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Tenorio Mendocino http://infoasallam.com/tenorio/index.html Asoc. Gentes de Guadalajara Tenorio Mendocino - Fiesta Declarada de Interés Turístico Regional Tenorio Mendocino XX Edición Don Juan, Rito y Mito En Guadalajara, los días 30 y 31 de Octubre de 2010 19:30 Retablo Renacentísta - Fachada Principal Palacio del Infantado 20:30 Evocación de la Guadalajara del Siglo XVI - Plaza de Santa María 21:30 Tenorio Mendocino - Plaza de Santa María de la Fuente la Mayor

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Contenido de la página Web del Tenorio Mendocino, que se desarrolla cada año en la noche de todos los santos en Guadalajara (España)

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Page 1: Tenorio Mendocino

Tenorio Mendocinohttp://infoasallam.com/tenorio/index.html

Asoc. Gentes de Guadalajara

Tenorio Mendocino - Fiesta Declarada de Interés Turístico Regional

Tenorio Mendocino XX EdiciónDon Juan, Rito y Mito

En Guadalajara, los días 30 y 31 de Octubre de 2010

19:30 Retablo Renacentísta - Fachada Principal Palacio del Infantado

20:30 Evocación de la Guadalajara del Siglo XVI - Plaza de Santa María

21:30 Tenorio Mendocino - Plaza de Santa María de la Fuente la Mayor

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RECORRIDO

Situación I Hostería del Laurel Plaza de Santa María

Situación II Casa de Doña Ana de Pantoja Palacio de la Cotilla

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Situación III La celda de Doña Inés Claustro del Convento de laPiedad

Situación IV Quinta de Don Juan Patio Palacio del Infantado

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Situación VII Panteón de la Familia Tenorio Convento de laPiedad

Situación VI Aposento de Don Juan Iglesia de los Remedios

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JOSÉ ZORRILLA

Huyó de la casa paterna (1836), refugiándose en Madrid, donde la fama lo sacó súbitamente (1837) de una vida oscura y llena de privaciones: Zorrilla, un joven delgado y pálido, como lo han retratado varios contemporáneos, se reveló como poeta al pie del sepulcro de Larra, leyendo emocionadamente una composición en honor del suicida, cuando toda la capital se hallaba reunida en el cementerio para rendirle el último tributo.

Se casó con Florentina O’Reilly (1839), viuda bastante mayor que él y con un hijo. No fue el dinero el motivo de la boda, pues estaba arruinada. Aparte la edad, varias causas concurrieron a hacer infeliz el matrimonio: la antipatía del hijo hacia el intruso, las riñas entre mujer y suegra, la desaprobación del padre.

Viajó a Francia (1845), asistiendo en París a algunos cursos de la Facultad de Medicina y relacionándose con Dumas, George Sand, Musset y Gautier. Ese mismo año murió su madre, dejándole profunda melancolía.

De regreso en Madrid (1846), recibió varios honores dos año más tarde: se le nombró miembro de la Junta del recién fundado Teatro Español; el Liceo organizó una sesión para exaltarle públicamente; la Real Academia lo admitió en su seno, aunque sólo tomaría posesión en 1885. Pero la muerte del padre (1849) le causó un duro golpe: su progenitor se negó a perdonarle la huida y la boda, dejando un enorme peso en la conciencia del hijo. Por otro lado, le legó considerables deudas.

Huyendo de su mujer, se estableció en París (1851) y Londres (1853), a donde le acompañaron los inseparables apuros económicos. En París endulzó sus penas Leila, a quien amó apasionadamente. En tanto que en la capital británica hizo amistad con el famoso relojero Losada que le ayudó.

Embarcó, por fin, rumbo a México (1854-66), interrumpiendo su estancia allí para pasar un año en Cuba (1858). Llevó en aquel país una vida de aislamiento y pobreza, sin mezclarse en la guerra civil, que dividía a federales y unitarios. Cuando Maximiliano ocupó el poder (1864), Zorrilla se convirtió en poeta áulico y fue nombrado director del Teatro Nacional.

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Muerta su esposa, regresó a España (1866), donde se le admiraba, pero se le creía superado. El fusilamiento de Maximiliano, abandonado a su triste suerte por el Papa y Napoleón III, le produjo una profunda crisis religiosa.

Casado de nuevo con Juana Pacheco (1869), siguió en permanentes apuros económicos, de los que apenas lograrían sacarle ni una comisión gubernamental en Roma (1873) ni una pensión nacional otorgada tardíamente.

Se hizo famoso dando recitales públicos y obtuvo numerosos honores entre los que sobresalen su nombramiento de cronista de Valladolid (1884) y su coronación como poeta nacional en Granada (1889).

Murió en Madrid (1893), tras una intervención quirúrgica para extraerle un tumor cerebral. Su entierro fue un gran homenaje de admiración.

Hay en la vida de Zorrilla algunos detalles de gran interés para comprender la orientación de su obra. En primer lugar, las relaciones con su padre. Hombre éste despótico y severo, rechazó sistemáticamente el cariño de su hijo, negándose a perdonarle sus errores juveniles. El escritor cargaba consigo una especie de complejo de culpa, y para superarla decidió defender en su creación un ideal tradicionalista muy de acuerdo con el sentir paterno. Dice en Recuerdos del tiempo viejo: "Mi padre no había estimado en nada mis versos: ni mi conducta, cuya clave él sólo tenía".

Importante es destacar su temperamento sensual, que le arrastraba hacia las mujeres: dos esposas, un temprano amor con una prima, amores en París y México, dan una lista que, aunque muy lejos de la de don Juan, camina en su misma dirección. El amor constituye uno de los ejes fundamentales de toda su producción.

