rufian revista

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AÑO 2/ NUMERO 12/ DICIEMBRE 2012 1

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Teotihuacan a go gore

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    Visita, revisa, comenta.http://rufianrevista.org

    Escrbenos, [email protected]

    Direccin General:Said Dokins/ Julio Garca Murillo

    Coordinacin Rufin Revista:Paula Arrieta

    Equipo Editorial:Daniela AcostaPaula ArrietaCamila BralicCynthia Shuffer Constanza Villa

    Correccin:Camila Bralic

    Portada:Cynthia Shuffer, a partir de fotografa Natalia Molina.

    Diseo y diagramacin:Paula Arrieta

    Fotografas:Elsa RezaNatalia MolinaEnrique JeikDiego Mier y TernComit Invisible JaltencoErnesto Aroche | Lado BPablo SpencerJos Carlo GonzlezArchivo/Pedro Valtierra/CuartoscuroCentro de Documentacin de los Movimientos ArmadosLaura Adriana Hernndez MartnezJavier SantosLeo LunaLapiztolaMiguel SierraEduardo ValdezRosario CoboFernando CaridiJulio Garca MurilloAndrs JuradoWorld Wide Web

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    Teotihuacan a go gore!Aullidos y disonancias de Tierra Caliente a la Patagonia

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    8 EDitoRialAcerca de este nmero 12 GobERnabiliDaD 13 Democracia en Mxico Sayak Valencia

    21 Disyunciones sobre el universo delincuencial mexicano Israel covarrubias

    24 insuRGEnCia y EmERGEnCia antE El FRauDE ElECtoRal 26 Movimientos de la sociedad civil 27 Del nombre y el sntoma: Yo soy #131/ Yo soy #132 Jos Luis Barrios

    32 Manifiesto #YoSoy132 34 Manifiesto - Arte por la izquierda 46 Manifestaciones y Organizaciones de la Sociedad Civil: De las redes a la calle? Comit Invisible Jaltenco

    60 1 de diciembre. 61 La batalla de Bellas Artes, entre pauelos, vidrios rotos y un sax Ernesto Aroche & Mely Arellano | Lado B

    68 El primer da del nuevo sexenio en San Lazaro Pablo Spencer

    72 Guerrilla. Una perspectiva electoral a travs de sus comunicados 73 Guerrilla. El Nuevo escenario Jorge Lofredo

    76 Comunicados: Partido Democrtico Popular Revolucionario-Ejrcito Popular Revolucionario Compilacin del Centro de Documentacin de los Movimientos Armados

    Teotihuacan a go gore!Aullidos y disonancias de Tierra Caliente a la Patagonia

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    90 PoRtaFolios 91 Por la ruta del sticker Laura Hernndez M.

    96 Apariciones - Said Dokins 101 Obra negra - Javier Santos 104 Muerte paralela - Lapiztola 110 Welcome to Mxico - Yescka 114 PRoyECtos CuRatoRialEs minERa, animalEs, ViolEnCia y DEsEo 115 Mina 8. Unidad Pasta de Conchos, Memoria y Documentos. Mxico. 121 AFUERA. Encuentro internacional de arte urbano en Cerro de Pasco. Per. 127 Obra de Fernando Caridi. Chile 127 La reparticin de Chile, el relato de los cuepos. Por Comit M33 y el Colegio Contrametafsico de Liberacin Acfala

    131 El relato de Chile, la reparticin de los cuerpos. Por Blanca Guitirrez Galindo 135 Necropolticas de lo infecto: zombies, mosquitos, vampiros y falsos positivos. Obra de Andrs Jurado. Colombia 147 REsEasInstrumentalizacin del cuerpo femenino y economa de deseo Laura Garca Hernndez

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    Acerca de este nmero

    Libre el tocalli con la chirima

    y el teponaxtle anticipa el sol

    hay nueva ola de los sacrificios

    ven linda baby trae tu corazn

    tengo un cuchillo nuevo de obsidiana

    quiero estrenarlo sin vacilacin!

    Los Tepetatles

    Teotihuacan a go go, 1965

    Editorial Rufin

    Como bailando en un enclave de tensiones

    contradictorias se anuncian estas furibundas

    hojas rufianes. Rabia, descontento, irona, aullidos

    y decepcin alientan y des-alienan los tpicos

    dialcticos que atisban un Mxico y una Latinoamrica

    que se revuelcan en lodazales de moronga y utopas

    contemporneas. Figuraciones de violencia, accin

    directa y simulacin activista derriban -unas contra

    otras- las posibilidades emancipadoras encriptadas

    -o enquistadas, tal vez- en los discursos crticos y

    en las prcticas artsticas. No somos los surrealistas

    peleando contra los procesos de Mosc ni la pluma

    fusil de Diego Rivera atacando a las hegemonas

    eclesisticas del capital; aqu se revuelcan los

    cuerpos todava tibios de atropellos recientes

    para los que sus procesos legales, electorales,

    econmicos y ecolgicos quedan irresueltos en

    imaginarios distpicos o en escenas de caritas bobas

    y espectaculares. El escamoteo reina y su reino ocupa

    hasta nuestros gestos ms sutiles.

    En el dossier que entregamos no hay una revisin

    histrica de la democracia en Mxico, ni su definicin

    desde la reflexin filosfico poltica o la acumulacin

    concatenada de datos histricos de la vida poltica

    de nuestro pas en su proceso electoral, ms

    bien a partir de ciertos episodios aparentemente

    desconcentrados y aislados, pero por dems ocluidos

    de la comunicacin social general, ponemos a la vista

    un panorama que, aunque resultar raqutico para

    muchos, filtra y abre una discusin actual, intenta

    expandir por vas crticas y artsticas propias del delirio

    cultural, la coyuntura (o el fracaso) contemporneo,

    haciendo visible el Estado fallido mexicano, as como

    las metodologas de explotacin espectaculares del

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    capitalismo global en los pases latinoamericanos,

    ya sea a cielo abierto o subrepticiamente, para

    la acumulacin de capital simblico radical, del

    mismo modo (elocuentemente) en que se hace

    con la obtencin mineral selectiva en el arrastre y

    excavacin de la corteza terrestre.

    En la primera seccin, Gobernabilidad, se exploran

    escenarios terrorficos, una soberana destrozada y

    la instauracin de la institucin administrativa de

    derechos, incluyendo vida y muerte. La articulacin

    crtica de las condiciones de posibilidad del mito

    democrtico engendra discursivamente a un

    monstruo pigmeo de horror y capitalismo en un

    Mxico (desde el sexenio pasado), que en una

    continuidad inusitada derivan en el desmontaje de la

    ficcin preindustrial (y criolla) de la narco-economa

    y trata de blancas en Mxico (y de sus territorios

    aledaos: del Ro Hudson a la Patagonia y de ah a

    la mazmorra ms olvidada de frica, un pueblito de

    San Petersburgo o a la ciudad ms monumental de

    China).

    Se sigue con un espectro mnimo, hasta donde los

    ojos y los correos electrnicos llegan (o no lo logran),

    de movimientos sociales en contra de guerras flicas

    (que ni el mismo Apollinaire imaginara). Insurgencia

    y emergencia ante el fraude electoral, avisa del

    contraataque brutal a avanzadas espectaculares y

    cinismo ideolgico de la imposicin presidencial,

    con fuegos incendiarios que ponen en ridculo el

    analfabetismo debordiano en nuestras escuelas

    de enseanza infantil. Sin embargo, las posiciones

    cruzadas entre el ingenuo imaginario revolucionario

    por va electoral, ya sea por voto nulo o voto

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    til, hacia la mano torcida pseudodemocrtica y

    su proceso de impugnacin contra las ventajosas

    estrategias mediticas, coaccin de votos, desvo

    de fondos para campaas y el corporativismo de

    supermercado facilitando la compra de votos(1),

    contrastan radicalmente con la posicin de los

    movimientos revolucionarios armados clandestinos.

    Entre zurdos y siniestros, el arte se entromete con

    estrategias activistas y la discusin poltica se hace

    amplia y paradjica. En estas discusiones no resulta

    sencillo tomar partido por la agencia poltica del arte

    que se reviste de activismo ni por las acusaciones de

    pertenencia a hegemonas rancias como argumentos

    de falsedad. Ms all del arte se toma y rene lo que

    ya circula en medios electrnicos, y eso con el fin de

    no reaccionar.

    El Portafolio de artistas reviste un acelerador de

    emancipacin, memoria, luto y provocacin.

    Cinco artistas y colectivos mexicanos presentan

    una serie de acciones, lecturas, intervenciones

    y obras que pretenden eludir una sublimacin

    y ms bien empujar hacia la visibilizacin de la

    catstrofe en la que andamos metidos, poniendo

    en evidencia las poticas y polticas de la visibilidad

    y sealando aparatos de dominacin estatal como

    la terapia del choque, la paranoia de inseguridad,

    el terrorismo de Estado y la fetichizacin de la

    memoria. Caminamos entre pegatinas y mtodos de

    tergiversacin de sealticas urbanas que interpelan

    la arquitectura como instancia de la normatividad,

    objetos asegurados y abandonados, repertorios

    de representacin del imaginario revolucionario

    mexicano, la hibris, como condicin monstruosa de la

    delincuencia organizada y la invocacin espectral de

    los desaparecidos polticos, mediante la inscripcin

    de cada uno de sus nombres en un fetiche memorial.

    Del mismo modo, los Proyectos curatoriales -

    Minera, animales, violencia y deseo presentados

    abren paso al repertorio sureo de la metfora de

    explotacin, extensin, dominacin y pauperizacin

    social, tomando como eje la produccin de muerte

    asociada a la explotacin minera y la guerra. Esta

    seccin que rene muestras documentales acerca de

    la situacin minera en Mxico, registro de encuentros

    y desencuentros en enclaves de explotacin

    multinacional en Per, una serie increble que

    critica los fenmenos espectaculares y televisivos

    que explotan la miseria y tragedia (que explotan la

    explotacin) de la minera en Chile; una desorbitada

    lectura de guerra fra, falsos positivos y mosquitos

    en Colombia y al final, en la seccin resea, una

    lectura feminista radical sobre las sociedades de la

    vergenza y el cuerpo como territorio heterotpico

    en el cine documental.

