shickendantz, c.-40 años del concilio vaticano ii

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A 40 AÑOS DEL CONCILIO VATICANO II Lecturas e interpretaciones Padre Daniel Bruno Garcia Veiga, C. R.

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#Concilio e historia de la Iglesia

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  • A 4 0 A O S DEL CONCILIO VA TIC A N O IILecturas e interpretaciones

    Padre Daniel Bruno Garcia Veiga, C. R.

  • A 4 0 A O S DEL C O N C IL IO V A T IC A N O IILECTURAS E IN TE R P R E TA C IO N E S

  • A 4 0 A O S DEL CONCILIO VA TIC A N O IILECTURAS E INTERPRETACIONES

    EDUCC

    Editorial de la Universidad Catlica de Crdoba

  • Shickendantz, C arlosA 40 aos del concilio Vaticano 2 : lecturas einterpretaciones - 1 ed. - C rdoba : Univ. Catlicade Crdoba, 2005.404 p. ; 22x15 cm.ISBN 987-1203-43-81. Concilio Vaticano II. I. T tuloCDD 262.5

    C opyright 2005 by EDUCC - Editorial de la U niversidad Catlica de Crdoba.

    D irector Editorial: N elson-G ustavo Specchia.

    Prim era edicin: octubre de 2005.

    A rte de tapa: K alinow ski - M anavella - Vaggione

    Est prohibida la reproducn total o parcial de esta obra por cualqu ier m todo: fotogrfico, fotocopia, m ecnico, reprogrfico , ptico, m agntico o electrnico , sin la au torizacin expresa y por escrito de los p rop ietarios del copyright.

    IMPRESO EN LA ARGENTINA PRINTED IN ARGENTINA Todos los derechos reservados - Queda hecho el depsito que prev la ley 11.723

    I.S .B .N .: 987-______________

    Universidad Catlica de Crdoba Obispo Trejo 323. X5000IYG Crdoba. Repblica Argentina

    Tel./Fax: +(54-351) 493-8000, int. 122 www.uccor.edu.ar - [email protected]

  • NDICE

    IntroduccinLa interpretacin del Vaticano II como tarea de investigacin d iscip linar............................................................. 11Carlos Schickendantz

    Ciudad de Mara: fe popular y m ercado..................... 17Pam pa Aran - Yolanda Beguier

    Liberacin: una recepcin del C oncilio Vaticano II en Amrica L atina........................................................................ 2 7Carlos Asselborn - G ustavo Cruz - Oscar Pacheco

    Pensamiento pedaggico latinoamericano La prctica educativa como prctica de filiacin cultural y ia responsabilidad de ia universidad................. 45Enrique Bambozzi

    Hacia una hermenutica dei Concilio Vaticano II Aportes desde Paul R icoeur.................................................. 59Santiago Castello

    Los signos de los tiem pos....................................................... 83M arie-Dom inique Chenu

    El Concilio: estructura del mito y lgica del evento 103Diego Fonti

    El V aticano II com o acontecim iento y ia cuestin acerca de su pragm tica............................................................ 125Peter Hnerm ann

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  • Carlos Schickendantz

    La relacin ciencia-religin en tiempos de G alileo 161M arina Jurez

    El desarrollo integral y solidario del hom bre a los 40 aos dei Concilio Vaticano II.Una mirada desde Argentina................................................ 177M ara C lem encia Jugo Beltrn

    Mons. Enrique Angelelli: Todo Concilio en la Iglesia es tambin una metanoia de la Comunidad Cristiana . 193Luis O. Liberti

    En defensa de los impensablesLa construccin del nosotros y el desafo de la pobreza .............................................................................................. 211Eduardo R. M attio

    La libertad de opinin en la Iglesia cordobesa.Los reportajes del diario Crdoba. Abril-mayo de 1964 .. 231Gustavo M orello

    El acontecimiento y el significado. Reflexiones sobre el Concilio Vaticano I I ................................................................. 299Gustavo Ortiz

    Levinas y el cristianismo: la provocacin de un profetismo no-ontolgico.................................................................. 315M arta Palacio

    La realidad del Concilio en ia ficcin ................................ 331Lila Perrn

    Cristologa narrativa y pensamiento histrico.Provocaciones del Vaticano I I .............................................. 347Guillerm o Rosolino

    Slo un Papa puede cambiar ia IglesiaUna clave de lectura del Vaticano II ................................. 365Carlos Schickendantz

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  • ndice

    El trabajo humano y la Gaudium et S p e s ........................ 375Ricardo Seco

    La mscara de la muerte roja.............................................. 393Daniel Vera

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  • Introduccin

    LA INTERPRETACIN DEL VATICANO II COMO TAREA DE INVESTIGACIN

    INTERDISCIPLINAR

    En el mes de junio de 2005 se llevaron a cabo las Terceras Jornadas Interdisciplinarias organizadas en la Facultad de Filosofa y H um an idades de la U niversidad C at lica de C rdoba. 1 El evento fue convocado bajo el lema Cultura - Sociedad - Iglesia. A 40 aos del Concilio Vaticano II. Dicho C oncilio represent un hecho significativo en la historia de la cultura y de la Iglesia del siglo XX. En l cristalizaron diversos procesos de renovacin que ofrecieron puntos de partida para un trabajo de aggiom am iento que posibilitara una nueva autocom prensin de la fe cristiana de cara a los form idables cambios socio-culturales experim entados. Despus de una extensa etapa preparatoria, y a partir de la propia tradicin, la Asam blea Conciliar em prendi la tarea de afrontar, con agenda abierta, los principales problem as de la Iglesia y de la sociedad de entonces. El aniversario, cuatro dcadas despus, constituye un buen m om ento para realizar un balance y para ensayar algunas in terpretaciones. Las Jornadas realizadas posibilitaron, desde disciplinas diversas (ciencias de la educacin, historia, filosofa, letras, teologa), este ejercicio acadm ico, La pluralidad de enfoques resalta de m anera inmediata.

    1 Los tex to s d e las P rim eras Jo rn ad as se p u b lica ro n en C. SCHICKENDANTZ (ed.), Lenguajes sobre Dios al final del segundo milenio. Dilogos interdis- ciplinares, Educe, C rdoba 2003; los de las Segundas Jornadas en C. SCHICKENDANTZ (ed .), Crisis cultural y derechos humanos. Educe, C rdoba 2004.

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  • Carlos Schickendantz

    Al introducir este texto, sustancialm ente fruto del evento m encionado, quiero destacar brevem ente, apoyado en unas consideraciones del socilogo alemn Karl G ab rie l,2 la im portancia de la investigacin interdisciplinar en la interpretacin del Concilio. Com o lo reconocen m ltiples estudios, el Vaticano II revela su autntico perfil y su peculiar identidad si se considera el carcter de acontecim iento en el com plejo contexto de la historia del catolicism o moderno. Esta historia, desde Trento hasta la poca previa al Vaticano II, se caracteriza por una oposicin fundam ental al am biente general de la modernidad. La oposicin de d irige contra la prdida del m onopolio en la cristiandad occidental a m anos del protestantism o, contra la ilustracin europea y su pretensin de una razn em ancipada y contra los sistem as ideolgicos explicativos de los procesos sociales tales como el liberalism o y el marxismo.

    Esta oposicin se dirige fundam entalm ente contra lo que hoy se considera como el ncleo de la transform acin social moderna: el cam bio del principio dom inante de diferenciacin de estratos o clases jerrquicas a diferenciaciones funcionales. Los campos de conflicto se extienden secularm ente, en el campo poltico, por la pretensin de los estados m odernos a la autonom a y la soberana poltica, por una econom a que de m anera creciente se independiza, por una ciencia que se desarrolla segn leyes propias, por la creacin de un m bito pblico m editico, laico, etc. La delim itacin fundam ental del cato licism o se m anifiesta, piensa Gabriel, en la ruptura de la com unicacin con los discursos con los cuales se elabora la autocom prensin de la vida moderna.

    A la luz de este proceso, sintticam ente descrito, constituye una clave herm enutica central para la com prensin del Concilio y

    3 Cf. K. GABRIEL, D ie In te rp re ta ro n des II. V atikanum s a is interd iszip linare F orschungsaufgabe", en P. HNERMANN (ed.), Das 1. Vatikanum christli- cher Glaube im Horizont globaler Modernisierung. Einleitwigsfragen, Pa- derborn 199S, 35-47.

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  • Introduccin

    de sus textos el hecho que, a partir de la convocatoria de Juan X X III y de la pragm tica constru ida a partir de e lla ,3 se renuncia a la oposicin fundamental con el mundo m oderno y, en su lugar, se exige una com unicacin abierta con todos los hom bres en sus diversas situaciones vitales modernas. Es la dinm ica interna del Concilio la que conduce a este cam bio de perspectiva.

    Paralelam ente, debe advertirse un punto central que diferencia este Concilio de los anteriores. N unca una asam blea de estas caracters ticas haba pretendido situarse, reflex ionando sobre la Iglesia com o un todo com plejo, frente a la sociedad y la cultura de su tiem po, en orden a anunciar de una m anera actualizada su m ensaje. La misma extensin y panorm ica de los textos m uestran esta perspectiva global. De aqu se desprenden conclusiones im portantes para su interpretacin. Las extensas consideraciones vinculadas a problem as sociales, en perspectiva pastoral, plantean la necesidad de am pliar el cam po de una m era criteriologa intrateolgica; dem andan una tarea interdisciplinar. La bsqueda de claves herm enuticas para los textos conciliares no puede lim itarse como en el pasado a meras consideraciones intrateolgicas e intraeclesiales. En este sentido es necesario preguntarse en qu m edida el Concilio ha acertado en la pretensin de com prender y describir la situacin actual del mundo y del hombre. Por ejem plo, no ha desarrollado el C oncilio una visin dem asiado optim ista y, por tanto, no ha perdido de vista la llam ada dialctica de la m odernidad? Si el Concilio se sita frente a un doble polo: la recuperacin global de la tradicin, por una parte, y la respuesta a los desafos de la sociedad m oderna, entonces la pregunta acerca de la criterio loga de la descripcin del presente adquiere un peso considerable. En este sentido, piensa Gabriel,

    3 Cf. al respecto, por e jem plo , el tex to de P. HNERMANN publicado en este libro, El V aticano [I com o acontec im ien to y la cuestin acerca de su p rag m tica".

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  • Carlos Schickendantz

    el Concilio y su pragm tica implican un program a de investigacin interdisciplinar muy exigente que hasta ahora ha sido apenas advertido y poco realizado.

