susan meier - serie volver a vivir 03 - jefe a reganadientes

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De musa… a esposa.Embarazada y sola, a Laura Beth solo le quedaba la opción de trabajar para el brillante artista Antonio Bartulocci. Era increíblemente atractivo… ¡y un jefe muy difícil!Antonio no había podido volver a pintar desde la muerte de su esposa. Pero, inesperadamente, cautivado por la inocente belleza de su nueva empleada, pensó que quizás hubiera encontrado a la mujer que podría devolverle la inspiración que creía perdida para siempre. Era un milagro que le decía que todavía tenía cosas hermosas por las que vivir.

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12ContenidoArgumento.....................................................................................................................................4Captulo Uno.................................................................................................................................5Captulo Dos................................................................................................................................14Captulo Tres...............................................................................................................................21Captulo Cuatro..........................................................................................................................28Captulo Cinco............................................................................................................................37Captulo Seis................................................................................................................................44Captulo Siete..............................................................................................................................53Captulo Ocho.............................................................................................................................65Captulo Nueve...........................................................................................................................71Captulo Diez...............................................................................................................................82Captulo Once..............................................................................................................................88Captulo Doce..............................................................................................................................95Eplogo.......................................................................................................................................1033ArgumentoDe musa a esposa.Embarazada y sola, a Laura Beth solo le quedaba la opcin de trabajar para el brillanteartista Antonio Bartulocci. Era increblemente atractivo y un jefe muy difcil!Antonio no haba podido volver a pintar desde la muerte de su esposa. Pero,inesperadamente, cautivado por la inocente belleza de su nueva empleada, pens que quizshubiera encontrado a la mujer que podra devolverle la inspiracin que crea perdida parasiempre. Era un milagro que le deca que todava tena cosas hermosas por las que vivir.4Captulo UnoLaura Beth Matthews se haba sentado en el borde de la antigua baera de porcelanaque tena el apartamento de Nueva York, el piso que iba a tener que dejar a la maana siguiente.Llevaba su larga melena castaa recogida en un elegante moo francs, y luca un diseooriginal en organza lavanda de Eloise Vaughn para su papel de dama de honor. En la mano,sostena una prueba de embarazo que acababa de hacerse.Las lgrimas se le acumularon en los ojos. No haba duda ya: estaba embarazada.Laura Beth, vamos! era la voz de Eloise, que la llamaba tocando a la puerta con losnudillos. Que la novia soy yo, y tendra que disponer de bao por lo menos diez minutos pararetocarme el maquillaje!Perdn!Se sec rpidamente las lgrimas y se mir en el espejo del armario. An no tenachurretes negros por la cara, pero el da era joven an.Por primera vez desde que Eloise, Olivia y ella decidieran pasar la noche anterior a laboda de Eloise juntas, y vestirse tambin juntas al da siguiente, lament haber tomado esadecisin. Estaba embarazada. El padre de su hijo, uno de los directores que trabajaba para elmarido de Olivia, la haba tachado de golfa cuando ella le cont que tena un retraso y quepodran ser padres. Y ahora no solo tena que sonrer durante toda una boda, sino que no lequedaba ms remedio que encontrar dnde esconder aquel test de embarazo en un baodiminuto.Mir a su alrededor.Un segundo!A falta de otra solucin, decidi envolverlo en papel higinico y tirarlo a la papelera. Secoloc una alegre sonrisa en la boca y abri.Eloise estaba all, deslumbrante con el vestido que Artie Best, su jefe, haba diseadoexpresamente para ella. Una seda maravillosa cea sus curvas, y el escote, en forma de corazn,estaba adornado con brillantes falsos. Un collar con piedras verdaderas, cuyo valor bastara paraalimentar a un pas del Tercer Mundo durante una dcada, le adornaba el cuello.Los ojos volvieron a llenrsele de lgrimas, en aquella ocasin de alegra por su amiga.Eloise, Olivia y ella se haban mudado a Nueva York con miles de ilusiones como estrellas en losojos. Ahora Olivia estaba casada y haba dado a luz a un nio, Eloise lo estara en unas horas yella ella estaba embarazada, del peor hombre posible como padre y, en veinticuatro horas,tendra que dejar aquel apartamento.Estaba en un buen lo.Antonio Bartulocci se mir en el espejo. Se haba cortado el pelo para la boda de Ricky yEloise, pero aun as los rizos negros le llegaban por los hombros, y se pregunt si no deberarecogrselo en una coleta. Mir a la derecha, a la izquierda, y al fnal lleg a la conclusin deque se estaba preocupando por nada. Eloise y Ricky eran sus amigos, y les daba igual su airebohemio.5Se enderez la corbata plateada por ltima vez, sali de la suite que ocupaba en el ticode su padre en Park Avenue, y se dirigi a la habitacin principal.Unos cmodos sofs color agua se haban colocado uno frente al otro, sobre unaalfombra de un gris plido, y cerraban el conjunto unas sillas blancas estilo reina Ana. Unachimenea de piedra gris ocupaba la pared del fondo, y en una esquina haba un pequeo bar enmadera de nogal. La vista del horizonte de Nueva York que haba desde el ventanal le dej sinrespiracin la primera vez que la vio, pero desde la muerte de su esposa, ni siquiera llamaba suatencin.Date prisa, Antonio! le llam su padre desde el bar, mientras se serva una copa debourbon. Llevaba un sencillo traje negro, camisa blanca y corbata a rayas amarillas que despuscambiara por un esmoquin para la recepcin de la noche. Aunque pasaba de los setenta y lesobraban algunos kilos, el millonario Constanzo Bartulocci era un hombre atractivo, cuyoaspecto hablaba de dinero y poder y que no viva en el mundo del comn de los mortales, sinoen un universo que poda controlar. A diferencia del mundo de Antonio, en el que la pasin, lainspiracin y la suerte lo gobernaban todo.Estoy detrs de ti.Constanzo dio un respingo y se dio la vuelta, llevndose la mano al corazn.Menudo susto me has dado!Antonio se rio.Ya lo veo.Apur la copa de un trago y seal la puerta.Venga, vmonos, que no quiero terminar metido en un atasco de periodistas como laltima vez.Antonio se coloc la corbata una vez ms.T has hecho de m el monstruo al que los paparazzi siguen a todas partes.T no eres un monstruo un suave acento italiano dulcifc su voz, sino uno de losmejores pintores del siglo veintiuno. Tienes mucho talento, hijo.Por supuesto Antonio era consciente de ello, pero tener talento no era lo que la mayorase imaginaba. Su don no se poda envolver en una cajita de plata de la que sacarlo solo cuandolo necesitara. El talento, la necesidad de pintar, el deseo irrefrenable de explorar la vida sobre unlienzo era su motor, pero durante los ltimos dos aos ni siquiera haba sido capaz de tocar unpincel. En aquellos ltimos tiempos, coma, beba, dorma pero, en realidad, no viva. Graciasa los millones que le haba hecho ganar su arte en los ltimos aos, y an ms a las sabiasinversiones que haba hecho siguiendo los consejos de su padre, haba transformado esosmillones en cientos, de modo que el dinero no era problema para l. Tena la libertad y elrespaldo necesario para poder ignorarlo.Las puertas del ascensor se abrieron sin hacer ruido, y ambos entraron.Constanzo suspir.Si tuvieras un asistente, esto no habra pasado.Antonio intent ocultar una mueca de desagrado. Saba bien a qu se refera su padre.Lo siento.6Quera que hubieras sido t el artista que pintara los murales para el nuevo edifcio deTucker. Ese trabajo lo habran visto miles de personas todos los das. Gente corriente. Habraspodido llevar tu arte a las masas de un modo concreto. Pero se te pas la fecha de presentacinde los bocetos.No se me da bien lo de las fechas.Precisamente por eso necesitas un asistente.Antonio contuvo el deseo de apretar los ojos. Lo que necesitaba era que lo dejarantranquilo. O mejor an: poder dar marcha atrs en el tiempo para no casarse con una mujer quefuera a traicionarlo. Pero eso no poda ser. Tena entre manos una mezcla de dolor yculpabilidad de la que ya no iba a poder deshacerse.La limusina de su padre les esperaba ante el portal y caminaron bajo la marquesina ensilencio. Antonio invit a su padre a subir el primero.Se acomod en el cuero blanco del asiento, delante de un discreto minibar ubicado juntoa los controles multimedia. Su padre puls algunos botones y una suave msica clsica envolviel espacio.El conductor cerr la puerta y en menos de un minuto estaban en movimiento.Un asistente personal podra ocuparse tambin de algunos de los asuntos pendientesde Gisella.Antonio apret los dientes y su padre suspir.Bueno, lo digo porque parece que t no quieres hacerlo aadi, y volvi a suspirar.Antonio, han pasado ya dos aos. No puedes seguir sufriendo as indefnidamente.Antonio mir a su padre y esboz una sonrisa. Fingir queestaba sufriendo haba sido el modo de sobrevivir a los aos que haban transcurridodesde la muerte de su esposa. La hermosa Gisella haba entrado en tromba en su vida, como unhuracn. Veinticuatro horas despus de conocerse ya estaban juntos en la cama. Veinticuatrosemanas despus, se haban casado. Estaba tan colgado de ella, tan profundamente enamoradoque los das, las semanas, los meses, le haban parecido minutos. Pero, mirando atrs, reconocalos sntomas que deberan haberle puesto sobre aviso. No es que su carrera de modeloprofesional se hubiera venido abajo, pero tampoco avanzaba como debera, y casarse con unpintor italiano que haba alcanzado la fama recientemente haba vuelto a ponerla en elcandelero. Su repentino inters en causas internacionales no haba forecido tan intensamentehasta que encontr el modo de utilizar esas causas para mantener su imagen y su nombre en losperidicos y en boca de todo el mundo. Incluso haba llegado a hablar en la asamblea de lasNaciones Unidas. Y l se haba sentido tan orgulloso, tan qu idiota!Hijo mo, s que a los hijos, cuando ya son adultos, no les gusta que sus padres les denla tabarra y se metan en su vida, pero esta vez tengo que hacerlo para decirte que debes pasarpgina.Antonio se volvi a mirar por la ventanilla sin contestar. Nueva York era un herviderode gente en primavera. El trfco avanzaba muy despacio, mientras que un gran