ruiz horacio

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604 NOTAS T H . XXXVIII, 1983 las mujeres: Raizabel, Zaira, Eddye, Elma, Lucilena, Isbela, Ilis, No- relys, Dilia, Naratseya, Iraís, Geovalis, Ciorah, Ilgora, Nerza, Orgelina, Isona, Dílida, Lijla, Dusty, Silenia, Arelys, Norys, Aracelis [en vez del correcto Araceli, del latín ara caeli, altar del cielo]; Thaía, Nery, Nury, Edicta, Imilse, Mariely, Earline, Romavia, Dilcia, Nelgibia, Dalcia, Lisbeys, Velia, Eumelia, Vasita, Yüeny, Yinnelly, Eliodigna, Oneira, Evalú, Neyda, Kalinina [en homenaje a Kalinin], Lydis, Yones, Danis, Iride, Auriste, Fronilde, Marfe, Glorimar, Dautma, Yosmar, Jely, Migdalia, Maxula, Democracia, Delmara, Gelyly, Mayra, Naida, Marbelia, Lenis, Rusmar, Noely, Lumen, Malexis, Noris, Hilmir, Roby, Themis, Leyden, Jaxú, Elluz, Cila, Mahuampy, Marly, Lobelia, Heddy, Medyda, Yarisma, Lclhys, Lorgia, Alcaliz, Gudelia, Nakardy, Etilma, Mirly, Leída, Ydacira, Ciria, Clisnida, Mariden, Félida, Rudy, Alay, Emerenciana, Yesmín, Yotala, Yarema, Hodelvy, Gilbory, Yamileth, Diasné, Iruany, Yelitza, Yaritza, Edinorra, Aiskil, Meyibe, Nilda, Edilma, Erin, Idacira, Neisy, Eilen, Imje, Yoleida, Shaida, Nadiska, Noriwal, Detelmira, Glende, Jaly, Yinedy, E'.mise, Luzmilda, Deusin, Liceloh [¿de Lisselotte?], Seneira, Irafelia, Deyla, Norey, Cilena. Claro que, según es de todos conocido, el campeonato de nombres raros, tanto para varones como para mujeres, se lo lleva Maracaibo. Es posible que algunos de los nombres anotados sean de esa región. Pero una lista que incluyera los nombres maracuchos haría intermina- ble este breve artículo. Esta actitud de búsqueda de lo inusitado para la onomástica entre nosotros contrasta con la costumbre de países maduros como Inglate- rra o Francia, donde los nombres más usados son John, Paul, David, Thomas, Peter, Mary, Ann, Margaret y Joan, entre los ingleses; y los correspondientes Jean, Paul, Pierre, Marie, Anne, Jeanne, entre los franceses. JAIME TELLO Caracas. EL SENTIMIENTO DE LA SOLEDAD EN HORACIO El sentimiento de la soledad en Horacio es consecuencia del carácter tanto epicúreo como estoico de sus odas, ya que los filósofos dé lá Esíoa, como los discípulos de Epicuro, aconsejaban el retiro de la vida social, con diversas finalidades, matices y grados.

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  • 604 NOTAS TH. XXXVIII, 1983

