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The Project Gutenberg eBook, Marta y María, by Armando Palacio Valdés This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at www.gutenberg.org Title: Marta y María Author: Armando Palacio Valdés Release Date: May 13, 2010 [eBook #32364] [Last updated: February 17, 2012] Language: Spanish Character set encoding: ISO-8859-1 ***START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK MARTA Y MARíA*** E-text prepared by Chuck Greif and the Project Gutenberg Online Distributed Proofreading Team at DP Europe (http://dp.rastko.net)

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TheProjectGutenbergeBook,MartayMaría,byArmandoPalacioValdésThiseBookisfortheuseofanyoneanywhereatnocostandwith

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Title:MartayMaríaAuthor:ArmandoPalacioValdésReleaseDate:May13,2010[eBook#32364][Lastupdated:February17,2012]Language:SpanishCharactersetencoding:ISO-8859-1***START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK MARTA Y

MARíA***

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MARTAYMARÍANOVELADECOSTUMBRES

ORIGINALDE

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D.ARMANDOPALACIOVALDÉS

ÍNDICE

Prólogo Pág.6

Aclaración 7I. —Desdelacalle 9II. —ElsaraodelosseñoresdeElorza 17III. —LanovenadelSagradoCorazóndeJesús 39

IV.—DecómoelmarquésdePeñaltafueconvertidoenduquedeTuringia 59

V.—Caminodeperfección 78VI.—EnbuscadelMenino 94VII. —Elalmayelesposo 111VIII. —Comoustedesgusten 123IX.—ExcursiónalMoralyalaIsla 136X.—Siguelaexcursión 150XI.—¡Casoextraño! 167XII. —Antecedentes 177XIII. —Enquesenarranlostrabajosdeunavirgencristiana 194XIV.—Pálidamors 213XV.—Gocémonos,amado 230XVI.—ElsueñodelmarquésdePeñalta 245

PRÓLOGO

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Noestáfundadoel libro,quehoytengoelhonordeofreceralpúblico,sobrehechosusualesycorrientes,nisenarranenélsucesosqueestemosavezadosapresenciartodoslosdías.Talvezporelloseleacusedefalsooinverosímilyselejuzguecomounproductodelafantasíalejanodetodarealidad.Mesometoyresigno de antemano a estas censuras, reservándome el derecho de protestarinteriormente,yaquenodepúblico,contralainjusticiadetalacusación.Porque—lo he de decir, aunque perezca mi gloria de inventor—todos los hechosfundamentales de esta novela se han efectuado. El autor no hizo más querelacionarlosydarlesunidad.Tengolapresuncióndecreer,porlotanto,queaunqueMartayMaríanosea

una novela bella, es una novela realista. Sé que el realismo—actualmentellamadonaturalismo—tienemuchosadeptosinconscientes,quienessuponenquesóloexistelaverdadenloshechosvulgaresdelaexistenciayquesóloestossonlosquedebensertraducidosalarte.Porfortunanoesasí.Fueradelosmercados,losdesvanesy lasalcantarillasexiste también laverdad.Elmismoapóstoldelnaturalismo, Emilio Zola, lo reconoce pintando escenas de acabada y sublimepoesía,queriñenciertamenteconsusexageradasteoríasestéticas.

ACLARACIÓN

Nohequeridoenlapresenteobraheriralmisticismoverdaderoniridiculizarlavidacontemplativa.Cervantes,elgranmaestrodenuestraliteratura,tampocoquisoatacaralhonoryalheroísmoensu inmortalQuijote.AunqueyopiensequelaesenciadelCristianismoescaridadyporlotantovidaactiva,entiendoasimismoquesinunafeviva,estoes,sinlauniónmísticayamorosadenuestroespírituconelCreador,lamismacaridadnopuedebeatificarnos.Peroexistenyhanexistidosiempreseresquetransportanlasantidaddelcorazónalafantasía,delavidaalaquimera,comoelingeniosohidalgotransportabaelheroísmo,ycontraestosespíritusexaltados,imaginativos,enelfondovanidososyegoístas,van las presentes páginas.Así como las aventurasnovelescasde los librosdecaballerías enloquecían a los espíritus débiles, ciertas exageraciones en queincurren los biógrafos de los santos son extremadamente peligrosas para lostemperamentosnobienequilibrados.SóloloscorazonessencillossongratosaDios y a los hombres. O niños o como niños, ha dicho el Salvador. En talpensamiento he pretendido inspirarme para escribir este libro. No obstante,

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comoalgunaspersonas piadosas han creído ver en élmenosprecio de la vidacontemplativa y burla de las gracias sobrenaturales queDios ha operado enalgunassantasquelaIglesiavenera,ycomorealmentealarrojarpiedrassobreelfalsomisticismopudehabersalpicadoalverdadero,cúmplemedeclararquesiestohasucedido,lodeploro.NodoyaningunadelaspalabrascontenidasenmilibrootrasignificaciónquelaquepuedaacordarseconlafecristianayconlasenseñanzasdelaIglesiaCatólica,alascualesmegloriodevivirsometido.A.P.V.

I

DESDELACALLE

Dentro del soportal la gente se estrujaba sin compasión: cada cual hacíaprodigios de habilidad para burlar la ley física de la impenetrabilidad de loscuerpos, reduciendo el suyo a un volumen imaginario. La noche era densa yoscuracomopocas.Lospiesde loscuriosos sebuscabanen las tinieblas,yalencontrarseprodigábansecariciashartoexpresivas.Loscodosde losunos,porsecretoyfatalimpulso,ibanderechosalosojosdelosotros.Elsujetopasivodetales caricias llevaba inmediatamente la mano al lugar del contacto, y solíaexclamar ásperamente: «¡Bárbaro! ¡Ya podía usted...!» Pero un enérgico chiischiis de la muchedumbre le obligaba a matar en flor su discurso. Y volvía aimperarelsilencio.Elsilencioeraa lasazónlanecesidadmásapremiantequesentían losvecinosdeNievaallícongregados.Elmenor ruidoeraconsideradocomo acto sedicioso y castigado inmediatamente con un chicheo amenazador.Estabanprohibidaslastosesylosestornudos,yconpenasmásaflictivasaúnlarisaylasconversaciones.Sesudabamuchísimo,aunquelanochenoeradelasmástempladasdeotoño.Enlossoportalesdelascasasdeenfrenteacaecíapocomásomenoslomismo;

peroenlacallehabíapocagente,porqueestabacayendopausadamenteunaaguamenudísimaquelosvecinosdeNievasehabíanacostumbradoanodespreciar,puesalapostre,yapesardesusmodosblandosysutiles,mojacomocualquieraotra. Sólo unas cuantas personas con paraguas y algunas otras que, noteniéndolo,seamparabandesufilosofíapermanecíanapiefirmeenmediodel

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arroyo.LosbalconesdelacasadeElorzasehallabanentreabiertos,ypor laabertura

salíaunavivayregocijadaclaridadquetornabaaúnmástristelanocheoscurayhúmedadelexterior.Tambiénsalíanporintervalostorrentesdenotasarmoniosasdesprendidasdeunpiano.LacasadeElorzaeralaprimeradeunacalleestrechaylargayguarnecidapor

ambos ladosde soportal, comocasi todas lasde lavilladeNieva.Su fachadamásimportantemiraba,pues,aestacalle;peroteníaotraconbalconesalaplazadel pueblo, que era amplia y hermosa como la de una ciudad. Aunque laoscuridadnonospermitedescubrirexactamenteelaspectodelacasa,sepuedeasegurarqueesunedificiodepiedra labradaydeunsolopiso,conespaciososoportal, cuyaarquería elegantey soberbiadeclaradesde luego la jerarquíadesus dueños. Este soportal, que bien merece los honores de pórtico, contrastanotablementeconeldelascasasquelesiguen,bajoyestrecho,ysostenidoporpilares redondosy toscossinornamentoalguno.Tambiénseobserva lamismadiferencia en el piso, que en el soportal de que hablamos es de losa bienaderezada, mientras los demás ofrecen solamente un incómodo pavimentoempedrado de guijarros. Sin osar, por tanto, llamarla un palacio, no esaventuradoafirmarqueaquellamansiónhabíasidoconstruidaporunapersonaprincipalparasuexclusivousoyregalo.Lacircunstanciadetenersólounpiso,bien claramente lo decía. Exige la verdad quemanifestemos asimismo que elarquitectohabíadadopruebasdebuengustoaltrazarelplanodeledificio,puessus proporciones no podían ser más elegantes y correctas. Pero lo que mássaltaba a la vista en él, sin duda alguna, era cierto bienestar amable yaristocrático, exento de presunción que, aunque lograse inspirar envidia, nodespertabaciertamenteenelcorazóndelaplebelosodiosyrencoresqueexcitasiemprelaopulenciasoberbia.El ceñudo firmamentodejaba caer sin cesar toda la ceniza húmeday fría de

queestabanpreñadassusnubes.Lassombrasenvolvíanyborrabanloscontornosde la casa, amontonándose en lo interior de los arcos y en los huecos de susmoldurasdepiedra;peronointentabansiquieraacercarsealaaberturaluminosayfelizdelosbalcones,quelasrechazabaconespanto.Mirabanfurtivamenteeldoradoparaísodelointerior,yroídasporlaenvidiadescargabansuindignaciónacuosasobrelacabezadelosfilósofosqueescuchabanaldescubierto.Elapiñadogrupodecuriososqueseguarecíaenlossoportalesdeenfrenteno

apartabalosojosdeaquellosbalcones,mientraslosqueseagrupabandebajodelos arcosde la casa, careciendode tal recurso, ateníanse exclusivamente a susorejas,cuyacapacidadreceptivaprocurabanperfeccionarcolocandolapalmade

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lamanopordetrásde supabellónydoblándolounpoquitohacia adelante.Laoscuridad era grande en ambos soportales, porque los faroles del municipiodespedíansuspálidosrayosarespetabledistancia.Sóloservíanparaesclareceren apartados parajes de la plaza un círculo bastante reducido, produciendoreflejostristessobrelaspiedrasmojadasdelsuelo.Entrelassombrasbrillabadevez en cuando el fuego de un cigarro, que con su lumbre roja iluminaba uninstantelosbigotesdelfumador.Alláalolejos,enlaesquina,aúnpermanecíaabiertaunatiendadequincalla;maspodíaverselasombradeldueñocruzarconfrecuenciapordelantedelapuertaarreglandoyasuscosasparacerrarla.Enelpisoprincipaldelamismacasa,losbalconessehallabanabiertosdeparenpar.Por ellos salíanvoces, risas desentonadasy chasquidosdebolas debillar, queafortunadamentellegabanmuydebilitadosalsoportal.EraelcafédelaEstrella,concurrido hasta las altas horas de la noche por una docena de indefectiblesparroquianos. Reinaba, pues, silencio, aunque no podía evitarse el zumbidoparticularqueoriginalaaglomeracióndegenteenunsitio,producidoporelrocedelospies,elmovimientodeloscuerpos,ysobretodoporlasfrasesreprimidasqueentonodefalsetedejabancaerlosunosenlosoídosdelosotros.Elpiano,enelmomentodedarcomienzolapresentehistoria,preludiabacon

sonidos vibrantes el allegro apasionado de la Traviata «gran Dio, morir sigiovine».Terminadoelpreludio,empezóunacompañamientosuaveydiscreto.Laansiedaderagrande.Alfin,sobreelacompañamientosealzóunavozclaraydulcísima que sonó en toda la plaza como eco del cielo. Los dos grupos decuriososseestremecieroncualsihubiesentocadoconeldedoenelbotóndeunamáquinaeléctrica,yunmurmullosordodecomplacenciacorrióporencimadeellos.—EsMaría—dijeron tres o cuatro, esperando que no les oyese más que el

cuellodelacamisa.—¡Yaeratiempo!—apuntóunoenvozalgomásalta.—Ésta sí que canta en la mano, ¡olé!, y no el otro bestia de la fábrica de

conservas—exclamóuntercerotodavíamásindiscreto.—¡Tengan ustedes la bondad de callarse, señores, para que podamos oír!—

gritóunavozirritada.—¡Quesecalleése!—¡Fuera!—¡Silencio!—¡Chis,chiis,chiis!

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—¡Siemprehedichoquenohaygentepeoreducadaqueladeestepueblo!—volvióaexclamarlavozcolérica.—¡Cálleseusted!—¡Noseaustedestúpido,hombre!—¡Chis,chiis,chiis!AlfincallarontodosypudooírselafogosamelodíadeVerdi,interpretadacon

singular delicadeza. La voz femenina que salía por los entreabiertos balconesrasgabalaatmósferaacuosadelexteriorvibrandoconfuerzaporelámbitodelaplazayyendoaperderseenlasencrucijadasdelavilla.Lasoledadytristezadela noche aumentaban el poder y la extensión de aquella voz amable, ¡amablesobre todo elogio! Para un inteligente de los que se sientan embozados en laescalerilla del paraíso del TeatroReal, es posible que no fuese la cantante unprodigiodemaestríaenelatacar,filarytrinarlasnotas;masparalosquenosevenatormentadosporescrúpulosfilarmónicos,puedeafirmarsequecantabamuybieny queposeía especialmente unavozhechicera, de timbre apasionadoquellegabahastaloprofundodelalma.Loscuriososdeambossoportales,lomismoquelosfilósofosdelarroyo,daban

pruebas inequívocas de hallarse conmovidos. La afición a la música en lospueblos ofrece siempre un carácter más violento e impetuoso que en lascapitales.Quizásedebaaqueenéstasandaprodigadaendemasíaporiglesias,teatrosysalones,mientrasenaquéllossóloalgunaqueotravezpuedengustarla.Nadiechistabani semovíaunpuntode su sitio.Con labocaentreabiertay lamiradaperdidaseguíanextáticoselcursodeaquellamelodíadesesperadaenqueVioletaselamentabademorirdespuésdehaberpenadotanto.Losmássensiblesempezaban a soltar lágrimas, recordando alguna aventura galante de su vidajuvenil.Elcieloseguíadejandocaer,inflexible,sudepósitoinagotabledepolvolíquido. Dos de los filósofos del arroyo se palparon la ropa, sacudieron elsombrero y, lanzando una sorda imprecación a los elementos, vinieron arefugiarsealsoportal,produciendoalllegarlevedisturbioentresusconvecinos.Algo alejados de ambos grupos y arrimados a una columna, se percibían no

muy distintamente tres bultos menudos, con los cuales necesitamos poner allector en relación por breves instantes. Uno de ellos sacó una cerilla paraencenderelcigarro,yaparecierontresrostrosdecatorceoquinceaños,frescos,risueñosymaliciososquevolvieronaborrarsealmorirelfósforo.—Oye, Manolo—dijo uno apagando todo lo posible la voz—, ¿quién te ha

dadoesaboquilla?—Puesselahelimpiadoamihermano.

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—¿Esdeámbar?—Deámbaryespumademar:lehacostadotresdurosenMadrid.—¡Pobredetisillegaasaberquehassidotú...!—Calla,tonto.¿Paraquéestáelcriadoencasa,sinoparapagarestasculpas?...Unsujetoqueestabamáscercaquelosdemás,lesmandócallarásperamente.

Los chiquillos obedecieron. Mas de pronto dijo Manolo con voz apenasperceptible:—Escuchad,muchachos.¿Queréisqueyodeshagaestoenuninstante?—¡Sí,Manolo;sí,Manolo!—repusieronprecipitadamentelosotros,que,porlo

visto,teníangranconfianzaenlasfacultadesdestructorasdesucompañero.—Puesvaisaver;estaosquietosahí.Yapartándosepocotrechodeellosseagazapóalladodeunapuertaysoltótres

chillidos descomunales, idénticos a los que lanzan los perros cuando se lescastiga.Un ladrido inmenso, furioso,universal, resonó inmediatamentepor losespacios.Losperros todosde la población, unidosy compactos comoun solomastín,protestabanenérgicamentecontralapenainfligidaaunsemejantesuyo.ElcantodeMaríaseperdiócompletamentedentrodeaquelformidableladrido.La multitud que escuchaba experimentó dolorosa sacudida, se agitótumultuosamente unos instantes, lanzó exclamaciones incoherentes contra losmalditosanimales, tratóde imponerles silencioagritos,y,porúltimo,visto loinútildesusesfuerzos,seresignóaesperarquecesasen.Losladridos,enefecto,sefueronextinguiendopaulatinamente,haciéndosecadavezmásrarosylejanos.Sóloelperrodelcomerciodequincalla,queacababadecerrarse,continuóalgúntiempoladrandoconfuria.Alfintambiénéstecesó,aunquemuyadisgusto.ElcantodelamoribundaVioletavolvióaescucharse,puroylímpidocomoantes.Losoyentestornaronareanudarlassuavesemocionesqueleshabíaproducido,si bien un poco inquietos y nerviosos, como si temiesen a cada instante verseprivadosdeaquelplacer.Manolo se acercóa sus compañeros ahogando la risay fue recibido también

conrisasyaplausosahogados.—Anda,Manolito,chillaotravez.—Esperad,esperadunpoco;hacefaltaqueesténdescuidados.Pasado un rato, Manolo se alejó de nuevo cautelosamente, y, rodeando el

grupo,fueasituarseenelextremoopuesto.Desdeallílanzóotrostreslamentoscomolosanteriores,yelmismoladridoatronadorpoblóelespaciorespondiendoa ellos. La muchedumbre se alborotó nuevamente, pero con mucho mayor

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estrépito.Todoshablabanauntiempoylanzabanfuriosasexclamaciones.—¡Estoeshorrible!—¡Vayaunconciertoquenosestándandoesoscondenadosdeperros!—¡Elperroquechillaeselquetienelaculpa!—¡Maldito!...—¡Condenado!...—¡Silencio,silencio,queyaseoyealgo!—¡Quésehadeoír!...¡Malditaseamisuerte!—¡Silencio,silencio!—¡Chis,chiis,chiiiiis!Losperrosfueroncallandounoenposdeotrocuandolotuvieronporoportuno,

y poco a poco se fue restableciendo la calma. El cántico de Violeta tornó aaparecerllenodedulzuramelancólicaydepasión.LavozdeMaríasollozabadetalsuerteal interpretarlo,queelcorazónseoprimíaylaslágrimasbrotabanenlos ojos. Un solo perro, el del comercio de quincalla, siguió ladrando conpersistencia sumamente incómoda, pues la voz de la cantante no acababa dellegara losoídosdelpúblicocon ladebidapureza.Unhombrecongarroteenmano se destacó del grupo, y expuesto a la intemperie, atravesó la plaza parahacerlecallar;maselperroolióenseguidalacañaypusopiesenpolvorosa.Elhombresemetióotravezenelsoportal.Alfinreinabacompletosilencioenlaplaza y los aficionados disfrutaban a su sabor del concierto de los señores deElorza.¿Qué había sido deManolo? Sus compañeros le aguardaban hacía rato para

tributarleloselogiosaquesehabíahechoacreedor;peronoacababadeaparecer.Elmáspequeñopreguntó,alfin,tímidamente,alotro:—Di,¿quéleharíansilecogiesenchillando?—Puesnada:leadministraríanunpocodejarabedebastón.Elquehabíahecholapreguntaseestremeciólevementeyguardósilencio.—Pero ¡ca!—continuó el otro—, no le han cogido, no. ¡Bueno es él para

dejarseatrapar!EnestemomentoManololanzódosgritosmásrabiososaúndesdeelsoportal

deenfrente,yconlamismarabiacontestaronladrandolosperrosdelavecindad.Noesposibledescribirloqueentoncesacaecióenlamuchedumbredeoyentesdeunoyotrosoportal.Eltumultoqueseprodujofueenrealidadimponente.Unaporcióndemanos se agitaronen laoscuridadesgrimiendo terriblesbastonesy

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paraguas. Y de ambos grupos salió un coro de imprecaciones nada lisonjeraspara la raza canina. La confusión y el desorden se apoderaron de todas lascabezas.Lospechosnorespirabanmásquevenganzayexterminio.—¡Matadaeseperroindecente!—gritóunavozdominandoeltumulto.—¡Sí,sí,rompedleelespinazo!—repusootrobuscandoyaelgénerodemuerte

másadecuado.—¡Eseperro,eseperro!—Pero¿dóndeestáesemaldito?—Buscadloyrompedleelespinazo.—Ysinoseencuentraelperro,rompédseloalamo.—¡Malacentellalosmatealosdos!El alboroto había subido de tal suerte y la gritería era tan escandalosa, que

algunos balcones de la vecindad dejaron escapar un chirrido y se abrierondiscretamente.Lascabezasinvestigadorasqueporellosasomaron,nolograndoenterarsede loqueocurríay temiendoresfriarse,seretiraronal instante.En lacasa de Elorza se asomaron tres o cuatro personas, que también se metieronvelozmente,y¡ohdolor!,alretirarsecerrarontrassílosbalcones.—¡Ea,yaoímosloqueteníamosqueoír!—¿Hancerradolosbalcones?—Sí,señor,loshancerradoyhanhechoperfectamente.Deaquellamuchedumbresalióunsuspiroapagadodefatigayderabia.Hubo

silencio durante unmomento, como tributo rendido a sus esperanzasmuertas.Nadiesemovíadesusitio.Alfinunodijoenaltavoz:—Señores,buenasnochesydivertirse.Mevoyalacama.Este saludo les sacó de su estupor. Los grupos empezaron a disolverse

lentamente,nosinlanzarcoléricasexclamaciones.Algunaspersonassealejaroncaminandodentrodelossoportales.Otrasatravesaronlaplazaconlosparaguasabiertos. Losmenos, permanecieron en elmismo sitio haciendo interminablescomentariossobreloqueacababadeocurrir.Alfinquedóunamediadocenadecuriosos,que,fatigadosdemurmurarenaquelparaje,sefueronahacerlomismoal café de la Estrella. Mientras salvaban la distancia que mediaba entre elsoportalyelcafé,unavozirritada,lamismaquehabíaprotestadocontralamalaeducacióndeaquelpueblo,decíaconmáscóleraaún:—¡Siemprehedichoquenohayperrospeorenseñadosquelosdeestavilla!

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II

ELSARAODELOSSEÑORESDEELORZA

—¡Quélástima,Isidorito,queustednohubieseestudiadoparamédico!¡Noséporquésemefiguraquehabríadetenerustedmuchoojoparalasenfermedades!Eljovenseruborizódeplacer.—DoñaGertrudis,mehonrausteddemasiado;notengootroméritoqueelde

fijarme bien en lo que traigo entre manos, lo cual me parece de absolutanecesidadencualquiercarreraaqueunoseconsagre.—Tiene usted muchísima razón. Lo primero es fijarse en lo que se tiene

delanteyno andarpensandoenmusarañas.Y si no, apliqueusted el cuento adonMáximo.Noselepuedenegarmuchasabiduríaybuendeseo,perotieneladesgraciadenofijarseennadadeloqueledicen,yporesonodacasinuncaenelclavo.¿Quiereusteddecirme,Isidorito,cómoesposiblequeacierteacurarunhombrequecuandoelenfermoleestácontandoloquepadeceseponeatajarunlápizoatocareltamborconlosdedos?¡Ustednosabeloqueyohesufridoporsucausa!¡QueDiosnoletomeencuentaelmalquemehahecho!Mimaridolequieremucho...yyo también,novayaustedacreer...Enmediode todoesunbuen sujeto, yhaceveinticuatro añosque entra en casa; perohayquedecir laverdadaunquecuestetrabajo:elpobreseñortieneladesgraciadenofijarse...,denofijarsepoconimucho.—Exacto,exacto.DonMáximocarece,amijuicio,delasdotesdeobservación

indispensables para el arte que ejercita. Quizá se sorprenda usted de quecalifiquedeartealamedicinaenvezdeciencia:esunaopiniónparticularmíaque estoy dispuesto a sostener contra cualquiera, lomismo en privado que enpúblico. La medicina, a mi juicio, no es otra cosa todavía que una profesiónempírica,puramenteempírica.Repitoqueesunaopiniónparticularyque,comotal, la expongo; pero abrigo la confianza de que serámuy pronto una verdaduniversalmenteaceptada.—La verdad es, Isidorito, que amí no acaba de entenderme.Anteayer pasé

todoeldíaconunruidoenlacabeza,comosiestuviesetocandodentrodeellauna banda de tambores. Al mismo tiempo esta rodilla izquierda se me habíainflamadodetalmodoquenopudeirsiquieradesdemicuartoalcomedor.LemandérecadoadonMáximo,yhastaeloscurecernovino.Ledigoaustedquepasé un día cruel, y que si no hubiera sido por unos parches de sebo, que amedianoche me puso mi hija Marta en las sienes, me hubiese muerto sin

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remedio, porque don Máximo no tuvo por conveniente mandar encender luzsiquieraparaverme.—Lo que usted indica corrobora más y másmi aserto. Vea usted cómo los

remedioscaseros,administradossinotrodiscernimientoqueelquecomunicalarutina, por los resultados obtenidos enuna larga serie de casos, obran a vecessobre el organismodemodomás favorablequeunamedicación científica.Noacaeceotrotantoennuestraprofesión,señora,dondetodosloscasosquepuedanocurrirestándeantemanoprevistosporlasleyesoporlajurisprudenciaelevadaa la categoría de ley. No hay un solo litigio que no tenga ya su resoluciónadecuadaenloscódigosciviles,nipuedecometerseabsolutamenteningúndelitoofaltaquenoestécomprendidoenalgúnartículodelCódigopenal.Yparaquejamás pueda quedar nada al libre arbitrio de los tribunales (excepto lainterpretaciónusual), tenemoscomoderechosupletorioel canónico,queesunabundante venero de reglas de conducta, aunque basadas todas ellasprincipalmenteenlaequidad.—Cierto, cierto, Isidorito. Los médicos no entienden absolutamente una

palabra.Siyopudiesemeteren frascosotravez lasmedicinasquehe tomado,podíamuy bien abrir botica.Ya ve usted que estoy como el primer día... ¡Lomismoqueelprimerdía!..., sin adelantarunpaso siquiera...Diosmeconcedemucharesignación,quesino...Mireusted,ayerestuveregularmente,peroloqueeshoy, por ser día demi santo,me encuentro fatal, fatal...Undesasosiego entodoelcuerpo...,unhormigueoenlaspiernas...,unruidoenlosoídos...Usted,quetienetantotalento,¿nosabríaloqueesesteruidoenlosoídos?—Señora, yo creo..., ejem..., que esa enfermedad obedece a un estado

puramentenervioso...Las alteracionesnerviosas son tanvariadasy extrañas...,ejem...,quenoesposiblesometerlasaprincipiosfijos,sinomásbienconvienenosentarningunareglayestudiarlasendetalle,oseacadaunadeporsí.Trabajo le costó, pero al fin salió del paso. Isidorito era un muchacho

macilentoyencogido,conhondosyprecocessurcosenlasmejillas,depeloraloyojossaltones.Seleteníaporunodelosjóvenesmásformalesoacasoelmásformaldelavillayservíasiempredeespejoalospadresdefamiliaparaafearlaconductadesushijoscalaveras:—«¿Novesa Isidoritoquébienseproduceensociedad, y con qué aplomo habla sobre todas las cuestiones?»—«¡Ah, si túfueses como Isidorito, qué vejez tan dulceme harías pasar!»—«¡Vergüenza tehabíadedarqueIsidoritosehubiesehechodoctorhaceyacuatroaños,ytúnohayaslogradograduartedelicenciadotodavía,zopenco!»DoñaGertrudis,esposadelseñordonMarianodeElorza,dueñodelacasaen

quenoshallamos,estásentada,opormejordecir,recostadaenunsillónallado

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deIsidorito.Aunquenopasabadecuarentaycincoañosdeedad,representabacasi tantos como su marido, que frisaba ya en los sesenta. En su rostrodescaecidoymarchito,sinembargo,nosehabíanborradoaúnenteramente losrasgosdeunabellezaexcepcional,quehabíadadomuchoquedeciralláporlosañosde1846al48,yquelevalieramultitudderomances,sonetosyacrósticosde losmás eminentes poetas de la villa, insertos enunperiódico semanal queentoncessepublicabaenNievaconeltítulodeElJudíoErrante.DoñaGertrudisguardaba con gran esmero una colección lujosamente encuadernada de JudíosErrantesysolíaaseguraralosamigosquesieljovenquefirmabasusacrósticosconunaVytresestrellasnohubiesefallecidodeunatisisgalopante,seríaalafechaelpoetaalamoda,yquesiotromuchacho,llamadoUlpianoMenéndez,que se ocultaba bajo el seudónimo de El Moro de Venecia, no se hubieramarchado aAmérica a hacer fortuna en el comercio, sería por lomenos tantocomoZorrillaoEspronceda.DonMariano,suesposo,participabade lamismaconvicción, aunqueenotraépoca, tantoelpoeta líricocomoel comerciante lehabían causado grandes desasosiegos y turbado no pocas veces la paz de susrelacionesamorosas.Peroerahombrejustificadoyamigodedaracadaunolosuyo.DoñaGertrudis estaba rebujada en unamagníficamanta de felpa, y tenía la

cabezacubiertaconunacofia,pordebajodelacualenseñabaalgunoscabellosentrerubiosyblancos.Surostroeradesingularblancuramate,finoycorrecto.Losojosazulesysumamentetristes.Másquedelaenfermedadadvertíanseenaquelrostrolashuellasdelaclausura.—Me mata, me mata este ruido en los oídos. No puedo comer, no puedo

dormir,nopuedososegarenningunaparte.—Juzgoquedebieraustedpermanecerenlacama.—Espeor,Isidorito,espeor.Enlacamanopuedoprenderlosojos.Empiezoa

dar vueltas como unmolinillo y llega a producirme fiebre. Estoymuchomásenfermadeloquesecree.Yaseverácómoestotienemalfin.Hoymeencuentrotannerviosa,tannerviosa...Tómemeustedelpulso,Isidorito,ydígameustedsitengofiebre.Alsacarlamanoenflaquecidaydárselaaljoven,donMarianoydonMáximo,

quecharlabananimadamenteenelhuecodeunbalcón,dirigieronlavistahaciaallíysonrieron.DoñaGertrudisseruborizóunpocoyvolvióaocultarsumanovelozmentedentrodelamanta.—Ya tieneunnuevomédicodecámara su señora—apuntódonMáximocon

acentoirónico.

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—¡Bah,bah,bah!...¿Conquéperroogatodelavillahabrádejadomimujerdecelebrarconsulta?Estosdíasandafuriosaconustedydicequesevaamorirsinqueustedhagacasodeella.Yo laencuentromejorquenunca...Perovamosaver, donMáximo, ¿usted cree de buena fe que podemos aceptar el trazado deMiramar?—¿Yporquéno?—¿Nocomprendeustedquenoshundimosparasiempre?—DonMariano,meparecequeestáustedobcecado.LoqueleimportaaNieva

estenerferrocarrilpronto,pronto,pronto.—Lo que le importa a Nieva es tener ferrocarril bueno, bueno, bueno. El

trazadodeMiramarseríanuestra ruina,porquenosacercaaSarrió,que,comoustedsabemuybien,tienemásimportanciacomercialymarítimaquenosotros.Enpocosañosnostragaríacomounapepitadecereza.AdemásdebeustedtenerencuentaquehabiendoquincekilómetrosdesdeelempalmehastaNievaydocesolamente a Sarrió, ninguna mercancía dejará de preferir este punto paraexportarse.Siaestoagregaustedquetardeotemprano...Un golpe violento de tos cortó la palabra a don Mariano. Era un hombre

grueso,alto,conbarbaycabellosblancos;aquéllamuycrecida.Susojosnegrosbrillabancomolosdeunjoven,yensusmejillassonrosadaseltiemponohabíaconseguidolabrarprofundossurcos.Sindudahabíasidounodelosjóvenesmásgallardosdesuépoca.Talcomoahoralehallamos,todavíallamabalaatenciónporsufisonomíasimpáticayvenerable,yporsufiguraatlética.Conlaviolenciadelatos,sutemperamentosanguíneoexperimentóunafuertesacudida:elrostrose coloreó excesivamente. Cuando hubo cesado, tornó a coger el hilo deldiscurso.—Siaestoagregaustedque tardeo temprano tendremosunbuenpuerto,ya

sea en El Moral o en el mismo Nieva, porque la guerra no ha de durareternamentenielGobiernohadedejarnosreducidossiemprealacondicióndeparias,yaveráustedquévuelotomaenuninstanteelcomerciodelavillayquéprontolehacemossombraaSarrió.—Bien, bien: convengo en que el trazado de Sotolongo ofrece algunas

ventajas; pero usted bien sabe que por ahora ni enmucho tiempo no hay quesoñarconél,mientrasqueeldeMiramar lo tenemosen lamano.ElGobiernoestá profundamente interesado en ello, porque no hay otromedio de protegernuestra fábrica de armas. Ya comprende usted que si los carlistas llegasen aromperlalíneadeSomosierra,entraríanaquícomoPedroporsucasa,tomaríanlas armasque lespareciera, inutilizarían la fábricaypodríanmarcharsepor el

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valle deCañedo sin peligro alguno. Por ahora no hay cuidado que rompan lalínea, ya lo sé, pero ¿quién puede asegurar lo que sucederá con el tiempo?Además, ¿no puede llegar un día en que elmismo elemento carlista que aquítenemoslevante lacabeza?Puessihubieseferrocarril,cualquieraqueél fuese,nadamásfácilqueponeraquíendoshorascuatroocincomilhombres...—En primer lugar, don Máximo, un ferrocarril militar, como usted mismo

confiesa que es el de Miramar, no es el que tenemos derecho a exigir de laNación. Necesitamos un ferrocarril verdadero y adecuado para el fomento denuestrosinteresesyquenosirvaúnicamenteparaprotegerunafábrica.Hágaseustedcargodequeesobraparasiempreyque,sidesdesuorigenadolecedeunviciograve,esteviciopesaráeternamentesobrenuestravilla.Ensegundolugar,loscarlistasnopasaránjamásdeSomosierra.Encuantoaqueaquílevantenlacabeza,demasiadocomprendeustedquenoesposible,porquecuentanconmuypocoselementos...,yesoquebienlotrabajan.—¡Yalocreoquelotrabajan!Hayqueestarprevenidos...ynodormirse...Yen

último resultado,másvalepájaroenmano...Perodígameusted,donMariano,hablandodeotracosa,¿hanterminadoyadearreglarlascocheras?DonMariano,antesderesponder,sepalpóconairedistraídotodoslosbolsillos

de laropa,ynohallando loquebuscaba,dirigió lavistahaciaunrincónde lasala.—Martita,venacá.Unaniñaqueestabasentadaenelextremodeundiván,sinhablarconnadie,

llegócorriendo.Podríatenertreceocatorceaños,peroestabanyabienseñaladasenellalasformasdelamujer:vestíadecorto,sinembargo.Erablanca,conojosy cabellos negros, mas su semblante no ofrecía la expresión provocativa quesueletenerestaclasederostros.Lasfaccionesnopodíansermáscorrectasnielconjuntomásarmonioso.Faltabaaaquellabelleza,noobstante,unsoplodevidaquelaanimase.Eraloquesellamavulgarmenteunrostroparado.—Oye,hijamía;veamicuarto, abreel segundocajónde la izquierdade la

mesadeescribirytráemelapetaca.Laniñasealejópresurosaynotardóenvolverconella.—Vamosafumaralcomedor—dijodonMarianotomandoadonMáximodel

brazo.Yambossalierondelsalónporunadelaspuertaslaterales.Martavolvióasentarseotravezenelmismositio.Lasseñorasquesehallaban

cerca estaban empeñadas en una conversación animadísima en la cual ella no

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tomabaparte.Quedose,pues,sentada,paseandosumiradaindiferentedeunaaotra parte de la sala, deteniéndola ahora en un grupo, ahora en otro decircunstantesy fijándolamásparticularmenteenelpianistaqueejecutaba a lasazónlasinfoníadeSemíramis.Pocas veces había presentado el salón de los señores de Elorza aspecto tan

brillante.Todossusdivanesdedamascofloreadoestabanocupadosporseñorasricamente ataviadas, con losbrazosy el pecho al aire.La arañade cristal quecolgabaenelcentrodespedíahermososcambiantesdeluzqueibanacaersobresutersapielproduciendovisosnacarados.Losespejosreflejabandeunoyotrolado aquellos pechos hasta el infinito. El severo papel verde botella del salónrealzaba su blancura. Marta tenía frente a sí a las señoras de Delgado; treshermanas,unaviudaydossolteras.Todaspasabandeloscuarenta.Lassolterasno fiaban de su juventud, pero tenían absoluta confianza en el poder de susespaldas lustrosas y en sus brazos redondos y crasos.Cerca de ellas estaba laseñoritadeMorí,carirredonda,vivaracha,deojosnegrosmaliciosos,huérfanayrica.Un pocomás allá la señora deCiudad, dormitando sosegadamente hastaque llegaba la hora de recoger a las seis hijas que tenía diseminadas por losdistintos parajes de la sala. Allá, en un rincón, su hermana María charlabaíntimamente con un joven. Los ojos de la niña rodaban de un sitio a otrolentamente. La música le interesaba poco. Parecía estar segura de no serobservadapornadie,ysurostroteníalaexpresiónglacialeindiferentedelqueseencuentrasoloensucuarto.Los caballeros, con levita negra correctamente abrochada, se arrimaban

lánguidamente a las puertas del gabinete y del comedor, lanzando desde allímiradaspersistentesalosbrazosylospechosqueocupabanlosdivanes.Otrossemanteníanenpiedetrásdelpiano,esperandoqueuncompásdesilencio lesdiese tiempo para expresar por medio de exclamaciones reprimidas laadmiraciónquerebosabadesualma.Sólomuypocos,bienquistosdelasuerte,habían logradoquealguna señora refrenasecon lamano,enobsequio suyo,elvuelo exuberante de sus faldas de seda y les hiciese un lugarcito a su lado.Orgullososde talprerrogativa,manoteaban sincesaryderrochaban su ingenioparaentreteneralamagnánimaseñorayalastresocuatroamigasquetomabanparte en la conversación. El torrente de fusas y semifusas que salía del pianocolocado en un ángulo del salón llenaba su recinto y apagaba enteramente elcuchicheo de las conversaciones.A veces, sin embargo, cuando los dedos delpianistaheríansuavementelasteclasenalgúnpasaje,seoíaelruidoásperodelos abanicos al abrirse y cerrarse y sobre elmurmullo tenue y confuso de losimprudentesquecharlabansepercibíasúbitounapalabraounafraseenteraque

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hacía volver con disgusto la cabeza de los que formaban detrás del piano. Elcalor era grande, a pesar de hallarse entreabiertos los balcones. La atmósfera,sofocanteycargadadeundesagradableolor,mezcladelperfumedepomadasyesenciasconlosefluviosdeloscuerposqueyatranspiraban.Enestamixturadeolorespredominabaelaromaacredelospolvosdearroz.DoñaGertrudis,segúncostumbrecotidiana,sehabíadormidoprofundamente

en la butaca. Tenía fuero de enferma y nadie se lo tomaba a mal. Isidoritolevantose silenciosamente y fue a arrimarse a la puerta del gabinete. Desdeaquellaposición inexpugnable comenzóa lanzarmiradasabrasadoras, largasyprofundassobrelaseñoritadeMorí,querecibiólosfuegosdelabateríaconunacalma heroica. Isidorito había amado a la señorita de Morí desde que tuvoconocimiento de lo que eran dotes y bienes parafernales, asombrandodespuésporsufidelidadatodalavilla.Aquellapasiónhabíahechopresadetalsuerteensualma,quejamásseleviocruzarlapalabranidirigirunamiradaincendiariaaotramujerquenofueselacitadaseñorita.Pero Isidorito, contra lo que pudiera creerse dados sus vastos conocimientos

jurídicosysuformalidadnomenosvasta,experimentabaunalevecontrariedaden sus amores. La señorita de Morí tenía por costumbre prodigar sonrisasamablesatodoelmundo,derrocharmiradaslargasyapasionadascontodoslosjóvenes de la población; con todos... menos con Isidorito. Esta conductainexplicable no dejaba de causarle algunas inquietudes, obligándole ameditarfrecuentemente sobre la sabiduría de los legisladores romanos que jamásquisieron otorgar capacidad jurídica a la mujer. Había sido nombradorecientementefiscalmunicipaldeldistrito,locual,alconstituirleenautoridad,ledabagranprestigioentresusconvecinos.Puesbien,laseñoritadeMorí,lejosdedejarse fascinar por la nueva posición de su apasionado, pareció encontrarridículotalnombramiento,ajuzgarporelempeñoconquedesdeentoncestratódeevitartodacomunicaciónvisualconél.Peronuestrojovennosedejóabatirpor estas nubecillas tan frecuentes entre enamorados y continuó bloqueando,unas veces por medio de pláticas eruditas y otras con actitudes lánguidas yrománticas, la carita redonda y los tres mil duros de renta de la inquietadamisela.Al lado de Marta cierto joven ingeniero que acababa de llegar de Madrid

convertíaenunedénconsucharlainsinuanteygraciosalatertuliaquesehabíaformado para escucharle. Era una tertulia o petit comité, como lo llamaba elingeniero, compuesta exclusivamente de damas, donde el núcleo estabaconstituidoportresseñoritasdeCiudad.—Esonoesmásqueunagalanteríadeusted,Suárez—dijounaseñora.

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—¡Yaseve!—repitieronvarias.—Eslapuraverdad,ycualquieraquehayavividoallíalgúntiempolopodrá

decir. En Madrid no hay términos medios: o las mujeres son totalmentehermosas o totalmente feas. No hay el conjunto de rostros agradables ysimpáticosqueaquíveo.Porqueno lesextrañaráaustedesque lesdigaqueelnúmerodefeasesallímuchomayorqueeldehermosas.—¡Bah! ¡bah!EnMadrid esdonde se encuentran lasmujeresmásbonitasy,

sobretodo,máselegantes.—Esoyaesotracosa:elegantes,sí;perobonitas,nopasoporello.—Puesaunqueustednopase.—Señoras, hay una razón para que ustedes sean más bonitas que las

madrileñas: es una razónquepueden apreciarmejor losque, comoyo, se handedicadoalasbellasartes.Aquíhayelcolorylaforma,queallínoexisten.Estanoche, afortunadamente, tengo ocasión de observarlo y de establecercomparaciones que resultan muy favorables para ustedes. Ahora que nospermiten contemplar lo que ordinariamente cubren con tal cuidado, puedoasegurarqueustedestienenformademujer,laformaquetantoadmiramosenlasestatuas griegas y en las pinturas flamencas, mórbida, blanca, transparente,mientras que al entrar en un salón de Madrid no se tropieza más que conesqueletosentrajedebaile...Lasseñorasrieron,tapándoselacaraconlosabanicos.—¡Quélengua,quélenguatieneusted,Suárez!—Nomesirvemásqueparadecir loqueescierto.LasniñasdeMadridme

hacen el efecto de sombras chinescas. En ustedes encuentro seres visibles,palpables...yhastaconfortables.Martaobservóquelabujíadeuncandelabroseestabaconcluyendoyqueibaa

hacer estallar la arandela de cristal. Se levantó y fue a apagarla conun soplo.Después,alsentarsenuevamente,lohizoensitiodistinto.El pianista terminó sin novedad su sinfonía. Las conversaciones cesaron de

golpe. Algunos batieron las palmas y otros dijeron: «¡Muy bien, muy bien!»Ningunolehabíaescuchado.Elpianistasecreyóindemnizadodesusfatigas,yasomando la cara ruborosapor encimadelpiano,dio lasgracias a la sociedadcon sonrisa triunfal.Un joven que traía el pelo sobre la frente al estilo de loselegantesdeMadridaprovechóestemomentodefelicidadparaobligarleatocarunvals-polca.Desde los primeros acordes se pudo notar extraordinaria agitación en la

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juventudde laspuertas,que seenervabaaojosvistaspor la faltadeejercicio.Algunosempezaronameterselosguantesapresuradamente;otrossealiñaronloscabellosconlamanoyapretaronelnudodelacorbata.Unopreguntóconvozalterada:—Esmazurca,¿verdad?—No;esvals-polca.—¿Cómovals-polca?—¿Noloestásoyendo?—¡Ah,sí,esverdad!¡Pues,señor,esebrutodelpianoseempeñaenqueyono

baileconRosarioestanoche!Todos parecían inquietos y nerviosos como si fuesen a entrar en fuego. Los

másatrevidossalieronconpasorápidoalmediodelasalayseacercaronalasjóvenes,disimulandosuemociónconunasonrisapetulante.Cuandolaseñoritainvitadaselevantabaparaapoyarseensubrazo,empezabanasentirsedueñosdesímismos.Otrosmenososadosdabantresocuatrochupadasintensasalcigarro,despidiendoelhumohaciaelpasillo,y,despuésdearrojarlapunta,sedirigíanpausadamente hacia alguna joven de lasmenos agraciadas, que les pagaba suatención con una sonrisa henchida de promesas amables. Los más cobardesforcejeabanconlosguantesbuenratoyconcluíanporrogaraalgúnseñorgravequelesabrochaselosbotones.Terminadalaoperaciónyaldisponerseabailar,se encontraban con que no había ninguna muchacha sentada. Entonces seresignabanabailarconalgunamamá.Una en pos de otra, todas las parejas rompieron el baile.Marta permaneció

sentada.Dosotrespollastreshabíanvenidomuyalmibaradosydándoseairesdeprotecciónainvitarla,perolescontestóquenosabíabailar.Elmotivoverdaderodelanegativaeraqueasupadrenolegustabaqueempezasetanniñaafiguraren sociedad. Quedose, pues, mirando atentamente cómo daban vueltas losdemás. Sus grandes ojos negros se iban posando con plácida expresión sobrecadaunadelasparejasquepordelantedeellacruzaban.Algunasleinteresabanmásqueotras,ylasseguíaconlavista.Lasactitudes,losmovimientosylatrazadeellaserantandistintosqueofrecíanestudiocurioso.Unjovenlargoydelgadodoblaba cuanto podía el espinazo para abrazar a una señorita diminuta que seempinabasobrelapuntadelospies.Unadamaajamonadayobesaseapoyabalánguidamentesobreelhombrodeunmuchacho,embadurnándolelalevitaconelblanco cera de Circasia. Algunos, como Isidorito, no llevaban compás deninguna clase, y pisaban con frecuencia a sus parejas, que concluían pordeclararse fatigadas y pedir tregua. Otros lo marcaban con fuertes taconazos,

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estropeandolaalfombra.Aéstos lesmirabaMartaconciertamalavoluntaddeamadecasa.Alcabodeun rato los rostrosempezarona reflejarelcansancio,poniéndose rojos o pálidos, según el temperamento de cada uno.Con la bocaentreabierta, lasmejillas inflamadas y la frente cubierta de sudor, no ofrecíanotra expresión que la de la estupidez más cumplida. En un principio habíansonreídoyhastahabíandejadoescapardesuslabiosalgunapalabragalante;peromuyprontocesaronlasgalanteríasyseapagólasonrisa.Todosconcluyeronporbrincar graves y silenciosos, como si unamano invisible descargase latigazossobreellosparaquelohiciesen.Martacerrabadevezencuandolosojos,ydeestasuerteevitabaelmareoqueempezabaaacometerle.Alfindejódesonarelpianorepentinamente.Lasparejas,envirtuddelimpulso

adquirido, dieron otros tres o cuatro saltos sin música, lo cual hizo sonreír aMarta.Antesdesentarse, lasmuchachaspasearonunosmomentosporelsalónde bracero con sus galanes, anudando alguna rota e interesante plática. Elpianistarecibíalasgraciasefusivasdelpollastredelpeloporlafrente.Alcabo,las damas fueron sentándose en sus respectivos sitios, y los galanes sereplegarondenuevohacialaspuertas,limpiándoseelsudorconelpañuelo.Losquehabíanbailadoconlasbellezasde lasala teníanlacararesplandecientedefelicidad y acogían, sonriendo, las bromitas de sus amigos, mientras los quehabían apechugado con las feas, un tanto mohínos, ponían por las nubes ladestrezaenelbailedesusparejas.El joven del pelo por la frente inició la idea de que cantase don Serapio, y

recorrió los diversos grupos del salón haciendo propaganda instantánea ysatisfactoriadetanfelizpensamiento.—Sí,sí,quecantedonSerapio.—QuecantedonSerapio,quecantedonSerapio.—¡Señores,porDios!Estoysumamenteacatarrado.—Milgracias,señoras,milgracias.Quisieraposeerenestemomentolavozde

unángel,porquelosángelessólodebenescucharalosángeles.El piropo produjo excelente efecto en la parte femenina del salón. La parte

masculinalorecibióconsonrisasburlonas.—Siemprehemostenidogustoenescucharle;yalosabeusted.—Porquesiemprevaunidaalabellezalabondad.Losrostrossonespejodelas

almas,suelendecir,ysiestoescierto,¿cómonohandeserustedesbenévolasconmigo?El segundo piropo fue recibido también con risas de complacencia por las

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señoras.Loshombrescontinuaronsonriendomalignamente.—Acantar,acantar,donSerapio.—¡Pero si no tengo nada ensayado!... No sé cómo arreglarme para

corresponderatantabondad...Además,estoyronco.Don Serapio se hizo de rogar todavía algún tiempo. Por último se fue

acercando al piano rodeado de señoras, a quienes dirigía sonrisas y palabrasllenasdealmíbar,y terminópor sacardisimuladamenteun rollodepapelesdemúsicaque traíaenelbolsillo interiorde la levita.Elpianistasehizocargoalinstantedelamaniobra,yleayudó,quitándoselorápidamentedelamano.—DonSerapio,vaustedacantar...,vaustedacantar...laromanzaLontanoate

—dijo,desplegándolasobreelatril.—¡Oh,porDios!Esdemasiadosentimental,yestasseñorasnoestánahorapor

elromanticismo...—Alcontrario,donSerapio—exclamóunadelasseñoritasdeDelgado—,las

mujeres, en esta época de interés y de cálculo, somos las que debemos rendircultoalsentimientoyalcorazón.—¡Siempretanlindacomodiscreta!—manifestóelcantanteinclinándosehasta

elsuelo.Comenzóapreludiarelpiano.DonSerapio,antesdeemitirnotaalguna,arqueó

repetidasveceslascejasyestirócuantopudoelcuelloenseñaldeasentimiento.Pasaba de los cincuenta, aunque las pomadas, tinturas y cosméticos le diesenaspecto de joven a cierta distancia. De cerca, sus bigotes engomados a laperfecciónnobastabanacompensar laspatasdegalloyarrugasde todo linajeque le cruzaban el rostro. Era fabricante de conservas alimenticias y solterónempedernido,noporquedejasedehonraralbellosexoytenerleengranestima,sinoporquepensabaqueelmatrimonioeralamuertedelamorysusilusiones.Nohabíahombremásazucaradoymantecosoenconversaciónconlasdamas,nijamástuvogalánunsurtidomásnumerosoderequiebrosparasoltarles.Encasitodosellosjugabamuchopapelelfuegodelapasión,lapérdidadelalbedrío,elaliento perfumado, los latidos del corazón y otras cuantas lindezas análogas,todas trasnochadas.Estoencuantoa las señoras.Encuantoa lasdoncellasdelabor y cocineras, no paraban aquí los galanteos de don Serapio. Se leconsiderabacomounodelosmásterriblesydañinosseductoresdeestegénero;yeracosabiensabidaenNievaquemásdeunavezymásdedoshabíanidoalafábrica con algún tierno infante entre los brazos a armarle un escándalomayúsculo,queélsehabíaapresuradoaconjurarconlosrellenosdesugaveta.Ordinariamentehacíaunavidaarreglada,levantándosemuydemañana,yendoa

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lafábricaadespacharlascuentasyainspeccionarelcondimentodelospescadosymariscosyviniendoaesodelascincodelatardeajabonarseyvestirseparaemprendersupaseoosusvisitasquenoeranpocas,yqueterminabansiemprealasoncedelanoche.Laúnicalecturaqueleagradaba,lasnovelasdecrímenes.La voz de donSerapio era poquita, pero desagradable, comodecía un joven

humoristadelosquesearrimabanalaspuertas.Nuncapudoaveriguarsesieratenor,barítonoobajo.Encambio,cantabaconunsentimientocapazdederretiralaspiedras,delcualpodíajuzgarseporlosmovimientosinfinitosdesuscejasypor la expresión de desconsuelo que tomaba su fisonomía así que se hallabafrente al piano. Nadie vio un rostro tan arqueado, estirado y compungido. LaromanzaLontanoate,másqueningunaotra,teníaelprivilegiodedespertarsusensibilidadydarasusojosexpresiónextremadamenteamarga.Mientrasel fabricantedeconservasexpresabaen italianoeldolordehallarse

lejosdesuamada,lahijamayordelosseñoresdelacasaseguíaconversandoenelparajemásretiradodelasalaconunjovendefisonomíaabiertaysimpática,moreno,deojosnegrosybigotenaciente.—Enriquenoentendióbienmiencargo—decíaeljoven—.Yolepedíaqueme

remitieseunaderezodevaloryloquememandaesmedioaderezovulgarísimohasta más no poder; tanto, que pienso devolvérselo mañana mismo sinmostrártelosiquiera.—Notemolestemás;esigualunouotro.—¡Cómo ha de ser igual! ¿De cuándo acá, señorita, se ha vuelto usted tan

indiferenteenasuntosde tocador?Estoysegurodequesi te trajeseeldichosoaderezoreiríasengrande.—Nolocreas.—¿Tefigurasacasoquenomeacuerdodelaburlaquehashechodelsombrero

quetutíaCarmenteregalóhacepocosdías?—Hicemalenburlarme;perotúhacestambiénmalenechármeloencara.La

verdadesque,enresumidascuentas,lomismodaunsombreroounaderezoqueotro.—Corriente; dale expresiones. Te conozco bien y no me dejo engañar. El

aderezosedevolveráyensulugarvendráotroamigustoyaltuyo...Dejemoseladerezo...Algoteníaquedecirteyyanomeacuerdo...¡Ah,sí!Esnecesarioqueescribamosa tu tíoRodrigo,pues según la cartaquedeél recibíhoy,no sabetodavíaeldíaenquenoscasamos.Creoquedebemosescribirlelosdosenunamismacarta,¿noteparece?

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—Comotúquieras.—Bien,puesmañana,antesdecomer,pasaréporaquíyloharemos.AmboscallaronalgunosinstantesyatendieronalcantodedonSerapio,quese

lamentabacadavezconacentomáspatéticode lasoledady tristezaenquesudueño le tenía.Unade lasseñoritasdeDelgadose llevóelpañueloa losojos,declarandoenvozbajaalosqueestabancercaquedesdehacíapocotiemposelesaltabanlaslágrimasporcualquiercosa.—¡Quémajadero es este don Serapio! Con tantomover la frente se le va a

correrhaciaatráselpeluquín.—Noseasmalo,Ricardo;tenunpocodecaridadydéjalealpobrequegocesin

ofenderaDiosnialprójimo.—No, lo que es por mí ya puede cantar hasta que reviente... Pero observo,

niña,que tehasvueltomuymoralistadealgún tiempoaestaparte. ¿Tratasdehacerlecompetenciaalcuradelaparroquia?—Loquetratoesdequenoseasmurmurador.Simequierestantocomodices,

nodebíanofendertemisconsejos.—Nomeofenden;todolocontrario,losescuchosiemprecongustoylossigo...

cuandopuedo.Yaconocesmigenioysabesquenopuedomenosdehablarenbroma.Enfin,tiempotequedaparasermonearmeatugusto,¿verdad?Nosólotiemposinoespaciotambién.PuedesirechándomesermonesdesdeNievahastaMadrid,despuésdeMadridhastaParís,ydesdeParísaMilán,ydesdeMilánaVenecia, y después hasta Roma yNápoles, y otra vez de vuelta por Ginebra,Bruselas, París y Madrid hasta casa. ¡Con qué gusto iré escuchando a unpredicador tanmonísimo por todos esos países extranjeros! ¿Qué te parece elitinerariodenuestroviaje?—Bien.—¡Bien, bien! Eso no es decir nada. ¡No parece sino que el asunto no te

interesatantocomoamí!Yonolodeclarodefinitivomientrastúnohagasenéllasmodificacionesquecreasconvenientesolovaríesporenterosi teplace.ElmismointeréstengoeniraParísyRomaqueaBerlínoaLondres.¡Figúrateloquemeimportará,yendocontigo,viajarporunladooporotro!—Loquetúdeterminesestarábien.—Dejémonosdecuentos:¿tegustaelviajequetepropongo,síono?—Yatehedichoquesí.—Pero,hija,¿qué tienes?En toda lanochenohepodidohacertesonreíruna

vezsiquiera,nipronunciarmásquelaspalabrasestrictamentenecesarias.¿Aqué

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vieneesagravedad?¿Estásenfadadaconmigo?—¿Porquéhabíadeestarlo?—Esopreguntoyo,¿porqué?Lociertoesqueloestás,puesdeotromodono

tieneexplicacióneltonodisplicenteconquemerespondeshacerato.—Esunasuspicaciatuya.Terespondocomosiempre.Ricardocontemplóensilencioasunovia,queseparólavistafijándolaendon

Serapio.—Podráser;peronoloveoclaro.Sirealmenteestuviesesenfadada,haríasmal

en no decirme el motivo, para reparar mi falta, si por ventura la hubiesecometido.Laconciencianomeacusadenada...—Tedigoquenoestoyenfadada:¡noseaspesado!Maríapronuncióestaspalabrasconevidentesequedadysinapartarlavistadel

cantante.Ricardolacontemplóotravezlargamente.—Bueno,bueno...,másvaleasí...Yocreía,sinembargo...Ambosguardaronsilenciobuenespacio.Ricardolorompiódiciendo:—CuandoacabedonSerapiotevanahacercantara ti;estoyseguro...Todos

ganaránenellomenosyo...—¿Pues?—Por dos razones: la primera porque todo lo que gozo oyéndote cuando

estamosenfamilia,medisgustacuandocantasenpúblico;lasegundaporquevasaseparartedemí.—Noséporquétedisgustaquecanteenpúblico.Amíesaquiendisgusta...y

mucho.Lodelaseparaciónesunatontería,porqueestamosjuntosmuchomástiempodeloquedebiéramos.—Eslargodeexplicarydifícilelporquénomegustaquecantesenpúblico.

Lodelaseparación,aunquelojuzguestontería,eslapuraverdad.Pormásqueestemos juntos algunas horas del día, aun me parece poco. Quisiera que loestuviésemostodas.Enunhombrequesevaacasardentrodemesymedionocreoquetengamuchodeparticularestedeseo...Ybajandolavoz,conacentoapasionado,añadió:—Nimesacionimesaciaréjamásdeestaratulado,vidamía.Enlosañosque

llevoadorándote,niunsolomomentohesentidolasombradelhastío.Cuandoestoy cercade ti piensoqueni en el cielo estaría tanbien; cuando estoy lejospienso que estaría mejor junto a ti. Esto es una garantía de que nunca noscansaremos el uno al lado del otro, ¿no es verdad? Por mi parte te hago

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juramento de que si llegamos a viejos me gustará más estar a tu lado quetomando el sol... ¡Qué vida tan dichosa nos espera y cuánto tiempo hace quesueñoconella!...¿Teacuerdascuandoundía,enlahuertadecasa,teniendotúochoañosyyodiez,mipobremamánoshizocogernosdelamanodiciéndonosgravemente:«¿Queréissermaridoymujer?...Puesdaosunbesoycuidadoconenfadarsemás.»Desdeentoncesnuncapenséquepodíacasarmeconotramujermásquecontigo.María no respondió a este fervoroso discurso. Siguió mirando con fijeza

extrañaycomoabsortaenlejanospensamientosalfabricantedeconservas.—¿Sabesunacosa?—¿Qué?—Quehanvenido también los estuchescon tusvestidos,peroaunno loshe

abierto.Losdostienensobrelatapatucifraconcoronademarquesa.Aunqueterías, nodejarédedecirtequemedioun salto el corazón al ver la corona.Mepareció que ya estábamos unidos, que no había que esperar estos mortalescuarenta y cinco días. No sé lo que daría por que hoy fuese el último dediciembre.Dime,feísima¿notienesdeseosdellamartelamarquesadePeñalta,desermía,míaparasiempre?Maríaselevantódeldiványcongestodesdeñoso,sinmirarasunovio,repuso:—Así,así.Y fue a sentarse cerca de una de las infinitas señoritas de Ciudad. Ricardo

permaneció algunos instantes clavado a la butaca sinmover siquiera un dedo.Despuésselevantóbruscamenteysaliódelasala.DonSerapio,alfin,terminódellorarausenciasdesudama,asegurandoenuna

últimafermataque,sitalestadodecosasseprolongaba,moriríasinremisión.Elpianistasecundóestegritodedolorconunaescalaenoctavasestrepitosas.Sonóun largo palmoteo y se dirigieron al cantante por parte de las damas sonrisasafectuosas de aprobación. La juventud de las puertas, siempre bromista, seempeñó en hacerle repetir la romanza; pero don Serapio tuvo bastante buenolfatoparaadvertirquelosaplausosjuvenilesnoerandebuenaley,ysenegóacomplacerla.

