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Oscar Fernández Sobre predicciones y relatos Summary: In this artic/e the author attempts to analyze some of the consequences derived from the unsuccessful predictions and promises contained in the historie materialism, the latter being defined as a grand story telling, which exerted a luminous influence on the Latinamerican sociological field for the last decades. Hence, the author proposes the aban- donment of great predictions and the develop- ment of a more explicative and less pretentious theoreticalwork. Resumen: El autor intenta analizar en este ensayo, algunas consecuencias que se deri- van del fracaso de las grandes promesas y pre - dicciones contenidas en el materialismo históri- co, concebido este último como un magno relato cuya influencia irradiante se hizo sentir durante las últimas décadas en el ámbito de las sociolo- gía latinoamericana. Se aboga, en consecuen- cia, por el abandono de las grandes prediccio- nes y por el desarrollo de una tarea mucho más explicativa y mucho menos pretenciosa. La predicción demandada No siempre se ha esperado lo mismo del sociólogo. Las expectativas que fueron emergien- do en tomo a su actividad dependieron, en buena medida, de su relativo y lento pasaje de la vida "No se trata de desacreditar un argumento con el hecho de revelar su retórica; más bien se trata de revelar la retórica para descubrir por qué un argumento resulta tan creíble'", "¿Hay acaso una situación más favorable para las ciencias sociales que aquella en la que una sociedad se plantea muchas preguntas y dispone de pocas respuestas?" estrictamente académica -a la cual estuvo cir- cunscrita durante muchas décadas- a la vida pro- piamente profesional-a la que ingresó muy entra- da ya la posguerra-. Sin embargo, y a lo largo de la centenaria historia de progresiva profesionalización de la dis- ciplina, los sociólogos han estado expuestos a una demanda frecuentemente reiterada que aparece formulada en distintos ámbitos y motivada por variados y hasta contradictorios intereses: se pide al sociólogo que responda a la pregunta sobre el futuro acontecer; se le interroga sobre el desenlace de los acontecimientos o de los procesos presen- tes. Más específicamente quizás, se espera de él que sea capaz de delinear el escenario social del futuro o de suministrar las claves que permitan conocer las leyes del desarrollo de las formacio- nes sociales presentes proyectadas en su porvenir. Tanto los interesados en los grandes cam- bios o en las violentas transformaciones, como aquellos otros que los temen o que desean evitar- las, han reclamado a veces al sociólogo predic- ciones ciertas sobre el desarrollo de los procesos de orden social. Demanda similar han enfrentado y enfren- tan los sismólogos, a quienes de manera incesante y persistente se les pregunta: ¿Cuándo y dónde tendrá lugar el próximo cataclismo? ¿Cuáles pue- den ser las consecuencias previsibles del siguien- te sismo o movimiento telúrico? Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXX (71),17-25,1992

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Oscar Fernández

Sobre predicciones y relatos

Summary: In this artic/e the authorattempts to analyze some of the consequencesderived from the unsuccessful predictions andpromises contained in the historie materialism,the latter being defined as a grand story telling,which exerted a luminous influence on theLatinamerican sociological field for the lastdecades. Hence, the author proposes the aban-donment of great predictions and the develop-ment of a more explicative and less pretentioustheoreticalwork.

Resumen: El autor intenta analizar eneste ensayo, algunas consecuencias que se deri-van del fracaso de las grandes promesas y pre -dicciones contenidas en el materialismo históri-co, concebido este último como un magno relatocuya influencia irradiante se hizo sentir durantelas últimas décadas en el ámbito de las sociolo-gía latinoamericana. Se aboga, en consecuen-cia, por el abandono de las grandes prediccio-nes y por el desarrollo de una tarea mucho másexplicativa y mucho menos pretenciosa.

La predicción demandada

No siempre se ha esperado lo mismo delsociólogo. Las expectativas que fueron emergien-do en tomo a su actividad dependieron, en buenamedida, de su relativo y lento pasaje de la vida

"No se trata de desacreditar un argumento con el hecho derevelar su retórica; más bien se trata de revelar la retóricapara descubrir por qué un argumento resulta tan creíble'",

"¿Hay acaso una situación más favorable para las cienciassociales que aquella en la que una sociedad se plantea muchaspreguntas y dispone de pocas respuestas?"

estrictamente académica -a la cual estuvo cir-cunscrita durante muchas décadas- a la vida pro-piamente profesional-a la que ingresó muy entra-da ya la posguerra-.

Sin embargo, y a lo largo de la centenariahistoria de progresiva profesionalización de la dis-ciplina, los sociólogos han estado expuestos a unademanda frecuentemente reiterada que apareceformulada en distintos ámbitos y motivada porvariados y hasta contradictorios intereses: se pideal sociólogo que responda a la pregunta sobre elfuturo acontecer; se le interroga sobre el desenlacede los acontecimientos o de los procesos presen-tes. Más específicamente quizás, se espera de élque sea capaz de delinear el escenario social delfuturo o de suministrar las claves que permitanconocer las leyes del desarrollo de las formacio-nes sociales presentes proyectadas en su porvenir.

Tanto los interesados en los grandes cam-bios o en las violentas transformaciones, comoaquellos otros que los temen o que desean evitar-las, han reclamado a veces al sociólogo predic-ciones ciertas sobre el desarrollo de los procesosde orden social.

Demanda similar han enfrentado y enfren-tan los sismólogos, a quienes de manera incesantey persistente se les pregunta: ¿Cuándo y dóndetendrá lugar el próximo cataclismo? ¿Cuáles pue-den ser las consecuencias previsibles del siguien-te sismo o movimiento telúrico?

