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Año Barcelona 30 de Agosto de 1935 Núm. 16 EL RESTAURADOR ss FHRMAeEüTie© gg Afiliada a ia Asociación Española de la Prensa Técnica y Profesional Redacción y Administración: Enrique Granados, 90 y 92, entl., 2.a S U iVi A R I O : Sobre la investigación de los casos de incendio intencional en Química Forense,—Nuevos métodos de obtención de una substan- cia antivaiórica. —Revista de revistas.—Concrementos urinarios y su análisis.—Sobre la acción insecticida ,de la raíz de Darris Sp. - La reacción del oro coloidal en el líquido céfalo sanguíneo.— Noticias.—Necrología. REDACTORES A. Borrell, C. Castells, A. Coiomer, R. Cusí, R. Gavaldá, J. Isamat, J. Pascual S. Punsoda, F. Rar.rich, R. Rogerío-Sánchez Martínez, G. Torres González, N. Vergés COLABORADORES F. J. Blanco Juste, ]. Casares, F. de Castro, ti.. Casamada, C. Chicote, F. Cig- noii, O. Fernández, F. Finestres, R. Folch, P. Font Quer, G. P. Forrester, J. Goi- zueta, J. B. Gomis, F. Hergueta, R. Herrero de la Orden, L. López Pérez, j. Mar- tínez Salas, N. Miret, L. Narbona, S. Pagés Maruny, F. J. Palomas, L. Pérez de Albeniz, J. M. Remis de Prado, J. Rogerio Sánchez, E. Soler, S. Tayá, L. Torres Canal, O. Utande, T. Zúñiga Cernido. Sobre la investigación de los casos de incendio intencional en Química Forense por HERMANN SCHMIDT - HEBBEL Químico-Farmacéntico (Univ. de Chile). Perito-Bromatólogo (Univ. de Dresden, Alemania). Doctor en Química (Univ. de Dresden, Alemania). Profesor de Química Inorgánica y de Química Biológica en la Universidad de Chile. Químico Bromatólogo de la Municipalidad de Santiago. DE Revita Farmacéutica Sumario: Toma de la muestra en el lugar del siniestro.—Determinación del olor.-Prueba de la tinción previa con «Rhodokrit», —Destilación en corriente de vapor de agua.—Investigación en el destilado de al-

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Año X© Barcelona 30 de Agosto de 1935 Núm. 16

E L R E S T A U R A D O R ss F H R M A e E ü T i e © gg

Afiliada a ia Asociación Española de la Prensa Técnica y Profesional Redacc ión y Admin i s trac ión: Enrique Granados, 90 y 92, entl., 2.a

S U iVi A R I O : Sobre la investigación de los casos de incendio intencional en Química Forense,—Nuevos métodos de obtención de una substan­cia antivaiórica. —Revista de revistas.—Concrementos urinarios y su análisis.—Sobre la acción insecticida ,de la raíz de Darris Sp. -La reacción del oro coloidal en el líquido céfalo sanguíneo.—

Noticias.—Necrología.

REDACTORES A. Borrell, C. Castells, A. Coiomer, R. Cusí, R. Gavaldá, J. Isamat, J. Pascual S. Punsoda, F. Rar.rich, R. Rogerío-Sánchez Martínez, G. Torres González, N. Vergés

COLABORADORES F. J. Blanco Juste, ] . Casares, F. de Castro, ti.. Casamada, C. Chicote, F. Cig-noii, O. Fernández, F. Finestres, R. Folch, P. Font Quer, G. P. Forrester, J. Goi-zueta, J. B. Gomis, F. Hergueta, R. Herrero de la Orden, L. López Pérez, j . Mar­tínez Salas, N. Miret, L. Narbona, S. Pagés Maruny, F. J. Palomas, L. Pérez de Albeniz, J. M. Remis de Prado, J. Rogerio Sánchez, E. Soler, S. Tayá, L. Torres

Canal, O. Utande, T. Zúñiga Cernido.

Sobre la investigación de los casos de incendio intencional en Química Forense

por

HERMANN SCHMIDT - HEBBEL

Químico-Farmacéntico (Univ. de Chile). Perito-Bromatólogo (Univ. de Dresden, Alemania). Doctor en Química (Univ. de Dresden, Alemania). Profesor de Química Inorgánica y de Química Biológica en la

Universidad de Chile. Químico Bromatólogo de la Municipalidad de Santiago.

DE Revita F a r m a c é u t i c a

Sumario: Toma de la muestra en el lugar del siniestro.—Determinación del olor.-Prueba de la tinción previa con «Rhodokrit», —Destilación en corriente de vapor de agua.—Investigación en el destilado de al-

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cohol.—Tinción con Rojo de Cerasina.—Reacciones diferenciales en­tre bencina de petróleo y benzol.

La investigación de las causas de un incendio consíitnye uno de los capítulos más difíciles para el químico forense. Esta dificultad reside ante todo en la obtención del líquido combustible, pues debemos tener en cuenta que los cuerpos usados con mayor frecuencia por manos criminales son líqui­dos que se volatilizan con facilidad en contacto del aire y que, por otra parte, se destruyen por combustión, en caso de que la tentativa del incendio haya tenido el éxito deseado. Es por lo tanto, problema previo del químico fo­rense, tratar de aprovechar para el análisis aquella porción de combustible (que puede ser muy pequeña y a veces nula) que se ha escapado a la des­trucción por combustión y que tampoco se ha alcanzado a volatilizar. Se de­duce de esto la gran importancia que tiene para el éxito del análisis poste­rior la rapidez con se retiran las muestras del siniestro y, por otra parte, la manera como debe tomarse la muestra.

En lo que se refiere a la toma de muestra, debemos tener en cuenta que los líquidos combustibles, fuera de evaporarse en parte, también al­canzan a penetrar hacia las capas más profundas de las maderas. Con el objeto de evitar que continúe la pérdida de combustible sobrante por vola­tilización, es condición fundamental que todos los cuerpos sospechosos se coloquen lo más pronto posible dentro de recipientes que se puedan cerrar herméticamente. Para artículos grandes se podrán usar recipientes de lata, mientras que para artículos más menudos, como trapos, virutas, trozos pe­queños del mobiliario cereales quemados, etc., los recipientes de vidrio y las latas de conserva son muy apropiados. Es también de importancia que cada uno de estos envases lleve una designación exacta de su contenido, para evitar errores posteriores por el perito.

Una vez llegado el material sospechoso al Laboratorio, como reacción previa de orientación, la d e t e r m i n a c i ó n del olor es de capital importan­cia, ya que la mayor parte de los líquidos combustibles, usados en la ac­tualidad por los incendiarios, son precisamente de un olor bastante carac­terístico y fácil de apreciar. Los combustibles que se pueden obtener fácil­mente en el comercio son: 1) el alcohol; 2) el petróleo (kerosene), usado para < l alumbrado; 3) la bencina (nafta), producto de destilación del pe­tróleo, la cual se usa al lado del: 4) benzol, como generador de fuerza mo­triz; y son precisamente también estos combustibles los que usan la mayo­ría de los incendiarios para fines criminales.

En caso que la apreciación directa del olor del material no haya dado resultado la prueba del olor se puede hacer aún más sensible, al colocar el

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material sospechoso durante algún tiempo en recipientes de vidrio y-de bo­ca ancha, adicionados de un poco de agua. En seguida se cierran hérméti-camente estos envases, al esmeril y se calientan al baño maría entre 60 y 70° C. Al abrir después los recipientes, se podrán percibir cantidades muy peque­ñas, (especialmente de petróleo, bencina o benzol) por su olor caracrístico.

Una vez efectuada la prueba del olor, disponemos actualmente de otra prueba de orientación muy adecuada que se verifica mediante un colorante de la l . G. Farbenindustrie, llamado Rhodokrit. Según un interesante tra­bajo publicado en la revista alemana para la totalidad de la ciencia práctica criminalística (Zeiíschrift fuer die gesante kriminalistische Wissenschaft und Praxis) Nro. 6 de junio 1928, por los autores Prof, Dr. Kochel y Dr. Timm, el método de la t inción con el colorante < Rhodokri t* tiene la gran ventaja de poder apreciarse con él, la extensión del combustible (especial­mente petróleo), en la superficie de los objetos. Ante la enorme dificultad que presenta una determinación cuantitativa del líquido combustible, aisla­do por destilación, debido a su pérdida anterior al análisis, por volatiliza­ción y combustión, el Rhodokrit permite observar la distribución del pe­tróleo en los objetos que se han humedecido o rociado con el combustible, también en aquellas partes del objeto que no se han quemado, lo que faci­lita mucho el criterio en la investigación.

