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7/23/2019 ST_XXII-1_06 http://slidepdf.com/reader/full/stxxii-106 1/11 EL DES FÍO DE L IGLESI L MUNDO FERN NDO MORENO 1.  La  Iglesia  como desafío  para el mundo La  existencia  misma de la Iglesia comporta para el mundo un desafío, el cual se expresa, «mínimamente», como  tolerancia,  «máximamente», co mo apertura al  don de Dios,  que pasa por la Iglesia, y, «medianamente», como  colaboración  en  misiones  y  tareas  de humanización, o como integra ción  cultural  de los valores cristianos, por parte del mundo. Independientemente de la mayor o menor conciencia que se tenga de ellos, y de su importancia relativa, estos cuatro aspectos del  desafío  en cuestión han estado siempre presentes desde el comienzo de la institución histórica de la Iglesia. Y esto, porque son constitutivos de la relación mis ma Iglesia-Mundo, aun cuando el historiador deba distinguir acentuacio nes,  según las épocas o los lugares. Así, la  misión  clásica plantea a las «tie rras de misión» un desafío máximo, allí donde el desafío planteado a los países socialistas, desde 1917, se define más bien por la  tolerancia.  La cola boración humanista y la integración cultural hoy cuestionada), constitu yen, por otra parte, desafíos al mundo contemporáneo occidental, que pa recieran comenzar a proyectarse en el mundo socialista. 2.  Momentos contemporáneos  del  desafío eclesial En este plano, el del  desafío cultural  y humanista,  se pueden destacar, en primer lugar, dos momentos  contemporáneos  «fuertes»:  Rerum Novarum 1891),  y el  Segundo  Concilio Vaticano  1962-1965). SCRIPTA THEOLOGICA  22  1990/1) 157-167 157

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EL DES FÍO DE L IGLESI L M U N D O

F E R N N D O M O R E N O

1.  La  Iglesia  como desafío  para el mundo

La  existencia misma de la Iglesia comporta para el mundo un  desafío,

el cual se expresa, «mínimamente», como

  tolerancia,

  «máximamente», co

mo apertura al  don de Dios,  que pasa por la Iglesia, y, «medianamente»,

como colaboración  en misiones  y  tareas  de humanización, o como integra

ción

  cultural

  de los valores cristianos, por parte del mundo.

Independientemente de la mayor o menor conciencia que se tenga

de ellos, y de su importancia relativa, estos cuatro aspectos del  desafío  en

cuestión han estado siempre presentes desde el comienzo de la institución

histórica de la Iglesia. Y esto, porque son constitutivos de la relación mis

ma Iglesia-Mundo, aun cuando el historiador deba distinguir acentuacio

nes, según las épocas o los lugares. Así, la misión  clásica plantea a las «tie

rras de misión» un desafío máximo, allí donde el desafío planteado a los

países socialistas, desde 1917, se define más bien por la   tolerancia.  La cola

boración humanista y la integración cultural hoy cuestionada), constitu

yen, por otra parte, desafíos al mundo contemporáneo occidental, que pa

recieran comenzar a proyectarse en el mundo socialista.

2.

  Momentos contemporáneos

  del

  desafío eclesial

En este plano, el del desafío cultural y hum anista,  se pueden destacar,

en primer lugar, dos momentos

 contemporáneos

  «fuertes»: Rerum

 Novarum

1891),

  y el

  Segundo

  Concilio

 Vaticano

  1962-1965).

SCRIPTA THEOLOGICA

  22

  1990/1) 157-167

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F E R N A N D O  M O R E N O 

1 .  Rerum   Novarum  es un desafío que tiene tres «referentes» principa-

les:  los  obreros los  patrones y  los  gobernantes

a El  desafío planteado  a  los primeros,  es el de no   dejarse  tentar y 

llevar  por  la  ideología  socialista  marxista en  su  reivindicación  socio-

económica, de suyo justa. El socialismo  marxista es un «remedio» injusto 

y  subversivo

1

b El  desafío planteado a los segundos, es, sobre todo, el de cumplir 

con   la  justicia  en  toda  su  profundidad:  justicia  legal no   sólo  privada  o 

conmutativa , en su relación  empresarial con   los obreros,  los cuales deben 

ser  respetados  en  sus  fundamentales  derechos. 

c El  desafío planteado  al Estado y  a los gobernantes, es el de velar 

por el cumplimiento  de esa justicia, protegiendo al mismo tiempo, y pre-

ferentemente,  a  la «clase pobre»  y desamparada , puesto  que  la «clase de 

los  ricos», pudiendo  protegerse  con   sus propios  recursos,  necesita  menos 

«del  amparo  de  la  pública  autoridad»

2

En   realidad, aquí el desafío se amplía, ya que el Estado debe asumir 

activamente  su  papel  de  rector  del  bien  común,  respetando,  al  mismo 

tiempo, «la facultad de obrar» de los particulares en todo aquello que, sal-

vo   el  mismo  bien  común  y  sin  perjuicio  de  nadie,  puedan  hacer

3

.  Así, 

la clara y  explícita oposición  al liberalismo clásico, cuyas fuentes raciona-

listas  habían  sido  criticadas  por  León  XIII  tres  años  antes

4

,  no   implica 

ninguna  concesión   al  estatismo  o  al  totalitarismo. 

