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29/02/2012 La educación es participación o no es educación: Emilio Tenti Fanfani México, D.F., 29 de febrero de 2012. Versión estenográfica del Dr. Emilio Tenti Fanfani: “La participación en la educación básica, agentes, condiciones, modalidades y efectos esperados”. Esta es la Séptima Conferencia Magistral organizada por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en el marco del 5º Congreso Nacional de Educación y 3er Encuentro Nacional de Padres de Familia y Maestros. Moderadora: Muy buen día. Recibimos con agrado la presencia en este recinto de autoridades educativas, Senadores, Diputados Federales y Locales, así como Secretarios Generales de las diferentes Secciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en todo el País. Presentador: Asimismo, le damos un caluroso saludo a las 622 sedes que a lo largo y ancho de nuestro país nos escuchan con una teleaudiencia de 185 mil personas, que están compartiendo esta videoconferencia. Moderadora: En estos momentos, recibimos al maestro Juan Díaz de la Torre, Secretario General Ejecutivo de nuestro Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, y al doctor Emilio Tenti Fanfani, conferencista invitado. Presentador: En este histórico lugar, cuya construcción data del siglo XVI a manos de Frailes Dominicos, les damos la más cordial bienvenida a nombre de Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, particularmente de quien lo preside, la Maestra Elba Esther Gordillo. Esta mañana escucharemos la Séptima Conferencia Magistral, titulada “La participación en la educación básica, agentes, condiciones, modalidades y efectos esperados”, la cual se realiza dentro de las actividades que, rumbo a nuestro Quinto Congreso Nacional de Educación y Tercer Encuentro de Padres de Familia, ha convocado el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, a partir de mayo de 2011. Moderadora: A continuación, daremos a conocer una reseña del curriculum vitae de nuestro invitado.

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29/02/2012

La educación es participación o no es educación: Emilio Tenti Fanfani

México, D.F., 29 de febrero de 2012. Versión estenográfica del Dr. Emilio Tenti Fanfani: “La participación en la educación básica, agentes, condiciones, modalidades y efectos esperados”. Esta es la Séptima Conferencia Magistral organizada por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en el marco del 5º Congreso Nacional de Educación y 3er Encuentro Nacional de Padres de Familia y Maestros. Moderadora: Muy buen día. Recibimos con agrado la presencia en este recinto de autoridades educativas, Senadores, Diputados Federales y Locales, así como Secretarios Generales de las diferentes Secciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en todo el País. Presentador: Asimismo, le damos un caluroso saludo a las 622 sedes que a lo largo y ancho de nuestro país nos escuchan con una teleaudiencia de 185 mil personas, que están compartiendo esta videoconferencia. Moderadora: En estos momentos, recibimos al maestro Juan Díaz de la Torre, Secretario General Ejecutivo de nuestro Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, y al doctor Emilio Tenti Fanfani, conferencista invitado. Presentador: En este histórico lugar, cuya construcción data del siglo XVI a manos de Frailes Dominicos, les damos la más cordial bienvenida a nombre de Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, particularmente de quien lo preside, la Maestra Elba Esther Gordillo. Esta mañana escucharemos la Séptima Conferencia Magistral, titulada “La participación en la educación básica, agentes, condiciones, modalidades y efectos esperados”, la cual se realiza dentro de las actividades que, rumbo a nuestro Quinto Congreso Nacional de Educación y Tercer Encuentro de Padres de Familia, ha convocado el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, a partir de mayo de 2011. Moderadora: A continuación, daremos a conocer una reseña del curriculum vitae de nuestro invitado.

Presentador: El doctor Emilio Tenti Fanfani nace en Italia, y es argentino naturalizado. Licenciado en ciencias políticas y sociales por la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Doctor por la Fundación Nacional de Ciencias Política de París. Es investigador independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Profesor titular por concurso en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Buenos Aires. Es consultor del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación de la UNESCO, en su oficina regional de Buenos Aires. Se ha desempeñado como docente investigador en diferentes universidades y centros de investigación de Colombia, México, Francia y Argentina. Destacan sus estudios sobre evaluación docente, la profesión docente, la escuela y los adolescentes, la participación social en la educación. Moderadora: Alguno de los libros de su auditoría son: “La escuela y la cuestión social” “Nuevos temas en la agenda de política educativa” “La condición docente, análisis comparado de la Argentina, Brasil, Perú y Uruguay 2005”. “El oficio de docente, vocación, trabajo y profesión en el Siglo XXI”, edición 2006. “La escuela vacía, deberes del estado y responsabilidad de la sociedad”. En su última investigación, publicada en el libro “Los docentes mexicanos”, Emilio Tenti concluye que uno de los principales desafíos de los sindicatos docentes en México y en Latinoamérica es cómo articular la legítima defensa de los intereses laborales y contribuir, al mismo tiempo, al mejoramiento de la calidad de la oferta educativa y los aprendizajes. Presentador: Antes de iniciar la conferencia magistral, hace uso de la voz el Secretario General Ejecutivo del Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el profesor Juan Díaz de la Torre. Prof. Juan Díaz de la Torre: Muy buenos días a todas y a todos los presentes.

Agradezco la presencia de todos nuestros invitados especiales, los representantes de las asociaciones de padres de familia de nuestro país, las señoras y señores legisladores, de los académicos, investigadores, docentes, representantes de medios de comunicación, funcionarios, secretarios de Educación en las entidades y, por supuesto, de manera especial, a todas las maestras y los maestros que el día de hoy estamos presentes para recrearnos una vez más con éste, que es nuestro tema y que, afortunadamente para la vida del país, es el tema educativo, que está ya en el centro del debate nacional. Y creo que, junto con todos nosotros, los casi 190 mil compañeros, padres de familia y personalidades en las diversas entidades, están en este momento también escuchándonos en tiempo real, vía el internet, seguramente que disfrutaremos y nos servirá para las reflexiones posteriores, la conferencia que el día de hoy recibiremos. A nombre de nuestra Presidenta y líder nacional de nuestro sindicato, la Maestra Elba Esther Gordillo Morales, les doy la más cordial bienvenida a la celebración de la Conferencia Magistral “La participación en la educación básica, los agentes, las condiciones, las modalidades y sus efectos”. Antes de ceder el uso de la palabra a nuestro invitado, el doctor Emilio Tenti, quiero expresar que es un privilegio recibir en esta sesión del 5º Congreso Nacional de Educación, y 3º Encuentro Nacional de Padres de Familia y Maestros, a un conocedor de la historia, la evolución, los retos y las perspectivas de los sistemas educativos en América Latina. Los maestros y los trabajadores de la educación en general, de México, nos sentimos halagados por la magnífica oportunidad de profundizar en el pensamiento y en el enfoque pedagógico, la experiencia y las propuestas de un experto de talla internacional, a quien manifiesto nuestro más cumplido agradecimiento por su disposición, para compartir con la comunidad educativa nacional sus haberes en torno a un tópico fundamental para el presente y el futuro de la enseñanza-aprendizaje: la participación social en la tarea educativa, concebida como un mecanismo a través del cual, los diversos actores tienen la finalidad de alcanzar mejores resultados escolares, mayor apoyo e involucramiento de los padres, formar las redes sociales y promover una intensa responsabilidad de la sociedad en el óptimo funcionamiento de la escuela. Es un tema que se viene debatiendo de manera sistemática, cuando menos desde 1980. Con la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica en 1992 y con la promulgación de la Ley General de Educación en 1993, cuyos contenidos fueron enriquecidos por las propuestas

impulsadas por nuestro sindicato, se dio mayor alcance a este concepto estableciéndose como una función de vigilancia y contraloría social por parte de la sociedad mexicana. Igualmente, con el compromiso social suscrito en 2002, la Alianza por la Calidad de la Educación puesta en marcha en 2008, y las recientes modificaciones al orden jurídico correspondiente, la participación social cobró un nuevo impulso atribuyendo a los padres de familia facultades de seguimiento y evaluación en ciertos aspectos del proceso educativo. No obstante esos avances normativos, lo cierto es que la participación social en la educación es aún incipiente. En este sentido, coincidimos con el Doctor Emilio Tenti cuando afirma que, cito: “En materia de participación es mucho más de lo que se habla y se dice, que lo que efectivamente se hace y experimenta. En especial, en el ámbito de la educación escolar”. De acuerdo con los planteamientos de nuestro invitado, con la participación al igual que con otras palabras, se hace uso y abuso al grado que se le hace perder valor y fuerza expresiva. El problema es que en el caso de México, la pobreza y la desigualdad, la exclusión y la discriminación se convierten en obstáculos para que todos tengamos acceso al conocimiento requerido, a fin de poder ejercer plenamente nuestra ciudadanía. Si lo anterior es de suyo preocupante, lo que lo es más, porque esos fenómenos también impiden la configuración de una sociedad civil fuerte, informada, participativa en la instrumentación de políticas educativas eficaces que apuntalen el logro de la calidad educativa y sin menos riesgos de la manipulación de que es objeto. Desde esta perspectiva, aún cuando la participación constituye un espléndido concepto democrático que hace énfasis sobre valores como la colaboración, la responsabilidad, la solidaridad, la justicia y la transparencia, resulta inverosímil que no se utilice la potencia del discurso participativo como catalizador de una reforma verdaderamente integral de las políticas y de las prácticas educativas que empoderen a los principales actores de las comunidades educativas en la toma de decisiones directamente en las escuelas. Al respecto, el Doctor Tenti en su espléndido ensayo “Dimensiones y Condiciones de la Participación”, advierte con toda claridad que para desarrollar la participación en la sociedad y en cada una de sus instituciones más relevantes, no es una simple cuestión de buena

voluntad. Si se quiere –continúa el actor-, incorporar nuevos actores sociales en la vida de las instituciones escolares, en especial los propios niños y jóvenes, los padres de familia y la comunidad, no basta con desearlo. Es preciso garantizar que existan las condiciones sociales necesarias, y éstas no se pueden establecer por ningún decreto. Cuando quienes clarifican y diseñan programas escolares, parten de una concepción ingenua o voluntarista de la participación; sus planes por lo general se quedan a mitad del camino, y los técnicos se sorprenden con los pobres resultados alcanzados. No entienden, porque los grupos no quieren o no están dispuestos a participar. Para concluir esta introducción al tema, debo añadir que la participación en la educación ocurre en un contexto, en el cual las generaciones actuales de estudiantes tienen nuevas características y diferentes formas de pensamiento, visión y comportamiento respecto a la generación de sus padres. No obstante, han estado sujetos a un modelo institucional, diseñado y concebido para un escenario local, nacional y mundial que ya no existe. Asimismo, han tenido que ser formados por una planta docente, que requiere de un mayor y mejor acompañamiento para perfeccionar sus métodos de enseñanza. La colaboración de la sociedad, por su parte, se ve limitada por una serie de factores, desde el desencanto por el incumplimiento de sus expectativas para construir, vía la educación, un presente y un porvenir más promisorio. Hasta la complejidad de la realidad socioeconómica y cultural que, sin duda, tiene un efecto determinante en la ampliación de la brecha cultural que separa a los jóvenes y a los adultos. En este contexto, la Conferencia Magistral del doctor Tenti, seguramente aportará elementos muy valiosos, que nos permitan entender mejor las características de la participación de los agentes sociales en el cambio educativo, y en el seno de las instituciones escolares, tomando en cuenta que son espacios donde éstos interactúan, conviven y construyen acuerdos de cooperación en forma intensa y cotidiana. De aquí que el reto de una Reforma Educativa de carácter integral, el mejoramiento de los métodos de enseñanza y de los niveles de

aprendizaje escolar, si bien corresponde en primera instancia a los docentes, a los directivos escolares, a los padres de familia y a las autoridades educativas, es también una responsabilidad de las instituciones del estado mexicano, los garantes del buen funcionamiento del sistema educativo nacional, de las organizaciones de la sociedad civil y de los medios de comunicación también. La participación y la corresponsabilidad, ni duda cabe, constituyen la clave de una intervención pedagógica, una política y una reforma educativa exitosa. Con ustedes, el doctor Emilio Tenti, para quien la educación es participación o no es educación. Muchas gracias. Dr. Emilio Tenti Fanfani: Buenos días a todas y a todos. Lo primero que debo hacer es, mi nobleza obliga agradecer. Me siento realmente muy honrado, maestro y amigo Juan Díaz, por esta invitación, a compartir reflexiones. Aunque me toque a mí tomar la palabra en esta circunstancia, lo voy a tomar como primer movimiento, espero que esto sirva para que se establezca un diálogo. Yo los considero a ustedes colegas, amigos, maestros, padres de familia, estimados amigos, funcionarios, altos funcionarios y amigos que me honran con su presencia aquí, un gusto. Pero esto también para mí es un motivo de temor, es una mezcla de respeto y temor. A pesar de las canas y de los años, uno que se enfrenta a estas circunstancias realmente siempre sufre esta situación de estrés, que creo que tiene que ver con la circunstancia, tiene que ver con la relevancia, tiene que ver con la representatividad de la gente que está aquí y con el aprecio que yo siento por los maestros, me siento un colega de ustedes. Tengo más de 40 años de ejercicio continuado de este oficio docente que está en discusión, en redefinición, en tela de juicio en todo el mundo occidental. Así que espero serles útil. Yo siempre digo que tengo un solo objetivo cuando me encuentro en estas circunstancias: es interesar, movilizar el interés, ir un poquito más allá del sentido común, no aburrir, que también eso es importante, ustedes saben que nuestro discurso de la educación está plagado de lugares comunes, de frases hechas que repetimos, decimos y oímos, y a veces un poco llega a cansar. Espero no cansarlos con frases comunes. Es más, por el contrario, como decía el maestro Díaz, uno de mis objetivos es tomar uno de estos lugares comunes, es la consigna de la participación, como objeto de análisis crítico. No es que estoy en contra de la participación, vamos a ver que lo que voy a proponerles es un examen crítico del discurso de la participación, de las

