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12 13 D omingo 18 de octubre. A poco más de 30 minutos desde que comenzó el 10K de Nike, ya se ve a los primeros corredores que están por cruzar la meta. Quince minutos más tarde, los corre- dores comunes y corrientes se acercan, y de pronto una avalancha de 13 mil poleras rojas se despliega como en una marea. Ya en la línea de meta, las fami- lias se reencuentran y se felicitan; todos están contentos con sus tiempos. Cerca de una hora después de empezada la co- rrida, muy poca gente queda: algunos locos por el running se estiran, otros se toman fotos con sus medallas. Todos se sienten ganadores. Al terminar el evento, sólo quedan los números: se repartió un total de 24 mil litros de líquido, entre bebida energizan- te Powerade y agua Vital, sólo para los competidores; con todo eso se podría lle- nar el estanque de 571 autos. Las poleras que Nike repartió entre los competidores requirieron de 6760 m2 de tela; con esas dimensiones se podría cubrir dos veces la cancha del Arena Santiago. Además, se estima que un total de 750 millones de pesos gastaron en zapatillas quienes asistieron a la corrida, lo que equivale a las pérdidas totales de las empresas leche- ras durante el año pasado en Chile. Si se amarraran los cordones de todas esas zapatillas por la punta, harían una tira de un total de 20 kilómetros de largo, la cual se podría extender ida y vuelta desde la partida hasta la meta. El cuerpo como gimnasio Estos números no hacen sino graficar lo multitudinario que el running ha lle- gado a ser en Chile. Hace algunos años Chile experimenta un verdadero frenesí por correr, y ya se ha convertido en un mercado que mueve a más de 40 mil personas. El running llegó para quedarse, y están todos invitados. [ Francisco ormazábal y Jorge ricci ] resultaba bastante extraño ver a personas corriendo por las áreas verdes de Santia- go, pero hoy en día ya es una imagen casi cotidiana de las calles capitalinas. El porcentaje de gente que practica este deporte ha crecido en un 600% en los últimos dos años; prueba es eso es que, según datos oficiales, los participantes en la Maratón Internacional de Santiago fueron mil personas en 2006, seis mil en 2007 y 12 mil este año. Así es como, por su creciente masivi- dad, ya se habla de esto como un fenó- meno social emergente que atrae a miles de personas en todo el país. En Santiago ya hay más de 13 clubes que se dedican a ello; además, el movimiento Chile Corre agrupa a runners de todo el país. Inclu- so figuras de la vida pública se dedican con gran entusiasmo a la práctica del running, ya sean políticos, economistas, figuras de la farándula o personas comu- nes y corrientes. Sin importar los secto- res y clases, todos convergen en el asfalto urbano, atraídos por igual a esta fiesta de la vida sana. De acuerdo al sociólogo Carlos Cata- lán, la ética del trabajo que prima en un país moderno y urbano hace de éste el deporte perfecto para nuestros tiempos: en él, el mismo cuerpo del hombre es el gimnasio, y puede regular por sí mismo su evolución en la práctica deportiva. Sin rendirle cuentas a nadie, el sujeto se dedica a la exploración de sus propias ca- pacidades, tanto físicas como de psicoló- gicas: “Hay un proceso de identidad que tiene que ver con un cambio de estilo de vida, a través de la diferenciación: yo soy diferente a los demás porque corro. Aquí convergen varios sentidos. Primero, está la competencia con uno mismo y el in-

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running en chile

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D omingo 18 de octubre. A poco más de 30 minutos desde que comenzó el 10K de Nike, ya se ve a los primeros

corredores que están por cruzar la meta. Quince minutos más tarde, los corre-dores comunes y corrientes se acercan, y de pronto una avalancha de 13 mil poleras rojas se despliega como en una marea. Ya en la línea de meta, las fami-lias se reencuentran y se felicitan; todos están contentos con sus tiempos. Cerca de una hora después de empezada la co-rrida, muy poca gente queda: algunos

locos por el running

se estiran, otros se toman fotos con sus medallas. Todos se sienten ganadores.

