sawar murcia nº2

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Sawar revista mensual y digital sobre historia, patrimonio y turismo en el municipio de Murcia Abril de 2013. Número 2 la arqueología, la promoción inmobiliaria y los procesos administrativos se dan cita en las excavaciones del centro de la ciudad 713-2013: el 1300º aniversario del pacto de Teodomiro. Artículo elaborado por la Asociación Jarique A rqueologíA entre la pAlA y el pApel

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Número 2 de Sawar Murcia, revista mensual, digital, gratuita e independiente sobre historia, patrimonio y turismo en el municipio de Murcia

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Page 1: Sawar Murcia nº2

S a w a rrevista mensual y digital sobrehistoria, patrimonio y turismo

en el municipio de MurciaAbril de 2013. Número 2

la arqueología, la promocióninmobiliaria y los procesosadministrativos se dan cita

en las excavaciones delcentro de la ciudad

713-2013:el 1300º aniversario del

pacto de Teodomiro.Artículo elaborado por la

Asociación Jarique

ArqueologíA

entre la pAlA

y el pApel

Page 2: Sawar Murcia nº2

S a w a rrevista mensual, digital e independientesobre historia, patrimonio y turismo en

el municipio de Murcia

La cultura y el patrimonio histórico, artístico y naturalson el ajuar común, el conjunto de bienes materiales e

inmateriales que recogemos de nuestros antepasados yque debemos conocer, disfrutar, proteger, enseñar y

transmitir a las generaciones venideras.Es lo que nos une al pasado y al futuro.

Es de todos.

“El Patrimonio Histórico Español es una riqueza colectiva que contiene

las expresiones más dignas de aprecio en la aportación histórica de los

españoles a la cultura universal. Su valor lo proporciona la estima que,

como elemento de identidad cultural, merece a la sensibilidad de los

ciudadanos (…).Todas las medidas de protección y fomento que la Ley

establece sólo cobran sentido si, al final, conducen a que un número

cada vez mayor de ciudadanos pueda contemplar y disfrutar las obras

que son herencia de la capacidad colectiva de un pueblo. Porque en

un Estado democrático estos bienes deben estar adecuadamente

puestos al servicio de la colectividad, en el convencimiento de que con

su disfrute se facilita el acceso a la cultura, y que ésta, en definitiva, es

camino seguro hacia la libertad de los pueblos”.

Preámbulo de la ley del patrimonio Histórico español (1985)

leY 16/1985, de 25 de junio, del patrimonio Histórico español

SAWAr MurCIArevista mensual, digital, gratuita eindependiente sobre historia,patrimonio y turismo editada en laciudad de Murcia porpedro Serrano SolanaAbril de 2013

Page 3: Sawar Murcia nº2

sumario

editorial

Arqueologíaentre la pala y el papel

9 De la ley a la prácticalos primeros pasos de la arqueología urbana

16 la burocracia arqueológico-constructiva

19 Arqueología y construcciónMatrimonio de conveniencia

pacto de Teodomiro713-2013: 1300º Aniversario

por Asociación Jarique

Así fue el número anterior

La cultura y el patrimonio histórico, artístico y naturalson el ajuar común, el conjunto de bienes materiales e

inmateriales que recogemos de nuestros antepasados yque debemos conocer, disfrutar, proteger, enseñar y

transmitir a las generaciones venideras.Es lo que nos une al pasado y al futuro.

Es de todos.

5

Ajuar: del árabe hispánico “assiwár” o

“asuwár”, y éste del árabe clásico

“sawar”

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Page 4: Sawar Murcia nº2

f

Page 5: Sawar Murcia nº2

editorial

La ciudad es un organismo vivo: una vez existe,se transforma constantemente y sin descanso. Secrea y se recrea; se construye, se reconstruye yse destruye. Incluso se quema y renace de suspropias cenizas. Y todo por culpa –o gracias- anuestras acciones e inacciones; a lo que hacemosy a lo que dejamos de hacer. La ciudad somostodos: los que la habitamos ahora y los que nosprecedieron. Sin saberlo, ellos condicionaron elespacio en el que vivimos del mismo modo quenosotros condicionaremos el de los que la habita-rán en el futuro. Y allí estará la arqueología comolo está ahora, para buscar, interpretar, completar,confirmar o desmentir la información que nosproporcionan las fuentes históricas.

A la gente le produce mucha extrañeza la formaen la que el suelo se eleva con el paso de lossiglos. Centrándonos en la ciudad de Murcia,cuando descendemos hasta el nivel medieval, nosllama la atención observar con nuestros ojos unproceso que va produciéndose sin prisa pero sinpausa, en un constante depósito de capas y capasde piedra, tierra, ladrillo y hasta de huesos. Lahistoria deja caer esas capas que se acumulan yque levantan el terreno bajo nuestros pies. Noreflexionamos sobre ello hasta que lo contempla-mos directamente gracias a la arqueología.

La ciencia arqueológica queda un tanto lejos delas intrépidas y divertidas aventuras de IndianaJones. Los arqueólogos no tienen un látigo en elcinturón mientras trabajan sobre la tierra, bajo latierra y en el laboratorio; manejan la pala, el picoo el cepillo, y en el caso de los cascos históricosde las ciudades, también hacen uso del bolígrafo,del ordenador y del papel; de mucho papel: eneste contexto llevan a cabo una importante laborde mediación entre los promotores inmobiliarios yla Administración –tanto local como autonómica-.No debe de ser fácil gestionar los tiempos queimpone la burocracia administrativa, los que exigeel promotor y los que necesita toda excavaciónarqueológica, con su metodología precisa y rigu-rosa. El arqueólogo-gestor tiene que responderante unos, ante otros y, expresado de forma quizágrandilocuente, también ante la historia.

La actividad de los promotores inmobiliarios hatenido múltiples efectos sobre el patrimonio arqui-tectónico y arqueológico de las ciudades, y nosiempre negativos: en los años 60 y 70 del pasadosiglo, durante el ‘desarrollismo’, el incumplimientosistemático de las leyes provocó daños y pérdidas

irreparables en el patrimonio; la obtención de unbeneficio económico inmediato se impuso y senegó la compatibilidad entre el progreso y el estu-dio del pasado. Con la llegada de la Democracia yla promulgación de la Ley del Patrimonio HistóricoEspañol de 1985, se ha ido aclarando poco a pocoel panorama y se ha puesto orden en las interven-ciones urbanas, de manera que hoy en día, lapromoción inmobiliaria es en ocasiones la únicaoportunidad de remover la tierra en nuestro cascoantiguo y de obtener una información muy valiosa.

La redacción de los Planes Especiales de Protec-ción de los centros histórico-artísticos a los queobliga la ley nacional –el de la ciudad de Murciadata de 1996-, entre otras muchas cosas haincluido obligaciones, pero también algunascontrapartidas para que el negocio inmobiliario nose sienta perjudicado. De ese modo quizá sepuede disuadir de la tentación de retomar prácti-cas antiguas, dañinas e ilegales, como aquella de‘meter la pala y aquí no se entera nadie’. Sinembargo aún surgen tensiones, aún puede darsela destrucción y, por supuesto, también hay unproceso administrativo cuyos plazos parece queno es posible acortar.

En este número, Sawar tratará de dibujar el pano-rama general de la arqueología urbana: resumire-mos la ley y los procedimientos burocráticos, yhablaremos con la administración, con promotoresinmobiliarios y con arqueólogos. Y no olvidaremosel ánimo último de esta publicación: la difusión delas humanidades. Quizá esta idea sea naíf pero noes una pose, nace de un convencimiento sincero:pensamos que muchos de los problemas que hansurgido en el tema de la arqueología urbana y delpatrimonio se podrían solucionar con el conoci-miento de nuestra historia, concienciando de laimportancia de su conservación. Conocerlo esquererlo, y todos protegemos aquello que quere-mos.

Por otro lado, y de la mano de la AsociaciónJarique, pondremos atención a un aniversariomuy especial: ya han pasado 1300 años desdeque se firmó el pacto de Teodomiro, hecho esen-cial que marcaría los movimientos inmediatos delos nuevos pobladores musulmanes sobre elSureste peninsular, un espacio ocupado por laactual región de Murcia y parte de las provinciasde Alicante, Albacete y Almería. Apenas un siglodespués de dicho pacto llegaría la fundación denuestra ciudad como nueva capital del territorio.

Derribar, excavary vuelta a empezar

5Sawar

Page 6: Sawar Murcia nº2

ArqueologíA

entre la palay el papel

la promoción inmobiliaria y los procedimientos que establece la normativa de

protección del patrimonio se dan cita en el centro histórico de Murcia, con los

arqueólogos como mediadores de todo el proceso. Aunque las reglas del juego

están claras, en ocasiones se producen tensiones por la confrontación de intereses

diversos. Conoceremos en qué consiste la arqueología urbana.

ubo un tiempo en el sector de la construcción en el que nombrar al arqueólogo era poco

menos que mentar al diablo. El desarrollo económico no entendía del pasado, sólo del

presente, y sólo concebía la obtención de un beneficio inmediato aprovechando el suelo

urbano sin importar lo que pudiera haber debajo. El hormigón medieval no interesaba,

aunque con su estudio se comprobara que la construcción de los edificios modernos

derivaba del pasado; que sólo era posible gracias a la invención y desarrollo de unas

técnicas con miles de años a sus espaldas. ‘He visto auténticas barbaridades’, reconoce

un empresario jubilado que vivió muy de cerca la explosión urbanística de Murcia: la presión

del promotor por un lado, y la ausencia de celo en garantizar el cumplimento de las leyes

de protección del patrimonio por otro, ocasionaba la destrucción por la vía rápida. Las

máquinas entraban en los pequeños solares del centro histórico como elefantes en una

cacharrería, y en pocos días ya no quedaba rastro. Hoy la situación es distinta pero aún

hay matices a considerar. Todavía queda un largo camino por recorrer para que la arqueo-

logía y el patrimonio común sean entendidos y valorados más allá de que exista una ley

que fuerce a su estudio y su conservación.