palabras que se dicen, las cosas que se dicen de la participación, no de las cosas que se hacen. Es más lo que se dice que lo que se hace, es cierto, hay una especie de inflación discursiva, todo tiene que ser participativo, toda política pública, es políticamente correcto decir que tiene que ser participativa, no solamente la política y la gestión del sistema escolar, también el sistema de salud, la política, las del desarrollo local, todo tiene que ser participativo. Y muchas veces cuando estas palabras se convierten en lugares comunes, uno no se detiene a pensar qué es lo que hay detrás, y lo que estamos diciendo, se corre el peligro de decir, como decía un famoso psicoanalista, Lacan: “El peligro es que seamos hablados por el lenguaje”, que no seamos nosotros los que hablamos, sino que el lenguaje habla solo. Digo, en nuestro campo tenemos este peligro de decir, repetir cosas, la calidad, la descentralización, la participación, ¿por qué no hacemos en un primer momento una reflexión acerca de qué es lo que está detrás de esta palabra? Yo creo que puede surgir de ahí una redefinición y podemos jerarquizar este concepto. Es más, yo me voy a declarar desde un principio partidario de la participación, esta palabra clave “participación”, es una especie de, ocupa, digamos, un lugar predominante en el escenario político e ideológico contemporáneo, frente a la participación del otro contendiente, es el mercado. Digo que hay que jerarquizar el concepto de participación, y elevarlo como principio estructurador, las políticas progresistas en los escenarios políticos, sociales, contemporáneos, no sólo latinoamericanos. Si no hay, cuando digo “participación” hace referencia a la voz, hago referencia a la voz, a la toma de la palabra, y hago referencia a la política. La alternativa a la participación, a la toma de la palabra, individual y colectiva, es el mercado. Desde el principio voy a decidirme a toma posición, tomo posición por la participación. Vamos a ver si logramos, déjenme usar, considerar analíticamente qué es lo que hay detrás de esta palabra. Este sería mi objetivo general. Vamos a hacer uso de la tecnología moderna. Vamos a decir que el sistema escolar es un sistema con una larga historia, es un aparato de Estado, es uno de los primeros aparatos de los Estados modernos, todos los Estados modernos, el primer aparato del Estado moderno es el Ejército, las fuerzas armadas. Todos los Estados se constituyen como un, a través del monopolio del ejercicio de la violencia física legítima sobre un territorio. De modo tal que el ejército, podríamos decir, que es la primera organización, la primera burocracia estatal y junto con el ejército

el sistema de hacienda, porque había que montar un aparato para extraer los recursos necesarios de la sociedad para financiar a los ejércitos. Después vienen un montón de aparatos burocráticos. Pero fíjense, ejército y sistema de hacienda, e inmediatamente todos los padres fundadores o las élites fundadoras de su Estado nación moderno, imaginaron y construyeron un sistema nacional de educación. Las políticas educativas tienen tanta antigüedad como el Estado moderno. Después vienen un montón de otras políticas, las políticas previsionales, las políticas de juventud, política de la mujer y todos los aparatos, secretaría de la mujer, pero el educativo es uno de los primeros aparatos modernos tiene que ver con una racionalidad que era la constitución de la ciudadanía. Tenía una racionalidad fuertemente política, pero este sistema que fue creciendo lentamente y que sigue creciendo, creció sobre la base de una serie de supuestos que hoy tenemos que poner en tela de juicio. Esto lo doy como marco general para saber en qué contexto vamos a hablar de política educativa y de la alternativa de la participación frente a la alternativa del mercado. El supuesto era cuando se crean todos los Estados modernos de las sociedades occidentales, era que existía un conjunto de valores, es decir, de criterios de distinción entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso que eran universales, una serie de verdades universales. Yo recuerdo a Gabino Barreda acá, uno de los ideólogos del positivismo mexicano e ideólogo de la generación que sienta las bases del Estado mexicano moderno, de la República restaurada en 1867, y él hablaba de ese fondo común de verdades que nadie podía poner en discusión, y la escuela tenía como función, el sistema escolar inculcar en la ciudadanía, en las nuevas generaciones, que no eran ciudadanos, eran habitantes de un territorio que hablaban lenguas distintas, tenían creencias diferentes. Ese fondo común de verdades. Y verdades que no se ponían en tela de juicio, que no se podían discutir. Lo que era bueno, lo que era malo, lo que era verdadero, lo que era falso, lo que era bello, lo que era feo. Nadie discutía estas verdades universales. Hoy en día casi ya no tenemos verdades universales. Hacer que todas las cosas hay, pluralidad de criterios, distintos criterios por ejemplo, de cientificidad, distintos criterios para establecer la verdad científica, distintos criterios éticos. Lo que hoy es bueno para la cultura es malo para otra. Hoy en día no están esos valores comunes, ni siquiera los derechos humanos, estoy hablando a nivel global, ni siquiera los derechos humanos son derechos, son ideas comunes, compartidas por el conjunto de las grandes culturas de la humanidad, porque hay muchas

grandes culturas de la humanidad, que incluso tienen una idea de derecho completamente distinta a lo que tenemos los occidentales. La igualdad entre hombres y mujeres, cuando yo diría que es un principio universal, no, está discutido, incluso en occidente está discutido. Hay culturas que no aceptan la igualdad de hombres y mujeres. O sea, la escuela hoy se encuentra en un desafío, ¿qué enseña? No tenemos esa seguridad que tenían los padres fundadores cuando imponían verdades obviamente universales, traen verdades impuestas, pero se imponían sin resistencia. Había una seguridad, había una hegemonía digamos, en términos modernos, de estas ideas que hacía que la escuela no se pusiera en tela de juicio a discutir qué es lo que tenemos que enseñar, si esto está bien, si esto está mal. Bueno, estas verdades comunes hoy están en tela de juicio y esto nos pone en problema a la escuela y a los maestros. La escuela era un lugar sagrado, la idea de civilización de progreso es de verdad universal, es la idea de nación, de progreso. La civilización, la escuela era la trinchera, era la fortaleza donde estaba la civilización, y como tal, entonces era un lugar sagrado, respetadísimo. Hoy en día no sé si pase en México, pero muchas sociedades latinoamericanas, la escuela es objeto de críticas, es físicamente destruida. Las escuelas de los sectores populares del gran Buenos Aires, cada año tienen que ser reconstruidas, tienen que volver a ponerles los vidrios, porque son apedreadas, son pintarrajeadas, destruidas. Se producen robos en las escuelas, ya no es ese lugar sagrado que era antes. Se ha perdido ese respeto por las cosas de la escuela, respeto que era incluso casi sagrado y reivindicaba esa sacralidad. Esa sacralidad también coincidía con la idea de que el magisterio, este trabajo del docente, no era un trabajo cualquiera, era una vocación, era una misión, era un apostolado. El maestro era un apóstol, el que tenía que transmitir estas verdades universales, los valores de la civilización occidental: la lengua común, la idea, repito, de razón, que se escribía con mayúscula, la razón científica, positiva; la idea de verdad, método. Él se sentía depositario de esta misión que trascendía lo que era un simple trabajo. Esto le daba al magisterio una característica muy especial, era una especie de sacerdote laico, y la escuela se construyó como una especie de contra la iglesia, que era su competidora; la iglesia antes del estado moderno, era la depositaria de las verdades, que eran

verdades sagradas, verdades transmitidas por Dios a los profetas, y que eran inculcadas por los sacerdotes. Ahora las verdades son verdades científicas, resultado de la razón y de la observación, como decían los positivistas; los científicos eran los que producían estas verdades, y estos miles de maestros eran los apóstoles y los sacerdotes reproductores de estas verdades en las escuelas. Esta idea hoy en día también está en crisis, no hace falta hacer muchos análisis. Este supuesto, este pilar, que sostenía el edificio de los sistemas escolares modernos, hoy están en tela de juicio. También se suponía que lo prioritario en esta etapa de la escuela, cuando se funda la escuela, era la socialización. La escuela tenía que trascender las particularidades individuales, lingüísticas, culturales, y tenía que inculcar ese fondo común de verdades, para que los individuos fueran socializados. Para integrarse a la sociedad había que hablar la misma lengua, tener los mismos valores, respetar los mismos símbolos; su misión era socializar. Hoy en día se le pide a la escuela que particularice, que respete lo particular: las culturas, las etnias, el género; hoy en día las culturas particulares reivindican su derecho a la existencia. Uno de los grandes temas o problemas de la escuela moderna es el tema de la diversidad, el respeto a la diversidad, estas cosas en el siglo XIX. En ningún país de América Latina, ni de Europa se discutía. La diversidad había que liquidarla, se tenía que imponer la civilización, la ciencia positiva, la idea de razón; o sea, una verdad, a las demás había que liquidarlas. Una lengua, que era la lengua oficial y racional, en este caso el español; en Italia el italiano, frente a la pluralidad de lenguas, una lengua. La socialización era prioritaria sobre la individualización, el respeto de lo particular. Hoy en día, incluso, se llega a hablar de que la maestra en la escuela, el maestro, tenemos que respetar las particularidades individuales; las familias exigen que en la escuela se le respete al chico en sus características particulares: “Mi hijo es un chico sensible, le gusta el arte, ¿usted por qué le insiste con matemáticas? Pedagogía individualizada. La escuela surge como pedagogía. Además, a un profesor con 30, 40 alumnos, si se le da la lección al conjunto, no una lección individualizada en función de la particularidad de cada uno de los alumnos. Hoy en día hay una atención entre individuación y

socialización, eso lo viven muchos maestros en todo occidente, porque la diversidad cultural a veces es una característica, y es el derecho a la diversidad, se habla de derecho a la diversidad. Bueno, ¿cómo conciliamos la socialización, el hecho de que todos tengamos que tener una serie de valores comunes, lenguajes comunes, creencias comunes, y al mismo tiempo respetar lo particular, lo individual, incluso? Es una atención nueva, ese pilar ya de la socialización dominante, no existe más. Y, por último, ya tampoco existe un ajuste entre lo que la escuela produce, los títulos que distribuye la escuela, y los puestos en la sociedad. En la primera, los primeros períodos de desarrollo de los Estados modernos, el tipo que terminaba la primaria le esperaban determinado tipo de actividades en la sociedad; el que tenía la secundaria iba a hacer tareas de tipo gestión administrativa, las empresas privadas en el Estado, en fin; los que tenían títulos universitarios los esperaban ciertos, había un ajuste, una especie de encuentro entre los títulos que distribuía la escuela y el lugar que había que ocupar luego en la sociedad, especialmente en la estructura ocupacional, en el mercado de trabajo en la sociedad, hoy en día se ha roto esta vinculación, se ha roto esta vinculación: no hay un ajuste automático entre los títulos y los puestos. Entonces la escuela es acusada de que no forma para el mercado de trabajo, que forma demasiados bachilleres o forma demasiados abogados, y forma pocos ingenieros, o que forma ingenieros que no tienen las competencias requeridas por la producción moderna, o sea, el tema del ajuste ahora entre lo que la escuela produce y las que el mercado de trabajo demanda, es un gran tema de la sociedad contemporánea, no era un tema en las primeras etapas del desarrollo escolar, el problema es que los sistemas escolares han sido diseñados, todos sus dispositivos han sido diseñados, todos sus dispositivos han sido diseñados, teniendo en cuenta estos supuestos, que hoy ya no existen. Pero en términos sintéticos, ¿cuál es la racionalidad de esta primera etapa de desarrollo de las escuelas, que daba sentido a las escuelas? Era la formación de la ciudadanía, del sujeto de las repúblicas modernas, había que inventarse al mexicano. Más allá de ser huichol, tzotzil, español, alemán, porque venían los inmigrantes, construir la figura del mexicano, la figura del argentino, estos países migratorios, como la Argentina también, tuvieron que reducir la diversidad, y homogeneizar, esa era la palabra. Yo recuerdo en esos congresos pedagógicos de fines de siglo XIX, acá en México, el verbo más pronunciado por los pedagogos y los padres

fundadores de la escuela moderna mexicana era el verbo homogeneizar, porque había que constituir (…), esa era la racionalidad. La pregunta hoy es: ¿esa sigue siendo la misma racionalidad? ¿Cuál es el principio que da sentido a la escuela contemporánea? Yo voy a tomar posición, yo voy a decir que ya no voy a ser la constitución de la ciudadanía, ya está la ciudadanía constituida; hay otras instancias que también contribuyen a crear la conciencia nacional del argentino, quizá el aparato deportivo, por ejemplo, los medios masivos de comunicación, más el futbol, contribuye más a crear identidad nacional que la escuela con sus festividades o su historia, digamos. Además ya está constituida la nación. La nación está, están las cosas, están las banderas, están las plazas, están las efemérides. ¿Hoy en día cuál es el sentido de la escuela? Hoy en día para mí la palabra clave es “justicia social”, equidad, igualdad, ojo, no estoy muy seguro de lo que digo, digo, tenemos que encontrar un principio que dé sentido, ya no puede ser el mismo del siglo XIX, pero en América Latina y en occidente las sociedades capitalistas están, adolecen de un, el capitalismo ha sido muy fijado a producir riqueza, pero la distribución de esta riqueza es extremadamente injusta. La pregunta que hay que hacerse hoy, y que da sentido a la escuela, creo yo, ¿en qué medida la escuela contemporánea, cuando digo la escuela hago referencia a la educación como un general obligatorio. No estoy pensando tanto en la educación superior que tiene sus especificidades que no es mi tema, hace mucho que ya no tengo a la Universidad como objeto de reflexión. Estoy pensando en la educación común, en la obligatoria, en la general. Cuál es la contribución que la escuela puede hacer en la constitución de sociedades más justas, a la construcción de sociedades más justas. No digo menos ricas, digo ricas y justas y libres al mismo tiempo. Yo creo que es ahí donde está jugado el sentido de la escuela contemporánea. Por eso digo, las palabras claves pueden ser equidad, puede ser justicia, puede ser igualdad. Después discutimos más. Hay que discutir luego cuál es la palabra adecuada, aunque yo soy partidario también de los sinónimos. No me gusta quedar pegado de una palabra. Pero creo que la idea de justicia, de igualdad, eso es lo que puede dar sentido a la escuela contemporánea. Es allí donde la estrategia de la participación tiene un sentido muy particular. Paso rápidamente. Esquematizando, si uno quisiera ordenar todas las propuestas ideológico-políticas que están presentes en los escenarios políticos-sociales-contemporáneos, yo diría que el espacio político-