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Entonces el pollo del pelo por la frente dirigió a la asamblea la siguientealocución:—Señores,yocreoqueyaeshoradequeescuchemosalagranartista...Todos

esperamosconimpacienciaqueMaríanosproporcione...unodeesosmomentosfelices...,queotrasvecesnoshaproporcionado...,¿verdad?—Esoes:quecanteMaría.—Sí,cantará,porqueesmuyamable.Eloradorfueadarelbrazoalaseñoritadelacasaylatrajohastaelpiano.CuandoMaríaquedósolayenpiefrentealatertulia,produjocomosiempreun

estremecimiento de admiración: «¡Qué hermosa, qué hermosa!—¡Esta chicacadadíaesmásbonita!—¡Quégustoexquisitotieneparavestirse!—¡Pareceunareina!»EstasyotrasmuchasfraseslaudatoriasfueronlasquesedijeronaloídolostertuliosdelosseñoresdeElorza.Sinsermuyalta,teníaunaestaturayportemajestuosos.Eradelgada,flexibley

elegante como las bellas damas del Renacimiento que los pintores italianosescogíanparamodelos.La líneadesucuellomórbidoy lustroso recordaba lasestatuasgriegas.Estecuelloservíadesosténaunacabezarubiaderostroblanco,levementesonrosadoenlasmejillas,fino,correcto,transparente,conlabiosrojosy ojos azules. Semejaba notablemente al de doña Gertrudis, pero tenía unaexpresión persuasiva e insinuante que jamás había mostrado el de aquellaesclarecida señora, por más que otra cosa asegurase el poeta lírico de losacrósticos.Entornodesusojosclarosybrillantesseobservabaunlevecírculomoradoqueprestabaasurostrociertatinturapoética.—Yaveráusted,Suárez,quémododecantartieneestachica—dijounaseñora.—Lo celebraré, porque este señor don Serapio me había descompuesto los

oídosparaunatemporada.—¡Oh,Maríaesunaprofesora!—Loquereconozcoporahoraesquetieneunafigurapreciosa.—¡Puescuandoustedlaoiga!...—Esachicalohacetodobien.¡Sivieraustedcómodibuja!—¿NotienenmáshijaqueéstalosseñoresdeElorza?—Yaquellaotraniñaqueestásentadaallíenfrente,quesellamaMarta.Hade

sermuylindatambién.—Enefecto,esbonita...,peronotieneexpresiónalguna.Esunabellezavulgar,

mientrasquesuhermana...

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—Silencio,queyaempieza.Guardose por la reunión un silencio que siempre había sido el ideal de don

Serapio,irrealizablecomotodoslosideales.Maríacantóvariostrozosdeóperaque le fueron pidiendo, sin hacerse de rogar. Cuando terminó, los aplausosfuerontanvivosyprolongadosquelahicieronruborizarse.Suárezmanifestóasutertuliadeseñorasqueteníaunavozparecidaaladela

NantierDidieryqueconpocotiempodeConservatoriopodríacompetirconlasprimerascontraltos.Comocesaran las felicitacionesy lasmiradasde todosdejaronde estar fijas

sobre ella, una sombra de tristeza se esparció por el hermoso semblante deMaría.AcercoseadoñaGertrudisyledijoaloído:—Mamá,meduelemuchísimolacabeza.—¡Ay,hijademialma,tecompadezco!Amísemeestápartiendotambiénde

dolor.—Quisierairmeaacostar.—Puesve,hijamía,ve;yodiréquetehassentidounpocoindispuesta.—Adiós,mamaíta.Quepasesbuenanoche.Maríabesóasumadreenlafrente,ypocoapoco,procurandonosernotada,

saliódel salónpor la puertadel comedor.Sedetuvo en él a beberunvasodeaguaazucaradayquedóuninstanteinmóvilconlamiradapuestaenelvacío.Lasombradetristezahabíaobscurecidomuchomássusemblante.Saliódelcomedoryatravesóunlargopasillobastanteobscuro.Alfinalhabía

una puerta de donde arrancaba una escalerilla interior. Apenas hubo subidocuatroocincopeldaños,sesintiócogidafuertementeporelbrazoydejóescaparun grito de susto. Al volverse percibió con dificultad el rostro pálido yangustiadodesunovio.—¡Ricardo!¿Quéhacesaquí?—Viquesalíasdelcomedoryteheseguido.—¿Paraqué?—Para oír otra vez de tus labios la palabra infame queme has dicho en el

salón.¿Crees,porventura,quenovalelapenaderepetirse?¿Creesquepuedorenunciar a todo un pasado de amor, a todo un porvenir de dicha, a todos lossueños gratos de mi vida sin llamarte infame, cien veces infame, mil vecesinfame, ahora aquí entre los dos, después en plena tertulia, después ante elmundoentero?...¡Ven,ven,miserable!...¡Ven,aquetelollamedelantedetodoelmundo!...

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YRicardo, pálidoy trémulo comoel jugador quepone junto a una carta lasúltimas monedas que le quedan, trataba de arrastrar a su novia hacia la sala,sujetándolafuertementeporlamuñeca.María inclinó la cabeza y no dijo una palabra. Se dejó arrastrar sin oponer

resistencia,bajandoloscuatroocincopeldañosdelaescalera.Masal llegaralpasillo,Ricardosintióenlamejillaunbesocálidoquelehizosoltarsupresayretroceder con espanto. Inmediatamente los brazos deMaría se anudaron a sucuelloysintióenloslabioslapresióndeotroslabios.—¡Ricardomío,porDios,nomemartiricesmás!Estaspalabras,dichasaloídoconacentoapasionado,fueronacompañadasde

una nube de caricias. El joven la estrechó fuertemente contra su pecho sincontestar, porque la emoción le tenía embargado.Cuando estuvounpocomássereno,lepreguntóconvozdébil:—¿Mequieres?—Contodamialma.—¿Nofuemásqueuninstantedemalhumor?—Nadamás.—¡Oh,quératotanamargomehashechopasar!Portodoelorodelmundono

lopasaríaotravez.—¿Noquedasbienpagado,di?—Sí,hermosa.—Suelta.Mevoyaacostar.¡Tengoundolordecabezatanfuerte!...—Espera un poco... Déjame darte un beso en la frente... Ahora otro en los

ojos...Ahoraotroenloslabios...Ahoraenlasmanos...—Adiós.—Adiós.—Suelta,Ricardo,suelta...El joven la tenía sujeta aún por las manos, riendo de felicidad. María

forcejeabapordesasirse,riendotambién.—Vamos,déjamemarchar;noseastonto.—Porquenosoytontonotedejomarchar.—Miraquemeduelelacabeza.—Bien,puestedejo.—Hastamañana.¡Cuidadoconbailarahora!

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—Notengascuidado.Mevoyamarcharenseguida.Hastamañana.Maríaseescapócorriendo,Ricardotratódealcanzarlaotravezsaltandoporla

obscuraescalera;peronopudo.Lajovenlediolasbuenasnochesconunaalegrecarcajadadesdearriba.Alpenetrardenuevoenelsalón,Ricardosonreíacomounbienaventurado.El

brillodelaarañaletrastornóunpocoyseapresuróasentarse.ElgabinetedeMaría, al llegar a él sudueña, estaba sumidoen las tinieblas.

Buscóatientaslascerillasyencendióunalámparadebombaesmerilada.Estabadecorado con lujo y con un gusto que rara vez suele verse en los pueblossecundarios. Losmuebles vestidos de raso azul; las cortinas y el papel de lasparedes, del mismo color. En el hueco de dos ventanas había un armario decaoba con espejo de cuerpo entero. El tocador, abrumado bajo el peso de losfrascos,arrimadoalaparedopuesta.Laalfombraerablancaconfloresazules.Elesmeroexquisitoconquetodoslosobjetossehallabancolocadosensuspuestos,laeleganciaycoqueteríadelosmueblesyelperfumedelicadoquealentrarsepercibía,bienclaramenteanunciabanel sexoy lacalidadde lapersonaque lohabitaba.CuandoMaría dio luz a la lámpara se encontraron sus ojos con los de una

imagendelRedentorqueocupabaelcentrodelamesadondelaluzardía.Erademaderaprimorosamentetalladaypintadayconciertaexpresióntristeyapacibleenelrostroquehabíasidolaquemovieralajovenacomprarla.Altropezarconla mirada dulce pero glacial de la imagen, se apagó la sonrisa feliz que aunvagabaporsuslabios,quedandoinmóvilyhondamentepensativa.Pocoapocoyainflujosindudadelasideasquelaembargaron,surostroperdiólaexpresiónhabitualyfueadquiriendootradoloridayhumildecomoladeunaMagdalena.En aquel momento los acordes del piano subieron vibrando por la obscuraescalera,señalandolosprimeroscompasesdeuninsinuanterigodón.Dejosecaerderodillasydoblólacabeza.Alpocotiemposollozaba.Suslabiosseapretaronconvulsos contra los desnudos pies del Salvador murmurando palabrasininteligibles.Despuésdeunlargoratoalzólacarabañadaenlágrimasyexclamóconacento

dedolor:—¡Jesúsmío,cuántatraición,cuántatraición!...¡Quémalospagoelamorque

metenéis!...¡Castígame,Señor,paraquepuedatenersosiego!Levantosedelsuelo,tomólalámparaenunamanoypenetróensualcoba.Era

pequeñitaytibiacomounnidoyestabaadornadaconprofusióndeestampasdeJesúsydelaVirgen.Ellecho,cubiertoconpabellóndegasa,blancoyrisueño

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comoelaltardeunbautizo.Dejólaluzsobrelamesadenocheyconsemblantemástranquilosedesnudóenbrevesinstantes.Después tomóunamanta de viaje del ropero, se envolvió con ella, apagó la

lámpara,hizorepetidasveceslaseñaldelacruzsobrelafrente,sobrelabocaysobre el pecho, y se acostó en el suelo. El blanco lecho cubierto de seda ybatista, tierno y perfumado y henchido de sensuales caricias, la estuvoreclamandoenvanotodalanoche.Asípermanecióextendidasobreelpavimentohastaquelaluzdeldíarayaba.

III

LANOVENADELSAGRADOCORAZÓNDEJESÚS

Rayabaapenaseldíacuandonuestra jovenselevantóbruscamentedelsuelo.Quedoseinmóviluninstanteconeloídoatento;peronopercibióelsonidodelascampanas deSanFelipe, que creyó escuchar en sueños. Se había equivocado;todavíanoeran lasseis.Encendió la lámpara,ysaliendoalgabinetesepusoaorarhumildementepostradafrentea la imagendeJesús.Comonoteníapuestamásqueuna fina camisa de batista, el frío la traspasó en seguiday empezó atiritar; pero no quiso dejarse vencer y siguió orando hasta que sus dienteschocaron fuertemente unos contra otros. Sólo entonces se decidió a dejar lapostura que había tomado y vestirse. Después abrió las cuatro ventanas delgabineteyapagólaluz.Una escasísima claridad triste y fría invadió la habitación de la señorita de

Elorza, prestandoa losmueblesun aspecto lúgubreque estaban lejosde tenerordinariamente.El frío de lamañana los penetraba también como a su dueño;yacían silenciosos y melancólicos, esperando, sin duda, que los rayos del solmostraransubellezayesplendor.Sóloentalsitioqueotro,alcaerlaluzsobreelbarniz,producíaunblanco reflejoque semejabaalojovidriosoyopacodeunmoribundo. El gabinete se hallaba en una especie de torreón cuadrado que lacasateníaporlapartedeatrásenunodesusángulos.Levantabaporencimadeellaalgunasvarasyrecibíaluzporloscuatrolienzosdesusparedes.Latorrenoconteníamásquedoshabitaciones:ladeMaría,compuestadegabineteyalcoba,y la de su doncella Genoveva, que constaba de un solo cuarto. Eran las

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habitacionesmásfrías,perotambiénlasmásalegresdelacasa.LaspocasvecesqueelsolsedignabasalirenNieva,ibaderechoaalojarseenellas;lasinvadíasinmiramientos como un huésped soberano, y se pasaba el día en su interiorreflejándoseenlosespejos,matizandoelrasodelassillas,estropeandoelcharolde los armarios y regalándose, en fin, demil diversas formas. Todo esto, porsupuesto, si Genoveva no había tenido la precaución de echar las cortinas atiempo. Eran también las más silenciosas. Los ruidos de la casa no llegabanhastaellas,ylosdefuera,porlasituaciónqueocupaban,eraimposiblequelasturbaran.Solamenteelviento,quecasinuncadejabadesoplarfuerteenlatorre,producía ruidos extraños, sobre todo por la noche, suspirando unas veces,riñendootrasylamentándoseconstantementedequeletuviesenherméticamentecerradas las ventanas.Durante el día, ni se lamentaba ni reñía, contentándoseconzumbarperpetuamente,peroconmuchadiscreción,como loscaracolesdemarcuandoseacercanaloído.Maríaseacercórebujadaensuchalytiritandoaúnaunadelasventanasque

dabanalahuerta,cuyastapiaslindabanconelmuelle.Desdeaquellaventanaseoteaba la ría entera de Nieva hasta El Moral, que era el sitio por dondecomunicabaconelmar.Nomediríamásdeunaleguadelargo;elanchovariabaextremadamente,segúnselavieseenbajaopleamar,enmareasvivasomuertas.Cuandolasgrandesmareasalcanzaríahastamedialegua,lamiendolasfaldasdelas colinas cubiertas depinosque aunoyotro lado cerraban la cuenca.En lahora de bajamar el agua se retiraba por completo, dejando apenas un hiloestrechoyretorcidoquecorríaporelcentro.Entrelascolinaslimítrofesyestecanal quedaba por ambas orillas una extensa superficie gris de limo suelto,salpicado de charcos de agua donde los pilluelos del muelle gustaban dehundirseyrevolcarsehastaqueseembadurnabanasquerosamenteparairluegoalavarsearrojándosedecabezaenelcanal.Porencimadelastapiasdelahuertaasomabanlospalosdealgunosbarcos,quenollegaríanaunadocena,ancladosenelmuelle,losmásdeellospatachesyquechemarinesdeescasísimoporte.La joven contempló un instante el cielo, que se mostraba todavía

profundamenteobscurohaciaelponiente,borrandoyconfundiendoelperfildelosmonteslejanos.Despuésfueatomarunlibroqueteníaenlamesadenochedesucuartoyvinohacialaventanaaversipodíaleer.Aunnohabíasuficienteclaridad. Posó el libro sobre una silla y se acercó de nuevo a la ventana,apoyandolafrentesobreloscristales.ElcieloibaagrandandosusclaraboyasporlapartedeElMoralsininfundirvidanialegríasobrelatierra.Laluzcrecienteno servía más que para esclarecer su semblante hosco. Se preparaba un díadesapacible, como los que acostumbran a disfrutar los habitantes de Nieva la

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mayorpartedelaño.El gabinete se iba iluminando lentamente; los primorososmuebles y objetos

queloadornabansalíandelaobscuridadgraciosos,esbeltosyrisueñoscomolasbailarinasdelasóperascuandoaungolpedelaorquestasedespojandelmantoquelastransformabaenespectros.Perolaluznosonreía;cadavezsemostrabamástristeysevera.Pordelantedelasgrandesnubesdeuncolorvioletaobscuroque se amontonaban allá en el horizonte sobre las cuatro o cinco casas de ElMoral cruzabanvelozmente otras pequeñas y blancas como jirones arrancadosdeunagasa;signociertodeborrasca.Maríasintiódeprontovibrarelcristalenqueseapoyaba.Unaráfagadeairey

delluviahabíaazotadoconfuerzalaventana.Seapartóunpocohaciaatrásyviolloraratodosloscristalesalavez.Poralgúntiemposeentretuvoenseguirconlavistaelcaminomásomenosrápidoytortuosoquelasgotasdeaguaseguíanalbajarporlasuperficietersadelvidrio.Elredobleintermitentedelalluvialetrajoalamemorialasmuchastardesquehabíapasadocercadeaquellamismaventanaescuchándoloconunlibroabiertoenlamano.Ellibroerasiempreunanovela.Más de cuatromeses anduvo solicitando de sus padres que la dejasenhabitarelgabinetedelatorre,conobjetodeentregarsedelleno,ysintemordequenadielamolestase,asurecreofavorito.PerodonMarianotemíaconcederleeste permiso porque los cuartos de la torre eran fríos y la salud de la niñadelicada.Alfin,rendidoporsusruegosyhalagos,consintióenello,despuésdehaber tapizado las habitaciones esmeradamente y con la condición de queGenovevadurmiesecercadeella.Fue una época feliz para María. Tenía entonces dieciséis años, y el

pensamientoinquietoyatrevido.Lamúsica,enlacualhabíahechoprodigiososadelantos,había fomentadoensucorazóncierta tendenciaa lamelancolíayalllanto.Llorabaporcualquiercosa;avecessinmotivoalgunoycuandomenosseesperaba;perolaslágrimaserantandulcesysentíaconellasplacertanintenso,que en muchas ocasiones las provocaba con artificio. ¡Cuántas veces,contemplandodesdeaquellaventanaloscelajesdelhorizonteteñidosdegranaylos últimos resplandores del solmoribundo, sintió su corazón acongojado poruna profunda melancolía que venía a deshacerse en sollozos! ¡Cuántas veceshabíaatormentadoasupadrecon lloro intempestivo,cuyacausanoacertabaadecirporqueno la sabíaellamisma!El conocimientode lapintura, en la cualtambién había descollado, despertó su inclinación hacia la luz y el paisaje, locualcontribuyóasimismoaquesolicitaseconardorlashabitacionesdelatorre.Unavez instaladaenellas con supiano,pincelesynovelas, se juzgó lamujermásdichosadelatierra.Cuandoenmitaddeundíaesplendorosodesol,bajoun

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cieloazul reverberante, abría todas lasventanasdelgabineteydejabapasarelviento fresco y acre que levantaba sus cabellos y arrojaba por el suelo lospapelesde lamesa,pensabacondeleitequehabíaascendidoenungloboysehallabaenmitaddelespacionadandoporelaireamerceddetodaslasventuras.Y esta ilusión, que procuraba conservar con empeño, la hacía feliz algunosmomentos.Porlanochesolíaabrir tambiénalgunasveceslascontraventanasyencender, además de la lámpara, todas las bujías de los candelabros paraimaginarse que se hallabametida dentro de un gran farol. «Desde la ría, estatorredebeparecerunfaroymihabitaciónlalámparaqueacabadeencenderse»,sedecíacongozoinfantil.Yseponíaainspeccionarporloscristalessialgunaembarcación cruzaba entonces hacia ElMoral, hasta que, amedrentada por laobscuridaddefuerayofuscadaporlaclaridaddeadentro,concluíaporasustarsedetantailuminaciónyempezabaaapagarlaslucesapresuradamente.DonMarianollamabaaaquelgabineteligeroyaéreolajauladeMaría.Yen

verdadque lecuadrabaadmirablementeelnombre;porque laniña revoloteabasin cesar dentro de él,moviendo losmuebles y trasladando los objetos de unsitioaotro,taninquietaynerviosacomounpájaro.Paraquelasemejanzafuesemáscompleta,cuandolafamiliasehallabaenelcomedoroíansemuchasveceslos trinos lejanos de alguna cavatina o romanza que estudiaba. DonMarianonunca dejaba de exclamar con su habitual y bondadosa sonrisa: «¡Ya canta elpajarito!»Ytodossonreían también llenosdecomplacencia;porqueen lacasatodoelmundoqueríayadmirabaalaniña.Endosotresañosentróuncargamentodenovelasenelgabinetedelatorre,y

volvió a salir después de haber entretenido largas horas los ocios de nuestrajoven,quepusoacontribuciónparaellosnosólolabibliotecadesupadreysubolsillo,sinotambiénlaslibreríasdetodoslosamigosdelacasa.DonSerapiofuesuprimerproveedor.Asíqueduranteunalargatemporadanoleyómásquerelacionessangrientasdecrímenesterriblesymonstruosos,enlascualestantoseplacía el fabricante de conservas alimenticias. En aquella temporada no gozógrancosa,porqueestasnovelas, aunqueexcitaronenaltogrado sucuriosidad,teniéndola suspensa y sujeta a la lectura gran parte del día y de la noche, nodejabanensuespírituningúnrecuerdodulcenipoéticoconquerecrearse,ylasolvidaba al día siguiente de leídas.Además, la aterrabandemasiado: nopocasveceslehabíanquitadoelsueño,yhastaenalgunasocasionespidióaGenovevaqueseacostaseasuladoporquesemoríademiedo.Después de haber agotado la librería de don Serapio, pidió a una de las

señoritasdeDelgadoqueleabrieselasuya,queteníafamadehallarsericamenteabastecida. En efecto, contenía gran número de novelas, todas de la escuela

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romántica primitiva, cuidadosamente encuadernadas, pero muchas de ellas yagrasientasporeluso.En lospasajesmás tiernossolían tener lashojasalgunasmanchas amarillentas, lo cual poníademanifiestoque las distintas lectoras encuyas manos había estado el libro habían tributado algunas lágrimas a lasdesdichasdelhéroe.YasabemosqueunadelasseñoritasdeDelgadollorabaconextremafacilidad.Lasnovelasqueentoncesleyófueron,entreotras:Ivanhoe,Ladamadel lago,Maclovia yFederico oLasminas del Tirol,SaintClair de lasislas o Los desterrados a la isla de Barra,Oscar y Amanda, El castillo delÁguilaNegra,etc.Estas lehicierongozarmuchísimomás.Entróde lleno,convida y alma, en la región de las quimeras deliciosas con que el ilustreWalterScottyotrosnovelistasnotanilustressolazabananuestrospadrescreandounaEdad Media para su uso, poblada de trovadores y torneos, de hazañasestupendas,decastillosgóticos,dehéroesydeamoresinvencibles.Loquemásseducíaa la señoritadeElorzaera la inquebrantableconstanciadeafectosquelos protagonistas de aquellas novelasmanifestaban siempre.Ya fuese varón ohembra, cuando una pasión amorosa les prendía no había que empeñarse enllevarles la contraria, porque todo era inútil. Al través de la oposición de lospadres y tutores, y por encima de las asechanzas que les tendían, los amantesdesdeñados,purificadosconmilpruebasdiversas,padeciendomuchoyllorandomuchomás,alcabosalíansiempretriunfantes.Ybienlomerecían.LaseñoritadeElorza prometía secretamente en el santuario de su alma guardar lamismafidelidadalprimernovioquelaProvidencialedeparase,eimitarsufortalezaenlasadversidades.Cadaunadeaquellasnovelasdejabahuelladuraderaensu juvenilespíritu,y

durantealgunosdías,entantoquelospersonajesdeotranolograbancautivarla,pensaba sin cesar en los hermosos milagros que el amor de la heroína, purocomo el diamante y tan firme, había realizado.Y tomando la acción donde elnovelistalahabíadejado,queerasiempreenelactodecelebrarselasbodasdelos atribulados amantes, laproseguía en su imaginación fingiéndose con todossuspormenoreslavidaventurosaquelosespososllevaríanrodeadosdesushijosy recorriendo con las manos enlazadas los sitios donde tan frecuentementehabían caído sus lágrimas. Nuestra joven ansiaba que una de estas pasionesirresistibles y lacrimosas se apoderase de su corazón, pero no concebía queningún joven de los que visitaban su casa vestidos de chaquet o americanalograseinspirársela.Paraellaelamortomabasiemprelaformadeunguerreroyse le representaba con casco y loriga viniendo jadeante y cubierto de polvo,despuésdehabersacadoasucompetidorfueradelasilladeunbotedelanza,adoblarlarodilladelantedeellapararecibirlacoronadesumano,quedespués

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besabaconternuraydevoción.Otrasveces,despojadodelcascoycondisfrazdevillano,perodejandoadivinarporsugallardoporte lanoblezaybravuradesusangre,llegabaporlanochealpiedelatorreyentonaba,acompañándoseconellaúd,preciosasendechasenque la invitabaahuirconélpor loscamposhastaalgúncastillo ignorado, lejosde la tiraníade supadreydelesposoaborrecidoque le quería dar. La noche estaba obscura, los centinelas del castillonarcotizados con un filtro, la escala colgada ya de la ventana y los raudoscorcelespiafabannomuylejos...«¿Quéaguardas,dueñomío,quéaguardas...?»Maríaoíatocarsuavementealoscristales,ymásdeunavezsehabíalevantadodellechoconlospiesdesnudosacerciorarsedequenoerasuguerrero,sinoelviento,quien la llamabasuspirando.Poraquellaépocanopodíaverdurante lanoche cruzar un bote hacia el puerto sin estremecerse.Elmisterio que guardasiempre una embarcación que se divisa entre las sombras le hacía pensarvagamente en una celada tendida por algún amante ignorado y brutal que,temiendoserdesairado,queríaarrebatarlaporlafuerzadesucasa,yarrastrarlaalejanasriberasdondepudiesesatisfacerconellasusbárbarosdeseos.Necesitabaobservarqueelboteatracabasosegadamenteenelmuelleydescargabandeélalgunosbarrilesycajonesparasentirdesvanecersesuilusión.PerolanovelaquemáshondaimpresiónleprodujofuesindisputalatituladaMatilde o Las cruzadas. Ésta, mejor que ninguna otra, consiguió trasladar suespíritu a la época singular y brillante que representaba, haciéndola asistir aaquella lucha heroica trabada debajo de los muros de Jerusalén. Fácil es deconcebir,noobstante,quenoeranlasbatallasentre infielesycristianosloquemás la interesaba de la relación, sino aquel amor extraño, inverosímil, tantocomotiernoyfogoso,queprendióenelcorazóndelaheroínahaciaunodelosguerreros moros que usurpaban el sepulcro del Señor. La señorita de Elorzadisculpabay hasta aplaudía con toda su alma esta pasión, donde el pecadodeamaraunodelosmásterriblesenemigosdeCristoprestabamayoratractivoyun sabormáspicante. ¡Cómonoapasionarsedeaquel ínclitoMalec-Kadel tanfieroy terrible en los combates, tan tiernoy sumisocon sudama, tannobleygeneroso en todas ocasiones! ¡Ah, si ella hubiera estado en lugar deMatilde,hubiera amado del mismo modo a despecho de todas las leyes humanas ydivinas!Estemorofueelpersonajequemáslasedujoentodasuvida,hastaelpunto de inspirarle un cuadro muy bonito en que lo representaba sobre lacubierta del buque donde iba con Matilde, salvándola de las garras de susenemigos,teniéndolaprotegidaconlamanoizquierdaycercenandocabezasconla derecha, como quien siega mieses en verano. Cuando mejor pudocomprobarse este entusiasmo fue a la llegada de un turco a Nieva vendiendo

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objetosdenácarybabuchas.Quedótansorprendidaalverlepasarpordelantedecasayatalpuntoexcitadasucuriosidadquenoparóhastatrabarrelaciónconél,haciéndolesufrir largo interrogatorioacercade lacampiñadeJerusalén,dondese efectuaron las escenas amorosas que tan impresionada la tenían, de lascostumbres,delostrajesydelgobiernodelosagarenos.Maselturco,yaporquenotuviesehumordeandarenparlamentos,oporrazóndesernaturaldeReus,en la provincia de Tarragona, y no haber estado en su vida en Palestina,respondióconsobradaconcisiónasuspreguntas.Noobstante,hacíayamucho tiempoqueMaríano tomabaunanovelaen las

manos. El recuerdo de esa época en que tantas había devorado, produjo leveturbación en su fisonomía e hizo nacer en su tersa frente una arruga ancha yprofunda.Lasráfagasdevientocargadasdelluviabatierondurantelargoratoloscristales

hastaqueenteramente los lavaron.Pocoapocose fueronhaciendosusgolpesmenosfrecuentes;alcabocesaronporcompleto.Laluzhabíacrecidoentanto,extendiendopor todo el nublado firmamento ymostrandoya los bultos de lascolinaslejanasdeOccidente,queseveíanporlaventanadelaparedopuesta.Eltemporalseresolvió,comoordinariamente,enlluviafinaymenudaqueempezóa descender con pausa, tendiendo por la atmósfera un velo sutil y tremante,formado de hilos de agua, el cual amortiguaba aún más el brillo de la luznacienteyborrabaloscontornosdelosobjetoslejanos.Lamareasubía.LagransábanadeaguaqueseextendíahastaElMoraltomabauncolorterrosoporlosbordes,obscuroyprofundoporelcentro.Maríacogiódenuevoel libro,acercóunasillaa laventanay, sentándoseen

ella,sepusoaleer,porquelaluzyaselopermitía.EralaVidadeSantaTeresaescrita por ellamisma, encuadernada con la pasta sólida de filos dorados quecaracterizaaloslibrosreligiosos.Amedidaqueseenfrascabaenlalectura,elrostrodelajovensefueserenando

másymás,ylaprofundaarrugadelafrenteconcluyópordesaparecer.Leíaelcapítulo segundo, en que la santa manifiesta cómo mostró afición en losprimeros añosde su juventud a los libros de caballerías y a las vanidades deltocador,ydacuentaconpalabrasencubiertasdeunasrelacionesamorosasquepor lamisma épocamantuvo.Cuando levantó los ojos del libro advertíase enellosciertoregocijoosatisfaccióníntima.SonaronalfinverdaderamentelascampanasdeSanFelipe.Dejóbruscamente

ellibroyabriólapuertadelcuartodesudoncella:—¡Genoveva,Genoveva!

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—Yaestoydespierta,señorita.—Levántate;yatocanenSanFelipe.Enunabrirycerrardeojosselevantó,sevistióyaparecióenelgabinetedesu

ama.Genovevaeraunamujerdecuarentaañospocomásomenos;baja,gruesa,morena,mofletuda,conojosgrandesypardosa florde lacara,quenodecíannada, absolutamente nada, el cabello muy lamido y formando ondas por lassienes.VestíasayalisadelhábitodelCarmenymantonegrodemerinoanudadoalaespalda,alusodetodaslassirvientasprovincianas.HabíaentradoenlacasacuandoMaría apenas contaba un año para servirla de niñera, y nuncamás ladejó,siendoejemplarnotabledecriadafielyconsecuente.—¿Desdecuándoestáyavestidamipalomita?—Hace ya cerca de una hora, Genoveva. Creí escuchar las campanas y me

engañé. Ahora suenan de veras. No perdamos tiempo; toma los paraguas yvámonos...—Vamos,vamoscuandoustedquiera,señorita;yaestoylista.Ambassepusieronlasmantillas,yprocurandonohacerruidobajaronhastael

portal,abrieronconprecauciónlapuerta,queaunsehallabacerrada,ysalieronala calle, que atravesaron con los paraguas abiertos hasta llegar al soportal deenfrente.LavilladeNieva,comoyasehadicho,tienesoportalencasitodassuscalles,

deunoodeotrolado;avecesdelosdos.Suelesermezquino,bajo,desigualysostenido por columnas lisas y redondas de piedra, sin adornos de ningúngénero;muymalempedradoasimismo.Sóloentalocualparaje,dondealgunacasasehabíareedificado,ofrecíamayoramplitudyunpavimentomáscómodo.Sitodaslascasasserestaurasen(ynohaydudaquesucederáconeltiempo),lavilla,mercedaestesistemadeconstrucción,tomaríaciertoaspectomonumentalquelaharíadignadeverse.Talcuales,sinodeaparienciamuybella,alomenosofrece comodidad a los transeúntes, queno semojanmásque cuandoquierenpasardeunaaceraaotra.Yciertamentequeanduvieronprecavidossusilustresfundadores, pues en punto a llover firme y acompasado, no hay población enEspañaquelepuedaalzarelgalloanuestravilla.Guarecidas de la lluvia ama y criada, atravesaron la plaza por uno de sus

flancos, internándose después por una calle estrecha, larga y solitaria. Loshonrados habitantes dormían el sueño dulce de la mañana. Sólo de vez encuando tropezaban con algúnmarinero cubierto de burdo capote impermeableque,conlosenseresdepescarenlamanoyhaciendogranruidoconsusenormesbotasdeagua,sedirigíaapasolargohaciaelmuelle.

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—¿Va usted bien abrigada, señorita? ¡Mire usted que hace un frío!... Parecequeestamosyaenenero.—Sí; me he puesto cuerpo de terciopelo, y además este gabán está bien

forrado.—Eso,eso,micorazón.Sipapásabequesalimostandemañana,mevaareñir

porqueseloconsiento.Esusteddemasiadovirtuosa,señorita.Pocasoningunallevaránalaedaddeustedvidatansanta...—Calla, calla, Genoveva, no digas eso; no soy más que una miserable

pecadora;muchomásmiserabledeloquetútefiguras.—¡Señorita,porDios!...Nosoyyoquien lodice,sino todoelmundo...Ayer

medecíadoñaFilomenaquelaedificabaverlaaustedoírlamisaycomulgaryquedaríacualquiercosaporquesushijasfuesenlomismo...Yrazóntieneparadesearlo,porqueunadeellas,laúltima,esdelapieldeldiablo...¿Querráustedcreer,señorita,queelotrodíaarañóasuhermanaenlaiglesia,sobresihabíadeconfesar una primero que otra?... ¡Bonito arrepentimiento! ¡Si da vergüenza,señorita, da vergüenza el ver cómo andan algunas por la iglesia! ¡Parece queestánensucasa!¡Ay,nosehacencargolaspobrecitasdequeestánenlacasadelSeñordeloscielosytierraqueleshadepedircuentadesupecado!...¿NolehaenseñadodoñaFilomenaelrosarioquelemandósuhermanodelaHabana?¡Esunamaravilla!Tododemarfilydeoroconuncrucifijograndedeoromacizo.Pararezarnohacefaltatantolujo,¿verdad,señorita?—Pararezarnohacefaltamásqueuncorazónlimpioyhumilde.—¡Ay, señorita, qué bien habla usted! Parecementira que no tengamás que

veinteaños.PerocuandoDiosquiereconcederdonesaunacriatura,lomismodaqueseajovenovieja,ricaopobre.TodoslosdíaspidoalaVirgenSantísimaqueleconservelasaludparaquesirvadeejemploalosqueestánenpecadomortal.—Loquedebespedir,Genoveva,esquepurifiquemialmaymeperdonelos

muchosquehecometido.—¡Bendito seaDios!Siustednecesitaque laperdonen siendo tanpiadosay

humilde,¡quénecesitaremoslosdemás!Noseatanseveraconsigomisma.FrayIgnaciolaestimaaustedtantoquenosecansadeelogiarla...yesoquenotienelamangamuy ancha, comousted sabe...A estas horas ya debe de estar en lasacristía el santo varón aguardando a la gente. ¡Qué salud tiene!... Parece queDioslohace...Nocome,noduerme,nodescansaunmomento...y,sinembargo,cadadíaestámásfuerteyconmásánimoparaserviraDios...Nosécómopuedepasartantashorasenelconfesonariosintomaralimento...SóloelSeñorpuededarlefuerzas.Benditoseaporsiemprejamás.Amén.

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—Es verdad;Dios obra verdaderosmilagros con él, porque hace falta en elmundo. ¡Oh, Dios mío, qué sería de mi alma si estos santos misioneros nohubieranllegadoaabrirmelosojos!—Aunquelahayanayudadomuchoenelcaminodelasalvación,antesdeque

ellosviniesenyaeraustedmuybuenayfrecuentabalossacramentos...—¡Quépocoeseso,Genoveva,cuandonoseescudriñanlosúltimospliegues

delaconciencia!—Dígame, señorita, ¿ha visto en sueños hoy, como las noches pasadas, el

hermosopájarodeplumasdefuegoconlacruzenelpico?Maríasedetuvorepentinamenteysellevólamanoalpecho,comosihubiese

recibido un golpe. Después volvió a emprender la marcha y exclamósordamente:—Estanochenopodíaverlo.—¿Porqué,corazón?No contestó. Siguió caminando algún tiempo y dejó escapar un gemido.

Después parose nuevamente, y echando los brazos al cuello a su doncella,comenzóasollozarconamargura.—¡Soymuymala,Genoveva, soymuymala!Mi corazónno acaba de verse

libredeimpurezas;eldemonioylacarnemetienenaúnsujeta.¡Sisupiesesquépecadohecometidoayer!—Calle, calle, no se desconsuele. ¡Qué pecado había usted de cometer,

cordera!—Sí,sí;soymásmaladeloquepiensas.CuantamásluzrecibodeDios,más

meempeñoenhundirmeen las tinieblas; cuantosmás favoresmeotorga,másingratasoyhaciaÉl.—Diosesinfinitamentemisericordioso,señorita.—Peroinfinitamentejustotambién...—Encomiéndese aSan José bendito.Nohay culpa que el Señor no perdone

porsu intercesión...Vamos,déjesede lloros,queahoravaaconfesarsey todoquedaperdonado.Despuésdeserenarseunpocolaniña,siguieronmarchando.Yllegaronacierta

plazuela nomuy espaciosa, donde se alzaba la fachada parda y severa de unagraniglesiaquenollamabalaatenciónporsuesbeltezniporotracualidadbuenaomala.Atravesaronunpórticograndeypardocomolafachadayentraroneneltemplo, que era igualmente pardo y enorme. Estas cualidades concluían porcaracterizarlo.Constabadetresnaves,ladelcentroanchayelevadacomolade

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unacatedral;lasdeloslados,bajasyestrechas;todasellasenjalbegadasenotrotiempo,muylejano,cubiertasahoradepolvo,descascaradasporvariossitiosysalpicadas de manchas extensas y misteriosas. Los altares, profusamentetallados,ofrecíanyauncolorgrismuydiferentedeldoradoqueenunprincipiotuvieran. Al través de los cristales sucios percibíase la figura rígida de algúnsantoconnimbodemetaloelrostrosombríoyangustiadodeunEccehomo.Era demasiado temprano para que hubiese mucha gente. Sin embargo,

diseminadasaquíyallá,orandoprosternadas frentea losaltarescon lacabezacubierta,veíasealgunasmujeres;otrassearrimabana lasventanillasenrejadasde los confesonarios y extendían lamantilla por ambos lados de la cara paradepositarconuncuchicheoimperceptiblesuspecadosenelsagradotribunaldelapenitencia.Algunossacerdotesteníanabiertas laspuertasdelconfesonarioyse les veía con sotana y bonete inclinar el cuerpo y oído hacia la ventanilla,reflejandoen su rostro fruncidoyen suposturadesmadejadael cansancioquesentían.Otroslasteníancerradasherméticamenteyapenasseadvertíadentro,alpasar,lapresenciadeunserhumano.Laluzbañabatristementealgunosparajesdelrecinto,dejandolosángulosylos

huecosde lospilares casi en totalobscuridad.Las enormes lámparasdemetalamarillosebalanceabanenelespaciosujetasaltechoporuncordel.Losvidriosemplomados de dos grandes rosetones abiertos en lo alto de las paredes de lagrannavecentraldejabanpasoaunatristeclaridadqueseextendíacomoblancomantel delante del altar mayor. Al lado de éste y algo separado, había otroaltarcitosobreelcualsealzabauna imagendelSalvadorconelpechoabierto,dejandoveruncorazónensangrentado,ceñidoporcoronadeespinasycoronadodellamas.Entornodelaimagenhabíaunamuchedumbredeciriosencendidosquechisporroteabanlúgubrementeenelinmensoámbitosilenciosodelaiglesia.Era un altar de quita y pon que se había colocado a causa de la novena delSagradoCorazóndeJesús,queporaquellosdíassecelebraba.Genovevafuea lasacristíaapreguntaraFrayIgnaciosipodíaconfesarasu

señorita. Ésta quedó hincada de rodillas al lado del confesonario esperando alsacerdote. Experimentaba cierta impaciencia medrosa; un poco de temormezcladodeansiedadydeseo.Eltemploexhalabaunolorconfusodehumedady polvo, de cirios apagados y flores ajadas que la penetraba de respeto. LosmomentosqueprecedíanalaconfesiónerandesobresaltoamableparaMaría.Elaparato y misterio de que estaba rodeada aquella confidencia íntima, la másíntimaqueenelmundoexiste, ejercía cierta fascinación sobre suespírituy laturbabahastaelfondosinproducirledisgusto.Sentíacorrerporsucuerpolevestembloresde fríoalternadoscon ráfagascálidasque le subíanal rostroyse lo

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encendían.Enaquelmomentonopensabaensuspecados,sinoenlamaneraquetendríaderelatarlos.La figura negra, firme y severa de Fray Ignacio se abalanzó hacia el

confesonarioysindirigirsiquieraunamiradaasupenitenteseintrodujoenél.María, trémula y enternecida, se acercó a la ventanilla. Cuando se separó, alcabodeunamediahora,teníalosojosenrojecidosylasmejillaspálidas.La iglesia, en tanto, se había ido poblando, aunque casi exclusivamente de

mujeres. Algunas entraban hasta el medio con almadreñas, produciendoverdadero estrépito al caminar sobre el embaldosado pavimento; las más sedespojabandeellasalapuertaylastraíanenlamano.Unclérigoanciano,consobrepelliz, subió al púlpito, que estaba cubierto conpañode tisúdeoro.Losfieles,desdelosmásapartadosparajesdelaiglesia,sefueronreplegandohaciael centro, formando apretado grupo en torno del púlpito. María y Genovevahicieronlomismo.Elsacerdotehizolaseñaldelacruzycomenzóelrosarioenalta voz. Terminado el rosario comenzó la novena, la novena del SagradoCorazón de Jesús. El clérigo se puso unas enormes gafas de plata, y con vozgangosaylastimeraexclamó:«¡Oh corazón!—La muchedumbre repitió con solemne rumor:—¡Oh

corazooón!—amantísimo—amantísimooo—santísimo—santísimooo—ymelifluo—y melifluooo—de mi divino Jesús—de mi divino Jesús.—Corazón—corazooón—llenodellamas—llenodellamas—depurísimoamor—depurísimoamooor.»Maríarepetíalaspalabrasdelaoraciónconelbordedeloslabios,puestoslos

ojos en el suelo. Genoveva las decía en alta voz, mirando cara a cara alsacerdote.LamuchedumbresuspiródespuésdedecirAmén.Terminadas lasoraciones,el sacerdotepropusoquecadacualpidieseaDios,

por medio de estos sagrados corazones, lo que mejor le conviniera, y lamuchedumbremeditóensilenciobrevesinstantes.MaríapidiófervorosamenteaDiosquelahiciesemásbuena.Genovevaestuvounratovacilandosinsaberquépedir,y,porúltimo,pidiópacienciaparasufrirlosdoloresdereuma.Elcuraleyóconvozgangosaquesearrastrabasobrelassílabascomounlamentoelsiguiente

EJEMPLO

«EnlaciudaddeMunichvivíanohamuchosañosunadamadeextraordinariahermosuraquehacíaunavidaejemplar;demodoquetodosledabanelnombredesanta.Acaecióqueundíallegóasucasaunmancebomuygallardoahacerle

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visitadepartedeunaprimasuya,yalinstantelogróeldemonioqueseprendasede él perdidamente. Fue su pasión tan loca ymiserable, que al cabo de algúntiempo de relaciones consintió en un pecado de impureza ofendiendo a Diosgravemente. Caída en el pecado, viose abismada en unamelancolía profunda,porque si bien rechazóprontamente al que había sido la causa de su culpa, lainfeliz se creyó condenada al infierno. Comenzó a llevar una vida áspera,mortificándose con ayunos y penitencias sin conseguir desechar su horriblepensamiento. Al fin, por consejo de un peregrino que por allí acertó a pasar,dispusohacerunanovenaalSagradoCorazóndeJesús.Alquintodíaderezarladevotamente,hallándosepor lanocheensu lecho,oyóungranestrépitoyvioescaparsedesuhabitaciónundemonioaullandohorriblementeydejandotrassíunhedorintolerable.AlamañanasiguienteseencontrócuradadesumelancolíaymuyconfiadaenlainfinitamisericordiadeDios.»Los fieles se apretaronmás en torno del púlpito para escuchar el ejemplo y

gustaroncondeleitesusabornovelesco.Lanovenaterminóconunaoraciónenlatín. La muchedumbre rezó un Avemaría y un Credo. El clérigo bajó de latribuna.Hubofuerteyprolongadorumorenlaiglesia.Elgrupodemujeresseabrió,se

ensanchó, se revolvió charlando todas a un tiempo. Volvieron a sonar loschasquidosde lasalmadreñas sobre las losashúmedasysuciasdelpavimento.Unmonaguillo fueadespabilar losciriosqueardíanen tornode la imagendeJesús,ydepiesobreelaltar,consucabezarapadaysusojosmaliciosos,hizomuecas profanas a otros chicos que sus madres tenían orando de rodillas.Algunos clérigos salieron de los confesonarios y cruzaron hacia la sacristía apasolargo.Unofuedetenidoenmediodelaiglesiaporvariasseñorasyestuvohablandounbuenratoconellas,aunqueconvisiblesdeseosdedejarlas.Porlosvidriosemplomadosdelosgrandesrosetonespasabayatodalaclaridaddeldíaque evaporaba elmisteriodel templo, dejándolo triste, pobrey sucio comoenrealidad era.Dos o tres pollastresmatinales con cuello bajo y los puñosmuysacadosentraronlanzandorápidasmiradasinvestigadorasatodoslossitios.Aunsacristánseleocurrióabrirelcanceldelapuertadeparenparyunamultitudinquietayestrepitosa,quenohabíamadrugadoarezarlanovena,fuepenetrandoenlavastanaveaescucharlapalabradelmisioneroqueenaquelmomentosubíaalpúlpitoconademánrecogidoyfervoroso.Cuandoestuvoenpiedominandoelconcursoconlasagradapalomademadera

pintada sobre su cabeza, el ruido se fue apagando poco a poco. Lamuchedumbre, extraordinariamente engrosada, se apiñó otra vez debajo de latribuna. Había ya muchos hombres que no venían por pura devoción, sino

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también con el objeto de juzgar el sermón literariamente. Mas por la puertaseguíanentrandograndesoleadasdegentequeturbabanalosfielesdeadentroeimpedíanestablecerelsilencio.MaríayGenovevafueronarrastradasdiferentesvecesdeunpuntoaotroporelvaivéndelamuchedumbre.Eloradoraguardóenvanoqueseapagaraelrumor.Alfin,extendiendoelbrazoenformaacadémicahacia la puerta, exclamó con énfasis, como quien se encuentra ya en plenodiscurso:—¡Cerradesecancel!Las puertas se cerraron lentamente, como si nadie las tocara. Los fieles se

fueronacomodandoensusitio.Duranteunratoseoyeronmuchastoses.Alfincesaronyeltemploquedóenunsilenciofrágilyartificioso,amenudorotoporalgúnconstipadorebeldeoporeltrompeteodeunanarizalsonarse.Eloradorerajoven,altoydelgado,congrandesojosnegrosenclavadosenun

rostropálidoycorrecto.Vestíatambiénsotanaconsobrepellizybonete.Infundíarespetoporsugravedaddulceymansa.Se quitó el bonete y dijo unas cuantas palabras en latín que nadie pudo

escuchar. Después, poniéndose de nuevo el bonete y abalanzándose sobre labaranda,exclamóenaltavoz:«AmadoshermanosenJesucristo...»Poseía una voz clara, de timbre dulce y simpática en extremo, que prestaba

mayorrealcealagravedaddesurostro.Principiómostrandounasombroirónicode que aun hubiera quien dejase las vanidades del mundo para escuchar lapalabradeDiosyfelicitócalurosamentealosfielesquehabíanacudidoatomarparteenlanovenadelSagradoCorazóndeJesús.Dedicó la primera parte de su oración a describir los tormentos del alma

apartadadesuDiosporelpecadoytrazóuncuadrominuciosoyperfectodelasofensase injuriasconquediariamente traspasamoseldulceCorazóndeJesús.Alpintarlossufrimientosqueelpecadoorigina,abandonóelcaminotrilladodehablar de las penasmateriales del infierno, y sólo describió los padecimientosespirituales,lascongojasylasangustiasqueelalmasientecuandoseveprivadaporsuculpadelamordelCreador;perolospintócontansombríoscoloresycontal fuerza de expresión, que aquel padecer infinito, aquella soledad profunda,aquelsilencioyobscuridadcausaronmásefectoenlafantasíadelconcursoqueelfuegoylasculebrasdecostumbre.Maríasintiómiedoytristeza.Seacordódesuspecadosypensóconhorrorque

podíamorirderepenteycondenarse.Entonceshizosolemnepromesainteriordeenmendarse.Pero¿cómo?Paracambiardevidaeraprecisoromperel lazoque

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máslaatabaalatierrayalpecado.Acometioleunaturbaciónprofunda,preñadade lágrimas, que no pudo verter. La voz clara y armoniosa del sacerdoteresonaba en la gran nave relatando sin fatiga, uno a uno, los dolores delcondenado. Lamuchedumbre escuchaba inmóvil y aterrada.Allá en el fondo,cercadelaltarmayor,laimagendelSalvador,rodeadadecirios,parecíaunagranmancharojacuyosresplandoreshacíanpasaralgunassombrasfugitivasporlasparedesdeltemplo.«Perolaclemenciadivinaesinagotable.Nohaypecado,porenormequesea,

quenopuedaborrarsepor lamisericordiadeDios.ElamordelSalvadora lasalmas que ha redimido con su sangre no semarchita y fenece como el de loshombres. Como un amante padre, como un esposo enamorado, está siempredispuesto a abrir los brazos al pecador arrepentido. Si pecaseis, lavad conlágrimas de arrepentimiento los pies del Redentor, como hizo la santa MaríaMagdalena,yseréissalvos.Acordaosdeaquellatristepecadoraque,transidadepena,desmayadadeamor,daconsigoa lospiesdeJesúsyse los lavaconsuslágrimasyseloslimpiaconsuscabellosyselosunge,sinqueseescucheunapalabradesubocaporquesederriteenfuegodeamor.¡OhlágrimasderramadasporDios,ycuántovaléisycuántopodéisycuántoacabáis!Paraalcanzarperdónmás valen las lágrimas que las palabras, porque las lágrimas, como dice SanMáximo, son ruegos callados, no piden perdón, sino que lomerecen.Con laslágrimasnoseengañacomoconlaspalabras.PoresoSanPedro,paraobtenerelperdóndesuculpa,nousóde laspalabras,con lascualeshabíapecado,habíamentido,habíablasfemadoy renegado, sinoque lloróconamargo llantoy fuecreídoyperdonado.Sonlas lágrimasmonedaquenosepuedefalsificar,únicorefugionuestro:lavanlasmanchasdenuestrospecados,aplacanlairadeDios,alcanzan el perdón, alegran el alma, fortifican la fe, aumentan la esperanza yenciendenlacaridad.ElmismodivinoJesúslohadicho:«Bienaventuradoslosquelloran,porquesacaránfrutodeconsuelo.»María se sintió enternecida. Aquel fervoroso panegírico de las lágrimas

ahuyentóeltemordesupecho.AlconsiderarlabondadinagotabledeJesucristo,que después de haber sufrido tanto y haber derramado su preciosa sangre pornosotros, olvida a cada instante lasmayores ofensas con sólo presentarse a élarrepentido,laconmovióhastaloúltimo.Representosealasantadesunombre,MaríaMagdalena, bañada en llanto a los pies del Redentor, y pensó que ellahubiera hecho lo mismo. Un torrente de lágrimas se escapó de sus ojos alimaginarqueyaestabapostradadelantedeJesús.Lasmujeresquesehallabancerca la vieron llorar y le dirigieron miradas respetuosas de admiracióncuchicheandoentresí.

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Terminó el sermón exhortando a los fieles, con arranques de elocuenciahenchidos de imágenes, a que se muestren devotos del Sagrado Corazón deJesús. «Un cuarto de hora todos los días de plática amable con este SagradoCorazón proporciona al alma el gozo más puro que puede tener en la tierra.Gustate,etvidetequoniamsuavisestDominus.Probadaconversarunratoconel Señor, y sentiréis las delicias celestiales y los contentos especialísimos quehallan los que le aman. Todo cuanto hay en el mundo es locura y engaño;festines,comedias,tertulias,diversionesylodemásqueloshombrestienenporbienes están mezclados con hiel y sembrados de espinas. No dudéis que elCorazóndeJesúsdamásgustosyconsuelosalasalmasquevanavisitarlecondevoción y recogimiento que elmundo con todos sus pasatiempos y placeresinsulsos. ¡Qué delicia es estar hablando un instante con el amabilísimo Jesús,prontosiempreaescucharnuestrosruegos!¡Descubrirleunosupechocomosehaceconunamigoíntimo!¡Pedirlesugracia,suamorysugloria!¡Ohamadosmíos,gustateetvidete,gustateetvidete!»El orador terminó los últimos párrafos de su oración siempre con estas

palabras:gustateetvidete,gustateetvidete!Alconcluir,deseandolagloriaeternaatodos,estabapálidodefatiga.Algunas

gotasdesudorsedeslizabanporsufrenteespaciosa.Habíadicholaúltimapartede su discurso con creciente agitación y entusiasmo que supo transmitir a losoyentes. María, después de haber llorado, quedó sosegada y hasta contenta.Genovevaledijoaloído,mientrasbajabaelsacerdotedelpúlpito:—Señorita,acabodeverentrelagenteadonCésar.Laniñaseinmutóligeramente.Elgrupocomenzóadisolverse,extendiéndose

portodoelámbitodeltemplo.Lamayorpartedelagenteacudióalapuertaentropel,empujándoseparasalir.Despuésdealgunasapreturas,MaríayGenovevaconsiguieronverse en el pórticoy emprendieronel caminohacia casa.Mas laseñoritadeElorzavolvíacon frecuencia lacabeza.Uncaballeroanciano,alto,delgado,pálido,conperillaygrandesbigotesblancos,vestidodenegrodepiesacabeza,lasseguíaalargadistancia.Alentrarenelsoportaldeunacalleestrechaysolitaria,elcaballeroapretóelpasoy lasmujeres loaflojaron,desuertequemuyprestosejuntaron.ElcaballerosedirigióaMaríayledijogravementeenvozbaja:—Señorita,estanochelleguédedondeustedsabe.—HepedidoaDiosqueletrajeseaustedbueno,donCésar.—Gracias,gracias.¿Haterminadousteddebordarelestandarte?—Sí,señor.

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—¿Yloscorazonesdefranela?—También.—Estábien,señorita.Tendrépresentesudiligenciayentusiasmo.DonCésarnomovióunplieguedesurostrovaronilenestaconversación.Sus

ojos,deunaextrañafirmezaquerayabaenferocidad,noseapartabandelaniña.Guardó silencio un instante, meditando alguna cosa, y al cabo lo rompiódiciendocontonoconcisodemando:—Mañanaaestashoraspresénteseusteddondeotrasveces.Tenemosquedarle

algunascomisiones.—Nofaltaré.DonCésar advirtió que dos jóvenes acababan de doblar la esquina y venían

haciaellos.Entonces,sindespedirse,seapartódelasmujerespasandoalaaceradeenfrente.

IV

DECÓMOELMARQUÉSDEPEÑALTAFUECONVERTIDOENDUQUEDETURINGIA

Pocosdíasdespués,Ricardosaliócomodecostumbredesucasaalasdiezdela mañana y se dirigió a la de su novia. No era el amor solamente quien leempujabatantempranoapisarlacalle,sinotambiénlatristesoledadquereinabahacía tiempo en el inmenso y vetusto caserón en donde vivía; porque nuestrojovensehallabasoloenelmundodesdehacíapocomásdeunaño.Supadre,elviejomarquésdePeñalta,habíafallecidocuandoélnocontabamásdeseisañosde edad. Apenas recordaba vagamente su rostro pálido asomando entre lassábanas del lecho cuando le llevaron a darle un beso algunas horas antes demorir.Seacordabatambiéndequeaquelmismodíatodoelmundoleabrazabaylebesaballorando,locuallehabíallamadolaatenciónhastahacerlepreguntar:«¿Porquélloráistodoshoy?»Sumadrelehabíaamadoconunodeesoscariñosconcentradosyferocesque

asfixiana fuerzade cuidados.Durante laniñez le teníapresoa sus faldas, sinconsentirle tomar parte en los juegos de los demás niños por temor de que se

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lastimase. Ya bastante crecido, todavía iba ella a acostarle por las noches,rezando con él un sinfín de oraciones inocentes, y esperando sentada, con losbrazoscruzados,aquesedurmiese,parasalirdelaalcobasobrelapuntadelospies.Alllegaralapubertadnotuvomásremedioquepensarenlacarreradesuhijo,porqueeldifuntomarquésdejóprevenidoquelasiguiese.Ricardoquisoserartillero.¡Cuántaslágrimascostóasumadreestaimplacabledecisióndelniño!LaprimeravezquepartióaSegovia,labuenaseñoracreyómorir;seempeñóennosalirdecasahastaquesuhijovolviese,ycumpliósuempeño.Cuandoveníaapasarlasvacaciones,nosesaciabadeestarjuntoaél,mirándolo,acariciándoloyadivinandoenlosojossusmáslevescaprichos,paracumplirlosinmediatamente.Dosotresdíasantesdepartir,otravezempezabanlossollozosylaslágrimas;letenía apretado contra su pecho largos ratos y le hacía prometer un millón devecesqueleescribiríatodoslosdías,queseabrigaríabienduranteelviajeyqueno saldría por las noches de casa. Lo único que lograba distraerla algunosmomentos era el arreglo del baúl del cadete, al cual consagraba tantos y tanprolijos cuidados que nada se echaba demenos en él, desde las prendasmásusualesderopahastaunpedazodetafetándegolpesyunpaquetedehilasparaelcasodeherirse.Ricardoevitabasiempreladespedida,escapándose.Graciasasucarácterbondadoso,alegreysimpático,másqueasuaplicación,

terminóeljovenmarquésdePeñaltalacarrera.Enelcolegiotodoelmundolequería,lomismoalumnosqueprofesores.Eraunodeesosmuchachosfrancosyentrañablesconloscualesesdifícilreñir,yquetodosbuscamosparadepositaralguna misteriosa confidencia del corazón en los amargos trances de la vida.Siempre se le encontraba risueño y comunicativo, esparciendo la alegría y laconfianzadondequieraqueestuviese.Raraeralaquerellaentredoscadetesqueél no consiguiese arreglar amistosamente. A pesar de su temperamentoconciliador, nadie dudaba en el colegio ni fuera de él de su valor, ni muchomenosdelaincreíblefortalezadesuspuños.Másdeunavez,enlasfrecuentesreyertas entre cadetes y paisanos que estallaban generalmente en los bailes decandil,había tiradoal suelo tresocuatromozosde tresocuatropuñetazos, locualllamabatantomáslaatencióndelvulgocuantoquenadateníadecorpulentoyatléticoensufigura.Undía,hallándosedestinadoyaenelparquedeSevilla,lellamóelcoronela

supabellónylepreguntó:—¿Hacemuchosdíasquenoharecibidoustedcartadesumadre,Peñalta?Ricardosepusopálidocomounmuerto.—¿Quépasa,micoronel,quépasa?

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—No se sofoque usted, criatura. Sé por una casualidad que se encuentra unpocoenferma.Ricardoloadivinótodoycayóenbrazosdelcoronel,derramandountorrente

delágrimas.AquellanochetomóasientoeneltrendelNorte.La noche funesta de aquel viaje quedó grabada hondamente en su corazón.