2. El  Concilio último comporta para el mundo un desafio que pue-

de resumirse en un juicio: aceptar que la Iglesia es experta en humanidad, 

y que, porque nada de lo humano le es ajeno, tiene «derechos» sobre ella; 

derechos  que  la  sociedad  civil  debe  reconocerle. 

Este  desafio  conciliar  tiene  antecedentes   no   sólo  en  la  convocatoria 

de Juan   XXIII,  sino aun en Pío  XII  y  en Pío  X I

5

.  «El  poder  de  la Igle-

1 .

  C f.  №   2-4;  9  y  1 1 .  El  juicio  de   León  X T sobre  el  socialismo  —como  el 

de   P ío

  XI,

  más  tarde—   tiene  un   vigor  y   una  radicalidad,  que  reflejan  la   gravedad  

del  mal  que  es   preciso   denunciar. 

2 .  №   25 . 

3 .

  H e  aquí  el  primer  enunciado   del  principio  de   subsidiaridad,  hecho   por  el  

Magisterio  eclesial. 

4.

  En   la   Encícl ica

  Libertas  Praestantissimus

  1888 . 

5.

  E l  estudio   de l  proyecto  para  convocar  un  Conci l io  Ecuménico   fu e  encarga-

do  ya  por  P ío

  X n

  a  una  comisión   especial  en   1948,  como   lo   mostró   el  Padre  Ca-

prile  en  la

  Civiltà  Cattolica

  1966 .  Véase,

 

R I M O N D O   E .

 

S P I Z Z I

Quante  falsità 

su   quel  Pontefici

p .  46 .  En   «30  giorni»,  №   3 ,  marzo   de  1988 ,  pp .  40-46.  H ay   más  

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E L  D E S A F I O D E L A IG L E S IA A L M U N D O

sia —decía Pío XII— abarca al hombre entero, su interior y su exterior,

en lo que concierne a la obtención de su fin sobrenatural». Y es que, así

como Dios mismo «no es nunca   neut ro  frente a las cosas humanas», tam

poco la Iglesia podría serlo

6

. Como se ha señalado en otra parte, es aquí

donde reside «el fundamento más radical del derecho de la Iglesia a pro

nunciarse sobre las actividades económicas y sociales»

7

.

A  este respecto,  ya Pío XI, en  Quad r a g es imo Ann o ,  precisaba  que

el derecho de la Iglesia es un derecho a intervenir «en todo lo que toca

a la ley moral». «En estas materias, en efecto, —sigue diciendo Pío XI—

el depósito de la verdad que nos ha sido confiada de lo alto, y la gravísi

ma obligación que nos incumbe de promulgar, de interpretar y de predi

car, a pesar de todo, la ley moral, someten igualmente a Nuestra suprema

autoridad, el orden social y el orden económico»

8

.

El Segundo Concilio Vaticano se sitúa en esta perspectiva, y procede

de este dinamismo. Con mayor precisión, se puede afirmar que este   desa-

fío

  conciliar tiene al menos tres aspectos que deben destacarse aquí.

a) La Iglesia debe ser aceptada como

  interlocutor,

  se debe aceptar su

invitación al

  diálogo.

  A pesar de su condicionamiento ideológico, el juicio

y título de libro) del neo-marxista francés, Roger Garaudy hoy musul

mán):  «del anatema al diálogo», dice, a su manera, algo cierto; es, si se

quiere, una simplificación no totalmente errónea.

b) La Iglesia debe ser aceptada como un «agente colaborador» en la

misión y desafío humanizador. Y esto, tanto en el orden de las   ideas,  de

la  orientación  de la acción, y su  regulación  normativa, como en el orden

de la

  asistencia

  y

  promoción

  socio-económica y, en alguna medida, tam

bién política).

c) Ahora bien, aquí está el núcleo más «revolucionario» y, por con

siguiente, más problemático de la «reforma» conciliar

  {Ecclesia semper

  r e -

formando)

9

.  ¿Qué podemos constatar a este propósito?

aún: Pío  X I I  preparó «más  o  menos inconscientemente»  el  Concilio Vaticano  I I ,

en sus

  temas;

  «basta leer bien

  lo s

  textos conciliares para volver

  a

  encontrar allí

mucho  de su  enseñanza,  aun en  cuanto  a la  novedad  de sus  planteamientos,  del

método,

  de l

  estilo»

  (p .

