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JEAN MANUEL SA\TA .VLkRLA EL ESCULTOR EMILIANO BARRAL, EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

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JEAN MANUEL SA\TA.VLkRLA

EL ESCULTOR EMILIANO BARRAL,EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

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Mi conocimiento de la vida y de la obra de Emiliano Banal e salgo que se ha ido haciendo a base de aproximaciones, en u nproceso, largo y lento, que empezó a ser consciente tras una visi-ta efectuada al Museo de Segovia a finales de 1978 .

Estaba éste ubicado, por entonces, en la llamada Casa del Hi-dalgo, en la calle de San Agustín y al entrar en una reducida estan-cia del mismo que, por falta de espacio, cumplía funciones de sal ade recepción, conserjería, despacho, biblioteca y almacén, con -templé dos esculturas que me llamaron la atención .

Eran dos cabezas que parecían llevar años colocadas provi-sionalmente sobre un estante arrimado a la pared pero, por s ucalidad y a pesar de lo precario de su situación, resultaba difíci lque pasaran desapercibidas .

Pregunté por ellas y la respuesta del conserje fue bastante la-- cónica: -Son esculturas de Emiliano Barcal . Y ésta es un retratode Pablo Iglesias" .

--A Paco Martagón. Amigo, asiduo asistente alas actividades de esta Academia y, en Sego-via, el más celoso conservador que la memori ade los hermanos Parral ha tenido .

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JUAN MNUEL SANTA.y ARLA

Mi visita al museo tenía como objeto recoger materiales par aunos artículos periodísticos que se publicaron en El Adelantadode Segovia los días 9, 10, 11 y 12 de enero de 1979 y en los que,con relación a las dos piezas mencionadas, se podía leer lo si-guiente : ":Me permito hacer un alto y llamar la atención sobre es-tas cabezas y sobre su autor : Emiliano Barcal . Sé poco de él . Na-ció en Sepúlveda y trabajó en sus canteras . Manejando el cortafrí-os y la maceta aprendió a manejar el cincel y el martillo y a dotara sus esculturas de una fuerza tremenda. Trabajó en Segovia y enMadrid; y en Madrid murió, joven, luchando en las filas del ejérci-to republicano" .

No conocía otra cosa de Emiliano Banal y aún en aquella re-ferencia, tan breve, había más intuición que rigor, ya que sobr eBanal solo teína un conocimiento difuso que arrancaba de u nentrañable manual de Historia del Arte que, para uso de universi-tarios, había escrito el profesor Angulo Iñiguez y en el que apare -cía esta nota : "Emiliano Barral (1896-1936), de una familia decanteros segovianos, posee un gran dominio técnico de la piedradura, que pone al servicio de su fuerte temperamento artístico" .

Me enganchó eso de que procediera de una familia de cante-ros segovíanos y pregunté a los que, por entonces, había en e lbarrio de las Nieves, pero nadie pudo darme respuesta . Más tar-de supe que aquel escultor había sido el autor del monumentodedicado al ceramista Daniel Zuloaga y que había nacido, no enSegovia, sino en Sepúlveda ; y encontré, leyendo a Antonio Ma-chado, un poema dedicado a Banal .

El sentido epitafio escrito por el poeta al conocer el final deEmiliano " . . .era tan gran escultor que hasta su muerte nos dejóesculpida en un gesto inmortal"-, cerró el anillo de mis conoci-mientos sobre el artista; Banal se fue perdiendo en mi mente ylas telarañas de otras preocupaciones fueron envolviendo su re -cuerdo hasta que se produjo la comentada visita al museo sego-viano.

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EL ESCULTOR EMILIANO 13Am:1 t

Con ésta se reavivó en mí el deseo de saber algo más sobre lavida y la obra de Emiliano Banal y acudí a consultar algunos ma-nuales de historia del arte, comprobando que se sabía muy poc ode él y que casi todo lo que se escribía arrancaba de unos textosdel inolvidable Gaya Nuño .

Mi respuesta a estos hechos fue el decidirme a investigar e ntorno a su figura, comenzando por acudir a Luis Felipe de Peña-losa que, buen conocedor de todo cuanto a Segovia atañe, pudoofrecerme una primera información sobre Barral y sobre la cabe-za de Pablo Iglesias conservada en el museo al tiempo que diri-gía mis pasos hacia los hermanos Serrano quienes, en 1965 y e nla galería de arte que dirigen, La Casa del Siglo XV, habían orga-nizado una exposición en homenaje al artista . En un pequeñoexpositor de libros que allí había encontré uno escrito por IsaacDíaz Pardo y publicado en La Coruña aquel mismo año ; al leer sutitulo, El escultor Emiliano Barral, pensé que se acababan mispreocupaciones, suponiendo que en él hallaría lo que andab abuscando. Pero no fue así . Se perfilaba una biografía del artistatrazada a grandes rasgos "se trata de presentar con urgencia suvida y su obra", escribía el autor- y, aunque en verdad estimable ,al menos para mí en aquellas circunstancias, sólo era el prime rintento, primero y por entonces único, realizado no tanto par areconstruir la trayectoria de una vida cuanto de impedir que de-sapareciera una memoria .

Pensando que merecía ser continuado, seguí en el empeño y ,con el tiempo, fui contactando con diversas personas que había nconocido y tratado al escultor : Mariano Grau, Rafael Peñuelas ,Manuel Bernardo, Servando del Pilar, Luis Marfagón, Paco Marfa-gón y Rafael Davía ; también con Inés Tudela y Antonio Linag eConde que, además de recordarle de sus años niños, han conser-vado numerosos testimonios de las relaciones que sus padres ,José Tudela y Antonio Linage Revilla, mantuvieron con el artista ;y al pintor Jesús González de la Torre, que ha sabido guarda rmuchos de los recuerdos que del escultor le trasmitiera su tío ,

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JUAN MANUEL SAN-r arría

Eugenio de la Torre, íntimo de Banal, y entre los que se incluye ncartas, fotografías, esculturas y el conocimiento de la existenciade una olvidada novelita, Las memorias de Pedro Herráez, cuas ibiografía de Emiliano, escrita por otro tío suyo, el periodist aIgnacio Canal y de la Torre .