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Hay que destacar, no obstante, que los sis-mólogos han sido en general bastante más pru-dentes. No han dudado en frustrar a ese inquietopúblico que espera de ellos fechas y localizacio-nes precisas referidas al terremoto eventualmenteesperado. No han considerado, en forma alguna,que su negativa a predecir conlleva necesariamen-te un descrédito o una pérdida inevitable de pres-tigio o de reconocimiento científico a su discipli-na y a su quehacer

Los sociólogos, al contrario, han cedidomás fácilmente "a las presiones del encargo y alas seducciones de la dernanda'". Tal vez másinseguros en su reconocimiento científico o profe-sional, han arriesgado, algunas veces, pronósticossin el fundamento requerido o simplemente profe-cías que, al decir de Weber, no vienen sino a con-vencer a aquellos que habían sido ya previamenteconvencidos.

Podría ciertamente argumentarse que lavida social en su dinámica no sólo no impide sinoque facilita incluso la predicción de ciertos com-portamientos de esa vida social cotidiana más omenos ritualizada. Conociendo el guión o lasecuencia establecida de ciertas prácticas sociales,el observador puede anticipar, con alta probabili-dad, la realización de un buen número de accio-nes. De hecho, la vida social en su globalidad, sefunda en buena medida en las expectativas recí-procas que los actores se hacen sobre el futuro yprobable comportamiento de los otros agentes delquehacer social '. El problema es que no son esas,sin embargo, las predicciones que parecen intere-sar y que sin duda reclama el gran público.Además, y esto salta a la vista, no hace falta sersociólogo para realizar exitosamente ese tipo depredicciones o de pronósticos. Lo que parece inte-resar particularmente, a quienes demandan de unau otra manera los servicios del sociólogo, es laanticipación de aquellos eventos o procesos queimplican transformaciones importantes en elacontecer histórico y social. Se espera de él queprediga las rupturas o las mutaciones del ordensocial; que señale los cambios de rumbo o losnuevos cursos de acción del desarrollo histórico oque, en todo caso, anticipe, si es posible, el retor-no al viejo orden una vez que se ha iniciado unproceso de agitación o de zozobra.

Aquellos que demandan, parecen demandardemasiado al sociólogo. Tal vez ésto se deba aque no saben claramente qué es lo que puedenesperar y requerir de su trabajo. Quizás también

eso obedezca al hecho de que desean desentrañarel secreto que encierran los acontecimientos en sua veces fortuito y azaroso devenir. Viejo deseoinsatisfecho y de muy difícil -si no imposible-satisfacción. Ni lo uno ni lo otro: el sociólogo nopuede ser el portador agorero de prediccionescatastróficas inexorables, ni el mensajero inequí-voco de una nueva tierra de donde manen, abun-dante e inagotablemente, la leche y la miel.

¿Predicción o retrodicción?

Tal y como lo hace Bernard Cohen en unaobra reciente, conviene asimismo subrayar ladiferencia que separa la profecía de la prediccióncondicionada. Mientras que en la profecía lairrupción del futuro no aparece dependiendo deuna serie de condiciones claramente señaladas, "lapredicción científica es una predicción condicio-nada. Un científico hace una predicción, teniendoen cuenta la realización de ciertas condiciones":

En la profecía el énfasis está puesto, princi-palo exclusivamernte, en el contenido de lo pre-sagiado. A diferencia de lo anterior, en la predic-ción condicionada, no puede de ninguna formaomitirse la indicación clara de las condicionesrequeridas para que el cambio anuciado puedatener lugar. Por esa misma razón, la prediccióncientífica presenta dificultades ciertas y posibili-dades muy limitadas: "no hay manera de tener encuenta todos los factores que pueden afectar con-cebiblemente el fenómeno predicho:",

Por consiguiente, tan díficil resulta desde elquehacer científico predecir con certeza un sismo,una tormenta o un conflicto social. No sin razónha afirmado Randall Collins que "la sociología noserá nunca una ciencia ajustada al viejo ideal lógi-co positivista, pero ninguna de las ciencias natura-les se ajusta tampoco a ese ideal'",

No obstante lo anterior, los sociólogos, cre-yendo hacer lo que sus homólogos en las cienciasnaturales hacen, se han aventurado con frecuenciaa profetizar o a pronosticar ligeramente, sin pres-tar demasiada atención al hecho de que lo impre -visto puede resultar -con frecuencia- "sociológica-mente más interesante que lo esperado y lo plausi-ble'". Ya lo hemos señalado: es en el campo de lollanamente rutinario, que muchas veces resultabanal, que la predicción del sociólogo tiene mayorprobabilidad de acierto.

Por eso, cuando el sociólogo opta por lasgrandes predicciones, las cuales implican una

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gran diversidad y una gran complejidad de facto-res, los riesgos de error son inevitablemente altos.

En todo caso, si la predicción ha resultadoerrónea, si la expectativa no ha resultado satisfe-cha, si los procesos reales han recorrido senderosignorados o inéditos, el sociólogo tiene aún laposibilidad de transformar lo imprevisto en mate-ria nueva de reflexión. Como el serendipity mer-toniano, los hechos inesperados pueden sugerirnuevas pistas para el análisis, en la medida en quereclaman nuevas explicaciones. Es preciso enton-ces dar cuenta de lo acontecido. Se toma necesa-rio elaborar nuevas "ofertas explicativas'" quepermitan corregir el error, abandonar la predic-ción y elaborar una nueva retrodicción que per-mita determinar los factores que pueden explicar-nunca definitivamente- el curso que siguieronlos acontecimientos previamente delimitados.

