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CUADERNILLO DE TEMAS TANGUEROS REDACCIÓN Daniel Antoniotti José María Kokubu Luciano Maia Carlos María Romero Sosa Raúl Lavalle Editor responsable: Raúl Lavalle Dirección de correspondencia: Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentina tel. 4811-6998 [email protected] 1

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CUADERNILLO DE TEMAS TANGUEROS

REDACCIÓNDaniel Antoniotti

José María KokubuLuciano Maia

Carlos María Romero SosaRaúl Lavalle

Editor responsable: Raúl LavalleDirección de correspondencia:

Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentinatel. 4811-6998

[email protected]

nº 5 - 2014

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ÍNDICE

Presentación p. 3

Fidel Farez. Sobre el tango No vendrá, de Cadícamo p. 4

Daniel Antoniotti. En el cincuentenario de la AcademiaPorteña del Lunfardo p. 7

Raúl Lavalle. Sombras literarias sobre el tango p. 9

Alfredo Bernardi. Fiesta de corazones p. 14

Beatriz Harispe Persson. Gardel p. 15

José María Kokubu Munzón. Lunfardo y Evangelio (a propósitode un soneto de Otero Pizarro) p. 17

Minucias tangueras p. 19

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PRESENTACIÓN

La idea de comenzar con este cuadernillo dedicado al tango fue bien recibida por mis amigos, que son muy generosos y me apoyan en mis proyectos. Agradezco a todos ellos y en especial a quienes aceptaron acompañarme en la Redacción.

En la noción de tango incluimos también sus afines; por ejemplo la milonga y el género campero. Podremos escribir también sobre lunfardo, sobre menciones del tango en las artes, sobre literatura inspirada en el tango. En fin, sobre tantas otras cosas relacionadas con nuestro folklore urbano, aquí y en el mundo.

Los esperamos de corazón en estas páginas. Léanlas, amigos, y anímense a escribir en ellas. Puede ser largo o corto, creativo o erudito. Hallarán amigos cordiales, que no apurarán del todo la copa del olvido.

R.L.

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SOBRE EL TANGO NO VENDRÁ,DE CADÍCAMO

FIDEL FAREZ

Mi admirado Cadícamo no sólo compuso hermosas letras, sino también música para muchas de ellas, de gran belleza. Un ejemplo es No vendrá, de 1945, cuya quizás única versión1 se halla disponible en la Red:  http://www.youtube.com/watch?v=vXxTFyjCck8 .  

Esperaré otro rato y verépor qué demoró...

Aquí se ve una esperanza: la mujer va a llegar, aunque parece que algo la retrasó.

Quiero creerque este nuevo querer es mi gran amor.La misma esperanza da lugar a esta ilusión.Por no estar tan solo y esperarfumaré otro cigarrillo más.El tiempo pasa, las agujas del reloj se aceleran.Pero algo hay que me hace pensarque ya  no vendrá...

Acá empieza la esencia del tango: 

No vendrá.Bien lo sé que ella no vendrá.Y aunque esperar ya no quierootro rato más la espero.

La desesperanza aumenta, va desplazando a la esperanza y lo confunde; estos versos son notables, porque las cosas pasan así: él sabe que no llegará, pero de todos modos la espera, como si de esa manera influyera sobre la decisión que ella parece haber tomado. No vendrá... Pero igual pensando en ella estoy.

1 Es decir, la de Ángel D’Agostino y Ángel Vargas.

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Ya por hoy no la veréme lo dice la postrercampanada de un reloj.

Él se va (“ya por hoy no la veré”), el tiempo no se detuvo, como sí lo habría hecho si la figura de la mujer hubiese aparecido, porque entonces el espacio y el tiempo desaparecerían, sólo existirían ella y él, el mundo se limitaría a ese amor. Ese “por hoy”  denota la creencia de que todo no terminó, lo que eleva la calidad de la letra.  

El poema empezó con una duda, que se justifica en esta última estrofa:

Yo presentí que no iba a venircuando ayer se fue. Triste quedó, suspirando sonrió,y me dijo así:“Tengo miedo de quererte... ¡amor!¡Tengo miedo de sufrir por ti!”Y ese temor, lo confieso, mi bien,que era de los dos.

