tactical online agosto 2015
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Visor de Punto Rojo Micro T-2 Aimpoint Desde Turquía hasta la zona de guerra UNOE del UruguayTRANSCRIPT
online
VISOR DE PUNTO ROJO MICRO T-2LO ÚLTIMO DE AIMPOINT
DESDE TURQUÍA HASTA LA ZONA DE GUERRA DE SIRIA EN UN HYUNDAI AMARILLO
UNOE DEL URUGUAY
TACTICALAGOSTO 2015
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Mitch AGOSTO [3] 2015
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ORIA
L
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Tactical Online quinto aniversario
Tiene en sus manos el número de agosto de 2015 de TACTICAL Online. En estas páginas, le mostramos interesantes novedades y primicias, tanto na-cionales como internacionales.
Nuestro primer reportaje, nos acerca a una novedad tecnológica interna-cional ya disponible en España. Les hablamos del nuevo visor de punto rojo Aimpoint Micro T-2, un sistema ultra compacto y muy liviano que se adapta perfectamente a las necesidades del profesional. Cada vez son más quienes se decantan por su nueva tecnología frente a la holográfica, menos evolucionada y con los problemas ya comentados en anteriores ar-tículos.
El capitán de Infantería de Marina, Jorge Tierno Rey, nos ofrece la traduc-ción de un interesante artículo. Su autor David Axe refleja la experiencia personal de un viaje por carretera en una de las zonas más peligrosas del mundo en Siria.
Octavio Díez Cámara ha preparado un reportaje del grupo de asalto policial UNOE de Uruguay. Depende del Ministerio del Interior de su país y ha sido concebida para poder desplegar en cualquier parte del mismo, indepen-dientemente de que el territorio sea urbano o rural.
IMPORTANTE: La revista se presenta en un formato interactivo (con vídeos) en su formato PDF. Desde cualquier ordenador puede disfrutar de todo su contenido, tan sólo tienes que bajarte la última actualización de ADOBE READER (gratuito) pue-des hacerlo pinchando aquí.
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TACTICAL ONLINE MARZO [40] 2014
Mitch AGOSTO [5] 2015
El nuevo visor de punto rojo Micro T-‐2 de la marca Aimpoint, evolución del Micro T-‐1 que emplean nume-‐rosas unidades policiales y militares de todo el mundo, incorpora importantes mejoras “empaquetadas” en un conjunto de tamaño reducido.
El visor Tras varios años de evolución, el Micro T-‐2 es la supera-‐ción tecnológica del visor Micro T-‐1 que tanto éxito ha tenido en diversos entornos profesionales de la milicia y de las fuerzas de seguridad en numerosos países, inclui-‐do España.Presenta un punto rojo de 2 MOA (Minute Of Angle) pre-‐ciso y perfectamente equilibrado que puede usarse con magnificación sin perder su forma ni deformarse. El punto rojo de 2 MOA ofrece una serie de ventajas con respecto a puntos mayores ya que, siendo más que váli-‐do para las distancias propias del CQB (Close Quarter Ba3le), a distancias medias permite la adquisición de blancos sin tapar el objePvo en exceso. Con una superfi-‐cie cubierta de 5 cenRmetros a 100 metros -‐aproxima-‐damente-‐ tan sólo estaríamos tapando una superficie de 20 cm a 400 m, distancia más que respetable para un fusil de asalto del 5.56x45mm. Como sucede también en el Micro T-‐1, el nuevo T-‐2 pre-‐senta capacidad de visión nocturna. Las primeras cuatro posiciones del dial de intensidad son compaPbles con
todas las generaciones de visión nocturna. Ello quiere decir que la intensidad de las cuatro primeras posiciones es muy débil para poderse uPlizar correctamente. Las intensidades de las posiciones 5 a la 12 son para un uso diurno e incrementan gradualmente la luminosidad y brillo del punto. En cuanto a la autonomía, apuntar que situándo-‐lo en la posición 8 la vida útil de la pila es de 5 años, redu-‐ciéndose a 10 meses en la posición 10 superbrillante para desierto. Dicha autonomía se refiere a un encendido conti-‐nuo, sin apagado, con una sola pila CR2032 -‐de “botón” y muy fácil de conseguir en cualquier lugar del mundo-‐. Este importante ahorro de energía no solo permite portar el vi-‐sor en posición “ON” durante los meses de destino en Zona de Operaciones evitando los peligrosos “autoapagados”, sino que también facilita la logística reduciendo el volumen de consumo de pilas de otros visores menos eficientes.El cuerpo del Micro T-‐2 ha sido rediseñado. Tiene las mismas dimensiones que su predecesor, pero cuenta con una nueva forma exterior. Un cambio importante es que el dial de elevación esta ahora protegido por rampas moldeadas en el cuerpo del propio visor protegiéndolo más, si cabe, que su antecesor al quedar menos expues-‐to. El dial de ajuste incorpora, al igual que el T-‐1, dos protuberancias mecanizadas en la tapa que permiten su ajuste en altura y en deriva. Es una gran idea no tener que cargar con una herramienta para el ajuste del siste-‐ma Micro T-‐2 en el campo de Pro.
Autor: Javier Galán, Director Técnico aasias.comFotografías: Autor y Aimpoint
AIMPOINT MICRO T-2NUEVO VISOR DE PUNTO ROJO PARA EL PROFESIONAL
Mitch AGOSTO [7] 2015
Tapas incorporadas. Otro mejora sustancial del T-‐2 son sus tapas de-‐lantera y trasera incorporadas de fábrica. Como todos los modelos de la gama de Aimpoint, este produc-‐to está muy bien resuelto gracias a la excelente calidad del polímero, con unas tapas sólidas y resistentes pero con cierta flexibilidad, bien encajadas en el cuerpo del visor. Las tapas rotan, así que pueden ser abiertas en la dirección que más
nos convenga. La trasera es trans-‐parente, por lo que podemos uPli-‐zarlo en caso de emergencia sin necesidad de abrirla. Los visores Aimpoint, al estar concebidos para poder uPlizarlos con ambos ojos abiertos, pueden ser uPlizados, en caso de emergencia, con la tapa frontal cubriendo la ópPca. Si la tapa más cercana al ojo está abier-‐ta, o es transparente, donde pon-‐gamos el ojo, pondremos la bala.
CaracterísDcas del Micro T-‐2:Luminosidad, otra de las mejoras del Micro T-‐2 es la claridad de sus lentes. La luminosidad del visor es fundamental sobre todo cuando se uPliza en las horas de baja lumino-‐sidad y/o en combinación con un magnificador o con un monocular de visión nocturna. ÓpDca x1, la ópPca sin aumentos incluidos presenta una serie de ventajas con respecto a los que ya los incorporan en el visor. El campo de visión es mucho mayor a través de un visor sin aumentos, y si se trata de escoger una ópPca para todos los escenarios, desde CQB hasta media distancia, es algo fun-‐damental. No podemos reducir nuestro campo de visión y tratar de combaPr en CQB porque tardaría-‐mos demasiado Pempo en adquirir el objePvo. Con prácPca y técnica seremos capaces de acertar objeP-‐vos hasta 200 metros sin mucha dificultad, sin magnificación y con-‐tando tan sólo con el punto rojo. Libre de paralaje, no requiere una alineación especial de nuestra ca-‐beza con la ópPca. En un visor de punto rojo Aimpoint cuando el punto rojo está sobre el objePvo, el impacto es certero. Así de sencillo. Ambos ojos abiertos, puedes y de-‐bes disparar con ambos ojos abier-‐tos. Al no exisPr diferencia de dis-‐
¿CÓMO FUNCIONA UN VISOR RÉFLEX DE PUNTO ROJO?
El término réflex se refiere al hecho de que la retícula de puntería -‐el punto rojo-‐ se proyecta hacia delante desde un punto detrás de la lente frontal. Tras rebotar en ella se genera un reflejo hacia atrás, siendo visible en la lente posterior, que es la que queda más próxima al ojo. La lente frontal es de alguna manera un tipo de espejo donde se refleja el punto, por lo que el tratamiento que recibe es fundamental para ofrecer esa reflexión sin deformar el punto y dejar pasar toda la luz ambiental. Este tratamiento es una de las características técnicas que diferencian a estos visores. Conseguir una lente que rebote el punto rojo hacia atrás, pero que no altere la realidad exterior, ni en color ni en dimensiones, además de ser luminoso, no es tarea fácil. Las ópPcas Aimpoint además incorporan una tecnología patentada de sandwich de lentes que hace que el visor esté libre de error de paralaje. Bas-‐ta colocar el punto rojo sobre el objePvo y disparar.
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Mitch AGOSTO [9] 2015
tancia focal entre los dos ojos, pue-‐des mantenerlos constantemente abiertos ambos, teniendo una ima-‐gen global del entorno. Baja luminosidad, el T-‐2 es realmen-‐te luminoso, el tratamiento de sus lentes no interfiere apenas en el nivel de la luz que capta nuestro ojo. Distancia focal, al no tener aumen-‐tos podemos ver el punto rojo des-‐de mulPtud de posiciones, sin som-‐bras que requieren una distancia exacta entre el ojo y el visor. Rapidez, los visores Micro T-‐2 sin aumentos son rápidos, muy rápi-‐dos. La adquisición del objePvo a impactar es casi instantánea. Basta levantar el fusil y cuando el punto rojo está sobre el objePvo abrir fuego y el impacto es certero. Dimensiones tan sólo de 62x41 mi-‐límetros y un peso de 139 gramos incluidas las tapas y la montura. Sumergible hasta una profundidad de 25 metros. Colimación Sencilla: el ajuste de 1 click varía 13 milímetros el punto de impacto a 100 metros. Aunque el visor sale colimado de fábrica, siempre es necesario adaptarlo al arma y munición a emplear.Aquí puedes seguir estos sencillos pasos para su colimación.