Resulta así posible sacar partido del errorpredictivo, en la medida en que se problematiza lapredicción que ex post ha resultado equivocada.Pero bien puede ocurrir que los problemas plante-ados no se reduzcan a lo que Thomas Kuhn carac-terizó con acierto como auténticos puzzles: acerti-jos o rompecabezas que pueden ser resueltos si secuenta con las piezas completas y con la destrezaadquirida para hacerlo. Como bien lo ha señaladoJeffrey Alexander: "Las condiciones descritas porKuhn para definir la crisis del paradigma en lasciencias naturales, son rutina en las cienciassociales" 10.

Por consiguiente, si las interrogantes no seresuelven, si las incógnitas no se despejan hacien-do uso o recurriendo a los recursos teóricos ometodológicos usuales o habituales que el investi-gador incorporó durante su proceso formativo o através de su experiencia, es posible que el investi-gador llegue a cuestionar la utilidad, la justifica-ción o la pertinencia de esa tarea que él habíarecibido o se había autoimpuesto. Agotadas susposibilidades y_sus recursos, puede pues pregun-tarse, si el camino tomado es realmente el fecun-do y el correcto. En otras palabras: su preocupa-ción puede que gire no ya simplemente sobre lamanera o las condiciones requeridas para hacerpredicciones acertadas, sino que, se atreva final-mente a cuestionar la necesidad o la convenienciade intentar predicciones en su quehacer científico.Puede ocurrir que llegue a esa conclusión, a pesarde su deseo de conocer el desarrollo futuro de losacontecimientos y que, en la práctica misma, des-cubra los límites y el alcance de su trabajo. "La

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lógica de la investigación -subraya Bourdieu conagudeza- es este engranaje de problemas en elcual el investigador se encuentra asido y que loarrastra, como a pesar suyo'!", Una cosa es lo queel investigador hubiese querido o deseado y otracosa es lo que, a partir de la práctica científicamisma, puede realmente obtener.

El fracaso de las predicciones, el intentofallido y reiterado de predecir acertadamente pue-den conducir al sociólogo a circunscribir su labora algo más modesto pero quizás más efectivo: lade buscar y alcanzar explicaciones para los proce-sos y situaciones sociales, que deben ser siempreformuladas -segün la máxima popperiana- demanera que puedan ser eventualmente falseadaspor contraevidencias que a su vez provoquen nue-vas explicaciones: "Explicar es proporcionar unmecanismo, abrir la caja negra y mostrar las tuer-cas y los tomillos, los dientes y las ruedas, losdeseos y las creencias que generan los resultadosglobales?", Alcanzar esa meta, a pesar de la pre-cariedad o de la provisionalidad, sin duda que yaes bastante.

La persistencia de los relatos

Cuestionada la función predictiva en el que-hacer sociológico, puede uno preguntarse: ¿Sereduce entonces la actividad teórica a la tareaexplicativa? ¿Se identifica acaso la reflexión teóri-ca con la exclusiva elaboración de sistemas propo-sicionales que encuentren firme arraigo y sustentoen la experiencia verificadora? ¿Se ha alcanzadoya o se busca sistemáticamente alcanzar un gradosatisfactorio de formulación lógica- matemática enlas explicaciones que se proponen o que se acep-tan en el seno de la comunidad sociológica? ¿Notransitan ciertamente por rutas muy distintas lospreceptos y recetas que aparecen rígida y esque-máticamente formulados en los manuales metodo-lógicos y la reflexión teórica concreta que hacen eintercambian aquellos que se autodefinen y queson reconocidos como sociólogos?

Al margen de las definiciones cajoneras yvacías, no es fácil ponerse de acuerdo siquierasobre el contenido y al alcance de lo que se desig-na usualmente como teoría sociológica: "'Teoríaen sociología ha llegado a incluir muchas clasesde trabajo sociológico, desde los 'comentariossobre los clásicos' hasta 'los modelos causales"'!'.

Frente a esta situación de una cierta anar-quía conceptual, tal y como algunos han querido

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caracterizarla, no hay por qué acudir -de maneranecesaria e inmediata- al recurso de la policía delpensamiento que procede siempre a la exclusión oa la anatematización de lo que parece espúreo oincorrecto. Quizás resulte más esclarecedor yfecundo, intentar una aproximación que nos per-mita caracterizar mejor las formas de aparición yde funcionamiento de esas entidades -con fre-cuencia sincréticas e influyentes- que conocemoscon el nombre de teorías.

Aquellas que, precisamente, presentan demanera más clara los rasgos de sincretismo y deirradiación influyente, se expresan usualmentebajo la forma de lo que -hace ya algunos años- eleconomista Benjamin Ward denominaba el storytelling: la narración o el relato que "intenta expli-car un conjunto de fenómenos interrelacionadosen cuya exposición se mezclan los hechos, lasteorías y los valores?".

La reflexión teórica se expresa de estamanera bajo la forma del relato y establece así un"entrelazado de hechos y teorías", en el cual, "unconjunto de creencias parcialmente implícitasconstituye el adhesivo que une a los fragmentosde la historia'?'.