No hay resentimiento, no hay enojo ni reproche, hay algo difícil de definir, parecido a una dulce tristeza.

 Esta última estrofa, que no canta Vargas, es la que me llevó a

comparar los sentimientos del personaje de este poema con los del protagonista de “Alma venturosa”, de Lugones. El increíble Lugones, ese genio omnisciente despreciado por muchos, aquellos que entre otras cosas ignorarán que fue Lugones uno de los pocos que comprendieron la Teoría de la Relatividad cuando se publicó, y que además fue  el artífice

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de la venida de Einstein a la Argentina; ese mismo Lugones escribe en este bellísimo soneto lo que no pudo cantar Cadícamo en No vendrá pues los dos protagonistas tuvieron respuestas diferentes: 

ALMA VENTUROSA 

Al promediar la tarde de aquel día,cuando iba mi habitual adiós a darte,fue una vaga congoja de dejartelo que me hizo saber que te quería.

 Tu alma, sin comprenderlo, ya sabía…,Con tu rubor me iluminé al hablartey al separarnos te pusiste apartedel grupo, amedrentada todavía.

 Fue silencio y temblor nuestra sorpresa;mas ya la plenitud de la promesanos infundía un júbilo tan blando,

 que nuestros labios suspiraron quedos…Y tu alma estremecíase en tus dedoscomo si se estuviera deshojando.

FIDEL FAREZ

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EN EL CINCUENTENARIO DE LA ACADEMIA PORTEÑA DEL LUNFARDO

DANIEL ANTONIOTTI

En el año 2006, tuve el privilegio de ser convocado por la Academia Porteña del Lunfardo para integrarme a ella en calidad de académico de número y ocupar el sillón “Enrique González Tuñón”. Mi pasión por el tango y muy especialmente por su poesía y sus letristas, sumado a mi condición de profesor en letras interesado en el habla popular, habían dado como producto un libro: Lenguajes cruzados –estudios culturales sobre tango y lunfardo–, por lo que el académico Oscar Conde, con el aval de José Gobello me propuso para integrarme al seno de esa entidad.

Mi relación con la Academia y con muchos de sus miembros había sido hasta entonces la de una discepoleana “ñata contra el vidrio”. Admiraba (y aún admiro) a muchos de su fundadores y continuadores, empezando por el inventor de la “lunfardística”, José Gobello, para seguir con León Benarós, José Barcia, César Tiempo, Luis Alposta, Enrique del Valle, Cátulo Castillo, Edmundo Rivero, más los contemporáneos Oscar Conde, Ricardo Ostuni (recientemente fallecido). Pensar en que soy “par” de estos nombres, y de otros muchos notables que se me escapan en la enumeración, me pone la piel de gallina. Una de las tareas que tuve que realizar hará unos dos años fue la digitalización de las cien primeras comunicaciones de la Academia, iniciadas en 1964 y que ya superan las 3.000. Esa aproximación a los primeros estudios e informes de la Academia me puso en contacto con una producción de altísimo valor cultural, por su rigor y por su originalidad.

Algunas personalidades, entre las que no faltó Jorge Luis Borges, se tomaron a broma que se creara una institución con el nombre de “academia” para ocuparse del lunfardo, porque precisamente un argot, al

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ser una irregularidad del lenguaje no puede tener un órgano de vigilancia como lo es la Real Academia Española para el castellano. Pero más allá de cierta intención humorística que, según presumo, pudo haber en la nomenclatura elegida, nada obsta para que exista una institución que se ocupe de ese fenómeno lingüístico, sin que necesariamente se pretenda imponer una norma del tipo: “se debe escribir fayuto y no falluto”; “afanar es robar o hurtar, pero no estafar”, etc.

La función de nuestra Academia no debe ser normativa o legislativa, sino investigativa, descriptiva, etimológica, registral. Esto en cuanto al lenguaje popular de nuestra ciudad y hasta de nuestro país. Por otra parte, recién a mediados de la década de los ’90, por ley del Congreso, se creó la Academia Nacional del Tango. Hasta ese momento, la Academia Porteña del Lunfardo (que es una asociación civil) se ocupó de la historia, el análisis y la crítica erudita del género musical porteño. Cosa que sigue haciendo, no solo sin chocar con la Academia del Tango sino complementándose. Por otra parte, muchos de los académicos del lunfardo también lo son de la otra academia.

