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    TERREDAD

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    Eugenio Montejo

    TERREDAD

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    UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

    DIRECCIN GENERALDE CULTURA Y EXTEN-

    SIN

    Autoridades Universitarias

    Mario Bonucci RossiniRector

    Patricia RosenzweigVicerrector Acadmico

    Manuel ArangurenVicerrector Administrativo

    Jos Mara AnderezSecretario

    DirectorMauricio Navia A.

    Consejo EditorialDaniel AlbornozEnrique Vidal

    Elizabeth MarnJos Francisco Guerrero L.

    Debby AvendaoArnaldo ValeroCarlos MonagasRocco Mangieri

    Jorge TorresMara Rios

    Carlos MatteraErma Sulbarn

    Coordinador de EdicionesActual - Libros

    Jos Francisco Guerrero Lobo

    TERREDADTercera Edicin, 2011 Universidad de Los Andes

    Direccin de Cultura y ExtensinMrida-Venezuela

    Autor Eugenio Montejo

    Diseo y diagramacinJos Francisco Guerrero LoboDiseo de Portada

    Jos Francisco Guerrero Lobo

    Ilustracin de portadaFirma

    ImpresinUniversidad de Los AndesTalleres Grfcos [email protected]

    Mrida-Venezuela

    HECHO EL DEPSITO DE LEYDepsito Legal:ISBN:

    Derechos ReservadosProhibida la reproduccin total o parcialde esta obra sin la autorizacin escrita delautor y el editor.

    Universidad de Los Andes,Av. 5 Zerpa, Esquina con calle 24,antiguo Colegio San Jos, 1 piso.Tele-fax 0274-240-26.58http://www.direcciondecultura.com.ve

    Mrida 5101. Venezuela

    Impreso en VenezuelaPrinted in Venezuela

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    Notas para un estudio

    RAFAELCADENAS

    En un escrito autobiogrco de 1997 publicado enelPapel Literariode El Nacional, Eugenio Mon-tejo comenzaba por mencionar que haba nacido

    en Caracas el mes de octubre de 1938. Es probable que

    esta informacin sorprendiera a sus lectores menosenterados, quienes siempre creyeron que Valencia, lade Venezuela, haba sido su ciudad natal, pues all pasgran parte de su vida, estudi en su universidad y crejunto con Alejandro Oliveros, Reynaldo Prez S, Te-lo Tortolero, entre otros, la revistaPoesa, excepcionalen el pas tanto por su calidad cuanto por su duracin:tiene treinta y cinco aos y lleva mucho ms de cien

    nmeros, todo lo cual indica que la formacin inicialde Eugenio tuvo lugar en ese ambiente y dentro de esegrupo generacional de poetas. Hay ms sorpresas paralos lectores aludidos: hizo casi todo su bachillerato enun liceo militar, se gradu en Derecho y su nombre fueun pseudnimo adoptado que termin por sustituir aEugenio Hernndez lvarez.

    En su escrito tambin expresaba su propensina suscitar la armona, y aclaraba: Quiero decir que amenudo me gana la tentacin de orquestar las accionesy los hechos que me afectan como si fueran notas deuna partitura.

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    De su declaracin subrayo, por ser clave ensu vida y su obra, la palabra armona. No menos

    relevantes seran emocin y vida. Esta ltimaabarca las otras, en realidad envuelve todo. Puedearmarse que en su poesa la vida trasciende el yo.Es la protagonista, algo inusual en un mundo dondeaqul seorea a sus anchas, casi contrapesos.

    Su identicacin con ella es clara en el poemaSoy esta vida, aunque no poda decirlo categrica-

    mente porque en la lrica se tiende a evitar las aser-

    ciones rotundas, pero en el lector queda la sensacinde que es ella la que escribe, la que le lleva la mano.

    A vista de pjaro

    legos, su primer libro, ya muestra a un poeta

    bien constituido. Contiene poemas de hoy, cuandopodemos ver todo el trayecto de su autor; podranincluirse en cualquiera de sus libros siguientes. Albo-rea all lo que se advertir en toda su lrica: la pasincontructiva y el casi perfecto control sobre el desarrollodel poema que excluye lo divagatorio y deshilvanado,rasgos sealados por Guillermo Sucre en un pasaje,que casi se ha vuelto obligatorio citar, deLa mscara,la transparencia, libro por cierto indispensable para loestudiosos de la poesa hispanoamericana. O se nota eldelicado y rme equilibrio entre la forma o el sonidoy lo que dicen o declaran los versos al que se reereAmrico Ferrari en su ensayo que sirve de introduccinaAlfabeto del mundo. O se maniesta el orfebre de lasemociones, como llama Gustavo Guerrero a Eugenioen

    Conversaciones con la intemperie, frase con queindica la conjuncin de maestra y afectividad.Sobrepasara mi propsito el adentrarme ms en

    su obra, pero debo anotar una de sus caractersticasms resaltante: una vez ledos, sus versos se adhieren

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    a la memoria rmemente gracias, en mi sentir, al usodiestro y personal de la mtrica de nuestro idioma, a la

    cual Eugenio tampoco se cea estrictamente, ya quela rompa de modo inesperado, con versos de variasmedida, siguiendo el dictado de su sentido del ritmo,su necesidad expresiva, su temblor, y slo usaba la li-bertad requerida para su designio principal: la hechuradel poema. Pero ni lo aqu dicho ni lo por decir puedenexplicar el encantamiento que mana de gran parte desu poesa. Este sencillamente surge y es imposibledesentraarlo. Hay algo inasible en toda creacin. Elarte sucede, dijo una vez el pintor norteamericanoWhistler, frase que a Borges le gustaba citar.

    Libros que desembocan en Terredad

    Muerte y Memoriame parece un ttulo emble-

    mtico porque ambos trminos portan una reiteracin:ese desaparecer de seres y cosas que sin embargosiguen siendo estremecidamente en otra dimensin,acaso la de una memoria anaggica. El libro ofre-ce poemas que ya tienen residencia ja en nuestroidioma, como Levitacin, Retornos, Regresos,Orfeo, La silla, Sobremesa. All se encuentran

    motivos que van a ser constantes: la casa, el padre, elrbol, el caballo, los pjaros, la silla, el caf, las ciga-rras, los gallos, las piedras, que Ferrari duda en llamarsmbolos, pero a mi ver s tienen esa funcin. Detrsde todos esos nombres est el misterio infranqueabledentro del cual vivimos y al que pertenecemos.

    Hace su aparicin en sicondicional que comien-za al volver inseguro el terreno que pisamos. Orfeo,

    lo que de l queda (si queda), dice un verso. Hagoesta acotacin porque tal manera de incertidumbreretorna en otros poemas. Se puede decir que pasa aformar parte de un estilo, y revela un talante anmicoque contrasta con tantas seguridades aparentes.