No se trata pues de lo que ha sido conocidocorrientemente con el nombre de metateorías quesupuestamente preceden el trabajo investigativo,al señalar "qué investigar y cómo investigar"l. enel campo de la disciplina sociológica. En los rela-tos que nos ocupan, las llamadas consideracionesmetateóricas acompañan y permean el procesocompleto de la investigación. Los valores noorientan simplemente la selección del tema o ladelimitación del objeto de la investigación. Deuna manera a veces implícita o bien en formaabierta, la argumentación teórica no sólo incorpo-ra explicaciones empíricamente respaldadas, sinoque, en las redes de esos relatos se combinan,híbridamente, aspiraciones, enjuiciamientos o pre-ferencias, que se sostienen gracias al efecto deconsistencia, que provocan o producen en su des-pliegue, esos variados y ramificados relatos. Susincretismo tiene entonces un doble aspecto: laconstatación no sólo no excluye la valoración, taly como lo hemos señalado, sino que, además, suformulación incorpora elementos provenientes oimportados de otros relatos, que bien puedenhaber surgido en otras disciplinas o incluso encampos distintos del saber.

Es precisamente ese sincretismo el que per-mite una eventual influencia irradiadora no sólo

sobre la disciplina que les dio origen, sino tam-bién sobre otras ciencias, con lo cual desbordanasí el marco convencionaIemente estrecho de lasfluctuantes fronteras disciplinarias.

Pero el atractivo de ese sincretismo polifa-cético y englobante, no resulta suficiente para darcuenta de la fuerza persuasiva que esos relatoscon frecuencia demuestran. Su influencia irradia-dora se funda también en su coherencia propia. Alestablecer atrevidamente sus propios índices deverdad, dificultan o imposibilitan su eventual fal-sación. Coincidiríamos pues en afirmar que, "estaactividad resulta, o puede resultar, tan persuasiva,precisamente porque nunca corre el risgo de equi-vocarse"", por las razones que hemos tratado depuntualizar. Algunos de esos relatos, que se con-virtieron en los vehículos de una gran promesa ode una gran predicción, han atravesado duranteestos últimos años, una grave crisis que los hasumido en una riesgosa agonía. Tal es el caso delmaterialismo histórico, que adquirió un fuertearraigo en la sociología IH.

Otros relatos, cuya promesa escapa a laestricta verificación histórica y que remiten másbien la prueba de su verdad a su consistencia lógi-ca y matemática, tal y como ocurre con el ne-o-conservadurismo de mercado, no sólo no pare-cen afectados por sus dudosos resultados, sinoque, manifiestan, en su lugar, una aparente aunquefrágil vitalidad. Su influencia no se reduce actual-mente al campo económico: desde hace ya variosaños sus efectos persuasivos podrían estar reper-cutiendo en el quehacer teórico de la sociología 19.

No vamos a centrar nuestra atención sobreeste último fenómeno, cuya significación e impor-tancia resultan sin embargo aún dudosas. Másinteresante nos parece, reflexionar sobre el cues-tionamiento y la pérdida progresiva de vigencia yde adhesión que en la sociología se observa -sobretodo en la sociología metropolitana- en relacióncon ese gran relato que llegó en algún momento yen algunos contextos sociológicos nacionales aidentificarse incluso con la sociología misma. Nosreferimos obviamente al materialismo histórico:al esfuerzo teórico de Marx y de sus diversos ypolémicos herederos, de explicar el funciona-miento de la explotación en las sociedades capita-listas industrializadas y de su pretensión proféticade señalamos la ruta y el escenario de la sociedaddel futuro, en cuyo reino de la libertad, 'habríaquedado atrás, para todos y para siempre, el reinode la penuria y de la necesidad, por lo que, la

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desaparición de este último significaría, el fin dela prehistoria y el inicio de la verdadera historia.

Ese magno relato encerraba así, en una abi-garrada e indiscernible imbricación, una gama deelementos de muy variada procedencia: diagnósti-cos, constataciones, explicaciones, pronósticos ypromesas. Y quizás un rasgo decisivo, que segúnLyotard le confirió el carácter de metarrelato: elmarxismo no sólo se convirtió en un proyectoemancipador en el escenario histórico de lamodernidad, sino que además, se autoatribuyó lafuente de su propia legitimidad, en la medida enque propuso "la emancipación de la explotación yde la alienación por la socialización del trabajo","en el curso de una historia cuyo término, auncuando ya no quepa esperarlo, se llama libertaduniversal, absolución de toda la humanidad?",

Lo característico de esos grandes relatos

¿Qué características definitorias adquirióese metarrelato, que fue capaz no sólo de provo-car y promover una extraordinaria y gigantescamovilización política prácticamente durante todoun siglo, sino que también ejerció una influenciaineludible en el quehacer sociológico, particular-mente en el latinoamericano? ¿Qué experienciahistórica crucial ha traído como consecuencia sucreciente y a veces discreto abandono y su inne-gable pero ruidosa agonía? ¿Qué alternativas abrey qué nuevas tareas plantea a la sociología con-temporánea, el colapso de esa persistente y pre-tenciosa promesa que planteaba "la alternativa deuna sociedad sin clases'?'?

Quizás tiene razón Zygmunt Bauman cuan-do escribe que "el fenómeno socio-político de laerosión de la autoridad con pretensión y potencialecuménico. ha sido reducido en Lyotard a sudimensión linguística-filosófica: 'La gran narrati-va ha perdido su credibilidad":", Sin embargo, lacaracterización simple pero precisa de la estructu-ra lógico-gramatical de esos relatos emancipado-res, puede constituir un dato y un paso previopara lo que podría ser el análisis propiamentesociológico de la adopción y del funcionamientode ese complejo discursivo. En otras palabras, latipificación de ese relato no sólo no agota el aná-lisis sino que, además, plantea interrogante s quetienen un cariz más claramente sociológico: ¿quéfactores históricos, sociales o culturales facilita-ron o dificultaron la eventual posición dominante,la situación de referencial obligado y ritualizado,

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del relato marxista -por ejemplo- dentro de lareflexión sociológica de estas últimas décadas?

