testimonios y disoluciones en la construcciÓn de la
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Universidad de Chile Facultad de Arquitectura y Urbanismo Carrera de Arquitectura
TESTIMONIOS Y DISOLUCIONES EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA URBANA
DE SANTIAGO DE CHILE: EN TORNO AL MANEJO DE LOS VESTIGIOS DEL
PERÍODO 1973 - 1990
Tesis para obtener el título de Arquitecta
Alumna: Carmina Arcos Salvo Profesor guía: Alberto Gurovich Weisman
Septiembre 2013
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“Un dictador a quien llaman el Gran Hermano gobierna de forma estricta a la gente. Se restringe
la información y se reescribe la Historia incesantemente. (…) Al construir una nueva Historia, la
vieja se suprime por completo. Para ello se van sustituyendo también las palabras o se cambian
sus significados. Como la Historia se reescribe con tanta frecuencia, llega un punto en el que ya
nadie sabe qué es verdad. Nadie sabe quién es aliado y quién enemigo. De eso se trata.
-Reescribir la Historia.
Arrebatar la Historia legítima es igual que arrebatar una parte de una
personalidad. Es un crimen.”1
1 MURAKAMI, Haruki (2011). Libro 1Q84. p. 329. En este relato, uno de sus protagonistas, Tengo, explica el
contenido del libro 1984, de George Orwell.
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“La ciudad es una palma abierta en donde podemos leer y descubrir su pasado
en las formas, medidas y proporciones de sus espacios”.
Italo Calvino. Las ciudades invisibles (1972)
“Ese día, la gente trabaja normalmente,
y nadie, o casi nadie, recuerda (...)” Eduardo Galeano. El libro de los abrazos (1989)
“(…) Este sutil temblor de la memoria que no debe nada al azar (una mala memoria es algo que se cuida, se cultiva) tiene como efecto correr un velo de incertidumbre sobre el movimiento del tiempo.”
8
Marc Augé. Les formes de l'oubli (1998)
9
Exordio acerca de la memoria en lo urbano.
“El pasado se actualiza en un esfuerzo por rechazar el olvido, anular la distancia y recuperar la historia que justifique nuestro presente”.
Silvia Hamui Sutton. Sentidos de la memoria. 2010
En el cometido de rescatar su pretérito y cultivarlo en beneficio del sentido secuencial de la
identidad y cultura de su población, la ciudad puede dejar de ser un escenario pasivo y conjugar
las huellas que rememoran y sostienen la dimensión del tiempo en sus espacios y construcciones,
tratando de vivificar lo acaecido, antes de que sea conquistado por el olvido.
En la tarea de hacer efectiva y traspasar aquella memoria ,los lugares se cargan de significado,
hablan a través de la expresión simbólica de sus denominaciones y de las vivencias que desarrollan
en ellos los ciudadanos, quienes, mediante ese quehacer, construyen su visión del mundo y
formalizan el nutriente del imaginario que guiará su voluntad de intervención, lugarizándolos2,
practicando por tanto las argumentaciones clásicas acerca de la notación significativa de los
elementos de la ciudad, en la línea trazada por Camillo Sitte (1889), Raymond Unwin (1909), Kevin
Lynch (1960) y Philippe Panerai (1997), desde que van siendo descubiertos, registrados y
metafóricamente compartidos como “calle”, “plaza” y “límite”, para luego encarnar la
representación de todas las calles, plazas y límites, y después transmutarse en “la calle donde tú
vives”, “la plaza de nuestros juegos” y “el umbral de aquel vecindario que todos reconocemos”.
Ahora bien, la cuestión en la que se trabaja en este documento gira alrededor de qué se destaca,
para qué hacerlo y quiénes utilizan tales notaciones para elaborar las resonancias de la memoria
de una ciudad -en nuestro ejercicio Santiago de Chile-, aquellas que durante este proceso se
convierten en comunes o colectivas.
2 LYNCH, Kevin (1975) ¿De qué tiempo es este lugar? Para una nueva definición del ambiente. Colección
Arquitectura y crítica. Barcelona: Ed. Gustavo Gili, 285 p. / ALEXANDER, Christopher (1981) El modo intemporal de construir. Barcelona: Ed. Gustavo Gili, 413 p. / SUBIRÓS, Pep (1998) Breve historia del futuro y otras dispersiones. Barcelona: Editorial Destino, Planeta de Libros, 189 p. / VASQUEZ Rocca, Adolfo (2005) Espacio e identidad. Poética de la memoria; Holderling, Heidegger, Trakl y Teiller. Art. en Revista Literaria digital OXIGEN, Edición Núm. 18, agosto del 2005, Madrid.
10
En lo particular, nos centraremos en la relación de influencia del transcurrir socialmente relevante
(historia) incorporado a las situaciones ejemplares de tal invocación (memoria). Sea por los
recuerdos que autónoma y libremente rescatamos y mantenemos, o por aquellos
deliberadamente orientados por terceros -interesados en su “presencia”-, y en ambas alternativas
atendiendo al papel desempeñado por la arquitectura y el urbanismo.
11
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La memoria intencionada, a lo largo de la historia de la ciudad.
Plazuela situada en frente a la iglesia de La Merced, en Merced con San Antonio, donde estuvo el emplazamiento original de la puerta del oriente, la principal de la ciudad, en el muro edificado tras la destrucción provocada por el ataque de Michimalonco.
Muros existentes de la Capilla de la Victoria de Maipú, ordenada construir en 1818 por Bernardo O’Higgins.
Monumento a la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María (sic) erigido en el lugar donde estuvo la Iglesia de la Compañía de Jesús, con el fin de marcar el tabú de la ocupación ulterior de aquel espacio,
12
como manifestación de la persistencia del dolor de los santiaguinos por el incendio del 8 de diciembre de 1863.
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0. ÍNDICE DE CONTENIDOS
15
Exordio acerca de la memoria en lo urbano. 09
A. Presen
tación del tema 17
A1. Introducción 18
A2. Enfoque metodológico 23
B. Marco teórico 25
B1. Tiempo: memoria y olvido 34
B2. Memoria y olvido en la ciudad: a través de su arquitectura y patrimonio 51
B3. Monumento y ruina: ¿qué olvidamos, qué recordamos? 66
C. Contexto chileno: dictadura y post –dictadura 79
D. Tensiones e intervenciones. Casos 89
D1. Invisibilización a través del abandono. Hospital de Ochagavía 93
D2. Invisibilización a través de la destrucción. Colegio Latinoamericano de Integración 101
D3. Invisibilización a través de la construcción. Museo de la Memoria 108
E. Conclusiones 115
F. Bibliografía 129
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18
A. PRESENTACIÓN DEL TEMA A1. INTRODUCCIÓN
“(...) Se puede aprovechar la ocasión de la tesis (…) para recuperar el sentido positivo y progresivo del estudio no entendido como una cosecha de nociones, sino como elaboración crítica, como adquisición de una capacidad (buena para la vida futura) para localizar los problemas, para afrontarlos con método, para exponerlos siguiendo ciertas técnicas de comunicación”
Umberto Eco. Cómo se hace una tesis. 1977
Esta tesis pretende cumplir aquella consigna, entre los meridianos de la disciplina y los paralelos
de la ideología y la política, en una postura que refiere a la historia reciente, oculta en parte o
débilmente legible en los testimonios encuadrados por versiones contrapuestas de una sociedad
que aún se mantiene dividida.
Dado aquello, algunas afirmaciones de esta investigación podrán ser leídas como discutibles, pero
son sostenidas en el intento de construir una mirada honesta.
Se pretende dialogar acerca de la memoria y el olvido en la ciudad de Santiago, su situación y lo
que su desarrollo significa como señal de experiencias que se desdoblan en un tejido de sitios cuya
densidad y presencia invocan las resonancias del tiempo y el vigor de los intereses que, mediante
aquello, se enfrentan.
Como aproximación al tema, se sostiene que cuando los espacios de la ciudad retienen presencias
reveladoras de lo que ya no está presente, pero que puede ser percibido por quienes los habitan,
es que se han convertido en facilitadores de la evocación, soportes de la nostalgia o resonancias
de lo ausente, atestados de cierta memoria, “potencia del alma”.3 Pero no de una memoria
hecha de reminiscencias insustanciales, sino dialogante e inspiradora de nuevos pensamientos y
renovadas acciones.
La ciudad se transmuta entonces en un conjunto de “lugares de memoria” que dialogan en la
conciencia del nosotros, adquiriendo en ese giro sorprendente un valor singular, motivador de
filiación y refugio.
3 Según Aristóteles, junto con la inteligencia y la voluntad.
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En relación a lo que se indaga, cabe destacar que entre los principales sentimientos a ser
memorizados resaltan los dolores del temor -la emoción más necesaria, antigua e intensa de la
humanidad, como define H.P.Lovecraft– en este caso particular asociado a una política de
terrorismo de Estado.
En adición, ocurre que los ideales que predominan en este tiempo, manifestados en la ciudad,
tienden hacia un avanzar apresurado, sin mirar atrás. La memoria y creatividad quedan superadas
por la acción de los agentes inmobiliarios asociados al neoliberalismo.
Conviene considerar que la concepción preponderante del pasado reciente ha supuesto marchar
hacia adelante sin anclarse en la historia, lo cual, por diversas razones, ha terminado generando el
efecto contrario: configurar una sociedad preocupada más que nunca antes de revivir su pasado,
protegiéndolo y rescatándolo como componente clave en la alineación de su presente y futuro.
Gracias a ello, el concepto de patrimonio y las acciones de resguardo que se le asocian, han
adquirido energía suficiente tanto para enfrentar la estrategia de prejuicio y tabula rasa, como
para propugnar cambios que nos permitan caminar con conciencia de nuestro pasado.
Pero aquellas condiciones no resultan fáciles de conquistar. A las dificultades que aún plantean los
resabios culturales del período autoritario, se añade la sensación de que la calidad de vida global,
empeorada durante aquella etapa, no logra repuntar con las nuevas acciones. La cuestión que se
exterioriza, aparentemente como insuperable, tiene que ver con la reconquista de la conciencia y
la solidaridad social como paso trascendental para la transformación del modelo neoliberal
vigente.
Las sociedades poseen historias que recordar y la mayoría, de una manera u otra, apuntan
esfuerzos hacia la gestación y cultivo de una memoria. Pero aún cuando necesaria, la sola
preservación de la memoria colectiva no garantiza un aprendizaje cuestionador que instituya un
nivel de conciencia en la sociedad, ni menos proveer un cierre definitivo a los hechos dolorosos.
La memoria puede ser manejada por quienes detentan el poder, con distintos procedimientos que
van desde enfatizarla, cultivarla, neutralizarla, desviarla, reorientarla, cercenarla y hasta
suprimirla en beneficio o al servicio de ciertas voluntades que se imponen por la fuerza o a través
del convencimiento persuasivo.
La generación de espacios de memoria no implica que la sociedad recuerde y valorice lo que
necesita conmemorar. Recordar es una acción selectiva que establece afinidad, individual y grupal,
y desde una perspectiva utilitaria, permite proveer de sintonía a los tratos interpersonales y de
grupo.
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Pero, ¿cuáles son los sucesos que se recuerdan? y ¿cuál es el rol funcional de tales evocaciones en
la producción de ciudad? Y aun cuando aceptáramos las intervenciones externas sobre tales
procesos, ¿qué motivaría y dimensionaría el ascendiente de la lógica social involucrada en la
gestación de los recuerdos?4
La demanda de memoria se relaciona con la fugacidad del transcurso de lo actual, en cuanto
pueda dar paso a la pérdida de referentes que se deriva en el abrumador dominio de lo
perecedero.
Tener un pasado es también sentirnos vinculados, no para inmovilizarnos en él, sino más bien para
comprender quiénes somos, dónde estamos y hacia dónde continuamos avanzando.5
En la actualidad, predominan la velocidad de los viajes, la virtualidad y la telecomunicación que
vence distancias y abrevia las relaciones interpersonales. Todas ellas cambian el significado del
tiempo y el espacio, y tienden a anular las particularidades e identidades, dañando las
posibilidades de vinculación efectiva entre las distintas tramas sociales.
Los soportes virtuales permiten crear la sensación de una comunicación más fluida y en cierto
grado dar autenticidad a la existencia de identidades globales que cruzan las fronteras geográficas.
Esto, hasta cierto punto puede ser positivo, pero muchas veces más que la velocidad con que nos
comunicamos importa la capacidad de transmisión del mensaje, intentando prolongar su vigencia
para ser comprendido.
“(…) las redes globales de intercambio instrumental conectan o desconectan de manera selectiva individuos, grupos, regiones o incluso países según su importancia para cumplir las metas procesadas en la red, en una corriente incesante de decisiones estratégicas. De ello se sigue una división fundamental entre el instrumentalismo abstracto y universal, y las identidades particularistas de raíces históricas.”
Manuel Castells. La era de la información, Tomo I. 19996
¿Y qué pasa cuando uno de estos soportes caduca? En palabras simples: la información se pierde,
la identidad se desmorona y la historia, aunque contingente, se fragmenta. La obsolescencia
4 AGUILERA, Carolina et allis (2010) Ciudad y memoria, desarrollo de sitios de conciencia en el Chile actual.
Santiago: Corporación Parque por la Paz, Villa Grimaldi; Fundación Heinrich Böll – Cono Sur; Unión Europea; Universidad Academia de Humanismo Cristiano; Instiututo de Estudios Urbanos y Territoriales, PUC; Instituto de la Vivienda, Universidad de Chile; Memópolis, 238 p. 5 PIPER Shafir, Isabel & Evelyn HEVIA Jordán (2012) Espacio y recuerdo. Archipiélago de memoria en Santiago
de Chile. Santiago: Ocho Libros Editores, 136 p. 6 CASTELLS, Manuel (1999) La era de la información. Tomo I, Economía, Sociedad y Cultura. México: Siglo XXI
Editores, 592 p.
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precoz7 de ciertos formatos efímeros de relación genera una inestabilidad, si no nueva, mucho
más marcada que en el pasado. En una cultura de flujos, lo que rápidamente se establece, también
rápidamente se puede perder, y si aún no es propio de la conciencia de la sociedad, instiga
acciones de rescate del pasado como forma de forjar pausas que nos puedan remitir a quiénes
somos.
Ciertamente existen más razones que explican los deseos de una sociedad de vincularse con el
pasado, pero cobran sentido junto con la relación de la memoria con el olvido. Importante es
pensarlo también, porque el dejar atrás y desconocer lo anterior se ha asumido como un acto
negativo y no como complemento del recordar, como postulan Marc Augé y Andreas Huyseen8,
entre otros.
Para Augé, “llevar a cabo el elogio del olvido no implica vilipendiar la memoria, y mucho menos
aún ignorar el recuerdo, sino reconocer el trabajo de la omisión en la primera y detectar su
presencia en el segundo. La memoria y el olvido guardan en cierto modo la misma relación que la
vida y la muerte”9. Entonces, éste puede ser asumido como un elemento primordial en la
construcción social e histórica del pasado, pero entendiendo como base que sumar y restar
experiencias, retomar algunas y bloquear otras, constituye parte de la dinámica de vida del sujeto.
(…) el olvido está lleno de memoria (…)
Mario Benedetti. Ese gran simulacro. 1995
Porque si bien hay muchas formas de olvido y aceptando que la memoria está llena de él, es
importante clarificar que no siempre es parte de un proceso consciente, sino que tiene relación
con voluntades políticas que impiden la recuperación de la memoria para frenar la aparición de la
historia en el futuro.
Debido a esto último, la memorialización -como acción que busca establecer marcas mediante las
cuales la sociedad recuerde su pasado- puede jugar un doble papel, en el sentido de que al mismo
7 SANTINI, Simone (2011) La obsolescencia precoz pone en peligro la memoria colectiva. En Rev. Rebelión de
28 de marzo del 2011. (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=126711). 8 HUYSEEN, Andreas (2010) Modernism after Postmodernism. Art. en Rev. Barcelona Metròpolis. Barcelona:
Ajuntament de Barcelona, Tardor. Otoño del 2010 (donde empalma el contenido de sus artículos Twilight Memories: Marking Time in a Culture of Amnesia, de 1995, y Present Pasts: Urban Palimpsests and the Politics of Memory, del 2003) 9 P. 19, en AUGÉ, Marc (1998) Las formas del olvido. Barcelona: Editorial Gedisa, 45 p. / Ver también en LE
GOFF, Jacques (1991) El orden de la memoria. El tiempo como imaginario. Barcelona: Paidós Ibérica, 275 p.
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tiempo que mantiene y revive unas historias, hace olvidar otras, como saldo de una intervención
que legaliza ilusiones, escribe discursos falaces e impone simulacros de identidad.
En este contexto, es válido preguntarse qué argumentos funcionan detrás de ciertas acciones
urbanas tras la dictadura y posterior retorno a la democracia. Porque lo que se concreta y hace
visible en la ciudad tiene causas y produce efectos sobre la individualización y la credibilidad que
nutre los recuerdos.
Así como la historia puede ser manipulada en algún sentido por conducto de los textos que la
comunican, también es posible transformar la cultura y las relaciones sociales a través de la
elocuencia innegable de las actuaciones arquitectónicas y urbanísticas.
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Hemos escogido el periodo 1973 – 1990, correspondiente al gobierno de facto asumido tras el
golpe de Estado, porque es el hecho de dolor y separación social más largo temporalmente de la
época republicana del país y por lo tanto, permite que existan instancias distintas de
conmemoración, posibles de ser analizadas y comparadas. Es importante decir que la sobre-
memorialización actual de la dictadura -nunca suficiente y no siempre bien hecha- genera a su vez
el bajo recuerdo de otros sucesos trágicos, como por ejemplo la matanza de la Escuela de Santa
María de Iquique en 1907 (“señoras y señores / venimos a contar / aquello que la historia no
quiere recordar”10) o la matanza del Seguro Obrero en 1938, los cuales también se representan en
edificios y en la ciudad.
10 ADVIS, Luis (1969). Pregón de la Cantata Santa María de Iquique. Editado por el grupo Quilapayún el año
1970 en el disco Cantata Santa María de Iquique. Santiago: Sello DICAP.
23
A2. ENFOQUE METODOLÓGICO.
A partir de lo anteriormente comentado y de las reflexiones insinuadas, la pregunta que origina
esta investigación interroga sobre qué lógicas e intereses existen detrás de la conmemoración en
la ciudad, a través de la arquitectura y la planificación urbana, de ciertos hechos históricos, y de
otros no, por parte de grupos hegemónicos que se instalan en el poder. El objetivo general apunta
a dilucidar las razones ideológicas que existen tras las diversas tensiones e intervenciones que
actúan sobre el territorio, y si éstas manipulan el tiempo y la memoria. ¿Qué argumentos validan
qué se protege o no, qué se conmemora o no?
A modo de hipótesis general, se sostiene que tanto la generación como la difusión de aquellos
mecanismos que permiten recordar y propiciar la memoria en la ciudad, durante el período que
abordamos, se originan, reproducen, legitiman y difunden a partir de determinados fines
funcionales. Estos, son capaces de consolidar ciertas regularidades de expresión, traducidas en el
comportamiento del habitante de la ciudad, que a partir de su persistencia, se transforman en
paradigmas o incluso en tipologías de intervención. De esta manera, podemos reconocer una
suerte de lógica de poder que a través de la destrucción, abandono e incluso construcción y
protección de edificios, condiciona nuestros vínculos con los hechos históricos presentes en la
ciudad, direccionando nuestra identidad.
A su vez, se plantea la existencia de cuatro tensiones, en la ciudad, entrelazadas entre sí:
La primera, que llamaremos desgaste, asociada a la anulación rutinaria o convencional del nivel de
conciencia de la población, que en cierta medida se funde con el letargo cultivado por los medios
de información de masas que persiste y se incrementa hasta nuestros días.
La segunda, definida por la indiferencia o negligencia de quienes nos desinformaron y continúan
haciéndolo, compartiendo los valores de los aparatos de represión, manifestándose en
operaciones de ocultamiento y su tarea de silenciar.11
11
Cuyo epítome se ubica en el ejemplo de la España post franquista / Ver en PÉREZ Serrano, Julio (2004) Experiencia histórica y construcción social de las memorias. La Transición española a la democracia. Pp. 93 - 124, Art. en Rev. Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, Núm. 3, La memoria del pasado, Alicante. Departamento de Humanidades Contemporáneas, Área de Historia Contemporánea, Universidad de Alicante, 333 pp.
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La tercera, emparentada con la anterior, esencialmente nostálgica y legitimadora de la acción de
desorientación, que apelando a una “táctica de diversión”, promueve intervenciones que van
desfigurando, reapropiando, contrarrestando, invisibilizando y borrando las evidencias del periodo
represivo.
Y finalmente una cuarta línea de acción, motivada y propiciada por las demandas destinadas a la
producción y acumulación de capital, generando procesos de gentrificación, destruyendo
creativamente sectores consolidados, garantizada por una política neoliberal12 que enmascara sus
raíces de desregulación y competencia, apelando a la eficiencia técnica, la viabilidad económica y
hasta en ocasiones, a una sustentabilidad de las operaciones, aunque francamente desprovista de
justicia y solidaridad social.
Si bien lo expuesto podría impugnarse desde la contingencia del choque entre lo subjetivo y lo
objetivo, lo ideal y lo material, la memoria, al menos en el ámbito de la ciudad, debería dejar de
ser considerada como “natural y espontánea”, y ser asociada a herramientas de intervención al
interior del contexto socio-espacial, económico y cultural, tanto en plano de lo correcto -lo
apropiado, lo implantado y lo edificado-, como lo imaginado, en la calificación de proyectos a
plazos diferidos, e incluso el relato literario y discursivo sobre la ciudad.
12
“El neoliberalismo se ha convertido en un discurso hegemónico con efectos omnipresentes en las maneras de pensar y las prácticas político-económicas hasta el punto de que ahora forma parte del sentido común con el que interpretamos, vivimos, y comprendemos el mundo”, texto de . HARVEY, David (2007) Neoliberalism as Creative Destruction. pp. 22 - 44, Art. en The ANNALS of the American Academy of Political and Social Science, 2007; 610; 21. Ed. University of Minnesota / American Academy of Political and Social Science, SAGE Publications, 2 Sept. 2007, (http://ann.sagepub.com/content/610/1/21.abstract) / ver también en ELDEN, Stuart; GREGORY, Derek, & SEVILLA Buitrago, Álvaro (2011) Espacios del pasado, historias del presente en torno a los rastros de las historia espacial. pp. 91 - 114, Art. en Rev. URBAN, Revista de Revista de investigación y reflexión urbanística, NS02, septiembre del 2011. Madrid: Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio, DUyOT, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, ETSAM, Universidad Politécnica de Madrid, UPM.
25
B. MARCO TEÓRICO
26
Consideraciones teóricas acerca de la memoria.
El estudio de la retención y persistencia de los recuerdos en los sujetos, de modo que perduren
aún después del pensar, el despertar o la desaparición física de lo observado, proviene de
Aristóteles, continua con los trabajos del psicólogo William James (1890), la temporalidad en el
psicoanálisis de Sigmund Freud (1901), la neurociencia y la psicología conductivista de Karl
Spencer Lashley (1930), la epistemología genética de Jean Piaget (1950), las señales fisiológicas de
George Sperling (1960) y la psicología cognitiva de Ulric Neisser (1967), para continuar
desarrollándose en nuestros días.13
No obstante, el dominio de la memorización puede llevar a una suerte de ruptura con la realidad
en vigencia, dificultando tanto el ajuste como el aprendizaje, o en algunas situaciones provocando
una tensión depresiva de alejamiento del consciente. La memoria actúa sobre la base de nuestras
necesidades presentes en cuanto a que contemplar el pasado y planear el futuro, corresponde a
una condición vital que se resuelve utilizando tan solo una fracción equivalente a diezmilésima
parte del potencial del cerebro.
Las bases orgánicas de la memoria, considerada en tanto mecanismo de sobrevivencia, raciocinio
creativo y adaptación, se hallan en un conjunto de conexiones sinápticas entre neuronas. Los
traspasos viabilizados por estos enlaces refuerzan la intensidad de las sinapsis, proporcionando un
sentido de continuidad temporal cuando permiten retener imágenes y experiencias acontecidas,
que se manifiestan como reproducciones generalmente simplificadas o idealizadas de lo vivido y
pensado.14
En la consolidación de la memoria interviene el hipocampo, cuya amígdala se asocia con la
expresión, modulación y regulación de las emociones que obran sobre los recuerdos15, cuestión
decisiva en la formación de las estructuras sociales interiorizadas, adheridas y colegiadas en forma
de esquemas de percepción. Valoración, pensamiento y acción que identifican los llamados
“habitus” en el presupuesto conceptual de Pierre Bourdieu (1979).16
13
MORGADO, Bernal, Ignacio (2005) Psicobiología del aprendizaje y la memoria: fundamentos y avances recientes. Art. en Rev. Cuadernos de Información y Comunicación, Núm. 10. Madrid: Universidad Complutense de Madrid. (http://www.neurologia.com/pdf/Web/4005/s050289.pdf). 14
DAMASIO, Antonio (2011) The Quest to Understand Consciousness- Nueva York, Ed: TED Ideas worth spreading. Emisión de 19 de diciembre del 2011 (http://www.ted.com/talks/lang/es/antonio_damasio_the_quest_to_understand_consciousness.html) 15
PASSIG, C., Op. Cit. 16
BOURDIEU, Pierre-Félix (1988) La distinción. Criterios y bases sociales del gusto; Madrid: Edit. Taurus, 597 p.
27
Estos ejercicios de conservación y almacenamiento de información se clasifican en memoria a
corto plazo, cuando derivan de la excitación de la sinapsis para reforzarla o sensibilizarla
transitoriamente; y memoria a mediano y largo plazo, resultantes de un robustecimiento durable
de la sinapsis por efectos de la activación de algunos genes y la síntesis de ciertas proteínas.
Ahora bien, la memorialización de experiencias urbanas y en general territoriales, las cuales
involucran estímulos multidimensionales de captación penetrante, retención combinatoria y
procesamiento, son probablemente de las más complejas. Y todavía más, cuando se vinculan a
componentes portadores de significación (a veces calificados como patrimoniales), dando lugar a
la fusión colectiva o común de los recuerdos, y particularmente cuando estos devienen de
circunstancias asociadas al miedo, como las que examinaremos en esta tesis.
Finalmente, para completar la visión de la complejidad que nutre la memoria, podemos acudir al
neurocientífico contemporáneo David Eagleman, quien sostiene que en el plano de la
memorialización, la conciencia opera como un diminuto polizón en un trasatlántico, que se lleva los
laureles del viaje sin reconocer la inmensa obra de ingeniería náutica que hay debajo17, es decir,
cotidianamente somos conscientes de la realidad y sus acontecimientos, sin necesariamente
evidenciar los sustratos de memoria que nos conducen y determinan.
Según lo aportado por la teoría sociocultural del aprendizaje de Lev S. Vigotsky (1924) -
posteriormente consolidado por la neuropsicología de Aleksandr R. Lúriya (1947), el aprendizaje
significativo verbal de David Paul Ausubel, (1963), y el paradigma dialéctico de la epistemología
propuesto por el filósofo Adam Schaff, en “Historia y Verdad” (1987)-, la memoria forma parte de
las funciones superiores de la conciencia, definida a su turno como un conjunto de capacidades
cognitivas interrelacionadas gracias a la adquisición cultural del “signo” de interpretación,
mediador entre el sujeto y el mundo, siempre socialmente constituido.
Proporciona pensamientos y recuerdos, a más de relaciones lógicas de temporalidad y
significancia.
“…quien controla el pasado, controla el futuro”
George Orwell (Eric Arthur Blair), “1984”
17
EAGLEMAN, David (2013) Incógnito. Las vidas secretas del cerebro. Barcelona: Ed. Anagrama, 352 p.
28
A nivel agregado, los conjuntos sociales atesoran recuerdos que fusionan, comparten, retienen y
transmiten, concertando la llamada “memoria colectiva”, activa en el plano de la construcción de
una cultura, de un sistema de comunicaciones cotidianas y un conjunto de representaciones
alusivas, según fuera definida en 1925 por Maurice Halbwachs, como parte de su obra Les cadres
sociaux de la mémoire18, y perfeccionada después mediante la edición póstuma de La mémoire
collective, en 195019.
Se producen algunas diferencias conceptuales respecto a la memoria compuesta y fusionada de un
escalón colectivo, con el acto de transferencia de un legado común, habitualmente fragmentario y
singular, así como con la disposición de monumentos que intervienen a manera de indicadores
declarativos de homenaje al pasado.
La memoria colectiva es modelada por una cierta ideología20 que influye sobre la especificidad de
lo recordado y la práctica social a través de la cual se evoca, direcciona, reproduce su propia
vigencia y nutre la identidad del cuerpo social que abona21. Como el recuerdo social se configura
en las esferas comunicativas de la vida rutinaria, corrientemente penetradas por conflictos, el
pasado suele resultar de visiones contrapuestas. Las ideologías intervienen en la construcción de
la conciencia histórica en el imaginario22, implicando “lecturas interpretativas” del pasado, como
efecto del juego de dichas ideologías, las cuales silencian lo contradictorio y avalan lo necesario a
sus intereses u objetivos.
El recuerdo colectivo, así como la historia, son en resumen productos sociales en los que subyace
la ideología que conduce a imprimir en ellos los deseos, simpatías, sospechas y presunciones del
presente, con el objeto de preservar y alterar el pasado a fin de conservar una determinada
orientación de sentido en la colectividad.
