonces el pe+ue<o+ued! en el e%&rcito imperial, ' -ngelina tuvo +ue buscarlo todos los domingos en el cuarteldel regimiento veintid!s de infantería.

La primera vez volvi! asustada ' escandalizada. Su hi%o, aun+ue se parecía tanto aella, le recordaba ahora al sargento Sosth&ne. o había podido ver bien su pe+ue<o rostro pecoso, por+ue estaba oculto por la visera dura del epis demasiado grande para &l. Lacha+ueta de su uniforme mu' ancha, colgaba sobre sus d&biles caderasA los pantalones eranlargos ' las botas enormes, horriblemente grandes. -ngelina comprendi! +ue había perdidoa su hi%o para siempre. #n casa, volvi! a mirarse en el espe%o, tratando de vislumbrar comouna vez, hacía a<os, las huellas del tiempo ' los rastros de su belleza ' %uventud. Folvi! aencontrar el eterno ' único consuelo +ue la naturaleza ha concedido alas mu%eres, ' sedecidi! a esperar algún milagro.

#l milagro se realiz! en la tarde del domingo siguiente.

-l salir del cuartel del veintid!s, vio parado frente a ella un hombre vestido con eluniforme de los empleados de la intendenciaA a+uel uniforme parecía cerrarle el camino.

Cuando levant! la cabeza vio un rostro sonriente con bigotes rubios, +ue le result!conocido ' sin embargo desagradable. #lla sonri! perple%a. #l hombre no se movi!, lasaludQ ' le di%o2

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 1Se<orita -ngelina.

Lo reconoci! en seguida por el timbre de su voz. #ra el galante caporal de artillería,uno de los imitados a la fiesta de su compromiso con el sargento Sosth&ne.

 1H)e d!nde viene usted 1pregunt! &l.

 1)e hacer una visita a mi hi%o 1contest! -ngelina.

 1 su esposo, mi +uerido camarada, H+u& hace

 1o me he casado. Dl no es mi esposo. S!lo tengo a mi hi%o 1repuso ella.

 17ambi&n 'oE 1empez! el antiguo caporal, como si su destino tuviera cierto parecido con el de -ngelina1. 7ambi&n 'o he sufrido muchos cambiosE 1indic! suuniforme.

 1-hora traba%o en la intendencia ' esto' harto de  sus campa<as militaresE 1-ldecir /sus6 se<al! con el pulgar por sobre su hombro, como si el #mperador estuviera en persona, detr*s de &l. 7engo una grave herida en las piernasA Bnos ha acarreado únicamentedesgracias Bada m*s +ue desgracias o me he salvado a tiempo. -hora esto'tran+uilamente a la espera de los acontecimientos. B-un me acuerdo de su indignaci!n en lafiesta de compromiso

B-hora debe usted admitir +ue no tenía del todo la raz!n

Bo puede usted ignorar lo +ue est* pasando

 1Bo s& lo +ue sucede 1murmur! -ngelina1. S& solamente +ue los restos de esteregimiento est*n a la espera, listos para ser llamados 1' se<al! el cuartel1. 7engo miedo por mi hi%o 1agreg!.

 1B con raz!nE 1respondi! el empleado de la intendencia1. #stamosderrotados. )entro de dos días los enemigos estar*n en ?arís. #l #mperador llegar*ma<ana. - mí no me interesa. Le he servido fielmente durante muchos a<os.

-hora espero la decisi!n de los grandes. BSo' un fil!sofo, se<orita

-un+ue la voz, la sonrisa ' las palabras del e" caporal le resultaban desagradables,-ngelina asentía con la cabeza despu&s de cada frase, sin saber por +u&. -+uel encuentro laentristecía ' le causaba placer. Sentía a trav&s de sus p*rpados ba%os la mirada ben&vola 'cari<osa del hombre.

7odo lo +ue &l le estaba diciendo, +ue era un fil!sofo, ' +ue tenía una herida, +ue el#mperador llegaba ma<ana, +ue $rancia estaba derrotada, +ue los enemigos estarían en dosdías en ?arís, +ue /los grandes6 tomarían alguna decisi!n2 todo esto la intran+uilizaba

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menos +ue su mirada amable ' turbadora.

Le propuso ir a /alguna parte6. #sta proposici!n no le e"tra<!A la esperaba ' hasta+uiz* la deseaba. ?ues le hubiera resultado imposible volver al palacio, a la habitaci!n +uecompartía con sus compa<eras. Sin preguntar a d!nde la +uería conducir, empez! a

caminar. )espu&s de unos pasos &l la tom! del brazo. )e sus músculos fuertes fluía un pe+ue<o estremecimiento, espantoso ' agradable. #ra un temblor perentorio ' masculino,ella lo sentía en el brazo ' en todo el cuerpo, la ofendía ' la consolaba, halag*ndola almismo tiempo. ?arecíale +ue había en ella dos seres, dos -ngelinas2 una orgullosa ' llenade reticencias ' de asco hacia el hombre +ue iba a su lado, ' la otra desamparada 'agradecida por cual+uier forma de a'uda +ue le ofreciera.

Callaba, mientras &l seguía hablando. Se ocupaba de política, del mundo, de lasdificultades ' de los errores del #mperador. - ella le pareci! +ue habían caminado muchotiempo a trav&s de la ciudad. >tro ser, pensaba por ella, otro había decidido su meta. #ravergonzoso, pero agradable. BSe sentía tan sola ' tan abandonada #l hombre era un

e"tra<o, pero prometía algún refugio. o tenía +ue ir a casa. Se sentía cansada, pero era uncansancio grato. #ra un fresco día de oto<oA unas nubes mal&volas ' viol*ceas se perseguían r*pidamente por encima de los techosA en la intersecci!n de las calles el vientosoplaba desde todas direcciones a la vez.

- veces su pie pisaba alguna ho%a dura ' amarilla, +ue llegaba arrastrada desdealgún %ardín. Ga%o su pisada, se +uebraba con un sonido seco ' muerto +ue recordaba elcru%ido de los huesos. >scureci! pronto. #l empleado de la intendencia callaba.

Se detuvieron en una casa de Fanves, llena de luces, acordeones, suboficiales 'sirvientas. acía mucho +ue -ngelina no había bebido tanto ' tan de prisa. Se sent! cerca

del hombre, en un suave asiento de terciopelo ro%o. #l asiento era blando, pero el respaldo,del mismo tono, era duro ' enga<ador, pues estaba hecho de una vulgar tabla tapizada enro%o. #l empleado de la intendencia e"tendi! su brazo derecho ' lo pos! por detr*s de lanuca de -ngelina, como para protegerla de a+uel resplandor traidor. Con la iz+uierdaescanci! m*s vino en las copas. #lla sinti! +ue se, acercaba, como envuelto en un sutil vahoazulado. 7enía vergenza ' sin embargo no se resisti!. Ges! el dulce ' suave bigote. #l beso le pareci! durar una eternidad. -bri! los o%os2 se acord! +ue no conocía ni el nombrede su amigo.

#ntonces le pregunt!2

 1HC!mo te llamas 1Como si al conocer su nombre, todo fuera normal ' %ustificado ante )ios ' los hombres.

 1BCarlos 1le contest! el e" caporal.

 1B-sí est* bien 1di%o -ngelina ' le pareci! +ue todo estaba en orden.

?as! a+uella noche con el empleado de la intendencia, Carlos Rouffic. Comprob!

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con cierto temor +ue &ste tenía la facultad de transformarse de hora en hora, ' hasta enlapsos m*s cortos aún. -l +uitarse la cha+ueta apareci! como un segundo Carlos, un Carlosen chaleco ' mangas de camisaA cuando se sac! el chaleco fue un tercer hombre aún m*se"tra<o +ue el anterior ' al inclinarse sobre ella para acariciarla, cre'! +ue era un tercero,terriblemente e"tra<o.

La despert! despu&s de algunas horas, fresco ' alegre, con el bigote cepillado 'untado con pomada. Su rostro seme%aba una nubecita matutina rosada ' *urea ' atravesada por el sol.

#staba 'a vestido ' la espada colgaba fiel a su lado, como si %am*s se hubieraale%ado de &l. #ra un cuarto hombre, m*s e"tra<o aún +ue los anteriores.

)urante el día lo olvidaba ' cuando, a veces, contra su voluntad, se acordaba de &l,conseguía ahu'entar sin dificultad su imagen. 7enía vergenza por+ue era un e"tra<o, ' sinembargo lo necesitabaA pero eso de necesitar a un e"tra<o le avergonzaba aún m*s. - pesar

de eso le prometi! volver a encontrarse con &l. #ntonces &l se acercaba, ella lo distinguíacada vez me%or, se le volvía m*s familiar ' por fin realmente vivo.

#sto acaecía días antes del gran trastorno en +ue se iba a ver envuelto el país. 5uiz*la confusi!n en +ue se hallaba -ngelina era la consecuencia de a+uel terror general, +ue secernía sobre $rancia, como nubes malignas de tormenta.

-ntes +ue la ciudad de ?arís pudiera escuchar el trueno de los ca<ones enemigos,todo el mundo creía oír 'a sus mensa%es. -ntes +ue se supiera +ue el #mperador estabaderrotado ' en marcha hacia la capital con los restos de su e%&rcito, todos tenían 'a el presentimiento de +ue estaba vencido ' en plena fuga. a+uella intuici!n era m*s terrible

aún +ue la certeza de algunos días despu&s. Los presagios aturden los corazones sencillosde los hombresA en cambio la certidumbre irremediable los debilita ' entristece, -ngelinaobedecía a estas le'es. Fivía aturdida, atemorizada entre la confusi!n reinante ' el terrorgeneral.

@n día, Carlos, el empleado de la intendencia, desapareci!. )urante algunos días su presencia fiel en el mismo lugar ' a la misma hora, había sido un mísero, pero segurorefugio para -rgelina. -+uel día ella lo esper! en vano, sentada en la pe+ue<a taberna. Sesentía turbada por las notas del acorde!n, ' acechada por las miradas de los taberneros +uela conocían ' parecían esperar tambi&n ellos, al empleado de la intendencia, Carlos Rouffic.#n torno a ella se hablaba 'a de la desgracia del #mperador ' del país.

?or fin -ngelina se levant! ' se fue.

 

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 VIII

)urante el oto<o franc&s del a<o 8T8U, muchos hombres vivieron intensos 'dolorosos días. Los enemigos llegaban. Se acercaban como enemigos, con todo el diab!licos&+uito del vencedor2 la sed de venganza, la arbitrariedad ' la voluptuosa satisfacci!n decausar da<os inútiles. Los enemigos de $rancia eran muchos ' mu' numerosos. Iban allegardentro de poco, llevando el terror, la aflicci!n ' la desdicha por todas partes. La confusi!n+ue reinaba en la Corte era aún ma'or +ue la +ue imperaba en todo el país ' en la capitalAera m*s grande entre el personal inferior +ue entre la nobleza. ?ues siempre son los,sencillos ' los pe+ue<os los +ue sienten acercarse el peligro. Son los primeros en temblarfrente a &l, a pesar de ser inocentes de los errores ' pecados cometidos por los grandes.

sin embargo, participan m*s de los destinos de los grandes +ue la gente de renombre. Lastormentas destru'en las chozas d&biles ' miserables pero respetan las poderosas casas de piedra.

Los pe+ue<os empezaron a abandonar al #mperador dos días antes +ue &ste hu'erade la ciudad ' del país. Sus sencillos corazones no alentaban otra cosa +ue la preocupaci!n por su vidaA estaban aterrorizados ante el peligro sin rostro ' por ello m*s terrible. u'erontodos, sin rumbo, dirigi&ndose a distintos lugares. Los hombres ' las mu%eres del personalse refugiaron en la casa de sus amigos, +ue tambi&n eran sirvientes del #mperador pero enotros palacios, como si a+uellos +ue no habían vivido ba%o el mismo techo con &l,estuvieran m*s seguros. #ra como si la convivencia diaria con el gran #mperador fuera una

enorme culpa llena de peligro. ?ronto los sirvientes de los otros palacios se ale%arontambi&n desorientados ' sin rumbo fi%oA Fer!nica Casimir, imit*ndoles, tambi&n se fue. #llasiempre tan ostentosa, hu'! entonces cargada de e+uipa%es, en un amplio coche, en el +uehasta su figura, de la +ue antes emanaba tanta dignidad, parecía haberse achicado conmotivo del desastre.

-ngelina se despidi! de ella con tristezaA +ued! sola en el palacio hostil. Finieronnuevos ' desconocidos simientes con e"tra, <as libreas reales. 7odos los días esperabaalguna noticia de su hi%o. a no había traba%o, ni una plancha +ue agitar, ni camisas de batista ' de seda. S!lo se veían rostros nuevos ' hura<os. 5uiz* su hi%o habría muertoA pensaba en la hora en +ue lo tra%o al mundo, hacía 'a tanto tiempo.

-+uel día los copos de nieve golpeaban con suavidad ' benevolencia en las ventanascerradas. Se acord! de su primer balbuceo, de su primera sonrisa ' del dichoso domingo en+ue comprob! +ue 'a caminaba sin a'udaE ' de a+uel otro terrible domingo, a<os m*starde, cuando por primera vez lo sinti! e"tra<o, al observar +ue era igual a su padre. -+uelni<o +ue ella tra%o al mundo ' amamant!, había muerto hacía mucho tiempo. #l pe+ue<otambor le era aún m*s e"tra<o +ue el rudo sargento Sosth&ne.

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7res días despu&s de la llegada del insensible ' amable re', una nueva %efa, lasucesora de Fer!nica Casimir, se present! ante el personal de la Corte. #ra dura, de rostrodemacrado ' feo, parecía de t&mpano. ?or las blancas lises +ue llevaba en el cabello, en el pecho ' en la cintura, seme%aba un catafalco.

-+uella mu%er le comunic! a -ngelina +ue no podía permanecer en el palacio real.

-ngelina se dirigi! ala casa de la única mu%er +ue conocía, la partera ?occi. Sumiserable baúl de mimbre, con el +ue había llegado a ?arís un día dichoso del pasado, se lehacía cada vez m*s pesado. ?ronto empez! a arrastrar el paso hasta +ue de%! caer su cargaen el borde de la acera ' se sent!. Creía +ue toda su pena ' su abandono eran causados porel cansancio de sus pies. ?ero despu&s de estar sentada algunos minutos, sinti! un cansancioaún ma'or +ue su debilidad. Le parecía +ue peligros e"tra<os la amenazaban acech*ndoladesde la es+uina cercana. Levant! la vista ' contempl! c!mo se perseguían en el ciclo unasnubes ba%as de aspecto amenazante.

)esde una calle vecina llegaban hasta ella los gritos confusos del pueblo +ueaclamaba al nuevo re' ' maldecía al derrotado emperador. La muchedumbre se acercaba,'a podía oír claramente los gritos de /BFiva el re'6. Sus o%os se llenaron de l*grimas. 7uvomiedo de +ue la vieran llorar, pues ello podría resultarle peligroso. ?oco a poco el ruido sefue ale%ando.

-ngelina comenz! a caminar prudentemente con paso lento. #staba sola, abatida 'derrotada, lo mismo +ue el #mperador, pens! para sí. #sta idea mitig! un poco su sordodolor. 7enía la impresi!n de +ue caminaba por las calles abandonadas por el #mperador. Dltambi&n recorría, invisible para ella, el m*s terrible de todos los caminos.

5ui&n sabe si, a lo me%or, no era verdad +ue lo habían deportado2 podría ser +ueviviera aún en la capital, disfrazado por e%emplo, de soldado ' +ue lo encontrara encual+uier momento para decirle muchas cosas.

Cuando lleg! a la casa, 'a anochecía. 0ir! las ventanas familiares2 estaban oscuras.5uiz* la partera ?occi tambi&n hubiera huido. -ngelina esper! un rato, temiendo abrigardemasiado pronto esa terrible convicci!n ' con la tímida esperanza de +ue alguien leabriera la puerta de la casa para hacerla entrar. ?ero al mismo tiempo, temía +ue s!loestuviera el zapatero polaco, +ue traba%aba durante el día en el oscuro zagu*n, sentado en la puerta. )esde el primer momento le había producido un sentimiento de profunda repulsi!n.Su pierna de madera +ue provocaba un ruido tremendo al caminar sobre las baldosas del

zagu*n o los ado+uines de la calles, su enorme mostacho gris de granadero de la legi!n polaca, su e"tra<a ' dura pronunciaci!n +ue machacaba las palabras en vez de pronunciarlas, su mirada ce<uda de guerrero aparentemente peligroso, sus manosennegrecidas por el cuero, todas esas cosas le infundían a -ngelina un terror e"tra<o. unca podía acordarse de su nombre, le parecía tan e"tran%ero +ue hasta tenía escrúpulosde pronunciarlo. ?or esto el zapatero le resultaba todavía m*s temible.

Sin embargo se enga<aba2 ni su nombre era difícil de pronunciar, pues el zapatero se

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llamaba Juan (oura, nombre +ue estaba grabado claramente en esmalte ro%o sobre unachapita negra clavada en la puertaE ni su car*cter era sombrío, peligroso o temible. #n &ltodo era suave ' silencioso, solamente su pierna de madera hacía ruido. Como soldadovoluntario había participado en la última ' desgraciada campa<a del #mperador, ' despu&sle haber sido herido, se instal! en ?arís, donde tenía asegurada su pensi!n, ' podía e%ercer

su antiguo oficio con m*s probabilidad de ganancia +ue en su pueblo natal. #n efecto,recibía la pensi!n ' obtuvo las ganancias esperadas. ?ero sentía nostalgia de su patria.#staba solo, pero le gustaba conversar con todos los vecinos larga ' detalladamente, aun+ueen forma incomprensible para muchos de ellos. Comprendía lo +ue la gente hablaba ' poreso estaba seguro +ue tambi&n le entendían a &l. ?ero apenas +uedaba solo, comprobabasiempre, con amargura, +ue no había sido comprendido. despu&s de cada conversaci!n, elsilencio a su alrededor era m*s grande ' tambi&n aumentaba su soledad ' su nostalgia.

La cadera iz+uierda le dolía m*s +ue antes, ' aún su pierna amputada, +ue +ued! enalgún lugar a orillas del >der, le hacía sufrir, igual +ue si no la hubiera perdido.

?or eso estaba decidido a ahorrar algún dinero ' regresar a ?olonia. Solamenteesperaba reunir una /suma redonda6, como decía &l. ?ero apenas se había /redondeado6esa suma se arrepentía ' postergaba el via%e. - esto se agregaba +ue a pesar de sumutilaci!n, deseaba encontrar una mu%er +ue le amara ' aun+ue era tímido antes de +uedarmutilado, ahora se había tornado completamente hura<o.

)eseaba a las mu%eres con ma'or vehemencia. o de%aba de cepillar su barba audaz' de imprimir un fulgor guerrero a sus o%os claros ' apacibles, así +ue se enamor! r*pida 'sinceramente de -ngelina. Le gustaba por+ue tenía un rostro es+uivo ' modales tímidos.?ero a -ngelina, s!lo le causaba miedo. #n a+uel momento, mientras esperaba de pie,desconcertada ' abandonada, mirando hacia la ventana, temía m*s al zapatero +ue la noche

+ue se apro"imaba. #n las habitaciones de la partera ?occi no se encendía ninguna luz. Sinembargo, -ngelina cruz! la calle ' entr! en la casa.

#l zapatero martillaba contento como de costumbre. La divis! en seguida. -l ver sucanasto se levant!A su pierna de madera avanz! e"tra<amente ' estuvo cerca de ella conincreíble rapidez ' le tom! el baúl para a'udarla a introducirlo. La luz amplia de su linternade tres bu%ías, irradiaba a trav&s de la hola de cristal ondeante ' fant*stica, iluminando elvestíbulo oscuro, a la par +ue su rostro. Ga%! co%eando los tres escalones +ue mediabanhasta su cuarto, solt! el baúl ' volvi! al vestíbulo con asombrosa rapidez.

$ue en vano +ue -ngelina e"tendiera su mano hacia el baúl, &l la asi! ' le di%o

vivamente con m*s claridad +ue de costumbre2 17odos se han marchado, la se<ora ?occi ha partido esta ma<ana. -noche estaba

aún a+uí la se<ora Casimir. 7odos tienen miedoA 'o so' el único +ue no temo nada.

 1BFenga se<orita 1Le solt! la mano, pero la tom! del brazo ' la condu%o dentrode la habitaci!n. -ngelina ba%!. Le parecía haber llegado al lugar en +ue estaba su baúl.

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Inmediatamente se hundi! en el único ' estrecho sill!n, colocado frente ala mesa. #lzapatero (oura lo empu%! un po+uito ala iz+uierda ' luego ala derecha, despu&s haciaadelante, como si con ello lograse hacerlo m*s c!modo.

Cuando cre'! haber lo conseguido, se acerc! al lig!n soplando las brasas ' empez!

a calentar vino tinto con agua.

0ientras efectuaba, esto, se volvía de cuando en cuando hacia -ngelina.

Cuando cre'! +ue se había adormecido, se sinti! invadido por una alegría repentina' sopl! con voluptuosidad el fog!n encendido.

?ero los o%osVde -ngelina no estaban cerrados2 al contrario, observaba losmovimientos del zapatero ' todos los ob%etos +ue había en el cuarto. La gran bola de cristalse movía suavemente delante de la e"tra<a linterna +ue recordaba una %aula de vidrio, porsus adornos de cobre, en la +ue revoloteaban tres llamitas prisioneras. @na cortina verde

oscura detr*s de la cual se adivinaba la alcoba de (oura, despert! en -ngelina el le%anorecuerdo de a+uella fant*stica noche de diez a<os atr*sE ' le parecía +ue desde entonceshubieran transcurrido cien a<os. ?ens! en los pesados pliegues de la cortina imperial 'croando el zapatero le sirvi! una tara con vino caliente ' fragante se acord! tambi&n de la %arra de a+uella ocasi!n.

#n la taza se veía el retrato del #mperador, rodeado por una verde corona de laurel,era su conocido retrato de e"presi!n orgullosa, +ue le evoc! a -ngelina el enorme cuadromural de la sala misteriosa. 7enía la impresi!n de +ue todo era irreal como entonces. 7odolo +ue veía allí, las melanc!licas bu%ías prisioneras, la miserable cortina, el vino, laminiatura policromada del #mperador, parecían tener un parentesco con los ob%etos

 preciosos +ue contemplara en la habitaci!n imperial. 5uiz* fueran los mismos ob%etos, +ueen el curso de los largos a<os ' por la desgracia +ue había caído sobre su due<o ' se<or sehubieran estropeado ' desmerecido llegando a parar a a+uel lugar.

#l zapatero (oura esperaba en pie frente a ella. Se apo'aba con una mano en el borde de la mesa ' la miraba sin decir una palabra. Su abundante cabello rubio gris, peinado hacia atr*s, casi tocaba la bola +ue se balanceaba dulcemente envolvi&ndole con sufant*stica luz en un refle%o irreal.

 1BGeba 1le di%o por fin (oura.

La tierna insistencia de su voz ' el caliente ' seductor aroma +ue subía de la laza, lahicieron inclinarse hacia adelante ' sorber un poco de su contenido. @na agradablesensaci!n de calor inund! su coraz!n, levant! la mirada hacia los grandes o%os grises delzapatero. #ran completamente distintos a los +ue había visto hasta entonces. o vio en ellosdeseo alguno, sino por el contrario un brillo sonriente. La enorme barba 'a no era tanterrible, s!lo parecía proteger la boca invisible del hombre.

 1BGeba nom*s 1di%o a+uella boca invisible1. Le va a hacer bien.

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#lla bebi! con agradable presteza ' volvi! a apo'arse.

#l zapatero (oura dio media vuelta, descorri! la cortina verde tras la cualapareci! una cama. Se sent! en ella, su pierna de madera sobresalía tocando casi el *ngulode la mesa, pero tampoco la pierna de madera asustaba 'a a -ngelina.

 1Sí 1comenz! (oura1, todos han huido ante el re', como ante la peste. ocomprendo por +u& le tienen tanto miedo, pero s& demasiado bien lo +ue puede el terror.

>fusca la raz!n de las personas cuerdas. La se<ora ?occi, por e%emplo, era unamu%er consentido común. B5ui&n sabe a d!nde se habr* ido La conozco mu' bien, echabalas cartas para la gente elevada. ?odía adivinar el futuro pero no el presente.

usted ha +uedado sola, +uerida se<orita.

#sper! un rato ' como -ngelina no contestara prosigui!2

 17emo +ue usted no me comprenda bien. S& +ue no hablo en forma mu'comprensible.

?ero esta vez -ngelina lo había comprendido perfectamente ' le di%o2

 1BC!mo no, si le entiendo mu' bien

 1?uesto +ue est* usted tan sola, +uerida se<orita 1continu!1 le ruego +ue provisionalmente se +uede a+uí. o no la molestar. ?uede esperar tran+uila, se<orita. #lmundo cambia de prisa, ho' en día. H5ui&n hubiera previsto esto hace medio a<o #l

#mperador era poderoso ' 'o era su soldadoA 'o tambi&n lo he amado. ?ero vea, nosotroslos pe+ue<os, pagamos caro nuestro amor por los grandes.

0ientras hablaba, se le ocurri! una analogía +ue cre'! acertada ' agreg!2

 1-sí, por e%emplo, 'o he perdido una pierna ' usted su empleo. Son sacrificiosinútiles. osotros los pe+ue<os no debi&ramos permitir +ue los grandes determinen nuestrasvidas. Cuando vencen, sufrimos, ' cuando son derrotados sufrimos aún m*s. Ho es verdad,se<orita

 1BSí 1le contest!1. B7iene usted mucha raz!n

#l zapatero tom! la botella de vino, +ue estaba sobre un pe+ue<o estante de madera,encima de la cabecera de la cama, bebi! un buen trago, la volvi! a poner en su lugar 'esper! un rato. 7al vez confiaba en +ue el vino envalentonara su coraz!n. #n efecto, prontolo sinti! ' mientras su espeso bigote se movía e"tra<amente, traicionando una sonrisa de su boca invisible, di%o con audacia2

 1La conozco desde hace mucho, se<orita -ngelina, ' conozco tambi&n su vida. 1 

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izo una breve pausa, tom! aliento ' continu! despacio12 Conozco tambi&n al padre de suhi%o, el se<or Levadour. le di%e a su tía +ue usted tuvo raz!n en no +uerer casarse con &l.

 1HSabe usted si mi hi%o vive todavía ' d!nde est* 1pregunt! -ngelina.

 1Bo lo s& 1le contest! (oura, pero ma<ana temprano me pondr& enaveriguaci!n ' lo buscar&. 7engo buenos amigos en casi todos los cuarteles de ?arís.0entía ' se regoci%aba de +ue ella confiara en &l.

 1Se lo agradezco 1le respondi! -ngelina ' una inmensa gratitud invadi! sucoraz!n.

Le pareci! +ue despu&s de muchos caminos errados hubiera hallado por fin la casa paterna. Sus o%os se cerraron ' se durmi! allí sentada. (oura la levant! suavemente delsill!n, la coloc! en la cama, corri! la cortina ' &l ocup! a su vez el estrecho mueble. ?or primera vez desde +ue perdi! su pierna, la nostalgia empez! a atormentar su alma, ' se

sentía dichoso.

