38 PUEBLIADA ROTARIA Virginias por Caracolí-Pavas – V-22-2019 - 371 kms

Textos y fotos: Carlos Eugenio Gonzalez, Jorge Luis Jimenez y Jota

Regresamos para cumplir

Habíamos prometido regresar y cumplimos. Los niños de la escuelita de esta

vereda, nos esperaban. Sus profesoras igualmente. Empapelaron la pared con

mensajes de gratitud a los rotarios que nos impactaron a todos los puebliadores. El

recorrido nos aportó dificultades que nuestro ingeniero conductor supo sortear.

También sensaciones que nos marcaron. Jorge Luis Jimenez, el gerente de la

Corporacion de Servicios del Club Rotario Medellin (CRM), entidad que aportó los

kits escolares para los 120 niños de la escuelita, lo describió con palabras precisas:

”Y llegó el día de regresar a Virginias, muy de madrugada (5.00AM) el grupo pasó

por mi pues el camino es largo, lo que nos permitió disfrutar de un hermoso

amanecer en las goteras de Barbosa, donde aún se conserva "Caballo Blanco", o

por lo menos la construcción estilo colonial de dos pisos, lo que dio para oír

anécdotas y referencias de los sitios que cruzamos de versados participantes como

Carlos Eugenio., Juan Santiago y Jota, no porque lo vivieron, sino porque les

contaron.

El maravilloso espectáculo del amanecer pasando por Barbosa, nos inyectó

una buena dosis de entusiasmo por nuestra puebliada.

Esta experiencia de puebliar, es verdaderamente única, pues los participantes

habituales son conocedores de la historia y geografía de nuestro departamento, lo

que permite un inigualable complemento a la exuberancia de los paisajes y la

belleza de los caminos recorridos con la habilidad del conductor elegido - el

ingeniero González-, y el especialista en gastronomía de carreteras Juan Santiago,

quien es inigualable asesor y consejero a la hora de comprar los productos de la

tierra, como guanábanas y aguacates por La Floresta..

Es común escuchar la frase "Lo mejor es la gente" y se ha convertido en frase de

cajón, pues sólo basta compartir con las comunidades de los pueblos y veredas

como esta de Virginias, para dar fe de esta realidad. La simpatía y ánimo de

colaborar de las personas, el cariño con que reciben al forastero, el orgullo por su

terruño, hace crecer el deseo rotario de servir para que entre todos superemos el

cruce de este difícil momento que nos ha tocado vivir”.

Por su parte, Carlos Eugenio describió los impactos iniciales de esta puebliada con

su conocido estilo: “Tempranito y cumplidos como siempre. Esta vez no vamos a

conocer nada nuevo. La misión es cumplirle a los niños del Colegio Madre Laura en

Virginias.

Les habíamos llevado kits escolares a los niños más pequeños y quedamos de

regresar con los morrales rotarios para los chicos de 9, 10 y 11. Ah…y con un gran

regalo para la escuela: un bafle de sonido, última generación.

Todo iba muy bien hasta que llegamos, al kilómetro 132 de los 140 de nuestro

destino. En una curva del camino nos encontramos un camión con ganado, tragado

en un lodazal de la trocha que lleva al pueblo desde la via central que va para Puerto

Berrío. Lástima que nos faltó la foto.

Teníamos ahora dos problemas: el primero que debíamos llegar pronto pues los

niños de la escuela salían a las doce y el otro, ese sancocho de gallina criolla que

nos esperaba y que ya llevaba como tres pitadas.

Teníamos que desandar 20 kilómetros para regresar hasta San José del Nus, y

tomar la via Caracolí-Virginias. Dimos reversa, y recorrimos la vía esta sí

pavimentada desde San José del Nus hasta Caracolí, llamado cuando se fundó,

como San Felipe de Barajas. Caracolí es un pueblo al que le daba la vuelta el

ferrocarril.

Recuerdo que me impresionaba la lentitud con la que se construía el nuevo templo

parroquial. Le pregunté un día a un viejito compañero de banca por qué no rendía

la obra y me contestó que a los Caracoliseños no les gustaban las empanadas,

tradicional sistema pueblerino para recaudar fondos para estas obras.

Esta zona fue ganadera. Aún uno encuentra vestigios de esa historia.

En la zona había muchos árboles de maderas finísimas. El tan famoso Comino, que

usó Cisneros para los polines o traviesas del ferrocarril y que luego usaron los

finquemos para los cercos. También se encontraron muchos Caracolíes, árbol

maderero de gran altura. Esta madera sirvió para construir los 40 ranchos en el sitio

donde Don Rodolfo Ceballos hizo una fonda de arriería. Este lugar era parte del

camino de islitas. Pasamos Caracolí y empezó la trocha dura.