    Rutas de violencia que expanden las coyunturas

    concretas y que marcan algunas notas para

    vislumbrar una tragedia sistmica y global (y de los

    paradigmas y ficciones que los rodean).

    Esta edicin Rufin, apenas lograda entre los ros de

    aullidos que fluyen por el Anhuac, exige un trato

    criminal a los textos, a sus fuentes y a la msica que

    nos cruzaba febril con obsidianas. Teotihuacan a

    (1) Existen un sin fin de anomalas en el proceso de elecciones en Mxico que no es el fin ahondar aqu, para mayor informacin: http://aristeguinoticias.com/1607/post-elecciones/caso-monex-el-recuento/

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    go go de Los Tepetatles, octava cancin de Arau

    a go go (1965), se deja escuchar y derivar de su

    psicodelia prehispnico-sacrificial al montaje de un

    escenario del ms bajo cine gore (y de la mejor teora

    que genera). As abren estos aullidos y disonancias,

    marcando en crculos rituales una ruta de la tierra

    caliente mexicana, con sus crteles armados o las

    bases guerrilleras del sur en Mxico a los desiertos

    de Chuquicamata, lmite que se emplaza en nuestro

    imaginario latinoamericano hasta la Patagonia. De los

    textos no sobra decir que unos fueron saqueados de

    la red, otros arrebatados de las manos de sus autores.

    Lo que se presenta no es indito, circula y se rene. Lo

    indito son las historias y apuntalamientos que nos

    sitan en una calle sin retorno. Todo crimen editorial

    quede impune si una canallada ms agresiva surge

    al confrontar estos textos; si de esta reunin puede

    hacerse una hoguera de las ignominias que relata, la

    deuda est saldada (o, al menos, liquida sus posibles

    intereses).

    Said Dokins & Julio Garca Murillo

    Diciembre 2012

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    GOBERNABILIDAD

    The people are to serve the government (detalle) SANER

    http://saner-dsr.blogspot.mx/ Callegenera 2012

    Foto: Elsa Reza http://www.flickr.com/photos/elsareza/

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    Democracia en Mxico contemporneo:

    sobamos con utopa y nos despertamos gritando1

    El horror y la violencia cotidiana en la que se desarrolla Mxico contemporneo ya no son un secreto para nadie. Al contrario, tal parece que ese bucle de sangre, destruccin y mutilacin es ya una imagen que le cruza por la mente a la mayora de los sujetos que escuchan el nombre de este pas, sin importar en qu confn del planeta se encuentren. * Dra. Sayak Valencia

    (1) Bolao, Roberto (2000), Un paseo por la literatura. En tres, El Acantilado, Barcelona.* Sayak Valencia (Tijuana, 1980). Doctora Europea en Filosofa, Teora y Crtica Feminista por la Universidad Complutense de Madrid. Poeta, ensayista y exhibicionista performtica. Ha cursado estudios con Judith Butler, Gayatri Chakravorty Spivak, Beatriz Preciado, Monserrat Galcern, entre otrxs. Ha dictado conferencias y seminarios sobre Capitalismo Gore, transfeminismos, feminismo chicano, feminismo poscolonial, arte y teora queer en diversas universidades de Europa y Amrica. Ha publicado los libros: Adrifts Book (Aristas Martnez, Badajoz, 2012), Capitalismo Gore (Melusina, Barcelona, 2010), El reverso exacto del texto (Centaurea Nigra Ediciones, Madrid 2007), Jueves Fausto (Ediciones de la Esquina / Anortecer, Tijuana 2004), as como diversos artculos y ensayos en revistas de Espaa, Mxico, Argentina, los Estados Unidos y Colombia.

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    Proponemos el trmino Capitalismo Gore como la

    reinterpretacin dada a la economa hegemnica y

    global en los espacios (geogrficamente) fronterizos

    y/o precarizados econmicamente. Tomamos el

    trmino gore de un gnero cinematogrfico que

    hace referencia a la violencia extrema y tajante.

    Entonces, con Capitalismo Gore nos referimos al

    derramamiento de sangre explcito e injustificado

    (como precio a pagar por el Tercer Mundo(2) que se

    aferra a seguir las lgicas del capitalismo, cada vez

    ms exigentes), al altsimo porcentaje de vsceras

    y desmembramientos, frecuentemente mezclados

    con el crimen organizado, la divisin binaria del

    gnero y los usos predatorios de los cuerpos, todo

    esto por medio de la violencia ms explcita como

    herramienta de necroempoderamiento(3).

    En este ensayo, trataremos de analizar algunas

    de esas causas estructurales que, desde nuestra

    perspectiva transdisciplinar, se conjugan y han

    creado un entramado sumamente complejo y

    cuyos rostros ms visibles en Mxico son el crimen

    organizado, la guerra contra ste y el ejercicio de

    rentabilizacin de la violencia espectacular.

    Nuestra propuesta reflexiva nos indica que esta

    violencia tiene que ver con el Estado mexicano

    como proyecto fallido, como ejercicio de

    prestidigitacin, tiene que ver tambin con la

    falta de perspectiva de los gobiernos, quienes

    desde la poca posrevolucionaria pusieron todo

    su empeo en la construccin de una democracia

    meramente discursiva, pensando en sta como

    (...) esta violencia tiene que ver con el Estado mexicano

    como proyecto fallido, como ejercicio de prestidigitacin, tiene que ver tambin con la

    falta de perspectiva de los gobiernos, quienes desde

    la poca posrevolucionaria pusieron todo su empeo en la construccin de una democracia meramente

    discursiva, pensando en sta como en una panacea.

    El horror y la violencia cotidiana en la que se

    desarrolla Mxico contemporneo ya no son un

    secreto para nadie. Al contrario, tal parece que

    ese bucle de sangre, destruccin y mutilacin

    es ya una imagen que le cruza por la mente a la

    mayora de los sujetos que escuchan el nombre

    de este pas, sin importar en qu confn del

    planeta se encuentren. Esta popularizacin

    distpica de nuestro pas, obedece a unas lgicas

    de rentabilidad meditica que han lucrado y lo

    siguen haciendo con la violencia espectacular;

    haciendo del morbo, el desmembramiento y la

    sangre un nicho de mercado ms, que se inserta

    en la lgica inexorable del Capitalismo Gore y

    que no profundiza en las causas estructurales que

    provocan la violencia que nos rodea.

    (2) El trmino Tercer Mundo resulta muy problemtico por ser polticamente incorrecto dentro de las lgicas del discurso neoliberalista. Sin embargo, usamos dicho trmino en sentido crtico, ya que consideramos que su eliminacin es slo una catacresis para no enunciar una realidad precarizada econmica y existencialmente, que sigue siendo pertinente en la actualidad, ya que describe y explicita las medidas de explotacin y saqueo econmico de las que son objeto los territorios as identificados. Tambin utilizamos dicha nomenclatura para referirnos a una geopoltica concreta, en nuestro caso Mxico, que dadas sus condiciones econmicas traza sus propias y distintas estrategias de empoderamiento que muchas veces se alejan de los sistemas ticos del Primer Mundo.(3) Para una reflexin ms compleja y profusa sobre el Capitalismo Gore, consltese: Valencia, Sayak (2010). Capitalismo Gore. Melusina, Barcelona.

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    en una panacea.

    Es cierto que la democracia es fundamental para

    el ejercicio sano de un Estado laico y responsable.

    Sin embargo, existe y ha existido una falta de

    perspectiva y de contextualizacin por parte de

    nuestros gobernantes, transmitida a la sociedad

    civil a travs de las distintas instituciones estatales;

    puesto que no han considerado la prctica situada

    de la poltica, es decir, no han sido crticos con el

    discurso del proyecto de la modernidad ni han

    sabido llevar a cabo una prctica geopolticamente

    pertinente para nuestro contexto mexicano dentro

    de esa narrativa.

    Dicha narrativa anglo-eurocntrica corresponde

    a un contexto poltico, social, racial, econmico

    y cultural totalmente distinto al nuestro, un

    contexto que bajo sus discursos de progreso y

    ascensin social tiene fuertes bases colonialistas y

    cuya aceptacin acrtica en el contexto mexicano

    llevar al fracaso del Estado como proyecto

    emancipador, puesto que refuerza la relacin

    de poder marcada por la diferencia colonial y

    estatuida por la colonialidad del poder o dicho

    en palabras de Walter Mignolo: la trampa es que

    el discurso de la modernidad cre la ilusin de

    que el conocimiento es des-incorporado y des-

    localizado y que es necesario, desde todas las

    regiones del planeta, subir a la epistemologa de

    la modernidad.(4) De esta manera, el querer subir

    a la epistemologa de la modernidad, hizo que desde

    sus inicios el Estado mexicano fuera un proyecto

    que diriga, organizaba y gobernaba poblaciones

    ideales bajo parmetros que no concordaban con

    las poblaciones reales a gobernar.

    Ya en 1909, el historiador Andrs Molina Enrquez,

    en su libro Los grandes problemas nacionales,

    argumentaba que el problema ms profundo en

    Mxico era material; refirindose a la propiedad

    de la tierra y no tanto, en contraposicin a lo que

    argumentaba Francisco I. Madero, un problema

    meramente poltico y de democracia.

    As, ms de un siglo despus, uno de los problemas

    ms insidiosos en Mxico es que los gobernantes

    y las instituciones de nuestro pas gobiernan para

    un Estado mexicano imaginario, cuyas lgicas

    anglo-europeas hacen imposible dar cabida o

    representacin a la mayora de los ciudadanos

    que pueblan este pas, un Estado tremendamente

    sexista, homfobo, anti-indigenista, autoritario,

    corrupto, centralista, dspota y desobligado.

