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Transición del Antropocentrismo al Biocentrismo: El Presente
Distópico y el Futuro del Diseño.
Carlos Fiorentino
(100 words Abstract)
Las epistemologías de disciplinas contemporáneas, con raíces en la era industrial
(como el diseño), tienen gran influencia en el paradigma del antropocentrismo del
siglo XXI. Cuando el diseño está limitado a jugar un rol antropocéntrico
encontramos como consecuencia un mundo diseñado de una forma profundamente
insustentable. En contraste, cuando el diseño es “informado” y “guiado” por la
naturaleza, los diseñadores pasan de ejercer una práctica a ejercer una praxis, de
ser meros ejecutores a ser profesionales reflexivos. Este artículo explora el diseño
biocéntrico como respuesta emergente al diseño antropocéntrico, y expone
conceptos como la biomimesis y la metodología biomimética.
(Full Abstract)
Un punto de partida de la discusión biocentrismo-antropocentrismo se basa en que
las epistemologías de disciplinas contemporáneas (como el diseño), consolidadas
durante el siglo XX y con raíces en la era industrial, tienen influencia en el
paradigma del antropocentrismo del siglo XXI. Otro punto es que en particular las
disciplinas del diseño del Antropoceno, su teoría y práctica, están limitadas por el
preconcepto de ser disciplinas utilitarias o sólo orientadas a resolver problemas,
en otras palabras, priorizan el hacer sobre el pensar/reflexionar. Cuando las
disciplinas del diseño están limitadas a jugar dicho rol antropocéntrico –los
diseñadores vistos como hacedores– encontramos como consecuencia un mundo
diseñado de una forma profundamente insustentable; los diseñadores como
“actores industriales” “torturan” a la naturaleza usándola como recurso, agotando
materiales para la producción del diseño, planificando productos para la
obsolescencia y el consumismo rápido. En contraste, cuando el diseño es
“informado” y “guiado” por la naturaleza, los diseñadores evolucionan, pasan de
ser hacedores a ser creadores, de ejercer una práctica a ejercer una praxis, de ser
meros ejecutores a ser profesionales reflexivos. Reflexionar sobre el “know-how”
de la naturaleza puede brindarnos importantes pistas para diseñar mejor. Luego de
3.800 millones de años de evolución, todas las formas de vida, todas las especies
que conocemos o todavía están por descubrirse, que están presentes hoy, son
evidencia de “soluciones de diseño” perfectamente adaptadas para la
supervivencia en este planeta. La “vida” como sistema provee el “programa de
diseño” para crear las condiciones que conducen a continuar la vida, lo cual ha
demostrado ser la estrategia más exitosa y sustentable para todas las formas de
vida existentes, incluyendo los seres humanos. La pregunta que surge es: por qué
ignoramos esta “sabiduría” de la naturaleza, siendo esta una realidad irrevocable?
Este artículo explora las implicaciones de esta pregunta, discute el rol del diseño
en el Antropoceno desde diferentes ángulos disciplinarios, expone definiciones
sobre la sustentabilidad, e introduce la perspectiva del diseño biocéntrico
(biocentered design approach) y la idea del diseño restaurativo/regenerativo. Este
artículo también explora las epistemologías de base que hacen del diseño
biocéntrico una respuesta emergente al diseño antropocéntrico, e introduce
conceptos como la biomimesis y la metodología biomimética.
Palabras clave: diseño biocéntrico, antropocentrismo, biomimética, bioafiliación,
sustentabilidad, multidisciplinaridad.