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    En algunas palabrashay igualmente poemasque estn a la par de los citados. Uccello, hoy 6 de

    agosto, La vida, Paisajes, Islandia, Dos Rem-brandt, El otro, son apenas algunos de los que con-rmaran mi impresin. All los motivos se extiendenhacia el mundo. Entran las ciudades lejanas, el viajey su soledad numerosa, la nieve obsesiva, los avionesque la vida toma, el caballo, pero esta vez apocalptico,la cigarra cuyo canto enciende el aire, los paisajes en-traados, el hijo en la hilera de las sucesiones, trenes

    de la noche, el hotel que despierta erotismos, el poetaque es tambin el otro, vale decir, todos los hombres.

    En su poesa tienen lugar sucesos sorprendentes.Acot slo algunos a modo de muestra, pero son mu-chos ms. Los muertos andan bajo tierra a caballo,una silla regresa a su lejano rbol, en un cuadro deUccello hay un caballo / que estuvo en Hiroshima,el poeta espera para nacer porque hay peste en elpueblo, oye canto de pjaro sin pjaro, recuerda unaciudad donde no ha estado nunca, uno de sus poemasfue escrito en otro siglo, a Manoa, nuestra taca, slollega quien ama, voces son dichas por retratos, nuncadel todo se est vivo ni se est muerto, personas delpasado conversan sin verse, ste pierde su ilusoriocarcter lineal, los entes son, aunque estn siempre

    dejando de ser y al cabo ya no son, pasan transgura-

    dos a otro mbito intangible.

    Una breve visita

    Conocedores de la obra de Eugenio le asignan aTerredad un puesto sobresaliente en ella, y no andan

    errados. Pertenece a la gran lrica de nuestro idioma.Sin embargo, es necesaria una aclaracin: en todos suslibros hay poemas memorables, pero sucede, por unaparte, que ya la palabra terredad,de entrada, poseecarcter denitorio de toda su poesa, y por la otra este

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    libro retoma el hilo unitario e ininterrumpido de sucreacin, en la cual siempre se repiten varios motivos,

    aunque ahondados cada vez mediante un incesantetrabajo interior.

    Es diferente Terredad al resto de su obrapotica? Slo puedo aventurarme a decir que tiene lamisma entonacin, pero se distingue porque consolidalo anterior dando as paso a otras posibilidades, quese notan en sus ltimas libros donde, por ejemplo,

    temas como el amor, la cigarra, Revern, son tratadosen series que recuerdan las suites musicales.Terredad es adems el a lo dicho por Euge-

    nio con ocasin de una lectura en Carmona cuandose present el nmero 20 de la revista Palimpsesto,un da de febrero de 2005. All cont que l queranombrar la condicin tan extraa del hombre en latierra, de saberse aqu entre dos nadas, la que nos

    precede y la que nos sigue. Entonces se le ocurri esapalabra para decir nuestra condicin de efmeros y almismo tiempo lo que nos impulsa naturalmente a laconfraternidad, a la convivencia y a socorrernos unosa otros como toda religin, como todo principio ticolo dictan al hombre en todas las lenguas de la tierra.(Pienso que l siempre vivi en Manoa).

    Tal fue la actitud humana de Eugenio. Ella quedaexpresada con tinta imborrable en todos sus libros,mediante la indireccin de la poesa. Actitud que enel plano cvico lo llev a mantener una postura muycrtica frente al actual rgimen venezolano. Un versosuyo, muy vigente, vale por muchos anlisis polticos.Es el que se reere a Venezuela como un pas que notermina de enterrar a Gmez. Alusin al ms cruel de

    los dictadores que han frecuentado nuestra historia.En este momento no podra ni debo comentarlos poemas de Terredad. Necesitan ms tiempo en m,y si lo intentara, dejaran de ser descubiertos para ellector. Escojo la prudencia.

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    Sus ensayos

    El fulgor de su poesa no ha dejado apreciar de-bidamente su impecable prosa, heredera de la mejorde nuestro idioma. Bastante se ha estudiado aqulla,y poco se repara en sta que fue criada en el hontanarclsico y cernida luego por el tamiz de los maestrosmodernos. Es sabido que no publicaba poema que noestuviese bien acabado. Creo que lo mismo se aplica

    a todo lo dems que escribi, al menos no conozcopgina suya descuidada.Pero hay algo ms que solicita atencin: su

    potica est derramada en sus ensayos deLa ventanaoblicuayEl taller blanco, en los autores que cre, enlos comentarios sobre ellos, en las reexiones de suFragmentario y en entrevistas. Todo este materialalumbra su propsito hacedor. Con respecto a los au-

    tores estudiados en su primer libro, fueron GottfriedBenn y Antonio Machado los que dejaron una huellamayor en el poeta. Su eliminacin del adverbio como,por ejemplo, que ha tenido mucha acogida en la lricamoderna, viene de Benn. Anoto, de paso, que si bieneste planteamiento es saludable y se justica porqueel como desva del objeto principal, cuando unoescribe, la comparacin, aunque no se use, se cuelaimplcitamente.

    De Machado, cuya prosa sobre todo ley asi-duamente, y a quien le dedic sendos ensayos en susdos libros, procede lo de la temporalidad vivida comocomponente esencial de la poesa, pero trascendidahacia lo intemporal en la que escribi Eugenio, comotambin lo peda el maestro espaol, por boca de su

    principal heternimo. A este planteamiento se oponela esttica ms intelectual de la construccin, defen-dida por Mallarm, Valry y Benn.

    En todo caso, tanto La difcil doble vida deGottfried Benn, de La ventana oblicua como El

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    arte potico de Juan de Mairena, de El taller blan-co,son ensayos fundamentales para comprender lo

    que se propona y consigui nuestro amigo, el poetavenezolano.

    Por fortuna su posicin no es excluyente, sinooptativa, aunque con inclinacin aleccionadora hacia lade Mairena: hay que centrar la palabra que aspira a laintemporalidad dice Eugenio en el mbito ms prxi-mo del ser, y no en su periferia adherida. Slo all puede

    expresarse, cuando se poseen los dones para hacerlo, elsentimiento del tiempo.

    Responsabilidad potica

    Estas palabras no tienen la costumbre de andarjuntas. Suenan casi como un oxmoron. Las asocio

    porque Eugenio las ejemplicaba cabalmente. En unaentrevista que le hizo la escritora y periodista MilagrosSocorro, le cont de qu modo escriba. En generaltrabajo a mano, con tinta negra. Despus eso lo paso ala computadora y ah corrijo. En una carpeta guardolos protopoemas, los apuntes. Con el tiempo, unos seismeses, eso pasa a otra carpeta Jams publicara unpoema precipitado. El tiempo contribuye a ver que loque en un principio me entusiasm no vala la penaconservarlo y viceversa. Esa perspectiva la da el tiem-po; y la experiencia ayuda a desconar de uno mismoJams publicara un poema precipitado.

    Se ve, pues que aguardaba bastante. Se le ibanmeses en la revisin. Entre sus enseanzas, sobre todopara los jvenes, est esa su demorada espera, sin que

    ella llegara a los nueve aos que exiga Horacio.Eugenio agreg algo ms que viene al caso. Se-al lo importante que es hoy en una poca de pro-funda crisis como la que se vive en Venezuela po-nerle la mxima atencin al lenguaje para aclararlo.