    las mujeres: Raizabel, Zaira, Eddye, Elma, Lucilena, Isbela, Ilis, No-relys, Dilia, Naratseya, Iras, Geovalis, Ciorah, Ilgora, Nerza, Orgelina,Isona, Dlida, Lijla, Dusty, Silenia, Arelys, Norys, Aracelis [en vezdel correcto Araceli, del latn ara caeli, altar del cielo]; Thaa, Nery,Nury, Edicta, Imilse, Mariely, Earline, Romavia, Dilcia, Nelgibia,Dalcia, Lisbeys, Velia, Eumelia, Vasita, Yeny, Yinnelly, Eliodigna,Oneira, Eval, Neyda, Kalinina [en homenaje a Kalinin], Lydis, Yones,Danis, Iride, Auriste, Fronilde, Marfe, Glorimar, Dautma, Yosmar,Jely, Migdalia, Maxula, Democracia, Delmara, Gelyly, Mayra, Naida,Marbelia, Lenis, Rusmar, Noely, Lumen, Malexis, Noris, Hilmir, Roby,Themis, Leyden, Jax, Elluz, Cila, Mahuampy, Marly, Lobelia, Heddy,Medyda, Yarisma, Lclhys, Lorgia, Alcaliz, Gudelia, Nakardy, Etilma,Mirly, Leda, Ydacira, Ciria, Clisnida, Mariden, Flida, Rudy, Alay,Emerenciana, Yesmn, Yotala, Yarema, Hodelvy, Gilbory, Yamileth,Diasn, Iruany, Yelitza, Yaritza, Edinorra, Aiskil, Meyibe, Nilda,Edilma, Erin, Idacira, Neisy, Eilen, Imje, Yoleida, Shaida, Nadiska,Noriwal, Detelmira, Glende, Jaly, Yinedy, E'.mise, Luzmilda, Deusin,Liceloh [de Lisselotte?], Seneira, Irafelia, Deyla, Norey, Cilena.

    Claro que, segn es de todos conocido, el campeonato de nombresraros, tanto para varones como para mujeres, se lo lleva Maracaibo.Es posible que algunos de los nombres anotados sean de esa regin.Pero una lista que incluyera los nombres maracuchos hara intermina-ble este breve artculo.

    Esta actitud de bsqueda de lo inusitado para la onomstica entrenosotros contrasta con la costumbre de pases maduros como Inglate-rra o Francia, donde los nombres ms usados son John, Paul, David,Thomas, Peter, Mary, Ann, Margaret y Joan, entre los ingleses; y loscorrespondientes Jean, Paul, Pierre, Marie, Anne, Jeanne, entrelos franceses.

    JAIME TELLOCaracas.

    EL SENTIMIENTO DE LA SOLEDAD EN HORACIO

    El sentimiento de la soledad en Horacio es consecuencia delcarcter tanto epicreo como estoico de sus odas, ya que los filsofosd l Esoa, como los discpulos de Epicuro, aconsejaban el retiro dela vida social, con diversas finalidades, matices y grados.

  • T H . XXXVIH, 1983 N O T A S 605

    "Vive escondido" se oa decir continuamente a los filsofos epic-reos. Si recomiendan la reunin social, ha de ser con un selecto grupode amigos y en la intimidad. Posiblemente, siguiendo este mismocriterio, recomendaban el celibato. Los estoicos, a su vez, quizs porinfluencia de los cnicos, buscaban tambin el apartamiento de lavida social.

    Antes de adentrarnos en el anlisis de esta modalidad del carcterhoraciano, nos parece conveniente, para mayor comprensin del tema,exponer algunas ideas acerca del significado de la palabra soledad.Acudamos, ante todo, al Diccionario de la Real Academia Espaola:

    SOLEDAD. (Del lat. solitos, solittts.) . Carencia voluntara o involuntariade compaa. || 2. Lugar desierto, o tierra no habitada. || 3. Pesar y melancolaque se sienten por la ausencia, muerte o prdida de alguna persona o cosa. || 4.Tonada andaluza de carcter melanclico, en comps de tres por ocho. | | 5. Coplaque se canta con esta msica. || 6. Danza que se baila con ella.

    Sobre esta orientacin que nos brinda el Diccionario, podemosanalizar lo siguiente: en las diversas acepciones citadas hay un factorcomn: L a i d e a d e s e p a r a c i n , d e a i s l a m i e n t o ,d e e v a s i n . La carencia de compaa es la separacin, o ausenciade una persona. En un lugar desierto hay distanciamiento de la vidacotidiana, y de la comunidad y comercio con los hombres. El sentimien-to melanclico es causado, en este caso concreto, por la ausencia de lapersona o cosa querida que se perdi. La tonadilla triste en ritmo detres octavos que cantan los andaluces, la copla que se mece en esoshilos, y la danza que acompaa con el ritmo corporal a esa msicaencantada, todas tienen la misma finalidad: expresar el sentimiento detristeza por la ausencia de algo o alguien que se perdi.