1. Escapando de una Distopia Diseñada
Las disciplinas de diseño han servido al interés de los modelos dominantes gestados
durante los últimos dos siglos, desde la revolución industrial –en lo económico, social y
político– y gradualmente consolidados desde la mitad del siglo XX. La nueva era
geológica conocida ahora como el Anthropoceno (Crutzen, 2006, Steffen y otros, 2011)
es el crepúsculo de las disciplinas tradicionales de diseño como las conocemos hoy. Sin
embargo, lejos de las utopías de diseño positivistas soñadas por las escuelas del
modernismo del siglo pasado (por ejemplo, Bauhaus o Ulm HfG), los diseñadores del
siglo XXI estaríamos viviendo en una “distopia de diseño,” si consideramos cuan
sustentable son los productos resultantes de nuestras disciplinas, es decir, considerando
los factores del medioambiente y los factores sociales al mismo nivel de importancia –o
aún más importantes– que los factores económicos que dominan la práctica profesional.
Las teorías de diseño surgidas en el siglo pasado se desvanecen y colapsan cuando
confrontan las nuevas realidades, el nuevo conocimiento y los nuevos desafíos del
corriente siglo, que afectan a ésta y a las futuras generaciones de diseñadores. Los
principios y modelos del antropocentrismo —centrados en el usuario (user-centered),
resultan inadecuados o incompletos para enfrentar los desafíos que un futuro sustentable
requiere, porque dichos principios y modelos están en conflicto con los principios
básicos de la naturaleza (Maldonado, 1972; Bateson, 1972; Capra, 1982; Buchanan,
1992; Orr, 2002; McDonough, 2002; Fiorentino, 2016; Fry, 2017). Esta situación
paradigmática puede cambiar con las nuevas teorías de diseño emergentes, teorías que
ofrecen una perspectiva holística e inclusiva para resolver problemas inherentes a los
humanos, mediante la inclusión de modelos y maneras de evaluar y medir el diseño, que
imiten los sistemas naturales y los sumen a la ecuación del diseño. Entre estas teorías
emergentes se destacan la bioafiliación (Wilson, 1984; Kellert y otros, 2008) y la
metodología de la biomimética o biomimesis (también conocida con el anglicismo
biomimicry) (Benyus, 1997; Baumeister, 2014; Wahl, 2016; Cohen y otros, 2017). Para
poder evolucionar en este nuevo contexto y configurar un nuevo mapa de diseño pro-
sustentable a seguir, el primer paso es entender el significado, las connotaciones y las
implicaciones del concepto “sustentabilidad.”
2. Sustentabilidad en el Antropoceno
Existe una recurrente definición del termino “sustentabilidad,” que es mayormente
aceptada en todos los ámbitos disciplinarios, independientemente de cómo es entendida
y utilizada. En 1987, Gro Harlem Brundtland, por aquel entonces Primer Ministro de
Noruega y miembro de la Comisión Mundial sobre Desarrollo y Medioambiente para
Naciones Unidas (World Commission on Environment and Development), introdujo una
definición para el desarrollo sustentable cuyo propósito debería ser “cubrir las
necesidades de la presente generación sin comprometer la habilidad de las futuras
generaciones de cubrir sus propias necesidades” (Bruntland y otros, 1987, p.11). Una
explicación más detallada del concepto hace referencia a la continuidad de los aspectos
económicos, sociales, e institucionales de la sociedad humana, así como también el
cuidado del medioambiente y los sistemas naturales más allá de la especie humana. En
otros palabras, la definición de Bruntland tiene también la intención de abogar por
mejores consecuencias para la sociedad y la naturaleza, ahora y en el futuro. El modelo
inicialmente asociado a este concepto puede ser traducido como los “tres principios
básicos” (“the triple bottom line”) de la sustentabilidad. Dicho modelo conlleva una
visión multidimensional de la sustentabilidad, agregando dos nuevas dimensiones, la
social y la medioambiental a la tradicional y dominante dimensión económica que
caracteriza el presente paradigma de nuestra civilización.