18
HALBWACHS, Maurice (1925) Les cadres sociaux de la mémoire. Paris, Librairie Félix Alcan, 299 p. (Édition électronique Collection: Les travaux de l'Année sociologique. Paris: Les Presses universitaires de France: Collection: Bibliothèque de philosophie contemporaine, Nouvelle édition, 1952, 211 p.) / Traducido en (2004a) Los marcos sociales de la memoria. Barcelona: Anthropos Editorial, 431 p. 19
HALBWACHS, Maurice (1950) La mémoire collective. Paris: Les Presses Universitaires de France, 204 p. / Traducido en (2004b) La memoria colectiva. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, PUZ, 192 p. 20
LAVABRE, Marie - Claire (2000) Pour une sociologie de la mémoire collective. Resumen de una Intervención de 25 de enero del 2000 en el « Transversales du CNRS » organizado sobre el tema "Memorias", por la Delegación de Información Científica y Técnica del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia, CNRS. (http://www.cnrs.fr/cw/fr/pres/compress/memoire/lavabre.htm) 21
LAVABRE, Marie - Claire (2009) La memoria fragmentada. ¿Se puede influenciar la memoria? Pp. 15 - 28, Artículo de reflexión, en Revista de Antropología y Sociología, VIRAJES, Núm. 11, (sobre) Memoria y Reparación, Enero - Diciembre del 2011. Manizales, Caldas: Universidad de Caldas. 22
CASTORIADIS, Cornelius (1993) La institución imaginaria de la sociedad. Vol. I. Marxismo y teoria revolocionaria. Buenos Aires: Tusquets Editores - Argentina, 285 p.
29
Así como la realidad es una construcción social23, la naturaleza intrínseca del recuerdo social es
ideológica y activamente contextualizada. La memoria, desde una perspectiva socio -
constructivista, se muestra como un proceso y un producto relacional, donde el lenguaje y la
comunicación desempeñan un papel central.24
Posiblemente, la síntesis contemporánea más lúcida respecto de la manipulación de la historia
para sancionar el presente y mantener en vigor aquella versión del pasado, ha sido redactada por
Enrique Florescano, historiador mexicano.
Al respecto, aquel autor sostiene que “(…) en tanto que la reconstrucción del pasado es una
operación que se hace a partir del tiempo actual, los intereses de los hombres que deciden y
gobiernan ese presente intervienen en la recuperación del pasado. De este modo, cada vez que un
movimiento social triunfa e impone su dominio político sobre el resto de la sociedad, su triunfo se
vuelve la medida de lo histórico: domina el presente, comienza a determinar el futuro y reordenar
el pasado, define el qué recuperar del inmenso y variado pasado y el para qué de la recuperación.
Así, en todo tiempo y lugar, la recuperación del pasado, antes que científica (es) primordialmente
política: una incorporación intencionada y selectiva del pasado lejano e inmediato adecuada a los
intereses del presente para juntos modelarlos y obrar sobre el porvenir (…)”. Y continúa,
aseverando que “(…) la construcción parcial y pragmática del pasado (…) asume todas las formas
de identificación, de explicación de los orígenes, de legitimación del orden establecido, de darle
sentido a la vida de los individuos y las naciones, de inculcar ejemplos morales, de sancionar la
dominación de unos hombres sobre otros, de fundar el presente y ordenar el futuro inmediato, ( …)
recoger aquello que sanciona y legitima el poder establecido, (…) e imponer en el presente y a las
generaciones venideras el culto ritualizado de la memoria (de tal poder)”.25
Y termina afirmando que “si para los poderosos la reconstrucción del pasado ha sido un
instrumento de dominación indispensable, para los oprimidos y perseguidos ha servido como
memoria de su identidad y como fuerza emotiva que mantiene vivas sus aspiraciones”.26
23
BERGER, Peter L. & Thomas LUCKMANN (1999) La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu Editores S. A., 240 p. 24
VÁSQUEZ, Félix /2001) La memoria como acción social. Relaciones, significados e imaginario. Temas de Psicología. Barcelona: Paidós Ibérica, 184 p. 25
FLORESCANO Mayet, Enrique (1980, 2005) De la memoria del poder a la historia como explicación. Pp. 91 - 128, Cap. en PEREYRA, Carlos et allí, “Historia, ¿para qué?”, Vigésimo primera edición, México: Siglo XXI Editores S. A. de C. V., 249 p. / Se complementa, según el mismo autor, con otros ejemplos de esa tradición, como PLUMB, John. Harold (1974) La muerte del pasado, Barcelona: Barral Editores, 123 p., particularmente el capítulo titulado “La sanción del pasado”, en Pp. 17 - 52; y también con la publicación de LEWIS, Bernard (1979) La historia recordada, rescatada, inventada, editada en Series: Breviarios del Fondo de Cultura Económica, Núm. 282; México: Fondo de Cultura Económica, 132 p. 26
Florescano, 2005, Op. Cit.
30
En resumen, y adoptando posiciones que se han venido precisando entre las contribuciones de
Halbwachs (1925) y Florenzano (2005), la memoria colectiva resultaría de un campo de
intervención de factores cuya proyección se va estructurando como resultado de balances de
fuerzas políticas, incluso cuando se valida como fórmula de persistencia.
A lo utilizado para construir nuestro marco conceptual, debemos agregar dos cuestiones: una que
implica la relación objetual de la memoria en el ámbito de los espacios concretos e imaginarios de
lo urbano, y otra que alude a la estrategia de dominación hegemónica del poder.
No obstante ciertas actitudes de desatención ante la profundidad y significado paradigmático de
sus contenidos teóricos -como acontece en la monumental obra de siete volúmenes sobre los loci
memoriae de Francia, editada por Pierre Nora27- durante los últimos años se ha revalorizado el
trabajo acerca de la consonancia entre la memoria y los lugares de memoria de Maurice
Halbwachs, particularmente su texto La Topographie légendaire des évangiles en Terre sainte de
1941.28
Para Halbwachs, la memoria -que define como una reconstrucción del pasado a partir de datos y
marcos sociales del presente- estaría encuadrada por referencias espaciales que la precipitan y
admiten anclar y ordenar los recuerdos, hasta tal punto que la alteración sustancial de los lugares
de evocación puede conducir a la modificación igualmente medular de los recuerdos, e incluso, si
así aconteciera, de su desaparición.
En ese proceso, el espacio va siendo simbólicamente delimitado, mientras los recuerdos
transfiguran los lugares a los que están asociados. Lo que recordamos debe haber tenido lugar en
alguna parte y de hecho, al evento rememorado no se le puede tener presente sin imaginar el
lugar. Y aunque la memoria pueda convertirse en una especie de invención después de los hechos
que son retenidos, el lugar en sí “es y se considera como real”, al igual que se hacen efectivas las
consecuencias espaciales de los recuerdos. Por lo mismo, una memoria que carece de localización
corre el riesgo de no ser sancionada como verdadera29.
27
NORA, Pierre, Ed. (1984, 1986, 1992) Les lieux de mémoire. Col. Quarto, París Gallimard, 3 tomos, 4751 p. (Entre Mémoire et Histoire, t. I, La République, 1984; De la République à la Nation», t. I, La République; La Nation, Territoires, t. II, La Nation, vol. 2, 1986; Les Mémoires d’État, t. II, La Nation, vol. 2, 1986; La Nation - mémoire, t. II, La Nation, vol. 3, 1986; Comment écrire l’histoire de France?, t. III, Les France, vol. 1, 1992) 28
HALBWACHS, Maurice (1971) La topographie légendaire des évangiles en Terre Sainte. Étude de mémoire collective. 2 ͤ Édition, Paris: Presses Universitaires de France, 174 p. / También en TRUC, Gérôme (2010) Esquisse d'une sociologie de la théologie. Une relecture de La topographie légendaire des évangiles en Terre Sainte de Maurice Halbwachs. Pp. 155 - 173, Art. en Rev. Archives de sciences sociales des religions, ASSR, Núm. 150, Juillet 2010. Paris: Les Éditions de l’École des hautes études en sciences sociales, EHESS. 29
Truc, G., 2010, Op. Cit.
31
La sustancia espacial que sirve de basamento a la memoria colectiva no es estática ni indiferente,
sino que va siendo estimulada por los pensamientos y sentimientos.
La densidad moral del recuerdo fusionado en aquella memoria, garantiza la cohesión social30,
neutralizando, en cierto sentido, la propensión individualista desencadenada por la diferenciación
funcional de la modernidad y acto seguido, por el ritmo vertiginoso de la postmodernidad31. El
espacio es un entorno natural socialmente marcado y simbólicamente procesado, desde haber
sido el lugar de las cosas hasta convertirse en una estructura coherente de imágenes colectivas32.
A su vez, en su condición destacada por su versatilidad y tensionada exposición33, los espacios
ostensiblemente urbanos son acuñados y diferenciados por una pluralidad de memorias que se
entrecruzan y van siendo sucesivamente regrabadas por diferentes grupos de actores que rivalizan
y se esfuerzan por apropiárselos, mediante la imposición para localizar sus huellas como marcas
simbólicas de sus recuerdos: memorializando testimonios o institucionalizando lugares, reforzando
imágenes previamente difundidas, nombrando calles, creando parques, erigiendo monumentos, y
hasta inventando lugares inencontrables y casi míticos, si así lo considerasen necesario34.
La verosimilitud del suceso cuya evocación patrocina el lugar de la memoria conjugada y
localizada, perdura y se renueva en tanto va conectándose con un ritual conmemorativo y encarna
el peso específico de los intereses que congrega.
El desenlace de los procesos entre fuerzas antagónicas puede entonces inscribirse en el espacio
que encauzan tales retentivas, con la interposición de una variedad de tratamientos divergentes
que gradualmente se resuelven, y los cuales van desde la simple creación, la merma de visibilidad,
el vaciamiento o desnaturalización del significado, la obliteración y hasta la liquidación de aquellos
lugares35.
30
JARAMILLO Marín, Jefferson (2010) El imperativo social y político de la memoria. Pp. 45 - 68, Art. en Revista Colombiana de Sociología, Vol. 33, Núm. 1, enero - junio 2010. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. 31
BERIAÍN Razquín, Josexto (2008) Aceleración y tiranía del presente. La metamorfósois de las estructuras temporales de la modernidad. Serie (de) autores, textos y temas (de) Ciencias Sociales, Núm. 61. Barcelona: Anthropos Editorial - Rubí - Divisjón de Ciencias Socieles y Humanidades, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, México, 222 p. 32
BASTIDE, Roger (1970) Mémoire collective et sociologie du bricolage. Pp. 65 - 108, Art. en Rev. L'Année sociologique, Núm. 21. París, Presses Universitaires de France, PUF / BOURDIEU, Pierre (1980) L'identité et la représentation. Pp. 63 - 72, Art. en Rev. Actes de la Recherche en Sciences Sociales, Núm. 35, París: Les Éditions de l’École des hautes études en sciences sociales, EHESS / CANDAU, Joël (1998) Mémoire et identité. París: Presses Universitaires de France, PUF, 225 p. 33
LYNCH, Kevin (2012) La imagen de la ciudad. Colección GG Reprints. Barcelona: Ed. Gustavo Gili, 228 p. 34
Truc, G., 2010, Op. Cit. 35
Truc, G., 2010, Op. Cit.
32
Destacan la obliteración y la rectificación. La primera, supone anular o inutilizar el valor del lugar
de memoria, borrando toda señal del evento acontecido, para que parezca que nunca sucedió; en
tanto que en la segunda, se des-localiza o se altera el lugar para tergiversar el significado de la
memoria, rectificando o transformando los rastros de lo ocurrido y por lo habitual, acudiendo de
modo complementario a la designación tutelada de un indicador que busca modificar la expresión
o bien desviar la acepción del significante36.
Los otros tratamientos rescatables de esta enumeración, de todas maneras incompleta, se refieren
a las operaciones de invisibilización del sitio de recordación y al montaje de lugares de memoria
destinados a canalizar alusiones de remembranza enmarcadas en cierta estrategia de autoridad
proveniente de un dominio hegemónico.
La invisibilización deviene de un concepto utilizado para designar los efectos (tanto irrecusables
como sutiles) de ciertos mecanismos políticos y culturales que se proponen ocultar, desaparecer u
omitir la perceptibilidad de un determinado lugar de memoria, como resultado de relaciones
asimétricas de dominación.
De igual modo, la invisibilidad fructifica cuando se disimula o encubre la realidad del lugar bajo
una forma generalizada o estereotipada, o también cuando se le resta o todavía no se le asigna
una denominación que la contenga o identifique37.
Por su lado, la hegemonía, en la visión de Antonio Gramsci38, se trata de un hecho cultural, moral y
de concepción política del mundo que se despliega y legitima en conductas orientadas a deliberar
y conciliar, lograr persuadir y socializar decisiones de alcance genérico.
Generalizando, la hegemonía puede ser entendida como el sistema de relaciones de poder
ejercido por un liderazgo de influencia política y que en el encuadre de una interacción que define
decisiones de intervención, le permite estructurar el campo de actuación posible de los otros
actores, soberanos, libres de salir del juego o de generar impugnaciones u obstrucciones, y cuyas
alternativas se concertan con aquellas del hegemón, que lidera las relaciones.
36
En adaptación de lo señalado en Truc, G., 2010, Op. Cit. 37
CALVINO, Ítalo (2013) Las ciudades invisibles. 23ª Ed., Col. Biblioteca Calvino 3. Madrid: Ediciones Siruela S. A., 172 p./ Ver también en ILABACA Z., Marcela (29 de noviembre 2012) NOMADISMO Y DESAPARICIÓN: Formas de itinerancia e invisibilidad de la escultura en el territorio urbano. En blog Esculturas CL, esculturas contemporáneas. (http://esculturas.cl/nomadismo-y-desaparicion-formas-de-itinerancia-e-invisibilidad-de-la-escultura-en-el-territorio-urbano/) 38 GRAMSCI, Antonio (1999) Cuadernos de la cárcel. Tomo cinco: 1932 - 1935 (incluye Cuadernos Núms 13, 14, 15, 16, 17, 18 y 19) Edición crítica del Instituto Gramsci, a cargo de Valentino Gerratana, seis tomos. México DF: Ediciones Era - Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 556 p.
33
Tiene la capacidad creativa para imprimir la dirección de un orden político, el cual se proporciona
un estatus de legalidad o legitimidad que se revierte (y reproduce) hacia el mismo accionar
directivo. El liderazgo, en conclusión, trata de las cualidades para generar mociones de orden y
proyectos, y posibilitando su obtención.
Resulta ser entonces una síntesis entre dirección y dominación, entre consentimiento y fuerza, a
partir de lo cual el poder no se estaría ejerciendo por medio de la compulsión intimidatoria, sino
porque logra imponer su visión del mundo, su moral y costumbres sintetizadas en un "sentido
común", que favorece, justifica y habilita el reconocimiento de su dominio, situación que se
verifica en la ciudad.
Por el contrario, el conflicto social emerge en el momento en que entra en crisis la capacidad de
incorporar y procesar un mayor número o un desbalance de intereses al bloque hegemónico,
cuestión, que al igual que la hegemonía, también se hace evidente en el espacio urbano.
En resumen, como productos sociales y aglutinadores de la socialización, tanto el significado,
localización e influjo de los lugares de memoria, como su subsistencia, emergen, se preservan,
desgastan y cambian, atados a la citada dualidad de dominio versus hegemonía, en un pareo
intrínsecamente adherido a la dinámica de variaciones culturales dispuestas desde los intereses
políticos y económicos de las fuerzas que, mediante su concreción e imagen, dialogan y se
enfrentan39.
Para complementar el encuadre, podemos adelantar que la combinación de las estrategias de
invisibilización y hegemonía se ha consolidado como una de las expresiones más interesantes en el
análisis que presentaremos.
39
Al respecto, encontramos coincidencias con la dinámica de los entornos en el paradigma post – materialista descrito en el texto de LÉVY, Jacques (2010) Actores, objetos, entornos: inventar el espacio para leer el mundo. Pp. 83 – 90, Cap. en Alicia LINDÓN Villoria y Daniel HIERNAUX, Dirs., “Los giros de la Geografía Humana. Desafíos y horizontes”, Barcelona: Anthropos Editorial, Rubí - División Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma Metropolitana, UAM, Unidad Iztapalapa, México, 301 p.
34
B1. TIEMPO: MEMORIA Y OLVIDO.
“En ocasiones se trasladaba con la imaginación a un mundo donde la vida era vida y la muerte, muerte; donde el hombre tomaba decisiones irrevocables; donde el mal no podía ser atajado ni el bien alentado, y donde la Batalla de Waterloo, una vez perdida, quedaba perdida para siempre. Tenía unas páginas de poesía, que guardaba con indecible cariño, donde se podía leer que lo que una mano había hecho nunca podía deshacerlo.”
Isaac Asimov. El fin de la eternidad. 1955
En El fin de la Eternidad, su protagonista, Andrew Harlan, es un ejecutor de los Eternos, que
cuenta con el privilegio de velar por la felicidad de todos los seres humanos de la Eternidad. ¿De
qué manera? Trasladándose temporalmente por distintas épocas y ejecutando Cambio Mínimos
Necesarios (CMN), mediante los cuales se modifica la realidad, existiendo entonces múltiples
posibilidades de éstas en el tiempo. Estos cambios aseguran, se cree en la novela, la perpetuidad
de la especie humana.
Harlan es un buen Eterno, convencido de que estos CMN, que algunas veces incluso implican la
muerte de personas, son necesarios para la sobrevivencia de la humanidad. Pero cultiva una
pasión desbordante por la Historia Primitiva (la nuestra, la que alguna vez fue de él), algo por lo
que todos los miembros de la Eternidad “sentían una fuerte tendencia, (...) a regresar, no
necesariamente a su propio Siglo, pero cuando menos a un Tiempo definido; a formar parte de un
Siglo, en vez de pasar incesantemente a través de todos ellos”.40
Y debido a esta última razón es que la historia, en el libro, termina mal para la Eternidad y de
buena manera para el Infinito.
La manipulación de la historia y las formas en que se significa no son temas ajenos ni para la
literatura ni para disciplinas humanísticas y científicas. Lo ocurrido en el pasado influye
directamente en lo que pasa y en lo que pasará, y debido a esto es que para controlar las
consecuencias de la historia muchas veces los sucesos acontecidos son más bien construcciones
de pasado, en las cuales la experiencia real se encuentra anulada o modificada.
Para el filósofo Bolívar Echeverría, el ser humano es en sí histórico, debido a que las acciones que
una generación lleva a cabo comprometen a las que preceden: al transformar nuestro presente se
modifica inexorablemente el de las siguientes sociedades, lo que ocurre hoy es la fundación de los
acontecimientos futuros. Así, diversas experiencias que transforman la realidad se van
40
ASIMOV, Isaac (1986) El fin de la Eternidad. pp 37. Buenos Aires: HYSPAMERICA Ediciones.
35
conformando como memoria, teniendo además las acciones del pasado “la actualidad de lo
inconcluso, de lo que está abierto a ser continuado en un sentido o en otro”41, ya que pueden ser
constantemente re-significadas.
Es por esto que para quienes necesitan la amnesia colectiva como base para crear ciertos patrones
de poder y conducta, la construcción de pasado, en el sentido de establecer una historia inmóvil,
sin posibilidad de reinvención, es un arma propicia para generar sensación de estabilidad.
“Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel, al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas. Este huracán lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos progreso”.
Walter Benjamin42
La metáfora refiere a la base en la cual, hacia comienzos del siglo XX, se había fundado la idea de
modernidad: un presente al cual el progreso empuja fuertemente hacia un futuro que no necesita
de las ruinas de un pasado que sorprende. El ángel se vuelve hacia éste y quiere volver, no para
estancarse, si no para releerlo, re-sentirlo, entendiendo que al recomponer lo acontecido logra
verdaderamente fundar el camino de su vuelo hacia delante.
La representación de la idea sigue vigente en la actualidad: ¿quiénes son el progreso y empujan
insistentemente al futuro? Y ¿quiénes son el ángel que necesita volver la vista atrás?
Para el teórico y crítico cultural alemán Andreas Huyssen, aproximadamente desde la segunda
mitad del siglo XX ha existido una preocupación por la memoria como foco central de la cultura y
política de las sociedades occidentales, contrastando con la tendencia de la modernidad, ya
mencionada, de privilegiar una visión hacia el futuro.
41
ECHEVERRÍA, Bolívar (2003) La historia como desencubrimiento. pp. 29 – 34, en Rev. Contrahistorias, Vol.1, México 42
BENJAMIN, Walter. Tesis de filosofía de la historia. [en línea] Traducción de Jesús Aguirre, Taurus, Madrid, 1973.
36
En sus propias palabras, ha habido un relevo de “futuros presentes” por “pretéritos presentes”43
conceptos usados para recalcar que si antes se tendía a privilegiar un desprendimiento de lo
pasado para apuntar hacia una renovación, ahora es éste el foco fundador en el cual se centran las
miradas, llegando casi a una “obsesión memorialista”. El interés en estos pretéritos presentes ha
dado pie a, por ejemplo, la restauración y puesta en valor de centros urbanos históricos, a la
multiplicación de formas de exposición de la historia (documentales, artes, música) o la
proliferación de monumentos y placas recordatorias.
Si bien desde ya mediados del siglo pasado se le empezaba a otorgar importancia a la historia y a
la memoria, es a partir de la década de los 80 que el tema comienza a ser abordado con mayor
precisión y ahínco, sobre todo en Europa. La memoria, inicialmente excluida por tener un carácter
fragmentario y subjetivo, comenzó a incluirse en el debate acerca de las reglas de construcción del
discurso histórico44, incorporándose también la memoria ‘pequeña’, aquella más cotidiana.
Al tomar ésta un puesto fundamental, se ha ido haciendo patente a la vez su papel como un hito
importante en el rol del poder en las sociedades, conformándose políticas de Estado en base a su
recuperación y mantención en el tiempo. Se ha entendido, como alguna vez se entendió con el
objeto monumento, que el manejo de la memoria es una forma de conformar poder y país y que
el hecho de nombrarla, de que exista una reposición lingüística al menos, otorga la sensación de
que se está trabajando con ella y de que se respeta.
Es necesario aquí definir qué entendemos por memoria y su relación con la historia.
Biológicamente, si se quiere, la memoria es la capacidad que tenemos, como personas o como
grupo humano, de conservar experiencias propias y ajenas, y en base a las huellas de éstas,
reaccionar en situaciones actuales y futuras. La función mnésica en medicina consiste en cuatro
fases: 1) fijar los acontecimientos, 2) almacenarlos, 3) evocar o recordarlos y 4) localizar y
reconocer los recuerdos, en el espacio y en el tiempo.45 Es por lo tanto la memoria un ejercicio de
movilización de los recuerdos, una reconstrucción del pasado, no restituyéndolo de forma
idéntica, si no más bien comprendiéndolo y re-pensándolo con la perspectiva que da el tiempo y
un nuevo espacio. Así, podría pensarse entonces el presente como tiempo inconcluso, en posición
de mientras tanto, de espera, descifrando y entendiendo el pasado para proyectar lo que está por
43
HUYSSEN, Andreas (2002) Pretéritos presentes: medios, política, amnesia. Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales. Extraído de pp. 13 – 40, Cap. 1 de En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de globalización, México: Ed. del Fondo de Cultura Económica, Goethe Institut. 44
WALDMAN, Gilda (fecha) La ‘cultura de la memoria’: problemas y reflexiones. Revista Política y cultura N° 26, pp. 11-34.México. (http://scielo.unam.mx/pdf/polcul/n26/n26a2.pdf) 45
Revisado en el sitio web El ergonomista, Psicopatología de la memoria. (http://www.elergonomista.com/enfermeria/memoria.htm)
37
venir. En palabras de Marc Augé “(el presente) organiza el paso de un antes a un después del que
es intermediario y a la vez referencia”.46
En relación a la historia, para el antropólogo francés Joël Candau, ésta y la memoria suelen
mezclarse, pues ambas se definen como representaciones de pasado, pero se diferencian en las
funciones que cumplen: “(…) La historia busca revelar las formas del pasado, la memoria las
modela, un poco como lo hace la tradición. La preocupación de la primera es poner orden, la
segunda está atravesada por el desorden de la pasión, de las emociones y de los afectos. La
historia puede legitimar, pero la memoria es fundacional. Cada vez que la historia se esfuerza por
poner distancia respecto del pasado, la memoria intenta fusionarse con él.”47
La historia entonces, como ciencia de hechos acontecidos (más o menos verídicos), es la parte
racional de la ecuación. La memoria es la visceral, aquella que al desbordarse puede desestabilizar
las estructuras sociales, por lo que se encuentra en permanente contención, propia y externa.
Del concepto de memoria colectiva se habla también hace años y sobre todo en el último tiempo
se hace referencia con más fuerza a ella, como forma de entender el sentido de comunidad en los
grupos humanos mediante su identificación con historias y vivencias comunes. Es aún tema de
discusión el cómo se construye esta conexión, cómo es que distintos recuerdos pueden volverse
algo unificado para un grupo de personas diferentes.
Para Candau el hecho de que existan experiencias comunes no significa que éstas sean entendidas
como una misma representación, si no más bien existe el hecho de creer en la existencia de una
memoria colectiva, creencia que al ser compartida otorga la sensación de que se está viviendo de
una misma manera en el mundo. Poniéndolo en palabras pertenecientes a la publicidad, la
decodificación de los mensajes de la historia es siempre individual, aunque estos sean los mismos
entregados frente a muchas personas. El sistema de relación mensaje (qué se cuenta, qué no, de
qué manera y a quién) asociado a la decodificación (quiénes reciben, quiénes quieren recibir,
cuáles son sus experiencias anteriores) aunque pueda apuntar a lograr identificación masiva no
podrá generar una interpretación totalmente unitaria. Una imagen, un texto, un relato no dicen
más que lo quiere o puede interpretar la gente que los recibe, por lo que las formas de descifrar la
historia son variadas, y es por eso que la idea de memoria colectiva sigue siendo difusa.
46
P. 65 en AUGÉ, Marc (1998) Las formas del olvido. Barcelona: Editorial Gedisa, 47
CANDAU, Joël (2002) Memoria y amnesias colectivas. Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales. Extraído de pp. 56 - 86, Capítulo V, de Antropología de la Memoria, Buenos Aires, Ed. Nueva Visión.
38
“(…) aun cuando existiera un corpus de recuerdos constitutivos de la memoria colectiva de una sociedad dada, las secuencias de evocación de estos recuerdos estarían obligatoriamente diferenciadas individualmente, simplemente porque los individuos no piensan todos las mismas cosas en el mismo momento.”
Joël Candau48
Y aunque no se pueden negar las múltiples formas en que las sociedades intentan construir
memoria común (religiones, mitos, leyendas, discursos) la significación personal de cada
acontecimiento o relato es muy difícil de envolver en una sola representación.
La generación de recuerdos colectivos pasa también por la repetición de hechos vividos por otros
(tu bisabuelo llegó en barco al puerto de Valparaíso en el año…) y la mecánica de ésta es contraria
a aquella individual, donde los recuerdos inundan a la persona por diferentes y sobre todo propios
hechos catalizadores (un olor, una imagen, una canción, frases de un libro). La repetición de
experiencias vividas por otros para la conformación de memoria colectiva se define entonces
dentro de un marco social49, que ayuda a entender mejor la construcción de recuerdos comunes o
el intento de articular tal convergencia. Este marco sí tiene un rol global, en el sentido de que ahí
el recuerdo personal se mueve en parámetros sociales.
“(…) la memoria emblemática es un marco y no un contenido concreto. Da un sentido interpretativo y un criterio de selección a las memorias personales, vividas y medio-sueltas, pero no es una sola memoria, homogénea y sustantiva. Los contenidos específicos y los matices no son idénticos ni de una persona a otra, ni de un momento histórico a otro. La memoria emblemática es una gran carpa en que hay un show que se va incorporando y dando sentido y organizando varias memorias, articulándolas al sentido mayor”.
Steve Stern50
Es necesario entonces entender el concepto de memoria colectiva desde la idea de que ‘mi
recuerdo con tu recuerdo’ se relacionan y articulan entre sí y con los de otras personas para
conformar un sistema de memorias individuales interrelacionadas. Este sistema, estos marcos,
sostienen la memoria, la integran y nutren, pero son estructuras posibles de sufrir modificaciones
e incluso de ser destruidas. Hay por tanto fragilidad en ella, pues si las bases de relación donde se
mueven las múltiples memorias cambian o dejan de existir, pueden ser reemplazados por otras y
48
Ibídem. 49
Ibídem. 50
STERN, Steve (fecha) De la memoria suelta a la memoria emblemática: Hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico (Chile, 1973-1998). (http://www.lapetus.uchile.cl/lapetus/archivos/1302552396stern.pdf)
39
mutan las representaciones que se hicieron, siendo difícil entonces que exista identificación con
los hechos ocurridos y por lo tanto es complicado fijar identidades bajo la cual se aúnen grandes
grupos humanos.
Para Huyssen es también cada vez más difícil encontrar consenso en relación a la memoria
colectiva. Si bien ésta se comenzó a instaurar luego de los procesos de descolonización o
independencia de algunos países y con fuerza también luego, por ejemplo, de la caída del muro de
Berlín, en tiempos actuales, en que existen diferencias sociales y políticas importantes y donde no
hay verdades históricas rígidas, sino más bien memorias parciales y antagónicas, se da, en palabras
de él, una “batalla de la memoria”. En esta pugna de diferentes actores sociales se estructuran, en
base a los mismos hechos objetivos, distintos relatos del pasado y cada cual a través de ellos
expresa su visión de presente y futuro, por lo tanto siempre existirá la necesidad de anteponerse
al otro. En este territorio, es que la memoria y el marco social en el que se encuentra puede ser
(ha sido y será) modificada según los grupos que lideren el poder.
