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Plataformas para la abundancia roja — Nick Dyer-Witheford viación de los pasos discretos necesarios para completar una ecua- ción. Tal análisis, sugieren, demuestra que las objeciones de las oponentes están basadas en métodos “patológicamente ineficien- tes” (Cockshott & Zachariah, 2012). La estructura de entrada- salida de la economía es, dicen, “dispersa” –es decir, solo una mínima fracción de los bienes son utilizados directamente para producir cualquier otro bien. No todo es una entrada para todo el resto: el yogur no es utilizado para producir acero. La mayor parte de las ecuaciones que se invocan para sugerir complejida- des insuperables son por lo tanto gratuitas. Es posible diseñar un algoritmo para encontrar atajos en las tablas de entrada-salida, ignorando las entradas en blanco, repitiendo el proceso iterativa- mente hasta que se alcanza un resultado con un orden de precisión aceptable. El tiempo podría reducirse masivamente por la velocidad de procesamiento computacional predicha por la Ley de Moore. Su- gerir que la planificación económica de alto nivel se realice en una “máquina de escritorio” resulta poco sincero. De acuerdo con una comunicación electrónica con Benjamin Peters, en 1969 (la época de Abundancia Roja) el “caballo de tiro indisputable” de la econo- mía informática soviética era la BESM-6 (“bolshaya electroniches- kaya schetnaya mashina”, literalmente “gran máquina calculadora electrónica”), que podría operar a una velocidad de 800.000 flops u “operaciones flotantes por segundo”, es decir, a 8 megaflops, o 10 6 flops. En 2013, no obstante, las supercomputadoras utilizadas en el modelado climático, testeo de materiales y cálculos astronó- micos generalmente sobrepasan los 10 cuadrillones de flops o diez “teraflops”. La mayor al momento de escribir este articulo es la Titán de Cray, en el Oak Ridge National Laboratory, alcanzando unos 17,6 petaflops, es decir 10 15 flops (Wikipedia, 2013b). Las computadoras con una capacidad de 1 “exaflop”, o 10 18 flops, han sido predichas para el 2019 en China (Dorrier, 2012). Por lo tanto, como dice Peters (2012), “otorgándole a las soviéticas unos gene- rosos 10 7 flops en 1969, podemos encontrar que 10 18 - 10 7 = 10 11 … es decir un incremento de 100.000.000.000 de veces”. Con estas capacidades, se vuelve plausible la sugerencia de Cockshott y Cottrell donde los requerimientos computacionales de 18

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Plataformas para la abundancia roja — Nick Dyer-Witheford

viación de los pasos discretos necesarios para completar una ecua-ción. Tal análisis, sugieren, demuestra que las objeciones de lasoponentes están basadas en métodos “patológicamente ineficien-tes” (Cockshott & Zachariah, 2012). La estructura de entrada-salida de la economía es, dicen, “dispersa” –es decir, solo unamínima fracción de los bienes son utilizados directamente paraproducir cualquier otro bien. No todo es una entrada para todoel resto: el yogur no es utilizado para producir acero. La mayorparte de las ecuaciones que se invocan para sugerir complejida-des insuperables son por lo tanto gratuitas. Es posible diseñar unalgoritmo para encontrar atajos en las tablas de entrada-salida,ignorando las entradas en blanco, repitiendo el proceso iterativa-mente hasta que se alcanza un resultado con un orden de precisiónaceptable.

El tiempo podría reducirse masivamente por la velocidad deprocesamiento computacional predicha por la Ley de Moore. Su-gerir que la planificación económica de alto nivel se realice en una“máquina de escritorio” resulta poco sincero. De acuerdo con unacomunicación electrónica con Benjamin Peters, en 1969 (la épocade Abundancia Roja) el “caballo de tiro indisputable” de la econo-mía informática soviética era la BESM-6 (“bolshaya electroniches-kaya schetnaya mashina”, literalmente “gran máquina calculadoraelectrónica”), que podría operar a una velocidad de 800.000 flopsu “operaciones flotantes por segundo”, es decir, a 8 megaflops, o106 flops. En 2013, no obstante, las supercomputadoras utilizadasen el modelado climático, testeo de materiales y cálculos astronó-micos generalmente sobrepasan los 10 cuadrillones de flops o diez“teraflops”. La mayor al momento de escribir este articulo es laTitán de Cray, en el Oak Ridge National Laboratory, alcanzandounos 17,6 petaflops, es decir 1015 flops (Wikipedia, 2013b). Lascomputadoras con una capacidad de 1 “exaflop”, o 1018 flops, hansido predichas para el 2019 en China (Dorrier, 2012). Por lo tanto,como dice Peters (2012), “otorgándole a las soviéticas unos gene-rosos 107 flops en 1969, podemos encontrar que 1018 - 107 = 1011

… es decir un incremento de 100.000.000.000 de veces”.

Con estas capacidades, se vuelve plausible la sugerencia deCockshott y Cottrell donde los requerimientos computacionales de

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lismo, el trabajo sería remunerado en certificados de trabajo. Unahora de trabajo podría ser intercambiada por aquellos bienes querequieran la misma cantidad de tiempo social promedio para serproducidos. Los certificados quedarían extintos en el acto, siendoincapaces de circular ni ser utilizados para especular. Como lastrabajadoras son retribuidas con el valor social completo, no ha-bría ganancias ni capitalistas para dirigir la distribución de losrecursos. De todas formas las trabajadoras pagarían un impuestoque establezca un pozo de recursos en tiempo productivo, disponi-ble para las inversiones sociales hechas por mesas de planificacióncuyos mandatos serían establecidos por decisiones democráticassobre objetivos sociales generales.

El tiempo de trabajo provee “la unidad objetiva de valor” delNuevo Socialismo (Cockshott & A., 1993). En este punto son in-vocadas las capacidades de la tecnología informática. Tal sistemarequeriría la enumeración del tiempo de trabajo utilizado, tantodirecta como indirectamente, en la creación de bienes y servicios,para evaluar la cantidad de certificados necesarios y también parahabilitar la planificación económica. La tabla de entrada-salidareaparece, poniendo especial atención en el tiempo de trabajo,tanto como una entrada necesaria para la producción de bienescomo una salida que requiere a su vez las entradas del entrena-miento y la educación. No obstante, aquí las Nuevas Socialistasdeben confrontar una objeción básica. Desde la caída de la URSSse ha aceptado convencionalmente que la escala del procesamien-to de información que intentaron las cibernéticas soviéticas erasimplemente demasiado grande. En los ’80, Nove (1983) sugeríaque tal esfuerzo, involucrando la producción de unos doce millo-nes de ítems discretos, demandaría una complejidad de cálculosde entrada-salida imposible aun con computadoras. Esto fue repe-tido en las discusiones recientes sobre Abundancia roja, donde lascríticas de la planificación central sugerían que aun con la “má-quina de escritorio” actual, resolver las ecuaciones tomaría “algoasí como mil años” (Shalizi, 2012).

La respuesta de Cockshott y Cottrell involucra más herramien-tas, tanto conceptuales como técnicas. Los avances teoréticos sontomados de ramas de la ciencia informática que tratan con la abre-

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caer en la “servidumbre” de la subyugación estatista que predijoHayek (1944).