Cuandolamáquinalanzóelgritodemarchayloscompañerosquelehabíanidoadespedirledijeronadiósconlamanoenpiesobreelandén,sefueasentarenun rincón del carruaje envuelto en una manta, aparentando dormir paraentregarse mejor a sus dolorosos y sombríos pensamientos. ¡Oh, quépensamientos tan dolorosos y sombríos! Se representó el ángel tutelar de suinfancia,alamadredesucorazónmuriendosola,sinrecibirelbesopostrerodesuhijo, talvez llamándoleconansiaen losmomentos supremosde la agonía.Recordabaquecuandosedespidiódeellayateníalasaludbastantequebrantadayqueelabrazoquelediofuemuchomásprolongadoyestrechoysusbesosmásvivos que otras veces, como si la infeliz tuviese el presentimiento de que nohabíadeverlemás.Ensusojosrasgadosyhúmedosseleíaunruegofervienteysilencioso:quedejaselacarreraynoseapartasedeella.Peroél,pagadodelasvanidadessocialesyseducidoporlavozdelegoísmo,nohabíaatendidoaesteruegoque ladesdichadamujerno sehabíaatrevidoa formularconsus labios.Sentía ira profunda contra sí mismo y se apellidaba interiormente con losadjetivosmásinjuriososyhumillantes.Devezencuandosacabalacabezafueradelcarruajeyrespirabaelairefrescodelanocheparaevitarquelossollozosleahogaran.Elmisteriosoyvagocontornodelasondulacionesdelpaisajeenvueltoenlas

sombras cambiaba su desesperación en desconsuelo, que poco a poco se ibatransformandoenmelancolíasolemne,comolosobscuroscelajesquesecerníansobre la tierra aun más obscura. Aquella majestad silenciosa de la naturalezamuertacalmabasuexcitación,perolehacíapensarcontembloresdefríoenlaprofundasoledadqueleaguardaba.Sehabíarotoellazodeamorqueleatabaalatierra,yporelcualsecreíaemparentadocontodosloshumanos.Yanoteníaenelmundoningúnserquepudierallamarsuyo.Elvientoquelaraudamarchadel tren agitaba, zumbando en sus oídos, parecía decirle: ¡solo!, ¡solo! Eltraqueteo áspero de las ruedas y maquinaria despertaba con violencia a lanaturalezadesuletargo,causándolequizáunasensacióndedolorcomolaquelecausabaaélsupensamientoalcruzarporelcerebro.Elritmosonoroymetálicodelasruedasparecíadecirle tambiénconacentomásimplacable:¡solo!,¡solo!Paseabasumiradatristeporlossenosprofundosdelhorizonteyésteledevolvía,en trémulos y fatídicos reflejos, que apenas conseguían rasgar la malla de

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sombras,tristezaportristeza.Laluzdelamáquinaibaesparciendounaclaridadroja,queteñíadesangreelsueloylosárbolesdelavía.Dondenohabíaárboles,los postes telegráficos pasaban convertiginosa rapidez por delante de su vistacomolashorasfelicesde laniñez.Porencimadesucabezaflotabaelnegroycolosalpenachodehumosujetoal cañónde lamáquinaquealdisiparseen laatmósfera se partía formando mil extraños y monstruosos fantasmas. Estosfantasmas, al huir de la vía arrastrándose por el suelo, le decían tambiénlúgubremente:¡solo!,¡solo!Entonces,nopudiendosoportarelsoploglacialdelpaisaje desierto que le traspasaba el pecho y le secaba los ojos, cerraba laventanillaytornabanuevamenteasurincónyasuslágrimas.Dentrodelcarruajehabíaotrascuatropersonas:unaseñoraancianayunjoven

deveinteaveinticincoaños,unamuchachadedieciochoaveinteyunaniñadecincooseisqueparecíansushijos.Laseñoradormitabaabriendounaqueotravezlosojosparavigilaralaniña,quecorríadeunladoaotrosincesar.Losdosjóvenes charlaban suavemente en el otro extremo cogidos de la mano. Elespectáculo de estamadre rodeada de sus hijos, y posando a cada instante enellossumiradaamorosa,enterneciótodavíamásaRicardo.Elsusurroapagadodelaconversacióndelosdoshermanos,cortadoamenudoporalgunacarcajadareprimida,despertabaensucorazónunaenvidiapunzanteytriste.Lajovenerahermosa, con una fisonomía noble y simpática. Ricardo, sin darse cuenta, laestuvo mirando toda la noche; pero ella no pareció fijar la atención en él.Cuando el mozo de la estación gritó: «Córdoba, veinte minutos de parada»,todos se levantaron bruscamente y tomaron sus enseres disponiéndose a salir.Sóloentoncesfijó la jovenenélunamiradasuaveyprolongada,diciéndolealtiempodesalirconsonrisatristeycompasiva:«Buenasnoches,queustedllevefelizviaje.»Noofrecíadudaquesehabíahechocargodesudolor.Ricardosintióprofundapenadequesequedasenallí,comosileligaseaaquellafamiliaalgúnvínculodeamor,ytuvodeseosdedeciralamamá:«Señora,acabodeperderamimadre;estoysoloenelmundoyno tengoanadieaquienamarniquemeame; ¿quiere usted llevarme a su casa como hijo?» La puerta del carruaje secerródegolpe,sonólacampanilla,seoyóelgritoroncodelamáquinayeltrenprosiguió la marcha con su traqueteo metálico que clamaba sin cesar en elsilenciodelanoche:¡solo!,¡solo!,¡solo!Fueron a esperarle algunos parientes y amigos y le acompañaron

silenciosamente hasta su casa, donde le dejaron después de un rato deconversación insulsa. En los días siguientes recibió muchas visitas con trajenegro, que le ensalzaron las virtudes de su madre y le recomendaron mucharesignación.Todos le llamabanmarqués.Nuncapadeciómásqueentonces.La

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únicapersonaconquienteníagustodehablareracondonMarianoElorza,quehabía sido muy amigo de su padre, y cuya casa visitaba con gran confianzasiempre que venía aNieva de vacaciones.DonMariano, que era expansivo yamable con todo el mundo, no podía menos de mostrarse con él doblementeafectuoso por la situación desgraciada en que se hallaba. Su casa fue paranuestrojoven,enlatemporadaquesiguióalamuertedelamarquesa,unlugarderefugiodondedistraíasuspenasyhallabaunpocodecalordefamiliaquelehacía tanta falta. Por otra parte, es necesario decirlo, Ricardo siempre habíasentidohacialahijaprimeradedonMarianociertaadmiraciónysimpatía,quefácilmente se trueca en amor cuando la edad y la ocasión convidan y lafrecuenciadeltratoestimula;conmayormotivoauncuandoniélniellahabíanestadoenamoradosnunca.Muchoantesdequese formalizasensus relaciones,ya se hablaba en la villa delmatrimonio del jovenmarqués de Peñalta con laseñoritadeElorza.Eraunmatrimonioindicadoypedidoporlaopiniónpública.PorqueesdeadvertirquelasfamiliasdePeñaltayElorzaeranlasmásopulentasde la villa, y el público encuentra siempre tan lógicoque la riquezavaya a lariqueza, como los ríos a la mar. Así que Ricardo y María fueron declaradosmaridoymujer,pocodespuésdesunacimiento.Lascomadresdelavillanolesperdonarían que se hubiesen sustraído a este auto acordado de las tertulias deNieva.Yasabemosdebuenatintaquelosmuchachosnopensaronensemejantesubstracción,yqueacatabanconlamayorhumildadelfallosoberano.Volviendo, pues, adonde quedábamos, cumple manifestar que Ricardo llegó

muypresto al portal de la casa deElorza, que era espaciosoy obscuro.De lagranpuerta sóliday ennegrecidapor el tiempoy el usopendíauna cadenadebronce con la cual se llamaba.Entrábase inmediatamente en unpatio bastanteamplioconfuenteenelmedio.Aestepatioveníaapararunaanchurosaescaleradepiedraconbalaustradade lamismamateria.Estabayagastadaynecesitabareparos en algunos sitios.Enelprimerdescansoesta escalera separtía endosbrazos,unodeloscualesconducíaalashabitacionesdelosseñoresyotroaladelos criados. El primero de dichos brazos terminaba en un ancho corredor ogaleríadecristalesquemirabaalpatio.Todalacasaofrecíaelmismodesahogo,al igual de los antiguos palacios, por más que fuese construida en épocarelativamente moderna. Llevaba ventaja a los vetustos caserones solariegos,comoeldelmarquésdePeñalta,enquealfabricarlanosehabíaatendidotantoalavanidaddesusdueñoscuantoalaapropiadadistribucióndelashabitacionesparalosusosdelavida.Noeratristeyobscuracomosuelenserloaquéllos.Porelcontrario, todosu interiordenotabaalegría,bienestaryelegancia.Era,pues,un edificio grande sin ser imponente, y cómodo sin caer en la vulgaridad

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desgraciadade las construccionesmodernísimas.Manteníase enun términodeconciliaciónentrelaaristocraciaylaburguesía,aceptandolaaltivezfastuosadeaquéllaylasinclinacionesprácticasysensualesdeésta.Lacasareflejabaenciertomodolaposicióndesusdueños.Amboseranhijos

delasfamiliasmásprincipales,notansólodeNieva,sinodelaprovinciaenqueestavillaradica.LaseñoraerahermanadelmarquésdeRevollar,quetantohabíafiguradoenMadridhacíapocosañosporsuincreíbledisipaciónyprodigalidad,y que ahora, totalmente arruinado y perseguido de cerca por sus acreedores,habíacorridoa refugiarseen lashuestesdelPretendiente,aquienservíacomoministro y consejero. DonMariano procedía de una familiamenos gloriosa yañeja,peromuchomásacaudalada.SuabuelohabíatraídounafortunainmensadeMéjico en las postrimerías del pasado siglo, y con ella se había hecho elterrateniente más poderoso de Nieva y fabricado la casa de que estamoshablando.Lomismoélquesuhijoysunietohabíanprocuradodarlustrealosmillonesenlazándoseconfamiliasnobles.

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Ricardopenetrópor lashabitacionesde lacasadeElorzacon la indiferenciadelqueseencuentradentrodelasuya,sinquitarsesiquieraelsombrero.CuandoentróenelgabinetededoñaGertrudis,estaseñorasehallabatomandounatazadecaldoayudadapordoscriadas.Alveranuestro jovendejó la taza sobreelvelador que tenía delante y echándose hacia atrás en la butaca, exclamó conacentodolorido:—¡Ay,querido,enquémalhorallegas!—Pues¿quépasa?—¡Quememuero,Ricardo,quememuero!—¿Sesienteustedpeor?—Sí,hijomío,sí,mesientomuymal:noesposibledecirlomalquemesiento.

Si nomemuero hoy, nomemuero nunca. Toda la noche la pasé en un purogrito... Después..., después ese tigre de don Máximo no ha venido todavía apesar de haberle enviado dos recados... ¡QueDios le perdone!... ¡QueDios leperdone!Doña Gertrudis cerró los ojos como si se dispusiese a morir sin auxilios

temporalesniespirituales.Ricardo,acostumbradoaestosexabruptos,permanecióbuenratosilencioso.Al

cabodijoentonoindiferente:—¿No sabe usted?... Enrique ha conseguido cambiar el aderezo, y ayer ha

llegadoelotrosinnovedad.—Vaya,graciasaDios—repusodoñaGertrudis,abriendolosojos—.Biencreí

quenoselocambiarían.—¿Porquéno?—¡Toma!,porquevendiendoelotrosehabíandeshechodeunaantigualladela

cualnosécómosaldránahora.—Sí, pero también perdían un parroquiano que les deja muchas ganancias.

¿UstednovequeEnriquerecibeencargosdetodalaprovincia?—Esotambiénesverdad...,¿peronosabestúquealoscomercianteslesciega

la avaricia?... ¡Uf, qué gente más mala! Te digo que no puedo ver a loscomerciantes,Ricardo;nolospuedover,nipintados.Después de haber expresado este sentimiento desfavorable para el comercio,

quedoñaGertrudisensufuerointernohacíaextensivotambiénalaindustriayengeneralatodaslasartesmecánicas,cerródenuevolosojosconungestodedolor,ysiguiódeestamanera:

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—Loquesiento,hijomío,esquenooshedevercasadosyquepormicausatendréisquedilatarlaboda...Meencuentromuymal,muymal...Elcorazónmedicequemehedemorirantesdequellegueeldíadelmatrimonio...Ylaverdadesquemásvalequememuerasihedepadecertanto...—Vamos,nodigaustedesascosas;¡quésehademorir!Laenfermedadtendrá

queircediendopocoapoco,securaráustedysepondrásanaygordaquedarágustoverla.Envezdeanimarseconestaspalabras,doñaGertrudisseenfureció.—Esassontonterías,Ricardo...Mienfermedadesmortal,ysinoyasevera...

Mimaridonoquierecreerlo;peroprontosehadeconvencer...Nomequejodemimo,no...¡Ay,querido,sisupiesesloqueyopadezcosentadaenestabutaca!Lociertoesquedesdeeldíaenqueelcurahabíaechadolabendiciónnupcial

sobredoñaGertrudis, sepuedeasegurarqueestanoble señoranohabíahechootracosaqueatendera losquebrantosy laceriasdesucuerpo,arrastrandounavidamezquinaal travésde lasenfermedadesmásextrañase inverosímilesquejamás se hubiesen visto. Antes de dar a luz su primera hija María, habíapadecidodevómitosdesangreyconsunción.Despuésdelparto,yporalgunosaños,hastaelnacimientodesusegundahijaMarta,padecióunmaldolorosísimodel corazón, tan acerbo y cruel quemuchas veces le privaba del sentido. Lasmanifestacionesdeestaenfermedad,talcomolapacientelasrelataba,inspirabanterroracualquiera.Unasvecescreíasentirquelemanoseabanelcorazónyseloestrujabanhastanopodermás;otrasvecespensabaqueselometíanentrehielo,y allí lo tenía tiritando sin que valiesen de nada las pieles y franelas que leponíansobreelpecho,hastaqueporunabruscatransiciónentrabaenunhornoencendido donde se abrasaba de tal suerte que hacía pedazos con sus manoscrispadas cuanta ropa le habían echado antes encima; otras, en fin, sentía unanimalqueclavabaenéllosdientes,produciéndoletanagudosdoloresquenoledejaban fuerzas para gritar. El licenciado donMáximo permanecía totalmenteconfundido delante de aquel caso patológico, anunciando en cada visita elpróximo finde lapaciente si el antiespasmódicoque recetabano la tornabaalinstante sana y salva. Como doña Gertrudis no acababa de fallecer ni suextraordinariaenfermedaddesaparecía,donMáximollegóaperderenteramentela feenella.Seguíavisitando lacasaconmuchafrecuencia,perosiemprea lahoradecostumbre,queraravezalterabapormásquedoñaGertrudislemoliesemuchos días a recados, suplicándole se personase acto continuo en su alcoba.DonMáximo concluyó por despreciar profundamente las enfermedades de sunoble cliente, y calificarlas públicamente en la botica adonde solía asistir decajigalinas demujeres.El significado exactodel vocablocajigalinas jamás se

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supo ni dentro ni fuera del pueblo, ni se llegó a averiguar si era invenciónparticulardedonMáximoosiprocedíadealgúnidiomaantiquísimo,muertoya,que el licenciado hubiese estudiado. La palabra por su raíz parece de origensemítico, pero no es posible fallar de plano en este asunto: que los sabios lodecidan.LoquesíestáfueradedudaesqueconellaqueríadecirdonMáximodaraentenderalgoinsignificante,baladíodepocomonto.YbastaconestoparaquesepamosaquéatenernossobrelaopinióndelacienciaenloreferentealosmalesdedoñaGertrudis.Después del nacimiento de Marta, las dolencias de doña Gertrudis no

desaparecieron, sino que cambiaron de rumbo. El corazón quedó un tantososegado,peroencambiotodoslosmúsculosotendonesdelaatribuladaseñoraempezaron a contraerse con fuertes dolores, impidiéndole por algunos mesesservirse en absoluto de susmiembros, dejándola reducida al cabo, como granmejoría,acaminarapoyadaensumaridooenunadesushijas.DonMáximo,enloscomienzosdeestanuevafase,mostrosepreocupadoycaviloso,estudióconojo avizor los síntomas y antecedentes, recetó los antiespasmódicos porazumbres, echómano, enunapalabra,de todos los recursosque la ciencia (lacienciadedonMáximo)ofrecíaparatalesocasiones;perosinlograrresultadossatisfactorios. Al cabo, el vocablo cajigalinas, de origen semítico, apareciónuevamente en sus labios, y desde entonces no volvió a entrar en lashabitacionesdelaseñorasinqueunafinasonrisadeincredulidadvagaseporsurostroatezado.RicardopermaneciótodavíaunratoalladodedoñaGertrudisydespuéssalióa

darvueltaspor la casaenbuscade lasniñas.HallóaMarta en la cocinamuyocupadaenheñirlamasadeunaempanada.—¿YMaría,mapetiteménagère?—Estáensucuartoarreglándose;notardaráenbajar.—Sitemolestoentutrabajo,mevoy;sino,mequedo.—Nomemolestas,sitequitasunpocodelaluz...,así...;yaestásbien.—Corriente;mequedoparaaprenderahacer...,¿quéesloqueestáshaciendo?—Unaempanadadejamón.—Puesahacerunaempanadadejamón.Laniñalevantólacabezasonriendoasufuturocuñadoyemprendiódenuevo

latarea.Estabacolocadaenpiedelantedeunamesabajadestinada,ajuzgarporsulustre,alaoperaciónqueejecutaba.Teníapuestounenormedelantalblancocómo el de las cocineras y en la cabeza una cofia también blanca. Sus ojos

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negros, brillantes, lucían mejor con este traje, lo mismo que sus cabellos deazabache.Habíaalzado lasmangasdelvestidoymostrabaaldescubiertounosbrazosmórbidosymejortorneadosdeloquepudieraesperarsedesucortaedad.Estos brazos anunciaban unamujer en plena posesión de todos los atractivospunzantes,detodaslasgraciosascurvasdesusexo:eranunosbrazosblancosytersosdevirgenflamenca,firmesymacizoscomolosdeunadoncelladelabor;lomismopodríanservirdemodeloaunestatuarioqueparaarreglarunacamaalasmilmaravillas.Conelloshacíarodardeunladoaotroporencimadelamesaun pedazo grande de pasta amarillenta, arrastrándolo y doblándoloconstantemente sobre sí sin darse punto de parada. La masa se desprendíasuavementedelatablaporefectodelamantecadequeestabaimpregnadaconlevísimorumorparecidoalrocedelaseda.Algunascriadasdabanvueltasporlacocinaatendiendoasusquehaceres.Ricardocontemplóuninstantelaoperaciónensilencio;peronotardóenexclamarconseñalesdeasombro:—¡Quéatrocidad!¡Quéatrocidad!Lascriadasvolvieronlacabeza.Martatambiénalzólasuya.—Pues,¿quépasa?—Pero,niña,¿dóndetehascompradoesosbrazostanrollizos?Laniñaseruborizó,yentrerisueñaymolestallevólamanoalasmangasdel

vestidobajándolasunpoquito.—Vamos,¿yaprincipias?Mira,paraesonotehepermitidoquetequedases.—Esqueahorayamerecelapenaquedarse,aunquemandaseslocontrario.—Bien,hazloquequieras;perodéjametrabajarenpaz.—Te dejaré que trabajes, pero haciendo constar que nunca había entrado en

miscálculosquelaseñoritaMartaposeyeseunosbrazossemejantes...Sabíaqueeraapretaditadecarnes,redonditaymaciza,¿perocómohabíadesospechar...?Vamos,tedigoqueanoverlo,nolocreyera.Las criadas reían. Marta amasaba con afán, haciendo gestos de resignación

comoquienestádispuestoasufrirunabromahastaelfin.Ricardoprosiguió:—YesoquehabíaoídohablaraMaríadeellos;peroentérminosvagos...No

eranbienprecisassusnoticias.Lomejorenestoscasosparahacersecargodelasunto es verlo por sí propio. ¡Al que se meta contigo no le arriendo laganancia!... La verdad es que, bienmirado, una niña de catorce años no tienederechoaposeerunosbrazoscomoesos.Martasuspendiósuobraparareír.—¡Jesús,quépesadísimoeres,criatura;nosetepuedesufrir!

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Después, su semblante adquirió la expresión plácida y grave que locaracterizaba,yemprendiónuevamenteeltrabajohundiendoenlamasablandaunayotravezsuspuñostersosyrosados.Lapastaibaadoptandosucesivamentediversasformasbajolapresióncontinuadadelasmanosbrevesperofirmesdelaniña.Cuando le pareció que se hallaba en su punto, la partió en varios trozos, y

tomandounrollodemaderasepusoamodelarloscongrancuidado.Ricardopreguntócontimidez.—¿Medejasqueteayude,Martita?—Nosabes.—Medirásloquedebohacer,ybajotudirecciónmarcharábienelnegocio.—¡Ahorameadulas!Bueno,consientoenello,perolávatelasmanos.Ricardonotuvomásremedioqueiralavarselasmanos.—Estábien;ahora tomaesteotrorolloyextiendeestepedazodepastahasta

queloconviertasenunaláminaredonda.Elnuevopanaderosepusoa laobraconardor,condemasiadoardor,pues la

pasta se agujereó varias veces de puro fina. Las criadas le contemplabanadmiradasysonrientes,mientrasMartapermanecíagraveyatentaasutarea.Enla cocina se respiraba una atmósfera sofocante, calentada por las chapas dehierro incandescente del fogón e impregnada de olores espesos demanjares amedio guisar, que empachan y repugnan al estómago cuando está ahíto y loirritanysoliviantancuandoayuno.Ricardonopodía estarse calladoun instante.Mientrashacía resbalar el rollo

sobre la pasta conmás precaución que si se tratase de confeccionar un filtromágico,nocesabadehacerpreguntasydirigirobservacionesdetodogéneroaMarta acerca de la empanada que tenía entremanos. «¿Cuántos huevos habíaechadoenlaharina?¿Quécantidaddemanteca?¿Conquiénhabíaaprendidoahacer empanadas? ¿Cuánto tiempo necesitaba estar en el horno?, etc., etc.»Marta respondía lacónicamente y sin levantar la vista a todas las preguntas,dejandoasomarasuslabiosunavagasonrisadesuperioridadcondescendiente.—Oye,Marta,¿quédiríaManolitoLópezsinosvieraenestemomento?—¿Quéhabíadedecir?Loqueseleantojara—contestólaniñaruborizándose

levemente.—¿Notendríacelosalvernostancercaunodeotro?—¿Pues?

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—¡Quéséyo!...Comoestátanenamorado,segúndicen...—¡Quéganastienesdeembromarme!—Chica,esloquesecorreporahí;yonopongonadademicosecha.—Bien,puesdaleexpresiones,comotúdices.—Selasdaréencuantolevea.—¡Vamos,noseastonto!Martaprofirióestaexclamacióndemostrandoenelacentociertosobresalto.Se

conocíaque lemolestabaunpoco labroma.El fundamentoqueRicardo teníaparadárselaeradeleznable,comosucedecasisiempreenlaadolescencia;peroverdaderohastaciertopunto.Loszagalillosdecatorceoquinceaños,llamadosporelvulgopipiolos,correnenposdelaszagalasdelamismaedadyestablecenconellas,tácitamentelamayorpartedelasveces,ciertasrelacionesqueremedanlos amores de los jóvenes. Se dice, por ejemplo, entre ellos, que Fulanito esnoviodeFulanita,sinsaberporqué,yFulanito,poresemerohecho,sinqueleimporte gran cosa deFulanita, va a esperarla conotros amigos a la salida delcolegio, y la sigue hasta su casa, molestando mucho a la doncella que laconduce;enlasgiraldillasqueseformanenlasromeríaslasacaabailarconmásfrecuenciaquealasotras;cuandoesunpocoatrevidolesueleofrecerdulcesencucuruchodepapeldorado,ypasapordelantedesucasavariasveceseldíaquese pone traje o sombrero nuevo; procura, cuando la sigue, hablar alto y condesenfado, para que ella le oiga y se regale con su buen decir, y se traba amojiconesporlacosamásinsignificante,paralucirenpresenciasuyaelarrojoycoraje que no tiene en ausencia; gasta los cuartos que posee en pomadas oaceitesdeolor,ysepresentaenlamisaaqueellaasisteconlacabezalamidayrelucientecomoungatocuandosaledelagua.Latardeenqueseenfadaporqueellanolehacecaso,lasiguedecercaenelpaseo,entrevariosamigos,soltandopalabras groseras y carcajadas estúpidas, y llegando a veces a tirarle por lastrenzasdelpelo,hastaqueconestayotrassandecesconsiguehacerlallorar.LaconductadeFulanitasueleseranáloga.Noleimportatampocounarditede

Fulanito;perocomodicenqueessunovio,haceloposibleporqueloparezca;yasí, vuelve la cabeza a menudo para mirarle cuando sale del colegio; en lagiraldillalesacaabailarmásvecesquealosotros;salealbalcóncuandoélpasayseruborizacuandolabromean.Peroestosseudoamorescasinuncaprevalecenni se convierten en verdaderos. Tácitamente principian, tácitamente viven ytácitamenteconcluyencuandolaniñaseponedelargo.Larazóndetalfrialdadesmuyobvia.Fulanitonoseencuentratodavíaenlaedaddelaspasiones,sinoenladelagimnasia,lossuspensosyloscigarrosdesalvia.Fulanitaestásiempre

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amuchamayoralturaporloquerespectaalavidadelcorazón,yensuinteriordesprecia profundamente a Fulanito, que no sabe divagar un poco sobre lasimpatíayelamor,niescapazdebesarunabanicoquecaedelamano,nitienepizcadebigote.Poreso,generalmente,cuandoaFulanitaleagreganunacuartamásdetelaalvestido,novuelveamirarniporcasualidadaFulanito,elcualloencuentranaturalísimoynosedesmejoraporellonisesuicida.Taleseranlasrelaciones,conmuylevesvariantes,quesosteníanuestraMarta

con Manolito López. A las causas generales que marchitan y secan en florsemejantesinclinaciones,debeagregarseenestecasolapocaconformidaddeloscaracteres.Manolito, sibiende rostroexpresivoyhastahermoso,era travieso,ruidoso,pendencieroeinsolente.Unabuenacualidadsereconocíaenél:ladenoser rencoroso.Marta era apacible, callada, firme, circunspecta y reservada. Eldefectoqueensucasaleseñalabaneraeldeserunpocoterca.Noeraposible,pues,unaantítesismásperfecta.Siasínofuese,MartahubierallegadoaquereraManolito, porque su temperamento repugnaba la mudanza lo mismo en losmueblesdelcuartoqueenlossentimientosdesucorazón.Cuando terminarondemodelarvariascapasdelgadasdepasta,Marta las fue

colocandounasencimadeotrasenunatarteradecobre,formandoellechodelaempanada. Después una de las criadas le trajo el jamón, convenientementeaderezadoycortadoenrajas.Elpringuesazonadodeespeciasexhalabaunolorirritanteyapetitosoquehacía labocaagua.Unavezpuestas las rajas sobreellechodelmodomásadecuado,laniñasepusoaextendernuevascapasdepastasobre el jamón. Ricardo ya no la ayudaba; al parecer, se había cansado.Mascuandose tratódeejecutar losadornosde la tapa,acudiódenuevoaprestarleauxilio, complaciéndose largamente en ejecutar con la masa mil suerte demosaicos,arabescosyprimoresdetodaclase,quenohabíamásquever.Martapuso término a tan prolijas labores quitándole la pasta de lamano, porque noacababanunca.Hechalaempanada,fuelamismaniñaameterlaenelhorno,ysiguiendounapiadosacostumbretradicionaldeaquellatierra,sesantiguóyrezóunpadrenuestro,paraobtenerresultadofeliz.—¿Sabesunacosa,Martita?—¿Quétepasa?—Queconestosoloresdecocinayeltrajíndeladichosaempanada,semeha

despertadounapetitomásqueregular.—Puesmira,esocomiendosequita.Venconmigo.Y le condujo al comedor, que estaba cerca, y le hizo sentarse a la mesa.

Despuéssacódeunarmariocubierto,servilleta,pan,vino,unplatodepavoen

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galantinayuntarrodedulce,yselofuecolocandodelante,unoenposdeotro,conelsosiegoycompásquecaracterizabantodossusmovimientos.—Comausted,señormarqués;comausted.LlamaraRicardoseñormarquéseraunadelasbromasmáspicantesqueMarta

seautorizabarespectoasufuturohermano.Noestabaenlaíndoledesugeniodirigircuchufletasyepigramas.Losquesalíandesubocaalgunavezeranparadisimularunacariciaquesucarácterreservadoleimpedíahacerabiertamenteanadie,niaunasumismahermana.Ricardo se puso a despachar un pedazo de pavo al estómago con toda

solemnidad,empujándolodevezencuandocontragosdeValdepeñas,mientraslaniña,enpie,locontemplabarisueñaysatisfecha,gozandoconelvorazapetitodesuamigo,ycuidandodeescanciarlevinoyarrimarlelosplatossiemprequehacíafalta.—Eres una gran mujer, Martita—decía Ricardo con la boca llena—. Se te

puedecompraralpeso,yesoquenodebespesarpoco,ajuzgarporlasseñalesdequenoquierohacermenciónporquenomellamespesado...EncuantoveaaManolitoLópez lediréquenopienseenotramujer siquiereponersegordoyrollizo (que buena falta le hace)... Si amíme cuidas de esemodo, ¡cómo lecuidarásaél!...Basta,basta,Martita,nomepongastantodulce...Túquieres,porlovisto,quepilleunaindigestiónaquíensecreto...Estábienesepavo:mereceloshonoresquelehehecho...Échameunpoquitodevino...Martaescanciabay seguíacontemplándoleconsusgrandesojos serenos,por

donderesbalabaunalevesonrisadecomplacenciasensual.Parecíaqueeraellalaqueseestabaatracando.—Mira, chica, haz el favor de comer tú también, porqueme da pena verte.

Parecequetehancastigado...La niña no tenía apetito y se negó a tomar el plato que le presentó. Sin

embargo,cortóunpedacitodepanyempezóaroerlogravementeconsusdientesblancosymenudos.—Teprofetizoqueno tardarásendespachareseplatodedulce,Martita...La

cuestiónesempezar...Yaverás,yaverás...Lopeoresqueyasonlasdoce,yquealahoradecomermevoyahallarsinapetito...Martita,noseastontaycómeteesedulcequeteestáapeteciendo...Cuando Ricardo daba ya fin a su tarea de engullir y charlar, entró en el

comedorGenoveva,diciéndoles:—AlaseñoritaMaríaledueleunpocolacabezayestádescansandosobrela

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cama.—Voyallá—exclamóMarta,ausentándosevelozmente.—De su parte traigo para usted este recado, señorito—añadió la doncella,

presentándoleunacarta.Peroalverqueeljoventratabaderomperelsobre,ledijo:—Laseñoritaleencargaquenolaleahastaquesevayadecasa.—Bueno,bueno—articulóRicardounpocoalterado.Y tomando el sombreroy sin despedirse de nadie, se fue a escape a su casa

devoradoporlaimpaciencia,yrompiendoelsobreconmanotemblorosa,leyólacartaquesigue:«Mi queridísimo Ricardo: Hace ya tiempo que deseo comunicarte un

pensamientoquemepreocupa,sinatrevermeaello.Conozcobientugenio;eresimpetuoso en extremo, y tal vez antes de reflexionar sobre mis palabras yequivocándoteacercadesusentido,teinflamaríascomounapólvora,loecharíastodoarodarymeasustaríashorriblementecomoenlanochequecelebramoselsantodemamá.Poreso,despuésdevacilarmucho,meresuelvoadecírteloporescritoynodepalabra.»El pensamiento que me agita estos días es el de suplicarte que aplacemos

todavíaalgún tiemponuestromatrimonio.No teenfades,Ricardomío,ysigueleyendoconcalma.Estoyseguradeque loprimeroquese teocurrepensaresque no te quiero. ¡Cómo te equivocarás si lo piensas! Si pudieses leer enmialma, verías que tu amor tiene avasallada mi conciencia, lo cual deploroamargamente.Peronosetrataahoradeesto.»¿Estás seguro, Ricardo, de que tú y yo nos hallamos convenientemente

preparadosparatomarunestadoquearrastraconsigotantosytangravescargos?¿Hasmeditadobien loquesignificael sacramentodelmatrimonio?¿Nohabráennuestroscorazonesmásbienunainclinaciónirreflexivamezcladatalvezdeimpulsos carnales que el propósito firme de emprender una vida austera ypiadosacomoconvieneaunafamiliacristiana,educandoanuestroshijoseneltemor de Dios y en la práctica de las virtudes? Si reflexionas un poco en lofrívolos que hasta ahora han sido nuestros amores y en los pecados queconstantementecometemos,nopodrásmenosdeconvenirconmigoenquedosmuchachostandesprovistosdegravedadysólidavirtudnoestánfacultadosporDios para educar y dirigir una familia. Sentiría un gran remordimiento deconcienciacasándomehoy(ytúdebesdesentirlotambién)ycreeríaqueDiosnopodríabendecirnihacerdichosanuestraunión.Paraquelabendigaesnecesarioquenoshagamosdignosdecelebrarla,dejandoparasiempreelmodofrívoloy

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mundanoquetenemosdequerernosporotromáselevadoyespiritual,cesandopor completo en ciertas expansiones terrenales a que nuestro gran amor nosimpulsa, y preparándonos durante algunosmeses, por lomenos, con una vidavirtuosaydevota,haciendoalgunossacrificiosyobrasdecaridad,ypidiendoaDiosconstantementequeiluminenuestroespírituynosdéfuerzasparacumplirlosdeberesqueelnuevoestadonosimpone.»Hayunejemploenlahistoriaquenosdebealentarmuchoparallevaracabo

loquetepropongo.LaAmadaSantaIsabeldeHungríaestuvodesposadadesdesu tierna edad con el duque Luis de Turingia, pero sin que las bodas secelebrasen hasta que ambos llegaron a la edad oportuna. Celebrados losdesposorios,IsabelyLuisnovolvieronasepararse,habitandoelmismopalaciocomo si fuesen hermanos, hasta que por la voluntad deDios fueronmarido ymujer. Los piadosos sentimientos de los dos novios, junto con la austeraeducación que les dieron, hizo que su cariño fuese siempre puro y limpio,fundando la inalterable unión de sus corazones, no sobre los efímerossentimientosdeunatractivopuramentehumano, sinosobreuna fecomúny lasevera observancia de todas las virtudes que esta fe enseña. Hasta que elmatrimonio losunióconvínculo indisoluble, siemprese llamaronhermanos,yaundespuésdecasadoscontinuarondándoseamenudoestedulcenombre.»Teconfieso,Ricardo,queelespectáculodeestosnoblesysantosjóvenesme

seducehastaungradoindecible.Elamorsantificadodetalsuerteesmilvecesmáshermosoyproporcionaalcorazóngocesmáspurosyelevados.¿Porquénohabíamosdeseguirhastadondenosfueseposible lashuellasdeestosesposos,dechadodeabnegaciónydeternuratantocomodepurezayfidelidad?¿Porquéno habías de imitar tú, amado Ricardo, la virtud severa del joven duque deTuringia,lanoblezaydignidaddetodossusactos,lainocenciaylamodestiadesualma,jamásdesmentida,yqueennadaseoponíanalvaloryfortalezadequesiemprediorelevantespruebas?Pormiparteteprometoimitarenlamedidademis débiles fuerzas la ternura, la obediencia y fidelidad de su santa esposaIsabel,viviendosujetaalaleydeDiosdentrodelcariñoqueteprofeso.»Esto es loque tepropongoydeseoquehagamos.No te enfades, porDios,

queridoRicardo.Reflexionasobreloqueteacabodedeciryveráscomotengorazón. No dudes de que te quiere mucho, mucho, la que es por ahora tuhermana,MARÍA.»

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V

CAMINODEPERFECCIÓN

Lacartaqueacabamosde leerseñalaunaetapa importantísimaen lavidadenuestros amantes. Ricardo principió por enfurecerse y escribir una largacontestación a su novia, dando por terminadas sus relaciones, que no llegó aenviarasudestino.Despuéscelebróconellaunaconferencia,dondesedesatóendenuestos.Todocuantoveníaescritoensuepístolanoeramásqueuntejidode necedades y simplezas, fabricado adrede para disimular su perfidia. Bienpodíadespedirledeotromodomenosgrotesco,puesyaquenotuviesederechoasuamor,almenospodíaydebíaexigirlafranquezaylealtadqueélhabíausadosiempre; desde mucho tiempo atrás venía notando su frialdad y desvío, perojamás pudo creer se sirviese para desatar el lazo que los unía de pretexto tanridículo, etc., etc. María recibió con humildad tal granizada de insolencias,afirmandoconpalabrastiernasypersuasivas,siemprequeledejabauninstanteparahablar,queleseguíaamandocontodasualma;quepodíaponerapruebasuamorsiemprequequisiera,puesresueltaestabaahacerporélcuantossacrificiosexigiesemenoseldesuconciencia;queleatravesabanelpecholassospechasdetraiciónydeengaño,peroqueselasperdonaba,teniendopresenteelestadodeexaltaciónenquesehallaba;quesentíaigualmenteenelalmaquecalificasedegrotescosyridículoslosmóvilesdesuresolución,cuandoellalosteníaportanrespetables,y,enfin,quelerogabasecalmase.Yaquehubodesahogadosubiliseljovenmarqués,sinresultado,comenzarona

desmayarsusánimosyentróporelcaminode lasbuenas razones,pasandoenseguida al de los ruegos, aunque sin lograr mejor éxito. Empleó todos losrecursosdel ingenioyel lenguajetiernoyexpresivoqueledictabasuhonradocorazónafindeconvencerladequeniellaniélsehallaban,porfortuna,enelcasodeponerseallorarsuspecadoscomodoscriminales,puessinoeranmásbuenos,porlomenosloerantantocomoelvulgodelosmortales;yencuantoatinoysesoparagobernarseygobernarasushijosenelmatrimonio,nosecreíatampoco menos apto que los demás, y que, en último término, pasarían pordonde otros pasaron. Todo fue inútil. La joven opuso razones a razones y unsilenciofirmeyobstinadoalassúplicassalpicadasdeternezasdesuamante.Éste,entalestadodetribulación,dequenohaceméritoelpadreRivadeneira

en su tratado, fue derecho a contar el caso y a pedir consejo y ayuda a donMariano, a quien quería como a un padre. Dicho señor mostrose altamentesorprendidoyconfusoalleerlacartadesuhija.Leyolarepetidasveces,comosi

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noacabaradedarenlaclave,yacadanuevalecturalaencontrabamásturbiaeinexplicable.Porúltimo,seladevolvió,conungestodesusto,manifestandoquesu hija debía de haber perdido el juicio, porque no entendía nada de aquellamonserga.Enefecto,donMarianoerauncreyentesincero,quecumplíaescrupulosamente

conlospreceptosmoralesdelareligión,peroquemirabaconunpocodetibieza,ya que no con desdén, los referentes al culto. Nunca había dudado de lasverdades religiosas aprendidas en la niñez; pero jamás había dado capitalimportanciaalasmisasyoraciones,nihabíapasadoenlas iglesiasmásqueeltiempo estrictamente necesario. Sabía distinguir, cuando se trataba de estosasuntos, entre la religión y los curas, profesando hacia éstos cierta enemistadvolteriana,queleveníadecasta,aldecirdedoñaGertrudis,puessuabuelo,elmejicano,habíasostenido relacionesamistosasy largacorrespondenciaconunmiembro de la Convención francesa. Tenía fe incontrastable en el progresomoderno, y echaba mano de los inventos realizados continuamente por laindustriahumanaparacombatirlosargumentosdeleznables,ypulverizarlos,desusconstantesenemigoslospartidariosdelatradición,entreloscualesnoeraelmenos empedernidoymolesto sumujer.Se recibía, verbigracia, en la casauntelegrama de cualquier pariente o amigo; don Mariano, con sonrisa triunfal,despuésdeleerlo,seloalargabaasuseñora,diciendo:—Toma; este endiablado invento moderno viene a comunicarnos que tu

hermanohallegadobuenoaParís.Gustabadehacerconsideracionespicarescassobreelespantoqueseapoderaría

denuestrosabuelos,siderepentelosmetiesenenelcochedeunferrocarril,olesdijesenquepodíanconferenciarcuandoquisieranconunamigoresidenteenlaHabana. En cuanto tenía noticia por los periódicos de cualquier invenciónperegrina, corría a leerle el suelto a su mujer, y guardaba el periódico paraleérseloigualmentealosmuchostradicionalistasquefrecuentabanlacasa.Sielinventonoeracostoso,hacíaqueleremitiesenlamáquina,aunquenolesirviesepara nada. Así, que tenía la casa poblada de artefactos curiosos, casi todosempolvados y descompuestos por la falta de uso; máquinas de hacer hielo,manteca, sidra,pitillos,etc.; telégrafosdesalón,estereoscopios,cacerolasparaasarlacarneconunpedazodepapel,salvavidas,bastonesconsillaycarabina,paraguascontiendadecampaña,impermeablesyotrosinfíndeobjetosextraños.Cuando la máquina no daba el resultado apetecido, don Mariano tenía undisgusto,secreíahumilladoytemiendoqueporestosufriesemenoscabolaprezde la civilización moderna, no hablaba del aparato delante de su señora, oviéndose obligado, escurría el bulto, como suele decirse, por la tangente,

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atribuyendosiempreeléxitodesgraciadoa supropia torpezaynoa lacalidaddelinvento.Este amor fervoroso que profesaba a los increíbles adelantos de la época

presente,ylaluchaquedentroyfueradecasasosteníaatodashorascontralosamigos de la tradición, le impulsaban en ocasiones a valerse de armasprohibidas, como eran, por ejemplo, el exagerar el poder de la industriamoderna,forjandonuevasyestupendasempresasqueéldabaporcomenzadas,cuandoanadieselehabíanpasadoaúnporlacabeza.UndíaasombrabaasusamigosmanifestándolesquesepensabamuyseriamenteenestablecerunpuenteflotanteentreEuropayAmérica,porelcualsepodríairenferrocarrilalNuevoMundo; otro, los dejaba atónitos diciéndoles que se estaba construyendo untelescopioquetraeríalalunaamedialeguadedistancia,conelquepodríamospercibirsienestesatélitehabíaseresmovientes;otro,lesllenabadeadmiraciónnoticiándolesqueenlosEstadosUnidoshabíantrasladadoenteraunacatedraldeunpueblo aotro, pormediode la presiónhidráulica.Enmateria deprogresosmecánicos don Mariano tenía más imaginación que Shakespeare. La políticanacional lepreocupabapocoencomparacióndel incesantey sublimeprogresorealizadopor lahumanidad,yodiaba las exageracionesque en su concepto loretrasaban.Estabaafiliadoalpartidoconservadorliberal.Conestosantecedentesfáciles imaginarseelefectoquelacartadesuhija le

causaría.Considerolacomounaextravaganciadelasmuchasquelaniñahabíapadecido en su vida, y prometió a Ricardo solemnemente hacerla desistir deaquellatontería.Masdespuésdehaberlallamadoasucuartoypasarencerradocon ella cerca de dos horas, empezó a sospechar que la cosa no era tan fácilcomoaprimeravistaparecía.Ni conecharlo abromahaciendochacotade suausteropropósito,niconmostrarseenojado,niconbajarsea lassúplicas logrónadanuestrobuencaballero.Maríaopusoaestosataques,comohabíahechoconsu novio, una actitud humilde, pero resuelta, imposible de vencer.A unos y aotrosnolesquedóotrorecursoqueresignarse,yesohicierondemalgradoconla secreta esperanza de que la joven cambiaría pronto de acuerdo una vezsatisfechoelcapricho.Aplazose,portanto,labodaindefinidamente,yelpobreRicardoempezóadesempeñarsupapeldeduquedeTuringia,casitanmalcomoun actor español. Las entrevistas con María fueron desde entonces menosfrecuentes y familiares. La joven parecía huirle y evitar las ocasiones deconversarconélíntimamentecomoantes.Ricardolasbuscabaconempeñoylasaprovechabaunasvecesparadirigirleamargasreconvenciones,otrasparadecirleconlabiobalbucientemilfrasesapasionadas.Ellasemostrabasiempredulceycariñosa, mas procurando encaminar la conversación hacia asuntos serios.

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Ricardo siguió acariciándola siempre que tenía ocasión para hacerlo; pero novolvió a obtener de ella la acostumbrada reciprocidad por más que hizoincreíbles esfuerzos para conseguirlo.Y no sólo no logró este favor, sino quepocoapocolajovenevitóqueélsepropasasealoprimero,hablándolesiempredelantedegente.Undíaquelaencontrósolaenelcomedor,sedijoconíntimogozo:«Estaeslamía.»Y,acercándoseaellacautelosamentepordetrás,lediounsonorobesoenelcuello.Maríaselevantóbruscamentedelasillayledijoconciertadulzuranoexentadeseveridad.—Ricardo,novuelvasahacereso.—¿Pues?—Porquenomegusta.—¿Desdecuándo?—Desdesiempre;noseastonto.Estas palabras las dijo ya con enojo, y señaló otra etapa desgraciada de los

amores de Ricardo. Cesaron casi en absoluto aquellos felices momentos detiernas expansiones, dulces y amables como los placeres de los ángeles, cuyorecuerdo esparce por toda la vida, hasta por la del hombremás prosaico, unavagaypoéticamelancolíaqueayudaasufrirloscontratiemposdelaexistenciayacontemplarsinenvidialafelicidadajena.Lomásquerecabóeljovenmarquésdesuamadafuequelepermitiesebesarlaenlafrentedevezencuandoatítulodehermano.Ynoesnecesariomanifestaralosexperimentadoslectoresqueconesteayunoforzosoelamordeljoven,lejosdemermarse,crecióysesobresaltóhastaloindecible;porquedebensuponerlo.Maríapudoentregarsedellenoalavidadeperfección,alacualaspirabacon

vehemencia.Lashorasdeldíaleparecíanpocasparaorar,lomismoenlaiglesiaqueensucasa,yparallorarsuspecados.Frecuentabalossacramentoscadavezmás, y asistía y tomaba parte con su presencia y dinero en todas lassolemnidadesreligiosasquesecelebrabanenlavilla.Eltiempoqueledejabanlibre sus oraciones lo empleaba en leer libros devotos, los cuales formaron alpocotiempounabibliotecacasitannumerosacomoladenovelas.Lasvidasdelas santas le placían sobre todos los demás. Devoró pronto una multitud,fijándose,comoes lógico,en lasdeaquellasquemásgloriaalcanzaronymásesplendorhandadoalaIglesia:lavidadeSantaTeresa,ladeSantaCatalinadeSiena, ladeSantaGertrudis,SantaIsabel,SantaEulalia,SantaMónicay ladealgunasotrasque,sinhallarsecanonizadasaun,fueroncélebresporsupiedadypor las gracias espirituales que Dios les otorgó, como la Beata Margarita deAlacoque, Mademoiselle de Melum, etcétera. Estas lecturas causaron

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profundísima impresión en el ánimo ardiente y exaltado de nuestra joven,empujándola más y más por el camino de la devoción. Los increíbles ymaravillososesfuerzosdeaquellasalmasheroicasque,porelamorylacaridad,lograron elevarse al cielo y gozar por anticipado en la tierra de las graciasreservadasa losbienaventurados la llenabande íntimayfervorosaadmiración.Extasiábaseantelosincidentesmásinsignificantesdelaexistenciadelassantas,enloscualessolíamostrarDiosquelasteníaelegidasparasíyquenopermitíaqueelmundoselasarrebatase,como,porejemplo,laescenadelmilagrososapoqueSantaTeresaviohallándoseconversandoeneljardínconuncaballerohaciaquien se sentía inclinada; la muerte inopinada de Buenaventura, hermana deSantaCatalina,queencaminabaaestasantapor lasendamundanaldeladornodelcuerpoylosplaceres,yotrosmuchosdequeestánllenosloslibrosreferidos.María admiraba a las insignes heroínas de la religión, como se admiran losfenómenosyprodigiosdelanaturaleza,conemociónyasombro.Muchotiemposepasó sinqueosara levantar susojoshastaellaspara imitarlas.Limitábaseapedirles con interminables oraciones que intercediesen para que Dios leperdonasesuspecados.Comprabalasmejoresefigiesquedeellasencontraba,ydespuésdeponerlesunricomarco,lascolgabadelasparedesdesucuarto.ParahacerlohubonecesidaddedescolgaraMalec-KadelyaotrosvariosguerrerosdelaEdadMediaquelasteníaninvadidas.Leseducíanenaltogradolasescenasdelosañosinfantilesylosprimerospasosquelasbienaventuradashabíandadoenel camino de la perfección. Pero al llegar a aquella parte de la vida quedetermina el apogeo de su gloria en la tierra, cuando Dios, vencido de suconstante amor,de su fidelidadyde lospasmosos sacrificiosque se imponen,comienza a otorgarles favores y regalos espirituales por medio de éxtasis yvisiones,quedabaunpocoturbadayhastaaterrada.Nocomprendíaaúnelgocemístico de la comunicación directa y sensible entre el alma y su Dios, y seconfesaba con gran remordimiento que si en ella se efectuase una de estasmaravillosasvisionessentiríamuchomásmiedoqueplacer.No tardó, sin embargo, en nacer en su corazón el deseo de imitarlas. De la

admiración a la imitación va siempre poco trecho. Principió por donde debía,estoes,por imitarsuhumildad.Hastaentonceshabíasidomodesta,aunquenotantoquenolegustaseverselisonjeadayaplaudida;masapartirdeestaépocanosólohuyótodaalabanzaconcuidado,sinoquerechazólasqueledirigíanyhasta procuró ocultar sus habilidades para quitar a los amigos la ocasión deensalzarla.Principióahablarlomenosposible,tantoconlosdefueracomoconlos de casa, y a ejecutar al instante cualquier cosa que le suplicaran,lamentándoseensuinteriordequenoselomandasenentérminosásperos.Hizo

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conmañaqueloscriadoslesirviesenenlamesadespuésqueatodoslosdemásyque lepusiesensiemprepanduroenvezde tierno.Paravencer losnaturalesimpulsosdelamorpropiosemostrómásafableconlaspersonasquelehabíancausado algún disgusto que con las otras, y bastaba que una le hiriesemás omenosenelorgulloparaqueinmediatamentelacolmasedeatencionescomosiledebiesegratitud.Encambio,conlasquesabíaquelaqueríanylaadmirabangustabadeaparecerdesabridaparaquenolatuviesenenmejorconceptodelquemerecía.Enderezadaporestapiadosavía,quetodoslossantoshanrecorrido,parahonra

deDiosydelgénerohumano,ysocorridadesuvivaimaginación,llevóacabouna porción de actos extraños y hasta incomprensibles para aquellos cuyaatención está convertida almundoyno a las prácticas religiosas, actos que elilustrebiógrafodeSanta Isabelcalificadesecretasysantas fantasías, que sonlospeldañosmísticospordondeelalmasubealaperfecciónysecomunicaconDios. Un día, por ejemplo, le venía en mientes comer con los criadoshumildementecomosifueseunodeellos.Pararealizarlosimulabaalahoradecomer una jaqueca y se quedaba en su cuarto; y cuando la familia se hallabareunidaenelcomedorbajabamuydespacitoalacocina,yallíseestabatodoeltiempoqueduraba lacomida, sirviéndosepor símisma las sobrasde lamesa,consorpresayadmiracióndelaservidumbre.Otrodía,enque,a suparecer,nohabíacontestadoconbastante respetoa su

padre,sepresentabarepentinamenteeneldespacho,sehincabaderodillasylepedíaperdón.DonMarianolalevantabadelsueloconojosespantados.—¡Pero, hija mía, si no me has ofendido en nada ni has cometido falta

ninguna!... Y aunque la hubieses cometido no es para hacer esos extremos...¡Vayaunatontería!...Anda,dameunbesoyveteacosercontuhermana,ynovuelvasaasustarmecontalesboberías.María no encontraba en el senode su familia las contrariedadesquehubiera

deseado para probarse. Su padre y su hermana, aunque no la alentasen en lasdevociones,nadaledecíanencontra,ycadadíaleotorgabanmayoresmuestrasdecariño,puesaellolesinvitabalacrecientedulzurayafabilidaddesucarácter.Sumadrelaadorabaconpasiónlocayaplaudíaciegamente todossusactosdepiedad.No se cansaba de alabar la virtud y el talento de su primogénita. Loscriados,ymuyparticularmenteGenoveva,hacíancorotambiénaestasalabanzasdifundiendopor lavilla la famadesusvirtudesy formandoen tornosuyounaaureolade respetoysantidad.Nuestra jovenhubierapreferidopara losefectosdesusalvacióntenerunpadrebárbaroytiranoquelamandasecondureza,ounamadredespegadaounahermanaenvidiosaquenoladejasevivir,puesninguna

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santasehabíalibradodepadecerpersecucionesdentrodesufamilia,aldecirdelas historias que leía. Dolíase interiormente del sosiego y felicidad que en sucasadisfrutaba,pensandoenquenadasufríaporelDiosquenosredimióconsusangre.Ansiaba que le levantasen una calumnia como las que Palmerina hizosufriraSantaCatalinadeSiena,afindequeladespreciasenymaltratasen;peroa ninguna persona de su casa ni de fuera se le pasaba por la imaginaciónsemejantecosa.Para compensar esta ausencia de persecuciones mortificábase con ayunos y

penitencias, ejecutando siempre lo quemás le disgustaba.Le repugnaba algúnmanjar de la mesa; pues se imponía la penitencia de comerlo, dejando, encambio, otros que le placían extremadamente. Llegó hasta echar en algunosacíbar, a imitación de lo que hacía San Nicolás de Tolentino. Los viernesayunabarigurosamenteapanyagua,haciendoprodigiosdehabilidadparaquesupadrenocayeseen lacuenta,puesdenotarlo teníaporseguroquenose loconsentiría.Traíasiempreunmedallónalcuelloconelretratodesunovio.Undíaqueéste

consiguióhablarunmomentoasolasconella,ledijo:—Oye,Ricardo;sinoteenfadas,tediríaunacosa.—¿Quées?—seapresuróapreguntareljovenconelsobresaltodequienteme

siemprealgunadesgracia.—Estoyviendoquetevasaenfadar...,perotelodiré.Hequitadoturetratodel

medallón.LafisonomíadeRicardoexpresóelasombro.—Ylopeoresquelohesustituidoconotro...La expresión de asombro se trocó en dolorida, de tal modo, que María, al

contemplaraquel rostrocontraídoyrebosandodeaflicción,nopudomenosdesoltarunacarcajadasonorayfrescacomolasqueenotro tiemposalíanacadainstantedesubocayquepocoapocohabían idocesando,comosisehubieseapagadoelfocodeluzyalegríadedondeseescapaban.—¡Dios mío, qué cara has puesto!... Espera; para que sufras más voy a

mostrartetusustituto.Y, quitando el medallón del cuello, se lo presentó. Tenía la efigie de Jesús

coronadodeespinas.Ricardosonrióentresatisfechoymolesto.—Ahora,bésalo.EljovenobedecióalpuntoposandoloslabiossobrelaimagendelSeñoryun

poco también sobre los dedos rosados que la apretaban. María se escapó

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corriendo.Alparqueseejercitabaenlahumildadnodescuidabatampocootravirtud,que

es,pordecirloasí,elfundamentodenuestrareligiónyeltimbremayordegloriaquelacriaturapuedeofreceraDios:lavirtuddelacaridad.Bastábaleanuestrajovensuexcelentecorazónyelejemplodesuspadresparaaliviarsiemprequepodíalasmiseriasdelprójimo;peroañadíaseaestotenerpresentealacontinualos increíblesesfuerzosdeabnegaciónycaridadllevadosacabopor lassantasqueconmásfervorveneraba,particularmentelasantaduquesadeTuringia,quemereció el nombre deMadre de los pobres. Así que, mostrábase compasivahaciatodoslosmiserables,ynoperdíaocasiónderemediarsusnecesidadesconmano próvida. Todo el dinero que su padre le daba empleábalo en hacerlimosnas.Visitaba,encompañíadeGenoveva,lascasasdealgunospobres,aloscuales aliviaba, no sólo con dinero, sino también con palabras de consuelo,atento que no sólo de pan vive el hombre. Para ejercitarse en la humildad, altenordeloquepracticabamuyamenudolasantareinadeEscocia,Margarita,hizovenirensecretoalgunospordioserosasucuartoyleslavólospiesconelmayoresmero.Cadaunodeestosactospiadososlellenabadeunasantaeíntimaalegríaquejamáshabíaexperimentadoanteriormente.Tomólacostumbredenodespedirsinlimosnaaningúnpobrequeselapidiese,pues,ademásdedictárseloasísucorazón, tenía lamultituddecasosenqueNuestroSeñoro laVirgensehabían aparecido bajo la forma de pordioseros a muchos santos y santas. Eltemoryeldeseodequeotrotantolesucedieseaella,laobligabaaescudriñarelsemblante de los pobres con cierta emoción.Mas como su peculio no bastasepara atender a tan numerosas caridades, diose traza para obtener dinero de supadrevaliéndosedemilardidesinocentes;undíapidiéndoleparaunasombrilla,otro para un reloj, otro para un estuche de costura, etcétera. Tanto fue lo queabusó,noobstante,quedonMarianosospechólaverdadyseñalóunlímiteasuslarguezas.Suhijalehubieraarruinadoconlamayorinocencia.Arrastradaporsuardientecaridad,quisotambiénprobarseencuidarenfermos,

sobretodoaquellosquepadecíanenfermedadesrepugnantes.Supoquecercadesucasaunamujerpadecíadellagasenelpecho,ytomólaresolucióndeirtodaslasmañanasacurárselas,locualpusoenprácticaalinstante.Masalhacerlelaprimeracura,queriendoañadiraella loquehabía leídoenlahistoriadeSantaCatalina,estoes,queriendobesarlasllagasdelaenferma,fuetantoelascoyelhorrorqueseleapoderó,quelediounvahído,sepusomuymalayfuenecesarioqueGenoveva la llevaseenbrazosacasa.Lapobrecitanoatribuyó,comoerajusto, su fracasoa ladebilidaddeestómago, sinoa faltadevirtud,yseaplicóconcrecienteafánamejorarsuvida.

