tecana american university · 2018-09-19 · el propósito de la epistemología es distinguir la...
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TECANA AMERICAN UNIVERSITY ACCELERED DEGREE PROGRAM
DOCTORATE OF EDUCATION
INFORME Nº 1
“DIFERENTES SOLUCIONES AL PROBLEMA DE LA RELACIÓN
SUJETO-OBJETO A LA LUZ DE LAS DISTINTAS POSICIONES EPISTEMOLÓGICAS”
Josefa Meneses P.
“Por la presente juro y doy fe que soy el único autor del presente informe y que su contenido es fruto de mi trabajo, experiencia e investigación académica”.
Caracas, 28 de junio de 2.006
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TECANA AMERICAN UNIVERSITY ACCELERED DEGREE PROGRAM
DOCTORATE OF EDUCATION
INFORME Nº 1
“DIFERENTES SOLUCIONES AL PROBLEMA DE LA RELACIÓN SUJETO-OBJETO A LA LUZ DE LAS DISTINTAS POSICIONES
EPISTEMOLÓGICAS”
Josefa Meneses P.
Caracas, 28 de junio de 2.006
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INDICE GENERAL pp.
LISTA DE GRÁFICOS iv
INTRODUCCIÓN 1 OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
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CAPÍTULO
I EL ACTO DE CONOCER: LA ESENCIA DEL
CONOCIMIENTO
5 II LA RELACIÓN SUJETO-OBJETO EN LA
ANTIGÜEDAD
8 Los Sofistas 8 Platón y Aristóteles 8 III LA RELACIÓN SUJETO OBJETO EN LOS SIGLOS
XVII Y XIX
10 René Descartes 11 Francis Bacon 11 La Escuela Pragmatista 11 Materialismo Empirista 12 Idealismo Subjetivo: Berkeley y Kant 13 Enfoque Histórico del Conocimiento: Hegel,
Spencer,Comte
14 El Materialismo Dialéctico 15 IV LA EPISTEMOLOGÍA EN EL SIGLO XX 19 Husserl 20 Wittgenstein 20 Austin 21 Hessen 22 V RACIONALISMO CRÍTICO 24 Postulados Teóricos de los Representantes del
Racionalismo Crítico
24 CONCLUSIONES 34 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 37
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INTRODUCCIÓN
Las raíces etimológicas de Epistemología provienen del griego
(episteme), conocimiento, y - (logía) estudio. La epistemología estudia la
naturaleza y validez del conocimiento. También ha sido llamada Teoría del
conocimiento (términos más comúnmente usados y difundido por los alemanes e
italianos), o gnoseología (utilizado frecuentemente por los franceses). En las últimas
décadas también es conocida como filosofía de la ciencia.
El propósito de la epistemología es distinguir la ciencia auténtica de la
seudociencia, la investigación profunda de la superficial, la búsqueda de la verdad de
sólo un modus vivendi. También debe ser capaz de criticar programas y aun
resultados erróneos, así como de sugerir nuevos enfoques promisorios.
El problema fundamental que ocupa a la epistemología es el de la relación
sujeto-objeto. En esta teoría se le llama "sujeto" al ser cognoscente y "objeto" a todo
proceso o fenómeno sobre el cual el sujeto desarrolla su actividad cognitiva. De este
modo, el problema se presenta en la relación de quien conoce y lo que es cognoscible.
En esencia, se trata de la naturaleza, carácter y las propiedades específicas de la
relación cognoscitiva, así como de las particularidades de los elementos que
intervienen en esta relación.
La investigación como tal, quedó estructurada en cinco capítulos: el primero
de ellos referido a El Acto de Conocer: La Esencia del Conocimiento. Por su parte el
segundo capítulo ha sido denominado La Relación Sujeto Objeto en la Antigüedad,
El tercer capítulo tiene como objetivo fundamental caracterizar la relación sujeto-
objeto en el período comprendido entre los siglos XVI al XIX. De la misma manera,
el capítulo cuatro, denominado La Epistemología en El Siglo XX, ha sido dedicado a
identificar los elementos distintivos en cuanto a la relación sujeto-objeto en el siglo
XX, mientras que el capítulo cinco presenta algunos rasgos caracterizadores del
racionalismo crítico y de los postulados teóricos de sus principales representantes.
Finalmente, se presentan las conclusiones derivadas del proceso investigativo.
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Partiendo de los señalamientos anteriores, esta investigación se orienta a dar
respuesta a los siguientes objetivos:
OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
Objetivo General:
Analizar las diferentes soluciones al problema de la relación sujeto-objeto a la
luz de las distintas posiciones epistemológicas.
Objetivos Específicos:
1. Describir los elementos y las dimensiones implícitas en el acto de conocer.
2. Explicar la relación sujeto-objeto desde la epistemología de la Antigüedad.
3. Caracterizar la relación sujeto-objeto en el período comprendido entre los
siglos XVI al XIX.
4. Identificar los elementos distintivos de la relación sujeto-objeto en la
epistemología del siglo XX.
5. Distinguir algunos rasgos caracterizadores del racionalismo crítico y de los
postulados teóricos de sus principales representantes.
Con relación a la Metodología, es importante señalar que este trabajo se
efectuó bajo los lineamientos de la modalidad de Investigación Documental, la cual
según el Manual de Trabajos de Grado de Especialización y Maestría y Tesis
Doctorales de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL): "es el
estudio de problemas con el propósito de ampliar y profundizar el conocimiento de su
naturaleza, con apoyo, principalmente, en trabajos previos, información y datos
divulgados por medios impresos, audiovisuales o electrónicos" (UPEL, 2001:6).
Según los objetivos propuestos del estudio, esta investigación documental fue
del tipo Revisión crítica del estado del conocimiento, la cual consiste en una
integración, organización y evaluación de la información teórica y empírica existente
sobre un problema. Para este fin se seleccionaron como unidades de análisis los
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siguientes documentos: trabajos de investigación en general (proyectos, trabajos de
grado, de ascenso), literatura de fuente primaria y secundaria acerca del tema en
estudio, artículos divulgados en medios impresos, electrónicos y publicaciones
periódicas.
De igual forma, para la selección del material de la documentación en general
se asumieron los siguientes criterios:
1. Pertinencia: es decir, relación directa del contenido del documento con el
tema en estudio.
2. Vigencia: el contenido seleccionado debe ser actual, es decir, una información
que no haya caducado en el tiempo.
3. Cientificidad: se dará privilegio a aquellas informaciones provenientes de
fuentes de alta credibilidad científica.
En cuanto a las categorías de análisis, la presente investigación estuvo
orientada a revisar y profundizar el estado del conocimiento en relación a las
diferentes soluciones al problema de la relación sujeto-objeto a la luz de las distintas
posiciones epistemológicas. Asimismo, la metodología de análisis se condujo a
definir los fundamentos teóricos desarrollados por los distintos filósofos para la
discusión epistemológica. Para luego, centrar la reflexión entorno al estudio de los
aspectos controversiales y coincidenciales entre éstos.
En lo atinente a las técnicas e instrumentos de recolección de la información,
se hizo uso de la revisión bibliográfica, documental y del fichaje. Para el
procesamiento de la información se utilizaron técnicas de subrayado y análisis de
contenido.
La validez de la información para un trabajo de investigación documental
puede ser, interna y/o externa. La validación interna está referida a la congruencia y
coherencia que guarda el informe escrito en cada una de sus partes, en otras palabras
a la pertinencia de los contenidos, a la congruencia de los capítulos y a la coherencia
entre párrafos. (Montero, 1996). Por otra parte la validación interna asume una
correspondencia directa entre objetivos y contenidos desarrollados. A su vez la
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validación externa hace referencia a la coincidencia de las conclusiones de un estudio
con los hallazgos encontrados en otras investigaciones afines. Para los efectos de esta
investigación se asumió la validación interna, la cual fue efectuada por un grupo de
tres expertos en metodología de la investigación y ésta se ejecutó al final del trabajo.
Al respecto, los especialistas seleccionados para tal fin coinciden en que la
estructura interna del trabajo evidencia coherencia entre cada una de las partes
constitutivas, resaltando la pertinencia de los resultados de la investigación en
relación con los objetivos. Finalmente en lo atinente a los alcances del estudio, es
importante acotar que el mismo es de carácter descriptivo y bajo la modalidad
documental. En consecuencia la lógica reconstruida del proceso investigativo se
orientó a analizar y precisar los aspectos más relevantes entorno a las diferentes
soluciones al problema derivado de la relación sujeto-objeto.
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CAPÍTULO I
EL ACTO DE CONOCER: LA ESENCIA DEL CONOCIMIENTO
Unos de los grandes temas de la filosofía de todos los tiempos ha sido elucidar
en que consiste el acto de conocer, cual es la esencia del conocimiento, cual es la
relación cognoscitiva entre el hombre y las cosas que lo rodean. A pesar de que es
una operación cotidiana no hay un acuerdo acerca de lo que sucede cuando
conocemos algo. La definición más sencilla nos dice que conocer consiste en obtener
una información acerca de un objeto. Conocer también es conseguir un dato o una
noticia sobre algo. El conocimiento es esa noticia o información acerca de ése objeto.