No es ocioso preguntar, como tercer factor condicionante, sobre la salud de Zorrilla. A cierta altura de su vida, en efecto, se inventó un doble, loco (Cuentos de un loco, 1853), que aparece casi obsesivamente después. En Recuerdos del tiempo viejo habla de sus alucinaciones y sonambulismo. ¿Cuándo apareció el tumor cerebral y cómo afectó su comportamiento? Quizá el papel predominante de la fantasía en el escritor encuentre una explicación por este lado.

De su carácter ha dicho su biógrafo Narciso Alonso Cortés que era ingenuo como un niño, bondadoso y amigo de todos, ignorante del valor del dinero y ajeno a la política. Conviene resaltar, además, su independencia, de la que se sentía muy orgulloso. En versos que recuerdan a los de Antonio Machado, confesó que a su trabajo lo debía todo, y llegó a rechazar lucrativos puestos públicos por no sentirse preparado: "Yo temo -afirma en sus Recuerdos...- que nuestra revolución va a ser infructífera para España por creernos todos los españoles buenos y aptos para todo y meternos todos a lo que no sabemos".

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DON JUAN TENORIO

Es ésta la obra más conocida y representativa del autor José Zorrilla, en la que se muestra la figura de don Juan Tenorio tal y como la entendemos hoy día, como la del seductor empedernido que hará lo que sea para llevar a cabo sus numerosas conquistas. Don Juan va a ser un caballero pendenciero y amante de las mujeres, a las que con su encanto personal y también físico, seduce y luego abandona.

Así pues, en unos de sus frecuentes alardeos amatorios y valeroso contra sus numerosas victorias y enemigos, va a enfrentarse a don Luis Mejía, al que confiesa su intención de seducir a una joven novicia, doña Inés e hija del comendador don Gonzalo de Ulloa; lo que no se esperará don Luis es que, en un alarde de máxima provocación, también se ha propuesto seducir a su prometida doña Ana de Pantoja. Mientras tanto, y gracias a la mediación de la sirvienta de doña Inés, logra que ésta caiga locamente enamorada de él. Sin embargo, el comendador va en busca de su hija y, al encontrar a don Juan acaban enzarzados en un duelo en el que resulta asesinado el padre de doña Inés. Al mismo tiempo también, estando presente don Luis Mejía para vengar que su prometida fue seducida por don Juan, acabará muerto en manos de éste. Tras un tiempo de ausencia don Juan llega al panteón familiar en donde yacen los cuerpos de todas sus víctimas tal y como así lo propuso su padre avergonzado de su vil hijo, y encuentra los sepulcros de don Luis Mejía, del comendador y de su amada doña Inés. Él desconocía que hubiera fallecido y más que lo hubiera hecho por su amor. Aparece el espíritu de doña Inés y le advierte que cambie de vida y se convierta en un buen hombre para así salvarse en la vida eterna y, al mismo tiempo, es visitado por el espíritu del comendador advirtiéndole lo mismo. Sin embargo, don Juan comete dos asesinatos, por lo que casi es llevado a los infiernos por el comendador, sin embargo doña Inés le va a salvar y ambos yacerán juntos para siempre unidos por la muerte en el amor mutuo. En general, se trata un clásico de la literatura española que siempre se puede leer una y otra vez, ya que el mito de don Juan es universalmente conocido y por el que no pasan los años. Además se reproducen pasajes muy conocidos por gran parte de la gente, sin contar con la pasión y romanticismo que aparecen en sus páginas.

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LA FAMILIA MENDOZA

Linaje aristocrático castellano. Su origen se remonta al siglo XI, a los señores de Llodio, en tierra alavesa, de donde pasaron a Castilla. La línea troncal se extinguió en el siglo XIV, pero una rama colateral llevó a la familia al máximo apogeo al recibir el título de duques del Infantado (1475). Son miembros destacados de esta rama Pedro González de Mendoza (1340-1485), Diego Hurtado de Mendoza (1365-1404), Íñigo López de Mendoza (1398-1458), marqués de Santillana y conde del Real de Manzanares, Pedro González de Mendoza (1428-1494), llamado el cardenal Mendoza, y Diego Hurtado de Mendoza y Suárez de Figueroa (?-1479), el primer duque del Infantado.

De esta rama surgieron otras varias de importancia. Una de ellas fue la de los señores de Mendívil y Almazán, fundada por Juan Hurtado de Mendoza, que recibió Mendívil a mediados del siglo XIV. Su hijo, Pedro González, servidor de Juan I, fue también señor de Almazán. Francisco Hurtado de Mendoza recibió de Felipe II el título de marqués de Almazán. Al quebrar la sucesión masculina en el siglo XVII, los títulos pasaron a los condes de Altamira.

Otra rama de los Mendoza fue la de los condes de Priego, descendientes de Íñigo Mendoza, segundogénito de Pedro González de Mendoza. Su sucesor, Diego Hurtado de Mendoza y Manuel, señor de Castilnuevo y Rubielos, fue nombrado conde Priego por Enrique IV (1465). Este linaje se transmitió por línea masculina hasta el siglo XVII, y tuvo entre sus miembros destacados a Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, virrey de Nueva España.

Una tercera rama estuvo encabezada por Íñigo López de Mendoza, segundogénito del primer marqués de Santillana. En 1467 recibió el título de conde de Tendilla. Su hijo y sucesor, Íñigo López de Mendoza y Quiñones, recibió de los Reyes Católicos el marquesado de Mondéjar. La sucesión masculina de esta rama llegó hasta el siglo XVII.