Al hablar de estos parámetros de movilidad de la memoria es necesario hablar también de olvidos,
entendiendo que una persona y una sociedad se fundan también en lo que ya no se recuerda. La
RAE define el olvido como la cesación de la memoria o afecto que se tenía51, dando a entender
que es algo opuesto al acto de recordar. En medicina muchas veces es asumido como una
disfunción de las operaciones mnésicas y en general es pensado como el fracaso de la memoria, lo
opuesto a ella, es representado como ausencia y por tanto cae sobre él una visión negativa, sobre
todo frente a la idea y convicción de que es la memoria crucial para la cohesión social y cultural de
una sociedad. 52 Pero ¿es entendible sólo de esa forma? Para Marc Augé, si se recordara todo, la
memoria quedaría prontamente saturada, siendo el olvido el que moldea las huellas de los
hechos, ayudando a constituir nuestra identidad. En ese sentido, éste acompaña constantemente
al ejercicio de hacer, deshacer y rehacer el pasado y será necesario siempre para su conformación.
Desde esta posición se ‘limpia’ la imagen negativa sobre el olvido y se comienza a entender dentro
de un trabajo en conjunto con la memoria, como sistema unitario y no con ella cumpliendo un rol
predominante constantemente sobre él.
51
Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, (http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=olvido) 52
HUYSSEN, Andreas (2004) Resistencia a la Memoria: los usos y abusos del olvido público. INTERCOM – Sociedade Brasileira de Estudos Interdisciplinares da Comunicação, XXVII Congresso Brasileiro de Ciências da Comunicação, 31 de 2004 – Porto Alegre
40
“Toda acción exige el olvido, como todo organismo necesita no solamente luz, si no también
oscuridad”
Nietzsche53
Si bien no existe suficiente material escrito que hable del olvido tanto como de la memoria54,
existen los esfuerzos por revalidarlo y ponerlo a su mismo nivel, tratando de entender que si el
hecho de recordar requiere un trabajo detrás, el olvido, que al parecer sólo acontece, también
puede ser trabajado y direccionado. Esto, en el sentido de que debe existir un ejercicio individual y
colectivo de concientizar que se están dejando de recordar acontecimientos o historias para seguir
avanzando en una conformación propia, tanto de ser humano, como de grupo social. Cuando ese
olvido es consciente, debiera seguir estando lleno de memoria, porque es una amnesia voluntaria
de filtración de hechos, sobre todo cuando estos son dolorosos.55 Por lo tanto se trata de poner un
velo sobre ciertos recuerdos que de una u otra forma no dejan avanzar, pero sobre los cuales sí
hubo (o debe haber) una elaboración propia y una decisión de dejarlos a un costado.
También para Candau el olvido son vacíos llenos de memoria, es la ausencia necesaria que la
conforma. Para él “la memoria olvidadiza no es siempre un campo de ruinas, también puede ser
un lugar de trabajo. Por consiguiente, no hay que percibir obligatoriamente el olvido como una
privación, un “déficit” (…) El olvido es una censura pero también puede ser una carta de triunfo
que le permita a la persona o al grupo construir o restaurar una imagen de ellos mismos
globalmente satisfactoria.”56
Esta forma de ver el olvido sana de cierta manera el ‘pánico’ actual que hay frente a él, dentro de
una cultura, más que nunca antes, preocupada de memorializar constantemente la historia. Esto
último, argumenta Huyssen, posee un límite difuso con el hecho de llegar a mercantilizar la
memoria, siendo difícil además saber cuánto tiempo se mantendrá ésta vigente en los individuos,
si realmente se logra generar conocimiento e identificación o solamente termina siendo un
bombardeo mediático que no genera raíces. La nostalgia y el pasado muchas veces se convierten
en mercancía, en un bien valorizado, intercambiable, vendible, una estrategia de marketing para la
venta de algunos productos, que suele consolidarse a partir de las pocas ganas de proyección a
53
Friedrich Nietzsche, citado en P. 20 de CANDAU, Joël. (fecha) Memoria y amnesias colectivas. 54
HUYSSEN, A., Op. Cit. 55
STERN, Steve (fecha) De la memoria suelta a la memoria emblemática: Hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico (Chile, 1973-1998) ( http://www.lapetus.uchile.cl/lapetus/archivos/1302552396stern.pdf). 56
CANDAU, Joël (2002). Memoria y amnesias colectivas. , pp. 56-86. Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales. Extraído de Candau, Joël. Antropología de la Memoria, Capitulo V, Nueva Visión, Buenos Aires.
41
futuro, de avanzar hacia el final. Por esto es que en una cultura donde el carpe diem57 y el hoy es
siempre todavía58 ganan cada vez más fuerza frente a la perspectiva del mañana, es que se ha
comenzando a hablar del abuso de la memoria, de la intención de que todo se recuerde o al
menos de la necesidad de creer que es así.
“El pasado está de moda” afirma una casa comercial chilena y bajo ese slogan vende distintos
objetos de estilo ‘antiguo’, para volver al origen (preguntarse cuál es este origen no es parte del
juego), un origen moldeado y pauteado, de la misma forma como maderas nuevas se tratan para
parecer viejas. Es una venta además con fecha de caducidad, los catálogos duran de tal día a tal
otro, por lo que el tiempo posible para adquirir lo ‘antiguo’ está regulado y lo dicta el mercado.59
Una inmobiliaria promociona nuevos condominios con la frase “con grandes espacios, con grandes
recuerdos”, ¿qué recuerdos se pueden tener de un espacio que aún no existe y que por lo tanto
aún no es vivido? Si no es ciencia ficción, ninguno probablemente. La empresa apunta a vender un
lugar en el cual las experiencias serán tan placenteras que se tendrán bonitos recuerdos,
utilizando la futura memoria como estimulo de venta.60
Un celular moderno y de uso cada vez más masivo, otorga la posibilidad de envejecer las
fotografías. Ya no solo es posible tomar imágenes en blanco y negro o tonos sepia, además puede
simularse que son tipo polaroid, con texturas que den sensación de abandono, de haber sido
encontradas en el desván de una casa antigua.
Estas imágenes son subidas una y otra vez a los sitios de Internet (mal) llamados redes sociales, los
que hacen pensar en que, como su (mal) nombre dice, se crea sociedad a través de ellos, cuando
son soportes virtuales posibles de caducar, llevándose con ello nuestra información.
Si bien la posibilidad de comunicarse en tiempo real con personas en prácticamente cualquier
parte del mundo (que tenga acceso a Internet) es un avance en la creación de identidades
globales, éstas son inmaduras, porque no hay trabajo en el tiempo detrás de ellas61, no hay
sustento real, sino más bien la inscripción en medios de flujo, donde la información viaja
velozmente por plataformas que en cualquier minuto pueden desaparecer. ‘Identidades’ que se
57
Locución latina que significa “aprovecha el día”. Revisado en Wikipedia, http://es.wikipedia.org/wiki/Carpe_diem. 58
Fragmento de un poema de Antonio Machado (1875-1939). 59
La casa comercial es Falabella, el catálogo estuvo vigente desde el 02 hasta el 18 de septiembre de 2011. 60
La inmobiliaria es Almagro. Publicidad en Rev. Vivienda y Decoración del diario El Mercurio del sábado 20 de agosto de 2011. 61
OLIVER, Bruno. En charla "Identidades, memorias y soportes de comunicación: ¿Un nuevo paradigma con el web 2.0?", enmarcada dentro de la 5ta Escuela Chile-Francia, organizada por la Universidad de Chile y la Embajada de Francia. Lunes 9 de mayo de 2011. Apuntes propios.
42
crean en formatos establecidos que imponen poder, aunque parezcan desideologizados, y que por
lo tanto es poco probable que lleguen a tener vuelo propio.
Es paradójico además que gran parte del ejercicio de memoria e identidad actual (propio e
inducido) se haga a través de estos medios precarios, en el sentido de que su temporalidad es
frágil y no depende de sus usuarios. Este hecho lo reconoce también otra inmobiliaria, que vende
su proyecto (similar a aquellos de la película “The Truman Show”) con la frase “aquí la red social
de tus hijos no sólo está en Internet”62, haciendo una crítica sutil a estos sitios, pero con el fin
último (y primero) de marketing más que de análisis.
“No soy un coleccionista de libros antiguos, pero tengo en mi biblioteca algunos libros impresos hacia la mitad del siglo XIX. Después de 150 años desde su impresión, cualquiera puede leerlos sin el menor problema, incluso las notas al margen que manos desconocidas han dejado en este siglo y medio. Por otro lado, tengo en casa algunos discos floppy de 5 pulgadas y media con algunos de los primeros programas que escribí durante la carrera. Casi 20 años después de su escritura, me resulta imposible leer estos programas. Por falta de dispositivos que puedan leer los discos, y por el natural desgaste del soporte magnético, es como si no hubieran existido nunca. Otros programas están, por el momento, a salvo en CD y pendrives, pero ya sé que las leyes de la mecánica cuántica harán que en 50 años todos estos datos desaparezcan. En la era de la informática (lo declaró en una entrevista el director de cine Jean-Claude Carrière) no hay nada más efímero que un soporte permanente.”
Simone Santini63
Se produce actualmente una saturación de archivos de memoria, pero en formas generalmente
frágiles, que pueden quedar obsoletas en corto tiempo sin que dependa de nosotros su control. Y
si bien la destrucción de archivos no es algo nuevo, anteriormente era mucho más lento: los libros
podían desaparecer si había incendios en las bibliotecas, pero por lo general habían sido creadas
copias para preservar su existencia.64 Ahora los métodos de memoria están tendiendo a una
monopolización, las relaciones individuales y humanas se realizan mediante medios informáticos y
virtuales que varían muy rápidamente. Con esto, además de transformar la nostalgia en
mercancía, se transforma la mercancía en nostalgia65, porque la velocidad de actualización de los
soportes es tan alta que obliga a ir actualizándose a la par, por estar involucrados en un sistema de
62
Proyecto Vista Cordillera, de Parque Cousiño Macul. Publicidad en Revista Vivienda y Decoración del diario El Mercurio del sábado 20 de agosto del 2011. 63
SANTINI, Simone (2011). La obsolescencia precoz pone en peligro la memoria colectiva. En Rev. Electr. REBELIÓN. (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=126711) 64
Ídem. 65 ARAUJO, Alejandro (2011). Deseo de futuro: viajar como ventana al mundo.
(http://www.istor.cide.edu/archivos/num_44/ventana.pdf)
43
consumo, pero también porque los productos se desgastan de manera más rápida que
antiguamente.
Hablar de la mercantilización de la memoria no es hablar solo de empresas que a través de
productos lucran con ella. La recuperación y revitalización de barrios, libros, documentales,
músicas, exposiciones conmemorativas, los recorridos por barrios históricos, la construcción de
museos son también formas de sobre-memorializar. Y más allá de una crítica hacia estas maneras
de conmemoración (de las cuales se hablará más adelante), lo que está presente es la pregunta
¿Por qué nuestro momento actual está siendo llamado como el de ‘la cultura de la memoria’?,
¿por qué es cada vez más necesario recordar? Y ¿cómo se diferencia el ejercicio de recordar versus
el de sólo acumular?
La movilidad y fluidez en que nos contextualizamos parece ser el gran motivo que envuelve varias
manifestaciones: el temor al olvido se relaciona con el rápido acontecer de las cosas, con la
sensación de que a diario suceden y se suceden distintos acontecimientos que van ‘saturando’ la
memoria; Los parámetros de tiempo y espacio han variado, se pueden abarcar mucho más lugares
en menos tiempo, siendo estos físicos o virtuales; Los barrios de una ciudad se modifican cada vez
más, de manera constante y no es fácil retener cómo eran antes, qué edificio había ahí o qué
personas lo habitaban, a la vez que comunicarse instantáneamente con una persona que está a
kilómetros de distancia, con diferencias de horas e incluso días, ya es normal.
La tecnología y el consecuente desarrollo de las comunicaciones han logrado comprimir el mundo
(el mundo que tiene acceso a estos medios) a un solo gran espacio, donde la globalización se hace
cada día más patente, pero donde ya no es tema de discusión ni de análisis. La pérdida de
fronteras y la sensación de ser parte de un solo gran lugar, pero a través de soportes que
paradójicamente también desvinculan con el exterior, induce a la necesidad de tener que fijarse
en un punto del espacio y del tiempo y eso se hace a través de la memoria y la historia, que
refuerzan la real pertenencia a un lugar. Para Huyssen “el giro hacia la memoria recibe un impulso
subliminal del deseo de anclarnos en un mundo caracterizado por una creciente inestabilidad del
tiempo y por la fracturación del espacio en el que vivimos”.66
66
HUYSSEN, Andreas (2002) Pretéritos presentes: medios, política, amnesia. Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales. Extraído de p. 13 - 40, de “En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de globalización”, México: Fondo de Cultura Económica, Goethe Institut, Mexico,
44
Esto se suma a que muchas de las formas de pertenencia tienen relación con hechos traumáticos y
dolorosos que algunos países vivieron durante el siglo XX67, y que una gran mayoría no quiere
volver a repetir. En este contexto existen dos realidades (ciertamente hay matices, pero como
ejemplificación): quienes recurren a la constante memorialización de estos hechos para no olvidar
y quienes quieren olvidarlos, recurriendo por tanto a una constante invisibilización. Ambas
visiones nunca niegan el hecho del cual nadie escapa: el inexorable ir hacia el futuro. Pero varían
las formas de pensar en cómo éste se construye y qué porcentaje de recuerdos/olvidos debe
contener.
En este contexto es que es válido preguntarse ¿quiénes definen día a día qué recordamos? Y si son
esos recuerdos todos los que pudiéramos tener o movilizar de forma personal (dime qué olvidas y
te diré quién eres, plantea Augé).
O en otras palabras, expuestas al comienzo: ¿quiénes son el progreso y quiénes el ángel?
¿Quiénes definen qué memoria se explota, mercantiliza y “musealiza”?
Y en conceptos para el desarrollo de esta tesis: ¿quiénes definen qué historia se monumentaliza y
cuál se convierte en ruinas?
Desde la filosofía, Walter Benjamin postula que la historia (la oficial, la contada, aquella que se
consolida) es funcional a los vencedores, a quienes ejercen el poder en la sociedad y que son a su
vez, por lo general, herederos de los antiguos dominadores. Es funcional porque cuentan con las
herramientas para sesgarla y así manipular los hechos en los cuales se basa la historia actual, ya
que el bloqueo y filtración del pasado es servicial para la ignorancia de las mayorías.
En las Tesis de Filosofía de la historia, Benjamin define al materialista histórico como aquel cuyo
cometido será “pasarle a la historia el cepillo a contrapelo”68, en el sentido de poder observar los
hechos ocurridos con cierta distancia que permita sacudir el carácter consolidado con que suelen
ser contados. Esta consolidación, la idea de pasado cerrado y asumido, es útil para el
ordenamiento y estructuración de la vida cotidiana, la cual innegablemente va dejando tras de sí
pequeños rastros, indicios que no se ‘compilan’ oficialmente y con los cuales pueden
reinterpretarse el sentido de los acontecimientos.
67 Hechos de los cuales, como veremos más adelante, no estará exento Latinoamérica, incluyendo nuestro país.
68 BENJAMIN, Walter (1972) Tesis de filosofía de la historia, Madrid: Taurus,
45
“Con aquella desaparición, comprendió Harlan, mientras Noys se acercaba lentamente hacia sus brazos, había llegado el fin de la Eternidad… Y el comienzo del Infinito”
El fin de la Eternidad
Noys, la mujer de la cual se enamora Andrew Harlan en el libro de Isaac Asimov, lo hace entender
que los constantes cambios de realidad, las modificaciones de la historia sutiles, pero sostenidas a
través de diferentes siglos, no lograban la felicidad plena de la humanidad, si no más bien su
adormecimiento y literal extinción. Al manipular la historia, indirectamente no permiten que el
hombre pueda desarrollar tecnología necesaria para conquistar otros planetas, quedando
atrapado en su finita Eternidad terrestre, sin poder habitar el Infinito espacio.
Harlan decide entonces destruir la Eternidad y vivir con Noys en algún siglo antiguo, en un tiempo
donde la vida era vida y la muerte, muerte.
¿De qué manera se construye, a través de la arquitectura, nuestra finita Eternidad? Y ¿en qué
momentos se asoma el Infinito?
46
Tiempo, Memoria y Postmodernidad: Imágenes sin espesor.
"Quizás logramos concordar en un señalamiento-tipo de la categoría ‘postmodernidad’, reuniendo sus rasgos predominantes en una síntesis abarcadora: la fractura de los ideales sujeto-historia-progreso, como absolutos de la razón que regulan monológicamante el proceso civilizatorio de la modernidad occidental dominante.”
Nelly Richard69
La discusión que hasta aquí hemos tenido, bien puede ser enmarcada teóricamente en el tránsito
que va desde la modernidad hacia la postmodernidad. Como ha sido mencionado, la consolidación
de la modernidad como paradigma de orden social y cultural es posible, en buena medida, gracias
a la influyente recepción de la idea de progreso como objetivo estratégico por parte de una
sociedad occidental cada más industrializada. Una idea por definición mesiánica, que tal como es
comentado por Benjamin en su Tesis de filosofía de la historia, establece la comprensión del
tiempo como aquella sucesión de acontecimientos que se desplazan en una única dirección
posible: el futuro como fase de superación de las condiciones socioculturales que definen el
presente.
Bajo estos parámetros es posible identificar una aproximación a la historia marcada por la
permanente tensión que se produce entre lo “nuevo”, alineado con la vocación de progreso propia
del mundo moderno, y lo “antiguo”, como señal de aquellas etapas ya superadas. De esta manera,
es posible plantear que la conciencia histórica que predomina al interior de la modernidad piensa
al pasado en términos clasificatorios, como por ejemplo ocurre con el recurrente ejercicio de
periodización de aquello proceso culturales, sociales o políticos precedentes. En otras palabras, la
modernidad se presenta a ella misma como la inauguración de una nueva etapa.
En el caso de la arquitectura y la planificación urbana, tal autoconciencia se hará evidente a partir
de la hegemónica presencia del zeitgeist (espíritu de la época) y su decidida influencia en los
arquitectos de la primera mitad del siglo XX. Pese a lo injusto que sería plantear aquí un divorcio
total entre la arquitectura del Movimiento Moderno, la historia y los antecedentes del pasado, sí
es posible establecer que la modernidad arquitectónica se construye desde la novedad, como
queda de manifiesto en la búsqueda de un nuevo lenguaje, estableciendo a la abstracción como
69
RICHARD, N. (1996). “Latinoamérica y la postmodernidad”. Escritos, Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje, N° 13-14, enero-febrero. p. 272. México, Universidad Autónoma de Puebla.
47
recurso prioritario. De esta manera, la modernidad articula un campo unitario y estratificado de
comprensión de la realidad, ámbito en el cual el pasado será entendido como una trama
concatenada de acontecimientos.
Por el contrario, hacia la segunda mitad del siglo XX, en un contexto marcado por la consolidación
de los mecanismos de estimulación consumista y la ebullición de los medios de comunicación, la
llamada postmodernidad supondrá la dispersión de aquel bloque unitario que parecía caracterizar
a la modernidad.70 Una crisis en la uniformidad del modelo que quizá, tal como es planteado por
Nelly Richard, se hace aún más evidente y significativo en el contexto latinoamericano. Un
contexto por definición periférico a los polos de centralidad occidental, donde todavía cabe la
pregunta por la efectividad de aquellos procesos de modernización y donde la contaminación de
sentidos propiciada por la postmodernidad parece darse de forma natural, a partir de una historia
marcada por el mestizaje cultural. De esta manera, si a nivel global la paradoja de la
postmodernidad supone la disolución de la profundidad de los lazos sociales en un contexto cada
vez más interrelacionado, Latinoamérica no será la excepción, evidenciando las particularidades
de su propia coyuntura política y social.
La trama comunitaria consolidada en varios países latinoamericanos será rápidamente
fragmentada, no sólo por la incorporación de nuevos medios de comunicación, sino también por la
violencia de los quiebres institucionales a los que estos países se deberán enfrentar, dando paso a
gobiernos autoritarios, dictaduras y sistemas represivos organizados. En otras palabras, la
fragmentación postmoderna encuentra un “aliado” en los procesos políticos latinoamericanos y en
la dispersión de sus comunidades a partir de la consolidación de la persecución ideológica. Como
también es planteado por Nelly Richard, tales quiebres democráticos dan cuenta de la crisis de
comprensión de la historia como un todo unitario y monolítico. Esto, en la medida en que la
conciencia de sucesos históricos evolutivos y ascendentes, son violentamente abortados por la
70 Que precisamente romperá con la comentada separación entre lo antiguo y lo nuevo “Tradición y modernidad- en
lengua posmoderna-dejan de contraponerse. Bajo el signo rupturista del antagonismo entre lo viejo (repetición) y lo nuevo (transformación): la postmodernidad desorganiza y reorganiza la procedencia de las fases gracias a conexiones transversales que intercalan pasados y presentes en secuencias trastocadas por la operación de la cita histórica”. RICHARD, N. (1996). “Latinoamérica y la postmodernidad”. Escritos, Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje, N° 13-14, enero-febrero. p. 272. México, Universidad Autónoma de Puebla.
48
irrupción casi simultánea de una serie de golpes militares que dan por finalizado el proceso de
emancipación.71
En términos generales uno de los rasgos a partir de los cuales es posible evidenciar esta fractura
de la cosmovisión moderna, es el cambio que se produce en la relación entre el hombre y el
tiempo y por tanto, en la comprensión de la historia. Bajo estos términos, es posible reconocer un
cierto descrédito sobre aquel sistema de relaciones articulado entre el hombre, la historia y el
progreso, que precisamente se establecía como la fuente de comprensión del tiempo y su lógica
secuencial en el contexto de la modernidad. De esta manera, si -como fue explicado- el camino
hacia el bienestar asociado al progreso configura un tiempo unidireccional y una historia
categorizada, la heterogeneidad de significación propuesta por el contexto posmoderno supondrá
una incorporación más activa de los signos del pasado al interior del presente. Una incorporación
que, por ejemplo, podemos reconocer en la arquitectura de corte historicista que proliferará a
partir de la década de los setenta del siglo pasado.72
El tiempo propuesto por la postmodernidad es un tiempo que se ofrece como discontinuo,
irrumpiendo en la línea de sucesión lógica entre pasado, presente y futuro. Una condición que por
ejemplo permite resignificar y actualizar memorias históricas aparentemente obsoletas. Así, ni
sucesivo ni antagónico, el tiempo pensado desde la posmodernidad propicia y permite un cruce
permanente entre presentes y pasados, desordenado la contemplación histórica racional
aprendida en los ámbitos de la modernidad.73 Tal como es planteado por Andreas Huyssen, nos
enfrentamos a un periodo que estimulará la recuperación del pasado.
71
“Una primera zona de parentesco trae la política a escena. No cuesta mayores esfuerzos armar relaciones-por muy torcido o retorcido que parezca el marco de comparación- entre la “disolución del lazo social” que torna allá incoherente cualquier perfilamiento de unicidad bajo condiciones postmodernas y el fragmentarismo de la trama comunitaria aquí delineada por la violencia del quiebre institucional en las regiones victimas del poder represivo”. En p. 277 de RICHARD, N. (1996). Latinoamérica y la postmodernidad. Escritos, Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje, Núm. 13 - 14, enero – febrero 1996. México, Universidad Autónoma de Puebla. 72 Si pensamos críticamente este proceso, siguiendo la línea argumental de Marina Vaisman, esta recuperación histórica
da paso a lectura ilusorias, carentes de significados, que de una u otra manera terminan por vincularse con la estimulación consumista consolida por la sociedad occidental a partir de la segunda mitad del siglo XX. En el caso de la arquitectura postmoderna vinculada con el historicismo, el pasado se convertirá en una imagen estereotipada, en formas lingüísticas despojadas de su sentido y carácter histórico, convertidas en elementos ornamentales alusivos a ciertos periodos históricos. 73 Una especie de multitemporalidad que se construye a partir de relaciones e interacciones temporales discontinuas
que dan paso a la emergencia de memorias segmentadas, dificultando la recepción unitaria o la construcción
homogénea de grandes verdades históricas.
49
Ahora bien, como también es reflexionado por Nelly Richard, pese a esta comunicación e
incorporación más directa con los símbolos del pasado, también es posible reconocer en tal
recuperación la pérdida de densidad retórica en las abundantes imágenes que circulan
repetidamente ante nosotros. El nuevo paisaje cultural, influenciado por la amplia difusión que
permiten los mass-media, abre el acceso a las imágenes del pasado propiciando la
descontextualización del sentido y significado de éstas, apostando por la abundancia y
multiplicidad, pero disminuyendo las posibilidades y oportunidades de una lectura profunda y
crítica de tales elementos del pasado traídos al presente.74
La situación anteriormente descrita, tal como es planteado por Fredric Jameson, genera el efecto
contrario a lo deseado, en la medida en que la recurrente proliferación de imágenes instala a la
sociedad contemporánea en la dinámica de un presentismo absorbido por la novedad.75 Para
Jameson, esta condición afecta de manera directa el desarrollo del sentido histórico de nuestra
sociedad, perdiendo la capacidad de apropiación sobre los acontecimientos del pasado y más aún,
impidiendo la dotación de sentido y su utilización para la comprensión del presente y la
construcción del futuro.
“Creo que el surgimiento del posmodernismo se relaciona estrechamente con este nuevo momento del Capitalismo tardío o multinacional. Creo también que sus rasgos formales expresan en muchos aspectos la lógica más profunda de este sistema social particular. Sin embargo, solo puedo mostrar esto con respecto a un tema principal: la desaparición de un sentido de la historia, la forma en que todo nuestro sistema social contemporáneo ha empezado poco a poco a perder su capacidad de retener su propio pasado, ha empezado a vivir en un presente perpetuo…”
Fredric Jameson76
74
Tal como es explicado por Nelly Richard, la mirada crítica sobre el pasado como orientación regulatoria de nuestra comprensión histórica es acompañada por una apertura y circulación considerablemente mayor de estímulos que interfieren en la vida cotidiana del sujeto, quien no necesariamente aprehende y otorga sentido y orientación sensible a la información recibida. 75
Un ejemplo en esta dirección es la misma idea de “noticia” en el ámbito de la información, entendida como una novedad superpuesta a otra ya anterior, siempre dispuesta y destinada a un nuevo remplazo sucesivo que da cuenta de la fugacidad del mensaje entregado. “Uno siente la tentación de decir que la misma función de las noticias es relegar tales experiencias históricas recientes lo más rápidamente posible al pasado. La función de los medios de comunicación sería así la de ayudarnos a olvidar, la de servir como los mismos agentes y mecanismos de nuestra amnesia histórica”. JAMESON, F. (1983).Posmodernidad y sociedad de consumo. En La Posmodernidad (Hal Foster Ed.).p 186, Barcelona: Editorial Kairós. 76
JAMESON, F. (1983).Posmodernidad y sociedad de consumo. En La Posmodernidad (Hal Foster Ed.).p.185 Barcelona: Editorial Kairós.
50
Frente a un panorama que en términos temporales apuesta por la hegemonía del aquí-ahora,
parece necesario estimular una suerte de conciencia situacional que nos permita enfrentarnos
críticamente a la sobreabundancia de información, aproximándonos a los proceso históricos sin
renunciar a la profundidad de significación que su memoria puede ofrecer. De este modo, junto
con reconocer la transformación de la realidad en una sumatoria de imágenes incompletas y del
tiempo en un presente perpetuo, resulta oportuno preguntarnos por la posibilidad de resistencia
crítica frente a este panorama abrumador
"Es posible argumentar a favor de un interés latinoamericano en el debate postmoderno diciendo que somos parte interdependientes de la red planetaria de las influencias que ponen en contacto tele comunicativo el aquí-ahora de todos los sujetos receptores diseminados. En el centro y en la periferia de la información cultural esta mundialización de la cultura nos obliga de por sí a tomar posición para no perder ‘conciencia situacional’.”
Nelly Richard77
77
RICHARD, N. (1996). “Latinoamérica y la postmodernidad”. p 272. Escritos, Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje, N° 13-14, enero-febrero. México, Universidad Autónoma de Puebla.
51
B2. MEMORIA Y OLVIDO EN LA CIUDAD: A TRAVÉS DE SU ARQUITECTURA Y PATRIMONIO. Espacio y Memoria.
“En cada instante hay más de lo que la vista puede ver, más de lo que el oído puede oír, un escenario o un panorama aguarda por ser explorado. Nada se experimenta en sí mismo, sino siempre en relación con sus contornos, con las secuencias de acontecimientos que llevan a ello, con el recuerdo de experiencias anteriores”.
Kevin Lynch78
La aproximación a la ciudad, a los objetos arquitectónicos que configuran el tejido urbano de ésta,
se produce en primera instancia a partir del despliegue de los sentidos de percepción presentes en
el sujeto. Sin embargo, más allá de esta primera constatación y tal como es sugerido por Kevin
Lynch en el texto La imagen de la ciudad79, el vínculo que se produce entre el hombre y el espacio
físico no pude ser reducido a la activación de estas capacidades perceptuales derivada del
encuentro con un determinado contexto construido.