En lo estrictamente personal, por sentirme plenamente porteño y muy identificado con ese tiempo de nacimiento y consolidación del tango, que no me tocó vivir pero por lecturas, películas, discos, testimonios, diálogos con testigos de época, la pertenencia a la Academia Porteña del Lunfardo la vivo como una de mis más importantes realizaciones personales.

DANIEL ANTONIOTTI

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SOMBRAS LITERARIAS SOBRE EL TANGO

RAÚL LAVALLE

Hace no mucho tiempo leí un soneto llamado “Tu vaga sombra”, al cual me referiré más abajo. Dicha lectura me movió a escribir sobre ciertas sombras literarias. Algunas son de la poesía impresa, por así decir; otras, de la canción popular. En realidad todos, nos guste o no, pulvis et umbra sumus, ‘somos polvo y sombra’, según una conocida oda de Horacio. Te invito entonces, querido lector, a conocer a unas pocas de nuestras hermanas sombras. Empezaremos por la décima musa de México, Sor Juana Inés de la Cruz.

Detente, sombra de mi bien esquivo, imagen del hechizo que más quiero, bella ilusión por quien alegre muero, dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo  sirve mi pecho de obediente acero, ¿para qué me enamoras lisonjero, si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho de que triunfa de mí tu tiranía;  que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía, poco importa burlar brazos y pecho, si te labra prisión mi fantasía.

La sombra no es la realidad, pero se parece a ella, porque de allí se nutre, aunque quizás pueda contentarnos más, porque somos sus creadores. Su atracción es fuerte como la piedra imán, aunque queramos tener la dureza del hierro. Hay sin embargo en nosotros una fuerza que se apodera del objeto amado, aunque este lo ignore. Sí, puede traer esa esquiva sombra una felicidad en la torre de marfil, pero nace y muere en sí misma.

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La realidad del objeto amado, en cambio, es vigorosa y duradera. Incluso alimenta otros espectros, pero mejores, porque no están en pugna sino en unión con lo verdadero, lo luminoso, que no es sombra sino que crea otras. Me resulta curioso que una religiosa haya escrito este bello soneto, del cual alabo más las palabras que las ideas. Estas son como sombra; la forma poética es música que contenta el alma.

Al pensar en sombras, inmediatamente pienso en Sombras nada más, música de Francisco Lomuto y letra de José María Contursi. Algunos piensan que es un bolero, porque el trío Los Panchos hizo una memorable versión. Es verdad que tiene mucho de romántico, pero los maestros del tango supieron darle un aroma inconfundible de Buenos Aires, en mi opinión. Copio y aclaro que dejo igual el “vertirla” del segundo verso. La voz académica es verter, pero el tango tiene su propia gramática.

Quisiera abrir lentamente mis venas,mi sangre toda vertirla a tus pies,para poderte demostrarque más no puedo amary entonces... morir después.Y sin embargo tus ojos azules(azul que tienen el cielo y el mar)viven cerrados para mísin ver que estoy así,perdido en mi soledad.¡Sombras nada más,acariciando mis manos!¡Sombras nada más,en el temblor de mi voz!Pude ser felizy estoy en vida muriendoy entre lágrimas viviendolos pasajes más horrendosde este drama sin final.¡Sombras nada más,entre tu vida y mi vida!¡Sombras nada más,entre mi amor y tu amor!¡Qué breve fue tu presencia en mi hastío,qué tibias fueron tu mano y tu voz!

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Como luciérnaga llegótu luz y disipólas sombras de mi rincón.Y me quedé como un duende, temblando,sin el azul de tus ojos de mar,que se han cerrado para mísin ver que estoy así,perdido en mi soledad.