    Un Estado que traiciona radicalmente los ideales

    revolucionarios, los cuales buscaban destruir

    el Estado oligrquico y crear uno nuevo que

    incorporara a las clases campesinas, trabajadoras y

    medias. Un Estado que a travs de la Constitucin

    de 1917, prometi reformas agrarias a los

    campesinos, proteccin, beneficios sociales y

    derechos de organizacin a la clase trabajadora;

    el control nacional de los recursos naturales y la

    liberacin de espritu, mente y cuerpo del control

    catlico(5) y cuyo desarrollo biopoltico se ha

    dado de manera desigual y hasta contradictoria, (a

    excepcin de algunos ejercicios de movilizacin,

    reforma social y nacionalismo econmico hechos

    durante el gobierno de Lzaro Crdenas) pues

    mientras Mxico se maravillaba ante el milagro

    mexicano (1940-1970), el autoritarismo, la violencia

    de Estado y la represin abran caminos para que la

    (4) Mignolo, Walter. Las geopolticas del conocimiento y la colonialidad del poder entrevistado por Catherine Walsh en Polis Revista Acadmica (on-line) de la Universidad Bolivariana de Chile, Vol. 1, Nm. 4, 2003, p. 02.(5) Vaughan, Mary Kay. Introduccin. p. 40, en Cano Gabriela, Jocelyn Olcott y Mary Kay Vaughan (comps.), (2010). Gnero, poder y poltica en el Mxico posrevolucionario. FCE, Mxico.

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    esta serie de anlisis y que es necesario para crear

    una crtica que logre articular un cambio en la

    perspectiva y la forma en que entendemos la

    democracia, puesto que este concepto acta como

    una pantalla, que invisibiliza ante la comunidad

    internacional las narrativas de la violencia en las

    que se sustenta la gobernanza en Mxico.

    Este elemento faltante se refiere a la creacin, tambin

    ubicada dentro del momento posrevolucionario,

    de un arquetipo social que exalta la figura del

    macho. Una especie de nacionalismo-machista,

    donde aqul es el representante fiel de los ideales

    nacionalistas. No afirmamos que esta exaltacin

    de la figura del macho como modelo cultural no

    haya acompaado a los discursos y las prcticas

    pre-revolucionarias. Sin embargo, nos centramos

    en la poca posrevolucionaria por considerar que

    dada la cercana en el tiempo, puede darnos mejor

    noticia de cmo se construye la biopoltica estatal

    que se retraduce en una biopoltica de gnero y

    que tiene amplias consecuencias en la violencia

    exacerbada actual; ya que este elemento aunado a

    la violencia econmica y a la depreciacin simblica

    de aquellxs que no pueden ser hiperconsumidores,

    crea un cctel explosivo y el surgimiento de los

    sujetos endriagos.

    Tomamos el trmino endriago de la literatura

    medieval, especficamente del libro Amads de

    biopoltica del estado benefactor se transformara

    en un estado neoliberal que radicalizara las

    desigualdades sociales, desestructurara el

    incipiente estado de bienestar y conducira

    a la necropoltica en la que nos encontramos

    actualmente y que nos tiene de regreso del sueo

    del progreso y la globalizacin.

    Sin nimos de ser reduccionistas o simplificar

    demasiado, pero s con nimo de resumir,

    podemos decir que ante la traicin de los ideales

    revolucionarios que se ve reflejada en el descuido

    del campo, lo cual oblig a la migracin forzada

    de la clase campesina primero del campo a las

    ciudades y despus a la migracin transnacional,

    el adelgazamiento constante de la clase media,

    el crecimiento de las desigualdades sociales, el

    elitismo, el clasismo, el endoracismo, las crisis

    econmicas acumulativas, la falta de conciencia

    crtica para decolonizarnos mentalmente y el

    neocolonialismo capitalista (conocido y celebrado

    como globalizacin) se crea un campo propicio

    para que la violencia depredadora que nos atraviesa

    y acompaa cotidianamente en Mxico sea una

    realidad innegable e incluso hasta predecible,

    puesto que los acontecimientos antes citados

    []nos demostraron que el progreso no llegaba,

    o peor an, aparecan numerosos fenmenos

    regresivos. (6)

    Los elementos antes enumerados son altamente

    conocidos y citados por especialistas en distintas

    disciplinas, elementos que conforman una serie

    de labelizaciones dentro de los discursos crticos y

    acadmicos. Y que parecen configurar una realidad

    difcilmente modificable a nivel estructural. Desde

    mi perspectiva, existe un elemento que falta en

    un presidente que busca legitimidad a la vieja usanza

    mexicana: a travs del despliegue de violencia

    exacerbada para limpiar el honor del macho herido.

    (6) Morin, Edgar. En el corazn de la crisis planetaria. p. 58, en Baudrillard, Jean y Edgar Morin (2004). La violencia del mundo. Paids Ibrica, Barcelona.

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    Gaula.(7) Lo hacemos as siguiendo la tesis de

    Mary Louise Pratt, quien afirma que el mundo

    contemporneo est gobernado por el retorno

    de los monstruos.(8) El endriago es un monstruo y

    se le describe como un ser dotado de elementos

    defensivos y ofensivos suficientes para provocar el

    temor en cualquier adversario. Su fiereza es tal que

    la nsula que habita se presenta como un paraje

    deshabitado, una especie de infierno terrenal

    al que slo podrn acceder caballeros cuya

    heroicidad rondara los lmites de la locura y cuya

    descripcin se asemeja a los territorios fronterizos

    contemporneos.(9)

    Hacemos una analoga entre el personaje literario,

    que pertenece a los Otros, a lo no aceptable, al

    enemigo, y los nuevos sujetos ultra violentos y

    demoledores del Capitalismo Gore. Los sujetos

    endriagos surgen en un contexto especfico: el

    postfordismo. ste evidencia y traza una genealoga

    somera para explicar la vinculacin entre pobreza

    y violencia, entre nacimiento de sujetos endriagos

    y Capitalismo Gore.

    As, el contexto cotidiano de estos sujetos es

    [] la yuxtaposicin muy real de proliferacin

    de mercancas y exclusin del consumo; [son]

    contemporneo[s] de la combinacin de un

    nmero creciente de necesidades con la creciente

    falta de recursos casi bsicos de una parte

    importante de la poblacin.(10)

    Analicemos, pues, los lazos que existen entre la

    violencia ejercida por los criminales mexicanos

    (sujetos endriagos) y la construccin de la nacin

    mexicana basada en el machismo y el despliegue

    de la violencia que ello implica.

    Carlos Monsivis nos dice que el trmino macho

    est altamente implicado en la construccin

    estatal de la identidad mexicana. Dicho trmino

    se expande en Mxico despus de las luchas

    revolucionarias como signo de identidad nacional

    ,(11) durante ese perodo el trmino machismo se

    asociaba a las clases campesina y trabajadora, ya

    que en la incipiente configuracin de la Nacin

    mexicana, el macho vino a ser una superlativacin

    del concepto de hombre que ms tarde se

    naturalizara artificialmente como una herencia

    social nacional y que ya no se circunscribira slo

    a la clases subalternas, dado que el machismo

    cuenta entre sus caractersticas la indiferencia

    ante el peligro, el menosprecio de las virtudes

    femeninas y la afirmacin de la autoridad en

    cualquier nivel.(12)

    Haciendo notar que las construcciones de gnero

    en el contexto mexicano estn ntimamente

    relacionadas con la construccin del Estado y que

    ste a su vez retroalimenta el bucle de precarizacin

    (7) Es una obra maestra de la literatura medieval fantstica en castellano y el ms famoso de los llamados libros de caballeras, que tuvieron una enorme aceptacin durante el siglo XVI en la Pennsula Ibrica.(8) Pratt, Mary Louise (2002). Globalizacin, Desmodernizacin y el Retorno de los Monstruos. Tercer Encuentro de Performance y Poltica. Universidad Catlica. Lima, Per, pg. 01.(9) Con territorios fronterizos nos referimos a las fronteras en general, pero hacemos hincapi en las fronteras del norte de Mxico que lindan con los Estados Unidos que se ajustan perfectamente a lo descrito, por ser ciudades actualmente copadas por los crteles de droga, los traficantes de personas, la prostitucin y las distintas fuerzas represivas del Estado, creando as un campo de batalla, un territorio en estado de sitio y militarizado.(10) Lipovetsky, Gilles (2007). La felicidad paradjica. Ensayo sobre la sociedad hiperconsumista. Anagrama. Barcelona. Pg. 181.(11) Cfr. Monsivis, Carlos (1981). Pero hubo alguna vez once mil machos? FEM, no 18, abril-mayo 1981, pgs. 9-20, Mxico.(12) Monsivis, Carlos. Op. Cit. Pg.09.

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    econmica en el que vive cotidianamente nuestro

    pas, afianzando el capitalismo de cuates, es decir,

    el capitalismo de oligopolio, que seala Denise

    Dresser (en su discurso del 29 de enero de 2009

    en el Foro Mxico ante la crisis), este capitalismo,

    junto a la figura del macho nacional, conforman

    algunas de las criaturas del Estado que amenazan

    con devorar al Estado y que unidas a factores como

    el endoracismo, el neocolonialismo, la depreciacin

    del concepto de trabajo (pero sobre todo la

    falta de trabajo) se convierten elementos que

    articulan caminos distpicos para empoderarse

    econmicamente.

    Uno de estos caminos, en nuestro pas, es formar

    parte de las filas del crimen organizado a travs

    de su escalafn ms bajo: el de los sicarios que

    conforman lo que en este ensayo denominamos el

    proletariado gore.

    Por ello, ante la coyuntura contextual del Mxico

    actual y su desmoronamiento Estatal, es necesario

    visibilizar las conexiones entre el Estado y la

    clase criminal, en tanto que ambos detentan un

    mantenimiento de una masculinidad violenta

    emparentada a la construccin de lo nacional. Lo

    cual tiene implicaciones polticas, econmicas

    y sociales que estn cobrando en la actualidad

    un alto nmero de vidas humanas dada la lgica

    masculinista del desafo y de la lucha por el poder

    y que, de mantenerse, legitimar a la clase criminal

    como sujetos de pleno derecho en la ejecucin de

    la violencia como una de las principales consignas

    a cumplir bajo las demandas de la masculinidad

    hegemnica y el machismo nacional.

