seminario sobre drogas versión taquigráfica 10-05-2012

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1 - En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los diez días del mes de mayo de 2012, a la hora 15 y 21: Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Les doy la bienvenida a todos. Si bien hay gente afuera, prefiero comenzar la reunión por respeto a los oradores que han venido. Me alegro muchísimo que estén acá presentes y también que hoy nos acompañen personas que han vivido en carne propia la problemática que queremos abordar. Les comento por qué decidimos hacer este primer seminario. Por un lado, la realidad es que personalmente -no es una impresión- me está preocupando esta tendencia a la narcocultura que estamos teniendo en nuestro país, con una nueva forma de delincuencia que hace años atrás no veíamos. Por otra parte, se han presentado tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores diferentes proyectos de ley relacionados con la despenalización de la droga para consumo personal, como ustedes deben saber. Yo no soy una experta en esta temática y entonces realmente me quiero informar escuchando a personas que vivieron en carne propia este problema y a expertos que se ocupan del tema. Como la Comisión de Prevención de Adicciones y Control del Narcotráfico todavía no logró armar una audiencia pública, quizás para empezar a producir material que le sirva tanto a esa comisión como a otras que deberían tratar la temática, decidí armar este seminario como integrante de la Comisión de Cultura. Quiero agradecer muy especialmente a mi asesora Mariana, que se esforzó mucho porque tuvimos que cambiar varias veces las fechas de este seminario. Realmente el objetivo es poder informarnos y escuchar todas las voces, tal como les decía, porque yo personalmente no sé muy bien de qué se trata, he leído los proyectos pero no conozco las implicancias del mismo. Este va a ser el primer seminario de una serie que queremos llevar a cabo. También queremos invitar e involucrar a los periodistas, a personas del ámbito de la Justicia, etcétera. Espero poder reunirnos en este ámbito pero si por cualquier razón no podemos hacerlo, me comprometo a juntarnos en algún otro espacio pero siempre invitando, en lo posible, a todos los actores involucrados para debatir nuestras ideas. Me da mucha pena que, por lo que sabemos hasta el momento, el senador Aníbal Fernández no se haya hecho presente o no haya confirmado su asistencia, más que nada porque es uno de los que públicamente está impulsando esta ley. Me hubiese gustado muchísimo poder escucharlo pero también que él escuche otras versiones, porque lo que personalmente me está preocupando -soy muy nueva en este Congreso- es que a veces es difícil poder escuchar activamente a personas que piensan distinto. Yo misma he aprendido mucho escuchando a personas que no pensaban como yo y en su momento dije: “No está mal lo que está pensando”, y he tomado algunas ideas de los demás. Sabemos que es un tema que no es fácil.

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El 10 de mayo de 2012, en la H. Cámara de Diputados de la Nación, realizamos el Seminario “Diagnóstico en materia de drogas en Argentina y reflexión sobre los nuevos paradigmas”.

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- En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los diez días del mes de mayo de 2012, a la hora 15 y 21:

Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Les doy la bienvenida a todos. Si bien hay gente afuera, prefiero comenzar la reunión por respeto a los oradores que han venido. Me alegro muchísimo que estén acá presentes y también que hoy nos acompañen personas que han vivido en carne propia la problemática que queremos abordar. Les comento por qué decidimos hacer este primer seminario. Por un lado, la realidad es que personalmente -no es una impresión- me está preocupando esta tendencia a la narcocultura que estamos teniendo en nuestro país, con una nueva forma de delincuencia que hace años atrás no veíamos. Por otra parte, se han presentado tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores diferentes proyectos de ley relacionados con la despenalización de la droga para consumo personal, como ustedes deben saber. Yo no soy una experta en esta temática y entonces realmente me quiero informar escuchando a personas que vivieron en carne propia este problema y a expertos que se ocupan del tema. Como la Comisión de Prevención de Adicciones y Control del Narcotráfico todavía no logró armar una audiencia pública, quizás para empezar a producir material que le sirva tanto a esa comisión como a otras que deberían tratar la temática, decidí armar este seminario como integrante de la Comisión de Cultura. Quiero agradecer muy especialmente a mi asesora Mariana, que se esforzó mucho porque tuvimos que cambiar varias veces las fechas de este seminario. Realmente el objetivo es poder informarnos y escuchar todas las voces, tal como les decía, porque yo personalmente no sé muy bien de qué se trata, he leído los proyectos pero no conozco las implicancias del mismo. Este va a ser el primer seminario de una serie que queremos llevar a cabo. También queremos invitar e involucrar a los periodistas, a personas del ámbito de la Justicia, etcétera. Espero poder reunirnos en este ámbito pero si por cualquier razón no podemos hacerlo, me comprometo a juntarnos en algún otro espacio pero siempre invitando, en lo posible, a todos los actores involucrados para debatir nuestras ideas. Me da mucha pena que, por lo que sabemos hasta el momento, el senador Aníbal Fernández no se haya hecho presente o no haya confirmado su asistencia, más que nada porque es uno de los que públicamente está impulsando esta ley. Me hubiese gustado muchísimo poder escucharlo pero también que él escuche otras versiones, porque lo que personalmente me está preocupando -soy muy nueva en este Congreso- es que a veces es difícil poder escuchar activamente a personas que piensan distinto. Yo misma he aprendido mucho escuchando a personas que no pensaban como yo y en su momento dije: “No está mal lo que está pensando”, y he tomado algunas ideas de los demás. Sabemos que es un tema que no es fácil.

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Estoy muy agradecida a la diputada Donda, se lo voy a decir cuando llegue, en todo momento dijo que iba a venir, y me gustaría que pueda explicar su proyecto. En especial deseo agradecer a los presentes que han llegado puntualmente y me voy a permitir presentarles a quienes van a empezar a trabajar. Agradezco al presidente de la Comisión de Prevención de Adicciones, diputado Mario Fiad, que en la carta que nos escribe anunciando que no puede venir dice: “Celebro que comprometa sus esfuerzos en esta causa que es de todos y que ciertamente no reconoce ideologías o diferencias partidarias, porque aquí la única ideología válida es defender la vida y en esto estoy convencido que todos estamos del mismo lado”. Es una pena que el diputado no esté presente, posiblemente nos pueda acompañar en los diferentes seminarios que realicemos. Vamos a comenzar con el primer panel sobre panorama actual del consumo de drogas en la Argentina. Vamos a presentar a la primera oradora, doctora María Verónica Brasesco, directora del Doctorado de Psicología de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad del Salvador, licenciada en Psicología y doctora en Investigación. Asimismo, es especialista en Psicopatología de la Infancia y de la Juventud. La doctora Brasesco nos hablará acerca del consumo de sustancias tempranas, datos epidemiológicos y contextualización en la cultura urbana actual. Agradezco muchísimo que la doctora esté hoy aquí porque me pregunto si como sociedad estamos maduros para analizar esta temática. Tiene la palabra la doctora Brasesco. Sra. Brasesco.- Voy a presentar algunos datos que recojo del Observatorio de Drogas de la Ciudad de Buenos Aires, de la Comisión Investigadora y de otros sitios, que son analizados tomando las bases de la Sedronar. Inicialmente voy a dar una idea de dónde voy a leer los datos, el avance de la gran urbe o la sociedad urbana actual. Sabemos que el 80 por ciento de la población, sobre todo en nuestro sector, en Argentina, está en zonas urbanas y que entre el 20 y el 25 por ciento de la población está en zonas rurales, entonces todos los datos que vamos a mostrar son de preadolescentes y adolescentes en contextos urbanos. En consecuencia, hay tres puntos en los que voy a marcar la niñez y las nuevas subjetividades de la infancia, que muestran la diferencia entre lo que fue nuestra niñez y la niñez actual. El primer punto se refiere al mundo laboral actual. En el mundo laboral actual vemos que los chicos actualmente se crían solos debido al ingreso pleno de la madre al mundo laboral. Hay una serie de sustitutos institucionales o privados que cuidan a los chicos y si no hay quien los cuide, los chicos están en situación de calle. En este sentido, vamos a ver tres investigaciones de niños que no están en situación de calle y podremos observar la diferencia con el tema del consumo del niño en situación de calle. Un mundo de reglas, no están con el adulto. Efectivamente no es la madre la gran trasmisora de las reglas ni el padre ni un adulto referente sino que el chico asimila solo todo lo que es normativa frente a una pantalla, en un ciber, ante un televisor y, si es un niño de calle, en la calle. Entonces esta niñez

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posmoderna se diferencia de la niñez que se constituye a partir del Estado moderno en 1600, donde se decide que el niño tiene que pasar por un período de preparación, etcétera, es cuidado en escuelas, familias, a un mundo, actualmente en la niñez posmoderna, podemos decir a partir de los años 70, donde el niño prácticamente tiene una autosocialización. Entonces pongo un concepto que es el de orfandad de adultos referentes con lazos afectivos, no hay una paternidad guía, el concepto que haya un padre que le hable al hijo, los espacios de contacto padres-hijos -después lo vamos a ver en números- son breves, escasos, intermediados, además, por la tecnología. Entonces, tenemos que pensar que ya estamos inmersos y que los niños se están criando de esta forma. Pascal, allá por el año 1500, decía "Dadme otras madres y les daré otras generaciones". Actualmente la situación cambió y no es la madre quien se ocupa de esto. Tendríamos que decir: "Denme otros adultos y tal vez les pueda dar otras generaciones", porque actualmente los adultos no están en la escena de crianza y guía del niño. El segundo punto es el mundo laboral. Éste es un punto importante que marca este estado de niñez que va a contribuir a la formación de una determinada subjetividad del niño y no otra, y la otra es la lógica del consumo. Vimos entonces que el chico se cría con una lógica televisiva, que tal vez desautoriza alguna palabra dicha por el adulto de referencia -padre, madre o quien sea-, lógica que además utilizan los medios para ubicar productos. Es la lógica del mercado. Las relaciones son evanescentes, donde el factor determinante es la funcionalidad inmediata del objeto. Hay un trabajo muy lindo realizado en Corea, donde se hizo un estudio de cómo se publicitan los juguetes desde 1950 hasta ahora. En la propaganda de la radio y las primeras televisiones, el mensaje era dirigido a la madre: "Señora o señor: cómprele a su hijo este juguete y aprenderá a escribir más rápido". Después tenemos un segundo período donde muestran el juguete y éste se mueve solo: "¡Mirá cómo camina la muñeca!", "¡El auto anda!” Ya tiene personalidad propia. La tercera etapa se le dice al niño: "Andá, comprá, llamá, no te lo pierdas, no te puede faltar”. Así se divierte con este objeto de consumo. Esta lógica del consumo, donde hay algo externo que va a satisfacer una necesidad de alegría, de paz o lo que sea, está constantemente presente en cada uno de los momentos de socialización y de formación de la subjetividad de este niño. Los niños son el mercado al que ahora hay que dirigir el producto; son los que inciden y van a molestar al papá o a la mamá para que compren, y además son los consumidores del futuro. Gran parte de la publicidad está dirigida al niño. El niño es el consumidor de hoy y va a ser el consumidor de mañana. Hay un concepto de una psicóloga argentina, Eva Giberti, que me parece interesante para entender esto, que es el de legalidad transgresiva. Son situaciones paradojales y ambivalentes, donde la transgresión es uno de los componentes. Para pensar en estas legalidades transgresivas, qué mejor ejemplo que la denominación “niños de calle”. Un niño es aquel que todavía no es adulto, es decir, aquel que todavía no es autónomo y autosuficiente. El niño

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de calle es autónomo y es autosuficiente, es decir, no es niño. Aquí tenemos una de las típicas paradojas de esta sociedad posmoderna, donde se crean legalidades paralelas, donde la transgresión a la misma ley está contemplada como normal y naturalizada para todos nosotros. No puede haber un niño de calle, porque si es autónomo y autosuficiente, no es niño. Pero esta legalidad transgresiva ya nos ha traspasado: no la cuestionamos, ni siquiera la percibimos. El tercer punto que me parece importante para entender los datos de consumo en la infancia es el imperativo de la tecnología. A partir de la aparición de la tecnología, que avanza a una velocidad increíble, se generaron nuevos parámetros de relación niño-adolescente-adulto. Primero, el adolescente le enseñó a usar el celular al papá. A mí me pasó que cuando mi hijo cumplió tres años le regalaron un juguete que yo no sabía cómo hacerlo funcionar y él me dijo: "Así mamá", y tocó algo y lo encendió. Esa linealidad de transmisión de la tradición familiar del adulto al adolescente y del adolescente al hermano menor, se ha perdido; no está más. Este abandono o esta deposición de las armas al decir: “No soy más capaz de criar” ya empezó en los años 60 o 70, cuando se crean las escuelas para padres, los manuales de psicología evolutiva y todo aquello que debe decirnos cómo ser padres. Esta lógica que venía desde 1600, esa transmisión de arriba hacia abajo, se había roto y empezábamos a transmitir en transversal, entre distintas generaciones. Y todo sucedió muy rápido. Nuestra cabeza es más lenta para asimilar estos cambios culturales tan fuertes que se produjeron en relación con la niñez. Este cambio dejó insuficientes las categorías de educador y educando. La escuela está en crisis. Tal vez un alumno llega más rápido a la respuesta sólo con un aparatito sentado en su banco, haciéndole pasar un mal momento al docente. Esta es otra lógica que empieza a romperse, para la cual todavía no hemos sido capaces de adecuar sistemas educativos o de crianza de los niños. Se incorporan los conceptos de analfabeto digital -que es la gente ya mayor en general, o la gente que no tiene acceso a tecnología por pertenecer a una clase socioeconómica muy baja-, migrante digital -que somos todos nosotros, los aquí presentes- y nativos digitales, que son los niños actuales hasta los adolescentes de 20 años. Entonces, este mundo laboral cambiado, la lógica del consumo y la inclusión en la vida de las nuevas tecnologías como la forma naturalizada de socializar a los chicos ha avanzado y ha propuesto una realidad a la cual no hemos podido adecuarnos con respuestas de otro tipo. Voy a presentar una investigación que realizó recientemente el Observatorio de Drogas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde se ven dibujos de chicos de 12 años, es decir, preadolescentes, a los que se les pide que se dibujen divirtiéndose ahora y también a los 16 años. Podemos ver el dibujo de un chico donde está jugando, a los 12 años, y en otro dibujo, a los 16 años, está con una botella y un cigarrillo en la mano. Aquí también tenemos otro nene que se dibuja jugando a la pelota a los 12 y se dibuja con un cigarrillo. Esto muestra cómo esperan divertirse, es decir, la emoción correspondiente al momento de ocio va a estar dada por el consumo.