Las bu%ías de la linterna se fueron apagando una despu&s de otra con pe+ue<as 'tran+uilas llamaradas. )esde las le%anas calles llegaban los gritos de los partidarios del re',+ue vitoreaban a &ste ' maldecían al derrotado #mperador. ?ero el zapatero (oura seencontraba en una isla feliz, aislado de los volubles sucesos del mundo. H5u& le importabael #mperador H5u& le importaba el regreso del re' H5ue le importaba el pueblo +uevociferaba afuera ?ensaba +ue pronto regresaría a su patria con la mu%er +ue dormía ahídetr*s de la cortina. o se trataba 'a /de una suma redonda6. 7oda suma era redonda.#scuchaba la sirena respiraci!n de -ngelina detr*s de la cortina. Babía venido a &l ' por sísola Se durmi! sentado, así como estaba, feliz ' decidido a buscar al día siguiente al hi%o

de -ngelina.

 

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 IX

)os semanas m*s tarde, (oura logr! encontrar al pe+ue<o. )urante ese tiemporengue! todos los días algunas horas a trav&s de la ciudad, visitando cuantos cuarteles podía.

Cuando encontr! regres! a su casa r*pidamente, pues le parecía +ue tambi&n su pierna de madera tuviera alas.

 1B0a<ana podremos verlo 1di%o ' ba%! los o%os, por+ue tenía vergenza de ver lafelicidad de -ngelina. ?asaron algunos minutos antes de +ue ella contestara. Cuando lo

hizo, 'a había oscurecido ' se podía suponer +ue se avergonzaba de hablar a la clara luzdiurna.

 1H)!nde ' cu*ndo lo veremos

- las siete de la noche, despu&s del informe. #l suboficial de servicio es amigo mío.

La noche siguiente -ngelina fue a ver a su hi%o. Su regimiento diezmado, vencido 'humillado, residía en otro cuartel, ' aún se lo veía en el mimo estado en +ue regres! de laderrota. 5uedaban todavía dos antiguos suboficiales +ue reconocieron a -ngelinaA a ella le pareci! encontrarse con dos espectros +ueridos ' familiares. a no llevaban el *guila del

Imperio, la habían substituido por las lides reales. a no eran los soldados del #mperador,sino los súbditos del re'.

7ambi&n el pe+ue<o ?ascual le pareci! embargado por una vergenza sombría. #lmuchach!n e"tendi! los brazos en un primer impulso, pero en seguida los de%! caer. cuando -ngelina comenz! a llorar, le tom! la mano ' se la bes!.

0ientras llevaba puesto su epis era de su estatura. ?ero cuando se descubri! en un pronto acceso de ternura, le llegaba solamente hasta el hombro. #lla contempl! su espeso 'abundante cabello ro%izo ' pens! +ue le había +uerido demostrar +ue era su hi%o,únicamente su hi%o.

-ngelina llor! todavía m*s. ?ensaba en su propia ni<ezA en su cuerpo entregadonecia e inútilmente al repugnante Sosth&neA en el fortuito ' fugar caporalA en la humillantenoche transcurrida en la fant*stica habitaci!n de la cortina verde de pesados plieguesA en lamuerte prematura de su padreA en sus impúdicas e"hibiciones infantiles frente a espe%ose"tra<osE ' todo, todo le parcel! no s!lo infinitamente triste, sino aún m*s, infinitamentedesconsolador ' sombrío. Comprendi! de pronto ' en toda su amplitud +ue la totalidad delas cosas necias ' carentes de sentido +ue le ocurrieran, se habían desarrollado ala sombra

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del gran #mperadorA su aureola había dado un falso tinte dorado a todo su inútil destinoAahora +ue &l faltaba, reci&n se daba cuenta +ue lo necio se volvía necio, ' la desgracia setornaba vulgar. o lloraba 'a por la emoci!n de haber vuelto a encontrarse con su hi%o, sino por todo un mundo muerto, en cu'a duraci!n eterna había tenido fe. #l mundo de%! dee"istir para ella desde +ue parti! el #mperador. #n a+uel momento se dio cuenta de +ue su

amor por &l era m*s grande ' m*s poderoso +ue un amor vulgar. o lloraba por el destinode su hi%o, sino por la rabia +ue le causaban las lides reales, la bandera blanca de losGorbones +ue ondeaba en la puerta del cuartel ' pena por la derrota del #mperador.

0ientras tanto, seguía escuchando lo +ue le refería el pe+ue<o2 su padre, el sargentoSosth&ne Levadour, del regimiento trece de dragones, había venido a buscar a su hi%o.?regunt! tambi&n por la madre, ' prometi! volver pronto a visitarla. ?ero a+uello no leinteresaba ma'ormente a -ngelina ' por eso se limit! a decirle2

 1Sí, es tu padre, pero 'o no lo +uiero B7e +uiero s!lo a ti, hi%o mío Folver& pronto' se despidi! bes*ndole sus ro%izos cabellos, sus pecosas me%illas ' sus o%itos azulados.

Cuando estuvo en la calle, se prendi! del brazo del zapatero (oura mientrascontinuaba llorando. Se esforzaba en caminar con el mismo paso +ue el co%o, casi seavergonzaba de poseer las dos piernas sanas ' +ue el otro tuviera una sola.

Sin embargo, la poseía el sentimiento de +ue ella, con sus piernas intactas einc!lumes, era m*s d&bil ' estaba m*s necesitada de protecci!n +ue el otro tuviera una sola.

Sin embargo, la poseía el sentimiento de +ue ella, con sus piernas intactas einc!lumes, era m*s d&bil ' estaba m*s necesitada de protecci!n +ue el hombre +uecaminaba a su lodo con una sola. por eso se apo'! en su brazo pira sostenerse.

)urante un buen rato caminaron de esta manera por las calles. -mbos callaban. -lllegar frente ala puerta ella reci&n se dio cuenta +ue &l +uería decirle algo, pues le apret!con fuerza el brazo. #ntonces volvi! sus o%os hacia el rostro preocupado ' hundido de(oura, iluminado por la luz miserable de la única linterna +ue alumbraba la estrechacalle%a.

Lo vio ba%o un aspecto completamente diferente, como si la melanc!lica ' tr&mulallama de la linterna hubiera cambiado sus rasgos ' descubri! la honda pena +ue refle%aba surostro.

Comprendi! en ese momento +ue va hacía tiempo no era para ella un e"tra<otemible, sino un silencioso ' fiel compa<ero +ue la amaba como nadie le había amado ' pasaba largas noches de vigilia sentado en su estrecho sill!n, con la pierna de maderatendida en c!moda postura.

-ngelina volvi! a inclinar la cabeza ' (oura comenz! en voz ba%a ' tímida2

 15uiero decirle algoE 1se detuvo ' esper!, pero ella no contest! nada. #ntonces

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&l in+uiri!1. H5uiere usted escucharme 1-ngelina hizo un gesto afirmativo con lacabeza1. Gueno 1continu! (oura1, bueno, he pensado +ue podía preguntarleE preguntarleE si +uiere usted +uedarse conmigo.

 1BSí 1le contest!, con una voz tan clara ' tan segura +ue le caus! sorpresa a tila

misma.

 15uiz* usted no me ha comprendido 1empez! de nuevo (oura1, le he preguntado si +uiere usted +uedarse conmigo.

 1BSí 1le repiti! ella, con la misma voz sonora ' tran+uila de antes.

#ntraron en la casaA por primera vez desde +ue vivía con (oura fue ella la +ueencendi! las velas de la linterna.

Luego se acerc! al fog!n ' se ocup! de las ollas. Sentía sobre sí la mirada inm!vil

del hombre ' evitaba mirarle.

?ensaba con temor en la noche +ue se acercaba ' en el amor +ue traería 'súbitamente sinti! repulsi!n por la pierna de madera, como si en a+uel momento reci&n sediera cuenta +ue no era una parte natural de su cuerpo.

Como todas las noches anteriores, comieron en silencio la sopa de leche con papas,+ue tanto le gustaba a (oura, pues apaciguaba un poco su nostalgia. -mbos estabanturbados.

Cuando empezaron a beber el vino. -ngelina observ! +ue (oura no lo vertía de la

 botella de siempre, sino de una %arra panzuda de cristal +ue tenía un !vulo pe+ue<o ' lisodeba%o del pico encorvadoA en &l se veía un apole!n vítreo en uniforme de diario, al +uecoloreaba el vino ro%o, como si lo irrigara de sangreA era un apole!n de vidrio, conapariencia de piedra sanguínea. - medida +ue la %arra se vaciaba el #mperador palidecía 'se esfumaba cada vez m*sA -ngelina creía verlo morir poco a poco2 primero la cabeza,luego los hombros, el t!ra", los muslos ' por fin las botas.

7enía los o%os fi%os en a+uel !valo ' se estremeci! cuando vio la %arra vacía.

 1H7iene m*s vino 1le pregunt! ' agreg!12 B5u& hermosa %arra

 1Sí, es mu' bonita 1contest! (oura1. #s un regalo del conde Cho%nici,cuando nos e+uip! a los legionarios.

Fivíamos en su palacio ' nos e%ercit*bamos %untos en el mane%o de las armas. #l#mperador lo conocía mucho. Ca'! el día en +ue 'o perdí mi pierna. Sí, tengo m*s vino.@so esta %arra solamente en ocasiones e"traordinarias. #l día de ho', lo es para mí, Hverdad,-ngelina

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#staba %ovial ' *gil, se levant! r*pidamente, volvi! a llenar la %arra ' escanci! vinoen las copas. Sus me%illas estaban encendidas, sus o%os brillaban ' su bigote parecíatornarse cada vez m*s rubio, como si le brotaran nuevos pelos, m*s claros ' encrespados,disimulando los +ue estaban encanecidos prematuramente. Se volvi! locuaz ' comenz! ahablar de batallas ' de camaradas, se mof! la pierna +ue había perdido, afirmando +ue

nunca fue tan buena como la actual, pero en ese instante sinti! un agudo dolor en la caderaiz+uierda ' en el muslo mutilado ' tuvo +ue callarse de golpe. o recordaba e"actamentetodo lo +ue acababa de decirA no sabía si -ngelina le había contestado o al menosescuchado cuando la mir! s!lo e"periment! un deseo irresistible +ue no apaciguaba en lom*s mínimo el dolor, sino +ue al contrario lo acrecentaba. Se había sentado como siempreen el borde de la cama ' -ngelina frente a &l. Se levant! inesperadamente, se apo'! en lamesa ' se puso en movimientoA tambi&n -ngelina se levant! ' lo esper! estremecida. Sabíae"actamente lo +ue sucedería, era lo inevitableA entonces dese! +ue todo pasara mu' pronto' fue a su encuentro. Su c*lido aliento olía a vino, pero en sus o%os claros no brillabasolamente el deseo, sino tambi&n una infinita bondadA su barba se encresp! ' su presenciale inspir! miedo, un poco de repugnancia, al mismo tiempo +ue compasi!n. ?ronto estuvoacostada ' cerr! los o%os.

?ercibi! como se +uitaba la pierna artificial, el liviano ruido de las cintas de cuero alser desabrochadas ' el delicado tintineo de las hebillas de metal.

 

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 X

Insensiblemente se acostumbr! a las noches, a los días ' al hombre. Cuando lleg! elinvierno 'a se había familiarizado con &l ' se sentía casi feliz. - medida +ue los días seacortaban, crecía la nostalgia de (oura. ablaba cada vez con m*s frecuencia de casarse' regresar a ?olonia, para olvidar todas las penas ' empezar una nueva vida. -llí en sutierra, en su =ora Lisa, una espesa capa de nieve seca ' sana cubría 'a la tierraA se comíangrandes panes redondos de corteza morena, ' la gente se preparaba para feste%ar la avidad.#n cambio a+uí llovía tambi&n en diciembre, soplaba un viento húmedo ' malignoA elviento, el re', los enemigos de $rancia ' de ?olonia eran aliadosA el gran #mperador, elúnico +ue hubiera podido curar su nostalgia, estaba en el e"ilio, ' probablemente sufría una

nostalgia todavía ma'or +ue la del zapatero (oura. Los diarios ultra%aban todos los díasal #mperador ' se referían al gran congreso de Fiena, alabando al traidor 7alle'rand ' al buen re', +ue no pagaba su pensi!n a (oura. H5u& hacía allí el zapatero de =ora Lisa -veces lo visitaban algunos e" legionarios polacos, +ue no tenían oficio, ' +ue sin pensi!n,sin pan ' sin techo estaban m*s mutilados +ue (oura, a pesar de sus miembros sanos.Fagaban mendigando por la ciudad. -lgunos esperaban reunir el dinero necesario para poder llegar hasta el #mperador prisionero, pues cada uno estaba profundamenteconvencido +ue s!lo &l estaba en posibilidad de sugerirle al #mperador los medios paracon+uistar nuevamente a $rancia, vencer al mundo ' resucitar a ?olonia. ?ero hasta elsimple Juan (oura comprendía +ue no eran m*s +ue ingenuas fantasías2 dl tenía unoficio modesto ' su traba%o le hacía prudente, paciente ' %uicioso, ' su invalidez lo ale%aba

de esos sue<os efímeros. Se preparaba para partir2 -ngelina debía acompa<arlo. #ra verdad+ue ella de%aba a su hi%o, pero Hera todavía su hi%o

H-caso no lo encontraban m*s e"tra<o cada vez +ue lo visitaban así era enrealidad.

#l pe+ue<o, antes +ue nada, era soldadoA había estado ba%o el fuego de la metralla 'el e%&rcito era su madre. #l re' de $rancia vivía en paz con todo el mundoA en el cuartelhabía bastante lugar para un pe+ue<o ?ascual ?ietri ' probabilidades de un pacífico porvenir.

)e este modo, (oura trataba de convencer a -ngelina. Dsta tenía treinta a<os ' le parecía +ue estaba prematuramente enve%ecida, por el sufrimiento ' la confusi!n +ueimperaron en sus pasados a<os. Se sentía aturdida, fatigada, ' apenas (oura empezaba ahablar de su patria, ella tambi&n pensaba +ue a+uel le%ano país albergaba la paz ' +uedabaaislado de todas las desgracias ' desvaríos. 5ue era suave como la nieve +ue lo cubría '+ue aislado ten una apacible desdicha, vivía en un eterno duelo blanco por el perdido#mperador. -ngelina se lo imaginaba como una suave viuda envuelta en blancos velos,llorando al #mperador. ?oco a poco despertaba tambi&n en ella una agradable nostalgia

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hacia a+uel e"tra<o país, mientras su ternura maternal iba debilit*ndose. ?oco a poco seadaptaba al mundo de (oura. Cuando lleg! la avidad, (oura la feste%! de acuerdocon la costumbres de su patria. 7ra%o un enorme abeto +ue llenaba todo el cuarto. 5uit!todas las herramientas, el ban+uito, sobre el +ue se sentaba agachado en el zagu*n, ' la bola+ue le recordaba sus duros días de traba%o.

Le regal! un echarpe de seda, aros de cristal de Gohemia ' pantuflas de gamuza blanca +ue había confeccionado &l mismo.

-ngelina comenz! a sentirse tran+uila ' feliz. (oura la abraz! solemnemente,con cari<o ' agradecimiento. Su rostro olía a %ab!n, pipa ' aguardiente. 7ambale! un po+uito, pues, cosa e"tra<a, parecía sostenerse solamente sobre su pierna de madera. Sucara rosada relucía, sus o%os tenían un brillo de fiesta. Se sentaron ala mesa, mu' apretados por las ramas ' velitas del abeto.

 1H#ncontraste a tu hi%o 1pregunt! (oura.

 1o 1le contest! ella1. a había salido del cuartel.

 1B5u& l*stima B5u& l*stima 1repuso &l1. ubiera sido tan hermoso tenerlo a+uícon nosotros.

Sin embargo, lo decía s!lo para agradar a -ngelina, pues pensaba en su patria ' en elvia%e +ue iban a emprender %untos.

Sirvi! los man%ares +ue había cocinado &l mismo2 eran los platos tradicionales de su patria ' de su %uventud.

#"halaban el perfume de su país natal, olían verdaderamente a =ora LisaA sopa deremolachas con natas, tocino con arve%as ' +ueso blanco. abía conseguido tambi&naguardiente2 en =ora Lisa no se bebía vino. Cant! con voz tímida ' ronca las canciones de avidad de su patria. Sus o%os brillantes ' felices se llenaron de l*grimas, ' tuvo +ueinterrumpirse ' comenzar nuevamente.

Cuando hubo terminado de cantar, di%o2

 1Dsta es la última avidad +ue feste%o en ?arís. -ntes de +ue pase un a<oestaremos en casa.

dio, satisfecho, una palmada sobre la c*psula de cuero de su pierna.

-l oír estas palabras -ngelina sinti! un agudo dolorA aun+ue hacía mucho tiempo+ue estaba decidida a emprender a+uel via%e, nunca había tenido el valor suficiente para pensar en la semana, día u hora en +ue se llevarla a cabo esa decisi!n. #ra sencillo,agradable ' hermoso acompa<ar a (oura a su patria en un tiempo indeterminado, cu'afecha sería fi%ada por alguna circunstancia inesperada. -l oír +ue era (oura el +ue

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decidía el momento, se sinti! invadida ?or un terror hacia todo lo nuevo +ue la esperaba enel distante ' e"tra<o país ' un agudo dolor por lo +ue tendría +ue de%ar. #mpez! a sollozardesesperadamente ' tuvo +ue abandonar la copa +ue había +uerido llevarse a los labios para beber por /un feliz via%e sin regreso6, como &l habla dicho. /Sin regreso6. #sta e"presi!ndespert! en ella una serie de r*pidas ' angustiosas im*genes2 %am*s volvería a ver a su hi%o,

ni la ciudad en +ue lo tra%o al mundo, ni el palacio en +ue había vivido %oven e ingenua,dichosa ' feliz, serena ' aturdida. o teniendo una noci!n e"acta de las distancias +uemedian entre $rancia ' la patria de (oura, se la representaba a &sta, como perdida en unadesierta e inaccesible le%anía. Cruz! los brazos sobre la mesa, apo'! la cabeza en ellos 'llor! con desconsolada amargura.

#l perfume de las velitas +ue iban apag*ndose en las ramas del *rbol, el aguardiente+ue acababa de beber, el recuerdo de su inútil via%e hasta el cuartel en busca de su hi%o, larepentina preocupaci!n ' ternura por el pe+ue<o, el remordimiento por habersecomprometido sin vacilar, a seguir a ese hombre para turbarlo ahora con su dolor 'desilusionarle con su temor2 todo esto la aturdía, la aterraba ' ani+uilaba a la vez. (oura

acariciaba sus cabellos rebeldes ' ro%izos. Intuía los sentimientos contradictorios +ueluchaban en su interior ' comprendía +ue su desesperaci!n la tornaba insensible a cual+uierconsuelo ' promesa, ' se resign! al mudo di*logo de sus manos cari<osas con los cabellosro%izos de ella. )espu&s de un momento, -ngelina levant! hacia &l su p*lido rostrohumedecido.

 1ComprendoA -ngelina 1le di%o (oura1. ?asar*, cr&eme, pasar*. 7odo pasa.

#lla le sonri!, con una sonrisa obediente +ue infundía m*s tristeza a su rostro. #rauna sonrisa acusadora ' devota, de agradecimiento ' de reproche, +ue confería a susemblante el brillo noble ' doloroso +ue irradia la mirada de los d&biles +ue renuncian.

 

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 XI

abla renunciado a todo. Con la tran+uilidad propia de los +ue se entregandefinitivamente, comenzaba a hacer los preparativos del via%e. abían decidido casarse enenero ' partir un mes despu&s, así +ue faltaban todavía largas semanas.

-ngelina creía +ue la decisi!n de (oura infringía las le'es del tiempo ' deseabaapurar el via%e para no arrepentirse de su resoluci!n.

Se preguntaba +u& podría de%ar a su hi%o, pues estaba segura de +ue no volvería a vernunca a su pe+ue<o ?ascual.

S!lo podía regalarle la cruz de madera +ue haba traído consigo desde su patria ' el pa<uelo +ue substra%o, inducida por su ingenuo amor hacia el #mperador. ?reparabacuidadosamente las palabras +ue iba a decirle2 eran cosas sin valor, pero mu' importantes para ella, su madre, ' se las diría para +ue se acordara siempre de ella. )e ella ' del#mperador.

Sac! el pa<uelo del baúl, desclav! la cruz +ue había colgado sobre la cama de(oura ' se dirigi! al cuartel.

(oura la acompa<!. Dste había hecho un par de botas para el hi%o de -ngelina,

mu' fuertes ' buenas, como convenía a un tambor. #ncontraron al pe+ue<o en el cuartel 'fueron con &l a la cantina. #l ni<o se de%! abrazar por su madre ' estrechar la mano por(ouraA acept! los regalos, demostr! alegría por el pa<uelo ' las botas, ' rechaz! la cruz,dici&ndole2

 1#sto no lo necesito, madre. B#n nuestro regimiento no se precisa d& esto 1devolvi&ndolo a su madre, agreg!2 Creo +ue lo necesitar*s m*s +ue 'o.

#n a+uel momento el timbre de su voz parecía col&rico, como el de su padre, elsargento Sosth&ne.

La cantina estaba repleta de soldados bulliciosos. )etr*s del mostrador, encima delestante cargado de botellas de varios colores, estaba colgada el *guila imperial, cubierta porun velo transparente, ' m*s arriba, mu' grande ' a la vista de todos, el retrato del re'. Surostro bonach!n e indiferente, sus me%illas rechonchas ' caídas, sus p*rpados entrecerrados parecían m*s le%anos ' esfumados +ue la velada *guila de metal brillante, como si el retratodel re' hubiera estado oculto entre velos, mientras +ue los +ue cubrían el emblema imperialno fueran m*s +ue una nube pasa%era ' faz.

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#n todas las mesas, los soldados, los sobrios ' los +ue 'a estaban un poco alegres,hablaban del #mperadorA los ebrios, hasta se atrevían a gritar de vez en cuando /BFiva el#mperador6.

#l pe+ue<o ?ascual despleg! el pa<uelo sobre la mesa ' di%o con una voz

deliberadamente ronca ' profunda2

 1B7odos dicen +ue el #mperador regresar* Bosotros nos reímos de los Gorbones

se<al! con su pe+ue<o dedo el retrato del re'.

 1Bo regresar* 1le contest! el zapatero (oura1. )e paso +uiero decirte +ue sideseas, puedes venir con nosotros, con tu madre ' conmigo, a mi patria.

 1H?ara +u& 1replic! el pe+ue<o1. #l #mperador regresar* pronto, Btodos lodicen

-ngelina callaba. #scuchaba los discursos de los soldados2 #l #mperador no estabamuerto ' olvidado, sino +ue vivía en sus corazones. Lo esperaban de un día para otro.Solamente ella 'a no lo esperabaA no podía esperarle m*s.

Se dio cuenta de +ue apenas pensaba en el #mperador, el hombre ' hasta su hi%o sevolvían e"tra<os para ella, ' +ue se sentía cercana a su hi%o, únicamente por+ue habíamencionado con cari<o al #mperador.

7emiendo traicionar su turbaci!n ' desistir de su prop!sito de seguir a (oura, selevant! ' di%o2

 1BFamos 1Ges! a su hi%o en las me%illas, en la frente ' en sus cabellos ro%izos, 'se dirigi! a la puerta, antes +ue (oura tuviera tiempo de levantarse.

#n el camino le habl! suavemente ' con cierto temor e intran+uilidad. Le di%o +uelos soldados estaban en un error, pues no conocían el mundo de la política internacional, ' por eso creían +ue el #mperador podría regresar. ?ero aún admitiendo +ue los soldados nose e+uivocaban ' +ue el #mperador volvería a $rancia, &stos no eran motivos para +ue ellosno empezaran una nueva vida en su país, le%os de todos los des!rdenes +ue los poderosos provocan en este mundo, para sufrimiento de los humildes.

 1Sí, sí 1le contest! ella, pero 'a no creía en todo esto.

-l llegar a la casa, encontraron a los in+uilinos reunidos frente a la puerta2 los pe+ue<os artesanos, cocheros ' laca'os.

Sucedía algo e"traordinario2 la partera G*rbara ?occi ' Fer!nica Casimir habíanregresado. -mbas rehusaron dar e"plicaciones, pidiendo solamente noticias de -ngelina, 'anunciando vaga ' solemnemente +ue habían vuelto /por+ue surgía una nueva &poca6.

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Las dos mu%eres no habían cambiado en absoluto ' nadie se atrevi! a preguntarlesd!nde habían estado durante tanto tiempo. S!lo se comprobaba +ue seguían igual +ue antes2la partera ?occi delgada, en%uta, amenazadora ' bonachonaA la se<orita Casimir, comosiempre, abundante, oronda ' *gil.

 1o har* la tontería de irse 1le di%o al zapatero (oura.

 1Si s& va ' el #mperador regresa, pierde usted todos sus derechos a la pensi!n. como 'o me llamo Fer!nica Casimir, como es verdad lo +ue todo el mundo sabe, +ue he profetizado batallas, victorias ' derrotas al #mperador, s& +ue ahora regresar* ' +ue nada ninadie podr* evitarlo.

Fer!nica Casimir demostraba tambi&n sus afirmaciones en presencia de todos losin+uilinos de la casa ' de los vecinos del barrio, +ue habían sido llamados o habían acudidoespont*neamente %unto con muchos e"tra<osA se reunían llenos de fe ' esperanza en elcuarto de (oura, llenando tambi&n el pasillo ' esperando a veces hasta en la calle. 7odas

las noches echaba las cartas ' repetía2

 1#l #mperador prepara su via%e. Cien mil hombres armados le acompa<ar*n.0uchísimos peligros le esperan, pero se disipar*n frente a &l2 se le abren todas las puertas.#l pueblo lo aclama. B7riunfa B7riunfa

 1H despu&s 1preguntaba a veces el zapatero (oura1. B5u& suceder*despu&s

 1#so no lo veo 1le contestaba invariablemente Fer!nica Casimir.

-taba los pa+uetitos de naipes ' se escabullía entre las apretadas filas de losrespetuosos o'entes.

 

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 XII

La primavera, +ue 'a se anunciaba, había sido desalo%ada por un nuevo inviernoimplacable. @na noche -ngelina o'! el ruido. m*s apresurado ' violento de la muleta de(oura sobre el empedrado.

Cuando entr!, tenía la respiraci!n entrecortada. Sus hombros estaban cubiertos degranizo ' el agua +ue corría de su única bota, formaba un gran charco negro en el piso.

?arado en el umbral, sin +uitarse la gorra, grit! a -ngelina2

 1Ba est* a+uí BLlega ma<ana B#l re' se apresta a la fuga

#lla se levant!. #staba sentada en el ban+uito pelando papas, las +ue de%! caer alsuelo con un ruido sordo.

 1HLlega 1pregunt!1. HLlega ma<ana H#l re' hu'e

 1Sí, viene 1repiti! (oura, ' a pesar de +ue se daba cuenta +ue perdería a-ngelina, di%o por tercera vez con voz e"altada ' el rostro en +ue brillaba la felicidad12BFiene Bo ha' duda

-+uella noche Fer!nica Casimir no regres! a casa. Los in+uilinos, los vecinos ' lose"tra<os preguntaron en vano por ella. 7ambi&n la puerta de la partera ?occi permaneci!cerrada.