Algoritmos laboralesA pesar de la caída del socialismo real, la idea de la planifica-

ción central computarizada continuó siendo desarrollada por pe-queños grupos de teóricas, que han avanzado su alcance conceptualmas allá de lo que habían intentando las cibernéticas soviéticas.Dos escuelas han sido de fundamental importancia: el “Nuevo So-cialismo” de los científicos informáticos escoceses Paul Cockshotty Alan Cottrell (1993) y la “Escuela de Bremen” alemana, inclu-yendo a Peter Arno (2002) y Heinz Dieterich (2006), el últimode los cuales es un militante del “Socialismo del Siglo XXI” alestilo venezolano. Estas tendencias han convergido recientemente(Cockshott, Cottrell, & Dieterich, 2010). Sin embargo, como muypocas obras de la Escuela de Bremen han sido traducidas, el fo-co aquí estará puesto sobre el Nuevo Socialismo de Cockshott yCottrell.

La marca distintiva del proyecto del Nuevo Socialismo es elrigor marxista clásico. De esta forma, la planificación por super-computadoras del siglo XXI sigue al pie de la letra la lógica dela Crítica al Programa de Gotha (Marx, 1970) de finales del sigloXIX, que sugería que en el primer estadío del comunismo, antesque las condiciones de abundancia permitan el “a cada cual segúnsu necesidad”, la remuneración sería determinada por la cantidadde horas socialmente necesarias requeridas para la producción debienes y servicios. En el espacio de trabajo capitalista, las trabaja-doras son pagadas por la reproducción de su capacidad de trabajoy no por el trabajo realmente extraído de ellas. Esto es lo quepermite al capitalismo asegurarse la plusvalía.

La eliminación de este estado de hechos, dicen Cockshott yCottrell, requiere nada menos que la abolición del dinero –es de-cir, la eliminación del medio general de intercambio que, a travésde una serie de metamorfosis desde y hacia la forma mercancía,crea el valor auto-expandible que es el capital. En su Nuevo Socia-

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Nick Dyer-Witheford

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En Defensa del Software LibreEn Defensa del Software Libre es una revista de teoríasobre Software y Cultura Libres. Se edita en papel yse distribuye gratuita y libremente en formato digital.

©2019– En Defensa del Software Libre.https://endefensadelsl.org

Salvo donde se exprese lo contrario, los artículos y la edición seliberan bajo la Licencia de Producción de Pares.

https://endefensadelsl.org/ppl_deed_es.html

La falla de la URSS por adaptarse al mundo del software ylas redes contribuyó a su derrota económica y militar ante EEUU.Su desintegración, donde, como demostraba Alec Nove (1983), loscuellos de botella de información y la falsificación de reportes ju-garon un rol preponderante, pareció reivindicar a los economistasaustriacos. Las alabanzas de Hayek a la catalaxia del mercado sevolvieron centrales al “pensamiento colectivo neoliberal” (Mirows-ki, 2009) que lideró la marcha victoriosa del capitalismo global.

La presión combinada del desastre práctico de la URSS y elargumento teórico de la escuela de Austria ejerció una fuerza enor-me dentro de lo que quedaba de la izquierda, presionándola parareducir y redefinir el límite de sus aspiraciones radicales a, co-mo mucho, una economía de empresas colectivamente apropiadas,coordinadas por señales de precios. Las muchas variantes de tal“socialismo de mercado” han provocado el rechazo de las marxis-tas que se resisten al intercambio de mercancías. Tal vez porquele otorgan al mercado las mismas funciones de procesamiento au-tomático de información que los economistas austríacos y las so-cialistas de mercado, pueden tocar temas como la innovación tec-nológica o la disponibilidad de datos públicos, pero no pareceninvolucrarse profundamente con las potencialidades de la compu-tación moderna.

En la actualidad y después de la crisis, decir que los mercadosson máquinas infalibles de información puede sonar menos creí-ble que un cuarto de siglo atrás. El parasitario robo energéticoque subyace a las transmisiones de señales de precios (es decirla explotación en el momento de la producción), la incapacidadde los intercambios individuales de mercancías para registrar lasconsecuencias colectivas (las llamadas “externalidades”) y la recur-sividad de un sistema crematístico3 que se vuelve sobre sí mismoen la especulación financiera destacan cada vez mas en el medio dela implosión económica y ecológica del capital global. Pero la iden-tificación de estas fallas no excusa a las comunistas de especificarcómo otro sistema de distribución de recursos podría funcionar, sin

3Conocimientos y estudios referidos a la producción y la distribución de lariqueza. (Nota de la traducción.)

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Las científicas informáticas soviéticas se propusieron resolvereste problema. Ya en los ’30, Kantorovich había mejorado las ta-blas de entrada-salida con el método matemático de programaciónlineal, que estimaba, u “optimizaba”, la mejor combinación de téc-nicas de producción necesarias para un objetivo. Las cibernéticasde los ’60 intentaron implementar ese descubrimiento a escala ma-siva, estableciendo una infraestructura informática moderna ca-paz de procesar los millones de cálculos requeridos por Gosplan,la Mesa Estatal de Planificación que supervisaba los planes quin-quenales económicos. Luego de una década de experimentación,su intento colapsó, frustrado por el lamentable estado de la in-dustria informática soviética –que al estar dos décadas atrasadacon respecto a los EEUU, se perdió la revolución de la compu-tadora personal y no desarrolló un equivalente a Internet. Por lotanto era totalmente inadecuado para lo que se proponía lograr.Además tenía la oposición de la nomenklatura2, que veía en laplanificación informática una amenaza a su poder burocrático yapuró el abandono del proyecto (Castells, 2000; Gerovitch, 2008;Peters, 2012).

Este no fue el único proyecto sobre “cibernética revolucionaria”del siglo XXI. Igual de remarcable fue el intento del gobierno deSalvador Allende en Chile por introducir una versión descentrali-zada de planificación electrónica, el Proyecto Cybersyn (Medina,2011). Liderado por el cibernético canadiense Stafford Beer, fueconcebido como un sistema de comunicación y control que habili-taría al gobierno socialista a recolectar información económica ypresentarla a quienes tomaban las decisiones políticas, aun cuan-do incluía en su tecnología salvaguardas contra la microgestiónestatal y estímulos para discusiones multilaterales sobre la pla-nificación. Este fue un intento de ingeniería sociotécnica para elsocialismo democrático que hoy en día parece más atractivo quelas maniobras post-estalinistas de las planificadoras soviéticas. Pe-ro se encontró con un destino más brutal: el Proyecto Cybersynfue exterminado por el golpe pinochetista de 1973.

2Lista o clase de personas selectas que conformaban el alto mando de laburocracia sovietica. (Nota de la traducción.)

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Ud. es libre de• Compartir - copiar, distribuir, ejecutar y comunicar pública-

mente la obra

• Hacer obras derivadas

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rante el ultimo año de la Segunda Guerra Mundial, Hayek bienpodría haberse referido a las gigantes mainframes del ProyectoManhattan, porque lo que estaba proponiendo era que el mercadoactúa como un motor de cálculo automático: una computadora.

Este es, sin embargo, un argumento contra el socialismo dedoble filo. Si el mercado actúa como una computadora, ¿por quéno reemplazarlo por una? Si la planificación centralizada sufría deun problema de cálculo, ¿por qué no resolverla con máquinas decálculo reales? Este fue precisamente el argumento del oponentede Hayek, el economista Oskar Lange, que refiriéndose en retros-pectiva al debate sobre el “cálculo socialista”, remarcaba: “Hoymi tarea hubiera sido mucho más simple. Mi respuesta a Hayekhubiera sido: ¿cuál es el problema? Pongamos las ecuaciones simul-táneas en una computadora electrónica y obtendremos la soluciónen menos de un segundo” (Lange, 1967). Este era el proyecto delas cibernéticas de Abundancia roja, un proyecto motivado por larealización de que la aparentemente exitosa economía industrialsoviética, pese a sus triunfos en los ’40 y ’50, se estaba estancandoen medio de la incoherencia organizativa y los cuellos de botellainformacionales.