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Esta es una investigación que se hizo con 80 chicos de todos los distritos de las escuelas públicas porteñas, es decir que la población es bien transversal, y lo interesante es que sobre los 80 dibujos sólo dos niños no se dibujaron divirtiéndose a los 16 años con alcohol. Aquí hay otro dibujo sobre cómo piensa divertirse a los 16 años, y está la botella encima de la chica, y están teniendo sexo. Es decir, el alcohol asociado a la sexualidad, el alcohol como el gran bien que nos va a permitir el paso a la adultez. Siempre hubo ritos de pasaje para que el niño dijera: "No me crean más un niño; soy un adulto". Por muchos años ese pasaje fue el cigarrillo; ahora es el alcohol. Otra de las cosas interesantes que surgen de este trabajo es que cuando se le preguntan si toman alcohol, ellos dicen que no. Cuando se les pregunta a qué edad van a tomar, todos contestan que van a tomar entre los 14 y los 16; fuertemente la media es los 15 años. Y es verdad que a los 15 todos están tomando alcohol. Es decir, a los 12 años el chico ya está esperando ser adulto, y va a ser adulto con alcohol; algunos le suman el cigarrillo, otros, sexo. Aquí hay otro dibujo donde hay otra situación también bien dispar de un juego de niños a los 12, y el intercambio de alcohol a los 16. El alcohol es el tema central en todos los dibujos, lo que va a caracterizar el pasaje a la adultez. En cuanto las figuras de referencia, en general están desdibujadas en los chicos. El consumo de alcohol da un beneficio al adulto: divierte, es lindo, alivia, despreocupa, disimula. O sea que la renuncia a la propia capacidad subjetiva de revertir un estado emocional negativo o generar uno positivo está dada por hecho; esto se va a lograr con alcohol. No hay diferencias de género en la edad de inicio; mujeres y varones empiezan generalmente a los 14 años, pero todavía se sanciona más el consumo de las mujeres. Si el chico está borracho, no hay problema, pero una chica borracha, toda vomitada, queda fea, decían. Es decir que la sanción por género todavía es más pronunciada hacia la mujer, pero no está mal vista la borrachera sino ciertos actos degradatorios de la persona que conlleva el hecho de estar borracho. Por un lado tenemos a los chicos de 12 años esperando el ingreso a la adolescencia para empezar a consumir mucho alcohol. Este es un estudio que se hace partiendo de la base de la Sedronar en Ciudad de Buenos Aires y se analiza cuáles son los factores protectores, qué está asociado a determinados consumos y qué no. Entonces, se buscaba el conocimiento de los padres, cruzar las variables qué consume y cuánto con si los padres conocen lo que hacen en el colegio, si los padres conocen a los amigos, si los padres conocen los programas que ven en televisión. Inclusive hay preguntas como cuántas veces comen juntos, si saben cuáles son los lugares de salida y los amigos del hijo. Estas son las variables por las que se va cruzando el estudio. Esto es interesante porque tenemos un 34 por ciento, que es muchísimo. Pensemos que esta investigación es una muestra probabilística basada en los 90 mil alumnos secundarios de la Ciudad de Buenos Aires, colegios públicos y privados, como una muestra representativa. En el 34 por ciento de los casos -alrededor de 25 o 26 mil chicos- los padres no saben dónde están cuando no se encuentran en casa. La cifra es grande porque

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debemos pensarlo en números. Yo les hablaba acerca de esta orfandad profunda que está viviendo nuestra infancia y nuestra adolescencia que es muy grande en números porque está dando cuenta de esta falta de relación afectuosa y guía en 30 mil chicos. Estamos hablando de los que teóricamente están más protegidos porque todos ellos están en la escuela secundaria. No estamos tomando todo el grupo, que no son niños trabajadores o que directamente quedan en calle. Más de la cuarta parte no controla los horarios de llegada de los estudiantes. El 60 por ciento no conoce los amigos de los hijos, el grupo de pares. En este cuadro un dato importante es que el padre no sepa qué mira en televisión o en Internet su hijo y que no sepa quiénes son sus amigos, por lo que no tiene idea de cómo se está socializando y creciendo y cómo se está constituyendo la subjetividad de su hijo. Este otro dato es interesante: un 15 por ciento solamente comparte la mesa familiar tres días o más a la semana. Fíjense, 15 por ciento sobre 90 mil chicos. Tenemos que 15 o 16 mil chicos sobre 90 mil comen todos juntos sentados a la mesa. Además, de esos 15 mil seguramente la mitad mira Tinelli u otros programas en el momento de la cena, no importa, pero por lo menos se juntan. El resto ni siquiera se junta, come en su pieza, etcétera. Pensemos que hay que trabajar con las familias, pensemos cómo está funcionando la familia posmoderna en la gran urbe hoy, como para analizar también cosas reales y posibles. Entonces, vimos factores de protección, porque después vamos a cruzar estos datos con los chicos que declaran consumo en forma anónima. Claramente son factores protectores los que siguen al hijo y tienen una idea del hijo en la escuela, afuera de la escuela y en la casa. Si los padres no están muy involucrados, esos chicos sí son los que consumen. Entonces, cuando los padres saben dónde están sus hijos, la prevalencia del consumo de drogas legales e ilegales, alcohol e ilegales, disminuye. Alcohol: 68 por ciento -68 sobre 100- consume alcohol y estamos con chicos de 13 a 17. Salta a 78 por ciento, 10 puntos más, cuando el padre no tiene esta cercanía. Con respecto a la cocaína, salta en forma brutal. Da 2 por ciento cuando está acompañado por los padres, cuando los padres acompañan la vida de ese hijo, saben dónde está, etcétera, y 20 por ciento en los casos en que los padres no saben nunca o casi nunca dónde están. Cuando uno cruza los datos de los chicos, que son miles, que dijeron: “Yo no como en casa con mis padres, no saben quiénes son mis amigos, no saben a dónde salgo de noche”, el consumo de cocaína se va del 2,7 al 20 por ciento. Después tenemos otros detalles con respecto a la marihuana. Los chicos cuyos padres siguen los programas de televisión, discuten, saben con qué se están instruyendo y con qué se está nutriendo, el consumo de marihuana es del 12 por ciento y del 22 por ciento cuando no conocen. Fijémonos como son muchísimas las variables. Entonces, está la familia fragmentada, segregada, los chicos criándose solos frente a una pantalla, porque esta sociedad a algunos los excluye de las calles. En las calles no hay más plazas donde jugar, en las calles hay autos y parquímetros y además en la calle no se puede estar porque es peligroso, hay que estar en casa encerrado todo el día. Ese es el grupo de

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los excluidos de la calle, y a otros los excluyen totalmente de la infancia y están en la calle. A unos los excluyen de la calle y a otros los condenan a la calle. Observen también cómo la amistad de los hijos es otra variable fuerte. Fíjense que el alcohol llega cierto momento donde se transversaliza: “nos vamos a divertir consumiendo alcohol”, entonces tengas o no cercanía con tus padres más del 70 por ciento va a consumir alcohol. Pero con las ilegales sí vamos a ver cómo, si el padre sabe quiénes son los amigos, tiene una relación afectiva o de conocimiento con los amigos, hay un consumo de marihuana de casi el 13 por ciento y si está alejado del mundo del hijo, hay un 31 por ciento de consumo. Los valores también son notables y así con las otras cuestiones. Fíjense que pasta base va de 1,7 al 4,8, si bien es una población en la que estamos tomando alumnos secundarios, que se llama población protegida, donde tenemos el menor consumo de paco pero igual triplica cuando hay esta desconexión. Van a ver que se repite del mismo modo con todas las preguntas que se hicieron y con todas las dimensiones; no los quiero aburrir. Ahora viene el otro gran grupo con el cual hizo el Observatorio de la Ciudad el primer estudio cuantitativo sobre el consumo, porque hasta ahora había estudio cualitativo sobre el consumo en los chicos. Se usó la operativa que utiliza Brasil para los estudios cuantitativos en los chicos de calle que consumen drogas en las grandes ciudades. También vemos que los 14 años es para el chico escolarizado que va al secundario el momento del ingreso masivo al consumo en legales e ilegales, para los niños de calle el momento del ingreso masivo al consumo son los 10 años, 4 años por debajo. Es muchísimo. Nosotros tenemos en este gráfico 100 chiquitos de calle entre 7 y 13 años, después vamos a publicarlo así ven la proporción por cada uno: el 88 por ciento consumió cerveza, el 72 por ciento, marihuana, que es la droga más fuerte que se consume en calle, es barata, de fácil acceso, quita el hambre, es una droga funcional para quien está en la calle y tiene que soportar frío, etcétera. El 64 por ciento, paco; pegamento, el 68 por ciento; solvente, 19 por ciento; y los 10 años como edad de inicio. Tenemos la edad clue, la edad clave, en escolarizados a los 14 y en niños de calle a los 10. Entonces, en los niños de calle, esto es interesante porque el estudio muestra a qué edades fueron a la calle, por qué motivos, etcétera, el 72 por ciento empieza a consumir. O sea que tenemos que solamente el 28 por ciento consumía antes de abandonar el grupo familiar. Es más, la llegada a calle del chico es el ingreso inmediato y rápido en un consumo acelerado y muy peligroso. Esto es interesante: no piden ayuda en hospitales, etcétera, solos tratan de dejar cuando quieren dejar. Y esto es interesante porque también se les preguntaba qué hace el consumo y ellos no sabían que hacía mal. Decían: “Me divierte, me relaja, me saca el hambre, me desinhibe”. El 21 por ciento dice que les hace mal porque les hace doler la cabeza o les da tos. El 29 por ciento no sabía ni les importaba si les hacía mal porque era la forma de estar bien, y otros decían que consumir no afecta el cuerpo. Piensen que son chiquitos con niveles de escolarización básicos, analfabetos o pseudoanalfabetos, o sea que los factores de protección son mínimos en todo sentido. Entonces, los chicos decían que el consumo de paco en la ranchada es el que introduce las variables de mayor violencia entre ellos,

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complejiza y lentifica la inserción del niño en instituciones y familias. El consumo en el niño de calle es funcional a la vida de calle. A esta paradoja transgresiva, como dice Eva Giberti, de ser niño de calle, que en realidad es un adulto que se autosatisface y autodetermina, con el nombre de “niño”. Los estados paradojales enferman y este es un caso claro y típico. (Aplausos.) Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Quiero agradecer la presencia de la señora diputada Elsa Álvarez. A continuación hará su presentación el licenciado Roberto Canay y luego abrimos un espacio para preguntas o comentarios, antes de pasar al segundo panel. Roberto Canay es licenciado en Psicología. Realizó una maestría en Salud Mental Comunitaria y un posgrado en Gobernabilidad y Gerencia Política. Es miembro fundador y director del Instituto de Investigación en Epidemiología Comunitaria y Salud Mental de la Universidad del Salvador. En su trayectoria se encuentra ser miembro de grupos de expertos del Plan Nacer, del Ministerio de Salud de la Nación Argentina en la problemática del consumo episódico excesivo de alcohol. Actualmente es director del Observatorio de Políticas Sociales del Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sr. Canay.- Voy a presentar algunos datos para poder pensar juntos la situación epidemiológica respecto del consumo de sustancias en la Ciudad de Buenos Aires. En el año 2007, con un fuerte consenso entre el Frente para la Victoria y el PRO, se sanciona en la Ciudad de Buenos Aires la ley 2.318 que da soporte a la creación de un área que se ocupa de la problemática de adicciones en la Ciudad. El área se pone en marcha en diciembre 2007, cuando Mauricio Macri asume la gestión; empieza como una coordinación y luego pasa a ser una dirección general. En ese momento nos toca armar el Observatorio de Drogas, que tiene una función muy importante en todo lo que tiene que ver con políticas públicas de adicciones. Allí es fundamental todo lo que tiene que ver con información epidemiológica, tanto cualitativa como cuantitativa, porque para definir políticas públicas necesitamos tener diagnósticos claros, y para poner en marcha políticas públicas, destinar fondos y ejecutar proyectos necesitamos tener herramientas para evaluar lo que vamos haciendo y lo que va modificándose en la marcha. Empecé a trabajar con un grupo de colegas, donde también estaba la doctora Brasesco. Cuando comenzamos con el Observatorio de Drogas de Nación el doctor Grimson estaba al frente del SEDRONAR. Toda la información que vamos a presentar la pueden consultar en la página web. Lo que tiene que ver con el consumo de sustancias lo vamos a focalizar en dos grandes problemas. El primero es el CEEA, que es el consumo episódico excesivo de alcohol. El otro es el tema del paco. Al primero, lo vamos a considerar por su magnitud. Cuando recién la doctora Brasesco hablaba de la infancia y la adolescencia se refirió mucho al tema del alcohol, y la problemática del consumo episódico excesivo por su magnitud y por el impacto en sistema socio sanitario, es tal vez el problema

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más fuerte, dentro de lo que tiene que ver con las problemáticas del consumo. En cuanto al consumo de paco, voy a describirlo por la severidad. Magnitud y severidad son dos conceptos epidemiológicos clásicos: uno tiene que ver con el volumen y la cantidad de personas que se ven afectadas por una problemática, la otra tal vez no hace referencia a gran cantidad de personas pero el nivel de daño es tan fuerte que por eso el concepto es el de severidad. Voy a empezar describiendo el problema del consumo episódico excesivo de alcohol. Esta definición fue una elaboración conjunta que realizamos con un grupo de profesionales con el que venimos trabajando en el tema, convocados por el Plan Nacer, que es un programa que lleva adelante el Ministerio de Salud de la Nación con fondos del Banco Mundial. Como este programa está extendiendo la cobertura hasta los 19 años se empieza a ocupar de la problemática del consumo episódico excesivo de alcohol. Se convocó a un grupo de personas que venimos trabajando en el tema y llegamos a consensuar esta definición que está en la transparencia, la cotejamos con la Organización Panamericana de la Salud y a partir de allí empezamos a trabajar con un material para médicos y hospitales de todo el país, para que se puedan incorporar en la prestación del Plan Nacer. La definición dice que el consumo episódico excesivo de alcohol es la ingestión patológica de gran cantidad de alcohol. Hay una medida que tiene consenso internacional que es el equivalente a 70 gramos de alcohol puro -para que tengamos una idea, eso es aproximadamente un litro de cerveza- en una sola ocasión o en un período corto de tiempo, al menos una vez al mes. Esta práctica se registra con mayor frecuencia durante los fines de semana en escenarios nocturnos, por fuera del campo de la alimentación y del ámbito familiar, siendo su motivación principal la búsqueda del estado de embriaguez. Este tipo de consumo produce significativas alteraciones del comportamiento y del estado de conciencia, ocasionando daños en el individuo que ingiere la sustancia, además de efectos socio-sanitarios negativos. Esta definición la vamos a tomar como referencia para pensar algunos datos. No se asusten por la cantidad de números. Desde el Observatorio relevamos información periódicamente sobre cómo está la problemática del consumo en la población de la Ciudad. Dentro de ese relevamiento hacemos foco en diferentes puntos. Uno de ellos tiene que ver con las modalidades y las formas respecto al consumo de alcohol. Hicimos una indagación de acuerdo con la graduación alcohólica de las bebidas, y este es un patrón que se repite en todas los países de la región, es decir, todos miden de la misma manera. Eso es lo que nos permite poder hacer comparaciones con otros países y otras ciudades. Preguntamos acerca del consumo de cerveza entre semana, según sexo y edad. Tomando como referencia la medida de abuso que destacamos en la transparencia anterior, tenemos que entre semana el consumo abusivo es marcadamente mayor entre los varones que entre las mujeres; que el consumo abusivo está cerca del 8 por ciento y que se centra básicamente en las franja etaria que va de los 19 a los 25 años. Estamos hablando de prevalencia de abuso entre semana, es decir, de lunes a jueves. Cuando analizamos lo que ocurre el fin de semana, vemos que lo que antes era un 8 por ciento sube a casi un 30 por ciento. Vemos también que las diferencias por género se achican, pero lo más significativo es que las franjas etarias descienden marcadamente.