Otras ramas de los Mendoza fueron las de los marqueses del Cenete, los condes y príncipes de Mélito, los condes de Castrojeriz, los marqueses de Cañete, los marqueses de Montesclaros y los condes de La Coruña.

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LA GUADALAJARA DEL XVIEn la segunda mitad del siglo XVI se estableció en Guadalajara la familia Mendoza, cuyo destino en adelante marcó el de la ciudad. El ascenso de la familia Mendoza, que desde 1475 ostenta el título de Duque del Infantado, supuso que la corte señorial de los duques actuara de motor económico de la vida urbana. En 1462, el rey Enrique IV concedió a Guadalajara el título de ciudad y confirmó su voto en Cortes, con motivo de los desposorios de su valido Beltrán de la Cueva con Mecía de Mendoza y Luna, hija de Diego Hurtado de Mendoza, I duque del Infantado.

PALACIO DEL INFANTADO

El palacio del Infantado, está situado en el mismo lugar que ocupaban las "casas principales" de don Pedro González, primer Mendoza alcarreño. Hacia 1480 el segundo Duque del Infantado, Íñigo López de Mendoza y Luna, derribó las antiguas casas de la familia y decidió construir un nuevo palacio por acrecentar la gloria de sus progenitores y la suya. En 1483 se completó la fachada, poco después el patio y al finalizar el siglo el palacio ya estaba completo en su estructura básica. Al terminar el siglo XV el monumento lucía en todo su esplendor de goticismo, de artesonados y de riqueza. Las trazas se deben a Juan Guas, arquitecto toledano.

En 1560 se casó en este palacio Isabel de Valois con el rey de España Felipe II.

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En 1569 el quinto Duque del Infantado inició una serie de reformas dirigidas por Acacio Orejón que tendían a equiparar el palacio con la residencia que el rey Felipe II estaba levantando en las cercanías de Madrid. Intentó conseguirlo poniendo ciertos detalles renacentistas en la fachada (abrió nuevas ventanas, tapó las antiguas, desmochó los pináculos góticos), en el patio y decorando los techos de los salones bajos con pinturas al fresco realizadas por artistas italianos que estaban trabajando en El Escorial. Se construyó también el "jardín mitológico" junto al palacio.

En 1700, Mariana de Neoburgo, última reina consorte de los Habsburgo españoles, se retiró de la vida pública en este palacio, donde murió cuarenta años después, en 1740.

En siglos posteriores los Mendoza abandonaron Guadalajara para marchar a la Corte quedando el palacio abandonado. A finales del siglo XIX, el XV Duque del Infantado realiza una venta/cesión de la mitad del palacio al Ayuntamiento. Posteriormente la Casa Ducal y Ayuntamiento lo ceden al Ministerio del Ejército, que lo utilizó como colegio para huérfanas de militares. En 1936 el palacio fue bombardeado y destruido. Tras la guerra, termina la cesión al Ministerio del Ejército, y los propietarios del Palacio, es decir, el XVIII Duque del Infantado (reservando una zona para vivienda y archivo familiar) y el Ayuntamiento de Guadalajara, ceden el Palacio a la Diputación Foral en 1961 para realizar un gran proyecto museístico. Se inicia la reconstrucción y rehabilitación aunque su antiguo esplendor se perdió para siempre como se perdieron los artesonados mudéjares, unos de los mejores del mundo.

Su estilo es absolutamente hispano pues aunque parte de la decoración y estructura de balconajes o portadas son de corte gótico de tradición flamenca, otros muchos elementos decorativos y la disposición de vanos en la fachada, incluso el mismo tema ornamental de las cabezas de calvos, son de herencia morisca; es un ejemplo exquisito de lo que ha producido el arte mudéjar. Supera ambos estilos y adquiere el marchamo de estilo mendocino.

La fachada principal, orientada a poniente, es una de las joyas del arte gótico civil. Los elementos decorativos más destacados son unas puntas de diamante en toda la fachada; la última planta, que corona la fachada, presenta una galería corrida de balcones y garitones alternados en cuyo interior se encontraba la sala de lectura de la Biblioteca Provincial (cuando se encontraba en el edificio). Esta sala está decorada con gran sobriedad y clasicismo y rematada con artesonado.

La puerta principal de entrada al edificio se encuentra en esta fachada, pero descentrada, situada en el extremo izquierdo, correspondiéndose con el patio interior. Está flanqueada por dos gruesas columnas cilíndricas que presentan en su intermedio sendos collarines de cordones entretejidos. Sobre la puerta se encuentra el escudo de los Mendoza, sobre éste, casi exenta, aparece la corona ducal y encima de ella en la clave del arco apuntado vemos una celada que mira de frente, como símbolo de ducado soberano y sobre ella aún la corona cívica y un águila mirando al frente. Dos velludos varones sostienen el circular complejo emblemático en que consiste este escudo. Encerrados en conopiales volutas rematadas en breve florón aparecen veinte distintos escudos que vienen a representar los estados, títulos y señoríos que hasta ese momento estuvieron en poder de la casa de Mendoza.

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El patio central, llamado de los leones, es de forma rectangular, ligeramente alargada de sur a norte ya que en los lados de levante y poniente aparecen siete arcos, frente a cinco que aparecen tan sólo en los contiguos. Se compone de doble arquería superpuesta, formada de arcos conopiales mixtilíneos en la galería baja; en la galería superior se encuentran arcos similares con un par de entrantes laterales que se complican y quiebran aún más. Las columnas que sostienen la arquería son de orden dórico. Como relleno de los paramentos alzados sobre los arcos se presentan diversidad de temas: las famosas parejas de leones (emblema de don Diego Hurtado de Mendoza), sobre cada columna se alza un escudo, alternando el del apellido Mendoza con el de Luna (todos rematados con la correspondiente corona ducal).

