suplemento cutural contenido 29-10-11

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Maracay, Sábado 29 de octubre de 2011 Crónicas del Olvido Manías de ciudad ALBERTO HERNÁNDEZ 1.- D e Joseph Brodsky aque- lla manía de encerrarse en una botella y dejar la ciudad asilada, al resguardo de quienes hacían de la borra- chera fiesta para consagrar. No en vano comentado por el poeta Juan Gelman, me tras- lado desde su lectura hasta el poema "Una fotografía", para aislarme un poco y deshacer- me de la pesadilla que a diario corrompe nuestra tranquili- dad: "Vivíamos en una ciudad color vodka helado. / La elec- tricidad venía de lejos, de pan- tanos, / y el departamento de noche parecía/ sucio de tur- ba y picado por mosquitos". De paseante de esta Mara- cay, paso a refistolero, a ca- lumniador de árboles, los mis- mos que Brodsky deja a un lado para seguir tocando las fauces de la urbe: "Las ropas eran gruesas, denunciaban/ la cer- canía del Ártico. Al fondo el corredor/ se crispaba el telé- fono recobrado, reacio, / el sentido después de la guerra terminada". En vista de la nues- tra, refriega nacional que nos trajeron, develo este cansan- cio, estas ganas irrefrenables de detener la muerte, el zum- bido de la eternidad en los ojos. 2.- Manía que recobra la calle en el parpadeo del hambre, en la sinopsis de la angustia, tan grata a los programas de don- de proviene el aliento del mie- do. Esta ciudad está a merced de la queja. Desecho visual, respiramos los gusanos y los pájaros negros de la mentira: dicho y hecho, Maracay nos ladra en los oídos. Manía de sacudir las manos en la cara de la indolencia. Ma- nía insoportable para mí mis- mo, dado a reclamar -como si me tocara, como si tuviese de- recho- a los nacidos en esta urbe de egotistas , en la que ya casi nada es posible pensar en hacerla posible. Y así, manía- codepresivo, aturdido y vapu- leado, quien me habita desde afuera es una mueca, un alari- do desde lejos en este cemen- terio de alimañas. Manía, sí, tan desperdicio como zozobra, que tiene en el poeta ruso-norteamericano la misma marca: "El billete de tres rublos divertía a los aviado- res/ y a los mineros del car- bón. / Yo ignoraba que un día todo eso iba a desaparecer. / En la cocina, ollas esmaltadas/ inspiraban confianza en el fu- turo/ convirtiéndose en sue- ño,/ obstinadamente, en som- brero o ejército marciano". Que no quepa la menor duda, somos un ejército de extranjeros de otras galaxias, aliviados por los discursos, las marchas y contramarchas, los muertos con los ojos abiertos, las mujeres violadas, los hom- bres ahogados o calcinados por la fantasmagoría de esta impericia cotidiana. Púlpitos, bufetes, pantallas televisivas, palacios y casonas corroen el tiempo, la tranquilidad del viejo reloj detenido, arriba en la torre de la Catedral. 3.- Con la boca cerca de la ba- sura, entre las moscas y el olor ácido de la lechuga podrida, crece el mundo de la desespe- ranza. Mientras apestamos, el porvenir es tan inseguro como la belleza del montón de mie- do que nos llega a los hombros. "Los autos también/ iban hacia el futuro, negros, / gri- ses y a veces -los taxis-/ hasta color marrón claro. Es extra- ño y no muy agradable/ pen- sar que ni siquiera el metal conoce su destino/ y que la vida se ha gastado gracias a una apoteosis/ de la compa- ñía Kodak, con fe en las fotos/ y tirando los negativos. / Aves del Paraíso cantan, a pesar de que las ramas no se mecen". 4.- Digo de la metáfora de un árbol que ambula en la ciu- dad. Una fotografía, un hom- bre recostado de una viga de ahorcado, un borracho aluci- nado, un maníaco que se quie- re comer la luna, un uniforma- do que hace el amor con su pistola, un iletrado que lee la Ilíada y canta desde el disgus- to de saberse parte de las he- ces del mundo. Vieja manía la de morir siempre en la orilla. Manías engendradas por la sangre de los antepasados. Manía de vi- vir pese a la fosforescencia de Pavese bajo la sangre de Pa- solini. Manía de ciudad y de- jar de ser humano para arri- bar a la savia de un árbol y ol- vidarme de Brodsky. Pero, vamos, vivimos, ma- níacos, entre los miedos natu- rales y los inventados por los fantasmas de este mapa carco- mido por las polillas de la in- decencia. "Aves del Paraíso", ¿cuáles? La carroña espera por los pájaros de Hichcock, por los muertos de Poe, por los ni- ños monstruos de Quiroga, por el que a diario nos espanta con su cara de palafrenero. Manía, tanta manía, tantas ga- nas de ser ciudad y rechazar la calle hacia el infierno.