Al terminar el evento, sólo quedan los números: se repartió un total de 24 mil litros de líquido, entre bebida energizan-te Powerade y agua Vital, sólo para los competidores; con todo eso se podría lle-nar el estanque de 571 autos. Las poleras que Nike repartió entre los competidores requirieron de 6760 m2 de tela; con esas dimensiones se podría cubrir dos veces la cancha del Arena Santiago. Además, se estima que un total de 750 millones de pesos gastaron en zapatillas quienes

asistieron a la corrida, lo que equivale a las pérdidas totales de las empresas leche-ras durante el año pasado en Chile. Si se amarraran los cordones de todas esas zapatillas por la punta, harían una tira de un total de 20 kilómetros de largo, la cual se podría extender ida y vuelta desde la partida hasta la meta.

El cuerpo como gimnasioEstos números no hacen sino graficar

lo multitudinario que el running ha lle-gado a ser en Chile. Hace algunos años

Chile experimenta un verdadero frenesí por correr, y ya se ha convertido en un mercado que mueve a más de 40 mil personas. El running llegó para quedarse, y están todos invitados.

[ Francisco ormazábal y Jorge ricci ]

resultaba bastante extraño ver a personas corriendo por las áreas verdes de Santia-go, pero hoy en día ya es una imagen casi cotidiana de las calles capitalinas. El porcentaje de gente que practica este deporte ha crecido en un 600% en los últimos dos años; prueba es eso es que, según datos oficiales, los participantes en la Maratón Internacional de Santiago fueron mil personas en 2006, seis mil en 2007 y 12 mil este año.

Así es como, por su creciente masivi-dad, ya se habla de esto como un fenó-meno social emergente que atrae a miles

de personas en todo el país. En Santiago ya hay más de 13 clubes que se dedican a ello; además, el movimiento Chile Corre agrupa a runners de todo el país. Inclu-so figuras de la vida pública se dedican con gran entusiasmo a la práctica del running, ya sean políticos, economistas, figuras de la farándula o personas comu-nes y corrientes. Sin importar los secto-res y clases, todos convergen en el asfalto urbano, atraídos por igual a esta fiesta de la vida sana.

De acuerdo al sociólogo Carlos Cata-lán, la ética del trabajo que prima en un

país moderno y urbano hace de éste el deporte perfecto para nuestros tiempos: en él, el mismo cuerpo del hombre es el gimnasio, y puede regular por sí mismo su evolución en la práctica deportiva. Sin rendirle cuentas a nadie, el sujeto se dedica a la exploración de sus propias ca-pacidades, tanto físicas como de psicoló-gicas: “Hay un proceso de identidad que tiene que ver con un cambio de estilo de vida, a través de la diferenciación: yo soy diferente a los demás porque corro. Aquí convergen varios sentidos. Primero, está la competencia con uno mismo y el in-

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dividualismo. Segundo, tiene que ver con cómo usamos nuestro tiempo libre y una valorización del cuerpo”.

Pese a esto último, no se puede dejar de lado la importancia del running como instancia de socialización. Los nuevos-nuevos deportistas prefieren la ciudad, por lo que, siendo una actividad que se puede practicar al aire libre y en cual-quier parte, está asociado con una forma de entender la ciudad que la resignifica, haciéndola valiosa. Según Catalán, el running “permite recuperar lo público”, en el sentido de una actividad que pueda realizar un grupo amplio y heterogéneo de gente, en torno a una visión cultural urbana: “es como salir a la calle y hacerla propia; tiene que ver con el cómo usar la ciudad, que es algo muy propio de las ciudades europeas y norteamericanas de las costas. En un estilo de vida más euro-peo, la gente toma café en la calle”.

A toda máquinaEs una mañana de sábado en el Par-

que Vespucio de Vitacura, y se puede ver constantemente a entusiastas corredores de toda edad y color de camiseta hacien-do uso del agradable entorno natural del lugar. Y por “hacer uso” se entiende “tro-

Lo que preocupa a Pedro es que el espa-cio que tiene todo esto es público, y se mantiene en permanente riesgo de des-aparecer por el descuido de las autorida-des. “Cuando vayan a hacer la autopista justo donde estamos parados, ojalá no vayan a romper todo esto tan bonito”, dice, esta vez con evidente tristeza.