Dependiendo del grado de la relación que se establezca entre los elementos
que conforman el proceso de conocimiento puede variar de un conocimiento
científico, hasta un conocimiento no científico. Este último vendría a estar
conformado por los productos provenientes de la captación intuitiva, de la captación
sensible. Es por ello, que su exégesis es predominantemente fantástica y con cierta
carencia de razón. He aquí el mundo de las viejas concepciones del hombre y su
relación con el entorno en que se suceden sus vivencias, es aquí donde tienen cabida
el mundo de los mitos y de las supersticiones, caracterizado por su espontaneidad, lo
que conlleva a concluir que es producto de la ocasión. Por tal razón no resulta de la
planificación y es posible afirmar que está cargado de subjetividad.
En cambio cuando se trata de conocimiento científico, muchos son los
partidarios en equivaler este concepto con el de la ciencia, ya que éste posee
elementos inherentes a la ciencia, como su contenido, su campo y su método, además
del hecho de presentase como una manifestación cualificada, que la hacen distinguir
de otros tipos de conocimiento.
En este momento también es bueno traer a colación la posición de la ciencia
clásica ante el proceso de conocer (Hessen, 1997), quien a su vez plantea que, un
conocimiento podría considerarse como científico, sólo si está libre de prejuicios y
presuposiciones, además, se deben separar los juicios de hechos, de los juicios de
valor. Sostiene que se debe alcanzar la neutralidad serena, imparcial y objetiva. Pero,
5
vale la pena preguntar, ¿es posible alcanzar esa neutralidad imparcial y objetiva?, ¿es
posible realmente desprenderse de prejuicios y presuposiciones como quien se quita
un traje?, es éste un dilema que emergió, contaminando hasta la rama más perfecta de
la ciencia, a saber, la física, obligando a la comunidad científica a quitarse las
gríngolas que limitaban su campo de visión, aceptando que no sólo lo que pueda ser
sometido a la experimentación, a la experiencia, a la exactitud y a la cuantificación
podrá ser catalogado como científico.
Hoy día se habla no sólo de que existen distintos tipos de conocimiento, como
ya se ha descrito anteriormente, sino, que además existen tres niveles diferentes de
conocimiento: sensible, conceptual y holístico (ver Gráfico 1).
Gráfico 1: Representación gráfica de los niveles del conocimiento. Tomado de “Los Conceptos de Conocimiento” por (Martínez & Ríos, 2005).
El primer nivel lo representa el Nivel Sensible que se sustenta de los sentidos.
El segundo nivel corresponde al Nivel Conceptual, que se basa en concepciones
invisibles, inmateriales y a la vez universales y esenciales. La principal diferencia
existente entre estos dos primeros niveles radica en la singularidad y universalidad
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que caracterizan respectivamente a estos conceptos. Por último, se presenta el más
importante, el Nivel Holístico, en este nivel no se encuentran colores, dimensiones, ni
estructuras universales. Conocer a este nivel implica desplegar el carácter sido-siendo
de las cosas, las cosas están en cada situación, indisolublemente ligadas al fondo o
abierto en el que se manifiesta.
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CAPÍTULO II
LA RELACIÓN SUJETO OBJETO EN LA ANTIGÜEDAD
El pensamiento epistemológico surge, entre otras cosas, cuando la
incoherencia entre el ser real del objeto y el saber subjetivo dado de este objeto, se
convierte en objeto de la actividad intelectual. ¿Cuál es la relación mutua entre la
sustancia y sus formas fenoménicas, la relación entre lo individual y lo múltiple, entre
reposo y movimiento, entre otros? Esta fue la problemática planteada por la filosofía
natural jónica y de Heráclito. Más tarde, en la escuela eleática, se enlaza el
planteamiento cosmológico en forma consciente: a la sustancia le corresponde el
saber verdadero, y a sus formas fenoménicas externas le corresponde el simple
opinar, el saber falso.
Los Sofistas
Los sofistas fueron los primeros filósofos que señalaron el papel de las
diferencias individuales en el conocimiento de la realidad, el papel de las condiciones
perceptuales, etc. Así, afirmó Protágoras, el ser es para cada quien diferente. De ahí
concluyeron que no puede haber ningún saber universalmente válido y,
consecuentemente, tampoco un saber objetivo de la sustancia. Para ellos era válido
que algo fuera como aparece, que el hombre sea la medida de todas las cosas.
Platón y Aristóteles
Para Platón, cada saber real debe tener un carácter universal, persistente y
objetivo y que, en consecuencia, no puede depender de las particularidades
individuales y personales del sujeto cognoscente. En su filosofía se está reconociendo
por primera vez y claramente, la necesidad de superar los momentos subjetivos del
saber para poder reconstruir acertadamente el objeto de esta actividad cognoscitiva.
(Cornford, 1982) Con esto se presentó la tarea de encontrar aquellas propiedades del
objeto que se muestran perdurable en relaciones cognoscitivas distintas. Ésa es una
tarea que, como se puede ver, ha jugado un gran papel en toda la historia de la
filosofía, y que, ahora, se vuelve a discutir con mayor énfasis por ejemplo, en relación
con los problemas metodológicos de las matemáticas, la física y la psicología.
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En este sentido, es específico de la filosofía antigua que todas sus reflexiones
sobre el conocimiento parten de la condición, en cierto modo completamente natural,
de que el saber guardar una relación estrecha con aquello que el saber representa.
Esto es, que el saber ser una imagen específica del objeto. Los procesos cognoscitivos
son entendidos como flujos que salen, tanto del sujeto como del objeto, cuya unión
externa y mecánica forma la imagen.
La teoría antigua del reflejo fue desarrollándose en las doctrinas de Platón y
Aristóteles, los cuales, como idealistas, naturalmente no podían aceptar la forma
ingenuo-naturista de los presocráticos, pero fieles al supuesto fundamental de toda la
filosofía antigua: la tesis de la unidad entre el saber y el objeto. Platón formuló la
teoría causal de la percepción: comparó el sujeto cognoscente con un pedazo de cera
y el objeto de la percepción con un sello que penetra la cera. En lo que se refiere a
Aristóteles, expresó la idea de que el sujeto es potencialmente lo que el objeto
cognoscible es en el momento. (Aristóteles, 1972).
En la filosofía antigua no se podía comprender que la actividad creativa del
sujeto era indispensable para la construcción ideal del objeto. Se pensaba que el
objeto verdadero sólo puede ser "dado" al ser cognoscente: todo aquello que es
producto de su creatividad cognoscitiva subjetiva, sólo puede ser un simple opinar,
una subjetividad, y por lo tanto, no es verdadero, no corresponde al ser.
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CAPÍTULO III
LA RELACIÓN SUJETO OBJETO EN SIGLOS XVII A XIX
En la época moderna, producido el derrumbe de la escolástica, se quiebra un
tipo de unidad del saber en el cual la rama metafísica de la filosofía se asimilaba al
pensamiento religioso y, junto con este los dos tipos de conocimiento modelaban el
pensamiento científico. La edad moderna se caracterizó por la autonomización del
conocimiento de tipo científico de las formas de conocimiento filosófico y religioso,
como resultado de un lento y constante proceso de secularización del pensamiento.
A partir del siglo XVII se construye un camino bien definido sobre el cual ha
de transitar el pensamiento moderno: la mayoría de los fenómenos, que anteriormente
recibían una interpretación religiosa, fueron explicados mediante el conocimiento
científico racional. El científico moderno creyó poder resolver todos los enigmas del
universo a través de la racionalidad científica. El investigador moderno pudo pensarse
e interpretar al mundo sin apelar a lo sagrado, el científico moderno: “Es primo
hermano del hombre tecnológico, que no sólo entiende el universo, sino que lo
domina con sus conocimientos científicos y sus recursos tecnológicos” (Greeley,
1974).
La filosofía de los siglos XVII y XIX presenta un nuevo planteamiento del
problema que se desarrolla en relación estrecha con las ciencias naturales. Esto se
manifiesta principalmente, en la comprensión del sujeto, de lo subjetivo, como algo
claramente diferenciado de la sustancia material que le es lógicamente opuesto.
En este período la cuestión principal en epistemología contrastó la razón
contra el sentido de percepción como medio para adquirir el conocimiento. Para los
racionalistas, entre los más destacados el francés René Descartes, el holandés Baruch
Spinoza y el alemán, Gottfried Wilhelm Leibniz, la principal fuente y prueba final del
conocimiento era el razonamiento deductivo basado en principios evidentes o
axiomas. Para los empiristas, empezando por los filósofos ingleses Francis Bacon y
John Locke, la fuente principal y prueba última del conocimiento era la percepción.