nmero deresidentes caminaba alegremente por la acera con ropas ligeras ya. El sol reverberaba en lasfachadas de los edifcios ms altos. Hubo un tiempo en que se enamor de aquella ciudad, msan de lo que lo haba estado de la naturaleza en su pas de origen, Italia. Pero incluso eso se lohaba echado a perder.7Por favor, no les estropees el da a Ricky y Eloise con tu tristeza.No estoy triste, padre. Estoy bien.La limusina se detuvo, bajaron, y entraron en el enorme edifcio de piedra gris que erala catedral.La ceremonia fue larga, y el pensamiento de Antonio vol hasta el da de su boda, enaquella misma iglesia, con una mujer que nunca lo haba querido.No, no estaba triste. Estaba enfadado, furioso ms bien, hasta un punto en el quealgunos das el corazn pareca latirle despacio por el peso que arrastraba. Pero no podaarruinar la reputacin de una mujer que lo haba utilizado para llegar a ser un icono cultural,del mismo modo que tampoco poda fngir que haba sido la esposa perfecta.Y esa era la razn por la que no poda tener un asistente personal revolviendo en sudespacho, entre sus papeles o en su ordenador.La ceremonia termin, y el sacerdote dijo:Os presento al seor y la seora Langley.Ricky, su mejor amigo, y su preciosa esposa, Eloise, se volvieron para mirar a la familiay los amigos sentados en los bancos, que rompieron a aplaudir. Los recin casados echaron aandar por el pasillo central. La dama de honor, Olivia Engle, y el padrino, Tucker Engle,tambin marido y mujer, los siguieron hasta la puerta, y Antonio camin para reunirse con sucompaera en la boda, Laura Beth Matthews.Laura Beth era una joven dulce que ya conoca desde haca tiempo, cuando ella fue avisitar a Olivia y Tucker en su villa italiana, y cada vez que haba un bautizo, un cumpleaos ouna festa en el tico de los Engle en Park Avenue, se encontraban. Por desgracia siempre sehaca acompaar de un novio bastante molesto, una persona que no encajaba en el mundo deTucker Engle ni en el de Ricky Langley, pero que intentaba conseguirlo casi con desesperacin.Laura Beth apoy la mano en su antebrazo y le sonri antes de que ambos siguierantambin a los novios por el pasillo central.Mientras Ricky y Eloise saludaban a la larga fla de invitados que iban pasando por elatrio, Antonio se volvi para decirle:Ests preciosa.Eloise tiene unos diseos maravillosos respondi, mirndose.Ah, no saba que lo haba hecho ella.Laura Beth asinti, pero, cuando pos sus ojos verdes de nuevo en l, su mirada carecade vida.Ests bien? le pregunt, poniendo su mano en el brazo de ella.Como si hubiera pulsado un botn, de inmediato se anim:S, claro que estoy bien. De maravilla. Es que ha sido una maana muy estresante.Qu me vas a contar a m! Alguna vez has viajado con un millonario, que espera quetodo el mundo y todo est al alcance de su mano?Ella se rio.Venga ya! Tu padre no es as. Yo le adoro.8T solo le has tratado estando de vacaciones o en las festas que Tucker y Olivia lesorganizan a los nios. Cuando cruces el Atlntico con l, me lo cuentas.Ella volvi a rerse, y parte del peso que Antonio llevaba siempre en el pechodisminuy. Con una hermosa melena oscura y unos maravillosos ojos verdes, Laura Beth erademasiado bonita para estar tanNo sabra decir cmo. Nerviosa, no. Infeliz, tampoco. Pareca ms bien distante. Comosi estuviera preocupada.Eloise y Ricky an tenan una larga fla de invitados ante s, de modo que le dijo:Qu te pasa?Ella lo mir sobresaltada.Pasarme?S. Ests aqu un momento, pero tu pensamiento se va lejos al siguiente. Es evidenteque andas pensando en otra cosa. O intentando analizar algo.Yo bueno, es que maana tengo que dejar el piso antes de las doce.Antonio enarc las cejas.Y no has recogido an?S, lo tengo todo preparado, pero es que an no he encontrado dnde ir.Puedes quedarte en el tico de Constanzo de momento. Nosotros nos vamos maanapor la maana.Laura Beth se sonroj.S, ya. Tambin podra quedarme en casa de Tucker y Olivia. Se me da de maravillaaprovecharme de los dems.La fla de invitados haba desaparecido, y Ricky y Eloise se disponan a salir. Antoniotom la mano de Laura Beth para conducirla a una puerta lateral.Anda, vamos, que tenemos que preparar el confeti para cuando salgan.Cuando Antonio tom su mano para guiarla hasta la luz del clido da de primavera,Laura Beth sinti una punzada en el corazn. Con su pelo negro, largo y rizado y unospenetrantes ojos oscuros, era el modelo vivo de artista sexy, aunque no era esa la razn por laque el corazn se le haba quejado, sino por su modo sencillo de hacer que se sintiera parte de loque estaba pasando, cuando su mente se empaaba en arrastrarla lejos de all. Era un buenhombre, con un gran corazn y un enorme talento.Se haba medio enamorado de l el mismo da que lo conoci, pero entonces sala conBruce. Luego Antonio se cas, y apenas dos aos despus, lloraba la muerte de su hermosa,inteligente y comprometida esposa, as que nunca se haba permitido firtear con l. Y ahora,embarazada, apenas dej que el pensamiento se le pasara por la cabeza, sino que se dedic ahacer comentarios livianos y entretenidos mientras posaban para las fotos y horas ms tarde enel saln de baile del Waldorf, mientras cenaban.Antonio se rea cuando tocaba, pero no le pas desapercibida la tristeza de su mirada.Pretenda entretenerlo, pero no lo estaba consiguiendo. Sus propios problemas le pesaban9demasiado, lo mismo que a l los suyos le aguaban la festa. Los dos se haban quedado sinchistes, sin temas inocuos y sin ancdotas graciosas. O peor an: cada vez que l la miraba conaquellos ojazos, le entraban ganas de firtear. Flirtear! l tena problemas. Ella tena problemas.Y le quedaban ganas de firtear? Qu ridiculez. As que, despus del baile, disimuladamentesali del saln hacia el tocador.Se sent en el sof que haba en la antesala y respir hondo varias veces. Podraesconderse en su apartamento una noche ms, pero tena que decidir ya dnde iba a dormir alda siguiente. En el tico de Tucker y Olivia o en el de Constanzo Bartulocci? Una vez ms,aceptando caridad.Cunto tiempo iba a vivir as? No tena nada, ni siquiera un trabajo decente, y estabaembarazada de un hombre que la consideraba una golfa. Dios, qu desastreLos ojos se le llenaron de lgrimas. Lo que le faltaba.Respir hondo una vez ms y se levant del sof. Poda ser imposible fngir que no tenaproblemas econmicos, pero durante las prximas horas pretendera ser feliz y cumplira consus obligaciones de dama de honor.Mirndose al espejo, ech hacia atrs los hombros y respir hondo una vez ms. Lo ibaa conseguir.La primera persona que vio al volver al saln de baile fue Antonio, de modo que cambide direccin. La atraccin que le inspiraba aquel hombre era tan fuerte que podra derretirse ensus brazos mientras bailasen, y eso no estara bien. l segua de luto por una mujer maravillosaa la que haba adorado, y ella tena problemas que solucionar antes de pararse tan siquiera aconsiderar la posibilidad de firtear con alguien, y mucho menos de derretirse en sus brazos.Mientras pasaba junto a grupos de empresarios que rean, famosos reconocidos por lasociedad y camareros que servan champn, tuvo una extraa epifana, o quizs un golpe derealidad. Ella estaba all solo por quienes haban sido sus compaeras de piso. En los cuatroaos que haban pasado desde la primera vez que la invitaron a aquel mundo extrao Olivia yEloise, ellas no solo haban encontrado su verdadera vocacin, sino al amor de su vida, mientrasque ella ella no haba encontrado ni una ocupacin decente. A pesar de rozarse con montonesde ejecutivos en aquellas festas, ni siquiera haba sido capaz de encontrar un trabajo a jornadacompleta. Y a pesar de estar ante aquel abanico de solteros deseables, no haba encontrado a unhombre que la quisiera.Quizs no fuera consciente de que tena un problema. A lo mejor es que se mezclabacon la clase de gente equivocada. Al fn y al cabo, ella perteneca a la clase trabajadora. Por quse crea capaz de encajar en el mundo glamoroso de los millonarios? Solo por el hecho de quesus amigas s pudieran?Por el rabillo del ojo, Antonio vio a su acompaante en la boda acercarse a la barra ypedir un ginger ale. Bastara con tocarle un poco el brazo y llamar su atencin para salir deaquel atolladero, pero no sera justo. No solo necesitaba aclarar de una vez por todas aquelasunto con su padre, sino que estaba claro que Laura Beth quera estar sola, y no estara bienarrastrarla a aquel drama.Sabes qu? se dirigi a su padre, respir hondo. Solo haba un modo de detener aConstanzo, y era fngir estar de acuerdo con l. Que me lo voy a pensar.10En el fondo, no era mentira, se lo iba a pensar, pero hasta ah iba a llegar. De ningnmodo metera a un desconocido en su casa, y mucho menos iba a darle acceso a sus cosas. Noestaba dispuesto a permitir que una persona cualquiera pudiera llegar a tropezarse con algunode los embustes de su mujer mientras organizaba expedientes o listines de telfono.La cara de su padre se ilumin.De verdad?De verdad.Y crees que volvers a pintar?Mir brevemente a Laura Beth y dese poder capturar la expresin perdida de sumirada, a medio camino entre la tristeza y la aoranza. Desde luego tena una belleza naturalsorprendente: sus pmulos marcados conferan a su rostro una calidad de escultura que le iba aayudar a envejecer. Y su melena era fcil imaginarse deshaciendo el moo que llevaba ydejando que aquellos mechones de cabello oscuro resbalasen entre sus dedos abiertos, justo uninstante antes de besarla.Eehhh! De dnde haba salido ese pensamiento?Haba llegado el momento de alejarse de su padre si no quera tener ms desvaros.Pintar cuando pinte le dijo, mirndole a la cara. Ahora voy a charlar por ah con lagente.Al alejarse de la barra vio que su padre se acercaba a Laura Beth y suspir aliviado. Noiba a seguirle a l, y al mismo tiempo servira para que ella dejase sus negros pensamientos.Cuando no estaba dndole la tabarra sobre este u otro asunto de su vida, Constanzo poda serun hombre divertido.Laura Beth vio a Constanzo y se puso la sonrisa en la cara. Ahora que haba llegado a laconclusin de que no perteneca a aquel grupo, ya no tena que fngir ser una persona que noera. Ya saba lo que tena que hacer exactamente: disfrutar del resto de la boda y ponerse manosa la obra para encontrar trabajo nuevo y nuevas compaeras de piso. Nadie podra reemplazar aEloise y Olivia, sus dos mejores amigas, pero conseguira que funcionase.Pareces triste esta noche.Laura Beth asinti, aunque con una sonrisa. Constanzo era el tpico hombre rico, perono presuma de fortuna. Y muchas veces la haba hecho rer en las reuniones en casa de Olivia yTucker, de modo que no iba a ser la primera vez que confase en l aunque, por supuesto,tampoco iba a contrselo todo.Es la segunda compaera de piso que se me casa le explic, aprovechando lo msobvio. No es que eso me convierta en una solterona, pero casi.Constanzo se ech a rer.Americanos qu es eso de una solterona? Es que una mujer no puede madurar ydisfrutar de la vida sin estar casada?Ella sonri tambin.Pues claro que s.11Bien, porque las mujeres no necesitan a los hombres, sino que los desean. Quierentener un hombre en su vida, pero solo para que la complemente, no para que la defna.Alz su copa de ginger ale a modo de brindis.Sabias palabras.Y bien: ahora que hemos aclarado lo de la solterona, quieres contarme qu otra cosa tepone triste hoy?Estoy bien.l la mir a los ojos y movi la cabeza.Pues a m no me lo parece.Eres tan