ideológico de occidente está organizado alrededor de dos grandes polos o dos grandes tradiciones culturales, políticas, ideológicas. Uno de estos polos y aquí voy a reproducir el esquema de un más que economista que fue el señor Albert Hirschman, un gran economista norteamericano que traspasó la economía. Incluso hay un libro en honor a Hirschman que se llama “Trespassing: Economics” fue un gran economista de Harvard, no estoy hablando de un marxista, estoy hablando de un señor, académico, que tiene el máximo reconocimiento académico en los Estados Unidos, en Occidente, que sacó un libro muy lindo que se llamaba, que se llama “Exit, voice and Loyalty”, Salida, voz y lealtad. Qué es lo que con este título enigmático, qué es lo que nos quiere decir Hirschman, quiere decir que en las sociedades actuales existen dos principios reguladores de la vida social. Cuando en una relación social se pierde el equilibrio, es cuando piensa esto, lo piensa en términos generales, muy abstracto, que puede ser aplicado incluso a la relación social entre un marido y la mujer, a la relación que pueda haber entre un militante, por ejemplo, un docente y su sindicato, un militante político y su partido político. Cuando sucede, cuando hay satisfacción en la relación, no hay ningún problema. Cuando se produce un desequilibrio, cuando uno no está de acuerdo, por ejemplo, tiene un conflicto con su mujer, o con la conducción del partido a la que yo pertenezco, o con el carnicero donde yo, o al tendero al que le compro, al supermercado donde yo compro la comida, yo tengo dos grandes posibilidades, dice Hirschman, tengo la posibilidad de salirme de esa relación, comprar en otro lugar, divorciarme, juntar, buscarme otra compañera; irme del partido y meterme en otro partido, si no estoy de acuerdo con el partido, me voy a otro partido. No me gusta la escuela donde mando a mis hijos, me voy a otra escuela. Este principio de la salida, el “exit”, que le llama él, es el principio estructurador del mercado. Los que creen en el mercado creen que la libertad de entrar y salir de una relación es el gran principio regulador de los sistemas de relaciones sociales modernas. Ahora pensemos en el sistema escolar. El gran principio de regulador, el que garantiza la mejor asignación de recurso, el que te garantiza la mejor calidad sería darle la posibilidad a las familias, porque estamos hablando de niños, los que elijen la escuela son los padres, cierto, el padre y la madre, no los niños, especialmente cuando son más chicos, darle la posibilidad a la familia de entrar y salir de esa relación que mantiene con su proveedor que es la escuela, la institución escolar. Los liberales creen en el “exit”. Esa es la manera que tienen los individuos de participar, entre comillas, en la vida social, ese es el poder

que tienen los ciudadanos y que hay que darle a los ciudadanos; ese es todo el poder que tienen. “No me gusta la escuela, porque está sacando promedio de aprendizaje de lengua matemática inferiores al promedio nacional” “Entonces, me cambio de escuela, me voy a otra escuela” Y de esa manera le doy más señal, le envío una señal al proveedor de que hay algo que no funciona. “Mi mujer me hace la sopa fría o me hace siempre la sopa que no me gusta, o me repite la comida, y tengo problemas con ella; entonces, me cambio de mujer”, punto. Claro, ella verá después con el próximo compañero si se va a poner las pilas y va a decir: “Ahora sí voy a hacer la sopa caliente” Esta es la señal que ella va a recibir, que tiene que cambiar su forma de comportamiento, de que tiene que mejorar la calidad de sus prestaciones. Este es el mecanismo liberal, la salida. La familia, en este caso, se convierte en un cliente, y se supone que existe una clara separación entre la oferta y la demanda de servicio; por un lado, está la oferta, la escuela, los maestros, el programa, la pedagogía; por otro lado, están los padres de familia, que son los consumidores de ese día, que es el conocimiento. Unos producen la enseñanza, los otros la consumen. El poder que tiene que tener el consumidor, en este caso el padre, es la capacidad de elección. Esto se llevó a cabo en pocos lugares del mundo, pero uno de ellos es Chile. Así está Chile ahora. Esta idea de que hay mercado educativo, donde el poder que tienen los consumidores, que son las familias, frente a los proveedores, es la capacidad de elegir, y obviamente hay dispositivos. Es esta capacidad de elegir la que va a determinar el financiamiento, por ejemplo, los establecimientos que tienen los oferentes, que tienen muchos clientes, van a recibir más financiamiento, se supone que son los mejores. Los que tienen pocos clientes, van a recibir menor financiamiento. Entonces, se tendrán que poner las pilas, como se dice, y repensar lo que están haciendo. Si ven que les cae la cantidad a uno, dirán: “Algo estamos haciendo mal”, como el carnicero de la esquina en Argentina, se da cuenta de que vende menos carne, dice: “Algo estoy vendiendo mal, la carne está dura, o estoy tratando mal al cliente, tengo que cambiar”. Ahí se acabó. Entonces, repito la participación. Esto es autonomía de los establecimientos, para que puedan ofrecer educación, de acuerdo a la

demanda, hacer atractiva la oferta con esta publicidad. Los padres tienen que estar en condiciones de elegir, etcétera. Les puedo mostrar los supuestos, para que esto funcione en educación, pero esta es una opción, estoy simplificando, porque hay variedad, no nada más de tipos puros. Digamos, el escenario político ideológico está organizado alrededor de estos dos polos: éste sería el polo de la derecha, pero tenemos otra posibilidad, dice Hirschman: en cualquier relación social, en la relación entre un prestador de servicios y un beneficiario de este servicio, padres de familia, escuela, director, hay otra manera, no solamente podemos tomar la decisión de irnos, tener la libertad de entrar y salir. Podemos tomar la palabra, dice Hirschman, por eso le llaman “La Voz”. La voz es una alternativa como principio regulador al “exit”, a la salida. Yo antes de separarme de mi mujer, le digo: “Mira, no me gusta cómo estás haciendo la sopa, yo te dije que la sopa me gusta caliente. Tenemos un conflicto, hablemos, yo te voy a explicar cuál es mi insatisfacción, a ver si logramos cambiar nuestra relación”. La toma de la palabra, a esto yo le llamo participación. Por eso es que la participación es algo más que una moda, digo, hay que saber qué se dice cuando se habla de participación. Es tomar la palabra, e incluso tomarla en forma colectiva, especialmente en el caso de los sistemas de servicios personales, la voz hay que tomarla en forma colectiva, no ir cada uno individual, cada padre va a la escuela: “Señora directora, veo que el inglés que está enseñando, mi hijo no aprende inglés y me gustaría que mi hijo aprenda inglés porque es muy importante en el mundo moderno”. No. La participación colectiva primero es horizontal, hablo con los otros padres, con aquellos otros compañeros, familias, digamos, que comparten, que mandan los hijos a la escuela, y tenemos el mismo objetivo, los mismos intereses, y colectivamente, en forma organizada, a través de asociaciones, ese es otro tema interesante. Sólo se puede actuar colectivamente a través de la organización, del mecanismo de la representación, no hay otra manera de actuar colectivamente. Hago aquí un pequeño paréntesis, permítanme, ya que estamos invitados por un sindicato, yo soy amigo de las organizaciones. Los individuos que no son poderosos individualmente, nosotros no somos poderosos individualmente, un maestro solo, un obrero solo, un gran empresario de la multinacional, él solo tiene un poder, él puede tomar el teléfono, marcar un número y ser recibido por el Presidente de la República de Argentina. El presidente de General Motors en Argentina, le llama a la Presidenta y obtiene la cita. Él no necesita una organización, sumar su pequeña fuerza, la pequeña fuerza de los demás que están como él, para tener un poco de poder y capacidad de hacer oír su voz.

Los que no tenemos poder individualmente, y que padecemos situaciones de injusticia social, la única manera que podemos hacer oír nuestra voz es sumando nuestras voces, a través de un organización colectiva. El capitalismo no quiere, el liberalismo no quiere saber de organizaciones colectivas, el capitalismo es individualista. Cuando ellos hablaban de la voz, de la palabra, el lexi, este es individual, es una salida individual, “no te gusta este, ándate a otra parte, no hagas un boicot, no empieces a agitar a los otros padres para que vaciemos la escuela”. No, es individual, son decisiones individuales, lo que hay en la sociedad son individuos. Siempre son sospechosos los liberales, las organizaciones, porque las llaman inmediatamente corporativas. Pero repito, los dominados, los que sufren, los que no tienen poder en términos individuales, pero son muchos, la única manera que tenemos de hacernos oír, de colocar nuestras demandas en las agendas políticas, es hacerlo en forma colectiva. Para eso necesitamos organización, representación, porque no hay manera de actuar todos juntos, todos no puede hablar, tiene que hablar uno en nombre de los demás, obviamente que debe ser elegido, debe ser, hay una lucha por la representación, en fin. Vamos a volver sobre esto, porque me parece que es muy interesante. Nosotros vivimos democracias representativas, una democracia directa es imposible en las sociedades masivas como la, aquí es la democracia directa, en el DF, imagínense ustedes, ¿cuántos son? 30 millones, se participa a través de representantes. En la política representamos, participamos a través de nuestros representantes del Parlamento, a través de los partidos políticos. Los liberales desconfían de las organizaciones y de la acción colectiva, sólo ven la sociedad como suma de individuos, claro que hay individuos que tienen mucho más recursos que otros, entonces sí que tienen el vozarrón, y otro tiene una pequeña vocecita que nadie escucha. Bueno, el mecanismo del éxito, el mecanismo de potenciar la demanda tiene como resultado producir, reproducir y ahondar desigualdades sociales. Está visto esto, que cuando se le da la capacidad de elegir, los que tienen capacidad de elegir la escuela, porque no todo el mundo puede elegir, se va a escuelas privadas. Esta idea, la idea es detrás de esta cuestión de potenciar la demanda es generar un mercado educativo. Mercantilizar el conocimiento, privatizar la cultura y el conocimiento, así como se hizo en el primer capitalismo, se privatizó la tierra. La tierra es la propiedad colectiva, se transformó en un bien transable que se compra y

se vende, se cercó la tierra, aparecieron los famosos, los alambrados que tenemos en Argentina. Entonces la tierra de propiedad colectiva se transformó en propiedad privada que se compra y se vende, en una mercancía. En este momento en Occidente, lo que está en discusión es la privatización de la cultura y el conocimiento. En un momento donde el conocimiento y la cultura se han convertido, vamos a ver después, en un capital. Por eso creo yo que en los próximos años, en los escenarios políticos occidentales, la lucha por la política educativa va a dejar de ser una lucha sectorial y tiene que dejar de ser una lucha sectorial, es una lucha política porque lo que está en juego en ese tema escolar es nada más y nada menos que el desarrollo de conocimiento equitativo en las personas. Entonces, yo, voz, salida, son los dos grandes principios estructuradores, reguladores de los sistemas sociales modernos. Cada un nota en función de sus criterios, valores, tradiciones. Yo declaro y hago, pongo las cartas sobre la mesa, soy partidario de la participación y de la participación colectiva, como principio organizador, generador. Por qué, porque el mercado librado asimismo lleva a la desigualdad, y la igualdad, está demostrado empíricamente en todas las sociedades que la igualdad, o las sociedades menos desiguales son desiguales porque pusieron límite a la capacidad de decisión de los individuos. La construcción de una sociedad más justa, más equitativa nunca será el resultado espontáneo de las fuerzas del mercado. Porque la distribución de las cartas es extremadamente desigual. Si dejamos a cada uno que juegue con las cartas que tienen, la desigualdad de la distribución, la distribución de los capitales es extremadamente desigual, si dejamos que cada uno juegue con las cartas que tiene, los que tienen mejores cartas seguirán acumulando capital y la distancia entre los que no tienen y los que tienen seguirá ahondando, como lo demuestran empíricamente los datos de la mayoría de las sociedades capitalistas desarrolladas actuales, donde se deja librada al mercado, la desigualdad es la consecuencia ineludible. Alguien puede decir “bueno pero, ahí rige la libertad”. Puede ser. La libertad de hacer cada uno lo que pueda hacer con los recursos que tiene. Libertad de entrada y salida del territorio mexicano o argentino. Sí, todo el mundo tiene la libertad de entrar y salir del territorio argentino, pero tiene más libertad que el que tiene dinero para comprarse un pasaje para ir a Europa que aquel que no tiene ni para comprarse un pase para la playa más cercana de Argentina.