Este es uno de los tangos “cultos”, que no tienen voces lunfardas ni referencias típicamente locales. Se habla de un deseo tan apasionado e hiperbólico que pretende desangrarse por esos ojos de mar. El mar: algo no tan frecuente en el tango (me viene a la memoria Mañana zarpa un barco, de Lucio Demare y Homero Manzi). A veces el recuerdo de un amor pasado nos trae consuelo. Aquí parece ser lo contrario, pues hubo pasajes que da miedo considerar. Los poetas dicen que el amor es efímero. Aquí, breve como luz de luciérnaga. No obstante, vuelvo a ponerme del lado de Cupido, porque soy iluminado con una pequeña lucecita, con el recuerdo de aquel amor. Mis sombras me dan hastío; el canto del poeta me trae manos dulces y ojos de mirada serena. Transcribo ahora el texto que –decía al principio– me movió a escribir. “Tu vaga sombra” es de Alfredo Bernardi, destacado poeta argentino actual, quien lo publicó en la revista literaria Ápices (nº 15, Buenos Aires, 2013).

Quiero saber por qué tu vaga sombra de esfumado pincel sigue conmigo. ¿Desea como el humo ser testigo de la insistente llama que te nombra?

¿Será como la brasa que se asombra consumida por fuego, falso abrigo, el sueño etéreo de viajar contigo en el mágico vuelo de una alfombra?

Tras el paso sereno de la bruma, sopla una brisa de discreta errancia que finge descifrar el desconcierto.

Huyen las formas en fallida suma, se diluye el recuerdo en la distancia, va la memoria hacia un frugal desierto.

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Esta sombra no es hija del sol sino el pictórico sfumato que el pincel del tiempo supo labrar en el ánimo; no impreciso frío, pues de a poco tomó color ardiente y ansió volar. También nuestro andar se vuelve incierto y a los tumbos. Es verdad que el tiempo todo lo muda, hasta lo inestable de una vana figura. Pero en la eremítica soledad sigue brillando con un halo la amada imagen. Lo fugaz y lo permanente luchan en nuestro ánimo. Para mí, triunfa lo segundo.

Mi breve recorrido termina con el tango “Sombra mía”, de José Oliveira. Sé que no es muy conocido; lo escuché hace muchos años en el programa radial de Antonio Carrizo en Radio Rivadavia. En la audición tenía un pequeño espacio Horacio Ferrer, quien llevó una vez dicho tema, con la voz de Hernán Salinas y la orquesta de Armando Pontier. Este Oliveira, si no recuerdo mal lo dicho ese día, era oriental. Puede escucharse: http://www.youtube.com/watch?v=nRHS0P0mO9A.

Sombra que arrastra mi suerte,sombra que vive conmigo,dichas y glorias murierony ella, siempre en mi camino.Sombra que alarga mis manos,mi poncho no le da abrigo;no sé si me está siguiendoo si soy yo quien la sigo.

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Borrón pegado a la escoriade mi vida sin memoria,sos vaivén de algún farolretrato en negro, parodiade lo que quise y no soy.Pero, al trampearme la suerte,no me verás ni he de verte:nadie nos dará su luz,que no estarás en mi muerteni llorarás en mi cruz.

Lata que se fue en un trago,Lacerando mis sentidos,me abandonaron halagos,sueños que no están conmigo;carbón que pinta un espejo,donde mi tristeza miro…Pero igual sigue a mi lado,final que llevo conmigo.

El poeta se sorprende ante su sombra, pero va más allá, pues la considera una compañera viviente; incluso se dirige a ella, en un cambio de tercera persona a segunda: “sos vaivén de algún farol.” Como yo, pudo subsistir a los ponchazos ante dichas y glorias. Es maestra de vida, pues me enseña a adaptarme a distintas circunstancias. Se identifica conmigo, por supuesto: ya el gran Horacio había dicho ‘somos polvo y sombra.’ No estará ni en mi muerte ni en mi cruz, dice. ¿Será cierto? Al enfrentarme al supremo tribunal, creo que sí sentiré su mano amiga. Y así creo, porque somos una sola cosa: nada más que sombra vana. Los pocos trastos junté en mi vida ya son umbra rerum. Como en un espejo, en tales menudencias me miro todo el tiempo. Quizás por eso el día del juicio será sereno, porque ya me acompaña, es “final que llevo conmigo.” Al menos ella será más modesta y afectuosa que mi soberbia, que tardará unas horas más en disiparse.