    Consideremos, adems, que los lingistas nos dicen que la palabrasoledad en lengua castellana coincide casi totalmente en su sentido conla correspondiente portuguesa saudade, tan conocida y tan comentadaen diversos campos de estudio. Es decir, soledad es la nostalgia, elansia melanclica por volver a la patria o a lugares queridos. El anhelode tornar al lado del ser amado que se perdi, "al mismo amor porque lloramos antes" en sentir del poeta. Por otra parte, pensemosque la soledad puede significar, o bien el aislamiento fsico, comocuando una persona est en la crcel o se retira de la vida social porsu propia voluntad, o tambin el sicolgico, como si alguien se aislaen su 'torre de marfil', aunque su cuerpo discurra entre el bulliciode la vida cotidiana. Puede tambin interpretarse la soledad como unatendencia habitual y sintomtica a vivir lejos del tumulto humano.De ah el deseo de la gente de retirarse a las casas de campo.

    Puede entenderse tambin la soledad como una especie de 'estilo',un desvo de lo ordinario. Veamos cmo se expresa Karl Vossleren su obra Poesie der Eisam\eit in Spanien:

  • 606 NOTAS TH. XXXVIII, 1983

    Para estas almas de artista, la soledad es el sitio donde pena y gozo sedan cita y se compensan, el sitio donde se aplacan los apremios y angustias dela lucha y queda anulado todo gnero de emocin inquieta y toda avidezterrenal. Es el atrio que transponemos para entrar en el reino del arte puro.En la soledad nos sacudimos el polvo del agora, nos despojamos de todo lofalso de esta estorbosa vida del diario quehacer, de todo lo espurio que mancillay afea la gracia y la dignidad de la criatura \

    En suma: la soledad puede tener un sentido fsico, sicolgico,esttico, moral y asctico, segn los diversos casos y circunstancias.El hombre con tendencia a la soledad, busca huir de lo vulgar,de lo ridculo, de la ignorancia, de los compromisos sociales yde todas aquellas cosas que hacen enojosa la vida en comunidad. Elhombre puede apartarse fsicamente de la sociedad para dar solaz asu espritu fatigado, librarse de los peligros morales, emanciparse detodo lo incmodo de la vida social y purificar su espritu.

    Vamos a estudiar algunos de estos aspectos en las Odas 2 horacia-nas. El poeta de Venusa es una personalidad aristocrtica. Su estropotico y el placer de pulsar su lira lo apartan del comn de las gentesy lo llevan al bosque retirado donde danzan las Ninfas con los Stiros.Despus de haber enumerado las diversas aficiones y gustos dela gente ordinaria, Horacio le dice a su amigo Mecenas:

    Me doctarum hederae praemia frontiumdis miscent superis, me gelidum nemusNympharumque leves cum Satyris chorisecernunt populo, si eque tibiasEuterpe cohibet nec PolyhymniaLesboum refugit tendere barbiton.Quodsi me lyricis vatibus inseres,sublimi feriam sidera verdee.

    (Od. I, i, 29-36).

    Aparece muy claro en esta estrofa el sentimiento de la soledad.Ese bosque constelado de Ninfas, ese paisaje de belleza suma, es ellugar donde quiere vivir el poeta de Venusa; es el reino de la belleza

    1 La poesa de la soledad en Espaa, trad. de Ramn de la Serna y Espina,

    Buenos Aires, Edit. Losada, 1946, pg. 45.1 Para los textos de Horacio tuvimos en cuenta: Q. HORATII FLACCI, Opera. Ad

    Johannis Bond exemplvm notis ilhstrata. Recognovit Avgvstvs Rostagni. Biblio-theca Philologica Classica, Turn, Chiantore, 1948, vil + 688 pgs. Adems,Le opere di Quinto Orazio Flacco a cura di Tito Colamarino e Domenico Bo,Classici Latini, collezione fondata da Augusto Rostagni, diretta da talo Lana,Turn, Unione Tipografico-Editrice Torinese, 2* ed., 1969, 598 pgs.