Es cierto, los liberales dirán, ponen primero el valor de la libertad. Ese es el valor supremo. En el otro polo, digamos, en el polo centro-izquierdista del escenario político, después están todas las intermedias en el medio, pero estamos viendo en términos ideal-típico las dos posiciones más puras, entre comillas, son construcciones mentales que tenemos nosotros para ordenar un poco la pluralidad de ofertas política-ideológica que hay en la sociedad, en ese polo centro-izquierdista lo que se pone primero, lo que nosotros ponemos primero, sin demérito a la libertad, ojo, es el valor de la justicia de la igualdad. Que ese sí, la construcción de una sociedad más justa siempre será el resultado de una acción deliberada, de una voluntad colectiva política. No del espontaneísmo del mercado, sino de una voluntad colectiva que supone entonces la valorización de la política. Por eso los otros valorizan la economía. En el polo centro-izquierdista se revaloriza la política como acción colectiva. ¿Qué quiere decir la política? Que nosotros como ciudadanos, como miembros de una colectividad, por último, como miembro del género humano en una sociedad globalizada, tenemos derecho a decidir colectivamente qué es lo que queremos. Esto requiere, entonces, acción colectiva, requiere deliberación, requiere ciudadanía activa, requiere participación, ¿hacia dónde queremos ir? Nunca será la justicia la igualdad del resultado automático de la fuerza del mercado, lo digo, lo repito, porque en el polo centro izquierdista está la política, por acá está la economía; la economía vista como leyes naturales de la economía, ley de la oferta y la demanda. Entonces, la equidad como proyecto colectivo, como proyecto político, la educación como un derecho, el acceso al conocimiento como un derecho, no como una mercancía que se compre y venda en el mercado, porque el conocimiento constituye parte de la construcción de la identidad, de la subjetividad, de ser alguien. Eso no puede quedar librado a su capacidad adquisitiva, no puede quedar librado a la cuna, tiene que ser garantizado colectivamente el conocimiento, sino nos va a pasar igual que con la tierra: después tuvimos que hacer la Reforma Agraria. Para qué tenemos una dificultad adicional, la tierra se podía repartir, si se tenía el poder político, ustedes tienen una rica historia: la Revolución Mexicana, Reforma Agraria, la tierra era un bien material, que si uno tenía el poder y llegaba al Palacio Nacional, tenía la posibilidad de decir: “La colectivizo, la divido, la reparto”, hay múltiples de ejemplos en la Reforma Agraria.

La desgracia, entre comillas, o la particularidad del conocimiento es que el conocimiento no se distribuye, no se puede repartir. Yo he conocido muchos ministros de educación de América Latina, buena gente, gente de buenas intenciones, no son elitistas, son democráticos. Yo quisiera que todo el mundo aprenda a leer y a escribir, que aprenda matemáticas, pero tienen una pequeña dificultad, que ellos no pueden repartir la matemática por decreto, si no lo hubieran hecho, porque son buena gente. Algunos incluso son amigos míos, yo los conozco, sé que hubieran repartido la matemática, que no es de malos, que las pruebas PISA demuestran que algunos aprenden mucha matemática, otros no aprenden; no es porque ellos sean malos, créanme, no es la maldad, no es que haya un plan. Algunos creen que hay una mente perversa que quiere control del mundo, entonces quiere que el conocimiento… No, la mayoría de los ministros son gente buena, pero tienen esta pequeña dificultad, en que el bien simbólico tan estratégico, que es el conocimiento y la cultura, a diferencia de la tierra, no se distribuye, no se reparte. La familia, cuando digo “la familia”, el alumno, los alumnos, las nuevas generaciones y sus padres o tutores, mayores, no son compradores de educación; esto lo digo sociológicamente, no un problema de valores. El conocimiento no es un par de zapatos, una corbata, una camisa, una casa, un auto, que se compra hecho; el conocimiento necesariamente, el aprendizaje, apropiarse del conocimiento es a través del aprendizaje, así uno se apropia de la matemática, del capital cultural acumulado para una sociedad. No se compra hecho, por eso hay que criticar con argumento lógico la teoría, el traslado mecánico de la lógica de producción de bienes materiales al campo de la producción de servicios personales, como la educación o la salud. Ustedes cuando están enfermos, nosotros cuando estamos enfermos: “Es que vamos al médico”, y el médico nos cura a nosotros, el hospital nos cura. No, yo tengo que coproducir mi salud, así como estoy obligado a coproducir mi salud, así como estoy obligado a coproducir mi aprendizaje. Se equivoca aquí el padre de familia que dice: “Yo compro la educación, mando a mi hijo a un buen colegio, ahí va, que le compro las matemáticas”. No. El hijo tiene que hacer lo que sólo su hijo tiene que hacer para que aprenda matemáticas. Por más que tenga el Premio Nobel de Pedagogía, (que no existe, entre paréntesis, no tenemos premio nobel pedagogo), será el mejor profesor de matemáticas, si el

alumno no estudia matemáticas, no hace lo que él y sólo él tiene que hacer, no va a aprender matemáticas. O sea que somos coproductores del servicio escolar nosotros. No somos compradores, no hay una clara diferencia entre la oferta de enseñanzas, la escuela, el maestro, los métodos, y la demanda, los padres de familia y los alumnos; no hay una clara separación entre oferta y demanda acá, no se puede aplicar, es una falsa analogía que lleva engaños, esto de aplicarla lógicamente esta división entre oferta y demanda en el caso de la salud y en el caso de la educación. No es así. Somos coproductores, somos necesariamente socios, y a esto yo le llamo “dimensión estructural de la participación”. Si uno no participa en su aprendizaje, no aprende. No es un problema de voluntarismo acá, no es un problema de decir “qué bonito, hay que participar”, no, no. Si tú no calientas la silla, como decimos en Argentina, no haces la tarea, no lees, no escuchas, no preguntas, no, no trabajas. El aprendizaje supone un trabajo, no solamente el trabajo del maestro; está el trabajo de los aprendices, y cuando son más pequeños, ahí son, digamos, de los aprendices y sus familias, padre, madre, tutor. Hay cosas que el alumno tiene que hacer en la escuela y hay cosas que el alumno y su familia tienen que hacer en la casa, y es aquí donde vienen todas las grandes tradiciones culturales que hay en occidente. Japón es distinto que Estados Unidos, en Japón, por ejemplo, el valor de la educación, se han dado cuenta hace mucho que el conocimiento es un capital, que la política educativa es tanto más importante que la política económica, para el bienestar de los individuos y la riqueza de las sociedades. Entonces la mujer, en la cultura japonesa, la mujer, aunque sea doctora en biología, abogada, médico, su primera responsabilidad, la esposa, la mamá, es educar a sus hijos, acompañar la educación de sus hijos. Pero eso es en Japón, no es en Argentina. Yo no puedo trasladar mecánicamente una cultura, un rango cultural ancestral, que no está suelto eso, porque eso depende del papel de la mujer en la sociedad, de la cultura, de la política, de la religión, si no es un elemento suelto que uno puede importar. ¡Ah¡ ¿Por qué no hacemos como el Japón? Pongamos que la mujer, eso sería una locura en Argentina, no sé en México. Allá, sí, la familia, y fíjense, interesante, según los estudios sociológicos hechos comparativos entre Japón y Estados Unidos, la mujer, la familia, la mujer básicamente, lo que hace es acompañar afectivamente al chico, estar presente, levantarlo en la mañana, darle el afecto, controlar el uso del tiempo, que haga la tarea, va a las reuniones de la escuela, habla con los docentes. No se mete en la cuestión

pedagógica, no le ayuda a hacer la tarea, no le explica la regla de tres simple. En Estados Unidos la tradición es que los padres se meten también en la cuestión pedagógica, le explican, cuando están en condiciones de hacerlo, no todos los padres tienen el mismo capital cultural como para contribuir, ahí está el tema de las condiciones sociales de la participación. Uno puede participar más si tiene recursos, tiempo, tiene cultura, no todo el mundo, no todas las familias tienen aquellos recursos que son necesarios. Movilizar, que hay que movilizar para participar en la educación de los hijos. Pero digamos, aquí viene entonces el tema de las tradiciones culturales, pero en todos los casos tiene que haber una participación de los aprendices y de sus familias, con los matices nacionales, culturales, etcétera, etcétera. A esto yo le llamo “dimensión estructural de la participación”. La otra dimensión, la muy conocida, es la contributiva, para ir desagregando un poco este concepto tan bonito y tan pronunciado, el verbo tan pronunciado “participar”. La otra dimensión es la contributiva, cuando uno le pregunta a los maestros, y acabo de asesorar una investigación hecha empírica en la provincia de Buenos Aires, con padres de familia de escuelas primarias sobre la relación familia – escuela, según los maestros, la forma más frecuente en que los padres participan es contribuyendo a la escuela. Participar para un docente, o para director de un establecimiento, en Argentina, quiere decir que el padre contribuya con meterse a la cocina para el alimento escolar, arregla la escuela, la pinta, los padres, sí acá los padres participan mucho. O sea, ponen, colaboran, dimensión colaborativa de la participación, no hacen referencia a la dimensión estructural de la que hablé primero. Son muy comunes en la cultura escolar. A los maestros nos gusta que los padres vengan a ayudarnos. Está bien. Es una dimensión. Curiosamente señalaba yo cuando hice un estudio sobre CONAFE, acá con programa “AG”, y otro de CONAFE, el RED, se exige a los padres que contribuyan, justamente a los sectores más populares, más excluidos de América Latina son los que más contribuyen, en el sentido que son los que vienen a la escuela, la pintan, los otros, los sectores medio alto, no ponemos nada. Precisamente en las escuelas públicas de Buenos Aires, la capital federal, los padres no ponen nada, ahí pone todo el Estado, la pintura, el equipamiento didáctico, a los sectores populares que son los que menos

tienen, les pedimos que pongan. Es que si uno pone, no hay. Yo cuando, uno veía esas primeras escuelas construidas acá en las zonas rurales mexicanas, la primera etapa de la Revolución Mexicana yo me di el gusto de mirar unos informes de supervisores que están perdidos ahí en el archivo de la SEP, informes que manuscrito de supervisores, y que agregaban fotografía de las escuelas visitadas, de las comunidades rurales y mostraban cómo construían las aulas, los padres de familia construían las aulas. O sea que esto es viejo. Los sectores más populares excluidos, si no ponen ellos, pues esperar a que llegara del Estado por ahí tardaría mucho más, pero también es una injusticia, es una hipótesis mía, un juicio de valor mío, a los que menos tienen les pedimos que pongan, a la clase, a quienes más tiene, a esos les da todo el Estado. Bueno, habría que pensarlo. Bueno, la dimensión contributiva, esa es muy conocida en la escuela y no agrego más. La tercera dimensión es la más complicada, es la dimensión política de la participación. Se han dado cuenta que yo estoy hablando de participación más limitada al ámbito micro de la institución. Participación en la formulación de las políticas educativas a nivel macro, que sería otro discurso, porque ahí son otros los protagonistas, quizá no son tantos los padres de familia. La definición de política, planes, leyes de educación participan más los sindicatos, los partidos políticos, los periodistas, los expertos, los organismos internacionales, mucho más que los padres de familia, yo estoy hablando de la participación a nivel de las instituciones. Me ubicaba este nivel micro de las instituciones. Lo otro requeriría otro discurso. Y bueno, en este nivel micro también se puede plantear la dimensión política. Cuando los padres de familia a través de sus representantes participan en las tomas de decisiones que tienen que ver con recursos de qué enseñar, cómo enseñar y cómo evaluar, y ahí la cosa se pone complicada. Ahí hay experiencias en el nivel mundial. Por ejemplo, a mí me interesó mucho la experiencia brasileira en varios estados, donde los padres de familia participan votando al director. El director se elige, en Minayera ya empezaron a conocer esas experiencias, un estado importante de Brasil, el director de escuela secundaria se elige entre un conjunto de candidatos que pasan los requisitos formales. Los candidatos a director de cada establecimiento, uno se candidatea como director de la escuela, del colegio, presentando una solicitud donde obviamente hay requisito, hay que tener diploma, tantos años de antigüedades entre todos los seleccionados, y estos tipos van a una elección. Primero tienen que ir a la escuela, presentar una propuesta de

trabajo para la escuela, presentan la propuesta de trabajo a la escuela y son votados por los padres de familia, los profesores del establecimiento y los alumnos mayores de 14 años. Ahí hay un poder de elegir al director. Es una decisión ahí la participación es política. Decisiones estratégicas importantes. Bueno, ahí tenemos menos experiencias. Algunos me han dicho: “No hice el seguimiento de estas experiencias”, varios estados de Brasil. Sé que eso llevó conflictos, no sé cuáles perduraron, pero no es bueno mirar eso, porque en Europa hay presencia permanente de los representantes, de los padres en los consejos escolares; o sea, que los directores de primaria y secundaria en España, en Italia, por ejemplo, tienen un cuerpo colegiado, donde hay representantes de los padres de familia en forma permanente. Ahí viene después la lucha por la esfera del campo y el peso de la participación, son tres categorías que son importantes, desde el punto de vista analítico. Participación, como les digo, la esfera de participación. ¿Participación en qué? Ahí está la materia. Usted puede participar solamente en la organización de las fiestas escolares, del viaje, no sé qué. O sea, ¿en qué temas se participa? Es el tema de la esfera, eso ya es delicado. En estas cosas los padres no participan. En definir el sistema de evaluación, ustedes no participan; participan los padres en el reclutamiento de docentes, en la junta de selección de docentes. Bueno, esa esfera es un tema de debate de lucha política: “En esto participan, en esto no, en esto sí, en esto más o menos”. ¿En el campo cuántos son los que participan? En el campo se refiere a cuántos son los agentes o sujetos que participan, y el peso es la profundidad de la participación. Uno puede decir que se puede participar en forma leve, por ejemplo recibiendo información, yendo a las reuniones donde se solicita información. Acá hay una tipología que acabamos de armar una inmediata investigación que hicimos en Buenos Aires, es la forma clásica de participación, le hemos llamado “forma clásica” a aquella que significa; participar es asistir cuando son convocados por los docentes, a reuniones informativas, organización de actos escolares, especialmente las efemérides. Eso es un peso liviano, no es un peso profundo. Hay otra participación, que es una demanda, más que participación, de participación, un subconjunto importante, que es el 60 por ciento de los docentes de primaria y secundaria de escuelas públicas entrevistados, demanda capacitación para relacionarse con los padres de familia,

indirectamente están indicando que no se sienten totalmente calificados para resolver todos los múltiples problemas que tienen que enfrentar en la relación con los padres de familia. Pero están demandando capacitación, interesante, para relacionarse mejor con los padres de familia; mientras que una pequeña minoría dice que esta cuestión de la capacidad de relacionarse con los padres de familia, es una cuestión innata. Hay gente simpática, hay docentes que tienen hasta capacidad comunicativa, simpática, de generar confianza, y hay otros que no. Que esto no se puede formar. Yo creo que todo se puede formar. Los sociólogos creemos más en los social, en lo construido socialmente, que en lo innato, pero bueno. La mayoría de los docentes piensa, la mayoría, el 60 por ciento pide capacitación para esta cuestión. Por ejemplo, entender lo que es la estructura y dinámica de las familias contemporáneas, muchas veces estos docentes, en múltiples entrevistas que he hecho con docentes, en Argentina especialmente, muestran un desconocimiento; se ha quedado fijada una imagen de familia, que era la familia tradicional: el papá, la mamá, conviviendo bajo el mismo techo, con una relación formalizada a través de un organismo público de justicia, un matrimonio. Esa figura prototípica del papá, la mamá, es una de las configuraciones de las múltiples configuraciones familiares posibles en la sociedad; y muchos docentes están añorando esa familia, y muchos de los docentes no la tienen tampoco, ya forman parte de otras configuraciones, pero el imaginario docente todavía demanda familia en ese sentido tradicional. Sería bueno que en la formación tuvieran un conocimiento más antropológico acerca de todo. En la sociedad debe de haber estudios hechos, en México también, sobre la estructura de la familia en México. Hay cosas que ya no se puede, no se puede pretender volver, por ejemplo, a la familia tradicional, porque la mujer se ha incorporado al mercado de trabajo, se ha liberado, y si está ocho horas trabajando, no puede estar esas ocho horas que estaba trabajando antes estaba en la casa con los niños. O sea, que ha habido cambios en las relaciones entre los géneros entre hombres y mujeres; cambios en la relación entre los grandes y los chicos, porque los chicos tienen derecho, esa relación de poder absoluto que tenían los adultos padres sobre los niños hoy en día se ha modificado a favor de los niños, los niños tienen derechos.