perspicaz como Antonio.A quin te crees que se parece?Crea que era su espritu de artista.Desgraciadamente, desde la muerte de su esposa, el artista que mi hijo lleva dentro seest secando y va a morir.Instintivamente mir a su hijo y Laura Beth hizo lo mismo. Antonio estaba increble consu esmoquin negro y el pelo suelto y un poco revuelto. No haba mujer que pasara cerca que nolo mirara con inters. Poda acercarse e invitarlo a bailar pero mejor no. Ya tena ella bastantesproblemas como para liarse con un hombre. Aun as, mientras que todas las mujeres sedeshacan a su paso, l no se daba cuenta de nada.Debe de ser muy duro que se muera tu mujer.Constanzo asinti levemente.No quiero que pierda su vida entera por ello.No lo har. Se recuperar.Necesita un empujoncito.Un empujoncito? pregunt, riendo.S, tiene que contratar un ayudante. Un asistente personal. Alguien que pueda vivircon l y devolverlo al camino.Parece una misin muy complicada.No lo creo. Hemos estado hablando de ello y parece que por fn ha aceptado la idea, loque signifca que est dispuesto a sanar de sus heridas y volver a la vida. Creo que, una vez quesu asistente le haya hecho deshacerse de los dos aos de basura que ha acumulado en su casa,ser capaz de volver a ver su futuro, y dejar atrs el pasado.Laura Beth se qued pensando un instante.Lo cierto es que lo que dices tiene sentido.Constanzo se ech a rer.Vaya, creo que nos entendemos! Por eso siempre me siento a tu lado en las festas.No hay mucho que entender respondi con una sonrisa. Eres un padre que adora asu hijo, y l es un hombre que aprecia lo que signifca tener padre. El resto es accesorio.l volvi a rer.12Ojal pudieras ser t su asistente!Laura Beth dej el brazo suspendido en el aire.Pero s que no querras vivir en Italia continu Constanzo. Y por otro lado, est loque es el trabajo en s. Supongo que ests acostumbrada a tener responsabilidades de msenvergadura.Mis estudios solo me han valido para tener trabajos temporales confes sonriendo demedio lado.Entonces, te interesara el puesto? inquiri, arqueando las cejas.Se qued pensativa un momento. Un trabajo de verdad, a jornada completa,acompaado de cama y comida, en un pas lejos de la familia y los amigos, donde poderrefexionar sobre lo que iba a hacer con su embarazo antes de que nadie supiera de suexistencia?S, me interesara. 13Captulo DosA la maana siguiente, de acuerdo con las instrucciones de Constanzo, Laura Beth tomun taxi que la llevara a la pista de aterrizaje privada que tena Tucker Engle. Agarr por el asa laexigua maleta que haba dejado en el asiento y pag al taxista un quinto del total de dinero quetena. Si lo de aquel trabajo no sala adelante, iba a quedarse sin un cntimo. Pero puesto que yaestaba metida en un buen lo, y dado que conoca bien tanto a Antonio como a su padre, aceptarel puesto de asistente personal de Antonio no iba a suponer un gran riesgo.Un remolino de viento del mes de abril levant una nube de polvo de la pista mientrascaminaba hacia el avin. Dos pilotos aguardaban junto a la escalerilla desplegada, comparandoinformacin en sendas tablillas, y al verla acercarse, uno de ellos sonri y le dijo algo en italiano.Lo siento, pero no hablo italiano contest.El piloto se ech a rer.Yo hablo ingls. En qu podemos ayudarla?Soy Laura Beth Matthews. Constanzo me dijo que les avisara para que aadieran minombre a la lista de pasajeros.El hombre mir su documentacin sin decir nada, pero el segundo piloto exclam:Ah, s. Aqu est dijo, y le quit la pattica maleta de las manos. Yo me ocupo deesto.Una desconfanza que no pudo controlar se apoder de ella al ver que un desconocidose quedaba con todas sus posesiones terrenales y se alejaba, pero el otro seal la escalerilla.Respir hondo. Tena que marcharse. Necesitaba tiempo para pensar, y un trabajo. Subilos escalones.Al llegar a la puerta, se detuvo. Aquello pareca ms un saln que la cabina de un avin.Las flas de asientos se haban reemplazado por unos sofs que invitaban al reposo, y junto aellos haba pequeas mesitas auxiliares para dejar libros, bebidas o comida. Una mesa de trabajoy un bar remataban el conjunto.Se acerc al sof preguntndose dnde diablos estaran Antonio y su padre, y seacomod en el suave cuero con el que estaban tapizados. El da anterior estaba tan nerviosa queapenas haba dormido, y lo que ms le apeteca en aquel momento era echarse una siestecita,pero un instante despus, se oy una gran conmocin fuera del aparato, as que se levant y fuea mirar por la ventanilla.Una limusina blanca y enorme haba llegado a la pista. Antonio se baj de ella y retuvola puerta para que bajara su padre.Vestido con vaqueros y una camisa de vestir sobre una camiseta blanca, Antonio tenaun aspecto completamente distinto. Siempre le haba visto vestido de esmoquin en algunasinauguraciones, o con pantalones de vestir y camisa blanca en las festas que Olivia y Tuckerorganizaban para sus hijos. Verle de un modo tan desenfadado despert la atraccin quesiempre lata cerca de l, y ms an cuando la brisa le mova el pelo. Seran sus rizos tan suavescomo parecan?Movi la cabeza varias veces ante tanta estupidez, y corri a sentarse. Acababa de ponerlas posaderas en su sitio cuando Constanzo subi abordo.14Carissima, aqu ests!Ella se levant, por si se haba sentado en el sitio equivocado.Antonio entr tras su padre y se qued parado al verla.Laura Beth? pregunt, arrugando el entrecejo.Aunque Antonio haba sido criado en Estados Unidos, haba pasado los ltimos cincoaos en Italia, y hablar italiano haba cambiado el timbre de su voz, de modo que pronunci sunombre de un modo sensual. Un estremecimiento le eriz la piel. Y otro pensamiento loacompa: aquel hombre era ahora su jefe. No solo iba a trabajar organizando sus cosas, sinoque iban a vivir juntos.Ay, Dios. Cmo no iban a andar sus pensamientos desmandados? Iba a vivir con elhombre que le gustaba desde haca cinco aos!Genial. Una chica normal y corriente como ella iba a vivir con un artista famoso que ansegua echando de menos a su mujer, tan maravillosa, tan guapa como l. El sentido comnaplac sus temores. No tena de qu preocuparse.Hola sonri.Constanzo fue hacia la parte trasera del avin.Puedo ofrecerte algo de beber?No, gracias.Antonio se detuvo ante ella. Con el pelo revuelto y la piel bronceada por el sol, estabatan guapo, tan sexy, que se le hizo la boca agua. Ms an cuando sus ojos oscuros se clavaron enella.Qu haces aqu?Mir de reojo a Constanzo, quien hizo un gesto banal con la mano.La he contratado. Iba a dejar su piso y no tena trabajo permanente, de modo que era elmomento perfecto.Antonio sonri de un modo que podra haberle parado el corazn de no haber sabidoque deba quedar fuera de su alcance.Ah. Genial.El piloto anunci el despegue inminente y Antonio le seal donde deba sentarse. l sesent a su lado, tan cerca que casi podan tocarse. Lo bastante cerca para que pudieran acabaruno encima del otro en caso de turbulencias.Cerr los ojos con fuerza. Ya basta!.Tena que controlar aquellos pensamientos, o se volvera loca viviendo con l! Nojugaban en la misma liga. De eso se haba dado ya cuenta el da anterior. Ella era una chicacorriente, embarazada y que necesitaba un trabajo ms que enamorarse de un hombre.Se abrocharon el cinturn y el pequeo taxi areo recorri la pista y despegsuavemente. Ascendi durante unos minutos y se nivel, y la seal de que deban mantener loscinturones abrochados se apag. El capitn dijo entonces que esperaban un vuelo sinincidencias y que ya podan levantarse y andar por la cabina.Para calmar los nervios y distraer a la atraccin que la asaltaba cada vez que bajaba lamirada y vea su pierna tan cerca de la de ella, sac un libro del bolso.15Me encant esa novela cuando la le.Ella mir la cubierta y luego a Antonio.No crea que te gustara la ciencia fccin.Ests de broma? En la ciencia fccin hay mucho arte. La imaginacin necesaria paracrearla y su imaginera son magnfcas.Laura Beth sonri, aliviada de haber encontrado algo normal de lo que hablar, pero suestmago escogi aquel preciso momento para rugir.Antonio se rio, pero ella se puso colorada como un tomate.No has desayunado, verdad?No haba podido hacerlo. Era como si, a partir del momento en el que haba sabido queestaba embarazada, las nuseas matinales hubieran aparecido por arte de magia.Es que no tena hambre esta maana cuando me levant.Antonio se solt el cinturn y le ofreci la mano.Anda, ven.Ella se solt el suyo y se qued mirando la mano tendida. Sinti un extrao cosquilleocuando puso la suya en la de l, y mientras se levantaba, se record que tena que dejar de sentiresas cosas de inmediato.La zona de la cola de la cabina, que ella haba credo que era un pequeo bar, era enrealidad una cocina en miniatura.No me lo puedo creer!Antonio hizo un gesto con la cabeza en direccin a su padre, que se haba quedadodormido en el sof que haba frente al que ellos ocupaban.Mi padre siempre viaja con la nevera llena. Y cuando llegamos al destino, lo que no seha comido se lleva a un comedor social con una sonrisa, abri la pequea nevera. Teapetecen huevos y unas tostadas?El estmago no se le volvi del revs ante la mencin de la comida, as que asinti.Vaya no veo mucho entusiasmo por aqu, as que mejor probamos con unas torrijas.Me encantan las torrijas! Y hace aos que no las pruebo.La invit a sentarse en uno de los taburetes que haba al otro lado de la barra. Puls unbotn y apareci lo que deba de ser un grill.Qu barbaridad!La vida de los millonarios es lo que tiene.Laura Beth mir a su alrededor, y recordando sus pensamientos de la noche anterior, nomir el avin como lo hara alguien que querra tenerlo algn da, sino como una personaagradecida por la bendicin que le haba cado de estar all y tener un trabajo y una casa en laque vivir.Resulta divertido ver cosas que no vera de otro modo.No entiendo.16S, lo que quiero decir es que yo nunca voy a ser millonaria, y que por lo tanto nuncavoy a tener un avin como este.Ah.Casc dos huevos en un plato, aadi leche, vainilla y un pellizco de algo que parecaser canela y lo bati todo; a continuacin cort el pan, moj un par de rebanadas en la mezcla ylas puso en una pequea sartn. Comenzaron a crepitar.El aire se impregn de olor a vainilla.UmmDebes de tener mucha hambre.Ya lo creo.Dio la vuelta a las torrijas, y mientras lo haca, Laura Beth lo examin con atencin,analizando los detalles que le hacan ser quien era: cabello oscuro y largo, hombros anchos,caderas estrechas pero la cara se llevaba la palma: ojos muy oscuros y piel bronceada.Mandbula cuadrada. Pmulos marcados.Algo clido y suave fot a su alrededor, y estaba a punto de volver a regaarse cuandocay en la cuenta de que nunca se haba sentido as con Bruce. Le gustaba, s; incluso se habacredo enamorada de l, pero nunca haba sentido aquella combinacin de atraccin ycuriosidad que se mezclaba con el calor de su amistad y que transformaba sus sentimientoshasta hacerlos ms especiales.Carraspe. Pero qu estaba haciendo? Otra vez con lo mismo? Aquel hombre era sujefe! Y no solo eso; adems, estaba viudo. Era un hombre que haba perdido a su esposa y quesufra por ello de tal modo que no haba vuelto a pintar. Qu iba a querer l de ella, de LauraBeth Matthews, una chica corriente y moliente que, por cierto, estaba embarazada de otrohombre? Su trabajo era devolverlo al mundo de los vivos, y no babear por l.Hizo ocho torrijas, las dividi en dos platos y le entreg uno, a lo que su estmagocontest con otro