  • TH. XXXVIH, 1983 NOTAS 607

    pura, lejos del vulgo. En dulce soledad con su lira, cantar siempre,apartado de cuanto es srdido. Su frente tocar las estrellas descri-biendo as una parbola maravillosa.

    Al abrir el Libro tercero de las Odas, encontramos, en la portadamisma, este pensamiento grabado en caracteres ureos: Odi projanumvulgus et arceo (Odio al vulgo profano, y lo rechazo). Este sentimientohoraciano est de acuerdo con lo expresado en la estrofa que acabamos decitar; es una actitud esttica y sicolgica que lo lleva al alejamientodel pueblo indocto, para vivir en compaa de las Musas, en tranquilasoledad escuchando tan slo las melodas de su lira:

    Odi profanum vulgus et arceo:favete linguis; carmina non prius

    audita Musarum sacerdosvirginibus puerisque canto.

    (Od. III, i, 1-4).

    Desea estar lejos del populacho y cantar con acentos nuncaescuchados, como sacerdote de las Musas. Este sacerdocio no es otracosa que una soledad, un apartamiento de cuanto es prosaico, y unelevarse para cantar como la alondra que, mientras ms se aleja dela tierra, tanto ms vierte el caudal de su arte maravilloso, como cantShelley en su Oda a la alondra.

    A primera vista pudiera pensarse que Horacio se aparta del vulgo,para llevar una vida plena de lujo y opulencia, pero ello no es as,como puede advertirse fcilmente al leer estos versos, pertenecientesa la misma oda tercera:

    [ . . . ] . Somnus agrestiumIenis virorum non humiles domos

    fasn'dit umbrosamque ripam,non zephyris agitata Tempe.

    Desiderantem quod satis est equetumultuosum sollicitat marc,

    nec saevus Arcturi cadentismpetus aut orientis Haedi,

    (Od. III, i, 21-28)

    Solamente en la humilde choza del campesino se puede conciliarun sueo apacible, o tambin en la ribera umbrtil, acariciada por elleve cfiro. Quien limite sus deseos a lo estrictamente necesario,nunca se ver turbado por el rugido del mar, o por las tempestadesque levanta en el ocano el orto de las siete Cabrillas o el ocasodel Boyero:

  • 608 N O T A S T H . XXXVIII, 1983

    [ . . . ] . Sed Timor et Minaescandunt eodem, quo dominus, eque

    decedit aerata triremi etpost equitem sedet atra Cura.

    Quodsi dolentem nec Phrygius lapisnec purpurarum sidere clarior

    delenit usus nec Falernavitis Achaemeniumque costum;

    cur invidendis postibus et novosublime ritu moliar atrium?

    cur valle permutem Sabinadividas operosiores ?

    (Od. III, i, 37-48).

    El rico propietario va por todas partes agobiado por el temor ylas amenazas; la negra angustia viaja a bordo del trirreme, cargado deriquezas y enchapado en bronce. Ya que mi alma enferma no puedecurarse ni con el mrmol de Frigia, ni con la prpura ms fulgenteque los astros, ni con los perfumes persas, ni con el vino de Falerno,para qu construir un atrio de lujosas puertas, causa de tantasenvidias? No cambiar mi apacible retiro de Sabina por todas lasriquezas del mundo.

    De estos apartes puede colegirse fcilmente que el sentimientode la soledad lleva al hombre a buscar el encanto de la vida campestre.Horacio invita a su amigo Tndaro a compartir el retiro apacible enla dulce soledad del valle de Sabina.