H

Sawar6

Page 7: Sawar Murcia nº2

la Murcia antigua en el papelZonas del plan especial de protección del Casco Histórico Artístico de Murcia

Page 8: Sawar Murcia nº2

Mucho se destruyó en Murcia a mediados del siglo XX, aunque de poco sirve ya

lamentarlo. Sin embargo, los hechos acaecidos en ésta y en otras ciudades

españolas no deberían caer en el olvido. La destrucción sistemática del patri-

monio arqueológico durante los años 60 y 70 fue perpetrada por algunos

promotores con la aquiescencia de ciertos gobernantes, a veces a escondidas

y otras veces a plena luz del día, e incluso haciendo uso de argumentos justifi-

cativos que eran aceptados por buena parte de la población: ya fuera porque

los ciudadanos tenían otros problemas o por su escaso interés en el tema, lo

cierto es que la poca sensibilidad para con la historia y el patrimonio estaba

bastante extendida y quedaba patente en la prensa del momento: la incompati-

bilidad entre el progreso y la conservación del patrimonio arquitectónico, arqueo-

lógico o natural, fue asumida e interiorizada por la sociedad. Era incuestionable.

El desarrollo económico no permitía medias tintas, porque, además, tampoco

se pensaba que ‘esas piedras’ pudieran generar riqueza desde el punto de vista

turístico y económico.

La enseñanza que dejó aquel periodo inspiró al legislador en la nueva etapa

democrática, quien, por otro lado, también tuvo en la Ley del Tesoro Artístico a

la que debía sustituir y en otras normas europeas un modelo para la elaboración

de la Ley del Patrimonio Histórico Español de 1985. Sin embargo, la ley no puede

modificar de la noche a la mañana la manera de pensar y de actuar de todo un

pueblo. Por mucho que regule, que disuada o que sancione, la Ley del Patrimo-

nio Histórico Español necesitaba de toda la sociedad. Y en el caso que nos

ocupa, el del patrimonio arqueológico, precisaba de tiempo para ir calando y

corrigiendo vicios y defectos muy enquistados en el sector de la construcción y

en toda la ciudadanía, salvo contadas excepciones. Todavía a principios de los

años 80, ‘esas piedras’ eran un estorbo, y los historiadores y arqueólogos estor-

baban porque retrasaban el progreso. En el imaginario colectivo aún anidaba la

idea de que debía ser una cosa u otra. El pasado o el presente.

la destrucción del patrimonioarquitectónico, arqueológico

y natural, fue asumido duranteel siglo pasado como hecho

inevitable; conservar y progresarparecía incompatible

Sawar8

Page 9: Sawar Murcia nº2

De la ley a la práctica

los primeros pasos de la arqueología urbana

La ley marca las reglas del juego, pero necesita jugadores dispuestos a

cumplirlas, árbitros que velen por su cumplimiento y sancionen a aquellos que

las quebranten, y también y sobre todo un público que las respete y las llene

de sentido. Con la llegada de la democracia se abrió un nuevo panorama en el

ámbito de la arqueología, aunque antes hubo profesionales que realizaron un

encomiable trabajo rastreando la historia de Murcia, como Manuel Jorge

Aragoneses, Andrés Sobejano y muchos otros. Para iniciar el relato de la

legislación y su relación con la arqueología en la ciudad de Murcia en la etapa

democrática, nos remitimos al texto elaborado por pedro Jiménez Castillo en

‘La Murcia recuperada. Breve historia de la investigación arqueológica’* (Museo

de la Ciudad, ayuntamiento de Murcia, 2010), en el que el arqueólogo del CSIC

también ofrece su interpretación de estos hechos. Según nos cuenta Jiménez,

en 1975 accedió a la cátedra de arqueología de la Universidad de Murcia la

profesora Ana María Muñoz Amilibia, quien, en su opinión, “demostró una

sensibilidad excepcional hacia el patrimonio arqueológico urbano”.

Jiménez prosigue: “Apoyada por un grupo de alumnos, (Muñoz Amilibia) centró

su actividad en la documentación a base fundamentalmente de limpieza, foto-

grafía y dibujo, de los restos arqueológicos en todos aquellos solares afectados

por nueva construcción que figuraban en el recorrido de la muralla de Murcia,

así como de los que proporcionaron, durante las obras de desfonde, vestigios

arquitectónicos de cierta entidad. Casi nunca se efectuaron excavaciones

arqueológicas intensivas debido a que no se contaba con las herramientas

legales ni con los medios económicos necesarios para llevarlas a cabo”. Ya

desde los 70, en esta última frase tenemos planteados dos de los elementos

primordiales en materia de arqueología urbana: legislación y financiación.

entre 1975 y 1983, el Departamentode Arqueología de la universidadde Murcia, con Ana María Muñoz

Amilibia al frente, asumió la labor dedocumentación arqueológica sin

contar aún con herramientas legalesni con medios económicos

*http://digital.csic.es/handle/10261/45512+ info:Sawar 9

Page 10: Sawar Murcia nº2

A principios de los años 80, y aún sin ley, sin medios económicos y sin estatuto

de autonomía, el Departamento de Arqueología de la Universidad de Murcia

siguió al timón de las excavaciones arqueológicas en la ciudad hasta que en

1983, con la aparición del ente preautonómico, el ayuntamiento de la capital

decidió crear el Servicio Municipal de Arqueología bajo la dirección de Julio

Navarro Palazón. Según Pedro Jiménez, este Servicio “continuó la labor iniciada

por Amilibia ampliando aún más las intervenciones y multiplicando las excava-

ciones”. Sin embargo, “las limitaciones económicas que aún persistían obligaban

a una excavación selectiva de los solares”. En opinión de Jiménez, a pesar de

las dificultades, este periodo se puede considerar como positivo “gracias a la

estrecha unión entre la gestión arqueológica y la investigación”.

En 1985 se promulgó al fin la Ley del Patrimonio Histórico Artístico Español*,

que definió el marco teórico y estableció las competencias sobre la materia para

el nuevo modelo autonómico. En su artículo 20 establece que “la declaración

de Conjunto Histórico, Sitio Histórico o Zona Arqueológica como Bien de Interés

Cultural, determinará la obligación del municipio en que se encontraran de

redactar un Plan Especial de Protección del área afectada por la declaración u

otro instrumento de planeamiento de los previstos en la legislación urbanística,

que cumpla en todo caso las exigencias establecidas en esta ley”. Y concretando

en el aspecto arqueológico, la Ley define en su artículo 22.1 que “cualquier obra

o remoción de terreno que se proyecte realizar en un sitio histórico o en una

zona arqueológica declarados BIC, deberá ser autorizada por la Administración

competente para la protección de dichos bienes, que podrá, antes de otorgar la

autorización, ordenar la realización de prospecciones y, en su caso, excavacio-

nes arqueológicas de acuerdo con lo dispuesto en el Título V de la presente

Ley”.

En efecto, el Título V es el que centra la cuestión arqueológica. El artículo 42

estipula que “toda excavación o prospección arqueológica deberá ser expresa-

mente autorizada por la Administración competente, que mediante los procedi-

la ley del Tesoro Artístico,incumplida sistemáticamente

durante más de cuarenta años,fue sustituida por la leydel patrimonio Histórico

español de 1985

*http://www.patrimur.com/normativa/1685.pdf+ info:Sawar10

Page 11: Sawar Murcia nº2

mientos de inspección y control idóneos, comprobará que los trabajos estén

planteados y desarrollados conforme a un programa detallado y coherente que

contenga los requisitos concernientes a la conveniencia, profesionalidad o

interés científico”. También señala que “la autorización para realizar excava-

ciones o prospecciones arqueológicas obliga a los beneficiarios a entregar los

objetos obtenidos, debidamente inventariados, catalogados y acompañados

de una Memoria, al Museo o centro que la Administración competente deter-

mine y en el plazo que se fije, teniendo en cuenta su proximidad al lugar del

hallazgo y las circunstancias que hagan posible, además de su adecuada

conservación, su mejor función cultural y científica”. Y tras contemplar otros

supuestos arqueológicos que no forman parte del tema de este reportaje, tipi-

fica una serie de sanciones por su incumplimiento que en los casos que nos

ocupan, llegarían a la imposición de multas de hasta 25 millones de pesetas

de aquella época, más de 150 mil euros en la actualidad.

Prosiguiendo con el relato de Pedro Jiménez, con la Ley de 1985 se produjo

“la supeditación de la nueva arquelogía de la ciudad a las necesidades urba-

nísticas de administraciones y particulares”, lo que trajo consigo una demanda

de profesionales de la arqueología que ni los museos ni los departamentos

universitarios podían asumir. Por ello, “fue surgiendo un grupo creciente de

profesionales dedicados exclusivamente a esta arqueología que se ha deno-

minado ‘de urgencia’”. La Comunidad Autónoma de Murcia, que ya tenía las

competencias en la materia, también asumió de forma directa la gestión

arqueológica de la capital a partir de 1987. Según nos cuenta Pedro Jiménez,

desde 1987 hasta hoy se puede hablar de dos fases: En la primera, que abarcó

hasta 1992, los técnicos –arqueólogos y dibujantes- eran contratados directa-

mente por la Administración, mientras que en la segunda fase, iniciada en 1992

y que se extiende hasta nuestros días, la contratación la llevan a cabo los

mismos promotores inmobiliarios. En opinión de Jiménez, “la primera fase

(1987-1992) presenta algunos rasgos positivos, como el aumento de los

presupuestos destinados a arqueología, la extensión de las excavaciones a

la ley de 1985 fijó el marco teórico,y trasladó las competencias en

la materia a las administracioneslocal y autonómica, que debíanredactar planes especiales de

protección para los centros históricos

Sawar 11

Page 12: Sawar Murcia nº2

todos los solares y la independencia laboral de los arqueólogos con respecto a

los constructores, lo que evidentemente les ahorró muchas presiones y les

permitió realizar un trabajo más digno”. Sin embargo, en ese periodo también

señala aspectos negativos, como la consideración “de cada solar como un yaci-

miento independiente”; es decir, que el concepto de la ciudad como yacimiento

único y su estudio científico se fue diluyendo en mitad de un proceso administra-

tivo cada vez más condicionado por la promoción inmobiliaria. Según se

desprende de las palabras de Jiménez, los cambios que habría de experimentar

poco después la labor del arqueólogo en el centro histórico de Murcia, tendrían

incidencia en la propia arqueología en cuanto que disciplina científica: el ritmo

constructivo fue acelerándose, y el propio término que comenzó a aplicarse a las

excavaciones urbanas, el de arqueología ‘de urgencia’, ya nos transmite un

carácter de premura que difílmente puede encajar con la metodología de una

ciencia pausada y rigurosa como la arqueológica.