    Con qu cuestiones centrales socio-histricas se confronta la pragm tica conciliar que, en tanto horizontes de interpretacin del C oncilio , pueden ser im portantes para su herm enutica? La pragm tica conciliar exige para la Iglesia, por prim era vez, un anlisis d iferenciado del presente que distinga potencialidades y am enazas en la sociedad m oderna. Como ningn otro concilio, el Vaticano II tuvo conciencia de las tendencias u n iversales y globales. Un punto im portante para la com prensin de su in terp re tac i n es p rec isa r la reacc in del C o n cilio fren te al proceso de g lobalizacin , a la relacin entre cu ltura global y cristian ism o, de m anera anloga es im portan te determ inar su reaccin frente a los procesos de re localizacin y particulari- zacin. Un te rcer m bito reside en el creciente p luralism o re lig ioso , en el proceso de destrad ic ionalizacin , de p riv a tiza c i n y re la tiv iz a c i n de las c u e s tio n e s re lig io sa s . En qu m edida el C oncilio com prende esta situacin y las consecuencias que de e lla se derivan , com o p o r e jem plo , la cuestin acerca de la verdad en una sociedad abierta y plural. Un cuarto m bito: la m odernidad se caracteriza por la disolucin de la sociedad confesional y por la afirm acin de la d ignidad de la persona. El p roceso de au to n o m izac i n y d ife ren c iac i n se realiza en com petencia y conflicto con el catolicism o. El C oncilio interrum pe la tradicin del cato licism o m oderno de auto- concebirse fundam entalm ente com o una fuerza anti-em ancipa- toria. La pregunta es cm o se sita frente a los procesos de dignificacin de la persona, en qu m edida reconoce y advierte esos procesos y cm o se presenta el Evangelio en relacin a los progresos cientficos, tcnicos y sus form as filosficas y ticas. Q uinto m bito: la d iferenciacin entre relig in e Ig lesia, entre decisiones religiosas individuales e instituciones re ligiosas, entre la fe de los creyentes y la de las instituciones

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  • Introduccin

    plan tea problem as en la relacin de las Ig lesias con sus creyentes. C m o se plantea la com unicacin con la religiosidad in d iv id u a l? Q u v alo r teo l g ico tiene la au to ridad de los creyen tes? Existe en el C oncilio una au to in terpretacin institucional en la linea de una funcin m ediadora, instrum ental?

    Hay en el C oncilio un intento de valorar las realidades tem porales en su legtim a autonom a. Esto se funda en la com prensin de que en la historia hum ana se encuentran huellas de la historia de salvacin .4 Por esta razn, en la com prensin de la sociedad reside tam bin un cam ino para la com prensin de la Iglesia. Desde esta perspectiva, el Concilio, y su interpretacin, tienen una relacin constitutiva, no m arginal, con las m odernas ciencias sociales. Con este concepto se incluyen las disciplinas que se ocupan de la form a y desarrollo del vivir humano com n (K aufm ann). Junto a la sociologa, tam bin la econom a, la historia. el derecho, la etnologa, la psicologa social, la filosofa social, etc. Los procesos de diferenciacin y especializacin de d ichas ciencias sociales no perm iten carac te rizar la sociedad m oderna con un concepto nico o unitario. De all que el proyecto m oderno de tem atizar y conceptualizar cientficam ente la sociedad posee su unidad slo en una com unicacin orgnica interdisciplinar. Para una interpretacin del Concilio como tarea in terd isc ip lin ar est p luralidad hace m s d ifcil el em prendi- m iento. En lugar de un concepto unitario de sociedad, hay que dialogar con enfoques teorticos diversos con perspectivas m ltiples.

    Confiam os en que los artculos de este libro, en su m ayora frutos del trabajo de profesores de nuestra Universidad, contribuyan

    4 D ecisivo p a ra el C o n c ilio y su in te rp re tac i n es el a n lis is de la c a teg o ra signo de los t ie m p o s . Cf. en este lib ro la trad u cc i n del im p o rtan te a rtcu lo de M arie -D o m in iq u e CHENU, L es signes d e s tem p s , p u b licad o o rig in a lm en te en 1965.

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  • Carlos Schickendantz

    a la celebracin y recepcin creativa del Vaticano II. Finalmen- te* deseo agradecer al Lic. Ramn O rtellado la lectura y correccin de los textos para su publicacin.

    Carlos Schickendantz

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  • CIUDAD DE MARA: FE POPULAR Y MERCADO

    Pampa Arn 1 - Yolanda Beguier 2

    1. La descripcin cinematogrfica del fenmeno religioso de San Nicols 3

    Ciudad de Mara es el prim er largo metraje del realizador argentino Enrique Bellande (1972), estrenado el 7 de mayo de 2003 en Buenos A ires .4 Ese ao fue considerada la M ejor pelcula argentina en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires. El filme, a nuestro criterio, pertenece al gnero de ficcin documental. Al ser docum ental perm ite el trabajo de cam po a la m anera de un antroplogo: entrevistas, inform antes y el anlisis visual de una com unidad que se desenvuelve espontneam ente en un lugar. Pero aunque se opte por un pdico manto de divisibilidad, un atractivo y rico fuera de cam po5 la conciencia de un

    1 Doctora en Letras. Profesora de las Facultades de Filosofa y Hum anidades de la Universidad Nacional de Crdoba y de la Universidad Catlica de Crdoba.

    2 Profesora de C astellano, L iteratura y Latn.

    3 En el transcurso de esta prim era parte de la com unicacin se intercalarn y proyectarn a lgunas secuencias del film e.

    4 C urs sus estu d io s en la U niversidad del C ine, de la que eg res en 1995. T rabaj com o son id ista en v a rios film es (Pizza, birra y fa s o , Bonanza, E sperando ai Mesas) y ju n to a M artn G rignaschi cre La B urbuja Sonidos", un Estudio especializado en el sonido para cine

    5 Cf. A. DI TELLA, R evista E Amante Cine, N 123, p. 27.

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  • Pampa Arn - Yolanda Beguier

    realizador, de un narrador que sabe que hace un filme, incorpora elem entos que in terrum pen el flujo docum ental ob je tivo y crea un contrapunto significante, com o por ejem plo las fotografas de lderes po lticos, la in tercalacin de escenas de otros tiem pos y hechos en ese mismo lugar, y hasta se atreve a introducir una especie de perform ance callejera. Finalmente, el trabajo de reelaboracin a travs del m ontaje resignifica e interpreta todo el material docum ental y se pasa del inform e objetivo a un producto artstico que como tal, interpreta la realidad desde una perspectiva situada de m anera m uy crtica frente al uso y m anipulacin de la fe.

    En cuanto a las m otivaciones que llevaron a Bellande a concretar el filme, la m s obvia es el hecho de haber vivido toda su in fancia y adolescencia en San Nicols y haber sido testigo del clima co n v u ls io n a d o y las tra n s fo rm a c io n e s ec o n m ic as y culturales que sufrira la ciudad. Tuvo la obra un largo perodo de elaboracin. D urante cuatro aos (1997-2000), el d irector y su equipo viajaron a San N icols, durante el m es de setiem bre especialm ente, para la investigacin, registro y acopio de m aterial flmico.

    El relato cinem atogrfico aparece enm arcado por dos encuadres de cam po am plsim o de la ciudad de San N icols. Com ponen am bos una especie de im genes en quiasmo (paralelism o en e spejo) desde la periferia (ro, puerto), al centro (Ig lesia), tom a inicial: y del centro a la periferia, tom a final, reforzado por el contrapunto tem poral de am anecer/atardecer. A travs de la alternancia de las secuencias donde se utiliza el corte seco 6 para la transicin de un plano a otro, de m anera paralela se estructura el doble relato:

    6 Se llam a pasaje por corte seco a la un in d irecta de dos planos: es ste, realm ente, el pasaje m s rpido y cinem atogrfico porque presenta las im genes esencia les para la em otiv idad de la narracin sin lim itarlas ni a lterarlas. L. CHIARINI, Arte y tcnica del film , Pennsula, B arcelona 198.

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  • Ciudad de Mara: fe popular y mercado

    a) La bsqueda de la protagonista: G ladys Q uiroga de M otta, que asegura ver a la Virgen M ara y genera a su alrededor todo ese fenmeno religioso.

    bj La llegada de los peregrinos desde distintos puntos del pas hacia la ciudad de San N icols, sus lugares santos y la realizacin de la F iesta .

    A m bos recorridos im plican no slo una presentacin del fenmeno religioso, sino tam bin una visin de la ciudad de San N icols y su transform acin. La otrora sede la principal industria siderrgica del pas, SOM ISA, deviene ciudad turstica que acoge anualm ente a m ultitudes de visitantes y que explota econm icam ente dicho fenm eno, m ientras esconde el dram a de la desocupacin y las protestas populares.

    La bsqueda de la m ujer que habla con la Virgen que es en realidad un recurso para sostener el inters del film e se presenta de manera fragm entada. A travs de los testim onios de los informantes: vecinos (identificados o annim os) y m iem bros de instituciones de la com unidad (periodista, cura, psiquiatra), se puede ir reconstruyendo la identidad atribuida a la persona (personaje) Gladys. Esta es presentada con visos de misterio que contribuyen a realzar el halo de santidad que la religiosidad popular le atribuye, por ser ella la m ediadora de los m ensajes que la Virgen del Rosario quiere trasm itir a sus fieles. Una iconografa anacrnica: fotos de la juventud de la protagonista, ofrecidas por el periodista local, fotos de los estigm as de las manos de la vidente y explicaciones orales, presentadas por un psiquiatra, descripciones de un peregrino acerca de las reacciones fsicas de la m dium en los m omentos del trance, contribuyen a acrecentar la idea de misterio e intangibilidad con que se la rodea, pero al m ism o tiem po, de m ujer simple y sencilla que cree sinceram ente en lo que narra.

    Su casa se ha transform ado en uno de los polos de atraccin de la c iudad, una especie de lugar san to , a donde concurre la m ultitud de m ujeres que esperan para verla y que depositan, a

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  • Pampa Arn - Yolanda Beguier

    travs de la reja, las cartas con las peticiones. A pocos metros de la m ism a est el otro lugar convocante: la capilla o santuario, donde se halla la im agen de la Virgen. Se observa la estrategia de la Iglesia oficial para desplazar el lugar santo de la casa de Gladys a un tem plo que es presentado en sus diferentes etapas de construccin, idea surgida, segn lo m anifiesta el prroco del lugar, de la necesidad de poner paredes al tem plo espiritual .

    En cuanto a los peregrinos, el m ism o autor confiesa que fue lo prim ero que film. Hay diferentes tom as de los grupos que recorren centenares de k ilm etros, un itinerario ja lonado de etapas deportivas y de puntos fuertes (m isas de campaa). Son grupos que finalizan el peregrinaje en el lugar elevado (casa, tem plo), y que confluyen en la encrucijada (fuente de agua bendecida ), pero que tam bin contribuyen a la aparicin de los no lugares, caractersticos de las ciudades contem porneas y a todo un m ovimiento de corte turstico. O los que participan, com o masa, de ese espacio-otro, la heterotopa de la feria (donde todo se mercantili- za y vende) o de la fiesta, donde se celebra ru idosam ente, con fuegos de artificio el cum pleaos de la virgen quinceaera.

    A travs de su film e, Bellande ha intentado contar una historia, mostrar un fenmeno religioso y descubrir la dimensin poltica de una realidad, en apariencia, no poltica. Perspectiva crtica que no se ejercita tanto sobre el creyente ni sobre el objeto de la creencia, sino sobre las diferentes instancias de manipulacin de la fe popular para transformar la escasez de trabajo en un nuevo recurso econmico y reemplazar la industria siderrgica, fuente laboral e iden- titaria de la ciudad en nueva forma de industria cultural.