Bajo la mirada de Lynch, los distintos hechos urbanos que configuran la ciudad no sólo adquieren
valor en sí mismos, sino que también, forman parte de un sistema de relación mayor en el cual la
experiencia anterior y acumulada en el transcurso del tiempo resulta fundamental. En otras
palabras, la percepción sensorial de la ciudad es complementada y enriquecida por la conexión
emotiva que el hombre puede lograr establecer con los lugares que habita a lo largo del tiempo.
Una percepción que para Kevin Lynch es por definición parcial80, determinada tanto por nuestra
incapacidad de absorber todos y cada uno de los acontecimientos que ocurren en la ciudad, así
como también, por el filtro de atención constituido por nuestros propios intereses. Por tanto más
que una aproximación única y estandarizada, es posible hablar de la presencia de la ciudad
asociada a las distintas construcciones emotivas elaboradas por sus habitantes.
78
LYNCH, Kevin. (1998). La imagen de la ciudad. p 9. Barcelona: Editorial Gustavo Gili. 79
Lynch, K (1998). La imagen de la ciudad. Barcelona: Editorial Gustavo Gili. Texto originalmente publicado bajo el título The Image of City, en el año 1960, Massachusetts Institute of Technology Press. 80
Al respecto Lynch sostiene “Los elementos móviles de una ciudad, y en especial las personas y sus actividades, son tan importantes como las partes fijas. No somos tan sólo observadores de este espectáculo, sino que también somos parte de el y compartimos el escenario con los demás participantes. Muy a menudo, nuestra percepción de la ciudad no es continua sino, más bien, parcial, fragmentaría, mezclada con otras preocupaciones. Casi todos los sentidos están en acción y la imagen es la combinación de todos ellos”. LYNCH, Kevin. (1998). La imagen de la ciudad. p. 10 Barcelona: Editorial Gustavo Gili.
52
En esta dirección es posible relevar la presencia del sujeto en el proceso de construcción de su
vínculo con la ciudad, en la medida en que su presencia excede la de un mero espectador, dotando
de sentido al medio ambiente construido que transita. Una participación activa que también
determina las posibilidades de legibilidad por parte del habitante sobre su entorno, configurando
aquello que el propio Lynch define como imagen mental. Una comprensión de la ciudad que como
ya fue mencionado, no sólo está vinculada a su configuración física, sino que también a los modos
y posibilidades de percepción por parte de sus habitantes, a los vínculos significativos y emotivos
que a partir de esta relación se pueden, o no, construir y consolidar.
Bajo estos términos, la lectura de la ciudad supone siempre una relación bilateral entre el espacio
y el habitante, interacción que precisamente permite a este último situarse y orientarse al interior
del espacio físico en el cual se desplaza. Un estado de ubicuidad que, una vez más, no sólo remite
y apela a una cuestión física, pues está directamente relacionado con la capacidad de vinculación
significativa entre el habitante y ciertos lugares o edificios arquitectónicos presentes en la ciudad.
Precisamente a partir del concepto de imágenes ambientales81, Lynch reconoce y conceptualiza la
importancia del habitante como aquél participante activo que otorga sentido al espacio urbano.
Pues bien, en esta construcción de sentido resulta fundamental la memoria, en cuanto
acumulación de experiencias que nos permiten vincularnos o distanciarnos de la ciudad y sus
diversas instancias espaciales. De esta manera, la memoria resulta fundamental en el proceso de
orientación del habitante en la ciudad anteriormente descrito, en la medida en que direcciona y
enfatiza nuestra percepción y comprensión del entorno urbano, tanto de manera individual como
colectiva. Así, podemos entender a la ciudad como el escenario que posibilita esta vinculación,
aquello que Kevin Lynch define como imaginabilidad, es decir, la capacidad de suscitar o despertar
en el habitante determinadas conexiones emotivas.82 Un conjunto de relaciones que sólo son
81
“En el proceso de orientación el vínculo estratégico es la imagen ambiental, la representación mental generalizada del mundo físico exterior que posee un individuo. Esta imagen es producto al mismo tiempo de la sensación inmediata y del recuerdo de experiencias anteriores, y se la utiliza para interpretar la información y orientar la acción. La necesidad de reconocer y estructurar nuestro contorno es de importancia decisiva y tiene raíces que calan tan hondo en el pasado, que esta imagen tiene una vasta importancia practica y emotiva para el individuo”. LYNCH, Kevin. (1998). La imagen de la ciudad. pp 12-13. Barcelona: Editorial Gustavo Gili. 82
Lynch sostiene que “Esto lleva a la definición de lo que podría denominar imaginabilidad, es decir, esa cualidad de un objeto físico que le da una gran probabilidad de suscitar una imagen vigorosa en cualquier observación de que se trate”. LYNCH, Kevin. (1998). La imagen de la ciudad. p. 19 Barcelona: Editorial Gustavo Gili.
53
posibles en la medida en que los estímulos emitidos por el espacio físico logren conectarse con la
experiencia del habitante, con el registro emotivo que articula su memoria, propiciando la efectiva
visibilidad de la ciudad y sus significados.
Para Aldo Rossi también es el tiempo un actor fundamental en el proceso de aprehensión de la
ciudad por parte de sus habitantes. Una instancia que presenta una condición polivalente, en la
medida en que constantemente se reconfigura la comprensión y sentido de tal vinculación. Rossi
sugiere que la geografía de la ciudad es indispensable para la comprensión de la historia y sus
sucesos, en la medida en que se convierte en testigo y signo de la humanización de la
configuración física de los asentamientos urbanos.83 La ciudad es depositaria de los cambios y
transformaciones históricas a partir de una doble condición: por un lado como hecho material que
registra la huella del paso del tiempo y por otro lado como la manifestación del conjunto de
sentidos y valoraciones que determinan su configuración.84 Por tanto, como ya ha sido
mencionado, la ciudad está íntimamente vinculada con la generación de memoria por parte de un
pueblo o una nación, permitiendo su manifestación en el espacio físico, dando cuenta de los
modos de actuación y también de las posibilidades de lectura de tales hechos históricos.85
Ahora bien, a partir de lo anteriormente señalado y tal como es sugerido por Phillipe Panerai y
David Mangin en el texto Proyectar la ciudad86, es posible entender a esta última asociada a un
campo de producción cultural que precisamente tiene la capacidad de intervenir o bien
direccionar la construcción de sentido por parte de sus habitantes. De esta manera, los distintos
proyectos urbanos y/o arquitectónicos que intentan diseñar la ciudad dialogan y son influenciados
por el conjunto de variables políticas, sociales y económicas predominantes en el marco temporal
de su ejecución. En tal dirección, el tiempo, definido como fuerza creadora por Parenai y
83
Al respecto Aldo Rossi sostiene: “He dado la hipótesis de la ciudad como manufactura y como obra de arte; podemos observar y describir esta manufactura o intentar comprender sus valores estructurales. Pero en todo caso la geografía de la ciudad es inseparable de su historia, y sin ella no podemos comprender su arquitectura, que es el signo concreto de esta ‘cosa humana’”. ROSSI, Aldo. (2010). La arquitectura de la ciudad. p. 171 Barcelona: Editorial Gustavo Gili. Originalmente publicado bajo el titulo de L’Archittetura della citta, el año 1966. 84
“(…) se refiere directamente no sólo a la estructura de la ciudad, sino también a la idea que tenemos de la ciudad como síntesis de una serie de valores; se refiere a la imaginación colectiva”. ROSSI, Aldo. (2010). La arquitectura de la ciudad. p. 222 Barcelona: Editorial Gustavo Gili. 85
“(…) la ciudad misma es la memoria colectiva de los pueblos; y como la memoria está ligada a hechos y lugares, la ciudad es el locus de la memoria colectiva”. ROSSI, Aldo. (2010). La arquitectura de la ciudad. p 226 Barcelona: Editorial Gustavo Gili. 86
PANERAI, Phillipe; MANGIN, David. (1998). Proyectar la Ciudad. Madrid: Celeste Ediciones.
54
Mangin87, resulta una condicionante fundamental, en la medida en que el transcurso de la historia
supone un reposicionamiento permanente de aquellas variables que configuran el campo cultural
anteriormente descrito. Así es posible establecer, en una cuestión que resulta fundamental para
nuestra investigación, que el vínculo significativo entre el hombre y la ciudad, el sentido otorgado
a ciertas expresiones de memoria, no responde necesariamente a condiciones permanentes y
preestablecidas, abriéndose a nuevas resignificaciones a lo largo del tiempo.
Tal como es planteado por Aldo Rossi, la permanencia de las obras de arquitectura y de los hechos
urbanos no responde a una condición continua, por tanto no pueden ser analizados
exclusivamente a partir de la valoración autónoma de sus cualidades, en la medida en que son
permanentemente reanimados por las prácticas sociales. Un conjunto de prácticas capaces de
activar a la ciudad, que definen la condición dialéctica entre estructura física y sentido, asumiendo
la importancia de la comunidad y su capacidad de apropiación sensible y efectiva, incluso sobre
aquellos escenarios urbanos pretendidamente neutrales. Una mirada que recupera la dimensión
cualitativa de la ciudad, vinculando directamente al hombre con el entorno urbano, propiciando
una aproximación sensible sobre el espacio construido, enriqueciendo y ampliando las
posibilidades de la permanente relación entre sujeto y objeto, entendiendo la importancia de la
memoria como instancia que refuerza el vínculo entre comunidad y el lugar a lo largo del tiempo,
relacionando pasado, presente y futuro.
“Y así la unión, entre pasado y el futuro está en la idea misma de la ciudad que la recorre, como la memoria recorre la vida de una persona y que siempre para concretarse debe conformar la realidad pero también debe tomar forma en ella”.
Aldo Rossi88
87
“Así, es un tema recurrente de este libro la consideración del tiempo como gran fuerza creadora constructora y transformadora de las ciudades. El tiempo con sus múltiples cadencias, reflejadas en las huellas superpuestas dejadas por las vidas y actividades de las generaciones sucesivas, seria parrafraseandfo a Marguerite Yourcenar, el gran constructor de la ciudad”. PANERAI, Phillipe; MANGIN, David. (1998). Proyectar la Ciudad. p. 3 Madrid: Celeste Ediciones. 88
ROSSI, Aldo. (2010). La arquitectura de la ciudad. p. 228. Barcelona: Editorial Gustavo Gili.
55
La ciudad como fuente de significación en el tiempo.
“(…) diré que la ciudad misma es la memoria colectiva de los pueblos; y como la memoria está ligada a hechos y a lugares, la ciudad es el locus de la memoria colectiva.”
Aldo Rossi89
A día de hoy, la ciudad es pensada como lugar de interacción social y de permanente
retroalimentación con los hechos que suceden en ella. No es un espacio neutro donde sólo se
posan los acontecimientos: es el contexto y el hecho al mismo tiempo. Es el lugar que se va
reinventando a medida que acoge y absorbe las experiencias que se viven en él. Pero es también,
actualmente, el espacio del cual nos desarraigamos cada vez más, del cual intentamos prescindir,
aunque no lo logramos completamente.
No hay posibilidad de que el cuerpo, nuestro cuerpo físico, prescinda de un espacio acotado y real
del que es parte inevitablemente. Y tampoco nuestras emociones logran desprenderse de él, de lo
vivido. Nuestro cuerpo, alma y memoria necesita lugares, y esos lugares son la ciudad. Es ella el
locus de la memoria colectiva, tal como establece Aldo Rossi.
Al concebirse la ciudad como soporte y contenido, como contexto y experiencia al mismo tiempo,
se genera la necesidad de su resguardo: proteger sus capas de historia, los hechos que han
acontecido en el lugar, los sucesos que los han modificado e incluso destruido, para dar paso a
nuevos lugares, siempre enriquecidos, en mayor o menor medida, de aquéllas vivencias de sus
habitantes.
Porque cuando la ciudad se construye o se pretende construir como incertidumbre, surge la
necesidad de crear certezas en ella. La conciencia de la historia, marca característica de la época
actual, se plasma también, desde la arquitectura y el urbanismo, en la forma de proteger el
patrimonio creado. Aunque también a través de nuestra disciplina, con la destrucción o
modificación de los lugares y sus edificios, es posible eliminar sucesos históricos.
Hablar de patrimonio es hablar, en su concepción inicial y lingüística, de lo que se hereda desde el
padre. Actualmente nuestros padres (y madres) son siglos de formas de pensar, concebir y vivir los
espacios. Los estratos de experiencia y aprendizaje que se marcan en el territorio se traducen en
arquitectura tanto en objeto ‘edificio’ u objeto ‘monumento’, como en ciudad.
89
ROSSI, Aldo. “La arquitectura de la ciudad”. p. 226. Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1982. Página 226.
56
Si la aparición, a mediados del siglo XIX, de una conciencia histórica acerca del pasado trajo, en
arquitectura, la valorización de los edificios como obras a no sólo proteger, si no que idealmente
recuperar, hoy podemos sumar la pregunta ¿cómo se decide qué patrimonio se resguarda y cuál
no?
En ese entonces surge la teoría y práctica de la restauración arquitectónica. La idea central
respecto al patrimonio tenía relación con una visión desde la academia de los estilos y formas de
construcción, puestas en el tapete a partir de la arquitectura neoclásica, que representó un volver
a mirar atrás más conciente y direccionado (entre otras cosas, como respuesta a la revolución
industrial).
La revolución industrial representó para muchos intelectuales una ruptura traumática del
tiempo90, la modificación del ritmo de vida, de las formas de moverse en la ciudad y el uso de
nuevos materiales y técnicas constructivas dieron paso a las discusiones acerca del resguardo del
patrimonio arquitectónico, las cuales tuvieron relación inicialmente con la formas de abordarlo,
principalmente en las maneras de acercarse a la restauración y por tanto a cómo mantener de la
mejor forma posible las características originales de la obra, y cuánta representación de la época
en la cual se estaba llevando a cabo el trabajo había en él.
“En efecto, la toma de conciencia del advenimiento de una nueva era y de sus consecuencias creó, con relación al monumento histórico, una nueva mediación y un nuevo distanciamiento, al mismo tiempo que liberaba las energías dormidas a favor de su protección”
Françoise Choay91
En ese sentido, Viollet Le Duc, arquitecto e historiador francés, fue uno de los precursores en la
discusión. Sus planteamientos apuntaban a que el valor del monumento estaba en el estilo y sus
formas, viendo la restauración como medio para recuperarlas. Para él, el arquitecto
contemporáneo podía perfeccionar la obra, llegando incluso a completarla con formas presentes
de ese edificio o de otros de la misma época.92 La mirada de Viollet Le Duc, apuesta de alguna manera
por la actualización de las obras de arquitectura a partir de los rasgos históricos que las define.
90
CHOAY, Françoise. “Alegoría del Patrimonio”. p.120. Barcelona, Ed. Gustavo Gili, edición castellana (traducción: María Bertrand Suazo), 2007. 91
Ídem. 92
HERNÁNDEZ, Ascensión. “Documentos para la historia de la restauración”. p. 25. Universidad de Zaragoza, Departamento de Historia del Arte, 1999.
57
“Restauración.- La palabra y la cosa son modernas. Restaurar un edificio no es mantenerlo, ni repararlo, ni rehacerlo, es devolverlo a un estado completo que pudo no haber existido nunca”
Viollet Le Duc93
Sus ideas fueron criticadas, principalmente al ser asumidas como intervencionistas y poco
respetuosas de la obra original, aunque en su texto Restauración hace mención a la necesidad de
entender que cada obra es un caso particular y por tanto los criterios de intervención también lo
son, entendiendo que la mantención y puesta en valor de las características del edificio pueden
ser importantes para su historia.
Al mismo tiempo, surge un movimiento ’en contra’ de la restauración, iniciado por el poeta y
crítico del arte inglés John Ruskin y continuado por el artista William Morris. Ruskin tiene una
concepción biológica de la arquitectura, con un nacimiento y una muerte, cuyo testimonio natural
son las ruinas.94 En base a eso, crea una conciencia de intervención mínima, pues los edificios no
pertenecen únicamente a nosotros, sino también a nuestros antepasados y a nuestros
descendientes.
“X. Cuando construyamos diremos, pues, que construimos para siempre. Que no sea tan sólo por la alegría de la hora presente y por la única utilidad de ésta. Que sea un trabajo por el cual nos estén agradecidos nuestros descendientes; pensemos, colocando piedra sobre piedra, que llegará un tiempo en el cual estas piedras serán conceptuadas sagradas porque nuestras manos las tocaron y que los hombres dirán considerando la labor y la materia trabajada: “¡Mirad: he aquí lo que nuestros padres hicieron para nosotros!”. La mayor gloria de un edificio no depende, en efecto, ni de su piedra ni de su oro. Su gloria toda está en su edad, en esa sensación profunda de expresión, de vigilancia grave, de simpatía misteriosa, de aprobación o de crítica que para nosotros se desprende de sus muros largamente bañados por las olas rápidas de la humanidad. (…) Sólo cuando un edificio ha revestido este carácter, cuando se ha visto confiar a la fama de los hombres y santificar por sus hazañas, cuando sus muros han sido testigos de nuestros sufrimientos y sus pilares han surgido de la sombra de la muerte, su existencia, más duradera que los objetos naturales del mundo que les rodea, se ve por completo dotada de lenguaje y vida”.
John Ruskin95
93
Ibídem. Página 26. 94
HERNÁNDEZ, Ascensión. “Documentos para la historia de la restauración”. p. 36. Universidad de Zaragoza, Departamento de Historia del Arte, 1999. 95
RUSKIN, John. La lámpara del recuerdo, de la obra Las siete lámparas de la arquitectura (1849). En libro “Documentos para la historia de la restauración”, citado anteriormente.
58
William Morris fundó en 1877 la Sociedad para la Protección de los Monumentos Antiguos, y en su
‘declaración de principios’ habla de la restauración como una actividad destructiva para la
arquitectura histórica, sobre todo por la posibilidad de que el profesional que la lleve a cargo llene
de significado incorrecto a la obra, eliminando la pátina del tiempo. Él, como discípulo de Ruskin,
también plantea que antes de la restauración, debe existir la conservación y protección de los
edificios, con lo cual se libra la necesidad de tener que recuperar los edificios.
Para Françoise Choay, se puede tener la impresión de que para ambos, Ruskin y Morris, el destino
de todo monumento histórico es la ruina y la desagregación progresiva96, pero también es posible
que no sea éste el resultado querido, si no que a través de la prevención no se llegue a ese estado,
admitiendo a la vez su consolidación, toda vez que ésta pase desapercibida.
“Para éste último [Morris], los monumentos antiguos forman parte del “mobiliario de nuestra vida cotidiana”. La expresión es hermosa. Designa claramente la precariedad que los inserta en la gran secuencia temporal y los coloca, a la inversa que a los objetos de un museo, en el mismo plano de los edificios del presente, llamados por su parte a desempeñar el mismo papel y a encontrar el mismo destino.”
Françoise Choay97
Las ideas de Ruskin y Morris son retomadas luego por el historiador del arte Alois Riegl y el
arquitecto Camillo Boito. El primero continúa la idea de que el verdadero valor de un monumento,
más que sus formas, es su historicidad. Boito agrega que esa historicidad hace del edificio un
documento que hay que proteger.98
Riegl plantea la particularidad de los casos, al enfrentarse a los distintos valores que posee cada
monumento. Además, plantea la reflexión acerca de la importancia para la sociedad de la
existencia del culto a los monumentos, los cuales serían la manifestación de un orden inalterable
frente a los rápidos cambios del mundo contemporáneo99, esto en la segunda mitad del siglo XIX,
contexto en el que se manifiestan los cambios derivados de la revolución industrial y el
surgimiento de la ciudad moderna.
96
CHOAY, Françoise. (2007). “Alegoría del Patrimonio”. P. 134. Barcelona, Ed. Gustavo Gili, edición castellana (traducción: María Bertrand Suazo). 97
Ídem 98
HERNÁNDEZ, Ascensión. (1999) “Documentos para la historia de la restauración”. p. 20. Universidad de Zaragoza, Departamento de Historia del Arte. 99
Ídem.
59
En 1903 Alois Riegl escribe el texto “El culto moderno a los monumentos” y en él queda plasmada
la concepción profesional del tema, pero también el monumento histórico es tratado como objeto
social y filosófico, estando estructurado el análisis con dos categorías de valores: los de
“rememoración” (ligados al pasado, vinculándose con la memoria) y los de “contemporaneidad”
(ligados al presente).100
“Frente al valor de antigüedad, que valora el pasado exclusivamente por sí mismo, el valor histórico ya había mostrado la tendencia a entresacar del pasado un momento de la historia evolutiva y a presentarlo ante nuestra vista con tanta claridad como si perteneciera al presente. El valor rememorativo intencionado tiene desde el principio, esto es, desde que se erige el monumento, el firme propósito de, en cierto modo, no permitir que ese momento se convierta nunca en pasado, de que se mantenga siempre presente y vivo en la conciencia de la posteridad. Esta tercera categoría de valores rememorativos constituye pues, un claro tránsito hacia los valores de contemporaneidad.”
Alois Riegl101
Finalmente, Boito genera su visión en base a la oposición entre Le Duc y el trabajo de John Ruskin
y William Morris, y se funda en la idea de autenticidad de estos últimos. Para él, se debe preservar
la pátina del tiempo, las sucesivas modificaciones y adiciones hechas con el tiempo, los estratos de
la historia del edificio. Y tomando la concepción de Viollet Le Duc, no se opone a la restauración,
pero sí la piensa como último recurso, en el entendido de que falle el trabajo de preservación.
Con Le Duc como iniciador y Riegl como recogedor en su texto del pensamiento en relación al
cuidado, protección y restauración del patrimonio, se da inicio a una cuestión que sigue vigente
hasta el día de hoy: la constante actualización de la historia urbana, del patrimonio y la posibilidad
de re-significarlo a través de los trabajos sobre él y las interpretaciones que se generan.
En ciudades con carácter cada vez más móvil, donde la tendencia apunta al desarraigo espacial, el
esfuerzo patrimonializador pretende fijar los recuerdos a través de la recuperación de edificios y
lugares urbanos. Esto, como forma de hacer patente que la sumatoria de vivencias son franjas en
el territorio que deben ser asumidas, por el hecho primero de que el recuerdo histórico puede y
debe ser la base para la generación de mejoras en la vida social. La ciudad es inexorablemente
diversidad de sitios en los cuales necesitamos situarnos, como forma de reconocerse dentro de
una historia general y dentro de la propia particular, en permanente construcción.
100
CHOAY, Françoise. (2007) “Alegoría del Patrimonio”. P. 142. Barcelona, Ed. Gustavo Gili, edición castellana (traducción: María Bertrand Suazo). 101
RIEGL, Alois. Extracto de “El culto moderno a los monumentos”. En libro “Documentos para la historia de la restauración”, citado anteriormente.
60
La práctica de la creación de certezas en el espacio, o de la lucha para que no sean eliminadas, se
transforma en el intento de generar lugares sin fracturas, donde se simula la continuidad del
tiempo a través, muchas veces, de la mercantilización del patrimonio. El equilibrio es delicado por
cierto, porque si bien pudiese reconocerse una manipulación por parte del mercado de las ansias
de pasado, principalmente lo que se está demostrando es una crisis de los fundamentos de la
modernidad, la cual generó una desterritorialización y por tanto pérdida de vínculos sociales, en
parte por el solo hecho de pasar menos tiempo en los lugares. Esto provoca la poca o nula
identificación de las personas con los sitios y por tanto, que no haya identidad, si no colectiva, al
menos representativa de pequeños grupos de gente.
“[Hoy] Cada sentido de la relación humana se reduce a la producción, el intercambio y el mercado. Es aquí donde se concentra toda relación; entonces todo lugar de la ciudad es visto, proyectado, reproyectado y transformado en función de estas variables fijas, de su Valor. Los lugares simbólicos sólo se convierten en estos anteriores y desaparecen aquellos que habían sido los lugares simbólicos tradicionales, sofocados por la afirmación de los lugares del intercambio, expresión de la movilidad de la ciudad […]. Las nuevas construcciones son macizas, dominan, son físicamente voluminosas, grandes contenedores […] cuya esencia consiste, no obstante, en ser móviles, en dinamizar la vida. […] Estas presencias disuelven o ponen entre paréntesis las presencias simbólicas tradicionales que, de hecho, se reducen al centro histórico. Es así como nace el “centro histórico”: mientras la ciudad se articula ya en base a la presencia dominante y central de los elementos de producción e intercambio, la memoria se convierte en museo, dejando así de ser memoria, porque ésta tiene sentido cuando es imaginativa, recreativa, de lo contrario se convierte en una clínica donde llevamos nuestros recuerdos. Hemos “hospitalizado” nuestra memoria, así como nuestras ciudades históricas, haciendo de ellas museos.”
Massimo Cacciari102
La postura expresada por Cacciari presenta a la ciudad con un centro histórico ‘musealizado’, en el
sentido de que termina por convertirse en un foco duro dentro de la ciudad, limitado y
determinado, terreno por el cual ya no pasan decisiones actuales ni importantes y en el cual se
“hospitaliza” la memoria.
Por el contrario, otra postura habla más que de musealizar la ciudad, de ‘ciudadanizar’ y vivificar el
museo103:
“La evocación de la historia para los que habitan en ella y para sus visitantes, se ha convertido en parte de su propia vida social, el cambio social se ha transformado en patrimonio y la ciudad recuerda y muestra su pasado, acompañado por sus propias vivencias”.
José Fernández de Rota y Monter104
102
CACCIARI, Massimo. (2010). “La ciudad”. pp. 31. Barcelona, Ed. Gustavo Gili, edición castellana. 103
FERNÁNDEZ DE ROTA Y MONTER, José. (2008) “Ciudad e historia: la temporalidad de un espacio construido y vivido”. p. 10 Madrid, Editorial Akal.
61
La obsesión por la memoria se plasma entonces en la ciudad, ya sea ‘musealizando’ a ella misma o
‘ciudanizando’ el museo, a partir de la conservación del patrimonio como forma de dilatar el
espacio y también el tiempo. En arquitectura, es la manera de resistir el creciente desarraigo con
los lugares, la sensación de que todo está en permanente circulación y de que la ciudad es sólo un
lugar de paso. Cada día más son los propios habitantes los que se organizan y exigen la
recuperación o al menos la no destrucción de sus barrios y edificios emblemáticos. Destruir un
barrio o un edificio implica dejar en el aire las relaciones sociales que se han creado en ellos,
quebrar el marco social en que la memoria colectiva, entendida como sumatoria de experiencias
personales que llegan a formar un todo, se construye y mueve. Se queda entonces sin locus y en
palabras de Rossi “la ciudad que cambia cancela constantemente nuestros recuerdos”105, lo que
muchas veces es funcional para el debilitamiento de las redes sociales (las verdaderas), de la
organización comunitaria y por lo tanto, de la construcción de recuerdos comunes que tejan la
historia.
“Concebida más allá de los objetos, la memoria urbana no es una objetivación institucional sino una marcación colectiva; no es una construcción terminada sino una configuración en construcción que emerge aquí y allá. Así concebida, la ciudad tiene otra manera de ser vivida.”
Pablo Sztulwark106
La marcación colectiva de la que habla Sztulwark es la que se va perdiendo a medida que no hay
base física que soporte la interacción de experiencias, ya que la memoria requiere de un lugar
donde acontecer, porque la memoria es un diálogo complejo e indeterminado entre tiempo y
espacio107. En ese sentido, la memoria no es ni debe sólo ser un objeto conmemorativo posado en
un lugar, no se debe institucionalizar ni congelar en soportes establecidos, sobre todo cuando el
tema que convoca es cómo lograr que los traumas en la trama urbana no sean invisibilizados en la
ciudad. Traumas que se han provocado durante épocas claras de dolor en la historia, pero también
en momentos históricos democráticos, aunque de manera menos obvia y algo subterránea.
104
Ibídem. 105
ROSSI, Aldo. (1982). “La arquitectura de la ciudad”. p. 105 Barcelona, Editorial Gustavo Gili. 106
SZTULWARK, Pablo. (2006). Artículo “Ciudad de la memoria”, en versión digital de Página/12, 01 de junio de 2006. 107
Ibídem
62
“Podemos hablar de un sistemático borrado de la memoria colectiva que se produce en situaciones no explícitamente traumáticas, sin conflictos sociales aparentes, de una manera lenta y oculta, como consecuencias del desarrollo tardocapitalista y neoliberal de las grandes urbes, que quieren impostar identidades simples para el control interno y para la comunicación externa, hacia las inversiones y el turismo, y que se transmiten convenientemente edulcoradas a través de campañas publicitarias.”
Josep Maria Montaner108
En relación a lo anterior, es difícil lograr discernir la ambigüedad entre memoria real y memoria
creada, en el sentido de saber y sentir cuán propios son los espacios simbólicos actuales y si lo que
representan realmente es nuestra historia. En Chile se construye la torre más alta de
Latinoamérica, la cual se intenta convertir en un nuevo símbolo del país, o al menos de Santiago.
Símbolo de desarrollo comercial, económico y de poder frente a los países vecinos. Pero ¿Es éste
rascacielos del 2012 nuestro patrimonio del futuro? ¿Quién recuerda el espacio anterior existente
ahí, a quién le importan las pocas viviendas que quedan tras él? ¿Cuál es nuestro patrimonio
actual y quién lo define? Porque más allá de la instalación mercantilista de ciertos edificios de
posible importancia para la ciudad (¿cuál?, ¿para quién?), la memoria histórica se mueve en otros
estratos, en otras dimensiones, algunos menos palpables a gran escala, pero trascendentales a la
hora de dejar huellas en el lugar.