Según relata Pedro Jiménez en ‘La Murcia recuperada. Breve historia de la

investigación arqueológica’, toda vez que el Servicio Municipal de Arqueología

había quedado sin sus competencias a partir de 1987, Julio Navarro “impulsó su

transformación hacia un modelo capaz de dar respuesta a las necesidades que

demandaba la arqueología municipal”. Jiménez explica que “para ello se partió

del convencimiento de que sólo desde un riguroso planteamiento científico es

posible afrontar con garantías un proyecto arqueológico de envergadura”.

Además se auspició la creación del Centro de Estudios Árabes y Arqueológicos

Ibn Arabí, que contaba con una biblioteca especializada y cuya misión era dotar

a los profesionales de un espacio apropiado para la investigación y el estudio de

la arqueología medieval islámica en la ciudad de Murcia, entendida ésta como

un único yacimiento.

De este modo, Pedro Jiménez llega a 1992: a partir de ese año la Administración

Regional optó por poner en práctica el llamado ‘modelo Madrid’, una nueva forma

de gestión del patrimonio arqueológico urbano que se inició en la capital de

España y que fue extendiéndose al resto de autonomías. Dicho modelo recoge

la arqueología urbana adoptó afinales de los ochenta el apelativo

‘de urgencia’ y supeditó su actividadal ritmo creciente que imponía

la promoción inmobiliaria

Sawar12

Page 13: Sawar Murcia nº2

una idea tomada del mundo anglosajón, que se resume con la frase ‘el que

rompe, paga’, y que implica la transmisión al promotor del coste de la excava-

ción arqueológica en el suelo urbano sobre el que planea edificar obra nueva.

Para ello, el promotor “dispone de una oferta de profesionales independientes

y empresas de arqueología que compiten de acuerdo con la ley del libre

mercado”. Pedro Jiménez ofrece su interpretación sobre el cambio de opera-

tiva: “De esta manera, la arqueología pasa a ser un anexo de los procesos de

edificación, mal vista por los promotores y constructores que son los que se ven

obligados a financiarla, y definitivamente alejada de su propia esencia como

ciencia histórica”.

Pedro Jiménez recuerda que ya desde 1989, tanto él como el resto de

miembros del Centro de Estudios Árabes y Arqueológicos Ibn Arabí, trató de

impulsar “un sistema alternativo al que finalmente se impuso”. Su idea consistía

en “la cofinanciación de las intervenciones entre los particulares y las adminis-

traciones implicadas, pero salvaguardando la independencia de los arqueólo-

gos”, y también en “enmarcar todas las actuaciones en el casco urbano en un

solo proyecto de investigación, bajo la premisa de que una ciudad como Murcia

es un yacimiento arqueológico único y no una yuxtaposición de yacimientos

independientes”.

De manera clara, Jiménez explica cómo sus propuestas se vieron superadas

por el incipiente ‘modelo Madrid’, “que resultaba más cómodo para la Adminis-

tración, más prometedor desde el punto de vista económico para algunos

arqueólogos y más interesante para los promotores”, ya que “los directores de

las excavaciones pasaban a ser sus empleados”. De las palabras de Jiménez

se entiende que, si bien al principio este modelo despertó las suspicacias de

los promotores inmobiliarios por tener que soportar el coste de las intervencio-

nes arqueológicas, con el tiempo algunos de ellos llegarían a entenderlo como

una posibilidad de controlar o, al menos, de poder ejercer presión sobre el

arqueólogo contratado. La competencia entre los arqueólogos, ‘en las condi-

en 1992 Murcia adoptó el ‘modeloMadrid’ para la gestión de la

arqueología urbana, lo que implicabatraspasar el coste de la excavaciónal promotor interesado en construir

en el casco histórico

Sawar 13

Page 14: Sawar Murcia nº2

ciones del libre mercado’, haría el resto, y derivado del nuevo panorama, la misión

de supervisión y control de la Administración sobre las excavaciones cobraría aún

más importancia de lo que se había pensado en un principio.

En mitad de este cambio de modelo, la gestión directa de la Comunidad Autónoma

sobre las cuestiones arqueológicas del municipio de Murcia volvió a su ayunta-

miento en 1996, año en que se dio cumplimiento a la Ley del Patrimonio Histórico

Español con la aprobación del Plan Especial de Protección del Casco Histórico

Artístico* de la ciudad, conocido comúnmente por sus siglas, PECHAM, y donde

se fijan todos los límites de actuación para la protección de su patrimonio monu-

mental, arquitectónico, ambiental y arqueológico. Después de algunos retoques en

su redacción en el año 2000, en el PECHAM ya aparece totalmente asumido el

‘modelo Madrid’.

El título II del PECHAM (normas de protección), apartados 10 y 11, habla del

patrimonio arqueológico y delimita dos zonas de protección con unas característi-

cas y un procedimiento diferenciados:

“Se establecen dos niveles de protección del Patrimonio Arqueológico:

-Restos arqueológicos previsiblemente conservables, donde tras la investigción

arqueológica realizada hasta la fecha, se tiene la suficiente certeza de la existencia

de tales restos que corresponden, fundamentalmente, a la muralla islámica y otras

estructuras de importancia, declaradas Bien de Interés Cultural.

-Restos arqueológicos sin valoración previa, abarcando el resto de ámbito del Plan

Especial, que al corresponder al Yacimiento Arqueológico de MADINAT MURSIYA,

sobre el que se asienta parte de la actual ciudad de Murcia, requieren un trata-

miento adecuado en orden al estudio y conservación, si procede, de los mismos”.

“Todo resto arqueológico descubierto requerirá el informe del Centro Municipal de

Arqueología (hoy desaparecido) sobre su conservación "in situ", traslado o

destrucción, indicando en el primer caso las actuaciones posibles en orden a su

Según pedro Jiménez, el ‘modeloMadrid’ resultaba más cómodo paralos promotores a pesar de tener quepagar el gasto de las excavaciones,ya que los directores de las mismas

“pasaban a ser sus empleados”

Sawar14

Page 15: Sawar Murcia nº2

consolidación y nuevo uso. Para la conservación de los restos arqueológicos

descubiertos que no sean trasladados se podrá:

1.- Cubrirlos, tras su toma de datos, de manera que se pueda edificar o urba-

nizar empleando sistemas constructivos que no los dañen.

2.- Integrarlos en las edificaciones, en solución arquitectónica que no los

menoscabe.

3.- Integrarlos en espacios urbanos con suficiente calidad y funcionalidad, de

manera que se propicie la participación ciudadana en torno a los mismos”.

Entre la primera redacción del PECHAM en 1996, y su reforma en 2000, el

ayuntamiento de Murcia decidió eliminar su Centro Municipal de Arqueología,

el denominado Centro de Estudios Árabes y Arqueológicos Ibn Arabí, que

dirigía Julio Navarro y que dependía de la Concejalía de Cultura, e incluir la

arqueología como un departamento más dentro de la Gerencia Municipal de

Urbanismo. En cuanto a la biblioteca del Ibn Arabí, sus libros fueron traslada-

dos a las dependencias del Archivo Histórico Municipal, en el Palacio Almudí.

el plan especial de protección delCasco Histórico Artístico de Murcia

fue aprobado en 1996 y reformado en2000, asumiendo los preceptos del

‘modelo Madrid’

Tinaja procedente de unyacimiento de la calleSan pedro de Murcia

(Fuente: ‘La Murcia recuperada. Breve

historia de la investigación arqueológica’

Museo de la Ciudad.Ayuntamiento de Murcia, 2010)

Sawar 15

Page 16: Sawar Murcia nº2

la burocracia arqueológico-constructiva

Para resumir lo que sucede antes, durante y un poco después de que se inicie

una promoción de viviendas en el centro histórico de Murcia, y con ella, una

excavación arqueológica, partiremos de un ejemplo imaginario: un promotor

que compra un solar en la calle Jabonerías de Murcia con el fin de construir un

nuevo edificio. Para obtener la licencia de obra, presenta su proyecto de edifi-

cación en el ayuntamiento de Murcia, y entre los diferentes servicios por los

que el proyecto ha de transitar antes de recibir dicha licencia, está el de

arqueología, ya que la calle Jabonerías se encuentra en una zona protegida y

delimitada en el PECHAM como de Grado 2, dentro del antiguo recinto amura-

llado: con total probabilidad, en ella existen restos arqueológicos sin valoración

previa pertenecientes al yacimiento arqueológico de ‘madinat Mursiya’, es decir,

de la Murcia medieval. En ese momento, si es que no lo sabía con antelación,

se informa al promotor de que debe llevar a cabo una excavación arqueológica

previa a la concesión de cualquier licencia y en qué condiciones hay que rea-

lizarla. Para cumplir con ese requerimiento, el interesado busca arqueólogos y

pide presupuestos: los arqueólogos pueden trabajar como autónomos, en

alguna empresa de arqueología, o incluso pueden estar en plantilla de empre-

sas relacionadas con el sector de la construcción, por ejemplo las de derribos,

y que ofrecen como servicio complementario la excavación arqueológica.

El arqueólogo le plantea al promotor su presupuesto teniendo en cuenta la

superficie del solar, la profundidad del edificio proyectado –las plantas subte-

rráneas que incluye- y sus características, y le propone un precio, un plazo de

ejecución que no puede ser superior a seis meses y el equipo humano nece-

sario para llevar a cabo la excavación. Cuando el promotor acepta esas condi-

ciones y lo contrata, el arqueólogo redacta un proyecto y lo presenta a la

Dirección General de Cultura, que lo analiza y concede el correspondiente

permiso de excavación arqueológica. En este punto, y ya con el permiso en su

el plan especial del CascoHistórico delimita dos zonas deprotección: en ambas hay que

realizar excavación arqueológicaantes de conceder licencia

de edificación

Sawar16

Page 17: Sawar Murcia nº2

poder, el arqueólogo recibe las instrucciones para la elaboración de una

primera memoria de la intervención e inicia el trabajo de campo.

Con independencia del seguimiento que haga la Dirección General de Cultura,

la obligación de supervisar directamente las excavaciones arqueológicas en

la ciudad recae en el ayuntamiento: su técnico de patrimonio visita semanal-

mente la excavación, recibe información de los trabajos por parte del arqueó-

logo y le orienta sobre los pasos a seguir. La intervención arqueológica

profundiza hasta donde esté previsto que llegue el proyecto de edificación,

con un máximo que suele estar entre los cinco y los seis metros bajo la cota

cero: esa es la profundidad hasta la cual se suele dar el depósito arqueológico

en la ciudad de Murcia. Si el proyecto de edificación contempla una profundi-

dad mayor, el arqueólogo desciende un poco más de esos cinco o seis metros

para cerciorarse de que no hay restos y después se limita a supervisar.