“Sono io que sembro la mia ombra”, canta Nicola Di Bari. Como pronto seré sombra –lo dice Coria Peñaloza– me gustó leer a estos grandes poetas y obtener de ellos algunos pensamientos, que me ayudaron a llevar mejor este destierro. Muy probablemente te aburrieron, querido lector. En cualquier caso, gracias por tu bondadosa paciencia. Hasta el pelo más delgado…

RAÚL LAVALLE

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FIESTA DE CORAZONES

No habrá ninguno igual, como ese díade irrepetibles rosas y cancionesen un patio de muérdago y malvones,pródigo albergue, fresca galería.

Vertido el vino, precursor y guía,en banquete feraz las emocionesliberaron de polvo los arconesde vieja data y joven alegría.

En la noche hubo luz de canto y risa,dulces voces que ataron su destinoa las notas potentes del encuentro.

Así el tiempo apagaba nuestra prisacon palabras mojadas por el vinode aquella fiesta que bebimos dentro.

ALFREDO BERNARDI1

1 “No habrá ninguna igual, no habrá ninguna, / ninguna con tu piel ni con tu voz”, decía Ninguna de Homero Manzi. Además de la alusión literaria, este soneto está, para mí, lleno del espíritu tanguero de días y noches de bohemia. [R.L.]

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GARDEL

Beatriz Harispe Persson, autora de “Gardel”,con Al azar, otro de sus libros; junto a ella, Pipo Pescador

Amar tu voz, la estampa varonil en escenario. Trajeado, prolijo, sonriendo cual Gioconda de Leonardo. Amar tus cifras y estilos en ropas campesinas y la guitarra forjándote a vos mismo, empresario del destino. Amar tu deambular por el Caribe, París, Hollywood, creando un estilo trascendente y único. Amar cómo plantas el tango en este mundo por radios, discos, cines y revistas.

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Amarte por los padres venerantes de tu canto acopiando canciones en rincones donde asomas. Amarte por fanáticos del pueblo que te evocan en bustos, proyecciones, conferencias, medallones y almanaques. Amarte... en un duelo todavía no resuelto de partida prematura y sin consuelo.

BEATRIZ HARISPE PERSSON1

1 Agradecemos a la autora, de Tandil, Provincia de Buenos Aires, el habernos permitido reproducir aquí este bello poema, que evoca a nuestro ícono del tango. Me ha gustado mucho la expresión de una idea: el amante de Gardel gusta de juntar fotos, discos y todo tipo de objetos que se relacionan con él Así son también los poetas, que juntan –me parece– cosas en el cofre de los recuerdos. Ejerce la docencia y variada actividad cultural en su ciudad y participa activamente también en el Consejo Federal del Folklore de Argentina. Tomo “Gardel” de su libro Nueva dimensión (1999-2012), Tandil, Printel Gráfica Digital, 2013, p. 93. Me permito darle la bienvenida a nuestro Cuadernillo con una simple copla:

¡Salve, musa gardeliana, de los pagos de Tandil!Porque los versos sentidosse hacen zorzales en ti. [R.L.]

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LUNFARDO Y EVANGELIO(A PROPÓSITO DE UN SONETO

DE OTERO PIZARRO)

JOSÉ MARÍA KOKUBU MUNZÓN

Reelaborar la pasión de Cristo en clave lunfarda, como lo hace Enrique Otero Pizarro en un logrado soneto, va mucho más allá de la paráfrasis ingeniosa. Por cierto, el uso del idioma tanguero puede representar también una invitación a llamar a las cosas por su nombre y a piantarle a ciertos estereotipos pietistas o culteranos que desnaturalizan el mensaje central del Evangelio. Transcribo.

Hay tres cruces y tres crucificados.En la más alta, al diome, el Nazareno.En la de un güin lloraba el grata bueno,mangándole el perdón de sus pecados. Escracho torvo, dientes apretados,mascaba el otro lunfa el duro frenodel odio y gargajeaba su venenocon el estrilo de los rejugados.“¿No sos hijo de Dios? Dale, salvate.¿Sos el rey de los moishes? Arranyate.¿Por qué no te bajás? Andá, che guiso.”Jesús ni se mosqueó. Minga de bola.Y le dijo al buen chorro: “Estate piola,que hoy zarparás conmigo al Paraíso.”