    Una muestra de ello, es la lucha contra el crimen

    organizado emprendida por el presidente Felipe

    Caldern, que nos habla de una estrategia pobre, un

    sntoma de un gobierno que no tiene imaginacin

    ni liderazgo poltico. Un gobierno que busca

    legitimidad a toda costa, despus de ser acusado

    socialmente de espurio, tras el sonado fraude

    electoral de 2006 (que, desafortunadamente,

    se repite en 2012). Un presidente que busca

    legitimidad a la vieja usanza mexicana: a travs

    del despliegue de violencia exacerbada para

    limpiar el honor del macho herido, haciendo uso

    de las potestades y los recursos del Estado, en este

    caso, del ejrcito para fines megalmanamente

    privados. Una lgica extraa y sacrificial donde se

    busca recuperar la honorabilidad con muertos.

    Una estrategia de seguridad que no se preocupan

    por las consecuencias reales del fenmeno de la

    violencia(13), ni del miedo que est causando en

    la poblacin civil, que se ve atacada en dos frentes;

    tanto por las reyertas entre bandas mafiosas como

    por la ocupacin del espacio pblico de las fuerzas

    armadas, creando un miedo endmico que puede

    manifestarse como ya lo est haciendo en casi

    todo el territorio en el enclaustramiento de los

    civiles en sus casas, presas de un sentimiento de

    vulnerabilidad y de un sentimiento de culpa, no del

    todo justificada; mientras, los criminales campan

    con toda tranquilidad por el territorio mexicano y el

    gobierno invisibiliza y reprime las manifestaciones

    activas por parte de la poblacin civil que le exigen

    el cumplimiento de sus competencias en temas de

    seguridad.

    La guerra contra el narcotrfico que est

    emprendiendo el Estado mexicano, nos dice:

    [Quienes slo buscan] soluciones basadas en el

    mayor despliegue policial y militar, delata una

    (13) Esta despreocupacin tambin tiene sesgos de gnero y se evidencia frente al escaso inters que muestra el gobierno ante el feminicidio en Cd. Jurez.

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    rotunda renuncia a la responsabilidad poltica por

    parte de su autor. Son obra de polticos desprovistos

    de imaginacin que carecen de la visin o del inters

    necesario para abordar las enormes injusticias

    estructurales de la economa mundial de las que se

    alimentan el crimen y la inestabilidad.(14)

    Lo que los discursos oficialistas no dicen es que

    en Mxico los crteles de droga no podrn ser

    erradicados eficazmente mientras no se erradiquen

    las desigualdades estructurales entre la poblacin;

    mientras la ausencia de trabajo [persista y nos

    ponga de frente con] la imposibilidad de encontrar

    otra salida que no sea la migracin;(15) mientras

    no se deconstruyan los conceptos de modernidad

    y de progreso y dejen de utilizarse como directrices

    del discurso poltico y ste integre las posibilidades

    reales de una poltica geogrficamente pertinente;

    mientras no se escape a la espectacularizacin de

    la violencia y la celebracin del hiperconsumismo;

    mientras no se cuestione el discurso poltico

    basado en la supremaca masculina que necesita

    el despliegue de violencia como elemento de

    autoafirmacin viril y, sobre todo, mientras no se

    cuente con una estabilidad econmica sostenible

    que funcione a mediano y largo plazo.

    Ante este panorama las preguntas cambian, ya no

    es pertinente preguntarnos cmo es posible que

    est ocurriendo esto en Mxico?, sino por qu

    tard tanto en pasar? La respuesta est inscrita en

    el poder y en las tecnologas de la visualidad, con

    esto me refiero a quines gestionan los medios

    de informacin y entretenimiento y al servicio de

    quines estn estos medios, que forman parte de

    las herramientas para crear visualidad, es decir,

    presentaciones simblicas, polticas, econmicas

    y de gnero que retransmiten a las audiencias y

    crean una episteme de la violencia, donde sta

    aparece fragmentada y donde no se explican sus

    causas estructurales ni sus consecuencias reales,

    dado que las imgenes que nos son presentadas

    por dichos medios se nos muestran de forma

    desodorizada e incluso glamurosa (imitable en

    su dimensin esttica, es decir, consumible como

    indumentaria, msica, etc.), si se trata de una

    pelcula, un videojuego, una serie televisiva, etc., y

    de forma segmentada y sobresaturada si se trata

    de noticiarios y peridicos; donde la intencin

    directa no es de consumo sino de control social a

    travs de la gestin teledirigida del miedo como

    herramienta biopoltica para imponer estados de

    excepcin e hipervigilancia con la conformidad y

    el beneplcito de la poblacin, bajo argumentos

    que apelan a la seguridad.

    As podemos decir que la violencia espectacular

    ejercida por los sujetos endriagos puede ser

    leda como un poscolonialismo irreflexivo y

    perverso que, por un lado, muestra obediencia

    absoluta hacia el entramado patriarcal-capitalista-

    hiperconsumista y, por el otro, da cuerpo a una

    especie de multitudes contradictorias cuya

    existencia muestra de manera radical que si bien las

    relaciones de poder penetran en los cuerpos, existe

    tambin un espacio de insurreccin, en el caso

    de los endriagos un empoderamiento distpico,

    que muestra que dichas relaciones tambin son

    penetradas e influenciadas por los cuerpos y las

    poblaciones. O en otras palabras: ya no es posible

    pensar el cuerpo social como un cuerpo dcil, ms

    bien es necesario analizarlo desde una perspectiva

    (14) Glenny. Misha (2008). McMafa. El crimen sin fronteras. Ediciones Destino, Barcelona. p. 475.(15) Saviano, Roberto (2008). Gomorra. Debolsillo, Mondadori, Barcelona. p. 82

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    situada que logre abarcar la complejidad de los

    tiempos sin nimo de abarcar todo el fenmeno,

    ya que esta pretensin dista de ser posible.

    Dicha perspectiva debe ir acompaada de

    una revisin exhaustiva de conceptos como

    democracia, progreso y futuro que han sido los

    caballos de Troya utilizados por las instituciones

    mexicanas para la aceptacin e implantacin

    acrtica y descontextualizada de unas narrativas de

    la modernidad que han desembocado en prcticas

    de violencia extrema y capitalismo gore en nuestro

    territorio; donde (la mayora de) los gobernantes,

    conservan la versin autoritaria del poder y piensan

    en gobernar pases con ayuda de la sangre. Lo cual

    retroalimenta, a su vez, una lgica terriblemente

    continuista con la colonialidad y la necropoltica

    contempornea, tan parecida a la ejercida en otros

    tiempos por la monarqua, situndonos en un

    espacio tristemente neofeudalista que nos hace

    pensar, junto a Bolao, sobamos con utopa y nos

    despertamos gritando.

    La Farsa detrs de la guerra contra el narco. SANER, 2012

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    Despus de seis aos de guerra intensa en contra de la delincuencia organizada, el Estado confirma el enorme dficit de efectividad que padecen las instituciones de seguridad pblica en Mxico. Con muchos de los principales lderes de las organizaciones delincuenciales en la crcel o muertos, lo evidente es la insospechada capacidad de adaptacin/mutacin de la delincuencia (des)organizada a las condiciones y modalidades que el orden estatal pretende imponerle a lo largo del territorio a travs de la confrontacin, aseguramiento o persecucin. * Israel Covarrubias

    Disyunciones sobre el universo delincuencial mexicano

    En Mxico, la poltica ha manifestado en el ltimo

    sexenio una serie de equvocos que han llevado al

    pas hacia la radicalizacin de las fuentes y formas

    del conflicto entre diversos actores y grupalidades,

    as como a un incremento significativo en la

    exasperacin de las maneras que el Estado utiliza

    para contrarrestar esa radicalidad. No es un hecho

    aislado que el gobierno del presidente Felipe

    Caldern Hinojosa (2006-2012) haya sido calificado

    como uno de los peores de los ltimos treinta

    aos respecto a su desempeo en el rubro de la

    seguridad territorial de la nacin y con particular

    atencin a la cuestin que redunda en el fenmeno

    de la delincuencia organizada.

    Hacia finales de 2006, el presidente Caldern

    hizo pblica su declaracin de guerra contra el

    narcotrfico como poltica de Estado, y que matizara

    despus como guerra contra el crimen organizado,

    para finalmente indicarla como combate a la

    delincuencia organizada. El matiz no es gratuito,

    ya que puso en evidencia el desconocimiento del

    * Doctor en Ciencia Poltica por la Universidad de Florencia y Director de la revista Metapoltica http://www.metapolitica.com.mx/

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    permite la aparicin del problema de su atribucin,

    por lo que precisamente criminalizar, nos vuelve

    a recordar el DRAE, es atribuir carcter criminal a

    alguien o algo. De este modo, delincuencia no es

    sinnimo de criminalidad.

    Despus de seis aos de guerra intensa en contra

    de la delincuencia organizada, el Estado confirma

    el enorme dficit de efectividad que padecen las

    instituciones de seguridad pblica en Mxico.