La Villa San Luis, en Las Condes, es un ejemplo de olvido en la ciudad, emplazada en un lugar que,
en democracia, fue demolido y vuelto a construir como uno de los centros empresariales de la
ciudad. Lo que en 1971 fue una población que intentaba eliminar la segregación en la ciudad, hoy
es un reducto-ruina en medio de la ‘modernidad’ segregada, convirtiéndose en estorbo más que
en un trozo de historia necesario de preservar. Lo que pudo haber sido patrimonio de una época,
actualmente es ruina provocada.
Villa San Luis. Imágenes propias.
108
MONTANER, Josep M. y MUXÍ, Zaida. (2011). “Arquitectura y Política”. p. 159 Barcelona, Ed. Gustavo Gili, 2011.
63
La placa en el edificio, en pleno barrio cívico de Santiago, donde ocurrió la Matanza del Seguro
Obrero, en el año 1938, no cuenta explícitamente qué sucedió ahí, ¿a quiénes informa entonces el
dolor acontecido?
Un barrio antiguo de Santiago, de tradición en restauración de muebles, sufre la proliferación de
su mismo trabajo, pero a mayor escala en las antiguas viviendas restauradas de fachada continua.
Trabajos contemporáneos, que atraen más y nuevos tipos de arrendatarios y visitantes, lo que
hace subir los precios de los arriendos y termina por expulsar a los trabajadores y residentes
originales. Proceso de gentrificación producido por las ansias de valorar la esencia del lugar y que
termina por impostar, si no una nueva, al menos una diferente memoria del sitio.
La oficina salitrera Chacabuco (declarada Monumento Histórico en julio de 1971) fue un lugar de
reclusión de prisioneros políticos durante la dictadura militar. En el documental Nostalgia de la Luz
(34’46’’), de Patricio Guzmán, se muestra el estuco incompleto de un muro en el cual se
escribieron nombres de algunos de esos prisioneros.
Captura documental Nostalgia de la luz.
Simbólico y a la vez una muestra, quizás literal, de la arquitectura como soporte de la memoria,
como auxiliar de los recuerdos. En este caso específico, el lugar, que fue desmantelado luego de
finalizar su uso, cuenta con protección estatal (bajo la Ley N° 17.288 de Monumentos Nacionales),
lo que permite preservarlo como testimonio y evitar de alguna manera su destrucción definitiva.
64
Uno, dos, dos y medio ( ) tres, cuatro, cinco, seis ( ) siete ( ) y medio ( ) uno, dos ( ) tres, cuatro, cinco, seis, siete ( ) uno, dos, tres, cuatro, cinco ( ) seis, siete, ocho, nueve ( ) eso es.
Miguel Lawner109
Ejemplos de memoria en la arquitectura y la ciudad son muchos, si no prácticamente todos. La
memoria no es una producción institucional que se define de una vez y para siempre110, y por lo
mismo, está en constante construcción, en paralelo y a veces en oposición a la de los espacios
urbanos. La memoria urbana no es ni debe ser objetivación de hechos a través de unos pocos, sino
más bien debe reconocerse como marcas en el territorio que inevitablemente van haciendo
ciudad y que terminan por convertirse en ella.
“(..) la ciudad es un hipertexto que hay que descifrar, un hipertexto hecho de estratos, muchos de los cuales han quedado ocultos o borrados no solo por guerras, sino también por procesos de destrucción planificada y sistemática del tejido histórico para ser sustituidos por nuevos productos urbanos.”
Josep Maria Montaner111
Debido a lo anterior, es que es necesario conocer qué es lo que se mantiene, qué se transforma,
qué se destruye y quiénes llevan a cabo el proceso, de qué forma. La resignificación de la ciudad y
su patrimonio es algo continuo e inherente a su existencia, análisis, discusión y crítica, pero
cuando aparecen nuevos hitos urbanos impuestos que serán simbólicos (con grandes espacios,
con grandes recuerdos), es difícil y peligroso no perderse en la ambigüedad de la memoria real y la
memoria impuesta.
“Espacio y ciudad hacen confluir en la práctica y en el discurso las necesidades presenciales de la memoria, como la retórica que argumenta y desarrolla los principios de regulación del cotidiano; es decir, la memoria permite que a través de los recuerdos, simbolismos, prácticas, olvidos y de las ausencias, la historia se registre localizando en la experiencia el lugar de reunión, separación y organización de los diferentes grupos sociales que habitan la ciudad. Por ello, la ciudad se convierte en un espacio cargado de discontinuidad y diversidad (…)”
Rafael Pérez-Taylor112
109
En el documental de Patricio Guzmán, Nostalgia de la Luz (2010), el arquitecto chileno Miguel Lawner explica cómo contaba los pasos para lograr medir, memorizar y luego dibujar los espacios donde se encontró detenido durante la dictadura militar. 110
SZTULWARK, Pablo. (2006). Artículo “Ciudad de la memoria”, en versión digital de Página/12, 01 de junio de 2006. 111
Libro Le territoire comme palimpeste et autres essais, de André Corboz, citado en MONTANER, Josep M. y MUXÍ, Zaida.(2011). “Arquitectura y Política”. p. 160. Barcelona, Ed. Gustavo Gili, 2011. Página 160. 112
PÉREZ-TAYLOR, Rafael. “El cuerpo simbólico de la ciudad”. En libro “Ciudad e historia: la temporalidad de un espacio construido y vivido”, citado anteriormente.
65
A diario se construye lo que serán los monumentos o ruinas del futuro y a través de ellos se
conocerá nuestra historia, cuando los edificios se doten por completo de lenguaje y vida.
Y si además las ciudades son el texto de la historia113, es importante preguntarse de qué manera
actualmente esta última se escribe a través de la arquitectura, en un hoy donde el pasado se
asume como resistencia y proyecto114 y por ende, su presencia se exige cada vez más en las
construcciones de presente. En un proceso de sustitución constante que no aguanta
preexistencias, se generan de manera constante ruinas y vacíos en la ciudad, espacios inciertos a la
espera de, haciendo patente el presente como conector entre el pasado demolido y el futuro.
Al mismo tiempo, se sobre-memorializan otros espacios, se construyen monumentos, edificios
nuevos para recordar, en una continua objetivización y direccionalidad de la memoria (Recuerde
acá, no allá. Recuerde esto, no eso).
Ambos, monumento y ruina, son necesarios para el desarrollo de la ciudad, la pregunta
fundamental es qué traumas urbanos representan y qué sentido toman, entregado por quiénes y
para cuántos.
113
ROSSI, Aldo. (1982). “La arquitectura de la ciudad”. p. 222. Barcelona, Editorial Gustavo Gili. 114
FERNÁNDEZ DE ROTA Y MONTER, José. (2008) “Ciudad e historia: la temporalidad de un espacio construido y vivido”. p. 11. Madrid, Editorial Akal.
66
B3. MONUMENTO Y RUINA: ¿QUÉ OLVIDAMOS, QUÉ RECORDAMOS? Monumento (Del lat. monumentum).
1. m. Obra pública y patente, como una estatua, una inscripción o un sepulcro, puesta en memoria
de una acción heroica u otra cosa singular.
2. m. Construcción que posee valor artístico, arqueológico, histórico, etc.
3. m. Objeto o documento de utilidad para la historia, o para la averiguación de cualquier hecho.
4. m. Obra científica, artística o literaria, que se hace memorable por su mérito excepcional.
5. m. Obra en que se sepulta un cadáver.
Ruina (Del lat. ruīna, de ruĕre, caer).
1. f. Acción de caer o destruirse algo.
2. f. Pérdida grande de los bienes de fortuna.
3. f. Destrozo, perdición, decadencia y caimiento de una persona, familia, comunidad o Estado.
4. f. Causa de esta caída, decadencia o perdición, así en lo físico como en lo moral.
5. f. pl. Restos de uno o más edificios arruinados.
El diccionario es claro: el monumento conmemora, tiene valor. La ruina representa destrucción, es
pérdida.
Sin duda es el monumento el objeto físico que desde siempre ha sido relacionado con la puesta en
memoria de hechos acontecidos en el pasado.
Por su parte, la ruina es representación de lo olvidado, de la decadencia, de lo que ya fue y que
espera lentamente su desaparición.
La revolución industrial, entre sus muchos cambios, realzó al monumento histórico como
elemento conectado con un pasado más artesanal y al cual difícilmente se volvería. El impacto de
la industrialización, de las nuevas construcciones, de la modernización y al mismo tiempo, en
muchos casos, tugurización de las ciudades, provocó crisis y crítica. Si bien en los distintos países
europeos las discusiones fueron particulares según cada caso, por la forma en que se llevaba a
cabo el proceso y las necesidades que creaba, ciertamente la sensación común, hermosa por lo
demás, es que los monumentos del pasado son necesarios para la vida del presente, no como
67
ornamentos ni como arcaísmo, no únicamente como portadores de conocimientos y de placer, sino
como parte de la cotidianeidad.115
El monumento, y la arquitectura como disciplina que lo lleva a cabo, se constituyen como el
vínculo con el pasado, que logra mantener nuestra identidad y estabilizarnos en el presente. La
arquitectura se plantea con el papel dual de ser la herramienta mediante la cual se construyen las
nuevas ciudades, destruyéndose por tanto a ella misma, a la vez que se erige como patrimonio y
como la forma de materializar la memorialización en la ciudad.
“La mutación que transforma a la vez los modos de vida y la organización espacial de las sociedades urbanas europeas marca la obsolescencia de los tejidos urbanos antiguos. Los monumentos que allí se insertan aparecen bruscamente como obstáculos o como frenos que hay que derribar o que romper para dejar el campo libre al nuevo modo de urbanización, a su sistema y a sus escalas viales y parcelarias. Además, el mantenimiento de los edificios antiguos está más y más descuidado, y su restauración deja de obedecer a los conocimientos establecidos. De esta manera, nos enfrentamos a dos nuevos tipos de vandalismo (…): el destructor y el restaurador”.
Françoise Choay116
La reflexión de Françoise Choay hace referencia a la idea que en Francia comienza a instaurarse
acerca de que al mismo tiempo que se descuidaban tanto los edificios como la trama urbana, las
acciones restauradoras no aportaban mayormente, pues en muchos casos no se enmarcaban en
las líneas de conservación académicas. Lo anterior implica el comienzo del establecimiento de
leyes y disciplinas para realizar estos trabajos, como resultado y parte de una mentalidad
restauradora.
Es importante destacar que desde el comienzo se habla de la obsolescencia de los monumentos,
pero también de los tejidos urbanos antiguos, estando presente por tanto la concepción de que la
ciudad es portadora de memoria, porque es en ella donde ocurren los sucesos y son éstos las que
la van moldeando y conformando.
Es posible entonces pensar a la ciudad y a los monumentos como un sistema conectado de
conmemoración, aunque por lo general, son solo estos últimos los que se plantean o se piensan
como la forma de memorialización, como los dispositivos portadores de recuerdos, objetivando así
la memoria.
115
P. 123 n CHOAY, Françoise (2007). “Alegoría del Patrimonio”. Barcelona, Ed. Gustavo Gili. 116
Ibídem. p. 126.
68
“Las persistencias se advierten a través de los monumentos, los signos físicos del pasado, pero también a través de la persistencia de los trazados y el plano. Este último punto es el descubrimiento más importante de Poète; las ciudades permanecen sobre ejes de desarrollo, mantienen la posición de sus trazados, crecen según la dirección y con el significado de hechos más antiguos que los actuales, remotos a menudo. Muchas veces estos hechos permanecen, están dotados de vitalidad continua, y a veces se destruyen; queda entonces la permanencia de las formas, los signos físicos, del locus. La permanencia más significativa está dada así por las calles y por el plano.”
Aldo Rossi117
Mantener esta idea última expresada por Rossi, que supone que la permanencia más significativa
se da en calles y plano, otorga una línea importante de discusión acerca de la creencia, o
imposición más bien, de que es solo a través de objetos (archivo, placa, estatua, libro) que se
puede recordar.
Incorporar, o retomar, que es la ciudad y su trazado la primera portadora de la memoria es
trascendental a la hora de pensar esta última como un elemento que pertenece a todos y cuya
aprehensión es propia, en base a análisis y comprensiones individuales, lográndose esto a través
de la accesibilidad a la historia a través de los lugares.
“La cosa más sorprendente de los monumentos es que nunca los vemos. Nada en el mundo es tan invisible”
Robert Musil118
La frase de Musil, referenciada en el texto de Sztulwark que se ha citado anteriormente, es una
crítica provocadora a la objetivización de la historia, al modo de construir memoria a través de una
forma, a la concentración de ésta en un objeto.
El ejercicio de movilización de los recuerdos pierde espontaneidad cuando se dirige a través de
una construcción preestablecida en un lugar fijado por su ejecutor. En la ciudad hay lugares
generadores de sentido y es éste el paso generador de la memoria, el paso inicial y previo a
cualquier conmemoración a través de objetos.
117
Teoría de las permanencias de POÈTE, Marcel en p. 99 de ROSSI, Aldo (1982). “La arquitectura de la ciudad”. Barcelona, Editorial Gustavo Gili. 118
MUSIL, Robert, citado en artículo de PIGA, José. “Memoriales como obra pública: concursos y encargo”, en p. 68 de AGUILERA, Carolina et allis (2010) Ciudad y memoria, desarrollo de sitios de conciencia en el Chile actual. pp.238. Santiago: Corporación Parque por la Paz, Villa Grimaldi; Fundación Heinrich Böll – Cono Sur; Unión Europea; Universidad Academia de Humanismo Cristiano; Instiututo de Estudios Urbanos y Territoriales, PUC; Instituto de la Vivienda, Universidad de Chile; Memópolis,
69
Berlín es, en Europa, una ciudad renovada. Tras la caída en 1989 del muro que la dividía, se decidió
políticamente que ésta fuera la capital de Alemania y volvió a unirse de forma tan natural como si
nunca hubiese sido de otro modo119. Berlín es representación de muerte y dolor, de recuperación y
mirada al futuro. Pero al mismo tiempo, su reestructuración mediante, entre otras cosas, la
construcción de arquitectura solemne que se ajusta a su vocación de nueva ciudad capital, implica
que las nuevas construcciones pretendan ser una forma de expresión reconciliadora de la historia
y modernidad. No solo en esta ciudad, algunos edificios bombardeados durante las guerras fueron
terminados de demoler completamente o rehabilitados o dejados tal cual como forma de decir
“nunca más” (la torre de la iglesia de San Nicolás en Hamburgo es un ejemplo de ello). La
arquitectura por tanto también juega un doble rol, es expresión de lo ocurrido (como ocurre por
ejemplos con los edificios bombardeados o destruidos a partir de catástrofes naturales) y es
materialización de la reconciliación, ya sea con nuevas construcciones o reconstruyendo las
antiguas.
“Una nueva construcción es considerada aquí como un verdadero éxito sólo si al llevarla a cabo sobre una edificación antigua, no destruye el “aura” de la misma.”
Michael Imhof120
Aquí, es la ciudad la que se vuelca a recordar, con diferentes acciones tomadas respecto a las
marcas de la época de guerra: Existen monumentos, existen edificios dejados como ruinas, existen
edificios reconvertidos, existen construcciones nuevas, existen trozos del muro a la venta para los
turistas. Difícil analizar, porque no es la razón de esta tesis, si en este proceso no hubo pérdida, si
no se provocó olvido, pero al final de la sumatoria parece ser que Berlín actual es resultado de una
lógica general de modernización de la ciudad pero que ha sabido preservar su memoria histórica.
Actividad de moda en Berlín: jugar en golf en edificios abandonados en la ciudad. Imágenes Internet.
119
IMHOF, Michael (2008) Berlín. Nueva arquitectura. Guía de la construcción desde 1989 hasta nuestros días”. Berlín, Michael Imhof Verlag GMBH & Co. 120
Íbidem, p. 13.
70
En la ex Yugoslavia existe un hecho paradójico. Veinticinco monumentos mandados a construir a
escultores y arquitectos por su otrora presidente Josip Broz Tito (Mariscal Tito) se encuentran
actualmente abandonados. Fueron elaborados entre las décadas del ’60 y ’70 para conmemorar
lugares en los cuales hubo batallas o campos de concentración durante la II Guerra Mundial. Hasta
la división de Yugoslavia (1991), estos monumentos atrajeron millones de visitantes, por razones
de corte patriótico, pero también por su arquitectura de tipo futurista y monumental. Hoy se
encuentran en abandono, perdiendo su significado inicial, pero haciéndose cargo a la vez del
devenir histórico de la división de esta república, que se fragmenta y cuya ideológica política se
difumina.
El monumento se convierte en ruina, va quizás camino a la desaparición, pero sigue significando y
con más fuerza, porque es un dispositivo que tuvo un comienzo que lo determinaba a
conmemorar ciertos hechos, pero que se re-significó a partir de la década de 1990 y por tanto, su
simbolismo va mutando a la par con la historia.
Spomenik, imágenes de Jan Kempenaers 121
121 Información e imágenes en página web (http://www.cracktwo.com/2011/04/25-abandoned-soviet-
monuments-that-look.html).
71
Spomenik significa monumento en esloveno o serbio. Al buscar en Google se llega fácilmente a
una página web que declara querer ser un monumento digital para las victimas encontradas en
fosas comunes (600 conocidas) en Eslovenia:
“Spomenik.org was setup initially to look and using internet and mobile technology to allow people to create their own dynamic and digital monuments”
Spomenik Monument122
Existe hoy un nuevo soporte para la memoria, vigente y aparentemente más estable y
permanente: Internet. Lo digital gana terreno en varios ámbitos, y también en el conmemorativo.
Y si bien, al igual que en la ciudad, no es accesible para todas las personas, ayuda a masificar la
información. ¿Pero cómo sabemos que la información es actual y cierta? ¿Y de quién depende que
este soporte no caduque, que no comience a desaparecer como los monumentos de Tito?
La página Spomenik pretende tener el dinamismo y la participación que probablemente no se
encuentra, ni allá ni aquí, en la trama urbana. Pretende no ser un objeto ni una web, si no un
lugar.
Paradójico es que en lo virtual se piense que pueden tomar mayor realidad y significado los
recuerdos, desplazando lo palpable, lo recorrible y asible.
¿Pero no son estos monumentos en la ex Yugoslavia dinámicos también? En el sentido de que al
estar convirtiéndose en ruina ¿no hacen palpable la historia que pasa a través de ellos? ¿Es, en
este caso, un proceso más sensato que una conmemoración ‘asistida’?
Mostar es una ciudad en Bosnia y Herzegovina. Durante la guerra que tuvo lugar entre 1992 y
1995, el puente más significativo de la ciudad fue destruido, a pesar de no ser infraestructura
posible de usar estratégicamente, sino más bien un puente peatonal que desde el siglo XVI era
considerado representación de la sociedad multiétnica.
Fue una destrucción con una fuerte carga simbólica, pues dejó incomunicada a la ciudad. A través
entonces de la desaparición de una construcción, se expresa toda la lógica política-social de la
guerra.
122
La página web “se configura inicialmente para mirar y usar Internet y la tecnología móvil para permitir a la gente crear sus propios monumentos dinámicos y digitales”. (http://www.spomenik.org/home/index.php)
72
Imágenes del momento de la destrucción y del puente provisorio.123
Tras el conflicto, el puente fue reconstruido con ayuda de UNESCO, inaugurado en el año 2004 e
inscrito en lista de Patrimonio Mundial en 2005. Los habitantes lo quisieron una réplica del
original, para que volviera a ser lo de antes. Es por tanto la reconstrucción una forma de alcanzar
la paz, en una ciudad donde siguen conviviendo distintas culturas y siguen en pie edificios en
ruinas que fueron bombardeados. Aquí se escogió en primer lugar reconstruir el puente por su
simbolismo y por su futura atracción turística, y como segunda etapa, se plantea la recuperación
de otros edificios como viviendas o escuelas.
Es ejemplo de la lógica política-cultural que hay detrás de la monumentalización, por un lado, y el
dejar “que sea ruina”, por otro.
Un grupo de hombres cruzan el puente en ruinas con un cadáver / Un periodista corre por el puente para esconderse de
los balazos. 124
123
De página web http://www.slobodanpraljak.com/english/knjiga_most_eng.htm
73
La ruina es un elemento ampliamente considerado como representativo de la etapa final de, en
nuestra disciplina, un edificio. Significa pérdida, decadencia, algo a punto de desaparecer y que
por lo tanto, no merece atención ni siquiera re-aparecer. En la práctica, si llegase a no existir es
mejor, porque se convierten en estorbos.
Dentro de la ciudad es difícil encontrar una visión amable sobre ellas. Si no son arqueológicas,
difícilmente serán tratadas como patrimonio, como soportes de historia, como instrumento de
movilización de la memoria, y por lo general no son elementos hacia los cuales se genere un
interés de apropiación, sino más bien todo lo contrario.
La ruina es una discontinuidad en el paisaje construido, ¿no representa entonces una
discontinuidad histórica? Porque si la ciudad es el texto de la historia, las ruinas son el silencio, el
cambio de página, y son entonces parte constitutiva de ella.
Cuando Choay hace referencia al shock en términos de pérdida de patrimonio que produjo la
industrialización en Inglaterra, cita a John Ruskin al decir que los ingleses no se resignaban a la
desaparición de sus edificios antiguos en pos de una modernización que, representada en
Norteamérica, construía “un mundo sin recuerdos, sin una ruina”.125 Y si bien es cierto se refiere a
la pérdida de la historia construida, es importante que se hable de la ruina como un dispositivo
también a salvaguardar frente a las acciones arrolladoras de la revolución, que planteaba tabula
rasa con lo ya existente y una arquitectura nueva, pulcra y sin ataduras con el pasado.
¿Puede ser la ruina asumida con una condición de promesa? Es ella un vacío que marca ausencias,
es contenedora del pasado y sobre la cual el tiempo actúa a su propio ritmo, por lo que por tanto,
todo está por suceder. La imposibilidad de control sobre ella genera rechazo, pero a la vez
atracción, porque se reconoce un pasado caduco, lo que fue y lo que podría haber sido, pero que,
de una forma distinta, continúa siendo.
En Mostar, la reconstrucción del puente fue la paz, la promesa. Es la representación del ‘nunca
más’, a la vez que recordatorio del horror acontecido. ¿Pero no son los edificios en ruinas una
representación, más descarnada, de lo mismo? Representan el horror, la muerte. ¿Es desidia que
sigan arruinados o es haber entendido su carga simbólica y la importancia de que existan tal cual
quedaron y de que el tiempo siga corriendo sobre ellos?
124
Imágenes extraídas de reportaje East Mostar -1- Hell on Earth 93, www.youtube.com 125
John Ruskin, “On the opening of the Crystal Palace”, citado en p. 123 de CHOAY, Françoise (2007) Alegoría del Patrimonio. Barcelona, Ed. Gustavo Gili, edición castellana (traducción: María Bertrand Suazo).
74
En Afganistán, el año 2001 fueron destruidos los budas de Bāmiyān, debido a que el gobierno
talibán consideró que era hora de eliminar estatuas relacionadas a una religión preislámica. Los
budas son ídolos para sus seguidores, lo que es rechazado por el Islam que no es iconoclasta, y por
lo tanto, desde el punto de vista del gobierno, no tenía sentido la existencia de ellos en su
territorio.
Fue también una forma de criticar el trabajo de UNESCO para el resguardo de las estatuas, pues en
este caso el cuidado del patrimonio se convierte en una forma de hacer reverencia a una religión
que no es la oficial.
La destrucción fue por tanto una muestra de poder y de recordar a creyentes de otras religiones
que no hay cabida para su memoria y que las marcas potentes en la ciudad o en el territorio que
recuerdan otras historias podrían y pueden ser fácilmente borradas.
Actualmente, los nichos donde se ubicaban los budas están vacíos, aunque en algunos puntos es
posible percibir lo que existió. UNESCO ha decidido no intervenir ni generar proyectos de
reconstrucción, porque dejarlo tal cual quedó es remarcar lo ocurrido, es entregar, a través del
vacío, un simbolismo mayor a las estatuas que ya no están.
Durante la destrucción / Antes y después.126
La obra “De Los Ángeles y demonios. Modelo de un retrato de familia” del artista chileno
Sebastián Preece es certera en ese sentido. En 2004 vuelve a la casa, en ruinas, que su familia
tiene en el campo. Se instala ahí durante un año, estudiando y acompañando el proceso del paso
del tiempo sobre ella. Cuando vuelve a Santiago, decide traer con él un muro de adobe de la
vivienda e instalarlo en un local, con los cuidados necesarios para que la ruina siga viviendo: aire,
humedad, insectos, musgo. Todo sigue ocurriendo en el muro, la vida sigue su curso natural.
126
Imágenes de http://loslugarestienenmemoria.blogspot.com/2011/07/el-grito-de-bamiyan-el-lamento-de-la.html
75
"Es divertido, esto es una especie de condena. Debo generar una situación médica para mantener viva la última porción de casa, mi herencia"
Sebastián Preece127
128
Reconocer la ruina como parte e interpretación de su pasado, dejarla seguir, pero en un ambiente
creado para ello. La valida y deja ser, porque no hubo la intención de restaurar la vivienda
completa, si no de recuperar los recuerdos a través de la sutileza de controlar el ambiente en el
cual un trozo de ella sigue latiendo. Es una forma de rescatar la historia.
Una ruina es un inmueble que trabaja en mínima energía, que se plantea, porque debe ser así,
como parte constitutiva de la ciudad, pero que no es asida por sus habitantes, no es reconocida.
Un terreno vacío (de los muchos que actualmente dejan las constructoras esperando el mejor
momento para construir) no es de interés para el ciudadano, es invisible hasta que comienza a ser
intervenido y ‘vuelto a llenar de vida’. ¿Por qué no puede validarse por el solo hecho de ser
representante de una etapa del proceso? Porque el abandono no tiene carácter positivo, porque
implica que algo no funciona, que existe un algo inacabado o que se está destruyendo, que hay un
vacío por llenar.
Porque no sabemos, sobre todo en la época actual, convivir con el silencio.
127
Entrevista en diario El Mercurio, sábado 25 de junio de 2011. 128
Imagen en (http://galeria.uarcis.cl/main.php?g2_itemId=6361)
76
“La ciudad contemporánea es en gran medida, el reflejo o materialización actual de la historia en el espacio construido. La historia es lo que se hace presente del pasado, dándole una continuidad y coherencia con que se hace pleno de sentido en la actualidad. Según Benjamin, la historia es contada y articulada por los vencedores, por la fuerza dominante, obliterando aquello que se desvanece en la marcha del progreso. El correlato de esto en la ciudad, se propone que correspondería a los lugares del pasado inscritos en el hábitat presente, que le son funcionales y que conforman parte integrante de su identidad. Aquello que escapa a esto, es destruido o transformado para restituir su coherencia con el todo, en el sentido ideal, moderno, de una ciudad planificada, de un orden urbano eficiente.”
Felipe Lanuza129
Retomando entonces a Walter Benjamin y sus Tesis de Filosofía de la Historia tiene sentido la
inscripción de la ruina dentro del contexto de una ciudad escrita por los vencedores, planificada
para que constantemente se reordene, se limpie y reescriba.
No hay cabida para visibilizar las huellas que la propia ciudad arma. Y en ese juego, la ruina es la
posibilidad de ‘mostrar, pero no’, de que siempre exista incertidumbre acerca de su significación o
de los hechos que ocurrieron en ella, de lo que quiere expresar.
Ambos, monumento y ruina, siempre permiten una cierta dosis de imaginación al enfrentarse a
ellos. No plantean cien por ciento una historia cerrada, sobre todo las ruinas, porque es posible
recrear múltiples historias a través de ellas, toda incertidumbre se hace parte de su imagen.
Tomando las palabras de Joël Candau, la preocupación de la historia es poner orden y la de la
memoria está atravesada por el desorden de la pasión, de las emociones y de los afectos130,
pudiendo extrapolar esto a monumento y ruina. El primero como dispositivo de anclaje de la
historia en la ciudad y en los individuos, y la segunda como catalizador de diversas emociones y
diferentes historias pasando por sobre él. Pero también esta última como instrumento patente
(por parte de los vencedores) de negación de lo ocurrido, de dejar estar la historia.
Y también el monumento puede provocar la negación a través, por ejemplo, de la construcción de
infraestructura “musealizadora” de un hecho específico, a la vez que otras obras, otros edificios en
la ciudad que expresan el mismo hecho se caen a pedazos.
129
LANUZA, Felipe. (2009). “Ruina, Alegoría y Anamnesis. El ejercicio de la memoria sobre la des-aparición del ex-ferrocarril de cintura de Santiago”. Revista De Arquitectura N° 18, Santiago, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile. 130
CANDAU, Joël 820029 Memoria y amnesias colectivas. En Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales. Extraído de Antropología de la Memoria, Capítulo V, Buenos Aires: Ed. Nueva Visión.
77
“El patrimonio no debiera ser confundido con la historia. La historia trata de convencer a través de la verdad y sucumbe a la mentira. El patrimonio exagera y omite, inventa con sinceridad, olvida francamente y prospera gracias a la ignorancia y al error. (…) El patrimonio puede ser más fácilmente corregido. Si los historiadores no pueden ignorar el conjunto de los conocimientos pasados sin peligro de su identidad profesional, en cambio el patrimonio puede transgredirlos a la ligera.”
David Lowenthal131
El patrimonio tanto monumento, tanto ruina, puede transgredir los conocimientos del pasado, es
decir, manipular la historia, generar recuerdo u olvido según el fin para el cual sean concebidos y
por quienes.
La definición del diccionario no siempre es correcta:
Monumento es anamnesis y amnesia.
Ruina es amnesia y anamnesis.