Su esfuerzo dependió de una herramienta conceptual, la tablade entrada-salida, cuyo desarrollo está asociado a dos matemáti-cos rusos: el emigrado Wassily Leontief, que trabajó en EEUU yel soviético Kantorovich, protagonista de Abundancia roja. Lastablas de entrada-salida –que recientemente se han descubiertoparte del fundamento intelectual del algoritmo PageRank de Goo-gle (Franceschet, 2010)– trazan la compleja interdependencia deuna economía moderna al mostrar cómo las salidas de una indus-tria (por ejemplo el acero o el algodón) proveen las entradas paraotras (automóviles o ropa), de forma que puede estimarse el cam-bio en la demanda resultante de un cambio en la producción debienes. En los ’60 estas tablas eran un instrumento aceptado porlas organizaciones industriales de gran escala: el trabajo de Leon-tief incidió en la logística del bombardeo masivo a Alemania porparte de las fuerzas aéreas estadounidenses. No obstante, se creíaque la complejidad de una economía nacional completa impedíasu aplicación a tal nivel.

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¿El capitalismo es una computadora?Las filósofas digitales sugieren que el universo podría ser una si-

mulación por computadoras programada por extraterrestres. Sininvolucrarse en esta posición, hay motivos para considerar unaproposición intermedia, es decir que el capitalismo es una compu-tadora. Esta es la contienda implícita en una de las más seriasrespuestas intelectuales al pensamiento comunista, “el problemadel cálculo socialista”, formulado por economistas de la escuela deAustria como Ludwig von Mises (1935) y Frederick Hayek (1945).Escribiendo en el período definido por el éxito de la revoluciónrusa, estos economistas atacaron las premisas y la factibilidad dela economía centralmente planificada. Todos los sistemas sociales,reconocían, necesitan una forma de planificación de recursos. Elmercado, sin embargo, funciona como un plan distribuido, espon-táneo, emergente y no-coercitivo –lo que Hayek llamó la “catala-xia” (1976). Los precios proveen una señal sinóptica y abstractasobre condiciones y necesidades cambiantes y heterogéneas a losque la inversión empresarial responde. Una economía comandada,en contraste, debe ser a la vez despótica e impráctica, porque elcálculo de una distribución óptima de recursos escasos depende deinnumerables conocimientos locales sobre las necesidades de con-sumo y las condiciones de producción que ningún método centralde reporte podría compilar y evaluar.

Por lo tanto los economistas austríacos ofrecían una versiónactualizada de la “mano invisible” del capital de Adam Smith,ahora reconvertida en un sistema de información cuasi cibernético:

Es más que metafórico describir el sistema de precioscomo una especie de maquinaria para registrar el cam-bio, o como un sistema de telecomunicaciones que per-mite a las productoras individuales observar algunospuntos como una ingeniera observa las indicaciones deun medidor, para poder ajustar sus actividades a cam-bios de los que no podrían saber más que lo que serefleja en el movimiento de precios (Hayek, 1945).

Aunque se refería a las telecomunicaciones y la ingeniería du-

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Entendiendo que• Renuncia - Alguna de estas condiciones puede no aplicarse

si se obtiene el permiso del titular de los derechos de autor.

• Dominio Público - Cuando la obra o alguno de sus ele-mentos se halle en el dominio público según la ley vigenteaplicable, esta situación no quedará afectada por la licencia.

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teleológicos y evolucionistas, incluyendo las coreografías esquemá-ticas de fuerzas y relaciones de producción, deben ser rechazados.Resulta tan importante, sin embargo, como evitar por el contrarioun determinismo humanista, que exagera la autonomía y el privile-gio ontológico del “hombre contra la máquina”. Aquí, los modos deproducción y las luchas que los convulsionan, son entendidos comocombinaciones de agentes humanos y mecánicos, enredados, híbri-dos y co-determinados “ensamblajes deleuzo-delandianos” (Thor-burn, 2013).

Es por esto que la estimación que me enviara Benjamin Peters,historiador de la cibernética soviética, comparando las máquinasque los planificadores de Abundancia roja tenían a disposición en,digamos 1969, con la computadora mas rápida de 2019 arroja queel poder de procesamiento de esta última representará “aproxima-damente un aumento de 100 mil millones de veces en operacionespor segundo” resulta excitante, un hecho que es, como remarcaPeters, “no significativo en sí mismo pero aun así sugestivo”. Elargumento que sigue explora esta sugestividad. Este artículo tratasobre la línea más directa en la continuidad de la cibernética sovié-tica en cuanto a teorización de formas de planificación económicabasada en algoritmos de tiempo de trabajo y supercomputación.Ademas discute las preocupaciones sobre el autoritarismo en laplanificación centralizada y como es afectado por los medios so-ciales y los agentes de software, antes de pasar a considerar sila planificación se vuelve redundante en un mundo de autómatas,junto con la copia y la replicación. Como respuesta parcial a la úl-tima pregunta, este artículo recorre el rol de la cibernética dentrode la bio-crisis planetaria, concluyendo con algunas observacionesgenerales sobre la cibernética en el “horizonte comunista” actual(Dean, 2012). Primero, no obstante, revisa algunos de los proble-mas, tanto prácticos como teóricos, con los que se encontraron losplanificadores soviéticos de Abundancia roja.

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Plataformas para la abundancia roja — Nick Dyer-Witheford

con imaginarias y poniéndolas en acción en los pasillos del Krem-lin, colectivos rurales, fábricas industriales y la ciudad científicasiberiana de Akademgorodok, Abundancia roja tuvo éxito en laimprobable misión de convertir la planificación cibernética en unlibro atrapante. Pero el interés que atrajo por parte de economis-tas, informáticas y activistas políticas no fue solo por la narrativacientífica y la intriga política. También le debió mucho al momen-to en que se publicó. Al aparecer en medio de la austeridad yel desempleo, con el mercado global todavía al borde del colap-so, Abundancia roja puede interpretarse de distintas formas: a)como un cuento con moraleja que al retrotraernos a las debaclessoviéticas nos recuerda que el capitalismo sigue existiendo, auncuando no funcione del todo bien (“no hay otra alternativa”); ob) contraintuitivamente, como una recolección de potencialidadesno realizadas, no solo susurrando el pintoresco eslogan altermun-dialista “otro mundo es posible”, sino lo que David Harvey (2010)identifica como la otra posibilidad, más fuerte y subversiva, la del“otro comunismo”.

Este artículo toma la novela de Spufford como el punto departida desde el que examinar las plataformas informáticas queserían necesarias para una “abundancia roja” contemporánea. Noes una discusión sobre los méritos o deméritos del hacktivismo, ladesobediencia digital, los entramados electrónicos de las luchas,twits en las calles o las revoluciones por Facebook, sino del comu-nismo digital. Este tema ya ha sido tratado por una ola de repen-sadoras de la vida luego del capitalismo iniciada por la implosiónde la URSS en 1989, en propuestas como “economía participati-va” (Albert & Hahnel, 1991), un “nuevo socialismo” (Cockshott& A., 1993), “socialismo del siglo XXI” (Dieterich, 2006) o formade “commonwealth” (Hardt & Negri, 2009). Al contrario de estasfuentes, este ensayo no intenta proveer cianotipos detallados, amenudo competitivos, para una sociedad nueva, sino lo que Gregde Peuter llamaba (en una conversación privada), “rojotipos”, esdecir orientaciones aproximativas a posibilidades revolucionarias.