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Genoveva era en todos esos ejercicios de piedad, más bien compañera yconfidenteíntimoquesudoncella.Ayudábalasincomprenderenmuchoscasosadóndeibaaparar,persuadidaenteramenteaquenoiríapormalcamino,puesteníafeciegaenladiscrecióndesuseñorita.Másquecariñoeraunaespeciedeidolatríalaqueleprofesaba,dondesemezclabalaadmiracióndesubelleza,elrespetodesutalentoyelorgullodehabervistonacerycontribuidoacriaraquelprodigio.Maríanohabíalogradoinfundirenellaelentusiasmomísticodequesesentía poseída, porqueGenoveva no era de suyo inflamable, y una ignoranciasupinalaponíaacubiertodetodasuertedeentusiasmos;perohabíaconseguidocon sus actos y pláticas religiosas despertar en ella el fanatismo que duermesiempreenelfondodelasalmasvulgareseignorantes.Unanoche,despuésderecogidalafamiliayloscriados,sehallabanambasen

el gabinete de la torre.María leía a la luz del quinqué de bomba esmerilada,mientras Genoveva, sentada en otra silla, frente a ella, se ocupaba en hacercalceta.Acaecíalesmuchasvecespasardeestamaneraunaodoshorasantesdeacostarse, pues la señorita estaba acostumbrada de antiguo a leer en las altashorasdelanoche.No parecía tan absorta en la lectura como otras veces. Posaba el libro con

frecuencia sobre lamesa y se quedaba largo rato pensativa con lamano en lamejilla. Tornaba a cogerlo vacilando, para dejarlo otra vez muy presto. Sucuerpoestabanervioso,ajuzgarporloscrujidosquedejabaescaparlasilla.DevezencuandofijabaenGenovevauna largamiradaenquesevislumbrabaundeseoinquietoytemerosoyciertaluchainteriorconalgúnpensamientoquelapreocupaba. Genoveva, en cambio, aquella noche estaba más embebida en lacalcetaquenunca,entreverando,sinduda,porsuspuntos,unamuchedumbredeconsideracionesmásomenosfilosóficasquelaobligabantalvezqueotraadarconlafrenteenlasmanos,lomismoquecuandosedormita.Porúltimo,laseñoritadecidiosearomperelsilencio.—Genoveva, ¿quieres leer este trozo de la vida de Santa Isabel?—dijo

alargándoleellibro.—Conmilamores,señorita.—Mira,ahídondedice:Cuandosumarido...Genoveva comenzó a leer para sí el párrafo; peromuypresto la interrumpió

María,diciéndole:—No,no;leeenvozalta.Entoncesobedeció,leyendoloquesigue:

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«Cuandosumaridoestabaausente,ellapasaba lanocheenteraenvelaconJesús,elesposodesualma.Peronosereducíanasóloéstaslaspenitenciasqueseimponíalajoveneinocenteprincesa.Bajolostrajesmásespléndidosllevabasiembre un cilicio a raíz de la carne; hacíase azotar en secreto y con durezatodos los viernes en memoria de la Pasión dolorosa de Nuestro Señor ydiariamentedurantelaCuaresma(afin,diceunhistoriador,depagarenalgúnmodoalSeñorelsupliciodelosazotes),presentándoseluegodelantedelacorteconalegreyserenosemblante.Andandoeltiempotrasladóestaausteridadalasaltas horas de la noche, y entrándose en un aposento inmediato a la cámaradonde dormía con su esposo, hacía que sus doncellas le diesen ásperadisciplina, volviendo después al lado de su marido más alegre y amable quenunca,confortadaconestosrigorescontrasumismaysupropiadebilidad.Asíes como ella, dice un poeta contemporáneo, procuraba acercarse a Dios yromperlasligadurasdelacárceldesucarnecomovalerosaguerreradelamordelSeñor...»—Basta,noleasmás:¿quéteparece?—Yaheleídomuchasvecesestomismo.—Es verdad; pero ¿qué pensarías si yo tratase de hacer algo parecido?—se

arrojóadecirconprecipitación,comoquiensedecideaproferirunacosaquelehapreocupadomucho.Genovevaselequedómirandoconlosojosmuyabiertos,sincomprender.—¿Noentiendes?—No,señorita.Maríaselevantó,yechándolelosbrazosalcuello,ledijoaloídoconelrostro

encendidoderubor:—Quierodecir,tonta,quesitúteaviniesesahacereloficiodelasdoncellasde

SantaIsabel,yoimitaríaalasantaestanoche.Genovevacomprendióvagamente;perotodavíapreguntó:—¿Quéoficio?—Tonta, retonta, el de darme algunos azotes enmemoria de los que recibió

NuestroSeñorytodoslossantosysantasasuejemplo.—¡Señorita, qué estáusteddiciendo! ¿Cómo se lehametidouna cosa como

esaenlacabeza?—Se me ha metido porque quiero mortificarme y humillarme a un mismo

tiempo.EstaeslapenitenciaverdaderaymásagradablealosojosdeDiosporlarazóndequeÉlmismolasufriópornosotros.Heintentadohacerlapormí,pero

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no he podido, y además no es tan eficaz como sufriendo la humillación derecibirla por mano ajena... Conque no dejarás de satisfacerme este deseo,¿verdad?—No,señorita,deningunamanera...Nopuedohacereso...—¿Porqué, tonta?¿Novesqueespormibien?Siyodejarade librarmede

algunos días de purgatorio por no hacer lo que te pido, ¿no tendrías unremordimiento?—Peromipalomitadelalma,¿cómoquiereustedqueyo lamaltrate,aunque

seaparasubien?—Puesnotienesmásremedioquehacerlo,porqueesunapromesaytengoque

cumplirla...Túmehasayudadohastaahoraenelcaminodelavirtud...Nomeabandonesalomejor.Noloharás,Genovita,¿noesverdadquenoloharás?—¡Señorita,porDios,nomemandeustedeso!—¡Vamos,Genovita!Telopidoporelcariñoquemetienes.—No...,no...,nomepidaeso.—Anda,querida,dameesegusto...No sabesel sentimientoque tendré sino

melodas...Creeréquehasdejadodequererme...Maríaagotótodoslosrecursosdelingenioparaconvencerla.Sentadasobresus

rodillas la cubría de caricias, le hacía mimos, enfadándose unas veces,suplicando otras y siempre poniendo unos ojos zalameros a los cuales parecíaimposible resistirse.Semejabauna niña que demandaun juguete que le tienenguardado.Cuandovioasudoncellaunpocoablandadaomásbienfatigadadenegar,ledijocongraciosavolubilidad:—Verás,tonta;novayasacreerqueesunacosadelotrojueves...Muchopeor

esunfuertedolordemuelasyyasabesqueloshesufridobastanteamenudo...Laimaginacióntehacecreerqueesunacosaterrible,cuando,enrealidad,tienemuypocodeparticular...Tododependedequeahoranoseusaporquelavirtudsehadesterradodelmundo;peroenlosbuenostiemposdelareligióneracosacomúnycorrienteynadiequesepreciaradebuencristianodejabadehacerestapenitencia...Vamos,prepárateadarmeesegustoyhaceralmismotiempounabuenaobra...Aguardaunpoco...Voyabuscarloquenoshacefalta...Y, corriendoa la cómoda, abrióun cajóny sacóde él unasdisciplinas, unas

verdaderas disciplinas, con su mango torneado de madera y sus ramales decuero. Después, toda agitada y nerviosa, con las mejillas encendidas, fuese aGenovevayselaspusoenlamano.Éstalastomósinsaberloquehacía,deunmodo automático. Estaba completamente estupefacta. La joven volvió a

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acariciarla, animándola nuevamente con frases persuasivas, sin que ellaprofiriese una palabra. Entonces la señorita de Elorza, con mano trémula,comenzó a desabotonarse la bata de color azul que traía. Tenía pintado en elrostroelgoceirritadoyansiosodelcaprichoquevaasersatisfecho.Suspupilasbrillabancon luz inusitada, dejandoadivinarvivosymisteriososplaceres.Loslabios secos, como los de un sediento. Había crecido el círculo morado querodeaba sus ojos y tenía rosetas de un encarnado subido en los pómulos.Respiraba agitadamente por las narices, más abiertas que de ordinario. Susmanospálidasyaristocráticas,dededosafiladosyuñassonrosadas,soltabanconextrañavelocidad losbotonesde labata.Conrápidomovimientodespojosedeella.—Verás,notengomásquelacamisaylachambra.Yamehabíapreparado.Enefecto,quitose,opormejordecir, arrancose lachambrayquedócubierta

solamentede lacamisa.Detúvoseun instante, echóunamiradaal instrumentoqueGenoveva tenía en lamanoycorriópor sucuerpounestremecimientodefrío,deplacer,deangustia,deterrorydeansia,todoenunapieza.Convozbajayalteradaporlaemocióndijo:—¡Quenosepapapáesto!Ylacamisadebatistasedeslizóporelcuerpo,deteniéndoseuninstanteenlas

caderasycayendodespuéspausadamentealsuelo.Quedódesnuda.Genovevalacontemplóconojosextáticosylajovensintioseunpocoavergonzada.—Noteenfadarásconmigo,¿eh,Genovita?—preguntósonriendo.Ladoncellanoacertómásqueadecir:—¡Señorita,porDios!...—Cuantomásprontomejor,porquevoyaconstiparme.De este modo quería obligar aún más a su doncella. Con ademán febril le

arrancólasdisciplinasde lamanoizquierda,se laspusoenladerecha, leechónuevamentelosbrazosalcuello,y,dándoleunbeso,ledijomuyquedoaloídoentonojovial:—Hasdedarfuerte,Genovita,porqueasíloheprometidoaDios.Unviolento temblorseapoderódesucuerpoaldecirestaspalabras;peroun

temblordeliciosoquelepenetróhastaloshuesos.Luego,tomandoaGenovevadelamano,laatrajounpocohacialamesadondeestabalaimagendelSalvador.—Aquíhadeser...,hincadaderodillasdelantedeNuestroSeñor.La voz se le anudaba en la garganta. Estaba pálida. Postrose, en efecto,

humildementeantelaimagen,persignoserápidamente,cruzólasmanossobreel

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pecho,y,volviendoelrostrohaciasudoncellaconsonrisadulce,ledijo:—Yapuedesempezar.—¡Señorita,porDios!...—tornóaexclamarGenovevatodaconfusa.Por los ojos de la señorita pasó un relámpago de cólera que se apagó al

instante;peroledijoentonounpocoirritado:—¿Estamos en eso?... Obedece y no seas terca. La doncella, dominada y

convencida de que ayudaba a una obra de piedad, obedeció, descargando lasdisciplinashartosuavementesobrelasdesnudasespaldasdelaseñorita.Y en verdad que parecía sacrilegio tocar en aquel cuerpo, prodigio de

hermosura y elegancia.María no poseía aún, ni era de presumir que poseyeranunca,atentosu temperamento, laplenitudde la formafemenina.Eraunpocodelgada para que pudiera servir de modelo a un escultor. Pero esto mismoconstituía atractivo más poderoso para los que gustan de contemplar en labellezadelamujerelsellodelespíritu,yanteponenalahermosuraclásicadelaformaladelicadezaylaelegancia.Losbrazoseranfinosyfrágiles,comolosdeunniño,peroadmirablementetorneados;elcuello,flexibleyesbelto,comoeldelagacela,seuníaaloshombrosporunalíneafugitivayondulante,cuyasupremagraciasóloseencuentraenlasvírgenesdeRafael.Los primeros azotes de la doncella fueron tan suaves y comedidos, que no

dejaronrastroalgunoenaquellapreciosaepidermis.PeroMaríaseirritó;quisoquefuesenmásfuertes.—No, así no; conmás fuerza... Pero espera un instante; déjame quitar estas

joyas,quesonridículasenestemomento.Yvelozmentesacótodaslassortijasdelosdedos,searrancólospendientesde

lasorejasydepositóelpuñadodeoroypedreríaa lospiesdeJesús.TambiénSanta Isabel, cuando oraba en la iglesia, depositaba la corona ducal al pie delaltar.Volvióalamismaactitudhumilde,yGenoveva,viendoquenopodíapasarpor

otro camino, empezó a macerar sin duelo las carnes de su piadosa ama. Elquinqué despedía luz tibia y difusa, que bañaba el pequeño gabinete de unaclaridad discreta. Sólo al reflejarse en las joyas que yacían a los pies delRedentorlanzabahermososyfugacesdestellos.Elsilencioenaquellashoraseraabsoluto: ni aun el viento dejaba oír su voz plañidera en las ventanas.Respirábase en el cuarto una atmósfera de misterio y recogimiento queenajenabaaMaríaylapenetrabadeunplacerembriagador.Suhermosocuerpo,desnudo, se estremecía cada vez que cruzaban por él las correas de lasdisciplinasconundolornoexentodevoluptuosidad.Apretaba la frentecontra

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los pies delRedentor, respirando ansiosamente y con cierta opresión, y sentíalatir en sus sienes la sangre con singular violencia,mientras el dorado y sutilvellodesunucaselevantabadeunmodoimperceptibleaimpulsodelaemociónque laembargaba.Devezencuandosus labios,pálidosy trémulos,decíanenvozbaja:—¡Sigue,sigue!Los azotes habían dejado ya algunos surcos de color de rosa en su cándida

epidermis, sin que hubiese pedido tregua. Mas llegó un instante en que elbárbaroinstrumentohizosaltarsobreellaunagotadesangre.Genovevanopudocontenerse; tiró las disciplinas muy lejos y se arrojó llorando a abrazar a suseñorita,cubriéndoladecariciasypidiéndole,por lasalvacióndesualma,quenolaobligaseahacersemejanteatrocidad.Maríalaconsoló,asegurándolequele había dolido muy poco la flagelación. Y ya un tanto apagado su ardor ycalmados sus impulsos ascéticos, despidiose de ella, pasando a recogerse a sualcoba.

VI

ENBUSCADELMENINO

—Teconozco,Ricardo,déjame.Ricardocallaba.—Vamos, déjame; mira que necesito concluir pronto para llevar el caldo a

mamá.Eljovenseguíatapándolelosojospordetrássindecirunapalabra.—Por Dios me dejes, Ricardo... Ya no tiene gracia, después de haberte

conocido...—Encastigodenohaberencontradograciosalabroma,notesuelto.—Bueno,puesconfiesoquetienemuchagracia.—Esoyaesotracosa...Sitesometestedejo...,peroconprecauciones.Marta, en cuanto se vio libre, corrió con la escoba enarbolada detrás de él,

aunque sin lograr alcanzarle; por lo cual dio la vuelta y siguió barriendo elcomedor. Aun no se había arreglado. Vestía una bata suelta de color carmesí

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bastanteusada,ytraíaelcabellosujetoconunaredecillablanca.Maspasabaunacosa singular con esta niña. Con el vestido usado, y descosido a veces, detrajinar por la casa, y el cabello al desgaire, estaba más linda que cuando seponíadetiroslargos.Bienfueseporquelaíndoledesubellezanoeraparabrillarconlostrajesricosysuntuosos,comoladesuhermana,bienporquelafaltadecostumbredeponérselos(puesraravezusabalosquelecompraban),lahicieseapareceratadayencogidacuandoibaalpaseo,lociertoesqueaquíyenelteatroMarta llamaba poco la atención y quedaba totalmente oscurecida por lahermosura altiva y espléndida de su hermana. En cambio, dentro de casa,aumentaban sus gracias sobremanera; sus movimientos eran sueltos ydesembarazados,losojosadquiríanbrilloyanimaciónytodosucuerpocobrabaunalibertadqueperdíaasíqueponíaelpieenlacalle.Barría sin apresurarse, con firmeza y sosiego, como quien cuenta siempre

llegaratiempo,tarareandomuybajitounpasacalle.Noteníavozparaelcantonigran afición a la música, y todos los esfuerzos de sus maestros y su buenavoluntad para el estudio se estrellaron contra esta ausencia de facultadesfilarmónicas. Las obrasmaestras de la música y aun las fantasías, réveries ynocturnos que María tocaba en el piano la dejaban fría, sin comprender sumérito.Encambio,confesaba,avergonzada,queciertasmelodíasdezarzuelaymuchascancionespopulares laencantaban.Otracosanoconfesaba,aunquenoeramenoscierta.Lamúsicaquealgunasvecesacompañaalosentierros,queporregla general es pésima y compuesta casi exclusivamente de instrumentos debronce, la conmovía profundamente hasta hacerle derramar lágrimas. Nocantaba, pues, casi nunca, pero solía tararear suavemente cuando ejecutabaalguna labor, como ahora. De vez en cuando se paraba a tomar aliento,apoyándose un instante en la escoba, y después de echar hacia atrás algunosrizosquelecaíanporlafrente,seguíasutarea.Ricardoapareciódenuevoenlapuerta.—¿Martita,estásenfadadaaún?—Síqueloestoy—repusoentreseverayrisueña—yescapeustedpronto,señor

marqués,antesquelesientelascosturasconelpalodelaescoba.—¿Perodeverasestásenfadada?—Deverasloestoy.—Pues bien, te pido perdón humildemente—dijo poniéndose de rodillas—.

Dametodoslosescobazosquequieras,porqueyonopiensomoverme.—Vamos, álzate y no hagas boberías... Mira que te estás manchando los

pantalones...

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—Aunquememanchase elmismísimo cuello de la camisa, nomemovería,mientrasnomeperdones.—¡Quépayasoeres,Ricardo!—Muchasgracias.—¿Quieresalzarte,criatura?—No,mientrasnomeperdones.—Hasdeserformal,Ricardo.—Hablaremosdeesoconespacio...¿Meperdonas?—Sí,pesado,sí;levántate.Ricardoselevantó,aproximoseaMartaysacudiéndolafuertemente,exclamó:—¡Chiquita, qué remonísima eres!... No me admira que Manolito... Ya me

entiendes...—¡Vayaunmododeempezaraserformal!—Loseréconeltiempo;noteapures.—Bien,puesahoradéjameconcluirparallevarelcaldoamamá.

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—¿Sabesqueherecorridotodalacasaynohehalladoanadie?—MamáaunnohasalidodesucuartoypapáyMaríaestánfuera.—Maríaenlaiglesia,comosiempre,¿verdad?—Nofuemásqueamisa;prontovendrá.—¡Ya,ya!—exclamóeljoven,poniéndoserepentinamentegraveysilencioso.Martadiofinasutareabajolainspecciónseriaynomuyatentadesufuturo

hermano.—¿Quieresaguardarme?Notardaréenvenir...Ricardohizounsignodeasentimiento,ymientraslaniñaestuvoausente,subió

uno de los transparentes de los balcones y se puso a tocar el tambor con losdedossobreloscristales,posandounamiradavagayperdidaenlascasasdelavecindad.NotardóenpresentarseotravezMarta.—Anda,venteconmigo;voyameterropaenelarmario.Ricardosiguióalaniñacomouncorderohastaunahabitaciónclarayllenade

armariosquedabaalahuerta.Enelcentrodeellaysobreunamesasehallabaunagrancestaatestadaderopareciénlavada.—¿Quieresayudarmeabajarestacestayponerlaaquícercadelarmario?—¡Puesnofaltabamás!La cesta era enorme y costó trabajo llevarla al sitio designado.Mientras la

conducíanse lessoltó la risa, loque lesobligómásdeunavezadejarlaenelsuelo.El joven, con los esfuerzos, se poníamuy colorado, y esto hacía reír de tal

modoalaniñaqueleprivabaenabsolutodelasfuerzas.Reíapocasveces,mascuandoselesoltabalallavenohabíaquienlaatajase.Ricardo,consusinstintosde clown, procuraba hinchar los carrillos y ponerse aún más colorado. Se lehabíadisipadoporcompletoelmalhumor.Lacestanoavanzabapoconimucho:ambospermanecíaninclinadosyagarradosaellasinpoderalzarlaundedodelsuelo, la una desternillándose de risa y el otro afectando una desesperacióncómica.—¡Quémilitartanvalientequenopuedeconunacestaderopa!—exclamabala

niñaenelcolmodelaalegría.—¡QuisierayoveraquíaPrimyaEsparteroyhastaalmismoNapoleón!Esta

noesunacestacualquiera...Hayaquílenceríaparaunregimiento...—¡Quitaallá!Sinofuesequemehacesreír,yosolaeracapazdellevarla.

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Despuésdemucharisaynopocabrega,llególacestaasudestino.Martaabrióel armario, del cual se escapó el olor especial, fresco y penetrante de la ropablanca.Laniña lo aspiró algunosmomentos condeliciamientrashacíahueco,trasladando las piezas de unos estantes a otros, a la nueva ropa que iba aintroducir. Después quiso llamar a Carmen, una de las doncellas, para que leayudaseaestirarlassábanas,peroRicardolepreguntótímidamente:—Oye,chica,¿noserviríayoparaeso?—¡Oh!Sitúquisieras...—¡Puesnohabíadequerer!...Oromolidoquefuese,preciosa...Túdisponesde

mícomoreinayseñora...—Noserátanto.—Norebajonada...,puedesponermeaprueba.—Bien,pues,porloprontotemandoquetomeslasdospuntasdeestasábanay

quetireshaciaalláconfuerza...¡Notanto,hombre,quemearrastras!...¡Basta,basta!Ahoradoblacomoyo...,así...,unapuntaconotra...Bien,ahoratiraotravez...,más...,más todavía... ¡Basta!... Ahora vuelve a doblar..., tira otra vez...¡Bastante!...Acércateahoraamí...Trae...Estocorreyademicuenta...Vamosaotra...Tomalasdospuntas...,sacudebienyestira...Tencuidadoqueéstatieneguarnición...,novayasaromperla...EstassonlassábanasdemamáyMaría.—¡Qué ajena estará María de que yo estiro ahora sus sábanas!—exclamó

Ricardosoltandounacarcajada.—Puessíqueloson.Amamáyaellalesgustanmuyfinasyselashacende

batista.Apapáyamínosgustanmásgruesas.Yonopuedosoportarlassábanasfinas...; me deslizo dentro de ellas y no encuentro sitio. A papá tenemos queponérselassinningunaclasedeencaje,porqueeltactodelalmidónlecrispalosnerviosyelruidoqueproduceledespierta.Esunamanía.Figúratequecuandovadeviajeyenalgunacasaleponensábanasconguarnición,tienelapacienciadedeshacerlacamaparameterlosencajesdebajodelcolchón...,alospies...Amítampocomegustan,perosimelasponen,meconformo...Papátienemuchasmanías:todaslasnochessehadequedardormidoconelcigarroenlaboca...Yoando cerca de su cuarto dando vueltas hasta que observo que se duerme, yentoncesentromuydespacito,lequitoelcigarrodelabocayapagolaluz...¡Notires tanto,queyameduelen losbrazos!...Laverdadesque teobligoahacerunascosasbienimpropiasdeunmilitar,¿noesverdad?—No lo creas: en el colegio, y aun después que salimos, en las casas de

huéspedes,nosvemosprecisadosahacercosaspeores.¡Cuántosbotoneshabrépegadoyoenmivida!¡Ycuántasveceshabrérecosidolospantalonescuandose

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rozabanpordebajo!—¿Deveras?—¡Vaya!Martasemaravillabasinceramente.Nocomprendíaqueunhombretuvieraque

descenderaestosoficioshabiendotantasmujeresenelmundo,yseinformabamenudamentede lasparticularidadesde lavidade colegio; cómo los trataban,qué comían, a qué hora se acostaban, quién les hacía las camas, les lavaba laropa y se la planchaba; si los colchones eran duros o blandos, si bebían vino,cuántasvecesalasemanalesmudabanlastoallas,etc.,etc.Ricardosatisfacíaatodas estas preguntas haciendo una relación circunstanciada de sus hábitos decolegialconlaverbosidaddelquetienelosrecuerdosmuyfrescosynolepesatraerlos a cuento. De las costumbres pasaba a las aventuras, narrando las quepodían sernarradasdelantedeunaniña, y entreteniéndose sobre todo apintarconnegrastintaslasdesdichasdelaépocadenovatadaylascrueldadesqueconellos ejecutaban los antiguos. Les obligaban a pasar noches enteras haciendopitillos de arena para que después saliesenmejor hechos los de tabaco; en elpaseonolespermitíanlevantarsedelasientodepiedraqueleshabíanseñaladodeantemano;lesponíanenelcepodecampañasinmotivoalguno,aunquefuesedespuésdecomer,sólopordivertirse;losqueeranmásdébilessolíanvomitarocaerdesmayados...Martaleescuchabaconatenciónprofunda,revelandoensusemblantetodaslas

fases de la indignación; tiraba cada vez con más fuerza de las sábanas y lasdoblaba atropelladamente sin apartar los ojos de los del narrador. De vez encuandosoltabaunaexclamación:«¡Pero,Diosmío,esoesunaatrocidad!¡Esoshombresestaban locos!¿Porquénodábaisparteal jefede talesatrocidades?»Ricardonopodíaconvencerladequehubierasidoinútilrevelarsenidarpartealcoronel,pueslanovatadaeracostumbretradicionalenelcolegio,quelosjefesno querían arrancar. A todas sus razones contestaba: «Pues yo me hubierapresentadoalcoronel,ysinomehacíanjusticiameescaparíadelcolegio.»—Vamos,notepongastanfuriosa,Marta,queyahapasado.Asísehacenlos

hombressufridos.Voyanarrarteahoraunacosaquemesucedióconelcoronel.Despuésquesalíateniente...Y, cambiando de rumbo, se ponía a contar aventuras chistosas y pasos

divertidosquedesarrugaban el rostrode la niñay concluíanporhacerla reír acarcajadas. Poco a poco la cesta se iba vaciando y pasando su contenido alarmario, que despedía siempre su olor punzante y un poco agrio de lenceríalavada. Este olor había invadido toda la habitación y la refrescaba con un

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perfumedesaludydelimpiezamásgratoquetodaslasesenciasypomadas.Erael perfume que acompañaba siempre aMarta, al decir de su padre, y parecíaexclusivamente creado para ella. Cuando iba sola a abrir los armarios,experimentabagrandeleiteenmeterlacabezadentrodeellosyhundirlaentrelaropa, gozando de la frialdad del lienzo en el rostro y aspirando convoluptuosidadsuaromasaludable.Laluzquepenetrabaatorrentesporelblancotul de las cortinas, la charla incesante y las sonoras carcajadas de los jóvenesllenabanlapiezadealegríayanimación.Selellamaba«elcuartodelaplancha»,porque, en efecto, allí se planchaba la ropa de la casa. Las paredes que noocupabanlosarmariosestabanpintadaslisamentedeblanco.Carmenentrócomounhuracánporlapuertagritando:—¡SeñoritaMarta,señoritaMarta!—¿Quésucede?—preguntóéstaconsobresalto.—¡QueelMeninosehaescapado,señorita!Laniñadejócaerlasábanaqueteníaenlasmanosyexclamóconestupor:—¿Sehaescapado?—Sí, señorita; al pasar ahora por la galería, voy a mirar a la jaula y me

encuentrolapuertaabiertayqueelpájaronoestáallí.—¡Vamosallá,vamosallá!Ytodoscorrieronentropelalagalería.Enefecto,elMeninosehabíafugado.

Porundescuidodeplorable,Marta,aldarledecomerycolocarloalairelibreenlagaleríaparaquesealegraraconlaperspectivadelahuertayelcantodelosotrospájaros,habíadejadoabierta lapuertade la jaula.Hacía tresañosqueelMenino estaba en poder de nuestra niña y en todo este tiempo no había dadoseñalalgunadenutrirensucerebroproyectosdeevasión;antesporelcontrario,elgrandísimohipócritamostrabasiemprequepodíaqueseledabaunbledoporla libertad y que había renunciado a ella de buen grado en obsequio de suamabilísimaama.Desdemuchotiempoatrássalíadelajaulaatomarconellaelchocolate, se le ponía sobre el hombro, le picaba suavemente en lasmanos aguisadecaricia,brincabadeaquíparaallásobrelosmuebles,ycuandotocabanaretirarsesemetíaotravezen la jaula tranquilocomouncordero.Todohacíapresumir que era un canario dichoso que daba por bien perdida la libertad acambiodesercuidadoyatendidoporunaniñatanlindayestarfacultadoparadarcuandoquisieraalgunospicotazosensusmejillas sonrosadas.Ydejandoaunladoestosgocesmásomenosespirituales,porlosquemásdeunmuchachoen la villa haría estupendos sacrificios, y atendiendo únicamente al aspectomaterialdelaexistencia,oseaalbienestardelcuerpo,menesteresdejarescrito

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que elMenino estaba en su jaula como un arzobispo y tratado a qué quierescuerpo, y pide por esa boca; cañamón por aquí, alpiste por allá, unas veceslechuga,otras,sopasdechocolate,otras,migajasremojadasenleche;enfin,quepedirmás eraofender aDios.Yenordenal aseoy limpiezade lahabitación,tampocopodíaenvidiaranadie:todaslasmañanaslamismaMartaseencargabadebarrer loqueelpuercodeél ensuciaba,dejándole la jaulacomounespejo.PuesapesardequelaopinióngeneraleraquesehallabamuyasugustoyquenosecambiaríaporeldirectordelaFábricadelSello,lociertoesqueelMeninoesperabaconimpaciencialaocasióndeescaparse;sehabíadejadodominarporlamelancolía,selehabíaagriadoelcarácteryteníalabilisexcitadaporlafaltadeejercicio.Sinohubierasalidoarespirarelairefresco,eldíamenospensadosehubieselevantadolatapadelossesoscontralasrejasdelajaula.Debajodeelladeliberaronbrevementenuestrosjóvenesloquehabíandehacer.

Marta estaba atribulada. Decidiose que Carmen, con la planchadora y eljardinero,iríanarecorrerlahuerta,puessesospechabaquefaltándolepráctica,nohabíadevolarmuy lejosdelprimerarranque,mientrasMartayRicardo lobuscaríanportodalacasaenlacontingenciadequesehubiesequedadodentrobrincandoporlassalas,comolohabíahechoyaotravez.Martaseconstituyóenguíayregistrarondesdeluegolahabitacióncontiguaalcorredor;unagransalacuadrada con dos alcobas en el fondo, donde ella yMaría habían dormido deniñas con sus respectivas doncellas. El papel de la habitación representabaescenasdecazaqueimpresionabanmuchoaMartacuandochiquita,sobretodouna que figuraba a un ciervo moribundo sujeto por media docena de perrosferoces.Recorrierondespuésalgunosgabinetesdestinadosa los forasterosqueviniesendehuéspedesalacasa;pasaronaloscuartosdelasmuchachas;bajaronalacocina,queestabaenunentresuelo,ytornaronasubirsinobtenerresultado.DespuéssefueronalcuartodedonMariano,queeraunmagníficogabinetecondosbalconesalaplaza,decoradocongustoseveroyclásico;grandessillonesdecuero,ricos tapices,escritoriodeébanoyarmariospara los librosdelamismamadera.Enlasparedescolgabanalgunosretratosdefamiliapintadosalóleo.Marta experimentaba siempre en este gabinete una sensación de bienestar y

alegría que no gustaba en las demás habitaciones de la casa. Había en estasensación una mezcla religiosa de respeto y enternecimiento en que seconfundían todos los recuerdos de la infancia impregnados de ese amor filialexclusivo, fervoroso y absorbente, que produce la cólera rabiosa de los niñoscuandolaniñeralesarrancadelosbrazospaternosyelansiadeiraelloscuandovuelvena tenerloscerca.Asíque tuvo fuerzasyhabilidadparahacerlo,nuncapermitió que nadie arreglara aquel cuartomás que ella. Por lamañana pasaba

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siempremediahoradeamablesosiegoydulzuralimpiandolosenormessillones,quelecostabagrantrabajomoverdesusitio,yhaciendolavastacamadedonMariano.Sentíase feliz enmediode aquellahabitacióngraveypatriarcal.Loscolosalesarmarios,lamesa,lossillones,loscuadrosylasfigurascircunspectasde los tapicesposaban sobre ella unamirada silenciosaybenévola, en la cualsentíaagitarselagransombraprotectoradesupadre.Ricardoquedóparadoanteunretrato.—¿Estaestutía,eh?...¡Cómoteparecesaella!...Lástimafuequesehubiese

muertotanjoven...Eraunamujermuysimpática.—¡Yaquisierayoparecermeaella!...Eraaltayyosoychiquita.—¿Qué importa eso?...Teparecesymucho...Yesnatural, despuésde todo,

porquesepareceatupadreytúeresElorzadelospiesalacabeza.¡QuégrandesarmariosdelibrostienedonMariano!...Hayaquíparaentretenerseunrato...—PuesMaríasehaleídolamayorparte.—¿Ytú?—¡Oh,yoleomuypoco!...Soymuyholgazana...Papádicequemeestorbalo

negro—repusolaniñaconsuingenuasonrisayunpocoavergonzada.Despuésañadió:—Mira tú, Ricardo, no es verdad completamente lo que dice papá.Aunquenotengaaficiónaloslibros,algunosmegustan;peroapenastieneunotiempoparatomarlosenlamano...Yonosécómomearregloquenotengounahoramía...,unasvecesporunoyotrasporotro...—Confiesa,chica,quenotegustanypuntoconcluido.—Sitúquieresloconfesaré,peronoesverdad;algunosmegustan.—¿YelMenino?—¡Ay,sí,vamos,vamos!Entraron en la habitación contigua, que era la de doñaGertrudis, la cual les

aseguróqueporallínohabíaparecidocastadeMeninoalguna,auncuandoellatuvieseenlacabezaunaverdaderapajareraqueleimpedíasosegaruninstante;yen su consecuencia pasaron al cuarto inmediato, que era el deMarta.Era unahabitaciónqueparecíaforradadeespejos,puestodoestababruñidoallí,desdeelpavimento de madera hasta los hierros de los balcones. Lo que no estababarnizadopormanodelebanista loestabaafuerzade trapo.LagranmaníadeMarta,laqueleproporcionabamásalegríaymáspesadumbre,eraellustre.Suinclinaciónexageradaalalimpiezalehabíallevadoporunapendienterápidaapretender sacar brillo a todos los objetos y muebles de la casa y muyparticularmentea losde sucuarto.Todos losdías, ayudadade ladoncella, los

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frotaba conunabayeta bien seca, sobándolos con afán incansable hasta lograrquelanzasenvivosreflejos.Entonces,todasofocada,avecessudandocomounrío,conelcabelloendesordenylasmejillasencarnadas, levantabalabayetaypermanecía un rato contemplando su obra, los hermosos destellos que la luzproducía en el objeto bruñido, con una satisfacción íntima y verdadera, conentusiasmocasimístico.Encasaledabanmuchacantaleta,locualhacíaqueseocultaseparadesempeñaresta tareayqueprocurasecerrar sucuartoa todoelmundo.Ricardonohabíaentradonuncaenél.AsíquesinpensarenelMeninosepusoacontemplarloconatencióncuriosaeimpertinente.Pasabarevistaaloscuadros,sedeteníaanteeltocador,abríalosfrascos,palpabalascortinasyhastaentraba en la alcoba para ver la cama, dejando escapar exclamaciones deasombro por lo bien arreglado que estaba todo y especialmente por el lustreparticulardelosmuebles.—¡Quécuartotanlindotienes,chica!...Pareceunatazadeplata...¡Quécamita

tanblandaytanmona!—Ricardo,noseascurioso...,anda...,vámonos.ElMeninonoestáaquí.La niña se sentía turbada por la atención del joven. Todas las mujeres bien

nacidastienenelpudordesucuarto,sivalelafrase;porquehaysiempreenélcomo impregnado algo de lo íntimo de su alma y de su cuerpo que repugnamostraraunhombre.PeroaestepudorseañadíaenMartalavergüenzadequese descubriesen sus manías infantiles y obstinadas como la del lustre, la decolocarlosfrascosdeltocadorconciertasimetríapropiadeunaltaryotrastalesque servían a los suyos para embromarla a la hora de comer. Por esto seempeñabaenhacerlesalirtirandoconfuerzadeél.—Anda,Ricardo...,nohaynadaqueveraquí...,vámonos,vámonos...—Déjame,niña,déjamecontemplarestamonadadecuarto...¡Quéprecioso!—

ymetiendolanarizporlacamadecíaconmuchaseriedad:—¡HueleaMarta!—¿Quierescallar,majadero?—Atinotecostarátrabajoconservartuhabitacióndeestemodo;peroloque

esyoteaseguro,chica,queniconpenadelavidapodríatenerlaasí...¡Siviesesmicuarto,Martita!—Sí, sí..., bueno estará... Siempre fuiste un adán... ¡Pero anda, criatura,

vámonos!—Vámonos cuando quieras...Mi cuarto es una cuadra comparado con éste;

peroconsideraqueallíentranlosperros,losgatos,eljardineroconloszapatossucios,elcocheroconelolordelacuadrayenfintodobichoviviente...Noesmíalaculpa...

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DespuésdelcuartodeMartarecorrieronotraspiezas,elcomedor,elsalón, lagaleríadelpatio,otrasaladeconfianzayalgunasmássinqueeldichosoMeninosedejaseverenningunaparte.Comoquedasenparadosenmediodeunpasillosinsaberadóndedirigirse,aMartalevinoderepenteunaideaydijo:—Vamosalterrado:aunnohemosestadoallá.Elterradonoeraalasazónmásqueunavastasalaembaldosadademármoly

cubiertadecristalesdecolor.Llamábaseelterradoporquelohabíasidoenotrotiempo, pero don Mariano lo había cerrado con cristalería hacía pocos años,transformándoloenunahermosayfantásticahabitacióndegustoárabedondeseibaatomarcaféenlastardesdeveranoconsushijasyalgúnamigo.Estabaporamueblar. Sólo había en un rincón tres o cuatro mesillas taraceadas y unascuantasmecedorasderejilla.Cuandollegaronnuestrosjóveneslasalasehallabaanegadaenluz.Elsol,desquitándoseaquellamañanadesuslargosyfrecuentesencierros, salía fogoso y resuelto a visitar todos los rincones de la villa, y altropezar con losmil cristales del terrado deElorza, no queriéndola vermejor,pasaba por ellos y se zambullía dentro con un esperezo vivo y ansioso queabrazabaenteramenteelámbitodelsalón.Eraunmágicoespectáculo.Millaresdelucesrojas,verdes,amarillas,carmesíes,grisesyazulesardíandentrodeél,poblando el pavimento, la techumbre y las paredes, descomponiéndose eninfinitosmaticesqueregocijabanlosojosylosdeslumbraban.Sobreelmosaicodel suelo caía una lluvia de rayos intensos donde flotaba un polvo ligero ycoloreado, y estos rayos se cruzaban y tejían en el espacio formando una telaflamígera,sutilyvistosa,porcuyosintersticiospasabanlosfugacesdestellosdeotrosrayosmáspálidosdondeflotabaunpolvoaunmásaéreo.Yestosvelosdepolvo,derayos,dedestellosydecoloresextendiéndoseunosdetrásdeotros,apesardesutransparenciaapenasdejabanverconvagaindecisión,comoaltravésde una bruma, los cristales y arabescos de las paredes. El sol derrochaba sustesoros de luz y color, como un bajá turco, en el recinto de aquella cámaraoriental, demostrando una vez más que cuando él se empeña en formar unadecoración brillante y fantástica, no hay tramoyista de teatro con todas suslentejuelas,bengalasytelonesquelepongaelpiedelante.Nuestros jóvenes quedaron un instante absortos ante el caprichoso ymágico

trabajode la luz, enteramenteolvidadosdelMenino,y sindecirseunapalabrapenetraronenlasalayllegaronhastaelmedioconelpasolentoyvacilantedelqueentraenunbaño.Enefecto,quedaronsumergidosyanegadosenunvaporluminosodondenadabantodosloscoloresposibles.—¡Quéhermosoestáelterradohoy!—acabópordecirMarta.—¡Parece la habitación de un palacio encantado!... Aquí estaríanmejor que

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nosotros un moro con turbante blanco y una odalisca cubierta de brocado ypedrería...¡Quéjuegosdeluztancaprichosos!...Esperaunpoco,Martita,ponteaquífrenteaesterayodeluzroja...¡Sivierasquésemblantetanparticulartienesahora!...Parecesunagitana...,unahijadeldesierto.En efecto, aquella luz tostaba el blanco rostro de la niña, lo encendía con

reflejosdesolmoribundoyloanimabaconlaexpresiónardienteyferozdelasnaturalezasmeridionales.Toda la inocencia de sus ojos, toda la pureza de suscontornos virginales se borraba bajo el poder de aquella llama maliciosa ylasciva,transformándolaenunserdistinto,fieroyvoluptuosoalmismotiempo,bienlejanoporciertodelverdadero.Ricardolocomprendióyledijo:—No;estecolornoteconviene...Venteaesteotro...Ylapusodebajodeunrayodeluzverde.—¡Jesús; pareces unamuerta!...No, no; éste tampoco...Aquí; a ver el color

amarillo... No estás mal..., pero te hace rubia, y las morenas deben quedarsemorenas, quiero decir, las pelinegras, porque ya sabemos que tú eres blanca.Vamosaverelazul...¡Oh,sorprendente!...¡Maravilloso!...¡Quéhermosaestás,criatura!Tenía razónel jovenmarqués.Elcolorazul,queeselmásespiritual, elmás

puro y el más sublime de los colores, se adaptaba admirablemente al rostrocándido de Marta. El rayo de luz caía sobre él como una caricia del cielo,bañándolo suavemente de una claridad diáfana. La negra cabellera quedabateñidadeazulprofundomientraselóvaloadorabledesurostroyelcuellofirmey mórbido se coloreaban levemente por un azul celeste. La línea delicada ycorrecta de sus facciones adquiría perfección ideal, y todo su semblante setransfigurabaconunaexpresiónangélicadebeatitud.Noobstante,habíaciertaexageracióndemalgustoenestafisonomíaarrobada

ycelestequelatintaazulleprestaba.AquéllanoeralaMartaverdadera,ingenuaymodestaensuexpresióncomoensusrasgos,sinootraMartaafectada,teatralyfantástica.Ricardoconcluyópordecirlequeconninguna luzestabamejorqueconlanatural.Laniñaexclamóderepente:—¡YelMenino,Ricardo!—Es verdad; nos habíamos olvidado... ¿Pero dónde vamos ahora?... Ya lo

hemosrecorridotodo...—VamosalahabitacióndeMaría...Talvezsehayasubidoallá...—Nomepareceprobable...,pero,enfin,vamos.

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Subieronalatorre,sinlograrmejorresultado.NienlahabitacióndeMaríanienladeGenovevadescubrieronrastrodelcanario.Ricardosintióciertaemociónalentrarenelcuartodesuamada,quenopasóinadvertidaparaMarta.Quedosegraveysilencioso,ysepusoaexaminarconafáncuantoallíhabía,moviendolosobjetos,destapandolosfrascosyhastaabriendoloscajones;detalsuertequelaniñasevioobligadaadecirle:—Noenredes,Ricardo...CuandovengaMaríayveasuscosasrevueltassevaa

enfadar.—¡Yquéimportaqueseenfade!—respondióconalgunaasperezaeljoven.—Esquemevaaecharlaculpaamí.—Bien,puesdilequehesidoyoyasuntoarreglado.Entróen laalcoba, levantó lascortinasdel lecho, tomóen lamanolos libros

quehabíasobrelamesadenoche,tornóadejarlosyconcluyóportirardelcajónde lamesilla.Había dentrounaporcióndeobjetos hacinados, entre los cualesmetiólamano,sacandounopordemásextraño.Eraunacruzanchadecuero,llenadepinchosdebronceporunodelosladosy

conuncordónparacolgaralcuello.—¿Quéesesto?—dijodándolevueltasenlamanoconasombro.Martaadivinóloqueera.—¡Déjalo,déjaloporDios,Ricardo!...SevaaenfadarmuchoMaría...—¡Jesús,québarbaridad!...¡Estodebedeseruncilicio!—Puedeser...,perodéjalo,déjaloporDios.Eljovenloarrojóotravezconviolenciadentrodelcajón,haciendoungestode

desprecioyrepugnancia.—Maríasehavueltoloca...¡Estoesunaatrocidadqueanadaconduce!—¡Nodigaseso,queespecado!...Maríaesmuyvirtuosa...—¡Virtuosa!...,¡virtuosa!—murmuróconcóleraeljoven—.Tambiéntúloeres

sinnecesidaddetalesextravagancias...—¡NomecomparesamíconMaría!Ricardo se puso a dar paseos por el cuarto, agitadamente y sin pronunciar

palabra. Después volvió a la alcoba y tornó a sacar el cilicio del cajón,examinándoloconmáscuidado.—Parecequeestospinchosformanletras...Mira...¿Túsabesloquedicen?—No,yonoleonada;seráaprensióntuya.

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—Sí, sí; aquí hay una inscripción... Pero, en fin, no quiero molestarmedescifrándola...Todasestascosasnosonmásqueridiculeces...Vámonos,chica,vámonos...Dejemosacadalococonsutema...Ycerrandoelcajónconenfadosaliódelaalcoba,seguidodeMarta.Alcruzar

por delante de una de las ventanas del gabinete, la niña lanzó un grito desorpresayalegría:—¡Mira,mira,Ricardo!...,¡miradóndeestáelMenino!Eljovenseabalanzóalaventana,yviosobreeltejadodelacasa,noamucha

distancia,dandobrinquitosdesatisfacción,muyorondoyespetado,alMeninoenpersona.—¡Québribón,adondesehaido!...Esmenestercogerle...¿Pordóndesesaleal

tejado?—Poraquíno;necesitamosbajarprimeroacasaysubirluegoalabuhardilla.—Pues,vamos.Bajaron de la torre y después de atravesar algunas habitaciones tomaron la

escaleradeldesván,queveníaapararaunadeellas.Estabasumamenteobscurayeljovensubíaconmuchotrabajo.Enelsegundotramodiountropezón.—¡Oh, se conoce que no estás acostumbrado!... Te vas a lastimar; dame la

manoqueyoteguiaré.Tomólamanodelaniña,queerapequeña,perofirmeyseguracomoladeuna

amazona.NoteníalasuavidaddelrasocomolasdeMaría,porquelostrabajosdelacasalehabíancurtidounpoco;encambioofrecíalatersuraamabledeunaepidermis rebosando de salud y de sangre.No estaba ardorosa tampoco comoaquélla,sinosiempretibiayserena,yapercibidaatodamolestiacomolasdeunahijadelpueblo.Eljovenmarquésnopudohacerestasobservaciones,porquemarchabaatento

solamenteanocaerse.Entraronenundesván,débilmenteesclarecidoaquíyallápor algunos delgadísimos rayos de sol, que por los intersticios de las rejas secolaban.Despuésdecaminarunrato,Martasoltólamano,diciendo:—Aguardaahí;voyaabrirlaventana.Y escapándose con ligereza subió media docena de escaleras que tenía la

buharda y abrió de par en par la ventana. Una ola de luz viva, intensa yconsoladorainvadiósúbitamentetodoeldesványdeslumbróanuestrojoven.—¡Aquíestá,aquíestáelMenino!—gritóMartadesdearribaconentusiasmo

—.¡Estámuycerca!...¡Menino!¡Menino!...¡Venacá,tonto!...¡Toma,toma!...

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¿Nomeconoces?...ElMenino,quesehallabaaseisuochopasosdedistancia,aloírlavozdesu

dueña,ladeólacabezacongraciosomovimiento,comoparaescuchar.Losrayosdel sol que caían de plano sobre él bañaban su plumaje amarillo, haciéndoleresaltardetalsuertesobreelcolorrojodeltejado,queparecíaunpedacitodeoroanimado.DiotresocuatrobrinquitosensondeacercarseaMartaydijopi...pii.—¿Quieresquesubaaversilecojo?—preguntóRicardo.—No;aguardaunpoco..., parecequevieneél...Menino,Menino..., venacá,

mono...,venacá...,toma...ElMeninodiootrostresocuatrobrincos,acercándose,yseparó,ladeandootra

vez la cabeza para escuchar. No es fácil saber lo que entonces pasó por sucerebro; algo de ruin y de bajo y de deshonroso para la raza a que pertenecedebióde ser,porqueolvidandoenunpunto loscariñososcuidadosde suama,suscontinuascaricias, losmuchoschocolatesqueconellacompartió,elregalode los bizcochos y los copiosos tarros de alpiste, se espulgó con grandeindiferenciaantesuvista,dijovariasvecespii,pii,conciertasorna,yabriendolasalassetendióporelespacioyendoaperderseentreelfollajedelashuertasvecinas.Martalanzóungritodedolor.—¡Diosmío,sehaido!—¿Sehaido?—¡Sí!—¿Muylejos?—Seperdiódevista.—¡Puesseñor,lahemoshechobuena!Ricardosubióalaventana,ysiguiendoladireccióndeldedodelaniñamiróy

remiróhastasacarse losojos, sinverabsolutamentenadaquesemejasedeunalegua a canario. Cuando volvió la vista aMarta observó que por susmejillasrodabaunalágrima.—¿Notedavergüenzallorarporunpájaro,tonta?—Tienes razón—repuso la niña, haciendo esfuerzos por reír y secándose la

lágrima con el pañuelo—. Pero me había encariñado con él como con unapersona...Yaves...,¡hacíatresañosquelecuidaba!...

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VII

ELALMAYELESPOSO

El rocío de la Gracia seguía cayendo copiosamente sobre el alma de laprimogénita de los señores de Elorza. Las virtudes cristianas florecían en ellacomorosasmísticashenchidasdefragancia,yunoporuno,conlaimpacienciayardorqueimprimíaatodassusacciones,ibasubiendolospeldañosdelaescaladeperfecciónqueconducealcielo.Susactosdecaridadydehumildadnosólollenaban de asombro a las personas que vivían cerca de ella, sino que seesparcíanyaportodalavilla,sirviendodeejemploedificanteajóvenesyviejosy de tema a las conversaciones de sacristía.Los ayunos y penitencias de todaclase,cadavezmásfrecuentesyásperos,aumentabanelentusiasmoylaseráficaalegríadesualma,peroenflaquecieronalcabonotablementeelcuerpo.Sufrágilnaturaleza empezaba a rebelarse contra tanta mortificación y a mostrarsedoloridaacadainstante,unasvecesenelcorazón,otrasenelestómago,otrasenlacabeza,aunquetodolosufríaconunaresignacióndignadeenvidia,ysinquelahiciesencejarensussantospropósitos.Padecía frecuentesdesmayos,que latenían largo tiempo sin sentido, y fuertes convulsiones. Algunos días, así quetomabaalimentolodevolvía,yenotrossequejabadeagudosdoloresdecabeza.DonMáximocomenzóarecetarlospreparadosdehierro,bañosdemaryvinodequina,concuyamedicaciónalgosemejoró,aunquepoco.Eldoctorconcluyópor afirmar que mientras no cambiase enteramente de régimen de vida nodesapareceríanestosachaques;perofueimposiblereducirlaaello.Maríacomenzóaobservarcongozoíntimo,delcualseacusabaasuconfesor

bañadaen lágrimas,que infundía admiracióny respetoa lagente;quecuandosalíaalacallelasaludabanalgunosconfrasesdeelogioycuandoestabaenlaiglesia la miraban todos los fieles con particular insistencia. A sus oídosllegaban, por boca de los criados,muchas frases lisonjeras, quemerecían susvirtudes a los sacerdotes más venerables y a las almas más piadosas de lapoblación, y percibiendo en ellas cierto sabor dulce, les prohibió que se lasrepitiesen.Algunas señoras consultaban con ella sus casos de conciencia, y lahicieronpresidentadeunaescueladominicaldeadultas,alascualescomenzóaexplicarladoctrinaylamoralcristianas,contantaclaridadyelocuenciaquenohabía otra cosa de qué hablar. Al segundo domingo se llenó el local que elAyuntamiento les había cedido en un antiguo convento, no sólo de criadas yjornaleras, para las cuales se había fundado el instituto, sino también de laspersonasmásdistinguidasdelavilla,ganosasdecomprobarloquelafamadecía

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delajoven.Yenefecto,pudieroncerciorarsedequeposeíaespecialesdotesparala enseñanza; una palabra sencilla y animada, maneras humildes y paciencianuncadesmentida.Lasmuchachashicieronnotablesprogresosbajosudirección.Nocontentaconesto,suplicóyobtuvodesupadrequelecedieseunpabellónque había en la huerta para reunir allí todos los días una docena de niñashuérfanasyenseñarlesaleer,escribiryrezarydarlesunaeducaciónapropiadaasusexoyposiciónsocial.Laextremadadulzuraconquetratabaalasdiscípulaslegranjearonprontosucariñoyhastasuadoración.En todas partes recibía nuestra virtuosa heroína testimonios inexcusables del

gran aprecio con que eramirada, peromuy particularmente en la sociedad dedevotosybeatas,dondeselaconsiderabacomounfaroluminosoquehabíadereportarventajas a la religión.En los tiemposde incredulidadaquehabíamosllegado, el espectáculo de una joven tan linda, tan instruida y tan principal,consagradaexclusivamentealejerciciodelasvirtudesydelosactosreligiosos,nopodíamenosdeinfluirsaludablementeenlascostumbresdelavilla.Ciertamañana,alretirarsedelasgradasdelaltar,dondeacababaderecibirla

comunión, ofrecía su rostro tal expresión edificante, que una mujer salió delconcurso,yarrodillándosedelantedeellalepidiósubendición.María,turbadayconfusa, quiso negarse; pero al fin no tuvo más remedio que ceder a susinstancias.Enotraocasión,pasandoporunodelosarrabalesconGenoveva,otramujerqueestabaalapuertadeunapobrevivienda,conunniñomoribundoentrelosbrazos,lesuplicóqueletomaseentrelossuyosyrezaseunpadrenuestroporél.Maríaasílohizoporcomplacerla,protestandodequeellaeraunamiserablepecadoraaquienDiosnopodíaescuchar;peroelniño,apenassevioacariciadopor tan hermosamano, comenzó a sonreír y no tardómuchos días enponersebueno. Esta maravillosa cura, pregonada por la agradecida madre, hizo granruido en el pueblo.Desde entonces la casa deElorza se vio invadida por unamuchedumbredemujeresqueveníanconniñosenfermosapedir a la señoritaMaría que los tomase en brazos y los bendijese. Como esto tenía visos demilagro, al decir de la gente, nuestra joven se apresuró a consultar con suconfesor sidebíacontinuarcediendoa los ruegosde lasafligidasmadres,yelsacerdote, despuésde tomarseundía para reflexionar, le contestóquenoveíaningúninconveniente,antescreíaquedeellopudieranredundaralgunasventajasa la fe. ¿Cómo es posible, preguntó María, que Dios quiera obrar actosmilagrosospormediodeunacriaturatanruinytanpecadoracomoyo?Alocualreplicaba el confesor que significaba gran osadía pretender escrutar los altosdesignios de Dios, y que se abstuviese de hacer tan irrespetuosasconsideraciones; que Dios se valía de quien quería para manifestar su santa

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voluntad,yquedetodassuertes,aunquenohubieseenellomilagro,nuncaeramaloatribuiralpoderdelsupremoHacedorlosbienesqueexperimentamos,lomismo en el alma que en el cuerpo.María acataba estas razones y procurabahacersedignaportodoslosmediosqueestabanasualcance,porlaoración,porlahumildadylapenitencia,deaquellasincreíblesgraciasqueDiosponíaensumano.Pocoapoco,yporvirtuddelapartamientoaquesuvidapiadosalaobligaba,

iban aflojándose en su alma los lazos terrenales. Principió por huir todadiversión y entretenimiento mundanos, como bailes, teatros y paseos, dondeantesbrillabaporsuhermosurayelegancia,llegandoalextremodeaborrecerlos.Abstúvosedespuésdeciertosrecreoslícitoscomocantarytocarmúsicaprofana,jugaralosnaipes,correrporlahuerta,tomarparteenlastertuliasdesucasa.Ensuafándemortificarseconcluyópornocontemplaramenudoelpaisajedesdelasventanasdesucuartoyprivarsedeaspirarelaromadelasfloresyelperfumedelasesencias.Todavíalequedó,noobstante,ypormuchotiempoelgustodevestirseconelegancia,locualprocedíadeciertareflexiónquehabíaleídoenunlibro devoto francés, aconsejando a las jóvenes que no descuidasen el aseo yafeitedelcuerpo,puesDiossecomplacíaenverlashermosasysaberqueparaÉlsolamenteseadornaban.Almismotiempoqueseibadespegandodelosplaceresdeestemundoseamortiguabanensucorazónlossentimientosdeamorhacialascriaturas,aunhaciaaquellasquemásdecerca la tocaban.Comprendiendoquepara amar aDios es indispensabledespojarsede los afectos terrenales, porqueningúnotro afecto esdignode entrar enuncorazónconsagradoalCriador, seapartabacadavezmásdelcariño,nosólodesuprometido,sinotambiéndesuspadres y hermana.Cesaron las frecuentes expansiones de amor que con todosteníaypordondeserevelabalaternuradesuapasionadoespíritu.Cuandoveíaasupadreporlamañana,yanosearrojabaasucuelloylecubríadecaricias.Consuhermanayanodesahogabalossecretosypesaresdesucorazón.Atodoslosmanteníaalejadosporunaprudentereservarevestidadedulzurayhumildad.El calor que escatimaba a los humanos iba subiendo, no obstante, como

perfumadoincienso,aunsitiomáselevado,aunobjetoinfinitamentemásdignodeél.Sucorazónnopodíapermanecerinactivo;necesitabaamarporqueerasuley;necesitabarebosardeentusiasmoporalgo,enlocualpensaraentodoslosinstantes de la vida y a lo que dedicase continuos sacrificios.María no podíaapetecer ni amar nada sin sentirse agitada por una fiebre que la consumía.Cuandoeraniñahabíaamadoaotradelamismaedad,morena,degrandesojosnegrosyduros,y lahabíaamadocontalpasiónquesehabíaconvertidoensuesclavavoluntariamente.Laniñadelosojosnegros,hijadeunpobremenestral

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de la villa, la trataba con la autoridad de reina y señora, le exigía todos losjuguetes de que era poseedora, la obligaba a plegarse a todos su caprichos, lahumillabasiempre que quería, y frecuentemente lamaltrataba de palabra y deobra, sin que por eso disminuyese poco nimucho el cariño de su apasionadaamiga. En cierta ocasión, estando las dos planchando las enaguas de unamuñeca, la cruel muchacha le dijo con cierto tonillo de burla:—Si tanto mequieres,¿aquenoerescapazdeponertepormíestaplanchaenunbrazo?Maríalevantócondecisiónlamangadelvestidoyaplicólaplanchaencendidaalbrazo,ocasionándose una horrible quemadura. Por estas y otras cosas de que donMariano tuvo noticia, puso en la calle a la amiguita y le prohibió pisar enadelanteelportaldesucasa,locualhizoenfermarasuhijadedolor.Cuandouncorazónesdetalsuerteinflamable,suaspiraciónconstanteeslade

abrasarse y consumirse en algún amor extraordinario, y cuando no lo tiene lobuscacomoelsedientolafuentedeaguacristalina.Maríalohabíabuscadoylohabíahallado;unamorpuroe inmortal, sublimeymaravilloso; el amordeunDiosquereduceapolvolosastrosyseentregacomounmansocorderoalalmaenamorada. Este amor, que iba prendiendo cada vez conmás violencia en suespíritu, no sólo se manifestaba en actos casi incomprensibles de humildad ymortificación, sino que se escapaba continuamente de sus labios con frasesapasionadasqueibanarefugiarsecomotímidasavecillasenelsagradoCorazóndeJesús.Enunprincipiohabíaoradoconadmiraciónrespetuosa,conelalmayel cuerpo prosternados, más asustada que enternecida, como el que hace unadeclaracióndeamor;peroasíquepormil señalesmanifiestascomprendióqueJesúscorrespondíaasupasiónyselapagabaconcreces,encontrómáslibertadyelocuenciaensuspalabrasyunafelicidadmásfirmeentodosuser.Los momentos más dichosos de su existencia eran los que consagraba a la

oración,quemásbienerauntiernocoloquiodedosenamorados,incomprensiblepara losquenohansondeado jamás losprofundossecretosdelamordivinonihangustadolasdulzurasdelauniónmística.AfuerzadeconversarconDios,decomunicarle susmás íntimos pensamientos e impresiones y de confesarle conlágrimastodoslosdíaslasmáslevesflaquezasdesuconciencia,habíallegadoaestablecerconÉlunasantafamiliaridadllenadedichasyconsuelos.Alahoradelcrepúsculo,cuandocesabaensuspiadosastareas,quelateníanocupadatodoel día, acostumbraba a recogerse en su cuarto para gozar a su sabor de losregalos y deleites que Jesús le otorgaba en sus fervorosas súplicas comorecompensadelostrabajosymortificacionesdeldía.Enunatardeplácidayserenadelaspostrimeríasdelinvierno,Maríasehallaba

en su cuarto haciendo oración, postrada ante la imagen de Jesús. Todas las

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ventanas estaban abiertas para recoger la luz que ya se iba escapandolentamente.Porlaquemirabaalatierraveíaselaextensallanuradepradosylassuavescolinasque lacircundabanbañadasenunvaporazulquesehacíacadavezmás denso hasta convertirse en niebla. Por la que daba a la ría se veía lasuperficiedeéstatranquila,inmóvil,comosideimprovisotodaaquellaaguasehubieseconvertidoenpiedra.CercadelMoralhabíacuatroocincomontecillosdearena,llamadosconpropiedadlosArenales,queheridosporlosmoribundosrayosdel solbrillabancomograndes topacios.Nielmás leve ruido turbabaelsilencio del gabinete, que en aquel momento semejaba, por lo sombrío yrecogido,ungranconfesonario.UnahoralargahacíaquelajovenconversabaconelAmadodesucorazón,sin

queningúnpensamientoterrestresedeslizaseensuarrobadoespíritu.Nuncasesintieratanabstraídaydespegadadelacarneydelosinteresesmundanos.Todoelcalordesucuerposehabía refugiadoenelcorazón,que latíacon inusitadobrío.Tenía losojoscerrados.Despuésdehaber rezado todas lasoracionesquesabíadememoria, algunas compuestaspor ella, dejódescansar los labiosy seentregóaunasuavemeditación,dondesufantasíaseespaciócomoenuncampoinfinito esmaltado de flores. Lo mismo el confesor que los libros devotos leaconsejaban que pensase con frecuencia en la cruenta pasión y muerte delRedentor,yasílohabíahechohastaentonces,embargadadedoloryanegadaenlágrimas.SeleclavabaenelalmaaquelrostrocontraídoyangustiadodeJesúsenlacruz,aquellosojosentornadosymoribundos,dondeaunardíanelamorylabondad eterna de unDios.Cuando le veíamarchar hacia elCalvario, cargadoconelpesadoleñoycaeruna,dosytresveces,rendidodefatiga,sinencontraren los feroces rostros que le rodeaban una mirada de compasión, sentíaanudársele la garganta y estallar el pecho en sollozos. Asistía uno por uno atodos los dolores de Cristo, desde la memorable noche del huerto hasta elinstantedecerrarlosojosparasiempreentredosladrones,víctimadelaperfidiade los hombres. Las sublimes palabras de perdón que al expirar pronunció,sonabanensusoídoscomounapromesadelcieloyunaesperanzadeverleaúnrodeadodegloriaenlaotravida.Peroenaquelinstantesupensamientohuíadelasescenasdemuerte.Entorno

deélflotabanimágenesrisueñasygloriosasqueleinfundíanunaamablealegríaque pocas veces había sentido, acompañada de indecible bienestar corporal.Creíasentirunsuavísimocalorqueirradiabadelcorazónhastalasmanosylospies,comosilasumergiesenenunbañodelechetibia.Almismotiempo,unasmanosdelicadasyfragantesleteníancerradoslosojos,mientrasunhálitodulcele refrescaba la frente. El gabinete de la torre se henchía de vagos y tenues