Aun debatida después de 30 años de ser propuesta, la definición de Bruntland es
todavía la más aceptada, holística y adecuada. No obstante, es una definición aplicada
en el contexto de otro concepto: el del desarrollo. Algunas preguntas críticas surgen
aquí: Puede el desarrollo ser sustentable? Puede el desarrollo ser sostenido de la forma
actual? Puede ser sostenido indefinidamente? Si no es el desarrollo, qué es lo que
queremos sustentar? Puede la civilización humana ser sostenida a cualquier costo? En el
centro de semejantes interrogantes hay una clara limitación etimológica del término
sustentabilidad: no podemos sustentar lo insustentable. Usando palabras del escritor y
ecologista David Orr: “no podemos saber qué significa la sustentabilidad hasta que
hayamos decidido lo que queremos sustentar y cómo nos proponemos hacerlo” (Orr,
2004, p.141). Otro autor, Daniel Wahl, en su libro “Diseñando Culturas Regenerativas”
(Designing Regenerative Cultures, Wahl, 2016) explica cómo la sustentabilidad es una
palabra limitada, y como concepto, incompleto para definir el propósito y la prospectiva
de disciplinas en evolución, como por ejemplo las disciplinas de diseño. Wahl critica
que nuestros sistemas, políticas y prácticas no pueden ser sustentables (aún) bajo las
condiciones del corriente antropocentrismo (Wahl, 2016). Para alcanzar por completo la
premisa de Bruntland, desde una perspectiva regenerativa, lo que se necesita es cambio,
restauración, resiliencia, y luego —como consecuencia del proceso, sustentar el
equilibrio logrado.
El término “antropoceno” fue usado por primera vez en el año 2000 por el
premio Nobel en ciencia Paul Crutzen (Crutzen, 2000), pero es ahora sabido que la
presencia humana como especie dominante ha modificado los ecosistemas por largo
tiempo, y el detrimento del medioambiente puede ser verificado con evidencia científica
(geológica) desde tiempos pre-industriales (Crutzen, 2006). Es claro también que la
sustentabilidad, independientemente del su uso epistemológico, es un concepto que fue
creado bajo la perspectiva de un mundo antropocéntrico. El antropocentrismo es
esencialmente una perspectiva centrada en los humanos y con raíces de pensamiento
occidental, dominante en gran parte de la historia humana.
Cada disciplina ha de tener un enfoque distinto, si bien no sobre la definición de
la sustentabilidad, sobre la manera de alcanzarla. Las disciplinas de diseño pueden jugar
un papel significativo para lograr avances en este tema.
Los nuevos modelos económicos y productivos guiados por los “tres principios
básicos” de la sustentabilidad —lo económico, lo social y el medioambiente— y un
enfoque multidimensional están emergiendo como respuesta a las limitaciones de los
actuales modelos antropocéntricos. Renombrados economistas y ecologistas —como
por ejemplo Paul Hawken, Amory Lovins, Hazel Henderson, Herman Daly y Bill
McDonough entre otros— por muchos años han promovido la idea de un modelo de
“economía circular,” más inclusivo, democrático, sintonizado localmente y biocentrado
(centrado en torno a la vida en este planeta).
2.1 La Sustentabilidad: Un Problema de Diseño
El economista Paul Hawken sugiere que la sustentabilidad más que un problema de
gestión es un problema de diseño” (Hawken, 1994, p. prefacio xiii). Los seres
humanos hemos sabido manejar las cosas que hemos diseñado y creado
artificialmente con ingeniería y tecnología, como máquinas, automóviles, edificios,
objetos, etc., pero nuestro conocimiento del planeta no se puede comparar con
dichas habilidades. Alineado con este razonamiento, Prof. David Orr alude a la
responsabilidad moral y ética de los diseñadores hacia las prácticas de diseño,
destacando que la sustentabilidad es un desafío como ningún otro. Según Orr, no se
trata de crear artefactos más “ecológicos” sino de crear comunidades que ocupen su
lugar en el mundo con “elegante frugalidad.” La clave es saber si las disciplinas
emergentes (eco-diseño, diseño sustentable, biomimética) evolucionarán sólo como
un “kit” de “soluciones parche” en un contexto marcado por el desorden general, o
si el diseño eventualmente ayudara a transformar la cultura en su totalidad, cuya
necesidad de una reforma profunda es inminente. El consumismo “verde” o aún las
corporaciones “verdes” (Green consumerism, greener corporations) son como
“apósitos protectores” sobre heridas infringidas por el crecimiento económico, y
demasiado indiferentes a las necesidades reales de los seres humanos y los
problemas urgentes que enfrenta la supervivencia humana para el largo plazo (Orr,
2002).
