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Stephenie Meyer, Sol de Medianoche 1

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ÍNDICE:

Capítulo 1: Primer encuentro Pág. 3

Capítulo 2: Libro abierto Pág. 20

Capítulo 3: El prodigio Pág. 39

Capítulo 4: Visiones Pág. 55

Capítulo 5: Invitaciones Pág. 65

Capítulo 6: Grupo Sanguíneo Pág. 82

Capítulo 7: Melodía Pág. 99

Capítulo 8: Fantasma Pág. 111

Capítulo 9: Port Ángeles Pág. 118

Capítulo 10: Teoría Pág. 137

Capítulo 11: Interrogatorios Pág. 153

Capítulo 12: Complicaciones Pág. 174

Capítulo 13: El despertar Pág. 186

Capítulo 14: Confesiones Pág. 208

Capítulo 15: Mi familia Pág. 229

Capítulo 16: Bienvenida Pág. 254

Capítulo 17: Maldito Partido Pág. 271

Capítulo 18: Nómadas Pág. 285

Capítulo 19: La separación Pág. 292

Capítulo 20: La cacería Pág. 300

Capítulo 21: Desesperanza Pág. 306

En casa Pág. 314

El baile Pág. 324

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Capítulo 1: PRIMER ENCUENTRO

Éste era el momento del día en el que más deseaba ser capaz de dormir.El instituto.O sería más apropiado emplear el término “purgatorio”? Si existía algún modo depurgar mis pecados, esto tenía que contar de alguna manera. El tedio era a lo que menosme había conseguido acostumbrar y, aunque parezca imposible, cada día me resultabamás monótono que el anterior.Supongo que ésta era mi manera de dormir, si el sueño se define como un estado inerteentre periodos activos.Me quedé mirando fijamente las grietas del enlucido de la esquina más lejana de lacafetería, imaginando dibujos en ellas. Era una manera de sofocar las voces queparloteaban dentro de mi mente como el gorgoteo de un río.Ignoré el centenar de voces por puro aburrimiento. Cuando a alguien se le ocurre algo,seguro que ya lo he oído con anterioridad más de una vez. Hoy, todos los pensamientosse centraban en el trivial acontecimiento de una nueva incorporación al pequeño grupode alumnos. No se necesitaba mucho para provocar su entusiasmo. Había visto pasarrepetido el nuevo rostro de un pensamiento a otro, desde todos los ángulos posibles.Sólo era otra chica humana. La excitación que había causado su aparición resultabapredecible hasta el aburrimiento, era como mostrar un objeto brillante a un niño. Lamitad del rebaño de ovejunos varones se imaginaba ya enamorándose de ella, sóloporque era algo nuevo que mirar. Puse más empeño en no prestar atención.Sólo hay cuatro voces que bloqueo por una cuestión de cortesía: las de mi familia, misdos hermanos y mis dos hermanas, quienes están tan acostumbrados a la ausencia deintimidad en mi presencia que rara vez se dan cuenta. A pesar de ello, les concedo todala privacidad posible. Procuro no escucharlos si puedo evitarlo.Lo intento con todas mis fuerzas, claro, pero aún así…me entero de cosas.Rosalie pensaba en ella misma, como de costumbre. Había captado su reflejo en lasgafas de sol de alguien y se regodeaba de su propia perfección. La mente de Rosalie eraun charco poco profundo de escasas sorpresas.Emmett estaba echando chispas después de haber perdido un combate de lucha libre conJasper la noche anterior. Necesitaba de toda su escasa paciencia para llegar al final delas clases y organizar la revancha. Nunca he sentido que me entrometía en suspensamientos porque nunca había pensado nada que no pudiera decir en voz alta oponer en práctica. Sólo me siento culpable al leer la mente de los demás cuando meconsta que les gustaría que ignorase ciertas cosas. Pero si la mente de Rosalie es uncharco poco profundo, la de Emmett es un lago sin sombras, tan transparente como elcristalY Jasper estaba… sufriendo. Reprimí un suspiro.Edward. Alice me llamó por mi nombre, pero sólo sonó en mi cabeza y le dediqué deinmediato toda mi atención.Era lo mismo que si la hubiera oído hablarme en voz alta.Me alegraba que en los últimos tiempos hubiese pasado de moda el nombre que mehabían puesto. Menos mal, ya que hubiera resultado un fastidio volver la cabeza

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automáticamente cada vez que alguien pensara en algún Edward…En ese momento no me volví. A Alice y a mí se nos daban muy bien esasconversaciones privadas, y era raro que nos pillaran durante las mismas. Mantuve lamirada fija en las líneas que se formaban en el enlucido.Cómo lo lleva?, me preguntó.Torcí el gesto, pero sólo pareció que había cambiado ligeramente la posición de la boca,nada que pudiera alertar a los otros. Era fácil que pensaran que lo hacía poraburrimiento.El tono de la mente de Alice ahora parecía alarmado y leí que vigilaba a Jasper con suvisión periférica. Hay algún peligro?Ladeé la cabeza hacia la izquierda muy despacio, como si contemplara los ladrillos de lapared, suspiré, y luego me volví hacia la derecha, de nuevo hacia las grietas del techo.Sólo Alice se dio cuenta de que estaba negando con la cabeza.Ella se relajó. Avísame si la cosa se pone fea.Moví sólo los ojos, primero arriba, hacia el techo, y luego abajo.Gracias por ayudarme con esto.Me alegré de no tener que contestarle en voz alta. Qué le podría haber dicho?Encantado? En realidad no era así. No disfrutaba asistiendo al debate interior de Jasper.Era necesario pasar por todo esto? No era un camino más seguro admitir simplementeque él nunca sería capaz de controlar su problema con la sed como los demás, en lugarde tentar continuamente sus límites? Por qué coquetear con el desastre?Habían pasado ya dos semanas desde nuestra última expedición de caza. No era unperiodo de tiempo excesivamente insoportable para el resto de nosotros. Algo incómodoa veces, si un humano caminaba muy cerca de nosotros o si el viento soplaba del ladoequivocado. Pero los humanos rara vez se aproximaban a nosotros. El instinto les dicelo que sus mentes conscientes difícilmente comprenderían; que somos peligrosos.Y en ese preciso momento Jasper lo era en grado sumo.Una chica bajita se detuvo en un extremo de la mesa más próxima a la nuestra parahablar con un amigo. Se pasó los dedos entre el pelo corto, color arena, y sacudió lacabeza. Justo en ese momento la rejilla del aire acondicionado empujó su aroma ennuestra dirección. Yo estaba acostumbrado a la forma en que me hacía sentir el olor:sequedad y dolor en la garganta, un agujero anhelante en el estómago, unagarrotamiento instantáneo de los músculos, el flujo excesivo de ponzoña en la boca…Todo eso era bastante normal y, por lo general, fácil de ignorar; pero hoy resultaba másduro al tener los sentidos agudizados y notarlo todo por duplicado; la sed semultiplicaba al monitorizar las reacciones de Jasper. Era la sed de dos, no sólo la mía.Jasper intentaba mantener la mente lejos de allí. Estaba fantaseando… Imaginaba que selevantaba del lado de Alice y se paraba al lado de la chica. Pensaba en inclinarse comosi le fuera a susurrar algo al oído dejar que sus labios rozaran el arco de su garganta.Imaginaba también cómo fluía el cálido flujo de su pulso debajo de la fina piel quesentiría bajo su boca…Propiné una patada a la silla de Jasper.Nuestras miradas se encontraron durante un minuto, y luego él bajo la suya. Pudeescuchar cómo se enfrentaba en su interior la culpa y la rebeldía.“Lo siento,” musitó.

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Me encogí de hombros.“No ibas a hacer nada,” murmuró Alice en un intento de mitigar el disgusto de Jasper.“Lo vi.”Reprimí una mueca que hubiera echado por tierra la mentira de Alice; ella y yodebíamos apoyarnos el uno al otro. No resultaba fácil para ninguno de los dos oír vocesy tener visiones del futuro. Éramos bichos raros, incluso entre los que ya lo eran de porsí. Nos protegíamos los secretos entre nosotros.“Pensar en ellos como personas ayuda un poco,” sugirió Alice con voz aguda y musical,demasiado baja y rápida para que la escucharan los oídos humanos. “Se llama Whitneyy tiene una hermanita muy pequeña a la que adora. Su madre invitó a Esme a aquellafiesta en el jardín, te acuerdas?”“Sé quién es,” contestó Jasper secamente.Se volvió para mirar por una de las pequeñas ventanas situadas bajo el alero a lo largodel muro que rodeaba la gran habitación. El tono de su voz puso fin a la conversación.Deberíamos haber ido de caza el día anterior por la noche. Era ridículo enfrentar esaclase de riesgos, intentar demostrar entereza y mejorar la resistencia. Jasper tendría queasumir sus limitaciones y vivir con ellas. Sus antiguos hábitos no eran los másapropiados para el estilo de vida que habíamos elegido; no podría adaptarse a él.Alice suspiró silenciosamente y se puso de pie, llevándose la bandeja de comida – unatrezo, en realidad – y dejándole solo. Sabía hasta dónde llegar con su apoyo y cuándodejar de hacerlo. Aunque era más evidente que Rosalie y Emmett mantenían unarelación, Alice y Jasper se conocían tan bien que sentían los estados de ánimo del otrocomo si fueran propios. Parecía que también pudiesen leer las mentes, aunque sólo fueraentre ellos.Edward Cullen.Acto reflejo. Me volví al oír mi nombre, aunque no es que nadie lo hubiera pronunciadoen voz alta, sólo lo habían pensado.Mi mirada se encontró durante una breve fracción de segundo con un par de enormesojos marrones, de color chocolate, unos ojos humanos en medio de un rostro pálido, conforma de corazón. Conocía ese rostro a pesar de no haberlo visto nunca con mis propiosojos. Era el tema más destacado del día en todas las mentes: la nueva alumna, IsabellaSwan, la hija del jefe de policía de la ciudad, que había venido a vivir aquí por algúncambio en su situación familiar. Bella. Hasta ahora había corregido a todo el mundo quese dirigía a ella por su nombre completo…Miré a lo lejos, aburrido. Me llevó un segundo darme cuenta de que ella no había sido lapersona que había pensado en mi nombre.Por supuesto, Bella ya se ha quedado alucinada con los Cullen, oí cómo continuaba elprimer pensamiento que había oído.Identifiqué la voz como la de Jessica Stanley. Había pasado ya un tiempo desde que meincordió por última vez con su charloteo interno. Qué alivio sentí cuando ella superó esedesdichado encaprichamiento. Había sido casi imposible escapar de sus constantes yridículas ensoñaciones. Me dieron ganas en aquel momento de explicarle con todaexactitud lo que podría haber ocurrido si mis labios, y los dientes detrás de ellos, sehubieran encontrado cerca de ella. Esto habría silenciado cualquier tipo de molestasfantasías con bastante rapidez. Pensar en su reacción casi consiguió arrancarme una

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sonrisa.Le iría bien engordar un poco, continuó Jessica. En realidad, ni siquiera es guapa. Noentiendo por qué Eric la mira tanto… o Mike.Hizo una mueca mental de dolor al pensar en el último nombre. El nuevo capricho deJessica, el súper popular Mike Newton, no sabía ni que ella existía. Sin embargo, noparecía tan insensible a la chica nueva. Otra vez la historia del chico fascinado por unobjeto brillante. Aquello dio un giro mezquino a los pensamientos de Jessica, aunque enapariencia se mostraba cordial con la recién llegada mientras le explicaba lo que todossabían sobre mi familia. La nueva seguramente habría preguntado por nosotros.Aunque hoy todo el mundo me mira a mí también, pensó Jessica muy apagada de símisma, en una parte. Ha sido una verdadera suerte que Bella compartiera dos clasesconmigo… Apuesto a que luego Mike querrá preguntarme qué tal es…Intenté bloquear el absurdo parloteo antes de que sus superficiales e insignificantespensamientos me volvieran loco.“Jessica Stanley le está sacando a la Swan, la chica nueva, todos los trapos sucios delclan Cullen,” le murmuré a Emmett, para distraerme, que se rió entre dientes y pensó:Espero que lo esté haciendo bien.“En realidad, es bastante poco imaginativa. Sólo le ha dado un toque escandaloso, nadamás. Ni una pizca de terror. Me siento un poco decepcionado.Y la chica nueva? También se siente ella decepcionada con el chismorreo?Presté atención a ver si escuchaba lo que esta chica nueva, Bella, pensaba de la historiade Jessica. Qué vería cuando se fijara en la extraña familia con la piel del color de latiza, de la que se apartaban todos?En cierta manera era cuestión de tiempo de responsabilidad por mi parte conocer sureacción, para proteger a la familia. Si alguien empezara a concebir sospechas, yo losavisaría con el tiempo suficiente para poder quitarnos de en medio con facilidad. Habíaocurrido de vez en cuando que algún humano con una imaginación despierta nos habíaidentificado con los personajes de un libro o una película. La mayoría de las veces seconvencía de su error, pero era mejor trasladarse a otro lugar que arriesgarse a unexamen. Rara vez, muy rara vez, alguien adivinaba la verdad y no le concedíamos laoportunidad de comprobar su hipótesis. Simplemente desaparecíamos, para convertirnoscomo mucho en un recuerdo aterrador…No escuché nada más por más que fijé la atención en el lugar contiguo al cualcontinuaba fluyendo de forma compulsiva el frívolo monólogo interno de Jessica. Eracomo si allí no se sentara nadie. Qué curioso! Se habría ido la chica? No parecíaprobable, ya que Jessica seguía dándole la brasa. Miré hacia allí para comprobarlo,sintiéndome confuso. Comprobar con la vista lo que mi sentido extrasensorial me decíaera algo que nunca antes había tenido que hacer.Mi mirada se trabó de nuevo en esos grandes ojos marrones.Ella se sentaba en el mismo lugar que antes, y nos miraba, algo natural, supuse,mientras Jessica continuaba regalándole los oídos con los chismorreos locales sobre losCullen.Pensar sobre nosotros, sin duda, era algo natural.Pero no oía ni un susurro siquiera.Mientras bajaba la mirada, un tentador rubor rojo cálido invadió sus mejillas, diferente

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al de la vergüenza que se siente cuando te han sorprendido mirando fijamente a undesconocido. Era estupendo que Jasper aún estuviera mirando por la ventana. No queríaimaginarme lo que ese natural flujo de sangre supondría para su autocontrol.Las emociones se mostraban tan transparentes en su cara que parecía llevarlas escritasen la frente: sorpresa – como si de forma inconsciente hubiera detectado indicios de lassutiles diferencias entre su naturaleza y la mía – “ curiosidad mientras escuchaba lahistoria de Jessica, y algo más… fascinación? No sería ésta la primera vez. Éramoshermosos a los ojos de los humanos, nuestras presas potenciales. Y al final, por fin,vergüenza de haberla pillado mirándome.Aun a pesar de que había mostrado con tal claridad los sentimientos en sus extrañosojos, extraños por lo profundos, de color marrón, que de tan oscuros parecían opacos,no oía nada más que silencio en el lugar donde ella se sentaba. Nada en absoluto.Me sentí incómodo durante unos momentos. Nunca me había encontrado con nadasimilar. Me pasaba algo malo? Me notaba exactamente igual que siempre. Preocupado,presté aún más atención.De pronto, empezaron a gritar en mi cabeza todas las voces de alrededor que habíacontenido hasta ese momento.Me pregunto qué música le gustará… Quizás podría mencionar ese nuevo CD…,pensaba Mike Newton, dos mesas más allá, concentrado en Bella Swan.Eric Yorkie refunfuñaba mentalmente con sus pensamientos girando también alrededorde la nueva. Hay que ver cómo la mira. No le basta con tener a más de la mitad de laschicas del instituto pendientes de él.Es vergonzoso. Cualquiera pensaría que es famosa o algo por el estilo… La miraincluso Edward Cullen…Lauren Mallory estaba tan celosa que, en realidad, su rostrodebería haber tenido color del jade oscuro. Y Jessica, haciendo ostentación de su nuevamejor amiga. Qué gracia… La mente de la chica continuó escupiendo vitriolo.Apuesto a que todo el mundo le ha preguntado eso. Pero me gustaría hablar con ella.He de pensar en alguna pregunta más original… meditaba Ashley Dowling.Quizás esté en mi clase de Español… pensaba esperanzada June Richardson.Esta noche tengo toneladas de trabajo. Trigonometría y los ejercicios de Lengua.Espero que mamá… Angela Weber, una muchacha tranquila, cuyos pensamientos erangeneralmente amables, algo poco habitual, era la única en la mesa que no estabaobsesionada con Bella.Podía oírlos a todos, oía cada insignificancia que se les ocurriera conforme pasaba porsu mente, pero nada en absoluto procedente de aquella nueva alumna con esos ojosaparentemente tan comunicativos.Eso sí, podía escuchar lo que decía cuando se dirigía a Jessica. No necesitaba leer lamente para oírlas hablar con voz baja y clara en el lado opuesto de la gran estancia.“Quién es el chico de pelo cobrizo?” le oí preguntar mirándome disimuladamente dereojo, sólo para retirar de inmediato la vista cuando se dio cuenta de que aún seguía conlos ojos fijos en ella.Todavía tuve tiempo de considerar esperanzado que oír el sonido de su voz me serviríapara captar el tono de sus reflexiones, perdidos en algún lugar al que yo no podíaacceder, pero enseguida me decepcioné. Lo normal es que los pensamientos de la gentetengan el mismo tono que sus voces físicas. Pero esa voz tranquila, tímida, me resultaba

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poco familiar, no pertenecía a ninguno de los cientos que rebotaban por la habitación,estaba seguro. Era completamente nueva.Ja!, buena suerte, idiota!, pensó Jessica antes de contestar la pregunta de la chica.“Se llama Edward. Es guapísimo, por supuesto, pero no pierdas el tiempo con él. Nosale con nadie – levantó la nariz, desdeñosa - . Quizá ninguna de las chicas del institutole parece lo bastante guapa.Volví la cabeza para ocultar la sonrisa. Jessica y sus compañeras de clase no tenían niidea de la suerte que tenían al no interesarme ninguna de ellas en especial.En ese estado de humor fluctuante, sentí un impulso extraño que no terminé deentender. Quería hacer algo respecto al tono mezquino de los pensamientos de Jessica,de los que la nueva no era consciente… Sentí la extraña urgencia de interponerme entreellos para proteger a Bella Swan de los oscuros manejos de Jessica. Era algo muy raroen mí sentir aquello. Intenté llegar hasta las motivaciones que alimentaban dichoimpulso y volví a examinar a la chica.Quizás fuera un instinto protector, el del fuerte sobre el débil, sepultado en alguna partedesde hacia mucho tiempo. La muchacha parecía más frágil que sus nuevas compañerasde clase. Su piel era tan translúcida, que resultaba difícil creer que le ofreciera muchaprotección frente al mundo exterior. Podía ver el rítmico pulso de su sangre a través delas venas bajo esa clara y pálida membrana… Sería mejor que no me concentrara eneso, se me daba muy bien la vida que había escogido, pero estaba tan sediento comoJasper y no tenía sentido darle alas a la tentación.Tenía una arruguita entre las cejas de la que ella no parecía consciente.Aquello era increíblemente frustrante! Veía claramente el esfuerzo que le costaba estarallí sentada, intentando conversar con extraños, siendo el centro de atención. Podíaadivinar su timidez por la postura de sus hombros, de aspecto frágil, ligeramentehundidos, como si esperara un desaire de un momento a otro. Pero sólo podía adivinar,ver o imaginar. No había más que silencio en esta chica humana tan sumamentecorriente. No podía oír nada. Por qué?“Qué pasa?” murmuró Rosalie, interrumpiendo mi concentración.Dejé de mirar a la chica y sentí una especie de alivio. No deseaba seguir intentándolosin éxito, me irritaba. Y no quería desarrollar ningún interés por sus pensamientosocultos simplemente porque no podía acceder a ellos. Sin duda, cuando pudieradescifrarlos, y seguramente encontraría la manera de hacerlo, serían tan superficiales einsignificantes como los de cualquier otro humano. No merecían siquiera el esfuerzoque me costaría llegar hasta ellos.“Así que la chica nueva nos tiene miedo ya?” preguntó Emmett, esperando aún unarespuesta.Me encogí de hombros. No estaba lo suficientemente interesado para seguir presionandoy obtener más información. Ni debería interesarme.Nos levantamos de la mesa y salimos de la cafetería. Emmett, Rosalie y Jaspersimulaban ser estudiantes de último curso, por lo que se dirigieron hacia sus respectivasclases. Yo interpretaba en papel más juvenil, de modo que me encaminé hacia la clasede Biología de primero, preparándome para soportar el tedio. Era dudoso que el señorBanner, un hombre de intelecto medio, se las ingeniara para insertar en su explicaciónalgo que pudiera sorprender a alguien que tenía dos licenciaturas en Medicina.

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En la clase, me instalé en mi silla y dejé que los libros, puro atrezo, puesto que nocontenían nada que no supiera ya, se desparramaran por la mesa. Era el único alumnoque no compartía pupitre. Los humanos no eran lo bastante listos para saber por qué metemían, pero su instinto de supervivencia resultaba suficiente para mantenerlos alejadosde mí.El aula se fue llenando despacio conforme los chicos iban regresando del almuerzo enun lento goteo. Me repantigué en la silla y dejé transcurrir el tiempo. De nuevo, deseéser capaz de dormir.Su nombre volvió a llamarme la atención, quizás porque estaba pensando en ella cuandoAngela Weber la acompañó hasta la clase.Bella parece tan tímida como yo. Apuesto lo que sea a que este día le está resultandorealmente difícil. Ojala supiera qué decirle, pero seguramente sonaría estúpido…Bien!, pensó Mike Newton mientras se revolvía en su asiento para ver entrar a laschicas.Pero seguía sin leer pensamiento alguno desde la posición ocupada por Bella Swan. Elespacio vacío donde deberían estar sus pensamientos me irritaba y desconcertaba.Bella se acercó a la mesa del profesor avanzado por el pasillo lateral que había a milado. Pobre chica, el único pupitre libre era el contiguo al mío. Automáticamente limpiésu lado del pupitre, empujando mis libros hasta formar una pila. Dudaba que se sintieramuy cómoda en ese asiento. Comenzaba lo que para ella prometía ser un semestre muylargo, al menos en esta clase. Sin embargo, quizás podría sacar a la superficie sussecretos al sentarme a su lado; no es que hubiera necesitado antes de su proximidad paraconseguirlo… y tampoco es que hubiera nada que mereciera la pena escuchar…Bella Swan caminó hasta interponerse en el flujo de aire caliente que soplaba en midirección desde la rejilla de ventilación.Su olor me impactó como la bola de una grúa de demolición, como un ariete. No existeimagen lo bastante violenta para expresar la fuerza de lo que me sucedió en esemomento.En aquel instante, no hubo nada que me asemejara a la persona que fui antaño, no quedóni un jirón de los harapos de humanidad con los que me las arreglaba para encubrir minaturaleza.Yo era un depredador; ella, mi presa. No existía en el mundo otra verdad que no fueraésta.Para mí ya no había una habitación llena de testigos, porque en mi fuero interno losacababa de convertir a todos ellos en daños colaterales. El misterio de sus pensamientosquedó olvidado. Los pensamientos de Bella ya no me importaban nada porque no iba apoder pensar por mucho más tiempo.Yo era un vampiro y ella tenía la sangre más dulce que había olido en ochenta años.No concebía la existencia de un aroma como éste. Habría empezado a buscarlo desdemucho tiempo antes si hubiera sabido que existía. Hubiera peinado el planeta paraencontrarlo. Podía imaginar el sabor…La sed ardía en mi garganta como si fuera fuego. Sentía la boca achicharrada ydeshidratada y el flujo fresco de ponzoña no hizo nada por hacer desaparecer esasensación. Mi estómago se retorció de hambre, un eco de sed. Se me contrajeron losmúsculos, preparados para saltar.

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No había ni un segundo. Ella todavía no había terminado de dar el paso que la habíapuesto en la dirección del aire que fluía hacia mí.Conforme su pie tocó el suelo, sus ojos se posaron en mí en un movimiento que ellapretendía que fuera sigiloso. Su mirada se encontró con la mía y me vi perfectamentereflejado en el amplio espejo de sus ojos.La sorpresa que me produjo ver mi cara proyectada en sus pupilas le salvó la vida enaquellos momentos tan difíciles.Pero no me lo puso fácil. Cuando ella fue consciente de la expresión de mi rostro, lasangre inundó nuevamente sus mejillas, volviendo su piel del color más delicioso quehabía visto en mi vida. Su olor era como una bruma en mi cerebro a través de la cualapenas podía razonar. Mis pensamientos bramaron incoherentes, fuera de todo control.Ella caminaba ahora más despacio, como si comprendiera la necesidad de huir. Losnervios la hicieron comportarse de modo torpe, por lo que tropezó y se tambaleó haciadelante, casi cayendo sobre la chica sentada delante de mí. Parecía débil, vulnerable,incluso más de lo que es habitual en un humano.Intenté concentrarme en el rostro que había visto en sus ojos, un rostro que reconocí conasco. Era la cara del monstruo que había en mí, el que había combatido y derrotado a lolargo de décadas de esfuerzo y de disciplina inflexible. Con qué rapidez emergía ahora ala superficie!El olor se arremolinó nuevamente a mí alrededor, dispersando mis pensamientos y casiimpulsándome fuera del asiento.No. Mi mano se aferró a la parte central del borde de la mesa para intentar sujetarme ala silla. Pero la madera no estaba por la labor y mi mano atravesó el armazón y arrancóun puñado de astillas. La forma de mis dedos quedó grabada en la madera.Destruye la evidencia, ésta era una regla fundamental. Rápidamente pulvericé losbordes que tenían la forma de mis dedos, dejando sólo un agujero desigual y una pila devirutas en el suelo, que dispersé con el pie.Destruye la evidencia. Daño colateral…Sabía lo que iba a suceder ahora. La chica debería venir a sentarse a mi lado y yotendría que matarla.Los testigos inocentes de la clase, otros dieciocho jóvenes y un hombre, no podríanabandonar la habitación una vez que hubieran asistido a lo que iba a ocurrir en breve.Me acobardé ante la idea de lo que se avecinaba. Incluso en mis peores momentos,jamás había cometido una atrocidad como ésta. Nunca había matado a inocentes, almenos no en las últimas ocho décadas. Y ahora planeaba masacrar a veinte de una vez.El rostro del monstruo en mi mente se burló de mí.Aun cuando una parte de mí intentaba apartarse de aquella idea horripilante, la otraparte planeaba la forma de perpetrarla.En el caso de que matara a la chica primero, sólo dispondría de quince o veintesegundos antes de que reaccionaran los humanos del aula. Tal vez algo más si no sedaban cuenta de lo que estaba haciendo desde el principio. Ella no tendría tiempo degritar o sentir dolor y yo no la mataría con crueldad. Esto era todo lo que podía hacerpor esta desconocida con esa sangre tan horriblemente deseable.Pero habría de impedir que escaparan. No debía preocuparme por las ventanas, ya queestaban demasiado altas y eran muy pequeñas para servir a nadie en su huida. Sólo

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quedaba la puerta, que los dejaría atrapados en cuanto se bloqueara.Intentar abatirlos a todos cuando estuvieran dominados por el pánico y chillando, enpleno caos, seguramente sería más lento y difícil. No imposible, pero habría muchoruido y tiempo de sobra para un montón de gritos. Alguien podría oírlos… y me veríaforzado a matar incluso a más inocentes en esta hora negra.El olor me castigó hasta cerrarme la garganta reseca y dolorida.Además, la sangre de Bella se enfriaría mientras mataba a los otros.De modo que sería mejor encargarme primero de los testigos.Me tracé un esquema mental. Yo estaba en mitad de la habitación, en la última fila de laparte de atrás. Empezaría por el lado derecho. Estimé que podría romperaproximadamente entre cuatro y cinco cuellos por segundo, y sería menos escandaloso.El lado derecho sería el de los afortunados porque no me verían llegar. Después daría lavuelta por la parte frontal e iría de delante hacia atrás por el lado izquierdo; matarlos atodos me llevaría a lo sumo cinco segundos.Sin embargo sería tiempo suficiente para que Bella viera con claridad lo que se le veníaencima. Suficiente para que tuviera miedo. Suficiente para que gritara, si el susto no ladejaba paralizada en su sitio. Sólo un débil grito, que no haría venir a nadie corriendo.Aspiré una bocanada de aire y el olor se convirtió en un fuego que corrió por mis largasvenas vacías y me abrasó el pecho hasta consumir cualquier impulso positivo quehubiera sido capaz de sentir.En ese preciso momento se estaba dando la vuelta. Estaría sentada a pocos centímetrosde mí dentro de escasos segundos.El monstruo en mi mente sonrió ante la expectativa.Alguien sentado cerca de mí, a la izquierda, cerró de golpe una carpeta. No miré paraver cuál de los malditos humanos había sido, pero el movimiento envió una bocanada deaire normal, inodoro, hacia mi rostro.Durante un escaso segundo, pude pensar con claridad. En ese preciso segundo, vi dosrostros en mi mente, uno al lado del otro.Uno era el mío, o más bien lo había sido: el monstruo de ojos inyectados en sangre quehabía matado a tanta gente que había dejado de contarlos. Asesinatos racionalizados yjustificados. Un asesino de asesinos; el asesino de otros monstruos menos poderosos.Era consciente que se trataba de un complejo de dios, si pudiera llamarlo así, el dealguien que cree poder decidir quién merece una sentencia de muerte. Era uncompromiso conmigo mismo: me alimentaba de sangre humana, pero en su definiciónmás amplia, ya que mis víctimas eran, debido a sus varios y oscuros pasatiempos,escasamente más humanos que yo.El otro rostro era el de Carlisle.No había ninguna semejanza entre ambos rostros. Eran como la noche y el día.No existía ningún motivo para buscar semejanzas. Carlisle no era mi padre en unsentido biológico estricto y no compartíamos características similares. El parecido en elcolor de la piel se debía a lo que éramos; todos los vampiros tienen la misma tez heladay pálida. El parecido en el color de nuestros ojos era otra cosa: el reflejo de nuestramutua elección.Y aun así, aunque no había base para establecer semejanzas, me imaginaba que mirostro había comenzado a reflejar el suyo hasta cierto punto, en los malditos últimos

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setenta años durante los cuales yo había abrazado su camino y seguido sus pasos. Misrasgos no habían cambiado, pero a mí me parecía que algo de su sabiduría habíamarcado mi expresión y que algo de su compasión podía encontrarse en la forma de miboca, así como trazas de su paciencia eran evidentes en mi ceño.Todas estas pequeñas mejoras habían desaparecido de la cara del monstruo. En pocosmomentos, no quedarían en mí nada que reflejara los años que había pasado con micreador, mi mentor, mi padre en todos los sentidos que importan. Mis ojos volverían abrillar rojos como los del diablo; toda la bondad habría desaparecido para siempre.Yo veía el rostro de Carlisle en mi mente, y sus ojos amables no me juzgaban. Sabía queél me perdonaría por el horrible acto que iba a cometer, porque me amaba, porquepensaba que era mejor de lo que realmente era. Y seguiría queriéndome, incluso aunquele demostrara que estaba equivocado.Bella Swan se sentó en la silla que había a mi lado con movimientos rígidos y forzados,por miedo?, y el olor de su sangre se extendió como una nube inexorable a mi alrededor.Le demostraría a mi padre que se había equivocado conmigo. Y la tristeza de este hechohería casi tanto como el fuego de mi garganta.Me aparté de ella con asco, sintiendo repugnancia por el monstruo que deseaba tomarla.Por qué tendría que haber venido aquí? Por qué tenía que existir? Por qué tenía ella quedestruir la poca paz que me quedaba en esta existencia mía de redivivo? Por qué habíatenido que nacer esta irritante humana? Acabaría conmigo.Volví la cara para no verla en cuanto me invadió una repentina furia, un odio irracional.Quién era esta criatura? Por qué yo, por qué en ese momento? Por qué debía perderlotodo ahora sólo porque a ella le había dado por escoger esta insólita ciudad paraaparecer?Por qué había venido hasta aquí?!Yo no quería ser un monstruo! No quería matar en esta habitación llena de niñosinofensivos! No quería perder todo lo que había ganado en una vida entera de sacrificioy privaciones!No podía… Ella no podía hacerme eso.El olor era el problema, el enorme atractivo de su olor. Si hubiera alguna manera deresistir… Bastaría que otro chorro de aire fresco me aclarara la cabeza.Bella Swan sacudió su cabello largo, espeso, de color caoba, en mi dirección.Estaba loca? Era como si le diera alas al monstruo! Tanteándole.Esta vez no había ninguna brisa amable que apartara el olor lejos de mí. Pronto estaríaperdido.No, no hubo ninguna brisa. Pero yo no tenía por qué respirar.Paré el flujo de aire a través de mis pulmones; el alivio fue instantáneo, peroincompleto. Todavía tenía el recuerdo del olor en mi cabeza y el sabor en el fondo de milengua. Ni siquiera podría resistir eso durante mucho tiempo. Pero quizás fuera capaz desoportarlo una hora. Una hora. Sólo el tiempo necesario para salir de esa habitaciónllena de víctimas, víctimas que quizás no tendrían que serlo. Si era capaz de contenermesólo durante una hora.No respirar era una sensación incómoda. Mi cuerpo no necesitaba oxígeno, pero ibacontra mis instintos. Yo confiaba más en el olor que en cualquiera de los otros sentidosen momentos de tensión. Era el que me guiaba durante la caza y el primero que avisaba

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en caso de peligro. No solía encontrarme en situaciones difíciles siendo yo un peligro enmí mismo, pero el instinto de supervivencia era tan fuerte en mi naturaleza como en elde un ser humano normal.Incómodo, pero manejable. Más soportable que olerla a ella y no poder hundir misdientes en su fina piel, delicada y transparente hasta llegar al cálido, húmedo,pulsante…Una hora! Sólo una hora! Debía dejar de pensar en el olor, en el sabor.En silencio, la chica mantuvo el pelo entre nosotros, inclinándose hacia delante hastaque dejó caer la melena sobre la carpeta. No podía verle la cara, ni podía intentar leersus emociones en sus sinceros ojos profundos. Había sido por eso por lo que ella habíaextendido su cabellera entre nosotros? Quería esconder esos ojos de mi vista? Sólo pormiedo? Por timidez? Para mantener ocultos sus secretos?Mi irritación anterior por no ser capaz de leerle los pensamientos era poca cosa encomparación con la necesidad – y el odio – que me embargaba en ese momento. Porqueyo odiaba a esa frágil adolescente que se sentaba a mi lado, la odiaba con la mismafuerza con la que me sentía apegado a mi anterior identidad, al amor por mi familia, amis sueños de ser algo mejor que lo que era… Odiarla, odiar el modo en que ella mehacía sentir, me ayudaba un poco. Sí, y la irritación que había sentido antes no eraimportante, pero también me favorecía. Me ceñí a cualquier emoción que me distrajerade imaginar su delicioso sabor…Odio e irritación. Impaciencia. Es que la hora no iba a terminar nunca?Y cuando la hora terminara… Entonces ella saldría de esta habitación, y qué haría yo?Podría presentarme. Hola, me llamo Edward Cullen. Puedo acompañarte a tu próximaclase?Me contestaría afirmativamente aunque, como yo sospechaba, me temiera, porque era larespuesta educada y apropiada. Bella seguiría la costumbre y caminaría a mi lado.Resultaría bastante fácil llevarla en la dirección equivocada. Un espolón del bosquesobresalía como un dedo hasta tocar la parte posterior del aparcamiento. Podría decirleque había olvidado un libro en mi coche…Se daría cuenta alguien de que yo había sido la última persona con la cual la habíavisto? Estaba lloviendo, como siempre. Dos impermeables oscuros encaminándose en ladirección equivocada podrían despertar un interés excesivo y delatarme.Además, no era el único que había reparado en ella aquel día, aunque ninguna de formatan devastadora como yo. Mike Newton, en especial, estaba pendiente de cada cambiode su postura en la silla mientras ella se movía nerviosamente; estaba tan incómoda porestar cerca de mí como cualquiera en su lugar, como yo habría esperado antes de que suolor hubiera destruido cualquier interés caritativo. Mike Newton seguramente notaría siella salía de clase conmigo.Podría soportarlo una hora, y dos?Me estremecí a causa del dolor y la quemazón.Ella volvería a una casa vacía, ya que el jefe de policía Swan trabajaba a jornadacompleta. Conocía el edificio, del mismo modo que conocía cada casa en esta ciudad,junto a un espeso bosque, sin vecinos cerca. Incluso aunque ella tuviera tiempo paragritar, que no lo tendría, no habría nadie que la escuchara.Ésta era la manera más responsable de llevar el asunto. Había pasado siete décadas sin

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probar la sangre humana. Si contenía la respiración, podría aguantar dos horas más. Ycuando ella estuviera sola, no habría ocasión para que nadie resultara herido. Y no existemotivo alguno para precipitarse, el monstruo de mi cabeza me dio la razón.Era un sofisma pensar que sería menos monstruo por salvar a los diecinueve humanosdel aula con esfuerzo y paciencia y matar sólo a esa inocente joven.Aunque la odiaba, sabía que mi odio era injusto. Me di cuenta de que a quien detestabarealmente era a mí mismo. Y me odiaría más aún cuando ella hubiera muerto.Soporté toda la hora así, imaginando las mejores formas de matarla. Evité visualizar elacto real, ya que esto habría sido demasiado para mí. Perdería la batalla y terminaríamatándolos a todos. Así que me concentré en el aspecto estratégico del plan y nada más.Ella me miró más allá de la muralla de sus cabellos en una sola ocasión, casi al final dela clase. Sentía arder en mi interior aquel odio injustificado cuando nuestras miradas seencontraron y lo vi reflejado en sus ojos asustados. El arrebol cubrió sus mejillas antesde que pudiera volver a esconderse en su pelo y yo casi perdí los estribos.Menos mal que sonó el timbre. Salvado por la campana, igual que en el dicho. Ambosnos habíamos salvado: ella de la muerte, y yo, durante un breve tiempo, de convertirmeen la criatura de pesadilla que temía y detestaba.No pude moverme con la lentitud habitual mientras salía de la clase. Algún observadorocasional hubiera averiguado que había algo raro en mi forma de caminar, pero nadieme prestó atención. Todos los pensamientos humanos seguían girando en torno a lachica que estaba condenada a morir en poco menos de una hora.Me escondí en el coche.No quería pensar en mí mismo como en alguien que se debía ocultar. Se parecíademasiado a la cobardía, pero sin duda ése era el caso ahora.En aquellos momentos, no tenía la disciplina necesaria para permanecer rodeado dehumanos. Al concentrar todas mis energías en no matar a uno de ellos, me habíaquedado sin fuerzas para resistirme frente a los demás. En caso contrario, menudapérdida. Ya que tenía que rendirme al monstruo, al menos haría que mereciera la pena laderrota.Puse el CD con la música que por lo general me calmaba, pero me sirvió de poco. No,lo único que en ese momento podía ayudarme era el aire frío, húmedo y limpio quesoplaba con la ligera lluvia a través de las ventanas abiertas. Aunque todavía podíarecordar el olor de la sangre de Bella Swan con perfecta claridad, inhalar el aire eracomo limpiar el interior de mi cuerpo de una infección.Me sentí bien otra vez. Podía pensar de nuevo. Y ahora era capaz de volver aenfrentarme contra lo que no quería ser.No tenía por qué ir a su casa, ni tenía por qué matarla. Sin duda, yo era una criaturapensante, racional y tenía posibilidad de elegir. Siempre había una oportunidad.No me había sentido así en la clase, pero ahora estaba lejos de ella. Quizás, si la evitabacuidadosamente, con mucho, mucho tiento, no tendría necesidad de cambiar de vida.Ahora tenía todo organizado del modo que me gustaba. Por qué debía permitir que esadeliciosa e irritante personita lo arruinara todo?No tenía por qué disgustar a mi padre, ni causar tensión preocupación o dolor a mimadre. Sí, aquello también iba a disgustar a mi madre adoptiva. Y Esme era tan dulce,tan amable, tan gentil. Provocar dolor a alguien como Esme era verdaderamente

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imperdonable.Qué irónico sonaba mi deseo de proteger a esa joven humana de la amenaza irrisoria ytorpe de los pensamientos despectivos de Jessica Stanley. Yo era la última persona quepodría haberse erigido nunca como defensor de Isabella Swan. Ella nunca necesitaríaprotegerse tanto de nada como de mí mismo.De pronto, me pregunté dónde estaría Alice. No me había visto matar a la joven Swande mil formas diferentes? Por qué no había venido en mi busca o en mi ayuda, paradetenerme o al menos limpiar las evidencias? Estaba ella tan absorta vigilando a Jasperde que se metiera en problemas que no había sido consciente de otras posibilidadesmucho peores? Era yo más fuerte de lo que pensaba? Y si realmente no iba a hacerlenada a la joven? No. Yo sabía que eso no era verdad. Alice debía de estar muyconcentrada en Jasper.Busqué en la dirección en que sabía que la iba a encontrar, dentro del pequeño edificiodonde se impartían las clases de inglés. No me llevó mucho localizar su voz familiar. Yllevaba razón. Volcaba todos sus pensamientos en Jasper, vigilando las mínimasposibilidades minuto a minuto.Deseaba pedirle consejo, pero, al mismo tiempo, me alegraba que ella ignorase de loque yo era capaz y que, en la última hora, hubiera considerado seriamente la posibilidadde provocar una masacre.Un nuevo fuego recorrió mi cuerpo, el de la vergüenza. No quería que ninguno de elloslo supiera.Si lograba evitar a Bella Swan, si me las arreglaba para no matarla – el monstruo seretorció y le rechinaron los dientes de frustración sólo de pensarlo -, en tal caso, nadie seenteraría. Si pudiera alejarme de su aroma…No había razón alguna para no intentarlo al menos. Elegir lo correcto. Tratar de ser loque Carlisle pensaba que era.La última hora de clase estaba a punto de terminar. Decidí llevar a la práctica mi nuevoplan de inmediato. Era mejor que quedarme sentado en el aparcamiento, donde ellapodría pasar cerca de mí y acabar con mi empeño. Volví a sentir un encono injustificadopor la muchacha. Odiaba que, sin saberlo, tuviera ese poder sobre mí, que ella mepudiera convertir en algo ultrajante.Crucé el pequeño campus muy rápido – tal vez demasiado, pero no había testigos – endirección a la oficina. No había razón para que mi camino y el de Bella Swan secruzaran. Debía evitarla como a la pequeña peste que era.La oficina estaba vacía, a excepción de la secretaría, la única persona a la que queríaver.No oyó mi sigilosa entrada.“Señora Cope?”La pelirroja de bote alzó la vista y abrió los ojos de forma desmesurada. Estoscorrectores de exámenes… siempre los sorprendía con la guardia baja, jamás seenteraban de nada, sin importar cuántas veces nos hubieran visto con anterioridad.“Oh!” exclamó entrecortadamente. Estaba un poco agitada. Estúpida, pensó en su fuerointerno, es lo bastante joven para ser mi hijo, demasiado joven para pensar en él de esaforma… “Hola, Edward. En qué te puedo ayudar?”La mujer agitó las pestañas detrás de las gruesas gafas. Estaba incómoda, pero yo sabía

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ser encantador cuando me lo proponía. De hecho, me resultaba muy fácil, conocía deinmediato qué tono adoptar o qué gesto realizar.Me incliné hacia delante y sostuve su mirada como si observara intensamente esoscorrientes ojillos castaños suyos. La mujer era ya un manojo de nervios. Esto iba aresultar sencillo.“Me preguntaba si me podría ayudar con mi horario de clases.” Dije con la voz suaveque reservaba para cuando no deseaba atemorizar a los humanos.Oí cómo aumentaba el ritmo de los latidos de su corazón.“Por supuesto, Edward. Cómo puedo ayudarte?” – demasiado joven, demasiado joven,se gritaba a sí misma. Se equivocaba, por supuesto. Yo tenía más años que su abuelo,aunque, según mi permiso de conducir, ella tenía razón.“Sería posible cambiar la clase de Biología por otra de mayor nivel científico? Tal vezFísica…“Tienes algún problema con el señor Banner, Edward?“En absoluto. Lo único que ocurre es que ya he estudiado ese temario…”“…en esa escuela de enseñanza acelerada a la que asististeis en Alaska, cierto” frunciólos labios mientras lo consideraba. Todos deberían estar en la universidad. He oído lasquejas de los profesores. Destacan en todo, no vacilan al contestar, jamás se equivocanen un examen…parece que hubieran encontrado la forma de engañarnos en cadaasignatura. El profesor Varner estaría dispuesto a creer que nos están haciendotrampas antes que aceptar que un alumno es más inteligente que él… Apuesto a que sumadre les da clases… “En realidad, no caben más alumnos en Física. Al profesorBanner le disgusta tener más de veinticinco alumnos en una clase.“Yo no sería ningún problema. “Por supuesto que no. Un perfecto Cullen no lo sería nunca.“Ya lo sé, Edward, sólo que no hay suficientes pupitres…“En ese caso, podría no asistir a clase? Emplearía ese tiempo en estudiar por mi cuenta.“No asistir a clase de Bilogía?” – se quedó boquiabierta. Es una locura. Tan difícil teresulta aguantar una asignatura que ya te sabes? Tiene que haber algún problema conel profesor Banner. Me pregunto si debería hablar con Bob del tema -. No tendrássuficientes créditos para graduarte.“Ya recuperaré al año que viene.”“Tal vez deberías comentarlo antes con tus padres.”La puerta se abrió a mis espaldas, pero fuera quien fuera no me importunó con suspensamientos, por lo que ignoré esa entrada y me concentré en la señora Cope. Meincliné un poco más cerca y le sostuve la mirada con los ojos abiertos. Hubierafuncionado mejor de haberlos tenido dorados en lugar de negros. La negrura atemoriza ala gente, como debe ser.“Por favor, señora Cope” modulé la voz del modo más suave y persuasivo que pude, ypuedo ser considerablemente persuasivo. “No hay ninguna otra clase donde haya sitiopara mí? Estoy convencido de que debe de haber un resquicio en algún sitio. Biologíacomo sexta hora de clase no puede ser la única opción…Le sonreí a la par que procuraba no mostrar mucho los dientes para no asustarla ysuavizar la expresión del semblante.Su corazón resonó con más fuerza.

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Demasiado joven, se recordó frenéticamente.“Bueno, tal vez podría hablar con Bob, quiero decir, con el señor Banner y ver si…En un segundo cambió todo: la atmósfera de la habitación, mi misión en la misma, larazón por la que me inclinaba hacia la mujer pelirroja… Lo que antes tenía un propósitoconcreto, ahora se había convertido en otro muy distinto.Un segundo fue todo lo que necesitó Samantha Wells para abrir la puerta y depositarcon retraso la hoja de firmas en la cesta de la entrada. Un segundo fue lo que tardó elgolpe de viento que se coló por la puerta en sacudirme. Un segundo fue todo lo quenecesité para comprender por qué esa primera persona no me había interrumpido consus pensamientos nada más entrar.Aunque no necesitaba asegurarme, me volví. Lo hice despacio, pugnando por controlarlos músculos que se negaban a obedecerme.Bella Swan estaba ahí en frente, de pie, con la espalda apoyada contra la pared al ladode la puerta, con un papel apretado entre las manos. Sus ojos se abrieron aún más de lohabitual cuando asimiló mi mirada feroz, inhumana.El olor de su sangre saturó cada partícula de aire en la habitación pequeña y calurosa.Mi garganta estalló en llamas.El monstruo me observó de nuevo desde el espejo de sus ojos, una máscara de maldad.Mi mano vaciló en el aire sobre el mostrador. No tendría siquiera que mirar hacia atráspara coger la cabeza de la señora para aplastarla contra la mesa con fuerza suficientepara matarla. Dos vidas, mejor que veinte. Una ganga.El monstruo esperaba ávido y hambriento a que lo hiciera. Pero siempre debe haber unaposibilidad de elegir, tenía que haberla.Interrumpí el movimiento de mis pulmones y fijé el rostro de Carlisle delante de mí. Mevolví para encarar a la señora Cope y escuché la sorpresa interna que le había causado elcambio en mi expresión.Echando mano del autocontrol que había tenido tiempo de practicar en décadas deesfuerzo, conseguí que mi voz sonara aún más monótona y suave. Quedaba suficienteaire en mis pulmones para hablar una vez más, apresurando las palabras.“Bueno, no importa. Ya veo que es imposible. Muchas gracias por su ayuda.”Giré y me lancé fuera de la habitación al tiempo que intentaba no sentir la calidez de lasangre dentro del cuerpo de Bella cuando pasé a escasos centímetros de ella.No paré hasta llegar a mi coche, moviéndome demasiado rápido todo el camino hastaallí. La mayoría de los humanos se habían marchado ya, por lo que no hubo muchostestigos. Oí a un alumno de segundo, Austin Marks, darse cuenta y luego pensar que eraimposible…De donde habrá salido Edward Cullen, es como si se hubiera, materializado en elaire… Ya me vale, ya estamos con la imaginación otra vez. Mamá siempre dice…Los demás estaban allí cuando me deslicé dentro del Volvo. Intenté controlar larespiración, pero tragaba a grandes bocanadas el aire fresco, como si estuviera sofocado.“Edward?” Me preguntó Alice con voz preocupada. Sólo sacudí la cabeza en sudirección.“Qué demonios te ha pasado?” Inquirió Emmett, distraído en ese instante por el hechode que Jasper no estaba del mejor humor para su revancha.En vez de contestar, lancé el coche marcha atrás. Debía salir de allí antes de que Bella

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Swan me siguiera incluso al aparcamiento. Mi propio demonio personal,hechizándome… Hice girar el coche y aceleré. Cogí los setenta antes de llegar a lacarretera y una vez en ella, llegué a los ciento diez antes de doblar la esquina.Sin mirar, supe que Emmett, Rosalie, y Jasper se habían vuelto todos para observarfijamente a Alice, que se encogió de hombros. No podía ver lo que había pasado, sino loque estuvo por pasar.Y luego miró hacia delante para ocuparse de mí. Ambos procesamos lo que ella veía ensu cabeza y ambos nos sorprendimos por igual.“Te marchas?” Susurró ella.Los otros se volvieron para observarme a su vez.“Voy a hacerlo?” susurré entre dientes.Entonces, vio que mi futuro tomaba un giro mucho más oscuro cuando flaqueaba miresolución.“Oh.”Bella Swan estaba muerta. La sangre fresca arrancaba brillos escarlata a mis ojos.Luego, había una investigación y transcurría un largo plazo de espera, por precaución,antes de que volviera a ser seguro que saliéramos, para empezar de nuevo…“Oh.” Dijo otra vez.La imagen de su visión se volvió más detallada. Contemplé el interior de la casa del jefeSwan por primera vez, y vi a Bella en una cocina pequeña de armarios amarillos,dándome la espalda mientras yo la acechaba desde las sombras… hasta que el olor mellevara hasta ella…“Detente!” gruñí, incapaz de soportarlo más.“Lo siento.” Susurró ella con ojos dilatados.El monstruo se regocijó.Y la visión de la mente de Alice volvió a cambiar. Una autopista vacía, por la noche,flanqueada por árboles cubiertos de nieve que desfilaban a más de trescientos por hora.“Te echaré de menos.”Emmett y Rosalie intercambiaron una mirada de aprehensión.Estábamos a punto de llegar al lugar donde teníamos que girar para tomar el largocamino que nos llevaba a casa.“Bajémonos aquí,” les instruyó Alice. Debes decírselo tú mismo a Carlisle.Asentí y las ruedas del coche chillaron al frenar bruscamente.Emmett, Rosalie y Jasper descendieron en silencio. Harían que Alice se lo explicaratodo cuando yo me hubiera marchado. Ella me tocó el hombro.“Harás lo correcto,” murmuró, pero esta vez no era una visión, sino una orden. “CharlieSwan no tiene más familia. Eso le mataría a él también”.“Sí.” Dije yo, sólo podía estar de acuerdo con Alice en la última parte de la frase.Ella se deslizó fuera para reunirse con los otros, con las cejas fruncidas, llena deansiedad. Desaparecieron entre los árboles y estuvieron fuera de mi vista antes de quepudiera dar la vuelta al coche.Aceleré de regreso a la ciudad, y supe que las visiones en la mente de Alice estaríantornando del negro al blanco como si fueran una luz estroboscópica. Mientras conducíade vuelta a Forks a ciento cincuenta, no estaba seguro de hacía dónde iba. A despedirmede mi padre o a abrazar al monstruo que moraba en mi interior? La carretera desaparecía

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bajo las ruedas.

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Capítulo 2: LIBRO ABIERTO

Me incliné contra el suave banco de nieve, dejando que el seco polvo se moldeasealrededor de mi peso. Mi piel se había enfriado hasta igualar el aire de mí alrededor, ylas pequeñitas piezas de hielo caían como terciopelo bajo mi piel.El cielo sobre mi estaba claro, brillante, con estrellas, encendido de azul en algunaspartes, amarillo en otras. Las estrellas creaban majestuosas y arremolinadas formascontra el oscuro universo – una increíble vista. Exquisitamente bonita. O más bien,debería haber sido exquisita. Habría sido, si hubiera logrado verlo.No estaba mejorando. Seis días habían pasado, seis días escondido aquí en la vacíajungla Denali, pero no estaba más cerca de la libertad que yo había estado desde elprimer momento que captara su perfume.Cuando contemplaba al majestuoso cielo, era como si hubiera un obstáculo entre misojos y su belleza. El obstáculo era mi cara, solo una cara humana no extraordinaria, perono podía eliminarla de mi mente.Oía los pensamientos acercarse ante de oír los pasos que los acompañaban. El sonidodel movimiento era solo un débil susurro contra el suelo.No estaba sorprendido de que Tanya me hubiera seguido hasta aquí. Sabía que ellahabía estado meditando sobre esta conversación durante estos últimos días, aplazándolohasta que ella estuviera segura de lo que quería exactamente decir.Ella apareció a la vista, a alrededor de seis yardas, saltando desde el borde de unafloramiento de rocas negras y balanceándose allí sobre sus desnudos pies.La piel de Tanya era plateada como la luz de las estrellas, y sus largos rizos rubios seveían casi rosados. Sus ojos ámbar destellearon en cuanto me divisó, medio enterradoen la nieve, y sus labios se extendieron lentamente en una sonrisa.Exquisito. Si hubiera sido posible verla. Suspiré.Ella se agachó en el borde de la piedra, con las yemas de sus dedos tocando la roca, sucuerpo se contrajo.Bala, pensó.Se lanzó al aire, su forma se volvió oscura, girando en sombras elegantemente entre yoy las estrellas. Enrollándose en una bola en cuanto topó con el montón de nieve junto amí.Una ventisca de nieve voló alrededor de mí. Las estrellas se volvieron oscuras y yoestaba enterrado profundamente en la capa de cristales de hielo.Suspiré de nuevo, pero no hice movimiento de desenterrarme. La negrura debajo de lanieve tampoco me molestaba o mejoraba la visión. Yo todavía veía la misma cara.“Edward?”Entonces la nieve estaba volando de nuevo tan rápidamente mientras Tanya medesenterraba. Limpió el polvo de mi inmutable cara, pero no lo bastante paraencontrarse con mis ojos.“Lo siento” Murmuró. “Era una broma”“Lo sé. Fue divertido”Su boca se torció.“Irina y Kate dicen que debería dejarte solo. Creen que te estoy molestando.”

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“No del todo,” Le aseguré. “Al contrario, he sido yo el que ha estando siendo grosero -Increíblemente grosero. Lo siento mucho.”Vas a volver a casa, no? Pensó.“Yo…en realidad…no lo he decidido todavía.”Pero tú no vas a estar aquí. Sus pensamientos eran nostálgicos ahora, tristes.“No. No parece que este…ayudando.”Ella hizo una mueca. “Es mi culpa, no?”“Por supuesto que no,” Mentí tranquilamente.No seas un caballero.Sonreí.Te pongo incomodo, acusó.“No.”Alzó sus cejas, su expresión era tan incrédula que tuve que reír. Una risa corta, seguidapor otro suspiro.“Esta bien,” admití. “Un poquito.”Suspiró también, y apoyó su barbilla en sus manos. Sus pensamientos eran dedecepción.“Tu eres miles de veces mas encantadora que las estrellas, Tanya. Por supuesto, tú eresbien consciente de eso. No dejes que mi testarudez te haga dudar de tu confianza.” Mereí entre dientes ante lo improbable de eso.“No estoy acostumbrada al rechazo,” refunfuñó, su labio inferior salió en un atractivopuchero.“Ciertamente no,” Añadí, intentando con poco éxito bloquear sus pensamientos tanpronto como ella fugazmente analizó cuidadosamente sus recuerdos de sus miles deexitosas conquistas. Principalmente, Tanya prefería hombres humanos - eran muchomás abundantes por una cosa, con la que se le añadía la ventaja de ser suaves y cálidos.Y siempre más apasionados, definitivamente.“Súcubo,” Bromeé, esperando interrumpir las imágenes de su cabeza.Ella sonrió abiertamente, mostrando sus dientes. “La original.”A diferencia de Carlisle, Tanya y sus hermanas habían descubierto sus conscienciaslentamente. Al final, era su cariño a los hombres humanos lo que volvió a las hermanasen contra de la matanza de gente.Ahora los hombres eran queridos…vivos.“Cuando te presentastes aquí,” Dijo Tanya lentamente. “Pensé que…”Yo sabía lo que pensaba. Y yo debería haber adivinado que ella se habría sentido de esamanera. Pero yo no había estado en mi mejor momento para analizarlo en ese momento.“Pensaste que habría cambiado de opinión.”“Sí.” Frunció el ceño.“Me siento horrible por jugar con tus esperanzas, Tanya. No era mi intención - Noestaba pensando. Es sólo que me marché…bastante deprisa.”“Supongo que no me dirás por qué…?Me incorporé y envolví mis brazos alrededor de mis piernas, poniéndome a ladefensiva. “No quiero hablar sobre eso.”Tanya, Irina y Kate eran muy buenas en sus vidas, ellas estarían comprometidas. Mejor,en algunas maneras, que incluso Carlisle. A pesar de la absurda proximidad que ellas se

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permitían estar cerca de aquellos que deberían ser – y una vez fueron – sus presas, ellasno cometían errores. Era demasiado vergonzoso admitir mi debilidad a Tanya.“Problemas de mujer?” Adivinó, Ignorando my renuencia.Me reí con una triste risa. “No de la manera que piensas.”Entonces permaneció en silencio. La escuché pensando en diferentes posibilidades,intentando descifrar el significado de mis palabras.“Ni siquiera te acercas,” Le dije.“Una pista?” Preguntó.“Por favor déjalo, Tanya.”Permaneció en silencio de nuevo, todavía especulando. La ignoré, intentando en vanoapreciar las estrellas.Lo dejó después de un momento de silencio, y sus pensamientos cogieron una nuevadirección.Dónde iras, Edward, si te marchas? Volverás con Carlisle?“No lo creo,” Susurré.Dónde iría? No podía pensar en un lugar de todo el planeta que me propinara ningúninterés. No había nada que quisiera ver o hacer. Porque, no importaba donde fuera, yono estaría yendo a algún sitio – yo sólo huiría.Lo odió. Cuando he llegado a ser tan cobarde?Tanya pasó su delgado brazo alrededor de mis hombros. Me contraje, pero no me apartéde debajo de su brazo. Ella lo hizo para confortarme de manera amigable. Por ahora.“Creo que volverás,” dijo, su voz adquirió su tono desafiante de su ya perdido acentoruso. “No importa que es…o quien es…te esta obsesionando. Seguirás adelante. Tu eresel así.”Sus pensamientos eran tan ciertos como sus palabras. Intenté abrazar la visión de mimismo que ella tenía en su cabeza. El que enfrentaba los problemas. Era agradablepensar en mí mismo de esa manera. Yo nunca dudé de mi coraje, mi habilidad deenfrentarme a las dificultades, antes de esa horrible hora en una clase de biología en uninstituto hace tan poco tiempo.Besé su mejilla, apartándome rápidamente cuando volvió su cara junto a la mía, suslabios ya fruncidos. Ella sonrió arrepentida por mi rapidez.“Gracias, Tanya. Necesitaba oírlo.”Sus pensamientos se volvieron malhumorados. “Eres bienvenido, creo. Desearía quefueras más razonable sobre las cosas, Edward.”“Lo siento, Tanya. Sabes que eres demasiado buena para mí. Yo sólo…no heencontrado lo que estoy buscando todavía.”“Bien, si te marchas antes te veré de nuevo…adiós, Edward.”“Adiós, Tanya.” En cuanto dije las palabras, pude verlo. Pude verme marchándome.Siendo lo suficientemente fuerte para volver al único lugar donde yo quería estar.“Gracias de nuevo.”Se puso de pie con un ligero movimiento, y luego, se estaba alejó, como un fantasmaatravesando la nieve tan rápido que sus pies no tuvieron tiempo de hundirse en la nieve;no dejó huellas detrás de ella. No volvió la vista. Mi rechazo le molestó más de lo queella demostró, incluso en sus pensamientos. No quería verme de nuevo antes de que memarchara.

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Mi boca se torció con disgusto. No me gustaba herir a Tanya, pensaba que sussentimientos no eran profundos, escasamente puros, y, en cualquier caso, no algo quepudiera corresponder. Esto todavía me hizo sentir menos que un caballero.Puse mi barbilla en mis rodillas y contemplé las estrellas de nuevo, de repente estuveansioso por estar en camino. Sabía que Alice me vería volver a casa, que ella se lo diríaa los otros. Esto les haría felices – a Carlisle y Esme especialmente. Pero miré fijamentea las estrellas durante un momento más, intentando ver pasar la cara en mi cabeza. Entremí y las brillantes luces del cielo, un par de perplejos ojos castaños me devolvían lamirada, pareciendo preguntar que significaría para ella esta decisión. Por supuesto, yono podría estar seguro si esto era en realidad lo que buscaban sus curiosos ojos. Inclusoen mi imaginación, no podía oír sus pensamientos. Los ojos de Bella Swan continuaronpreguntando, y una vista despejada de las estrellas continuó por eludirme. Con unsuspiro pesado, Lo dejé, y me levanté. Si corría, estaría de vuelta al coche de Carlisle enmenos de una hora…Corriendo para ver a mi familia – y deseando ser el Edward que enfrenta las cosas –atravesé el campo de nieve, sin dejar huellas.“Va a estar bien,” resolló Alice. Sus ojos estaban desenfocados, y Jasper tenía una manoligeramente debajo de su codo, guiándola a un grupo cercano en la cafetería. Rosalie yEmmett les llevaban delantera, Emmett parecía ridículo, como un guardaespaldas enmitad de un territorio hostil. Rose parecía cautelosa también, pero mucho mas irritadaque protectora.“Por supuesto,” Refunfuñé. Sus comportamientos eran ridículos. Si yo no fuera positivoyo no podría manejar este momento, habría permanecido en casa.El repentino cambio de nuestra normal, e incluso juguetona mañana – había nevado porla noche, y Emmett y Jasper se estaban aprovechando de mi distracción parabombardearme con bolas de nieve; cuando se aburrieron por mi falta de respuesta; se laslanzaron el uno al otro – esta vigilancia exagerada habría sido cómica, si esto no fueratan irritante.“Ella no está aquí todavía, pero por donde va a venir…ella no estará a favor del vientosi nos sentamos en nuestro sitio habitual.”“Por supuesto que nos sentaremos en nuestro sitio habitual. Para, Alice. Me estassacando de mis casillas. Estaré absolutamente bien.”Le guiñó un ojo a Jasper mientras la ayudaba a sentarse, y sus ojos finalmente seenfocaron en mi cara.“Hmm,” dijo, sonando sorprendida. “Creo que tienes razón.”“Por supuesto que sí,” Murmuré.Odio ser el centro atención. Sentí una repentina simpatía por Jasper, recordando todaslas veces que le protegimos. El se encontró con mi mirada brevemente, y sonrió.Enojado, no?Le sonreí.Había sido la última semana tan larga, que la monótona habitación había parecido estarmatándome lentamente?Me había parecido como dormir, como un coma, para estar aquí?Hoy mis nervios estaban acentuados – como los alambres del piano, tensos para tocar ala más ligera impresión. Mis sentidos estaban acentuados; examinaba cada sonido, cada

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vistazo, cada movimiento del aire que tocaba mi piel, cada pensamiento. Especialmentelos pensamientos. Había sólo un sentido que mantenía guardado, negándome a usarlo.Oler, por supuesto. No respiraba.Estaba esperando oír más sobre los Cullen en los pensamientos que analizabacuidadosamente. Toso el día había estado esperando, buscando cualquier noticia sobreBella Swan que pudiera haber encontrado, intentando ver la dirección de los nuevoscotilleos que pudiera seguir. Pero no había nada. Ninguna noticia de cinco vampiros enla cafetería, solo lo mismo que había antes de que hubiera venido la chica nueva.Algunos de los humanos estaban todavía pensando en esa chica, teniendo todavía losmismos pensamientos de la última semana. En lugar de encontrarlo absolutamenteaburrido, estaba fascinado.Habría dicho algo a alguien sobre mi?No había manera de que no se hubiera dado cuenta de mi oscura, peligrosa mirada.Había visto su reacción. Seguramente, la habría asustado tontamente. Había estadoconvencido de que se lo habría mencionado a alguien, quizá incluso exagerando lahistoria para hacerla un poco mejor. Dándome unas pocas líneas amenazantes.Y entonces, ella también me había oído intentando cambiarme de nuestra clase debiología. Debe de haberse preguntado, después de ver mi expresión, si ella era la causa.Una chica normal habría preguntado a alguien, para comparar su experiencia con otros,buscando coincidencias que le explicaran mi conducta de que no se hubiera sentidoaceptada. Los humanos estaban constantemente desesperados por sentirse normal, porencajar. Para mezclarse, como un rebaño de ovejas. La necesidad era realmente fuertedurante los años inseguros de la adolescencia. Esta chica no sería otra excepción.Pero nadie parecía darse cuenta de nosotros, sentados en nuestra habitual mesa. Belladebe de ser increíblemente tímida, si no se lo ha contado a nadie. Quizás le hubierahablado a su padre, puede que fuera la relación más fuerte que tuviera…aunque parecíaimprobable, dado el hecho de que había pasado poco tiempo con él durante toda su vida.Ella estaría más cercana a su madre. Tendría que pasar cerca del agente Swan yescuchar lo que estaba pensando.“Alguna noticia nueva?” Preguntó Jasper.“Nada. Ella…no debe haber dicho nada.”Todos alzaron una ceja ante estas noticias.“Quizá no la asustaste como pensaste,” Dijo Emmett, regodeándose. “Apuesto a quepodría haberla asustado más que tú.”Puse los ojos en blanco hacia él.“Me pregunto por qué…?” Empezó a devanarse los sesos de nuevo sobre mi revelaciónacerca del silencio de la chica.“No lo sé.”“Esta entrando,” Murmuró entonces Alice. Sentí mi cuerpo volverse rígido. “Intentaparecer humano.”“Humano, dices?” Preguntó Emmett.Levantó su puño izquierdo, torciendo sus dedos para mostrar la bola de nieve que habíasalvado en su mano. Por supuesto, no se había derretido. Había formado un bloque dehielo. Tenía sus ojos puestos en Jasper, pero vi la dirección de sus pensamientos. ComoAlice, por supuesto. Cuando repentinamente le lanzó el hielo a Alice, ella la apartó con

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un débil golpecito de sus dedos. El hielo rebotó atravesando el tramo de la cafetería,demasiado rápido para ser visible a los ojos humanos, y se hizo añicos contra la pared.La pared crujió, también.Las cabezas de esa esquina de la cafetería se volvieron para observar la pila de hieloroto en el suelo, y entonces se giraron para buscar al culpable. No miraron más lejos queunas mesas de distancia. Nadie nos miró.“Muy humano, Emmett, dijo Rosalie mordazmente. “Por qué no atraviesas la paredmientras estas en ella?”“Parecería más impresionante si lo hicieras tú, cariño.”Intenté prestarles atención, teniendo una sonrisa fija en mi cara como si fuera parte desus bromas. No me permití mirar donde sabía que ella estaba. Pero eso era todo lo quepodía escuchar.Podía oír la impaciencia de Jessica con la nueva chica, que parecía estar distraída,también. Parecía inmóvil. Vi, en los pensamientos de Jessica, que las mejillas de BellaSwan estaban una vez más sonrojadas.Me preparé, inspirando superficialmente, listo para parar de respirar si su perfumetocaba el aire cercano a mí.Mike Newton estaba con las dos chicas, oí ambas voces, la mental y la verbal, cuando elle preguntó a Jessica que le pasaba a Swan. No me gustó la manera en que suspensamientos la envolvían, el parpadeo de sus fantasías que cubrieron su mentemientras él la observaba y como si ella hubiera olvidado que él estaba allí.“Nada,” Le oí decir a Bella en esa tranquila y clara voz. Parecía como si llamara comouna campana sobre la farfullante cafetería, pero sabía que era sólo porque estabaescuchando atentamente.“Hoy sólo quiero un refresco,” continuó mientras se ponía al final de la cola.No pude evitar echar una ojeada en su dirección. Estaba observando el suelo, la sangrelentamente recorriendo su cara. Miré en otra dirección rápidamente, a Emmett, quien sereía de mi cara afligida.Pareces enfermo, tío.Ajusté mis facciones de la cara para que pareciera despreocupada.Jessica se estaba preguntando en voz alta por la falta de apetito de la chica. “Es que notienes hambre?”“La verdad es que estoy un poco mareada.” Su voz era más baja, pero todavía muyclara.Por qué me molestaba, la protectiva preocupación que de pronto emanaba de lospensamientos de Mike Newton? Que importaba que hubiera una posesiva preocupaciónde ellos? No eran mis asuntos si Mike Newton se sentía ansioso por ella. Quizás era lamanera en que todos le respondían. No habría querido, instintivamente, protegerla,también? Antes yo la hubiera matado, esto es…Pero estaba la chica enferma?Era difícil de juzgar – parecía tan delicada con su piel translucida… Entonces me dícuenta de que me estaba preocupando, también como ese estúpido chico, y me forcé ano pensar sobre su salud.A pesar de todo, no me gustó escucharla en los pensamientos de Mike. Me cambié a losde Jessica, observando cuidadosamente como elegían los tres en que mesa sentarse.

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Afortunadamente, se sentaron con la compañía regular de Jessica, una de las primerasmesas de la cafetería. No había viento a favor como Alice había prometido.Alice me dio un codazo. Va a mirar pronto, actúa como un humano.Apreté mis dientes detrás de mi sonrisa.“Tómatelo con calma, Edward,” dijo Emmett. “Honestamente. Si mataras a un humano.Difícilmente sería el fin del mundo.”“Lo sabrías,” murmuré.Emmett se rió. “Tienes que aprender a recuperarte de las cosas. Como yo hago. Laeternidad es bastante tiempo para revolcarte en la culpa.”Justo entonces, Alice tiró una pequeña bola de hielo que había estado escondiendo de lainsospechada cara de Emmett.Parpadeó, sorprendido, y entonces sonrió.“Preguntaste por esto,” dijo inclinándose en la mesa y mostrando el hielo incrustado ensu pelo. La nieve, se estaba fundiendo, saliendo volando de su pelo como una pequeñaducha mitad líquido, mitad hielo.“Ew!” Se quejó Rosalie, mientras ella y Alice retrocedían del diluvio.Alice se rió, y todos nos divertimos. Pude ver como la cabeza de Alice guardaba esteperfecto momento, y supe que la chica – debería parar de pensar en ella de esa manera,como si ella fuera la única chica en el mundo – estaría observándonos reírnos y jugando,pareciendo felices y humanos e irrealmente ideales como un cuadro de NormanRockwell.Alice siguió riéndose, cogiendo su bandeja como un escudo. La chica – Bella debe deestar todavía observándonos.…observando a los Cullen de nuevo, pensó alguien, tomando mi atención.Miré automáticamente junto a la no intencionada llamada, dándome cuenta de cómo misojos encontraban su destino por la voz – había estado escuchándola mucho hoy.Pero mis ojos pasaron a la derecha de Jessica, y se fijaron en la chica de penetrantemirada.Ella apartó la mirada rápidamente, escondiéndose detrás de su espeso pelo de nuevo.En que estaba pensando? La frustración parecía ir creciendo más, cuanto más pasaba eltiempo, más que aliviar. Intenté – sin certeza en que iba a hacer que no hubieraintentado antes – investigar con mi mente el silencio que había a su alrededor. Mi súperoídovino naturalmente, sin preguntar; nunca había trabajado en ello. Pero ahora estabaconcentrado, intentando romper el escudo que la rodeaba.Nada excepto silencio.Que le pasa? Pensó Jessica, repitiendo mi propia frustración.“Edward Cullen te está mirando,” le murmuró al oído de la chica Swan, y se rió. Nohabía ningún tono de celos irritante en su tono. Jessica parecía haber mejorado en fingirla amistad.Escuché, demasiado absorto, en la repuesta de la chica.“No parece enojado, verdad?” Susurró.Así que se había dado cuenta de mi reacción la semana pasada. Por supuesto que sí.La pregunta confundió a Jessica. Vi mi propia cara en sus pensamientos comprobandomi expresión, pero no me encontré con su mirada. Estaba todavía concentrado en lachica, intentando oír algo. Mi intento de enfoque no parecía estar ayudando.

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“No,” Le dijo Jessica, y supe que deseaba poder decir sí – como le dolía, mi mirada –pensamiento que no había rastro en su voz. “Debería estarlo?”“Creo que no soy de su agrado,” susurró la chica, apoyando su cabeza en su brazo comosi estuviera repentinamente cansada. Intenté entender el motivo, pero solo pude hacersuposiciones. Quizás estaba cansada.“A los Cullen no les gusta nadie,” la tranquilizó Jess. “Bueno, tampoco se fijan en nadielo bastante para que les guste.” No solían. Su pensamiento era de queja. “Pero él todavíate esta observando.”“No le mires,” dijo la chica rápidamente, levantando la cabeza de su brazo paraasegurarse de que obedecía la orden.Jessica se rió tontamente, pero hizo lo que le pidió.La chica no volvió la vista de su mesa durante el resto de la hora. Pensé – pensamientos,por supuesto, no podría estar seguro – que era deliberado. Parecía como si quisieramirarme. Su cuerpo cambiaría ligeramente en mi dirección, su barbilla empezaría avolverse, y entonces ella se encontraría, tomando un profundo respiro, y observaríafijamente a quienquiera que estuviera hablando.Ignoré los otros pensamientos de alrededor de la chica durante la mayor parte, como sino estuvieran, momentáneamente, sobre ella. Mike Newton estaba planeando una peleade nieve en el parking después de clase, no parecía darse cuenta que la nieve ya se habíaderretido en lluvia. El revoloteo de suaves copos contra el tejado había empezado a serun golpeteo de gotas de lluvia. Podría verdaderamente no haber oído el cambio? Parecíaruidoso para mí.Cuando la hora del almuerzo terminó, permanecí en mi sitio. Los humanos salieron, eintenté distinguir el sonido de sus pasos del resto, como si hubiera algo importante oextraño en ellos. Que estúpido.Mi familia tampoco se movió. Esperaron para ver que haría.¿Iría a clase?, me sentaría junto a la chica donde podría oír el potente perfume de susangre y sentiría el calor de su pulso en el aire de mi piel? Era lo suficientemente fuerte?O habría tenido suficiente durante un día?“Yo…creo que esta bien,” Dijo Alice, dudando. “Tu mente está lista. Creo que lo harás,pasarás la hora.”Pero Alice sabía muy bien como de rápida una mente podía cambiar.“Por qué forzarte, Edward?” Preguntó Jasper. No quería sentirse engreído de que yo erael único que era débil ahora, pude oír lo que hizo, hace poco. “Ve a casa. Tómatelo concalma.”“Cual es el gran problema?” Discrepó Emmett. “Cualquiera de los dos, si la matará o nola mata tendrá que superarlo, de todas maneras.”“No quiero mudarme todavía,” Se quejó Rosalie. “No quiero volver a empezar. Ya casihemos terminado el instituto, Emmett. Finalmente.”Estaba planteándome la decisión. Deseaba, deseaba, enfrentar esto a salir huyendo denuevo. Pero tampoco no quería llegar demasiado lejos. Había sido un error haber estadosin cazar la semana pasada con Jasper durante tanto tiempo; era este el único punto delerror?No quería desarraigar mi familia. Ninguno de ellos me lo agradecería.Pero quería ir a la clase de biología. Me dí cuenta de que quería ver su cara de nuevo.

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Eso es lo que decide por mí. Esa curiosidad. Estaba enfadado conmigo por sentirlo. Nome había prometido que no dejaría que el silencio de la mente de la chica me interesarademasiado? Y todavía, aquí estaba, más interesado todavía.Quería saber en que estaba pensando. Su mente estaba cerrada, pero sus ojos eran tantransparentes. Quizá podría leerlos.“No, Rose, creo que de verdad estará bien,” dijo Alice. “Es…seguro. Estoy el noventa ytres por ciento segura de que nada malo pasará si va a clase.” Me miróinquisidoramente, preguntándose que habría cambiado en mis pensamientos que hizoque su visión del futuro fuese segura.La curiosidad sería suficiente para mantener a Bella Swan viva?Emmett estaba en lo cierto, pensé – por que no terminar, de todas maneras? Le haríafrente a la tentación.“Id a clase,” ordené, apartándome de la mesa. Me volví y me alejé de ellos sin volver lavista. Pude oír la preocupación de Alice, la censura de Jasper, la aprobación de Emmett,y la irritación de Rosalie siguiéndome.Respiré por última vez en la puerta de la clase, y entonces lo retuve en mis pulmones encuanto entre en la pequeña y calurosa clase.No era tarde. El Sr. Banner estaba todavía preparando la clase de laboratorio de hoy. Lachica estaba sentada en mí – en nuestra mesa, su cara descendió de nuevo, observandola carpeta que estaba garabateando. Examiné el dibujo en cuanto me aproximé,interesado incluso en la trivial creación de su mente, pero no tenía sentido. Solo ungarabato sin orden dentro de otros garabatos. Quizás no estaba concentrada en el dibujo,pero pensaba en algo más?Eché mi silla hacia atrás con innecesaria tosquedad, rozando el suelo; los humanossiempre se sienten más cómodos cuando un ruido anuncia la llegada de alguien.Supe que oyó el sonido, no levantó la vista, pero su mano perdió el orden en el diseñoque estaba dibujando, desequilibrándolo.Por qué no levantaba la vista? Probablemente estaba asustada. Debía asegurarme dedejarle una diferente impresión de mí esta vez. Hacerle creer que se estaba imaginandocosas.“Hola,” dije en una voz tranquila que solía usar cuando quería hacer que los humanos sesintieran más cómodos, formando una sonrisa educada que no mostrara mis dientes.Entonces levantó la vista, sus grandes ojos castaños se sobresaltaron – casi aturdidos – yllenos de preguntas silenciosas. Era la misma expresión que había estado obstruyendomi visión la semana pasada.En cuanto me introduje en aquellos extraños, castaños y profundos ojos, me dí cuentaque el odio – el odio que había imaginado que de alguna manera merecía porsimplemente existir – se había evaporado. No respiraba, no probaba su perfume, eradifícil de creer que nadie tan vulnerable pudiera alguna vez justificado odio.Sus mejillas empezaron a ruborizarse, y no dijo nada.Seguí con mis ojos en los de ella, enfocándome en sus profundas preguntas, eintentando ignorar la apariencia del color en su piel. Tenía suficiente aire para hablardurante más tiempo sin inspirar.“Me llamo Edward Cullen,” dije, sabiendo que ya lo sabría. Era la manera más educadade empezar. “No tuve la oportunidad de presentarme la semana pasada. Tú debes de ser

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Bella Swan.”Parecía confundida – estaba esa pequeña arruga entre sus cejas de nuevo. Le llevómedio segundo más de lo que le debería haber llevado a responder.“Como sabes mi nombre?” exigió, y su voz tembló un poquito.Debe de haber estado verdaderamente aterrada. Esto hizo que me sintiera culpable;estaba tan indefensa. Me reí caballerosamente – este era un sonido que sabía que hacíaque los humanos se sintiesen mejor.De nuevo, estaba teniendo cuidado con mis dientes.“Oh, Creo que todo el mundo sabe tu nombre.” Seguramente debería haberse dadocuenta de que había llegado a ser el centro de atención de este monótono lugar. “Elpueblo entero te esperaba.”Frunció el ceño como si esta información fuera desagradable. Suponía, que siendo tantímida como parecía, la atención habría sido una cosa mala para ella. La mayoría de loshumanos sienten lo opuesto. Pensaba que ellos no querían estar fuera del rebaño degente, a la misma vez ansiaban un foco de su uniformidad individual.“No,” dijo. “Me refería a que me llamaste Bella.”“Prefieres Isabella?” Pregunté, perplejo por el hecho de que no podía ver dondepermanecía esta pregunta. No lo entendía. Seguramente, ella habría hecho clara supreferencia muchas veces ese primer día. Eran todos los humanos tan incomprensiblesmentalmente como un guía?“No, me gusta Bella,” Respondió, dejando su cabeza ligeramente hacia un lado. Suexpresión – si estaba leyendo correctamente – se volvió entre avergonzada y confusa.“Pero creo que Charlie – quiero decir mi padre – debe llamarme Isabella a mis espaldas,porque todos me llaman Isabella.” Su piel se oscureció tornándose más rosada.“Oh,” dije sin convicción, y rápidamente aparte la mirada.Acababa de darme cuenta de lo que quería decir: había tenido un desliz – tuve un error.Si no hubiera estado escuchando a escondidas durante el primer día, me habría dirigidoinicialmente por su nombre completo, como todos. Había notado la diferencia.Sentí un remordimiento de malestar. Se había dado cuenta rápidamente de mi desliz.Bastante astuta, especialmente para alguien que supuestamente estaba aterrorizada pormi proximidad.Pero había problemas mayores que cualquier suposición que pudiera tener en su cabezasobre mí.Estaba sin aire. Si iba a hablarle de nuevo, tendría que inspirar.Sería difícil evitar hablar. Desafortunadamente para ella, compartir esta mesa la hizo micompañera de laboratorio, y tendríamos que trabajar juntos. Parecería extraño – eincomprensiblemente grosero – para mi ignorarla mientras hacíamos nuestro trabajo. Lapondría más recelosa, más asustada…Me incliné tan lejos de ella como pude sin moverme de mi sitio, girando mi cabezahacia el pasillo. Me preparé, mirando mis músculos, y entonces inspire rápidamentellenando completamente mi pecho de aire.Ahh!Era increíblemente doloroso. Incluso sin olerla. Pude saborearla en mi lengua. Migarganta ardió de nuevo, las ansias eran tan fuertes como ese primer momento quealcancé su perfume la semana pasada.

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Apreté los dientes e intenté componerme.“Empezad,” Mandó el Sr. Banner.Cogí cada parte de mi autocontrol que había estado exitosamente trabajando duramentedurante setenta años para volverme a la chica, que estaba mirando la mesa, y sonreí.“Las damas primero, compañera”? Ofrecí.Levantó la vista ante mi expresión y su cara se volvió blanca, y sus ojos se ensancharon.Había algo raro en mi expresión? Estaba asustada de nuevo? Ella no habló.“O puedo empezar yo si lo deseas,” dije rápidamente.“No,” dijo, y su cara pasó de pálida a roja de nuevo. “Yo lo hago.”Observé el equipo de la mesa, el estropeado microscopio, las diapositivas, antes queobservar la sangre arremolinándose bajo su piel. Cogí rápidamente otro respiro,atravesando mis dientes, y me encogí en cuanto el olor atravesó mi garganta dolorida.“Profase,” dijo después de una rápida examinación. Empezó a mover la diapositiva, queapenas había examinado.“Te importa si lo miro?” Instintivamente – estúpidamente, como si fuera uno de suespecie – tendí la mano para impedir que quitara la diapositiva. Durante un segundo, elcalor de su piel me quemó. Era como un pulso eléctrico – seguramente mucho máscaliente que un simple 98,6 grados. El poco calor que atravesó mi mano y subió por mibrazo. Ella apartó su mano de debajo de la mía.“Lo siento,” murmuré entre dientes. Necesitando algún lugar para mirar. Cogí elmicroscopio y observé brevemente por la lente. Tenía razón.“Profase,” admití.Estaba todavía demasiado inquieto para mirarla. Respiré tan rápidamente como pudeapretando los dientes e intentando ignorar la ardiente sed, Me concentré simplemente enla tarea escribiendo la apropiada palabra en la línea de mi papel de laboratorio, yentonces saqué la primera diapositiva por la siguiente.En que estaba pensando ahora? Que había sentido, cuando toque su mano? Mi pieldebía haber estado tan fría como el hielo – repulsiva. Sin preguntarme por que estabatan callada.Le eché un vistazo a la diapositiva.“Anafase,” dije para mí a la vez que lo escribía en la segunda línea.“Puedo?” preguntó.Levanté la vista hacía ella, sorprendido al ver que estaba esperando impacientemente,con una mano a medio tramo del microscopio. No parecía asustada. De verdad pensabaque podía haberme equivocado?No pude saberlo pero le sonreí ante su esperanzadora mirada mientras le pasaba elmicroscopio.Miró por el objetivo con impaciencia pero rápidamente se desvaneció. La expresión desu boca cambió.“Me pasas la diapositiva número tres?” preguntó sin levantar la vista del microscopio,pero teniéndolo en su mano. Le pasé la siguiente diapositiva, sin que mi piel estuviera losuficientemente cerca de la suya esta vez. Sentado junto a ella como si fuera unalámpara ardiendo. Pude sentir como aumentaba ligeramente mi temperatura.No miró durante largo tiempo el vidrio. “Interfase,” dijo con indiferencia – quizásintentando parecer que sonara un poco más dura de esa manera – y me pasó el

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microscopio. No tocó el papel, pero esperó a que escribiera la respuesta. Lo comprobé –tenía razón de nuevo.Así terminamos, sin dirigirnos una palabra en todo el tiempo y sin encontrarnos con losojos del otro. Éramos los únicos que habíamos terminado – al resto de la clase le estaballevando más tiempo. Mike Newton parecía tener problemas de concentración – estabaintentando observarnos a Bella y a mí.Desearía que se hubiera quedado donde sea que ha estado, pensó Mike, mirándomefuriosamente. Hmm, interesante. Me había dado cuenta de que el chico había creado unodio hacia mí. Era un nuevo desarrollo, lo que había producido la llegada de la chica.Incluso más interesante, me dí cuenta – para mi sorpresa – de que ese sentimiento eramutuo.Miré a la chica de nuevo, perplejo por los grandes estragos y agitaciones, a pesar de suordinaria e inocente apariencia, que estaba causando en mi vida.No era que no pudiera ver lo que Mike pensaba. En realidad era más bien guapa…enuna inusual manera. Mejor que ser guapa, su cara era interesante.No lo bastante simétrica – su estrecha barbilla era un poco despropocional a su anchasmejillas, muy coloridas – el luminoso y oscuro contraste de su piel y su pelo, y entoncesestaban sus ojos, llenos de silenciosos secretos…La volví a observar, intentando adivinar uno de esos secretos.“Llevas lentillas?” Preguntó de pronto.Que pregunta más extraña. “No” Casi sonreí ante la idea de mejorar mi visión.“Oh,” dijo entre dientes. “Te veo los ojos distintos.”De repente me sentí de nuevo más frío en cuanto me dí cuenta de que no eraaparentemente la única persona que estaba desentrañando secretos.Encogí, mis rígidos hombros, y miré hacia delante donde estaba el profesor haciendosus rondas.Por supuesto que había algo diferente en mis ojos desde la última vez que la observé.Para prepararme para el día de hoy, había pasado todo el fin de semana cazando,saciando mi sed tanto como fuera posible, demasiado en realidad. Me llené de sangre deanimales, pero no hubo mucha diferencia en el extravagante aroma que flotaba en el airealrededor de ella. Cuando la había mirado, mis ojos se volvieron oscuros y sedientos.Ahora, mi cuerpo nadaba con la sangre, mis ojos estaban calurosamente dorados.Ligeramente ámbar desde que controlaba mi sed.Otro descuido. Si hubiera visto lo que quería decir con su pregunta, podría simplementehaberle dicho que sí.Había pasado junto a los humanos dos años en esta escuela, y era la primera enexaminarme lo suficientemente cerca para notar el cambio en mis ojos. Los otros,mientras admiraban la belleza de mi familia, tendían a bajar la vista rápidamente cuandoles devolvíamos la mirada. Rehusaban, bloqueaban los detalles de nuestra aparienciacon un instintivo esfuerzo para mantenerse lejos de nuestro conocimiento. Queignorante era la mente humana.Por qué tenía que ser esta chica la que viera tanto?El Sr. Banner se aproximó a nuestra mesa. Agradecido inhalé el chorro de aire limpioque trajo con él antes de que pudiera mezclarse con el perfume de ella.“En fin, Edward,” dijo, mirando nuestras respuestas, “no crees que deberías dejar que

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Isabella también mirase por el microscopio?”“Bella,” Le corregí reflexivamente. “En realidad, ella identificó tres de las cincodiapositivas.”Los pensamientos del Sr. Banner eran escépticos a la vez que se volvía hacia la chica.“Has hecho antes esta práctica de laboratorio?”Observé, absorto, como sonreía, pareciendo ligeramente avergonzada.“Con la raíz de cebolla, no.”“Con una blástula de pescado blanco?” Probó el Sr. Banner.“Sí.”Esto lo sorprendió. La prueba de laboratorio de hoy era algo que había puesto de uncurso más avanzado. Él le asintió a la chica pensativamente. “Estabas en un cursoavanzado en Phoenix?”“Sí.”“Bueno,” dijo el Sr. Banner, frunciendo sus labios. “Supongo que es bueno que ambosseáis compañeros de laboratorio.” Se volvió y se fue hablando entre dientes, “Así losotros chicos tendrán oportunidad de aprender algo por ellos mismos.” Dudaba que lachica pudiera oír aquello.Empezó a hacer garabatos en su carpeta de nuevo.Dos descuidos así en tan solo media hora. Muy pobre de mi parte. No tenía ni idea detodo lo que la chica pensaba de mí – cuanto la había asustado, cuanto sospechaba? –Sabía que tendría que mejorar lo suficiente como para dejarle una nueva impresión demí. Algo para mejorar sus recuerdos de nuestro feroz encuentro la última vez.“Es una lastima, lo de la nieve, no?” Dije, repitiendo las pequeñas conversaciones quehabía oído a docenas de estudiantes a lo largo del día. Un aburrido, y tópico tema deconversación. El tiempo – siempre seguro.Me observó con la duda en sus ojos – una reacción anormal para mi pregunta tannormal. “En realidad, no” dijo, sorprendiéndome de nuevo.Intenté conducir la conversación en una nueva dirección. Ella era de un lugar mássoleado y cálido – su piel parecía reflejarlo de alguna manera, a pesar de suimparcialidad – y el frío debía ponerla incomoda. Mi helado tacto había…“A ti no te gusta el frío. Adiviné.“Tampoco la humedad,” añadió.“Para ti, debe de ser difícil vivir en Forks.” Quizás no deberías haber venido aquí, quiseañadir. Quizás deberías volver a donde perteneces.No estaba seguro de que lo quisiera, pensé. Siempre recordaría el olor de su sangre – nohabía ninguna garantía de que no la seguiría con el tiempo? Además, si se marchaba, sumente siempre sería para mí un misterio. Un constante, y persistente puzzle.“Ni te lo imaginas,” dijo en voz baja, durante un momento me miró con el ceño.Sus respuestas nunca eran lo que esperaba. Hacían que quisiera preguntarle máspreguntas.En tal caso, por qué viniste aquí? Demandé, dándome cuenta de que mi tono erademasiado acusatorio, no lo suficiente casual para la conversación. La pregunta sonógrosera, entrometida.“Es…complicado.”Parpadeó sus grandes ojos, dejándolo estar, y dejándome con la curiosidad – la

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curiosidad quemaba tanto como la sed de mi garganta. En realidad, me dí cuenta de queestaba siendo ligeramente más fácil de respirar; la agonía estaba llegando a sersoportable.“Creo que voy a poder seguirte,” insté. Quizás por cortesía me respondería a mispreguntas tanto tiempo como llegara a ser grosero para preguntarle.Bajó su mirada a sus manos silenciosamente. Esto me hizo impacientarme; quería ponermis manos bajo su barbilla y levantarle la cabeza para que pudiera leerle los ojos. Perosería estúpido de mi parte – peligroso – tocar su piel de nuevo.Levantó la vista de repente. Era un alivio ser capaz de ver las emociones de sus ojos denuevo. Se apresuró a lanzar rápidamente las palabras.“Mi madre se ha casado.”Ah, esto era suficientemente humano, fácil de entender. La tristeza traspasaba sus clarosojos y fruncía el ceño de nuevo.“No me parece tan complicado” dije. Mi voz era gentil sin pretenderlo. Su tristeza hizosentirme incapaz de ayudarla, deseando que pudiera haber alguna cosa capaz de hacerlasentir mejor. Un extraño impulso. “Cuando ha sucedido eso?”“El pasado mes de Septiembre.” Exhaló pesadamente – no como un suspiro. Inspiré encuanto su aire caliente tocó mi cara.“Pero él no te gusta,” adiviné, buscando más información.“No, Phil es un buen tipo,” dijo, corrigiendo mi suposición. Había una insinuación en susonrisa alrededor de todos sus labios. “Demasiado joven, quizá, pero amable.”No coincidí con el escenario que había estado construyendo en mi cabeza.“Por qué no te quedaste con ellos?” pregunté, con más interés. Sonó como si estuvierasiendo fisgón. Que lo era, admití.“Phil viaja mucho. Es jugador de béisbol profesional.” Le salió una pequeña sonrisa; sucarrera le hacía sonreír.Yo también sonreí, sin darme cuenta. No estaba intentando hacerla sentir cómoda. Susonrisa sólo me hizo sonreírle en respuesta.“Debería sonarme su nombre?” Pensé alrededor de la lista de jugadores profesionales debéisbol que había en mi cabeza, preguntándome que Phil era su…“Probablemente no. No juega bien.” Otra sonrisa. “Sólo compite en la liga menor. Pasamucho tiempo fuera.”Dejé la lista de mi cabeza inmediatamente, había puesto una lista de posibilidades en micabeza en menos de un segundo. Al mismo tiempo, estaba imaginando el nuevoescenario.“Y tu madre te envió aquí para poder viajar con él,” dije.Haciendo suposiciones que parecían conseguir más información que si fuera unapregunta. Funcionó de nuevo. Alzó ligeramente la barbilla, y su expresión cambiorepentinamente a testaruda.“No, no me envió aquí,” dijo, y su voz cambió.Mi suposición debió disgustarla, no pude ver como. “Fue cosa mía.”No pude adivinar su significado, o la fuente de su resentimiento. Estaba completamenteperdido.Asíque lo dejé. No tenía sentido lo que decía la chica. No era como los otros humanos.Quizá el silencio de sus pensamientos y el perfume de su olor no era lo único inusual en

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ella.“No lo entiendo,” admití, odiando reconocerlo.Ella suspiró, y contemplándome durante más tiempo de lo que la mayoría de loshumanos se permitían.“Al principio, mamá se quedaba conmigo, pero le echaba mucho de menos,” explicólentamente, volviéndose el tono de su voz más triste con cada palabra. “La hacíainfeliz…por lo que decidí que había llegado el momento de venir a vivir con Charlie.”La arruga de su entrecejo se hizo más profunda.“Pero ahora tu eres desgraciada,” murmuré. Parecía que no podía parar de hablar en vozalta, esperando aprender de sus reacciones. Esta vez, sin embargo, no parecía muchomejor.“Y?” dijo, como si esto no fuera un aspecto a ser considerado.Continué contemplando sus ojos, sintiendo que finalmente había conseguido porprimera vez vislumbrar dentro de su alma. Vi en esa única palabra donde manifestó suorden de prioridades. No como la mayoría de los humanos, su propia necesidad era bajola lista.Era desinteresada.En cuanto vi esto, el misterio de la persona escondida detrás de esta silenciosa menteempezaba a aclararse un poco.“No parece demasiado justo,” dije. Me encogí de hombros, intentando parecer normal,intentando disimular la intensidad de mi curiosidad.Se rió, pero no había alegría en el sonido. “Es que no te lo ha dicho nadie? La vida no esjusta.”Quería reírme ante sus palabras, pensé, también. Sabía un poco sobre las cosas injustasde la vida. “Creo haberlo oído antes.”Me devolvió la mirada, pareciendo confundida de nuevo. Sus ojos se apartaron, yentonces volvieron a los míos.“Bueno, eso es todo,” me dijo.Pero no estaba preparado para dar por terminada la conversación. La pequeña “V” entresus ojos, mostraba su pena, preocupándome. Quería apartarla con mi yema de los dedos.Pero, por supuesto, no podía tocarla. Era inseguro en demasiadas maneras.“Das el pego,” hablé lentamente, todavía considerando la próxima hipótesis.“Pero apostaría a que sufres más de lo que aparentas.”Hizo una mueca, sus ojos se estrecharon y su boca se torció en un desequilibradopuchero, y volvió la vista al frente de la clase. No le gustó que lo hubiese adivinado. Noera la corriente mártir – no quería una audiencia por su dolor.“Me equivoco?”Se encogió ligeramente, pretendiendo como si no me hubiera oído.Eso me hizo sonreír. “Creo que no.”“Y a ti qué te importa?” preguntó irritada, todavía sin mirarme.“Muy buena pregunta,” admití, más para mí que para ella.Su entendimiento era mejor que el mío – veía correctamente el sentido de las cosasmientras yo tropezaba en ellas, pasando a ciegas a través de las pistas. Los detalles de suhumana vida no deberían importarme. Estaba mal que me importara lo que pensaba.Además de proteger a mi familia de sospechas, los pensamientos humanos no eran

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insignificantes.No solía ser el menos intuitivo junto a otra persona. Confiaba en mi súper-oídodemasiado – claramente no era tan perceptible como creía.La chica suspiró y miró al frente de la clase. Algo había frustrado su expresióngraciosa. Toda la situación, Toda la conversación era graciosa. Nunca nadie antes habíaestado en más peligro que esta chica – en cualquier momento podría, distraerla por miridícula absorción en la conversación, inhalar a través de mi nariz y atacarla antes deque pudiera detenerme – y ella estaba irritada porque no había contestado a su pregunta.“Te molesto?” pregunté, sonriendo.Me miró rápidamente, y entonces sus ojos parecieron que quedaban atrapados por mimirada.“No exactamente,” me dijo. “Estoy más molesta conmigo. Es fácil ver lo que pienso. Mimadre me dice que soy un libro abierto.”Frunció el ceño.La observe asombrado. La razón por la que estaba disgustada era porque pensaba queveía a través de ella fácilmente. Que raro. Nunca antes me había costado tanto esfuerzoentender a alguien en toda mi vida – o mas bien existencia, la palabra vida eradifícilmente correcta.No había tenido una verdadera vida.“Al contrario,” discrepé, sintiéndome extrañamente…cauteloso, como si hubiera algúnpeligro oculto aquí que estaba olvidando ver. Estaba de repente al filo, la premoniciónestaba poniéndome ansioso. “Te encuentro muy difícil de leer.”“Será que eres un buen lector de mentes,” adivinó, haciendo su propia suposicióncorrectamente, otra vez, dando en el blanco.“Por lo general, sí” agregué.Entonces le sonreí ampliamente. Dejando que mi labios expusieran la hilera derelucientes, afilados dientes detrás de ellos.Había sido estúpido, pero estaba repentinamente e inesperadamente desesperado porconseguir avisar a la chica. Su cuerpo estaba más cerca del mío que antes, mientras fuecambiando inconscientemente el curso de nuestra conversación. Todas las pequeñasmarcas y señales que habrían asustado al resto de la mayoría no parecían funcionar enella.Por qué no se alejaba de mí horrorizada? Seguramente había visto demasiado de miparte más oscura como para darse cuenta del peligro, intuitivo como parecía.No pude ver si mi advertencia había producido efecto. Justo entonces, el Sr. Bannerllamó la atención de la clase, y se apartó de mí en ese momento. Pareció un pocoaliviada por la interrupción, así que quizás, lo entendió inconscientemente.Eso espero.Reconocí la fascinación creciendo dentro de mí, incluso como si intentara desarraigarlo.No podía permitirme encontrar a Bella Swan interesante. O más bien, ella no podíapermitírselo. Ya, estaba ansioso por otra oportunidad para hablarle. Quería saber mássobre su madre, su vida antes de que viniera aquí, su relación con su padre. Todos losinsignificantes detalles que sacaran todo lo de ella. Pero cada segundo que pasaba conella era un error, un riesgo que no debería haber tomado.Distraídamente, echó su espeso pelo justo en el momento en que me permitía respirar.