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El relevamiento epidemiológico evidentemente nos está mostrando datos -que surgen de índices probabilísticos, con instrumentos validados- que reflejan bastante lo que estaba describiendo la doctora Brasesco. En el año 2010 también hicimos un estudio para analizar la relación entre la accidentología de tránsito y el consumo. Antes expliqué cómo durante el fin de semana el consumo episódico excesivo de alcohol realmente es una problemática grave. También observamos el total de los accidentes de tránsito, hicimos un relevamiento y un corte para analizar el tipo de vigilancia epidemiológica y censamos todos los accidentes de tránsito en zonas delimitadas, para esto tuvimos colaboración del área de tránsito y de AUSA, la concesionaria de las autopistas. Vimos que con alcoholemias positivas, el 21,05 por ciento del total de los accidentes de tránsito presentaban algún consumo de alcohol. Esta medida en realidad tiene bastante sintonía con lo que pasa en la mayor parte de las capitales de otros países, ronda siempre entre el 20 y el 25 por ciento el total de accidentes que tienen registrado consumo de alcohol. Pero lo que nosotros destacamos acá era algo interesante para empezar a meternos en el análisis más profundo del tema y tiene que ver con que del total de ese 21,05 por ciento casi el 90 por ciento son consumos por debajo de lo que la ley vigente considera como punitivo en el control de alcoholemia. Acá empieza a jugar algo que es importante, el tema de la percepción del riesgo. ¿Por qué la mayor parte de los accidentes, casi el 90 por ciento, son por consumos por debajo de 0,5 miligramos de alcohol en sangre, que es cuando hay punición en el consumo de alcoholemia? Porque generalmente cuando uno supera los 0,5 miligramos de alcohol en sangre no maneja o alguien maneja por uno. Siempre me decían: si un amigo está en una fiesta, tomó de más, está notablemente alcoholizado y te pide que le prestes la llave de tu auto para volver a su casa, seguramente no se la vas a prestar porque está visiblemente en estado de ebriedad. Ahora bien, cuando tomó un poco de más, no lo registra y cree que puede manejar, ahí es donde se da la mayor parte de la accidentología. Entonces hay un tema que empieza a tener importancia que es la percepción del riesgo y las medidas de consumo que son toleradas socialmente. Esto nosotros también lo medimos todos los años con un relevamiento en grupos de hospitales de la Ciudad de Buenos Aires y vemos cómo impacta el tema del consumo en la emergencia hospitalaria. Tenemos que el 33,6 por ciento de las consultas de emergencia está vinculado con consumo de sustancias. Entonces, claramente volvemos a identificar las franjas etarias predominantes, cuando hay consumo, las franjas etarias se mueven entre los 16 y los 25 años, y tenemos entonces una media de relación entre la llegada a la guardia y el consumo de sustancias de cerca del 10 por ciento. La media nacional es de alrededor del 8 por ciento. Con esto vemos cómo lo que analizamos en la primera filmina, con datos de importancia en cuanto al consumo episódico excesivo de alcohol los fines de semana, está claramente afectando a los sectores más jóvenes y realmente se nota que tiene un impacto fuerte en el aparato socio sanitario.

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Ahora, al ver el impacto que tiene el consumo de sustancias en la emergencia hospitalaria, resulta que el alcohol básicamente es la sustancia que más presencia tiene, solo o asociado con otras sustancias. Cuando indagamos los motivos de consulta, de llegada a la emergencia, vemos cómo se destacan claramente los accidentes de tránsito, confirmando lo que veíamos en el relevamiento que hicimos de asociación entre accidentes y consumo y las situaciones de violencia. En las situaciones de violencia es mucho más fuerte. La mayor parte de las situaciones de violencia que llegan como politraumatismos, heridas cortantes, que se registra en la estadística hospitalaria, están asociadas al consumo de alcohol y, como veíamos antes, las franjas etarias más afectadas son los jóvenes entre 16 y 25 años. Hasta aquí un breve diagnóstico de lo que es el consumo de alcohol. Como dije al principio, quiero brindar algunos datos sobre el paco. Aquí están las cifras de la Ciudad de Buenos Aires, no se ve el encabezamiento pero es población general en Ciudad de Buenos Aires. Si uno mira el porcentaje podría decir que el 0,8 es poco pero, como mencionaba antes, el concepto de severidad en epidemiología nos habla de que tal vez en la representación de la población no es tan grande el volumen pero el daño es muy fuerte y la población afectada generalmente es la más vulnerable, entonces para nosotros esta es una prioridad desde la política pública. Ahora si nosotros en este 0,8 por ciento vamos haciendo foco, por ejemplo si cortamos por comunas –aquí se muestra un relevamiento de estudiantes de educación media de la Ciudad de Buenos Aires-, con una muestra probabilística representativa de todos los estudiantes de educación media de la ciudad, vemos cómo empieza a cambiar el foco y tal vez en las comunas del sur vemos que sube el consumo pero lo que también queda claro es que afecta a todas las comunas. Por otro lado, quiero agregar un tema más. La Ciudad de Buenos Aires, a partir de esa ley que mencionaba, crea la dirección y ella brinda atención y tratamientos en torno a las adicciones. Cuando se pregunta sobre la droga que motiva el tratamiento, claramente la mayor parte refiere que es el paco, por eso tenemos que hacer varias lecturas de ese 0,8 por ciento. Realmente creo que es importante no quedarnos con las primeras impresiones. Un dato importante: del total de las personas que llegan a la consulta, el 75 por ciento no consumen solo una sustancia sino que consumen de todo y acá hay un primer tema que voy a retomar después para ver puntos de contacto entre el consumo episódico excesivo de alcohol y el problema del paco. Hay algo que quiero mencionar respecto del tratamiento del tema por los medios. Nosotros hacemos un relevamiento de todas las noticias que aparecen en los medios respecto de las adicciones. Durante el año 2010 hicimos un relevamiento y vimos cómo el paco tiene más presencia en los medios que en la población. Por otro lado, aparece siempre en las noticias vinculado con temas que tienen que ver con pobreza, villas y delitos. Los medios también tienen una influencia fuerte en la opinión pública y de esta manera pasan cosas como éstas. Este es el estudio de Sedronar, a nivel nacional, el último que se hizo en población general en consumo de paco, que da el 0,4 por ciento. Sin embargo, cuando se publica esta nota en “Clarín” sale con el siguiente titular: “El consumo de paco creció el

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200 por ciento”. Por eso tenemos que tener mucho cuidado en cómo analizamos la información epidemiológica y creo que es importante generar instancias de análisis y reflexión para poder, a partir de ahí, bajar a políticas públicas. Ahora bien, ¿qué es lo que pasa con esto? Nosotros tenemos dos problemas. Por un lado, esto se repite en la mayor parte de los centros urbanos. Nosotros también hemos trabajado y hecho relevamientos en el interior del país y la situación en muchos lugares es diferente. Sí se sostiene la problemática del consumo episódico excesivo de alcohol, eso es común a todo el país. Con el tema del consumo episódico excesivo de alcohol, el problema más importante es la naturalización, lo cual no nos permite identificar un problema que realmente es grave, como podemos ver en los registros que mostramos. Respecto del tema del paco, el tratamiento de los medios y determinado tipo de lecturas hacen que se genere una alarma y se estigmatice el problema. La problemática del paco y de las adicciones en general es muy compleja; y como sucede con todo problema complejo, tenemos que abordarlo en la medida de su complejidad. El problema del paco no es solamente un tema de droga. Hasta que desde la política pública no entendamos eso vamos a estar siempre, desde las diferentes áreas gubernamentales, tirando el problema hacia otro lado. Como el tema es complejo nos exige abordajes complejos, no sólo desde el Estado. Debemos trabajar todos juntos. Un problema complejo exige diálogo, consenso y articulación. Hay un investigador del CONICET llamado Hugo Míguez, que en varios trabajos habla del problema del alcohol como droga dura. Muchas veces habrán oído hablar de que hay drogas blandas y drogas duras. La mayor parte de la gente que se dedica a trabajar desde hace años la problemática del alcohol siempre dice que hay un determinado tipo de consumo al que llaman de tipo farmacológico y un consumo más vinculado a la dieta alimentaria o a una cuestión más social. Pero lo que determina ese consumo de tipo farmacológico es la clara intención de alterar el estado de ánimo, que incluso modela conducta en la adolescencia más temprana. A eso se refiere Hugo Míguez cuando dice que el consumo de alcohol funciona como droga dura y se vincula después con otro tipo de consumo. Como veíamos, el 75 por ciento de la población que recibimos en tratamiento consume de todo. El consumidor de una droga sola es una abstracción. La mayor parte de la gente que tiene problemas de adicciones son policonsumidores. Como vimos anteriormente, las representaciones sociales y los medios influyen mucho en cómo se posiciona una sociedad frente a este problema, y eso nos exige ser muy claros y a la vez, responsables. Analizando el rumbo que están tomando las diferentes políticas en la región, vemos que hoy en día hay consenso en que no es bueno criminalizar ni penalizar al consumidor ni al adicto. En general todo el mundo está de acuerdo con eso. Pero lo importante es cómo se trata esto y cómo se comunica.

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Es de una gran irresponsabilidad que un magistrado hable frente a los medios y diga: "A partir de ahora todos podemos tener nuestra plantita". Eso tiene un impacto, porque el medio genera posicionamientos sociales. En eso tenemos que tener mucho cuidado, y éstas son las discusiones que se vienen. Reitero, no creo que sea bueno penalizar a un consumidor ni a un adicto, pero me parece que hoy en día tenemos una gran oportunidad de tener un debate serio y profundo sobre este tema. Aquí lo importante es encontrar los grises, pero para eso tenemos que tener un debate realmente participativo; tiene que haber discusión y tiene que haber consenso. Creo que en muchas cosas estamos todos de acuerdo: lo que nos interesa es que la gente esté bien. Espero que el tratamiento del tema no sea una cuestión de bandería política, de ver quién le gana a quién. La mayoría de los diferentes proyectos de ley que andan dando vueltas tienen cosas rescatables y otras que se pueden ajustar, pero lo que debemos cuidar es que el tema se debata seria y profundamente. Cuando nos polarizamos evitamos el debate. Si uno dice que está a favor o en contra de la despenalización es lo mismo que nada, porque ahí no hay debate, no se profundiza, no se analiza. Por eso me parece que esta es una oportunidad importante para poder debatir profundamente. Tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados actualmente hay muchos ex ministros de Salud, con lo cual creo que el discurso de la salud pública tiene que estar presente. La Comisión de Acción Social y Salud Pública tiene que estar muy presente en el análisis y tratamiento de los diferentes proyectos de ley. Alguna vez he tenido alguna charla con algún magistrado y me decía: "La verdad es que yo a veces fumo un porro y no pasa nada". En realidad, el concepto de salud pública implica pensar en todos, no en la experiencia de uno. A veces se piensa en determinadas acciones desde cierta clase media intelectual urbana, y creo que tenemos que pensar sobre todo en los sectores más vulnerables. Si analizamos las estadísticas del Ministerio de Salud o de la OPS, vemos que donde más impacto tiene cualquier problema de salud es en los sectores más vulnerables, porque es donde hay mayores problemas de accesibilidad al sistema. Por eso creo que es muy importante que el discurso de la salud pública esté presente en el debate, esa salud pública que viene del legado de Ramón Carrillo, aquel ministro de Perón que sobre todo destacó el tema de la accesibilidad y la equidad en las políticas públicas de salud. Si no ponemos estos ejes en el diálogo vamos a perder una importante oportunidad de tocar el tema en serio. (Aplausos.) Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Vamos a dar lugar a las preguntas que deseen formular a los panelistas. Sr. Gil.- Soy Darío Gil, del despacho de la diputada Bertol. En relación con el consumo de paco, llama la atención la rapidez con que produce efectos en sus consumidores, que no son los mismos que producen la marihuana u otras sustancias que quizás son más socialmente aceptadas. No es lo mismo un consumidor de marihuana que uno de paco, en cuanto a sus efectos y repercusión a nivel social.

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Sra. Brasesco.- No tuve tiempo de mostrar todas las filminas que tenía preparadas, pero un tema es la extensión y otra es la severidad de esa extensión. En realidad, no es tan así porque, por ejemplo, cuando se cruza repitencia con consumo de drogas llamadas blandas como marihuana, se triplica el consumo. Entre los consumidores de marihuana tenemos repetidores de dos años y de tres años, y entre los no repetidores, el consumo baja muchísimo. ¿Cuáles son los efectos? Las drogas son psicoactivas, producen alteraciones del psiquismo. Hasta los 15 o 16 años, momento en que se alcanza la inteligencia abstracta, los chicos están en el pleno desarrollo de sus funciones cognitivas. Entonces, la alteración de la atención sostenida, la atención simultánea, la memoria mediata e inmediata y todo lo que las sustancias psicoactivas modifican produce siempre un efecto. Por eso que es tan fuerte la asociación entre consumo y repitencia, por ejemplo. El paco es una droga muy dañina, los chicos de calle que consumen dicen: “Toso, estoy flaco, etcétera”. También el impacto es mayor -como decía recién el doctor Canay- por el nivel de accesibilidad, cobertura, alimentación, horas de sueño, etcétera, si estoy en calle hace que mi organismo se degrade más rápido y todo se complejice más rápidamente. Además, se trata de un organismo que está en crecimiento porque un chico crece hasta los 18 años. Entonces, el doctor Roberto Canay decía que nos focalizamos en la extensión o en la severidad. Es muy complejo y no podemos perder de vista ninguna de las dos situaciones, no podemos hacer una política para el paco. Sr. Canay.- Cuando mencionaba esa ley me pareció interesante el consenso en la Ciudad de Buenos Aires y cómo trabajaron juntos los diferentes sectores políticos. Hay una definición de la problemática de adicciones: es compleja y multidimensional, y una política pública debe contemplar esto. Nosotros no debemos dejar a nadie afuera. Hay una gran deuda que tenemos como país: nosotros carecemos de un plan nacional y me parece que es fundamental tener un plan nacional que marque los lineamientos de una política de Estado, un plan consensuado entre los diferentes sectores políticos y entre todas las organizaciones, que sea bien participativo, como lo tienen muchos otros países. Me parece que es importante generar el espacio para que la Argentina cuente con un plan nacional y me parece que es una tarea de todos trabajar para eso. Creo que en este momento la nueva gestión que arrancó en Sedronar –digo esto por algunos contactos- tiene la intención de poder trabajar en esto. Me parece que es tarea de todos poder hacer fuerza para que realmente sea participativo y partir de consensos a fin de que tenga fuerza de política pública. Si no, como todo, dura un período y después se acaba. Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Quiero aclarar que nosotros invitamos a este seminario a funcionarios de la Sedronar de forma oficial pero no han podido o no han querido concurrir. Quería comentarlo porque hemos estado en contacto con ellos solicitando que vinieran. Esperamos que puedan estar presentes en algunos de los otros seminarios que hagamos, de modo que