rugido.Gracias.Antonio le pas el sirope por encima de la barra y ella se sirvi, pero esper a que ltuviera el tenedor en la mano para empezar. Si algo haba aprendido en las celebraciones encasa de Olivia y Tucker, y en las elaboradas festas de Ricky y Eloise, era seguir el ejemplo de losanftriones.Antonio prob un bocado y sonri.Buscarte un trabajo que te ofreciera tambin un sitio donde vivir ha sido un modoingenioso de solventar tu problema de piso.Te parece rastrero? le pregunt, roja como la grana.En absoluto. Me parece un golpe de ingenio. Yo, cuando sal del sistema de casas deacogida, habra dado la mano derecha por un trabajo que me evitara vivir en la calle.S, pero no habras acabado yndote a vivir a Italia, y tu padre no te habra encontrado.Eso es verdad. Aunque sigo sintindome medio americano.Me encanta pertenecer a los dos mundos. Qu tal las torrijas?Deliciosas respondi, pero dej a un lado el plato del que solo se haba comido dos.Pero estoy llena.17Antonio recogi su plato y el de ella, y los meti en un cajn metlico.El personal se ocupar de ello cuando aterricemos.Qu pasada!Mejor que te vayas acostumbrando a vivir as.Seguramente, Antonio no sera tan tiquismiquis como su padre, pero mejor nocontestarle, sobre todo porque se haba pasado la noche en blanco, dndole vueltas a suspropios problemas. Con la tripa llena y el runrn del avin, lo nico que quera era acurrucarseen uno de los sofs y dormir, de modo que volvi a su sitio, se abroch el cinturn, y casiinmediatamente se qued dormida.Se despert cuando alguien la zarande suavemente.Laura Beth ya hemos llegado.Se arrebuj en la manta con la que alguien la haba tapado.Adnde?A Italia.Abri los ojos de inmediato, y cuando se encontr frente al bello rostro de AntonioBartulocci, lo record todo. Haban volado a Italia. Su padre la haba contratado. No tena piso.Estaba embarazada. El estmago se le encogi.Estaba embarazada. En un pas extranjero. A punto de enfrentarse a un trabajo nuevo.Antonio era su jefe, y la necesitaba. Pero se senta muy atrada por l. Le consideraba el hombrems sexy y guapo que haba en la tierra, e iba a vivir con l. Pero l no pensaba como ella.Eso la tranquiliz. Era bueno que solo la viera como a una amiga. Si era capaz de ocultarsu fantasa, no habra problema. Adems, estar dedicada veinticuatro horas al da, siete das a lasemana, a ayudarle a recuperar su vida la mantendra tan ocupada que no iba a tener tiempo dedarle vueltas a sus propios problemas.En realidad, eso era lo que ms le gustaba de aquel trabajo: no solo el dinero, o tener untecho bajo el que guarecerse, sino cuidar de alguien. De ese modo, lograra olvidarse de smisma.Apart la manta. Sus das de creerse parte de aquel mundo se haban terminado. Iba aenfrentarse a aquel trabajo y a ganarse una vida decente para s misma y para su beb. Todosaldra bien.Gracias por la manta.De nada.Guard en el bolso la novela que iba a haber ledo, ya que dos caballeros, Antonio yConstanzo, aguardaban a que saliera del avin.Constanzo se acerc a los pilotos a decirles algo, pero enseguida volvi junto a ellos.Laura Beth mir a su alrededor. El cielo era azul, tan perfecto como el que poda verseen Kentucky. La hierba alta y verde que creca en los campos que cercaban la pista se ondulabansuavemente con la brisa fresca.Otra pista privada?No pensars que mi padre va a tener un avin privado para luego sufrir el tormento deir a un aeropuerto comercial y tener que esperar para despegar y aterrizar, no?18Ella se rio.Es cierto. Cosas de ricos.Exacto. Hars bien en no olvidarlo.Laura Beth frunci el ceo. Era la segunda vez que le deca que debera acostumbrarse asu padre cuanto antes, cuando el jefe iba a ser l. En el avin podan relacionarse como amigospero all, en suelo italiano, tena que desempear su papel. Era su asistente. Su secretaria enrealidad. Pero aquello sera siempre mejor que cualquier otra cosa que hubiera podido encontraren Nueva York.A partir de aquel momento, su vida iba a ser aquella.Las maletas estn ya en la limusina anunci Constanzo.Qu rapidez exclam ella.Se te van acumulando las cosas que tienes que aprender sobre mi padre! bromeAntonio, riendo, y dirigindose a Constanzo, pregunt: Por cierto, cmo has pensadoexplicarle a Berenice que has contratado a una persona para que la ayude?Laura Beth arrug el entrecejo.Constanzo se sonroj.Piensas que tu padre me ha contratado para que trabaje con l? inquiri.Entonces fue Antonio quien frunci el ceo.Es que no es as?Constanzo se sonroj an ms cuando los dos se volvieron a mirarle.No la he contratado para que ayude a Berenice, sino para que sea tu asistente.La audacia de su padre dej a Antonio con la boca abierta. La rabia le eriz el vello y sutemperamento comenz a hervir, pero decidi respirar hondo y tomarse un minuto para pensarque lo que haba hecho su padre no era nada comparado con las manipulaciones de su difuntaesposa.Aun as, no pudo evitar que su voz tuviera un tinte spero y enfadado al hablar.Por qu me organizas la vida?Constanzo se volvi hacia la limusina.Yo no te organizo la vida replic, echando a andar. Anoche me dijiste que lo estabaspensando, y cuando surgi en la conversacin con Laura Beth, me di cuenta de que seraperfecta para ese trabajo, as que hice lo que mejor s hacer: anticiparme.Antonio mastic un improperio.Me manipulas!Laura Beth le roz el brazo para llamar su atencin. Sus dedos le calentaron la piel,incluso le aceleraron algo la respiracin.Yo no saba que no tena tu permiso.19No necesitaba su permiso repuso Constanzo, enfadado. Anoche me dijo que lepareca buena idea, as que, como he dicho antes, me anticip.Antonio permaneci fuera de la limusina, incapaz de entrar en el mismo coche que supadre y Laura Beth. La confusin y el resentimiento batallaban en su interior. No estaba soloenfadado porque su padre hubiera contratado a alguien en su lugar, sino que las reacciones queestaba experimentando con Laura Beth no eran correctas.Siempre le haba gustado y, s, deba reconocer que siempre haba habido atraccinentre ellos, pero de pronto, aquella maana, quizs por la conversacin ntima que habantenido en el avin, estaba sintiendo cosas que no deba sentir. Pero si ella solo era una jovendulce que intentaba encontrar su camino en la vida! Y l? Un viudo amargado! No querasentir atraccin por ella, y si ella era lista, tampoco sentira nada por l. Y lo que es peor: nodeberan vivir juntos de ningn modo.Tena que despedirla.No. Constanzo tena que hacerlo.A su espalda, el chfer cargaba las maletas en el maletero del coche. Una bolsa marrnmuy vieja sobresala sobre las dems. Tena que ser de Laura Beth.Solo una bolsa. Y bastante usada. Tanto, que l la considerara inutilizable. Pero seguroque era la mejor que tena.Se pas la mano por la boca mientras una imagen se le formaba en la cabeza. Sus doscompaeras de piso no solo haban encontrado al amor de su vida, sino que tenan carreras dexito, mientras que ella segua encadenando trabajos temporales.Demonios ahora no poda avergonzarla negndose a que trabajara para l. Pero noquera tener que vivir con una mujer guapa bajo el mismo techo, la primera que despertaba algoen l desde Gisella. Y peor an: no quera que otra persona anduviera revolviendo entre suscosas.Lo mejor que poda hacer era dejar que Laura Beth disfrutara de unos das de descansoen su casa de campo y luego explicarle con delicadeza que no quera tener asistente personal.Puesto que iba a despedirla, la enviara de vuelta a Estados Unidos con un buen chequey el cdigo de acceso al tico de su padre, para asegurarse de que estara bien mientras buscabaotro trabajo.Pero aquel mismo da, una vez se hubieran acomodado, iba a cantarle las cuarenta a supadre. 20Captulo TresAntonio mont en la limusina, pero no dijo una sola palabra hasta que llegaron a casade su padre.Laura Beth estaba muy nerviosa. No la quera. Es ms, no quera tener asistentepersonal de ninguna clase. Haba sido cosa de Constanzo, y en cuanto se bajaran del coche, laiba a despedir.Llegaron a la hermosa casa de campo de Constanzo y el dueo se baj sin ceremoniaalguna. Tambin estaba enfadado, y no le dirigi la palabra a su hijo. Cuando la limusina volvia ponerse en marcha, no pudo soportar ms el silencio.Cunto lo siento.Antonio se volvi a mirar a travs del cristal.No es culpa tuya. Como te deca antes en el avin, mi padre tiene la equivocada certezade que todo lo que desea tiene que materializarse solo con que l lo desee, y a veces lo traduceen que todo el que est a su alrededor tiene que hacer lo que l quiera, cuando lo quiera.Y volvieron a quedar en silencio. En cualquier momento la iba a despedir. Pero no lohizo. El trayecto dur veinte minutos de un extenuante mutismo. Es ms, cuando llegaron a lapuerta de su preciosa casa de campo, se baj como si no ocurriera nada.Laura Beth descendi de la limusina y mir a su alrededor. La casa estaba situada enplena campia italiana, envuelta en silencio. Colinas y valles alfombrados de verde y salpicadosde fores silvestres la rodeaban, y al fnal de un camino empedrado, haba otra construccinmucho ms pequea y antigua.Como si hubiera visto la direccin de su mirada, Antonio dijo:Es mi estudio.Lade la cabeza para contemplarlo. En cierto modo, aquella vieja casa de piedra era mshermosa que el casern enorme y elaborado que obviamente haba sido construido en losltimos aos, seguramente para su mujer.Las mejillas se le acaloraron de envida, pero rpidamente se control. Aquel hombreque le pareca tan guapo haba tenido una esposa a la que adoraba, mientras que ella haba sidocontratada para hacer labores de secretaria. Adems, la noche anterior haba decidido que iba adejar de intentar encajar en un mundo que le vena demasiado grande. Sentir celos de su mujermuerta, dejarse llevar por la atraccin que ejerca en ella un famoso artista que heredara lafortuna de su padre multimillonario era una locura que ahogara cada vez que intentara asomarla cabeza en sus pensamientos.Antonio la invit a precederle y entraron en un espacioso vestbulo, del que parta unahermosa escalera de caracol. En la pared de la derecha haba un cuadro que pareca representarel hermoso paisaje que haba alrededor de la casa, y que iluminaba la estancia con sus verdesintensos y los cegadores azules de las fores y el cielo.Yo ya he visto esto antes.Antonio se rio.En la mansin que tienen Olivia y Tucker en Montauk.21Cierto!He querido recuperarlo y se lo he comprado.Lo comprendo. Es precioso!Es lo primero que pint cuando alquil la ruina esa que ahora uso como estudio.Estaba de pie a su espalda, y senta su presencia a modo de pequeos escalofros.En cuanto pis suelo italiano, supe que esta era mi casa, que el tiempo que habapasado en el sistema de acogida en Estados Unidos haba sido una aberracin, un accidente seal el cuadro y continu: este cuadro refeja la felicidad que me produjo esedescubrimiento.Se ve.l sonri.Tucker tambin me lo dijo. Es ms, me hizo pagarle mucho dinero para recuperarlo seal la escalera. Te acompao a tu habitacin.Su inesperado cambio de humor la pill desprevenida y en un principio se queddonde estaba, con la piel acalorada por su cercana y la respiracin ms rpida de lo normal.Aun as, consigui componer una sonrisa y lo sigui escaleras arriba, sin dejar de recordarseque estaba fuera de su alcance y que debera estar prestando atencin a la disposicin de la casaen lugar de dejarse provocar por la proximidad de su jefe.Al llegar arriba, Antonio atraves