ConclusionesDesde hace unos años el combate con armas de fuego se ha ido “tec-‐
nificando”. Cada vez son necesarios mejores y más precisos elementos que nos ayuden a ser más rápidos en la adquisición correcta de los objePvos a abaPr. Los visores de punto rojo Aimpoint simplifican este proceso enorme-‐mente al dejar toda la complejidad en su interior, ofreciendo en su ex-‐terior un diseño robusto y sencillo de manejar, sin autoapagado au-‐tomáPco, sin complejos botones que accionar cuando llevamos
guantes, o en condiciones adversas como pueden ser la lluvia, el frío extremo, el barro o la baja lumino-‐sidad ambiental. Sin duda, el Aim-‐point Micro T-‐2 se converPrá en un visor imprescindible entre aquellos que busquen robustez, fiabilidad y sencillez en un modelo que además es ultra compacto y muy ligero. Los eficientes y efecPvos Aimpoint Micro T-‐2 son distribuidos en exclu-‐siva para España por Andreu Soler i Associats www.aasias.com.
AIMPOINT vs. HOLOGRÁFICOSEGURIDAD
Si bien muchas veces se uPlizan ambos términos indisPntamente, no significan, para nada, lo mismo. Los visores Aimpoint de punto rojo son visores réflex, uPlizan la reflexión del punto sobre la lente frontal para devolver un punto centrado y libre de paralaje. El punto rojo es generado mediante un LED (Light Emi?ng Diode) de muy baja potencia totalmente seguro para el ojo, incluso mirándo-‐lo directamente. Los visores holográficos, sin embargo, proyectan una imagen sobre la lente más cercana al ojo generada por láser. Dicha lente recibe un tratamiento que no permite pasar la radia-‐ción dañina del láser al ojo. El problema surge cuando el visor re-‐cibe un golpe estructural. En ese momento, el visor debería dejar de ser uPlizado ante la posibilidad de alguna fuga del láser a través del cuerpo del mismo, ya que el láser podría estar impactándonos directamente sobre el ojo lesionándolo, sin nosotros percibirlo. Este extremo lo mencionan en su manual de instrucciones, por se-‐guridad, todos los visores holográficos que uPlizan esta tecnología.
Mitch AGOSTO [10] 2015
¿Y ahora qué?
Mitch AGOSTO [11] 2015
Mitch AGOSTO [12] 2015
YO HICE EL VIAJE POR LA CARRETERA MÁS PELIGROSA DEL MUNDO DESDE TUR-QUÍA HASTA LA ZONA DE GUERRA DE SIRIA
EN UN HYUNDAI AMARILLO
Autor: David Axe. Traducción Jorge Tierno ReyFotografías: Autor
En el siguiente arRculo, traducción de su original en inglés I Went On the World’s Deadliest Road Trip, publicado en el blog War Is Boring -‐la guerra es aburrida-‐ con fecha 14 de octu-‐bre de 2013, y que aquí reproducimos con autorización de su autor, David Axe nos cuenta de primera mano el conflicto de Siria según lo que allí vivió en uno de sus viajes.Se puede decir que David Axe Pene más experiencia real en combate que la mayoría de mi-‐litares. David Axe es autor de varios libros y arRculos y corresponsal de guerra con más de deiz años de experiencia en nueve guerras a lo largo de tres conPnentes: Irak, Afganistán, Congo, Somalia, Chad, etc. En 2013 David Axe fundó el blog War Is Boring en el que se dan cita un nutrido elenco de autores especializados en diferentes materias con publicaciones diarias.
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Mitch AGOSTO [14] 2015
Atravesamos a toda veloci-‐dad un hueco en la alam-‐brada de la frontera entre Turquía y Siria mientras nos perseguía un vehículo blin-‐dado turco y unos soldados realizaban disparos de ad-‐vertencia al aire. Esperamos en una arboleda de grana-‐dos a nuestro transporte: un par de veteranos rebeldes sirios que conducían un Hyundai amarillo pastel. Nos dimos unos apretones de manos, intercambiamos unos cigarrillos y me envolví la cara con un pañuelo a cuadros para ocultar mis rasgos tan norteamericanos. Subimos por una carretera de montaña a través de Harem, un pueblo en el norte de Siria en el que, a principios de ese mismo año -‐2013-‐, una banda de terroristas islámicos aficionados habían capturado a tres cooperantes alemanes y varios sirios, a los que torturaron y dejaron sin comer, mientras espera-‐ban un rescate que nunca llegó, para abandonar Harem más tarde una vez que los tres alemanes se zafaron de sus ataduras y escaparon.Hicimos una parada en Bab Al Hawa, el lado sirio de un importante paso fronterizo y el centro neurálgico del sector norteño del Ejército Libre Sirio (ELS) (Free Syrian Army, FSA). Allí, charlamos con los combaPentes arma-‐dos y sus fanfarrones comandantes, siempre con sumo cuidado de no entablar contacto con los milicianos re-‐beldes más radicales del ala islámica alternaPva del ejér-‐cito de oposición, Ppos que lo mismo te podían secues-‐trar que decirte hola.Desde Bab Al Hawa nos dirigimos hacia el sur, circulando por carreteras cercadas por las ruinas de carros de com-‐bate oxidados, esos símbolos omnipresentes de la guerra en Oriente Medio, con desPno a Idlib, una importante ciudad del norte cuyo extrarradio se encuentra entre los frentes más importantes de la guerra civil en Siria que duraba ya 31 meses. Con desPno al combate. Con desP-‐no al peligro.El 7 de octubre, Juma, mi intérprete, y yo parPmos en uno de los viajes por carretera más peligrosos del mun-‐do, una “excursión” de un día desde Reyhanli, Turquía, hasta Areha, a las afueras de Idlib, para ver cómo la Bri-‐gada de los Alcones de Sham (Sham Falcons Brigade) del ELS combaRa contra el régimen del presidente sirio Bashar Al Assad.Nos dispararon, nos bombardearon y atravesamos un par de controles de carretera muy sospechosos, y casi nos metemos de cabeza en un serio problema en un campo de olivos.Pero al contrario de las cifras de cooperantes, acPvistas y periodistas extranjeros e innumerables sirios a lo largo de tres años de conflicto, no fuimos secuestrados. Y no
nos mataron. Nuestro pequeño tour por el infierno fue muy diverPdo. Excepto cuando no lo fue.
El laDgazo de la guerraComo corresponsal de guerra con casi 10 años de expe-‐riencia -‐al principio independiente (freelance), ahora tra-‐bajando para Medium-‐, he estado en nueve guerras a lo largo de tres conPnentes: Irak, Afganistán, Congo, Soma-‐lia, Chad, además de unos cuantos lugares de los que la mayoría de la gente nunca ha oído hablar.Me han disparado, he recibido fuego de morteros, fui asaltado por una mulPtud de somalíes enfadados y, en un horrible y embarazoso incidente en Chad en 2008, incluso fui secuestrado por niños soldado con los ojos como agujeros negros. Tras ser sorprendido un par de veces en Afganistán por una bomba en la cuneta me vi obligado a replantearme mis prioridades.Así que me quedé en el banquillo de unos cuantos con-‐flictos importantes: Libia hace dos años, Mali a principios de año -‐2013-‐ y, al principio, Siria, con diferencia la gue-‐rra más sangrienta del mundo actual, desatada durante la primavera de 2011 cuando las tropas de Al Assad abrieron fuego sobre unos manifestantes pacíficos.¿Qué clase de corresponsal de guerra sería si no infor-‐mara sobre el peor conflicto del mundo?Pero en el mismo momento que decidía ir a Siria, el con-‐flicto tomaba un giro aún más violento. Presionando ha-‐cia el sur a los basPones del régimen en el oeste del país y en torno a la capital Damasco, el ELS -‐unos 200.000, apoyados por miles de desertores del régimen y provis-‐tos de armas capturadas-‐ parecía llevar la delantera. Y los gobiernos extranjeros prácPcamente aplaudían… y promeRan facilitarles armas, comida, medicinas.Los rebeldes liberaron el norte, el este y el sur, y rodea-‐ron las ciudades norteñas de Idlib y Aleppo. Al llegar a la provincia costera de Latakia -‐lugar de nacimiento del régimen-‐ los rebeldes se quedaron cortos de armas y municiones. Los líderes civiles del ELS imploraban por las armas que les habían promePdo.