No es posible sustentar una realidad que es erróneamente formulada y
fuera de curso, o lo que es peor, fuera de control debido a que es demasiado tarde
para rediseñarla o re-direccionarla. Sostener algo que funciona mal solo conduce al
riesgo de una falla total e inevitable, sin mencionar el incalculable costo humano y
material implícito. Cuando los diseñadores hablamos sobre sustentabilidad o un
futuro sustentable, debemos hablar de rediseñar las cosas que queremos sustentar y
rediseñar el futuro en el que esas cosas van a cohabitar. El diseño para la
sustentabilidad se trata también de detectar el origen de las fallas y actuar para
corregirlas, en armonía con las leyes de la naturaleza (Orr, 2002).
2.2 Hacedores Antropocéntricos y Creadores Biocéntricos
Un punto de partida de la discusión biocentrismo-antropocentrismo se basa en que
las epistemologías de disciplinas contemporáneas (como el diseño), consolidadas
durante el siglo XX y con raíces en la era industrial, tienen influencia en el
paradigma del antropocentrismo del siglo XXI, y que en particular las disciplinas
del diseño del Antropoceno, su teoría y práctica, están limitadas por el preconcepto
de ser disciplinas utilitarias o sólo orientadas a resolver problemas; en otras
palabras, que priorizan el hacer sobre el pensar/reflexionar, lo superficial sobre lo
intrínseco, y la intervención (reactiva) sobre el planeamiento (proactivo)
(Maldonado, 1972). El diseño sin embargo conlleva una razón de ser
profundamente intelectual, y un interés profundo en enfocarse en desafíos
complejos a través del razonamiento y la práctica combinados–un “intelecto
practico” identificando y anticipando problemas también. Esta idea conecta al
diseño con precedentes mucho más antiguos que la era industrial. Aristóteles
propuso un concepto muy útil para definir el intelecto práctico del diseño, llamo a
este concepto techné, cuyo significado seria “aprendiendo mientras creamos”
(Wang, 2013). De esta forma, una comprensión más profunda y preponderante de
una epistemología del diseño debería diferenciar diseñadores como creadores y no
meros hacedores. Por qué es esta diferenciación tan importante? Cuando las
disciplinas del diseño están limitadas a jugar dicho rol antropocéntrico –los
diseñadores vistos como hacedores– encontramos como consecuencia un mundo
diseñado de una forma profundamente insustentable; los diseñadores como “actores
industriales” “torturan” a la naturaleza usándola como recurso (Capra, 1982),
agotando materiales para la producción del diseño, planificando productos para la
obsolescencia y el consumismo rápido. Cuando el diseño se alinea intelectualmente
con el concepto praxis, siguiendo la idea de Aristóteles, los diseñadores pasan de
hacedores a creadores, capaces de promulgar, elevar y ser conscientes de su rol de
contribuir a la sociedad de una manera menos antropocéntrica.
3. Sustentabilidad Desde un Angulo Biocéntrico
En un reciente congreso sobre sustentabilidad propuse una pregunta en el título de
mi presentación: “Que es más sustentable que la naturaleza?”1 A pesar de lo naïve
que pueda sonar la pregunta, sugiere que la sustentabilidad está incorporada en el
concepto de diseño biocéntrico, si éste es entendido y concebido correctamente.