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René Descartes
Descartes (1999), comprendió el "yo", la autoconciencia del sujeto, como el
principio, en cuya existencia no se puede dudar, porque el acto mismo de dudar
presupone el "yo" (pienso, luego existo). Ya el hecho de que se subraye el "yo" como
experiencia interna determinada, como apariencia vital de la conciencia, es un cierto
progreso en el análisis filosófico. En su sistema, a la materia se le atribuye una
propiedad cuantitativa, mientras que al espíritu se le da una cualitativa. De ahí resulta
un dualismo marcado: la exclusión lógica de las dos sustancias. En la medida que el
racionalismo –después de Descartes- atribuía a la sustancia ideal y material, al sujeto
y al objeto, propiedades lógicamente incompatibles; no pudo resolver el problema del
conocimiento.
Francis Bacon
Bacon (2003) inauguró la nueva era de la ciencia moderna criticando la
confianza medieval en la tradición y la autoridad y aportando nuevas normas para
articular el método científico, entre las que se incluyen el primer grupo de reglas de
lógica inductiva formuladas. Locke (1998) criticó la creencia racionalista de que los
principios del conocimiento son evidentes por una vía intuitiva, y argumentó que todo
conocimiento deriva de la experiencia, ya sea de la procedente del mundo externo,
que imprime sensaciones en la mente, ya sea de la experiencia interna, cuando la
mente refleja sus propias actividades. Afirmó que el conocimiento humano de los
objetos físicos externos está siempre sujeto a los errores de los sentidos y concluyó
que no se puede tener un conocimiento certero del mundo físico que resulte absoluto.
La Escuela Pragmatista
La escuela estadounidense del pragmatismo, fundada por los filósofos Charles
Sanders Peirce, William James y John Dewey a principios de este siglo, llevó el
empirismo aún más lejos al mantener que el conocimiento es un instrumento de
acción y que todas las creencias tenían que ser juzgadas por su utilidad como reglas
para predecir las experiencias.
Para algunos autores, el fundamento de la posibilidad del conocimiento es la
realidad, bien la sensible (como han defendido los filósofos de orientación empirista),
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bien la inteligible (como aquellos racionalistas que han defendido el carácter
realmente existente de las entidades conceptuales o nociones generales).
Materialismo Empirista
En lo que se refiere al materialismo empirista, corriente dominante de los
siglos XVII y XVIII, éste se opuso a la conversión del pensamiento en una sustancia
existente por sí solo. Se opuso, además, a la doctrina cartesiana de las ideas innatas.
Pero, al mismo tiempo, no pudo evitar reconocer el hecho de la existencia del "yo"
como un fenómeno de la vida psíquica, que es experimentado inmediatamente por el
sujeto cognoscente.
El materialismo empirista se vió enfrentado a la difícil tarea de explicar el
origen y el funcionamiento de la llamada experiencia interna. Naturalmente, no era
posible solucionar esta tarea dentro del marco de la forma metafísica que le era
propio al materialismo de aquel tiempo. De ahí deriva la poca claridad, la
incongruencia y las diversas concesiones que se hacen al subjetivismo, en la
investigación del problema de la relación mutua entre experiencia externa e interna,
de los materialistas de los siglos XVII y XVIII.
En Locke (1998), aparecen la experiencia externa (sensorial) y la experiencia
interna (la reflexión) como dos fuentes casi independientes del conocimiento, cuya
relación no está claramente determinada, pero cuya independencia es señalada
categóricamente por el filósofo. A esto se añade otra dificultad para los filósofos de
este periodo en el problema sujeto-objeto, y que consistió en lo siguiente: para la
ciencia de aquel tiempo, la concepción de materia correspondía al conocimiento que
de ella habían elaborado las ciencias naturales matemático-mecánicas que las
identificaban con el saber objetivo, y todo aquello que se salía de este margen era
declarado subjetivo. El conocimiento era interpretado como análisis y sistematización
de las impresiones del objeto dadas en la experiencia sensorial (empirismo).
Referente a esto, la tesis de Locke es típica, ya que sólo pueden poseer "objetividad"
las "ideas simples" que en la percepción le son dadas inmediatamente al sujeto. En
cambio, las "ideas compuestas", que son comprendidas como producto de la actividad
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de la razón, son siempre inseguras, condicionadas y en su significado cognoscitivo
relativas.
Idealismo Subjetivo: Berkeley y Kant
También el idealismo subjetivo del siglo XVIII ignoró la actividad del sujeto.
Así, subrayó Berkeley (1990), que las sensaciones, las ideas simples, pertenecen a
nuestra mente, pero el espíritu finito no las produce sino las percibe pasivamente.
El filósofo irlandés George Berkeley estaba de acuerdo con Locke en que el
conocimiento se adquiere a través de las ideas, pero rechazó la creencia de Locke de
que es posible distinguir entre ideas y objetos. El filósofo escocés David Hume siguió
con la tradición empirista, pero no aceptó la conclusión de Berkeley de que el
conocimiento consistía tan sólo en ideas. Dividió todo el conocimiento en dos clases:
el conocimiento de la relación de las ideas —es decir, el conocimiento hallado en las
matemáticas y la lógica, que es exacto y certero pero no aporta información sobre el
mundo— y el conocimiento de la realidad —es decir, el que se deriva de la
percepción. Hume afirmó que la mayor parte del conocimiento de la realidad
descansa en la relación causa-efecto, y al no existir ninguna conexión lógica entre una
causa dada y su efecto, no se puede esperar conocer ninguna realidad futura con
certeza. Así, las leyes de la ciencia más certeras podrían no seguir siendo verdad: una
conclusión que tuvo un impacto revolucionario en la filosofía. (Hume, 1998).
El mérito de haber reconocido la actividad del sujeto en el proceso del
conocimiento le corresponde a la filosofía idealista alemana clásica de fines del siglo
XVIII y principios del XIX. Por primera vez en la historia de la filosofía, Kant
demuestra que el objeto no es una cosa ajena al sujeto, algo externo y opuesto a éste.
La función de la objetividad, según Kant (1984), es una forma de la actividad del
sujeto, y el propio sujeto no existe fuera de las cosas conocidas por él. Además, el
objeto sólo existe en las formas de la actividad subjetiva y sólo así puede ser
conocido. La cosa en sí, es decir, la realidad existente fuera de cualquier relación con
el sujeto cognoscente es dada al sujeto solamente en la forma de los objetos. Según el
filósofo alemán, los objetos son en su esencia producto de la actividad creadora
propia del sujeto. (Kant, 2000).
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A diferencia de Descartes y de los otros racionalistas metafísicos, Kant no
comprendió el sujeto como una res cogitans, una "cosa pensante". Para él el sujeto es
autoactividad, actividad interna, que sólo se puede manifestar en su actuación, en la
ordenación de las sensaciones por medio de la síntesis categorial. Detrás de la tesis
idealista de un mundo de objetos, creado por el sujeto, en Kant (2000) se encuentra el
profundo supuesto dialéctico de la actividad del sujeto: el sujeto no percibe
pasivamente el mundo de las sensaciones, que les es dado, o los conceptos racionales
terminados, sino realiza lo dado creativamente.
Este gran filósofo alemán Immanuel Kant intentó resolver la crisis provocada
por Locke y llevada a su punto más alto por las teorías de Hume; propuso una
solución en la que combinaba elementos del racionalismo con algunas tesis
procedentes del empirismo. Coincidió con los racionalistas en que se puede tener
conocimiento exacto y certero, pero siguió a los empiristas en mantener que dicho
conocimiento es más informativo sobre la estructura del pensamiento que sobre el
mundo que se halla al margen del mismo. Distinguió tres tipos de conocimiento:
analítico a priori, que es exacto y certero pero no informativo, porque sólo aclara lo
que está contenido en las definiciones; sintético a posteriori, que transmite
información sobre el mundo aprendido a partir de la experiencia, pero está sujeto a
los errores de los sentidos, y sintético a priori, que se descubre por la intuición y es a
la vez exacto y certero, ya que expresa las condiciones necesarias que la mente
impone a todos los objetos de la experiencia. Las matemáticas y la filosofía, de
acuerdo con Kant, aportan este último tipo de conocimiento. Desde los tiempos de
Kant, una de las cuestiones sobre las que más se ha debatido en filosofía ha sido si
existe o no el conocimiento sintético a priori. (Kant, 2000).
Enfoque Histórico del Conocimiento: Hegel, Spencer, Comte.