    2. Imaginarios simblicos y modos de dominacin

    El film e que acabam os de com entar de m anera muy sinttica nos ha m otivado, desde otra perspectiva, algunas reflexiones acerca

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  • Ciudad de Mara: fe popular y mercado

    de ciertas prcticas culturales que expresan el pensam iento religioso y de su vnculo con las instituciones sociales que interac- tan con ellas de modo diverso. Han sido pensadas desde un enfoque etnogrfico que entiende la tram a cultural com o una red en la que los grupos hum anos ejercitan sus relaciones con diferentes rdenes, lo natural, lo sobrenatural, lo propio y lo ajeno y a las que es preciso leer, com o se lee un texto, para desentraar su sentido. Y lo hacem os desde la nocin de im aginario social, que recubrira esta interpretacin, sabiendo que el trm ino imag inario se ha desprendido bastante de la nocin de ilusorio o quim rico para m ostrar ese lugar inestable entre la utopa y el s a b e r .7 Son rep resen tac io n es co lec tiv as donde se a rticu lan ideas, im genes, ritos y modos de accin 8 y en la que lo simblico tiene un lugar dominante.

    En el caso que nos ocupa el foco est puesto en la constitucin de un espacio com o lugar de peregrinacin en funcin de una aparicin m ilagrosa. Se trata de formas culturales en las que se expresa el pensam iento sim blico. S im blico en la m edida en que trata de reunir dos realidades diferentes, una conocida y otra m s abstracta, desconocida, enigm tica o trascendente com o es el caso de la sim bologa religiosa e cnica en torno de la figura de la Virgen Mara.

    Sin em bargo las sociedades tejen sus propias redes sim blicas, m an eras co lec tiv a s de pensar, de c ree r y de im ag in ar que com o en el caso de la fe popular suele crear una brecha, una distancia entre la relig in oficial y las m anifestaciones populares de la fe. R esignifican las verdades teo lgicas situndolas en otra escala de valores y en una form a diferente de com unicacin con la d iv in idad y con lo sagrado , m s em paren tada

    7 B. BACZKO, Los im aginarios sociales M emorias y esperanzas colectivas, N ueva V isin, Buenos A ires 1999, 196.

    s Ibid., 17.

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  • Pampa Arn - Yolanda Beguier

    con la funcin del m ito que re-presenta una historia fundacio nal, un re la to sobre algn acontecim iento que est en la m em oria del o rig en de la com u n id ad . A le jad a u o lv id ad a del cuerpo doctrinal y del fundam ento ltim o y trascendente de la fe, la relig iosidad popular, expresada en este caso com o peregrinacin a un santuario o a lo que se espera establecer como tal, no olvida una cualidad esencial del m ito: la reinstalacin del espacio -tiem po de lo sagrado en re lacin con el tiem po histrico o profano. El tiem po sagrado es lo prim ordial y re iterado, en este caso la aparicin, el m ilagro o la m aravilla y el m ensaje. Com o en el m ito, el paradigm a o arquetipo fija un cam ino, in terp reta la realidad , se m ezcla con el m undo de los hom bres . 9 Pero en el m ito no hay historia, sino solam ente repeticin y representacin.

    Lo que nos preguntam os inicialm ente es si la fe popular al mi- tologizar lo trascendente de la verdad religiosa, no la est secularizando inevitablem ente, aunque conserve el sentido de lo sag rad o , que es un im ag in ario siem pre su b y acen te al sen tido profundo de una cultura. N o em pieza a cum plir una funcin cultural y social que la aleja del ethos religioso y del valor me- tafsico del smbolo? No se convierte en una religiosidad sin religin? No se pierde el sentim iento salvfco y redentor del p ro ceso h is t r ic o y la h is to r ia com o una re a lid ad llam ad a a desplegarse hacia una m eta que le da sentido por el concurso de los hombres?

    Cabe observar que no tanto en la tem poralidad sino en la espa- cialidad donde se produce la m xim a secularizacin y en donde lo profano es colonizado por las polticas y la lgica del m ercado. El espacio del ritual, repartido entre la casa de la vidente y el futuro tem plo, se pone al servicio de los intereses y deseos de

    a A. COLOMBRES, Teora transcultural del arte , Edic. del Sol, B uenos A ires 2004.

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  • Ciudad de Mara: fe popular y mercado

    Jos peregrinos. Lejos de devenir un lugar antropolgico 10 (Marc Aug) o sea un sitio m arcado por una cultura que da historia e identidad colectiva al grupo lo convierte en una feria, en lugar de consum o, en sitio de m anifestacin de la necesidad individual o en lugar ocasional del inters de los m edios que buscan la noticia.

    Nada vaca tanto a un objeto de sentido com o Jo publicitario , puesto que su energa sim blica se cosifica convertida en mercanca fetiche. Se produce el deslizam iento hacia la lgica del m ercado cuya ideologa es producir la necesidad para hacerla parecer natural y necesaria, legitim ando una opresin y no la liberacin del sujeto por va de la fe autntica. Sin reelaborar el im aginario de lo sagrado aun en el reem plazo icnico y sin descubrir sus fundam entos, el acto de cognicin colectivo queda reducido a la bsqueda individual de la ayuda m gica o m aravillosa, las cartas (com o la de los nios a los Reyes M agos), las dam ajuanas de agua bendita, los llaveros, banderines y chucheras que refuerzan Ja dom inacin por apropiacin del sm bolo, del em blem a identificatorio , (en este caso la efigie de la Virgen), para ponerlo al servicio de una actitud instrum ental o utilitaria.

    Se produce de este m odo una vivencia acrtica y pasiva de lo religioso y de los sistem as sim blicos que convierten la fe popular en una fe propia de la cultura de masas con lo que ello trae aparejado: incom unicacin, sim ulacro, ausencia de produccin de un lenguaje y de una identidad de m em oria com n que desactiva la m atriz cultural y corrom pe el sistem a sim blico y la funcin transform adora y liberadora del hombre que anima lo religioso.

    Nos preguntam os finalm ente, y creem os que ste es el m ejor lugar y la m ejor ocasin para hacerlo, si esto sucede sin ayuda de un poder legitim ante a nivel institucional que es el de la Iglesia, de su repliegue o de su am bigedad. Pregunta que sin

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  • Pampa Arn - Yolanda Beguier

    duda nos involucra para pensar el m odo de reelaborar el com prom iso de la institucin en el rescate de una relig iosidad que debera serv ir a la p rofundizacin de las bases de la v ida colectiva de la fe, enriqueciendo y d ignificando las prcticas y los rituales en re lacin con los im aginarios sociales que a lim entan y que son resultado de procesos h istricos y sociales, ideas-im genes de la sociedad global y de todo lo que tiene que ver con ella . 11

    N uestro pas vive tiem pos terrib les de pobreza y de exclusin social. En esta coyuntura histrica particular cm o resignificar la fe popular para que no se vuelva supersticin? C m o ella habla del modo en que m em orializa su pasado y concibe su futuro? Hay un hondo tem or al futuro que se trata de conjurar con la esperanza de un m ilagro particularizado y ahistrico que bloquea el nombre de las fuerzas sociales en conflicto y que le hace el juego a nuevas formas de dominacin. Las representaciones colectivas expresan siem pre en algn punto un estado del grupo social; reflejan su estructura actual y la m anera en que reacciona frente a un acontecim iento, a un peligro exterior o a un aumento de violencia interior . 12

    El uso y apropiacin que hagan de estos im aginarios las instituciones escolares, m editicas, econm icas, polticas y religiosas no es un problem a m enor porque su em ergencia y eclosin H abla de un lugar, l m ismo definido por el com plejo juego de la m em oria y de la esperanza, as como por la vacilacin entre los dos . 13 Ese lugar es el que confiere una identidad viva y creadora a las fuerzas sociales y a sus representaciones que, a nuestro

    10 Cf. M. AUGE, Los fio lugares Espacios del anonimato. Una antropologa de la sobremodernidad, G edisa , B arcelona 1996.

    11 B. BACZKO, Los imaginarios sociales, 8.

    12 M auss en ibid., 21.

    13 Ibid., 196.

    24

  • Ciudad de Mara: fe popular y mercado

    ju icio , constituyen un capital sim blico que m erecera ser objeto de profunda atencin.

    Bibliografa

    A u g e , M., L o s no lugares. Espacios de! anonimato. Una antropologa de la sohremodernidad, Gedisa, Barcelona 1996.

    B aczk, B., L os im aginarios sociales. M em orias y esperanzas colectivas, N ueva Visin, Buenos A ires 1999.

    C o l u m b r e s , A., Teora transcultural del arte, Edic. del Sol, Buenos A ires 2004

    G arlta C anclini, N., Las culturas populares en el capitalism o, N ueva Imagen, M xico 1984.

    G e e r t z , C., La descripcin densa: hacia una teora interpretativa de la cultura , en La interpretacin de las culturas, G edisa, Barcelona 1987.

    25

  • LIBERACIN: UNA RECEPCIN DEL CONCILIO VATICANO II EN AMRICA LATINA

    Carlos Asselborn 1 - Gustavo Cruz 2 - O scar Pacheco 3

    Existen muchos estudios sobre el hombre latinoamericano. En todos ellos se describe la miseria que margina a grandes grupos humanos. Esa m iseria, com o hecho colectivo, es una in justic ia que clama al cielo (Doc. Medelln. Justicia, 1)

    El presente texto intenta fundam entar una afirm acin central: en Am rica Latina el Concilio Vaticano II encontr en la categora liberacin una traduccin fecunda por m edio de la cual canalizar los cam bios tan necesarios en la Iglesia y que en el M undo Latinoam ericano ya se estaban efectuando. Por esto la vigencia de las praxis y discursos de la liberacin en Am rica Latina, tanto en su realidad eclesial com o socio-poltica, puede indicar la vigencia contextual del espritu conciliar.

    El C oncilio Vaticano II fue recepcionado por sectores y m ovim ientos eclesiales y socio-polticos, por el Episcopado latinoam ericano y por intelectuales al servicio de la renovacin ecle-

    1 L icen c iad o en F ilo so fa . P ro feso r en el C en tro d e E stu d io s F ilo s fico s y Teolgicos, C rdoba (C.E.F.yT.).

    L icenciado en F ilosofa. P rofesor de la U niversidad C atlica de C rdoba y del C entro de Estudios Filosficos y Teolgicos, C rdoba (C.E.F.yT.).

    3 L icen c iad o en F ilo so fa . P ro feso r en el C en tro d e E stu d io s F ilo s fico s y Teolgicos, C rdoba (C.E.F.yT.).

    27

  • Carlos Asselborn - Gustavo Cruz - Oscar Pacheco

    sial y la transform acin socio-histrica. No entendem os recepcin com o eco de voz ajena, sino com o la mutua implicacin crtica y crea tiva del im pulso co n c ilia r con los m ovim ientos eclesiales y socio-polticos latinoam ericanos, y en ellos sus intelectuales. De ah que no fue pasiva ni hom ognea. La renovacin conciliar tam bin signific conflictividad.

    El D ocum ento de la II C onferencia del Episcopado L atinoam ericano reunido en M edelln (1968) es la contextualizacin o ficial del C oncilio en A m rica Latina. A partir de all se p roduce una significativa aproxim acin, traduccin, confusin?, del concepto teolgico de salvacin cristiana con el de liberacin. Si para E uropa M ysterium S a lu tis 4 recoge lo m ejor de la p ro d u cc i n teo l g ica co n c ilia r , ser M ysterium L ib era tio - n is 5 la respuesta teo lg ica contex tualizada de los latinoam ericanos.

    N uestra perspectiva es filosfica y lib e ra d o ra6, desde all nos aproxim arem os a tres expresiones de la liberacin que se im plican pero tam bin se diferencian: el pedaggico, el filosfico y el bblico-teolgico. Nos aproxim arem os a lo pedaggico y filosfico a partir del Documento de M edelln como referencia. El ltimo punto tom a com o referencia el fenm eno del m ovim iento bblico latinoam ericano.