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    Cuando hayamos ordenado las palabras dijo muyconfucianamente ordenaremos el pensamiento y

    entonces pondremos orden en la casa, en el muni-cipio y, por extensin, en todo el pas. Lo que diceEugenio recuerda aquello de la rectificacin de losnombres que propona, como cuestin esencial, elmaestro chino. Es la adequatiooccidental entre lapalabra y la cosa. Segn la tradicin que arranca deConfucio, son varios los requisitos que debe tener

    un prncipe gobernante: ha de ser gua, manantialde bien para el Estado, usar el poder con equidad,ser bondadoso y disfrutar de la confianza de todoel reino. Si falta una sola de estas cualidades se leretira el nombre de prncipe y pierde el puesto.

    Sentido csmico

    La poesa es la ltima religin que nos queda,sola repetir, y con la palabra poesa designaba tambina todo arte. A este respecto me viene a la mente Goethe,para quien el arte era la religin de los que no tienenninguna. Pero esta frase no se aplicara a Eugenioporque en l haba una profunda religiosidad, ajenaa instituciones, pues tena lo que en mi sentir ms lacaracteriza: una percepcin muy viva de la energa quesubyace en todo lo existente, la que expande la raz/la que muda las hojas y mueve los planetas, / asciendepor el rbol hasta el nido / y rompe la cscara, comodice en su poema Diciembre deAlfabeto del mundo.

    Eso, llammosla as, no se diferencia del cosmosy est en todas sus partes, en los astros o en un grano

    de arena o en nuestro cuerpo. Es el mayor secreto avoces, que mucho importara recordar.La cara inmediata, tctil y hasta ntima del cos-

    mos es el entorno, palabra que preero a paisaje, pues

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    ste apunta a mayor exterioridad, convoca sobre todoel sentido de la vista y sugiere cierta distancia. Pues

    bien, es evidente que Eugenio mantena una relacinprofunda con el entorno que es tenerla tambin conel cosmos y ello es como traer lo innito a lo nito(putting innite witbin the nite), que era para Brow-ning la poesa.

    En suma, pienso que Eugenio era un agnstico

    asombrado.

    Final y comienzo

    La poesa us a Eugenio sobre todo para celebrarla vida.

    Es lo que su canto rezuma y eso supone no slo el

    aceptarla totalmente, sino devocin a ella, que lo pusoa su servicio, convirtindolo en alguien que perdi sucuerpo/para que lo habiten las palabras, como nos locomunica en El esclavo de Terredad. Se trata de undarse a ellas para que ese canto nazca.

    Es otro vivir que a la vez intensica el vivir.

    Una opcin entraable.

    Ya Eugenio no est entre nosotros. Hace apenaspoco ms de cuatro meses que se apag su lmpara.Queda en pie de su obra, ese bien.

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    C tait le temps inoubliable

    O nous tions sur la trre.

    Jules Superville

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    EN EL BOSQUE

    En el bosque, donde es pecado hablar, pasearse,no poseer raz, no tener ramas,qu puede hacer un hombre?La soledad no basta para engaar al viento,de ningn brazo se construye una puerta,la piel, las uas nunca sirven

    para un nido de pjaros.Y el viento lo sabe.

    En el bosque, quien no ha logrado ser un rbol,slo puede llegar de parte del otooa pedir unas hojas,mejor si lleva harapos de mendigo,

    algn morral rado, un palo, un perroy ninguna esperanza .Ver como lo trata el viento,cmo su ofrenda le llenara las manos.

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    PAJAROS

    Oigo los pjaros afuera,otros, no los de ayer que a perdimos,los nuevos silbos inocentes.Y no no s si son pjaros,si alguien que ya no soy los sigue oyendoa media vida bajo el sol de la tierra.

    Quizs es el deseo de retener su voz salvajeen la mitad de la estacinantes que de los rboles se alejen.

    Alguien que he sido o soy, no s,oye o recuerda,si hay algo real dentro de m son ellos,

    ms que yo mismo, ms que el sol afuera,si es musical la fuerza que hace girar el mundo,no ha habido nunca sino pjaros,el canto de los pjaros,que nos trae y nos lleva.

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    SLO LA TIERRA

    a Reynaldo Prez-S

    Por todos los astros lleva el sueopero slo en la tierra despertamos.

    Dormidos otamos en el ter,nos arrastran las naves invisibleshacia mundos remotos

    pero slo en la tierra abren los prpados.La tierra amada da tras da,maravillosa, errante,que trae el sol al hombro de tan lejosy lo prodiga en nuestras casas.

    Siempre ser el a la noche

    y al fuego de todas sus estrellaspero miradas desde aqu,no podra irme, no s habitar otro paisaje.Ni con la muerte dejaraque mis cenizas salgan de sus campos.La tierra es el nico planetaque preere los hombres a los ngeles.

    Ms que el silencio de la tumbatemo la hora de resurreccin:demasiado terriblees despertar maana en otra parte.

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    MUDANZAS

    Mudanzas por el mar o por el tiempo,en un navo, en una carreta con libros,cambiando de casas, palabras, paisajes,separndonos siempre para que alguien se quedey algn da otro se vaya.Despedirnos de un cuerpo de mujer

    que se mira ya lejos como un pueblodonde las noches fueron ms largas que los siglosen lmparas y hoteles.Mudanzas de uno mismo, de su sombraen espejos con pozos de olvidoque nada retienen.No ser nunca quien parte ni quien vuelve

    sino algo entre los dos,algo en el medio,lo que la vida arranca y no es ausencia,lo que entrega y no es sueo,el relmpago que deja entre las manosla grieta de una piedra.

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    EPSTOLA SIN FORMA

    a Guillermo Sucre

    No nos pidas ms forma que la vidatal como vino entre la horasdel tiempo en que crecimos.

    No haba ms forma en la palabra que la viday lo dems fue azoro en nuestros huesoso rencor de las piedrascomo quien planta casaen un solar ajeno.

    T que leers despus, en otro siglo:mide tus dioses con los nuestros,deletrea el spero silencio.

    No nos pidas ms forma que la vida,tal como en sombras la aceptamos,como no quisimos rehuirla.Delfos era ilegible al teletipo.

    Descuenta las prdidas, descuenta las ddivas,jams fuimos ineles a los muertos,amamos la piedad, la imposible armona.

    Vivimos al lo de las horaspalabra por palabra,t que leers, tal vez, desde otro mundo:descifra el sueo en la ceniza.

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    GIGE 1918

    a Juan Liscano

    Esta es la tierra de los mos, que duermen, que noduermen,largo valle de caas frente a un lago,con campanas cubiertas de siglos y polvoque repiten de noche los gallos fantasmas.