Un combaDente rebelde en Areha
TACTICAL ONLINE MARZO [35] 2014
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Mitch AGOSTO [16] 2015
El silencio fue la respuesta del mundo para los cientos de islamistas suníes curPdos en combate procedentes de Europa, Irak y los estados del Golfo que úlPmamente se habían colado en Siria para luchar contra el régimen chií-‐ta y que incluso habían formado su propio grupo arma-‐do, el Estado Islámico de Irak y Siria (Islamic State of Iraq and Syria, ISIS). De lejos parecía que la oposición rebelde se estaba convirPendo en Al Qaeda.La realidad resultaba más complicada que eso. El ELS rechazaba el Islam radical. Y el elemento más combaPvo de los rebeldes, la brigada Al Nusrah, poco a poco se ha-‐cía menos combaPvo por la llegada de combaPentes ex-‐tranjeros, a medida que sus miembros más preparados dejaban paulaPnamente la unidad para unirse a su com-‐pePdor, el ISIS. “Al Nusrah no son terroristas”, dice Abu Abdallah, un oficial veterano de la brigada Farouk, una de las unidades con más experiencia del ELS.Pero los observadores internacionales pasan por alto ese detalle, parPcularmente el Congreso de los EE.UU. Los republicanos han acusado al presidente Barack Obama de querer armar terroristas. La diputada Michelle Bachmann, una republicana de Minnesota, lo llamó un anuncio del apocalipsis. “A parPr de hoy los Estados Uni-‐dos van a enviarles armas a terroristas a sabiendas, deli-‐berada y voluntariamente”, dijo.El fracaso mundial al no facilitarles armas durante la ba-‐talla de Latakia en agosto de 2013 alteró significaPva-‐mente el curso de la guerra. Cuando los carros de com-‐
bate del régimen contraatacaron, los rebeldes no tenían nada con lo que responder. Huyeron y sufrieron impor-‐tantes bajas. Y sus comandantes culparon de la derrota a los dirigentes de EE.UU. y Europa. “Estos gobiernos son parRcipes de la matanza del pueblo siPo”, dice Abu Ab-‐dallah.Tras su derrota en Latakia los rebeldes se encontraban en una posición más débil. El ISIS aprovechó la ocasión
de los contraPempos del ELS para atrincherarse firme-‐mente en algunas ciudades del norte. El 12 de sepPem-‐bre de 2013, el ISIS y Al Nusrah le declararon la guerra al ELS. Seis días después los combaPentes islamistas ataca-‐ron a los rebeldes laicos en la ciudad de Azaz, cerca de la frontera siria con Turquía, y obligaron al ELS a desviar tropas hacia este nuevo frente.La implicación de Al Nusrah en esta ruptura interna fue momentánea. En pocas semanas los combaPentes de la brigada estarían de vuelta bajo control del ELS. Pero aho-‐ra el ISIS consPtuía un enemigo declarado del régimen y del principal grupo rebelde. Con una creciente confianza y fortaleza, los islamistas lanzaron una campaña de se-‐cuestros, con el objePvo en periodistas, especialmente occidentales, además de sirios afines a Occidente y al ELS.En 2012 murieron 28 periodistas mientras cubrían la guerra civil. Se puede decir que actualmente el secuestro representa la mayor amenaza. El Comité para la Protec-‐ción de Periodistas (CPP, Commi3ee to Protect Journa-‐lists), con sede en la ciudad de Nueva York, esPma que al menos 14 periodistas se encuentran cauPvos en Siria a manos del régimen, del ISIS o de criminales. Pero el nú-‐mero total es mucho mayor. Cuando desaparece un pe-‐riodista, habitualmente su agencia de noPcias le pide a las demás agencias que no informen sobre el secuestro.Sobre cien periodistas y cooperantes extranjeros desapa-‐recidos. Ese es el número que normalmente se repiten
unos a otros los cooperantes y pe-‐riodistas en las líneas del frente de la guerra de Siria. “Actualmente Siria resulta más peligrosa que nunca para los periodistas naciona-‐les e internacionales”, decía Robert Mahoney, del CPP.Y acto seguido vienen los ataques con gas del régimen, los cuales es-‐tán más extendidos de lo que se informa.
“Sé que no quieres escuchar es-‐to…”El gobierno estadounidense y sus aliados más cercanos -‐Francia y Reino Unido-‐ únicamente recono-‐cieron oficialmente un ataque im-‐portante con armas químicas de las tropas de Al Assad contra civiles y rebeldes: un ataque en el extrarra-‐dio de Damasco el 21 de agosto de
2013 que mató a más de 1.400 per-‐sonas. Sin embargo, el régimen ya había uPlizado agen-‐tes químicos anteriormente a menor escala. Moustafa Abo Zyed, de la brigada Qadesyya del ELS, se quedó in-‐consciente y casi se asfixia por el gas durante un ataque rebelde contra la base aérea del régimen de Abu Al Duhur, en el norte de Siria. Hablé con otras dos perso-‐nas, un rebelde y un cooperante, que también presencia-‐
Rebeldes en Areha
TACTICAL ONLINE ABRIL [6] 2014
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Mitch AGOSTO [18] 2015
ron o resultaron heridos en ataques químicos aparte del de agosto.No obstante, el gaseo de Damasco supuso una escalada y, así lo parecía en aquel momento, un punto de infle-‐xión. EE.UU. posicionó buques de guerra para atacar blancos del régimen. Los franceses planearon una cam-‐paña aérea paralela y el ELS, que creyó que finalmente recibiría un fuerte apoyo estadounidense, movilizó sus tropas para llevar a cabo un importante ataque mientras caían las bombas estadounidenses.Pero el 31 de agosto de 2013 Obama canceló inespera-‐damente los ataques. Dijo que primero buscaría el con-‐senso por parte del mismo Congreso de los EE.UU. que estaba intentando impedir sus esfuerzos por armar a los rebeldes. El Congreso se fue por las ramas. Y mientras tanto Rusia, el aliado más poderoso de Al Assad, se ofre-‐ció para hacerse cargo del arsenal químico de Siria pen-‐diente de destrucción, un acuerdo sin posibilidad de confirmación que Al Assad aceptó sin dudarlo.Los franceses y los rebeldes se que-‐daron anonadados por los laPgazos del revés de la políPca estadouni-‐dense. El ELS ya estaba harto des-‐pués de que una vez más les dene-‐garan la ayuda que necesitaban para ganar la guerra. “Que Obama recula-‐ra fue más duro para el pueblo sirio que el uso de armas químicas”, dice Mohamed Moustafa, que se encarga de la logísPca del ELS.Y esa decepción se tradujo en un nuevo rechazo para trabajar con estadounidenses, cualquier esta-‐dounidense, sea un cooperante, un periodista como yo o un represen-‐tante oficial del gobierno federal. “Estamos cansados de repePrnos”, dice un oficial de la brigada Farouk.Desgarrada por el conflicto, mero-‐
deada por secuestradores, supuestamente inundada de gases letales, medio ocupada por los más des-‐contentos “aliados” de EE.UU., Siria consPtuye un diycil lugar a cubrir por los periodistas. Y muchos pe-‐riodistas ni siquiera están dispuestos a intentarlo. “Le sugiero a cualquier inde-‐pendiente que pretenda cubrir el conflicto en el nor-‐te de Siria que se lo piense seriamente, se replantee sus planes y evite totalmen-‐te la zona”, decía Javier Manzano, un fotógrafo in-‐dependiente.Mis detractores también
intentaron disuadirme para que no fuera. “Sé que no quieres escucharlo”, me dijo un escritor radicado en Bei-‐rut antes de detallarme algunas de las cosas horribles que podían pasarme “en el interior” -‐on the inside, eu-‐femismo para Siria de moda entre los periodistas-‐. De todos modos fui para allá.
DesDno: Montaña 40En realidad entré dos veces. Una de las veces fue a fina-‐les de sepPembre de 2013 con otros tres compañeros: el escritor Mitch Swenson, el fotógrafo Thomas Hammond y nuestro intérprete Juma. En las cercanías del pueblo turco de Reyhanli, atravesamos un barrizal que apestaba a esPércol y nos colamos por un agujero en la valla de alambre de espino que recorre toda la frontera entre Siria y Turquía.Un par de rebeldes armados con AK-‐47s nos recogieron en un turismo y nos llevaron unos kilómetros hacia el este, pasadas las ruinas romanas de Bab Al Hawa, donde
El autor, a la derecha, y sus compañeros Mitch Swenson y Thomas Hammons
Norte de Siria y sur de Turquía. Areha se escribe “Ariha” en ese plano
Mitch AGOSTO [19] 2015
se encuentra el paso fronterizo del ELS. Allí hablamos con algunos refugiados y oficiales rebeldes, sacamos unas fotos de los restos retorcidos de varios coches bomba y regresamos a Reyhanli de la misma forma que habíamos venido, buscando agujeros en la valla de alambre de espino hasta que encontramos uno sin un soldado del ejército turco de guardia.Ese viaje de siete horas fue una prueba. Cada vez me senRa más cómodo con la logísPca de las incursiones a través de la frontera, así que para el 7 de octubre de 2013 planeé llevar a cabo un proyecto más ambicio-‐so. Esta vez sólo Juma y yo, jun-‐to con dos rebeldes como es-‐coltas. Llegaríamos hasta Bab Al Hawa y conPnuaríamos hacia el sur todo el camino hasta llegar a Idlib, uno de los principales campos de batalla de la guerra en el norte del país.Nuestro objePvo era una ciu-‐dad llamada Areha, situada en la ladera de una montaña con el, en cierto modo curioso, nombre de Montaña 40. El plan era reunirme con miembros de la Brigada de los Halcones de Sham (Sham Falcons Brigade) en las líneas del frente de Areha e intentar comprender lo mejor que pudiera quién estaba ganando la guerra ahora que los rebeldes iban prácPcamente solos por su cuenta contra el régimen y sus aliados de Hezbollah, el brazo armado de los shiítas libaneses.Areha resulta importante. Domina la principal carretera que une el de Siria, controlado por el régimen, con Idlib y Aleppo, donde pequeñas bolsas de soldados del ejército sirio todavía resisten el asedio rebelde, lo cual le propor-‐ciona a Al Assad dos pequeños puntos de apoyo en el norte, que de otro modo quedaría controlado por la oposición. Si controlas Areha controlas la carretera, y por ende Idlib y Aleppo.Los combates en Areha se intensificaron ese mismo ve-‐rano -‐2013-‐ cuando el gobierno y las fuerzas rebeldes se enfrentaron de un lado para otro por las laderas llenas de rocas, con callejones de barro y arboledas de olivos pequeños. A principios de octubre de 2013 los rebeldes se queda-‐ron con la ladera sur de la montaña; el régimen se quedó con la otra ladera.Durante la noche del 6 de octubre los Halcones de Sham intentaron rodear a las fuerzas del régimen. Estalló el combate y seis halcones murieron. A la mañana siguiente, mientras Juma y yo todavía íba-‐mos de camino, contraatacaron los helicópteros del ré-‐gimen, que dejaron caer artefactos improvisados con forma de barril desde cientos de metros de altura sobre las posiciones de los Halcones.