Finalmente, en ese lugar de encuentros que es La Casa del Si-glo XV, conocí a Pedro Barral, hermano de Emiliano, y a su espo-sa, Patricia Peyton, quienes me invitaron a acudir a Madrid paraque pudiera estudiar directamente la colección de esculturas d eEmiliano que ellos guardaban.

Pedro Barral, también escultor notable, murió en 1981, perosu esposa y sus sobrinos, Ángel y Antina López Banal, mantuvie-ron tan amable invitación, brindándome, además, la posibilida dde estudiar un archivo familiar que habían conservado con unadedicación y un celo admirables.

Toda la información recogida, rica y variada, aunque en exce-so anecdótica, se fue completando con viajes a los distintos luga-res de nuestra geografía donde supe que existían obras de Bana ly con una investigación de hemeroteca bastante rigurosa, a la quedediqué mucho tiempo a lo largo de cinco años y que me permi-tió conocer artículos como los titulados La pintoresca bohemiade Emiliano Barcal, de V. Sánchez Ocaña, publicado en El Ade-lantado de Segovia el día 12 de enero de 1928, y La vida heroicadel escultor Emiliano Barral, firmado por L C . (Ignacio Canal) yaparecido en el semanario Segovia el día 2 de febrero de 1932 ,con abundantes datos biográficos .

Fue, creo, un trabajo bastante provechoso que se tradujo e nuna exposición organizada en el Torreón de Lozoya el año 198 5con su correspondiente catálogo y en la publicación de una bio-grafía del artista, editada por la Consejería de Cultura de la Junt ade Castilla y León, que dejaban bastante bien centrada la trayec-toria vital y artística de este notable escultor sepulvedano que al -

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EL ESCULTOR EMILIANO BARRAl

canzó el triunfo con esfuerzo, que conoció el aplauso y el sufri-miento, que ganó el aprecio de muchos, que murió trágicamentey que cayó en el olvido .

Esta charla forma parte de los actos que se celebran conme-morando el centenario de su nacimiento, y para mí significa mu-cho: saber que algo por lo qué luché, la recuperación de una me-moria, se ha conseguida

Y es bueno que, al igual que se le está celebrando en Madrid ,se le celebre en Segovia porque Emiliano Barral, mientras vivi óaquí, colaboró con todos los esfuerzos que se hicieron para le-vantar la vida artística de la ciudad, defendió su patrimonio cultu-ral, inmortalizó con sus retratos a toda una espléndida genera-ción de segovianos y nunca, aunque hubo de marcharse en bus-ca de más amplios horizontes, rompió los lazos con la tierra qu ele vio nacen

Pero, y esto sobre todo, fue uno de los más notables esculto-res del primer tercio del presente siglo ; un cantero de Sepúlved aque quiso y supo estar en la vanguardia artística española lu-chando por la renovación de nuestra escultura .

Hablar de cómo lo hizo es la razón de esta convocatoria .

Emiliano Barral nació en Sepúlveda el año 1896, en el senode una familia de canteros y, como sus hermanos Pedro, Martín yAlberto, se inició en el oficio de la cantería labrando con el abue-lo, con el padre y con los tíos las piedras que dan carácter atantas casonas sepulvedanas .

Y Emiliano, cantero, parece que no pensó en hacerse escul-tor, vocación que le llegó tarde y de modo fortuito . Responder alllamado de la escultura fue el más bello remate que pudieron te-ner sus novelescas andanzas de adolescente .

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JUAN MANL°Et SAIN AMARLa

"A los quince años yo era más anarquista que . . . Bueno ,era muy anarquista" .

¿Que cómo había llegado al anarquismo un muchacho sepul-vedano? Buena pregunta . Por influencia del padre y de las lectu-ras de algunos libros que este tenía en casa, como La conquistadel pan, de Kropotkin, y El dolor universal, de Sebastián Faure .

Y respondiendo a ese sentir, con quince años, cuando hací atres que había abandonado la escuela para trabajar en las cante-ras, se marchó de casa en compañía de un portugués llamad oCouceiro . Este, también anarquista y trabajador de las cantera ssepulvedanas, debió influir en el muchacho, que decidió escaparde Sepúlveda "a hacer la revolución social . Para empezar, pensá-bamos organizar una huelga de mineros en Riotinto" .

Fueron detenidos en Ayamonte y Emiliano, menor de edad ,devuelto a Sepúlveda, donde no permaneció mucho tiempo :"Había visto un pedazo de mundo y comprendía que en m ipueblo nada tenía que hacer. No es que en el resto del mund otuviese nada que hacer . En suma, yo no sabía lo que quería, pe -ro quería algo. Por de pronto, marcharme . Y me marché . Un díasalí de mi pueblo sobre una bicicleta, a pagar los jornales d euna contrata de obras que mi padre tenía en el pueblo de al la -do, y no volví. Con el dinero y con la bicicleta me fui hasta Va-lencia . . . "

De Valencia fue a Barcelona, desde donde pasó a Francia, lle-gando a Lyon y París .

Sólo, en ciudad extraña y sin dinero, acudió al ConsuladoEspañol en demanda de ayuda y como le preguntaran si sabíahacer algo y respondiera que era cantero, consiguieron colocarl een un taller de escultura . El maestro apreció pronto su habilidady le fue encomendando labores delicadas y la talla de piedras du-ras .

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EL ESCULTOR EMILIANO Bar

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JtiN MANUEL SNtA LARLa

Y allí, con un trabajó bien pagado y de oscuro modo, podíahaber concluido la peripecia de Emiliano Banal, sólo que aque lParís de Picasso, de Juan Gris, de Chagall, de Brancussi y de Mo-digliani, fue el revulsivo que estaban necesitando sus innata scualidades artísticas para aflorar. Conoció el Barrio Latino y se hi-zo amigo de escultores y pintores con quienes acudía a exposi-ciones y galerías . Alguien, un día, condujo sus pasos hacia el Mu-seo del Louvre .