un pequeo distribuidor, y al mirar a ambos lados, sedio cuenta de que la casa haba sido construida de modo que cada habitacin tuviera un accesocompletamente independiente, con su propio vestbulo. Y en cada pared haba un cuadro.Algunos atrevidos y sorprendentes; otros, clidos e intensos en color.Acabaron detenindose ante una puerta cerrada, que Antonio abri para invitarla aentrar. Laura Beth se qued sin aliento. Unos hermosos suelos de madera dorada aparecanparcialmente cubiertos por gruesas alfombras blancas. El cabecero y el resto del mobiliario erantambin blancos, y tanto el edredn como el faldn de la cama y las cortinas eran de unhermoso azul turquesa.Qu preciosidad exclam, aunque hubiera preferido no parecer tan vulgar y pobre,pero es que aquel sencillo esquema de color en una habitacin tan espaciosa, la haba dejado sinaliento.Gracias. La decor yo mismo.Ah, s? pregunt, volvindose con una alegre sonrisa, que desapareci al ver quemiraba a su alrededor como si se sintiera incmodo. Qu pasa?Nada, nada. Una tontera.Anda le anim con el mismo tono de voz que usaba para sonsacarle los secretos a suhermano mayor. Si iban a trabajar juntos, y ojal aquel cambio de humor fuera un indicador deesa decisin, necesitaba conseguir que confara en ella. Somos amigos. Puedes contrmelo.l respir hondo y dio un paso ms.En la mayora de parejas, es la mujer la que se ocupa de la decoracin, pero mi mujerestaba fuera la mir a los ojos, viajando. Tampoco tena demasiado inters por las muestrasque el decorador le enviaba, as que un buen da decid que iba a contemplar la casa como sifuera un lienzo, y se encogi de hombros, aqu estamos.22Pues si el resto de habitaciones son tan hermosas como esta, no puedo esperar paraverlo todo.l sonri.Esta noche la recorreremos.Genial contest, pero el corazn se le cay a los pies. Hablar de su mujer le habapuesto triste, as que le iba a ensear la casa, pero de mala gana. La disparidad de posicionesque cada uno de ellos ocupaba en la vida era tal que la realidad de la situacin la apabull.Poda intentar lograr que confase en ella, pero, si no era ms que una asistente, no tendra porqu ensearle la casa. Ni siquiera tendra por qu disfrutar de un dormitorio tan maravillosocomo aquel. Tampoco le habra contado lo de la decoracin, y tampoco se habra puesto triste.A lo mejor haba llegado el momento de ocupar su posicin, precisamente por l.Pero no tienes por qu hacerlo le dijo con una sonrisa discreta, intentando parecerms una empleada que una amiga . Es tu casa, y es posible que haya partes que quierasmantener en privado.La mir y Laura Beth tuvo la impresin de que su expresin estaba llena de tristeza.La gente que est sometida al escrutinio pblico carece de intimidad. Si has notado quetengo cierta reticencia a ensearte la casa es porque me recuerda tiempos mejores.Intent no mostrar un gesto de censura dirigido a s misma. Pues claro que losrecuerdos de su esposa fallecida le tenan que afectar mucho ms que el hecho de tener a unaamiga trabajando para l.Lo siento.Yo tambin mir de nuevo a su alrededor. Me encantara recuperar la inspiracin.Ojal pudiera volver a pintar se lament, y respir hondo como si quisiera expulsar, junto conel aire, los malos recuerdos. A continuacin, la mir: Tengo que ir a casa de mi padre. Estarall una hora, ms o menos, pero ya es tarde, sobre todo teniendo en cuenta las cinco horas dediferencia que hay con Nueva York. Igual quieres acostarte.Ests de broma? Pero si me he echado una siesta de siete horas! Adems, mi cuerposigue con el horario de all.A lo mejor te apetece leer un rato junto a la piscina. O prepararte algo de comer. Elpersonal no vendr hasta maana, pero la cocina es toda tuya.Y sin ms, sali de la habitacin.Laura Beth se dej caer en la cama. As haba quedado su ilusin de que accediera adarle el trabajo. Iba a casa de su padre a discutir con l por la decisin que haba tomado, ycuando volviera, sera para decirle que no necesitaba de sus servicios.Quera quedarse, y no solo porque necesitaba el trabajo, y porque fuera maravillosocontar con casa y comida lejos de todo y de todos, sino porque la tristeza de Antonio eramanifesta y alguien tena que ayudarle a salir de ese estado.Era perfectamente comprensible que Constanzo estuviera desesperado por arrancarle deaquella morria. Su hijo era un buen hombre al que la vida haba tratado terriblemente malarrebatndole a su adorada esposa, y se mereca que alguien le ayudase a volver al mundo real.Y en su caso, tener a alguien a quien ayudar le servira para olvidarse de sus propios problemas.La situacin poda ser ideal para los dos.Pero Antonio no estaba por la labor.23El estmago le rugi, obligndola a levantarse de la cama. No le quedaba ms remedioque buscar la cocina y prepararse algo de comer. Al da siguiente, a aquella misma hora, estaraen un avin de vuelta a Nueva York.Un fracaso ms.Pero en el camino a la cocina, la belleza de aquella casa mengu su apetito y la fueempujando de una estancia a la siguiente. No se esperaba una casa formal o abigarrada. Antonioera demasiado creativo para algo as. Pero tampoco se haba imaginado que quedara tancautivada por los cuadros y las esculturas que aportaban vida y energa a los sofs de brillantescolores, o al eclctico comedor que tena una larga mesa de madera en torno a la que seagrupaban diecisis sillas de distintos estilos.Al fnal se encontr en la puerta de una habitacin que contena un escritorio y una sillade respaldo alto, y que daba acceso a un enorme estudio por cuyo amplio ventanal se vea lapiscina y las fores que asomaban por todas partes.Sera su despacho? Con otro despacho enfrente? Para un asistente quizs?Acaso lo habra tenido ya antes? Tendra razn Constanzo y su hijo estaba preparadopara volver a tener a alguien?Entr dubitativa. Haba montones de papeles en la primera mesa, la que seguramentesera del asistente. Pero la otra estaba vaca; polvorienta, pero vaca.Entr despacio y pas los dedos por el polvo. No deba de haber vuelto a entrar enaquella habitacin desde la muerte de su esposa.Al llegar a la pared de cristal se detuvo. La ventana era en realidad una serie de puertas,y las desliz hacia un lado. Una brisa clida entr trayendo el olor a piscina. Cuando Antonio seviera obligado a atender a las cuestiones ms prosaicas, podra hacerlo desde la piscina.Dios los ricos saban vivir bien.Suspir y volvi a cerrar. Pero al volver hacia la puerta, le llam la atencin otra vez elmontn de papeles olvidados all. Una fna capa de polvo oscureca los sobres blancos y cubralos brazos del silln, pero no era nada comparado con el montn de papeles sin atender, decorreo sin abrir.Mirando a su alrededor, se pas las manos por el pelo. No era de extraar queConstanzo quisiera que su hijo contratase a un asistente. Desde luego, necesitaba su ayuda.Y tcnicamente, ayudarle a organizar todo aquel caos sera su trabajo si es quefnalmente poda desempearlo.Tom el primer papel que le sali al paso y vio que se trataba de una carta deagradecimiento. Se sent en el silln mientras la lea. Obviamente Antonio no conoca al autor oautora de aquella carta, as que una sencilla nota agradeciendo el escrito bastara comorespuesta.Se recost en el respaldo. Una caja de papel de carta llam su atencin. Una hermosa Amanuscrita se una con la B de Bartulocci. Qu admirador no querra recibir una carta deagradecimiento con el membrete del artista al que admiraba?El deseo de encender el ordenador y escribir una breve nota de agradecimiento surgicomo una tentacin. Se volvi hacia el monitor que ocupaba uno de los lados de la mesa.Bastara con apretar el botn que lo encenda yNo. No poda hacerlo. No estaba bien.24Aun as, alguien tena que ayudarle, y sera un modo de demostrarle su vala.Puso el dedo en el botn e iba a presionar cuando an se detuvo. El programa delordenador estara en italiano aunque, por otro lado, Antonio se haba criado en EstadosUnidosMovi la cabeza. Una cosa era ocuparse de algunas cartas, y otra muy distintaescribirlas sin su permiso.Pero de qu otro modo poda demostrarle lo que vala?Antonio par la moto delante de la puerta de la casa de campo que tena su padre.Entr sin llamar y fue directo a la sala de juegos. Por supuesto all lo encontr, jugando al billar.Ya veo que la siesta que te has echado en el avin te ha renovado las energas.Constanzo dej el palo.Antonio! Por qu no ests en casa?Con la asistente que me has contratado? Porque no quiero secretaria, y porque quieroque dejes de meterte en mis cosas.No me meto en nada. Solo me anticipo.Antonio gimi.Eso es meterte, padre, y no puedo seguir as. No solo porque me cabrea, sino porqueesta vez le ests haciendo dao a una mujer inocente, que se va a quedar destrozada cuando laenve de vuelta a casa.Pero si eres t el que la va a mandar de vuelta a casa, cmo puedo ser yo el que lahaga dao?Porque has sido t el que la ha trado aqu engaada!Yo no he hecho tal cosa. La necesitas.No hay modo de razonar contigo! Siempre ves solo lo que quieres ver.Eso es cierto, pero es la razn de que gane tanto dinero se acerc al mueble en el queguardaba los tacos de billar y eligi uno para ofrecrselo a su hijo. En esto, a veces, me ganas.Antonio le quit el palo de las manos.Si ganas t, me la quedo. Si gano yo, se vuelve a casa despus de unas semanas dedescanso. Pero t le pagars una indemnizacin por despido y le dejars quedarse en el tico deNueva York.Trato hecho sonri su padre.Decidieron que jugaran a la mejor de tres. Constanzo jugaba al billar constantemente ensu tiempo libre, y era muy bueno, pero Antonio necesitaba demostrar algo, lograr que su padrecomprendiera que no poda hacer lo que le diera la gana, de modo que no solo quera ganar,sino que tena que hacerlo. Y al fnal lo logr, aunque solo por un punto.Constanzo suspir.Ests cometiendo un error. La necesitas. Y ella necesita ese tiempo.Antonio ech a andar hacia la puerta.25Por eso voy a dejar que se quede unas cuantas semanas. Le dar tiempo de encontrarsolucin a sus problemas. Y t aadi, volvindose a su padre, le vas a pagar laindemnizacin. Y que sea lo bastante grande para que pueda alquilarse un piso decente.Constanzo suspir.Es una equivocacin que la mandes de vuelta a casa, pero he perdido la apuesta yestoy de acuerdo. Si decides que se vaya, yo le pagar la indemnizacin.Antonio volvi a subirse a la moto sintindose algo mejor. No quera herir a Laura Beth,y tampoco le gustaba el hecho de haber tenido que apostar para salirse con la suya en unasituacin en la que su padre no debera haberle metido. Pero haba ganado.Revolucion el motor y sali por la carretera de las colinas, dejando atrs campos de unverdor insultante, con el viento agitndole del pelo y azotndole la cara. Cuando lleg a su casa,la oscuridad era total, y pudo ver que haba luz en el despacho. Aparc en el garaje, inquieto, yatraves la despensa, la cocina y lleg al comedor.No haba luces en la piscina, de modo que pens que Laura Beth deba de estar mscansada de lo que crea y se haba retirado a su habitacin. Sera un alivio no tener queenfrentarse a ella hasta el da siguiente, de modo que se dirigi al estudio para apagar la luz.Pero, al entrar, se qued paralizado. All, detrs de los montones de correo sin abrir ydel monitor del ordenador, estaba ella.Qu haces? le pregunt, acercndose.Llevo un rato aqu sentada, resistindome a la tentacin de abrirteelcorreo explic,sealandolacartade agradecimiento. Te conozco losufcientemente bien como para