Hegel superó plenamente aquellos elementos de enajenación en la
comprensión del sujeto y el objeto, los cuales se conservan todavía en la filosofía de
Kant. Hegel demostró su dependencia mutua dialéctica, su enlazamiento mutuo,
descubrió rigurosamente que no es posible contraponer metafísicamente realidad
objetiva (en Kant, la cosa en sí) y objeto, saber empírico y saber racional, experiencia
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externa e interna, razón teórica y práctica. Según Hegel (1989), sujeto y objeto son
sustancialmente idénticos porque la realidad se basa en el autodesarrollo del espíritu
absoluto, (en el sentido absoluto de la palabra, realidad y espíritu absoluto confluyen,
según Hegel). Pero el espíritu absoluto, para Hegel, es el sujeto absoluto que se tiene
a sí mismo como objeto. La fenomenología del espíritu de Hegel, se dedica a la
tentativa de comprobar esta tesis.
Durante el siglo XIX, Hegel retomó la afirmación racionalista de que el
conocimiento certero de la realidad puede alcanzarse con carácter absoluto
equiparando los procesos del pensamiento, de la naturaleza y de la historia. Hegel
provocó un interés por la historia y el enfoque histórico del conocimiento que más
tarde fue realzado por Herbert Spencer en Gran Bretaña y la escuela alemana del
historicismo. Spencer y el filósofo francés Auguste Comte llamaron la atención sobre
la importancia de la sociología como una rama del conocimiento y ambos aplicaron
los principios del empirismo al estudio de la sociedad.
Hegel desarrolla el punto de vista de Kant del sujeto como autoactividad. A la
vez ya no entiende la autoactividad como acto estático que se realiza fuera del
espacio y tiempo, sino como autodesarrollo del sujeto, el cual se manifiesta
especialmente en el desarrollo de las formas de la actividad práctica y cognoscitiva de
la sociedad humana. Las categorías aparecen como grados del conocimiento del
mundo exterior y del espíritu absoluto por el ser humano social. Por primera vez se
plantea el problema de sujeto-objeto históricamente, en el nivel de un análisis del
desarrollo de la relación entre conciencia y objeto. El sujeto sólo existe en cuanto es
un eterno devenir, un movimiento sin fin. El espíritu absoluto como sujeto-objeto
absoluto, no existe fuera del proceso de su autodescubrimiento y autorrealización. No
se puede entender el resultado sin el camino que ha conducido a él, y el resultado
contiene este camino conservado y superado como momento de sí mismo.
El Materialismo Dialéctico
El materialismo dialéctico afirma que la posición de que el saber no es una
cosa independiente que se inmiscuye entre sujeto y objeto, sino un momento de la
actividad del sujeto frente al objeto, una forma transformada específica del proceso
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cognoscitivo (Marx, 1996). El saber representa la actividad cognoscitiva potencial del
sujeto, es decir, cuando el saber se convierte de una actividad cognoscitiva potencial
en una actual, entonces, ya no aparece en forma transformada de la objetividad, sino
como momento del proceso cognoscitivo. De este modo, en la realidad, no hay dos
relaciones independientes –la del saber con el objeto y la del sujeto con el saber-, sino
sólo la relación entre sujeto y objeto. El saber no es un "mediador" entre sujeto y
objeto, sino una forma de la realización de la relación cognoscitiva. En su forma
transformada, específica, un tipo de cristalización de la actividad cognoscitiva
realizada y la forma de su posible desarrollo futuro.
A finales del siglo XIX aparecieron una serie de trabajos en los cuales se
analizó lógicamente los conceptos fundamentales de la física clásica, destacan
principalmente los trabajos de Ernst Mach. Mientras en la mecánica de Newton se
explicaba una serie de fenómenos físicos por su referencia con el espacio absoluto.
Por su parte, Mach (1948) postuló un nuevo principio: todo lo que sucede en el
mundo tiene que explicarse por la acción recíproca de los cuerpos. Para Mach los
conceptos deben ser determinados necesariamente por datos de la observación, esta
afirmación lo condujo a pensar en la existencia de elementos primarios que son dados
sensorial e inmediatamente, y que fundamentan todo conocimiento (Mach, 1948).
La tesis de Mach sobre la reductibilidad de todo conocimiento (y de realidad)
a la combinación de elementos dados, sensorial e inmediatamente, encuentra su
continuación en la filosofía del neorrealismo divulgado en Inglaterra y en los Estados
Unidos en las primeras décadas del siglo XX.
El mundo de los datos sensoriales se convierte así en un ser con existencia
autónoma (no en un modo de ser, sin en el fundamento de la realidad total). Al igual
que el mundo subjetivo debe ser reducido totalmente a combinaciones diferentes de
datos sensoriales, a construcciones lógicas específicas de datos sensoriales, como
propuso (Russell, 1983).
Los rasgos esenciales de la teoría empirista de Mach y Russell se reproducen
en las nociones del positivismo lógico. El positivismo lógico plantea el interrogante
acerca de la relación de los datos sensoriales con el mundo de los cuerpos materiales,
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así como la pregunta acerca de la relación, de las proposiciones y los términos sobre
los datos sensoriales (del llamado lenguaje fenoménico con las proposiciones y los
términos de las cosas físicas (el llamado lenguaje objetivo). El positivismo lógico
postula que una proposición del lenguaje objetivo equivale a una conjunción finita de
proposiciones sobre datos sensoriales; es decir, es solamente una abreviación
específica de las proposiciones que fijan en el lenguaje los resultados de las
observaciones inmediatas simples. Además, declaró que los conceptos teóricos en su
esencia solamente representan una abreviatura taquigráfica para el material empírico
que es dado en la experiencia sensorial.
Lenin aporta que una característica de todo saber es, no ser absoluto, es decir,
que no puede revelar todas las conexiones y mediaciones del objeto. Contiene en sí
mismo la necesidad de trascender sus propios límites, de evidenciar su propia
subjetividad. El saber no es idéntico con el objeto y, en este sentido, es subjetivo.
"Conocer es la aproximación eterna, infinita del pensamiento al objeto. El reflejo de
la naturaleza en el pensamiento humano, no es ‘muerto’ ni ‘abstracto’, sin
movimiento o contradicciones, sino que hay que comprenderlo en el proceso eterno
del movimiento, en el surgimiento y superación constante de las contradicciones.
Por otra parte, Rubinstein afirma que el objeto del saber como algo cuyas
propiedades son independientes de este o aquel "punto de vista" del sujeto,
independiente de cómo se le aparece al sujeto. En el proceso del conocimiento esto se
manifiesta en que el sujeto elabora relaciones del objeto de cierta forma invariante, es
decir estables, generales, independientes del punto de vista cambiante del sujeto. En
el pensamiento, éstas permiten unir a un sistema único objetivo, las diferentes
propiedades y relaciones del objeto, ya que la existencia de las mismas es lo que
posibilita diferentes nociones subjetivas. En cambio, aquellas nociones sobre los
aspectos del objeto que dependen de los diferentes puntos de vista y sistemas de
referencia del saber, y que no se dejan integrar en un sistema de premisas objetivas,
son consideradas por el sujeto como subjetivas, ilusorias, como no conformes con la
realidad objetiva.
17
El desarrollo del conocimiento demuestra que para el saber objetivo juega un
papel importante, precisamente, la comprensión de aquellos aspectos del objeto, que
son invariantes no sólo en lo relativo a las "perspectivas" cambiantes del sujeto, sino
también en lo relativo a las muchas las muchas condiciones externas distintas. El
problema de cómo aparece el objeto según el punto de vista del sujeto en esta o
aquella "perspectiva", en un caso especial del problema más general de cómo las
relaciones invariantes pueden manifestarse por medio de conexiones y propiedades
variantes.
Se puede, entonces, establecer que el programa de la constancia perceptual en
la psicología, es solamente un caso especial de un problema más general: el problema
sobre el papel que juega la invariancia de las percepciones de los objetos en la
construcción del saber objetivo. Es necesario, por ello, no solamente investigar los
mecanismos psicológicos y fisiológicos por medio de los cuales el hombre percibe un
objeto como constante, sino también analizar la estructura lógica de la invariancia, la
relación mutua entre la invariancia y la variancia de las determinaciones del objeto,
su relación con la subjetividad y objetividad del saber. La importancia del análisis
lógico-filosófico de la posición de la invariancia en el proceso cognoscitivo, sea
aclara especialmente en donde no se trata de una realización inconsciente de la
invariancia (como en el caso de la constancia perceptual), sino de sus aplicaciones
como principio metodológico importante en la construcción del saber. Esto es de lo
más reciente en saber científico, especialmente en ciencias como las matemáticas y la
física. El investigador reproduce el objeto y desarrolla el saber sobre el mismo objeto
cognoscible, les corresponde determinada invariancia que también determina el
sistema de su estado total.
18
CAPÍTULO IV
LA EPISTEMOLOGÍA EN EL SIGLO XX
Mientras que la epistemología ha sido entendida tradicionalmente como una
teoría del conocimiento en general, en el siglo XX los filósofos se interesaron
principalmente por construir una teoría del conocimiento científico, suponiendo que
si se lograra disponer de teoría adecuadas que explicaran los mecanismos de un
conocimiento de este tipo, podrían avanzar considerablemente por la misma vía en la
solución de problemas gnoseológicos (doctrinas filosófica y religiosa que pretendía
tener un conocimiento misterioso e instintivo de las cosas divinas) más generales.