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sonidosquesu imaginación transformabaenconciertosmisteriosos.Estaba tanfuera de sí que no sabía si se hallaba en realidad despierta, por más queconservasetodassuspotencias.Pocoapocoempezóaperderlavoluntad;tratóde abrir los ojos y no pudo; trató de separar lasmanos que tenía cruzadas, ytampoco lo consiguió.Una fuerza superior la ataba, pero tan dulcemente, quepornadaenelmundoromperíaaquelloslazos.Eraundesmayocelestialdetodoel serque la sumíaendeleites ignoradosporellahastaentonces.Las lágrimasresbalaban por su rostro como un licor exquisito que bañaba sus labios dedulzura,ydesdeloslabioscorríaporlointeriordesucuerpoypenetrabaenloshuesoscomounciónsuavísima,comoungranolor.Estelicorlaembriagabaylafortalecía a la vez, y no se cansaba de beberlo. La salud penetraba como untorrenteensumarchitocuerpo,prestándoleunafuerza incomprensible;entrabaenunavidaplenaydivinadondenoexistenlosdolores,enunletargoextáticolleno demolicie, del cual nacíanmuchedumbre de vagos deseos, como floresqueabrensucálizuninstanteydifundenporelairesuperfume.Losdeseosdesu alma también se difundían y apagaban en la inmensa alegría que laembargaba.Mientraselcuerpodormíaenestedulceenajenamientodelossentidos,velaba

elespírituconactividadmaravillosa.Sumemoriaestababañadadeclaridadylaimaginación se lanzaba con raudo vuelo dando vuelta a los orbes. En vez demeditar sobre la muerte del Señor, pensaba con íntima complacencia en suadorable vida y recorría todos los pasos completamente embelesada,representándoselos con tal verdad como si realmente hubiese asistido a ellos.Veía primeramente a Jesús naciendo en la gruta de las cercanías de Belén,abrazando con sus tiernos brazos el cuello de la Virgen y sonriendo a lospastores y a los magos que de luengas tierras vinieron a adorarlo. Veíale enseguidatransportadoaEgipto,recorriendolosdesiertosdelaArabia,durmiendosobreelregazodesumadredebajodealgúnárboloenelfondodealgunacueva.DespuésloencontrabaenlospórticosdeltemplodeJerusalénsentadoenmediodelosdoctores,cuandosóloteníadoceaños,consuslargoscabellosdecolordebronceylablancatúnica,queformabagraciosospliegueshastacubrirlelospies,asombrando a todos tanto por su belleza sobrehumana como por la profundasabiduríadesuspalabras.ContemplábaleensumodestoalberguedeNazareth,en lapazdeunavidaobscuraycontemplativa,nutriendosudivinoespíritudelas sublimes verdades que el Eterno Padre le comunicaba en sus frecuentessolitariospaseos.AsistíadespuésasusprimeraspredicacionesporlaGalileayalprimermilagroconquediotestimoniodesupoderinfinitoenlasbodasdeCaná.AcompañábaleaCafarnaum,cuandodepie sobreunabarcadepescar,mecida

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suavemente por las olas, dirigía su palabra, más clara que el sol que losalumbraba,másdulcequelabrisadelatarde,alamuchedumbrecongregadaalaorilla.VolvíaconÉlaNazareth,dedondesusrebeldeseingratoscompatriotaslearrojaron sindejarsevencerde sudulzuray elocuencia.MarchabaaBethania,dondelasantadesunombre,MaríaMagdalena,yMarta,suhermana,tuvieronladichadehospedarleyaquélladeescucharlesentadaasuspiesporlargotiempo.Entodaspartesleveíaserenoyhermosocomolopintalatradición,consusojosazules de inexplicable dulzura, el cutis sonrosado y transparente, la barbaapuntadaysudoradacabellerapartidaporelmediocayendoenondassobreloshombros.Losnumerososretratosquehabíavisto,nosólodesudivinapersona,sinodelpaísdondelaspredicacionesseefectuaron,unidoasupoderosafantasía,latransportabanalostiemposdelaRedención,comonadiepudieraimaginarse.Pero donde más se placía su imaginación era en verle entrar triunfante enJerusalén,seguidodeunamuchedumbreembriagadadeentusiasmo,enmediodehosannasybendiciones.Entoncessuhermosorostro,quedesaparecíacasientreelfollajedelosramosylaspalmas,tomabaunaexpresióndivina;susojos,tanapacibles,brillabanconel fulgorde laomnipotenciaysusmanosseextendíansobre la ciudad, perdonándola de antemano el bárbaro deicidio. ¡Oh, cómo serecreabasualmaconestaescenapoéticaytiernaenqueJesúsalcanzósobrelatierraunpocodelaadoraciónqueseledebe!Siellasehubieseencontradoenaquellosparajes, formaríapartedel séquitodelReyde losReyesyelevaríasuvoz para aclamarle. La mezcla que había en Él de poder y de humildad, defuerzaydulzura,lallenabadeentusiasmoydeadmiración.Sabía, no obstante, que la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén repetíase

diariamenteenunsentidomístico;queeldivinoSeñorgozabamásentrandoenelalmadesusescogidosqueenlaingratahijadeSión;queelamorerapoderosocontraeldueñoabsolutodetodaslascosasyteníaplacerenentregarseaquienseloprofesaba.Masparaelloeranecesarioamarlemucho,amarledetalmodoqueseprefiriesenlosdoloresytormentosvenidosdesumanoalosdeleitesmásexquisitosde la tierra, amarlehastadesfallecerymorir en supresenciay caerrendidaasuspiesbajoelimperiodesumirada;eranecesariopasarlargashorasbuscándole en las profundidades del cielo, en el sosiego de la tarde, en lahermosura de las flores, de los pájaros y de todas las criaturas, al lado de losmoribundos,enelcentrodelosdoloresypenitencias;eranecesariodejarcorrerlas horas en extática oración, sintiendo resbalar las lágrimas y quemar lasmejillas; era necesario obedecer a todos, ser la sierva humilde de todos,despegarse de todo lo criado, hasta de susmismos padres, y aborrecerse a símismaparaserlaamadadeJesús.¡Así,asíleamabaella!¡Cuántashorasdeldía

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ydelanochehabíapasadopensandoenÉl!¡Cuántaslágrimashabíaderramadoporsucausa!¡Cuántasvecesenelsilenciodelanochehabíasalidosualmaconansias en amores inflamada como la Esposa delmísticoCantar, en busca delDueñodesucorazón!Ycuandodeestamaneralebuscabaardiendoenamorosodeseo,nuncadejabadehallarle.Enciertaocasión,habiendopasadotodoeldíacurandoalosenfermosdelhospital,alahoradeacostarsesintiótangranplacerensualmayensucuerpo,quefaltópocoparaquesedesmayase.Humillándosedelantedealgunotambiénpercibíaundejoexquisito.Macerandosucuerpoconásperadisciplina,habíasentidomásdeleitequejamáslehabíaproporcionadoelmundo con sus desabridos placeres.De esta suerte Jesús le empezaba a pagarsubidamenteelamorqueleprofesaba,transformandoparaellaenregaloloqueparaotroseradolorypenitencia.Estaúltimaconsideraciónpenetró tanagudamenteen suespíritu,que lahizo

prorrumpirenunsinfíndegraciasybendiciones,quepermanecieronencerradasenelcorazónsinbrotaraloslabios.Suslabiosestabanmudos,inmóvilescomolos de la esfinge, sin osar reproducir por medio de sonidos los inefablespensamientos que cruzaban por su mente. Escuchaba dentro de sí mil vocessuavesquelehablaban,perosincomprenderloquedecían:sentíasesuspendidaporunosdelicadosbrazos,quesincesarlaacariciabanyadvertíacerca,aunquesin verla, como la presencia de un ser sobrenatural que la consolaba con sualiento.EntoncessepersuadiódeunmodorepentinoaqueelSeñor laamaba.Vioclaramenteconlosojosdelespírituqueelesposoacudíayaa lavozdelaesposa y no deseaba más que unirse a ella para enriquecerla y regalarlaeternamente.Yaestabacerca:losentíaasuladoysedeshacíaenansiasdeverle;peroÉlnosemostraba,noacababaderendirseasustiernasyamorosassúplicas.Como el quemuestra una golosina a un niño y se la oculta, y de nuevo se laenseñaytornaaocultárselaparaencenderlemáselapetito,asíeldivinoEsposola tenía suspensa y embelesada, irritandomás ymás su deseo. La apasionadaestrofadeSanJuandelaCruzacudióasumemoria:

¡Ay,quiénpodrásanarme!Acabadeentregarteyadevero,NoquierasenviarmeDehoyyamásmensajero,Quenosabendecirmeloquequiero.

Ymilveceslaestuvorepitiendoensuinteriorconunasublimecongojaenqueleparecíaqueel almaquería salírselepor laboca.Pero suboca seguíamuda.Queríagritar,romperenalabanzasdeJesús,desahogarlosímpetusfervorososdesupecho,ynoleeraposible.Sentíaunaextrañaopresiónquelamatabaconuna

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muertecelestialquenotrocaraporcienvidas.Undeseopunzante,ansioso,irresistibleseapoderósúbitodesucorazón.Jesús,

el Rey de las almas, había otorgado a alguna favores que espantaban por losgrandeseincomprensibles.ASantaIsabel,despuésdesusprodigiososactosdecaridad y penitencia, se le había aparecido y le dijo: «Isabel, si tú quieres sermía,yoquierosertuyotambién,ynuncasepararmedeti».ASantaCatalinadeSienalaveníafrecuentementeaconsolarasucelda,platicabaypaseabaconellaymuchasveceslaayudabaarezarsusoraciones.ASantaTeresalatomabaentresus brazos, sin que pudiese desprenderse y la acariciaba y la besaba. ¡Si ellalograseunregaloparecido!Apenasnacióensumenteestepensamientoatrevidoseespantódeélysintiótantavergüenzaquedebuengradosehubieraocultadodebajo de la tierra. ¡Oh, no,Diosmío! ¡Quién era ella para recibir una graciasemejante, otorgada solamente a las mártires de la caridad y a las seráficasvírgenesquebrillanenelcielocomoclarosluceros!¡Perdón,Jesúsmío,perdón!Mas aquel osado deseo no quiso apartarse de su espíritu y continuó

persiguiéndolasinqueapesardemuchosesfuerzoslograsedesecharlo.Ellanoeradignade tantagloria,bien losabía,perosudeseoerahijodelamorqueeldivino Jesús le había infundido en el pecho; de suerte queno era ella, sino elmismo Jesús el autor de este deseo. Si no la hubiese abrasado en su celestialafecto y empezado a otorgar favores tan gratos como inmerecidos, nunca lehubieravenidoalacabezaideatandisparatada.No,nopedíatantagracia,tantoconsuelo;lebastabaconloqueJesússedignasedarle,conalgunasmigajitasdesuamorinmortal.Seconsideraríalamásdichosadelasvírgenesdelcielosialcabodelargosañosdeoraciónypenitencia,deamargurasytribulaciones,Jesúsleconsintieraponerloslabiosunasolavezensudivinorostro.¿OhJesúsmío,serápecadoelpediresto?¿Podrámerecer jamásestaruincriaturaungozo taninfinito?Alzó los ojos. Jesús, con su nimbo dorado que brillaba entre las sombras

reflejandolaúltimaytristeclaridaddelaventana,ysuluengatúnicadeinfinitospliegues,extendíalasmanoshaciaella,clavándolealmismotiempounamiradadulceyprofunda.Corrióporsusvenasunasensacióndefríocualsisesintierapróximaalamuerte;peroalinstantefuesubstituidaporotradecalorintensoquela hizo sudar por todos los poros del cuerpo. Comprendía vagamente que seestaba efectuando un adorable misterio a su vista, y un santo temor lasobrecogió. El gabinete estaba envuelto en la sombra: las ventanas parecíangrandes ojos opacos quemiraban por susmuros.Un enternecimiento suave ylánguido apoderose de su ser y la inundó de felicidad. Desapareció el temor.Entrabaenella lacertidumbredeserqueridaporJesús,deser laamadadeun

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Dios.La ternura, la admiración, ladicha rebosabande supechoyyanopudoapartarlosojosdelosdelSeñor,bebiendoenelloselmisterioeinefabledeleitedelagloria.Elmismodeseo se presentódenuevo en sumente.Esta vez lo formuló con

palabras,cuyoalientocálidoresbalóporsusmanoscruzadasdelantedelaboca.—Jesúsmío, ¿permitiréis a vuestra sierva poner los labios en vuestra divina

persona?Jesús se inclinó aún más. María sintió que los cabellos se le erizaban y el

corazón quería salírsele del pecho. Jesús había hablado. Su voz penetró comounamúsicaenelalmadelajoven,quesecreyómuertaytrasladadaalcielo.Jesúshabíadicho:—Levántate,amigamía,hermosamía,yven.—¡Señor, yo no soy digna!—exclamóMaría con un grito de angustia y de

dichaalavez.Jesúsvolvióadecir:—Todaereshermosa,amigamía,yentinohaymancha.—¡Jesúsmío,osamosobretodaslascosas!—Palomamía,muéstrameturostro,suenetuvozenmisoídos,porquetuvozesdulceyturostrohermoso—replicóJesúsinclinándosetodavíamás.Entonces la joven,arrebatadadegloriayentusiasmo,seabrazóa las rodillas

delSeñorylasinundódelágrimas,diciendoentresollozos,comolaesposadeltextosagrado:—Mialmasehaderretidocuandohablómiamado.Ypocoapocosusbrazos,anudadosalcuerpodeJesús,fueronsubiendohasta

estrecharle el cuello. Faltole el aliento y sintió escapar su memoria, suimaginación y todas sus potencias, perdiéndose en una alegría inmensa yansiosa,dondetodoelsersebañabacomoenunéterpurísimo.AcercóelrostroaldelSeñor;tocóconsusmejillaslasdelAmado,posóloslabiosenlablancuradesufrente,enelfulgordesusojos,enelcoraldesuslabios.Y en la sala de la torre, silenciosa, hundida en las tinieblas, sonó por largo

tiempounruidodesollozosybesoscomprimidos.Alcabo,uncuerpohumano,elcuerpodelaseñoritadeElorza,privadodesentido,rodópesadamenteporelsuelo. Genoveva, al entrar con luz, después de un rato, todavía la hallódesmayada, con los ojos abiertos e inmóviles, reflejando en su rostro unacelestialalegría.

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VIII

COMOUSTEDESGUSTEN

Llegó la primavera. Los vientos del N. E., a modo de escoba gigantescamanejadaporlamanodealgúndiosaficionadoalalimpieza,barríanamenudoelpolvoylacenizadelfirmamento.Losmarinerosquesalíandemadrugadaalapesca,alponerelpieenelmuelleveíanmuchasvecesungranpedazodecieloazulsobrelascasaslejanasdelMoral,queseibaextendiendolentamentehacialos cuatro puntos cardinales, dejando suspensas sobre el horizonte algunaslevísimas rayas de niebla de color violeta semejando grandes cejas. La vastasábanade la ría, envezde los tristesymetálicos reflejosdel invierno, dejabaescaparahorahermososdestellosazules,ylascáscarasdenuez,llamadasbarcospor mal nombre, cabeceaban impacientes en la dársena como otros potrospreparados a salir. Mas por las tardes todavía el invierno reivindicaba susderechos,oraesparciendosobrelavillaylaríaunaespesacapadeniebla,quenotardabaendeshacerseencierzo,orahaciendocorrerporelcielofuriosamentenegrasycolosalesnubesqueibanadescargarsupesoalointerior.Algunosdíasnoobstante,alapuestadelsol,unsoplodeairetibiollegabadelapartedetierra,queadvertíadeliciosamentea lospacíficoshabitantesdeNievade lapresenciaenaquelpartido judicialde lamásamableycoquetade las estaciones.Yestesoplo de aire cargado de perfumes, subiendo por la nariz al cerebro de losvecinosmás inclinados a la poesía y a las dulces expansiones del corazón, seportaba como enemigo declarado del sosiego de los espíritus femeninos yperturbadordelapazdelasfamilias.La villa dormía plácidamente como una sultana, recibiendo la caricia

halagüeñadeestesoplo.Sinembargo,debajodesus techoselsosiegoeramásaparentequereal.Unagranpartedelvecindarioseguíadurmiendocomoantesapierna suelta, pero otra no menos numerosa y estimable, sin saber a quéatribuirlo, despertaba varias veces en el curso de la noche y se pasaba enocasionesunahoraconlaluzencendidaleyendolosartículosdeElTiempo,sinlograr conciliar el sueño. Bebíase gran copia de vasos de agua; soñábansecincuentamil disparates, que al recordarlos por lamañana hacían sonreír conenternecimientoaloshonradosmoradores,ymásdeunoymásdedosatraparonunafluxióndepechoporhabérselescaídolaropadelacama.Despachábaseenlas dos boticas del pueblo una cantidad extraordinaria de cebada perlada;algunos rechazaban a la mesa el vino, con sorpresa de sus consortes; ydulcificábase extremadamente el carácter de los señoritos en el trato con las

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criadas.EllibrerodelacalledelaIndustriapedíaaMadridalgunasnovelasdePaul de Kock por encargo de sus parroquianos, y el profesor de piano hacíaanálogareclamaciónaloseditoresdemúsica,devariasromanzassentimentalescontítulosapasionadoscomoVorreimorir,Tuttoperte,Nonpossovivereyotrasde igual jaez, por empeño de sus discípulas. Las golondrinas comenzaban ainstalarseenloscorredores,ydespuésdecortejarseunoscuantosdíasporelairepersiguiéndose con gritos descompasados y partiéndose solas las parejas a lossitios más escondidos de las huertas, sin respeto alguno al qué dirán y a lasbuenas formas, celebraban sus bodas con la misma grosería, sin consultar lavoluntaddelospapás,nisuplicardispensacuandolanecesitaban,niproclamarseporconductodelpárroco,niencargartrousseauaParís,nirecibirunmaljuegodecaféde losparientes,nipasarpapeletas impresasa losamigosyconocidosparticipandosuefectuadoenlace,nisiquierainsertarenLaCorrespondenciadeEspañaunsueltodiciendo:«Ayer,antenumerosayescogidaconcurrencia,enlaquefigurabalomáseminentedelanobleza,lapolíticaylaliteratura,severificóencasade ladesposadaelanunciadomatrimoniode labellísimaydistinguidagolondrina doña Fulana de Tal con el acaudalado golondrino don Zutano deCual.Después de servirse un espléndidobuffet, los novios partieron a su ricaposesióndelosRobledales,enAragón».YquienhabladelasgolondrinasclaroestáqueserefiereigualmenteatodalacatervadepájarosquehabíansentadosusrealestantoenlashuertasdeNievacomoenlosinmensospinaresquebordabanlasorillasdesuría.Entre las personas en quienes la influencia de este soplo primaveral se

ejercitabadeunmodomásseñalado(dejandoaparte,porsupuesto,alaseñoritadeDelgado,conquiennadieseatreveríaamantenercompetenciaenmateriadesensaciones,sentimientos,emocionesytodoloreferentealavidadelcorazón)contábase nuestro conocidoManolito López. Su apreciable familia observabacongratasorpresa,nosóloqueelcarácterdelchicosedulcificabaaojosvistas,sino también que crecían y se propagaban en él de un modo inusitado lainclinación al aseo y los hábitos de compostura. Esta loable inclinaciónmanifestábase en todas las prendas de vestir que adornaban su persona, peromuyparticularmenteenelcalzado.Untarrodebetúnsuperiorcadaquincedíasno era bastante para el consumo de sus botas, gastando mucha parte de lamañanaydesus fuerzas físicasenponerlas relucientescomounespejo,yaunasínoestabacontento.HubieranecesitadoManolitoqueelbrillodeldiamantebrasileñoyeldetodoslosdelascoronasrealeseuropeas,eldelosmaresyeldelos astros viniera a refugiarse a ellas para quedar enteramente satisfecho.Despuésdedarlaúltimamanodegatoasuscabellos,Manolitosalíasiempreen

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laamablecompañíadesusbotascharoladasapasearpordelantede lacasadeElorza,ycallearriba,calleabajo,allíseestabatodoeltiempoquelepermitíansusocupacionesyalgunapartetambiéndelqueleprohibían.Losbalconesdelacasapermanecíanpor reglageneralherméticamentecerrados,peroManolito,ajuzgar por el gracioso contoneo que adoptaba al cruzar por delante, debía desospecharqueunosojosfijosyenamoradosleestabansiempreobservandopordetrás de las rendijas.Tal vez que otra los balcones se abrían, apareciendo enelloslafiguradeCarmen,deGenoveva,deAdelaodealgúnotrosirviente,queledirigíanmiradasnobastantementerespetuosas,atendiendoa laedad(quinceañosytresmeses)yalcarácterdenuestrojoven.Deraroenrarosolíaaparecertambién la linda cabeza de Marta, que paseaba sus ojos un instante por loscontornosdelacasaconexpresiónindiferente;lacual,dichoseaenhonordelaverdad, no se trocaba en apasionadayhalagüeña a la vista deManolito, antesbiencontinuabadelamismasuerte,apagadaysevera,comosinuestrojovennotuviesemáspersonalidadqueunacolumnadelossoportales,oqueelrelojdelAyuntamiento o el letrero del café de la Estrella o cualquiera de los objetosinanimados sobre losque se espaciaban losojosde laniña.Manolitoquedabaalgunos momentos turbado, como si hallándose navegando por los mares delPoloviesede improviso llegarhaciaélunaenormemontañadehielo,peronotardabaen reponerse, exclamandopara sus adentros: «¡Quédisimulada es estachica!» Y aunque los balcones se cerrasen inmediatamente con chirridodesdeñosoypermaneciesen tapiados todoeldía,Manolitonodejabadepaseararriba y pasear abajo, atrincherado siempre en su convicción de que por losintersticiosde las cortinasunosojos extáticosyhúmedosdeamor le clavabanmilsaetasapasionadas.Pero donde la primavera ejercía un imperio más absoluto y hasta despótico

(dejando siempre a salvo, por supuesto, el espíritu poético de la señorita deDelgado)eraenlahuertadelosseñoresdeElorza.Allí,sinconsultarparanadala voluntad de las flexibles mimosas ni de las redondas acacias, ni de lasimponentescatalpas,ni ladeningúnotroárboloarbusto, floro legumbre,porrespetableque fuese, comenzó avestirlos todosdeverde,matizando los trajescuidadosamente, a éste dándole uno obscuro y profundo, a aquél claro ydeslumbrante, al otro pálido y amarillento, haciendo con ellos una especie demascaradarisueñayoriginalquelisonjeabalavistadelosqueaunpersistenentener afición a las obras de la naturaleza. Sobre este traje brillaban comohonoríficas condecoraciones algunas flores, amarillas, blancas, azules oencarnadas, prestas a embalsamar el ambiente con los suaves aromas queguardanensucorazón.

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Lahuertaeraextensa,comopocas,dilatándosedesdelaplaza,dondesealzabala casa de donMariano, hasta el muelle, por un lado, y por el otro hasta lasúltimascasasdelpueblo.Yoraporquenofuesemuyfácilcuidaresmeradamentetangranpedazodetierra,bienporquedonMarianonoquisiera,comohombredegusto, imponer su ley a la naturaleza, estableciendo en su finca un régimentiránicodetijerasylíneasgeométricas,lociertoesqueofrecíatodaellaelvigordesordenado,laexuberanciaylaespontaneidadquenosueleverseyasinoenlashuertasprovincianasgobernadasaúnporunsistemaespañolamplioytolerante.Lascalles,aunquetiradasacordel,segúnprescribíalamodaeneltiempoenqueseabrieron,estabanyatorcidas,graciasalasinvasionesoalasdeficienciasdelossetosdemembrillo,bojyrosal.Losárbolescerrabanenmuchosparajesestascallesconbóvedaespesa,prestándolesuntintedeamablemisterio,quediganloquequieran, es el hechizomayor de los jardines, y apelamos al testimoniodetodas las almas ardientes elevadas, particularmente a la de la señorita deDelgado.Pordetrásdelosárbolesyaltravésdelossetosseveíaalgúnfaunoosátirode

piedra, deteriorado, con grandesmanchas verdes por las espaldasmusculosas,arrojando agua por narices y boca; en esta agradable ocupación había pasadotoda su vida. Las flores no tenían en el jardín de Elorza los monstruososprivilegios que suelen gozar en los flamantes parques modernos, sino que sehabían establecido en un pie de igualdad con las modestas cuanto suculentaslegumbres.Alladodeungrupoocestodedaliascrecíaunaesparraguera,yalavista de un magnífico macizo de cannas índicas y calladium prosperaba unbosquedealcachofasyuncuadrodeberzasdelaAlsacia.Enunadelasesquinashabía un gran tendejón donde yacían hacinados muebles viejos de la casa,algunos coches estropeados, aperos de jardinería, etc., etc.Circundaba toda lahuertaunatapiadebastanteespesoryelevaciónpordondetrepabanlayedraylamadreselva cautelosamente hasta asomar sus hojas por encima como pilluelosqueentrasenarobarfrutaytratasenantesdeespiaraljardinero.Sobreunodeloslienzos de la tapia se alzaban los palos de los barcos delmuelle, que con susnumerosos cables, enlazándose y cruzándose en todos sentidos, semejaban delejos arañas monstruosas. Una gran puerta enrejada de hierro ponía encomunicaciónalahuertaconelmuelle.La hija menor de los dueños de esta huerta se hallaba una mañana en ella

cortandofloresconlastijerasquependíandesucinturaycolocándolasdespuésconmuchadelicadezaenuncestillodemimbre.Lasibaeligiendodeunladoydeotro,parándoseavecesareflexionardelantedealgunas,ydejándolasintactasparairenseguidahaciaotrasyvolvermástardealasprimeras,dandounsinfín

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devueltasentodasdireccionesconpasovacilante.Sehallabatanembebidaenlasprofundidadesdealgunacombinaciónreferentealramodejardinería,quesedejabatostarsinpiedadporunmagníficosol iracundoysoberbio,comopocasvecessolíaestarlo.Desdelaúltimavezquelavimoshabíaexperimentadoensufigura algún leve cambio, no muy fácil de definir. Acababa de cumplir loscatorce años. Su desarrollo físico, siempre exuberante y vigoroso, había dadouna sacudidaen losúltimos tresmeses,noestirándolayenflaqueciéndola a lapar, como sucede generalmente con las niñas en esta edad, sino acabando demodelarla como un hermoso juguete. Marta iba a quedarse pequeñita. Lanaturalezaestabadandolosúltimostoquesasufigura,abultandolalíneadesucadera, redondeando sus brazos, hinchando su seno virginal y perfilando laelipse de su rostro, sin acordarse para nada de otorgarle tres dedos más deestatura, que eran los que le hacían falta. Por eso un teniente de caballeríaandaluz,alhacerleunfavoryundisfavoreneljuegodeprendas,lehabíadichorecientemente:«—Ezuztémubonita,peroezuztémuredondita».Yestohabíaservidoparaquelosamigosdelacasalallamasenfestivamentelaredonditaylamareasen a la continua con el «ezuztémubonita, etcétera».La expresióndelrostrocontinuabasiendotanplácida,tangraveydulcecomoantes.Noobstante,susgrandesojosnegros, serenosy límpidos,que, comohemosdicho,ofrecíancierta singular inmovilidad semejante a la de los que padecen degotaserena,adquiríanunmovimiento tansosegadoy tandulcequeunade las señoritasdeCiudad,lamismaquelahabíapresentadoalingenieroSuárez,nopudomenosdeexclamarlanocheanterior:—¿NoreparaustedquémiradatansuavetieneMartita?—Enefecto—repusoelingeniero—,esaniñaparecequeacariciaconlosojos

cuantomira.Almismo tiempo propendían a quedársele húmedos, lo cual aumentaba aún

más su brillo y su ternura.Vestía en aquelmomento un trajemorado obscuroextremadamente ceñido y plegado al cuerpo, y si bien, a petición suya, se loshacíanyaunpocomáslargos,todavíaalbajarseparacortarlasfloresenseñabagranpartedeunasespléndidasybientorneadaspantorrillas,quecorríanparejaconlosbrazosdemarras.Despuésquehubocortado,asujuicio,lassuficientesflores,fueasentarseen

un banco de piedra a la sombra, y poniendo el cesto a su lado y sacando unovillodehilo,sedispusocongrancalmaahacerunramillete.Tomóprimerounamagníficarosablancadelasllamadasdeté,lequitótodaslasespinasyfoliolosy ató en torno suyo una serie de hojas demalva.Al llegar a este punto de laoperaciónaparecióRicardo.Marta levantó la cabeza aloír lospasosy labajó

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rápidamenteparacontinuarsuobra.—Teandababuscando,Martita.—¿Para?—Paranada...,paraverte...¿Teparecepoco?—Sinoesmás,meparecepoco,sí.—¿Acasonoquieresquetevea?—Nodigoeso...,perocomonohaceaúnveinticuatrohorasquehasestadoen

casa...—Detodosmodosteníaganasdeverte.Martacallóysiguiósu tareaponiendoen tornode la rosayapoyadosen las

hojasdemalvatrespensamientosobscuros.Ricardohabíacambiadotambiénunpocodesdelaúltimavezquelevimos.Surostroestabalevementedescaecido,ya la ordinaria expresión de alegría había sucedido otra como de fatiga, que avecesrayabaentristeyamarga.Indudablementenohabíasidomuyfelizenlosúltimosmeses.Yasabemosquenoteníamotivosparaserlo.LaperpetualuchaquenecesitabasostenerconlosescrúpulosdeMaríayeldesvíosinceroofingidoque observaba en ella constituían un disgusto sordo y continuado que leamargaba la existencia. Los breves ratos en que conseguía hablar con suadorada, en vez de dedicarlos a las dulces expansiones del amor, se pasabanordinariamenteenreyertasyreconvencionesocuandomenosenlargosdiscursossuasorios de la una y la otra parte;Ricardo convenciendo aMaría de que susprácticaspiadosaseranunaexageraciónincompatibleconlanaturalezahumana;María tratando de persuadir a Ricardo a que abandonase las frivolidades delmundoyemprendieseelcaminodelavirtud,queeseldelasalvación.Después que hubo contemplado silenciosamente por unmomento la obra de

Marta,lepreguntó:—¿Paraquiéneseseramo?—ParaMaría, que quiere empezar esta tarde sus flores a la Virgen. Me ha

pedidoquelehiciesedosyyatengounoencasa.Un relámpago de alegría pasó por los ojos del joven al oír el nombre de su

amada y empezó a interesarse en el arreglo del ramillete. Marta notóperfectamentelaalegríayelinterésdesufuturohermano.Entrelostrespensamientoscolocótresclaveles,unorojo,otrodecolorderosa

yotroblanco.Despuéstomóalgunashojasdealmoradujyrosal,yciñóconellaselnacienteramo.Enseguidacolocóalrededorunafajademargaritasalternandoloscolores:encarnada,blanca,azulyjaspeada.

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—Ahora debes poner más claveles—apuntó Ricardo con la osadía delignorante.—Cállate, Ricardo; no sabes lo que dices... Ahora se pone un relleno de

almoradujymalvaparaquelasmargaritastengandondeapoyarse...Esnecesarioque las flores vayan sueltas y no se toquen unas a otras para que cada cualconservesuformadentrodelramo...¿Loves?...Ahorayapuedeagregarseunafaja de rosas sin temor de chafar lasmargaritas, una blanca, otra encarnada...,unablanca...,otraencarnada...Basta...El hilo daba vueltas entre sus dedos, apretando suavemente las flores. El

ramillete iba tomando una forma piramidal bien proporcionada. Ricardo, aldirigirlavistaalcestillo,viounosgeraniosdecolorrojoextremadamentevivoyexclamó:—¡Ohquégeraniostanhermosos!...Estecolortanvivodebeconvenirtemuy

bien,Martita...Ponteunoenelpelo...Laniña,sinhacersederogar,cogióelque lepresentabayse locolocóentre

susnegroscabellosporencimade laoreja.Esta combinación tanvulgarde lonegroconloencarnadoquetodaslasniñasconocensemanifestómásarmoniosaque otras veces por la intensidad excepcional tanto de lo obscuro como de lorojo.Elgeranio,altrasladarseaaquelsitio,parecióhabercumplidosudestinoenlatierra,brillandomáshermosoysatisfechoquenunca.RicardocontemplólacabezadeMartaconverdaderaadmiración,mientraspor

loslabiosylosojosdeéstavagabaunainocentesonrisadetriunfo.Entornodelasrosascolocóenvezdelrellenoverdedealmoradujymalvaotro

dealelíesblancosymoradosyenseguidaunafajadegeraniosdetodoscolores,combinándolos graciosamente. Estaba hecho el ramillete. Para cerrarlo cogióalgunos puñados de tomillo y los fue agregando a fin de que le sirviesen deapoyo. Las flores todas, artísticamente combinadas, aparecían sueltas,ostentandocadacualsupropiaformaperfectamenteunidasaltodo.Martalevantóelramoenalto,diciendoconorgulloinfantil:—¿Noestábien?...,¿noestábien?—¡Admirable!..., ¡admirable!—prorrumpió Ricardo, y en el colmo del

entusiasmotomóelramo,lediounaporcióndevueltasyponiéndolodespuésenelcestillocogióunamanodelaniñayselallevóaloslabios.Martasepusotanencarnadacomoelgeranioquellevabaenelpeloylaretiró

velozmente.Ricardo,mirándolaconsonrisaburlona,ledijo:—¿Quéeseso,señorita?¿Quéeseso?¿Seavergüenzaustedyadequelebesen

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unamano cuandonohace todavía cuatromesesque la besábamos todos en lamejilla?...Nopasoporello...Deningúnmodopasoporello...Ytomándolealafuerzalasdosmanosempezóarepartirbesosenellasatoda

prisa sin darse punto de descanso hasta que creyó percibir algo raro sobre sucabezaylalevantó.Martaestaballorando.Lasorpresadeljovenfuetangrandeque soltó las manos sin decir palabra. La niña se tapó con ellas la cara ycomenzóasollozarconvivosentimiento.—Martita,¿quétepasa?...¿Quétienes?—lepreguntótodoasustado,bajándose

paraverleelrostro.—Nada,nada...,déjame.—¿Peroporquélloras?...¿Tehelastimado?...¿Teheofendido?...—No,no...,déjame,Ricardo...,déjame,porDios.Ylevantándosedelbancoechóacorrerendireccióndelacasa,limpiándoselos

ojos. Ricardo la vio alejarse, cada vez más sorprendido, y permaneció algúntiempo en el banco tratando inútilmente de explicarse la conducta de la niña.Despuésselevantóycomenzóapasearporlahuerta.Alcabodeunratosehabíaolvidado enteramente del llanto de Marta. Otras memorias más punzantesvinierona turbarleelánimoyaembebersuatención.Unahora lomenospasódandovueltasporelparquemeditandoenellas,cuandoalcruzarpordelantedelbanco donde estuviera sentado con la niña se fijó en que el ramode ésta aunpermanecía dentro del cesto, como lo había dejado, y ocurriéndosele que noestababienallíquisollevarloacasa.Alaprimerasirvientaconquientropezólepreguntódóndesehallabalaseñorita.—Meparecequedebedeestarenlahabitacióndelaseñora.Se encaminó hacia allá. A la puerta misma del cuarto de doña Gertrudis

encontróaMarta,quesalíadeevacuarsindudaalgúnencargodesumadre.Laniña, que aun llevaba el geranio rojo en el pelo, así que le vio dirigiole unasonrisadulce,conseñalesdehallarseavergonzada.—¿Estásenfadadatodavía,Martita?—lepreguntóenvozbaja.—Nuncaloestuve,Ricardo.—¿Yaquellloriqueo?...—Noséyomisma loqueha sido...Hacealgunosdíasquenomeencuentro

bien...ysinsaberporquésemesueltanlaslágrimas...—Pues lo celebro en el alma, preciosa. No puedes figurarte lo que sentía

habertedisgustado.—¡Bah!...

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—¡Yconquésentimientollorabas!...Creíquetepasabaalgogravedeveras...¿Hastenidoalgúndisgustohoy?—No,no,nohetenidonada.Vuelvoenseguida...Hastaahora.ElmarquésdePeñaltaentróenelcuartodedoñaGertrudis,dondesehallaban

a la sazón conversando donMariano y donMáximo, que nomanifestaban demodoalgunoensu rostro lazozobraangustiosa, lapalidezyelespantode losquepresencianlaagoníadeunmoribundo;locualirritabadetalmaneraadoñaGertrudis, que casi se hubiera alegrado de morir en aquel momento sólo pordarles un susto. Estaba, como siempre, arrellanada en su butaca, tapadas laspiernasylospiesconunamagníficapieldecabraselvática,repartiendomiradasde amarga desolación entre el cielo raso y una copa de leche que tenía en lamano.Devezencuandolaacercabaaloslabiosytragabapartedesucontenidoalzandoenseguida losojosyexclamandointeriormente:«¡Diosmío,quepasedemíestecáliz!»Talvezqueotraposábalostambiénconinefableserenidadensus verdugos, expresándoles de una manera conmovedora que si Dios lesperdonabasucrueldad,ella,porsuparte,noteníainconvenienteenotorgarlesunamplioygenerosoperdón;aunquemuchodudabaqueelSupremoHacedorseloconcediera.Ricardofueasentarsecercadelosverdugossinceremoniaalguna,porqueya

habíatenidoocasiónaquellamañanadedisertarprofundamenteunabuenahorasobrelosnerviosdedoñaGertrudis.Ésta,haciéndosecargodequequienalternacon delincuentes está muy expuesto a caer en el crimen, le comprendió deantemanoenlaomnímodayliberalamnistíaqueteníadecretadaafavordesusmalhechores.—YonoconsentiríaniperiódicosfacciososcomoLaTradición,niautoridades

quenoobedeciesenpuntualeincondicionalmentealGobierno,donMáximo.—Estoydeacuerdoconustedhastaciertopunto;aunnosencontramosenun

períododeluchayesmenesterapelaraprocedimientosexcepcionales.Peronomenegaráustedquebajounrégimennormal,lalibertad...—¡Quélibertadniquécalabazas!...Libertadparatrabajar...,ésaeslaúnicaque

nos hace falta... Caminos, puentes, fábricas, saneamientos de terrenos,ferrocarriles y puertos; eso es lo que pide nuestra desgraciada nación... Lalibertad que ustedes los progresistas ambicionan es la libertad de morirse dehambre... Cuando considero que si no hubiera sido por la Gloriosa nuestroferrocarrilestaríayaapuntodeterminarse,meacometetaldesesperación...—Estonoesmásqueunsacudimientopasajero,donMariano...¡Yaveráusted

quéprontoluceelirisdepaz!

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—Sí, sí..., ¡ya escampa!... ¿Ha leído usted el artículo de entrada de LaTradición?(LaTradicióneraunperiódicoquesepublicabaenNievalosjueves.)Puescuandololeayaveráustedquéarcosirisnospreparanlospartidariosdelaltarydeltrono...—¿Estámuyfuerte?—Pocacosa...Dicequetodoslosbuenoscatólicosdebenempuñarlasarmas,

paraexterminarlacatervadeimpíosydesalmadosquehoynosgobiernan...En aquel momento entraba Marta en el gabinete. Al pasar por delante de

Ricardo, éste la cogió de unamano y la obligó a sentarse sobre sus rodillas,haciéndoleunamudacariciaconlosojos,sindejardeatenderalaconversación.Laniñasesentósinresistenciayescuchótambiénensilencio.—¿Perodeverasdiceeso?—preguntódonMáximo.—¡Ytandeveras!...Léaloustedyseedificará...Paramí,loscarlistasdeacá

estánmeditandoyaunfraguandoalgúngolpedemano.Elcomandantegeneraldescuida demasiado esta región y distrae todas las fuerzas en perseguir laspartidasdelamontaña...LaFábricanecesitasiempreunafuerteguarniciónporloquepuedaacaecer...¡Puesapenasespresacodiciadaporellos!...—Yonocreoqueseatrevannuncaaintentarnadaporeselado.Ysinoquelo

digaelmarqués...Ricardo no oyó bien las últimas palabras de don Máximo porque estaba

saludandoconsonrisaapasionadaaMaría,queentrabaalasazón.DespuésquesehubosentadocercadedoñaGertrudisycambiadoconélalgunasmiradas,fuecuandoseacordódelapreguntaqueledirigían.—¿Quédecíausted,donMáximo?—QueyonocreoqueloscarlistasintentennadacontralaFábrica...Seríauna

empresaridícula.—¡Oh!,notanto...,notantocomoustedsefigura,donMáximo...Hoyporhoy

conlaescasaguarniciónquetenemosnoseríaunimposiblenimuchomenoselsorprenderla... ¡Cuántas veces he pensado, haciendo la guardia de noche, quetreintahombresdecididosmepodíanponerenunapuro!...Silograsenentrar,lacosaestabaresuelta,bienpuedenustedescreerlo...—¿Looyeusted,hombre inconvencible, looyeusted?...Yaveráustedcómo

noshemosdeacordardeSantaBárbaradespuésquecaiganrayosycentellas...Peroescuchaunacosa,Ricardo,¿porquénoaprovecháispara ladefensade laFábricalosúltimosadelantosquesehanhechoenlaluzeléctrica?—¿Cómo?

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—Amísemefiguraquecolocandoendistintosparajesdeellaunoscuantosfocosdeluzeléctricaqueeloficialdeguardiapudieseencenderconsóloapretarunbotón, se podría evitarmuybien el peligro de una sorpresa; y si almismotiempo se colgasen una buena cantidad de campanas poderosas, movidasigualmente por la electricidad, que produjesen alarma instantánea en lapoblaciónydespertasenalosobreros,queporlocomúnvivencerca...Martita,¿quétienes?—exclamódeimprovisocortandoelhilodeldiscurso.Todosacudieronaella.Laniña,quecontinuabasentadasobre las rodillasde

Ricardo, se había ido poniendo pálida sin que nadie se hiciese cargo.CuandodonMarianosefijóenella,casualmente,estabablancacomoelpapel.—¿Quétepasa,hijamía?—¿Quétienes,Martita?—Mesientounpocomal.Dadmeunvasodeagua.Maríacorrióporella.Don

Máximoletomóelpulsoydijo:—Noesmásqueunamagodevahído,quesecortaráconelagua.En efecto, después que la bebió y se hubo sentado en el sofá empezó a

serenarse, y a los pocos minutos ya estaba completamente bien. Siguió laconversación.

IX

EXCURSIÓNALMORALYALAISLA

QuincedíasporlomenossehablódelaexcursiónalMoralyalaIsla.DuranteelinviernolasjóvenestertulianasdelacasadeElorzahabíanqueridoformaruncapital,conlosproductosdelaaduanaylotería,destinadoasufragarlosgastos.Don Mariano las dejó formarlo, sonriendo bellacamente cada vez que leparticipaban el estado de la caja. Mas cuando llegó la época fijada para laexcursión,apresenciadetodalatertuliatomóelpuñadodeplatadelcajoncitodondeseguardabayseloentregóalcuradeNievaparaquelorepartieseentrelosfeligresesquemáslonecesitaran.—¿Puesqué—exclamóelnoblecaballeroalmismotiempo—;noescienveces

mejor dedicar este dinero a matar el hambre en algunos pobres, que a un

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pasatiempofrívoloyexcusado?—Es cierto, es cierto—dijeron las niñas poniendouna cara que no hacía, en

verdad,recordarlaspurassatisfaccionesdelavirtudylasalegríasdeljusto.Aquellanochesehabló, secantóysebailópocoen la tertuliadeElorza.La

virtud,severapornaturaleza,nogustademanifestacionesruidosas.Muchachosymuchachas expresaban la íntima y pura satisfacción que aquel sacrificio leshabía inspirado con una inefable serenidad que los tenía mudos y quietos lamayorpartedeltiempo,cualsimeditasenprofundamentesobrealgúntextodelEvangelio.Grande,pues,debiósereldisgustoquesintierontodoscuandodonMarianoles

dijoaúltimahora:—Señorasyseñores:eljueves,alasochodelamañana,agradeceríaaustedes

enel almaquediesenunavueltaporelmuelleconvenientementeprovistosdesombrero,quitasol,abrigo,etcétera.NadamásfácilqueaesahoralosmarinerosdemifalúaseempeñenenllevarnosalMoral,ycomoustedescomprendennoseríacortéseldesairarlos.La tertulia deploró esta determinación que la privaba de sacrificarse por la

fraternidaduniversal,conrisainextinguible,vocesymovimientosdesordenados:—«¡QuédonMarianoéste!—¡Siemprehadeteneresasbromas!—Eljueves,eljueves, ¿qué tengo yo que hacer el jueves? ¡Ah, me parece que nada!—¿Llevaremoselimpermeable?Yocreoquebastaconelabrigo,etcétera.»Yenefecto,eljuevesalasochodelamañana,lafalúadedonMarianoylade

la Sanidad, limpias y aderezadas como dos muchachas en día de romería,aguardaban impacientes a la gente cabeceando una al lado de otra en elatracadero delmuelle.Cuatromarineros daban la últimamano en cada una alarreglodel aparejo,dirigiendodevezencuandomiradasescrutadorasoraa laría,bienalascallesquedesembocabanenelmuelle.Losseñoresnoaparecíanylamareayahabíabajadodospiesymedio.Algunodelosmarinerosexpresabasus impresiones desagradables por la tardanza con un rugido no bastantefashionable.Últimamenteaparecióungrupoabigarradodedamasycaballeros,donde predominaban los sombreros de paja y las manteletas encarnadas, y elviejolobomarinoqueacababadejurarcomouncarretero,blasfemóotravezdepurosatisfechoycolocóunatablaentreelatracaderoylafalúaparaquepasaselagente.ElprimeroquesaltófuedonMariano.Lafalúaseinclinóblandamentesobreuncostadoalrecibirelpesodesuamo,comosilehicieseunareverenciacariñosa.Lasniñas todas, incluyendopor supuestoa las señoritasdeDelgado,fueron saltando después, apoyadas en la atlética mano de don Mariano; los

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caballeros las siguieron. Una vez llena la primera falúa, pasose a cargar lasegunda, que a su vez no tardó también en llenarse.En la primera iban, entreotras personas distinguidas, las dos señoritas de Delgado con su hermana laviuda,que ibaautorizándolasconsupresencia; lasdeMerinoconsuhermanoBonifacio,elmáscomplacientedetodosloshermanos;tresocuatrooficialesdela Fábrica, don Mariano, don Máximo, Martita y Ricardo. María no iba porimpedírseloelhábitoquehabíaofrecidoconvotodenoasistiraningunafiesta.TampocolosachaquesdedoñaGertrudisladejabantomarparteenlaexcursión.En la segunda se hallaba ya bien acomodada nuestra amiga, la simpática yvivarachaseñoritadeMory,escrutadadecercaporlosojossaltonesdelilustradoIsidorito. También pudimos distinguir entre otras una jovencita muy lindallamadaRosario,conquienelpolloqueestáasuladonohabíapodidobailarlanochedelsaraodeElorzaacausadelaguerraqueelpianistateníadeclaradaalas mazurcas. Los marineros iban ya a zafar los cables para emprender lamarcha,cuandodeunadelasfalúassalióunavozpreguntando:—¿YlasdeCiudad?Faltaban las de Ciudad. Don Mariano y el médico de la Sanidad quedaron

consternadosaloírestenombrequeenvolvíaunguarismotanrespetable.Antesde que pudieran salir de su consternación ya habían aparecido por una de lasbocacallesdelmuellelasseisseñoritasacompañadasporsupapá,sumamá,elingenieroSuárezydoshermanitosdemenoredad.Enlasfalúasyaeraimposibleacomodar tanta gente: fue necesario buscar otra y tripularla con los primerosmarinerosquesehallaron,entrelocualseperdióuntiempoprecioso.Masalfin,como todo searreglaenestemundomenos lamuerte, las señoritasdeCiudadconsusadyacentesquedaronbienempaquetadasenunaembarcacióndestinadaalapesca,yelpatróndelaSanidadpudodarseñaldemarcha.Losdoceremosdelasfalúasempezaronacaeracompasadamenteenelaguaconchapoteolánguido,comobrazosqueseesperezan.Lasuperficiedelaríaestabatersa,inmóvilybrillante,comoladeunespejo:la

luzproyectabasobreellaalgunasextensasmanchasargentadashaciaelcentroyotrasobscurasenlosbordes.Elcielosepresentabaveladoporunlevísimotoldodenubesquehacían soberbia competencia a losquitasolesy sombrerosde lasseñoras. Sólo una tenue brisa cargada con los acres olores de los pinos de laorillaveníaabesartímidamentelaespaldaturgentedelasaguasyloscuellosnomenosturgentesyfrescosdelasseñoras.Noeratodavíaunabrisalegítimamentemarinerasinomestiza,conlascualidadesdemarytierra.Los remos cobraron al fin toda su agilidad y removieron airados con sus

palmas el cristal de las aguas, produciendo en ellas remolinos fugaces y

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espumosos.Todoslossemblantesexpresabanlacándidaalegríaquecomunicaelmovimiento y el espectáculo siempre nuevo y hermoso de la naturaleza. Lasjóvenes inclinadas sobre el carel de la embarcación sumergían con deleite lasmanos en el agua, dejándola deslizarse con ruido entre sus blancos dedosceñidos de sortijas, charlaban, gritaban, reían y se apostrofaban de unaembarcaciónaotra.Losmuchachoslessalpicabanelrostroconlosbastonesyseinclinaban de repente sobre un costado para asustarlas, complaciéndosegrandemente con sus gritos desesperados. Todo era ruido y algazara en ladiminutaescuadrilla.SegúnavanzabahaciaElMoral, lascualidadesmarinerasde la brisa fueron sobrepujando a las terrestres: se hizomás intensa, llegandohastasoplarconviolenciaenalgunosparajes,cuandolasfalúaspasabanfrenteaalgunacañadaformadaporlascolinasolomasquecerrabanlacuencadelaría.Lascintasdelossombreros,losgallardetesdelospalosdepopa,lospañuelosylas corbatas comenzaron a tremolar vivamente.Los viajeros sintieron el dulceensordecimientoqueproduceelvientoagudodelmar,nutridodesales.Algunospajaritosacuáticosdepocaimportanciasalierondeunadelasorillasypasaronvolandosobrelasfalúas,locualfuecausaparaquedonSerapio,enunraptodeentusiasmomarítimo, sepusiese enpie sobre lapopay agarrado al palode labanderaentonasecomounenergúmenolacanciónqueempieza:

AlverenlainmensallanuradelmarLasavesmarinasconrumbohaciaacá,siguiendoenvidiososuvuelofugaz,etcétera.

Si la ría pudiera ruborizarse no dejaría de hacerlo al oírse calificar tanhiperbólicamente de inmensa llanura, si no es que creyéndolo broma de malgéneroloechaseamalaparteyseenojaseseriamente.Detodosmodos,elvientose encargó de vengarla arrebatando de improviso el sombrero del inspiradocantanteycortandoelarroyuelo,pornodecireltorrente,desuvoz.Lafalúaquevenía detrás lo recogió y lo entregómuy bien remojadito a su dueño, que nomanifestódeseosporelmomentodeseguirapostrofandoalasavesmarinas.La escuadrilla continuaba acercándose al puñado de casas de ElMoral, que

distaban deNieva legua ymedia próximamente.La villa se iba alejando cadavez más de nuestros viajeros, ofreciendo a sus ojos un espectáculo hermoso.Estabaasentadaenlamismafaldadeunamontañanomuyelevada,guarnecidapor todos ladosdehuertas frondosasybosquesde laurelynaranjo.Sublancocaseríoparecíacolocadoentalsitioporunamanodeartistaamigadecombinarlos recursos de la naturaleza para producir la emoción estética, como diría unrevisterodeteatros.Lablancuradeslumbrantedelavillaresaltabasobreelverdeobscurodelamontañacomoungranpedazodenievedesprendidodelacúspide.

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La sábana argentada de la ría extendiéndose a sus pies esperaba inmóvil ysumisaquevinieraacaerensuseno.Lassuavescolinasvestidasdepinosquebordeaban lasorillasyquenuestrosviajeros ibandejandoatrásunaenposdeotrasemejabanlomoserizadosdeanimalesmonstruososyfantásticos.Las conversaciones de falúa a falúa fueron cesando. Las embarcaciones

recobraronsuautonomíaviviendoparasí.Oigamosalgodeloquesecharlabaenellas.ENLAFALÚADEELORZA.—Yosoymuyviejo,donMáximo,perocuento

quemishijashandeverestaríaperfectamentecanalizada.Lacantidaddeaguaque penetra por la boca del puerto es capaz de producir, si no estuviesediseminada,unfondosuficienteparalosbuquesdemáscalado.Lacuestiónesencauzarla.¿Ycómoseconsigueesto?PueshadeserforzosamentepormediodedosescollerasparalelasquearranquenenlamismabarrayvenganapararaNieva. El agua, lomismo en el flujo que en el reflujo, pasará entre ellas conmayorvelocidadtrabajandosobreelfondohastaprofundizarlo.Pocoapocoelespacio comprendido entre el canal y las orillas irá quedando en secoypodrásanearsefácilmente.Unavezsaneadosestosgrandesespacios,nodudoqueporellossehadeextenderlapoblacióndeNievaaorillasdelhermosocanal,queseverásurcadoconstantementeportodaclasedeembarcaciones.Lamodernavillafundada en una planicie tan dilatada tendrá seguramente sus calles trazadas acordel como las de las ciudades americanas y magníficos muelles. Pero elverdaderopuertonopuedeseraquí,sinoenelsurgiderodelosarenales...Muyprontopasaremospordelantedeél...Esunsitioabrigadoyextensodondepuedemaniobrar una escuadra entera... Hoy tiene poca profundidad, lo séperfectamente, pero el fondo es de arena y sabe usted que con las máquinaspoderosasdedragarquehayahoraenmuypoco tiempose lepuededardosotresmetrosmásdecalado...EntoncesNievaseráelpuertomás importantedelCantábrico.Lamayorpartedenuestrosproductosminerosseexportaránporél,porque la dársena de Sarrió es muy chica y no hay posibilidad de darle másamplitud.Envezde ir a lospuertos francesesapasarelverano, losespañolesvendrán a estas hermosas provincias del Norte, abandonadas hoy por falta devías de comunicación... ¿QuéBiarritz se puede comparar en el verano a estossitios frescos y deliciosos? ¿Qué playa de Arcachón puede sostener lacompetenciaconlasnuestrasdeMiramarylasHuelgas?...ABORDODELASANIDAD.—Hoy he dormido perfectamente después de

unaporcióndenochesque llevosinpegarapenas losojos—dijo laseñoritadeMoryasuamigaRosarioqueestabasentadaasulado—.Noséquétengohacealgún tiempo... Me siento nerviosa... Me duele la cabeza al levantarme de la

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cama...Yocreoquenecesitorefrescarme.—Tal vez necesite usted refrescar el corazón, señorita—se aventuró a decir

Isidoritoconelrostroespantosamentecontraídoporunasonrisa.—No sabía yo que se despachasen también en la botica refrescos para el

corazón—repuso la joven con gesto desdeñoso, dirigiendo sus palabras aRosario.—¡Oh!no,señorita;enlaboticano.Elcorazónnosecuraconlospreparados

de la terapéutica ordinaria ni con ninguna fórmula de la farmacopea, porquetiene, aparte de su naturaleza física semejante a la de las demás vísceras, otranaturaleza puramente espiritual en el uso corriente de la conversación, que nopuede ser influida sino por medicamentos morales. Al decir que tal veznecesitase usted refrescar el corazón quería indicar que acaso convendría queusted desterrase de él ciertas preocupaciones de carácter amoroso que algunasveceslosuelenalterar.—No tengo esas preocupaciones que usted dice, ni pienso en tenerlas, por

ahora, Dios mediante—respondió la señorita con el mismo gesto desabrido ydirigiéndosesiempreaRosario.—Nopuedeustedafirmaresodeunmodotancategórico.—¿Pues?—Porque en la edad que usted tiene esmuy difícil, por no decir imposible,

sondar las profundidades del espíritu y escudriñar todos sus pliegues.Frecuentemente las impresiones se introducen en nuestra alma de un modosubrepticio,sinquenosdemoscuentadeello;empiezansiendovagasyfugitivasy por lo mismo pasan inadvertidas; pero lentamente van tomando cuerpo,haciéndosefuertes,yconcluyenporapoderarsedelapersonaygobernarlaasutalante.Entoncespasanalacategoríadepasiones.—Puesyoséperfectamenteloquesientoyloquenosiento.—¡Oh!no,señorita;permítameustedqueledigaquenolopuedesaber.—¡Hombre,tienegracia!¿Nohedesaberyoloquesiento?...Puesentonceslo

sabráusted...—Quizálosepamejor.Laobservacióndesímismo,segúntodoslosfilósofosy

moralistas, es más difícil que la de los demás, y son pocos los que logranconocersebien.Porotraparte, la juventudesirreflexivadesuyoy,sobretodo,las mujeres no saben darse cuenta cabal de sus inclinaciones y de las vagasemocionesquecruzanporsucorazón.—Mireusted;lasmujeressoncomoDioslascrió,yloshombrestambién.