Durante su trabajo en el Laboratorio de Química Forense de la Uni­versidad de Munich, Alemania, el infrascrito ha tenido ocasión de utilizar la prueba del Rhodokrit, que se realiza de la siguiente manera. Todos los ar­tículos sospechosos se espolvorean abundantemente con el ^colorante y se dejan así hasta el día siguiente. Como el Rhodokrit, es una substancia co­lorante soluble en petróleo, bencina, benzol, alcohol, como también en esencias y aceites, si los objetos sospechosos están impregnados de algu­nos de estos cuerpos, el colorante penetrará en ellos y los presentará inten­samente teñidos. Al día siguiente se elimina el exceso de colorante, gol­peando los objetos o bien limpiándolos con un pincel o una escobilla suave. Entonces todas las partes impregnadas toman color rojo, mientras que el resto conserva su aspecto primitivo. Esta prueba, que se puede verificar, ya sea en el Laboratorio o bien en el mismo lugar del siniestro, tiene pues un gran valor como reacc ión r á p i d a de or ien tac ión , para ver desde luego si un objeto está impregnado de un líquido combustible o un aceite o esen­cia. Tratándose de esencias pulverulentas (harina, tierra, etc.), la prueba del Rhodokrit se puede'efecíuar también en forma microscópica. Según lo indi­can los autores Kockel y Timm en el trabajo mencionado, se coloca para este objeto una delgada capa del polvo sospechoso, mezclado con Rodo-krit sobre un'porta-objeto y se deja reposar durante algunas horas, cubrien-

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do la mezcla con un cubre-objeto. En caso positivo, toda la preparación aparece al microscopio teñida de color rojo y con especial intensidad, en cercanía de los gránulos de materia colorante.

Gomo esta prueba se puede efectuar también en el lugar mismo del in­cendio, permite realizar una selección de aquel material que resulta impreg­nado, al dar la reacción con Rhodokrit; desechando desde luego para el análisis posterior todos aquellos trozos que no se han teñido. Como el co­lorante no es insoluble en agua, se pueden espolvorear también las made ras humedecidas con agua por los bomberos.

Una vez conocido el resultado de las dos pruebas mencionadas, del olor y de la tinción con Rodokrit, se procederá al aislamiento (en lo posible) del líquido combustible, usándose siempre para este objeto la des t i lac ión en corriente de vapor de agua. Muy apropiado para este objeto es el aparato que he tenido ocasión de conocer durante mi práctica en el men­cionado Laboratorio de Química Forense de la Universidad de Munich. El material sospechoso, convenientemente dividido (trapos, virutas de madera, etc.), se coloca en un matraz de fondo redondo y de unos 750 a 1.000 c e de capacidad, se adiciona de agua y se somete a destilación en presencia de una corriente de vapor de agua. Entre el recipiente generador del vapor de agua y el matraz es conveniente colocar un sub-recalentador de vapor. Por el otro lado, se comunica el matraz con un refrigerante de Liebig, cuyo extre­mo inferior termina en un embudo, colocado sobre una bureta o microbu-reta. (Si se espera obtener sólo pequeñas cantidades de combustible, es preferible usar una microbureta de unos 2 ce). La parte inferior de la bureta se llena con agua destilada de manera que el líquido combustible se separará encima de ella y así se puede medir directamente la cantidad que se obtiene por destilación. La parte inferior de la bureta termina en la boca de una probeta graduada a la cual se va vaciando el agua, a medida que se llena la bureta con el agua que destila simultáneamente.

Una vez conocido el volumen que ha destilado, se examina su olor y a continuación se pueden efectuar las reacciones específicas para diferen­ciar los distintos líquidos combustibles que mencionamos. Para la investi­gación del alcohol, se podría realizar con el destilado la reacción del ben­zoato de etilo, apreciando el olor característico de este éter, pero existen react ¡unes mucho más sensibles que se basan en el reconocimiento de los cuerpos que se agregan al alcohol combustible para desnaturalizarlo. Asi, el autor O Schmidt indica en la revista alemana: Zeitschrift für angewandte Chemie, Nro. 10, 1934, una reacción que permite reconocer el alcohol des­naturalizado mediante la piridina que contiene, la cual presenta una reacción muy sensible con el bromocianógeno y la anilina. El autor indicado reco-

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mienda seguir la siguiente técnica en esta reacción, unos 5 a 10 ce. del des­tilado se adicionan de dos gotas de anilina, recién destilada y de una can­tidad arbitraria de un reactivo especial, que se prepara, disolviendo 2 gr. de bromuro de sodio o 2,4 gr. de bromuro de potasio, 1,5 gr. de brómalo de sodio y 1,5 gr. de cianuro de sodio en 70 ce. de agua destilada, agregando en seguida por gotas 1,6 ce. de ácido sulfúrico de densidad 1,84. En presen­cia de piridina aparece entonces después de la adición de este reactivo un color que vira entre el amarillo y el rojo. También indica este mismo autor que en esta reacción se puede sustituir la anilina por la parafenilendiamina o bien por la betanaftilamina, operando en este caso de la manera siguiente: 7 a 10 ce. del destilado se tratan con 1 ce. de una solución fresca de parafe­nilendiamina al 1 % en alcohol o bien con 2 ce. de solución alcohólica al 1 % de betanaftilamina; en cada caso se agrega a continuación el reactivo bromo-ciánico, 0,5 ce. También aquí se produce un color entre el amarillo y el rojo.

Para investigar la presencia de petróleo, bencina o benzol se puede agregar a la probeta que contiene el destilado unos gránulos del colorante, llamado Rojo de Cerasina, una variedad de Sudán II I , especialmente muy soluble en ¡os combustibles mencionados y también en el alcohol y las esen­cias. Como este colorante es insoluble en el agua, al agitarlo con el destilad,!), pasará inmediatamente a disolverse en la capa superior, comunicándole (in color amarillo-rojo o amarillo pardo, si hay alguno de los líquidos volátiles, mencionados.

También se puede emplear el ya mencionado Rhodokrit para reco­nocer las gotas a veces sólo microscópicas de combustible volátil que sue­len aparecer en el destilado, cuando los objetos del incendio contenían sólo indicios del combustible. En este caso se agrega al destilado una gota de una solución de Rhodokr i t en alcohol diluido. (El Rhodokrit se disuelve sólo en parte en el alcohol). Como el colorante es insoluble en el agua, precipita en su mayor parte y el resto se disuelve en las gotas del combustible, las cua­les aparecerán al microscopio de color rojo más o menos oscuro.

Tanto el Rojo de Cerasina, como el Rhodokrit se disuelven en el pe­tróleo y sus productos de destilación y lo mismo también en el benzol, de manera que quedaría todavía por establecer la diferenciación entre el petró­leo y sus productos de destilación, principalmente, la bencina y el benzol. A este respecto podemos aprovecharnos de los siguientes caracteres dife­renciales: 1) Sólo el benzol desprende olor a esencias de almendras amar­gas, al tratarlo por una mezcla enfriada de ácido nítrico y sulfúrico, 2) Un cristal iodo colorea al benzol de rojo-amarillento y a la bencina de morado y, 3) sólo el benzol disuelve el ácido picrico. Una diferenciación aún mu­cho más sensible se obtiene hoy día mediante el Papel Reactivó de Draco-

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rubina , ideado por el profesor Dr. K. Dieterich y que suminista la fátmca de productos químicos Helfemberg, Dresde. La prueba se puede efectuar, colocando unas cuatro bandas de este papel-reactivo en el líquido, del cual se quiere investigar, si es bencina o benzol y se deja en contacto hasta el día siguiente, dentro de un recipiente de tapa esmerilada. En seguida se observa el color de los papeles y el color que ha tomado el líquido. La ben­cina pura permanece incolora, mientras que el benzol, lo mismo que el a l ­cohol combustible, toma color rojo oscuro. La banda de papel se aclara si se trata de bencina, mientras que aparece, después de secarla, jazpeada de color rojo ladrillo, si se trata de benzol; el alcohol combustible descolora casi completamente a la banda del papel reactivo. Esta prueba se puede efectuar también, sumergiendo una sola banda hasta la mitad en el líquido problema, durante unas dos horas. En este caso, el liquido permanece in­coloro o casi incoloro, si se trata de bencina y la parte sumergida de la ban­da se aclara. En cambio, el benzol produce zonas características en el límite de sumersión y color ladrillo en la parte sumergida. El alcohol produce una descoloración completa en la parte sumergida y en el límite de inmersión una zona de barni2 negro.