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Maracay, Sábado 29de octubre de 2011

Crónicas del Olvido

Maníasde ciudad

ALBERTO HERNÁNDEZ

1.-

De Joseph Brodsky aque-lla manía de encerrarseen una botella y dejar la

ciudad asilada, al resguardode quienes hacían de la borra-chera fiesta para consagrar.No en vano comentado por elpoeta Juan Gelman, me tras-lado desde su lectura hasta elpoema "Una fotografía", paraaislarme un poco y deshacer-me de la pesadilla que a diariocorrompe nuestra tranquili-dad: "Vivíamos en una ciudadcolor vodka helado. / La elec-tricidad venía de lejos, de pan-tanos, / y el departamento denoche parecía/ sucio de tur-ba y picado por mosquitos".

De paseante de esta Mara-cay, paso a refistolero, a ca-lumniador de árboles, los mis-mos que Brodsky deja a un ladopara seguir tocando las faucesde la urbe: "Las ropas erangruesas, denunciaban/ la cer-canía del Ártico. Al fondo elcorredor/ se crispaba el telé-fono recobrado, reacio, / elsentido después de la guerraterminada". En vista de la nues-tra, refriega nacional que nostrajeron, develo este cansan-cio, estas ganas irrefrenablesde detener la muerte, el zum-bido de la eternidad en los ojos.

2.-Manía que recobra la calle

en el parpadeo del hambre, enla sinopsis de la angustia, tangrata a los programas de don-de proviene el aliento del mie-do. Esta ciudad está a mercedde la queja. Desecho visual,respiramos los gusanos y lospájaros negros de la mentira:

dicho y hecho, Maracay nosladra en los oídos.

Manía de sacudir las manosen la cara de la indolencia. Ma-nía insoportable para mí mis-mo, dado a reclamar -como sime tocara, como si tuviese de-recho- a los nacidos en estaurbe de egotistas , en la que yacasi nada es posible pensar enhacerla posible. Y así, manía-codepresivo, aturdido y vapu-leado, quien me habita desdeafuera es una mueca, un alari-do desde lejos en este cemen-terio de alimañas.

Manía, sí, tan desperdiciocomo zozobra, que tiene en el

poeta ruso-norteamericano lamisma marca: "El billete de tresrublos divertía a los aviado-res/ y a los mineros del car-bón. / Yo ignoraba que un díatodo eso iba a desaparecer. /En la cocina, ollas esmaltadas/inspiraban confianza en el fu-turo/ convirtiéndose en sue-ño,/ obstinadamente, en som-brero o ejército marciano".

Que no quepa la menorduda, somos un ejército deextranjeros de otras galaxias,aliviados por los discursos, lasmarchas y contramarchas, losmuertos con los ojos abiertos,las mujeres violadas, los hom-

bres ahogados o calcinadospor la fantasmagoría de estaimpericia cotidiana. Púlpitos,bufetes, pantallas televisivas,palacios y casonas corroen eltiempo, la tranquilidad delviejo reloj detenido, arriba enla torre de la Catedral.

3.-Con la boca cerca de la ba-

sura, entre las moscas y el olorácido de la lechuga podrida,crece el mundo de la desespe-ranza. Mientras apestamos, elporvenir es tan inseguro comola belleza del montón de mie-do que nos llega a los hombros.

"Los autos también/ ibanhacia el futuro, negros, / gri-ses y a veces -los taxis-/ hastacolor marrón claro. Es extra-ño y no muy agradable/ pen-sar que ni siquiera el metalconoce su destino/ y que lavida se ha gastado gracias auna apoteosis/ de la compa-ñía Kodak, con fe en las fotos/y tirando los negativos. / Avesdel Paraíso cantan, a pesar deque las ramas no se mecen".