  4 6 .

6 .  Ci t . en,  JE A N Y V E S C A L V E Z  y  J A C Q U E S P E R R I N ,  Eglise  e t  société économi-

q u e ,

  Paris,

  Aubier-Montaigne,

  1 9 5 9 ,  p .  3 7 .

7 .  Ibid.

8 .

  Ci t. en

  Ibid.

  p .

  4 1 .

9 . L O U I S B O U T E R ,  L Eglise  d e D i e u ,  Paris ,  Cerf,  1 9 7 0 ,  pp .  6 1 2 - 6 1 7 .

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F E R N A N D O M O R E N O

Ante todo, que el

 aggiornamento

  conciliar, cuyos misteriosos impul

sos y riquezas, no están aquí en discusión, significó de hecho, y en dere

cho,  una «ampliación» del campo de aplicación  de la fe y la doctrina, y,

por consiguiente, de la práctica eclesial de la   prudencia.

Para decirlo brutalmente pero refugiándome en el juicio a la vez sa

bio y filial de mi maestro: Jacques Maritain), esta «ampliación», en su di

mensión prudencial, ha como

  delatado

  o dejado al desnudo) el hecho de

que la Iglesia de Cristo no sólo existe  en  su «personal», sino también  a

pesar de  su «personal».

Sirviéndonos del lenguaje del teólogo, y considerando más bien el

ámbito de la «palabra» y del «pastoreo» particular y, en cierto sentido,

«intermedio») del rebaño, se puede afirmar que la   causalidad propia ha

operado en una proporción muy superior a la

 causalidad instrumental.

  Es

decir, dicho más simplemente, la palabra episcopal —y esto no es ninguna

crítica, es una simple constatación— ha llegado a ser, más la opinión de

«Juan Pérez», que es obispo, que la  enseñanza  magisterial) del «Obispo de

Atlántida», que es «Juan Pérez».

Tal vez esta «inflación» de lo opinable, de la   doxa, y de  la «praxis»

prudencial misma, sea algo normal, a partir del momento en que la Iglesia

se asigna a sí misma el cometido del   aggiornamento, y de  la aplicación so

cial de la fe, en términos de «acompañamiento» y de diálogo.

En todo caso, esto le da al desafio  de la Iglesia al mundo un carácter

particular; digamos, una problematicidad a la medida de su osadía.

Tratemos de precisar más a este respecto. Tal como nos aparece el

problema, no podemos dejar de constatar que, a pesar de la diversidad de

motivos, la dificultad de algunos, así como la facilidad de otros, para acep

tar  boy  en este tiempo conciliar) a la Iglesia, se encuentran en un punto:

la

  opacidad,

  o falta de transparencia que comporta la

  aplicación

  particu

lar

10

  de la fe a

  todo

  lo humano no sólo a la «cuestión social»; no sólo

a la relación Iglesia-Estado, o a la educación,  etc.).

Ahora bien, esta

 opacidad

 no es la del m isterio; es una opacidad «me

todológica», en cierto sentido  normal,  pero que puede ceder el paso a la

1 0 .  Somos conscientes, y al mismo tiempo asumimos la ambigüedad que com

porta aquí este término: lo particular del Magisterio episcopal, y lo particular co

mo singularidad y referencia objetivas.

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E L  D E S A F I O D E L A IG L E S I A A L M U N D O

anormalidad, a una opacidad tenebrosa, producida no por la   aplicación  de

la fe en cuanto tal, sino por su   i d e o l o g i za c i ó n .

Cuando esto ocurre, el dinamismo eclesial-doctrinal-pastoral ha sido

suplantado por un dinamismo político-ideológico-«práxico». Al mismo

tiempo, se habrá pasado de la   a p l i c a c i ó n  de la fe, a la g én e s i s  de una acción

que encierra en sí misma su

  principio,

  en comunión explícita o implícita

con la pretensión marxista de una teoría-praxis. Es la «lógica» que subyace

en esta pretensión, la que, desde hace casi un siglo y medio, viene reivin

dicando la inmanencia praxológica de un «principio» autopropulsivo y ge

nético:  la

  dialéctica.

Cuando un cierto «personal» de lá Iglesia resbala hacia esta dinámica

práxico-ideológica, o simplemente cuando la ambigüedad, que suele parasi

tär la aplicación social de la fe, no es permanente y decididamente purifi

cada, o rectificada, con el

  r e c u e r d o

  del

  d e p o s i t u m fi d e i

  el cual es, él mis

mo,  a menudo, manipulado ideológicamente), la Iglesia, en su dimensión

humana, tiende a perder su rostro.