    Con pincel virgiliano pinta Horacio el valle delicioso en que estenclavada su casa de campo, protegida de los vientos por el encantadorMonlibetri, y recreada por las suaves pendientes de Ustica. Las cabri-llas se apartan de los senderos, para buscar en el secreto de los bosquesel tomillo bienoliente; del fondo del valle asciende la voz flbil de lazampona, que parece hacer do con la invitacin del poeta venusinoa su amigo Tndaro: ven, amigo, a recoger conmigo los frutos quela Abundancia dej caer de su cuerno generoso; ven a este rincnapacible a buscar la fresca sombra en el ardor de la Cancula; vena cantar acompaado por la lira de suaves acentos. Aqu te verslibre de los odios, de las rivalidades y de las discordias que perturbanel nimo y aqu bebers conmigo, a la sombra de los lamos, eldulcsimo licor de Lesbos, saludable para todos:

    Velox amoenum saepe Lucretilemmutat Lycaeo Faunus et igneam

    defendit acstatem capellisusque meis pluviosque ventos.

  • T H . XXXVIII, 1983 N O T A S 609

    Impune tutum per ncmus arbutosquarunt latentes et thyma deviae

    olens uxores mari,nec virides metuunt ccdubras

    nec marciales haediliae lupos,utcumque dulc, Tyndari, fstula

    valles ct Usticae cubantislcvia personuere saxa.

    Di me tuentur, dis pietas meaet Musa cordi esc. Hinc tib copia

    manabit ad plenum benignoruris honorum opulenta cornu.

    Hic in reducta valle canicularvitabis aestus, et fide Teia

    dices laborantes in unoPenelopen vitreamque Circen;

    hic innocentis pocula Lesbiiduces sub umbra, nec Semeleius

    cum Marte confunde! Thyoneusproelia, nec metues protervum

    (Od. I, XVII, 1-24).

    En el curso de estas ideas que venimos comentando acerca delos poemas hordanos, particularmente en lo relacionado con el sen-timiento de la soledad, sera imposible prescindir del epodo segundo,conocido como el Beatus Ule ("Feliz aquel [ . . . ]") , algunas de cuyasestrofas vamos a trascribir posteriormente.

    La primera impresin que deja su lectura es la de sorpresa,porque, al terminar el poeta el templado elogio de la soledad delcampo, pone en labios del usurero Alfio el encomio ms sentido dela vida del campo. El lector puede preguntarse si este poema es unastira, o es en verdad un elogio de la vida en las soledades del campo.Para dar una respuesta acertada, es necesario apelar a un hecho sico-lgico de frecuente ocurrencia en la creacin artstica, y es la motivacinque surge de lo ms profundo del mundo subconsciente del escritor.Tal es, a nuestro parecer, el caso de Horacio en la elaboracin deeste poema tan conocido y citado en la literatura latina.

    Examinando con espritu analtico estas estrofas horacianas, nocabe la menor duda acerca de su intencin satrica, del iocum mover,como l mismo escribi; pero el deseo inconsciente de soledad, deretiro del trfago mundano y de la opulencia, le hace entonar elms bello canto que se haya hecho en elogio de la vida retirada.

  • 610 N O T A S T H . XXXVIH, 1983

    El anhelo incesante de refugiarse en su apacible retiro de Tbur,lejos de los prticos dorados y de los artificiosos artesanados de lospalacios de Roma, le hace pintar el paisaje de firmes rasgos y colo-ridos tenues, envuelto en una atmsfera de serenidad clsica. Nos haceescuchar el mugido de los bueyes que sube del fondo del valle, noscomunica la sensacin exquisita de la miel que se acendra en lasnforas, y nos lleva a la contemplacin del Otoo que asoma sucabeza cargada de frutos, tan dulces como el almbar de las perasy de los purpreos racimos de la vid, productos de esa tierra generosade "leche y miel".