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repetiremos esta invitación también a la Sedronar y a aquellas instituciones públicas nacionales, provinciales o de la Ciudad de Buenos Aires que quieran venir y participar. Digo esto porque yo había preparado preguntas en cuanto a si había algún plan nacional, quizás apalabrado o en los hechos. Ahora sabemos que no y que es realmente lo que hay que hacer. Sra. Villafañe.- Si me permite, señora presidenta, quiero informar que el Ministerio de Salud de la Nación, cuenta con la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones y que dentro de esa Dirección funciona el programa nacional de prevención y lucha contra el consumo excesivo de alcohol. Es un programa que comienza a funcionar a propósito de la reglamentación de la ley 24.788, que reglamenta en el año 2009 la doctora Cristina Fernández de Kirchner. Lo vamos a enviar y a poner a disposición de los panelistas. Desde allí estamos elaborando políticas públicas que tienen que ver con el abordaje integral de esta grave problemática, no solamente el consumo de alcohol sino también lo que tiene que ver con otras drogas. Lo ponemos a disposición de todos ustedes. El otro día estuvimos en la presentación del libro, la licenciada mostró un espléndido trabajo, y también pusimos a disposición todo lo que desde allí venimos trabajando hace tres años. Sr. Canay.- Me parece muy importante comentar que cuando se reglamenta la ley, el Ministerio de Salud de la Nación nos convocó a todos a opinar, a aportar, etcétera. Ello me parece un muy buen ejemplo de cómo deberíamos seguir trabajando. Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Les agradezco la presencia y me gustaría convocarlos también si hacemos otro seminario porque uno de los temas que se tocó acá es cómo se transmite esto en los medios. Creo que ahí hay una cuestión que hay que tomar en cuenta y con la experiencia que ustedes tienen en estos programas sería interesante que se puedan sumar. Sra. Villafañe.- También para aportar datos epidemiológicos de las provincias y localidades porque nuestra tarea se desarrolla fundamentalmente en territorio, recogiendo los datos en las comunidades y coinciden justamente con lo que están hablando los panelistas. Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Muchísimas gracias por la aclaración. Sra. Asesora.- El diputado Mario Fiad es presidente de la Comisión de Prevención de Adicciones y Control del Narcotráfico de la Cámara de Diputados y yo soy su asesora. Quiero aclarar que llegamos tarde porque justamente estábamos en la reunión de asesores… Sra. Presidenta (Schmidt-Libermann).- Leí parte de la carta. Sra. Asesora.- Justamente estábamos debatiendo en la reunión de asesores si es conveniente hacer un plan nacional de adicciones incluyendo a todas las adicciones, por ejemplo alcoholismo, tabaquismo, drogadependencia y también

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ludopatía, etcétera, o si es conveniente tener un programa nacional de adicciones relacionadas a las drogas en particular. En ese sentido nos gustaría saber cuál es su opinión. Sra. Brasesco.- Hoy en día se está hablando de las teorías de los impulsos. Entonces no está mal pensarlo así y poner en un gran paquete a la ludopatía, comer compulsivamente, tener sexo compulsivo y todas las compulsiones. Las listas de las adicciones de hoy en día son gigantes. Sin embargo, si bien psicológicamente los mecanismos de instalación, de confirmación y de retención de esos actos impulsivos y no controlados son los mismos, vale la pena pensar que son distintos cuando uno piensa un plan para adicciones a sustancias psicoactivas y un plan para todo lo que es la problemática de juegos, casinos, bingos, maquinitas, etcétera y políticas que tengan que ver con el comer compulsivo. Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Ahora vamos a escuchar a los oradores del segundo panel, sobre políticas de salud en drogadependencia; percepción de riesgo, factores de riesgo y protección ante el consumo de sustancia, integrado por el doctor Wilbur Ricardo Grimson y el doctor Dardo Caraballo. El doctor Wilbur Ricardo Grimson es médico psiquiatra, fue secretario de la SEDRONAR desde el año 2002 hasta el 2004 y tiene un amplio currículum en esta materia justamente por haber estado trabajando en el SEDRONAR. El doctor Dardo Caraballo es médico de la Universidad Nacional de La Plata, especialista en gastroenterología, realizó el curso de urgencias toxicológicas en el uso indebido de drogas e indicaciones para el abordaje psicoterapéutico de la deshabituación de la SEDRONAR, es referente pastoral de adicciones de la Diócesis de Gualeguaychú y miembro de la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones. Tiene la palabra el señor Wilbur Ricardo Grimson. Sr. Grimson.- Señora presidenta: cuando a uno le dan la palabra de alguna manera hay que descubrir, como han dicho algunos autores, que nadie habla por boca propia sino que habla con la resonancia de todos los que han hablado antes. En ese sentido, la formación que uno ha tenido, ilustra un proceso de desarrollo progresivo de intereses. Me formé con Mauricio Goldenberg, que inauguró la psiquiatría extraoficial en el país. Después de eso y gracias a él tuve la oportunidad de conocer a Maxwell Jones y conocer de cerca el movimiento de comunidades terapéuticas. También tuve oportunidad de estar en contacto con las comunidades terapéuticas de adictos del modelo americano, básicamente el Daytop en Nueva York y sus sucedáneos y con todos los experimentos distintos, mucho más inclinados al tratamiento familiar. Por ejemplo el Chase de Roma hizo que Italia tuviera sesenta y cuatro centros con comunidades terapéuticas. Soy un defensor de las comunidades terapéuticas y estoy preocupado porque creo que se las quiere hacer desaparecer. Luego voy a ilustrar por qué. Otro referente en mi carrera, en mi trabajo, ha sido el Obispo Casaretto que se inclinó muchísimo por este tema y fue una persona que aportó lucidez desde fuera de la salud.

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Hay algo que tiene que ver con las adicciones y es que trascienden el campo de la salud. Por eso no coincido con esta fusión que se hace salud mental con adicciones; creo que es un disparate conceptual. Cuando Raúl Carrera -creador del FLENI en Argentina- viajó a Estados Unidos trajo un modelo de los institutos de salud. Estos institutos tenían uno específico de salud mental y otro de abuso de drogas porque consideraban que son diferentes. De hecho, hasta la salud mental es diferente en las adicciones. En las adicciones hay una noxa externa que intoxica y en el proceso de alteración de la salud mental se trata de algo endógeno. Es decir, básicamente es psicológico sobre una base orgánica pero no incluye la incorporación voluntaria de una noxa como es la droga. Por lo tanto, creo que la separación nos venía mejor. Cuando Raúl Carrera llegó del exterior, creo que en el año 1956, creó el Instituto Nacional de Salud Mental y lo puso a cargo Goldenberg, quien empezó a hacer que la psiquiatría saliera del hospital; todavía no hemos logrado que salga del todo, todavía nos sorprendemos cuando leemos en los diarios que los pacientes del Hospital Borda hace un año que no tienen agua caliente ni gas. Parece que todas las fuerzas del país, del gobierno de la ciudad y del nacional, no pueden lograr que el Borda tenga gas, que sería un problema pequeño. Me pregunto, si no podemos solucionar el problema del gas en el Borda ¿cómo vamos a solucionar el destino de miles de personas que están hoy todavía internadas con promedios de internación superiores a los diez años? Hace bastante tiempo Raúl Caminos se llevó cuatrocientos de estos pacientes con más de diez años de internación a vivir a Villa Federal y los hizo vivir de acuerdo con un modelo de comunidad terapéutica. Allí criaban chanchos, domaban potros y hacían otro tipo de actividades. Cuando fuimos a visitarlos con el ministro Holmberg aparecieron veinte personas a caballo que se pusieron en dos filas y yo creía que era la guardia de Rosas, porque venían con ponchos rojos y sombreros negros. Bajaron y preguntamos: ¿esto qué es? Eran pacientes psiquiátricos que llevaban seis meses de vida en la colonia, que les había restituido la lucidez que el Borda les había cortado. Entonces, Caminos me decía: “Les sacamos el Borda y mejoran.” En esa época había tres mil quinientos pacientes en el Hospital Borda, tres mil en el Hospital Moyano y en el país había treinta mil. Si bien no tengo los últimos datos, en este momento estamos por encima de los veinticinco mil. ¿Cuántas casas de medio camino se han creado en los últimos cinco años? Muy pocas. ¿Cuántas instituciones intermedias que hagan que el paciente tome contacto con la realidad? Personalmente en el Borda me pasaron dos cosas. Primero, me pidieron que me conectara con Piazzolla para que lo llevara a tocar allí. Cuando fue junto con su gente estaban bastante impactados porque no sabían cómo los iban a recibir. Una vez finalizado el show hubo un rumor entre los pacientes porque no habían cantado la “Balada para un loco”. Entonces, se acercó un paciente y preguntó: “¿Cuándo van a cantar la balada para un loco?” Cuando Amelita Baltar cantó ese tema los pacientes la corearon todo el tiempo porque era su himno personal. Piazzolla creía –como uno puede creer desde afuera- que los pacientes se iban a ofender porque les dijeran: “Loco, loco, loco…”. En

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cambio, todos lloraban de alegría, los que cantaban, la orquesta y el público presente. Miguel Vayo, que estuvo a cargo de un proyecto comunitario muy interesante en La Boca desde 1985 a 1990, cuando estuvo conmigo en Lomas de Zamora sacó pacientes del hospital que nunca habían salido de allí. Algunos habían venido del Chaco al Borda y otros desde Santiago del Estero. Entonces, cuando llegaron al Obelisco se admiraron y decían que sólo lo habían visto en fotos. Después Miguel los llevó a la Costanera, donde comieron una choriceada y el dueño del lugar se impactó tanto que dijo: “No les pudo cobrar. Es un milagro que estas personas estén aquí disfrutando y que me digan que nunca vieron el río.” Produjo un impacto colosal. Pero los intentos no han llegado a un plan nacional de salud mental, si bien hubo algunas aproximaciones. El tema de las adicciones surgió en el país a partir de la década del 60. Somos signatarios de la Convención de 1961, que fue la primera convención internacional firmada por cincuenta países y ratificada por otros ciento ochenta. Desde entonces, Viena se convirtió en sede de la Comisión Internacional de Drogas. Argentina tuvo un papel muy destacado en dicha comisión. Participó de ella el doctor García Fernández, farmacólogo de la Facultad de Farmacia y Bioquímica y profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires. La señora Oppenheimmer, era la encargada de coordinar la comisión de drogas con todos los países presentes –ya eran ciento veinte o ciento treinta- y, cuando había un alto en la discusión, se dirigía al doctor García Fernández para que la ayudara a saber qué era lo que estaban haciendo mal porque la discusión se había empantanado, y por ejemplo, García Fernández explicaba que se estaba confundiendo el artículo 4° con el 8°. Fue una persona muy destacada que vino a la Argentina y dirigió la carrera de posgrado para gente de otros países y que con fondos de la OEA trajo ciento veinte graduados del extranjero a vivir en Buenos Aires durante dieciocho meses. Algunos hablan de cursos largos de tres y seis meses pero esta gente se quedó dieciocho meses en Buenos Aires. En la actualidad voy a Venezuela y todavía me saluda la directora de Salud Mental diciéndome: “Yo fui alumna suya en 1985.” Voy a Colombia y me sucede algo parecido. Ellos recuerdan que se formaron con quienes daban clase en 1985, con Bialacowsky y con Calabresse en una galería que estaba en Florida y Corrientes. Toda esa gente que se capacitó en el país llegó a ser directora o asesora de proyectos muy importantes en sus respectivos países. Mientras tanto, existía la CONATON -porque a veces quiere darse soluciones viejas a problemas actuales-que era una comisión formada por cinco ministerios. La primera reunión era muy emotiva, se cantaba el himno, los cinco ministros saludaban y se despedían; en la segunda reunión, venía el viceministro; en la tercera, venía un director nacional y en la décima, eran los bedeles quienes se juntaban para ver qué hacía la CONATON pero ellos no tenían poder de decisión. Las comisiones interministeriales por diseño, no funcionan. Después de pasar por la Comisión de Drogas que creó Raúl Alfonsín en 1985 -de la que tuve el honor de ser asesor presidencial-, en 1989 se llegó a la conclusión de que era necesario unificar las políticas de drogas en el país y se creó la SEDRONAR.

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Con anterioridad se había creado el CENARESO pero ¿de dónde viene el CENARESO? De la incapacidad de contener dentro del Hospital Borda a los pacientes adictos. Por eso se los llevó a otro lugar, porque estábamos en la época de la explosión del sida y un paciente sidoso amenazaba a los guardianes con una jeringa con su sangre y conseguía lo que quería, creando una situación incontenible para el hospital psiquiátrico que se dedica a situaciones difíciles. Entonces, se creó el CENARESO porque se independizó. Ya tenemos la experiencia de fusión y tenemos que tener mucho cuidado. Cuando decimos que se debe atender al paciente adicto en todos los hospitales generales, es cierto, es su derecho, pero van a poder tratarlo durante el tiempo de desintoxicación porque cuando empiece el tratamiento propiamente dicho –después de dos o tres semanas- ese paciente tiene que ocuparse de cosas que otros no se ocupan: de sus valores, de su alteración de conducta, de su caparazón delictiva y de una cantidad de cosas propias del adicto que en otro paciente –un sarampionoso, un tuberculoso o uno raquítico- no tienen importancia. Por lo tanto, cuando se habla de tratamientos que se dicen prolongados y que se van a cortar, me pregunto: ¿Qué vamos a cortar? ¿La posibilidad de trabajar con los valores de las personas? ¿Nos vamos a olvidar del componente espiritual que está alterado en un adicto? ¿Nos vamos a apurar a restituir adictos que no están en condiciones de volver a la sociedad? Porque sabemos que la etapa más difícil, el adicto la recorre una vez que está de alta clínica y tiene que reinsertarse. Eso no le pasa a todo el mundo; le pasa en mayor medida al adicto. Se van a hacer muchas cosas. En este momento la SEDRONAR no ha podido concurrir y lo lamento porque para mí la SEDRONAR tiene que estar acá. Desde que dejé la SEDRONAR en el año 2004, me he pasado defendiéndola más que la misma gente de la SEDRONAR. Me he convertido en algo así como el defensor de la SEDRONAR. Eso es así porque la idea de la SEDRONAR básicamente es buena. Reúne capacidades de múltiples orígenes pero con una autonomía de gestión que le permite diseñar una política de adicciones. Entonces, en primer lugar, hágase lo que se haga, no nos olvidemos que la SEDRONAR es una buena idea. En segundo lugar, cuando hablamos de la ley 23.737 y la queremos cambiar, pensemos que es mucho mejor que la 20.771 que la precedió y que durante diez años fue una ley penalizadora, del tipo “te corto la cabeza si fumas un porro”. La ley 23.737 no es así. Penaliza en tercera instancia porque crea primero una instancia que se llama medida de seguridad educativa y es preventiva. Se crearon centros en los ministerios de Educación que se ocupan de los pacientes que simplemente tienen un problema de consumo. Además creó la medida de seguridad curativa, que es la indicación terapéutica que tiene que dar el juez y que me parece bien que la dé. Recién después de eso, resultaría penalizadora. Pero hasta en la penalización tenemos buenos ejemplos. Porque las leyes, para ver si son buenas o no, no basta con leerlas. Desde el Centro de Prevención de Vicente López trabajamos durante diez años prestando asesoramiento a los tribunales federales, que eran los que se ocupaban de la ley en los distrititos de San Isidro –que comprende