    1 M ysterium Salutis, Grundriss H eilsgeschichllicher Dogma!O: E insiede ln ,B enziger Verlag I965. D irig ido por Joliannes Feiner y M agnus Lhrer. T raducido com o Mysterium salutis: Historia de la Salvacin. 5 Tomos. M adrid:E diciones C ristiandad . 1969.

    5 l. ELLACURA - J. SOBRINO (ed). Mysterium Liberationis. Conceptos Fundamentales de la Teologa de la Liberacin. 2 Tomos. Trotta. M adrid 1990.

    6 Para la perspectiva teo lg ica cf. F. KUHN, El debate sobre la L iberacin en G. G utirrez y J. L. Segundo , en C. SCHICKENDANTZ (ed), Culturas, religiones e iglesias, ED U C C , C rdoba 2004; Teologa de la L iberacin", ANA- T L L E I, n" 9 C EFyT, 2003; A cceso a Jess: cam inos para el hom bre de hoy, ANATLLE1, n l CEFyT, C rdoba 1999.

    28

  • Liberacin: una recepcin del Concilio Vaticano II en Amrica Latina

    1. La educacin liberadora en M edelln

    Por razones de extensin tomaremos lina parte del Documento de Medelln, el nmero IV Educacin, e indagaremos sobre el sentido de la palabra liberacin, su tensin con respecto al trmino desarrollo y las relaciones posibles co r los trabajos de Paulo Freire.

    El texto com ienza definiendo la relacin Iglesia - contexto latinoamericano: esta C onferencia ...que se ha propuesto com prom eter a la Iglesia en el proceso de transform acin de los pueblos latinoam ericanos fija su atencin en la educacin como un facto r bsico y decisivo en el desarrollo del co n tinen te 7 y para acom paar dicho proceso el docum ento propone un tipo de educacin: ... la llam aram os la educacin liberadora; esto es la que convierte al educando en sujeto de su propio desarrollo. La educacin es efectivam ente el m edio clave para liberar a los pueblos de toda servidum bre y para hacerlos ascender de condiciones de vida m enos hum ana a condiciones ms humanas teniendo en cuenta que el hom bre es el responsable y el artfice principal de su xito o de su fracaso .8

    En las dos citas vem os que aparece liberacin y desarrollo ju n tas. Para com prender el alcance de liberacin es necesario unirlo al de desarrollo. Las dos fuentes perm anentem ente citadas de M edelln son el Concilio y la Encclica Populorum Progressio de Pablo VI. En dichos docum entos la clave para entender la situacin mundial es pueblos desarrollados-pueblos en vas de desarrollo; por tanto dichas palabras estn perm anentem ente presentes en todo el docum ento. Desde aqu se exp lica la asim etra mundial.

    El contexto latinoam ericano de estructuras injustas, de m iseria que m argina a grandes grupos hum anos, de miseria, como he

    7 Doc. de M edelln. IV Educacin. E diciones Paulinas 111969, 60.

    s Ibid , 64.

    29

  • Carlos Asselborn - Gustavo Cruz - Oscar Pacheco

    cho colectivo, es una injusticia que clama al cielo, no encuentra una explicacin adecuada desde la clave desarrollo; porque nuestro subdesarrollo tiene causas estructurales. La educacin... est llam ada a dar una respuesta al reto del presente y del fu turo para nuestro con tinen te . Slo a s ser capaz de liberar a nuestro hombres de las servidumbres culturales, sociales, econmicas y po lticas que se oponen a nuestro desarrollo"9. Liberacin posee un sentido socio-poltico innegable que no se contrad ice co n el co n c e p to de sa lv ac i n c r is t ia n a ya que to d a liberacin es ya un anticipo de la plena redencin de C risto 10.

    El concepto de liberacin no es o rig inario o exclusivo de la Iglesia. Teoras econm icas, polticas y pedaggicas lo u tilizaron en la dcada del 60. Entre ellos Paulo Freire. No es el m om ento de desarro llar su principales lneas de pensam iento, pero s podem os establecer un nexo entre algunas afirm aciones del docum ento IV Educacin y la Pedagoga cuyo sujeto es el oprim ido.

    Existe...el vasto sector de los hom bres m arginados de la cultura, los analfabetos, y especialm ente los analfabetos indgenas. ...Su ignorancia es una servidum bre humana. Su liberacin, una responsabilidad de todos los hom bres latinoam ericanos...La tarea de educacin, de estos herm anos nuestros, no consiste p rop iam ente en incorporarlos a las estructuras culturales que existen entorno a ellos, y que pueden ser tam bin opresoras. Consiste en capacitarlos para que ellos m ism os desarrollen de una m anera creativa y original un mundo cultural . 11

    Otro texto nos recuerda la concepcin bancaria de la educacin, la necesidad de una educacin problem atizadora que no est al

    a Doc. M edelln 1.6

    ,u Doc. M edelln IV, 9.

    11 Doc. M edelln IV E ducacin 1.2 61. Cf. con Pedagoga del oprim ido C aptu lo I.

    30

  • Liberacin: una recepcin del Concilio Vaticano II en Amrica Latina

    servicio de las estructuras injustas: Los m todos didcticos estn m s preocupados por la transm isin de los conocim ientos que por la creacin de un espritu crtico . D esde el punto de vista social, los sistem as educativos estn orientados al m antenim iento de las estructuras im perantes, m s que a su transform acin . 12

    En otro sentido ms program tico M edelln afirma: ...la educacin debe liegar a ser creadora, pues ha de anticipar el nuevo tipo de sociedad que buscamos en Am rica Latina... debe ser abierta al d ilogo ... debe afirm ar las peculiaridades locales y nacionales ...debe capacitar para el cam bio perm anente y orgnico . 13

    Estos textos dem uestran cm o M edelln asum e ciertos planteos de Freire, fundam entalm ente la condicin de opresin y la necesidad de liberacin com o la forma de concretar el desarrollo en Latinoam rica.

    2. Filosofa, ancilla liberationis

    En la f ilo so fa de la lib e rac i n la tin o am erican a tam b in el C oncilio Vaticano II, pasando por M edelln, encontr un interlocutor sign ificativo para su recepcin. Desde 1971 surge un grupo de Filsofos, en su m ayora argentinos, para dar inicio a lo que se denom inar filosofa de la liberacin. Segn Ceru- t t i-G u ld b e rg ,14 partic ipan te del grupo, desde el com ienzo se

    12 Doc. M edelln IV Educacin 1.3 62. Cf. con Pedagoga del oprim ido C aptu lo II.

    13 Doc. M edelln IV Educacin 2.1 64. Cf. con Pedagoga del oprim ido C aptu lo III y IV.

    14 H. CERUTTI GULDBERG, Filosofa de la liberacin latinoam ericana, FCE. M xico 1983; Situacin y perspectiva de la filosofa para la liberacin la-

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  • Carlos Asselborn - Gustavo Cruz - Oscar Pacheco

    pueden encon trar las sigu ien tes tendencias o sectores libera- cionistas:

    S e c to r p o p u lis ta

    Id e a lis m o s a n t ih is to r ic is ta s

    S e c to r c r t ic o d e l p o p u lis m o

    H ls to r lc is m o s c r t ic o s

    1) Ontologista o Dogmatismo de la

    "ambigedad concreta"

    2) Analctico o

    Populismo de la "ambigedad abstracta"

    3) Historiclsta

    Criticismo historiclsta

    4) Problemtico: Criticismo

    "epistemolgico''15'

    - GR Kirsch,

    - M. Casalla, -A m e lia Podetti.

    (sector nacional-

    peronista)

    - JC Scannone,

    - E. Dussel,- 0 Ardiles,

    (sector social-cristiano)

    -A rtu ro Andrs Rolg,

    - Leopoldo Zea (desde 1968)

    - J. S. Croatto, M.l.

    - Santos Gustavo Ortlz, Hugo Assman

    - A. Salazar Bondy

    - H. Cerutti Guldberg

    Cerutti adopta un criterio estrictam ente poltico para hablar de las filosofas de la liberacin elaboradas en la Argentina de los 70. A firm a que la adhesin o la crtica al populism o argentino (es decir al peronism o) y latinoam ericano fue el quicio de distincin y divisin interna. Pero tam bin analiza las diferencias estrictam ente filosficas respecto al punto de partida y al mtodo filosfico, la autoim agen de la filosofa y el lugar del filsofo en los procesos de liberacin. Para nuestro artculo interesa detenernos en el sector analctico, pues all se puede rastrear con ms precisin el discurso de la liberacin en dilogo con el espritu C onciliar presente en M ede lln .16

    Los tres filsofos del sector analctico , 17 O. Ardiles. E. Dussel y J. C. Scanonne, provienen del cristianism o, lo que no signifi

    tinoan iericana (1987)", en Filosofas para la Liberacin , U N A M . M xico 2001.

    15 El calificativo epistem olgico es aadido propio.

    16 Para un anlisis del abanico liberacionista y su vigencia cf. G. CRUZ, La Liberacin L atinoam ericana y sus F ilosofas. C rdoba 2004 (Indito).

    17 A nalctico designa el m todo creado por este sector, que en tienden es su- perador del m todo dialctico. Ana lctico significa que va m s all (ana) de la to talidad .

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  • Liberacin: una recepcin del Concilio Vaticano II en Amrica Latina

    ca una adhesin m ilitante de los tres a la Iglesia Catlica. Ceru- tti, entre otros, objetar a este sector el contenido salvacionis- ta o m esinico en sus fdosofas de liberacin, por esto se lo denom ina populistas de la am bigedad abstracta, que situados histricam ente en los inicios del 70 significa sintona con los tercerism os , en particular con el m ovim iento de liberacin nacional: el peronism o de la patria socia lista . L iberacin ser una categora de fuerte connotacin teolgica, pues seria una traduccin filosfica de la idea cristiana de salvacin, ya no en el sentido individual, sino colectivo o popular .

    La prim er obra colectiva de filosofa de la liberacin fue publicada en la revista N uevo M u n d o .18 Bonum la reedita con el ttulo Hacia una filosofa de la liberacin latinoam ericana . 15 El artculo Bases para una des-truccin de la historia de la Filosofa en la A m rica Indo-Ibrica de Ardiles m uestra la receptividad positiva que se tuvo del aire conciliar recreado por M edelln.

    Ardiles se propone destruir la historia de la filosofa que se convirti en eco de voz ajena , es decir, eco de la voz europea . Considera que es la poca signada por la injusticia estructural la que dem anda una reconstruccin de un filosofar autnticam ente indo-ibrico-am ericano . Esto se entender como superacin de las barreras de la M odernidad, por tanto se postular la necesidad de una filosofa pos-m oderna en un sentido latinoam ericano. H acindose eco de la voz de H egel,20 que en el siglo XIX vea su tiem po com o poca de parto y transic in hacia una nueva

    le AA .VV ., N uevo M undo. Tomo 3, enero-junio . B uenos A ires 1973. O rig inalm ente revista de teologa de los franciscanos de San A ntonio de Padua.

    1(1 A A .V V ., Hacia una filosofa de la liberacin latinoam ericana , B onum , B uenos A ires 1973.

    2U Q W. F. HEOEL, Phanomenologie des Geistes, Fl M einer V erlag, H am burg 1952.