    Con muchos de los principales lderes de las

    organizaciones delincuenciales en la crcel o

    muertos, lo evidente es la insospechada capacidad

    de adaptacin/mutacin de la delincuencia (des)

    organizada a las condiciones y modalidades que

    el orden estatal pretende imponerle a lo largo del

    territorio a travs de la confrontacin, aseguramiento

    o persecucin. Sin embargo, cabe subrayar que

    el problema radica en que la delincuencia no es

    exclusivamente un fenmeno territorial, ya que

    partir de la ltima dcada se ha vuelto un fenmeno

    de operatividad poltica. Esto es, un fenmeno que

    permite controlar y dinamizar los flujos y procesos

    que activan los intercambios entre mercado poltico

    con el mercado econmico, y entre este ltimo con

    el mercado social. A ttulo ilustrativo tomemos

    el estudio que realiza cada ao Global Financial

    Integrity: los flujos de dinero que salen anualmente

    de manera ilegal de Mxico ascienden a 50 mil

    millones de dlares, principalmente a travs de

    facturaciones fraudulentas de exportaciones de

    bienes.(1) Mientras este mbito de rentabilidad

    de los mercados de la delincuencia difusa y de los

    mercados de bienes ilegales no sea controlado, se

    volver superflua cualquier accin estatal contra la

    delincuencia organizada fundada exclusivamente

    en la confrontacin directa, pues en este sector,

    presidente Caldern y de sus ministros de seguridad

    respecto a la diferenciacin funcional y jurdica

    de entablar una guerra contra el narcotrfico o

    contra del crimen organizado. Es decir, no todos

    los grupos que el Estado mexicano identifica como

    crimen organizado trafican narcticos, ya que hay

    los que trafican personas, animales, medicinas,

    electrodomsticos, discos compactos, tecnologa,

    informacin, ropa, etctera. Adems, si revisamos la

    legislacin mexicana que controla y castiga el trfico

    de estupefacientes, en especfico la Ley Federal

    contra la Delincuencia Organizada creada en 1996

    por el entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce

    de Len, y que contiene enmiendas significativas en

    sus apartados de definicin jurdica del fenmeno

    de la delincuencia organizada a lo largo del sexenio

    del presidente Caldern, no hay un solo artculo

    que castigue al llamado crimen organizado, pues

    jurdicamente el fenmeno est definido en la ley

    como delincuencia organizada. Para quedarnos en

    un mbito sintctico, podemos sugerir que delinquir

    no traduce jurdicamente el vocablo criminalizar. Si

    delinquir es cometer un delito como advierte del

    Diccionario de la Real Academia del Espaol (DRAE),

    es decir, se mantiene en un mbito performativo,

    entonces seala una accin que slo a su trmino

    (...) el nmero de personas asesinadas que ha producido

    precisamente la guerra contra la delincuencia

    organizada supera conservadoramente la cifra

    de 60 mil muertos en los ltimos cinco aos.

    (1) Pablo Cabaas Daz, Mxico 2012. Avances y riesgos, Metapoltica, ao 16, nm. 78, julio-septiembre de 2012, p. 84.

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    no se debe olvidar que el nmero de personas

    asesinadas que ha producido precisamente la

    guerra contra la delincuencia organizada supera

    conservadoramente la cifra de 60 mil muertos en los

    ltimos cinco aos, y que no pueden ser atribuibles a

    ejecuciones ordinarias entre delincuentes aislados

    u organizados, mucho menos a un efecto previsible

    de la persecucin militarizada del fenmeno, como

    sucede en Mxico.(2) En cambio, son la muestra clara

    de la operatividad que imprime la delincuencia como

    agente de dinamizacin de la lgica menos visible

    de las instituciones, pero no por ello residual, para

    que puedan concretarse los intercambios polticos

    entre ilegalidad - institucionalidad - desarrollo -

    sociedad.(3) Los esquemas binarios de legalidad-

    ilegalidad no permiten una mejor comprensin de

    los esquemas binarios de legalidad-ilegalidad no permiten una mejor comprensin de la enorme complejidad de los

    fenmenos actuales de delincuencia organizada presentes en mxico.

    la enorme complejidad de los fenmenos actuales

    de delincuencia organizada presentes en Mxico.

    De hecho, bloquean la posibilidad de explicacin

    de las aristas que han dejado para la vida en

    sociedad del pas. As pues, no podemos analizar

    a los mercados criminales como pura inercia de un

    pasado autoritario, ni como la emergencia de un

    presente contradictorio, sino como un conjunto

    de procesos polticos donde est teniendo lugar

    la conclusin real de las maneras de dirimir el

    conflicto. En la actualidad Mxico es un pas ms

    democrtico institucionalmente, pero ha decidido

    recurrir cada vez ms al asesinato y, en general, al

    acto delincuencial, para dirimir sus conflictos, lo que

    consolida la evidente fragilidad de la estructuracin

    pblica de la vida en comn nacional, as como su

    casi nulo sentido de estatalidad. De este modo,

    asistimos a la consolidacin de una regulacin

    precaria de lo pblico que se presenta como

    consecuencia no esperada de la guerra frontal

    contra la delincuencia organizada.

    Es necesario finalizar sugiriendo que en Mxico hoy

    por hoy nos encontramos en un momento crucial de

    cambio de los vectores generales que permiten la

    reproduccin de los fenmenos contrarios al orden

    poltico, tal y como lo expresa(n) la(s) delincuencia(s)

    organizada(s). Aunado al hecho de que algunos de

    los intentos del Estado mexicano por responder

    a esta situacin de cambio son el verdadero

    desafo y no la solucin al problema general de la

    delincuencia. No olvidemos que las soluciones no

    necesariamente ofrecen salidas de continuidad a la

    situacin que se quiere recomponer. Insistir en lo

    contrario es seguir convencido de que la poltica se

    funda en sus continuidades y no en sus fracturas.

    (2) Rodolfo Sarsfield, A Tale of Two Cities. La guerra y la paz en Mxico y Estados Unidos, Metapoltica, vol. 16, nm. 79, octubre-diciembre de 2012, p. 94.(3) Israel Covarrubias, Mxico, Estado doble y soberana criminal, Metapoltica, ao 16, nm. 78, julio-septiembre de 2012, pp. 109-114. Ahora disponible en: http://metapolitica.blogspot.mx/2012/06/sobre-charles-bowden.html

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    INSURGENCIA Y EMERGENCIA ANTE EL FRAUDE ELECTORAL

    El Demonio de las urnas - SANER - 2012

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    INSURGENCIA Y EMERGENCIA ANTE EL FRAUDE ELECTORAL

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    Movimientos de la sociedad civil

    Fotografa: Natalia MolinaEstudiante de Comunicacin y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragn, fotgrafa y activista por los derechos de las y los jvenes y de la poblacin LGBTTTI. Particip activamente en asambleas y marchas realizadas por el movimientos #YoSoy132. Ha trabajado como promotora cultural en el Instituto de la Juventud del Distrito Federal (INJUVEDF).Ha participado en las exposiciones fotogrficas del concurso Mirada Joven organizado por UNFPA, Mrame, Jvenes en su ciudad de INJUVEDF. Sus fotografas han sido publicadas en la revista Jvenes en la ciudad en las ediciones de los aos 2008,2010 y 2011.

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    Ah donde los movimientos sociales desbordan o sobrepasan las formas reguladas de representacin y anlisis, sin duda se opera algo que no puede ni debe ser soslayado y menos an reducido a esquemas rudimentarios y torpes de interpretacin que no hacen sino mostrar la imposibilidad de la institucionalidad de dar cuenta de los cambios complejos y profundos que una sociedad est sufriendo.* Jos Luis Barrios

    Del nombre y el sntoma: Yo soy #131/ Yo soy #132

    La poltica tambin es un problema de sntomas,

    no basta con las lecturas estrechas que la reducen

    a datos estadsticos de encuesta, a anlisis de

    coyuntura o dobles discursos semidemocrticos

    de periodistas, que se producen desde las cpulas

    del poder poltico, meditico y fctico. Los cambios

    sociales y sus formas de construccin poltica pasan

    por registros ms complejos que la mera lectura

    inmediatista con la que la mayora de las veces se

    intenta domesticar movimientos cuya naturaleza se

    escapa de cualquier consideracin que provenga

    del orden establecido: ah donde los movimientos

    sociales desbordan o sobrepasan las formas

    reguladas de representacin y anlisis, sin duda se

    opera algo que no puede ni debe ser soslayado y

    menos an reducido a esquemas rudimentarios y

    torpes de interpretacin que no hacen sino mostrar

    la imposibilidad de la institucionalidad de dar

    cuenta de los cambios complejos y profundos que

    una sociedad est sufriendo.

    En el contexto electoral en que hoy se encuentra

    el pas, no es difcil adivinar que me refiero a lo

    que ha pasado en la ltimas tres semanas con las

    movilizaciones estudiantiles y ahora sociales que se

    han autodefinido Yo soy #131/ Yo soy 132. En estas

    notas no voy a referirme a los fenmenos y procesos

    de orden pblico ya conocidos de todos, sino ms

    bien deseara llamar la atencin sobre dos aspectos

    estructurales que considero que pueden aportar

    una perspectiva amplia y de sesgo sobre la lgica

    y el afecto que este movimiento ha producido y

    que sin duda introduce una suerte de principio

    de incertidumbre en la condiciones con las que

    el discurso poltico global ha intentado construir,

    desde al menos hace tres dcadas, su nocin

    econmico-liberal de democracia. El primero tiene

    que ver con la implicacin y la activacin que se

    desprende de los autonombrados movimientos

    Yo soy 131, Yo soy 131 y uno ms y Yo soy #132; el

    segundo con el modo en que dicha activacin ha

    supuesto un desbordamiento de los marcos de

    * Doctor en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Especialista en esttica, la teora del arte, cine y prcticas contemporneas. Es profesor investigador en el Departamento de Filosofa de la Universidad Iberoamericana, en la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM, es asesor acadmico del MUAC (Museo Universitario de Arte Contemporneo) en la UNAM y Consejero Acadmico de Laboratorio de Arte Alameda

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    representacin y anlisis del discurso poltico mismo

    y que irremediablemente nos conduce a buscar una

    comprensin ms amplia de este acontecimiento

    social.

    Lejos de las lecturas paternalistas y compresivas

    de la intelectualidad y el periodismo seudocrtico

    de este pas que pareciera que les perdonan la vida

    a los jvenes por ser tales una actitud que slo

    demuestra las falacias de una democracia que se

    funda en los consensos y los consuelos , habra

    que poner en contexto y horizonte la potencia de

    significacin que tiene un movimiento juvenil que

    se expresa en esa frmula que al tiempo que marca

    identidades define intensidades.

    Comencemos por el contexto: este movimiento

    hay que pensarlo desde un cambio histrico que

    involucra la nocin misma de globalizacin y sus

    derivas en los discursos polticos y econmicos.

    Las llamadas primaveras rabes, la crisis de la zona

    euro, el movimiento de los indignados son parte, al

    igual que el Soy #131/Soy #132 de un cambio radical

    en el modelo global de comprensin del mundo que

    desde el movimiento zapatista, el 11 de septiembre,

    el 11 de marzo y la crisis econmica del 2008 han

    sido los sntomas que muestran claramente el lmite

    de un modelo imperial de poltica que se encuentra

    en bancarrota o que, por ser generoso, no sabe

    ni tiene idea de por dnde resolver una fractura

    en la lgica misma de la representacin poltica.