De estas consideraciones se deduce una conclusión, que no es tarea fácil para el químico legista la elaboración de un informe sobre la causa de un in­cendio y la posible culpabilidad por parte de un acusado; pero, gracias a los adelantos descritos, hoy en día, al químico ya le ha sido posible en muchos casos, reconocer la presencia de petróleo y de otros combustibles, aún tra­tándose de madera y otros objetos, fuertemente atacados por el fuego.

Nuevos métodos de obtención de una substancia antivariólica

Por el Profesor Enr ique Paschen del «Institut fiir Schitfs- und Tropenkrankheitens» de Hamburgo

«Tertulia Médica». — De E l Siglo Méd ico .

La vacuna animal obtenida en la piel de la ternera se ha acreditado como arma poderosa en la lucha antivariólica.

El hecho de que una cantidad mínima de contenido de una vesícula variólica, traspasada a otro hombre, reproduzca el cuadro de la viruela con innumerables pústulas, se explica porque actúa un agente patógeno vivo

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con ilimitado poder de multiplicación, ya que esta propiedad es exclusiva de los organismos vivos.

Los experimentos, emprendidos con máxima actividad por innumera­bles investigadores, para cultivar, por los métodos bacteriológicos, en los medios más diversos, el agente patógeno, no han tenido éxito. La demos­tración lograda por Robert Koch y Wassermann de que el contenido de las vesículas aún no abiertas, de la viruela o de la vacuna, con plena acción específica, están exentas de bacterias, hace que parezca descaminado e\ proseguir la investigación en este sentido.

Por la demostración de la filtrabilidad del agente causal de la viruela y vacuna por filtros impermeables a las bacterias (Negri, 1905) se incluyó dicho agente en la categoría de los gérmenes filírables y, según al pronto se admitía, invisibles, es decir, de los virus. Se hubo de intentar el hacer visible el agente invisible, y se tuvo que pensar en sobrecoloraciones, fondo obscuro y fotografía con luz ultravioleta.

Después de largos trabajos previos, conseguí demostrar en 1907, pri­meramente en extensiones de linfa de niños, luego en la de pústula de v i ­ruela (epidemia de Metz, 1907), la presencia de corpúsculos pequeñísimos que están en el límite de la visibilidad, aproximadamente de 0,2// a los que, por su presencia regular y exclusiva en la viruela y vacuna, señalé como los probables agentes causales. La obtención del cultivo puro no se consiguió lograr entonces.

Es una propiedad común y característica de las llamadas especies de virus el que necesiten la célula viva para su desarrollo y multiplicación; y en relación con esto ha adquirido importancia decisiva el cultivo de tejidos. El cultivo de tejidos (el método introducido especialmente por Carrel, de mantener vivos durante largo tiempo tejidos separados del cuerpo y hacer que se sigan desarrollando) ha alcanzado en el transcurso del tiempo enor­me importancia para muchas ramas de la Biología y de la Patología. Espe­cial significación ha logrado para la investigación de ciertas enfermedades infecciosas, sobre todo en lo referente al cultivo de diferentes especies de virus: viruela, vacuna, herpes, glosopeda, fiebre amarilla, etc. Las investi­gaciones fundamentales que han conducido a lograr la multiplicación del virus de la vacuna en los cultivos de tejidos se deben a Parker y a Parker y Nye, quienes en 1924 comunicaron la primera multiplicación segura del virus en cultivos en gota pendiente, de testículo de conejo, durante 18 pa­ses. Haagen, en 1928, lo confirmó; en experimentos emprendidos en cola­boración con E. Nouck en el Instituto de Patología Tropical de Hamburgo («Institut für Schiff-und Tropenkrankheiten»), un cultivo de éstos llegó a 175 pases; ya en los primeros se pudo comprobar morfológicamente por

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primera vez el agente, en 1932, demostrándose al mismo tiempo que la v i ­rulencia y la cantidad de germen corren paralelas. Con ello quedó compro­bado definitivamente el papel de los corpúsculos elementales (corpúsculos de Paschen) como agentes causales.

De gran importancia son los experimentos de Li y Rivers de emplear como medio de cultivo el tejido embrionario del pollo. Li y Rivers demos­traron que el tejido triturado de embriones de ocho a diez días, suspendi­dos en solución de tiroides, en un matraz Erlenmeyer, es un magnífico me­dio nutritivo para el virus de la vacuna que se añada. El virus se multiplica vivamente y es cultivable en pases sucesivos. En pases posteriores, Herz-berg consiguió comprobar en los pedazos de tejidos triturados, y también en el liquido, el agente casual, es decir, los corpúsculos elementales. Ri­vers, y más tarde Herzberg, han obtenido excelentes resultados por el em­pleo de esta substancia en la inoculación del hombre. En los individuos ya inoculados, una reinoculación con la linfa ordinaria de ternera no dió re­sultado alguno; la inoculación con linfa de embrión de pollo había produ­cido, por tanto, inmunidad completa.

Goodpasture, Woodruff y Buddingh fueron por un nuevo camino: en vez de cultivar el virus en tejidos embrionarios de pollo trasplantados, lo llevaron directamente a huevos de gallina fecundados, infectando la mem­brana corioalantoidea por un pequeño orificio de la cáscara, el cual, des­pués de bordeado con vaselina, se cierra con un cubreobjetos o una placa de mica. Después de cuatro días de incubación en incubadora, se levanta el cubreobjetos y se agrandn el agujero, quitando cáscaja. Entonces se puede ver ya macroscópicamente un engruesamiento y enturbiamiento y, a veces, leves, puntos de sangre en la membrana. Al agente causal se le en­cuentra, en extensiones debidamente coloreadas, en cantidades fabulosas, coco en un cultivo bacteriano puro. El cultivo ulterior del virus, de huevo a huevo, se consigue mediante la trasplantación de trocitos de alantoides infectado. E. Nauck y E. Paschen, Stevenson y Bvtler, y W. Lehmann, en sus investigaciones ulteriores, han logrado comprobar completamente el descubrimiento.

Goodpasture y Buddingh han inoculado, empleando su substancia, a más ue 1.000 personas (adultos y niños), c m magnífico éxito. Las inocula­ciones marcharon exactamente como las hechas con linfa corriente de ter­nera, y quizá con alguna mayor suavidad. Inoculaciones con linfa de ter­nera practicadas en diferentes individuos inoculados ya con el materia* nuevo no tuvieron éxito; por la substancia inoculada del huevo se había conseguido, por tanto, inmunidad. Los investigadores han demostrado con

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ello que el virus de la vacuna cultivado en la membrana del embrión de po­lio es utiiizable en la práctica para la vacunación del hombre.

La linfa de los cultivos de tejidos, según Rivers, y la linfa de corióna-lantoides según Goodpasture, tienen grandes ventajas sobre la ternera: es­tán ante todo, libres de bacterias, se preparan con rapidez, son utilizables inmediatamente y resultan notoriamente más baratas que la linfa de ternera.

Según las experiencias actuales, esta linfa, a 4o, conserva su actividad durante meses.

En Alemania se practican estos experimentos en varios Institutos, con objeto de eliminar la ternera en la obtención de la linfa.

En resumen, se puede consignar que las nuevas investigaciones signi­fican un gran progreso en la obtención de la linfa antivariólíca.

Sa €rgobas¡na, nuevo alcaloide del cornezuelo de centeno, soluble en el agua; por M . M . Jlrt¡]ur Stoel y €rnesf %urc Xardt (C. R. Ac. Sc., 1935, 200, 1680).—Desde los trabajos clásicos de Tanret sobre la ergotinina y la ergosterina, el conezuelo de centeno se ha revelado una rica mina en substancias interesantes y, en el curso de estos últimos años se ha tratado sobre todo de alcaloides, tales como la ergotaxina de Barger y K r a f t , la ergotamina de Stoll, o de simples aminas como la thyramina y la his-tamina, aisladas por Bergen y Dale.