4.-Digo de la metáfora de un

árbol que ambula en la ciu-dad. Una fotografía, un hom-bre recostado de una viga deahorcado, un borracho aluci-nado, un maníaco que se quie-re comer la luna, un uniforma-do que hace el amor con supistola, un iletrado que lee laIlíada y canta desde el disgus-to de saberse parte de las he-ces del mundo.

Vieja manía la de morirsiempre en la orilla. Maníasengendradas por la sangre delos antepasados. Manía de vi-vir pese a la fosforescencia dePavese bajo la sangre de Pa-solini. Manía de ciudad y de-jar de ser humano para arri-bar a la savia de un árbol y ol-vidarme de Brodsky.

Pero, vamos, vivimos, ma-níacos, entre los miedos natu-rales y los inventados por losfantasmas de este mapa carco-mido por las polillas de la in-decencia. "Aves del Paraíso",¿cuáles? La carroña espera porlos pájaros de Hichcock, porlos muertos de Poe, por los ni-ños monstruos de Quiroga,por el que a diario nos espantacon su cara de palafrenero.Manía, tanta manía, tantas ga-nas de ser ciudad y rechazar lacalle hacia el infierno.

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Contenido Maracay, Sábado 29 de octubre de 201110

Comenzaré por las tres últimas visitantes y colo- nizadores del país de las

letras, esto es, las novísimaspoetas, que han aparecido conpie firme en el ejercicio de laescritura poética, jóvenes coninformación y decidido empe-ño de hacer carrera a travésde los espejos que son la emo-ción vital del poema, comocasa de la suprema altura hu-mana. Xiomara Ortega Truji-llo, representa la imagen másfiel de su generación, con eltiempo que vive, busca y co-noce, lo que no ha estado a sualcance y hasta alardea congracia cuando cita los cantosde la tierra, del hombre queella conquista con su palabrabreve, cabalgando el erotismodel hambre de no saberse cier-ta en el quicio de una puerta,donde ni un paso más es posi-ble sin la muerte en el traspa-tio de la casa de su invención;Dory Rojas, ahora canta ma-ternidades, fundándose en supropia vida, supongo fina, dis-tinguida, cuando abre su can-to en ese espacio lírico de lasvidas que quiere ser y que vadejando en su poesía , y que,sin embargo, al final maltratacon la consigna política for-zada en el cuerpo del poema ode los poemas, pero en ellahay signos que la desmarcande las sombras no deseadas;pero vayamos adentrándonosen las edades de la concrecióndel tiempo; de asiento líricosu poesía, verso corto, breví-simo, que se pierde en su mis-ma órbita, para aparecer,como si programada fuera surotación en torno a su eje, asíes la poesía de Carmen Virgi-nia Travieso, la autora del lin-dísimo libro “Poemas de Ju-nio Lluvioso”, que la EditorialLa Espada Rota publicara hacecuatro años, de grata acepta-ción en el público lector, con-forman, a mi entender, lo másinteresante de los que hastaque ahora fundamentan laobra en esta región de Vene-zuela. Estoy seguro de la exis-

La literatura hechaen Barinas, últimos 25 años

ALBERTO JOSÉ PÉREZ

tencia de otros nombres pero,en verdad, no conozco la obraque creciendo tienen, lo sé.

De los cincuenta en adelan-te, Arnaldo Erazzo se ha con-vertido en un novelista de ex-cepción, un escritor de oficio,creo que desde los tiempos delBar "Londres" ya lo era. Re-cuerdo que nuestro malogra-do amigo Aldo Messori Lara,también cuentista y novelistacomo Erazzo, me comentó enalguna oportunidad que lasnovelas que requería la lite-ratura venezolana las daría