Los restos muebles que aparezcan durante el trabajo, tales como vidrio,

cerámica, monedas u otro tipo de utensilios, son trasladados y depositados

en el Museo Arqueológico, donde se da fe de la recepción con un impreso que

el arqueólogo debe incluir en la documentación del proceso de excavación.

Una vez que el arqueólogo ha acabado el trabajo de campo, dispone de un

mes para realizar una primera memoria que incluirá fotografías, dibujos,

planimetrías, alzados... De dicha memoria hace dos copias: una la entrega en

la Dirección General de Cultura y la otra en el ayuntamiento, que la analiza,

redacta un informe y lo remite también a la Dirección General de Cultura. Así

pues, finalmente es la Comunidad Autónoma la que, con la memoria del

arqueólogo y el informe del ayuntamiento –que puede incluir o no una

propuesta-, decide sobre los hipotéticos restos inmuebles que hayan apare-

cido durante la excavación: depende de lo excavado, se resolverá conceder

al promotor la licencia de obra sin condiciones, o condicionada a la conserva-

ción ‘in situ’ de los restos aparecidos. En este último caso, se deberá modificar

el proyecto de edificación y adaptarlo a los requerimientos que la Dirección

Aunque las competencias sobre lamateria corresponden a la Direccióngeneral de Cultura, el ayuntamiento

se encarga de supervisar lasexcavaciones y emite un informesobre los restos encontrados y el

trabajo del arqueólgo

Sawar 17

Page 18: Sawar Murcia nº2

General de Cultura imponga para una conservarción adecuada de los restos

arqueológicos, aunque en este extremo también existen mecanismos de

compensación: por ejemplo, si el promotor planeaba hacer un sótano y aparecen

restos que hay que conservar, siempre que sea posible se le concederá un

aumento de altura en la edificación a cambio de acondicionar los restos para su

contemplación.

Por otro lado, si el solar se encuentra en la zona delimitada en el PECHAM como

de Grado 1, y que abarca todo el perímetro de las murallas islámicas, los restos

que aparecerán son conservables a todos los efectos ya que la estructura

defensiva medieval está catalogada como Bien de Interés Cultural. Y en ese

caso, si existiera un edificio antiguo a demoler antes de la construcción del

nuevo, los trabajos de derribo deberían ser supervisados profesionalmente por

un arqueólogo además de desarrollar con posterioridad la excavación arqueoló-

gica. Una vez concluidas las labores de derribo y de excavación, el proyecto de

edificación de la nueva obra se tendría que adaptar al alzado y condiciones de

los fragmentos de muralla encontrados. Tenemos varios ejemplos en la ciudad:

el actual hotel NH Rincón de Pepe con su cafetería en sótano, varios inmuebles

en la calle de los Apóstoles, el aparcamiento subterráneo de la Glorieta de

España, varios edificios más entre las calles de San Nicolás y Sagasta... En

todos ellos y en algunos más, la muralla del siglo XII y la antemuralla del siglo

XIII, así como otras modificaciones de siglos posteriores, se han integrado en

espacios públicos y privados.

Respecto a la duración de todo el proceso desde que se inician los trámites hasta

que el promotor empieza la obra, y en lo que se refiere exclusivamente a la

arqueología –el proyecto ha de superar otros aspectos legales-, podría variar

entre cuatro y ocho meses si no hay ningún problema añadido y según las

características del solar, su ubicación –grado 1 o grado 2-, si existe otro edificio

a derribar, la profundidad prevista que se quiere alcanzar, el tipo de cimentación...

Y por supuesto, también dependerá de los posibles hallazgos y su importancia.

Después de todo el proceso incluido en la tramitación de la licencia de edifica-

ción, el arqueólogo dispone de dos años para hacer una memoria más detallada.

Con la memoria del arqueólogo yel informe del ayuntamiento, la

Dirección general de Cultura deberesolver sobre los restos

Sawar18

Page 19: Sawar Murcia nº2

Además de contactar conotros profesionales relacionados

con el tema en busca deorientación y documentación,

Sawar Murcia ha hablado conlos siguientes profesionales,cuyas opiniones se incluyen

en este reportaje:

luis de MiquelDirector del Museo Arqueológico

de Murcia

Ángel IniestaCoordinador del área de

arqueología del Servicio dePatrimonio Histórico de la

Comunidad Autónoma de Murcia

Carmen MartínezArqueóloga Municipal delAyuntamiento de Murcia

pablo MartosPromotor de la empresa

Obras de Murcia

José Miguel NogueraEx director General de Cultura,arqueólogo y catedrático de la

Universidad de Murcia

José Antonio ZapataArqueólogo

Arqueología y construcción

Matrimonio de conveniencia

Que el progreso y la conservación del patrimonio no sólo no son antagónicos,

sino que además son perfectamente compatibles si encuentran el equilibrio y

benefician a toda la sociedad, es algo que las leyes han tratado de impulsar y

facilitar planteando límites y orientando el quehacer económico. Sin embargo,

parece normal que haya tensiones, incomprensiones y hasta algún conflicto.

Y de todos los campos en los que ambos conceptos se encuentran y están

obligados a entenderse, quizá el más evidente sea el que concita a la promo-

ción inmobiliaria y la arqueología urbana. Es innegable que, sin la posibilidad

que brinda la construcción, sería difícil excavar en espacios densamente

poblados como los cascos históricos de las ciudades, pero por otro lado, sólo

con la construcción, sin la excavación y la documentación arqueológica, ¿qué

futuro nos esperaría? El encuentro –o choque- entre el progreso y el patrimo-

nio, entre la promoción inmobiliaria y arqueología, no es sólo simbólico;

también es físico: los pilares de los modernos edificios se asientan por fuerza

sobre un terreno removido por el ser humano durante miles de años. El tira y

afloja está servido.

El director del Museo Arqueológico de Murcia, luis de Miquel, lo expresa

gráficamente: “Los arqueólogos tenemos claro que los edificios no flotan en el

aire. Tenemos asumido que necesitan pilares y que se apoyan en el suelo”,

pero a renglón seguido, matiza que “se puede hacer una cosa que no destruya

inútilmente los restos”. Para explicar la inevitable unión entre construcción y

arqueología, y sobre todo, la necesidad de ésta última, de Miquel encuentra

una metáfora: “Pasa como con las ballenas: como antes había tantas, pues

se las cargaban. Pero ahora hay pocas y debemos llevar cuidado. Antes, la

mayoría de las obras no llevaban sótano, no tocaban los restos arqueológicos

y podíamos esperar otro siglo para sacarlos, pero ahora queremos meter

nuestros coches y hacemos obras con buenos pilares que bajan y barren

muchos metros, así que no hay más remedio que hacer la excavación arqueo-

lógica, porque no podemos esperar a que lo haga otra generación. O paramos

o nos quedamos sin ballenas”.

Sawar 19

Page 20: Sawar Murcia nº2

Así pues, en principio y al margen de otras consideraciones, por un lado existe

un interés lícito en obtener un beneficio económico por parte de los promotores

de viviendas, pero por otro también existe una obligación que ya fija la ley, y es la

de excavar antes de edificar en un centro histórico para rastrear en el pasado

común por medio de la arqueología. Las cartas están sobre la mesa: para el

arqueólogo José Antonio Zapata parra, “cuando el promotor compra una

propiedad, solar o edificio, debe hacer lo que hacemos todos cuando compramos

una casa, que es ir al Registro de la Propiedad y ver qué cargas tiene, así que el

promotor debe saber las cargas económicas y administrativas que tiene una

propiedad en un casco histórico, y también debe saber que tiene que hacer una

excavación arqueológica: va todo en el paquete”. En la misma línea se expresa

la arqueóloga municipal de Murcia, Carmen Martínez Salvador: “El promotor

debe saber que está construyendo en un casco histórico con sus inconvenientes

y sus limitaciones. Debe valorarlo y ver si le sirve o no, y si no, puede irse a

construir a otro sitio donde no haya que hacer esto”.

el tiempo es oro (pero el patrimonio no tiene precio)

Los factores básicos que el promotor debe incluir en sus cálculos arqueológicos

son el tiempo y el dinero, aunque en un negocio ambos están relacionados: el

reloj no se detiene y eso también supone un coste. Empezando por el ‘factor

tiempo’, ya hemos visto que los trámites administrativos asociados a la solicitud

de una licencia de edificación, en cuanto al proceso arqueológico se refiere,

la crisis haparalizado lapromoción deviviendas,también en elcasco antiguode Murcia

Sawar20

Page 21: Sawar Murcia nº2

pueden alargarse más de medio año entre el papeleo y la excavación propia-

mente dicha, siempre y cuando la parcela no sea demasiado grande y no haya

sorpresas. ¿Cómo afecta este tema a los constructores? ¿Se trata de un proceso

ágil o lento? ¿No se podría acortar? Para pablo Martos, de la promotora Obras

de Murcia, “desgraciadamente sigue siendo un proceso bastante lento, aunque

es cierto que en los últimos años se ha agilizado algo”. En su opinión, “y como

casi la totalidad de los trámites previos al inicio de una obra, este proceso podría

agilizarse con la adopción de algunas medidas que simplificasen la documenta-

ción y los procesos burocráticos, así como la tramitación interna de las adminis-

traciones”. Martos añade otro problema: “La tardanza en la concesión de

licencias y permisos de vía pública para actuaciones en el centro histórico”.

Sin embargo, Carmen Martínez Salvador opina que “con independencia de que

el promotor tenga prisa por empezar, a veces se retrasa más el informe de

incendios o el de eliminación de residuos que el arqueológico; hay que tener en

cuenta que el informe arqueológico lleva un proceso, pero el resto de informes

para obtener el permiso de edificación también llevan el suyo”. En la misma línea

se expresa Ángel Iniesta, arqueólogo y coordinador del área de arqueología del

Servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad Autónoma de Murcia: “Hace

años que la ejecución de las actuaciones arqueológicas en el casco de Murcia

están ya contempladas en el procedimiento ordinario de concesión de licencias.