Equipo ganadorNos dirigimos hacia el sur a través de una tranquila ca-‐rretera de dos carriles y la guerra pareció desvanecerse por un momento. Nuestro conductor Abu Khaled encen-‐dió la radio y puso algo de música pop revolucionaria. Anteriormente, en la ciudad turca de Antakya, nos en-‐contramos a uno de cantantes de la oposición, un chaval
de 20 años con una voz dulce que se llamaba Mohamed Ibrahim. Allí de pie en el balcón de su casa, con la vista puesta en las lejanas colinas de Siria, Ibrahim cantó una canción protesta sobre la guerra, la victoria y la paz, en ese orden.Acurrucado en el asiento de atrás del Hyundai, mientras contemplaba el paisaje bíblico que íbamos sobrepasan-‐do, se me podría perdonar por senPr la paz un poco prematuramente. Atrás quedaron los restos de coches bomba y los combaPentes en Bab Al Hawa. Por supues-‐to, en el arcén estaban siempre presentes los restos de carros de combate en descomposición. Pero aparte de eso bien podríamos estar en Ohio, si no fuera por todas las señales evidentes de tres años de una guerra despia-‐dada.Hasta más tarde no se me pasó por la cabeza que la re-‐laPva escasez de soldados no era, en sí misma, una cosa buena. El Ejército Libre Sirio reivindica haber liberado el norte de Siria, y eso es cierto, en tanto en cuanto el ré-‐gimen ya no gobierna en la región. Sin embargo, en rea-‐lidad el ELS tampoco. No hay seguridad en las calles. No existen patrullas armadas con paramilitares del ELS, ni policía, ni regulación del tráfico, ni una administración local con la que hablar para asumir las funciones del es-‐tado de Al Assad.Más allá de la frontera y cerca de la línea del frente, el norte de Siria consPtuye prácPcamente un vacío. Y en ese vacío se ha colado un surPdo desconcertante de cri-‐minales, mafiosos y terroristas: contrabandistas de com-‐
Un combaDente rebelde en Areha
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SPYDERCO
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busPble, traficantes de personas, secuestradores, isla-‐mistas radicales, milicias de cuesPonable lealtad hacia ELS. No siempre se les ve, pero están ahí.Al regresar de Bab Al Hawa durante nuestro viaje a Siria de sepPembre, un flaco y joven soldado, que sonrió y me apuntó al corazón con su fusil de asalto, nos hizo darnos la vuelta al llegar a nuestro agujero favorito en la valla de la frontera turca. Así que nos volvimos a meter en Siria y fuimos caminando por una carretera llena de estruendo-‐sos tractores hasta que nos encontramos con lo que creímos que era un puesto avanzado rebelde en el que podríamos conseguir algo de ayuda.Unos Ppos estaban en la puerta bebiendo un té verde brillante. Nos hicieron señas para que entráramos a la-‐varnos las manos y la cara y bebiéramos del grifo. Dentro había montones de paquetes, unos chavales durmiendo en el suelo y un Ppo escuálido dándose una ducha en una celda de hormigón, pero nada militar. Enseguida nos percatamos de que los Ppos no eran rebeldes, eran con-‐trabandistas.No obstante, resultaron lo suficientemente amables co-‐mo para ser criminales de carrera. Les dimos 50 liras tur-‐cas -‐unos 25 dólares-‐ y nos indicaron dónde había un agujero sin vigilancia en la valla fronteriza. Ese sector del norte de Siria pertenece más a los contrabandistas que al ELS. Una semana después, de vuelta en Siria, se me re-‐cordó el statu quo todos contra todos de la Siria liberada por una bandera negra Tawhid -‐la Rpica bandera más popularizada por Al Qaeda-‐ que ondeaba sobre una ba-‐rricada atravesada en la carretera.Se trataba de un control de carreteras que aparente-‐mente pertenecía a una las milicias más islámicas de la rebelión. No estaba claro si el control contaba con la aprobación del ELS. El núcleo del ejército rebelde recha-‐za el Islam radical, pero eso no quiere decir que los mili-‐cianos no hagan prácPcamente lo que les plazca en el territorio del ELS ante la ausencia de una ley y orden más estricta.La parte idílica de nuestro viaje había terminado. En Siria los controles de carretera pueden resultar fatales para los extranjeros, especialmente para los periodistas. Si te
para el grupo armado equivocado en el control de carretera equivocado y dices la cosa equivocada podrías aca-‐bar capturado. Eso es precisamente lo que parece que les pasó a Didier Fran-‐cois y Edouard Elias el 6 de junio de 2013. Los dos periodistas franceses iban hacia Aleppo cuando unos hom-‐bres armados en un control de carre-‐tera les dieron el alto. Poco se ha vuel-‐to a saber de ellos desde entonces, aunque el primer ministro francés Jean-‐Marc Ayrault dijo en octubre de 2013 que había indicios de que los dos todavía estaban vivos.Nos mePmos en Siria plenamente conscientes del problema con los con-‐troles. Esa es la razón por la que le
decía a todo el mundo, incluso a los Halcones de Sham, que era canadiense, una nacionalidad menos ofensiva que la estadounidense para los rebeldes sirios más rebo-‐tados. Y esa es la razón por la que le pagaba a Juma, nuestro intérprete, un sueldo de primera por encima de los estándares sirios. Como anPguo combaPente de los Halcones, Juma había dejado el frente a principios de año tras, según dice, ver demasiado sufrimiento.Su padre está en una prisión del régimen. Su hermano pequeño fue capturado y torturado por el régimen y después lo secuestraron por poco Pempo unos islamis-‐tas. Su primo murió en un ataque aéreo que por los pe-‐los no acabó también con Juma. Ahora, agotado y sin poder dormir, trabaja para los medios de comunicación a Pempo completo. Pero todavía manPene todos sus anP-‐guos contactos en la milicia, los cuales, junto con su do-‐minio del inglés, le convierten en uno de los mejores de su especializado sector.Yo iba con Juma. Juma iba con Abu Khaled. Abu Khaled era un Halcón. Los Halcones eran una brigada del núcleo del ELS. En el interior de aquel feo Hyundai estábamos todos en el mismo equipo, el equipo ganador, o eso es-‐perábamos. El ELS no se las arreglaba para controlar to-‐talmente su propio territorio, pero quizás pudiera con-‐trolar nuestro coche.Me quité las gafas porque eran demasiado elegantes como para ser sirias. Juma escondió su cámara. Los dos intentábamos parecer aburridos, como si realmente fué-‐ramos de allí, tanto como para que incluso los controles de carretera nos resultaran una tontería y así lo parecie-‐ra externamente. Abu Khaled aflojó la marcha del Hyun-‐dai, bajó la ventanilla y le dijo unas pocas palabras en árabe a un Ppo joven que llevaba un fusil. “Suqur Asham”, le dijo Abu Kaled. Halcones de Sham.¿Y el Ppo raro de atrás? “Canadá”, le dijo Abu Kaled.El chaval armado asinPó con la cabeza y nos dio paso.
No hay donde esconderseMe pasé toda la noche anterior a nuestro viaje del 7 de octubre a Siria allí sentado con unos amigos sirios que estaban en el mismo hotel. Hubo un Pempo en el que
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era capaz de dormir profundamente antes de una loca incursión en una zona de guerra. Pero ya estoy viejo se-‐gún los abreviados estándares de los corresponsales de guerra. Con 35 años de edad tengo más por lo que vivir que cuando era un corresponsal independiente de 26 años en busca de combates en Irak.Ahora tengo un hogar. Tengo una novia guapa a la que quiero y tres gatos a los que tengo mucho cariño. Mis hermanos Penen hijos y podría venirles bien tener por lo menos un Pto loco. Además, los kilómetros empiezan a pesar, especialmente después de años como correspon-‐sal en Afganistán. Tengo una cicatriz apenas visible en el brazo derecho de una explosión en la provincia de Logar hace dos años que destrozó el vehículo blindado en el que viajaba. Suelo tener molesPas en las lumbares desde que me rompí el coxis en otro vehículo blindado. Y nunca me recuperé de mi lesión de rodilla fruto de subir mon-‐tañas de más de 3.000 metros con el Ejército de Tierra estadounidense en la provincia de PakPka.Se hace más fácil pasearse por una zona de combate cuando no Penes ni idea de cuánto te puede costar. Ya nada me resulta fácil. Y al cubrir la guerra de Siria, los miedos exacerbados de mis compañeros se acabaron contagiando. Con el corazón desbocado y el estómago hirviéndome, me senté con mis amigos en el lobby del hotel, sin prestar atención a lo que charlaban mientras intentaba leer el futuro en los remolinos de mi espeso y dulce café turco.¿Lograría cruzar la frontera? ¿Y qué pasa con los contro-‐les de carretera? Si alguien intenta capturarme, ¿Debería correr como hice en Chad? o ¿Debería acompañarle tranquilamente y confiar en que Juma y mis amigos sirios negocien mi liberación? Si mi cauPvidad durara meses, ¿Podría soportarlo? ¿Cómo combaPría el aburrimiento? ¿Sin medicinas serían un problema mis alergias? ¿Qué pasa si los Ppos malos me rompen las gafas?Si me mataran, ¿Sería rápido o lento? Si tan solo tuviera unos segundos más para pensar, ¿Sobre qué debería pensar? ¿O sencillamente mi mente dejaría de funcionar a medida que el insPnto animal tomara el control, como sucedió aquella noche en Chad en la que unos aterrado-‐res niños soldado me persiguieron y no senR nada?Lo que más temía eran los controles de carretera. Pero mi amigo Amr, un profesor, empresario y cooperante, me dijo que debería preocuparme más por los ataques aéreos del régimen. Él bien lo sabía. Todavía Pene me-‐tralla dentro de su cuerpo a consecuencia del ataque de un MiG del ejército del aire sirio. “El problema es que el terreno es campo abierto”, decía Amr. No hay donde esconderse. Especialmente si las condiciones meteoroló-‐gicas son buenas y los pilotos del régimen Penen buena visibilidad en todo el horizonte.Amr estaba en lo cierto. En aquel maldito Hyundai amari-‐llo que conducía Abu Khaled pasamos el primer control de carretera, acto seguido otros dos, y bajo un cielo azul despejado atravesamos una interminable extensión de Perras de culPvo salpicada de casas de barro. Paramos en un pueblo a tomar un café rápido. Juma señaló con el dedo hacia las ciudades en la lejanía.