    Estoy a veinte aos de mi vida,no voy a nacer ahora que hay peste en el pueblo,las carretas se cargan de cuerpos y parten,son pocas las zanjas abiertas,las campaas cansadas de doblarbajan y cavan.Puedo aguardar, voy a nacer muy lejos de este lago,

    de sus miasmas,mi padre partir con los que queden,lo esperar ms adelante.Ahora soy esta luz que duerme, que no duerme,atisbo por el hueco de los muros,los caballos se atascan en fango y prosiguen,miro la tinta que anota los nombres,

    la caligrafa salvaje que imita los pastos.La peste pasar, los libros en el tiempo amarilloseguirn tras las hojas de los rboles.Palpo el temblor de llamas en las velas

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    cuando las procesiones recorren las calles.

    No he de nacer aqu,hay cruces de zbila en las puertasque no quieren que nazca,queda mucho dolor en las casas de barro.Puedo aguardar, estoy a veinte aos de mi vida,soy el futuro que duerme, que no duerme,la peste me privar de voces que son mas,

    tendr que reinventar cada ademn, cada palabra.Ahora soy esta luz al fondo de sus ojos,ya nacer despus, llevo escrita mi fecha,estoy aqu con ellos hasta que se despidan,sin que puedan mirarme me detengo:quiero cerrarles suavemente los prpados.

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    SI DIOS NO SE MOVIERA TANTO

    Si Dios no se moviera tantoen las ondas del agua,en el sol o los cuerpos.

    Si otando en las nubes no cayera,si no usara del tiempo

    con tanta redondez en la rosa, en sus ptalos.

    Si no llevara el mar, los astros,el iris del colora la velocidad de la materia.

    Si no cambiara a cada movimiento

    acelerndose en sus tomoso se moviera slo menosy nos fuera lmando la vidaen cmara lenta.

    Si levitando inmvil en un eje,ya borradas las horas,

    abolido el reloj, el tenaz minutero,nos dejara palpar el paisajecon el tacto del Gnesis.

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    TERREDAD

    Estar aqu por aos en la tierra,con las nubes que lleguen, con los pjaros,suspensos de horas frgiles.A bordo, casi a la deriva,ms cerca de Saturno, ms lejanos,mientras el sol da vuelta y nos arrastra

    y la sangre recorre su profundo universoms sagrado que todos los astros.

    Estar aqu en la tierra: no ms lejosque un rbol, no ms inexplicables,livianos en otoo, henchidos en verano,con lo que somos o no somos, con la sombra,

    la memoria, el deseo, hasta el n(si hay un n) voz a voz,casa por casa,sea quien lleve la tierra, si la llevan,o quien la espere, si la aguardan,partiendo juntos cada vez el panen dos, en tres, en cuatro,

    sin olvidar las sobras de la hormigaque siempre viaja de remotas estrellaspara estar a la hora en nuestra cenaaunque las migas sean amargas.

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    CIUDADES MARINAS

    a Hesnor Rivera

    Ciudades marinas, otantes, entrevistas,a merced del hasto que dobla el horizonte.Ciudades que respiran como una durmiente,mueven una mano, levantan montaas azules,siguen durmiendo.

    No tienen puertas, no tienen calles ni palmeras,lejanos taxis cruzan con ojos de peces,oscuros nufragos remontan sus riberas.

    Ciudades que serpean al curso de la sangre,no tienen piedras, no tienen ventanas, no hablan,

    despejan sus esclusas al paso del navo,inhalamos sus nubes, sus vastos esfuminos,guardan tantas sirenas!Siempre surgen desnudas al tumulto del marotando, tejiendo tatuajes ignotossobre la piel de los marinos solitarios.

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    SETIEMBRE

    a Alejandro Oliveros -

    Mira setiembre: nada se ha perdidocon arnos de las hojas.La juventud vino y se fue, los rboles no se movieron.El hermano al morir te quem en llantopero el sol contina.

    La casa fue derrumbada, no su recuerdo.Mira setiembre con su pala al hombrocmo arrastra hojas secas.

    La vida vale ms que la vida, slo eso cuenta.Nadie nos pregunt para nacer,qu saban nuestros padres? Los suyos qu supieron?

    Ningn dolor les ahorr sombra y sin embargose mezclaron al tiempo terrestre.Los rboles saben menos que nosotrosy an no se vuelven.La tierra va ms sola ahora sin diosespero nunca blasfema.Mira setiembre cmo te abre el bosque

    y sobrepasa tu deseo.Abre tus manos, llnalas con estas lentas hojas,no dejes que una sola se te pierda.

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    El DORADO

    a Luis Garca Morales

    Siempre buscbamos El Doradoen aviones y barcos de vela,como alquimistas, como Digenes,al n del arco iris,por los parajes ms ausentes.

    Unos caan, otros llegaban,jams nos detuvimos.Los hombres del pas Orinoconunca elegimos otra muerte.

    Perdimos aos, fuerza, vida,nadie so que iba en la sangre,que ramos su espejo.

    El oro del alma profundaa travs de las vocesque nos inventaban los rosen el rumor de las aldeas.El Dorado que trae el cafa la luz del Caribecon sus soles a paso de bueyes.

    Jams lo descubrimos,no era para nosotros su secreto.Los hombres del pas Orinocotenamos raza de la quimera.

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    SOY ESTA VIDA

    Soy esta vida y la que queda,la que vendr despus en otros das,en otras vueltas de la tierra.

    La que he vivido tal como fue escritahora tras hora

    en el gran libro indescifrable,la que me anda buscando en una calle,desde un taxiy sin haberme visto me recuerda.

    Ya no s cundo llegar, qu la detiene,no conozco su rostro, su cuerpo, su mirada,

    no se si llegar de otro pasen un tapiz volanteo de otro continente.

    Soy esta vida que he vivido o malvividopero ms la que aguardo todavaen las vueltas que la tierra me debe.

    La que ser maana cuando vengaen un amor, una palabra,la que trato de asir cada segundosin saber si est aqu, si es ella la que escribellevndome la mano.

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    LA MESA

    Qu puede una mesa solacontra la redondez de la tierra?Ya tiene bastante con que nada se caigacuando las sillas entran en voz bajay en su torno a la hora se congregan.

    Si el tiempo amella los cuchillos,lleva y trae comensales,vara los temas, las palabras,qu puede el dolor de su madera?

    Qu puede contra el costo de las cosas,contra el ateismo de la cena,

    de la Ultima Cena?

    Si el vino se derrama, si el pan faltay los hombres se tornan ausentes,qu puede sino estar inmvil, ja,entre el hambre y las horascon qu va a intervenir aunque desee?

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    MONTAAS

    Se doran cuando el sol las recompensa,tendidas, calmas, sin un gestoaunque atesoren sobre su regazola paciencia del mundo.

    Nos ven envejecer aguardando que hablen,

    nos van siguiendo al apartarnosde ciudad en ciudad,ondulando a travs de remotas ventanas.

    Yacen colgadas con sus capas en el aire,las doblamos mirndolas de lejos,son trajes de bodas antiguos pero intactos,

    en las fotografas enmarcan lo que fuimosy hasta sonrensiempre tan calmas bajo el sol que las dora,serensimas madres.