 1H#s verdad +ue viene ma<ana 1volvi! a preguntar -ngelina.

 1B0a<ana llega B#s seguro +ue llega ma<ana 1le contest! (oura.

Cenaron en silencioA se sentían a la vez felices ' desdichados, aliviados 'atormentados. ?ero no hubieran podido decir por +u&. Se acostaron, pero ninguno de losdos durmi!A cada uno pas! despierto la noche, con la esperanza de dormir la siguiente.

Cuando comenz! a amanecer, -ngelina se levant! despacio para no despertar a(oura. ?ero &ste no estaba dormido. Sinti! +ue -ngelina se vestía r*pidamente. Seacerc! a la cama ' lo bes!. Dl presinti! +ue era el último beso, pero no se movi!. - trav&sde sus p*rpados entreabiertos vio +ue se iba ' comprendi! +ue 'a no regresaría nunca.

Sigui! inm!vil. Sentíase morir. #n una ocasi!n había perdido una pierna por el#mperador2 ahora perdía tambi&n a su mu%er por &l.

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Seis semanas m*s tarde supo por la partera ?occi +ue -ngelina estaba de nuevo en laCorte. Inmediatamente se puso en camino para verla. La encontr!, ' la esper! ante la ver%a.#lla vine a su encuentro ' le di%o con sencillez2

 1Guenos días. #s mucha amabilidad de tu parte +ue ha'as +uerido volverme a ver.

Llevaba el uniforme del personal de la Corte Imperial2 el vestido azul oscuro, eldelantal blanco ' la cofia azul. Le pareci! hermosa ' le%ana.

 1-ngelina, vine para preguntarte si +uieres venir conmigo 1le contest! (oura.

 1Bo 1respondi! ella, como si nunca le hubiera dicho /BSí, +uiero6.

abl! con la misma tran+uilidad con +ue le había dicho entonces, +ue +uería+uedarse con &l. (oura no se e"tra<!2 así era -ngelina. Jam*s se resign! a ser se mu%erAhabía pertenecido siempre al #mperador.

#mpez! a llover suavemente ' luego cada vez con m*s fuerza. #ra una lluviacaliente ' benigna, casi estival.

>bserv! +ue la lluvia aumentaba en intensidad ' empapaba los vestidos de-ngelina, +ue seguía parada %unto a &l, con e"presi!n de desconcierto ' embarazo. Se diocuenta +ue 'a no tenían nada +ue decirse.

 1-di!s, -ngelina 1le di%o. ?or si acaso otra vez me necesitas E'o no partir&A teesperar& hasta +ue me necesites nuevamente.

Se dieron la mano2 ambas estaban mo%adas por la lluvia ' completamente frías.Luego -ngelina lo sigui! con la mirada, mientras rengueaba con prudencia ' dificultad,hasta +ue lo vio desaparecer ba%o la lluvia.

 

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 XIII

#l país entero estaba intran+uilo ' agitado, pero la agitaci!n e intran+uilidad +uereinaba en el palacio entre las damas ' se<ores ' entre el personal de la Corte era aúnma'or ' de índole mu' distinta. 7odos los grandes cambios +ue se realizaban en el mundoen a+uella &poca ' los m*s importantes +ue se preparaban, hablan sido provocados por el#mperador apole!n. Dl era poderoso ' de súbitas decisiones, pero el mundo preferíacontinuar su vida tran+uila e indolente. Los sirvientes del #mperador ignoraban el miedo 'el horror +ue &l provocaba en el mundo. Conocían, únicamente, el sobresalto +ue solíadifundir en el palacio.

 aturalmente +ue los sirvientes eran m*s pe+ue<os +ue los re'es, enemigos del#mperadorA pero a+u&llos vivían cerca de &l, todos los dem*s escuchaban su voz, recibíansu mirada amable o amenazadora, una observaci!n cari<osa o una maldici!n malhumoradaA por eso su mirada, su buen humor ' su ira eran los acontecimientos m*s importantes paraellos. #l mundo se preparaba para la guerra, temiendo ser sorprendido por el poderoso#mperador. ?ero el personal de la Corte se preparaba para el traslado del #mperador al palacio del #líseo. 5ue &l hubiera decidido de%ar las 7ullerías, era para la servidumbre unacontecimiento mucho m*s importante +ue la guerra +ue todos los países del mundo preparaban contra su poder. Si Fer!nica Casimir, ahora restablecida en su antiguo cargo, nohubiera profetizado la guerra, los sirvientes del #mperador no se hubieran preocupado enningún momento del mundo, del peligro, de la muerte ' de la vida. con todo, a pesar de

las profecías de Fer!nica ' aun+ue la desgracia había desplegado 'a sus alas sobre la casaimperial, ellos no la sentían venir, ' sus preocupaciones seguían siendo las alternativas delcar*cter del #mperador. ?repararon la mudanza con diligente escrupulosidad, aduciendodisparatados motivos acerca de tal resoluci!n. La última noche se reunieron todos en lagran sala para un informe general, presididos por Fer!nica Casimir. )oce coches, para el personal ' el e+uipa%e, esperaban aba%oA el #mperador se trasladaría reci&n a la ma<anasiguiente. Cenaron por última vez en la enorme sala, sin intuir +ue realmente lo hacían porúltima vez. Comentaban acerca de los motivos de esa mudanza. @no decía +ue el#mperador había resuelto cambiar de residencia por+ue al día siguiente llegaba la#mperatriz ' no se sentía suficientemente seguro en las 7ulleríasA otro replicaba +ue talcosa no era e"acta ' +ue el #mperador solamente simularía trasladarse para despistar a los

sabuesos del falso ministro de policíaA un tercero afirmaba haber sido informado por ela'uda de c*mara, +ue no iba a vivir ni en ese ni en a+uel palacio, sino +ue por el contrario,+uería retirarse definitivamente a la 0almaison para entregarse a los recuerdos de su primera mu%er. Los tres fueron refutados. Fer!nica Casimir, sentada a la cabecera de lalarga mesa, impuso silencio ' di%o +ue no di%eran sandecesA +ue no sabía en +ui&nes se podía confiar ' en +ui&nes no, pues los sabuesos de $ouch& acechaban por todas partes.

#n efecto, &sa era la situaci!n2 desde hacía mucho tiempo, 'a no era la misma +ue el

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 primer día de primavera, cuando el #mperador volvi! a reinar sobre el país ' confiar en lasgentes de su palacio ' en sus criados. @na semana despu&s aparecieron hombresdesconocidos, criados ' artesanos, lavanderos ' barberos, con todas las características delos espías2 rostro amable ' mirada falsa. ?or eso cundían las desavenencias, ladesconfianza, las mentiras ' la duplicidad. Llegaban a desconfiarse mutuamente hasta los

+ue se conocían desde hacía mucho tiempo, ' hasta los vie%os amigos se vigilaban. Lasituaci!n en el palacio era igual +ue en todo el país.

#n a+uella &poca eran mu' pocos los criados del #mperador +ue fueran sinceros 'valerososA -ngelina era una de ellos.

#lla callabaA en realidad H+u& hubiera podido decir

Fivía m*s aislada +ue antes, separada hasta de su tía por el recuerdo de los meses enlos +ue había desaparecido.

-ngelina se torn! dura ' callada. Su hi%o 'a no le pertenecíaA resolvi! abandonar alzapatero (oura ' amar únicamente al #mperadorA se había perdido a si misma ' graves pecados pesaban sobre su concienciaA vivi! en el e"travío ' fue d&bil ' condescendiente alentregarse tan necia ' f*cilmente. Su vida estaba perdida ' gastada, no pertenecía m*s +ueal gran #mperador, pero &l no sabía nada de ella. #ra pe+ue<a ' sin importancia, valíamenos +ue una de las diminutas moscas +ue zumbaban en sus habitaciones, inadvertidas 'molestas.

#lla tambi&n era inadvertida ' +uiz* molesta, pero de cual+uier modo amaba al#mperador. Su coraz!n ardía aún lleno de ternura %uvenil.

- veces, mientras contemplaba con devoci!n alguno de sus retratos, se sentía comouna de a+uellas minúsculas moscas +ue trepaban tran+uilas, mez+uinas ' repugnantes, poruno de los lienzos del #mperador.

Su coraz!n la obligaba a vivir cerca de &l, pe+ue<a ' despreciadaA pues era unafelicidad permanecer ba%o su sombra dorada ' protector, favor +ue únicamente &l, entretodos los hombres, podía dispensar a los +ue le servían. #ra feliz al poder seguir, aun+ueinadvertida, con amorosa devoci!n, cada uno de sus movimientos. Su sombra brillaba m*s+ue la luz de todos los otros re'es. #lla lo servía sin +ue &l lo supiera. Ser súbdito su'o eraun honor.

#n todas partes se hablaba con miedo de la guerra. #l #mperador siempre arrastrabaconsigo la guerra2 era como si fuese demasiado grande para conservar la paz. o llegabacomo un hombre, sino +ue conmovía al país como un torbellino.

Comenzaba a ser odiado. #n todos sus caminos parecían precederle espadasdesenvainadas ' sobre su cabeza revoloteaba el *guila ' el ronco trueno de sus ca<ones ensus fiestas. -m*ndole a &l amaba tambi&n la guerra. Sus enemigos eran los su'os. Su poderdebía hacerse cada vez m*s grande. S!lo ella deseaba la guerra +ue todos temían. a hacía

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mucho tiempo +ue había renunciado a su hi%o. Cuando se despidi! de &l en el gran patioasoleado del cuartel, mezclada entre muchas mu%eres ' soldados, su coraz!n estuvo como petrificado. Sus o%os estaban secos ' duros ' miraban a su pobre hi%o como a trav&s de unacapa transparente de l*grimas heladas. Solamente llor! la noche en +ue asisti! a la partidadel #mperador. )espu&s +ue el laca'o hubo pisoteado la antorcha, le asalt! un repentino

terror +ue le oprimi! su coraz!n ahog*ndola. Ca'! de rodillas ' empez! a rezar.-lgunos días despu&s, cuando las campanas anunciaron el primer triunfo del

#mperador, volvi! a entrar en una iglesia por primera vezV despu&s de muchos ' largosa<os.

$ue a la pe+ue<a capilla de San Juli*n, en la +ue fue bautizado su hi%o.

#staba sola. adie rezaba por el #mperador ' por sus soldadosA solamente lascampanas decían su plegaria obligatoria allí arriba. #ra 'a de nocheA estaba iluminada porel refle%o de oro de las velas de cera ante la imagen sagrada envuelta en el fuerte sonido de

las campanas +ue hacía temblar los bancos negros ' el pe+ue<o altar, luminoso ' alegre.#staba rodeada por la soledad palpitante del templo ' por su atm!sfera viva ' piadosa.-ngelina empez! a rezar las palabras casi olvidadas del /?adre uestro6 ' del /-ve0aría6. ?risionera de su gran amor, rezaba con fervor pecaminoso por la muerte de todoslos enemigos del #mperador. #ntreveía en su imaginaci!n, con culpable voluptuosidad, amillares de cuerpos destrozados2 los cuerpos de los ingleses, prusianos ' rusos. Imaginabasuntuosos uniformes agu%ereados, chorreando sangre, cr*neos destrozados, sesosdesparramados ' o%os vítreos.

#ntre ese horror galopaba el #mperador, montado en su caballo blanco ' con laespada desenvainadaA detr*s de &l volaban como ra'os, sobre sus caballos, los soldados

franceses, firmes e invencibles, atravesando campos sin fin, cubiertos por innumerablescad*veres del enemigo. #stas im*genes llenaban de felicidad a -ngelina +ue rezaba concreciente fervor. #n una oraci!n especial pidi! la m*s terrible de las muertes para la#mperatriz 0aría Luisa, ' tuvo la ilusi!n de ver c!mo moría, rodeada de todos losmonstruos terroríficos del infierno, +ue se presentaron antes de +ue muriera, martirizada por los espectros +ue perturbaban su conciencia intran+uila, maldecida por el hi%o de apole!n, al +ue se lo imaginaba ante la cama de la moribunda, embargado por la c!lera 'la sed de venganza.

-ngelina se santigu!, agradeci! fervorosamente al Se<or por todas las miserias +uecausaba a los enemigos del #mperador ' sali! ala calle. 7odavía se oían los repi+ues de las

campanas +ue anunciaban el triunfo. #n las calles descubría solamente rostros luminosos 'felices. @nas nubecillas blancas ' vaporosas volaban en el ciclo casi oscuro, como alegres banderitas triunfales. a centelleaban las primeras estrellas plateadas, eran las estrellas del#mperadorA todas las +ue resplandecían ho' en el ciclo eran sus estrellasA su'os erantambi&n los boletines +ue, pegados en las paredes, todavía húmedos, anunciaban el triunfodel #mperador sobre todo el mundo.

-ngelina caminaba apresurada en direcci!n al palacio.

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abía +ue andar un buen trecho desde la iglesia de San Juli*n hasta el #líseo, peroella lo hizo r*pidamente, con el coraz!n henchido de alegríaA parecíale +ue la calle iba a suencuentro.

#l %úbilo ruidoso de los grupos +ue se reunían frente alas ho%as pegadas en los

muros, vitoreando el triunfo del #mperador, daba alas a sus pies. Creíase transportada porlas aclamaciones del pueblo ' avanzaba dichosa en la certeza de +ue su oraci!n habíaa'udado al #mperador.

B-h, ella ignoraba +ue &l, a a+uella misma hora, vagaba desdichado ' desconsolado,humillado ' todavía grande entre los restos de su último gran e%ercito. #ra la hora en +ue?arís se regoci%aba por la victoria. ?ero en el campo de batalla de (aterloo, gemían losmoribundos, aullaban los heridos ' huían los derrotados.

 

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  Libro tercero

 L- )#RR>7-

 

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 I

#n esa misma hora, el #mperador comprendi! +ue había perdido la batalla de(aterloo. @nos minutos antes del ocaso, el sol se escondi! detr*s de una maligna cortina denubes viol*ceas. ?ero nadie se preocupaba del sol. 7odos los hombres +ue se encontrabansobre el campo de batalla, los amigos ' los enemigos, observaban únicamente losmovimientos de la guardia imperial. Los granaderos del #mperador avanzaban firmes 'serenos, con un ritmo solemne, sobre el terreno ablandado por la lluvia, +ue a cada paso seadhería m*s tenazmente a sus botas con ruido sordo.

Los enemigos hacían fuego ininterrumpido desde el cerro hacia el cual avanzaban

los granaderos. #stos caíanA ' con ellos desaparecía el terror de los enemigos, los elegidosdel pueblo de $rancia, hermanos e hi%os del #mperador.

Se parecían entre sí como hermanos.

5uien los hubiera visto avanzar hubiera creído ver a veinte mil hermanosengendrados por un solo padre. Se parecían como veinte mil espadas construidas en lamisma armería.

7odos habían crecido en los mismos campos de batalla, ba%o la sombra dorada 'mortífera del gran #mperador. ?ero el m*s poderoso de estos hermanos, el +ue había

 besado o rozado cien veces a cada uno de a+uellos veinte mil de a pie ' cuatro mil de acaballo, no era el #mperador, sino alguien m*s poderoso aún +ue apole!n2 la siniestraemperatriz, la muerte.

?ero los granaderos no le tenían miedo a sus o%os huecos. Iban hacia sus brazossiempre listos para el abrazo fatal con la serena confianza del hermano hacia la hermana.

 o amaban a la muerte menos +ue ella a ellos. era este amor lo +ue los hacíaiguales. ?or esa seme%anza, cuando caía uno daba la impresi!n de +ue se levantarainmediatamente, mientras +ue, en realidad, era un hermano igual a &l +uien ocupaba su puesto.

-sí, al principio de la batalla, pudo haberse creído +ue avanzaban siempre losmismos hombres. #ra como si los soldados enemigos hicieran fuego únicamente por elterror +ue despertaba en ellos la avalancha inmutable de los mismos hombres.

Sin embargo, pronto se pudo observar +ue el enorme cuadro ralcaba cada vez m*s.@n nuevo ' m*s terrible estremecimiento invadi! por un instante el coraz!n de losenemigos, pues los granaderos del #mperador realizaban un prodigio ma'or +ue el f*cil

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milagro de los cuentos de hadas +ue consiste en la inmunidad ante la muerte2 ellos estabanconsagrados a la muerte. )esde el momento +ue se dieron cuenta de su impotencia frente alenemigo m*s numeroso, no iban hacia &l, sino hacia su familiar hermana, la muerte. parademostrar a su poderoso hermano +ue lo amaban hasta en la hora suprema, gritaban con potentes voces +ue superaban al rugido de los ca<ones, pues era la fidelidad misma la +ue

gritaba por a+uellas gargantas2 /BFiva el #mperador6. con m*s fuerza +ue los dem*s,gritaban a+uellos +ue acababan de ser alcanzados por un pro'ectil. La fidelidad ' tambi&nla muerte gritaba en ellos2 /BFiva el #mperador6.

)e esta manera, la misma muerte superaba al tronar de los ca<ones.

Cuando el #mperador o'! esas voces tuvo la evidencia de +ue sus veinte milhombres de infantería ' cuatro mil de caballería ' aun los mismos caballos, eran sushermanos en a+uel momentoA cuando vio +ue estaban perdidos se sinti! invadido por unairresistible atracci!n hacia la muerte, ' se mezcl! entres sus hermanos, apareciendo ora alfrente, a sus flancos, luego a su retaguardia ' otra vez al frente ' por último, confundido en

la masa. Le dolía la espalda, su rostro estaba ceniciento, %adeaba ' cuando o'! +ue suguardia gritaba /BFiva el #mperador6, desenvain! su espada ' se<alando hacia el ciclo,como un dedo de acero implorante, grit! con voz ronca, en medio del horroroso tumulto2/B0uera el #mperador B0uera el #mperador6. ?ero la muerte no escuchaba la invocaci!nde su espada, ni sus propias imprecaciones. ?or primera ver en su vida orgullosa, comenz!a rezar con voz af!nica, la boca mu' abierta ' la respiraci!n entrecortada, mientras seguíagalopando en todas direcciones. o se dirigía a )ios, por+ue lo desconocía, sino a suhermana la muerteA pues entre todas las fuerzas supraterrenales vio solamente a &sta ' condemasiada frecuencia.

 1B>h muerte, dulce ' buena muerte 1decía %adeante1. B7e espero, ven a mí 0i

 %ornada ha terminado, igual +ue la de mis hermanos. BFen pronto, mientras el sol siga en elhorizonte o tambi&n he sido un astro en el mundo, B' por eso no +uiero +ue desaparezcaantes +ue 'o B?erdona mi necia vanidad 7uve muchas vanidadesA pero tampoco mefaltaron sabiduría ' virtudesA pero tampoco me faltaron sabiduría ' virtudes. #"periment&te"to lo +ue un hombre puede probar2 el poder ' hasta m*s +ue el poder, la virtud, la bondad ' el pecado, la arrogancia ' el error. Ba he vivido todo BFen ' ll&vame contigoantes +ue desaparezca mi hermano el sol

?ero la muerte no se llev! al #mperador. #ste vio desaparecer al sol mientras oía elestertor de sus soldados moribundos.

Los enemigos le habían concedido una breve tregua, el tiempo suficiente para vagardesconcertado ' enfermo entre los muertos ' los heridos, mientras luchaba en su coraz!ncon la muerte infiel. @n soldado llevaba su caballo por las bridas ' su a'udante le seguíarengueando. o lograba convencerse aún de +ue todos habían perecido ' +ue lo había perdido todo, en tanto +ue, s!lo &l, seguía viviendo.

?ocos días antes lo había traicionado uno de sus generalesA otro había actuadoestúpidamenteA un tercero había sido irrefle"ivo. ?ero el #mperador s!lo guardaba rencor al

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m*s poderoso de todos los generales2 a la muerte, la m*s grande entre todos sus hermanos.=ritaba a los soldados +ue huían a su alrededor como espectros aterrados, con una vozronca ' e"tra<a +ue alguna vez pudo ser la su'a ' +ue ahora le parecía no pertenecerle2/B?aren B?aren B)et&nganse B)et&nganse6. ?ero ellos no le escuchaban, seguíanhu'endo despavoridos en medio de las tinieblas. 5uiz*s ni le oían.

5uiz*s &l había pensado solamente +ue gritaba, ' en realidad no había dicho nada.

@n soldado le precedía con una linternaA &l le hacía volver a cada momento a sulado, pues le parecía reconocer algún muerto u otro herido a sus pies. Los conocía a todosme%or +ue sus soldados a &l. uevamente le hizo al hombre una se<a para +ue se acercaracon su linterna ' se inclin! sobre un soldado e"traordinariamente %oven. #ra uno de los pe+ue<os tambores del e%&rcito imperial. La sangre todavía le goteaba de los *ngulos de su boca infantil ' se coagulaba r*pidamente.

#l #mperador se inclin! ' luego se puso de rodillas para observarle me%orA el

soldado ba%! la linterna para alumbrarlo.

#l tambor pendía aún del correa%e su%eto a su cintura ' descansaba sobre el vientredel pe+ue<o muerto. Su mano derecha cerrada en un espasmo, aún retenía uno de los palillos, mientras el otro se le había caído. Su cuerpo 'acía medio hundido en el lodonegruzco ' grasiento. Su uniforme tenía salpicaduras de barro 'a reseco ' el epis estabainclinado a un lado de su cabeza. #l rostro era p*lido, delgado ' pecoso.

#spesos cabellos ro%izos ' rizados coronaban como una pe+ue<a llamarada su frentede ni<o. Sus pe+ue<os o%os azules se mantenían abiertos ' vítreos. o presentaba ningunaherida en el cuerpo. ?robablemente fue atropellado ' muerto por la herradura de un caballo.

#l #mperador lo contempl! con inter&s. #"tra%o su pa<uelo del bolsillo ' sec! la sangre +uele seguía flu'endo, luego le desabroch! el chaleco2 descubri! sobre el pecho del pe+ue<oun pa<uelo azul ' ro%o doblado en cuatro. Lo desdobl!A Binmediatamente lo reconoci! #rauno de a+uellos cien mil pa<uelos +ue había mandado confeccionar para sus soldados %untocon los cuchillos ' las tazas, cuando era aún el general Gonaparte, B+u& bien lo conocíaSobre un fondo azul encuadrado de ro%o estaba estampado un mapa geogr*fico, en el cual, pe+ue<os círculos azul, blancos ' ro%os designaban los lugares en +ue se habían librado las batallas.

)e modo +ue ese muchacho +ue apenas si representaba unos catorce a<os, eraseguramente hi%o de uno de sus m*s vie%os soldados. #"tendi! el pa<uelo sobre sus rodillas2

media #uropa estaba representada en &l, ' adem*s el 0editerr*neo ' #gipto. BCu*ntas batallas faltaban /BLos soldados franceses 1pensaba el #mperador1 no volver*n arecibir m*s pa<uelos como &ste Ba no podr& marcar en &l nuevas batallas BFo' a inscribirla última6. ?idi! tinta ' pluma. Inmediatamente le presentaronA mo%! la pluma en el tinterode plata, estir! el pa<uelo sobre sus rodillas ' tir! una línea hacia el norte hasta el bordero%o2 allí dibu%o una grande cruz negra.

)espu&s lo e"tendi! cuidadosamente sobre el tambor del pe+ue<o. Folvi! a

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contemplar su rostro ' record! una luminosa ma<ana, en la +ue había hablado con esemuchacho ' cre'! escuchar nuevamente el timbre puro de su voz de ni<o, ' orden! lerevisaran sus bolsillos.

#ncontraron una es+uelita arrugada ' al pie una firma2 /7u madre -ngelina6. Dsta le

recomendaba +ue la esperara el domingo pr!"imo a las cuatro en su cuartel. #l #mperadordobl! cuidadosamente el papel ' lo entreg! a su a'udante, dici&ndole2

 1Investigue e inf!rmeme cuando se presente la ocasi!n.

Luego se puso de pie ' orden!2

 1B#ntierren al pe+ue<o

)os soldados cavaron con rapidez una fosa casi a ras del suelo ' colocaron en ella precipitadamente el cuerpo del muchacho, pues volvía a oírse el eco de disparos perdidos c

irregulares. #l viento soplaba de vez en cuando con violencia, haciendo temblar la llama dela linterna, ' disipando las nubesA surgi! la luna iluminando la noche serena, fría ' cruel.-un+ue el cad*ver era mu' pe+ue<o, sin embargo no cabía en la fosa cavada con tanta prisa. #l #mperador observaba de pie, mudo ' con el rostro ceniciento, mientras su caballo blanco relinchaba angustiosamente detr*s de &lA relincho +ue repercutía casi como unlamento o como una maldici!n humana. #l #mperador contemplaba inm!vil la inhumaci!ndel minúsculo cad*ver ' seguía atentamente el movimiento de las palas +ue echaban latierra sobre &l. Luego el soldado levant! su linterna, present*ndola como un fusil. - su vez,el #mperador desenvain! su espada ' la inclin! hacia el sepulcro reci&n cubierto.

/B?or todos B?or todos6, le o'eron murmurar. Su a'udante, +ue estaba a su

espalda, no tenía arma +ue presentar ' s!lo se descubri!. #n a+uel momento llegaron losotros generales2 =ouraud, Lab&do'&re, )rouat, +ue lo habían observado a distancia ' seapro"imaron llenos de consternaci!n ' respeto.

 1B0i caballo 1orden! el #mperador.

Cabalgaron en silencio, el #mperador en primer t&rmino, hasta las cinco de lama<ana, hora en +ue orden! hacer alto.

La luz del alba había disipado 'a las tinieblas ' delicadas cintas de neblina azuladase levantaban suavemente de los prados verde oscuros. #l #mperador sentía frío ' orden!

+ue hicieran una fogata. #ncendieron en seguida una pe+ue<a hoguera. Las llamitas seelevaban amarillentas ' d&biles en el esplendor plateado de la madrugada. #l #mperadoravivaba continuamente el fuego. Contemplaba la retirada de sus soldadosA eran cuadrosdeshechos de infantería, artillería ' caballeríaA llegaban desde todas direcciones 'retrocedían en franca huida frente a la pe+ue<a hoguera. )e vez en cuando el #mperadorlevantaba la cabeza ' entonces algunos de ellos lo reconocían ' lo saludaban en silencioA 'ano gritaban /BFiva el #mperador6.

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#l fuego cobraba cada vez m*s fuera, la ma<ana aclaraba por momentos, m*sradiante ' triunfal. #l silencio profundo +ue reinaba en torno al #mperador parecía +uemarm*s +ue el fuego. Dl sufría la ilusi!n de +ue los soldados +ue huían trazaban círculos cadavez m*s amplios en su contorno. Las tropas +ue le saludaban los oficiales lo hacían con elsable ' los soldados con una mirada fi%a, 'a no le parecía un e%&rcito viviente. #ran m*s

 bien un desfile de sombras en desastre ' por eso retrocedían mudos. ?or eso carecían devoz.

@ hoguera se apag!. #l día se levant! plenamente. #l #mperador se sent! sobre una piedra al borde del camino.