Corriendo por una causa“Siempre salimos a trotar con él,

pero es primera vez que corremos todos juntos”, dicen Gustavo Arancibia y Xi-mena Arévalo sobre su perro Pascual, un pequeño salchicha color chocolate que los acompañó en la corrida Avon del domingo 25 de octubre, en el Parque Forestal. Llegaron a la meta con todo re-lajo, sin preocuparse del tiempo y, mien-tras hablan, vierten agua mineral en un pocillo para Pascual. Él perro bebe como un corredor más, mientras Ximena agre-ga: “Pensábamos que no iba a poder co-rrer tanto, pero al final fue él el que nos llevó el ritmo de toda la carrera”. “Para la próxima corrida Avon lo vamos a traer de nuevo”, concluye Gustavo.

Organizada por la conocida empresa de cosméticos, la corrida Avon convocó este año a más de 2 mil corredores, pro-fesionales y no tanto. También incluyó a las trabajadoras de Avon, las que llegaron de todo Chile para dejar donaciones, co-rrer y bailar al ritmo del reggeatón que sale por los parlantes. Una de ellas, So-nia Reyes, trotó tres kilómetros con un cartel que dice “Rancagua” en las manos. Afirma que no tiene experiencia como runner, ni sabe lo que la palabra significa; entre risas, asegura que el único ejercicio físico que hace es cuando vende cosméti-cos puerta a puerta en su ciudad natal.

Es todo lo contrario de Bernarda Lor-ca. Su espalda dice “maratonista”, lo cual llama la atención en una mujer en silla

de ruedas como ella. “Soy la única mujer que lo hace, el resto son todos hombres”, asegura. Dice que su silla está equipada especialmente para competir, aunque no es “de carreras” como debería ser. Eso sólo la hace notar lo mal arreglado que está el asfalto de las calles del centro: “las calles son pésimas para una silla de ruedas”. De todos modos, dice llevar 20 años compi-tiendo sobre ella: “Y ahora la estoy usan-do para una corrida tan especial, para apoyar una causa tan importante. Por eso no me importa tanto ganar”.

La de Avon se diferencia de las corri-das de marcas deportivas porque la causa social apoyada es más importante que el evento mismo, de modo que el nivel de competitividad es mucho menor al de las corridas Nike o Adidas. Eso explica que, en medio del parque, hubiera un carro habilitado para hacer mamografías gratuitas a las asistentes. Así, los verdade-ros protagonistas del evento no son los que lleguen primero a la meta, sino los que representen mejor la causa, a través de sus historias personales.

La máxima estrella de esta carrera lo fue por los dos motivos al mismo tiempo. Virginia Peña Pizarro no sólo fue la pri-mera mujer en cruzar la meta, sino que es sobreviviente de cáncer. Por eso, fue abordada de inmediato por los medios,

alertados por el simbolismo que repre-sentaba su presencia. “Yo necesito estar aquí cooperando y ayudando, porque sufrí un cáncer, y lo estoy viviendo toda-vía”, dijo a los micrófonos, visiblemente cansada, justo después de cruzar la meta: “Me tengo que controlar, porque el cán-cer no se desaparece nunca. Tengo que estar ahí, viviendo con él, corriendo con él, y luchando contra él”.

Virginia considera la corrida Avon algo muy importante para ella. Corredo-ra aficionada, pero con experiencia, sabe lo que es ganar competencias. Pero este día, el dinero y la fama no eran lo más importante: “Había muchas corridas hoy, todas con premios muy grandes. Pero yo necesitaba estar aquí, porque viví el cáncer, y es difícil vivirlo. Eso lo sé muy bien”.

Cuando los premios ya han sido en-tregados, y la gente se ha ido, todos los runnings, sean de marcas o de causas, se parecen entre sí. En todos ellos sólo quedan las calles vacías, siendo limpia-das de los restos de comida, papeles y botellas. Pero la mañana siguiente traerá, desde muy temprano, nuevas oleadas de runners de toda clase, de todo color, y la ciudad estará preparada para recibir a esos locos con los brazos tan abiertos como siempre.