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    YO SOY MI RO

    Yo soy mi ro, mi claro ro que pasaa tumbos en las piedras.Me circundan las horas y las ondas,no s adnde me arrastran,desconozco mi n y mi comienzo,voy cruzando mi cuerpo como el arco de un puente.

    Las nubes me siguen por los camposcon clidos reejos.Entre los rboles derivo, entre los hombres,slo traje a la tierra este rumorpara cruzar el mundo,lo he sentido crecer al fondo de mis venas.

    Estas voces que digohan rodado por siglos pulindose en sus aguas,fuera del tiempo.Son ecos de los muertos que me nombrany me recorren como peces.

    Yo soy mi ro, mi claro ro que pasay me lleva sin tregua.S que existe un navoque cruza a mis espaldas,palpo sus velas en mi sueo,

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    sigo la estela que deja en su camino,

    pero no s qu busca entre mi cauceni quin va a bordoni cundo llegaremos.

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    DURACIN

    Dura menos un hombre que una velapero la tierra preere su lumbrepara seguirel paso de los astros.Dura menos que un rbol,que una piedra,

    se anochece ante el viento ms leve,con un soplo se apaga.Dura menos que un pjaro,que un pez fuera del agua,casi no tiene tiempo de nacer,da una vueltas al sol y se borraentre las sombras de las horas

    hasta que sus huesos en el polvose mezclan con el viento.Y sin embargo, cuando partesiempre deja la tierra ms clara.

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    PARTIDA

    Me voy con cada barco de este puerto,con cada gota azul de oxgenoentre roncos silbatos.

    Me voy a Rotterdam donde ahora cae densa la nievey las gaviotas holandesas

    hurgando las mercaderasse posan en los mstiles.

    Un camarote me espera en cada barco,un libro de Li Po para mi travesa,bsquenme en Rotterdam, escrbanmeaunque no parta.

    Si no salgo a esta hora ser en otra,las naves cambiarn, no mi deseo,mi deseo est en Rotterdam:desde aqu con la nieve lo divisoentre sus casas.

    No hay un solo camino sobre el marsin su contrario,no hay maneras de estar y no estar donde se viaja.Si mediara otra senda ms simple, ms humana,

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    saldra sin ausentarme,la nieve me sera clida al tacto.

    En cada barco de este puertotengo etado mi equipaje,aunque me vean aqu maana por los muelles,estoy a bordo,las naves cambiarn, no mi deseo,bsquenme en Rotterdam, escrbanme,

    mi deseo tiene vuelo de gaviotay nieve entre sus alas.

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    REYES

    En ocios llenos de futuroviraban los rostros de los Reyesal ngulo suspensodel pintor de palacio.

    De sbito cesaba en ese gesto

    la intriga de la Corte,el dolor de la gota y los aciagos partesde legiones en guerra,slo una mano y su pincel atnitos ceanla luz de los atuendos.

    Qu tiempo jaban a su pose

    atormentados por los juiciosde presentidas turbas de museo?Un mes, un ao? O vino un doble,un vasallo suplentea sostener la capa, la gorguera,la rigidez amarga del Imperio?

    Riela siempre en sus ojosun desolado hasto, una lluvia lejanaque no debi amainar mientras posabanFlota el ensueo ambiguo

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    de alguien que mira en la ventana abiertaun labrador, un buey,

    juntos, muy lejos,y quisiera ser pobre al menos una vez,pisar con pie desnudo los surcos de la tierra.La lluvia no se ve. Slo sus ojosabsortos resplandecensiguiendo al buey que ara lejanoy a los rboles mudos

    que oyen el viento.

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    EN EL NORTE

    Esta noche dimito de las sombras,el Tmesis regresa al mar del nortecon celajes de tren bajo la lluviay en sus raudos vagoneslos viajeros sacan crucigramas.

    Es la noche, resgurdate,grita el reloj cerca del polo,pero a esta hora mi pas de ultramarcruza el arco del soly se baten azules las palmas.

    En cada muro en que me acodo

    siento el vaivn errante de los barcos.Entre estas islas y mi casacaben todas las aguas por siglos de este ro,el gris invierno de paredes rectas,los vientos que nos tornan monosilbicosy quedan leguas que llenar para acercarse.

    Mi corazn da tumbos en medio de la niebla,no se ajusta a los polos,busca el lugar donde la tierra gira ms despacio.

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    Esta noche soy diurno frente al Tmesis,

    no voy a bordo en sus vagones,sigo de pie con el silencio de una palma.

    Mi pas de ultramar resplandece a lo lejosy yo cuento sus horas en relojes perdidos ms alldel Atlntico.

    Su ausencia es mi nico equipaje.

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    EL ESCLAVO

    Ser el esclavo que perdi su cuerpopara que lo habiten las palabras.Llevar por huesos autas inocentesque alguien toca de lejoso tal vez nadie. (Slo es real el soploy la ansiedad por descifrarlo).

    Ser el esclavo cuando todos duermeny lo hostiga el claror incisivode su hermana, la lmpara.Siempre en terror de estar en velafrente a los astrossin que pueda metir cuando despierten,

    aunque diluvie el mundoy la noche ensombrezca la pgina.

    Ser el esclavo, el paria, el alquimistade malditos metalesy trasmutar su tedio en gatas,en oro el barro humano,

    para que no lo arrojen a los perrosal entregar el parte.

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    CUANDO MI ESTATUA SE DESPIERTE

    Cuando mi estatua se despiertecontinuar no obstante, un largo ratoinmvil, fja,hasta que cese el coro de los pjaros

    que la rodeen cantando en ese instante.Quieta, sin parpadear, sin que se noteque mi sangre reinicia su cursopor sus venas de mrmol,ha de ngir que est soando todava,que nada siente del vrtigo de cosasdonde uye el paisaje.

    No hablar, no dar ni el ms leve respiromientras sigan en torno los cantosy tal vez cuando callen se habr vuelto a dormir,sin darse cuenta,debajo del musgo solitario.

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    COLORESY bien, queridos colores, os saludo.

    Carlos Pellicer

    Eran cuerpos negros en un aire blancoy blancos en un aire negro,la luz musicalmente los una.El trpico fue siempre otro planeta.

    En sus ojos crecieron las retinasms contradas de la tierra,miraban los deseos del azul,la soledad del verde.

    El mar tendido ante sus costasno cesaba de orearse.

    Nunca el invierno se llev las hojasni el rumor de los bosques.Soaban un Partenn salvajeentre sus palmas.

    En sus voces hablaban los pastosbatidos por el viento,

    era visible un paso de arco iristras de cada palabra.

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    Buscaban a Dios en las cosas

    bajo una forma de color,eran cuerpos negros en un aire blanco,blancos en un aire negro,jams falt la luz para mezclarlos.El trpico fue siempre otro planetamuy lejos de este mundo pero cerca del sol.

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    LA CASA

    En la mujer, en lo profundo de su cuerpo se construye la casa, entre murmullos y silencios.Hay que acarrear sombras de piedras

    leves andamios, imitar a las aves.