La elaboración de una epistemología de este tipo constituyó la tarea abordada
especialmente por los autores del Círculo de Viena, que fueron el germen de todo
movimiento del empirismo o positivismo lógico. Para éstos filósofos se trataba de
conseguir un sistema unitario de saber y conocimiento, lo que requería la unificación
del lenguaje y la metodología de las distintas ciencias. Este lenguaje debería ser
intersubjetivo - lo que exigía la utilización de formalismos y de una semántica
común- y universal, es decir, cualquier proposición debía poder traducirse a él.
Lo único que puede hacerse es formular la hipótesis de la existencia de una
realidad independiente de nuestra experiencia e indicar criterios para su contrastación
en la medida en que una afirmación de existencia implica determinados enunciados
perceptivos. No hay ninguna posibilidad de decisión respecto a una realidad o
idealidad absoluta. Ello sería, en palabras de Carnap (1992), un seudoproblema.
Todas las formas epistemológicas de la tradición filosófica inspiradas en posiciones
metafísicas - el idealismo y el realismo filosófico, el fenomelanismo, el solipsismo,
etc.- caerían, así, fuera del ámbito del conocimiento empírico, ya que buscarían
responder a una pregunta imposible.
A principios del siglo XX los problemas epistemológicos fueron discutidos a
fondo y sutiles matices de diferencia empezaron a dividir a las distintas escuelas de
pensamiento. Se prestó especial atención a la relación entre el acto de percibir algo, el
objeto percibido de una forma directa y la cosa que se puede decir que se conoce
19
como resultado de la propia percepción. Los autores fenomenológicos afirmaron que
los objetos de conocimiento son los mismos que los objetos percibidos. Los
neorrealistas sostuvieron que se tienen percepciones directas de los objetos físicos o
partes de los objetos físicos en vez de los estados mentales personales de cada uno.
Los realistas críticos adoptaron una posición intermedia, manteniendo que aunque se
perciben sólo datos sensoriales, como los colores y los sonidos, éstos representan
objetos físicos sobre los cuales aportan conocimiento.
Husserl
Un método para enfrentarse al problema de clarificar la relación entre el acto
de conocer y el objeto conocido fue elaborado por el filósofo alemán Edmund
Husserl. Perfiló un procedimiento elaborado, al que llamó fenomenología, por medio
del cual se puede distinguir cómo son las cosas a partir de cómo uno piensa que son
en realidad, alcanzando así una comprensión más precisa de las bases conceptuales
del conocimiento.
Wittgenstein
Durante el segundo cuarto del siglo XX surgieron dos escuelas de
pensamiento, ambas deudoras del filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein. Por una
parte, la escuela del empirismo o positivismo lógico, tuvo su origen en Viena,
Austria, pero pronto se extendió por todo el mundo. Los empiristas lógicos hicieron
hincapié en que sólo hay una clase de conocimiento: el conocimiento científico; que
cualquier conocimiento válido tiene que ser verificable en la experiencia; y, por lo
tanto, que mucho de lo que había sido dado por bueno por la filosofía no era ni
verdadero ni falso, sino carente de sentido. A la postre, siguiendo a Hume y a Kant,
se tenía que establecer una clara distinción entre enunciados analíticos y sintéticos. El
llamado criterio de verificabilidad del significado ha sufrido cambios como
consecuencia de las discusiones entre los propios empiristas lógicos, así como entre
sus críticos, pero no ha sido descartado. (Wittgenstein, 1991)
20
Austin
La última de estas recientes escuelas de pensamiento, englobadas en el campo
del análisis lingüístico (véase Filosofía analítica) o en la filosofía del lenguaje
corriente, parece romper con la epistemología tradicional. Los analistas lingüísticos
se han propuesto estudiar el modo real en que se usan los términos epistemológicos
claves —términos como conocimiento, percepción y probabilidad— y formular
reglas definitivas para su uso con objeto de evitar confusiones verbales. El filósofo
británico John Langshaw Austin (1971) afirmó, por ejemplo, que decir que un
enunciado es verdadero no añade nada al enunciado excepto una promesa por parte
del que habla o escribe. Austin no considera la verdad como una cualidad o propiedad
de los enunciados o elocuciones.
En la solución del problema sujeto-objeto, la filosofía marxista parte de que la
relación cognoscitiva se produce en la relación práctica material-productiva entre
sujeto y objeto. La primera relación sólo puede existir como algo que garantiza la
realización de la segunda relación. La particularidad específica que distingue al
hombre del animal, como es sabido, consiste en que el hombre no se apropia
pasivamente los objetos ofrecidos por la naturaleza, sino que transforma la naturaleza,
la "humaniza" y así crea un "segundo" mundo, la sociedad, en la que vive y actúa.
Con la transformación de la naturaleza que el hombre realiza conforme a sus
necesidades, él mismo se transforma y produce dentro de sí nuevas necesidades, "se
crea a sí mismo". Mas aún, para poder transformar el objeto conforme a sus
finalidades, el sujeto necesita de un saber sobre la estructura interna del objeto, tiene
que conocer las conexiones necesarias del objeto, sus leyes. Por esto, la actividad que
transforma el objeto, necesariamente se une a la actividad cognoscitiva del sujeto, es
decir, una actividad que en su contenido coincide con el objeto. En los primeros
estadios del proceso de desarrollo cognitivo humano, la actividad práctica y
cognoscitiva todavía no eran separadas externamente. La última era un momento, un
aspecto de la primera, según una expresión de Marx, se entrelazaba con la actividad
práctica. Más tarde, se dio la separación externa entre actividad práctica y actividad
21
cognoscitiva, lo que naturalmente no niega el hecho de que el proceso cognoscitivo
depende fundamentalmente de la apropiación práctica de la realidad por el sujeto.
Hessen
El proceso de la producción del conocimiento tiende a reunir al sujeto
cognoscente y al objeto cognoscible, ambos no pueden actuar por separado debido a
que el primero depende del segundo para que surja la posibilidad de algún
conocimiento, es por ello su dualidad. Este planteamiento toma fuerza en la teoría del
conocimiento de Johan Hessen (1997), cuando argumenta que el sujeto sólo es sujeto
para el objeto y el objeto es sólo objeto para el sujeto, ambos tienen grandes
diferencias pero cada uno tiene sus funciones. La función del sujeto es aprehender del
objeto, y la función del objeto es ser aprehendido por el sujeto El sujeto se encarga de
escudriñar, desmesurar y de compenetrar todo lo relacionado al ámbito del objeto.
Desplazándose de esta forma todas las propiedades y características del objeto hacia
el sujeto; produciéndose de tal manera el conocimiento y estableciéndose grandes
cambios, porque ya el sujeto no tendrá la misma percepción que tenía del objeto antes
de estudiarlo, debido a que conoce las propiedades del objeto estudiado; es por ello su
determinación. El hombre es determinado por el conocimiento que extrae del objeto,
si no hay determinación es porque no existió conocimiento alguno.
Se construye la interpretación del mundo real y se anticipa la acción con los
elementos del lenguaje. Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi
mundo. Los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje, señala Wittgenstein
(1991) y la interpretación que se hace del mundo real a través de signos abstractos y
convencionales se considera como conocimiento. El hombre se separa del resto de los
animales desde el momento que le asignó significado a una abstracción: sonido,
gesto, gráfico, etc. Observar el desarrollo histórico de la relación hombre/realidad,
permite evidenciar la evolución y sofisticación de los signos abstractos, generados en
la creciente y continua intervención en la naturaleza. En la medida que se desarrollan
estos elementos de mediación interpretativa, se incrementa la capacidad humana de
intervención del mundo real, se desarrollan nuevos medios tecnológicos y
organizacionales. Aparecen las instituciones sociales como el Estado, la Educación, la
22
Milicia; así como también, los códigos éticos, morales y legales, que han contribuido
en el desarrollo histórico de la sociedad, contraponiéndose con objetivos
institucionales por encima de la naturaleza del individuo. El planteamiento de
Wittgenstein, es pertinente para evidenciar el continuo dialéctico en la formación de
la conciencia del hombre, en la misma medida que se involucra en la construcción de
su mundo. Interpretado así el conocimiento (lenguaje, teorías y filosofía), se le ubica
como herramienta del hombre. El constructo teórico planteado, le otorga al
conocimiento su carácter histórico, social y espacial, en permanente transformación y
enriquecimiento, su valor utilitario y altamente vinculado con la realidad.
El carácter de científico otorgado a un tipo determinado de conocimiento, es
producto de un acto consciente e intencionado de búsqueda, de una explicación más
objetiva de la realidad, pudiendo ser comprobada en cualquier parte del orbe,
adquiriendo su carácter de “universal”. Frente a la necesidad local de enfrentar una
determinada situación problema, el valor utilitario del conocimiento, tiene mayor
relevancia que su condición de universalidad. La elaboración de explicaciones
vinculadas a una solución concreta, fortalece la posición del hombre, lo potencia, le
ofrece una plataforma concreta sobre la cual construye su propia apreciación, además
de enseñarlo a valorar constructos teóricos ajenos; se hace un ser “universal”.