Al discutir informática y comunismo resulta casi imposible es-capar a las acusaciones de abandono de las luchas por un deter-minismo mecanicista. Ciertamente todos los modelos automáticos,

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Índice general

1 Plataformas para la abundancia roja — Nick Dyer-Witheford 9Introducción: Abundancia roja . . . . . . . . . . . . . . 9¿El capitalismo es una computadora? . . . . . . . . . . . 12Algoritmos laborales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16Agentes comunistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21Autómatas, copias y replicadoras . . . . . . . . . . . . . 25Infraestructuras de conocimiento en el Antropoceno . . 31Conclusión: ¿Por el K-omunismo? . . . . . . . . . . . . . 33

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Índice general

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Plataformas para laabundancia roja—Nick Dyer-Witheford—

Publicado originalmente en Culture Machine Vol. 141

(2013) como “Red Plenty Platforms”. Traducción porfauno y corregido por minitrue y KaZe. Publicado bajola Licencia de Producción de Pares con permiso delautor.

Introducción: Abundancia rojaPoco después de la gran caída de Wall Street del 2008, una

novela acerca de eventos históricos oscuros y remotos proveía uninesperado punto de discusión sobre la crisis en marcha. Abundan-cia roja, de Francis Spufford (2010), ofrecía un recuento ficciona-lizado del intento fallido de los cibernéticos soviéticos de los ’60por establecer un sistema completamente computarizado de plani-ficación económica. Mezclando figuras históricas –Leonid Kantoro-vich, inventor de las ecuaciones de programación lineal, Sergei Ale-xeievich Lebedev, pionero del diseño de computadoras soviéticas,Nikita Khrushchev, Secretario General del Partido Comunista–

1http://www.culturemachine.net/index.php/cm/issue/view/25

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Bibliografía

Castells, M. (2000). The Rise of the Network Society (2nd ed.).Oxford: Blackwell.

Castoriadis, C. (1972). Workers’ Councils and the Economicsof a Self-Managed Society. Marxists.org. Accedido desde http://www.marxists.org/archive/castoriadis/1972/workerscouncils.htm

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la planificación económica de gran escala pueden ser manejadospor instalaciones comparables a las de las estaciones meteorológi-cas actuales. El “problema de cálculo”, no obstante, no solo invo-lucra el procesamiento de los datos sino también su disponibilidad.La crítica de Hayek no pasa solo por la velocidad imposible con laque las planificadoras centralistas deberían procesar las cifras eco-nómicas, sino que esos números no existen hasta el momento de lafijación del precio, que provee una medida de otra forma ausentede performance de la producción y actividad del consumo. De nue-vo, Cockshott y Cottrell sugieren que la respuesta está en el usode computadoras para la recolección de información económica.Escribiendo en los ’90 e invocando los niveles de infraestructu-ra de red disponibles en la Inglaterra del momento, sugieren unsistema de coordinación compuesto por unas pocas computado-ras personales en cada unidad productiva, que usando paquetesde programación estándar procesarían los datos de la producciónlocal y los enviarían por “teletipo”4 a una instalación de planifi-cación central, que cada 20 minutos respondería por señales deradio con los datos ajustados estadísticamente, para ser reutiliza-dos en el nivel local. Este escenario recuerda mucho al destartaladotecno-futurismo que nos muestra Terry Gilliam en Brazil. Para ac-tualizar a las Nuevas Socialistas deberíamos referirnos más biena la iconoclasta visión de Fredric Jameson sobre Wal-Mart como“la silueta del futuro utópico avecinándose entre la niebla” (2009).El punto es que si por un momento ignoramos la explotación detrabajadoras y proveedoras, Wal-Mart es una entidad cuyos co-losales poderes organizativos modelan los procesos planificativosnecesarios para elevar los estándares globales de vida. Como Jame-son reconoce y otras autoras documentan en detalle (Lichtenstein,2006), este poder descansa sobre las computadoras, las redes y lainformación. Para mediados de los 2000, los centros de datos deWal-Mart procesaban activamente más de 680 millones de produc-tos distintos por semana y más de 20 millones de transaccionesde venta por día, todo esto facilitado por un sistema computacio-nal solo seguido en capacidad por el del Pentágono. Los escáneres

4Red similar a la telefónica, utilizada para la transmisión de datos meca-nográficos. (Nota de la traducción.)

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de código de barras y las computadoras en los puntos de ventaidentifican cada ítem vendido y almacenan su información. Lascomunicaciones satelitales vinculan a las tiendas con el sistemacentral y esta a su vez con las computadoras de los proveedores,posibilitando el re-abastecimiento automático. La adopción tem-prana de los códigos universales de producto llevaron a un “estadíomás alto” requiriendo que todos los productos lleven etiquetas deIdentificación por Radio Frecuencia (RFID) para permitir el se-guimiento de mercancías, trabajadoras y consumidoras dentro ymás allá de la cadena de suministro global.

Wal-Mart resulta importante porque se encuentra “en la van-guardia de un cambio5 sísmico en el imaginario corporativo”. Esun cambio que vincula la noción de “revolución de la logística” conla “producción justo a tiempo” y “aprovecha las tecnologías digi-tales y cibernéticas emergentes para la gestión de la producción,distribución y ventas de la forma más veloz y eficiente” (Haiven& Stoneman, 2009). Este cambio es estimulado por la emergenciade la “Internet de las cosas”, que relaciona la información digitalcon las cosas físicas del mundo real a través de una red de pro-ductos, usuarias y ubicaciones instrumentadas por sensores. Eshabilitada por la difusión de redes inalámbricas 4G y almacena-miento de datos bajo demanda en “la nube” de empresas comoAmazon. Y especialmente, es habilitada por el moderno protocolode Internet llamado IPv6, que aumenta la cantidad de direccionesdisponibles proveyendo identificadores digitales únicos para unacantidad de cosas “verdaderamente gigantesca, en el orden de los340 miles de miles de miles de miles de millones”. Esta comunica-ción de dispositivo a dispositivo probablemente exceda el volumende datos del tráfico entre personas en Internet (Economist, 2010).Como observa Benjamin Bratton (2013), con tal capacidad de di-reccionamiento, combinada con la codificación digital comprimidaa niveles sub-microscópicos, habilita una capacidad virtualmenteinfinita para la identificación no solo de cosas y de personas, sinotambién de los más elementales componentes de sus relaciones.

5Shift en el original, como en cambio de paradigma. (Nota de la traduc-ción.)

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Por lo tanto la trayectoria tanto de la velocidad del procesa-miento de información como de la capacidad de recolección de da-tos apunta a la supresión del “problema de cálculo socialista”. Sinembargo, hablar de planificación en contextos panopticistas signi-fica invocar inevitablemente el miedo al control estatal omniciente.Las Nuevas Socialistas provienen de un linaje marxista-leninista devanguardia, con una perspectiva “jacobina” auto-asumida (Cocks-hott et al., 2010). Para empezar a considerar cómo la planifica-ción cibernética podría desarrollarse en modos más transparentesy participativos, tenemos que enfocarnos en tradiciones comunis-tas diferentes.