En las soluciones clorofórmicas de los alcaloides totales relativamente diluidas, se deposita, en un estado bastante puro, un alcaloide nuevo, en cantidad muy débil de unos 0^60 gramos por kilogramo de cornezuelo de centeno del comercio. Durante el curso de la fabricación industrial de la ergotamina y de la ergotoxina, ha sido posible extraer algunos gramos de esta nueva substancia, al estado puro y cristalizada.

Por otra parte, investigadores ingleses y americanos acaban por su parte de señalar la existencia de principios todavía desconocidos del cor­nezuelo de centeno, gozando de la propiedad de provocar una contracción rápida y potente del útero, principalmente por vía gástrica. Así es que Dudley y M o i r han llegado a un producto, que parece un alcaloide, al que han dado el nombre de ergometrina, cuyo valor terapéutico necesi­tará, todavía experiencias clínicas para ser definitivamente fijado, y que no es idéntico a la ergobasina.

Para preparar éste, se trata con agua la substancia reducida a polvo

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fino, constituida por una preparación de alcaloides totales del cornezuelo; los demás alcaloides no se disuelven prácticamente en el agua. La substan­cia acuosa es entonces agotada, con lentitud, por el cloroformo, y el ex­tracto clorofórmico, concentrado y abandonado al reposo, deja al alcaloide en forma cristalina que puede purificarse por recristalización en el triclore-tileno o el benceno.

Otra manera de separar la ergobasina reside en su solubilidad extraor­dinariamente débil en el cloroformo. Si se trata por este último solvente una preparación de alcaloides totales, la ergobasina, en un cierto grado de concentración, precipita bajo forma cristalina en el seno de la solución clo-rofórmica, mientras que los demás alcaloides permanecen en solución.

La ergobasina cristaliza en prismas talladas más o menos en ángulo derecho. La solución en el agua (1 p 200 a 300) es alcalina al tornasol, de una intensa fluorescencia azulada. Muy soluble en los alcoholes etílico y metílico y fácilmente soluble en el éter acético, este alcaloide lo es poco en el cloroformo: 1 p. 5.000 en frío, 1 p. 750 en caliente.

Recristalizada en el alcohol y secada hasta peso constante, la ergoba­sina se reblandece a 159° y se descompone a 162°.

El poder rotatorio en solución acuosa a 0'25 p. 100 es de [«] D=20 -!-90. Las soluciones son sensibles a la luz y al aire, lo que implica, sin duda,

variaciones de cantidad en las preparaciones galénicas; una posología exacta de las substancias simpaticolííicas del cornezuelo, ergobosina, ergo-toxina, ergotamina, no es posible sino con la substancia pura.

Las reacciones de precipitación de la ergobasina con los reactivos ge­nerales de los alcaloides son positivas y permiten, no obstante, a causa de las concentraciones necesarias, de distinguirla de la ergotamina. Estos dos alcaloides, únicos entre los otros extractos de cornezuelo, dan sales crista­lizadas.

Numerosos análisis efectuados permiten atribuir a la ergobasina la fór­mula bruta C19 H23 O2 N3, mientras que la de la ergotinina es C35 H39 O5 N4 y la de la ergotamina C35 H35 O5 N5.

En resumen, la ergobasina merece un estudio farmacológico profundo; tiene ciertos puntos de vista de la ergometrina de Dudley y M o i r , pero se distingue muy claramente porque ésta es levógira y la ergobasina dex-trogira. Un parentesco constitucional entre estos dos alcaloides de un lado y el grupo «ergotonina-criotamina> por otro, dejan prever ese hecho de la similitud de su grado de hidrogenización en que de las reacciones de colo­cación su acción análoga sobre la musculatura del útero.

(Del Journa l de Pharmacie et de Chimie).

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€1 poder colesterolitico; por G. Edgard-Rosa, Bulletin des Biologistes Pharmaciens y Journal de Ph. eí de Chim.—Según Loeper y Lemaire a los que pertenece el mérit© del descubrimiento, el poder colesterolítico es el poder que tiene el suero de disolver o precipitar más o menos colesterol,

De sus trabajos resulta que la simple medida de la tasa de la coreste-rolemia no proporciona la explicación de ciertos hechos clínicos que, al contrario, son aclarados por la determinación del poder disolvente o preci­pitante del suero frente el colesterol (poder llamado colesterolítico).

técnica.—El poder colesterolítico se mide siguiendo la técnica des­crita por Loeper y Lemaire, así descrita por M . Edgard-Rosa.

El suero bien decantado es dividido en dos porciones de 3 a 5 c. c. En una de las porciones se practica un dosage de colesterol por el procedi­miento de Grig a iif. La otra porción se coloca en en tubo estéril en con­tacto con 0'02 de colesterol cristalizado pulverizado por centímetro cúbico de suero—o sea 6 cg. por 3 c. c. O'IO cg. por 5 c. c—Este suero adicionado de colesterol es puesto a la estufa entre 38 y 40° durante 48 y 72 horas te­niendo cuidado de agitar el tubo 1 ó 2 veces cada día. Después de la per­manencia a la estufa la mezcla es cuidadosamente filtrada y el colesterol es dosificado como precedentemente sobre una parte alícuota del filtrado. La comparación de las dos tasas del colesterol p. 1000 de la porción 1 y de la porción 2 del suero, permitirá determinar el poder colesterolítico de este suero.

Sea a la concentración inicial del suero en colesterol y 6 la concen­tración del suero después de la adición de colesterol y permanencia en la estufa; por definición el poder colesterolítico es dado por la expresión:

P. C.

Si b > a el suero disuelve el colesterol y su poder colesterolítico es llamado positivo. AI contrario, si b > a el suero precipita el colesterol y su poder colesterolítico es llamado negativo.

Primer caso: Supongamos que para un enfermo A la dosificación ini­cial del colesterol en el suero da la cifra 2'10 gr. y la segunda dosificación la cifra VIO de colesterol. La resta de estas dos cifras dan una diferencia de 0*90 en favor de la tasa inicial de colesterol. Esta cifra de 0'90 repre­senta la cantidad de colesterol que sería precipitado de UH litro de suero «in vitro» durante su permanencia a la estufa. Se dice que tal suero está dotado de un poder precipitante o que posee un poder colesterolítico ne-

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gativo. En efecto, puesto en contacto de colesterol libre precipita su propio colesterol que tiene en disolución. Puede referirse <in vivo» lo que pasa «in vitro>, este suero circulante va a depositar su colesterol en los tegidos provocando así una sobrecarga colesíerolítica tisular.

Para calcular la tasa del poder colesterolítico basta dividir la diferencia entre las dos dosificaciones (es decir P20-2<10=0<90) por la cifra inicial

0*90 del colesterol, o sea 2*10 y referirla enseguida a 100, lo que hace —-==0'43 ó —43 p. 100. Este cálculo demuestra que el suero del enfermó A tiene un poder colesterolítico negativo (cifra inicial> que segunda cifra) de —43 p. 100, calculado por relación a su tasa inicial de colesterolemía.

Segundo caso: Supongamos un enfermo B, cuya dosificación inicial de colesterol en el suero da igualmente la cifra de 2 i0 como en el caso A. Pero después de adición de colesterol y permanencia a la estufa como en el caso anterior, la segunda cifra es de 3'50. El cálculo de su poder coles­terolítico se presenta de la manera siguiente: diferencia en favor de la se­gunda dosificación (3'50—2'10=1<40). La cifra de r40 representa la can­tidad de colesterol que se habría disuelto en un litro de suero «in vitro» durante su permanencia a la estufa. Un tal suero tiene un poder colestero­lítico positivo ya que puesto en contacto con el colesterol libre es capaz de disolverlo. Puede concebirse que este suero, refiriéndonos «in vivo», cir­culando, en lugar de precipitar su propio colesterol va, al contrario, a di­solver y a separar de los tegidos que él baña si éstos están sobrecargados de aquella substancia.

El cálculo del poder colesterolítico de este suero B se efectúa divi­diendo la diferencia de las dos dosificaciones (es decir 3'50—2<10=1,40)

1 '40 por la cifra inicial del colesterol (2£10) lo que da + O'OO ó +0'66 %. Este cálculo demuestra que el suero del enfermo B tiene un poder coleste­rolítico positivo (cifra inicial < segunda cifra) de+66 % calculado por re­lación a la tasa inicial de colesterol.