    Desde luego, no se trata de igualar los distintos

    procesos y movimientos, pero tampoco podemos

    ser tan ingenuos (o perversos) para, en nombre del

    anlisis objetivo y estadstico tan caro a nuestros

    politlogos y periodistas, ponderar las diferencias

    y especificidades de estos fenmenos y producir

    una suerte de domesticacin sociologizante y

    culturalista de la crisis e incertidumbre en la ideas

    misma del globo y la globalizacin por la que

    atraviesa la sociedad mundial en su conjunto.

    En este contexto, al menos desde mi perspectiva,

    el movimiento de jvenes no puede ni debe ser

    sustrado a los efectos que va produciendo el modo

    global de mundo. Aqu toca ms bien tomarse el

    tiempo, es decir, ser lo suficientemente serios, para

    comprender las variaciones de intensidad que el

    modelo mundial de la globalizacin va produciendo

    en los distintos emplazamientos geopolticos,

    culturales y sociales. En el caso del movimiento de

    estudiantes/universitarios, quiz estemos obligados

    a pensar en una situacin donde la transicin

    democrtica (la subjetividad poltica) y los derechos

    sociales fundamentales (trabajo, seguridad,

    educacin, salud y cultura) se encuentran en una

    situacin de precariedad en la que los individuos no

    encuentran espacio real para su representacin.

    Es innegable que contra todo supuesto y torpe

    clculo poltico, por parte del candidato del PRI y

    sus asesores, de emplazar un discurso guionizado,

    a partir de un prejuicio de clase y percepcin sobre

    los estudiantes de la Ibero, respecto a su plan de

    gobierno, lo que se oper fue una lgica inversa

    con los estudiantes de esta universidad que liber

    un afecto social y mostr la forma del inconsciente

    discursivo del priismo: su autoritarismo, su

    paternalismo, pero sobre todo su incapacidad para

    negociar la condicin real de una demanda social

    legtima (basta con tener en cuenta el comentario

    del Pea Nieto sobre Atenco y las declaraciones

    del presidente de PRI en Ibero 90.9 para tener claro

    el modo de reaccin del Partido Revolucionario

    Institucional ante el disenso).

    La pobre retrica contra los detractores del plan

    de gobierno del candidato priista es muestra de

    esto. Habra que hacer un esfuerzo de anlisis e

    imaginacin para observar que el asunto es algo

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    ms complicado que las firmas de compromisos, los

    cuales y esto dicho con irona necesitaran como

    450 aos para poder ser cumplidos La intentona

    del inconsciente priista de instalarse otros 70 aos

    en el poder? En todo caso, al antipeismo no

    significa un pro algo o a alguien sino una figura

    que plantea condiciones inditas o tal vez no

    tanto desde donde pensar el estatuto de la poltica

    y una definicin de Estado en una sociedad y una

    afectividad colectiva que es presentada pero no

    representada, de pensar la condicin precaria

    en la que se encuentran los individuos ante su

    imposibilidad de devenir sujetos polticos.

    Si bien la condicin del contexto actual de este

    movimiento tiene un carcter indito construido en

    su propio modo de enunciarse, tambin es cierto

    que este modo de enunciarse, quiz de una manera

    no tan consciente, hace eco de cierta contigidad

    de afectos y lgicas de enunciacin que han estado

    presentes, en su carcter de acontecimientos, en la

    historia de la segunda mitad del siglo XX. Tiene que

    ver con una figura poltico-social poco considerada

    que es la figura de los movimientos sociales a

    diferencia de la manifestaciones organizadas. Traigo

    a cuenta dos de stos: el 68 francs y el Movimiento

    Zapatista.

    Sobre el 68 francs vale la pena recordar que su

    gnesis discursiva se encuentra en lo que Jean

    Paul Sarte calific de una ruptura al interior

    de la burguesa ilustrada francesa. Sin duda el

    movimiento activado por los estudiantes de diversas

    universidades privadas y pblicas en alguna medida

    puede ser ledo dentro de esta lgica de ruptura de

    sistema axiolgico de clase: ms all de reivindicar

    la poltica como inters de clase, es decir, como una

    condicin de lo pblico definido por el orden de lo

    privado, estas formas de manifestacin redefinen o,

    para ser ms preciso, recolocan la nocin de pblico

    como aquello que no le pertenece a nadie o lo (im)

    propio . Esta caracterstica est claramente puesta

    en operacin en el modo en que los estudiantes

    han definido su condicin apartidista pero poltica.

    Lo que leo detrs de este recolocamiento es una

    nocin de lo en comn del espacio poltico como

    ocupacin de singularidades no representadas, un

    capital de accin que nos obliga a pensar el espacio

    mismo de la poltica ms all de plataformas y

    programas.

    Pero no slo eso. Para alguien que est

    acostumbrado a leer en los enunciados las lgicas

    de representacin y de acontecimiento, sin duda

    no puede pasar inadvertida la potencia que arrastra

    tras de s la configuracin, pero sobre todo, el

    desplazamiento del acto de resistencia producido

    en primera instancia por una grupo de alumnos

    de la Ibero, ms tarde por el movimiento de

    universitarios en su conjunto y posteriormente por

    el juego de adiciones que distintas organizaciones y

    movimientos de disidencia han operado al sumarse

    en su declaratoria en la UNAM a este movilizacin.

    Una vez hay una cierta resonancia de la estructura

    enunciativa del 68 francs, una estructura que

    tiene que ver con el modo en que se introduce

    la figura retrica de la paradoja en la consigna y

    con ello la imposibilidad de domesticacin del

    enunciado. En el movimiento estudiantil del 68

    francs la consigna que deton la resistencia y la

    movilizacin fue todos somos judos alemanes;

    las llamadas primaveras rabes, la crisis de la zona euro, el movimiento de los

    indignados son parte, al igual que el soy #131/soy #132 de un cambio radical

    en el modelo global de comprensin del mundo.

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    ms all de la referencia al estudiante expulsado

    de la Sorbone, importa subrayar la implicacin

    que tena en la posguerra europea y el rgimen De

    Gaulle este enunciado. Esto, desde luego, sumado

    al uso metonmico de la barricada como el smbolo

    mismo de la revolucin francesa, sin duda produca

    una paradoja en el uso del poder y la fuerza pblica:

    pona en crisis las reivindicaciones mismas de

    las mltiples fundaciones de la Repblica. Algo

    similar sucede con la frmula Yo soy #131/Yo soy

    #132. No se trata tan slo de un juego de adicin

    matemtica o sentimental al movimiento; sobre

    todo se trata de la construccin de un cierto orden

    matemtico donde la contigidad numrica define

    una posibilidad y una potencia, es decir, una

    multiplicidad singular y una singularidad mltiple

    que produce su condicin de resistencia y al mismo

    tiempo configura un presentado sin representacin,

    una condicin de los cuerpos en el lugar como

    pura ocupacin y afectacin en el espacio poltico.

    Tanto el confinamiento (arrinconamiento) sanitario

    de Pea Nieto, como la marcha de la suavicrema

    y la asamblea en la UNAM, antes de construir un

    discurso, lo que colocan en el espacio poltico es

    el singular de la primera persona (Yo) que siempre

    y en todo caso es un mltiple (soy 131/132). Para

    cualquiera que haya ledo a tericos y filsofos

    como Spinoza, De Negri o Badiou no sern ajenas

    estas consideraciones, a quien no lo haya hecho

    quiz valga la pena que se dedique al periodismo

    y la nota como forma precaria del anlisis poltico

    o a la lrica fcil de escritores mediticos que le dan

    permiso a los jvenes de manifestarse.

    tro aspecto que no puede pasar inadvertido

    es la historia del trnsito a la democracia que

    desde 1988 este pas ha padecido como un deseo

    imposible. Una confesin personal: tengo 50 aos

    y la mitad de mi vida ha transcurrido participando,

    viendo y esperando que este deseo se haga

    posible y confirmando el destino trgico de una

    sociedad de castas. En algn sentido la transicin

    democrtica en Mxico ha sido un fracaso y lo ha

    sido, en alguna medida, porque como sociedad

    no hemos sabido crear las condiciones de presin

    al orden poltico que permitan la construccin de

    bien comn como eso que define la nocin misma

    de lo poltico y lo pblico. No voy a hacer aqu una

    historia de este fracaso, ms bien me gustara traer a

    cuenta otro momento que socialmente produjo una

    movilizacin indita. De una genealoga totalmente

    distinta, sin duda el movimiento zapatista ejerci

    una presin real a la formas de la representacin:

    la figura del anonimato de la mscara como

    borramiento del rostro gener otra de las formas

    de lo presentado sin representacin. El movimiento

    indgena en la Sierra Lacandona fue y es algo ms

    que la reivindicacin del derecho indio, es tambin

    la construccin de una zona de indefinicin y de

    una constatacin de la ausencia del rostro que

    oblig al poder a negociar las condiciones mismas

    del sistema democrtico de representacin. A la

    hora que esa mscara disfrazada de mujer habl

    ante la cmara de diputados produjo un vaco en

    torno a las formas de ley que definen la alteridad

    de gnero, de raza y de clase en este pas, y puso

    en evidencia la mquina de enunciacin criolla que

    define la condicin de lo poltico en Mxico.

    Sera ingenuo pensar que el movimiento zapatista

    y el movimiento estudiantil son lo mismo, antes

    bien aqu intento mostrar el modo en que ciertas

    movilizaciones y afecciones sociales introducen

    condiciones inditas de posibilidad que nos obligan

    a repensar desde otro lugar y con otra mirada la

    poltica como sitio de enunciacin donde se pone

    en juego el poder de la paradoja como forma, al

    mismo tiempo iconoclasta y hertica, que produce

    una fractura en la hegemona discursiva, pragmtica

    y real del estatuto de lo poltico en nuestra sociedad

    y sobre todo pone en evidencia la torpezas, la

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    estrechez de mira y la falta de voluntad de sus

    retricas y sus discursos.