Le ofrecieron %am!n ' +ueso de cabra. Comi! de prisa ' con indiferencia, como erasu costumbre. 0ientras tanto, no cesaba el desfile de los soldados +ue huían. Luego selevant! ' orden!2

 1B-delante

0ont! en su caballo. ?ercibía a su espalda, a cierta distancia, el galope de loscaballos de sus generales.

#scuchaba a veces el rodar de las ruedas de su coche, +ue le seguía. Cerr! los o%os 'se durmi! en la silla.

 

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 II

/B- ?arís6. #ra la única idea clara +ue le +uedaba. @no de los generales galopabamu' cerca de &l. -un+ue 'a estaba decidido +ue regresarían a ?arís, el #mperador repiti!2

 1B- ?arís, general

 1B- sus !rdenes, 0a%estad 1contest! a+u&l.

#l #mperador trot! en silencio durante largos minutos.

#l día despuntaba magnífico. )esde el cielo azul llegaba el canto sereno de, lasinvisibles alondras ' a distancia resonaba el eco apagado ' d&bil de los soldados +ue huían.

-l mon!tono ruido de las armas mezcl*base el relincho de los caballos, el rumor devoces humanas, ora d&biles, ora m*s fuertes ' de vez en cuando un breve grito +ue surgíam*s bien como una maldici!n. - derecha e iz+uierda de la carretera, las tropas en desorden pisoteaban los prados ' campos cultivados. Dl tenía la mirada fi%a en las crines ondeantes desu caballo ' en la cinta amarillenta del camino.

#staba abstraído en su contemplaci!nA sin embargo, escuchaba a pesar su'o lostristes ruidos +ue lo envolvían ' sonaban a sus oídos como gemidos ' lamentos ' clamores,

como si las victoriosas armas de su e%&rcito, ahora humilladas ' derrotadas, llorasen.

Jam*s, en el resto de su vida, aun+ue viviera cien a<os, olvidaría ese clamor de lasarmas ' de los caballos, ni los gemidos ' lamentos de los carrua%es. Le era posible desviarla mirada de los soldados +ue desfilaban a su lado, pero el roce *spero de las arma,repercutía en su coraz!n. ?ara enga<arse a sí mismo ' hacer creer a los dem*s +ue aún le+uedaban recursos +ue pondría en %uego, orden! +ue se establecieran puestos de centinelas para vigilar ' detener a los desertores ' +ue se arrestar ' castigara a los +ue huían o seale%aban del camino. 0ientras impartía esas !rdenes superfluas, &l 'a no pensaba en ellas.?ensaba en ?arís, en su ministro de ?olicía, en los diputados, en todos sus verdaderosenemigos +ue a esas horas eran m*s peligrosos aún +ue los mismos prusianos e ingleses.

)etuvo dos veces la marcha, pues había decidido llegar de noche. #n Laon, una pe+ue<a muchedumbre se hallaba reunida frente al pe+ue<o puesto de la diligenciaA eranempleados ' oficiales de la =uardia acional, ' curiosos habitantes de la pe+ue<a ciudadcon sus afables rostros de campesinos. Reinaba un silencio profundo. #l ciclo se ibaoscureciendo r*pidamenteA los caballos relinchaban su%etos a las estacas, satisfechos por laraci!n de avena +ue le habían distribuido. - lo le%os, una manada de gansos corríagraznando hacia los establosA We oía el pacífico mugido de las vacas, el chas+uido alegre del

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l*tigo de un pastor. #l dulce perfume de lilas ' casta<os se difundía mezclado con el oloragrio del abono, del heno ' de la bosta. La pe+ue<a sala de espera de la estaci!n estabasumida en la penumbra gris*cea del crepúsculo. $ue encendida la única linterna de tres bu%ías +ue había en la picaA el #mperador tuvo la sensaci!n de +ue con ello se aumentaba laoscuridad. Se apro"imaron tambi&n cuatro linternas con vidrios de protecci!n contra el

viento.Igual número de soldados se colocaron en los rincones, ' +uedaron allí inm!viles '

rígidos, sosteniendo en sus manos las cuatro luces. La enorme puerta estaba abierta de paren par, ' el #mperador tom! asiento frente a ella, sobre el banco de madera lisa, destinado alos via%eros ' a los +ue esperaban la pr!"ima diligencia. )escansaba con las piernasestiradas ' llevaba sus pantalones blancos ennegrecidos ' sus botas con salpicaduras de barro. 5ued!se abismado con la cabeza ba%a ' las manos apo'adas en sus abultados muslos.

Se hallaba frente a la puerta abierta ' se destacaba iluminado enteramente por lascuatro luces de los rincones ' la linterna del centro, de modo +ue todos les habitantes de

Laon reunidos afuera, lo contemplaban conturbados. 7enía la sensaci!n de +ue afrontaba unterrible ' mudo %uicio sobre su actos ' le parecía estar sentado en el banco de los acusados,en la espera de una sentencia +ue sería dictada dentro de pocos minutosA de una terriblesentencia muda, cu'os t&rminos se consultaban entre sí. )urante mucho tiempo no desvi!la mirada del pe+ue<o espacio +ue tenía a sus pies, entre dos estrechas ' sucias tablas +ue+uedaban descubiertas entre sus botas. ?ens! en ?arís ' en su ministro de ?olicía ' seacord! de los fragmentos del crucifi%o +ue arro%ara contra el suelo, una vez en su palacio, 'entonces las dos tablas gris*ceas ' sucias se transformaron en los delgados listones del par+uet claro de su habitaci!n, ' su recuerdo reprodu%o fielmente a+uella escena en la +uefue anunciado el ministro $ouch&, ' en +ue con una de sus botas trataba de ocultar losfragmentos de la cruz de marfil. #l #mperador no pudo resistir m*s tiempo sentadoA se

levant! ' comenz! a pasearse de un e"tremo a otro de la sofocante sala de espera. ingúnsonido le llegaba desde afuera, del grupo de los hombres agolpados frente ala puerta abierta', sin embargo, esperaba oír alguna voz humana. -+uel silencio era angustiosoA esperabauna palabra, no una ovaci!n, sino una sola palabra humana. ?ero no o'! nada. Seguía paseando, con la simulada tran+uilidad de no saber +ue era observado por la muchedumbre,' sin embargo, sufría agudamente ba%o su mirada. #l silencio mortal +ue partía de loshombres, su inmovilidad, su incansable paciencia en contemplarlo, sus o%os tran+uilos ' suinconmensurable pena, le producían un terror desconocido. 7ambi&n su silenciosoa'udante, el general co%o, +ue era su sombra, se había levantado ' co%eaba detr*s de &l atres pasos de distancia. Con un movimiento inesperado el #mperador se volvi! hacia la puerta abierta ' +ued! inm!vil durante un breve instante como si esperara el acostumbrado/BFiva el #mperador6, el grito +ue sus oídos amaban tanto ' +ue llenaba de ternura sucoraz!n. Lleg! hasta el umbral de la puerta ' se detuvo durante algunos instantes. Las lucesdel cuarto s!lo iluminaban su espalda, por eso la gente +ue esperaba afuera no podíadistinguir su rostroA veía únicamente el refle%o de la luz detr*s de &l. Sus rasgos seconfundían con la oscuridad azulada de la noche estival +ue se apro"imaba con rapidez7enía la impresi!n de +ue los hombres 'a tan callados se tornaran aún m*s silenciosos. #nlos campos de los alrededores chirriaban con fuerza los grillos nocturnos, ' en el ciclocentelleaban las primeras estrellas. #l #mperador seguía de pie, en la puerta abierta de paren parA esperaba. #speraba alguna palabra. #staba habituado a ser saludado por las

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 III

#staba solo en el coche. Le dolía terriblemente la espalda.

#l coche corría por una carretera pavimentada, cortando la noche, cu'os dulces perfumes estivales de rocío ' de 'erba entraban en oleadas sucesivas por las ventanillasabiertas. #l #mperador había de%ado mu' atr*s a sus soldados fugitivos.

 o se oían 'a los gemidos de las armas derrotadas. Se escuchaba únicamente elgolpeteo regular de las herraduras ' el sordo rodar de las ruedas sobre los gui%arros, latierra, ' los puentes de madera. )e vez en cuando las ruedas parecían repetir2 /B#s Job B#s

Job6. Luego callaban como si se hubieran acordado de +ue s!lo eran las ruedas de uncoche ' no tenían derecho a pensar como los hombres. #l #mperador se reclin! hacia atr*shundi&ndose en los almohadones, esperando aliviar el dolor de su espalda. ?ero en seguidasinti! un nuevo dolor agudísimo +ue pareci! perforarle el coraz!n como un pu<al ' +ues!lo dur! un minuto, transform*ndose en una especie de sierra delicada +ue empez! acortarle lenta ' suavemente las entra<as.

Folvi! a enderezarse. 0iraba a derecha ' iz+uierda por las ventanillas de su coche.#sa noche estival era infinita2 la ciudad de ?arís estaba m*s le%ana +ue nunca.

- pesar de +ue iban a gran velocidad, cre'! +ue los caballos disminuían poco a poco

su marcha ' sacando la cabeza por la ventanilla, orden!2

 1BR*pido B0*s r*pido

#l chas+uido del l*tigo, seme%ante a un disparo de fusil, despert! un largo ' solemneeco en el silencio de la noche.

Las ruedas comenzaron nuevamente su vie%a ' airada canci!n2

/B#s Job6. el dolor volvi! a torturarle la espalda.

?ensaba en el Job bíblico. o conservaba un recuerdo e"acto de las Sagradas#scrituras. unca había sentido el deseo de representarse a uno de los servidores de )iosse<alados por los castigos divinos. Cuando eso sucedía alguna vez, los veía en la figura cindumento de los curas. BSí

B)e los curas

?ero en a+uel momento vio por primera vez al vie%o Job, hasta se acord! de haberlo

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encontrado una vez, hacía de esto mucho tiempo. Le parecía +ue a<os interminables loseparaban de a+uel momento. -<os +ue eran como grandes ' profundos oc&anos, ro%oscomo la sangre. #l #mperador había visto una vez al vie%o Job en persona. #ra a+uel d&bil 'amable anciano +ue se llamaba /el Santo ?adre6, ' +ue &l había hecho venir desde laCiudad #terna para +ue lo consagrara #mperador.

Folvi! a reconstruir su imagen melanc!lica, ' lo vio otra vez sentado humildementefrente a &l, como se había sentado entonces, en un sill!n en el palacio imperial. Sus vie%os 'tran+uilos o%os se fi%aban en los su'os, audaces e impacientes. a pesar de ser su miradamu' aguda ' clarividente, sin embargo, sabía +ue el humilde e impotente anciano podía vermucho m*s le%os +ue &l. /Sí, a+uel vie%o era JobE6 pens! apole!n. #sta idea lo consol! por un momento, pero luego cre'! escuchar +ue el anciano susurraba algo, inclin*ndosehacia adelante para ser me%or entendido, ' repetía2 /B7ú tambi&n eres Job B-lgún día, todosencarnamos a Job6. /Sí, así es6E asinti! el #mperador.

Las herraduras retumbaron con un ruido brusco sobre un puente de madera ' el

#mperador se despert!. 0ir! afuera ' cre'! ver 'a el horizonte iluminado por las luces dela enorme ciudad cercana, de su ciudad, de ?arís, en la +ue estaba su tronoA se olvid! delvie%o Job. 7ambi&n las ruedas parecían haberlo olvidado, pues ahora habían cambiado deestribillo, ' repetían2 /B- ?arís B- ?arís B- ?arís6.

/-hora todo se arreglar* 1pens! el #mperador1. )esenmascarar& a los traidores 'a los ahogados, reunir& a los soldados ' derrotar& a los enemigos. B7odavía so' el#mperador apole!n B-ún est* en pie mi trono B7odavía se cierne por los cielos mi*guila6.

?ero unos minutos m*s tarde, cuando estaban cerca de la capital, las preocupaciones

volvieron a asaltarlo. Cre'! ver +ue su *guila volaba aún, pero +ue había sido alcanzada 'rodeada por miles de cuervos negros +ue eran m*s r*pidos +ue ella. -l fin ' al cabo, H+u&era un trono Dl, +ue había deshecho tantos ' creado tantos otros, sabía mu' bien +ue eraun accidente pasa%ero ' mu' f*cil de ser destruido por la casualidad. H5u& era un tronovacío, un trono sin sucesor

B>%al* su hi%o estuviera allí H-caso no era por &l +ue deseaba desenmascarar 'castigar a los traidores ' a los abogados, reunir a los soldados ' derrotar a los enemigosH?ara +ui&n sino para ese hi%o ?or cierto +ue no se preocupaba de sus necios ' vanidososhermanos. i de la modesta estirpe de la cual provenía ' +ue en realidad era ella la +uedescendía de &l, como si fuera su hechura ' no hubiera sido &l engendrado por ella. B?ensar

acaso en los desleal ' d&biles amigos H> en las mu%eres +ue se le había entregado, por X+ueeso era propio de su naturaleza ' +ue se hubieran abandonado con la misma facilidad acual+uiera de sus buenos ' valientes granaderos HIba a luchar acaso para los posiblesv*stagos +ue +uiz* pudo engendrar en sus transportes pasa%eros e indiferentes H> para ele%&rcito BGueno, tal vez s!lo para &l

?ero hacía unas horas +ue lo había lanzado hacia la destrucci!n. Su e%&rcito 'a noe"istía. Su hi%o ' heredero estaba le%os ' sometido a la impotencia. S!lo el trono +uedaba en

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 pie en la ciudad de ?arís, un trono vacío, un sill!n de terciopelo ' oro. Seguramente la polilla comenzaba tambi&n a roer su madera ' a construir el terciopelo. 5uiz*s s!loresistían sus chapas de oro, metal +ue tiene, entre todos, la ma'or apariencia ' solidez ' +ue posee la fidelidad del diablo.

#n ese momento tuvo la sensaci!n de +ue los caballos corrían con e"cesivavelocidad ' +ue las ruedas rodaban vertiginosamente ' entonces +uiso ordenar +uedisminu'eran el paso. Le asalt! un repentino ' desconocido terror frente a ?arís, con eltrono vacío ' lleno de traidores ' abogados. ubiera deseado poder refle"ionar durante unrato m*s, pero la ciudad se apro"imaba cada vez con ma'or rapidez, como si corriera a suencuentro para alcanzarlo en la mitad del camino, con su rostro lacrimoso ' su tronoespectral. 5uiso ordenar2

 1B0*s despacio B0*s despacio

?ero 'a habían penetrado en las primeras calles, estaban cerca del barrio de Saint

onor!. ecesitaba saber +u& hora era, pues se sentía intran+uilo por la oscuridad +uecubría la ciudadA parecía ser 'a m*s de medianoche. Sin embargo, según sus c*lculos, debíaser m*s temprano. 7odas las tiendas estaban cerradas. Las casas a oscuras, parecían petrificadasA en sus ventanas atisbaban las tinieblas como o%os vacíos. 0ir! por laventanilla pero no pudo distinguir +ui&n galopaba ahora al lado del coche. abía +uerido preguntar +u& hora era, pero se confundi! ' pregunt!2

 1H5u& día es ho'

 1Feinte de %unio, 0a%estad 1contest! el oficial.

#l #mperador se reclin! hacia atr*s ' el antiguo dolor torn! a agudizarse. o estabaseguro si había preguntado mal o si el hombre, desde allí afuera, no le había comprendido bien. BFeinte de %unio Recordaba +ue el veinte de marzo había llegado a la capital. Juntocon el dolor le asalt! su vie%a manía de supersticiones, no menos torturante +ue a+u&l, puesle producía estremecimiento. B#l veinte B5u& fecha #l veinte había nacido su hi%oA elveinte fue asesinado en nombre su'o el príncipe dY#nghienA el veinte había regresado a?arís. abían transcurrido tres meses, solamente tres meses. #ntonces. BC!mo recordabatodo tan e"actamenteE #ra una noche desagradable, caía una llovizna fría ' malignaE pero el pueblo de $rancia, el pueblo del #mperador, había dado calor con su aliento a lagran ciudad.

=ritaba /BFiva el #mperador6. Las antorchas ' las linternas parecían firmes ' permanentes como las estrellas +ue el ciclo ocultaba obstinadamente, ' la 0arsellesa, cu'oscompases subían hasta &l, le había parecido avasalladora como para disipar las nubes delcielo. 0iles de manos blancas ' desnudas se habían tendido hacía &l, ' cada mano le pareci! un rostro ' se sinti! obligado a cerrar los o%os, turbado por la grandeza del triunfo,el deslumbramiento de tanta luz ' el fervor de tanta fe. ?ero ahora, hasta las ventanas en laciudad de ?arís estaban oscuras. La noche estival era agradable, clara ' suave. Las acaciasdifundían un perfume denso ' embriagador. Las estrellas brillaban con m*s fuerza por+ue

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faltaban las luces en las calles. #ra mu' agradable la noche en +ue retornaba el #mperadorderrotado. #n cambio, se había ensa<ado el día de su triunfo. B5u& cruel era ese )iosincomprensible ' con +u& desprecio ' satisfacci!n contemplaba el desastre del #mperador apole!n

Cuando el coche se detuvo, no hubo gritos de %úbilo.

-lrededor su'o s!lo se e"tendía una noche estival, terrible ' hostilmente pacífica. #l#mperador o'! el melanc!lico grito de la lechuza en las profundidades del par+ue del palacio. Le dolía tanto la espalda +ue cre'! oír su propio gemidoA 'a había ba%ado laescalerilla ' abandonaba el coche cerca de allí. Fio a su vie%o amigo el ministroCoulaincourt. #l buen hombre le esperaba solo, parado en la blanca escalera de piedra, ba%oel plateado centellear del cielo nocturnoA detr*s de &l, veíase el refle%o de la luz +ueirradiaban las ventanas del #líseo. #l #mperador lo reconoci! en seguida. Lo abraz!. 7uvola impresi!n de +ue el ministro le hubiese aguardado durante toda una eternidad, de pie ena+uella escalera, como si únicamente &l hubiera esperado al infeliz #mperador derrotado. #l

amigo preparaba una frase de consuelo con la +ue había decidido recibirlo. 5uería decirle2 10a%estad, no est* todo perdido.

?ero cuando el #mperador descendi! del coche, esa frase tantas veces repetida,muri! en sus labios. mientras el #mperador lo abrazaba, Coulaincourt empez! a llorar 'sus l*grimas caían con ligero ruido sobre la capa de polvo +ue se había acumulado durantemuchos días sobre las hombreras del capote del #mperador. Dste se libr! r*pidamente de suabrazo, atraves! con precipitaci!n la puerta de re%illas ' empez! a subir la escalera. como para recompensar la fidelidad de ese ministro, +ue en a+uel momento amaba m*s +ue acual+uiera de sus compa<eros de batalla, le relat! breve ' humildemente por +u& había

 perdido la batalla. ?ero comprendi! al punto +ue confería a su amigo una distinci!ndemasiado triste ' desdichada E' call! de golpe.

 1H5u& opina usted 1le pregunt!, cuando estuvieron en la habitaci!n.

 10a%estad, 'o digoE 1le contest! el ministro esforz*ndose en dar un tono claro 'firme a su voz, para +ue el #mperador no sintiera +ue las l*grimas ahogaban su garganta 'se agolpaban 'a en sus o%os1, digo +ue hubiera sido me%or +ue no regresara.

 1Bo tengo soldados 1le repuso el #mperador1. BCarezco de fusiles e buscado la muerte en el campo de batallaA me ha despreciado.

Se había recostado en el sof*. )e repente se enderez! ' se sent!, acometido por unanecia ' falaz esperanza +ue se le aparecía como una salvaci!n.

 1B@n ba<o 1orden!1. B@n ba<o caliente

#stir! los brazos ' repiti!2

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 1B@n ba<o, en seguida

/B-gua, agua caliente, hirviente6 pens!. o pensaba en nada m*s, le parecía +ue elagua caliente e hirviente hubiera ad+uirido el repentino poder de resolver todos sus problemas, aclarar el cerebro ' purificar el coraz!n. Cuando entr! en el cuarto de ba<o

seguido por su ministro Coulaincourt vio primero a su fiel a'uda de c*mara +ue estaba de pie, desconcertado, cerca de la ba<adera humeante como si vigilara el falaz elemento, +ue+uiz* podría traicionar al #mperador, como lo habían traicionado un general ' su mu%er. #nel mismo instante, vio salir a una de sus doncellas por la segunda puerta +ue daba al pasillode servicio. Cre'! tambi&n +ue era su deber decirle a esa sirvienta una palabra de saludo.#ra probablemente una de las últimas +ue habían +uedado en la Corte, e indic! a su a'udade c*mara +ue la llamara. #lla se volvi! ' +ued! parada frente a &lA luego ca'! de rodillas 'empez! a sollozar con fuera, sin esconder el rostro, +ue tenía levantando hacia &l. Lasl*grimas lo inundaban como un velo tibio ' húmedo. #l #mperador se inclin! un pocohacia ella ' la reconoci!. -l ver su delgado rostro lleno de pecas se acord! de haberla vistoa+uella noche en el par+ue ' al mismo tiempo volvi! a ver el rostro de su hi%o, el pe+ue<o

tambor. 1BLev*ntate 1orden!.

#lla se levant! obediente. Dl pas! su mano fugaz ' suavemente por su cofia ' le pregunt!2

 17ienes un hi%ito, Hverdad H)!nde est*

 1#staba con usted en el campo 1le contest! -ngelina.

Lo miraba a trav&s del velo de sus l*grimas, con o%os serenos ' tran+uilos ' tambi&nel timbre de su voz era claro ' seguro.

 1B-hora vete, hi%a mía 1le di%o el #mperador. como ella esperaba todavía,repiti!12 BFete, ahora BFete

La tom! suavemente por los hombros ' la hizo salir con delicadeza. #ntonces ellasali!.

 1Le comunicar*s +ue su hi%o ha caído en el campo de batalla ' +ue 'o mismo loenterr! 1di%o el #mperador1. 0a<ana se le entregar*n cinco mil moneda de oro. BLo

har*s tú 1agreg!, dirigi&ndose a su a'udante.

#n seguida se de%! desvestir ' se dirigi! al cuarto de ba<o. abía esperado poderse+uedar solo en el agua caliente +ue tanto le gustaba ' en la cual se sentía en su elemento.?ero llegaron su hermano Jos& ' el ministro de guerra. Los hizo pasar al ba<o ' les refiri!el desarrollo de la batalla ' entonces se apoder! de &l una estúpida e"citaci!n +ue le parecíainútil, pero +ue no podía dominar ' acus! al mariscal e'. Se sentía atormentado por elorgullo ' la vergenza, mientras 'acía allí desnudo en el agua. - trav&s del vapor veía los

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rostros s!lo confusamenteA agit! los brazos desnudos, golpe! con la mano sobre el agua +uesalt! fuera de la ba<adera, salpicando ' manchando los uniformes de los dos hombres parados cerca de &l. ?ero &stos no se movieron. Comprendi! entonces +ue todo estaba perdido, su sobree"citaci!n se apag!, de%! de hablar, se reclin! hacia atr*s, ' a pesar deestar en el agua caliente fue asaltado por un escalofrío ' para +ue no se dieran cuenta +ue se

sentía d&bil ' desamparado ' +ue pudiera confesarlo al mismo tiempo, pregunt! +u& debíahacer.

Sin embargo, en a+uel instante tuvo la evidencia de +ue todo lo +ue hiciera nodependía de &l ni de otros hombres, sino +ue 'a estaba determinado desde mucho tiempoantes, por una terrible ' desconocida le' sobrenatural. abía esperado +ue el ba<o ledevolviera su habitual dominio ' restableciera sus fuerzasA pero por primera vez, no sucedi!asíA al contrario, se sentía aun m*s deprimido. -un+ue estaba terriblemente fatigado por ladesgracia ' por muchas noches de vigilia, solo su desolaci!n infinita mantenía abiertos susgrandes o%os clarosA a pesar del vapor +ue llenaba el cuarto, distinguía claramente losrostros de su hermano ' de sus amigos ' por primera vez observaba en ellos los rasgos de la

debilidad. /Lo +ue me puedan decir ser* insensato, pues únicamente se puede aconse%ar aun hombre con el +ue se tiene cierta afinidad. Si obedecí a otras le'es cuando era grande ' poderoso, tambi&n ahora +ue so' desdichado ' esto' derrotado tengo +ue obedecer a le'esdistintas. H5u& saben ellos de mí Bo me conocen o me conocen, lo mismo +ue lasestrellas no conocen al sol del cual viven ' en torno al cual se muevenE6. #l gran#mperador e"perimentaba cansancio por primera vez en su vidaA ' por primera vezcomprendía +ue con o%os abatidos ' tristes se podía ver m*s claramente ' m*s le%os +ue cono%os optimistas ' tran+uilos ' volvi! a pensar en el vie%o Job, en el anciano Santo ?adre 'en los amigos +ue habían venido para consolarlo en su derrota. Sali! del agua ' se present!desnudo ante sus amigos, lo mismo +ue Job. Dstos lo contemplaron por un instante2 suvientre amarillento ' arrugado, los muslos rechonchos, +ue en los níveos pantalones parecían tan fuertes ' musculosos, el cuello corto ' grueso, la espalda algo encorvada, los pe+ue<os pies ' sus delicados dedos. ?ero en seguida lleg! el a'uda de c*mara ' envolvi!su cuerpo regordete en una amplia franela blanca.

Sus pies desnudos de%aban huellas mo%adas a cada paso +ue daba.

-lgunos instantes m*s tarde, -ngelina volvi!, obligada por su servicio. Fio lashuellas imperiales ' mientras se disponía a limpiar el piso, pens! +ue las ofendía por+ue seveía obligada a destruirlas. #l a'uda de c*mara +ue en ese momento ordenaba los %abones,las botellas ' las toallas, se acerc! a ella ' le di%o mu' despacio2

 17engo +ue darte una noticia mu' mala. H0e o'es -lgo mu' triste. 1B)ímelo 1le contest! ella.

 17u hi%oE 1comenz! &l.

 1a muerto 1termin! ella, completamente tran+uila.

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 1SíA ' el #mperador lo enterr! personalmente 1agreg! el hombre.

-ngelina se apo'! en la pared. Call! durante un instante, luego di%o2

 1#ra mi hi%o. -maba al #mperador como lo amo 'oE

 1Recibir*s cinco mil piezas de oroE 1le di%o el sirviente.

 1o las necesito. ?uedes guard*rtelas 1le replic! -ngelina1. Fete ahora 1 agreg!1. Bo me molestes B7engo +ue traba%ar

Cuando +ued! sola, ca'! de rodillas, se santigu! con el signo de la cruz, ' trat! derezar, pero no pudo. ?ermaneci! durante mucho tiempo, arrodillada, con un cepillo en lamano. 7enía la actitud de limpiar el piso, pero se dirigía al Ciclo, a su hi%o muerto ' al#mperador.

#l dolor embargaba su coraz!n, pero sus o%os permanecían secos. Compadecía ' alavez envidiaba a su hi%o. #staba muerto, Bmuerto ?ero la mano del #mperador lo habíaenterrado.