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  • Carlos Asselborn - Gustavo Cruz - Oscar Pacheco

    poca, la confronta con la voz del episcopado latinoam ericano de M edelln que dice:

    "Amrica latina est evidentemente bajo el signo de la transformacin y el desarrollo. ... Esto indica que estamos en un umbral de una nueva poca de la historia de nuestro Continente. Epoca llena de anhelo de em ancipacin total, de liberacin de toda servidumbre, de maduracin personal y de integracin colectiva. Percibimos aqui los preanuncios dei parto doloroso de una nueva civilizacin."2'

    Para A rdiles la voz proftica del C ELA M indicaba un nuevo horizonte de com prensin del ser en A m rica Indo-Iberica . 22 La liberacin de toda servidum bre pas a ser el horizonte de encuentro de los diversos sectores del grupo inicial de filsofos de la liberacin, ellos m ism os dirn que la segunda coincidencia que los ana es el convencim iento de que para lograr una filosofa latinoam ericana es necesaria una ruptura con el sistema de dependencia y con su filosofa; y que por lo tanto, se hace im prescindible la superacin de la filosofa de la m odernidad, a fin de que el pensam iento se ponga com o pensam iento al servicio de la liberacin latinoam ericana. 2 Es decir, la realidad socio-histrica de opresin econm ico-poltica reuni a los filsofos que eligieron poner sus filosofas al servicio de la liberacin (ancilla liberationis) y no refugiarse en las supuestas neutralidades acadm icas, ni form ar parte de las filosofas de la opresin. Si los uni el problem a de la dependencia y la opresin, los separ las soluciones polticas populistas o crticas al populism o , es decir, socialism os con diversos califca-

    21 Doc. M edelln. In troduccin a las conclusiones, n 4.

    22 O. ARDILES, 'B ases,.. , en AAVV, Hacia una filosofa de la liberacin latinoamericana, 9.

    23 Cf. Puntos de R eferencia de una G eneracin F ilosfica , en AA.VV., H acia una fi lo s o fa de la liberacin latinoamericana, 271.

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  • Liberacin: una recepcin del Concilio Vaticano II en Amrica Latina

    tivos: socialcristianism o, socialism o criollo peronista, m arxista o nacionalista.

    La liberacin gener conflictos, mutuas crticas y hasta acusaciones de grueso calibre entre los filsofos. Un ejem plo es que no slo en el sector analctico encontram os filsofos provenientes de la tradicin cristiana. En el sector problem tico Cerutti ubica a tres fil so fo s tam bin p ro v en ien tes del c ris tian ism o . J. S. Croatto y H. Assm an, ms conocidos como biblista el prim ero, y telogo el segundo. Y a Gustavo Ortiz que se ocup de la teora de la dependencia en los cristianos radicalizados y el peronism o ,24 para luego realizar una crtica a lo que considera las insuficiencias epistem olgicas de las filosofas latinoam ericanas.

    Un criterio determ inante para distinguir los sentidos en puja de liberacin es la aproxim acin y confrontacin entre el cristianism o y el m arxism o latinoam ericano, C erutti G uldberg, citando a Ignacio S a n to s ,25 p lantea que la in suficiencia te rica y epistem olgica de la filosofa de la liberacin viene de que no ha sabido afrontar la disyuntiva de ser o prem arxiana ( vergonzantem ente hegeliana, heideggeriana, levinasiana, ricoeuriana) o postm arxista, pero sin pasar por Marx. Del grupo liberacionista inicial solo el brasileo H. Assman 26 precisar y anticipar ese conflicto . En la obra colectiva citada inicia su artculo con una confesin b iogrfica in telectual: luego del derrum be del neo-tom ism o com o filosofa del socialcristianism o, y la superacin de la etapa juven il heideggariana donde el silencio

    24 G ORTIZ, La teora de la dependencia, los cristianos radicalizados y el peronism o , en Pilcara, C uenca enero de 1977, n 1 pg. 57-61.

    25 I. SANTOS, P ro b lem tica la tin o m aerican a , en Bibliografa teolgica com entada del rea iberoam ericana , ISE D E T , B u en o s A ires 1976, vo l 3, 1976. C itado por CERUTTI.

    26 H. ASSMAN, P resupuestos p o lticos de una filosofa la tin o am erican a, en AAVV, Hacia una filosofa de la lliberacin latinoamericana.

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  • Carlos Asselborn - Gustavo Cruz - Oscar Pacheco

    exttico, poblado de tautologas circulares lo dej ante lo que denom ina una frustracin fecunda, se encuentra ante un nuevo derrotero: el m arxism o, aunque sin la perversin escolstica del m arxism o que term ina siendo una nueva pantalla ocultadora de la densidad epistem olgica de la praxis liberadora de nuestros pueblos .21

    En el caso de Dussel su giro hacia el m arxism o en los 80 m uestran este viraje ad intra del sector analctico. Su artculo sobre marxismo y cristianism o en M ysterium L iberationis28 y su investigacin sobre el M arx defin itivo29 son indicativos de la presencia siempre conflictiva del mismo. El sector analctico recurrir a L evinas para superar la d ia lc tica m arxista, de ah su pronta adopcin. Pero hay que advertir que Dussel vuelve desde la A lteridad en busca del M arx definitivo. Scanonne elige el derrotero analctico distancindose del dialctico.

    La tensin se encuentra tam bin en el docum ento de M edelln. donde los obispos reconocen que el sistem a m arxista posee un hum anism o pero m ira m s bien al hom bre colectivo, y en la prctica se traduce en una concentracin totalitaria del poder del Estado. A su vez realizan un ju icio negativo sobre el sistem a liberal cap ita lis ta 30. La tensin se evidenciar, com o se sugiri anteriorm ente, entre un anlisis desarrollista y otro libe- racionista de la realidad. En el captulo 7 (Pastoral de elites) los

    37 Ibid.,. 27-28.

    38 En 1. ELLACURA - J. SOBRINO (ed). Mysterium Liberationis. Conceptos Fundamentales de la Teologa de la Liberacin. 2 Tom os, T rotta. M adrid 1990.

    19 E. DUSSEL, La produccin terica de Marx. Un comentario a los Grundris- se , Siglo XXI, M xico 1985; Hacia un Marx definitivo. Un comentario de los M anuscritos d e l 61-63, S ig lo X X I, M x ico 1988; El ltim o Marx (1863-1882) y la liberacin latinoamericana. Siglo X X I, M xico 1990; Las metforas teolgicas de Marx, Verbo D ivino, N avarra 1993.

    30 Doc. M edelln , 1.10.

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  • Liberacin: una recepcin del Concilio Vaticano II en Amrica Latina

    obispos presentan una tipologa de los grupos de elites latinoam ericanos, distinguiendo tres tipos: tradicionalistas-conservado- res, desarrollistas y revolucionarios. Los ltim os en las versiones marxistas, izquierdistas no marxistas, o ideolgicam ente indefinidos .31 La diferencia entre ellos radicara en el uso de la violencia y la propugnacin gradual o revolucionaria del cam bio de estructuras socioeconm icas injustas. En relacin a la fe cristiana valoran que los revolucionarios posean un sentido muy vivo del servicio para con el prjim o aunque tienden a identificar unilateralm ente la fe con la responsabilidad social. Esta tipologa de los sectores cristianos tam bin se hallaba presente en el m ism o clero, por ejem plo ad intra del M ovim iento de Sacerdotes para el Tercer M undo .32 Tanto en la Filosofa de la liberacin inicial y en uno de los sectores cristianos tipificados por M edelln la liberacin latinoam ericana fue igualm ente acogida con tensiones y creatividad.

    La ltim a dictadura m ilitar term in de poner un punto aparte al proceso iniciado en los procesos de liberacin socio-polticos e intelectuales. No obstante no fue un punto final, pues la liberacin sigue presente en el filosofar latinoam ericano,33 que esperamos no sea solo por un afn de academ icism o filosfico, sino por la urgencia de filosofar para una edad de globalizacin y exclusin.

    31 Doc. M edelln , V II.5.

    32 Cf. H. CERUTT1 OULOBERO, R ecepcin en A rgentina: tendencias an tagn icas , en id., Filosofa de la Liberacin Latinoam ericana , FC E , M xico 1983, 150-154.

    33 N os re fe rim o s a las V III Jo rn ad as In tern ac io n a les In te rd isc ip lin a ria s o rg an izad as p o r el [C A L A en Ro C u a rto (2 0 0 3 ) en el que se ho m en a je a los fu n d a d o re s de la F ilo so fa d e la L ib e rac i n . E stu v ie ro n p re sen te s casi la to ta lid ad del g ru p o in ic ia l. C f. D. MICHELIN1 (C o in p .), Filosofa de la liberacin. Balance y perspectivas 30 aos despus, E rasnttis V, 1/ 2 - 2003 .

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  • Carlos Asselborn - Gustavo Cruz - Oscar Pacheco

    3. El paradigma del xodo como clave hermenutica de Liberacin.

    Fueron los procesos latinoam ericanos de liberacin, en los 60 y 70 los que produjeron una nueva m anera de leer la Biblia a la luz de los acontecim ientos sociopolticos de la poca. D ichos procesos y sus correspondientes m ovim ientos sociales, polticos y eclesiales pusieron de m anifiesto el potencial liberador del libro del xodo en cuanto clave de interpretacin y de transform acin social. M edelln en su Introduccin, n 6, hace referencia a este paradigm a: As com o o tro ra Israel, el p rim er Pueblo de Dios, experim entaba la presencia salvfica de Dios cuando lo liberaba de la opresin de Egipto, cuando lo haca pasar el m ar y lo conduca hacia la tierra de la prom esa, as tam bin nosotros, nuevo pueblo de Dios, no podem os dejar de sentir su paso que salva, cuando se da El verdadero desarrollo, que es para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas, a condiciones ms hum anas...

    El libro del xodo fue el m odelo herm enutico ejem plar asum ido por la Teologa de la L iberacin la tinoam ericana.34 Esto lo

    34 Cf. R. ALVEZ, Pueblo de D ios y liberacin del hom bre. Fichas 1SAL 3/26, 1970; H. ASSMAN, Teologa desde la praxis de la liberacin , Salam anca 1973; S. SILVA GOTAY, La liberacin del xodo com o centro estructurante de la fe , en El pensamiento cristiano revolucionario en A L , Salam anca 1981; H. BOJORGE, xodo y liberacin, en V spera 1970; A. Lanson, Liberar a los oprimidos, B uenos A ires 1967; P. NEGRE, B iblia y L iberacin , en Cristianismo y Sociedad, 1970; J. Pixley, Exodo, una lectura evanglica popular, M xico 1983; R. SARTOR, xodo-L iberacin: tem a de actualidad para una reflex in teo lg ica , R evista B blica 1971, L. R ivera, La liberacin en el xodo ; P. MIRANDA, El D ios del xodo , en Marx y la Biblia, M xico 1971; E. TaMEZ, La Biblia de los oprimidos, San Jos 1979; S. GALILEA, La liberacin com o encuentro de la poltica y la con tem placin", en Espiritualidad y liberacin , San Jos 1982; S. CROATTO, L iberacin y libertad. R eflex iones h erm enu ticas en to rno al AT , R evista B blica 1971; Liberacin y libertad, Bs. As. 1973.