Para unos pasará a ser un aliado fácil; para otros, una instancia ten-

tacular, si no totalitaria, intrusa, o competitiva en el plano político. En

tonces, para el mundo, la Iglesia comporta un desafío político más que

eclesial; en el mejor de los casos, puramente humanitario. Aquí, la tras

cendencia se ha esfumado.

El desafío que entonces se plantea, tanto para bien de la Iglesia, co

mo para bien del mundo, es el de evitar la alteración político-ideológica

del dinamismo eclesial, conservando, al mismo tiempo, su legítimo impul

so evangelizador, y,  e n é l ,  la aplicación social de la fe según el espíritu

propiamente conciliar.

3.  L a d o c t r i n a y l a e x ho r t a c i ó n e c l e s ia l qu e d e s a fía n a l m u n d o

El desafío va de la  ju s t i c ia s o c i a l  a la  s o l i d a r i d ad ;  de León XIII a Juan

Pablo II. Pasando por la paz, la democracia, los derechos del hombre y

el desarrollo. A estos y otros) tópicos, el Magisterio pontificio y conciliar

da una profundidad y una especificidad propiamente cristianas. Desde allí

exhorta, a tiempo y destiempo.

1 .

  La paz social encuentra en la paz del corazón del hombre) su

raíz y su energía más profunda. Una energía que se confunde con la fuer

za del amor, de la caridad. Y que exige la práctica de la   jus t i c i a ,  pero al

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F E R N A N D O M O R E N O

mismo tiempo la supera, y en cierto sentido la «corrige»   Dives  in Miseri

cordia).

 Es ésta una paz que se «construye», además, en la  verdad y  en

el ejercicio de las libertades  Pacem  in Terris).

Pero aquí, el desafío tiene la «dimensión» del  testimonio:  la Iglesia

misma se ha hecho instrumento de paz en el orden político internacional.

Juan Pablo II evitó la guerra entre Chile y Argentina.

2. La democracia, como institución y régimen político, es profundi

zada en los valores democráticos de las culturas, y en las virtudes demo

cráticas del ciudadano, y del hombre, simplemente.

Pío XII sabía que no hay democracia sin demócratas, y que en defi

nitiva la democracia, más allá del régimen político, se confunde con la

normal organización de la relacionalidad social en vistas al bien común;

con la «buena sociedad», en el sentido griego de la expresión.

Pablo VI precisa que la democracia actual se define por la doble

  ten

dencia  a la igualdad  y a la

 participación,

  lo cual equivale a una

 profundiza-

ción y a un aggiomamento  de la «moderna» democracia que, al menos de

hecho y paradógieamente, asume una aspiración, y aun una  exigencia,  pre

sente ya en la antigua Grecia, y que constituye como el núcleo de la refle

xión filosófica de Aristóteles, en su  Política.

3.   La defensa, y aun la promoción de los derechos del hombre, no

es de suyo, ni para la Iglesia, una cuestión política, ni menos una cuestión

de «coyuntura»; su «lógica» no es o, no debiera ser) ni la del «oportunis

mo»,  ni la del «afán de novedad» Juan Pablo II, Discurso

  de

  Puebla,

  JJ¡,

3).  Es, muy precisamente, porque la Iglesia es «experta en humanidad»

Pablo VI) por lo que se hace «defensora de los derechos humanos»

  Dis

curso

  de Puebla,  ELI, 3), en especial de los derechos de los más pobres, de

los marginados, de los pequeños, de los necesitados.

No se puede olvidar, a este propósito, que la preocupación y la soli

citud eclesiales se refieren al hombre que como  imagen  de Dios es una per-

sona Laborera

  Exercens,  6 ;  es decir, una «naturaleza dotada de inteligencia

y de libre albedrío», según lo definió Juan XXLU en su encíclica   Pacem

in

  Terris

  n°

  9 .

  Es en cuanto

 persona

  cuando el hombre es sujeto de dere

chos,  pero también de correlativos deberes

11

. Es porque es persona por

lo que el hombre exige ser respetado en toda la gama, jerárquica y corn

i l .  Si la Iglesia no es superficial, tam po co es dem agógica.

162

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EL DESAFIO DE LA IGLESIA AL MUNDO

p le m e n t a r ia , d e s u s d e re c h o s ; d e s d e e l d e re c h o a l a v id a h a s t a e l d e re c h o

a p ro f e s a r p r iv a d a y p ú b l i c a m e n t e u n a re l ig ió n  Pacem  in Terris,  n° 11 y

1 4 )

u

.  P a ra l a I g le s ia , lo s d e re c h o s d e l h o m b re t i e n e n , e n e l o rd e n s o c ia l ,

l a f u e rz a d e lo s « d e re c h o s » d e D io s .

4 .