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Una particular ola llena de su olor me golpeó la garganta.Fue como el primer día – como la bola de un camión. El dolor de la ardiente sed mehizo marearme. Tuve que agarrar la mesa de nuevo para mantenerme en mi sitio. Estavez había tenido ligeramente algo más de control. Al menos, no rompí nada. Elmonstruo creció dentro de mí, pero no aumentó en mi dolor. Era demasiado fuerte ellímite. Por el momento.Paré de respirar completamente, y me alejé tan lejos como pude de la chica. No podíapermitirme encontrarla fascinante. Ya había tenido dos descuidos menores hoy. Nohabría un tercero, uno que no fuera menor?Tan pronto como la campana sonó, me apresuré a salir de la clase – probablementedestruyendo cualquier impresión de cortesía que medio había construido en eltranscurso de una hora. De nuevo, respiré el limpio y húmedo aire de fuera.Rápidamente puse tanta distancia entre la chica y yo como fue posible.Emmett me esperaba en la puerta de nuestra clase de Español. Leyó mi furiosaexpresión durante un momento.Cómo te fue? Preguntó cautelosamente.“Nadie ha muerto,” murmuré.Creo que eso es algo. Cuando ví a Alice vacilando allí al final, pensé…Mientras entrábamos en la clase, ví su recuerdo de hace unos momentos, viendo comoatravesaba la puerta de su última clase; Alice caminando rápidamente y con la carapálida a través del terreno del edificio de ciencias. Sentí su recuerdo urgente de cómo selevantaba y riéndose de ella, mientras tomaba la decisión de permanecer allí. Si Alicenecesitaba su ayuda, le preguntaría…Cerré mis ojos con disgusto y horror en cuanto me senté. “No me había dado cuenta delo cerca que había estado. No pensaba que iba a…No ví que fuera tan malo,” susurré.No lo era, me aseguró. Nadie murió, verdad?“Cierto,” dije a través de mis dientes. “No esta vez.”Quizás se haga más fácil.“Seguro.”O, quizás la mates. Se encogió de hombros. No serías el primero en cagarla. Nadie tejuzgaría con demasiada dureza. Algunas veces una persona huele demasiado bien.Estoy impresionado de que hayas llegado tan lejos.“No estas ayudando, Emmett.”Estaba en contra de aceptar la idea de que la mataría, era de alguna manera inevitable.Era su culpa que oliera tan bien?Sé cuando, cuando me pasó a mí…, recordó, llevándome con él medio siglo atrás, a unpaís cerca del crepúsculo, donde una mujer de mediana edad estaba quitando las hojasde una hilera entre los manzanos. El olor de las manzanas bajaba pesadamente en el aire– la cosecha estaba terminándose y los desechos de las frutas estaban dispersados por elsuelo, las magulladuras de los agujeros de su piel expulsaba la fragancia hacia lasespesas nubes. El aire cortó el campo de heno que había detrás de su olor, una armonía.Él atravesó el camino, todo era ignorado por la mujer, en un recado para Rosalie. Elcielo era púrpura sobre sus cabezas, naranja sobre los árboles del oeste. Él podía habercontinuado avanzando por el serpenteante sendero y no habría habido razón pararecordar la noche, excepto que una repentina brisa nocturna voló las blancas hojas como

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un ventilador y la esencia de la mujer hacia la cara de Emmett.“Ah,” me quejé rápidamente. Como si mi propio recuerdo de la sed no fuera suficiente.Lo sé. No duré ni medio segundo. Incluso no pensé en resistirme.Su recuerdo llegó ser tan explícito como para aguantarlo.Salté sobre mis pies, mis dientes se cerraban lo suficientemente fuerte para atravesar elacero.“Esta bien, Edward?” (frase en español) Preguntó la Sra. Goff, alarmada por mirepentino movimiento. Pude ver mi cara en su mente, y supe que estaba lejos de estarbien.“Me perdona,” (frase en español) murmuré, mientras me precipitaba hacia la puerta.“Emmett – por favor, puedas tu ayudar a tu hermano?” (frase en español) Preguntó,señalando hacia la puerta de la clase que había cruzado.“Claro,” le oí decir. Y de pronto ya estaba detrás de mí.Me siguió por el lado del edificio más alejado, donde me alcanzó y puso su mano en mihombro.Empujé su mano con innecesaria fuerza. Habría roto los huesos de una mano humana, ydestrozado los huesos del brazo.“Lo siento, Edward.”“Lo sé.” Saqué una profunda bocanada de aire, intentando limpiar mi cabeza y mispulmones.“Es tan malo como eso?” Preguntó, intentando no pensar en el perfume de sus recuerdosmientras me preguntaba, y no con demasiado éxito.“Peor, Emmett, peor.”Permaneció en silencio durante un momento.Quizás…“No, no sería mejor si termino con esto. Ve a clase, Emmett. Quiero estar sólo.”Se volvió sin decir otra palabra o pensar mientras se marchaba rápidamente. Él le diría ala profesora de Español que estaba enfermo, o indispuesto, o peligrosamente fuera decontrol vampírico. Importaba de verdad su excusa? Quizás no volvería. Quizás tendríaque marcharme.Fui a mi coche de nuevo, para esperar a que terminaran las clases. Para esconderme.Otra vez.Debería pasar el tiempo tomando decisiones o intentando resolver mi situación, pero,como un adicto, me encontré buscando a través de los pensamientos estúpidos quevenían del edificio de la escuela. Las voces familiares destacaban, pero no tenía interésen escuchar las visiones de Alice o las quejas de Rosalie en este momento. Encontré aJessica fácilmente, pero la chica no estaba con ella, así que continué buscando. Lospensamientos de Mike Newton acapararon mi atención, y la localicé al fin, en elgimnasio con él. Él estaba descontento, porque le había hablado a ella en biología.Estaba repasando su respuesta cuando se había dado cuenta…Nunca, le había visto hablar con alguien más de una palabra aquí o allí. Por supuesto,él decidiría encontrar a Bella interesante. No me gusta la manera que la mira. Pero aella no parece emocionarse sobre él demasiado. Qué le dijo ella? ‘Me pregunto que lepasaría el lunes pasado.’ Algo así. No parecía que la asustara. No pueden haberhablado mucho…

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Él estaba hablando consigo mismo en sus pensamientos, alegrándose de la idea de queBella no se hubiera interesado en mí. Esto me disgustó un poco, más de lo que debería,así que paré de escucharle.Puse un CD de música violentamente en el estéreo, y entonces lo subí para parar lasotras voces. Tenía que concentrarme en la música mucho para mantenerme alejado delos pensamientos de Mike Newton, para espiar a la insospechada chica…Hice trampas unas pocas veces, mientras la hora se acercaba. Sin espiar, intentéconvencerme. Me acababa de preparar. Quería saber exactamente cuando se marcharíadel gimnasio, cuando estaría en el parking. No quería que me cogiese por sorpresa.En cuanto los estudiantes empezaron a salir del gimnasio, salí de mi coche, sin estarseguro de por qué lo hice. La lluvia era ligera – ignorándola mientras lentamenteempapaba mi pelo.Quería que me viera aquí? Esperaba que viniera a hablarme? Que estaba haciendo?No me moví, intentado convencerme a mí mismo para volver al coche, sabiendo que miconducta era censurable. Puse mis brazos bajo mi pecho y respiré muy profundamentemientras la observaba andar lentamente hacia mí. No me vio. Unas cuantas veces miró alas nubes con una mueca, como si la ofendieran.Estaba enojado de que hubiera alcanzado el coche antes de pasar a mi lado. Le habríahablado?Entró dentro de una descolorida camioneta roja Chevy, que era más vieja que su padre.La observe mientras arrancaba la camioneta – el viejo motor rugió más fuerte queningún otro coche del parking – y entonces puso sus manos junto a la rejilla de lacalefacción. El frío le era incomodo – no le gustaba. Peinó su espeso pelo con susdedos, poniéndolo junto al chorro de aire caliente como si estuviera intentando secarlo.Me imaginé como olería el interior de la camioneta, y rápidamente dejé de lado mispensamientos.Echó una mirada alrededor mientras se preparaba para salir, y finalmente miró en midirección. Me devolvió la mirada solamente durante medio segundo, y todo lo que pudever en sus ojos antes de que los apartara era sorpresa y entonces metió la marcha atrás.Y entonces con un chillido del motor paró de nuevo, a punto de chocar su camionetacontra el coche de Erin Teague sólo por unos dedos.Miró por su retrovisor, su boca permanecía abierta con disgusto. Cuando el otro cochela pasó, comprobó todos los ángulos muertos dos veces y salió de su plaza deaparcamiento con tanto cuidado que me hizo sonreír. Era como si pensara que erapeligrosa para su ruinosa furgoneta.El pensamiento de Bella Swan siendo peligrosa para cualquiera, no importa que ellaestuviera conduciendo, me hizo reír mientras la chica pasaba por mi lado, mirando haciadelante.

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Capítulo 3: EL PRODIGIO

En realidad, no estaba sediento, pero decidí cazar de nuevo esa noche. Un poco deprevención, insuficiente.Carlisle vino; no habíamos estado a solas desde que volví de Denali. Mientras corría através del bosque oscuro, le oí pensando sobre el apresurado adiós de la semana pasada.En su recuerdo, vi las muchas maneras en que mis facciones se habían vuelto fieramentedesesperadas. Sentí su sorpresa y repentina preocupación.“Edward?”“Tengo que irme, Carlisle. Tengo que irme ya.”“Qué ha ocurrido?”“Nada. Todavía. Pero ocurrirá, si me quedo.”Me cogió de mi brazo. Sentí como le había herido cuando aparté su mano.“No lo entiendo.”“Nunca has…ha habido…”Me observé tomar un profundo inspiro, vi la luz salvaje de mis ojos a través de supreocupación.“Alguna vez alguna persona te ha olido mejor que al resto de ellas? Mucho mejor?”“Oh.”Cuando hube sabido que me había entendido, en mi cara se apreció la vergüenza. Seacercó para tocarme, ignorando cuando lo había rechazado, y dejó su mano en mihombro.“Debes de resistir, hijo. Te echaré de menos. Toma, coge mi coche. Es más rápido.”Ahora se estaba preguntando si había hecho lo correcto, enviándome lejos.Preguntándose si me había herido con su falta de confianza.“No,” suspiré rápidamente. “Eso era lo que necesitaba. Podría haber traicionadofácilmente esa confianza, si me hubieras dicho que permaneciera aquí.”“Siento que estés sufriendo, Edward. Pero deberías hacerlo para que puedas mantenerviva a la chica Swan. Incluso si esto significa que debas dejarnos de nuevo.”“Lo sé, lo sé.”“Por qué volviste? Ya sabes como de feliz estoy de que estés aquí, pero si esto esdemasiado difícil…”“No me gustaba sentirme como un cobarde,” lo admito.Ralentizamos el paso – ahora estábamos apenas corriendo a través del oscuro bosque.“Mejor eso que ponerla en peligro. Ella se irá en un año o dos.”“Tienes razón, lo sé.” Al contrarío, pensaba, que sus palabras sólo me hacían tener másganas de permanecer aquí. La chica se iría en un año o dos…Carlisle paró de correr e hizo que yo también me parara; se volvió para examinar miexpresión.No vas a volver a huir, verdad?Sostuve mi cabeza.Es por orgullo, Edward? No hay culpa en –“No, no es el orgullo lo que me mantiene aquí. Ahora no.”Ninguna parte a donde ir?

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Me reí durante un segundo. “No. Eso no me pararía, si pudiera hacerme marcharme.”“Iremos contigo, por supuesto, si eso es lo que necesitas. Sólo tienes que pedírnoslo. Tehas mudado muchas veces por los demás sin quejarte. No te tendríamos esto en cuenta.”Alcé una ceja.Él se rió. “Sí, Rosalie podría, pero te lo debe. En cualquier caso, es mucho mejor si nosmarchamos ya, no se ha hecho ningún daño, que se pueda hacer más tarde, después deque una vida haya terminado.” Todo el humor se fue.Me encogí ante estas palabras.“Sí,” estoy de acuerdo. Mi voz sonó ronca.Pero no te vas a marchar?Suspiré, “Debería.”“Que te mantiene aquí, Edward? No consigo ver…”“No sé si puedo explicarlo.” Incluso para mí, no tiene sentido.Estudió mi expresión durante un largo rato.No, no lo veo. Pero respetaré tu privacidad, si tú lo prefieres.“Gracias. Es generoso de tu parte, viendo como no le doy privacidad a nadie.” Con unaexcepción. Y estaba haciendo que pudiera privarla de eso?Todos tenemos nuestros caprichos. Se rió de nuevo. No?El acababa de alcanzar el olor de un pequeño rebaño de ciervos. Era difícil reunirmucho entusiasmo por eso, incluso bajo las mejores circunstancias, al menos que fueraun aroma apetitoso. Ahora mismo, con el recuerdo de la sangre de la chica en micabeza, el olor me revolvía el estomago.Suspiré, “Vamos,” añadí, sabía que forzarme a más sangre me ayudaría un poquito.Ambos nos preparamos y dejamos el atractivo olor para ponernos silenciosamente enposición.La mañana había enfriado mientras volvíamos. La nieve fundida se había congelado; eracomo si una delgada hoja de cristal hubiera cubierto todo – cada pino, cada frondosohelecho, cada brizna de hierba estaba congelada.Mientras Carlisle se fue a cambiar para su turno en el hospital, yo permanecí por el río,esperando a que amaneciera. Me sentí casi hinchado de la cantidad de sangre que habíaconsumido, pero sabía que la falta actual de sed no significaría nada cuando me sentarajunto a la chica de nuevo.Permanecía congelado e inmóvil como una roca, observando el agua oscura que pasababajo la capa de hielo, atravesándola con la vista.Carlisle tenía razón. Debería dejar Forks. Ellos podrían extender alguna historia paraexplicar mi ausencia. Internado en Europa. Visitando a familiares lejanos. Huida deadolescente. La historia no importaba. Nadie preguntaría mucho.Sería solamente un año o dos, y entonces la chica desaparecería. Continuaría con suvida – tendría una vida para continuarla. Iría a un colegio en cualquier parte,envejecería, empezaría una carrera, quizás se casaría con alguien. Podía imaginarlo –Podía ver la chica vestida completamente de blanco, a un paso mesurado, su brazo en elde su padre.Me sentía extraño, esa imagen me causaba dolor. No podía entenderlo. Estaba celoso,porque tenía un futuro que yo nunca podría tener? Eso no tenía sentido. Cada humanoque me rodeaba tenía el mismo deseo para ellos – una vida – y pocas veces podía dejar

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de envidiarlos.Debería dejarle tener un futuro. Parar de arriesgar su vida. Esa era la manera correcta dehacerlo. Carlisle siempre eligió el camino correcto. Ahora, debería escucharle.El sol salió detrás de las nubes, y la débil luz hizo relucir el cristal congelado.Un día más, decidí. La vería una vez más. Podría manejarlo. Quizás mencionaría mimarcha pendiente, establecer la historia.Iba a ser difícil; podía sentir el peso de la renuencia que ya estaba haciéndome pensar enexcusas para quedarme – para extender la fecha de tope a dos días más, tres,cuatro…Pero haría lo correcto. Sabía que podía confiar en el consejo de Carlisle. Ytambién sabía que era demasiado conflictivo tomar la decisión correcta solo.Demasiado conflictivo. Cuánto de esta renuencia venía de mi obsesiva curiosidad, ycuanto de mi insatisfecho apetito?Fui dentro a cambiarme la ropa para la escuela.Alice estaba esperándome, sentada en el borde del tercer escalón de la escalera.Te marchas de nuevo, me acusó.Suspiré y asentí.No puedo ver donde vas a ir esta vez.“Todavía no sé a donde voy,” susurré.Quiero que te quedes.Negué con la cabeza.Quizás Jazz y yo podríamos ir contigo?“Ellos son los que más te necesitan, si yo no estoy aquí para prevenirlos. Y piensa enEsme. Te llevarías la mitad de su familia de un plumazo?”La vas a poner muy triste.“Lo sé. Ese es el motivo por el que tienes que quedarte.”Eso no es lo mismo como tenerte aquí, y tú lo sabes.“Sí. Pero tengo que hacer lo correcto.”Hay muchas maneras correctas, y muchas maneras equivocadas, verdad?Durante un breve momento tuvo una de sus extrañas visiones; La observé a lo largo desus indistintas imágenes parpadeantes y que daban vueltas. Me vi a mí mismo mezcladoen unas extrañas sombras que no pude descifrar – vagas e imprecisas formas. Yentonces, de repente, mi piel estaba reluciendo bajo el brillo de la luz del sol en unpequeño prado. Era un lugar que yo conocía. Había una figura en el prado conmigo,pero, de nuevo, era indescifrable, no lo suficiente como para reconocerla. Las imágenesse estremecieron y desaparecieron como un millón de pequeñitas piezas reordenadas delfuturo.“No cogí mucho de eso,” le dije cuando la visión se volvió oscura.Yo tampoco. Tu futuro esta cambiando mucho así que no puedo conservarlo mucho.Creo, pensaba…Paró, y hojeó una enorme colección de otras visiones recientes de mí. Todas eraniguales – borrosas y vagas.“Creo que algo está cambiando,” dijo en voz alta. “Tu vida parece estar en unaencrucijada.”Me reí sombríamente. “Te das cuenta de que ahora suenas como un gitano fraudulentoen un carnaval, verdad?”

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Me sacó su pequeña lengua.“Hoy esta todo bien, no?” Le pregunté, mi voz sonaba abruptamente aprensiva.“No te veo matando a nadie hoy,” me aseguró.“Gracias, Alice.”“Ve a cambiarte. No diré nada – te dejaré decírselo a los otros cuando estés listo.”Se levantó y se precipitó escaleras abajo, sus hombros estaban ligeramente encorvados.Te echaré de menos. De verdad.Sí, yo también la echaría de menos.Fue un trayecto a la escuela en silencio. Jasper sabía que Alice estaba enfadada poralgo, pero él sabía que si ella quería hablar sobre eso, ya lo habría hecho. Emmett yRosalie eran inconscientes, teniendo otros de sus momentos, mirándose el uno al otrocon maravilla – a veces era asqueroso verlos desde fuera. Todos estábamos bastanteenterados de cómo se amaban desesperadamente. O quizás era sólo un poco más amargopara mí porque era el único que estaba solo. Algunos días era más duro que otros alvivir con tres packs de perfectos enamorados. Éste era uno de ellos.Quizás ellos serían más felices sin tenerme colgando alrededor de ellos, de mal humor yagresivo como un viejo que debería ser ahora.Por supuesto, la primera cosa que hice cuando llegamos a la escuela fue buscar a lachica. Solamente preparándome de nuevo.Cierto.Estaba avergonzado de cómo mi mundo había cambiado de repente, parecía estar vacíode todo, pero ella – toda mi existencia se centraba alrededor de la chica, a pesar de queno lo hacía sobre mi.Era suficientemente fácil de entender, pensé, de verdad; después de ochenta añoshaciendo lo mismo cada día y cada noche, ningún cambio llegó a ser un tema deabsorción.Todavía no había llegado, pero pude oír el ensordecedor ruido de su camioneta en ladistancia. Me apoyé contra el lado del coche para esperar. Alice permaneció junto a mí,mientras los otros se dirigían derechos a clase. Estaban cansados de mi fijación – eraincomprensible para ellos como un humano pudiera tenerme tan interesado durantetanto tiempo, no importaba lo deliciosamente bien que oliera.La chica entró lentamente conduciendo en mi punto de visión, sus ojos atentos a lacarretera y sus manos ligeramente sobre el volante. Parecía ansiosa por algo. Me llevóun segundo comprender que era, al darme cuenta de que todos los humanos llevaban lamisma expresión hoy. Ah, la carretera estaba cubierta de hielo, y todos estabanintentando conducir cuidadosamente. Pude ver como ella tenía en cuenta el riesgo.Eso me afirmaba lo poco que la conocía. Lo añadí a mi pequeña lista; era una personaseria, una persona responsable.Aparcó no muy lejos de mí, pero no se había dado cuenta de que estaba allí todavía,observándola. Me preguntaba que haría cuando lo hiciera? Ruborizarse e irse?Ese fue mi primera suposición. Aunque puede que me devolviera la mirada. Quizásvendría a hablarme.Tomé una profunda bocanada de aire, llenando mis pulmones esperanzadoramente, sólopor si acaso.Salió de su furgoneta con cuidado, probando la capa del suelo antes de poner su peso

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sobre ella. No miró hacía adelante, y eso me frustró. Quizás iría a hablarle…No, eso estaría mal.En lugar de volverse hacia el instituto, ella se fue a la parte trasera de su camioneta,apoyándose en ella de una manera graciosa, sin confiar en sus pisadas. Esto me hizosonreír, y sentí los ojos de Alice en mi cara. No escuché lo que sea que estaba pensando– me estaba divirtiendo mucho más observando a la chica comprobar las cadenas para lanieve. En realidad, parecía en peligro de caerse, por la manera en la que sus pies sedeslizaban. Nadie más estaba teniendo problemas – había aparcado en la peor parte delhielo?Se paró ahí, con la mirada baja y con una extraña expresión en su cara. Era…ternura?Como si algo sobre las ruedas la estuviera…emocionando?Otra vez, la curiosidad tanto como la sed. Era como si tuviera que saber que estabapensando – como si nada más importara.Iré a hablarle. Parecía como si no pudiera usar una mano de ninguna manera, al menoshasta que estuviera fuera de la capa de cemento. Por supuesto, no podría ofrecerle eso,podría? Dudé, destrozado. Tan adverso como ella parecía estar nevando, difícilmenteella llegaría a tocar mi fría y blanca mano. Debería haber llevado guantes –“NO!” Gritó Alice en voz alta.Inmediatamente, recorrí sus pensamientos, adivinando al principio que habría hecho unapenosa elección y me estaba viendo hacer algo inexcusable. Pero no tenía nada que verconmigo.Tyler Crowley había decidido entrar en el parking con demasiada velocidad. Suelección le enviaría patinando a través de la capa de hielo…La visión llegó sólo medio segundo antes de la realidad. La furgoneta de Tyler atravesóla esquina mientras yo estaba todavía observando el desenlace que había ocasionado elgrito a través de los labios de Alice.No, esta visión no tiene nada que ver conmigo, y ahora tiene que ver en todo conmigo,porque la furgoneta de Tyler – las ruedas van directamente hacia el peor ángulo posible– va dando vueltas de campana para aplastar a la chica que a llegado a ser sin invitaciónel punto principal de mi mundo.Incluso sin la visión de Alice, habría sido suficientemente simple leer la trayectoria delvehículo, fuera de control de Tyler.La chica, permanecía exactamente en el lugar erróneo detrás de su furgoneta, con lavista levantada, aturdida por el sonido del chirriar de las ruedas. Miró directamentedentro de mis aterrados – ojos, y entonces se volvió para ver como su muerte seaproximaba.Ella no! Las palabras gritaron en mi cabeza como si les pertenecieran a alguien más.Todavía mirando en los pensamientos de Alice, vi la visión cambiar repentinamente,pero no había tiempo de ver en que se convertía.Me lancé a través de todo, poniéndome entre la descontrolada furgoneta y la chicacongelada. Me moví tan rápido que todo era una raya borrosa exceptuando el objeto demi atención. Ella no me vio – los ojos humanos no podrían haber seguido mi vuelo -todavía observando la máquina pesada que se le venía encima de su cuerpo.La cogí alrededor de la cintura, moviéndola con demasiada urgencia para ser tan suavecomo ella necesitaría que fuera. En la milésima de un segundo entre el tiempo que había

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tirado de su ligero cuerpo fuera del sendero de la muerte y el tiempo que choqué contrael suelo con ella en mis brazos, estaba completamente preocupado, por su frágil cuerpo.Cuando oí como su cabeza chocaba contra el suelo, sentí como si me hubiera congelado.Pero ni siquiera tenía un segundo completo para comprobar su estado. Oí la camionetadetrás de nosotros, chirriando como si diera vueltas alrededor del robusto metal de lacamioneta de la chica. Estaba cambiando el curso, volvía hacía ella otra vez – como unimán, poniéndola detrás de nosotros.Una palabra que nunca había dicho antes delante de la presencia de una señorita salió deentre mis apretados dientes.Había hecho demasiado. Como atravesar el aire para ponerla fuera de peligro, eracompletamente consciente del error que estaba cometiendo. Sabiendo que era un errorno detenerme, pero no era inconsciente del riesgo que estaba tomando – tomando, nosólo para mí, sino para toda mi familia.Exponernos.Y esto ciertamente no iba a ayudarnos, pero no había otro modo que me permitieradetener la camioneta en segundos que le quitarían su vida.La dejé y saqué mis brazos de ella, deteniendo la camioneta antes de que pudieraalcanzarla. La fuerza de la camioneta me hizo arrojarla junto a su camioneta aparcada,pude sentir el armazón torcerse detrás de mis hombros. La camioneta se estremeció ytembló contra mis brazos, la rueda de atrás de la camioneta iba a caer sobre sus piernas.Oh, por el amor de Dios, nunca terminarían las catástrofes? Podía salir algo más mal?Podría sentarme aquí, sosteniendo la camioneta en el aire, y esperar por el rescate. Opodría lanzar la camioneta lejos – también había que considerar al conductor, suspensamientos eran incoherentes por el pánico.Con un quejido interno, empujé la camioneta como si apartara una roca de nosotrosdurante un instante. Mientras caía junto a mí, La sostuve con mi mano derecha bajo elarmazón y mientras puse mis piernas alrededor de la cintura de la chica y la saqué dedebajo de la camioneta, acercándola hacia mi lado. Su cuerpo se movió débilmentemientras le daba la vuelta para que sus piernas estuviesen libres – estaba inconsciente?Cuanto daño le había causado en mi improvisado rescate?Dejé caer la camioneta, ya que no podría herirla. Chocó contra el cemento, todas lasventanas se hicieron añicos a la vez.Sabía que estaba en medio de una crisis. Cuánto había visto? Había algún otro testigoque hubiera visto materializarme a su lado y después hacer juegos malabares con lacamioneta mientras intentaba sacarla de debajo de ella? Esas preguntas deberían ser mimayor preocupación.Pero estaba demasiado inquieto para preocuparme de la amenaza de estar expuestocomo debería. Demasiado aterrorizado de que podría haberla herido en mi esfuerzo deprotegerla. Demasiado asustado para tenerla cerca de mí, sabiendo que podría olerla sime permitía inhalar. Demasiado preocupado por el calor de su suave cuerpo,presionando el mío – incluso atravesando el obstáculo de nuestras chaquetas, podíasentir ese calor…El primer miedo fue el más grande. Mientras los gritos de la gente se oían alrededor denosotros, me incliné para examinarle la cara, para ver si estaba consciente – esperandocon fuerza de que no estuviese sangrando.

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Sus ojos estaban abiertos, en shock.“Bella?” pregunté rápidamente. Cómo estás?”“Estoy bien.” Dijo las palabras automáticamente al escuchar mi voz.Me alivié, era tan exquisito que estaba cerca de sentir dolor, el sonido de su voz mearrastraba. Inspiré a través de mis dientes, y no me importó que éste vinieraacompañado del quemazón de mi garganta. Casi me alegré.Intentó incorporarse, pero se percató de que no estaba listo para dejarla. Sentía algocomo…seguridad? Mejor, al menos, que arroparla a mi lado.“Ve con cuidado,” le advertí. “Creo que te has dado un buen porrazo en la cabeza.”No había olor de sangre fresca – por suerte, - pero eso no excluía daño interno. Estabaansioso por llevarla junto a Carlisle y con un completo equipo de radiología.“Ay!” dijo, su tono era de sorpresa al ver que tenía razón sobre su cabeza.“Tal y como pensaba…” El alivio que me produjo me hizo sonreír, casi marearme.“Cómo demo…? Su voz se desvaneció, y sus párpados revolotearon. “Cómo llegastetan rápido?”El alivio desapareció, la sonrisa se desvaneció. Se había dado demasiada cuenta.Parecía que la apariencia de la chica estaba siendo amable, la ansiedad por mi familiaestaba aumentando.“Estaba a tu lado, Bella.” Sabía por experiencia que si estaba muy seguro de mi mismomientras mentía, no haría ninguna pregunta menos segura que la verdad.Quiso incorporarse otra vez, y esta vez se lo permití. Necesitaba respirar mientrasllevaba a cabo mi actuación correctamente. Necesitaba alejarme de su sangre calientepara que no se juntara con su perfume y me aplastara con él. Me aleje de ella, tan lejoscomo me fue posible en el pequeño espacio que había entre los restos de los vehículos.Me contempló, y yo le devolví la mirada. Quitar la mirada era el primer error que podíacometer un mentiroso incompetente, y yo no lo era. Mi expresión era tranquila, afable…Esto parecía confundirla. Eso era bueno.La escena del accidente estaba rodeada. La mayoría de los estudiantes, niños, seescudriñaban y empujaban a través de gritos para ver si se veía algún cuerpo mutilado.Había gritos y gran cantidad de pensamientos llenos de conmoción. Comprobé lospensamientos una vez más para asegurarme de que todavía no había ninguna sospecha,y entonces me dí la vuelta y sólo me concentré en la chica.Estaba distraída por la confusión. Miraba alrededor, su expresión todavía estabaaturdida, e intentó ponerse en pie.Puse mi mano ligeramente sobre su hombro para detenerla.“Quédate ahí por ahora.” Parecía que estaba bien, pero debería mover su cuello? Denuevo, deseaba que estuviera Carlisle. Mis años de estudio de medicina teórica nollegaban a sus años de medicina práctica.“Pero hace frío,” se quejó.Había estado apunto de morir en dos ocasiones y herida una más y era el frío lo que lepreocupaba. Una sonrisa atravesó mis dientes antes de que pudiera recordar que lasituación no era divertida.Bella parpadeó, y entonces sus ojos se centraron en mi cara. “Estabas allí, lejos.”Me puse serio de nuevo.Estaba mirando a lo lejos, pensaba que no había nada que ver excepto el estrujado lado

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de la camioneta. “Te encontrabas al lado de tu coche.”“No, no es cierto.”“Te vi,” insistió; su voz era como el de una niña cuando esta siendo testaruda.“Bella, estaba contigo, a tu lado, y te quité de en medio.”Observé sus ojos profundamente, intentando que aceptara mi versión – la única versiónracional que había.“No.” Dijo con firmeza.Intenté permanecer calmado, sin que me entrara el pánico. Si solamente pudieramantenerla callada durante unos momentos, para darme la oportunidad de destruir lasevidencias…y eliminar la historia que le revelaba su injuiciosa cabeza.No debería ser fácil mantenerla en silencio, una chica tan reservada? Si sólo confiara enmí, durante sólo un rato…“Por favor, Bella,” dije, y mi voz sonó demasiado intensa, porque de repente quería queconfiara en mí. Lo quería gravemente, y no solamente respecto al accidente. Unestúpido deseo. Qué sentido haría que confiara en mí?“Por qué? Inquirió, todavía a la defensiva.“Confía en mí,” le rogué.“Prometes explicármelo todo después?”Me enfadé por tener que mentirle de nuevo, cuando lo que más deseaba era que dealguna manera pudiera merecer su confianza. Así que, cuando le respondí, fue unaréplica.“Muy bien.”“Muy bien.” Repitió en el mismo tono.Mientras el rescate empezaba a rodearnos – los adultos llegando, las autoridadesllamadas, las sirenas en la distancia, intenté ignorar a la chica y puse mis prioridades enel orden correcto. Buscaba alrededor de cada mente, los testigos y los que vinierondespués, pero no pude encontrar nada peligroso. Muchos estaban sorprendidos de vermejunto a Bella, pero todos llegaban a la conclusión – ya que no había otra posibleconclusión. Que no se habían dado cuenta de que estaba junto a la chica antes delaccidente.Ella fue la única que no aceptó la explicación fácilmente, pero sería considerada almenos un testigo de confianza. Había estado aterrorizada, traumatizada, por nomencionar el golpe en la cabeza. Posiblemente en shock. Sería aceptable que estuvieraconfundida con la historia, verdad? Nadie le daría mucho crédito como otrosespectadores…Me encogí cuando alcancé los pensamientos de Rosalie, Jasper y Emmett, que acabande llegar al escenario. Habrán demonios, que pagarán por esto esta noche.Quería disimular la forma que habían producido mis hombros sobre el hierro contra lacamioneta, pero la chica estaba demasiado cerca, tendría que esperar hasta que sedistrajera.Era frustrante esperar – habían demasiados ojos en mí – mientras los humanos luchabancon la camioneta para apartarla de nosotros. Podría haberles ayudado, sólo para acelerarel proceso, pero ya estaba metido en demasiados problemas y la chica había afilado losojos. Finalmente, consiguieron mover la camioneta lo suficientemente lejos para que losEMTs nos sacaran de allí con sus camillas.

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Una familiar y lloriqueante cara me evaluó.“Hey, Edward,” dijo Brett Warner. Era un enfermero registrado, le conocía bien delhospital. Era un golpe de suerte – el único de hoy – que él fuera el primero en vernos.En sus pensamientos, él notaba que estaba alerta y calmado. “Estas bien, chico?”“Perfecto, Brett. Nada me ha tocado. Pero estoy preocupado por Bella, podría tener unacontusión. Se golpeó la cabeza cuando la aparté de en medio…”Brett centró su atención en la chica, quién me penetró con una mirada llena de furia ytraición. Oh, eso estaba bien. Ella era una mártir silenciosa – prefería sufrir en silencio.Ella no me contradijo la historia inmediatamente, pensé, y me hizo sentir mejor.Al siguiente EMT intenté insistirle en que me permitiera tratarme a mi mismo, y no fuedemasiado difícil disuadirle. Le prometí que dejaría a mi padre examinarme, y me dejóirme.Con la mayoría de los humanos, hablando tranquilamente me aseguraba todo lo quenecesitaba. La mayoría de los humanos, pero no esta chica, por supuesto. Se aseguraríaella de seguir los esquemas acordados?Mientras le ponían un collarín – su cara se volvió roja y llena de vergüenza – usé elmomento de distracción para arreglar rápidamente la forma de la abolladura de lacamioneta con mi pie. Sólo mi hermano se dio cuenta de lo que estaba haciendo y oí lapromesa mental de Emmett de encargarse de cualquier cosa que me hubiera perdido.Gracias a su ayuda – y más agradecido a que Emmett, al menos, ya me hubieraperdonado mi peligrosa elección – estaba más relajado mientras subía al asientodelantero de la ambulancia junto a Brett.El jefe de policía llegó antes de que ellos hubieran metido a Bella dentro de laambulancia.Pensaba que los pensamientos del padre de Bella eran palabras pasajeras, el pánico y lapreocupación emanaban fuera de la mente del hombre sobre el resto de pensamientos enlas proximidades. Palabras mudas, de ansiedad y culpa, una gran oleada de ambas,salían de él mientras veía su única hija en la camilla. Salí de su cabeza, repitiéndomecuando Alice me había advertido de que matando a la hija de Charlie Swan le mataría aél, también, ella no había estado exagerando.Mi cabeza se inclinó llena de culpa cuando escuché su voz llena de pánico.“Bella!” gritó.“Estoy perfectamente, Char…papá.” Suspiró. “No me pasa nada.”No fue hasta que le oí hablar, formando perfectamente frases coherentes que desafiabansu pánico, cuando me dí cuenta de que su ansiedad y preocupación no eran palabrasmudas. Yo solamente…no podía oír sus palabras exactas.Hmm. Charlie Swan no era tan silencioso como su hija, pero pude ver de donde lo habíaheredado ella. Interesante.Nunca había pasado mucho tiempo cerca del jefe de policía del pueblo. Siempre lehabía tomado como un hombre de lentos pensamientos – ahora me daba cuenta de queyo era el lento. Sus pensamientos estaban particularmente ocultos, no ausentes. Sólopodía descifrar el tenor, el tono de ellos…Quería escuchar más profundamente, para ver si podía encontrarlo aquí, la llave delpuzzle para abrir los secretos de la chica. Pero Bella fue metida en la ambulancia, y paraese entonces, la ambulancia ya estaba de camino.

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Era difícil alejarme de esta posible solución al misterio que me había obsesionado. Peroahora tenía que pensar – mirar que había hecho hoy desde cada ángulo. Tenía queescuchar, asegurarme de que no había puesto a todos en demasiado peligro que tuvieraque hacernos marchar inmediatamente. Tenía que concentrarme.No había nada en los pensamientos de los EMTs que me preocuparan. Tan lejos comoellos pudieran decir, no había nada preocupante con la chica. Y Bella estaba ateniéndosea la historia que le había proporcionado, así de lejos.La primera prioridad, cuando llegué al hospital, fue ver a Carlisle. Tenía prisa poratravesar las puertas automáticas, pero era totalmente incapaz de olvidar de echarle aBella un vistazo; seguía con un ojo puesto en los pensamientos de los paramédicos.Era fácil encontrar la mente familiar de mi padre. Estaba en su pequeña oficina,completamente solo – el segundo golpe de suerte en este desafortunado día.“Carlisle.”Oyó mi aproximación, y se alarmó tan pronto como vio mi cara. Saltó sobre sus pies, sucara estaba pálida. Se apartó con esmero de su organizado escritorio de nogal.Edward – tu no-“No, no, no es eso.”Inhaló una gran bocanada de aire. Por supuesto que no. Siento, haber pensado eso. Tusojos, por supuesto, debería haberlo sabido… Notó mis todavía dorados ojos con alivio.“Ella esta herida, Carlisle, probablemente no es serio, pero-““Que ha ocurrido?”“Un estúpido accidente de coche. Estaba en el lugar equivocado en el momentoequivocado. Pero no pude quedarme parado allí – dejando que la atropellara-“Vuelve a empezar, no lo entiendo. Cómo te envolviste?“Una camioneta patinó por el hielo,” susurré. Observaba la pared de detrás de élmientras hablaba. En vez de una multitud de diplomas enmarcados, él tenía un simpleretrato – uno de sus favoritos, un desconocido Hassam. “Ella estaba en medio. Alice lovio venir, pero no había tiempo de hacer nada, sólo correr y apartala de en medio. Nadiese dio cuenta…excepto ella. Tuve que parar la camioneta, también, pero de nuevo,nadie lo vio…además de ella. Yo…lo siento Carlisle. No fue mi intención ponernos enpeligro.”Rodeó el escritorio y puso su mano en mi hombre.Hiciste lo correcto. Y no ha debido de ser fácil para ti. Estoy orgulloso de ti, Edward.Entonces pude mirarle a los ojos. “Ella sabe que hay algo…malo en mí.”“Eso no importa. Si tenemos que marcharnos, nos marcharemos. Qué ha dicho?”Sacudí mi cabeza, un poco frustrado. “Todavía nada.”Todavía?“Ella aceptó mi versión – pero está esperando una explicación.”Frunció el entrecejo, meditándolo.“Se golpeó la cabeza – bueno, yo lo hice,” continué rápidamente. “Se golpeó contra elsuelo bastante fuerte. Parece que esta bien, pero… no creo que esto vaya adesacreditarla.”Carlisle oyó la distancia en mi voz. Quizás no sea necesario. Vamos a ver que ocurre,vale? Parece ser que tengo un paciente que examinar.“Por favor,” dije. “Estoy preocupado de que la haya herido.”

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La expresión de Carlisle se iluminó. Se alisó su rubio pelo – sólo un poquito másbrillante que sus ojos dorados – y se rió.Esta siendo un día interesante para ti, no? En su mente pude ver la ironía, y que eradivertido, al menos para él. Completamente cambiados los papeles. De alguna manera,durante un corto y desconsiderado segundo, cuando había recorrido el hielo. Me habíatransformado de un asesino a un protector.Me reí con él, recordando lo seguro que había estado de que Bella nunca necesitaríaprotegerse de nada más que de mí. Había un límite para mi risa, porque con furgoneta osin ella, eso era completamente cierto.Esperé sólo en la oficina de Carlisle – una de las más largas horas de toda mi vida –escuchando los pensamientos de todo el hospital.Tyler Crowley, el conductor de la camioneta, parecía estar peor herido que Bella, y laatención era para él, mientras ella esperaba su turno para ser radiografiada. Carlisle semantenía en el fondo, comprobando el diagnostico de la resonancia por la que la chicasólo ligeramente había sido perjudicada. Esto me hizo ponerme ansioso, pero sabía quetenía razón. Una mirada a su cara y me acordaría de ella inmediatamente, de el hecho deque no había nada malo sobre mi familia, y eso podría ser que ella estuviera hablando.Ella, ciertamente, tenía un complaciente compañero con el que conversar. Tyler estabaconsumido por la culpa, sobre el hecho de que casi la había matado, y no parecía podercallarse sobre eso. Pude ver la expresión de ella a través de sus ojos, y era claro quedeseaba que parase. Como no podía él verlo?Hubo un momento tenso para mí cuando Tyler le preguntó de que como había escapadode allí.Esperé, sin respirar, mientras ella dudaba.“Um…” le oyó decir. Entonces ella se detuvo durante un largo rato, en el que Tylerllegó a preguntarse si la pregunta la había confundido. Finalmente, ella continuó.“Edward me apartó de en medio.”Espiré. Y entonces mi respiración se aceleró. No le había oído decir mi nombre antes.Me gustaba la manera en que sonaba – incluso sólo oyéndola a través de lospensamientos de Tyler. Lo quería oír por mí mismo…“Edward Cullen”, dijo ella, cuando Tyler no sabía de a quien se refería. Me encontré emi mismo en la puerta, con mi mano en el pomo. El deseo de verla se estaba haciendomás fuerte. Tenía que recordarme a mí mismo que tenía que tener cuidado.“Estaba a mi lado.”“Cullen?” Huh. Que raro. “No lo vi.” Podría haber jurado… “Wow, todo ocurrió muydeprisa, eso creo. Está bien?”“Supongo que sí. Anda por aquí cerca, pero a él no le obligaron a utilizar una camilla.”Vi su pensativa mirada en su cara, la sospecha en sus ojos, pero esos pequeños cambiosen su expresión no fueron apreciados por Tyler.Es guapa, estaba pensando Tyler, casi sorprendido. Incluso toda estropeada. No es mitipo habitual, todavía… Debería salir con ella. Hacer las paces por lo de hoy…Estaba en la sala común, cuando, a medio camino de la sala de urgencias, sin pensar nidurante un segundo sobre lo que estaba haciendo. Afortunadamente, la enfermera entróen la habitación antes de que pudiera – era el turno de la radiografía de Bella. Permanecícontra la pared en la oscuridad en un rincón de la esquina, y me controlaba mientras ella

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era llevada a la prueba.No me importaba que Tyler pensase que era guapa. Cualquiera podría darse cuenta deeso. No había razón para sentirme…como me sentía? Disgustado? O estaba la palabraenfadado más cercano a la verdad? Eso no tenía nada de sentido.Permanecí en el mismo sitio durante tanto tiempo como pude, pero la impaciencia meganó y me llevó a la habitación de radiología. Ya había sido devuelta a Urgencias, peropuede que echase una ojeada a su radiografía mientras la enfermera la llevaba de vuelta.Me sentí más calmado cuando lo hice. Su cabeza estaba bien. No la había herido, enrealidad no.Carlisle me alcanzó allí.Tienes mejor aspecto, comentó.Yo sólo miré hacia delante. No estábamos solos, la sala estaba llena de auxiliares yvisitantes.Ah, sí. Estudió su radiografía en la pizarra eléctrica, sin necesitar echar un segundovistazo. Ya veo. Está absolutamente perfecta. Bien hecho, Edward.El sonido de la aprobación de mi padre me creo una doble reacción. Habría estadoagradecido, excepto que sabía que él no aprobaría lo que iba a hacer ahora. Al menos,no lo aprobaría si supiera mis motivos verdaderos…“Creo que voy a ir a hablar con ella – antes de que te vea,” murmure bajo mirespiración. “Actúa natural, como si nada hubiera pasado. Arreglar las cosas.” Todas lasrazones son aceptables.Carlisle asintió ausente, todavía mirando la radiografía. “Buena idea. Hmm.”Vi en lo que estaba interesado.Mira todas las contusiones de su cabeza! Cuantas veces se le cayó a su madre?Carlisle se rió por la broma.“Estoy empezando a pensar que la chica sólo tiene mala suerte. Siempre en el lugarequivocado en el momento equivocado.”Forks es ciertamente el peor sitio para ella, contigo aquí.Me encogí.Adelante. Arregla las cosas. Me uniré a ti en un momento.Me fui tan rápido como pude, sintiendo la culpa. Quizás era demasiado bueno comomentiroso, si podía engañar a Carlisle.Cuando llegué a Urgencias, Tyler estaba murmurando, todavía disculpándose. La chicaestaba intentando escapar de sus remordimientos haciéndose la dormida. Sus ojosestaban cerrados, pero su respiración no era uniforme, y antes y ahora sus dedos semovían impacientemente.Observé su cara durante un largo rato. Era la última vez que la vería. Ese hecho meproducía un agudo dolor en mi pecho. Era por que odiaba dejar el puzzle sin resolver?Eso no parecía suficientemente bueno para una explicación.Finalmente, tomé una profunda bocanada de aire y me puse a la vista.Cuando Tyler me vio, empezó a hablar, pero puse un dedo en mis labios.“Está durmiendo?” murmuré.Los ojos de Bella se abrieron y se centraron en mi cara. Estuvieron abiertoscompletamente momentáneamente, y entonces se estrecharon en enfado o sospecha.Recordaba que papel tenía que llevar a cabo, así que le sonreí como si nada raro hubiera

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pasado esta mañana – exceptuando un golpe en su cabeza y unas pocas imaginaciones.“Oye, Edward,” dijo Tyler. “Lo siento mucho-“Alcé la mano para hacerle callar. “No hay culpa sin sangre,” dije irónicamente. Sinpensar, sonreí dejando entrever mis dientes como si fuera una broma privada.Era increíblemente fácil ignorar a Tyler, permaneciendo a no más de cuatro pies de mí,cubierto de sangre fresca. Nunca había comprendido como Carlisle podía hacerlo –ignorar la sangre de sus pacientes para tratarlos. No serían las tentaciones constantesuna distracción, demasiado peligrosa…? Pero, ahora…Pude ver como, si estabascentrado en alguien más fuerte, la tentación no significaba nada.Incluso la sangre fresca y expuesta, la sangre de Tyler no tenía nada que ver con la deBella.Mantuve la distancia con ella, sentándome a los pies de cama de Tyler.“Bueno, cuál es el diagnóstico?” le pregunté.Su labio inferior sobresalió un poquito. “No me pasa nada, pero no me dejanmarcharme. Por qué no te han atado a una camilla como a nosotros?”Su impaciencia me hizo sonreír de nuevo.Ahora pude oír a Carlisle en la sala.“Todo depende de a quién conoces,” dije ligeramente. “Pero no te preocupes, voy aliberarte.”Observé su reacción con cuidado mientras mi padre entraba en la habitación. Los ojosde ella se abrieron más y se quedo boquiabierta por la sorpresa. Me quejé interiormente.Sí, ella se había dado cuenta del parecido.“Bueno, señorita Swan, cómo se encuentra?” Preguntó Carlisle. Él tenía unasmaravillosas y tranquilizantes maneras de poner a la mayoría de los pacientes cómodos.No podía decir como le afectaba a Bella.“Estoy bien,” dijo rápidamente.Carlisle se dirigió hacia la mesa de la luz vertical de la pared y la encendió. “Lasradiografías son buenas. Le duele la cabeza? Edward me ha dicho que se dio un golpebastante fuerte.”Suspiró, y dijo, “estoy bien,” de nuevo, pero esta vez la impaciencia salió de su voz.Mientras me miraba con el ceño fruncido.Carlisle se acercó a ella y le examinó la cabeza con sus dedos gentilmente hasta queencontró el chichón bajo su pelo.Capté una ola de emociones que me atravesó.Había visto a Carlisle trabajar con humanos miles de veces. Hace años, incluso le habíaasistido informalmente – pensando sólo en situaciones donde la sangre no estabaenvuelta. Asíque no era nuevo para mí, observarle relacionándose con la chica como siél fuera tan humano como ella. Había envidiado su autocontrol muchas veces, pero noera igual con esta emoción. Envidiaba más que su autocontrol. Me dolía la diferenciaentre Carlisle y yo – que él pudiera tocarla tan suavemente, sin miedo, sabiendo que elnunca le haría daño…Se encogió, y yo me revolví en mi sitio. Me tuve que concentrar durante un momentopara mantener la postura relajada.“Le duele?” Preguntó Carlisle.Su barbilla se sacudió una fracción. “No, mucho,” dijo.

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Otra pequeña pieza de su personalidad salió: era valiente. No le gustaba mostrar ladebilidad.Posiblemente la criatura más vulnerable que nunca había visto, y no quería parecerdébil. Una débil sonrisa atravesó mis labios.“De acuerdo,” dijo Carlisle. “Su padre se encuentra en la sala de espera – se puede ir acasa con él. Pero debe regresar rápidamente si siente mareos o algún trastorno devisión.”Su padre estaba aquí? Barrí a través de los pensamientos de la abarrotada sala de espera,pero no pude encontrar su voz mental en el grupo antes de que ella hablara de nuevo, sucara estaba ansiosa.“No puedo ir a la escuela?”“Hoy debería tomarse las cosas con calma,” sugirió Carlisle.Sus ojos se volvieron hacia mí. “Puede él ir a la escuela?”Actúa normal, arregla las cosas…ignora la forma en que te sientes cuando me mira a losojos…“Alguien ha de darles la buena noticia de que hemos sobrevivido,” dije.“En realidad,” corrigió Carlisle, “parece que la mayoría de los estudiantes están en lasala de espera.”Esta vez me anticipé a su reacción – su aversión a la atención. Ella no me decepcionó.“Oh no,” gimió, cubriéndose el rostro con las manos.Estaba encantado de que finalmente hubiera tenido razón. Estaba empezando aentenderla…“Quiere quedarse aquí?” Preguntó Carlisle.“No, no!” dijo rápidamente, sacando sus piernas por el borde de la camilla y poniendosus pies en el suelo. Se tambaleó, y cayó en los brazos de Carlisle. Que la cogiófirmemente.De nuevo, la envidia me atravesó.“Me encuentro bien,” dijo antes de que el pudiera decir algo, mientras sus mejillas sevolvían rosadas.Por supuesto, eso no le molestaría a Carlisle. Se aseguro de que se sostenía, y la soltó.“Tome unas pastillas de Tylenol contra el dolor,” sugirió.“No me duele mucho.”Carlisle sonrió mientras él firmaba su informe. “Parece que ha tenido muchísimasuerte.”Volvió su cara ligeramente, para observarme con dureza. “La suerte fue que Edwardestuviera a mi lado.”“Ah, sí, bueno,” agregó Carlisle rápidamente, oyendo el mismo tono en su voz que yohabía oído. Ella no había tomado su sospecha como parte de su imaginación. Notodavía.Toda tuya, pensó Carlisle. Encárgate como mejor creas conveniente.“Muchas gracias,” susurré rápidamente. Ningún humano me oyó.En los labios de Carlisle llegó a aparecer un poquito de mi sarcasmo mientras se volvíaa Tyler. “Lamento decirle que usted se va a tener que quedar con nosotros un poquitomás.” Dijo mientras empezaba a examinarle sus heridas.Bien, empezaría con la confusión, era justo que yo tuviera que hacerlo.

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Bella se acercó deliberativamente hacia mí, sin pararse hasta que estuvieraincómodamente cerca. Recordé como lo había esperado, antes de todo el caos, que seaproximara a mi…Esto era una burla de ese deseo.“Puedo hablar contigo un momento?” me murmuró muy bajo.El calor de su respiración me rozó la cara y tuve que dar un paso atrás. Su solicitud nose había desvanecido ni un poquito. Cada vez que estaba cerca de mí, sacaba todos mispeores, y más urgentes instintos. El veneno salía de mi boca y mi cuerpo suspiraba poratacar – arrancarla hacia mis brazos y aplastar su garganta contra mis dientes…Mi mente era más fuerte que mi cuerpo, pero sólo un momento.“Tu padre te espera,” le recordé, mi mandíbula se apretó ligeramente.Miró a Carlisle y a Tyler. Tyler no nos estaba prestando ninguna atención, pero Carlisleestaba monitorizando cada respiración mía.Cuidado, Edward.“Quiero hablar contigo a solas, si no te importa,” me insistió en voz baja.Quería decirle que me importaba mucho, pero sabía que tendría que hacerlo algún día.Podría llevarlo bien.Estaba lleno de tantas emociones que se contradecían mientras me iba de la habitación,escuchando sus pasos detrás de mí, intentando seguirme.Sabía que tenía que llevar a cabo un show, Sabía el papel a jugar – tenía el personajebajo control: sería el villano. Le mentiría y la ridiculizaría, sería cruel.Fui contra la pared con mis mejores intenciones – las intenciones humanas que yo habíaconseguido durante todos estos años. Nunca había querido que confiaran en mí tantocomo en este momento, cuando tenía que destruir toda esta posibilidad.Esto me hizo sentir peor al saber que sería el último recuerdo que tendría de mí. Estaseria mi escena de adiós.Me volví hacia ella.“Que quieres?” pregunté fríamente.Se encogió ligeramente ante mi hostilidad. Sus ojos palidecieron, la expresión que mehabía obsesionado…“Me debes una explicación,” dijo en voz baja; el tono de su cara palideció.Me era muy difícil mantener mi voz dura. “Te salvé la vida – no te debo nada.”Retrocedió – me dolió como si el ácido me quemara al ver como mis palabras la herían.“Me lo prometiste,” susurró.“Bella , te diste un fuerte golpe en la cabeza, no sabes de qué hablas.”Entonces me miró desafiante. “No me pasa nada en la cabeza.”Ahora estaba enfadada, y eso me lo hizo más fácil. Me encontré con su mirada,poniendo mi cara más antipática.“Qué quieres de mi, Bella?”“Quiero saber la verdad. Quiero saber por qué miento por ti.”Sólo quería ser justa – me frustraba tener que negárselo.“Qué crees que pasó?” Pregunté bruscamente.Sus palabras salieron atropelladamente. “Todo lo que sé es que no estabas cerca de mí,en absoluto, y Tyler tampoco te vio, de modo que no me vengas con eso de que me hedado un golpe muy fuerte en la cabeza. La furgoneta iba a matarnos, pero no lo hizo.Tus manos dejaron abolladuras tanto en la carrocería de la furgoneta como en el coche

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marrón, pero has salido ileso. Y luego la sujetaste cuando me iba a aplastar las piernas,pero tú la estabas sosteniendo…” De repente, rechinó sus dientes y sus ojos se lellenaron de lagrimas.La observé, mi expresión burlona, pensando cuan temeroso me sentía; ella lo había vistotodo.“Crees que aparté a pulso una furgoneta?” Le pregunté sarcásticamente.Asintió con la cabeza.Mi voz contenía una nota de burla. “Nadie te va a creer, y lo sabes.”Hizo un esfuerzo por mantener su furia. Cuando me respondió, pronunció cada palabralentamente. “No se lo voy a decir a nadie.”Lo decía en serio – pude verlo en sus ojos. Incluso furiosa y traicionada, guardaría misecreto.Por qué?La confusión arruinó mi cuidadosa expresión que había diseñado medio segundo antes,y entonces me tranquilicé.“Entonces, qué importa?” pregunté, tratando de mantener mi voz severa.“Me importa a mí,” insistió. “No me gusta mentir, por eso quiero tener un buen motivopara hacerlo.”Me estaba pidiendo que confiara en ella. Como yo quería confiar en ella. Pero era unalínea que no podía traspasar.Mi voz permaneció cautelosa. “Es que no me lo puedes agradecer y punto?”“Gracias,” dijo, y entonces esperó furiosa y en silencio.“No vas a dejarlo correr, verdad?”“No.”“En tal caso…” no podía decirle la verdad si quería…y no quería hacerlo. O tal vez, ellafingiría su propia historia que yo sabía cual era, porque nada podría ser peor que laverdad – estaba viviendo una pesadilla, como en las páginas de una novela de terror.“Espero que disfrutes de la decepción.”Nos miramos el uno al otro. Era obvio que quería mostrar lo enfadada que estaba. Comoun furioso gatito, suave e inofensivo, e ignorando su propia vulnerabilidad.Se ruborizo y apretó sus dientes de nuevo. “Por qué te molestaste en salvarme?”Su pregunta no era la que me esperaba o la que estaba preparado para responder. Perdíel papel que estaba interpretando. Y sentí como la mascara de mi cara desaparecía, y selo dije – esta vez – la verdad.“No lo sé.”Memoricé su cara por última vez – todavía habían facciones de enfado, la sangretodavía no había desaparecido de sus mejillas – y entonces le dí la espalda y me marché.

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Capítulo 4: VISIONES

Volví a la escuela. Era lo correcto, la forma más discreta de comportarse.Al final del día, la mayoría de los estudiantes habían vuelto a clase, también. Solo Tylery Bella y otros pocos estudiantes – quienes probablemente usaron el accidente comouna oportunidad para hacer novillos – permanenecian ausentes.No debería ser difícil para mí hacer lo correcto. Pero, toda la tarde, había estadoapretando mis dientes contra la urgencia que sentía por hacer novillos, también – para ira encontrar a la chica de nuevo.Como un acechador. Un obsesivo acechador. Un obsesivo, y acechador vampiro.La escuela era hoy – de alguna manera, imposible – incluso más aburrida que hace unasemana. Como estar en coma. Era como si el color de los ladrillos, los árboles, el cielo,las caras que me rodeaban… Observando las gritas de las paredes.Había otra cosa que debería hacer…. Por supuesto, también era una cosa mala. Tododependía según la perspectiva en que se mirara.Desde la perspectiva de un Cullen – no sólo como un vampiro, sino como un Cullen,alguien que pertenecía a mi familia, algo raro para nuestro mundo – la cosa que haríasería algo como esto:“Estoy sorprendido de verle en clase, Edward. Oí que estuviste envuelto en un horribleaccidente esta mañana.”“Sí, así es, Sr. Banner, pero fui el único con suerte.” Una sonrisa amigable. “No salíherido…desearía decir lo mismo de Tyler y Bella.”“Cómo están?”“Creo que Tyler esta bien…sólo algunas heridas superficiales debido a los cristales.No estoy seguro sobre Bella, pensé.” Una cara de preocupación. “Podría haber tenidouna contusión. Oí que fue bastante incoherente durante un tiempo – viendo cosas. Séque los doctores estaban preocupados…”Así es como debería de ser. Se lo debía a mi familia.“Estoy sorprendido de verle en clase, Edward. Oí que estuviste envuelto en un horribleaccidente esta mañana.”“No salí herido.” No sonreí.El Sr. Banner cambió su peso de un pie a otro, incomodo.“Tienes alguna idea de cómo están Tyler Crowley y Bella Swan? Oí que hubieronalgunos heridos…”Me encogí de hombros. “No lo sabría.”El Sr. Banner aclaró su garganta. “Está bien…” dijo, mi fría voz hizo que su voz sonaraun poco forzada.Volvió rápidamente al frente de la clase y empezó su lectura.Era lo contrario que debía hacer. Al menos que lo mirases desde un punto de vista másoscuro.Parecía demasiado…demasiado grosero para hablar de la chica a sus espaldas,especialmente cuando me había demostrado más confianza de la que pude habersoñado. No había dicho nada que me delatara, a pesar de no tener ninguna buena razónpara hacerlo. La traicionaría cuando ella no había hecho otra cosa que guardar mi

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secreto?Tuve una idéntica conversación con la Sra. Goff – más en Español que en Inglés – yEmmett me lanzaba varias miradas.Espero que tengas una buena explicación para lo que ha pasado hoy. Rose está en piede guerra.Rodé mis ojos sin mirarle.En realidad salí con una perfecta explicación. Solamente se suponía que no había hechonada para parar la furgoneta antes de que aplastara a la chica… me retraje de esepensamiento. Pero si hubiera sido golpeada, si hubiera resultado mutilada y con sangre,el líquido rojo vertiéndose, malgastándose, el olor de la sangre fresca atravesando elaire…Me estremecí otra vez, pero no solamente por el horror. Parte de mí se estremecía por eldeseo. No, no habría sido capaz de verla sangrar sin exponernos en la más decadente yde la más espantosa manera.Era una excusa perfecta…pero no la usaría. Era demasiado vergonzoso.Y no había pensado en esto hasta bastante después del accidente, a pesar de todo.Ten cuidado con Jasper, continuó Emmett, sacándome de mi ensueño. Él no está tanenfadado…pero está mas resuelto.Me dí cuenta de lo que quería decir, y por un momento la habitación me envolvió. Mirabia me estaba consumiendo tanto que una neblina roja envolvió mi visión. Pensabaque me ahogaría.EH!!!, EDWARD!!! CONTROLATE!! Gritó Emmett en mi cabeza. Su mano cayó en mihombro, reteniéndome en mi sitio antes de que saltara de mi asiento. El raramente usabatoda su fuerza – raramente la necesitaba, para él, el era mucho más fuerte que cualquierotro vampiro de los que nosotros nos habíamos enfrentado – pero ahora el la usó. Mesostuvo del brazo, a pesar de que me retuvo. Si me hubiera seguido controlando, la sillabajo mi se habría destrozado.CALMETE! Ordenó.Intenté calmarme, pero era difícil. La rabia me quemaba en mi interior.Jasper no va a hacer nada hasta que todos hablemos. Yo sólo pensé que deberías saberla dirección que tomaría.Me concentré en relajarme, y sentí la mano de Emmett aflojarse.Intenta no hacer ningún espectáculo. Ya estas metido en suficientes problemas.Tomé una profunda bocanada y Emmett se dio cuenta.Miré alrededor de la habitación, pero nadie se había dado cuenta de nuestro corto ysilencioso enfrentamiento excepto unas pocas personas que estaban sentadas detrás deEmmett se habían dado cuenta. Ninguno de ellos sabía de que se trataba, y ellos lequitaron importancia. Los Cullen eran bichos raros – todo el mundo lo sabía.Mierda, tío, eres estúpido, añadió Emmett, con un tono de simpatía.“Muérdeme,” le murmuré, y lo oí reírse entre dientes.Emmett no me guardó rencor, y probablemente estaría más agradecido. Pero pude verque las intenciones de Jasper tenían sentido para Emmett, ya que estaba considerandocual sería la mejor manera de actuar.La rabia hervía a fuego lento, apenas bajo control. Sí, Emmett era más fuerte que yo,pero él todavía no me había ganado en un partido de lucha libre. Él reclamaba que era

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porque hacia trampa, pero oír los pensamientos era solo una parte de que yo era tanfuerte como la suya. Rara vez solíamos empatar en una pelea.Una pelea? Eso era en lo que estaba pensando? Iba a luchar contra mi familia por unahumana que apenas conocía?Pensé sobre eso durante un momento, pensaba sobre el frágil cuerpo de la chica en misbrazos en yuxtaposición con Jasper, Rose, y Emmett – sobrenaturalmente fuertes yrápidos, maquinas diseñadas para matar…Sí, lucharía por ella. Contra mi familia. Me estremecí.Pero no era justo dejarla indefensa cuando era el único que la pondría en peligro.No podría ganar solo, pensaba, no contra tres de ellos, me preguntaba quienes podríanser mis aliados.Carlisle, desde luego. El no lucharía contra ninguno, pero el estaría totalmente en contrade las ideas de Rose y Jasper. Eso podría ser todo lo que necesitara. Vería…Esme, dudoso. Ella tampoco se pondría en mi contra, y odiaría estar en desacuerdo conCarlisle, pero ella pensaría en algún plan para mantener a su familia intacta. Su primeraprioridad no valdría para mí. Si Carlisle era el alma de nuestra familia, entonces Esmeera el corazón. El nos dio un líder que merecíamos seguir; ella hizo que esa guía fueseun acto de amor. Todos nos queríamos – incluso bajo la furia que sentía ahora mismohacia Jasper y Rose, incluso planeando luchar contra ellos para salvar a la chica, sabíaque los quería.Alice…no tenía ni idea. Probablemente dependería de lo que viera. Ella se pondría dellado del vencedor, imagino.Así que, lo haría sin su ayuda. No era un partido solamente para ellos, pero no iba adejar que la chica saliese herida por mi causa. Eso podría significar una acciónevasiva…Mi rabia se apagó un poco con el tiempo. Pude imaginar como la chica reaccionaría antemi reacción de secuestrarla. Por supuesto, raramente adivinaba sus reacciones – peroque otra reacción que no fuese terror tendría?No estaba seguro de cómo me las arreglaría, pensé – secuestrarla. No podría permanecermucho tiempo cerca de ella. Quizás la entregaría de vuelta a su madre. Incluso eso nosería ponerla en mucho peligro. Para ella.Y también para mí, me di cuenta de pronto. Si la mataba por accidente…no sabíaexactamente cuanto dolor me causaría, pero sabía que sería de diferentes maneras eintenso.El tiempo pasó rápidamente mientras meditaba todas las consecuencias que surgiríanpara mí: La discusión que me esperaba en casa, el conflicto con mi familia, lo quepodría forzar a alargarlo…Bien, no podía quejarme de que esa vida fuera de la escuela fuese a ser monótona nuncamás.La chica lo había cambiado demasiado.Emmett y yo fuimos silenciosamente al coche cuando sonó el timbre. Estabapreocupado por mí, y preocupado por Rosalie. Él sabía que lado tendría que elegir encaso de pelea, y esto le molestaba.Los otros nos estaban esperando en el coche, también en silencio. Éramos un grupocallado. Sólo yo podía oír los gritos.

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Idiota! Lunático! Imbécil! Burro! Egoísta!, tonto irresponsable! Rosalie seguía unaconstante oleada de insultos en su cabeza. Esto me hizo difícil oír al resto, pero la inorélo mejor que pude.Emmett tenía razón acerca de Jasper. Estaba seguro acerca de su decisión.Alice estaba preocupada, preocupándose por Jasper, ojeando de pasada imágenes delfuturo.No importaba que decisión tomara Jasper respecto a la chica, Alice siempre me veíaallí, bloqueándole. Interesante…tampoco Rosalie o Emmett estaban con él en estasvisiones. Así que Jasper planeaba trabajar sólo. Eso mejoraría las cosas.Jasper era el mejor, ciertamente el más experimentado luchador de todos nosotros. Miúnica ventaja permanecía en que podía oír sus movimientos antes de que los llevara acabo.Nunca había luchado en serio con Emmett o Jasper – solamente eran peleas amistosas.Me sentí enfermo sólo de pensar que tendría que herir a Jasper…No, eso no. Sólo bloquearle. Eso era todo.Me concentré en Alice, memorizando las diferentes técnicas de ataque de Jasper.Como hice, sus visiones se movían más y más lejos de la casa Swan. Lo estabaalejando…Páralo, Edward! No puede ocurrir de esta manera. No lo permitiré.No le respondí, sólo continué observando.Ella empezó a buscar más adentro, dentro de la brumosa, insegura esfera de las distintasposibilidades. Todo era oscuro y vago.En todo el camino a casa, el silencio no se disipó. Aparqué en el gran garaje de la casa;el Mercedes de Carlisle estaba allí, junto al enorme jeep de Emmett, el M3 de Rose y miVolvo. Estaba agradecido de que Carlisle ya hubiese llegado a casa – el silencioterminaría en cualquier momento, y quería que el estuviese cuando esto pasara.Fuimos derechos al comedor.La habitación, por supuesto, nunca se había usado para su propósito. Pero estabaamueblada con una gran mesa ovalada de caoba rodeada por sillas – éramosescrupulosos sobre tener cada cosa en su sitio. Carlisle le gustaba usarla como unahabitación de conferencias.En un grupo con tanta fuerza y distintas personalidades, algunas veces era necesariodiscutir las cosas con calma, sentados.Sentía que el hecho de estar sentados no iba a ser de mucha ayuda hoy.Carlisle se sentó en su sitio habitual a la cabeza de la habitación, Esme estaba junto a él– tenía sus manos sobre la mesa.Los ojos de Esme estaban sobre mí, sus profundos y dorados ojos llenos de conciencia.Quédate. Ese fue su único pensamiento.Deseaba poder sonreír a la mujer que era una verdadera madre para mí, pero ahora notenía consuelo para ella.Me senté al otro lado de Carlisle. Esme le rodeó para poner su mano libre sobre mihombro. No tenía ni idea de lo que estaba por empezar; ella sólo estaba preocupada pormí.Carlisle tenía mejor conciencia de lo que iba a ocurrir. Sus labios estaban ligeramentepresionados y su frente arrugada. Esa expresión le hacía demasiado mayor para su joven

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cara.Cuando todos se hubieron sentado, pude ver las líneas siendo dibujadas.Rosalie se sentó directamente en frente de Carlisle, al final de la larga mesa. Ella meobservaba, sin apartar la mirada.Emmett se sentó junto a ella, su cara y sus pensamientos eran irónicos.Jasper dudaba, y entonces se colocó contra la pared detrás de Rosalie. El estabadecidido, a pesar del resultado que se diese en la discusión. Apreté los dientes.Alice fue la última en venir, y sus ojos estaban centrados en algo lejano – el futuro,todavía demasiado indistinto para ella como para usarlo. Sin parecer que pensaba sobreello, se sentó junto a Esme. Se frotó la cabeza como si tuviera un dolor de cabeza.Jasper se sacudía nervioso estudiándola, pero se mantenía en su lugar.Tomé una gran bocanada de aire. Yo he empezado esto – debería hablar primero.“Lo siento,” dije, mirando primero a Rose, después a Jasper y luego a Emmett. “No erami intención poneros en riesgo. No estaba pensando, y tomaré la completaresponsabilidad de mi apresurado acto.”Rosalie me miró tristemente. “Qué quieres decir, ‘tomaré la completa responsabilidad’?Vas a arreglarlo?”“No de la manera que crees,” dije, intentando mantener mi voz tranquila. “Estoydispuesto a marcharme ahora, si eso hace las cosas más fáciles.” Si creo que la chicaestará segura, si creo que nadie la tocará, pensé.“No,” murmuró Esme. “No, Edward.”Acaricié su mano. “Solo unos pocos años.”“Esme tiene razón,” dijo Emmett. “No puedes irte a ninguna parte ahora. Eso sería loopuesto a ayudar. Tenemos que saber que es lo que esta pensando esa gente, ahora másque nunca.”“Alice se hará cargo,” le contradecí.Carlisle negó con la cabeza. “Creo que Emmett tiene razón, Edward. La chicaprobablemente hablará si te marchas. O nos marchamos todos, o ninguno.”“Ella no dirá nada,” insistí rápidamente. Rose iba a saltar, y quería evitar este hecho.“No conoces sus pensamientos,” me recordó Carlisle.“Sé bastante. Alice, apóyame.”`Alice me observó con cansancio. “No puedo ver lo que ocurrirá si lo ignoramos.”Dirigió la mirada a Rose y Jasper.No, ella no podía ver ese futuro – no cuando Rosalie y Jasper estaban tan decididos aignorar el accidente.La palma de Rosalie golpeó la mesa con un golpe ruidoso. “No podemos permitir que lahumana tenga oportunidad de decir nada. Carlisle, debes verlo. Incluso si decidimostodos desaparecer, no es seguro dejar historias detrás de nosotros. Vivimos de maneramuy diferente al resto de nuestra especie – sabes que están aquellos que quierencualquier escusa para poner sus manos sobre nosotros. Tenemos que tener más cuidadoque ningún otro!”“Hemos dejado rumores detrás de nosotras antes,” le recordé.“Sólo rumores y suposiciones, Edward. No testigos visuales y evidencia!”“Evidencia!” me mofé.Pero Jasper estaba asintiendo, sus ojos eran duros.

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“Rose-“ Empezó Carlisle.“Déjame terminar, Carlisle. No tiene que ser ninguna gran representación. La chica segolpeó la cabeza hoy. Así que, quizás, esos daños pueden volverse más serios de lo queparecían.” Rosalie se encogió de hombros. “Cada mortal va a dormir con unaoportunidad de no despertar. Los otros esperarían que lo limpiáramos por nosotrosmismos. Técnicamente, eso haría el trabajo de Edward, pero obviamente le pertenece aél. Ya sabes que soy capaz de controlarme. No dejaría ninguna evidencia detrás de mí.”“Sí, Rosalie, todos sabemos lo experta que eres como asesina,” gruñí.Me miró, furiosa.“Edward, por favor,” dijo Carlisle. Entonces se volvió a Rosalie. “Rosalie, miré haciaotro lado en Rochester porque sentí que tenías derecho a tener justicia. Los hombres quemataste te habían tratado monstruosamente. No es la misma situación. La chica Swan esinocente.”“No es personal, Carlisle,” dijo Rosalie a través de sus dientes. “Es para protegernos.”Hubo un breve momento de silencio mientras Carlisle pensaba su respuesta. Cuandoasintió, los labios de Rosalie se iluminaron. Ella debería haberlo conocido mejor.Incluso si no hubiera sido capaz de leerle sus pensamientos, podría haberme anticipadoa sus próximas palabras. Carlisle nunca se comprometió.“Sé que tu intención es buena, Rosalie, pero…Me gustaría mucho que nuestra familiamereciera ser protegida. El aislado…accidente o el fallo de control es una lamentableparte de quienes somos.” Sería como incluirnos en el plural, pensad que el nunca hacometido un error. “Asesinar a niños inocentes a sangre fría es otra cosa completamentedistinta. Creo que el riesgo que ella representa, si cuenta sus sospechas como si no, noes un gran riesgo. Si hacemos excepciones para protegernos, nos arriesgamos muchomás. Nos arriesgamos a perder la esencia de quienes somos.”Controlé mi expresión muy cuidadosamente. No sonreiría. O aplaudiría, tanto comodeseaba.Rosalie frunció el ceño. “Es solamente ser responsables.”“Es ser cautelosos,” le corrigió Carlisle. “Cada vida es querida.”Rosalie suspiró pesadamente y su labio inferior tembló. Emmett acarició su hombro.“Esta bien, Rose,” se atrevió en voz baja.“La pregunta,” continuó Carlisle, “es, deberíamos mudarnos?”“No,” lloriqueó Rosalie. “Nos acabamos de instalar. No quiero empezar mi segundo añoen el instituto otra vez!”“Podrías mantener tu edad actual, por supuesto,” dijo Carlisle.“Y tener que mudarnos de nuevo, esta vez más temprano?” incluyó.Carlisle se encogió de hombros.“Me gusta estar aquí! Hay muy poco sol, podemos ser casi normales.”“Bueno, en realidad no tenemos que decidirlo ahora. Podemos esperar y ver si llega aser necesario. Edward parece seguro del silencio de la chica.”Rosalie bufó.No estaba demasiado preocupado por Rose. Pude ver que llevaría a cabo la decisión deCarlisle, no importaba lo furiosa que estuviese conmigo. Sus conversaciones circulabanpor detalles sin importancia.Entendí el por qué. Antes, de que él y Alice se hubieran conocido, él vivía en una zona

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de combate, una implacable zona de guerra. Sabía las consecuencias de burlarse de lasreglas – él había visto las horripilantes consecuencias con sus propios ojos.Esto decía mucho de que no hubiera intentado calmar a Rosalie con sus habilidades, oque ahora la intentara irritar. Se estaba manteniendo distante de esta discusión.“Jasper,” dije.Se encontró con mi mirada, su cara era inexpresiva.“Ella no pagará por mi error. No lo permitiré.”“Entonces, ella se beneficia de esto? Ella debería haber muerto hoy, Edward. Solo loresolvería.”Lo repetí haciendo hincapié en cada palabra. “No lo permitiré.”Sus cejas se alzaron, no se lo esperaba – no había imaginado que actuaría como paradetenerle.Sacudió su cabeza una vez más. “No dejaré que Alice viva en peligro, incluso en unpeligro diminuto. Tú no sientes nada por nadie de la manera en que yo lo siento por ella,Edward, y tú no has vivido por los que yo he vivido, como si has visto mis recuerdos ono. Tu no lo entiendes.”“No estoy discutiendo eso, Jasper. Pero te lo estoy diciendo ahora, no te permitiré quehieras a Isabella Swan.”Nos observamos el uno al otro – sin mirarnos con odio, pero midiéndonos el uno al otro.Le sentí probar el humor alrededor mío, probando mi determinación.“Jazz,” dijo Alice, interrumpiéndonos.Él sostuvo mi mirada durante un momento más, y entonces la miró. “No te molestes endecir que tu puedes protegerte por ti misma, Alice. Ya lo sé. Yo todavía tengo que-““No es eso lo que voy a decir,” le interrumpió Alice. “Iba a pedirte un favor.”Vi lo que estaba en su mente, y mi boca se abrió completamente con un audible grito.La observé, confundido, advirtiendo vagamente que todos junto a Alice y Jasper meestaban mirando cautelosamente.“Sé que me quieres. Gracias. Pero, apreciaría mucho más si no intentas matar a Bella.Primero, Edward está serio y no quiero que luchéis. Segundo, ella es mi amiga. Almenos, va a serlo.”Era tan claro como un cristal en su cabeza: Alice, sonriendo, con su pálido y frío brazoalrededor de los calientes y frágiles hombros de la chica. Y Bella sonriendo, también, subrazo alrededor de la cintura de Alice.La visión era tan sólida como la roca; sólo el momento era incierto.“Pero…Alice…” jadeó Jasper. No pude dirigir mi cabeza para verle la expresión. Nopude sacarme las imágenes de la cabeza de Alice para oírlo.“Voy a quererla algún día, Jazz. Me molestaré mucho contigo si no la dejas.”Yo todavía estaba en los pensamientos de Alice. Vi el futuro relucir mientras los deJasper tropezaban con la cara de solicitud de Alice.“Ah,” suspiró – su decisión había aclarado un nuevo futuro. “Ves? Bella no va a decirnada. No hay de que preocuparse.”La manera en que decía el nombre de la chica…como si ya fueran confidentes…“Alice,” me atraganté. “Qué…esto…?”“Te dije que había habido un cambio. No lo sé, Edward.” Pero ella miró su mandíbula,y pude ver que había más. Ella estaba intentando no pensar sobre eso; se estaba

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centrando con mucha intensidad en Jasper repentinamente, pensaba que él estabademasiado aturdido para haber progresado en su decisión.Lo hacía algunas veces cuando intentaba esconderme algo.“Qué, Alice? Qué estás escondiendo?”Oí a Emmett quejarse. Siempre se frustraba cuando Alice y yo teníamos este tipo deconversaciones.Sacudió su cabeza intentando no dejarme entrar.“Es sobre la chica?” reclamé. “Es sobre Bella?”Tenía los dientes apretados por la concentración, pero cuando dije el nombre de Bella,se descuido. Su descuido solo le llevó una porción de un segundo, pero fue suficiente.“NO!” Grité. Oí como mi silla golpeaba el suelo, y sólo entonces me dí cuenta de queestaba de pie.“Edward!” Carlisle también estaba de pie, con su brazo en mi hombro. Estaba bastanteconsciente de él.“Se está solidificando,” susurró Alice. “Cada minuto estas más decidido.Solo hay dos maneras de hacerlo. Es la una o la otra, Edward.”Podía ver que veía…pero no podía aceptarlo.“No,” dije de nuevo; no voy a cambiar mi negación. Mis piernas se hundieron, y tuveque agarrarme a la mesa.“Hará alguien el favor de dejarnos saber cual es el misterio?” Se quejó Emmett.“Tengo que irme,” le susurré a Alice, ignorándole.“Edward, no hemos terminado todavía,” dijo Emmett en voz alta. “Esa es la mejormanera de saber si la chica hablará. Aunque, si te apartas, nosotros no sabremos si lachica está hablando o no. Tienes que quedarte con nosotros y ocuparte de ello.”“No veo que te vayas a ningún sitio, Edward,” me dijo Alice. “No sé si vas a podermarcharte alguna vez.” Piensa sobre ello, añadió en silencio. Piensa en dejarnos.Vi lo que quería decir. Sí, la idea de no ver a la chica de nuevo era…dolorosa.Pero también era necesaria. No me podía entrometer en el futuro que aparentemente leencomendaba.No estoy completamente segura de Jasper, Edward. Continuó Alice. Si te marchas, sipiensa que estoy en peligro…“No he oído eso,” la contradije, todavía a solo medio camino de nuestra enteradaaudiencia. Jasper estaba vacilando. El no haría nada que hiriera a Alice.No en este momento. Arriesgarías su vida, dejándola indefensa?“Por qué me estas haciendo esto?” me quejé. Puse mi cabeza entre mis manos.Yo no soy el protector de Bella. No podría serlo. No era el futuro de Alice una pruebasuficiente?Yo también la quiero. O lo haré. No es lo mismo, pero quiero que esté para que llegue aocurrir.“Qué tu también la quieres?” Susurré, incrédulo.Ella suspiró. Estas tan ciego, Edward. No puedes ver donde esta tu cabeza? No puedesver lo obvio? Es más inevitable que el sol amanezca por el este. Ves lo que veo…Sacudí mi cabeza, horrorizado. “No.” Intenté sacarme las visiones que me revelaba demi cabeza. “No tengo que seguir ese camino. Me marcharé. Cambiaré el futuro.”“Puedes intentarlo,” dijo Alice, su voz era escéptica.

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“Oh, vamos!” rugió Emmett.“Presta atención,” le dijo Rose. “Alice está viendo que se esta enamorando de unhumano! Qué clásico de Edward!” Hizo como si tuviera arcadas.Apenas la oí.“Qué?” dijo Emmett, sobresaltado. Entonces su estruendosa risotada atravesó lahabitación. “Es eso de lo que va?” Se rió de nuevo. “Penoso, Edward.”Sentí su mano en mi hombro, y me la quité de encima sin darme cuenta. No podíaprestarle atención.“Enamorado de un humano?” repitió Esme en una voz aturdida. “Por la chica quesalvaste hoy? Enamorado de ella?”“Qué ves, Alice? Exactamente,” pidió Jasper.Se volvió a él; y yo continué observando su lado de la cara entumecido.“Todo depende de si es suficientemente fuerte o no. De cualquier modo, la matará – sevolvió para encontrarse con mis ojos de nuevo, observándome – “ Me fastidiaría,Edward, que no mencionaras que va a pasar contigo –“ Ella volvió el rostro a Jasper denuevo, “O algún día será una de nosotros.”Alguien pegó un grito sofocado; no miré a ver quién fue.“Eso no va a pasar!” Estaba gritando de nuevo. “Ninguna de las dos!”Alice parecía no oírme. “Todo depende,” repitió, “Quizás él sea suficientemente fuertepara no matarla – pero, estará cerca. Tendrás un increíble control,” meditó. “Másincluso que el que tienes Carlisle. Quizás sea suficientemente fuerte…La única cosapara lo que no es sufientemente fuerte es para estar lejos de ella. Es una causa perdida.”No pude encontrar mi voz. Nadie más parecía ser capaz de hacerlo tampoco. Lahabitación estaba en silencio.Observé a Alice, y a la vez todos me observaron. Pude ver mi propia expresiónhorrorizada desde cinco puntos de vista.Después de un largo momento, Carlisle suspiró.“Bueno, esto…complica las cosas.”“Eso parece,” Agregó Emmett. Su voz estaba todavía cercana a la risa. Confiar enEmmett para encontrar la broma en la destrucción de mi vida.“Supongo que los planes permanecen iguales,” dijo Carlisle pensativamente. “Nosquedaremos, y observaremos. Obviamente, nadie…dañará a la chica.”Me puse rígido.“No,” dijo Jasper rápidamente. “Estoy de acuerdo con eso. Si Alice sólo ve dosmaneras-““No!” Mi voz no era un grito o un gruñido o un lloro de desesperación, era unacombinación de las tres. “No!”Tengo que irme, estar lejos de sus ruidosos pensamientos – El egoísta disgusto deRosalie, el humor de Emmett, la paciencia de Carlisle…Peor: la confianza de Alice. La confianza de Jasper en esa confianza.La peor de todas: Esme estaba…alegre.Salí de la habitación. Esme tocó mi brazo mientras pasaba por su lado, pero no lereconocí el gesto.Estaba corriendo antes de que hubiera salido de la casa. Alcancé la orilla del río, y meintroduje en el bosque. Había empezado a llover, cayéndome la lluvia demasiado fuerte,

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que estuve empapado enseguida. Me gustaba la tupida lluvia – hizo como un muro entremí y el resto del mundo. Me rodeaba, me permitía estar solo.Corrí derecho al este, atravesando las montañas sin que me entorpecieran el paso, hastaque pude ver las luces de Seattle al otro lado. Me detuve antes de tocar la frontera de lacivilización humana.Cubierto por la lluvia, completamente solo, finalmente miré lo que había hecho – lamanera en la que había cambiado el futuro.Primero, la visión de Alice y la chica con sus brazos envueltos entre ellas – la confianzay la amistad eran demasiado obvias. Los grandes ojos marrones de Bella no estabanaturdidos en la visión, pero todavía estaban llenos de secretos – en este momento,parecían ser secretos felices. Ella no se apartaba del frío brazo de Alice.Qué quería decir todo esto? Cuánto sabía? En ese, todavía momento de vida del futuro,que pensaba sobre mí?Luego, la otra imagen, más de lo mismo, sin embargo, todo estaba pintado por el horror.Los brazos de Alice y Bella todavía estaban rodeándose en otra confiada amistad. Peroahora, no había diferencia entre aquellos brazos – ambos estaban pálidos, suaves comoel mármol, duros como la piedra. Los ojos de Bella ya no eran marrones. El iris estabaen un confuso carmesí. Los secretos en ellos eran insondables – aceptación odesolación? Era imposible decirlo. Su cara era fría e inmortal.Me estremecí. No podía ahogar las preguntas, similares, pero diferentes: Quesignificaba – como había pasado? Y que pensaría de mí ahora?Sólo pude responder a la última. Si la había forzado a esta media-vida a través de midebilidad y egoísmo, seguramente me odiaría.Pero había una imagen más horrible – peor que cualquier imagen que pudiera habertenido alguna vez en mi cabeza.Mis propios ojos, llenos de sangre humana, los ojos del monstruo. El cuerpo dedestrozado de Bella en mis brazos, pálido, seco, sin vida. Estaba demasiadoconcentrado, demasiado claro.No pude verlo más. No pude soportarlo. Intenté eliminarlo de mi mente, intenté ver algomás, cualquier cosa. Intenté ver de nuevo la expresión de su casa viva que habíaobstruido mi visión durante el último capitulo de mi existencia. Todo en vano.Las visiones de Alice llenaban mi cabeza, y me retorcía interiormente en completaagonía. Mientras, el monstruo que estaba en mí salía con regocijo, jubilante de lasprobabilidades de su éxito. Esto me ponía enfermo.No podía permitirlo. Tenía que haber alguna manera de cambiar el futuro. No dejaríaque las visiones me afectaran. Podría elegir un camino diferente. Siempre había unaposibilidad.Tenía que haberla.

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Capítulo 5: INVITACIONES

El instituto. Ya no era un purgatorio, ahora era el puro infierno. Tormentoso yardiente…sí, tenía ambas cosas.Ahora estaba haciendo todo lo que tenía que hacer. Cada punto sobre la “i”, cada ”t”atravesada. Nadie podía quejarse de que estaba faltando a mis responsabilidades.Para complacer a Esme y proteger a los otros, permanecí en Forks. Volví a mi antiguohorario. No cazaría más que los demás. Cada día, iría al instituto y actuaríahumanamente. Cada día, escucharía cuidadosamente cualquier noticia sobre los Cullen– nunca había nada nuevo. La chica no había dicho ninguna palabra de sus sospechas.Sólo había repetido la misma historia una y otra vez – que estaba junto a ella y la apartéde en medio – todos sus ilusionados oyentes llegaron a aburrirse y pararon de preguntarpor más detalles. No había peligro. Mi actuación premeditada no había herido a nadie.A nadie excepto a mí.Estaba decidido a cambiar el futuro. No de la manera más sencilla de llevarlo acabo,pero no había otra opción de la que pudiera vivir con ella.Alice dijo que no sería suficientemente fuerte de estar alejado de la chica. Le probaríaque estaba equivocada.Pensaba que el primer día sería el más difícil. Pero al final del día, me dí cuenta de quefue el caso en que me había equivocado.Me dolió, saber que hería a la chica. Me confortaba el hecho de que su dolor no seríanada más que un pinchazo – solo un pequeño pinchazo de rechazo – comparadoconmigo. Bella era humana, y sabía que yo era algo más, algo malo, algo terrorífico.Probablemente, se aliviara en vez de sentirse herida cuando aparte mi cara de la suya ypretenda como si no existiese.“Hola, Edward,” me saludó, el primer día de vuelta a la clase de biología. El sonido desu voz había sido agradable, amistoso, un cambio de ciento ochenta grados desde laúltima vez que hablé con ella.Por qué? Qué significaba ese cambio? Se había olvidado? Pensaba que se habíaimaginado todo? Podía haber la posibilidad de que me hubiera perdonado por nocumplir mi promesa?Las preguntas me habían quemado como la sed que me atacaba cada vez que respiraba.Sólo la miré a los ojos durante un momento. Solamente para ver si podía leerle lasrespuestas…No. No podía permitirme ni siquiera eso. No, si iba a cambiar el futuro.Moví mi barbilla un milímetro en su dirección sin apartar mi mirada de delante de laclase. Asentí una vez, y volví mi cara hacia delante.Ella no volvió a hablarme.Esa tarde, tan pronto como terminaron las clases, con mi papel interpretado, corrí haciaSeattle como había hecho el día anterior. Parecía que me aliviaba el dolor ligeramentecuando volaba sobre el suelo, volviéndose todo alrededor mío en un verde borroso.Este recorrido llegó a ser un hábito diario.La quería? No lo creía. No todavía. Los destellos de ese futuro de Alice golpeándomecontinuamente, y pude ver con que facilidad me habría enamorado de Bella. Sería

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exactamente como enamorarse: sin ningún esfuerzo. No permitiendo enamorarme deella, lo opuesto a enamorarme – poniéndome un máscara, mano sobre mano,reprendiéndome agotadoramente como si no tuviera más que una fuerza mortal.Había pasado más de un mes, y cada día se hacia más difícil. No tenía sentido para mí –Seguí esperando para recobrarme, para hacerlo más fácil. Esto debía de ser lo que Alicehabía querido decir cuando predijo que no podría permanecer lejos de la chica. Ellahabía visto la escala del dolor. Pero podría manejar el dolor.No destruiría el futuro de Bella. Si estaba destinado a quererla, entonces podría seguirevitándola durante mucho tiempo más?Evitarla era el límite de lo que podría pagar, podría pretender ignorarla, y no volver amirar por donde iba. Podría pretender que ella no estaba interesada en mí.Pero eso era prolongarlo, simplemente pretenderlo y no era real.Todavía me aferraba a cada bocanada de aire que tomaba, a cada palabra que decía.Juntaba mis tormentos en cuatro categorías.Las dos primeras eran familiares. Su perfume y su silencio. O, más bien – tomar laresponsabilidad de donde pertenecía – mi sed y mi curiosidad.La tercera era la principal de mis tormentos. Ahora era un hábito, era simplemente norespirar en toda la clase de biología. Por supuesto, siempre había excepciones – comocuando tenía que responder a alguna pregunta o algo de ese tipo, necesitaba respirarpara hablar. Cada vez que probaba el aire alrededor de la chica, era como el primer día –me quemaba y necesitaba de una brutal y desesperada violencia para escaparme. Eradifícil agarrarme incluso para razonar o contener esos momentos. Y, como el primer día,el monstruo dentro de mí, rugía, muy cerca de salir a la superficie…La curiosidad era el tormento más constante de todos ellos. Las preguntas que siempreestaban en mi mente: En que está pensando ahora? Cuando la oía suspirar. Cuando setapaba con su pelo. Cuando dejaba sus libros con más fuerza de la normal. Cuandollegaba a clase tarde. Cuando golpeaba su pie impacientemente contra el suelo. Cadamovimiento cogía mi atención, era un completo misterio. Cuando le hablaba a los otrosestudiantes, analizaba cada palabra y tono de voz. Estaba diciendo lo que pensaba, o quepensaba que debería decir? Normalmente sonaba como si estuviera intentando decir loque su audiencia esperaba, y esto me recordaba a mi familia y nuestra actuada vidadiaria – nosotros éramos mejores en esto que ella. Al menos, que estuviera equivocado,que sólo me imaginase cosas. Por qué tendría que actuar? Ella era una de ellos – unahumana adolescente.Mike Newton era el más sorprendente de mis tormentos. Quién habría pensado que unnormal y aburrido mortal podría ser tan insufrible? Para ser justos, debería de sentirmeagradecido al fastidioso chico; más que a los otros, el seguía hablándole a la chica.Aprendí mucho a través de estas conversaciones – todavía estaba apilándolas en mi lista– pero, al contrario, la ayuda de Mike en este proyecto sólo me irritaba más. No queríaque Mike fuera uno de los que desentrañaran los secretos de ella. Deseaba hacerlo yo.Ayudaba que él nunca se diera cuenta de sus pequeñas revelaciones, sus pequeñosdescuidos. El no sabía nada sobre ella. Él había creado a una Bella en su cabeza que noexistía – una chica tan genérica como él. Él no había observado lo desinteresada yvaliente que era, que la apartaba del resto de humanos, él no oía la anormal madurez desu voz. Él no percibía cuando hablaba de su madre, sonaba como una madre hablando

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de un niño – queriéndolo, indulgentemente, ligeramente divertida, y fieramenteprotectiva. No oía la paciencia de su voz cuando fingía interés en sus aburridas historias,y no adivinaba la amabilidad detrás de esa paciencia.A través de sus conversaciones con Mike, me era posible añadir la cualidad másimportante a mi lista, la más relevante de todas, tan simple como rara. Bella era buena.El resto de cosas eran pocas junto a esta – lo amable, desinteresada, buena y valiente –ella era buena de principio a fin.Sin embargo, esos útiles descubrimientos no me hicieron tener mayor simpatía por elchico. La posesiva manera en que veía a Bella – como si fuera de su propiedad – meprovocaba casi tanto como sus fantasías hacia ella. Él estaba llegando a ser demasiadoconfiado, demasiado, como si el tiempo pasado, porque ella parecía preferirle a él sobreel resto a los que consideraba rivales – Tyler Crowley, Eric Yorkie, e incluso,esporádicamente, a mí mismo. Él solía sentarse al lado de nuestra mesa antes de que laclase empezara, charlando con ella, animado por sus sonrisas. Sólo sonrisas educadas,me dije. Siempre igual, frecuentemente me reía sólo de imaginarme lanzándolo a travésde la clase y estampándolo contra la pared… Probablemente no le provocaría un dañofatal…Mike no solía tenerme como un rival. Después del accidente, él se había preocupado deque Bella y yo nos vincularíamos por esa experiencia compartida, pero obviamentehabía ocurrido lo opuesto. Desde entonces, el todavía había estado preocupado de que lequitara su atención. Pero ahora, yo la ignoraba al igual que a los otros, y él quedócomplacido.En qué estaba pensando ahora? Se alegraba de su atención?Y, finalmente, el último de mis tormentos, el más doloroso: la indiferencia de Bella. Aligual que yo la ignoraba, ella me ignoraba. Nunca volvió a hablarme de nuevo. Por todolo que sabía, ella nunca pensaba en mí.Quizás esto me hubiera vuelto loco – o incluso roto mi resolución a cambiar el futuro –excepto que algunas veces ella me observaba como lo hacía al principio. No lo veía pormí mismo, ya que no me lo permitía, pero Alice siempre me avisaba cuando iba amirarme; los otros todavía estaban cautelosos del conocimiento problemático de lachica.A veces me hacía más fácil el dolor cuando me miraba desde la distancia, ahora y antes.Por supuesto, ella se podría estar preguntando que clase de tipo raro era.“Bella va a mirarte en un minuto, Edward. Compórtate normal,” dijo Alice un martes deMarzo, y los otros se movieron y cambiaron su peso de lado cuidadosamente como sifueran humanos; estar absolutamente quietos era una marca de nuestra especie.Presté atención para saber cuanto tiempo miraba en mi dirección. Esto me alegraba,aunque, pensándolo, no debería, que la frecuencia no decayera mientras el tiempopasaba. No sabía que significaba, pero me hacía sentir mejor.Alice suspiró. Desearía…“No vuelvas con eso, Alice,” dije bajo mi respiración. “No va a ocurrir.”Ella hizo pucheros. Alice estaba ansiosa de ver como entablaba una amistad con Bella.De una extraña manera, ella echaba de menos a la chica que no conocía.Lo admitiré, eres mejor de lo que pensaba. Has parado el futuro e insensatamente otravez. Espero que estés feliz.

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“Te lo agradezco”Ella bufó delicadamente.Intenté excluirla, demasiada impaciencia para conversar. No estaba de muy buen humor– más tenso de lo que dejaba ver. Sólo Jasper estaba al tanto de lo herido que estaba,sintiendo como el estrés salía fuera de mí con la única habilidad de molestarme,sintiendo la influencia del humor de los otros. El no entendía las razones de mi estado, y– desde que estaba constantemente atascado en ese estado durante estos días – él loignoraba.Hoy sería un día duro. Más duro que el día anterior.Mike Newton, el odioso chico a quién no podía permitirme como rival, iba a pedirle aBella una cita.Una chica elegía un acompañante para el baile que estaba por venir, y él había estadoesperando mucho para que Bella se lo pidiera. Algo que ella no había hecho, así queprobaría su confianza. Ahora él estaba incomodo – Disfrutaba de su incomodidad másde lo que debería – porque Jessica Stanley le acababa de pedir ser su pareja de baile. Elno quería decir que sí, todavía tenía esperanzas de que se lo pidiera Bella (y grabarle lavictoria a los otros rivales), pero tampoco quería decir “no” y perder la oportunidad deperder una acompañante. Jessica, estaba herida por su duda y se imaginaba cual era larazón, estaba pensando apuñalar a Bella. Otra vez, Tenía el instinto de ponerme entrelos pensamientos furiosos de Jessica y Bella. Ahora entendía mejor ese instinto, pero,eso sólo me hacia frustrarme más, que cuando no actuaba así.Y pensar que yo había venido para esto! Estaba completamente fijo en las pequeñasactuaciones de teatro del instituto que había despreciado.Los nervios de Mike estaban aumentando mientras iba a Biología. Escuché su esfuerzomientras les esperaba a que llegasen. El chico era débil. Había esperado por este baileadrede, asustado por mostrar sus sentimientos antes de que ella hubiera mostrado algunapreferencia por él. El no quería parecer vulnerable a su rechazo, prefería que ella dierael primer paso.Cobarde.Se sentó en nuestra mesa otra vez, cómodamente, con familiaridad, y me imaginé elsonido que haría si su cuerpo golpeara la pared de enfrente con suficiente fuerza pararomperle la mayoría de sus huesos.“Bueno,” le dijo a la chica mirando al suelo. “Jessica me a pedido que la acompañe albaile de primavera.”“Eso es estupendo,” respondió Bella inmediatamente y con un tono de entusiasmomanifiesto. Era difícil no reírse mientras su tono hundía las esperanzas de Mike. Elhabía estado esperando consternación. “Te vas a divertir un montón con ella.”Él se abrió paso para responderle de manera correcta. “Bueno…” dudó, y casi se rajó. Yentonces se atrevió. “Le dije que tenía que pensármelo.”“Por qué lo hiciste?” le preguntó. Su tono era de desaprobación, pero había una débilindirecta de alivio también.Qué quería decir eso? Una inesperada, e intensa furia hizo que apretara mis puños.Mike no se dio cuenta de la indirecta. Su cara estaba colorada – mientrasrepentinamente sentía, que parecía una invitación – y miró de nuevo al suelo mientrashablaba.

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“Me estaba preguntando si…bueno, si tal vez tenias intención de pedírmelo tú.”Bella dudó.Durante el momento de su duda. Vi el futuro más claro que nunca de lo que Alice me lohabía mostrado.La chica le podría decir que sí a Mike, o bien no, pero de alguna manera, algún díapróximo, ella le diría que sí a alguien. Ella era encantadora e intrigante, las humanas nosuelen ser de esa manera. Si ella aceptaba a alguien entre este ordinario grupo de gente,o esperaba a que se fuera de Forks, vendría un día en que diría que sí.Vi su vida como lo había hecho antes – colegio, carrera…amor, matrimonio. La vi en elbrazo de su padre otra vez, vestida en un vestido blanco, su cara cubierta por la felicidadmientras se movía con el sonido de la marcha de Wagner.El dolor era mayor que cualquier otro que hubiera sentido antes. Un humano tendría queestar a punto de morir para sentir este dolor – un humano no viviría para tenerlo.Y no era solamente dolor, también era una absoluta rabia.La furia dolía por algún tipo de desahogo físico. Pensarlo era insignificante, Mike noera digno de ser el chico al que Bella le dijera que sí, deseaba poder aplastar suesqueleto en mi mano, y dejarle expuesto como una representación de lo que podría ser.No entendía esta emoción – estaba todo demasiado enredado, el dolor, la rabia, el deseoy la desesperación. Nunca lo había sentido antes; no podría ponerle nombre.“Mike, creo que deberías aceptar la propuesta de Jess,” dijo Bella con un tono de vozamable.Las esperanzas de Mike quedaron destruidas. Habría disfrutado bajo otrascircunstancias, pero estaba perdido en la consciencia del dolor – y el remordimiento queel dolor y la rabia me habían producido.Alice tiene razón. No soy lo suficientemente fuerte.Ahora mismo, Alice estará viendo el futuro girando, llegando a ser destructivo denuevo. Le agradará?“Se lo has pedido ya a alguien?” Preguntó Mike de repente. Y me miró, recelosamentepor primera vez en semanas. Me dí cuenta de que mi interés me había traicionado; teníami cabeza inclinada en la dirección de Bella.La envidia estaba en sus pensamientos – envidia por cualquiera a quien la chicaprefiriera antes que él – de repente le puse un nombre a mi innombrable emoción.Estaba celoso.“No,” dijo la chica con un tono de humor en su voz. “No tengo intención de ir al baile.”A pesar de todo el remordimiento y el enfado. Me dí cuenta de sus palabras. De repente,estaba considerando mis rivales.“Por qué?” Preguntó Mike, su tono era casi grosero. Me ofendió que usara ese tono conella. Pegué un pequeño gruñido.“Voy a Seattle ese Sábado,” le respondió.La curiosidad no era tan grande como solía ser – ya que ahora estaba descubriendo lasrespuestas a todo. Sabría los dondes y los por qués de esta nueva revelación losuficientemente pronto.El tono de Mike se volvió desagradable. “No puedes ir otro fin de semana?”“Lo siento, pero no.” El tono de Bella era brusco ahora. “Así que no deberías haceresperar por más tiempo a Jess, es de mala educación.”

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Su preocupación por los sentimientos de Jessica volvió a sacar mis celos. El viaje aSeattle era claramente una excusa para decir no – Se negaría por la lealtad a su amiga?Ella era suficientemente desinteresada para hacerlo. Deseaba en realidad poder decir si?O ambas suposiciones eran incorrectas? Estaba interesada en algún otro?“Sí, tienes razón,” masculló Mike, estaba tan desmoralizado que casi sentí un poquitode pena por él. Casi.Él apartó sus ojos de los de la chica, quitando la visión de la chica de sus pensamientos.No iba a tolerar eso.Me volví para leerle la cara por mí mismo, por vez primera desde hace más de un mes.Era un gran alivio permitírmelo, como una brizna de oxígeno para un humano que haestado mucho tiempo sumergido.Sus ojos estaban cerrados, y sus manos presionaban los lados de su cara. Sus hombrosestaban en posición defensiva. Meneó su cabeza ligeramente, como si estuvieraintentando sacarse algún pensamiento de su mente.Frustración. Fascinación.La voz del Sr. Banner la sacó de su ensueño, y sus ojos se abrieron lentamente. Me miróinmediatamente, quizás por haber sentido mi mirada fija. Me observaba con la mismaexpresión perpleja que me había atrapado mucho tiempo atrás.No sentí el remordimiento, la culpa o la rabia en ese momento. Sabía que volverían aaparecer, y pronto, pero durante este único momento me recorrió una extraña y fuerteagitación. Como si hubiera triunfado, a pesar de que perdía.Ella no apartó la mirada, pensaba que la observaba con una intensidad inapropiada,intentando vanamente leer sus pensamientos a través de sus ojos. Estaban llenos depreguntas, o más bien, respuestas.Podía ver el reflejo de mis propios ojos, y vi que estaban oscuros y sedientos. Habíaestado cerca de dos semanas sin cazar; no era el día más seguro para desmoronarme.Pero su oscuridad no parecía asustarla. Seguía sin apartar la vista, y un suave, colorrosáceo empezó a aparecer en su piel.En qué estaba pensando ahora?Casi pregunté la pregunta en voz alta, pero en ese momento el Sr. Banner me llamó pormi nombre. Saqué la respuesta correcta de mi cabeza mientras le echaba una rápidamirada en su dirección.Respondí respirando rápidamente. “El ciclo de Krebs.”La sed me quemó la garganta – apreté mis músculos y sentí el sabor del veneno en miboca – y cerré los ojos, intentando concentrarme, a pesar del deseo por su sangre querugía dentro de mí.El monstruo era más fuerte que antes. El monstruo se estaba regocijando. Se agarraba aeste doble futuro que me daba, con un cincuenta por ciento de posibilidades de que meansiase demasiado.El tercer, futuro poco estable que había construido a fuerza de voluntad se habíadesmoronado – destruido por un sentimiento común de todos, los celos – y estabademasiado cerca de su meta.El remordimiento y la culpa me quemaron, y, si hubiera tenido la habilidad de producirlágrimas, habrían salido a través de mis ojos.Qué había hecho?

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Sabiendo que la batalla ya estaba perdida, parecía que no había razón para resistirse a loque deseaba; me volví a observar a la chica de nuevo.Se había escondido detrás de su pelo, pero pude ver a través de un hueco entre su pelo,que sus mejillas todavía estaban profundamente coloradas.Al monstruo le gustaba eso.No volvió a encontrarse con mi mirada, pero dejó caer su pelo oscuro nerviosamentesobre su hombro. Sus delicados dedos, su frágil muñeca – eran tan frágiles, buscandopor todo el mundo, como sólo mi respiración podía quebrarlos.No, no, no. No podía hacerlo. Era tan frágil, tan buena, demasiado querida para quemereciera este destino. No podía permitir que mi vida chocara con la suya, paradestruirla.Pero tampoco podía permanecer alejado de ella. Alice tenía razón sobre eso, y entoncessobre el resto también.La hora con ella me pasó demasiado rápido, mientras vacilaba entre mantenerla convida, o saciar mis deseos. La campana sonó, y empezó a recoger sus cosas sin mirarme.Esto me disgustó, pero difícilmente podía esperar otra cosa. La manera en que la habíatratado desde el accidente era inexcusable.“Bella?” dije, incapaz de detenerme. Mi fuerza de voluntad ya permanecía hecha trizas.Ella dudó antes de mirarme; cuando se volvió, su expresión era cautelosa, desconfiada.Me acordé de que tenía todo el derecho de no confiar en mí. Debería.Esperó a que continuara, pero sólo la observé, leyéndole la expresión de su cara.Respiraba superficialmente y en intervalos regulares, luchando contra la sed.“Qué?” dijo finalmente. “Me vuelves a dirigir la palabra?” Había un tono deresentimiento en su voz, como su enfado, me resultaba entrañable. Me labios securvaron, escondiendo una sonrisa.No estaba seguro de cómo responderle. Le estaba hablando de nuevo, en el sentido queella quería decir?No. No si podía ayudarla. Intentaría ayudarla.“No, en realidad no,” le dije.Cerró sus ojos, cuanto me frustraba cuando lo hacía. Me impedía tener acceso a sussentimientos. Tomó una larga y lenta bocanada de aire sin abrir sus ojos. Su mandíbulaestaba cerrada.Con sus ojos todavía cerrados, habló. Seguramente eso no era normal en la manera enque conversaban los humanos. Por qué lo hacía?“Entonces, que quieres, Edward?”El sonido de mi nombre en sus labios me produjo extrañas sensaciones en mi cuerpo. Simi corazón latiera, se habría detenido.Pero como le respondía?Con la verdad, decidí. Sería tan sincero como pudiera serlo.No quería merecer su desconfianza, incluso, aunque fuese imposible ganarme suconfianza.“Lo siento,” le dije. Era más verdad de lo que nunca sabría. Desafortunadamente,únicamente podía disculparme insignificantemente. “Estoy siendo muy grosero, lo sé.Pero de verdad que es mejor así.”Sería mejor para ella si pudiera mantenerlo, continuar siendo grosero. Podría?