Luego de 3.800 millones de años de evolución, todas las formas de vida, todas las
especies que conocemos o todavía están por descubrirse, que están presentes hoy
(incluyendo la nuestra), son la evidencia de “soluciones de diseño” perfectamente
adaptadas para la supervivencia en este planeta, mientras que los restos fósiles que
hoy encontramos en sedimentos geológicos, son también evidencia, pero de
aquellas “soluciones de diseño” que no funcionaron (Benyus, 1997; Wilson,
1984).
La “vida” como sistema provee el “programa de diseño” para crear las
condiciones que conducen a continuar la vida (Benyus, 1997); de la misma
manera el “programa de diseño” que propone el biocentrismo prepara el terreno
para la futura evolución del diseño.
3.1 Sustentabilidad, Bioafiliación y Biomimética
El concepto sustentabilidad y diseño para la sustentabilidad (DfS) necesitan ser
sintonizados con un proceso biocéntrico. Ambos, diseño y sustentabilidad deben ser
enmarcados en el contexto de un nuevo entendimiento de los sistemas y estructuras que
regulan el mundo natural, del cual la sociedad humana debe formar parte (Jantsch,
1980). El diseño para la sustentabilidad debe proponer un proceso de diseño que cree el
marco disciplinario necesario para desarrollar productos de diseño o modificar el
1 “What is More Sustainable Than Nature? Anthropocentric and Biocentered Design.” Presentación en
la 14th. International Conference on Environmental, Cultural, Economic & Social Sustainability, el
17-de enero del 2018, The Cairns Institute, James Cook University, Australia.
comportamiento humano a través del diseño, hacia metas regenerativas que modifiquen
la profundamente insustentable situación de la práctica e industria del diseño, y en este
proceso lograr en el futuro las metas propuestas por Bruntland en su idea de desarrollo
sustentable. El antropólogo y diseñador industrial Victor Papanek fue categórico al
afirmar que si el diseño pretende ser ecológicamente responsable y socialmente
sensible, debe ser revolucionario y radical en su sentido más real. Debe dedicarse al
principio natural del mínimo esfuerzo, máxima diversidad con un mínimo inventario, o
haciendo lo máximo de los mínimos recursos posibles, como la naturaleza. Esto
significa consumir menos, usar cosas por más tiempo, y ser frugal al reciclar materiales
(Papanek, 1984, p. 344-346). Las reflexiones del Prof. Orr concuerdan con las de
Papanek, al agregar que “la sustentabilidad depende de replicar la estructura y función
de los sistemas naturales” (Orr, 1992, p. 33).
Es aquí que, en respuesta a la necesidad de enfoques de diseño más
revolucionarios y radicales, conceptos como bio-afiliación (biophilia), bio-inspiración, y
el diseño bio-informado han surgido y prosperado en los últimos años, activados por la
elocuencia y elegancia del discurso de biomimicry2 como un enfoque biocéntrico de
diseño.
Como precedente del diseño biocéntrico, el ingeniero Otto Schmidt introdujo el
término biomimética en 1954, y lo definió como el estudio sobre la formación,
estructura o función de sustancias biológicamente producidas, y de materiales para
aplicar en ingeniería y productos (Harkness, 2002). La teoría de bioafiliación (Biophilia,
Wilson, 1984) surge tres décadas después del concepto de Schmidt, introducida por el
2 Janine Benyus desde el lanzamiento de su libro “Biomimicry” en 1997, y luego la creación del
Biomimicry Institute y la consultora B3.8, se ocuparon de diseminar la idea de la biomimesis de una
manera muy elocuente y constante, generando un movimiento mundial y una red global de grupos de
investigación. Desde ese entonces se han creado programas de grado y posgrado en varias
instituciones de USA y Europa.