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también Vicente López- y de San Martín –que es mucho más grande todavía y tiene tribunales federales, etcétera. Cada vez que les llegaba un caso nos mandaban un paciente adicto para que opináramos como técnicos. Al primero me lo mandaron con esposas y con un tipo con la mano sobre la pistola. Cuando lo veo le digo: “Usted me va a esperar afuera. Puede tomar unos mates. Aquí la señora lo va a atender”. Y el guardia me dice: “No, no. Lo pueden matar, doctor”. “Hasta ahora no me mató nadie y hace unos años que me dedico a esto. Además, como el paciente va a hacer dibujos hay que sacarle las esposas”. Y el guardia me dice: “Doctor, a su riesgo, eh”. Finalmente los convencí y ya les sacaban las esposas cuando llegaban. Pero creían que era no un delincuente sino un fanático impulsivo que iba a matar a alguien. Esta concepción está muy engranada en la sociedad y debemos corregirla de alguna manera. Se pueden enunciar derechos pero el mero enunciado de los derechos no mejora las cosas. ¿Acaso logró algo los derechos de los pacientes del Borda expresados con clarísima lucidez en las leyes de salud mental de la Ciudad de Buenos Aires para que tuvieran gas? No, porque la ley no se cumple. Los derechos no sólo hay que expresarlos. Lo primero que hay que hacer es acompañarlos con una práctica diferente. El paciente debe ser atendido desde el momento que llega, a mi criterio por lo menos por tres personas permanentemente. No debe ser dejado solo en ningún momento. En este momento, ustedes llevan a un paciente el jueves a la noche al Borda y el muchacho de la guardia les dice: “Mire, usted lo va a dejar y el viernes no lo ve nadie, el sábado y domingo tampoco y el lunes es feriado. A este paciente, hasta el miércoles no lo van a ver”. “¿Y qué pasa si se excita?” “Ah, eso es fácil”, contestan, “viene el enfermero y lo dopa”. “Ah, bueno, vamos bien, el paciente viene porque él se dopa”. Estamos en una confusión, ¿le vamos a dar un poco más de la misma medicina? En una época, los chicos estaban muy avanzados, no por la computadora porque no existía pero sí sabían cómo conseguir algunas cosas. Esto pasó con el Mandrax, un remedio de última generación que se usaba como un ansiolítico. Resultó que el Mandrax era sumamente adictivo. Entonces, los pacientes venían y decían: “Mire, a mí lo que más me ayuda es el Mandrax”. Entonces el doctor por ingenuidad o porque había visto muchos adictos, le creía. Y decía: “¡Qué buena fe, colabora conmigo! ¡Muy bien, el paciente tiene que opinar!” El tipo iba, se drogaba con Mandrax y pensaba: “estos médicos son unos huevones”. Lo otro que hacía el paciente era ir al hospital doce y quince. Ustedes saben que la hora de terminación del servicio médico es doce menos cuarto. De doce menos cuarto a doce y cuarto los recetarios quedan sobre las mesas de los consultorios con sello puesto y todo. Lo único que tiene que hacer una persona que padece de adicción es guardarse unos cuantos recetarios que ya están sellados y después hacer algo que parezca una firma. Con eso la farmacia le da lo que está recetado. Para no prologar esto demasiado yo diría que, lo que se haga puede tener necesariamente complejidad. Muchos países han solucionado esta complejidad. A mí me parece que los que mejor lo han hecho son España e Italia. Italia, con el Chase

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de Roma, logró un acuerdo general. En la década del 90 se discutió esto en el Parlamento. Yo leía el diario “El Messaggero” en esa época, que traía un desarrollo de las ponencias de cada uno de los diputados y yo me las guardaba –todavía las tengo- porque me sorprendían por su erudición. ¿Sabían todos de adicciones? No, se habían puesto a estudiar y opinaban con fundamento. Cuando yo leo algunas leyes en Argentina, sobre por ejemplo la aplicación de determinada ley, me sorprende que haya dos intervenciones de cuatro líneas. El debate de la ley 23.737 es interesantísimo. Fernández Meijide decía: “No debemos penalizar al consumidor”. Y todo el conjunto de diputados decían: “Por supuesto que no, señora diputada”. Estaban todos de acuerdo. Nadie quiso penalizar. Pero para eso hay que ir no al texto sino al contexto. El acta recoge eso perfectamente y yo creo que hoy no se toman las actas detalladas de lo que pasa en el Congreso. Me acuerdo que en la casa de mis abuelos se compraban las actas de diputados para seguir el tema que a uno le interesaba y estaban disponibles en las casas. Entonces, se haga lo que se haga, no busquemos soluciones nuevas a problemas viejos porque vamos a descubrir que ya se intentó hacer. Por ejemplo, lo de juntar todo, que recién se preguntaba, me parece que no va. Hay diferencias típicas y hay especializaciones. La gente que trabaja con adicciones no toma ludopatía. La gente que está estudiando la adicción tecnológica tampoco está al día de lo que se está haciendo en el tema drogas. No es lo mismo una adicción que una conducta adictiva, entre comillas. El otro día Telerman preguntaba: ¿a qué es adicto usted? La gente llamaba y contestaba: yo soy adicto al mate; yo a la telenovela; yo a las carreras de caballo. No es lo mismo. Una cosa es un apostador compulsivo y otra cosa es una persona que para despertarse y llegar lúcido a su trabajo toma tres mates. No lo podemos calificar de igual manera. Cuidemos tres cosas. Primero, el mantenimiento de la SEDRONAR, que me parece imprescindible. Hagamos los cambios que haya que hacer porque nos pueden criticar, pero cuando yo estaba en la SEDRONAR los fiscales federales, entre ellos Stornelli, eran alumnos de la SEDRONAR en lavado de dinero. La SEDRONAR en la que yo había podido designar a Francisco D’Albora como subsecretario de adicciones, daba clase a los fiscales federales sobre quién es el denunciante, quién tiene que denunciar, quién es el obligado a denunciar y todo el mundo se familiarizaba con eso. Íbamos a Salta y capacitábamos a Gendarmería. Yo visité frontera norte frente a la quebrada de Yacuiba que baja en 45 grados. Las 4x4 robadas cuarenta y ocho horas antes en Buenos Aires, bajan a la carrera esa quebrada, suben del otro lado y son bolivianas. Me dan un largavista para que mire y hay un señor en un escritorio, se baja alguien de la camioneta y le ponen un sello. ¿Qué dice el sello? “Vehículo legal”. ¿Cómo vehículo legal? Si acaba de entrar de un país extranjero. Pero abajo dice: “Punto de entrada al país: se desconoce”, pone el escriba. Con lo cual estamos complicándonos con una situación de las que somos cómplices, es decir con un robo evidente. ¿Por qué va a entrar una camioneta a 180 kilómetros por hora por una quebrada, esquivando a Gendarmería cuando trata de pararla?

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Últimamente Gendarmería se usa para una huelga de fábricas de galletitas cuando en realidad el gendarme ha sido capacitado como policía de frontera. Es decir, estamos desperdiciando sus capacidades que, por ejemplo, en el screening de los camiones que ocultan droga tiene que ver con conocimientos muy específicos. No es lo mismo una persona que dirige el tránsito que otra que tiene que detectar un cargamento de cocaína dentro de un camión. Para eso están también los ecógrafos. Personalmente viajé a Misiones y observé que en su puente internacional hay un ecógrafo que toma una zona de un metro por un metro; es decir, un camión tarda treinta y seis horas en ser tomado. Mientras tanto, el chofer está desesperado porque el dueño de la fábrica que espera determinado producto ya lo llamó cuarenta veces. Lo peor de todo esto es que el ecógrafo es prestado por un médico que no lo usa entre las 16 y las 20 horas de los días martes y viernes. Cuando todo el mundo se entera de estos horarios, los camiones esperan a que lleguen las 20 -porque a partir de ese momento el ecógrafo no funciona- atraviesan el puente y una vez que eso sucede es imposible revisarlos. Entonces, tengamos especial cuidado con qué hacemos con la SEDRONAR. Me sorprende que ninguno de los proyectos de ley incluya específica y detalladamente qué vamos a hacer en prevención. En los próximos años la asistencia seguramente va a seguir porque tenemos un buen nivel en el país gracias a las comunidades terapéuticas. Un tercer aspecto es no perder a las comunidades terapéuticas, que necesitan capacitación permanente y que ya tienen reconocimiento desde 1990 en cuanto a que el operador forma parte de los equipos técnicos. Debemos dar a esos operadores –como lo hicimos en la Universidad de Quilmes durante diez años- una formación muy estricta. No se pueden formar operadores en quince días y tampoco pueden ser ex adictos que todavía no terminaron su tratamiento. Existen programas en los que pacientes casi recuperados trabajan como operadores y ello crea una perversión institucional. Por último, quiero comentar algo que no es muy conocido. España tiene un excelente plan nacional de adicciones y una muy buena cogestión entre proyecto-hombre, que es una multinacional digamos del trabajo en comunidad terapéutica. Durante los primeros dos años de funcionamiento del plan nacional de España se designó como delegado del gobierno español al juez Garzón, toda una garantía de que las cosas se iban a hacer bien. Actualmente, hasta la crisis española, es uno de los planes mejor financiados del mundo. Del mismo modo Italia ha desarrollado un sistema de financiamiento de comunidades terapéutica que no es penoso, no gasta en burocracia sino que es sencillo: se comunica que ha llegado un paciente y a la semana está pagado el sostén de ese paciente en el tratamiento. Muchas gracias. (Aplausos.) Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Muchas gracias, doctor. Quiero agradecer la presencia del secretario de Seguridad y Narcotráfico del Senado, Gustavo Colás. Asimismo, quiero dar la bienvenida a Eugenio Burzaco a quien también agradecemos que esté con nosotros. Tiene la palabra el doctor Dardo Caraballo. Sr. Caraballo.- Soy médico en una ciudad del interior y mi idea es compartir con ustedes la percepción de esta problemática que seguimos de cerca.

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Asimismo, trabajo en la Pastoral de Adicciones de la Diócesis de Gualeguaychú –a la que pertenezco- y con la Pastoral Nacional de la Conferencia Episcopal Argentina. Desde el sector de la salud en el que participo noto que se confirma lo que ya dijo el resto de los panelistas, es decir, que cada vez hay más consultas en las salas de emergencia vinculadas al consumo de sustancias. Por supuesto, muchas veces en los registros de guardia no queda registrado que hubo abuso de sustancias porque la patología por la que una persona ingresó a la guardia es mucho más llamativa, como pueden ser traumatismos, accidentes y cuestiones vinculadas a la violencia. Estamos hablando de una enfermedad muy difícil de tratar porque tiene consecuencias biológicas, mentales, sociales y espirituales que requieren de un abordaje multidisciplinario coordinado y -desde ese punto de vista- muchas veces nos encontramos desamparados. Si bien existen iniciativas desde el Estado, las políticas de salud y de educación no dan una respuesta contundente a la realidad que vivimos. Algunos percibimos que estas políticas son inexistentes y las reclamamos, por supuesto, porque necesitamos dar alguna solución a las personas que demandan en esta problemática. En ese contexto veo con preocupación todos los proyectos de despenalización y me pregunto cómo esta situación puede solucionarse a través de la despenalización. Por otro lado, no veo chicos penalizados por consumir en plazas, en entrada de los colegios, lugares de diversión nocturna y mucho menos por hacerlo en sus casas; creo que en este sentido la libertad es total y no hay persecución. Observemos qué ocurre con la venta de alcohol: es una sustancia legal pero está prohibida su venta a menores. Sin embargo, cada día se vende más. Hay muchísima libertad en ese aspecto. Esto trae como consecuencia algo que vemos con mucha frecuencia: cada vez son más los menores que ingresan intoxicados por alcohol a las guardias, por el uso farmacológico y episódico que se hace de él, tratando de pegar al cerebro con contundencia; las consecuencias a veces son muy graves. El control de alcoholemia también es insuficiente. En la calle tratamos de colaborar con las autoridades para que se lleven a cabo controles pero es muy difícil porque hay pocos alcoholímetros, se hacen de vez en cuando, en determinados horarios y las personas que consumen alcohol y conducen ya saben cómo evadirlos. Realmente es muy difícil lograr un control eficaz, que si bien es cierto existe, tiene sus dificultades. Asimismo, la sociedad no siempre acompaña este tipo de conductas porque está muy intolerante y muchas veces se queja por los controles. Me pregunto cómo vamos a controlar al consumidor de marihuana que conduce. ¿Podrá conducir mientras tiene modificada su percepción del tiempo y del espacio sin estar en condiciones de igual a igual con quien no consume? Es muy bueno luchar por la libertad quitando cadenas externas pero me pregunto si no las estaremos cambiando por otras internas al favorecer estas cosas. Además, el adicto no tiene la posibilidad de darse cuenta de que está encadenado y de que es un esclavo. Alguien a quien presionan desde afuera se da cuenta de que lo están limitando pero no siempre sucede lo mismo con el adicto.

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Me ha tocado ver varios casos de personas que recurrieron a la Justicia y lograron la ayuda y la internación en alguna comunidad terapéutica; hoy están recuperados y trabajando después de muchos años de esfuerzo. Por otro lado, otros tantos que han sido compañeros o amigos de estos chicos, no lo lograron a pesar de tener padres con mayores posibilidades de tratarlos, mayores vinculaciones políticas y mayor acceso a la salud. Tal vez se trate de la naturaleza negadora de esta patología en la que hay dependientes y co-dependientes. Hoy las personas que estuvieron en esta situación están afectadas por un mayor deterioro y algunas incluso se han perdido en accidentes o suicidios. Entonces también me confunde que al despenalizarse la gente no tenga el acceso a la posibilidad de ayuda. Sin los abordajes mínimos de la educación, la prevención y el tratamiento, las medidas parciales sólo se prestan a manejos e interpretaciones ambiguas. Si lo dañino no tiene pena, es interpretado como bueno o inocuo. Algunos adictos me dicen: “Yo ya no me creo este mensaje de que la marihuana no hace mal”. Pero sí tengo apoyo por esto de la libertad aunque a veces puede haber alguna discrepancia. Se hacen severas campañas contra el tabaquismo porque afecta a los que están alrededor, es decir a los fumadores pasivos, y se establecen controles de alcoholemia y otras medidas insuficientes. Entonces ¿qué deberá hacerse para prevenir o controlar las posibles acciones de quienes se ausentan o prescinden de la realidad por acción de las drogas? Yo veo con esperanza y como un desafío de los diferentes sectores que se llegue a una solución positiva que nos ayude a todos y dé respuesta a personas que están atravesando este problema. Tenemos que aceptar este desafío con mucha audacia para darle respuesta. Existe una ley de educación aprobada y promulgada desde el 2009 y sería muy bueno que ya estuviera implementada. Por eso cuando se dice que se va a sacar el foco de lo penal para ponerlo en el sector de educación y de salud, no entiendo qué está pasando porque la ley ya está. Tal vez, como dijo el doctor Grimson, no hace falta conocer la ley sino que la misma esté acompañada de una práctica. Esto tiene que ser urgente y no puede demorarse más. Cuanto mejor tengamos desarrollado el punto de la educación, vamos a necesitar menos esfuerzo en cuanto a prevención y tratamiento. Tenemos que avanzar rápidamente en este sentido. Creo que se han dicho cosas muy importantes de manera que sólo quería compartir estas cuestiones y poner el acento en que la herramienta más importante que debemos desplegar en este momento es la de la educación. Muchas gracias. (Aplausos.) Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Muchas gracias a usted, sobre todo por haber venido especialmente de Gualeguaychú para esta ocasión, y muchas gracias por la labor que viene haciendo. Quería presentar en forma específica, porque creo que merecen un comentario aparte y un agradecimiento, a las personas de la Red de Madres y Familias de Víctimas de las Drogas. Sabemos que están haciendo una labor que tiene subas y bajas, que a veces los escuchan y otras no, y sabemos que hacen mucha labor anónima. Pero también quiero que sepan que las personas que estamos acá –