    Especialmente cuando duermen y en el sueo sonre

    nivelar hacia el fondo, no despertarla,seguir el declive de sus formas,los movimientos de sus manos.

    Sobre las dunas que cubren su sueoen convulso paisaje,

    hay que elevar altas paredes,fundar contra la lluvia, contra el viento, aos y aos.

    Un ademn a veces ja un muro,de algn susurro nace una ventana,desmontamos errantes a la puerta

    y atamos el caballo.

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    Adentro de su cuerpo la casa nos espera

    y la mesa servida con las palabras limpiaspara vivir, tal vez para morir

    ya no sabemosporque al entrar nunca se sale.

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    AMBERES

    El tiempo pasa y queda su tangoA bordo de un carguero, puerto tras puerto,tambin nosotros derivamos.

    Hoy am a Amberes, sobre todo sus piedras,porque prohben el recuerdo.

    Sobre las gras chillaban las gaviotasal avistarnos en los muelles.Si vuelvo a Amberes no sabr recordarla,sus piedras nunca dicen adis, slo sonren,se juntan para hacer casas, iglesias,se cortan en pequeas callejuelas.

    Amberes es un sueo parecido a ella,hay que andar silencioso para no despertarla,hay que recorrerla con los ojos cerradoshasta mirarla dentro de nosotros,entonces es Amberes la que va por el mar,la que parte sin ruta, navegandoy uno se queda,

    cuando queremos verla ya est lejos,todos los horizontes nos separan.

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    ESTN DEMOLIENDO LA CIUDAD

    a Jos Rodrguez U.

    Estn demoliendo la ciudaddonde tanto viv,donde al nal, sin percatarmelos ojos se me unieron a sus piedras.Estn derrumbando sin tregua sus muros,

    los camiones adentro del polvopasan y cargan,se llevan ventanas, columnas, portones,no cesan,no hay nada que salve su cada,los amigos crecieron, se mudaron, han muerto.Se cae, se est cayendo sin espacioy sin tiempo,

    dentro y fuera de m, por donde vaya,adonde llegue,sus calles ceden paso a nuevas avenidas,los arquitectos miden el futuro,verican sus planos,no se detienen.Me duele cada golpe de las picas,cada estruendo,ahora que mis ojos son las ltimas piedrasque le quedanen la casa sin nadie que soya la orilla del tiempo.

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    MADONAS

    En las madonas serensimascuntos sueos regresan de pinceles antiguos,cuntas Italias.El paganismo de las cosas y los cuerpos,las lentas nubes del deseotatuadas en el aire.

    No quiero verlas: s que estn muertas aunque ran,aunque susurren detrs de un abanicode antiguos pavorreales.No puedo abrir mis ojos al azulsin ver la peste,el terror del invierno en las casas sin lea,las toses de Ticiano.

    Busco en la calle otras madonas vivas,otras Italias.Aunque no queden remos en los puentesni palacios circuidos de canales,quiero mirar la luz en los cuerpos que pasan,quiero hablarles,la belleza ms pura es existir,

    estar aqu en la tierra con el sol en las manos,el sueo es un color ms inmortalpero no basta.

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    DEBO ESTAR LEJOS

    Debo estar lejosporque no oigo los pjaros.Me han extraviado la tarde en su vaco,he recorrido esta ciudadde voces extranjerasslo para advertir cunto dependo

    de sus cantos,y cmo sus silbos gota a gotase mezclan en mi sangre.Debo estar lejoso los pjaros habrn enmudecidoadredepara que su silencio me regrese

    y mis pasos remonten las piedrasen esta larga callehasta que vuelva a orlos en el vientoy el corazn migratorio se adormezcadebajo de sus alas.

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    LOS OTROS RBOLES

    Los ms sentimentales no son verdes,salvo en otoo, de un verdor opaco,casi ocre

    que es su color de ausencia.

    Guardan madera para barcosy cuartetos de cuerda,

    sin embargo cunto saben de msicao de viajeses el paso del viento.

    Otros en cambio llevan por el mundoun verdor errantecomo el bosque de Macbethy aunque nos cubran de follajes

    tienen vetas amargas, nudosas,nunca darn una guitarra.

    Pero los ms sentimentales no son verdes,ni siquiera son rbolessino hombres que no viajanpor amor a su aldea.La vida es su color, el tiempoque dispersa sus hojas,slo verdecen en otoopero ya tarde, cuando dicen adisy nadie se da cuenta.

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    LA VACA

    La vaca que al pasar alz los ojosy se qued mirndomedebi reconocermepues me llev por siglos de paisajes.Fue un instante, un silencio, con un tordoEn su lomo, con un jadeo despacio

    que haca pesado el aire.Me mir hasta fundirme en los lgamosdonde ella se atascabay prosigui al nal del horizonte,gachos los cuernos, con la piedad mudaque la luz pone en los mansos animales.Habr muerto hace mucho,

    su cuero debe estar en algn banco ,pero en mi noche sus ojos reaparecendesvados, como lentas estrellascuando me siento la ltima llanuradonde sigue pastando.

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    ARQUEOLOGAS

    Donde estuvo Orfeoy crecieron las nyades,donde fue Tebas con su siete puertasy Manoa, la malca,y la Atlntida de fastos sumergidos,no es senda de ptrea arqueologa

    para olfato de sabios,sus sueos siguen a los hombres,los continentes se desplazan.

    Al odo del rboldonde un ave susurre,donde Orfeo sea una lira, una guitarra

    y la sangre trasiegue sus innitos cantos,donde la vida abra sus signosvolver lo que fue, lo que nunca perdimos,mientras queden amantes en la nocheque abran las siete puertas del deseopara que Tebas nazca.

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    RETORNO DE LAS ISLAS

    Qu arduocuando por n partimos de las islas,de sus glidas costas sin palmeras,borrrnoslas del cuerpo!

    El lento mar que nos rode por todas partes,las soledades insulares

    y el pensamiento girando en tantas vueltasa la espera de un barco.

    Qu arduodespus de hacernos forasterosrecobrar una a una las palabras perdidas,curarnos la saudade!

    Cmo los gestos nos delatan,cmo demora el cuerpo aclimatndosesacndose las islas de la sangre.

    Qu arduocuando ya nos libera el horizontede las islas amargas,

    de sus montonas noches sin mujeres,volver a ver la tierra en que nacimosy sentirla despus por muchos dasdelante de los ojossin alcanzarla!

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    MEDIA VIDA

    Sent pesar de media vidacuando rod el dragn ante mis pies, ya muerto,aquel dragn que al curso de los aosdej sangre en mi espada,tajos de alay fuegos con que luch solo, sin tregua,

    en todos los instantes.Record los rugidos noche a noche,sus garras de relmpago,los libros que le para aplacarlo,viejos poemas con que lo tuve a raya.

    Sent pesar de media vida

    cuando ces el estruendoy advert que mi alma era su cueva,que yo era mi dragn, mi enemigo inmediato.Todo su fuego intil, su insistenciade ungirme caballerosin alcanzarlose me volvi esta mueca de cenizas,

    este grito perdido entre sus fauces.