    En este contexto me gustara terminar con una

    provocacin: quiz sera el momento de observar

    qu est detrs de los discursos y sus retricas a

    la hora en que lo que pareciera estar en juego son

    tres nociones distintas sobre el estatuto mismo de

    lo poltico: la del PRI que construye su plataforma

    desde una concepcin tecncrata y desarrollista a

    partir de una espectacularizacin y simulacin de

    su discurso. (Basta con ver en encuadre en los spots

    de Pea Nieto, sus corbatas siempre combinadas

    y la vacuidad del significado de su slogan me

    comprometo y sabes que lo voy a cumplir, que han

    llegado a convertirse en guiolescos despus del

    suceso de la Ibero). No as el discurso de Josefina

    Vzquez Mota que en su inseguridad ha dado varios

    bandazos: desde la apuesta por una campaa

    basada en el gnero (Josefina diferente), hasta

    una campaa de descalificacin que dio entrada

    al tercero excluido Lpez Obrador a la hora de

    mostrar su ineficacia despus de seis aos de la

    llamada guerra sucia que ya no intimida a nadie,

    hasta llegar al discurso de la inclusin del joven y

    el futuro que mostr en su participacin en la Ibero

    y que ha intentado restituir la importancia de lo

    femenino en la poltica en uno de sus mltiples

    spots que intentan convencer al buen padre de

    familia de que el voto por la mujer promete y

    casi asegura el futuro de su hija Perdn, nada

    ms machista y misgino que esa paternidad

    que da permiso. Eso sin tomar en cuenta que su

    discurso sobre la paz reproduce las formas ms

    reaccionarias de los procesos polticos que buscan

    la reconciliacin social evadiendo el problema de

    la relacin entre violencia, muerte social, la justicia

    y los juicios polticos que son la nica condicin

    que hace posible las transiciones democrticas

    reales. Del otro lado el discurso de Lpez Obrador

    que ha crecido en credibilidad y que si bien puede

    ser criticado desde las fobias poco objetivas de los

    medios por populista, avejentado y bla, bla, bla

    algo que se ha visto a la distancia pareciera que

    le da la razn: el hecho de construir no nada ms

    un programa de gobierno, no nada ms formulas

    gastadas de transiciones democrticas como las

    de los gobiernos de coalicin, sino un discurso

    que redefine, no sin torpezas, las condiciones de

    posibilidad del Estado y la poltica. Quiz aqu es

    donde podamos encontrar la diferencia en la que

    descansa la posibilidad de la poltica, aunque no

    sin el riesgo de un desencanto, pero vale la pena

    intentarlo.

    Dejo para otro momento un anlisis sobre la otra

    reinvindicacin del movimiento del Yo soy #131/132,

    el que tiene que ver con el derecho a la informacin

    y con las lgicas de diseminacin de la estructura

    paradjica de su enunciado y que sin duda

    guarda una relacin directa con la comunicacin

    en red y con la desestructuracin constante del

    sistema focalizado de toma de decisin propio del

    asamblesmo un problema por venir. Por ahora

    basta con insistir en la potencia de este movimiento

    que desborda los marcos de representacin y

    que en su modo de enunciarse abre la discusin

    sobre la democracia ms all de los partidos, ms

    all de los medios. Corrijo: habra que pensar que

    el movimiento de estudiantes y universitarios se

    coloca ms ac, en el espacio del disenso como

    la accin poltica misma donde se redefine el

    espacio pblico (el poltico y el meditico). La

    institucin del poder en Mxico est capacitada

    para generar la condicin de representacin de un

    afecto instituyente que entiende la poltica como

    fiesta que celebra el derecho a la expresin? O

    acaso tendremos que conformarnos con la tristeza

    melanclica de nuestra ficcin criolla que encarna

    el mestizo?

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    #Yo soy 132

    #YoSoy132 es un movimiento de base

    estudiantil que se articula a travs de ocho

    Principios Generales que permiten vincular y

    regir la direccin y participacin de todos los

    comits y, a su vez, contribuir a la construccin

    de la concientizacin ciudadana. De esta

    manera, a la luz de los Derechos Humanos y

    con base en los trminos establecidos en el

    artculo primero constitucional (http://info4.

    juridicas.unam.mx/ijure/fed/9/2.htm?s), se

    enuncian a continuacin los Principios que

    rigen el movimiento:

    1. Apartidista: La estructura y organizacin

    del movimiento carece de cualquier tipo de

    vnculo orgnico con partidos polticos.

    2. Pacifista: Todas las manifestaciones,

    protestas o acciones emanadas rechazan

    cualquier tipo de violencia como recurso para

    alcanzar sus objetivos.

    3. Incluyente y plural: El movimiento busca la

    inclusin de todos los individuos que, a pesar

    de estar en cualquier zona del pas, compartan

    los principios que rigen la organizacin de

    #YoSoy132. De esta manera, se busca reconocer

    un vnculo de solidaridad y unidad de lucha, no

    slo con las personas que desean ser parte de

    ste, sino con otros movimientos sin que por

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    ello se afecte su autonoma. As,#YoSoy132

    no hace distinciones ni prejuicios; no descarta

    personas, sino argumentos.

    4. Carcter poltico y social: Las acciones que

    se generan dentro del movimiento deben estar

    vinculadas con los asuntos polticos y pblicos

    del pas. De esta manera, a travs de la accin

    poltica, se busca apelar a la construccin de

    espacios para el dilogo, a la concientizacin

    y trabajo conjunto de la ciudadana y, en

    principio, al desarrollo de los valores ticos en

    la sociedad.

    5. Autnomo y responsable: El movimiento

    construye su autonoma a travs de las

    comisiones que lo integran y de las decisiones

    que stas toman a travs del dilogo. En la

    organizacin de ste, los integrantes asumen

    una responsabilidad compartida y, a su vez,

    reconocen y valoran los acuerdos internos

    de las universidades que participan en el

    movimiento. Lo anterior, como parte de la

    expresin libre y democrtica de cada una de

    ellas.

    6. Respeto a la libertad de expresin: Dentro

    del movimiento se busca el trnsito horizontal

    y transparente de la informacin, recurriendo

    siempre al dilogo.

    7. Compromiso en la construccin del pas y la

    transformacin de su sociedad: Los estudiantes

    que integran el movimiento buscan hacer

    de sus conocimientos un arma para la

    participacin activa a favor de la sociedad y de

    la vida pblica.

    8. Rechazo a la falsa democracia y las

    imposiciones: El movimiento organiza sus

    acciones en oposicin a estos factores porque

    considera, en principio, que corrompen

    la construccin de la democracia y de la

    ciudadana.

    Con estas directrices, #YoSoy132 reconoce

    que es parte de una comunidad que la

    antecede y determina; por lo que busca

    orientar las habilidades de sus integrantes

    a la conformacin de acciones que permitan

    contribuir a la sociedad y, a su vez, generar las

    bases para la transformacin del pas mediante

    la conviccin, concientizacin, construccin y

    ejecucin de propuestas viables y conformadas

    de manera interdisciplinaria.

    #YoSoy132 sabe que no debe menospreciar

    el conocimiento, la experiencia u opiniones

    de terceras personas y, por el contrario,

    entiende que es importante construir un

    imperativo moral y una voluntad colectiva que

    tenga la capacidad de transformar. Reconoce

    que no existen diferencias esenciales entre

    los individuos, sino desigualdades en

    oportunidades, condiciones y circunstancias

    que como movimiento buscar subsanar.

    Es por todo lo anterior que el movimiento

    #YoSoy132 busca construir lazos de solidaridad

    y respeto con la ciudadana; a travs de los

    cuales sea posible articular un plan de accin

    para la transformacin.

    Por una democracia autntica, Yo Soy 132!

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    Manifiesto. Arte por la izquierda

    Nos proponemos llevar a cabo una multitud de

    acciones artsticas y estticas que intervengan

    el espacio pblico, atacando as, las polticas

    de representacin y simulacin democrtica

    orquestadas por el poder poltico y meditico.

    Basta con materializar en pblico el disgusto

    que nos produce vivir bajo el engao

    generalizado.

    Hace tiempo apagamos la tele, y las cosas

    tampoco mejoraron. Nos proponemos hacer lo

    que nos caracteriza: hacer poltica a travs de

    otros medios. Alguien debe recordarnos que la

    presidencia no lo es todo.

    Pare, mire, escuche.

    No se desintegre.

    Julio 2012

    Hay un fraude que parece eleccin.

    La agitacin que recorre Mxico nos llev a

    tomar posicin pblica: Como la trepidacin

    no ceder, es imprescindible que nos

    manifestemos.

    Arteporlaizquierda.org es la plataforma donde

    agentes del campo artstico convergemos para

    intervenir en el momento de movilizacin

    que vive el pas. No nos interesa definirnos.

    Tampoco afiliarnos. En cambio s irrumpir en lo

    pblico. El arte para hacer poltica no necesita

    de lo poltico: por eso salimos a la calle.

    Ha llegado el momento de rernos de una

    historia patria que va de los penachos a los

    copetes y del cine a la telenovela. Apostamos

    por la produccin crtica contra el simulacro y

    el presidencialismo resucitado.

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    Accin Sopriana, Arte por la izquierda, 2012. Foto Enrique Jeik

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    Accin Sopriana, Arte por la izquierda, 2012. Foto: Diego Mier y Tern

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    Fotografa: Natalia Molina

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    Las Organizaciones de la Sociedad Civil implican una nueva forma de gobernanza que trasciende la poltica partidista. La proliferacin de este tipo de organizaciones agrupadas alrededor de temas o agendas especficos por los que abogan en el erosionado y putrefacto campo poltico e institucional, hace evidente la brecha que existe entre la (obsoleta) ideologa que supuestamente representa cada partido y los temas por los que abogan estas entidades.* Comit Invisible Jaltenco Extrado del blog del Comit Invisible Jaltenco activo desde el 2012: http://comiteinvisiblejaltenco.blogspot.mx/

    Manifestaciones y Organizaciones de la Sociedad CIvil: De las redes a la calle?