    En suma: lo que ms anhelaba Horacio en medio de la opu-lenta y bulliciosa vida romana, es decir, su ansia de soledad, se vierteen los versos de estrofas primorosamente cinceladas, cuando pre-tenda escribir una stira.

    Transcribamos, a guisa de confirmacin, algunas de las estrofasde tan mentado poema:

    Beatus Ule qui procul negotiis,ut prsca gens mortalium,

    paterna mra bobus exercet suis,solutus omni facnore,

    eque extatur classico miles truci,eque horret iratum mare,

    forumque vitat ct superba civiumpotentiorum limina.

    Ergo aut adulta vitium propaginealtas maritat populos,

    aut in reducta valle mugientiumprospectat errantes greges,

    inutilesque falce ramos amputansfeliciores inserir,

    aut pressa puris mella condit amphoris,aut tondet infirmas oves;

    vcl cum decorum mitibus pomis caputAutumnus agris extulit,

    ut gaudet insitiva decerpens piracertantem et uvam purpurae,

    qua munerctur te, Priape, et te, paterSilvano, tutor fioium.

    Libet iacere modo sub antiqua ilice,modo in tenaci gramine:

  • TH. XXXVIII, 1983 NOTAS 611

    labuntur altis intcrm ripis aquae,queruntur in silvis aves,

    fontesque lymphis obstrepunt manantibus,somnos quod invitet leves.

    (Epod. II, 1-28).

    Y en medio de esta visin de paz concluye Horacio:

    Has nter epulas ut iuvat pastas ovesvidere propcrantes domum,

    videre fessos vomerem invcrsum boveseolio trahentes lnguido,

    positosque vernas, ditis examen domus,circum renidentes Lares.

    (Epod. II, 61-66).

    En estas ltimas estrofas se describe un cuadro de arrobadorabelleza: reclinado en el muelle csped, a la sombra de aosa encina,acariciado por el rumor de las frondas y el canto de las aves, se deleitacon el lento discurrir de las aguas, que invitan a un apacible sueo.

    En la literatura ibrica se encuentran muchas imitaciones de estefamoso epodo; es suficiente mencionar algunas de ellas:

    En la gloga XIV el poeta lusitano Luis de Camens exclama:

    Ditoso aquelle que co'o ferro antigoLavra os campos do pai, ct se contenta,Nos seus molinos atando o louro trigo.

    El dulcsimo Garcilaso de la Vega nos hace or la delicada vozde su zampona en estos versos inmortales:

    Cuan bienaventuradoaquel puede llamarseque con la dulce soledad se abraza,y vive descuidadoy lejos de empacharseen lo que al alma impide y embaraza!No ve la llena plaza,ni la soberbia puertade los grandes seores,ni los aduladores,a quien el hambre del favor despierta;

  • 612 N O T A S T H . xxxvin, 1983

    no le ser forzosorogar, fingir, temer y estar quejoso.

    A la sombra holgandode un alto pino o roble,o de alguna robusta y verde encina,el ganado contandode su manada pobre,que por la verde selva se avecina,plata cendrada y fina,oro luciente y puro,bajo y vil le parece,y tanto le aborrece,que an no piensa que de ello est seguroy como est en su seso,rehuye la cerviz del grave peso.

    Convida a dulce sueoaquel manso ruidodel agua que la clara fuente enva,y las aves sin dueocon canto no aprendidohinchen el aire de dulce armona;hceles compaa,en la sombra volando,y entre varios olores,gustando tiernas flores,la solicita abeja susurrando,los rboles y el vientoal sueo ayudan con su movimiento.

    (gloga I, 1-39).

    Del Maestro Fray Luis de Len, que de tan cerca sigui la formahoraciana, podemos citar dos poemas con el mismo tema.

    Uno ms estrechamente ceido al texto del Epodo Segundo; otroen que las velas de la inspiracin del docto humanista se hinchen consoplo de mayor libertad. Ejemplifiquemos con algunos apartes:

    SILVA RSTICA A LA VIDA DEL CAMPO

    |Oh, cuan dichoso estadoY cuan dulces riquezasSon las que el labrador rstico tiene!Pues vive descuidadoSin miedo de tristezas,Y el alma en dulce soledad mantiene.