 

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 VI

- la ma<ana siguiente a las diez los ministros se reunieron en el palacio imperial.Los generales ' los grandes nobles del Imperio lo esperaban formando dos filas inm!vilesen el corredorA tenían un aspecto a la vez fiel ' temeroso, triste ' respetuosoA pero enrealidad estaban preocupados m*s por su propia suerte +ue por el destino del país ' del#mperador, ' la impaciencia e intran+uilidad de algunos de ellos, era m*s +ue nadacuriosidad +ue dolor.

>tros pensaban en la actividad +ue habían desarrollado desde el regreso del#mperador ' por la +ue creían haber con+uistado notoriedad, por eso asumían un aire

solemne como si ellos fueran los principales autores de los cambios m*s importantes.7ambi&n $ouch& esperaba2 su rostro estaba m*s p*lido ' amarillento +ue de costumbre.Cuando entr! el #mperador, inclin! e"ageradamente su larga ' en%uta cabeza. ?ero el#mperador no miraba a nadie. Con todo, sentía la mirada velada ' falsa de su ministro de?olicía ' la ine"orable ' franca del vie%o Carnot. o necesitaba mirarlos, pues los conocía atodos desde hacía mucho tiempo. Sabía por anticipado lo +ue pensaban ' lo +ue diría cadauno.

Se sent! ' comenz! con voz tran+uila2

 1)eclaro abierta la sesi!n. e regresado 1continúo1 para contrarrestar la

desgracia +ue nos ha alcanzado. ?ero necesito poderes absolutos durante un tiempo.

7odos ba%aron los o%os. nicamente $ouch&, ron sus o%os claros no +uitaba la miradadel #mperador. 0ientras tanto, escribía sin cesar pe+ue<as es+uelitas. #l #mperador loveía2 /B)ios sabe a +ui&n escribe6, pens!. #l ministro escribía sin mirar el papel, pues noapartaba la vista del #mperador, como si su mano incansable tuviese o%os.

#l #mperador se levant!.

 1Comprendo +ue lo +ue ustedes +uieren es mi renuncia 1di%o.

 1B-sí es, 0a%estad 1le contest! uno de los ministros.

#l #mperador lo sabía de antemano. acía preguntas para obtener las respuestas +ueesperaba. Sin embargo, empez! a hablarlesE ' al hacerlo le parecía +ue hablaba une"tra<o.

 1#l enemigo ha invadido el país. ?ase lo +ue pase, 'o so' el hombre +ue representaal pueblo ' al e%&rcito. Con una palabra mía puedo ani+uilar a todos los diputados. ?uedo

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aun reunir ciento treinta mil hombres. Los ingleses ' los prusianos est*n e"haustos. anvencido, pero est*n agotados. Los austríacos ' los rusos est*n todavía le%os.

Los ministros callaban. @na vez m*s ' +uiz*s la última, sentían el terriblemagnetismo de la voz imperial.

#scuchaban solamente la voz, el sonido de las palabras ' no su sentido. #l#mperador tambi&n, sabía +ue hablaba en vano. ?or eso se interrumpi! repentinamente.Cual+uier cosa +ue di%era era inútil. -dem*s, 'a no sentía deseos de luchar por su trono.?or primera vez en su vida, desde +ue lleg! al poder, prob! la felicidad del renunciamiento.?odría decirse +ue recibi! la gracia de la humildad. -cept! la fatalidad de su derrota comouna bendici!n, ' al mismo tiempo, lo asalt! la alegre certeza de tener en sus manos la potestad de anular, hacer arrestar ' hasta decapitar o fusilar a los ministros a +uienes sedirigía ' a los parlamentarios +ue esperaban hacerle caer. BSi &l +uisieraE, pero no +uería.#ra un sentimiento delicioso lo e"perimentaba por primera vez2 Bdisponer de poderdiscrecional ', sin embargo, no +uerer utilizarlo #n el curso de su vida infinitamente rica '

 plena, había +uerido ' deseado mucho m*s de lo +ue en general es dable a un mortal.-hora, por primera vez, ' %ustamente en la hora de su humillaci!n ' de su derrota, llegaba ala convicci!n de +ue no deseaba el poder casi ilimitado de +ue disponía2 lo embargaba unsentimiento maravilloso. Como si tuviera entre sus manos una espada mu', afilada +ue lohacía dichoso, %ustamente por+ue no necesitaba usarla. Dl, +ue había opinado siempre +uelo fundamental era atacar ' con buena puntería, d*base cuenta ahora de la felicidad +ueimplica la debilidad ' la obediencia. ?or primera vez en su orgullosa vida estaba predispuesto para comprender la felicidad de los d&biles, de los vencidos ' de los +uerenuncian. ?or primera vez tuvo el deseo de ser un esclavo ' no un se<or. lleg! a lacertidumbre de +ue tenía mucho +ue e"piar, pues había pecado demasiado. ?ens! +ue parala salvaci!n de su alma debía abrir la mano +ue empu<aba la filosa espada para +ue ca'era

impotente ' humilde, como &l mismo lo era en a+uel momento.Sin embargo, en &l sobrevivía el otro, el antiguo #mperador apole!n, ' era &ste, el

+ue empez! a hablar otra vez a los ministros. )i%o +ue en dos semanas tendría listo unnuevo e%&rcito, con el +ue derrotaría a los enemigos.

?ero mientras hablaba se dio cuenta +ue aun+ue lograra convencer a los ministros,no podría modificar la opini!n de los diputados. >diaba a los ahogados ' podía mu' bienacabar con ellos, pero los despreciaba demasiado para infligirles la violencia, ' adem*s, &l,+ue siempre fue violento, no amaba 'a la fuerza. La había aplicado demasiado. 5ueríaabdicar. o deseaba seguir siendo #mperador ECreía escuchar de vez en cuando ' cada

vez con ma'or claridad el llamado fatal de la desgracia. #sta voz se tornaba m*s fuerte 'm*s clara +ue las ovaciones de la muchedumbre reunida frente al palacio, +ue gritabaincansablemente deba%o de sus ventanas2 /BFiva el #mperador6.

/B?obres amigos6, pens!. /#llos me aman ' 'o tambi&n los amo, ellos murieron por mí ' viven para mí, pero 'o no pude morir por ellos. B0e aman tanto +ue +uisieranverme siempre poderoso ?ero ahora amo la impotencia. )urante mucho tiempo he sidogrande ' desdichadoE B5uiero ser, aun+ue s!lo sea una vez, pe+ue<o ' felizE6.

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La multitud desde afuera gritaba con renovado brío2

/BFiva el #mperador6, como si presintiera los sentimiento +ue se agitaban en &l, '+uisiera demostrar adhesi!n a su #mperador ' afirmar +ue debía seguir si&ndolo. #sosgritos penetraban a veces hasta lo m*s profundo de su coraz!nA entonces comprob! +ue su

antiguo orgullo vivía aún oculto allí ' aun+ue invisible, respondía apasionadamente a lasvoces de la muchedumbre2 /B0e llaman, todavía so' su #mperador6. ?ero, pronto, otravoz le replicaba2 /BSo' m*s +ue un #mperador, so' un #mperador +ue renuncia 7engo enla mano una espada ' la abandono voluntariamente. #sto' sentado en un trono ' 'a perciboel roer de la carcoma. #sto' en posesi!n del trono ' me veo 'a en el ataúd. ?oseo un cetro 'anhelo una cruzE BSí, eso, una cruzE6.

 

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 V

-+uella noche no durmi!2 el bochorno la hacía pesada ' calurosa. Sin embargo, enel cielo azulado resplandecían millares de estrellasA pero cuando el #mperador levantaba loso%os hacia ellas le parecía +ue s!lo eran p*lidas ' le%anas im*genes de estrellas reales.-+uella noche cre'! descubrir la falsa nobleza +ue encubría los designios de todoconductor del mundo. -un no creía en )ios ' 'a estaba seguro de penetrarlo. Se lorepresentaba igual +ue un #mperador como &l, pero m*s inteligente ' dotado de ma'or prudencia ', por consiguiente, m*s permanente. #n cambio &l, se de%! llevar por una neciagenerosidad ' estaba a punto de perderlo todo.

7ambi&n &l, sin su generosidad, hubiera podido ser un dios, crear el cielo azul,regular el brillo ' el curso de los astros, determinar el destino de los hombres ' la direcci!nde los vientos, el paso de las nubes ' el vuelo de los p*%aros. ?ero, fue m*s modesto +ue)ios, demostr! negligencia por la nobleza de sus sue<os ' necedad al mostrarse generoso.

-bri! de par en par los amplios ventanales2 o'! el alegre ' uniforme chirrido de losgrillos en el par+ue. -spir! el perfume suave ' benigno de la noche estival2 de las lilasembriagadoras ' de las acacias demasiado dulces. 7odo esto despert! en &l una profundamelancolía.

a no +uema trono, ni corona, ni palacio, ni cetro.

5uería ser tan sencillo como uno de los miles de soldados +ue murieron por &l ' por$rancia. )espreciaba a los +ue un día u otro le obligarían a abdicar, pero al mismo tiempoles estaba agradecido de +ue le obligaran a hacerlo. >diaba su poder pero tambi&n suimpotencia. a no +uería ser #mperador ' sin embargo deseaba mantener todos sus poderes. #n a+uella misma hora, estaban decidiendo su destino en el ?arlamento.

Iba ' venía intran+uilo ' desconcertado por la salaA se detuvo un momento frente alaventana abierta ' luego se sent! ante el escritorio. -bri! el ca%!n secreto ' empez! aclasificar sus papeles en tres grupos. -lgunos no tenían importancia ' podían +uedar allíAotros eran peligrosos ' debían ser destruidosA los restantes, +uería conservarlos, ' tal vez,

llev*rselos consigo. 5uem! algunas cartas en la llama dorada de las bu%ías de cera ' de%!caer, sin notarlo, las cenizas por la mesa ' la alfombra. )e improviso, se interrumpi! 'guard! en su sitio los papeles comprometedores ' comenz! de nuevo a pasear por lahabitaci!n. Se le ocurri! +ue +uiz*s era demasiado prematuro para destruir los documentosELe asalt! otra vez su vie%a manía supersticiosa ' empez! a sentirse intran+uilo, temiendohaber con%urado al destino, irrefle"ivamente, oblig*ndolo a decidir su suerte. #sa idea lodeprimi! ' se recost! en el sof*A pero en seguida se sinti! m*s abatido aún, como si lassombrías preocupaciones lo asaltaran igual +ue los negros cuervos a un cad*ver. o pudo

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resistir m*s ' se levant!. 0ir! de nuevo el cielo, luego el relo%A a+uella noche parecía notener fin2 ?or su mente desfilaban im*genes confusas, cuadros sin correlaci!n de tiempo nisentidoA surgían todos %untos, como si las celdillas del recuerdo hubieran sidorepentinamente abiertas. Se entreg! a ellos desfallecido, se sent!, con la cabeza apo'ada enlas manos, ' en esa posici!n se +ued! dormido.

#l primer trino de un p*%aro matutino lo volvi! a la realidad. -lboreaba ' un viento benigno movía suavemente las copas de los *rboles, ' los batientes de las ventanaschirriaban un poco sobre sus goznes, produci&ndole un leve estremecimiento. Se dirigi! a la puerta ' sali! de la habitaci!n. Su a'uda de c*mara, +ue estaba acurrucado sobre una silla,cerca de la puerta, se levant! sobresaltado ' se dispuso a seguirle. #l centinela apostadodelante del portal, se habla dormido de pie, derecho ' tieso con el fusil al hombro. #l#mperador se detuvo frente a &l. #ra un muchacho mu' %ovenA sobre sus labios +ue seabrían ' cerraban a cada inspiraci!n, brotaba un delicado ' suave bigotillo negro ' susorondas me%illas de campesino estaban sonrosadas como si no durmiese parado ' con elfusil al hombro, sino en la cama de su hogar, al lado de su compa<era. /B@n día mi hi%o se

 parecer* a &l ' no lo ver& 1pens! el #mperador1. 7ambi&n le brotar* un bigotillo como&ste, ' podr* dormir parado, pero 'o no vivir& hasta entonces6. 7endi! la mano ' le dio untir!n al l!bulo de la ore%a del soldadoA &ste se despert! asustado ' abri! los o%os claros 'redondosA parecía un corzo azorado, con uniforme.

Reci&n despu&s de algunos instantes reconoci! al #mperador ' present!mec*nicamente el fusil, todavía semidormido, pero 'a temeroso e in+uieto. #l #mperadorlo de%! allí ' prosigui! su camino.

7odos los p*%aros saludaban con sus trinos al naciente día. #l viento se habíacalmado, los *rboles azulados ' brillantes estaban inm!viles ' silenciosos como si hubieran

echado raíces para toda la eternidad. /#s el último día de mi imperio6, pens! el #mperador.BSí, su abdicaci!n era 'a m*s +ue segura asta el alba se lo anunciaba ' el canto de los p*%aros le parecía de mal agero. 7ambi&n el rostro anaran%ado del sol +ue acechaba 'a,detr*s del espeso ' tierno folla%e verde, se le mostraba violento ' hostil. o sentía la paz dea+uella ma<ana de estío, ni +uería sentirla.

Sin embargo, por momentos, cuando cerraba los o%os mientras caminaba,comprendía +ue )ios ' su mundo estaban bien dispuestos hacia &l, ' +ue otros hombres aesa misma hora, ante el refle%o verde, azul ' oro del naciente día, se sentirían agradecidos 'felices. ?ero tuvo la sensaci!n de +ue el día se mofaba de &l. #l eterno sol de )ios surgíacomo siempre, desde tiempos inmemoriales como si no hubiera acontecido nada

e"traordinario, ni fuese %ustamente el día en +ue declinaba su estrella. Lo l!gico habría sido+ue reinase la tiniebla nocturna. ?ara no ver la creciente claridad del día volvi! a suhabitaci!n ' corri! las cortinas2 deseaba +ue la noche durara una horas m*s.

Se +ued! dormido sin desnudarse ' con las botas puestas. abía prohibido +ue lodespertaran ', sin embargo, tenían la audacia de hacerloA su primer pensamiento aldespertar, fue +ue hasta sus laca'os 'a no obedecían sus !rdenes2 pero era su hermano Luis,el m*s %oven ' m*s +uerido de sus hermanos. #staba de pie cerca del sof*A la dorada luz del

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sol penetraba con intensidad a trav&s de las cortinas cerradas, pero su hermano Luis teníaun aspecto p*lido, ceniciento ' trasnochado, parecía un %ir!n de la noche pasada.

 1Bo +uieren 1di%o simplemente cuando el #mperador abri! los o%os.

 1BLo sabía 1replic! &l, ' se levant!.

a resonaban aba%o, frente al palacio, las acostumbradas ovaciones, familiares a susoídos2 el pueblo gritaba como siempre2 /BFiva el #mperador6. Dste se enderez! ' di%o a suhermano.

 1H>'es #l pueblo +uiere +ue 'o viva, pero sus representantes +uieren mi muerte. o creo en la voz del pueblo, pero tampoco en la de sus representantesA s!lo he creído enmi estrella ' &sta 'a ha declinado.

Luis ba%! la cabeza, sin decir palabra. #ra %oven ' parecía +ue la desgracia lo tornara

m*s %oven ' m*s ingenuo ', sin embargo, creía +ue era su deber infundir *nimo al#mperador, para tratar de salvar al hermano +ue para &l era como un padre. ?or eso di%otímidamente2

 1B7odavía eres #mperador B#res el #mperador Bo debes renunciar

 1Renunciar& 1le contest! apole!n1. o esto' cansado, +uerido hermano2 hecambiado. o creo 'a en todo lo +ue he creído siempre2 en la violencia, en el poder ' en el&"ito.

?or eso renunciar&. 7odavía no puedo creer en lo otro, en el poder +ue no

conocemos. ?ero me encuentro como suspendido entre estas dos fuerzas. o creo 'a en loshombres, pero tampoco creo en )ios. ?ero lo siento, empiezo 'a a sentirlo.

0ientras le hablaba, sabía +ue su hermano no podría comprenderle, ' %uzgaría +ue el#mperador estaba fatigado ' +ue por eso deliraba.

#ra bueno, valiente ' fiel, ' a%eno a los confusos sentimientos de su hermanoA nocomprendía sus palabras ' su tristeza. #l #mperador lo sabía demasiado bien. ?ero hablaba, por+ue estuvo callado durante toda una noche, infinitamente larga ' tambi&n por+ue sabía+ue Luis, el m*s +uerido e ingenuo de sus hermanos, no podría entenderle.

Luis seguía cabizba%o. #n realidad estaba distante del drama +ue torturaba al#mperador. S!lo tenía una idea clara +ue lo llenaba de horror2 /B?ronto llegar*n B?rontollegaran6, pensaba.

 

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 VI

Llegaron a las diez de la ma<ana. 7enían rostros solemnes, tristes ' desesperados. #l#mperador los observ! atenta ' cuidadosamente a uno despu&s de otro2 el vie%oCoulaincourt, su hermano Jos&, el +uerido Regnault. Los dem*s esperaban en la sala delConse%o de ministros +ue +uedaba al lado. #n seguida fue anunciado $ouch&, el ministro de?olicía.

 15ue pase inmediatamente 1di%o el #mperador.

#ntr!2 hizo una profunda reverencia ' permaneci! tanto tiempo en esa actitud, +ue

se hubiera podido creer +ue tropezaba realmente con alguna dificultad para volver aenderezar la espalda ' levantar la cabeza. Llevaba en la mano derecha una cartera decabritilla verde oscura ' en la iz+uierda el sombrero ministerial. #l #mperador e"amin! alm*s feo de sus ministros con ma'or detenimiento +ue a los dem*s, como si +uisiese fi%ar ensu memoria, para todo el resto de su vida, la figura de ese hombre en todos sus detalles, ' lohubiera hecho llamar e"presamente con ese fin.

?arecía deleitarse en su observaci!n con el goce de un artista +ue ha encontrado unob%eto perfecto. /7odavía me teme6, pens! el #mperador. /-un podría molestarlo ' luegoani+uilarlo. #n a+uella cartera verde lleva mi sentencia de muerte, pero s!lo 'o puedofirmarla ' &l teme +ue me niegue a hacerlo. o me conoce, Bni lo conseguiría %am*s

H-caso el diablo conoce al Se<or BLe har& esperar un rato m*s B5u& e%emplar m*s perfecto B5u& armonía entre el rostro, las manos, la actitud ' el alma o lo de%& vivir 'actuar, como )ios de%a vivir ' actuar al diablo. -hora +ue 'a no so' un dios, vive de sus propios m&ritos ' ma<ana vivir* de la gracia de los ingleses, de los austríacos, de los prusianos ' del re'6.

 1B0íreme 1le orden! el #mperador.

$ouch& levant! por fin la cabeza. 5uiso decir algo, pero no pudo articular palabracuando sus o%os encontraron la mirada del #mperador. 0uchas veces había temblado anteesa mirada, pero ahora, por primera vez, lo paralizaba. Sinti! +ue sus labios estaban reseco,

+ue se negaban a formular una palabra ' los humedeci! instintivamente, con la p*lida puntade su delgada lengua. /B5u& armonía6, pens! el #mperador.

/o le faltan ni los m*s insignificantes movimientos +ue caracterizan a lasserpientes. BCu*nta verdad encierran las le'endas vulgares6.

 1#scriba a los se<ores +ue esperan, +ue pronto habr& terminado. B?uede sentirsesatisfecho

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$ouch& se acerc! a la mesa del #mperador. Coloc! su sombrero en una silla ' sinsoltar la cartera, tom! delicadamente con sus largos dedos una ho%a en blanco entre lasmuchas +ue había en la mesa, la apo'! sobre la cartera ' empez! a escribir de pie.

#l #mperador no le observaba 'a. Se dirigi! a su hermano ' le orden!2

 1B#scribe 1 comenz! a dictar.

/0e ofrezco como una víctima del odio +ue los enemigos de $rancia sienten por mí.>%al* +ue sus declaraciones sean sinceras ' sea verdad +ue persiguen solamente a mi personaE 3@nidos todos por el bien común a fin de conservar la independencia de la aci!nE6.

#n torno a &l estaban reunidos sus antiguos amigos ' sirvientes. #l calor estival penetraba en la habitaci!n por las ventanas abiertas, en oleadas violentas ' sofocantes. ose movía nada. Los hombres ' las cosas estaban paralizados, hasta las livianas cortinas de

muselina amarillenta colgaban ante las ventanas en pliegues inm!viles, como si estuviesen petrificadas. ?arecía tambi&n +ue afuera el mundo se hubiese paralizado, +ue ?arís 'a norespirara, ba%o los efectos del dorado calor m*s denso +ue el plomo. 7oda $rancia estabaentregada al soporA en medio del resplandor deslumbrante, dormía ' esperaba. Las aldeas 'las ciudades se adormecían mientras los enemigos se apro"imaban desde el norteA el pastoen los prados se marchitaba esperando ser pisoteadoA ' las espigas en los campos presentían+ue su madurez era inútilA pues a+uel a<o no habría grano molido ni pan horneadoA 'a seesperaba ver a los molinos diseminados en todo el país, inm!viles ' muertos. Solamente las piedras mudas, las calles ' calle%uelas respiraban todavía2 pero tambi&n su aliento no erasino calor inerte /E @nidos todos por el bien común a fin de conservar la independencia dela aci!nE6.

#staba dictando esta frase, cuando la aguda voz de una mu%er +ue desde la callegrit!2 /BFiva el #mperador6, penetr! inesperadamente por las ventanas abiertas. #se gritointerrumpi! el pesado silencio estival, como una centella +ue cae entre arbustos *ridos 'resecos. Los hombres +ue rodeaban al #mperador comenzaron a respirar con fuerzaA suso%os enteramente abiertos se volvieron vivamente hacia &l. -lguien se movi! con precauci!n como para cerciorarse +ue su inercia había terminado ' otros le imitaron. -unresonaba el eco del agudo grito de la mu%er ' le sigui! la vibrante aclamaci!n de miles devoces masculinas, +ue gritaban2 /BFiva el #mperador6. @no de los hombres +ue lorodeaban movi! sus labios como para lanzar tambi&n el grito habitual2 el #mperador loobserv! ' sus o%os le impusieron silencio con una e"presi!n tan amenazadora +ue la boca

del amigo +ued! abierta durante un rato ' casi todos cre'eron ver c!mo la ovaci!n moríaentre sus labios. )e cuando en cuando se escuchaba otra vez el grito de2 /BFiva el#mperador6.

Dl interrumpi! su dictado, pero no se volvi!. Se encontraba sentado de espaldas a lasventanas, por las cuales llegaban las ovaciones, como a prop!sito. ?ero, en realidad, no leinspiraban desagrado, sino solamente tristeza ' orgullo.

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?ensaba en la última frase +ue acababa de dictar. /E @nidos todos por el biencomún, a fin de conservar la independencia de la aci!n6. #sa frase la había pensado desdeel día anterior o la albergaba posiblemente desde hacía mucho tiempo en su coraz!n. -hora+ue la acababa de pronunciar ' darle vida, le pareci! +ue la mu%er ' la multitud reunidosallí aba%o, habían escuchado sus palabras. Dse era su pueblo, eran los hi%os de su $rancia

amada. Siempre supo decirles la palabra oportuna en el momento adecuado, ' antes de +ueles hablara, ellos le adivinaban ' le comprendían, tambi&n en a+u&l momento. Conocía atodos los +ue le aclamaban desde afueraA era el pueblo de los suburbios, los oficiales ' lossuboficiales de su e%&rcito, las mu%eres de pa<uelos ro%os, algunas engalanadas con violetas,eran todos los hi%os de la patria. ?ercibía claramente el dulce comp*s de la 0arsellesa enmedio del fragor de los timbales. )e pronto, penetr! por la ventana abierta, como unhu&sped bienvenido, una oleada del olor amado ' familiar2 el olor de la p!lvora ' de lossoldados del pueblo, de la sopa de campamento, de ramitas encendidas ' chisporroteantes,el olor de la tibia sangre humana.

#l #mperador fue asaltado por un impulso de orgullo, distinto del +ue solía

e"perimentar despu&s de una batalla victoriosa o de una entrevista con enemigos derrotados+ue le solicitan condiciones de paz2 era un hermano noble ' le%ano de ese otro sentimiento+ue le era tan familiar. #n la hora en +ue &l mismo se empe+ue<ecía ' ani+uilaba, el pueblode $rancia lo sostenía para colocarlo en el sitio perdurable +ue le habían levantado en sucoraz!n. 0ientras renunciaba a la corona +ue &l mismo se había ce<ido sobre las sienes, el pueblo le entregaba otra invisible, pero aut&ntica, +ue &l siempre se había afanado encon+uistar.

)urante su largo reinado, todo ese pueblo de $rancia le había parecido infiel 'voluble. -hora +ue abandonaba su cetro, era por en el verdadero #mperador de $rancia.Las ovaciones no disminuían. Las personas +ue estaban en la habitaci!n revelaban una

intran+uilidad aun ma'or +ue la del pueblo. #ntonces el #mperador orden!2 1BCierren las ventanas 1?ero los gritos, aun+ue atenuados ' le%anos, seguían

 penetrando en la sala.

#n ese momento uno de los hombres de%! escapar un violento sollozo, fue unrepentino ' vehemente desahogo, +ue pudo minar inmediatamenteA sin embargo, tuvo el poder suficiente para conmover a todos los dem*s, cu'os o%os se llenaron de l*grimas.

 10e es imposible seguir escribiendo 1di%o el hermano del #mperador, en voz mu' ba%a.

/B7ampoco en este momento me comprenden6, pens! el #mperador con tristeza./o me siento orgulloso e indiferente, pues conozco lo +ue es el dolor ' la melancolía mehace bien, casi podría decir +ue so' feliz. B mis amigos lloran #l m*s insignificante demis granaderos me hubiera comprendidoE6. Indignado orden!2

 1B$leur' de Chaboulon, si&ntese ' escriba

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/a terminado mi vida política. ombro a mi hi%o #mperador de los franceses conel nombre de apole!n6.

7odos callaban. S!lo se oía el rasguear de la pluma al correr sobre el papel. #n esemomento el ruido de una gota +ue caía sobre el papel interrumpi! el profundo silencio2 fue

un sonido duro, como si fuera una gota de cera, pero era una l*grima viva, +ue había caídode los o%os del +ue escribía2 &ste sec! fugazmente las +ue se le agolpaban con la manga.

#l #mperador le arranc! el papel ' firm! con apresuramiento, como era sucostumbre. #n el breve instante +ue tard! en hacerlo, brill! en sus o%os un noble destello+ue nadie percibi!, ' sus labios se contra%eron levemente2 todos cre'eron +ue sufría. ?erose e+uivocaban, pues s!lo era un gesto de desprecio.

Se levant!, abraz! al +ue acababa de escribir ' se despidi! de todos. abía firmadosu abdicaci!n ' no obstante lo embargaba el sentimiento de +ue hubiera sido reci&ncoronado.

 

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 VII

5ued! solo hasta el anochecer. Su a'uda de c*mara, al +ue tanto amaba, entr!llev*ndole un refrigerio de los +ue gustaban al #mperador, en sus momentos de soledad.#ra algo liviano +ue se podía comer r*pidamente. Los o%os apacibles del %oven estabanvelados ' tenía los p*rpados caídosA su rostro, siempre rozagante ' sanoA estaba ahoraamarillento ' su frente surcada por una infinidad de arrugas.