Por estos dos ejemplos se ve como dos enfermos teniendo la misma tasa de colesterol sanguíneo, o sean 2'10, pueden ser clasificados diferente­mente cuando se determina su poder colesterolítico. Clínicamente hubieran pareeivio superponibles si sólo se hubiesen contentado de un simple do­sage de la colesterolemía, mientras que ahora se revelan muy diferentes por la medida de su poder colesterolítico. El enfermo A con una colestero­lemía de 2*10 pero con un poder prepotante de —43 % es ciertamente de un pronóstico mucho más severo que el enfermo B que tiene la misma tasa de colesterolemía, 2<10, pero con un poder colesterolítico positivo a+e6%-

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Uno deberá ser tratado cen toda urgencia mientras que el segundo B podrá pasarse, por lo menos momentáneamente, de tratamiento alguno.

En ciertos sujetos, particularmente sanos, el poder colesterolítico pue­de alcanzar y pasar +60 G/o-

Y, al contrario, en ciertos casos patológicos, puede regresar a —60 % .

procedimiento rápido de dosificación de los alcoholes primarios y secun­darios en los aceites esenciales, Sabetay (S.) C. R. Ac.) y B u l l , de Se. Ph . —Se obtiene la acetilación rápida (quince minutos en frío) de los alcoho­les primarios y secundarios existentes en las esencias utilizando un catali­zador compuesto de anhídrido acético conteniendo 10 por 100 de ácido ortofosfórico.

Sa asociación ioduro de sodio-hiposul/ito magnesia en el tratamiento de las algias.- («Société de Thérapeutique» y «L'Union Pharmaceutique>).

Desde los primeros trabajos sobre la utilización del lipiodol en el diag­nóstico radiológico, Sicard y Forestier habian tenido ocasión de comprobar la acción benéfica que podía ejercer la acción iodada sobre ciertas algias. Sobre las lumbálgicas, por ejemplo, la inyección epidural de lipidol, prac­ticada con objeto de una exploración radiológica, calma los dolores y pro­duce ordinariamente la curación en un espacio muy corto.

Esta comprobación debía naturalmente conducir a los autores a utilizar las inyecciones locales de lipiodol en un gran número de algias llamadas esenciales o reumáticas; lumbagos, neuralgias ciáticas o intercostales, algias braquiales o eervicobraquiales, occipitales, faciales, e t c . , así como en cier­tas artritis o sinovitis, y en los casos de numerosos dolores. Los resulta­dos terapéuticos, frecuentemente obtenidos en estos diferentes casos, no son dudosos.

El efecto sedativo del iodo sobre las algias parece sin embargo más general, como lo demuestra el poder terapéutico de las soluciones al iodu­ro de sodio inyectadas por vía venosa. Estas son corrientemente empleadas hoy día, y a menudo con éxito, en muchas afecciones dolorosas llamadas reumáticas, y aun en ciertas regiones infecciosas de los centros nerviosos sensitivos como el zona. No presentan el gran inconveniente que tiene el lipiodol de comprometer por su opacidad casi indeleble el estudio radioló­gico ulterior de las regiones inyectadas.

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Para ser estables las soluciones de ioduro de sodio deben ser adicio­nadas de trazos de hiposulfito sódico, permitiendo la absorción del iodo puesto en libertad, con formación de tetrationato de sosa.

Deseando reforzar la acción «antirreumática» del ioduro de sodio por la presencia de azufre en mayor cantidad, M. J. Decourt, L. Meyer y M. De-mange, han utilizado primero una solución acuosa conteniendo a la vez 5 0/0 de ioduro de sodio y 5 % de hiposulfito de sosa.

Enseguida les vino la idea de sustituir, en esta solución, el ion magne­sio al ion sodio, utilizando el hiposulfito de magnesio. Piensan así añadir al poder antirreumático del iodo y del azufre la acción nervosedativa del magnesio.

Partiendo de estas consideraciones han hecho preparar una solución que responde a la fórmula siguiente:

ioduro de sodio. . . . . . 5 gramos Hiposulfito de magnesio. . . 5 » Agua destilada 100 c. c.

Repartir en ampollas de diez a veinte centímetros cúbicos, esta solu­ción se muestra perfectamente estable, y absolutamente incolora.

Demasiado concentrada para ser inyectada bajo la piel, la utilizan en inyecciones intravenosas, a la dosis de 10 a 20 centímetros cúbicos diarios o cada dos días. Medianamente practican de ocho a doce inyecciones con­secutivas.

En el curso de la inyección el enfermo experimenta una sensación un poco desagradable de calor interno, particularmente acusado al nivel de la garganta, del periné y de los pies.

Los accidentes de iodismo caracterizado son absolutamente excepcio­nales. Se nota solamente, en las horas que siguen la inyección, una sensa­ción de amargor pronunciado y de sequedad en la boca.

Como puede suponerse la medicación puede comportar contra indi­caciones; éstas son las que podrían oponerse a toda introducción masiva de iodo o a toda inyección intravenosa, en primer lugar la tuberculosis pul­monar, la insuficiencia cardíaca o renal.

La asociación terapéutica así conseguida permite obtener en un gran número de afecciones dolorosas, un resultado muy superior al que sumi­nistran las soluciones usuales de ioduro sódico.

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€ ! frafamienfo de la úlcera gasfraduodenal por la /j/sfídína, por Emilio Aron, Profesor de la Escuela de Medicina de Tours.

L a Presse Médica le , 27 julio, 1935.

Después de dos años de trabajos clínicos con casuística muy nume­rosa bien detallada y magisíralmente expuesta y en su mayoría con resulta­dos favorables, el autor afirma que la hlstidina es el tratamiento básico de las enfermedades ulcerosas y hasta la cree capaz de impedir las recidivas.

Tratados sus enfermos con hlstidina al 4 por 100 ha sido posible prac­ticarles gastroenterostomías, basándose en el examen histológico de las le­siones de varios operados, en los que la úlcera había desaparecido, siendo sustituida por un tejido cicatricial escloroso muy vascularizado con rege­neración íntegra del revestimiento mucoso. Naturalmente, dice el autor, que es necesaria la observación de varios años para determinar si esta prác­tica es la más conveniente, en lugar de las gastrectomías que practicaba anteriormente.

Aconseja que después del tratamiento de ataque se establezcan curas de mantenimiento cada vez espaciadas llegando así a conservar en per­fecto estado enfermos cuya única esperanza era la intervención.

Concrementos urinarios y su análisis Por el Dr. HERMANN SCHMIDT HEBBEL

Quimlco-Farmacéutic > del Laboratorio de Química Biológica de la Escuela de Medicina Veterinaria,

(Dt La Farmacia Chilena)

Así como los sedimentos urinarios tienen distinta constitución química, según la reacción de la orina, predominando el ácido úrico y sus sales en la orina ácida, el oxalato de calcio en la orina neutra y la débilmente ácida y los fosfatos alcalinos en la orina alcalina, también los concrementos uri­narios pueden tener distinta composición, clasificándose según eso en dife­rentes grupos.

Cálculos de á c i d o ú r i co y uratos. — Son generalmente del tamaño de una arveja o un poroto, pero pueden ser también más grandes, sobre­todo en algunos animales. Son bastante duros, aunque menos que los de oxalato y de un color que varía del amarillo-grisáceo al rojo pardo.

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Cálcu los de oxalatos. — Son los más duros. Los pequeños son lisos y de color gris; se han comparado con las semillas de cáñamo, presentando un aspecto parecido. Los grandes tienen más o menos el aspecto de una mora y son muy rugosos. Cuando están mezclados con sangre, presentan color pardo.

Cá lcu los de fosfatos. — Son generalmente bastante grandes, de co­lor blanco, blandos, fácilmente pulverizables. Suelen presentar núcleo inte­rior formado de coágulo sanguíneo, mucílago o un cuerpo extraño, intro­ducido en las vías urinarias y a veces suelen acumularse también alrededor de un cálculo de uratos u oxalatos.

Cálculos de carbonato cá lc íco . — Son menos frecuentes, blancos, blandos de aspecto de tiza y dan efervescencia con los ácidos.

Cálculos de cistina. — Sólo se observan raras veces; son poco du­ros y generalmente lisos.