Han sido transformaciones recientes, yo creo que eso ha provocado cambios en la estructura y en la dinámica de la familia, y esto debería ser objeto de reflexión en los procesos de formación de maestros. Una gruesa también minoría de docentes mantiene una actitud que la hemos calificado actitud estratégica frente a la relación con los padres, son esos maestros que, pese a las dificultades, si quieren les voy a leer algunas declaraciones de los padres, porque son muy interesantes. Los padres, estas declaraciones estarían indicando la presencia de esto que hemos denominado “actitud estratégica frente a los padres”. Dice: “Los padres vienen muy agresivos –esto entre comillas, no es una declaración- uno tiene que sentarse con ellos a hablar para que saquen todo este enojo”. Hay un desencuentro muy fuerte entre padres y, una carga de responsabilidad, hay una especie de desencuentro, porque la mayoría de los padres cuando se los investigan, incluso en Europa, la mayoría de ellos dicen que no se sienten habilitados, que los docentes no les dan lugar a participar en las escuelas. La queja de docentes es que los padres no participan en la educación de sus hijos, que están enojados, que vienen mal. Cuando se les pregunta a los docentes mexicanos, la encuesta esta comparativa latinoamericana que hicimos, igual que en el resto de los países, cuando se les pregunta: “¿Cuáles cree usted que son los factores principales que determinan el aprendizaje de los chicos?”, la razón más frecuente que indican los docentes mexicanos, argentinos, brasileños peruanos, ¿y dónde lo hicimos más?, uruguayos, el acompañamiento de las familias a la educación de los hijos, antes que el método pedagógico le damos la lista de factores que contribuyan al aprendizaje de los chicos, el factor que los docentes declaran en forma mayoritaria como importante es el acompañamiento de las familias. Pero hay un desencuentro ahí, algo de verdad tienen, es importante también el papel del docente, de la escuela, el método que aplica, en fin, la calidad de la escuela, etcétera. Pero hay otro desencuentro, los padres vienen muy agresivos, en fin. Al principio son autoritarios y violentos, así dice un maestro, “al principio son autoritarios y violentos”, pero finalmente terminan reconociendo las falencias de las familias y la conversación se torna en un pedido de ayuda. Otro dice: “Hay que ser bastante flexible”. El nivel socioeconómico muchas veces es bajo, por eso hay que tratar de ponerse en el lugar de ellos, comprender la situación del chico y de la familia. Estos son aquellos que pese a las dificultades tienen una actitud estratégica frente a las familias. Saben escuchar, no se enojan porque el padre viene enojado. Saben comprender, saben proponerse un objetivo y actuar sobre las propias familias, a esto le llamo actitud estratégica.

Y por último están aquellos que son los escépticos, los padres de hoy no les interesa la escuela, no les interesa la educación de los hijos, no vienen cuando los citamos, y aquí dicen lo mismo: tantos docentes que trabajan con chicos de sectores populares porque los padres son alcohólicos, las familias separadas, violentos; como los que trabajan con sectores de clase alta que dicen que las madres están dedicadas a su cuerpo, a su felicidad personal, y abandonan a los chicos en escuelas privadas de tiempo completo, y uno los cita y no vienen nunca. O sea, la queja es tanta tanto de los padres de clase alta como de los padres, y esos ya son los que no tienen ninguna actitud estratégica y no hay nada que hacer, con los padres no se puede ver. Así que tenemos todas las actitudes posibles dentro del cuerpo docente, pero bueno. Lo que hay entonces es distinguir tres dimensiones de la participación, distinguir tres conceptos, perdón, la estructural, la contributiva, la política, distinguir lo que es la esfera, el campo y el peso de la participación. Como ustedes ven acá más adelante, puede ser el peso, puede ser simple intercambio de información. Es una participación en un nivel bajo. Poco peso tiene la participación de los padres y solamente vamos a las reuniones donde nos informan, que si nos dan dos o tres instrucciones, bueno, pues el nivel, el peso de la participación bajo. Todo puede ser también colaboración directa, cosa que los padres hacen cotidianamente en la casa para ayudar, perdón lo estoy diciendo, a qué bueno, está bien, contribución e influencia importante, importantes decisiones tomadas en base a un acuerdo y consenso entre las partes, hasta en el uso del tiempo escolar se puede hacer participar a los padres. En qué deportes o a qué actividades les parece, incluso hay experiencias muy interesantes, acá también debe haber, en todo el mundo de padres que participan como docentes de las escuelas, padres calificados que tienen, puede ser artesano hasta abogados o escritores que van a la escuela y actúan como docentes porque dan clases, intervienen, no solamente participan en reuniones para que se le informe, sino que su participación ahí tiene un peso importante, puede ser menos importante, puede ser más importante, hay de todas las variedades, pero de todas maneras la participación se convierte en uno de los requisitos fundamentales para el aprendizaje. Tanto en la escuela con las cosas de la escuela como en la casa, como acompañamiento a la actividad de los chicos. El tema es, qué pasa cuando los padres no existen. Allí yo no encuentro otra solución en occidente que la escuela de tiempo completo.

Donde no hay familia la sociedad tiene que hacerse cargo del desarrollo de las nuevas generaciones. Hay que crear dispositivos, o la escuela y otras instituciones sociales porque tampoco se puede recargar todo sobre la institución escolar. Eso depende ya de cada tradición nacional. Algunos decían, bueno no hay que pedirle todo a la escuela, tiene que crearse otras instituciones, centros deportivos, asociaciones culturales, programas municipales. En fin. La escuela sola no puede, tiene que ser rodeada, apoyada en otras instituciones, organizaciones de la sociedad civil que reemplacen la presencia de los padres cuando éstos, cuando ellos no existen o tienen dificultades graves de alcoholismo, enfermedad, en fin, ausencia. Cuando hay ausencia de adultos, la sociedad tiene que crear aquellos mecanismos sustitutivos al mecanismo de la familia y no simplemente quedarse, añorando, extrañando, exigiendo que exista una familia. El chico tiene derecho a aprender, tiene derecho a ser atendido. Hay cosas que se pueden sustituir, hay cosas que no se pueden sustituir. Lamentablemente yo creo que uno puede sustituir la alimentación, no tiene padre, no come en la casa, el chico puede comer en la escuela. Pero por ejemplo, el afecto de un padre, no hay maestro, no hay enfermera, no hay trabajador social que pueda, no podemos crear un ministerio del armo. El amor o el afecto que puede tener un padre por su hijo, no hay funcionario público por más consagrado, apóstol, calificado que sea que pueda reemplazar el amor. Eso es una desgracia. Entonces ya corresponde a la política en la sociedad, garantizar que exijan a adultos que acompañan el crecimiento de un chicho desde su gestación hasta su desarrollo, hasta la etapa de la autonomía, ese es un problema de la sociedad ya. El chico tiene derecho a esta contención afectiva de sus padres, se requiere política de la familia, etcétera. Bueno. Me voy a pasar rápido a los discos, le dejo en todo caso el documento. Está en internet, por ahí, en algún lugar, algún sitio, un sindicato europeo me pidió el trabajo, lo tiene el Sindicato Docente de la Comunidad en Madrid, en su sitio, en una revista. Modelo “D”. Quiero llegar directamente a cuáles son las condiciones de la participación porque si no se puede convertir en una consignación vacía, en una exigencia; podemos hacer sentir culpables a los padres. Para que los padres puedan participar tanto en la casa, como en la escuela, se requiere de ciertas condiciones, si no se convierte en una utopía, en un discurso vacío toda la participación. ¿Cuáles son las condiciones? En primer lugar, debe haber condiciones políticas; o sea, debe ser permitida, legitimada la participación de los

padres de familia. Es una decisión política. Si el padre solamente, de acuerdo al ordenamiento jurídico, es un consumidor de escuelas, no tiene por qué meterse en la escuela, usted lo único que puede hacer es comprar o dejar de comprar, acá no se me meta. O sea, aquí hay una condición política. Tenemos que crear las condiciones, para que las familias no sean siempre usuarias de consumidores, incluso se habla ahora de derecho de los consumidores. Hasta como consumidores tendríamos derecho, pero eso es una decisión política que requiere una legislación, tiene que haber condiciones políticas. La democracia como un proyecto colectivo. Tiene que haber condiciones sociales, que también son importantes. Para participar en las cosas de la escuela, lo digo hasta como padre, yo necesito tener tiempo, por ejemplo; si no tengo tiempo, cómo hago para ir a las reuniones, dar clases en la escuela. Tengo que tener interés en participar, en primer lugar, no lo puedo dar por descontado. Imagínense que nosotros tuviéramos que participar en todos los ámbitos donde transcurren estas existencias. Yo vivo en un edificio que tiene su condominio, tengo que participar en las cosas colectivas del condominio: las reuniones, las asambleas, la resolución del problema del agua, del ruido; después del trabajo, tendría que participar como afiliado al sindicato de docentes de la universidad, ir a las reuniones, etcétera. Soy padre, tengo al chico en la escuela, tengo que ir a participar. Si tuviéramos que participar en todos los ámbitos de nuestra existencia, esto es una utopía, esto no puede ser, decido: “Participo en esto y no en éste otro, o participo solamente eligiendo a mis representantes, y nada más. Voto en la elección del sindicato y no voy a la asamblea, no voy a las reuniones”, simplemente voto, elijo a mi representante, confío en mi representante, y ahí se acabó mi participación. A la escuela voy, porque decido que es lo que más importa, en fin. Si uno tuviera que participar en todos los ámbitos, la vida sería imposible. En términos políticos, si uno fuera por la representación serían totalmente inestables los sistemas políticos y todo el mundo participaría en todas las cosas; la gente dice que todos los ciudadanos tuviéramos que participar en todas las decisiones que colectivamente se toman en una sociedad. Es normal que estén los representantes, incluso Hirschman dice que la democracia representativa se hizo justamente para reducir el ámbito de la participación; además, si todos participáramos sería ingobernable la sociedad. Supóngase que todos los docentes participaran en la vida del

sindicato y discutiera toda la cuestión, que no confiaran en su representante, que todos quisieran participar en forma directa, sería imposible en la vida política de cualquier organización. Por eso tenemos que recurrir al mecanismo, estamos obligados a recurrir al mecanismo de la representación: participar como padre en la asociación de padres. De ninguna manera tenemos que delegar en alguien nuestra confianza, debemos autorizar a alguien a que hable en nombre nuestro. Si todos habláramos, sería una cosa ingobernable, sería sinfonía sin director de orquesta, sería imposible. Necesitamos a alguien que hable en nombre de los vecinos, entonces elijo al representante del condominio, a los representantes del sindicato, los representantes del partido político; y de alguna manera tengo simplemente que controlar lo que este señor, que yo he elegido como mi representante, haga lo que efectivamente tiene que hacer en función de mis expectativas. “Yo te voté, porque vos dijiste que ibas a hacer esto, esto y esto. Tenemos que evitar alejamiento que se establece entre representantes y representados; o sea, la distancia es mortal, y eso es lo que está denominando mucha de la democracia contemporánea, lo que se ha dado en llamar “la crisis de la representación política”, que se expresan situaciones muy conflictivas, que yo creo que las cosas no son irreversibles en la sociedad. La democracia liberal es esta que vivimos, con todo y sus defectos, no son irreversibles, podemos estar en presencia de la nueva forma de autoritarismo. Es preocupante que en una sociedad desarrollada como la de los Estados Unidos, voten menos de la mitad de los ciudadanos. El abstencionismo electoral es un indicador de desconfianza en el mecanismo de la participación; la gente que se siente decepcionada por sus representantes, se siente traicionada. Representantes que han sido elegidos para hacer algo que después no hacen, hacen todo lo contrario. O representantes que dicen defender los intereses de las mayorías y luego realizan los intereses de los representantes. O sea, uno de los problemas de la democracia moderna es este: que el juego político se ha convertido en un juego muy cerrado, el juego de los políticos, que hablan una jerga que sólo ellos entienden, y muchos políticos lo que más les interesa es ver cómo asciendo en mi carrera política, cómo llego a los cargos electivos, más que representar mis representantes. Cuando esto ocurre, aparecen los problemas de distancia entre representantes y representados, y hay estos peligros, porque cuando se pierde la confianza en el mecanismo de la representación, no tenemos otro mecanismo que lo pueda sustituir. Yo no creo en la democracia directa, es imposible; si se nos rompe el