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seamos pocos o muchos- estamos para colaborar, para que nos tengan en cuenta y para alentarlas a que no bajen los brazos. Tiene la palabra la señora María Rosa González, integrante de la Red de Madres y Familias de Víctimas de las Drogas de Ciudad Oculta. Sra. González.- Señora presidenta: buenas tardes a todos. Muchos ya me conocen. Para los que no, mi nombre es María Rosa y pertenezco a la Red de Madres y Familiares Víctimas de las Drogas. Esta red se fundó a nivel nacional en todo el interior del país porque, quizás muchos no lo sepan pero toda la Argentina está sufriendo el flagelo del consumo. Aquí se habló del tema de consumo de alcohol y demás. En ese sentido, nosotros –digo nosotros porque somos muchos los que trabajamos día a día y las veinticuatro horas- sabemos que los chicos no sólo toman alcohol sino que mezclan el alcohol con distintas pastillas y con otro alcohol, por ejemplo vino o cerveza con otra clase de alcohol. Así buscan el modo de salir de algo que, por el contrario, no sólo no salen de nada sino que se hunden más. El consumo de alcohol en los barrios es mucho y se da tanto en jóvenes hombres como en jóvenes mujeres. En este momento, la cantidad de alcohol que toman las mujeres es la misma que toman los hombres. Hablo siempre de jóvenes, que son los chicos de 14 años para arriba, que consumen alcohol con otra clase de drogas. Nosotros trabajamos mucho el tema paco pero últimamente estuvimos hablando bastante con Vivi, con Jorge y con el grupo de la Red el tema de la marihuana, que me preocupa mucho. Al plantearse el proyecto de ley que despenaliza la tenencia de la marihuana o la plantita, los chicos con los que yo tengo contacto -de cien, cincuenta consumen marihuana- están pasando por problemas muy difíciles, y me comentan que no pueden dormir porque ven sombras que se les vienen encima o que se sienten perseguidos. A un chico de 15 años le subió la presión por el consumo de marihuana. Entonces, me preocupa que a raíz de una ley que supuestamente va a ser favorable para ellos, se los esté perjudicando de esa forma. Nosotros no podemos bajar el consumo de paco, que ha subido muchísimos, incluso en chicos muy pequeños, en Capital Federal y el interior del país. Entonces ¿cómo hacemos? Luchamos para poder sacar a los chicos del consumo del paco y del otro lado hay gente que dice: “Fumar marihuana no es malo; tener tu plantita en tu casa no es malo”. No podemos con el tema del paco y ya tenemos el tema de la marihuana y de quienes dicen que no es malo fumarla. Pero no hay que ver el tema de un solo lado. Nosotros vemos el otro lado, vemos otra realidad que es la del chico que no duerme, que dejó el colegio secundario, que no puede mantenerse estable porque está continuamente nervioso o muy caído o que tiene alucinaciones de sombras que se le vienen encima y se le suben a la cabeza. Todas estas cosas las cuentan ellos y las viven ellos. Nosotros estamos las veinticuatro horas hablando con grupos de chicos, tratamos de sacarlos, de llevarlos a pescar y hacer distintas actividades, pero como se les ha puesto en su cabeza que consumir marihuana no produce daño, que no van a ser detenidos por el tema de la despenalización de la marihuana, se nos ha complicado la cuestión.

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Ahora, nosotros le decimos a un chico que todavía no empezó a consumir: “No consumas marihuana”. Y nos contestan: “No, pero si la van a despenalizar. No es mala”. Crearon toda una confusión en los jóvenes que es lamentable. Ya tenemos el paco, que está haciendo estragos y es un flagelo total. A mí no me lo pueden negar porque yo vivo esto día a día como madre. Veo chicos de nueve años consumiendo, veo el estado en que se encuentran en las calles, todos lastimados y, encima, no podemos internarlos porque con la nueva ley de salud mental que han sancionado no conseguimos internar a un menor. Tengo el caso de un chico de catorce años que anteayer lo recibieron en una comunidad a las nueve de la noche porque él dijo: “Me quiero internar, no doy más.” Hablé con la comunidad y lo internaron, pero hay todo un proceso: el chico tiene que pasar por un juzgado y la comunidad no quiere comprometerse por la nueva ley de salud mental y los derechos del niño que hay que respetar. Entonces la comunidad dice: “No lo tengo, no lo puedo tener.” Hasta hoy estuvo pero la madre tendrá que retirarlo y no sé qué va a pasar con ese chico en la calle. Estos son los problemas que tenemos con los menores y se han complicado. En lo que se refiere a la SEDRONAR, estamos haciendo internaciones pero todavía hay mucho por hacer. Creo que en lugar de debatir sobre la despenalización deben debatir este tema de una vez por todas para ver qué hacemos y qué hacen. No se trata de juntarse para decir “vamos a sacar una ley para despenalizar.” ¡No! Tienen que juntarse para hacer algo que favorezca a los chicos que se están muriendo y a las familias que se destruyen totalmente. Y digo esto como madre de dos adictos que vive una situación bastante difícil: recuperé a uno y volvió a caer, después recuperé al otro y también volvió a caer. Esto es una cadena que nunca termina. Cuando ahora llegue a mi casa no sé si voy a encontrar las sillas o la mesa. Esa es la realidad que vive la familia del adicto, más allá del problema que tiene el adicto, porque no sabemos si ahora está vivo y a la media hora muerto. Se han muerto muchos chicos por adicción, por el consumo de paco y eso mucha gente no lo sabe. Más allá de las diferencias políticas que existan, aquí no se trata de política sino de algo de lo que tiene que tomar conciencia toda la sociedad, todos, sean del partido que sean; tienen que sentarse a debatir para ver qué hacemos y analizar si abrimos más comunidades. Otro tema es el de las mujeres embarazadas consumidoras. Ayer con Beatriz vimos a una mujer que daba impresión, tenía la boca totalmente lastimada, la panza caída al punto que parecía que el bebé ya nacía y otra criatura en brazos. Sin embargo, todos pasan y miran para el otro lado. ¡Qué hagan algo! Cuando el doctor Grimson nombró al Borda, me consta lo que dijo porque he llevado cosas a los adictos que están internados. Lamentablemente es como él decía, los dopan. En lugar de sacarlos de una adicción les encajan otra y les dan tantas pastillas que se los ve caminar con los pantalones bajos, con la cola al aire y sin conciencia de eso. Además, no tienen agua caliente, se bañan con agua fría y lo sé porque vamos con dos personas a llevarles ropa y para que les corten el pelo y pueden acompañarlos al baño para que se bañen. Esa es la realidad que viven.

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Tenemos que decir basta y ponernos de acuerdo. Yo no tengo problema si me llaman para dar charlas en los colegios. En un momento se había hablado de implementar en las escuelas la prevención como materia, que es muy importante; pero tenemos que hacer algo porque podemos hacer miles de reuniones pero mientras tanto hay muchos chicos que pierden su vida en el camino. Discúlpenme porque seguramente lo que yo veo escapa a la realidad de muchos de los que están aquí, del mismo modo que lo que ve Beatriz –que no es de Ciudad Oculta- o lo que ven Jorge, Vivi, la Red. Lo que nosotros vemos escapa seguramente a su realidad porque ustedes no lo ven tan de cerca. Nosotros lo palpamos, lo vivimos en carne propia y nos supera cuando se hacen reuniones y se habla de ver de acá a dos años si se puede hacer algo y abrir una comunidad. No podemos esperar, los chicos no pueden esperar. Por eso, como madre, les pido que hagan algo. Ustedes tienen el poder, yo no. Si lo tuviera ya hubiera abierto comunidades y me hubiera ocupado de que las mamás con bebés estén internadas, haciendo un tratamiento porque ese bebé ya viene enfermo, nace prematuro y con síntomas de abstinencia al paco. Tenemos que ocuparnos ahora de toda esa problemática, no podemos esperar un año, dos o tres. ¿Hasta cuándo vamos a esperar? Hace diez años que estoy con esto y en ese tiempo es muy poco lo que visto que se hizo. Al contrario, en el último tiempo hemos tenido que defender la SEDRONAR porque se la quiso cerrar como institución. La SEDRONAR tiene que existir porque debe cumplir una función dentro del Estado en lo relativo a las adicciones; si bien cumple alguna función, no alcanza. Son muchos los chicos que necesitan internación, pocas las comunidades y muchas de ellas no quieren hacerse cargo de los menores –no quieren tocarlos por el tema de los derechos del niño- y tampoco internarlos porque luego tienen problemas con la gente de derechos humanos, que después vienen y dicen que el menor no puede estar encerrado y un montón de cosas más; se complica mucho. En cuanto a las mujeres, si alguien sabe de algún lugar donde se pueda internarlas, embarazadas o no, con problemas de adicción, les pido que me den el dato porque he buscado y no he conseguido un lugar; hay reclamos de internación de chicas jóvenes de dieciséis o diecisiete años embarazadas. Hace una semana una chica de diecisiete años, embarazada de mellizos y consumidora de paco, los perdió. Se provocó el aborto con el consumo; llevaba tres días consumiendo paco. A veces me sorprendo frente al consumo porque compran una tiza, se fuman esa tiza de pasta base, después compran otra y otra. Es decir que durante la noche y parte del día fumaron diez tizas y estas cosas son lamentables. Esta chica, dentro de su adicción, de su problema, estaba contenta con su embarazo pero el consumir la llevó a perderlos. ¿Y si los hubiese tenido? ¿Quién la asiste a ella y a sus bebés? Nacen prematuros con abstinencia al paco y eso es algo comprobado. En neonatología hubo chiquitos que nacieron consumidores de paco y no se sabía porqué lloraban tanto; se comprobó que era por la abstinencia a la droga, al paco. Desde ya les agradezco que me hayan invitado. Estoy hablando como madre y represento a muchas otras madres que están sufriendo por el

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tema del consumo. El caso de la provincia de Salta fue uno de los que me quedó muy grabado: un chico de cinco años –que incluso apareció en los diarios de esa provincia- consumidor de paco. A mí me sorprendió y la mamá me dijo que el de nueve años le prendía el paco al de cinco años. Yo pregunto: ¿no hay asistentes sociales, alguien que se acerque a ver qué está pasando con este chiquito de cinco años? Ojalá que no, pero a los seis años ese chico ya no tiene nada porque todavía no desarrolló sus sentidos. Es lamentable lo que está pasando. A veces cuando escucho hablar sobre la inseguridad pienso que la sociedad debería ponerse de acuerdo y decir basta a todo esto. Todos tenemos que decir basta a todo esto. De esta manera no digo que se va a terminar todo pero sí empezar a darle un fin y mejorar la salud de estos chicos. Y no hablo de la clase baja o de las villas solamente porque también tenemos casos de clase media y alta. Acá se mezcló todo. No hay que hablar de que es un problema de la clase baja porque les falta esto y lo otro. Hay muchos que tienen todo, y no tienen nada. El adicto de clase alta no tiene nada. Es adicto, es un enfermo más. A veces veo que discuten sobre sacar una ley, que votan a favor o en contra y me pregunto: ¿por qué no votan todos a favor de una ley por la vida? Esa sería la mejor ley. Muchas gracias. (Aplausos.) Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Muchísimas gracias. Creo que a muchos nos movilizó escucharla porque como usted dice a veces estamos acá incluso como en una cápsula. Quería aprovechar esta oportunidad para agradecer a mi jefe de asesores, Juan José Cernusco, ya que por una iniciativa de él fui el viernes pasado a visitar la unidad carcelaria 48 de San Martín y estuve reunida con cuarenta reclusos. En ese momento les pedí disculpas a los reclusos porque cuando yo estudié había ido a visitar una cárcel, cuando me recibí fui otras dos veces, pero luego durante toda mi carrera no volví a ir y la cárcel es una realidad que uno ve en los diarios pero no la vive. En esa visita a la cárcel hicimos un taller de ciudadanía en el cual yo tenía que hablar sobre el preámbulo de la Constitución. Cuando vi a los cuarenta reclusos dije: ¿qué les voy a hablar sobre el preámbulo de la Constitución? Pero hablamos de los seis objetivos básicos que tiene la Constitución. Uno de ellos es promover y procurar el bienestar común. Nos dividimos en grupos y fuimos trabajando. Fue muy interesante el trabajo –y por eso quise traerlo aquí- porque varios pusieron como una prioridad para el bienestar común que hay que hacer algo para terminar con el paco y hay que tener políticas en contra de la drogadicción. Algunos dijeron que un buen ciudadano depende de uno mismo, pero a veces depende de sustancias y se llamaba la atención en que hay que brindar apoyo a las comunidades más vulnerables que no tienen forma de contención. En todos salía el tema de la droga. Todos sabemos cuál es la situación de las unidades carcelarias en cuanto al tema drogas. Es una problemática que a veces se ve desde otro ángulo y no se buscan soluciones concretas.

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Por otra parte me pone muy contenta esto de revalorizar el SEDRONAR que hemos escuchado por parte de todos los panelistas y esperamos que el SEDRONAR pueda estar aquí en una próxima reunión. Sra. González.- Sí, yo también espero, como así también espero que haya una respuesta positiva y efectiva a todo esto. Porque se puede hablar mucho pero hay que hacer, hay que caminar, hay que andar. Uno cuando camina ve las miserias y lo que está pasando. Los que estamos en el grupo de la Red no podemos mirar para otro lado. A nosotros también nos ponen trabas para asistir a un menor de nueve años en la calle. No lo podemos levantar porque dicen que vamos contra los derechos del niño. Dicen que podemos ser detenidas porque el niño tiene derecho a decidir, a opinar y a estar donde quiere estar. Pero yo no puedo dejar a un chico tirado en una plaza en las condiciones que yo lo veo. Por eso cuando me dicen que me van a detener yo digo “que me detengan”, no voy a dejar a un chico de nueve años en esas condiciones. No pueden tomar decisión propia. Mi nieta tiene diez años y si ella me dijera: “Abuela, yo me voy a drogar, me quiero drogar”, yo no le contestaría: “Bueno, vos estas en tu derecho, son tus derechos y yo los respeto”. No es así. No cambiemos las cosas. Los niños tienen derechos, sí, pero son otros. Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Tienen derecho a la protección también. Sra. González.- Claro. No a morirse en una cárcel por un delito que tal vez han cometido con nueve años. Son otros los derechos. No confundan a la gente porque nosotros sabemos cuáles son sus derechos. Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Para los que no lo conocen, existe el hogar terapéutico Seres que trabaja con algunos chicos judicializados y reciben bebés de madres consumidoras de paco. Son chicos que llegan al hogar a través del juzgado pero nos decían que ahora la mayoría de los que reciben son de madres consumidoras de paco. Sra. González.- Es que muchas de las madres tienen al bebé y lo dejan en el hospital porque se van a consumir y se olvidan que tuvieron un bebé. Esa es la realidad. Esos bebés son chicos que van a un juzgado. Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Me acaban de comunicar que la diputada Donda Pérez tampoco puede venir, con lo cual nos quedamos sin ningún diputado que pueda defender el proyecto de la despenalización de la droga. Nosotros habíamos invitado a los diputados Eduardo Amadeo –que creo que está por llegar-, al licenciado Daniel Burzaco, a la senadora Graciela Di Perna, a la diputada Victoria Donda Pérez, a la senadora nacional Escudero –ella me llamó para decirme que estaba en Salta-, al senador nacional Aníbal Fernández, al diputado Gil Lavedra y al diputado Fabián Peralta. Me desilusiona bastante que no estén presentes porque la información que recibimos fue muy interesante y la idea era debatir y escuchar también la otra campana. No quisiera que luego se diga que esta reunión fue la