Una respuesta -al menos parcial y proviso-ria- a esa difícil pregunta puede abrimos el cami-no para la comprensión de ese otro fenómeno másreciente y aún en curso: la crítica y la autocríticaradicales de lo que fuera ese prestigioso macro-rrelato conocido como materialismo histórico.

Retengamos, pues, por el momento, lacaracterización que hace Lyotard de esos grandesrelatos: según él 1) son legitimadores -pues hacenaceptables, o al menos tolerables, tanto institucio-nes como prácticas sociales y políticas- al igualque los mitos, pero se diferencian de estos últi-mos puesto que "no buscan la referida legitimidaden un acto originario fundacional, sino en un futu-ro que se ha de producir?"; 2) están incritos en elámbito de la modernidad, pero ésta es concebidacomo una tradición, no como una época precisa,la cual, sin embargo, remite a una idea común,que ordena y da sentido a una infinidad de acon-tecimientos: "la de una historia que es un conti-nuo movimiento de emancipación, que parte deun pecado original y que promete el reino deDios'?'; 3) la presencia de esa idea común permiteagrupar, bajo una misma categoría, una diversi-dad clara de relatos que incluye -según Lyotard-desde la visión que de la historia propone SanAgustín, pasando por el Discurso de Descartes yel pensamiento ilustrado, hasta llegar al relatotecnoindustrial del liberalismo económico y almaterialismo histórico, concebido, este último,como ciencia y proyecto de la historia; 4) esa ideacomún de emancipación aparece sin embargoexpresada o formulada de una manera particular.Lyotard define la modernidad más bien como "unmodo (es el origen latino de la palabra) en el pen-samiento, en la enunciación, en la sensibilidad'?';5) en esos relatos, propios de la modernidad, seenuncia ese movimiento emancipador de toda lahumanidad, como una progresiva incorporaciónde la tercera persona, excluída y exterior, a estaotra comunidad constituida, por el momento,tanto por los hablantes actuales (primera persona)como por los potenciales (segunda persona); esdecir, tanto por el yo que habla, al ocupar el lugarde la dominación de la palabra y del sentido,como por el usted que por ahora escucha, peroque bien puede llegar a tomar esa palabra; 6) laformación de esa comunidad reconciliada en elfuturo, parte, no obstante, de una situación histó-rica real en la cual el yo y el usted somos pocos,

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mientras que ellos son inevitablemente más. Peroal constituir usted y yo la vanguardia emancipa-dora, ellos terminarán finalmente por incorporarsea la comunidad que ya hemos constituido y quedesembocará, por consiguiente, en esa "unanimi-dad futura en la que toda tercera persona estaráproscrita'?'; 7) a pesar de las consecuencias legiti-madoras de estos grandes relatos, que confierensignificado y sentido al múltiple y variado aconte-cer, puede sin embargo afirmarse que esos macro-rrelatos no están "implicados en las preguntas quese suscitan cotidianamente sobre el significado dela existencia'?', de manera tal que, con frecuencia,las preocupaciones, las angustias o las diarias yconstantes decisiones que conforman la trama delo cotidiano, no parecen alcanzar respuestas claraso satisfactorias, dentro de la compleja y elaboradaestructuración de esos magnos relatos.

Algunos atractivos del relato

El materialismo histórico, que como granrelato ha perdido hoy la adhesión multitudinariade la que tan sólo parecía gozar, responde amplia-mente a la caracterización polémica que de esosrelatos Lyotard ha querido hacer.

Ciertamente, el relato del materialismo his-tórico oscila en una notable ambigüedad en loreferente al carácter y a la naturaleza del comu-nismo: mientras que en los Manuscritos de juven-tud, Marx se representa el comunismo como unestadio superior futuro del desarrollo de la huma-nidad, en el cual queda resuelto el enigma de laHistoria y en el que se consuma una larga y dolo-rosa prehistoria de opresión, en la Contribución ala Critica de la Economia Politica, el comunismoaparece más bien como movimiento real y exis-tente por abolir, desde ya, las condiciones deexplotación y de opresión prevalecientes en lassociedades capitalistas.

Sin embargo, la imagen de esa sociedadfutura en la que los hombres estarían reconcilia-dos con los otros, con la naturaleza y consigo mis-mos, cumplió un papel movilizador decisivo en elrelato marxista. Tanto es así que, en relación conla hecatombe política recientemente vivida en lassociedades europeas del llamado socialismo real,Norberto Bobbio se ha atrevido a sostener que "eldrama de los recientes eventos reside en el hechode que no ha sido simplemente una crisis de régi-men o la derrota de un invencible gran poder; porel contrario, ha aparecido, en una forma que

parece irreversible, como el derrumbe total de lautopía, de la más grande utopía política de la his-toria'?'.

No hay duda pues, que el relato marxistaestablece su legitimidad en la realización históricade esa sociedad futura. No carece el relato, efecti-vamente, de un mito original que remite a uncomunismo primitivo en el que supuestamente noexistía ni propiedad privada, ni familia, ni estado,y cuya caracterización en detalle quedó más bienen manos de Engels. Pero la desaparición de esecomunismo primitivo que daría lugar a la explota-ción y a la opresión, se acompaña de una granpromesa de emancipación para todos aquellosque-según lo indicaba Marx-tienen todo porganar y nada que perder, para ese proletariadoque, al liberarse, libera simultáneamente a toda lahumanidad.