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Sus ojos se abrieron, su expresión todavía era cautelosa.“No sé que quieres decir.”Intenté que mi advertencia tuviera algún significado para ella. “Es mejor que no seamosamigos.” Seguramente, podría sentirlo. Era una chica lista. “Confía en mí.”Sus ojos se tensaron, y me acorde que le había dicho esas misma palabras antes – justoantes de romper mi promesa. Me encogí cuando apretó sus dientes – ella claramente seacordaba, también.“Es una lastima que no lo descubrieras antes,” dijo enfadada. “Te podías haber ahorradotodo este pesar.”La observé sin comprender. Qué sabía de mis pesares?“Pesar? Pesar por que? Me quejé.“Por no dejarme que esa estúpida furgoneta me hiciera puré!” soltó.Me quedé congelado, aturdido.Cómo podía pensar eso? Salvar su vida había sido una cosa aceptable, que la habíahecho desde que la conocí. La única cosa de la que no estaba avergonzado. La únicacosa de la que agradecía estar vivo. Había estado luchando por mantenerla viva desdeque olí por primera vez su perfume. Cómo podía pensar eso de mí? Cómo se atrevía acuestionarme todo lo bien que había actuado en todo este lío?“Crees que me arrepiento de haberte salvado la vida?”“Sé que es así,” replicó con brusquedad.La estimación de mis intenciones me enfurecía. “No sabes nada.”Que confundida e incomprensible funcionaba su mente! Ella no debe de pensar como elresto de los humanos. Esa debe de ser la explicación de su silencio mental. No habíaotra explicación.Giró bruscamente su cabeza, todavía haciendo rechinar sus dientes. Sus mejillas estabancoloradas, llenas de furia. Cerró sus libros de golpe y los apiló, poniéndolos en susbrazos, mientras se marchaba hacia la puerta sin mirarme.Incluso irritada como estaba, era imposible no encontrar esa furia un poco divertida.Iba andando tiesamente, sin mirar por donde iba, y su pie tropezó con el borde de lapuerta. Se tambaleó, y todas sus cosas se le cayeron al suelo. En lugar de inclinarse arecogerlos, permaneció de pie, sin mirar al suelo, como si no estuviera segura de si loslibros merecían la pena ser recogidos.Me las arreglé para no reírme.Nadie me estaba observando, mirándome. Y entonces le devolví los libros,asegurándome de que mi congelada piel no tocara la suya.“Gracias,” dijo fríamente.Su tono volvió a ponerme irritado.“No hay de que!,” dije tan fríamente como ella.Salió con pasos ruidosos a su siguiente clase.La observé hasta que sólo pude ver su figura enfadada.Español pasó en un suspiro. La Sra. Goff nunca me preguntó sobre mi ensoñación –sabía que mi español era superior al de ella, y me daba total libertad – dejándome pensaren lo que quisiese.Por lo que, no pude ignorar a la chica. Era obvio. Pero eso significaba que no tenía otraelección que destruirla? Ese no podía ser el único futuro disponible. Tenía que haber

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otra elección, alguna inclinación en la balanza. Intentaba pensar en una manera…No le presté mucha atención a Emmett hasta que la hora estuvo llegando. Teníacuriosidad – Emmett no era muy intuitivo sobre los estados de humor de las personas,pero podía ver el obvio cambio en mí. Se preguntaba que me había ocurrido para que seme hubiera ido mi constante arruga entre las cejas. Se esforzó en definir mi cambio, yfinalmente decidió que parecía esperanzado.Esperanzado? Era eso lo que parecía desde el exterior?Medité la idea de esperanza mientras íbamos hacia el Volvo, preguntándome quedebería estar esperando exactamente.Pero no tenía mucho tiempo para meditar. El sentimiento que siempre tenía de lospensamientos que tenían de Bella, el sonido del nombre de Bella en la cabeza de…demis rivales, supongo que tengo que admitirlo, atrapó mi atención. Eric y Tyler, habíanoído – con mucha satisfacción – del fracaso de Mike, y estaban preparando susmovimientos.Eric ya estaba listo en su lugar, posicionado contra su camioneta, donde ella no podríaevitar pasar por ahí. La clase de Tyler estaba terminando más tarde ya que tenían querecibir un formulario, y él tenía una desesperada prisa por alcanzarla antes de queescapara.Esto había que verlo.“Vamos a esperar a los otros aquí, vale?” le murmuré a Emmett.Me miró escépticamente, pero se encogió de hombros y asintió.El chico ha perdido la cabeza, pensó, riéndose por mi solicitud.Vi a Bella saliendo del gimnasio, y esperé donde no me viera cuando pasara. Cuando seacercó a la emboscada de Eric, me lo tomé con calma, sintiéndome en paz para quepudiera controlarme.Vi su cuerpo ponerse rígido cuando vio que el chico la estaba esperando, reclinadocontra su coche. Se congeló por un momento, entonces se relajó y siguió adelante.“Hola, Eric,” le oí decirle en una voz amistosa.De repente me sentí abruptamente e inesperadamente ansioso. Iba este desgarbadoadolescente con su enfermiza piel a agradarla?Eric tragó ruidosamente. “Hola, Bella.”Ella no parecía notar su nerviosismo.“Qué hay?” preguntó, abriendo su furgoneta sin mirar la expresión asustada de Eric.“Uh, me preguntaba…si querrías venir al baile de primavera conmigo?” Su voz sequebró.Ella finalmente le miró. Se estaba quedando desconcertada, o agradada? Eric no podíamirarla, así que no pude verle la cara en su mente.“Creí que era la chica quien elegía,” dijo, sonando aturdida.“Bueno, sí,” admitió miserablemente.Este lastimoso chico no me irritaba tanto como Mike Newton, pero tampoco podíasentir simpatía por él hasta que Bella le hubiera respondido en su amable voz.“Te agradezco que me lo pidas, pero voy a estar en Seattle ese día.”Él ya había oído eso; pero todavía seguía decepcionado.“Oh,” murmuró, bajando el nivel de sus ojos hasta observar la nariz de ella.“Quizás la próxima vez.”

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“Claro,” aceptó. Entonces ella se mordió su labio inferior, como si sintiera haberlodejado en una laguna. Eso me gustó.Eric se hundió y se marchó, yendo en la dirección equivocada de donde se encontrabasu coche, su único pensamiento era escapar.Pasé por su lado en ese momento, y oí su suspiro de alivio. Me reí.Ella se giró por el sonido, pero yo seguí hacia delante, intentando mantener mis labioscerrados.Tyler estaba detrás de mí, iba casi corriendo para alcanzarla antes de que pudiera sacarel coche. Él era más valiente y confiado que los otros dos; él solamente había esperado aaproximarse a Bella porque había respetado la prioridad de Mike.Quería que Tyler la alcanzara por dos razones. Si – como estaba empezando a sospechar– toda está atención molestaba a Bella, quería disfrutar observando su reacción, Pero, sino – si Tyler era por el que había estado esperando – entonces quería saber eso también.Medí a Tyler como un rival, sabiendo que estaba mal. El parecía aburridamentecorriente y nada extraordinario para mí, pero que sabía sobre las preferencias de Bella?Quizás le gustaran los chicos ordinarios…Me encogí sólo de pensarlo. Yo nunca podría ser un chico ordinario. Qué tontería seríacolocarme como un rival a luchar por su cariño. Cómo se podría interesar por alguienque era, a ningún juicio, un monstruo?Ella era demasiado buena para un monstruo.Tendría que dejarla escapar, pero mi inexcusable curiosidad me apartaba de hacer locorrecto. Otra vez. Pero qué pasaba si Tyler perdía su oportunidad, por no llegar a ella atiempo cuando no tendría manera de saber el resultado? Puse mi volvo en medio de laestrecha fila, bloqueándole la salida.Emmett y los otros estaban viniendo, pero él les describiría mi extraño comportamiento,y vendrían más lentamente, observándome, intentando descifrar que estaba haciendo.Observé a la chica por el espejo del retrovisor. Ella miró con el ceño fruncido la partetrasera de mi coche sin encontrarse con mi mirada, como si estuviera deseando estarconduciendo un tanque en vez de un oxidado Chevy.Tyler se dio prisa para poner su coche en la fila detrás de ella, agradecido por miinexplicable comportamiento. La saludó con la mano, intentando llamar su atención,pero ella no se dio cuenta. Él esperó un momento, y entonces se bajó del coche, y fuehacia la ventanilla del pasajero de su coche. Él golpeó en el cristal.Ella se sobresaltó, y entonces le miró confundida. Después de un segundo, bajó laventanilla manualmente, parecía que tenía algún problema con eso.“Lo siento, Tyler,” dijo, el tono de su voz era irritado. “El coche de los Cullen me tieneatrapada.”Dijo mi apellido en un tono de voz duro – todavía estaba enfadada conmigo.“Oh, lo sé,” dijo Tyler, disuadido por su humor. “Sólo quería preguntarte algo mientrasestábamos bloqueados.”Su sonrisa era estúpida.Estaba satisfecho por la manera en que palideció por su obvio intento.“Me vas a pedir que te acompañe al baile de primavera?” preguntó, sin pensar en laderrota.“No voy a estar en el pueblo, Tyler,” le dijo, con la irritación todavía evidente en su

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voz.“Ya, eso me dijo Mike.”“Entonces, por qué…?” le miró fijamente.Él se encogió de hombros, “Tenía la esperanza de que fuera una forma de suavizarle lascalabazas.”Los ojos de Bella se encendieron, congelados. “Lo siento, Tyler,” dijo, sin sonararrepentida.“Voy a estar fuera de la ciudad.”Él aceptó esa escusa, su confianza en si mismo estaba intocable. “Esta bien. Aún nosqueda el baile de fin de curso.”Tyler volvió pavoneándose hacia su coche.Ha merecido la pena esperar para esto.La horrificada cara de Bella no tenía precio. Esto me dijo, lo que tan desesperadamentenecesitaba saber – que ella no sentía nada por los humanos del género masculinoquienes deseaban seducirla.También, posiblemente su expresión era la cosa más divertida que nunca había visto.Entonces, llegó mi familia, confundidos por el hecho de que yo lo estaba, por uncambio, inestablemente divertido, a pesar de que solía fruncir el ceño de manerahomicida a toda cosa a la vista.Qué es tan divertido? Quería saber Emmett.Simplemente meneé mi cabeza mientras me reía y mientras Bella aceleraba su ruidosafurgoneta enfadadamente. Volvió a parecer como si deseara tener un tanque de nuevo.“Vamos!” dijo Rosalie impacientemente. “Para de ser un idiota. Si puedes.”Sus palabras no me molestaron – estaba demasiado entretenido. Pero lo hice en cuantome lo pidió.Nadie me habló en todo el camino a casa. Seguía riéndome entre dientes una y otra vez,pensando en la cara de Bella.Mientras me ponía en marcha – acelerando ahora que no había testigos – Alice mearruinó mi buen humor.“Así que, puedo hablarle a Bella ahora?” Preguntó de repente, sin considerar lasprimeras palabras, sin darme oportunidad de advertirme.“No,” contesté bruscamente.“No es justo! A qué estoy esperando?”“No he decidido nada, Alice.”“Qué importa, Edward.”En su cabeza, los dos destinos de Bella estaban ahora claros.“Cuál es el propósito de conocerla?” murmuré, de repente malhumorado. “Si voysimplemente a matarla?”Alice dudo durante un segundo. “Tienes una oportunidad,” admitió.Al final de la horquilla descendí a noventa millas por hora, y entonces el coche chirrióantes de parar a unos centímetros del garaje.“Disfruta de tu paseo,” dijo Rosalie con un tono de voz de suficiencia, mientras salía delcoche.Pero no fui a correr hoy. En vez de eso, fui a cazar.Los otros estaban programando cazar mañana, pero no podía permitirme estar sediento

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ahora. Me pasé, bebiendo más de lo que era necesario, abasteciéndome de nuevo – unpequeño grupo de alces y un oso negro, tenía suerte de encontrármelos en esta época delaño. Estaba tan lleno que me sentía incomodo. Por qué no podía ser suficiente? Por quésu perfume tenía que ser mucho más fuerte que cualquier otra cosa?Había cazado para prepararme para el próximo día, pero, cuando no pudiera cazar más yel sol estuviera durante horas fuera, sabía que el siguiente día no sería suficiente.La agitación me atravesó de nuevo, cuando me dí cuenta de que estaba yendo en buscade la chica.Me enfadé conmigo mismo todo el camino de vuelta a Forks, pero mi lado menos nobleganó la discusión y seguí adelante con mi plan injustificable. El monstruo estaba menosimpaciente pero más decidido. Sabía que mantendría una distancia segura con la chica.Solamente quería saber donde estaba. Sólo quería ver su cara.Era pasada la media noche, y la casa de Bella estaba en silencio y en total oscuridad. Sufurgoneta estaba aparcada contra el bordillo, el coche de policía de su padre estaba enmedio de la entrada. No habían pensamientos conscientes en todo el vecindario.Observé la casa durante un momento desde la oscuridad del bosque que lo bordeaba enel este. La puerta delantera estaría probablemente cerrada – no es un problema, exceptoque no quería dejar una puerta rota como prueba detrás mía. Así que decidí probar porla ventana primero. Mucha gente no se preocupaba en instalar una cerradura allí.Crucé el jardín y escalé por la pared de la casa en medio segundo.Me colgué del alero de encima de la ventana con una mano, y miré a través del cristal,mi respiración se detuvo.Era su habitación. Pude verla en su pequeña cama, su cubierta estaba en el suelo y sussábanas estaban enrolladas alrededor de sus piernas. Ella no dormía profundamente, almenos no esta noche. Sentiría el peligro cerca de ella?Me rechazaba a mí mismo mientras la observaba de nuevo. Cómo iba a mejorar que lamirara de una manera enferma y furtiva? No estaba mejorando. Era mucho, mucho peor.Relajé mis dedos, para dejarme caer. Pero primero me permití echar una larga mirada asu cara.Estaba intranquila. La pequeña arruga entre sus cejas estaba ahí, la comisura de suslabios estaban dobladas. Sus labios temblaban, y entonces se separaron.“Vale, mamá,” murmuró.Bella hablaba mientras dormía.La curiosidad aumentó, sobreponiéndose a todo. El cebo de esos desprotegidos einconcientes pensamientos que salían de su boca era imposible de resistirse.Probé la ventana, y no estaba cerrada, pensando que sería difícil desatascarla. La abríhacia afuera lentamente, encogiéndose en cada leve movimiento por el marco oxidado.Tendría que encontrar aceite para la próxima vez…Próxima vez? Moví mi cabeza, disgustado otra vez.Entré con facilidad y en silencio a través de la ventana medio abierta.Su habitación era pequeña – desorganizada pero limpia. Habían libros apilados en elsuelo junto a su cama, la pila de libros no me permitía verle la cara, y los CDs estabandesparramados de su barato reproductor de música – encima de éste había un joyero. Unmontón de papeles rodeaban al ordenador que parecía como si perteneciera a un museodedicado a las tecnologías obsoletas. El suelo de madera estaba lleno de zapatos.

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Quería ir a leer los títulos de sus libros y CDs, pero me había prometido que memantendría a distancia; en lugar de eso, me fui a sentar en un viaje silla en la esquinamás alejada de la habitación.Había realmente pensado alguna vez en su punto de visión? Pensé en ese primer día, ymi repugnancia por los chicos que estaban demasiado intrigados en ella. Pero cuandorecuerdo su cara en sus mentes, no puedo entender porque no la había encontradopreciosa en el primer momento en que la vi. Parecía algo obvio.Ahora mismo – con su pelo oscuro enredado alrededor de su pálida cara, llevando unaenhebrada camiseta llena de agujeros con unos cochambrosos pantalones, sus faccionesrelajadas inconscientemente, sus labios ligeramente abiertos – me dejó sin aliento. O lohabría hecho, pensé irónicamente, si estuviera respirando.No hablaba. Quizás sus sueños habían terminado.Observé su cara e intenté pensar en alguna manera de hacer el futuro soportable.Hiriéndola no sería soportable. Eso significaba que mi única elección era intentarmarcharme de nuevo?Ahora, los otros no me lo discutirían. Mi ausencia no los pondría en peligro. No habríasospecha, nadie pensaba sobre el accidente.Flaquearé como lo he hecho esta mañana, y nada pareció posible.No podía esperar a rivalizar con los chicos humanos, ya si esos chicos le interesabancomo si no. Era un monstruo. Cómo podría ella verme como algo más? Si ella sabía laverdad sobre mí, se asustaría y me rechazaría. Como una victima en una película deterror, ella huiría, encogida por el horror.Recordé su primer día en biología…y supe que era la reacción normal a tener.Era estúpido imaginar que si hubiera sido el primero en pedirle ir al estúpido baile,habría cancelado sus planes y habría aceptado ir conmigo.No era el que estaba destinado a ser al que ella le dijera si. Sería otro, alguien humano yde sangre caliente. Y no podría nunca dejar que – algún día, cuando dijera sí – le cazaray le matara, porque ella lo merecería, quien quiera que fuese. Ella merecía la felicidad yamar a quien eligiese.Debía dejarla que hiciera lo correcto; no pretendería que estuviera en peligro sólo poramarla.Después de todo, no importaba si me marchaba, porque Bella nunca me vería de lamanera en que yo lo deseaba. Nunca me vería como a alguien que mereciera la penaquerer.Nunca.Podría un muerto, con un congelado y roto corazón? Sentía como si el mío si pudiera.“Edward,” dijo Bella.Me quedé congelado, observando sus ojos cerrados.Se había despertado, encontrándome aquí? Parecía dormida, pero su voz había sido tanclara…Ella suspiró, y entonces se movió inquieta, girándose – todavía parecía dormida ysoñando.“Edward,” murmuró suavemente.Estaba soñando conmigo.Podía un corazón muerto y congelado latir de nuevo? Sentí que iba a hacerlo.

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“Quédate,” suspiró. “No te vayas. Por favor…no te vayas.”Estaba soñando conmigo, y no era una pesadilla. Quería que me quedara con ella, en susueño.Me esforcé por encontrar las palabras para nombrar el sentimiento que me inundaba,pero no tenía palabras suficientemente fuertes que lo sostuviera. Durante un largo rato,me ahogué en las palabras.Cuando salí a la superficie, no era el mismo hombre que había sido antes.Mi vida era una interminable e incambiable media noche. Debe ser, por necesidad,media noche para mí. Así que como era posible que el sol estuviera saliendo ahora, en lamitad de mi media noche?En el momento en que había llegado a ser un vampiro, comerciando mi alma y mimortalidad por la inmortalidad en el abrasador dolor de la transformación, habíarealmente estado congelado. Mi cuerpo se había transformado en algo más parecido auna roca que a la carne, duradero e incambiable, mi estado de ánimo y mis deseos; todosestaban fijados en el mismo lugar.Pasaba lo mismo con el resto. Todos estábamos congelados. Como piedras.Cuando el cambio vino a cada uno de nosotros, era una cosa rara y permanente. Habíavisto como ocurría con Carlisle, y entonces, una década más tarde con Rosalie. El amorles había cambiado en una manera eterna, una manera que nunca se desvanecía. Más deochenta años han pasado desde que Carlisle encontró a Esme, y todavía la mira con losincrédulos ojos del primer amor. Siempre será de esa manera para ellos.Sería siempre de esta manera para mí, también. Amaría siempre a esta frágil humana,durante el resto de mi ilimitada existencia.Miré su inconsciente cara, sintiendo este amor por ella en cada porción de mi cuerpo depiedra.Ahora dormía más sosegadamente, con una ligera sonrisa en sus labios.Siempre observándola, empecé a tramar una solución.La quería, así que intentaría ser suficientemente fuerte para dejarla. Sabía que ahora noera lo suficientemente fuerte. Trabajaría en ello. Pero, quizás, era lo suficientementefuerte para llevar el futuro en otra dirección.Alice sólo había visto dos futuros para Bella, y ahora entendía ambos. Queriéndola, nome alejaría de matarla, si me dejaba cometer errores. Ahora, no podía sentir elmonstruo, no podía encontrarlo en ninguna parte dentro de mí. Quizás el amor lo habíasilenciado para siempre. Si la matara ahora, no sería deliberadamente, sólo un horribleaccidente.Sería excesivamente cuidadoso. Nunca, nunca dejaría la guardia baja. Tendría el controlsobre cada respiración. Tendría que mantenerme siempre a una distancia prudente.No cometería errores.Finalmente entendí ese segundo futuro. Había estado desconcertado por esa visión – quéposibilidad podría hacer que Bella llegara a ser una prisionera de esta media vidainmortal? Ahora – devastado por el anhelo de la chica – pude entender como podría, enun imperdonable egoísmo, pedirle a mi padre ese favor. Pedirle que le quitara la vida ysu alma para así mantenerla para siempre.Ella merecía algo mejor.Pero vi una vez más el futuro, un fino alambre de que podría ser capaz de caminar, si

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podía mantener mi equilibrio.Podría hacerlo? Estar con ella y dejarla ser humana?Deliberadamente, inspiré profundamente, y entonces otra vez, dejando que su perfumeme atravesase como un fuego abrasador. La habitación estaba colapsada por superfume; su fragancia estaba instalada en cada superficie. Mi cabeza me daba vueltas,pero luché contra mi impulso. Tendría que conseguir hacerlo, si iba a intentar cualquierrelación con ella. Tomé otra profunda bocanada de aire.La observé dormir hasta que el sol salió detrás de las nubes, pensando y respirando.Llegué a casa justo después de que los otros se hubieran marchado a la escuela. Mecambié rápidamente, evitando los ojos de Esme llenos de preguntas. Ella vio la febrilluz en mi cara, y se sintió preocupada y aliviada a la misma vez. Mi melancolía le habíahecho daño, y estaba agradecida de que parecía que se había terminado.Corrí hacia la escuela, llegando unos pocos segundos después que mis hermanos. Ellosno se volvieron, pensé que al menos Alice debía de haberlo sabido, que me quedaría enla parte gruesa del bosque que bordeaba la carretera. Esperé hasta que nadie estabamirando, y entonces salí de entre los árboles al aparcamiento lleno de coches.Oí la furgoneta de Bella cerca de la esquina, y me detuve detrás de un Suburban, dondepodía verla sin ser visto.Ella estaba decidiendo, observando mi Volvo durante un largo momento antes deaparcar en una de las plazas de aparcamiento más alejadas, con el entrecejo fruncido.Era extraño recordar que ella probablemente todavía estaría enfadada conmigo, y conuna buena razón.Quería reírme de mi mismo – o golpearme. Todos mis planes no servirían de nada si nole importaba, demasiado, no? Su sueño podía haber sido sobre algo completamentefortuito. Era un completo arrogante idiota.Bueno, era mucho mejor para ella si no le importaba. Eso no me pararía de seguirla,pero le daría su justa advertencia mientras la seguía. Le debía eso.Caminé silenciosamente, preguntándome cual sería la mejor manera de acercarme aella.Lo hizo fácil. Estaba jugueteando con la llave de su coche, y ésta cayó en un charcoprofundo.Tendió sus manos, pero llegué antes de que pusiera sus dedos en el agua fría.Me incliné hacia atrás contra su furgoneta mientras comenzaba a enderezarse.“Cómo lo haces? Se quejó.Sí, todavía estaba enfadada.Le ofrecí la llave. “Hacer qué?”Ella extendió la mano, y las dejé caer en su palma. Inspiré profundamente, cogiendo superfume.“Aparecer del aire,” aclaró.“Bella, no es mi culpa que seas excepcionalmente despistada.” Las palabras eranirónicas, casi una broma. Había algo que ella no viera?Oyó como mi voz envolvió su nombre como una acaricia?Ella me miró, sin apreciar mi humor. Su latido se aceleró – por el enfado? Por miedo?Después de un momento, bajo la vista.“A qué vino taponarme el paso ayer noche?” Me preguntó sin encontrarse con mis ojos.

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“Se suponía que fingías que yo no existía ni te dabas cuenta de que echaba chispas.”Todavía estaba muy enfadada. Me iba a llevar algo más de esfuerzo hacer la cosascorrectas con ella. Recordé mi decisión de ser sincero con ella…“Eso fue culpa de Tyler, no mía. Tenía que darle su oportunidad.” Y entonces me reí.No podía evitarlo, al pensar en su expresión de ayer.“Tú-” gritó, y entonces se detuvo, pareciendo estar demasiado furiosa para terminar.Ahí estaba – esa misma expresión. Volví a reírme. Ella ya estaba suficientementeenfadada.“Y no finjo que no existas,” terminé. Estaba bien mantenerse normal, bromista. Ella noentendería si la dejo ver como me siento en realidad. La asustaría. Tenía que mantenermis sentimientos restringidos, mantener las cosas ligeras…“Quieres matarme a rabietas dado que la furgoneta de Tyler no lo consiguió?”Un rápido relámpago de furia me atravesó. Podía de verdad creer eso?Era irracional estar tan ofendido – ella no sabía la transformación que había llevado acabo durante la noche. Pero estaba enfadado igualmente.“Bella, eres totalmente absurda,” dije bruscamente.Su cara se ruborizó, y me dio la espalda. Se empezó a alejar.Remordimiento. No tenía derecho a estar enfadado.“Espera,” le pedí.Ella no se detuvo, así que la seguí.“Lo siento, he sido descortés. Pero no estoy diciendo que no sea verdad” – era absurdoimaginar que la dañaría de cualquier manera – “ pero de todos modos, no ha sido debuena educación.”“Por qué no me dejas sola?”Créeme, quise decir. Lo he intentado.Oh, y también, estoy miserablemente enamorado de ti.“Quería pedirte algo, pero me desviaste del tema.” Esa clase de acción solo se me habíaocurrido a mí, y me reí.“Tienes un trastorno de personalidad múltiple?” Preguntó.Debe de parecer de esa manera. Mi comportamiento era desigual, demasiadas nuevasemociones atravesándome.“Y lo vuelves a hacer,” señalé.Ella suspiró. “Vale, entonces, qué me querías pedir?”“Me estaba preguntando si, el Sábado de la próxima semana…” Vi la confusiónatravesar su cara, y me volví a reír. “Ya sabes, el día del baile de primavera-“Ella me cortó, finalmente volviendo sus ojos a los míos. “Intentas ser gracioso?”Sí. “Me vas a dejar terminar?”Ella esperó en silencio, sus dientes apretaban su suave labio inferior.Eso me hizo distraerme durante un segundo. Extrañas, desconocidas reacciones meconmocionaban profundamente en mi olvidada existencia humana. Intenté sacármelaspara poder llevar a cabo mi papel.“Te he escuchado decir que vas a ir a Seattle ese día, y me estaba preguntando siquerrías dar un paseo?” ofrecí. Me había dado cuenta, mejor que preguntarle sobre susplanes, yo podría compartirlos.Me observó con la cara blanca. “Qué?”

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“Quieres dar un paseo por Seattle?” Solo en un coche con ella – mi garganta me quemósólo de pensarlo. Tomé una profunda bocanada de aire. Lo conseguiría.“Con quién?” preguntó, sus ojos estaban abiertos y perplejos de nuevo.“Conmigo, obviamente,” dije lentamente.“Por qué?”Era demasiado raro que quisiera su compañía? Ella debe haber aplicado lo peor posibleel significado de mi comportamiento pasado.“Bien,” dije tan normal como me era posible, “estaba planeando ir a Seattle en laspróximas semanas, y, para ser honesto, no estoy seguro de que tu monovolumen puedaconseguirlo.” Parecía más seguro parecer bromista que serio.“Mi coche va perfectamente, gracias por tu preocupación,” dijo en el mismo tono desorpresa. Empezó a andar otra vez. Mantuve su paso.Ella en realidad no había dicho no, así que me aferré a esa ventaja.Dirá que no? Que haría si lo hiciera?“Puede llegar gastando un sólo deposito de gasolina?“No creo que sea asunto tuyo,” refunfuñó.Eso todavía no era un no. Y su corazón estaba latiendo cada vez más rápido, surespiración empezaba a ser más rápida.“El despilfarro de recursos limitados es asunto de todos.”“De verdad, Edward, no te sigo. Pensaba que no querías ser mi amigo.”Una emoción como si fuera un disparo me atravesó cuando dijo mi nombre.Como mantenerla viva y ser honesto al mismo tiempo? Bueno, era más importante serhonesto. Especialmente en este punto.“Dije que sería mejor que no lo fuéramos, no que no lo deseara.”“Oh, gracias, ahora me lo has aclarado todo,” dijo sarcásticamente.Hizo una pausa, bajo el tejado de la cafetería, y encontró mi mirada de nuevo. Suslatidos tartamudeaban. Estaba asustada?Elegí mis palabras cuidadosamente. No, no podía dejarla, pero quizás seríasuficientemente lista para dejarme, antes de que fuera demasiado tarde.“Sería más…prudente para ti que no fueras mi amiga.” Dije observándola en susprofundos ojos marrones. “Pero me he cansado de alejarme de ti, Bella.” Las palabrassalieron con demasiado fervor.Su respiración se detuvo y, en el segundo que le llevó recuperarse, me preocupó. Cuántola había asustado? Bien, lo descubriría.“Me acompañaras a Seattle?” le pedí.Ella asintió, su corazón estaba latiendo ruidosamente.Sí. Me ha dicho que sí.Y entonces mi consciencia me conmocionó. Qué le costaría esto a ella?“Deberías alejarte de mí, de veras” le advertí. Me oyó? Escaparía del futuro amenazanteen que la estaba metiendo? No podía hacer nada para salvarla de mí?Mantente calmado, me grité, “Te veré en clase.”Tenía que concentrarme en detenerme.

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Capítulo 6: GRUPO SANGUÍNEO

La seguí todo el día a través de los ojos de otras personas, dándome cuenta de todo lode mí alrededor. Pero no desde los ojos de Mike porque no podía aguantar permanecerni un segundo en sus ofensivas fantasías, y tampoco en los de Jessica Stanley porque suresentimiento hacia Bella me ponía furioso de una manera que no era segura para esainsignificante chica. Angela Weber era una buena elección cuando sus ojos estabandisponibles; ella era amable – su cabeza era un lugar seguro donde estar. Y algunasveces eran los profesores quienes proporcionaban el mejor punto de vista.Estaba sorprendido, observándola tropezar todo el día – tropezando en las grietas de laaceras, perdiendo libros, y, lo que más, tropezando con sus propios pies – había oído aescondidas que la gente pensaba en ella como una torpe.Lo consideré. Era vedad que solía tener algún problema en permanecer en posiciónvertical. Recordé el primer día en que tropezó con el escritorio, resbalándose en el hieloantes del accidente, cayéndose en la esquina de la puerta ayer…qué obvio, ellos teníarazón. Era torpe.No sé porque me resultó divertido, pero me reí en voz alta mientras iba de la clase deHistoria Americana a Literatura y algunas personas me lanzaron miradas cautelosas.Cómo no me había dado cuenta antes? Quizás porque había algo elegante en susmovimientos, la manera en que sostenía su cabeza, el arco de su cuello…Ahora no había nada elegante en ella. El Sr. Varner la observó mientras se leenganchaba la punta de su bota en la alfombra y caía literalmente en su silla.Me reí de nuevo.El tiempo pasó con gran lentitud mientras esperaba mi oportunidad para verla con mispropios ojos. Finalmente, la campana sonó. Salí rápidamente a la cafetería paraasegurarme mi sitio. Era el primero en llegar. Elegí una mesa que normalmente estabavacía, y me aseguré de permanecer ahí.Cuando mi familia entró y me vio sentado solo en un lugar nuevo, no estabansorprendidos. Alice debería habérselo advertido.Rosalie pasó por mi lado sin mirarme.Idiota.Rosalie y yo nunca habíamos tenido una relación fácil – la había ofendido la primeravez que me oyó hablar, y a partir de ahí, había ido cuesta abajo – pero parecía queestaba incluso de peor humor que normalmente desde hacía algunos días. Suspiré.Rosalie sólo pensaba en ella.Jasper me medio sonrió mientras pasaba por mi lado.Buena suerte, pensó dudando.Emmett puso los ojos en blanco y meneó su cabeza.Pobrecito, has perdido la cabeza.Alice estaba radiante, sus dientes brillaban más de lo normal.Puedo hablarle ya a Bella??“Mantente fuera de esto,” dije bajo mi respiración.Su cara se bajó, y entonces se le iluminó de nuevo.Bien. Sé testarudo. Sólo es cuestión de tiempo.

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Suspiré otra vez.No olvides lo de la clase de biología de hoy, me recordó.Asentí. No, no lo he olvidado.Mientras esperaba a que llegara Bella, la seguí en los ojos de un estudiante que ibadetrás de Jessica de camino a la cafetería. Jessica estaba farfullando sobre el baile, peroBella no le decía nada en respuesta. No, esa Jessica no le daba muchas oportunidades.En el momento en que Bella atravesó la puerta, sus ojos fueron hacia la mesa dondeestaban sentados mis hermanos. Los observó durante un momento, y entonces su frentese arrugó y entonces miró hacia el suelo. No se había dado cuenta de que estaba aquí.Parecía tan…triste. Sentí una poderosa urgencia de levantarme y de ir a su lado, paraconsolarla de alguna manera, sólo que no sabía que es lo que encontraría como alivio.No tenía ni idea de que hacer para que mirara hacia mí. Jessica continuaba farfullandosobre el baile. Estaba Bella triste porque se lo iba a perder? No parecía como…Pero eso podía ser remediado, si ella quería.Ella compró sólo un refresco. Estaba bien? No necesitaba más alimento que eso? Nuncahabía prestado mucha atención en la dieta humana antes.Los humanos eran irritantemente frágiles! Había un millón de cosas diferentes sobre loque preocuparse…“Edward Cullen te vuelve a mirar,” le oí a Jessica decir. “Me preguntó porque se sientasolo hoy?”Le estaba agradecido a Jessica – estaba incluso más resentida ahora – porque la cabezade Bella se alzó y sus ojos me buscaron hasta que encontraron los míos.Ahora no había ningún rastro de tristeza en su cara- Eso me dio esperanza de quehubiera estado triste porque había pensado que me había marchado más temprano, y esaesperanza me hizo sonreír.Le hice un movimiento con mi dedo para que viniera. Ella pareció demasiado asustadapor eso quise gastarle una broma de nuevo.Así que le hice un guiño, y su boca se abrió.“Se refiere a ti?” preguntó Jessica en un tono incrédulo.“Quizás necesita ayuda con sus deberes de biología,” dijo en voz baja, y de formaindecisa. “Um, será mejor que vaya a ver qué quiere.”Eso fue otro sí.Tropezó dos veces mientras venía a mi mesa, pensando que no había nada en su camino.En serio, cómo me había perdido esto antes? Habría estado prestando más atención asus silenciosos pensamientos, supongo… Qué más me había perdido?Mantente sincero, mantente atento, me decía a mi mismo.Se detuvo detrás de la silla que había enfrente de mí dudando. Inspiré profundamente,pasando antes por mi nariz que por mi boca.Siente el quemazón, pensé.“Por qué no te sientas hoy conmigo?” le pregunté.Sacó la silla y se sentó, observándome durante todo el tiempo. Parecía nerviosa, pero sufísica aceptación era otro sí.Esperé que hablara.Le llevó un momento, pero, finalmente, dijo, “Esto es diferente.”“Bueno…” dudé. “Decidí que, ya puesto a ir al infierno, lo podía hacer del todo.”

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Por qué he dicho eso? Se suponía que iba a ser sincero, al menos. Y quizás, ella habíaoído la advertencia de mis palabras implicadas. Quizás se daría cuenta que deberíalevantarse e irse tan rápidamente como fuera posible…Ella no se levanto. Me observó, esperando, como si hubiese dejado mi frase sinterminar.“Ya sabes que no tengo ni idea de lo que quieres decir,” dijo cuando no continué.Eso fue un alivio. Sonreí.“Lo sé.”Era difícil ignorar los pensamientos que me gritaban detrás de su espalda – y quisecambiar de tema.“Creo que tus amigos están enfadados conmigo por secuestrarte.”Esto no pareció preocuparle. “Sobrevivirán.”“Aunque es posible que no quiera liberarte,” No sabía si estaba intentando ser sinceroahora, o sólo estaba intentando bromear. El estar cerca de ella me hacia difícil crearsentido a mis propios pensamientos.Bella tragó ruidosamente.Me reí por su expresión. “Pareces preocupada.” Esto no debería ser divertido… Elladebería preocuparse.“No.” Era una mentirosa pésima, y no ayudó que su voz se rompiera. “Más biensorprendida. A qué se debe este cambio?”“Ya te lo dije,” le recordé. “Me he hartado de permanecer lejos de ti, por lo que me herendido.” Sonreí con un poco de esfuerzo. No estaba funcionando del todo – intentar sersincero y normal al mismo tiempo.“Rendido?” repitió, desconcertada.“Sí, he dejado de intentar ser bueno. Ahora voy a hacer lo que quiero, y que sea lo quetenga que ser” Y, aparentemente, dejar de parecer normal.Eso era más sinceridad de la necesaria. Dejarle ver mi egoísmo. Dejar esa advertencia,también.“Me he vuelto a perder.”Era suficientemente egoísta para estar agradecido a que no lo pillara. “Siempre digodemasiado cuando hablo contigo – ése es uno de los problemas.”Un insignificante problema, en comparación con el resto.“No te preocupes,” me tranquilizó. “No me entero de nada.”Bien. Entonces se quedaría. “Cuento con ello.”“Así que, somos amigos ahora?”Lo medité durante un segundo. “Amigos…” repetí. No me gustaba como sonaba eso.No lo suficiente.“O no,” murmuró, pareciendo avergonzada.Pensaba que no me gustaba?Sonreí. “Bueno, podemos intentarlo, supongo. Pero te advierto que no soy un buenamigo para ti.”Esperé por su respuesta, partiéndome en dos – deseando que finalmente lo oyera y loentendiera, pensando que podría morir si lo hacía. Que melodramático. Me estabaconvirtiendo en un humano.Su corazón se aceleró. “Lo repites un montón.”

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“Sí, porque no me escuchas,” dije, demasiado intenso. “Todavía estoy esperando queme creas. Si eres lista, me evitarás.”Ah, pero iba a permitirle hacer eso, si lo intentaba?Sus ojos se achicaron. “Me parece que tú también te has formado tu propia opiniónsobre mi mente preclara.”No estaba completamente seguro de lo que quería decir, pero sonreí en disculpa,adivinando que debía de haberla ofendido accidentalmente.“En ese caso,” dijo lentamente. “Hasta que sea lista… Vamos a intentar ser amigos?”“Eso suena bien.”Miró hacia abajo, observando intensamente la botella de limonada en sus manos.La antigua curiosidad me atormentaba.“En qué estas pensando?” le pregunté – fue un alivio decir esas palabras en voz alta alfin.Se encontró con mi mirada, y su respiración se aceleró mientras que sus mejillas sevolvían coloradas. Inhalé, saboreándolo en el aire.“Estoy intentando imaginar que es lo que eres.”Puse una sonrisa en mi cara, haciendo que mis rasgos parecieran de esa manera,mientras el pánico me atravesaba mi cuerpo.Por supuesto que se lo estaba preguntando. No era estúpida. No podía esperar queestuviera ciega ante algo tan obvio.“Y estas teniendo suerte?” le pregunté tan ligeramente como pude hacerlo.“No demasiada,” admitió.Sentí un repentino alivio. “Qué teorías barajas?”No podría ser peor que la verdad, no importara lo que hubiera imaginado.Sus mejillas se pusieron más coloradas, y no dijo nada. Pude sentir el calor de su ruboren el aire.Intenté usar mi tono persuasivo en ella. Solía funcionar bien con los humanos normales.“No me lo quieres decir?” Sonreí alentadoramente.Meneó su cabeza. “Es demasiado vergonzoso.”Ugh. No sabía que era peor. Por qué le avergonzarían sus especulaciones? No podríapermanecer sin saberlo.“Eso es realmente frustrante, sabes.”Mi queja hizo que saltara una chispa en ella. Sus ojos relampaguearon y sus palabrassalieron más rápidamente que normalmente.“No, no concibo por qué ha de resultar frustrante, en absoluto, sólo porque alguienrehúse revelar sus pensamientos, sobre todo después de haber efectuado unos cuantoscomentarios crípticos, especialmente ideados para mantenerme en vela toda la noche,pensando en su posible significado…Bueno, por qué iba a resultar frustrante?”Le fruncí el ceño, molesto al darme cuenta de que tenía razón. No estaba siendo justo.Ella continuó. “O mejor, digamos que una persona realiza un montón de cosas raras,como salvarte la vida bajo circunstancias imposibles un día y al día siguiente tratartecomo si fueras un paria, y jamás te explica ninguna de las dos, incluso después dehaberlo prometido. Eso tampoco debería resultar demasiado frustrante.”Era el discurso más largo que le había oído decir, y esto me dio una nueva cualidad paraponer en mi lista.

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“Tienes un poquito de genio, verdad?”“No me gusta aplicar un doble rasero.”Estaba completamente justificada su irritación, por supuesto.Observé a Bella, preguntándome como sería posible hacer algo bueno para ella, hastaque los silenciosos gritos de la cabeza de Mike me distrajeron.Estaba tan enojado que me hizo reírme.“Qué?” se quejó.“Tu novio parece creer que estoy siendo desagradable contigo – se está debatiendo en sivenir o no a interrumpir nuestra discusión.” Me gustaría verle intentarlo. Me reí denuevo.“No sé de quién me hablas.” En un tono glacial. “Pero de todos modos estoy segura deque te equivocas.”Disfruté mucho en la manera en que le renegó con su frase.“Yo, no. Te lo dije, me resulta fácil saber qué piensan la mayoría de las personas.”“Excepto yo, por supuesto.”“Sí, excepto tú.” Tenía que ser la excepción para todo?No habría sido más justo – considerando con todo lo demás en lo que tenía queocuparme ahora – si pudiera al menos oír algo de su cabeza? Era eso mucho pedir? “Mepregunto porque será?”La observé a los ojos, intentándolo de nuevo…Apartó la mirada. Abrió su limonada y tomó un rápido sorbo, sus ojos todavía estabanfijos en la mesa.“No tienes hambre?” le pregunté.“No.” Sus ojos observaban la mesa vacía. “Y tu?”“No, no estoy hambriento,” dije. Definitivamente no lo estaba.Ella observó a la mesa con sus labios apretados. Esperé.“Podrías hacerme un favor?” preguntó, repentinamente encontrándose con mi miradaotra vez.Qué querría de mí? Me preguntaría por la verdad que no me estaba permitida decirle –la verdad que no quería que supiera nunca, nunca lo sabría?“Eso depende de lo que quieras.”“No es mucho,” prometió.Esperé, curioso, de nuevo.“Sólo me estaba preguntando…” dijo lentamente, observando la botella de la limonada,delineándola con su dedo más pequeño. “Si podrías ponerme sobre aviso la próxima vezque decidas ignorarme por mi propio bien. Únicamente para estar preparada.”Quería una advertencia? Entonces, haber sido ignorada por mí había sido una cosamala… Sonreí.“Me parece justo.” Agregué.“Gracias,” dijo, levantando la vista. Su cara se alivió lo que hizo que quisiera reírme demi propio alivio.“En ese caso, puedo pedir una respuesta a cambio?” Pregunté esperanzado.“Una,” me permitió.“Cuéntame una teoría.”Se ruborizó. “Esa no.”

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“No hiciste distinción alguna, sólo prometiste una respuesta,” me quejé.“Y tu nunca has roto ninguna promesa,” se volvió a quejar.Ahí me había pillado.“Sólo una teoría – no me reiré.”“Sí lo harás.” Parecía muy segura de eso, no podía imaginarme nada que pudiera serdivertido sobre esto.Le dí otra oportunidad a mi persuasión. La observé profundamente a los ojos – algofácil de hacer, con unos ojos tan profundos – y susurré, “Por favor?”Ella pestañeó, y su cara se volvió blanca.Bueno, esa no era exactamente la reacción que buscaba.“Eh… qué?” preguntó, parecía mareada. Qué le pasaba?Pero todavía no me daba por vencido.“Cuéntame sólo una de tus pequeñas teorías, por favor.” Le supliqué con voz suave ysin asustarla, reteniendo sus ojos en los míos.Para mi sorpresa y satisfacción, finalmente funcionó.“Um, bueno, te ha mordido una araña radioactiva?”Cómics? No me extraña que pensara que me reiría.“Eso no es muy creativo,” le reprendí, intentando ocultar mi alivio.“Lo siento, es todo lo que tengo,” dijo, ofendida.Esto me ayudaba incluso más. Me era posible volver a tomarle el pelo de nuevo.“Ni siquiera te has acercado.”“Nada de arañas?”“No.”“Ni un poquito de radioactividad?”“Nada.”“Maldición” suspiró.“La kriptonita tampoco funciona conmigo,” dije rápidamente – antes de que pudierapreguntarme sobre mordeduras – y entonces me tuve que reír, porque pensaba que eraun superhéroe.“Se suponía que no te ibas a reír, te acuerdas?”Presioné mis labios.“Lo descubriré con el tiempo,” prometió.Y cuando lo hiciera, saldría corriendo.“Desearía que no lo intentaras,” dije, todo el humor se había ido.“Porque…?”Debía ser sincero. Intenté sonreír, para hacer que mis palabras sonaran menosamenazantes. “Qué pasaría si no fuera un superhéroe? Y si fuera el chico malo?”Sus ojos se abrieron por una fracción y sus labios se separaron ligeramente. “Oh,” dijo.Y entonces, después de otro segundo, “Ya veo.”Finalmente me había oído.“Eres peligroso?” adivinó. Su respiración aumento, y si corazón se aceleró.No pude responderle. Era este mi último momento con ella? Huiría ahora? Podríapermitirme decirle que la quería antes de que se marchara? O eso la asustaría más?“Pero no malo,” susurró, moviendo su cabeza, no había miedo en sus ojos. “No, no creoque seas malo.”

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“Te equivocas,” dije.Por supuesto que era malo. No me alegraba, que ella pensase mejor de mí de lo que yome merecía? Si fuera una persona buena, habría estado alejado de ella.Estiré mi mano por la mesa, cogiendo la tapa de su limonada como si fuera una excusa.Ella no se encogió ante mi repentino acercamiento. En verdad no estaba asustada. Notodavía.Giré la tapa como una peonza, observándola en vez de a ella. Mis pensamientos estabanenredados.Corre, Bella, corre. No podía hacer que las palabras salieran en voz alta.Se puso en pie de un salto. “Vamos a llegar tarde,” dijo, justo cuando había empezado apreocuparme de que de alguna manera hubiera oído mis silenciosas advertencias.“Hoy no voy a ir a clase.”“Por qué no?”Porque no quiero matarte. “Es saludable hacer novillos de vez en cuando.”Para ser precisos, era más sano para los humanos si los vampiros hacían novillos losdías en que la sangre humana sería derramada. El Sr. Banner iba a hacer una prueba degrupo sanguíneo hoy. Alice ya se había saltado su clase esta mañana.“Bueno, yo si voy,” dijo. Eso no me sorprendió. Era responsable – ella siempre hacia locorrecto.Era lo opuesto a mí.“Te veré más tarde entonces,” dije, intentando parecer normal, mirando la tapa. Y, porahora, te adoro…en distintas peligrosas maneras.Ella dudó, y esperé durante un momento en que se quedaría conmigo después de todo.Pero la campana sonó y salió corriendo.Esperé hasta que se hubo ido, y entonces puse la tapa en mi bolsillo – un recuerdo denuestra conversación más larga – y atravesé la lluvia hacia mi coche.Puse mi disco de música relajante favorito – el mismo que había escuchado ese primerdía – pero no escuché durante mucho tiempo las notas de Debussy. Otras notas estabanatravesando mi cabeza, un fragmento de melodía que me agradaba e intrigaba más. Bajéel sonido del estéreo y escuché la música en mi cabeza, tocando ese fragmento hasta quese volvió en una armonía. Instintivamente, mis dedos se movieron en el aire,imaginando las teclas de un piano.La nueva composición estaba terminando cuando mi atención fue atrapada por una olade angustia mental.Busqué la angustia.Va a desmayarse? Qué hago? Mike estaba angustiado.A cientos de metros de distancia, Mike Newton estaba bajando el cuerpo de Bella alsuelo. Estaba desplomada, sin respuesta contra el húmedo hormigón, sus ojos estabancerrados, su piel estaba tan blanca como la de un cadáver.Casi arranco la puerta del coche.“Bella?” Grité.No hubo ningún cambio en su cara sin vida cuando grité su nombre.Todo mi cuerpo se volvió más frío que el hielo.Me enteré por la sorpresa de Mike mientras analizaba sus pensamientos furiosamente.Él solamente estaba pensando rabiosamente hacia mí, así que no sabía que le pasaba a

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Bella. Si él hubiera hecho algo que la dañara, le aniquilaría.“Qué le pasa – está herida?” me quejé, intentando centrarme en sus pensamientos. Mevolvía loco tener que andar al paso humano. No debería haber llamado la atención alaproximarme.Entonces pude oír su corazón latiendo e incluso su respiración. Mientras la observaba,ella apretó sus ojos ligeramente cerrados. Eso hizo que me aliviara algo el pánico.Vi un parpadeo de los recuerdos de Mike en su cabeza, borrones de imágenes de la clasede biología. La cabeza de Bella en nuestra mesa, su piel volviéndose verde. Gotas desangre contra las tarjetas blancas…Grupo sanguíneo.Me detuve donde estaba, aguantando la respiración. Su perfume era una cosa, su sangrefluyendo era otra distinta.“Creo que se ha desmayado,” dijo Mike, ansioso y resentido al mismo tiempo. “No séque ha pasado, ni siquiera se ha pinchado el dedo.”Me fui aliviando, y volví a respirar de nuevo, probando el aire. Ah, podía oler elpequeño flujo de sangre de Mike Newton. En otro momento, me podría haberinteresado.Me arrodillé junto a ella mientras Mike se cernía junto a mí, furioso por miintervención.“Bella, Puedes oírme?”“No,” gimió. “Vete.”El alivio era tan fuerte que me reí. Estaba bien.“La estaba llevando a la enfermería,” dijo Mike. “Pero no quiso avanzar más.”“Yo me encargo de ella. Puedes volver a clase,” dije despidiéndole.Los dientes de Mike rechinaron. “No. Se supone que he de hacerlo yo.”No iba a permanecer discutiendo con este miserable.Emocionado y aterrorizado, medio agradecido y medio ofendido por el apuro con que latocaba, suavemente la levanté del suelo y la llevé en mis brazos, tocando solamente susropas, manteniendo tanta distancia entre nuestros cuerpos como era posible. Estabadando grandes zancadas, dándome prisa por tener su vida – lo más alejada de mí, enotras palabras.Sus ojos se abrieron, asombrados.“Bájame,” me ordenó con voz débil – avergonzada de nuevo, adiviné por su expresión.No le gustaba mostrar debilidad.Apenas oí los gritos de protesta de Mike detrás de nosotros.“Tienes un aspecto horrible,” le dije, sonriendo abiertamente porque no había nada maloen ella, excepto una difícil mente y un débil estómago.“Bájame al suelo,” dijo. Sus labios estaban blancos.“Así que te desmayas al ver la sangre?” Podría haber algo más irónico?Ella cerró sus ojos y presionó sus labios.“Y ni siquiera era la visión de tu propia sangre,” añadí, mi sonrisa se amplió.Estábamos delante de la enfermería. La puerta estaba entreabierta, y le dí una patadapara quitarla de mi camino.La Sra. Cope saltó, sobresaltada. “Oh, Dios mío,” gritó mientras examinaba a la pálidachica en mis brazos.

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La Sra. Cope se dio prisa para abrir la puerta de la oficina de la enfermera. Los ojos deBella estaban abiertos de nuevo, observándola. Oí a la enfermera interna de mayor edadasombrarse mientras dejaba a la chica cuidadosamente en una de las camillas. Tanpronto como estuvo fuera de mis brazos, puse el espacio de la ancha habitación entrenosotros. Mi cuerpo estaba demasiado emocionado, demasiado ilusionado, mismúsculos se tensaron y el veneno fluyó. Era tan caliente y fragante.“Sólo está un poco mareada,” tranquilicé a la Sra. Hammond. “Estaban haciendo laprueba del Rh.”Ella asintió, entendiéndolo todo. “Siempre le ocurre a alguien.”Ahogué mi risa. La confianza de Bella lo merecía.“Permanece acostada sólo un minutito, cariño,” dijo la Sra. Hammond. “Se pasará.”“Lo sé,” dijo Bella.“Te sucede muy a menudo?” preguntó la enfermera.“A veces,” admitió Bella.Intenté disimular mi risa tosiendo.Esto atrajo la atención de la enfermera. “Puedes regresar a clase,” dijo.La miré directa a sus ojos y mentí con gran seguridad. “Se supone que me tengo quequedar con ella.”Hmm. Me pregunto… oh bien. La Sra. Hammond asintió.Funcionó muy bien con ella. Por qué tenía que ser tan difícil con Bella?“Voy a traerte un poco de hielo para la frente, querida,” dijo la enfermera, ligeramenteincomoda por mi mirada penetrante – la manera que debería de ser en un humano – ydejó la habitación.“Tenías razón,” se quejó Bella, cerrando sus ojos.Que quería decir? Pensé en la peor conclusión: habría aceptado mis advertencias.“Normalmente la tengo,” dije, intentando parecer divertido; aunque el tono de mi vozsonó agrio. “Pero, sobre que tengo razón esta vez?”“Hacer novillos es saludable,” suspiró.Ah, me alivié de nuevo.Entonces permaneció en silencio. Inspiraba y expiraba lentamente. Sus labios estabanempezando a volverse rosados. Su boca estaba ligeramente equilibrada, su labio inferiorestaba un poquito separado. Observar su boca me hizo sentirme extraño. Me hizo quereracercarme a ella, algo que no era una buena idea.“Ahí fuera hubo un momento en que me asustaste,” dije – para comenzar laconversación y así poder oír de nuevo su voz. “Creí que Mike Newton estabaarrastrando tu cadáver para enterrarlo en los bosques.”“Ja ja,” dijo.“Sinceramente he visto cadáveres con mejor aspecto.” En realidad era verdad. “Mepreocupaba que tuviera que vengar tu asesinato.” Y lo habría hecho.“Pobre Mike,” suspiró. Apuesto a que se ha enfadado.”La furia me atravesó, pero me contuve rápidamente. Su preocupación era seguramentesólo por la pena. Ella era amable. Eso era todo.“Me aborrece por completo,” le dije, animado por esa idea.“No lo puedes saber.”“Vi su rostro…Te lo aseguro.” Probablemente era verdad que leyendo su cara me

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hubiera dado suficiente información para hacer esa deducción particularmente. Todaesta práctica con Bella me estaba agudizando mi habilidad para leer las expresioneshumanas.“Cómo es que me viste? Pensé que estabas haciendo novillos.” Su cara estaba mejor –el tono verde se había ido de su translucida piel.“Estaba en mi coche, escuchando un CD.”Su expresión se volvió nerviosa, como si mi ordinaria respuesta la hubiera sorprendidode alguna manera.Sus ojos se abrieron de nuevo cuando la Sra. Hammond volvió con la bolsa de hielo.“Aquí tienes, cariño,” dijo la enfermera mientras lo ponía sobre la frente de Bella,“Tienes mejor aspecto.”“Creo que ya estoy bien,” dijo Bella, y se levantó mientras apartaba la bolsa de hielo.Por supuesto. A ella no le gustaba recibir cuidados.Las arrugadas manos de la Sra. Hammond revolotearon alrededor de la chica, como sifuese a volverla a acostar, pero justo entonces la Srta. Cope abrió la puerta de la oficinay entró.Con su apariencia vino el olor de la sangre fresca, sólo una bocanada.En la oficina de detrás de ella, estaba Mike Newton todavía muy enfadado, deseandoque el pesado cuerpo que llevaba fuese ahora la chica que estaba aquí conmigo.“Ahí viene otro,” dijo la Srta Cope.Bella rápidamente saltó de la cama, apartándose.“Tome,” dijo, devolviéndole la bolsa de hielo a la Sra. Hammond. “No la necesito.”Mike gruñó mientras medio empujaba a Lee Stevens a través de la puerta. La sangretodavía le goteaba de la mano a Lee, goteándole por su muñeca.“Oh no.” Esta era mi oportunidad de marcharme – y la de Bella, también. “Vámonosfuera de aquí, Bella.”Me observó con los ojos perplejos.“Confía en mí – vamos.”Se giró y alcanzó la puerta antes de que se cerrara, atravesándola a toda prisa. La seguíunos pocos pasos detrás de ella. El balanceo de su pelo me rozó la mano…Se volvió a mirarme, todavía con los ojos muy abiertos.“Por una vez me has hecho caso.” Eso era un principio.Su pequeña nariz se arrugó. “Olí la sangre.”La observé sorprendido. “La gente no puede oler la sangre.”“Bueno, yo si puedo – eso es lo que me pone mala. Huele a oxido…y sal.”Mi cara se congeló, todavía observándola.Era de verdad humana? Parecía humana. Era tan suave como un humano. Olía ahumano – bueno, mejor en realidad. Actuaba como un humano…de su clase. Pero nopensaba como un humano, o respondía como uno de ellos.Qué otra opción había?“Qué?” se quejó.“Nada.”Mike Newton nos interrumpió, entrando en la habitación, resentido, lleno depensamientos violentos.“Tienes mejor aspecto,” le dijo de manera grosera.

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Mi mano se sacudió, queriendo enseñarle algunas maneras. Tendría que observarlo pormi mismo, o podría terminar matándole.“Mantén tu mano en el bolsillo,” dijo. Por un momento, pensé que me estaba hablando amí.“Ya no sangra,” respondió malhumorado. “Vas a volver a clase?”“Estas bromeando? Tendría que dar media vuelta y volver aquí.”Eso fue muy bueno. Había pensado que iba a perderme toda esta hora con ella, y ahora,en cambio, tenía tiempo extra. Me sentí codicioso, avaricioso por obtener cada minuto.“Sí, supongo que sí” murmuró Mike. “Vas a venir este fin de semana a la playa?”Ah, ellos tenían planes. La furia me atravesó. Era un viaje de grupo, pensé. Había vistoalgo de esto en la cabeza de los otros estudiantes. No era para sólo dos de ellos. Todavíaestaba furioso. Permanecí inmóvil contra el mostrador, intentando mantener el control.“Claro, te dije que iría,” le prometió.Así que, también le había dicho que sí a él. Los celos aumentaron, eran más dolorososque la sed.No, era sólo una salida de grupo, intenté convencerme. Ella solamente iba a pasar el díacon sus amigos. Nada más.“Nos reuniremos en la tienda de mi padre, a las diez.” Y Cullen no está invitado.“Allí estaré,” dijo.“Entonces, te veré en clase de gimnasia.”“Nos vemos,” contestó.Fue arrastrando los pies mientras se iba a clase, sus pensamientos todavía estaban llenosde ira. Qué ve en ese bicho raro? Claro, es rico, creo. Las chicas piensan que es guapo,pero yo no lo creo. Demasiado…demasiado perfecto. Apuesto a que su padreexperimenta con cirugía plástica con todos ellos. Ese es el porque son tan blancos yguapos. No es natural. Y su manera de…mirar asusta. Algunas veces, cuando meobserva, juraría que está pensando en matarme…Bicho raro…Mike no era del todo idiota.“Gimnasia,” repitió rápidamente Bella. Un gruñido.La miré, y vi que estaba triste sobre algo de nuevo. No estaba seguro de por qué, peroestaba claro que no quería ir a su próxima clase con Mike, y tenía un plan.Fui a su lado y me incliné cerca de su cara, sintiendo el calor saliendo de su piel,radiando de sus labios. No me atreví a respirar.“Puedo hacerme cargo de eso,” murmuré. “Siéntate e intenta parecer paliducha.”Ella hizo lo que le pedí, sentándose en una de las sillas plegables y permaneciendo conla cabeza contra la pared, mientras, detrás mía, La Srta. Copes salió de la habitación yfue a su escritorio. Con sus ojos cerrados, Bella parecía como si se hubiera vuelto adesmayar. Su color completo no había vuelto todavía.Me volví a la secretaria. Esperando que Bella estuviese prestando atención a esto, Pensésarcásticamente. Esto era como un humano debería responder.“Srta. Cope?” pregunté, usando mi voz persuasiva de nuevo.Sus pestañas revolotearon, y su corazón se acelero. Demasiado joven, resístete!“Sí?”Eso era interesante. Cuando el pulso de Shelly Cope se aceleró, fue porque me encontrófísicamente atractivo, no porque estuviera asustada. Solía utilizarlo alrededor de las

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humanas…todavía no había considerado esa explicación para la aceleración del corazónde Bella.Más bien me habría gustado eso. Demasiado, de hecho. Sonreí, y la respiración de laSrta. Cope se hizo más audible.“Bella tiene gimnasia en la próxima hora, y creo que no se encuentra del todo bien. Enrealidad, estaba pensando en que debería llevarla a casa. Cree que podría dispensarla deasistir a esa clase?” La observé a los ojos, disfrutando de los estragos que le causaba a lahora de procesar sus pensamientos. Era posible que Bella…?La Srta. Cope tuvo que tragar ruidosamente antes de contestar. “Necesitas también quete dispense a ti, Edward?”“No, tengo clase con la Sra. Goff, a ella no le importará.”Ahora, no le estaba prestando mucha atención. Estaba explorando esta nuevaposibilidad. Hmm, Me gustaría creer que Bella me encontrara atractivo como los otroshumanos hacen, pero cuando había tenido Bella las mismas reacciones que los otroshumanos? No debería darme esperanzas.“De acuerdo, no te preocupes de nada. Que te mejores Bella.”Bella asintió débilmente – sobreactuando un poco.“Puedes caminar, o quieres que te lleve en brazos de nuevo?” pregunté, divertido por supobre actuación. Sabía que querría andar – no quería ser débil.“Caminaré,” dijo.Acerté de nuevo. Se me estaba dando mejor.Se levantó, dudando por un momento como si comprobara su equilibrio. Abrí la puertapor ella, y salimos a la lluvia.La observé mientras levantaba su cara hacia la lluvia con los ojos cerrados, con unaligera sonrisa en sus labios. En qué estaba pensando? Algo en su actitud medesconcertó, y rápidamente me dí cuenta de por que me desconcertaba su postura. Lachicas humanas no levantarían sus caras a la llovizna de esa manera; las chicas humanasnormalmente llevaban maquillaje, incluso aquí, en este húmedo lugar.Bella nunca llevaba maquillaje, tampoco lo necesitaba. La industria cosmética haciamillones de dólares al año de mujeres que intentaban conseguir una piel como la suya.“Gracias,” dijo, sonriéndome ahora. “Merecía la pena seguir enferma para perderse laclase de gimnasia.”Miré a través del campus, preguntándome como prolongar mi tiempo junto a ella.“De nada,” dije.“De modo que vas a ir? Este Sábado, quiero decir?” Sonaba esperanzada.Ah, su esperanza era tranquilizante. Ella me quería con ella, no con Mike Newton. Yquería decirle que sí. Pero habían muchas cosas a considerar. Por una parte, el solestaría brillando este sábado…“A dónde vais a ir, exactamente?” intenté mantener mi voz indiferente, como si noimportara mucho. Mike había dicho playa, pensé. No habían muchas maneras de evitarlos rayos del sol allí.“A la Push, al puerto.”Mierda. Bueno, era imposible entonces.De todas maneras, Emmett se enfadaría si cancelo nuestros planes.Baje la mirada, sonriendo irónicamente. “No creo que esté invitado.”

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Ella suspiró, ya resignada. “Acabo de invitarte.”“No avasallemos más entre los dos al pobre Mike esta semana no sea que se vaya aromper,” y disfruté del dibujo mental.“El blandengue de Mike…” dijo, rechazándolo de nuevo. Sonreí ampliamente.Y entonces empezó a alejarse de mí.Sin pensar en mi acción, la alcancé y la traje de vuelta de su chubasquero. Se sacudiópara detenerme.“Dónde te crees que vas?” Estaba casi enfadado de que me dejara. No había pasadosuficientemente tiempo con ella. No podía irse, todavía no.“Me voy a casa,” dijo, desconcertada de porqué esto me había enfadado.“Acaso no me has oído decir que te iba a dejar a salvo en casa? Crees que te voy apermitir que conduzcas en tu estado?” Sabía que eso no le gustaría – mi implicación encuidarla. Pero necesitaba practicar para el viaje a Seattle, de todas formas. Ver si podíamanejar su proximidad en un lugar cerrado. Este era un viaje mucho más corto.“En qué estado?” se quejó. “Y qué va a pasar con mi furgoneta?”“Se la tendré que dejar a Alice después de la escuela,” La arrastré de vuelta a mi cochecon cuidado, sabiendo que esto le estaba suponiendo un gran reto para ella.“Déjame!” dijo, haciendo eses y casi tropezando. Me resistía a tomarle de la mano, perose enderezó antes de que fuera necesario. No debería estar buscando excusas paratocarla. Esto me hizo pensar en la reacción de la Srta. Cope, pero lo dejaría para mástarde. Había mucho para ser considerado en ese aspecto.La solté junto al coche, y se tropezó con la puerta del coche. Tendría que haber sidoincluso más cuidadoso, de tener más en cuenta su pobre equilibrio…“Eres tan insistente!”“Está abierto.”Entré por mi lado del coche y lo arranqué. Su cuerpo se puso rígido, todavíapermaneciendo fuera, pensé que la lluvia le reconfortaría y supe que no le gustaba elfrío y la humedad. El agua le estaba empapando su espeso pelo, oscureciéndolo hastallegar casi al color negro.“Soy perfectamente capaz de conducir hasta casa!”Por supuesto que lo era – Yo solamente no era capaz de dejarla marchar.Bajé su ventanilla y me incliné hacia ella. “Entra, Bella.”Sus ojos se achicaron, y adiviné que se estaba debatiendo entre echar a correr o no.“Te arrastraría de vuelta aquí,” le prometí, disfrutando de su pesar cuando se dio cuentade lo que quería decir.Su barbilla se mantenía levantada en el aire, abrió su puerta y entró. Su pelo goteó elcuero y sus botas rechinaron la una con la otra.“Esto es totalmente innecesario,” dijo fríamente. Pensaba que parecía avergonzada bajosu resentimiento.Subí la calefacción para que no estuviera incomoda, y puse la música a un volumenagradable. Conduje hacia la salida, observándola por el rabillo del ojo. Su labio inferiorestaba sobresaliendo testarudamente. Lo observé, examinando como esto me haciasentirme…pensando en la reacción de la secretaria de nuevo…De repente miró al estéreo y sonrió, sus ojos se abrieron. “Claro de Luna?” preguntó.Una fan de los clásicos? “Conoces a Debussy?”

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“No mucho,” dijo. “Mi madre pone mucha música clásica en casa, pero sólo conozco amis favoritos.”“También es una de mis favoritos.” Observé la lluvia, considerándolo. Ya tenía algo encomún con la chica. Había empezado a pensar en que éramos opuestos en todos lossentidos.Ahora, parecía más relajada, observando la lluvia como yo, con los ojos ocultos. Yosolía respirar para experimentar mientras estaba distraída.Inhalé cuidadosamente a través de mi nariz-Potente.Agarré el volante más fuertemente. La lluvia hacia que oliese mejor. No había pensadoen que eso fuese posible. Estúpidamente, estaba repentinamente imaginando comosabría.Intenté tragar contra el quemazón de mi garganta, para pensar en otra cosa.“Cómo es tu madre?” le pregunté como distracción.Bella sonrió. “Se parece mucho a mí, pero es más guapa.”Dudé eso.“He heredado muchos rasgos de mi padre,” continuó. “Es más sociable y atrevida queyo.”Dude eso también.“También es irresponsable y un poco excéntrica, y una cocinera impredecible. Es mimejor amiga.” Su voz se volvió melancólica; su frente se arrugó.De nuevo, sonó más como una madre que como una niña.Me detuve delante de su casa, preguntándome demasiado tarde si se suponía que debíaconocer donde vivía. No, no sería sospechoso en una ciudad tan pequeña, con su padrecomo figura pública…“Bella, cuántos años tienes?” Debe de ser mayor que sus compañeros. Quizás habíaempezado el instituto más tarde, o había repetido…eso no era probable, pensé.“Diecisiete,” respondió.“No los aparentas.”Se rió.“Qué?”“Mi madre siempre dice que nací con treinta y cinco años y que cada año me vuelvomás madura.” Se rió de nuevo, y entonces suspiró. “En fin, una de las dos debía de serla adulta.”Esto me aclaró las cosas. Podía verlo ahora…como la irresponsable madre ayudó a laexplicable madurez de Bella. Había crecido muy rápido, llegando a ser la cuidadora.Ese es el por qué no le gusta que la cuiden, siente que es su trabajo.“Tampoco tú te pareces mucho a un adolescente de instituto,” dijo, sacándome de miensueño.Hice una mueca. Todo lo que percibía de ella, ella percibía aún más. Cambié de tema.“En ese caso por qué se casó tu madre con Phil?”Dudó un minuto antes de responder. “Mi madre…tiene un espíritu muy joven para suedad. Creo que Phil hace que se sienta aún más joven. En cualquier caso, ella está locapor él.” Sacudió su cabeza.“Lo apruebas?” pregunté.

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“Importa?” preguntó. “Quiero que sea feliz, y Phil es lo que ella quiere.”La generosidad de su comentario me habría conmocionado, excepto que ya lo habíaaprendido de su carácter.“Eso es muy generoso por tu parte…Me pregunto.”“El qué?”“Tendría ella esa misma cortesía contigo, sin importarle tu elección?”Era una pregunta estúpida, y no pude mantener mi voz normal mientras la preguntaba.Que estúpido había sido considerar que alguien me aprobaría para sus hijas. Queestúpido incluso pensar en Bella eligiéndome.“E-eso c-creo,” tartamudeó, reaccionando así de alguna manera ante mi mirada. Pormiedo…o atracción?“Pero, después de todo, ella es la madre. Es un poquito diferente,” terminó.Sonreí irónicamente. “Entonces, nadie que asuste demasiado.”Me sonrió con una gran sonrisa. “A qué te refieres con que asuste demasiado? Múltiplespiercings en el rostro y grandes tatuajes?”“Supongo que esa es una posible definición.” Una definición para nada amenazante, enmi opinión.“Cuál es la tuya?”Ella siempre me hacia las preguntas equivocadas. O las preguntas correctas en realidad.Las que no quería responder, de ninguna manera.“Crees que puedo asustar?” Le pregunté, intentando sonreír levemente.Ella lo pensó antes de responderme en voz seria. “Eh…Creo que puedes hacerlo si te lopropones.”Estaba serio. “Te doy miedo ahora?”Respondió rápidamente, sin pensarlo. “No.”Sonreí con facilidad. No pensaba que estuviera diciendo toda la verdad, pero tampocoestaba mintiendo del todo. No estaba lo suficientemente asustada como para querermarcharse, al menos. Me preguntaba como se sentiría si le contara que estabamanteniendo una conversación con un vampiro. Me encogí interiormente al imaginar sureacción.“Bueno, vas a contarme algo de tu familia? Debe de ser una historia mucho másinteresante que la mía.”Algo más aterradora.“Qué es lo que quieres saber?” pregunte con precaución.“Te adoptaron los Cullen?”“Sí.”Vaciló, y entonces, hablo en voz baja. “Qué les ocurrió a tus padres?”Esto no era tan difícil; ni siquiera tenía que mentirle. “Murieron hace muchos años.”“Lo siento,” murmuró, claramente preocupada por haberme herido.Estaba preocupada por mí.“En realidad, los recuerdo de forma confusa,” le aseguré. “Carlisle y Esme han sido mispadres desde hace mucho tiempo.”“Y tú los quieres,” dedujo.Sonreí. “Sí. No puedo imaginarme a dos personas mejores que ellos.”“Eres muy afortunado.”

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“Sé que lo soy.” En esa circunstancia, en el asunto de los padres, mi suerte no podíanegarse.“Y tu hermano y tu hermana?”Si la dejaba que supiese demasiado detalles, tendría que mentir. Lancé una mirada alreloj, desanimado de que mi tiempo con ella se hubiese terminado.“A propósito, mi hermano, mi hermana, así como Jasper y Rosalie se van a disgustarbastante si tienen que esperarme bajo la lluvia.”“Oh, lo siento. Supongo que debes irte.”No se movió. No quería que nuestro tiempo juntos se acabara, tampoco. Me gustómuchísimo.“Y tú probablemente quieres recuperar el coche antes de que el jefe de policía Swanvuelva a casa para no tener que contarle el incidente de Biología.Sonreí ante el recuerdo de su vergüenza cuando estaba en mis brazos.“Estoy segura de que ya se ha enterado. En Forks no existen los secretos.” Dijo elnombre de la ciudad con un tono distante.Me reí ante sus palabras. Sin secretos, de verdad. “Diviértete en la playa.” Observé lalluvia torrencial, sabiendo que no pararía, y deseando más fuerte que nunca que noparara. “Que tengáis buen tiempo para tomar el sol.” Bueno, sería hasta el sábado.Disfrutaría de eso.“No te voy a ver mañana?”La preocupación en su tono me agradó.“No. Emmett y yo vamos a adelantar el fin de semana.” Estaba enfadado conmigo porhaber hecho planes. Podría romperlos…pero no había otra cosa como la caza quemereciera demasiado este aspecto, y mi familia se preocuparía lo suficiente por micomportamiento por lo obsesivo que me estaba volviendo.“Qué es lo que vais a hacer?” preguntó, sin sonar feliz por mi revelación.Bien.“Nos vamos de excursión al bosque de Goat Rocks, al sur del monte Rainier.” Emmettestaba impaciente por la temporada de osos.“Ah, vaya, diviértete,” dijo con un tono indiferente. Su falta de entusiasmo me agradootra vez.Mientras la observaba, empecé a sentirme casi angustioso por tener que decirle un adióstemporal. Era tan suave y vulnerable. Parecía temerario dejarla fuera de mi visión,donde nada pudiera ocurrirle. Y todavía, las peores cosas que podrían ocurrirle delresultado de estar junto a mí.“Querrías hacer algo por mí este fin de semana?” pregunté serio.Asintió, con los ojos muy abiertos y perplejos por mi intensidad.“No te ofendas, pero pareces ser una de esas personas que atraen los accidentes como unimán. Así que…intenta no caerte al océano, dejar que te atropellen, ni nada por el estilo,de acuerdo?”Le sonreí arrepentidamente, esperando que no pudiera ver la tristeza en mis ojos. Comodeseaba que no estuviese la mayor parte lejos de mí, sin importar lo que pudiera ocurrir.Corre, Bella, corre. Te quiero mucho, por tu bien o el mío.Estaba ofendida por mi burla. Me miró. “Veré lo que puedo hacer,” contestó, saliendo ala lluvia y cerrando la puerta tan fuerte como pudo detrás de ella.

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Como un enfadado gatito que cree que es un tigre.Enrollé mi mano alrededor de la llave que le acababa de coger del bolsillo de suchaqueta, y sonreí mientras me iba.

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Capítulo 7: MELODÍA

Tuve que esperar cuando volví al instituto. La última hora todavía no había llegado. Esoera bueno, porque tenía cosas en las que pensar y necesitaba tiempo para estar solo.Su perfume permanecía en el coche. Mantuve las ventanas cerradas, dejando que measaltara, intentando acostumbrarme al sentido que atravesaba mi garganta.Atracción.Era una cosa problemática a contemplar. Demasiados ángulos, demasiados significadosy niveles diferentes. No era lo mismo que el amor, pero me envolvía insolublemente.No tenía ni idea de si le atraía a Bella. (Su silencio mental de alguna manera continuaríafrustrándome cada vez más hasta volverme loco? O habría un límite que alcanzaría?)Intenté comparar sus respuestas físicas con los demás, como la secretaria y JessicaStanley, pero las comparaciones eran inconcluyentes. Las mismas marcas - cambios enla velocidad del corazón y en el curso de la respiración – podrían ser simplemente pormiedo, conmoción o ansiedad haciéndolo interesante. No parecía que a Bella pudieseentretenerle el mismo tipo de cosas en que Jessica Stanley solía pensar. Después detodo, Bella sabía muy bien que había algo raro en mí, incluso, aunque no supieraexactamente que era. Ella había tocado mi piel helada, y había alejado su mano de lamía.Y todavía…mientras recordaba aquellas fantasías que solían repulsarme, pero lasrecordaba con Bella en el lugar de Jessica…Mi respiración estaba acelerada, el fuego me desgarraba de arriba a bajo la garganta.Qué pasaría si Bella hubiera estado imaginándose con mis brazos alrededor de su frágilcuerpo? Poniéndola ligeramente contra mi mejilla y colocando mi mano bajo su mejilla?Acariciando la espesa cortina de su oscuro pelo de su ruborizada cara? Trazando laforma de sus labios con mis dedos? Inclinando mi cara más cerca de la suya, dondepudiera sentir el calor de su respiración en mi boca? Moviéndome más cerca todavía…Pero entonces me encogí, sabiendo, como había sabido cuando Jessica había imaginadoestas cosas, que ocurriría si me acercaba a ella.La atracción era un dilema imposible, porque ya estaba demasiado atraído por Bella dela peor manera posible.Quería que Bella se sintiera atraída por mí, de mujer a hombre?Esa era una pregunta errónea. La pregunta correcta debería ser si quería que Bella sesintiera atraída hacia mí de esa manera, y la respuesta era no. Porque yo no era unhumano, y eso no era justo para ella.Con cada parte de mi ser, ansiaba ser un hombre normal, para poder cogerla en misbrazos sin riesgo para su vida. Que pudiera sentirme libre de tener mis propias fantasías,fantasías que no terminaran con su sangre en mis manos, con su sangre viva en misojos.Mi búsqueda de ella era injustificable. Que clase de relación podría ofrecerle, cuando nopodía arriesgarme a tocarla?Puse mi cabeza sobre mis manos.Era lo más confuso que me había pasado, porque nunca antes me había sentido tanhumano en toda mi vida – incluso cuando era humano, tan lejos como podía recordar.

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Cuando era un humano, mis pensamientos estaban centrados en la gloria de un soldado.La Gran Guerra había ocupado casi toda mi adolescencia, y había estado solo nuevemeses lejos de mis dieciocho cumpleaños cuando la gripe había empezado… Teníavagos recuerdos de aquellos años humanos, oscuros recuerdos que se habían idodescoloriendo cada vez más al pasar de década en década. Lo que más claramenterecuerdo es a mi madre, y sentí un antiguo dolor cuando pensé en su cara. Recordédébilmente cuanto ella había odiado el futuro que yo había recorrido, rezando cadanoche cuando honraba la cena para que la “horrible guerra” terminara… No teníarecuerdos de otro tipo de anhelo. Además del amor de mi madre, no había otro amor queme hiciera desear permanecer…Esto era completamente nuevo para mí. No tenía comparaciones que hacer. El amor quesentía por Bella se había convertido en puro, pero ahora el agua estaba enturbiada.Deseaba muchísimo poder tocarla. Se sentiría ella de la misma manera?Eso no importaba, tenía que convencerme a mí mismo.Observé mis manos blancas, odiando su dureza, su frialdad, su fuerza inhumana…Me sobresalté cuando la puerta del acompañante se abrió.Ja! Te cogí por sorpresa. Siempre hay una primera vez, pensaba Emmett mientras sedeslizaba en el asiento. “Apostaré a que la Sra. Goff piensa que estas tomando drogas,has estado muy raro últimamente. Dónde has estado hoy?”“Estaba…haciendo una buena acción.”Huh?Me reí entre dientes. “Cuidando de los enfermos, ese tipo de cosas.”Eso le confundió aún más, pero entonces inhaló y atrapó el olor del coche.“Oh. La chica de nuevo?”Hice una mueca.Se esta haciendo raro.“Dímelo a mí,” murmuré.Inhaló de nuevo. “Hmm, tiene bastante sabor, no?”Un gruñido salió de mis labios antes de que sus palabras se hubieran incluso registradodel todo, una respuesta automática.“Tranquilo, chico, sólo estaba diciendo.”Entonces llegaron los otros. Rosalie se dio cuenta del olor a la primera y me frunció elceño, todavía sin llegar a estar irritada del todo. Me preguntaba cual era su problema,pero todo lo que pude oír fueron insultos.Tampoco me gustó la reacción de Jasper. Como Emmett, se dio cuenta del atractivo deBella. Pero para ellos, el olor que tenía no era ni una milésima parte de lo quesignificaba para mí. Todavía estaba disgustado de que su sangre fuese dulce para ellos.Jasper tenía poco control…Alice saltó a mi lado del coche y extendió la mano para coger la llave de la camionetade Bella.“Sólo vi lo que tenía que ver conmigo,” dijo – con un punto oscuro, como era su hábitode hacer. “Tendrás que decirme los porqués.”“Eso no significa-““Lo sé, lo sé. Esperaré. No llevará mucho tiempo.”Suspiré y le dí la llave.

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La seguí hasta la casa de Bella. La lluvia estaba golpeando como si fuese un millón detanques metálicos, tan ruidosamente que quizás los oídos humanos de Bella no pudieranoír el estruendo de su camioneta. Observé su ventana, pero no se asomó. Quizás noestaba. No se oían pensamientos.Me hizo sentirme triste que no pudiera ni siquiera oír lo suficiente como paracomprobar, para asegurarme de que estaba contenta, o segura, al menos.Alice saltó atrás y aceleramos hacia casa. La carretera estaba vacía, así que sólo nosllevó unos pocos minutos. Entramos en tropel dentro de la casa, y fuimos hacia nuestrospasatiempos.Emmett y Jasper estaban en medio de un complicado juego de ajedrez, utilizando ochotableros, extendiéndose a lo largo de la pared de cristal, y con sus propias y complicadasreglas. Ellos no me dejarían jugar; sólo Alice jugaría a juegos conmigo.Alice fue hacia su ordenador junto a la esquina de donde estaban jugando y pude oírcomo el ordenador se encendía. Alice estaba trabajando en un diseño para elguardarropa de Rosalie, pero Rosalie no le acompañaba hoy, permanecía detrás de ellamientras la mano de Alice tocaba la pantalla sensible (Carlisle y yo habíamos tenido quetrabajar un poco con ese sistema, ya que la mayoría de las pantallas respondían ante latemperatura). En cambio, hoy Rosalie se tumbó malhumoradamente en el sofá y empezóa cambiar alrededor de veinte canales de televisión en un segundo, sin detenerse. Podíaoírla decidir si ir al garaje y tunear su BMW o no, de nuevo.Esme estaba arriba, tarareando sobre un nuevo juego de copias deprimentes.Alice inclinó su cabeza sobre la pared después de un momento y empezó a articular lospróximos movimientos de Emmett - Emmett sentado en el suelo con la espalda haciaella – a Jasper, quien mantenía su expresión tranquila mientras aislaba el caballofavorito de Emmett.Y yo, por primera vez en mucho tiempo me sentía avergonzado, fui a sentarme en elexquisito y gran piano situado en el camino de entrada.Puse mi mano suavemente sobre las teclas, comprobando el terreno. La afinación eratodavía perfecta. Arriba, Esme paró de hacer lo que estaba haciendo.Empecé la primera línea del tono que se me había ocurrido en el coche hoy, satisfechode que sonase incluso mejor de los que había imaginado.Edward está tocando de nuevo. Pensó Esme alegremente, una sonrisa cruzó su cara. Selevantó de su escritorio, y revoloteó silenciosamente hacia las escaleras.Añadí una línea armoniosa, dejando que la melodía central la tejiera.Esme suspiró contenta, se sentó en el último escalón, e inclinó su cabeza contra labarandilla. Una nueva canción. Hace tanto tiempo. Que tono más encantador.Dejé que la melodía tomara una nueva dirección, siguiéndola con la línea baja.Edward esta componiendo de nuevo? Pensó Rosalie, y sus dientes rechinaron con unfiero resentimiento.En ese momento, tuvo un descuido, y pude leer toda la causa de su comportamiento. Vipor qué había tenido ese temperamento conmigo. Por qué no le había importado matar aIsabella Swan.Respecto a Rosalie, siempre era respecto a vanidad.La música se interrumpió abruptamente, y me reí antes de que pudiera ayudarme, unaintensa risa salió tan rápido que tuve que poner mi mano en mi boca.

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Rosalie se volvió a mirarme, sus ojos echaban chispas llenos de furia.También, Emmett y Jasper se volvieron para mirar, y oí la confusión de Esme. Esmeestaba en las escaleras, paseando la mirada de Rosalie a mí.“Edward, no te detengas,” me estimuló Esme después de un momento tenso.Empecé a tocar de nuevo, dándole la espalda a Rosalie mientras intentaba con dificultadmantener el control de la sonrisa que se extendía por mi cara. Se levantó y salió de lahabitación, más enfadada que avergonzada. Pero, ciertamente bastante avergonzada.Si dices algo, te cazaré como a un perro.Ahogué otra risa.“Rosalie, qué pasa?” le gritó Emmett detrás de ella. Rosalie no se volvió. Continuóhacia el garaje y entonces se metió debajo de su coche como si pudiera enterrarse allí.“De qué iba eso?” me preguntó Emmett.“No tengo ni la menor idea,” mentí.Emmett se encogió de hombros, frustrado.“Sigue tocando,” me apremió Esme. Mis manos se habían detenido de nuevo.Hice lo que me pidió, y vino y permaneció detrás de mí, poniendo sus manos en mishombros.La canción se estaba volviendo convincente, pero incompleta. Probé con un puente,pero de alguna manera no estaba bien.“Es encantadora. Tiene nombre?” preguntó Esme.“Todavía no.”“Hay una historia en ella?” preguntó, con una sonrisa en su voz. Esto le dio un granplacer, y me sentí culpable por haberle negado mi música durante tanto tiempo. Habíasido egoísta.“Es…una nana, supongo.” Entonces conseguí el puente correcto. Esto me hizo más fácilel siguiente movimiento.“Una nana,” repitió para si misma.Había una historia en esta melodía, y una vez que la vi, las piezas fueron apareciendosin esfuerzo. La historia era de una chica durmiendo en una cama estrecha, con suoscuro y espeso pelo sobre la almohada…Alice dejó a Jasper con su propia estratagema y vino a sentarse junto a mí en el banco.Con su timbre de voz, esbozó palabras sin sentido descendiendo dos octavas sobre lamelodía.“Me gusta,” murmuré. “Y qué tal esto?”Añadí su línea a la armonía – mis manos estaban volando sobre las teclas, trabajandoahora todas las piezas juntos – modificándola un poco, tomando una nueva dirección…Se puso de buen humor, y cantó.“Sí. Perfecto,” dije.Esme me apretó el hombro.Ahora podía ver el final, con la voz de Alice aumentando sobre el tono y llevándolo aotro lugar. Podía ver como debía terminar la canción, porque la chica que dormía estabaperfecta de la manera que estaba, y ningún cambio sería equivocado, la tristeza. Lacanción derivó hacia esa realización, ahora, más lenta y baja. La voz de Alice tambiéndisminuyó, y llegó a ser solemne, un tono que permanecía haciéndose eco de los arcosque permanecía a una catedral con velas.

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Toqué la última nota, y entonces, incliné la cabeza sobre las teclas.Esme me acarició el pelo. Edward, todo va a ir bien. Esto va a funcionar de la mejormanera. Mereces la felicidad, hijo mío. El destino te lo debe.“Gracias,” susurré, deseando poder creerlo.El amor no siempre viene en el paquete conveniente.Me reí pero sin tono de humor alguno.Tú, exceptuando cada uno de este planeta, que están quizás mejor preparados paraafrontar la dificultad de un dilema como este. Tú eres el mejor y el más brillante detodos nosotros.Suspiré. Todas las madres pensaban lo mismo de sus hijos.Esme todavía estaba llena de gozo de que mi corazón finalmente hubiera sido tocadodespués de todo este tiempo, sin importar el potencial de la tragedia. Ella había pensadoque siempre estaría solo…Ella te querrá, pensó de repente, cogiéndome por sorpresa por la dirección de suspensamientos. Si es una chica lista. Sonrió. Pero no puedo imaginarme a nadie serdemasiado lento para no ver el buen partido que eres.“Mamá, para, me estas haciendo sonrojar,” bromeé. Pensaba que sus palabras meanimaban.Alice se rió y escogió con la superficie de la mano “Corazón y Alma.” Sonreíabiertamente y completé la simple armonía con ella. Entonces, se lo agradecí con unarepresentación de “Chopsticks.”Se rió tontamente y suspiró. “Deseo que me digas de que te estabas riendo de Rose,”dijo Alice. “Pero puedo ver que no lo harás.”“No.”Me golpeó mi oreja con su dedo.“Alice, se agradable,” le reprendió. “Edward está siendo un caballero.”“Pero deseo saberlo.”Me reí por el gemido que lanzó. Entonces dije, “Esme, aquí,” y empecé a tocar sucanción favorita, un tributo sin nombre del amor que había observado entre ella yCarlisle durante muchos años.“Gracias, cariño.” Apretó mi hombro de nuevo.No tenía que concentrarme para tocar la pieza. En cambio, pensaba en Rosalie, todavíaretorciéndose en la humillación en el garaje, y me reí ampliamente.Acabando de haber descubierto el potencial de los celos por mí mismo, tenía un poquitode pena por ella. Era una manera miserable de sentirse. Por supuesto, sus celos eran milveces más pequeños que los míos.Me preguntaba como habría sido la vida de Rosalie si hubiera sido diferente, si nohubiera sido siempre la más hermosa. Habría sido una persona más feliz si la belleza nohubiera sido todas las veces su punto más fuerte? Menos egocéntrica? Más compasiva?Bueno, supongo que era inútil preguntárselo, porque el pasado estaba hecho, y siemprehabía sido la más hermosa. Incluso cuando era humana, ella había vivido en el foco desus enamorados. No le había importado. Lo opuesto – había amado la admiración porencima de casi todo. Eso no había cambiado con la perdida de su mortalidad.Entonces, no fue sorpresa, que tomara ésta necesidad como un don, que se le habíaofrecido cuando yo no había, desde un principio, adorado su belleza de la manera en

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que ella esperaba que todos los hombres la adoraran. No, ella no me había querido deesa manera – ni de lejos. Pero le irritaba que no la desease, a pesar de eso. Ella estabahabituada a ser deseada.Esto era diferente con Jasper y Carlisle – ellos ya estaban enamorados. Yo eracompletamente soltero.Yo había pensado que el antiguo resentimiento ya estaba enterrado. Lo había dejadocorrer. Y ella había sido…hasta el día en que finalmente encontré a alguien en que subelleza me tocaba de la manera en que no lo hizo la suya.Rosalie se había confiado en creer que si no la encontraba bella merecía la soltería, queentonces, no habría ninguna belleza en la tierra que pudiera alcanzarme. Ella habíaestado furiosa desde el momento en que salvé la vida de Bella, adivinando, con su astutaintuición femenina, el interés que tenía sin ser consciente por mí mismo.Rosalie estaba mortalmente ofendida de que encontrara a una insignificante chicahumana más atractiva que ella.Ahogué la urgencia de reírme que sentía otra vez.Esto me molestaba un poco, la manera en que veía a Bella. Rosalie en realidad pensabaque la chica era poco atractiva. Como podía creerlo? Me parecía incomprensible. Unproducto de sus celos, sin duda.“Oh!” Dijo Alice abruptamente. “Jasper, adivina qué?”Vi lo que acababa de ver, y mis manos se quedaron congeladas sobre las teclas.“Qué, Alice?” preguntó Jasper.“Peter y Charlotte van a venir a visitarnos la próxima semana! Van a estar en elvecindario, no es genial?”“Qué ocurre, Edward?” preguntó Esme, sintiendo la tensión en mis hombros.“Peter y Charlotte van a venir a Forks?” le siseé a Alice.Ella rodó sus ojos. “Cálmate, Edward. No es su primera visita.”Mis dientes chirriaron. Era su primera visita desde que Bella había llegado, y su dulcesangre no me era apetecible solamente a mí.Alice frunció el cejo ante mi expresión. “Ellos nunca cazarán aquí. Ya lo sabes.”Pero el hermano de Jasper era de clase y al pequeño vampiro le encantaba lo que anosotros no; ellos cazaban de la manera habitual. No podía confiar en que estuviesencerca de Bella.“Cuando?” me quejé.Curvó sus labios infelizmente, pero diciéndome lo que necesitaba saber. El lunes por lamañana. Nadie va a herir a Bella.“No,” estuve de acuerdo, y entonces me dí la vuelta. “Emmett, estas listo?”“Pensaba que íbamos a marcharnos por la mañana?”“Vamos a volver el domingo a media noche. Estaré listo cuando quieras que nosmarchemos.”“Esta bien. Déjame decirle adiós a Rosalie primero.”“Claro.” Con el humor de Rosalie, sería un adiós rápido.En verdad que lo has perdido, Edward, pensó mientras iba hacia la puerta.“Supongo que sí.”“Toca la nueva canción para mí, una vez más,” pidió Esme.“Si tu quieres,” añadí, pensaba que estaba un poco indeciso al seguir el tono con este

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inevitable final – el final que me había dolido de desconocidas maneras. Pensé duranteun momento, y entonces puse el tapón de la botella en mi bolsillo. Esto me ayudó unpoco – mi pequeño recuerdo de su sí.Asentí para mí, y empecé a tocar.Esme y Alice intercambiaron una mirada, pero ninguna preguntó.“Nadie te ha dicho nunca que no se juega con la comida?” le dije a Emmett.“Oh, hey Edward!” Me gritó, sonriendo y agitándose. El oso le tomo ventaja cuando sedistrajo, para rasgar con sus patas el pecho de Emmett. Las fuertes garras rajaron sucamiseta. El oso lanzó un gran rugido.Oh, mierda, Rose me dio esta camiseta!Emmett le devolvió el rugido al enfurecido animal.Suspiré y me senté encima de un canto rodado. Esto podría llevar para largo.Pero Emmett casi lo había terminado. Dejó que el oso intentara quitarle la cabeza conotro zarpazo, riéndose mientras el golpe rebotaba y enviaba al oso de vuelta hacia atrás.El oso rugió y Emmett hizo lo mismo mientras se reía. Y entonces, se lanzó contra elanimal, quien permanecía de pie sobre sus piernas traseras superándolo con su cabeza, ysus cuerpos cayeron al suelo enredados el uno con el otro, tirando un árbol con ellos.Los gruñidos del oso desaparecieron con un gorgoteo.Unos pocos minutos después, Emmett corrió hacia donde yo estaba esperándole. Sucamiseta estaba destrozada, desgarrada y llena de sangre, pegajosa con resina y cubiertade sarro. Su oscuro pelo rizado no tenía mucho mejor aspecto. Tenía una enorme sonrisaen su cara.“Ese era uno de los fuertes. Casi pude sentir cuando me rasgó.”“Emmett, eres todo un crío.”Sus ojos observaron mi ropa limpia. “Entonces, no has sido capaz de localizar esepuma?”“Por supuesto que sí. Sólo que no me gusta comer como un salvaje.”Emmett soltó una estruendosa carcajada. “Deseo que fueran más fuertes. Sería másdivertido.”“Nadie ha dicho que tengas que luchar por tu comida.”“Sí, pero quién más va a luchar contra mí? Tú y Alice hacéis trampas. Rose nuncaquiere que su pelo se le estropee, y Esme se enfada si Jasper y yo lo hacemos.”“Nuestra vida es dura, no?”Emmett me sonrió, desplazando un poco su peso ya que todavía estaba posicionado paraun asalto.“Vamos Edward. Sólo apaga tu mente durante un minuto y lucha justo.”“Esto no se apaga,” le recordé.“Me preguntaba que es lo que hace esa chica para mantenerte fuera de su mente?” Se rióEmmett. “Quizás, podría darme algunos consejos.”Mi buen humor desapareció. “Estate lejos de ella,” gruñí a través de mis dientes.“Quisquilloso, quisquilloso.”Suspiré. Emmett vino a sentarse junto a mí en la roca.“Lo siento. Sé que estas atravesando un terreno difícil. De verdad que estoy intentandono ser un imbécil insensible, pero, ese es mi estado natural desde que…”Esperó a que me riera de su broma, y entonces hice una mueca.

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Siempre tan serio. Qué bicho te ha picado ahora?“Estoy pensando en ella. Bueno, más bien, preocupándome.”“De qué hay que preocuparse? Tu estas aquí,” se rió ruidosamente.Ignoré su broma de nuevo, pero le respondí a su pregunta. “Alguna vez has pensado lofrágiles que son todos ellos? Cuantas cosas malas hay, que puedan ocurrirle a unmortal?”“En realidad, no. Creo que veo lo que quieres decir. No estaba demasiado convencidopor un oso la primera vez, no?“Osos,” murmuré, añadiendo un nuevo miedo a mi lista. “Esa sería su suerte, un oso enel pueblo. Por supuesto que iría derecho hacia Bella.”Emmett se rió entre dientes. “Suenas como una persona que está loca, lo sabías?”“Emmett, imagina sólo durante un minuto que Rosalie fuese humana. Y que no pudiesehuir de un oso…o de ser golpeada por un coche…o se cayera por las escaleras…o sepusiera enferma – que cogiera una enfermedad!” Las palabras me quemaban como unatempestad. Era un alivio dejarlas salir – me habían estado supurando dentro de mídurante todo el fin de semana. “Incendios, terremotos y tornados! Ugh! Cuando fue laúltima vez que había visto las noticias? Habías visto la clase de cosas que les ocurren?Robos y homicidios…” Apreté los dientes, estaba repentinamente tan furioso por la ideade que otro humano la hiriese que no podía respirar.“Whoa, whoa! Tranquilo ahí, chico. Ella vive en Forks, te acuerdas? Aquí solamentepuede mojarse.” Se encogió de hombros.“Emmett, creo que es algo más serio que la mala suerte, en serio. Mira las evidencias.De todos los lugares del mundo de los que podría ir, termina en un pueblo donde losvampiros se mezclan entre la población.”“Sí, pero somos vegetarianos. Así que eso no es mala suerte, no?”“De la manera que huele? Definitivamente es mala suerte. Y entonces, aún más malasuerte, de la manera en que huele para mí.” Miré con el ceño fruncido hacia mis manos,odiándolas.“Excepto, que tu tienes más autocontrol que ninguno excepto por Carlisle. Buena suertede nuevo.”“Y la furgoneta?”“Eso fue sólo un accidente.”“Deberías haberla visto yendo hacia ella, Emmett, una y otra vez. Lo juro, era como situviese algún tipo de magnetismo.”“Pero tu estabas allí. Eso fue buena suerte.”“Lo fue? No es la peor suerte que podría tener un humano – tener a un vampiroenamorado de ellos?”Emmett lo consideró en silencio durante un momento. Dibujo a la chica en su cabeza, yencontró la imagen poco interesante. Sinceramente, no puedo ver el dibujo.“Bueno, tampoco yo puedo ver el atractivo de Rosalie,” dije groseramente.“Sinceramente, ella parece dar más trabajo del que cualquier cara bonita, que lo valga.”Emmett se rió entre dientes. “No se supone que me lo dirías…”“No sé cual es su problema, Emmett,” mentí con una gran sonrisa.Vi sus intenciones a tiempo para protegerme. Intentó lanzarme una roca, y hubo unruidoso crujido mientras una fisura se abría en la piedra entre nosotros.

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“Tramposo,” murmuró.Esperé a que lo intentara de nuevo, pero sus pensamientos tomaron una nueva dirección.Estaba dibujando la cara de Bella otra vez, pero imaginándola más blanca, con los ojosbrillando de color rojo…“No,” dije, mi voz se estranguló.“Esto solucionaría tus preocupaciones sobre la mortalidad, no? Y así, tampoco notendrías que matarla. No sería la mejor solución?”“Para mí? O para ella?”“Para ti,” respondió. Su tono añadía el por supuesto.Me reí sin un tono de humor. “La respuesta equivocada.”“A mí no me importó mucho,” me recordó.“A Rosalie sí.”Él suspiró. Ambos sabíamos que Rosalie haría cualquier cosa, lo dejaría todo, si esosignificaba que pudiera volver ser humana de nuevo. Incluso a Emmett.“Sí, a Rosalie sí,” asintió en silencio.“Yo no puedo…no debería…no voy a arruinar la vida de Bella. No sentirías lo mismo,si fuera Rosalie?”Emmett pensó sobre eso durante un momento. Tú de verdad…la quieres?“No puedo describirlo, Emmett. De pronto, esta chica es todo mi mundo. No veo elresto de mi existencia sin ella.”Pero no la cambiarías? Ella no vivirá para siempre, Edward.“Lo sé,” me quejé.Y, mientras esté contigo, ella es tan frágil.“Créeme – eso también lo sé.”Emmett no era una persona con tacto, y las conversaciones delicadas no eran su fuerte.Se estaba esforzando, queriendo no ser ofensivo.Puedes al menos tocarla? Quiero decir, si tu la quieres…no querrías hacerlo, ya sabestocarla…?Emmett y Rosalie compartían una intensa relación física. Para él era difícil entendercomo alguien podría amar sin ese aspecto.Suspiré. “Ni siquiera puedo pensar en eso, Emmett.”Wow. Entonces cuales son tus opciones?“No lo sé,” susurré. “Estoy intentando imaginarme la manera de…de dejarla. No puedoni siquiera hacer algo para mantenerme lejos…”Con un profundo sentimiento de satisfacción. De repente me dí cuenta de que era buenoquedarse – al menos por ahora, con Peter y Charlotte de camino. Era más seguro paraella que me quedara temporalmente, de lo que lo estaría si me fuera. Por el momento,podría ser un protector improbable.Esos pensamientos me hicieron ponerme ansioso; me moría por volver para poder llevara cabo mi papel durante el mayor tiempo posible.Emmett se dio cuenta de mi cambio de expresión. En qué estas pensando?“Ahora mismo,” admití un poco avergonzado, “me estoy muriendo por volver a Forks yecharle un vistazo. No sé si aguantaré hasta el domingo por la noche.”“Oh-oh! Tú no vas a volver a casa tan pronto. Deja que Rosalie se calme un poquito.Por favor! Por mi bien.”