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Nuestra civilización ha llegado al punto de disociar el ámbito conceptual y racional –donde reina el principio de no contradicción– del ámbito afectivo, corporal y fisiológico que es ineludible sustrato del pensamiento humano. Sin embargo, “el corazón tiene razones que la razón no tiene”. Así, pues, del rebuscamiento dialéctico al desconcierto moral hay un trecho más corto de lo que parece porque sufrimos de un exceso de intelectualización, que parasita el lenguaje culto y ahoga la frescura del mensaje cristiano.

El lunfardo, en cambio, conserva el poder reconciliar esos dos planos de la existencia –el intelectual y el afectivo– dentro de una realidad única que no reniega de lo banal, lo físico, lo sexual o lo escatológico sino que asume orgánicamente la realidad integral del hombre. Por ejemplo, una expresión como “gargajear el veneno” adquiere un poder de convicción formidable con el simple aporte de los bronquios y el moco, que quedan incorporados al drama como para que éste no se diluya en un relato meramente ético o en una fórmula vacía.

El soneto que nos ocupa, entonces, además de su contundente logro dramático y estilístico, tiene la virtud de actualizar de otra manera la Pascua, invitando a participar de la resurrección del Señor al hombre común de aquí y de ahora desde un lugar más humano, cotidiano, real. Los ya famosos “bergoglismos” y las ideas claras de la primera exhortación apostólica del papa Francisco, Evangelii Gaudium, parecen hablarnos en similar sintonía.

JOSÉ MARÍA KOKUBU MUNZÓN

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MINUCIAS TANGUERAS

Lunfardos latinosExiste la deformación profesional. Como profesor de latín, es

natural que sobredimensione un poco mi materia. Un ejemplo es cierto uso de superlativos latinos. En efecto la lengua del Lacio hace altus y altissimus, clarus y clarissimus. Pero también tiene, nada más para algunos adjetivos, un superlativo en -rimus. Tales, pulcher y pulcherrimus, pauper y pauperrimus. A mí se me pegó, porque a menudo digo que algo es truchérrimo, chantérrimo. En síntesis, tonterías que se me ocurren.

R.L.

El zorzal porteñoConocemos el apelativo Zorzal Criollo, aplicado a Gardel. No

todos saben cómo es un zorzal, aunque lo vieron seguro muchas veces. Puedes entonces ver abajo una foto del que solemos ver en nuestras calles y plazas. Si me tienes más paciencia, podrás leer mi sentida copla.

¡Qué lindo ver tu figura,anaranjado zorzal!Por tu donosa aparienciasuelo a Gardel recordar.

R.L.

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Reescritura de “No vendrá”, de Cadícamo En una charla con Cadícamo en una confitería de Riobamba y

Santa Fe, en 1969, detecté que además de haber sido el mayor poeta del tango, era un hombre muy hábil para los negocios. Hace un par de años, escuchando el hermoso “No vendrá”, se me ocurrió cómo lo habría escrito Cadícamo hoy, y copio mi suposición. La versión de D’Agostino-Vargas: http://www.youtube.com/watch?v=vXxTFyjCck8.

Letra original Letra de 2011

Esperaré otro rato y veré Esperaré otro rato y verépor qué demoró... por qué demoró…Quiero creer La llamaré que este nuevo querer o mensajearées mi gran amor. a ver qué pasó.Por no estar tan solo y esperar Para no aburrirme al esperarfumaré otro cigarrillo más. busco un jueguito en el celularPero algo hay que me hace pensar pero hay algo que me hace pensarque no vendrá... que aquí no hay señal.

¡No vendrá! ¡No hay señal!Bien lo sé que ella no vendrá. Es un afano esto ‘’el celularY aunque esperar ya no quiero Porque llamarla no puedootro rato más la espero. A la otra esquina me muevo.No vendrá... ¿Andará?Pero igual pensando en ella estoy. Si no cruzo, nunca lo sabré.Ya por hoy no la veré Por hoy no la llamaré,me lo dice la postrer si es que enfrente no tendrécampanada de un reloj. señal en el Personal.