Refiriéndonos ahora al a n á l i s i s quimico de un cálculo, con el objeto de establecer su naturaleza química, se procede en primer término a acor­tar el cálculo en dos mitades y de tomar un poco de la periferia y del cen­tro. Una pequeña cantidad de la muestra se calcina sobre una lámina de platino, pudiéndose presentar entonces dos casos. Si la substancia se que­ma totalmente, o por lo menos deja una ceniza insignificante, será de na­turaleza orgánica el cálculo, pudiendo ser de ácido úrico y sus sales (urato de amonio) o cistina.

Para ver si hay cicido úr ico se hace la prueba de la murex ida : se evapora un poco de la muestra con ácido nítrico a sequedad, al baño maría. El residuo amarillo toma color rojo en presencia de amoníaco y pasa al vio­leta por adición posterior de sosa cáustica.

Para investigar sales de amonio, se coloca un poco de la substancia en la concavidad central de un portaobjeto, se agrega una gota de sosa cáustica y después de cubrir las partes laterales del portaobjeto con bandas de papel filtro, se coloca exactamente encima un segundo portaobjeto sin concavidad y el cual lleva en su cara inferior adherido con una gota de agua una pequeña banda de papel rojo de tornasol. En caso de ia presen­cia de un compuesto amónico se producirá el azuleamiento del tornasol.

La cistina se investiga, disolviendo un poco de la substancia en amo­níaco, en caliente. El filtrado deja en caso positivo por evaporación crista-tales que se presentan al microscópio en forma de láminas hexagonales, parecidas a los cristales de iodoformo.

Si la calcinación sobre la lámina de platino deja ceniza, el cálculo es-

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lará formado por substancias minerales, ya sea solas, o mezcladas a las substancias orgánicas ya mencionadas. En este caso, la ceniza, humedeci­da con un poco de agua se enrojecerá en presencia de fenolftaleína, si hay óxidos de calcio o de magnesio, provenientes de los carbonatos u oxa-latos. Para seguir la investigación de los componentes minerales del cálculo, se trata un poco de la substancia, finamente pulverizada en un mortero de ágata con ácido clorhídrico y se observa inmediatamente con una lupa, si se desprenden burbujas, en cuyo caso hay carbonato.

La solución clorhídrica, de la cual se han separado en caso necesario ios uratos por filtración, se neutraliza en un tubo de centrífuga con amo­níaco, se acidula con ácido acético y se agrega oxalato de amonio. La for­mación de un precipitado blanco indica la presencia de calcio. Se separa este precipitado por centrifugación (o filtración) y se agrega amoníaco, cloruro de amonio y fosfato de sodio, apareciendo un precipitado blanco, si hay magnesio.

Para investigar oxalatos, se calienta durante algún tiempo un poco de la solución clorhídrica del cálculo, alcalinizada con carbonato de sodio. En seguida se acidula con acético y se agrega cloruro de calcio. En pre­sencia de oxalato, se formará un precipitado blanco de oxalato de calcio.

Para investigar finalmente los fosfatos, se disuelve un poco del cálcu­lo en ácido nítrico y se calienta la solución nítrica con molibdato de amo­nio. La formación de un precipitado amarillo indica la presencia de fosfatos.

Sobre la acción insecticida de ia raíz de Derris Sp. por el Dr. HERMANN SCHMIDT HEBBEL

Químico-Farmacéutico Bromatólogo

De La Farmacia Chilena

Hasta hace poco, la raíz de la J)erris elíptica era empleada sólo en Norte-América como insecticida.

- Se trata aquí de la raíz de un arbusto trepador originario de India e In­dochina, donde no sólo crece en estado silvestre, sino que hoy día también se cultiva en dichos países por su aplicación siempre más frecuente como insecticida. La recolección se puede efectuar en forma bastante práctica, sa­cando sólo las delgadas raicillas que se extienden cerca de la superficie te­rrestre, pues de esta manera la planta puede seguir creciendo sin peligro.

Hoy día se sabe que la acción de esta raíz se debe a una substancia.

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roienona, idéntica a la tubatoxina o cferrina como la llaman otros autores. Es­te último nombre no hay que confundirlo con «démela* principio amargo, exiraído de la misma raíz en forma de una masa resinosa de color amarillo claro, soluble en agua y disolventes orgánicos y que se estimaba antigua­mente como el verdadero principio activo.

La rotenona se encuentra también en otras papilionceas tropicales y constituye el principio activo de una serie de preparados, en forma de ex­tractos y otras soluciones diversas, que empleaban los indígenas de las re­giones originarias de esta planta para matar peces, designando las raices con los nombres «Tuba rooí» o bien «Akar tuba».

Según un interesante trabajo, publicado por el autor Max Sido en la re­vista «Pharmazeutische Zeitung» 'del año 1934, la rotenona se encuentra principalmente en la parte leñosa de la raíz y en una cantidad que puede alcanzar hasta un 6 % Y Que existe también en otras especies de Derris, como la D. chinesis y D. malacensis, siendo las raíces más delgadas, las más ricas en rotenona.

Fué el autor japonéis Nagai el primero que logró aislar la rotenona de esta raíz, en forma de una substancia cristalizada, poco soluble en agua, so­luble en alcohol y demás disolventes orgánicos y que funde a 163°. Tiene la particularidad de ser también soluble en aceites grasos, lo que es de im­portancia para su aplicación en distintos preparados insecticidas.

Una vez aislado el principio activo, los estudios se encaminaron a des­cubrir la estructura química y por lo tanto, la fórmula de constitución de la rotenona. En este sentido, los autores, Haller y Schaffer prepararon diferen­tes derivados de hidrogenación de la rotenona mediante distintos cataliza­dores, para llegar así a la estructura química, la cual fué establecida final­mente por Roark. La etapa final en el estudio químico de la rotenona, o sea su preparación sintética está realizando B. La Forge que ya alcanzó a ob­tener el análogo sintético para la rotenona, en forma de la alfa-benzo-pirono-gama-benzo-pirona.

La rotenona se puede aplicar, ya sea al estado sólido para pulveriza­ciones o bien humedeciendo los objetos con substancias, preparadas con ja­bón, aceite de rojo turco u otros agentes emulsionantes.

La acción se manifiesta sobretodo en los insectos alados; piojuelos, oru­gas, coleópteros, m o 5 c a s . También se mostró activa contra pulgas y ácaros, mientras no parece tener acción sobre las polillas de la ropa y la cochinilla.

La aplicación de la raíz de Derris y de la rotenona tiene diferentes ven­tajas como insecticida y que podríamos resumir en los puntos siguientes:

1 ) Al aplicarla sobre las hojas de otras plantas, para desinfectarlas,, no las quema, ni las destruye, como suele suceder con otros insecticidas.

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2. ) La rotenona se descompone bastante rápidamente en contacto con la humedad atmosférica, desapareciendo la acción tóxica después de pocos días, de manera que no habría peligro en el consumo por el hombre de ver­duras o frutas, tratadas con rotenona. En cambio, en los arseniatos y los preparados de nicotina persiste la acción tóxica.

3. ) Por otra parte, la acción sobre animales de sangre caliente y el hombre es relativamente pequeña. Por esta razón, se están efectuando ac­tualmente experiencias que tienen por objeto la aplicación de soluciones aceitosas de rotenona en el tratamiento de la sarna, en el hombre. Los casos de envenamientos producidos por el lambeado de la piel por animales gra­tados con raíz de Derris son aislados.

4. ) La acción sobre los insectos mencionados es segura. Los insectos se desvanecen y mueren lentamente, en oposición a lo que sucede con las piretrinas, (la base de los «Polvos de Persia») donde los animales suelen reponerse después de un primer ataque aparentemente mortal.

Tenemos, pues, en la raíz de la Derris sp. y la rotenona otro ejemplo de la evolución sucesiva que se puede observar en el descubrimiento de los principios activos de muchas drogas. Así, después de un período de apli­cación meramente empírica de esta raíz por los indígenas para cazar peces, primero, y destruir insectos, después; las investigaciones científicas se enca­minaron lentamente hacia el aislamiento del principio insecticida que fué en­contrado en la rotenona. Una vez aislado se trató de llegar al descubrimien­to de su constitución química, la cual expresada ya en forma de la fórmula de consiiíución de la rotenona, dejó el camino libre hacia su preparación sinté­tica, terminando con ésto el ciclo evolutivo de la historia de la planta.

La reacción del oro coloidal en el liquide célalo raquídeo por el Dr. CAMILO DUCCO

Jefe del Laboratorio

De La Prensa Médica Argentina

I

P r e p a r a c i ó n del oro coloidal

Se han descrito innumerables técnicas para la obtención del oro coloi­dal, describiremos la que hemos empleado para obtener un oro que respon­da a las condiciones requeridas por nuestro trahajo.