Y habitamos una finita Eternidad.
131
LOWENTHAL, David (1999) La fabricación de un monumento. De “Documentos para la historia de la restauración”. p. 162. Universidad de Zaragoza, Departamento de Historia del Arte.
78
79
C. CONTEXTO CHILENO. Dictadura y post dictadura
80
La Memoria como construcción: Hegemonía y sentido.
"Una historia no es nunca definitiva, pues responde a intereses y preocupaciones del momento en que se estudia, y además, nuevos acontecimientos producen siempre el reacomodamiento del sistema.”
Marina Vaisman132
La búsqueda de una historia y por tanto de una memoria entendida como definitiva, parece ser un
ejercicio por definición incompleto. Esto, en la medida en que el hallazgo de nuevos antecedentes
o la relectura de la historia siempre nos ofrecen nuevas posibilidades de interpretación. Pero
también en la medida en que entendemos la conciencia histórica como una construcción de
sentido elaborado a partir de los intereses predominantes en una determinada época.
Una construcción que, como se ha mencionado a lo largo de esta investigación, no sólo tiene la
capacidad de hacer evidente, de exponer ciertas “verdades” históricas propuestas como
apropiadas, sino que también intervenir la visibilidad de todos aquellos signos que puedan
interferir en la construcción de tal memoria. De esta manera, es posible sostener que aquello que
logramos observar y que participa en la significación de nuestros propios recuerdos sobre la
historia, por lo general lleva implícita una restricción, que permite encausar el panorama
conmemorativo de una nación, grupo social o cultura. Como sostiene Edward W. Said en el texto
Antagonistas, públicos, seguidores y comunidad, tal orientación puede incluso estimular la
ignorancia de los grupos dominados por parte de los dominantes, propiciando un status quo que
propicie y asegure el normal transcurrir de las cosas.133
De esta manera, el dominio sobre la historia muchas veces tiende a restringir las posibilidades de
lectura e interpretación de los acontecimientos históricos, orientando el sentido y limitando la
significación, dejando afuera todo aquello que no es validado al interior del campo de dominación
132
VAISMAN, Marina (1991) El postmodernismo arquitectónico y la cultura posmoderna. Bogotá: Escala. 133
“Estoy convencido de que la cultura trabaja con mucha eficacia para hacer invisible e incluso ‘imposible’ las verdaderas afiliaciones que existen entre el mundo de las ideas y la intelectualidad, por un lado, y el mundo de la política bruta, del poder empresarial y estatal y la fuerza militar por otro. El culto de la pericia y el profesionalismo, por ejemplo, han restringido tanto nuestro panorama de visión que se ha establecido una doctrina positiva (opuesta a otra implícita o pasiva) de no interferencia entre campos. Para esta doctrina es mejor que el publico permanezcan en la ignorancia, y es mejor dejar las cuestiones cruciales que afectan a la existencia humana a los ‘expertos’…”.SAID, E., W. (1983). Antagonistas, públicos, seguidores y comunidad. En La Posmodernidad (Ed. Hal Foster). Barcelona: Editorial Kairós.
81
que define qué y cómo recordar y también qué olvidar. En definitiva, un proceso de
homogeneización de la información que al mismo tiempo supone un síntoma de ocultamiento.
En este contexto resulta oportuno hacer referencia al concepto de hegemonía desarrollado por el
filósofo italiano Antonio Gramsci. Para Gramsci los distintos puntos de vista, los distintos campos
del saber luchan por ocupar un lugar, desplazando a aquellos anteriormente consolidados. Así,
tales campos adquieren poder, asumiendo la hegemonía sobre la orientación de sentido de la
producción del conocimiento y su difusión al interior de la sociedad.134 De este modo, la
generación de conocimiento está directamente relacionada con la aceptación social de tal
conocimiento. Bajo la mirada de Gramsci, la política no sólo interpreta los acontecimientos que
ocurren en el mundo, sino que también los transforma en acción, en la medida en que
precisamente orienta su comprensión por parte de la sociedad. Más aún, el concepto de
hegemonía desarrollado por Gramsci excede lo estrictamente político, en la medida en que tal
visión hegemónica actúa sobre los modos de pensar, sobre el modo de conocer, entender y
relacionarse con las cosas, otorgando sentido a los sucesos que transcurren alrededor del hombre.
El aparato hegemónico supone un artefacto que establece direcciones en nuestra comprensión de
las cosas, fuertemente apoyado por los medios de comunicación que tiene a su alcance, capaz de
articular un campo ideológico que determina nuestra conciencia sobre los hechos históricos,
absorbiendo incluso, como ya fue mencionado, las visiones emanadas desde el Estado.
Esta situación da paso a la generación de normas sociales que establecen las condiciones
vinculadas con la autoridad, contexto en el cual la orientación de memoria resulta fundamental en
la medida en que construye los signos de identidad que muchas veces otorgan coherencia y
adhesión al proceso político en curso, manifestando su relato histórico.
La historia, la construcción de memoria, puede funcionar como discurso de legitimación de las
decisiones tomadas por aquellos grupos que en el presente asumen una posición hegemónica. Es
por ello que la práctica de ocultamiento resulta tan recurrente y atractiva, dando como resultado
134
Una hegemonía que por definición es contradictoria, al intentar imponer una estructura homogénea sobre un cuerpo social por definición diverso. Tal como plantea Luciano Gruppi, leyendo el concepto de hegemonía en Gramsci, “La hegemonía es esto: capacidad de unificar a través de la ideología y de mantener unido un bloque social que, sin embargo, no es homogéneo, sino marcado por profundas contradicciones de clases. Una clase es domínate mientras con sus acción política, ideológica, cultural logra mantener junto así un grupo de fuerzas heterogéneas e impide que la contradicción existente entre estas fuerzas estalle…” En p. 92 de GRUPPI, L. (1978). El concepto de Hegemonía en Gramsci. México: Ediciones de Cultura Popular.
82
la recuperación de una historia contaminada o derechamente capturada por las ideologías que se
apoderan de las instituciones gobernantes.
Si la sociedad en su conjunto recepciona una conciencia histórica impuesta por el contexto
político, social y cultural en el cual habita, resulta fundamental estimular al mismo tiempo una
conciencia crítica por parte del hombre. Una conciencia que nos permita discernir frente a
memorias históricas aparentemente homogéneas y ampliamente aceptadas sin cuestionamiento
alguno. Para esto, deberemos partir por comprender que tal como sostenía Marina Vaisman, la
historia supone una construcción activa, en constante movimiento, que incluso es capaz de
revelarse críticamente frente a los grupos dominantes. En otras palabras, si la historia es una
construcción, tal elaboración no sólo depende de la mirada orientadora de las visiones
hegemónicas, sino que también de cada uno de los actores que participan y constituyen a la
sociedad y sus expresiones culturales.135
"Elaborar la propia conciencia, concepción del mundo de manera consciente y crítica y, por lo mismo, en vinculación con semejante trabajo intelectual, escoger la esfera de actividad, participar activamente en la elaboración de la historia del mundo, ser el guía de sí mismo y no aceptar pasiva y supinamente (recostado) la huella que se imprime sobre la propia personalidad.”
Antonio Gramsci136
Como veremos a continuación, en el caso de nuestro país, específicamente a partir del período de
tiempo que comienza con el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, la captura de las
fuentes de emisión de la memoria por parte del bando “vencedor” y desde ese momento
hegemónico, será cada vez más evidente. Esto en la medida en que la instalación de la Junta
Militar en el poder, fomentará la conciencia de la iniciación de una nueva fase histórica, que
pensado en clave moderna, permite superar los años de “estancamiento” de la Unidad Popular y
guiar al país hacia el progreso. Para esto, se evitará la presencia de cualquier síntoma relacionado
con el pasado reciente, reforzando la visibilidad de aquéllos símbolos tradicionales de la
“identidad” nacional, articulando el relato de lo que para muchos fue la recuperación del país
luego de que éste desviara el camino.
135
Al respecto, es posible sostener, tal cual lo hace el propio Antonio Gramsci, que los procesos de lucha y construcción de las hegemonías son en sí mismos procesos históricos abiertos, en permanente tensión entre dominantes y dominados, entre gobernados y gobernantes: “(…) la unidad de la teoría y la práctica no es, de ninguna manera, algo mecánicamente dado, sino un devenir histórico…” GRAMSCI. A. (1975). El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. p. 12 México: Juan Pablos Editor. 136
En GRAMSCI. Antonio (1975). El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. p. 12 México: Juan Pablos Editor.
83
La Memoria en Chile a partir de 1973: Institucionalización del olvido / Construcción de identidad.
Moneda de diez pesos con la leyenda “libertad” difundida por la dictadura / El Palacio de la Moneda en plena reconstrucción luego de su bombardeo el 11 de septiembre de 1973.
Siguiendo la línea argumental de Gramsci, a partir del quiebre democrático sufrido por nuestro
país, el grupo social que dominará el rumbo político de Chile recurrirá a la historia y a sus símbolos
para dar coherencia a un proceso que se entiende así mismo como fundacional.
Tal como mencionamos anteriormente, a partir del Golpe de Estado del año 73’, no sólo se dará
inicio a un periodo histórico que cortará de manera abrupta la tradición democrática y republicana
que caracterizaba y enorgullecía al país. También, podemos observar el intento de posicionar, para
posteriormente consolidar, un nuevo imaginario de identificación social, asociado a un modelo
cultural que según trascurren los años, se situará bajo el marco conceptual del neoliberalismo,
para no salir más de ahí. Así, ideas como el emprendimiento o la eficacia, no sólo adquieren
importancia desde el punto de vista político y/o económico, sino que también, serán sugeridos
como valores simbólicos del desarrollo social del país en su conjunto, paradójicamente cada vez
más asociado al individuo y cada vez menos a lo colectivo.
El contexto chileno en el que nos enmarcamos es de un país fracturado por una época de dolor y
terror. Época en la cual se negó una historia anterior y se construyó una nueva identidad,
definiendo un nuevo modelo de desarrollo.137 Desde el primer día, el bombardeo al Palacio de
Gobierno representó la voluntad de “tabla rasa, de crear un nuevo Estado sobre las ruinas del
137
En MOULIAN, Tomás (2002) Chile actual. Anatomía de un mito. p.31. Santiago: Lom Ediciones.
84
otro”.138 Luego, vino una fase de negación del pasado, en la cual hubo medidas fuertemente
represivas, tendientes a confiscar la memoria de lo colectivo, que aún retenía la fuerza ideológica
y simbólico-cultural del gobierno de la Unidad Popular.139 Un segundo momento, de fundación,
vino a fabricar una imagen y a afianzar la hegemonía del gobierno, afiatando todo tipo de
relaciones en base a un modelo neoliberal.
Bajo estos términos, asociados a una fuerte política represiva que “facilitó” la tarea, la dictadura
en Chile intenta establecer una “disciplina” social140, reorganizando económica, social, política y
culturalmente al país. Un intento de reorganización que utilizará todas aquellas herramientas que
encuentra a su alcance. De este modo, la instalación de las verdades/mentiras históricas
impuestas por la oficialidad ocupará todos los canales de difusión masivos disponibles, incluyendo
a una gran mayoría de los medios de comunicación de la época, dando paso por un lado a la
omisión y/o censura o bien a la resistencia cultural de alto riesgo.
“El quiebre de todos los pactos vigentes de legitimación simbólica y social causado por la dictadura hizo que lo que se daba anteriormente por seguro (convicciones y adhesiones al mito de la Historia) cayera bajo desconfianza. (…) De ahí, entonces, la incansable actividad de reformulación de los signos llevada a cabo, dentro del arte, por la escena de “avanzada” y su manía de la sospecha que impulsan a revisar cada maniobra de discurso: a desocultar los artificios de representación oficial puestos al servicio de las mentiras dictatoriales; a denunciar los ilusionismos de la tradición con los que el régimen militar cita fraudulentamente el pasado para darle un origen a su impostura.”
Nelly Richard141
138
Íbidem. Al respecto Steve J. Stern, también nos entrega señales al respecto: “Cualquier persona que escuche, o lee, la grabación de las conversaciones entre el Genaral Leigh y el general Pinochet en el mismo día del once se dará cuenta que los mismos militares se preocuparon, desde el primer día, del poder del cuerpo humano como nudo convocante de la memoria. No por nada enterraron a Salvador Allende discretamente en Viña del Mar, no por nada se destruyeron los hornos de Lonquén y los cuerpos allí descubiertos”. STERN, Steve J. “De la memoria suelta a la memoria emblemática: Hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico (Chile, 1973-1998)” en GARCÉS, M., [et al]. (2000. “Memoria para un Nuevo Siglo. Chile, Miradas a la Segunda Mitad del Siglo XX”. p 24. Santiago: Lom ediciones. 139
P. 125, en RICHARD, Nelly (fecha) Márgenes e instituciones. Arte en Chile desde 1973. 140
“Una dictadura con un afán de “disciplina social” y reorganización dela economía como una manera de alcanzar logros modernizadores. Si en lo primero la violación sistemática de los DD.HH, se asemeja a las demás dictaduras del continente, los otros objetivo la diferencian pues se trata de la primera dictadura latinoamericana que cuenta con un grupo de economistas bien formados y que tienen la posibilidad de aplicar un modelo económico y social “neoliberal” sin oposición de la ciudadanía 8 partidos políticos, intelectuales, sindicatos), por estar anulada por la presión de las Fuerzas Armadas”. Pinedo, J. (2011). p 124. “Intelectuales, literatura y memoria en el Chile post-dictadura. 1995-2005”. Taller de Letras N° 45. 141 Íbidem. En el texto “Márgenes e instituciones. Arte en Chile desde 1973”, Nelly Richard analiza la llamada escena de avanzada, movimiento artístico y cultural, que precisamente desde la producción artística establece una suerte de estética de la resistencia frente al nuevo imaginario impuesto por la dictadura militar. Es interesante destacar que muchas de las acciones realizadas por la escena de avanzada se desarrollan en el espacio público, intentando hacer visible aquello que se mantenía oculto por la oficialidad, tal como evidencia los trabajos del grupo CADA o Lotty Rosenfeld.
85
Así, la dictadura intentará encausar a la ciudadanía hacia los logros de modernización prometidos
por el nuevo modelo económico, comprometiendo así a la ciudadanía, una vez más, en la
construcción del camino hacia el anhelado progreso. Un anhelo de progreso que en términos
históricos, clausura las evidencias del pasado reciente, leído y entendido como las ruinas de un
país en pleno estancamiento.
A partir del panorama anteriormente descrito, es posible plantear, tal como es sugerido por José
Bengoa142, que desde el punto de vista institucional la dictadura propicia la construcción de una
sociedad amnésica. Esto, en la medida en que para llevar a cabo el proceso de modernización,
basado en el relato de la fundación de un “nuevo” Chile, es necesario evitar cualquier tipo de
conciencia histórica que se vincule con aquél tiempo “superado”, con el tiempo que antecede a la
dictadura. Para Bengoa, esta forma de aproximarse a la historia apuesta por otorgarle la mayor
importancia posible al presente, tiempo en que precisamente se está fundando la nueva y mejor
etapa del país.
En otras palabras, la estrategia institucional con respecto a la historia consiste en hacer sentir a la
sociedad que es parte del inicio de una nueva era, fundacional como se ha mencionado, y que
participa directamente en su construcción, exacerbando aquéllos rasgos nacionalistas que
aseguran el compromiso con la causa nacional. Un presente comprometido que traza la dirección
y sentido del camino hacia al futuro.
“En esta perspectiva, la historia de la memoria y el olvido colectivo es un proceso de deseo y de lucha para construir memorias emblemáticas, culturalmente y políticamente influyentes y hasta hegemónicas. Es una lucha para crear ciertos tipos de puentes entre la experiencia y el recuerdo personales y sueltos por un lado, y la experiencia y el recuerdo emblemático y colectivamente significativo por otro lado.”
Steve J. Stern143
De esta manera, si consideramos la definición de “memoria emblemática” desarrollada por Steve
J. Stern, que intenta dar un sentido compartido a las grandes experiencias humanas, podemos
advertir que la dictadura se empeña en la construcción de ésta. Una memoria emblemática que en
142
BENGOA, J. (1996). “La comunidad perdida. Ensayos sobre identidad y cultura: los desafíos de la modernización en Chile”. Santiago: Edición sur, año 1996.
143 STERN, Steve J. “De la memoria suelta a la memoria emblemática: Hacia el recordar y el olvidar como
proceso histórico (Chile, 1973-1998)” en GARCÉS, M., [et al].(2000). “Memoria para un Nuevo Siglo. Chile, Miradas a la Segunda Mitad del Siglo XX”. p 13. Santiago: Lom ediciones.
86
este caso, tal como plantea el propio Stern, apostará por el imaginario de la “salvación”, de la
recuperación del país de un estado desastroso y destrozado gracias a la ineficiencia de la Unidad
Popular.144 Así, la dictadura intenta construir una mirada común que otorgue un sentido
compartido al momento histórico en curso, enfatizando la idea de que gracias a este proceso se
está superando el trauma de la inestabilidad propio del gobierno anterior.
Una memoria ideada y construida desde la institucionalidad, que como fue mencionado, goza de
una amplia circulación pública, consciente de la importancia de su difusión para compartir y
aprehender el mensaje emitido.145 La dictadura propicia la construcción de su propia conciencia
histórica, al tiempo que intenta borrar o invisibilizar cualquier signo perteneciente al imaginario
que predominaba antes de su instauración, intentando contener también la fuerza
conmemorativa de aquellos sitios o espacios físicos vinculados con ese pasado que se intenta dejar
atrás.
Una clara señal de esto es la imposición de acciones sobre el territorio urbano, donde la política
de expulsión de habitantes a la periferia fue muestra de algunos de los requerimientos del
neoliberalismo: terrenos ‘limpios’ en comunas céntricas y ricas, donde poder instalar complejos de
nuevos y ‘modernos’ edificios. La pérdida del derecho a la ciudad fue una manera también de
violentar las relaciones colectivas establecidas y de fracturar la cohesión social.
“Desde un punto de vista simbólico, la destrucción progresiva y la inminente desaparición hoy en día de lo poco que queda de la Villa San Luis de Las Condes representa un proceso de creación y selección de la memoria de la ciudad, que se compone también de un olvido entre todos aquellos relatos de los lugares que se pierden en el fluir de la historia”
Claudio Pulgar146
144 “Una primera memoria emblemática es la ya mencionada, la memoria como salvación. Sus elementos claves
plantean que el trauma fundamental se ubica en el periodo antes de septiembre de 1973, que la económica andaba por un camino catastrófico y lleno de arbitrariedades y que la violencia se había vuelto peligrosa, llevando al país al precipicio de una guerra civil o una masacre inminente”. STERN, Steve J. “De la memoria suelta a la memoria emblemática: Hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico (Chile, 1973-1998)” en GARCÉS, M., [et al]. (2000). “Memoria para un Nuevo Siglo. Chile, Miradas a la Segunda Mitad del Siglo XX”. p. 15. Santiago: Lom ediciones.
145 “Las memorias emblemáticas potenciales necesitan contar con una elaboración y circulación más o menos
publica, sea en los medios de comunicación públicos de amplia circulación; o en los espacios de elaboración cultural e intelectual como las universidades; o a través de redes semi-públicas de información organizada…” STERN, Steve J. “De la memoria suelta a la memoria emblemática: Hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico (Chile, 1973-1998)” en GARCÉS, M., [et al]. (2000). “Memoria para un Nuevo Siglo. Chile, Miradas a la Segunda Mitad del Siglo XX”. p. 19. Santiago: Lom ediciones.
146
PULGAR, Claudio. (2011) “Lugares de memoria y olvido, el derecho humano a la ciudad”. En libro “Ciudad y memorias. Desarrollo de sitios de conciencia en el Chile actual”. p. 113. Santiago: Corporación Parque por la paz Villa Grimaldi.
87
Bajo el argumento del inicio de una nueva era, la memoria se convierte en una especie de caja
cerrada de difícil y controlado acceso, que estimula un olvido consciente para evitar cualquier
interferencia no deseada por el nuevo régimen político y económico. Una caja de memoria que
sólo podrá ser abierta, no siempre de la manera más amplia deseada, a partir del retorno a la
democracia y los sucesivos gobiernos de la Concertación.
Ahora bien, tal como podremos observar a través de nuestros casos de estudio, es posible
sostener que esta apertura e impulso de memorializacion que predomina desde la década de los
noventa hasta el día de hoy, también implica una nueva clausura. Una clausura que en este caso
apuesta por la anhelada reconciliación de una sociedad partida en dos, intentando componer una
memoria y conciencia histórica convergente, que nuevamente tienda hacia la institucionalización
conmemorativa de la historia reciente del país.
Un cierre institucional que, una vez más, prescinde de entender a la historia, a la relación entre la
memoria y el olvido, como un proceso en constante reacomodo entre los recuerdos personales e
individuales y los recuerdos colectivos. La desarticulación de la historia y la ruptura de la
organicidad social del sujeto, necesita de la reinvención del lenguaje –textura intercomunicativa-
para volver a ser capaces de nombrar los restos sobrevivientes de la catástrofe. Esto, como forma
de evitar el ‘blanqueamiento’ de la historia que supone su deslegitimación, o dicho de otra forma,
para evitar la imposición de la cultura del olvido.
El retorno a la democracia si bien implicó el levantamiento de algunos modos de censura y la
recuperación de espacios, ha mantenido y profundizado una forma de desarrollo que invalida de
cierto modo la memoria, reafirmando prácticas de su deslegitimación. Por ejemplo, no debemos
olvidar que fue en democracia cuando la Villa San Luis fue vendida y demolida en gran parte para
la construcción de edificios de oficina. Pero en paralelo, se han construido espacios de memoria
como forma de reparar el dolor, para un repetido ‘nunca más’.
Pierre Nora declara “hay lugares de memoria, porque ya no hay ámbitos de memoria”147, y es lo
que ciertamente ocurre en nuestro país actualmente: la memoria se trabaja como sistema de
representación, dejando a un costado, en el olvido, as marcas en el territorio, los registros visibles
de la historia.
147
Pierre Nora citado en LAGOS, Tamara. “Un museo para Chile”. En libro “Ciudad y memorias. Desarrollo de sitios de conciencia en el Chile actual”. p. 145. Santiago: Corporación Parque por la paz Villa Grimaldi.
88
89
D. TENSIONES E INTERVENCIONES. CASOS.
90
Tensiones e Intervenciones Como hemos podido apreciar, las posibles instancias de conmemoración al interior de la ciudad, a
través de la arquitectura y del diseño planificado, no responden exclusivamente a la emergencia
de vínculos espontáneos de memoria entre el ciudadano y el territorio que habita. Por el
contrario, como fue planteado al comienzo de esta investigación, la ciudad puede ser entendida
como un escenario en permanente tensión, en el cual interactúan un conjunto de intereses o
puntos de vista que de acuerdo a su capacidad de imponerse, determinan qué hechos históricos
pueden ser recordados y al mismo tiempo qué hechos históricos deben ser olvidados.
De este modo, estas verdaderas construcciones de orientación derivadas desde quienes ostentan
el poder, determinan nuestra comprensión del tiempo, condicionando finalmente nuestra
experiencia de memoria. Tal situación, como fue sugerido en la hipótesis general de esta
investigación, da paso no sólo a la decisión sobre qué inmueble o edificio se conserva o no, sino
que también determina nuestros actos y comportamientos en la ciudad, condicionando nuestros
vínculos cotidianos, guiados por el grupo de intereses que se manifiesta en el espacio.
Una manifestación que en términos concretos se produce a través de un conjunto de
intervenciones/acciones que operan de manera directa sobre el tejido urbano y su historia.
Intervenciones que dan paso a aquella erosión de memoria señalada anteriormente, a la afección
de ésta por parte de un conjunto de operaciones que aquí hemos agrupado en función de cuatro
tensiones presentes en la ciudad: Desgaste / Indiferencia / Desorientación / Producción y
acumulación.
El desgaste, asociado a la anulación de aquella evidencia que permite nuestra mirada consciente y
reflexiva sobre la realidad y su historia; la indiferencia, traducida en el ocultamiento, abandono y
en el silenciamiento de manifestaciones no deseadas; la desorientación promovida a través de la
desfiguración, traslado (fuga) e invisibilización de los antecedentes del pasado; y finalmente la
producción y acumulación derivadas de las demandas del modelo económico, asociado a la
destrucción y reapropiación de zonas históricas de alto valor significativo para la ciudad y sus
habitantes.
91
Así, cada una de estas tensiones da paso a acciones concretas sobre la ciudad y/o el territorio,
como podemos apreciar, a modo de ejemplo, en el siguiente listado que reúne sitios y lugares
vinculados con la memoria (olvido) reciente en la historia de nuestro país.
Lugares de tensiones e intervenciones - Santiago.
Villa Grimaldi: fuga – desfiguración - invisibilizar
Estadio Nacional: desfiguración
Estadio Víctor Jara: desfiguración
Hospital Ochagavía: fuga - abandono – invisibilización
Londres 38: desfiguración – reapropiación - invisibilización
Paseo Bulnes: borrar - reapropiación
Maestranza San Bernardo: abandono - desfiguración
Oficinas Yarur Machasa: abandono
José Domingo Cañas: fuga – abandono - borrar
Palacio de La Moneda: desfiguración – reapropiación
Plaza de Armas: reapropiación
Memorial de Paine: reapropiación - contrarrestación
Universidad técnica del estado: reapropiación
Tres y Cuatro álamos: desfiguración
Ex estación Yungay: abandono
Villa San Luis: fuga – abandono – reapropiación - invisibilización
Colegio Latinoamericano: desfiguración – reapropiación - invisibilización
Museo de la Memoria: desfiguración – reapropiación – invisibilización
Memorial Tres Sillas: desfiguración – invisibilización
92
Pues bien, a partir del reconocimiento de estas tensiones e intervenciones, es posible sostener
que una de las acciones más recurrentes sobre la ciudad, en la historia reciente de nuestro país, es
la invisibilizacion. Una operación que cruza las cuatro tensiones descritas con anterioridad y que
intenta hacer explicita la omisión de cierto tipo de recuerdos o símbolos culturales asociados con
aquellos grupos sociales desplazados y despreciados por la dictadura militar. Cómo veremos a
continuación, tal invisibilización puede manifestarse a través de distintas formas y estrategias:
abandono; desplazamiento o fuga; construcción o reapropiación. Para ahondar en tales
operaciones abordaremos tres casos emblemáticos presentes en la ciudad de Santiago: el Hospital
Ochagavía (abandono); el Colegio Latinoamericano de Integración (desplazamiento) y el Museo de
la Memoria (reapropiación).
93
D1. Hospital Ochagavía: Invisibilización de la historia a través del abandono.
El hospital Ochagavía se empezó a construir durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva,
retomado en 1971 durante la Unidad Popular y abandonado (con aproximadamente 80.000m2
construidos en obra gruesa) desde 1973 hasta el día de hoy.
Es el elefante blanco de la comuna de Pedro Aguirre Cerda y se erige como una enorme mole en
ruinas, teniendo a su alrededor conjuntos de viviendas con una escala de barrio.
Imagen Google Earth.148
El hospital no ha contado con un plan estatal de recuperación, siendo vendido por el fisco en el
año 1999 a una inmobiliaria149, que lo demolería y construiría viviendas en el terreno. Desde el año
2010 a 2013, la empresa privada estuvo demandada por el SERVIU por incumplimiento de
contrato, pues ningún proyecto de los comprometidos se ha llevado a cabo.
Actualmente se mantiene cercado y con vigilancia, semi ocupado como estacionamiento, como
ocasional escenario fotográfico y de juegos, pero principalmente vacío, porque su estructura
148
Imagen en http://skyscrapercity.bloggerteam.com/entry.php?u=skyscrapercity&e_id=259229 149
Periódico digital el Ciudadano. Artículo “El fantasma de otro Estado en la periferia”. http://www.elciudadano.cl/2009/04/20/7395/las-sombras-de-otro-estado-en-la-periferia/
94
construida a medias no atrae a las personas, más bien inspira peligro e inseguridad y deseos de
que sea demolido completamente o reacondicionado con servicio públicos.
150
Es un edificio que antes de empezar a serlo, a ser vivido como tal, comenzó a convertirse en ruina,
por un abandono provocado y conciente.
El edificio es en sí mismo generación de violencia urbana, un foco de peligro en una comuna y a la
vez, generación de rechazo hacia una estructura de arquitectura colosal y hacia la historia que
representa: en su concepción inicial, sería el hospital público más grande de Latinoamérica, que
reemplazaría al demolido hospital San Borja, ubicado donde actualmente está la remodelación del
mismo nombre, en Av. Portugal con Marcoleta.
“Si la carga simbólica de un monumento o lugar está en exceso marcada o no puede reconvertirse en un símbolo coherente con los valores dominantes se procede a su eliminación; que no tiene por qué ser física, sino que, más frecuentemente, consistirá en su abandono u ocultación.”
Amalia Signorelli151
Si se asume que la historia es un instrumento político, los monumentos y ruinas no quedan al
margen de usos ideológicos, que se postula ocurre en este caso. El abandono concertado durante
la dictadura y posterior democracia es funcional para abandonar y olvidar la historia. Es deber
150
Imágenes de página web www.elciudadano.cl 151
SIGNORELLI, Amalia. Antropología de las ciudades históricas, citada en ORTIZ, Carmen. (2008). “Uso y abuso de las estatuas. Reflexiones en torno a las funciones del patrimonio urbano monumental”, en libro “Ciudad e historia: la temporalidad de un espacio construido y vivido”. p. 66. Madrid, Editorial Akal.