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—Nolodudo;peroDioslashacriadoasí,conunacapacidadsensitiva(sivaleexpresarsedeestasuerte)másvivaydelicadaqueladeloshombres.Sepuededecirquehannacidoexclusivamenteparaelamoryqueelamordebellenarsuexistencia.Elamory lasconsecuenciasquedeélsedesprendenconstituyenelprimerfindelauniónconyugaloseadelmatrimonio.Talesloqueseencuentraestablecidoentodaslaslegislacionesymuyparticularmenteenlacanónica,queeslafuentemáspuradetodasellas.Lamujer,porconsiguiente,obramásbienimpulsadaporlafantasíayelsentimiento,queporlarazón...—¡Jesús, cuántas cosas sabe Isidorito de las pobres mujeres!—exclamó la

señoritadeMoryentonoentreirritadoyburlón.El fiscalmunicipal quedóunpoco acortado, pero al caboprosiguiódiciendo

sindejarlaseudosonrisaqueleatormentabalacara:—Siendo,portanto,elamorelmóvilmáspoderoso,pornodecirelúnico,de

la vida de lamujer, nada tiene de particular que haya supuesto que una jovencomo usted se encuentre agitada por ese sentimiento omnipotente y paguetributoaloqueconstituyeunaleyindeclinabledelavida.Veaustedahoracómono andaba descaminado al afirmar que tal vez necesitase usted refrescar elcorazóno,loqueesigual,aligerarlodealgunaimpresióndemasiadopunzante.—¡AyDios,quépesado!—dijolaseñoritadeMoryenvozbaja;yenaltavoz

repuso—:Puesseequivocausteddemedioamedio,Isidorito;nadamepinchanimepunzaporahora.—Permítameustedquelodude.—Es ustedmuy dueño de dudarlo, pero le aseguro que lo sé demuy buena

tinta.—Detodosmodos,enbuenalógica,pormásqueustedasegurelocontrario,no

hayposibilidaddesostenerunaafirmaciónsemejante.Nosólolarazónyelbuensentido se oponen a ello, sino que de la observación más superficial de loshechosresulta:primero,queelamoresunsentimientonaturalyconstanteenlasjóvenes;segundo,queenustednoexistenmotivosparasustraerseaél,ytercero,queelhechodedormirpocoyagitadamentehacemuyverosímil lasuposicióndequeustedseencuentraenamorada.LaseñoritadeMoryseencogiódehombros,hizounamuecadesdeñosaconlos

labiosysindignarseresponderentablóconversaciónconsuamigaRosario.Isidoritohabíatriunfado,comosiempre,desucontrario.Porqueparaeljoven

fiscal la mujer con quien hablara era su contrario y se creía en el caso deenvolverlaenlosplieguesdesulógicayestrecharladecercahastaquelarendíalo mismo que a un litigante rebelde. De este modo pensaba captarse la

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admiraciónyelrespetodelsexofemenino.Maselsexofemenino(dichoseaensudesdoro) no sólono admiraba a Isidoritopor su lógica contundente, por suformalidad y por sus vastos conocimientos jurídicos, sino que le miraba conmarcadaojerizayhuíasuconversacióncualsisetratasedeunruidoenfadoso.LaseñoritadeMory,conquienhabíasostenidocontroversiasreñidísimassobre

lanaturalezadelamorylaamistad,lasdulzurasdelrecuerdo,lasamargurasdelolvido, lasimpatíay todo lodemásreferentealcorazón,en lascualessiempresalía,pordecontado,victorioso,habíallegadoaaborrecerledemuerte.Asíquenuestro sensato jovensehallabaamásdecien leguasde los tresmildurosderentadelagraciosaherederacuandocreíaestartocándolosyaconlapuntadelosdedos. Su formalidad jamás desmentida, su elocuencia reposada y serena, suslevitasprolongadas,susideasdeordenysujurisprudenciasehabíanestrelladocontraunaprevencióntancruelcomoinjustificada.ENLAFALÚADELASDECIUDAD.—¡María Julia,Consuelo,miradquébonitohaceelaguametiendolamanodentro!—¡Lindísimo!—Sevaustedamojarelvestido,Amparo.—¡Mire usted qué penachitos blancos tan monos salen por entre los dedos,

Suárez!—Preciosos...,perosevaustedamojarlamangadelvestido.—Aguardeustedunpoco...Me la voy a remangar...Ea, ya está bien...Mire

usted,mireusted...—Todavíameparecequesemoja...Levántelaustedunpoquitomás...—¿Más?—Sí.—¡Peromevoyadescubrirtodoelbrazo!—¡Quéimporta!—Tieneustedrazón;eltiemponoestáparaconstiparse.Ahoramepareceque

yaquedabien...¡Huy,quéfríaestáelagua!...¡Enlamanonosenota,peroenlosbrazos!...Mire usted,mire usted cómo salta... Poniendo la palma de lamanocontra la corriente se sube por el brazo arriba... ¿No ve usted qué hermosa ytransparenteestáhoy?...—Hablandoconfranquezalediré—murmuróelingenieroaloídodeAmparo

—queenestemomentomellamamáslaatenciónsulindobrazo.—Sinosecallausted,pícaro,lesacudoelaguaenlacara—manifestólaniña

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enmediodecastascontorsiones.—Aunqueustedmeechasea la ría lo seguiríadiciendo...Yosoyartistaante

todo,yalosabeusted...Nadahaytanhermosocomolaformahumana...cuandoeshermosa;yesebrazosostienelacompetenciaconlosmásacabadosmodelosdelarteescultórico.—Vamos,no seaustedbromista...Mibrazoes comootrobrazocualquiera...

Loquehayesqueyavoysintiendofríoenél...¡Carambaconelagua!¡Parecíatantempladitaalprincipio!...¡Ycómosevaenfriandopocoapocohastaqueselemeteaunaporloshuesos!...—Sáquelousted,sáquelousted...Vamosasecarlo.Y Amparito lo sacó, en efecto, del agua, y lo entregó inocentemente al

ingeniero, que se puso a secarlo con el pañuelo, prodigándole cuidadosexquisitosydiciendoalmismotiempo:—¡Peroquébrazotanpreciosotieneusted,Amparito!...¡Québlancura!...¡Qué

cutisdelicado!...¡Yquébientorneadosobretodo!...Elbrazodelamujerhadeserasí...,redondoyfino,comoeldelaVenusdeMédicis...Ladisminuciónhacialamuñecadebesergradualyproporcionada...Laverdadesquesiel restodelcuerpocorrespondealbrazo,esustedunadelasmujeresmejorformadasqueunartistapuedeapetecerparamodelo...Lasmujeresbienhechassonahorabastanteescasas. A esto se debe la decadencia de la escultura, según los críticos. Sihubieramuchas como usted, no podrían decir eso, seguramente... ¡Qué brazo,québrazotanlindo!...Nopuedeustedfigurarseelplacerquesientoaltenerunaobrataldearteentrelasmanos...Elingenieroaldecirestodabatantasvueltasalbrazodelaniña,lomanoseaba

tanto,queelseñordeCiudad,quecontemplabalaoperacióndesdelaproaconojostorvos,nopudomenosdeexclamarentonocolérico:—Amparo,¿quieresbajarteesamanga?...¡Chicuelamástonta!...Laniñaseruborizóybajólamanga.Elingeniero,nopudiendodesenvolversus

teoríasartísticasconelmodeloalavista,renuncióporalgúntiempoalusodelapalabra.Las falúasestabanyadelantede losArenales.El solhabíaconseguidohacer

algunosagujeroseneltoldonublosoyamenazabadesgarrarloporcompletoenplazomásomenosbreve.Elmanojoderayosqueporestosagujeroscaíasobrelos montecillos de arena, hacíalos brillar como enormes pepitas de oroderramando sus resplandores sobre toda la extensión de la sábana de agua.Aveces,cuandolosrayosdelsolfenecíanmomentáneamenteporlainterposiciónde alguna nube, los resplandores se apagaban y la arena tomaba los matices

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grisesydoradosdelastelasamarillasdeseda.Losviajerosconvinierontodosenque aquellos arenales daban una idea bastante aproximada de los desiertos deÁfrica,ydonMarianoexpresó laopinióndequeseríamuy fácil fijar laarenapor medio del esparto y otras plantas adecuadas y convertirlos pronto enmagníficosbosquesdepinos.El valle, que en la mitad del camino se abría adquiriendo mayor amplitud,

tornaba a cerrarse al llegar al Moral. Las aguas se mostraban más inquietas,revelando la proximidaddelmar.Las colinas queprotegían el pueblecillo consus faldas pedregosas y sus cimas desnudas y tristes, también lo anunciaban.Empezabaasentirseelhálitodelmonstruoquesoplabavivoysoberbiopor laestrechabocadelaríayescuchábasealolejoselsordoyformidablerumordesusentrañas.Lasfalúastropezabanaquíyalláconalgunospañuelosdeespumaqueveníanrodandosobreelaguacomojironesdesgarradosdelmantodealgúndiosquehubiesecombatidotodalanocheconlosmonstruosdelocéano.Llegaron alMoral. DonMariano les tenía preparado un suculento refrigerio

dentrodeunvastoalmacénqueallíposeía,ylanumerosacomitivademostróunavez más que los aires del mar son el más excelente aperitivo para todos losestómagos.Cuando hubieron dado buena cuenta de él y descansado un ratito,tornaronaembarcarseparacontinuarsuexcursión.ApocotrechodelMoralsehallabalabocadelpuerto,pordondesalieron,dejandoaladerechalatorredelfarocolocadasobreunaeminencia.LosmarinerossoltaronelremoeizaronlasvelasparaaprovecharelvientofrescodelN.E.quelosempujaba.Eranlasoncede la mañana. El toldo nubloso se había replegado enteramente sobre elhorizonte,mostrandoaldescubiertounhermosocielodiáfanoyazul,dondeelsolnadabaaltivoyencendidocomonunca.Elmarsedesplegóantelosojosdenuestrosviajeroscomounamanchaazul,

enorme, infinita, que cerrabapor todaspartes la esfera celestepara recoger suluz y su armonía. Sobre esta mancha azul la madeja luminosa del sol hacíabrillarotradeplatapobladadelucestrémulasychispeantesqueseextendíaenlínearectahaciaelOccidente.Encadaunadelascrestasquelabrisalevantabaen el agua, los rayos del astro depositaban una luz fugitiva y viva, que almezclarse y confundirse con las demás en cabrilleo incesante semejaba laebulliciónmonstruosayfantásticadelostesorosocultosenelfondodelocéano.Los viajeros siguieron con la vista aquella línea argentada sin desplegar loslabios por un buen espacio, gustando la impresión profundamente amable ysolemne que el mar produce siempre en el alma. Los contornos de la Isla sedibujaban a lo lejos, desvaídos y confusos por el exceso de la luz, frente a lamismaembocadurade la ría, aunas cincomillasde la costa.En tornodeella

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percibíanse grandes jirones de espuma que crecían y menguabanalternativamente ciñéndola de un blanco cinturón de encaje.El viento soplabarecio, pero franco y benigno, porque tenía espacio donde extenderse. Las tresfalúasconlasvelasdesplegadascortabanelaguaunaenposdeotracomootrastantasgaviotasquesepersiguieran.Lasmaromasrechinaban, lospalosgemíanenlosagujerosquelosaprisionabanylasvelassedoblabanbajoelsoplodelabrisa,inclinandolasembarcacioneshartomásdeloquedesearanlasseñoras.Elaguaaldejarpasoserompía,produciendoungarganteoflautadoquesonabaenlaproa,deslizándosedespuésporamboscostadosconrumordesederíaquesedespliega.DonSerapiosintioseacometidonuevamentedeunraptomarítimo,ysujetando

elsombreroconunamanoyaccionandodramáticamenteconlaotra,cantó:Dichosoaquelquetienesucasaafloteyaquienelmarlemecesucamarote.

Lavozindefinibledelfabricantedeconservastuvoelhonordeunirsealeternoconciertodelosmares,comounodetantosruidosdeolasquechocanopiedrasque se arrastran. El viento no quiso encargarse de llevarla a veinte varas dedistanciasiquiera.Lasfalúasalresbalarsobrelaespaldaturgentedelasolassubíanybajabancon

movimientoblandoyperezoso,queagradóenunprincipioa lospasajeros.Sedejabancolumpiardulcemente;cerrabanlosojosconsonrisavoluptuosayfeliz,entregándose de nuevo a los sueños vagos y poéticos que la brisa del mardespertabaensumente.¡Quiénhabíadedecir,¡ay!,quelosquetangratamentesoñaban y semecían en unmundo risueño de fantasmas vaporosos y doradasilusiones se habían de ver a los pocos minutos con la cabeza tristementeinclinada sobre elmar, el cuello apoyadoen el carel como si fueseun tajo, elrostro lívidoy losojosfijosenelagua,cualsi tratasendeescrutar losarcanosdelocéano!¡Ohterribleinstabilidaddelascosashumanas!¿Pero qué pasaba en la falúa de la Sanidad para que diese la vuelta y se

apartasedesuscompañeras?Unsucesoimprevistoymuyenojosociertamente.A Isidorito le había hecho daño el almuerzo. Al poco rato de salir delMoralempezóaquedarsepálidoysilencioso,sinquenadieloechasedever,hastaquelapalidez subió tantodepuntoque realmenteparecíauncadáver.Entonces secreyóque eramareoy lemandaronmeter los dedos en la boca; pero el fiscalmunicipal, harto bien al corriente de la tragedia que en aquel momento serepresentaba en su estómago, no quiso hacerlo y suplicó humildemente que si

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eraposiblediesenlavueltaylodejasenentierra.Todosquedaronestupefactosante aquella proposición, y la falúa prosiguió su raudamarcha, como si no lahubiese oído. Mas al cabo de un rato, Isidorito la formuló de un modo másenérgico y los marineros se vieron precisados a contestar que, aunque noimposible,el tocaren tierraotravez lesharíaperderunahorade tiempo.Pasóotro rato. Isidorito se levantó de improviso con el rostro desencajado yextendiendosudiestrahacialatierra,exclamóconvozpoderosayangustiada:—¡Vuelta,vueltaporDios,omearrojoalagua!—Entonceslafalúa,noqueriendosercómplicedeunsuicidio,girósobresímisma,dejócaerlavela,yechandolosremos al agua, comenzó a caminar lomásvelozmentequepudo al puntomáscercano de la costa. Hay datos, no obstante, para creer que el distinguidojurisconsultonollegóatierraconsuficienteoportunidad.LaseñoritadeMorysecreyóbastantevengadadelasmuchasmolestiasquesuinflexiblelógicalehabíaocasionado.

X

SIGUELAEXCURSIÓN

En tanto el océano, indiferente a las risas y a las angustias de aquellosinsectillosquerozabansubruñidaepidermis,reverberabaelincendiodelsolentodasuintensidad,gozandoesteplaceraugustoconelmismososiegoqueenlosprimerosdíasdelmundo.Laluzyapodíaespaciarselibrementesobresullanurahúmedacorriendoleguasyleguasenunsegundo,lanzandosusllamaradasalosúltimosconfinesdelhorizonteorecogiéndolasdeprontoenhazresplandeciente;yapodía jugar sobre las crestas espumosasde susolasobesar tímidamenteelespejo diáfano de las aguas o salpicarlo conmenudo polvo de plata o dejarsecaerdesmayadaconlánguidoyvoluptuosoestremecimientoqueseperdíaentrelosplieguesdelasolas.Nadaconseguíaalterarlapazsolemnedesucorazónnihacerle emitir una nota más grave o más aguda en la grandiosa aria de bajoprofundoquecantadesdeelprincipiodeluniverso.LoscontornosdelaIslasedibujabanyaconprecisión,negrosyadustoscomo

si acabasen de salir de un gran incendio. Según se iban acercando a ella, elblanco cinturón, que desde lejos parecía ceñirla, rompíase en mil pedazosseparadospor considerable distancia.Ruido formidable demuchedumbresque

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combaten, cadenas que se arrastran y peñas que se desgajan, venía de alláindicandoanuestrosviajerosqueseacercabanaltérminodesujornada.Alcabodeunahorademarcha atracaronpor fin, no sin algún trabajo, a supeñascosacosta.Despuésnecesitaronsubirporestrechoypeligrososenderolabradoenlaroca, para encontrarse al fin en tierra firme y llana. La Isla no merecía estenombre.Eraun islotededoso treskilómetrosdeextensión,propiedaddedonMarianodeElorza,quesólolautilizabaparacazardevezencuandoytraerdeallá todos losañosalgunoscentenaresdehuevosdegaviota.Estabacubiertaatrechosdepinos,peroensumayorpartevestidadetojo,dondelasliebresylosconejos tenían su guarida. Por casi todos lados ofrecía espantosos precipiciossobre elmar, que la batía incesantemente entrandoy saliendo con furia en lasconcavidadesdelasrocasquelacircundaban.DonMarianohabíaedificadoenelcentrounacasitaparaguarecerse,alacualhabíaidoañadiendopocoapocoalgunascomodidades.Constaba solamentedeunespaciososalón,uncomedor,algunasalcobasylacocina;perolateníabastantebienamuebladaycircuídadeunjardincitodondecrecíandemalaganaalgunosárbolesdeadorno.MientrassedisponíalacomidayllegabalafalúadelaSanidad,quehabíaidoa

depositaraIsidoritocomotristedeportadoenunáridoparajedelacosta,señorasy caballeros se diseminaron, dedicándose a la caza o a la pesca, según lasaficiones y aptitudes de cada cual. Empezaron a sonar tiros aquí y allá,demostrando que los conejos, que se habían propagado en progresióngeométrica,sufríanlaleyderepresióndescubiertaporMalthus.Losviajerosqueno tenían instintos sanguinarios seacomodabanbuenamente sobreelmusgoalbordede losprecipicios,contemplandodehitoenhitoelhorizonte,pordondesolía cruzar la vela de algún barco. Otros estudiaban la flora arrancandohierbecillas y discutiendo ampliamente acerca del cultivo que convendría aaquellas tierras y de los productos que pudieran dar. Cuando todo estuvoarreglado,donMarianolonotificópormediodesuscriados,yunosenposdeotros los tertulios se fueron replegando hacia la casa y entraron en el salón,dondesehabíaimprovisadounaespléndidamesaatestadademanjaresyflores.Buentrabajoybastanteruidocostósentaratantagente;peroalfinseconsiguiógraciasalaactividaddeldueñodelacasa,poderosamenteauxiliadodeunjovenquetraíaelpeloporlafrente,aquienyatuvimoselhonordeconocerlanochedelsaraocelebradoconmotivodelsantodedoñaGertrudis.La comida fue digna del anfitrión. Ningún refinamiento gastronómico se

echaba de menos. Todo estaba sabiamente previsto por una imaginaciónfamiliarizada con los asuntos culinarios, y alguien pudodecir en lamesa, converdad,quenoeratandesdichadalavidaenunaisladesierta,comosedecíaen

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elRobinsonCrusoeyenotroslibros.Cadacomensalteníafrenteasícincooseiscopas,quedoscriadosseencargabandeir llenandosucesivamentedediversosvinos, según los manjares que se servían. A nadie sorprenderá, pues, que alterminarse la comida hubiese brindis entusiastas, precedidos de discursoselocuentísimosyacompañadosdegritos,bravosyfelicitacionesdetodogéneroalorador.DonMáximolosrompióconunascuantasfrasesbastantemaldichas,peromuyconmovedoras,referentesalabrevedaddelavida,alamiseriadelosplaceres,alarecompensaquenuestrosdoloresalcanzaránenunmundomejoryaotrosasuntosdeultratumba.Eloradorconcluyóporverterlágrimascopiosas,embargado por tan fúnebres consideraciones. No faltó, sin embargo, quienafirmaseporlobajoquelapapalinadedonMáximoeralamenosdivertidaquejamáshabíavisto.Pronunciódespuésel ingenieroSuárez,con frasecorrectayatildada,undiscursoenderezadoapreconizarlaimportanciaquelamujerteníaenlaactualcivilizaciónylassaludablesmodificacionesquemercedasuinflujosehabíanobtenidoen lascostumbresde lospueblosmodernos;hizounelogiotan brillante como acabado de sus actitudes artísticas, declarándolas muysuperiores a las del hombre; habló también de sus perfecciones físicas,entreteniéndose conmucha complacencia a enumerarlas, y terminó brindandoincondicionalmente por la obra más bella y primorosa de la creación, por laeternaydulcecompañeradelhombre.LasseñoritasdeCiudadbatieronpalmas.InmediatamenteselevantódonSerapio,yconlenguabastantegordapropusoentérminos concretos que el brillante concurso que le escuchaba se estableciesedefinitivamente en la Isla, a fin de poblarla, invitando a cada uno de lospresentes a buscar lomás pronto posible pareja. La circunstancia de hacer unguiño tanmaliciosocomogroseroaunade lascriadasqueservían lamesa,alterminar su invitación, despertó contra él una tempestad de silbidos einterrupciones. No pudiendo explicar satisfactoriamente su conducta, donSerapio se fuemuy incomodado a dar una vuelta por la cocina.Al poco ratosonóalláunabofetada.Siguieron los brindis, cada vezmás acalorados y tempestuosos, de talmodo

quenadieseentendía.Unode losmáscelebrados fueeldeMartita,quienporconsejodeRicardo,queestabaasulado,habíabebidotrescopasdechampagney no sabía lo que le pasaba. La pobre niña, tan reservada y silenciosa portemperamento,empezóacharlarporloscodos,dirigiendopullasmuysaladasatodoslospresentes,quelasacogíanconregocijoyaplauso.Cuandounaseñoraledijoqueestababorracha,sepusomuyseriayafirmóquesóloestabaunpocoalegre,locualnadateníadeparticularteniendoencuentasuspocosaños.Estasalidahizoreíralosconvidados.Losvaporesdelchampagnehabíancoloreado

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susmejillasfuertementeyleproducíanalgunasofocación.Mientrashablabanocesabadedarseaireconelpañuelo.Susojos,tanfijosyserenosordinariamente,habían adquirido singular movilidad y cierto brillo malicioso que consiguióllamarlaatencióndeSuárezelingeniero.Elmismotimbredelavozselehabíamodificadodeunmodonotable,haciéndosemásgraveyfirme.Parecíaqueseoperabaenellaunaanticipaciónartificialymomentáneadelaplenituddelsexo.Cuandoconcluyerondedisparatar,donMarianohizoquesacaranlasmesasdel

salón, para que bailasen los jóvenes. Un piano, jubilado por su respetableancianidadenaquelretiro,fueelquemarcóconvozcascadaelcompásdeunamazurca. Como era de esperar, el baile perdió al instante toda gravedad yceremoniayseconvirtióentorbellinodesaltos,gritosyrisas.Marta,quebailabaconRicardo,ledijodepronto:—No puedo soportar este calor: ¿quieres que salgamos un poco a tomar el

fresco?—Vamos;yotambiénestoymuysofocado.Cuandoestuvieroneneljardín,ledijo:—Si quisieras hacer conmigo una expedición, te llevaría a un sitio que no

conoceaquínadiemásquepapáyyo;unaplayaocultaentrelasrocas.Hastaqueseestáenellanoselave...Esunsitioprecioso...—¡Vayasiquiero!Demasiadosabeslaaficiónquetengoalospasajes,ysobre

todoalosdelmar...¿Pordóndeseva?—Sígueme...,yaverás.Martaemprendiólamarchahaciaunbosquedepinossituadonomuylejosde

lacasayRicardolasiguió.Vestíalaniñauntrajeazulmarino,conadornosdeencaje blanco, y en la cabeza llevaba sombrero de paja adornado con unaguirnaldadecampanillasrojas.—Despuésquelleguemosaesebosquevasaexperimentarunasorpresa.—¿Deveras?—Yaverás,yaverás.Enefecto, así que estuvieronenel bosquey caminaronalgún tiempopor él,

tropezaronconunacuevatapadaamediasporlosárbolesylamaleza.Marta,sindecirpalabra,seintrodujoenella,yendossegundosdesapareció.Ricardoquedóuninstanteparadoyaltamentesorprendido;perounafrescacarcajadaquesonódentrolesacódesuestupor.—¿Quéeseso;noteatrevesaentrar,cobarde?—¿Perochica,novesquepuedeshacertedaño?

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—¡Entreusted,bravoguerrero!—Bien...,yaqueteempeñas...CuandosehabíaunidoaMartaobservóquelacuevaseabríabastanteyestaba

tapizadadearena.—¡Oh,nopenséqueeratangrandeycómoda!—Bueno;puesahorasígueme.—¿Adónde?—¡Quépreguntóneres!...Yalosabrás,hombre;yalosabrás.Entróporlacuevaadelante,quecadavezseibahaciendomásobscura,seguida

deRicardo, el cual no apartaba la vista de ella temiendo a cada instante verlacaerochocarconalgúnobstáculo.Alcabodepocotiempoborroselasiluetadela niña en el fondo obscuro de la caverna, y Ricardo se halló en verdaderastinieblas.—No tengas cuidado: sigue, que no te pasará nada... Iré hablando para que

camines en dirección de la voz... Si quieres que te dé la mano, te la daré...¿No?..., bueno, no te quedes atrás...Dentro demuy poco tiempo empezarás abajar..., pero es una pendiente suave... ¿Lo ves?... No te quejarás del suelo...,aunqueunosecayesenoseharíamuchodaño...Notardaremosenverluz...Tencuidado...inclínatealaderecha,queelcaminohaceahoraunarevuelta...¡Ea,yatenemosclaridad!Unpuntoluminososeveíaefectivamentealospiesdenuestrosjóvenesaunas

cien varas de distancia. La silueta deMarta volvió a romper las tinieblas y aresaltarsobrelaescasaclaridadqueentrabaporelagujero.Oyoseenlacuevaunsordoyprolongadorumorquehacíasospecharlaproximidaddelocéano.Alospocosminutossalíanalaluz.Ricardoquedóextasiadoanteelespectáculoqueseofrecióasuvista.Estaban

frentealmar,enmediodeunaplayarodeadadealtísimospeñascoscortadosapico. Parecía imposible salir de ella sin arrojarse a las olas, que veníanmajestuosasy sonoras adesplomarse sobre sudorada arena festoneándola consábanasdeespuma.Nuestros jóvenesavanzaronhastaelmediocontemplando,sindecirseunapalabra,embargadosporlaemoción,aquelmisteriosoretirodelocéanoquesemejabaunlocutorioescondidoyamabledondeveníaacontarsusprofundos secretos a la tierra. El cielo, de un azulmuy claro, hacía brillar elarenosopavimentoqueseinclinabahaciaelmarcondeclivesuave.Sepasabanlosmesesylosañossinquelaplantadeunhombreimprimiesesuhuellaenél.Los altos muros negros y carcomidos, que cerraban en semicírculo la playa,

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esparcíansobreellasilenciotriste.Sóloelgritodealgúnpájaromarino,alcruzardeunpeñascoaotro,turbabalaeternaymisteriosapláticadelmar.RicardoyMartacontinuaronavanzandohaciaelagualentamente,dominados

porelrespetoylaadmiración.Segúncaminaban,laarenaseibahaciendomásblanda;lashuellasdesuspiessellenabaninmediatamentedeagua.Alacercarse,observaronque lasolascrecíanyquesusvolutas retorcidasenelmomentodedesplomarse los taparían si se pusiesen debajo. Venían graves, firmes,imponenteshaciaellos, comosi tuviesen seguridaddearrollarlosy sepultarlospara siempre entre sus pliegues, pero a las cinco o seis varas de distancia sedejabancaerentierradesmayadas,expresandosupesarconunrugidoinmensoyprolongado. Los torrentes de espuma que salían de su ruina veníanextendiéndoseyresbalandoporlaarenaabesarleslospies.Al cabode algún tiempode contemplarlas fijamente,Marta sintiose turbada.

Creyóadvertirenellascadavezmásansiadetragarlayqueexpresabansudeseocon gritos rabiosos y desesperados. Retrocedió un poco y tomó la mano deRicardosincomunicarleelmiedopuerilquelaembargaba.Lasábanadeespumaque las olas extendían, en vez de besarla, pensaba que lemordía los pies.Alreplegarsedenuevoconaspiracióngigantesca la arrastrabacontra suvoluntadparallevarlaquiénsabeadónde.—¿Noteparecequenosvamosacercandodemasiadoalasolas,Ricardo?—¿Crees,acaso,quevanallegaradondeestamosnosotros?—No sé..., pero seme figura quenos vamosdeslizando insensiblemente... y

queconcluiránportaparnos.—Pierde cuidado, preciosa—dijo echándole un brazo sobre el hombro y

atrayéndola suavemente hacia sí—; ni las olas suben, ni nosotros bajamos...¿Tienesmiedoamorir?—¡Oh, no; ahora no!—exclamó la niña en voz apenas perceptible,

estrechándosemáscontrasuamigo.Ricardonooyóestaexclamación.Seguíaconlavistaatentamentelamarchade

unvaporquecruzabaporelhorizontesacudiendosunegracolumnadehumo.Alcabodeunratoquisoanudarlaconversación.—¿De veras tienes miedo a la muerte? ¡Oh!, haces bien... Hoy el mundo

guardaparatisusonrisamásamable...Niunasolanubeoscureceelcielodetuvida...¡Diosquieraquenolleguesadesearlanunca!—Ytú,¿tienesmiedo,di?—Unasvecessíyotrasvecesno.

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—¿Enestemomentolotienes?—¡Ah,quécuriosillaeres!—exclamóvolviendohaciaellasucarasonriente—.

No;enestemomento,no.—¿Porqué?—Porque si el mar nos tragase, moriríamos los dos juntos, y yendo en tan

amablecompañía,¡quémeimportadejarestemundo!Laniña lemiróun rato fijamente.Los labiosdel jovenestabanplegadospor

una sonrisagalanteyprotectora.Separosede élbruscamentey,volviéndole laespalda,sepusoacaminarporlaplayarozandolosdominiosdelasolas.El vapor iba a ocultarse ya detrás de uno de los cabos como un guerrero

fantásticoquecaminasedentrodelagua,asomandosolamenteelpenachodesucasco.Cuandohubodesaparecido,Ricardofueaunirseasufuturahermana,quenoparecióadvertirsupresencia,enteramenteabismadaenlacontemplacióndelocéano.Noobstante,alcabodeunratovolviosedeimprovisoyledijo:—¿Teatrevesairconmigoalapeñaquesevealláabajo,aladerecha?—Notengoningúninconveniente;peroteprevengoqueestásubiendolamarea

yqueesapeñaquedarárodeadadeaguaantesdeunahora.—Noimporta;tenemostiempoparairaella.Dandobrincosyhaciendoequilibriossobrelospeñascosdelacosta,llenosde

charcosytapizadosdealgas,dondecorríangraveriesgoderesbalar,llegaronalapeña,queavanzababuentrechodentrodelmar.—Sentémonos—dijoMarta—.¡Cuántomarsevedesdeaquí!,¿noescierto?Ricardo se sentó a su lado y ambos contemplaron la húmeda llanura que se

extendíaasuspies.Cercadeellosofrecíauncolorverdeoscuro.Alolejoseraazul. Allá, en el centro, la gran mancha de plata seguía resplandeciendo convivos destellos reflejando el diseño del disco del sol. De los profundos senoslíquidosdeaquelinfinitosalíaunamúsicagrave,peroinsinuante,queempezóasonarcomocariciapaternalenlosoídosdenuestrosjóvenes.ElgrandesiertodeaguacantabayvibrabaenlosespacioscomoeleternoinstrumentodelHacedor.Labrisaquede susolas llegaba teníauna frialdadgrataque les refrescaba lassienesylasmejillas.Eraunalientovivoypoderosoqueensanchabasucorazónyloinundabadesentimientosvagosysublimes.Ni uno ni otro hablaron.Gozaban contemplando lamajestad y grandeza del

océano con un sentimiento humilde de su pequeñez y con vago deseo departicipardesufuerzasagradaeinmortal.Susojospaseabanunayotravez,sinfatigarse nunca, por la línea indecisa del horizonte, que les revelaba otros

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espaciossinfinazulesyluminosos.Sindarsecuentadeello,porunmovimientoinstintivo,sehabíanacercadodenuevounoaotrocomositemiesenalgodelapresenciadeaquelmonstruoquerugíaasuspies.Ricardohabíapasadounbrazoentornodelacinturadelaniñaylateníasujetasuavementeparadefenderladecualquierpeligro.Alcabodemuchotiempo,Martavolviósurostroencendidohaciaélyledijo

convozconmovida:—Dime,¿medejasapoyarlacabezaentupecho?¡Tengounasganasdellorar!

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Ricardolamiróconsorpresayatrayéndoladulcementehaciasílaacostósobresuregazo.Laniñalediolasgraciasconunasonrisa.—¿Teencuentrasbienahora?—¡Oh,sí;muybien,muybien!—¿Quieresdormirunpocoaversitepasaesemalestar?—No,noquierodormir...Déjame...,nomehables...,¡sisupierasquébienme

encuentro!Ricardosonriósatisfechoyleacariciólacaracomoaunniño.Elaguabatíalapeñadondesehallaban,salpicándolesdeespumayentrandoy

saliendosincesaren lasprofundasconcavidadesde la roca,queparecíahuecacomounedificio.Lascorrientesqueseprecipitabanporellasdespertabanensusenoextrañosyconfusosrumores,queunasvecessemejabanlosecoslejanosdeuntrueno,otraslosronquidosprofundosdeunórgano.Marta,conlacabezaapoyadaenelregazodeljovenylacaravueltaalcielo,

hacíarodarsusgrandesylímpidosojoscontinuamenteporlabóvedaazul,coneloídoatentoalosgravesrumoresquedebajodeellasonaban.Elvientofrescodelmarnohabíaconseguidoaúnapagarelardordesusmejillas.—¡Atiende!—dijodepronto—.¿Nooyes?...—¿Qué?—¿Nooyesentrelosruidosdelaguaalgoparecidoaunlamento?Ricardoatendióuninstante.—Nooigonada.—No;yahacesado...Aguardaunpoco...¿Nolooyesahora?...Sí,sí,nocabe

duda...,enlascuevasdeestarocahayalguienquesequeja...—Nohagascaso,tonta.Eslaresacaqueproducesonidosextraños...¿Quieres

quemebajeamirarloquehaydentro?—¡No,no!—exclamócon sobresalto—.Estatequieto...Si temovieses ahora

meharíasmuchodaño...Lagranmanchadeplataseextendíacadavezmásporelámbitodelocéano,

peroempezabaapalidecer.Elsolcaminabavelozmentehaciaelhorizonteconserenidadmajestuosa,sinunanubequeloescoltara,anegadoenunvapordeoroy grana que se filtraba hasta perderse enteramente en el azul claro delfirmamento. La peña donde se hallaban extendía también su sombra sobre elagua,cuyoverdeoscuroseibatrocandopocoapocoennegro.Losrugidosdelasolasseamortiguabanylabrisasoplabadulcementecomoelhálitoperezoso

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del que se prepara a dormir. Un silencio augusto y conmovedor empezaba aelevarsedelsenodelasaguas.Enlascavernasdelaroca,Martadejódepercibirel grito acongojado que la asustara, y los truenos y ronquidos se habían idocambiandolentamenteenungluglusuaveylánguido.—¿Noteduermes?—volvióapreguntarRicardo.—Ya te he dicho que no quiero dormirme... ¡Me encuentro tan bien

despierta!... El que duerme no padece, pero tampoco goza... Sólo es buenodormircuandosesueñancosaslindas,yyonolassueñocasinunca...Ahorameparecequeestoydurmiendoysoñando...¡Teveodeunmodotanraro!...Estoyviendo el cielo debajo y el mar encima. Tu cabeza está bañada por un vaporazul... Cuando lamueves parece que oscila la bóveda que nos cubre; cuandohablas,tuvozparecequesaledeloprofundodelmar...¡Nocierreslosojos,porDios,quemehacessufrir!...Semefiguraqueestásmuertoyquemehasdejadoaquí sola. ¿No ves losmíos qué abiertos están?Nunca tuvemenos deseos dedormir que ahora. Oye; acerca un poco la cara. ¿Sentirías mucho que el marfuesepocoapocosubiendoyllegaseacubrirnos?Ricardoseestremeciólevemente.Echóunamiradaentornoyobservóqueel

aguaempezabaacerrarelistmoqueuníalapeñaalacosta.LosojosdeMartita,cuandovolvióelrostrohaciaella,brillabanconfuegomaliciosoysingular.—Vámonos,queyaestamoscasicercadosdeagua.—Esperaunpoquito...,tengoquedecirteunacosa...Telavoyadecirmuybajo

paraquenoseenterenadie...,nadiemásque tú...Ricardo,mealegraríaqueelmar subiese ahora de pronto y nos sepultase para siempre... Así estaríamoseternamenteenelfondodelagua,túsentadoyyoapoyadaenturegazoconlosojosabiertos...Entonces,sí,medormiríaaratosytúvelaríasmisueño,¿noesverdad?Lasolaspasaríansobrenuestracabezaynosvendríanacontar loquesucedíaenelmundo...Esospecesblancosyazulesquelosmarinerospescanconlos anzuelos vendrían silenciosamente a visitarnos y nos permitirían pasar lamano por sus escamas de plata... Las algas se enredarían a nuestros pies,formandocojinesblandos,ycuandoelsolsalieraleveríamosaltravésdelcristaldelaguamásgrandeymáshermoso,filtrandosusrayosdemilcoloresporellaydeslumbrándonosconsuesplendor...Di,¿notegusta?—Calla,Martita;estásdelirando...Vámonos,queelaguasube.—Espera unmomento... Hace una hora que estamos aquí y el viento no ha

conseguido enfriarme las mejillas..., tengo cada vez más calor en ellas. Noimporta..., me encuentro bien... ¿Quieres hacerme un favor?... Sóplame en lacaraaversisemepasaestasofocación... ¡Así,así!... ¡Quéamableeres!...Por

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algodicetodoelmundoqueeresmuysimpático...Tieneselgeniounpocovivo,peroamímegustanloshombresdegeniovivo...Oye;necesitopedirteperdón.—¿Dequé?—Deunsustoquetehedadoelotrodía.¿Teacuerdascuandohicimosjuntos

unramodefloreseneljardín?...Despuésquisistehacermeunacariciayfuitanneciaquelollevéamalymeechéallorar...¡Quésorpresayquédisgustohabrástenido!...Confiesoquesoyuna tontayquenomerezcoquenadiemequiera...Sin embargo, bien puedes creerme que no estaba enfadada contigo... Lloré desentimiento..., sin saber por qué... ¡Qué motivo tenía yo para llorar! Tú noquerías hacerme ningún daño..., no querías más que besarme las manos,¿verdad?—Nadamás,hermosa.—Puesyotengomuchogustoenquelasbeses,Ricardo...Tómalas...La niña extendió hacia arriba sus lindas manos, que se agitaron en el aire

alegresycándidascomodospalomitasreciénsalidasdelnido.Ricardolasbesóconefusiónrepetidasveces.—No basta eso—prosiguió la niña riendo—. Antes me besabas en la cara

siemprequemeencontrabaso tedespedías... ¿Porquéhasdejadodehacerlo?¿Metienesmiedo?...Yonosoyunamujer...,soyunaniña todavía...Hastaquemepongadelargotienesderechoabesarme...Despuésyaseráotracosa...Anda,dameunbesoenlafrente...Eljovenseinclinóylediounbesoenlafrente.—Ahoradameunbesoencadamejilla...Aunsigueelcalor,¿noescierto?...

Ahoraquieroquebeseslastrenzasdemipelo...Aguarda...,déjamesacarlasqueestoyacostadasobreellas...Atinotegustaelcabellonegro...,yalosé...,peroeresmuyamableylobesarásparadarmegusto...Ricardoibabesandotiernamentelossitiosqueleseñalaba.Alfinsedetuvoy

sepusoajugarconlastrenzasnegras,azotandoconellassuavementeelrostrode la niña. En los ojos de ésta seguía luciendo el mismo fuego malicioso.Sintioselevementeturbadoytratódefijarlossuyosenelmar;peroellaledijosonriendo:—Si no te enfadases, te pediría otro aquí—y señaló a sus labios rojos y

húmedos.El rostrodel jovenmarqués se tiñóde carmín.Quedóun instante inmóvil, y

bajandoalfinlacabezauniósuslabiosalosdelaniñaconprolongadobeso.Un fuerte soplodevientohabía despertado el océano cuando se preparaba a

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dormir: agitoseun instante en su inmenso lechode arena, cual si cambiasedepostura,ydejóescaparunsordomurmullodedisgusto.Lasolastornaronarodardenuevoconextrañasvoces.Apagáronselaslucesqueardíanensuscrestasysedesvaneciólaesplendorosaebullicióndelostesorossubmarinos.Lamanchadeplataibaadquiriendolostristesreflejosdelacerobruñido.CuandoRicardo separó sus labiosde losde laniña, loprimeroquehizo fue

pasearunamiradainquietaporloscontornosdelapeña.Estabanyacercadosporelagua.LevantosebruscamenteysindecirnadacogióaMartaentresusbrazosconlamismafacilidadquesifueseunacervatilla,ydandounprodigiososaltocayódebrucessobrelapeñavecina,lastimándoseunpocoenunamano.Martaquedóilesaycontemplólaheridadeljoven;después,sacandosufinopañuelodebatista,loatósilenciosamentesobreellayechóaandarconpasorápido.Ricardola siguió. Los dos marchaban callados. La distancia que los separaba se fuehaciendocadavezmayor,porqueMartayanoandaba,corría.Eljovenmarquéssentía vagomalestar y una turbación extraña que le impedían apretar el paso.Estaba enojado consigo mismo. Cuando entraron en el agujero del túnel queconducíaalbosquecillodepinos,perdióenteramentedevistaasuamigayhastadejódeescucharelruidodesusbotitasporelsuelo.Alhallarseenmediodelacueva,sumidoenlastinieblas,creyóoírmuyconfusamenteelecodeunsollozoy sintió aún más oprimido su corazón. Después de salir a la luz, empezó aencontrarsemejor.Cuandollegaronalacasasupieronquesehabíanexpedidoyavarioscriadosa

buscarlos, pues hacía rato que todo estaba dispuesto para el regreso. La tardeavanzabaynoeramuydelgustodelasseñorasquelassorprendieselanocheenelmar.Recibiéronlos, pues, conmuestras de satisfacción, y todo elmundo seapresuróaacomodarsenuevamenteen las falúas,queconeloleajenoestabanquietas un instante, como caballos enjaezados, esperando al jinete al pie de lacuadra.Izáronselasvelasy,dandolargarbordadasparaaprovecharelviento,hicieron

rumbo hacia ElMoral.Marta, al entrar en la lancha, había perdido los vivoscoloresdelasmejillas.Elsolseacercabacadavezconmásprisaalhorizonte.Lasseñorasveíancon

recelocrecerlasombraenelcielocomoenelmar,dirigiendomiradasinquietasa los marineros. Las frecuentes viradas que las lanchas hacían les retrasabanextraordinariamente.Alcabofuenecesarioarriarlasvelasycaminaralremoenlínearecta.Nadateníaestodeparticular,yeslomásusualcuandonosetieneelvientoporlapopa;peroheaquíqueaRosario,laamigadelaseñoritadeMory,se lemeteenlacabezadeprontoqueaquelcambiodemotornáuticosignifica

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peligro inminente de naufragio, el cual se le representa a la imaginación contodos los horrores de que suele venir rodeado en las novelas por entregas: ladensidadespesadelanoche,lasolaselevándosecomomontañasaloscielos,losgritos de los náufragos mezclándose a los rugidos de la mar, etcétera. Y sinpoderevitarlo,empiezaaagarrarseconmanonerviosaasuamigayadejarsalirdesubocaexclamacionesdeangustiayterror.—¡Ay,Diosmío,vamosaperecer;vamosaperecer!—Nopasanada;tranquilízate,Rosario.—¡Sí, sí,vamosaperecer...,nosvamosaahogar! ¡Diosmío,quémuerte tan

horrible!...¡PorquéhabrévenidoyoalaIsla!...¡Quédirámipapácuandosepaquenotienehija!...¡Papá,papádemialma!...—¡Pero,niña,sinoocurreabsolutamentenada!—¡Nome digas eso, porDios!, ¿no estoy viendo que han bajado las velas?

¡Ay, qué muerte, qué muerte tan espantosa!... ¡Morir sin confesión!... ¡Morirseparadademipapá!...¡Yluegoquedarsepultadaaquíenestefondotannegro...,ysercomidaporlospeces...,yporloscangrejos!...¡Eshorrible!...LosesfuerzosdelaseñoritadeMoryparacalmarasuamigaeraninútiles.No

contribuían poco a asustarla las voces de los marineros, que para alentarse yvencer la resistencia de las olas a cada golpe de remo gritaban a un tiempo:¡Aaaguanta!..., ¡aaaguanta!... Cada vez que sonaba esta palabra en el aire conritmo brutal, Rosario exhalaba un grito de angustia; tanto que la vivarachaseñoritadeMory,temiendoquesepusieramala,dijoalosmarineros:—Señores,haganustedeselfavordenodeciraguanta,porqueestaseñoritase

asustamucho.Pero Rosario, toda azorada y hecha un mar de lágrimas, exclamó

inmediatamente:—¡No,no;quediganaguanta,quediganaguanta!Sino,vamosaperecermás

pronto...Pocoapoco,noobstante,yviendoque la tremendacatástrofeno llegaba, se

fueroncalmandosusnervios,ynotardóenreírse,comoniñaaturdidaqueera,desusridículostemores.En la falúadeElorzasehablabapoco:donMarianoydonMáximo llevaban

demasiado Medoc en el cuerpo para hallarse en estado de sostener unaconversación animada. La señorita de Delgado, secundada por sus hermanas,admiraba convivos transportesde entusiasmo, abriendoy cerrandomucho losojos,lapuestadelsol.ElmarquésdePeñaltahabíacerradolossuyosyparecía

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dormidoconlamanoenlamejilla.Algunasparejascuchicheaban.¿QuépensabaMartaenaquelinstante,conlamiradaclavadaenelmar,grave,

inmóvilypálidacomounaestatua?¿Quénegrosfantasmassurgíananteelladeloprofundodelasaguasparatrazarensucándidafrentelasprofundasarrugasdequeestabasurcada?¿Quéfunestossecretoslesoplabalabrisaeneloído?¡Oh! ¡Más fácil es descifrar el misterio de los rumores del océano y los

secretosdelabrisa,quelosvagospensamientosqueocultalafrentedeunaniña!La mar quería entregarse otra vez al sueño. Las crestas de sus olas ya no

blanqueabanalolejosconsucoronadeespumas.Elhorizontereplegabasulíneaindecisaqueseborrabaenlasombradelatarde.Lasserenasyabultadasondasbajaban y subían, semejando la respiración perezosa y dormida de un senogigantesco.Unaporuna,conamablesosiegoyconfianza,lasibandejandoatráslas falúas, avecinándose al puerto. La costa festoneaba con línea negra yondulante la gran llanura resplandeciente. Allá, a lo lejos, en lo interior,columbrábanse las cimas de las montañas, bañadas de un transparente vaporvioláceo.ElpensamientodeMartarompiólatupidanubequeloencerrabaenunpiélago

deconfusionesyvaguedades,yensualmaasomarondegolpeunsinnúmeroderecuerdosdulceseinefablescomootrostantospuntosluminososdequeestabasembrado el cielo sereno de su vida. Entretúvose largo rato a contarlosrecreándose en cada uno de ellos. ¡Qué vivos y qué hermosos ardían en sumemoria!¡Quéluztansuavederramabanlosmonótonosylaboriososdíasdesuexistencia! Estaban rodeados de silencio y misterio; nadie los había gustado,nadielosconocíasiquieramásqueella;lamismamanoquehabíadejadocaerensu corazón el bálsamo de la felicidad ignoraba en absoluto su bienhechorainfluencia.Estepensamientolallenabadeíntimogozo,quehacíaasomarasuslabiosdescoloridosunasonrisa.Unotrasotro,noobstante,ysinsaberporqué,aquellospuntosluminosossefueronapagando,sefueronborrandoyperdiendoen los abismosprofundosynegrosdeuna idea.Su imaginaciónempezóadarvueltascomounpájaroaturdidodentrodeestaideatristeydesesperada,dondenopenetrabaelmásdelgadorayodeluz.¿Paraquéestabaellaenelmundo?Lafelicidad que había venido a buscar estaba ya recogida y no le quedaba otrorecursoquecontemplarlasinrencorysinenvidia,porquelaenvidiaenestecasoconstituíaenormepecado.¿Yestabaseguradenocaerenélacadainstanteo,loqueespeor,estabaseguradenollevarlamanoaaquellafelicidad?Laescondidaplayade la Isla levinodeprontoa lamemoriaconsuarenadeoroysusolasespumosasderramándosesobreella.Ungranremordimiento,unremordimientovivo y cruel empezó a entrar en su inocente corazón como la hoja fina de un

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puñal, produciéndole tal dolor que dejó escapar un grito ahogado que nadieescuchó más que ella misma. La confusión y el vértigo se apoderaron de sucabeza, que ardía como un volcán. Se llevó lamano a la frente y estaba fríacomosifuesedemármol.Estolasorprendiódeunmodoextraordinario.¡Tantocalordentroytantofríofuera!El océano semostraba en aquel instante llenodepazydulzura.El sol iba a

sumergirmuy pronto su abrasado disco en el cristal de las aguas, iluminandoalgunosparajesdelallanuracondoradayfantásticaclaridadydejandootrosenlasombra.Losrumoreseranmásgravesyprofundos,deunamelancolíainfinita.Aquella masa inconmensurable de agua perdía lentamente su color azul,tomando otro verde muy opaco sembrado aquí y allá de fugaces reflejos. Elsosiego melancólico con que el mar se despedía de la luz causó en Martaimpresiónprofunda.Con lacabeza inclinadasobreelaguay losojosextáticoscontemplabalosmáslevesmaticesquelaluzibadespertandoenellayatendíaatodoslosrumoresquesonabanenloprofundo.El sol se sumergió enteramente.El océanodejó escapar un sollozo inmenso,

colosal.Enestesollozohabíatalenternecimiento,queMartacreyósentirvibrarelambienteconmovimientodesimpatíayadmiración.Nuncahabíavistoalmartan grande y tan sublime, tan fuerte y bondadoso a un tiempomismo. Aquelsilencioaugusto,aquelreposomomentáneodelgranatletalaconmovíahastaloíntimo, infundía en su espíritu alborotado un ansia ardiente de paz. ¿Quién lehabíadichoqueelmareraterrible?¿Quécorazónpequeñolehabíahabladodesus crueles traiciones? ¡Ah, no!Elmar era noble y generoso como lo son losfuertes siempre, y sus cóleras, aunque temibles, eran pasajeras. En su fondotranquilo vivían felices las perlas y los corales, las blancas sirenas, los pecesazules...La falúa, al oprimir suhúmedaespalda, formabaentreproaypopaun lecho

ancho y cómodo con bordes de espuma, un lecho que convidaba a dormireternamente con el rostro vuelto al cielo, mirando resbalar por el senotransparentedelaguaelfulgordelasestrellas...—¡Jesús!...¿Quéhasidoeso?—¿Quiénsehacaídoalagua?—¡Hijamíademialma!¡Marta!...¡Marta!...¡Dejadme...,dejadmesalvarami

hija!—Ya está salvada, donMariano; no hay necesidad de que usted se arroje al

agua.—¡Cía!, ¡cía firme!—dijo labroncavozdelpatrón—.Echaesabetaalagua,

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Manuel... No asustarse, señores, que no es nada... ¡Ciar más!... Basta...Agárrenseustedesalabeta...Yanohaycuidado...La confusión fue muy grande en el primer instante. Ricardo y uno de los

marinerossehabíanechadoalaguaynadabanvigorosamenteparasalvarlacortadistanciaque la falúahabía recorridoantesdeque sediera elgritodealarma.Ricardo,queibadelante,sesumergió,yalospocossegundostornóaaparecerconlaniñaentre losbrazos.Lafalúayaestabacercadeellos,ypudocoger labetaqueleechaban,yenseguidaelcareldelalancha,viéndosesuspendidoporuna porción de brazos que los metieron dentro. Don Mariano, en los cortosmomentos que esto duró, forcejeaba con don Máximo y otras personas,pugnando por arrojarse al agua.Cuando vio a su hija en la embarcación faltópocoparaquelaahogasecontrasupecho.Martitasehabíadesmayado.Variasseñorasseapresuraronadesatarleelcorsé

yasacudirlafuertementeparaquesoltaseelaguaquehabíatragado.Despuéslaextendieronenunodelosasientosdepopa,yRicardo,tomandounfrascodeéterquedonMáximohabíatraído,seloaplicóalanariz.Notardóenabrirlosojos,yalvereldemudadosemblantedeljoveninclinadosobreella,sonriódulcemente,yledijodemodoquenadielooyómásqueél:—Gracias,señormarqués...¡Noseestabatanmalalláabajo!Así que llegaron al Moral se enjugaron en casa de unos amigos, que allí

estaban tomando baños, y se echaron encima la primer ropa que les dieron.Despuésemprendierondenuevolamarchaytocaronenelmuelleconunahorade noche, cuando las respectivas familias empezaban a inquietarse por sutardanza.

XI

¡CASOEXTRAÑO!

LostertuliosdedonMarianoserecreabanconeljuegodeprendas.Lanocheestaba harto desapacible y habían acudido solamente las personas de másconfianza. Cuando esto acaecía (que no dejaba de ser con alguna frecuencia),proscribíanseelbaileylamúsicaysustituíanseconjuegosdenaipes,deaduanaodeprendasyavecessimplementeporunaamenaysabrosaconversación.La

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noche a que nos referimos, el sexo femenino estaba representado por tresseñoritas de Ciudad, dos de Delgado, la señorita deMory y alguna otra que,unidasa lasdecasa, formabanunnúcleobastante respetable.En elmasculinofiguraban elmédico de la casa, el señor deCiudad, don Serapio, el ingenieroSuárezyotroscuatroocincopollastresqueporlosimpleseinsignificantesnomerecenespecialmención.La tertulianoocupaba sinounode losángulosdelsalón,sibienenocasiones,cuandoeljuegoloexigía,sediseminabaportodoél,aunque momentáneamente. Don Mariano, rodeado de sus amigos, paseaba ydiscutía, parándose a menudo a exponer alguna razón intrincada y siguiendodespuéssupaseoconlasmanosatrás.AdonSerapioletocódecirtresvecessíytresvecesno,y,enconsecuencia,se

retiróaunodelosrincones,mirandoalapared.Lasseñorasyloscaballerosseestrecharonaúnmás,formandogrupo,yempezaronacuchichearanimadamente,proponiendocadacualunapregunta.Alfinquedaronacordesenpreguntarlesigastababisoñé.—¿Eeeeh?—gritóelcoroprolongandolanota.—Sí—respondióelinfelizdonSerapio.Larespuestafueacogidaconruidoyalegríaquehicierontemblaralfabricante

deconservas.Enseguidaconvinieronenpreguntarlesipensabaencasarse.—¿Eeeeh?—No—dijoresueltamente.—¡Bravo!,¡bravo!—gritaronloshombres.—¡Quéhombretanempedernido!—chillaronlasmujeres.Uno de los pollos propuso que se le preguntase si continuaba con lamisma

aficiónalascriadas.Lasseñorasquisieronoponerse,peronohuboremedio.—¿Eeeeh?—Sí.Granalgazaraenelgrupo.Elmismopollomalévolopropusootracosapeor:si

pensaba dar carrera a alguno de sus hijos. Las señoras rechazaron seriamenteestapreguntay fuesustituidaporotra.Ydeestasuerteprosiguieronhastaquedijo los tres sí y tres no de rúbrica, y vino cabizbajo a informarse de lo quehabíanpreguntado.Tocole después a Amparito Ciudad contentar a todos los caballeros de la

reunión,yempezóaejecutarloconsumadiscreciónydonaire,contentandodelaprimeraalospollos,exceptuandoalingenieroSuárez,quesenegórotundamenteadarseporsatisfechoconningunadelasproposiciones,yquemuyquedoledijo

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a la niña lo único con lo que se contentaría. Amparito se puso colorada y ledirigióunatiernamiradadereconvención,volviendodespuéslavistaasupadre,queporfortunasehallabadeespaldapaseandocondonMariano.LlególavezaIsidorito,teniendolamalasuertedeponerseenberlina:¡yallí

fue ella para la señorita deMory! Isidorito, aunque nada simpático, infundíageneral respeto por su fama de estudioso y sensato: así que lamayoría de lasniñasypollossecontentaronconponerleenberlinapor«demasiadoserio»,por«tenerpocopelo»,por«bailarmuymal»,por«estudiarconexceso»,por«gastarlevitas muy largas», etcétera; pero al llegar a la señorita de Mory, ésta, queesperaba con impaciencia su turno, le puso en berlina con fruición nadadisimulada,por«muypesadodecabezayligerodeestómago».Isidorito,altenernoticiadelascausasporquelehabíanpuestoenberlina,conociócondolordedóndepartíaaquellasaetaenvenenada,peronotuvoánimosparamanifestarloyprefirióguardarsobreestepuntounsilencionobleyprudentealmismotiempo.Laprimogénitadelosseñoresdelacasa,comodecostumbre,notomabaparte

eneljuego.Estabasentadaalladodesumadretotalmenteabstraídadeloquelarodeaba, con los ojos fijos en el vacío. Por su rostro un pocomarchito, perosiemprehermoso, se esparcía una intensay singular palidez, y todo su cuerpoofrecíaseñalesdeinquietudyzozobra.ApenascontestabaalaspreguntasquedevezencuandolehacíadoñaGertrudis,yesocontalbrevedad,quecortabaenlabuenaseñoralasganasdemenudearlas.Cuatroocincovecessehabíalevantadoyadelasillayhabíaidohaciaelbalcón,permaneciendolargoratodetrásdeélcon la frente apoyada en los cristales sin que nadie supiera lo quemiraba.Laplaza de Nieva estaba como en la primer noche en que la vimos, obscura ysembrada de charcos de agua donde se reflejaban tristemente los rayos de losfaroles de petróleo que ardían en las esquinas.Ni un alma la cruzaba aquellanoche.Envano se sacaba los ojos por penetrar las tinieblas de los soportales.Losvecinostodossehabíanretiradoyaasuscasas,perfectamenteconvencidosdequelahumedadescausademuchasenfermedades.Losbalconesdelcafédela Estrella eran los únicos que estaban iluminados. La lluvia difundía por laatmósferaunrumorlevísimoqueapenastraspasabaloscristalesparallegaralosoídosdelajoven.ARosarito le tocóhacer la sultana.Elpollodelpelopor la frentecolocóun

sillónenmediodelasalaylahizosentarseenél;despuéspusodelanteuncojíndeterciopelo.Loscaballeroszegríesyabencerrajesdelatertuliacomenzaronadesfilar por delante de ella, doblando la rodilla en su presencia y esperandohumildementesuresolución.Rosario,conlanotableaptitudquetienentodaslasmujeresparahacerelpapeldereinas,losibarechazandocongestodesoberano

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desdén. Únicamente cuando llegó el pollo de las mazurcas, y se mostrótemblandoasuspies,dignoselabellacuantoferozsultanaalargarleelpañueloque tenía en la mano y elegirle como amante como justo premio a susnotabilísimas corbatas y sus no menos excepcionales chaquets. Despuésmarcharonambosen triunfoaunade lasalcobasdelharem,o loquees igual,dierondosvueltaspor el salóny se fuerona sentar enel sofá,dondeantes sehallaban.Ladiminutatertulia,despuésdeagotarlosnomuyvariadosrecursosdeljuego

deprendas,permanecióinactivayacomodadaenelángulodelasala,entablandoenvozbajaunavivísimaplática entrecortadade risasy exclamaciones, dondelos jóvenes de ingenio tuvieron ocasión de lucirlo a expensas de algúndesventurado a quien despellejaron sin piedad. Los que no lo tenían secontentaban con sonreír y aplaudir estúpidamente los chistes de los otros. Sedaban interminables bromas a las niñas, sobre los aspirantes a sus respectivasmanos,yaquéllassedefendíancomodecostumbre,conlasclásicasrespuestas:«Noséporquédiceustedeso.—Lehaninformadoaustedmuymal.—Entraencasacomoamigoynadamás,etcétera.»Lassonrisasmaliciosasylaexpresióndereservaqueacompañabanaestasrespuestasdecíanbienclaroquealasniñasnolesdisgustabalabroma.Doña Gertrudis se había dormido. Don Mariano y sus prosélitos seguían

recorriendodeuncaboaotroelsalón,enfrascadosenprofundasdisquisicionesacerca de la baja probable de la propiedad inmueble.María continuaba con lafrentepegadaaloscristales,sumida,alparecer,enunadesuslargasyfrecuentesmeditaciones a que ya estaban acostumbrados los de casa, en realidadexplorandoconojosansiososlassombrasqueenvolvíanlaplazadeNieva,sinatender poco ni mucho a la frívola conversación que los amigos de la casasostenían.Deprontocreyóoírunextraño rumora lo lejosy seestremeció, seabstrajocuantopudodelosruidosdelasalayprestóatenciónprofundayllenadezozobraaaquellejanorumor,quefuepocoapococreciendoenelsilenciodelanoche,haciéndosecadavezmásclaroypreciso.Noeraunrumorconfusoyfantástico,comolosqueproduceelvientoolamar,sinofirmeybiendefinido,perfectamenteclaroparasusoídos.Prontoseconvirtióenelruidoacompasadoycaracterísticodelamuchedumbrequemarchaordenadamente.Losojosatónitosdelajovendistinguieronalaluzdelfarollaspuntasdelasbayonetasylosrosescharoladosdelatropa.Lostertulianostodosalescucharlospasosacudieronentropelalosbalconesyvieron,consorpresa,desfilarpordelantedelacasadoscompañíasdesoldadosquecruzaronlaplazayseperdieronenlasencrucijadasdelavilla.