Por lo tanto, los promotores cuentan o deben contar ya con los tiempos de

ejecución y resolución de las actuaciones arqueológicas, que conocen desde

antes de iniciar su promoción”. Iniesta añade con firmeza que “si no lo hacen, la

la hierba creceen un solar delcasco históricode Murcia

Sawar 21

Page 22: Sawar Murcia nº2

responsabilidad es suya o de los técnicos que les asesoran”, y como muestra

de que la Administración cumple con sus plazos, añade que “en el 90 por ciento

de los casos, los tiempos de la actuación arqueológica y de concesión de permi-

sos son los previstos y lógicos: la Administración Regional nunca supera los

plazos de respuesta estipulados tanto en la concesión de los permisos de exca-

vación como en la resolución final, una vez presentada la memoria de los traba-

jos”.

Por su parte, el ex director general de Cultura, arqueólogo y catedrático de la

Universidad de Murcia, José Miguel Noguera, también cree que “después de

treinta años, el proceso de las excavaciones arqueológicas vinculadas a la

promoción de viviendas está bastante regulado y es muy sencillo”. Lo argumenta:

“Cuando un promotor quiere construir en un casco histórico donde hay una serie

de bienes culturales catalogados, y entre ellos, los del subsuelo, ya sabe que

debe incluir en el proyecto de edificación un proyecto de intervención arqueoló-

gica”. Sin embargo, reconoce que “una vez que se ha solicitado el permiso de

excavación, la Administración dispone de un plazo de entre uno y tres meses

para responder si se ha de hacer dicha excavación, y eso sí que es verdad que

se podría acortar”, pero después lo justifica: “¿Por qué se puso este plazo un

poco laxo? Pues porque ha habido una época en la que había cientos de

proyectos que informar; había una cantidad tremenda y no se daba abasto, y por

eso antes se podía demorar un poco el permiso. Ahora, por ejemplo, en una

semana te informan un proyecto porque no hay tantas promociones”.

Dentro del mismo ‘factor tiempo’ hay otro aspecto que no tiene que ver con los

trámites burocráticos sino con la excavación en sí, con el trabajo de campo.

Según José Miguel Noguera, “hay que contar con la profesionalidad del arqueó-

logo, es decir, que haga una excavación impecable pero que tampoco se demore

en exceso”. Noguera recuerda que “hace veinte años había excavaciones que

se llevaban entre uno y dos años para lo que se podía hacer en seis meses, y

eso se ha corregido hoy”.

Carmen Martínez Salvador explica que “cuando el promotor pide presupuestos

y elige uno, pacta unas condiciones con el arqueólogo y con su equipo, pero

normalmente la diferencia entre unos equipos y otros no suele ser mucha”. En

opinión de la técnico del ayuntamiento, “un arqueólogo puede decir que lo hace

Sawar22

Page 23: Sawar Murcia nº2

en dos meses, y otro decir que lo hace en dos meses y diez días, pero no puede

decir un mes y el otro necesitar cuatro meses”. Para Ángel Iniesta, “en ocasio-

nes se responsabiliza, casi por cierta picaresca, a las actuaciones arqueológicas

de retrasos en la ejecución y conclusión de las obras que derivan de otros

factores”. Iniesta añade un dato: “En más del 90 por ciento de los casos de restos

a conservar en Murcia capital, nos encontramos con restos de la muralla medie-

val cuyo trazado es perfectamente conocido y sin sorpresas, por lo que la

promoción debe contar, desde el principio, con su presencia y la obligación de

conservarla. Por tanto, no debería haber sorpresas en cuanto a los números y

previsiones si éstas se han hecho correctamente”. José Antonio Zapata

profundiza en ese camino, exponiendo la misma idea que se ha esforzado en

transmitir a los promotores con los que ha trabajado: “Yo he excavado durante

ocho años, y siempre le he dicho al promotor que no soy su problema, sino parte

de su solución. No es verdad que el arqueólogo detenga una obra”.

luis de Miquel introduce un matiz importante: “El problema no es el plazo, es

que en la construcción todavía tenemos la mala costumbre de dejar la arqueo-

logía para el final. Primero tiran el edificio antiguo, luego ponen el cartel, luego

hacen los análisis técnicos y el proyecto del nuevo edificio... Y cuando quieren

empezar a trabajar, llaman al arqueólogo porque mientras tanto están esperando

a ver si suena la flauta y les dicen que no hay que excavar”. El director del Museo

Arqueológico de Murcia lo tiene claro: “No exagero, la triste experiencia es que

el promotor deja la arqueología para lo último y luego dice que está parado por

su culpa. Eso es muy negativo porque hacen un proyecto con tres sótanos, y a

lo mejor luego les sale algo que hay que conservar y tienen que modificar el

proyecto. ¿A quién se le ocurre hacer primero el proyecto y después la excava-

ción arqueológica? Manda primero al arqueólogo para que te diga lo que hay y

luego haces el proyecto”. De hecho, según de Miquel, “la Administración

normalmente no te va a decir que no puedes construir; lo normal, si sale algo a

conservar en una esquinita, es que te digan que dejes esa esquinita libre”. Luis

de Miquel afirma: “Yo puedo hablar alto y fuerte porque ya no hago trabajo de

campo, estoy en un museo y no tengo interés económico, pero yo trabajé

muchos años en la calle y viví todo esto: hay mala fama del arqueólogo y en

muchos casos es injustificada. Tal y como está hoy la cosa y que se trata de un

mercado de libre competencia, el arqueólogo que fuera innecesariamente lento

no trabajaría”.

Sawar 23

Page 24: Sawar Murcia nº2

Modelos de gestión: ‘el que rompe, paga’, pero a veces se le compensa

Entre la apresurada inmobiliaria y la pausada arqueología, y entre el factor

tiempo y el factor dinero, retomamos el llamado ‘modelo Madrid’ de gestión. La

ley estipula que el promotor es el que debe pagar la excavación arqueológica y

a los arqueólogos, ya que la remoción del terreno surge de su interés económico

particular. Carmen Martínez Salvador lo justifica: “Lo mismo que se hace cargo

del traslado de los escombros o paga el proyecto, o paga la enganchada al agua

o a la luz, el promotor también debe pagar una cuestión que tiene, que es la

excavación arqueológica. Si no excava, no puede hacer sótano ni cimentar”.

Martínez Salvador añade: “A la mayoría de los promotores, el tener que hacer

un desembolso económico mayor imagino que les supondrá un incordio, pero

tendrán sus maneras de recuperarlo con la venta de los pisos. Les supondrá el

mismo incordio si el que les hace la cimentación les dice que ha surgido un

problema y tiene que reforzar, por ejemplo”.

Al respecto de si el precio de la intervención arqueológica que ha de asumir el

promotor es mucho o poco dinero en el total de un proyecto de edificación, y la

forma que tienen de recuperarlo, el arqueólogo José Antonio Zapata afirma que

“el coste de una excavación arqueólogica a lo mejor es el 0’05 por ciento del

coste de hacer un edificio; es muy poco dinero”. Lo mismo opina luis de

Miquel: “El coste de la excavación arqueológica no resulta muy oneroso en el

total de una obra; cuestan más los análisis

de hormigones, lo que pasa es que a los

constructores les cuesta mucho más

asumir este coste”.

Ya hemos visto que la Administración tuvo

que renunciar a hacerse cargo del total de

edificio en Santa eulalia:Durante la intervención arqueológicaapareció un cementerio medievalislámico y restos de viviendas

Sawar24

Page 25: Sawar Murcia nº2

las excavaciones a principios de los años 90, porque la suma de todas las inter-

venciones alcanzaba un coste más difícil de asumir que el que le supone a los

promotores de manera individual. José Miguel Noguera señala que “el costo

económico de la excavación arqueológica se repercute en la promoción directa-

mente, en el total de las viviendas que se van a hacer, y teniendo en cuenta los

precios terribles de las viviendas que hemos visto, pues mil o dos mil euros por

vivienda tampoco era mucho”. El ex director general de Cultura recuerda el caso

más sonado que le tocó en su etapa política: “Joven Futura* fue el caso más

tremendo porque fueron muchos millones de euros a repercutir entre los coope-

rativistas, y al final pagaron creo que tres mil euros de más. Y bueno, eso es

dinero, por supuesto, pero es que fue una excavación descomunal que había

que hacer. Aquello se nos fue un poco de las manos a todos”.

Además de las formas que el promotor busque de recuperar su inversión en

general, incluyendo el coste particular de las excavaciones arqueológicas, y de

obtener un beneficio con la venta de inmuebles, la legislación ha ido articulando

una serie de contraprestaciones que, según se negocie con la Administración

para facilitar la contemplación de los restos arqueológicos que se conserven ‘in

situ’, pueden incluir, por ejemplo, la concesión de elevar el edificio con más altu-

ras de las que figuran como límite máximo en el centro histórico.

Desde el punto de vista del promotor, ¿son suficientes esas compensasiones?

pablo Martos, de Obras de Murcia, cree que las medidas de compensación son

“un gran avance”, pero estima que son “insuficientes”. Prosigue: “Creemos abier-

tamente que debieran habilitarse, pese a la crisis actual, una serie de ayudas

Cuello de tinaja hallado en Monteagudo

(Fuente: ‘La Murcia recuperada. Breve historia de la

investigación arqueológica’. Museo de la Ciudad.Ayuntamiento de Murcia, 2010)

*http://www.laopiniondemurcia.es/murcia/2010/07/17/joven-futura-construira-45-pisos-restos-arqueologicos/258894.html+ info: Sawar 25

Page 26: Sawar Murcia nº2

para aquellas empresas que realmente están ayudando con sus proyectos a la

rehabilitación de los edificios catalogados del centro histórico de la ciudad,

embelleciendo el ornato de las fachadas y conservando los restos arquelógicos

que pudieran aparecer. En la actualidad, si aparece un resto de interés, su

conservación es sólo responsabilidad del propietario pese a no poder explotarlo

comercialmente. Sería muy conveniente ayudar a esta persona con algún tipo

de subvención o desgravación de tipo fiscal... Se me ocurre por ejemplo no tener

la obligación del pago del IBI”.

Sobre este particular, Ángel Iniesta opina que “podría considerarse que las

compensaciones volumétricas en el Plan General de Murcia, estimulan y favo-

recen la cesión de restos a la Administración Municipal, frente a otras opciones

como puede ser el cambio de uso, y el mantenimiento de la propiedad y utiliza-

ción en locales comerciales”, pero sobre la posibilidad de otorgar ayudas o exen-

ciones fiscales a los promotores, el coordinador del área de arqueología del

Servicio de Patrimonio Histórico se muestra reticente: “Estoy de acuerdo en que,

en general, la legislación española de mecenazgo es demasiado restrictiva y

poco útil para favorecer realmente soluciones de interés público, pero a la hora

de estudiar ventajas fiscales para este caso, así como para cualquier actuación

sobre el patrimonio cultural, debe valorarse que lo que se está produciendo es

un desvío del coste del problema desde el beneficiario de la operación, el

promotor, a todo el conjunto de la sociedad”.