  F in a lm e n t e , e l t e m a d e l d e s a r ro l lo e s e l c a s o t í p i c o d e u n a c u e s

t ió n q u e p a r t i e n d o d e l d e s a f í o q u e e l m u n d o le p la n t e ó a l a I g le s ia , q u e

f u e a s u m id o y p ro f u n d iz a d o p o r e l l a , s e h a c o n v e r t id o lu e g o ( e s p e c ia lm e n

te desde

 Mater et

 M agistra,  1 9 6 1 ; h a s t a

  Sollicitudo rei

  socialis,  1 9 8 7 ; p a s a n d o

p o r  Populorum  Progressio,  1967) en un desa f ío de la Ig les ia a l mundo.

A q u í , l a I g le s ia n o s ó lo  enseña,  s ino que a l enseñar  exhorta, y  aun

s e im p l i c a e l l a m is m a , e n c i e r t o m o d o , e n la s t a re a s d e h u m a n iz a c ió n o

d e p r o g r e s o h u m a n o q u e s u p o n e u n a u t é n t i c o d e s a r r o l l o . E s t o n o q u i e r e

d e c i r q u e d e b a a s u m ir t a re a s t é c n ic a s o p o l í t i c a s , p e ro s í q u e e n s u p e rs

pect iva evangel izadora y sa lv í f ica , e l la , que t iene e l encargo de  todo  e l

h o m b re , e n u n c ia s u « p ro y e c t o » y re a l iz a t a re a s q u e a p u n t a n d o a l d e s a r ro

l l o i n t e g r a l , a l d e s a r r o l l o d e t o d o e l h o m b r e y d e c a d a h o m b r e  Populo

rum Progressio,

  1 4 ) , p r o m u e v e n e l p a s o d e c o n d i c i o n e s d e v i d a m e n o s h u

m a n a s , a c o n d ic io n e s m á s h u m a n a s ( n ° 2 0 ) . L a o s a d í a y l a f id e l id a d d e la

I g le s ia a s u m is ió n p ro p ia ( l a p r im e ra a p a r t i r d e l a s e g u n d a ) , n o s e l a s

c o m p re n d e b ie n s i n o s e h a a s u m id o q u e e l d e s a r ro l lo e s p a ra l a I g le s ia

u n a c u e s t i ó n a n t r o p o l ó g i c a , a n t e s d e s e r u n a c u e s t i ó n e c o n ó m i c a , y q u e

e l

  q u e e l

  h omb r e l l e g u e

  «a ser lo que es» , es a la vez é l  fin y  la

  norma

d e l in c re m e n t o d e lo s b ie n e s m a t e r ia le s , o d e l s im p le c re c im ie n t o d e la

p r o d u c c i ó n y d e l a p r o d u c t i v i d a d .

L a p ro f u n d iz a c ió n y e l d e s a f í o s e p u e d e n re s u m ir a q u í e n la p r im a c í a

( n o e x c lu y e m e ) d e l  se r  m á s s o b re e l  tener  m á s , t a n f re c u e n t e m e n t e re c o rd a d a

p o r J u a n P a b l o I I , e n e l s u r c o d e l C o n c i l i o V a t i c a n o I I

  Gaudium

  et Spes,

3 5 ) ,

  d e P a b l o V I  Populorum

  Progressio,

  6 y 15 ) , y de la sab idu ría cr is t iana ,

s i m p l e m e n t e . « E l h o m b r e v a le m á s p o r l o q u e es q u e p o r l o q u e t ie n e » .

4 .  Conclusión

E n t é rm in o s g e n e ra le s , s e p u e d e d e c i r q u e la I g le s ia s e p o n e a l d í a

— y

  desafía

  al m u n d o e n e s t e p o n e rs e a l d í a — s ie m p re a p a r t i r d e lo « v ie -

12.

  Juan Pab lo II ha insistido especialmente —y de manera recurrente— en los

derechos del  h o mo r e l ig i o s u s .

163

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F E R N A N D O M O R E N O

jo»

  v e t e r a ) ,

  no de la novedad

  p o r s í m i sm a .

  Y es que lo «viejo», aquí, no

se confunde con lo caduco y lo «superado»: es lo que permanece, lo   per en-

n e ,  lo que está  s u p r a t e m p u s ,  y que por eso «sirve» diversamente) para  t o -

dos  los tiempos.

Así,

  no basta hoy con decir que desde el Evangelio la Iglesia vive

de las cosas nuevas y de las viejas

  Nova e t Ve t e r a ) .

  Es preciso agregar en

seguida que lo «nuevo» los «signos de los tiempos») no tiene sentido para

la Iglesia, ni es asumido por ella sino a partir de lo «viejo».