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“Intentaré quedarme,” dije con un tono dudoso.Emmett cogió el teléfono de mi bolsillo. “Alice te llamaría si hubiera alguna base de tuataque de pánico. Ella está tan rara con la chica como tú.”Hice una mueca ante eso. “Vale. Pero no voy a pasar del Domingo.”“No hay razón para volver tan deprisa – va a hacer sol de todas maneras. Alice dijo quenos libraríamos de la escuela hasta el miércoles.”Sacudí mi cabeza.“Peter y Charlotte saben como comportarse.”“Emmett, no me importa. Con la suerte de Bella, se desviará hacia el bosque en el peormomento y – “ me encogí. “Peter no tiene autocontrol. Voy a volver el domingo.”Emmett suspiró. Exactamente como una persona loca.Bella estaba durmiendo pacíficamente cuando escalé hasta la ventana de su habitaciónel lunes por la mañana, temprano. Me había acordado del aceite esta vez, y la ventana seabrió silenciosamente.Podía decir por la manera en que su pelo permanecía suavemente sobre la almohada quehabía tenido una noche menos inquieta que la última vez que estuve allí. Tenía susmanos dobladas sobre su mejilla como un niño pequeño, y su boca estaba ligeramenteabierta. Podía oír como respiraba entre sus labios lentamente.Era un increíble alivio estar aquí, ser capaz de verla de nuevo. Me dí cuenta de que noera realmente fácil, al menos, ese era el caso. Nada estaba bien cuando estaba lejos deella.Aunque tampoco estaba bien cuando estaba con ella. Suspiré, dejando que la sed rasgarami garganta. Había estado lejos de ella mucho tiempo. El tiempo había pasado sin dolory tentación haciéndolo más energético ahora. Era suficientemente malo que estuvieraasustado de ir a arrodillarme junto a su cama para así poder leer los títulos de sus libros.Quería saber las historias de su cabeza, pero le tenía miedo a mi sed, asustado de que sidejaba que me acercara a ella, querría estar más cerca todavía…Sus labios parecían tan suaves y cálidos. Podía imaginarme tocándolos con la punta demi dedo. Sólo ligeramente…Ese era exactamente el tipo de errores que tenía que evitar.Mis ojos recorrieron su cara una y otra vez, examinando sus cambios. Los mortalescambiaban todo el tiempo – era triste pensar en perdérselo…Parecía…cansada. Como si no hubiese dormido lo suficiente este fin de semana. Habíasalido?Me reí en silencio y con ironía por lo mucho que me disgustaba. Qué pasaba si era así?Yo no era su dueño. Ella no era mía.No, ella no era mía – y me puse triste de nuevo.Una de sus manos se sacudió, y me dí cuenta de que había algo superficial en ella, teníaapenas unos rasguños en la palma de su mano. Se había herido? Incluso sólo depensarlo, sabiendo que no era un daño serio, me molestaba. Consideré la localización, ydecidí que debía de haberse tropezado. Esa parecía la explicación más razonable, todoestaba considerado.Me confortaba pensar que yo no tendría que quebrarme la cabeza con esos pequeñosmisterios a partir de ahora. Ahora éramos amigos – o, al menos, intentábamos seramigos. Podría preguntarle por el fin de semana – sobre la playa, y cualquier actividad

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nocturna que la hacia parecer tan cansada. Podría preguntarle que le había pasado en susmanos. Y podría reírme un poco cuando confirmara su teoría sobre ellas.Me reí suavemente mientras me preguntaba si se había caído en el océano o no. Mepreguntaba si había pasado una salida agradable. Me preguntaba si había pensado en mí.Si me había echado de menos aunque fuese la mínima parte de lo que yo la habíaechado de menos a ella.Intenté dibujarla en la soleada playa. El dibujo era incompleto, porque nunca había vistoesa playa por mí mismo. Sólo conocía lo que había visto en las fotos…Me sentí un poco escrupuloso del malestar que sentía por pensar en la razón por la cualnunca había visto la bonita playa localizada solamente a unos pocos minutos corriendode mi casa. Bella había pasado el día en la Push – un lugar que tenía prohibido, por untrato. Un lugar donde unos hombres mayores recordaban las historias sobre los Cullen,recordándolas y creyéndolas. Un lugar donde nuestro secreto era conocido…Sacudí mi cabeza. No tenía nada de lo que preocuparme de allí. También los Quileutescumplían el trato. Incluso aunque Bella corriera hacia uno de esos antiguos sabios, ellosno le podrían revelar nada. Y por qué sería el tema sacado a la luz? Por qué Bellapensaría sacar de allí su curiosidad? No – los Quileutes eran quizás la única cosa de laque no tenía que preocuparme.Estaba enfadado de que el sol empezase a salir. Eso me recordaba que no podríasatisfacer mi curiosidad durante los días venideros. Por qué elegía el sol brillar ahora?Con un suspiro, me zambullí por la ventana antes de que hubiese suficiente luz para quenadie me viera aquí. Quise permanecer en el espeso bosque junto a su casa para verlairse hacia la escuela, pero cuando iba hacia los árboles, fui sorprendido por el olorpersistente que permanecía allí.Lo seguí rápidamente, con curiosidad, empezando a estar cada vez más preocupadocada vez que me adentraba más en la oscuridad del bosque. Qué había estado haciendoBella ahí fuera?El rastro se detuvo de repente, en medio de ninguna parte. Ella había dado sólo unospocos pasos por el sendero, entre los helechos, donde había tocado el tronco de un árbolcaído. Quizás se había sentado ahí…Me senté donde lo había hecho ella, y eché un vistazo alrededor. Todo lo que podríahaber sido capaz de ver eran helechos y el bosque. Probablemente había estadolloviendo – el olor estaba húmedo, y se había introducido profundamente dentro delárbol.Por qué habría venido Bella a sentarse aquí sola – y había estado sola, de eso no habíaduda – en mitad del húmedo, y sombrío bosque?No tenía sentido, y, a diferencia de aquellos otros puntos de curiosidad, difícilmentepodría sacar este tema en una conversación normal.Así que, Bella, estuve siguiendo tu olor a través del bosque después de que dejara tuhabitación, donde te había estado observando dormir… Sí, eso sería bastante pararomper el hielo.Nunca sabría en lo que había estado pensando y haciendo aquí, y eso hizo que misdientes rechinaran por la frustración. Peor, esto era de lejos como el escenario que mehabía imaginado con Emmett – Bella deambulando por el bosque, donde su olorllamaría la atención de quienes tenían los sentidos para seguirle la pista…

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Gemí. No sólo no tenía mala suerte, sino que además la buscaba.Bueno, por ahora tenía un protector. La observaría de cerca, manteniéndola a salvo,durante tanto tiempo como pudiese justificarlo.De repente, me encontré deseando que Peter y Charlotte extendieran su permanencia

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Capítulo 8: FANTASMA

No vi mucho a los invitados de Jasper durante los dos días soleados en los queestuvimos en Forks. Solamente fui a casa para que Esme no se preocupase. De otramanera, mi existencia se parecía más a la de un espectro que a la de un vampiro. Mecerní, invisible en las sombras, donde podía seguir el objeto de mi amor y obsesión –donde podía verla y oírla en las mentes de los humanos afortunados que podían caminara la luz del sol junto a ella, algunas veces, accidentalmente rozaba la mano de ella con lade los demás. Ella nunca reaccionaba al contacto; sus manos eran tan cálidas como lasde ella.Nunca había echado de menos la ausencia del colegio hasta ahora. Pero el sol parecíahacerla feliz, así que no me molestaba demasiado. Cualquier cosa que le agradara meagradaba a mí.El lunes por la mañana, escuché a escondidas una conversación que tenía el potencial dedestruir mi confianza y hacer que el tiempo que pasaba lejos de ella se convirtiese enuna tortura.Tenía que sentir un poquito de respeto por Mike Newton; él sencillamente no se habíadado por vencido y escabullido al ser rechazado. Era más valiente del crédito que lehabía dado. Iba a intentarlo de nuevo.Bella llegó al instituto bastante temprano y, parecía que tenía la intención de disfrutardel sol mientras durase, se sentó en uno de los bancos que raramente se utilizaban parahacer picnic mientras esperaba a que tocase la campana. Su pelo cambió en inesperadasmaneras por el sol, dándole un brillo rojizo que no me había esperado.Mike la encontró allí, haciendo garabatos, y estaba emocionado de su buena suerte alencontrarla allí.Era agonizante el sólo poder observar, impotente, en el límite de las sombras del bosqueresguardándome del brillo del sol.Le saludó con tanto entusiasmo que le dejó extático, y a mí lo opuesto.Ves, le gusto. Ella no me sonreiría de esa manera si no fuese así. Me apuesto lo que seaa que quiere ir al baile conmigo. Me pregunto que es lo que hay en Seattle tanimportante…Él percibió el cambio en su pelo. “No me había dado cuenta antes – de que tu pelo tienereflejos rojos.”Accidentalmente arranqué un árbol joven con mi mano cuando él le cogió un mechón desu pelo entre sus dedos“Sólo con el sol,” dijo. Para mi gran satisfacción, se encogió cuando él, ligeramente lehabía puesto el mechón de pelo detrás de la oreja.Le llevó a Mike un minuto reunir todo su coraje, malgastando algo de tiempo en otroscomentarios.Ella le recordó el trabajo que todos teníamos que entregar para el miércoles. Por la vagaexpresión engreída de su casa, supe que ya lo había hecho. Él lo había olvidado porcompleto, y eso disminuía gravemente su tiempo libre.Mierda – estúpido trabajo.Finalmente, se centró en el asunto – mis dientes estaban tan apretados que se podrían

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haber pulverizado en granito – e incluso entonces, él no pudo hacerse la pregunta demanera abierta.“Te iba a preguntar si querías salir.”“Oh,” dijo.Hubo un breve silencio.Oh? Qué quería decir eso? Iba a decir que sí? Espera – creo que en realidad no hiceuna pregunta.Él tragó ruidosamente.“Bueno, podíamos ir a cenar o algo así…y podría trabajar más tarde.”Estúpido – eso tampoco era una pregunta.“Mike…”La agonía y la furia de mis celos eran tan poderosas como si hubiera sido la últimasemana. Rompí otro árbol intentando mantenerme aquí. Quería atravesar el campus,demasiado rápido para los ojos humanos, y agarrarla – para secuestrarla del chico al queodiaba tanto en este momento, podría matarlo y lo disfrutaría.Le diría que sí?“Creo que no es una buena idea.”Respiré de nuevo. Mi cuerpo rígido se relajó.Después de todo, Seattle era sólo una escusa. No debería haberle preguntado. En quéestaba pensando? Me la jugaría a que es ese bicho raro, Cullen…“Por qué?” preguntó de mal humor.“Creo…” dudo. “Y te voy a dar una buena tunda sin remordimiento alguno hasta lamuerte, como repitas una sola palabra de lo que voy a decir – “Me reí ruidosamente por el sonido de su amenaza de muerte a través de sus labios. Unoschillidos me sobresaltaron y los lancé fuera de mí.“Creo que eso heriría los sentimientos de Jessica.”“Jessica?” Que? Pero… Oh. Vale. Creo…así…Huh.Sus pensamientos no eran ni de lejos coherentes.“De verdad, Mike, estás ciego?”Se me repitió su sentimiento. Ella no debería esperar que todos fuesen tan perceptivoscomo ella, pero, en verdad, este asunto era demasiado obvio. Con todos los problemasque había tenido Mike para pedirle salir, se imaginaba que fuese tan difícil como paraJessica? Debía de ser egoísta que estuviese tan ciego con los demás. Y bella era tandesinteresada, ella lo veía todo.Jessica. Huh. Wow. Huh. “Oh,” se las arregló para decir.Bella aprovechó su confusión para escabullirse.“Es hora de entrar en clase, y no puedo llegar tarde de nuevo.”Mike empezó a llevar a cabo un punto de vista de todo de manera poco fiable. Élencontró, mientras le daba vueltas a la idea de Jessica en su cabeza, que le gustaba elhecho de que ella lo encontrase atractivo. En segundo lugar, no era tan bueno como siBella lo sintiese de esa manera.Es agradable, eso creo. Un cuerpo decente. Más vale un pájaro en mano que cienvolando…Entonces se puso a tener nuevas fantasías, que eran tan vulgares como las que tenía deBella, pero ahora éstas sólo me irritaban, no me enfurecían. Que poco merecía a las

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chicas; eran casi intercambiables para él. Me mantuve fuera de su cabeza después deesto.Cuando ella estuvo fuera de visión, me apoyé contra el tronco frío de un árbol y fui demente en mente, manteniéndola en mi visión, siempre agradecido cuando Angela Weberera capaz de verla. Deseaba que hubiese alguna manera de agradecerle a la chica Webersimplemente el hecho de ser una persona agradable. Me sentía mejor al pensar que almenos Bella tenía una amiga que la merecía.Observé la cara de Bella desde cualquier ángulo del que disponía, y pude ver que estabatriste otra vez. Esto me sorprendió – pensaba que el sol sería suficiente para mantenerlasonriente. En el almuerzo, la vi echar miradas una y otra vez hacia la mesa vacía de losCullen, y eso me emocionó. Me dio esperanzas. Quizás, también me echaba de menos.Tenía planes para salir con las otras chicas – y automáticamente planeé mi propiavigilancia – pero esos planes se habían pospuesto cuando Mike invitó a Jessica a la citaque había planeado para Bella.Así que fui derecho a su casa, haciendo un rápido barrido del bosque para asegurarmede que no había ningún peligro cerca que pudiese desviarse demasiado cerca. Sabía queJasper le había advertido a su hermano una vez de que evitase la ciudad – citando milocura ante ambas explicaciones y advertencias – pero no estaba teniendo ningunaoportunidad. Peter y Charlotte no tenían intención de causar ningún malestar a mifamilia, pero a veces las intenciones cambiaban…Todo estaba bien, lo estaba exagerando. Lo sabía.Como si ella supiera que la estaba observando, como si cogiera un poco de la agoníaque sentía cuando no podía verla, Bella salió al patio trasero después de permanecer unalarga hora dentro de la casa. Ella tenía un libro en su mano y una manta bajo el brazo.Silenciosamente, escalé sobre el árbol más cercano que tenía vistas hacia el patio.Extendió la manta sobre la hierba mojada y se tendió sobre su estómago y empezó aojear un libro usado, como si intentara encontrar su lugar. Leí sobre su hombro.Ah, más clásicos. Era una fan de Austen.Leyó rápidamente, sin parar de cruzar sus tobillos en el aire. Estaba observando la luzdel sol y el viento jugar con su pelo cuando de repente su cuerpo se puso rígido, y sumano se detuvo en la página. Todo lo que vi fue que había alcanzado el capítulo trescuando torpemente agarró la pesada sección de páginas y lo empujó.Le eché una ojeada a la página del título, Mansfield Park. Estaba empezando una nuevahistoria – el libro era una recopilación de novelas. Me pregunté por qué había cambiadode historia tan repentinamente.Sólo un momento después, cerró de golpe el libro enfadada. Con el ceño fruncido, pusoel libro a un lado y se dio la vuelta para tumbarse de espaldas. Tomó una gran bocanadade aire, como si eso la calmara, y se arremangó las mangas y cerró los ojos. Pensé en lanovela, pero no pude encontrar nada ofensivo que le hubiese podido molestar. Otromisterio. Suspiré.Permanecía muy quieta, moviéndose sólo para apartarse el pelo de la cara. Esto hizo quese desplegara sobre su cabeza un río de pelo castaño. Y entonces, se quedó otra vezinmóvil.Se respiración se hizo más lenta. Después de algunos largos minutos sus labiosempezaron a temblar. Murmurando mientras dormía.

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Imposible resistirme. Escuché lo más lejos que pude, alcanzando las voces de las casasdel vecindario.Dos cucharadas de harina… una taza de leche…Vamos! Atraviesa el aro! Ah, vamos!Rojo, o azul… o quizás debería llevar alguna cosa más corriente…No había nadie cerca. Salté al suelo, cayendo silenciosamente sobre mis pies.Esto estaba mal, era muy arriesgado. Que mal había juzgado una vez a Emmett por susmalas maneras y a Jasper por su falta de disciplina – y ahora, yo estaba conscientementeburlándome de todas las normas que hizo que todos sus errores fueran insignificantes.Yo solía ser el responsable.Suspiré, pero, a pesar de todo, me deslicé y salí a la luz del sol.Evité el deslumbrante sol. Era suficientemente malo que mi piel ya fuese como la piedrae inhumana en las sombras; no quería mirar a Bella y me puse cara a cara con la luz delsol. La diferencia entre nosotros ya era insuperable, suficiente dolorosa sin imaginartambién esta imagen en mi cabeza.Pero no podía ignorar el destello de arco iris que se reflejaba sobre su piel cuando meacerqué. Mi mandíbula se cerró por la visión. Podía ser más raro? Imaginé su horror siabriera sus ojos ahora…Empecé a retirarme, pero murmuró de nuevo, reteniéndome allí.“Mmm… Mmm.”Nada comprensible. Bueno, esperaría durante un poquito.Cuidadosamente le robé su libro, extendiendo mi brazo y manteniendo la respiraciónmientras estaba cerca, sólo por si acaso. Empecé a respirar de nuevo cuando me alejé unpoco, probando el camino del sol y el aire abierto afectado por su olor. El calor parecíaendulzar el olor. Mi garganta ardió con deseo, con un fuego fresco y con fiereza, ya quehabía estado mucho tiempo lejos de ella.Pasé un momento controlándolo, y entonces – me forcé a respirar a través de mi nariz –dejé caer el libro abierto en mis manos. Ella había empezado con el primer libro… Ojeéa través de las páginas rápidamente hasta el tercer capítulo de Sentido y Sensibilidad,buscando algo potencialmente ofensivo en la prosa educada de Austen.Cuando mis ojos se detuvieron automáticamente en mi nombre – el personaje deEdward Ferrars era presentado por primera vez – Bella habló de nuevo.“Mmm. Edward.” Suspiró.Esta vez no tuve miedo de que se hubiese despertado. Su voz fue sólo un bajo ynostálgico murmullo. No un grito de miedo; que habría sido si me hubiera visto.Me alegré pero a la vez me aborrecí. Al menos, todavía soñaba conmigo.“Edmund. Ahh. Demasiado…cerca…”Edmund?Ah! No estaba soñando conmigo para nada, me dí cuenta. Mi auto aborrecimientovolvió con fuerza. Ella estaba soñando con personajes ficticios. Demasiado para miorgullo.Le devolví el libro, y volví hacia las sombras – a donde pertenecía.La tarde pasó mientras la observaba, sintiendo que no ayudaba, mientras el sollentamente su hundía en el cielo y las sombras se arrastraban a través del césped haciaella. Quería ponerlas de vuelta, pero la oscuridad era inevitable; las sombras la

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alcanzaron. Cuando la luz se fue, su piel parecía demasiado pálida – como la de unfantasma. Su pelo estaba oscuro otra vez, casi negro, al contrario que su cara.Fue algo terrorífico observarlo – como si las visiones de Alice testimoniasen lo que ibaa suceder. Bella se mantenía calmada, los latidos de su fuerte corazón era el únicoconsuelo, el sonido que había mantenido este sentimiento como una pesadilla.Me alivió cuando su padre llegó a casa.Pude oírlo mientras conducía por la calle hacia la casa. Algo le había enojado…, algo desu día en el trabajo. Las esperanzas se mezclaron con el hambre – creo que estabaesperando con ilusión la cena. Pero sus pensamientos eran demasiado silenciosos ycontenidos que no podía estar seguro de que tuviera razón; Sólo pillaba lo esencial.Me preguntaba como sonaría su madre – que combinación genética había sido lo que lahabía formado tan única.Bella se empezó a despertar, se incorporo sentándose mientras las ruedas del coche desu padre golpearon el bordillo del camino de entrada. Echó una mirada alrededor deella, parecía confundida por la inesperada oscuridad. Durante un breve momento, susojos alcanzaron las sombras en las que me escondía, pero siguieron su camino.“Charlie?” preguntó en voz baja, todavía escudriñando los árboles que rodeaba elpequeño patio.La puerta de su coche se cerró de golpe, y miró hacia de donde procedía el sonido. Selevantó sobre sus pies rápidamente y recogió sus cosas, echando una mirada más haciael bosque.Me moví hacia un árbol más cercano a la ventana de la pequeña cocina, y los escuché.Era interesante comparar las palabras de los apagados pensamientos de Charlie. Suamor y preocupación por su única hija estaba cerca del aplastamiento, y aún suspalabras eran siempre normales y concisas. La mayoría del tiempo, estaban sentados enun silencio que les hacia compañía.La oí discutir sobre sus planes de ir la siguiente tarde a Port Angeles, y reajusté mispropios planes mientras los escuchaba. Jasper no había advertido a Peter y Charlottesobre permanecer apartados de Port Angeles. Sabía que ellos recientemente habíancomido y que no tenían intención de cazar en ninguna proximidad de nuestra casa, laobservaría, sólo por si acaso. Después de todo, siempre habían otros de mi clase por ahífuera. Y además, todos aquellos peligros humanos que nunca había considerado antes.Oí su preocupación en voz alta sobre dejar a su padre que se preparase la cena solo, ysonreí sobre la prueba de mi teoría – sí, ella era la cuidadora.Y entonces, me marché, sabiendo que volvería cuando estuviese dormida.No entraría sin permiso en su privacidad de la manera en la que otro habría espiado. Yoestaba aquí para protegerla, no para mirar en la manera lasciva en que Mike Newtonharía sin dudarlo, él era lo suficientemente ágil para trepar a los árboles de la manera enque yo podía, pero yo no la trataría tan groseramente.Mi casa estaba vacía cuando volví, y eso estuvo genial. No echaba de menos losconfundidos o disparatados pensamientos, cuestionando mi cordura. Emmett me habíadejado una nota.Fútbol en el campo Rainier – vamos! Por favor?Encontré un bolígrafo y garabateé la palabra lo siento debajo de su súplica. Los equiposestaban incluso sin mí, en cualquier caso.

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Fui por el camino de caza más corto, contentándome con el más pequeño, dulcescriaturas que no sabían tan bien como las piezas más grandes, y después me cambié porropas más frescas antes de volver a Forks.Bella no durmió esta noche demasiado bien. Revolviéndose en sus sábanas, su caraalgunas veces estaba preocupada, otras veces triste. Me preguntaba que pesadilla estabateniendo…y entonces me dí cuenta de que quizás yo no quería saberlo.Cuando habló, la mayoría de las cosas que murmuraba eran cosas despectivas sobreForks en un tono de voz melancólico. Sólo una vez, cuando suspiró la palabra “Vuelve”y su mano se abrió – en una súplica – tuve la oportunidad de esperar de que estuviesesoñando conmigo.El siguiente día de escuela, el último día que el sol me mantendría prisionero, fue másde lo mismo, como el día anterior. Bella parecía incluso más melancólica que ayer, y mepreguntaba si cancelaría sus planes – no parecía que estuviese de ánimos.Pero, siendo Bella, probablemente pondría a sus amigos por encima de su estado deánimo.Ese día llevaba puesto una blusa azul oscuro, y ese color sobre su piel le sentabaperfecto, haciéndola parecer como un helado.Las clases terminaron, y Jessica quedóen recoger a las chicas – También iba a ir Angela,por lo que estaba agradecido.Fui a casa a por mi coche. Y me encontré con que Peter y Charlotte estaban allí, decidíque podía darles a las chicas una hora o así de adelanto. Nunca sería capaz de irsiguiéndolas detrás de ellas, conduciendo con el límite de velocidad – era horriblepensarlo.Fui hacia la cocina, asintiendo vagamente a los saludos de Emmett y Esme mientraspasaba por su lado y fui directo al piano.Ugh, ha vuelto. Rosalie, por supuesto.Ah, Edward. Odio verte sufrir tanto. La alegría de Esme estaba llegando a estropearsepor su preocupación. Debería estar preocupada. Esta historia de amor en la que ella mevisionaba se estaba inclinando cada vez más hacia una tragedia a cada momento quepasaba.Diviértete en Port Angeles esta noche, pensó Alice alegremente. Déjame saber cuandoestoy permitida a hablarle a Bella.Eres patético. No puedo creer que te hayas perdido el partido de la última noche sólopor ver a alguien dormir, se quejó Emmett.Jasper no me prestó atención, incluso cuando la canción que toqué se convirtió unpoquito más tormentosa de lo que había pretendido. Era una canción antigua, con untema familiar: la impaciencia. Jasper le estaba diciendo adiós a sus amigos, quienes memiraban con curiosidad.Que criatura más extraña, estaba pensando Charlotte. Era tan normal y agradable laúltima vez que nos encontramos.Los pensamientos de Peter conectaban con los de Charlotte.Deben de ser los animales. La falta de sangre humana los vuelve locos últimamente,concluyó. Su pelo era tan rubio como el de ella, y casi tan largo. Eran muy similares –excepto por su tamaño, él era tan alto como Jasper. Un par bien emparejado, siempre lohabía pensado.

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Todos excepto Esme dejaron de pensar sobre mí al rato, y toqué en tonos más tenues sindarme cuenta.No les presté atención durante un largo rato, sólo dejaba que la música me distrajera demi malestar. Era duro tener a la chica fuera de mi visión y de mi mente. Solamente volvía prestar atención a sus conversaciones cuando empezaron a terminar de despedirse.“Si vuelves a ver a María,” estaba diciendo Jasper, con un poco de cautela, “dile que ledeseo que todo le vaya bien.”María era el vampiro que había creado a Jasper y Peter – a Jasper lo convirtió en lamitad antes del siglo decimonoveno. A Peter fue algo más reciente, en los añoscuarenta. Ella lo había visitado cuando estábamos en Calgary. Había sido una visitallena de emoción – tuvimos que movernos inmediatamente. Jasper le había pedidoeducadamente a María que mantuviese la distancia en el futuro.“No puedo imaginarme que ocurrirá,” dijo Peter riéndose – María era innegablementepeligrosa y no había perdido su amor entre ella y Peter. Peter había sido, después detodo, el instrumento en la defección de Jasper. Jasper siempre había sido el favorito deMaría; ella consideró un detalle menor que ella una vez hubiera planeado matarle.“Pero, debió ocurrir, en verdad lo haría.”Estrecharon sus manos, preparándose para marcharse. Dejé la canción que estabatocando desvaneciéndose en un insatisfactorio final, y me puse sobre mis pies a todaprisa.“Charlotte, Peter,” dije, asintiendo.“Fue agradable volver a verte, Edward,” dijo Charlotte, aunque dudándolo. Peter sólome devolvió el asentamiento.Loco, lanzó Emmett después de mí.Idiota, pensó Rosalie al mismo tiempo.Pobre chico. Esme.Y Alice, en un tono de reproche. Van a ir directamente al este, a Seattle. Nada cerca dePort Angeles. Me mostró las pruebas de sus visiones.Hice como si no lo hubiese oído. Mis excusas ya eran suficientemente flojas.Una vez en mi coche, me sentí más relajado, el robusto ronroneo del motor que Rosalieme había puesto – el año pasado, cuando estaba de mejor humor – estaba disparándose.Era un alivio estar emocionado, sabiendo que me estaba acercando a Bella en cada millaque pasaba volando bajo mis ruedas.

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Capítulo 9: PORT ANGELES

Cuando alcancé Port Angeles estaba demasiado animado; el sol todavía estaba altosobre mi cabeza, y, ya que mis ventanas estaban tintadas de oscuro, no había ningunarazón para tomar riesgos innecesarios. Más riesgos innecesarios, mejor dicho.Estaba seguro de que sería capaz de encontrar los pensamientos de Jessica desde ladistancia – los pensamientos de Jessica eran más ruidosos que los de Angela, pero unavez hube encontrado el primero, fui capaz de oír los siguientes pensamientos. Cuando,las sombras se alargaron, pude acercarme. Por ahora, me puse a cubierto en un caminitofuera de la ciudad que no parecía ser transitado con demasiada frecuencia.Conocía la dirección que debía seguir – solamente había un lugar para comprar vestidosen Port Angeles. No estaba demasiado lejos antes de que encontrase a Jessica, dándosela vuelta en un espejo de tres paneles, y podía ver a Bella en su visión periférica,apreciando el largo vestido negro que llevaba puesto.Bella todavía parece molesta. Ja ja. Angela tenía razón – Tyler se lo había inventado.No puedo creer por que le molestaba esto tanto a Bella. Al menos ya sabe que tiene unacita de reserva para el baile de graduación. Que pasaba si Mike no se divertía en elbaile, y no me pedía salir de nuevo? Y se le pedía a Bella que fuese con él al baile degraduación? Se lo habría ella pedido si yo no hubiera dicho nada? Pensaba Mike queella era más guapa que yo? Pensaba ella que ella era más guapa que yo?“Creo que me gusta más el azul. Resalta tus ojos.”Jessica le sonrió a Bella falsamente, mientras la miraba recelosamente.En verdad lo piensa? O sólo quiere que parezca una vaca el sábado?Ya estaba harto de escuchar a Jessica. Me fui en busca de Angela – ah, pero estaba enproceso de cambiarse el vestido, y salté rápidamente de su cabeza para darle algo deprivacidad.Bueno, Bella no podría tener muchos problemas dentro de una tienda. Así que, lasdejaría comprar y las volvería a alcanzar cuando hubiesen terminado. No tardaríamucho en que se hiciese oscuro – las nubes estaban empezando a volver, cogiendovelocidad por el oeste. Solamente podía vislumbrarlas desde los espesos árboles, peropodía ver como se acercaba la puesta del sol. Las acogí con satisfacción, las anhelabamás de lo que nunca las había añorado antes por sus sombras. Mañana podría sentarmejunto a Bella en la escuela de nuevo, monopolizar su atención en el almuerzo otra vez.Podría preguntarle todas las preguntas que había estado aguardando…Así que, estaba furiosa por la presunción de Tyler. Había estado en su cabeza – lo quehabía querido decir cuando habló sobre el baile de graduación, reclamando. Dibujé laexpresión de Bella de aquella tarde – la incrédula indignación – y me reí.Preguntándome que le diría sobre esto a Tyler. No me perdería su reacción.El tiempo pasó lentamente mientras esperaba a que las sombras se alargasen.Comprobaba periódicamente los pensamientos de Jessica; su voz mental era la más fácilde encontrar, pero no me gustaba retrasarme. Vi el lugar en el que estaban planeandocenar. A esa hora…estaría oscuro, quizás podría elegir el mismo restaurante como sifuese una coincidencia. Toqué el teléfono de mi bolsillo, pensando en invitar a Alice acenar fuera… Eso le encantaría, pero ella también querría hablarle a Bella. No estaba

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seguro de si estaba preparado para envolver aún más a Bella en mi mundo. Un vampirosólo no eran ya suficientes problemas?Comprobé ya como una rutina, los pensamientos de Jessica otra vez. Ella estabapensando sobre las joyas que llevaría, preguntando por la opinión de Angela.“Quizás debería devolver el collar. Tengo uno en casa que me podría quedar bien, y hegastado más de lo que había supuesto…” Mi madre se va a volver loca. En qué estabapensando?“No me importa volver a la tienda. Crees que Bella nos buscará?”Que fue eso? Bella no estaba con ellas? Observé a través de los ojos de Jessica primero,y después me cambié a los de Angela. Estaban en la acera, delante de una fila detiendas, acababan de volver del otro lado. Bella no estaba en el punto de mira.Oh, a quién le importa Bella? Pensaba Jessica impacientemente, antes de responder lapregunta de Angela. “Ella está bien. Llegaremos al restaurante a tiempo, incluso sivolvemos a la tienda. De todas maneras, creo que quiere estar sola.” Eché un brevevistazo a la librería que Jessica pensaba que había ido Bella.“Entonces, vamos rápido,” digo Angela. Espero que Bella no piense que la hemosdejado plantada. Fue tan amable conmigo en el coche antes… En verdad que es unapersona dulce. Pero parecía un poco deprimida durante todo el día. Me pregunto siserá por Edward Cullen? Apostaría a que por eso ha estado preguntando por sufamilia…Debería haber prestado más atención. Qué me había perdido? Bella estaba deambulandoella sola, y había estado preguntando por mí antes? Angela le estaba prestando atenciónahora a Jessica – Jessica estaba farfullando sobre el idiota de Mike – por lo que no pudeaveriguar nada más de Bella.Actué bajo las sombras. El sol pronto estaría detrás de las nubes. Si permanecía en ellado oeste de la carretera, donde los edificios me hacían sombra de la luz apagada…Empecé a impacientarme mientras conducía a través del escaso tráfico hacia el centrode la ciudad. Esto no era algo de lo que había considerado – Bella yéndose por su cuenta– y no tenía ni idea de cómo encontrarla. Debería haberlo considerado.Conocía bien Port Angeles; conduje directamente hacia la tienda de libros que estaba enla cabeza de Jessica, esperando que mi búsqueda fuese corta, pero a la vez dudando quefuese demasiado fácil. Alguna vez lo había hecho fácil Bella?Suficientemente seguro, la pequeña tienda estaba vacía, excepto por la mujer de detrásdel mostrador. Este lugar no parecía como la clase de los que le interesaban a Bella –libros demasiado actuales para una persona práctica. Me preguntaba si había estadomolesta por ir?Había un pedazo de sombra donde podría aparcar… esto hacia un sendero oscurodirectamente hasta la proyección de la tienda. En realidad no debería. Vagabundeardurante las horas de la luz del sol no era seguro. Que pasaba si al pasar un cochelanzaba el reflejo del sol hacia las sombras justo en el peor momento?Pero no sabía de que otra manera buscar a Bella!Aparqué y salí, manteniéndome en el lado más profundo de las sombras. Crucérápidamente hacia la tienda, pero no había rastro de su fragancia dentro de la tienda.“Bienvenido! Puedo ayudarle – “ empezó a hablar la vendedora, pero antes de queterminara ya había salido por la puerta.

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Seguí el olor de Bella lo más lejos que las sombras me lo permitieron, deteniéndomecuando alcanzaba los bordes de la luz del sol.Que impotente me sentía – atrapado entre la oscuridad y la luz que se extendía a lo largode la acera de delante de mí. Tan limitado.Solamente podía suponer que ella había continuado por la calle, hacia el sur. No habíagran cosa en aquella dirección. Se había perdido? Bueno, esa posibilidad no se salía desus posibilidades.Volví al coche y conduje lentamente a través de las calles, buscándola. Paraba de vez encuando en lugares con sombra, pero, solamente alcancé su olor una vez más, y sudirección me confundió. A dónde intentaba ir?Conduje de vuelta e iba de la tienda de libros al restaurante sucesivamente, esperandoverla de camino. Jessica y Angela ya estaban allí, intentando decidir si pedir o esperar aBella. Jessica se puso a pedir inmediatamente.Empecé a revolotear por las mentes de extraños, mirando a través de sus ojos.Seguramente, alguien debía haberla visto en alguna parte.Me fue impacientando cada vez más según pasaba el tiempo en el que estabadesaparecida. Antes no había considerado lo difícil que podría haber sido encontrarla ala primera. Ella estaba fuera de mi visión y de fuera del camino que debería seguir. Estono me gustaba.Las nubes se estaban amontonando en el horizonte, y, en unos pocos minutos, estaríalibre para seguirle la pista. Entonces, ya no me llevaría mucho. Era el sol el que mehacia ser inútil. Sólo unos pocos minutos más, y entonces, la ventaja sería mía de nuevoy sería el humano más poderoso del mundo.Otra mente, y otra. Demasiados pensamientos triviales.…creo que el bebe tiene otra infección de oído…Era seis-cuatro o seis ó cuatro…?Aquí viene! Aha!Allí, al fin, era su cara. Finalmente, alguien se había percatado de ella!El alivio duró solamente un fracción de segundo, y entonces, leí más profundamente lospensamientos de el hombre que estaba viendo su cara en las sombras.Su mente me era extraña, y aun, no del todo desconocida. Una vez, había cazadoexactamente esas clases de mentes.“NO!” rugí, y una oleada de rugidos salió de mi garganta. Mi pie empujó el pedal deaceleración, pero a dónde iba?Conocía la localización general de sus pensamientos, pero la localización no erasuficientemente específica. Alguna cosa, tenía que haber alguna manera – el nombre dela calle, una tienda, algo en su visión que me dijera el camino de su localización. PeroBella estaba en las profundas sombras, y los ojos del hombre sólo estaban centrados enla expresión aterrada de Bella – disfrutando de su miedo.La cara de Bella estaba borrosa en su mente debido al recuerdo de otras caras. Bella noera su primera victima.El sonido de mis gruñidos silenciaba el sonido del coche, pero no me distraían.No habían ventanas en la pared junto a ella. Algún lugar industrial, lejos del distrito detiendas lleno de gente. Mi coche chirrió en una esquina, desviándose al pasar a otrovehículo, yendo hacia la dirección que pensaba que era la correcta. Al tiempo en que el

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otro coche tocaba la bocina, el sonido ya estaba muy detrás de mí.Mira como se estremece! Se reía el hombre entre dientes. El miedo era lo que le atraía –la parte de la que disfrutaba.“Aléjate de mí.” Su voz era baja y firme, no era un grito.“No seas así, ricura.”Él observó como se encogía en una ruidosa carcajada que vino de la otra dirección. Élestaba irritado por el ruido – Cállate, Jeff pensó – pero disfrutaba de la manera en que seencogía. Esto le excitaba. Empecé a imaginarme súplicas, la manera en que rogaría…No me dí cuenta de que había otros con él hasta que oí la ruidosa risa. Eché un vistazofuera de él, desesperado por encontrar algo que pudiera usar. Él estaba dando el primerpaso en su dirección, flexionando las manos.Las mentes alrededor de él, no estaban en el pozo negro al igual que la suya. Todasestaban ligeramente intoxicadas, pero ninguna de ellas se daba cuenta de los lejos quepretendía llegar el hombre al que llamaban Lonnie y lo que planeaba hacer. Sólo leestaban siguiendo ciegamente. Él les había prometido un poquito de diversión…Uno de ellos lanzó una mirada por la calle, nervioso – Él no quería presionar a la chica– y me dio lo que necesitaba. Reconocí el cruce de la calle que había observado.Volé bajo una luz roja, deslizándome a través de un espacio lo suficientemente anchoentre dos coches en movimiento. Los bocinazos resonaban detrás de mía.Mi teléfono vibró en mi bolsillo. Lo ignoré.Lonnie se movía lentamente hacia la chica, alargándose el suspense – para que elmomento de terror surgiera de la chica. Él esperó a que gritase, preparándose parasaborearlo.Pero Bella mantuvo su mandíbula cerrada y forzada. Él estaba sorprendido – habíaesperado que echara a correr. Sorprendido y ligeramente decepcionado. Le gustaba ir enbusca de su presa, la adrenalina de la caza.Esta es valiente. Puede que sea mejor, creo…habrá que luchar más.Estaba a un bloque de distancia. El monstruo podía oír el rugir de mi coche, pero no leestaba prestando ninguna atención, demasiado interesado en su victima.Me gustaría ver como él disfrutaba de la caza cuando él fuera la presa. Vería lo quepensaba de mi estilo de caza.En otra parte de mi cabeza, ya estaba considerando las clases de torturas que ya habíadado testimonio en mis días de vigilancia, buscándola la más dolorosa de ellas. Élsufriría por esto. Se retorcería en la agonía. Los otros simplemente morirían, pero elmonstruo llamado Lonnie suplicaría por que le matase antes de que le diera ese regalo.Él estaba en la carretera, acercándose a ella.Hice girar el coche bruscamente en la esquina, mis faros iluminaban la escena y loscongelaba en el lugar en que estaban. Podría haber atropellado al líder, quién se apartódel camino, pero era muy fácil matarlo de esa manera.Derrapé para poder ponerme en medio de su camino y que la puerta del acompañanteestuviera lo más cerca posible de Bella. Mientras abría la puerta, Bella ya estabacorriendo hacia el coche.“Entra,” gruñí.Qué demonios?Sabía que era una mala idea! Ella no está sola.

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Debería correr?Creo que voy a vomitar…Bella saltó al asiento sin dudarlo, cerrando la puerta de un portazo.Y entonces me miró con una expresión de total confianza que yo nunca había visto enninguna cara humana, y todos mis planes violentos se desmoronaron.Me llevó mucho, mucho menos de un segundo ver que no podría dejarla en el cochepara ocuparme de los cuatro hombres. Qué le diría, que no mirara? Ja! Cuándo habíahecho lo que le había pedido? Cuándo había hecho lo más seguro?Los arrastraría lejos, fuera de su visión, y la dejaría sola aquí? Había una granprobabilidad de que otro humano peligroso estuviera merodeando por las calles de PortAngeles esta noche, pero había otra gran probabilidad de que hubiera sido incluso elprimero! Como un imán, ella atraía todas las cosas peligrosas hacia ella. No podríadejarla fuera de mi punto de visión.Mientras aceleraba, ella podría sentir la parte del movimiento, llevándola lejos de susperseguidores tan rápido que ellos observaban mi coche sin entender nada. Ella noreconocería el momento de duda. Ella asumiría que el plan era escapar desde unprincipio.Ni siquiera podía golpearle con el coche. Eso la asustaría.Quería verlo muerto tan ferozmente que la necesidad de esto gritó en mis oídos y nublómi visión y apareció un sabor en mi lengua. Mis músculos estaban envueltos en laurgencia, el ansia, la necesidad. Tenía que matarle. Lo trocearía lentamente, pieza porpieza, la piel del músculo, el músculo del hueso…Excepto que la chica – la única chica en el mundo – estaba agarrada al asiento conambas manos, observándome, con los ojos muy abiertos y llenos de confianza. Lavenganza tendría que esperar.“Ponte el cinturón,” ordené. Mi voz sonó ronca por el odio y áspera. No me ensuciaríadel hombre dentro de mí.Se puso el cinturón, saltando ligeramente ante el sonido que hizo al colocarse en sulugar. Ese sonido tan pequeño la hizo saltar, pero ella no se estremecía mientrasatravesaba la ciudad, ignorando todos los semáforos. Podía sentir sus ojos puestos enmí. Parecía de una manera extraña relajada. Esto no tenía sentido para mí – no conalguien que acababa de pasar por algo así.“Estas bien?” me preguntó, su voz sonó bronca por el estrés y el miedo.Quería saber si yo estaba bien?Pensé en su pregunta durante una fracción de segundo. No el suficiente tiempo comopara que notara mi indecisión. Estaba bien?“No,” y mi tonó sonó lleno de furia.La llevé al mismo lugar poco transitado donde había pasado la tarde aguardado en lamás pobre vigilancia. Estaba oscuro ahora bajo los árboles.Estaba tan furioso que mi cuerpo se quedó inmóvil en el sitio, completamente inmóvil.Mis manos congeladas ansiaban aplastar a su agresor, molerlo en trozos tan destrozadosque su cuerpo no pudiese ser identificado…Pero esto implicaría dejarla sola aquí, desprotegida en la oscura noche.“Bella?” pregunté a través de mis dientes.“Sí?” respondió con voz ronca. Aclaró su garganta.

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“Estas bien?” Eso era la cosa más importante, la gran prioridad. Desquitarme era losegundo. Lo sabía, pero mi cuerpo estaba tan lleno de rabia que me era difícil pensar.“Sí.” Su voz todavía era espesa – con miedo, sin duda.Así que no podría dejarla.Incluso si ella no estuviera en constante peligro por alguna enfurecida razón – parecíacomo si el universo me estuviese gastando una broma – incluso si pudiera estar segurode que ella estaría perfectamente segura durante mi ausencia, no podría dejarla sola enla oscuridad.Ella debe de estar aterrorizada.Todavía no estaba en condiciones de consolarla – incluso aunque supiera exactamentecomo hacerlo, cosa que no sabía. Seguramente se sentiría la brutalidad que salía de mí,seguramente eso era más que obvio. La asustaría incluso más si no calmaba el deseo dematanza que hervía dentro de mí.Necesitaba pensar en otra cosa.“Distráeme, por favor,” pedí.“Perdona, qué?”Apenas tenía suficiente control para intentar explicar lo que necesitaba.“Limítate a charlar de cualquier cosa insustancial hasta que me calme,” aclaré, mimandíbula todavía permanecía cerrada. Sólo el hecho de que me necesitase memantenía dentro del coche. Podía oír los pensamientos del hombre, su decepción yenfado… Sabía donde encontrarle… Cerré mis ojos, deseando que no pudiese vernada…“Um…” dudó – intentando ver el sentido de mi petición, supuse. “Mañana antes declase voy a atropellar a Tyler Crowley?” Lo dijo como si fuese una pregunta.Sí – eso era lo que necesitaba. Por supuesto que Bella saldría con algo inesperado.Como había hecho antes, la amenaza de violencia saliendo de sus labios eradivertidísimo – tan cómico que desentonaba. Si no estuviera ardiendo por la urgencia dematar, me habría reído.“Por qué?” pregunté, para forzarla a que volviera a hablar.“Va diciendo por ahí que me va a llevar al baile de graduación,” dijo, su voz estabacubierta de ultraje con un tono de tigre y gatito a la vez. “O está loco o intenta hacerolvidar que casi me mata cuando… bueno, tu lo recuerdas,” añadió secamente, “y creeque la graduación es la forma adecuada de hacerlo. Estaremos en paz si pongo enpeligro su vida y ya no podrá seguir intentando enmendarlo. No necesito enemigos, ypuede que Lauren se apacigüe si Tyler me deja tranquila. Aunque también podríadestrozarle el Sentra,” prosiguió, pensativamente ahora. “No, no podrá llevar a nadie albaile de fin de curso si no tiene coche…”Era alentador ver que algunas veces ella no se enteraba bien de las cosas. Lapersistencia de Tyler no tenía nada que ver con el accidente. Ella no parecía darsecuenta de que ella atraía a los chicos del instituto. No veía que me atraía a mí también?Ah, estaba funcionando. La manera de pensar de su mente siempre era absorbente.Estaba empezando a alcanzar el control, para ver algo más aparte de la venganza y latortura…“Estaba enterado,” le dije. Había parado de hablar, y necesitaba que continuase.“Sí?” preguntó incrédula. Y entonces, su irritación anterior se hizo más fuerte. “Si está

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paralítico del cuello para abajo, tampoco podrá ir al baile de fin de curso.”Deseaba que de alguna manera pudiera pedirle que se detuviese con sus planes demuerte y daños colaterales sin sonar como un loco. Ella no podía haber elegido unamanera mejor para calmarme. Y sus palabras – con sarcasmo en este caso – me estabanrecordando mucho lo que necesitaba en este momento.Suspiré, y abrí los ojos.“Mejor?” preguntó tímidamente.“En realidad, no.”Estaba más calmado, pero no mejor. Porque me acababa de dar cuenta de que no habíapodido matar al monstruo llamado Lonnie, y todavía deseaba eso más que cualquier otracosa en el mundo. Casi.La única cosa que en este momento quería más que cometer un asesinato justificado, eraesta chica. Y, a ella no la podría tener, solamente soñarlo me hacía imposible irme dejuerga para hacer una matanza esta noche – no importaba lo defendible que pudiera seresa cosa.Bella merecía algo más que a un asesino.Había pasado décadas intentando ser algo más que eso – cualquier cosa, excepto unasesino. Aquellos años de esfuerzo nunca me harían merecer a la chica que estabasentada junto a mí. Y todavía, sentía que si pudiera volver a esa vida – la vida de unasesino – durante incluso una sola noche, me aseguraría de ponerla lejos de mi alcancepara siempre. Incluso si no hubiera bebido sus sangre – incluso si no hubiera tenido laevidencia ardiendo en mis ojos rojos – sentiría ella la diferencia?Estaba intentando ser lo bastante bueno para ella. Era una meta imposible, lo seguiríaintentando.“Qué es lo que pasa?” susurró.Su respiración me alcanzó la nariz, y eso me recordó porque no podría merecerla.Después de todo, incluso a pesar de tanto como la quería… ella todavía me hacía laboca agua.Sería tan sincero como pudiera. Se lo debía.“A veces tengo problemas con mi genio, Bella.” Observé la noche oscura, deseando a lavez, que oyera el horror en mis palabras y también que no lo hiciera. Principalmente queno lo hiciera. Corre, Bella, corre. Quédate, Bella, quédate. “Pero no me conviene darmedia vuelta y dar caza a esos…” Sólo pensar en eso casi hizo que saliese del coche.Tome una gran bocanada de aire, dejando que su olor me quemara la garganta. “Almenos, eso es de lo que me intento convencer.”“Oh.”No dijo nada más. Cuánto había oído en mis palabras? La miré furtivamente, pero sucara era ilegible. Quizás, blanca por la confusión. Bueno, ella no estaba gritando. Porahora.Permanecimos en silencio. Me peleaba conmigo mismo, intentando ser lo que deberíaser. Y lo que no podía ser.“Jessica y Angela se van a preocupar,” dijo rápidamente. Su voz estaba muy calmada, yno estaba seguro como era eso posible. Estaba en estado de shock? Quizás los eventosde esta noche no le habían afectado todavía. “Se suponía que iba a reunirme con ellas.”Quería alejarse de mí? O estaba preocupada por que se preocuparan sus amigas?

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No le respondí, pero arranqué el coche y la llevé de vuelta. Cada metro que me ibaacercando a la ciudad, se me iba haciendo más difícil mantener mi propósito. Estaba tancerca de él…Si fuera imposible – si nunca pudiera merecer esta chica – entonces, dónde estaba elsentido de dejar al hombre sin ser castigado? Seguramente, podría permitirme eso…No. No iba a rendirme. Todavía no. La quería demasiado para rendirme.Ya estábamos en el restaurante donde se suponía que había quedado con sus amigas,antes de que hubieran empezado a tener sentido mis pensamientos. Jessica y Angelahabían terminado de cenar, y ambas estaban preocupadas por Bella. Iban a ir a buscarla,evitando las calles oscuras.No era una buena noche para deambular.“Cómo sabías dónde…?” La pregunta inacabada de Bella me interrumpió, y me dícuenta de que había cometido otro error. Había estado demasiado distraído pararecordar que tenía que preguntarle dónde había quedado con sus amigas.Pero, en vez de terminar la pregunta e insistir en el asunto. Bella se limitó a sacudir lacabeza y medio sonreír.Qué significaba eso?Bueno, no tenía tiempo para quebrarme la cabeza con su extraña aceptación de miextraño conocimiento del lugar. Abrí la puerta.“Qué estas haciendo?” preguntó, sobresaltada.No dejar que te vayas de mi vista. No permitirme quedarme a solas esta noche. En eseorden. “Llevarte a cenar.”Esto debería ser interesante. Parecía totalmente como otra noche, cuando habíaimaginado trayendo a Alice y pretendiendo que habíamos elegido el mismo restauranteque Bella y sus amigas por accidente. Y ahora, aquí estaba yo, prácticamente teniendouna cita con la chica. Sólo que esto no contaba, ya que no le estaba dando laoportunidad de negarse.Ella ya tenía su puerta medio abierta antes de que hubiera rodeado el coche – no eranormal estar frustrado por tener que moverme a una velocidad discreta – a pesar deesperar por ella. Era esto, por qué ella no solía ser tratada como una señorita, o porqueno pensaba en mí como un caballero?La esperé para divertirme, cada vez me impacientaba más, mientras sus amigas seguíanen una esquina oscura.“Detén a Jessica y a Angela antes de que también deba buscarlas a ellas.” Le ordenérápidamente. “Dudo que pudiera volver a contenerme si me tropiezo otra vez con tusamigos.” No, no sería lo suficientemente fuerte para eso.Se estremeció, y rápidamente las llamó. Dio medio paso hacia ellas, “Jess! Angela!” envoz alta. Ellas se volvieron, y ella les saludó con su brazo para captar su atención.Bella! Oh, está a salvo! Pensaba Angela aliviada.Muy tarde. Se quejó, pero ella también estaba agradecida de que no se hubiese perdidoo herido. Esto hizo que me gustara un poquito más que antes.Se apresuraron a regresar, y entonces se detuvieron, confundidas, cuando me vieronjunto a Bella.Uh-uh! Pensó Jessica, aturdida. De ninguna manera!Edward Cullen? Se fue para buscarle? Pero por qué preguntaría por ellos si sabía que

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estaba aquí… Me imaginé brevemente la expresión mortificada de Bella cuando lehabía preguntado a Angela si mi familia solía ausentarse de la escuela. No, ella no podíahaberlo sabido, decidió Angela.Los pensamientos de Jessica pasaban de la sorpresa a la sospecha. Bella me lo ha estadoescondiendo.“Dónde has estado?” se quejó, mirando a Bella, pero echándome una ojeada con elrabillo del ojo.“Me perdí. Y luego me encontré con Edward,” dijo Bella, señalándome.Su tono era totalmente normal. Cómo si fuera verdad todo lo que había dicho.Debe de estar confundida. Esa es la única explicación para que este calmada.“Os importaría si me uniera a vosotras?” pregunté – para ser educado; sabía que ellas yahabían cenado.Dios santo, pero que bueno que está! Pensó Jessica, su cabeza de pronto se volvióligeramente incoherente.Angela no estaba mucho mejor. Desearía que no hubiéramos cenado. Wow. Sólo. Wow.Por qué no podía hacer eso con Bella?“Eh…claro,” agregó Jessica.Angela frunció el ceño. “De hecho, Bella, lo cierto es que ya hemos cenado mientras teesperábamos,” admitió. “Lo siento.”Qué? Cállate! Se quejó interiormente Jess.Bella se encogió de hombros. Así de fácil. Definitivamente estaba en shock. “No pasanada, no tengo hambre.”“Creo que deberías comer algo,” le contradije. Ella necesitaba azúcar en su sangre –pensando en como de dulce olería, irónicamente. El horror le alcanzaría en cualquiermomento, y un estómago vacío no le ayudaría. Ella ya era débil, lo sabía porexperiencia.Las chicas no estarían en peligro si se iban derechas a casa. El peligro no les acecharía.Y además estaría solo con Bella – tanto tiempo como estuviese dispuesta a estar a solasconmigo.“Os importa que lleve a Bella a casa esta noche?” Le dije a Jessica antes de que Bellapudiese responder. “Así, no tendréis que esperar mientras cena.”“Eh, supongo que no... hay problema” Jessica miró intencionadamente a Bella,buscando alguna señal en su expresión para saber si era eso lo que quería.Quiero quedarme… pero ella probablemente querrá quedarse con él a solas. Quién noquerría? Pensó Jessica. A la misma vez que veía a Bella guiñarle un ojo.Bella le había guiñado un ojo?“Vale,” dijo Angela rápidamente, para quitarse deprisa de su camino si eso era lo queBella quería. Y parecía que eso era lo que quería Bella. “Nos vemos mañana, Bella…Edward.” Se esforzó en decir mi nombre en un tono causal. Y entonces, tomó la manode Jessica y se la llevó.Tendría que encontrar alguna forma de agradecérselo a Angela.El coche de Jessica estaba cerca de un espacio iluminado por una farola. Bella lasobservaba cuidadosamente, con una arruga entre los ojos por la preocupación. Jessica lesaludó con la mano mientras se alejaba con el coche, y Bella le devolvió el saludo. Nofue hasta que el coche desapareció cuando tomó una gran bocanada de aire y se volvió

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para mirarme.“De verdad, no tengo hambre,” dijo.Por qué había esperado a que se fueran para hablarme? De verdad quería estar a solasconmigo – incluso ahora, después de mostrarle mi rabia homicida?Cualquiera que fuese el caso, ella iba a cenar alguna cosa.“Compláceme,” dije.Me dirigí hacia la puerta del restaurante para abrírsela y esperé.Suspiró, y atravesé la puerta.Caminé junto a ella al lugar donde se encontraba la anfitriona esperándonos. Bellatodavía parecía completamente serena. Quería tocarle la mano, su frente, comprobar sutemperatura. Pero mi mano fría le repulsaría como lo había hecho antes.Oh, Dios, la ruidosa voz mental de la anfitriona se entrometió en mi cabeza.Dios, oh Dios mío.Parecía ser mi noche para llamar la atención. O solamente me estaba dando más cuentaporque deseaba que Bella me viera de esa manera? Siempre éramos atractivos paranuestras presas. Nunca había pensado demasiado en esto antes. Normalmente – almenos, con la gente como Shelly Cope y Jessica Stanley, había una constante repeticiónpara apagar el terror – el miedo les golpeaba después de la atracción inicial…“Tienen una mesa para dos?” le insté cuando la anfitriona no habló.“Oh, claro. Bienvenidos a La Bella Italia.” Mmm! Que voz! “Por favor, síganme.” Suspensamientos estaban preocupados – calculadores.Quizás es su prima. Ella no podría ser su hermana, no se parecen en nada. Pero de lafamilia, seguro. Él no puede estar con ella.Los ojos humanos estaban empañados; ellos no veían nada claro. Cómo podía estamente tan pequeña, de esta mujer caer en el cebo de mi físico – en la trampa para laspresas – tan atractiva, y aun así, no ser capaz de ver la suave perfección de la chica queestaba junto a mí?Bueno, no hay necesidad de ayudarla, sólo por si acaso, pensaba la anfitriona mientrasnos situaba en una mesa, tamaño familiar en el medio de la parte más concurrida delrestaurante. Podría darle mi número de teléfono mientras ella esta allí…? Meditó.Saqué un billete de mi bolsillo. La gente se volvía muy cooperativa cuando el dineroestaba envuelto.Bella ya se estaba sentando, donde la anfitriona le indicaba sin oponerse. Negué con lacabeza, y ella dudó, girando la cabeza con curiosidad. Sí, ella estaba muy curiosa estanoche. Un lugar concurrido no era un buen lugar para esta conversación.“Tiene, tal vez, algo más privado?” le insistí a la anfitriona, dándole el dinero. Sus ojosse abrieron por la sorpresa, y entonces, se estrecharon mientras su mano se cerrabaalrededor de la propina.“Naturalmente.”Miró a hurtadillas el billete mientras nos llevaba a un lugar dividido por una mampara.“Cincuenta dólares por una mesa mejor? Y también, rico. Eso tiene sentido – meapuesto lo que sea a que su chaqueta cuesta más que mi último cobro. Mierda. Por quéquiere privacidad con ella?Nos ofreció una sala privada en una esquina silenciosa del restaurante donde nadiepudiera vernos – para ver las reacciones de Bella de lo que le diría. No tenía ni idea de

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lo que quería de mí esta noche. O lo que le daría.Cuánto había adivinado? Que explicaciones de los eventos de esta noche se habíahecho?“Qué tal esto?” preguntó la anfitriona.“Perfecto,” le dije y, sintiéndome ligeramente enfadado por su actitud de resentimientohacia Bella, le dediqué una gran sonrisa, enseñando mis dientes. Dejando que los vieraclaramente.Whoa. “Esto…ahora mismo serán atendidos.” Él no puede ser real. Debo de estarsoñando. Quizás ella desaparecerá… quizás le escriba mi número en su plato conKetchup… Se preguntaba mientras se iba, escuchando ligeramente mientras se iba.Qué raro. Todavía no estaba asustada. De repente me acordé de cuando Emmett mebromeó sobre eso en la cafetería, hace ya muchas semanas. Apuesto a que yo podríaasustarla mejor que tú.Estaba perdiendo mi chispa?“De veras, no deberías hacerle eso a la gente,” Bella interrumpió mis pensamientos enun tono de desaprobación. “Es muy poco cortés.”Observé su expresión crítica. Qué quería decir? No había asustado a la anfitriona, almenos no era mi intención. “Hacer qué?”“Deslumbrarla, probablemente, ahora está en la cocina híper ventilando.”Hmm. Bella estaba muy cerca de tener razón. La anfitriona estaba siendo pococoherente, describiéndome a su amiga de trabajo.“Oh, vamos,” Bella me reprendió cuando no le respondí inmediatamente. “Tienes quesaber el efecto que produces en los demás.”“Los deslumbro?” Era una interesante manera de expresarlo. Suficientemente exactopara esta noche. Me pregunto por qué la diferencia…“No te has dado cuenta?” me preguntó, todavía siendo crítica. “Crees que todos cedencon tanta facilidad?”“Te deslumbro a ti?” Mi voz sonó con una curiosidad impulsiva, y las palabras salieron,y fue demasiado tarde para retenerlas.Pero antes de que me hubiera dado tiempo para que me pesasen las palabras que habíadicho en voz alta, ella me respondió, “Con frecuencia.” Y sus mejillas se pusieroncoloradas de un rosa brillante.La deslumbraba.Mi silencioso corazón se llenó de una esperanza tan intensa que nunca había sentidoantes, que yo recordara.“Hola,” dijo alguien, la camarera, presentándose. Sus pensamientos eran fuertes y másexplícitos que los de la anfitriona, pero no me giré a mirarla. En vez de escucharla miréla cara de Bella, observando como la sangre fluía a través de su piel, sin darme cuentade que eso hacía que mi garganta ardiese, por cómo brillaba su cara, por cómo me haciaestallar el color de su piel…La camarera me estaba esperando. Ah, ella había preguntando que íbamos a tomar parabeber. Continué mirando a Bella, y la camarera de mala gana de volvió a mirar a Bellatambién.“Voy a tomar una coca-cola?” Dijo Bella, como si me pidiera permiso.“Dos coca-colas,” añadí. Sed – es normal, la sed humana – era una señal de conmoción.

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Me aseguraría de que tomaba extra de azúcar de la coca-cola.Aunque, parecía sana. Más que sana. En verdad parecía radiante.“Qué pasa?” Se quejó – preguntándose por qué la estaba observando, supongo. A penasme había dado cuenta de que la camarera se había marchado.“Cómo te sientes?” Le preguntéParpadeó, sorprendida por la pregunta. “Estoy bien.”“No tienes mareos, ni frío, ni malestar?”Ahora estaba incluso más confundida. “Debería?”“Bueno, de hecho esperaba que entrases en estado de shock.” Medio le sonreí,esperando su negativa. Ella no quería que se preocupasen por ella.Le llevó un minuto responderme. Sus ojos estaban ligeramente descentrados. Algunasveces se ponía así, cuando le sonreía. Estaba… deslumbrada?Me encantaría creerlo.“Dudo que eso vaya a suceder. Siempre se me ha dado muy bien reprimir las cosasdesagradables,” respondió, un poco sin aliento.Entonces, tenía ella mucha práctica con cosas desagradables? Era siempre su vida tanarriesgada?“Da igual,” le dije. “Me sentiré mejor cuando hayas tomado algo de glucosa y comida.”La camarera volvió con las coca-colas y una cesta de colines. Los puso delante de mí, yme preguntó que iba a tomar, intentando captar mi atención mientras tanto. Le indiquéque debería atender a Bella, y entonces se volvió hacia ella. Tenía una mente vulgar.“Eh…” Bella le lanzó una rápida mirada al menú.” Tomaré el ravioli de setas.”La camarera se volvió a mí con impaciencia. “Y usted?”“Nada para mí.”Bella hizo un ligero gesto con su cara. Hmm. Debe de haberse dado cuenta de quenunca como. Se da cuenta de todo. Y yo siempre olvido ser cuidadoso respecto a ella.Esperé a que estuviéramos a solas“Bebe,” le insistí.Me sorprendí cuando me obedeció inmediatamente y sin ninguna objeción. Bebió hastaque el vaso estuvo completamente vacío, así que le pasé el segundo vaso de coca cola,frunciendo un poco el ceño. Estaba sedienta o en estado de shock?Bebió un poco más, y entonces, se estremeció.“Tienes frío?”“Es sólo la coca-cola,” dijo, pero se volvió a estremecer, sus labios estaban temblandoligeramente como si sus dientes fueran a castañear.La bonita blusa que llevaba parecía demasiado delgada para protegerla adecuadamentedel frío; pegándosele como una segunda piel, casi tan frágil como la primera. Era tanfrágil, tan mortal. “No tienes una chaqueta?”“Sí.” Miró alrededor de ella, un poco perpleja. “Oh – me la dejé en el coche de Jessica.”Me quité mi cazadora y se la pase por encima de la mesa, y se la colocóinmediatamente, y entonces se estremeció de nuevo.Si, sería muy agradable ser cálido.“Gracias,” dijo. Tomó una gran bocanada de aire, y echó las mangas hacia atrás paratener sus manos libres. Volvió a respirar profundamente.Se estaba la noche finalmente instalando? Su color de piel todavía era bueno; su piel era

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como la nata y las rosas contra el azul oscuro de su blusa.“Tu piel tiene un aspecto encantador con ese color azul,” le piropeé. Sólo para sersincero.Ella se ruborizó, realzando el efecto.Parecía que estaba bien, pero no quería arriesgarme. Le pase la cesta de colines.“De verdad,” objetó, adivinando mis motivos. “No voy a entrar en estado de shock.”“Pues deberías – una persona normal lo haría. Y ni siquiera pareces alterada.” Laobservé, de forma desaprobadora, preguntándome por qué ella no podía ser una personanormal y entonces, me pregunté si de verdad quería que fuese de esa manera.“Me siento segura contigo,” dijo, sus ojos, otra vez, mostraban sinceridad. Merecía suconfianza.Sus instintos estaban equivocados – atrasados. Ese debía de ser el problema. Ella noreconocía el peligro del modo en que un humano debería hacerlo. Ella era lo opuesto ala reacción. En vez de correr, ella se quedaba, le atraía lo que debería asustarla…Como podía protegerla de mí cuando ninguno de los dos quería eso?“Esto es más complicado de lo que había planeado,” murmuré.Pude ver como revolvía mis palabras en su cabeza, y me pregunté que hacía con ellas.Tomó un colín y empezó a comérselo sin parecer consciente de la acción. Lo masticódurante un momento, y entonces inclinó su cabeza hacia un lado esperanzadoramente.“Normalmente estas de mejor humor cuando tus ojos brillan,” dijo en un tono casual.Su observación, me dejó atónito. “Qué?”Estás de mal humor cuando tienes los ojos negros. Entonces me lo veo venir. Tengo unteoría al respecto,” añadió ligeramente.Así que había sacado su propia explicación. Por supuesto que sí. Sentí un profundosentimiento de miedo mientras me preguntaba cuanto se había acercado a la verdad.“Más teorías?”“Mm-hm.” Le pegó otro pequeño mordisco al colín, de manera indiferente. Como si noestuviese discutiendo los aspectos de un monstruo con los míos.“Espero que esta vez seas más creativa…” le mentí cuando no continuó. De verdadespero que esté equivocada – a kilómetros de la meta. “O sigues tomando ideas de loscómics?”“Bueno, no. No lo he sacado de un cómic,” dijo, un poco avergonzada. “Pero tampocome la he inventado.”“Y?” Pregunté entre dientes.Seguramente, no debería hablar con tanta calma si iba a gritar.Mientras dudaba, mordiéndose el labio, la camarera apareció con la comida de Bella. Lepresté un poquito de atención mientras dejaba el plato delante de Bella y entonces, mepreguntó si quería alguna cosa.Me negué, pero le pedí más coca-cola. La camarera no se dio cuenta de los vasosvacíos. Los cogió y se marchó.“Qué decías?” le insté ansiosamente en cuanto estuvimos a solas otra vez.“Te lo diré en el coche,” dijo en voz baja. Ah, esto sería malo. Ella no estaba dispuesta ahablar alrededor de otra gente. “Si…” Añadió repentinamente.“Hay condiciones?” Estaba tan tenso que casi gruñí las palabras.“Tengo unas cuantas preguntas, por supuesto.”

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“Por supuesto,” añadí, con voz fuerte.Sus preguntas seguramente me dirían hacia donde se dirigían sus pensamientos. Perocómo iba a responderlas? Con mentiras responsables? O podría conducirla lejos de laverdad? O no lo diría nada, incapaz de decidir?Permanecimos sentados en silencio mientras la camarera nos ponía las coca-colas.“Bueno, adelante,” dije, con la mandíbula cerrada, cuando la camarera se hubomarchado.“Por qué estas en Port Angeles?”Esa era una pregunta fácil para ella. Esta no le revelaba nada, mientras que mi respuesta,si era sincero, le revelaría demasiado.“Siguiente,” dije.“Pero ésa es la más fácil!”“Siguiente,” le repetí.Estaba frustrada por mi negativa. Desvió su mirada de mí, bajándola hacia la comida.Lentamente, pensando, cogió un poco de su plato y lo masticó mientras deliberaba.Bebió un poco de coca-cola, y finalmente, me miró. Sus ojos todavía estabanestrechados recelosamente.“Vale, entonces,” dijo. “Supongamos que, hipotéticamente, alguien es capaz de… saberqué piensa la gente, de leer su mente, ya sabes, salvo unas cuantas excepciones.”Podría ser peor.Esto explicaba su medio sonrisa en el coche. Era rápida – nadie más había adivinadoesto sobre mí, nunca. Excepto Carlisle, a pesar de que había sido muy obvio entonces, alprincipio, cuando le había respondido a todos sus pensamientos mientras el me habíahablado. Él lo entendió antes que yo…Esta pregunta no era tan mala. Estaba claro que ella sabía que había algo raro en mí,pero no era tan serio como podía haberlo sido. Después de todo, era leedor de mentes,no era la faceta común de un vampiro. Continué con su hipótesis.“Sólo una excepción,” le corregí, “Hipotéticamente.”Forzó una sonrisa – mi vaga honestidad le complacía. “De acuerdo entonces, una solaexcepción. Cómo funciona? Qué limitaciones tiene? Cómo podría…esealguien…encontrar a otra persona en el momento adecuado? Cómo sabría que ella estáen problemas?”“Hipotéticamente?”“Claro.” Su labio se curvó, y sus ojos marrones mostraban la impaciencia.“Bueno,” dudé. Si…ese alguien…”“Supongamos que se llama Joe,” sugirió.Tuve que reírme ante su entusiasmo. De verdad pensaba que la verdad sería algo bueno?Si mis secretos eran agradables, por qué se los escondía?“En ese caso, Joe.” Añadí. “Si Joe hubiera estado atento, la sincronización no tendríapor qué haber sido tan exacta.” Sacudí mi cabeza y reprimí un estremecimiento alpensar en lo cerca que había estado de llegar tarde hoy. “Sólo tú podrías meterte en líosen un sitio tan pequeño. Destrozarías las estadísticas de delincuencia para una década,ya sabes.”Sus labios se curvaron por los bordes. “Estábamos hablando de un caso hipotético.”Me reí por su irritación.

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Sus labios, su piel… Parecían tan suaves. Deseaba tocarlos. Deseaba presionar misyemas contra su entrecejo fruncido y alisárselo. Imposible. Mi piel le repelaría.“Sí, cierto,” dije, retomando la conversación antes de que pudiera deprimirme. “Qué talsi la llamamos ‘Jane’?”Se apoyó sobre la mesa hacía mí, todo su humor e irritación se fueron hacia sus grandesojos.“Cómo lo supiste?” me preguntó, su voz era baja e intensa.Debería decirle la verdad? Y, si era así, en qué proporción?Quería decírselo, quería merecer la confianza que todavía podía ver en su cara. “Puedesconfiar en mí, ya lo sabes,” susurró, y estiró una mano como si intentara tocar mismanos donde descansaban encima de la mesa delante de mía.Las retire – odiando el pensamiento de su reacción ante mi piel rígida y dura – y ellahizo lo mismo con su mano.Sabía que podía confiar en ella protegiéndole mis secretos; se podía confiar en ellatotalmente, buena de corazón. Pero no podía confiar en que se horrorizaría de ellos. Elladebería aterrorizarse. La verdad era horrible.“No sé si tengo otra alternativa,” murmuré. Me acordé de cuando una vez me habíaburlado de ella llamándola ‘excepcionalmente poco observadora.” La ofendí, si habíaestado juzgando su expresión correctamente. Bueno, podía aceptar esa injusticia, almenos. “Me equivoqué. Eres mucho más observadora de lo que pensaba.” Y, pensar,que ella no se había dado cuenta de ello, ya le había dado suficiente crédito. No se leescapaba nada.“Creía que siempre tenías razón,” dijo, sonriendo mientras bromeaba.“Así era.” Solía saber lo que hacía. Siempre solía estar seguro de todo lo que hacía. Yahora, todo era un caos y un tumulto.Todavía no lo emplearía. No quería una vida que tuviese sentido. No si el caossignificaba que podría estar con Bella.“Hay otra cosa en la que también me equivoqué contigo,” continué. “No eres un imánpara los accidentes – ésa no es una clasificación lo suficientemente extensa. Eres unimán para los problemas. Si hay algo peligroso en un radio de quince kilómetros,inexorablemente te encontrará.” Por qué a ella? Qué había hecho para merecer todoesto?La cara de Bella se volvió seria otra vez. “Te incluyes en esa categoría?”La honestidad era más importante en respeto a su pregunta que cualquier otra cosa.“Sin ninguna duda.”Sus ojos se achicaron ligeramente – sin ninguna sospecha ahora, pero de una maneraextraña preocupada. Estiró su mano sobre la mesa de nuevo, lentamente y apropósito.Alejé un palmo mi mano, pero ella lo ignoró, con la intención de tocarme. Mantuve larespiración – no por su olor esta vez, sino por el repentino, por la tensión irresistible.Por miedo. Mi piel no le gustaría. Huiría.Ella tocó ligeramente con sus yemas de los dedos el dorso de mi mano. El calor de susuave, al tocarme fue algo que no había sentido nunca. Fue casi un placer puro. Lohabría sido, sino hubiera sido por mi miedo. Observé su cara mientras sentía el frío demi piel dura, todavía incapaz de respirar.Una media sonrisa apareció en sus labios.

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“Gracias,” dijo, encontrándose con mi mirada, mirándome intensamente. “Es la segundavez.”Sus suaves dedos siguieron sobre mi mano, como si sus dedos estuvieran a gusto allí.Le respondí de manera tan despreocupada como me fue posible. “No dejarás que hayauna tercera, de acuerdo?”Hizo una mueca ante eso, pero asintió.Aparté mi mano de debajo de las suyas. Era tan exquisito su tacto, que no iba a esperar aque la magia de su tolerancia desapareciera, para pasar a la repulsión. Escondí mismanos debajo de la mesa.Leí sus ojos; creía que su mente estaba en silencio, podía percibir la confianza y suspreguntas. Me di cuenta en ese momento de que quería responderle a sus preguntas. Noporque se lo debiera. No porque quisiera que confiara en mí.Quería que me conociese.“Te seguí a Port Angeles,” le dije, las palabras salieron tan rápido que no puderetractarme. Conocía el peligro de la verdad, el riesgo que estaba tomando. En cualquiermomento, su calma antinatural podría hacerse añicos y volverse en histeria. Alcontrario, saber esto, sólo hacia que hablase más rápido. “Nunca antes había intentadomantener con vida a alguien en concreto, y es mucho más problemático de lo que creía.Pero eso tal vez se deba a que se trata de ti. La gente normal parece capaz de pasar eldía sin tantas catástrofes.”La observé, esperando.Ella sonrió. Sus labios se curvaron, y sus ojos como el chocolate me abrigaron.Le acababa de admitir que la acechaba, y ella estaba sonriendo.“Crees que me había llegado la hora la primera vez, cuando ocurrió lo de la furgoneta, yque has interferido en el destino? Preguntó.“Ésa no fue la primera vez.” Dije, observando el oscuro mantel de la mesa, mis hombrosestaban inclinados por la vergüenza. Mi muro se había desmoronado, la verdad todavíase derramaba libremente e imprudentemente. “La primera fue cuando te conocí.”Era verdad, y esto me enfureció. Me había colocado sobre su vida como la hoja de unaguillotina. Era como si ella hubiera sido marcada por la muerte por algo cruel, undestino injusto y – desde que había probado el instrumento que estaba poco dispuesto allevarlo a cabo – Ese mismo destino continuó intentando ejecutarla. Imaginé el destinopersonificado – una espantosa, celosa hechicera y arpía vengativa.Quería algo más, alguien, que fuera responsable de esto – donde pudiera tener algunacosa concreta contra lo que luchar. Alguna cosa, cualquier cosa que destruir, para queBella pudiese estar a salvo.Bella estaba muy callada, su respiración se había acelerado.La miré, sabiendo que finalmente vería el miedo que había estado esperando. Noacababa de admitir que había estado a punto de matarla? Más cerca que la furgoneta quehabía estado a punto a punto de aplastarla. Y todavía, su cara estaba calmada, y sus ojostensos por el interés.“Te acuerdas?” Tenía que recordarlo.“Sí,” dijo, su voz era serena y grave. Sus profundos ojos estaban llenos de consciencia.La sabía. Ella sabía que había querido matarla.Dónde estaban los gritos?

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“Y aún así estás aquí sentada,” dije, señalando la contradicción.“Sí, estoy aquí sentada… gracias a ti.” Su expresión se alteró, volviéndose curiosa,como si sutilmente cambiase de tema. “Porque de alguna manera has sabidoencontrarme hoy…?”Sin esperanzas, empujé una vez más la barrera que protegían sus pensamientos,desesperado por entenderlo. No tenía sentido lógico para mí. Cómo se podría preocuparpor el resto con esa verdad tan evidente sobre la mesa?Esperó, sólo con curiosidad. Su piel estaba pálida, algo que era natural en ella, perotodavía me preocupaba. Su plato, estaba intacto delante de ella. Si continuabacontándole demasiado, iba a necesitar algo que le amortiguase el shock.Puse mis condiciones. “Tú comes y yo hablo.”Se lo pensó durante medio segundo, y entonces, se metió un ravioli en la boca con tantarapidez que no creí que eso pudiera calmarla. Sus ojos me revelaron que estaba muyimpaciente por mi respuesta.“Seguirte el rastro es más difícil de lo habitual.” Le dije. “Normalmente puedo hallar aalguien con suma facilidad siempre que haya oído sus mentes antes.”Observé con cuidado su cara mientras decía esto. Adivinar era una cosa, y confirmarlaera otra.Estaba inmóvil, sus ojos muy abiertos. Sentí como mis dientes se apretaban mientrasesperaba a que entrara en pánico.Pero parpadeó una vez, tragando ruidosamente, y entonces, rápidamente se metió otroravioli en su boca. Quería que continuara.“Vigilaba a Jessica sin mucha atención,” continué, observando cada palabra comopenetraban en ella. “Como dije, sólo tú puedes meterte en líos en Port Angeles.” Nopude resistirme a decir eso, o pensaba ella que era normal? Ella era lo más alejado de lonormal de lo que yo nunca me había encontrado. “Al principio no me di cuenta y luego,cuando comprendí que ya no estabas con ellas, fui a buscarte a la librería que vislumbreen la mente de Jessica. Te puedo decir que sé que no llegaste a entrar y que te dirigisteal sur. Sabía que tendrías que dar la vuelta pronto, por lo que me limité a esperarte,investigando al azar en los pensamientos de los viandantes para saber si alguno se habíafijado en ti, y saber de ese modo dónde estabas. No tenía razones para preocuparme,pero estaba extrañamente ansioso…” Mi respiración se hizo más rápida a la vez querecordaba ese sentimiento de pánico. Su olor me quemaba en la garganta y a la vezestaba agradecido. Era un dolor que significaba que ella estaba viva. Tanto tiempo comoquemara, ella estaría a salvo.“Comencé a conducir en círculos, todavía…escuchando.” Esperé a que las palabrastuvieran sentido para ella. Esto tenía que ser confuso. “El sol se pudo al fin y estaba apunto de salir y seguirte a pie. Y entonces…”Cuando el recuerdo me llegó – perfectamente claro y tan vivo como si estuvierapasando ahora – sentí la misma furia asesina atravesar mi cuerpo.Le quería muerto. Necesitaba matarle. Mi mandíbula se cerró ligeramente mientras meconcentraba en mantenerme en la mesa. Bella todavía me necesitaba. Eso era lo queimportaba.“Entonces que?” susurró, sus ojos oscuros estaban muy abiertos.“Oí lo que pensaban.” Dije a través de mis dientes, incapaz de impedir que las palabras

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salieran con un gruñido. “Y vi tu rostro en sus mentes.”Difícilmente pude resistirme de la necesidad de matar. Todavía sabía con precisióndonde encontrarle. Sus oscuros pensamientos se podían aspirar en el cielo oscuro,llevándome hacia ellos…Cubrí mi cara, sabía que mi expresión era la de un monstruo, un cazador, un asesino.Me fijé en la imagen de Bella detrás de mis ojos cerrados para mantener el control,centrándome solamente en su cara. En los delicados marcos de sus huesos, en sudelgada piel pálida – como la seda, increíblemente suave y fácil de hacer añicos. Ellaera demasiado vulnerable para este mundo. Ella necesitaba un protector. Y, por algúngiro inesperado del destino, yo era la cosa disponible y más cercana-Intenté explicar mi reacción violenta para que pudiera entenderlo.“Resultó muy…duro – no puedes imaginarte cuanto – el dejarlos marchar, el dejarlos…vivos.” Susurré. “Te podía haber dejado ir con Jessica y Angela, pero temía que si medejabas solo, iría a por ellos.”Por segunda vez esta noche, le confesé mi intención de matar. Al menos esta vez fuedefendible.Ella estaba callada mientras luchaba por controlarme. Escuché los latidos de su corazón.El ritmo era irregular, pero se hizo más lento conforme pasó el tiempo, hasta que seestabilizó de nuevo. Su respiración también era baja, uniforme.Estaba demasiado cerca del borde. Necesitaba llevarla a casa antes de que…Entonces, le mataría? Llegaría a ser un asesino de nuevo cuando ella confiaba en mí?Había alguna manera de pararme?Ella había prometido decirme su última teoría cuando estuviésemos a solas. Queríaoírlo? Estaba ansioso por esto, pero la recompensa a mi curiosidad sería peor que nosaberlo?Por lo menos, ella debería de haber tenido suficiente sinceridad por una noche.La miré de nuevo, y su cara estaba más pálida que antes, pero tranquila.“Estas lista para ir a casa?” Le pregunté.“Lo estoy para salir de aquí,” dijo, eligiendo sus palabras con cuidado, como si fuera unsimple ‘sí’ no fuera lo suficiente expresivo para lo que ella quería decir.Frustración.La camarera regresó. Había oído el último comentario de Bella mientras vacilaba al otrolado de la pared, preguntándose que más me podía ofrecer ella. Quería volver mis ojoshacia algo de los ofrecimientos que ella tenía en mente.“Qué tal todo?” me preguntó.“Dispuestos para pagar la cuenta, gracias,” le dije, con mis ojos puestos en Bella.La respiración de la camarera se erizó y estuvo durante un momento – según Bella –deslumbrada por mi voz.En un repentino momento de percepción, escuchando la manera en que mi voz sonabapara las intrascendentes cabezas humana, me di cuenta de porque parecía ser tanatractiva – marcado por el miedo habitual.Esto era debido a Bella. Al intentar ser seguro para Bella, ser menos aterrador, para serhumano, en verdad había perdido mi camino. Los otros humanos solamente veían labelleza, con mi innato miedo que les mantenía cuidadosamente bajo control.Miré hacia la camarera, esperando a que se recobrara. Era de una manera cómico, ahora

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entendía la razón.“Claro,” tartamudeó, “Aquí la tiene.”Me entregó la cuenta en una carpetita, pensando en la tarjeta que me había dejado detrásdel recibo. Una tarjeta con su nombre y su número de teléfono.Sí, esto era divertido.Ya tenía el dinero listo. Le di la carpeta, para que no malgastara el tiempo esperandouna llamada que nunca llegaría.“Quédese con el cambio,” le dije, esperando que el tamaño de la propina le aliviara ladecepción.Me levanté, Y Bella rápidamente me siguió. Quería ofrecerle mi mano, pero pensé queeso podría ser llevar demasiado lejos mi suerte por una noche. La agradecí a lacamarera, sin dejar de mirar la cara de Bella. Bella también parecía que habíaencontrado alguna cosa divertida.Salimos fuera; caminé tan cerca de ella como me atreví. Lo suficientemente cerca, queel calor de su cuerpo era como si me tocara físicamente contra el lado izquierdo de micuerpo. Mientras le abría la puerta, ella suspiró silenciosamente, y me pregunté que eralo que le había puesto triste. La observé a los ojos, pensando en preguntárselo, cuandode repente bajo la vista hacia el suelo, parecía avergonzada. Esto hizo que sintiera máscuriosidad, incluso estuve a punto de preguntarle. El silencio entre nosotros continuómientras le abría la puerta del coche y entrábamos en él.Encendí la calefacción – el calor del tiempo había tenido un abrupto final; el frío delcoche debía de resultarle incómodo. Se acurrucó en mi chaqueta, con una pequeñasonrisa en sus labios.Esperé, posponiendo la conversación hasta que las luces del paseo entablado fuerondisminuyendo. Esto me hacía sentir más a solas con ella.Era eso lo correcto? Ahora, que solamente estaba centrado en ella, el coche parecía muypequeño. Su olor se arremolinaba con el aire de la calefacción, creciendo y haciéndosemás fuerte. Creando su propia fuerza, como otra entidad en el coche. Una presencia quedemandaba ser reconocida.Y ocurrió; ardí. El ardor fue admisible, pensé. Parecía extrañamente apropiado para mí,todavía complaciéndome. Debía dar algo a cambio por eso. Un sacrificio. Unofrecimiento ardiente.Ahora, como si pudiera mantenerlo; ese ardor, y nada más. Aunque el veneno llenabami boca, y mis músculos se tensaban por la anticipación, como si estuviera cazando…Tenía que mantener esos pensamientos fuera de mi mente. Y sabía que me distraería.“Ahora,” le dije, con el miedo por su respuesta, me alejé del ardor. “Te toca a ti.”

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Capítulo 10: TEORÍA

“Puedo hacerte sólo una pregunta más?” me rogó en vez de responder a mi reclamación.Estaba al borde de la ansiedad esperando lo peor. Y todavía, era tentador cuanto más seprolongaba este momento. Para tener a Bella conmigo, solamente durante algunossegundos más. Suspiré ante el dilema, y entonces dije, “Una.”“Bueno...,” dudó durante un momento, como si decidiera que pregunta realizar. “Dijisteque sabías que no había entrado en la librería y que me había dirigido hacia el sur. Sólome preguntaba cómo lo sabías.”Miré a través del parabrisas. Aquí iba otra pregunta que no le revelaba nada por suparte, y mucho por la mía.“Pensaba que habíamos pasado la etapa de las evasivas,” dijo, con un tono crítico ydecepcionado.Qué irónico. Ella estaba implacablemente evasiva, sin ni siquiera intentarlo.Bueno, ella quería que fuese directo. Y esta conversación no iba a ningún sitio bueno, apesar de todo.“De acuerdo,” dije. “Seguí tu olor.”Quería observar su cara, pero me asustaba lo que pudiera ver en ella. En cambio,escuché como su respiración se aceleraba y después se estabilizaba. Habló después deun momento, y su voz fue más firme de lo que había esperado.“Y aún no has respondido a la primera de mis preguntas…” dijo.La miré con el ceño fruncido.“Cuál?”“Cómo funciona lo de leer mentes?” preguntó, repitiendo la pregunta del restaurante.“Puedes leer la mente de cualquiera, en cualquier parte? Cómo lo haces? Puede hacerloel resto de tu familia…?” Su voz se desvaneció, ruborizándose de nuevo.“Has hecho más de una pregunta,” dije.Ella simplemente me miró, esperando mis respuestas.Y por qué no decírselas? Ella ya había adivinado la mayoría de ellas, y esta era una delos temas más fáciles de los que había abordado.“No, sólo yo tengo esa facultad. Y no, no puedo oír a cualquiera en cualquier parte.Tengo que estar bastante cerca. Cuanto más familiar me resulta esa…voz, más lejos soycapaz de oírla. Pero aún así, no más de unos kilómetros.” Intenté pensar en la manera dedescribírselo para que pudiese entenderlo. Algo con lo que pudiera relacionarlo. “Separce un poco a un enorme hall repletó de personas que hablan todas a la vez. Sólo esun zumbido, un bisbiseo de voces al fondo, hasta que localizo una voz, y entonces estáclaro lo que piensan. La mayor parte del tiempo no los escucho, ya que puede llegar adistraer demasiado y así es más fácil parecer normal,” – Hice una mueca – “y noresponder a los pensamientos de alguien antes de que los haya expresado con palabras.”“Por qué crees que no puedes oírme?” preguntó.Me sinceré otra vez con otra suposición.“No lo sé,” admití. “Mi única suposición es que tal vez tu mente funcione de formadiferente a la de los demás. Es como si tus pensamientos fluyeran en onda media y yosólo captase los de frecuencia modulada.”

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Me di cuenta de que ella no era como esta suposición. La anticipación de su reacciónme hizo sonreír. Ella no estaba decepcionada.“Mi mente no funciona bien?” preguntó, su voz fue aumentando hasta el disgusto. “Soyun bicho raro?”Ah, la ironía de nuevo.“Yo oigo voces en la cabeza y es a ti a quien le preocupa ser un bicho raro.” Me reí. Sedaba cuenta de todas las cosas insignificantes, y aún, de las más grandes daba un pasohacia atrás. Siempre con el instinto inadecuado…Bella se estaba mordiendo el labio, el pliegue de su frente se fue haciendo másprofundo.“No te preocupes,” la tranquilicé. “Es sólo una teoría…” Y había una teoría másimportante que debía ser discutida. Estaba impaciente por empezar con ella. Cadasegundo que pasaba, empezaba a sentir cada vez más el tiempo que pasaba.“Y eso nos trae de vuelta a ti,” dije, dividido en dos, ambos estábamos impacientes y ala vez rehusantes.Suspiró, todavía mordiéndose el labio – me preocupaba que pudiese hacerse daño. Memiró a los ojos, con la cara preocupada.“No habíamos pasado la etapa de las evasivas?” Pregunté rápidamente.Bajo la vista, luchando con algún dilema interno. De repente, se puso rígida y sus ojosse abrieron completamente. El miedo le traspasó la cara por primera vez.“Dios santo!” gritó.Me entró el pánico. Qué había visto? Cómo la había asustado?Entonces gritó, “Ve más despacio!”“Qué pasa?” No entendía de donde venía su miedo.“Vas a ciento sesenta!” me gritó. Echó una rápida mirada por la ventana, mirando comopasaban los árboles.Esta cosa tan insignificante, sólo un poquito de velocidad, le había hecho gritar demiedo?Rodé los ojos. “Tranquilízate, Bella.”“Estas intentando matarnos?” se quejó, su voz era alta y fuerte.“No vamos a chocar,” le prometí.Aspiró, y entonces, habló en un tono más ligero. “Por qué vas tan deprisa?”“Siempre conduzco así.”Me encontré con su mirada, divertido por su expresión conmocionada.“Mantén los ojos en la carretera!” gritó.“Nunca he tenido un accidente, Bella. Ni siquiera me han puesto una multa.” Le sonreíabiertamente y me toqué la frente. Esto lo hizo incluso más cómico – lo absurdo de sercapaz de bromear con ella por algo tan extraño y secreto. “A prueba de detectores develocidad.”“Muy divertido,” dijo sarcásticamente, estaba más asustada que enfadada. “Charlie espolicía, recuerdas? He crecido respetando las leyes de tráfico. Además, si nos lapegamos contra el tronco de un árbol y nos convertimos en una galleta de Volvo,tendrás que regresar a pie.”“Probablemente,” repetí, y me reí pero sin humor. Sí, las consecuencias serían algodiferentes para cada uno si nos viéramos involucrados en un accidente automovilístico.

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Tenía razón en estar asustada, a pesar de mis habilidades de conducción… “Pero tú no.”Con un suspiro, disminuí la velocidad. “Contenta?”Miró el velocímetro. “Casi.”Era esto todavía demasiado rápido para ella?“Odio conducir despacio,” murmuré, pero dejé que bajara un poco más la velocidad.“A esto le llamas lento?” preguntó.“Basta de criticar mi conducción,” dije impacientemente. Cuántas veces había evitadomi pregunta? Tres veces? Cuatro? Eran sus especulaciones tan horribles? Tenía quesaberlo – inmediatamente. “Sigo esperando tu última teoría.”Se mordió el labio de nuevo, y su expresión se perturbó, casi sufriendo.Dominé mi impaciencia y suavicé mi voz. No quería que se angustiase.“No me reiré,” prometí, deseando que esa vergüenza le hiciese hablar.“Temo más que te enfades conmigo,” susurró.Forcé mi voz para mantenerla firme. “Tan mala es?”“Bastante, sí.”Bajó la vista, evitando encontrarse con mis ojos. Los segundos pasaron.“Adelante,” le animé.Su voz era baja. “No sé cómo empezar.”“Por qué no empiezas por el principio? Acordándome de sus palabras antes de cenar.“Dijiste que no era de tu invención.”“No,” agregó, y entonces, hubo otro silencio.Pensé en cosas que podían haberle inspirado. “Cómo empezaste? Con un libro? Con unapelícula?”Debería haber mirado sus colecciones cuando estaba fuera de casa. No tenía ni idea desi Bram Stoker o Anna Rice estaban en su montón de libros usados…“No,” dijo otra vez. “Fue el Sábado, en la playa.”Eso no lo esperaba. Los cotilleos locales sobre nosotros nunca habían llevado a nadademasiado raro – o preciso- Había un nuevo rumor que me había perdido? Bella memiró a hurtadillas y vi la sorpresa en mi cara.“Me encontré con un viejo amigo de la familia – Jacob Black,” continuó. “Su padre yCharlie han sido amigos desde que yo era niña.”Jacob Black – el nombre no me era familiar, aún así me recordaba a algo…hace algúntiempo… Miré a través del parabrisas, hojeando a través de los recuerdos para encontrarla conexión.“Su padre era uno de los ancianos de los quileute,” dijo.Jacob Black. Ephraim Black. Un descendiente, sin duda.Era tan malo como podía serlo.Ella conocía la verdad.Mi mente estaba volando a través de las ramificaciones mientras el coche volaba por lasoscuras curvas de la carretera, mi cuerpo estaba rígido y angustioso – inmóvil, exceptopor las pequeñas acciones automáticas, de llevar el coche.Conocía la verdad.Pero… si ella se había enterado de la verdad el sábado… entonces, ella lo había sabidodurante toda la noche… y todavía…“Fuimos a dar un paseo,” continuó. “Y él me estuvo contando viejas leyendas para

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asustarme. Eso creo. Me contó una…”Se detuvo durante un momento, pero no había necesidad de que tuviese escrúpulosahora; sabía lo que iba a decir. El único misterio que quedaba era por qué estaba aquíconmigo.“Continúa.” Dije.“Sobre vampiros,” respiró, sus palabras fueron menos que un susurro.De alguna manera, esto era incluso peor que saber que lo sabía, oyéndola hablar en vozalta. Me encogí por el sonido de sus palabras, y me volví a controlar.“E inmediatamente te acordaste de mí?” Pregunté.“No. Él mencionó a tu familia.”Qué irónico sería que el primogénito de Ephraim violara el tratado que él había juradosostener. Un nieto, o un bisnieto quizás. Cuántos años habían pasado? Setenta?Debería haberme dado cuenta de que no eran sólo los ancianos los que creían en lasleyendas lo que podría ocasionar el peligro. Por supuesto, la generación más joven –aquellos quienes habían sido advertidos, pero habían pensado que las supersticiones delos ancianos eran ridículas – por supuesto que mentirían por el peligro de exposición.Suponía que esto quería decir que ahora era libre de matar a la pequeña e indefensa tribude la costa, estaba tan dispuesto a hacerlo. Ephraim y su tribu de protectores estabandestinados a morir…“Él sólo creía que era una superstición estúpida,” Bella dijo esto rápidamente, su voztomo otro camino con una nueva ansiedad. “Él no esperaba que yo me creyera ni unapalabra.”Fuera del alcance de mis ojos, vi como sus manos se retorcían nerviosamente.“Fue culpa mía,” dijo después de una breve pausa, y entonces, se cogió la cabeza comosi estuviera avergonzada. “Le obligué a contármelo.”“Por qué?” Ahora, no me era muy difícil mantener mi voz calmada. Lo peor ya habíapasado. Cuanto más hablábamos de los detalles de la revelación, no teníamos que seguirfijándonos en las consecuencias de esto.“Lauren dijo algo sobre ti… Intentaba provocarme.” Hizo un pequeño gesto alrecordarlo. Yo estaba ligeramente distraído, como había podido Bella provocar quealguien hablara sobre mí… “Y un joven mayor de la tribu mencionó que tu familia noacudía a la reserva, sólo que sonó como si aquello tuviera un significado especial. Asíque me llevé a Jacob a solas y le engañé para que me lo contara.”Bajó su cabeza aún más mientras lo admitía, y su expresión parecía… de culpabilidad.Desvié la vista de ella y me reí en silencio. Se sentía culpable? Qué podría haberposibilitado que lo que hubiera hecho mereciera ser censurado?“Cómo le engañaste?” pregunté.“Intenté flirtear – funcionó mejor de lo que había pensado,” explicó, y su voz se volvióincrédula ante el recuerdo de ese éxito.Podía imaginármelo – considerando la atracción que despertaba sobre el géneromasculino, totalmente inconsciente de ello – cómo de irresistible sería cuando intentaraser atractiva. De repente sentía pena por el confiado chico al que ella había desatado sufuerza.“Me gustaría haberlo visto,” dije, y entonces me reí de nuevo, de manera sombría.Deseaba poder haber oído la reacción del chico, dando testimonio a mi devastación. “Y

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tú me acusas de confundir a la gente – pobre Jacob Black.”No estaba tan enfadado con mi exposición como habría esperado sentirme. Él no laconocía mejor. Y cómo podía esperar que alguien se negara a lo que quería esta chica?No, solamente sentía simpatía por el daño que le habría hecho a la mente del chico.Sentí el calor de su rubor en el aire que nos rodeaba. La miré, y estaba mirando por laventana. No volvió a hablar.“Qué hiciste entonces?” pregunté. Era hora de volver a la historia de terror.“Busqué en Internet.”Siempre práctico. “Y eso te convenció?”“No,” dijo. “Nada encajaba. La mayoría eran tonterías. Y entonces –“Se detuvo de nuevo, y oí como sus dientes se cerraban.“Qué?” me quejé. Qué había encontrado? Qué le hacía sentido a su pesadilla?Hubo una corta pausa, y entonces, susurró, “Decidí que no importaba.”El shock congeló mis pensamientos durante medio segundo, y entonces, todo se unió.Por qué había echado a sus amigas en vez de escapar con ellas. Por qué se había metidoen el coche conmigo en vez de huir, gritando para pedir ayuda…Sus reacciones siempre estaban mal – completamente mal. Se ponía en peligro. Loinvitaba.“Qué no importaba?” dije a través de mis dientes, cubierto por el enfado. Cómo sesuponía que iba a proteger a alguien tan…tan…decidida a no ser protegida?“No,” dijo en voz baja, con un tono inexplicablemente suave. “No me importa lo queseas.”Ella era imposible.“No te importa que sea un monstruo? Qué no sea humano?”“No.”Empecé a preguntarme si estaba completamente cuerda.Suponía que podría arreglarlo para que ella recibiera el mejor cuidado posible…Carlisle tendría los contactos para encontrar los mejores doctores, los terapeutas de mástalento. Quizás podría hacerse algo para arreglar lo que fuera que iba mal en ella, lo quefuera que la mantenía sentada junto a un vampiro con su corazón latiendocalmadamente. La vigilaría, naturalmente, y la visitaría tan a menudo como meestuviera permitido…“Estas enfadado,” suspiró. “No debería haber dicho nada.”Como si esconder estas perturbadoras tendencias ayudara a alguno de los dos.“No. Prefiero saber lo que piensas, incluso cuando lo que piensas sea una locura.”“Así que, me equivoco otra vez?” preguntó, un poco agresiva ahora.“No me refiero a eso!” Apreté los dientes otra vez. “No importa!” repetí en un tonomordaz.Jadeó. “Estoy en lo cierto?”“Importa?” contesté.Tomó una gran bocanada de aire. Esperé enfado por su respuesta.“En realidad, no,” dijo, su voz estaba tranquila de nuevo. “Pero, siento curiosidad.”En realidad no. No importaba. A ella no le importaba. Sabía que no era humano, que eraun monstruo, y eso no le importaba.Dejé a un lado mis preocupaciones sobre su salud mental, y empecé a sentir una

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hinchazón de esperanza. Intenté anularlo.“Sobre qué sientes curiosidad?” Le pregunté. Ya no habían secretos, sólo detallesmenores.“Cuántos años tienes?” me preguntó.Mi respuesta fue automática y arraigada. “Diecisiete.”“Y cuánto hace que tienes diecisiete años?”Intenté no sonreír ante el tono condescendiente. “Bastante,” admití.“Vale,” dijo, abruptamente emocionada. Me sonrió. Cuando le devolví la mirada,preocupado de nuevo por su salud mental, me sonrió más ampliamente. Hice unamueca.“No te rías,” me advirtió. “Pero cómo es que puedes salir durante el día?”A pesar de su petición me reí. Sus investigaciones no la habían llevado a nada inusual,eso parecía. “Un mito,” le dije.“No te quema el sol?”“Un mito.”“Y lo de dormir en ataúdes?”“Un mito.”Dormir no había sido parte de mi vida desde hacia mucho tiempo – no hasta estasúltimas noches, en las que había observado a Bella soñar…“No puedo dormir,” murmuré, respondiéndole a su pregunta de manera más completa.Se quedó en silencio durante un momento.“Nada?” Preguntó.“Jamás,” contesté.La observé a los ojos, bajo su espeso flequillo, y añoré poder dormir. No por el olvido,como había hecho antes, no por escapar del aburrimiento, sino porque deseaba soñar.Quizás, si pudiera estar inconsciente, si pudiera soñar, podría vivir durante unas pocashoras en un mundo donde ella y yo podríamos estar juntos. Ella soñó conmigo. Yoquería soñar con ella.Me devolvió la mirada, su expresión estaba llenas de preguntas. Tuve que apartar lavista.No podría soñar con ella. Ella no soñaría conmigo.“Aún no me has formulado la pregunta más importante,” dije, mi silencioso pecho sevolvió más frío y duro que antes. Ella tenía que esforzarse en comprenderlo. En elmismo punto, en el que se daría cuenta de lo que estaba haciendo. Debía ver lo que deverdad importaba – más que otra cosa que pudiera considerar. Consideraciones, como elhecho de que la quería.“Cuál?” preguntó, sorprendida e ignorándola.Esto hizo que mi voz sonara más dura. “No te preocupa mi dieta?”“Oh. Esa.” Habló en un tono débil que no pude interpretar.“Sí, esa. No quieres saber si bebo sangre?”Retrocedió ante mi pregunta. Finalmente. Lo había entendido.“Bueno, Jacob me dijo algo al respecto,” dijo.“Qué dijo Jacob?”“Que no… cazabais personas. Dijo que se suponía que vuestra familia no era peligrosaporque sólo dabais caza a animales.”