El paramento de la galería superior presenta parejas de grifos alados enfrentados y encadenados.

La galería del jardín que construyó hacia 1496 Lorenzo de Trillo consta de doble serie de arquerías, con columnas prismáticas de molduras capitales, decorando sus paramentos con hiladas de arquitos lobulados superpuestos que viene a ser un desarrollo aplanado de los mocárabes utilizados en la fachada principal.

Eran famosos también los artesonados mudéjares del interior del edificio que desaparecieron durante la guerra civil. Se conservan algunas de las salas bajas que pintores italianos decoraron a fines del siglo XVI por encargo del quinto duque del Infantado. Entre ellas destaca la sala de Crono, con la imagen de este dios y una serie de símbolos del Zodiaco; la gran sala de las batallas, representando múltiples y movidas escenas de la historia militar de los Mendozas. Otra sala magníficamente decorada en sus techos es la de Atalanta en la que aparecen cinco escenas de la leyenda que protagoniza esta diosa junto a Hipómenes, en ella luce una impresionante chimenea de mármol de Carrara obra de los italianos Juan Bautista y Domingo Milanés. Las pinturas de estas salas las realizó el pintor italiano Rómulo Cincinato entre 1578 y 1580.

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IGLESIA DE SANTA MARÍA

La concatedral de Santa María de la Fuente la Mayor o, simplemente, de Santa María es una iglesia mudéjar de Guadalajara (España) y una de las sedes episcopales de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara junto con la Catedral de Santa María de Sigüenza. Fue construida durante el siglo sobre una mezquita del XIII. Su interior está formado por tres naves que enlazan a tres pórticos: el central, solucionado en arco de herradura y los dos laterales, en arco túmido. El campanario está recubierto de ladrillo y cuenta con ocho campanas: una del siglo XVIII, dos del XIX y las otras cinco del XX.

En el interior destaca el retablo mayor de Francisco Mir, en estilo renacentista manierista.

Conserva de la primitiva construcción gran parte del exterior del templo. En la fachada que da a la plaza de Santa María se encuentra la puerta principal de ingreso al centro. Sobre el muro meridional se encuentra otra puerta apareciendo un tercer ingreso, hoy condenado, en el muro de la antigua sacristía, que se adhería a este costado del templo. Estas puertas constituyen unos magníficos ejemplos de estilo mudéjar, y se forman con arcos de herradura apuntados de tradición siria. De ladrillo visto, en toda su estructura, el arco propiamente dicho se forma con resaltes de ladrillo en disposición radiada, contorneándose por una hilada de ladrillo que a trechos forma lazadas sencillas, incluyendo en el interior de ellas fragmentos cerámicos de color verde. Se flanquean de aplanadas pilastras, y en el alfiz muestran, la occidental, una decoración en resaltes de ladrillos dispuestos en radiación convergente hacia

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el centro de la puerta, mientras que repiten la misma disposición que la portada, marcando una imposta del mismo material. La puerta de la antigua sacristía repite la estructura de la principal.

Se circuyen los muros de sur y poniente por una porticada sostenida por altas columnas que rematan en capiteles de estilo Renacimiento alcarreño, puesta en los comienzos del siglo XVI. El resto de los muros del templo se forman por hiladas de ladrillo entre el mampuesto, con enfoscados de diversos tipos. Sobre el crucero resalta una linterna, cuadrada, también de ladrillo, puesta a comienzos del siglo XVII.

La torre se adosa al muro meridional, cerca de la cabecera del templo. Existen indicios de que antiguamente estuvo aislada del resto del templo. Es de planta cuadrada, con gruesos muros de mampostería revestidos de ladrillo, horadadas solamente, en sus dos cuerpos inferiores, por estrechas saeteras que iluminan una interesante escalera que asciende hasta el cuerpo de las campanas, en que estas aparecen cobijadas por arcos de medio punto, muy elevados, enmarcados por líneas de ladrillo profusamente decoradas a base de juegos y combinaciones con este material. Rematando este cuerpo existe una también de ladrillo y encima otro cuerpo, más moderno, del siglo XVI, que remata en chapitel de estilo madrileño.

De tres naves, separadas por fuertes pilastras y arcos de medio punto, con acentuado crucero cubierto de cúpula con linterna, y presbiterio elevado. La techumbre de la nave es de escayola, y sobre ella se conserva, invisible, un artesonado primitivo mudéjar. A los pies del templo, coro alto.

Se abren capillas a los dos lados. En la nave de la epístola, se encuentra la capilla de los Figueroa y Torres, ocupando el lugar de la antigua sacristía. Contiene los enterramientos de esta noble familia, con buen altar en mármol, obra del siglo XIX, y varias lápidas sepulcrales. En la cabecera de esta nave, se abre la capilla de la Visitación, fundada en 1480 por don Alonso Yáñez de Mendoza, familiar del cardenal Mendoza. Solo se conserva de lo primitivo la estatua yacente, en alabastro, que la representa revestido con hábitos religiosos y manos orantes. Lo demás es añadido del siglo XVIII, en que un descendiente puso hornacina de gusto neoclásico conteniendo el escudo de Yáñez timbrado de capelo.