Aquí se encuentra tal vez el desafío más   s ign i f i c a t ivo

13

  que la Igle

sia plantea al mundo contemporáneo, tanto en su natural mundanidad co

mo en lo que de esa mundanidad ha venido a parasitär y polucionar a

la Iglesia a través de las debilidades de su personal

14

. Precisemos. La in

veterada superficialidad del

  relativismo

  en sus expresiones gnoseológica,

moral o histórica), que hoy le da a la «crisis de la inteligencia». J. Mari-

tain) un sello historicista y dialectizante, dificulta, desde luego, la com

prensión de la «estructura» propia de la «oferta» eclesial, y el desafío espe

cífico y sobrenatural que ella comporta. La depreciación, y aun el

desprecio del

  dogma

  y de la

  autor idad,

  constituyen a este propósito un

buen indicador. También lo es, la incapacidad para ver en la

  l e y n a t u r a l

algo más que una especie de «fijismo» esencialista y arbitrario. Sin percibir

que,  en profundidad, la permanencia dinámica que ella comporta es como

la «estructura» misma del orden creado que debe ser restituido en Cristo,

y,  especialmente, de la humanidad de la que la Iglesia tiene el encargo

salvífico.

La debilidad de la inteligencia moderna, relativista e historicista,

arriesga diluir, y aun anular el desafío eclesial en su especificidad sobre

natural. Como por efecto de feed back, aquélla ha venido a engendrar tal

vez la mayor tentanción para el «personal» eclesial de nuestro tiempo. Y

esto,  en la medida misma en que éste esté más preocupado de acomodarse

al mundo y de adoptar su «lógica»), que de «escucharlo» y «solidarizarse»

1 3 .

  Decimos «significativo», pero no el más  importante .  El desafío más impor

tante ha sido, es y será siempre en cuanto es el de la Iglesia de Cristo, que predi

ca a Cristo, el Dios encarnado, crucificado y resucitado) el del  e s c á n d a l o  y la  l o c u -

r

Cristo crucificado) es «escándalo para ¡os Judíos, y locura para los paganos»

I Cor.  1,23).

14.

  Pecador, aunque ella, como Iglesia de Cristo, es sin pecado;

 sine macula  e t

s i n e r u g a  San  Pablo .

164

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E L D E S A F I O D E L A IG L E S IA A L M U N D O

c o n é l p a ra o f re c e r le u n t e s o ro q u e e s e n d e f in i t iv a lo ú n ic o q u e p u e d e ,

a la vez , l levar lo a la pleni tud de su desarrol lo na tura l y e levar lo por enc i

m a d e s u s n o m e n o s n a t u ra le s f ro n t e ra s .

La «oferta» ec les ia l que desa f ía a l mundo es una ofer ta de grac ia , y

d e v e r d a d ; n o u n a o f e r t a p o l í t i c a , n i m e n o s i d e o l ó g i c a . T o d a a c o m o d a c i ó n

in d e b id a , a s í c o m o c u a lq u ie r re b a j a m ie n t o d e la o p e ra t iv id a d p ro p ia d e l a

fe ,  c o n s t i t u y e n u n a t r a i c i ó n a l

  envío

  y  a l  encargo;  a l e n v í o d e lo s A p ó s t o

les (y sus sucesores ) , y a l encargo de preservar y comunicar e l

  depósito

  (el

depositum fidei): Los «enviados» , en quienes se funda la Ig les ia peregr ina ,

lo s o n a p re d ic a r e l E v a n g e l io y a b a u t iz a r

  Marcos

  16 , 15 y 16 ) ; lo c ua l

s u p o n e p r e s e rv a r e l d e p ó s i t o : « ¡ O h T i m o t e o , g u ar d a e l d e p ó s i t o a t i c o n

f iado, ev i tando las vanidades impías y las contradicc iones de la fa lsa c ien

c ia que a lgunos profesan , ex trav iándose de la fe» ( I

  Timoteo

  6 , 20 y 21 ) .

M á s a ú n : « P re d ic a l a p a la b ra , in s i s t e a t i e m p o y a d e s t i e m p o , a rg u y e , e n s e

ñ a ,

  e x h o r t a c o n t o d a l o n g a n i m i d a d y d o c t r i n a , p u e s v e n d r á u n t i e m p o e n

q u e n o s u f r i rá n la s a n a d o c t r in a ; a n t e s , d e s e o s o s d e n o v e d a d e s , s e a m o n t o

n a rá n m a e s t ro s c o n f o r m e a s u s p a s io n e s , y a p a r t a rá n lo s o í d o s d e l a v e r

d a d p a ra v o lv e r lo s a l a s f á b u la s . P e ro t ú , v e la e n t o d o , s o p o r t a lo s t ra b a

j o s ,

  h a z o b ra d e e v a n g e l i s t a , c u m p le t u m in is t e r io » ( I I

  Timoteo

  4 , 2 -5 ) .