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“Dijo que no éramos peligrosos?” Repetí cínicamente.“No exactamente,” aclaró. “Dijo que se suponía que no lo erais, pero los quileutessiguen sin quereros en sus tierras, sólo por si acaso.”Miré hacia la carretera, mis pensamientos se enredaban en la esperanza, me dolía lagarganta por la fiera sed familiar.“Entonces, tiene razón?” Preguntó, tan calmada como si estuviera confirmando lasnoticias del tiempo. “En lo de que no cazáis personas?”“La memoria de los quileutes llega lejos.”Asintió para si misma.“Aunque no dejes que eso te satisfaga,” dije rápidamente. “Tienen razón al mantener ladistancia con nosotros. Seguimos siendo peligrosos.”“No lo entiendo.”No, no lo hacia. Cómo podía hacérselo ver?“Lo intentamos,” le dije. “Solemos ser buenos en todo lo que hacemos. Pero a vecescometemos errores. Yo, por ejemplo, al permitirme estar a solas contigo.”Su olor todavía se hacia más fuerte en el coche. Me estaba acostumbrando, casi podíaignorarlo, pero no podía negar que mi cuerpo todavía suspiraba por ella. Mi boca estabanadando en el veneno.“Esto es un error?” Preguntó, y oí la angustia en su voz. El sonido me desarmaba. Ellaquería estar conmigo – a pesar de todo, quería estar conmigo.La esperanza me envolvió de nuevo, y la golpeé de vuelta.“Uno muy peligroso,” le dije con sinceridad, deseando que la verdad pudiera de algunamanera cesar lo que importaba.No respondió durante un rato. Oí como su respiración cambiaba – sonaba de extrañasmaneras, pero no sonaba como el miedo.“Cuéntame más,” dijo de repente, su voz se distorsionó por la angustia.La examiné cuidadosamente.Estaba sintiendo dolor. Cómo podía haberlo permitido?“Qué más quieres saber?” le pregunté, intentando pensar en la manera de no herirla. Nodebería herirla. No podía dejar que fuera dañada.“Dime por qué cazáis animales en lugar de personas,” dijo, todavía angustiada.No era obvio? O quizás, esto tampoco le importaba.“No quiero ser un monstruo,” murmuré.“Pero, no bastan los animales?”Busqué otra comparación, alguna manera para que pudiera entenderlo. “No puedo estarseguro, por supuesto, pero yo lo compararía con vivir a base de tofu y leche de soja; nosllamamos a nosotros mismos vegetarianos, es nuestro pequeño chiste privado. No saciael apetito por completo, o más bien, la sed. Pero nos mantiene lo bastante fuertes pararesistir. La mayoría de las veces.” Mi voz se hizo más baja; estaba avergonzado delpeligro en que la había puesto. El peligro que continuaba permitiendo… “Algunas veceses más difícil que otras.”“Te resulta muy difícil ahora?”Suspiré. Por supuesto que me lo preguntaría, no quería responder. “Sí,” admití.Esperé a una respuesta física correcta esta vez: su respiración permanecía firme, suslatidos se mantenían rítmicos. Lo esperé, pero no lo entendí. Cómo podía ser que no

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estuviese asustada?“Pero ahora no tienes hambre,” declaró, perfectamente segura de sí misma.“Qué te hace pensar eso?”“Tus ojos,” dijo, con un tono informal. “Te dije que tenía una teoría. Me he dado cuentade que la gente – y los hombres en particular – se enfadan cuando tienen hambre.”Me reí ante su descripción de: enfadado. Había una subestimación. Pero tenía razón,como siempre. “Eres muy observadora, verdad?” me reí de nuevo.Sonrió un poquito, volvió a arrugar su frente como si estuviera concentrada en algunacosa.“Este fin de semana estuviste cazando, con Emmett?” preguntó después de que mi risase desvaneciera. La manera tan natural con la que hablaba me fascinaba tanto como mefrustraba. Podía de verdad haber aceptado tanto en tan poco tiempo? Yo estaba máscerca de entrar en shock de lo que ella lo parecía.“Sí,” le dije, y entonces, cuando estaba a punto de dejarlo, sentí la misma urgencia quehabía sentido en el restaurante: quería que me conociera. “No quería marcharme,”continué lentamente, “pero era necesario. Es un poco más fácil estar cerca de ti cuandono tengo sed.”“Por qué no querías marcharte?”Inspiré profundamente, y me volví para encontrarme con su mirada. Esta clase desinceridad estaba siendo muy difícil, de una manera muy diferente.“Me ponía…ansioso,” pensaba que esas palabras serían suficientes, pensar que no era losuficientemente fuerte, “el estar lejos de ti. No bromeaba cuando te pedí que no tecayeras al mar o te dejaras atropellar el jueves pasado. Estuve abstraído todo el fin desemana, preocupándome por ti, y después de lo acaecido esta noche, me sorprende quehayas salido indemne del fin de semana.” Entonces, recordé los rasguños de sus manos.“Bueno, no del todo,” añadí.“Qué?”“Tus manos,” le recordé.Suspiró e hizo una mueca. “Me caí.”Había estado en lo cierto. “Eso es lo que pensé,” dije, incapaz de contener una sonrisa.“Supongo que, siendo tú, podía haber sido mucho peor, y esa posibilidad me atormentómientras duró mi ausencia. Fueron tres días realmente largos y la verdad es que puse aEmmett de los nervios.” Sinceramente, eso no pertenecía a un pasado muy lejano.Probablemente, todavía estaba irritando a Emmett, y también, al resto de la familia.Excepto a Alice…“Tres días?” Preguntó, su voz de repente era aguda. “No acabas de regresar hoy?”No entendía el cambio de su voz. “No, volvimos el Domingo.”“Entonces, por qué no fuisteis ninguno de vosotros al instituto?” Se quejó. Su irritaciónme confundía. No parecía darse cuenta de que esa pregunta era una de las que ya lehabía relatado de manera mitológica.“Bueno, me has preguntado si el sol me daña, y no lo hace, pero no puedo salir a la luzdel día, al menos, no donde pueda verme alguien.”Eso la distrajo de su misterioso enfado. “Por qué?” Preguntó, inclinando la cabeza haciaun lado.Dudé si podría salir esta vez con un ejemplo apropiado. Así que sólo le dije, “Alguna

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vez te lo mostraré.” Y entonces, me pregunté si eso era una promesa que terminaría porromper. La vería de nuevo, después de esta noche? La quería lo suficiente como para sercapaz de dejarla marchar?“Me podías haber llamado,” dijoEra una conclusión obvia. “Pero sabía que estabas a salvo.”“Pero yo no sabía dónde estabas. Yo…” Se detuvo bruscamente, y miró sus manos.“Qué?”“Me disgusta no verte,” dijo tristemente, la piel que cubría sus mejillas se sonrojó.“También me pone ansiosa.”Estas feliz ahora? Me dije a mi mismo. Bueno, aquí estaba la recompensa a miesperanza.Estaba aturdido, eufórico, horrificado – más horrorizado – para darme cuenta de quemis imaginaciones eran más salvajes, que no estaban lejos de la meta. Esto era porqueno le importaba que fuese un monstruo. Era exactamente la misma razón por la que lasreglas ya no me importaban.Por qué el bien y el mal no eran más convincentes. Por qué mis prioridades habíancambiado para poner a esta chica en lo más alto de todo.Bella también se preocupaba por mí.Sabía que no podría ser nada en comparación a como yo la quería. Pero era suficienteque arriesgara su vida por sentarse junto a mí. Con mucho gusto.Suficiente para causarle dolor si hacia lo correcto y la dejaba.Había alguna cosa que pudiera hacer ahora, que no la hiriese? Nada?Debería haberme mantenido lejos de ella. Nunca debería haber vuelto a Forks. Sólo lecausaría dolor.Ahora, podría eso detenerme de quedarme? De empeorarlo?La manera en que me sentía ahora mismo, sentía su calor en mi piel…No. Nada podría detenerme.“Ah,” gruñí para mí mismo. “Esto está mal.”“Qué he dicho?” Preguntó, tomando con rapidez la culpa.“No lo ves, Bella? De todas las cosas en las que te has visto involucrada, esta una de lasque me hace sentir peor. No quiero oír que te sientas así.” Era la verdad, era unamentira. La parte más egoísta de mí, estaba flotando al saber que ella me quería tantocomo yo la quería. “Es un error. No es seguro. Soy peligroso, Bella. Grábatelo, porfavor.”“No.” Dijo apretando sus labios.“Hablo en serio.” Estaba teniendo una batalla conmigo mismo – medio desesperado porque lo aceptara, y medio desesperado por mantener las advertencias de escape – fue poreso por lo que mis palabras salieron como un gruñido.“También yo,” insistió. “Te lo dije, no me importa qué seas. Es demasiado tarde.”Demasiado tarde? El mundo era un desierto blanco y negro el cual fue durante unsegundo interminable mientras observaba las sombras que se arrastraban por el soleadocésped mientras la forma de Bella dormía en mi recuerdo. Inevitablemente, imparable.Ellas robaron el color de su piel, y la sumergieron en la oscuridad.Demasiado tarde? Las visiones de Alice se arremolinaban en mi cabeza, Los ojos rojosde Bella inyectados en sangre me devolvían la mirada impasiblemente. Sin expresión

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alguna – pero no había manera de saber si me odiaría por ese futuro. Odiarme porarrebatárselo todo. Arrebatarle su vida y su alma.No podía ser demasiado tarde.“Nunca digas eso,” murmuré.Bella estaba mirando por la ventana, y sus dientes volvieron a morder un poco su labio.Tenía los puños cerrados. Su respiración se hizo más fuerte y acabó rompiéndose.“En qué estas pensando?” Tenía que saberlo.Negó con la cabeza sin mirarme. Y vi algo brillante, como un cristal en sus mejillas.Agonía. “Estas llorando?” La había hecho llorar. La había herido tanto.Se limpió las lágrimas con el dorso de su mano.“No,” mintió, y su voz se quebró.Algún instinto que tenía enterrado hizo que extendiese mi mano hacia la suya – duranteese segundo me sentí más humano de lo que nunca lo había sentido. Y entonces, recordéque yo… no lo era. Y, volví a bajar la mano.“Lo siento,” dije, con la mandíbula cerrada. Cómo podría decirle todo lo que lo sentía?Lo siento por todos los estúpidos errores que he cometido. Lo siento por dar fin a miegoísmo. Lo siento por haber inspirado que ahora ella fuese tan desafortunada, un amortrágico. Lo siento también por las cosas bajo mi control – había sido el monstruo quehabía elegido el destino de su vida en primer lugar.Inspiré profundamente – ignorando mi reacción miserable por el sabor del coche – eintenté reponerme.Quería cambiar de tema, para poder pensar en otra cosa. Afortunadamente para mí, micuriosidad por la chica era insaciable. Siempre tenía una pregunta que hacer.“Dime una cosa,” le dije.“Si?” preguntó con voz ronca, las lágrimas todavía estaban en su voz.“Esta noche, justo antes de que yo doblara la esquina, en qué pensabas? No pudeentender tu expresión – no parecías asustada, parecías como si estuvieras concentrada almáximo en algo.” Recordé su cara – forzándome a olvidar aquellos ojos a través de losque miraba – la mirada de la resolución estaba ahí.“Intentaba recordar cómo incapacitar a un atacante,” dijo, su voz estaba ahora mássosegada. “Ya sabes, autodefensa. Le iba a meter la nariz en el cerebro a ese.” Suserenidad no terminó al final de su explicación. Su tono hervía en el odio. No habíaninguna hipérbola, y su furia gatuna no me hacia gracia ahora. Podía ver su frágil figura– como la seda sobre el cristal – eclipsado por el corpulento y pesado puño de losmonstruos humanos que la habrían herido. La furia hirvió en mi cabeza.“Ibas a luchar contra ellos?” Quise quejarme. Sus instintos eran mortales – para ella.“No pensaste en correr?”“Me caigo mucho cuando corro,” dijo avergonzada.“Y en chillar?”“Estaba a punto de hacerlo.”Sacudí la cabeza con incredulidad. Cómo se las había arreglado para permanecer convida antes de llegar a Forks?“Tienes razón,” le dije, con tono agrio. “Definitivamente, estoy luchando contra eldestino al intentar mantenerte con vida.”Suspiró, y miró por la ventana. Entonces, volvió a mirarme.

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“Te veré mañana?” preguntó repentinamente.Ya que estaba de camino al infierno – podría disfrutar del viaje.“Sí. También he de entregar un trabajo.” Le sonreí, y me sentí bien al hacerlo. “Tereservaré un asiento para almorzar.”Su corazón revoloteó nervioso; mi corazón muerto repentinamente se volvió más cálido.Detuve el coche delante de la casa de su padre. No se movió de su sitio.“Me prometes estar allí mañana?” insistió.“Lo prometo.”Cómo podía algo tan malo darle tanta felicidad? Seguramente, había alguna cosa mal eneso.Asintió para si misma, satisfecha, y empezó a removerse en mi chaqueta.“Te la puedes quedar,” le aseguré rápidamente. O más bien, quería que se quedara conalgo mío. Un recuerdo, como la tapa de la botella que tenía en mi bolsillo ahora… “Notienes una para mañana.”Me la devolvió, sonriendo arrepentida. “No quiero tener que explicárselo a Charlie,” medijo.No me lo imaginaría. Le sonreí. “Oh, de acuerdo.”Puso su mano en la manivela de la puerta, y entonces se detuvo. Poco dispuesta amarcharse, como si estuviera dudando en si irse.Para no dejarla desprotegida, incluso durante unos momentos…Peter y Charlotte ya estaban de camino, ya habían pasado Seattle, sin duda. Perosiempre habían otros. Este mundo no era un lugar seguro para ningún humano, y paraella, parecía ser más peligroso que para el resto.“Bella?” le pregunté, sorprendido por el placer de simplemente decir su nombre.“Sí?”“Vas a prometerme algo?”“Sí,” acordó con rapidez, y entonces, apretó sus ojos, como si hubiera pensado unarazón para oponerse.“No vayas sola al bosque,” le advertí, preguntándome si mi petición desencadenaría laoposición en sus ojos.Parpadeó, confusa. “Por qué?”Miré hacía la oscuridad poco confiable. La falta de luz no suponía ningún problemapara mis ojos, pero tampoco le sería ningún problema para otro cazador. Sólo loshumanos eran ciegos.“No soy la criatura más peligrosa que ronda por ahí fuera,” le dije. “Dejémoslo así.”Se estremeció, pero se recompuso rápidamente y estaba incluso sonriendo cuando medijo, “Lo que tú digas.”Su respiración alcanzó mi cara, tan dulce y fragante.Podría permanecer toda la noche así, pero ella necesitaba dormir. Los dos deseosparecían igual de fuertes como si continuaran peleándose dentro de mí; quererla contraquerer salvarla.Suspiré ante las imposibilidades. “Nos vemos mañana,” dije, sabiendo, que la veríamucho antes que eso. Ella no me vería hasta mañana.“Entonces, hasta mañana,” acordó mientras abría la puerta.Otra vez la agonía, observándola marcharse.

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Me incliné hacia ella, queriendo mantenerla aquí. “Bella?”Se volvió, y se sorprendió al encontrar nuestras caras tan cerca la una de la otra.A mí también me impresionó la proximidad. El calor me envolvió en oleadas,acariciándome la cara. Podía sentir todo pero el sentir el tacto de su piel…Sus latidos se detuvieron, y sus labios se le abrieron.“Que duermas bien,” susurré, y me alejé antes de que la urgencia de mi cuerpo –además de la sed o el extraño hambre que de repente sentía – pudiera hacer algo quepudiera herirla.Permaneció inmóvil durante un momento, sus ojos estaban aturdidos y muy abiertos.Deslumbrada, creo.Como yo.Se recompuso – su expresión todavía estaba un poco perpleja – a punto de caerse delcoche, tropezando con su pie y teniendo que agarrarse al marco de la puerta del coche.Me reí entre dientes – esperando que hubiera sido lo suficiente silencioso para que no looyera.La observé tropezar de camino a su casa. A salvo por ahora. Y volvería pronto paraasegurarme.Podía sentir sus ojos observarme mientras conducía por la oscura calle. Era unasensación muy diferente a lo que no estaba acostumbrado. Normalmente, yo podíaobservar como me iba a través de los ojos de otra persona. Esto era una extraña emoción– esta sensación intangible de ser observado. Sabía que esto era solamente por que eraobservado por los ojos de ella.Un millón de pensamientos me recorrían la cabeza mientras conducía sin rumbo fijodentro de la noche.Durante un largo rato, conduje a través de las calles, sin ir a ningún sitio, pensando enBella y la increíble liberación que sentía al saber que conocía la verdad. Con todo lo quehabía temido porque descubriese lo que era. Ella lo sabía. Y no le importaba. Inclusopensar en esto, aunque obviamente era algo malo para ella, era increíblemente liberadorpara mí...Más que eso, y pensaba en Bella como un amor correspondido. Ella no podía querermecomo yo la quería – de manera tan penetrante, tan consumida, este amor tan aplastantepodría probablemente romper su frágil cuerpo. Pero ella se sentía lo suficientementefuerte. Suficiente para dominar el instinto del miedo. Suficiente para querer estarconmigo. Y estar con ella era la felicidad más grande que nunca podría haber conocido.Durante un rato – mientras estaba completamente sólo y sin herir a nadie por unaoportunidad – me permití sentir esa felicidad sin pensar en la tragedia. Solamente en lafelicidad al saber que se preocupaba por mí. Sólo para regocijarme en el triunfo deganar su afecto. Sólo para imaginar el día después de sentarme tan cerca de ella, oyendosu voz y ganándome sus sonrisas.Me repetí esa sonrisa en mi cabeza, viendo como sus labios se separaban, el insinuantehoyuelo de su barbilla, la manera en que sus ojos cálidos se fundían… Los dedos tancálidos y suaves que había sentido sobre mi mano esta noche. Me imaginé como mesentiría al tocar su delicada piel que se extendía por sus mejillas – tan suaves, cálidas…tan frágiles. Tan aterradoramente frágiles.No me di cuenta de hacia donde se dirigían mis pensamientos, hasta que fue demasiado

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tarde. Me explayé en esa devastadora vulnerabilidad, nuevas imágenes de su cara seintrodujeron en mis fantasías...Perdida en las sombras, pálida por el miedo – todavía con su mandíbula cerrada ydecidida, sus ojos eran fieros, llenos de concentración, su cuerpo delgado reforzado paragolpear a las pesadas formas que se acumulaban alrededor suyo, pesadillas en lapenumbra…“Ah,” gruñí mientras el odio hervía dentro de mí, y olvide todo lo que me agradaba alhaber querido que ardiese en un infierno de rabia.Estaba solo. Bella estaba, como confiaba, a salvo dentro de su casa; durante unmomento estuve fuertemente agradecido de que Charlie Swan – jefe de policía,protector de la ley, cualificado y armado – fuese su padre. Eso tendría que significaralgo, que le proporcionarse algún refugio a Bella.Ella estaba a salvo. No me llevaría mucho tiempo vengar la ofensa…No. Ella merecía algo mejor. No podría permitir que se preocupase por un asesino.Pero… que pasaba con los otros?Sí, Bella estaba a salvo. Angela y Jessica también, seguramente, a salvo en sus camas.Pero todavía había un monstruo suelto en las calles de Port Angeles. Un monstruohumano – eso le hacia sólo problema para los humanos? Pero cometer el asesinato quedeseaba realizar estaba mal. Lo sabía. Pero dejarle libre para que volviera a atacar nopodría estar tampoco bien.La rubia anfitriona del restaurante. La camarera a la que nunca miré. Ambas me habíairritado de una manera insignificante, pero eso no significaba que merecieran estar enpeligro.Aunque una de esas dos podría haber sido Bella.Al darme cuenta de eso, tomé mi decisión.Me dirigí hacia el norte, acelerando como ahora me había propuesto. Cuando tenía unproblema que me pertenecía – algo tangible como esto – sabía donde podía tener ayuda.Alice estaba sentada en el porche, esperándome. Me detuve delante de la casa en vez deir hacia el garaje.“Carlisle esta en su estudio,” me dijo Alice antes de que pudiera preguntarle.“Gracias,” dije, despeinándole el pelo al pasar.Gracias por devolverme la llamada, pensó sarcásticamente.“Oh.” Me detuve en la puerta, sacándome el teléfono y abriéndolo. “Lo siento. Nisiquiera había comprobado quien había llamado. Estaba…ocupado.”“Sí, lo sé. Yo también lo siento. Vi lo que iba a pasar, mientras ibas de camino.”“Estuvo cerca.” Murmuré.Lo siento, repitió, avergonzada de sí misma.Era fácil ser generoso, sabiendo que Bella estaba bien. “No lo estés. Sé que no puedesverlo todo. Alice, nadie espera que seas omnisciente.”“Gracias.”“Casi te pido que salieras a cenar conmigo esta noche – viste eso, antes de que cambiarade idea?”Sonrió. “No, eso también me lo perdí. Desearía haberlo visto. Habría ido.”“En que estabas tan concentrada, que te perdiste tanto?”Jasper estaba pensando en nuestro aniversario. Se rió. Él estaba intentando no tomar

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una decisión sobre mi regalo, pero creo que he tenido una idea muy buena…“Eres muy descarada.”“Sí.”Curvó sus labios, y me miró, lanzándome una indirecta con su expresión. Prestaré másatención después. Vas a decirles lo que sabe?Suspiré. “Sí. Después.”No diré nada. Hazme un favor y díselo a Rosalie cuando yo no este cerca, vale?Me encogí. “Claro.”Bella se lo tomó muy bien.“Demasiado bien.”Alice se rió. No subestimes a Bella.Intenté bloquear la imagen que no quería ver – Bella y Alice, como mejores amigas.Ahora era la impaciencia, suspiré pesadamente. Quería que pasara la noche; quería queterminase. Pero estaba un poco preocupado con marcharme de Forks…“Alice…” empecé. Ella vio lo que estaba planeando preguntarle.Estará bien esta noche. La mantengo controlada a partir de ahora. Ella es de las quenecesita veinticuatro horas de supervisión, no?“Al menos.”“De todas maneras, estarás lo suficientemente pronto con ella.”Inspiré profundamente. Las palabras me sonaban hermosas.“Adelante – termina con esto para que puedas estar donde quieres estar,” me dijo.Asentí, y fui rápidamente a la habitación de Carlisle.Él me estaba esperando, sus ojos estaban puestos en la puerta antes de que dejara elpesado libro que llevaba en las manos en su escritorio.“Oí a Alice diciéndote donde encontrarme,” dijo, y sonrió.Era un alivio estar con él, veía la empatía y la inteligencia en sus ojos profundos.Carlisle sabría que hacer.“Necesito tu ayuda.”“Lo que sea, Edward,” prometió.“Te ha contado Alice algo de lo que le ha pasado a Bella esta noche?”Casi le pasa, corrigió.“Sí, casi. Carlisle, tengo un dilema. Ya sabes, quiero…mucho…matarle.” Las palabrasempezaron a brotar rápidas y apasionadas. “Demasiado. Pero sé que eso estaría mal,porque eso sería venganza, no justicia. Todo por la furia, no por la imparcialidad.Aunque, tampoco estaría bien dejar a un violador y asesino suelto por Port Angeles! Noconozco a los humanos de allí, pero no puedo dejar que nadie más ocupe el lugar deBella como su victima. El resto de mujeres – alguien podría sentirse de la mismamanera en la que yo me siento hacia Bella. Podría sufrir lo que yo habría sufrido si ellahubiera sido dañada. Esto no esta bien –“Su ancha, e inesperada sonrisa se desvaneció ante mis frías palabras.Significa mucho para ti, verdad? Tanta compasión, tanto control. Estoy impresionado.“No estoy buscando cumplidos, Carlisle.”“Por supuesto que no. Pero no puedo hacer callar mis pensamientos” Sonrió de nuevo.“Tendré cuidado. Puedes descansar tranquilo. Nadie será dañado en lugar de Bella.”Vi el plan en su cabeza. No era exactamente lo que había deseado, no satisfacía mi ansia

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de brutalidad, pero podía ver que era lo correcto, que era lo que había que hacer.“Te mostraré donde encontrarle,” dije.“Vamos.”Cogió su bolsa negra para el camino. Habría preferido alguna forma de sedación másagresiva – como crujir huesos – pero dejaría a Carlisle hacerlo a su manera.Cogimos mi coche. Alice todavía estaba en los escalones. Nos sonrió y saludó con lamano mientras nos íbamos. Vi que había mirado hacia delante; no tendríamosdificultades.El viaje fue muy corto a través de la oscuridad, con la carretera vacía. Apagué las lucespara pasar desapercibidos. Sonreía al pensar en como Bella habría reaccionado ante lavelocidad que llevaba. Había estado conduciendo más lento de lo que solía – sólo paraprolongar mi tiempo con ella – cuando ella se había quejado.Carlisle también estaba pensando en Bella.No había previsto que ella fuera tan buena para ti. Es inesperado. Quizás, estosignifique algo. Quizás, sirve para un propósito aun mayor. Sólo…Él dibujo a Bella con la piel fría como la nieve y con los ojos inyectados en sangre, yentonces me encogí ante la imagen.Sí. Solamente. Efectivamente. Cómo podría haber algo bueno en destruir algo tan puroy encantador?Miré a través de la noche, todo lo que había disfrutado durante la noche fue destruidopor los pensamientos de Carlisle.Edward merece la felicidad. La merece. La fuerza de los pensamientos de Carlisle mesorprendió. Debe de haber algún modo.Deseaba poder creerlo. Pero no había un propósito mayor que el de la felicidad de Bella.Sólo una viciosa y fea arpía, un destino más pequeño que no pudiera mostrarle a Bellatener la vida que ella merecía.No me retrase en Port Angeles. Llevé a Carlisle hacia donde se encontraba la criaturallamada Lonnie que estaba ahogando su decepción en sus amigos – dos de ellos ya sehabían desmayado. Carlisle podía ver lo duro que había sido para mí estar tan cerca – lodifícil que me había sido oír los pensamientos del monstruo y ver sus recuerdos, losrecuerdos de Bella mezclados con las desafortunadas chicas que nadie había podidosalvar.Mi respiración se aceleró. Apreté el volante.Vamos, Edward, me dijo amablemente. Mantendré al resto a salvo. Vuelve con Bella.Era lo mejor que podía haber dicho. Su nombre era la única distracción que podríasignificar algo para mí en este momento.Le dejé en el coche, y corrí de vuelta a Forks en línea recta atravesando el bosque. Mellevó menos tiempo que cuando fui a gran velocidad en coche. Fueron solamente unosminutos después cuando escalé por el lateral de su casa y me deslicé su ventana fuera demi camino.Suspiré silenciosamente. Todo estaba como debería. Bella estaba a salvo en su cama,soñando, su húmedo pelo se enredaba como si fueran algas sobre la almohada.Pero, a diferencia de otras noches, estaba hecho un hobillo cubierta por las sabanasalrededor de sus hombros. Tenía frío, supongo. Antes de que pudiese sentarme dondesiempre, se estremeció mientras dormía, y sus labios temblaron.

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Pensé por un breve momento, y entonces, pensé en la posibilidad de salir al vestíbulo,para explorar otra parte de su casa por primera vez.Los ronquidos de Charlie eran ruidosos. Podía casi alcanzar su sueño. Tenía algo quever con la corriente de agua y una espera paciente… estaba pescando, quizás?Allí, en lo alto de las escaleras, había un prometedor armario. Lo abrí esperanzado, yencontré lo que estaba buscando. Cogí la manta más grande que había en el armario deropa blanca, y lo llevé a su habitación. Lo volvería a poner en su sitio antes de que sedespertase, y nadie se daría cuenta.Mantuve la respiración, y cuidadosamente desplegué la manta sobre ella; no reaccionóante el peso añadido, y volví a situarme en la mecedora.Mientras esperaba expectante a que se calentase, pensé en Carlisle, preguntándomedonde estaría ahora. Sabía que su plan iría sobre ruedas – Alice lo había visto.Pensar en mi padre hizo que suspirara – Carlisle me había dado mucho crédito. Deseabapoder ser la persona que el deseaba que fuera. Esa persona, la que merecía la felicidad,podría esperar merecer a esta chica que dormía. Cómo de diferentes serían las cosas sipudiera ser ese Edward.Mientras meditaba esto, una extraña imagen vino a mi cabeza.Durante un momento, el destino de la bruja que había imaginado, la que buscaba ladestrucción de Bella, fue reemplazado por la más tonta e imprudente de un ángel. Unángel guardián – como podría haber sido la versión de Carlisle. Con una sonrisadesatenta en sus labios, con sus ojos llenos de malicia, el ángel formaba a Bella de unamanera que no había manera de que pudiera pasarla por alto. Un ridículo y potente olorque llamaba mi atención, una mente silenciosa que me inflamaba de curiosidad, unabelleza silenciosa que retenía a mis ojos, un alma desinteresada se ganaría mi respeto.Dejando el sentido natural de la propia conservación – para que Bella pudiese estarcerca de mí – y, finalmente, añadir una raya ancha de espantosa mala suerte.Con una risa cuidadosa, el irresponsable ángel se impulsó directamente hacia su frágilcreación, confiando alegremente en mi defectuosa moralidad para mantener con vida aBella.En esta visión, yo no era la condena de Bella; ella era mi recompensa.Sacudí la cabeza ante la fantasía del inconcebible ángel. Ella no era mucho mejor queuna arpía. No podía pensar bien, ante el cada vez más alto poder al que deberíacomportarme ante una conducta peligrosa y estúpida. Al menos estaba la fea cara contrala que podría luchar.Y, yo no tenía un ángel. Ellos estaban reservados para los buenos – para gente comoBella. Así que, donde estaba su ángel? Quién la observaba?Me reí en silencio, sobresaltado, al darme cuenta de eso, ahora mismo, estaba llevando acabo ese personaje.Un ángel vampiro – había un gran tramo.Después de más o menos media hora, Bella se relajó. Su respiración se hizo másprofunda y empezó a murmurar. Sonreí, satisfecho. Era algo pequeño, pero al menos,ella estaba durmiendo más cómoda esta noche, porque yo estaba aquí.“Edward,” suspiró, y también sonrió.Dejé a un lado la tragedia por el momento, y me dejé ser feliz otra vez.

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Capítulo 11: INTERROGATORIOS

La CNN interrumpió la primera historia.Estaba agradecido de que las noticias empezaran antes de que me tuviera que marchar alinstituto, ansioso por oír como los humanos redactarían el informativo, y en qué secentrarían. Afortunadamente, las noticias fueron pesadas. Hubo en terremoto en SurAmerica y un político fue secuestrado en el Este. Así terminaba, sólo ganando unospocos segundo, unas pocas frases, y unas pocas fotos.“Alonzo Calderas Wallace, sospechoso de varias violaciones y asesinatos buscado enlos estados de Texas y Oklahoma, fue detenido la pasada noche en Portland, Oregóngracias a una persona anónima. Wallace fue encontrado inconsciente en un callejón estamañana temprano, solamente a unos pocos metros de la estación de policía. Losoficiales fueron incapaces de decirnos si será extraditado a Houston o la ciudad deOklahoma para el juicio.”La fotografía no era clara, y llevaba una gran barba en la fotografía de cuando fuerealizada esa fotografía. Incluso Bella, si la hubiera visto, probablemente no loreconocería. Y eso espero; eso la asustaría innecesariamente.“El reportaje aquí será de poco alcance. A ocurrido demasiado lejos como para serconsiderado de interés local,” dijo Alice. “Estuvo bien que Carlisle lo llevara fuera delestado.”Asentí. A pesar de todo, Bella no veía mucho la televisión, y además, yo nunca habíavisto a su padre ver otra cosa que no fueran los canales de deportes.He hecho lo que he podido. Este monstruo no será por ahora cazado, y así no seré unasesino. No por ahora. Tenía razón en confiar en Carlisle, a pesar de que todavíadeseaba que el monstruo no se hubiera marchado tan fácilmente. Lo cogería por mimismo si fuera extraditado a Texas, donde la pena de muerte era tan popular…No. Eso no importaba. Lo pondría detrás de mis preferencias, y me concentraría en loque era más importante.Había dejado la habitación de Bella hacia menos de una hora. Y ya me dolía no verla.“Alice, te importa –“Me cortó, “Conducirá Rosalie. Hará como que está enfadada, pero ya sabes quedisfrutará de la excusa para mostrar su coche.” Alice empezó a reírse.Le sonreí abiertamente. “Te veo en el instituto.”Alice suspiró, y mi sonrisa se convirtió en una mueca.Lo sé, lo sé, pensó. Todavía no. Esperaré hasta que estés listo para que conozca aBella. Deberías saber, que esto sólo me hace ser egoísta. Bella va a gustarme mucho,también.No le respondí, mientras me dirigía rápidamente hacia la puerta. Esa era una maneradiferente de ver la situación. Querría Bella conocer a Alice? Tener a una vampira comoamiga?Conociendo a Bella… esa idea probablemente no le molestaría lo más mínimo.Fruncí el ceño. Lo que quería Bella y lo que era mejor para Bella eran dos cosascompletamente diferentes.Comencé a sentirme preocupado mientras aparcaba en la entrada de la casa de Bella. El

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refrán humano decía que las cosas parecen diferentes por la mañana – eso cambiacuando tu duermes sobre ellos. Le parecería diferente a Bella en un nublado y pocoiluminado día como hoy? Más siniestro o menos siniestro de lo que a mí me parecía enla negrura de la noche? Le había calado la verdad mientras dormía? Estaría finalmenteasustada?Sus sueños habían sido tranquilos, la última noche. Cuando ella había dicho mi nombreuna y otra vez, ella había sonreído. Y más de una vez había murmurado una plegaríapara que me quedara. No significaría eso nada, hoy?Esperé nerviosamente, escuchando los sonidos del interior de la casa – los rápidos,pasos en las escaleras, con tropiezos incluidos, los desgarros de un papel de embalar, elcontenido del frigorífico el chocar los unos con los otros al cerrarse la puerta. Sonabacomo si tuviera prisa. Ansiosa por llegar al instituto? El pensarlo me hizo sonreír,esperanzado otra vez.Miré el reloj. Supuse que – teniendo en cuenta la velocidad de su decrepita furgoneta,debía de limitarla – estaba llegando un poquito tarde.Bella salió de la casa, su mochila se deslizaba por su hombro, su pelo estaba enrolladoen una desordenada coleta que le llegaba hasta la nuca de su cuello. El grueso suéterverde que llevaba no era lo suficiente grueso para mantener sus delgados hombros de lafría niebla.El suéter era demasiado grande para ella, era poco favorecedor. Le marcaba su delgadafigura, volviendo todas sus delicadas curvas y suaves líneas en un revoltijo sin formadefinida. Aprecié esto, casi tanto como deseaba que hubiera llevado algo como la suaveblusa azul, que había llevado la noche anterior…la tela se le había pegado a su piel deuna manera atractiva, lo suficientemente corta para revelar la hipnotizante manera enque los huesos de su cuello se hundían bajo su garganta. El azul había fluido como elagua a lo largo de la sutil forma de su cuerpo…Estaba mejor – mantener mis pensamientos muy, pero que muy lejos de esa forma, delque ahora estaba agradecido de que llevase ese suéter. No podía permitirme cometermás errores, y sería un error monumental explayarme en el extraño hambre que esospensamientos de sus labios…su piel…su cuerpo… me estaba haciendo perderme dentrode mí. El hambre que me había evadido durante cien años. Pero no podía permitirmepensar en tocarla, porque era imposible.La destrozaría.Bella se alejó de la puerta, con tanta prisa que casi pasa mi coche sin darse cuenta de él.Entonces, patinó al detenerse, sus rodillas se bloquearon como un asustadizo potro. Sumochila se deslizó por su brazo, y sus ojos se abrieron más mientras se centraban en elcoche.Salí del coche, sin tener cuidado de moverme a la velocidad humana, y le abrí la puertade pasajeros para ella. No intentaría engañarla nunca más – cuando estuviésemos asolas, al menos, sería yo mismo.Me miró, sobresaltada de nuevo mientras aparentemente yo estaba materializado en laniebla. Y entonces, la sorpresa de sus ojos cambió a otra cosa totalmente diferente, y yano estuve asustado – o esperanzado – eso que ella sentía por mí, había cambiado en elcurso de la noche. Calor, preguntas, fascinación, todo eso estaba mezclado en elchocolate fundido de sus ojos.

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“Quieres dar una vuelta conmigo hoy?” Pregunté. No como la noche anterior en la cena,esta vez le dejaría elegir. A partir de ahora, siempre debería ser lo que ella eligiese.“Sí, gracias,” murmuró, entrando en el coche sin dudar.Alguna vez dejaría de emocionarme, era yo el único al que le decía que sí? Lo dudaba.Rápidamente entré en el coche, ansioso por estar con ella. No mostró ninguna señal deestar confundida por mi repentina aparición.La felicidad que sentí cuando se sentó junto a mí, no tenía precedentes. Tanto comohabía disfrutado del amor y la compañía de mi familia, a pesar de variosentretenimientos y distracciones que el mundo me había ofrecido, nunca había sido tanfeliz como ahora. Incluso sabiendo que esto estaba mal, de que esto no podría terminarbien, no podría mantener la sonrisa de mi cara durante mucho tiempo.Mi cazadora estaba sobre el reposa cabezas de su asiento. La vi observarlo.“He traído la cazadora para ti,” le dije. Esa era mi excusa, tenía que proveerme de una,por haber aparecido sin ser invitado esta mañana. Hacia frío. Y ella no tenía chaqueta.Seguramente, esta era una forma aceptable de caballerosidad. “No quiero que vayas aenfermar ni nada por el estilo.”“No soy tan delicada,” dijo, observando mi pecho en vez de mi cara, como si dudara enmirarme a los ojos. Pero se puso mi cazadora antes de que tuviera ocasión dedominarme o engatusarla.“Ah, no?” murmuré para mí mismo.Observaba la carretera mientras yo aceleraba hacia el instituto. Sólo pude permaneceren silencio durante unos segundos. Tenía que saber cuales eran sus pensamientos estamañana. Cuánto habían cambiado las cosas entre nosotros desde la última vez que el solsalió.“Qué? No tienes veinte preguntas para hoy?” pregunté,Ella sonrió, parecía agradecida de que hubiera sacado el tema. “Te molestan mispreguntas?”“No tanto como tus reacciones,” le dije sinceramente, sonriéndole en respuesta a susonrisa.Su boca se puso seria. “Reaccioné mal?”“No, ése es el problema. Te lo tomaste todo demasiado bien – no es natural.” Cualquierahabría gritado. Cómo podía ser? “Eso me hace preguntarme qué piensas en realidad.”Por supuesto, todo lo que pensase o no, me hacía preguntármelo.“Siempre te digo lo que pienso de verdad.”“Lo censuras.”Sus dientes apretaron sus labios. No parecía darse cuenta de que cuando hacia eso – erauna respuesta inconsciente de tensión. “No demasiado.”Sólo esas palabras fueron suficientes para tener a mi curiosidad furiosa. Qué se proponíaesconderme?“Lo suficiente para volverme loco,” dije.Ella dudó, y entonces susurró, “No quieres oírlo.”Tuve que pensar durante un momento, correr a través de toda nuestra conversación de lanoche anterior, palabra por palabra, antes de encontrar la conexión. Quizás esto mellevó demasiada concentración porque no podía imaginarme nada que no quisieradecirme. Y entonces, debido a que el tono de su voz fue el mismo al de la noche

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anterior; hizo que repentinamente volviera a aparecer el dolor – lo recordé. Le habíapedido que no le dijera sus pensamientos. Nunca digas eso, le había gruñido. Le habíahecho llorar…Era eso lo que me escondía? La profundidad de sus sentimientos hacia mí? Acaso, quefuera un monstruo no le importaba, y pensaba que ya era demasiado tarde para ella,cambiar de parecer?Era incapaz de hablar, porque mi alegría y dolor eran demasiado fuertes para laspalabras, el conflicto entre ellas no permitiría una respuesta coherente. El coche estuvoen silencio excepto por los regulares ritmos de su corazón y pulmones.“Dónde está el resto de tu familia?” Preguntó de repente.Inspiré profundamente – registrando el olor del coche con verdadero pánico por primeravez; me estaba acostumbrando a esto, me dí cuenta para mi satisfacción – y me esforcépara volver a parecer normal.“Han ido en el coche de Rosalie.” Aparqué en la plaza libre junto al coche de supregunta. Escondí una sonrisa mientras veía como se abrían sus ojos. “Ostentoso,verdad?”“Um, wow, si ella tiene eso, por qué viene contigo?”Rosalie habría disfrutado de la expresión de Bella… si fuera objetiva sobre Bella, algoque probablemente no ocurriría.“Como he dicho, es ostentoso. Intentamos no desentonar.”“No tenéis éxito,” me dijo, y entonces, se rió.La alegría, todo el sonido despreocupado de su risa me calentó mi vacío pecho, incluso,como si hiciera que mi cabeza nadase sin dudas.“Entonces, por qué ha conducido Rosalie hoy si es más ostentoso?” preguntó.“No te has dado cuenta? Ahora, estoy rompiendo todas las reglas.”Mi respuesta debería haberla medio asustado, pero, como no, Bella sonrió ante esto.Ella no me esperó a que le abriese la puerta, como la noche pasada. Tenía que fingirnormalidad en el instituto – por lo que no podía moverme lo suficientemente rápidopara evitarlo – pero, ella iba a acostumbrarse a ser tratada con más cortesía, y seacostumbraría pronto.Caminé tan pegada a ella como me atreví, observando cuidadosamente cualquier señalde que mi proximidad le molestara. Dos veces su mano rozó la mía y entonces, laapartaba. Parecía como si quisiera tocarme… Mi respiración se aceleró.“Por qué todos vosotros tenéis coches como ésos si queréis pasar desapercibidos?” mepreguntó mientras caminábamos.“Un lujo,” admití. “A todos nos gusta conducir deprisa.”“Me cuadra,” musitó, con un tono agrio.No me miró para ver la sonrisa con la que respondía.No, no! No puedo creerlo! Cómo demonios lo ha conseguido Bella? No lo entiendo!Por qué?Los ‘no puedo creerlo’ de los pensamientos de Jessica interrumpieron mispensamientos. Estaba esperando a Bella, refugiándose bajo el saliente del tejado de lacafetería, con la chaqueta de Bella bajo su brazo. Sus ojos estaban completamenteabiertos e incrédulos.Bella también se dio cuenta de ella, al momento. Un tono rosado cubrió sus mejillas

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cuando Bella registró la expresión de Jessica. Los pensamientos en la cabeza de Jessicaeran tan claros como en su cara.“Hey, Jessica. Gracias por acordarte,” le agradeció. Bella alcanzó la chaqueta y Jessicase la dio sin decirle nada.Debería ser educado con los amigos de Bella, tanto si ellos son buenos amigos como sino.“Buenos días, Jessica.”Whoa…Los ojos de Jessica se abrieron aún más de lo que era posible. Fue extraño y divertido…y, honestamente, un poco embarazoso… al darme cuenta de lo mucho que me habíasuavizado al estar cerca de Bella. Parecía como si nadie me tuviera miedo nunca más. SiEmmett descubría esto, se estaría riendo durante los próximos cien años.“Eh… hola,” musitó Jessica, y sus ojos se encendieron hacia la cara de Bella, llenos designificado. “Supongo que te veré en Trigonometría.”Vas a contármelo todo, no voy a aceptar un no por respuesta. Detalles. Tengo que tenerdetalles! Edward, el bicho raro, CULLEN!! La vida es tan injusta.La boca de Bella se torció. “Sí, allí nos vemos.”Los pensamientos de Jessica corrían salvajemente mientras se daba prisa en llegar a suprimera clase, mirándonos a hurtadillas ahora y después.Toda la historia. No acepto nada menos. Habían planeado encontrarse la otra noche?Están saliendo? Hace cuanto? Cómo podría mantenerlo en secreto? Por qué querría?No puede ser algo normal – ella tiene que estar seriamente pillada por él. Habría otraopción? Lo descubriré. No puedo permanecer sin saberlo. Me pregunto si lo habráhecho con él? Oh… Los pensamientos de Jessica fueron de repente desagradables, ypasó de las palabras a las fantasías arremolinándose por su cabeza. Me encogí ante susespeculaciones, y no solamente porque reemplazase a Bella por ella misma en susimágenes mentales.No podría ser de esa manera. Y, aún así, yo…lo deseaba…He admitirlo, incluso para mí. De cuantas erróneas maneras podía querer a Bella? Cuálde ellas terminaría matándola?Sacudí mi cabeza, intentando aclararme las ideas.“Qué le vas a contar?” Le pregunté a Bella.“Hey!” me susurró fieramente. “Pensaba que no podías leerme la mente!”“No puedo,” la observé sorprendido, intentando buscarle el sentido a sus palabras. Ah,debíamos de haber estado pensando en lo mismo al mismo tiempo. Hmm…eso megusta. “Sin embargo,” le dije, “Puedo leer la suya, te va a tender una emboscada enclase.”Bella gimió, y entonces, se quitó la cazadora. No me había dado cuenta al principio deque me la estaba devolviendo – no se la habría pedido; me hubiera gustado que se laquedara – era demasiado lento para ofrecerme a ayudarla. Me devolvió la cazadora, ypuso sus brazos alrededor de su cuerpo, sin mirar hacia arriba para ver que mis manosestaban extendidas para ayudarla. Fruncí el ceño ante esto, y entonces, controlé miexpresión antes de que se diera cuenta.“Bueno, qué le vas a decir?” le presioné.“Una ayudita? Qué quiere saber?”

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Le sonreí, y sacudí mi cabeza. Quería saber en qué estaba pensando sin ayudarle. “Esono es justo.”Apretó los ojos. “No, no es justo que no compartas lo que sabes – eso si que es injusto.”Tenía razón – a ella no le gustaban los dobles raseros.Llegamos a la puerta de su clase – donde tendría que dejarla; me pregunté divertido si laSra. Cope estaría más cómoda sobre un cambio en el horario de mi clase de Inglés…Me centré en esto. Podría ser justo.“Quiere saber si nos estamos viendo a escondidas,” dije lentamente. “Y también, quesientes por mí.”Sus ojos se abrieron – pero no estaban asustados, sino ingeniosos. Estaban abiertos paramí, legibles, quería parecer inocente.“Oh no,” murmuró. “Qué debo decirle?”“Hmmm.” Ella siempre intenta que le revele más de lo que ella hace. Medité comoresponder.Un caprichoso mechón de su pelo, ligeramente mojado por la niebla, que se le habíaescapado de su coleta y caía sobre su hombro escondido por el ridículo suéter. Estoatrajo mi atención… poniendo mis ojos sobre el resto de curvas escondidas…Lo cogí cuidadosamente, sin tocar su piel – la mañana ya estaba lo suficientemente fríasin tocarla – y lo devolví a su sitio, para que así no volviera a distraerme. Recordécuando Mike Newton había tocado su pelo, y mi mandíbula se tensó al recordarlo. Enaquel momento, ella se había encogido. Su reacción ahora no tenía nada que ver; alcontrario, sus ojos estaban ligeramente más abiertos, y la sangre recorría su piel, y conun repentino, y descomunal desequilibrio en su corazón.Intenté esconder mi sonrisa mientras le respondía a su pregunta.“Supongo que podrías decirle que sí a lo primero… si no te importa,” siempre queeligiera, “- es más fácil que otra explicación.”“No me importa,” susurró. Su corazón todavía no había encontrado el ritmo normal.“En cuanto a la pregunta restante…” Esta vez no pude esconder mi sonrisa. “Bueno,estaré a la escucha para conocer la respuesta.”Dejé que Bella lo considerase. Oculté mi risa cuando la conmoción cruzó su cara.Me volví rápidamente, antes de que pudiera hacerme más preguntas. Tenía dificultadpara negarme a darle cualquier cosa que me pidiera. Y, quería oír sus pensamientos, nolos míos.“Te veré en el almuerzo,” le grité por encima del hombro, lo utilicé como excusa paracomprobar que todavía me estaba mirando, con los ojos abiertos. Su boca permanecíaabierta. Me volví otra vez, y me reí.Mientras caminaba, estaba vagamente consciente de los pensamientos conmocionados yespeculativos que me rodeaban – los ojos iban de la cara de Bella a mi figura. Les prestéun poquito de atención. No podía concentrarme. Era suficientemente difícil mantenermis pies en movimientos a una velocidad aceptable mientras cruzaba la empapadahierba hacia mi próxima clase. Quería correr – correr de verdad, tan rápido quedesapareciera, tan rápido que sintiera que estaba volando. Una parte de mí ya estabavolando.Me puse la cazadora cuando llegué a clase, dejando que su fragancia se impregnaraalredor mía. Ahora, me quemaría, dejando que su perfume me desensibilizara- y así, me

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sería más fácil ignorarlo más tarde, cuando estuviera con ella en el almuerzo…Estaría bien que mis profesores se preocuparan en preguntarme. Hoy, podría haber sidoel día en que ellos podrían haberme pillado, no preparado y sin respuestas. Mi menteestaba es muchos sitios esta mañana; solamente mi cuerpo estaba en esta habitación.Como no, estaba observando a Bella. Había llegado a ser algo natural – algo tan naturalcomo respirar. La oí conversar con el desmoralizado Mike Newton. Ella rápidamentedirigió la conversación hacia Jessica, sonreí tan abiertamente que Rob Sawyer, que sesentaba en la mesa de mi derecha, se encogió visiblemente y se deslizó aún más en susilla, alejándose de mí.Ugh. Que asco.Bueno, no lo había perdido del todo.También estaba monitorizando libremente a Jessica, observándola afinar sus preguntaspara Bella. Vagamente podía esperar hasta la cuarta hora, estaba diez veces másimpaciente y ansioso que una curiosa chica humana que quisiera nuevos cotilleos.Y, también estaba escuchando a Angela Weber.No había olvidado la gratitud que sentía por ella – en primer lugar, por no pensar ennada, que no fueran cosas agradables hacia Bella, y en segundo lugar, por ayudarla laotra noche. Así que pasé la mañana, buscando algo que quisiera. Asumí que debería deser fácil; como cualquier otro humano, debía de haber alguna cosa o algún juguete quequisiera en particular. Probablemente, fuese lo que fuese se lo entregaría de maneraanónima.Pero Angela probó que sus pensamientos eran muy parecidos a los de Bella. Ella estabacontenta de ser una adolescente. Feliz. Quizás, esta era la razón de que fuera de manerainusual, amable – ella era una de las pocas personas que estaban contentas con lo que yatenían. Si no le prestaba atención a los profesores y a sus notas, era porque estabapensando en sus dos pequeños hermanos gemelos, y en llevarlos a la playa este fin desemana – anticipándose a su emoción casi como si fuera un placer maternal. Ella loscuidaba a menudo, pero no había resentimiento en esto… era muy dulce.Pero, esto, es realidad no me ayudaba.Tenía que haber alguna cosa que quisiera. Tendría que seguir buscando. Pero más tarde.Era la hora Trigonometría, la clase de Bella con Jessica.Me dirigía a Literatura sin mirar por donde iba. Jessica ya estaba en su sitio, sus piesestaban golpeando impacientemente el suelo mientras esperaba a que Bella llegara.Al contrario, una vez que me instalé en mi asiento de la clase, me quedé totalmentequieto. Tuve que recordarme moverme de vez en cuando. Para mantener la farsa. Eradifícil, mis pensamientos estaban centrados en los de Jessica. Esperaba que le prestaramucha atención a la cara de Bella, para poder leérsela.Los golpes de Jessica se intensificaron cuando Bella entró en la clase.Bella parece…melancólica. Por qué? Quizás no pasa nada con Edward Cullen. Esosería decepcionante. Excepto… que él seguiría disponible… Si, repentinamenteestuviera interesado en salir con alguien, no me importaría ayudarle con eso…La cara de Bella no parecía melancólica, parecía reacia. Estaba preocupada – Bellasabía que lo oiría todo. Sonreí para mí.“Cuéntamelo todo!” le ordenó Jess mientras Bella todavía se estaba quitando lachaqueta. Bella se estaba moviendo con deliberación, poco dispuesta.

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Ugh, que lenta que es. Vamos a llegar al día del juicio final!“Qué quieres saber?” La evadió Bella mientras se sentaba.“Qué ocurrió anoche?”“Me llevó a cenar, y luego me llevó a casa.”Y entonces? Vamos, tiene que haber algo más que eso! Está mintiendo de todasmaneras, lo sé. Voy a enterarme.“Cómo llegaste a casa tan rápido?”Observé como Bella rodó los ojos ante la sospecha de Jessica.“Conduce como un loco. Fue aterrador.”Sonrío un poquito, y me reí en voz alta, interrumpiendo al Sr. Mason. Intentéconvertirla en una tos, pero no engañé a nadie. El Sr. Mason me lanzó una miradairritada, pero ni siquiera me molesté en escuchar los pensamientos que iban detrás deesa mirada. Estaba escuchando a Jessica.Huh. Parece como si estuviera diciendo la verdad. Por qué está haciéndome que se lotenga que sacar todo, palabra por palabra? Yo me estaría regodeando de mi suerte siestuviera en su lugar.“Fue como una cita? Le habías dicho que os reunierais allí?”Jessica observó como la sorpresa traspasaba su cara, y se decepcionó por lo sincera queparecía.“No… me sorprendió mucho verle allí.” Le dijo Bella.Qué está pasando?? “Pero él te ha recogido hoy para traerte a clase?” Tenía quehaber algo más.“Sí, eso también ha sido una sorpresa. Se dio cuenta de que la noche pasada no tenía lachaqueta.”Eso no es muy divertido, pensaba Jessica, decepcionada de nuevo.Estaba cansado de la dirección de sus preguntas, quería oír algo que no supiera ya.Esperaba que no se diera por vencida para que saltara a las preguntas que estabaesperando.“Así que, vais a salir otra vez?” Preguntó Jessica.“Se ha ofrecido a llevarme a Seattle el Sábado, ya que cree que mi coche no esdemasiado fiable. Eso cuenta?”Hmm. Se asegura de que llegue… bien, se preocupa por ella, de alguna manera. Debede haber algo del lado de él, si no lo hay desde el de Bella. Cómo PUEDE ser? Bellaestá loca.“Sí,” le respondió Jessica a la pregunta de Bella.“Bueno, entonces,” concluyó Bella. “Sí.”“Wow…Edward Cullen.” Tanto si le gusta como si no, esto es grandísimo.“Lo sé,” suspiró Bella.El tono de su voz alentó a Jessica. Finalmente, ella suena como si estuviese pillada!Debe de darse cuenta…“Espera!” Dijo Jessica, de repente, recordó la pregunta más importante. “Te habesado?” Por favor di que sí. Y entonces, describe cada segundo!“No,” musitó Bella, y entonces, se miró las manos, con la cabeza gacha. “No es deesos.”Mierda. Deseaba… Ja. Parece como si ella si lo fuera.

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Fruncí el ceño. Bella parecía molesta por algo, pero no podía ser que estuviesedecepcionada por lo que Jessica había asumido. Ella no querría eso. No sabiendo lo quesabe. Ella no querría estar tan cerca de mis dientes. Por todo lo que ella sabía, yo teníacolmillos.Me estremecí.“Crees que el Sábado…?” Le alentó Jessica.Bella pareció incluso más frustrada mientras decía. “En verdad, lo dudo.”Sí, ella si quiere. Que se joda.Era porque estaba observándolo todo a través de los pensamientos de Jessica, por lo quelas percepciones de Jessica parecían acertadas?Durante medio segundo estuve distraído por la idea, la imposibilidad, de cómo seríaintentar besarla. Mis labios en sus labios, los míos, fríos y duros con los suyos, cálidos ysedosos…Y entonces, ella muere.Sacudí mi cabeza, y me encogí, volviendo a prestar atención.“Sobre qué hablasteis?” Le hablaste a él, o te sacó cada pizca de información como yoestoy haciendo?Sonreí de forma arrepentida. Jessica no se alejaba demasiado.“No lo sé, Jess, de un montón de cosas. Hablamos un poco del trabajo de Literatura.”Muy poquito. Sonreí ampliamente.Oh, vamos. “Por favor, Bella! Dame más detalles.”Bella se lo pensó durante un momento.“Bueno… vale. Tengo uno. Deberías haber visto a la camarera flirteando con él. Fueuna pasada. Pero él no le prestó ninguna atención.”Que detalle más extraño para compartir. Estaba sorprendido de que Bella se hubieradado cuenta. Parecía algo muy intrascendente.Interesante… “Eso es buena señal. Era guapa?”Hmm. Jessica pensaba en esto más de lo que yo lo hacía. Debe de ser algo del génerofemenino.“Mucho,” le dijo Bella. “Y probablemente tendría diecinueve o veinte años.”Jessica estaba momentáneamente distraída por un recuerdo de Mike en su cita del Lunespor la noche – Mike había sido muy simpático con una camarera a la que Jessica noconsideraba para nada guapa. Apartó ese recuerdo y volvió a centrarse, avergonzada porsu irritación, para buscar más detalles.“Mejor aún. Debes de gustarle.”“Eso creo,” dijo lentamente Bella, y yo estaba en el borde de mi silla, con el cuerpotodavía rígido. “Pero es difícil saberlo. Es siempre tan críptico.”No debía de haber sido tan obviamente transparente como había pensado. Aún así… conlo observante que era… Cómo no se había dado cuenta de que estaba enamorado deella? Analicé cuidadosamente a través de nuestra conversación, casi sorprendido de queno hubiera dicho las palabras en voz alta. Había parecido como que el conocimiento decada palabra había sido subrayada entre nosotros.Wow. Cómo te sientas al lado de un modelo y entablas conversación? “No sé como hastenido suficiente valor para estar a solas con él,” dijo Jessica.La sorpresa cruzó la cara de Bella. “Por qué?”

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Que reacción más rara. Que cree qué quiero decir? “Es tan…” Cuál es la palabraadecuada? “Intimidante. Yo no sabría que decirle.” Ni siquiera había podido hablarlehoy. Y todo lo que me había dicho había sido buenos días. Debo de haber sonado comouna idiota.Bella sonrió. “Cometo algunas incoherencias cuando estoy cerca de él.”Debe de estar intentando que Jessica se sienta mejor. Bella ya estaba casi tan serenacuando estábamos juntos que parecía antinatural.“Oh, bueno,” suspiró Jessica. “Es increíblemente guapo.”La cara de Bella se volvió más fría. Sus ojos se encendieron de la misma forma quecuando ella se ofendía por alguna injusticia. Jessica no se dio cuenta del cambio en suexpresión.“Él es mucho más que eso,” contestó Bella.Oooh. Ahora estamos llegando a algún sitio. “De verdad? Como qué?”Bella se mordió el labio durante un momento. “No te lo puedo explicar ahora,” dijofinalmente. “Pero es incluso más increíble detrás del rostro.” Desvió la mirada deJessica, sus ojos ligeramente se desenfocaron como si estuviera mirando algo muylejano.El sentimiento que sentía ahora, era aproximadamente similar al que sentía cuandoCarlisle o Esme me elogiaban diciéndome lo que merecía. Similar, pero mucho másintenso, más consumido.Que estúpido pensar en algo más – no hay nada mejor que esa cara! Al menos que seasu cuerpo. “Es eso posible?” Se rió Jessica.Bella no se volvió. Continuó mirando a otra parte, ignorando a Jessica.Una persona normal se regodearía. Quizás, si hago la pregunta simple. Ja ja. Como sile estuviera hablando a un niño. “Entonces, te gusta?”Me puse rígido de nuevo.Bella no miró a Jessica. “Sí.”“Me refiero a si te gusta de verdad?”“Sí.”Mira como se ruboriza!Lo estoy haciendo.“Cuánto te gusta?” Le preguntó Jessica.La clase de Literatura podría haber ardido y yo no me habría dado cuenta.La cara de Bella estaba ahora completamente roja – Casi podía sentir el calor de sudibujo mental.“Demasiado,” susurró. “Más de lo que yo le gusto a él. Pero no veo la forma deevitarlo.”Mierda! Qué había preguntado el Sr. Varner? “Um – qué número, Sr. Varner?”Estuvo bien que Jessica no pudiera hacerle otra pregunta a Bella. Necesitaba un minuto.En qué demonios estaba pensando esa chica? Más de lo que yo le gusto a él? Cómopodía haber salido con eso? No veo como puedo ayudar con eso? Qué se suponía quetenía que significar eso? No pude encontrar una explicación racional a las palabras. Notenían prácticamente sentido.Parecía como si no pudiera darlo por sentado. Lo obvio, lo que tenía perfecto sentido, loque de alguna manera se enredaba e iba hacia tras ese estrafalario cerebro suyo. Más de

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lo que yo le gusto a él? Quizás, no debería excluir el manicomio todavía.Miré el reloj, rechinando mis dientes. Cómo podían unos simples minutos ser tanimposiblemente largos para un inmortal? Dónde estaba mi perspectiva?Mi mandíbula estuvo apretada durante toda la clase de Trigonometría del Sr. Vanner. Oímás de la clase de ellas que de mi propia clase. Bella y Jessica no volvieron a hablar,pero Jessica miraba a Bella en varias ocasiones, y en una de ellas, la cara de Bellavolvió a estar colorada sin razón aparente.El almuerzo no llegó lo suficientemente rápido.No estaba seguro de si Jessica seguiría en busca de más respuestas a las que yo tambiénestaba esperando, pero cuando la clase terminó, Bella fue más rápida que Jessica.Tan pronto como sonó la campana, Bella se volvió a Jessica.“En Literatura, Mike me ha preguntado si me habías dicho algo sobre la noche dellunes,” dijo Bella sonriendo curvando la comisura de sus labios. Entendí esto como – elataque como mejor defensa.Mike ha preguntado por mí? La mente de Jessica se puso contenta, repentinamentedescuidada, más suave, sin su habitual sarcasmo. “Estas bromeando! Qué le dijiste?”“Le dije que te habías divertido mucho – y pareció contento.”“Dime exactamente que dijo, y tu respuesta exacta!”Eso era todo lo que iba a sacar de Jessica hoy, claramente. Bella estaba sonriendo comosi estuviese pensando lo mismo. Como si hubiera ganado esta ronda.Bueno, el almuerzo sería otra cosa. Tendría más éxito si sacaba las respuestas de Bellaen vez de Jessica, me aseguraría de eso.Difícilmente podía comprobar con Jessica durante la cuarta hora. No tenía suficientepaciencia para sus obsesivos pensamientos sobre Mike Newton, Ya tenía suficiente deél, en las dos últimas semanas. Era afortunado de seguir con vida.Me moví patéticamente hacia la clase de gimnasia con Alice, siempre nos movíamos deesa manera cuando llegaba la hora de la actividad física con los humanos. Ella era micompañera de equipo, naturalmente. Este era el primer día de badminton. Suspiré por elaburrimiento, balanceando la raqueta con movimientos lentos para devolver el volanteal otro lado. Lauren Mallory era del otro equipo; ella perdió. Alice estaba girando suraqueta como si fuera una batuta, mirando al techo.Todos odiábamos gimnasia, en especial Emmett. Ese tipo de juegos era una afrenta a sufilosofía personal. Gimnasia parecía hoy peor que nunca – Me sentía tan irritado comoEmmett.Antes de que mi cabeza pudiese explotar por la impaciencia. El entrenador Clapp diopor terminados los juegos y nos envió fuera más temprano de lo habitual. Estabaridículamente agradecido de que se hubiera saltado el desayuno – un intento de dieta – yla consecuencia del hambre, le había llevado a dejar corriendo el gimnasio paraencontrar un desayuno grasiento en alguna parte. Se había prometido a sí mismo queempezaría mañana…Esto me dio tiempo suficiente para llegar al edificio de matemáticas antes de que laclase de Bella terminase.Diviértete. Pensó Alice mientras evitaba encontrarse con Jasper. Sólo unos poco díasmás de paciencia. Supongo que no le dirás a Bella hola de mi parte, no?Negué con la cabeza, exasperado. Éramos todos tan engreídos?

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Para tu información, va a estar soleado este fin de semana. Puede que quierasreajustar tus planes.Suspiré mientras me iba en la otra dirección. Engreído, pero definitivamente útil.Me apoyé contra la pared, esperando. Estaba lo suficientemente cerca para poder oír lavoz de Jessica a través de la pared tan bien como a sus pensamientos.“Hoy no te vas a sentar con nosotros, verdad? Parece tan…radiante. Apuesto a que haymontones de cosas que no me ha contado.“No lo creo,” respondió Bella, extrañamente insegura.Salieron de la clase juntas, ambas abrieron mucho los ojos al verme. Pero sólo pude oíra Jessica.Que guapo. Wow. Oh, sí, aquí hay más de lo que Bella me ha contado. Puede que lallame esta noche… O quizás, no debería animarla tanto. Huh. Espero que se canse deella rápido. Mike es mono pero…wow.“Te veo luego, Bella.”Bella caminó junto a mí, a un paso de distancia, todavía estaba insegura. La piel de susmejillas estaba sonrosada.La conocía lo suficientemente bien como para estar seguro de que no había miedo detrásde sus dudas. Aparentemente, esto se debía al abismo que se imaginaba que había entresus sentimientos y los míos. Más de lo que yo le gusto a él. Absurdo!“Hola,” dije, con la voz seca.Su cara se sonrojó aún más. “Hola.”No parecía inclinada a decir nada más, así que lo dejé mientras íbamos a la cafetería ycaminó en silencio junto a mí.Lo de la cazadora había funcionado – su olor no me afectaba tanto como las otras veces.Era sólo un ligero incremento del dolor que ya sentía. Podría ignorarlo más fácilmenteuna vez que creyera que era posible.Bella estaba inmóvil mientras esperaba en la cola, jugando con la cremallera de suchaqueta y cambiando nerviosamente de un pie a otro. Solía mirarme a menudo, perocada vez que se encontraba con mi mirada, bajaba la vista como si estuvieraavergonzada. Era eso debido a que mucha gente nos estaba mirando? Quizás, Bellapodía oír los ruidosos susurros – hoy, los cotilleos eran tanto verbales como mentales.O quizás, se había dado cuenta, de mi expresión, de que estaba metida en un lío.Ella no dijo nada hasta que estuve cogiendo su almuerzo. No sabía que era lo que legustaba – todavía no – así que cogí un poco de todo.“Qué estas haciendo?” me siseó en voz baja. “No irás a llevarte todo eso para mí?”Negué con la cabeza, y empujé la bandeja a la registradora. “La mitad es para mí, porsupuesto.”Bella enarcó una ceja de manera escéptica, pero no dijo nada más mientras yo pagaba lacomida y la conducía hasta la mesa donde nos habíamos sentado la semana pasada antesde su desastrosa experiencia con la prueba del grupo sanguíneo. Ahora esto parecíamucho mejor que hace unos días. Ahora todo era diferente.Se sentó en frente mía. Y puse la bandeja junto a ella.“Toma lo que quieras,” le alenté.Bella cogió una manzana y la hacía girar en sus manos, con una mirada especulativa ensu cara.

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“Siento curiosidad.”Qué sorpresa.“Qué harías si alguien te desafiara a comer?” Continuó en voz baja, para que los oídoshumanos no pudieran oírla. Los oídos de los inmortales ya era otra cosa, si aquellosoídos estuvieran prestando atención. Probablemente debería haberles mencionado algo aellos antes…“Tú siempre sientes curiosidad,” me quejé. Oh, bueno. Esto no era como si hubieratenido que comer antes. Era parte de la farsa. Una parte desagradable.Alcancé lo más cercano, y la observé fijamente mientras mordía una parte de lo quefuera que estuviese comiendo. Sin mirarlo, no podría decirlo. Era como fangoso, gruesoy repulsivo como cualquier otra comida humana. El trozo de comida se movíalentamente y bajaba incómodamente por mi garganta. Suspiré al pensar en como haríapara evacuarlo más tarde. Asqueroso.La expresión de Bella era de asombro. Impresionada.Quise rodar los ojos. Por supuesto que nosotros habríamos preferido perfeccionar otrosengaños.“Si alguien te desafía a tragar tierra, puedes, verdad?”Su nariz se arrugó y sonrió. “Una vez lo hice…en una apuesta. No fue tan malo.”Me eché a reír. “Supongo que no me sorprende.”Parecen cómodos, no? Buena comunicación corporal. Le daré a Bella un toque mástarde. Él se está inclinando hacia ella de la manera en que debería, si estuvierainteresado. Y parece interesado. Él parece…perfecto. Jessica suspiró. Umm.Me encontré con los curiosos ojos de Jessica, y ella apartó la vista nerviosamente,riéndose tontamente hacia la chica de al lado suyo.Hmmm. Probablemente sea mejor quedarse con Mike. En verdad, no hay ningunafantasía…“Jessica está analizando todo lo que hago,” le informé a Bella. “Luego, lo reconstruirá todo para ti.”Empujé para ella el plato de comida – pizza, me dí cuenta – preguntándome cual era lamejor manera de empezar. Mi antigua frustración volvió llameante mientras repetía enmi cabeza las palabras: Más de lo que yo le gusto a él. Pero no veo la forma de evitarlo.Bella mordió del mismo trozo de pizza. Me asombré por como confiaba. Por supuesto,ella no sabía que era venenoso – aunque compartir la comida no la dañaría. Todavía,esperaba que me tratase de manera diferente. Como cualquier otro. Ella nunca lo hizo –al menos, no de una manera negativa…Empezaría suavemente.“De modo que la camarera era guapa?”Volvió a enarcar una ceja. “De verdad que no te diste cuenta?”Como si alguna mujer fuese capaz de apartar mi atención de Bella. Absurdo, de nuevo.“No. No estaba prestando atención. Tenía muchas cosas en la cabeza.” No hasta que susuave blusa se había pegado a su piel…Menos mal, que hoy había llevado ese horrible suéter.“Pobre chica,” dijo Bella, sonriendo.Le agradaba que no hubiese encontrado a la camarera interesante de ninguna manera.Podía entender eso. Cuántas veces me había imaginado haciendo picadillo a Mike

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Newton en la clase de Biología?Ella no podía en serio creer que sus sentimientos humanos, la frustración de diecisietecortos años mortales, podían ser más fuertes que las pasiones inmortales que se habíanestado construyendo en mí, en todo un siglo.“Algo de lo que le has dicho a Jessica…” no pude mantener mi voz casual. “Bueno, memolestó.”Inmediatamente se puso a la defensiva. “No me sorprende que oyeras algo que tedisgustara. Ya sabes lo que se dice de los cotillas.”Los cotillas nunca oyen nada bueno de ellos mismos, ese era el dicho.“Te previne de que estaría a la escucha,” le recordé.“Y yo de que de que tú no querrías saber todo lo que pienso.”Ah, ella estaba pensando en cuando la hice llorar. El remordimiento hizo que mi vozsonara más ronca. “Lo hiciste. Aunque no tienes razón exactamente. Quiero saber todolo que piensas, todo. Sólo que desearía…que no pensaras algunas cosas.”Más medias mentiras. Sabía que no debería querer que se preocupara por mí. Pero lohacía. Por supuesto que lo hacía.“Ésa es una distinción importante.” Se quejó, frunciéndome el ceño.“Pero, en realidad, ése no es el tema por ahora.”“Entonces, cuál?”Se inclinó hacia mí, con la mano ligeramente apoyada en su garganta. Esto me distrajo.Cómo de suave debía de ser su piel…Concéntrate, me ordené.“De verdad crees que te interesas por mí más que yo por ti?” Pregunté. La pregunta mesonó ridícula, como si las palabras se hubieran enredado.Abrió los ojos ampliamente, y su respiración se detuvo. Entonces, apartó la mirada,parpadeando rápidamente. Su respiración se convirtió en un débil jadeo.“Lo has vuelto a hacer,” murmuró.“El qué?”“Aturdirme,” admitió, encontrándose con mis ojos con cautela.“Oh.” Hmm. No estaba del todo seguro sobre que hacer. O estaba seguro de que nohabía querido aturdirla. Todavía estaba emocionado de que hubiera podido. Pero esto noestaba ayudando al progreso de la conversación.“No es culpa tuya,” suspiró. “No lo puedes evitar.”“Vas a responderme a la pregunta?” me quejé.Miró a la mesa. “Sí.”Eso fue todo lo que dijo.“Sí me vas a responder o sí lo piensas de verdad?” Le pregunté impaciente.“Sí, lo pienso de verdad,” dijo sin levantar la vista. Hubo un débil tono de tristeza en suvoz. Se volvió a ruborizar, y sus dientes apretaron su labio inconscientemente.De repente, me dí cuenta de que había sido muy difícil para ella admitirlo, porque deverdad que lo creía. Y yo no estaba mucho mejor que el cobarde de Mike, pidiéndole aBella que confirmara sus sentimientos antes de que yo hubiera confirmado los míos. Nome importaba que sintiera que había dejado mis sentimientos muy claros. A ella no lehabían quedado claros, y yo no tenía excusa.“Te equivocas,” le dije. Bella debe de haber oído la ternura en mi tono de voz.

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Bella me miró, sus ojos eran opacos, sus ojos no me traicionaron. “Eso no lo puedessaber,” susurró.Bella pensó que estaba desestimando sus sentimientos, ya que no podía oír suspensamientos. Pero, en verdad, el problema estaba en que ella si estaba desestimandolos míos.“Qué te hace pensar eso?” Pregunté.Me devolvió la mirada, con el ceño fruncido y mordiéndose el labio. Por millonésimavez, deseaba desesperadamente que pudiese oírla.Estaba a punto de rogarle que me dijera lo que estaba pensando, pero me detuvo al alzarsu dedo para impedirme hablar.“Déjame pensar,” insistió.Mientras estuviera organizando sus pensamientos, podría ser paciente.O pretenderlo.Entrelazó sus manos, enroscando y desenroscando sus delgados dedos. Ella estabaobservándose las manos como si pertenecieran a otra persona mientras hablaba.“Bueno, dejando a un lado lo obvio,” murmuró. “Algunas veces… no estoy segura, yono puedo leer mentes, pero algunas veces parece que intentas despedirte cuando estasdiciendo otra cosa.” No me miró.Ella había entendido eso? Creía que sólo la debilidad y el egoísmo eran lo que memantenían aquí? Pensaba menos de mí por eso?“Muy perceptiva,” susurré, y entonces, vi con horror como el dolor envolvió suexpresión. Me dí prisa por contradecir su suposición. “Aunque por eso es por lo que teequivocas,” Empecé, y entonces hice una pausa, recordando la primera palabra de suexplicación. Me molestaba no estar seguro de entenderlo todo exactamente. “A qué terefieres con ‘lo obvio’?”“Bueno, mírame,” dijo.La estaba mirando. Todo lo que hacia era mirarla. Qué quería decir?“Soy absolutamente normal,” explicó. “Bueno, salvo por todas las situaciones en que lamuerte me ha pasado rozando y por ser una inútil de puro torpe. Y mírate a ti.”Me señaló, como si estuviera diciendo algo obvio, que no hacia falta decir.Ella pensaba que era normal? Ella pensaba que yo era de alguna manera preferible aella? En qué estimación? Tonta, de mente estrecha, humanos tan ciegos como Jessica ola Sra. Cope? Cómo no podía darse cuenta de que ella era la más hermosa…la másexquisita… Todas esas palabras ni siquiera eran suficientes para explicarlo.Y ella no tenía ni idea.“Nadie se ve a sí mismo con claridad, ya sabes,” le dije. “Voy a admitir que has dado enel clavo con los defectos…” Me reí sin humor. No encontré nada para que pudieraencontrarlo cómico. Sin embargo, la torpeza, si era un poco divertida. Simpática. Mecreería si le digo que era guapa, por dentro y por fuera? Quizás lo encontraría máscorroborante que persuasivo. “Pero no has oído lo que pensaban todos los chicos de esteinstituto el día que llegaste.”Ah, la esperanza, la emoción, la impaciencia por esos pensamientos. La rapidez con quese volvían en fantasías imposibles. Imposible, porque ella no quería ninguno de ellos.Yo era el único al que le había dicho que sí.Mi sonrisa debía de haber sido engreída.

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Su cara estaba blanca por la sorpresa. “No me lo creo,” musitó.“Confía en mí por esta vez, eres lo opuesto a lo normal.”Solamente su existencia ya era una excusa suficiente para justificar la creación delmundo entero.Ella no solía estar acostumbrada a los cumplidos, podía verlo. Otra cosa más a la quetendría que acostumbrarse. Se ruborizó, y cambió de tema. “Pero yo no estoy diciendoadiós.”“No lo ves? Eso demuestra que tengo razón. Soy quien más se preocupa, porque si hede hacerlo…” Podría alguna vez dejar de ser lo suficiente egoísta para hacer locorrecto? Sacudí la cabeza por la desesperación. Tendría que encontrar la fuerza. Ellamerecía una vida. No lo que Alice había visto para ella. “Si dejarlo es lo correcto…” Yesto tenía que ser lo correcto, no? No había ángeles temerarios. Bella no me pertenecía.“Sufriré para evitar que resultes herida, para mantenerte a salvo.”Mientras decía esas palabras, estaba dispuesto a cumplirlas.Me miró fijamente, de alguna manera, mis palabras la habían enfadado. “Acaso piensasque yo no haría lo mismo?” Se quejó enfadada.Tan enfadada, y a la vez tan suave y frágil. Cómo podría herir ella a alguien? “Nuncavas a tener que efectuar la elección,” le dije, deprimido de nuevo por la gran diferenciaentre nosotros.Me miró, con la preocupación sustituyendo al enfado en sus ojos y sacando la pequeñaarruga entre sus ojos.Había algo que no funcionaba bien en el orden del universo, si alguien tan bueno y tanfrágil no merecía un ángel guardián para mantenerla lejos de los problemas.Bueno, pensé con humor sombrío, al menos, tiene un vampiro guardián.Sonreí. Me encantaban mis excusas para quedarme. “Por supuesto, mantenerte a salvose empieza a parecer a un trabajo a tiempo completo que requiere de mi constantepresencia.”Ella también sonrió. “Nadie me ha intentado matar hoy,” dijo divertida, y entonces, suexpresión se volvió especulativa durante medio segundo, y sus ojos se volvieron opacosde nuevo.“Aún,” agregué secamente.“Aún,” agregó para mi sorpresa. Había esperado que se negara a la necesidad deprotección.Cómo puede hacerlo? Ese idiota egoísta! Cómo puede hacernos esto? El penetrantechillido mental de Rosalie se abrió camino en mi concentración.“Tranquila, Rosalie,” Oí a Emmett susurrarle desde el otro lado de la cafetería. Susbrazos estaban alrededor de los hombros de Rosalie, manteniéndola en su sitio –frenándola.Lo siento, Edward, pensó Alice de manera culpable. Rosalie se podía haber enterado dedemasiadas cosas en tu conversación… y, bueno, habría sido peor si no le hubieracontado la verdad. Créeme.Me encogí ante el dibujo mental que le seguía, sobre lo que podría haber pasado si lehubiera dicho a Rosalie que Bella sabía que era un vampiro en casa, donde Rosalie notendría una fachada que esconder. Tendría que esconder mi Aston Martin en algún lugarfuera del estado si ella no se había calmado al terminar las clases. La visión de mi coche

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favorito, destrozado y quemado, era inquietante, sabía que me lo había ganado.Jasper no estaba mucho más contento.Trataría con los otros más tarde. No tenía mucho tiempo para estar con Bella, y no iba amalgastarlo. Y oír a Alice me recordaba que tenía asuntos que atender.“Tengo otra pregunta para ti.” Dije, sacándome la histeria mental de Rosalie de micabeza.“Dispara,” dijo Bella, sonriendo.“Tienes que ir a Seattle este Sábado verdad, o es sólo una excusa para no tener que daruna negativa a tus admiradores?”Me hizo una mueca. “Todavía no te he perdonado por el asunto de Tyler, ya sabes. Esculpa tuya que se haya engañado hasta creer que le voy a acompañar al baile de gala.”“Oh, hubiera encontrado la ocasión para pedírtelo sin mi ayuda. En realidad sólo queríaver tu cara.”Me reí, recordando su expresión horrorizada. Nada sobre lo que le había contado de milado oscuro le había hecho parecer tan horrorizada. La verdad no le asustaba.“Si te lo hubiera pedido, me habrías rechazado?”“Probablemente, no,” dijo. “Pero lo hubiera cancelado después, alegando enfermedad oun tobillo torcido.”Qué extraño. “Por qué?”Movió la cabeza, como si estuviera defraudada de que no lo entendiera a la primera.“Supongo que nunca me has visto en gimnasia, pero creía que tú lo entenderías.”Ah. “Te refieres al hecho de que eres incapaz de caminar por una superficie plana yestable sin encontrar algo con lo que tropezar?”“Obviamente.”“Eso no sería un problema. Todo depende de quién te lleve a bailar.”Durante una breve fracción de segundo, me aplastaba la idea de tenerla entre mis brazosen el baile – donde seguramente llevaría algo bonito y delicado en vez de este horriblesuéter.Con perfecta claridad, recordé como su cuerpo había caída bajo el mío después de quela hubiera apartado del camino de la furgoneta. Pude recordar esa sensación, másfuertemente que el pánico o la desesperación o el malestar. Había sido tan cálido ysuave, adaptándose en mi propia forma…Me arranqué ese recuerdo para volver a la realidad.“Pero aún no me has contestado,” dije rápidamente, evitando que discutiera conmigosobre su torpeza, como claramente había intentado hacer. “Estas decidida a ir a Seattle,o te importaría que fuéramos a un lugar diferente?”De manera enrevesada, le estaba dando la oportunidad de elegir la opción de escarparsede mí. Difícilmente justo para mí. Pero le había hecho una promesa la otra noche…y megustaba la idea de cumplirla, casi tanto como esa idea me aterraba.El sol estaría brillando el sábado. Podría mostrarle como soy en realidad, si fuera losuficientemente valiente para resistir su terror y disgusto. Sabía el lugar donde tomar eseriesgo…“Estoy abierta a sugerencias,” dijo Bella. “Pero he de pedirte un favor.”Un sí limitado. Qué querría de mí?“Cuál?”

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“Puedo conducir?”Era esa su clase de humor? “Por qué?”“Bueno, sobretodo porque cuando le dije a Charlie que me iba a Seattle, me preguntóconcretamente si viajaba sola, como así era en ese momento. Probablemente, no lementiría si me lo volviera a preguntar, pero dudo que lo haga de nuevo, y dejar el cocheen frente de la casa sólo sacaría el tema a colación de forma innecesaria. Y además,porque tu manera de conducir me asusta.”Le puse los ojos en blanco. “De todas las formas por las que te tendría que asustar, a tite preocupa mi conducción.” En serio, su cerebro no funciona bien. Moví mi cabezadisgustado.Edward, me llamó Alice urgentemente.De repente, estaba observando un lugar soleado, puesto al día en una de las visiones deAlice.Era un lugar que conocía muy bien, el lugar que había considerado llevar a Bella, unpequeño prado a donde no había llevado nunca a nadie. Un tranquilo y bonito lugardonde podía estar completamente solo, lo suficientemente lejos de cualquier rastrohumano, en donde incluso mi mente podía descansar en paz y en silencio.Alice también lo reconoció, porque ella me había visto allí hace más de un año, en unode sus parpadeantes e indistinguibles visiones que Alice me había mostrado la mañanaen que salvé a Bella de la furgoneta.Es el mismo lugar, pensó Alice, su mente estaba horrorizada ante algo que noencontraba en la visión. Tensión, quizás, pero horror? Qué quería decir? El mismolugar?Y, entonces, lo vi.Edward! Protestó Alice estridentemente. La quiero, Edward!La excluí.Ella no quería a Bella de la manera en que yo lo hacía. Su visión era imposible. Estabamal. Se había cegado de alguna manera, viendo imposibilidades.Ni siquiera había pasado medio segundo. Bella me estaba mirando con curiosidad,esperando que aprobara su petición. Había visto mi temor, o había sido demasiadorápido para ella?Me centré en ella, en nuestra inacabada conversación, alejando sus visiones defectuosaslo más lejos posible de mis pensamientos. No merecían mi atención.No fui capaz de mantener mi tono juguetón en nuestra broma.“No le quieres decir a tu padre que vas a pasar el día conmigo?” Le pregunté, con untono sombrío en mi voz.Me encogí de nuevo ante las visiones, intentando alejarlas, manteniéndolas fuera de micabeza.“Con Charlie, menos es siempre más,” dijo Bella, acertando en este aspecto. “De todosmodos, a dónde vamos a ir?”Alice estaba equivocada. Muy equivocada. No cabía esa posibilidad. Y esa erasolamente una visión antigua que ahora estaba invalidada. Las cosas habían cambiado.“Va a hacer buen tiempo,” le dije lentamente, luchando contra el pánico y la indecisión.Alice estaba equivocada. Continuaría como si no hubiera oído o visto nada. “Así que,estaré fuera de la atención pública y podrás estar conmigo si así lo quieres.”

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Bella lo entendió a la primera; sus ojos brillaban ilusionados. “Y me enseñarás a qué tereferías con lo del sol?”Quizás, como otras veces antes, su reacción sería lo opuesto a lo que yo esperaba, sonreíante la posibilidad, esforzándome por volver a la actualidad. “Sí. Pero…” Ella no habíadicho que sí. “Pero si no quieres estar a solas conmigo, seguiría prefiriendo que no fueraa Seattle tú sola. Me estremezco al pensar con qué problemas te podrías encontrar enuna ciudad de ese tamaño.”Presionó los labios; se había ofendido.“Sólo en población, Phoenix es tres veces mayor que Seattle, En tamaño físico…”“Pero al parecer, en Phoenix no te había llegado la hora,” dije, interrumpiendo susjustificaciones. “Por lo que preferiría que permanecieras cerca de mí.”Ella podía quedarse junto a mí para siempre, y esto, aún no sería suficiente.No debería pensar de esa manera. Nosotros no tenemos para siempre. Los segundos quepasaron contaron más de lo que nunca lo hicieron antes; cada segundo la cambiabamientras permaneciera sin tocarla.“No me importa estar contigo cuando suceda,” dijo.No, porque sus instintos hacían lo contrario.“Lo sé.” Suspiré. “Pero se lo deberías contar a Charlie.”“Por qué diablos iba a hacer eso?” Preguntó, sonando horrorizada.La miré, las visiones que no conseguía reprimir arremolinándose asquerosamente pormi cabeza.“Para darme algún pequeño incentivo para que te traiga de vuelta.” Siseé. Debería dedarme mucho más, algo que me obligara a tener precaución.Por qué había tenido Alice que mostrarme esto ahora?Bella tragó ruidosamente, y me observó durante largo rato. Qué veía?“Creo que me arriesgaré,” dijo.Ugh! Le emocionaba arriesgar su vida? Ansiaba un disparo de adrenalina?Le fruncí el ceño a Alice, quién se encontró con mi mirada y me lanzó otra pero conadvertencia. Junto a ella, Rosalie estaba con el ceño fruncido furiosamente, pero no meimportó nada. Le dejaría que me destrozara el coche. Sólo era un capricho.“Hablemos de cualquier otra cosa,” sugirió Bella de repente.Volví a mirarla, preguntándome como podía ser tan inconsciente de un asunto comoeste. Por qué no veía el monstruo que yo era?“De qué quieres hablar?”Sus ojos fueron de izquierda a derecha, como si estuviera comprobando que no habíancotillas a la escucha. Debía de estar planeando otro relato mítico. Sus ojos se congelarondurante un segundo y su cuerpo se puso rígido, y entonces, me volvió a mirar.“Por qué te fuiste a ese lugar, Goat Rocks, el último fin de semana? Para cazar? Charliedijo que no era un buen lugar para ir de acampada debido a los osos.”Demasiado obvio, la miré, alzando una ceja.“Osos?” jadeó.Le sonreí irónicamente, haciendo mella en eso. Haría esto que me tomara en serio? Loharía algo?Compuso su expresión. “Ya sabes, no estamos en temporada de osos,” dijo con tonoserio, entrecerrando los ojos.

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“Si lees con cuidado, verás que las leyes recogen sólo la caza con armas.”Bella volvió a perder el control de la expresión durante un momento. Sus labios seabrieron.“Osos?” dijo de nuevo, esta vez fue una pregunta tentativa a pesar de su conmoción.“El favorito de Emmett es el oso pardo.”Observé sus ojos, viendo como reaccionaba.“Hmm,” murmuró. Tomó un trozo de pizza, y bajó los ojos. Masticó pensativamente, yentonces, bebió de su bebida.“Bueno,” dijo, finalmente encontrándose con mis ojos. “Cuál es tu favorito?”Se suponía que debía haber esperado algo como eso, pero no. Bella siempre estabainteresada.“El puma,” respondí bruscamente.“Ah,” dijo en un tono neutral. Sus latidos continuaban siendo estables, como siestuviésemos hablando de un restaurante favorito.Bien, entonces, Si ella quería actuar como que era algo normal…“Por supuesto, debemos tener cuidado para no causar un impacto medioambientaldesfavorable con una caza imprudente.” Le dije, mi voz era imparcial e impasible.“Intentamos concentrarnos en zonas con superpoblaciones de depredadores… Y nosalejamos tanto como sea necesario. Aquí siempre hay ciervos y alces, y nos servirían,pero qué diversión puede haber en eso?”Escuchó con una expresión educada e interesada, como si fuera un profesor dandoclases. Tuve que sonreír.“Claro, que diversión,” murmuró calmadamente, tomando otro trozo de pizza.“El comienzo de la primavera es la estación favorita de Emmett para cazar el oso,” dije,continuando con mi clase. “Acaban de salir de la hibernación y se muestran mucho másirritables.”Setenta años después, y Emmett todavía no había podido olvidar el perder ese primercombate.“No hay nada más divertido que un oso pardo irritado,” admitió Bella, asintiendosolemnemente.No pude evitar reírme entre dientes mientras movía mi cabeza con una calma ilógica.Esto tenía que afectarle de alguna manera. “Dime lo que realmente estas pensando, porfavor.”“Me lo intento imaginar, pero no puedo,” dijo, apareciéndole una arruga entre las cejas.“Cómo cazáis un oso sin armas?”“Oh, las tenemos,” le dije, y entonces, le exhibí una amplia sonrisa. Esperaba queretrocediera, pero permaneció quieta, observándome. “Sólo que no de la clase de armasque se contempló al legislar las leyes de caza. Si has visto atacar a un oso en latelevisión, tendrías que poder visualizar cómo caza Emmett.”Miró a hurtadillas hacia la mesa donde se encontraban los otros sentados, y seestremeció.Finalmente. Y entonces, me reí, porque sabía que gran parte de mí deseaba que sequedara.Sus oscuros ojos estaban muy abiertos y ahora me miraban profundamente. “También túte pareces a un oso?” Preguntó en casi un susurro.

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“Más al puma, o eso me han dicho,” le dije, esforzándome por sonar imparcial otra vez.“Tal vez nuestras preferencias sean significativas.”Sus labios se curvaron un poquito. “Tal vez,” repitió. Y entonces, su cabeza se inclinóhacia el lado, y la curiosidad se veía claramente en sus ojos. “Es algo que podría llegar aver?”No necesité imágenes de Alice para ver el horror, mi imaginación era suficiente.“Absolutamente no,” gruñí.Se echó hacia atrás, sus ojos estaban aturdidos y asustados.Me incliné también, esperando a que pusiera espacio entre nosotros. Ella no iba a verlonunca, verdad? Ella no haría nada que me ayudara a mantenerla con vida.“Demasiado aterrador para mí?” Preguntó, su voz era firme. Su corazón, sin embargo,todavía se estaba moviendo a doble ritmo.“Si fuera eso, te sacaría fuera esta noche,” le dije a través de mis dientes. “Necesitas unasaludable dosis de miedo. Nada te podría sentar mejor.”“Entonces, por qué?” se quejó, alentada.La miré fijamente, esperando a que se asustara. Yo estaba asustado. Podía imaginarmeclaramente, teniendo a Bella cerca de mí mientras cazaba…Sus ojos emanaban curiosidad, impaciencia, nada más. Esperaba mi respuesta, no cedía.Pero nuestro tiempo había terminado.“Más tarde,” contesté, y me levanté. “Vamos a llegar tarde.”Miró alrededor suya desorientada como si hubiera olvidado que estábamos en elalmuerzo. Como incluso si hubiera olvidado que estábamos en el instituto, sorprendidade que no estuviéramos solos en algún lugar privado. Entendí ese sentimientoperfectamente. Era difícil acordarse del resto del mundo cuando estaba con ella.Se levantó rápidamente, balanceándose a la vez, y puso su mochila sobre su hombro.“Entonces, más tarde,” dijo, y pude ver su decisión marcada en su boca; haría que locumpliese.

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Capítulo 12: COMPLICACIONES

Bella y yo caminamos en silencio hacia biología. Yo estaba intentando centrarme en esemomento, en la chica que estaba junto a mí, en lo real y sólido, o cualquier cosa quepudiera mantener el engaño de Alice, visiones sin significado en mi cabeza.Pasamos junto a Angela Weber, que permanecía en el pasillo, discutiendo sobre untrabajo con un chico de su clase de Trigonometría. Le eché un vistazo a suspensamientos superficialmente, esperando más decepción, solamente para sersorprendido por su nostálgico tono.Ah, así que había algo que Angela quería. Desafortunadamente, no era algo fácil quepudiese ser envuelto.Me sentí extrañamente aliviado durante un momento, oyendo los gritos desesperanzadosde Angela. Un sentimiento de afinidad, que Angela nunca sabría que había sentido, yyo, en ese segundo, era al ser el tipo de chica humana amable.Estaba extrañamente consolado de saber que no era el único en vivir en una trágicahistoria de amor. El corazón estaba roto por todas partes.Al siguiente segundo, estaba repentinamente y minuciosamente irritado. Porque lahistoria de Angela no tenía que ser trágica. Ella era humana y él era humano y ladiferencia que le parecía tan insuperable en su cabeza era ridícula, realmente ridículacomparada con mi propia situación. No había lugar en su roto corazón. Era una tristezamalgastada, cuando no había razón válida para que no estuviera con quien quería. Porqué no podía tener lo que quería? Por qué no podía tener esta historia un final feliz?Quería darle su regalo… Bueno, le daría lo que ella quisiese. Sabiendo que era denaturaleza humana, probablemente, no sería muy difícil. Analicé cuidadosamente lainconsciencia del chico que estaba junto a ella, el objeto de su afección, y él no parecíaestar poco dispuesto, él estaba obstaculizado por la misma dificultad que ella. Sinesperanzas y resignado, de la manera en que ella lo estaba.Todo lo que tenía que hacer era planear la sugerencia…La forma del plan era fácil, el guión estaba escrito por sí mismo, sin esfuerzo por miparte. Necesitaría la ayuda de Emmett – conseguir involucrarlo iba a ser la únicadificultad. La naturaleza humana era mucho más fácil de manipular que la naturaleza deun vampiro.Estaba contento con mi plan, con mi regalo para Angela. Era una agradable desviaciónde mis propios problemas. Se arreglarían los míos tan fácilmente?Mi estado de ánimo mejoró ligeramente cuando Bella y yo nos sentamos. Quizás,debería ser más positivo. Quizás, había alguna solución para nosotros que se me estabaescapando, la solución de Angela era obvia, aunque no tanto para ella. Con pocaprobabilidad… Pero por qué malgastar el tiempo con la desesperación? No tenía tiempoque perder cuando se trataba de Bella. Cada segundo contaba.El Sr. Banner entró llevando un antiguo televisor y un video. Él se estaba saltando untema del que no estaba muy interesado – desordenes genéticos – y por ello nosmostraría una película durante los próximos tres días. El aceite de Lorenzo no era unapieza muy agradable, pero eso no evitó la emoción en la habitación. Nada de apuntes,sin material de prueba. Durante tres días. Los humanos estaban llenos de júbilo.

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De todas maneras, a mí no me importaba. No había planeado prestar atención a nadaque no fuera Bella.Hoy no puse mi silla alejada de la suya, para darme espacio para poder respirar. En vezde eso, me senté junto a ella, como haría cualquier humano normal. Más próximos acuando nos sentábamos en mi coche, lo suficientemente cerca como para dejar que laparte izquierda de mi cuerpo se sumergiera en el calor de su piel.Era una experiencia extraña, y a la vez agradable, pero prefería esto a sentarme en frentede ella en la mesa. Fue más de lo que estaba habituado, y aún así, rápidamente me dicuenta de que no era suficiente. No estaba satisfecho. Estar cerca de ella sólo hacia quequisiera estar aún más cerca. Era más fuerte cuánto más cerca estaba.La había acusado de ser un imán para el peligro. Ahora, sentía que era una verdadliteral. Yo era peligroso, y, cada centímetro que me permitía acercarme a ella, másfuerte se hacia la atracción.Y entonces, el Sr. Banner apagó las luces.Era extraño cuanta era la diferencia, considerando que la carencia de luz significabapoco para mis ojos. Todavía podía ver tan perfectamente bien como antes. Cada detallede la habitación era claro.Así que por qué esta repentina conmoción por la electricidad en el aire, en estaoscuridad que no era oscuridad para mí? Era porque sabía que era el único que podía verclaramente? Que ambos, Bella y yo éramos invisibles para los otros? Como siestuviéramos a solas, sólo nosotros dos, escondidos en una habitación oscura, sentadostan cerca el uno junto al otro…Mi mano se movió hacia la suya sin mi permiso. Sólo para tocar su mano, paramantenerla en la oscuridad. Sería eso un error terrible? Si mi piel le molestaba, ellasolamente la apartaría…Retiré mi mano de vuelta, cruzándome los brazos fuertemente alrededor de mi pecho ycon las manos apretadas. Sin errores. Me había prometido que no cometería errores, noimportaba lo insignificantes que parecieran. Si le cogía la mano, sólo querría más – otroinsignificante contacto, otro movimiento que me acercara más a ella. Podía sentirlo. Unnuevo tipo de deseo estaba creciendo en mí, trabajando por desviar mi autocontrol.Sin errores.Bella cruzó sus brazos sobre su propio pecho, y con los puños de sus manos cerrados,como los míos.En qué estas pensando? Me moría por susurrarle esas palabras, pero la habitaciónestaba demasiado silenciosa para incluso llevar a cabo una conversación en susurros.La película empezó, iluminando la estancia sólo un poquito. Bella me lanzó una mirada.Bella notó mi postura rígida – como la suya – y sonrió. Sus labios se separaronligeramente, y sus ojos parecieron llenos de cálidas invitaciones.O quizás, estaba viendo lo que quería ver.Le devolví la sonrisa; su respiración vino acompañada por un bajo jadeo y rápidamentedesvió la mirada.Eso lo hizo peor. Yo no conocía sus pensamientos, pero repentinamente sentía que eraalgo positivo que hubiera tenido razón antes, de que ella también quería tocarme. Ellahabía sentido este peligroso deseo, al igual que yo.Entre su cuerpo y el mío, fluía la electricidad.

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Bella no se movió en toda la hora, manteniéndose rígida, controlando su postura comoyo hacía con la mía. Ocasionalmente, me miraba a hurtadillas, y la corriente me dabasacudidas conmocionándome repentinamente.La hora pasó – lentamente, pero aún así no lo suficientemente lenta. Esto era nuevo paramí, podría haber permanecido sentado así con ella, durante días, sólo para experimentareste sentimiento.Había tenido una docena de diferentes debates conmigo mismo mientras los minutospasaban, la lucha racional a la vez con el deseo mientas intentaba justificar el tocarla.Finalmente, el Sr. Banner volvió a encender las luces.Con el brillo de las luces fluorescentes, la atmósfera de la habitación volvió a sernormal. Bella suspiró y se estiró, flexionando sus dedos delante de ella. Debía de habersido incómodo para ella mantener esa posición durante tanto tiempo. Era más fácil paramí – el estar inmóvil era algo natural para mí.Me reí entre dientes al darme cuenta de la expresión de su cara. “Vaya, a sidointeresante.“Umm,” murmuró, claramente no entendía a que me refería, pero no hizo ningúncomentario. Qué no habría dado por oír lo que estaba pensando ahora mismo.Suspiré. El desearlo no iba a ayudarme.“Nos vamos?” Pregunté, levantándome.Hizo un gesto con la cara y se levantó de manera inestable, extendiendo sus manoscomo si estuviese asustada por caerse.Podría ofrecerle mi mano. O podría colocar la mano debajo de su codo – sóloligeramente – para estabilizarla. Seguramente esa no sería una infracción tan horrible…Sin errores.Estuvo muy callada mientras íbamos hacia gimnasia. La arruga de su entrecejo era muyevidente, una señal que se profundizaba por estar pensando. Yo también estabapensando bastante.Un roce con su piel no la dañaría, mi lado egoísta así me lo afirmaba.Podría fácilmente moderar la presión de mi mano. Eso no era muy difícil, cuanto mástiempo pasaba, más firmemente me controlaba. Mi sentido del tacto estaba mejordesarrollado que el de los humanos; podía jugar con una docena de copas de cristal sinromperlas; podía acariciar una pompa de jabón sin explotarla. Tanto tiempo como yomantuviera el control…Bella era como una pompa de jabón – frágil y efímero. Temporal.Cuánto tiempo sería capaz de justificar mi presencia en su vida? Cuánto tiempo tenía?Tendría otra oportunidad como esta, como en este momento, como en este segundo?Ella no estaría siempre al alcance de mi mano…Bella volvió su cara hacia mí en la puerta del gimnasio, y sus ojos se ensancharon al verla expresión de mi cara. Ella no habló. Me miré a mí mismo en el reflejo de sus ojos yvi el conflicto de mi rabia. Observé como cambiaba mi cara a mejor perdiendo esedebate interno que me delataba.Mi mano se levantó sin ser consciente de la orden que había hecho que hiciera eso. Tansuave como si ella fuera hecha del cristal más fino, como si fuera tan frágil como unapompa, mis dedos acariciaron la cálida piel que cubría sus mejillas. Era cálido, podíasentir el pulso de su sangre como circulaba bajo su piel transparente con rapidez.

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Suficiente, me ordené, aunque mi mano ansiaba quedarse en su cara. Suficiente.Fue difícil retirar mi mano, para evitar acercarme más a ella de lo que ya estaba. Milesde diferentes posibilidades atravesaron mi mente en un instante – mil maneras diferentesde tocarla. La yema de mi dedo trazando la forma de sus labios. Mi palma colocándosebajo su barbilla. Dejando que su pelo se entrelazara por mi mano. Mis brazos rodeandosu cintura, manteniéndola contra mi cuerpo.Suficiente.Me forcé a volverme, a alejarme de ella. Mi cuerpo se movió rígidamente – indispuesto.Dejé que mi mente persistiera en observarla mientras me marchaba rápidamente, casicorriendo de la tentación. Alcancé los pensamientos de Mike Newton – eran los másruidosos – mientras observaba a Bella andar delante de él como inconsciente, sus ojosestaban desenfocados y sus mejillas estaban rojas. Él frunció el ceño y de repente minombre se mezcló en su cabeza con maldiciones; sonreí ligeramente en respuesta.Sentí un hormigueo en mi mano. La flexioné y luego la cerré, pero continuabapicándome sin dolor.No, no la había herido – pero tocarla todavía seguía siendo un error.Era como una quemadura – como la sed que ardía en mi garganta que se habíaextendido por todo mi cuerpo.La próxima vez que estuviese cerca de ella, sería capaz de detenerme de tocarla denuevo? Y si la tocaba de nuevo, sería capaz de detenerme?No más errores. Eso era, Saborea el recuerdo, Edward, me dije sombríamente, ymantén tus manos alejadas. Eso, o tendría que forzarme a marcharme… de algunaforma. Porque no podía permitirme estar cerca de ella si insistía en cometer errores.Inspiré profundamente e intenté calmar mis pensamientos.Emmett me alcanzó fuera de la clase de Literatura.“Hey, Edward.” Parece que tiene mejor aspecto. Raro, pero mejor. Feliz.“Hey, Emmett.” Parezco feliz? Supongo, que después del caos en mi cabeza, me sientade esa manera.Mantén tu boca cerrada, tío. Rosalie quiere desgarrarte la lengua.Suspiré. “Siento haberte involucrado en eso. Estas enfadado conmigo?”“No. Se le pasará. Iba a pasar de todas maneras.” Con que Alice lo hubiera visto venir…Las visiones de Alice no era en lo que quería pensar ahora mismo. Mantuve mis dientesapretados.Mientras buscaba una distracción, vi a Ben Cheney entrar en la clase de Español delantenuestra. Ah – aquí estaba mi oportunidad de darle a Angela Weber su regalo.Me detuve y cogí el brazo de Emmett. “Espera un segundo.”Qué pasa?“Sé que no lo merezco, pero podrías hacerme un favor?”“De qué se trata?” Preguntó, curioso.Bajo mi respiración – y con tanta rapidez que harían las palabras incomprensibles paralos humanos no importara lo alto que estuviésemos hablando – le expliqué lo quequería.Me observó sin expresión alguna cuando hube terminado, sus pensamientos estaban tanvacíos como su cara.“Entonces?” le insté. “Me ayudarás?”

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Le llevó un minuto responder. “Pero, por qué?”“Vamos, Emmett. Por qué no?”Quién eres tú y qué has hecho con mi hermano?“No eras tú el que se quejaba de que el instituto era siempre igual? Esto es algo unpoquito diferente, no? Considéralo como un experimento – un experimento en lanaturaleza humana.”Me observó durante un rato antes de decidirse. “Vale, esto es diferente, te daré eso…Vale, esta bien.” Emmett bufó y entonces, se encogió de hombros. “Te ayudaré.”Le sonreí, sintiéndome más entusiasmado sobre mi plan ahora que él estaba abordo.Rosalie era otra cosa, pero siempre le debería una a Rosalie por elegir a Emmett; nadietenía un hermano mejor que el mío.Emmett no necesitaba practicar. Le susurré su guión mientras entrábamos en clase.Ben ya estaba en su asiento detrás del mío, arreglando sus deberes para entregarlos.Emmett y yo nos sentamos e hicimos lo mismo. La clase todavía no estaba en silencio;los murmullos continuarían hasta que la Sra. Goff llamara la atención. Ella no teníaprisa, estaba valorando las preguntas de la última clase.“Así que,” dijo Emmett, su voz era más alta de lo necesario – si él estuviera hablándomesolamente a mí. “Todavía no le has pedido salir a Angela Weber?”Se oyó como crujían los papeles de detrás de mí al detenerse bruscamente mientras Bense quedaba congelado, su atención se centró en nuestra conversación.Angela? Están hablando sobre Angela?Bien. Ya tenía su interés.“No.” Dije, negando con la cabeza lentamente para parecer arrepentido.“Por qué no?” Improvisó Emmett. “Eres un gallina?”Le hice una mueca. “No. He oído que está interesada en otro.”Edward Cullen va a pedirle salir a Angela? Pero… No. Eso no me gusta. No quiero queél esté cerca de ella. Él… no es bueno para ella. No…es seguro.No había pensado en la caballerosidad, en el instinto protectivo. Había estadotrabajando en los celos. Pero de todas formas había funcionado.“Vas a dejar que eso te detenga?” Preguntó Emmett con desprecio, improvisando otravez.“No estas por encima de la competencia?”Le miré, pero hice uso de lo que me dio. “Mira, creo que de verdad le gusta este tíollamado Ben. No voy a intentar convencerla de otra cosa. Hay otras chicas.”La reacción en la silla de atrás fue eléctrica.“Quién?” Preguntó Emmett, de vuelta al guión.“Mi compañero de laboratorio dice que era un chico llamado Cheney. Pero no estoyseguro de quién es.”Evité sonreír. Sólo los arrogantes Cullens podían escaparse de pretender que conocían acada estudiante de este pequeño instituto.La cabeza de Ben se giró por el shock. Yo? Por encima de Edward Cullen? Pero porqué le gustaría?“Edward,” me murmuró Emmett en voz baja, señalándome al chico con los ojos. “Élestá justo detrás de ti,” dijo, tan obviamente que cualquier humano podría haber leídofácilmente las palabras.

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“Oh,” murmuré.Me volví en mi asiento y miré al chico que estaba detrás de mí. Durante un segundo, losojos oscuros de detrás de las gafas estaban asustados, pero entonces, se puso rígido ycuadró sus estrechos hombros, afrentado por mi clara evaluación de menosprecio. Sacósu barbilla y un rubor por el enfado oscureció su piel dorada.“Huh,” dije arrogantemente mientras me volvía hacia Emmett.Él piensa que es mejor que yo. Pero Angela no. Se lo mostraré…Perfecto.“No decías que ella iba a llevar al baile a Yorkie?” Preguntó Emmett, bufando mientrasdecía el nombre del chico al que tantas veces había despreciado por su torpeza.“Esa a sido una decisión grupal aparentemente.” Quería asegurarme que Ben tenía claroesto. “Angela es tímida. Si B - bueno, si ese chico no tiene el valor de pedirle salir, ellanunca se lo pedirá.”“Te gustan las chicas tímidas,” dijo Emmett, saliéndose de la improvisación. Chicascalladas. Chicas como…hmm, no lo sé. Quizás Bella Swan?Le sonreí abiertamente. “Exactamente.” Y entonces volví a la representación. “Puedeque Angela se canse de esperar. Puede que le pida ir al baile.”No, no lo harás, pensó Ben, enderezándose en su silla. Qué pasa si ella es más alta queyo? Si a ella no le importa, a mí tampoco. Ella es la más simpática, lista y guapa detodo el instituto… y ella me quiere.Me gustaba este Ben. Parecía listo y bienintencionado. Quizás incluso mereciera a unachica como Angela.Le hice una señal a Emmett con el dedo por debajo del escritorio mientras la Sra. Goffse ponía en posición y saludaba a la clase.Vale, lo admitiré – ha sido divertido, pensó Emmett.Le sonreí, agradecido de que hubiera sido capaz de formar una historia de amor confinal feliz. Era positivo que Ben llegara hasta el final, y que Angela recibiese mianónimo regalo. Mi deuda estaba pagada.Qué estúpidos que eran los humanos, dejar que seis dedos de diferencia en la alturacondenaran su felicidad.Mi éxito me puso de buen ánimo. Volví a sonreír mientras me acomodaba en mi silla yme preparaba para divertirme. Después de todo, como Bella había apuntado en elalmuerzo, yo nunca la había visto en acción en su clase de gimnasia.Los pensamientos de Mike eran los más precisos de todas las voces que farfullaban enel gimnasio. Su mente se me había hecho muy familiar durante las últimas semanas.Con un suspiro, me resigné a escuchar a través de él. Al menos, podía asegurarme deque le estaría prestando atención a Bella.Justamente le estaba oyendo ofrecerse como compañero de badminton; mientras élhacía la sugerencia, el otro compañero apareció en su mente. Mi sonrisa se desvaneció,mis dientes se apretaron, y tuve que recordarme que asesinar a Mike Newton no era unaopción permisible.“Gracias, Mike – no tienes por qué hacerlo, ya lo sabes.”“No te preocupes, me mantendré lejos de tu camino.”Se sonrieron el uno al otro, y destellos de numerosos accidentes – siempre de algunamanera conectados con Bella – destellos a través de la cabeza de Mike.