Agentes comunistasHistóricamente, la tendencia marxista anti-estatista se ha dado

mayormente bajo la tradición de los “consejos obreros”, que contralos poderes del Partido y del Estado han insistido en el rol de lasasambleas en el lugar de trabajo como espacio para la toma de deci-siones, la organización y el poder. En el ensayo (antediluviano paralos estándares digitales) Los consejos obreros y la economía de lasociedad autogestionada, que fue escrito en 1957 pero re-publicadoen 1972 inmediatamente después del aplastamiento soviético de losconsejos obreros húngaros, Cornelius Castoriadis señalaba la fre-cuente incapacidad de esta tradición de abordar los problemas eco-nómicos de una “sociedad totalmente auto-gestionada”. La pregun-ta, decía, debía situarse “firmemente en la era de la computadora,de la explosión del conocimiento, de la onda de radio y la televi-sión, de las matrices de entrada-salida”, abandonando “las utopíassocialistas o anarquistas de años atrás” porque “las infraestructu-ras tecnológicas […] son tan inconmensurablemente distintas quecualquier comparación resulta insignificante” (Castoriadis, 1972).Como los planificadores de Abundancia roja, Castoriadis imagi-na un plan económico determinado por tablas de entrada-salida yecuaciones de optimización que gobiernen la distribución de recur-sos (por ejemplo el balance entre inversión y consumo), pero cuyaimplementación se encuentre en manos de los consejos locales. Elpunto más importante, sin embargo, es que debería haber varios

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planes disponibles para la elección colectiva. Esta sería la misiónde la “fábrica de planificación”, una “empresa específica altamen-te mecanizada y automatizada” usando “una computadora” cuya“memoria” podría “almacenar los coeficientes técnicos y la capa-cidad productiva inicial de cada sector” (Castoriadis, 1972). Estafábrica central estaría soportada por otras estudiando las impli-caciones regionales de planes específicos, las innovaciones tecnoló-gicas y las mejoras algorítmicas. La “fábrica de planificación” nodeterminaría cuáles objetivos sociales deberían adoptarse sino quesolo generaría opciones, analizaría consecuencias y después de queuno de sus planes haya sido democráticamente seleccionado, lo ac-tualice y revise según sea necesario. Castoriadis estaría de acuerdocon Raymond Williams (1983) cuando observaba que no hay na-da intrínsecamente autoritario sobre la planificación, siempre ycuando exista más de un plan.

Esta concepción temprana de la auto-gestión cibernética esprecursora de una visión post-capitalista más reciente, la “econo-mía participativa” o Parecon de Michael Albert y Robin Hahnel(1991). La economía participativa también emerge de la tradiciónde los consejos obreros, aunque de una línea de pensamiento anar-quista antes que marxista. Su obra es famosa por el modelo de“planificación participativa decentralizada” (Albert, 2003) comoalternativa tanto a los mecanismos del mercado como a la pla-nificación centralizada. Los consejos son, de nuevo, las unidadessocietarias básicas para la decisión democrática, pero en la Pa-recon se incluyen los consejos de consumidoras junto con los deobreras. La distribución de recursos está determinada por la pu-ja entre estas organizaciones por diferentes niveles de produccióny consumo, que luego de una serie de rondas de negociación sonreconciliadas progresivamente por las Mesas de Facilitación de Ite-raciones. En las etapas sucesivas del proceso de planificación, losconsejos obreros y de consumo son alentados por las MFI a revisarsus propuestas con conocimiento de las posiciones mutuas, hastaque exista una convergencia tal que se pueden someter varios pla-nes posibles a votación.

La Parecon ha sido tema de considerable controversia. Una delas objeciones más frecuentes es que ejemplifica el problema que

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marcha de las máquinas hay este consuelo: cualquier singularidadque emerja de estas redes no será la de entidades programadaspara la expansión ilimitada del lucro y la defensa militar de lapropiedad, sino para el bienestar humano y la protección ecológi-ca. Un comunismo tal está en consonancia con una política ace-leracionista de izquierda que, en lugar de anarco-primitivismos,localismos defensivos y nostalgia fordista, “puja hacia un futuromás moderno, una modernidad alternativa que el neoliberalismoes inherentemente incapaz de generar” (Williams & Srnicek, 2013).Si necesita un nombre, puede tomarse el prefijo K- con el que al-gunas designan las empresas kibernéticas y llamárselo komunismo.El espacio de posibilidad para tal comunismo existe ahora entrelas líneas convergentes del colapso de la civilización y la consolida-ción capitalista. En este pasadizo estrechándose el comunismo nosurgirá de ninguna lógica teleológica sino pieza por pieza a travésde innumerables conflictos y rupturas sociales, como un modo deproducción post-capitalista emergiendo en el contexto de la crisismasiva del siglo XXI, ensamblándose a sí mismo desde un cente-nario de historia comunista de computación no-lineal, para crearlas plataformas de una futura abundancia roja.

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distinguirse por su habilidad por “erigir en la imaginación” la es-tructura a crear. Hoy en día, con nuestro conocimiento sobre lascomunidades de abejas, esta distinción hiede a antropocentrismo.Aun así, junto a abejas, castores y otros primates, la especie hu-mana manifiesta una capacidad de planificación hipertrófica. Laexperiencia soviética de la que las cibernéticas caracterizadas enAbundancia roja formaban parte fue solo una instanciación estre-cha, históricamente específica y trágica de esta capacidad, cuyoautoritarismo ocluye el punto más crucial del concepto marxistade planificación. Es decir, su propósito es ser un medio de elec-ción comunal con una variedad de trayectorias entre las cualespodría darse un devenir colectivo en tanto especie humana (Dyer-Witheford, 2004).

Un nuevo comunismo cibernético, en sí una de estas opcio-nes, involucraría algunos de los elementos siguientes: el uso de lassuper-computadoras más avanzadas para calcular algorítmicamen-te el tiempo de trabajo y los recursos necesarios a niveles globales,regionales y locales entre múltiples caminos posibles de desarrollohumano; la selección entre estos caminos mediante una discusióndemocrática en capas, conducida a través de asambleas que inclu-yan redes digitales socializadas y enjambres de agentes de software;actualización a velocidad de la luz y revisión constante de los pla-nes seleccionados por flujos de big data tomados de la produccióny el consumo; el pasaje de cada vez más bienes y servicios al reinode lo libre o la producción directa de valores de uso una vez quela automatización y los comunes copyleft de pares se establezca;una información del proceso completo por parámetros estableci-dos a través de simulaciones, sensores y sistemas satelitales quemidan y monitoreen el intercambio metabólico de la especie conel ambiente planetario.

Este sería un comunismo heredero de los “soviets más electrici-dad” de Lenin, con raíces en el futurismo rojo, el constructivismo,la tectología y la cibernética, unidas a los imaginarios de cienciaficción de izquierda de autoras como Iain M. Banks, Ken McLeody Chris Moriarty. Sería una matriz social llevando a formas ca-da vez más sofisticadas de inteligencia artificial a convertirse enaliadas de la emancipación humana. Para aquellas que temen la

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Oscar Wilde identificaba al remarcar que “el socialismo es una bue-na idea pero toma demasiadas tardes”, es decir que parece requerirreuniones infinitas. Hahnel (2008) sugiere que el incremento de lainteractividad social es una característica positiva de la Parecon,a la vez que su complejidad no debería ser necesariamente mayorque muchos de los requisitos rutinarios de la vida diaria bajo el ca-pitalismo –hacer las compras, pagar los impuestos, llevar finanzas,etc. Pero pareciera que conducir los ciclos iterativos y multi-nivelde planificación a una velocidad suficiente como para lograr al-go podría demandar una infraestructura de red muy sofisticada yun alto nivel de participación mediada por la tecnología, es decirbancos de datos extensivos accedidos por consejos y personas in-dividuales, tarjetas electrónicas para la medición del trabajo y elconsumo, software para la preparación de propuestas y sistemasde inventario justo-a-tiempo para la producción (Albert, 2003).