poder contestar en tu nombre. Esa, y cualquier otra de eseestilo.El miedo colision con la rabia. Pero los montones parecan intactos, y no habaencendido el ordenador, de modo que no poda haber visto nada.Las sienes comenzaron a latirle con fuerza, pero hizo un esfuerzo por calmar la voz.Has entrado en mi estudio sin permiso.No he tocado nada, salvo esta carta que ya estaba abierta respondi, mirndolo a losojos. Adems, es mi trabajo organizar tus cosas.Antonio respir hondo. El recuerdo de haber encontrado all el itinerario de su esposa ylos de sus amantes le engull y le hizo temblar de rabia, no hacia Laura Beth, sino hacia sumujer. Hacia su audacia desvergonzada. Y hacia su propia estupidez. Todo ello, sumado a lainformacin del aborto. La cita en el calendario. El pago hecho con un cheque. El modo en queni siquiera haba intentado ocultar que se haba deshecho de su hijo.Cmo demonios se enfrentaba un hombre a eso? Cmo enfrentarse a otra personasabiendo que su mujer ni siquiera le haba dicho que estaba embarazada?Le cost un esfuerzo mprobo suavizar el tono de voz, pero lo consigui.No estoy preparado para esto.Ella volvi a sealar el montn de papeles.No tienes que estarlo. Si la mayora de estas cartas son de admiradores, yo puedocontestarlas. Puedo crear listas de peticiones para que asistas a eventos con los que recaudarfondos. Puedo coordinar tu agenda con Olivia aadi, refrindose a su amiga, que tambin era26su marchante. Y creo que esa es la idea de Constanzo: que tengas una asistente personalespabilada que pueda liberarte de todo ese trabajo.No quiero verte aqu dentro! Nadie debe poner un pie aqu!Su grito reverber en las paredes del mudo despacho. Laura Beth se encogi y lo mircon los ojos muy abiertos y asustados.Antonio se pas la mano por la nuca.Perdona. Lo siento. Pero esto no es para m con un gesto la invit a levantarse. Porfavor, sal de ah.Ella se levant y se alej de la mesa.Puedes quedarte un par de semanas aqu. Descansa, toma el sol, haz turismo siquieres, yo mismo puedo llevarte a conocer un poco los alrededores. Pero no quiero tenerasistente.Su angustia se vio doblada al darse cuenta de que a ella le temblaban los labios.En serio cuando vuelvas a Nueva York puedes alojarte en el tico de Constanzo. Y lse har cargo de una generosa indemnizacin por despido.Los labios dejaron de temblar por el fuego que se encendi en sus ojos verdes.Qu?Este error lo ha cometido por l, y es justo que lo pague.Yo no quiero una indemnizacin, sino un trabajo! Tu caridad es un insulto, sobre todoporque yo puedo ganarme la vida por m misma, y est ms que claro que t necesitas quealguien se ocupe de ese trabajo.Dio dos pasos y se plant delante de l, con lo que Antonio se qued desconcertado.Tena las mejillas arreboladas y la mirada encendida. De su cuerpo emanaba el calor en oleadas,lo que dispar su deseo. Siempre le haba gustado cmo saba defenderse sola.No quiero volver! Lo que quiero es este trabajo. Lo necesito!Se acerc an ms, y la fuerza de su mirada le golpe como lo habra hecho unpuetazo en el estmago. Haca aos que no vea una pasin as. No la haba sentido en smismo desde haca toda una vida. Apenas pudo refrenar el deseo de besarla para beberseaquella energa.Se acerc ms an. Se atrevera ella a besarle?Laura Beth no retrocedi. Estaban cara a cara, fuego contra fuego.Ya te he dicho que no voy a lamentar estar a miles de kilmetros de distancia de mifamilia. Necesito estar aqu. Quiero este trabajo!Antonio compuso una mueca parecida a una sonrisa burlona. l estaba sintiendopasin, y ella hablaba de un trabajo. Deba de estar muy cansado para andar tan desatinado, sipensaba que una mujer pretenda besarlo cuando en realidad estaba defendiendo su trabajo.As que dio media vuelta y ech a andar hacia la puerta.Antonio le llam. Su voz sonaba tan cerca como si siguiera pegada a l. Antonio,necesito estar lejos de mi familia y de mis amigos durante un tiempo. Tengo problemas de otrotipo que tengo que solucionar no sigui hasta que l se dio la vuelta y la mir. Estoyembarazada.2728Captulo CuatroEmbarazada?Laura Beth se qued mirndolo con el corazn encogido y los nervios a for de piel. Suanuncio pareca haberle tranquilizado, pero mientras discutan, haba visto algo en su mirada.Se esperaba ira, y estaba preparada para enfrentarse a ella, pero a su mirada abrasadora, no. Eldulce y considerado Antonio haba sido reemplazado por el sexy Antonio, un hombre que lamiraba como si deseara besarla.El nico modo de enfrentarse a aquello era dicindole la verdad, y all estaban,hablando de algo que no estaba preparada para escuchar.Solo estoy de dos meses.l se pas la mano por los ojos. Pareca confuso, pero haba vuelto a ser su amigoAntonio.Soy un hombre, y ahora mismo no s si lo que debo hacer es felicitarte u ofrecerteconsuelo. Es decir, que s que para ti supone un problema, pero los bebs son maravillosos movi la cabeza. Mi padre se vuelve loco con ellos! Le da igual que sea nio o nia.Simplemente le encantan!Laura Beth sinti ganas de rer, y no solo porque se sintiera aliviada, sino porque habaconseguido que pensara en el beb como lo que era: un beb. Una niita. O un niito. No soloiba a ser madre, sino que iba a tener en sus brazos a un beb.Prefero la enhorabuena.Y el padre? Va a estar a tu lado?No saba bien qu decir y trag saliva. Pero en los siete meses que le quedaban deembarazo, iba a tener que contestar muchas veces a esa pregunta, as que cuanto antes seacostumbrara, mejor.No se aclar la voz. Digamos que su respuesta ha sido poco entusiasta.Entonces, no habr boda?No quiere volver a verme, ni a m ni al nio.Los abogados de mi padre pueden obligarle a formar parte de la vida del nio.Yo no quiero. Me dijo que me enviara una pensin para las necesidades del nio, perosolo si nadie se enteraba.Pues meparece queesoyalohasestropeadocontndomelo.Dio unos pasos por la habitacin.Si no quiere formar parte de la vida de su hijo, entonces yo tampoco lo quiero. Unpadre enfadado le hara ms mal que bien. Y no quiero su dinero.Menos mal que Antonio no le dijo lo que en aquel momento habra sido ms obvio: quesu necesidad de dinero era tan acuciante que no poda permitirse rechazarlo. Pero lo quepregunt fue:Qu es lo que quieres?29Ella se encogi de hombros.Tiempo. Tengo que contarles a mis padres, conservadores donde los haya, que su niaest a punto de ser madre sin un padre que cubra el puesto. Y voy a necesitar un trabajo que nosolo cubra mis necesidades, sino tambin las de mi hijo. Por eso trabajar para ti solucionabatodos mis problemas.l hizo una mueca.Puedes quedarte.La esperanza le foreci en el pecho. Estar all era una oportunidad perfecta, pero nopoda aceptar caridad.Quedarme y ser tu asistente?Eres amiga ma. No tienes por qu ganarte la comida en esta casa.Claro que s! explot. No puedo aceptar caridad. Es que no te das cuenta?l suspir y neg con la cabeza.Lo nico que yo veo es una mujer con mucho orgullo.Ah, s? espet, cruzndose de brazos. Pues yo veo exactamente lo mismo que t. Teopones a la idea de tu padre de contratar a un simple asistente, algo que por otra parte necesitasencarecidamente, y no ests dispuesto a ceder ni un pice. Por qu no quieres que trabaje parati?Somos amigos, y deberas estar en mi casa como invitada, no como empleada.No es esa la razn de que te opongas a tu padre.Ahora me vas a decir a m cmo me siento?Antes de que supieras que estaba embarazada, ya no queras que trabajase para ti,cuando est ms que claro que necesitas un asistente, as que tiene que haber una razn por laque te niegas a que alguien trabaje para ti.Antonio suspir.Est bien. No me lo digas, porque no me importa. Yo lo que necesito es ganarme lavida, y a juzgar por el correo que he visto sobre la mesa, est claro que por lo menos podrascontestar a las cartas de tus admiradores. He estudiado contabilidad, as que tambin podrallevarte el control del dinero. A lo dems que haya en tu ofcina, en tu vida, o en tu mundo, nisiquiera me acercar.Volvi a suspirar.Eres una mujer embarazada que necesita un descanso. Emplea el tiempo que vayas aestar aqu conmigo para divertirte un poco.Ella lo mir desafante.No. Si no me dejas trabajar, no pienso aceptar tu caridad. Ni siquiera lo de vivir untiempo en el tico de Constanzo. Me vuelvo a casa.No tienes casa a la que volver.Ya pensar algo.Si le digo a Constanzo que ests embarazada y que te niegas a disfrutar de unassemanas de descanso, no te dejar usar su avin.30Tomar un vuelo comercial.No puedes permitrtelo.Lo s, pero encontrar el modo.No hay modo!Entonces, deja que me quede aqu dos semanas trabajando como tu asistente! Si no tegusta lo que hago, o si sigues convencido de que no necesitas a nadie cuando pasen esas dossemanas, me quedar otras dos solo descansando y luego me volver a casa.Pareca dudar, casi como si no estuviera acostumbrado a que se comprometieran con l.Frunca el ceo, y su expresin y su porte eran tan diferentes a lo que eran cinco minutos antesque Laura Beth empez a sentirse confusa. Antes de empezar la discusin, de que supiera queestaba embarazada, su mirada era penetrante. Le brillaban los ojos. Incluso habra jurado quedeseaba besarla. Pero al mismo tiempo no haba hecho movimiento alguno para intentarlo. Eracasi como si esperara, como si la estuviera tentando a acercarse ella. Sera eso lo que esperaba?Y con qu fn?En serio? Si te dejo que trabajes para m dos semanas, luego te quedars otras dosdescansando sin discutir?S. No volver a darte la lata: trabajar dos semanas y luego pasar otras dosdescansando. Es decir, si es que luego sigues queriendo que me vaya.La voz le tembl un poco al considerar que poda haberse sentido atrado por ella. Si nole hubiera contado lo de su embarazo a lo mejor la habra besado. Bastaba con imaginrselopara que la cabeza le diera vueltas.Quin sabe? continu. A lo mejor trag saliva. A lo mejor te gusto.El corazn se le lanz cuando sus miradas se encontraron. Antonio no pareca habercaptado el doble signifcado de sus palabras.Constanzo puede ayudarte a encontrar trabajo en NuevaYork sugiri l.Laura Beth sonri con tristeza. Antes de saber que estaba embarazada, poda haberlaencontrado atractiva, pero ya no. El corazn se le encogi un poco, pero eso no tenaimportancia.No poda tenerla. Tena otras preocupaciones ms acuciantes. Al fn y al cabo, qu iba aquerer de una mujer corriente y embarazada un hombre que haba estado casado con unasupermodelo?Ambos dieron unos pasos para separarse.Tendra que ganar un montn de pasta para poder vivir en Nueva York sola, sobretodo teniendo en cuenta los gastos de un nio. Si no he podido sobrevivir como chica soltera, esuna locura pensar que lo conseguira como madre soltera. Despus de la boda pens enbuscarme otras compaeras de piso, pero ahora me doy cuenta de que es prcticamenteimposible encontrar a otras dos mujeres que quieran compartir el piso que podramospermitirnos con un beb. Creo que, al fnal, voy a tener que volverme a Kentucky, vivir con mispadres hasta que nazca mi hijo, y despus rezar para que pueda encontrar un trabajo.31La tristeza de su voz le ci los hombros como una manta fra y hmeda. Dos minutosantes, su combatividad le haba hecho desear besarla, pero de pronto se haba vuelto dcil ysumisa.Y no es que no se alegrara. Ahora que saba que estaba embarazada, su interior se habaparalizado con una especie de temor desconocido. Lo ltimo que quera tener en su vida era auna persona que le recordase al hijo que haba