En la nave del evangelio se pueden ver empotradas dos lápidas sepulcrales, con escudos, pertenecientes a Juan Sánchez Hurtado, comisario de la Inquisición y cura de Santa María en 1636, y a Manuel de Albornoz y Sotomayor, también cura de la iglesia, a cuya costa se hizo el altar mayor, en el primer cuarto del siglo XVII. Se ve en ese muro un lienzo representando a la Virgen de la Varga. Se abre la capilla del Santísimo, fundada por la familia Guzmán a principios del siglo XVI, en la que fueron enterrándose todos sus miembros hasta el pasado siglo XIX. Sobre la puerta de entrada, se ven polícromas las armas de Guzmán, y en el interior de la capilla aparecen también varios grandes escudos de esta familia con sus diversos entronques.

En la nave central, al pie del presbiterio, se ven varias lápidas o fragmentos recogidos de los muchos que ocuparon antiguamente el templo.

En el presbiterio se puede admirar un frontal de altar, y un púlpito con abundante decoración plateresca, policromados. En la pared del evangelio, aparece el enterramiento de don Juan

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Morales, natural de Guadalajara. Bajo moderno arcosolio, aparece la estatua orante, arrodillada sobre un almohadón, del donante, que se cubre la cabeza con bonete de finales del siglo XV. Ante él, buena escena en medio relieve: la Resurrección, con cuatro figuras y un paisaje. Sobre el grupo, escudo del personaje.

El fondo del presbiterio es ocupado por un magnífico retablo, obra del primer tercio del siglo XVII, de autor desconocido. Se estructura en dos cuerpos y tres calles, estando ocupados sus espacios expositivos por magníficas escenas de talla en relieve representando pasajes de la Vida de la Virgen, así: la Natividad, la Epifanía y otras, presididas todas al centro por una representación magnífica de la Asunción de María, y en lo alto un Calvario. Es obra renacentista bien policromada y tratada en sus tallas y aspectos estructurales con mesura y elegancia.

PALACIO DE LA COTILLA

La primera construcción de este palacio se remonta al siglo XVII, según revelan todavía las columnas del patio, que siguen el modelo alcarreño. A fines del siglo XIX, sus propietarios eran los marqueses de Villamejor, Ana de Torres e Ignacio de Figueroa, padres del conde de Romanones. De aquella época se conserva el Salón Chino, decorado todavía con el papel pintado original, según el estilo de la dinastía Qing, cuya rareza en España le otorga un valor excepcional. En la primera planta se encuentra hoy magníficamente restaurado el Salón Chino,

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un enorme salón burgués que fue decorado en el siglo XIX con papel de arroz por pintores chinos. Una sorpresa de las que dejan huella.

Muchos alcarreños se van a llevar la gran sorpresa, cuando vayan a comprobar lo amplio y curioso de la presencia china en Guadalajara. Ello va a ser posible a partir de la inauguración de la restauración del Salón Chino del Palacio de la Cotilla, hoy propiedad del Municipio, y lugar donde se imparten todo tipo de enseñanzas artísticas.

Desde hace un año que se convocó y aprobó el concurso para su restauración, se ha trabajado intensamente en ello, poniendo los más modernos recursos y las mejores técnicas, lo que ha llevado a que un equipo de restauradores, encabezados por Iván Camacho Navarrete, se hayan aplicado con diversas actividades en esta tarea, que se ha rematado con total éxito en poco más de un año. El costo para el municipio ha sido de 12 millones de pesetas, y el resultado estará dentro de unos días a la vista de todos: espectacular. Y, sobre todo, definitivo. La intervención sobre este fragmento del patrimonio artístico de Guadalajara ha sido salvadora y protectora.

Algo debemos decir ahora de este Salón Chino o Salón Oriental del palacio de la Cotilla, el lugar donde vivió (porque era el palacio propiedad de sus antepasados) el Conde de Romanones cuando venía a Guadalajara. Se encuentra en la primera planta del palacio de los marqueses de Villamejor, más conocido como "Palacio de la Cotilla", y se accede a él bien por la escalera noble y amplia del recinto, o bien por el ascensor del que ahora dispone el edificio. Con un balcón a la plaza, y una puerta de acceso (que al parecer se hizo después de decorar la sala con el papel que nos interesa, pues faltan detalles del conjunto precisamente en ese lugar). Tiene otra puerta lateral de acceso desde habitaciones menores.

El palacio se construyó a finales del siglo XVII, y en su fachada lucen muros nobles en los que se combina el ladrillo con el aparejo de piedra caliza. Sobre el portalón de estilo barroco vemos el escudo de armas de los Torres, marqueses de Villamejor, a los cuales perteneció, entre otros nobles, el historiador de la ciudad y regidor perpetuo de su Ayuntamiento, don Francisco de Torres. A esta familia se ligó luego el marquesado de Villamejor, y a finales del siglo XIX pertenecía a doña Ana de Torres Córdoba y Sotomayor, que casó con Don Ignacio de Figueroa y Mendieta, capitán de Ingenieros y alcalde de Guadalajara en 1828. Fue senador por Guadalajara y murió en 1899. Entre otros hijos, este matrimonio tuvo a don Álvaro de Figueroa y Torres, político destacado del Régimen parlamentario del primer tercio del siglo XX, a quien le fue concedido el título de Conde de Romanones. El palacio de Guadalajara, que iba ligado al título de Villamejor, pasó a la muerte de doña Ana, en 1905, a su hijo Gonzalo, vizconde de Irueste y titular entre otros del marquesado de Villamejor. Le heredó su hija Marta Figueroa O’Neil, quien al morir en 1968 en estado de soltera se lo pasó a su sobrino Jaime Figueroa Castro, y poco después, y por evidente abandono del edificio y falta de pago de los impuestos municipales, el Ayuntamiento se lo expropió en 1972 a la familia Figueroa por un precio de tres millones y medio de pesetas, quedando destinado a lugar de enseñanza y cultura, que es lo que ahora tiene por cometido.