. . .Y me topé con la Victoria de Samotracia "

Estamos, con seguridad, ante una imagen retórica creada porIgnacio Carral, pero puede admitirse que aquella espléndida figu-ra marmórea, impulso y belleza, le revelara la plenitud del mund ode las formas y Banal, sin esculpir, se convirtió en escultor :

" . . .me hice punto fuerte en las tertulias del Quartier. Misamigos me despreciaban. Decían: parece mentira que tehumilles hasta el punto de trabajar : ¡el artista debe ser li-bre! Y yo que quería ser artista a todo trance, pues de-serté del taller. . . Hice lo que los otros . Me dejé crecer elpelo, me puse un sombrero grande, me até al cuell ouna chalina grasienta . . . Y empecé a gritar por los café sque Rodin era un idiota y a no pagar a los camareros . . . "

No hay duda de que este es un bello retrato, realizado en tra-zos gruesos, de la vieja bohemia .

Banal aguantó en París todo lo que pudo, pero a los seis uocho meses de llevar aquella vida bohemia, sin dinero, harto d eprivaciones y amenazado por las anemia y la tuberculosis, deci-dió regresar a su casa y plantearse en firme, esculpiendo, aquellode ser escultor.

Su primera obra fue una pequeña estela que se halla en el ce-menterio sepulvedano, con un ángel en bajorrelieve que parec e

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E? ESCULTOR EMILIANO BARRAL

emerger de la piedra para compartir una tristeza . La túnica delángel, tratada como una llama que vela las formas y los quiebro sque distorsionan la figura, inician el autorretrato íntimo del artist aque titubea en la elección de un camino .

Haciendo el servicio militar en Madrid, el año 1917, conoci óal escultor andaluz Juan Cristóbal, que le brindó la oportunida dde trabajar en su taller, siendo allí donde su vocación, decididaya, quedó confirmada . Así parece probarlo el que, nada más re-gresar a Sepúlveda, acometiese la realización del retrato del poe-ta Rosendo Ruiz y Bazaga, autor del primer artículo que conozc odedicado a Emiliano Barral .

Como es lógico suponer, el artículo, publicado en El Adelan-tado de Segovia el día 28 de julio de 1919 está escrito en tonosmuy elogiosos: "El gran escultor sepulvedano, gloria de Castilla ,acaba de hacerme un retrato . . ." Es muy interesante lo que Barral ,que no era, ni mucho menos, gloria de Castilla, sino un descono-cido principiante, dice al hablar de sus motivaciones y de su sconceptos artísticos: "Yo huyo de todo efectismo engañoso yhuero que dé sensaciones del momento, en desdoro del verda-dero arte . Yo persigo la línea, siento la forma, busco la carne. . . "

Sabe lo que quiere y en sus declaraciones se pone de mani-fiesto algo que será consustancial con su estilo : el rechazo a la lí-nea sinuosa y sin objeto, a las formas blandas y deshechas, a lañadido arbitrario . . . Pero también conoce sus limitaciones y s ufalta de formación, por lo que, en enero de 1920, buscando elmodo de superarlas, acudió a la Diputación Provincial d eSegovia solicitando una ayuda de estudios .

La idea de que la pidiera surgió del grupo de intelectuale sque había participado en la edición del diario La Tierra de Sego-via, en cuyo número correspondiente al 30 de noviembre de1919, puede leerse : "En Sepúlveda Barral no tiene elementos d eestudio que son necesarios a un artista que quiere triunfar . Y, en

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JUAN MANUEL SANTAMARÍA

Madrid, Barral tropieza con sedas dificultades económicas par atener un estudio donde trabajar y dinero con que pagar los mo-delos . . . Barral tiene todas las condiciones, y aún más, para se rmerecedor de una de las pensiones que la Diputación viene con-cediendo" . No logró su objetivo, pero la estancia en Segovia l epermitió ponerse en contacto con un grupo muy interesante depersonas, entre las que se hallaban Antonio Machado, Bla sZambrano, Ignacio Carral, Julián María Otero, Juan de Cáceres ,José Tudela, Eugenio de la Torre y Fernando Arranz, miembrosde una tertulia irrepetible que apoyaría a Barral en todo momen-to y sin reservas, al tiempo que le proporcionaba modelos parauna galería de retratos verdaderamente excepcional, que el es -cultor pudo ejecutar en el taller del ceramista Fernando Arranz ,donde estableció un estudio provisional y con cuya hermana ,Elvira, acabaría casándose .

De esta galería forman parte la Cabeza de Julián María Otero ,tallada en madera por la base del cráneo con un verismo qu eproduce escalofríos, lo que hace de ella, como ya expresó mu ybien un cronista de la época, "algo siniestramente emocionante" ;el busto de Antonio Machado, presentado en la Exposición Na-cional de Bellas Artes de 1922 "y ante el cuál -como escribió uncrítico de la época-, pasó el jurado, como con harta frecuencia ,sin ver nada . . ."; la cabeza, en bronce, de Eugenio de la Torre ; e lbusto, esculpido en un duro microgranito y cuasi romano para e lque tomó como modelo a Blas Zambrano, titulándole El Arqui-tecto del Acueducto; los retratos de José Tudela e Ignacio Ca-rral . . .

En ninguno, tengamos en cuenta que estamos hablando deretratos, pudo librarse de lo que se ha llamado "el complejo de lparecido" .

Todos ellos, junto a otros que hizo por entonces y entre losque están los de su madre, su hermana Paz y su Autorretrato, tie-nen algo, la chispa del genio, que les concede categoría de obra s

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: . . EL ESCULTOR EMILIANO BARRAL

Monumento aDaniel Zuloaga .

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Doliente de la famili as- Cisneros-Tudela .