95
estatal y de los gobiernos hacerse cargo de infraestructuras de este tipo, que en su momento se
pensaron para mejorar deficiencias de un sistema de salud, en este caso, sistema que además
continúa hasta el día de hoy con un déficit importante de establecimientos.
La invisibilización de una parte de la historia de la Unidad Popular se genera a partir del dejar estar
el edificio, de arruinarlo tanto material, como simbólicamente, hasta el punto de convertirlo en
una molestia urbana, un foco de disgusto en una comuna ya de por sí de bajos recursos y baja
calidad de vida.
Si durante la dictadura desde la villa San Luis de Las Condes se expulsó a sus habitantes, al
paralizar la construcción de este hospital se expulsó e invalidó una política estatal, un sueño no
funcional a la doctrina política imperante hasta hoy. Es por tanto, una ruina provocada a
conciencia, donde el Estado en vez de hacerse cargo del inmueble, lo vende a privados, a quienes
además demanda para acelerar su demolición y construcción de nuevos proyectos, que nada
tienen que ver con su idea inicial.
No hay monumentalización ni patrimonialización del hospital Ochagavía ni de todo su significado.
Por el contrario, el Estado se deshace de él y clama porque deje de existir, en vez de generar un
plan de desarrollo que lo potencie como lo que iba a ser, o con un nuevo uso acorde a las
necesidades actuales de los habitantes de la comuna.
“Cuando se habla de lugares de memoria – en el sentido corriente que esta denominación ha ido adquiriendo – se hace referencia a sitios patrimonializados, es decir reconocidos y marcados por las autoridades del Estado como lugares emblemáticos de una memoria que cabe preservar. En realidad, la existencia de lugares de memoria no implica necesariamente su patrimonialización – proceso vinculado estrechamente a los mecanismos del uso político de la historia – ya que su significado simbólico tiene que ver con su capacidad de convocar memorias en las personas que los transitan o los visitan, más allá de que sean objeto de conmemoración o institucionalización.”
Claudio Pulgar y María Chiara152
Entonces, se hace presente la pregunta ¿quién define que se monumentaliza y qué no? ¿Qué se
recuerda y qué se abandona? El olvido, como fue desarrollado en el marco teórico de esta
investigación, es parte fundamental de la memoria, como moldeador necesario de los recuerdos,
filtro de ellos y por ende, de la historia. Pero en este caso, es un olvido gestado a través de una
ocultación no física, pero sí social y simbólica. Es un olvido provocado institucionalmente y no de
152
PULGAR, Claudio y CHIARA, María. (2008). “Villa San Luis de Las Condes: Lugar de memoria y olvido”. pp. 28-29 Revista De Arquitectura N° 18, Santiago, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile.
96
manera individual, para borrar huellas del texto de la ciudad, para generar discontinuidad, pero
sobre todo para evitar la apropiación de este edificio por parte de los habitantes, lo que implica
que la historia que encierra no es tampoco apropiada por ellos y termina por ser bloqueada.
En el centro de Santiago, el edificio de la UNCTAD (Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo
de las Naciones Unidas), construido durante el gobierno de Salvador Allende para ser sede en
1972 de esta reunión fue luego convertido en Ministerio de Educación, pasando a llamarse Centro
Cultural Metropolitano Gabriela Mistral. Luego del golpe militar pasó a ser sede de gobierno y
denominado edificio Diego Portales. En los gobiernos de la concertación fue utilizado como
Ministerio de Defensa (sin cambiar el nombre otorgado por la dictadura).
Debido al incendio (hubo que esperar un siniestro de ese tipo para su recuperación) de marzo de
2006 se llamó a concurso público para volver a su idea inicial y convertir el sector de la placa en el
Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), cuya primera etapa fue inaugurada en el año 2010.
El edificio recién inaugurado en 1972153
Actual Centro Cultural GAM154
Es un caso de intervención por parte del Estado de un edificio céntrico, siempre presente en la
vida urbana de la ciudad, cuyo punto de inflexión (el incendio) fue impactante y provocó un
retorno obligado al inicio del edificio, con una mirada desde el tiempo actual
En el caso del hospital Ochagavía, su condición de ruina paulatina se ha convertido en la
naturaleza del edificio, que se muestra dormido esperando por su propio punto de inflexión que le
permita volver a ser visible dentro de la ciudad, recuperar un lugar dentro del texto de la historia.
153
Imagen de http://es.wikipedia.org/wiki/Centro_Cultural_Gabriela_Mistral 154
Imagen de http://www.loogares.com/lugar/gam-centro-cultural-gabriela-mistral-santiago-de-chile/galeria
97
El año 1978, en plena dictadura, se realizó el mundial de fútbol en Argentina, atrayendo una
enorme cantidad de turistas al país. El barrio General Belgrano, una villa miseria, fue literalmente
ocultado detrás de un muro para evitar que la mirada extranjera se posara sobre él y hasta el día
de hoy es conocido como “ciudad oculta”. Además de la violencia humana que se vivió en este
lugar durante la dictadura, el muro es violencia urbana, de represión y de literal borrado de la
trama, un ‘no queremos que existan’ que actualmente se traduce en un incremento y
profundización de la pobreza del lugar, que se inició como población de inmigrantes durante el
periodo de industrialización, en niños drogadictos y una desolación que difícilmente podrá ser
subsanada. Durante los primeros gobiernos de Juan Domingo Perón (1947-1955)155 se comenzó la
construcción de un hospital, cerca de esta villa, que todavía estaba en formación.
Hoy, el hospital está en ruinas, llamado el elefante blanco. El edificio sería el más grande centro
de salud de Latinoamérica hasta que en 1955 el gobierno de Perón fue derrocado por los militares.
156
El edificio está en ruinas 57 años después, siendo espectador de cómo la villa que crecía a su
alrededor fue ocultada y siguió creciendo en la miseria.
Y al igual que el hospital Ochagavía, no es un elemento de ‘orgullo’ patrimonial, a pesar de ser
soportes y espectadores de décadas de historia.
155
http://es.wikipedia.org/wiki/Elefante_Blanco_%28Villa_Lugano%29 156
http://www.oxonianreview.org/wp/the-hidden-city/
98
Elefante blanco, Buenos Aires. Elefante blanco, PAC, Santiago.
“(…) Se ha señalado que la base más importante de la utilización de los monumentos es cuando se les hace intervenir en la construcción de una historia práctica; una historia para sostener una determinada forma de orden social, ya se trate de legitimar o reforzar un sistema, o de estimular o incluso desencadenar una revolución.”
Carmen Ortiz157
En ese sentido, ambos edificios en ruinas, ambos hospitales dejados a medio construir por
decisión de regimenes dictatoriales, no califican para ser monumentalizados. No califican porque
representan una historia que es preferible que no sea contada y terminan convirtiéndose en
estorbo. No son serviciales a la historia práctica de los vencedores.
Tampoco es que debieran ser vistas como patrimonio ruinoso como por ejemplo ocurre con el
Coliseo romano o alguna otra ruina de la antigüedad, debieran ser simplemente vistas como parte
constitutiva importante de la trama urbana, como dispositivos que llevan 57 y 39 años
respectivamente pulsando la historia de su entorno y que aunque ésta ya no esté vigente, sus
ruinas son sus cimientos, los de una ciudad inconclusa158, de unos sueños caducados y
abruptamente interrumpidos.
La diferencia es trascendental: en Argentina, el edificio no fue vendido a privados, si no cedido a la
Asociación de Madres de la Plaza de Mayo para generar un centro de salud para la ciudad oculta.
157
ORTIZ, Carmen. (2008) “Uso y abuso de las estatuas. Reflexiones en torno a las funciones del patrimonio urbano monumental”, en libro “Ciudad e historia: la temporalidad de un espacio construido y vivido”. P. 66. Madrid, Editorial Akal, 2008. 158
LANUZA, Felipe .(2008) “Ruina, Alegoría y Anamnesis. El ejercicio de la memoria sobre la des-aparición del ex-ferrocarril de cintura de Santiago”. Pp. 20-28.Revista De Arquitectura N° 18, Santiago, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile.
99
Es utilizado además como comedor gratuito diario para sus habitantes y tiene un jardín infantil, el
jardín de los abrazos.
En marzo de 2008, Hebe de Bonafini, presidenta de la asociación anunciaba que “esa poderosa
torre muerta que yace vencida de espaldas al barrio en cinco años será un vigoroso centro de
salud y de odontología. La recuperación comenzará en abril. Y ahí harán además una sala de cine,
una escuela primaria, un secundario, un centro cultural y hasta viviendas en los últimos pisos con
ascensor. “¡Y todo el mundo va a querer venir a vivir en este barrio!””159 Una forma distinta de re-
visibilizar e integrar el edificio a un nuevo capítulo del texto de la ciudad.
159
Artículo “El recuerdo del elefante blanco”, del periódico digital Página/12, 25 de marzo de 2008. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/101269-31906-2008-03-25.html
100
2013.
En relación al Hospital Ochagavía y su proyección a futuro, se ha difundido recientemente la
noticia respecto a su pronta reconversión en un edificio-núcleo empresarial. Una recuperación que
en términos espaciales y morfológicos apuesta por el reciclaje y por la renovación de su imagen
externa, modificando las condiciones de interacción que actualmente determinan el vínculo entre
el edificio y su entorno inmediato. Pese a la preliminar buena acogida de la comunidad y del
municipio involucrado hacia el proyecto, no deja de llamar la atención que sea una empresa
privada quien por fin se hace cargo de las huellas de un edificio/ruina emblemático para la historia
reciente de la ciudad de Santiago, evidenciando la visión del Estado (o la falta de ésta) respecto de
la importancia de conservar y reactualizar estos lugares de memorias tan fuertemente vinculados
con nuestra propia historia.
La pregunta que queda latente a partir de esta intervención es si esta obra respetará la capacidad
conmemorativa del edificio o más bien tenderá hacia una práctica desorientadora, asociada a
aquella táctica de diversión que desfigura las evidencias del pasado.
160
160
Imágenes extraídas de reportaje Proyecto de reconversión del histórico Hospital Ochagavía, el Elefante Blanco del sur de Santiago, http://www.plataformaarquitectura.cl/2013/05/21/proyecto-de-reconversion-del-historico-hospital-ochagavia-el-elefante-blanco-del-sur-de-santiago/
101
D2. Colegio Latinoamericano de Integración + monumento "Lugar para la Memoria: Nattino, Parada y Guerrero": Invisibilización a través de la destrucción y cambio de emplazamiento.
Entre el 28 y 29 de marzo de 1985 fueron secuestrados Santiago Nattino, en Las Condes, y José
Manuel Parada y Manuel Guerrero, desde las puertas del colegio Latinoamericano de Integración,
en la comuna de Providencia. El 30 de marzo del mismo año, fueron encontrados muertos –
degollados- en la carretera Américo Vespucio, cerca del aeropuerto de Santiago, en la comuna de
Quilicura.
En el año 2006 fue demolido el colegio del cual secuestraron a Parada y Guerrero, en la esquina de
avenida Los Leones con calle El Vergel. Ya no existe el lugar del ‘comienzo del delito’ y en cambio
se construyó un edificio de departamentos. La única huella palpable es el acto –velatón- que los 29
de marzo de cada año se sigue realizando en el lugar, como forma de conmemorar lo sucedido.
Meses antes de la demolición, en marzo del mismo año, se inauguró el monumento "Lugar para la
Memoria: Nattino, Parada y Guerrero", (o “tres sillas”), enmarcado dentro de una política
gubernamental de reparación161, por la cual la dirección de arquitectura del Ministerio de Obras
Públicas realizó concursos públicos para la construcción de diferentes memoriales.
“La localización fue un aspecto crucial: ¿dónde estarán estos memoriales, en qué parte? Visibilidad y relación con los sucesos fueron parte de la búsqueda, al tiempo que una relativa incomodidad aparecía al momento de las decisiones entre los responsables de tal o cual espacio específico. En ninguno de los casos hubo terrenos disponibles, si no que fue necesario una búsqueda, siempre difícil. En algunos casos se trató de retazos de terreno a la vera de autopistas, los que en el proceso de definición de los trazados viales fueron consolidándose como espacios residuales relativamente disponibles…”
José Piga162
En el caso específico de las tres sillas, su localización tiene sentido, pues está emplazado en el
lugar donde fueron encontrados los cuerpos. Y si bien este hecho tiene tres lugares donde
sucedió, Las Condes, Providencia y Quilicura, es en éste último donde la historia terminó, y volvió a
comenzar desde otro punto de vista.
161
PIGA, José. “Memoriales como obra pública: concursos y encargo”, en libro “Ciudad y memorias. Desarrollo de sitios de conciencia en el Chile actual.” P. 64. editado por Corporación Parque por La Paz Villa Grimaldi. 162
Ibídem. Página 68.
102
Lugar del secuestro de Nattino en Badajoz con Apoquindo, y lugar de secuestro de Parada y Guerrero, en Los Leones con El Vergel. Abajo: lugar de encuentro de los cuerpos.
El memorial según sus autores (dos arquitectos y un artista) apela a ser un hito dentro del
entorno, generando tres grandes sillas escolares vacías (cada uno, de diferentes profesiones, se
relacionaba con la docencia). La velocidad de movimiento de Américo Vespucio obliga a que deba
ser un monumento visible, que, si no es visitado, al menos genere interrogantes del por qué de su
presencia.
Imagen objetivo del proyecto ganador163
Situación actual ex colegio. Imagen propia.
163
En documento digital “Memorial histórico en Quilicura”, sitio Archivo Chile, web del Centro de Estudios Miguel Henríquez; http://www.archivochile.com
103
Bajo las sillas, existe un sendero que conduce hacia el lugar donde fueron encontrados los
cuerpos, en un recorrido que remarca la ausencia a la vez que se aleja del borde de la carretera,
generando por tanto mayor intimidad en el reconocimiento del lugar.
“El memorial [dentro del llamado a concurso público] debía responder a una demanda pedagógica y cívica muy clara: este monumento es un testimonio del horror y de la deshumanización y debe ser formativo para las futuras generaciones. (…) El memorial debía significar también la aparición pública de nombres y apellidos, despejando un manto de dudas y de temor: estas personas no son culpables, si no victimas de la represión.”
José Piga164
La ubicación de este memorial tiene sentido y es coherente, por emplazarse en el sitio donde
fueron encontrados los cuerpos. Pero casi al mismo tiempo que se llamaba a recordar el horror y
la muerte mediante el monumento, se demolía y borraba de la ciudad el espacio físico desde
donde fueron secuestrados Parada y Guerrero ¿Es coherente la monumentalización y destrucción
del hecho en paralelo? En este caso sí, porque es un acontecimiento que nació para ser
invisibilizado urbanamente de esta forma.
Pensado o no en su momento como acto político-urbano, surgió de este modo y terminó siendo
representación, de distinta manera, de la expulsión durante la dictadura de habitantes de escasos
recursos hacia la periferia y en este caso, expulsión de la memoria desde una comuna céntrica y
una de las más ricas de Santiago, hacia el borde de una carretera que por definición implica
velocidad, sin pausa, una mirada fija hacia delante. El progreso que empuja al ángel de Benjamin.
“Porque la política es siempre un descubrimiento, y porque la primera decisión política –en cualquier actividad de teoría, historia y crítica del arte y la arquitectura- radica en lo que se visibiliza y en lo que se ignora, en lo que se promueve y en lo que se oculta, en lo que se dice y en lo que se calla y a quién se silencia.”
Jordi Borja165
El Estado, en post dictadura, generó la posibilidad de construcción de memoriales como forma de
reparación, de decir que no se podía evitar lo que había pasado, pero sí se podía reconstruir la
memoria, darle espacio a la significación. Pero no evitó la destrucción de los soportes vivos, de
164
PIGA, José. “Memoriales como obra pública: concursos y encargo”, en libro “Ciudad y memorias. Desarrollo de sitios de conciencia en el Chile actual.”. p. 67. Editado por Corporación Parque por La Paz Villa Grimaldi. Referencia entre [ ] de la autora de la tesis. 165
En prólogo a MONTANER, Josep M. y MUXÍ, Zaida.(2011). “Arquitectura y Política”. p. 16. Barcelona, Ed. Gustavo Gili.
104
sitios de la ciudad que de por sí eran la memoria, el texto de lo ocurrido, igual y más potentes
para contener y transmitir la historia.
Los lugares de secuestro son parte del triángulo de “fuga” de las clases altas desde el centro de la ciudad
hacia el oriente. El lugar de arrojo de los cuerpos y actual sitio de memoria es parte de la periferia.
¿Es posible lograr reparación de esta forma? ¿Hubiese sido posible que además de concursos
públicos para la construcción de monumentos se diera la orden desde el Estado de no eliminar los
lugares-huella del dolor? ¿No era igual de importante potenciar el lugar desde el cual fueron
secuestrados, donde se cortó el tránsito para facilitar la acción, donde se baleó a un profesor para
evitar que los protegiera?
Si la villa San Luis de Las Condes es un caso emblemático de expulsión durante la dictadura de
habitantes desde comunas céntricas hacia la periferia, en el caso degollados es la memoria la
expulsada, la que es obligada a que en algunos años después se signifique en un sitio residual, con
un alto flujo de tránsito, pero poca detención. Y aunque sea el lugar correcto para la
conmemoración, en paralelo debiera seguir existiendo aquel otro, el del comienzo.
105
La esquina de Los Leones con El Vergel era un trauma en la trama urbana, el cual fue borrado y
vuelto a zurcir por leyes urbanas que poco consideran la memoria. Los habitantes del nuevo
edificio no saben de lo ocurrido, resultado esperado (y exitoso desde cierto punto de vista) para
un urbanismo cuya estrategia sobre el territorio tiene que ver más con la especulación de
presente y futuro, que con la historia; que tiene relación con la eliminación de la memoria real y la
impostación de memorias temáticas e inventadas.
“Si la vivencia como tal está desaparecida, se hace necesaria una traducción a términos físicos –soportes- que contienen la memoria y cuya función es fundamental en el traspaso a una memoria activa. Esta traducción implica la selección de aquellos elementos significativos que construyen esa memoria y le dan sentido y coherencia, proceso en el cual la ciudad y el lugar tienen una función preponderante como articuladores y referentes territoriales de este sistema de reconstrucción.”
Fernanda Rojas y Macarena Silva166
El secuestro y asesinato, la identificación de los lugares ocurrió durante la dictadura. La
monumentalización de un lugar (el periférico) y la destrucción del otro (el céntrico), durante la
democracia. Hablando en términos de acciones en la ciudad, la democracia sana, pero a medias,
facilitó que este acontecimiento fuese así, para que su conmemoración ocurriese fuera de los
límites más poderosos y visibles de la ciudad.
Y en ese sentido, la traducción física –el soporte- que se crea para que la vivencia desaparecida
siga existiendo no es completo, no representa toda la historia, está supeditado al espacio que
dejen libre las concesionarias o inmobiliarias, es decir, se rige bajo el mercado.
Es análisis ya hecho durante el siglo XX la direccionalidad que se le otorga al monumento durante
su creación y la significación de los modos posibles de apropiación por parte de los ciudadanos.
Si para Signorelli “los grandes mediadores en la relación entre ciudadanos e historia son los
monumentos”167 y para Robert Musil no hay nada más invisible que estos mismos, es posible
pensar en la fragilidad de mantener viva la memoria de ciertos hechos a través sólo de un objeto y
166
ROJAS, Fernanda y SILVA, Macarena. “El manejo urbano-arquitectónico de la memoria urbana traumatizada”, en libro “Ciudad y memorias. Desarrollo de sitios de conciencia en el Chile actual.” p. 82. Editado por Corporación Parque por La Paz Villa Grimaldi. 167
SIGNORELLI, Amalia (2008) Antropología de las ciudades históricas, citada en p. 64 de ORTÍZ, Carmen. “Uso y abuso de las estatuas. Reflexiones en torno a las funciones del patrimonio urbano monumental”, en libro “Ciudad e historia: la temporalidad de un espacio construido y vivido”. Madrid, Editorial Akal.
106
no enmarcado y complementado con una lectura urbana del trauma, donde se permita
comprender lo que se escribió en ella durante un periodo histórico doloroso.
La obra “Una y tres sillas” (casualidad, pero no tanto), del artista Joseph Kosuth168, realizada en
1965, se alza como una reflexión artística y filosófica que cuestiona el concepto de representación
en el arte, bajo tres posibilidades: el objeto silla, la fotografía de la silla y la definición de "silla" en
el diccionario.169Con tres formas de representar y transmitir el mismo concepto, esta obra realza
el desarrollo de la idea por sobre la técnica y estilo, lo que era impensado antes del siglo XX,
tomando como base el ready-made de Duchamp, y el Ceci n’est pas une pipe170 de Magritte.
171
La silla es lo real. La fotografía es una forma de mostrar lo real. El texto es la definición del objeto.
Es el hecho (secuestro y asesinato) lo real. Es el monumento (tres sillas) una forma de mostrar y
conmemorar lo real. Es el texto la representación individual y colectiva del monumento.
168
Artista estadounidense, Ohio 1945. 169
Joseph Kosuth y el concepto ampliado del arte, en página web http://www.yoelmagazine.com/2008/11/joseph-kosuth-y-el-concepto-ampliado.html. Artículo de fecha 02 de noviembre de 2008.
170 “Esto no es una pipa”. 1928/1929.
171 http://cv.uoc.edu/~04_999_01_u07/percepcions/perc130b.html
107
¿Pero es la fotografía/el monumento la única forma válida de representar lo real? ¿Representa
una imagen o un objeto el hecho tangible? ¿Quién escribe el texto que leemos en el diccionario
como realidad acerca de un objeto? ¿Quién define qué nos significa un monumento y qué nos
podría haber significado un lugar ya inexistente (dígannos qué se ha destruido…)?
“Ya que la memoria es verdaderamente un importante generador de luchas (de verdad, de hecho, luchas que se desarrollan como maneras concientes de avanzar o mover la historia), si uno controla la memoria de la gente, uno controla su dinamismo”
Michael Foucalt172
Un monumento puede acompañarse de la frase esto no es la historia y es válido, porque no se
espera que lo sea, si nomás bien que forme parte de un pasado construido y armado desde el
presente a partir de múltiples recuerdos, múltiples huellas, retazos y lugares donde ha acontecido.
Pero la dualidad de monumentalizar y al mismo tiempo destruir no hace más que entregar migajas
de memoria, genera discontinuidad en la ciudad e impedir que la historia se mantenga viva donde
debe mantenerse, porque ahí sucedió.
No hace, entonces, más que parcializar lo ocurrido, impedirnos saber qué podríamos haber sido.
172
FOUCALT, Michael. “Film and Popular Memory: An Interview with Michael Foucault” Radical Philosophy (1975). Citado en RENEDO, Claudia. (2008). “Huellas de una pérdida _ Huellas de un Poder”, p.42-51. Artículo en revista De Arquitectura N° 18 perteneciente a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.
108
D3. Museo de la Memoria: Invisibilización a través de construcción de nueva infraestructura.
“(…) Parece un hospital, pero es museo. Entre. Gracias. ¿Y por qué tan blanco? Bueno, para salir un poco de la estética del dolor. Bueno, para mí el blanco es terriblemente doloroso. Ah, bueno señorita, eso es privado. Personal. Entonces tú entras y hay un salón blanco con una bandera rojinegra que dice: los que murieron aquí eran marxistas. Ya. Impactante. Me interesa. Y eso ya te da una idea de lo que viene. Porque claro, estás en un museo que por fuera es como blanco, así como con espejos, como concurso internacional de arquitectura, que el fondo es la estética del capitalismo contemporáneo. Y uno dice: esto es súper contradictorio. (…)”
Fragmento de Villa173
El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos fue inaugurado en enero del año 2010, bajo el
gobierno de Michelle Bachelet, dentro de una política general de reparación en democracia, que
se concretó a través de diferentes actos. Fue erigida una obra monumental, como espacio
destinado a dar visibilidad a las violaciones a los derechos humanos cometidas por el Estado de
Chile entre 1973 y 1990; a dignificar a las víctimas y a sus familias y a estimular la reflexión política
y ética para que se fortalezca la voluntad nacional para que nunca más se repitan en Chile hechos
que afecten la dignidad del ser humano.174
El proyecto fue adjudicado a través de un concurso internacional, cuyo proyecto ganador tuvo
como principio que “un museo de la memoria debe ser pensado a partir del carácter no lineal del
tiempo y sus imágenes, entendiendo la memoria no como un deseo juvenil de volver atrás, de
sustituir lo insustituible, ni como un arrepentimiento, si no como un mirar al futuro sabiendo del
pasado.”175
Ubicación, Imagen Google Earth Fachada principal
173
CALDERÓN, Guillermo. Dramaturgo chileno. Fragmento de su obra de teatro Villa, en Teatro II: Villa – Discurso – Beben, P. 29, editado por LOM Ediciones. 174
Historia del museo, en (http://www.museodelamemoria.cl/el-museo/sobre-el-museo/historia-del-museo/) 175
Texto de los arquitectos ganadores, en sección Arquitectura de la página oficial del museo. (http://www.museodelamemoria.cl/wp-content/uploads/2011/11/Texto-arquitectos1.pdf)
109
“La memoria evidenciada, emergente, flotante, suavemente elevada. Una arca donde se puede depositar todas las reminiscencias de la historia chilena. Proyectada para crear lugares y marcas físicas o mentales donde se pueda ofrecer condiciones [entornos operativos] para que el conocimiento germine del interior de cada individuo. Solamente aquello que una persona descubre por ella misma puede acumularse como memoria activa. Un espacio dedicado a la memoria puede no solamente transmitir información, más también provocar la reflexión sobre los recuerdos y los deseos.”
Mario Figueroa176
El párrafo anterior describe la ‘esencia’ del museo, la base de su concepción. Pero ¿es un arca
donde se puede depositar todas las reminiscencias de la historia chilena? Toda no, sólo la historia
dolorosa entre 1973 y 1990. ¿Y toda la historia entre esos años? Probablemente, no.
El museo se planteó como un espacio donde se consolida la memoria oficial (Estatal
principalmente) acerca de ese período en el país. Entendido así, la memoria que se construya ahí
dentro es sólo una de las posibles, algo opuesto a pensar que “la memoria es la vida, siempre
encarnada por grupos vivientes y, en ese sentido, está en evolución permanente, abierta a la
dialéctica del recuerdo y de la amnesia, inconsciente de sus deformaciones sucesivas, vulnerable a
todas las utilizaciones y manipulaciones, capaz de largas latencias y repentinas revitalizaciones”177
La existencia de un museo denominado de la memoria no implica que actualmente no sigan
existiendo hechos que afectan la dignidad humana. Y tal como se pregunta Tamara Lagos en su
texto, ¿las vulneraciones actuales a los derechos humanos se guardan como material para un
futuro museo?
El cuestionamiento no es acerca de la existencia de espacios que conmemoren hechos dolorosos
del país, si no más bien a que sean expuestos como la manera de generar y mantener la historia,
aplastando de cierto modo así la existencia de lugares en la ciudad donde ocurrieron los hechos,
que son memoria en sí.
Porque ¿Puede un museo con una exposición permanente ser representación de la memoria,
dinámica de por sí, y provocar la reflexión sobre los recuerdos y los deseos? ¿No es en los
territorios de la ciudad donde una persona puede descubrir lo que se acumulará como memoria
activa?
176
Arquitecto integrante oficina proyectista Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Ponencia “Museo de la Memoria, Centro Matucana. Santiago, Chile”, en libro “Ciudad y memorias. Desarrollo de sitios de conciencia en el Chile actual.” p. 133. Editado por Corporación Parque por La Paz Villa Grimaldi. 177
Pierre Nora, citado en LAGOS, Tamara. Ponencia “Un museo para Chile”, en libro “Ciudad y memorias. Desarrollo de sitios de conciencia en el Chile actual.” p. 138. editado por Corporación Parque por La Paz Villa Grimaldi.
110
El museo se presenta como el espacio donde se consolida la memoria oficial del país. Necesario es
que el país tenga y aborde su memoria, pero peligroso que ésta se construya de manera estática,
unitaria y entre las paredes de un edificio monumento.
El manejo del pasado como herencia base de presente y futuro no puede consolidarse sólo a
través de una gran infraestructura, no podemos pretender cerrar capítulos (o sanarlos, más bien) a
través de un edificio que en sí no tiene historia, totalmente pulcro, totalmente contemporáneo,
totalmente invicto de cualquier rasgos de significación emotiva.
Es posible y necesario preguntarse ¿Es sólo un museo lo que se necesita cuando en la ciudad
existen aún, centros de tortura y detención, lugares de dolor abandonados y no solo relacionados
con la dictadura?
“El museo, a través de sus exposiciones, trae a colación el pasado en términos de representación, sin embargo este rescate no significa que el objeto sea comprendido dentro del contexto del que fue desterrado, así el museo al hacerlo aparecer simultáneamente los desaparece.”
Tamara Lagos 178
El presupuesto millonario para la construcción del Museo de la Memoria pudo haberse replicado,
en dinero y/o en esfuerzos públicos políticos, para evitar la demolición de algunos inmuebles
(como el de José Domingo Cañas, en Ñuñoa) que provocó un segundo dolor en las víctimas que
sobrevivieron, en sus familias y en los familiares de los muertos, ¿Por qué deben generarse
colectivos, asociaciones, corporaciones que postulan a fondos para lograr reconstruir los lugares
desaparecidos? ¿Por qué el Estado no pudo generar una política de compra de los inmuebles
marcados por la dictadura para recuperarlos como lugares de memoria?