mecanismo de la representación, lo que nos queda, el autoritarismo y la dictadura. Nueva forma de autoritarismo, no repetición del viejo fascismo. Es preocupante lo que está sucediendo en Europa, esta desconfianza. “Que se vayan todos”, decían en Argentina los ciudadanos, “que se vayan todos, o sea, todos los políticos”. Eso es lo que dicen ahora los españoles: “Ustedes no nos representan, a toda la clase política”, eso es peligrosísimo para las democracias. Entonces estamos condenados a participar a través de nuestros representantes, pero necesitamos pulir, democratizar, transparentar los mecanismos de representación, la relación entre los representados y los representantes. Hay algunos consejos, pero no, de acuerdo a la experiencia internacional, a los docentes, porque yo creo que para que los padres participen no basta la queja, creo que hay que tener esta actitud estratégica que tiene una minoría importante de estudiantes en Argentina. Proponerse que los padres participen, pensar que la participación tiene condiciones sociales, comprender por qué ciertos padres no vienen a las reuniones, están ganándose el salario diario, están cansados de exigirles que vengan a la escuela. Darles, generar confianza para que los padres se acerquen. También hay una serie de dispositivos, nos corresponde a nosotros, los ilustrados muchas veces precisamente, en relación con las clases populares. Nosotros los docentes somos ricos en capital cultural, aunque seamos pobres por ahí en capital económico, somos ricos en capital cultural, debemos tener nosotros la responsabilidad de la comprensión, la responsabilidad de desplegar aquellas estrategias que movilicen el interés de los padres en participar en la escuela. Más que pensar que los padres tienen que tomar la iniciativa, nosotros, si somos docentes democráticos, y sabemos que la participación del padre es un requisito estratégico para que los chicos aprendan, nosotros tenemos que tener la actitud, tomar una actitud activa, de promoción, de tratar de dispositivos, de estas estrategias específicas de movilización de la participación de los padres de familia. Por último, para que la escuela, para que se dé participación, la escuela tiene que generar también ciudadanos participativos. Tenemos que dar esta última vuelta de tuerca. El desarrollar competencias, hábitos, actitudes favorables en la participación de los estudiantes me resultó fundamental. Par mí esta es la educación democrática. La pregunta que tenemos que hacernos hoy: ¿Qué puede hacer la escuela para contribuir a resolver la crisis de la representación política?

Es desarrollar a las nuevas generaciones actitudes participativas; que los chicos también participen en la vida de la escuela. Y esto no se hace a la vieja usanza simplemente de creando una materia, una unidad curricular donde se estudia la democracia, definiciones de democracia, la tipología, democracia directa, indirecta, semidirecta, la democracia en Grecia, la democracia según Marx, según Habermas, según, no sé. No. La escuela debería ser un ámbito donde no sólo los padres, sino también los propios adultos, incluso los más pequeños pudieran participar colectivamente, aprender a actuar en forma colectiva. Nadie nace con esta competencia. Yo siempre hago sociología de mi propia trayectoria personal y lo poco que he aprendido de acción colectiva, de participación no lo aprendí en esas clases teóricas, ni en lectura de Habermas, y no sé cuantos teóricos de la democracia. Lo aprendí cuando llegué a la universidad y tuve que organizar con un grupo de amigos en el primer año de la facultad, un movimiento estudiantil. Ahí aprendí cómo se hacen las cosas juntos. Para crear un movimiento tuvimos que darnos reglas, un estatuto, y ahí hubo que discutir el estatuto, después ya la militancia tuve que organizar asambleas, ganar elecciones, organizar elecciones, campañas, aprendí la democracia ejerciéndola. La escuela tiene que ser una escuela de democracia, un lugar donde las nuevas generaciones tengan la posibilidad de aprender la democracia ejerciéndola, como también se aprenden los derechos del niño ejerciéndolos. No aprendí, lo sé de memoria los derechos del niño según la Convención y la UNICEF y qué se yo. Una escuela con derechos, la escuela donde los chicos ejercen esos derechos, no los aprenden. Esa es una contribución que puede hacer la escuela, formar estos hábitos, cultura participativa, acción colectiva. Por ejemplo, cómo se toma decisión en un grupo. Un grupo de 10 colegas, miembros del Comité, todas las decisiones ahora se toman en colectividad, cómo se discute colectivamente, cómo se argumenta, hay que pedir la palabra, todas estas cosas que son dispositivos, técnicas, no son innatas, hay gente que por primera vez, nunca trabajó en grupo y hay que aprender a trabajar en grupo, hay que aprender a callarse, esperar a que el otro termine de hablar, poner reglas, no se habla más de cinco minutos, se levanta la mano, hay un orden. Parecen pequeñas cosas pero son fundamentales para la toma de decisiones colectivas, y estas cosas se aprenden haciéndolas. Luego se puede estudiar un poco de historia de la democracia, la reflexividad con la teoría. La teoría viene después. Primero tendría que venir la práctica, el ejercicio de la democracia y de esta manera creo que podríamos contribuir, no digo resolver, no estoy cargando a la escuela otra responsabilidad, pero que

las nuevas generaciones desarrollen hábitos. Han aprendido dispositivos, o como les gusta ahora la moda, competencias, para mí no agrega mucho, pero bueno, habilidades, competencias, son sinónimos, de ejercicio de la democracia como toma de decisiones colectivas. No es fácil ganar una elección, hay que saber hacer una elección. Armar una estrategia, la publicidad, no es fácil ganar una asamblea. En una asamblea hay que saber argumentar, pedir la palabra, hay que hablar, la palabra. Y ahí termino con este. Una gran herramienta de participación en las sociedades modernas que condiciona la posibilidad de participar de los agentes individuales y colectivos, es la capacidad, la voz, lo que decía Hirschman, la voz, la palabra y eso se aprende a ponerle palabras a lo que los demás solamente sienten, intuyen. Uno se siente representado por quién, generalmente, ¿a quién votamos, a quién elegimos? Cuando escuchamos a alguien dice, éste dice algo que yo comparto, lo siento, yo ya lo sabía pero no lo puedo formalizar, no lo puedo decir. El que lo dice, finalmente a ese es al que elegimos de representante, en el barrio, en el sindicato, en la fábrica, aquel que habla y dice lo que uno siente, piensa, que representa mis intereses, este es mi problema, este interpreta mi problema, yo comparto. Este me representa. Generalmente se elige al que habla. El desarrollar esta simple, entre comillas, simple competencia, es proveer una poderosa herramienta de participación de las nuevas generaciones; se participa generalmente a través del uso de la palabra, y cuando la “palabra”, saber qué decir, cómo decirla, en qué momento decirla, saber callarse, cuándo hay que saber callarse. Estas son competencias políticas de primera. Si estas competencias, que la escuela puede y debe desarrollar, estuvieran desarrolladas más equitativamente en la población, primero haríamos que todo el mundo tuviera una mejor oportunidad de constituirse en representante. En segundo lugar, hace también que nosotros proveamos a todo el mundo de la capacidad de entender lo que dicen los representantes, esto uno lo puede controlar mejor. Cuando la distancia ente representados y representante es grande, y esto se da justamente, desgraciadamente, en los sectores populares y dominados, excluidos, donde solamente poquitos son los que tienen esta capacidad de hablarlo, además, no solamente pueden elegirlo, quedan a merced del representante. Esto ha sido muy discutido en la tradición comunista, socialista, en el partido obrero y sus representantes, luego se convirtió en una burocracia difícil de desalojar, porque lo aprendían cada vez más, porque fueran elegidos iban al parlamento a participar en seminarios, interactuando con

economistas, sociólogos, historiadores; su capital cultural se incrementa, y su distancia con la base era tal, que por último seguían, como dijo un cínico, pero gran sociólogo contemporáneo: “Los representantes de la burguesía, los empresarios, cuando se convierten en representantes de la burguesía, no dejan de ser burgueses, siguen siendo burgueses ellos; en cambio, los trabajadores, los obreros, cuando se convierten en representantes de la clase obrera, dejan de ser obreros” Menos mal, decía el tipo. Claro, dejan de ser obreros, porque dejan de salir a las fábricas, se van al parlamento, tenían el permiso, y se convierten en burgueses. Pero Aarón decía: “Menos mal, se aburguesas” En cambio, los burgueses cuando son representantes de los burgueses, no dejan de pertenecer a su clase de la burguesía. Hay que tener cuidado en estas cosas, que realmente aquello que nos interesa, la igualdad a la justicia, muchas veces los pobres, los excluidos tienen que recurrir a aquellos que saben hablar, y muchas veces caen en manos de profetas, de falsos profetas, comunicadores sociales, que manejan los sentimientos, las emociones, porque justamente en los sectores populares se maneja más con las emociones y los sentimientos, que con los razonamientos abstractos. Quizás un obrero que tiene primaria incompleta: “Yo no puedo hablar de este lenguaje, no me va a entender” No va ni siquiera a entender esto, pero sí me puede entender si le hablo del amor, le hablo del compromiso, le hablo de una manera que llego a sus emociones, sus sentimientos, no a su razón, a la cabeza. Nosotros tenemos que equilibrar la razón y la emoción. No podemos renunciar a la razón, porque desde ciertos polos políticos se usa y abusa de la irracionalidad, de los sentimientos, de las pasiones humanas, especialmente aquellos que manejan los medios masivos de comunicación, aquellos que manejan ciertos lenguaje, como es el lenguaje de la imagen, que va más dirigido a las emociones y no a los discursos; el discurso va dirigido, fíjense cuánto llevo yo hablando, quizá he excedido la hora, pero esto requiere un conjunto, una socialización previa, acá estamos ente individuos socializados en la escuela, estamos acostumbrados a la lectoescritura, al discurso, al razonamiento, a la lógica, pero el común de los individuos, los excluidos de la palabra, sólo tienen sus emociones y sus sentimientos, y son mucho más manipulables por estos mercaderes de las emociones, que por la razón, por el uso de los argumentos racionales. Entonces, no es que se trate de renunciar a la pasión, debemos ser capaces de traducir nuestros argumentos y nuestra propuesta, que

tienen que ser lógicas, coherentes, serias, racionales, a un lenguaje que atraviese, que pase por el lado de las emociones, y estas son competencias que tienen que ver con la participación de la movilización de las poblaciones. Entonces la escuela también tiene que ser una escuela de participación, de gente que debe contribuir, no es la únicas, pero debe, obviamente que tenemos toda esta necesidad de incorporar en la escuela otros lenguajes. Acá nos han enseñado a leer y a escribir, pero nadie nos enseñó a expresarlo con imágenes. Yo, si me dijeran, exprésate con imágenes, con fotografías o haciendo una película, yo soy un analfabeto con la imagen. Hay gente que se especializa en decir cosas con imágenes, y tiene una gran capacidad de llegar al corazón, a lo sentimientos y a las emociones, y a movilizar poblaciones. Pero esto significa un gran peligro de manipulación, hay que tener cuidado contra esto, no hay que renunciar a la razón. Bueno, con esto he querido, en síntesis, desagregar esta palabra mágica y reiterada, pronunciada la participación de encontrar algunas dimensiones, sentidos y, sobre todo, condiciones sociales para que esto funcione. Jerarquizarla en el sentido de que la participación se convierta en la única estrategia alternativa a la estrategia del mercado, no encuentro otra, no encuentro otra. Estas son las dos grandes opciones que organizan los escenarios políticos de occidente en el momento que vivimos, o elegimos por el mercado el éxito, o elegimos la palabra, la participación, y participación, sobre todo colectiva; o elegimos la libertad, justamente, yo soy optimista con los docentes. Curiosamente todos los docentes latinoamericanos, de los cinco países, estoy hablando de muestras representativas nacionales, que es la primera vez que se hace en América Latina un estudio de esta característica, les hicimos una pregunta aparentemente ingenua, que decía: “La justicia y la libertad son dos valores importantes en las sociedades contemporáneas, pero si yo tuviera que elegir uno, ¿cuál preferiría usted? ¿La justicia o la libertad?”. La mayoría de los docentes de América Latina, ahí coincidieron todos los países, opta, sin desconocer el valor de la libertad, opta por la igualdad y la justicia. O sea que los docentes son, digamos, somos un actor colectivo, amigo de la justicia y de la igualdad. Un aliado estratégico para todos aquellos que buscan la construcción de una sociedad más justa.