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Mike jugó solo al principio, mientras Bella dudaba en la parte de atrás de la pista,sosteniendo su raqueta con pies de plomo, como si fuera alguna clase de arma.Entonces, el entrenador Clapp pasó por allí y ordenó a Mike que dejara jugar a Bella.Oh oh, pensó Mike mientras Bella se movía hacia a él con un suspiro, manteniendo suraqueta en un ángulo complicado.Jennifer Ford sirvió directamente el volante hacia Bella con un engreído giro hacia ella.Mike vio a Bella darle sacudidas, balanceando la raqueta a bastante distancia de suobjetivo, y Mike se precipitó a intentar salvar la volea.Observé la trayectoria de la raqueta de Bella con alarma, la raqueta golpeaba la tensared y rebotaba hacia ella, golpeándose en la frente antes de golpear el brazo de Mikecon un resonante chasquido.Ow. Ow. Ungh. Eso va a dejar una magulladura.Bella se estaba frotando la frente. Era difícil permanecer en mi sitio donde debía deestar, sabiendo que estaba herida. Pero qué podía hacer, si estuviera allí? Y no parecíaque fuese algo serio… Dudé, observando. Si Bella tenía intención de continuar jugando,tendría que inventarme una escusa para sacarla de clase.El entrenador se rió. “Lo siento, Newton.” Esa chica es la peor maldición que nunca hevisto. No debería colocársela a otros…Les dió la espalda deliberadamente y se fue a observar otro juego para que Bellapudiese volver a su papel de espectador.Ow, pensó otra vez Mike, masajeándose su brazo. Se volvió a Bella. “Estas bien?”“Sí, y tu?” Preguntó tímidamente, sonrojada.“Creo que lo soportaré.” No quiero sonar como un bebe. Pero, tío, esto duele!Mike movió su brazo, encogiéndose.“Me quedaré aquí atrás,” dijo Bella, más avergonzada y disgustada que dolorida.Quizás Mike se había llevado la peor parte. En verdad esperaba que ese fuera el caso. Almenos, Bella ya no estaba jugando. Sostuvo su raqueta cuidadosamente detrás de suespalda, con los ojos llenos de remordimiento… Tuve que disimular mi risa con una tos.Que es tan divertido? Quiso saber Emmett.“Luego te lo cuento,” le murmuré.Bella no se arriesgó a jugar otra vez. El entrenador la ignoró y dejó a Mike jugar solo.Me di prisa por terminar las preguntas al final de la hora, y la Sra. Goff me dejó irmeantes. Estaba escuchando atentamente a Mike mientras cruzaba el patio. Él habíadecidido enfrentarse a Bella sobre mí.Jessica jura que están saliendo. Por qué? Por qué ha tenido que elegirla?Él no reconocía lo realmente extraordinario – ella me había elegido a mí.“Así que…”“Así…qué? Preguntó.“Tú y Cullen, eh?” Tu y el bicho raro. Creo que si lo que es importante es un chicorico…Apreté los dientes ante su degradante suposición.“No es de tu incumbencia, Mike.”Defensiva. Así que es verdad. Mierda. “No me gusta.”“No tiene por qué,” contestó bruscamente.Por qué no puede ver que es una atracción de circo? Como los otros. La manera en que

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la mira. Me da escalofríos. “Te mira como si… como si fueras algo comestible.”Me encogí, esperando su respuesta.Su cara se puso roja, y presionó sus labios como si estuviera aguantando la respiración.Entonces, de repente, una risilla surgió de sus labios.Ahora se está riendo de mí. Genial.Mike se volvió, con pensamientos malhumorados.Me incliné contra la pared del gimnasio e intenté tranquilizarme.Cómo podía haberse reído de la acusación de Mike – tan cerca de acertar que empecé apreocuparme de que Forks estuviese empezando a ser demasiado consciente… Por quése reiría de la sugerencia de que podría matarla, cuando ella sabía que era verdad?Dónde estaba lo cómico?Qué estaba mal en ella?Tenía un sentido de humor mórbido? Eso no se ajustaba a mí idea de ella, pero cómopodría estar seguro? O puede que mi sueño mientras estaba despierto sobre elvertiginoso ángel era cierto en un aspecto, y ella no conocía el miedo. Valiente – estaera la palabra. Otras serían estúpidas, pero sabía lo inteligente que era. No importabacual fuese la razón, esta carencia de miedo o el retorcido sentido de humor no era buenopara ella. Era esta extraña carencia lo que la ponía en peligro constantemente? Puedeque siempre me necesitase aquí…Debido a eso, mi estado de ánimo se elevó considerablemente.Si pudiera disciplinarme, serenarme, entonces, quizás, estaría bien quedarme con ella.Cuando atravesó las puertas del gimnasio, sus hombros estaban rígidos y su labioinferior estaba otra vez entre sus dientes – una señal de ansiedad. Pero tan pronto comosus ojos se encontraron con los míos, sus hombros rígidos se relajaron y una ampliasonrisa atravesó su cara. Era una extraña expresión sosegada. Caminó directamentehacia mi lado sin dudar, sólo deteniéndose hasta que estuvo tan cerca que el calor de sucuerpo me alcanzó como una ola.“Hola,” susurró.La felicidad que sentí en este momento fue, otra vez, sin precedente.“Hola,” dije, y entonces – debido a que mi estado de ánimo estaba de repente muy altono pude resistirme a bromear – añadí, “Cómo te fue en gimnasia?”Su sonrisa flaqueó. “Bien.”Era una pobre mentirosa.“De verdad?” le pregunté, apunto de apuntar hacia el tema – todavía estaba preocupadopor su cabeza; tenía dolor? – pero entonces, los pensamientos de Mike Newton fuerontan fuertes que me distrajeron.Le odio. Desearía que se muriese. Espero que conduzca ese brillante coche y vayadirectamente hacia un acantilado. Por qué no puede simplemente dejarla en paz?Quedándose con los de su clase – con los bichos raros.“Qué pasa?” se quejó Bella.Mis ojos se volvieron a centrar en su cara. Miró a la espalda de Mike que se estabaretirando, y entonces, de nuevo a mí.“Newton me saca de mis casillas,” admití.Su boca se abrió, y su sonrisa desapareció. Debe de haber olvidado que tengo el poderde poder observarla en su calamitosa última hora, o puede que esperara que no lo

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hubiera utilizado. “No habrás estado escuchando otra vez?”“Cómo va esa cabeza?”“Eres increíble!” dijo a través de sus dientes, y entonces, se alejó de mí, dirigiéndosefuriosamente hacia el aparcamiento. Su piel estaba totalmente roja – estabaavergonzada.Mantuve su paso, esperando que su enfado se le pasase pronto. Ella normalmente meperdonaba rápido.“Fuiste tú quien mencionaste que nunca te había visto en clase de gimnasia,” leexpliqué. “Eso despertó mi curiosidad.”No me respondió; sus cejas se juntaron.Ella llegó a un repentino gentío en medio del aparcamiento, y se dio cuenta de que micoche estaba bloqueado por una multitud de estudiantes, todos chicos.Me pregunto cuanta velocidad pueden alcanzar en esta cosa…Mira las palas de cambio del SMG. Nunca había visto estos fuera de una revista…Bonitas llantas…Seguramente desearía tener sesenta mil dólares alrededor mío…Esto era exactamente el motivo por el que era mejor para Rosalie usar su cochesolamente fuera de la ciudad.Atravesé la multitud de lujuriosos chicos para llegar a mi coche; después de un segundode duda, Bella me siguió.“Ostentoso,” murmuré mientras se montaba en el coche.“Qué tipo de coche es?” Preguntó.“Un M3.”Frunció el ceño. “No hablo jerga de Car and Driver.”“Es un BMW.” Entorné los ojos y entonces, me centré en salir sin atropellar a nadie.Tuve que entornar mis ojos a algunos chicos que no parecían estar dispuestos a quitarsede en medio. Al medio segundo de encontrarse con mi mirada parecían losuficientemente dispuesto a apartarse.“Sigues enfadada?” Le pregunté. Su ceño se había relajado.“Muchísimo,” respondió secamente.Suspiré. Quizás no debería haber sacado el tema. Oh, bueno. Podía intentar enmendarlo,supongo. “Me perdonarías si te pido disculpas?”Pensó en eso durante un momento. “Puede… si lo dices de verdad,” decidió. “Yprometes no hacerlo otra vez.”No iba a mentirle, y no había manera que yo estuviese de acuerdo con eso. Quizás si leofrecía otra cosa.“Que te parece si me disculpo sinceramente y accedo a dejarte conducir el Sábado?” Meencogí internamente al pensarlo.El surco surgió entre sus ojos mientras consideraba el nuevo pacto. “Hecho,” dijodespués de un momento.Ahora a por mi disculpa… Nunca había intentado deslumbrarla a propósito antes, peroeste parecía un buen momento. La mire profundamente a los ojos mientras conducíaalejándome del instituto, preguntándome si estaba haciendo lo correcto. Usé un tonomás persuasivo.“Entonces, lamento haberte molestado.”

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Los latidos de su corazón se hicieron más fuertes que antes. Sus ojos se abrieron más,pareciendo un poco aturdida.Medio sonreí. Parecía como si lo hubiera conseguido. Por supuesto, también estabateniendo un poco de dificultad para apartar la mirada de sus ojos. Ambos nosdeslumbrábamos. Menos mal que tenía este camino memorizado.“A primera hora de la mañana del Sábado estaré en el umbral de tu puerta,” añadí,terminando con el acuerdo.Parpadeó rápidamente, sacudiéndose la cabeza como si intentara aclararla. “Um,” dijo,“Que sin explicación alguna, un Volvo se quede en la carretera no me va a ser de muchaayuda con Charlie.”Ah, que poquito me conocía todavía. “No tengo intención de traer el coche.”“Cómo –“ empezó a preguntar.La interrumpí. La respuesta sería difícil de explicar sin una demostración, y ahora esoera difícil. “No te preocupes. Estaré ahí sin coche.”Puso su cabeza a un lado, y pareció durante un segundo que iba a continuar presionandopor más, pero entonces, pareció que cambió de idea.“Ya es más tarde?” Preguntó, recordándome nuestra conversación inacabada de lacafetería; ella había dejado ir la pregunta difícil sólo para volver a otra que era aúnmenos interesante.“Supongo que sí,” añadí de mala gana.Aparqué delante de su casa, tenso mientras intentaba pensar en como explicarle…comohacer que mi naturaleza monstruosa fuese aún más evidente, sin asustarla de nuevo. O,era eso malo? Para minimizar mi oscuridad?Esperó con el mismo interés educado que en el almuerzo. Si hubiera estado menosansioso, su absurda calma me habría hecho reír.“Y aún quieres saber por qué no puedes verme cazar?” Pregunté.“Bueno, sobre todo me preguntaba el motivo de tu reacción,” dijo.“Te asusté?” Pregunté, seguro de que lo negaría.“No.”Intenté no sonreír y fallé. “Lamento haberte asustado.” Y entonces, mi sonrisa sedesvaneció con el momentáneo humor. “Fue sólo la simple idea de que estuvieras allí…mientras cazábamos.”“Estaría mal?”La imagen mental era demasiado – Bella, tan vulnerable en la vacía oscuridad;conmigo, fuera de control… Intenté sacar esa imagen de mi cabeza. “En grado sumo.”“Porque…?”Inspiré profundamente, concentrándome durante un momento en la ardiente sed.Sintiéndola, manejándola, probando mi dominio sobre ella. Nunca me controlaría –estaba dispuesto a que eso fuese verdad. Sería seguro para ella. Miré hacia las nubesvenideras sin verlas, deseando poder creer que mi decisión significaría algo si estabacazando, cuando me encontrase con su olor.“Nos entregamos por completo a nuestros sentidos cuando cazamos,” le dije, pensandoen cada palabra antes de decirlas. “Nos regimos menos por nuestras mentes. Dominasobre todo el sentido del olfato. Si estuvieras en cualquier lugar cercano cuando pierdoel control de esa manera…”

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Sacudí mi cabeza por la agonía que sentía al pensar en qué – no qué podría, pero en qué– seguramente pasaría entonces.Escuché el ritmo de los latidos de su corazón, y entonces se volvieron, inquietos, y mepuse a evaluar sus ojos.La cara de Bella estaba compuesta, con los ojos serios. Su boca estaba ligeramentefruncida en lo que pensaba que era preocupación. Pero preocupación por qué? Por suseguridad? O por mi angustia? Continué mirándola, intentando traducir su expresiónambigua en algún hecho.Me devolvió la mirada. Sus ojos se agrandaron después de un momento, y sus pupilas sedilataron, a pesar de que la luz no había cambiado.Mi respiración se aceleró, y de repente el silencioso coche pareció ser un murmullo,como el la oscura clase de biología de esta tarde. La corriente eléctrica fluía entrenosotros de nuevo, y mi deseo de tocarla era, en pocas palabras, más fuerte incluso quela demanda de mi sed.La palpitante electricidad me hizo sentir como si tuviera pulso de nuevo. Mi cuerposeguía el ritmo. Como si fuera humano. Más que cualquier otra cosa en el mundo,quería sentir el calor de sus labios contra los míos. Durante un segundo, luchédesesperadamente por encontrar la fuerza, el control, para ser capaz de poner mi boca losuficientemente cerca de su piel…Bella inspiró profundamente, y fue sólo entonces, cuando me dí cuenta de que yo habíaempezado a respirar más rápido, mientras que ella había dejado de respirar a la vez.Cerré mis ojos, intentando romper la conexión entre nosotros.No más errores.La existencia de Bella estaba atada a una balanza de miles de delicados procesosquímicos, que fácilmente podrían desbaratarse. La expansión rítmica de sus pulmones,el flujo de oxígeno, era la vida o la muerte para ella. El ritmo de su frágil corazón podíadetenerse por muchos estúpidos accidentes o enfermedades o… por mí.No creía posible que ningún miembro de mi familia dudara, si él o ella pudieran tener laoportunidad de volver – si él o ella pudieran pactar la inmortalidad por la mortalidad denuevo. Cada uno de nosotros soportaría quemarse por esto. Quemarse durante tantosdías o siglos como fueran necesarios.La mayoría de los de nuestra clase apreciaba la inmortalidad por encima de cualquiercosa. Habían incluso humanos que lo anhelaban, quienes buscaban en lugares oscurospor aquellos que pudiesen darles el más oscuro de los regalos…No, nosotros. No mi familia. Nosotros haríamos cualquier cosa por ser humanos.Pero ninguno de nosotros había estado tan desesperado como yo por volver a ser comoera.Miré fijamente los agujeros y defectos microscópicos del parabrisas, como si hubieraalguna solución oculta en el cristal. La electricidad no se había desvanecido, y tuve queconcentrarme en mantener mis manos sobre el volante.Mi mano derecha empezaba a escocerme pero sin dolerme otra vez, como cuando lahabía tocado antes.“Bella, creo que ahora deberías entrar en casa.”Me obedeció a la primera, sin ningún comentario, saliendo del coche y cerrando lapuerta detrás de ella. Había sentido la potencia del desastre tan claramente como yo?

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Le dolía marcharse, como a mi me dolía dejarla ir? El único consuelo era que la veríapronto. Más pronto de lo que ella me vería a mí. Sonreí ante eso, entonces, bajé laventanilla y me incliné hacia ella para hablarle una vez más – ahora era más seguro, conel calor de su cuerpo fuera del coche.Se volvió para ver que quería, curiosa.Todavía con curiosidad, ya que ella me había hecho un montón de preguntas hoy. Micuriosidad estaba totalmente insatisfecha; responder a sus preguntas hoy, sólo habíarevelado mis secretos – Yo solamente había conseguido un poquito de ella a base de mispropias conjeturas. Eso no era justo.“Bella?”“Si?”“Mañana me toca a mí.”Su frente se arrugó. “El qué te toca?”“Hacer las preguntas.” Mañana, cuando estuviésemos en un lugar más seguro, rodeadode testigos, conseguiría mis propias respuestas. Sonreí ampliamente al pensarlo, yentonces, me volví, ya que ella no tuvo intención de moverse para marcharse. Inclusocon ella fuera del coche, el eco de la electricidad seguía revoloteando en el aire. Yotambién quería salir, caminar hacia su puerta con ella con una escusa para quedarmejunto a ella…No más errores. Aceleré, y entonces, suspiré mientras ella desaparecía detrás de mí.Parecía como si siempre estuviera corriendo hacia Bella o huyendo de ella, sin nuncapermanecer en un lugar. Tendría que encontrar alguna manera de mantenerme en misitio si íbamos a ir a algún lugar tranquilo.

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Capítulo 13: EL DESPERTAR

Decidí que debía hablar con mi padre, a solas donde nadie pudieraescucharnos. Me avergonzaba la forma en que me sentía al lado deBella. Debía hablar con el.Al llegar al Hospital me informaron que se encontraba haciendo lasrondas. Lo esperé en su oficina ya que no tenía intención de ir acasa pronto. Me sentía intranquilo, demasiado nervioso.Al cabo de 30 largos minutos Carlisle volvió a la oficina. Tenía lamente de lleno en le trabajo y se sorprendió al verme parado ahí…Pensó lo peor, pero al ver mi ojos dorados se tranquilizó.Mi padre me amaba, en muchas oportunidades descubrí que en sumente me consideraba el mejor de sus hijos, ciertamente el meperdonaría todo.—Carlisle, necesito hablar contigo — Le dije.En silencio movió la cabeza y me invitó a sentarme mientras elocupaba su lugar frente al escritorio.—Adelante hijo, puedes preguntarme todo lo que quieras——Padre, no puedo estar lejos de Bella——Lo se hijo—.Y las palabras salieron disparadas de mi boca, hablaba rápido,siguiendo el ritmo de todas mis preguntas contenidas.—Pero cuando estoy con ella, mi cuerpo se siente… vivo. Es comosi hubiera despertado de un largo sueño de mas de 80 años.No se si es posible, me siento atraído como un hombre hacia unamujer y no se si ella siente lo mismo. Yo preferiría pensar que ellano siente lo mismo que yo, pero cuando estamos juntos su ritmo seacelera como lo he notado en otras humanas.Se que con solo aplicar un poco de fuerza puedo romper sushuesos, pero quiero tenerla junto a mi, apretar su cuerpo contra elmío, sentir su cálido aliento en mi rostro—.Avergonzado me detuve y no pude levantar la mirada.Mi padre no dijo nada, se levanto de su silla y camino hacia dondeyo me encontraba. Su mente viajaba hacia recuerdos antiguos,tratando de recordar algo que me diera esperanzas.Cuando el habló yo ya sabía lo que me diría, pero debía escucharlode sus labios y así opacar el sonido de mi propio corazóndestrozado.

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—Hijo, en todos mi años que tengo de “vida”, y torció la boca aldecir estas palabras, nunca he sabido de una pareja tan inusualcomo la tuya y Bella. Si hemos sabido de vampiros y humanosantes, pero el olor de ella es tu problema. Seguramente Emmett yate contó lo que sucedió cuando se tomo con aquella desafortunadamujer. —Asentí con la cabeza, y mi padre se detuvo. Pero cuando dijo esto,no sentía pena ni pesar, en su corazón solo había esperanza. Tantoamor puede albergar al corazón de un padre.—Solo tu puedes llevar a cabo esta tarea tan ardua que te hasimpuesto. Se que tu amor por ella es mas grande del que hoy creesy en cuanto a tus limites, deberás ver hasta donde pueden llegarjuntos.Cuando te transforme a esta vida eras demasiado joven, no habíasvivido la vida de un hombre de tu edad ya que entregaste porcompletó a la guerra. De cierto modo fue como dejar en espera tuexistencia hasta el momento en que te cruzaste con esta chica. Escomo si hubieras despertado de un largo sueño. Quizás en estosmomentos estés continuando la vida que dejaste atrás hace tantasdécadas—Ahora su mente se llenaba de preguntas, pasaba de una teoría aotra. Esto lo distrajo un largo rato. Yo no pude asistir a todas susensoñaciones, era demasiado para mi cabeza.La idea de empezar a “vivir” después de todos años me llenó porcompleto. Mi padre tenía razón, todos estos años había existidosumido en la tristeza y soledad, ahora me sentía completo. Junto aBella me sentía completo.Esa noche, al entrar en su cuarto pude sentir la corriente por micuerpo, y su olor contenido en esa pequeña habitación.Bella dormía intranquila, al parecer tenía pesadillas. Queríaacercarme, retirar los pequeños mechones de su cabello que caíanen su frente. Me sentía tan intranquilo como ella. Temía que sedespertara en cualquier momento. Quería arrancar todos susmiedos, acunarla en mis brazos. Prometerle que siempre estaría asalvo, que yo me encargaría de eso.Como pude dudar de Alice, si, yo la amaba. Que ciego habíaestado.Observé su habitación, aquella pequeña habitación. En el centro de

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la mesa había un reproductor de CD. Sigilozamente lo abrí y extrajeel disco de su interior. Quería saber que música le gustaba.Contemplé la carátula y no podía creer que a Bella le gustará esetipo de música. Aquello no tenía mi pies ni cabeza. Creí reconocerel nombre, era el tipo de banda que le gusta a Emmett, deberíapreguntarle si tenía el disco.Bella estuvo a punto de despertar y fui a parar a su closet.Verdaderamente me había convertido en un enfermo acosador,pero se sumió nuevamente en el sueño y yo decidí que erademasiado arriesgado quedarme hoy a su lado. Aun faltaban horaspara que amaneciera y quería escuchar aquel grupo, a si es que medirijí a casa.Como el día anterior aparque frente a la casa de Bella y esperé porella, el Jefe Swan ya se había marchado.La vi aparecer tras de la puerta y cerrar sin poner el seguro. La miréde reojo para que no se sintiera incomoda por mi mirada, pero quehermosa estaba el día de hoy. Me preparé mentalmente paratenerla a solo unos centímetros de mi. Se paró frente a la puerta delcopiloto. Que bueno fue no mirarla directamente ya que se podíaver que estaba nerviosa, quizas tanto como yo.—Buenos días la saludé — ¿Cómo está hoy? Y espere ver en susgrandes ojos las respuesta a todas mi preguntas.—Bien, gracias— Solo contesto. Bueno tendría que esperar paraobtener mis respuestas.Tenía la piel mas blanca que de costumbre y en sus rostros seveían los signos de una noche llena de pesadillas.—Pareces cansada— Le dije.—No pude dormir — Me contestó mientras se acomodaba elcabello.—Yo tampoco — Dije en tono de burla mientras encendía el motor.—Eso es cierto — Supongo que he dormido un poquito más que tú,me dijo al tiempo en que se reía.Su risa me hizo estremecer.—Apostaría a que si- Le dije, contento con el tono de la plática.—¿Que hiciste la noche pasada? — Me preguntó.Mmmm a ver, primero entre en tu casa mientras dormías y teobserve dar vueltas sobre la almohada. Ya podía ver la cara deBella si le confesaba eso.

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—No te escapes — Me limité a decir. Hoy me toca hacer laspreguntas a mí.—Ha, es cierto. ¿Qué quieres saber? ——¿Cuál es tu color favorito? —Le pregunté recuperando lacompostura.-Depende del día-—¿Cual es tu color favorito hoy? ——El marrón, probablemente—.—¿El marrón? — ¡¿Cómo podría gustarle el marrón?! Pense…—Seguro. El marrón significa calor. Echo de menos el marrón. Aquíuna sustancia verde, blanda y mullida cubre todo lo que se suponíaque debía ser marrón. Los troncos de los árboles, las rocas, latierra.Con esas pocas palabras me volvía a confirmar que ella nopensaba como el resto de los humanos. Hasta yo había pasado esopor alto. Bella era especial y de pronto me perdí en sus ojos.Luche con una nueva oleada de sensaciones…— El marrón significa calor- Fue lo único que conseguí decir.Quería tocar su cara, recorrer sus labios con la yema de mis dedosy besarla. Pero el roce de mis helados dedos le repugnaría. Meconformé con apartar su cabello del hombro.Al llegar al instituto recordé el DC que me había prestado Emmet.— ¿Qué CD has puesto en tu equipo de música? —Le pregunté yno pude evitar reírme .Cuando me confesó el nombre del grupo, saqué el CD que estabajunto a los otros que suelo escuchar y se lo entregué— ¿De Debussy a esto? — Enarcé una ceja.Y ella examino el CD. Lo había reconocido y lo examinaba con lamirada gacha.Ese día estaba decidido a satisfacer cada una de mi dudas.Cada momento que pasamos juntos le formulaba todo tipo depreguntas, quise a saber todos los detalles de su vida. No queríapasar nada por alto. Todo de ella era importante para mi. Debíasaber absolutamente todo.Entre clases y la hora de almuerzo le pregunté que tipo se cinedisfrutaba. Que lugares había visitado. Para mi sorpresa fueronpocos pero tenía muchos lugares a los que le gustaría viajar y megustaría encargarme de que conociera el mundo entero si era

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posible.Le pregunté que clases de libro leía. Bueno yo ya sabía que legustaban los clásicos, pero quería conocer todos los títulos que lahabían hecho soñar, con los cuales había reido y los que hicieronllorar.Quería saber sus miedos y sus sueños. Que era lo que la hacíafeliz. Quería saber todo, pero todo de ella.En algunas oportunidades mis preguntas hacían que un flujo sesangre se disparará sobre sus mejillas, rápidamente cambiaba detema. No podía soportar lo hermosamente apetecible que meresultaba en esos momentos.—Cual es tu gema predilecta— Le pregunté para cambiar de tema.—El topacio— Me contesto casi al instante. Me sorprendió sudeterminación ya que por lo general se tardaba un poco encontestar mis preguntas, mientras se volvia a sonrojar. No entendíael por que de su reacción, solo era un simple pregunta.¿Por qué? quise saber. Pero ella no dijo nada y le sostuve lamirada, esto no lo dejaría pasar, debía saber que era lo que laturbava de tal manera.—Dímelo — casi le ordené—Es el color de tus ojos hoy — me contestó rindiéndose y mirandosus manos mientras jugueteaba con un mechón de su cabello—.Supongo que te diría el ónice si me lo preguntaras dentro de dossemanas.Era tan observadora, parece que nada se le escapaba, supongoque ella estaba tan pendiente de mi como yo de ella para captartodos mi pequeños detalles.Rápidamente le lancé otra serie de preguntas.— ¿Cuáles son tus flores favoritas?.Dio un suspiro y continuo respondiendo a todas mi preguntas.Pronto llegó la hora de Biología y yo continue hasta que vi al señorBanner arrastrar otra ves el equipo audiovisual y recordé que debíaprepararme para lo que venía.Cuando el profesor se aproximó al interruptor, me alejé levemente,pero no sirvió de nada ya que al momento de quedar a oscurassentí la misma chispa eléctrica que había sentido el día anterior ypor la noche en su dormitorio. Me zumbaban un poco los oidos ypor un momento me entregue al sueño de mis dedos recorriendo su

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espalda. Con mi mano libre alzaba su rostro para comtemplar susprofundos ojos. Entonces me inclinaba sobre ella y la besabalentamente al principio y luego arrastrado por el fuego de mislabios… En ese momento aprete mis dedos en mis costillas ycontuve el aliento. No podía entregarme a esas divagaciones, noahí con ella tan cerca mio es esta oscuridad que no era oscuridadpara mi, ya que la veía perfectamente sólo a menos de medio metrode mi cuerpo.Ella se inclinaba sobre la mesa y tenía el mentón sobre los brazosdoblados. Aunque su postura parecía relajada pude notar por surespiración que se sentía casi tan incomoda como yo. Pero yo nome sentía incomodo, no esa no era la palabra, yo me sentíaanelante, deseoso de ella, no inconodo. ¿Sentiría ella alguna vez lomismo por mi? Entre todas estas ensoñaciones terminó la hora yBella suspiró cuando el señor Banner encendió las luces. Solo enese momento me miró.Me sentía demasiado turbado para hacer algún tipo de comentarioreferente a la hora que acababa de pasar y en silencio me detuvepor ella. Bella tampoco dijo nada camino al gimnasio. Cuandollegamos a la puerta de los vestidores le acaricié el rostro con lapalma de la mano, olvidando que mi cuerpo era demasiado helado,desde la sien a la mandíbula. Desee que fuera mis labios los querecorrieran ese camino, sin poder decir nada me di media vuelta yme alejé.Camine los más rápido que pude, pareciendo normal claro esta. Meescondí en mi auto controlando el temblor que recorría mi cuerpo.La palma de mi mano me quemaba. No quería poner a Bella enpeligo, pero eso era en estos momento un peligro para ella. Nopodía permitirme tener esas emosiones, no la pondría en peligronunca más. Me debane los sesos buscando alguna salida, debíaexistir alguna forma de estar junto a ella sin ponerla en peligro, perono podía pensar en nada, la única salida era alejarme de ella perono tenía las ganas y la fuerza para ello.Amarla, eso era lo único que podía hacer. Si, mi amor la salvaría.Ya que en estos momentos la amaba mas que a mi propia vida.En esos pensamientos terminó otra hora y me apresuré paraencontrarla fuera de la clase se Educación física. Al verme meentregó una enorme sonrisa, automáticamente se la devolví y

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empecé a interrogarla nuevamente.Ya satisfechas algunas de mis preguntas me dediqué a ondar másprofundamente en sus sentimientos. Quería saber sobre su vida enPhoenix y queria descripciones, queria poder ver todo lo que ellahabía visto, las tecturas, los colores y si podías los olores.Para eso entonces ya estábamos frente a su casa y lentamentecomense a sentir como cambiaba el clima, seguramentecomenzaría a llover en cualquier momento. Y me concentrénuevamente en sus respuestas, se dedicó a describir el olor a lacreosota —amargo, ligeramente resinoso, pero aun así agradable—, el canto fuerte y lastimero de las cigarras en julio, la livianadesnudez de los árboles, las propias dimensiones del cielo, cuyoazul se extendía de uno a otro confín en el horizonte sin otrasinterrupciones que las montañas bajas cubiertas de purpúreas rocasvolcánicas.Por mi parte no entendia como le podía resultar hermoso aquellugar ya que para mi solo era un un lugar seco, yo prefería lavegetación, los altos arboles, los bosques sin fin donde puedocorrer sin ser molestado por las miradas humanas.— ¿Has terminado? —preguntó después de detallarme suhabitación en Phoenix, la que al parecer era tan pequeña como laque tenía aquí.—Ni por asomo, pero tu padre estará pronto en casa. Le contesté— ¡Charlie! — Exclamó como si de pronto hubiera recordado queexistía, al mismo tiempo que examinaba el cielo.¿Es muy tarde? — Me preguntó al tiempo que miraba su reloj.—Es la hora del crepúsculo — Cuantas veces lo habíacontemplado. En todos estos largos años yo era el bicho mas rarode mi familia. Aunque yo los tenía a ellos en el fondo no tenía anadie. Mis noches eran solitarias y monótonas. Todos lo libros quehabía leido, todos lo diplomas, las melodías que había compuesto,solo eran una salida para terminar con mi eterna soledad.En cuantas oportunidades había tenido de huir de Jasper y Alicecuando daban rienda suelta a sus emociones, y ni hablar deEmmett y Rosalie. Si, en esos momentos deseaba con todas misfuerzas no poder leer los pensamientos de los demás.Pero todo eso quedaba atras, ya podía contemplar mi futuro. Unagran parte de mi quería que las visiones de Alice fueran ciertas.

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Bella junto a mi por toda la etermidad siendo mi compañera, miamiga, mi igual, mi amante. Toda la etermidad para nosotros y yono me cansaría nunca de ella, de su piel de sus ojos, de su boca yal mismo tiempo no quería ser el causante de la perdición deIsabella Swan, no la condenaría a una eternidad de tormentos.—Es la hora más segura para nosotros — Es el momento más fácil,pero también el más triste, en cierto modo... el fin de otro día, elregreso de la noche, La oscuridad es demasiado predecible, ¿nocrees?—Me gusta la noche. Jamás veríamos las estrellas sin la oscuridad.No es que aquí se vean mucho.Solo pude reírme. Tanta razón tenía mi Bella. Quería decirle tantascosas, decirle que la amaba, pedirle que nunca se alejará de mi,pero no lo haría. Siempre le dejaría la opción de irse. Estaría conella hasta que me pidiera que me fuera o esta fuera la última opciónpara mantenerla a salvo.De pronto recordé a su padre y el viaje que teníamos programadopara el sábado.—Charlie estará aquí en cuestión de minutos, lo que a menos quequieras decirle que vas a pasar conmigo el sábado...—Gracias, pero no —reunió sus libros y me dijo.—Entonces, ¿mañana me toca a mí? —— ¡Desde luego que no! —Le dije en tomo burlón —. No te he dichoque haya terminado, ¿verdad?— ¿Qué más queda?—Lo averiguarás mañana.Al extender mi mano para abrir la puerta sentí su calorquemandome la piel del brazo. Su corazón latiendo más y másrápido. Pero algo me paralizó al momento, alguien se aproximaba.—Mal asunto — Pensé en voz alta.— ¿Qué ocurre?Automáticamente y al sentir la presencia de esa familiadescendiente de los licántropos, mi cuerpo se tensó y apreté lamandíbula.—Otra complicación.Abrí la puerta de golpe con un rápido movimiento y, casi encogido,me aparté de Bella. Al mismo tiempo que el coche negro subía elbordillo, dirigiéndose hacia nosotros.

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—Charlie ha doblado la esquina —de dije, sin dejar de vigilar el otrovehículo.Al escuchar esto Bella saltó del vehiculo. Posiblemente no habíaidentificado a los ocupantes del coche negro, pero para mi yaestaba claro quienes eran. El joven que estaba al volante debía serel hijo de Billy Black, Jacob.Me habían reconocido, la cortina de lluvia era muy espesa pero mehabían reconocido, bueno el viejo me había reconocido. JacobBlack era solo un muchachito sonso y su mente solo estabaimpaciente por ver a Bella, “Mi Bella”. Lo hubiera destrozado en esemismo momento solo por pensar en ella. Me sentí como un cobardeal dejarla sola con esos apestosos, pero sabía que su padre llegaría pronto. Sin decir nada más aceleré el motor en punto muerto y losneumáticos chirriaron sobre el húmedo pavimento y en cuestión desegundos estuve lejos del lugar.De camino a casa pensé muchas veces en ir a casa de Bella,sacarla por la fuerza si era necesario pero di marcha atras y meconformé con pensar que la vería más pronto de lo que ella mevería a mi.Alice me estaba esperando en la entrada de la cochera.—¿Cuando podré hablar con Bella? ——No te metas Alice— Casi le gruñí.—No entiendo por que estas de tan mal humor? He visto que Bellate ama tambíen, como puedes estar tan ciego. Ella esta vinculada atu futuro, al de todos nosotros, aun no se como pero será muyimportante para nuestra familia—.La interrumpí para no asistir a sus premoniciones. Me dabanmareos ya que algunas eran claras pero otras solo eran sombrassin forma ni sentido.—Bueno, si eres tan buena viendo el futuro, le dije, no tendré quepreguntarte si me acompañaras mañana por la tarde—Claro que te acompañaré, me dijo. Y me veo conduciendo su viejo yfeo coche.Moví mi cabeza en forma afirmativa.—No quiero exponerme a nada— Le contesté.—No veo por que estas tan nervioso. Ya haz tomado la decisión deno matarla ni convertirla. Admiro tu fuerza de voluntad, es aun masgrande que la de nuestro padre.

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Ese día estará despejado y tu prado será bañado por la luz del sol.Bella se lo tomará mejor de lo crees.Bueno por otra parte, creo que te tomará gran parte de la nocheencontrar sus llaves. Pero al final las encontrarás en sus pantalonesen el cuarto de la colada. Ya veo que prefieres pasar el tiempoviendo como duerme—Al decir esto volteó los ojos hacia arriba y sonrío levemente.Me incliné para besar la frente de mi hermana pequeña, me habíaahorrado toda una noche inútilmente malgastada.Esme estaba tan contenta.—¿Cuando la traerás a casa hijo? Me preguntó.—Mamá creo que es un poco anticipado hablar de eso——Hijo, yo también quiero ser parte de tu felicidad, estaremos muycontentos de conocerla. Yo quiero conocer a linda chica que hadespertado tu hermoso corazón——Madre, haces que me sonroje…——Es verdad querido, tu padre y yo estamos muy contentos detenerla aquí, eso sin mencionar a Alice y Jasper…——¿Y Rosaline mamá?—Bueno ella lo superará hijo no te preocupes, Emmett ya seocupará de eso——No lo se mamá… ——Edward ya es parte de la familia…——Gracias mamá…— Si hubiera sido capas de llorar, habría lloradoen ese momento. La bendición de mi madre me había tomado porsorpresa. “ Ya era parte de la familia”Traté de respirar por la garganta y la naríz, debía acostumbrarme.Su alma estaba en juego… la mía se había perdido hace años…Dormía placidamente, una mano reposaba sobre su cabeza y laotra colgaba de la cama. No se que fue mas difícil, si el verla asícomo invitándome o el sentír era su aroma.Pero yo era más fuerte. Me lo repetía constantemente. No dejaríaque los sentidos dominarán mi resolución. Me acostumbraría parapoder estar junto junto y con ella.Encontré las llaves justo donde Alice me dijo y nuevamenteagradecí no tener que buscar toda la noche. Ahora podía dedicarmea cosas más… productivas.Inflaba mis pulmones con su olor, debo reconocer que estos últimos

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días me había acostumbrado un poco, solo un poco. Su olor ya nome golpeaba como la primera vez.Ella respiraba de forma acompasada, su delicado pecho subía ybajaba casi imperceptiblemente, casi, porque yo si podía ver cadapequeño movimiento de su cuerpo.ccQuería tenderme a su lado, estrecharla. Me acerqué a su lado, nose había movido en absoluto, debía de estar durmiendoprofundamente. Seguramente el día anterior la había dejadoexhausta. Contemple su mano, delgada, pequeña en comparación ala mía. Los humanos sueles pasear de la mano, creo que es unsigno de pertenencia. Con ese pequeño gesto indican a los demásque esa persona les pertenece.Querría ella sostener mi mano? Podríamos pasear de esa manera,como si yo fuera un humano común y corriente? Nunca habíadeseado con mayor intensidad se humano como en estos últimosmeses.Me incline para oler su cabello, era un perfume embriagador, suslabios estaban ahora un poco abiertos, contemple su rostro.—Edward— Susurro, su aliento cálido golpeó mi cara. Mis músculosse paralizaron. Mis labios temblaron, si hubiera tenido pulso se mehabría disparado.—Quedate—, dijo. Demasiado hambriento de ella no pudemoverme. Yo puedo, yo puedo, yo puedo. Me ordené retroceder.Me refugie cerca de la ventana compemplandola mientras cambiabade posición en su estrecha cama.Lo había hecho, había podido controlarme. Su vida había estado enmis manos y ella había sobrevivido. Ahí estaba, a uno pocos metrode distancia, viva respirando, soñando tal vez. Soñando con migo.No era un monstruo de pesadillas para ella. ¿Sería su príncipeencantado? ¿Me vería de esa forma? Quise creer que así era. Queyo podía se digno de su amor. Que me aceptaría. Que también mequerría.Demasiado pronto llegó el amanecer, demasiado rápido se terminóla noche. Salí por su ventana dejando mi corazón con ella. Noestaría completo hasta estar nuevamente a su lado.Entre a casa con el tiempo justo para cambiarme y coger el coche.Me estacione fuera de su casa y apague el motor. Como decostumbre su padre ya se había marchado y solo esperé unos

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momentos hasta que la vi aparecer casi corriendo. Esta vez nodudó en subir al asiento del copiloto y esta acción de confianza melleno de felicidad.— ¿Cómo has dormido? — Le pregunté—Bien. ¿Qué tal tu noche?—Placentera.Y le dedique una sonrisa.— ¿Puedo preguntarte qué hiciste?—No — Le respondí con otra sonrisa, si hubiera podido, estoyseguro que me habría ruborizado.—El día de hoy sigue siendo mío.Hoy quería saber sobre sus seres queridos, su relación con sumadre, que hacian juntas en su tiempo libre, me comentó que solohabía tenido una abuela y de ella también quise saber todo. De susamigos del colegio, de sus amigos en Phoenix.Cuando le pregunté por los chicos con los cuales había tenido citas,se puso colorada. No podía creer que ninguno de esos estúpidoschicos la viera tal como es, hermosa, inteligente, perceptiva,intuitiva. Me sentí feliz al saber que yo era el primero encontemplarse en esos profundos ojos como espejos.— ¿Nunca has conocido a nadie que te haya gustado? — Lepregunté—En Phoenix, no.Si. Yo le gustaba, su ritmo cardiaco me lo había confirmado, perome amaría como lo hacía yo?Para cuando termino de hablar ya estabamos en la cafetería yaprovechando que yo hacía una pausa dio un mordisco a larosquilla que había comprado para ella.—Hoy debería haberte dejado que condujeras — Le dije dejando delado el interrogatorio.— ¿Por qué?—Me voy a ir con Alice después del almuerzo.—Vaya — Me dijo y parecía desencantada y confusa.—Está bien, no está demasiado lejos para un paseo.¿Acaso pensaba que la dejaría ir caminando a su casa?—No te voy a hacer ir a casa andando. Tomaremos tu coche y lodejaremos aquí para ti— Le dije.—No llevo la llave encima —Me contesto. — No me importa

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caminar, de verdad.Negué con la cabeza. —Tu monovolumen estará aquí y la llave enel contacto, a menos que temas que alguien te lo pueda robar— Desolo pensar en la idea me reí de buena manera.—De acuerdo — Dijo con los labios apretados. Al parecer no legustaban mis comentarios sobre su coche o quizas estaríapensando en la llave que yo tenía en mi bolsillo. La apreté entre mismanos y me reí por lo bajo.— ¿Adonde vas a ir? — quiso saber.—De caza — Le contesté. —Si voy a estar a solas contigo mañana,voy a tomar todas las precauciones posibles —Debía permitirle escoger, aunque la sola idea de no estar con ellame hacía sufrir.—Siempre lo puedes cancelar, ya sabes— Le dije.Bajó la vista, así que no pude leer la expresión en sus ojos.—No — Susurró mientras levantaba la vista y me miraba a la cara.—No puedo——Tal vez tengas razón— Le dije apesadumbrado ya que habíadicho “No puedo”. Ella tampoco podía estar lejos de mi, y no sabíasi sentirme feliz o desdichado de eso.— ¿A qué hora te veré mañana? — Me preguntó.—Eso depende... Es sábado. ¿No quieres dormir hasta tarde? — Leofrecí.—No —Se apresuró a decir, lo cual me hizo sonreír, yo también yala extrañaba.—Entonces, a la misma hora de siempre — decidí —. ¿EstaráCharlie ahí?—No, mañana se va a pescar.— ¿Y qué pensará si no vuelves? — Quise advertirle que había unpequeño porcentaje de que eso sucediera.—No tengo ni idea — Y lo dijo como si no le importara mucho elasunto. —Sabe que tengo intención de hacer la colada. Tal vez creaque me he caído dentro de la lavadora.No estaba tomando seriamente el asunto y eso me molestó. Acasono sabía que yo era demasiado peligroso para ella. Debía tener unaliciente para poder traerla de vuelta.— ¿Qué vas a cazar esta noche? ——Cualquier cosa que encontremos en el parque — Me gusto el

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tono de su voz al decir estas palabras, como su fuera los masnormal de mundo salir de cacería. — No vamos a ir lejos—— ¿Por qué vas con Alice? —Me preguntó—Alice es la más... compasiva—— ¿Y los otros? —Preguntó con timidez—. ¿Cómo se lo toman? —En ese momento me permití leer los pensamientos de mishermanos que estaban en nuestra habitual mesa.Estúpido, inconsciente, tarado. Me disparaba Rosalie.Por favor, por favor , por favor, puedo conocerla ahora. Me pedíaAlice.Jasper estaba impaciente, sabía que mañana iriamos de escursióny temía lo peor.Emmett por su parte estaba molesto ya que le habiamos excluidode la caceria con y tendría que asistir a la clase de Ingles.—La mayoría con incredulidad— Solo le contesté. Y ella miro ahurtadillas a mis hermanos.—No les gusto — Agregó.—No es eso — Le mentí… solo en parte—. No comprenden por quéno te puedo dejar sola. Y ella me entregó una enorme sonrisa.—Yo tampoco, si vamos al caso—Moví mi cabeza lentamente, y clavé la mirada en el techo al mismotiempo que reflexionaba sobre sus palabras. Verdaderamente noera consiente de si misma, del efecto que causaba en los demás.Volví a mirar sus ojos.—Te lo dije, no te ves a ti misma con ninguna claridad. No tepareces a nadie que haya conocido. Me fascinas—Me dirigió una furiosa mirada, seguramente había pensado que lodecía en broma y no pude evitar sonreír a ese gesto.—Al tener las ventajas que tengo — Le dije tocando mi frentedisimuladamente—, disfruto de una superior comprensión de lanaturaleza humana. Las personas son predecibles, pero tú nuncahaces lo que espero. Siempre me pillas desprevenido. Le confeséDesvió mi mirada para ver nuevamente a mi familia.—Esa parte resulta bastante fácil de explicar , pero hay más, y noes tan sencillo expresarlo con palabras...De pronto Rosalie atrapó a Bella con la mirada y una oleada de furiasubió por mi pecho y emití un bufido muy bajo para ser escuchadopor los oídos humanos, pero lo suficientemente fuerte para advertir

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a Rosalie. Ella giró la cabeza y liberó a Bella se su embrujo.Al mirarme nuevamente se podía ver en ella el miedo que le habíaprobocado Rosalie.—Lo lamento. Ella sólo está preocupada. Ya ves... Después dehaber pasado tanto tiempo en público contigo no es sólo peligrosopara mí si... — Y no pude seguir mirando su rostro.— ¿Si...? ——Si las cosas van mal—. Y no pude contener la pena y la angustiaque sentía al decirle estas cosas que ya había pensado un millón deveces durante todas estas noches. Avergonzado dejé caer lacabeza entre mis manos. Debería haber sido capaz de levantarme,haberle dicho que me olvidará. Haber podido hacer cualquier cosapara no estar con ella. Para no amarla como lo estaba haciendo,para no desear estar con ella con todo mi ser. Pero no podía,simplemente ya no podía irme de su lado y me odiaba por eso… Enese momento ella interrumpió mis lamentos.— ¿Tienes que irte ahora? ——Sí — Le conteste mientras le miraba a los ojos y todo cambio esun segundo, estaba seguro de mi mismo, como estaba seguro delamor que sentía por ella. Sonreí lleno de esperanza.—Probablemente sea lo mejor. En Biología aún nos quedan porsoportar quince minutos de esa espantosa película. No creo que loaguante más—Alice ya se había puesto de pie y se dirigía a nuestra mesa. Por finme dejaría en paz.Sin mirarla la salude. —Alice—.—Edward —respondió ella.—Alice, te presento a Bella... Bella, ésta es Alice ——Hola, Bella — Estaba tan contenta. —Es un placer conocerte alfin—Le dedique una sombría mirada.—Hola, Alice — Le contestó con timidez— ¿Estás preparado? —Me preguntó.—Casi —Le contesté molesto por la intromisión. ..—Me reunirécontigo en el coche—Alice se alejó sin decir nada más. Se había percatado de mimalestar.—Debería decir «que te diviertas», ¿o es el sentimiento

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equivocado? — Me preguntó al tiempo que me miraba nuevamenteya que se había distraído con el andar de Alice.—No, «que te diviertas» es tan bueno como cualquier otro— Le dijerecuperando el buen animo.—En tal caso, que te diviertas.—Lo intentaré — Le respondí. —Y tú, intenta mantenerte a salvo,por favor——A salvo en Forks... ¡Menudo reto! ——Para ti lo es — Estaba seguro que se estaba tomando mispalabras mas superficialmente de lo yo habría querido. —Prométemelo— Le pedí—Prometo que intentaré mantenerme ilesa — me dijo —Esta nocheharé la colada... Una tarea que no debería entrañar demasiadopeligro——No te caigas dentro de la lavadora ——Haré lo que pueda—Me puse en pie y ella también.—Te veré mañana — Me dijo.—Te parece mucho tiempo, ¿verdad? — Le pegunté con pena.Asintió.—Por la mañana, allí estaré — Le prometí, pensando queposiblemente la vería más pronto de lo que ella creía.Recordé que la noche anterior había anhelado tocar su cuerpo yextendí la mano a través de la mesa y le acaricie el rostro, conmucho cuidado rosé sus pómulos para luego darme la vuelta y salirde la cafetería.Nos tomó más tiempo del que pensábamos traer el carro de Bella.Me habría gustado correr mientras Alice me esperaba junto a micoche. Pero en vez de eso tuvimos que interpretar el papel dehumanos. Conduje junto a Alice hasta casa de Bella y luego laseguí de vuelta al Instituto.Cuando por fin pudimos dejar atrás la ciudad, me lance a todavelocidad por la carretera, estaba decidido a volver antes demedianoche para poder estar con ella y seguir mi terapia deinmunización, si es que se podía decir así.Alice era una gran compañera de casa, su tamaño generalmente seconfundía con debilidad, pero era una experta cazadora y daba asus presas un final rápido. Las criaturas ni se enteraban que les

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había sucedido. Solo en pocas oportunidades habíamos cazadosolos ya que Jasper estaba aferrado a ella como su sombra. Por miparte cazaba con Emmett, Carlisle o la gran mayoría de las vecessolo.Bebí hasta que me sentí hinchado, la verdad es que era bastanteincómodo. Alice se reía de mi y decía que estaba volviéndome “Unpoco exagerado”.—Todo estará bien— Me volvió a decir.—Gracias— Le respondí.No nos tomó mucho tiempo volver a casa ya que no habíamos idomuy lejos. Acompañe a Alice a casa y luego fui al encuentro deBella.Ella no se movió en toda la noche. Estoy seguro que tampocosoñó… bueno no conmigo.Me senté en el suelo, justo bajo su ventana y ahí la contemplé.Como describir mis sentimientos? Me sentía tan… nervioso? así mesentía? Bueno supongo que esa era la palabra adecuada. Estabanervioso. Mañana estaría con ella, no es que estas noches nohubiera estado con ella, pero por fin estaría con ella, solos. Alpensar en eso sentí un repentino dolor en el estomago. Era esoposible? Apreté los labios para no romper en una carcajada. Lossentimientos y emociones corrían desde mi cabeza a la punta demis pies. Podría compartir con ella todas estas cosas?“Se lo tomará mejor de lo que crees” Me había dicho Alice. Pero esono disminuía mi ansiedad.Lo que quedaba de noche transcurrió muy lento, aun para mi. Milpreguntas daban vuelta en mi cabeza. ¿Y si no me presentaba?¿Me hablaría en el Instituto? ¿Si salía por esa ventana y no volvíani siquiera al Instituto? Demasiado tarde, demasiado tarde. Soloeran estúpidos pensamientos, no tenía la fuerza ni las ganas deestar en ningún otro lugar que no fuera esa pequeña habitación,donde dormía la razón de toda mi existencia. Sin ella ya no habríanada que iluminara mis días y mi noches… Sin ella ya no viviría opor lo menos no quería hacerlo.Por fin llego la aurora…Di tres golpes a la puerta de su casa, escuche como corría escaleraabajo, desee que no lo hiciera, con su suerte podría perfectamentehaber caído y terminado con una pierna rota.

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Corrió hacia la puerta pero se le trabo el pestillo de esta. ¿Habríaestado tan nerviosa si comprendiera que corría hacia su posiblemuerte? Desterré rápidamente esos pensamientos.“Todo esta bien , todo estaría bien, todo estaría bien…” Y alcontemplarme es su ojos comprendí que así sería. Todos lostemores se derritieron con el calor que su cuerpo emanaba.Cuando contemple el total de su figura descubrí que por algún trucodel azar o del destino nos habíamos vestido con los mismo colores.Me reí de buena gana.—Buenos días. Le dije aun con una sonrisa en los labios.— ¿Qué ocurre? ——Vamos a juego— Y volví a reír. Llevaba un suéter con un cuelloalrededor de la garganta color canela y unos vaqueros azules, casidel mismo tomo que los míos. Pero en ella lucían encantadores yaque el color canela contrastaba con su cabello y sus ojos, estabaMmmm… para comérsela y volví a reír.Caminamos hacia su monovolumen y aguardé resignado junto a lapuerta del copiloto.—Hicimos un trato — Me recordó, pero yo si me acordaba, lo quepasaba es que no me resignaba.Cuando estuve sentado a su lado me pregunto:— ¿Adonde? ——Ponte el cinturón... Ya estoy nervioso— Le pedí.— ¿Adonde? —repitió en medio de un suspiro, demasiado parecidoa los hace cuando me llama en sus sueños.—Toma la 101 hacia el norte — Le dije, un poco molesto con migomismo.A poco andar descubrí que esto de ser copiloto no era tan malodespués de todo ya que podía contemplar a Bella todo el camino.Claro que sería mucho mejor fuéramos un poco mas rápido.— ¿Tienes intención de salir de Forks antes del anochecer?——Un poco de respeto — Me contestó —Este trasto tiene lossuficientes años para ser el abuelo de tu coche—Cuando por fin logramos salir del pueblo le indique que girara a laderecha para tomar la 101.—Ahora, avanzaremos hasta que se acabe el asfalto. — Agregué.— ¿Qué hay allí, donde se acaba el asfalto? ——Una senda—.

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— ¿Vamos de caminata? — Me preguntó un tanto preocupada.— ¿Supone algún problema? ——No—Era tan mala mintiendo. Ella estaba consiente que no podía caminarsobre una superficie perfectamente plana sin tropezar con suspropios pies.—No te preocupes, sólo son unos ocho kilómetros y no iremosdeprisa—Pero no dijo nada. Verdaderamente estaría preocupada por lasenda o finalmente se había dado cuenta de lo peligroso queresultaba para ella la situación.Después de un momento, comenzó a impacientarme su súbitosilencio.— ¿En qué piensas? — Quise saber.—Sólo me preguntaba adonde nos dirigimos —Volvía a mentir. —Es un lugar al que me gusta mucho ir cuandohace buen tiempo—Pronto llegaríamos a mi claro, Alice nos había visto en el. Pronto memostraría tal como soy y le diría todo lo que siento por ella.Las nubes ya comenzaban a disiparse y me distraje mirando por laventana.—Charlie dijo que hoy haría buen tiempo— Agregó de pronto.— ¿Le dijiste lo que te proponías?—No.¡¿Qué?¡—Pero Jessica cree que vamos a Seattle juntos... ¿No? ——No, le dije que habías suspendido el viaje.... —— ¿Nadie sabe que estás conmigo? — Le dije, a esas alturas yame encontraba de verdad muy molesto.—Eso depende... ¿He de suponer que se lo has contado a Alice? ——Eso es de mucha ayuda, Bella — Agregué bruscamente, la ideade que nadie supiera que estaba con migo me molesto desobremanera. ¿No había nada que yo pudiera decirle para queentendiera lo peligroso que yo era para ella? Y ahí estaba como sinada pasara.— ¿Te deprime tanto Forks que estás preparando tu suicidio? — Lerecriminé.—Dijiste que un exceso de publicidad sobre nosotros podría

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ocasionarte problemas —— ¿Y a ti te preocupan mis posibles problemas? —Estabaverdaderamente molesto—. ¿Y si no regresas? —Solo se dedicó a negar con la cabeza con la vista fija en lacarretera.— Isabela Swan verdaderamente creo que estas mal de la cabeza— Estaba tan molesto que no me preocupe de que mis palabrassalieran a toda velocidad de mi boca. Yo necesitaba, aun sabiendoque todo iría bien, necesitaba que alguien supiera que Bella estabacon migo. Necesitaba algo que me hiciera llevarla sana y salva deregreso a su casa.Se bajó del coche sin mirarme. Seguramente debido al calor sequitó el suéter y lo anudó a su cintura. Llevaba una camiseta sinmagas. Nunca había visto a blancura de sus brazos, sus hombros,su clavícula, su largo cuello. Me quité yo también el mío y dando unportazo me bajé del coche.No quise mirarla nuevamente ya que seguramente me turbaría sufigura y yo quería permanecer molesto con ella. —Por aquí — Ledije y comencé a adentrarme en el bosque.— ¿Y la senda? — Me preguntó con pánico en la voz al mismotiempo que trataba de darme alcance.—Dije que al final de la carretera había un sendero, no que lofuéramos a seguir—— ¡¿No iremos por la senda?! — Preguntó como si la idea leaterrara.—No voy a dejar que te pierdas— Le contesté en tono de burla,verdaderamente le temía al bosque o por fin había entendido todo elasunto?Claro que finalmente había entendido que se estaba jugando la vidaen este paseo. Y el dolor subió por mi estomago y salió por migarganta.— ¿Quieres volver a casa? — Conseguí decir en un hilo de voz. Yame había alcanzado y estaba parada junto a mi.— ¿Qué va mal? — Le pregunté esperando que esta vez mecontestara con sinceridad.—No soy una buena senderista —. Tendrás que tener pacienciaconmigo.—Puedo ser paciente si hago un gran esfuerzo— La miré a los ojos

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y le sonreí para darle animo, pero no dio resultado. Estudié surostro y pude ver el miedo en sus ojos.—Te llevaré de vuelta a casa — Le prometí. Era lo mejor para ella.—Si quieres que recorra ocho kilómetros a través de la selva antesdel atardecer, será mejor que empieces a indicarme el camino —Dijo súbitamente.Su miedo no era estar a solas con migo, no me temía. Eran otrossus miedos, no podía comprender la expresión de su rostro. Al cabode un momento me rendí y comencé la marcha hacia el bosque.Traté de caminar lo mas lento posible ya que no quería que sesintiera avergonzada. Trate de avanzar por un camino sin muchosobstáculos, pero de todas maneras nos encontramos con algunos.En esas ocasiones le sostenía por el codo y la soltaba cuandoestaba seguro que podía continuar por su cuenta. No quería que mihelada piel la molestara, sin embargo cuando eso sucedía sucorazón rompía a latir muy rápido. Por otro lado el contacto de supiel era demasiado agradable. Ya podía verme a mi mismoacostumbrado casi de inmediato a ese cálido toque. Me daba pavormirar su cara y ver un signo de repulsión. Pero cuando estaba cercade ella no podía dejar de ver los detalles de sus cuerpo. Su piel, susdelicados brazos. Para tratar de pensar en otras cosas que nofueran su figura, me dedicaba a hacerle una que otra pregunta quehabía quedado pendiente de mi larga lista. Por ejemplo suscumpleaños, los profesores en la escuela primaria y las mascotasde su infancia...Me dijo que había renunciado a ellas después de que se le murierantres peces de forma seguida. Y no pude evitar el reírme a todopulmón y mi risa rebotó con un eco en el bosque.El viaje fue lento pero yo estaba tan contento de estar en eseespacio grande, verde y privado junto a ella. Me habría gustadotomarla de la mano y correr con toda nuestras fuerzas. Pero ella noera mi igual y yo nunca permitiría que lo fuera. Pero esospensamientos no lograron nublar el buen animo que me habíaproducido la caminata.— ¿Aún no hemos llegado? — Preguntó haciendo un mueca con elceño fruncido.—Casi —Le conteste feliz de ver que aun no estaba cansada. —¿Ves ese fulgor de ahí delante?

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Seguramente no podría verlo ya que para sus ojos humanos aunestaba muy lejos.—Hum… ¿Debería verlo? — Me respondió. Justo como pensé, aunno lo veía.—Puede que sea un poco pronto para tus ojos— Le dije en tonoburlón.—Tendré que pedir hora para visitar al oculista — Lo dijo en vozbaja, seguramente pensó que no podría oírla y esa idea me hizosonreír.Cuando por fin pudo ver la luz a través de los árboles apretó el pasoy yo deje que me adelantará. Ahora vendría la parte mas difícil parami. Debía prepararme para su reacción. Traté de recordar la visiónde Alice. Bella cruzó la última línea de helechos y se adentró en elamplio espacio bañado por la luz del sol.Se dio media vuelta, buscándome. Pero yo permanecí bajo el abrigode las sombras. Al encontrarse sola giró tratando de ver donde yoestaba, hasta que por fin me vio. No me podía mover, mediopetrificado por el miedo lo único que podía ver eran ojos llenos depreguntas, su cabello brillaba con esos reflejos rojos que hace algúntiempo atrás había descubierto.Dio un paso hacia mi, con sus ojos llenos de curiosidad. Pero yoaun sentía miedo y vergüenza a la vez. Me entregó una enormesonrisa y me hizo señas para que me reuniera con ella, al mismotiempo en que se acercaba un poco más. Levanté mi mano paraque no continuara y dio un paso atrás.Respiré profundamente, llenando mi cuerpo de valor y salí de miescondite. Al dar ese pequeño paso, no solo me exponía al brillanteresplandor del mediodía, ahí detrás de mi quedaban todos mismiedos.

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Capítulo 14: Confesiones

Lentamente abrí mi camisa, dejando que el sol pegara en mi pecho.Bella me miraba con los ojos abiertos como dos grandes espejos.Me reuní junto a ella y me contempló más de cerca.—Por esto no podemos salir a la luz del sol— Le dije. —Sabríanque somos diferentes—Pero ella no dijo nada. Caminé unos pasos más hacia el centro dela pradera y me recosté sobre la suave hierba. Mi piel brillaba comosi estuviera bañada por millones de diamantes que a su vezbrillaban como múltiples y diminutos arco iris.Bella permaneció cerca de mi, mirándome, pero sin decir nada. Mequedé inmóvil sin hacer movimiento alguno, descansando ydisfrutando el leve calor del sol sobre mi piel.Solo para mi mismo tarareaba la nana que había compuesto paraella y así permanecí completamente inmóvil con los ojos cerrados.Estaba ovillada con el mentón descansando sobre las rodillas muycerca de mi, podía sentir su exquisito aroma mezclado con el olorde las flores silvestres. Una leve brisa hacía que su esencia sedispersara por todo el lugar.Sentí el calor de su dedo sobre el dorso de mi mano. Mi cuerpotembló al contacto de esa leve caricia. Sintió mi dura y fría piel perono cesó su caricia. Cuando abrí los ojos ella contemplaba mi piel yme sentí feliz de compartir mi secreto con ella.— ¿No te asusto? — Le pregunté, quería saber que era lo queverdaderamente pensaba de mi.—No más que de costumbre— Me contestó. Me aceptaba,aceptaba lo que era. No había gritado ni había salido corriendocomo yo había temido. Sonreí con el corazón, con el alma, sonreícon todo mi ser.Lentamente se acercó más y más hasta que pudo abarcar loscontornos de mi antebrazo con la yema de sus temblorosos dedos ycerré los ojos disfrutando ese exquisito contacto.— ¿Te molesta? —Preguntó.—No— Respondí sin abrir los ojos. —No te puedes ni imaginarcómo se siente eso—. Y no pude contener un suspiro. Habíadeseado tanto este momento.Su caricia avanzó por todo mi brazo. Con su otra mano trato de dar

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vuelta a la mía y me adelanté para hacerlo, pero me dejé llevar porla emoción de su contacto y me moví muy rápido. Bella se asustó yse quedo inmóvil por un segundo.—Lo siento —Murmuré y cerré nuevamente mis ojos. Permanecíquieto otra vez anhelante de su contacto nuevamente. —Contigo,resulta demasiado fácil ser yo mismo—Tomó mi mano nuevamente y la volteo de una lado a otro,examinando mi piel muy cerca de su cara. Hubiera querido acercarmi mano y acariciar su rostro pero temí asustarla nuevamente.—Dime qué piensas —Le pedí en un susurro mientras no dejaba demírale a los ojos.—. Me sigue resultando extraño no saberlo.—Bueno, ya sabes, el resto nos sentimos así todo el tiempo.—Es una vida dura — ¿Me diría la verdad esta vez? —Aún no mehas contestado——Deseaba poder saber qué pensabas tú —Dijo vacilante — y...— ¿Y?—Quería poder creer que eres real. Y deseaba no tener miedo.Estaba asustada. Yo la había asustado.—No quiero que estés asustada— Le pedí en un murmullo suavetratando que viera que la amaba con todas mis fuerzas y quepreferiría morir a que ella sufriera por mi culpa o por la cualquierotro.—Bueno, no me refería exactamente a esa clase de miedo, aunque,sin duda, es algo sobre lo que debo pensar.Rápidamente me senté apoyado sobre mi brazo derecho sin retirarmi mano izquierda de las suyas. Estábamos solo a unoscentímetros de distancia.—Entonces, ¿de qué tienes miedo? — Le dije sin apartar mis ojosde los suyos. Pero no contesto. De repente se inclinó aun más.Instintivamente me retire velozmente de ella, fue mas bien unreflejo, no estaba preparado para eso y me había tomadocompletamente desprevenido. Y ahí estaba yo a seis metros dedistancia, casi en el borde de la pradera bajo la sombra de unenorme abeto en un abrir y cerrar de sus ojos.Había herido sus sentimientos, pero fue ella quien se disculpó.—Lo... lo siento, Edward — Dijo en voz baja.—Concédeme un momento — Le pedí para volver a tomar controlsobre mi mismo.

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Me tomó más tiempo del que pensé, el poder estar seguro de tenertodo bajo control. Tantas veces había deseado tomarla en misbrazos, acercarla a mi, estrecharla contra mi pecho. Podría habersido nuestro primer beso… ¿ Y que sucedió?...Muy lentamente caminé hacia ella, inhalando y exhalando. Cuandoestuve a una distancia prudente me senté en hierba con la piernascruzadas, sin dejar de mirarla a los ojos. Me sentía avergonzado pormi reacción, desilusionado de mi mismo. Después de dos grandessuspiros le pedí disculpas en medio de una sonrisa.—Lo siento mucho, ¿Comprenderías a qué me refiero si te dijeraque sólo soy un hombre?Asintió. No dijo nada, solo fue un pequeño movimiento de sucabeza. Su pulso se aceleró y su rostro se volvió mas pálido que decostumbre.Debía jugar limpio, debía mostrarle lo que verdaderamente era.Revelarle mi naturaleza. Advertirle lo peligroso que era esacercanía, tratar que entendiera que a pesar de nuestras diferenciasque yo la amaba por sobre todas las cosas. Trataría quecomprendiera que nunca haría nada para herirla, no por voluntadpropia. Y que si esto llegaba a suceder, sería solo por undesgraciado e inevitable accidente. Y yo nunca me permitiríaexponerla, nunca. Pero debía dejar que ella escogiera y yoaceptaría su voluntad.—Soy el mejor depredador del mundo, ¿no es cierto? Todo cuantome rodea te invita a venir a mí: la voz, el rostro, incluso mi olor.¡Como si los necesitase!Dejé que mi cuerpo se moviera libremente. En medio segundollegue al borde de la pradera y luego di una vuelta a la misma paramostrarle la verdadera velocidad a la cual podía moverme.— ¡Como si pudieras huir de mí!Me reí amargamente y con mi mano arranqué el tronco del abetoque se encontraba junto a mi. Rompí su grueso tronco sin dificultadalguna en medio de un escalofriante ruido. Luego lo hice girar en elaire durante unos instantes, lo arrojé velozmente contra otro árbolque se estremeció con el golpe. En menos de un parpadeo humanoestuve justo frente a ella a solo medio metro de distancia.— ¡Como si pudieras derrotarme! —dije en voz baja.Bella no se movió, veía el miedo en sus ojos. Le mostré lo

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inhumano que era, para que entendiera, para que comprendiera.Pero sentía que no había ganado, mas bien estaba perdiendo, laesta perdiendo. Quería arrojarme a su pies, llorar si pudiera. Pedirleque entendiera que mi corazón era humano, tan humano como ella.Que mi cuerpo y todo lo que podía hacer con el, no eran nada encomparación con el amor que sentía por ella.—No temas — Le pedí, casi le rogué. —Te prometo... —No esa noera la palabra que quería emplear — , te. juro que no te haré daño.Nunca lo haría, nunca.—No temas —Le susurre mientras me acercaba a ella. Me movímuy lentamente para no asustarla más, hasta que estuve muy cercade ella con mi rostro a la misma altura que el suyo, a 25, 5centímetros exactamente.—Perdóname, por favor — Le pedí ceremoniosamente. — Puedocontrolarme. Me has pillado desprevenido, pero ahora mecomportaré mejor.Esperé por su respuesta, pero no dijo nada, seguramente estaba enshock.—Hoy no tengo sed — Le dije tratando de que mis palabras lasacaran de su mutismo, al mismo tiempo en que guiñaba un ojo. —De verdad— Agregue.Repentinamente Bella rompió a reír, pero era un sonido temblorosoy jadeante. Estaba seguro que estaba en shock y al borde de lahisteria.— ¿Estás bien? — Le pregunté tiernamente. Extendí mi brazo, lentay cuidadosamente para poder volver a poner mi mano en las suyas.Seguía sin decir nada, pero miró mi mano y después me miró a losojos, deseando que viera lo arrepentido que estaba. Luego mirónuevamente mi mano y volvió a acariciarla con la yema de losdedos. Alzó la vista y me miró con timidez.No se había desmayado, ni había salido corriendo. Tampoco estabaen shock como yo había temido. Aquello en vez de molestarme,como debería haber sucedido, solo me dio valor. El valor que tantonecesitaba en estos momentos.—Bueno, ¿por dónde íbamos antes de que me comportara contanta rudeza? —pregunté utilizando el mejor de mi vocabulario—La verdad es que no lo recuerdo—Aun sentía un poco de vergüenza pero le sonreí.

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—Creo que estábamos hablando de por qué estabas asustada,además del motivo obvio——Ah, sí—— ¿Y bien? —No dijo nada, nuevamente, solo siguió acariciando mi mano y luegola palma de esta.— ¡Con qué facilidad me frustro! — Le dije.Me miró a los ojos, pero no pude comprender los motivos que lahacían dudar. Estaba seguro que no me temía, no del modo quedebía hacerlo. No me temía aun después de ver todo lo que eracapas de hacer o hacerle. Era otro su miedo pero no podíaidentificarlo.Volvió a mirar mi mano y dijo en voz baja:—Tengo miedo, además de por los motivos evidentes, porque nopuedo estar contigo, y porque me gustaría estarlo más de lo quedebería.¿Dijo que le gustaría estar con migo? Si de algo estaba seguro erade no tener problemas de audición. Mi cuerpo se infló deesperanza, pero yo sabía que no le convenía quererme como yo laquería.—Sí —Admití lentamente. —Es un motivo para estar asustado,desde luego. ¡Querer estar conmigo! En verdad, no te convienenada.—Lo sé. Supongo que podría intentar no desearlo, pero dudo quefuncionara.Posiblemente se sentía lo mismo que yo. Posiblemente también meamaba pero sabía muy en el fondo que eso no era conveniente.—Deseo ayudarte, de verdad que sí — Le respondí con la mayorsinceridad que me fue posible. —Debería haberme alejado hacemucho, debería hacerlo ahora, pero no sé si soy capaz.—No quiero que te vayas — Me suplicó al mismo tiempo en que memiraba intensamente a los ojos. Era la primera vez que mi mirabade esa manera. Bueno era la primera vez que alguien me miraba deesa manera. Me sentí extrañamente cohibido y eso hizo quedesviara la mirada, algo avergonzado por su intensidad.—Irme, eso es exactamente lo que debería hacer, pero no temas,soy una criatura esencialmente egoísta. Ansió demasiado tucompañía para hacer lo correcto.

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—Me alegro.— ¡No lo hagas! — Le dije un tanto molesto con migo mismo. Retirémi mano, teniendo cuidado esta vez para no asustarla. Claro que sino lo hacían mis actos tal vez mis palabras lo hicieran.— ¡No es sólo tu compañía lo que anhelo! Nunca lo olvides. Nuncaolvides que soy más peligroso para ti de lo que soy para cualquierotra persona… Y no pude decir nada más.Después de un momento de mutuo silencio Bella agregó:—Creo que no comprendo exactamente a qué te refieres... Almenos la última parte.¿Sería posible, después de todas las cosas que le había mostradoen estas últimas horas, luego de haber confesado una y otra vez loque mi presencia significaba para ella; que no entendiera?— ¿Cómo te explicaría? — Le dije. —Y sin aterrorizarte de nuevo...Volví a poner mi mano sobre las suyas. Fue casi instintivamente yaque deseaba aquel cálido contacto. Al comprender lo que habíahecho miré nuestras manos y suspiré… Ya me podía ver a mimismo acostumbrado a eso, era tan fácil amarla y tan exquisito sucontacto.—Esto es asombrosamente placentero... el calor—Su contacto, la cercanía de nuestros cuerpos, su respiración casigolpeándome. El pulso sobre su muñeca, el calor que subía por mimano hasta mi brazo. Su ojos, sus ojos abiertos para mi. Su olorquemando mi garganta …—Sabes que todos disfrutamos de diferentes sabores. Algunosprefieren el helado de chocolate y otros el de fresa.Asintió.—Lamento emplear la analogía de la comida, pero no se me ocurreotra forma de explicártelo — La comparación de verdad hacia queme sintiera avergonzado y miserable.Bella sonrió, seguramente para infundirme valor y yo sonreí lleno depesar.—Verás, cada persona huele diferente, tiene una esencia distinta—Trate de explicarme lo mejor posible. —Si encierras a un alcohólicoen una habitación repleta de cerveza rancia, se la beberáalegremente, pero si ha superado el alcoholismo y lo desea, podríaresistirse.Supongamos ahora que ponemos en esa habitación una botella de

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brandy añejo, de cien años, el coñac más raro y exquisito yllenamos la habitación de su cálido aroma... En tal caso, ¿cómocrees que le iría?... —Al parecer había escogido mal el ejemplo y ella seguramente noentendía nada de lo decía ya que permaneció en silencio, pero noapartó su mirada de mis ojos. Maldecía el no poder leerle elpensamiento una vez mas.Cuando ya no pude aguantar más la curiosidad y el silencio le dije:—Tal vez no sea la comparación adecuada. Puede que sea muyfácil rehusar el brandy. Quizás debería haber empleado unheroinómano en vez de un alcohólico para el ejemplo—¿Sería ese un buen ejemplo? Me devané los sesos tratando deencontrar alguna buena comparación. Pero era demasiado difíciltratar de explicar lo que ella representaba para mi, o por lo menosen la forma que me hacia sentir.—Bueno, ¿estás diciendo que soy tu marca de heroína? — Dijo depronto pero en un tono juguetón.Bingo, había dado en el clavo y reí de buena manera. Si, ella habíaentendido perfectamente bien.—Sí, tú eres exactamente mi marca de heroína—— ¿Sucede eso con frecuencia? ——He hablado con mis hermanos al respecto. Para Jasper, todos loshumanos son más de lo mismo. El es el miembro más reciente denuestra familia y ha de esforzarse mucho para conseguir unaabstinencia completa. No ha dispuesto de tiempo para hacerse mássensible a las diferencias de olor, de sabor —Me sentí muy mal aldecir esto. —Lo siento— Le dije, verdaderamente me sentía mal alconfesarles estas cosas.—No me molesta. Por favor, no te preocupes por ofenderme oasustarme o lo que sea... Es así como piensas. Te entiendo, o almenos puedo intentarlo. Explícate como mejor puedas.Agradecí estas palabras y traté de continuar…—De modo que Jasper no está seguro de si alguna vez se hacruzado con alguien tan... —¿ Como continuar, como no ofenderla… tanto. Trate sin éxito deencontrar la palabra mas adecuada.—…tan apetecible como tú me resultas a mí—Fue la única palabra que podía utilizar en este caso.

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—Emmett es el que hace más tiempo que ha dejado de beber, pordecirlo de alguna manera, y comprende lo que quiero decir. Diceque le sucedió dos veces, una con más intensidad que otra.— ¿Y a ti? ——Jamás— Bueno sin contarla a ella, claro.— ¿Qué hizo Emmett? —Me preguntó después de un incomodosilencio.Me sentía mal al hablar de mi hermano. No quería que Bellapensara que éramos unos monstruos arrastrados por la sed y eldeseo. Pero por otra parte mi hermano no había sentido nada poraquellas mujeres. Para el no significaban nada, solo eran otrashumanas, unas más del montón. Y tampoco quería que mecomparara con el, no es que yo fuera mejor o peor que Emmett,pero éramos distintos o más bien la situación era distinta.De todas maneras no había una manera correcta o incorrecta decontestar a esa pregunta. Deseé con todas mis fuerzas que no lahubiera formulado, pero de todos modos no pude contestar.—Creo saberlo — DijoLevante la vista tratando de encontrar las palabras adecuadas paradecirle que yo era diferente, decirle que yo era fuerte y que yo sipodría superar este “pequeño inconveniente”. Al mismo tiempotrataba de creerlo, trataba con todas mis fuerzas.—Hasta el más fuerte de nosotros recae en la bebida, ¿verdad?—— ¿Qué me pides? ¿Mi permiso? —Su voz sonaba mordaz, ¿verdaderamente creía que me daría porvencido tan rápido? No había llegado hasta aquí solo para quitarlela vida.—Quiero decir, entonces, ¿no hay esperanza? —Sus palabras retumbaron en mi cabeza.— ¡No, no! — Le dije ahogando un grito. —¡Por supuesto que hayesperanza! Me refiero a que..., por supuesto que no voy a... —No pude terminar la frase, nuevamente me miraba intensamente.Traté de explicarle.—Es diferente para nosotros. En cuanto a Emmett y esas dosdesconocidas con las que se cruzó... Eso sucedió hace muchotiempo y él no era tan experto y cuidadoso como lo es ahora.—De modo que si nos hubiéramos encontrado... en... un callejónoscuro o algo parecido...

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Su voz se fue apagando a medida que dejaba la frase a medioterminar.Llegaba la hora de la verdad. Hablaría con total sinceridad ysuplicaría su perdón si fuera necesario, me arrastraría detrás de ellacuando se alejará de mi.—Necesité todo mi autocontrol para no abalanzarme sobre ti enmedio de esa clase llena de niños y... —Una nube de vergüenza subió por mi rostro y se introdujo en miboca, tomé un poco de aire y trate de continuar.…cuando pasaste a mi lado, podía haber arruinado en el acto todolo que Carlisle ha construido para nosotros. No hubiera sido capazde refrenarme si no hubiera estado controlando mi sed durante losúltimos... bueno, demasiados años.No lo pude aguantar más y desvié la mirada un segundo, trate deno recordar es día. No quería empeorar más las cosas. Ella estabacon la mirada perdida, seguramente estaría recordándolo también.—Debiste de pensar que estaba loco.—No comprendí el motivo. ¿Cómo podías odiarme con tantarapidez...?—Para mí, parecías una especie de demonio convocadodirectamente desde mi infierno particular para arruinarme. Lafragancia procedente de tu piel... El primer día creí que me iba atrastornar. En esa única hora, ideé cien formas diferentes deengatusarte para que salieras de clase conmigo y tenerte a solas.Las rechacé todas al pensar en mi familia, en lo que podía hacerles.Tenía que huir, alejarme antes de pronunciar las palabras que teharían seguirme...La miré tratando de identificar las emociones que afloraban en surostro. Miedo, asombro. Tan cerca de la muerte había estado y ellano se había percatado siquiera.. Tan cerca de haberla perdido parasiempre. Nunca habría llegado a conocer la felicidad si ese día yo…—Y tú hubieras acudido — Le aseguré.—Sin duda.Mire su manos y continué con mi revelador relato.—Luego intenté cambiar la hora de mi programa en un estérilintento de evitarte y de repente ahí estabas tú, en esa oficinapequeña y caliente, y el aroma resultaba enloquecedor. Estuve apunto de tomarte en ese momento. Sólo había otra frágil humana...

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cuya muerte era fácil de arreglar.El cuerpo de Bella se estremeció, pero yo no podía dejar de decirlela verdad, se lo debía.—No sé cómo, pero resistí. Me obligué a no esperarte ni a seguirtedesde el instituto. Fuera, donde ya no te podía oler, resultó más fácilpensar con claridad y adoptar la decisión correcta. Dejé a mishermanos cerca de casa. Estaba demasiado avergonzado paraconfesarles mi debilidad, sólo sabían que algo iba mal...Entonces me fui directo al hospital para ver a Carlisle y decirle queme marchaba.Intercambiamos nuestros coches, ya que el suyo tenía el depósitolleno y yo no quería detenerme—No podía contener el pesar al recordar aquellos días.— No me atrevía a ir a casa y enfrentarme a Esme. Ella no mehubiera dejado ir sin montarme una escenita, hubiera intentadoconvencerme de que no era necesario... A la mañana siguienteestaba en Alaska. Pasé allí dos días con unos viejos conocidos,pero sentí nostalgia de mi hogar. Detestaba saber que habíadefraudado a Esme y a los demás, mi familia adoptiva. Resultabadifícil creer que eras tan irresistible respirando el aire puro de lasmontañas. Me convencí de que había sido débil al escapar. Mehabía enfrentado antes a la tentación, pero no de aquella magnitud,no se acercaba ni por asomo, pero yo era fuerte, ¿y quién eras tú?¡Una chiquilla insignificante! —La sola idea de pensar que ella era insignificante me pareciógracioso.—¿Quién eras tú para echarme del lugar donde quería estar? Demodo que regresé... Tomé precauciones, cacé y me alimenté másde lo acostumbrado antes de volver a verte. Estaba decidido a serlo bastante fuerte para tratarte como a cualquier otro humano. Fuimuy arrogante en ese punto. Existía la incuestionable complicaciónde que no podía leerte los pensamientos para saber cuál era tureacción hacia mí. No estaba acostumbrado a tener que dar tantosrodeos. Tuve que escuchar tus palabras en la mente de Jessica,que, por cierto, no es muy original, y resultaba un fastidio tener quedetenerme ahí, sin saber si realmente querías decir lo que decías.Todo era extremadamente irritante.No me gustó recordar a esa desagradable humana en esos

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momentos tan trascendentes para mi.—Quise que, de ser posible, olvidaras mi conducta del primer día,por lo que intenté hablar contigo como con cualquier otra persona.De hecho, estaba ilusionado con la esperanza de descifrar algunosde tus pensamientos. Pero tú resultaste demasiado interesante, yme vi atrapado por tus expresiones... Y de vez en cuando alargabasla mano o movías el pelo..., y el aroma me aturdía otra vez.Entonces estuviste a punto de morir aplastada ante mis propiosojos. Más tarde pensé en una excusa excelente para justificar porqué había actuado así en ese momento, ya que tu sangre sehubiera derramado delante de mí de no haberte salvado y nohubiera sido capaz de contenerme y revelar a todos lo que éramos.Pero me inventé esa excusa más tarde. En ese momento, todo loque pensé fue: «Ella, no».Cerré mis ojos. Por una parte me sentía feliz de hablarle con laverdad, con toda la verdad. Las palabras salían disparadas de miboca. Sólo sabía que ella me escuchaba y que por fin me entendía.También me sentía aliviado de compartir todo aquello por lo cualhabía pasado desde que ella entró irremediablemente en mi vida.Pero también estaba la vergüenza que sentía al admitir que habíasido un gran, débil y miserable cobarde.— ¿Y en el hospital? — Preguntó clavando los ojos en mi.—Estaba horrorizado. Después de todo, no podía creer que hubierapuesto a toda la familia en peligro y yo mismo hubiera quedado a tumerced... De entre todos, tenías que ser tú. Como si necesitara otromotivo para matarte —Recordé el enfrentamiento con mi familia. Recordé a Jasper y suidea de eliminarla.—Pero tuvo el efecto contrario — Le dije tratando de recobrar elcoraje. —Y me enfrenté con Rosalie, Emmett y Jasper cuandosugirieron que te había llegado la hora... Fue la peor discusión quehemos tenido nunca. Carlisle se puso de mi lado, y Alice —No pude evitar pensar que Alice estaría en este momento saltandode felicidad.—Esme dijo que hiciera lo que tuviera que hacer para quedarme—Traté de no pensar en mi madre y moví mi cabeza para poderconcentrarme en mi relato.—Me pasé todo el día siguiente fisgando en las mentes de todos

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con quienes habías hablado, sorprendido de que hubieras cumplidotu palabra. No te comprendí en absoluto, pero sabía que no mepodía implicar más contigo. Hice todo lo que estuvo en mi manopara permanecer lo más lejos de ti. Y todos los días el aroma de tupiel, tu respiración, tu pelo... me golpeaba con la misma fuerza delprimer día.Bella y yo nos miramos. Estaba tan cerca de pronunciar aquellaspalabras que estaban torturando mi cabeza.—Y por todo eso — Continúe —hubiera preferido delatarnos enaquel primer momento que herirte aquí, ahora, sin testigos ni nadaque me detenga.— ¿Por qué? — Preguntó.Había llegado el momento. Mi corazón casi se me salía por la boca.Sentía una sensación extraña en el estomago, pero continuéadelante. Sentí como si mi cuerpo cayera de una gran altura, perono sentía miedo, sentía alivio.—Isabela —Cuidadosamente pronuncié su nombre completo, altiempo que despeinaba su pelo con la mano libre; se estremeció porel contacto. —No podría vivir en paz conmigo mismo si te causaradaño alguno —Clavé mi mirada en el suelo, me sentía demasiado avergonzadopara mírala a los ojo.—La idea de verte inmóvil, pálida, helada... No volver a ver cómo teruborizas, no ver jamás esa chispa de intuición en los ojos cuandosospechas mis intenciones... Sería insoportable — La miré a losojos, casi podía escucharme rogando por su amor.—Ahora eres lo más importante para mí, lo más importante que hetenido nunca—Y ahí estaba yo, por fin me había declarado al único, verdadero yeterno amor que había conocido. Aguardé esperando su reacción,fuera cual fuera, sin apartar mis ojos de ella.—Ya conoces mis sentimientos, por supuesto. Estoy aquí, lo que,burdamente traducido, significa que preferiría morir antes quealejarme de ti —hizo una mueca—Soy idiota.—Eres idiota — Acepté con una risa.Nos miramos, ella también reía. Sólo nosotros podíamos estarriendo en ese momento. Nos reímos de todos los caminos que noshabían llevado hasta ese lugar. El destino o como se le llame, había

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hecho la jugada y nosotros habíamos enfrentado el reto.Reía de felicidad, le sonreía al futuro. Quedaban atrás mis días,años, décadas de eterna soledad. La amaría eternamente, auncuando pasaran sus años humanos la amaría.Mi existencia ya no sería más una sombra. Mis noches y días noestarían más llenos de tristeza y desesperanza.La había esperado tanto tiempo.—Y de ese modo el león se enamoró de la oveja... —Murmure, sinapartar mis ojos de ella. Desvió su mirada ocultando sus inmensosojos mientras se estremecía levemente.— ¡Qué oveja tan estúpida! — Dijo de pronto.— ¡Qué león tan morboso y masoquista! — Agregué tratando demirar hacia el futuro, tratando de ver aquella delgada linea en lacual me había propuesto caminar. No matarla, no transformarla.Solo amarla día a día, tratando de vivir uno a la vez.— ¿Por qué...? —Dijo de pronto, pero se detuvo. La miré esperandoque terminará de formular su respuesta. Pero no continuó y lesonreí para infundirle valor.— ¿Sí? ——Dime por qué huiste antes.—Sabes el porqué— Le dije, no comprendí muy bien a que serefería.—No, lo que quería decir exactamente es ¿qué hice mal? Ya sabes,voy a tener que estar en guardia, por lo que será mejor aprenderqué es lo que no debería hacer. Esto, por ejemplo— Y me acaricióla base de la mano. —, parece que no te hace mal— Y me sonrió.—Bella, no hiciste nada mal. Fue culpa mía——Pero quiero ayudar si está en mi mano, hacértelo más llevadero.—Bueno... — Pensé un momento y le dije. —Sólo fue lo cerca queestuviste. Por instinto, la mayoría de los hombres nos rehúyenrepelidos por nuestra diferenciación... No esperaba que teacercaras tanto, y el olor de tu garganta... Repentinamente me calley estudié su rostro, no pretendía asustarla. Muy por el contrarioquería que se acercara nuevamente, no estaba seguro de cómoreaccionaría esta vez. Pero anhelaba su proximidad.—De acuerdo, entonces —Dijo. Su tono de voz era relajado ytranquilo. Se llevó las manos al cuello y en medio de una muecadijo:

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—Nada de exponer la garganta—.Toda la escena me resultó sumamente graciosa.—No, en realidad, fue más la sorpresa que cualquier otra cosa—.Levanté la mano que tenía libre y toqué su garganta. Ellaautomáticamente se quedó quieta. Podía sentir el cálido fluir se susangre, su pulso acelerado, su respiración acelerándose poco apoco. ¿Que había en esas señales? ¿Temor? ¿Recelo? Quizás…¿Deseo?...—Ya lo ves. Todo está en orden— Le dije tratando de borrar aquellaúltima idea de mi mente. Pero su pulso se aceleraba más y más.Poco a poco su mejillas se tornaban sonrosadas.—El rubor de tus mejillas es adorable —Murmuré.Retiré lentamente mi mano de las de ella para poder acariciar sumejilla. Su piel era tan suave, tan cálida. ¿Cuantas veces habíasoñado con hacer esto? Ya no lo recordaba. Sostuve su cara entremis dos manos.—Quédate muy quieta —Le pedí en un susurro, estaba seguro quemi voz temblaría en cualquier momento.Me incliné hacia ella, despacio, disfrutando el cada segundo que metomaba llegar hasta su cuerpo. Cuando estuve lo suficientementecerca apoyé mi mejilla contra la base de su garganta. Una oleadade placer inundó mi cuerpo desde la cabeza a mis pies.Bella permanecía muy quieta pero podía ver como se dilatabancada uno de los poros de su piel, el aroma que expulsaban eraverdaderamente embriagador. Por un momento vi al monstruo a unlado de mi mente que se adentraba en lo mas recóndito de miconciencia hasta por fin desaparecer. Ese ser ya no sería elculpable de mis tormentos. Ahora debía enfrentar nuevos demonios,unos más humanos.Mi cabeza dio vueltas, bajé lentamente mis manos por su cuellopara luego seguir descendiendo hasta llegar a sus hombros.Aspirando el aroma que expelía de sus poros bajé hasta suclavícula, inhalando. Que placentero podía llegar a ser el dolor.Sentía la garganta a carne viva, pero no podía apartarme de ella.Bajando un poco más llegué hasta su pecho escuchando lossonidos de su corazón, los escandalosos latidos de su corazón.—Ah— Dije en un suspiro. No pude volver a pronunciar palabraalguna. Ella permaneció callada, inmóvil. No pude identificar la

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respuesta de su cuerpo, seguramente tendría miedo, no muchopero el suficiente. Pero a medida que transcurrió un poco de tiemposu pulso y respiración se hicieron más acompasados y recuperaronla normalidad. No estoy seguro de cuanto tiempo permanecimosasí, uno contra el otro. Pero para mi no fue el suficiente.Seguramente siempre sería así, nunca sería suficiente.Finalmente logré separarme de su cuerpo. Me sentía orgulloso demi mismo, había pasa la prueba más dura.—No volverá a ser tan arduo— Le dije mirándola a los ojos.— ¿Te ha resultado difícil? ——No ha sido tan difícil como había supuesto. ¿Y a ti? ——No, para mí no lo ha sido en absoluto. —Su tono de voz me hizo reír.—Sabes a qué me refiero. — Le dije y ella me sonrío de vuelta.—Toca — Tomé su mano y la puse sobre mi mejilla que se habíacalentado al contacto con su piel.—¿Notas qué caliente está?—No te muevas — Me susurro.Cerré mis ojos y al instante me convertí en una estatua viviente.Eso era muy fácil para nosotros, podíamos estar quietos días,semanas. No teníamos que pestañear ni cambiar de posición;nunca sentíamos un dolor muscular ni de ningún tipo. Nuestra únicay gran urgencia era el hambre o mas bien la sed.Bella se movió impresionantemente lento, aun para una humana.No podía verla, claro, pero podía sentirla. Su fragancia se concentrómuy cerca de mi rostro, un segundo después sentí el roce de susdedos en mi mejilla. Acarició todo el contorno de mis ojos. Sentí sumano frente a mis labios, mi respiración chocaba en ella y sedevolvía quemando mi interior. Otro fuego existía en mi. Uno quecrecía y se volvía aun mas fuerte que calor de mi sed.Era toda ella, la que hacía que sintiera ese fuego ahora no sólo enmi garganta, sino en cada parte de mi cuerpo. Me dejé envolver poresa nueva sensación.De pronto y sin motivo aparente se alejó, nuevamente su contactome resultó efímero.Abrí mis ojos aun envuelto en aquellas nuevas sensaciones, Bellame miraba y su pulso se aceleró nuevamente, podía ver el martilleode su pulso en la garganta. Pero no eran mis dientes los que

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querían estar ahí, eran mis labios.—Querría — Susurré —, querría que pudieras sentir lacomplejidad... la confusión que yo siento, que pudieras entenderlo.Acaricié su pelo y luego su rostro.—Dímelo —.—Dudo que sea capaz. Por una parte, ya te he hablado delhambre..., la sed, y te he dicho la criatura deplorable que soy y loque siento por ti. Creo que, por extensión, lo puedes comprender,aunque — Le confesé algo avergonzado — probablemente nopuedas identificarte por completo al no ser adicta a ninguna droga.Pero hay otros apetitos... — Dije mientras acariciaba sus labios conmis dedos y nuevamente no eran ellos los que querían estar ahí. —,apetitos que ni siquiera entiendo, que me son ajenos.—Puede que lo entienda mejor de lo que crees— Dijo para misorpresa.—No estoy acostumbrado a tener apetitos tan humanos. ¿Siemprees así?—No lo sé. Para mí también es la primera vez.Tome sus manos entre las mías. Recordando que su experiencia encitas era tan amplia como la mía.—No sé lo cerca que puedo estar de ti — Admití —. No sé sipodré...Pausadamente se inclino hacia mi, sin dejar de mirarme a los ojos.Apoyó la mejilla contra mi pecho. El calor se su rostro traspasaba latela de mi camisa.—Esto basta— Dijo y luego dejó escapar un suspiro.Instintivamente cerré mis brazos en torno a ella y hundí mi rostro ensu pelo absorbiendo toda su esencia.Descubrí que increíblemente aquella sensación en la garganta eramas llevadera, no había desaparecido pero era soportable.—Se te da mejor de lo que tú mismo crees — Me alentó.—Tengo instintos humanos. Puede que estén enterrados muyhondo, pero están ahí.Y así nos quedamos, como soldados el uno al otro. Yo meencontraba dichoso de tenerla entre mis brazos. Pasaron lossegundos o las horas verdaderamente no medí el tiempo perocuando me percaté ya era entrada la tarde. Bella dejó escapar unsuspiro, pero yo sabía lo que realmente significaba. La partida la

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separación , pero yo no estaba listo para eso, no lo estaría nunca.Todavía nos quedaba el camino de regreso, podía vermerecorriendo todo ese trayecto tomados de la mano, pero había otracosa que quería mostrarle antes. Había otra sensación que queríacompartir con ella.—Tienes que irte— Pregunté.—Creía que no podías leer mi mente — Dijo juguetonamente.—Cada vez resulta más fácil— La sola idea, me lleno de júbilo y lepregunté.— ¿Te puedo enseñar algo?— ¿El qué?—Te voy a enseñar cómo viajo por el bosque — Me miró con terroren los ojos.—No te preocupes, vas a estar a salvo, y llegaremos al cochemucho antes—Le prometí para tranquilizarla.Estaba tan expectante con la sola idea se compartir eso que mehacía tan feliz que no pude evitar reír de buena gana.— ¿Te vas a convertir en murciélago? — Preguntó de pronto.Rompí a reír sin poder controlarme…— ¡Como si no hubiera oído eso antes! ——Vale, ya veo que no voy a conseguir quedarme contigo——Vamos, pequeña cobarde, súbete a mi espalda— Le dije.Me miró incrédula, pero le respondí con un sonrisa, confirmandoque era en serio mientras extendía mis brazos hacia ella. Su pulsoestaba acelerado nuevamente cuando la ayude a subir a miespalda. Creo que instintivamente me rodeo con su delicadosbrazos y piernas. Sentí todo su cuerpo contraído contra el mío ysupuse que estaría usando toda su fuerza. Para mi solo era comoun tierno abrazo pero traté de no pensar mucho en ello ya que nome costaría nada voltearla y así poder tenerla frente a mi…—Peso un poco más de la media de las mochilas que sueles llevar—Me dijo, sacándome de mi ensoñación.— ¡Bahh.! — Resoplé en un mueca, verdaderamente estabadichoso.Adiós soledad, adiós tormentos. Tomé su mano entre las mías einhale su perfume profundamente.—Cada vez más fácil — Pensé en voz alta. Y luego rompí a correr.

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Aquello era lo que mejor se me daba. Era el más rápido de mifamilia y si era cierto que a todos nos gustaba la velocidad yo era elque más disfrutaba al hacerlo.Corría sólo por diversión, a veces no tenía un rumbo definido, lohacía solo por el hecho de sentir el viento en mi rostro, golpeandomi cuerpo y ahora lo compartía con ella. Su cuerpo me quemaba laespalda, podía sentir su respiración en mi nuca. Sus piernasenrolladas en mi cintura. Jamás pensé en tenerla tan cerca, siendotan mía. Que pasaría si…El bosque desapareció en cosa de minutos y estábamos otra vezjunto a su coche.—Estimulante, ¿verdad? — Le dije entusiasmado con nuestranueva actividad.De pronto me percaté que Bella no decía nada, como yo esperaba,tampoco se movía.— ¿Bella? —pregunté, inquieto.—Creo que necesito tumbarme —respondió en medio de un jadeo.—Ah, perdona — Esperé que dijera o hiciera algo más, pero nada.—Creo que necesito ayuda —Dijo al fin.Reí al comprender que se encontraba bien y aparte sus brazos demi cuello y luego le di la vuelta para que quedará frente a mi. Lacargué en mis brazos acunándola contra mi pecho. Lentamente ylamentablemente la dejé sobre unos mullidos helechos.— ¿Qué tal te encuentras? — Le pregunte preocupado.—Mareada, creo.—Pon la cabeza entre las rodillas— Había sido muy rápido paraella. Inspiró y espiró lentamente, sin moverse. Me senté a su lado ydespués de un momento levantó la cabeza.—Supongo que no fue una buena idea— Le dije arrepentido. Nohabía pensado en que no estaba acostumbrada… Todavía.—No, ha sido muy interesante— Hizo un esfuerzo para sonar lomas normal posible pero no lo consiguió.— ¡Vaya! Estás blanca como un fantasma, tan blanca como yomismo.—Creo que debería haber cerrado los ojos.—Recuérdalo la próxima vez.— ¡¿La próxima vez?! — Gimió.Yo estaba tan contento, sin duda era el mejor día de toda mi

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existencia.—Fanfarrón — Me dijo, ya que había vuelto a reír.—Bella, abre los ojos — Le pedí suavemente.Estábamos increíblemente cerca. Podía contemplar cada detalle desu cara. La pequeña arruga en su frente, la línea de sus labios.—Mientras corría, he estado pensando...— En no estrellarnos contra los árboles, espero— Me dijo en tonojuguetón.—Tonta Bella —reí entre dientes—. Correr es mi segundanaturaleza, no es algo en lo que tenga que pensar.—Fanfarrón — Me dijo nuevamente.—No. He pensado que había algo que quería intentar— Tomé sucara entre mis manos, ¿Sería correcto? ¿Podría?... Pero debíaintentarlo, este era el momento adecuado, me preparé para dar yrecibir el siempre recordado primer beso.Con mis sentidos alertas contemplé su rostro más y más cerca delmío. En mi memoria grabe cada segundo de esta proximidad,disfrutando.Cuando nuestros labios por fin se encontraron Bella rompió a jadearen mi boca, su esencia se filtro en la mía y mis nervios se tensaronal instante. Como describir el calor que quemaba todo mi cuerpo?Sentí sed de sus labios, quería lamer su boca, tragar el perfume desu garganta, estrechar su cintura, recorrer todo su cuerpo con mismanos.¡NO! Es demasiado frágil, grité en mi cabeza. ¡DETENTE! Mislabios se paralizaron al instante y haciendo uso de toda mi fuerzade voluntad, aparté suave y lentamente su cara de la mía.Abrió sus ojos y me dijo:— ¡Huy! —.—Eso es quedarse corto—. Le corregí lo mejor que pude. Lehablaba entre dientes ya que los tenía fuertemente apretados consu rostro aun entre mis manos, solo a unos centímetros.— ¿Debería...? Dijo Bella, mientras trataba inútilmente de alejarse.Pero yo aun no podía soltarla ya que no me sobreponía alagarrotamiento de mis músculos.—No. Es soportable. Aguarda un momento, por favor — Le dije lomejor que pude. Mentalmente los fui soltando uno a uno hasta quepor fin mi cuerpo se relajó.

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— ¡Listo! — Le dije al fin.— ¿Soportable? ——Soy más fuerte de lo que pensaba — Reí de lo penoso que todohabía resultado.—Bueno es saberlo— Mi padre estaba en lo cierto, debía probarhasta donde podía llegar con ella. Y me llené de alegría alcomprobar que después de todo no había sido tan malo.—Desearía poder decir lo mismo. Lo siento ——Después de todo, sólo eres humana—.—Muchas gracias — Me dijo mordazmente.Me levanté y le tendí mi mano. Me miró por un momento,nuevamente era yo mismo y no reparé en la velocidad de mismovimientos. Bella aun no recuperaba su equilibrio y pensé quesería una buena escusa para dejarme manejar de regreso.— ¿Sigues estando débil a causa de la carrera? ¿O ha sido mipericia al besar? — Le dije en medio de una risa.—No puedo estar segura, aún sigo grogui. Creo que es un poco deambas cosas.—Tal vez deberías dejarme conducir.— ¿Estás loco? — Me dijo en tono de protesta.—Conduzco mejor que tú en tu mejor día — Me defendí. —Tusreflejos son mucho más lentos—Estoy segura de eso, pero creo que ni mis nervios ni mi cocheseríamos capaces de soportarlo——Un poco de confianza, Bella, por favor— Le pedí. Me mirabapensativamente y luego movió su cabeza.—No. Ni en broma— Me respondió al fin, pero yo no estabadispuesto a dejarla conducir en ese estado. ¿Acaso creía que medejaría vencer tan pronto? Trató de caminar hacia el asiento delconductor pero se tambaleó ligeramente y vi ganada esta disputa.—Bella, llegamos a este punto, ya he invertido un enorme esfuerzopersonal en mantenerte viva. No voy a dejar que te pongas detrásdel volante de un coche cuando ni siquiera puedes caminar en línearecta. Además, no hay que dejar que los amigos conduzcanborrachos — Le dije mientras la atrapaba por la cintura. Queexquisito se sentía poder hacer eso. Ya era libre para poder hacerlotodo el tiempo.—No puedo rebatirlo — Dijo en medio de un suspiro. Levantó las

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llaves y las dejó caer intencionalmente. Sorprendentemente se dabapor vencida.—Con calma... Mi monovolumen es un señor mayor——Muy sensata — Le contesté.— ¿Y tú no estás afectado por mi presencia? — Se había rendidopero no estaba feliz de eso, lo note en el tono de su voz. Yo noquería que lo estuviera, quería que fuera feliz, tanto como yo.Se veía tan encantadora cuando estaba enojada, Me incliné sobresu rostro y deslicé mis labios a lo largo de su mandíbula, desde laoreja al mentón de un lado a otro. El cuerpo de Bella se estremeció.Luche contra las emociones que nuevamente viajaban por micuerpo.—Pase lo que pase — Logre decir —, tengo mejores reflejos—Tratando en todo momento de repetir esas palabras en mi mente.Me negaba a ser esclavo de mis sentidos, pero era tan fácil dejarsellevar por estas emociones tan nuevas, desconocidas y deliciosas.Pero ciertamente eran mas fácil de llevar que la sed que habíasentido por ella.