Es éste el museo con mayor presupuesto nacional mientras un centro de detención, declarado
Monumento Histórico, reconocido como patrimonio del país, aún no puede ser restaurado de los
daños acumulados a lo largo del tiempo y pos terremoto 2010.
178
LAGOS, Tamara. Ponencia “Un museo para Chile”, en P. 145 de AGUILERA, Carolina et allis (2010) Ciudad y memoria, desarrollo de sitios de conciencia en el Chile actual. pp.238. Santiago: Corporación Parque por la Paz, Villa Grimaldi; Fundación Heinrich Böll – Cono Sur; Unión Europea; Universidad Academia de Humanismo Cristiano; Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales, PUC; Instituto de la Vivienda, Universidad de Chile; Memópolis.
111
El hospital Ochagavía podría haber albergado un museo de la memoria. Pero está en ruinas y el
Estado espera su demolición, cuando ese edificio ya es memoria en sí. ¿Es una construcción
demasiado marcada ya, no funcional al discurso de poder respecto a la recuperación de la
memoria?
“El museo entero es una muestra del triunfo ideológico y político de la dictadura de Pinochet por sobre quienes –a contrapelo de la Historia- intentaron La Vía Chilena al Socialismo convertida, por coacción o comodidad, en The Chilean Way. Es el triunfo también de la imposición de un relato oficial –y por tanto, hegemónico- que clausura la posibilidad de un debate abierto y polifónico entre esta memoria y las otras: aquellas que fueron y son acalladas o sistemáticamente negadas. Con esto, triunfa la obcecación de reconocer que no es posible –ni deseable- la institución monolítica de una sola memoria reconocible y legítima; sino que son justamente las memorias –plurales, contradictorias- las que dinamizan –cuestionando- la historia y permiten la construcción de un presente y futuro.”
Jorge Sepúlveda e Ilze Petroni179
La dualidad entre la existencia de un edificio dedicado a la memoria y personas que aun buscan a
sus muertos detenidos desaparecidos es difícil de comprender.
Que exista un museo, pero que exista como parte de un total de acciones que conforman una
reparación real, dentro de una lógica política global e integrante de múltiples variables. Sobre todo
porque la proliferación de archivos y monumentos no asegura la valorización del pasado, ni mucho
menos una reparación judicial. Toda vez que el museo se establece como parte del sistema de
representación de la sociedad, se va borrando cada vez más la memoria traspasable de sujeto a
sujeto: “Lugares rescatados de una memoria que ya no habitamos, semioficiales e institucionales,
semiafectivos y sentimentales; lugares de unanimidad sin unanimismo que ya no expresan
convicción militante ni participación apasionada, pero en los que palpita todavía una suerte de
vida simbólica. Vuelco de lo memorial a lo histórico, de un mundo en que teníamos antepasados a
un mundo de la relación contingente con lo que nos hizo, pasaje de una historia totémica a una
historia crítica; es el momento de los lugares de la memoria.”180
179
Curador e investigadora de arte, respectivamente. Artículo “Un museo de la memoria” de enero 2011, en página web http://www.curatoriaforense.net/niued/?p=953 180
Pierre Nora, citado en LAGOS, Tamara. Ponencia “Un museo para Chile”, en libro “Ciudad y memorias. Desarrollo de sitios de conciencia en el Chile actual.”, p. 146. Editado por Corporación Parque por La Paz Villa Grimaldi.
112
Capturas documental Nostalgia de la Luz.
Cuando yo era niño, mi madre me traía al museo para observar el esqueleto de una ballena
Yo me quedaba mucho tiempo debajo de esta osamenta que hoy está en el mismo lugar
Imaginaba que era el techo de una casa donde podrían vivir otras ballenas
Hoy en día, existen otros huesos que no están en ningún museo
Son de calcio, el mismo calcio que tienen las estrellas
Pero al revés que ellas, no tienen nombre, no se sabe a qué alma pertenecieron
Son restos de restos
Restos de los desaparecidos de la dictadura militar que aun esperan ser identificados
Yo me pregunto:
¿Cuánto tiempo reposarán adentro de estas cajas?
¿Algún día serán depositados en un monumento?
¿Tendrán derecho a un museo, como la ballena?
¿Algún día tendrán sepultura?181
181
Patricio Guzmán, documentalista chileno. Nostalgia de la Luz (2010).
113
114
115
E. CONCLUSIONES
116
La arquitectura y la ciudad como activación de la memoria. “Cualquier interpretación debe partir del conocimiento de la historia. Las relaciones entre arquitectura y política no son recientes, sino que tienen unas tradiciones, unos hechos y unos personajes. Tanto la exigencia de una posición crítica y una ética por parte de arquitectos y diseñadores como la búsqueda de nuevos modos de existencia basados en la cooperación y la vida comunitaria tienen su origen en los siglos XIX y XX. Esta voluntad de los arquitectos de aproximarse a la realidad y a la sociedad les ha llevado a actuar como si fueran sociólogos, antropólogos y políticos.”
Josep Maria Montaner y Zaida Muxí182
Comenzamos esta investigación preguntándonos por aquellas condiciones que propician el vínculo
entre la ciudad, las obras de arquitectura y la generación de memorias individuales y colectivas.
Una vinculación que fue propuesta a modo de construcción, en la medida en que las posibilidades
conmemorativas no sólo dependen del encuentro espontáneo entre el habitante, los objetos
construidos y los lugares específicos que definen al escenario urbano. La memoria es también,
como hemos intentado dejar en evidencia a lo largo de todo este escrito, una elaboración de
sentido consciente, que muchas veces intenta condicionar y direccionar nuestra comprensión de
los hechos del pasado.
Bajo estos términos, tal como sostienen Montaner y Muxí, el diálogo con la arquitectura y la
ciudad por parte de los estamentos de poder se torna inevitable, en la medida en que esta última
ofrece una oportunidad de alto impacto para hacer evidente aquella orientación de sentido acerca
de la memoria, a través de operaciones de visibilización e invisibilización, según corresponda. De
esta manera, tal como fue planteado por nuestra hipótesis inicial, podemos sostener que así como
aquellos grupos hegemónicos descritos por Gramsci se apoderan de los distintos campos del
saber, también lo hacen con la memoria, para de esta manera encausar el relato de la historia que
ellos intentan consolidar en el presente.
Así, tal como ha ocurrido en la historia reciente de nuestro país, tanto en dictadura como en
democracia, la memoria se ha convertido en una especie de gran juego de elección y omisión
simultáneo, según sea el interés de las autoridades o grupos sociales que definen y orientan la
construcción de sentido anteriormente descrita. En términos espaciales, lo anteriormente
señalado da paso por un lado a la generación de estrategias de conservación y/o construcción de
182
MONTANER, Josep M. y MUXÍ, Zaida (2011). “Arquitectura y Política”. P. 159.Barcelona, Ed. Gustavo Gili.
117
espacios conmemorativos, y por otro lado al abandono y/o destrucción de espacios o edificios
“molestos” para el presente.
De este modo, utilizando como referencia los casos de estudio analizados en esta tesis, si el
contemporáneo Museo de la Memoria y los Derechos Humanos hace visible, “da lugar” a hechos
ocultos por mucho tiempo, la destrucción de la antigua sede del Colegio Latinoamericano de
integración borra los vestigios iniciales de uno de los sucesos más atroces ocurridos durante la
dictadura chilena. Ahora bien, como también hemos analizado, las acciones edificantes de la
memoria, materializadas a través de alguna obra de arquitectura o diseño de algún espacio
conmemorativo, no necesariamente aseguran una mayor intensidad en la significación del hecho
histórico que se intenta traer al presente. Por el contrario, tal como sostiene Walter Benjamin183,
la destrucción, el abandono o el estado ruinoso de ciertos espacios o edificios, también poseen la
capacidad de liberar información significativa para el habitante, alimentando la construcción de la
memoria emotiva de éste, y por cierto de la comunidad en su conjunto. Aún más, en muchas
ocasiones la ausencia o la parcialidad de elementos, desarrolla una carga emotiva mucho más
poderosa que las operaciones constructivas o edificantes, precisamente a partir de la evidencia de
aquel relato faltante. En otras palabras, las estrategias tendientes a formalizar la memoria no son
necesariamente más efectivas que aquella ruina que nos advierte sobre una fractura que
interrumpe la continuidad y homogeneidad que suele definir a la forma urbana de la ciudad. Pese
al carácter constructivo y edificante que representa el monumento, es muchas veces la ruina
quien alcanza altos grados de significación conmemorativa, liberándose de la operación de
invisibilización que intenta su ocultamiento.
En este contexto, el objetivo principal de la presente investigación apuntó a dilucidar de qué forma
el Estado de Chile (los grupos hegemónicos que en él se instalaron) se ha hecho cargo de los
traumas históricos en la trama urbana y cómo priorizan, o no, la comprensión de la historia a
través de acciones en la ciudad, cuestión que hemos abordado a partir de cuatro tensiones
(Desgaste / Indiferencia / Desorientación / Producción y acumulación) presentes en la ciudad y las
respectivas operaciones o intervenciones derivadas de estas.
183 GALENDE Federico. (2009) “Walter Benjamin y la destrucción”. Santiago, Chile: Metales Pesados.
118
En base a un marco teórico cruzado por los conceptos de memoria y olvido, analizados desde
varios ámbitos vinculados con la arquitectura y la ciudad, y contextualizando y ejemplificando tal
marco teórico a través de tres ejemplos de invisibilización de la memoria en Santiago, se ha
intenta comprobar la hipótesis inicial que plantea la existencia de ciertos mecanismos de
conmemoración, asociados a fines y objetivos específicos, que se manifiestan en la ciudad
orientando el comportamiento y las conductas de sus habitantes. Así, el poder, la hegemonía de
ciertos grupos y la manifestación de sus intereses en la ciudad a través de las cuatro tensiones del
análisis, condicionan nuestras posibilidades conmemorativos.
Por otro lado, a partir de los casos estudiados, es posible plantear la inexistencia de políticas
estatales de valorización de la memoria. En Chile no existen criterios claros para el reconocimiento
urbano, en los casos específicos analizados, de los hechos dolorosos ocurridos en el país durante la
dictadura militar.
No hay políticas globales de memoria, en el sentido de entender y llevar a la práctica que recordar
y conmemorar no se realiza sólo a través de un objeto-monumento, sino que también, y sobre
todo, a través de asumir y rescatar la memoria que sucede y se impregna en los lugares de la
ciudad. Y en ese sentido, el trabajo más importante de reconocimiento tiene que ver con la puesta
en valor de esos lugares y sus huellas.
Una política de la memoria debe apuntar a transmitir versiones y sentidos sobre lo ocurrido, tanto
de hechos específicos como sobre el conjunto del período, a través de mecanismos diversos que
compartan su naturaleza como vectores de memoria (oficiales, organizacionales, culturales y
eruditos)184.
No es suficiente una mera representación del pasado por parte del Estado para mantener
presente la historia. Es necesario además que los vectores de memoria nazcan a raíz de la
posibilidad de que la sociedad en general posea mecanismos de exigibilidad y derecho a la no
repetición del dolor.
184
ANTEQUERA, José. “La memoria histórica como relato emblemático”. Versión digital, entregada por autor.
119
“¿Qué clase de versión sustenta el tipo de política a desarrollar, y a su vez, qué clase de sentido interpretativo debe impulsarse de acuerdo al consenso y la corrección política, jurídica y ética? Dichas narrativas hegemónicas conformadoras de un régimen de memoria que existe en cada contexto particular, “[…] son el resultado de relaciones de poder, y a la vez, contribuyen a su reproducción. Sin embargo, si bien su configuración y expansión en la esfera pública son producto de la relación entre fuerzas políticas, también obedecen a la integración de sentidos sobre el pasado producidos por actores que, al calor de sus luchas contra las ideas dominantes, logran elaborar e imponer sus propios marcos interpretativos””
José Antequera.185
Si asumimos como cierto que el manejo de la memoria es funcional al poder (Benjamin), y que por
tanto hay un pasado que se moldea y/o invisibiliza en la trama urbana según la necesidad de
manejo de la historia, se debe trabajar hacia una política urbana estatal que construya, reivindique
y haga objetivos relatos emblemáticos. Y si bien es poco probable la conformación de una sola
historia, porque no existirán nunca relatos uniformes, se debe garantizar que existan acciones en
la ciudad cuya función sea mantener siempre el debate sobre la mesa, y no, por ejemplo, la
construcción de edificios que pueden dar por terminado el análisis y la reflexión.
Acciones que deben estar muy bien enmarcadas en una línea constante de trabajo, y que no solo a
través de concursos, por ejemplo, se estabilicen las huellas de memoria, apuntando además a un
trato global de los hechos y no a ir marcando aisladamente la ciudad y sólo cuando un grupo social
lo reclama.
Una política de memoria debe traducirse a la ciudad, como mínimo, con criterios de qué se
elimina, qué se mantiene y de qué manera se lleva a cabo la conmemoración. Si bien los traumas
marcados en los lugares pueden y deben analizarse caso a caso, su valorización (o no) no debe ser
una decisión unilateral ni mucho menos del momento. Esto último, en el sentido de que si existen
marcaciones de dolor en los lugares, debe existir un marco legal que defina cómo se lleva a cabo la
significación de los recuerdos:
¿Definen los instrumentos de planificación territorial un ítem de memoria?
¿El plan regulador de la comuna de Providencia, por ejemplo, declara de qué manera se visibiliza
el secuestro de profesionales en la esquina de Avenida Los Leones con El Vergel? ¿Tiene ese lugar
un tratamiento distinto que el resto de los espacios?
185
Ibídem.
120
“Lo que está pasando aquí es una destrucción violenta del paisaje, del entorno visual, me están matando el pasado, me están matando mi cultura personal, mi historia está ligado a esto, todas estas panderetas eran mis lugares de juego cuando niño, yo todos estos árboles los he trepado, entonces cada árbol que cae es parte de la infancia que se va ya irremediablemente, es como la muerte de un familiar en cierta forma, a uno lo que hacen es quitarle algo que lo sustenta en el pasado, si eso no es dolor del alma no sé qué es el dolor del alma.”
Documental Aquí se construye186
¿Se dicta legalmente que por el hecho de haber sido lugares de tortura, no es posible demoler
tales inmuebles en tales comunas?
¿Puede la Ley N° 17.288 de Monumentos Nacionales definir que por el sólo hecho de haber sido
lugar de vejaciones a los derechos humanos un inmueble es Monumento Histórico?
¿Y si por diversas razones ya no existe o nunca existió edificación, es el Estado capaz de exigir la
marcación del lugar frente a la ausencia?
Eliminar trazos importantes de la ciudad es silenciar el relato e inevitablemente hace que ésta se
vaya resintiendo, ¿cuántos vacíos y nuevas construcciones más es capaz de aguantar?
Un proceso de forestación en la ciudad (plantar, crecer, cortar, descansar y volver a plantar) es
desequilibrante, porque no permite el anclaje de la historia.
186
AGÜERO, Ignacio (2000). Documental Aquí se construye (o ya no existe el lugar donde nací).
121
“El capitalismo (…) es un sistema que no puede dejar de reinventarse. Si se fatiga, sucumbe. Por eso, el capitalismo genera una cultura del cambio continuo, que se halla estructuralmente amarrada a un programa de negación de la memoria. La sistemática liquidación del pasado y la apuesta al presente, como si éste fuera sólo un momento en el tránsito hacia el progreso futuro, en el que se hallaría la felicidad, (…) forma parte de esa visión del mundo.”
Grínor Rojo.187
“Para abrir el pasado, y con él el presente y el futuro, hay que hacerlo encontrando las coordenadas de sentido de ese pasado y, al mismo tiempo, los sentidos que el mismo adquiere a la luz de las necesidades del presente. La fidelidad de la memoria reclama, pues, un doble movimiento: recuperar los sentidos que el pasado tuvo para sus protagonistas y, al mismo tiempo, descubrir los sentidos que esa memoria puede tener para el presente. Se trata, por lo tanto, de una conexión de sentidos que permita reconocer y vincular los procesos como tales, con sus continuidades y sus rupturas, antes que la rememoración de acontecimientos, entendidos como sucesos extraordinarios y aislados […] La transmisión reiterativa, punto por punto, una y otra vez, sólo es apropiada para aquello que se tiene que repetir –como las técnicas y los rituales–, pero no para aquello que es materia de aprendizaje por medio de la experiencia.”
Pilar Calveiro.188
La ciudad es locus de la memoria colectiva y también, por tanto, es el escenario de batalla de la
memoria. Es en ella donde los diferentes actores, con sus distintas significaciones de la memoria,
expresan sus relatos del pasado, y se anteponen sobre otros.
En nuestro país, es el Estado quien ha ido definiendo principalmente qué historia se
monumentaliza y cuál se convierte en ruinas. Han sido los diversos gobiernos desde el fin de la
dictadura hasta el día de hoy quienes arrastran irresistiblemente hacia el futuro, anulando, por
acción u omisión, los traumas históricos en la ciudad.
Si los monumentos, como expresaba Riegl, son la manifestación de un orden inalterable frente a
los cambios del mundo contemporáneo, son entonces el objeto funcional al poder: lo que
representen, anclados en un lugar de la ciudad, difícilmente se podrá cuestionar.
Si bien no se niega la existencia de memoriales en diversos sectores urbanos, la mayoría de estos
han surgido de necesidades y acciones ciudadanas, que han obtenido apoyos estatales puntuales,
y algunas veces no, pero que no se enmarcan, como comentamos antes dentro de políticas claras
e integrales de reparación.
187
ROJO, Grínor. (2010). Prólogo al libro “Recordar para pensar-Memoria para la democracia. La elaboración del pasado reciente en el Cono Sur de América Latina”. P. 15. Santiago de Chile, Ediciones Böll Cono Sur. 188
Cientista política argentina citada en ANTEQUERA, José. “La memoria histórica como relato emblemático”. P. 77. Versión digital, entregada por autor.
122
En un proceso territorial de innegable lucha por imponer hegemonías mnésicas, y donde se apunta
a un territorio libre de obstáculos del pasado, es donde hay que preguntarse ¿de quién es la
memoria?
Y es donde hay que apuntar a que sea de nosotros.
“Tengo una idea, capitán. Podríamos quemar esta casa. No, mi coronel, mejor demoler. Mejor dejar todo en el suelo. ¿Y los escombros? Los podríamos tirar al mar. Buena idea. Y entonces cerraron y quemaron y demolieron. Y tiraron al mar. Porque querían un crimen perfecto. Pero bueno. ¿Qué pasó? Pasó el tiempo. Pasó el tiempo.”
Fragmento de Villa189
(silencio)
189
CALDERÓN, Guillermo. Dramaturgo chileno. Fragmento de su obra de teatro Villa, en Teatro II: Villa – Discurso – Beben, P. 29, editado por LOM Ediciones.
123
“nihil non iisdem verbis redderetur auditum”
Jorge Luis Borges.190
“Éste es el costado barroco del nuevo milenio. Como en una iglesia del siglo XVII, no quedan espacios vacíos. El mundo es hipersemiótico en la medida en que hay más signos de cosas, más signos de signos.” “Entre la aceleración del tiempo y la vocación memorialista hay coincidencias. Precisamente la aceleración produce el vacío de pasado que las operaciones de la memoria intentan compensar. El nuevo milenio se abre sobre esta contradicción entre un tiempo acelerado que impide el transcurrir del presente, y una memoria que busca dar solidez a ese presente fulminante que desaparece comiéndose a sí mismo.”
Beatriz Sarlo.191
Si pensamos, tal como es sugerido por Zygmunt Bauman, que la modernidad puede ser entendida
como la “historia del tiempo”192, en la medida en que organiza la conciencia sobre los hechos
históricos, resulta oportuno preguntarnos por la aproximación a tales sucesos y por cierto a la
memoria, en el contexto de la sociedad contemporánea. Una sociedad que para el propio Bauman
está entendiendo al tiempo como algo insustancial e instantáneo193, dando paso a una sucesiva
superposición de acontecimientos sin un sentido aparente. Un tiempo que al estar anclado en la
novedad de un eterno presente, cuestiona a la memoria como aquél estado de significación y
otorgación de sentido de los hechos ya ocurridos, articulando eso que llamamos experiencia. Por
su parte, la ciudad también parece estructurada a partir de este privilegio del presente, que trae
como consecuencia la imposición recurrente de novedosas obras de arquitectura sobre lugares ya
consolidados, interfiriendo en el vínculo identitario entre la comunidad y el lugar.
190 “nada que ha sido oído puede ser repetido con las mismas palabras”. En cuento: “Funes el memorioso”. Revista
Petrotecnia, Junio 2004. En línea. Texto originalmente publicado en el libro Ficciones, el año 1944.
191 SARLO, Beatriz. (2010). “Tiempo presente. Notas sobre el cambio de una cultura”. Pp. 96-98. Siglo Veintiuno
Editores, Buenos Aires. 192
“La historia del tiempo comenzó con la modernidad. Por cierto, la modernidad es, aparte de otras cosas y tal vez por encima de todas ellas, la historia del tiempo: la modernidad es el tiempo en el que el tiempo tiene historia”. BAUMAN, Zygmunt. (2004). “La modernidad líquida”.P. 119. Buenos Aires: Fondo Cultura Económica. 193 “El tiempo insustancial e instantáneo del mundo del software es también un tiempo sin consecuencias.
“Instantaneidad” significa una satisfacción inmediata ‘en el acto’, pero también significa el agotamiento y la desaparición inmediata del interés”. BAUMAN, Zygmunt. (2004). “La modernidad líquida”. P. 127. Buenos Aires: Fondo Cultura Económica.
124
La sociedad contemporánea, definida por el propio Bauman como la época de la modernidad
líquida, apuesta por el corto plazo, definiendo una sociedad que articula su vinculación y
estrategias de comunicación a partir de lo transitorio. En este contexto, resulta oportuno volver a
pensar el rol que cumple la memoria en el panorama contemporáneo: las estrategias para su
generación, activación y conservación como base de la construcción social y cultural de un país. Si
asumimos, tal como fue planteado al inicio de este capítulo, que la memoria está asociada a la
generación de sentido, ¿cuál es el sentido de recordar y estimular la memoria en el mundo que nos
toca vivir? Pues bien, para comenzar o al menos intentar balbucear una respuesta a esta pregunta,
creemos necesario dejar de pensar a la memoria como un todo coherente y unitario. Esto, en la
medida en que más allá de su presencia institucionalizada, siempre subyacen un conjunto de
vínculos emotivos con el pasado que se independizan de la memoria oficial. Esa “otra” memoria
que posibilita esos “otros” sentidos, que acompañan la vida de individuos y comunidades, y que
también permiten una aproximación significativa con la ciudad, incluso con aquellos lugares no
visualizados por la historia oficial.
Bajo estos términos, es posible que nos aproximemos a la memoria entendida como un ejercicio
constante de resignificación, reconociendo la pluralidad de sentidos que contienen sus fuentes y
sus sucesivas interpretaciones, entendiéndola siempre como un acto pendiente de ser
completado, tanto en el presente como en el futuro.194 En resumen, lo que aquí proponemos es
una memoria activa, que no intente congelar o superar los hechos del pasado, sino más bien,
traerlos al presente para volver a dotarlos de sentido cuantas veces sea necesario y partir de todas
aquellas miradas interesadas en observarlos. De esta manera, tal como postula Oscar Terán en su
texto Pensar la memoria, es posible enfrentarnos críticamente a la delgadez del presente, a la
sucesiva circulación de acontecimientos que evitan encontrar un lugar y otorgar de esta manera
espesor a nuestros sentidos y significados.
194 “En suma, todos tenemos el derecho de poseer una herencia en la que insertarnos, porque esa herencia es el marco
del hallazgo de sentidos. (…)Por eso recordar es también aquí intentar esa labor que imaginó Walter Benjamin, según la cual el papel del historiador es cambiar el presente entendiendo el pasado como heredad, ya que la herencia no es algo dado de una vez y para siempre (…) Heredar es la única posibilidad de crear, criticar, progresar. Solo quien tiene una herencia puede elegir desprenderse de ella. De lo contrario, queda prisionero de las sombras de una infancia cuyo sentido desconoce”. TERÁN, Oscar. (2000). “Pensar la memoria”. Ponencia leída en el I Congreso Internacional de Filosofía de la Historia, Buenos Aires, 25 al 27 de octubre de 2000.
125
La memoria es una herencia que nos sitúa y nos orienta, que precisamente permite construir el
presente y pensar el futuro y que encuentra en la ciudad un escenario privilegiado para esta
constante resignificación de los acontecimientos y sus sentidos.
“Ahora bien: los acontecimientos que ocurren en una sociedad pueden ser saludados con aquiescencia y aun con encomio, o lamentados con tristeza y aun con furor. Lo que en una sociedad resulta insoportable o al menos disolvente es que esos acontecimientos carezcan de sentido, esto es, que aparezcan como restos inertes del naufragio de una nave cuyo puerto de partida e itinerarios se hubieran perdido para siempre.”
Oscar Terán.195
Tal como es sugerido por Pilar Calveiro196, la sociedad contemporánea, todavía determinada por el
predominio capitalista, configura un ámbito de relaciones humanas por definición violento, que
junto con dar paso a manifestaciones evidentes de violencia física, también permite el despliegue
de aquella violencia más silenciosa, que a partir de su aparente inexistencia, condiciona nuestra
contrariedad. En esta dirección, como es planteado por Walter Benjamin en el texto Para una
crítica de la violencia197, la recurrente homologación de los deberes y obligaciones que se
institucionalizan como normas de conducta al interior de una determinada sociedad, también
pueden ser entendida como un acto de violencia impositiva, en la medida en que condiciona
nuestra manera de vincularnos con la realidad y la manera en que nos vinculamos con el otro. Una
normatividad que tiende a sancionar y reprimir todo acto que intente transgredir los límites
impuestos, tal como hemos podido apreciar con las expresiones de invisibilización consciente que
se producen en la ciudad y el territorio.
Frente a esta mirada, hemos intentado sugerir a lo largo de esta investigación, una memoria
activa, capaz de vincularse con el pasado para actualizarse de manera crítica en el presente198,
siendo incluso capaz de contradecir los pactos de normalización consolidados en el tiempo, dando
paso a miradas múltiples. En este sentido, podemos recordar lo planteado por el historiador
195
TERÁN, Oscar. (2000) “Pensar la memoria”. Ponencia leída en el I Congreso Internacional de Filosofía de la Historia, Buenos Aires, 25 al 27 de octubre de 2000. 196 Al respecto véase CALVEIRO, Pilar. (2012). Violencias de estado. La guerra antiterrorista y la guerra contra el crimen
como medios de control global. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores. 197 BENJAMIN, Walter. (2010). Para una crítica de la violencia. España, Biblioteca nueva. 198
Tal como sugiere la propia Pilar Calveiro: “Si el ejercicio de memoria se practica como una suerte de retorno maniático al pasado, no tiene utilidad política, o puede tener otras utilidades políticas, pero no tiene, en todo caso, un valor resistente. La memoria que es útil al presente es aquella que arranca desde las necesidades actuales y desde aquí mira el pasado. Cuando una memoria se ancla en el pasado, no permite procesarlo ni conectarlo con otras experiencias, lo clausura”. Revisado en Revista Ñ, Diario Clarín, versión digital: Entrevista con Pilar Calveiro: El Mundo actual es muy violento. Junio 2013. www.revistaenie.clarin.com/ideas/politica-economia/Pilar-Calverio-entrevista_0_937106653.html
126
francés Roger Chartier, quien precisamente entiende a la memoria como una insurgencia, capaz
de hacer visible lo invisibilizado y de delatar la falsificación del pasado como una construcción
homogénea y clasificatoria:
“La historia no puede ignorar los esfuerzos que trataron o tratan de hacer desaparecer no solo a víctimas, sino también la posibilidad de que sean recordadas sus existencias. En este sentido, la historia nunca puede olvidar los derechos de una memoria que es una insurgencia contra la falsificación o la negación de lo que fue.”
Roger Chartier.199
199
CHARTIER, Roger. (2007) “El pasado entre literatura, memoria e historia”. Historia, Antropología y Fuentes Orales N° 37. Pp. 127-140. Edición online: http://www.jstor.org
127
128
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- GUZMÁN, Patricio. Documental Nostalgia de la Luz, año 2010.
Charlas:
- OLIVER, Bruno. En charla "Identidades, memorias y soportes de comunicación: ¿Un nuevo
paradigma con el web 2.0?", enmarcada dentro de la 5ta Escuela Chile-Francia, organizada por la
Universidad de Chile y la Embajada de Francia. Lunes 9 de mayo de 2011. Apuntes propios.
134
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Agradecimientos
A mis papás, hermana y amigos, por la paciencia infinita y el vuelo constante.
A Felipe, por la calma y el apoyo fundamental.
Al profesor Alberto Gurovich.
“En definitiva, hacer una tesis es como adiestrar la memoria. De viejo se tiene buena memoria si se ha ejercitado desde muy joven. Y da lo mismo que se haya ejercitado aprendiendo de memoria la alineación de todos los equipos de primera, los poemas de Carducci o la lista de los emperadores romanos desde Augusto hasta Rómulo Augústulo. Desde luego, puestos a ejercitar la memoria, mejor es aprender cosas que interesen o sirvan; pero, de todos modos, también aprender cosas inútiles supone una buena gimnasia. Y así, aunque sea preferible hacer una tesis sobre un tema que agrade, el tema es secundario respecto del método
de trabajo y la experiencia que de él se extrae.”200
200
ECO, Umberto.(1977). “Cómo se hace una tesis” Versión castellana, en digital. Página 20.