Arnaldo porque era un fantas-ma que siempre desaparecíacomo los personajes de fábu-las medievales. En ese ordende ideas, un día aparecía ycontaba la historia de lo queescribía y se marchaba, pro-metiendo que no prometeríanada para mañana; RamónLameda, narrador, como Era-zzo, es el otro, de los magnífi-cos escritores que han enri-quecido la narrativa nacionaldesde aquí; Leonardo Gusta-vo Ruiz ha desarrollado el en-sayo político de las ideas, sin

dejar de lado su oficio primi-genio de poeta, construyendouna obra aplaudida y destaca-da en estos últimos doce años,además animando la promo-ción de los más jóvenes talen-tos y de la permanencia de lasfiestas que son las bienales li-terarias, a mi entender, lacontinuación de los coloquiosliterarios que aquí se hicieronen la década de los ochenta ynoventa, Giondelys Montilla,emerge como cronista de opi-nión y literario, poeta y cuen-tista, a comienzos del tercer

milenio. Conozco poco su tra-bajo pero lo que he visto y leí-do es suficiente como para in-tentar leerlo de nuevo; AlexisAlarcón Vielma, poeta y en-sayista de obra conocida, esquizás, la referencia más emo-tiva que pueda dar de la vidaliteraria de esta región de Ve-nezuela, un escritor a tiempocompleto, a veces silencioso,a veces parlante, sin darsecuenta, igual va de Grecia a loslatinos como a las más recien-tes literaturas del planeta. Elensayo, la crítica y la poesíason la clave de los puntoscardinales de su vida intelec-tual, con hondura, sin dejarde ser sencilla su escritura,esto quiere decir que es unautor de marcada trascen-dencia en medio de su vidasilenciosa, lejos del mundode las ferias de vanidades;otro poeta por el que mere-cidamente doy mi aplauso esArnulfo Quintero López: elhumor hace vida en su obray con él, siempre, la reminis-cencia de viejos tiempos, na-cen de sus palabras como lahistoria que no espera lamuerte del tiempo, para sercontada; Leonardo MartínezLaap, que ya debiera tenerbuena cantidad de obras pu-blicadas, no cesa en su escri-tura aunque, también, comoAlarcón Vielma, vive fuerade la bulla intelectual de gru-pos y eso le ha permitido es-cribir una poesía rica en so-nidos, pienso, polifónicoscomo la que, recientemente,tuve oportunidad de escucharde su propia voz .

Pero entre los narradores esmenester mencionar a Neme-cio Urbano Díaz, también deobra de muchas voces, de ex-huberancia verbal e imagina-tiva; yo quisiera recordarotros nombres, ahora quehago este inventario sobre laliteratura venezolana que hanacido en la región barinesa,pero mi horizonte apenas seextiende a cuartilla y media.

Entonces me doy por ven-cido, perdónenme la vida, ma-ñana otro paso será posible eneste lugar del planeta, dondetodavía hay selvas y ríos.

RAMÓN LAMEDA

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Maracay, Sábado 29 de octubre de 2011 Contenido 31

Las películasde vaqueros

YURITZI HERNÁNDEZ

Westward the Women,dirigida por A.

Wellman, 1951.

Mi papá es amante delas películas de vaqueros, a su lado vi los

clásicos de este género. Susproducciones favoritas: Cen-tauros del desierto, El bueno,el feo y el malo, El tren de las3.10, Los siete magníficos, en-tre otras encontraron tam-bién cobijo en mi corazón.

Desconozco la razón de suafición a las películas del oes-te, mi teoría es que, por naci-miento, se siente arraigado a lospaisajes desérticos del Oeste.Nació, mi abuela -perdoneme-,bajo los huizaches en un ran-cho cerca de Caborca, Sonora,y vivió al norte de México, enla frontera con los Estados Uni-dos de América, cuyo territo-rio es semidesértico con climaárido. Así surgió, creo yo, suinclinación por los bandidos,pistoleros y pioneros de losEstados Unidos.

El desolado paisaje del de-sierto, las adversidades de lavida y la lucha contra la injus-ticia son algunos de los ele-mentos de las películas deloeste. Usando como escena-

rio: fuertes, misiones abando-nadas, ranchos en medio de lanada, pueblos de una calle concantina, tienda de abarrotes,banco, y oficina para el algua-cil, con la cárcel, casas, todascon porches y amarraderopara los caballos.

Generalmente hay dos tiposde personajes, los emigrantesde las ciudades que van a bus-car suerte en tierra de indioscon la intención de asentarse,formar una familia y vivir enpaz. Y los bandidos que vivenfuera de la ley, aprovechándo-se de los débiles. Ambos vivenbajo la constante amenaza deun ataque de los indios y so-portan estoicamente las cir-cunstancias climáticas.