Sería en la segunda mitad del siglo XIX que fue decorada la gran sala noble del edificio con este papel chino que ahora vamos a admirar restaurado. Lo que primitivamente fueron dos habitaciones, se transformaron en una sola, muy grande, para albergar esta composición

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pictórica. Es curioso observar cómo en el extremo de la sala contrario a la entrada, aparecen dos columnas sosteniendo un amplio arquitrabe que forma una especie de recinto abierto, pero recogido, propio para centrar la atención del ocupante de la sala. Se ha especulado sobre la posibilidad de que este lugar se utilizara en su día como recinto de ceremonias masónicas.

El Salón Chino se cubre, y esto es lo esencial ahora, de una gran superficie de papel de pasta de arroz pintado a mano, y sin duda alguna en el Extremo Oriente, en la propia China. El salón tiene una superficie de unos 60 metros cuadrados, y la altura de sus muros alcanza los 4,2 metros. Las pinturas se extienden en tiras verticales de unos 50 cm. de ancho. La pintura original fue hecha con técnicas de gouache y acuarela.

Lo que se representa en estos muros es la vida entera de un pueblo chino. Aunque la primera impresión que lleva el espectador es la de un "revolutum" de personajes y escenas (se han contado 380 figuras humanas en él) enseguida se aprecia la estructura del complejo y la evidencia de edificios y personas ocupándolos, así como calles y plazas entre unos y otros, lo que compone un amplísimo espacio urbano. En cada uno de los edificios, decenas de personas se entretienen en actividades: se ve un Colegio lleno de niños en donde el maestro les enseña a leer los caracteres chinos en grandes desplegables. Se ve el palacio del jefe político del poblado, se ve un lugar de juegos y entretenimiento, una tienda, y una especie de bar, donde muchos habitantes del lugar realizan todo tipo de actividades. Hay soldados, unos a pie y otros a caballo, hay mujeres lavando, niños jugando y ancianos dando consejos.... es todo un complejo y hermoso mundo rural chino que aquí está descrito minuciosamente, y sirve para adornar y maravillar a quien los visita.

La costumbre de decorar salones con este tipo de decoración oriental se puso de moda en el siglo XIX, a través de los grandes comerciantes ingleses que con su compañía de Indias iniciaron el intercambio entre Oriente y Occidente. En Inglaterra aparecieron incluso artistas insulares que produjeron muchas decoraciones para casas y palacios ingleses. Pero es muy evidente que el papel que decora el salón noble del Palacio de la Cotilla está hecho realmente y originariamente en China. Los restauradores de esta pieza hicieron previamente a ella un minucioso análisis encontrando que esta decoración estaba pegada sobre otras dos capas de papel, y que cuando se había desprendido la decoración original, se había vuelto a pegar en varias ocasiones.

La tarea ha sido muy compleja: ha habido que recomponer escenas, cambiar algunos paneles de sitio, (así y todo hay uno, junto a la puerta de entrada, que no "casa" con ninguna otra escena) y repintar las escenas, además de endurecer y proteger el papel y los colores. Incluso el conjunto se ha adherido sobre soporte de madera, el cual se ha dejado unos centímetros separado del muro, para así evitar humedades y daños que pudieran llegarle desde el soporte. En resumen, una gran obra de restauración, un empeño generoso del Ayuntamiento, y un resultado magnífico. Con él, la ciudad puede sumar a la lista de su amplio y dignísimo patrimonio artístico, esta pieza curiosa y asombrosa siempre: el "Salón Chino" del palacio de la Cotilla, que muy pronto va a poder admirarse, además de servir como sede para actos culturales de escueta asistencia, pues no caben en el salón más de 50 sillas...

En definitiva, magnífica realización que evidencia el interés que en el Ayuntamiento y miembros de su Corporación existe por ir poco a poco recuperando el total de elementos

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patrimoniales que en nuestra ciudad han estado abandonados durante largos años. Con las imágenes que ofrecemos acompañando estas líneas, podrá el lector hacerse una idea de lo que ofrece en su interior el Palacio de la Cotilla. Y en tan sólo unos días, podrá admirarlo en directo e íntegramente.

LICEO CARACENSE CONVENTO DE LA PIEDAD

El palacio de Antonio de Mendoza o convento de la Piedad. Fue construido en estilo renacentista en el siglo XVI y reformado en el siglo XIX añadiendo elementos neoclásicos. El patio constituye el núcleo principal del edificio y se ordena de acuerdo a una composición modular inspirada en la arquitectura italiana más culta. De planta cuadrada y con dos pisos arquitrabados, sus soportes están formados por columnas con capiteles sobre los que descansan zapatas de madera que, además de su propia función constructiva, son adaptadas con el objeto de aplicarse en relación con el sistema de proporciones que informa todo el conjunto.

La zona de la ciudad donde se construyó constituía en aquél momento la judería. A finales del siglo XIV, durante el reinado de Juan I de Castilla, la comunidad sefardí fue atacada por exaltados cristianos con la consecuente incautación y reparto de muchos de sus bienes. En Guadalajara, la sinagoga de los Toledanos y sus inmuebles pasaron, por Privilegio Real, a

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propiedad de Aldonza de Ayala, segunda esposa de Pedro González de Mendoza. Desde entonces, este templo y sus casas quedaron en poder de la familia Mendoza.