biólogo E.O. Wilson en 1987, y propone enfatizar nuestra “inherente inclinación
humana hacia afiliarnos con los sistemas y procesos naturales, especialmente la vida y
las características vivas de los ambientes no-humanos” (Kellert, Heerwagen & Maador,
2008, p.3). La idea de bioafiliación fue luego reforzada por evidencia científica, que
comprueba que el contacto con la naturaleza tiene un fuerte efecto positivo en los seres
humanos, en términos curativos y terapéuticos, de incremento de la salud y de la
productividad en ambientes de trabajo, entre otras actividades humanas (Montana-
Hoyos & Fiorentino, 2015). La teoría de biophilia inspiró el concepto de biomimicry,
definido como “innovación de diseño inspirado por la naturaleza” (Benyus, 1997) y del
diseño biofílico (Kellert y otros, 2008) definido como “un enfoque innovador que
enfatiza la necesidad de mantener, extender y restaurar los beneficios de experimentar la
naturaleza en espacios diseñados” (Kellert y otros, 2008, p.5).
Hoy biomimicry es una disciplina emergente reconocida por su original
metodología, con la habilidad de conducir hacia la innovación sustentable (Kennedy y
otros, 2016, p.46).
El diseño biocéntrico propone aprender de la naturaleza en vez de explotarla
como recurso. La biomimética, biomimesis o biomimicry (de bios=vida, y
mimesis=imitar) estudia “el carácter de la naturaleza” y emula conscientemente los
principios de adaptación y supervivencia de la naturaleza, imitando no solo las formas,
las funciones y las estructuras, pero también los procesos y contextos (Benyus, 1997)
entendiéndoles a nivel sistémico. Un entendimiento a nivel sistémico significa una
manera de hacer y fabricar en red (“networking”) que reemplaza la manera linear
tradicional. También se vincula a un modelo regenerativo que, como la naturaleza, en
vez de solamente consumir materiales vírgenes, también genera la producción de
materiales nuevos (“upcycling”) en un ciclo virtuoso (Wahl, 2016). Estos sistemas han
sido formados por selección natural durante miles de millones de años para conformar
una red de colaboración y mutualismo densamente entrelazada, a la cual llamamos
“vida” (Woolley-Barker, 2013). Como lo propone la metodología de biomimicry, los
organismos vivos se integran y optimizan con el contexto para formar estrategias que
conducen a extender condiciones para la vida.
4. Implicaciones Filosóficas del Diseño Biocéntrico
Una manera de pensar biocéntrica es el resultado de un cambio de “lentes” y de mirada,
que revisa nuestros postulados y perspectivas en relación con la naturaleza. Se trata de
entender la vida (no sólo la vida humana, y eventualmente no sólo la vida en este
planeta) como un resultado lógico en el contexto de un fenómeno cosmológico3, y este
entendimiento implica poner la vida en el centro de relevancia como observamos en la
naturaleza. Esta idea contrasta fundamentalmente con las epistemologías de las
disciplinas de humanidades y los campos de estudios antropocéntricos en un sentido
profundo. Sin embargo, es importante evitar conflictos innecesarios derivados de estos
contrastes. La naturaleza no debería oponerse a los intereses de la humanidad, ni los
humanos deberían desconectarse de la naturaleza, porque desde una perspectiva
cosmológica la especie humana está profundamente entrelazada con el sistema de
sistemas que conecta todas las formas de vida, sus propósitos y sus culturas.