Saraqeb, y más allá Idlib. Se veía cómo se levantaban columnas de humo blanco que daban cuenta de los in-‐tensos enfrentamientos, las casas destruidas, y los hom-‐bres, mujeres y niños muertos. La ruPna diaria de una guerra que ha acabado con la vida de cientos de miles de p e r s o n a s e n s o l o 3 1 m e s e s . h|ps://youtu.be/8dq6I11HCVo
La muerte desde arribaLos aviones y helicópteros de combate del Ejército del Aire del presidente sirio Bashar Al Assad consPtuyen la mayor ventaja del régimen sobre los rebeldes, que no disponen de aviones de combate propios, ni de radares, ni de misiles superficie-‐aire de largo alcance. En Siria cuando la muerte llega desde arriba llega sin obstáculos que puedan impedirla.Al Assad esperó casi un año antes de desatar toda su Fuerza Aérea sobre los rebeldes y civiles. Cuando se in-‐tensificaron los combates en Aleppo en el verano de 2012, los cazas y helicópteros del Ejército del Aire sirio dispararon cohetes y lanzaron bombas. La ofensiva aérea se extendió rápidamente. Las casi 500 aeronaves de ala fija y los cientos de helicópteros del régimen se exten-‐dieron por toda Siria y atacaron indiscriminadamente tanto a los rebeldes como a los civiles. Algunos de los helicópteros lanzaban bombonas de las que emanaban unos gases nocivos en lo que sería un anPcipo del ataque con gas sobre Damasco en agosto de 2013.La supremacía aérea consPtuyó el factor decisivo en mu-‐chas de las victorias del régimen sobre el terreno. En abril los combaPentes pro-‐régimen de Hezbollah lanza-‐ron un ataque a gran escala contra un enclave rebelde en Al Qusayr que hasta entonces había resisPdo los ince-‐santes ataques terrestres. Las intervenciones de los aviones de combate del régimen cambiaron por comple-‐to el curso del ataque.Hasta 300 bombas azotaron al batallón rebelde. “¿Cómo puedes sobrevivir en estas circunstancias?”, se pregun-‐taba el comandante de unidad Yahya Mhebeldin desde la cama de un hospital en Líbano, al que se le trasladó tras ser alcanzado en el estómago por la metralla de una bomba en pleno bombardeo.Los rebeldes le rogaron a EE.UU. que impusiera una zona de exclusión aérea, pero al Pentágono le preocupaba el elevado coste y la complicada logísPca. Y Rusia amenazó con vetar cualquier resolución de la Organización de las Naciones Unidas que autorizara patrullas aéreas esta-‐dounidenses.Así que los rebeldes cambiaron su solicitud. ¿Qué tal si les concedían la posibilidad de contar con sus propios misiles anPaéreos? Pues no, al Ministerio de Exteriores estadounidense le preocupaba que los rebeldes, a quie-‐nes muchos estadounidenses mal informados no consi-‐deraban mejores que Al Qaeda, pudieran uPlizar algún día los misiles contra EE.UU.Zeyad Haaj Abayed, un anPguo coronel desertor del Ejército del Aire sirio, se unió al ELS y enseñó a los rebel-‐des cómo responder frente a los aviones de combate del régimen uPlizando ametralladoras pesadas que iban
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montadas en la caja de un vehículo Ppo pickup. “Sé có-‐mo baPr un caza cuando va a atacar un blanco”, dice Abayed. La clave, añade, consiste en esperar hasta que el avión suba después de atacar a Perra y dispararle en la cola. Eso es más fácil decirlo que hacerlo cuando tu blan-‐
co se mueve en las tres dimensiones a 500 kilómetros por hora a cientos de metros de distancia.En sepPembre de 2013 Juma pasó algo de Pempo con un equipo de defensa anPaérea rebelde en Saraqeb, una ciudad en manos rebeldes justo a las afueras de Idlib. Una llamada por radio alertó de un ataque aéreo inmi-‐nente. Los observadores siguieron con la vista al caza mientras picaba sobre Saraqeb y lanzaba una bomba. Contaron los 30 segundos que tarda la bomba en caer desde 3.000 metros de altura.Los Ppos se pusieron a gritar y los civiles se dispersaron, pero nadie podía saber con certeza dónde caería exac-‐tamente la bomba. Quedarse quieto era tan seguro co-‐mo salir corriendo. Pero si les dicen que les van a bom-‐bardear, la gente va a empezar a correr. Un vídeo, adjun-‐tado más arriba, que grabó Juma, recoge un estruendo y una nube de polvo que asciende desde el suelo, como si se tratara de una monstruosa criatura de pise sobre Sa-‐raqeb.Ahora era el momento de cazar al atacante. Los defenso-‐res anPaéreos pisaron a fondo el acelerador de sus vehí-‐culos pickup. El vídeo de Juma se convierte en una vuelta en la montaña rusa a través del desolado Saraqeb mien-‐tras los Pradores buscan una línea visual despejada. Pero el caza iba demasiado rápido y ellos iban demasiado len-‐tos. El ataque aéreo terminó con los vehículos rebeldes parados al ralenR y los combaPentes murmurando entre ellos en un escalofriante casi silencio interrumpido úni-‐camente por la sirena de una ambulancia que buscaba a los heridos y a los muertos.
A kilómetros del InfiernoLa vida conPnúa en Saraqeb para aquellos civiles que se quedan. Los defensores anPaéreos del ELS todavía están en alerta y sus ametralladoras que apuntan al cielo, pero resultan más prometedoras que no una defensa real.
Atravesamos la desolada ciudad en nuestro Hyundai amarillo cada vez con más polvo, mientras Juma nos explicaba que los destrozos eran ahora más que nunca después de años de comba-‐tes terrestres y bombar-‐deos.Cada kilómetro del recorri-‐do tenía sus tragedias, sus vícPmas, sus villanos y hé-‐roes. En el aeropuerto de Ta}anaz, a las afueras de la ciudad, había una docena de helicópteros del régi-‐men hechos pedazos tras haber sido sorprendidos en Perra en enero de 2013 y destrozados por los rebel-‐des, en un exquisito acto de venganza por más de un año de constantes asesina-‐tos aéreos.
Un taxista, originario de la ciudad natal de Juma, fue al-‐canzado mortalmente en el cuello por un sniper del ré-‐gimen que se encontraba agazapado en un anPguo de-‐pósito de combusPble en Saraqueb antes de la liberación de la ciudad a finales de 2012. Según Juma, los snipers en el depósito forPficado se apostaban cigarrillos y compe-‐Ran a ver quién abaRa más “rebeldes”. Supuestamente los Pradores selectos mataron a cientos de personas an-‐tes de que el ELS envisPera el depósito con un coche bomba, atacara la posición y matara a los snipers.Atrás dejamos Saraqeb y sus miserias. En el horizonte se asomaban ante nosotros la Montaña 40 y Areha. Bor-‐deamos la cima por el este. Abu Khaled exprimía al po-‐bre Hyundai por una sinuosa carretera arriba. Cada me-‐tro que recorríamos había menos civiles y más comba-‐Pentes rebeldes decaídos que se apoyaban con sus fusi-‐les contra los muros o que observaban el cielo desde la caja de sus vehículos armados. Un carro de combate re-‐belde, capturado al régimen, se escondía tras un muro.En la ladera sur de la Montaña 40 escuchamos los prime-‐ros disparos procedentes de los combates al otro lado de la montaña. Abu Khaled aparcó el Hyundai en un puesto avanzado de los Halcones de Sham ladera arriba. Si Juma y yo queríamos ir más arriba hacia los combates, como así lo hicimos, tendríamos que ir sin Abu Khaled y nues-‐tro otro acompañante. Juma llamó a un amigo rebelde para que nos llevara y yo mientras cogí en brazos a un amigable gato callejero para acariciarlo un momento.Nuestro transporte montaña arriba hasta la línea del frente fue un apuesto y esbelto combaPente llamado
Ataque aéreo sobre Saraqeb el 7 de octubre de 2013
(fotograNa: Juma Al Qassim)
TACTICAL ONLINE MARZO [22] 2014
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Basel el cazacarros -‐Basel the Tank Killer-‐. No, en serio. Nos dijo que se había gana-‐do el apodo honorífico en 2011 por, pues eso, cazar un carro de combate. Basel el cazacarros nos dejó en otro puesto avanzado más arriba a tan sólo unos metros de la estrecha franja de Perra de nadie que separa las posi-‐ciones de los Halcones de Sham de las tropas del régi-‐men. Dentro nos encontra-‐mos a varios combaPentes apoltronados en una alfom-‐bra, uno de ellos herido y que llevaba unas pantuflas con la caricatura de un oso, por comodidad, según nos explicó. Nos acabábamos de quitar los zapatos para un-‐irnos a ellos cuando llegaron los helicópteros.