O sea que los docentes somos partidarios de la voz y la participación, y no esperamos la construcción de una sociedad mejor, simplemente a través de los mecanismos automáticos del mercado y la decisión individual. Muchas gracias por la paciencia y la deferencia que han tenido para escucharme. Muy amables. Muchas gracias. Moderadora: Tenemos en nuestro poder, una serie de preguntas que los presentes, así como la teleaudiencia confía en las respuestas del doctor Emilio Tenti. Presentador:Doctor, desde el norte del país, de Chihuahua, la compañera María del Carmen Hernández, de la Sección 42 expone: “En nuestro país, y en general en todo el mundo, la educación se ha vuelto motivo de debate, todos los actores tienen opiniones y puntos de vista sobre la educación, sin embargo no todos conocen la muy compleja agenda de la educación, las estructuras de los sistemas educativos, las condiciones de operación de las escuelas. Por otra parte, en ocasiones surgen actores cuya representatividad es por lo menos dudosa, en su opinión, doctor, todos deben participar en todo en materia educativa, y cómo acotar la participación para que sea más eficaz, más relevante y más pertinente sin limitar, desde luego, la libertad. Dr. Emilio Tenti Fanfani: Una pregunta importante, y tiene que ver con lo que yo decía de la esfera de la participación. Me imagino que la pregunta está en el nivel macro de la sociedad, de la participación de la política, de las grandes decisiones de política educativa en la sociedad. La educación no es solamente un asunto de educadores, lo primero que habría que decir, porque si no, es como la salud, la salud no es solamente una cuestión de médicos, es una cuestión social y como ciudadanos creo que cualquier ciudadano tiene derecho a participar en la arena política y decidir las grandes estrategias de política educativa. Por ejemplo, el decidir entre educación de mercado, educación como esfuerzo de resultado de acción colectiva, participativa, educación como bien de consumo entre padres y alumnos clientes, o educación

conocimiento es un derecho, entonces debe ser colectivamente resguardado, esa es una acción política que tiene que hacer todo ciudadano. Todo ciudadano cuando vota, sepa o no lo sepa, está votando por el mercado o por la política, por la economía o por la política, eso dependerá en cada país, la claridad con la que la clase política es capaz de expresar sus propuestas, sus opciones a la sociedad civil. Este tipo, esta esfera, este tema, esta gran temática es de pertinencia de cualquier ciudadano, entonces en esta cosa no solamente tienen que participar obviamente los especialistas, los maestros, sino los ciudadanos en general. Ahora, si usted me dice acerca de los sistemas de evaluación matemática, ahí sí para participar en ese debate uno tiene que estar, poseer el conocimiento específico necesario para tomar esas decisiones. Si a mí me dijeran: mire, señor Tenti, usted es ciudadano argentino, quiero que usted participe en la toma de decisiones sobre política energética ¿a usted qué le parece? Desarrollamos energía nuclear con uranio enriquecido, con uranio natural, una encuesta o un periodista me pregunta a mí, qué quiere que le diga, yo le digo: no sé, pregúntele a alguien que sepa. Ahí ya en esa esfera, en esta temática el participar requiere conocimientos y competencias, por eso el tema de la escuela es muy importante, porque en la escuela se supone que desarrollan las personas conocimientos que son necesarios para participar en problemas complejos que existen en estas sociedades. Yo debería quizá estar en condiciones de responder esa pregunta, confieso honestamente que no sabría qué decir. O usted cree, por ejemplo, los padres de familia ¿usted cree que en la escuela tenemos que hacer evaluación permanente o examen por opción múltiple? Es pregunta. Gente más sensata, la gente de sentido común, cuando uno le hace estas preguntas tediosas ¿saben qué responde? Pregúntenle a alguien que sepa, la gente sensata. O sea, hay cuestiones para las cuales participar requiere el dominio de conocimientos especializados, que solamente los que tienen estos conocimientos pueden participar, aquí hay que hacer una lógica de sentido común. Ahora, es cierto que la educación, como dice la profesora, es un lugar común porque todos hemos ido a la escuela, todo el mundo puede hablar de educación. Y es curioso, cuando uno va a un congreso de educación

se encuentra con ingenieros agrónomos, curas, padres de familia, monjas, doctor en educación, sociólogo, economista, historiador, no se ha constituido todavía como un campo con autonomía específica, como en el campo de la física. Usted va a un congreso de física, no se van contra curas, monjas, se van contra eco-físicos, o incluso en un Congreso de Economía, van economistas, no van ni los sociólogos. O sea, en el campo de la educación todo el mundo se siente autorizado a hablar, pero en general, en las sociedades contemporáneas, no sé si estaba en el sentido de la pregunta de la profesora, pero aprovecho, aparecieron una serie de personajes, que le disputan a los intelectuales tradicionales, a los especialistas, la autoridad para hablar de las cosas del mundo. Unos son los profetas, los más mediáticos, los periodistas. Yo estoy muy sensibilizado por el caso de la Argentina, porque incluso los que leen las noticias, los noticieros, que se supone que tendrían que ser un locutor, lee, hasta los locutores de Argentina hacen juicios de valor, leen una noticia y dicen: “Qué mal, qué bien”, empiezan a juzgar, el que lee la noticia; cosa que vi en un noticiero europeo, el tipo lee con una neutralidad la noticia, sus opiniones quedan totalmente” Pero además de eso, tenemos una serie de gurús, intelectuales, entre comillas, todólogos, porque son todólogos, son intelectuales totales, son periodistas que pueden hablar de educación, de deporte, de la criminalidad, de la globalización, de la cultura, el arte, el cine, que pontifican acerca de todo. Bueno, yo no estoy de acuerdo con limitar la capacidad de expresión de nadie, yo lo que me pregunto es, ¿Dónde están los intelectuales, dónde está la voz de los que saben? Hay una distinción muy interesante que se dice en Europa, acerca de la intelectual total y la intelectual específica. Históricamente había una serie de personajes, en Francia era Sartre, normalmente llegó a ser tan famoso, tan conocido, que él hablaba de todo, de la escuela, le preguntaban de todo y contestaba de todo, de la salud, de la felicidad, del amor, la guerra, el conflicto mundial, el intelectual total. Esa figura hay que dejarla de lado. Aquí en América Latina también tenemos. A Maradona le preguntan de cualquier cosa, y el tipo habla de cualquier cosa. Vargas Llosa es un tipo que puede hablar de economía, de ciencia, de bioética, de educación, por supuesto de educación hablan todos.

Pero la pregunta mía es: “¿Cómo hago para callar a Vargas Llosa, para que hable de literatura por último, de lo que sabe?” No, el problema no es como acallar a los periodistas, sino cómo hacer para que otras voces se sientan; las voces de los que saben, las voces de los especialistas. ¿Dónde están los intelectuales de la educación? ¿Dónde están los sociólogos para hablar del problema de la criminalidad? Porque son los periodistas que porque tienen este poder comunicacional, que gozan de la confianza, se convierten en representantes de ellos. En Argentina en estos momentos los periodistas de los medios masivos de comunicación son los verdaderos líderes de la oposición, porque incluso hay un déficit de liderazgo de los políticos, de la clase política, ha sido sobrepasado por los profetas que manejan los medios masivos de comunicación, y que tienen este poder de seducir impresionante, que no se basa tanto en la lógica de sus argumentos, en la consistencia, porque no la tienen, porque no es un especialista, porque dominan justamente los lenguajes que llegan a las masas, los lenguajes que llegan a las emociones, que llegan al corazón y que no llegan a la razón. Yo recuerdo un debate, lo sigo recordando, porque creo que es un tema en muchas sociedades contemporáneas, un debate sobre el tema de la educación, los especialistas y los periodistas, de cómo los periodistas informaban sobre educación, y recuerdo siempre que había uno que le habían pedido los periodistas a la televisión cómo informaba la televisión acerca de los problemas educativos. Esto fue como para mostrar que la televisión se ocupaba de los temas educativos, un periodista trajo un video de un programa que había tenido mucho éxito; era un programa donde entrevistaron a una maestra en una zona alejada de la Argentina, y recuerdo que el periodista le pregunta a la maestra: “¿Cómo están los chicos acá?” Dice: “Bueno, los chicos aquí tienen problemas sociales, hay días que no puedo dar clases por el ruido” Y le pregunta: “¿Ruido de qué?” Fíjense la respuesta: “El ruido que hacen las tripitas de los niños que no han comido”. Las cosas, me dijo el periodista, nos dijo, este fue un programa que tuvo un éxito impresionante, no hay discurso sociológico, pedagógico que hubiera podido ganarle en rating a ese programa. Dicen que la cantidad de gente que llamó, que ofrecía comida, que movilizó la opinión de media Argentina. Él lo presentaba como un ejemplo de cómo la televisión se ocupaba del problema de la educación, cuando en Argentina el problema nutricional es un problema de una ínfima, además la maestra hizo una exageración terrible, ¿que usted puede imaginarse el ruido de las tripas vacías hubiera impedido la comunicación? Bueno, una cosa total, ¿pero que iba a dónde? Al corazón.

Otro periodista también hizo un escándalo, fue un gran éxito para ellos, obviamente. Presentó a una niña que no había comido el día anterior, y se puso a llorar en la cámara, eso fue una cosa que ha quedado ya en la mitología argentina. Movilizó a media sociedad. Usted puede presentar un informe sobre la nutrición en Argentina, con porcentaje, con tipo, no tiene ningún impacto; muestra la cara de una niña, llorando, se le empezaron a caer las lágrimas a esa chica, se hizo famosa, y el periodista también se hizo famoso. Esa es la contribución que hace ese periodista al problema de la nutrición en Argentina. Digo, los intelectuales tenemos, y los políticos ¡eh!, los políticos y los intelectuales tenemos competidores en el campo de la producción de representaciones acerca del mundo social. Hay estos nuevos profetas, tienen una gran capacidad de difundir imágenes acerca de la sociedad, de la escuela, de la criminalidad, de la crisis de la política, de la economía, de la globalización, la capacidad de crear estas imágenes y de inculcarlas en la sociedad, mucho mayor a la que tienen los intelectuales. Entonces nosotros como intelectuales, yo digo que los sociólogos, si solamente vamos a escribir y a hablar en una jerga que sólo nos entienda a los sociólogos, vamos por mal camino. No tiene ninguna, no se justifica ni un dólar invertido en ciencias sociales, si los productos de los intelectuales quedan reducidos al campo de los intelectuales. Si no somos capaces de retraducir, sin traicionar, sin simplificar, sin desnaturalizar las verdades, los descubrimientos científicos al lenguaje del hombre, sentido común, estos conocimientos no sirven para nada, no tienen ningún impacto en la historia de nuestras sociedades. Pero hay que reconocer que tenemos estos competidores, estos falsos profetas que tienen un poder extraordinario. Pero el problema no es callar el autoritarismo, es cómo hacemos para hacer oír otras voces, para multiplicar los canales de comunicación. Y aquí declaro mi total acuerdo con una ley que se sancionó en Argentina, que prohíbe los monopolios comunicacionales, que pluraliza los medios de comunicación, canales de televisión que van a ser distribuidos a todas las universidades, a las ONG´s, municipios, o sea, multiplicar las voces, las herramientas. Y hay que desarrollar también las capacidades, vamos a tener que aprender nuevas destrezas los intelectuales para que los falsos profetas no tengan el monopolio del sentido del mundo. Perdón por el exceso de las respuestas.

Moderadora: Rubén Tun Kanul, integrante de la Sección 57 de Yucatán; asimismo el compañero José de Jesús Barragán, de la Sección 17 de Toluca, coinciden con la misma pregunta: doctor Emilio Tenti, ¿qué mecanismos recomienda usted para que los padres de familia, en particular aquellos que no participan con los maestros, con la escuela, en la educación de sus hijos, por carecer de recursos de comunicación, se sumen a esta tarea? Dr. Emilio Tenti Fanfani: Sí, yo tenía una serie de consejos, de aprendizaje, de experiencias internacionales acerca de cómo hacer para movilizar, pero hay múltiples experiencias, yo creo que hoy tenemos esta facilidad de la multiplicación de los canales de comunicación a través de internet, ustedes ponen: familia, participación, escuela y van encontrar una cantidad de textos, relatos, experiencias, trucos, dispositivos que facilitan, que pueden ser utilizados siempre con los debidos recados. Como les decía yo, no hay por ahí un dispositivo de Finlandia, no se puede trasladar automáticamente en Argentina o a México, pero hay que tener la mirada, no hay que inventar el hilo blanco. Muchos de estos dispositivos quizá existen en México, yo siempre digo que la buena escuela ya existe, están las buenas escuelas, los buenos métodos, los buenos maestros, hay escuelas en donde se enseña, se aprende. El problema del orden, la disciplina, hay instituciones en América Latina extraordinarias que resuelven el problema del orden, la integración social. Es sistema escolar, como dijo un colega italiano, como dice: es un archipiélago, es un conjunto de islas bastante tristes donde hay algunas islas felices. Nosotros no tenemos que inventar el hilo blanco, cómo hay que enseñar matemáticas, ya sabemos, hay profesores excelentes que enseñan bien matemáticas, sectores populares y experiencias, hay nuevas formas en las cosas exitosas, están en nuestros sistemas educativos, son tan grandes. En argentina son 55 mil establecimientos de educación básica. Entonces hay islas felices, entonces la pregunta que nos tenemos que hacer, no es inventar el hilo blanco ¿cómo hacemos para que esas experiencias felices se materialicen? ¿Cómo se pueden transferir al conjunto de los establecimientos educativos? No tenemos que inventar la pólvora. Presentador: Muchas gracias, doctor.