P a b l o V I — c o m o o t r o s P a p a s — f u e t e r r i b l e m e n t e f i e l a l a e x h o r t a

c i ó n p a u l i n a . T a m b i é n l o h a s i d o , d e sd e l u e g o , J u a n P a b l o I I . E l p r i m e r o ,

e n  Ecclesiam

  Suam,

  r e s p o n d e c o n u n s a b io e q u i l ib r io a l in t e r ro g a n t e ( y d e

s a f í o ) q u e s e l e p la n t e a p r im e ro a l a I g le s ia m is m a : « ¿ H a s t a q u é p u n t o d e

be la Ig les ia aco m od ars e a las c i rcu nsta ncia s h is tór ic as y loca les en las que

d e s a rro l la s u m is ió n ? ¿ C ó m o d e b e p re c a v e rs e d e l p e l ig ro d e u n re la t iv i s m o

q u e l l e g u e a a f e c t a r s u f id e l id a d d o g m á t i c a y m o ra l? ¿ P e ro , c ó m o h a c e rs e

a l m is m o t i e m p o c a p a z d e a c e rc a rs e a t o d o s p a ra s a lv a r lo s a t o d o s , s e g ú n

e l e j e m p lo d e l A p ó s t o l : « m e h e h e c h o t o d o a t o d o s p a ra s a lv a r lo s a t o d o s »

( I  Cor.  9 , 2 2 ) ? D e s d e f u e r a n o s e s a l v a a l m u n d o . C o m o e l V e r b o d e D i o s

q u e s e h a h e c h o h o m b re , h a c e f a l t a h a c e rs e u n a m is m a c o s a , h a s t a c i e r t o

p u n t o , c o n la s f o rm a s d e v id a d e a q u é l lo s a q u ie n e s s e q u ie re l l e v a r e l

m e n s a j e d e C r i s t o ; h a c e f a l t a c o m p a r t i r — s in q u e m e d ie d i s t a n c ia d e p r iv i

l e gi o s o d i a fr a g m a d e l e n g u a je i n c o m p r e n s i b l e — la s c o s t u m b r e s c o m u n e s ,

c o n t a l q u e s e a n h u m a n a s y h o n e s t a s , s o b re t o d o d e lo s m á s p e q u e ñ o s ,

s i q u e re m o s s e r o í d o s y c o m p re n d id o s . H a c e f a l t a , a u n a n t e s d e h a b la r ,

o í r l a v o z , m á s t o d a v í a , el c o r a z ó n d e l h o m b r e ; c o m p r e n d e r l o y r e s p et a r

lo e n la m e d id a d e lo p o s ib le , y c u a n d o lo m e re c e , s e c u n d a r lo . H a c e f a l t a

h a c e r s e h e r m a n o s d e l o s h o m b r e s e n e l m o m e n t o m i s m o q u e q u e r e m o s

s e r s u s p a s t o re s , p a d re s y m a e s t ro s . E l c l im a d e l

 diálogo

  es la amis tad. Más

a ú n , e l  servicio.  D e b e m o s r e c o r d a r t o d o e s t o , y e s f o r z á n d o n o s p o r p r a c t i -

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F E R N A N D O M O R E N O

c a r io s e g ú n e l e j e m p lo y e l p re c e p t o q u e C r i s t o n o s d e j ó  Jn  1 3 , 1 4 - 1 7 ) .

P e r o ,

  q u e d a u n p e l ig ro . E l a r t e d e l a p o s t o la d o e s a r r i e s g a d o . L a s o l i c i t u d

p o r a c e rc a rs e a lo s h e rm a n o s n o d e b e t ra d u c i r s e e n u n a a t e n u a c ió n o d i s

m in u c ió n d e la v e rd a d . N u e s t ro d iá lo g o n o p u e d e s e r u n a d e b i l id a d re s

p e c t o a l c o m p r o m i s o c o n n u e s t r a f e . E l a p o s t o l a d o n o p u e d e t r a n s i g i r c o n

u n a e s p e c i e d e c o m p r o m i s o a m b i g u o r e s p e c t o a l o s p r i n c i p i o s d e p e n s a

m ie n t o y d e a c c ió n q u e d e b e n d e f in i r n u e s t ra p ro f e s ió n c r i s t i a n a . E l i r e -

n i s m o y e l s i n c r e t i s m o s o n e n e l f o n d o f o r m a s d e e s c e p t i c i s m o r e s p e c t o

a la f u e rz a y a l c o n t e n id o d e la P a la b ra d e D io s q u e q u e re m o s p re d ic a r .