    38

  • Liberacin: una recepcin del Concilio Vaticano II en Amrica Latina

    hace explcito Enrique Dussel en su artculo El paradigm a del xodo en la Teologa de la L iberacin .3S El xodo ser la lgica integradora, el principio de organizacin e interpretacin de los hechos para la conciencia de Israel. Dussel presentar las relaciones sociopolticas y teolgicas productoras de una teologa y una herm enutica de la liberacin. Sealar seis categoras, a saber: 1) el Egipto con la clase faranica; los dom inadores, pecadores (Ex 1,8); 2) los esclavos explotados, justos (Ex 1,11); 3) el profeta, M oiss (Ex 2,1 ss); 4) el Dios que escucha y convierte (Ex 3,1 ss); 5) el pasa je por el desierto, la Pascua, las pruebas, la am bigedad del sacerdote Aarn (Ex 12,37ss); ) la tierra prom etida (Ex 3,8). Adems nueve relaciones: a) la dominacin o el Pecado (Ex 1,1-22); b) el grito del pueblo (Ex 3,7); c) la conversin, el llam ado de la palabra al profeta (Ex 2,11- 4,17); d) interpelacin del dom inador, pecador (Ex 4,18-6,1); e) interpelacin al pueblo de Dios (Ex 6,2-27); f) la salida, la liberacin (Ex 7,8ss); g) la accin proftica crtica contra el sacerdote Aarn (dialctica profeta-sacerdote en todo el relato del pasa je por el d e s ie r to ) ; h) en tra d a a la fierra p ro m e tid a , construccin del nuevo sistem a (Jos 3 ,ls s ) i) salvacin , Reino, com unidad de vida que puede ser un nuevo Egipto (1 Sam 8,10- 18) y por ello se escinde: la tierra prom etida histrica (superable) y el Reino de Dios (absoluto y slo plenam ente realizado despus de la historia).

    La praxis histrica y el discurso que se desprenden de este paradigm a tienen un sujeto: los hijos de Israel y jun to a ellos tam bin a M oiss. Dussel expone cinco niveles de m aduracin en la conciencia teolgica de las estructuras del paradigm a; ellas son: 1) el pasaje de una experiencia personal y subjetiva de la pobreza (virtud) a la pobreza com o exigencia de toda la Iglesia; 2) el pasaje de la pobreza subjetiva (virtud o infancia espiritual) al hecho objetivo del pobre, del otro; 3) el pasaje del pobre des

    35 E. DUSSEL, en C oncilium 209 (L987) 9 9 -1 L4.

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  • Carlos Asselborn - Gustavo Cruz - Oscar Pacheco

    cubierto en la experiencia espiritual del evangelio a la determ inacin de d icho pobre (gracias a las ciencias sociales) como clase o pueblo; 4) El pasaje de dicho pobre, clase, pueblo com o objeto de una opcin por a la afirm acin de dicho pobre, clase o pueblo com o sujeto de la Iglesia y de la historia; 5) por ltim o la diacrona m anifiesta en el pueblo cristiano que relee la Escritura desde su situacin concreta.

    Por su parte, Gustavo G utirrez afirm ar que la liberacin de Egipto es un acto poltico... supresin del desorden y ia creacin de un orden nuevo36. El xodo es la larga marcha hacia la tierra prom etida, en ia que se podr establecer una sociedad libre de la miseria y de la alienacin... el D ios del xodo es el Dios de ia historia, de ia liberacin poltica, ms que el Dios de la n a tu ra leza .37 A lianza y liberacin estarn vinculadas; por ello el horizonte escato lgica se encuentra en el corazn del xodo.

    El contexto de produccin y aplicacin de este paradigm a her- m enutico fue la lucha por la liberacin sociopoltica de los pases latinoam ericanos, especialm ente en los aos 60 y 70. El paso de la explicacin desarrollista a la teora de la dependencia posib ilit la analoga entre los pobres de L atinoam rica y los esclavos bajo el yugo del Faran egipcio, clarificando la tensin que vim os se da en el texto de M edelln.

    El Faran era el im perio capitalista que con su ltigo de metal dom inaba y saqueaba al tercer m undo-esclavo. La figura del lder M oiss dio lugar a c ie rto s m esianism os p rovocando una suerte de separacin entre vanguardias y masas. El M oiss que se enfrenta al Faran cuenta con proteccin divina, es el Enviado de Dios. La liberacin deba forzarse ya que, por otro lado,

    36 G. GUTIRREZ, Teologa de la liberacin. Perspectivas, S guem e, Salam anca 111985, 204.

    37 Ibid., 206-207.

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  • Liberacin: una recepcin del Concilio Vaticano II en Amrica Latina

    era inminente. El paso del M ar era casi un hecho y el sueo de la tierra prom etida, tierra donde mana leche y miel, tierra socialista se construa gracias a la voluntad de liberarse. La liberacin era una posibilidad real. Los M oiss deban trabajar para con- cientizar al pueblo esclavo con el fin de contrarrestar la imagen del Faran arraigada en las conciencias. Una suerte de optim ismo, m ezcla de ilustracin y rom anticism o, em papaba las conciencias, los sentim ientos y las acciones. Liberaciones concretas as lo confirm aban, como la de N icaragua o la em inente liberacin de El Salvador o los logros polticos de algunas CEBs en el Brasil. Por lo tanto prim aba una lectura sociopoltica de la Biblia que se transform en el instrum ento teo-poltico por excelencia. Esto explica el aporte latinoam ericano de la lectura popular bblica. Las referencias al desierto com o etapa previa a la tierra prom etida eran m nim as. El desierto no era problem a, el problem a era el Faran. El Desierto slo era el tiem po interm edio entre la tierra de opresin y la tierra prom etida. La misma utopia de la tierra prom etida era entendida en clave sociopoltica: de la tierra m aldita del Egipto opresor a la tierra bendita del Dios Liberador. Las figuras de Yav y M oiss eran m ixturadas: por un lado se deba ver las hum illaciones del pueblo ; por otro exista un envo im plcito para liberar a ese pueblo esclavizado. Visionarios y videntes, enviantes y enviados.

    En suma, podem os decir que el contexto latinoam ericano de los 60-70 posibilit que se adopte al Exodo bblico como paradigm a de la praxis de liberacin.

    Conclusin: Otra vez ...liberacin

    A 10 aos del C oncilio se cre el CEFyT (1975) que recogi el im pulso conciliar en tres perspectivas: teolgica, filosfica y pedaggica. A 40 aos del Concilio, 37 de M edelln y 30 del inicio del C EFyT entendem os que la lnea conc iliar m s fecunda se

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  • Carlos Asselborn - Gustavo Cruz - Oscar Pacheco

    cristaliza en la categora liberacin, pues es la m anera original, aunque no propia, de la Iglesia para responder a la situacin del continente desde los planteos del Vaticano II. Gustavo G utirrez viene en nuestra ayuda desde su lucidez y su capacidad de sntesis: El Vaticano II habla de subdesarrollo de los pueblos a partir de los pases desarrollados y en funcin de los que stos pueden y deben hacer por aquellos; Medelln trata de ver el problema partiendo de los pases pobres, por eso los define como pueblos sometidos a un nuevo tipo de colonialismo. El Vaticano II habla de una Iglesia en el mundo y la describe tendiendo a suavizar los conflictos; Medelln comprueba que el mundo en que la Iglesia debe estar presente, se encuentra en pleno proceso revolucionario. El Vaticano II da las grandes lneas de una renovacin de la Iglesia, M edelln seala las pautas para una transformacin de la Iglesia en funcin de su presencia en un continente de miseria e injusticia. 38

    En estos aos hem os presenciado un progresivo abandono de estas posturas, en donde se trata de suavizar la categora liberacin o directam ente abandonarla. Volvemos a escuchar categoras que tienen que ver con la m odernizacin y el desarrollo, tales como em prendedor y liderazgo. Si la categora liberacin surgi a partir de una situacin de in justicia generalizada com o consecuencia de estructuras injustas, hoy seguir hablando de subdesarrollo om itiendo la opresin sobre los cuerpos es un erro r de anlisis de la realidad, con consecuencias teolgicas pues dicha situacin es calificada de pecado social. Dicha situacin se ha agravado gracias a los vientos neoliberales instaurados en los 70 a sangre y fuego y cuyo xtasis presenciam os en los 90; solam ente el estar a tono con dichos vientos explica el abandono de la categora liberacin.

    La O.I.T. acaba de publicar el informe Una alianza global contra el trabajo forzoso (mayo 2005), donde se precisa que cerca

    38 G. GUTIRREZ, Teologa de la Liberacin , Salam anca 1972, 176.

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  • Liberacin: una recepcin del Concilio Vaticano II en Amrica Latina

    de 10 m illones de personas son explotadas por la prctica del trabajo forzoso en la econom a privada y no directam ente por los estados. Adems dice que alrededor de 2,4 m illones tam bin son vctim as del trfico de seres humanos. A nivel regional en A m rica Latina y el Caribe existe 1,3 millones de trabajadores explotados. 39 El desem pleo no es el nico castigo en la regin.

    En este contexto queremos cerrar con las palabras aun vigentes de Gustavo Gutirrez: El post- M edelln (como el post-Conci- lio) evidencia el deseo de algunos sectores de hacer olvidar o de m itigar los efectos de una tom a de posicin que los tom por so rp resa . N egar la le tra es im posib le . Se tra ta de dec la rarla inaplicable, vlida slo para situaciones especiales y bien determinadas. El em peo es puesto, por consiguiente, en desvalorizar adem s de la autoridad de M edelln, el espritu a que dio lugar. Esfuerzo intil .40

    39 A nivel regional el num ero m s alto de trabajadores forzosos se registra en A sia, con 9,5 m illones, 660 .000 en frica al Sur del Sahara, 260 .000 en M edio O riente y A frica del N orte, 360.000 en los pases industria lizados y 210 .000 en los pases en transicin . Inform e en: h ttp ://w w w .ilo .o rg /public/ span ish /index .h tm

    4U Q GUTIRREZ, Teologa de la Liberacin , Salam anca 1972, 176.

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  • PENSAM IENTO PEDAGGICO LATINOAMERICANO: LA PRCTICA

    EDUCATIVA COMO PRCTICA DE FILIACIN CULTURAL Y LA RESPONSABILIDAD DE

    LA UNIVERSIDAD

    Enrique Bamhozzi 1

    Introduccin

    El debate en torno a la pedagoga latinoam ericana lo inscribim os en el marco de las respuestas o alternativas a la colonialidad del saber o eurocentrism o en el que se hayan discutiendo las ciencias sociales com o intento de cam biar el lugar de enunciacin desde el cual se naturalizaron las legitim aciones que nos ubicaron (a los latinoam ericanos) en el lugar m aterial y sim blico de la dependencia y el subdesarrollo.

    D ependencia de supuestas filiaciones civ ilizatorias que bajo la concepcin de la historia universal (europea) ubicaron en un lu

    1 D octor en C iencias de la Educacin (Program a M ultinacional de Doctorado en E d u caci n , O E A (O rg an izac i n de E stados A m erican o s) y A lem an ia). U niversidad C at lica de C rdoba, 1993. Pos-D octorado en C iencias Sociales. C entro de Estudios Avanzados. U niversidad N acional de C rdoba, 2005. P rofesor Regular A djun to a cargo de la C tedra de Pedagogia. U niversidad N acional de Villa M ara. C rdoba. D ocen te-lnvestigador. Facultad de E ducacin. U niversidad C at lica de C rdoba. Profesor del Sem inario de Pedagoga en el Sem inario M ayor de C rdoba (Institu to N uestra Seora de Uo- re to ). V ice-P resid en te de la C o m isin de E ducacin en las C iencias de la A gencia C rdoba C iencia.