Vistas de muerteUna voz en la radio del combaPente herido decía que se acercaban helicópteros. Posteriormente, conocimos al Ppo tras esos avisos de mal agüero: un Ppo duro que llevaba gafas de sol llamado Abu Hakem, cuya fragmen-‐tada pandilla de combaPentes vivía en una serie de anP-‐guas cuevas en el interior de la Montaña 40. Abu Hakem se sube hasta una posición elevada, sintoniza sus equi-‐pos de radio con las frecuencias del régimen y escucha las conversaciones de los pilotos y las tripulaciones de los carros de combate enemigos.Algunas veces consigue averiguar cuándo y dónde pre-‐tende atacar el régimen. “Con estos gualquitalquis ha-‐cemos milagros”, presumía Abu Hakem. El 7 de octubre de 2013, como anteriormente muchos otros días, Sara-‐qeb y su población civil eran el blanco. Podíamos ver Sa-‐raqeb desde el balcón del segundo piso del puesto avan-‐zado. Uno de los helicópteros era ligeramente visible desde allí: una mota negra que orbitaba sobre la ciudad a una velocidad increíble. Alguien vio cómo la bomba se separaba de la aeronave. Todos empezamos a contar 30 hacia atrás. Primero apareció el polvo y el humo que brotaba de Saraqeb. Segundos después llegó el sonido, un tenue retumbo que ascendía por la Montaña 40.Los helicópteros picaron una segunda vez, y una tercera vez. La segunda bomba explotó, pero parece ser que la tercera estaba defectuosa y no explotó, un hecho fre-‐cuente dado que el régimen uPliza armamento y equipo anPguo y caducado.Si los defensores de Saraqeb fueron capaces de respon-‐der a los ataques aéreos, no lo escuchamos. Y unos cuan-‐tos minutos después de que las máquinas voladoras lle-‐varan la muerte a Saraqeb, la Montaña 40 volvió a la normalidad.Siendo la normalidad el constante combate terrestre. Pudimos escuchar los disparos de los fusiles de sniper, el
repiqueteo de las ametralladoras, el estruendo atrona-‐dor de los morteros pesados, los carros de combate y los cohetes. Los disparos tenían un ritmo constante, como si se tratara de una ruPna perfectamente ensayada, que de hecho lo era después de tantos meses de combates.El coronel Jamal, líder local de las tropas de los Halcones de Sham, se nos acercó en el balcón. Cincuenta y seis, rechoncho, conciso, Pene toda la pinta del agricultor de Idlib que era antes de la guerra. Cuando las tropas de Al Assad mataron a unos manifestantes pacíficos a princi-‐pios de 2011, Jamal, un oficial rePrado del Ejército de Tierra, fue de los primeros en desertar.Su mujer, sus cuatro hijos y sus dos gatos todavía viven en Idlib, así que ocupa el vacío de su corazón con todos los cientos de gatos de Areha, abandonados por sus dueños cuando huían de los combates. Los gatos están por todas partes. Sus maullidos resuenan en los búnker de mando, se acurrucan bajo los vehículos blindados, pasan el rato bajo los árboles recortados por la metralla.El coronel y sus hombres alimentan a los felinos con la misma comida enlatada que comen ellos: atún, sardinas y carne precocinada. Discretamente y con mucho sacrifi-‐cio, el Ministerio de Exteriores le ha suministrado al ELS unas 300.000 raciones de comida envasada y los Halco-‐nes de Sham Penen unas cuantas cajas.Pero las cosas envasadas al vacío, entre las que se en-‐cuentran frutos secos y gallePtas, no están muy buenas. Al menos eso es lo que dicen los Halcones de Sham. Vi a un oficial estudiar desinteresadamente el contenido de una ración estadounidense antes de dejarla a un lado por una lata de sardinillas.A Jamal, como a los gatos, no parecían importarle los disparos. VesPdo con un uniforme de campaña sin dis-‐PnPvos esPlo estadounidense en camuflaje árido, y ar-‐mado únicamente de un equipo de radio para mandar a sus combaPentes, el coronel se reclinó en una silla de plásPco y describió los duros combates de Areha. Sus hombres están enrocados pero así están también las tropas del régimen, y él carece de los medios necesarios
Abu Hakem a la izquierda
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para liberarlos. Hizo un gesto hacia el montón de racio-‐nes estadounidenses que no pidieron. “Lo que realmente necesitamos son armas”. Pero eso es muy poco probable que suceda.¿Entonces quién está ganando? Pues parece que nadie.¿Nos gustaría ver la línea del frente? Sí que nos gustaría. “Es peligroso”, dijo el coronel. Él estaba con la periodista japonesa Mika Yamamoto en Aleppo en 2012 cuando recibió nueve disparos de los soldados del régimen y se desangró. “Todo el mundo acude a mí para converPrse en márPr”, decía Jamal entre risas. Ciento cincuenta de sus hombres han muerto en Areha.
La fábrica de Abu MarwanSubimos por la calle y pasamos por delante de un par de minas de detonación a distancia por cable que el régi-‐men enterró en el asfalto y que un rebelde muy valiente desacPvó con unos alicates. A la izquierda dejamos un vehículo blindado BMP y a la derecha unos garajes ado-‐sados uno al lado del otro. En uno había aparcado uno de esos vehículos con una ametralladora montada en la caja y su dotación estaba a la espera de que Abu Hakem les dijera que venían aviones de combate del régimen.En el otro garaje un rebelde alto sin casi dientes con una mata verPcal de pelo rubio supervisaba a un grupo de combaPentes mientras montaban cohetes caseros fabri-‐cados con trozos de metal y rellenos con explosivo a ba-‐se de ferPlizante de nitrato. El jefe se llama Abu Marwan. Este garaje, nos dijo sonriente, es “la fábrica de Abu Marwan”.Uno de los hombres de Abu Marwan observaba el cam-‐po de batalla con unos binoculares en busca de blancos para los cohetes, que se disparaban desde la caja de un vehículo Ppo pickup. Abu Marwan decía de broma que tenía que rellenar los cohetes con whisky de forma que cuando explotaran emborracharan a los hombres de Al Assad y así los rebeldes pudieran capturarles. Jamal era bastante indulgente. Los esfuerzos de Abu Marwan son
admirables, pero cuando su equipo lanza uno de sus primiPvos disposiP-‐vos Jamal decía que or-‐dena a los demás que se pongan a cubierto por si acaso. Los cohetes case-‐ros no susPtuyen a las armas de verdad.ConPnuamos avanzando. “Agachad la cabeza”, nos advirPó Jamal cuando nos acercábamos a la barricada de dos metros de Perra y escombros que consPtuye la prime-‐ra línea de defensa de los rebeldes frente a las tro-‐pas del régimen que se encuentra a 20 metros de distancia. El Prador de
una ametralladora en alguna parte a nuestra izquierda efectuó una alegre ráfaga sostenida de varias docenas de disparos.Juma, el coronel amante de los gatos y yo nos agacha-‐mos, corrimos y nos Pramos contra la barricada. La me-‐dia docena de combaPentes que guarnecían aquello le-‐vantaron la mano a modo de saludo. Más tarde supe que varios de los hombres eran combaPentes de Al Nusrah bajo el mando de Jamal -‐radicales islamistas si te crees la opinión general de los medios de comunicación-‐.Un joven rebelde, probablemente todavía en su adoles-‐cencia, estaba tumbado en el suelo con un pañuelo de cuadros cubriéndole la cara y con su fusil AK-‐47 Prado a pocos cenRmetros de su mano abierta. Parecía muerto pero sólo estaba durmiendo, agotado después de quién sabe cuántos días defendiendo la barricada frente a las tropas de Al Assad.El coronel charló con sus hombres mientras les hacíamos fotos a ellos y, lo mejor que pudimos sin que nos mata-‐ran, a las posiciones del Ejército sirio. Después de unos minutos dejas de escuchar los disparos porque siempre están ahí. Silencio, demasiado silencioJamal nos llevó de vuelta con Abu Khaled y bajamos la ladera de la montaña en el Hyundai amarillo. Lo había-‐mos logrado: fuimos a Siria, visitamos el frente y sobre-‐vivimos, a pesar de los grandes esfuerzos de compañeros periodistas por disuadirnos, del Ejército turco y del ase-‐sino Ejército del Aire de Al Assad.Juma repasó las fotos que había hecho. Es mucho mejor fotógrafo que yo. Con su potente objePvo había captu-‐rado el humo que salía del bombardeado Saraqeb. Al observar un campo de olivos a los lejos desde el puesto avanzado de los Halcones, también había localizado un carro de combate del régimen.Bajamos pitando la montaña camino del llano que se extendía todo el camino de vuelta hasta Turquía. Cansa-‐
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Mitch AGOSTO [29] 2015
do tras una terrible noche sin dormir y tras haber pasado todo el día lleno de adrenalina, me desinflé como un globo. Cerré los ojos… y cuan-‐do los abrí tan sólo un minuto después había unas paredes de Perra pegadas a ambos lados del coche y Abu Khaled parecía preocupado. Se había equivocado en un cruce y ahora estába-‐mos perdidos en un pueblo al pie de la Montaña 40.Era un pueblo abando-‐nado. Había Pendas, casas, mezquitas, todo sin daños aparentes por la guerra. Vi un gato pero a nin-‐guna persona. “Esto es muy raro”, dijo Juma. También parecía preocupado.Abu Khaled condujo sin rumbo a través de los callejones del pueblo fantasma hasta que nos mePmos en un cam-‐po de olivos. Eso no está bien. Dimos marcha atrás y vol-‐vimos sobre nuestros pasos hasta que finalmente encon-‐tramos la carretera. Abu Khaled paró a un combaPente rebelde y le preguntó qué había pasado con los habitan-‐tes del pueblo.El combaPente sonrió. “Escaparon del carro”, dijo.De repente todo tenía senPdo. El campo de olivos en el que nos habíamos mePdo era el mismo campo que Juma había visto a través del ocular de su cámara. El carro de combate que Juma había visto nos había es-‐tado acechando sin ser visto en alguna parte entre aque-‐llos árboles, posiblemente a unos metros de nosotros.Después de todo el miedo a ser secuestrado, de todo el planeamiento y precaución, de todo el dinero que me gasté en mi gente y de todos los años de experiencia de guerra, que creía que habían afinado mis senPdos para detectar los riesgos del campo de batalla, lo más cerca que estuve de resultar muerto en Siria fue probablemen-‐te cuando estaba allí sentado en el campo de olivos, un tonto perdido en un Hyundai amarillo, un gracioso blan-‐co fácil para la dotación curPda en la guerra de un carro de combate del régimen.ConPnuamos el viaje en coche. Juma, mi hermano sirio, se quedó dormido. Esperaba que no estuviera soñando, nada bueno podía salir de aquello. Se puso el sol y su resplandor en el horizonte le dio una reconfortante sombra ocre oscura a la peor zona de gue-‐rra del mundo. Tras mi ajetreado día de viaje de ida y vuelta a las líneas del frente de Siria ya sabía un poco más -‐y espero que ahora tú también-‐. Podría escribir es-‐ta y otras historias. Había jusPficado los meses de pla-‐neamiento y miles de dólares en gastos. Me había juga-‐do la vida una vez más…y gané.