A la salida del pueblo el rio Nus estaba bravo y se salió de madre, pasándole por

encima al camino. Pensé: ¡Hasta aquí llegamos! Pero viendo la cara de tristeza de

Juan Santiago; que soñaba con los pescuezos rellenos que le esperaban y de

frustración de Jota y Jorge Luis, me arriesgué, le puse la doble tracción a la

camioneta, resuelto a dormir en Caracolí recuperando el carro y diciéndole a mi

Dios: “Ayúdame que somos de los tuyos”. Metí el carro a la corriente, pasamos con

el agua que llegó hasta un cuarto de portezuela, navegamos y sin problemas en un

instante estuvimos al otro lado. Del miedo, también nos faltó esta foto.

Ahora, después del susto, a “disfrutar” del camino, que es una trocha adornada de

flores a lado y lado. Hermosa pero increíblemente abandonada. Sin mantenimiento.

Este es el camino “carreteable” que une al corregimiento de Virginias con Caracolí

que está a solo 12 kilómetros. Virginias pertenece a la jurisdicción de Puerto Berrío,

cabecera municipal que está a 50 kilómetros. Era una trocha. Ahora es un

vergonzoso camino totalmente abandonado por la administración, pese a las

sostenidas promesas de que le pondrían mano. Dice el pueblo, a propósito de

promesas, que es muy fácil para un político prometer lo que no piensa cumplir. La

vía férrea es utilizada para el transporte en moto-rodillos que hace el recorrido en

40 minutos. Nosotros, dando saltos entre zanja y zanja llegamos a Virginias, nuestro

destino. Nos dirigimos a la escuela. La actividad central de nuestra puebliada fue

allí, donde nos recibieron con aplausos y discursos”. Hasta aquí el cuento de Carlos

Eugenio-

Cisneros alcanzó a construir en 25 años, 49 kilómetros de ferrocarril desde

Puerto Berrío hasta aquí, la Estación Pavas. La guerra de los mil días (1899-

1902) lo obligó a abandonar el contrato.

Llegamos directo a la escuela a descargar las cosas que llevamos: Los útiles y

cuadernos que nos habían faltado en nuestra visita anterior, el bafle para el sonido.

ah y los bombones de coco para todos los niños. Mientras diversos grupos de

estudiantes desempacaban con admiración y sorpresa los “traídos” armaban el

bafle, y organizaban los morrales con los cuadernos que faltaban, las profesoras se

desbordaban en atenciones: tinto, bocaditos, refrescos, etc. Santiago se aguantó

pues tenía su mente puesta en La Vega, donde nos esperaba el almuerzo,

preparado por mis sobrinas, Girlesa Raygoza y Mary Ríos.

Como parte de los preparativos escolares para nuestra visita los niños escribieron

carteles con los que empapelaron una de las paredes de la institución. En ellos

expresaban su gratitud a nuestro Club Rotario Medellín , por los kits escolares que

los llevamos y destacaban la importancia que tenía este apoyo que recibían, “que

nunca olvidaremos”, decían en uno de sus carteles.

Este detalle fue impactante para todos nosotros.

Estudiantes de la Escuela de Virginias expresaron, en su lenguaje sencillo

sus sentimientos de gratitud por la acción rotaria con la que los estábamos

beneficiando.,

La iglesia y la escuela, son el epicentro de la vereda que espera de la

administración municipal y departamental, mejore su atención.

Donde hay niños, todo hace falta y todo sirve, como los útiles escolares

Con equipo de sonido que faltaba, y con simples bobones de coco, les

dimos alegría a estos niños, que se preparan para la vida.

El Ingeniero Carlos Eugenio siempre tiene lecciones para compartir.

La profesora Consuelo Calderón y su compañera Maraleisy Rentrería ,

quisieron la foto de despedida

Mientras tanto Edith Gómez de la Acción Comunal, nos entregó el famoso queso de

Virginias y las auténticas arepas, que rifamos entre los compañeros rotarios .

Llegó la hora esperada por todos: el almuerzo. Santiago se fue directo a la

cocina, aguacate, para confirmar lo que se había soñado en todo el viaje.

Tanqueados, como Dios manda, Girlesa y Mary, recibieron la felicitación

unánime, pues su sancocho, confirmó las buenas expectativas. Santiago

repitió pescuezo relleno.

Esta puebliada nos ofreció la oportunidad de confirmar tres cosas:1) el mal estado

de las vías terciarias que conectan esta vereda. La falta de mantenimiento y el

abandono en su atención, son evidentes; 2) el entusiasmo de los 150 niños de la

escuelita del pueblo y de su profesorado de Coredi, por salir adelante, asi hayan

perdido el quist sobre lectura que les hicimos, y 3) que entre los estudiantes de los

niveles avanzados, hay varios que muestran condiciones de liderazgo y de

resultados académicos sobresalientes, que necesitan apoyo para dar el siguiente

paso: la educación universitaria, para lo que será necesario buscarles becas para

que puedan seguir avanzando. Tarea rotaria pendiente.

Los puebliadores, seguiremos explorando caminos y veredas.

¡HASTA LA PRÓXIMA!