De hecho la Parecon parece reclamar un desarrollo digital pos-terior a su propuesta: los social media. Una sociedad donde laplanificación colectiva sea participativa, informada, democráticay oportuna requeriría plataformas comunicativas rápidas, varia-das e interactivas donde las propuestas pudieran circular, ser res-pondidas breve o extensivamente, identificando tendencias, esta-bleciendo reputaciones, generando revisiones y amendas, etc. De-mandaría de hecho que Facebook, Twitter, Tumblr, Flickr y otrasplataformas de la web 2.0 no solo se conviertan en operacionesauto-gestionadas por sus trabajadoras (incluyendo a las prosumi-doras no pagas), sino también en foros para la planificación, enGosplán con tuits y likes. Además debemos pensar en estos ór-ganos transformados hacia direcciones ya experimentadas por lasredes sociales alternativas como Diaspora6, Crabgrass7 o Lorea8

y liberados del ánimo de lucro y el control centralizado, toman-do formas “distribuidas” y “federadas” (Cabello, 2013; Sevignani,2013). Convirtiéndose, como proponen Hui y Halpin (2013), en re-des cuyo formato mismo priorice los proyectos grupales sobre lasidentidades individuales, o como plataformas de “individuación

6https://diasporafoundation.org/7https://crabgrass.riseup.net/8https://lorea.org/

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colectiva”. No tanto social media sino más bien council media9.

Aun así la idea de que todo el mundo se encuentre observandola pantalla de su celular a riesgo de perder, no ya un mensaje de Fa-cebook, sino la votación de la enésima iteración del plan participa-tivo duplica las características no atractivas de la vida diaria bajoel capitalismo de alta tecnología. Entonces debemos especular másallá y sugerir que lo que la planificación decentralizada realmentenecesita no son los council media sino las agentes comunistas, lasagentes comunistas de software. Las agentes de software son en-tidades complejas programadas capaces de actuar “con un ciertogrado de autonomía […] en nombre una usuaria (u otro progra-ma)” (Wikipedia, 2013a). Tales agentes manifiestan “orientacióna objetivos, selección, priorización e iniciación de tareas”. Puedenactivarse a sí mismas, analizar y reaccionar al contexto, exhibiraspectos de inteligencia artificial, como el aprendizaje y puedencomunicarse y cooperar con otras agentes (Wikipedia, 2013b).

Comercialmente, las “agentes de puja” por software son ca-paces de superar consistentemente a agentes humanas tanto que“las humanas están al borde de perder su estatus como la únicaespecie económica del planeta” (Kephart, 2002). La habilidad detales entidades de crear una “competencia perfecta” en los mer-cados electrónicos las ha convertido en las favoritas de los econo-mistas influenciados por la escuela de Austria (Mirowski, 2002).En tanto compradoras y vendedoras pre-programadas capaces deprocesar grandes cantidades de datos de mercado, las agentes desoftware han transformado el comercio electrónico por su habili-dad para buscar rápidamente en Internet, identificar las mejoresofertas, agregar la información para sus usuarias o, de hecho, rea-lizar compras autónomamente. Sin embargo, el espacio en el quetales agentes son excelentes es en el sector financiero, donde lacompraventa de alta frecuencia depende enteramente de “bots”de software capaces de responder a posibilidades de arbitraje encuestión de milisegundos.

No podemos evitar preguntarnos qué pasaría si las agentesde software pudieran manifestar una política diferente. Tomando

9Council significa consejo en inglés (Nota de la traducción.)

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mas que solo puede ser comprendida a través del análisis compu-tacional. El conocimiento sobre el cambio climático depende demodelos computacionales: simulaciones sobre el clima, modelos dere-análisis, que recrean la historia climática a partir de datos his-tóricos y los modelos de datos que combinan y ajustan medicionesde distintas fuentes.

Al revelar la contingencia de las condiciones para la supervi-vencia de las especies y la posibilidad de su cambio antropogénicoestas “infraestructuras de conocimiento” sobre gente, artefactos einstituciones (Edwards, 2010) que no solo miden el clima sino quetambién monitorean la acidificación de los océanos, la deforesta-ción, pérdida de especies o la disponibilidad de agua, también serevela el punto ciego de la catalaxia de Hayek, donde las basesmismas de la existencia humana figuran como un “externalidad”arbitraria. El así llamado “capital verde” intenta subordinar talesbio-datos a las señales de precios. Resulta fácil señalar la falaciaen ponerle precio a eventos no-lineales y catastróficos. ¿Cuál esel precio apropiado para el último tigre o el nivel de emisionesde carbono que dispara la liberación incontrolable de metano? Pe-ro los bio-datos y las bio-simulaciones tienen que estar incluidasen cualquier noción de planificación colectiva comunista. Mientraseste proyecto apunte a un reino de la libertad que escape de la ne-cesidad del trabajo, los bienes comunes que cree deberán serlo conenergías más limpias y el conocimiento libre que circule debe prio-rizar la regulación metabólica. Los problemas de la remuneraciónapropiada por el tiempo de trabajo deben integrarse a los cálculosecológicos. Ninguna bio-salida que no reconozca las aspiracionesde millones de proletarias planetarias de escapar de la desigualdady de la miseria tendrá éxito. Pero también las mediciones laboralesmismas deben ser repensadas como parte de un cálculo más ampliode uso de energía compatible con la supervivencia colectiva.

Conclusión: ¿Por el K-omunismo?En la famosa, o notoria, comparación entre “el peor de los ar-

quitectos” y “la mejor de las abejas”, Marx (1964) veía al primero

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cálculo, pero un cálculo de acuerdo a métricas que midan límites,umbrales y grados de la supervivencia de las especies, humanas ono. Al discutir los imperativos de una planificación eco-socialista,Michael Lowy (2006) señala que requeriría una dirección socialmucho más comprensiva que el mero “control obrero” o incluso lareconciliación negociada entre los intereses de las trabajadoras ylas consumidoras que sugieren abordajes como los de Parecon. Másbien, implica una reconstrucción profunda de los sistemas econó-micos, incluyendo la abolición de ciertas industrias, como la pescaindustrializada o la tala indiscriminada, la reformulación de losmétodos de transporte, “una revolución en el sistema energético”y un impulso hacia el “comunismo solar” (Lowy, 2006).

Tales transformaciones pondrían a la cibernética sobre dos ejesmayores, ambos contribuyendo a la bio-crisis actual y a la vez co-mo medios potenciales para su resolución. En el primero de estosejes, los costos ecológicos de las tecnologías digitales nominalmen-te “limpias” se han vuelto cada vez más aparentes: los requisitosen energía eléctrica de los centros de datos de la computación enla nube, la demanda de agua limpia y minerales de la manufacturade microchips y la prodigiosa cantidad de basura electrónica tóxi-ca resultante. Convertir a todas las casas en mini-fábricas fablabsolo aceleraría la muerte por calentamiento planetario. Contraria-mente a todas las nociones idealistas de los mundos virtuales, lacibernética es parte inevitable del mismo sistema industrial cuyasoperaciones deben ser puestas bajo escrutinio en un nuevo sistemade regulación metabólica que apunte a una abundancia tanto rojacomo verde.