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JUAN MANUEL SANTAMARÍA

excepcionales, pero sin salirse de esa tendencia tan arraigada enel arte hispano que es el Realismo .

Podemos ver en ellos fuerza, vigor y sinceridad . . ., pero realis-mo. Austeridad y reciedumbre . . ., pero realismo . Preocupación in-telectual por sugerir estados anímicos y preocupación formal porconseguir una belleza que se diría clásica . . ., pero realismo .

¿Podía seguir otro camino si el único campo de trabajo que s ele ofrecía era el retrato? El, en un principio, no lo encontró .

Como reconocía algún tiempo más tarde, aquellos años, aun -que fundamentales pan su formación, tuvieron muchas limita-ciones, siendo, además, verdaderamente difíciles en el ordeneconómico, ya que de los retratados, todos amigos y familiares ,recibía estímulo y ánimo, pero poco más . El lo expresaba así, re -sumiendo esta etapa tan trascendental para su posterior trayecto-ria :

"Entonces hice dos o tres bustos . . . pero a los amigos ,claro es, lo que quiere decir que no cobraba nada po rellos . . . Así pasaron tres o cuatro años terribles, sin u ncéntimo . . ., hasta que ejecuté mi primer monumento, elmonumento a Daniel Zuloaga en Segovia . . . "

Pero conviene advertir que, a pesar de la monotonía que im-pone el género, apenas otra cosa que pisapapeles, escribió uncrítico, Barcal no sigue una línea única ni en estos retratos -má sde los "dos o tres bustos" de los que él habla-, ni en los que harí aposteriormente .

La personalidad artística de su autor, la que les confiere uni-dad de estilo, se pone de manifiesto en dos valores clave : En lotécnico, la talla directa de la piedra, de lo que hará constante -mente gala . En lo conceptual, el vigor expresivo y la sinceridad .

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EL ESCULTOR EMILIANO BARRAL

Pero en lo formal, el observador atento puede percibir in -fluencias muy distintas . Una, clara . es la de Julio Antonio, el autorde la serie Bustos de la Raza . a quien Barral sigue cuando escul-pe algunos retratos que concibe como arquetipos raciales y d elos que pueden ser buen ejemplo su Filósofo cañí o el titulad oSegoviana, en el que trata de condensar los rasgos que definen ala mujer de esta tierra, tomando como modelo a la esposa de s uamigo Marceliano Alvarez Cerón . Otras, menos perfiladas, proce-den de la antigüedad : el arte romano del período republicanoinspira su Arquitecto del Acueducto ; el arte egipcio, puesto demoda tras los descubrimientos de Carter y Lord Carnavon, el re -trato de Teófilo Hernando; el quattrocento italiano, los retratosde Torreagero y Luis Quintanilla ; la imaginería española del sigloXVII, las cabezas de Julián María Otero y Pablo Iglesias yacente . . .Incluso el arte oriental, tan lejano a nosotros, influyó su Cabez ade Siva .

Esta del retrato claramente figurativo fue una de las direccio-nes por las que anduvo su arte . Y, por lo dicho, está claro que co-noció la escultura del pasado. Pero. . .,¿impidió esto que se preo-cupara por la modernidad? Creo que no . Analizando su obra re-tratística podremos comprobar cómo sabe combinar el acabad ode fino pulimento con superficies picadas y marcadas con lo ssurcos del puntero que dan texturas que se dirían inacabadas, al-go que ya había hecho Rodin y que aquí estaba haciendo Victo-rio Macho ; cómo simplifica los volúmenes, eliminando elemen-tos innecesarios, en lo que podríamos conocer la influencia d eBrancussi, perceptible en los retratos de la Pequeña de Hontana-res y de su hijo Fernando ; cómo modela rostros y cabezas escul-piendo planos y ángulos, elementos que caracterizan el retrat ode Marañón o la cabeza yacente de Pablo Iglesias, en los que pal-pita un claro, aunque tímido, cubismo .

Estos que acabo de enumerar son signos de modernidad y ,para su época, audacias que rozaban el limite de lo que la socie-dad española de entonces era capaz de admitir.

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JUAN MANUEL SAN11 MARÍA

Pronto, no obstante, se le presentarían oportunidades de reali-zar algunos trabajos que, por no ser únicamente retratos, le iban apermitir liberarse de la sujeción a la figura humana y de la simpl ereproducción y entregarse a la experimentación y a la creación .

Estos trabajos a los que me refiero son los que situarán aBarral en el grupo de escultores españoles que, saltando la barre-ra tradicional que exige que la representación sea reproducció nfiel de lo representado, se plantearán como objetivos de la moder-nidad escultórica, no sólo la plasmación de formas naturales basa-das en "el parecido", sino también la consecución de valores de -pendientes de la calidad de ejecución, de la armonización de ele-mentos y del ordenamiento de volúmenes para estructurar un es-pacio, rasgos que se conciben como propios de la modernidad.

La primera de esas oportunidades, que resultó fallida, fue elconcurso organizado para hacer un monumento a Rubén Darío .Lo ganó él y aunque no se hizo, conocemos el boceto que habíapreparado en yeso : el poeta, echado y con el cuerpo cubiert opor un paño que vela las formas, lo que da solidez al conjunto ,levanta la cabeza apoyándose en un bloque que bien puede esta rinspirado en los picozos de la dura geología sepulvedana . Aun-que en posición inversa, recuerda el monumento a Galdós, reali-zado cinco años antes por Victorio Macho y, para la época, un aobra plena de novedad .

La segunda de las oportunidades fue otro concurso, el organi-zado en Segovia para erigir un monumento al ceramista Danie lZuloaga. Se convocó en 1924 y la comisión encargada de hace rlas gestiones necesarias, formada por Gabriel J . de Cáceres, Ma-riano Quintanilla, Manuel Pagola y la ateneista Margarita Nelken ,decidió encomendar su ejecución a Barral .