Yo presentí que no iba a venir Yo presentí que este no iba a andarcuando ayer se fue. cuando lo prendí.Triste quedó, suspirando sonrió, Por eso fue que la netbook portéy me dijo así: pa’ poder chatear.“Tengo miedo de quererte... ¡amor! Tengo miedo que no quiera andar¡Tengo miedo de sufrir por ti!” tengo miedo que ella piense malY ese temor, lo confieso, mi bien, y este temor, lo confieso tambiénque era de los dos. es por la señal.

FIDEL FAREZ

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Los tangueros de las islasEn el Paseo Ástor Piazzolla (le pongo tilde al primer nombre) hay

una novedad. Leamos una página del Gobierno de la Ciudad: “Desde anoche, el Obelisco tiene nuevas luces y la compañía de dos grandes esculturas realizadas por la polifacética artista Marta Minujín. […] Las esculturas inauguradas se denominan ‘Cícladas porteñas’ y aluden a las representaciones de figuras humanas halladas en cuevas de la antigua Grecia” (http://www.sergiobergman.com/category/noticias-en-la-ciudad/).

Para mí, la estatua cercana al Obelisco camina hacia la de Tribunales, para invitarla a bailar un tango. Tratan de salir de su aislamiento y de encontrarse en nuestra música ciudadana; no en vano por las noches, en un café de la Diagonal, un muchacho canta tangos al son de su guitarra. Mientras pensaba y escribía esto, me llamó por teléfono mi psicólogo: “Amigo, hace mucho que no lo veo. ¿Cuándo va a venir a visitarme?” Mi respuesta: “Sí, disculpe, licenciado, no estoy nada bien pero anduve muy ocupado y me encuentro escaso de vento. A la brevedad lo llamaré. Gracias por acordarse de mí.” Una de las canciones de Gardel era Mentiras. Y me acordé de otra cosa: no podían faltar estatuas griegas en el Paseo Piazzolla, porque el vanguardista, antes de ser tal, ejecutó con la voz de Aldo Calderón el tango Pigmalión, el coso ese que se enamoró de su estatua. Un tango bien griego, porque la música es de Pantaleón pero los versos son de Homero Expósito.

R.L.

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La poesía de B. J.En los ’70 se veía en la televisión la serie B. J. and the bear, cuyo

protagonista era un camionero. Ahora bien, los camioneros nuestros no es raro que pongan leyendas en sus gigantescos rocinantes; v.gr.: “De apurados como vos está lleno el cementerio.” Hoy vi una en el lenguaje de las Musas: “Si querés uno igualito, / laburá como Jorgito.” Este poeta lunfardo octosilábico me hizo acordar a quien puso título a una novela cuyo protagonista era colectivero: Un mundo de veinte asientos. La poesía anda sobre ruedas muy grandes.

R.L.

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La casa… y la fuente de EladiaCerca de mi casa está el departamento donde vivió Eladia

Blázquez. Me refiero a Rodríguez Peña (nombre también tanguero, con música de Vicente Greco, si no me falla el bochenski) entre Juncal y Las Heras. Descubrí el edificio, porque a la puerta hay un canterito pintado de verde, con estrellitas, y dice “Eladia Bláquez poeta.” Fue en el lejano 2014, en un tórrido mediodía de estío.

Acertó a pasar por allí mi amigo Pepe Kokubu, quien estaba anoticiado del hecho: ambos son de la Academia Nacional del Tango, aunque Eladia revistaba entre los Miembros de Honor Fallecidos. Nos saludamos afectuosamente, según nuestra costumbre, y le propuse: “¿Qué te parece si nos mandamos una pizza en El Cuartito y después volvemos, porque quiero escribir una nota para el cuadernillo tanguero?”

Como Pepe siempre es de buen talante, aceptó mi invitación y fuimos nomás a la calle Talcahuano, donde degustamos una muzza inspiradora (pido perdón a la Italia del sabroso formaggio la modificación de mozzarella), acompañada de un chianti bastante pasable. De postre, para no interrumpir la onda peninsular, sendas porciones de una deliciosa tarantela.

Palabra va, bocado viene, se nos hicieron casi las cuatro de la tarde. Mucho mejor, porque recuerdo que había empezado a soplar un pampero (¡y dale con el tango!), que refrescó aquel día insoportable. Estábamos entonces en mejores condiciones para nuestro paseíto evocativo de la gran compositora vecina (Pepe también vive por la zona de mis lares).