Sin embargo, los sistemas cibernéticos son también una partepotencial de cualquier resolución de la bio-crisis. A Vast Machine[Una máquina vasta] de Paul Edwards (2010) analiza el sistemaglobal de medición y proyección climatológica, es decir el aparatode estaciones meteorológicas, satélites, sensores, registros digita-les y simulaciones por computadora masivas que se originaron,como la Internet, durante la planificación estadounidense de laGuerra Fría sobre el que descansa nuestro entendimiento del ca-lentamiento global. Esta infraestructura genera información tanvasta en cantidad y en diversidad de plataformas, calidad y for-

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en cuenta que los modelos multi-agente pueden pensarse comoun medio para responder problemas de distribución de recursos,Don Greenwood (2007) sugiere que podrían orientarse a resolverel “problema de cálculo socialista”. En tanto herramientas de pla-nificación, los sistemas multi-agente tienen la ventaja sobre losmercados reales de que “los objetivos y restricciones están pre-especificados por quien diseña del modelo” (Greenwood, 2007). Esposible diseñar agentes con objetivos macro que involucren másque la sola maximización del interés individual. La igualdad y lasostenibilidad ambiental son dos principios “de bienestar” que laseconomistas han experimentado con incorporar.

Tal vez debamos concebir los ciclos de decisión de la planifi-cación democrática como no solo sujetos a debate y deliberaciónen los social media sino también parcialmente delegados a unaserie de agentes de software comunistas, que absorban las deman-das atencionales del proceso, corriendo al paso de los algoritmosde alta compraventa, barrenando a través de redes ricas en da-tos, haciendo recomendaciones a las participantes humanas (“si tegustó la geo-ingeniería más la nano-tecnología pero el plan quin-quenal no nuclear, también te podría gustar…”), comunicándosey cooperando entre sí en diferentes niveles, pre-programadas pa-ra umbrales y configuraciones de decisión específicas (“mantenerlas emisiones de CO2 por debajo de las 300 partes por millón,incrementar los ingresos en el quintil inferior… y no aumentar lacantidad de horas de trabajo necesarias para que podamos tomarcafé”). En la era de las máquinas autónomas, así podrían verse losconsejos obreros.

Autómatas, copias y replicadorasAun así, ¿es necesaria la planificación? Los esquemas de pla-

nificación neo-socialistas centralizados tanto como sus contrapar-tes las consejistas descentralizadas toman las computadoras comoinstrumentos de cálculo y de medición, particularmente en la me-dición del trabajo. Su objetivo es abolir la explotación capitalistaretornándole a las trabajadoras el valor completo de su tiempo

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de trabajo. Sin embargo existe otra línea del futurismo comunis-ta que entiende a las computadoras no tanto como instrumentosde planificación sino como máquinas de abundancia. Podríamosdecir que existen dos formas de ganarle a la catalaxia capitalistade Hayek. La primera es superarla en capacidad de cálculo. Lasegunda es demolerla: la escasez es reemplazada por plenitud, ter-minando con la necesidad de los precios o la planificación. Paralas marxistas, la “abundancia” cierra la transición desde la fase“baja” del comunismo, que todavía debe resolver los problemas dela escasez, a una fase más elevada bajo el principio “de cada quiensegún su capacidad, a cada quien según su necesidad”. Una me-táfora popular para las condiciones tecnológicas necesarias paraeste último momento es el “replicador” de Star Trek, que automá-ticamente y con energía infinita provee a las necesidades humanas(Fraise, 2011). Este ensayo no intenta adjudicar qué nivel de satis-facción de necesidades debería ser considerado “suficiente” o quécombinación de crecimiento y redistribución es adecuada para al-canzarlo. Este seguramente será el problema de las planificadorascolectivas del futuro. Sin embargo, identificamos tres tendenciascibernéticas que apuntan hacia esta fase “alta” del comunismo: laautomatización, la copia y la producción de pares.

La automatización ha sido lo más central para el imaginariocomunista. Su postulado clásico es el ahora famoso “Fragmentosobre las máquinas” de los Grundrisse, donde al observar la fábricaindustrial de su tiempo, Marx (1973, pp. 690-711) predice que latendencia del capital hacia la mecanización de la producción yla eliminación consecuente del trabajo asalariado hará explotarel sistema. El fundador de la cibernética, Norbert Wiener (1950)vio que su mayor consecuencia sería la eliminación computarizadadel trabajo. Esta tesis digital sobre el “fin del trabajo” ha sidodesarrollada de manera muy clara por pensadoras como AndreGorz (1985) y Jeremy Rifkin (1995). Sin embargo, a fines del sigloXX el capital había evitado notoriamente este escenario. Lejosde automatizar por completo el trabajo, sale a buscar tanto lasreservas globales de trabajo barato, seguido por una “marcha delos sectores” que impulse un frente móvil de comodificación10 del

10Transformación de bienes, servicios, ideas y otros conceptos en mercancía.

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relaciones persistan, aquellas involucradas en la producción de pa-res voluntaria continuarán siendo explicadas en los términos de larelación salarial de la que dependen. Sus creaciones continuaránsiendo apropiadas por el capital como “regalos libres” y el desa-rrollo más amplio de estos proyectos continuará estando famélicode recursos.

Sin embargo, en un mundo donde las inversiones se determi-nen sin favorecer sistemáticamente la formación de mercancía delconocimiento y sin la posibilidad de combinar los bienes comunescon el conocimiento privativo, la “inmensa promesa emancipadora”de la producción de pares podría realizarse (Smith, 2012). Comoseñala Smith, el capital contiene dentro de sí una tendencia a desa-rrollar tecnologías “que permiten a ciertos tipos de valores de usoser distribuidos en cantidades ilimitadas a individuos con costosmarginales cercanos a cero” (Smith, 2006). “En cualquier forma desocialismo digno de su nombre, los costos de la infraestructura y eltrabajo socialmente necesario para producir productos como estosserán socializados y los productos serán distribuidos directamen-te como bienes públicos gratuitos para cualquiera que los quiera.”Aunque Smith es escéptico de que esta tendencia prevalezca “en elfuturo cercano” a través de toda la economía, concede que si así lohiciera, la experiencia soviética “plagada por las dificultades de laescasez” se volvería “completamente irrelevante para el proyectosocialista” (Smith, 2006).

Infraestructuras de conocimiento en elAntropoceno

Sin embargo, Fraise (2011) sugiere que una sociedad comunistade la abundancia con alta automatización, software libre y repli-cadoras domésticas necesitará más planificación que nunca antes.No para superar la escasez sino para resolver los problemas de laabundancia, que hoy en día amenazan las condiciones de la vidamisma. El cambio climático global y un conjunto de problemasecológicos intervinculados son un desafío para todas las posturasque hemos discutido. La bio-crisis llama a la planificación, o al

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Plataformas para la abundancia roja — Nick Dyer-Witheford

ha actuado como contenedora de la “nueva” producción de paresy sus métodos de circulación, manteniéndolos dentro de la cáscarade las “viejas” formas de mercancía capitalistas. El otro proble-ma ha sido lo que Graham Seaman (2002) denomina “el problemadel lavarropas”, es decir la distancia entre la producción virtualy la material, el software cornucópico y la producción industrial,que parece restringir las prácticas de pares, aun progresivas, a unpequeño subconjunto de la actividad económica total.

Durante la última década, no obstante, esta brecha se ha re-ducido por el rápido desarrollo de formas de micro-fabricacióncontrolada por computadora, de las que la impresión tridimen-sional aditiva es la más famosa. Pero existen otras, incluyendolas micro-fresadoras sustractivas y otros dispositivos de ingenieríaminiaturizados y digitalizados que ponen la capacidad industrialdentro del alcance de hacklabs, hogares y comunidades pequeñas.Esto ha provisto las bases para la emergencia de un movimientomaker que vincula estas unidades de manufactura digital con lacirculación en red del diseño, sugiriendo a algunas que “el modode producción de pares puede extenderse a la mayor parte de lasramas de la producción material” (Rigi, 2012). Estas tecnologíastambién están asociadas a la proliferación de robots y autómatasde pequeña escala. De hecho el cáliz sagrado del movimiento ma-ker es la replicadora auto-replicante, la máquina de von Neumannperfecta. La extrapolación de estas tendencias pone a las fabbersy replicadoras de la imaginación de la ciencia ficción mucho máscerca de realizarse de lo que hasta ahora parecía posible.