La imagen de esa sociedad futura no podíaresultar pues más fascinante y según su mismaretórica, más movilizadora: "Cuando haya desa-parecido la subordinación esclavizadora de losindividuos a la división del trabajo, y con ella, laoposición entre el trabajo intelectual y el trabajomanual; cuando el trabajo no sea solamante unmedio de vida, sino la primera necesidad vital;cuando con el desarrollo de los individuos entodos sus aspectos, crezcan también las fuerzasproductivas y corran a chorro lleno los manantia-les de la riqueza colectiva, sólo entonces podrárebasarse totalmente el estrecho horizonte delderecho burgués, y la sociedad podrá escribir ensu bandera: ¡De cada cual según sus capacidades;a cada cual, según sus necesidades! "29

No obstante lo anterior, la consumación delrelato supone asimismo, como paso previo, lanecesidad de la organización política de la clase:el pasaje del en st al para si, la conducción acerta-da de la vanguardia que permite constatar la situa-ción de explotación y que suministra las armasteóricas de la liberación. Para que la tercera per-sona excluida pueda incorporarse al proceso deorganización revolucionaria resulta necesaria laintermediación teórica y práctica de la vanguar-dia, que convierte, según la vieja consigna leni-nista a las minorlas de hoy en mayorias delmañana.

Por consiguiente, para que el relato seacomprendido, asumido y asimilado por sus desti-natarios, se requiere la labor activa de intelectua-les y dirigentes que deben cumplir la tarea queGramsci señalaba en la Iglesia a los jesuitas: la de

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traducir en términos comprensibles y familiares,los meandros y malabares del relato y de la doc-trina.

Condiciones favorables para la recepciónde esos relatos

¿Qué factores, por consiguiente, podríanhaber llevado a un sector considerable de sociólo-gos latinoamericanos a aceptar gustosos ese papelde intermediación teórica y adherir con entusias-mo al relato marxista y a sus variantes locales?

Sin duda alguna, el privilegio de sentirseherederos de las claves y herramientas que permi-tían al fin descifrar la realidad histórica en sucomplejo devenir, no dejaba de. representar unclaro aliciente. El relato marxista se presentabaademás como un relato inacabado, 10 que permi-tía a sus adherentes teóricos sentirse ademáscomo auténticos co-autores de tan épica y desa-fiante empresa. Se trataba asimismo de una tareateórica que desbordaba y trascendía aquello queaparecía como el estrecho marco de la teoría tra-dicional: ya no era cuestión de interpretar elmundo, sino más bien de transformarlo, tal ycomo rezaba la vieja tesis marxista. En un conti-nente en el que la explotación y la dictadura erancasi la regla, el relato marxista no podía sinoprender como llamarada, sobre todo en aquellosque, por su formación y sensibilidad, no estabandispuestos a cerrar los ojos frente a esa realidad.

Desde finales de los años cincuenta, quie-nes comenzaban a dedicarse con fervor a la socio-logía, descubrieron esa realidad y ese relato,desde el precario e incipiente espacio que se lesabría en las universidades y en los pocos centrosde investigación que por entonces existían. Sinpretender desconocer, por ejemplo, el aporte pio-nero de Gino Germani, quien intentó analizar elproceso de modernización en América Latina entérminos similares a los que utilizaron en el pasa-do los clásicos de la incipiente sociología, hayque reconocer que, tal y como lo seilala GonzálezCasanova en un análisis parcializado y ligero, "larevolución cubana cambió de raíz el clima ideoló-gico de las ciencias sociales latinoarnericanas'v';de manera tal que, como lo ha destacado acerta-damente Lechner, "en los años 60 el tema centraldel debate político-intelectual en América del Sures la revolución. La situación de la región, carac-terizada por un estancamiento económico en elmarco de una estructura social tradicional y, por

otra parte, por una creciente movilización popu-lar, es interpretada como un estado prerrevolucio-nario'?'.

Para quienes suscribían el relato marxista,distantes a veces de la vieja ortodoxia comunista,la irrupción inesperada de la revolución cubanavino paradójicamente a confirmar la tesis clásicade la inexorabilidad del socialismo, aunque estotuviera lugar por vías relativamente inéditas oheterodoxas. Para ese sector de entusiastas y deci-didos sociólogos-algunos de los cuales habrían deoptar incluso por la lucha armada, como en elcaso impactante de Camilo Torres- el procesorevolucionario, referencial y privilegiado, no ibaa ser ya más -o en todo caso ya no únicamente- laprimigenia y sacralizada revolución soviética-escenario de repetición ilimitada, a veces simple-mente fantaseado, otras veces delirantemente alu-cinado-ni tampoco el proceso de la instalaciónforzada del llamado socialismo real en Europa delEste, ni la imagen apoteósica de la guerra populary prolongada tal y como se desarrolló en China.La fascinación que ejerció en ese entonces la hoyde nuevo aislada y contradictoria revolucióncubana, evidenciaba más que la posibilidad, lanecesidad inminente de la propagación revolucio-naria en tierras americanas. No obstante los reve-ses que experimentarían esos movimientos desdeinicios de los ailos 70 con la larga y dolorosanoche del autoritarismo militar revitalizado quetendrían que padecer sobre todo las sociedadesdel Cono Sur, no faltaron los sociólogos quesiguieron apostando al relato y a la fuerza dequienes ellos consideraban, a pesar de todo, comolos vencedores indiscutibles del futuro, de unfuturo que no era ya más distante o lejano, sinoque se había anticipado parcialmente en esa glo-riosa y trágica epopeya revolucionaria.