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Capítulo 15: “Mi familia”

Era el final perfecto para una tarde perfecta. Sentía unainmensurable felicidad, nada en realidad se le podía comparar.Sostenía una mano de Bella entre la mía. Todo era perfecto, el solocultándose en el horizonte, la leve frisa que se filtraba por laventanilla, el mas perfecto de los copilotos. La felicidad no caía enmi cuerpo.Bella sentada a medio metro con su pelo bailando al viento mientrasyo cantaba una vieja melodía de los cincuenta.— ¿Te gusta la música de los cincuenta? — Le pregunté. —En loscincuenta, la música era buena, mucho mejor que la de los sesenta,y los setenta... ¡Buaj!—No me había gustado aquella época de amor libre y desenfreno.Demasiado irresponsable para mis viejas y arraigadas buenascostumbres.—Los ochenta fueron soportables— Terminé de decir.— ¿Vas a decirme alguna vez cuántos años tienes? — Me preguntoun tanto recelosa.Mmmm, a ver tengo tantos años para ser tu abuelo. ¿Qué pensaríade eso?¿Cambiaría en algo nuestra relación? No, no lo creoverdaderamente. “Nuestra relación”, me encanta como suena eso.— ¿Importa mucho? — Le dije sonriente.—No, pero me lo sigo preguntando... —Agregó en medio de unamueca. —No hay nada como un misterio sin resolver paramantenerte en vela toda la noche——Me pregunto si te perturbaría... — Pensándolo mejor nuncaacertaba a las reacciones de Bella…—Ponme a prueba—Sus ojos me miraban expectantes.Bueno, ya sabía todo de mi. Seguramente algo tan insignificantecomo mi edad, no sería motivo de desencanto. No después de estatarde.Si, ella me aceptaba tal y como yo era, no sería ese minúsculoprejuicio de la diferencia de edad que terminara con sussentimientos.Mi mente, mi cuerpo, mis recuerdos, mi pasado y futuro todo le

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pertenecía.—Nací en Chicago en 1901—Hice una pausa mientras la miraba por el rabillo del ojo, no habíaseñal alguna de sorpresa o de algún otro sentimiento. Seguramenteestaría haciendo un gran esfuerzo para no desanimarme. Queconsiderada era, y me sentí feliz de que sintiera ganas de protegermis sentimientos.—Carlisle me encontró en un hospital en el verano de 1918. Teníadiecisiete años y me estaba muriendo de gripe española—Ese mismo año yo me había enlistado para lo que llamamos “Lagran guerra”. Muchos años después fue bautizada como “Laprimera guerra mundial”.Afortunadamente mi participación en esta guerra fue muy corta yaque a las pocas semanas de salir de campaña, empezaron aaparecer los síntomas en todo mi escuadrón. Uno tras otro miscompañeros, al igual que yo, fuimos cayendo a causa de la altafiebre.No recuerdo el momento exacto en que me di cuenta que moriría acausa de esta enfermedad, pero mi último pensamiento fue para mimadre.Bella había vuelto a inhalar después de un largo momento sinhacerlo y me volví para ver su ojos. Si ya estábamos en esto nohabía motivo para suspender mi relato.—No me acuerdo muy bien. Sucedió hace mucho tiempo y losrecuerdos humanos se desvanecen— Pero yo recordaba aquelloshechos como su fueran ayer. Solo no quería alterarla demasiadocon mi relato.— ¿Y tus padres? ——Ya habían muerto a causa de la gripe. Estaba solo. Me eligió porese motivo. Con todo el caos de la epidemia, nadie iba a darsecuenta de que yo había desaparecido—.No recordaba el rostro de mi padre pero el de mi madre estabagravado en mi memoria. No conservaba fotografías ni nada por elestilo. Solo tenía alguna que otra joya que llevaba el día que ingresóal hospital y que Carlisle me entregó después.— ¿Cómo...? ¿Cómo te salvó? ——Fue difícil. No muchos de nosotros tenemos el necesarioautocontrol para conseguirlo, pero Carlisle siempre ha sido el más

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humano y compasivo de todos. Dudo que se pueda hallar uno iguala él en toda la historia—.“Sálvelo” fueron las últimas palabras que mi madre pronuncio.—Para mí, sólo fue muy, muy doloroso. Actuó desde la soledad.Ésa es, por lo general, la razón que hay detrás de cada elección.Fui el primer miembro de la familia de Carlisle, aunque pocodespués encontró a Esme. Se cayó de un risco. La llevarondirectamente a la morgue del hospital, aunque, nadie sabe cómo, sucorazón seguía latiendo—.La historia de Esme era demasiado diferente a la mía. Se habíacasado con un comerciante que, al igual que yo sintió la necesidadde proteger a su país y a sus seres queridos. Solo un mes despuésde su partida Esme comprendió que estaba esperando un hijo. Perosu esposo nunca llegó a enterarse siquiera que sería padre ya que,al igual que el 20% de la población mundial de esos años, murió acausa de esta enfermedad. Ella estaba destrozada, solo la idea detener a ese pequeño ser en su interior la mantenía con vida. Pero laenfermedad fue una pandemia y se sumo a las condiciones yaexistentes por la guerra. El hambre, la falta de provisiones y desuministro de todo tipo fueron los causantes que Esme enfermara,no de fiebre española, pero debido a esto perdió el bebe quecargaba en su interior y junto a esto, perdió también la cordura.Todo terminó cuando decidió lanzarse desde un precipicio paraacabar con todo su sufrimiento.Pero como contarle estas cosas a Bella. Como relatar aquellos días.Depósitos industriales, hangares y galpones eran usados comoimprovisados hospitales. Muchas vidas se perdieron en esos años.El 20% de la población mundial sufrió esta enfermedad entre 1918 y1919 que con el tiempo se le nombró influenza. Y con el término deesta cesó también la guerra.Afortunadamente la humanidad nunca más a sufrido otra epidemiacomo esta.—Así pues, tienes que estar a punto de morir para convertirte en...— Pregunto Bella, dejando en el aire el nombre de mi especie ysacándome de mis recuerdos y meditaciones.—No, eso es sólo en el caso de Carlisle. El jamás hubieraconvertido a alguien que hubiera tenido otra alternativa—. Mi padreera el ser mas desinteresado sobre la faz de la tierra, el jamás

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había dado muerte a ningún ser humano.—Aunque, según él, es más fácil si la sangre es débil—.El sol ya se había ocultado y los faros iluminaban el camino. Yoveía perfectamente bien sin ellos pero sabía que Bella se pondríanerviosa si conducía a oscuras y yo no quería arruinar nuestratarde.— ¿Y Emmett y Rosalie?—.—La siguiente a quien Carlisle trajo a la familia fue Rosalie. Hastamucho después no comprendí que albergaba la esperanza de queella fuera para mí lo mismo que Esme para él—.Bastó solo unos minutos para comprender la naturaleza de Rosalie—Pero ella nunca fue más que una hermana y sólo dos añosdespués encontró a Emmett. Rosalie iba de caza, en aquel tiempoíbamos a los Apalaches, y se topó con un oso que estaba a puntode acabar con él. Lo llevó hasta Carlisle durante ciento cincuentakilómetros al temer que no fuera capaz de hacerlo por sí sola. Sóloahora comienzo a intuir qué difícil fue ese viaje para ella—.Emmett había salido a cazar junto a un pequeño grupo de amigos,seguramente se consideraban bastante experimentados para llevara cabo esta excursión ya solo eran unos chicos. Dos de los tresperecieron en esa aventura y seguramente Emmett no habríasobrevivido si no es por Rosalie que mató al enorme oso y logrósalvarlo. Posiblemente sintió lo que los humanos llaman “Amor aprimera vista”. Verdaderamente había sido todo un reto cargar elcuerpo mal herido y casi moribundo de Emmett.Alce nuestras manos y acaricié su mejilla con la base de mi mano.—Pero lo consiguió — Dijo Bella. Si, efectivamente lo habíaconseguido.………………………………………………………………………………………………—Sí—. Murmuré. —Rosalie vio algo en sus facciones que le dio lasuficiente entereza, y llevan juntos desde entonces. A veces, vivenseparados de nosotros, como una pareja casada: cuanto más jovenfingimos ser, más tiempo podemos permanecer en un lugardeterminado. Forks parecía perfecto, de ahí que nos inscribiéramosen el instituto — Bueno, era perfecto ahora que estaba junto a ella,ya que antes era mi infierno. —Supongo que dentro de unos añosvamos a tener que ir a su boda otra vez. Verdaderamente debería

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pensar muy bien que regalarles esta vez ya que las opciones erancada vez mas limitadas.— ¿Y Alice y Jasper?Le conté brevemente la historia de Jasper y Alice. La verdad es quemi relato sobre el fue superficial, solo algunas cosas, nada muyimportante. Verdaderamente no creía que estuviera preparada paraescuchar su historia por completo y sobre todas cosas no era yo, elmas adecuado para hacerlo.Bella se fascinó con las habilidades de Alice para predecir el futuro.— ¿De verdad?—. Dijo un tanto emocionada con la idea. —Pero túdijiste que eras el único que podía oír el pensamiento de la gente—.—Eso es verdad. Alice sabe otras cosas, las ve... Ve cosas quepodrían suceder, hechos venideros, pero todo es muy subjetivo. Elfuturo no está grabado en piedra. Las cosas cambian—.Debían cambiar, no me permitiría ser un títere del destino. Yo erauna persona pensante y no me dejaría vencer tan fácilmente por lased de su sangre ni por el deseo de mi cuerpo.— ¿Qué tipo de cosas ve? —.—Vio a Jasper y supo que la estaba buscando antes de que él laconociera. Vio a Carlisle y a nuestra familia, y ellos acudieron anuestro encuentro. Es más sensible hacia quienes no son humanos.Por ejemplo, siempre ve cuando se acerca otro clan de nuestraespecie y la posible amenaza que pudiera suponer.— ¿Hay muchos... de los tuyos? —Para entonces ya habíamos entrado en el pueblo y yo le contésobre nuestros amigos en Alaska y sobre los otros que no son comonosotros. Cuando terminé de decir esto ya estábamos fuera de sucasa.Le causó curiosidad nuestra preferencia de vivir en el norte.— ¿Por qué razón?—. Preguntó mientras apagaba el motor delauto. Seguramente ya se habría dado cuenta que su padre aun nollegaba a casa.— ¿Has abierto los ojos esta tarde? — Estaba contento de que aunno llegara, ya que disponíamos de un poco mas de tiempo. —.¿Crees que podríamos caminar por las calles sin provocaraccidentes de tráfico? Hay una razón por la que escogimos laPenínsula de Olympic: es uno de los lugares menos soleados delmundo. Resultaba agradable poder salir durante el día. Ni te

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imaginas lo fatigoso que puede ser vivir de noche durante ochenta ytantos años—.Los años que habíamos intentado hacerlo fueron francamente undesastre. Verdaderamente era insoportable vivir con seis vampirosestresados.—Entonces, ¿de ahí viene la leyenda? —.—Probablemente—.— ¿Procedía Alice de otra familia, como Jasper? —.La historia de Alice era más simple de contar ya que poco sabía ellasobre su vida anterior a encontrarnos.De pronto el estomago de Bella rompió a sonar de tripas. Me habíaolvidado completamente de necesidad de alimentarse.—Lo siento, te estoy impidiendo cenar—.—Me encuentro bien, de veras—. Pero su estomago no paraba desonar.—Jamás había pasado tanto tiempo en compañía de alguien que sealimentara de comida. Lo olvidé.—Quiero estar contigo—.Yo también quería estar con ella. ¿Que pensaría si quisiera entrar asu casa?— ¿No puedo entrar? —— ¿Te gustaría? — Preguntó para mi asombro.—Sí, si no es un problema—.A velocidad humana me baje del coche y abrí su puerta.—Muy humano — Me felicitó.—Esa parte está emergiendo a la superficie, no cabe duda.Dejé que Bella caminara delante de mi, para que me diera laespalda. Caminamos unos pasos y me moví lo mas rápido que mefue posible. Saqué la llave de donde tantas veces observé que laguardaba y abrí la puerta. Luego volví a caminar detrás de ella.Cuando llegamos junto a la puerta estiré mi mano lentamente y laabrí.— ¿Estaba abierta? —.—No, he usado la llave de debajo del alero—. Bella no dijo nada alrespecto. Seguramente se estaría preguntando como sabía sobre ladichosa llave.—Sentía curiosidad por ti—. Le dije para tratar de explicarme.— ¿Me has espiado?—. Me preguntó, pero no estaba molesta, lo

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podía leer en su voz.— ¿Qué otra cosa iba a hacer de noche? —Caminamos hacia la cocina y se preparó algo de comer, no estoyseguro de que era. Pero no tenía buen aspecto y ni hablar del olor.Sin apartar la vista del microondas Bella me pregunto:— ¿Con cuánta frecuencia? —— ¿Eh? — No entendí su pregunta ya que estaba intrigado por sucomida. Al parecer se trababa de lasaña.— ¿Con qué frecuencia has venido aquí? —.—Casi todas las noches—. Le dije sin pensarlo mucho.— ¿Por qué?—.—Eres interesante cuando duermes—. Verdaderamente lo era.Hablas en sueños—. Agregue para hundirme más.— ¡No! — Dijo en medio de un grito ahogado. Su cara, en cosa deminutos se puso rojo tomate, desde su cuello hasta la base de supelo. De no haber estado seguro podría haber jurado que se estabaahogando con comida. Pero esta aun estaba en el microondas. Depronto se sujetó a la encimera como su fuera a desmayar.Ahora ya no me parecía tan buena idea ser completamente sincero.La había ofendido completamente.— ¿Estás muy enfadada conmigo? —.— ¡Eso depende! —Me dijo tratando de recuperar la voz y se sentófrente a mi, pero no dijo nada mas. Los segundos me parecían largominutos y no pude evitar preguntarle.— ¿De qué? —.— ¡De lo que hayas escuchado! —. Pobre amor mío, estabaavergonzada no enojada como yo temía.Tomé sus manos entre las mías y le pedí que no se disgustara.Agaché mi rostro para que mis ojos vieran directamente los de ella,pero los apartó.—Echas de menos a tu madre — Le dije. —Te preocupas por ella, ycuando llueve, el sonido hace que te revuelvas inquieta. Solíashablar mucho de Phoenix, pero ahora lo haces con menosfrecuencia. En una ocasión dijiste: «Todo es demasiado verde».— ¿Alguna otra cosa?—. Preguntó exigente.No quería avergonzar la más.—Pronunciaste mi nombre—. Le confesé y dejó escapar un suspiro.— ¿Mucho?—

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—Exactamente, ¿cuántas veces entiendes por «mucho»?——Oh, no—.Estaba completa y totalmente avergonzada. Bajó la cabeza tratandode esconderse pero me moví para estar junto a ella y apoyar sucabeza en mi pecho.—No te acomplejes—. Le susurre al oído.Su piel era tan exquisita. Quise besar el lóbulo de su oreja y elcuello.—Si pudiera soñar, sería contigo. Y no me avergonzaría de ello—.De pronto escuche el ruido de unos neumáticos. Estaba tan ansiosode ella que no fue hasta ver las luces a través de la ventana quecomprendí que su padre había vuelto a casa.Aun con ella en mis brazo le pregunté:— ¿Debería saber tu padre que estoy aquí? —.—Yo... No estoy segura...—En otra ocasión, entonces—.Subí a toda velocidad por las escaleras hasta su cuarto.— ¡Edward! —. Me llamó en voz baja.Todo aquello era demasiado divertido para mi. Bella escucho mi risay me tapé la boca para ahogar una carcajada al mismo tiempo quesu padre entraba en la casa.El jefe Swan estaba de buen humor y al parecer había tenidomucha suerte en la pesca. Obviamente el también tenía hambre yamablemente le pidió a Bella la cena.………………………………………………………………………………………………..Bella se encontraba evidentemente nerviosa. No entendía como supadre pasaba por alto este detalle. Seguramente no había tenido eltiempo suficiente para conocer a su hija. Aunque pensándolomejor… Recordé que solo podía escuchar parcialmente lospensamientos de su padre. Posiblemente me estaba perdiendo dealgo.La cena fue mas o menos normal si dejamos de lado el estado deBella. Platicaron de sus días y me sorprendió de buen grado queella no le mintiera a su padre, solo le ocultaba información.Cuando terminaron de cenar, ella se levantó rápidamente. En esemomento, logre escuchar que su padre si había notado que algo noiba bien.

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— ¿Tienes prisa? — Le preguntó receloso.—Sí, estoy cansada. Me voy a acostar pronto.—Pareces nerviosa — Comentó.— ¿De verdad? — Dijo Bella, tratando de sonar normal.Pero la mente de su padre ya estaba trabajando en algunashipótesis.—Es sábado—. Le dijo de pronto. —¿No tienes planes para estanoche?—. Preguntó nuevamente ya que Bella no había contestadola primera pregunta.Me sentía muy molesto por no poder seguir el hilo de lospensamientos de su padre.—No, papá, sólo quiero dormir un poco—.—Ninguno de los chicos del pueblo es tu tipo, ¿verdad? —.>”Me pegunto si el chico Newton …?”< Logré captar esepensamiento pero lo perdí nuevamente.—No. Ningún chico me ha llamado aún la atención—. Le contestóella.—Pensé que tal vez el tal Mike Newton... Dijiste que era simpático—.—Sólo es un amigo, papá.—Bueno, de todos modos, eres demasiado buena para todos ellos.Aguarda a que estés en la universidad para empezar a mirar.Me estaba costando poder seguir los pensamientos de su padre yaque eran parcialmente encubiertos y eso me molestaba.—Me parece una buena idea —. Dijo Bella mientras subía laescalera.—Buenas noches, cielo —.—Te veo mañana, papá—.Bella subió lentamente los escalones de la escalera, supongo quequería parecer cansada, por supuesto que no lo logro ya que supadre dudaba en este momento de su supuesto cansancio.Me escondí en su closet un segundo antes que ella entrara. Cerro lapuerta casi violentamente, se lanzó hacia la ventana lo massilenciosamente que pudo y la abrió. ¿ Edward?..., me llamó, peroya me encontraba tendido en su cama.No pude evitar reírme, se veía tan graciosa con casi la mitad delcuerpo hacia afuera llamándome en un susurro.— ¿Sí? Le dije en voz baja. Bella se sobresaltó y giró dando un

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salto agarrando su garganta con las manos.— ¡Oh! —. Fue lo único que logró decir.—Lo siento—. No había sido una muy buena idea, pero había sidotan gracioso ver su expresión.—Dame un minuto para que me vuelva a latir el corazón—.Lentamente me senté en su cama y extendí mis brazos paraatraerla hacia mi.— ¿Por qué no te sientas conmigo? —. Le pedí mientras ponía mimano sobre la de ella.¿Cómo va el corazón? —. Verdaderamente se había asustado yaque latía violentamente.—Dímelo tú... Estoy segura de que lo escuchas mejor que yo—.Estaba tratando de ahogar una carcajada, no quería que semolestara. Sus latidos tardaron un momento en normalizarse.Estaba sentada a mi lado y el calor que emanaba de su cuerpo erasimplemente reconfortante.— ¿Me concedes un minuto para ser humana? —.—Desde luego—. Le dije.—No te muevas —. Me ordeno con una mueca.—Sí, señorita—. Le respondí mientras me congelaba sobre sucama.Pegó un salto y recogió algo del suelo y el estuche donde guardabasus útiles de aseo. Luego salió de la habitación dejando la luzapagada y la puerta bien cerrada.Era muy divertido escuchar como Bella cepillaba sus dientes, lohacía muy rápido.Sentí el agua como caía de la regadera. Se estaba desprendiendode sus ropas. Una tras otra las prendas cayeron al piso.Escuche cuando entró bajo el agua. Las gotas golpeaban su cuerpoy caían por el, hasta llegar al suelo. Se encontraba completamentedesnuda solo a una delgada pared de mi.Mi cuerpo se tensó de golpe y en un segundo me encontré de pieen el centro de la habitación.Traté de no pensar en ello. Era estúpido sentirme tan perturbadopor que ella se diera un baño. “Lo hacía todos los días”, trate depensar razonablemente.Agradecí que se demorara más de lo normal.Cuando terminó bajó las escaleras para despedirse de su padre

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nuevamente.—Buenas noches, papá—. Le dijo.—Buenas noches, Bella—. Su padre estaba sorprendido de verla, alparecer no era habitual que bajará nuevamente a despedirse de el.No logré ver en que dirección iban su pensamientos pero pensó queBella posiblemente se fugaría esta noche y en la manera deimpedirlo. Pero no logre ver en forma coherente sus pensamientos.Al entrar en su habitación Bella me vio sentado como si nadahubiera sucedido y sonrió.—Bonita ropa—. Le dije.Todas las noches había observado esa agujereada camiseta y elviejo pantalón. Pero en ella lucían adorables.Bella hizo una mueca y le aclaré que le sentaban bien.—Gracias — Susurró.Se sentó a mi lado con las piernas cruzadas. Pero no me miraba.Yo me sentía intrigado por su actuar con su padre.— ¿A qué venía todo eso? —.—Charlie cree que me voy a escapar a hurtadillas.—Ah —lo consideró—. ¿Por qué?—.—Al parecer, me ve un poco acalorada—.Levanté su rostro para poder observarla mejor. —De hecho,pareces bastante sofocada.—Hum... —. Me respondió. Yo mantenía su rostro entre mis mañosy con el pulgar acariciaba su cuello.—Parece que te resulta mucho más fácil estar cerca de mí—. Medijo arrugando un poco la frente.— ¿Eso te parece? — Le dije mientras con mi nariz recorría lacurva de su mandíbula.Con mi mano libre aparté su pelo. El perfume de su cabello semezclaba con la fragancia de su shampoo, olía a flores y fruta.Francamente era embriagador. Mi garganta y mi cuerpo estaban enllamas.Mis labios buscaron la hondonada detrás de su oreja. Una y otravez besé ese punto inhalando si esencia que me quemabagratamente.—Sí. Mucho, mucho más fácil —.—Hum—. Era tan exquisito sentir cuerpo junto al mío, su calorcorpóreo, el olor de su sangre. Todo era mas fácil de resistir y por

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eso era tan exquisito de disfrutar.Mis labios recorrieron todo el camino desde su oreja hasta su cuelloy luego a su clavícula. Ahí me quedé acariciándola con la yema demis dedos hasta que Bella dijo:—Por eso me preguntaba... — Pero dejo inconclusa la pregunta.— ¿Sí? — Pregunte, sin dejar de acariciarla.— ¿Por qué será?—. Su voz tembló al decir estas palabras almismo tiempo que se estremecía levemente. —¿Qué crees?—.Mi risa rebotó en su cuello mientras le respondía. —El triunfo de lamente sobre la materia—.Bella se apartó de mi retrocediendo. Sentí deseos de tomarla entremis brazos, se había apartado demasiado rápido y no me habíadado tiempo para comprender aquella repentina lejanía.Bella se había quedado quieta de pronto sintiendo mi turbación.Pero me fue fácil reponerme a aquella sensación y logre preguntar:— ¿Hice algo mal?—. No lograba comprenderlo. Pensé que paraella era igual de satisfactorio que para mi. Quizás le habíanparecido en extremo torpe mis movimientos.—No, lo opuesto. Me estás volviendo loca —. Me dijo.Lo opuesto… ha hacerlo mal… ¿Era que lo estaba haciendo bien?.¿Es decir que estaba encantada?— ¿De veras? —. Le pregunté aun incrédulo. Y no pude evitaresbozar una gran sonrisa.— ¿Querrías una salva de aplausos? —. Me dijo sarcásticamente.Ahora mi sonrisa se había convertido en un “gran” sonrisa.—Sólo estoy gratamente sorprendido. En los últimos cien años, ocasi — Le dije en broma. — nunca me imaginé algo parecido. Nocreía encontrar a nadie con quien quisiera estar de forma distinta ala que estoy con mis hermanos y hermanas. Y entonces descubroque estar contigo se me da bien, aunque todo sea nuevo para mí.—Tú eres bueno en todo —.Estaba muy orgulloso de mi autocontrol y nos reímos en voz baja.—Pero ¿cómo puede ser tan fácil ahora? —Volvió a preguntar. Estatarde...—No es fácil—Le dije en un suspiro. —Pero esta tarde estabatodavía... indeciso. Lo lamento, es imperdonable que me hayacomportado de esa forma—.—No es imperdonable —. Objeto Bella.

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Le agradecí sus palabras en medio de una sonrisa.—Ya ves—. Un poco avergonzado baje mi mirada para podercontinuar. —No estaba convencido de ser lo bastante fuerte... —Tomé su mano y presioné con ella mi rostro. Su calor era tanreconfortante.—Estuve susceptible mientras existía la posibilidad de que me vierasobrepasado... — Inspire el suave aroma que emitía su muñeca. —Hasta que me convencí de que mi mente era lo bastante fuerte, queno existía peligro de ningún tipo de que yo... de que pudiera...No pude terminar de hablar, no quería que pensara que era débil ocobarde o que simplemente pensara que no era lo suficientementefuerte para estar con ella.— ¿Ahora ya no existe esa posibilidad? —.—La mente domina la materia — Le dije, completamente seguro demi fuerza y determinación al respecto.—Vaya, pues sí que era fácil—.¿Fácil?. La sola idea de clasificar mi estado como “fácil” meresultaba casi irónico y no pude evitar lanzar una amarga carcajadaahogada en un suspiro.— ¡Fácil para ti! —. Le dije sin rencor, tocando su nariz con misdedos. Recobre la compostura y le aclaré:—Lo estoy intentando—. Le dije. De pronto me sentía afligido.—Si resultara..... insoportable, estoy bastante seguro de ser capazde irme.Mañana va a ser más duro—. Pensar en separarme de ella meresultaba casi una tortura. Pero estaba seguro de no poder evitarvolver luego que ella estuviera durmiendo.—He tenido tu aroma en la cabeza todo el día y me heinsensibilizado de forma increíble. Si me alejo de ti por cualquierlapso de tiempo, tendré que comenzar de nuevo. Aunque no desdecero, creo.—Entonces, no te vayas—. Me dijo de pronto con los ojos llenos deesperanza.¿Quedarme, con su consentimiento?. ¿Quedarme no escondido porahí como un fantasma? De pronto me pareció que estaba soñando.—Eso me satisface — Le dije feliz de poder quedarme junto a ella.Tomé sus manos por las muñecas y agregue. —Saca los grilletes...Soy tu prisionero—.

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…………………………………………………………………………………………….Yo era simplemente la persona mas feliz del planeta.Cuantos libros había leído tratando de encontrar alguna explicacióncoherente a los pensamientos y al actuar de Emmett hacía Rosalie,o de Alice hacia Jasper?Para mi solo era un coctel de endorfina, norepinefrina, dopamina yleniletilamina. Y sabía también que todo se llevaba a cabo en elcerebro y no en el corazón, como suelen narrar los escritores.Pero aun así, ¿Por qué sentía mi corazón inflado de felicidad? ¿Porque no podía borrar la sonrisa de mi boca? Todo era tan extraño decomprender pero tan exquisito de disfrutar.—Pareces más optimista que de costumbre. No te había visto asíantes—. Dijo Bella.— ¿No se supone que debe ser así? El esplendor del primer amor,y todo eso. ¿No es increíble la diferencia existente entre leer sobreuna materia o verla en las películas y experimentarla? — Agregué.—Muy diferente . Y más fuerte de lo que había imaginado.—Por ejemplo—. Le dije. —La emoción de los celos. He leído sobrelos celos un millón de veces, he visto actores representarlos en milpelículas y obras teatrales diferentes. Creía haberlos comprendidocon bastante claridad, pero me asustaron...¿Recuerdas el día enque Mike te pidió que fueras con él al baile? ——Fue el día en que empezaste a dirigirme la palabra otra vez—.Narre todo lo que me había sucedido el día en que esos estúpidos einsípidos chicos la invitaron al baile. La angustia por no poder saberlo que pensaba, si alguno de ellos seria su preferido. La felicidadque sentí cuando diplomáticamente los despacho.Admití que esa fue la primera vez estuve en su dormitorio. Elsufrimiento que me causaba el saber que debía alejarme de ella…—Y en ese momento pronunciaste mi nombre en sueños. Lo dijistecon tal claridad que por un momento creí que te habías despertado,pero te diste la vuelta, inquieta, musitaste mi nombre otra vez ysuspiraste. Un sentimiento desconcertante y asombroso recorrió micuerpo. Y supe que no te podía ignorar por más tiempo—.El repentino latir del corazón de Bella me distrajo un poco, pero mesobrepuse y continué con mi relato.—Pero los celos son algo extraño y mucho más poderoso de lo que

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hubiera pensado. ¡E irracional! Justo ahora, cuando Charlie te hapreguntado por ese vil de Mike Newton...…Estúpido e insignificante chiquillo de pacotilla. Que sueña con miBella…—Debería haber sabido que estarías escuchando ——Por supuesto—. No podía evitar hacerlo.— ¿De veras que eso te hace sentir celoso? —Claro que me hacía sentir celoso. —Soy nuevo en esto—. Lerecordé, en esto de ser humano y todo lo relacionado a lossentimientos.Ridículamente se comparó con Rosalie. ¿Como podría hacerlo?Rosalie era hermosa para Emmett, pero para mi solo era mi molestahermana. No había punto de comparación.La atraje hacía mi, obligándola a abrasarme. Su cabezadescansaba ahora en mi pecho, calentándolo solo con su contacto.—Sé que no hay competencia — Murmuro sobre mi piel. Su alientoera tan cálido que un escalofrío recorrió mi espalda.—He caminado entre los míos y los hombres durante casi noventaaños... Todo ese tiempo me he considerado completo sincomprender que estaba buscando, sin encontrar nada porque túaún no existías—.—No parece demasiado justo. En cambio, yo no he tenido queesperar para nada. ¿Por qué debería dejarte escapar tanfácilmente?—Tienes razón. Debería ponértelo más difícil, sin duda. Acaricié sucabello. Este aun estaba mojado. Esperaba que no se resfriara ninada por el estilo, seguramente debería secárselo pero no queríaque se apartara de mi. Deseaba poder estar toda la noche si eraposible, y el día siguiente también. ¿Me pregunto cuanto tiempopodríamos estar así? Yo podría estar por siempre.—Sólo te juegas la vida cada segundo que pasas conmigo, lo cual,seguramente, no es mucho. Sólo tienes que regresar a lanaturaleza, a la humanidad... ¿Merece la pena? ——Arriesgo muy poco... No me siento privada de nada.—Aún no—.Pensé en sus palabras. Pero que era lo que sabía ella de la vida,solo tenía 17 años y toda una vida normal por delante.Escuche los pensamientos de su padre antes que subiera la

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escalera.— ¿Qué...? — Comenzó a preguntar Bella pero su padre ya estabasubiendo las escaleras para ver si ella aun estaba en su dormitorio.Rápidamente me escabullí dentro de su closet. La pobre Bella porpoco se cae ante la repentina falta del apoyo de mi cuerpo.— ¡Túmbate! — Le murmuré.No pude ver exactamente lo que estaba haciendo, pero escuche elruido de su cama y supuse que me estaba obedeciendo.Su padre entró solo un segundo después. Cuidadosamente seasomó por la puerta y la observó, tratando de descubrir cualquierindicio de intento de fuga. Al no ver nada sospechoso cerrósuavemente la puerta.Bella aun permanecía en su cama, tratando de parecer dormida. Sihubiera estado un poco mas iluminada su habitación seguramentesu padre se habría dado cuenta que estaba fingiendo.Me deslicé en su cama abrazándola por la espalda. Me sentícohibido por esa cercana intimidad que nos brindaba estar bajo lasmantas, pero a la vez tan fascinado. Abrace todo su cuerpo con elmío. Sintiéndola completamente.Bese su oreja y después le dije lo pésima actriz que era.—Diría que ése no es tu camino—.— ¡Caray! — Fue lo único que dijo. Su corazón estaba a punto desalir por su boca. La había asustado. Tararee su nana para que setranquilizara.— ¿Debería cantarte para que te durmieras? —Me dijo que “no podía dormir conmigo ahí”. Como si no lo hubieraecho todo el tiempo.Se defendió diciendo que no sabía que yo estaba aquí.—Bueno, si no quieres dormir... — Le dije.Yo simplemente quería saborear su piel, sentir su esencia.Estrechar aun mas su cuerpo. Disfrutando cada leve e involuntariomovimiento de su cuerpo.—Si no quiero dormir..., ¿qué?.No pude evitar soltar una nerviosa risa.—En ese caso, ¿qué quieres hacer? — Pero no me contesto. Luegode un momento me contesto que no estaba segura.—Dímelo cuando lo hayas decidido—.Mis labios se posaron sobre su cuello. Al contacto de mi fría piel se

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estremeció. Volteo levemente su cuerpo y con mi nariz acaricié sumandíbula inspirando su esencia.Me sentía levemente mareado. Podía sentir todo su cuerpopalpitando contra el mío.Sentí una oleada de sangre bajando por mi cuerpo, llenando partesde mi cuerpo que habían permanecido dormidas durante todosestos años.Su aroma y su cuerpo me quemaban intensamente. Me recordé ami mismo que debía tener auto control, obligándome a pensarracionalmente.—Pensé que te habías insensibilizado—. Bella inconscientementeayudaba a que esto fuera posible.—Que haya renunciado a beber el vino no significa que no puedaapreciar el buqué —Susurre. Efectivamente eso debía hacer. —Hueles a flores, como a lavanda y a fresa. Se me hace la bocaagua.—Sí, tengo un mal día siempre que no encuentro a alguien que mediga qué apetitoso es mi aroma—.La sola idea que alguien pudiera apreciar su esencia como yo, mecausó risa y no pude evitar soltar un suspiro.---------------------------------------------------------------------------------------Decidió que quería saber más acerca de mi.Una tras otra las fue formulando. ¿ Porque vivíamos como lohacíamos?, sobre mis poderes. El origen de nuestra especie.Yo prefería tener mis labios ocupados hablando que …— ¿Estás preparada para dormir o tienes alguna pregunta más? —Le pregunte.—Sólo uno o dos millones—.—Tenemos mañana, y pasado, y pasado mañana... — Dije tratandode pensar solo en el futuro cercano.— ¿Estás seguro de que no te vas a desvanecer por la mañana?.Después de todo, eres un mito—.—No te voy a dejar — Le prometí.—Entonces, una más por esta noche... Se cayó al mismo tiempo enque se ponía colorada.— ¿Cuál? — Quise saber.—No, olvídalo. He cambiado de idea—.—Bella, puedes preguntarme lo quieras—. No respondió y me sentí

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sumamente frustrado.—Intento pensar que no leerte la mente será menos frustrante cadavez, pero no deja de empeorar y empeorar—.—Me alegra que no puedas leerme la mente, ya es bastante maloque espíes lo que digo en sueños—.—Por favor—. Le dije casi suplicante tratando de usar la mejor demis voces, pero no funcionó y solo negó con la cabeza.—Si no me lo dices, voy a asumir que es algo mucho peor que loque es. Le hable como si fuera una niña pequeña pero me rendí alinstante y terminé suplicándole otra vez.—Por favor —.—Bueno... — Su silencio me estaba matando.— ¿Sí? ——Dijiste que Rosalie y Emmett van a casarse pronto... ¿Es esematrimonio igual que para los humanos? —— ¿Era eso lo que querías preguntar? —Supongo que era normal que sintiera esa clase de dudas… Nopodía ceder un solo milímetro. Debía ser capas.—Sí, supongo que es prácticamente lo mismo. Ya te dije que lamayoría de esos deseos humanos están ahí, sólo que ocultos porinstintos más poderosos—.—Ah —.— ¿Había alguna intención detrás de esa curiosidad? — Quizáscompartiéramos las mismas urgencias… O tal vez no.—Bueno, me preguntaba... si algún día tú y yo...Maldición, si lo hacía. Me sentía molesto conmigo mismo. No queríaque ella pensara en esas cosa, bueno no todavía.Pero era estúpido de mi parte pensar que ella no tendría esasnecesidades. Si no era hoy ciertamente sería mañana o pasado.¿Que podía ofrecerle, sin terminar con su vida?—No creo que eso... sea... posible para nosotros... —Traté lo mejor que pude, de explicarle lo peligroso que sería paraella. Lo frágil que era en mis brazos . Que si me dejaba llevar podríaherirla por accidente, hasta matarla involuntariamente.Después me alegré cuando me dijo que no había sentido esto pornadie, al igual que yo, permanecía pura en ese sentido. Por lomenos éramos iguales en algo.Me preguntó si la encontraba atractiva en ese sentido. Me dieron

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ganas de reír ante su pregunta. Ya podía verme contándole todoslos tormentos que había tenido que sufrir en nuestro primer día.Pero solo me limité a decir:—Tal vez no sea humano, pero soy un hombre—.Bella bostezo. Ya debería estar durmiendo.He respondido a tus preguntas, ahora deberías dormir—. Pero medijo que no estaba segura.— ¿Quieres que me marche? —— ¡No! — Dijo casi gritando. Yo tampoco quería hacerlo. Le tarareesu nana al oído para que se durmieraDespués de un momento se rindió al sueño. La contemplélargamente hasta que el ruido proveniente de la habitación de supadre me puso en alerta.Corrí nuevamente al closet, ya parecía mi segundo hogar, soloestuvo un segundo asomado a la puerta. Seguramente queríacerciorarse que ella aun estaba ahí.Después bajó las escaleras y salió de la casa. Yo estaba espiándolepor la ventana cuando vi lo que se proponía. Abrió el capó delcoche de Bella y extrajo un cable del interior.Pobre Charlie, seguramente era lo único que podía hacer para tratarde dormir mejor esa noche.Bella dormía plácidamente, esta vez no soñaba en voz alta.Seguramente ya me había preguntando todas sus dudas en voz altay en su mente no quedaba nada que aclarar.Decidí que debía ir a casa. Tenía tantas ganas de hablar con misPadres.Di una última mirada antes de salir por su ventana. Dejaba con ellami corazón.De un gran salto crucé el río. Esperándome en la entrada de la casaestaba Esme y Alice. Esme tenía la mente llena de dudas, alparecer Alice no le había dicho nada.—Muy considerada—. Dije en voz alta.—Digan ya a que se debe tanto secreto—. Dijo Esme muy nerviosa.—No te preocupes— Dijo Alice. —Son solo buenas noticias—.—En ese caso… reunamos a la familia—.Todos me miraban expectantes.—Familia…Esme, Carlisle. Quiero presentarles a Bella… bueno siustedes están de acuerdo…—

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La mente de Esme era un río de emociones al igual que la de mi Padre.Jasper estaba receloso con la idea pero guardó silencio por amor a Alice.Emmett me miraba incrédulo y Rosalie… Rosalie estaba simplemente indignada.—No estoy de acuerdo— dijo al fin. Emmett puso su mano sobre el hombro de ella.—Cariño, si es lo que quiere el hombre, debemos dejarlo ser—.Gracias, le dije y después miré a mis Padres esperando que hablaran en voz alta.Verdaderamente era la única opinión que realmente me importaba en esos momentos.—Estaríamos felices de conocerla— Dijo al fin mi Padre tomando por la cintura a Esme.Alice, estaba tan contenta que literalmente saltaba. Estaba pensando en organizar un gran almuerzo para el día de mañana.—Quizás… —. Dijo.— Ni se te ocurra. Le dije en voz alta y todos voltearon a mirarla . —Creo que con solo conocerla bastará—. Les dije a todos.Alice hizo un puchero pero abrazó a Jasper. Como si esto verdaderamente la hiciera muy feliz. Y en su mente yo podía verque así era.— ¡Vasta!—. Dijo Rosalie. —¡Esto es una estupidez. ¿ Porque no puedes tratar de ser un poco normal para variar? Una cosa es que sea el objeto de tu enferma obsesión, que sea tu mascota si quieres, pero no nos involucres a nosotros en tus experimentos!.¡¿Y piensas andar con ella de la mano también por toda la ciudad?Y si algo sale mal, no piensas que te indicaran a ti primero?! ¡Y junto a ti a toda la familia!Se volteó a mirar a Carlisle. ¡Di algo por favor. Esme ayúdame a que entre en razón! ¡No pueden estar de acuerdo con algo así!Pero mis Padres estaban tan contentos con la idea de conocer a Bella y de verme feliz .—Hija, es su vida— . Dijo Carlisle. — Y si Edward la quiere como sucompañera deberás aprender a aceptarla y respetarla como tu hermana.—Pues no cuenten con eso—. Gruño Rosalie, mientras se volteabapara mirarme. —Ni te molestes por mi— Dijo al fin. Si su carapudiera cambiar de color, seguramente estaría roja de rabia. —Nopienso estar aquí mañana—. Y salió de la habitación echando fuego

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por los ojos.—Bueno—. Dijo Emmett mientras se ponía en pie. — Creo que será mejor que nos marchemos a nuestra casa ahora—.—Si tu crees que es mejor…— Dijo Carlisle.—Verdaderamente me gustaría que la conocieras—. Le dije a Emmett.—Lo se hermano, algún otro encanto debe tener aparte de su aroma—. Dijo dándome un golpe en el hombro.Lo deje correr ya que sabía que se dirigía a tener un encontrón con Rosalie.La voz de Jasper llena de angustia nos distrajo a todos por igual.—¿Que sucede. Alice, Alice?—N… no es nada— Dijo ella fin ella. — Es solo… se acerca un aquelarre…Pude ver en su mente que eran tres, dos hombres y una mujer pero la visión se corto de pronto.—Están indecisos—. Dijo Alice. —Aun no saben si venir aquí es seguro.Me quedé paralizado pensando en esos nómadas rondando por aquí. Con la suerte que tenía Bella podría perfectamente encontrarse de frente con ellos.—Debo ir… —. Logré decir en voz alta. Subí a mi habitación y cambié mis ropas. Al salir de casa besé a Esme en la frente mientras me pedía que cuidara de Bella. —No tienes ni que pedirlo—. Le dije intentando sonreír. Me sentiría mejor cuando estuviera otra vez junto a ella.El jefe Swan salió muy temprano de casa, pero antes de irse instaló nuevamente los cables en el coche de su hija.Pobre hombre, tener que lidiar con los problemas hormonales de suadolecente hija. Eso era algo que yo nunca tendría la dicha de disfrutar. Contemplé a Bella, yo debería poder ser capas de dejarla disfrutar todas la felicidades que una mujer debe experimentar, Bella casada, con hijos, siendo abuela. Sin embargo la sola idea me torturaba.Trate de mirar solo el día que empezaba. Posponiendo el futuro, solo como un hombre enamorado puede hacerlo.------------------------------------------------------------------------------------------------------Bella gimió y rodó sobre su costado.— ¡Oh! — Dijo al fin y se sentó de golpe.—Tu pelo parece un almiar, pero me gusta.—¡Edward, te has quedado! — Dio un brinco sobre su cama y se arrojó sobre mis brazos, pero cuando estuvo sobre mis piernas repentinamente se quedó muy quieta. Posiblemente pensó que estaba mal. Pero a mi me encantó tenerla

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de inmediato entre mis brazos. La abracé, dejando que su aroma me envolviera.—Por supuesto — Le dije, siempre trataría de cumplir con mis promesas. Frote su espalda. Tan cálido era su cuerpo. Inclinó su cabeza sobre mi hombro. Su respiración golpeaba mi espalda y una corriente eléctrica recorría mi espalda. Su cabello estaba todo enredado pero se veía exquisita por las mañanas. ¿Serían todas así?—Estaba convencida de que era un sueño—.—No eres tan creativa —.—¡Charlie! — Dijo preocupada, saltando nuevamente fuera de mis brazos. Pero yo no quería que se apartara, me quede medio petrificado mientras ella me daba la espalda corriendo hacia la puerta.Como pude logre sacar la voz de mi cuerpo.—Se marchó hace una hora... Después de volver a conectar los cables de la batería de tu coche, debería añadir. He de admitir cierta decepción. ¿Es todo lo que se le ocurre para detenerte si estuvieras decidida a irte? —.Se quedo quieta junto a la puerta, pensando en quien sabe que.—¿Sueles estar tan confundida por la mañana? —Extendí mis brazos para atraerla hacia mi.—Necesito otro minuto humano—. Dijo en cambio.—Esperaré—.Esta vez los minutos se me hicieron eternos. Trate de no prestar atención a los ruidos, pero cepillabas sus dientes tan enérgicamente como lo había echo la noche anterior. Verdaderamente a mi me gustaba su olor por las mañanas era una fragancia mucho mas concentrada.Cuando salió a toda carrera del baño, extendí nuevamente mis brazos.—Bienvenida otra vez — Le dije. Su corazón latía fuertemente. Nos mecimos en su vieja silla hasta que normalizó sus latidos.En un momento se dio cuenta que me había ido después de todo.La verdad es que no le hizo mucha gracia, pero le explique que no podía salir con la misma ropa de ayer. ¿Que dirían sus vecinos?Partió el día sonrojándose cuando le conté que había dicho que me quería en sueños. Yo ya lo sabía pero de todos modos era agradable oírlo.—Te quiero — Susurró con su cara sobre mi hombro.—Ahora tú eres mi vida —. Que cortas y pequeñas eran esas palabras, pero que inmensurable amor caía en ellas.Y así nos quedamos, uno junto al otro, meciéndonos en su silla, deseando que el mundo entero desapareciera y que no existiera mas nada de que

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preocuparse.Pero ya era tiempo de desayunar para ella, ahora tendría mas presente sus necesidades. Pero cuando lo comente, me gasto una buena broma, un tanto de mal gusto para mi gusto. Pero lo deje correr ya que no podía molestarme con ella.Bajamos a la cocina y se preparó algo. Verdaderamente no se que era exactamente pero lo comió con entusiasmo.—¿Qué planes tenemos para hoy? Dijo mientras comía.Había hablado con toda mi familia pero se me había olvidado lo mas importante… Preguntarle a Bella…Se puso blanca al decirle lo de conocer a mi familia. Pero ella no temía estar en una casa llena de vampiros, por muy vegetarianos que fueran. Seguramente el miedo real que tenía era el no se aceptada.Le comente de la maldita apuesta que habían echo mis hermanos a mis espaldas. Si no hubiera estado tan preocupado por traer viva a Bella a casa podría haber disfrutado de aquello. Claro que yo nunca apostaría a nada que contra dijera a Alice.Ella simplemente había dejado de ver el futuro de Bella dividido en dos, pero la visión de Bella convertida en una de nosotros era aun mas clara que nunca.La sola idea de pensar en ello casi me persuade de llevarla a casa…. Claro que tenía otro problema… los visitantes. Y en que lugar estaría mas segura sino que mi casa, con toda mi familia que esta dispuesta a hacer cualquier cosa por mi y por consiguiente por ella.—Creo que también tú deberías presentarme a tu padre—. Le dije tratando de cambiar el tema.Alegó que ya me conocía. Bueno eso era cierto pero yo quería ser presentado formalmente, como debe ser presentado todo novio que se digne de serlo. Además pensaba pasar mucho tiempo por aquí a si que no quería que el Jefe Swan interpusiera una orden de alejamiento en mi contra.—¿Estarás?—. Me pregunto nerviosa. —¿De veras vas a estar aquí?—Tanto tiempo como tú me quieras —. Sería como mi otra casa y además ya me estaba acostumbrando su pequeño closet.—Te querré siempre. Para siempre.Para siempre era una palabra demasiado grande para que ella la comprendiera verdaderamente.Rodee la mesa lentamente hasta estar muy cerca de Bella y acaricié su mejilla.Ella simplemente no comprendía el significado. Para siempre sería mi tormento cuando ella ya no estuviera junto a mi.

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—¿Eso te entristece? —. Me dijo de pronto. ¿Pero comocontestarle?.—¿Has terminado?. Le dije tratando de pensar en cosas masagradables, mi mente pasaba del jubilo a la tristeza con muchafacilidad.—Sí—. Me dijo dando un salto.—Vístete... Te esperaré aquí.Bella corría por toda su habitación. Podía escuchar el abrir y cerrarde cajones. Se tomo su tiempo en bajar. Impacientemente nodejaba de mirar escalera arriba. La lejanía ya me ponía nervioso.—De acuerdo—. Dijo mientras bajaba las escaleras. —Estoypresentable—.Súbitamente y cuando faltaban varios escalones para terminar laescalera, dio un salto hacia mi. Instintivamente estiré mis brazos yla atrape antes que cayera al suelo. Aquello me había tomadocompletamente desprevenido.La sostuve un poco alejada de mi cuerpo y pude contemplar que sehabía puesto aquella hermosa blusa azul que tanto me gustaba yuna falda larga color caqui. Su pelo estaba recogido en una coleta.Muy sentadora a la forma de su cara.Mas seguro de mi mismo la acerque a mi cuerpo y le susurre aloído:—Te has vuelto a equivocar. Vas totalmente indecente. No estábien que alguien tenga un aspecto tan apetecible.—¿Cómo de apetecible? Puedo cambiar... —.Nunca entendía nada. Nunca escuchaba realmente lo que yo queríadecir…—Eres tan ridícula... —. Mis labios buscaron su frente. Parecía unaniña pequeña en mis brazos.—¿Debo explicarte por qué me resultas apetecible? —. Una ola depasión volvió a apoderarse de mi cuerpo. Acaricié su espaldasiguiendo el camino de su columna. Sus manos estaba contra mipecho y me quemaban aun con mi camiseta puesta.Podía imaginar aquel contacto sobre mi pecho desnudo. Busquesus labios en un ardiente deseo de sentir el calor de su boca.Pero en eso momento estaba a punto de acariciar sus labios con milengua, Bella se desmayó.—¿Bella? —. Dije muy asustado. No comprendía lo que había

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sucedido. Estaba seguro que no había echo nada que pudieralastimarla, había sido muy cuidadoso al apretarla contra mi cuerpo,solo una milésima de mi fuerza…—Has hecho que me desmaye... — Dijo con la voz en un hilo.—¿Qué voy a hacer contigo?—. Ayer te beso, ¡y me atacas! ¡Y hoyte desmayas!.Pero ella reía débilmente.—Eso te pasa por ser bueno en todo. Ése es el problema. Eresdemasiado bueno. Muy, muy bueno.—¿Estás mareada? —. Ya la había visto en esa forma una o dosveces.—No... No fue la misma clase de desfallecimiento de siempre. Nosé qué ha sucedido—. Movió su cabeza, como si quisieradisculparse. —Creo que me olvidé de respirar—.—No te puedo llevar de esta guisa a ningún sitio—.¿Que pensaría mi familia? ¿Que la he drogado para raptarla?Seguramente a Emmett le resultaría muy cómico cuando le contaraJasper.—Estoy bien. Tu familia va a pensar que estoy loca de todosmodos, así que... ¿Cuál es la diferencia?.Posiblemente estaba loca como ella decía, ya que no podía ver sisus pensamientos eran humanamente normales, pero su actuar nolo era, o por lo menos sus reacciones no lo eran.Pero eso me era indiferente, lamentablemente no podía hacer nadacontra su encantador aspecto y menos en aquella blusa azul.—No soy imparcial con el color de esa blusa—. De golpe su carapaso del blanco al rojo y desvió la mirada.—Mira, intento con todas mis fuerzas no pensar en lo que estoy apunto de hacer, así que ¿podemos irnos ya? —. Quizás deberíacancelar la visita, pero Esme estaba tan contenta que le partiría elcorazón. Además era mucho mas peligroso que nos quedáramossolo en su casa todo el día.—A ti no te preocupa dirigirte al encuentro de una casa llena devampiros, lo que te preocupa es conseguir su aprobación, ¿meequivoco?—No —.—Eres increíble. Le dije mientras sacudía mi cabeza.

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Capítulo 16: “Bienvenida”

Salimos de su casa cuando la mañana aun no terminaba. Al parecerBella se había recuperado completamente.A una velocidad humanamente “normal” cruzamos el pueblo. Mehabía dejado conducir, solo, debido a que no conocía el caminohacia mi casa.Lentamente, y enfatizo lentamente, fuimos dejando las casas atrás,una tras otra hasta que nos encontramos en el pequeño camino,adentrando nos hacia el bosque, donde, semi escondida del mundohumano, se encontraba nuestra casa.—¡Guau! — Dijo asombrada.Para mi solo era una casa, una propiedad, una entre tantas queposeía la familia, distribuidas en todo el mundo.Cuando no vivíamos en ellas, eran arrendadas. Dejándonos así uningreso bastante considerable.Pero sabía perfectamente que aquello no era lo mismo para Esme yCarlisle. Cada pared reconstruida, casa piso agregado. Cada árbol,casa piedra significaban algo para ellos.—¿Te gusta? —. Le dije sonriente ya que sus ojos estaban abiertoscomo dos grandes platos.—Tiene... cierto encanto—. Me dijo recobrando la compostura ytratando de sonar desinteresadaLe tiré la coleta y reí por lo bajo. Rápidamente bajé del coche paraabrir su puerta. Cuando estuvo abajo le pregunte:—¿Lista? —.—Ni un poquito... ¡Vamos! —.Visiblemente estaba que salía corriendo. No paraba de sacudir suropa y alisar su pelo. Trató de reír nerviosamente pero ni eso pudohacer.Trate lo mejor que pude de reconfortarla.—Tienes un aspecto adorable—. Le dije mientras la tomaba de lamano. En esos momentos pensé en Rosalie. ¿Qué diría si me vieraahora?.Pobre Emmett. Pero lo que mas le gustaba de ella era esoprecisamente. “Cada loco con su tema”.Caminamos hacia la casa tomados de la mano. Bella sudaba como

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si nos encontráramos bajo el sol mas inclemente.Froté su mano para tranquilizarla, pero no dio resultado.Podía percibir a mis padres que nos esperaban junto a la entrada.Esme estaba simplemente feliz y mi padre orgulloso.Al vernos nos brindaron una sonrisa de bienvenida peroprudentemente no se acercaron, tratando de no asustar a Bella.—Carlisle, Esme, os presento a Bella.—Sé bienvenida, Bella—. Dijo mi padre acercándose hacia ella yalzó su mano lentamente, Bella se acerco un poco mas paraestrecharla.—Me alegro de volver a verle, doctor Cullen—. Dijo solemnementeella.—Llámame Carlisle, por favor—.Bella le brindó una amplia sonrisa. Mi padre estaba gratamentesorprendido.Esme imitó a mi padre y se presentó de igual manera.—Me alegro mucho de conocerte —. Le dijo ella.—Gracias. Yo también me alegro—.De pronto me acordé de Alice, quería preguntarle si había tenidomas noticias sobre nuestro desconocidos amigos.—¿Dónde están Alice y Jasper?—. Pero al terminar de formularesta pregunta aparecieron en lo alto de las escalera.—¡Hola, Edward! —.Alice se lanzó escaleras abajo corriendo y se detuvo justo frente aBella. No había sido tan prudente como mis padres. Pero creo quela culpa era toda mía. Debería haber permitido que la conocierahace algún tiempo ya. ¿Pero como podía permitirlo?, primero debíaprepararla.—Hola, Bella —. Dijo Alice y después le dio un beso en la mejilla.En mi fuero interno me retorcí tratando de no ver los pensamientosde Alice. Ella y Bella amigas, amigas para siempre.Para ponerle la guinda a la torta, como se dice, Alice le dijo:—Hueles bien. hasta ahora no me había dado cuenta—.Mis padres y yo nos miramos incrédulos. Que mas podíamos decirante esto. Pero justo en ese momento Jasper salió a escena. Y digoescena por que eso era un verdadero circo.Agradecí que usara sus poderes para calmar un poco los ánimos.Pero permanecí vigilante de sus pensamientos.

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—Hola, Bella — Le saludo. Y agradecí nuevamente que mantuvierasu distancia. Bella contestó a su saludo y le sonrió tímidamente.—Me alegro de conoceros a todos... Tenéis una casa preciosa—.Dijo cortésmente a todos.—Gracias —contestó Esme—. Estamos encantados de que hayasvenido—.Y después de decir esto se largó a hablarme mentalmente.“Edward es preciosa. Te merece hijo, como tu la mereces a ella.Pero que lindos se ven juntos. Es toda una luchadora, lo puedo veren su forma de hablar y de moverse, es verdaderamente valiente.No se ha trabado al hablar, ni ha mostrado miedo o recelo”.La mente de mi madre no paraba de hablar pero mi padre me llamómentalmente.“Hijo, Alice ha visto que tendremos visitas después de todo, pero norondaran la ciudad”.Le guiñe un ojo en señal de respuesta.Pude ver en la mente de Alice la nueva visión y me sentí mastranquilo de que no pensaran acercarse. Pero de todas manera mequedaría con Bella.Ella se había alejado de nosotros. Para entonces se encontrabajunto al gran piano de cola.Esme se acercaba a ella. —¿Tocas? —. Le preguntó.Bella negó con la cabeza y luego le dijo: —No, en absoluto. Pero estan hermoso... ¿Es tuyo? —.Esme se reí mientras negaba. Al parecer me echaría de cabeza. —¿No te ha dicho Edward que es músico? —.Si, lo había echo. Bella parecía molesta por haberle escondidoaquello. Pero se resignó rápidamente diciendo que seguramente yopodía hacerlo todo.Cosa que al parecer le hacía mucha gracia a Jasper que tambiénme tenía por cerebrito.Mi madre me incentivó a tocar para ella.—Me gustaría oírte tocar — Dijo uniéndose a la petición de mimadre.Esme me empujó al piano.Yo por mi parte obligue a Bella a sentarse junto a mi en el banquillo.Dejé que mis dedos se movieran libremente por las teclas. Con elrabillo del ojo podía ver que Bella se había quedado con la boca

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abierta. Jasper y Alice la estaban pasando de maravillas con lasreacciones de ella. Pero luego de un corto momento se retiraron apetición de mi madre, brindándonos las mayor intimidad que les fueposible.Interpreté la canción favorita de Esme. Me sentía demasiadocohibido para comenzar tocando su nana.Muchos años me había dedicado a perfeccionarme en el piano. Ydebo reconocer que existen muchas piezas mías circulando por ahíbajo diferentes seudónimos. Lo que me confiere muchos ingresospor derechos de autor. En fin, con aquellos ingresos podía darmemis gustos. Verdaderamente no me quejaba.Bella me miraba incrédula y yo le miraba auto complacido con ello.—¿Te gusta? ——¿Tú has escrito esto? —Solo moví mi cabeza afirmando.—Es la favorita de Esme—.Bella cerro los ojos y sacudió su cabeza. Al preguntar cual era elproblema, dijo que se sentía insignificante.No quería que se sintiera de esa manera. Acaso no podía ver lofundamental que era para mi vida.Ahora estaba completamente seguro que todo el tiempo habíacorrido en la oscuridad, tratando de encontrar algo que memantuviera anclado a la cordura. Sin ella nada tendría unsignificado real para mi. La vida carecería de luz y sentido.…………………………………………………………………………………………..Cambie el ritmo hasta lograr la introducción perfecta para su nana.—Tú inspiraste ésta —. Le dije mirándola a los ojos. Logre ver comobrillaban por la emoción.—Les gustas, ya lo sabes. Sobre todo a Esme.Bella volteó sobre su hombro y vio que nos encontrábamos solos.— ¿Adonde han ido? —.Le explique que nos brindaban intimidad.Obviamente se había percatado de la ausencia de Rosalie yEmmett.Traté de reconfortar la explicándole lo que ella sentía realmente ysobre Emmett, solamente le dije la verdad.— Emmett opina que soy un lunático, lo cual es cierto, pero no

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tienen ningún problema contigo. Está intentando razonar conRosalie—.Ya podía ver el estado de su casa después de la gran pelea, con surespectiva reconciliación.Seguramente a Esme no le haría mucha gracia. Y se mudarían connosotros una buena temporada mientras reconstruían la suya.Era tan típico de ellos.—¿Qué le perturba? —. Quiso saber referente a Rosalie.—Rosalie es la que más se debate contra... contra lo que somos. Leresulta duro que alguien de fuera de la familia sepa la verdad, y estáun poco celosa—.No podía creer que Ro sintiera celos de ella. Si se viera realmentecomo es, habría sido fácil entender el por que.Un poco más tranquila respecto a ellos, quiso saber que pasabacon Jasper y Alice.Cortésmente le había pedido a Jasper que mantuviera su distanciay agradecí que cambiara de tema y preguntara por mis padres.—¿Y Esme y Carlisle...? —.—Son felices de verme feliz. De hecho, a Esme no le preocuparíaque tuvieras un tercer ojo y dedos palmeados—. Y eso eraliteralmente.Durante todo este tiempo se ha preocupado por mí, temiendo quese hubiera perdido alguna parte esencial de mi carácter, ya que eramuy joven cuando Carlisle me convirtió... Está entusiasmada. Seahoga de satisfacción cada vez que te toco—.…Bueno esta seguro que no aprobaría muchas cosas que habíaecho en esos últimos dos días, pero creo que siempre hay cosasque les ocultamos a nuestros padres…Se mostró asustada, cuando le dije sobre la visión de Alice. Por finuna reacción normal ante el peligro.Se había percatado que mi padre me comunicaba algo desde sumente.Era justo que le contara sobre las visitas que estaban por llegar. Yle informé que no permitiría que se alejara de mi vista. Ella estabaencantada con la idea, bueno yo también lo estaba.Volteó la mirada y contempló la enorme estancia.—No es lo que esperabas, ¿verdad? —.—No —.

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Realmente no sabía que imagen se habría formado en su mentepero podía ver que no era lo que esperaba. Nada de ataúdes, nimazmorras, ni esqueletos sujetos a la pared por cadenas oenormes ratas corriendo por todo el lugar. Creo que ni siquierateníamos telarañas. Esme era una abnegada dueña de casa.—Es tan luminoso, tan despejado—.Aquel era el único lugar que teníamos para escondernos, dondesiempre estaríamos a salvo.Las paredes habían sido reemplazadas por enormes ventanales. Laluz entraba todo el día sin importan la hora.Pero cuando era necesario se activaban persianas de seguridadque bajaban rápidamente, transformaban su frágil apariencia en unafortaleza inexpugnable.Carlisle había insistido en ello. Aunque confiaba en la palabra de losancianos quileutes, sentía la necesidad de proteger a la familia.Nuestro dinero se encontraba depositado en diferentes bancos, loque nos permitía viajar sin cargar mucho equipaje.En fin, se habían tomado una serie de medidas que nos permitieransalir rápidamente en caso de emergencia.Claro que a los chicos y a mi no nos agradaba la idea de dar mediavuelta y correr como perros asustados, pero creo que mi padre lohacía por Esme y las chicas. Aunque estoy completamente seguroque ellas tampoco se irían dejando nos solos en la batalla.Eso era lo que mas nos diferenciaba de otros clanes. Los lazos deamor que sentíamos los unos por los otros era lo que nos manteníaunidos.La melodía se acercaba al final. El ritmo disminuía lentamente hastaque la última nota se perdió en el amplio espacio.—Gracias — Dijo Bella en un susurro, con los ojos llenos delágrimas por la emoción.Una pequeña gota rodó por su rostro. La atrapé con la punta de misdedos y la observe por un minuto.Un pequeño fragmento de su alma.Cuantos sentimientos se encuentran contenidos en una pequeñalágrima.Me lleve el dedo a la boca y saboree aquella pequeña nuestra de suemoción.Su sabor era dulce, como a frutos silvestres, pero más concentrado.

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Su exquisito sabor se disperso por mi lengua. Mis papilas gustativasse volvieron literalmente locas.Mirándola en todo momento no quise dejarme llevar por aquellapequeña muestra de su sabor. No quería pensar en como sabría…Sus ojos me miraba expectantes, verdaderamente no sabía quepensar sobre mi actuar.—¿Quieres ver el resto de la casa? — Le dije al fin.—¿Nada de ataúdes? —.No pude hacer nada más que reírme de su comentario ya que podíaver que se sentía ansiosa. La tomé de la mano y nos alejamos delpiano.—Nada de ataúdes — Le prometí.Le enseñé todo el primer piso. Me miró sorprendida al entrar a lacocina. No entendía por que disponíamos de un lugar tan grande sino lo ocupábamos nunca.Solo pude alzarme de hombros ya que yo tampoco lo comprendía.Ya en el segundo piso pasamos por el dormitorio que Esmemantenía para Rosalie y Emmett. Aunque ellos contaban con supropia casa, al igual que Alice y Jasper, a Esme le gustaba tenersiempre disponible sus habitaciones. Y ellos eran libres dequedarse o de ir a sus casas.Después de ver el despacho de Carlisle y el dormitorio de Alice yJasper se detuvo incrédula frente a la cruz de madera que seencontraba en el vestíbulo. Me pareció muy graciosa su reacción.—Puedes reírte, es una especie de ironía—. Le dije. Pero no lohizo. No habíamos hablado de sus creencias religiosas. Perosupongo que tendría alguna.—Debe de ser muy antigua —. Dijo ella. Pero yo solo me encogí dehombros.Le comente que aquello pertenecía al padre de Carlisle y que erade siglo XVI, de principios de los años treinta, más o menos. Y quehabía sido tallada por el mismo ya que era Pastor anglicano.Pude ver en su rostro que su fuero interno se debatía ante esta gransorpresa.Un vampiro de mas trescientos años hijo de un Pastor Anglicano .¿Donde estaba Dios en todo esto?. Yo me había preguntado lomismo en innumerables ocasiones.¿Donde estaba Dios? ¿Existía siquiera? No lo sabía, pero no

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estaba dispuesto a apostar en contra de El.—¿Te encuentras bien? —. Le pregunté. Ya me estabapreocupando.—¿Cuántos años tiene Carlisle? — Preguntó en voz baja, como sino hubiera escuchado mi pregunta.Dije casi todo lo que me fue posible referente a mi padre.Hablaba en voz baja. Tratando de que no escuchara mi padre, claroque era poco probable que no lo hiciera, pero debía tratar de noinsultarlo. Claro, el sabía que lo haría en algún momento, pero detodos modos me sentía cohibido.Ya le había contado lo fundamental, ya saben eso de que era hijode un Pastor y que había nacido en 1640 y todo lo relacionado a sunacimiento y niñez.Le comente que su padre lo había puesto al frente de su caseríainjustificada de católicos, brujos, licántropos y vampiros.Relaté cómo se preparó para enfrentar un gran aquelarre que seencontraba oculto bajo las cloacas de la ciudad. Y de cómo seconvirtió en vampiro.Pero no le pude contar sobre el intenso dolor que había sentido mipadre al momento de ser mordido por aquel viejo vampiro. Tampocole conté que la razón por la cual lo dejo con vida y abandonado soloen la calle.Había sido una venganza hacia el y su padre que estaban dandocaza a todos esos míticos seres. Esperaba que su padre lo mataracon sus propias manos y se sumiera en la locura posterior. Oesperaba que el mismo Carlisle matara a su padre atacado por lased del neófito. Matando así a dos pájaros de un tiro. Por lo menoseso fue lo que el vampiro le dijo antes de desaparecer.Pero después de su transformación Carlisle nunca más volvió a vera su Padre.—Carlisle sabía perfectamente lo que haría su padre:quemaría todos lo cuerpo, estuvieran muertos o no. Matando así atodos los que estuvieran infectados, aun a su propio hijo—. Le dije.Carlisle actuó instintivamente para mantenerse con vida.Se arrastró por un oscuro callejón mientras el dolor quemaba elinterior de su venas.— Se enterró entre patatas podridas durante tres días. Es unmilagro que consiguiera mantenerse en silencio y pasar

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desapercibido.»Se dio cuenta de que se había «convertido» cuando todo terminó—.Fue verdaderamente una proeza haber podido hacerlo, ya que a mi,el dolor me mantuvo gritando tres días seguidos.Bella se había puesto blanca a causa de mi relato.—¿Cómo te encuentras? —.—Estoy bien — Pero se mordía el labio inferior con todas susfuerzas y en su cara relucían las preguntas.—Espero que tengas algunas preguntas que hacerme—. Estabaasustada y fascinada al mismo tiempo.—Unas cuantas—.No tenia arreglo. Sonreí mostrándole mis afilados dientes. La tomede la mano y le dije:—En ese caso, te lo voy a mostrar—. Y la lleve de vuelta aldespacho de mi padre.La puerta se encontraba cerrada y esperé a que mi padre nosinvitara a pasar ya que se encontraba leyendo un libro.—Adelante — Dijo después de un pequeño momento.Mi padre se encontraba trabajando frente a su escritorio. Aquel erasu lugar de trabajo, de investigación y meditación.El lugar estaba tapizado de libreras de pared a pared. Libros entodos lo idiomas y épocas.— ¿Qué puedo hacer por vosotros? — Preguntó mi padre, mientrasse ponía en pie.—Quería enseñar a Bella un poco de nuestra historia. Bueno, enrealidad, de tu historia.Bella se disculpo por haberlo interrumpido.—En absoluto. ¿Por dónde vais a comenzar? —. No nos habíaescuchado después de todo como yo temía.—Por los cuadros —. Le dije tomando por hombro a Bella para quegirara a mirar la pared tapizada de cuadros que de una u otramanera relataban la historia de mi padre.Era imposible ignorar el alocado latir del corazon de Bella. Carlisledejó escapar una leve sonrisa al escucharlos, mientras no dejabade felicitarme por mi determinación y auto control.Le mostré la vieja pintura que representaba la ciudad y el tiempo enque mi padre había nacido. Era sin duda una hermosa pintura.

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Desconocíamos el nombre del autor de aquella obra de arte. Mipadre la había adquirido en una pequeña tienda en Italia, unos 50años después de su transformación.—Londres hacia 1650 —. Le aclaré ya que no parecía quereconociera el lugar. Claro que era imposible que lo hiciera.Mi padre se había acercado a nosotros y se encontraba detrásnuestro cuando dijo:—El Londres de mi juventud —. Bella no se había dado cuenta de laproximidad repentina de mi padre y al escucharlo dio un pequeñosalto. Di un minúsculo apretón a su mano para tranquilizarla.Seguramente todas estas historias la dejarían con los nervios depunta.Mi padre no estaba muy seguro de contarle su historia. Se habíapercatado que Bella estaba un poco nerviosa y se debatía entrehacerlo o no.— ¿Le vas a contar la historia? — Le pregunte.No creo que sea una buena idea hacerlo ahora hijo. Además debo iral hospital. Si quieres, eres libre de contar todo lo referente a estahistoria. Dijo mentalmente mi padre. Sobre este tema me dejabatoda la responsabilidad.—Lo haría — Dijo mirando a Bella a los ojos. —, pero de hechollego tarde. Han telefoneado del hospital esta mañana. El doctorSnow se ha tomado un día de permiso. Además, te conoces lahistoria tan bien como yo —.Este relato, es todo tuyo. Me dijo por último en su mente, mientrasme dirigía una gran sonrisa.Bella seguía contemplando la pintura. ¿Le parecía todo esto,sacado de alguna vieja novela de terror?Me resultaba tan fácil poder contarle todas aquellas cosas, pero a lavez tan extraño relatar todo esto a una humana. Tal vez mi padrepodía sentir aquello y por eso me encomendaba la tarea. Eraverdad que Bella, en muchos sentidos, no parecía una. Pero sabíaperfectamente que alguna vez diría o haría algo que fuerademasiado para ella.—¿Qué sucedió luego? ¿Qué ocurrió cuando comprendió lo que lehabíapasado? ——Cuando supo en que se había convertido, se rebeló de ello e

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intentó destruirse. Pero pronto descubrió que no era fácil—.— ¿Cómo? —.—Se arrojó desde grandes alturas e intentó ahogarse en el océano,pero en esta nueva vida. Somos muy fuertes de jóvenes—.La primera vez que lo intentó se lanzó desde un barranco, pero elgolpe no lo mato.Lo intento un vez mas, desde mayor altura. Se ató al cuello unacuerda y al otro extremo una gran roca. Luego se lanzó desde ungran precipicio hacia el mar.De esta manera descubrió que tampoco se podía ahogar. Solohabía logrado que se le rompieran algunos huesos, los quesoldaron al instante.Después de eso intentó otras cosas.—Resulta sorprendente que fuera capaz de resistir el deseo... dealimentarse... cuando era aún tan inexperto.Mi padre me contó que paso un par de meses sufriendo por elhambre y la sed. El único deseo, que lo movía realmente era el determinar con su existencia.—El instinto es más fuerte en ese momento y lo arrastra todo, perosentía tal repulsión hacía lo que era que tuvo la fuerza para intentarmatarse de hambre—.— ¿Es eso posible? —.—No, hay muy pocas formas de matarnos—.A medida que el hambre de mi padre se hacía mas fuerte, el mismose consumía lentamente. Cuando sintió que posiblemente lanecesidad de alimentarse sería mas fuerte que el mismo, decidióque lo único que podía hacer era alejarse y así poder evitar cometeralgo de lo cual se arrepentiría toda la eternidad. Hasta que unanoche mientras vagaba por lugares nunca antes habitados por losseres humanos, pudo olfatear el efluvio de una pequeña manda deanimales que pasaban Cerca de el. En ese preciso momento se diocuenta que existía una salida para no ser el monstruo en el que sehabía convertido y así se halló a si mismo. Optando por la vida quelleva hasta ahora y en la cual todos nosotros nos hemos sumergido.Le conté de cómo fue nadando hasta Francia. Pero me interrumpióde pronto como si no supiera que es posible hacerlo.— ¿Nadó hasta Francia?—Bella, la gente siempre ha cruzado a nado el Canal — Le dije.

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Para los humanos era todo un reto el siquiera intentarlo. Son 33kilómetros a una temperatura promedio de 13°C o menos. Unhombre podría morir fácilmente de hipotermia.No fue hasta 1875, un 24 de agosto a las 12:55, para ser masexactos, que un humano logro hacerlo.Pero para nosotros era fácil nadar, o hasta caminar por el lecho deun lago y del mar ya que no necesitamos respirar y nuestroscuerpos soportaban fácilmente la presión marina.Quería terminar mi relato, pero ella no dejaba de interrumpirme.Necesita que comprendiera, que pudiera ver con total claridad loshechos ya que la historia de mi padre era el comienzo de la mía.Justo después de prometerme que no volvería a interrumpirme, lohizo de nuevo.—No, no, lo has prometido — Le dije divertido con la situación.Puse mi dedo sobre su labios mientras le preguntaba si quería oír lahistoria o no.—No me puedes soltar algo así y esperar que no diga nada — Dijomoviendo sus labios contra mi dedo. Sentí un extraño cosquilleoque subía por mi mano hasta mi brazo. Y otra vez sentía el deseode tomarla en mis brazos y besarla con toda mi pasión contenida.Lleve mi mano sobre su delicado cuello y su corazón palpitórápidamente. Pero en vez de ruborizarse y bajar la vista, como solíasuceder, me dijo:— ¿No necesitas respirar? — Demandó exigente.Le conté que no era una necesidad, que solo era una costumbre.Me miraba expectante y una nueva ola de tristeza me embargo.Al darse cuenta del súbito cambio, Bella acarició mi rostro.Cerré mis ojos, presionando mi rostro contra su mano.— Sigo esperando que suceda— Le dije, aun con los ojos cerrados.—Sé que en algún momento, habrá algo que te diga o que te hagaver que va a ser demasiado. Y entonces te alejarás de mí entrealaridos. No voy a detenerte. Quiero que suceda, porque quiero queestés a salvo. Y aun así, quiero estar a tu lado. Ambos deseos sonimposibles de conciliar...Me prometió que no se iría a ninguna parte. Pero esa promesa nome hacía feliz.—Ya lo veremos — Le dije tratando de que mi sonrisa fueraconvincente.

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Retomé el relato desde que mi padre se fue a nado a Francia. Y desus andanzas por toda Europa, donde se dedicó al estudio de lasciencia y las artes. Fue ahí donde encontró su vocación por lamedicina intentando así purgar todas sus culpas por ser unmonstruo ante los ojos de Dios.—No sé describir su lucha de forma adecuada. El que mi padrefuera capaz de trabajar día tras día desempeñando aquello que masle gusta, fue una tarea de siglos. Pero después de todo este tiempoel realmente obtiene la anhelada paz espiritual—.Muchas veces lo había acompañado, pero vergonzosamente habíatenido que alejarme rápidamente ya que aquello para mi eraimposible.—Fue en Italia donde encontró a otros como el—.Bueno no exactamente ya que mi padre, en esos entonces era elúnico dentro de su especie, que no daba casa a seres humanos.Solo le conté una pequeña fracción de la vida de Carlisle junto a losVolturis.Ya habría tiempo mas a delante de contar esa historia.Pasé rápidamente a su llegada al Nuevo Mundo y a su búsqueda decompañía. Pero no encontró consuelo a su melancolía. En estelugar también era único en su especie. Mi padre se encontrabaverdaderamente solo.Se debatía mucho tiempo sobre la idea de crear un compañero,pero la sola idea de terminar con una vida, le repugnaba. Sabía queno podría pasar un solo día junto a esa persona, sin pensar en elmal que había cometido.—Ahí fue donde se encontró conmigo. Y me salvo de morir defiebre española.Mas tarde creo a Esme y a los demás como ya te he contado antes—.—Entonces, ¿siempre has estado con Carlisle? ——Casi siempre—. Le dije demasiado apresurado al contestar.— ¿Casi? — Volvía a preguntar justo lo que yo no quería contestar.Relaté mi periodo de rebeldía ante la forma de vida que llevábamos.Le hable sobre el rencor que sentía por Carlisle, ya que por su culpano podía liberar mi naturaleza.—Terminé marchándome para vivir mi vida—.— ¿De verdad? — Me dijo mientras ascendíamos al último piso de

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la casa.Estaba fascinada por mi relato de rebeldía, demasiado fascinada.— ¿No te causa repulsa? — Le pregunte.Pero me contesto que no. Intrigado quise saber el por que no. Peroella respondió que era razonable.No pude evitar el reírme de su respuesta. Solo a ella le podíaresultar razonable que un vampiro vegetariano se rebelara encontra de su padre y se marchara a dar rienda suelta a su sed desangre humana.Justificándome le conté que solo daba muerte a los chicos malos.Asesino, violadores. Todos aquellos eran mis blancos. Me resultabafácil identificarlos ya que podía leer sus mentes. Pero con el tiempoaquello no pudo evitar que me sintiera como el monstruo queverdaderamente era. No muy diferente a aquellos a los cualesmataba.Carlisle y Esme me recibieron felices cuando regresé junto a ellos,abrazando desde entonces nuestro estilo de vida.Para entonces nos encontrábamos frente a mi dormitorio.—Mi habitación — Le dije mientras abría la puerta.Bella parecía gratamente sorprendida con mi habitación. Contemplólargamente mi colección de música. Bueno la verdad es que erabastante extensa, pero supongo que solo era debido a los años quehabía podido dedicar a reunirla.Se dio cuenta que mi carencia de muebles obedecía solo a unanecesidad musical.— ¿Para conseguir una buena acústica? —. Y no pude evitarsonreír. Verdaderamente muy perceptiva.Encendí el equipo para que pudiera apreciar el efecto sonoro.Sus ojos seguían mirando mi colección de música.Todo aquello era tan irreal. Bella en mi casa, en mi habitación.Bueno, que alguien ajeno a la familia, se encontrara en casa, ya erairreal. Pero esto era otra cosa. Otro sentimiento. Que fascinante eincreíble resultaba pensar que de toda la gente que existía y habíaexistido durante todos mis años de existencia. En todo el mundo,solo una, solo ella fuera la que me hiciera sentir completo. Y ahoraque sabía y entendía un poco mas sobre nosotros, me sentía unpoco mas esperanzado.— ¿Cómo los clasificas? —. Dijo sacándome de mi ensoñación.

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Mmmm no sabía muy bien lo que me había preguntado, así queseguí la dirección de su mirada y comprendí que se refería a micolección de cd´s.—Esto... Por año, y luego por preferencia personal dentro de eseaño —— ¿Qué ocurre? — Preguntó ya que se dio cuenta que la mirabaintensamente.Le conté de cómo me sentía al poder decirle toda la verdad.Aunque me dijo que se alegraba, sentí miedo que solo fuera paratranquilizarme. Ya sabía yo que sus sentimientos siempre estabanen el último lugar de su lista de prioridades.—Aún sigues esperando que salga huyendo, gritando espantada,¿verdad? —.Demasiado intuitiva como siempre. Me pregunté si quizás ella nocontaba con la habilidad de leer mi mente. Parecía que siempresabía lo que pasaba por mi cabeza.—Lamento estropearte la ilusión, pero no inspiras tanto miedo. Dehecho, no me asustas nada en absoluto.Sonreí ante la apuesta. La ganaría fácilmente y le enseñaría a noretar nunca más a un vampiro.—No deberías haber dicho eso, de veras—.De mi tórax solté un ronco gruñido, aunque no debí hacerlo, ya queseguramente fue percibido por todos los que se encontraban encasa.Contrayendo mis labios, le enseñe mis afilados dientes, adoptandoposición de ataque solo un segundo después.Bella se había alejado un poco de mi, pero ya era demasiado tarde.No tenía a donde huir ya que con mi cuerpo bloqueaba la únicasalida.—No deberías haberlo dicho—. Le dije. Rápidamente salté haciaella. La arrastré por el aire, cruzando el amplio espacio hasta caersobre el enorme sillón de cuero. Mis brazos la protegieron en todomomento para que no sufriera daño alguno. No era mi intensiónlastimarla. Solo quería enséñale que verdaderamente era de temer.— ¿Qué era lo que decías? —.—Que eres un monstruo realmente aterrador —. Logró decir con lavoz jadeante.—Mucho mejor —. Estaba seguro de que, después de esto, me

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vería con otros ojos.Trató inútilmente de liberarse de mis brazos. Pero yo lo estabapasando de maravilla.En ese momento Alice golpeo la puerta. Venía con una invitación.Al oír el toque, Bella luchó con todas sus fuerza. Pero yo no queríasoltarla. La senté sobre mis piernas mientras la sostenía por lacintura.—Adelante — Le dije mientras trataba de controlar mi risa.—Parecía que te ibas a almorzar a Bella, y veníamos a ver si lapodíamos compartir—. Nos dijo en un calmado tono Alice.El cuerpo de Bella congeló por un minuto. Pobre ya la habíaasustado bastante para que también Alice hiciera lo suyo. Pero nopude mas que reírme de toda la situación.—Lo siento. No creo que haya bastante para compartir —. Le dijemientras rodeaba el cuerpo de Bella con mis brazos. Ella era solomía y no era solo por reacción a la broma de Alice.Jasper, que se había quedado junto a la puerta, se adelantó unpoco en la habitación y nos dijo que Alice había visto que seacercaba una tormenta y que pensaban jugar a la pelota.—¿Te apuntas? —. Me preguntó.La idea me pareció estupenda. Hace bastante que no jugábamos yademás nada mejor que un poco de buen ejercicio físico paraterminar con los excesos de ansiedad. Pero no me gustaba paranada la idea de dejar sola a Bella. Y no la dejaría por uninsignificante juego.—Traerías a Bella, por supuesto —. Dijo Alice. A Jasper no le habíagustado el último comentario de mi hermana . Pero no diría nada.La palabra de Alice era sagrada para el.Al preguntarle a Bella si quería ir, contestó de inmediato que si.Pero le preocupaba mojarse. Todos reímos cuando preguntó sidebía llevar paraguas. Eso no nos importaba en lo mas mínimo.Pero Alice le aseguró que la lluvia caería en la ciudad.Luego se fueron para invitar a mis padres al juego.Al parecer Emmett había logrado convencer a Rosalie de quetolerara la presencia de Bella ya que ellos también irían.Solo cuando nos encontramos solos nuevamente, me preguntó quejugaríamos.—Tú vas a mirar. Nosotros jugaremos al béisbol—. Le dije

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mirándola a los ojos.

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Capítulo 17: “Maldito Partido”

Bella se inclinó hacia un costado para reposar su cabeza en mihombro.Yo manejaba con una mano y con la otra la abrazaba tiernamente.No formuló palabra alguna durante todo el camino a su casa.Seguramente estaría pensando en todo lo relatado esta tarde.Cuando entramos a su calle sentí la presencia de aquellosdesagradables Quileutes.—Sucios perros—. Pensé en voz alta.Otra vez rondando la casa de Bella. Pero esta vez no venían devisita. Hoy su presencia obedecía a otros motivos. Por lo menos ladel viejo, ya que el estúpido de Jacob Black venía, como era obvio,esperanzado de ver y hablar con ella.Pero Billy Black traía otra cosa en mente.Ambos se encontraban frente a casa de Bella. El anciano memiraba con desprecio y en su mente me escupía en la cara.Apreté mis manos en el volante, tratando de controlar mi ira.—Esto...— Logre decir. —Esto es pasarse de la raya—.— ¿Han venido a avisar a Charlie?—.Asentí con la cabeza.Efectivamente eso era lo que ocultaba la presencia del anciano.Tal era la expresión en su rostro, que hasta Bella se habíapercatado de sus intenciones.Pero Jefe Swan aun no llegaba a casa.—Déjame arreglarlo a mí —. Dijo ella.Sabía que eso era lo mas acertado que podía hacer. Retirarme.El amor a mi padre fue lo que me obligó a hacerlo. No debíaenfrentarme a ellos. No podía hacerle eso a mi padre.—Quizás sea lo mejor, pero, de todos modos, ten cuidado. El chicono sabe nada—. Le dije, haciendo hincapié en la palabra chico. Ami lado, cualquiera de sus “amigos” eran chicos.Me recordó que prácticamente eran de la misma edad. Pero la edadmental de Bella no iba de la mano con su edad física. Era como siya hubiera vivido una vida entera.—Sí, ya lo sé—. Le dije.No quería que se sintiera ofendida por mi tonto comentario.

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Le pedí que los hiciera entrar para poder irme. Asegurándole quevolvería al atardecer.Sugirió que me llevara su coche y si no hubiera estado tan nerviosocon la presencia de esos sucios perros, me habría largado a reír.—Puedo llegar a casa mucho más rápido de lo que puede llevarmeeste coche—.—No tienes por qué irte— Me dijo muy apenada.Pero debía hacerlo. Por mi familia y por ella. No quería que seencontrara en medio de una pelea, y no sería yo quien dieracomienzo a esta guerra.—Una vez que te libres de ellos, debes preparar a Charlie parapresentarle a tu nuevo novio—.Bella me agradeció sarcásticamente y le prometí que volveríapronto.Torpemente me incliné para poder besar a mi novia, pero no podíaapartar la vista de los dos que se encontraba a pocos metros denosotros y bese su mandíbula cuando quería besar sus labios.“Malditos y mil veces malditos”. Pensó Billy Black.Lo único que el quería en esos momentos era poder caminar ysacar a Bella del coche. Además de patear mi trasero, claro esta.Bella caminó hacia la casa y cuando estuvieron dentro de la casabaje del coche. Miré alrededor para ver si había algún posibletestigo y corrí hacia el bosque.Debería haber ido directo a casa pero no pude. Simplemente nopude.Trepé a un árbol y espere.No transcurrido mucho tiempo, escuche los pensamientos de JacobBlack.“Cielos. Solo a mi padre se le ocurre traer un cuadro en un díalluvioso. Seguro que se estropea y me culparan a mi…¿Pero donde esta el horrendo cuadro?...Bella esta muy linda hoy. ¿Y con quien estaba?, ¿Era EdwardCullen? Seguramente están saliendo. Es una pena.Tal vez podría invitarla a salir. No creo que sea nada serio”.En esos momentos lo único que quería era bajar y arrancar lacabeza del muchacho. Tomarla por sus largos cabellos y arrojarla lomas lejos posible para que nunca nadie pudiera encontrarla.“¿Y el cuadro?...

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Seguro que lo dejo en casa y yo aquí todo mojado cuando podríaestar charlando de lo lindo con Bella”.No pude aguantar mas todo aquello y de un gran salto me adentremás en el bosque.Debería haber ido a casa cuando baje del coche. Me recriminabamentalmente. Estaba tan furioso que de un golpe tumbe dos viejosy enormes árboles.Pensé en correr a casa pero llegaría demasiado rápido y no queríahacerlo en estas condiciones.Camine unos kilómetros y después de algún tiempo me sentí unpoco mejor.Emmett y Rosalie ya se habían instalado en su dormitorio. Efectivamente pasarían una temporada con nosotros.—Vamos chico—. Dijo Emmett. —¿Aun con esa cara?. Hubierajurado que te encontraría con mejor semblante—.Pero no le dije nada.Los demás estaban entusiasmados por el partido.Jasper había apostado con Rosalie quien anotaba mas stricks.Alice había comprado nuevos equipos deportivos para todos.Incluyéndome.No entendía aquella fijación suya con la ropa. Para mi solo era ropa,pero creo que mi pulcra apariencia y la de los chicos, se ladebíamos a ella.Creo que después de unos 50 años, podía decir que me habíaacostumbrado a aquella rutina. Ella compraba y nosotrosvestíamos.Escuche que todos se dirigían al jardín, al parecer por otra apuesta.Cuando me reuní con ellos, Emmett y Jasper jugaban a lasvencidas. Rosalie y Alice los animaban respectivamente.La competencia estaba pareja, ambos con la misma fuerza.—Veo que ganaras amor—. Le dijo Alice a Jasper.Rosalie resoplo por la nariz. —¡Emmett ya aposté con Alice! —.—No…. es… justo—. Dijo Emmett.—¡Ahora dijo Alice!—. Y Jasper aplicó toda su fuerza. En unsegundo la competencia había terminado.—Maldición Emmett—. Le dijo Rosalie.—Estoy bien amor, gracias por preocuparte—. Contesto Emmett.No entendía por que Emmett seguía apostando en contra de Alice.

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—Una ventana hermano, solo necesito un ventana—. Me dijo el.Creo que esperaba que Alice se equivocara en alguna oportunidad.Yo también esperaba eso con todo mi ser.Esme se había molestado. No le gustaba que jugáramos de esaforma.Para Emmett era muy frustrante, sentía la necesidad de explotar sucapacidad corporal al límite. De ahí su preferencia por los osos, erala única manera de liberar toda su energía.No le había gustado la idea de la Tregua con nuestros viejosamigos de la reserva. Se había visto truncada la única oportunidadde una lucha real. Pero el nunca perdía las esperanzas.—Será mejor ir pronto—. Dijo Esme. —Veo que están todosimpacientes—.—Ya era hora—. Dijo Jasper.—Tan ansioso por la derrota—. Le respondió Rosalie. Con unamaliciosa sonrisa en los labios.—Hey Emmett? Algún problema si me llevo tu Jeep? — Lepregunte.—Que va, Sin problema—. Me contesto.Estacioné el coche de Emmett y apagué el motor. La lluvia ya sedejaba caer sobre la ciudad.Presté atención hacia el interior de la casa de Bella. Al parecerestaba fregando los platos, lo hacía rápidamente. Por poco y se lecae uno. Me reí de buen animo.Cuando llamé a su puerta el propio Charlie abrió la puerta para mi.—Entra, Edward. Me dijo su padre.Bella se encontraba unos cuantos pasos detrás de el y dejó escaparun suspiro.—Gracias, jefe Swan— Le dije. Ya sentía curiosidad por esesuspiro.Su padre me pidió que le llamara Charlie. Me sentí aliviado, ya queesto de llamar a el padre de mi novia “Jefe” no me hacía muchagracia.Bella ya le había comentado que iríamos a jugar béisbol. Despuésde hacer uno o dos graciosos comentarios sobre ella, nosmarchamos. No sin antes hacerme prometer que estaría a salvoconmigo.“Mas te vale” Dijo en su mente.

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Le ayude a subir al Jeep y a abrochar el arnés. Me inclinelevemente sobre ella. Estaba plenamente consiente de que supadre nos observaba desde el porche, pero no pude evitar acariciarsu cuello. Tan largo y exquisito. Lo único que quería en esosmomentos era salir pronto de la vista de su padre.—Esto es... Hum... ¡Vaya pedazo de Jeep que tienes!—.Le dije que era de Emmett y que era lo mejor para que ella notuviera que correr todo el camino, bueno en realidad yo correría.Ella solo estaría aferrada a mi cuerpo.—Me voy a marear—.—Si cierras los ojos, seguro que estarás bien—. Le dije. Pero nocontestó y solo se mordió el labio. Ya estaba nerviosa.Su expresión era adorable. Me incline para besar su cabeza.Mmmm Su olor era tan exquisito.Se había mojado un poco al salir de su casa y ahora olía a lluvia yfrutos silvestres… Dolor.Quise acariciar sus cabellos, inclinándome sobre su cuello.Quería parar ahí mismo el coche… Involuntariamente deje escaparun quejido provocado por aquel exquisito dolor.Bella alejó un poco su cuerpo y me miró sorprendida.Vergüenza… Verdadera vergüenza sentía en ese momento. Medefendí como mejor pude.—Hueles deliciosamente a lluvia—.—Pero, ¿bien o mal?—. Me preguntó.—De las dos maneras. Siempre de las dos maneras.Para evitar mas problemas, me concentré en el camino. Yadebíamos estar cerca y no quería estropear las cosas.Ya me estaba costando menos tener control junto a ella y estabaentusiasmado con el partido.Por fin podría saldar algunas cuentas con Emmett y liberar algo deestas sensaciones.Llegamos al final de la carretera y le dije:—Lo siento, Bella, pero desde aquí tenemos que ir a pie—. La lluviase había convertido en una fina llovizna y ya se formaban grandes yaltas nubes negras. No tardaría en llegar la tormenta.A Bella repentinamente ya no le parecía tan buena idea el quecorriera con ella en mi espalda.—Pero ¿qué le ha pasado a tu coraje? Estuviste estupenda esta

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mañana—.—Todavía no se me ha olvidado la última vez.Pero ya habíamos llegado hasta aquí y no la llevaría de vuelta a sucasa. Eso por ningún motivo. No estaba dispuesto a separarme deella tan pronto.La tarde me había parecido un suplicio sin su compañía.Me baje velozmente del carro para abrir su puerta. Cuando estabadesatando el arnés me dijo:—Ya los suelto yo; tú, vete—.Por ningún motivo permitiría eso. Tal vez debería tratar deconvencerla.—Hum...—. Quizás podría tratar eso de “deslumbrara” como elladecía.—Me parece que voy a tener que forzar un poco la memoria—.— ¿Forzar mi memoria? ¿Cómo? —Me pregunto. Y sus palabrassalían entrecortadas por el nerviosismo.—Algo como esto— Le dije mientras clavaba la mirada en sus ojos.Me recordé que debía solo “deslumbrarla” pero era tan fácil caer ensus ojos. Apoye mis manos contra el Jeep justo a la altura de sucabeza.Incliné mi rostro sobre el suyo. Tenía mi cuerpo a una distanciaprudente del suyo. No quería que el deslumbrado fuera yo.—Ahora, dime, ¿qué es exactamente lo que te preocupa?—.—Esto, bueno... estamparme contra un árbol y morir. Ah, ymarearme.El olor de su garganta baño mi rostro. Haaaa, exquisita tortura.Sentí un escalofrió bajando por mi espalda y se dividió en mispiernas.Cerré mis ojos e incliné mi cabeza para besar su cuello.Inconscientemente me acerqué un poco mas a su cuerpo.— ¿Sigues preocupada?— Dije contra su piel.—Me preocupa terminar estampada en los árboles y el mareo—.Dijo con voz entrecortada.Con mi nariz subí hasta el borde de su mandíbula. Inspirandolentamente su esencia con el deseo quemando mi cuerpo y la sedde su sangre mi garganta.Acorté un poco mas la distancia de nuestros cuerpos.— ¿Y ahora?—. Susurre contra su mandíbula.

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—Árboles—. Logro decir. —Movimiento, mareo.Con mis labios rosando su piel, subí hasta sus párpados parabesarlos.—Bella, en realidad, no crees que te vayas a estampar contra unárbol,¿a que no?—.Quería que siguiera obstinada. Quería seguir jugando. Di otropequeño paso y mi cuerpo quedó completamente adherido al suyo.—No, aunque podría—.Descendí dando pequeños besos sobre su mejilla hasta llegar a lacomisura de sus labios.— ¿Crees que dejaría que te hiriera un árbol?.Mis labios siguieron el contorno de su boca, rozándola levemente.—No—. Dijo. Y cuando entreabrió sus labios sentí su dulceperfume. Una invitación imposible de rechazar.—Ya ves—. Le dije con mis labios sobre los suyos. No hay nada delo que tengas que asustarte, ¿a que no?—No—. Dijo en un suspiro y rompió todas mis defensas.Firmemente tomé su cara entre mis manos y la bese con todo miser.Sus labios se abrieron para mi, invitando mi lengua. Mi pierna seabrió paso entre las suyas y pude sentir nuestras caderas como sifueran una.Bella sujetaba mi nuca con fuerza y con su lengua acariciaba lamía.Mis manos bajaron por su hombros hasta llegar a su cintura.Acaricié insistentemente su cuerpo el cual se contorneaba de puroplacer.Seguí bajando sin pedir permiso y sin parar de besar ahora sucuello. Mis labios me quemaban al puro contacto de su piel.Bella jadeaba mientras una de sus rodillas ascendía hasta la alturade mis muslos. Con una mano la sujeté firmemente y con la otrarecorría la redondez de sus glúteos.El fuego quemaba mi boca y lamí su cuello. El hambre, la sed…. suaroma… su cuerpo soldado al mío, mi cadera presionando la suyauna y otra vez.Y de pronto sentí el placer de su sangre fluyendo en mi boca…caliente, exquisita.

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El placer colmo mis sentidos explotando en mi cuerpo y en micabeza. Alce el rostro y estire mis brazos al cielo disfrutando elorgasmo de su sangre.La imagen de Bella tendida a mis pies con su cuerpo sin vida por micausa, me golpeo en cuerpo y la mente. Me quede paralizado en elacto. ¡No! ¡No!. Aquello no podía pasar. No ahora que casiconseguía controlar todos mis impulsos.Bella había enroscado su brazos en mi cuello, jadeaba en mi boca yyo me había entregado por completo a una estúpida ensoñación.La anhelaba demasiado. Me había dejado llevar demasiado lejospor aquella fantasía. Había estado a un segundo de terminar con suvida. Me tambalee hacia atrás con la imagen de su cuerpo sin vida,aun en mi cabeza.No sentía las piernas y por poco caigo al suelo.— ¡Maldita sea, Bella!—. Logré decir. —¡Eres mi perdición, te juroque lo eres! —Agradecí el fuerte viento que sopló en esos momentos. Respiréprofundamente llenando mis pulmones de aire limpio de su esencia.Apenas estaba recuperando mi auto control y me di media vueltapara no verla.—Eres indestructible—. Me recriminó Bella.Aquella palabra me resultaba sumamente ridícula en ese momento.Que ella pensara que mi voluntad era indestructible, me parecíaridículamente absurdo.—Eso creía antes de conocerte. Ahora será mejor que salgamos deaquí rápido antes de que cometa alguna estupidez de verdad—. Ledije descortésmente.Indestructible debía ser mi voluntad. Mi control sobre mi cuerpo y mimente.No debía dejarme llevar por algo así nunca mas.¿Pero cuanto podría estar junto a ella sin perderme a mi mismo?¿Dos minutos, tal vez tres?Me sentía tan estúpido, tan… inútil. ¿No podía hacer nunca nadabien?.Caminé hacia ella y la tomé de un brazo, estaba demasiadodisgustado conmigo.Recordé que debía tener cuidado con su cuerpo. No queríaestropear más las cosas.

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Recurrí a toda mi concentración para depositarla cuidadosamentesobre mi espalda.Ella se sujetó como la vez anterior, con todas sus fuerzas a micuello y con sus piernas envueltas en mi cintura.Le dije que no olvidara de cerrar los ojos y me largue a correr.Había escondido su cabeza en mi espalda y su respiraciónquemaba mi espalda.El viento golpeando mi cuerpo era lo que necesitaba. Traté seconcentrarme en aquella sensación y olvidé por un minuto todo lodemás.No quería estar molesto con ella. No era su culpa.Mi amada Bella. ¿Cuanto mas pondría en peligro su vida?No, eso era impensable. No debía volver a ocurrir. Nunca más.Nunca.Le dije a Bella que habíamos llegado y me quede muy quieto.En realidad no se como sucedió. Estaba esperando que ella bajarade mi espalda, cuando escuche:—¡Ay! —.Voltee rápidamente y la vi de espaldas en el suelo.Tenía la cara roja, no sabría decir si era de vergüenza o de rabia.No supe que hacer, quería reírme desesperadamente pero debíaayudarla.Pude ver en su expresión que solo su orgullo había sido lastimadocon esa caída y no pude aguantar mas la risa.Me reí a todo pulmón, agarrando mi estomago con mis dos manos.Era verdaderamente gracioso.Los ojos de Bella brillaron de rabia. A ella no le pareció tangracioso.Se puso de pie lo mejor que pudo y comenzó a caminar de vuelta albosque.— ¿Adonde vas, Bella?—. Le dije aun riendo.—A ver un partido de béisbol. Ya que tú no pareces interesado enjugar, voy a asegurarme de que los demás se divierten sin ti—.Uff. Se había molestado de verdad. Pero caminaba en sentidocontrario. Trate con todas mi fuerza no volver a reír.Cuando le dije que caminaba en sentido contrario no dejó decaminar, fue verdaderamente gracioso, solo dio una rápida mediavuelta y caminó en la dirección opuesta, sin siquiera mirarme.

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Cuando pasó junto a mi, estiré mi mano y la detuve sujetando la porlos hombros.Le pedí que no se enojara, le explique que la expresión de su rostrohabía sido la culpable y que no lo pude evitar.—Ah claro, aquí tú eres el único que se puede enfadar, ¿no?—. Suspalabras estaban cargadas de resentimiento. —¿«Bella, eres miperdición»?—. Dijo repitiendo mi tono de voz.¿Así habían sonado mis palabras? ¿Acaso pensaba que estabamolesto con ella?—Eso fue simplemente la constatación de un hecho—. Le dije.Pobre Bella nunca entendía nada.Aun cuando la muerte estaba parada junto a ella, esperando a queyo cometiera cualquier error.Ella nunca entendía nada.Trató de huir de mis brazos.—Te habías enfadado—. Me dijo presionando mi respuesta.—Sí—. Le respondí sinceramente.Le conté que me odiaba a mi mismo por no dejar de ponerla enpeligro una y otra vez.Que no estaba molesto con ella. ¿Como podría molestarme ella?¿No era ella mi compañera, el amor de mi existencia, la luz de misdías y la luna de mi noche?. ¿No era mi norte, mi razón de ser ysentir?.¿Como podría molestarme con ella si era tan leal y valiente alquerer estar conmigo aun cuando no dejaba de ponerla en peligrouna y otra y otra vez?.¿Y como podría, si ella era capas de amarme mas que a su propiavida?.—Te quiero—. Le dije. —Es una excusa muy pobre para todo lo quete hago pasar, pero es la pura verdad.Reanudamos el paso y pronto estuvimos en el amplio espacio quenos servía como campo de juego.Carlisle marcaba lentamente las bases. Estaba esperando a quellegáramos. Los otros estaban impacientes por comenzar el partido.Alice y Jasper estaban practicando las lanzadas mientras queEmmett, Rosalie y Esme nos esperaban sentados en una roca muycerca del borde del bosque.Bueno en realidad solo Esme y Emmett nos esperaban. Y al

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parecer estaban un tanto curiosos.Cuando Rose sintió nuestra presencia solo pensó en una cosa:“Estúpido como te atreves”.Fue lo único que su mente dijo y luego se marcho en dirección alcampo de juego.Esme estaba contenta de vernos nuevamente. Y di las gracias queella la acogiera de esa manera. Tal vez si podría divertirme despuésde todo.Se acercaron a nosotros y mi madre pregunto:— ¿Es a ti a quien hemos oído, Edward?—.—Sonaba como si se estuviera ahogando un oso—. AgregóEmmett.—Era él—. Dijo Bella.—Sin querer, Bella resultaba muy cómica en ese momento—. Leconteste.Traté de no pensar mucho en ello. No fuera que me diera otroataque de risa.Alice se acercaba a nosotros. Ya era hora de comenzar.—Es la hora—. Dijo ella. Y terminadas esas palabras resonó en elcielo un trueno.Alice y Emmett corrieron al campo tomados de la manos, muyanimados por el partido que comenzaba.Yo me moría por correr junto a ellos pero no quería dejar a Bella.— ¿Te apetece jugar una bola?—. Pregunté. No sería lo mismo quecon mis hermanos pero podría resultar.— ¡Ve con los demás!. Me dijo ella.Corrí para dar alcance a mis hermanos y lo hice fácilmente.Eche una última mirada a la mente de mi madre para ver que todoestuviera bien y me entregue al juego.Rosalie, Emmett y Jasper estaban en el equipo contrario, jugabancontra Carlisle, Alice y yo.Emmett siempre discutía por la formación de los equipos. Decía queno era justo que Alice y yo jugáramos juntos, pero no me gustabamucho jugar al lado de Rosalie y sabía perfectamente que a ellatampoco le agradaba mucho.Alice fue la primera en lanzar y cuando Emmett logro anotar, la bolasalió disparada por los aires, adentrándose en el bosque. Muyrápida de verdad pero no tanto como para que yo la perdiera.

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Me lancé en picada tras ella y la alcance sin complicaciones en elaire.— ¡Out!—. Dijo mi madre, cuando me vio salir del bosque. Los ojosde Bella parecían dos grandes platos y me miraba sorprendida.El resto del partido se desarrollo con normalidad, digo normalidadpara nosotros. No estaba muy seguro si Bella podía entender lo queestaba viendo. Pero estaba junto a Esme y yo podía estar tranquilo.En la mitad del juego me acerqué a Bella.— ¿Qué te parece? —Le pregunte expectante de su opinión. Noquería pensar que estuviera aburrida ni nada por el estilo.Pero ella estaba bien y hasta bromeó sobre el tema.Muy rápido mis hermanos me llamaron a continuar con el juego yaque era mi turno de batear.Estábamos empatados. Era el turno de Carlisle cuando escuche aAlice. La busque con la vista y pude ver lo inevitable.Corrí junto a Bella sin saber muy bien que hacer.Un minutó después todos se reunieron junto a nosotrospreguntando a Alice lo que había visto.Yo ya sabía, lo había visto. El aquelarre estaban en camino hacianosotros.— ¿Qué pasa, Alice?—. Le pregunto mi padre.Ella le explico su visión y se sentía culpable por no poder verclaramente.— ¿Qué es lo que ha cambiado?— Le pregunto ahora Jasper.—Nos han oído jugar y han cambiado de dirección—.Instintivamente mire a Bella pero al parecer había sido la mismareacción para el resto de mi familia.— ¿Cuánto tardarán en llegar?—. Me preguntó mi Padre.Me concentré en los pensamientos de aquellos extraños, deje delado la preocupación de Esme, la culpa de Alice y mi angustia ydesesperación.Ya se encontraban cerca, demasiado como para poder hacer algo.—Menos de cinco minutos. Vienen corriendo, quieren jugar—.Carlisle no quería tener algún enfrentamiento con aquellosdesconocidos.Pero no permitiría que nada le pasara a Bella.Trataba con todas sus fuerzas de encontrar alguna rápida salidapara nosotros.