Ahora me podría tomar algo con las mismas personas que me habían dicho que no fuera a Siria. No les diría nada. Simplemente, me sentaría allí a respirar y con cada laPdo de mi corazón sería como si se me levantara el dedo corazón por su agobiante preocupación por mi se-‐guridad. Como si entendieran el álgebra de mi alma: la ecuación que resuelvo cada vez que me voy a algún agujero de mierda para informar sobre algún grupo de personas que dispara a algún otro grupo de personas.¿Realmente merece la pena llegar incluso a morir por tan solo otra historia de otra guerra? ¿Incluso ahora que tengo casa, novia y gatos?Sí. Porque los rebeldes de Siria son mejores personas de lo que tú crees. Y necesitan ayuda para protegerse de los aviones de combate de un Prano. Esto es importante, más importante que cualquier per-‐sona.Estaba triste y me puse a buscar entre todas las listas de reproducción de mi iPhone aquellas canciones que aso-‐cio con las emboscadas, las explosiones y los secuestros nocturnos que han marcado mi vida y mi trabajo. La canción de Coldplay que escuchaba la mañana des-‐pués de que aquellos niños de Chad intentaran apuña-‐larme. Esa embarazosa canción de Avril Lavigne de la banda sonora de Scrubs que puse accidentalmente -‐lo juro-‐ en mi iPod durante un ataque talibán contra mi convoy en Afganistán en 2009. La canción de Mumford & Sons que puse en modo repePción mientras se ordenaba mi cerebro en las horas posteriores a haber volado por los aires gracias a una bomba de los talibanes en Logar en 2011.Me embuR los auriculares en las orejas y escuché toda mi vida en guerra mientras Siria y su complicado conflic-‐to propio desaparecían tras el Hyundai. La música me entristeció. Hizo que me enfadara. Hizo que quisiera terminar este viaje por carretera al infierno. Todavía no es bastante.
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“Un agente hace una seña a un compañero. Levanta un dedo pulgar y lo mueve de izquierda a derecha. La indicación clara. Indicarle, ¡vía libre y nadie a la vista! en la esquina por donde tienen previsto girar. Se mueven empuñando dos subfusiles HK MP5 del 9x19 milímetros Parabe-‐llum provistos con silenciador inte-‐gral. Constituyen un núcleo de ob-‐servación y vigilancia que busca da-‐tos de la zona objetivo. Se sitúan convenientemente en un punto en el que su presencia no llame la aten-‐ción de terceros, adoptan posición de vigilancia y en pocos minutos to-‐man todos los datos que buscaban. Por radio, los transmiten a otro per-‐sonal de su unidad que estaba en una ubicación próxima. De pronto, oímos el potente rugir del motor de dos blindados que se aproximan hacia donde estamos. Frenan y se detienen. De su interior
salen dos núcleos de agentes más. Uno, protegido por quien avanza llevando un escudo antibalas, se si-‐túa en las proximidades de un edifi-‐cio. Otro, más compacto y formado por aquellos que llevan rifles de pre-‐cisión toma posiciones en diversos puntos para cubrir la zona. Un minu-‐to después se desencadena la acción de asalto.Con un ariete voluminoso y pesado golpean una puerta. Mientras cae van penetrando al interior los prime-‐ros del equipo. Lo hacen por bino-‐mios, unos situándose a la derecha y otros a la izquierda. El resto avanza sabiéndose cubierto por sus compa-‐ñeros. Poco a poco van “limpiando” las estancias en las que buscan un determinado objetivo. Se les ha in-‐formado de la presencia de un sujeto armado que, supuestamente, ha disparado contra alguien y allí se ha refugiado. No saben de sus intencio-‐
nes reales ni de su capacidad de res-‐puesta, pero suponen lleva armas con él. Buscan detenerlo y neutrali-‐zarlo. Poco antes de llegar al final de la planta baja, y casi de casualidad, se lo encuentran. Está agazapado y no reacciona ante la presencia policial, esperando que le capturen. Le apuntan con sus ar-‐mas a la vez que uno se adelanta para cachearlo y engrilletarlo. Una vez todos están algo más tranquilos, lo llevan hacia uno de sus blindados y lo extraen del lugar hacia otras de-‐pendencias policiales donde le inte-‐rrogarán.“
Texto: Octavio Díez CámaraImágenes: ODC y UNOE
UNOE, UNIDAD TÁCTICA POLICIAL DEL URUGUAY
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Este supuesto, describe una práctica en la que quien estas líneas escribe estuvo presente ya hace un tiempo. Los que las protagonizan son los componentes de la Unidad de Ope-‐raciones Especiales (UNOE) de la Guardia Republicana del Uruguay, el principal núcleo de asalto policial de su país y el máximo referente a em-‐plear en aquellas circunstancias críti-‐cas en las que se requiera de agentes especialmente preparados, bien adiestrados y equipados para neu-‐tralizar a violentos, a terroristas o a bandas de criminales fuertemente armados. Esas capacidades las definen hoy y han sido un referente a o largo de su dilatado historial. Con ellos he esta-‐do en varias ocasiones durante los últimos años y aquí les presento un reportaje para presentárselos.
Potencial de trabajoDos pilares son fundamentales en lo que son sus capacidades actuales. De un lado todo lo relacionado con lo que es el proceso de selección y formación del personal del que va-‐mos a darles unas breves explicacio-‐nes. Para acceder a la UNOE se exige que los candidatos que se presenten tengan una experiencia previa como policías. Además, que en el transcur-‐so de la misma hayan dejado claro su buen hacer y predisposición para el trabajo, sobre todo en equipo. Se les requiere voluntariedad al aceptar el nuevo cometido, la misma que regirá toda su vida si son integrados en la Unidad.Una o dos veces al año se suele abrir el proceso de recepción de candida-‐turas y al mismo suelen presentarse sobre un centenar de propuestas que son examinadas a la hora de buscar aquellos candidatos que muestran el mejor perfil para lo que se les exigirá. Aquellos escogidos harán el que se conoce como Curso de Operaciones Especiales. Se im-‐plantó en 2010 como tal después de haber seguido con anterioridad otro tipo de preparación que, a modo de ejemplo, contempló la presencia de agentes del GEOF (Grupo Especial de Operaciones Federales) argentino en 2004 para prepararles en diversas materias.