La decisión, valiente para el momento, fue bien acogida den-tro y fuera de Segovia y basta, para atestiguarlo, la opinión de lcrítico Juan de la Encina, publicada en el diario La Voz, de Ma-

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EL ESCULTOR E_MILLA.NO B .ARR .4I.

drid: "De la bondad del busto hay una garantía en el nombre de lescultor. . . No se trata de ninguno de esos nombres pomposos ,cuyo arte no deja de tener alguna afinidad con el que cultivan la ssociedades de pompas fúnebres, sino de un nombre modesto ycasi totalmente desconocido, el del escultor Emiliano Barral, que ,o mucho nos equivocamos, o ha de ser, con el tiempo, uno delos escultores excelentes de España" .

El monumento, planteado con una concepción original, es lainterpretación del tronco de un árbol resuelto en bloques de sie-nita recorridos por grafismos e incisiones que confieren a la pie-dra una textura muy singular; el conjunto está coronado por lapatriarcal cabeza del gran ceramista desaparecido y, en su empla-zamiento originario, que fue el jardín de la plaza de La Merced,por color, textura y concepción volumétrica formaba contrapunt ocon el majestuoso cedro del Líbano que allí existe .

No llega a la abstracción pero pocas cosas se habían hechoen España tan avanzadas .

El éxito logrado hizo posible que Barral, el autodidacta, con -siguiera una beca concedida por la Diputación Provincial d eSegovia para que realizara un viaje de estudios .

Estuvo en Florencia, donde admiró la obra de Donatello ymodeló la cabeza del pintor Luis Quintanilla, "vigorosa como u nbronce donatellesco", escribió Angel Sánchez Ocaña, que le co-noció en aquel viaje ; en Roma quedó impresionado por la gran-diosidad de la estatuaria barroca, aunque convencido de que ha-bía que huir de ella porque, y son sus palabras, "el barroco e suna carga pesadísima que continúa sin dejar andar a los españo-les"; visitó las ruinas de Pompeya, pasó a Sicilia y regresó a Sego-via, donde ya estaba en septiembre de 1925 .

El primer trabajo, tras su vuelta a Segovia, fue la Doliente de lpanteón de la familia Cernuda-Pedrazuela y en él no hay nada

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JUAN MANUEL SANTAMARIA.

que parezca mostrar dependencia de lo que pudo haber aprendi-do o captado en su viaje, antes bien, el tallado de la figura valién-dose de largas y estrechas superficies planas, es una novedad ensu modo de hacer que nada tiene que ver con el clasicismo italia-no, sino con el cubismo. Un cubismo algo tímido, eso sí, y no de-pendiente del Picasso analítico, sino de la interpretación que deaquel estilo nos dejó Vázquez Díaz, introductor del único cubis-mo que parecía estar dispuesta a absorber la sociedad español adel momento, y que siguiendo al uruguayo Rafael Barradas, vana practicar tanto Banal como Victorio Macho, alumbrando unaescultura de factura original, facetada y de largos cortes que tien-de a desdeñar cualquier nota superflua que pueda perturbar l aesencia de la figura, pero sin que, por ello, ésta pierda nada d esu expresividad y de su fuerza .

Repitió esquemas en un monumento que realizó en Burgo d eOsma en recuerdo de Victoriano Corredor y en otra Doliente qu eesculpió para el panteón de la familia Cisneros-Tudela en Agre-da, Soria; acudió a Madrid para tomar apuntes de la cabeza dePablo Iglesias al morir éste y en 1926 se marchó definitivament ede Segovia para asentarse en la capital de España . '

Aquel año fue interesante para Emiliano Barral . Acudió a la Ex-posición Nacional de Bellas Artes presentando dos obras en la sec-ción de Artes Decorativas : Garza y Gran Pingüino, y otras dos en lasección de Escultura: Busto de mujer y Desnudo en piedra parafuente o jardín, también denominada Regocijo de volúmenes .

Parece innecesario advertir que el jurado no les prestó la má smínima atención y, sin embargo, cada una de ellas representab alo mejor de las dos vías -tradición e innovación- en las que se es-taba resolviendo el quehacer del escultor.

La critica, por el contrario, se volcó en elogios . Así escribíaAntonio Lezama en las páginas de La Libertad: "Emiliano Barral ,el genial escultor segovíano, que, con la enorme fuerza de su ta-

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EL ESCULTOR EMIILLMNO BARRAI.

Regocijo de volúmenes . Maternidad del Panteónde Pablo Iglesias .

Cabeza de Pablo Iglesias .

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lento y de su arte ha sabido domeñar la piedra y ponerla al serví =cio de la idea sin que pierda jamás la materia su intrínseca granadeza, continúa su marcha triunfal, en que cada paso es un éxitomayor que el precedente y cada obra una rotunda afirmación d esu personalidad artística. El Busto de mujer y el Desnudo en pie-dra para fuente o jardín, son dos admirables obras maestras qu eha arrancado Barral de esos bloques de granito, que él ataca coivigor ciclópeo y que tan bien se avienen con su temperamentorecto y castellano, capaz, unas veces, de producir obras serenas y

_- clásicas, como la cabeza de mujer, y otras de una frivolidad y de-licadeza tan exquisitas como las que hay en la figurilla desnudantoda gracia y donosura, y de tan extraordinaria vida, que el fennino cuerpecíllo palpita y se estremece y hasta parece que el rleve soplo de viento es capaz de agitarlo" .

También Francisco Alcántara alababa aquellas esculturas énEl Sol: "Emiliano Barral presenta dos esculturas : Busto de mujer yDesnudo en piedra para fuente y jardín . El Busto de mujer es un ade esas cabezas a que ya nos tiene acostumbrados el escultor deSepúlveda desde que expuso el busto El Arquitecto del Acueduc-to. . . Un poder análogo de condensación y de compresión titánicapone Barral en esta Cabeza de mujer. En cuanto al Desnudo parafuente o jardín, lo creo una gratísima novedad en la temática delescultor. . ., un efluvio sutil de esencias estéticas monstruosament edispares a las nuestras, conmueve esta figurilla y su levísimo tem-blor se parece al de las hojas de los árboles, dormidas en la cal -ma de un crepúsculo sin rumores cuando un leve soplo las agitaen silencio . . . "

Cuando Francisco Alcántara habla de "esencias estética smonstruosamente dispares a las nuestras", nos está diciendo l avaliente novedad que aquella figura representaba en la escultur aespañola del momento .