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LosamigosdedonMarianosemiraronconsorpresa.—¿Quévendráahacerestatropaataleshoras?—preguntóunaseñora.—No comprendo adónde pueda ir—repuso donMariano—. Para dirigirse al

interiordelaprovincia,aunquevengandelOccidente,nonecesitabanpasarporaquí; tienenelvalledeCañedoasudisposición,queesuncaminomuchomásbreve.—Hoy precisamente he paseado con el capitán de carabineros—dijo don

Máximo—ynomehadichounapalabradelavenidadeesatropa.—Nolosabría; lomásprobableesquevengademarchaynohagamásque

pernoctaraquíparacontinuarmañanasucamino—dijoelseñordeCiudad.—Raramarchalleva—apuntódonMariano—,peroenfin...,podráser...,podrá

ser.Los jóvenes volvieron a sus sitios y se olvidaron al instante del suceso,

anudandolarotayalegreconversación.Losviejossiguieronsupaseo,haciendointerminables comentarios e infinitas hipótesis acerca de aquella visitainesperada. María continuó obstinadamente pegada a los cristales del balcón,veladaalosojosdesusamigosporlasgrandescortinasdedamasco.EnelgrupojuvenildondelasensibleseñoritadeDelgadofiguraba,contralos

deseosvehementementeexpresadosdeRosarito,queasegurabasobresuhonradapalabraque lacitadaseñorita lahabía tenidoaellaenbrazosmuchasveces,yquecuandoibaaconfesarsesiendoniña,ylaseñoritadeDelgadosehallabaencasa, lebesaba lamanocomoaunapersonamayor, se empezóadiscutir conextraordinario fuegoacercade lamúsica.Unode losmancebosmáselegantes,que se había preparado en Madrid para cinco carreras especialesconsecutivamente, sostenía la primacía de los maestros alemanes, asegurandoque no había óperas comoRoberto,Hugonotes yProfeta, nimúsica sinfónicaque pudiera competir con la de Beethoven y Mozart. Las señoras,poderosamentesecundadaspor losdemáshombres,veníanpor losfuerosde lamúsicaitaliana.—¡Nonosmareeusted con sus alemanes,Severino! ¡Vayaunamúsica la de

esosseñores!¡Amímesuenalomismoqueunajauríadeperrosladrando!—Eso no es más que al principio; si usted continuase oyéndola, llegaría a

tomarleelgusto:sucedelomismoqueconlasaceitunasylacerveza.—Puessihadepasarunomalosratosantesdeacostumbrarse,francamente,no

merecelapena.Veaustedcómoconlamúsicaitaliananoaconteceesoygustadesdeelprimerdía.

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—¡Claro, porque la mayor parte de la música italiana no es más que unatonadillaqueseacompañaconcuatroguitarras!—¡Calleusted,hombre, calleusted!Nodigausted sacrilegios. ¡Quiereusted

compararesegalimatíasqueniellosmismosentiendenconelsublimefinaldelaLucíaoconelariadetipledelaFavorita,queempieza:«OhmioooFerna...a...a...an...do...riii...raaa...ri...ra..,ro...riiira...!»—¡Ah, si usted hubiera oído el cuarto acto deHugonotes! ¡Quémúsica tan

dramática!¡Aquellosíqueexpresa!... ¡Seleponenaunolospelosdepunta!...¡Quédúoaquel tangrandioso:«La... sciami...paar... tiiir... la... sciami...paar...tiiiir...riira...riri...riri...ra...roo...rir...ra...roo...laa...to...rii...ro...raa...!»—¿PeropodráhabernadamásdulcequeelconcertantedelaSonámbula,que

empieza:«Tooo...ra...ri...ro...ra...roooo...laa...riii...roo...raa...rora...rooo...tii...ra...ri...roo...?»—¡Noesposible,noesposible!—dijeronvariosauntiempo.—Sobretodo,lamúsicaitalianaconmueveelcorazón,mientrasquelaalemana

nohacemásqueaturdirlosoídos—apuntólaseñoritadeDelgado.—Esverdad—afirmósuhermanalaviuda.—Yo creo—siguió la señorita—que el objeto de la música es conmover...,

elevarelalma,hacernosderramarlágrimas...,transportarnosaregionesideales,lejosdelmundoprosaicoenquevivimos...Porquelaverdadesquelaprosasevaapoderandodetalmododelasociedadqueprontovaaparecerridículohablardecosasquenoseanmaterialesysórdidas.—Cierto—volvióaafirmarlaviuda.—La música sigue el camino de la prosa como todo lo demás... ¿No oyen

ustedesquétonteríascantanahora,quépasacallestandesabridos?¡Ygraciasqueno sea algún trozo indecente de una zarzuela bufa!En las canciones ya no sehabladeamor;yanohaymásquefrasescondoblesentidoqueocultanalgunasuciedad.—Creo que usted sabe varias canciones románticas muy lindas y las canta

admirablemente—dijoelpollodelpeloporlafrente,apercibidocomosiempreaproporcionaralatertuliaalgúnnuevosolaz.—No, señor..., no lo crea usted... Antes cantaba alguna, pero ya seme han

olvidado...—Por mi parte—manifestó el pollo con sonrisa altamente diplomática—y

piensoquetambiénporpartedetodosestosseñores, leagradeceríamuchísimoque rebuscase en sumemoria y nos hiciese conocer alguna..., ¿no es verdad,

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señores?—Sí,sí,Margarita,canteusted,porDios,alguna.—¡Sinomeacuerdo!—Vamos,yaseacordaráusted...Empezando,lairáustedsacandopocoapoco.—Meparecequenopodráser...Además,yomelasacompañabaconguitarra...—¿No hay en casa alguna guitarra?—se apresuró a preguntar el pollo,

levantándosedesusilla.A la guitarra que trajoMarta le faltaban dos o tres cuerdas y fue menester

echárselas,encuyaoperaciónseinvirtióalgúntiempo.Despuéssetardótambiénun poco en templarla. Una vez templada, la señorita de Delgado declaróterminantementequenocantaríaporquenoseacordabadenada.La tertuliaseconmovió profundamente y trató con reiteradas súplicas de infundirle unrecuerdo fresco de alguna preciosa melodía. Mas como la cantante noabandonaba el instrumento y seguía haciéndole sonar dulcemente, volvierontodosaguardarsilencioyaesperarconansialacanción.Sinembargo,cuandoya estaba a punto de emitir la primer nota, la sensible señorita hizo nuevas yrotundasdeclaracionesenelmismosentidoquelasprimeras,locualafligiódetalmodoalatertulia,yenparticularalpollodelpeloporlafrente,quedebuengradohabríaconcedidoalacantanteenaquelmomentotodalamemoriadequedisponía,contaldequenoledejaseenmallugar.Porúltimo,laseñoritafijólosojoseneltechoy,convozbastantedulceaunquetemblorosa,entonólasiguientecanción:

Esperanzahalagüeñaamissentidos,túendulzasdemipenaelamargor;¡ay!,túnoeresunbienimaginario,ereselbálsamogratoalcorazón.

Silejosdelavistademiamadamellevadeloshadoselrigor,tansóloeslaesperanzaquienmitigamitormentocruelymiaflicción.

—¡Bravo!, ¡bravo!—¡Qué bonita!—¡Qué dulce!—¡Qué melancólica!—Sigausted,porDios,Margarita,sigausted.LaseñoritadeDelgadosiguiódeestamanera:

Sirecuerdoenlanochesolitariaelnombredelaprendademiamor,

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sepresentahechiceraamimemorialaimagendesurostroencantador:

ytúeres,esperanza,quienmeanunciaqueamantecorrespondeamipasión,ysólotudulzuraesquienmitigamitormentocruelymiaflicción.

Al llegar a este punto y cuando el auditorio se preparaba a saborear lasinefablesdulzurasdeunanuevaestrofa,másapasionadatalvezymáspatéticaque las anteriores, cuando la señorita de Delgado apoyaba lánguidamente susdedoscarnosossobrelascuerdasdelinstrumentoylacabezamáslánguidamenteaun sobre el pecho en testimonio de amargo duelo, acaeció en la casa de losseñoresdeElorzaunodeesossucesosterriblesyextraños,másterriblesaunporloinopinados,atalpuntosorprendentes,quesuspendenycortanporuninstanteelusodelapalabra;unaescenaextraordinaria,realizadacontalbrevedadquenoda tiempo a reflexionar, y deja sumidos a los espectadores en profundaconsternación,sinhaberpodidointervenirenella.Abriose con violencia la puerta de la sala, y los ojos de los circunstantes

vueltoshaciaellavieronconasombroelrostropálidodeuncriadoqueexclamódirigiéndoseasuamo:—¡Señor,señor!—¿Quéocurre?—preguntódonMarianoconel acentoenérgicoqueemplean

loscaracteresbientempladoscuandoadivinanunpeligro.—¡Lossoldadosestánahí!—¿Y qué tengo yo que ver con los soldados, majadero?—replicó con voz

colérica.—¡Es...quevienenaprenderle!—Noesverdad—gritóunavozdesdeelpasillo.Yalmismotiemposeisuochofigurastaparonlapuertapordetrásdelcriado.

Losprimerosquesedejaronverfueronunoficialmuyjovenconununiformedemarchayuncaballeronomuybienparecidocongabánabrochadoyllevandoenlamanobastónconborlas.Por detrás de ellos se veían los roses y los fusiles de algunos soldados. El

hombredelbastón,queeraalparecerquienhabíahablado,avanzódospasosporla sala y sin quitarse siquiera el sombrero, preguntó a donMariano con tonoáspero:

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—¿EsusteddonMarianoElorza?Lamiradadelancianocaballerocentelleódeindignación.—Antetodo,quíteseustedelsombrero.El hombre del bastón, un poco cortado por la actitud del caballero y las

miradasdelconcurso,sequitóelsombrero.—Ahora,¿quéseleofreceausted?—¿EsusteddonMarianoElorza?—No;soyelexcelentísimoseñordonMarianodeElorza.—Eslomismo.—Noeslomismo.—Bien,dejemosdiscusiones:traigoordendeprenderasuhijadoñaMaría.TodalaenergíadelseñordeElorzasedesvaneciódegolpecomounasombraal

escuchar estas monstruosas palabras. Quedó algunos momentos extático ypetrificado,con lamiradaapagada,comoelqueacabadeverunmilagroynoquierecreerasuspropiosojos.Después,recobrándosesúbito,selanzósobreelhombredelbastónysacudiéndolefuertementeporlasolapa,ledijoconvozdetrueno:—¿Yquiénesusted,insolente,parapensarencosasemejante?—Soy el jefe de orden público de la provincia, y le advierto que si usted

intentalamenorresistencia,haréusodelafuerzaquetraigo.—¿Estáustedbiensegurodequeesamihijaaquienvieneustedaprender?—Sí,señor,traigoordendeprenderalaseñoritadoñaMaríaElorza.Ruegoa

ustedquemelaentreguesinpérdidadetiempo.—Aquíestá—dijoMaríasaliendodelhuecodelbalcónyavanzandohaciael

jefedelosesbirros.—¡Peroesonopuedeser!—rugiódenuevodonMarianodeteniendoasuhija

—.¡Estehombreestálocoovieneequivocado!—¿Estáusteddispuestaaseguirme?—preguntóelcomisarioalajoven.—Sí,señor—contestóéstaconfirmeza.—Puesvamos.DonMarianosellevólasmanosalrostroyexclamóconungritodedolor:—¡Hijamíademialma!¿Quéhashecho?—Nadaquepuedadeshonrarmenideshonrarte—replicólaniñalevantandosu

rostrohermosoyaltivoysaliendoprecipitadamentedelsalón.

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DonMarianofuedetenidopor todossusamigosque lehabían rodeado;peroviéndose inmediatamentesolo,porque todos,advertidosporungritodeMarta,acudieron a socorrer a doñaGertrudis, presa de un síncope, se arrojó tambiéncomounrelámpagofueradelasala.

XII

ANTECEDENTES

Algún tiempo antes de los sucesos que acabamos de narrar, los amores deRicardoyMaría,quesehabíanidodesvaneciendogradualmentecomolasnotasde una hermosa melodía, hasta el punto de no saber el mismo Ricardo sirealmenteexistíanosehabíanextinguidoporcompleto,siauneraelamantedelaprimogénitadeElorza,osinoteníasobresucorazónotrosderechosquelosqueseconcedenaunantiguoyestimadoamigo;estosamores,decimos,habíancobrado, sin que nadie supiese a qué atribuirlo, repentina e inesperada vida,comosiaunaluzpróximaamorirporfaltadeaceite,leechasenalgunabuenacantidaddeesecombustible.Todossemostrabansorprendidosdeverlosjuntoscharlandocomoantes,enunángulodelasala, larguísimosratos,abstraídosdecuantolesrodeaba,habitandoeneserincóndelcieloquelosamantesencuentrantanfácilmentelomismoenlasoledadqueentrelamuchedumbre.Alasorpresasucedíalacomplacenciaenlosamigos,yalacomplacencialashipótesissobrelamayoromenorproximidaddelaépocadelmatrimonioylasconjeturasacercadelosmotivosquehabíanoperadotalcambioenlaconductadelosnovios.Losmaliciosos, guiñando el ojo al decirlo, sostenían que de los tres enemigos delalma la carne era el más temible, y que Dios había dicho: «crescite etmultiplicamini», y que era tontería oponerse a las leyes de la naturaleza. Lasseñorasmanifestaban,bajando lavista,queen todos los estados sepodíamuybienserviraDiosyquenoeranlasmásflojaspenitenciaslasqueimponíanelcuidadodeloshijos,sueducaciónyelgobiernodelacasa.Masdetodassuertes,elhechoeraquelascosashabíancambiadosinsaberpor

qué,yqueseñorasycaballerossealegrabandeello,esperandoquelosilustresnovioslesproporcionasenprontoundíaagradable.ElregocijodedonMarianoeratangrande,quesetraslucíaenlosojoscadavezquelosdirigíahacialagentilpareja, y mil hermosos ensueños, en que siempre figuraba un enjambre de

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nietezuelosrubiosytraviesoscomolohabíasidosuhija,veníanporlanocheaacariciarle en las soledades de su lecho feudal. Doña Gertrudis, como decostumbre,encontrabamuybienlaconductadeMaría.Heaquíahoracómosehabíaefectuadoelsuceso.Ciertamañana,enqueeljovenmarquésdePeñaltasedespertómástemprano

queotrasveces,observandoporelbalcóndesucuartoqueelcieloestabalimpio(contra su costumbre inveterada), le vino en apetito el dar un paseo por losalrededoresdelavilla,ypensandoyhaciendosevistiórápidamenteyseechóalacalleenbuscadeairepuro.MasantesdesalirdelcascodelavillaycruzandopordelantedelacasadeElorza,tropezócasualmenteconMaría,queibahacialaiglesiaconsudoncella.Lediounsaltoelcorazónyunpocoturbadosedetuvoasaludarla.Laniñaleabocóconaquelgestoalegreytravieso,llenoaunmismotiempo de malicia y de candor, que por ser peculiar de su carácter, no habíapodidovencerconningúnesfuerzo.—Tútehabráslevantadotemprano,porsupuesto,paraoírmisa.—¡Oh!,no—repusoRicardosonriendo—;salíaadarunpaseoporelcampo,

quedebedeestarmuyhermoso.—Bien,pueshoynohaypaseo;tesecuestroytellevoconmigoamisa—dijola

niñaentonoresueltoyconciertainflexióndevozadorable.Yacompañandoelhechoaldicholetomóporlamanoylellevócogidodeestaguisaunoscuantospasos.¡VenturosoRicardo;quéotracosamejorpodíaapetecerenaquelmomentoque

versesecuestradode tangentilmanera!Nosupodecirpalabraen losprimerosmomentos;embargolelaemociónyunalágrimasedeslizóporsurostrohonradoyvaronil.—¡Oh, María, si supieses qué feliz me haces!—le dijo en voz baja y

temblorosa—. Si tú quisieras llevarme, ¿adónde no iría yo contigo? Tú nopuedescomprenderloqueansíoquemehables,quemesonrías,quemedirijas.Buscoconafánlosmediosdeagradarteynolosencuentro.Dimeconquépuedocomplacerte, con qué puedo deshacer el hielo que seca nuestros amores.Y lobuscaréaunqueseaacostademivida.Sinotequisieramásqueaningúnotroserdeestemundo,tantocomoelrecuerdobenditodemimadre,¡cuántotiempohacequehubierahuidodetiparasiempre!...Peroesdetalsuertemiamor,tanpoderoso, tan vivo, tan absorbente, que ha logrado concluir con todo miorgullo...ytemoquellegueaconcluirconmidignidad—añadiósordamente.La joven le miró fijamente, agradecida y admirada de tan sincero cariño, y

repusoconjovialidad:

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—Porlopronto,paracomplacerme,vendrásamisaconmigo,¿noesverdad?—Sí,queridamía.—¿Vendrásmañanatambiénytodoslosdemásdías?—Sí,hermosa;nodeseootracosa.—¡Nosabesloquemealegro,Ricardo!—¿Deveras?—Sí; te quieromucho, pero te quiero buenoy piadoso, porque antes que en

todolodemásdebemospensarennuestrasalvaciónyenhacerelmayorbienquepodamosenestemundo.El joven sintiose en aquel momento enternecido, saboreando las gotas de

cariñoquesuamadadejabacaersobresuslabios.Nadahayquehagacambiartanprestonuestrasideasmásarraigadasynuestros

juiciosmás firmes como la voz de lamujer querida. Ricardo era un creyentetibio, como la generalidad de los hombres en nuestra época, que odiaba lasexageraciones y miraba con cierta repugnancia las prácticas religiosas. Puesbien, por arte de encantamiento, esto es, por arte de aquella voz dulce y deaquellos ojos más dulces aún, que le miraban con elocuente expresión, sedespojó súbitamente de sus opiniones anticlericales, transformándose en undecididocampeóndelaltaryenunfervorosodevotodetodoslossantosysantasdelacortecelestial.Pensóconalegríaqueloquesunoviaejecutaba,despuésdetodo,nadateníadecensurable;quesupiedadysumisticismoeranelreflejodeunnobleyelevadoespíritu;queestamismapiedaderalaprendamásseguradesufelicidadconyugal,pueslaguardaríadelasvanidadesaqueotrasmujeresseentregan después de casadas; que nada tenía de particular que la pobrecitadesease que su novio fuese creyente y devoto, dadas sus ideas acerca de lasalvacióneterna,yqueenesteconceptoélhabíahechomuymalencontrariarlade un modo tan obstinado, hiriéndola en lo más vivo de su fe sencilla yadmirable. En fin, concluyó por resolver que él era un bárbaro incapaz desacramentos ni de entender los misterios adorables que puede encerrar uncorazón consagrado a Dios, y María una santa que le había sufrido condemasiada paciencia. Penetrado en parte de esta idea y en parte infinitamentemás grande de la emoción que le produjo la inesperada ternura de su novia,repusoconacentoconmovido:—Escucha,María...,yasabesqueyonosoynihesidonuncaunincrédulo...Es

verdad que hemirado con cierta tibieza las prácticas religiosas, pero tambiéndebessaberqueésteesunviciofrecuenteenlosjóvenesyparticularmenteentrelosmilitares...Porlodemás,telodigocontodalasinceridaddemialma,jamás

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mehaabandonadolafequemisantamadremeinculcóenlaniñez.Aunsuenanenmisoídos susconsejosyaunpodría repetir sinequivocarme lamultituddeoracionesquemehacíadecirderodillassobrelacamaalahoradeacostarme...Esto no se puede olvidar,María..., ¡sería un infame si lo olvidase!... Hoy losmismosconsejosvuelvenasalirdeunoslabiosidolatrados...¿Cómoquieresqueno sea para mí dulce la religión viniendo siempre predicada por los seres aquienesmáshequeridoyrespetadoenmivida?...Sí,hermosamía,soyreligiosopornacimientoyporconvicción,yesperoserloaúnmásfervorosocontuayuda.Dimeloquequieresquehagaenestepuntoyloharé...Dimeloquequieresquepienseylopensaré...Soytodotuyo,encuerpoyenalma...—Así, así te quiero yo... Pero no has de ser piadoso por amormío, porque

entoncesno tieneméritoalguno,sinoporamordeDios.Los lazosqueenestemundo se establecen, ¿qué valen en comparación del que existe eternamenteentreelCriadory lascriaturas?Simequieresmucho,quiéremeenDiosyporDios, comoyo tequieroa ti.Deotromodoespecado fijarnuestraatenciónynuestroamorenningunacriatura.LaemociónyelardordeRicardorecibieronunchorritodeaguafríaconestas

palabras, pero supieron resistirlo sinmenoscabo y siguieron apoderados de sucorazónhastaquellegaronalpórticodelaiglesia.AllíMaríaledijo,tomandoelaguabendita,queleofrecióconlapuntadelosdedos.—Ahoratequedarásdebajodelcoroaoírlamisa;yomevoyaponercercadel

altar. ¡Cuidado quemires paramí una sola vez!Ya comprendes que eso seríaprofanareltemployentalcasomásvalequenoentres.—No,notemiraréaunquemecuestemuchotrabajo.—Dametupalabradequeloharásasí.—Teladoy.—Bien,pues,adiós...,hastaluego...Espéramealasalida.Cuandoyasehabíaalejadounospasossevolvióparadecirle,bajandocuanto

pudolavoz:—Cuidadoquecumplaseso...Yqueestéscondevoción,¿eh?Ricardo hizo señal afirmativamientras se dibujaba en sus labios una sonrisa

feliz.DesdeentonceselmarquésdePeñaltaacompañótodaslasmañanasamisaala

primogénita de los Elorza, separándose de ella a la puerta de la iglesia yvolviendo a juntarse a la salida.Maríamostraba recibirmucho placer de esteacompañamiento.EncuantoaRicardo,noesnecesarioencarecerladichaquede

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repentecayósobreélconelcambioefectuadoenlaconductadesunovia.Pocoapocolainfluenciadeéstaempezóapesardetalsuertesobresuespíritu

que en poco tiempo, como ya él mismo lo había anunciado, se modificaronnotablementesusideasynosólosusideassinotambiénsushábitosymaneradevivir.Sehizomáscircunspectodegenioymesuradodepalabras,másapacibleymásreligioso.Atentoadargustoasunovia,quelesolicitabaalacontinuaconsúplicas y consejos, comenzó a abandonar las diversiones ruidosas y hasta lacompañía de los demás oficiales de la Fábrica. Se retiraba temprano a casa,frecuentabalasiglesiasypaseabamuchastardesconalgúnclérigo;sehizosociodevariascofradíaspiadosas,entreellasdeladeSanVicentedePaul,visitandoalospobresencompañíadelosbeatosde lavillaygastandonopocodineroendonativosparaelculto.Porúltimo,despuésdemuchosysentidosruegos,hizoconfesióngeneralconfrayIgnacio,elconfesordeMaría.Pormásqueparezcaextraño,debemosdeclararqueRicardo,lejosdesentiren

estanuevavidarepugnanciaomalestarhallóprofundosymisteriososplaceres,quehastaentoncesjamáshabíagustado.Elaparatodelcultocatólico,enelcualhabía fijado poco la atención, empezó a fascinarle; el dulce recogimiento deltemplo,alacaídadelatarde,cuandosepuebladesombrasydemurmullos,leinfundía suave desasosiego, cierta ansia especial de un nosequé elevado yarcano;losoloresdelinciensoydelaceraeranparaélcomogratobeleñoqueleadormecían arrastrándole a regiones gloriosas de dicha inmortal; los actos decaridadfrecuentesleproducíanundejoagradableygrandebienestarqueacrecíasu fe; lahumillacióndel sacramentode lapenitencia,quealprincipio tanto lerepugnaba, llegóaserunmanantialdegocesqueélmismonosabíadedóndeprocedíannidequémodoembargabansualma.Lamañanaenquetomólacomuniónledijosunoviaalsalirdelaiglesia:—Hoymehascausadoelmayorplacerdemivida,Ricardo.Eljovenmarquéssonrióbeatamenteyrepusoenvozbaja:—¿Mequieresmásahora?—Noquieroresponderte—replicólaniñaconunamuecagraciosa—.Después

decomulgarnosedebehablardeciertascosas...Esperemosamañana.Esperaron efectivamente amañana, y entoncesMaría le dijo sin rebozo que

aquellaconductavirtuosaleincitabaaamarlecadavezmás,yquenodesmayaseenseguirlasiqueríaversesiempreamado.EnnadamenosqueenesopensabaRicardo,quiensehallabatanasuplacerconelnuevoestadodecosas,queporningunaventajadeestemundoconsintieraenvariarlo.Así,pues,siguiócadadíaconmás decisión por la senda que su novia le trazaba, sin hacer caso de las

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bromas que los compañeros le daban en la Fábrica, pues que en otros sitios,comonofueseensucasa,enladedonMarianooenlaiglesia,eradifícilecharlelavistaencima.—¡Me has convertido en un beato!—le decía a veces a su ídolo amodo de

cariñosareconvención.—¿Yqué;tepesa,pícaro?—No,querida,no;mealegroenelalma,porqueasíheconquistadotuamor...—¿Nadamásqueporeso?—¡Esoesotracosa!Digamosahora(aunqueellectornodejaríadeadvertirlo)quelafantasíayaun

la inteligencia deMaría eran superiores a las del jovenmarqués dePeñalta, yqueentalsupuestoyteniendopresenteelprofundocariñoqueéstelaprofesaba,no teníamuchodesorprendentequedefirieseasupareceryasusconsejosenpuntosenqueotroshombresdemásinstruccióneingeniocedenconfrecuenciaa sus madres y esposas. María, a más de su viva imaginación, estimulada yenardecidapor lacontinua lectura,poseíaundonespecialísimoparapersuadir.Su palabra era siempre fácil y pintoresca, ejercitándose con predilección enconvencerasusamigoscuandotratabadearrancardeellosalgúndineroparalospobres o para el culto de las iglesias. La rara volubilidad con que pasabarepentinamente de lo grave y patético a lo jocoso, ymezclaba en una súplicaardiente la sal de un dicho oportuno, la hacía irresistible. Las cofradías ysociedadesdevotasdeNievanoteníanensusenootrocofrademásactivonimáspoderoso,ycontabanconellaenlostrancesdifícilescomoconunángeltutelarque sabría sacarles del atolladero. Como es de suponer, no poco contribuía amantenerestagranconsideración,ademásdelaspreciosascualidadesmoralesyfísicas de la joven, la circunstancia de ser hija del caballero más opulento yrespetadodelavilla.Digamosasimismoqueenlaépocaenqueestossucesosseefectuaban,elclero

y las tendencias religiosas de nuestro pueblo padecían cierta persecución porparte del gobierno, depositado a la sazón en manos de los liberales másextremadosymásconocidosporsusideasheréticas.Esto,comoeradeesperar,había excitado vivamente las conciencias timoratas, encendiendo en lasprovinciasdelNorte,másreligiosasdesuyoymásapegadasanuestratradición,una obstinada y sangrienta guerra civil que amenazaba concluir con el ordenpolíticoestablecidoydepasoconnuestrariquezayprestigio.Todaslaspersonasmásomenospiadosasyamantesdenuestras tradicionescatólicas, todoelquedetestabalapersecuciónquelaIglesiapadecíayansiabaelreinadodeJesúsen

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la tierra por mediación de sus ministros, estaba pendiente de tal guerraformidabledondesedebatían,nosólolosderechosmásomenosrespetablesdeunpretendienteal trono,sino también losmáscarosyaugustos interesesde lareligión. Los que frecuentaban las iglesias y se relacionaban con el cleroligábanse tácitamente contra los herejes del poder, acogiendo con alegría ycomunicándose velozmente las noticias favorables a la causa monárquico-católica, y llenos de zozobra y tristeza las adversas. En las casas de loshacendadosmásricos,enlassacristíasyenlastrastiendasdealgúncomercianteabsolutistaleíaseensecretoelCuartelReal,diariooficialdelPretendiente,quellegaba de vez en cuando entre las piezas de cretona o los paquetes demacarrones.CelebrábansecongranpompafuncionesdedesagravioalaVirgenpor las impiedadesvertidasenelCongresodelosDiputados,funcionesqueenalguna ocasión terminaron violentamente por la intervención del populacho.Crecíaladevociónalculto,sobretodoaldelosSagradosCorazonesdeJesúsydeMaría,ymuchagentepiadosaibaenperegrinaciónalsantuariodeLourdes,contando de regreso a sus amigos las buenas disposiciones y la sólidaorganizaciónque tenían lashuestescatólicasen lasprovinciasvascas.AlgunosjóvenesdelasfamiliasmásconocidasdeNievahabíandesaparecidodelanochea la mañana, dándose por seguro que habían ido a engrosarlas. De esto a laconspiraciónfrancayresueltahaypocoqueandar,yenNievaseanduvoloquehacíafaltaparallegaralaconspiración.Actuaba dentro de la villa una junta carlista, que celebraba sus sesiones con

cierto misterio y sostenía relaciones estrechas con la junta central, a la queobedecía,yfrecuentecorrespondenciaconelejércitodelPretendiente.Comoenel país, aunque no de tanta monta como en las provincias vascas, existíanbastantes elementos al servicio de la causa católico-monárquica, que bienaprovechadospodíandarporresultado,sinounaguerraformal,almenosalgunaagitaciónconveniente,lajuntadeNieva,instigadaporladelacapital,decidiose,después de mucha vacilación y no pocas discusiones, a levantar una partidadentro del territorio. Los preparativos fueron largos. Comenzaron a principiosdel invierno y no terminaron hasta los comienzos de la primavera. FueronnoticiascircunstanciadasaBayona,vinieronórdenesyplanesdeconducta,huboinfinitos cabildeos, mezcláronse algunas mujeres, salieron subrepticiamentefusilesdelaFábrica,sustraídosporalgunosoperarioscarlistas;hízoseacopiodeboinasblancasypolainas;porúltimo,ciertanochesalieronalcampocomounostreintajóvenes,ensumayoríaestudiantesyseminaristas,acuyofrentesepusoel presidente de la junta, donCésar Pardo, a quien hemos tenido el honor deconoceralfinaldelcapítulotercerodeestanarración.Pasabandetrescientoslos

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juramentados para salir aquella noche, mas sólo acudió aquel puñado devalientes,ydonCésar,dandopruebadeloqueera,estoes,decaballerofirmeybizarro, no tuvo inconveniente en acaudillarlos, esperando arrastrar con suejemploalostímidos.DirigiéronsealamontañaporelvalledeCañedo,peroaldía siguiente una docena de guardias civiles, que salió inmediatamente en supersecución,lossorprendióenelmomentodeestaracampadoscomiendo,ysinque pudiesen hacer resistencia los trajo para la villa amarrados. La gente quetuvo noticia del suceso acudió en gran número a esperarlos a la carretera, yviolesdesfilarhacia lacárcel, tristes,perodignosy severos,mostrandoen susojos altivos que, a no haber sido víctimas de una sorpresa, hubiera corrido lasangreenabundancia.La primogénita de la casa de Elorza, ardentísima devota del culto religioso,

entregadaconalmayvidaaladivinatareadesantificarsuespírituysalvarlodelasgarrasdelpecado,incansabletrabajadoradelcampodelavirtudevangélica,aspirando siempre a una perfecciónmayor y celosa propagadora de la fe y lapiedad,nopodíamenosdeparticipardelaindignaciónqueardíaenlospechosde las personas con quienes más se relacionaba. A sus oídos llegaba muyaumentado el ruido de los excesos revolucionarios y de las impiedadesdiariamente vertidas por las hojas periódicas de la capital, aunque ella jamásosabaleerlas.LosconfesoresleencargabanquerogaseaDiosensusoracionesporeltriunfodelaIglesiaylaconfusiónyarrepentimientodesusenemigos;lasamigas y compañeras de cofradía la solicitaban para que hiciese con ellasnovenasdedesagravio a laVirgen; ennopocasocasiones lepidieron limosnapara algún sacerdote que yacía en la miseria, y otras veces para las infelicesmonjas de algún convento arrojadas de él cruelmente para transformarlo encuartel.Todasestascosasibanfomentandoensualmaentusiastayardiente,apardeun

cariño fervorosoa las santas institucionesasíperseguidas,profundaaversiónasusperseguidoresyalosimpíosquegobernabancontralaleydeDios.Algunavez, arrastradade su temperamento impresionable, sintió impulsosvehementesde seguir el ejemplode Judith, haciendo expiar a algúnmalvado tanhorriblessacrilegios. Quisiera tener en su mano a los perseguidores de Jesús paradeshacerlos y convertirlos en polvo. Cuando estos ímpetus crueles la cogían,quedábalesiempreunaeternacompasiónporlasinocentesvíctimasdelasirasdelaimpiedad,yunvagodeseodecontribuirconsusangrealreinadodeJesúsyMaríasobretodaslaspotestadesdelatierra.Sintióqueensucorazónnacíaunalgoquelaimpulsabahacialavidaactiva,persuadiéndolaaquedejaseporalgúntiempolasdulzurasde lacontemplaciónpor losdoloresde la lucha,el reposo,

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poreltrabajo,elencantodelasoledadporeltumulto;escuchó,comolaesposadelsagradoCantar,unavozqueledecía:«Ábreme,hermanamía,amigamía,mipaloma,mi inmaculada; porquemi cabeza está llena de rocío ymi cabelleramojadaporlasgotasdelanoche.»VioclaramentequesuJesúspadecíaporlasinjusticiasdeloshombresyquedemandabasuconcurso,quelepedíaunanuevapruebadeamorarrancándolaalbienestarquedisfrutabayarrojándolaenmediodeloshuracanesdelmundo.Pero la hermosa joven vio al mismo tiempo las enormes dificultades que

surgíandelantedeellaalprimerpasoqueintentaradar,laspersecucionesdequeseríaobjetoyloextravagantequepareceríasuconductaaunalaspersonasquelaamaban.Comprendiósudebilidad,tuvomiedoalosamargosdoloresqueselepreparaban y respondió como la esposa: «He quitado ya mi túnica; ¿cómoponérmela otra vez? He lavado mis pies; ¿cómo mancharlos nuevamente?»Largotiempoestuvoluchandoconsigomismaparaapagarlavozquelallamabaa la vida activa, y convencerse de que ella no serviría de nada a la causa delSeñor, pero fue en vano. A todos sus especiosos argumentos contestabavigorosamente la voz haciéndole presente que no debía preocuparse de si suconcursoserviríaonoserviría,sinomásbiendelavoluntadconqueloprestaba;que Dios se complace muchas veces en mostrar su poder encargando laconsecución de grandes empresas a una humilde y flaca criatura, de lo cualdabantestimoniobienpatentelaínclitaJuanadeArco,SantaCatalinadeSiena,SantaTeresayotrasegregiasvírgenesquerealizaron,contraaltospoderesdelatierra,obrasportentosas.UnsucesodepocamontavinoadecidiraMaría.SutíoRodrigo,marquésde

Revollar, que era uno de los magnates más importantes de la corte delPretendiente, teniendo noticia de su acendrada fe y de las relaciones quemanteníaconlospartidariosdelamonarquíacatólicaenNieva,leescribiódesdeBayona preguntándole si se prestaría a servir de intermediario de lacorrespondenciaentreélydonCésarPardo,presidentedelajuntacarlista.Maríase apresuró a responder que tendría en ello mucho gusto, y desde entoncesempezóarecibirconfrecuenciacartasdesutío,dentrodelascualesveníanotrasparadonCésar,queeran,anodudarlo,elhilopordondelaconspiracióncarlistadeNievaseanudabaalasaltasesferasdedondepartíanlasórdenes.Ysinsabercómo,viosecomprometida,sinquedeellolepesara,enlacausadelosbuenoscristianosque trataban, comoamenudoescuchabaenbocadedonCésarydeotros,devolveraJesúsasusantotronoyarrojardeélalasoberbiaylaherejía.Lejos, pues, de sentir temor ni pesar por esto, crecieron sus ánimos con elpeligroquecorría,locualfueparaellaseñalevidentedequeelfavordelcielola

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acompañaba, y enfrascose cada vez más en la empresa de los conspiradores,acudiendoasusreunionesysirviéndolesconceloyentusiasmoentodoloquepodía. Cuando la intentona armada de don César, ella fue quien bordó elestandarteyloscorazonesdefranelaquelosdefensoresdelafellevabancosidosalchaleco.Losconspiradoressentíanhaciaellagrandísimorespetoporlafamade santidaddequegozaba,y leprofesabanprofundocariñopor el entusiasmoconquehabíaabrazadosucausa.Enalgunasdesusasambleas,invitadaaemitiropinión, lo hizo con tanto ingenio y elocuencia, había tal fuego y al mismotiempotantadiscreciónensuspalabras,quelosconjuradosvieronenlahermosajovenunángelenviadoporDiosparasostenersufeyhacerlespersistirensusgrandespropósitos.

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Después del fracaso de don César, los carlistas de Nieva quedaron bastanteabatidos, María derramó muchas lágrimas y pidió a Dios con fervor que nohiciesen prevalecer la iniquidad y la mentira sobre su santa ley y secompadeciesedelosbuenosdefensores,desterradosyperseguidosalasazón.Y,enefecto,Dios,compadecido,permitióquedonCésary lamayorpartede losjóvenes que con él fueron desterrados a las islas Canarias, se fugasen en unvaporextranjeroyvolviesendeincógnitoasupatria,ocultándoseenlascasasdelosamigosfielesyvalerosos.Entonces,lospartidariosdelatradicióncobraronalgunosbríosytornaronnuevamenteaconspirar,sibienvagamenteysinobjetodeterminado. El objeto no apareció hasta después de algún tiempo en que elbravo y obstinado don César les insinuó la idea de dar un golpe de manoatrevido que los pusiese repentinamente en aptitud de luchar ventajosamentecontralaescasatropaquehabíaenlaprovincia.Elgolpedemanoqueelvalientecabecillalespropuso,fuenadamenosqueapoderarsedelaFábricadearmasdeNieva.Alprincipioparecióatodosdesatinadoelproyecto,maspocoapoco,afuerza de dar vueltas a la idea, fueron viéndolo menos inaccesible y hastaempezaronconlentitudysingranentusiasmoaprepararlosmediosdellevarloatérmino.Hallándose en tal estado las cosas, una tarde se presentóMaría en lacasadondedonCésar seocultabayquisohablarle a solas.Loque la joven ledijodebiósertanimportanteyhalagüeño,queelviejocabecillaledijoconvozconmovida,apretándolelamanoydándoleunbesoenlafrente:—Hijamía,ustedvaasernuestrasalvación.Diosquiereponerenunasmanos

tandelicadaslasuertedemuchosvalientesy¡quiénsabesitambiéneltriunfodelacausa!Volvióacasalajovenyretiroseasucuarto,dondehizooraciónlargorato,y

despuésbajóalahabitacióndesumadre.NotardóRicardoenllegar,comoteníapor costumbre. Después de algunosmomentos de conversación general, doñaGertrudisempezóadormitarylosdosjóvenesseretiraronalhuecodeunbalcónadecirselosdulcessecretosdetodoslosdías,másdulcesymásamablescuantomás se repiten.Maríaestabapreocupada.Sunovio, con laperspicaciadelqueamadeveras,lonotóalinstante.—¿Quétieneshoy?...Parecequeestásagitada...—Mesientotriste,Ricardo...,mesientotristecomosifueraasucedermeuna

desgracia.—Son los nervios que trabajan demasiado en ti, querida. Los ayunos te

debilitanmucho.Debieras suspenderlos, así como tantashorasdeoración,poralgúntiempo...Teestánponiendomuydelgada.

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—Al contrario, nunca me he sentido tan bien como estos días. No son losnervios,sinounaverdaderatristeza...Eselalmaquienpadeceynoelcuerpo.—¿Perotienesacasoalgúnmotivodedisgusto?...—Tengounpresentimiento.—¡Bah,quiénhacecasodepresentimientos!MaríaguardósilencioyRicardo también.Era lahoradelobscurecer.Ambos

teníanlavistafija,altravésdeloscristales,enlagranplazadeNieva,cercadadesoportales, donde los chicos que acababan de salir de la escuela se recreabancorriendoychillando.Elsolsehabíaretiradoya,dejandosobreeltejadodelascasas consistoriales un gran pedazo de cielo teñido de leve tinta rosada, quehacia el cenit tomaba matices azules y hacia el horizonte amarillos. Loshabitantesdelavilladiscurríanporlascallesevacuandolosúltimosnegociosdeldíaygozandoaquelsuavecrepúsculo,alquenoestabanavezados.LosbalconesdelcafédelaEstrellaestabanocupadosporalgunosparroquianos,quepasabansuerrantemiradaporlosámbitosdelaplaza.Enelbalcóndelacasadeenfrente,unniñodeojosazulesyblondayrizadacabelleraseentreteníaenarrojarconuncanutillopompasdejabón,queunoscuantospilluelosdesdeabajorecibíanconnopocaalgazara,deshaciéndolasconlagorrayelpañuelo.Alcabodeunrato,Maríavolviosehaciasunovio,yposandoenélunamirada

intensayansiosa,ledijoconvozquetemblaba:—Ricardo,¿mequieresmucho?—¿Cómomepreguntaseso?...¿Nolosabesbien?—Sí, séquemequieres,mehasdadoyapruebasdeello...,peroenelamor,

como todo lo que no pasa de estemundo, hay siempremás ymenos. Sólo elamor divino es infinito. El queme tienes ha resistido bien a ciertas pruebas;¡quiénsabesipodráresistiraotras!—El amor que te tengo—dijo el jovenmarqués apoyando lamano sobre el

corazón—tienefuerzapararesistiratodaslaspruebas.—¿Atodas?—Atodas.—¿Ysiyotepidieselavida?—¡Bah,bah!—repusoalzandoloshombrosconademándesdeñoso—,esosería

pedirmuypoco.Maríasonrióconsatisfacción,ydespuésdeunapausapreguntótímidamente:—¿Y si te pidiese el honor..., o lo que vosotros los hombres entendéis por

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honor?...—añadiócorrigiéndose.Ricardosepusolevementepálidoytardóalgúntiempoencontestar.Alfindijo

envozmásbajayconcalma:—Elhonor,queridamía,nonospertenece;esundepósitoqueelcieloponeen

nuestrasmanosalnacerydelcualnospidecuentaalmorir.Un relámpago de indignación y desprecio pasó por los ojos de María al

escucharestaspalabras.—¿Yquiénoshadichoavosotrosloqueelcieloosdejayospide,yporqué

mezcláisalcieloencosasquepertenecenmuchasvecesalinfierno?...Pero,calmándoseinmediatamenteycomunicandoasuspalabrasuntonodulce

ypersuasivo,añadió:—Loqueelcieloconfíaalhombrealnacernadiepuederevelarlomásquela

religión,yéstanosdicequeelhombrecifranopocasvecessuhonorenloquedebieraconsiderarcomosuruinayperdición...Generalmente,loqueelmundomásapreciayapetecevacontralaleydeDios.Poresodebemoshacermuypococaso de ese pretendido honor con que se disfraza el orgullo y la soberbia. ElverdaderohonordelcristianoconsisteúnicamenteenserviraDiosycumplirsussantos preceptos... Escucha, Ricardo... Cuando te preguntaba si me amabasmuchoesporqueteníanecesidaddesaberlo...,desaberloconenterayabsolutacerteza...Voyahacerteunaconfesión,despuésdelacual,sierestanvirtuosoytienestantafecomopuedoexigirdeti,talvezmeamesmás...Situfeestibiayvacilanteypagas tributoa lasfrívolasconsideracionesmundanas,seguramentemeamarásmenosyquizállegarásahuirme...—¡Esonunca!—Aguarda un instante... Figúrate que tu novia, desechando y aun violando

ciertasreglasquelasociedadexigeytraspasandoloslímitesqueseñalasiemprea la mujer, sobre todo cuando es una niña soltera, se mezcla en asuntospuramente varoniles..., por ejemplo, en política... Y no sólo semezcla con elpensamientoy lapalabra, sinoque tomaenellaunaparteactiva.Figúratequeentraenunaconspiraciónytrabajaconahíncoparaquetriunfesucausa...yponeenpeligrosuvidaosulibertadparaconseguirlo...—¿Perotú?—Sí—dijo con resolución—; yo estoy unida con toda mi alma a una

conspiración...,yotrabajocontodasmisfuerzasporeltriunfodelacausadelosbuenos.¡BiensabeDiosquenomeimportanadaquegobiernenunosuotrosnimehaarrastradoatalprocederningunaconsideraciónterrenal!Perohevistoy

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estoyviendomaltratadaalareligiónysusministros,estoyviendoenpeligrolasalvacióndemuchasalmas,veotodoslosdíasaldivinoJesúsysudulcenombreescarnecidosporlosimpíosquemandancasualmenteenEspaña,poniéndoleunacorona de espinas mil veces más dolorosa que la que llevó en Jerusalén... ysientoquesusojosmeimploranyescuchosuvozcelestialquemesolicitaparaque afloje un poco aquella terrible corona... ¿Crees tú que debo posponer lossublimes intereses de la religión, la salud de mi alma y la gloria de Jesús alpueriltemordedesagradaralmundo?—Yonosénada—dijosordamenteRicardo,abismadoenprofundameditación.—¡Vescómoteníarazón!Ahoraquemeheconfesadocontigoytehedichomi

secreto,yanomequieresynotardarásseguramenteenalejartedemíydejarmeabandonada.La última palabra de la joven hizo levantar vivamente la cabeza a Ricardo,

quien,presintiendoalgograve,repusoentonomalhumorado:—¿Y qué es lo que te ha movido a confiarme todas estas cosas que tanto

reservastehastaahora?—Ante todoperdónamequeno te lashayaconfiadoantes.Eransecretosque

nomepertenecían...Además, recelabaquenopensaríascomoyoy levantaríasalgúnobstáculoamisplanes...Perohoyhasvariadomucho;eresmáspiadosoyamaselnombredecristianoqueposees.Poresomedecidíaabrirteenteramentemi alma y a poner en tusmanos fieles y seguras la vida demuchos hombresgenerosos... Yo soymuy débil, Ricardomío; no soymás que una pobre niñaincapaz de luchar ni de resistir... ¡No me abandones..., por Dios, no meabandones!...Eljovenpresintióelpeligromuchomáspróximoyexclamó:—¡Acabemosdeunavez,María,ysepamosdequésetrata!—Se trata de un gran merecimiento que puedes contraer para salvarte si

abandonas las nefandas sugestiones del mundo y acudes al llamamiento delcielo...EnestavillaexisteunarmapoderosaqueenvezdeserviraDios,comotodoelmundodebeservir,esuntemibleauxiliardeldemonio.EstaarmaeslaFábrica de fusiles... (María se detuvo un instante, y echando una mirada detemorasuamante,añadióconvoztemblorosa):TúpuedesarrancaraldemonioestaarmaparaponerlaenmanosdeDios,entregandolaFábricaalosdefensoresdelareligión,y...Sedetuvootravezmirandoconespantoelrostrolívidoycontraídodeljoven

marqués,queagarrándoladelbrazoy sacudiéndola fuertemente rugiómásquedijo:

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—¿Quiéntehasugeridolaideadeproponermeeso?...Respóndeme...¿Quiénha sido elmiserable, el vil y el canalla que te lo ha aconsejado?... ¡Quiero irahoramismoaarrancarlelalengua!Dímelo,dímelo,María...Detinohanacidoese pensamiento... Tú no has podido pensar que tu prometido, el marqués dePeñalta, el descendiente de tantos caballeros nobles, unmilitar pundonorosoyleal, pudiera escuchar con calma semejante proposición... Tú no has podidoimaginar que el hombre que te adora sea un cobarde traidor a quien suscompañeros escupirían con razón en la cara... Sólo así te puedo perdonar lashorribles palabras que acabas de proferir... Oye, por Dios, María... En estemomentotengolacabezaencendidayelcorazónhelado...Escuchodentrodemíunavozquemeanunciaunagrandesgracia.Puesbien,enestemomentotedigoquetequierocontodamialma...,hastadarportilavidacongusto...,perosielamor que te tengo se multiplicase por mil y no cupiese en este mundo, loahogaría,loapagaríacomoseapagaunaluz...,deunsoplo,ymequedaríatodalavidaentinieblasantesqueprestarmeatalvillanía...¡Quédigo!...SielmismoDiosbajaseaproponérmelaymeamenazaseconlaspenaseternasdelinfierno,larechazaría...Preferiríacondenarmeconloslealesasalvarmeconlostraidores.María bajó consternada la cabeza. Al cabo de un rato pudo articular

débilmente:—Nomeentiendes,Ricardo,niyoteentiendotampoco.Parajuzgarlascosas

deestemundonoscolocamosenpuntosdevistamuydistintos.TúmirasporelcristaldelasconvencionesestablecidasporloshombresyyoúnicamenteporladelaleydeDios.Paratielrenombredevaliente,lafamadelealydenobleesloprimero. Para mí lo principal es la salvación del alma... Perdóname si te heofendido, y que ese honor, al cual rindes tan fervoroso culto, te sirva para noacordartedeloquehemoshablado.Ricardo posó sobre la joven una mirada prolongada y triste. Acababa de

hacerse cargo de que aquella mujer no podía ser suya; que en aquel corazónidolatrado,henchidodesentimientosmisteriosos,quizágrandesysublimes,peroincomprensiblesparaél,ocupabalugarmuysecundario.Unalágrimasaltóasusojosysedeslizótemblorosaporsusmejillas.—Tienesrazón,María...,notecomprendo...Mipadrefueunhombrehonrado,

y tampoco te comprendería... Mi abuelo fue un militar que perdió la vidadefendiendoasupatria,ytampocotecomprendería...Peromipadreymiabuelose ofenderían, como yo me ofendo, de que alguno les recordase que debíanguardarlossecretosqueselesconfiaba.Ambos guardaron silencio obstinado mirando tristemente al través de los

cristalesde lagranplazadeNieva, que las sombrasde lanoche empezaban a

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ocultar. Los transeúntes se retiraban a sus casas con paso tardo y perezoso.Algunas luces brillaban ya en el fondo de las viviendas. Los pilluelos, querecibían afanosos las pompas de jabón que el chico de la casa de enfrente lesarrojaba,habíandesaparecido,yaquél,hartodesoplarporelcanuto,concluyópordejarloenelsuelo,asícomolatazadelagua,poniéndoseahacermuecasaRicardo yMaría. Pero éstos, graves y rígidos, no le hicieron caso comootrasveces, y el niño, sorprendido de hallarlos tan serios, quedose también inmóvilmirándolesfijamenteconsusclarosyhermososojosdequerubín.

XIII

ENQUESENARRANLOSTRABAJOSDEUNAVIRGENCRISTIANA

Elcomandantegeneralquelavacilanterepúblicaespañolateníaenlaprovinciade... era bastante bárbaro (dicho sea sin ánimo de inferirle agravio, pues todohombretienederechoaserlobárbaroquejuzgueconvenientedentrodelasanamoralylasbuenascostumbres).Loprimeroquehizo,asíquetuvonoticiaporunsoplodequeloscarlistasdeNievapreparabanunaalgarada(asílallamabaél)eintentaban nada menos que apoderarse de la Fábrica de armas, fue llamar alcomandanteRamírezydecirle:—Necesito que antes de una hora salga usted con dos compañías y

acompañadodel inspectordepolicíaparaNieva;y encuanto llegueustedallámeprendaustedymetraigaamarradoscodoconcodo,¿loentiendeustedbien?,amarrados codo con codo, a todos los individuos que van apuntados en esepapel.—Estábien,migeneral.—Para custodiarlos no hace falta más que media compañía. Usted, con lo

restante de la fuerza, se pone a las órdenes del coronel director hasta que yodispongaotracosa.—Estábien,migeneral.CuandoelcomandanteRamírez,despuésdehacersusaludo,salíaporlapuerta

deldespacho,elbrigadiervolvióallamarle.—Oigausted,Ramírez,¿cómolehedichoquetrajesealospresos?

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—Amarradoscodoconcodo,migeneral.—Perfectamente.VayaustedconDios.Lanoche enque las dos compañías llegaron aNieva era la señaladapor los

amigosdedonCésarparadarelgritodeguerrayapoderarsedelaFábrica.Laconspiración estaba bien tramada. A la una de la madrugada debían reunirsecincuentahombresenlahuertadeunricohacendadocarlistayotroscincuentaen labodegadeotroparaproveersedearmasyuniformes.A lasdosenpuntomarcharían todos hacia la Fábrica, cuya guardia, encomendada a la sazón aljoven marqués de Peñalta, no pasaba de veinticinco hombres, y la atacaríanostensiblementepor laspuertas,mientrasotrosescalaríanpordetrás las tapias.Una vez dentro, se apoderarían rápidamente de los fusiles construidaos,cargándolossobremulos,quetambiénestabanpreparados,pegaríanfuegoalostalleresysesaldríanatodaprisadelapoblación.Paracuandofuesenatacadoscontaban llevaryaquinientoso seiscientoshombresbienprovistosde armasymuniciones.DonCésarnodudabadelbuenéxitodesuatrevidaempresa;peroelmalditosoplotradicionalentodaslasconspiracioneshabidasyporhaber,vinoadaraltrasteconlosproyectosdelbravocaballero.AlasoncedelanocheelcomandanteRamírezyelinspectordepolicíatenían

presos ya a todos los individuos de la junta y a diez o doce de los máscaracterizadoscarlistasdeNieva,loscuales,amarradosycustodiadospormediacompañía,segúnlasprevencionesdelcomandantegeneral,esperabandebajodelos soportales del Ayuntamiento la orden de marcha. La única mujer que ibaentreelloseraMaría.EnvanodonMariano,conlágrimasenlosojos,suplicóaljefedelafuerzaquelepermitiesellevarlaenuncoche.ElcomandanteRamírezmanifestóquesentíamuchísimonopodercomplacerleyqueloúnicoqueensuobsequio haría era llevarla suelta y aguardar unos instantes a que le trajesencalzadofuerteyropadeabrigo,exponiéndoseporelloaincurrirenlasirasdelgeneral, que era... (Aquí el comandanteRamírez hizo uso del adjetivo que yahemostenidoelhonordeemplear.)Alfinsedio laordenyel tenienteemprendiólamarchaconlospresos.Don

Marianonoquisodejarasuhija.Aunquenollovíaenaquelmomento,lanocheestaba muy húmeda y el piso, según acusaban las polainas de los soldados,verdaderamenteasqueroso.Enlavillasehallabanyacasitodosalcorrientedeloque pasaba, y muchos bultos negros, silenciosos, ocupaban los balcones,sacándoselosojosparavercómodesfilabanlospresos.Alpasarporciertacalleunavozirritadademujergritódesdeunbalcón:—¡Infames,yalaspagaréistodasenelinfierno!

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Los soldados levantaron la cabeza y tornaron a bajarla, prosiguiendosilenciosamentesumarcha,cuyo rumoracompasado infundía tristezaymiedo.Todosellos sentían sobre sus rosesunacontinuadescargademiradasdeodio,que,apesardenomerecer, recibíancon la resignacióndelqueestáavezadoapadecerinjusticias.Prontodejaronlasúltimascasasdelpuebloyentraronenlacarretera,cuyoprimertrozoestabaguarnecidodealtosálamos.Elcieloseguíanegroyespeso,envolviendoentinieblasalatierra.Apenasse

percibíanlosbultosdelosárbolescercanosylosdetalcasaqueotradelabranzaconstruidaalbordedelacarretera.Lospiesdelosviajerosnoproducíanelruidosecoquecuandocaminabanporelempedradodelavilla,sinounchapoteoaúnmás triste.El teniente,queeraunmancebodeveinteaños,bastantesimpático,diolaordendecolocarseendosfilas,dejandoalospresosenelmedio.Despuésseacercóaellos,y,preguntándolessiselesofrecíaalgo,disculposeconfrasescortesesde llevarlosatados;peroyadebían tenernoticiadequeelgeneralerabastante...(Eljoventenientehizousodelmismoadjetivoquesucomandanteyquenosotros, losprimeros,hemosechadoavolar.)Lospresosmurmuraron lasgracias encerrándose en un silencio digno. Al poco rato comenzó a lloverfuertemente.DonMariano,quenohabíacruzadolapalabraconsuhija,abrióelparaguasapresuradamenteparataparlaylaestrechólargoratocontrasucorazón,murmurándoleeneloído:—¡Hijamía,quétragotanamargomehacespasar!...Embózatebien...¿Tienes

frío?¡Oh,melaspagaráesebruto!...IréaMadridaveralministrodelaGuerrayconseguirémandarloauncastillo.¿Teentraelaguaporalgúnsitio,corazónmío? ¿Quieres mi impermeable?... ¡Mandar traer atada a mi hija!... ¡Ah,grandísimopuerco!¿Dequécuadratehabrásacadoestegobiernodesainete?...Si teponesenferma,lematoirremisiblemente...Peroati,mentecata,¿quiéntehametido en estos líos de conspiraciones sinmi permiso?... ¡Si no te hubiesedejado arrastrar tanto los zapatos por las iglesias, a estas horas no estaríapasando tales amarguras! ¿Qué tienes tú que ver con los carlistas ni con losrepublicanos?...Unaniñabieneducadaseestáensucasaquietecita,cuidandodelascamisasdesupadreyhaciendocalceta...,¿estamos?...,yhaciendocalceta...¡Canalla!¡Miserable!¡Mandartraeratadaamihija!...¡Sileveonorespondodenoecharlelasmanosalcuello!...—Cálmate,papá...,cálmate,porDios...Voyperfectamente...Cuandosesufre

porDios, el sufrimiento se convierte en placer.Nuncamehe sentido tan biencomoenestemomento...yesporqueadviertoenmialmaelconsuelodehaberhecho algo por restablecer a Jesús en su santo reino... Lo único queme hacepadeceresvertedisgustado...¡Ay,papá,cuántodaríaporquetufefuesetanviva

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y ardiente como lamía, para que despreciases todos los dolores de la tierra ymarchasestranquiloycontentocomoyomarchoadondeDiosquierallevarme!Don Mariano sintió que un torrente de palabras irritadas y coléricas se le

agolpabanalagarganta,peronopudodarlesalida.Loúnicoquehizofueecharleel impermeable encima a su hija, dejando escapar una especie de gruñido deelocuenciaconmovedora.Cesódelloveralfin.Sintioseunlevesoplodevientoábregoylaespesacapa

del cielo comenzóa enrarecersedespidiendo tenuey escasa claridad,quehizoresaltar las siluetas de los soldados y los árboles y los enormes bultos de lasmontañas que cerraban el valle. El silencio en la comitiva era sepulcral. Lospresosnocambiabanentresípalabraalguna,devorandosurabiaytristeza.Enlacampiñatampocoseescuchabaningunodelosgratosruidosqueacrecientanelmisterio de la noche y llenan el alma de suavemelancolía. Sólo al pasar pordelante de alguna casa se oía dentro el gruñido amenazador de un perro queprotestabacontraeldesfiledelatropaahorataninusitadaytalvezqueotraelnomásdulcemurmullodel sargentoAlcaraz,quemaldecíade lanoche,desusuerteydelamadrequelehabíaparido.Elvientosiguiósoplandocadavezmásvivo;unvientotibioyhúmedoquelos

presos encontraban asaz siniestro. Los árboles que bordaban las orillas de lacarretera se retorcieron angustiados, dejando caer toda el agua de que estabancargados. En la escasa claridad del cielo comenzaron a resaltar los bultos degrandes nubarrones negros que rodaban velozmente por la atmósfera cual siviniesenperseguidosdecercaporalgúnmonstruode lanoche.Detrásdeestasnubesnosepercibíaelazuloscurodel firmamento, sinounespesomantogrisque parecía impenetrable.No obstante, el viento, cuyo ímpetu iba siempre enaumento,logródesgarrarlo,alfin,poralgunossitios,formandogratosagujeros,en el fondo de los cuales se percibía el suave fulgurar de alguna estrella.Lasgrandesnubesnegrasveníana taparlos;peroelmanto sedesgarrabaporotrosparajesatodaprisaylasdiminutasestrellastornabanahacerguiñosamablesalatierra.Al cabo, una gran luz argentada bañó súbitamente toda la campiña. Lalunahabíaaparecidoentredosnubes,bellayesplendorosacomounavirgenqueabrelasventanasdesuaposento.Masapenashuboechadounamiradacuriosaanuestra comitiva, cuando los nubarrones se estrecharon, poniendo venda a susojosydejandoalatierratristeysombría.Denuevovolvióaaparecerenloaltoy otra vez tornó a ocultarse, mirando resbalar por delante de sí una legiónpresurosa de nubes de todas formas y tamaños que volaban a regionesdesconocidas. En el espacio de media hora presentose y ocultose un númeroincalculable de veces, ofreciéndose a los ojos de los viajeros como un navío

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prestoasumergirseenaquelocéanoinquietoytenebroso.Por último, sosegó la tempestad del cielo. Poco a poco habían ido

desapareciendodetrásdelasmontañaslosespesosnubarronesquemanchabanlafazdelfirmamento.Unoscuantosquehabíanquedadorezagadosyquealargosintervalos, cruzandopor delante de la luna, sumían a la tierra en las tinieblas,tambiéntraspusieronlospicosdelasmontañas.Yquedóelfirmamentoserenoylímpido,desplegandosuoscuromantotachonadodeestrellas.Lalunatrazabauncírculo luminoso a su alrededor, en el cual, como reina orgullosa, no permitíabrillarningúnotroastro.Eldilatadovalleparecióestremecerse suavementedeplaceral sentir elbesode la luz.Ydesusbosquecillosdenaranjos,yarroyossosegados y blancos caseríos esparcidos aquí y allá dejó escapar millones dereflejos que se perdieron con dulce misterio en el aire. En ciertos parajes seextendíangrandessábanasargentadasdondesepercibíanconadmirableclaridadlas siluetas de los árboles y vallados; en otros se acumulaban las sombrasprotegiendoelsueñodelasplantas.Elanchurosovalleasíiluminadoofrecíaunaspectodelagodormido.Despuésdecaminarbastantetiempoporelmedio,nuestracomitivatocóenlas

montañasquelocercaban.Eranecesariotrasponerlasparaentrarenlacampiñaque rodea a... La carretera penetraba por los sitiosmás accesibles, ciñendo elcostadodeunodelosmontescondeclivebastantepronunciado.Elhorizonteseestrechaba demodo extraordinario. Al comenzar la subida, el tenientemandóhaceraltodelantedeunenormemesónsituadoalpiedelacarretera,yhaciendollamaraldueño leobligóa levantarseyaservirvituallaa la tropa.Lospresosentraronenlacasaydescansaronbuenrato.Yotravezemprendieronlamarchasubiendoconcalmaelásperorepecho.Labriosavegetacióndelvallehabíadesaparecido.Losmontes,quesecerraban

cadavezmás,dejandoapenaspasoa lacarretera,estabanvestidosúnicamentede helecho.De vez en cuando se tropezaba con el agujero de algunamina decarbón,abiertasobreelcamino.DonMarianonopudoresistiralatentacióndehablardelferrocarrildeNieva,yseacercóaltenientemostrándolepordóndeibael trazado de Sotolongo y explicándole ampliamente las ventajas que llevabasobreeldeMiramar.Elpisoestababastantemásenjutoacausadelapendiente,ylalunaseguíadesdeloaltoesclareciendolaruta,posandosudulceytranquilamiradasobrelosviajeros.Oyéronselosacordesdeunaguitarra.¡Cuándodejódesonar la guitarra en unamarcha de soldados españoles! Y una voz de timbrevaronil,conacentodelMediodía,cantó:

Comocositapropiatemirabayo,

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temirabayo;peroquerertecomotequería,esoseacabó,esoseacabó.