Un siglo después, Antonio de Mendoza y Luna, hijo del I duque del Infantado, afrontó la empresa de construir sobre aquellas casas un costoso palacio, siguiendo las trazas renacentistas que había importado desde Italia el arquitecto Lorenzo Vázquez de Segovia. Antes de que el proyecto se finalizara, el palacio pasó a manos de una de sus sobrinas, Brianda de Mendoza, quien decidió transformarlo en convento de monjas, para lo cual necesitó adquirir unas casas colindantes donde poder situar la iglesia. En 1524, después de varios años de diligencias, el Papa Clemente VII concedió la bula por la que podría fundar el convento bajo la Orden de San Francisco. Brianda escogió para él el título de Nuestra Señora de la Piedad, preservando la advocación que había recibido la sinagoga de los Toledanos en el momento de su transmutación de culto.

Así, como convento de monjas franciscanas, existió hasta la desamortización de 1836. Tras aquélla, sus instalaciones han sufrido una profunda remodelación llevadas a cabo por Ricardo Velázquez Bosco, y desde entonces han tenido diversos usos: museo provincial, cárcel, sede de la Diputación Provincial de Guadalajara y dos institutos de enseñanza, primero el Brianda de Mendoza y ahora el Liceo Caracense.

Cuando la herencia del palacio cae en favor de Brianda de Mendoza, lo convirtió en convento y encarga al arquitecto Alonso de Covarrubias la traza, labra y dirección de las obras de la nueva iglesia aneja al palacio. Las obras duraron desde 1526 a 1530 y se usó la piedra sillar y el sillarejo calizos para levantar la estructura. El templo está cercenado, ya que su ábside fue demolido en la remodelación del siglo XIX.

La portada de la iglesia es plateresca. Se compone de un arco de triunfo con una bóveda de medio cañón donde se encuentra un pórtico en forma de arco de medio punto encuadrado por dos columnas coronadas por capiteles en que asoman cabezas de carneros. Remata el conjunto el tímpano, con una representación de la piedad de María, que mantiene a un Cristo en sus brazos acompañada de Juan el Bautista y María Magdalena, y a cada lado el escudo de Brianda. Cierra la fachada una cristalería en la parte superior.

Brianda de Mendoza fue enterrada en la iglesia del convento. La urna fue trazada y tallada por Alonso de Covarrubias en alabastro blanco. En los lados del sepulcro hay grutescos platerescos y están los escudos de la familia Mendoza y Luna en seis cuadrantes, dos por cada lado mayor y uno por cada menor.

A comienzos del siglo XX se retiró el sepulcro y se conservaron tres de sus paneles, quedando el cuarto guardado en un cuarto anejo. En 1937, durante la Guerra Civil, unos agentes estadounidenses a la búsqueda de piezas de arte compraron una pieza del sepulcro al cuidador del templo y se llevaron. Hoy se conserva en el Detroit Institute of Arts (Míchigan, Estados Unidos). El sepulcro fue destruido por error en las obras de 1993, pero fue reconstruido, incluida una copia del lado que faltaba.

En una pared del lateral norte del patio se encuentra un escudo imperial de Carlos V. No es su emplazamiento original, sino que era parte en un principio de la antigua puerta del Mercado,

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que se situaba al final de la calle Mayor, en la actual plaza de Santo Domingo, frente a la iglesia de San Ginés. Una vez derribadas las murallas a finales del siglo XVIII para dar cabida a la expansión y posterior ensanche de la ciudad, fue trasladado al alcázar, hasta que éste fue destruido definitivamente durante la Guerra del Francés. El escudo fue rescatado de entre los escombros y trasladado al palacio de Antonio de Mendoza una vez realizada la desamortización y destinado éste a sede de la Diputación Provincial.

Es un escudo heráldico de grandes dimensiones labrado en relieve en una doble mezcla de cal y adobe, del mismo material que era gran parte de las murallas medievales de la ciudad. Se encuentra enmarcado por un relieve simulando un tronco de árbol rodeado por una gran cinta. Es un motivo decorativo más, poco acorde con el estilo del patio y de todo el edificio del palacio.

IGLESIA DE LOS REMEDIOS

Muy cerca del Palacio del Infantado, en la plaza de los Caídos en la Guerra Civil. Esta iglesia renacentista, que formaba parte del convento y Colegio de Doncellas de Nuestra Señora del Remedio, que regentaron las monjas jerónimas.

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Ha sido restaurada recientemente y rehabilitada como auditorio de música. Fue edificada a partir de 1573; en su exterior resalta la bella composición del atrio, formado por tres grandes arcos de medio punto.

Al exterior ofrece un bello atrio porticado, con tres arcos sobre columnas dóricas apoyando en altos pedestales. La portada es de arco semicircular con friso que luce los escudos del fundador, el obispo de Salamanca don Pedro González de Mendoza, hijo del duque del Infantado. El interior, de una sola nave, tiene unas dimensiones gigantescas, un estilo trentino y un presbiterio coronado por gran venera. Columnas adosadas a las esquinas de su crucero sirven para sujetar las bóvedas, de medio cañón, profusamente decoradas en sus enjutas y lunetos por los escudos heráldicos del fundador. Visita: preguntar en la anexa Escuela Universitaria del Profesorado de Educación General Básica, donde tienen la llave.

GENTES DE GUADALAJARA

La Asociación Gentes de Guadalajara, nació a la par que creció la idea del "Tenorio Mendocino - Rito y Mito", que hoy se ha convertido en una cita cultural y turística.