“Había muchas corridas hoy, todas con premios muy grandes. Pero yo necesitaba estar aquí, porque vivíel cáncer, y es difícil vivirlo” Virginia Peña Pizarro, corredora

tar, correr y respirar profundo entre los árboles”. Debe ser por eso que uno de ellos, Pedro Luacell, gusta de correr ahí pese a que vive en Ñuñoa.

Luacell es un analista de prevención de riesgos financieros de 60 años, pero que demuestra muchos menos. Especial-mente cuando viste de calzas apretadas, un reloj en cada muñeca, ropa con mar-cas a la vista y zapatillas, como ahora. Sin embargo, es el más viejo miembro de dos de los equipos de running del sector: Adi-das running y Vespucio running team. Afirma que corre en todas las corridas que se hacen hasta los 21 km., además de la gran maratón de Santiago, de 42 km. También dice entrenar cuatro veces a la semana: “El martes hago una hora de pista y una de piscina; el jueves, una hora en el Parque Araucano; y el sábado y do-mingo corro acá”, afirma, orgulloso.

Según este corredor, más allá del in-dividualismo que caracteriza al running, “las relaciones entre los corredores son muy entretenidas. Es pura gente sana”. Después de las carreras se juntan a tomar café, y unas seis veces al año se juntan a sólo socializar. Todos ellos, los miembros de Vespucio running team, cuentan con un entrenador, que es ni más ni menos que Jorge Acosta, campeón de triatlón

argentino. Él les hace los planes para la semana, según los objetivos de cada uno, para ir avanzando por sí mismos. Por ejemplo, el plan de Pedro es uno que responde a los pulsos: el pulsómetro le cuenta las pulsaciones, avisándole qué tan cerca está del máximo permitido (220 menos la edad del corredor, o sea, en este caso, 160). Nuevamente orgullo-so, dice que él no sube nunca de 130.

Pedro destaca los beneficios que todo eso tiene en su salud, graficándolo en su propio caso: antes pesaba 96 kilos, ahora pesa 80; también tenía 200 de presión, ahora tiene 130. Además, dice, con un trabajo tan estresante y deman-dante como el que tiene, está obligado a mantenerse muy clever todo el día, por lo que realmente necesita la fuerza men-tal y física que el running proporciona. “Así, no me estreso ni me enojo por nada”, afirma. Y agrega, en tono con-fidencial, y tapando el micrófono con la mano: “Tengo tanta energía, que mi señora no tiene de qué quejarse”.

Las ventajas de correr al aire libre son claras para Pedro: “Corro aquí porque me encanta este parque. Yo no podría estar, por ejemplo, en una trotadora, en-cerrado en un gimnasio. Yo corro donde hay árboles, donde hay cosas bonitas”.

Los mejores lugares para correr en Santiago

Parque Forestal:Ubicado en pleno centro de santiago, se perfila como una de las locaciones más atractivas para correr al aire libre y a cual-quier hora del día.

Parque Mahuida: Ubicado al final de la avenida larraín, en la comuna de la reina. recreación y deporte al aire libre son los princi-pales incentivos para visitarlo. abre sus puertas de martes a Jueves (9:00 a 23:00), Viernes y sábado (8:00 a 24:00) y Domingos y Festivos (8:00 a 22:00).

Parque Vespucio: Ubicado en la comuna de Vitacura, es uno de los lugares favoritos del adidas running Team para practicar esta disciplina.

Parque Intercomunal: el Parque intercomu-nal se ubica en la reina, y su horario de atención al público es de martes a domingo, de 8:30 a 19:30.

Cerro San Cristóbal:Uno de los lugares más atractivos para el entrenamiento de running en santiago. se puede ingresar desde las 07:30 a 21:00 de lunes a domingo.

MAREA ROJA.-Más de 13 mil corredores vestidos de rojo llenaron ambos costados del Río Mapocho el 18 de octubre, para la Corrida Nike 10K.

RUNNERS VERSUS RUNNERS.- Tanto la corrida de Nike como la de Avon convocan a miles de personas cada año. En la primera, los corredores vestidos de rojo corren con el objetivo de ganar un premio monetario; en la segunda, los vestidos de rosado corren para recaudar fondos para una causa.