Este Curso dura aproximadamente diez semanas. No es, para nada, fácil y si intenso y exi-‐gente. Entre un treinta y un treinta y cinco por ciento de los que lo ini-‐cian lo finalizan, índice que deja bastante claro lo que a los aspiran-‐tes se les pedirá.Nos explicaron que se trata de un pri-‐mer filtro de las personas. Se les exige en lo que es su perfil un 70% de “fuerza mongólica” -‐se refiere a su ac-‐titud y capacidad física-‐, un 70% de “fuerza pensante” -‐lo que sería su capacidad de aná-‐lisis y de reacción-‐, y un 70% de “fuer-‐za obediente” -‐aspecto que define su predisposición para seguir las órde-‐nes del Mando-‐. La combinación de esos caracteres son los que definen a sus componentes; aquellos que en sus índices personales estén por en-‐cima o por debajo de esas expectati-‐vas, serán los descartados porque no se adaptan al “perfil” que se busca y
al hecho de que se pretende una gran homogeneidad entre todo el equipo, sin nadie que despunte ni se quede descolgado.Una vez finalizada esa preparación básica pasan a integrarse con sus compañeros en los diferentes Es-‐cuadrones. Durante dos o tres años más irán completando, con todo tipo
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de prácticas y ejercicios, la prepara-‐ción que les permitirá la máxima efi-‐cacia como agentes de asalto. En todo el proceso descrito siguen un protocolo propio al que llaman IAS: Improvisa, Adapta y Supera. Dentro de los destinos en los que se les encuadre seguirán una prepara-‐ción y especialización que contempla aspectos como los que les concreta-‐remos. Pasan por lo que se conoce como Instancia de Adiestramiento Básico de Puntería, dos o tres sema-‐nas en las que se concretan en el manejo seguro y efectivo de las ar-‐mas de combate. Se suele programar uno al año y la tasa de superación del mismo es de un 60%; queda abierto también para los que aspiran a integrarse en la UNOE, por lo cual algunos candidatos llegan con esta preparación hecha a la Unidad.Otros, dentro de un proceso que es progresivo y exigente -‐según detalla-‐ron nuestros interlocutores-‐, se es-‐pecializarán en diferentes ámbitos. Los tiradores de precisión siguen el Curso de Francotiradores que dura seis semanas. Los especialistas de aperturas -‐que allí llaman “breche-‐ros”-‐ están veinte días preparándose en el uso de herramientas mecáni-‐cas, balísticas -‐escopetas-‐, explosivos y otras de tipo “especial”. Alguno, se especializará en apoyo sanitario con el Curso de Paramédico que se im-‐parte en organismos como la Cruz Roja.En relación con lo que es su prepara-‐ción, insisten en la parte física y so-‐bre todo en artes marciales como el hapkido coreano que hace hincapié en el control del oponente. Han en-‐trenado algunas veces con la UNAPO (Unidad de Apoyo Operativo) de la Prefectura Nacional Naval y se ejer-‐citan de forma autónoma sobre todo en temas tanto urbanos como rura-‐les, un ámbito que les caracteriza. Insisten en fortalecer sus capacida-‐des para estar prestos ante hipotéti-‐cas activaciones; es habitual su des-‐pliegue ante la presencia de narco-‐traficantes o bandas de peligrosos ladrones y delincuentes. Esa actividad constante les lleva a tener a un Escuadrón siempre en alerta constante, las veinticuatro horas del día; en sólo sesenta minu-‐
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tos tendrían disponible el 75% de su personal, gra-‐cias a un proceso de acti-‐vación en el que inciden, para mejorarlo, de forma constante.Un segundo pilar se con-‐creta en todo aquello rela-‐cionado con su equipo más característico. Siguen usando las pistolas aus-‐triacas Glock 17 del calibre 9x19mm Parabellum y los sub fus i l e s a lemanes Heckler & Koch (HK) MP5 -‐incluidos los de la varian-‐te silenciada SD que sue-‐len emplear con ópticas de 4 aumentos-‐, adquiri-‐dos ya hace unos años. Los fusiles de asalto SIG, del 5,56x45mm, los han re-‐emplazado por los estadounidenses Bushmaster XM15A3 con capacidad de tiro a ráfaga y con cañón de 14,5 pulgadas. Disponían de rifles de pre-‐cisión HK MSG-‐90, de los que apun-‐taron que ya les dan poco uso, y han incorporado en los últimos otros que incluyen los brasileños Imbel AGLC del 7,62x51mm y los Steyr “Elite”, ambos de cerrojo, del calibre 7,62x51mm y montando el mismo visor, el Leupold Mark 4 de 4-‐10x50mm. Además, disponen de escopetas del calibre 12 con pistolete y cañón cor-‐
to, originarias de Remington y co-‐rrespondiéndose con el modelo 870. Algunos rifles de asalto AK103, éstos del 7,62x39mm y rifles de precisión “Dragunov” del 7,62x54R han llega-‐do recientemente a la Guardia Re-‐publicana, lo que haría que tuviesen fácil acceso a ellos si les es conve-‐niente usarlos.De ese mismo origen, ruso, les han suministrado tres unidades del blin-‐dado GAZ-‐233036 “Tigr” SPM-‐2. Se trata de un 4x4 multifuncional al que ellos llaman “Tigre”. Lo usan provisto con un vistoso camuflaje y
en su interior pueden llevar hasta doce efectivos, alcanzando una velo-‐cidad punta este vehículo de nada menos que 140 kilómetros por hora. En uno de ellos pueden verse los efectos casi nulos de los impactos que recibió durante una prueba de resistencia de su blindaje que tuvo lugar en Brasil antes de que ellos los recibiesen
Capacidad policial realLas situación social ha cambiado en Uruguay en los últimos años. La so-‐ciedad más rural se ha vuelto más urbana. La llegada de nuevas opor-‐tunidades de negocio ha generado algunos problemas asociados a la delincuencia y en Montevideo, la capital del país, han proliferado los espacios por los que no es tan segu-‐ro transitar como antes, aunque la situación no es aún alarmante. Algunas bandas extranjeras se han aposentado en el país. Sin dejar de ser un entorno especialmente segu-‐ro, la realidad es que ahora hay más posibilidades de que se produzcan determinados tipos de incidentes para los que las unidades policiales normales, las que suelen patrullar por las calles, no están capacitadas. Para enfrentarse a esa posibilidad, y teniendo en cuenta que su respon-‐sabilidad cubre tanto grandes ciuda-‐des como las numerosas áreas des-‐pobladas que hay, se decidió no ha-‐
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ce mucho llevar a cabo un plan de generación de un mayor potencial táctico.De un lado, se constituyó, partiendo de otra Unidad anterior, la UNOE. Se está trabajando para ampliar la pre-‐paración de quienes forman parte de la misma y elevar su entidad para alcanzar la cifra que se acerque al centenar de efectivos directamente adscritos a su estructura, cifra que tienen programado conseguir en un plazo relativamente corto. De otro, se han ido adquiriendo distintos re-‐cursos técnicos que les hacen más eficaces y que les permiten enfren-‐tarse a problemáticas más comple-‐jas. Todo ello, para buscar que sean el núcleo más capaz de la parte civil. Y comento esto, porque en su país los militares disponen de unidades es-‐pecializadas en el tema antiterrorista que serían usadas también, por lo cual hay cierto carácter en el que se entrecruzan intereses y capacidades que ha generado incluso comenta-‐
rios de algunos en contra de los otros.Bien, sin entrar en polémicas les diré que a día de hoy la dirige un capitán. Junto a elementos como la Guardia de Coraceros, la Guardia Metropoli-‐tana, la Unidad III de Intervención o la Escuela de Instrucción Básica con-‐forman la Guardia Republicana que
depende del Ministro del Interior uruguayo. Esta última, se ha visto impulsada como consecuencia de la Ley nº 18719 por la que se aprobaba el presupuesto quinquenal para los años 2011-‐2015. El antiguo Regi-‐miento de la Guardia Republicana,
que tenía dependencia de la Jefatura de Policía de Montevideo se trans-‐formó para tener un carácter en el que su jurisdicción es ahora nacional y, por ello, pasó a tener un encua-‐dramiento dentro de las responsabi-‐lidades del Ministerio del Interior.Ese cambio en cuanto a su objetivo y entidad -‐el número de sus efectivos
se estima en mil-‐ ha derivado en un despliegue más amplio, con unida-‐des especializadas trabajando en diferentes localizaciones y con otras, como es el caso que nos ocupa, con un ámbito de empleo que abarca cualquier punto, tanto de carácter urbano como rural.Por ese motivo el antiguo Grupo Es-‐pecial de Operaciones (GEO), que era resultado de un largo proceso evolutivo que se gestó en 1976 con la creación del Equipo Especial de Combate (EEC), fue transformado para dar lugar a la UNOE. También se han venido constituyendo en las jefaturas departamentales pequeños grupos de intervención y control que cubren asimismo cometidos de pa-‐trullaje de especial intensidad o con-‐trol de disturbios.Dentro de la Unidad que les presen-‐tamos en estas páginas podemos señalar que cobra especial relevan-‐cia lo que sería el Elemento de Man-‐do donde se engloba un teniente 1º que actúa como Segundo Jefe y co-‐ordina actividades del día a día, el Jefe de Operaciones que asume aquellos cometidos que les son pro-‐pios, el Jefe de Logística que se en-‐carga de temas relacionados con suministros o abastecimientos, y el Jefe de la Compañía Operativa que coordina el trabajo de lo que son los equipos de asalto que ellos llaman Escuadrones.Estos últimos son seis, aunque ya se ha previsto ampliar su número y el
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del personal que hay en cada uno. Uno es el Escuadrón de Asalteros como ellos lo definen. Se trata de un Jefe, que coordina la actividad del núcleo y dirige lo que son sus actuaciones más representativas, un Equipo de Aperturas con dos especialistas que dominan ciertas técnicas para poder abrir puertas, ventanas, rejas,…, de una forma precisa y eficaz, y dos Equipos de Tiradores de Precisión, “sniper” que se han especializado tanto en lo que son temas relacionados con la ob-‐servación de potenciales objetivos como en el manejo de aquellos ri-‐fles de largo alcance con los que están equipados, operando en su trabajo tanto con uniformidad nor-‐mal como con trajes de camuflaje que evitarían su localización cuando despliegan en zonas donde la vege-‐tación es característica.Cinco son los que se conocen como Escuadrones de Asalto, aunque ya se está recibiendo personal para formar otros más e ir ampliando su número de forma que pronto se disponga de los previstos y se forta-‐lezcan las capacidades de interven-‐ción en todo un amplio espectro de posibles incidentes. En cada uno de los anteriores hay un Jefe que es un oficial que tiene a su cargo el trabajo, coordinación, entrenamientos o despliegues de sus hombres. Son nueve los efecti-‐vos que hay en cada Escuadrón y con ellos puede responderse a dife-‐rentes tipos de necesidades. Para acabar, señalar que la UNOE se en-‐cuentra en localizada en unas insta-‐laciones propias dentro de un am-‐plio acuartelamiento que hay en la Avenida José Pedro Varela de Mon-‐tevideo.
Octavio Díez Cámara. Periodistaespecializado en temas policiales y deDefensa, ha publicado más de dos mil artículos de su especialización, es au-tor de más de treinta libros, realiza asesoramientos en ámbitos públicos y privados, y tiene una dilatada expe-riencia en la docencia sobre el uso de armas de fuego. Es director de las re-vistas TACTICAL y SOLDIERS-Raids. En la actualidad, colabora con medios editoriales españoles, alemanes y es-tadounidenses.
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