En opinión de Iniesta, “los restos arqueológicos están tranquilos donde están, y

las intervenciones en los cascos urbanos derivan de prioridades ajenas al patri-

monio cultural; derivan del interés privado o público de ejecutar una promoción”.

Por eso, argumenta que “la sociedad en su conjunto no tiene por qué asumir

parte o el total del costo de la conservación de esos restos. En general, la exen-

ción fiscal del mecenazgo cultural implica que los fondos, que serían recaudados

y administrados por la Administración con criterios de prioridades generales, son

desviados de las arcas públicas y gastados en fines del patrimonio cultural, pero

con arreglo a decisiones y prioridades particulares”.

La postura de luis de Miquel ahonda en ese sentido: “No tengo nada en contra

de los promotores, pero todo es pedir; todo el mundo intenta conseguir más.

Construir y que te salgan restos arqueológicos no debe ser un negocio, como

Sawar26

Page 27: Sawar Murcia nº2

tampoco lo es construir sobre una falla, en una zona tectónica o sobre una

laguna. Todo eso tiene un coste y nadie se escandaliza. Determinados sitios

tienen determinadas características”. Para el director del Museo Arqueológico,

hay un ejemplo claro: “Si la roca la tienes a 25 metros, tu pilar lo tienes que

llevar a 25 metros, y entonces no vas a decir, ‘oiga, quíteme el IBI porque tengo

que bajar a 25 metros’. Pues mire, construya donde la roca esté a cinco metros.

Entiendo lo de pedir y no me parece mal, pero esto es así. Hay cosas que se

asumen pero la arqueología parece que no”.

Sin embargo, José Miguel Noguera también recuerda la situación anterior y

una antigua frase: “Lo que no es de recibo tampoco es cosas que yo escuchaba

hace treinta años, lo de ‘al que le toca, le toca’. Hombre, ya, pero si tú compras

un solar para hacer un edificio y te toca tener ahí un yacimiento, lo que tampoco

está bien es estar ahí meses y meses excavando, que te cueste un dinero y

que luego no te dejen hacer nada. Lo que tiene que hacer la Administración es

proteger esos restos pero dar también soluciones al promotor, que también

paga sus impuestos y también tiene derecho a poder desarrollar su actividad,

y la ciudad tiene derecho a seguir creciendo y desarrollándose”. Para ello,

según expone el ex director general de Cultura, “hoy en día se han implemen-

tado esas compensaciones para los promotores por parte de la Administración,

que hacen que el promotor pierda el miedo a meterse en el casco histórico”.

Un elemento que no se puede olvidar para hacer una composición lo más

objetiva y global posible, tras tener en cuenta estos argumentos, es que, si bien

es cierto que los restos arqueológicos que hay bajo la ciudad pueden perma-

necer enterrados, y que es lógico pensar que sea el interesado el que pague la

intervención ya que se excava por un interés particular, no es menos cierto que

al final toda la sociedad se verá beneficiada de unos hallazgos que han de acre-

centar la cultura y el patrimonio común, y que dichos restos han de cumplir una

mejor función social si son estudiados que si siguen bajo tierra. Estas conside-

raciones nos llevan a estimar también como lógica y defendible la articulación

de contrapartidas legales que hagan menos gravoso el coste de la excavación,

e incluso un método distinto del ‘modelo Madrid’, una fórmula mixta de cofinan-

ciación que ya fue defendida en su momento por arqueólogos como Pedro

Jiménez y en la que se pretendía asegurar la independencia del arqueólogo.

Queda claro que el tema es rico en matices, y que todas las posturas que

Sawar 27

Page 28: Sawar Murcia nº2

incluyan como premisa superior el estudio y conservación del patrimonio, son

comprensibles. Lo más importante es lograr un sistema lo más justo y equili-

brado posible, algo que no resulta nada fácil.

el arqueólogo entre la espada y el papel

Más allá de la negociación y de la búsqueda de puntos de equilibrio entre los

constructores y la administración, y entre el desarrollo económico y la conser-

vación del patrimonio, ¿qué hay del arqueólogo? Su posición silenciosa, a

veces, no es fácil, además de que en mitad de todo este proceso los profesio-

nales de la arqueología deben ganarse el pan. ¿Son compatibles las reglas de

la competencia en un mercado libre, y la rigurosidad del método arqueológico

dentro de un proyecto de investigación? Desde que el promotor es quien

contrata y paga directamente sus servicios, ¿siente presión el arqueólogo? “Eso

es indudable”, afirma un arqueólogo que prefiere permanecer en el anonimato.

Y prosigue: “A veces estás entre la espada y la pared, porque sabes que hay

algo que al promotor no le conviene, pero debes actuar correctamente. Estás

en medio de todo: por un lado tienes que rendir cuentas a la Administración,

pero por otro lado, también se las debes rendir al que te está pagando. Por eso

debes hacer una labor de mediación y debes tener muy claro tu código deonto-

lógico”.

Para Carmen Martínez Salvador, “El promotor meterá prisa al arqueólogo

como le mete al que le pone las ventanas o al fontanero, y ahí estará el técnico

para saber hacer su trabajo”. La técnico municipal continua: “La mayoría de los

arqueólogos son muy correctos... Supongo que alguna presión tienen, pero

como nosotros hacemos un seguimiento muy directo, en el momento en el que

vemos que hay algún problema, lo intuimos. En seguida lo comentamos... Pero

Necrópolis islámicade San Nicolás, siglos XI-XIII(Fuente: “Murcia islámica. Una

visión a través de la arqueología”*

Museo de la Ciudad. Ayuntamientode Murcia, 2001).

*http://digital.csic.es/bitstream/10261/15292/1/jimenez___murcia_islamica.pdf+ info:

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Jarrita del siglo XIIhallada en Murcia(Fuente: “Murcia islámica. Una

visión a través de la arqueología”

Museo de la Ciudad. Ayuntamientode Murcia, 2001).

vamos, que a ninguno le gusta hacer el trabajo mal”. Aún así, Martínez Salvador

afirma: “Si vemos que algo se está haciendo mal, sea por el motivo que sea,

desde el ayuntamiento tenemos capacidad para paralizar la obra, levantar un

parte de infracción y avisar a la comunidad autónoma, pero no tenemos capa-

cidad sancionadora porque eso es competencia de la Dirección General de

Cultura. De todas formas, el centro histórico está muy controlado y nadie puede

meter una excavadora en un solar del centro”.

Preguntado sobre las presiones, pablo Martos, de la empresa Obras de Murcia,

responde: “Desconozco casos donde la prospección arquelógica haya tenido

presiones de algún tipo”. Sin embargo, aunque no las haya de forma explícita,

el sistema genera una presión por su propia naturaleza. Tal y como expone luis

de Miquel, “en un mercado de libre competencia, el arqueólogo que fuera

innecesariamente lento, no trabajaría, y hoy más porque con la crisis hay muy

poco trabajo”.

En este contexto, algunos profesionales hablan de que el mercado prefiere

arqueólogos de menos de treinta años por su inexperiencia, o cuentan que las

condiciones de salario tampoco se ajustan al importante trabajo que desarrollan

ni a su formación académica. En opinión del director del Museo Arqueológico,

luis de Miquel, “evidentemente, en un mundo en el que el que paga la exca-

vación es el constructor... Se excava bien, pero la ética del profesional está por

encima de todo, y luego los técnicos del ayuntamiento y la comunidad no sólo

dan permiso sino que van haciendo una supervisión, un control, y también

apoyan al arqueólogo para decirle al constructor que las cosas hay que hacerlas

bien”.

Sawar 29

Page 30: Sawar Murcia nº2

Sobre este asunto también responde José Antonio Zapata haciéndose una

pregunta: “¿El que me paga es mi jefe? No. Yo le estoy prestando un servicio”.

Su postura es meridiana y la expresa decidido: “El arqueólogo debe hablar

claramente al promotor y ahí entra su ética y su vocación. El promotor contrata

los servicios de un profesional como el arqueólogo, que es un científico, y debe

poner una barrera que no se puede atravesar. Por el hecho de que te pague,

no es tu jefe, y si dejas que el promotor pase esa barrera, ahí sí que tienes un

problema”. Sin embargo, añade que “en general, los arqueólogos son buenos

profesionales porque la arqueología es devoción”, pero admite que “con el libre

mercado, entre nosotros mismos nos hacemos el ‘harakiri’”. Según Zapata, una

posible solución sería la colegiación y la regulación de tarifas para “dejar las

luchas internas”.

Sawar también pregunta a Ángel Iniesta sobre las supuestas presiones al

arqueólogo, y el técnico del Servicio de Patrimonio Histórico diferencia dos

aspectos: por un lado, la posición que ocupa el profesional contratado dentro

del proceso concreto de excavación, y por otro, la situación laboral general que

viven hoy los arqueólogos. Respecto de esto último, Iniesta estima que “el

mercado es libre, y evidentemente la competencia determina, en ocasiones,

que el salario de los profesionales sea inadecuado”, al tiempo que añade que

“el control de la Administración obliga a que este hecho nunca pueda repercutir

sobre la calidad del trabajo del profesional, ayudando a mantener un cierto

equilibrio en el sistema”. Y en cuanto a la presión sobre el terreno, “sin negar

que puedan existir casos puntuales en que el arqueólogo, como cualquier otro

profesional, pueda sentir cierta presión”, explica que “se efectúa una inspección

desde ambas administraciones de todo el proceso de excavación, derivando

incluso el diseño de la misma, desde su arranque, de un pliego de condiciones

redactado por el ayuntamiento”. Es decir, que “el profesional contratado por el

promotor tiene siempre el respaldo de que su actuación debe atenerse a las

determinaciones marcadas desde la Administración, que es quien, en definitiva,

indica cómo debe ser, vigila que su desarrollo sea el adecuado y decide cuándo

está correctamente concluida”. Ángel Iniesta también puntualiza otro aspecto

de este debate: “Pese a lo que podría desprenderse de ciertas desinformacio-

nes no muy lejanas, en Murcia, los arqueólogos directores de las excavaciones

nunca han sido quienes han realizado valoraciones de los restos más allá de

su interpretación arqueológica o histórica, y esto es así por la propia protección

Sawar30

Page 31: Sawar Murcia nº2

de los intereses de los profesionales, y también por la objetividad en la toma de

decisiones”. Con ello, Iniesta incide en que la presión que el promotor ejerza

sobre el arqueólogo, al final, no puede tener como resultado la decisión de no

conservar los restos que aparezcan, ya que dicha decisión pertenece a los

técnicos de la Administración.