Si tuviera que elegir mi pe-lícula de vaqueros favoritaescogería: Westward the Wo-men (Caravana de mujeres),dirigida por A. Wellman en1951. En la trama 138 muje-res con fines matrimonialesviajan en caravana desde Chi-cago hasta el Valle de Califor-nia, estas mujeres se enfren-tan a la rudeza del desierto,son atacadas por los indios dela región, sufren pérdidas hu-manas y las inclemencias delclima, sin embargo todas so-portan impertérritas el viaje.Estoy segura de que, de ha-ber estado en su lugar, yotambién me hubiera lanzadoa la aventura en busca deotros horizontes.

Locuray LiteraturaMARINA SANDOVAL

"El verdadero loco,porque no finge, com-

parte realmente undominio con el artista:

el de la ruptura.Pero la ruptura delartista es un sostén

y un momento de sugenio, el del loco es

una prisión"André Malraux

(Las voces del Silencio)

Se afirma con frecuencia larelación existente entre lalocura y las artes. Eviden-

temente que la hay, pero no esuna relación de causalidad,sino de casualidad. No se llegaa la locura por ser artista, ni elcamino del arte conduce a lalocura. Todas las biografíasevocan la independencia delos grandes creadores, que serebelan contra el orden social yse retiran del mundo para refu-giarse en el exilio de la creación.El creador es un ser profunda-mente asocial, que desafía lasconvenciones, lo que hace quecon frecuencia se le considereun loco; puesto que la locura seacerca a la sumisión.

Es probable que el yo crea-dor, nazca de una problemá-tica esencialmente depresiva,pudiendo la creación actuarde manera reparadora en eseyo. "Repercusión reparadoraque en realidad es el modusoperandi de la creatividad"(Phillipe Brenot). Compartien-do esta posición, ConcepciónPérez Rojas sostiene, que lacreación; lo mismo que magiay religiones, delirio y ciencia,tienen como motor funda-mental la urgencia de la repa-ración del tiempo y el espaciodel origen, la vuelta al estadoparadisíaco.

La alternancia maníaco- de-

presiva ha sido evocada conreferencia a numerosos crea-dores o personajes fuera de locomún, entre los cuales citare-mos a Balzac, Auguste Comte,Lutero, Schumann, Hemingway,Althusser, Gerard de Nerval,entre otros. El caso de Rim-baud, es emblemático y nospermite comprender la articu-lación entre creación artísticay locura. En "Una temporadaen el Infierno", describe congran lucidez esa toma de con-ciencia de sus innumerablesalucinaciones y de la locuraque lo acecha. Rimbaud, re-presenta el fulgor y la pre-cocidad, pero también la pre-sencia de la locura y la huídapreservadora. Escribe toda suobra entre los dieciséis y losdiecinueve años, en el trans-curso de los cuales tienen ac-ceso a sus sentimientos másprofundos e "inventa" la poesíamoderna. En cuanto a Gerardde Nerval, la enfermedad aca-bó por imponerse. Pero la lo-cura de Nerval era auténtica, yestaba tan unida a la escrituraque no es posible disociar unade la otra. En plena locura, du-rante los dos últimos años desu vida, Nerval nos deja el su-blime canto inacabado de Au-relia, donde describe con mu-cha precisión la euforia de la

fase maníaca: "En ocasionesnotaba mi fuerza redoblada:me parecía saberlo todo, com-prenderlo todo, la imaginaciónme ofrecía deleites infinitos".De acuerdo con Cirlot, en Ner-val, la locura parece poseer unfactor positivo, no sólo por laactivación extraordinaria delas facultades "normales" delespíritu y la angustia que obli-ga al escritor a dar de sí elmáximo antes de la catástrofefinal, sino también por el gra-do de unificación y de claridadde la llamada "Libertad Men-tal" con el que el autor exponesus vivencias, sean reales,imaginarias o demenciales.

En los dos casos menciona-dos anteriormente, quedaevidenciado como la llamada"locura" activa el mecanismoreparador de la vivencia de lotrágico, siendo la escritura elelemento sanador, la vía te-rapéutica que abre las puer-tas a la angustia contenida yno el germen de la enferme-dad como se cree con fre-cuencia. Conciente de estepoder sanador, la poeta argen-tina Alejandra Pizarnik, decía:"El quehacer poético implicaexorcizar, conjurar y ademásreparar. Escribir un poema esreparar la herida fundamen-tal, la desgarradura".