4.1 Punto de Inflexión y Cambio de Paradigmas
La especie humana en el Antropoceno ha evolucionado (quizás involucionado) 3 Según la definición de la NASA, cosmología es “el estudio científico de las propiedades del universo
a larga escala.” Como una rama de la filosofía, la cosmología estudia el origen y la estructura general
del universo, sus partes, elementos y leyes, y especialmente con las características del espacio, tiempo,
causalidad y libertad. El entendimiento de la vida como fenómeno natural esta intrínsecamente ligado
a esta perspectiva.
progresivamente hacia una desconexión de la naturaleza (Steffen y otros, 2011), sino
completamente a nivel físico (como si esto fuera posible), al menos en lo conceptual, lo
cual sugiere una separación entre la mente y la materia (Prown, 1982). Esta desconexión
ha sido enfatizada en discusiones filosóficas por Gregory Bateson (1972), Fritjof Capra
(1982), David Orr (2002) entre otros intelectuales, como una indicación de haber
alcanzado un punto de inflexión en la historia humana. Bajo la perspectiva biocéntrica,
este punto de inflexión puede también conducir a un momento de “iluminación,” bajo el
cual los humanos debemos reaccionar, recalibrarnos, volver a encontrar el camino
“regenerativo” (Wahl, 2016), y reconectarnos con la manera natural que nos da chances
de lograr un futuro sustentable. Reconectarse implica la precondición de haber estado
desconectado o conectado en falso, no solo con el resto de la naturaleza pero también a
nivel intergeneracional entre humanos. Esta desconexión es resultado también de la
velocidad con la que puede accederse hoy a la información, y los tiempos para procesar
conocimiento, en detrimento del ritmo necesario que requiere la sabiduría (Orr, 2002).
El geógrafo y ecologista Dieter Steiner, coincidentemente con la visión del “eco-
criticismo” y en reconocimiento de una crisis ecológica, sugiere que la desconexión
intergeneracional que experimentamos como resultado del desarrollo o la modernidad, y
la pérdida de sabiduría como característica del antropocentrismo, es la causa de una
“inversión evolucionaria” de la humanidad. Steiner afirma que si un sistema se basa en
el fenómeno más reciente o joven, no tiene la influencia mutua de relacionarse con los
sistemas asociados de los fenómenos precedentes o más viejos, no obstante los empieza
a dominar completamente, y entonces tenemos una clara inversión evolucionaria
(Steiner, 1995, p.42).
Dos décadas antes de las palabras de Steiner, Gregory Bateson se refirió a estas
desconexiones como parte de las dinámicas de una crisis ecológica (Bateson, 1972),
coincidiendo en que, desde una perspectiva de ecología humana, la humanidad enfrenta
una crisis de “desconexión” de la naturaleza. Esta concientización es clave para
entender el rol que disciplinas como las de diseño o la ecología humana pueden tener
como agentes de transformación, evolucionando de ser disciplinas con raíces
antropocéntricas a disciplinas de inclusión biocéntrica.
Daniel Wahl explica el proceso regenerativo (en progreso) que implica
transformar prácticas antropocéntricas en biocéntricas e integrales (Wahl, 2016). La
transición descripta por Wahl sitúa las disciplinas emergentes como la biomimesis en un
punto de cambio inminente del paradigma dominante de diseño.4 Los filósofos Ergon
Guba (1990) y J.M. Nielsen (1990) se refieren a ese punto de inflexión como parte de
un proceso cíclico, concepto introducido por el filósofo Thomas Kuhn in 1962, en el
que la historia se repite de forma similar cada vez que la humanidad enfrenta una
profunda crisis planetaria (Nielsen, 1990). Kuhn propone esta estructura como un ciclo
evolutivo (Figura 1), que eventualmente se puede repetir en las ciencias (Kuhn, 1996).
Desde un punto de vista de diseño, esta interpretación axiológica del modelo de
paradigma cambiante y cíclico Kuhniano ha influenciado la manera en que los filósofos
del diseño ven los paradigmas tecnológicos que producen innovación y disrupción
continua o discontinua, típica del antropoceno (Crilly, 2010).
4 Ergon Guba en The Paradigm Dialog define un paradigma como “una serie de creencias básicas que
guían las acciones” (Guba, 1990, p.17).
Figura 1. Este diagrama muestra la estructura cíclica de un cambio de paradigma propuesto por Kuhn
(Fiorentino, 2013).