Só lo e l q u e e s t o t a lm e n t e f i e l a l a d o c t r in a d e C r i s t o p u e d e s e r e f i c a z m e n

t e a p ó s t o l . Y s ó lo e l q u e v iv e c o n p le n i t u d la v o c a c ió n c r i s t i a n a p u e d e e s

t a r i n m u n i z a d o d e l c o n t a g i o d e l o s e r r o r e s c o n l o s q u e s e p o n e e n

c o n t a c t o .

E n e l m i s m o s e n t i d o , J u a n P a b l o I T, r e c o r d a n d o q u e J e s ú s r e c h a z a

la t e n t a c ió n d e l p o d e r a q u e lo s o m e t e Sa t a n á s , y « n o a c e p t a l a p o s i c ió n

d e q u i e n e s m e z c l a b a n l a s c o s a s d e D i o s c o n a c t i t u d e s m e r a m e n t e p o l í t i

c a s » ,

  a f i rm a q u e e s d e s d e la « f e e n C r i s t o » , y d e s d e e l l a m is m a , c o m o la

I g le s ia e s c a p a z « d e s e rv i r a l h o m b re » y a lo s p u e b lo s , « d e p e n e t ra r c o n

e l E v a n g e l i o s u c u l t u r a , t r a n s f o r m a r l o s c o r a z o n e s , h u m a n i z a r s i s t e m a s y

e s t ru c t u ra s »  Discurso  de Puebla, 1 , 4 y 5 ) .

Y e s q u e t o d o d e s a f í o e c le s ia l s e d e f in e p o r e l c a m b io in t e r io r . L a

I g le s ia e x h o r t a a q u e e l c a m b i o — c u a n d o e s t e p r o c e d e — s e r e a li c e p r i m e r o

( y s o b r e t o d o ) e n e l h o m b r e m i s m o p a r a b i e n s u y o . « N o h a y  humanidad

nueva

  s i n o h a y e n p r i m e r l u g a r

  hombres

  nuevos,  c o n la n o v e d a d d e l b a u

t ismo y de la v ida según e l Evangel io»  Evangelii  Nuntiandi, 1 8 ) .

A h o r a b i e n , e st a p r i m a c í a d el h o m b r e s o b r e la « e s t r u c t u r a » , n o i m

p l i c a d e n i n g ú n m o d o d e s p r e o c u p a r s e d e l o s « a m b i e n t e s c o n c r e t o s »

  Evan

gelii Nu ntiandi,  1 8 ) e n q u e l o s h o m b r e s v i v e n y m u e r e n . E s as í c o m o

J u a n P a b l o I I l l a m a a l o s  laicos  a c o m p r o m e t e r s e e n l as t a r ea s « t e m p o r a

l e s » c o n l a e n e r g í a d e l E v a n g e l i o

1 5

, pe ro s in o lv idar qu e « la fe c r is t ia na

n o a p o r t a s o lu c io n e s y a d a d a s a lo s c o m p le j o s p ro b le m a s d e la s o c ie d a d

c o n t e m p o r á n e a » ( H o m i l í a a l o s O b i s p o s . N a i r o b i , 7 d e m a y o d e 1 9 8 0 ) . A

lo s o b i s p o s , l e s re c u e r d a — u n a v e z m á s — q u e «la m is ió n d e C r i s t o n o e ra

15.  «Los laicos son llamados ho y a un fuerte com pro m iso cristiano: penetrar

la sociedad con la levadura del Evangelio». Homilía en Limerich (Irlanda), 1° de

octubre de 1979.

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E L D E S A F I O

  DE LA

  I G L E S I A

  A L

  M U N D O

de orden social, económico

  o

  político»,

 y que £1 no le

  «dio

 a la

 Iglesia

una misión económica  o  política, sino religiosa»

16

.

Vemos

 así, por

  todo

  lo que

  llevamos dicho,

  que el

  desafío

  que la

Iglesia

 le

 plantea

 al

  mundo

 no es

  independiente

 del

 desafío

 que a

  ella

 se

le plantea en el interior de sí misma. Dicho en otra forma, su credibilidad

está

 en

 función

 de la

 fidelidad

 a su

 propio

 ser y a su

 misión. «Evangeliza-

dora, ella comienza por  evangelizarse  a sí  misma», como dijo Pablo VI

Evangelü  Nuntiandi,  15 .

La Iglesia será capaz de  hacer «nuevas todas las cosas»  Hechos, 21,5

—al

 ser

 creída

 y

  aceptada

 en lo que

 ella

 es

  propiamente— sólo

 si es

 fiel

a

  su

  Cabeza

 y

  Esposo. Todo

  lo

  puede

 en

  Cristo.

  Sin El, se

  traiciona

 a

sí misma

 y se

  priva

 de su

  específica eficacia.

F. Moreno

Instituto Jacques Maritain

S A N T I A G O  E  C H I L E

16.

  En Nairobi, 7 de mayo de 1980.

167