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  • Enrique Bambozzi

    gar particular y m arginal a una concepcin de tiem po, espacio y cultura que no responda al modelo civilizatorio moderno y liberal.

    M ediante las denom inaciones de estudios pos-coloniales, pos-occidentales, estudios culturales, etc., han surgido distintas enunciaciones que, sin constituirse en un cuerpo coherente, dan cuenta de una am plia gam a de bsquedas de formas alternativas del conocer, cuestionndose el carcter colonial o eurocntrico de los saberes sociales sobre el continente, el rgim en de separaciones que les sirven de fundam ento, y la idea m isma de la m odernidad com o m odelo civilizatorio universal . 2

    Siguiendo este recorrido, en el contexto de las alternativas que de m anera original y genuina ofrecen claves para pensar a L atinoam rica en clave pedaggica, esbozarem os unas reflexiones en torno a lo que denom inam os Pedagoga Latinoam ericana.

    Pedagoga Latinoamericana: la deshumanizacin como tarea n a tu ra l3

    El desarrollo de este apartado se sustenta sobre la base de las siguientes tesis:

    - El objeto de estudio de la pedagoga latinoam ericana como las prcticas educativas hum anizadoras.

    La dominacin como tema de la pedagoga latinoamericana.

    Si hacer educacin (educar) es ejercer la memoria, hacer pedagoga en A m rica Latina es un ejercicio de la m em oria por re

    2 Cf. E. LaNDER (com p.), La coloniaiidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, Perspectivas latinoam ericanas, C LA C SO , B uenos A ires 2003, 27.

    3 Para m ayor p rofundizacin de lo que se expone, consultar E. BAMBOZZI. Escritos Pedaggicos, E diciones del C opista , C rdoba 2005.

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  • Pensamiento pedaggico latinoamericano

    cordar, volver al corazn de la hum anizacin. Es denunciar que la persona se ha perdido como horizonte y sentido de la educacin. El rostro de la deshum anizacin no es otro que la consecuencia del olvido de la persona y del bien comn.

    En este contexto, algunos deciden narrar otra historia, es decir, volver a contarla desde lo no contado, abriendo la posibilidad de instalar nuevas preguntas a viejas clausuras.

    La pedagoga latinoam ericana se presenta, entonces, com o acontecim ien to : o tra h is to ria puede ser con tada por esos tan tos otros que deciden pronunciar su propia palabra y que denuncian a las prcticas de dom inacin que quieren aparecer com o educativas. A contecim iento que se inscribe como proyecto poltico.

    Este hacer pedaggico latinoam ericano se inscribe en el m ovim iento de la pedagoga latinoam ericana entendiendo por m ovim ien to a un con jun to de trad ic iones te ricas y p rcticas que guardan consenso en la denuncia hacia estructuras sociales des- hum anizadoras y en el anuncio de prcticas hum anizadoras, dem ocrticas, em ancipadoras.

    Esta deshum anizacin se m aterializa en estructuras sociales cuyo ncleo constitutivo lo explicam os con la categora dualidad estructural naturalizada 4 que analiza el proceso de naturalizacin de la conciencia y la posibilidad de adjudicar causalidad histrica (intervencin hum ana) a lo que se presenta com o m gico o divino (sobrenatural).

    - Dualidad o pensamiento dual: se entiende la realidad como constitutiva por pares en una relacin jerrquica de subordinacin. Esta relacin y las posiciones originales son invariables en el tiempo. En este sentido, por definicin, un trm ino es siem pre superior a otro. A diferencia de la con

    4 C ategora creada por el au tor de este trabajo para exp licar el giro en la causalidad y v incu larlo al concepto de concientizacin.

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  • Enrique Bambozzi

    cepcin dialctica en donde los trm inos de la relacin no slo son m odificados sino y, sobre todo, las posiciones cam bian en la existencializacin de un trm ino superior.

    Estructural: esta dualidad se hace cuerpo, se hace estructura social. En este sentido, se presentan estructuras sociales relacionadas jerrquicam ente pero de m anera subordinada, unas estructuras dom inan a otras. Esta relacin perm anece en el tiem po de m anera invariable.

    - Naturalizada: lo asociam os al pensam iento substancialista o esencialista. La estructura social y los pares opuestos se presentan com o desarrollos naturales, lgicos, adjudicando a la naturaleza aquello que en definitiva es una construccin social.

    En sntesis, a la pregunta: Qu es lo que se presenta com o natural?; la respuesta es: la Dominacin.

    Algunos rasgos identitarios del escenario latinoam ericano 5

    Pensar en trm inos de una pedagoga latinoam ericana, requiere, indudablem ente, reconstruir el escenario latinoam ericano que la determ ina y la impulsa. En este sentido, entendem os necesario precisar algunos rasgos identitarios que definen este escenario:

    - Exclusin y pobreza creciente: entendem os por exclusin un fenm eno o construccin histrica discursiva que gene-

    5 Para una m ayor p rofundizacin , co n su lta r E. BaMBOZZI, Las T areas de la E ducacin en el contexto latinoam ericano: entre un pensam ien to propio y la exterio ridad . Acias del XI Jornadas de Filosofa, Teologa y Ciencias de la Educacin, C rdoba 2005.

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  • Pensamiento pedaggico latinoamericano

    ra una prctica social de polarizacin. Estos sectores ubicados en los polos ven limitado su acceso a bienes m ateriales y sim blicos, lo que pone en peligro su condicin ciudadana.

    - Crisis de gobernabilidad (dem ocracias dbiles): la prdida de credibilidad de las instituciones en sentido general (fenm eno de la des-institucionalizacin, des-im plantacin) trae aparejado el fenm eno de la prdida de representati- vidad, legitimidad. Esta crisis no slo se explica en los niveles macro-polticos de conduccin de los gobiernos sino que se reproduce ad intra las instituciones educativas, sociales.

    - Aum ento cuantitativo de cobertura educativa en los niveles bsicos (cantidad vs. calidad). M ientras que los niveles de pobreza se increm entan, los n iveles de alfabetizacin bsica en nuestra regin tam bin aum entan; es decir, son cada vez ms los nios que com pletan el ciclo de escolaridad obligatorio. Si bien estas m edidas son sustantivas a la hora de pensar en la dem ocracia, el increm ento cuantitativo o cobertura no siem pre est asociado al de la calidad. Esta tendencia se est corriendo hacia el nivel medio del sistem a ed u ca tiv o e im p ac ta r fu e rtem en te en los prxim os aos en la educacin superior. Uno de los indicadores de este fenm eno es la creciente devaluacin de los ttulos.

    - C risis del estado benefactor (aum ento del te rcer sector). La prdida del estado social o post-social trae com o consecuencia el corrim iento del estado de la prestacin de sus servicios bsicos: educacin, salud, justic ia . Esto ha habilitado un espacio propicio para el surgim iento de instituciones sociales (fundaciones, ONG s, voluntariado social, etc.) defin idas com o te rcer sector. Si b ien la lectura de este sector es altam ente positiva en la construccin de desarrollo sustentable, cabra el in terrogante, al m enos, de

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  • Enrique Bambozzi

    cmo articular el trabajo del tercer sector con las obligaciones que debe prestar el estado; es decir, cmo ayudar al estado y no hacer lo que debe hacer el estado.

    - Incidencia de los organism os internacionales en las po lticas pblicas. A partir de las reform as educativas de la dcada del 90 en toda la regin latinoam ericana, observam os la incidencia de presiones internacionales en la definicin de metas educacionales. Es notoria la sem ejanza, a la hora de realizar un estudio com parado, entre las propuestas y prescripciones curriculares entre nuestros pases.

    - A lfabetizacin tecnolgica inequitativa: la categora analfabeto, tradicionalm ente asociada a un cdigo m oderno de adquisicin de la lecto-escritura y ubicada en sectores sociales pobres, ha sido afectada a partir del fenmeno de la globalizacin. Las nuevas tecnologas (TICs) introducen nuevos cdigos y nuevas formas de aprender. En este p resente, encontram os, todava, algn docente que negndose a acceder al m undo de las com putadoras , requiere de sus hijos para que le traduzcan en soporte inform tico o Pow er Point sus clases con figuras anim adas. Docentes analfabetos tecnolgicos con hijos y alum nos posm odernos e internetizados.

    Las tareas de la educacin

    Presentados, as, los rasgos que, a nuestro ju ic io , describen el actual escenario latinoam ericano, es posible pensar las tareas que le caben a la educacin:

    N uestro escenario es L atinoam rica y nuestro modo de trabajo es en red : esta reflexin se vincula con el com prom iso que tenem os de desarro llar nuestra solidaridad

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  • Pensamiento pedaggico latinoamericano

    interinstitucional. Solidaridad entendida en el com prom iso de com partir necesidades y oportunidades. El trabajo en red. representando el paradigm a del trabajo cooperativo, supera la todava muy instalada cultura del trabajo aislado y en solitario de los escenarios de nuestras instituciones educativas.

    - Investigacin y tom a de decisiones: el conocim iento que se construye en los m bitos de educacin superior y su relacin con la form ulacin de las polticas pblicas es prcticam ente nula. Esta idea se vincula con la potencialidad transform adora del conocim iento y su circulacin en instancias de investigacin y difusin. En lneas generales, las tom as de decisiones que abonan las polticas pblicas desconocen estudios o experiencias realizadas en nuestras instituciones.

    - Cultura juven il em ergente: nuevos cdigos de com unicacin. No conocem os los nuevos cdigos de nuestros alum nos y seguim os trabajando con los cdigos de la m odernidad (hom ogeneidad). Distintas investigaciones dan cuenta de una nueva relacin entre juventud y sexualidad; juventud, salud y cuidado del cuerpo; juven tud y religiosidad, etc. Estos nuevos conocim ientos deberan traducirse en espacios curriculares en los procesos form ativos de nuestros futuros docentes.

    - Poltica, educacin y ciudadana: la educacin com o acto poltico y vinculada al bien comn. Desarrollo sustentable. La educacin debe recuperar su sentido originario de vinculacin con la poltica entendiendo nuestro oficio com o un acto poltico de construccin del bien comn.

    - T rabajo in terd iscip linario : form a de concebir el conocim iento y no receta tecnolgica. El abordaje interdisciplinario es la concepcin terico-m etodolgica que habilita com prensiones p ro fundas al traduc irse com o cam pos o

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  • Enrique Bambozzi

    reas de conocim iento . N ivel de com plejidad que no se alcanza con una yuxtaposicin de m aterias sino desde una concepcin de conocim iento.

    D ilogo in tercu ltu ra l: nociones com o m ulticu ltu ra lidad . dilogo interreligioso deben ocupar espacios curriculares en las instancias de formacin. La categora soberana nacional, identidad nacional ha sido asociada, especficamente, a la defensa del territorio como elemento clave; mientras que en la actualidad, el debate entre la soberana, la identidad o la alienacin, se dirime en la arena de la transm isin sim blica; es decir, en la capacidad que tiene la educacin de ejercer una prctica filiatoria, de enraizam iento con la cultura a travs de la recuperacin de sus tradiciones. Este deber filiatorio debera traducirse, entre otros, en un aumento cuantitativo de espacios curriculares vinculados con la historia nacional y de la regin latinoamericana.

    - Form acin de lderes culturales: entendem os que la gran cuestin para nuestra form acin se puede traducir en el siguiente interrogante: Cm o interpretar los cdigos de la posm odernidad en el horizonte de la form acin integral de la persona?