perdido. Podra tenerla en su casa durante lascuatro semanas de descanso que necesitaba; cuatro, antes de que se le empezase a notar elembarazo. Pero le sera imposible presenciar el crecimiento del hijo de otro cuando el suyo habasido desechado.Laura Beth seal la puerta que tena a la espalda.Si no te importa, me gustara prepararme un sndwich.Te acompao paraEstoy bien. Y necesito un momento de soledad.Y sali.Antonio se dej caer en la silla de respaldo alto que tena ante el escritorio y se pas lasmanos por la cara. El hombre que adoraba la paz y la tranquilidad iba a tener ahora de modoconstante la presencia de una mujer embarazada y permanentemente hambrienta. Encinta. Unamujer soltera y sin un cntimo, dispuesta a rogar y a sacrifcar su futuro con tal de poderquedarse con su hijo Y su esposa, rica, que habra podido tener toda la ayuda del mundo,haba decidido abortar.Apret los ojos. Tena que sacarla de su casa antes de que el embarazo resultara patente,si no quera tener ante s un recordatorio constante de su tristeza y su rabia.Pero no iba a hacerlo pisoteando sus sentimientos, permitiendo que pensara que habahecho algo mal. Haba sido la maraa en que tena sumidos sus sentimientos lo que le habahecho reaccionar tan mal.Aquella misma noche deba disculparse con ella, antes de que se fuera a dormir, paraimpedir que se llevara el peso de la prdida de otro trabajo sobre las espaldas como si fuera unerror ms.Se levant de inmediato y fue a la cocina, pero la encontr vaca. Y limpia. Ni siquierauna miga en la encimera.Esperaba no haberla molestado hasta el punto de quitarle el hambre. A lo mejor habasalido a tomar un poco el aire, as que esper en la cocina. Veinte minutos despus, no habavuelto.Qu idiota haba sido pues claro que la haba molestado dicindole que no podaquedarse. Estaba embarazada, y por lo tanto, muy sensible. Seguro que andaba echndose laculpa por todo lo ocurrido.Tena que disculparse y hacerle ver que no era culpa suya que l no pudiera aceptarla,de modo que subi por la escalera hacia su dormitorio. La tira de luz que asomaba bajo lapuerta blanca de su alcoba indicaba que estaba dentro, y llam con los nudillos.Laura Beth?No obtuvo respuesta, pero, dado que la luz estaba encendida, deba seguir despierta, alo mejor leyendo la novela de ciencia fccin que traa en el avin.Volvi a llamar.32Laura Beth?Nada. Suspir. Por mucha intimidad que pudiera querer ella, no estaba dispuesto apasarse la noche despierto, enfadado consigo mismo por ser la causa de su ansiedad y de que sehubiera ido a la cama sin cenar.Puso la mano en el pomo de la puerta.Voy a entrar.En cuanto la puerta se abri, comprendi por qu no le responda. Tirada en la cama,envuelta en una toalla de bao, estaba su invitada. Los pies le colgaban por un lado de la cama yla melena suelta le caa por la espalda. La toalla marcaba sus nalgas redondeabas.El hecho de que pudiera estar enfadada con l desapareci de su cabeza como lo harauna nubecilla de humo, deshecha por el empuje de la curiosidad y el inters. Lo mejor quepoda hacer era salir de su habitacin. Estaba dormida. Agotada, claro. Y acercarse sin ser odono era una actitud muy caballerosa.Pero en aquel momento no se senta precisamente como un caballero. El artista quellevaba dentro examin las lneas suaves de su espalda, la curva que hablaba de la feminidadms clsica, de su piel blanca interrumpida por los mechones oscuros que brillaban al ritmo quesu respiracin haca elevarse o descender la espalda.El deseo de pintar lo estremeci, intenso y agudo, dejndolo sin respiracin. Los dedosle temblaron, anhelando el tacto de la madera del pincel, y sacndolo al mismo tiempo de aqueltrance.Dios benditoCerr los ojos. Quera pintarla. De verdad. En la boda, haba querido capturar laexpresin de sus ojos, pero eso haba sido casi ms un deseo.Lo que acababa de experimentar era un autntico deseo de plasmarla en un lienzo, dedarle vida a la esencia de su ser.La excitacin le empap al seguir contemplando la espalda, el pelo, la paz de su rostrosobre la sbana blanca. La atraccin que no deseaba foreci, pero el deseo de pintar no volvi.Se sinti invadir de angustia, pero consigui bloquearla a tiempo. No poda explicaraquel breve instante en que haba deseado pintarla, pero se haba desvanecido, y seguramenteera lo mejor que poda pasar. Haba tomado la decisin correcta dejndola ir. Aunque sucapacidad de pintar decidiera volver a la vida, no podra pintarla. Tardara semanas en capturarla imagen que quera, y a esas alturas ella ya dara muestras de su embarazo, y lexperimentara toda la tristeza de la prdida de su hijo una y otra vez.Sin hacer ruido sali de la alcoba y la dej seguir durmiendo.A la maana siguiente, a Laura Beth la despert el brillante sol de Italia que se colabapor las persianas de lamas de su dormitorio y se fltraba por el fno tejido azul turquesa de lascortinas. Se estir perezosamente en la cama, sobre unas sbanas que tenan el tacto de deuna toalla?Frunci el ceo y al mirarse record de golpe lo que haba pasado la noche anterior.Haba estado demasiado cansada para prepararse algo de comer, pero se haba obligado a33ducharse y luego se haba quedado dormida antes de haber tenido ocasin de ponerse elpijama. El embarazo era un estado lleno de sorpresas.En fn aquel iba a ser el segundo da de su vida con los pies pegados a la realidad. Sehaba acabado lo de soar despierta o de entusiasmarse demasiado. Tena un hijo al que teneren cuenta. La noche antes le haba dicho a Antonio que se imaginaba a s misma volvindose aKentucky, pero ese plan no era el ideal, ni mucho menos. Sus padres la recibiran y querran a suhijo, aunque el padre de la criatura no quisiera saber nada de l y su hija no estuviera casada.Pero no haba muchos trabajos para una licenciada en Tecnologa de la Informacin en Starlight,Kentucky, la pequea ciudad en la que se haba criado. Si pretenda ganarse la vida con unsalario decente, tendra que conseguir un puesto en el que pudiera utilizar sus conocimientos, yen eso deba centrar el mes de margen del que iba a disponer. Tena que perflar exactamentequ clase de trabajo podra desempear y en qu ciudad lo encontrara.Se puso sus mejores vaqueros, que de todos modos estaban ya bastante gastados, unacamiseta corta color rosa y baj las escaleras sintindose un poco mejor. Dado que habadormido ms de lo que tena por costumbre, las nuseas de la maana apenas hicieron acto depresencia. Antonio segua sin estar dispuesto a darle la oportunidad de demostrar que poda seruna buena asistente, pero ella necesitaba tiempo para analizar sus opciones. Y eso s que se lohaba concedido, adems, en la bella Italia.Tcnicamente, tena suerte.Mucha suerte.Cuando abri la puerta de la hermosa cocina de acero, los ruidos propios de sartenes ycacerolas mezclados con la charla del servicio, la recibieron. El personal empleado en casa deAntonio no haba estado el da anterior. De hecho, le haba comentado que les haba dado unosdas libres mientras l estaba en Nueva York para la boda de Eloise y Ricky. Pero aquellamaana estaban en la cocina, ocupados en lo que deban de ser sus tareas diarias.Buenos das!Las tres mujeres se quedaron paradas. Llevaban uniformes amarillos, el pelo recogidoen un moo en la nuca y podran haber sido trillizas de no ser porque una de ellas deba deandar por los setenta aos, la que estaba en la mesa rondara los treinta y la que llevaba un paoen la mano no deba de tener ms de veintipocos.Buenos das contest la mayor de las tres, con un acento bastante marcado.Laura Beth entr un poco ms.Soy una amiga de Antonio, y me voy a quedar unas semanas con l. Con un poco desuerte, le ayudar a organizar su despacho.La ms joven de las tres sonri y sus hermosos ojos castaos sonrieron.S.La mayor hizo un gesto con la mano como para quitar importancia.Su ingls no es muy bueno, as que Dios sabe qu ha credo entender dijo, saliendo dedetrs de la isleta central que alojaba una cocina profesional de seis fuegos. Le apetece uncaf?No puede tomar caf se escuch la voz de Antonio y el sonido de la puerta de vaivnal cerrarse. Est embarazada.Los ojos de las tres mujeres se agrandaron, pero a continuacin, sonrieron.34Como si fuera una nia a la que acaban de pillar con la mano metida en la lata de lasgalletas, Laura Beth se volvi. Antonio se haba recogido el pelo en una coleta, y la curva de untatuaje se asomaba por el cuello de su camiseta, lo que le hizo preguntarse qu clase de dibujose habra hecho grabar en el hombro un artista. Se deca que llevaba un magnfco dragn que lellegaba desde el cuello hasta casi la cintura, y que era precioso.Sus miradas se encontraron y el estmago le dio un salto. La atraccin se despert deinmediato, y record cmo la haba mirado la noche antes. Pero no se poda permitir algo ascon el jefe, aunque fuera tan guapo y sexy como l, con aquellos ojazos oscuros que parecanocultar un abanico de secretos, y aquel pelo indisciplinado que enmarcaba el rostro cincelado deun aristcrata. Pero despus del encuentro del da anterior en el despacho, todo en l parecaan ms intenso.Haba querido besarla. De eso estaba completamente segura. Por qu no se habradecidido a hacerlo?La curiosidad aument. Algo clido y suave le tembl en la boca del estmago.La voz de la mayor de las empleadas rompi el trance.Vamos a tener un beb en la casa!No cort Antonio, que quera aclarar la situacin. Vamos a tener a una mujerembarazada durante cuatro semanas.Ah. Ya.Te presento a Rosina le dijo, sealando a la mayor de las tres. Ella supervisa aCarmella y a Francesca.Laura Beth les dio la mano.Encantada de conoceros.Las tres mujeres dejaron escapar una risita.Es que no estn acostumbradas a que los invitados les den la mano.Es que yo soy una empleada, igual que ellas respondi, mirndolo. Dios, cmo estabaaquel hombreQuiso retroceder un paso, pero perdi un poco el equilibrio. Ojal fuesen las nuseasmatinales, porque pensar que ver un hombre guapo poda hacerle perder el conocimiento lla sujet por los brazos.Anda, vamos al comedor para que te eches algo al estmago.La piel le palpitaba donde l la haba tocado, y tuvo que recordarse que era solo unamigo que la haba sujetado para que no se cayera. Y estaba embarazada de otro hombre, y node l. No tena ni idea de lo que los hombres italianos pensaran a ese respecto, pero muchosamericanos se lo pensaran dos veces antes de asumir la responsabilidad de criar al hijo de otro.Maldita sea! Por qu tengo yo que estar pensando en esas cosas?.Antonio apart una silla y la ayud a sentarse.Enseguida vuelvo se disculp. El desayuno no tardar.Ella asinti y l sali. La ventana ofreca una maravillosa vista de la piscina en primerplano, los jardines de un verde lujurioso, y ms all an, el cielo azul. Ya haba estado en Italiaen otra ocasin, pero aquel lugar, el elegido de Antonio, era tan perfecto que pareca un pedacitode paraso, tanto que una paz que le era casi desconocida se asent en ella.35La puerta volvi a abrirse. Era Antonio.Perdona.Rosina entraba detrs con dos platos con huevos, beicon y tostadas que dej sobre lamesa. Luego volvi a salir. Antonio despleg la servilleta y tom el tenedor.Espero que te sienten bien los huevos y el beicon.Ella asinti entusiasmada. Incluso el estmago le haba empezado a rugir.Seguro! Tengo un hambre de lobo.No me extraa. Anoche no cenaste. Fui a la cocina diez minutos despus de ti y noestabas.Es que estaba rota. Todo el mundo habla de lo de las nuseas matinales, pero