?arecía haber llegado de un duro peregrina%e o despertado de una terrible pesadilla.

 1Bo te va'as 1le di%o el #mperador1. Si&ntate ' toma a+uel libro ' se<al! con

el dedo una mesita en la +ue 'acían amontonados sin orden ni concierto. 1BL&eme algo,del principio o de donde tú +uierasA da lo mismo

#l %oven obedeci! ' tom! asiento. #ra un libro +ue trataba sobre -m&ricaA empez! aleer desde la primera p*gina, por respeto al libro ' al #mperador. Leía atentamente, con vozuniforme, como solía hacerlo en la escuela, cuando era muchachoA no se le escapaba nada2ni las particularidades del terreno, de las plantas o de los hombresA le'! muchas p*ginas sinatreverse a levantar los o%os, aun+ue se había levantado para acercarse a la ventana ' torn!luego a sentarse. 7enía la impresi!n de +ue el #mperador iba a hablarle, ' empez! asentirse intran+uilo ' a leer cada vez m*s r*pidamente.

 1BGasta 1le orden!1. B0írame

#l %oven se detuvo sin terminar la frase ' mir! al #mperador.

 1H7ambi&n tú has llorado, hi%o mío 1le pregunt!.

 1BC!mo no he de llorar, 0a%estad 1contest! el a'uda de c*mara ' sinti! +ue lasl*grimas afluían otra vez a sus o%os.

 1B0ira 1comenz! el #mperador. 7ú eres %oven ' todavía no tienes una ideae"acta del mundo ' de las le'es +ue rigen la vida. Recuerda +ue te vo' a decir, pero no lo

repitas ante todos ' tampoco lo escritas nunca. ?ues algún día, tú tambi&n +uerr*s escribirtus memoriasA todos los +ue hemos pasado por duras e"periencias deseamos anotarlas.

Gueno, guarda para ti lo +ue te digo2 todo obedece a le'es incomprensibles, peroinmutablesA las estrellas, los vientos, los p*%aros, los soberanos, los soldados, todos loshombres, todas las plantas. La le' +ue rige mi vida se est* cumpliendo.

-hora +uiero tratar de vivir Hme comprendes

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#l %oven asinti!.

 1B)ime 1le pregunt! el #mperador1. HLloras por mi desgracia HCrees +ue so'infeliz

#l %oven se levant! sin atinar a contestar. ?or fin abri! la boca ' di%o tímidamente 'en voz ba%a, mirando al suelo2

 10a%estad, 'o s!lo s& +ue me siento mu' desgraciado.

 1#ntonces vete 1di%o1. B5uiero estar solo

-hora en el silencio volvi! a escuchar las ovaciones d& la muchedumbre +ue seguíaaclam*ndolo incansablemente frente al palacio. La noche se acercaba2 pero, su pueblo, el pueblo de $rancia, era perseverante en su amor. Sabía +ue 'a no era su #mperador ' noobstante, sin tomar en cuenta su renuncia, no se cansaba de aclamarlo, igual +ue a+uella

noche en la +ue regres! triunfante. Seguía gritando2 /BFiva el #mperador6, como si &l nohubiese perdido la ma'oría de las batallas ' la vida de todos los soldados. 7odos no Ese leocurri! de súbito. su mentalidad militar, comenz! a hacer c*lculos involuntariamente '+uiz* por cent&sima vez2 le +uedaban aún cinco mil trescientos granaderos, seis milinfantes, setecientos gendarmes, ocho compa<ías de veteranos, ' el e%&rcito del general=rouchi estaba aún intacto. >lvid! los acontecimiento del día, su abdicaci!n, sus planesAs!lo escuchaba los gritos de /BFiva el #mperador6, las perseverantes ovaciones del pueblo' volvi! a sentirse el #mperador apole!n. Se dirigi! con paso r*pido ' decidido hacia lamesa, abri! los mapas. Su cerebro nunca había sido tan lúcido ' seguro como ahora. Suserrores le parecían desviaciones ridículas e infantilesA no lograba comprender por +u& habíasido tan ciego. Se sinti! súbitamente iluminado por una gracia. Imaginaba adivinar, conocer

los planes del enemigo, lo espiaba, para atraerlo a una trampa, lo enga<aba ' enredaba, lovencía ' ani+uilaba. veía al país libre de enemigos ' a &stos rechazados m*s all* de lasfronteras en el Continente ' a los ingleses hu'endo en sus barcos hacia las seguras costas desu isla Epero Hpor cu*nto tiempo estarían a seguro de los ata+ues del #mperador

-lgún día tambi&n atravesaría el mar, ese elemento +ue le había sido siempre hostilAllegaría el momento en +ue tambi&n &ste le sería favorable E' entonces se vengaría, Bsevengaría, Bsin duda

La habitaci!n estaba envuelta en tinieblas, pero el #mperador, absorto en sus mapas,ni si+uiera lo not!, pues en realidad 'a no leía en las cartas2 veía ante sus o%os los poblados

' las aldeas, los cerros ' el campo de batalla, todos los campos de batalla posibles ' futuros,muchos miles de campos de batalla. Inesperadamente, resucitaron tambi&n todos los+ueridos camaradas de los combates de su %uventud, todos los hermanos caídos2 generales 'granaderosA la muerte se los devolvía, no necesitaba 'a a nadie, podía vencer con losmuertos +ue habían regresado. #ra la batalla m*s grande de toda su vida, la m*se"traordinaria, la +ue superaba todas las reglas del arte militar2 el triunfo en todo sudramatismo, era casi un %uego gracioso.

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@n golpe en la puerta lo despert! de su ensue<o. $ue anunciado el ministro Carnot.7ra%eron dos candelabros encendidos ' tambi&n fueron encendidas las velas de la ara<a.Cuando el ministro entr! el #mperador le di%o2

 1B0e ha interrumpido usted

 1B?erd!n, 0a%estad 1contest! a+u&l.

 1Le perdono. ?ero me ha destruido la m*s bella de mis batallas. ?uedo vencer, puedo acosarlos hasta las fronteras.

 o necesito m*s soldados de los +ue dispongo. B?uedo vencer

#s demasiado tarde, 0a%estad. Se le prohibir* la permanencia a+uí. Cuando lleguenlos enemigos su vida correr* peligro. Los ministros no pueden garantizarle la seguridad.B7iene +ue marcharse

#l #mperador sinti! un calor insoportable, abri! una de las ventanas ' de golpellegaron hasta sus oídos las renovadas ovaciones de la muchedumbre, los fervorosos gritosde2 /BFiva el #mperador6.

5ued! inm!vil, dando las espaldas al ministro, mientras sus oídos recibían lasaclamaciones de su pueblo.

 1B-sí +ue tengo +ue partir B-l fin tengo +ue partir 1replic! el #mperador en vozmu' ba%a.

 

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 VIII

-+uel verano lleg! caluroso ' espl&ndido. #ra como el postrer ' radioso homena%e+ue le tributaba el país, la tierra ' el cielo de $rancia. ?arecía +ue el ciclo ' la tierra+uisieran decirle2 B#mperador apole!n a no podr*s contemplar otro verano franc&s.BLleva contigo el recuerdo del m*s hermoso +ue te podemos ofrecer

a no era un #mperador, era un prisionero en la 0almaison, residencia de su primera mu%er, la difunta #mperatriz Josefina. -hora vivía allí ortensia, la hi%a de ella. -veces le recordaba a su madre cu'as gracias amaba m*s +ue nunca en a+uel momento. Laforma de inclinar el cuello ' el modo de cortar las viandas o de reclinarse en el sill!n, cierta

sonrisa especial cuando escuchaba algo +ue no podía o no +uería comprender eran gestos+ue había heredado de su madre ' por eso la +uería el #mperador.

Sin embargo, e"perimentaba una especie de c!lera consigo mismo2 pues la#mperatriz Josefina, debía ser la única mu%er +ue debi! amar, como &l había sido el único#mperador del pueblo de $rancia.

 o tenía nada de +u& ocuparse ' s!lo le +uedaba el consuelo de sumergirse en losrecuerdos del pasado, +ue la residencia en +ue vivi! su primera mu%er despertabaconstantemente en &l.

 1-+uí paseaba con ella 1decía, mientras caminaba con el ministro Carnot, comosi a+uella arboleda hubiese sido el único sitio en +ue estuvo con ella1. HFe usted 1 continuaba, sin darse cuenta de +ue mientras tanto 'a había doblado por otro sendero1.-+uí la visit! mi hi%o. B5u& mu%er o tuvo reparos en visitar al ni<o, al hi%o de la otra, porla +ue en realidad había de%ado de ser #mperatriz, Bs!lo por asegurar la suerte del ni<oH>'e usted, Carnot

 1Sí, 0a%estad 1contest! el ministro.

Carnot era, desde hacía muchísimo tiempo, un enemigo del #mperador. Lo llamabatraidor de la libertad. Se caracterizaba por su coraz!n duro e infle"ible. ?ero mientras

 paseaba con el #mperador a la dorada luz del crepúsculo, escuchando sus palabras +uevelaban sentimentalmente la verdad ' ponían a descubierto sus errores ' sus penas,comenz! a reconocer, distintamente, +ue en el mundo tambi&n había otras le'es, adem*s dea+uellas a las +ue &l obedecía, le'es distintas de las convicciones inmutables, de laconciencia, de la fidelidad ' la tradici!n.

 10a%estad 1dí%ole con la ruda sinceridad del vie%o %acobino1 al escuchar sus palabras, me pregunto, por +u& le consider& durante tanto tiempo como un traidor. B-hora,

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aun+ue demasiado tarde, creo +ue es usted el hombre m*s leal del mundo

 1?ara eso nunca es demasiado tarde 1contest! en voz ba%a el #mperador.

Su a'uda de c*mara les sali! al encuentro anunciando ala condesa (aleZsa. 7enía

la impresi!n de +ue hubiera transcurrido muchísimo tiempo desde la última vez +ue la vio.

Llevaba de la mano a su hi%o, el hi%o de &lA estaba vestida de negro ' tenía el rostromedio velado. #l emperador se estremeci! por espacio de un segundo ' se detuvo inm!vilA pues le pareci! +ue había venido a su entierro, ' +ue &l era 'a un cad*ver. 5uiz*s ella percibi! estos pensamientos, fue a su encuentro ' se inclin! al darle la mano. Dl la tom! del brazo ' la condu%o a la habitaci!n +ue fuera arreglada con el prop!sito de consolar a la#mperatriz Josefina, haci&ndole creer +ue tenía la intenci!n de pasar muchas horas a sulado.

)io la mano al muchacho, sonri! ' esper! unos instantes, mudo, de pie, frente a la

mu%er. @n par de veces la invit!, con un movimiento de la mano, a sentarse en el sof*. ?eroella no se movi!.

 15uería verle, una vez m*s 1dí%ole ella.

?oco tiempo atr*s su rostro era delgado ' fino como cuando la conoci!. -hora parecía *rido, ' demacrado. Con +u& rapidez se marchita la belleza de las mu%eres, cuandoaman ' sufren. @na delicada peluca rubia cubría como un suave musgo sus p*lidas ' finasme%illasA su boca parecía una breve línea. Sus me%illas estaban desnudas, secas ' hundidas.

Los labios formaban estrecho ' severo trazo.

 17engo +ue pedirle perd!n, ma%estad 1di%o a+uella boca recelosa.

 1Bo Bo )e ningún modo 1e"clam! desconcertado el #mperador.

 1BSí 1contest! la condesa1, por eso vine a+uíA tengo +ue decírselo. B7engo +uedecírselo 1repiti! con convicci!n.

 1Gueno, Bpor favor 1contest! el #mperador, casi con impaciencia.

Dl sabía mu' bien lo +ue le +uería decir.

#lla callaba, temerosa por su impaciencia. #n a+uel momento todas las palabras +uehabía preparado, se desvanecieronA ' no pudo ni si+uiera llorar.

#l #mperador se adelant! ' apo'! suavemente sus manos en los brazos de ella,acercando a su rostro sus grandes o%os claros ' le di%o2

 1@sted me +uiere confesar +ue no me ha amado siempre.

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ace 'a mucho tiempo +ue lo s&. @sted ha amado solamente a ?olonia, su patria.-cept! mi amor por libertarla. a despu&s aprendi! a amar un poco al #mperador. Ho esasí H#s eso lo +ue usted me +uería decir

 1Bo es todo 1contest! ella.

 1Ha' algo m*s 1le pregunt! &l.

 1B5ue ho' lo amo, 0a%estad 1replic! ella ' levant! el rostro casi con desafío1.-hora amo solamente a ustedA no amo 'a a mi patria ni al #mperador. o +uiero seguirle acual+uier parte donde usted va'a.

#l #mperador retrocedi! sorprendido. Call! un rato, luego habl! con la voz dura 'met*lica en +ue solía dirigirse a los soldados2

 1BF*'ase, condesa o ha' lugar a mi lado. BF*'ase por favor o la amo todavía.

Bo la olvidar& nunca

La contempl! mientras salía orgullosa ' erguida sobre sus fuertes ' esbeltas piernas+ue tanto amaba. Caminaba con a+uel paso audaz +ue conmovía todo su cuerpo ' conferíama'or vigor ' elegancia real a sus d&biles ' delicados hombros.

?ens! +ue había sido demasiado duro con ella. ?ero era la única mu%er de la +ue sesabía comprendido, +ue amaba hasta su dureza, ' +ue por cierto, comprendía tambi&n +ue&l no hubiera podido seguir a su lado. #scuch! un rato2 percibi! sus sollozos ' la voz deortensia +ue trataba de consolarla.

Se sinti! asaltado por una gran impaciencia2 no +uería permanecer allí ni una horam*s. abía cumplido su destino ' se sentía atraído por nuevos horizontes. izo venir a suhermano, a sus amigos Gassano, $labaut ' Lavallette.

 15uiero irme 1les di%o con voz imperiosa1. H)!nde espera el barco H)!ndeest*n los pasaportes H- d!nde se me permite ir, por fin B5uiero irme, +uiero irme

 1Los enemigos est*n 'a a+uí 1le contesto con absoluta calma el general Lavallette 1. Los prusianos est*n en Gourget.

 1H los Ingleses 1pregunt! el #mperador.

 1B7odavía no han sido vistos 1respondi! el general.

#l #mperador abandon! bruscamente la habitaci!n.

Los cuatro hombres enmudecidos se miraron con sorpresa.

-ntes +ue alguien pudiera proferir una sola palabra, el #mperador volvi! vestido

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con el uniforme de los cazadores de la guardia, con la espada, las botas ' las espuelas.

 1Bo los rechazar& 1grit! tan fuerte +ue hizo tintinear la ara<a de cristal1. B5ueensillen los caballos o los rechazar&.

Bo lo puedo todo, por+ue los soldados franceses son capaces de todo Fa'an a decira los se<ores diputados +ue deseo plenos poderes para contener a los prusianos. o necesitoninguna corona. o so' 'a el #mperador Becesito una divisi!n BSo' un divisionario

Call!. 7odos +uedaron mudos ' perple%osA solamente la ara<a temblaba ' tintineabaaún. #n a+uel momento reson! afuera el canto de los soldados en marcha. Se o'! conclaridad la orden de alto del oficial, ' el golpe seco ' fuerte de las botas al reunirse. Lossoldados hicieron frente ante el palacio ' gritaron2 /BFiva el #mperador6.

 1B0a<ana saldremos a caballo 1ordeno el emperador.

 

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 IX

Bo o saldría ma<ana. -penas los hombres hubieron abandonado la habitaci!n, el#mperador comprendi! +ue no le permitirían mandar ni una sola divisi!n )esabroch! suespada ' la tir! sobre la mes!. Llam! a su a'uda de c*mara ' se hizo +uitar las botas ' eluniforme. Se sentía ridículo, su impulso había sido infantil, pertenecía a sus vie%os sue<osA por+ue +uien ha perdido una gran batalla como #mperador, no puede ganar una pe+ue<acomo coronel o general. Lo comprendía, pero no di%o nada cuando se le comunic! +ue leestaba prohibido defender la ciudad. ?arís esperaba 'a a los enemigosA &l lo sabía, aun+ueafuera siguieran gritando2 /BFiva el #mperador6. ?arís esperaba a los enemigos del re' 'las ovaciones no tenían 'a sentido actual sino hist!rico.

#ran como las aclamaciones en la escena. o estaban destinadas al apole!nviviente sino al muerto inmortalizado.

Solamente le +uedaba despedirse ' marcharse mu' le%os a donde +uisieran arro%arlolos malos o buenos vientos.

#staba resignado a de%arse llevar por cual+uier corriente, hasta lo deseaba 'a. Sedespidi! brevemente de sus hermanos, de su hi%a, ' de los amigos. $altaba la despedida m*sdifícil2 la de su madre.

#sper! a su madre en la habitaci!n m*s oscura de la casa2 la biblioteca. acíamucho +ue sus o%os iban debilit*ndose ' se hacían susceptibles a la luz. Lleg! vestida denegro ' sin %o'as, sostenida por dos damas de compa<íaA el a'uda de c*mara del #mperadorla seguía. Cuando entr!, la sala pareci! oscurecerse aún m*s. 7enía un aspecto tanma%estuoso ' fuerte, a pesar de +ue caminaba apo'ada, ' parecía tan en&rgica en contrastecon su rostro, fino, p*lido ' demacrado, +ue en seguida llen! la habitaci!n con el alientosobrio de su melanc!lica dignidad. ?ro'ectaba sombra, era como si no viniese a despedirsedel hi%o, sino a un entierro.

Se iban desvaneciendo lentamente los delicados refle%os de oro ' marr!n de loslomos de los libros +ue cubrían las paredesA la sala, 'a de por sí oscura, por las pesadas

cortinas verdes corridas delante de las ventanas, +ued! en las tinieblas. S!lo veíaconfusamente el p*lido rostro de su madre ' el brillo de sus grandes ' d&biles o%os negros.- una se<al su'a, el hombre se retir! ' las mu%eres lo siguieron, ' entonces el #mperadorsostuvo a su madre. )ebía conducirla apenas cinco pasos hasta el ancho sill!n verdeoscuro, pero deseaba +ue a+uel trecho se alargara cada vez m*s, se detenía a cada paso, sesentía m*s d&bil aun +ue su madre, le temblaban las rodillas ' los brazos. #lla se apo'abaen su brazo derechoA ' &l le tomo su mano ' la besaba a cada paso. #ra una mano grande 'fuerte, con dedos largos ' regordetes, con pe+ue<as arrugas en los nudillos ' u<as de una

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 blancura asombrosaA estaba surcada por grandes venas azules ' la mu<eca era huesuda 'musculosa. BCu*ntas veces lo había castigado ' tambi&n acariciado a+uella mano, pero aunen el castigo había sido como si lo acariciara. Folvía a sentirse ni<o ' +uedaban borradoslos agitados a<os de su gloria ' de su omnipotenciaA la contemplaci!n de la mano maternalo retornaba a su infancia ' a su %uventud ' cada vez +ue volvía a llevar a sus labios la

mano de su madre abdicaba su poderío. 0ientras la acomodaba suavemente en el sill!n, sucodo roz! por un segundo su seno abultado ' un saludable estremecimiento recorri! su brazo, llegando hasta su coraz!nA era el voluptuoso temblor del ni<o ante el pecho de lamadre.

#lla era m*s alta +ue &l, ' esto lo hacía sentirse pe+ue<oA empu%! una silla cerca delsill!n, pero hubiera deseado sentarse en un escabel, a sus pies. Se sent! frente a ella, susrodillas casi se tocabanA su aspecto era cada vez m*s pe+ue<o, se agachaba casi, de%andocaer su cabeza sobre el pecho.

 1B0írame 1le di%o la madre con voz profunda ' sonora ' apo'! sus dedos en el

ment!n de su hi%o para levantarlo.Dl obedeci!, levant! un instante la cabeza e inmediatamente la volvi! a inclinar,

mientras un estremecimiento le hacía temblar los hombros. La madre abri! sus brazos ' &lca'! hacia adelante, ocultando el rostro en su regazo. Sus dedos empezaron a acariciarle loscabellos lisos, primero lentamente ' luego, cada vez con m*s rapidez, casi con frenesí,sentía con voluptuosidad maternal c!mo se erizaban ' volvía a alisarlos, acarici! la ra'a desu peinado, se inclin! ' bes! la cabeza de su hi%o, mientras lo tenía su%eto con fuerza de loshombros, como si temiese +ue se le escapara. ?ero &l no lo deseaba, al contrario, hubiera+uerido poder reposar eternamente de ese modo descansando en el suave regazo de lamadre, sobre su vestido negrísimo. Los cari<osos dedos maternos seguían acariciando su

cabeza, su boca murmuraba algunas palabras en el antiguo dialecto de su patriaA &l nocomprendi! del todo su significado ni le interesaba saberloA le bastaba el acento familiar desu voz, el sonido del idioma materno. ?ens! +u& sería buenos descansar m*s a menudo enel regazo de la madre. Se +ued! completamente inm!vilA su madre se estremeci! por uninstante ' le di%o2

 1Lev*ntate, lev*ntate, abulio 1le di%o /abulio6 como solía llamarlo cuando eramuchacho.

Dl obedeci! en seguida, ' en sus o%os secos resplandecía un destello duro ' cortanteA parecían llenos de l*grimas heladas.

 10e vo'E 1le di%o a su madre.

 1o te abandonar&, hi%o mío B7e seguir& a cual+uier lugarA a ti +ue eres el m*shermoso ' +uerido de todos mis hi%os

 1)ebo partir solo, madre 1le contest! &l, con voz clara ' firme. temiendo habersido demasiado duro, agreg!12 B?uedes estar segura +ue regresar&, madre BFolveremos a

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vernos

0entía, ' ambos lo sabían mu' bien.

#lla se levant! ' dirigiose hacia la puerta, pero luego retrocedi! ' tomando con

ambas manos la cabeza de su hi%o, lo bes! en la frente. -bri! la puerta ' sali!A el#mperador la sigui! hasta la escalera, pero desde el momento en +ue se le acercaron lasdamas de compa<ía, ella no volvi! la mirada hacia atr*s. 0ientras la contemplaba ba%ar conla espalda firme ' erguida, con los hombros armoniosos ' el paso seguro, grit! con fuerza2

 1B-di!s, madre

#lla se detuvo en el penúltimo pelda<o, se volvi! ' contest!2

 1B-di!s, hi%o mío

#l #mperador retrocedi! r*pidamente ' se dirigi! a la estancia de cielorraso celestede la difunta emperatriz, ' se +ued! parado por un buen rato frente a la enorme cama. #racasi tan grato como descansar en el regazo de su madreA solo e"istían estas dos felicidad, elregazo de su madreA ' el lecho de la amada, ' +uiz*s otra, todavía desconocidaA 'a llegaríael momento en +ue e"perimentaría el abrazo de la muerte, su vie%a ' +uerida hermana.

-lboreaba casi cuando el #mperador fue a su cuarto a +uitarse el uniforme2 visti!una cha+ueta parda, a sombrero redondo, pantalones azulesA se abroch! la espada a lacintura ' abandon! el palacio por una puerta trasera. #l pueblo esperaba por el otro lado,frente a la puerta principal, gritando incansable e invariablemente2 /BFiva el #mperador6.

Dste se detuvo un momento para escuchar una vez m*s las insistentes ovaciones desu pueblo. @na carroza vacía esperaba frente a la puerta principal, para hacer creer a lamultitud +ue el #mperador tenía la intenci!n de via%ar en ella. Los grillos nocturnoschirriaban d&bilmente, ' el día despuntaba glorioso ' triunfante. a se oían los primerostrinos de los p*%aros.

#l #mperador subi! precipitadamente en el coche, como si hu'era del sol. o mir!atr*s. Corri! las cortinas de las ventanillas ' con voz firme ' tran+uila orden!2

 1B-delante

el coche se puso en marcha.

Las ruedas rechinaban suave ' melanc!licamente ' los e%es gemían como voceshumanas.

 

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?ronto se +ued! dormido. #l sol surgi! *ureo ' espl&ndido como siempre. acíatanto calor como al mediodía. Los tres compa<eros del #mperador callaban ' contemplabansu rostro dormido. #staba p*lido ' amarillento, sus labios se entreabrían de vez en cuando,descubriendo sus dientes regulares, duros ' brillantes, ' volvían a cerrarse de%ando escaparun pe+ue<o suspiro.

Ga%aron sin ruido los vidrios de la ventanillas, pues el calor en el coche se haciaintolerable. La corriente de aire fresco despert! al #mba%ador. -bri! sus grandes o%osclaros, pas! la mano por su frente ' durante un segundo mir! con e"tra<eza a sus

acompa<antes, como si no los reconociese.

Luego les sonri! como para e"cusarse de su recelo ' pregunt! si había dormidomucho tiempo ' d!nde estaban.

 1Cerca de ?oitiers 1le contest! el general Gaer.

?oitiersE B+uedaba aún mu' le%os de la costa #l #mperador estaba impaciente,deseaba alcanzarla lo antes posible.

 1B-presur&monos, se<ores 1di%o dirigi&ndose a sus compa<eros1. Siento

nostalgia por el mar. B5uiero ver el mar

#llos callaron e"tra<ados ' algo temerosos. Las palabras imperiales les causabanestupor ' cambiaron entre sí algunas miradas intran+uilas. #l #mperador lo not!, sonri! 'di%o2 o debe sorprenderles +ue sienta nostalgia por el mar.

a esto' harto de la tierra. #l destino tiene a veces ocurrencias tan simples como lasde un poeta ingenuo. e nacido en medio del mar ' deseo volver a contemplarlo. 0egustaría tambi&n ver otra vez C!rcega, mas eso no me ser* posible. ?ero el mar, cual+uiermar me recuerda a C!rcega.

 inguno de ellos entendía e"actamente lo +ue &l decía, pero todos revelaban rostrossolemnes ' atentos. #l vio mu' bien +ue no le comprendían. /B5u& le%os esto' 'a de loshombres 1pens!1. ace una semana ellos interpretaban una se<al de mi dedo, unamirada, cada movimiento de mis labios ' ahora no entienden ni mis palabras m*s sencillas.7engo +ue hablarles de cosas mu' simples6. por agradarles, pidi! tabaco, aun+ue ena+uel momento no lo deseaba.

Le fue ofrecida una taba+uera abiertaA &l se sirvi! una pizca ' la aspir! despacio, con

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aparente voluptuosidad, ' luego cerr! la tapaA su mirada se detuvo en ella en el momento en+ue la iba a devolver. 7enía un retrato en miniatura de la #mperatriz Josefina, con el+uerido rostro sonriente, las anchas me%illas morenas, el grande ' fino arco de la boca.

Su cuello fuerte ' esbelto relucía, sus pe+ue<os ' delicados senos asomaban

seductores ' armoniosos por el escote. #l #mperador contempl! detenidamente la pe+ue<ataba+uera, pas! la mano por la tapita ' cerr! los o%osA luego la llev! a los labios ' di%o2

 1=eneral, Hpuedo +uedarme con ella

#l general asinti! sin abrir la boca. #l #mperador se +ued! con la taba+uera en lamano ' cerr! los o%os. ?oco despu&s volvi! a dormirse.