    La Educacin como prctica de filiacin cultural: el compromiso de la Universidad

    A sum ir la posicin de que la educacin es una prctica de filiacin. im plica reconocer al propio proceso educativo com o acontecim iento hum anizador, es decir, como posibilidad histrica humanizante.

    Cuando pensamos en el significado de filiacin, observam os que ste nos remite, entre otros, a la procedencia de los hijos respecto a los padres; o tam bin la dependencia que tienen algunas

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  • Pensamiento pedaggico latinoamericano

    personas respecto de otra u otras principales; dependencia a tina corriente de pensam iento, etc. M s interesante aun cuando nos referim os a seas filiatorias que nos inscriben en una historia, en una fam ilia y que, en definitiva, nos em parentan y que conform an nuestra identidad.

    Por lo expuesto, tanto la filiacin como la identidad slo se entienden com o categoras que nos rem iten y nos definen com o seres de dependencia, no alienada, sino, com o definim os en el inicio, dependencia vital. La verdadera educacin es, consecuentem ente, prctica de filiacin cultural porque nos debera hacer visible y com prensible nuestra dependencia con nuestras costum bres, con nuestras tradiciones, con nuestros hroes, con nuestros mitos, en sntesis, con nuestra historia.

    En la actualidad , nos encontram os con prcticas sociales (no educativas) que prom ueven m s que la filiacin la alienacin; es decir, no el enraizam iento sino el des-enraizam iento, la desim plantacin del sujeto de su cultura; des-enraizam iento producido por el encantam iento fugaz pero efectivo de dispositivos que a nivel sim blico no producen actos de entendim iento sino enajenaciones de la conciencia.

    Entendem os la alienacin com o un proceso m ediante el cual el individuo o una colectividad transform a su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debera esperarse de su condicin; es decir, la alienacin es la operacin contraria a la identidad.

    Cabe sealar que estas operaciones de alienacin son intencionales, se realizan en la historia y tienen en la educacin su botn de caza m s codiciado, ya que la educacin fue, es y, entiendo que seguir siendo, el dispositivo m s eficaz para que el estado o el m ercado ejerzan la reproduccin simblica.

    Esta reproduccin sim blica, en manos de actores supuesta o sospechosam ente educativos, enajena, es decir, rompe el contrato de filiacin y dependencia que genera vida, para privar al propio ser del dom inio de s. Ya no lo considera un hijo o en rela

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  • Enrique Bambozzi

    cin filial, ya no lo poseer sino que lo desposeer. Privar al ser de su autntica dimensin.

    La categora enajenacin es m uy apropiada para describ ir los tiem pos que corren y para alertarnos sobre algunas cuestiones. A firm ara que estam os enajenados en varios sentidos:

    - La educacin es ajena a nuestra cultura: cada vez ms nuestros alum nos estn privados de una acceso a los saberes de la historia.

    - La educacin est lejos de los intereses de nuestros ciudadanos. En este punto, la categora ciudadano es transformada en consumidor.

    Cabe, en este punto, preguntam os: Qu papel o responsabilidad le cabe a la Universidad?

    Recuperando su misin fundante, la Universidad debera contribuir ofreciendo conocimiento desvinculado de intereses poltico-partidarios, econmicos-m ercantilistas y localistas-provincialistas a crear lo que hemos definido un territorio o cerco simblico, es decir, un corpus de conocimiento que por su carcter pblico se convierta en una fuente de conocimiento indispensable a la hora de tom ar decisiones vinculadas a la generacin de polticas pblicas.

    Entendemos una Universidad que siendo fiel a lo que tiene que ser, es decir, UNIVERSIDAD, nos perm itir ejercer prcticas de filiacin y desde aqu preguntam os:

    Cmo se com eten tantos errores en la poltica educativa?; Acaso no tenem os investigaciones que recuperan la voz de los docentes y de los estudiantes? Qu sentido pblico tienen nuestras producciones de conocim iento?

    Cmo existen tantos jvenes y adultos fuera del circuito educativo formal?; A caso no tenem os investigaciones que dan cuenta de la realidad de nuestros jvenes y adultos, de la intensificacin laboral, de los magros sueldos?

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  • Pensamiento pedaggico latinoamericano

    La U niversidad debe recuperar el liderazgo que otrora tuvo: form ar lderes culturales que interpreten y operen los cam bios que la sociedad necesita. L deres que adem s de un ttulo, se com prom etan con la form acin del bien comn y la ciudadana. Un ttulo universitario que ms que un barniz de prestigio, sea vivido com o un com prom iso tico y poltico en la construccin de una sociedad m s justa, m s digna.

    A nte este avance de p o lticas sociales inhum anas, p regunto : Dnde estam os los universitarios?, Dnde est nuestro saber y nuestro saber hacer?, Qu potencialidad explicativa y transform adora tiene nuestra prctica, nuestra p roduccin de conocim iento a la hora de echar luz sobre el norte que las acciones polticas deben tomar?

    Conclusiones

    E ncam inar nuestros esfuerzos en tal sentido, perm itir que la U niversidad sea una institucin que genere prcticas filiatorias, es decir, una Universidad que, orientada por un pensam iento pedaggico latinoam ericano, forme ciudadanos y ciudadanos com prom etidos tica y polticam ente por un continente ms justo y m enos desigual. U na Universidad Latinoam ericana que, en dilogo con el mundo, nos inserte en los problem as y soluciones de nuestro herido y esperanzado continente.

    Resumen

    El trabajo tem atiza la posibilidad de construccin de un pensam iento o pedagoga latinoam ericana. Para tal fin, en un prim er m om ento, propone categoras de anlisis; luego describe algunos rasgos identitarios del contexto latinoam ericano desde una lectu

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  • Enrique Bambozzi

    ra pedaggica; y, por ltim o, define el carcter filiatorio y cultural de la tarea educativa esbozando algunas responsabilidades de la U niversidad .6

    Bibliografa

    E. B a m b o z z i , Escritos Pedaggicos, Ediciones del Copista, Crdoba 2005,

    , Pedagoga Latinoamericana. Teora y praxis en PauloFreire, Universidad Nacional de Crdoba, C rdoba 2003.

    , Las Tareas de la Educacin en el contexto latinoam ericano: entre un pensam iento propio y la exterioridad . Actas deI XI Jornadas de Filosofa, Teologa y Ciencias de la Educacin , Crdoba 2005.

    ---------- , Pedagoga L atinoam ericana . Ponencia presentada enel Prim er Encuentro Federal de C tedras de F ilosofa L atinoam ericana, Escuela de F ilosofa. Facultad de F ilosofa y H um anidades. U niversidad N acional de C rdoba, C rdoba 2003.

    , Lectura pedaggica latinoam ericana del conocim ientoeducativo: ciudadana y bien com n . Conferencia dictada en el Congreso Internacional de Educacin, Crdoba 2003.

    , Pedagoga L atinoam ericana. Las intencionalidades dePaulo Freire en los um brales del Siglo X X I . En Revista A lternativas, Serie: H istoria y Prcticas Pedaggicas, Ao IV, N 4. San L uis, L aborato rio de A ltern a tiv as P edagg icas, 2001, 161-180.

    6 Parte de estas ideas lian sido d iscu tid as en E nrique BAMBOZZI, Pedagoga Latinoamericana: teora y praxis en Pauto Freire, U niversidad N acional de C rdoba, C rdoba 2000.

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  • Pensamiento pedaggico latinoamericano

    P. F r e ir e , Pedagoga del Oprimido, M ontevideo, T ierra Nueva, 1970.

    E. L a n d e r , (comp.). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, Perspectivas Latinoam ericanas. CLACSO, Buenos Aires 2003.

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  • HACIA UNA HERMENUTICA DEL CONCILIO VATICANO II

    APORTES DESDE PAUL RICOEUR

    Santiago Castello 1

    1. Introduccin

    A casi cuarenta aos de la clausura del concilio Vaticano II, y en el contexto de un siglo XX m arcado por la tragedia de las Guerras, del holocausto judo, los conflictos tnicos y culturales, la paradoja de la globalizacin con sus posibilidades y lm ites, el dram a de los fundam entalism os religiosos y sus signos y expresiones del terror, etc.; cabe preguntarse nuevam ente cul sea la experiencia vital que hace sentir a la Iglesia ntim am ente solidaria con la hum anidad y con su h isto ria .2

    El concilio Vaticano II ha significado para m uchos contem porneos nuestros un acontecim iento asom broso y apasionante que les llev a la tom a de posicin com prom etida en la tarea de aterrizar y llevar adelante la renovacin pastoral que re flejara el espritu eclesial que los docum entos finales del concilio expresaron. El entusiasm o y esperanza transform adora del inicio ha devenido en desilusin y, en algn caso, en un sentim iento de te

    1 L icenc iado en Filosofa. P rofesor ad sc rp to en la cted ra S em inario de in vestig ac i n en la Facultad de F ilo so fa y H um anidades de la U n iversidad C atlica de C rdoba. Profesor en el Sem inario M ayor de C rdoba y el Institu to Lum en Christi.

    2 Cf. CONSTITUCIN DOGMTICA, Gaudium et Spes I .

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  • Santiago Castello

    m or que deja transparentar la incertidum bre y la angustia por un posible fracaso .3 No obstante este variado y paradjico contraste de actitudes y nimos, ha ganado en la actualidad la d iscusin sobre el significado, interpretacin y consecuencias del Vaticano II. 4

    El Vaticano II constituye sin duda una pgina de la historia de la Iglesia que aun hoy sigue estando vigente; su carcter de acontecim iento-evento, su dinam ismo transform ador y liberador, sus docum entos y afirm aciones siguen siendo rectoras y directrices a interpretar y discernir para la vida presente y futura de la Iglesia que da a da lleva adelante su tarea evangelizadora. H abiendo pasado las fases de entusiasm o inicial y de la desilusin-des- en c an to , las p o s tu ra s an ta g n ic a s de re fo rm ad o re s y conservadores, afirma Walter Kasper que el estm ulo del m agisterio oficial para una nueva ronda de la discusin trae de nuevo m ovim iento en la Ig lesia y, por consiguiente, es saludable en principio. En cualquier caso, ese em pujn m uestra que el Vaticano II no est muerto, ni mucho menos. Su recepcin y realizacin tienen ante s un largo camino por recorrer. 3

    Por eso, es necesario llevar adelante una herm enutica del concilio Vaticano II en su totalidad integral y de sus afirm aciones en particu la r.6 La celebracin de los cuarenta aos de la clausura del Vaticano II, el nuevo contexto sociocultural y eclesial que

    3 Cf. W. KASPER, El desafio permanente del Vaticano II. Hermenutica de las aseveraciones del Concilio en Teologa e Iglesia , H erder, B arcelona 1989, 401-415.

    4 Ibid., 401.

    5 Ibid., 401.

    6 A l respecto afirm a W. K asper que " la tercera fase de la recepcin conciliar, que a lborea en nuestros das, tiene que superar la fase positiva y la fase un ilateral del desencan to . D eber ser una fase de in te rp retacin y realizacin au tn ticas e in tegras del concilio y de su obra renovadora. Toca, pues, a la teologa la tarea de interpretar el concilio Vaticano II., ibid., 405.

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  • Hacia una hermenutica del Concilio Vaticano II

    nos toca v iv ir y co n stru ir com o hom bres y