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Se obtiene una solución de clorourato de sodio M/10 que contiene 19,8 por mil de oro.

Partiendo del cloruro de oro comercial es necesario determinar previa­mente su porcentaje de oro, porque los cloruros de oro del comercio no tie -nen una composición constante; una vez conocido el tenor en oro del cloru­ro se hace una solución que contenga en 100 c. c. 1,98 grs. de oro y 0,58 grs. de cloruro de sodio. Las buenas variedades comerciales de cloruro de oro contienen aproximadamente 60 0/0 de oro.

Partiendo del cloroaurato de sodio comercial o sal de oro de los fotó­grafos, cuya composición no es constante en el comercio, es necesario tam­bién determinar la cantidad de oro que contiene; se disuelve en agua de manera que en 100 c. c. haya 1,98 grs. de oro, sin agregar cloruro de sodio que ya existe en la sal. Las buenas variedades comerciales contienen de 48 a 49 ^ de oro.

Nosotros preferimos preparar la solución de cloroaurato partiendo del oro metálico.

10 grs. de oro de 24 quilates en lámina delgada, que puede adquirirse en las casas que se dedican a la venta de materiales para dentistas, se di­suelven en una mezcla de 25 ce. de ácido clorhídrico y 10 ce . de ácido ní­trico puros; como el ataque del oro en frío es lento se abandona la mezcla 24 horas. Al líquido obtenido se¡le agrega 3 gramos de cloruro de sodio disuel­to en un poco de agua y la mezcla se evapora a fuego directo hasta que el líquido hirviendo acuse una temperatura de 150 a 180°; en este punto el lí­quido es de color oscuro, no acusa ninguna tendencia a cristalizar en la su­perficie y empieza a depositar un poco de oro pulverulento. Se disuelve la masa en un poco de agua y se filtra para separar los rastros de oro deposi­tados y una pequeña cantidad de cloruro de plata que proviene de la peque­ña cantidad de plata que siempre contiene el oro 24 del comercio; el líqui­do y las aguas de lavaje del filtro se lleven a 500 c. c. con agua destilada.

En cualquier forma que se haya obtenido la solución M|10 de cloro­aurato de sodio es necesario dosar la cantidad de hidrato de sodio que es necesario emplear para transformarlo en meta-aurato:

C íNa .C l3Au +4 N a O H : = Au02Na + 4CiNa + 2H20

la cantidad teórica es de 4 c. c. por cada c. c. de cloroaurato M|10, pero debido a la acidez de los productos comerciales esta cantidad es siempre mayor y debe ser determinada exactamente.

1 c. c dé la solución de cloroaurato se diluye con 30 o 40 c. c. de agua destilada, se agrega 10 c. c de sol. N|10 de hidrato sódico se hierve

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2 o 3 minutos, se deja enfriar, se agrega 1 o 2 gotas de solución de fenol-ftaleína y se determina el exceso de álcali con una solución ácida NjlO que se agrega hasta desaparición del color rojo de la fenolftaleína; esta cantidad deducida de los 10 c. c. de hidrato sódico N|10 empleados, nos indica la cantidad de hidrato sódico N/10 necesaria para trans­formar en meta aurato el cloroaurato de 1 c. c. de solución de oro. Esta cantidad se anota sobre el frasco de la solución N|10 de cloroaurato de sodio, porque deberemos tenerla en cuenta para preparar el oro coloidal»

De todos los reductores empleados para la obtención del oro coloidal el más práctico y que da con más facilidad un oro rojo, neutro y libre de sustancias amortiguadoras y no aptas para reaccionar con los albuminoides es la glucosa.

La glucosa reduce el meta-aurato de sodio con la siguiente ecuación1

CH2. OH CH2. OH I i

2 (CH . OH)4 + Au02Na + NaO - 2 (CH . OH4 + H20 + Au I I

CO . H CO . ONa

transformándose la glucosa en ácido glucónico; teóricamente podría em­plearse una cantidad de glucosa menor que la indicada por esta ecuación, aprovechando el hecho de que el ácido glucónico puede por reducción dar ácido glicurónico y éste a su vez reducirse hasta aldehida fórmica, pero en la práctica es imposible obtener oros coloidales aceptables en esta forma.

De acuerdo con lo expuesto cada c. c. de solución de cloroaurato ne­cesitará:

2 c. c. de soiu ión glucosa MjlO, es decir a 1,8 por ciento. 1 c. c. de solución N| 10 de hidrato sódico más la cantidad necesaria

para transformar el cloroauroto en meta-aurato, cantidad que hemos deter­minado y hemos anotado en el frasco de aquél.

Para obtener un oro coloidal rojo, de grano fino, que es el que nece­sitamos para nuestras reacciones coloidales, es indispensable proceder de manera que la reducción de la sal de oro por la glucosa sea instantánea, mentar un fracaso, si procediéramos de manera que la reducción fuera gra­dual obtendríamos óxidos de oro que comunican al líquido tonos violetas y azules que inutilizan el producto.

Procederemos en la forma siguiente: En una cápsula de porcelana o en un matraz de vidrio, bien limpios,

se coloca

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Sol. de cloroaurato de sodio M|10 1 c. c. Sol. de glucosa a 1,8 por 100 2 c. c. Agua destilada 90 c. c.

se calienta hasta que el líquido hierva y de un solo golpe y agitando se agrega la solución de hidrato sódico N|10, cuya cantidad hemos determi­nado en la forma ya indicada, se hierve aún unos instantes, se deja enfriar y se completa con agua destilada el volumen de 100 c. c. La cantidad de hidrato sódico NilO a emplear oscila entre 4, 5 y 6,0 c. c. según las sales de oro empleadas.

Este oro coloidal contiene un miliátomo de oro por litro y es el que hemos empleado para nuestra experimentación, si se desea emplear para la reacción de Lange debe diluirse en dos veces su volumen de agua destila­da para obtener una suspensión M/3000 que es la que generalmente se emplea.

Aunque los textos digan lo contrario no debe prepararse una gran can­tidad por vez, porque siempre el oro coloidal deposita con el tiempo una parte de su oro empobreciendo su riqueza en metal; aconsejamos no utili­zar suspensiones con más de un mes de preparación.

Es indispensable que el oro coloidal, sea neutro, procediendo en la forma que indicamos se obtiene un oro coloidal de pH 7,0; para compro­barlo a 100 c. c. de oro coloidal se le agrega 5 c. c. de solución normal de cloruro de sodio y 0,50 de carbón animal de buena clase, se filtra y en el líquido filtrado se dosa la acidez en presencia de fenolftaleína, los 100 c. c. de líquido no deben necesitar más de 0,1 c. c. de hidrato sódico N|10 para virar al rojo y no deben colorearse de rojo cuando se le agrega la fenol­ftaleína.

Solución de c loruro de sodio.—En una serie de 10 tubos se dispo­ne un c. c. en cada uno de una solución de título variable de cloruro de sodio, obtenida a partir de una solución al 1 % en agua destilada.

Tubo: Desde 1 hasta 10. CINa 1 % : Desde 0,1 hasta 1,0 Agua: Desde 0,9 hasta 0.

Después se agrega a cada tubo 5 c. c. de oro coloidal (diluido al 1/3 es decir M/3000), se agita y se abandona tres horas; el tubo de mayor con­centración en cloruro de sodio en el que no se ha producido un cambio del color del oro, indica el título de la solución de cloruro de sodio que se

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debe emplear como líquido de dilución del líquido céfalo raquídeo en la técnica de Lange que describiremos. Este ensayo debe renovarse para ca­da partida de oro coloidal que se prepare según los autores, que se han ocupado de esta reacción, sin embargo si se utiliza nuestro método de pre­paración del oro coloidal debe renovarse solamente cada vez que se cam­bia la solución de coloroaurato.

Por nuestra parte creemos este ensayo supérfluo si se emplean tas téc­nicas que indicamos en nuestro estudio.

Técnica de Lange

Se opera con una serie de 16 tubos; en el primero se coloca 0,2 c. c. de líquido céfalo raquídeo y 1,8 c. c. de la solución de cloruro de sodio y en los demás 1 c. c. de esta última solución; 1 c. c. del primer tubo se pasa al segundo, de éste 1 c. c. al tercero y así sucesivamente hasta el 15, el ce. reti­rado de este último se desecha, el tubo 16 queda como testigo; se agrega a cada tubo 5 c. c. de oro coloidal y se abandona el ensayo 24 horas.