-l anochecer llegaron a iort. #l #mperador fue alo%ado en el hotel /- la bola de>ro6. o fue reconocido al instante.

#l hotelero gordo sali! silenciosamente a su encuentro.

?arecía una bola de goma ro%a ' se movía como si un %ugador invisible lo empu%arahacia sus ob%etos habituales.

asta al subir las escaleras parecía rodar hacia arribaA abri! la puerta de lahabitaci!n, ' trat! de hacer una reverencia +ue fracas! completamenteA estabadesconcertado por la suntuosidad de la carroza ' la elegancia de los via%eros. Con une"altado respeto se dirigi! al #mperador.

 1#"celencia, a+uí est* la habitaci!n.

 1B#ste título podría darle al se<or 7alle'rand 1murmur! el #mperador.

Cuando el tabernero dio muestras de +uerer retirarse, lo cogi! por la cha+ueta ' leordeno2

 1B5u&dense

-rro%! sobre la mesa el sombrero redondoA entonces el tabernero vio su frente, elmech!n de cabellos negros, los o%os clarosE +ued! paralizado de estupefacci!n. -ba%o, ensu sala de hu&spedes, colgaba el retrato del #mperador con la cabeza descubierta. -+uel

rostro estaba pintado en todos los platos ' grabado en los mangos de todos los cuchillos 'en los cerebros de los hombres, de tal modo +ue %am*s lo podrían olvidar. -+uel se<or se parecía al #mperadorE #l hotelero retrocedi! un paso atr*s, hacia la puerta. >scil! duranteun rato entre el impulso de caer de rodillas ' el temor +ue le aconse%aba abandonar lo m*s pronto posible la habitaci!n. #l #mperador not! su angustia, sonri! ' repiti!2

 1B5u&dese o tenga miedo.

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#ntonces el hotelero estuvo seguro de +ue se encontraba en presencia del gran#mperador. 5uiso arrodillarse, pero su figura corpulenta se lo impidi! ' atin! únicamente atirarse al suelo, +uedando en esta forma a sus pies, balbuceando frases incomprensibles.

 1BLev*ntese 1le orden! el #mperador, ' el hombre obedeci! con inesperada

agilidad ' +ued! parado cerca de la puerta, toc*ndola con su espalda redonda, mientras susgrandes o%os saltones rodaban desorbitados ' llenos de sorpresa en todas direcciones, dandotambi&n la impresi!n de dos bolas.

#n a+uel momento lleg! por la ventana el alegre relinchar de los caballos, las fuertesvoces ' las roncas risotadas de los hombres. Inmediatamente el #mperador se acerc! a laventana. #n la plazoleta, frente a la posada, se agrupaban unos soldadosA eran sus soldados %unto a sus caballos. ?or un instante se olvid! de todo2 de su abdicaci!n ' del mar, +uehacía poco e"tra<aba tanto. -hora veía solamente a sus soldados.

Se olvid! tambi&n del hotelero, +ue seguía apo'ado en la puerta como un

aut!mataE @no de los soldados levant! la cabeza hacia la ventana ' reconoci! al#mperador.

Inmediatamente todo se agruparon deba%o de la ventana, mirando con rostrosanhelantes, mientras +ue de sus gargantas brotaba el vie%o ' apasionado grito de2 /BFiva el#mperador BFiva el #mperador6.

Dste se dio vuelta hacia el hotelero, +ue seguía de pie, cerca de la puerta. 7ambi&n &lgritaba2 /BFiva el #mperador6, chillando con tanta fuerza como si estuviese al aire libre 'no a dos pasos de &l. #n ese momento alguien pidi! permiso para entrar en la pieza 'anunci! +ue los enemigos estaban 'a ante las puertas de ?arís ' +ue había empezado el

fuego de artillería.

 1B#scriba en seguida a ?arís 1orden! el #mperador.

#l general se sent! ' el #mperador comenz! a dictar2

/#speramos +ue ?arís se defender* ' +ue los enemigos puedan conceder una tregua,mientras duren las negociaciones +ue han entablado vuestros emba%adoresE ?od&isdisponer de vuestro #mperador como de un general, +ue s!lo desea ser útil a su ?atriaE6.

?ero apenas el general hubo salido de la habitaci!n llev*ndose el mensa%e, el

#mperador se sinti! otra vez agobiado por el malestar 'a familiar, el dolor, el desaliento 'el arrepentimiento por la carta +ue acababa de dictar. o era 'a #mperador. abíaabdicado. HC!mo había podido creer un solo instante +ue era todavía un general #l país nolo necesitaba. BLo echaba hacia la costa desde la cual lo había con+uistado Dl lo sabíademasiado bienE

 

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 XI

B?or fin se encontraba a orillas del mar +ue tanto había anhelado B- orillas deleterno mar #staba sentado en una pe+ue<a pieza, en el primer piso de una casita en IledY-i".

La cama, la mesa ' el ropero, eran negros, seme%aban ataúdes de &bano. #l#mperador se despert! varias veces durante la nocheA el mar le impedía dormir. BCu*ntotiempo había transcurrido desde a+uella le%ana &poca en +ue podía dormir tran+uilamente,arrullado por el susurro del mar

#ntonces era %oven ' adem*s era la voz del mar de su terru<o, el mar C!rcega,mientras +ue este otro, hasta cuando agitaba sus olas espumosas, parecía revelar en mediode su ira una especie de voluptuosidad amante ' sus ondas tormentosas seme%aban m*s bienacariciar +ue asaltar la costa. -sí lo recordaba el #mperador a+uella noche, cuando al no poder dormir, abri! la ventana ' se +ued! escuchando el bramido regular ' borrascoso delas olas al romperse en las rocas costeras. B-h, +u& bello era el mar de C!rcega ?ero esteotro no era un mar de $rancia, ' sus olas parecían hablar ingl&s, el idioma del enemigoeterno. - unas dos millas de distancia se podían contemplar, desde la ventana, las luces del barco brit*nico, +ue esperaba2  Bellerophon, ' el de su capit*n Maitland . /#stos nombresser*n recordados en la historia únicamente por mí 1pens! el #mperador1 aun+ue no lomerecen. Bellerophon  '  Maitland . Cuando pasen muchos siglos se hablar* de ellosE el

 barco 'acer* en el fondo del mar o sus restos habr*n servido para construir otro nuevoA elcapit*n 'a estar* descansando en el fondo del mar o en un cementerio ingl&s.

6o tambi&n estar& muerto ' enterrado probablemente en un ataúd m*s s!lido. ?erola carcoma lo roer* lo mismo algún día. Ser* un ataúd como el ropero de &bano de estecuarto, igual +ue esta cama negra en la +ue descanso ' +ue 'a parece un sarc!fago. ?ero susnombres no perecer*n.

6 Maitland  ' Bellerophon, Bellerophon ' Maitland E6.

Lleg! su hermano Jos&. #l #mperador lo esperaba desde hacía tiempo. Cuando

entr!, pens!2 /ubieras debido venir antes6. ?ero s!lo le di%o2

 10e alegra mucho verte 1' se abrazaron fríamente.

 1H +u& ha' 1pregunt! el hermano, como si le e"igiese una e"plicaci!n.

 1S& a +u& te refieres 1contest! el #mperador1. ?reguntas si me he resuelto a huirde los ingleses. Bo e decidido entregarme a ellos.

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 1HLo has pensado bien

 1o. o lo he considerado. ace mucho tiempo +ue no refle"iono, desde +ue hecomprobado +ue mi cerebro falla.

0e confío a mi coraz!n. S& mu' bien +ue me %uzgar*n ingrato, mu' desagradecido.-lgunos hombres mu' nobles abrigan el pro'ecto de hacerme huir ' probablemente tienen poder para ello. ?ero 'o no lo +uiero Ho'es Bo +uiero - veces, cuando duermo ' es tanraro +ue pueda dormir veo cad*veres ' cad*veresA todos los cad*veres +ue 'acen a lo largode mi camino. Si se los amontonara, formarían una monta<a, hermano míoA si se lose"tendiera, su superficie igualaría a la inmensidad del mar. Bo puedo HCu*ntos ca<onazoshan sido disparados por mi causa H?uedes contar los disparos o si+uiera las piezas deartillería o +uiero +ue se dispare ni un solo tiro m*s por culpa mía. H0e comprendes

 1Corres peligro 1le replico su hermano1. ?ueden matarte en cual+uier momento.

 1#ntonces, s!lo perder& otra vida m*s 1le contest! el #mperador1. Ba he perdido tantas

Se recost! en la cama negra entre los altos almohadones ' entorn! los p*rpadosAsobre una mesita de &bano +ue estaba al lado su'o, había un candelabro de tres brazosA lastr&mulas llamas refle%aban en su rostro un maligno %uego de luces ' sombras. Su hermanotuvo la impresi!n de +ue el #mperador 'a estuviera muerto ' vel*ndose en su capillaardiente.

/0i hermano debería partir solo, llev*ndose el dinero +ue ha ganado ' +ue ha podido salvar. H5u& desea aún de mí6, pens! el #mperador.

 1B)&%enme todos 1di%o1. o se preocupen por mí, mi destino se cumple.0*rchate al uevo 0undo ' comienza una vida nueva.

#"periment! otra vez la vaga sospecha, +ue lo atormentaba2 todos le amaban '+uerían salvarle, pero como hasta su desgracia confería fama a sus nombres no +ueríansepararse de &l, del mismo modo +ue antes se habían acogido a su buena estrella.

 1B)&%enme por fin 7engo el mismo destino +ue 7emístocies. #l tambi&n estuvosolo. e resuelto entregarme a los enemigos. e escrito al príncipe regente de Inglaterra.0e confío a sus manos.

 17engo +ue advertirte, una vez m*s, +ue te har*n prisionero, te encerrar*n en una %aula como a un animal peligroso. 0i informaci!n es de aut&ntica fuente. #l capit*n0aitland ha recibido una orden secreta del almirante para hacerte subir a bordo de su barcocueste lo +ue cueste, usando el enga<o o la violencia 1di%o el hermano.

 1o necesitar* recurrir a ninguno de los dos medios. 0a<ana o pasado, a m*stardar, saldr& voluntariamente a su encuentro.

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 1B#ntonces, no nos +ueda otra cosa +ue despedirnos 1di%o el hermano, confrialdad casi hostil, ' se levant!.

#l #mperador lo imit! ' abri! sus brazos. Se besaron dos veces, en la me%illa ' en lafrente.

 1o volveremos a vernos m*s 1le di%o el emperador.

#sper! con ansiedad +ue el hermano le respondiera2 /BLl&vame contigo Bo no teabandonar&6.

?ero el hermano s!lo le di%o2

 1Folver*s. osotros lucharemos ' traba%aremos por tu regreso.

/B?obres luchadores6, murmur! el #mperador. agreg! con voz fuerte ' dura2

 1B-di!s

Se volvi! hacia la ventana ' sigui! escuchando el ruido regular ' tormentoso de lasolas, a las +ue habría de entregarse al día siguiente o subsiguiente. BSí Se entregaría a un barco enemigo ' a las olas hura<as.

 

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 XII

Se acost! mu' temprano, sin desnudarse. #l sol estival, grande ' magnífico,desaparecía lentamente en el marA su luz ro%iza como una enorme fogata se refle%aba en losvidrios de la ventana ' en la resplandeciente superficie de los muebles. Las blancasalmohadas en las +ue descansaba el #mperador, parecían ba<adas en sangre dorada. #lrefle%o ro%izo ilumin! durante un largo rato su rostro dormido, d*ndole el aspecto dem*scara de cobre. - poca distancia de la cama estaba sentado su a'uda de c*mara, en unade las duras sillas negras.

#l #mperador le había ordenado +ue le despertara a la media noche.

#l refle%o ro%izo palideci! ' una luz gris*cea ' plateada inund! la habitaci!nA a ladistancia, se encendía ' apagaba el faroA por los vidrios de la ventana penetraba su fugazrefle%o.

Reinaba un silencio profundo, interrumpido solamente por la respiraci!n apagadadel #mperador +ue dormía ' por la voz airada del mar despierto eternamente. #l sirvienteno se movía. >scureci!, pero &l no encendi! ninguna luz. )e cuando en cuando, miraba el pe+ue<o relo% colocado sobre la chimenea. #l tiempo transcurría lentamente, las horas no pasaban como de costumbre, a pesar de +ue el tic tac del relo% era como siempre regular.)esde la torre de la iglesia se oía el profundo clamor de las campanas. ?ero entre un

campanazo ' otro, parecían abrirse eternidades negrísimas, repletas de un silencio sombrío.

#l muchacho se mantenía derecho, pues temía dormirseA por fin se levant!cuidadosamente ' atraves! de puntillas la estanciaA sin embargo, a pesar de la suavidad desus pasos, el #mperador despert! en seguida, se enderez! ' pregunt!2

 1H5u& hora es

 17odavía no es medianoche, 0a%estad 1le contest! el a'uda de c*mara.

 1H#st* todo preparado

 1acia las once todo estar* cargado, 0a%estad.

 10u' bien 1di%o el #mperador, ' se +ued! aún acostado con los o%os abiertos.

)e pronto sinti! +ue la puerta se abría súbitamente.

5uiso pedir a'uda pero no logr! articular ninguna palabra.

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Sabía mu' bien +ue estaba recostado allí, completamente impotente, pero al mismotiempo veíase paseando con botas ' espuelas por la gran sala ro%a de las 7ullerías. La puertavolvi! a cerrarse, pero no era 'a la puerta del pe+ue<o ' mísero cuarto en el +ue 'acíaabandonado e impotente, sino la enorme puerta de dos postigos de las 7ullerías, con susdinteles dorados. #ntr! un anciano con pasos temerosos, inclin*ndose continuamenteA

llevaba una larga vestidura ro%a, ba%o la cual se veían sus lisos zapatos su%etos con hebillas.#l #mperador se levant! de la cama, se sentía ligero ' %oven, ' atraves! la sala con botas 'espuelas, para ir al encuentro del ancianoA a cada paso +ue daba sus espuelas sonaban cadavez con m*s fuerza, aun+ue la espesa alfombra debería atenuar su ruido, ' tambi&n suespada golpeaba demasiado fuerte sobre el charol de las botas.

 1Si&ntate, Santo ?adre 1le di%o el #mperador, ' acerc! al anciano un ancho sill!nde terciopelo ro%o, e"tra<*ndose de tratarle de /tú6.

#l anciano se sent! ' arregl! cuidadosamente sobre sus rodillas los pliegues de suvestidura, mientras trataba de ocultar con pudor sus zapatos con hebillas. Cruz! las manos

sobre el pecho ' el #mperador not! +ue eran blancas ' delgadas, surcadas por innumerablesvenitas azules.

 10a%estad 1pregunt! el anciano, mientras sus labios viol*ceos temblaban un poco 1, Hpara +u& me ha hecho usted venir

#l #mperador se puso de pie frente al anciano ' le contest!2

 1B?or+ue so' el #mperador apole!n ecesito la corona ' la bendici!n del cielo. o so' de a+uellos +ue van en peregrina%e hasta Roma. 7ambi&n he doblegado al cielo.

e traído el cielo a la tierra. H5u& es Roma comparada con el ciclo Las estrellasson mis amigas. H5u& vale el trono de San ?edro comparado con las estrellas 5uiero lacorona imperial ' necesito +ue sea consagrada. asta las estrellas divinas me han bendecido ' para +ue los hombres lo crean te hice venir a ti, Santo ?adre.

 17ú eres solamente un #mperador contest! el anciano.

 o comprendes a las estrellas. Conmigo has empleado la violencia. BCon todosutilizas la violencia 7odos te obedecen, pero la obediencia +ue poseen los violentos esdistinta de la +ue gozo 'o. B?ues 'o no so' un violento So' el único impotente +ue teobedece E' esto ser* tu ruina.

asta ahora doblegaste solamente a los poderosos.

nicamente 'o, no tengo armas ni soldados ' te obedezco por+ue no puedo hacerotra cosa. nada es m*s peligroso para los poderosos como la obediencia de los d&biles, pues &stos vencer*n a los fuertes.

 1ar& grande ' poderosa a la iglesia de Cristo di%o el #mperador.

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 1La grandeza ' el poderío de la iglesia no pueden ser asegurados por el #mperador apole!n 1le replic! el anciano1. La iglesia no necesita de ningún soberano arbitrario.7ú me llamaste, 'o no te llam& a ti. La iglesia es eterna, el #mperador es mortal.

 1Bo so' eterno 1grit! el #mperador.

 17ú eres perecedero ' fugaz como los cometas. B7u resplandor es demasiadofuerte 7u luz se consume a sí misma mientras alumbra. Bas sido el fruto de una madremortal

#n a+uel momento le pareci! al #mperador +ue la figura del anciano setransformaba en la de su madre. Ca'! de rodillas ' escondi! su rostro en su regazo. #lla ledecía2

 1Babulio 1Llevaba la ondeante vestidura ro%a del Santo ?adre ' le decía12 B7e perdono todo B7e perdono todo abulio, el m*s +uerido de mis hi%os.

Cuando se despert! bruscamente ' se levant!, los campanarios de la tran+uilaciudad anunciaban la medianoche.

La torre daba lentamente las doce campanadas de la media noche. La campanilla del pe+ue<o relo% colocado sobre el dintel de la chimenea le contest! con su timbre delicado 'suave.

 1BLuz 1pidi! el #mperador.

Se levant! r*pidamente, se acerc! al espe%o, arregl! sus cabellos ' grit!2

 1B0i uniforme B0i espada B0i sombrero

Su a'uda de c*mara le cambi! de ropa. 5ued! frente al espe%o inm!vil,contemplando su rostroA levant! con indiferencia la pierna ' observ! c!mo lo vestían. Sus pantalones blancos, reci&n frotados con cera, relucían en la luna del espe%o, ' tambi&n sus botas brillaban como si fueran espe%os negros. Igualmente la bufanda tenía refle%os brillosos, ' el pu<o de su espada resplandecía.

 1H#s azul mi cha+ueta 1pregunt!. unca había podido distinguir e"actamentelos colores, pero en a+uel momento no pensaba ni en la cha+ueta ni en su color, sino en +ue

a veces le parecía +ue el ro%o era del mismo tono +ue el verde.

@n día, había visto no se acordaba e"actamente cu*ndo ni d!nde, la sangre +ue fluíade las heridas de un muerto sobre la hierba verde de un prado, ' tuvo la impresi!n de +uead+uiría el color de la hierba. #sto lo había impresionado mucho, pero hacia 'a tiempo +uehabía olvidado por completo a+uel incidenteA pero ahora, mientras se ponía la cha+ueta,volvía con e"traordinaria nitidez a su memoria.

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 1H#s azul 1pregunt! de nuevo.

 1La cha+ueta de su 0a%estad es verde 1le contest! el sirviente.

#l #mperador se observ! con detenci!n en el espe%o.

)urante esos breves segundos tuvo la impresi!n de +ue no vivía una vida real, sino+ue ahora ' siempre s!lo había representado un papel. Con frecuencia pudo observar +ue suamigo 7alma solía mirarse de esa manera en el espe%o, antes de sus grandesrepresentaciones. #l verdadero #mperador apole!n estaba oculto en el rinc!n m*s profundo de su coraz!n, el verdadero #mperador no salía nunca al escenario. #l mundoentero era un teatro incoherente, ' &l mismo, el #mperador, representaba en estosmomentos el papel del #mperador apole!n +ue se entrega al enemigo2 Con ese ob%eto,había cambiado el tra%e civil por el uniforme militar, para entregarse al enemigo en lamisma pose +ue en los miles de retratos diseminados por el mundo entero.

 1Jam*s pude distinguir e"actamente el verde del azul 1di%o, como si hablar a su propia imagen refle%ada en el espe%o.

#l sirviente se estremeci!2 el #mperador nunca había hablado de ese modoE

 1 en una ocasi!n 1prosigui!1 me pareci! +ue la sangre humana no era ro%a.

 1HSí, 0a%estad 1contest! el %oven, perple%o e impresionado.

@n ruido de voces subi! desde la calle2 cargaban en ese momento el e+uipa%e del#mperador ' de su s&+uitoA a+u&l se acerc! ala ventana para mirar hacia afuera ' se +ued!

allí, inm!vil, )espu&s de un largo rato diose vuelta ' di%o2

 1-migo mío, &sta es mi última noche en $rancia.

 1Si es así, 0a%estad, tambi&n lo ha de ser para mí 1balbuce! el sirviente conemoci!n.

 1-pro"ímate ' contempla bien a tu +uerida $rancia 1le contest! el #mperador. #la'uda de c*mara se le acerc! ' los dos +uedaron así durante largos minutos, el uno cercadel otro, inm!viles ' mudos, parados frente ala ventana.

Comenzaba a clarear ' un velo tenue ' gris*ceo flotaba sobre el marA poco despu&sse levant! un leve viento ' las ventanas comenzaron a golpear suavemente.

 1Ba es hora BFamos 1di%o el #mperador.

Se pusieron en camino. #l #mperador iba adelante con paso firme ' la cabeza alta,con sus brillantes pantalones blancos ' sus pulidas ' resplandecientes botas ' a%ada paso+ue daba, sus espuelas tintineaban tristemente como si gimieran. Los pescadores de la isla,

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+ue madrugaron esa ma<ana, estaban parados en la puerta de sus caba<as con la cabezadescubierta. Los gui%arros cru%ían ba%o los pasos del #mperador ' de los +ue le seguían.S!lo se escuchaban los pasos de los hombres, el cru%ido de los gui%arros ' de cuando encuando el grito agudo de alguna +ue otra gaviota. #l bote esperaba, con las velas hinchadas' desplegadas al viento. #l #mperador pas! a su bordo sin volver atr*s.

La brisa era d&bil ' en la le%anía se recortaba el Bellerophon.

Cuando la lancha enviada por el barco alcanz! al bote, 'a desde el fondo del mar,surgía el sol, ' como una enorme bola ro%a ' ma%estuosa ascendía lentamente en elhorizonte límpido ' tran+uilo. @na bandada de gaviotas blancas se levant! de los muelles 'comenz! a revolotear sobre el bote, graznando con estridencia.

S!lo se oían los gritos de las gaviotas ' el suave ruido del agua al romperse en losflancos del bote. #ntonces los marineros gritaron2 /BFiva el #mperador6. icieron volarsus gorras en el aire ' repitieron2 /BFiva el #mperador6. Las gaviotas asustadas se ale%aron

velozmente.

/#s la última vez +ue escucho este grito6, pens! para sí el #mperador. asta a+uelmomento había tenido la ilusi!n de +ue estaba representado un papel como en la nocheanterior, frente al espe%o ' +ue no era el #mperador apole!n sino un artista +ue lo imitara.?ero los marineros +ue gritaron2 /BFiva el #mperador6 no representaban ningún papel. oreproducían ninguna comedia. Dl vivía, pues, la tremenda realidad de ser el #mperador ' seale%aba hacía la muerte ', sin embargo, los marineros seguían gritando con entusiasmo2/BFiva el #mperador6.

Cuando subi! a bordo del Bellerophon, sinti! +ue las l*grimas se agolpaban en sus

o%os. ?ero tenía +ue ocultarlas a toda costa. #l #mperador apole!n no podía llorar.

 1BLos catale%os 1grito.

Inmediatamente le fueron entregados. B5u& bien los conocía BCu*ntas batallas habíaobservado a trav&s de esos vidrios B- cu*ntos enemigos pudo distinguir, descubri&ndolessus movimientos Se los llev! r*pidamente a los o%os. Sus tibias l*grimas rodaron en lasnegras concavidades ' enturbiaron los lentes, pero &l simulaba observar atentamente el mar.Se volvi! a derecha ' a iz+uierda ' todos cre'eron +ue miraba el mar o hacia la costa. ?ero&l no vela nada, absolutamente nadaA s!lo sentía sus l*grimas calientes, cada una de lascuales le parecía tan grande como el mar. >primi! con fuera los prism*ticos contra sus o%os

' ba%! la cabeza2 la sombra de su sombrero ocult! casi su rostro.

Con un esfuerzo sobrehumano logr! contener las l*grimas. #ntonces, de%ando a unlado los catale%os, contempl! la costa de $ranciaA le pareci! fuerte ' serena, agradable 'llena de delicias. /B-tr*s6, murmur!, pero sabía mu' bien +ue no podía 'a mandar a nadie.Sobre la tran+uila superficie del mar, los ra'os del sol brillaban en miríadas de minúsculasondas. Con sus crestas, el mar era m*s grande +ue todos los campos de batalla %untos. 0*samplio aún +ue el campo de (aterloo. Sobre su espe%o infinito desfilaban todos los

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enormes campos de batalla del #mperador. Creía verlos en la amplia ' brillante superficiedel mar. 7ambi&n había una infinidad de muertos, de cu'as heridas abiertas corría la sangre.#l mar era verde como un prado, ' en &l 'acían muchísimos cad*veres, ' entre ellos, mu'cerca, un pe+ue<o tambor, casi un ni<o, con el rostro cubierto por un pa<uelo ro%o ' azul,como los +ue el #mperador obse+ui! en una ocasi!n a los soldados de su e%&rcito, donde

estaban estampados todos sus campos de batalla.#l capit*n del barco se acerc!, salud! ' se detuvo a tres pasos del #mperador.

 10e pongo ba%o la protecci!n de vuestro príncipe ' de vuestras le'es 1le di%o apole!n.

0ientras pronunciaba esta frase, pensaba en otra +ue habría estado m*s de acuerdocon la realidad2

 1B0e entrego, so' vuestro prisionero

 

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 XIII

Los marinos le presentaron armas. Lo hacían en una forma distinta a la de lossoldados franceses. BLos hombres de $rancia Dstos eran soldados ingleses, habían vencidoal #mperador, Bpero no sabían presentar armas de pronto, se despert! en &l el deseosencillo ' casi infantil del soldado, de ense<ar a esos hombres. #n a+u&l momento, olvid!+ue era un poderoso ' un vencido, +ue era el m*s grande de todos los emperadoresderrotadosA se sentía igual a un pe+ue<o oficial de instrucci!n. 7om! uno de los fusilesimpecablemente alineados ' ense<! al marinero c!mo se presentan armas en el e%&rcitofranc&s, acompa<ando su actitud con estas palabras2

 1B#n esta forma, hi%o mío B-sí se presenta el fusil entre nosotros

0ientras e%ecutaba el sencillo movimiento, pensaba en todos los desconocidossoldados de su gran e%&rcito ' simult*neamente oía las notas inmortales de la 0arsellesa,+ue su banda militar e%ecutaba mientras se presentaban armas.

)evolvi! el fusil al marinero ' se hizo conducir por el capit*n, al camarote +ue lehabía sido reservado. Cuando entr! di%o /B)&%enme solo6 con tanta violencia ' en tono tanen&rgico, +ue todos se +uedaron durante un momento e"tra<ados e inm!viles Epero pocodespu&s se retiraron.

#l #mperador observ! su camarote2 era amplio ' tenía dos clarabo'as. ?arecía unaestancia con dos o%os, como los de un centinela. /)urante muchos días, semanas, el marenemigo ' hostil me vigilar* por estos o%os pens!. BSiempre fue mi enemigo B +u&enemigo Bo me enterrar*, no me engullir* B0e conducir* sencillamente a una costatodavía m*s hostil +ue &l mismo6.