a nadie lehaba odo hablar del cansancio.Cambi de posicin los cubiertos que tena junto al plato.Cuando le dije estamaana a Rosina que te habas quedado dormida anoche sin tan siquiera haberte puesto elpijama, me dijo que durante los tres primeros meses las embarazadas estn siempre cansadas yque se quedan dormidas a la primera de cambio.Segua hablando, pero no registr lo que deca. La cabeza le haba explotado nada msorle decir que saba que se haba quedado dormida sin ponerse el pijama. Eso quera decir quehaba estado en su habitacin, lo cual signifcaba tambin que la haba visto desnuda en la cama.La cara se le puso roja como la grana.Qu pasa?Anoche viniste a buscarme?S.Gimi.Qu? insisti l, frunciendo el ceo.Pues que me viste desnuda!l volvi a bajar la mirada a la cubertera.No. Te vi tumbada en la cama envuelta en una toalla. No estabas desnuda.Qu puntilloso.Los americanos sois exagerados para esas cosas.T eres medio americano!Antonio se ech a rer.Qu es lo que te preocupa tanto? Tienes una espalda preciosa. Me encantara pintarte,pero cambiara la toalla por un pauelo de sedaSe detuvo y volvi a fruncir el ceo.Qu?Ahora me toca a m no decir nada respondi, limpindose con la servilleta.Ah, s? Pues a m no me importara posar para un retrato.Pues ibas a estar un buen rato, porque hace dos aos que no pinto.36Desde la muerte de su esposa. Ya lo saba. Y saber que haba estado sufriendo durantedos largos aos bastaba para no seguir haciendo preguntas, as que parti un trozo de tostada.Rosina volvi al comedor.Perdone, seor, pero su paquete ya ha llegado. Les he dicho que lo lleven al despachocomo me pidi.Antonio se levant.Gracias, Rosina.Laura Beth los mir a ambos, pero la doncella se limit a sonrer antes de salir de nuevo.Antonio haba dejado la servilleta junto al plato.Debe de ser tu ordenador.Mi ordenador?S. He comprado uno nuevo, ya que has insistido en jugar a ser mi secretaria durantedos semanas. Vente al despacho cuando hayas terminado. Lo instalar.Laura Beth tuvo una sensacin extraa al verlo salir del comedor. Por qu habracomprado un ordenador nuevo, teniendo como tena dos equipos en perfecto estado? Quizs losprogramas estuvieran en italiano s, seguramente sera eso, se dijo, y sigui con el desayuno.Ojal pudiera comer algo ms, pens al terminar, y no porque tuviese hambre, sinoporque simplemente quera ms comida. Pero tendra que controlarse si no quera acabar comouna foca.Subi a su habitacin, se lav las manos y los dientes y baj al despacho.Vaya exclam al entrar, qu maravilla.Todo haba sido colocado en montoncitos perfectos sobre su mesa, y el viejo ordenadorestaba en el suelo, en un rincn.Antonio seal su propio despacho.No quiero que toques nada de lo que hay ah dijo, y sealando los montones que tenaen su mesa, continu. A estos puedes contestar t sola.Y esos otros?Son requerimientos para que pinte retratos o determinadas escenas pensadas paraparticulares o sus empresas. Esos los contestaremos entre los dos.Ella asinti. Antonio dio la conversacin por terminada, se acerc al ordenadordesconectado y se lo llev todo a su despacho. Cuando termin, cerr con llave.Tengo que hacer algunos recados en la ciudad. Volver a medioda y leeremos lascartas que hayas redactado en borrador.De acuerdo dijo, pero casi antes de que hubiera terminado de pronunciar las palabras,l haba salido.Se qued sentada en su silla, mirando el ordenador recin instalado, y al ver que todoestaba en ingls, se record que esa era la razn por la que lo deba de haber comprado. Pero, siel ordenador tena instrucciones y mens en un idioma que ella no hablaba, por qu senta lanecesidad de esconderlo tras puertas cerradas?3738Captulo CincoAntonio volvi poco despus de las tres. Estaba molesto consigo mismo por haberescondido el ordenador antiguo de una manera tan obvia, y por eso tard en ir a su despacho,pero no poda mantenerse alejado para siempre.A un par de metros de la puerta, oy el sonido de las teclas. Respir hondo y entr.Laura Beth alz de inmediato la mirada.Sus ojos verdes brillaban. Era evidente que le gustaba trabajar, y se la vea bien allsentada, en su puesto, al otro lado de un monitor grande y plano, la melena castaa recogida enun moo que sostenan dos lpices.Me encanta tu peinado.Ella se ech a rer y estir los brazos por encima de la cabeza, con lo que la camisetarosa corta que llevaba se estir hasta alcanzar sus lmites. Las lneas largas y suaves de su cuellose le ofrecan en un escorzo perfecto, y la curva de su pecho hizo que los dedos le picaran.El deseo de pintarla se le expandi dentro del pecho y tuvo que contener un gemido defrustracin. Laura Beth era la ltima mujer del mundo que debera estar en su casa. No solo noquera hacerle dao, sino que no podra ver cmo avanzaba su embarazo.Cunto deseaba pintar. Cmo echaba de menos sentir las pinceladas, el disfrute deencontrar la luz ms adecuada, el ngulo justo y todo ello lo vea en Laura Beth.Se me haba olvidado recogrmelo, y he tenido que improvisar.Baj los brazos y la visin de su dibujo se vino abajo como las paredes del Coliseo. Uninstante el deseo de pintar era tan intenso que poda ver las pinceladas con los ojos cerrados, yal siguiente haba desaparecido, dejando tras de s un espacio fro y vaco.Un peinado interesante, s coment, intentando parecer lo ms despreocupadoposible. Veo que te has lanzado a la tarea aadi, sealando el montn de cartas.Me resulta gracioso hacerme pasar por ti y agradecerle a la gente que alabe mi trabajo.Antonio sonri de medio lado y apoy la cadera contra la mesa.Si me das un bolgrafo, las frmo.Le entreg un bolgrafo junto con unas cuantas cartas de respuesta. l busc dndefrmar, y haba frmado ya tres cuando Laura Beth se las quit.Pero si ni siquiera las ests leyendo!No lo necesito. Confo en ti.Es muy de agradecer, pero no sientes curiosidad por lo que le digo a la gente?No. Adems, crea que te iba a complacer ms que confase en ti.Y me complace replic, cruzando los brazos, pero es que me da la impresin quetiene ms que ver con el desinters que con la confanza.No estoy seguro de poder ver la diferencia.He hecho un buen trabajo!Y quieres que lo lea para que pueda alabarlo?39Desde luego, eres imposible! se desesper.Yo creo que soy muy fcil de entender. Nada de todo esto me interesa porque antes erapintor, pero ya no lo soy.Pues esta maana has dicho que te gustara pintarme espet, frunciendo el ceo.S. Haba deseado pintarla, ya en dos ocasiones, pero en ambas el deseo haba llegadotan pronto como haba desaparecido, y era lo mejor que poda pasar.Una tontera momentnea.Ah, s? Pues yo dira que es muy posible que tu deseo de pintar est volviendo anacer, y ya te he dicho que a m no me importara posar para un retrato.Su inocencia le hizo rer.Creme si te digo que no te gustara.Se levant y se acerc a l, y como Antonio segua medio sentado en la mesa, sus ojosquedaban a la misma altura.Tengo la oportunidad de que me pinte el pintor ms valorado del mundo en estemomento. Cmo no va a ser divertido?Se humedeci los labios que, de pronto, se le haban quedado secos. Estaba cerca, tantoque podra tocarla. Su deseo de pintarla cedi paso a la intensidad del deseo de besarla. Siquerer pintar a una mujer embarazada era una mala idea, sentirse atrado por ella era cien vecespeor.Yo no he dicho que no lo fuera, pero tampoco es lo que t crees.Los ojos se le iluminaron.Por eso me parece genial! Hay tantas cosas en la vida de las que no tengo ni idea Hevivido en una de las ciudades ms maravillosas del mundo, pero como no tena un cntimo, nohe podido disfrutarla, y ahora estoy aqu, en la fascinante Italia, y tengo la sensacin de que unmundo nuevo se abre ante m dio un paso hacia delante. Pntame, Antonio.Aquellas palabras tan sencillas provocaron un incendio en l y el deseo de pintar volvia surgir. Tener que rechazar la oportunidad de recuperar su vida le dola casi tanto como latraicin que le haba llevado hasta all, pero poda llevarla a su estudio, arriesgar su cordura,alimentar esa atraccin y luego ser incapaz de tomar los pinceles.Ya te he dicho que no es como t te lo imaginas.Pues cuntame cmo es le pidi, y sus ojos verdes y tan inocentes volvieron a brillar.Por favor.El deseo de pintarla y su atraccin iban de la mano, entretejidos como no lo habasentido nunca, lo cual acrecentaba la desconfanza hacia s mismo. No quera pasar la vergenzade llevarla al estudio y quedarse paralizado. Y quizs haba llegado el momento de ser sincerocon ella; de confesarle la verdad. As no volveran a tener ms aquella conversacin.Anoche, cuando vi tu espalda, habra querido pintarte, pero las sensaciones erandistintas a las que he tenido en otras ocasiones, cuando he visto algo, o a alguien, a quien hedeseado retratar.En qu sentido? pregunt, ladeando la cabeza.Siempre haba sabido, incluso antes de estudiar pintura, que los ojos eran las ventanasdel alma. Mirndola a ella, poda ver su inocencia, su desconocimiento de muchas cosas de la40vida. Cmo iba a poder explicarle que las razones por las que haba deseado pintarla estabanntimamente relacionadas con una apreciacin de su belleza que haba desembocado en deseofsico, cuando ni siquiera l estaba al cien por cien seguro de comprenderlo?No pasa nada le disculp ante su silencio. Lo entiendo.Yo creo que no.Claro que s. Hace dos aos que no pintas, y de pronto has vuelto a sentir ese impulso.No es por m, sino por tu talento, que vuelve a la vida.Es por ti repuso l.Venga, Antonio, mrame! Soy una chica de pelo castao y ojos verdes, unacombinacin bastante comn. Nunca he llamado la atencin, en ninguna parte y por ningunarazn.Iba a echarse a rer cuando se dio cuenta de que hablaba en serio.As que piensas que no eres guapa, no?Es evidente respondi, alejndose unos pasos.l se levant y, acercndose a ella, le quit los lpices del pelo y contempl cmo susbucles color chocolate le rozaban los hombros. A continuacin la oblig a darse la vuelta ymirarse en el espejo que colgaba de la pared junto a la puerta.Sigues pensando que no eres bonita?La boca se le qued seca, pero al ver refejada en el espejo el calor de la mirada deAntonio, sinti que se le doblaban las rodillas.Qu haces?Quiero que veas lo que veo yo cuando te miro respondi, y casi sin darse cuenta de loque haca, traz con un dedo la lnea de su mandbula y el perfl del cuello. Una fna lnea defuego se le perfl en la piel.Piensas que eres una chica corriente, pero yo veo una belleza clsica.Su mirada subi de grados y la anticipacin le aceler el pulso, le contrajo el pecho, lerob el aliento.Una mujer que forece, a punto de ser madre. Con todo al alcance de su mano. Elcuadro no sera sencillo, sino tan complejo como la maravilla que veo en tus ojos cada vez que tetengo delante. Y llevara tiempo. Mucho tiempo ambos se miraron. Sigues queriendo que lohaga?Dios del cielo pues claro que s!.No fue capaz de pronunciar las palabras, pero supo que l las lea en su mirada. Ellaesper. l, esper. La electricidad del deseo pas crepitando entre ellos. l deseaba pintar, yLaura Beth dese con todas sus fuerzas gustarle.Por fn consigui decir, o ms bien susurrar:Dices que esto no pasa muy a menudo?Nunca me ha pasado.41Vaya.Antonio se dio la vuelta.Vamos, Laura Beth, no seas tan inocente! exclam. No tengo ni idea de qu es estesentimiento, pero es muy intenso volvi a mirarla. Y podra abandonarme cuando menos melo espere. Podramos pasar horas en el estudio y que yo fuera incapaz de hacer nada. Pero turetrato tambin podra ser