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— ¿Puedes hacerlo?—. Me preguntó mientras pensaba si yo seríalo suficientemente rápido para huir con ella.Esa posibilidad ya había cruzado por mi mente.—No, con carga, no. Además, lo que menos necesitamos es quecapten el olor y comiencen la caza—.Sería demasiado fácil seguir la estela de esencia que dejaríamos.— ¿Cuántos son?—. Preguntó Emmett a Alice.Son tres. Le respondimos al mismo tiempo.— ¡Tres!. Dejadlos que vengan—.Estaba verdaderamente contento con la idea. Pero mi padre noestaba tan seguro. Que pasaría con Bella?. Solo hoy la presentabaa mi familia y ahora debería presenciar una lucha a muerte?De algo ambos estábamos seguros: Aquello si sería demasiadopara su mente humana.—Nos limitaremos a seguir jugando. Dijo mi padre, al fin. —Alicedijo que sólo sentían curiosidad—.Mi madre me hacia preguntas referentes a aquellos que estaban porllegar.Quería saber si se encontraban hambrientos. Yo no podía ver biensus mentes aun estaban lejos de mi alcance y no conocía su sonidomental. Aunque eran los únicos extraños en metros a la redonda.Hasta que por fin pude ver…La noche anterior habían dado muerte a un pequeño grupo deexcursionistas.Eran 5 y nadie logro escapar.Veía sus rostros en la mente la hembra, gritando y pidiendo piedad.Aquello había sido horrible. Cerré mis ojos, tratando de borraraquellas terribles imágenes. Esos no eran como nosotros, aquelloseran unos animales.Dando un leve movimiento a mi cabeza, negué a la respuesta de mimadre. Bella no necesitaba enterarse de aquello.—Intenta atrapar tú la bola, Esme. Yo me encargo de prepararla—.Aunque su piel era blanca, casi traslúcida, aun se podía ver en ellael calor de su sangre.—Suéltate el pelo—. Le dije tratando de controlar mis nervios.Aquello era inútil, no había nada que yo pudiera hacer para ocultarsu forma o disfrazar su olor.Desesperado mordí mi labio inferior.

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Bella soltó su cabello y lo sacudió. No había nada que pudiera hace.—Los otros vienen ya para acá—. Dijo mirando mis ojos.—Sí, quédate inmóvil, permanece callada, y no te apartes de milado, por favor—.Traté inútilmente de ocultar su rostro con su cabello, pero Alice dijoque era un caso perdido.Como si yo no supiera aquello, que era tan evidente.Mi familia ya estaba llevando a cabo el plan. Trataban de parecerconcentrados en el juego. Emmett, Jasper y Rosalie estánencargados de vigilar la llegada. Esme, Carlisle y Alice intentabanponer atención a la bola.Permanecí al lado de Bella sin dejar de vigilar el borde del bosque.—Lo siento, Bella—. Le dije apretando los dientes. —Exponerte deeste modo ha sido estúpido e irresponsable por mi parte. ¡Cuánto losiento! —.Un segundo después los pude escuchar claramente. Ya estabanaquí.Quería que mi cuerpo formara una pared entre ellos y Bella.Sería mi esencia lo suficientemente fuerte para disfrazar la suya?.En ese momento todos nos quedamos inmóviles expectantes.Ahí venía el destino, corriendo hacia nosotros como un tren sinfrenos.

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Capítulo 18: “Nómadas”

Todo había salido mal aquella tarde.Ahora nos encontrábamos en una desenfrenada carrera, tratandode llegar a casa de Bella antes que James terminara con la vida desu padre.Apreté mis manos contra el volante. El recuerdos de las horaspasadas quemaban mi mente….“Uno tras otro llegaron al borde del campo y se acercaronlentamente hacia nosotros. Carlisle, Emmett y Jasper salieron ha suencuentro.Aquel que parecía ser el líder se llamaba Laurent. Su mentealbergaba numerosos y terribles recuerdos. Al parecer tenía tantosaños como Carlisle. Hablaba con soltura nuestro idioma pero con unmarcado acento francés. Sus recuerdos me mostraron grandespalacios y horribles cloacas. Era tan marcada la diferencia como eldía y la noche. En algún tiempo de su existencia había gozado decomodidades, disfrutado de lo bueno de la vida humana. Muchotiempo había transcurrido desde aquello.—Creíamos haber oído jugar a alguien. Me llamo Laurent, y éstosson Victoria y James—. Dijo a mi padre.—Yo soy Carlisle y ésta es mi familia: Emmett y Jasper; Rosalie,Esme y Alice; Edward y Bella—. Les dijo mi padre. Señalando acada uno sin dedicar a ello mucha importancia. Sabia muy bien loque estaba haciendo.El que se llamaba James era sumamente astuto, solo le bastó unarápida mirada al grupo para comprender que Emmett era el masfuerte de todos.Agradecí que no considerara las chicas como potencialescontrincantes, y claro que no se fijó mucho en Bella.— ¿Hay sitio para unos pocos jugadores más?—. Preguntó Laurent,con muchas ganas de conocernos.—Bueno, lo cierto es que acabamos de terminar el partido. Peroestaríamos verdaderamente encantados en otra ocasión. ¿Pensáisquedaros mucho tiempo en la zona?.Laurent hablo de sus planes de viaje y mi padre le previno de nocazar en esta zona ya que nos pertenecía.

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—Claro—. Dijo Laurent. —No pretendemos disputaros el territorio.De todos modos, acabamos de alimentarnos a las afueras deSeattle—.¡Mentía!. Podía ver en su mente como disfrutaba recordando lacaza del día anterior.La hembra se llamaba Victoria, era prácticamente un animal. Habíavivido toda su existencia sin interactuar con los humanos.Aunque todos vestían como excursionistas, solo bastaba unasegunda mirada para comprender que no lo eran. Claro que nadiehabía podido dar la segunda mirada.Eran rápidos y despiadados con sus víctimas. La bondad era solouna característica de mi familia.Carlisle amablemente los invitó a casa para poder darnos tiempo ymarcharnos.Mi padre jugaba con la curiosidad de ellos. Habían notado nuestrasropas y el color dorado de nuestros ojos.Todo estaba resultando de acuerdo a lo planeado por mi padre.Verdaderamente estaba logrando convencer al grupo con la ayudade Jasper que distendía la atmósfera.—Os mostraremos el camino si queréis venir con nosotros—. Dijopor fin mi padre. —Emmett, Alice, id con Edward y Bella a recogerel Jeep—.Ya éramos libres para ir sin despertar sospechas.Sin embargo en ese preciso momento, la calidad corriente de aireresoplo por lo bajo en dirección hacia Laurent y su grupo, llevandocon ella la esencia de Bella.Un par se segundos después James había descubierto a Bella y sedisponía a tomarla.Me agazapé interponiéndome entre ellos. Todo mi cuerpo vibromientras emitía un fuerte rugido.En su mente vi como planeaba atacar sin importar que yo meinterpusiera en su camino.En su cabeza las imágenes de todas sus víctimas se sucedían unatras otra. Ya muchos años había vivido y el único placer que teníaen esta existencia, era cazar y matar horriblemente a sus víctimas.Disfrutaba de placer que le daban las suplicas y los llantos de lospobres humanos que por desgracia se cruzaban en su camino.La voz de mi padre, me trajo de vuelta.

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—Ella está con nosotros—. Les informó.— ¿Nos habéis traído un aperitivo?—. Dijo Laurent. Mientras seacercaba hacia nosotros.Rugí con todas mis fuerzas, contraje mis labios dejando aldescubierto mis dientes.Laurent retrocedió al ver lo que estaba realmente sucediendo.—¡He dicho que ella está con nosotros!—. Le repitió mi padre,estaba vez dejando de lado su tomo amable.Laurent no entendía nuestro actuar. Se sentía desconcertado. Parael solo era otra humana.Emmett se unió a Carlisle y ante la presencia de este, Jamescomprendió que no solo era yo quien protegía a Bella si no toda lafamilia.“Creen que me detendrán? Tal vez no la tenga hoy, pero no podránestar siempre con ella y cuando eso suceda yo sabré aprovechar mioportunidad.Haaaa. Que delicioso es su aroma. ¿Y la quiere solo para el?. Puesyo la tendré solo para mi”Pensaba James, mientras lentamente abandonaba su postura deataque.“Solo un poco de paciencia”.Apreté mis puños y estuve a punto de saltar sobre el. Pero temí quelos otros fueran por Bella.El no la atacaría ahora, no delante de toda la familia.Quise tomar a Bella y huir donde fuera, no importaba donde. Queríasacarla de la vista que ese despreciable rastreador.Mi padre dialogaba con Laurent. El nada tenía en nuestra contra ode Bella. El no quería enemistarse con mi padre. Es mas, estaba untanto encantado con el.—Aún nos gustaría aceptar vuestra invitación—. Le dijo este a mipadre. Prometiéndole que no atacarían a Bella.James se encontraba ahora furioso con aquellas declaraciones.Laurent no representaba nada para el. Solo permanecía junto a elpor conveniencia dado los años de existencia que tenia Laurent.Victoria se debatía internamente. No sabía bien que hacer. Soloesperaba un movimiento, no le importaba quien lo hiciera primero.—Os mostraremos el camino. Jasper, Rosalie, Esme—. Dijo mipadre.

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Ellos se interpusieron entre nosotros. Alice se reunió junto a Bella yEmmett cubría la retaguardia.Por fin me sentí un poco mas seguro para poder relajar mi postura ,pero sin dejar de vigilar a James el que retrocedió ante nuestraformación.“No será aquí ni ahora, pero tarde o temprano será mía”.—Vámonos Bella—. Dije retrocediendo lentamente pero ella no semovía. Nunca odié mas su condición humana como en esemomento. La tome por el brazo jalándola levemente. Bella seencontraba petrificada por el miedo y cuando despertó de su letargopor poco cae al suelo.Demasiado lento fue nuestro andar hasta el borde del bosque.Cuando por fin logramos llegar la subí a mi espalda y corrí contodas mis fuerzas hacia el coche.Alice y Emmett no pudieron con mi paso y los deje atrás fácilmente.Solo cuando había dejado en el asiento trasero a Bella llegaronjunto a nosotros.Me lancé hacia la carretera a toda velocidad. No sabía exactamentehacia donde debía huir. De una cosa estaba seguro el primer lugardonde James buscaría seria en el pueblo. Cualquier otro lugar eraigual de bueno para mi.Debía ver cada detalle. ¿Hasta donde nos acompañarían mishermanos?. No quería separarlos de la familia, Esme seguramenteya estaba sufriendo demasiado.¿Y que pasaría con Rosalie y Jasper? Ellos no soportarían vivir sinEmmett y Alice.Y yo no soportaría vivir con ellos sabiendo que eran infelices por miculpa, por mi falta de criterio, por mi estupidez.¡Maldita sea!... ¡Maldito el momento en que se me ocurrió!...¡Maldito partido!...— ¡Maldita sea, Edward! ¿Adonde me llevas? —. Escuche depronto las palabras de Bella.—Debemos sacarte de aquí, lo más lejos posible y ahora mismo—.Le dije tratando se sonar calmado.Bella no comprendía. No había visto como funcionaba la mente deJames.Aquello no pararía, no terminaría jamás. Siempre estaría trasnosotros. Nunca dejaría de darnos caza.

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Ella gritaba para que la llevara de vuelta a su casa. Emmett tuvoque hacerse cargo de ella ya que no paraba de tirar del arnés.— ¡No! ¡Edward, no puedes hacer esto!—.—He de hacerlo, Bella, ahora por favor, quédate quieta—.¿Que se suponía que hiciera? ¿Dejarla en casa como si nadahubiera ocurrido?De verdad lo sentía por su padre. Creo que me estaba ganando susimpatía. Pero por el nada podía hacer.Bella se encontraba descontrolada. Decía que su padre llamaría alFBI, que no pararía hasta dar con mi familia. No quería quearruináramos nuestra “vida” por su causa. Pero aquello no era suculpa. La culpa era toda mía y ahora debía pagar el precio.—Edward, dirígete al arcén—. Dijo Alice repentinamente.No quería sentir odio por mi hermana. Aquello me lastimaba. Noahora que los necesitaba mas que nunca.Había deseado tanto que sus visiones no fueran ciertas, queríatener una ventana, como decía Emmett. ¿Y que había pasado? Sehabía equivocado y de la peor manera.El destino se reía en mi cara. Estaba empecinado en terminar con alexistencia de Bella. No importaba que decisión tomara. Ahoraestaba seguro que si nos hubiéramos quedado en su casa, elmismo James habría tocado a su puerta.Alice me pedía ahora que habláramos.¿Que habláramos de que? Le recordé que estábamos frente a unrastreador. ¿O nadie lo había notado? Pero ni ella o Emmettcontestaron.—Para en el arcén, Edward—. Volvió a decir mi hermana. —Hazlo,Edward—.Pero yo no tenía la intención de hacerlo, es mas, si ellos querríanbajar deberían hacerlo saltando por la ventana.Detenerme no estaba entre mis opciones.—Escúchame—. Le dije a Alice sin mirarla. —Le he leído la mente.El rastreo es su pasión, su obsesión, y la quiere a ella, Alice, a ellaen concreto. La cacería empieza esta noche—.Alice trataba de convencerme con estúpidos argumentos. El sabríadonde buscar esa era su especialidad y con el aroma de Bella no letomaría mucho tiempo encontrar su casa.— ¡Charlie! ¡No podéis dejarle allí! ¡No podéis dejarle!—. Gritaba

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ahora Bella.—Bella tiene razón—. Dijo Alice.Emmett se sumó a ellas, argumentando que podríamos contra el.Aclaré que no solo sería James, también deberíamos enfrentar aVictoria y Laurent.—Somos suficientes para ellos—. A el no le molestaba la idea.—¡Tendremos que matarlos, a los tres!—. Grite tratando queentendieran.Nunca nos habíamos enfrentado a muerte con ninguno de nuestraespecie. Ni con nadie. Y ahora estábamos planeando terminar contres de una vez.—Hay otra opción—. Dijo Alice, pero ya no confiaba en susvisiones.— ¡No—hay—otra—opción!—.La mente de mi hermana era un caos. Bella habló rompiendonuestro enlace.— ¿Querría alguien escuchar mi plan?—.—No—. Le respondí furioso.“No seas un idiota Edward”. Pensó Alice. “Es su padre y esto no hasido culpa de ella. Todo esto es mi culpa, si quieres culpar aalguien, cúlpame a mi”Pero yo ya lo había hecho. Me debatía entre lo que sabía que eracierto y lo que la rabia me hacia sentir.Amaba a mi hermana y sabía que ella me amaba, así como tambiénamaba a Bella. Sabía que ella habría echo todo lo posible por evitaresta situación. Pobre Alice, ella también sufría, casi tanto como yo.—Escucha, llévame de vuelta—. Dijo Bella suplicante.—No— . Le dije pero no le importo en lo mas mínimo y continuóhablando.Quería ir a su casa. Le diría a su padre que estaba cansada deForks y que se marchaba. Si James se encontraba esperándola,vería que ella se marchaba y eso dejaba fuera de peligro a supadre. También dejaba fuera a mi familia y a mi, ya que su padreconfirmaría que se había ido por su propia cuenta.—Vamos a hacerlo de esta manera—. Le dije mientrasemprendimos el camino de vuelta a Forks. —Cuando lleguemos a lacasa, si el rastreador no está allí, la acompañaré a la puerta.Dispones de quince minutos a partir de ese momento. Emmett, tú

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controlarás el exterior de la casa. Alice, tú llevarás el coche, yoestaré dentro con ella todo el tiempo. En cuanto salga, lleváis elJeep a casa y se lo contáis a Carlisle.Claro que a Emmett no le gusto la idea de dejarlo fuera.—Iré contigo—. Me dijo. Pero yo no sabía cuanto tiempo estaríamosfuera. Lo último que necesitaba era que también Rosalie nos dieracaza.—Si el se encuentra ahí, no parare— . Les dijePero Alice prometió que no lo estaría.— ¿Qué vamos a hacer con el Jeep?—. Me preguntó ella.Cuando le dije que ella lo llevaría a casa, todo volvió a ponersecolor de hormiga. Parecía que cada vez que yo decía algo todos seoponían.Ahora Alice quería viajar con Bella y Jasper para despistar a James.Decía que el sabía que yo nunca la dejaría. Bueno en algo teníarazón. Pero la sola idea de alejarme de ella era inconcebible,ridícula.Desafortunadamente tenían razón en todo lo que decían.Yo debía permanecer en Forks para calmar la curiosidad de supadre. No fuera a pensar que nos habíamos fugado.Con Bella fuera de la vista de James gozaríamos mas libertad paradarle caza libremente, sin tener que preocuparme por ella. Ademásel pensaría que ella aun estaba en la ciudad ya que se había dadocuenta que estaba dispuesto a dar mi vida por ella”.…Y aquí me encuentro. Aferrado al volante, vencido y resignado adejarla ir con Alice y Jasper.—Bella si te pones en peligro y te pasa cualquier cosa, cualquiercosa, te haré personalmente responsable. ¿Lo has comprendido?—.—Sí —. Fue lo único que dijo a mis tontas amenazas.Me volví para hablar ahora con Alice.Le pregunte si Jasper podría manejar el tener a Bella tan cerca yademás hacerse responsable de ella. Pero ella dijo que si, quedebía confiar, que lo estaba haciendo muy bien teniendo todo encuenta.Ya estamos llegando al pueblo y yo me estoy muriendo…

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Capítulo 19: “La separación”

—Te quiero—, Dijo Bella con lágrimas en los ojos. —siempre teamaré, no importa lo que pase ahora.Nos encontrábamos en el porche de su casa. Le había advertidoque solo contaba con quince minutos para salir de casa.Emmett y Alice vigilaban las inmediaciones. Aun no había rastro deJames pero estaba seguro que en cualquier momento llegaría.Me incline levemente hacia ella y le prometí que no le pasaría nada.Quería envolverla entre mis brazos, protegerla de las sombras quenos amenazaban. Ahorrarle el sufrimiento que estaba por vivir.—Bella date prisa—. Me miró intensamente y con las lágrimascontenidas en su ojos se inclinó sobre sus pies y besó mis labios.Demasiado efímero fue su contacto, demasiado cálidos y suavessus labios. Demasiado rápido se dio media vuelta y dijo:—Una cosa más, no hagas caso a nada de lo que me oigas decirahora—Sin mirarme propinó un patada a la puerta, la que se abrió con unestruendo.Su padre se encontraba la sala y salto de la impresión.— ¡Vete, Edward!—. Grito con todas sus fuerzas dándome unportazo en la cara.Alice se encontraba detrás de la casa de Bella, estaba esperandopor mi. Emmett recorría el perímetro cercano a la casa.“Sin novedad”. Pensó mientras se acercaba.—Alice,— Le dije. —vigila hasta que salga por su ventana. Luegosuban al jeep—.La ventana de Bella permanecía abierta y ella se encontrababuscando algo debajo del colchón de su cama. Tome su piyamasque se encontraba en el suelo y lo metí en la maleta. Nos seriasumamente útil mas adelante.— ¿Te ha hecho daño?—. Le preguntaba iracundo su padre.No nos tomó demasiado tiempo armar su maleta. Bueno solo fuecosa de llenarla con lo primero que encontré a mano.Charlie no paraba de gritar golpeando la puerta. En un minutoverdaderamente pensé que la derribaría.—Estaré en tu coche, ¡venga!—. Le dije, pero ella se quedo quieta

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de pronto y tuve que empujarla para que abriera la puerta.Ahora vendría la peor parte para ella. ¿ Porque no podía tomarla ysalir corriendo por la ventana?Me escondí en su monovolumen esperando por ella.“¡James!” Gritó la mente de mi hermana.Justo en ese momento Bella salió de casa, dando fuertes gritos.—Déjame ir, Charlie. No ha funcionado, ¿vale? De veras, ¡odioForks con toda mi alma!.Cualquier intención que hubiera tenido su padre de seguirla odetenerla quedaron ahí en el marco de la puerta.James no se acercaría, había olido nuestra presencia y Bella corríacon todas sus fuerzas hacia su coche.Sus manos temblaban aferradas al volante. Su llanto fuetransformándose en un sollozo desgarrador.—Detente en el bordillo—. Le pedí.—Pu-e-do conducir—. Dijo a duras penas. Su dolor calaba mi pechoy mi alma.Tome su delicado cuerpo por la cintura. Mi pie ocupó su lugar en elacelerador y la levanté levemente para poder deslizarme en elasiento del conductor.Sus manos estaban soldadas al volante pero con un caricia solté suagarre.Por un momento nos quedamos así, ella protegida en mi regazo.Suavemente la deposité en el asiento del copiloto.Alice y Emmett ahora estaban muy cerca. Podía ver el Jeep por elespejo retrovisor.“Edward” —. Llamó la mente de mi hermana mientras encendía losfaros. “Nos sigue, le he visto, ahí en la orilla del camino—.Bella dio un salgo al ver las repentinas luces tras nuestro.—Es Alice—. Le dije, tomándola de la mano. Se encontrabanerviosa y asustada pero por lo menos ya no lloraba.— ¿Y el rastreador? — Preguntó.La tranquilice diciendo que James había llegado solo un poco antesde que ella saliera de su casa y que ahora nos seguía.— ¿Podemos dejarle atrás? —.—No—. Le dije queriendo que su vieja carreta fuera mas rápida.Podía ver entre los arboles como James apuraba su paso, casidándonos alcance.

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Alice aceleró, quedando a solo unos pocos metros. Emmett saco lamitad de su cuerpo por la ventana del copiloto y se dispuso a saltar.Cuando James lo vio volando por el aire, hacia nuestro carrocambió de rumbo, adentrándose en el bosque.El coche de Bella se sacudió con el impacto, provocando que ellalanzara un agudo grito.Levanté mi mano, tapando su boca. Su respiración aceleradagolpeaba mi palma.— ¡Es Emmett! —. Le dije, tomándola ahora por a cintura yatrayéndola hacia mi.Me estremecí al sentir su cálido cuerpo contra el mío.Prometí que todo estaría bien, mientras el pueblo quedaba atrás.Si no fuera por esa chatarra que Bella insiste en llamar carro,habríamos llegado antes a casa de mis padre. Los arboles y sussombras quedaban lentamente atrás.Agradecí la presencia de mis hermanos mas que nunca. De no serpor ellos estaba seguro que James no hubiera dudado en asaltar elcoche.Traté de que reconfortarla. Pero me era muy difícil fingir la sonrisa,sobre todo cuando le prometía que todo estaría bien.Me miraba con ojos desesperados, tratando de creer en mispalabras. La futura separación le hería tanto como a mi.Podría estar lejos de ella? Mi vida carecería de luz y sentido hastaque estuviéramos juntos otra vez.—Nos reuniremos dentro de unos días—. Le dije, tratando de creermas que nunca en mis palabras.No había nada que hubiera podido hacer para detener esto. Bellapreguntaba por que le sucedía a ella. Pero su única culpa era teneraquel exquisito y deseable aroma. Pero aquello tampoco era suculpa en realidad.Todo era culpa mía nuevamente. Si no hubiera retado a Jamesquizás el no se hubiera encaprichado por Bella.¿Pero que podía hacer? ¿Entregarla como ofrenda, en señal debienvenida?Para James era solo cosa de reto y desafío. No tenía sentido suexistencia y ahora yo le había proporcionado la mayor y masdesafiantes de todas sus cacerías. Arrastrando en ello a Bella y atoda mi familia.

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El no me consideraba un contrincante a su altura y la habríaatacado sin pensarlo esta tarde.Si el solo la percibiera como lo hacia yo, nos habríamos enfrentadoa muerte sin pensarlo, de eso estaba completamente seguro. Yahora no había mas salida que la muerte.Ya estábamos llegando a casa de mis padres. Bella me miraba conojos llenos de terror por lo que acababa de contarle. Pero recurrió atodo su valor para preguntar.— ¿Cómo… se mata a un vampiro?—.Bella, Bella. ¿Aquello era algo natural o se esforzaba para hacerlo?—La única manera segura es cortarlo en pedazos, y luegoquemarlos—. Le dije lo mejor que pude.Pero sus acertadas preguntas no me daban tregua.Quería saber si los otros lucharían al lado de James.No esta seguro de Laurent, era una criatura oportunista, pero lahembra lucharía junto a James, de ello estaba seguro.—Pero James y la mujer... ¿intentarán matarte? —. Me preguntódesesperadamente.—Bella, no te permito que malgastes tu tiempo preocupándote pormí. Tu único interés debe ser mantenerte a salvo y por favor te lopido, intenta no ser imprudente.Ella no podía ver que James aun nos seguía, a lo lejos pero lohacia. Le tranquílese diciendo que no asaltaría la casa, por lomenos no esta noche y no le daríamos aquella oportunidad.James se detuvo unos metros antes de cruzar el río. Esperaría aVictoria antes de hacer algo.Con el vehículo aun en marcha Emmett sacó a Bella del interior.Envolviéndola en sus brazos y apretándola contra su pecho.“Uf”. Pensó mientras me lanzaba una rápida mirada. “Se sientecomo una estufa”.Para entonces Alice se reunía con nosotros y en esa formacióningresamos rápidamente a la casa.Laurent había venido a advertirnos sobre James. Pero no diría nadaque yo no supiera ya.—Nos está rastreando—. Le dije a mi padre.Toda la familia se encontraba reunida en el primer piso.Esme se sentía tranquila ahora que todos estábamos juntos.Alice y Emmett se reunieron con mis otros hermanos.

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Alice miró intensamente a Jasper tomándolo por las manos. El,inclinó su cabeza contra la de ella.Cuanto tiempo había envidiado aquellas muestras de afecto. Yahora que por fin tenía a mi compañera, la debía dejar partir parasalvar su vida.Mantenía aferrada la mano de Bella entre la mía, estrechándolasuavemente.Luego, ellos silenciosamente, subieron por su cosas.Algo parecido ocurrió con Emmett y Rosalie, solo que ella seencontraba a punto de unirse a James para acabar con Bella. Sumente escupía ponzoña y una sarta de blasfemias en contranuestra.— ¿Qué crees que va a hacer?—. Le preguntaba mi padre aLaurent.El ya esperaba algo como eso, ya que James era una criaturaacostumbrada a conseguir siempre lo que quería.Este era el mejor juego de su vida.Nosotros éramos sus contrincantes y Bella el premio.Laurent estaba seguro que no podríamos contra el.El odio inundó mi cuerpo. Pero no podía dejarme llevar por aquellossentimientos. Nublarían mi razón y debía mantener la cordura, serdueño de todos mis sentidos mas que nunca. La vida de Bella y porconsiguiente la mía, dependían de eso.— ¿Estás convencido de que merece la pena?—. Dijo Laurent a mipadre mirando descaradamente a Bella.Solté la mano la mano de Bella y me adelante interponiendo micuerpo entre ellos. El rugido que salió de mi pecho dio a entenderque aquello estaba fuera de discusión.—Me temo que tendrás que escoger—. Le dijo molesto mi padre.Pero el había tomado su decisión mucho antes de que todo estosucediera.Estaba harto de James y de su forma de vivir. Ya no soportabavagar descalzo por los bosques y llevar siempre harapos por ropa.Sin embargo no lo enfrentaría. Se marcharía al norte; se uniría aTanya y su aquelarre.—No subestiméis a James. Tiene una mente brillante y unossentidos inigualables. Se siente tan cómodo como vosotros en elmundo de los hombres y no os atacará de frente... Lamento lo que

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se ha desencadenado aquí. Lo siento de veras—.Lo único que verdaderamente el sentía, era el no poder formar partede nuestro grupo. No entendía el porque todos estábamosdispuestos a dar nuestras vidas por ella.Tampoco entendía que el nuestro no era un aquelarre, era nuestrafamilia y Bella pertenecía a ella.—Ve en paz—. Le dijo mi padre despidiéndose de el. Y de esaforma Laurent salió de nuestras vidas.Carlisle quería saber a cuanta distancia estaba James. Esme noesperó mi respuesta y activó las persianas de seguridad.—Está a unos cinco kilómetros pasando el río, dando vueltas porlos alrededores para reunirse con la mujer—.Les conté del plan que pensábamos llevar a cabo con la ayuda deAlice y Jasper.— ¿Y luego?—.—Le daremos caza en cuanto Bella esté fuera de aquí—. Le dijemirando a sus ojos, esperando su reacción.Estaba listo para tomar a Bella y salir corriendo si mi padre seoponía. Pero su razón y su corazón iban tomados de la mano.Comprendía, sabía que aquello era lo único que podíamos hacer.No solo por Bella, toda la familia estaba en peligro. James acabaríacon cualquiera que se interpusiera en su camino.—Supongo que no hay otra opción—. Dijo sombríamente mi padre.Que esa fuera la única y última salida le dolía de sobremanera.Rosalie permanecía junto a Emmett. Me volví para pedirle queintercambiara sus ropa por las de Bella. Debíamos tratar deconfundir a James el mayor tiempo posible.Pero ella se encontraba furiosa con nosotros .— ¿Por qué debo hacerlo? ¿Qué es ella para mí? Nada, salvo unaamenaza, un peligro que tú has buscado y que tenemos que sufrirtodos—.Emmett trato de tranquilizarla pero era inútil. Su cabeza hervía derabia. Y no pretendía ayudarnos en nada.Posiblemente ella misma le abriría la puerta a James para queingresara a la casa.Lo último que necesitaba en estos momentos eran las estupidecesde Rosalie, no servía de nada tratar de hablar o pelear con ella, eltiempo era escaso y debíamos ver demasiados detalles.

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Simplemente no valía la pena.— ¿Esme?—. Le pregunte.—Por supuesto—. Contestó mi madre. Tomando a Bella y corriendoal segundo piso.Una vez que nos encontramos solos, mi padre habló.—Rosalie, Edward es tu hermano y en esta familia nos protegemosmutuamente.¿Que harías tu, si fuera Emmett el que se encontrara en peligro? ——¡No sería lo mismo!—.—Es exactamente lo mismo. Bella es la compañera de Edward, el laha escogido. Porque no quieres aceptar este hecho.Rosalie, no quiero decir algo de lo cual me arrepienta porque teamo, tu eres mi hija. Sin embargo si tengo que elegir, siempreelegiré lo correcto—.Mi padre sufría enormemente al decir estas palabras.Rosalie bajó la mirada, se sentía avergonzada y molesta. No queríamolestar a Carlisle. Ella haría lo que el le pidiera, pero no aceptaríaa Bella.Por mi, estaba bien. No necesitaba que la tomara de la mano ysalieran de compras. Seguramente de eso se querría encargarAlice. Pero me bastaba con que no le gruñera siempre que la viera.—Disculpa padre—. Le dijo ella. —Me comportare—.Bien, una cosa menos de que preocuparme.—Emmett, Edward preparaos—. Dijo mi padre. —Rosalie tu esperaa Esme—.Ya estaba todo dispuesto y sincronizado. Cuando Bajaron Esme yAlice llevando por los codos a Bella.Emmett, Carlisle y yo saldríamos primero en el Jeep para atraer aJames. Luego Rosalie y Esme saldrían en el coche de Bella,atrayendo a Victoria. Eso dejaría a Bella, Alice y Jasper en libertadde movimiento. Debían viajar rápido y sin hacer ni una sola parada.—Alice— Pregunto mi padre. —, ¿morderán el cebo?—.Alice cerro los ojos y me sumergí en sus visiones…Vi a James oculto en el bosque, no muy lejos, esperando pornosotros. Muy cerca de el se encontraba Victoria. Ella seencontraba agazapada a los pies de un árbol. Al vernos seincorporó de golpe. James le sonreía mientras se lanzaba trasnosotros.

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Unos segundos después ella hacía lo mismo tras el monovolumen.—Vámonos—. Dijo mi padre.Bella permanecía junto a Esme y corrí hacia ella.Aquello me parecía una pesadilla, si no hubiera sido capas derazonar, hubiera jurado que era una pesadilla.Bella llevaba las ropas de Esme, demasiado grandes para ella.Tenía los ojos llenos de lágrimas, su cabello estaba todo alborotadopero aun así era la criatura mas hermosa que yo había visto en todami existencia.La apreté levemente contra mi pecho, apoyando mi rostro en sucabello. Inspiré profundamente. El dolor en mi garganta no era nadaen comparación al que sentía en mi corazón.Quería parar el tiempo, que en un segundo ya no existieranparedes, ni familia, ni malditos vampiros sicópatas asechando pornosotros.Tomé su rostro entre mis manos, grabando cada detalle en mimente. Podía ver mi reflejo en sus ojos, los que me miraban conuna mezcla de temor y angustia.Me incliné para besarla por última vez. Si algo salía mal aquel seríami último beso.No pude pronunciar palabra alguna. Sentía un nudo en la garganta.Además que se puede decir en estas circunstancia. ¿Cuídate? Queestúpido sería.Lentamente di media vuelta. Ahí en sus labios quedaba todo lobueno, todo lo humano que albergaba en mi ser.

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Capítulo 20: “La cacería”

Manejábamos a toda velocidad por la 101. Nos dirigiríamos al nortetanto como nos fuera posible. Luego daríamos la vuelta yatacaríamos a James. O por lo menos ese era el plan…Emmett llevaba anudado en la cabeza y el cuello el pijamas quehabía tomado horas atrás. Estaba seguro que podía percibir elaroma de Bella.Mi padre estaba sentado a mi lado. Viajábamos en silencio, buenonadie decía nada en voz alta.Carlisle estaba preocupado por Esme y pasaba lo mismo conEmmett por Rosalie.Ellas viajaban al oeste y Victoria les pisaba los talones.No redujimos la velocidad al llegar a Beaver o a Saphho ypreferimos seguir por la carretera al llegar a Port Angels.Debíamos tratar de llegar a Seattle antes del amanecer. Ya nocontaríamos con los cielos encapotados de Forks y el Jeep deEmmett no nos serviría de escudo contra los rayos del sol, por loque tendríamos que conseguir otro.James nos seguía a una cierta distancia, posiblemente corría por elOlympic National Forest. Aunque estaba seguro que podría darnosalcance fácilmente había una razón por la cual no lo hacia…—Maldito asqueroso—. Dije en voz alta.Mi padre y Emmett me miraban ahora sorprendidos.—No quiere que lea sus pensamientos. Por eso no nos ha dadoalcance, por eso nos sigue a una buena distancia—.—Rayos Edward—, dijo Emmett.Maldita rata astuta. Pero no le serviría de nada. Tendría queacercarse de todas formas y cuando lo hiciera yo podría sentirlo.—Debemos seguir con el plan—. Dijo mi padre.Y así lo hicimos.Estábamos entrando a Seattle cuando empezó a aclarar.—Mantente el la 5—. Dijo mi padre mientras saltaba del carro.Le mire sorprendido, sus pensamientos cambiaban drásticamentede dirección.Voltee para ver como se perdía entre la ciudad.—¿Donde crees que estará?— dijo de pronto mi hermano

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sentándose a mi lado.—No lo se, no puedo oírle—.—¿Pero crees que nos sigue?—.Estaba seguro que lo hacia, no había alguna razón para quedesconfiara de nuestro plan.De pronto detrás nuestro apareció un Cadillac DTS plateado con losespejos polarizados.Subió la velocidad y nos rebasó en un parpadeo humano.—¡Carlisle!—.—¿Crees que lo ha alquilado? —. Pregunto Emmett.El coche era un lujo, estábamos seguros que su dueño no tardaríaen hacer la denuncia.Claro que para entonces ya nos encontraríamos muy lejos de laciudad.Dejamos el Jeep junto a un pequeño rastro para que James losiguiera.—A situaciones desesperadas, medidas desesperadas—. Me habíadicho mi padre. —Y además no encontré nada mejor—. Concluyóguiñándome un ojo.Pero no pude seguir su buen humor.—Todo saldrá bien hijo—. Mi padre conducía ahora, Emmett viajabajunto a el y yo me dedicaba a vigilar por el espejo retrovisor.—Lo se Carlisle, lo se—. Le dije sin darme vuelta para mirarle.—Alice es juiciosa y astuta. No debes preocuparte por ella—.—Lo se padre—.—Y James…——¡Padre, detente!. Esto no es necesario. Yo… yo estoy seguro quetodo resultará. Por favor solo quiero llegar de una vez…—Pobre de mi padre, el no quería, solo trataba de… ¿reconfortarme?Verdaderamente pensaba que me reconfortaría diciendo esaspalabras?Solo empeoraba la situación. Yo trataba con todas mis fuerzas deno pensar en Bella. La había dejado a un margen, había guardadotodos sus recuerdos en un rincón de mi mente, tratando solo depensar en James. Pero era imposible. Traía con migo algunasprendas que había sacado de su petate antes de partir, podía sentirsu esencia en todos lados.Extrañaba sus pequeñas y tibias manos entre las mías, su risa

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cristalina. Extrañaba la forma en que se iluminaba su rostro cadavez que intuía algo y sus erróneamente acertadas preguntas.La extrañaba con todo mi corazón.Caía la noche cuando entramos a Vancouver. Solo un poco mashasta la British Columbia. Unas horas mas para poder terminar deuna vez con aquella pesadilla. Solo un día para estar nuevamentejunto a ella, a mi Bella.Un bosque interminable se abría ante nosotros, era una enormemasa llena de vida; alfombrada de un verde musgo por todos lados,cubriendo cada roca, cada árbol, cada rincón.Los arboles eran tan altos que apenas se podía ver el cielo quepermanecía oscuro debido a la ausencia de luna y estrellas.Tratábamos de no seguir las sendas del bosque, avanzando enzigzag entre los enormes árboles mientras Emmett frotaba las ropasde Bella cada cierto tramo.Las horas parecían eternas, corríamos con todas nuestras fuerzas,los animales dormidos no alcanzaban a percibir nuestra presencia,solo notaban, si es que lo hacían, la leve brisa que dejábamos alpasar.La noche fue aclarando. De las montañas cercanas bajaba unacortina de niebla que avanzaba lenta y constante entre los arboles,cubriendo todo a su paso.Nos encontrábamos lejos de la civilización y esperamos…Me ubicaba a varios metros mas adelante, mientras mi padre yEmmett se alejaban a derecha e izquierda, respectivamente paraluego cerrar el paso de James por la retaguardiaYo era la carnada, debía atraerlo todo lo posible. Pero seguía sinescucharlo.Sentí miedo, por primera vez en estos dos días sentí miedo.“Cielos Edward”. Dijo mentalmente mi hermano. “Esto esta muytranquilo, no encuentro ningún rastro de James. Solo están losnuestros. ¿Sigues sin escuchar nada?... espera veo a Carlisle…”Era lo mismo para mi padre. No había encontrado rastro alguno.Silenciosamente siguieron hacia delante, hasta encontrarme.—Debemos regresar—. Les dije.—Estas seguro que esos es…—El celular de padre vibraba en su bolsillo.—Es Esme—. Nos dijo.

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Esme y Rosalie se encontraban bien, habían regresado a Forks.Victoria se había dado cuenta muy pronto que Bella no viajaba juntoa ellas. Rosalie le había seguido por todo el pueblo durante lanoche anterior.Había ido una vez mas a nuestra casa, al Instituto, a la cafetería delpueblo. Había parado en todos los sitios que Bella frecuentaba,tratando inútilmente de encontrar alguna señal que le indicara suparadero. Esme vigiló la casa de Charlie toda la noche y se reuniójunto a Rosalie cuando Victoria ingresó a la casa de este. Claro queel no estaba ya que había salido muy temprano.Mi padre le contó de nuestro viaje y de nuestra angustiosa espera.Me aleje de ellos un momento, no tenía ganas de escucharmuestras de afecto conyugal ni nada por el estilo.Tenía la leve sensación de estar haciendo todo mal. El bosqueparecía carente de vida. Seguramente los animales sentían nuestrapresencia y huían de nosotros. ¿La habría sentido también James?Por cierto que el era un animal, esa era su mayor característica.¿Podría haber intuido nuestras intenciones? ¿Es por eso que no hepodido ver su mente?.Lo podía ver claramente ahora que James ya no nos seguía, habíaestado seguro que lo hacia, pero no se donde dejo de hacerlo.Corríamos con todas nuestras fuerzas me había adelantado cuandoencontré el rastro de James. Se dirigía de vuelta a Vancouver.—Edward—. Me dijo mi padre, alargándome el pequeño teléfonoplateado.Nos encontrábamos en el aeropuerto de la ciudad, James se noshabía escapado.— ¿Diga? —. Dijo ella.—Bella —. Por fin, por fin podía oír su voz.— ¡Oh, Edward! Estaba muy preocupada.Lo único que la había pedido era que no se preocupara por nada ninadie. Ya podía imaginar las horas que había pasado. Pobre Bella.Le conté que nos encontrábamos en Vancouver y lo que pasabacon James.Había sido una verdadera suerte que el día se hubiera mantenidonublado y lluvioso. Podía escuchar sus pensamientos. Tenía laintensión de tomar el primer vuelo de vuelta a Forks, se dirigía alaeropuerto local. Nos vimos obligados a movernos a velocidad

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humana para no llamar la atención y James se nos había escapadopor diez minutos.—Lo sé. Alice vio que se había marchado—.—Pero no tienes de qué preocuparte, no podrá encontrar nada quele lleve hasta ti. Sólo tienes que permanecer ahí y esperar hastaque le encontremos otra vez.Estaba preocupada por su padre. Esperaba haberla tranquilizadocontándole lo que había sucedido mientras su padre no estaba encasa. Pero seguía preocupada por Victoria.— ¿Estás seguro de que Charlie está a salvo? —.—Sí, Esme no le pierde de vista; y nosotros volveremos pronto. Siel rastreador se acerca a Forks, le atraparemos.Deberíamos volver lo antes posible. Ya no habían vuelos a Forks, elpróximo saldría mañana en la noche, tendríamos que pensar enalgo mas.—Te echo de menos —. Dijo de pronto.Yo también la extrañaba. Pero estaba seguro que su sufrimiento noera nada en comparación al mío. Quería estar junto a ella.Protegerla. Consolar sus penas y sus miedos.—Ya lo sé, Bella. Créeme que lo sé. Es como si te hubieras llevadouna mitad de mí contigo—.—Ven y recupérala, entonces —.Pero no podía volver junto a ella, no sin antes solucionar esteproblema. Bella correría peligro si la mantenía junto a mi. Jamesnunca nos dejaría en paz, nunca.Te quiero, me dijo antes de cortar. Yo la amaba y haría todo lo quefuera necesario para que ella estuviera a salvo aunque me costarala existencia.Tomamos el vuelo hacia Seattle, desde ahí recogeríamos el Jeepde Emmett y volveríamos a Forks para encontrar el rastro de Jamesy Victoria. Podríamos obligarlos a ir a la Península de Olimpia y ahíterminar con ellos.— Debemos detenerles antes que puedan huir nuevamente—. Dijomi padre.—No te preocupes, no tendremos que preocuparnos por Bella.Esme puede cuidar a Charlie, para no ponerla en peligro, pero entrelos cuatro acabaremos fácilmente con ellos—.Emmett estaba impaciente por llegar pronto a Forks, pero podía ver

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que también se sentía así por llegar junto a Rosalie.Alrededor de las dos de la madrugada recibimos otra llamada deAlice.James no viajaba a Forks como creíamos, se dirigía a Phoenix.Seguramente llegaría antes del amanecer.La visión era nítida y detallada. James se encontraba en casa deBella. No le tomaría mucho encontrarlos en la ciudad.Se encontraban escondidos en un hotel cerca del aeropuerto y esotampoco era muy favorable.Deberíamos huir, teníamos que permanecer ocultos todo el tiempoque fuera posible.La pregunta era donde. Tomaríamos un avión y mi familia seaseguraría que no nos siguiera, borrarían nuestro rastro en elaeropuerto, borrarían nuestro ingreso, o viajaríamos con nombresfalsos. No estaba seguro todavía, lo único de lo cual estabacompletamente seguro era que aun faltaban dos hora para llegar aSeattle y parecerían eterna.

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Capítulo 21, “Desesperanza”

Estábamos a punto de despegar cuando Alice nos llamó.Su visión había cambiado. Ahora podía ver a Bella en el cuarto deespejos. James permanecía de pie junto a su cuerpo sin vida.—Por favor, Alice por favor no la dejes sola, no la pierdas de vista—. Le dije con la angustia en mi garganta.—No te preocupes Jasper me ayudará te lo prometo. Te estaremosesperando—.Podía ver el Sky Harbor International, ya faltaba muy poco paraestar junto a Bella nuevamente. Habíamos salido de Seattle a lascinco de la madrugada y casi cuatro horas mas tarde llegábamos aPhoenix.Trataba de enfocarme en la voz mental de Alice, pero creo queviajábamos demasiado arriba aun.Lo primero que escuche al acercarnos fue su desesperación. La vicorrer hacía mi, corría sola, sin Jasper, sin Bella.En su mente solo podía ver aquel cuarto. Bella yacía en el suelo yJames la contemplaba con una maléfica sonrisa.La tomé fuertemente por los hombros.—Dime que ha pasado, dímelo, quiero escuchar las palabras.Dímelo ahora—. Le grite apretando los dientes.Alice me miraba asustada, avergonzada.—Dijo que quería desayunar y fue con Jasper. Pero ella fue al bañoy no volvimos a verla—.—James, ¿fue James quien se la llevado? ——Jasper se dio cuenta que algo no marchaba bien, así es que entróal baño y encontró otra puerta. Ha preguntado a todo el que se hacruzado por su camino.Una pareja dijo que había visto a una chica de esas característicascorriendo como loca hacia la salida—.—¿Pero por que?. No puede ser, se habrán equivocado—.—No. Lo siento Edward no sabes cuanto lo siento yo…. yo.Me ha entregado esta carta para su madre, creo que debí haberdesconfiado cuando me la dio—.Su mano temblaba cuando me entregó la carta.—Vamos, dijo mi padre. Nada podemos hacer aquí. Debemos

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movernos—.Sostenía la carta entre mis dedos, no podía moverme. Aquelpequeño pedazo de papel era lo último que me quedaba de ella.Acerqué el sobre a mi nariz, podía sentir su exquisito perfume.Edward:Te quiero.Lo siento muchísimo. Tiene a mi madre en su poder y he deintentarlo a pesar de saber que no funcionará. Lo siento mucho,muchísimo.No te enfades con Alice y Jasper, si consigo escaparme de ellosserá un milagro, dales las gracias de mi parte en especial a Alicepor favor.Y te lo suplico por favor no le sigas, creo que eso es precisamentelo que quiere. No podría soportar que alguien saliera herido por miculpa, especialmente tú, por favor es lo único que te pido. Hazlo pormí.Te quiero…perdónameBellaApreté la carta entre mis manos. Mis piernas temblaron y caí derodillas al suelo.Todo había acabado, ya no tenía nada en este mundo.Sabía que en algún punto debería separarme de ella. Peroesperaba que fuera dentro de muchos, muchos años. Queríasostener su mano cuando su corazón, de forma natural, dejara delatir.Pero no así, no esta manera, no ahora.No en manos de James. Que le heriría, desgarraría su cuerpo y latorturaría hasta perder el juicio.Habría llorado si pudiera, hubiera gritado si pudiera. Pero no podíahacer nada.—Edward… ¿¡Edward!? —. Escuche el llamado desesperado de mipadre. —Hijo debemos tratar de detenerle, aun existe esperanza—.Trataba de escuchar, de creer en sus palabras, aun no se habíahecho el último movimiento. James tendría que enfrentar mivenganza si no lográbamos llegar a tiempo.La rabia se fue apoderando de mi cuerpo. Si, el pagaría y luego…ya no habría nada para mi. Nada en esta tierra.—Tienes razón,— le dije, guardando la carta en mi bolsillo.

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Debíamos movernos.Jasper nos esperaba fuera de aeropuerto. Había conseguido uncoche y estaba discutiendo con el guardia.—Si. Ya se que no puedo estacionarme aquí. Pero estoy esperandoa mi padre que esta muy enfermo—.Rápidamente nos montamos todos en el coche y los neumáticosrechinaron mientras acelerábamos.Alice y Jasper manejaban ahora a toda velocidad, sin importar quealguien pudiera vernos.No había tiempo que perder.—Alice donde le has visto por ultima vez—.—Bueno en el estudio de Ballet—.—Y eso donde queda? ——Bella nos dijo que en la 58 esquina con Cactus, a unas cuadrasde su casa.—Ya deben de haber pasado quince a veinte minutos desde que sefue, mas el tiempo que nos queda de camino serán por lo menosotra media hora mas—. Dijo Jasper—Asegúrate que sean solo quince de camino—.—Bueno trataré que sean solo diez, confía en mi—. Agregó Alice.Pero pude ver como se arrepentía de decir esas palabras, sentíaque ya me había fallado.Pero no tenía tiempo para consolar a nadie. Solo una persona meinteresaba en esos momentos.Alice cruzaba a toda carrera las calles de la ciudad. La imagen deBella sin vida no paraba de torturarme.¿Que haría sin ella? Lo único que sabía era que sin ella no queríavivir.Claro que tenía un pequeño problema… Los vampiros no podemosmorir…¿Si le pidiera a Emmett y Jasper ayuda para desmembrar mi cuerpoy luego quemar todas sus partes, que dirían?No, con ello no podría contar.Si viajará solo, podría llegar junto a James y dejar que me matara…No creo que no podría. Tanto odio sentía por el, que no podríacontenerme antes las ganas de matarle.Tendría que partir. Debería buscar mi fin en otras y antiguas tierras.Solo ellos podrían terminar con mi sufrimiento.

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Porque eso sería la vida sin Bella, un eterno sufrimiento sin fin.—Falta poco, Edward busca, escucha, concéntrate— Me animabaAlice.Traté de enfocar la voz mental de James…“¿Te gustaría reconsiderar tu última petición?” A través de suspensamientos podía ver a Bella a sus pies.Sufría enormemente.Pude escuchar un grito desgarrador cuando James pateó una desus piernas.Noooooooo! Grité, dando un golpe a la puerta trasera, la cual saliódisparada. Salté fuera del coche y corrí con todo mi ser.—¡Edward!—. Gritó mi padre tras de mi.—Corre Edward, aun hay tiempo—. Me decía la voz mental deAlice.Podía distinguir su aroma, era muy cargado. Seguramente seacentuaba debido al calor. Me movía tan rápido que posiblementeparecía solo una sombra borrosa ante los ojos de algún humano.Al doblar la esquina pude ver el Estudio de Ballet, la puerta seencontraba abierta y cuando puse un pie en el interior, el olor asangre golpeó mi cara como una gran bola demoledora.Sin detenerme me adentre en el vestíbulo, podía ver, escuchar yoler que ella se encontraba a unos pocos metros en la salacontinua.Bella estaba tendida sobre un montón de espejos rotos, tenía sucamiseta bañada de sangre y James se inclinaba sobre ella, deespaldas a mi.Mi cuerpo se estremeció bajo el gruñido que subió por mi estomagoy salió arañando mi garganta.Podía escuchar los latidos de su corazón, lentos apenasperceptibles.James se incorporó de golpe haciéndome frente.Ah Veo que has vendido a rescatar a tu novia, pero como verás yaes muy tarde. Le he robado la vida y he destrozado su frágil cuerpocomo podrás ver.—No, ¿Como has podido?, ¡Ella es mía! —. Le dije mostrando losdientes.—Mmmm, no sabes cuanto lo siento, creo que no he visto tunombre en ninguna parte, ¿Edwin?, ese es tu nombre? No. creo

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que no lo vi—.—Me las pagaras—.—Ven por mi…—.—¡Aquí estamos! —. Me decía mi padre desde la puerta.Emmett, Jasper y Alice ingresaban detrás de el.James dio un gruñido de frustración mientras se daba vuelta paradirigirse por una salida de emergencia ubicada al otro extremo delgran salón.—No lo permitiré—. Le dije mientras me situaba delante de esta.Mis hermanos lo rodearon cerrándole el paso por la salida principal.James se agazapo antes nosotros.—Vengan, me llevaré a alguno conmigo—.En ese minuto Jasper se lanzó sobre el, pero James fue mas rápidoy saltó evitando su agarre.Emmett sujetó una de sus piernas en el aire y lo lanzó con un secomovimiento contra el suelo.Jasper lo agarro por una pierna y la desgarró.James aulló de dolor pero Emmett lo tomó por los brazos y losdesprendió como si se tratara de un muñeco.Alice y mi padre habían reunido unas sillas y se disponían aencenderlas.—¡Lánzalas aquí!—. Le gritaba Alice a Emmett, mientras losalaridos de James retumbaban en la amplia sala.Bella estaba pálida como el mármol. Su corazón era solo un levemurmullo. Se estaba muriendo.— ¡Oh no, Bella, no! —. Tomé la cabeza de James entre mis manosy la arranqué de cuajo. La tiré al fuego y salté junto a ella.— ¡Bella, por favor! ¡Bella, escúchame; por favor, por favor, Bella,por favor!—.— ¡Carlisle!, padre, ayúdame, ayúdala—. Mis palabras apenassalían de mi boca repentinamente seca.— Emmett, Jasper. Esperen afuera cuando terminen—. Les ordenó.— ¡Padre!—.—Aquí estoy hijo, veamos. Ha perdido algo de sangre, pero laherida no es muy profunda. Echa una ojeada a su pierna, está rota—.Había podido ver toda la escena en la mente de James. La furia y eldolor se abrió paso entre mis dientes pero todo estaba echo. El

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cuerpo de James se reduciría a cenizas y nosotros seríamos libres.—Y me temo que también lo estén algunas costillas —.La examinaba cuidadosamente, nada se le escaparía al ojo clínicode mi padre.Por mi parte lo único que veía era sangre, sangre y mas sangre portodos lados.—Edward —. Dijo de pronto Bella.—Te vas a poner bien—. Su voz era apenas perceptible aun parami.—¿Puedes oírme, Bella? —. ¿Estaría consiente o solo seria unallamada inconsciente, como en sus sueños? —Te amo, por favor nome dejes, Bella mírame.—Edward —. Dijo nuevamente un poco mas claro.—Sí, estoy aquí—.Sostuve su mano entre las mías.—Me duele—.—Lo sé, Bella, lo sé—. Su pierna rota le estaba causando grandolor. ¿Pero que hacía mi padre, que no le ayudaba?. —¿¡Nopuedes hacer nada, por favor!? —.Mi padre le administró morfina, eso calmaría su dolor.—Me duele la mano —. Decía Bella, era extraño de verdad ya quela morfina actúa rápidamente.—Lo sé, Bella, no tardara en hacer efecto el calmante—. Pero sucuerpo se había empezado a retorcer levemente.— ¡Me arde la mano! —. Grito de pronto, soltando su mano quepermanecía entre las mías.— ¡Padre su mano! —. Le enseñaba la marca que no había notadoantes.—¡La ha mordido!—. Dijo mi padre perdiendo toda su compostura.Me miraba con los ojos llenos de temor.La ha mordido, la visión de Alice. Todo este tiempo luchando contraalgo que estaba fuera de mi control. Bella no peligraba por micausa. Su destino se cumplía y yo nada había podido hacer pordetenerle.Alice me pedía que terminara de transformarla. Pero como podía,¿Moriría si no lo hacia?.—Hay otra posibilidad —. Dijo de pronto mi padre.— ¡¿Cuál?! , dímelo por favor padre, cual?.

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Debía extraer el veneno, debía succionar.El si funcionaba no era seguro, como todo con Bella deberíamosprobar.Pero aquello me helaba el cuerpo. Su sangre en mi boca en esosmomentos era como una pesadilla para mi. Que pasaría si… Siyo….— ¡Edward! —. Grito Bella. ¿Como podía dudar, como podríadejarla morir ahí, ante mi?.—Edward, has de hacerlo ya o será demasiado tarde—. Apuró mipadre.Tomé su mano entre las mías, la contemple un momento, Bella seretorcía de dolor. Debía detenlo.Tome un gran bocanada de aire y me lleve su mano a mi boca.Su piel me quemaba los labios. Succioné de a poco, mi lenguatembló al contacto de su sangre caliente que inundó mi boca.Un escalofrío bajó por mi cuello hasta mis brazos,inconscientemente apreté aun mas su mano.El escalofrío siguió bajando por mi cuerpo llenándome porcompleto.Succioné un poco más, no quería cerrar mis ojos, no queríaentregarme al placer. Contemplé su cuerpo, ya no se movíaviolentamente por el dolor.Su corazón latía en mi boca, pude sentir sus latidos disminuyendolentamente hasta parecer un lejano eco.Entre el delicioso y exquisito sabor, sentí el sabor a morfina que sefue haciendo cada vez mas fuerte.Lamí su muñeca cerrando así la herida propinada por James.—Edward —. Me llamó nuevamente.—Está aquí a tu lado, Bella—. Le dijo Alice mientras limpiaba surostro.—Quédate, Edward, quédate conmigo... —.—Aquí estoy—. Le dije acariciando su rostro, su frente. Apretandosu mano contra mi pecho.Lo había logrado, había probado su sangre y ella no estaba muerta.—¿Has sentido la morfina? — Me preguntó mi padre.—Extraje todo el veneno—. Le confirmé a mi padre. —La sangreesta limpia—.— ¿Bella? Ya no te duele—.

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—No — Dijo en un suspiro, se encontraba bien, dentro de lo que sepuede considerar bien.Claro sin contar que casi no tenía sangre en el cuerpo, que tenia unpierna rota y quien sabe que mas.Al parecer todo había sido un truco muy bien organizado por James,su madre nunca estuvo en peligro. Ella se encontraba en Florida yno se había enterado de nada.Y todos habíamos caído en su juego.Bella se encontraba muy cansada probablemente por la perdida desangre, pero logro decir algo sobre un vídeo y Alice.—Él te conocía, conocía tu procedencia —. Miramos la cámara devídeo que se encontraba en el suelo.Alice se levanto y camino hacia ella.—Es hora de llevársela —. Resolvió mi padre.—No, no quiero ir, quiero dormir—.—Duérmete, mi vida, yo te llevaré —. La tome entre mis brazoscuidadosamente, sosteniendo su cabeza como se hace con losniños.Ahora estaba a salvo, a salvo en mis brazos para siempre.Nunca mas debía permitirme hacerla pasar por algo así, nuncamas. —Duérmete ya, Bella. Duerme—.

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Epílogo: En Casa

Nos tomó algo de tiempo pensar en alguna buena manera dedistraer a Bella para que no se enterara de nuestro propósitos.Cuando llegamos a mi casa Alice y Esme la tomaron por los codospara llevarla al segundo piso. Luego lo único que pude escucharfueron las palabras de protesta de Bella, sin embargo no dio muchapelea.Solo me tomó unos minutos el estar listo, me encontraba un poconervioso, sin duda era una ocasión muy especial.Traté de hacer cualquier cosa para distraerme, pero fue inútil y solopude esperar a los pies de la escalera a que Bella estuviera lista.Aquellos días parecían solo un sueño lejano… Mas bien unapesadilla…““—Soy el Dr. Carlisle Cullen, ella es mi paciente. Ha tenido unaccidente—. Le decía al paramédico.Debía separarme de ella nuevamente, desesperadamente roguépara que me permitieran ingresar a la sala de emergencia.—No Edward, espera a Alice, es lo mejor hijo, yo me haré cargo—.Las horas me parecieron días, no quería ver a Bella tras los ojos demi padre, no quería ver su cuerpo desnudo tras los ojos de lasenfermeras. Solo imaginar su delicado cuerpo maltratado merompía el alma, no quería vivir con esa imagen en mi mente.Alice estaba orquestando toda la farsa sobre el supuesto accidentede Bella.Emmett y Jasper viajaban de vuelta a Forks para tratar de encontrara Victoria.Y yo solo podía pasear de lado a lado, esperando alguna noticia.—Edward—, Dijo mi hermana. Podía ver que trataba de ocultar supropio dolor, había visto el vídeo.—Se han creído todo hermano, dicen que nos podemos quedartodo el tiempo que sea necesario y que todos los gastos seránasumidos por la gerencia——No pienso moverme de aquí—. Le dije.—Edward, no he tenido tiempo… Edward, no sabes cuanto losiento, todo ha sido culpa mía, pero no he podido evitarlo, no sabescuanto amor siento por Bella. Tu sabes que en mi interior quiero

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que ella sea nuestra igual, quiero que este a nuestro lado porsiempre, pero también se cuanto eso te hace sufrir. Te prometo quenunca, mírame Edward… Nunca mas volveré a fallar en protegerle,te lo juro—.—No ha sido tu culpa Alice, todo esta bien, créeme que no tengoningún sentimiento encontrado. Yo solo quiero que ella este bien—.—Haaaa. No te preocupes, estará bien. Veo… veo que descansaráun par de días, pero estará bien, ahora a lo único que debes temeres a la reacción de sus padres—.—Mmmm ya me tenía eso. Podrías tu…?——Vale, no te preocupes yo los llamo—.Mi padre estuvo a mi lado al hablar con ellos, aunque Alice leshabía asegurado que ella se encontraba bien y fuera de cualquierpeligro pero Charlie llegó muy nervioso. Se encontraba muy molestoconmigo, cada cierto tiempo podía escuchar algo así comomaldiciones en mi contra.Reneé me dedicó una larga y minuciosa mirada, verdaderamentesus padres eran seres muy extraños, ya podía ver de donde sacabatodas sus cosas Bella. Cada ciertas horas llegaba alguna enfermeraque me preguntaba si había comido algo y cosas por el estilo y esome molestaba ya que no tenía tiempo para jugar ha ser humano.En la tarde del segundo día por fin despertó, lo primero que hizo fuetratar de sacar la pequeña manguera de oxigeno que estaba en sunariz.—No lo hagas—. Le dije, tomando su pequeña mano entre lasmías. Me encontraba muy cerda de ella, con mi mentón apenasdescansando en un extremo de su almohada.— ¿Edward? —Preguntó mientras volteaba levemente su cabeza. Sus ojos sedilataron al enfocarse en los míos. — ¡Ay, Edward! ¡Cuánto losiento! —. Dijo de pronto muy angustiada.—Shhh... Tranquila Bella ahora todo está en orden, no te exaltes mivida, todo esta ok.— ¿Qué sucedió? —.Traté de relatarle lo que había sucedido, omitiendo los detalles delas desesperadas horas que había pasado antes de encontrarla.— ¡Qué tonta fui! Creí que tenía a mi madre en su poder—.El nos había engañado a todos, pero aquello ya estaba en elpasado.

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—Necesito telefonear a Charlie y a mamá — Dijo muy preocupada.Solo ella podía estar en un hospital, después de haber estado casial borde de la muerte y seguir preocupada por los demás.Le conté que Alice los había llamado y que se encontraban en lacafetería.— ¿Están aquí? —. Dijo con incredulidad al mismo tiempo queintentaba sentarse en la cama.¿Que creía que estaba haciendo?. La tomé suavemente por lohombros y la obligué a recostarse nuevamente.—Van a volver enseguida, fueron a comer algo, no te preocupes, túnecesitas permanecer en reposo—Su cara se volvió mas blanca que el papel, quería saber que lehabíamos dicho a su familia sobre el accidente.—Rodaste por dos tramos de escaleras antes de caer por unaventana—. Me alejé un poco para poder estudiar su expresión, sehabía quedado con la boca abierta. —Has de admitir que pudosuceder—. Le dije cerrándole un ojo y sonriendo.Pero Bella no sonrió, solo suspiró un poco y pude ver como ledolían las costillas rotas.— ¿Cómo estoy? — Quiso saber.—Mmmm a ver:1 pierna rota; 4 costillas en las misma condiciones; variascontusiones en la cabeza. Ah!! y su cuerpo estaba completamentemorado. Sin contar con la gran perdida de sangre que había sufrido—. (culpa de James y mía al extraer el veneno). —Te han efectuadovarias transfusiones, no me gusta, hizo que olieras mal durante unbuen tiempo—.—Eso debió de suponer un cambio agradable para ti—.Pero a mi me encantaba la forma en que olía.Quería saber como había logrado extraer el veneno sin haberlematado. Pero creo que se resumía a que la amaba, si no la amarade la forma en que lo hacia, estaba seguro que no me hubierapodido detener.— ¿No tengo un sabor tan bueno como mi olor? —.Pero era peor y mejor. Era peor por que había podido comprobarque ella era lo mas dulce y sabroso que existía en el mundo. Ni enmis sueños hubiera podido imaginar un sabor como el suyo, susabor era mil veces mejor, es mas si no la hubiera probado, diría

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que es imposible que alguien tuviera ese sabor.—Lo siento —. Dijo, pero nada era su culpa, nada podía hacer, eracomo pedir disculpas por respirar, o por vivir. Sin embargo, habíaotras cosas de las que si era culpable, cosas que debería aprendera evitar.—Tienes mucho por lo que disculparte—.— ¿Por qué debería disculparme? —.—Por estar a punto de apartarte de mí para siempre—.Porhundirme en la desesperanza y el descontrolPero Bella verdaderamente lo sentía, lo podía escuchar en su voz,en el brillo de sus ojos. La reconforte diciendo que la entendía,posiblemente yo habría hecho lo mismo si se tratara de ella, peroella debió habérmelo dicho.—No me hubieras dejado ir—. Dijo defendiéndose.Y la verdad era que no, no la hubiera dejado ir, aunque peligrara elmundo entero.Bella esbozó una mueca de dolor, seguramente no era bueno queestuviera hablando tanto, debía descansar. Pero tenía otro arsenalde preguntas. Una tras otra las fui contestando.””De pronto recordé el sonido que emitía el holter cada vez que labesaba y no pude evitar reírme.En ese momento Emmett entró en el vestíbulo y se me quedómirando con la boca abierta. Traté de decir algo a mi favor pero elsolo se dio la vuelta y me dijo dándome la espalda:—Créeme. No quiero saber—.““Este chico cada día esta mas loco. ¿Y ahora que puedo hacer?.No creo que Rosalie quiera….””Y lo deje solo con sus pensamientos.Verdaderamente se estaban tardando demasiado. ¿Pero quepodrán estar haciendo?. Me habían hecho prometer que noespiaría, así que no me quedó mas remedio que seguir mispensamientos…““… Recordaba claramente como le dijo a su madre que quería viviren Forks, claro yo permanecía recostado a unos pocos metrosfingiendo que dormía.—Mamá — Le dijo. Quiero vivir en Forks. Tengo un par de amigas yel Instituto me agrada, ya me he acostumbrado. No quiero dejar aCharlie, mamá, vive muy solo, no tengo idea como ha logrado

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sobrevivir todos estos años si ni siquiera sabe cocinar.— ¿Quieres quedarte en Forks?. ¿Por qué? ——Ya te dije mamá…——Bella, cariño, tú odias Forks —. Su madre parecía muy segura deeso.—No es tan malo—.Pero su madre logró adivinar que yo era el causante de ese drásticocambio en Bella y claro ella no pudo mentir a su madre.Reneé era muy extraña, me había hecho una idea de ella, por loque me decía Bella, pero comprobé que era tan intuitiva como ella.Habíamos hablado muy poco, ya que se entendía de padre a padrecon Carlisle, pero eso le basto para darse cuenta que yo estabacompletamente enamorado de Bella.No había terminado de cerrar la puerta cuando estuve nuevamentea su lado.Estúpidamente traté de hacerla entender que ir con su madre era lomejor que podía hacer. Que poner un poco de distancia entre losdos era lo mejor para ella. Pero con cada palabra que pronunciabaera como cavar mi propia tumba, sabía perfectamente que nopodría vivir sin ella, sin caer en la locura. Ya había vivido elsentimiento de su perdida y eso quemaba como el mas letal de losvenenos. Denme mil veces ese dolor y lo soportaría mejor que vivirsin ella.Bella se había quedado helada, con la mandíbula apretada, sucorazón latía ahora mas rápido y justo en ese momento entró unaenfermera. Me quede muy quieto en mi silla, no muy lejos de Bella.La enfermera no paraba de controlar su estado, poniendo mayoratención en las pantallas de los indicadores.—¿Como te encuentras cariño, tienes mucho dolor?. Te puedo darmas calmantes, si los necesitas.—No, no. No necesito nada—. Parecía que se ahogaba con suspropias palabras. Podía ver el esfuerzo que estaba haciendo por nolargar a grita y llorar. Me golpee mentalmente por no dejar de herir aBella. ¿Por que si la amaba mas que a nada, no paraba de hacerlasufrir?Era un estúpido, estúpido. ¿Que quería lograr con eso?—No hace falta que te hagas la valiente, cielo—. Le dijo laenfermera. —Es mejor que no te estreses. Necesitas descansar—

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Pero Bella no le contesto y solo negó con la cabeza.—De acuerdo. Pulsa el botón de llamada cuando estés lista—.Apenas salió de la habitación me acerque nuevamente a ella, tomésu rostro entre mis manos. Se encontraba realmente alterada.—Shhh... Bella, cálmate.—No me dejes, por favor no me dejes —. Me dijo en un hilo de voz.—No lo haré. Te lo prometo, discúlpame no he querido ser un idiota,no se por que lo he dicho, discúlpame amor mío—. Me acerque unpoco mas para poder besar sus labios temblorosos. —Te amoBella, te amo, no sabes lo asustado que he estado al pensar que teperdía te amo—La bese una y otra vez.— ¿Juras que no me vas a dejar? —.—Bella, no pienso irme a ningún sitio, estaré aquí tanto tiempocomo me necesites—.—Júramelo—. Me dijo alejándose un poco para contemplar mejormi rostro.—Lo juro—. Le dije, acercándome nuevamente hacia ella. — Juroque no me marcharé mientras me necesites—.—Eso no es justo Edward, además te necesitare siempre, porsiempre—.La contemple un momento, mi respuesta no le satisfacía en lo masmínimo.— ¿Por qué has dicho eso? —. Me recrimino. —¿Te has cansadode tener que salvarme todo el tiempo? ¿Quieres que me aleje de ti?— Nuevamente sentía aquel dolor en el pecho al pensar en estar lejosde ella.—No, no quiero estar sin ti, Bella, por supuesto que no, sé racionaly tampoco tengo problema alguno en salvarte de no ser por elhecho de que soy yo quien te pone en peligro..., soy yo la razón porla que estás aquí.Bella no entendía o no quería entender que yo era el causante detodo lo que había sucedido, no me veía como el causante, me veíacomo su salvador.No se en que momento todo cambio de rumbo. Solo se que ella mepedía que no la dejara y yo trataba de prometerle que no lo haría y¡Pum! de pronto ella quería saber por que no había dejado queJames la convirtiera en vampiro. Toda la escena era tan confusa, al

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parecer estaba mas informada de lo que yo hubiera querido, creoque había sido muy especifico con Alice al recalcarle que “Nada dehistoria”. Pero como siempre, supongo que Bella se había salidocon la suya.— ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué no te limitaste a dejar que seextendiera la ponzoña? A estas alturas, sería como tú—.Me encontraba verdaderamente molesto, seguro que con loobstinada que era no dejaría de darle vueltas al asunto y no era elmomento ni el lugar para hacerlo. Pero como molestarme con ella,si estaba así por mi culpa, toda amoratada, maltrecha, era tanindefensa, tan delicada, tan…tan exquisita.””Los gritos de Rosalie llamaron mi atención. Emmett pasó corriendopor la sala.—Shhh No le digas por donde me fui, por favor—.Estaba verdaderamente asustado y corría como si lo persiguiera eldiablo, bueno creo que esa es una buena descripción de mihermana.—¿¡Donde esta!? —. Me preguntó muy molesta.Tenía el cabello todo despeinado y cubierto de hojas secas,pensándolo bien, parecía un gran nido de pájaro.Yo me encogí de hombros y negué con la cabeza. Me miró con losojos llenos de rabia y salió dando grandes gritos de advertencia.—¡No te puedes esconder de mi Emmett. Tarde o temprano teencontrare!—. Y salió a toda carrera tras de el. En su mente yaplaneaba una y mil formas de torturar a mi pobre hermano.Sin lugar a duda eran el uno para el otro. Creo que todos estabanhechos los unos para los otros. Carlisle y Esme eran muy parecidosen sus formas y pensamientos. Jasper y Alice tenían el equilibrioperfecto. Emmett y Rosalie eran altamente explosivos y pasionales.Y luego estábamos Bella y yo, la pareja mas dispareja que algunavez se hubiera formado.Pero yo era feliz de esa manera. ¿Y eso no es lo que importa?Claro que me hubiera gustado que Bella también se sintiera de lamisma manera.““—Soy— la primera en admitir que carezco de experiencia en lasrelaciones —. Dijo aquella tarde en el hospital. —, pero parecelógico que entre un hombre y una mujer ha de haber una ciertaigualdad, uno de ellos no puede estar siempre lanzándose en

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picado para salvar al otro, tienen que poder salvarse el uno al otropor igual.La contemple, sabía perfectamente a lo que se refería, sin embargoque más podría pedirle, ya había echo tanto por mi. Pero no seríayo quien terminará con su existencia humana para que estuvieratoda la eternidad junto a mi.—Tú me has salvado —. Le dije sinceramente, me había rescatadode mi eterna noche. Había llegado a mi vida la iluminaba como lohace el sol del medio día.—No puedo ser siempre Luisa Lane. Yo también quiero serSuperman—.Pero no sabía lo que me estaba pidiendo, no sería yo quien lacondenara eternamente a las tinieblas, no condenaría su almainmortal a vagar junto a mi hasta el fin de los días.Traté por todos los argumentos de hacerla entender pero nadaresultaba, hasta que por fin di en el blanco.— ¿Y qué pasa con Charlie y Reneé?—. Justo como lo pensé, notenía respuesta a eso, estoy seguro que ni siquiera había pensadoen ellos. Abrió su boca para decir algo pero no lo hizo, seguramenteestaba tratando de darme las mejor de su respuestas o la mejor desus mentiras.—Mira, eso tampoco importa. Reneé ha efectuado las eleccionesque le convenían... Querría que yo hiciera lo mismo, Charlie es degoma, se recuperará, está acostumbrado a ir a su aire, no puedocuidar de ellos para siempre, tengo que vivir mi propia vida.Ah!! Justo lo que estaba esperando, aquella discusión habíaterminado…—Exactamente —. Le dije triunfante. —Y no seré yo quien le pongafin—.—Si esperas a que esté en mi lecho de muerte, ¡tengo noticias parati! ¡Ya estoy en él!.—Te vas a recuperar — Le dije rodeando los ojos.—No — dijo muy lentamente. —No es así—.¿A que se refería?. Posiblemente pensaba que estaba peor de loque yo le había dicho.—Por supuesto que te recuperaras. ¿De que estas hablando? Talvez te queden un par de cicatrices, pero...—Te equivocas — Dijo sin dejarme terminar. —Voy a morir—.

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Pobre Bella, de verdad pensaba que su estado era de sumagravedad.—De verdad, Bella. Vas a salir de aquí en cuestión de días, dossemanas a lo sumo—. Le dije tratando de reconfortarla.Pero ella no dijo y me miró largamente a los ojos.—Puede que no muera ahora, pero algún día moriré, estoy máscerca de ello a cada minuto que pasa. Y voy a envejecer—.Maldición… Me había pillado con la guardia baja, no lo había vistovenir. Cerré mis ojos, masajeando mis sienes con la yema de losdedos. Que tonto, estaba hablando del ciclo de la vida. Como dejepasar aquello.—Se supone que la vida es así, que así es como debería ser, comohubiera sido de no existir yo, y yo no debería existir—.Eso era algo que yo no estaba dispuesto a discutir, simplementeestaba fuera de tema. Me comparó con ganarse la lotería y aquellome pareció muy gracioso de verdad. Yo no era ni un premio deconsuelo. Pero ella insistía que era mucho mejor que un premio.Para ser sincero ya no tenía ganas de seguir hablando del asunto yle dije medio molesto.—Bella, no vamos a discutir más este tema, me niego a condenartea una noche eterna, fin del asunto—.Bella se había quedado callada y con la mandíbula apretada,resoplando por la nariz. Prácticamente le salían chispas por losojos, era tan divertido verla toda vendada y con esa cara de furia.Abrió la boca y dejo salir:—Me conoces muy poco si te crees que esto se ha acabado, noeres el único vampiro al que conozco—.¿Maldición, es que esta chica nunca estaría quieta? ¿Y a quienrecurriría? Maldición, no debí permitir que pasaran tanto tiempojuntas y a solas.—Alice no se atrevería—.¿Tan pronto se había formado un vinculo entre ellas? Eso eraimposible si apenas fueron un par de días.Bueno tendría que hablar seriamente con mi hermana. Primerodebía saber que y por que le había contado todo aquello a Bella. Ydebía aclararle que estaba estrictamente prohibido morder a minovia.—Alice ya lo ha visto, ¿verdad?. Por eso te perturban las cosas que

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dice, sabe que algún día voy a ser como tú...¿Eso lo había adivinado o se lo había contado mi hermana?. GrrrrrrNo veía la hora de hablar seriamente con ella.Pero Alice se equivocaba yo había visto a Bella muerta y ella seencontraba a mi lado, solo a unos centímetros de mi, dándolevueltas a un tema que yo ya había concluido; estábamos en unpunto muerto, de eso no había duda.A pesar de querer parecer fuerte, ruda y todas esas ridículas cosasBella dejó escapar un ¡Ay! y mintió al decir que se encontraba bien.Llamé a la enfermera para que le diera unos calmantes. Tal vez coneso calmara también su lengua.Cuando la enfermera se fue corrí nuevamente a su lado.“Quédate” me dijo ella cerrando los ojos, el tranquilizante hacíaefecto rápidamente. Le prometí que lo haría, le prometí que mequedaría todo el tiempo que esto la hiciera feliz y el tiempo que esofuera lo mejor para ella. Claro que a ella no le agradaba mirespuesta, pero no podía seguir discutiendo.Me incliné un poco para decirle que la quería al oído.—Yo, también—. Me dijo apenas con lo ojos cerrados. Yo ya sabíaque me quería pero era tan exquisito oírlo una y otra vez. Bellaladeó levemente su cabeza buscando mis labios. Mantenía los ojoscerrados y sus labios entreabiertos. Imposible resistirme. La besetiernamente, solo un segundo.—Gracias — Dijo en un suspiro y luego se durmió.La contemple dormir, como lo venia haciendo estos últimos sietemeses. Sus palabras retumbaban en mi conciencia. Había tanto queBella quería y yo no podía darle. Hasta cuando podría aguantar sinrebelarse, sin sacarme en cara todas esas cosas. Tantas preguntas,tantas necesidades que no podía cumplir.””En esos momentos escuche las risas de Alice y Esme, al parecerestaban orgullosas de ellas mismas.Impaciente no sabía si subir las escaleras o esperar a que ellasbajaran.Y entonces la vi como no lo hice la primera vez.Bella estaba simplemente encantadora, era la criatura mas hermosaque había visto. Bajaba las escaleras lentamente ayudada por Alicey Esme. Verdaderamente no se que cara puse en ese momentopero mi madre me miraba con los ojos llenos de alegría.

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Me adelante un escalón para tomarla por la cintura.—Bienvenida de vuelta—. Le dije, inclinando mi frente a la de ella.

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El baile

La tomé entre mis brazos acunándola tiernamente contra mi pecho.Traía un vestido de gasa azul que se ajustaba a su figura, losdelgados tirantes de seda dejaban sus hombros al descubierto.Era la criatura mas hermosa que yo había visto en mi vida y eramía, era mi Bella.— Luces deslumbrante—. Le dije besando su frente.— Gracias, pero tu estas increíblemente guapo—. Dijo en unsusurro.Caminé a velocidad humana, quería poder observarlacompletamente, pero de todas maneras llegamos demasiado rápidoal coche.La deposité en el asiento del copiloto grabando en mi mente todoslos detalles de su figura, incorporándome lentamente, tratando dedetener el tiempo. Alice de verdad que se había esmerado para laocasión, debería de hacerle algún regalo en agradecimiento.Nos encontrábamos de camino hacia la carretera cuando preguntó:— ¿Cuándo tienes pensado decirme de qué va todo esto? ——Me sorprende que aún no lo hayas adivinado —.Era más que obvio donde nos dirigíamos, yo de traje y corbata yella de largo. ¿Que más podría ser?.Una vez más me recordó lo “guapo” que estaba, era la segunda vezque lo decía en menos de quince minutos, pero ella me robaba elaliento, ella era la que seguramente atraería todas las miradas.Seguramente aquel zopenco de Mike Newton no pararía de mirarla.—No voy a volver más a tu casa si Alice y Esme siguen tratándomecomo a una Barbie, como a una cobaya cada vez que venga —.Dijo algo molesta.Pero yo sabía que Alice lo hacía por cariño, bueno era cierto que notenía a nadie mas con quien jugar, pero debo reconocer que ellasiempre a tenido muy buen gusto.Me sorprendí al escuchar mi teléfono, sin duda no estaba muyacostumbrado a recibir llamados. Mi familia no tiene… ¿Comodecir?... Urgencias muy a menudo.El número era de Bella, bueno en realidad de su casa. Sin duda erasu padre para ver si todo estaba bien, últimamente lo hacía muy

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seguido.—Hola, Charlie —. Le dije muy educadamente.Desde el “Accidente” se había puesto muy aprensivo con su hija,parecía que se había incrementado en él todo el instinto paternal,que estuvo dormidos todos los años que permanecieron separados.Era de esperar después del susto que había pasado.— ¿Charlie? —. Pregunto ella con pánico en la voz.Fue muy extraño asistir al cambio que sufrieron, Charlie retomó supapel de padre y Bella el de hija adolescente.— Mira Edward, yo se que ya deben de ir en camino al baile… peroes que… bueno es que he recibido una visita… y el ha insistido enque… Mira—. Dijo con mas determinación en la voz. — Aquí en micasa, en mi sala, esta Tyler Crowley y dice que ha venido por Bellapara llevarla al baile—.¿Queeeé?— ¡Me estás tomando el pelo! —. Le dije medio riendo. ¿Seríaposible?—No, claro que no, te digo que esta aquí, de traje y todo eso.Edward yo le expliqué que Bella y tu, ya iban en camino pero insisteen hablar con ella—.No podía entender como ese estúpido chico se hubiera hechoilusiones con Bella.— ¿Por qué no me dejas que hable con él? —. Le dije de unabuena vez, pondría fin a aquel asunto de una vez por todas.—Hola, Tyler; soy Edward Cullen—. Le dije lo mas educado quepude, tragándome las amenazas que tenía en la punta de milengua. —Lamento que se haya producido algún tipo demalentendido, pero Bella no está disponible esta noche —. Eso noera del todo cierto. —. Para serte totalmente sincero, ella no va aestar disponible ninguna noche para cualquier otra persona que nosea yo, no te ofendas y lamento estropearte la velada —.Puse mayor acento en “ninguna noche” Ya que parecía que el chicono entendía las sutilezas debía explicarle con todas las letras queella era “Mi compañera” y no estaba dispuesto a compartirla connadie y menos con un tonto niño insípido.Cerré de golpe el teléfono, estaba seguro que con eso bastaría y sino lo hacía no dudaría en recurrir a otros métodos.Me encontraba tan complacido conmigo mismo que no pude

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entender la reacción de Bella. Tenía los ojos llenos de lágrimas y lacara roja, apretaba la mandíbula, como lo hace cuando estamolesta. ¿Acaso quería Tyler la siguiera cortejando? Eso no mehacía la menor gracia. ¿O con mis palabras de había ofendido dealguna manera?.— ¿Me he extralimitado algo al final? No quería ofenderte—.— ¡Me llevas al baile de fin de curso! —. Su voz estaba cargada defuria.Tonta Bella, verdaderamente no se había dado cuenta queasistiríamos al baile. Pero como había pasado eso por alto. Toda laescuela estaba tapizada de anuncios y afiches referentes a la últimaactividad escolar.Después de esto, tendríamos todo el verano para poder estarjuntos, bueno todo el tiempo que su padre nos dejara en el día, esosi las noches serían todas mías y eso no lo canjeaba.—No te pongas difícil, Bella, le pedí mirándola a los ojos y con lamejor y aterciopeladas de mis voces. Pero ella se volteo a mirar porla ventana con los brazos cruzados sobre su pecho.— ¿Por qué me haces esto? —. Me preguntó sin mirarme.—Francamente, Bella, ¿qué otra cosa creías que íbamos a hacer?.Le dije señalando nuestro trajes formales.¿Qué otra cosa podríamos hacer en traje de etiqueta? En Forks noexistía ningún sitio que tuviera esa exigencia para ingresar.La miré sorprendido, aun no entendía lo que sucedía. Ya me habíaacostumbrado a no poder leer sus pensamientos y por lo generalpodía intuir lo que sucedía con ella, solo dando una pequeña miradaa sus ojos. Pero estos estaban completamente nublados por laslágrimas.—Esto es completamente ridículo. ¿Por qué lloras? —.— ¡Porque estoy loca! —Bueno eso ya lo sabía, pero sin duda no era la respuesta que yoestaba esperando, mas tarde tendría que averiguar a que se debíatodo esto.—Bella... — Sabía muy bien que discutiendo no llegaría a ningúnsitio, ya conocía demasiado bien su testarudo carácter. La miré contodo el poder de convencimiento que poseen mis ojos y le dije:—Hazlo por mí amor—.Extendí un poco mas mi mirada. Muchasveces aquello no funcionaba, sobre todo cuando se le metía algo

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entre ceja y ceja.—Bien, me lo tomaré con calma, pero ya verás —. Dijoamenazante. —En mi caso, la mala suerte se está convirtiendo enun hábito, seguramente me romperé la otra pierna. ¡Mira estezapato! ¡Es una trampa mortal! —. Levantó su pierna “buena” paramostrar el delicado zapato que llevaba puesto dejando aldescubierto su bien formada pierna.—Hum Recuérdame que le dé las gracias a Alice esta noche—.— ¿Alice va a estar allí? —. Pregunto mas animada.—Si. Estará con Jasper, obviamente. Y Emmett estará con ...Rosalie —. Seguramente eso dejaría por el suelo su mejor ánimo.Se mostró aun mas sorprendida cuando le conté que su padretambién estaba al tanto de mis planes, es más creo que los únicosque no sabían nada sobre todo esto, eran Tyler y Bella porsupuesto. Si hasta su madre sabía, como podía ser tan despistada,ella sobre todo, que era siempre tan intuitiva.El estacionamiento del Instituto estaba repleto de chicos vestidos lomas elegantemente que les fue posible. Aquel era el mas deseadoevento para cualquier adolescente, claro que esa regla no seajustaba a Bella. Se encontraba obstinadamente sentada en elasiento del copiloto con los brazos cruzados. Parecía una niña conun gran rabieta.—Hay que ver—. Le dije riéndome ante su comportamiento. —Eresvaliente como un león cuando alguien quiere matarte, pero cuandose menciona el baile... —El rostro de Bella palideció repentinamente al escuchar esta últimapalabra …”Baile”… como si se tratase de una maldición o algoparecido.—Bella, no voy a dejar que nada te haga daño, ni siquiera tú misma—. Le dije tratando de tranquilizarla. —Te prometo que voy a estarcontigo todo el tiempo—.Mis palabras parecieron causar el efecto deseado ya que sus ojosbrillaron tiernamente y a continuación alargó su brazo hacia mi.La gasa de su vestido era tan suave y se ajustaba tan bien a sucuerpo que era todo un placer sostenerla por la cintura contra micuerpo.Seguimos nuestro camino hacia el gimnasio, todo estaba preparadopara el mayor evento del pueblo.

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Habíamos tenido que convencer a Alice de no entrometerse en elasunto de la organización. Como era su costumbre ya tenía unmillón de ideas despampanantes para esta celebración. Hasta mipadre había tenido que interferir en el asunto.El nerviosismo de Bella era tal que repentinamente largaba a reírpor nada. Decía que el decorado parecía sacado de una viejapelícula de horror y que debíamos cerrar las puertas y acabar conlos pueblerinos. Claro que ella, estaría de nuestro lado. Pero creoque a esa altura de la noche, era capaz de hacer cualquier cosa porno bailar.Vi a mis hermanos que se encontraban bailando en medio de lapista. “Solo ellos bailaban”, los demás los observaban con la bocaabierta.Era una escena digna de admirar, no entendía como habíamoslogrado pasar desapercibidos estos dos últimos años, claro quedesde que Bella había ingresado a nuestras vidas, habíamoscompartido mas que nunca con todos aquellos humanos.A medida que nos acercábamos mas hacia la pista, ella se apretómas a mi cuerpo arrastrando sus pies.—Tengo toda la noche—. Le dije calmada pero amenazante.Alice, en medio de un giro, no dedicó una complacida mirada.“Creo que no le haría nada mal un día de chicas. ¿Me preguntocomo le quedará el rosa?...”.Pensaba mientras ejecutaba un elaborado paso de baile.“Aunque la mona de vista de seda…”Rosalie era menos imparcial en cuanto a la apariencia de Bella.Pero estaba completamente equivocada. ¿Como no la veía talcomo ella era?. Simplemente perfecta en su condición humana.A cada paso que dábamos Bella se ponía mas intranquila.—Edward — Dijo apretando mi brazo. —De verdad, no puedo bailar—. Su cuerpo repentinamente se había puesto rígido como unatabla.Le acaricie suavemente la mejilla. —No te preocupes, tonta. Yo sípuedo—.Tomé sus brazos enroscándolos en mi cuello y me inclinélevemente para atraerla hacia mi pecho, levantando levemente sucuerpo contra el mío. Sus pies descansaban ahora sobre los míos yde esa forma bailamos suavemente.—Me siento como si tuviera cinco años — Me dijo mientras su

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rostro adquiría un hermoso tono sonrosado.—No los aparentas —. Conteste conteniendo mi respiraciónmientras la elevaba varios centímetros hasta que nuestros rostrosse encontraron a la misma altura. El delicado y suave vestido mepermitía sentir su ardiente cuerpo contra el mío, tenía la sensaciónde estar frente a una gran chimenea, calentándome, solo con elcontacto.—De acuerdo, esto no es ni la mitad de malo de lo que pensaba—.Dijo avergonzada, podía ver en el brillo de sus ojos que lo estabadisfrutando.La música, las luces, todo aquello era simplemente perfecto, la mashermosa compañera que yo hubiera soñado jamás.Mi primer baile. Pensándolo mejor junto a ella había compartidomuchas primeras experiencias y me hacía feliz el saber que aunnos quedaban tantas otras por descubrir…“Wow… ¿Esa es Bella?… Wow”.Reconocí la desagradable voz mental antes que me llegará suhedor.“Se me va a caer la cara de vergüenza cuando le diga lo que mipadre me envió a decir”Era Jacob Black, pero que rayos estaba haciendo aquí, seencontraba inapropiadamente vestido para la ocasión y pretendíahablar con Bella justo en este momento.No pude evitar soltar un gruñido por lo bajo.— ¡Compórtate!—. Me dijo Bella en un susurro.Avanzó torpemente, chocando con cada pareja que bailaba delantede él. Se debatía internamente entre seguir hasta nuestra posición odar media vuelta y salir corriendo.—Hola, Bella, esperaba encontrarte aquí—. Apreté los dientes,conteniendo mi furia. Esto era pasarse de la raya.Mis hermanos nos observaban a unos metros de distancia, paraellos también había sido muy fácil identificar la repentina peste quellenaba el salón.—Hola, Jacob —. Le dijo en medio de una sonrisa Bella. —¿Quéquieres? —— ¿Puedo interrumpir? —. Dijo mirándome a los ojos.Definitivamente no era el lugar para tomar al chico por el cuello ylanzarlo al otro lado de la sala. Pero creo que a Bella no le haría

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mucha gracia.Me limité ha dejarla junto a Jacob, me partía el corazón tener quehacerlo, aquella era nuestra noche. Quería que siempre larecordara, que me recordara “a mi” y ahora siempre estaría “él” enmedio de nuestro recuerdo.Caminé humanamente hasta un extremo del salón, me retorcía derabia, Jacob la sujetaba nerviosamente por la cintura, el mismolugar que habían ocupado mis manos hace menos de unos minutos.Emmett no paraba de reír.“Vaya, parece que un perro te quitó tu presa”Dejé escapar un débil gruñido, lo suficientemente fuerte para quelos oídos de mi hermano lo escucharan.Me ofendía su forma de referirse a Bella.“Tranquilo, tranquilo ha sido solo una broma, tranquilo. Ya sabesque solo hace falta una palabra para que estemos todos sobre esetonto perro”Torcí el gesto en respuesta, estaba seguro que hablaba en serio,pero aquello no era necesario.Jacob Black solo había venido a hablar con Bella por encargo de supadre, pero la vergüenza le impedía cumplir el encargo.La vi a través de sus ojos, la veía desde arriba, Bella levantaba surostro para hablarle, sin duda debíamos ser de la misma altura.Lo medí como mi oponente, como mi contrincante, sin embargo lainseguridad no era una característica de mi especie y menos en mipersonalidad. Sabía que era a mi a quien ella amaba. Pero no podíadejar de sentir ira en contra de él, sobre todo cuando se encontrabamas que interesado en ella. El que pudiera escuchar sus dos vocesno me ayudaba en lo mas absoluto a mantener mi autocontrol…—¿Puedes creerte que mi padre me ha pagado veinte pavos porvenir a tu baile de fin de curso? —. Admitió avergonzado.—Claro que sí, bueno, espero que al menos lo estés pasando bien.¿Has visto algo que te haya gustado? —. Le dijo Bella mientras enun gesto le indicaba la fila de chicas sin pareja.—Sí, pero está comprometida—.Lleve mis palmas hacia la pared, tratando inútilmente de encontraralgo a que aferrarme.“Contrólate, por todos lo cielos”… Jasper, Jasper por favor… Decíala voz de Alice.

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De inmediato pude sentir el poder de Jasper sobre mi, pero aún noera suficiente.—A propósito, estás realmente guapa —. Terminó de decir Jacob.“Rayos Edward, hay mas ojos sobre ti de lo que crees”.Mire a mi alrededor, efectivamente un grupo de chicas me mirabannerviosamente.Traté de tranquilizarme, dejando que el poder de Jasper me bañaracompletamente.Billy Black creía que un lugar concurrido sería mas seguro parahablar.No se había tragado eso del “Accidente” de Bella en Phoenix, creíaque yo tenía algo que ver en el asunto.Que increíble resultaba el comprobar que algunas veces loshumanos tienen actitudes sobrenaturales.Su mensaje era claro, nos recordaban una vez más el tratado consu Tribu. Pero nosotros nunca olvidábamos, no cruzábamos la líneay el otro asunto también estaba presente, ahora mas que nunca.Al hacer esto, mandar el mensaje a Bella, Billy lo hacía llegardirectamente a mi, sólo para mi, si transformaba a Bella o sisimplemente la mordía, se terminaba el pacto y empezaba laguerra.Una razón más para mantener mi resolución de no transformar aBella, una razón mas para alejarme de ella, ahora que aun eraseguro. El mensaje terminaba con un amenazante “EstaremosVigilando”.La música cambiaba de ritmo, Bella ya no sostenía los hombros deJacob y decidí recuperar a mi novia.— ¿Quieres bailar otra vez, o te llevo a algún lado? — Lepreguntaba este a Bella.—No es necesario, Jacob —. Le dije tranquilamente. —Yo me hagocargo—.“¡¡Cielos!!, y este de donde a salido?” Pensó el chico mientras dabaun salto al escuchar mi voz.—Eh, no te he oído llegar — Dijo torpemente.Soltó la cintura de Bella dando un paso atrás. —Espero verte porahí, Bella —. Le dijo a modo de despedida.Se fue dando grandes pasos, maldiciéndome una y otra vez.Por fin recuperé lo que me pertenecía. Me sentía mas tranquilo

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teniéndola en mis brazos.— ¿Te sientes mejor? —. Dijo con su rostro contra mi pecho.Pero no me sentía bien del todo, aquello podría haber arruinadofácilmente la noche.Bella me pedía que no enfadara con Billy, pero no era eso lo queme molestaba, era su hijo y su fijación por ella lo que me molestaba.Además me había hecho romper mi promesa de estar junto a ellaen todo momento y se refirió a ella como “guapa” esa palabra tancomún, era la última que se debía utilizar para referirse a ella ysobre todo con el aspecto que tenía esta noche.Claro que Bella pensaba que mi punto de vista no era imparcial,pero podía ver en la mente de los chicos a muestro alrededor queaquello era cierto y no me molestaban tanto como los pensamientosde Jacob.— ¿Vas a explicarme ya el motivo de todo esto? —. Me preguntóella refiriéndose al mensaje.Esa era una muy buena pregunta, traté de ver sus ojos, pero ellamiraba las guirnaldas de papel que adornaban el cielo. Y de prontotodo tenía sentido en mi cabeza.¿Porque Billy Black había enviado a su hijo justo hoy, aquí a lafiesta. Por que no lo hizo al día siguiente? ¿Porque debía ser hoy?.¿Y donde creía Bella que iríamos, si no era a la fiesta’. Que creíanellos que pasaría esta noche?Estaba seguro que Bella podría entregarme algunas respuestas.Sin dejar de bailar cruzamos el salón, saliendo por una puertalateral que daba al jardín. La tomé en mis brazos cargándola hastael otro extremo, donde se encontraba un escondido banco debajode unos grandes y frondosos madroños. Me senté en silencio conella en mi regazo, la luna se encontraba sobre lo alto, iluminando lanoche, sus rayos se filtraban entre las ramas del los árboles como sifuera una débil luz solar.— ¿Qué te preocupa? —. Dijo suavemente.Sentí su suave voz en mi rostro, toda la escena era como sacadade un cuento de hadas y el hada se encontraba justo en mis brazos.—El crepúsculo, otra vez, otro final, no importa lo perfecto que seael día, siempre ha de acabar—.Debería prestar oídos a las advertencias Quileutes, deberíaescuchar y acabar con esto.

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—Algunas cosas no tienen por qué terminar —. Se había puestotensa repentinamente.Debía decir mis razones, tratar que entendiera que por mi causa nodebía renunciar a su vida humana. Confesé que la había traído albaile, esperando que disfrutara y viviera toda experiencia humana.Quería que su vida continuara sin interrupciones, que viviera comolo habría hecho si yo no existiera.Su cuerpo tembló levemente para luego negar con la cabeza. Dijoque aun si yo no existiera, ella jamás habría asistido a una fiesta degraduación. Que si yo no la hubiera obligado no estaría aquí.Sin duda la habría obligado de ser necesario usando mi fuerza.—Tú misma has reconocido que no ha sido tan malo—. Le dijerecordando sus palabras.—Bueno solo porque estaba contigo—.No dije nada sobre su comentario, no quería volver a discutir sobrelas ventajas de su condición. Pero aun necesitaba algunasrespuestas y debía obtenerlas, tenía toda la convicción que aquellosería una gran tarea.Debía obligarla a comprometerse para que me entregara unarespuesta sincera. La mire a los ojos para estudiar su reacción.— ¿Me contestarás si te pregunto algo? —. Le miré a los ojos,debía saber si era sincera.— ¿No lo hago siempre? — Pero no se comprometía aun.—Prométeme que lo harás — Le dije manteniendo mi buen humorAccedió a mi petición y lance mi pregunta.—Parecías realmente sorprendida cuando te diste cuenta de que tetraía aquí …—Lo estaba —. Dijo en medio, interrumpiéndome.—Exacto — Le dije sonriendo un poco por su reacción. —Pero algotendrías que suponer. Siento curiosidad... ¿Para qué pensaste quenos vestíamos de esta forma? —.Bella se mordía ahora los labios.—No quiero decírtelo—. Había hecho bien al hacerle prometer.—Lo has prometido—. Estaba seguro que me habría mentido de nohaberlo hecho.Pero ella cumpliría su promesa. Estaba preocupada ya que creíaque su respuesta me haría enojar o entristecer. Pero creo queseguramente pasaría las dos cosas si ella tenía tantos problemas

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para decirlo. Pero aun así quería saber y le pedí por favor que lohiciera.—Bueno, supuse que iba a ser una especie de... ocasión especial.Ni se me pasó por la cabeza que fuera algo tan humano y comúncomo... ¡un baile de fin de curso! —.— ¿Humano? —. ¿A que se refería con humano? Que otra cosapodríamos hacer.Ella no respondía, jugaba nerviosamente con su vestido, dándomerápidas miradas. Aquello ya me estaba resultando algo molesto.—De acuerdo—. Dijo de pronto. —Albergaba la esperanza de quetal vez hubieras cambiado de idea y que, después de todo, metransformaras—.Habló rápidamente como si quisiera que las palabras se las llevarapronto el viento. Pero de su boca humana no saldrían mas rápido ymenos claro, aún soñaba con la idea de ser vampiro, porque seencaprichaba con algo que yo jamás me atrevería a darle. Que falsaexpectación se hacía con nuestra vida? Sin duda le resultábamosbellos y fuertes, pero esas no son razones para abandonar sunaturaleza y querer vivir fuera de la gracia de Dios por toda laeternidad.No sería yo quien la condenará y haría todo lo posible para evitarque cualquier otro lo hiciese aun si en ello perdía la mía. Bellajamás sería como nosotros, jamás.Y en que extraño universo nos pondríamos trajes para transformar aalguien, por todos los santos, ella estaba verdaderamente mal de lacabeza, por eso no podía ver lo que pensaba. Estaba loca deremate.—Pensaste que sería una ocasión para vestirse de tiros largos, ¿aque sí? —. Le dije mientras tocaba mi traje.Se defendió diciendo que no sabía como funcionaban las cosasreferentes a la transformación y que su respuesta no era para reír.Debía tomar su respuesta por broma, pero ella insistía en que no loera y yo sabía perfectamente que era así.—¿Y eso es lo que deseas de verdad? —. Le dije sabiendo queaquello era lo único que no le podía dar.Mordió su labio y afirmó con la cabeza.—¿De modo que estás preparada para que este sea tu final, elcrepúsculo de tu existencia aunque apenas si has comenzado a

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vivir, estás dispuesta a dejar todo y a todos, solo por ser como yo?Pero ella decía que no era el final, que era el comienzo, claro, elcomienzo de sus torturas, de sus lamentos, el principio de su sed,debería vivir eternamente estando sedienta y no se saciaría nunca,ella siempre querría mas y mas, hasta y si era posible, controlar sudeseo.Contemple su expresión, verdaderamente era lo que quería. Quesucedería si yo…— ¿Estás preparada, entonces? —. Le dije maliciosamente.—Esto... ¿Ya? —. No me parecía muy valiente ahora.Podía ver que aquello que decía no lo sentía realmente, estabamuerta de miedo. Me incline lentamente contra su cuello hastarozarlo.— ¿Ahora, ya? —. Dije contra su piel, su cuerpo se estremeciófuertemente.—Sí —. Dijo casi imperceptiblemente mientras empezaba a respirarrápida e irregularmente, su cuerpo estaba completamente rígidobajo mis abrazos, en fin, estaba que saltaba de miedo.Me reí de buena manera mientras alzaba mi rostro para ver suexpresión. No podía creer que pensara que daría mi brazo a torcertan pronto. Pero ella soñaba con aquello. Soñaba con ser unmonstruo.—No exactamente, más bien sueño con poder estar contigo parasiempre—. Dijo arrugando su frente.Yo también quería estar con ella para siempre, pero también sabíalo que era correcto y lo correcto era caminar sobre esa delgadalínea que había formado en mi cabeza. Vivir con ella, respetando sutiempo y su naturaleza, hasta que el tiempo y solo el tiempo nosseparara.—Bella. Yo voy a estar contigo..., ¿no basta con eso? —. Le dijetratando de aminorar mi propio dolor. Su boca se movió paracontraatacar mi respuesta pero puse mis dedos sobre sus labios.—Shhhhh. Basta por ahora. Bella déjalo ya. ¿No te basta con teneruna larga y feliz vida a mi lado? —Lo pensó un momento.—Si. Me basta, pero solo por ahora—.No se rendía, solo lo dejaba correr, estaba seguro que muy prontovolveríamos a tener esta conversación, pero agradecía que lo

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dejara hasta aquí…Por hoy.Nuestras miradas se encontraron, la amaba más que a nada enesta existencia. Y la bese… la bese con pasión en mis labios, conmi ser, lo hice mirando el futuro lleno de esperanza ,con mi corazónque le pertenecía y con toda mi alma.La continuación de sol de media noche será noche entera.

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