    En los ltimos meses, mientras ms se acercaron

    las elecciones, ms proliferaron manifestaciones

    organizadas de la Sociedad Civil abogando por

    temas como: elecciones limpias, una nueva tica

    civil, voto til, derechos humanos, transparencia

    en los medios de comunicacin, etc. Todas tienen

    en comn demandar una democracia verdadera,

    y que tener como medio principal las tecnologas

    de la informacin y comunicacin, las cuales

    instrumentalizan buscando retar las actuales

    configuraciones de poder para crear alternativas

    por medio de la interlocucin con los poderes.(1) La

    Sociedad Civil es una parte de la sociedad que no se

    encuentra activa en el mbito de la poltica formal, y

    las Organizaciones de la Sociedad Civil son redes de

    ciudadanos trabajando en temas especficos desde

    (1)Las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) aparecieron en Mxico en los aos 80 y pertenecen a los mbitos de derechos humanos, desarrollo social, democracia, gnero y ecologa. Tienen elementos en comn con las Organizaciones No Gubernamentales. Un ejemplo de OSC en Mxico activa desde hace ms de 20 aos es LaNeta S.C. Creada en 1991, es una organizacin civil que provee servicios de comunicacin electrnica para organismos no gubernamentales, organizaciones sin fines de lucro. Uno de sus propsitos es servir de enlace entre ONGs nacionales con las de la comunidad global para compartir informacin de las experiencias de las ONGs. Comunicacin electrnica como herramienta para fortalecer los vnculos y el trabajo de las organizaciones e individuos que estn dando pasos para cambiar al mundo.

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    artculos, informacin, etc. En otras palabras, la

    democracia de las redes trasciende la esclerosada

    poltica partidista. Y sin embargo, cules son las

    implicaciones de hacer poltica en red?

    Un antecedente a estas Organizaciones o

    manifestaciones de la Sociedad Civil es el elitista

    Grupo de San ngel surgido el 9 de junio de 1994

    por iniciativa de Demetrio Sodi de la Tijera, Carlos

    Fuentes, Enrique Gonzlez Pedrero y Jorge G.

    Castaeda. Estos personajes invitaron a 66 personas

    dedicadas a la poltica y a la cultura y academia para

    firmar el texto titulado La hora de la democracia,

    en el cual abogaron por la garanta de la legalidad y

    transparencia de las elecciones de ese ao y por una

    agenda de modernizacin democrtica, acceso

    libre a los medios de comunicacin y transmisin

    de programas de anlisis poltico en horario triple

    A. Entre los miembros estaban: Teodoro Csarman,

    Alfredo del Mazo, Amaila Garca, Gabino Fraga,

    Federico Reyes Heroles, Adolfo Aguilar Zinser, Javier

    Livas, Manuel Camacho, Lorenzo Meyer, Ricardo

    Garca Sainz, Joel Ortega, Tatiana Clouthier, Vicente

    Fox y Elba Esther Gordillo.

    Ejemplos de manifestaciones u organizaciones

    de la Sociedad Civil que han surgido ltimamente

    son: los Intelectuales por Julian Assange,

    firmado, entre otros, por: Gabriel Orozco, Lorenzo

    Meyer, Elena Poniatowska, Vicente Rojo, Hugo

    Gutirrez. Hay otro grupo que el 27 de Marzo de

    2012 public un desplegado titulado Preguntas

    cuyas respuestas podran transformar a Mxico,

    firmado por intelectuales como Hctor Aguilar

    Camn y Jorge Castaeda; ex ministros como Pedro

    Aspe, Guillermo Ortiz y Fernando Gmez Mont;

    acadmicos como Rolando Cordera, Ana Laura

    Magaloni y Juan Pardinas; artistas como Gael Garca

    Bernal y Rafael Cauduro; empresarios como Manuel

    Arango, Alejandro Ramrez, etc. Est tambin El

    los campos social y civil. Estas organizaciones tienen

    el propsito de crear espacios de dilogo entre los

    ciudadanos y el gobierno, buscando fortalecer la

    democracia participativa. A manera distinta de

    las ONGs que dan servicios especficos a grupos

    populares, las Organizaciones de la Sociedad Civil

    son parte del espacio pblico y se manifiestan a

    partir de temas especficos proponiendo polticas

    para buscar el bien comn. Las Organizaciones

    de la Sociedad Civil implican una nueva forma de

    gobernanza que trasciende la poltica partidista.

    La proliferacin de este tipo de organizaciones

    agrupadas alrededor de temas o agendas

    especficos por los que abogan en el erosionado

    y putrefacto campo poltico e institucional, hace

    evidente la brecha que existe entre la (obsoleta)

    ideologa que supuestamente representa cada

    partido y los temas por los que abogan estas

    entidades que reflejan el actual estado de las cosas,

    reemplazando la representatividad y la legitimidad

    partidista con nuevos valores. La proliferacin

    de manifestaciones organizadas de la Sociedad

    Civil en Mxico que no son necesariamente

    Organizaciones formales todava, se convirti en

    los ltimos meses en un suplemento del campo del

    espectculo electoral: por un lado, la Sociedad Civil

    se hizo visible a s misma con marchas, desplegados,

    portavoces, blogs, comentarios, pginas web,

    manifiestos, grupos en las redes sociales, firmantes,

    intercambio de opiniones, noticias, videos,

    la democracia de las redes trasciende la esclerosada poltica partidista. y sin

    embargo, cules son las implicaciones de hacer

    poltica en red?

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    Grupo de los Cien, una plataforma fundada en

    1985 por Homero Aridjis conformada por cien

    personalidades nacionales, la cual esta vez, apoyada

    por el escritor francs y premio Nobel Jean-Marie G.

    Le Clzio, abog en un desplegado a finales de junio

    de 2012 por elecciones inmaculadas.

    Dos de los movimientos que abordan la cuestin de la

    violencia en Mxico (que ya estn institucionalizados

    y operan Organizaciones de la Sociedad Civil) son:

    Nuestra aparente rendicin y Movimiento por la

    paz. En el campo discursivo meditico en Mxico,

    la violencia es un significante que engloba

    situaciones heterogneas: desde la militarizacin

    del pas, la corrupcin extra-gubernamental, los

    femicidios y la violacin de los derechos humanos,

    todas las instancias de violencia son fruto de la erosin del imperio de la ley y la violacin sistemtica de los derechos

    humanos en el contexto del conflicto armado que fue creado por la guerra contra el narcotrfico.

    hasta secuestros, extorsiones, crimen organizado,

    desapariciones, etc. Todas las instancias de

    violencia son fruto de la erosin del imperio de

    la ley y la violacin sistemtica de los derechos

    humanos en el contexto del conflicto armado que

    fue creado por la guerra contra el narcotrfico.

    Bajo el gobierno de Felipe Caldern, el modelo

    de guerra contra las drogas fue institucionalizado

    bajo pretexto de seguridad nacional. La violencia

    que esta guerra caus ha llevado a las instituciones

    nacionales a plantear un falso dilema que le sirve

    de base a su estrategia de contencin de la crisis

    social que actualmente se vive en el pas: Proteger

    los derechos humanos o garantizar la seguridad de

    los ciudadanos? En otras palabras, la estrategia de

    Caldern implica atacar la inseguridad con medidas

    represivas que precisamente violan los derechos

    humanos, reaccionando a los sntomas en vez de

    dirigirse a las causas, en un momento en el que el

    verdadero problema es la prdida de soberana del

    Estado en ciertas reas del pas. Discutiblemente,

    uno de los problemas de las Organizaciones de

    la Sociedad Civil centradas en la violencia es que

    plantean una subjetividad de ciudadanos-vctimas

    reclamando sus derechos y restitucin. El primer

    grupo, Nuestra aparente rendicin, es una iniciativa

    de escritores, periodistas y productores culturales

    que se reunieron para crear un foro de discusin,

    que es tambin una plataforma de publicacin,

    discusin y denuncia de la violencia en Mxico. El

    Movimiento por la paz con Justicia y Dignidad,

    liderado por el poeta Javier Sicilia tiene un aspecto

    ms activo y militante, habiendo organizado varias

    marchas para pedirle justicia al Estado y jalarle las

    orejas a los gobernantes. Trascendiendo la lgica

    de la venganza, la nocin de justicia que plantean

    implica lograrla sin violencia, despersonalizando a

    los responsables y transfirindole el saldo al Estado.

    Sin embargo, es evidente que el crimen organizado

    no es algo distinto a las instituciones nacionales

    sino algo inherente a ellas. Uno de los logros del

    Movimiento por la paz fue constitucionalizar el

    estatus del ciudadano-vctima a travs de la paliativa

    Ley general de vctimas. Promulgada por Caldern

    en abril de 2012, tiene el objetivo de darle justicia y

    atencin a quienes hayan sufrido la violacin de sus

    derechos. La ley ordena la reparacin integral del

    dao y que el Estado responda por ello por medio

    del Sistema Nacional de Atencin a Vctimas y

    tiene el propsito de rescatar la memoria, identidad

    y dignidad de las vctimas y familiares; investigar

    quines son los responsables y ver que se les

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    detenga, juzgue y sancione; combatir la impunidad.

    Para redimir un poco a las vctimas del Holocausto

    de Caldern, se cre adems un registro nacional de

    vctimas y se estableci el derecho de los afectados

    de conocer la verdad de lo que les sucedi.(2)

    Arte por la izquierda es un comunicado firmado

    por el gremio de trabajadores de la industria

    de la cultura. Convocados por su tlatoani ms

    colosal, respondieron al llamado para firmar una

    declaracin a favor de la izquierda y promover

    el voto til. Segn su manifiesto, la plataforma

    de izquierda representa al gremio de la cultura

    porque implica el avance de derechos civiles,

    reproductivos y sociales. La demanda considera,

    adems, que los temas de la poltica cultural son

    secundarios ante la actual situacin de urgencia.

    Sin embargo, esta convocatoria se traduce a una

    izquierda dudosa y travestida olvidadiza de la

    poltica econmica que ha venido a devastar al

    pas desde los 90. Y no nos sorprende, ya que este

    gremio lleva dos sexenios gozando de los beneficios

    de la neoliberalizacin (mercantilizacin) de la

    cultura. Auto-censurndose, artistas, curadores,

    funcionarios de mus