Otra novedad ofrecida por Barral en aquella exposición, po rmás que también pasara desapercibida incluso para los crítico s

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EL ESCULTOR EMILIANO BARR .AL

que tan buena acogida le habían dispensado, fue temática, pue sen la sección de Artes Decorativas presentó una garza tallada enmadera y un pingüino esculpido en piedra . Más tarde, a esas dospiezas se unirían varios ejemplares de osos polares, hasta cinco ,y algunos, como los presentados en el Salón de Otoño de Madri del año 1931, de grandes dimensiones -1,5 m x 0,9 m el menor y2,4 m x 1,6 m el mayor-, con lo que Barral, que acaso tuvo pre-sente al hacerlas al gran Mateo Hernández, con quien había he -cho amistad en París, se suma a los pocos escultores españole sque han tratado la estatuaria animalista como género indepen-diente .

Antes, sin embargo, de que se pusiera a esculpir los osos, ta -rea para la que contó con la ayuda de sus tres hermanos, y haytestimonio fotográfico de ello, Barral recibió dos encargos impor-tantes : la realización de un monumento dedicado al ingenier oManuel Orueta, en Gijón, y el mausoleo de Pablo Iglesias, en Ma-drid .

Manuel Orueta había muerto en accidente en el puerto gijo-nés intentando salvar la vida de dos trabajadores, Luis y LorenzoMartínez que, desgraciadamente, murieron también . El monu-mento es una obra realmente innovadora y rebasa el concept otradicional de escultura . Se integra en un espacio concreto, u nparque; se diseña en el suelo, marcando un estanque triangular, eintroduce, con valor de símbolo, el lento resbalar del agua que ,gota a gota, cual si de lágrimas se tratara, acaricia la piedra de u nmonolito, escultura y fuente a un tiempo, que se alza en el centrodel conjunto.

Es una obra en la que el artista ofrece calidad de ejecuciónpues la piedra, por más que pueda parecer lo contrario, está tra-bajada con esmero, al tiempo que armoniza elementos tan dispa-res como la piedra, el agua, el monolito y el somero estanque yestructura un espacio. Para quien les habla, este monumento esuno de los más rotundos logros del Banal innovador .

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JUAN MANUEL Sax-ria LaRLa

Como lo es el Mausoleo de Pablo Iglesias . Vayamos un pocohacia atrás en el tiempo . El interés de Barral por el fundador delsocialismo español data de antiguo, como lo atestigua una posta lenviada por Azorín a Antonio Machado en 1923, diciéndole qu eha visitado el estudio de Barral, en Segovia, y que ha visto una"cabeza de Pablo Iglesias magnifica" .

Es, creo, la que existe en el Museo de Segovia ; pues está fe-chada en aquel año . En 1925, al morir Pablo Iglesias, Emilian oacudió a Madrid para tomar apuntes de su cabeza y en 1927 reci-bió el encargo de realizar el Mausoleo, que ejecutaría en colabo-ración con el arquitecto Azorín .

Es una obra de síntesis, en la que se combinan arquitectura yescultura . En esta, la parte que a él le compete, Barral une magis-tralmente las diferentes tendencias por las que discurre su arte :en la Cabeza de Pablo Iglesias, yacente, están la herencia barroc aespañola del Bautista degollado y el expresionismo europeo ,puesto de manifiesto en los planos y aristas que modelan una sformas de duro realismo ; en la Maternidad, esculpida en volúme-nes cerrados y suaves líneas curvas, está la simplicidad aprendidaen el organicismo de Brancussi; en los relieves, alegorías de laluz que alejadas tinieblas, el matizado cubismo de líneas rectas ,ángulos y planos que ya se ha descrito .

Barral, que comenzaba a acariciar el triunfo y un reconocimien-to bien merecido, supo del aplauso general al organizar su primeraexposición individual, el año 1929, en el Salón de la Sociedad d eAmigos del Arte . Aquella exposición significó mucho para Barral . Elbusto Mujer de Segovia pasó al Museo Español de Arte Moderno ; elduque de Alba compró el busto titulado Zoe, que fue la primera es -cultura contemporánea que entró en el palacio de Lisia ; el docto rVital Aza adquirió una Maternidad distinta a la que estaba haciend opara el Mausoleo de Pablo Iglesias. pues la realizó en posición er-guida y alzando al hijo por encima de su cabeza, para su clínica deMadrid, y hasta la ya mencionada Maternidad que preparaba para

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el Mausoleo fue solicitada, aunque infructuosamente, por el Direc-tor del Museo de Chicago, que vino a visitar la exposición .

Le abrió, además, las puertas de la buena sociedad madrileña,llegándose a la paradoja de que el escultor revolucionario pasar aa ser uno de los más solicitados por muchos miembros de la mis-ma, entusiasmados, cuando lo que se llevaba era presentar en la sexposiciones bocetos de yeso, insulsos y sin carácter, con las ca-lidades que Banal sabía dar a sus obras trabajando directament ela materia definitiva . Hizo los bustos de Vital Aza y de su hija, losde los doctores Marañón, Novoa Santos, Varela Rodio, Bastos, Ji-ménez Quesada y Hernando, el de la actriz Rosita Díaz Jimeno, e ldel Marqués de Valdecilla, y ganó los concursos que se convoca -ron para erigir un monumento a Diego Arias de Miranda, e nAranda de Duero, y al poeta Núñez de Arce, en Valladolid.