No es una tarea fácil ubicar los espacios transdiciplinarios o interdisciplinarios
propuestos por la ecología humana, la sustentabilidad o la biomimética, dentro de
límites paradigmáticos, ni tampoco lo es clasificar estos espacios bajo claras etiquetas
disciplinarias. Como alternativa, la idea de entablar un “dialogo paradigmático” en el
cual los conocimientos se fusionan y valorizan y pueden ser aplicados pragmáticamente
a múltiples disciplinas (Lincoln & Guba, 1996), parece cuadrar mejor en los dominios
de disciplinas tranformativas como la ecología humana y disciplinas emergentes como
la biomimesis. El surgimiento de disciplinas biocéntricas en este contexto puede ser
entendido como parte de una transición a una fase pre-paradigma, en la cual no hay
consenso aún sobre ninguna teoría en particular, no obstante los trabajos de
investigación en progreso pueden ser considerados científicos por su naturaleza (Kuhn,
1996) (Figura 2).
Figura 2. Aplicando el modelo de paradigma de Kuhn, el cambio climático por ejemplo, es visto como
una anomalía; crea tensión entre las “ciencias convencionales” (y status-quo) y las teorías emergentes que
compiten como respuesta a la crisis (por ejemplo, la sustentabilidad). Esta situación permite a nuevas
disciplinas emergentes como la biomimesis (biomimicry) jugar un rol en la fase pre-paradigma y preparar
el terreno para un cambio de paradigma, y volver las disciplinas ahora emergentes en dominantes
(Fiorentino, 2013).
5. Conclusión
Este artículo has discutido el rol del diseño en el Antropoceno, desde diferentes ángulos
disciplinarios (ecología humana, desarrollo sustentable, biomimética), analizó
definiciones sobre la sustentabilidad, e introdujo una visión de diseño biocéntrico,
restaurativo y regenerativo. Ha explorado las epistemologías de fondo que hacen que el
diseño biocéntrico emerja como respuesta al diseño antropocéntrico, y también
introdujo el concepto del diseño biomimético y los principios de la metodología
biomimética. La discusión tiene implicaciones filosóficas sobre el prospecto de la
ecología humana, y ayuda a identificar posibilidades y oportunidades para contribuir a
la práctica del diseño biocéntrico, una práctica más holística y apropiada para la
complejidad del presente y el futuro.
Un enfoque biocéntrico se alinea con la idea de la ecología humana orientada
hacia un nuevo cambio de paradigma. La ecología humana en este sentido crea un
espacio inclusivo para la transformación del diseño en sintonía con la idea de la práctica
reflexiva o praxis de diseño.
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Carlos Fiorentino
Maestría de Diseño, Candidato de Doctorado, Departamento de Arte & Diseño, Departamento de Ecología Humana, Universidad de Alberta, Canadá.
Carlos Fiorentino es investigador y docente de diseño con más de 20 años en la práctica
profesional y 10 años en academia. Nació en La Plata, Argentina, y se graduó como Diseñador
en Comunicación Visual en la UNLP. En 2008 obtuvo su Maestría de Diseño en la Universidad
de Alberta, Canadá. Actualmente enseña fundamentos de diseño en el Departamento de Arte &
Diseño, y es Candidato a Doctor en Ecología Humana en la Univ. de Alberta. El tema central de
su investigación es “Color Estructural y Biomimética.” Es co-fundador de Biomimicry Alberta,
y consejero para el Comité de Gestión para la Educación de la Sustentabilidad, Universidad
Grant MacEwan, Canadá. Introdujo también el primer curso enfocado en Diseño para la
Sustentabilidad (Univ. de Alberta, 2010) y participó de la creación de la primer curricula
interdiciplinaria sobre sustentabilidad en Alberta (Univ. Grant MacEwan, 2016). Carlos ha
diseminado su trabajo en conferencias y publicado artículos a nivel internacional.