Y si la presión al arqueólogo por parte de algunos promotores, según los técnicos

de la Administración, siempre tendrá unos efectos limitados, ¿Reciben presiones

los políticos? Sawar le pregunta al ex director general de Cultura, José Miguel

Noguera: “No, no recibí presión alguna. También es verdad que yo siempre he

jugado con la gran baza de que si a mí me presionaban, me volvía a la Univer-

sidad como catedrático. Y la verdad es que jamás he recibido ninguna presión...

Hombre, otra cosa es que venga un promotor y te pregunte, ‘¿oiga, qué tengo

que hacer con esto?’, o por ejemplo en el caso de Joven Futura, que cada seis

meses vinieran y preguntaran, ‘¿oye, cuándo va a acabar esto?’. Yo les respon-

día que eso se acabaría cuando los técnicos lo estimaran, y ya está”. Noguera

recuerda que, en su etapa, “las cosas se hicieron como se tenían que hacer, y

la prueba es que las dos o tres veces que acabamos en los tribunales, el Juez

siempre dictaminó que el procedimiento se había hecho impecablemente”. El ex

director general de Cultura reflexiona: “Claro, es que si tú no velas por la

conservación del patrimonio, ¿quién lo va a hacer? Es que entonces, ya, apaga

y vámonos”.

Todo es un juego de equilibrios, incluso dentro de la Administración. José Miguel

Noguera prosigue: “Cada uno vela por lo suyo, porque luego está, qué sé yo,

pues Urbanismo que vela por sus intereses... Pero todo eso se hace converger.

Había muchas mesas para poner en común las necesidades de cada cual”.

Noguera se pregunta: “¿Eso te genera problemas? Pues claro. Yo mismo tuve

problemas porque a algunos colectivos no les gustaba cómo hacía las cosas...

Pero en los dos sentidos: había quien pensaba que no llegaba y otros que

pensaban que me pasaba. Es normal porque a veces las decisiones que tomas

no son comprendidas por todos. En mi etapa hicimos muchas cosas, y tuvimos

nuestros aciertos y nuestros errores, pero la verdad es que nunca recibí presión

alguna. Y si la hubiera recibido, tampoco la habría admitido”.

Sawar 31

Page 32: Sawar Murcia nº2

Ciencia y conciencia

La ley es fundamental, pero al final todo deriva de la ética de todos los agentes

implicados, y también del grado de concienciación que tengan sobre la impor-

tancia de estudiar y valorar el pasado. El de la concienciación es un asunto que

compete a todos: a los arqueólogos, a la Administración y a los promotores, que

por la idiosincrasia de su ámbito laboral se encuentran más próximos a estas

disquisiciones. ¿Están concienciados los promotores? En opinión de José

Miguel Noguera, “al cabo de treinta años de trabajar, poco a poco ya estamos

cada vez más sensibilizados todos, y los promotores también”. Sin embargo,

admite que “es verdad que todavía queda por ahí algún promotor un poco

‘burreras’, por así decirlo, pero es que esto pasa en todos los campos de la vida:

todos los días vemos que cuando no hay un industrial que te la pega por aquí,

tienes un banquero que te la pega por allá... En fin, que siempre hay malos

profesionales en todos los sectores, pero en general creo que los promotores

hoy en día están bastante sensibilizados y han interiorizado ya la normativa, y

saben de la importancia de conservar el patrimonio”. Según Noguera, “el

promotor sabe que el patrimonio es un bien común, y que puesto en valor y bien

integrado en sus edificios, puede ser un atractivo y un elemento de dinamización

de la propia ciudad, del urbanismo y la arquitectura...”.

Para pablo Martos, de la promotora Obras de Murcia, tanto los constructores

como la sociedad están cada vez más concienciados de la importancia del

patrimonio común y ya no se ve a la arqueología como un estorbo: “La destruc-

ción de restos arqueológicos de interés, en cualquier caso, es una auténtica

barbaridad, y creo que la sociedad en general va tomando cada vez más

conciencia de que el patrimonio de nuestra ciudad es verdaderamente muy

Fragmento de antemuralla delsiglo XIII en Verónicas(Fuente: “Murcia islámica. Una

visión a través de la arqueología”

Museo de la Ciudad. Ayuntamientode Murcia, 2001).

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Page 33: Sawar Murcia nº2

importante. Forma parte de nuestra propia historia y debemos estar orgullosos,

y todos debemos participar activamente en su mantenimiento y conservación”.

Por ejemplo, en el caso de los restos de la muralla de Murcia, Martos afirma

que “lejos de ser un estorbo, hay que intentar adecuar el proyecto de la foma

más imaginativa posible, para que dicho patrimonio pueda dotar al inmueble

de un mayor valor estético y comercial”.

Por su parte, la arqueóloga municipal de Murcia, Carmen Martínez Salvador,

también percibe hoy un panorama más alentador que en el pasado: “En

general los promotores están bastante concienciados, con independencia de

que les resulte más o menos cómodo. Hay algunos a los que incluso les gusta

el tema, y pasan y preguntan, y hay otros que preguntan de otra manera o

disfrutan menos con el trabajo que se está haciendo. De todos modos, una

parte muy importante de las intervenciones arqueológicas es la documenta-

ción, y ese proceso está garantizado”. El paso del tiempo, en este caso, juega

a favor del patrimonio: según Carmen Martínez, “ya han pasado muchos años

desde que entró en vigor la Ley del Patrimonio de 1985, y la mayoría de los

promotores que están acostumbrados a trabajar con restos arqueológicos;

son gente que lo asume. Ellos hacen sus cábalas y a veces se pueden bene-

ficiar de los mecanismos de compensación, lo que suaviza el asunto”.

El arqueólogo que ha preferido no revelar su nombre, afirma que “el promotor

quiere beneficio, y todo lo que cueste más dinero... No lo ve”. Según su expe-

riencia, “te puedes encontrar de todo. A algunos les da igual porque no lo

entienden y lo único que ven es que están perdiendo dinero”. Entre las frases

típicas, la de “¿para qué queremos estas cuatro piedras? Quítalas ya”, y la de

“si esto fuera hace veinte años, aquí se habría metido la máquina y no se

restos arqueológicosen un solar de Murcia(Fuente: “Murcia islámica. Una

visión a través de la arqueología”

Museo de la Ciudad. Ayuntamientode Murcia, 2001).

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habría visto nada; aquí, hormigón y fuera”. Después, añade: “Y no te digo que

no haya pasado recientemente, porque cuando se estipula la protección de un

entorno, a veces en la delimitación, una manzana más o una manzana

menos...”. Ahora bien, también admite que “hay otros promotores que ya han

construido mucho y que son muy duchos en la materia, porque saben que la

ley es muy clara y muy tajante y que los funcionarios son bastante competentes,

y saben que no pueden luchar contra molinos”. Para acabar, mira hacia la costa:

“En Murcia nunca ha habido esa cultura del pasado, porque además, como el

pasado es musulmán, que no es romano, pues eso se convierte en un factor

más para que el promotor no lo entienda. Sin embargo, en otras ciudades como

Cartagena sí que hay interés y sensibilidad”.

Y precisamente sobre Cartagena sabe bastante luis de Miquel. Al respecto de

la concienciación alcanzada en aquella ciudad, nos cuenta: “Allí empezamos

dando charlas y pasaban olímpicamente de nosotros, constructores y no cons-

tructores. Venían siete personas y era como predicar en el desierto. Pero poco

a poco fuimos acostumbrando a la gente, y aprovechamos los momentos de

crisis para que se dieran cuenta de que la cultura y la arqueología eran una de

las salidas para cambiar de imagen a Cartagena”. Según recuerda de Miquel,

el camino no fue fácil, pero lo pudieron transitar: “Poco a poco, haciendo

programas de radio, divulgando, aprovechando las fiestas históricas, que

ayudaron mucho... La gente terminó aceptando la arqueología y los constructo-

res asumieron que era mejor excavar al principio y ver lo que hay, que no

encontrárselo después, y que esto, bien gestionado, pues tampoco te morías

en ello, y que luego llamabas a tu edificio ‘Foro’ o ‘no sé qué’ y hasta lo lucías”.

El director del Museo Arqueológico pone el ejemplo del Augusteum: “Hablé con

los promotores y les dije que teníamos que excavar todo eso, que era media

calle Caballero de Cartagena, y que luego haríamos un plano con lo que saliera.

Les dije que iban a ganar tiempo y al final me dieron la razón. Recuerdo luego

la reunión y fue hasta divertido, cuando estábamos ahí, sobre el plano,

moviendo pilares imaginarios de un lado a otro para que el edificio funcionara y

se mantuvieran los restos... Pero el proyecto que salió de ahí, fue a Patrimonio

y se aprobó, y los constructores se acostumbraron al hecho de que era mejor

trabajar juntos, que no de espaldas”.

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Page 35: Sawar Murcia nº2

Arqueología para todos

El estudio y conservación del patrimonio es una cuestión de conveniencia e

interés general de toda la sociedad. Para luis de Miquel, “cada momento es

diferente: hace treinta años no podíamos imaginar que Cartagena atrajera gente

por cuestiones culturales”. El director del Museo Arqueológico prosigue con su

reflexión: “Pedir a la gente hace 30 años que tuviera especial cuidado con los

restos arqueológicos porque en el futuro al turista le iban a interesar, era impen-

sable. Ahora nosotros tenemos que actuar pensando en lo que hay y en lo que

puede haber en el futuro”.

Sobre esa misma idea, José Miguel Noguera apunta que “hace 25 años, la

gente pasaba por al lado de un solar e insultaba a los arqueólogos, porque eran

unos señores que venían a fastidiar el desarrollo de las ciudades; sin embargo,

esa percepción negativa se ha ido transformando en positiva, sobre todo cuando

nos hemos dado cuenta de que el patrimonio cultural y arqueológico es un activo

para las ciudades, un bien que te prestigia y que transmite una imagen positiva

al exterior, y que te activa económicamente”. Y siguiendo con el ejemplo de

Cartagena, Noguera afirma que “cada día vienen centenares y centenares de

personas, ¿y a ver qué? Pues a ver la refinería de Escombreras, no; vienen a

Cartagena a ver patrimonio, a ver arquitectura modernista y arqueología”.