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    LAS PIEDRAS

    Las piedras intactas en el ro,absortas en la orilla,sentadas a solas, conversando.Las piedras ms profundas que la infanciay de ms slido paisaje.Siguen all cerca del pozo, nada las mueve,y al acercarnosalzan los rostros renegridos, se demudanpero ya no nos reconocenhay que hablarles tan alto!

    Y son las mismas madres ptreasque en inocente desnudezal zambullirnosse quedaban oreando las ropas,

    pero no nos recuerdan,no tienen nocin de mscaras ni viajes,perciben el tiempo por el tacto,creen que nos borramos en el aguay las arenasro abajo.

    De tarde en tarde la sombra de un avin

    en que partimoslas atraviesay no saben que van en las valijasa bordo, que son nuestro nico equipaje,tan fuertemente se han cerrado sus prpados.

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    NOCHE NATAL

    Caracas quedaba ms lejosque cuanto yo so desde la nada,por eso al llegar era nochey las calles estaban desiertas,sin nadie,era tan tarde que las piedras

    otando disueltas no me vieronnacer al pie de la montaa.Las casas ms altas parecanpara mi sed de espacio,mucho ms grandes que mi madre.A paso lento iba la lunacon una vela entre las manos.

    Los rboles hablaban a solasde la guerra de Espaa.Yo tena fro,estaba cansado del viaje...Y apenas llegado me dormTan hondamenteque an no s si despierto de esa noche,

    porque a lo lejossigo oyendo sus gallos.

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    PROVISORIO EPITAFIO

    No me despido en una piedrailegible a la sombra del musgo,voy a nacer en otra parte.

    Es provisorio mi epitao,quedan lneas en blanco

    que alguien podr llenar ms tardeson cifras de otra vida, no de muerte,son una partida futurade nacimiento.

    Ignoro adnde voy,de qu planeta ser husped,

    a partir de cul forma de materia carbn, slex, titaniome explicar despus por aerolitos,hablar desde el agua.

    No digo adis en una piedra,provisoriamente la dejo desnuda.

    Lo que nadie imagina es lo ms prctico.

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    LA TERREDAD DE UN PJARO

    La terredad de un pjaro es su canto,lo que en su pecho vuelve al mundocon los ecos de un coro invisibledesde un bosque ya muerto.Su terredad es el sueo de encontrarseen los ausentes,

    de repetir hasta el nal la melodamientras crucen abiertas los airessus alas pasajeras,aunque no sepa a quin le cantani por qu,ni si podr escucharse en otros algn dacomo cada minuto quiso ser:

    ms inocente.Desde que nace nada ya lo apartade su deber terrestre,trabaja al sol, procrea, busca sus migasy es slo su voz lo que deendeporque en el tiempo no es un pjarosino un rayo en la noche de su especie,

    una persecucin sin tregua de la vidapara que el canto permanezca.

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    QUITA A LA PIEDRA QUE SOY

    Quita a la piedra que soylo que le sobra,martilla, esculpe, talla.S que tu mano puede dar la forma exacta,s que tu amor puede alcanzarmems all del peso de las horas

    y la ciega tirana de los astros.No soy slo esta sombra en la tierraque persigue la muerte,lee las vocales de mi cuerpolas palabras que buscan la vidaal fondo, venidas desde lejos, las que estallanen el sueo,

    haz que a tus ojos sea legible, sea ntido,quiero indagar mi noche estrella por estrella.Quita a la piedra que soysu oscuridad,su ptina terrestre,frente a frente quiero ver mi deseo.

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    LOS RBOLES DE MI EDAD

    Los rboles de mi edada quienes igualaba de tamaoya son ms altos que mi cuerpoy menos solitarios.

    El otoo ha venido y se ha vuelto,

    nos ha arrastrado en su despojo hasta el vaco,hasta vernos desnudas las manos,pero ellos tras su paso se renuevany siguen elevndosemecidos al verdor de sus deseos.

    S que vinimos juntos a la vida,

    la hemos amado sol a soly piedra a piedra,bajo or o palabra hemos buscado a Dioscada uno en su sueo,sin embargo al crecer me van dejando solo,aunque seguimos en la misma ciudadviviendo donde siempre

    nos separan los aires,ya no alcanzo el rumor de sus vocesni s qu harn de nuevo en poesa,ya casi no nos vemos.

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    CARACAS

    Tan altos son los ediciosque ya no se ve nada de mi infancia.Perd mi patio con sus lentas nubesdonde la luz dej plumas de ibis,egipcias claridades,perd mi nombre y el sueo de mi casa.

    Rectos andamios, torre sobre torre,nos ocultan ahora la montaa.El ruido crece a mil motores por odo,a mil autos por pie, todo mortales.Los hombres corren detrs de sus vocespero las voces van a la derivadetrs de los taxis.

    Ms lejana que Tebas, Troya, Nnivey los fragmentos de sus sueos,Caracas, dnde estuvo?Perd mi sombra y el tacto de sus piedras,ya no se ve nada de mi infancia.Puedo pasearme ahora por sus callesa tientas, cada vez ms solitario,

    su espacio es real, impvido, concreto,slo mi historia es falsa.

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    CUALQUIER SOLEDAD

    Cualquier soledad, sea la que llegue,pero no la del hombre sin montaas.Que nuestras voces vuelvan por sus ecosy los ojos avancen hasta apoyar los prpados,que los postigos las custodieny al abrirse las muestren soando como siempre

    aunque nunca nos hablen.

    Cuando el horizonte se nos doblapor el peso de las cosasy la mirada cae al fondo y nada la alza,cuando la vida insiste terriblemente llana,cualquier exilio entre las islas, aun las ms yermas

    las ms fras, cualquier amargurapero no la del hombre sin montaas.

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    CREO EN LA VIDA

    Creo en la vida bajo forma terrestre,tangible, vagamente redonda,menos esfrica en sus polos,por todas partes llena de horizontes.

    Creo en las nubes, en sus pginas

    ntidamente escritasy en los rboles, sobre todo al otoo.(A veces creo que soy un rbol).

    Creo en la vida como terredad,como gracia o desgracia.Mi mayor deseo fue nacer,

    a cada vez aumenta.

    Creo en la duda agnica de Dios,es decir, creo que no creo,aunque de noche, solo,interrogo a las piedras,pero no soy ateo de nada

    salvo de la muerte.

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    FINAL

    Que hable la vida: es ste el n, la tierra?Tanto milagro concluye sin milagro?Este asombro vivido hora tras horaque nos llega en un rbol, en un rostro,esta cuenta de dios termina en cero?Ser igual que en los cines de mi infancia

    cuando las luces se encendanpara el cambio de rollos?Como al salir de un tnel nos buscbamos:ya muchos se haban ido,algunos cansados se durmieron,nos quedbamos mudos hasta que despertabande otro tiempo

    Ser as siempre el sueo de la tierra?De tantos antiguos camaradasquin quedar conmigo al nal de la nochepara que me acompae?Habrn partido todos de la sala?Voy a quedarme solo con los ojos abiertos?