Esta concepción epistemológica se fundamenta en el hecho de que el hombre
es un ser, que se construye a sí mismo, siendo a su vez, concreción cultural, histórica,
espacial, y ambiental. Se construye a sí mismo pues dispone de un recurso natural,
adicional a los sentidos, con el cual elabora una interpretación de mundo, que le
permite tomar conciencia de su propia condición y del mundo relacional.
En esta concepción, se insiste sobre la realidad como él mismo, todo aquello
que está en el entorno del hombre, en lo físico/natural y social y el efecto que él
causa. La realidad es rica en formas, colores, olores y sabores y de una gran
diversidad y complejidad con propiedades que le son inherentes. Lo cualitativo o lo
cuantitativo que se le atribuye a la misma, son desarrollos teóricos que permiten
percibirla de una manera particular e interpretarla con valoraciones comparativas.
23
CAPÍTULO V
RACIONALISMO CRÍTICO
El presente capítulo tiene como objetivo examinar algunas ideas
contemporáneas sobre el método científico inscritas en la corriente de pensamiento
denominada "Racionalismo Crítico". En este sentido, destacan los planteamientos
propuestos por Karl Popper, máximo representante de esta tesis; así como también las
aportaciones posteriores realizadas por sus seguidores, entre los que se mencionan:
Kuhn, Lakatos y Feyerabend, entre otros. Es conveniente resaltar que las posiciones
de estos filósofos no son del todo coincidentes entre si; sin embargo, en esencia, sus
propuestas elementales guardan cierta correspondencia, lo que permite identificarlas
dentro de este enfoque de la investigación científica.
Postulados Teóricos de los Representantes del Racionalismo Crítico
Los científicos y filósofos que privilegian los elementos teóricos o hipotéticos
para la construcción del conocimiento científico se denominan racionalistas. Según
este enfoque epistemológico, la ciencia se inicia con conceptos no derivados de la
experiencia del mundo, sino que es el investigador valiéndose de su intuición quien
plantea sus ideas en forma de hipótesis. El científico, además de generar conjeturas
sobre la realidad, las pone a prueba confrontándolas con las observaciones y/o
experimentos. De acuerdo a esta corriente el conocimiento científico se inicia a través
de la captura mental de una serie de principios generales a partir de las cuales se
deducen sus instancias particulares.
La concepción racionalista tuvo sus antecedentes en dos vertientes distintas:
La platónica o cartesiana y la kantiana. La primera postula que por medio de la razón
es posible establecer los principios más generales que regulan la naturaleza y a partir
de ellos deducir la realidad. La segunda sostiene que la razón pura es incapaz de
alcanzar conocimiento alguno sobre el mundo exterior y que se requiere de la
experiencia de nuestros sentidos, pero que esta experiencia sólo es conocida después
de que ha sido elaborada y estructurada. A pesar de que las dos vertientes del método
a priori-deductivo son tan distintas, ambas postulan que el contacto con el mundo
24
exterior no es directo sino que ocurre a través de estructuras previamente
establecidas, en el primer caso por la razón pura y en el segundo caso por la razón
crítica.
Dentro de esta corriente de pensamiento se inscriben numerosos filósofos,
destacando entre ellos, los planteamientos de Karl Popper, Thomas Kuhn, Imre
Lakatos y Paul Feyerabend, los cuales se examinan a continuación.
Uno de los críticos más importantes del postivismo lógico fuera del
movimiento pero dentro de la llamada "tradición analítica", ha sido Sir Karl Popper.
Karl Popper es la figura más influyente y respetada de la filosofía de la ciencia
en la segunda mitad del siglo XX, destacándose por las fuertes críticas que realiza al
positivismo lógico en su primera versión. En relación a ello declaró que no compartía
la metodología inductivista como vía de acceso al conocimiento científico, afirmaba
que la observación siempre está impregnada de teoría y estableció como criterio de
demarcación científico la “Falsabilidad”. (Popper, 1994)
El punto de partida de la reflexión filosófica de Popper estriba en la
importancia atribuida a las teorías científicas, así como la contrastación negativa con
la experiencia, por la vía de la falsación. Popper afirma que las ciencias empíricas son
sistemas de teorías; y la lógica del conocimiento científico, por tanto, puede
describirse como una teoría de teorías. La filosofía de la ciencia, entonces, queda
planteada como disciplina metateórica, o metacientífica, cuyos objetos principales de
reflexión son las teorías científicas, y no las ideas, ni los universales, ni los hechos
más simples y elementales (Echeverría 1989).
En la corriente popperiana la razón científica funciona a base de construir
sistemas peculiares de conocimiento del mundo, a objeto de poder explicar los
fenómenos con la meta final de dominar la naturaleza, lo que equivale en muchos
casos a transformarla; y el instrumento fundamental para cumplir con esa labor son
las teorías.
En este sentido, desarrolla la tesis de que todo conocimiento está impregnado
de teoría, llegando a admitir la existencia de disposiciones innatas en el conocimiento
humano. Con el mismo énfasis que Popper destaca la primacía de las teorías
25
científicas sobre los hechos empíricos en su explicación de la ciencia, también
emerge su rechazo por el criterio positivista de verificación y de la conexión
establecida entre verificación y significado; y en contraposición propuso el criterio de
falsabilidad (posibilidad de falsar o refutar una teoría). Por eso la ciencia consiste no
sólo en confirmación, sino en pruebas para ver si las hipótesis son falsables.
La crítica de Popper comienza con una revisión del problema de la inducción
también llamado "problema de Hume". Hume (1998) mostró que no existe ninguna
cantidad suficiente de enunciados de observaciones particulares que nos permita
inferir lógicamente, y sin restricciones, un enunciado general o ley. Es decir, el
modelo "tradicional" (en este caso el modelo positivista lógico) de acumulación y
justificación del conocimiento científico propone ir de lo particular (y observable) a
lo general (y teórico). Sin embargo, esta posición es lógicamente insostenible (pues
queda aún por resolver cuál es el paso del último enunciado en la serie de
proposiciones empíricas en Vo a el primer enunciado en la serie de proposiciones
teóricas en Vt. O más sencillo aún, queda por aclarar cómo se transforma --en
términos lógicos-- una observación particular en una ley universal).
Popper atacó el problema de la inducción al volver ilegítima la distinción
observación-teoría, que no es otra cosa que una nueva etiqueta del argumento de la
tabula rasa, atribuido a Francis Bacon.
La distinción observación-teoría afirma la posibilidad de observar primero y
hacer teoría después. El argumento de la tabula rasa afirma que al conocer la realidad
el sujeto cognoscente es como una tabla cuya superficie está perfectamente plana o
rasa. Al momento de conocer "algo" de la realidad, el sujeto (la tabla) es impactado
por tal conocimiento dejando su huella en él (ella).
Parecería que tanto el modelo inductivo como la distinción observación-teoría
suponen que el sujeto que está conociendo "los hechos de la realidad" deja de pensar
(para no "contaminar" los datos, por supuesto) y solamente empieza a hacerlo cuando
ya tiene un conjunto de datos "suficientes" para poder teorizar y, eventualmente,
formular una ley general. Es aquí precisamente donde surge la conexión con el
argumento de la tabula rasa. El sujeto que está siendo impactado por la realidad, es
26
el mismo sujeto que observa cuidadosamente los hechos particulares. Es más, si
pensamos un poco en el asunto podremos darnos cuenta que el sujeto "colector de
datos" (del modelo inductivo), es el mismo sujeto que "observa" primero y "teoriza"
después (en la distinción observación-teoría), el cual es "impactado" por la realidad
(en la tabula rasa de Bacon).
Popper distinguió la ciencia verdadera, constituida por teorías susceptibles de
ser demostradas falsas, poniendo a prueba sus predicciones, de las seudociencias, que
no son refutables.
Siguiendo su criterio de demarcación (la falsabilidad), Popper (1994) sugirió
que tales pruebas debían estar dirigidas a poner de manifiesto los aspectos falsos o
equivocados de las teorías, las que no son el resultado de la síntesis de numerosas
observaciones (posición inductiva), sino más bien son conjeturas creadas por los
investigadores para explicar cualquier problema y que deben ponerse a prueba a
través de confrontaciones con la realidad para su posible refutación. Lo anterior fue el
origen de la versión popperiana del método científico denominado hipotético -
deductivo. Entonces, la ciencia progresa por medio de conjeturas o refutaciones,
siendo la demostración de la falsedad de una hipótesis una deducción lógicamente
válida, en atención de que parte de un enunciado general y se confronta con uno o
varios hechos particulares.