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visión partidaria de algo sino que la posibilidad está dada y espero que en el próximo seminario que hagamos podamos contar con otras opiniones también. Sra. Asesora.- El diputado Mario Fiad, desde la Comisión de Prevención de Adicciones y Control del Narcotráfico había convocado en la reunión pasada a una audiencia pública para tratar el tema del proyecto de ley de despenalización de la tenencia para consumo personal y modificatoria de la ley 23.737. Esta audiencia tendría que aprobarse el miércoles que viene en la reunión de comisión y se estaría convocando para el día 12 de junio. La audiencia pública va a ser publicada en los diarios. De manera que todos los que quieran exponer tanto a favor como en contra van a tener este, que es el mejor medio, para expresar todas las voces. Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Es una información interesante. Yo había quedado con el diputado Fiad que le iba a acercar el material que nosotros tenemos acá. Por otro lado, creo que es importante que se tenga en cuenta a la Comisión de Salud y escuchar ese aspecto en lo que refiere a este proyecto de ley. Tiene la palabra el señor Burzaco. Sr. Burzaco.- Señora presidenta: buenas tardes a todos. Agradezco a la diputada Schmidt-Liermann por la invitación. Es un placer estar nuevamente aquí en la Cámara donde he sido miembro hace unos años. Creo que lo más trascendente que puedo aportar es explicar cómo el negocio del narcotráfico ha estado evolucionando en la Argentina en los últimos años. Antes de comenzar con mi exposición, quiero pedir disculpas a todos los presentes porque acabo de llegar de un viaje al extranjero y me encuentro un poco cansado. Pese a ello, no he querido faltar a esta reunión para exponer mis argumentos en contra de la despenalización del consumo de drogas. Me parece importante explicar, incluso desde el punto de vista técnico, por qué considero que es un error avanzar en ese sentido. Hay un viejo adagio que dice que la Argentina es un país de tránsito. Quien lo escucha piensa que es una realidad nuestra, cuando en verdad la Argentina dejó de ser un país sólo de tránsito para convertirse también en un país de producción y de consumo relevante en la región. La última etapa de elaboración de la cocaína tiene lugar en la Argentina, en laboratorios que he visto con mis propios ojos. He sido jefe de la Policía Metropolitana durante más de dos años y participé de muchos operativos; poco antes de retirarme de esa función, llevamos a cabo un operativo en cinco laboratorios: dos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires –en Barracas y Villa Lugano- y tres en el conurbano -Esteban Echeverría y Ezeiza. En esos laboratorios encontramos de todo; es decir, no sólo pasta base sino también precursores químicos, tizas, ollas, etcétera. En ese mismo operativo descubrimos un centro de logística donde básicamente vaciaban los autos y los llenaban de droga, para luego trasladarla al conurbano. Es decir que esa droga era no sólo para exportación sino también para distribuir en el mercado local.

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Las evidencias que aportan la cantidad de droga decomisada, los laboratorios, etcétera, son muchas. Podría estar horas hablando de evidencias empíricas que demuestran que la Argentina no es sólo un país de tránsito sino que lamentablemente ha evolucionado en este negocio tan complejo hasta transformarse en un país de producción y consumo. Es una cuestión muy complicada. Cuando un país es de tránsito, el negocio de la droga es básicamente logístico; lo que buscan los narcotraficantes es controlar los puertos, los aeropuertos y las rutas por donde pasa la droga que luego va hacia los Estados Unidos y Europa. Ahora bien; como dije antes, el negocio fue evolucionando. En esos estadios intermedios se pagaba con droga; las personas que iban a vender droga a los Estados Unidos, no traían plata para pagar sino que entregaban droga a los muchachos que la traficaban en nuestro país. ¿Qué hacían estos con la droga? La vertían en el mercado. Si analizamos datos estadísticos reales de los últimos veinte años, no sólo de la Argentina sino de toda la región, advertiremos que el consumo se duplicó. Hoy día, casi el 3 por ciento de la población adulta consume cocaína de manera regular. Puede parecer un porcentaje menor, pero en realidad equivale a un millón de personas. Es decir que hay un millón de personas de entre 15 y 65 años que consume cocaína regularmente. Según datos de las Naciones Unidas, el 1 por ciento consume pasta base en cualquiera de sus formas –paco y demás- y el 8 por ciento, marihuana. Si excluimos al grupo etario correspondiente a la gente mayor, nos encontramos con que la prevalencia en la población joven es enorme. Tanto es así que las cifras nos ubican en el nivel más alto de América Latina y muy cercanos a los principales países consumidores del mundo: los Estados Unidos, España, etcétera. Luego me referiré a la solución mágica de la despenalización. Si se opta por ese camino, si no se mira bien la dimensión de esta problemática y lo grave que es, se estará cometiendo una equivocación. Volviendo a lo que comentaba anteriormente, al transformarse un negocio logístico en minorista, la pelea por ese negocio se da en la calle. Ya no importa solamente trasladar la droga; para los narcotraficantes, también es necesario que la droga llegue a cada rincón del país para que pueda ser vendida a nuestros hijos. Ahora bien; para que llegue a cada rincón del país, es preciso controlar el territorio. Eso es lo que vemos hoy en las calles; lo vemos como policías, como vecinos afectados, como padres y demás. Estos tipos se matan por controlar una zona, un quiosco o lo que fuere. Lamentablemente, ello genera mayores niveles de violencia y de inseguridad. Esto se puede palpar; antes, cuando una persona le robaba a otra una billetera o una cartera, prefería hacerlo cuando ésta se descuidaba. Hoy, en cambio, se inclina por apuntarle con un arma para robarle. Todo ello conlleva un mayor riesgo; en muchos casos –esto lo sabemos quienes hemos visitado penales-, la prevalencia de consumo entre personas en situación de conflicto con la ley, es enorme. Antes, se entraba a robar a una casa cuando no había nadie; hoy se lo hace cuando adentro hay gente. Cambió el tipo de delito; actualmente son más riesgosos y violentos. La droga tiene mucho que ver con esta modificación del patrón delictivo.

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¿Por qué creo que es una falacia la discusión sobre la despenalización? Mencionaré cinco argumentos clave sobre los que se discute poco. En estos días he visto cómo países como Holanda, que tiene su propia experiencia con idas y venidas, están analizando los problemas que generan estas soluciones mágicas. La despenalización como salida del problema se fundamenta en un principio básico: no criminalizar a la víctima –es decir, a la persona adicta-, porque en su ámbito individual puede hacer lo que quiere. Mientras consuma, es problema de ella. En otras palabras, amparándose en principios constitucionales, el mensaje es: hagan lo que quieran. Esto tiene patas cortas y también algunas falacias. Primero, el consumo de drogas no sólo es una agresión contra uno mismo –el doctor Grimson y otros médicos podrán explicarlo mejor- sino que además genera un montón de externalidades o problemas al resto de la sociedad. En primer lugar a la propia familia, que debe convivir con el drama de que en su seno haya una persona adicta. Pensemos en todo lo que ello significa: la familia ve cómo esa persona a la que tanto quieren se destruye frente a sus propios ojos, cómo les roban lo poco que tienen, etcétera. Segundo, bajo el efecto de la droga se cometen hechos aberrantes adrede y no adrede; es aberrante no sólo cuando una persona mata por un par de zapatillas sino también cuando atropella a otra con un auto o causa un accidente que produce la muerte de mucha gente inocente. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires realizamos controles de alcoholemia bastante exitosos, ya que logramos bajar un poco la prevalencia de consumo a la hora de conducir. De todas maneras, los parámetros obtenidos a partir de los estudios efectuados son altísimos a nivel internacional; casi el 3 por ciento de los chicos a los que realizamos controles, fundamentalmente en la zona de los boliches de la Costanera, tenían problemas de adicción y se encontraban drogados al conducir el vehículo. En cambio, si hablamos de consumo de alcohol, la proporción es del 0,6 por ciento; o sea que están más preparados, o más conscientes, respecto de ese tipo de control. Pero cuando hacemos controles sobre consumo de estupefacientes, los niveles son elevadísimos. Estos son los chicos que, en muchos casos, mueren en un accidente en la avenida del Libertador, en la avenida General Paz o en el Camino de Cintura. Entonces, la cuestión no es tan simple; no podemos decir que es un tema individual y que cada uno puede drogarse, desentendiéndonos del problema como sociedad. Por otra parte, si damos a los jóvenes el mensaje de que las drogas no son malas, el consumo va a aumentar. La Organización Mundial de la Salud sostiene que hay tres elementos que inciden en el aumento del consumo. El primero es la aceptación social; creer que las drogas no son malas, genera el efecto que tan bien explicaba la señora González. Hay chicos que no saben lo mal que les puede hacer la marihuana, el paco o la cocaína; piensan que si en la televisión dicen que está todo bien, es así. Pero no está todo bien y se comete una equivocación al darles ese mensaje. Esto genera una tercera cuestión, vinculada con los costos en materia de salud. La semana pasada, en Holanda se prohibió para los extranjeros el consumo de drogas. Como se recordará, en determinado momento ese país legalizó el consumo de todo tipo de drogas; luego, volvieron a penalizarlo salvo en el caso de la marihuana y el hachís en pequeñas

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cantidades. Ahora, como Holanda ya se había transformado en una especie de santuario donde los europeos iban a drogarse, establecieron una prohibición para todos los extranjeros. La medida se tomó fundamentalmente porque los costos en materia de salud se habían ido por las nubes. Teniendo en cuenta que nuestro sistema de salud está prácticamente colapsado, ¿le vamos a agregar la atención de este nivel de adictos hasta que termine de colapsar? ¿Estamos seguros de que lo que se pretende hacer es correcto? Por otra parte, si bien alguien puede creer que es posible terminar con el crimen organizado despenalizando el consumo –mejor dicho legalizando, porque eso es lo que hay detrás de la despenalización-, lo cierto es que muchos jóvenes adictos se verán obligados a delinquir para mantener su adicción. Lamentablemente, esto se observa en forma sistemática; es muy difícil que un chico con una adicción severa pueda financiar su consumo de drogas, ya que le resultará sumamente complicado conseguir un empleo formal. Estas situaciones las vemos una y otra vez en la Casa del Paco; los chicos salen a robar porque buscan conseguir en la calle lo que no obtienen en su casa. Las chicas salen a prostituirse a edades increíbles. En ese sentido, cuando nos toca ocupar funciones públicas como éstas, uno se da cuenta de lo terrible que es la calle y de las situaciones de vejamen que existen, sobre todo respecto de los menores. La droga genera un camino difícil y lamentablemente muchas veces esto se transforma en un problema sistémico. En realidad, no estamos reduciendo mágicamente la criminalidad. Creo que el debate de la despenalización esconde la verdadera responsabilidad del Estado, que no se hace cargo de sus falencias. Con el marco legal que tenemos hoy no podríamos hacer las cosas mejor, sino mucho mejor. Quisiera remarcar cuatro aspectos donde veo que existen problemas institucionales serios en la Argentina. En primer lugar, veo que hay pobre entramado institucional Cuando llegué a esta reunión estaban hablando un poco del tema de Gendarmería, escuchaba al doctor Grimson y demás. Pero pienso que hacemos todo mal en materia de seguridad: seguimos trayendo gendarmes a las ciudades, mientras que la droga pasa por las fronteras; seguimos sin radarizar nuestro espacio aéreo; sabemos cuáles son las principales rutas del traslado de la droga. Entonces, ¿por qué no hay en forma permanente escáneres móviles y fijos en esos pasos fronterizos? Las cosas pasan porque en realidad no trabajamos institucionalmente como debemos. Las instituciones se han ido debilitando, les damos funciones para las cuales no están preparadas, no ponemos los recursos que hacen falta para esto y, por ende, la Argentina se transforma en un colador, sobre todo cuando éste es un negocio que se inició en los principales países productores: Bolivia, Perú y Colombia. A medida que la presión aumentó en esos países, el negocio fue extendiéndose como un cáncer hacia otros lugares: primero se fue a México; luego, a Venezuela y a Brasil. Hoy se extiende hacia la Argentina. Si nosotros no tenemos barreras de entrada fuertes ni un sistema de defensa como corresponde, el problema va a instalarse de manera permanente en nuestro país y después va a ser mucho más difícil salir de eso.

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En segundo lugar, creo que hay que trabajar en aplicar castigos severos y en la desarticulación de redes. No creo en esto de que hay un adagio, que solamente levantan perejiles y demás. Por el contrario, pienso que hay que trabajar sobre todos: es tan malo el que trafica una tonelada como el que quiere venderle drogas a mi hija en la esquina de la escuela. Y ese tipo tiene que ir preso porque el negocio va desde la punta de la pirámide hasta su parte más baja. Necesitamos que haya castigos ejemplares y que se entienda que no es gratuito vender esa porquería a nuestros hijos. Hay un tercer tema muy importante que se hablaba en este panel. Yo llegué un poco más tarde y pensé que se trataba de otro panel, pero luego me enteré de que era el único. Me refiero a que hay que poner más esfuerzo en materia de prevención y educación. Otro dato que nos alarma mucho y que se está dando desde hace años es la baja en la edad de iniciación del consumo. Alguien aquí podrá corregirme si me equivoco, pero tengo entendido que cuanto más chicos son quienes empiezan a consumir sustancias, más probabilidades tienen de ser adictos al llegar a la adultez. Entonces, los que venden buscan chicos cada vez más chicos porque saben que los van a tener atrapados como clientes de allí en adelante. En esto hay que ser claros: si nosotros como sociedad damos un mensaje ambiguo a los jóvenes y no les explicamos que esto es un tour de muerte que no lleva a ningún lado, lamentablemente los números van a seguir creciendo, como lo han venido haciendo. Debemos poner todo el esfuerzo en prevención, en educación, en trabajar con nuestros jóvenes, en hacerlo codo a codo con las organizaciones sociales y para que quienes han sido víctimas de este flagelo cuenten sus verdaderas historias de vida y les hagan saber a los chicos en qué se están metiendo. Hay que tratar de tener modelos sociales que permitan la participación en campañas de prevención, para que los chicos entiendan que se puede ser sano y exitoso en la vida, que no hay que escaparse a través de las drogas porque eso no lleva a ninguna parte sino todo lo contrario: los lleva a hundirse. Eso también es un esfuerzo fundamental, como también lo es crear lugares terapéuticos donde se brinden mejores tratamientos, y con esto voy al último punto: no vaya a ser que por sancionar la despenalización los únicos que puedan tratar sus problemas de adicciones sean los ricos. La verdad es que el día en que saquemos al Estado la atención primaria de las adicciones, la posibilidad de que accedan a un tratamiento las personas de menores recursos van a ser casi nulas. Entonces, mi sensación es que hay un canto de sirena donde hay gente que tiene convicciones respecto de este tema, pero sin medir las consecuencias, sin haber estudiado lo que pasa en otros países y sin entender que, además, estas medidas no se pueden tomar unilateralmente porque vivimos en un mundo intercomunicado. Estos debates deben darse regional e internacionalmente. Creo que los principales mercados consumidores también tienen que asumir su responsabilidad. En mercados como Estados Unidos hubo un fuerte debate sobre eso, donde se ha planteado que son el principal consumidor de drogas del mundo y que tienen que hacerse cargo de cómo eso impacta a nivel global, y también en nuestros países, que lamentablemente participan de ese entramado.