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    LOS GALLOS

    Por qu se oyen los gallos de prontoa medianochesi no queda ya un patio en tantos edicios?Filtrados por muros de piedray rectos paredonesnos llegan sus ecos,

    no se puede dormir, es ms terribleque en el tedio de las aldeascuando llenan el mundo de gritos.Cruzan el empedrado,la niebla de la calle,alzan sus crestas de nen,entran cuando el televisor borra sus duendes.

    Pero no hay troja que los guardesino sombra de asfalto y sellados postigos,de qu rincn vidrioso en los espejossaltany se sacuden aleteandolas soledades de sus lejanas?Gallos ventrlocuos donde me habla la noche

    son mi parte de abismo?Gallos en el sonambulismo de las cosas,roncos a causa de la ausenciaen caminos de polvo

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    UNA CIUDAD

    Escribo para fundar una ciudaddonde las piedras tengan nombres propiosy el sol las llame siempreal alba, despertndolas.Quiero elevarla junto al roque llevo y que me lleva

    para que a su rumor crezca el paisaje .Mido planos, niveles, geometras,construyo andamios slidos,quiero que el odio sea convexoy el amor cncavo y exacto.Una ciudad con el tacto de un cuerpode franco rostro y cabellos otantes

    con hoteles que bajen en gradas hasta el mary tabernas de antiguas guitarras.Busco la arquitectura subjetivade puentes, columnas, catedralescreada en palabras nuevascon el abecedario de las formas fuertes.Una ciudad poblada de deseos

    donde encuentre su techo el que pasey la recorra hasta la muerteo ms tarde tal vez entre el viento fantasmasin que ya nada lo destierre.

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    EL CORNO

    Aguardo un corno entre los aires,no he salido a los bosques con jauras,no hospedo halcones en mi mano.Estoy aqu como los rbolesaguzando en el viento el odo,no busco el Grial,

    no voy de caza.Ignoro si ser de oro, de bronce,o de hojas de pltanos salvajelo sabr cuando suene,a la hora en que me llame.Por hoy lo aguardo solamente,no s si para continuar

    o bien para volverme,nada pierdo si no lo oigo esta vez,ser maana,ser despus o nunca,es su espera lo que amo,lo que me tiene en viloa cada instante,

    el corno que nadie puede or por m,el que avanza en los aires como echade la que soy el blanco.

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    LABOR

    Para que Dios exista un poco msa pesar de s mismo los poetasguardan el canto de la tierra.Para que siempre est al alcancela cantidad de Diosque cada uno niega diariamente

    y puedan ser al n ateoslos hombres, las nubes, las estrellas,los poetas en vela hasta muy tardese aferran a viejos cuadernos.

    Dios rota en sus eclipsesy se deja soar desde lejos.

    En medio de la nochelas sombras borran las ventanasde rectos edicios.Son pocas las lumbres encendidasque tiemblan a esa horaen la intemperie,son pocas, pero cunto resisten

    para inventar la cantidad de Diosque cada uno pide en sueo.

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    NINGN AMOR CABEEN UN CUERPO SOLAMENTE

    Ningn amor cabe en un cuerpo solamenteaunque abarquen sus venas el tamao del mundo,siempre un deseo se queda fuera,otro solloza pero falta.

    Lo sabe el mar en su lamento solitario

    y la tierra que busca los restos de su estatua,no basta un solo cuerpo para albergar sus noches,quedan estrellas fuera de la sangre.

    Ningn amor cabe en un cuerpo solamenteaunque el alma se aparte y ceda espacioy el tiempo nos entregue las horas que retiene.

    Dos manos no nos bastan para alcanzar la sombra,dos ojos apenas ven pocas nubespero no saben a dnde van, de dnde vienen,qu pas musical las une y las dispersa.Ningn amor, ni el ms huidizo, el ms fugaznace en un cuerpo que est solo,ninguno cabe en el tamao de su muerte.

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    VUELVE A TUS DIOSES PROFUNDOS

    Vuelve a tus dioses profundos,estn intactos,estn dentro con sus llamas velando,ningn soplo del tiempo los apaga.Los silenciosos dioses prcticosocultos en la porosidad de las cosas.

    Has rodado en el mundo ms que ningn guijarro,perdiste tu nombre, tu ciudad,asido a visiones fragmentarias,de tantas horas qu retienes?La msica de ser es disonantepero la vida continay ciertos acordes prevalecen.

    La tierra es redonda por deseode tanto gravitar,la tierra redondear todas las cosascada una a su trmino.De tantos viajes por el mar,de tantas noches al pie de tu lmpara,slo estas voces te circundan,

    descifra en ellas el eco de tus dioses,estn intactos,estn cruzando mudos con sus ojos de pecesadentro de tu sangre.

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    EL NGEL INDECISO

    Vivo en el ngel indeciso,el que en m se demorarevoloteando siempre entre los librosy aferrado a mi almacon las races de una parsita.

    No me deja elegir entre uno y otro taxi,entre una mujer y su recuerdo,procura estar a un tiempo en dos ciudades,en dos continentes.

    Elogia la geometra de los avionesbatindome sus alas

    y preere los barcos.Me hace rogar a Dios y ser ateo,amar al prjimo y mostrarme indiferente.

    Vivo a su sombra: es de mi guarda,de mi custodia pero me escarnece.Me lleva de la mano por rutas ilusorias,

    busca la nieve de los trpicos,la prisa de la piedra.Me extena, nunca acepta mis rplicas,cree que el ngel soy yo, que l es el vahoal fondo del espejo.

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    UN SAMN

    Un samn ya viejo verdea y monologa:solo, sin dar un paso,en los anillos de mi cuerpo,anot mis vueltas al sol de la tierra.Se movi el mundo, no mis ramas,me qued tenso ante los dascomo un volatinero.

    O muchos pinos hablar de la nievepero no envidi al haya, al abedulque pueden conocerla.Estoy donde los vientos me dejaronsin renegar mis dioses,junto a las mansas reses que cobijoen la intemperie.

    Jams he visto un ruiseor,am otros pjaros,cuid sus nidos inocentes.Crec a la lenta luz del trpicomirando las iguanas atar el arco irisa mi corteza.Con las ltimas hojas me iluminolevitando en el verde.Quise ser lo que soy: un samn de estos campos,que el leador disponga de mis ramaspara su buena lumbre. Ya no temo los fuegos.

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    Retorno de las islas 56

    Media vida 57

    Las piedras 58

    Noche natal 59

    Provisorio epitafo 60

    La terredad de un pjaro 61

    Quita a la piedra que soy 62

    Los rboles de mi edad 63

    Caracas 64

    Cualquier soledad 65

    Creo en la vida 66

    Final 67

    Los gallos 68

    Una ciudad 70

    El corno 71

    Labor 72Ningn amor cabe en un cuerpo solamente 73

    Vuelve a tus dioses profundos 74

    El ngel indeciso 75

    Un samn 76