ILUSTRACIÓN: GOYA

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Contenido Maracay, Sábado 29 de octubre de 201132

Cuentos brevesde Alfonso Solano

ITHE VAMPMe quedé dormido por un instante. Soñéque era un vampiro y vagaba por la nochesolitaria acechando a posibles víctimas.Al despertar, sentí el gusto salado yamargo de la sangre en mi boca. En micama, justo a mi lado, yacía boca arribacon los labios entreabiertos, la víctimacon dos puntos rojos cerca de su venayugular. Era mi mujer.

IIFREE FALLEl ángel bajó bruscamente. Se percatóque caía estrepitosamente y descendía auna velocidad desconocida. De pronto,sintió un ruido sordo que estremeció todosu cuerpo. Abrió sus ojos y se miró lasmanos. Se dio cuenta, que había perdidosus alas. Estaba en el mundo de loshumanos.

IIIEL AMAZONASExistía un campo abierto, un gran camposin horizonte. El ave que surcó los cielos,viajó al sur y desapareció delante denuestra vista. Se escapó el rumor de losbosques. Sólo se escuchó el tímidoviento, silbando sobre nuestros rostros.La selva había desaparecido.

IVEstaba sorprendido. Me encontrabaincólume sobre el tejado como una perso-na expuesta al disparo de una ametrallado-ra, con las manos arriba, haciendo equili-brio. No pude sino tambalear en un vaivéntímido. Me quedé paralizado. Entonces, depronto, la teja rodó y cayó estruendosajusto sobre la cabeza de mi vecino, quepasaba en ese instante a un lado de micasa, para llevarme la cortadora de césped,que le había prestado una semana antes.Quedó tirado, como un bistec, en medio deljardín.

VTIEMPO CIRCULARLos rayos del sol se colaron por la venta-na azul, iluminado toda la habitación. Erauna mañana alegre y abierta, con aleteosbreves de los insectos que zumbabandesde el jardín contiguo, en medio de lasflores. Samuel se había despertado y aldirigirse al baño para lavar su cara, justoal mirarse en el espejo, se encontró conla figura de un venerable, sereno y bajitoanciano de 90 años.

VISOBRE UNA HISTORIETADE QUINO 1Los novios habían llegado al final delcamino; se estaban casando de velo ycorona frente al gesto alegre y sorprendidode amigos, familiares y cercanos. Peronunca sospecharon que la vieja y horondacigüeña, estaba confesándole a soto voce,detrás del altar cubierto, el secreto deellos al cura párroco de la iglesia queestaba a punto de iniciar la ceremonia.

VIISOBRE UNA HISTORIETADE QUINO 2Gustav, había arreglado escrupulosamen-te, el sofisticado aparato para grabar elcanto trinado de la avecilla mañanera,que había convocado el día anterior.Esperó impaciente a que el ave llegara asu ventana. La avecilla había llegado a lahora convenida. Encendió la cónsola,dirigió el micrófono y lo acercó sigiloso almenudo pico de la pequeña ave. Actoseguido, comenzó a grabar el repertorioabrumado que surgía de la garganta delmirlo de los campos. Se hizo un silencio,y luego de súbito, se escuchó el truculen-to ruido de la patada soberana quepropinó Gustav a la pequeña avecilla.Luego, con la calma y la actitud flemáticaque caracteriza a los Ingleses, se sentóen su gran sillón acolchado y mullido ycomenzó a escuchar -fascinado- elproducto de su grabación. Allí se quedóabsorto en la música, toda la mañana.

VIIIEL ILUSIONISTAEl niño caminaba, con paso seguro yapresurado, rumbo al pequeño pueblo deriberas en medio de un camino verde, yde pronto, como en una aparición, setopó con el viejo anciano que estabasentado a la sombra de un enorme árbol,en medio del prado. El anciano, sinmediar palabras, lo miró profundo a susojos y extendió, con un gesto elegante, subrazo para obsequiarle una rosa amarilla,que había aparecido de la nada en lamano de aquel extraño hombre. Depronto la rosa flotó y se convirtió en unaflauta de madera que desaparecióvolando en frente de él, a la medida quese alejaba de su vista. Y como en unsueño, todo el paisaje se fuedesdibujando lentamente hasta quedesapareció por completo, incluyendo almisterioso anciano. El niño se quedó soloen medio de la nada.