El primero, construido en piedra rosa de Sepúlveda, es de es-tructura arquitectónica, con una base de agua y bloques escalo-nados que contraponen horizontalidad y verticalidad. La figuradel prohombre, esculpida en piedra gris y en posición sedente ,ocupa el centro del conjunto, enriquecido con dos relieves, e nmármol, con figuraciones de la Vida y el Trabajo .

El segundo lleva el busto del poeta esculpido en piedra ros ay colocado sobre un pedestal que representa una lira resuelta e ngrandes planos . Cuatro chorros de agua dibujan las cuerdas de l alira y para realzar las verticales introdujo dos grandes bancos delíneas horizontales que son, además de cómodos asientos par aquien llega al recoleto rincón del Campo Grande donde se hall ael monumento, elementos del conjunto diseñados según clarosesquemas del funcionalismo racionalista .

Escultor y, al mismo tiempo, político, Barral firmó, encabe-zando una lista de veintiséis artistas, un Manifiesto dirigido a laopinión pública y a los poderes oficiales, aparecido en el periódi-co La Tierra, de Madrid, el 29 de abril de 1931 .

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Era la carta de presentación de la Agrupación Gremial de Artis-tas Plásticos, expresión de sus deseos de renovación para el arteespañol y crítica a los obsoletos planteamientos que regían la vid aartística española: " . . .El procedimiento seguido por los represen-

tantes oficiales del arte en el régimen caído valió, con la organiza-ción absurda de toda manifestación artística nacional, para crear;un arte oficial viejo, caduco y representativo de la España muerta .lía valido para hacer de nuestros museos de arte almacenes parti-culares llenos de polvo, cuyas llaves han guardado celosamentecontra todo lo que significase renovación . Para que gran númerode artistas españoles de fama mundial, sintiendo sus voces ahoga -das en España, se mantengan fuera de ella y de toda manifestaciónde arte dentro de su país. . . Lucharemos contra todo lo que signifi-que arbitrariedad y daremos, en la medida que nos permitan nues -tras fuerzas, un sentido amplio y renovador a la vida artística na-cional, recabando los derechos que como clase nos corresponden ,para garantizar el libre ejercicio de nuestra actividad. . . "

En estos años de la República es cuando, en la obra de Barral ,que no abandona el facetado cubista, comienza a percibirse unanueva influencia, la del que se ha venido a llamar realismo sovié-tico, una manifestación artística que, rompiendo con el construc-tivismo surgido tras el triunfo de la Revolución de 1917, recuperael realismo para las formas y el idealismo para los contenidos ,poniendo ambos al servicio del objetivo revolucionario de crea rel "hombre nuevo", traducido a representaciones dinámicas d eobreros, mineros y labradores, que se convierten en temátic apredominante .

La figura de la mujer que avanza decidida cara al viento qu eecha hacia atrás sus ropas, es el motivo principal del monument oerigido en Valladolid en memoria de Leopoldo Cano y tanto estafigura como las de tres niños desnudos que se acogen a su pro-tección, estaban esculpidas siguiendo una tendencia en exces oclasicista . La barbarie que se desató en España al estallar la gue-rra civil acabó con aquel monumento, que sólo conocemos por

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fotografías, pero hay otras obras de aquel período, como la Do-liente de la tumba de Dámaso Gutiérrez Cano o la Maternidaddel panteón de la familia Luschinger, del cementerio civil de Ma-drid, que nos permite aventurar que, al menos en lo que toca a laforma, el estilo de Barral había dado un paso atrás, -esto dich ocon las naturales reservas que un profano en escultura ha de em-plear para juzgarla-, demasiado aferrado a modelos del pasado ,como la Victoria de Samotracia, la mujer sentada en el suelo y re -cogida sobre sus piernas, tan frecuente desde Maíllol para repre-sentar el dolor, o la Virgen de la Natividad, del florentino Arnolfodi Cambio. Tampoco hay progresión en el monumento dedicad oen Segovia a Lope de la Calle, formado por varios bloques degranito ordenados en una estructura funcionalista pero con unacabeza hecha, como comentaba un crítico del momento, co n"excesivas complacencias naturalistas" .

Mucho más avanzado es el Monumento al Dr. Tapia, erigidoen Riaza. La cabeza del médico, vigorosa y de marcado carácte rexpresionista, está colocada en lo que puede entenderse part eposterior del conjunto, algo que por sí solo constituye una notade originalidad en este tipo de monumentos ; lleva además, dosplacas de pizarra con dibujos incisos en los que, como Malevitc hestudia la relación entre forma y espacio, y una sobria y depura -da figura de mujer, La Espigadora, en la que se sintetizan el fin -pulso hacia adelante de la Niké, la temática propia del realismosoviético y la simplicidad que puede entenderse como próximaal arte de Brancussi .

A partir de 1935, el trabajo que absorbió casi toda la activida dde Emiliano Barral fue el Monumento a Pablo Iglesias, realizad oen colaboración con el arquitecto Esteban de la Mora y el pintorLuis Quintanilla .

La idea de aquel monumento fue completamente revolucio-naria, siendo conocidas las motivaciones que la impulsaron po run escrito que el equipo ganador publicó en la revista Tiempos

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Nuevos el 20 de mayo de 1934: '—Dos razones nos han conducid oa la idea y desarrollo de nuestro proyecto : la coincidencia ideoló-gica con Pablo Iglesias y el estudio de su vida nos presentan, po runa parte, que él era un hombre sencillo, dado a la moderación yajeno en absoluto a toda, grande o pequeña, manifestación devanidad. Su finalidad íntima fue procurar el bien de los más, aun-que para ello resultase el primer sacrificado . La ideología socialis-ta, en este caso completamente atada a su persona, nos repite l aya muy antigua frase pedagógica de intentar unir a lo agradabl elo útil . De esta razón partió nuestro primer problema. ¿Es que ,como honor a Pablo Iglesias se debe únicamente ejecutar un amanifestación estética por muy perfecta que sea? La segunda ra-zón parte inmediatamente de la primera . ¿Cómo representar enformas artísticas la persona y la vida de un societario organizadorde la clase trabajadora española, con los detalles íntimos ante-riormente dichos? Los precedentes estéticos han parecido en est ecaso rechazables . . . "

Si se rechazan todos los precedentes habrá que crear, o inten-tarlo al menos, algo enteramente nuevo .