Una teoría será científica si puede ser falsada por medio de la experiencia (en
el caso de las teorías empíricas) o por medio de su contradictoriedad interna (en el
caso de las teorías lógicas y matemáticas). En esta corriente las teorías no son nunca
verificables empíricamente, pero si han de ser contrastables con ella.
Estas ideas de Popper dejan explícitamente planteado su rechazo al
inductivismo: "La ciencia no consiste en una colección de observaciones de las cuales
inferimos leyes o hipótesis, sino en un examen crítico de hipótesis destinado a
eliminar las que conduzcan a conclusiones falsas" (Ferrater, 2001).
Lo importante que hay que destacar aquí es que la contribución de Popper a la
"lógica del descubrimiento" fue el haber inventado, por así decirlo, la meta que, con
respecto a sus teorías tiene todo científico: no se trata de buscar la comprobación o
27
verificación de la misma, sino instancias, evidencia empírica que la refute, que la
pruebe falsa.
Algunos críticos del principio de falsación de Popper afirman que la solución
que Popper ha dado al problema de la inducción, dista de ser una solución completa y
satisfactoria. El mismo Popper comenta que su principio de falsación apela a la lógica
de la situación de conocimiento y no a la metodología implícita en ella.
Por su parte, Imre Lakatos fue un filósofo húngaro muy influenciado por la
filosofía hegeliana, que a partir de los 40 años se orienta hacia la filosofía popperiana.
La tesis central del falsacionismo desarrollado por Lakatos estriba en que una
teoría nunca puede ser falsada por la observación ni por experimento alguno, pero sí
por otra teoría: Señala que ningún experimento, informe experimental, enunciado
observacional o hipótesis falsadora de bajo nivel, bien corroborada, puede originar
por si mismo la falsación. No hay falsación sin la emergencia de una teoría mejor.
(Lakatos, 1987)
Para explicar los procesos de cambio científico, el problema metodológico
que hay que resolver no es la contraposición teoría - experiencia, sino los criterios de
evaluación entre teorías rivales, huyendo así del psicologismo, sociologismo o del
irracionalismo. Para ello propone un criterio racional de elección por parte de los
científicos, y en general para todas las comunidades científicas.
El falsacionismo que él propone denominado falsacionismo refinado difiere
del ingenuo en sus reglas de falsación o eliminación. Para el falsacionista ingenuo
cualquier teoría que pueda interpretarse como experimentalmente falsable es
"aceptable" o "científica" sólo si tiene un exceso de contenido empírico corroborado
con relación a su predecesora o rival, predice hechos nuevos, improbables e incluso
excluidos por la anterior teoría.
Considera importante la evaluación de una serie de teorías y no las teorías
aisladas, esto trae como consecuencia fundamental para el análisis epistemológico,
que las unidades básicas de análisis ya no son las teorías sino los programas de
investigación científica. (Lakatos, 1983).
28
Según Pérez (1998) el esquema general de Lakatos es particularmente
atractivo, porque postula una estructura casi tridimensional para sus "programas
científicos de investigación". En efecto, cada uno de esos programas está formado por
tres capas concéntricas de entidades dialécticas:
1. El núcleo central, que reúne los supuestos básicos y esenciales del programa,
o sea todo aquello que es fundamental para su existencia;
2. Este núcleo central está celosamente protegido de las peligrosas avanzadas de
la falsación por un cinturón protector llamado "heurístico negativo", que es un
principio metodológico que estipula que los componentes del núcleo central
no deben abandonarse a pesar de las anomalías, y que está constituido por
múltiples elementos como hipótesis auxiliares, hipótesis observacionales,
diferentes condiciones experimentales, entre otros;
3. La capa externa del programa científico de investigación se conoce como
"heurístico positivo" y representa las directrices generales para explicar los
fenómenos.
Lakatos examina en detalle los distintos mantos que constituyen los
programas de investigación, el carácter flexible de la heurística positiva, el papel de
las anomalías y las diferentes interpretaciones que pueden darse a las confirmaciones,
refutaciones y desafíos, para lo cual usa un abundante material histórico,
considerando que la filosofía de la ciencia sin historia de la ciencia es vacua. Sin
embargo, opina que la historia de la ciencia es racionalmente reconstruible, existiendo
una diferencia marcada entre la historia interna y externa de la ciencia, no queriendo
decir que no haya una historia sino que ésta se explica internamente a través de la
teoría de los programas de investigación, cuya metodología es completada por la
historia empírica. Por lo que Lakatos (1983) desarrolla una teoría de la racionalidad,
que debe entenderse como una metodología y como un programa de investigación. En
definitiva, destaca los hechos empíricos dentro de una metodología.
29
Señala Lakatos (1983) que existe una jerarquía de acceso a esos tres niveles
de programas de investigación. La primera ocurre en la periferia conceptual del
sistema y sólo tiene tres opciones:
1. Cuando se está de acuerdo con los principales hechos de observación.
2. Cuando registra hechos no explicables con el sistema, pero solamente a nivel
del cinturón protector o heurístico positivo, el cual es fácilmente modificable.
3. Presenta información que afecta gravemente la vigencia central del sistema.
Además, destaca que existen dos clases de programas de investigación
científica: los progresistas cuando su crecimiento teórico anticipa su crecimiento
empírico, o sea que continúa prediciendo hechos nuevos con cierto éxito; y los
degenerados cuando su crecimiento teórico está rezagado con relación a su
crecimiento empírico, en otras palabras, que sólo ofrece explicaciones post hoc, es
decir, de descubrimientos accidentales o hechos predichos por otro programa rival.
Una debilidad de este planteamiento es que, Lakatos no propuso criterios
adecuados para distinguir los programas progresivos de los degenerados.
Dentro de este mismo marco, Thomas Kuhn, contribuye fundamentalmente a
la filosofía de la ciencia, a través de su famoso libro "La Estructura de las
Revoluciones Científicas", publicado en 1962; en donde introduce la historia como
elemento indispensable para su compresión integral.
Al contrario de quienes sostienen que la filosofía de la ciencia es básicamente
una reconstrucción lógica de las teorías científicas, Kuhn considera que el estudio
histórico de la ciencia es indispensable para comprender no sólo cómo se han
desarrollado las teorías científicas, sino por qué en ciertos momentos determinadas
teorías son aceptadas y, por lo tanto, justificadas y validadas. (Kuhn, 1992).
De acuerdo a lo anterior, la historia de la ciencia pone de manifiesto, que las
disciplinas pasan por ciclos, que constan de dos fases: la ciencia normal y la
revolución, identificando una tercera fase inicial (preciencia), que desaparece a partir
del segundo ciclo.
30
Asimismo, Kuhn introdujo la famosa idea de paradigma que se refiere a la
teoría general o el conjunto de ideas sostenidas por una generación de científicos.
(Kuhn, 1995).
Los ciclos mencionados se inician por una etapa más o menos larga de
preciencia, durante el cual se recolectan observaciones no definidas y sin referencia a
un esquema general, pudiendo existir varias escuelas de pensamiento compitiendo sin
que ninguna de ellas prevalezca. Sin embargo, poco a poco un sistema teórico
adquiere aceptación general, surgiendo el primer paradigma de la disciplina. Este está
formado por una teoría y un método, que juntos constituyen una manera de ver el
mundo.
Una vez establecido el paradigma, la etapa de preciencia es sustituida por la
de ciencia normal, que se caracteriza porque la investigación tiene lugar de acuerdo al
paradigma prevaleciente, resolviendo los problemas o acertijos con la estructura del
mismo.
Durante este período los resultados no compatibles con el paradigma
dominante se van acumulando en forma de anomalías, que cuando alcanzan un nivel
elevado, hace que el paradigma se abandone y se sustituya por otro que satisfaga no
sólo los hechos explicados por el paradigma anterior sino también todas las anomalías
acumuladas. A la ciencia que se lleva a cabo en este proceso de cambio, de un
paradigma a otro, Kuhn la denomina ciencia revolucionaria. Siendo esta concepción
Khuniana de la historia de la ciencia un proceso cíclico. En este análisis de cambio es
donde Kuhn introduce una de sus ideas fundamentales, proponiendo que la
sustitución de un paradigma no es un proceso racional, entre otras cosas porque los
distintos paradigmas son inconmensurables, que no significa que sean incompatibles,
sino que no son comparables entre sí. La inconmensurabilidad del paradigma antiguo
y del nuevo determina que sus respectivos partidarios hablen distintos idiomas, o sea
que los mismos términos tengan diferentes significados, lo que dificulta o
imposibilita la comunicación entre ellos, lo que impide que se aproveche toda la
información acumulada durante el período de ciencia normal anterior a la revolución,
que termina por cambiar un paradigma por otro.
31
La inconmensurabilidad es local, en otras palabras, un cambio teórico
revolucionario afecta a algunos conceptos, pero no a la mayoría, esto permite que
quede una amplia base conceptual común para poder realizar comparaciones entre las
teorías. De allí que la inconmensurabilidad no impida que haya progreso del
conocimiento, ya que ella lo provoca, siendo éste no sólo cuantitativo sino de
reorganización a profundidad de lo conocido.