Los desencantos progresivos frente al relato

La espera frustrada de una transformaciónrevolucionaria a 10 largo y a 10 ancho del continen-te y la instalación prolongada de dictaduras milita-res que provocaron lo que algunos en su momentocaracterizaron como un cierto apagón cultural, lle-varían a un buen grupo de sociólogos latinoameri-canos, que habían iniciado el exilio o que habíanoptado por permanecer en sus países soportandolos embates de la dictadura, a repensar las posibili-dades reales de esas transformaciones revoluciona-rias que la ortodoxia había prometido con certeza.

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Asimismo, la desvalorizada y con frecuencia vili-pendiada democracia representativa, adquiría, alser contrastada con la ignominia y el silencio pro-ducidos por la dictadura, un nuevo valor y unnuevo sentido: "Alrededor de 1980, y especial-mente a partir de la crisis económica agudizada en1982, la atención se desplaza del autoritarismohacia la democratización'?'.

Tan importante resulta entonces plantearseel problema de la transición a la democracia comoel problema posterior de la consolidación demo-crática. En todo caso, la sociología latinoamerica-na parece entonces reconocer, como fenómeno deamplio y progresivo arraigo, la aspiración populara una vida política democrática. Como lo ha seña-lado José Aricó, "este larvado ideal democráticoforma parte del humus cultural de nuestros pue-blos y en su existencia se asienta, tal vez, la razónde ser del reclamo democrático como apelacióninsuprimible"33.

Independientemente del contenido variableque pueda presentar esa polimórfica aspiración, esposible afirmar que ella cobró preliminarmente laforma de un rechazo categórico y abierto a lasdistintas variantes de la dictadura y de la supre-sión de las libertades básicas. Asimismo, en lasfilas de la sociología latinoamericana comenzó a"reconocerse un campo de oposiciones conflicti-vas por resolverse más por la vía de la legitimidadque de la violencia minoritaria'?',

A pesar de que, para utilizar la expresiónacertada de Ferenc Feher el desembarco de lasociología latinomericana en la democracia siguesiendo, al igual que el de la izquierda, "un procesolento y desigual'?', no exento de ambigüedades ode rituales apegados aún a un viejo lenguaje queno expresa ya adecuadamente los nuevos puntosde vista, las constataciones recientes o los intere-ses teóricos que no están del todo consagrados,esta preocupación por dar cuenta de la aspiracióny del quehacer político democrático, había abona-do ya el terreno para el desencanto incuestionableprovocado posteriormente por los diversos y ace-lerados acontecimientos en la Unión Soviética yen la Europa del Este. El proceso de lenta erosiónde las ilusiones políticas desembocaría en un durogolpe para quienes aún se aferraban a viejas ypretendidas certezas.

Si definimos la condición posmodernacomo aquella que resulta de "la incredulidad enrelación con los metarrelatos"", no es posible afir-mar que en América Latina transitamos ya por las

avenidas de la posmodernidad. Quizás sea máscorrecto afirmar -tal y como lo hace un autor- quepor aquí vivimos complejos tiempos mixtos 37, enlos que se combinan a veces sin integrarse expe-riencias de la pre, de la post y de la célebremodernidad.

Las experiencias históricas de Auschwitz ydel estalinismo, que para Lyotard marcan la liqui-dación del proyecto de la modernidad, no hantenido por estas tierras, la repercusión y el signifi-cado que han alcanzado para los europeos. Laexperiencia de la dictadura militar, de las repre-siones o de las intervenciones externas, han lesio-nado bastante más la integridad o la soberaníanacional de buena parte de las sociedades latinoa-mericanas.

Eso explica, quizás, la sobrevivencia en elcampo mismo de la sociología latinoamericana deviejos ensueños y de viejas fantasías sobre lasposibilidades concretas de grandes transformacio-nes que para algunos siguen apareciendo comoineluctables.

Sin embargo, si ese gran proyecto se siguealimentando de un nosotros seguro y necesario, esbien claro que ese sueño no ha pasado aún por laexperiencia del duelo de esa unanimidad forzadaque tantos dolores y tantas tragedias ha ocasiona-do en la historia contemporánea. Los sociólogospueden hoy sin duda contribuir a responder esalacerante pregunta que se hacen los que todavíahasta hace poco mucho soñaron: ¿Qué sueñosfundados es posible hoy alimentar después de lasterribles pesadillas en las que se transformaronalgunos de esos viejos sueños?

No nos es posible formular ahora otrasgrandes predicciones, aunque no nos resulta tam-poco fácil escapamos completamente de las redesde los viejos o de los nuevos relatos, de los quesólo a medias a veces salimos, o en los que imper-ceptiblemente con frecuencia nos adentramos.

De todas maneras, nos atreveríamos a afir-mar que la sociología latinoamericana no puedeobviar ya más esa incertidumbre ineludible de losfines en la que históricamente nos movemos, quees asimismo "una incertidumbre acerca de la iden-tidad del nosotros?": de un nosotros variable, deun nosotros fluctuante, de un nosotros siempreincompleto.

Esa incertidumbre relativa sobre el aconte-cer histórico futuro quiebra el marco rígido e infle-xible de las predicciones necesarias para abrimosun horizonte de alternativas y de posibilidades

PREDICCIONES Y RELATOS 2S

quizás prometedoras. Pero ese horizonte adolecede una debilidad inevitable: su irreparable preca-riedad.