Los resultados se registran en una curva, cuyas ordenadas correspon­den a la intensidad de la reacción y las abscisas a la serie de tubos; la inten­sidad de la reacción se aprecia por el color del oro y si hay precipitado por el color del líquido:

(CONTINUARÁ)

IST" O T Z O Z ^

De <EL Moni to r de l a Fa rmac ia y de la Terapéu t i ca* . «Ministerio de Urabajo ^aqidad y

previsión.-Orden.-limo. Sr.: Apro­bado por el Consejo Técnico Nacio­nal de la Restricción de Estupefa­cientes, en su sesión plenaria cele-bada el 16 de abril último, el nuevo modelo del libro oficial de registro de productos estupefacientes, obli­gatorio para uso de farmacias, a te­nor de lo prescrito en la base 30 del Decreto-ley de 30 de abril de 1928 y artículos 57 y siguientes del Re­

glamento de 8 de julio de 1930, dic­tado para su aplicación.»

Este ministerio ha tenido a bien aprobar el expresado modelo, cuyo uso será obligatorio a partir de la publicación de esta Orden en la Ga­ceta de Madr id .>

*€!Consejo de Sanidad.—Por De­creto de 1.° de agosto (Gac^a del 2), se reconoce en primer término que no ha llegado a constituirse el designado en 19 de abril de 1934 por la prolija complicidad y el exce­sivo número de Vocales, y por tanto, se anulan aquellos nombramientos.

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En el nuevo organismo son voca­les natos el Presidente del Colegio de Farmacéuticos de Madrid y el Inspector de Farmacia Militar. Tam­bién es vocal nato el Director del Laboratorio Municipal de Madrid.

Se nombrará entre los vocales electivos un farmacéutico por sus conocimientos en Especialidades y Servicios Farmacéuticos.

Como se ve, cada vez que se reor­ganiza el Consejo se va mermando la representación de la clase farma­céutica.»

<€l Jnstiíuto Técnico de f a r maco-biología.-Dice. E l Sol- En plena Dic­tadura, hacia el año 1926, se fundó el Instituto Técnico de Comprobación y Restricción de Tóxicos y Estupe­facientes, para cuya Dirección fué nombrado directamente D. Francis­co Murillo. Pero D. Franciaco Mu-rillo era en aquella época director general de Sanidad, de donde resul­ta que se nombró a sí mismo, con aquella expeditiva sencillez que ca­racteriza a estos regímenes. Un de­creto de Martínez Anido hizo com­patible ambos cargos, y el Sr. Muri­llo quedó redondeado por este pro­cedimiento. Pero el Sr. Murillo as­piraba a un redondeo más efectivo, ya que el Instituto Técnico de Com­probación se regía administrativa­mente como una Caja especial, una de aquellas famosas Cajas especia­les de la Dictadura, en la que se re­caudaba el producto del sello sani­

tario, que ascendía a varios millones de pesetas.

La administración de aquellos mi­llones dió lugar durante cuatro años a rumores públicos y a críticas de tal tipo, que el Gobierno que suce­dió a la Dictadura, el de Berenguerr ordenó que una Comisión constitui­da por técnicos de los ministerios de Hacienda y Gobernación, juntamen­te con un representante del Instituto, instruyese un expediente e hiciera las investigaciones necesarias. En el citado expediente se comprobaron tales irregularidades en el manejo de los millones, que determnió la extin­ción del aludido Instituto, creándose el Instituto Técnico de Farmacobio-logía, cuya plaza de director se anunció a concurso libre entre mé­dicos, farmacéuticos y veterinarios por el Gobierno Berenguer. Concur­saron a ella D. Teófilo Hernando» catedrático de Farmacobiología de la Facultad de Medicina de Madrid; D. Obdulio Fernández, catedrático de la Facultad de Farmacia, y Don José Mouriz, director del Laborato­rio de Análisis del Hospital Provin­cial. El concurso se resolvió en fa­vor de D. Teófilo Hernando.

Mas he aquí que sin haber sido sustanciado aquel expediente ins­truido bajo el Gobierno Berenguer, que pasó al Tribunal Supremo; sin haberse depurado las responsabili­dades que pudieran existir, el citado Tribunal, en virtud de recurso pre­sentado por el Sr. Murillo, ordena

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£1 Restamador Farmacéutico

reponerle en su cargo. Pero como su cargo no existe, ya que cayó bajo «1 peso de aquel expediente, desa­pareciendo totalmente el organismo ^ue había regido el recurrente, no se les ocurre otra cosa que encajarlo en otro para que el nunca estuvo nombrado, que es el ocupado por el Dr. Hernando, a quien con fecha 1 del mes actual se ordena que cese, al objeto de ser sustituido por quien puede presentar una ejecutoria de­masiado oscura de su labor. Como premio a la esforzada actuación cien­tífica y al vigor moral del doctor Hernando, sin tener en cuenta que el cargo que ocupaba lo logró en concurso público y que el organis­mo que dirigía surgió precisamente bajo su dirección, se le despide con aquella sencillez a la que al princi­pio aludíamos señalándola como norma de la Di ctadura.

* * *

Al día siguiente apareció en el mismo periódico la carta del señor Murillo:

«Señor director de E l Sol. Muy señor mío: En uso del dere­

cho que la ley de Imprenta me con­cede, espero de su ecuanimidad la publicación de las siguientes mani­festaciones, que rectifican algunos de los conceptos aparecidos en el num. 5.604 del periódico de su dig­na dirección:

Primera. No es cierto que ni a mí ni a ningún funcionario del Ins­

tituto Técnico de Comprobación se le haya formado expediente admi­nistrativo. Así consta, por declara­ción expresa de la Dirección de Sa­nidad ante el Tribunal Supremo. Hubo en el año 1930 una informa­ción administrativa de resultados nulos, ya que en los cinco años transcurridos desde entonces no ha dado lugar a resoluciones de ningún género.

Segunda. Es cierto que el señor Murillo simultaneó durante algún tiempo la Dirección de Sanidad con la del Instituto; pero «sin enchufe». En el mismo nombramiento, que apa­reció en la Gaceta, se hacía constar que la dirección del Instituto sería sin remuneración mientras durase la dualidad, y se prescribió así porque, ideados por el Sr. Murillo el meca­nismo y las funciones del nuevo cen­tro, se creyó que nadie más indica­do que él mismo para organizarlo y desempeñarlo. Con esto, el «redon­deo» de que habla E l Sol se convir­tió en carga abrumadora, que al fin dió con mi salud en tierra, cuando a los treinta años de servicios a la sa­nidad pública me encontré sin car­go, sin salud y sin jubilación.

Tercera. El cambio de nombre de una institución no puede ser fun­damento de cesantías. Así lo ha es­timado rectamente el Tribunal Su­premo: El Instituto Técnico de Com­probación, convalidado por ley de la República, ha sufrido ya varios cambios de nombre. Ahora mismo es difícil saber su verdadera denomina-

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446 El Restaurador Farmacéutico

ción. En la ley de Presupuestos apa­rece como Instituto Nacional de Sa­nidad, Subdirección, Jefatura de Farmacobiología. y hay alguna dis­posición reciente que lo designa de otra manera.

No quiero entrar en otras aprecia­ciones; pero sí digo, para terminar, que mi actuación dentro y fuera del Instituto, no teme comparaciones, aunque enemigo de exhibicionismos^ tampoco las desea.

Suyo afectísimo seguro servidor, J. M a r ¿lio.

En el próximo número nos ocupa­remos de este asunto.»

N B C R O L O G l A

Ha fallecido en esta ciudad nues­tro distinguido amigo y compañero D. Francisco Die Ribas, dignísimo farmacéutico que habia ejercido en esta ciudad y actualmente dedicaba sus actividades dirigiendo el Labo­ratorio Quisana.

Era un dignísimo compañero muy apreciado por todos cuantos con él se habían relacionado, por las bellas cualidades que le adornaban y por sus bondades que le hacían aprecia-ble en grado sumo.

Reciban su esposa, hijas y demás familia el testimonio de nuestra sen­tida condolencia por desgracia tan irreparable.

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El Restaurador Farmacéutico 447

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448 lEl Restaurador Farmacéutico

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