Hasta las makers más orientadas al mercado no dejan de reco-nocer que estos desarrollos parecen retornar los medios de pro-ducción a manos populares (Anderson, 2012; Doctorow, 2009).Pero como sugiere el ejemplo del Software Libre, no existe unalógica comunizante intrínseca al movimiento maker, lo que po-dría muy fácilmente resultar tanto en una proliferación de micro-emprendorismo como en un común micro-industrial. En su críti-ca a las entusiastas progresistas de la producción de pares, TonySmith observa que el desarrollo pleno de la producción de paresbasada en los comunes es “incompatible con las relaciones capita-listas de propiedad y producción” (Smith, 2012). Mientras estas

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trabajo a través de la agricultura, la industria y los servicios.

Desde el 2000, no obstante, el debate sobre la automatizaciónse ha renovado. La reducción continua de los costos computacio-nales, las mejoras en las tecnologías visuales y táctiles, las inver-siones militares en drones y vehículos autónomos para las guerrasposteriores al 11 de septiembre, las demandas salariales de lastrabajadoras en China, India y otras fuentes de trabajo barato hadisparado una “nueva ola de robots… mucho más adeptas que aque-llas utilizadas comúnmente por las automotrices y otras fábricaspesadas”, más flexibles y fáciles de entrenar, reemplazando traba-jadoras no solo en la manufactura sino también en los procesos dedistribución, circulación y servicios, como el almacenamiento, loscall centers e incluso el cuidado de personas ancianas (Markoff,2012). Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee (2011), economistasdel MIT, han dado la alarma sobre “el ritmo y la escala de es-ta usurpación de las capacidades humanas” que está alcanzandoun nuevo nivel con “profundas implicaciones económicas”. Estaspreocupaciones se están haciendo eco entre los economistas mains-tream (Krugman, 2012).

Dentro del capital, la automatización amenaza a las trabaja-doras con desempleo y aceleración de la producción. Si, sin em-bargo, no hubiese una tendencia estructural dominante hacia elincremento en la productividad que lleve al desempleo o no reduz-ca el tiempo de trabajo, la automatización podría disminuir cadavez más el tiempo requerido por los espacios de trabajo formales.En un marco comunista que proteja el acceso al valor de uso debienes y servicios, la robotización crea el prospecto del salto delreino de la necesidad al de la libertad. Reintroduce el objetivo,bloqueado tanto por el experimento soviético stajanovita y por elgremialismo occidental abocado a la lucha salarial, de liberar eltiempo del trabajo, con todo lo que esto incluye en términos deauto-desarrollo humano y compromiso comunal.

Juliet Schor (1991) estima que si las trabajadoras estadouni-denses hubieran utilizado sus victorias sobre los incrementos enla producción en tiempo libre en lugar de salarios más altos, para(Nota de la traducción.)

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Plataformas para la abundancia roja — Nick Dyer-Witheford

los 2000 hubieran tenido una semana laboral de 20 horas. Estoindica la escala del cambio posible. La “renta básica” ha figura-do entre las últimas propuestas de la izquierda. Ciertamente haycríticas para hacer a esto ya que son propuestas como estrategiasreformistas, con el riesgo de convertirse en un mero servicio socialracionalizado para apoyar la precariedad neoliberal. Pero sería di-fícil imaginar un futuro comunista pleno que no instituya medidassimilares para reconocer las reducciones en el tiempo de trabajosocialmente necesario, hechas posibles por los avances en la cienciay la tecnología y que destruyen el problema de cálculo de Hayekal sustraerle progresivamente la mercancía original capitalista quees la fuerza de trabajo.

Mientras las robots socavan la centralidad de la relación asala-riada, la Internet presenta una posibilidad paralela que son los bie-nes sin precio. Los economistas mainstream han reconocido desdehace tiempo las características anómalas de los bienes informacio-nales no rivales, que pueden ser copiados infinitamente con costonulo, circulados instantáneamente y compartidos sin detrimentode su valor de uso. Mientras más se digitalizan las produccionesintelectuales y culturales, las tendencias que convierten la Inter-net en “un espacio de abundancia” (Siefkes, 2012) se han vueltocada vez más problemáticas para el sistema de precios. El capitalha luchado por mantener la forma mercancía en el ciberespacio,tanto en sus intentos por imponer la propiedad intelectual, comopor tomar los flujos informacionales como aceleradores publici-tarios para otras mercancías. Sin embargo, la corriente hacia ladecomodificación11 ha probado ser inerradicable e incluso se ha in-tensificado por la capacidad de conducir su circulación por fuerade servidores centralmente controlados, a través de redes de pares.La piratería, que abarca la mayoría de la música, juegos, películasy software digitales distribuidos en Asia, África, América Latinay Europa del Este (Karaganis, 2011) es la manifestación clandesti-na y criminalizada de esta tendencia. El movimiento del SoftwareLibre es su expresión organizada.

11Del ingles decommodification, debe interpretarse como la intención detransformar un bien, servicio o idea en algo inmune a la comodificación. (Notade la traduccion.)

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Este último ha sido el foco de la izquierda libertaria desde lainauguración de la Free Software Foundation por Richard Stall-man en 1984, que publica código bajo la General Public Licen-se (GPL) garantizando a las usuarias la libertad de reutilizarlo,estudiarlo, modificarlo, redistribuirlo y cambiarlo. Como observaJacob Rigi (2012) la llamada “cláusula copyleft” de la GPL, querequiere que cualquier programa que use código GPL sea tambiénGPL, es una “negación dialéctica” del copyright, porque al mismotiempo que preserva la propiedad sobre el software la está abo-liendo, formulando “un derecho de propiedad global que incluye atodas”. Este desarrollo fue elaborado por la organización que haceLinus Torvalds a principios de los ’90 como un método en línea,voluntario, colectivo y cooperativo para la producción de softwarelibre. Como dice Rigi (2012), la combinación de la licencia GPLcon la programación colectiva al estilo de Linux “representa la basedel modo de producción de pares”. Rigi ve en esto una instancia-ción del “alto comunismo” de Marx que reconoce la naturalezacolectiva del conocimiento científico y rechaza cualquier demandabasada en la escasez por la “equivalencia entre la contribución ala producción social y la participación en el producto social”.

El Software Libre ha alcanzado un éxito práctico considerable(Weber, 2004) mientras que la producción de pares se ha desa-rrollado en varias direcciones, con posiciones políticas que vandesde los libertarians12 capitalistas a posturas progresistas sobrela nueva “riqueza de las redes” (Benkler, 2006) como suplementa-rias y compatibles con los mercados. Pero también hay posturasespecíficamente comunistas como las del proyecto Oekonux (Me-retz, 2012). Incluso la ecuménica Foundation for P2P Alternati-ves (Bauwens, 2005) abarca todo el espectro político. Sin embargo,aun cuando se considere al software libre y la producción de pa-res como un modo de producción germinal, las dificultades paracultivar esta semilla se han vuelto visibles. Una de estas dificul-tades es la facilidad relativa con la que el capital ha incorporadoesta semilla como una contribución a los procesos de formación demercancías posteriores. En efecto, puede decirse que la Web 2.0

12No traducimos libertarian para no confundir con libertarias de raíz anar-quista. (Nota de la traducción.)

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