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En definitiva, históricamente nuestro país tuvo niveles bajos, pero ahora han aumentado significativamente. La Argentina ha sido un país secundario del negocio, pero sus niveles de relevancia van aumentando y tenemos una dirigencia que mira hacia otro lado y habla de otras cosas. Como bien decía la señora González, es hora de que nos pongamos a controlar y a hablar sobre lo que pasa en América. Veamos un poco la calle y lo que pasa en la ciudad porque no hay soluciones fáciles para este problema. Las soluciones tienen que ser compresivas e integrales y deben abarcar las áreas de salud, educación y seguridad. Se trata de un camino largo, y si no tomamos definiciones claras y contundentes ahora, dentro de unos años tendremos que lamentarlo y viviremos situaciones como las que se viven en Brasil, en países vecinos al nuestro, donde el narcotráfico controla sectores enteros de las ciudades. En Brasil, por ejemplo, cuando matan a un narcotraficante se consideran dos días de duelo. Entonces, durante cuarenta y ocho horas queman los colectivos que circulan -con la gente adentro- en señal de duelo por ese narcotraficante que murió. Eso ocurre en Río de Janeiro, en San Pablo; no pasa en otro planeta. Eso hoy a nosotros nos parece extraño. Pero no vaya a ser que, así como lo que vivimos hoy en nuestros barrios y en nuestra ciudad era extraño hace diez o quince años y hoy nos resulta común, dentro de diez o quince años sea común que nos ocurra lo que lamentablemente les pasa a otros hermanos latinoamericanos por los insoportables niveles de violencia que existen, donde la gente vive realmente atemorizada y encerrada en su casa simplemente porque tiene miedo de circular por el espacio público. Muchas gracias por esta invitación. (Aplausos.) Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Quería informarles que he recibido un correo electrónico del señor diputado Amadeo, quien no pudo asistir a este encuentro. Por eso, con más razón quiero agradecer la presencia de la señora diputada Elsa Álvarez, ya que ella ha estado presente desde el inicio de la reunión. Lamento las ausencias porque la idea era, justamente, poder escuchar otras opiniones. Esperemos que eso se nos dé en la próxima oportunidad. ¿Alguien desea formular alguna pregunta al licenciado Eugenio Burzaco? Sra. Asesora.- Quería hacer una pregunta general a todos los panelistas. Reconociendo que la droga es un flagelo y que tiene que ver con la salud física, mental y con el tema espiritual, quería preguntar si los panelistas que han hablado aquí consideran que la penalización del consumo es disuasoria para el adicto. Es decir, si para el adicto la penalización del consumo es disuasoria en los países en los cuales está penalizada la droga, y no hablo necesariamente de la Argentina –donde actualmente está penalizada-, sino también en otros países. Asimismo, más allá de los fundamentos que puedan dar al respecto, quería saber si hay estadísticas en ese sentido. Por otra parte, quisiera saber qué efecto positivo tendría para el adicto y para la sociedad -cuestión que en parte ya ha sido respondida cuando

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el licenciado Burzaco hablaba del mensaje- la penalización del consumo mínimo. No estoy al tanto realmente de cómo se da esto, pero quisiera saber qué consecuencias positivas tendría para el adicto la penalización. Sr. Grimson.- En primer lugar, la ley argentina no penaliza al consumidor... Sra. Presidenta (Schmidt-Liermann).- Eso es una mala interpretación del debate. Sr. Grimson.- Todo el debate que yo hoy señalaba del año 89 -que es muy instructivo de leer- penaliza la tenencia para consumo. Se llegó a un acuerdo, sobre la base de una sugerencia de la ex ministra de Desarrollo Social, para que el consumidor no fuera penalizado. Si bien no hay una penalización para los consumidores, éstos son detenidos únicamente en caso de que hayan reincidido en un delito por el que fueron juzgados con anterioridad. No hay gente encarcelada por haber consumido; ése es un mito que inventó Aníbal Fernández, y que le gusta repetir una y otra vez. Lo mismo ocurre con los llamados “perejiles”; no se puede hablar despectivamente de un tipo que está en el circuito o de una modelo que introduce cocaína en su vagina para viajar de un país al otro, porque están dañando a muchísima gente. No están haciendo un chiste; no son perejiles. Aquellas modelos detectadas en España, que iban con un comandante y llevaban grandes cantidades de droga en sucesivos viajes, estaban dañando a mucha gente. Lo mismo puedo decir de los hijos del brigadier general Juliá, quienes trasladaron 940 kilos de droga en un avión sanitario. Todos sabemos que este tipo de aviones son utilizados en caso de emergencia; la única emergencia que tenían estas personas era su necesidad irrefrenable de conseguir dinero. Estoy seguro de que la no penalización estimula el consumo. Cuando llegamos con el padre Pepe… Sra. Asesora.- ¿Se refiere a la tenencia? Sr. Grimson.- Digo que la no penalización de todo el proceso vinculado con la droga, estimula el consumo. Como comentaba, cuando la Justicia dictó su fallo en el caso Arriola, fui con el padre Pepe a la villa donde está realizando su tarea –donde brindé asesoramiento para algunos proyectos que se están llevando adelante, que me parecen maravillosos- y pude advertir que la posición de los sacerdotes que trabajan en las villas es claramente contraria a la no penalización. Creen que con una medida de ese tipo se estimulará el consumo irrefrenable de drogas. Aquel día fuimos a la villa. Antes de estacionar, el padre Pepe avisó que venía en mi coche y que íbamos a entrar, para evitar que nos asaltaran en las tres cuadras que debíamos recorrer hasta la villa. Habiendo tomado esa precaución, cuando llegamos al lugar veo que chicos de entre 8 y 15 años que estaban fumando marihuana, nos aplauden. ¡Padre, se acabó! ¡Ahora se puede! ¿Qué es lo que se puede? No frenarse. Ese “no frenarse” es terriblemente perjudicial.

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Lo que decía el licenciado Burzaco acerca de Holanda es clarísimo. Además, quisiera agregar que en ese país se bajó la dosis de marihuana que se vende en los coffee shops; si no me equivoco, de 5 gramos bajó a un gramo por día. O sea, a una dosis mínima. Sin embargo, el problema no es la dosis mínima sino que hay una concepción que en los Estados Unidos fracasó. Cuando la revista Time descubre que la cocaína es usada en las fiestas, saca una tapa diciendo que había llegado la droga para las fiestas; en su artículo, sostenía que las fiestas se animaban, eran más duraderas, más intensas y divertidas porque la gente tomaba cocaína. La llamaron “droga recreativa”. El doctor Damín, profesor de Toxicología de la Universidad de Buenos Aires que actualmente se desempeña como jefe de la División Toxicología del Hospital “Juan A. Fernández”, le hace mal a la memoria de la doctora Vallejo, ya que ella fue la primera en colocar diez camas donde se atendían adictos dentro de la guardia del citado hospital; todo el mundo sabe que el único lugar apto para atender a una persona intoxicada en riesgo de vida es el Hospital Fernández. Esto se sabe de siempre; aunque una persona en esas condiciones esté en la otra punta de la ciudad, debe llegar al Hospital Fernández. El doctor Damín utiliza el concepto de “uso recreativo de la droga”; pero no existe tal uso, porque una vez que la persona se enganchó con la droga, lo recreativo se acabó. Permítaseme citar un ejemplo dramático. A cuatro cuadras de mi casa, un chico jugaba a la ruleta rusa. Como no sabía bien de qué se trataba, usó una pistola en lugar de un revólver. Todos sabemos que con este último, hay una posibilidad entre varias de que no haya bala en la recámara; con la pistola, esa posibilidad no existe. Este chico jugó a la ruleta rusa con una pistola, apretó el gatillo y se voló los sesos. Eran las doce de la noche de un día de semana, iban a una fiesta y estaban tomando en la “previa”. La previa es otro invento que tiene como objetivo llegar a la discoteca habiendo tomado antes. Hay un fenómeno posterior, sobre el que no existe ningún control policial, que es la fiesta después de la fiesta. Los boliches son abiertos a las 7 de la mañana para aquellos que ya consumieron, ya se divirtieron, pero quieren seguir. En este caso no se puede hablar de un porcentaje de adictos porque todos lo son; en la jerga se los conoce como “reventados”. Son los que pasan los días domingo sin descubrir que el sol sale, porque entran a esos boliches a las 7 de la mañana y salen a las 8 de la noche. Sra. Asesora.- ¿Qué paralelo se puede trazar respecto de las drogas legales? Por ejemplo, el cigarrillo o los psicofármacos. Sr. Grimson.- Ese es otro tema. Creo que en relación con el consumo de cigarrillo –el tabaco y la nicotina, para ser específico-, se avanzó bastante. La prohibición de fumar se cumple. Salvo en la Universidad de Buenos Aires, que es el único lugar donde se fuma más que antes -hay una especie de rebeldía en el sentido de creer que hay que ir a la facultad y fumar-, en todos aquellos lugares donde hay concurrencia pública no se consumen cigarrillos. Es más; si una persona fuma en un restaurante, otra pide que deje de hacerlo. Sra. Asesora.- Pero los cigarrillos se pueden comprar.

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Sr. Grimson.- Sí; pero no pueden ser usados públicamente, lo que induce a la disminución de su consumo. Todas las personas que conozco que encienden un cigarrillo cuando todavía no terminaron con el que están fumando, me comentan que están fumando mucho menos que antes porque no les resulta fácil hacerlo en lugares públicos. Si van a un sitio donde se está jugando a las cartas y quieren fumar, les piden que no lo hagan. Entonces dejan de hacerlo, porque sienten que quedan desprestigiados socialmente. Sr. Burzaco.- Tanto los estudios hechos en la época de la llamada “ley seca” como los que ahora se realizan respecto del cigarrillo, demuestran que la baja disponibilidad y las dificultades para consumir reducen los niveles de consumo. A mi entender, si trazamos un paralelo entre el uso de cualquier tipo de droga ilegal y el cigarrillo, no obtenemos resultados lineales porque estamos dejando fuera muchos de los factores que cité durante mi exposición. Por ejemplo, no sólo resulta afectada la persona que consume. Las principales prohibiciones al consumo de cigarrillo apuntan a que no se vean afectadas terceras personas inocentes. En este sentido, la situación es terriblemente restrictiva. Actualmente, en los restaurantes ya ni siquiera hay sitios para fumadores para evitar que tanto los mozos como la clientela se vean afectados; la prohibición no tiene por objeto restringir la libertad de fumar sino evitar que un tercero fume pasivamente. Como bien decía el doctor Grimson, la prohibición no es al consumo sino a la tenencia para consumo. La Organización Mundial de la Salud, que ha realizado muchos estudios sobre el tema de las adicciones –recomiendo leerlos o bien ingresar al sitio de las Naciones Unidas para obtener información-, es bastante contundente en ese sentido. Hay países –como Holanda, por ejemplo- que han vuelto a trabajar en sistemas de salud más desarrollados, con mayores recursos y demás. Entonces me pregunto si en la Argentina estamos en condiciones de experimentar respecto de esta cuestión, con los niveles de prevalencia y conflictividad que tenemos y con un sistema de salud que no da abasto para atender este tipo de situaciones. Sra. Asesora.- Algunas resoluciones dictadas en 2009 por las Naciones Unidas –no soy especialista en el tema, pero he leído un poco antes de concurrir a esta reunión-, se refieren a la disminución del consumo; no a la penalización. Por eso pregunté si estas medidas son disuasorias. Sr. Grimson.- De acuerdo con las estadísticas de las Naciones Unidas, informadas por el director ejecutivo de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito –el doctor Costa, de Italia-, se logró frenar el incremento que venía dándose desde hacía diez años. Si hablamos del sistema educativo de los Estados Unidos –concretamente, a la parte que equivaldría a los últimos años de nuestro secundario-, las cifras marcan una estabilidad; no un crecimiento. Sra. Asesora.- ¿Qué fue lo que motivó ese cambio?

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Sr. Grimson.- No se sabe, pero lo cierto es que se desarrolla una serie de acciones en todos lados. En los Estados Unidos, al existir un régimen excesivamente federal –a mi modo de ver-, no hay un ministerio de educación que regule lo que deben hacer los distintos estados. En aquellos que he visitado, como California y otros de la región sudoeste, se han desarrollado programas preventivos, de capacitación laboral, de desarrollo de actividades teatrales, etcétera. La gente emprende tareas que la satisfacen; entonces, al lograr una satisfacción real evita caer en otras que son espurias. Lograr una situación de estabilidad es importante, porque a partir de allí se puede llegar a la disminución del consumo. Sin estabilidad, no hay forma de hacerlo porque los picos siguen existiendo. Sra. Asesora.- Se ha hablado de consumo y de tenencia para consumo. Me gustaría entender claramente cuál es la diferencia. Sr. Grimson.- En el primer caso, la persona consume en el momento. En el segundo, se prepara para consumir. Esto tiene que ver con no establecer sanciones en una instancia ligada con un proceso muy complicado donde la persona está enferma. Quien necesita consumir tiene algún grado de abstinencia que lo mortifica. El legislador de 1989 consideró en este sentido que sería penoso castigar a quien está obligado a consumir por una necesidad imperiosa. El otro es quien está pensando que va a consumir, y además hay muchos delincuentes que dicen que consumen y si se les pregunta cuánto dicen, por ejemplo, “10 gramos de cocaína por día”; en ese caso no es que consuma sino que quiere consumir y/o vender. Entonces, el mini-traficante o el adicto traficante también es un fenómeno a considerar. Al llevar pocas unidades -por ejemplo, 10 porros- en el bolsillo, la disculpa ante la policía al decir: “Es para mi consumo personal”, pero hay un mito en esto. El consumo personal también es algo delictivo. El legislador del 89 ha mantenido prudencia al no castigarlo; se discutió mucho al respecto y está en las versiones taquigráficas de la Cámara. Sra. Presidenta (Schmidt Liermann).- Para finalizar, ya que no tenemos más preguntas, quisiera dar mis conclusiones. Evidentemente es importante la percepción del riesgo, si el consumo es tolerado socialmente alguna implicancia tendrá a futuro. No se debe tomar el tema con liviandad. Es importante hacer algo a la brevedad y no debatir sobre cuestiones quizá más abstractas y que no se corresponden con una realidad urgente que nos está demandando focalizar nuestro trabajo en otras áreas. Por otra parte, independientemente del tema de la marihuana en sí misma, me preocupa, según los datos actuales enunciados en el panel anterior -en especial los representantes del Observatorio y la doctora-, la incidencia que existe en cuanto a la tendencia de consumo en los menores, sobre todo los escolarizados, en especial el tema del alcoholismo, que me parece que es una problemática que debiéramos abordar de manera consecuente. Realmente se debiera considerar al alcoholismo como adicción; creo que esto no ocurre debido a la tolerancia social que existe –como lo que se ha hablado de “la previa”, por ejemplo-, pero por los números que se han

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dado realmente demuestran que la situación es preocupante, al igual que la relación existente entre un aumento del consumo de alcohol y drogas y el hecho de que los padres no sepan lo que los chicos ven en Internet o en televisión o dónde están. Para mí fue muy interesante este punto, dado que hay una relación concreta. Creo que son áreas en las que uno podría trabajar. Agradezco mucho la presencia de todos. El 12 de junio tendremos una audiencia pública y espero poder contar con ustedes. Personalmente quiero decir que esta reunión fue muy informativa. Pasaremos el proyecto a las comisiones de Cultura –lo inicié desde dicha comisión porque me preocupa esta cultura que tenemos respecto a las adicciones-, de Prevención de Adicciones y Control del Narcotráfico, de Educación, de Acción Social y Salud Pública y Legislación Penal. Nuevamente les agradezco a todos su presencia, sobre todo a quienes se han podido quedar hasta el final. Esperemos que en una próxima oportunidad podamos escuchar otras campanas y conocer otras visiones. Muchas gracias a todos. (Aplausos.) - Es la hora 18 y 04.