La verdad es que tenemos un buen número de preguntas, pero si le parece bien se las hacemos llegar posteriormente a usted. Y cerramos con la siguiente pregunta que hace la maestra Ramoncita Pérez del estado de Chiapas, integrante de la sección 40. Y pregunta: ¿cuáles son los efectos esperados de la participación social que logran mejorar la calidad y equidad en el servicio educativo que ofrecen las escuelas? Dr. Emilio Tenti Fanfani: Para ser práctico en una pregunta que hay que llegar a qué hacer, cómo hacer. Yo tenía una, justamente creo que la traigo aquí, con UNICEF habíamos armado una campaña para promover la participación de los padres en la educación de sus hijos, se llamaba la “Campaña en la escuela”, luego de toda una serie de consideraciones conceptuales, un poco lo que desarrollé aquí ¿en qué terminaba la campaña? Una campaña masiva que decía: ¿qué debe esperar y exigir la familia de la escuela? Es decir, dar consigna, por ejemplo, a los padres de familia, fíjese cada semana cuántas páginas de escritura libre hay en los cuadernos de su hijo, le hacen por ahí en algún momento decirle: a ver, qué hiciste el fin de semana, cuéntame de tus vacaciones, cómo fue el cumpleaños, descríbeme a tu abuelo, descríbeme el barrio, la esquina de tu casa, qué hay, que escriba. Por ejemplo, en cualquier padre de familia, una consigna como esta, esto lo puede hace cualquier, incluso un padre que no tiene primaria completa, cosa que yo no hice, yo estaba muy sensibilizado porque mi hijo terminó la primaria en una escuela pública argentina, y no tenía la posición libre, nunca había hecho una, escribir libremente. Pero yo nunca miré el cuaderno, yo daba por hecho que eso lo hacía. Averigüe si el profesor entrega la respuesta correcta cuando corrige las pruebas o exámenes, o sea, le pone el tachón, está equivocado y no le dice cuál es la respuesta correcta, eso lo pueden saber mirando su cuaderno, los exámenes, cualquier padre de familia lo puede hacer. Vea qué hay en las paredes del aula de la escuela, ¿tiene algo entretenido, interesante? ¿Incluye material elaborado por los niños? Dibujos, cuadros sinópticos, poesía, qué se yo, cualquier cosa. Mírela, vaya a la escuela. “Pero mírela”, ¿qué creíamos con esto? La escuela se mantiene limpia, tiene un aspecto alegre y agradable. ¿Cuántas veces fue convocado a las reuniones de la escuela? La maestra usa libros, revistas diarios, mapas, otros recursos didácticos en el aula para el trabajo con los niños; la maestra y la escuela se interesan por la historia

y la realidad socioeconómica de la comunidad, del barrio; se usa el elemento del contexto a la tarea y actividad de sus hijos. Sabe si la maestra dedica más tiempo a los chicos con problemas de aprendizaje y trabaja en pequeños grupos en el aula; en fin, tips que hay que darle a los padres de familia para que sean coproductores, participen, ¿de qué manera? Exigiendo calidad en la educación. Recuerdo que esto me trajo un pequeño disgusto con una directora. Todas estas consignas las íbamos a traducir en un folleto, que íbamos a distribuir masivamente, luego lo publicó un diario nacional de la Argentina, cosa que deberían exigir d la familia en la escuela, después cosa que el padre tiene que hacer en la casa, qué cosa puede y debe hacer en la casa para contribuir a la educación de sus hijos, ¿cuánto hace que no le lee un cuentito a su hijo en la noches antes de dormirse? En fin. ¿Le ayudó a la tarea? Una serie de consignas de esto. La idea era que los padres no fuéramos siempre consumidores pasivos en la educación de nuestros hijos, no que deja uno a los hijos en la escuela: “Ahí edúquemelo, ahí va”, y ahora para colmo muchos padres no solamente tienen que los instruyan a los hijos. Si no quieren que los eduquen en el sentido tradicional, que le inculquen valores, antes cosa que hacía la familia, que los hacía comportarse; la idea es orientar la demanda, ente comillas, de los padres, volviendo a la masa exigente, haciéndole más difícil la cosa a los maestros. Entonces, para testear estas consignas, habíamos organizado un taller en una escuela, con una cooperadora de padres de familia lo hicimos, para ver con maestros, con padres de familia a ver cómo les sonaba cada una de estas frasecitas, si eran correctas, si estaban bien expresadas, si eran pertinentes, no pertinentes. Entonces, un día me llama la directora de la escuela a mí, el que la fue a consultar para pedirle la escuela prestada, le dijo que yo dirigía el proyecto, me llama a mí, yo estaba en la UNISEF, y dice: “¿Cómo es esto, profesor, de qué proyecto se trata, esta reunión que quieren hacer en la escuela?” Le digo: “No, mire, le explico, profesora, tenemos un proyecto sobre cómo hay que movilizar a las familias para que contribuyan a la educación de sus hijos, con la escuela, y queremos hacer un taller para que los padres de familia exija calidad en la escuela” Y me dijo: “Exigir no, me paró así por teléfono, solicitar”, me dice. Y le digo: “¿Por qué no podemos exigir calidad en la escuela? Le podemos exigir calidad al carnicero, al zapatero, pero a la escuela no puedo exigir calidad, fíjese qué interesante” Y como se puso en la posición de

burócrata: “Los padres no me van a exigir a mí calidad, pueden solicitarla”, como diciéndome: “use otro verbo” Yo saqué la palabra “exigir”, porque vi que hería la susceptibilidad de la directora de la escuela. No sé en México cómo sería la cosa, pero la idea de fondo es ésta, la idea es que nosotros, los padres de familia, nos engañamos, somos cómplices del engaño que hemos caído en la sociedad occidental. Nosotros nos conformamos con que nuestro hijo pase de año, ustedes dicen “pasar de año”, que se promueva, y eso me pasó a mí. Yo estaba contento, mi hijo pasaba con buenas notas, pero el tipo no sabía escribir, terminó séptimo grado y no sabía escribir, no había hecho nunca una composición libre, que me acuerdo que le dije: “Hacedme una” Y dijo: “No, cómo” Y le dije: “Hacedme, la vaca”, porque nosotros en Argentina históricamente la vaca era como el petróleo en México, era el gran producto. La primera composición libre era: “La vaca” “La vaca nos da la leche” Entonces, yo empecé a escribir esas cosas escolares, pero a ver “escríbeme la vaca”, y lo guardo todavía, una frase de sintaxis totalmente desarticulada, ortografía horrible, la guardo acá. Entonces la idea es que nosotros, yo no sé si, quizá los docentes que tienen hijos, por eso es más exigentes en la escuela, nosotros estamos pidiendo diploma en la escuela, y muchos alumnos en la universidad, van a universidad y quieren obtener el título, el diploma, eso es a lo que llamamos sociológicamente el capital cultural institucionalizado, es certificado. No sé si los padres de familia están demandado matemáticas y lenguas, que para mí son las dos grandes herramientas básicas, porque con eso se aprende después toda la vida, su usted sabe leer y escribir, sabe cálculos, puede aprender Física, Química, Economía, eso es, aprender eso, para mí se traduce en esos dos grandes lenguajes. Yo no sé si los padres de familia, todos los padres de familia exigen conocimiento o exigen título en la escuela. Yo creo que requiere, lo que es válido en la sociedad del conocimiento, es el conocimiento. Hay que demandar y exigir conocimiento, aprendizaje, como me lo dijo una madre de familia de una zona muy popular urbana, muy pobre, ¿la señora qué me dijo? Me dijo “está en cuarto grado y todavía no aprende, no lee, no hace lectura. Yo me acuerdo que cuando iba a segundo grado, tercer grado, ya aprendíamos a leer y escribir. Entonces fui a la maestra y le dije a la maestra ¿por qué mi hijo no lee? Y entonces ¿sabe qué me dijo la maestra? Dijo: No se preocupa, señora, que su hijo va a pasar de año”. Y yo le dije, miren la sabiduría de la señora, dice: “Yo le dije a la

maestra, no me interesa que mi hijo pase de año, yo quiero que mi hijo aprenda”. El día que esa actitud sea la actitud generalizada, nosotros, como parte de este sistema educativo vamos a sentirnos más estimulados, más exigidos a levantar un poco la puntería. Hagamos que la sociedad exija conocimiento, y nosotros como padres también, porque los docentes somos padres la mayoría. Exijamos conocimiento, y no cualquier conocimiento, los conocimientos fundamentales, los lenguajes, usando aquí, el lenguaje natural, el lenguaje formal de las matemáticas, otro idioma, que es muy importante. Los sectores altos se han dado cuenta que lo que vale es el conocimiento, y mandan a hijos; los sectores medios, cuando ya los han engañado mucho. Los sectores populares que han sido, quizá, maltratados y se están dando cuenta que los hijos no aprenden, que pasan de año, pero después las pruebas, no, que no leen, no escriben, y están exigiendo conocimientos. Los que nos engañamos somos todavía los sectores medios, los sectores medios es mi hipótesis, los sectores medios nos conformamos con que vaya un chico a una buena escuela, que se relaciones con gente de su clase, que pase de año, y confundimos el pasar de año con aprender. Pero creo que en la sociedad todavía, lo que vale es el conocimiento y lo que hay que exigir es conocimiento, y quizá ese tema educativo encuentre otra fuente de estímulo para hacer mejor las cosas de la sociedad, cuando haya una exigencia real de conocimientos. No sé si están de acuerdo con esta hipótesis, no es que sea agresiva contra la escuela, pero esto puede ser un estímulo para la escuela: que la sociedad y los padres de familia vigilen esto, si el chico aprende o no aprende a leer y a escribir, que exijan eso, no importa si pase de grado, que el tiempo que sea necesario. Yo se los digo a mis alumnos de la universidad, está lleno de sociólogos Argentina, ahora hay un montón de sociólogos, no saben leer ni escribir, ni contar, que no saben ni estadísticas, ni me pueden escribir un informe escrito ¿para qué me sirve ese sociólogo? Guarda tú diploma. Los pocos sociólogos que saben leer, escribir y contar, están sobre empleados, todos los buscamos, todos los contratamos; lo que vale es el conocimiento, exijamos conocimiento. Digo que hasta propuse en Argentina cambiarle el nombre al Ministerio de Educación por el nombre del Ministerio del Conocimiento, para darle una señal a la sociedad de que lo que vale es el conocimiento incorporado, no el título institucionalizado. Pero bueno, cuesta eso.

Moderadora: Al concluir nuestra participación en esta extraordinaria conferencia. Hace uso de la voz el profesor Juan Díaz de la Torre, Secretario General Ejecutivo del SNTE, quien hará un reconocimiento a nuestro ponente. Profesor Juan Díaz de la Torre: Muchas gracias. Doctor Tenti, creo que decir lo que voy a decir, interpretar lo que todos los presentes y los miles de ciudadanos mexicanos que le han escuchado, pienso que hemos degustado un platillo exquisito con su conferencia el día de hoy. Al mismo tiempo porque aunque puede sonar a un elogio en boca propia, pero nos parece que en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación no estamos equivocados. El 5º Congreso Nacional de Educación y el 3er Encuentro Nacional de Padres de Familia y Maestros, que no surge de la coyuntura en la que vive el país actualmente, sino que viene y se origina a partir de una actitud visionaria. Leímos con oportunidad por dónde se enrumbaba el tema de la educación, y tenemos un buen número de años haciendo esto. Si tuviéramos que ser un poco críticos o autocríticos, diríamos que a lo mejor no hemos alcanzado el objetivo pleno de que esa vinculación de lograr vía la movilización, una movilización que el Congreso se plantea como la posibilidad en todas las latitudes y en las más de 220 mil escuelas que existen en nuestro país en este nivel, pueda ser el punto de encuentro de las reflexiones, de las construcciones, de los disensos y, por supuesto, con la posibilidad de encontrar y construir ahí democráticamente lo mejor que las comunidades quieren, lo mejor que las comunidades exigen y lo mejor de lo que los maestros están haciendo. Al ponerlo en común, seguramente también surgen nuestras insuficiencias, nuestras deficiencias. Pero el espíritu con que el magisterio mexicano y su sindicato están enfrentando este gran reto, coincide con mucho de lo que usted nos ha señalado el día de hoy. Lamentablemente hay en esa participación algunos actores que quizá no han leído con, o de manera integral el fenómeno, y hay una serie de posicionamientos que vía la descalificación, vía la crítica, vía la polarización social, que quizá es lo más grave, intentan poner al sistema educativo en una condición que sin duda no es la que favorecerá la transformación y el cambio que todos estamos requiriendo.

Creo que las conclusiones a las que arribaremos en mayo próximo, el mes del maestro mexicano, y que rematará con el evento nacional de este congreso, pondrá frente a la sociedad, no sólo la opinión de los maestros recreándonos en nuestras propias dimensiones o en nuestros propios conceptos, sino con la opinión de especialistas, con la opinión de académicos, de políticos, de líderes sociales, de empresarios, de todos aquellos que puedan, desde una perspectiva de favorecer la transformación de nuestro Sistema, le sirva a México. Por supuesto, no pretendemos apropiarnos de la verdad, ni hacer catequesis de esto, sino reflexionar con toda la sociedad, para que partiendo de alguna de las ideas que usted expresó, nadie enseña nada a nadie, cada quien es responsable de su propio proceso; en la medida que cada uno de nosotros hagamos, los maestros, los padres, los alumnos y los actores que tienen una voz, y que la hacen valer, hagamos nuestra tarea, seguramente que el objetivo que nos hemos planteado con este encuentro con padres de familia y poner en el centro el debate educativa, servirá para que en los días y los años por venir mejore sustancialmente y regrese a ser lo que el sistema educativo nacional fue para la cohesión y para la permeabilidad social de nuestro País. Por todo esto y por mucho, seguramente que habrá de producirse y reflexionarse en los centros, donde en este momento estamos siendo vistos y escuchados, dado que después de la conferencia en los próximos días, los dirigentes sindicales que están aquí presentes, van a retomar conferencias, páneles, sesiones de trabajo, con la participación de actores sociales de las comunidades, para distribuir, para multiplicar. Y creo que el ambiente que usted ha dejado el día de hoy es propicio para que alcancemos nuestros objetivos. Por todo esto, a nombre del Sindicato, a nombre de la Maestra Elba Esther Gordillo, nuestra Presidenta, le agradezco su presencia y sus comentarios del día de hoy. Muchísimas gracias. Les pediría que para hacer entrega de este reconocimiento al doctor Tenti, nos pusiéramos de pie. Dice: “Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Educar es el Camino, 5° Congreso Nacional de Educación, 3er Encuentro Nacional de Padres de Familia y Maestros”.

“El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación otorga el presente reconocimiento al: doctor Emilio Tenti Fanfani, por su invaluable aportación a los maestros de México en la Conferencia Magistral “La Participación en la Educación Básica, agentes, condiciones, modalidades y efectos esperados” “México, D.F., a 29 de febrero de 2012, que además es año bisiesto. Lo firma la Maestra Elba Esther Gordillo, Presidenta Nacional del Sindicato, y su servidor, profesor Juan Díaz de la Torre. Muchas gracias. Presentador: Agradecemos la presencia de todas las personalidades, de todos los amigos que hoy nos acompañaron a esta Conferencia Magistral. Gracias a nombre del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, particularmente de quien lo preside, la maestra Elba Esther Gordillo. Gracias a todos. Que pasen muy buenas tardes.