  • T H . XXXVIII, 1983 N O T A S 613

    El brocado precioso,Las perlas orientales,Los tesoros reales,Los topacios y sedas tiene en poco,Gozando de aquel pradoDe varias flores rico y esmaltado.

    Contempla el raso cieloTendido entre las floresDe diversos colores,Susurrando la abeja por entre ellasY a ratos recostadoDebajo un rbol verde y acopado.

    Las aguas plateadasQue salen murmurandoDe entre las duras peas cavernosas,Haciendo mil entradas,Mil vueltas rodeando,Por manos de natura artificiosas;

    Las rosas olorosasY los cantos suavesQue despiden las avesCantando sus pasiones amorosas,Le dan tal alegra,Que no siente trabajo noche y da.

    Comparando los dos textos cuidadosamente, se ve la fidelidadde la versin.

    La tan conocida oda a la vida del campo del maestro salmantinoapareci primeramente sin ttulo alguno; posteriormente se ha deno-minado, segn Antoln Marino, "Vida retirada"; segn otros, "Vidasolitaria", y no faltan quienes la intitulen "Oda a la vida del campo".

    Transcribamos algunas estrofas:

    Qu descansada vidaLa del que huye del mundanal ruidoY sigue la escondidaSenda por donde han idoLos pocos sabios que en el mundo han sido!

    Oh monte, oh campo, oh ro,Oh secreto seguro, deleitoso!Roto caso el navioA vuestro almo reposo,Huyo de aqueste mar tempestuoso.

  • 614 N O T A S T H . xxxvin, 1983

    Del monte en la laderaPor mi mano plantado tengo un huertoQue con la primaveraDe bella flor cubierto,Ya muestra en esperanza el fruto cierto.

    Y como codiciosaDe ver y acrecentar su hermosura,Desde la cumbre siresaUna fontana puraHasta llegar corriendo se apresura.

    Y luego, sosegada,El paso entre los rboles torciendoEl suelo de pasadaDe verdura vistiendoY con diversas flores va esparciendo.

    El aire el huerto oreaY ofrece mil olores al sentido,Los rboles meneaCon un manso ruidoQue del oro y del cetro pone olvido.

    Y mientras miserableMente se estn los otros abrazandoEn sed insaciableDel no durable mando,Tendido ya a la sombra est cantando:

    A la sombra tendido,De hiedra y lauro eterno coronado,Puesto el atento odoAl son dulce, acordado,Del plectro sabiamente meneado.

    Entre las interpretaciones de la oda horaciana que venimosestudiando es tambin famosa aquella estrofa de don Lupercio Leo-nardo de Argensola:

    Dichoso el que, apartadoDe negocios, imitaA la primera gente de la tierra,Y en el campo heredadoDe su padre, ejercitaSus bueyes, y la usura no le encierra.

    El coloso Lope de Vega en sus "Pastores de Beln" nos hacerecordar tambin el poema de Horacio:

    Cuan bienaventuradoAquel pueda llamarse justamente,Que sin tener cuidadoDe la malicia y lengua de la genteA la virtud contraria,La suya pasa en vida solitaria!

  • T H . XXXVIII, 1983 N O T A S 615

    En su famosa obra "Los Tcllos de Meneses" el mismo Lopepone en boca de uno de sus personajes, amigo de la soledad rstica:

    {Cuan bienaventuradoPuede llamarse el hombreQue con obscuro nombreVive en su casa honradoDe su familia [ . . . ] .

    Finalmente, no quedara completo este esbozo si no hiciramosmencin de la "Epstola moral a Fabio". En sus estrofas, hondas comolas de Manrique, se puede escanciar ese licor seco del sentimientodel retiro:

    Fabio, las esperanzas cortesanasPrisiones son do el ambicioso muereY donde al ms astuto nacen canas.