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Y bien… nos encaminamos al tranco lerdo hacia la casa de la poetisa (no me acostumbro a decir “la poeta”, como se hace hoy). En la puerta del edificio el portero barría la vereda pero interrumpió su tarea, para informarnos amablemente. Vivía Eladia en el piso diez y, a su muerte, la Municipalidad puso un clave de sol metálica, que adorna una pared lateral de la entrada de la calle. También nos dijo que habían adornado la fuente de la esquina con versos de ella.

Ni lerdos ni perezosos, nos despedimos de nuestro informante y fuimos a la esquina de Juncal y Arenales. En efecto, sobre la pared cilíndrica leímos “tengo el corazón mirando al sur” y otras de sus frases. Yo toqué un tema algo polémico, porque me pregunté si era más del folklore o del tango. Pepe opinaba lo segundo. No obstante, mi opinión se decidió por la primero, porque el chorro, al caer sobre la piscina, formaba burbujitas. Eso me hizo acordar de los célebres versos de cuando el amor se va, éxito de Los Fronterizos en Cosquín 67:

Solo espuma, solo arenaque se escurre, se va, se va.

Como a los japoneses les gusta mucho el agua, se formó una tétrada pitagórica de Japón, tango, folklore… y un poco de latín, porque esa misma noche traduje la zamba en cuestión: ¡Cómo duele el pensamiento Quam tristis anima mea!de que no me quieres más! Iam tu me non redamas:Como hojitas en el viento, ut foliolum vento raptum,tu cariño se va, se va. amor tuus flumen transit.

R.L.

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Goyeneche, Sosa y otras yerbasUn domingo, de caminata por Figueroa Alcorta, me detuve en la

esquina que forma la avenida con Austria, para mirar con más calma un busto de Roberto Goyeneche. Figueroa Alcorta es entonces una suerte de avenida de tango, porque a unas dos cuadras de distancia hay un muy modesto recordatorio. Sobre el lugar y dicho memorial, cito el sitio TODOTANGO, donde Roberto Selles escribe sobre el máximo cantante uruguayo: “Al margen del tango y la poesía, Sosa tuvo otra pasión, los automóviles. Fue propietario de un Isetta, un De Carlo 700 y un DKW modelo Fissore; con los tres terminó por chocar, debido a su gusto desmedido por la velocidad. El tercero resultó fatal. Durante la madrugada del 25 de noviembre de 1964, se llevó por delante una baliza luminosa en la esquina de la avenida Figueroa Alcorta y Mariscal Castilla (Buenos Aires).”

Pero también me detuve en un monumento mucho más importante, al menos en volumen. Efectivamente, en la esquina con Tagle, a dos cuadras del Automóvil Club, está el grupo escultórico de Aristóbulo del Valle. Dejo al lector interesado la tarea de hacer las laudes de este hombre público. Solo me detengo en una pequeñez. En efecto quienes me conocen saben que tengo afición a poner en latín tangos y otras canciones populares. Pues bien, en mi paseo volví a unir ambas cosas, porque en la base del monumento hay cuatro haces de lictores romanos y unas como escarapelas con flores. Pero, además de estos símbolos clásicos, más arriba una inscripción dice: CIVI OPTIMO – IN VITA EXEMPLO – IN TRIBVNA MAGISTRO; esto es, ‘al ciudadano óptimo, ejemplo en la vida y maestro en la tribuna.’

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También se lee el nombre del artista: “E. PEYNOT – 1923 PARIS.” No me detengo en este escultor francés, pero habría que consultar a un experto en música ciudadana y preguntarle si el hombre que, junto con Leandro Alem, fundó la Unión Cívica Radical, es mencionado en alguna composición del género. Su amigo y correligionario aparece en la Milonga del 900. Sebastián Piana puso música a estos versos de Homero Manzi:

Soy del partido de todosy con todos me la entiendo,pero, váyanlo sabiendo,¡soy hombre de Leandro Alem!

Don Aristóbulo, en mi disparatado criterio, es recordado con música de Guillermo Barbieri y letra de Luis Garros Pe: “Flor del valle te llamaron, / criatura angelical.”

R.L.

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