Kuhn niega la existencia de una verdad independiente de la teoría, por lo que
hay que entender el progreso científico de manera instrumental, como un crecimiento
intrateórico de la capacidad de resolver problemas y de predecir. Este desarrollo
teórico tiene como precio una creciente especialización que aísla una comunidad de
otra. (Kuhn, 1995)
De igual forma, Kuhn no se refiere a la lógica del descubrimiento científico
sino de la psico-sociología de la ciencia. La evolución de la ciencia, concebida de esa
manera, escapa a las explicaciones racionales o la lógica de la investigación
científica. Ellas se constituyen en explicaciones fuera de ese acontecer y son
sociológicas o psicológicas, en otras palabras, cada paradigma está condicionado por
una concreta situación histórica, sociológica y psicológica, por lo que no puede ser
explicado dentro de una perspectiva racional.
Otro aspecto que vale la pena destacar tiene que ver con el primer encuentro
de Feyerabend con Popper el cual tuvo lugar en 1948, en la época de mayor lustre del
falsacionismo, impresionándolo muy poco por sus teorías. En 1950 trabajó con
Popper en Londres, asociándose con Lakatos, con el cual sostuvo un debate continuo.
La evolución de su pensamiento tuvo lugar al hilo de sus trabajos sobre la
teoría de la medida y la lógica cuántica. Se fue interesando crecientemente por las
reglas metodológicas que los científicos tienen que usar para sus pruebas. Feyerabend
observó que aquellas eran violadas por los propios científicos, en oposición a las tesis
empiristas. Asimismo, si hay que atenerse al criterio popperiano de falsabilidad, las
teorías alternativas a una teoría que haya sido verificada muchas veces, pueden
producir hechos capaces de falsar esta última y, por tanto, son indispensables para su
examen. Una vez en este camino se va desvaneciendo la línea de demarcación entre
32
ciencia y no ciencia. La insistencia en la demarcación disminuye el contenido
empírico de la ciencia y lo hace más dogmático.
En relación con el método científico, Feyerabend se declara anarquista, ya que
históricamente no hay nada que pueda identificarse como un método científico.
Postula y defiende el libre acceso del individuo a todas las opciones posibles para
alcanzar el conocimiento. (Feyerabend, 1992).
En el inicio del libro "Contra el Método" propone el anarquismo,
considerándolo como una medicina excelente para la epistemología y para la filosofía
de la ciencia. Más adelante establece que sólo hay un principio que puede defenderse
en todas las circunstancias y etapas del desarrollo humano, éste es: "Todo se Vale".
Se concentró en la búsqueda de una metodología general que abarcara tanto la
ciencia como los mitos, la metafísica, las artes, llegando a proponer una sola regla
metodológica: "Se Admite Todo" o "Todo Vale". Afirma, que llegó el momento de
desbancar a la ciencia y a la razón de los puestos privilegiados que ocuparon. No hay
ninguna teoría que pueda, o deba, considerarse privilegiada. Así, el anarquismo
epistemológico, combinado con una tendencia a la dialéctica, es la consecuencia de
una fuerte postura por la libertad humana. El racionalismo puede ser en ocasiones un
correctivo contra un irracionalismo dogmático, pero la mejor apuesta es el pluralismo,
la alternativa y, en ultima instancia, la libertad.
El principio enunciado aconseja ir en contra de las reglas para avanzar en la
ciencia. Los científicos hacen de todo para hacer sus teorías favoritas, cuando
escogen entre dos o más teorías sobre los mismos fenómenos, la decisión nunca es
racional y objetiva, porque las distintas teorías son inconmensurables. Dentro de esta
anarquía, tanto el cambio como el crecimiento de la ciencia se explican por factores
externos, como ideologías, preferencias subjetivas, y estilo literario.
Según Feyerabend, la ciencia consiste en la interacción de dos partes: la
normal y la filosófica, siendo ella la responsable de su crecimiento.
33
CONCLUSIONES
En atención a los planteamientos anteriormente expuestos, se considera
pertinente exponer las siguientes conclusiones:
Si la epistemología - el estudio del conocimiento- constituye, por su propia
naturaleza, una de las partes esenciales de la filosofía, la creciente importancia en la
ciencia y la consiguiente necesidad de dotarla de sólidos fundamentos teóricos ha
acrecentado aún más el interés por la misma en el moderno pensamiento filosófico.
En sus orígenes, la epistemología se apoyó en dos supuestos:
1. Que el conocimiento es una categoría del espíritu, una "forma" de la
actividad humana o del "sujeto", que puede ser investigada universal y
abstractamente, esto es, prescindiendo de los procedimientos cognoscitivos
particulares, de los que el hombre dispone, tanto fuera como dentro de la ciencia.
2. Que el objeto inmediato del conocer sea, como lo había pensado Descartes,
solamente la idea o representación y que la idea sea una entidad mental, que existe,
por lo tanto, sólo "dentro" de la conciencia o del sujeto que la piensa. Se trata, por
tanto, de ver si a la idea le corresponde una cosa o entidad "externa", o sea "fuera" de
la conciencia, y si existe una diferencia, y en su caso cuál, entre ideas irreales o
fantásticas e ideas reales.
Sin embargo, esta postura de la epistemología fue perdiendo primacía desde
que se empezó a dudar de la validez de uno de sus supuestos. Los analistas
contemporáneos han rechazado que el conocimiento sea una forma o categoría
universal que pudiera indagarse como tal: ellos adaptaron como objeto de
investigación los procedimientos efectivos o el lenguaje del conocimiento científico y
no el conocimiento en general.
La Epistemología adquiere en nuestros días un protagonismo sustancial en la
misión de defender para el conocimiento de alto valor social el lugar que en el
desarrollo humano le corresponde. Se habla de las diferentes lecturas que se le da a lo
que se ha dado en llamar "sociedad del conocimiento". Es conocido que a la irrupción
amplificada y veloz del nuevo conocimiento algunos le atribuyeron propiedades
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geopolíticas casi divinas. Le asociaron dones curativos de males sociales como las
carencias democráticas de las sociedades contemporáneas y sus profundas
desigualdades sociales. La vida ha venido demostrando cuan desacertadas fueron esas
lecturas movidas más por la buena voluntad que por el rigor del pensar desde la
ciencia.
La relación de conocimiento entre sujeto y objeto implica la conciencia
racional del sujeto que quiere construir conocimiento, pues supone haber pasado por
un proceso en el cual el despliegue del objeto permite al sujeto identificar con nitidez
el campo de opciones posibles a desarrollar. Entre otras cosas, la viabilidad o no de
un proyecto de futuro en un campo articulado por elementos y el papel que el sujeto
juega en su relación con el objeto (la realidad).
Así, el objeto de estudio es un producto articulado entre niveles de la realidad,
corresponde a una situación histórica y se define en razón del ¿para qué? Casi
siempre nos preguntamos ¿para qué? un sujeto quiere estudiar una parcela de la
realidad. El para qué es, en la Dialéctica Crítica, un criterio de selección de opciones
que involucra la subjetividad del investigador en esta fase de construcción del objeto
(o, fase inicial); como función definitoria de la relación de conocimiento entre sujeto
y objeto, así como el traslado a éste, de la conciencia racional de la subjetividad del
investigador.
La función del para qué en la construcción del conocimiento objetivo de la
realidad social, reside en el manejo problemático que haga el sujeto investigador de
su propia ideología, incorporándolo como uno de los aspectos de esa realidad y
definiendo la orientación de su estudio. De este modo, la ideología da a la relación
sujeto objeto el elemento que precisa la historicidad del conocimiento construido, por
ser parte de un determinado contexto histórico, en donde el investigador refleja en sus
intereses científicos la realidad concreta que quiere potenciar a través de sus
proyectos, transformando la ideología en conocimiento, el que debe -a juicio del
investigador-, ser conocido.
En este contexto, el racionalismo crítico puede ser un faro que ilumine
próximas reflexiones, no sólo por su tesis, sino también porque hoy es imperante
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pensar la ciencia de forma reflexiva para no hundirnos en el relativismo conceptual
que parece caracterizar a las naciones deprimidas. En todo caso, el nuevo
conocimiento no puede servir como no sea para el enriquecimiento conductual,
axiológico del hombre. Justo el rol que vemos en el enfoque epistemológico de ese
acelerado devenir de la ciencia está en cuidar la misión de ese nuevo conocimiento en
función del engrandecimiento de la obra humana y no de su deterioro ulterior. No
puede ser el nuevo conocimiento quien afiance la máxima vivida del hombre lobo del
hombre.
Finalmente, se asume que, una Epistemología en el siglo XXI no puede estar
de espaldas al condicionamiento histórico social del conocimiento y sus
consecuencias.
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