#n a+u&l momento, el pe+ue<o relo% de la mesa comenz! a dar las ochoA apenas se perdi! su eco melanc!lico, cuando a trav&s de su tapa brotaron las notas de una 0arsellesamu' delicada ' suave, casi tr&mula. #l pe+ue<o relo% transformaba en llanto al m*s poderoso ' viril de todos los himnos del mundo. La canci!n surgía tímida ' fina, como sifuera un eco nost*lgico. ?ero el #mperador creía escuchar el canto todopoderoso de miles

de gargantas ' los gritos entremezclados de2 /BFiva el #mperador6. Le parecían lasovaciones omnipotentes de miles de corazones confundidos con la canci!n del pueblo de$rancia, la canci!n de las batallas ' de la libertad.

Cuando comenzaron los primeros compases a surgir desde la ca%a del relo%, sesobresalt! ' +ued! inm!vilA luego se cubri! el rostro con las manos en un angustioso deseode llorar, pero no pudo conseguirlo. 5ued! así mucho tiempo, de pie en medio delcamarote. a el relo% había enmudecido ' las dos clarabo'as lo miraban fi%amente como

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o%os muertos. Llam! con voz ahogada a su a'uda de c*mara, +ue sabía +ue esperaba frentea la puerta2

 1B0archand 1grit!1. B?ara el relo% o puedo escuchar m*s La 0arsellesa.

 1B0a%estad 1le contest! el servidor1, Bno oigo La 0arsellesa

 1?ero 'o la oigo 1replic! en voz ba%a el #mperador1. Bo la oigo BCalla0archand B#scucha BLa oir*s tambi&n

0archand fingi! escuchar, aun+ue el relo% callaba desde hacía mucho rato, 'únicamente se oía el suave chapoteo de las olas en los flancos del BellerophonA despu&s deun momento, di%o2

 1Sí, 0a%estad, se o'e La 0arsellesa.

Se acerc! al pe+ue<o relo%, lo manipul! un poco ' luego anunci!2

 10a%estad B'a no marcha 1#n a+u&l momento una gaviota golpe! las alas contrael vidrio de la ventana.

 1B-bre 1orden! el #mperador.

0archand abri! una de las clarabo'as. #l #mperador se coloc! frente a ella ' mir!afuera2 s!lo vio una estrecha línea de plataA era la costa de $rancia.

 

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  Libro cuarto

 #L $I )# L- ?#5@#[- -=#LI-

 

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 I

?or a+uellos días muchos hombres iban a visitar de -ntonio (oura. Loslegionarios polacos, sus antiguos camaradas, traían siempre nuevos amigos, sin patria, +uefueron soldados en el e%&rcito imperial ' +ue ante la nueva ' tremenda desgracia del#mperador habían +uedado en un estado de desesperaci!n aún ma'or +ue el +ue sufrieranantes. asta hace poco, s!lo habían sido infelicesA ahora estaban perdidos. #l suelo parecíahundirse ba%o sus pies2 no podían comprenderlo.

Ho era acaso su tierra natal Ho era por ventura la ciudad de ?arís, la capital de su patria Sin embargo, sus propios hi%os no se sentían seguros en ella. Los soldados del

e%&rcito enemigo caminaban armados por las calles de ?arís.

Sus or+uestas tocaban marchas e"tra<as. Los vie%os soldados del imperio tenían laimpresi!n de +ue todos los e%&rcitos de #uropa se hubieran citado en la gran ciudad. Lossoldados enemigos se e%ercitaban todas las ma<anas, ' por las tardes deambulaban por lascalles, bien alimentados, con uniformes impecablesA en cambio, los soldados del e%&rcitoimperial se deslizaban por el borde de las veredas, hambrientos ' en harapos. ?arecían perros abandonados. B#l #mperador estaba le%os avegaba por mares remotos hacia undestino desconocido, pero seguramente terrible.

@n nuevo re', un anciano, corpulento ' afable, ocupaba el trono de $rancia. o lo

odiabanA pero %unto con &l habían llegado los enemigos, las bien alimentadas huestes con lafanfarria enemiga, protegiendo la carroza +ue lo llev! por segunda vez hasta su residencia 'su tronoA estaba precedida según decían los soldados, por ca<ones ingleses, caballería prusiana ' húsares austríacos. Los hombres del pueblo tenían los mismos sentimiento ' pensaban2 /?uesto +ue los enemigos han traído al re', &ste tambi&n es un enemigo6.

?ero Hacaso &l era realmente el soberano de $rancia, por cu'a capital desfilaban lossoldados e"tran%eros H$rancia tenía aún un re' Ho era m*s bien ahora el botín de todo elmundo

#n una ocasi!n, el mundo entero había sido el botín del gran #mperador. Los

soldados del e%&rcito imperial se habían sentido en cual+uier país como en su propia casa.

?ero ahora, se deslizaban como e"tran%eros ' vagabundos en la capital de su patria.?or eso, al anochecer, cuando se sentían aún m*s tristes ' desamparados, se reunían con elvie%o amigo. 7ambi&n sentían hambre ' deseaban con avidez una pipa de tabaco ' copa devino. ?ara eso, había hombres como &l zapatero (oura +ue eran hospitalarios.

Los días de a+uel verano transcurrían serenos ' sin nubes. Los vie%os soldados

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tenían la impresi!n de +ue hasta el cielo se burlaba de ellosA parecía +uerer demostrar suindiferencia por la desgracia de $rancia ' del #mperador.

Contemplaba, sereno ' azul, el dolor de esta tierra. #l sol iluminaba a%eno eimpasible las odiadas banderas enemigas.

B#ra el colmo Basta el verano celebraba el triunfo de los enemigos

 

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 II

#n uno de esos días calurosos el zapatero se dirigi! nuevamente al palacio para buscar a -ngelina. abía estado 'a algunas veces allí. La amaba con todas las fuerzas de sualma ingenua. en a+uellos terribles días, temblaba por ellaA podía decir algo imprudente 'e"ponerse al peligro, inclusive ala muerte. o lo había llamado, aun+ue sabía +ue &l laesperabaA ahora, seguramente, lo necesitaba ', sin embargo, no se había dirigido a &l. ?oreso se puso en camino para con+uistarla de nuevo.

Sali! alegre, desafiando el sol abrasador. #l sudor corría por su rostro ' su bigoteerizado estaba pega%oso, su camisa húmeda ' el mu<!n de su pierna +ue descansaba sobre

un almohadoncito de cuero, le escocía como una herida abierta.

Lleg! al #líseo poco despu&s del mediodía. ?regunt! por Fer!nica Casimir. @no delos soldados de la guardia fue a buscarla. 7ranscurrieron largos minutos antes de +uellegara.

#l sol ardía implacable ' los guardias no permitieron a (oura atravesar la re%a para cobi%arse en la sombra. -l verlo Fer!nica lo abraz! conmovida. ?ero en suafectuosidad había un poco de simulaci!n, pues lo necesitaba. B5u& milagrosa era su llegaen a+uel momento

7enía una carretilla de mano en la +ue ella ' -ngelina habían estado cargando susefectos. 7odo el personal del palacio tenía +ue prestar un nuevo %uramento al re', ' +uien serehusara a ello debía abandonar en el acto la residencia. ?or eso, las dos se iban. 5u& bienles venía la a'uda de un hombre, di%o ella, mirando de sosla'o hacia la muleta de (oura.Dl lo advirti!, ' golpe! en ella con el nudillo del índice, diciendo2

 1BSirve mu' bien, se<orita Casimir B0e%or +ue la otra

Lo de%! allíA tuvo +ue esperar media tarde, pero no se sentía cansado a pesar delcalor. Co%eaba incansable frente a la puerta de re%as, despertando la desconfianza de lossabuesos +ue rondaban en torno al palacio. Dl lo not!, pero no les temía. Iba preparando

una respuesta para el caso de +ue uno de ellos le hiciera alguna pregunta. Refle"ion!atentamente ' pens! contestarles m*s o menos así2

 1?regunten a vuestro ministro, el se<or $ouch&, +u& tiene +ue hacer ante el re'.

Le parecía una respuesta espiritual, inteligente ' llena de doble sentido ' +ue no podía ser replicada.

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?or fin llegaron -ngelina ' Fer!nica Casimir. Las sombras se hacían cada vez m*slargas ' en ese momento la guardia efectuaba el relevo. #mpu%aban una carretilla de dosruedas, de tama<o mediano, en la +ue 'acían amontonadas ' atadas con una cuerda todassus cosas. Cada una empu%aba de una barra. - la salida tuvieron +ue detenerse. Fer!nicahabl! con el centinela ' luego con un policía vestido de civil, a +uien mostr! algunos

 papelitos ' asegur! +ue volvería dentro de una hora.acía mucho +ue (oura no había visto a -ngelina, pero ahora le pareci! +ue no

había pasado ni un solo día desde la última vez +ue había estado con ellaA tan cercano 'familiar le resultaba el rostro +uerido. #l #mperador había regresado ' huidoA el re' habíavuelto a ocupar el trono.

0iles de hombres habían caído, entre ellos el hi%o de -ngelina, pero el zapatero(oura tenía la impresi!n de +ue lo había abandonado apenas el día anterior. Largasfueron las horas de la separaci!n, pero ahora habían desaparecido repentinamente. 7endi!la mano a -ngelina sin articular palabra. Cogi! con sus pu<os fuertes ambas barras del

carrito. 1H-d!nde vamos 1pregunt! mientras la duda le hacía palpitar el coraz!n.

 1- la casa de la ?occi, naturalmente 1contest! Fer!nica.

Se pusieron en caminoA &l co%eaba entre las dos mu%eres, empu%ando el pesadocarrito como si fuera un %uguete.

#staba de buen humor ' hablaba en voz alta para dominar el golpeteo de su muleta 'el ruido +ue provocaban las ruedas sobre el empedrado irregular. H5u& le importaban en

a+uel momento a -ntonio (oura todas las miserias del mundo, del país ' de la ciudad/B5ue se derrumben m*s de cien poderosos emperadores, ' +ue regresen al trono cienvie%os ' corpulentos re'es H5u& me importa a mí 1pensaba1, H+u& me importa6E, 'e"pres! en palabras su opini!n2

 1HFes, -ngelina Bo te lo di%e en +u& forma se refle%a en nosotros, los pe+ue<os,el destino de los grandes B>%al* nos hubi&ramos ido entonces a ?olonia, mi patria Bestarías acostumbrada a la vida de allí ' habrías olvidado todo

-un+ue no pens! e"actamente +u& era todo lo +ue -ngelina habría olvidado. Sinembargo, cuando di%o las dos palabras /olvidar todo6, se sinti! conmovido ' asaltado por

una enorme compasi!n hacia -ngelina, ' continúo2

 1Cuando se es pe+ue<o ' humilde como nosotros, no ha' +ue entregar el coraz!n alos grandes ' poderosos. Siempre desdichados amigos. BFes, -ngelina, ve usted, se<oritaCasimir H5u& provecho he sacado 'o de haber luchado por una gran causa ' por un gran#mperador

65uise libertar a mi patria, H' +u& pas! Sigo siendo un zapatero como siempre, he

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 perdido mi pierna, mi patria no es libre ' el #mperador ha sido derrotado. B5ue alguienvenga a predicarme +ue me interese por la historia del mundo Bo amo las historias pe+ue<as, las mu' pe+ue<as

B6B0e interesas únicamente tú, -ngelina Considerado todo esto, cont&stame ahora2

H+uieres partir, H+uieres venir conmigo

 1B7e lo agradezco 1$ue todo lo +ue ella respondi!1. 0*s tarde hablaremos deello.

 o hubiera podido e"plicar lo +ue sentía, pues le faltaba el valor ' las palabras parae"presar sus ideas ' tambi&n la habilidad necesaria. Le parecía +ue no era ine"acto lo +ueacababa de decir (oura, poro la gran causa a la +ue ella había entregado su coraz!n era %ustamente su pe+ue<a causa, ' al final era indiferente si le estaba destinado a uno amar aun gran #mperador o a cual+uier otra persona. Las cosas podían ser pe+ue<as ' grandes almismo tiempoA así pensaba ella. H?odría e"presar estos pensamientos aún en caso de

hacerlo, era dudoso +ue la comprendieran. ?ese a todos los e"travíos, tormentos 'humillaciones +ue había sufrido desde +ue lleg! a a+uella ciudad, sabía mu' bien +ue nohubo nada m*s poderoso +ue su e"altado amor, +ue abarcaba todo2 el deseo ' la nostalgia,el orgullo ' la vergenza, la pasi!n ' la pena, la vida ' la muerte. -hora +ue el #mperadorestaba perdido para siempre QBoh, ella lo sabía demasiado bien, +ue esta vez no habríaregreso posible, reci&n comprendía +ue su vida se alimentaba de &lA vivi! ale%ada ' en otraesfera, pero se había alimentado de su e"istencia imperial. Su hi%o estaba muerto ' el#mperador cautivo. H5u& m*s podía esperar (oura era mu' bueno con ella. ?eroHacaso su bondad sería lo suficientemente grande como para hacer revivir su pe+ue<ocoraz!n muerto /Si 'o fuera hombre6, pens!, ' contra su voluntad lo e"pres! en alta voz.

 1BSi 'o fuera hombre 1H5u& harías

 1Bo lo hubiera de%ado partir, o me hubiera ido con &l

 1Los grandes acontecimientos del mundo tampoco dependen de los hombres 1lecontest! (oura. #ra necesario ser un hombre tan grande como &l, para poder cambiaralgo. ?ero cuando se es pe+ue<o, es lo mismo ser hombre o mu%er.

Cuando llegaron, el taller de (oura estaba 'a repleto, como todos los día a esa

hora. )e%aba abierta su habitaci!n, para +ue sus amigos pudieran entrar ' salir según lesviniera en gana. -lgunos estaban parados frente a la puerta ' conversaban con los vecinos.

Se acercaba la noche, tan temida por los abandonados ' por los derrotados. 7odosa'udaron a subir el e+uipa%e a la casa de la ?occi. 7odos le hicieron muchas preguntas aFer!nica Casimir2 cu*l era la situaci!n en el palacio ' si había visto al re'. @no in+uiri! siellas sabían ad!nde sería llevado el #mperador. ?ero otro contest! +ue 'a lo sabía2 lollevaban a Londres, ' allí, por cierto, lo fusilarían. -ngelina se estremeci!, como se le

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hubiera sido anunciada su propia sentencia de muerte.

 1H5ui&n lo dice H5ui&n lo dice 1grit! en medio del confuso vocerío.

 1Bo ha' nada +ue hacer 1di%o uno de los hombres1. -sí lo han resuelto los

grandes.

#l pe+ue<o cuarto estaba lleno de gente. Como estaban apretados los unos a losotros, ' algunos sentados sobre ca%as, sillas ' ban+uitos traídos de afuera, incluso sobre lacama de (oura, ' como sus pipas habían llenado la pieza de espesas nubes de humoazulado, todos tenían la impresi!n de +ue en el cuarto había m*s gente de la +ue en realidadse hallaba reunida. 7odos los rostros parecían iguales. @no de los vie%os legionarios polacos, con una cruz de la Legi!n de onor en el uniforme desgarrado ' manchado, conuna barba casi gris ' me%illas encendidas, sac! del bolsillo de su cha+ueta una botella, se lallev! a los labios, sorbi! un largo trago ' luego di%o /B-h6, con un *spero tono demalhumor, como si e"presara descontento ' c!lera.

#n realidad, así era2 a+uel trago había despertado el descontento ' la c!lera +uedormitaban en su coraz!n.

7om! otro sorbo m*s, pues se sentía predispuesto para hacer algo e"traordinarioA selo e"igía su sentido de honor.

#ra un vie%o soldado de ?oltava, bonach!n ' e"citable.

(oura lo conocía mu' bien, pues habían marchado ' peleado %untosA bebieron 'comieron en la misma escudilla ' fumaron en una misma pipa. -un+ue el humo diluía

todos los rostros en una neblina, desfigur*ndolos, (oura reconoci! en los o%os de suamigo 1se llamaba Juan \'zura ' había sido herrero1 la antigua tr&mula centella +ue en&l revelaba el grado m*"imo de la e"citaci!n. (oura se sinti! intran+uilo a causa de lasmu%eres2 la partera ?occi, -ngelina ' Fer!nica Casimir, se encontraban sentadas en la cama+ue había sido despo%ada para ellas ' callaban. 7enían mucho miedo sin saber por +u&.7odos a+uellos hombres, el aguardiente +ue bebían 1cada uno llevaba una botella en su bolsillo desgarrado1, sus rostros desesperados, sus discursos desconsolados, les infundíanun miedo terrible. Sin embargo, no se atrevían a levantarse.

#l herrero \'zura, despu&s del segundo trago, 'a veía a los presentes duplicados 'centuplicados. Le parecía estar al aire libre, frente a una gran muchedumbre, ' lo acometi!

el espíritu, el espíritu de su desdichada patria polaca ' el espíritu del #mperador, ' ambos leordenaban +ue hablara, le parecía +ue estaba llamado a decir muchas cosas ' mu'importantes. Levant! ambas manos como si rezara ' orden! en&rgicamente silencio 'e"igi! m*s luz.

 1a es de noche 1di%o1, ' si debo deciros algo, tengo +ue ver vuestros rostros.

-lguien encendi! las tres bu%ías de la linterna, pero el humo azulado las ocultaba

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casi por completo, ' la escasa luz no permitía al herrero distinguir ni aún a sus amigosA perole parecía ver a miles de o'entes. Creía estar ba%o el cielo estrellado, en la calurosa nocheestival, le parecía +ue las ocho linternas alumbraban como ocho lunas.

 1B?ueblo de ?arís 1comenz!1. BSí, pueblo de $rancia #n este momento he sido

informado secretamente +ue el #mperador apole!n navega prisionero a Inglaterra, a lafortaleza del príncipe regente, es decir, a Londres. a est*n afilando el hacha +ue lodecapitar*. Ho o'en ustedes c!mo la afilan HSomos hombres o mu%eres #l #mperadorno ha abandonado voluntariamente el país, como dicen los diarios.

Las personas +ue &l creía sus m*s fieles amigos, lo han traicionado ' arrastrado a un barco. @n general todos ustedes lo conocen me avergenzo de decir su nombre en vuestra presencia, ha revelado los planes al enemigo tres horas antes de la batalla. 7raici!n,traici!nA por todas partes ha habido traici!n.

Se interrumpi! durante un momento, ' e"tendi! solemnemente el brazo. /B7raici!n

 1gritaron varios de los presentes1. B7iene raz!n B7iene raz!n6. #l herrero \'zurasigui! hablando durante mucho tiempo, pero nadie le escuchaba 'a. #ra solamente un pe+ue<o grupo de doce hombres, pero cada uno de ellos había bebido mucho ' comido poco ' vislumbraba a su vecino como doble ' múltiple ' sinti! resonar en su interior lafrase2 /B?ueblo de ?arís6 ' le parecía ser solamente &l todo el pueblo de $rancia. o sedieron cuenta +ue su camarada, al interrumpirse de pronto en medio de una frase, habíacesado de hablar. 7odos tenían la impresi!n de +ue tenían +ue hacer algo, costara lo +uecostara. @no de ellos, un suboficial del regimiento trece de cazadores, cre'! +ue lo +uevenía al caso era el vie%o grito, tantas veces repetido ' grit! con todas sus fuerzas2 /BFiva el#mperador6. 7odos le hicieron coro con el mismo entusiasmo. Luego de%aron durante unmomento sus pipas ' todos se llevaron las botellas a la boca. )e pronto alguien enton! la

vie%a canci!n, con cu'as notas habían crecido, haci&ndose hombres ' soldados. CantaronLa 0arsellesa con voces roncas ' el coraz!n embriagado, la canci!n del pueblo de $rancia.La linterna se movía con violencia sobre la cabeza de \'zura produciendo un ruidotrepidante al entrechocarse sus vidrios. Los +ue estaban sentados, tambi&n se levantaron para cantar. 7odos marcaban el comp*s con los pies. ?isaban siempre en el mismo lugar, pero sentían la misma impresi!n +ue cuando marchaban por las interminables carreteras delmundo, a trav&s de las cuales habían sido conducidos por el #mperador. Cuandoterminaron, se miraron desconcertados ' perple%os. abía desaparecido el hechizo ' sedieron cuenta +ue estaban en el cuarto de (ouraA se habían desvanecido las grandescarreteras por las +ue marcharon guiados por el #mperador.

)urante un momento prolongado rein! un silencio profundo. 7odos estaban de piecon los brazos caídos. Las mu%eres tenían los rostros arrebatados ' confusos. )e repente,alguien interrumpi! el silencio gritando2 /B-delante6. >tros lo imitaron gritando2/Famos6.

 1H- d!nde +uieren ir 1indag! (oura.

 1Bo le hagan caso 1grit! el cazador1. Bo os conducir&

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H5u& vale nuestra vida B5ui&n entre nosotros, tiene miedo de perderla #stabanenardecidos por el canto ' por sus propias voces, descompuestos por el hambre +ue losatormentaba desde hacía muchos días, borrachos por el aguardiente, +ue era lo único +uetodavía los sostenía, ofuscados por el humo ' aterrados por la desgracia. Lo absurdo les parecía sencillo ' lo estúpido útil. Sin embargo, vacilaban todavía, temerosos e indecisos.

)e súbito -ngelina grit!2 1B-delante 1?ero no fue ella la +ue grit!, era una fuera oculta, independiente de

su voluntad. #lla misma se asust! del grito agudo +ue había lanzado, escuch! un rato 'mir! a su alrededor como si preguntase +ui&n había gritado. Luego se adelant! hasta la puerta, todos le abrieron paso, asustadosA era como si su grito la precediera abri&ndole elcamino.

#staba con la cabeza al aire, sus cabellos ro%os llameaban ' su pobre rostro pecoso parecía duro ' vie%o, lleno de odio ' de amargura. abía perdido la conciencia de sus actos,se detuvo un instante en el umbral, luego sali! ' los hombres la siguieron. Iban por la calle

formando un grupo miserable ba%o el cielo azulado de la nocheA avanzaban en silencio, 'únicamente se oía el golpeteo constante de la pierna de (oura sobre el empedrado. )e pronto el cazador enton! La 0arsellesa ' todos le acompa<aron. Sus roncas voces llenabanla calle%uela2 la gente abría las ventanas ' se asomaba con curiosidad. -lgunos saludabancon la mano, otros gritaban2 /BFiva el #mperador6. o se hallaban mu' le%os del palacioreal ' en todas las cabezas surgi! al mismo tiempo, el deseo ridículo e irresistible dedesfilar frente a la residencia del re'. $ormaban un grupo ridículo ' pe+ue<o, pero gritabancon fuerza ' muchos le contestaban desde las ventanasA por eso creían +ue eran cien o mil,+ue eran todo el pueblo de $rancia. )e pronto, desde las m*rgenes del Sena hacia las cualesse dirigían, lleg! la canci!n enemiga ' el grito +ue ahora salía realmente de miles degargantas2 /BFiva el re'6.

#l pe+ue<o grupo se encontr! con la imponente manifestaci!n de los realistas, sedetuvo un momento, luego todos se dieron la vuelta ' se dispersaron. S!lo (oura, +ueera el último, trat! de alcanzar a -ngelina. Fio +ue tambi&n ella se detuvo al principio, peroen seguida corri! hacia la muchedumbre encar*ndose con ella. Sus cabellos ro%izos parecían llamear como fuego encendido. Su vestido revoloteaba ' tenía los brazos en alto, parecía volar alumbrada por el incendio de sus cabellos. Se precipit! contra el espeso 'compacto grupo con un grito agudísimo, +ue a (oura le pareci! inhumano, salva%e,animal ' ala vez sobrehumanamente poderoso.

 1BFiva el #mperador 1grit! ' otra vez repiti!12 BFiva el #mperador

(oura vio +ue la atrapaba una parte de la muchedumbre en marcha, +ue sedetuvo, nada m*s +ue un instante. -ngelina revoloteaba 'a por encima de las cabezas.

Su vestido oscuro se hinchaba ' muchas manos se tendieron para recibirla. Lalanzaron a lo alto una vez m*sA luego ca'! en alguna parte ' la inmensa muchedumbresigui! su marcha ine"orablemente.

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#n medio de la masa de los realistas, ondeaba mu' en alto un ridículo mu<eco hechocon miserables harapos multicolores. Representaba la efigie del #mperador apole!n conuniforme, con el capote gris ' el pe+ue<o sombrero negro en la cabezaA era la mismavestimenta con +ue lo conocía ' veneraba el pueblo de $rancia.

@n pesado cartel blanco colgaba de una gruesa soga sobre el pecho del mu<eco,llevando impresos en gruesas letras negras, visibles a mucha distancia, los primeros versosde La 0arsellesa, la canci!n de los franceses2 / Allons, enfants de la patrie!6.

La miserable cabeza de trapo de la efigie del #mperador, colgaba flo%a ' setambaleaba de derecha a iz+uierda, ora caía hacia adelante o hacia atr*sA era 'a un#mperador decapitado aun+ue su cabeza seguía colgando entre los humillantes harapos. #lmu<eco +ue representaba al #mperador apole!n, ondulaba, oscilante entre lasinnumerables banderas del re', los blancos estandartes de los GorbonesA a+uel mu<eco era'a de por si mismo un escarnio ', sin embargo, se lo insultabaA era una afrenta ' seguíanin%uri*ndolo.

Cuando los realistas vieron a la pe+ue<a -ngelina +ue mientras volaba en el airecomo una pelota, intentaba cantar la 0arsellesa, con la garganta oprimida ' la angustia dela muerte en el coraz!n, uno de los mon*r+uicos arro%! detr*s de ella el mu<eco +uerepresentaba al #mperador apole!n.

0ientras -ngelina revoloteaba en el aire, ' era estrellada por fin, contra la pedregosa orilla del Sena, el mu<eco ca'! casi encima de su cuerpo destrozado. ?ero ella,en a+uel momento, no vio en &l un escarnio. o vio al #mperador afrentado, sino vislumbr! %unto a su destrozado cuerpo el del verdadero #mperador. 7odavía pudo leer las palabras dela 0arsellesa, el himno de los franceses.

/ Allons, enfants de la patrie…6.

-l leer las primeras palabras del gran himno, a+uel himno sagrado +ue tantas veceshabía escuchado, +ue nunca puede escucharse demasiado, comenz! a cantarlo. Se durmi!con la canci!n en los labios, en su duro lecho, al lado del #mperadorA un emperador detrapos ' harapos, ' ante sus o%os velados los primeros versos de la 0arsellesa, ' el pe+ue<osombrero negro de apole!n, el sombrero imperial desgarrado ' ridiculizado.

)espu&s +ue la demostraci!n pas! a (oura le pareci! una eternidad, &ste atraves!co%eando la calle. #ncontr! a -ngelina en el talud. La sangre +ue salía despacio e

ininterrumpidamente de su boca te<ía de ro%o los gui%arros.

?ermaneci! toda la noche sentado a su lado. o se atrevía a mirarla. -cariciaba sincansarse sus cabellos, +ue aún cru%ían. #l Se<a fluía burbu%eando ' &l miraba obstinado,ausente ' aturdido el agua +ue corría, llevando el cielo +ue se refle%aba en ella ' lasestrellas plateadas.

 

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