Notas

l. Charles Kurzman, "The Rhetoric of Science:Strategies for Logical Leaping", Berkeley Journal 01Sociology, v. XXXIII, 1988, p. ISI.

2. Alain Touraine, "Sociologies et sociologues", en:L'état des sciences sociales en France, Éditions LaDécouverte, París, 1986, p. 143.

3. Pierre Bourdieu, Cosas dichas, Gedisa, BuenosAires, 1988, p. 186.

4. Entre otros, Wagner y Berger han definido lasexpectativas como "anticipaciones estables de comportamien-to futuro". David G. Wagner and Joseph Berger, "DoSociological Theories Grow?", American Journal 01Sociology, v. 90, No. 4,I98S, p. 714.

S. Bernard P. Cohen, Developing sociological know-ledge,Nelson-Hall, Chicago, 1989, p. 122.

6. Ibidem.7. Randall Collins, "Sociology: proscience or antis-

cience", American Sociological Review, febrero, 1989, p.134.8. 1. Beckford, cit. por Martin Bulmer, "Theory and

method in recent British sociology: whiter the empiricalimpulse?", British Journal 01 Sociology, setiembre, 1989, p.414.

9. El término es de Claus Offe en: Francisco Colom"Entrevista con Claus Offe", Leviatán, Nos. 29-30, otoño~invierno, 1987, p. 140.

10. Jeffrey C. Alexander, "El nuevo movimiento teóri-co", Estudios sociológicos de El Colegio de México, No. 17,mayo-agosto, 1988, p. 264.

11. Pierre Bourdieu, Questions de sociologie, LesÉditions de Minuit, París, 1984, p. SI.

12. Jon Elster, cit. por Andrew Levine et al.,"Marxismo e individualismo metodológico", Zona Abierta,Nos. 41-42, octubre 1986-marzo 1987, pp.ISO-ISI.

13. David G. Wagner and Joseph Berger, "DoSociological Theories Grow", artocit., p. 699.

14. Benjamin Ward, ¿Qué le ocurre a la teoría eco-nómica?, Alianza Editorial, Madrid, 1983, p.ISI.

IS. Ibidem.16. Joseph Berger, David Wagner and Morris Zelditch

Jr., "Theory growth, social processes, and metatheory", en:Jonathan H. Turner (ed.), Theory building in sociology SagePublications, Newbury Park,I989, p. 20. '

17. Mark Blaug, La metodología de la economíaAlianza Editorial, Madrid, 1985, p. 148. '

18. Hemos tratado de caracterizar y de tipificar algu-nos efectos y reacciones que en la sociología ha provocado lag:ave .crisis del marxismo, en un artículo de reciente apari-ción titulado "Agonía del marxismo e incertidumbre en la

sociología", en: Rafael Angel Herra (compilador),¿SobrevIVIrá Marx?, Editorial de la Universidad de CostaRica, San José, 1991.

19. Sobre la influencia de la teoría neo-clásica tantoen la sociología francesa como en la sociología anglosajona,pueden consultarse los polemicos artículos de Alain Caillé"La sociologie .de l'intérét est-elle intéressante?", Sociologie'du travail, setiembre, 1981; y de Barry Hindess, "Rationalchoice theory and the analysis of political action", Economyand Society, agosto, 1984.

20. Jean-Francois Lyotard, La posmodernidad (expli-cada a los niños), Editorial Gedisa, México, 1989, p. 36.

21. Jean-Francois Lyotard, "Retour au potrnoderne",Le Magazine linéraire, No. 22S, diciembre, 1985, p. 43.

22. Zygmunt Bauman, "Sociology and posmodemity",The sociological review, noviembre, 1988, p. 801.

23. Jean Francois Lyotard, La posmodernidad, op. cit.,pp. 29-30.

. 24. Jean-Francois Lyotard, "Retour au postmodeme",artoctt., p. 43.

. 2S. Jean-Francois Lyotard, La posmodernidad, op.cu., p. 3S.

26. Ibid., p. 37.27. John W. Murphy, "Making sense of postmodem

sociology", The British Journal 01Sociology, diciembre, 1988,p.603.

28. Norberto Bobbio, "Utopia overtumed", Dissent,verano, 1990, p. 340.

.. 29. Carlos Marx, Crítica del Programa de Gotha,Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, s.f., pp. 17-18.

30. Pablo González Casanova, "Las ciencias socialesen América Latina", Revista Mexicana de Ciencias Políticasy Sociales, Nos. 117-118,julio-diciembre, 1984, p. 12.

31. Norbert Lechner, Los patios interiores de lademocracia, FLACSO, Santiago, 1988, p. 23.

32. Norbert Lechner, Los patios interiores de lademocracia, op. cit., p. 32.

33. José Aricó, "Debemos reinventar América Latinapero ... ¿desde qué conceptos 'pensar' América", David;Goliath, julio, 1986, p. 12.

34. Waldo Ansaldi et al. "Los intelectuales entre lasociedad y la política", David y Goliath, enero-diciembre,1984, p. 3S.

3S. Ferenc Feher, "Paradigma de la redención y para-digma democrático en la política radical", Leviatán, No. 28.,verano 1987, p. 84.

36. Jean-Francois Lyotard, La condition postmoderne,Editions de Minuit, París, 1979, p.7.. 37 '. Fernando Calderón, "América Latina: identidad y

tiempos mixtos", David y Goliath, setiembre, 1987.38. Jean-Francois Lyotard, La posmodernidad, op.

cit., p. 60.

Oscar FernándezEscuela de Antropología-Sociología

Universidad de Costa Rica