El arqueólogo José Antonio Zapata coincide también al respecto de la posición

de la ciudad Departamental: “En cuestiones arqueológicas, Cartagena ha ido por

delante; allí en un momento dado decidieron apostar por la arqueología como

uno de sus puntos fuertes y consiguieron que los promotores se sintieran iden-

tificados con lo que estaban haciendo”. Y sobre la rentabilidad y las posibilidades

que aporta el patrimonio, lo tiene claro: “No lo digo yo, es que hay informes que

lo dicen, que la cultura da rentabilidad, que hay interés, que la gente cuando

viaja quiere conocer y ver el pasado de las ciudades. Todo el mundo quiere ver

restos arqueológicos, a todo el mundo le gusta ir a yacimientos musealizados”.

Pero José Antonio Zapata va más allá y plantea una pregunta: “¿Cuándo se va

a ver reconocida la arqueología?”. Y responde: “Cuando se reconozca la figura

del arqueólogo, igual que se reconoce la del arquitecto. Aunque vaya manchado

de tierra, ha estudiado una carrera”. Además, señala otro de los efectos negati-

vos de la crisis económica actual, después de un periodo de excavación frenética

como causa de la fiebre inmobiliaria: la divulgación de los trabajos arqueológicos

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Page 36: Sawar Murcia nº2

surgidos de ese periodo. La falta de recursos ha frenado la salida de publica-

ciones, y a efectos de difusión científica, toda esa información permanece

secuestrada. Para José Antonio Zapata, “la cultura es la que mueve las

conciencias ciudadanas y a la sociedad, y en tiempos de crisis, al final la

cultura es la que sufre”.

Por su parte, luis de Miquel concluye con una reflexión: “No es que a los

arqueólogos se nos haya ocurrido ahora ponernos a excavar en las ciudades;

es que nunca se había construido tanto y tan profundo como hoy. Es normal

que ahora hagamos un esfuerzo por excavar y no barrer con todo, y dejar por

lo menos recuerdo y documentación de ello. ¿Es mejor cargarnos todo lo que

quede de patrimonio para construir casas? Pues bueno... Pero lo cierto es que

en los países civilizados se llegó a la conclusión de que estas cosas del patri-

monio había que cuidarlas, y en los países en vías de desarrollo también lo

están haciendo”.

En ‘La Murcia recuperada. Breve historia de la investigación arqueológica’,

Pedro Jiménez hace epílogo de la todavía breve experiencia de la arqueología

urbana en estos términos: “En la actualidad, la situación de la arqueología en

Murcia es equiparable a la de la mayoría de ciudades españolas, y los proble-

mas que sufre derivan, en gran medida, de las grietas generadas por el modelo

de gestión a que hacíamos referencia, que exige una gran capacidad de

control por parte de la Administración. El reto para los próximos años es apren-

der de la experiencia, potenciando lo que se ha demostrado positivo y corri-

giendo lo que se ha probado erróneo”.

Jarrita del siglo XIIhallada en Murcia(Fuente: “Murcia islámica. Una

visión a través de la arqueología”

Museo de la Ciudad. Ayuntamientode Murcia, 2001).

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1300º ANIVerSArIo delpACTo de Teodomiro

713 - 2013

por ASoCIACIÓN JArIque

en el presente año 2013 se conmemora el 1300ºaniversario de un hecho fundamental para la historiade nuestra tierra y que, de manera asombrosa ylamentable, está pasando desapercibido, no sólo parael común de nuestros paisanos, sino también –lo queresulta seriamente preocupante- para las institucionesy autoridades académicas murcianas. Nos referimosal pacto de Tudmir.

Para conocer este hito histórico, debemos remontar-nos al año 711, en que las tropas comandadas porTarik derrotan al rey visigodo Rodrigo en la batalla deGuadalete, dando comienzo a la conquista musul-mana de la Península Ibérica. En un primer momento,las campañas se centran en las ciudades béticas,desde donde avanzan hacia el interior peninsular,hacia Toledo, capital del reino. Las tierras del surestequedarán al margen de la conquista hasta 713.

Cuando las tropas musulmanas bajo el mando deAbdelaziz llegan a nuestra tierra, se encuentran laautoridad de Teodomiro, un noble que había alcan-zado cierto poder y autonomía local en los últimosaños de inestabilidad y debilidad política de la monar-quía visigótica. Ante esta situación, Abdelaziz –teme-roso de que el potencial bélico de los nativos supusierapérdidas irreparables para su ejército- y Teodomiro–prevenido de la inevitable toma de su territorio por losmusulmanes- deciden avenirse y llevar a cabo laconquista a través de una capitulación.

Así, el 5 de abril de 713 se formaliza un tratado (delque quedan tres versiones bastante posteriores y

diferentes entre sí) por el cual Teodomiro somete lastierras del sureste peninsular a Abdelaziz y le entregasiete de sus ciudades, obligándose al pago anual derentas y tributos en dinero y en especie, y a no cola-borar con los enemigos de los musulmanes. Y comocontrapartida, Abdelaziz asegura a la población cris-tiana el respeto de sus vidas, familias, propiedades yculto religioso, y garantiza a Teodomiro la salvaguardade sus posesiones y la continuidad de su poder en elterritorio, que pasa a recibir el nombre de Tudmir(adaptación al árabe de Teodomiro).

No se conocen los límites exactos de este país de Tud-mir, pero por las siete ciudades que se mencionan enel Pacto, podemos hacernos una idea aproximada desu extensión: Uriula (Orihuela), Mula (Mula), Lqnt (Ali-cante), Lurqa (Lorca), Blntla (¿Valencia, Villena?), unaciudad que en una versión del pacto figura como Ils(Elche), en otra como Bqsra (Begastri-Cehegín) y enotra como Bilāna; y una séptima ciudad, Iyyih, que aúnno ha sido identificada con certeza (Yecla, San Miguelde Salinas, Ojós, Algezares, Minateda, Cieza, Elda) yse identificaría con la ciudad de Ello que AbderramánII ordena destruir para fundar Murcia. Por tanto, el paísde Tudmir se correspondería actualmente con laComunidad Autónoma de Murcia, el norte de laprovincia de Almería, el sur de la provincia de Albacetey casi la totalidad de la provincia de Alicante.

El Pacto de Tudmir constituye un punto de inflexiónfundamental en la historia de las tierras del suresteibérico, radicando su importancia en las dos siguientesrazones que apunta el profesor Rodríguez Llopis.

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1) Por un lado, por la exclusividad del moderadorégimen que establece para este territorio. Gracias alPacto, se garantiza la estabilidad de la casta dirigentehispanogoda y la permanencia de las estructurassociales y económicas del país, evitando que las ins-tituciones existentes hasta el momento quedaran anu-ladas de inmediato y que la población autóctonatuviera que emigrar hacia el norte peninsular, comosucedió en otros territorios. Estas ventajas conviertenel Pacto de Tudmir, a todas luces, en una singularidaden su contexto histórico, lo que nos lleva a pensar queya en aquel momento existiría en nuestra tierra ungrupo humano con cierta consistencia organizativa einstitucional, mayor que en otras áreas de la PenínsulaIbérica.

2) Por otro lado, comienza a definirse con el nombrede Tudmir un territorio político extendido desde lassierras de Vélez y de Huéscar hasta el llano albace-tense y desde el valle del Almanzora hasta las comar-cas montañosas situadas entre Denia y Játiva. Comopodemos observar, y así lo define el profesor GarcíaAntón, el Pacto de Tudmir supone el «acta de consti-tución del reino de Murcia». Se trataría, pues, delprimer acto de afirmación colectiva de nuestra tierra,no sólo como unidad territorial (unidad que aún hoypercibimos en todo el antiguo país de Tudmir, aunquelos caprichos de la historia y la política hayan fragmen-tado este espacio), sino también como unidad política(ya que es con su gobernante con quien trata elconquistador musulmán).

Después de la firma del Pacto, poco se sabe deTeodomiro y de la vigencia de aquél, aunque se afirmaque en 743 ya habría llegado a su fin. No obstante, elterritorio mantendría su unidad y su nombre hasta1031 como una provincia de Al-Ándalus: la “cora deTudmir”.

En cuanto a la capitalidad del territorio de Tudmir,inicialmente se encontraría establecida en Orihuela,residencia de Teodomiro, si bien, en las décadas detransición entre los siglos VIII y IX, es Lorca la ciudadque comienza a asumir este papel. La cuestión quedadefinitivamente resuelta en 825, cuando AbderramánII ordena fundar una nueva ciudad –Murcia- con elobjetivo de establecer un centro administrativo para elterritorio de Tudmir, estratégicamente situado en elcorazón del valle en el que confluyen los dos principa-les ejes hidrográficos del país (el Segura y el Guada-lentín), y garantizar la paz frente a las revueltas declanes rivales que estaban asolando el territorio, ase-gurando la supremacía del Emirato en un área esca-samente islamizada.

Paradojas de la historia, la ciudad de Murcia, fundadapara ser capital de Tudmir, acabará dando su nombreal territorio, y la progresiva configuración del Reino deMurcia supondrá la desaparición de Tudmir: una tierray una comunidad humana definidas, que se venreconocidas e institucionalizadas por vez primera haceexactamente 1300 años.

la universidad de Murciay la universidad de Alicante

han organizado unasjornadas para este mes de

abril en torno al1300º aniversario delpacto de Teodomiro.

la programación de dichasjornadas se encuentra

en la Web:http://www.um.es/tudmir713/

+ info:

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Page 40: Sawar Murcia nº2

difusión del número anterior

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... hasta el 1 de abril:

¡gracias!

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Nº 1:“La historia en la calle”

Nº 0:

“La noche que Murcia perdió la inocencia”

... hasta el 1 de abril:

Sawar Murcia en redes sociales:

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Page 41: Sawar Murcia nº2

difusión del número anterior

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SAWAr MurCIAquiere dar las gracias por la ayuda en

la elaboración de este número a:

Pedro Jesús Sánchez, Asociación Jarique, Luis de Miquel, ÁngelIniesta, Carmen Martínez Salvador, Pablo Martos, José MiguelNoguera, José Antonio Zapata y a todas las personas e institu-ciones que, de un modo u otro, nos han orientado y ayudado enla confección del reportaje sobre arqueología urbana en Murcia.

Gracias de nuevo a Tete López y a Intermón Oxfam por incluirun anuncio de su admirable labor en este número de Sawar.

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