Ignoro si lo consiguieron pues el monumento fue destruido a lacabar la guerra civil y sólo sabemos que se hallaba integrado e nel paisaje del Parque del Oeste, de Madrid, formando una espe-cie de plazoleta cuadrada, enmarcada por soportales decorado scon pinturas al fresco ejecutadas por Quintanilla .

Las aportaciones de Barral fueron una gran cabeza, retrat odel "abuelo", esculpida en un bloque de granito de 1,10 m . de al-tura, que dominaba el conjunto ; un grupo de tres obreros coloca-do en uno de los extremos y una interesante pieza cubista, lasHerramientas, metidas en una hornacina .

Posiblemente fueron sus últimas esculturas pues al estallar l aguerra civil, Barral, hombre comprometido, fue nombrado comi-sario de las Milicias de Segovia que defendían Madrid y el 21 d e

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noviembre de 1936, acompañando a un grupo de corresponsale sde guerra que recorrían las primeras líneas del frente de Usera ,encontró la muerte .

De lo expuesto podemos sacar alguna conclusión.

Juan Antonio Gaya Nuño concedía un puesto de honor entrequienes lucharon por la renovación de la escultura española aEmiliano Barral, de quien escribió : " . . .fue uno de esos pocos ele-gidos, como Mogrovejo, como Julio Antonio, que se nos marcha nal eterno nada más que un momento después de saboreado e ltriunfo, con una vida creadora demasiado intensa y rica para qu eles sea dado continuarla . Con él se iba uno de nuestros grandesconstructores del renacimiento escultórico español" .

Sin embargo, no faltan quienes mantienen ciertas reservas so-bre esta cuestión, acaso por conocer su obra sólo parcialmente .

Situemos a Barral en su contexto. Durante el primer tercio delsiglo, lo más progresista de la vanguardia española vivió fuera d eEspaña y artistas como Picasso, Miró, Gris, Gargallo o Juli oGonzález, cabeza de la vanguardia europea, realizaron lo mejo rde su obra en Francia ; pero en España también hubo arte de van-guardia, aunque menos radical, por supuesto, pues la sociedadespañola parecía menos dispuesta que la francesa, por ejemplo ,a aceptar innovaciones . Y si en España hubo vanguardia, la pre-sencia en ella de Barral es algo incuestionable .

A pesar de ello, en su obra, como en la de otros muchos es -cultores obligados a compaginar el trabajo de encargo con la li-bertad creadora, se distinguen dos tendencias : la que se apoyaen la tradición y la que se albea con la modernidad . Y de ahí sederiva que Banal sea un escultor de difícil clasificación .

Trabajó el retrato, género que anula o, por lo menos, reduc ela libertad creadora, siguiendo una tradición que él asume y po r

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Placa de pizarra .

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ello suele ser encuadrado entre quienes dieron impulso y conte-pido al que podemos definir como nuevo realismo castellano . '' -

stAhí estarían, además de Banal, Julio Antonio, Victorio Mach oy Mateo Hernández, trabajando en un realismo alternativo, minu-cioso de rasgos, pero exento de grandilocuencia . Un realismo, en

asuma, que se apoya en la realidad más que para reproducirla pa -ta destacar valores dramáticos y que, por tanto, puede ser consi-

xderado corno expresionista .

-Pero Banal también estuvo en la vanguardia y no sólo por=convencimiento, sino por su voluntad de experimentación e In-novación, a la búsqueda de una escultura nueva en técnica, te -mas y formas .

¿Cómo? En un principio y aprovechando los conocimiento sderivados de su oficio de cantero, volcándose en una técnica, latalla directa, algo que ya introdujera Hildebrandt en Alemania, re-chazando que el escultor se limitara a modelar y a dejar el trabaj oforal al sacador de puntos . Fue tal la pasión de Banal por estatécnica, única que permite extraer todas las posibilidades de l amateria esculpida, que la empleó incluso con bloques de yeso ycemento .

También estuvo delante por los temas que desarrolló . Escul-pió animales, en línea con Mateo Hernández y, siguiendo una es-tela jalonada por Meunier, Julio Antonio y el Realismo soviético ,dio entrada a representaciones del mundo del trabajo, no con unlenguaje lacrimógeno y hecho de harapos, sino rebosante de op-timismo y fe en el futuro .

Finalmente, y con respecto a las formas, rechazando el acade-micismo imperante con el amaneramiento que le era inherente y ,por oposición y aprovechando una capacidad de recepción y asi-milación poco común, buscando la novedad expresiva no por u ncamino único, sino por vías diferentes : inspirándose, como ya hi -

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ciera Maillol, en modelos arcaicos : dando entrada, en línea con e lorganicismo de Brancussi, a la simplificación y a los volúmenesesenciales, resueltos en curvas ; esculpiendo a base de planos ,ángulos y líneas quebradas, un estilo en el que coincide con Ba-rradas y Victorio Macho y que culmina en ese ejemplo de abs-tracción geométrica que son las Herramientas ; y, por último, con-cibiendo la escultura como algo que puede superar la acción d eesculpir, planteándose la organización de espacios en los que in-tegra elementos que, en algún caso, llega a diseñar siguiendo es -quemas propios del más riguroso funcionalismo racionalista .

Banal vivió en una sociedad conformista y poco preparad apara asumir innovaciones, con lo que nuestra vanguardia, con él ,Victorio Macho y Pérez Mateo entre otros, hubo de quedarse, co-mo ha sostenido Jaime Brihuega, en expresión apenas modifica -da de los lenguajes plásticos tradicionales .

Pero también le permitió demostrar, y él aprovechó cuanta socasiones se le brindaron para hacerlo, que estaba en posesiónde una innegable capacidad creadora .

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