    Ms triunfos, ms coronas dio al prudenteQue supo retirarse, la fortuna,Que al que esper obstinada y locamente.

    Busca, pues, el sosiego dulce y caro,Como en la obscura noche del EgeoBusca el piloto el eminente faro,Que si acortas y cies tu deseoDirs: "Lo que desprecio he conseguido;Que la opinin vulgar es devaneo".

    Ms precia el ruiseor su pobre nidoDe pluma y leves pajas, ms sus quejasEn el bosque repuesto y escondido,Que halagar lisonjero las orejasDe algn prncipe insigne, aprisionadoEn el metal de las doradas rejas.

    Podemos rastrear tambin la influencia del Epodo horaciano enla Epstola dirigida por don Diego Hurtado de Mendoza al poetaBoscn de Almogver:

    Hacia el final leemos:

    Remede quien quisiere las ideasDe los grandes que el mundo gobernaron,Cuyas obras quiz estn olvidadas.

    Desvlense en lo que ellos no alcanzaron,Duerma descolorido sobre el oro,Que no les quedar ms que llevaron.

  • 616 N O T A S T H . xxxvin, 1983

    Yo, Boscn, no procuro otro tesoroSino poder vivir medianamente;Ni escondo la riqueza ni la adoro.

    Pero volvamos al poeta de Venusa. El ao 41 p. C. se vio agitadoel imperio romano por un nuevo brote de contiendas civiles, quehabian sido tan funestas en pocas anteriores. Con esta ocasin,Horacio dirige a los romanos el Epodo XVI. Ante los males y lospeligros, como remedio radical, ofrece el poeta el retiro a las IslasAfortunadas. Parece que as llamaban los antiguos a las Islas Canarias.Crean que all se encontraban los Campos Elseos. All reinaba laurea aetas cantada por Virgilio y por Ovidio. En ese paraso seencuentra el olvido de todas las tribulaciones.

    Para el observador superficial esto no es sino un recurso mitol-gico, o si se quiere religioso, o simplemente potico. Ahondando enel anlisis, nos parece que lo que Horacio aconseja a sus compatriotas,el retiro a una suerte de "Arcadia Flix", es un profundo anhelo delhombre. Es una evasin sicolgica. El alma, acosada por los peligrosy las miserias de la vida, se refugia muchas veces en las estrofasde un poema, o en la vida maravillosa de una novela. El hombre,atribulado por la necesidad, turbado por las angustias y la inseguridaddel porvenir, busca un lugar ideal, atemporal, donde no haya dificul-tades, donde la primavera sea perpetua, donde la muerte no d golpescon sus alas negras: la edad de oro que el Hidalgo manchego elogicon el puado de bellotas, ante los cabreros presos de admiracin:

    Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombrede dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierrotanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porqueentonces los que en ella vivan ignoraban estas dos palabras de tuyo y mo.Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesariopara alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarlede las robustas encinas, que liberal mente les estaban convidando con su dulcey sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ros, en magnfica abundancia,sabrosas y transparentes aguas les ofrecan. En las quiebras de las peas y enlo hueco de los rboles formaban su repblica las solcitas y discretas abejas,ofreciendo a cualquiera mano, sin inters alguno, la frtil cosecha de su dulcsimotrabajo. Los valientes alcornoques despedan de s, sin otro artificio que el desu cortesa, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir lascasas, sobre rsticas estacas sustentadas, no ms que para defensa de las incle-mencias del cielo. Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia; an nose haba atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entraaspiadosas de nuestra primera madre, que ella, sin ser forzada, ofreca, por todaspartes de su frtil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitara los hijos que entonces la posean.

    M I G U E L BERNAL R U I Z

    Universidad Pedaggica y Tecnolgica de Tunja.

    CampoTexto: THESAURUS. Tomo XXXVIII. Nm. 3 (1983). Miguel BERNAL RUIZ. El sentimiento de ...