Son estas las principales motivaciones de la asociación y por esto las personas que participan en esta asociación colaboran en actividades tales como, Cabalgata de Reyes, Carnavales,... o desarrollan eventos como Recitales de poesía, Exposiciones,... y en el año 2010, se comenzó a dar forma a la iniciativa de la "Noche Mendocina".

Gentes de Guadalajara es una asociación abierta a todas aquellas personas que deseen formar parte de ella, y a todos aquellos colectivos que de alguna manera quieran colaborar en aquellos actos que se desarrollan a lo largo del año.

TENORIO MENDOCINOLa idea de este "Tenorio Mendocino" surge de un grupo de gentes de Guadalajara (cofradía de la capa de Guadalajara), que en torno a la celebración del día de Todos los Santos se reunían y llevaban a cabo alguna escena de la obra de D. José Zorrilla: “Don Juan Tenorio”. A algunas de esas personas se les pasó por la cabeza que eso que ellos hacían para un núcleo reducido de amigos o podían trasladar a todo el público que en Guadalajara quisiera asistir a ese espectáculo, incorporando algunos espacios de la ciudad. Puestos a buscar dichos espacios toma cuerpo la idea de utilizar los edificios que la familia Mendoza dejó construidos en Guadalajara, situando cada escena en uno de ellos: es por ello que comenzamos a llamar a

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nuestro Tenorio “Mendocino” y desde ese momento se han utilizado los siguientes espacios: Plaza de Santa María de la Fuente la Mayor, Palacio de la Cotilla, Instituto Liceo Caracense, Patio de los Leones y fachada del Palacio de los Duques del Infantado, la antigua Iglesia de los Remedios, Fachada de Covarrubias y Capilla de Luis de Lucena.

Con el paso de los años se crea la Asociación “Gentes de Guadalajara”, integrada por personas que colaboran y aportan sus ideas y su trabajo para la realización de tal fin, estando siempre las puertas abiertas a la entrada de cualquier persona o colectivo que quiera integrarse en este proyecto. Lo que la asociación pretende es crear un clima en torno a este acontecimiento en el que implicar a todas estas personas de Guadalajara y visitantes para convertir lo que pudiera parecer un espectáculo teatral en unos días de encuentro alrededor de dicho espectáculo, además de crear un reclamo publicitario para el turismo de esta ciudad.

Según transcurre el tiempo, este acto ritual ha tomado unas dimensiones insospechadas pues en las últimas ediciones se estima que las personas asistentes se ha situado cerca de los seis mil por día de representación, por lo que se ha hecho necesario contar con elementos técnicos de alto nivel para que el desarrollo de las representaciones fueran perfectamente visibles y audibles por todos los espectadores sin por ellos hacer menoscabo en el entorno monumental donde es desarrollado el Tenorio Mendocino.

Como preludio a la representación se organiza lo que se ha dado en llamar “Retablo Renacentista”, en el cual recreamos un ambiente de siglos atrás con la incorporación de una moneda propia, el ducado mendocino, que es la moneda de uso para poder acceder a las viandas y bebidas con las que los visitantes se pueden deleitar mientras viajan en el tiempo y la historia viva de Guadalajara.

Por otro lado un tema que la asociación considera primordial es el desarrollar las escenas en lugares determinados de la época mendocina, recuperando con ello el que muchos de estos edificios puedan ser contemplados por vecinos y visitantes en esas horas nocturnas en las que se desarrollan las representaciones, realizando a su vez una función pedagógica pues en cada escena se narran y representan, mediante unos previos, los hechos históricos ocurridos en esos mismos lugares.

En 1999 se edita el libro “El Tenorio Mendocino. Don Juan, Rito y Mito” donde se hace un compendio de la historia de Guadalajara con los lugares y las escenas representadas que fueran escritas por D. José Zorrilla.

En el año 2002 tuvimos la grata experiencia de hacer realidad un sueño tras el cual llevábamos años, organizar el “Tenorio Mendocino Itinerante”, es decir, se representó cada una de las siete escenas en una localidad diferente en un mismo día, empleando como escenarios los monumentos renacentistas que se encuentran en los diferentes pueblos elegidos para tal efecto.

Poco a poco se ha ido consolidando lo que en un principio parecía una utopía y, gracias a la colaboración de las instituciones primordialmente, hemos logrado que nuestro Tenorio sea conocido en toda España y nos visiten gentes de todos los lugares que con esta excusa van conociendo tanto nuestra ciudad como nuestra provincia. Se cifra en unos diez mil los

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espectadores que en los dos días siguen dicha fiesta mendocina, y que es posible realizar a los ciento cincuenta actores que intervienen en la representación.

NOTICIAS

CELEBRACIÓN ACTO INSTITUCIONAL 30 de Octubre de 2010Gentes de Guadalajara en su vigésima edición realizó un acto institucional en el que entregó distinciones de honor por su apoyo al presidente de Castilla - La Mancha en reconocimiento al respaldo realizado para el fomento de esta obra,...

DECLARADO FIESTA DE INTERÉS TURÍSTICO REGIONAL 17 deSeptiembre de 2010El presidente de Castilla - La Mancha, José María Barreda, ha anunciado que el Ejecutivo autonómico ha decidido declarar de Interés Turístico Regional el Tenorio Mendocino de Guadalajara,...

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CARTELERÍAEnlace para ver la cartelería de los Tenorios Mendocinos

http://infoasallam.com/tenorio/galerias/carteleria/index.html