Cuatro o cinco soldados esparcidos en distintos puntos acusaron también suorigen meridional, gritando al concluirse la estrofa: «¡Olé, olé!» Aquellacanción, nacida en el ardiente suelo deAndalucía, fue una varillamágica queahuyentólatristezadeloscorazones.Lasmontañasseveras,poseídasdesúbitoenternecimiento,hicieronresonarlavozdelsoldado,conduciéndolamuylejosaltravésdesusgargantasyquebraduras.Entabláronseanimadasconversacionesenlatropaquesesuspendíancadavezqueelsoldadoandaluzlanzabaalaireunacopla.Lospresoscontinuabanensuobstinadosilencio.Todosmarchabanperezosamente,conlabocaentreabierta,gozando,sindarse

cuenta,del cambio favorableque lanochehabía experimentado.Depronto, alsalvarunadelasnumerosasrevueltasdelacarretera,enelsitiomásfragosodeladivisoria,oyoseeldisparodeunfusil.Unsoldadovinoatierra.Casialmismotiempoelgritoformidablede¡VivaCarlosSéptimo! fuelanzadoalespacio.Allevantar lacabezavierontodosnoamuchadistanciayenpiesobreunadelasrocasquedominabanelcamino,aunhombredegrandesbigotesblancosvestidocon zamarra y boina. Los presos reconocieron inmediatamente en él alpresidentedelaJunta,donCésarPardo.Eltenienteordenóenbatallaalatropatemiendo una emboscada, y mandó hacer fuego; pero la descarga no dioresultado.Disipadoelhumo,tornaronaveradonCésarcargandotranquilamentesuarma.Aldispararla,gritóotravezconmásfuerza:—¡VivaCarlosSéptimo!—¡Mal rayo te parta, viejo zorro,me has destrozado un brazo!—exclamó el

sargentoAlcarazllevandolamanoalaherida.—¡Segundafila,apunten,fuego!—dijoelteniente.Tampocoseconsiguiónada.DonCésardisparódenuevo,gritando:—¡Vivalareligión!Entonceseltenienteordenóconvozcolérica:—¡Fuegoadiscreción!Untiroteo incesantepartióde lamediacompañía formadaenbatalla.Peroel

solitario enemigo ni huía ni caía. En pie sobre la roca, sin intentar siquieraguarecerse detrás de alguna piedra, seguía cargando y disparando su arma,repitiendosiempreconvozterrible:

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—¡VivaCarlosSéptimo!¡Vivalareligión!Raro era el disparo que no ocasionase alguna baja en la tropa. La luna

iluminabasurostroaltivoyferozsurcadodearrugas.—¿Me conocéis?—gritó sin dejar de hacer fuego—. Soy don César Pardo,

cristianoviejoycarlistadelospiesalacabeza.—¡Eresunladrón!—contestóunsoldado.—Oye,chiquito;tetiemblamuchoelpulsoytusbalaspasanmuylejos.—¡Allávaésa!—¡Nada..., no has acertado!... Si trajese diez hombres conmigo, ¡cómo

correríaistodos,falderillos!—Hacedloquequeráis,muchachos...¡Amatareseperro!—gritóeltenienteen

elcolmodelairritación.Lossoldadosselanzaronvelocesalamontañaysepusieronatreparlaconla

agilidad de gatos monteses. La rabia de que estaban poseídos redoblaba susfuerzas.Peroalmismotiempoelteniente,quehabíaarrebatadoelfusilaunodelossoldados,disparósobredonCésarylevolcó.—Basta,muchachos...,volveos...,yacayóelmilano—tornóagritarconacento

detriunfo.—¡Notienemásqueunapataherida!...¡Todavíalequedaelpico!—repusoel

cabecillaconvozronca.Y,enefecto,conelmusloatravesadoconsiguióincorporarseycargarsufusil,

que disparó inmediatamente sobre los que subían. Éstos lanzaban rugidos decóleramientrasseibanagarrandoaloshelechosohincabanlasuñasenelmusgoparatreparmáspresto.—¡Venid,venid,cobardes!—decíadonCésartrasportadotambiénporelfuror

—.Venidaaprenderapelear... ¿Veiscómosebateunoficial carlista?... ¿Veiscómo vale por cincuenta republicanos?... Contad mañana vuestra hazaña algeneralBumBumqueoshaenviado...¡Queosdenlacruzlaureada,valientes!¡Allá va ese tiro por don Carlos!... Ya sé que lleváis una niña presa, bravossoldadosdelarepública...AllávaeseotropordoñaMargarita...¿Tehasabidomallapeladilla,muchacho?...¡Oh,mealegroqueyaestéisaquí!¡VivaCarlos...!Nopudoacabar.Unsoldado,quehabíallegadoalacima,lepusoelcañóndel

fusilenlafrente,yledeshizolacabeza,diciendo:—¡Muere,cochino!Lomatósinhacercasodelasvocesdesuscompañeros,quegritaban:

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—¡Déjameloamí;déjameloamí!Alllegarconlasmejillaspálidasylosojosinyectados,todosdispararonsobre

el cuerpo inanimado del terrible cabecilla, que pronto quedó espantosamentedestrozado.Unavezconcluidoaquelactodebarbarie,engendradoporlacólera,los soldados quedaron silenciosos. Calmada la irritación, se hicieron cargo deque habían luchado contra un hombre solo y no quedaron satisfechos de símismos.Asudespechosesentíanposeídosdeadmiración.—¡Teníaagallaselviejo!—dijouno,limpiándoseunasgotasdesangrequele

habíansaltadoalacara.—¡Bienreñidoestabaconlavida!—manifestóotro.—Laverdades,muchachos,queunoporunoesteviejosehubieratragadoala

media compañía con trapos y todo—concluyó por apuntar un tercero, sin quenadieprotestase.En la tropa habían resultado cinco heridos. Colocáronlos como pudieron en

andas improvisadas y emprendieron nuevamente la marcha. Lo mismo lossoldados que los presos caminaban silenciosos y tristes, profundamenteimpresionadosporel trágicosucesoqueacababadeocurrir.Elcieloseguíatanplácidoyserenocomoantes,yenmediodeéllaluna,queacababadealumbrarconsu luz tibiaypoéticaaquella luchadesigual,seguíaesparciéndolasobre lacomitiva,queascendíalentamenteporlacarreteraysobreellívidoydestrozadocadáverquedejabanatrás,encimadelaroca.Lasluchas,lasalegrías,losdoloresde estos pobres diablos quenosmovemospor la tierra, ¡quévalor tienen, quésignificanantelapazaugustadeloscielos!Paraelloslomismopesalacaídadeunimperioqueladeunahoja,lomismosuenaelsuspirodeunaniñaenamoradaqueelestertordeunmoribundo.«Lanaturalezaessorda—dijoelgranLeopardi—ynosabecompadecer.»PeroMaríacaminabaconlosojosclavadosenelfirmamento,mirándolodeun

modomuydiverso.Allídondeelpoetanoencontrabasinounavoluntadciegaincapazparaelbien,lapiadosaniñaveíaunDiosprovidenteymisericordioso,tanmisericordiosocomoterrible,queacogíaensusenoalosbuenosymandabaalosmalosapenareternamente;unDiosque,comonosotros,seablandabaconlas súplicas y las lágrimas. Sintiose conmovida pensando en la suerte quecorrería ante la justicia divina el alma del que acababa de expirar, y por unmovimientovivoyespontáneodesucorazón,dijoconaltaysonoravoz:—Por el alma del difunto donCésar Pardo: «Padre nuestro que estás en los

cielos,santificadoseatunombre;vengaanoseltureino,hágasetuvoluntadasíenlatierracomoenelcielo.»

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Los presos contestaron rezando con fervor. Algunos soldados hicieron lomismo.Despuéssiguieroncaminandoensilencio,sinqueseescuchasemásqueelruidodesufatigosarespiración,ytalvezqueotralasquejasdelosheridos,nomuybienacomodadosensusparihuelas.Salvaron,alfin,elpuntomásaltodelosmontesdivisoriosycomenzaronabajarhaciaelextensovallede...RayabayaelalbaenlosconfinesdelOriente.Eloscuroazuldelcieloporaquelladosedesvanecíaenunaclaridadpálidaytristequeborrabatambiénelcentelleodelasestrellas.Losviajerossintieronunvientecillofrescoydesagradable.Muyprontoseextendióunagran franjadorada sobre lascolinasdeLevante,y lacomitivapudo contemplar a su placer el dilatado valle que tenía a los pies. Algunosjironesdenieblasealzabanlentamentedelfondodelosarroyosquelosurcaban,yallá,alOccidente,unagrancortinademontañasnegras,encuyascimasaunblanqueaba la nieve, cerrábalo bruscamente arrojando sobre él un manto desombra. A pesar de esta sombra, los ojos de los viajeros, conocedores delterreno,distinguieronenlamismafaldadelanegracortinalaagujadelatorredelacatedral.Lospresosysuscustodiosllegaronalllanoyatravesaronelvalledeun cabo a otro, empleando en ellomucho tiempo, a causa principalmente delcuidadoqueexigíanlosheridos.Porúltimo,tocaronalasochodelamañanaenlasprimerascasasdelosarrabalesde...Loshabitantes de la capital habían tenidonoticia del repentinogolpeque su

gobernadormilitarhabíadadoaloscarlistasdeNieva,yunagranmuchedumbre,reunida en las calles, esperaba impacientemente para ver desfilar a los presos.Estaba compuesta en su casi totalidad por lo que durante el períodorevolucionario se llamó pueblo soberano, esto es, por todos los pilluelos yganapanes de la ciudad, a los cuales se agregaban algunas personas dignas,aunqueociosas,ycasitodaslascomadresdelosarrabales.Alverdelejoslacomitiva,lamultitudseagitótempestuosamente,yhuboun

sordoclamorgeneral:—¡Yaestánahí,yaestánahí!Dicenque teníanpreparadoparaestanocheel

asesinato de todos los liberales deNieva. ¡Ah, tunos! ¡Gracias que han caídoantesenlaratonera!—Hayquedesengañarse—manifestóungordoycoloradocaballerodeaspecto

bonachón—,todosloscarlistassonunospillosounostontos.Yonoemplearíaconellosotrosmediosqueelexterminio...,¡elhierroyelfuego!—Vamos a cantarles el trágala cuando pasen—dijo un chico desarrapado a

otrosdoselegantesqueleacompañaban.Lagenteavanzócuandoyalostuvieroncerca,poniéndoselosquepudieronen

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pie sobre el pretil de la carretera.Al ver los heridos y al tener noticia por lasbreves palabras de algún soldado del incidente de don César, los curiososciudadanos se creyeron en el caso de indignarse, y contentándose al principiocon manifestarse unos a otros sus pensamientos hostiles, concluyeron porvomitarfuriosasinjuriascontralospresos,apostrofándolesenvozalta,comositodos hubieran recibido de ellos algún agravio. De esta suerte continuaronescoltándoles por las calles de la población, creciendo siempre su furor eindignación, hasta querer pasar a vías de hecho.Los presos caminaban con lacabezabajayelrostroencendido.—¡Ah,hipócritas,comesantos!—lesdecíauno—.¡Cuándoseráeldíaenque

osveaahorcados!—¡Míraloscómobajanlacabezaesosmalditos!¡Sinostuvieranentresusuñas

yaestaríanmáscontentoslosmuyarrastrados!—¡GritadahoravivaCarlosSéptimo,tunantes!PeroconquienmásseensañóelfurorpopularfueconMaría.Nisujuventud,

ni su belleza, ni su debilidad fueron parte a librarla de feroces y asquerososinsultos.—¿Quiéneslamujerquevieneentreellos?Dicenqueesunasanta.—¡Sí,una

santa que anda suelta!—¡Oye, muchacha, si buscas novio, aquí tienes uno!—¡Quéfaltadealgunasdocenasdeazotes!—¡Miraquéojilloshipócritaspone lapendanga!Comprenderáse fácilmente en qué estado de aturdimiento, furor, angustia y

exaltación pondrían al noble donMariano Elorza estas groseras frases que seveíaobligadoaescuchar.Ensuimpotenterabiamordíaselasmanosysetapabalosoídos,temiendoquelasangrelecegaseyllegaseacometeralgúndelitoquecomprometieralavidadesuhija.Comoyadijimos,lamuchedumbre,nocontentaconprodigarlesinjurias,trató

asimismo de arrojarse sobre ellos brutalmente. Un chicuelo dio la señallanzándolesunpedazodenaranja.Otrosmuchos siguieron suejemplo,ycayósobre losdesgraciadosunagranizadadeproyectilesmás sucios enverdadquemortíferos.Sinembargo,un tallodeberza lanzadoconfuerzavinoadarenelrostrodeMaríaylahizosangrarporloslabios.¡Oh!, entonces el furor del infeliz donMariano estalló terrible y alborotado

comoeldelmarenmomentosdeborrasca,comoeldeunvolcánenerupción.Suatléticafiguracayósobreelgrupodecuriososqueteníamáscercaylodeshizodelprimerempuje,volcandoaloshombresporelsuelocualsifuesendepaja.Losquequedaronenpiehuyeron,sinesperarlasegundaarremetida.Elseñorde

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Elorzaquisointernarseporlamuchedumbre,peroencontrandoresistenciaporloapretada que estaba, echó las manos al cuello al primer ganapán con quientropezó,ylohubieraasfixiadoseguramenteanohaberintervenidolossoldados,quesujetaronpordetrásalirritadopadre.Suiraentoncessedeshizoenpalabrasdesbordadasyfrenéticasqueimpusieronsilencioalosrumoresdelaplebe.—¡Canalla!,¡vilcanalla!,¡cobardes,miserables!...Sinomesujetasen,osiría

arrancandolalenguaunoauno...Habéisheridoamihija...¿Nosabíaisqueeramihija,pillos?¡Aquídemostraréisvuestrovalor!¿PorquénovaisaNavarraacombatirconloshombresarmados,yatacáisahoraalosindefensos?...¡Porquesoisunoscobardes...,unachusmaindecente,quesedebeesparciralatigazos!...Sihubieseentrevosotrosalgunapersonadignademedirseconmigo,quesalgapara que le escupa en la cara... ¡Déjenme ustedes, déjenme ustedes, porDios,matar a algunode estosgranujasquehanheridoamihija! ¡Déjenmeustedes,señores;porDios,medejenustedes!...Don Mariano forcejeaba por desasirse de los brazos de los soldados. Los

curiosos,quehabíanretrocedidoantesuempuje,viéndolesujetoyrepuestosdelsusto,volvieronhechosbasiliscos,arrojandoespumarajosporlaboca.—¡Este vejestorio está insultando al pueblo!—¡Es un carcunda rabioso!—

¡Vaya una vergüenza que así se insulte al pueblo!—¿Por qué nomatáis a esebribón?—¡Matarlo,sí;matarlo!—¡Matarlo!¡Matarlo!...Y lamuchedumbre se fueacercando,aunque lentamente, a la tropacomoun

océanodeolashinchadasyamenazadoras,yhubieradadobuenacuentadedonMariano y los presos a no haber impedido el teniente tal acto de barbarie,gritandoconvozentera:—Compañía...,preparen...,¡ar...!Entonces las olas hinchadas se deshincharon como por ensalmo. La voz del

teniente fue el... Sed motos prestat componere fluctus de Neptuno. El pueblosoberanovolviógrupas,ydiciendoparasusadentros,¡sálveseelquepueda!,sedio a correr en todas direcciones, cayendo aquí y levantándosemás allá.Y esfama que su majestad corrió tanto y tan bien que en menos de tres minutosdesaparecierondelapunteríadelossoldados.Gracias a ello los presos continuaron tranquilos hasta la cárcel, donde

preventivamentelosalojaronenunagransalabastantesucia,conpavimentodemaderaagujereadodelosratonespornopocossitios.AMaríaseleconcedióuncuartoindependiente,derelativoaseoycomodidad.LahoradesignadaparacompareceranteelConsejodeguerrafueronlasdoce,

y cuando sonaron se les trasladó perfectamente custodiados a un salón bien

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decorado del cuartel, donde aquél se hallaba reunido. Los oficiales que locomponían estaban sentados detrás de una larga mesa, vestida de damascoencarnado, debajo de un dosel de terciopelo que, en otro tiempo, cuando noestábamosen república,había servidoparadar realceyprestigioal retratodelmonarca. Se hallaban presididos por el gobernador militar, quien se habíaempeñadoenllevardeunmodorápidoyviolentoelasunto.Queríaescarmentarduramente a todos los conspiradores, o lo que es igual, no dejar títere concabeza, según sus propias palabras. Era un hombre rechoncho, con grandesmofletesyexiguobigote;grantrazadeloqueyahemosdichoyconnosotroselcomandanteRamírezyeltenientedelaescolta.Losdemásoficialesnoofrecíanabsolutamente nada de particular en sus rostros: facciones abultadas, ojosnegros,bigotesretorcidos,perillaspuntiagudas,fisonomíasvulgaresenuntodo,aunque varoniles. Se comprendía a primera vista que les veníamuy ancha latoga. Cuando los presos llegaron, las puertas y los alrededores del cuartelestaban invadidos por numeroso público, no tan grosero y soez como el de lamañana. Lo componían personas de más categoría, estudiantes en su mayorparte,hidalgosyempleados.Estepúblicoguardóprudenteycompasivosilencioalverlosentrar.FueronintroducidosunoporunoenlavastasaladelConsejo.Elcapitánque

hacíadefiscallesfuetomandodeclaraciónconlosdocumentosjustificativosdela delincuencia a la vista. Los individuos de la junta carlista deNieva fuerondeponiendo comomejor les convenía, negando lamayor parte de los hechos,afirmando sagazmente otros y haciendo, en fin, todo lo posible para salirabsueltos.Elmofletudogeneralseenfureciónopocasvecesduranteelcursodelasdeclaraciones, cortando lapalabra al fiscalpara apostrofarduramente a losconspiradoresyamenazarlosconfusilarlosinterinamentesinodeclarabantodoslospormenoresyramificacionesdelaconjuración;peronoconsiguiógrancosacon sus bravatas.Cuando tocó el turno aMaría sonrió sarcásticamente, y dijoconburdaironía:—Tenga usted la amabilidad de acercarse, señorita, y de contestar a las

preguntasqueestecaballerocapitánvaadirigirle.—¿Cómosellamausted?—dijoelfiscal.—MaríadeElorzayValcárcel.—De, dee, dee—murmuró el general—. ¡Siempre los mismos humos

aristocráticos!—Seleacusaausteddeservirdeintermediariaenlacorrespondenciaentreel

marquésdeRevollar,ministro y consejero delPretendiente, y el cabecilla don

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César Pardo, desterrado hace poco tiempo, por virtud de sentencia firme delConsejodeguerra,reunidoencatorcedemarzo.Además,seleacusaausteddehaberasistidoytomadoparteenvariasreunionesquelosconspiradoresdeNievahancelebradoconasistenciadelmismofugadocabecillaydeotrosvariosreospolíticos.Enestasreunionesustedhausadodelapalabraalentandoalarebeliónysuministrandoideasparaquelograseéxitofeliz.Sedicequeustedhabordadoelestandarteparalosfacciososyquehaocultadoboinasypolainasensucasaytambiénquehafacilitadodineroalosconjurados...El fiscaldejódehablar.Hubounos instantesde silencio.Elgeneraldijocon

impaciencia:—¡Vamos...,contesteusted!¿Sonciertosloshechosdequeselaacusa?María,conlamiradaserena,clavadaenelrostroceñudodelpresidente,ycon

tonofirmeyreposado,respondió:—Todocuantoacabademanifestarelseñorfiscaleslapuraverdad,ydeello

me felicito ardientemente. Es verdad que he servido de intermediaria en lacorrespondenciaentreminobletíoelmarquésdeRevollaryelbravodonCésarPardo(queDiostengaengloria).Esciertoqueheasistidoareunionesdondeseconspirabacontraelimpíogobiernoquehoyexisteyqueheprocuradoconmitorpepalabraalentaralosconjuradosalcombate,yesciertoigualmentequehebordadoel estandarteyotrasprendaspara losdefensoresde la fe.Tambiénesverdad que les he facilitado el dinero que pude, pero no es exacto que hayaocultadosolamenteencasademipadreboinasypolainas;heocultadotambiénarmas,fusilesconsusbayonetasymuniciones.LosoficialesdelConsejoquedaronestupefactos.Elmismogeneral,apesarde

su temperamento colérico, permaneció algunos instantes suspenso ante laaudaciadeaquellaniña.Massilaconociesen,comonosotroslaconocemos,esbienseguroquenohallaríanmotivoparaasombrarsetanto.Laprimogénitadelacasa de Elorza había entrado en la conspiración carlista completamentepersuadidadequerealizabaunaobragrataalosojosdeDiosyconelpropósitofirme de no retroceder ante ningún peligro. Su fe ardiente y todopoderosabuscaba los medios de servirle, y además el prurito de imitación de que yahemos hecho mérito la impulsaba a remedar la conducta de aquellas santasvírgenes que desafiaron el poder de losmás crueles tiranos y dieron ejemplogloriosodeconstanciaentiemposdepersecución.SabíadememorialasvidasdeSanta Leocadia, Santa Bárbara, Santa Julia, Santa Eulalia y otras ilustresmártiresdelafecristiana,ysufirmezaeraparaellaunejemployunincentivomás en el camino de santidad que había emprendido. Innumerables veces sehabíarepresentadoescenasdemartiriodelascualeseraprotagonistayenlasque

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siempresalíavencedora:bienasícomomuchoshombresaficionadosalaspeleasse imaginan luchar con una docena de campeones y hacerlos correrignominiosamente,yotrosenamoradosde laoratoriase representandirigiendosuvozalasmuchedumbres,conmoviéndolasyarrastrándolasasutalante.¡Concuánta admiraciónhabía leído la fugade la santadoncelladeMéridadesde lacasadecampodesuspadreshastalaciudad,dondesepresentóvoluntariamenteanteelgobernadorCalfurnianoaconfesarsufeyapedirelmartirio!EnelviajequeacababadehacerdesdeNievahabíarecordadomuchasveceslosdetallesdeaquellamemorablefuga,queriendohallarenélciertaanalogíaconeldelasanta.Ahoraque seveía enpresenciade jueces severosy enojados, notaba aúnmásdeterminadalasemejanza,locualalentábalanopocoapersistirensupropósitodemantenersefirmeanteelpeligro.Elgeneral,quenoteníanoticiasmuyexactasdeloquehabíasucedidoaSanta

EulaliaconCalfurniano,creyóbuenamentequeaquellamocosaqueríaburlarseyexclamódandountremendopuñetazosobrelamesa:—Oigausted,señorita,¿sabeustedconquiénestáhablando?¿Sabeustedque

soy el gobernadormilitar de la provincia y que nunca he tenido aficiónmuydecidida a las bromas? ¿Sabe usted a lo que se expone al querer burlarse delrespetabilísimoconsejodeguerraqueenestemomentopresido?¿Sabeustedquemeestándando intencionesdemandarlaausteda lacárcelyencerrarlaenuncalabozoytenerlaallíapanyaguahastaquesepudra?...¿Losabeusted,eh?...,¿losabeusted?...¿Eh?...,¿eh?...—Séperfectamente—repusoMaríaentonofirme,aunquemodesto—queestoy

en presencia de un consejo de guerra; pero aunque me hallase frente a unbatallóndesoldadosquemeapuntasenconsusfusiles,diríalomismo,sinquitarniañadirunaletra.Noacostumbroafaltaralaverdad,ytratándosedeactosquepueden prestar algún servicio a la causa de Dios sería indigna de llamarmecristianasirenegasedeellosenpresenciadenadie.—¿Y qué es lo que usted llama causa deDios, bella señorita?—preguntó el

generalconaparentecalma,mientrasporsusojospasabanrelámpagosdeira.—LlamocausadeDiosalaqueenestosmomentosrepresentaelreylegítimoy

católico en torno del cual se agrupan todos los que se escandalizan de verperseguidalareligiónyvejadossusministros,losquelloranalleerlasinfamesblasfemiasproferidasenelCongresoyrepetidasdiariamenteporlosperiódicos,losquenoquierenverentronizadalaimpiedadenEspaña,latierracatólicaporexcelencia,favorecidasiempreporDiosconunasolafeyunsoloculto.Elgeneralsepusomásrojoqueunaguindilla; temblaronsuslabios,agitados

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porlacólera;ibaaproferiralgunagranatrocidad,peroalfin,dominándose,dijoenderezandosuspalabrashaciaelfiscal:—Continúeustedelinterrogatorio,señorcapitán.Primeravezensuvidaquealgeneral lequedóunabarbaridadentrepechoy

espalda.Elfiscal,enquientalvezporserelmásjoven,lafuerzadeatraccióndelossexosnohabíaperdidoaúnsuinflujo,prosiguió,dulcificandocadavezmáslavozylasonrisaquecontraíasurostro:—Bien;puestoqueustedhatenidolafranquezadeconfesarquehaintervenido

enlaconspiración,esperamosquesigasiendotanfrancaynosdeclaretodaslascircunstanciasdeellaylosnombresdelaspersonasquehantomadoparte.—¡Oh!,no...,esonopuedeser.Yodeclaroyconfiesomisactos,peronopuedo

confesar los de los demás. Aunque ellos me otorgasen permiso, bien puedenustedesestarsegurosdequenoloharía,puesmeparecepecadodaralosimpíosarmasparamataralosbuenoscristianos...—¡Esto ya no se puede sufrir!—vociferó el general montando en cólera

—.Vamosaver,señorita:¿ustedcreequeyonodispongodemediosparahacerqueustedcantedeplano?Digaustedprontito loque sabe,puesdeotromodovamosaestarmal...,¡vamosaestarmaaaaal!...—Señor presidente,mehallo resuelta a no decir una sola palabra que pueda

comprometer a mis amigos los piadosos y leales defensores de la fe deJesucristo.Hagausteddemíloquequiera,enlainteligenciadequeaceptarécongustocualquierocasióndepadeceralgoporelquetantopadeciópornosotros.—¡RayodeDios!—gritóelgeneral,dandootroterriblepuñetazosobrelamesa

—. ¡Esta chiquilla ha concluido con mi paciencia!... A ver, ordenanza, queconduzcan inmediatamente esta joven a la cárcel y la pongan incomunicadahastanuevaorden...Losoficialesdelconsejo,comprendiendoqueaquelloeradarunacampanada

sinresultadoalguno,selohicieronpresentealgobernadorenvozbaja,yésteunpococalmadotambiénlocomprendió.—Tienenustedesrazón—dijoenvozalta—.Todaslasnoticiasqueestachica

puede dar las conocemos nosotros, y algunas más. No quiero que esospapeluchoscarlistasdiganquenoshemosensañadoconunamujer...Oigausted,ordenanza,veaustedsiandaporahíelpadredeestajovenyhágaleustedentrar.AlospocosinstantesentródonMariano.—Meveoenelcasodedecirleausted,señordeElorza—manifestóelgeneral

encarándoseconél—,quetieneustedunaniñamuymaleducada,yquegracias

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aquenofiguraustedcomocarlistayanuestrabenevolencia,noadoptamosconellalasmedidasderigorquemereceporsuatrevimiento.Puedeustedllevárselacuandoquieraacasa,respondiéndonosantesdequenovolveráametersedirectaniindirectamenteenconspiracionesoencosaquelovalga...,¿estamos?...Cuideustedmásdeellasinoquiereexponerseadisgustosmayoresynoladejeandartansueltacomohastaahora.FaltópocoparaquedonMarianoloechasetodoarodar,lanzandoalgúninsulto

a la cara de aquel soldadote; pero las amarguras que desde la noche anteriorvenía padeciendo le tenían muy abatido. Por otra parte, temió comprometergravementelasituacióndesuhija,yviéndolalibrenoquisoperderladenuevo.Reservándose, pues, in pectore, para tiempos mejores el derecho de exigir algobernadorcumplidasatisfaccióndesusgroseraspalabras,diolacauciónquesele pedía y salió inmediatamente de la sala y del cuartel con María, yendo aalojarseacasadeunosparientes.PorlatardesetrasladaronaNieva,llegandoasucasacuandoyacerrabalanoche.

XIV

PÁLIDAMORS

Cuandosedetuvoelcarruaje,donMarianoconocióenelrostrodelcriadoquesalióaabrirlaportezuelaquenadahalagüeñohabíaacaecidoensuausencia.—¿Laseñora...?—preguntóconsobresalto.—Laseñoraseencuentraencama.—¡Oh,debíasuponerlo!...¡Cómohabíadetenerfuerzaslapobrepararesistir

estegolpe!Lascarasdelosotrosservidoresquehallóalpasoestabandelamismasuerte,

gravesytaciturnas, locualaumentóextraordinariamentesuagitación.Maríaleseguía.CuandollegaronalahabitacióndedoñaGertrudisobservaronquedentrohabíaalgunaspersonas,lascuales,alverlos,vinieronhaciaellosenademándedetenerlos.—Peroqué,¿tanmalaestá?—exclamóelinfelizdonMarianoconvozroncay

yatemblorosa.

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—Noestámuymal—dijounaseñoraoficiosa—,peronoconvienequeustedesentrenasídegolpe,porqueunaemociónfuertelepuedehacerdaño.Hatenidoalgunos ataques desde ayer noche y se encuentra bastante débil. Déjenmeustedesquelaprepare.Laseñorafue,enefecto,adeciradoñaGertrudisquesuhijaestabalibreyque

notardaríaenllegaraNieva.—¡Mihijaestáahí!—gritólaenfermaconmaravillosoinstintodemadreyde

mujer histérica—. ¡Sí, está ahí!..., ¡la siento!..., ¡la estoy viendo!...; ¡ven, ven,hijamía!...Yalmismotiempohizounesfuerzosupremoparaincorporarse.Maríaentróen

laalcoba,yponiéndosederodillasalladodelacama,besórespetuosamentelasmanosquesumadreletendía.—Perdóname,mamá; perdóname el disgusto que te he dado...Te has puesto

enfermapormicausa,peroelSeñorquerrásanartepronto...—No, hija mía; no tengo de qué perdonarte; has hecho lo que Dios te ha

ordenado. Me he puesto mala..., es verdad..., pero es porque no tengo tantavirtudcomotúparasufrirlosdoloresqueDiosnosenvía...Túeresunasanta...Ya me pondré buena..., no pienses en mí... Lo que ahora me asusta es nohaberme muerto viéndote marchar de aquel modo...., entre soldados... ¡Pobrehijamía!...,ven,dameunbeso.Cuando María entró en la alcoba estaban en ella Marta y Ricardo; la niña

sentadacercadelacabecerayRicardoalospiesdelacama.Eljovenmarqués,alsaberenlaFábricalaprisióndeMaría,habíasolicitadodelcoronelqueselerelevase en la guardia aquella noche, y otorgada su petición, corrió a casa deElorza cuando ya don Mariano y su hija estaban fuera del pueblo. DoñaGertrudis sehallabapadeciendoun ataque fortísimo,del cual se temióquenosaliese. Volvió en sí, pero fue para caer en seguida en otro. ¡Qué noche tanangustiosa!DonMáximo y la señora deCiudad se quedaron con la pobrecitaMarta para velar a la enferma. Ricardo tampoco quiso dejar la casa. La niña,haciéndosecargodequedesuactituddependíantalvezlasaludylavidadesumadre,semantuvofirme,nocesandodemoverseentornodellecho,entrandoysaliendo en la alcoba centenares de veces. Apenas don Máximo emitía unaorden, ya se estaba cumplimentando con admirable exactitud. Se agotaronmultitudderemediosqueexigíanmuchoesmeroyciertacostumbre:sinapismos,sanguijuelas, fricciones en las sienes con varios líquidos, etcétera. Marta noconsintióqueningunacriadapusieralamanoensumadre:todolohizoellasinprecipitación,sinruido,comosientodasuvidanohubiesehechootracosa.En

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algunos momentos de respiro se sentaba al lado del lecho y contemplabafijamenteconojosansiososelrostrodelaenferma.Laalcobaestabadébilmenteesclarecidaporunquinquéqueardíaamediamechaenlasala.Unfuerteolordedrogasymedicinaspartíadelosfrascosacumuladosenlamesilladenoche;peroMartanosemareabaconningúnolor,¡teníalacabezafirme!,ysusalud,jamásalterada,eralaenvidiadetodoslosdecasa.Ricardotambiénsesentabaavecesalospiesdelaenferma.Laniñaapenasveíamásquesusiluetadibujadasobreelhuecoclarodelapuerta;peroestasiluetalecausabagranconsuelo.Yanoestabasola;Ricardonoeraunextraño.Algunavez,cuandolaenfermapedíaalgo,losdosselevantabanpresurososadárselo;masalcogerunfrasco,sisusmanossetocaban,Martaretirabalasuyavelozmente,comosihubiesetropezadoconunavíbora,ydejabahacerasuamigo.Ambosguardabansilencio.Marta,olvidadadesímisma,nopensabamásqueensumadre.Ricardo,másegoísta,pensabaenMaría.Toda el almade la niña estabapendientedel ser queridoque respirabaagitadamente a su lado, y sin equivocarse un punto, con la exactitud de uncronómetro,contaba los latidosdesucorazónyobservaba losmovimientosdesupecho.DonMáximoylaseñoradeCiudadcuchicheabanenlasalacomosiseestuviesen confesando.La señora le explicaba al ancianomédico el carácter ytemperamentodecadaunadesushijas;laconversacióneralarga.Enelespaciodenuevehorasledieroncuatroataquesintensosalaenferma,queladejaronatal punto postrada, que el médico temió seriamente un mal resultado. Noobstante, después del cuarto, quedó relativamente bien, y pasó el día bastantetranquila.Elpeligro,apesardeesto,auncontinuaba.Pasadoslosprimerosmomentosdeefusión,Maríallamóasuhermanaaparte,a

unrincóndelasala.—Oye,¿mamásehaconfesado?—No.—¿Yporquénohasmandadollamaraunsacerdote?...¿Noveíasqueestaba

enpeligro?LaverdaderaqueMartaapenassehabíaacordadodetalcosa.Además,tenía

muchomiedo de asustar a sumadre, y que esto le hiciese daño. En el fondotambién a ella le causaba gran terror aquella escena imponente y procurabaalejarla de su pensamiento. María la reprendió duramente su negligencia,haciéndole ver la terrible responsabilidad en que incurría si sumadre hubiesemuerto.Marta comprendióque tenía razónybajó la cabeza.Enviose a llamaractocontinuoalconfesordedoñaGertrudis,yMaríaseencargódeprepararla.¡Casoraro!DoñaGertrudis,quedurantesuvidahabíapedidoinfinitasvecesqueletrajesenunconfesor,sintiosesobrecogida,llenadeespanto,cuandosuhijale

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manifestóquedebíadisponerse.Quizá consistiera enque cuando ella lopedíaabrigaba el convencimiento de que no había peligro de muerte, mientras queahora comprendía que las cosas se habían puesto verdaderamente graves. Detodosmodos,laspalabrasdesuhijalecausaronprofundaimpresión,yresistiosecuanto pudo a recibir al cura, pretextando que se sentía mejor; que cuandohubiesepeligroyalollamaríaellamisma...Maríaseopusoaestadilaciónysevioenladuranecesidaddemanifestarclaramentealaenfermalagravedaddesuestado.DoñaGertrudissesometió,reflejandoenelrostrogranabatimiento.Cuando llegó el sacerdote dejáronla sola con él, y salieron todos de la sala.

Marta se fue a llorar a su cuarto para no entristecer a su padre. Este hizo lomismo para no asustar a sus hijas. María aguardaba a la puerta la señal dehaberseterminadoelpiadosoacto.Alfin,elcuraabriólasala,yconlamáscarade tristezaquenecesitanponerse todos losquepresenciandiariamenteescenasdemuerte,bajolacualseocultaunaindiferenciaqueeslógicaconsecuenciadetalcostumbre,dijoalosqueaguardaban:—Pasenustedes;yahemosconcluido.—¿Quétal?—preguntaron.—Bien...,bien...,bien...Lapobrecita seencuentra tranquila...Yocreoqueel

recibirasuDivinaMajestadlevendrábien,lomismoparaelalmaqueparaelcuerpo.—Esverdad...,tieneustedrazón,señorcura—dijeronalgunasseñoras.—He visto en mi familia un caso muy notable de lo que puede la fe—

manifestóunadeellas—.Mi tíoPepeseencontrabaenfermodelpecho; tísicoconfirmado. Le habían visto una infinidad de médicos y había tomado másmedicamentos que puede llevar un carro. Pues bien, a él se le antojó quemientras no se dispusiese a bien morir no sanaría. Hizo llamar al cura, seconfesó, recibió el Viático y hasta se empeñó en que le pusieran laExtremaunción...Puesdesdeentonces,yonoséloquefue,peroeslociertoquequedómástranquiloyempezóamejorar...,amejorar...,amejorar...,enfin,hastaponersecomoustedeslevenahora.Las demás mujeres confirmaron esta opinión. Cada cual contó su caso en

apoyodeellayelcuraresumiótodoslosturnosmanifestandoquenadateníandeparticular aquellos milagrosos efectos, dada la presencia en el cuerpo delenfermodelSeñordecielosytierra,encuyasmanosestálasaluddetodoslosmortales.AlasdiezdelanochetrajeronelViáticoadoñaGertrudiscontodoelaparato

quemerecíatansolemneacto.LacasadeElorzasepoblódecarasextrañas.Una

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muchedumbre,compuestaensumayoríadegenteartesana,invadiólaescalera,lospasillosyhastalahabitacióndelaenferma,conhachasdeceraenlasmanos.El cura, con elmonaguillo delante y la sagrada bolsa colgada sobre el pecho,atravesóporelmedioy se introdujoen la alcoba.DonMarianohabíahuidoaesconderse.María,conunlibrodevotoenlamano,leíaasumadrelasoracionesque suelen decirse antes de la comunión. Marta estaba arrimada a la pared,lívida,desencajada,mirandolaaugustaceremoniacualsituviesedelantealgunaterriblevisión.Unadelasmujeresquepenetraronenelcuartolealargóunhachaencendidayella la tomósinsaber loquehacía.CuandoelsacerdotemostrólaSagradaPartículahubonecesidaddeadvertirlequesearrodillase.Laescenaeratristeeimponenteparacualquiera,cuantomásparaunahija.Laslucesdecerachisporroteabanlúgubrementeenelsilenciodelaalcobayarrojabantrémulosyamarillosreflejosalasparedes.LavozdelcuraallevantarlaHostiaeraaúnmáslúgubre que el chisporroteo de las hachas. La enferma, desmejorada por laenfermedad,sehabíapuestoterriblementepálidaporlaemoción:seincorporóloquepudoysostenidaporMaría,conlasmanoscruzadassobreelpecho,abriólaboca para recibir elCuerpo de Jesucristo.Después los circunstantes se fueronretirandolentamenteyenlaescaleraseoyóelrepiquevibrantedelacampanilladelsacristánanunciandoqueelSeñorsealejabadelacasa.Quedaronsolamentelosíntimos.Ungrupodeseñorasinvadióelcuartodelaenfermaparafelicitarlay enterarse de su estado.DoñaGertrudis dijo que se hallabamás tranquila, yapretando lamano a su hijaMaría le dio las gracias por haberle procurado ladichadecomulgar.Eradeesperarlamejoría.Todaslasseñoraslaencontrabanmuynaturalyaseguraronalaenfermaquenotardaríaenponersebuena.—Diostodolopuede,doñaGertrudis.Cuandosetienenarregladaslascuentas

conelSeñor,nohaymiedoquesucedanadamalo.Nada;esonoesnada,señora.Yaveráustedcómosecuraenseguida.—YotengoofrecidaunamisaalSantoCristodeTunesparaeldíaenque la

señoraselevante—dijoGenoveva,ladoncelladeMaría.—Mujer,¿porquéno lahasofrecidoalEccehomode laMerced?—preguntó

consorpresaunaviejaplanchadorade lacasa,quesiemprehabíaencendido lalámpara del dicho Eccehomo y cuidaba del aseo de su capilla, llegando aconsiderarlacomopropia.—¡Ay,mujer!,porqueelSantoCristodeTunesesmásmilagroso.—¡Serán cuernos para él!—exclamó vivamente y con ojos iracundos la

planchadora.Prodújoseunfuriosoaltercadoentreambas,hastaqueMaría,escandalizada,les

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hizo callar, advirtiéndoles que el de Tunes y el de laMerced eran unmismoSeñor, aunque cada cristiano era libre para tener más fe en la imagen quequisiera.Porúltimo,sefueronretirandolasseñoras,quedandosolamentedos,laviuda

deDelgadoyunadesushermanas,apasarlanocheconlasniñas.DonMáximosefueadescansarunrato,prometiendovenirpronto.Elconfesornoquisodejarlacasaporquenoencontrabanadabienasupenitente,yse tumbóenunsofá.Ricardotambiéncontinuabaallí.A las dos acaeció lo que don Máximo temía. Repitiose el ataque, y por

desgraciacontalviolenciaquefaltópocoparaquelainfelizseñorasequedaseen él. Marta, con el peligro, recobró la actividad que había perdido ante lalúgubre ceremonia de la comunión; preparó todos los medicamentos, diofriccionesconuncepilloalaenfermaenlospies, lasostuvoincorporadalargoratoparaquenosesofocaseyejecutócuantodonMáximohabíaprescritoenloscasosanteriores.TodoslosquetocabanadoñaGertrudislehacíandaño;sólolassuavesmanos deMartita tenían el privilegio demoverla a un lado y a otro ycolocarlaen lasposturasmáscómodassincausarledolor.Por fin seconsiguióque la enferma volviese en sí y hablase; pero donMáximo al llegar, llamadoapresuradamenteporloscriados,hallóelpulsotandébilquenopudoreprimirunlevegestodesusto.Martasorprendióaquelgesto,yllamándoleasolasalpasilloseabrazóaélsollozando:

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—¡DonMáximodemivida,porDios,cureustedamimadre!...¡Sí;mimadresemuere...,sí...,semuere!...Yolehevistoaustedhacerungesto...—Nollores,chiquita—dijoelancianomédicoapretándolelacabezacontrasu

pecho—;nohaymotivoaunparaalarmarse...Yoharéloquepuedaymásdeloquepuedaparasalvarla.—¡Sí,sí,donMáximo...,hágaloustedporcuantomásameenestemundo!...,

¡porlamemoriadesuesposa,aquienustedqueríatanto!—Nada, déjate de llorar ahora; lo que importa es que vayas a darle la

cucharada de quinina a tu mamá. Después le pondremos un reparo sobre elestómago.El bueno de donMáximo procuró consolar a la niña, ocultándole el funesto

presentimientoqueabrigabaysepusoadictarlasmedidasquesupobrecienciacuanto ricodeseo lesugerían.Perono logródetener lamarchapresurosade lamuerte,queacarreradesatadaseveníahaciaellechodelapobreseñora.Alascuatro de la mañana observaron que hablaba con más dificultad; lapronunciación era arrastradayunpoco estropajosa.Casi todas suspalabras sedirigíanaMaría,preguntándoleyhaciéndolerepetir infinitasveceslossucesosde la noche anterior, prodigándole elogios desmesurados por su fortaleza yfelicitándosedetenerunahijatanbuena.—Hijamía...,pideaDiospormisalud.Diosnopuede...negartenada.María,comprendiendoquesumadresemoría,repuso:—Mamá,loquemásimportaeslasaluddelalma...SiDiosquierellevarte,que

tesorprendaensusantagracia...—¿Pero...memuero...,hijamía?—Dios solamente puede decirlo... ¿Quieres que entre el señor cura para

reconciliarte?—Sí...,queentre...,hijamía...,queentre...Elcuraentróyestuvounosinstantesasolasconlaenferma.Laspersonasque

había en la sala guardaban triste silencio.DonMariano, reclinado en un sofá,conlamejillaapoyadaenunamano,cerrabalosojos,dandoseñalesdeprofundoabatimiento. Después que el cura hubo terminado, volvieron a entrar Marta,María,RicardoydonMáximo.ElestadodedoñaGertrudisibasiendocadavezmásgrave.Empezóamanifestarseenellaunainquietuddemalagüero:movíalacabezadeun ladoydeotrocomosinohallase sitiodondecolocarla, comosibuscase ya la almohada donde había de reposar eternamente. Las manosvacilantestomabanysoltabanlasropasdel lechoincesantemente,mientrassus

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ojostambiénrodabansinparadaporlasórbitas,clavándolosdevezencuandoeneltechodelaestancia.Parecíaquenoencontrabapersonaenquienfijarlos.Alpocorato,Martitaadvirtióqueteníalasmanosfríasylomanifestóenvozalta,deunmodosencillo,sincomprender la infeliz loqueaquellosignificaba.DonMáximovolviólacabezaparaocultarlaemoción.Elsacerdotedejolacaersobreelpecho.—Meencuentro...muybien...ahora—dijoaMaríallevandolamanodeéstaa

loslabios—.Encuantosane...,iremoslasdos...aLourdes...,¿noes...verdad?...Esmuy...bonito... aquello...,muybonito...,muybonito... ¡Si supieras... loqueestoy...viendoahora!...LaVirgen...laVirgenqueviene...rodeadadeestrellas...Ponedme...elvestidodeterciopelo...pararecibirla...Vamos...,pronto,pronto...¿No veis que ya entra... por la puerta?... ¡Ay qué pesados!... Buenos días,señora...Tengounahijaquese...parecemuchoavos...Tieneelpelorubioylosojosazules...,¡muyhermosos!...,¡muyhermosos!Un leve ronquidoempezóa salir de lagargantade la enferma,que exhalaba

másqueproferíalasanteriorespalabras:eraunronquidosecoyagudoquesefueseñalandocadavezmás.Elconfesor,aloírlo,hizounaseñaaMaríayéstatomórápidamenteunCristodeplataquecolgabadelapared,ylopusoenlasmanosdesumadre,diciéndole:—Mamá,acuérdatedeDios...AcuérdatedeloquepadecióesteDivinoSeñor

pornosotros...—Yo...nomemuero—dijolaenferma.—Sí,mamá... sí..., temueres—repuso la jovenconel rostroencendido, llena

de sobresalto y congoja, temiendo que no estuviese bien preparada—.Arrepiéntete de los pecados que hayas cometido... ¿No es verdad que tearrepientesypidesperdóndeellosalSeñor?...—Sí...,sí—murmurólaenferma.—Digaustedconmigoelcredo—manifestóelconfesortomandountonomás

solemne—. Creo en Dios Padre..., todopoderoso..., creador de cielo... y de latierra.DoñaGertrudis repetía borrosamente las palabras del cura, y como si no se

fijase en lo que hacía. Miraba al techo con singular insistencia, mientras lasfaccionesdesurostrosedescomponíanprecipitadamente.Uncírculoazuladoseibadibujandoentornodelosojos,ylanarizseafilabademodoextraño.Cuandoelcurahuboterminado,volviódenuevoadirigirlapalabraaMaría.—Laverdad...es...quenotengosombrero...parahacer...elviajeaLourdes...

Losquetengo...son...muyantiguos...Hazmeelfavor...deescribir...aLuisa...y

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que me envíe... uno, de novedad... Tú también... necesitas un vestido...Encárgalo...,hijamía...,encárgalo.—Mamá,dejalasvanidadesdelmundo...AcuérdatedeDios...Miraquevasa

comparecermuyprontoasupresencia...—No...,no...,yonomemuero...—¡Aymamá,porlaVirgenSantísimatepidoquepiensesenquevasamorir!...

¡Piensaentusalvación!—Yapienso...,sí...,yapienso—dijolaenfermamaquinalmente.Elcurasepusoarezarporunlibrolarecomendacióndelalmaenlatín.Todos

searrodillaron.Entonceslamoribundapreguntólevantandounpocolacabeza:—¿Porquéosarrodilláistodos?—ParaencomendarteaDios,mamá—repusoMaría.Ylevantándoseyacercandoelrostroaldesumadre,siguióenvozbaja:—Diconmigo,mamá:Jesús...Lamadrereplicótorpemente:—Jesús.—Jesúsmío.—Jesúsmío.—Porvuestrasacratísimapasión.—Porvuestrasacratísima...pasión.—Porlosinnumerablesdoloresquehabéissufrido...—Porlos...innumerables....dolores...—Quehabéissufrido—repitióMaría.—Que...habéissufrido...—Perdonadmemispecados.—Perdonadme...mispecados.—Ysalvadmialma.—¡Quita,quita!—dijolamoribundaseparandoconmanovacilanteasuhija—.

No;yonomemuero...,estoybuena...Venacá,Martita...¿Noesverdad...quenomemuero...,hijamía?—No, mamá—respondió la niña apretándole las manos—, no te apures,

mamita,no...Tehasdeponerbuenaprontoysaldremosadarnuestrospaseosencarruajecomoantes...Ahoraeltiempoestábueno...

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—Sí,hermosa,sí...,saldremos...Mira...,incorpórame...unpoco...Estoymalenestapostura.Martafueaincorporarla;peroalhacerlo,losojosdesumadreseclavaronen

ella, fijos, inmóviles, terribles.Aquellamiradapenetróhasta lomáshondodelcorazóndelapobreniña,ydandoungritoespantoso,desgarrador,ladejócaersobre la almohada. La cabeza de la señora de Elorza se desplomó como siestuviese descoyuntada, con la boca entreabierta y los labios rígidos. Y aundesdelaalmohadasiguiódirigiendoasuhija,consusgrandesojosvidriados,lamismafijayaterradoramirada.—¡Madre de mi alma!—gritó la niña abrazándose inmediatamente a ella—.

¡Nomemiresasí,porDios!...¡Mamitamía,nomemiresasí!¡Ay,nomemiresasí!... ¡AyporDios, quemedasmiedo!... ¡Mamita,mamita!... ¡Ay,Diosmío!¿Quéesesto?DonMariano, que al oír el grito se había precipitado en la alcoba, el rostro

encendidoyloscabelloserizados,quisosepararasuhijadelcadáver.—¡Sepárate,hijadelalma,yanotienesmadre!—Sílatengo...,sí...,¡aquíestá!...¡Mamá...,mamita!...¿Noesverdadqueestás

aquí?... ¡Responde!, ¡habla!... ¡Dame un beso, por Dios, mamita!... ¡Déjame,papá!...Déjame...,ahoramelovaadar...¡Esperaunpoco,porDios!...¡Déjame,papádelalma!...¡Déjamequemedéunbeso!...Laniñasehabíaabrazadoconfuerzaincomprensiblealcadáverdesumadrey

locubríadevivosysonorosbesos.DonMariano,exaltadodeunmodoterrible,casi loco, tiraba de ella brutalmente, como si de arrancarla de aquel sitiodependiese la salvación de todos. María, de rodillas en un rincón del cuarto,elevabalosojosylasmanosalcielo,pidiendolagloriaeternaparaladifunta.Al fin, consiguieronarrancaraMartadeallí, trasladándolaaotrahabitación.

Sin saber lo que hacían, le causaron un gran daño. La infeliz no habíadesahogadobastantesudolor.Conlaemociónselehabíancortadolaslágrimasynovolvieronaaparecer.Pálida,completamentedemudada,losojosfijosenelvacío,niescuchabaloqueledecíanniqueríatomarnadadeloqueledabanparacalmarla.Nohacíaotracosaquerepetirsincesarenvozbajayenronquecida:—Mamá...,mamá...,mamá...Elcuraseacercóaellayledijo:—Hijamía,cálmate,cálmate.EstaesunapruebaqueDios teenvíaparaque

demuestresturesignación.Lejosderebelartecontrasuvoluntad,debesdarlelasgraciasporquesehaacordadodeti.

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—¡No diga usted necedades, hombre de Dios!—exclamó la niña con vozcoléricayarrojandosobreélunamiradadedesprecio—.¿MehadequererDiospor llevarme a mi madre?... ¡Pues tiene gracia el cariño!... ¡Tiene gracia elcariño!...¡Tienegraciaelcariño!...Yestuvorepitiendolamismafrasealgúntiempoconacento irritado.Cuando

sehubocalmadounpoco,elsacerdotevolvióadecirle:—Hijamía,debierastomarejemplodetuhermana,quesintiendosudesgracia

tantocomotú,estádandopruebasderesignaciónyfortalezacristianas.Ellanose rebela; acata los designios del Altísimo y contribuye con sus oraciones almayorbienygloriadelaqueacabadeexpirar.Marta comprendió que el sacerdote tenía razón. Se arrepintió de su cólera y

bajólacabezamurmurando:—¡Oh,mihermanaesunasanta!—Tú tambiénpuedesserlo,hijamía.Elcaminode laperfecciónestáabierto

paratodoelquequieraseguirlo...Laniñarecibiólosconsuelosdelsacerdoteylosdelasdemáspersonasquela

acompañaban,sincontestaryaunapalabra.Continuabadelmismomodopálida,descompuesta,losojosfijosysinmoverundedosiquiera.Aquellainmovilidadllegóainspirartemor,yfueronaavisarasupadre.AlentrardonMarianoenlahabitación,Martitasintióunasacudida,ylevantándosedeprontoarrojoseensusbrazossollozandofuertemente.Estabasalvada.Los amigos de la casa lograron a fuerza de instancias que don Mariano y

Martita se retirasen a descansar unos instantes, mientras ellos se pusieron adictar lasmedidas oportunas para la conducción del cadáver y funeral.Maríaseguía orando en el cuarto de su madre. Las luces pálidas de la aurorasorprendiéronlatodavíaderodillasconlamiradapuestaenelcielo.Lashachasdecera,queellamismahabíacuidadodecolocarentornodellechomortuorio,ardíanmelancólicamente,rompiendoconsucrudaluzamarillalatibiaclaridadque envolvía la estancia.Nadie osaba distraerla de su devotameditación. Losque penetraban en la sala y la veían en aquella actitud murmuraban entre sípalabrasdesorpresayseretirabansilenciosamente,conmovidosyadmirados.Porfin,todalagentedefuerasefueretirando,ylamismaMaríaseencerróen

su cuarto a descansar, que harto lo necesitaba después de la amarga serie deperipecias y los grandes trabajos que había padecido en el espacio de algunashoras.A la delmediodía, reuniéronse en el comedor el padre y sus dos hijas,paradarcomienzoalatristecomida,quetodoslosquehayanexperimentadounadesgracia de familia recordarán con horror; comida en que las lágrimas se

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mezclanalosmanjaresylossollozosllenanloslargosintervalosdesilencio.Enesta primera refacción apenas se habla. Ninguno se atreve a levantar los ojosparanoencontrarseconlosdelosdemás,ytansólosedirigenmiradasfurtivasydolorosas al sitioqueel serqueacabadehuirdeestemundopara siemprehadejadovacío.Losmanjaressetraganmaquinalmente,singustarlos,yelpañuelovamásvecesalosojosquelaservilletaaloslabios.Elchoquedelavajillahierecruelmentelosoídosylasescasaspalabrasquesecambiansalentemblorosasysin aliento de los labios. El espíritu protesta sordamente contra aquella brutalnecesidad que el cuerpo le impone y que le obliga a detener para un acto tanmiserable la expresión de su acerbo dolor y el curso de sus melancólicospensamientos.Levantáronsedelamesaconelmismosilencio.Maríatornóaencerrarseensu

cuarto.D.Mariano acompañadodeMartita se fue también al suyo.Ambos sesentaronenunsofáysemantuvieronestrechamenteabrazadosunagranpartedelatarde.Lascariciasquemutuamenteseprodigabanibanconvirtiendosudolordesesperado en un sentimiento tiernísimo que se deshacía en llanto.Alternativamenteseconsolaban.Laniñaasegurabaquedesdeelcielosumadrevelaría por todos y prometía ser buena siempre y juiciosa y no dar ningúndisgustoasupadre.Éstelaapretabacontrasucorazónybendecíaasumujerporhaberle dado unas hijas tan buenas y hermosas. Cuando llegó un criado aavisarles que había señoras de visita, sintieron malestar inconcebible, unaimpresióndesagradable,comosilessacasendeaqueldolormelancólicoytiernoparahundirlosotravezenladesesperación.DonMarianoadivinóelmotivodeaquellavisita.Sequeríadistraerlosparaque

nopercibiese el ruidoquehabíandehacer loshombres al sacar el cadáverdecasa. Y en efecto, un grupo de señoras y algunos caballeros procuraron conrepetidas instancias llevarlos a las habitaciones interiores; pero fueron inútilessusgestionesporloqueserefiereadonMariano:antesrogóencarecidamenteasusamigos,yentonoquenodabalugararéplica,queledejasensolo,comoasílohicieron,llevándoseconsigoaMartita.Asolasconeldolor,elseñordeElorzasintiómásvivosudesconsueloymás

profundasudesgracia.Enlajuventudapenashayunaquenoseareparable.Laspasiones,lossentimientossonmásintensos,perotambiénmásfugaces.Sevivedeloporvenir,yaltravésdelasmásnegrasyfuriosasborrascas,nuncadejadeluciralgúnpuntoluminosoquenosprometeconsuelo.Masenlaedadenquesehallaba nuestro caballero no existe la esperanza, no existe lo porvenir. Cadadesgracia que se experimenta es un nuevo dolor que viene a agregarse a lospasados, esperando los que llegaránmás tarde. Los afectosmueren, como los

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cabelloscaen,noencuentransubstitución.DonMariano,conlosojoscerradosyla cabeza tristemente doblada sobre el pecho, dejó volar el pensamiento portodos los sucesos de su ya larga existencia, y en todos ellos, prósperos odesdichados, veía la imagen de su esposa, de la inseparable compañera de suvida.Laveíadespertandoensucorazónjuvenilunapasióntiernayardorosaalavez;bellaypuracomounquerubín,conelrostrofinoyovaladoyojosazulesquelemirabanconamor.Recordabaperfectamentelaspocasvecesquedenoviosehabíaenfadadocon

ellaylaningunarazónqueleasistíaencasitodas.¡Gertrudisteníaungeniotanapacibleyuncaráctertandébil!Siempreconcluíaporhacerlallorar.Laveíaeldíadesumatrimonio,vestidaconsutrajederasonegro(estabaaúndelutoporsupadreelmarquésdeRevollar),sobreelcuallablancuradesutezyelorodesus cabellos resaltabandeunmododeslumbrador.Cierto personaje deMadridquehabíaasistidoalaboda,ledijollevándoleaunrincóndelasala:«Elorza,secasaustedconunadelasmujeresmáshermosasdeEspaña;selodigoyo,quehevistomuchas enmi vida.»Elmismodía se habían ido a viajar por los paísesextranjeros. Recordaba, como si aun la estuviese sintiendo, la impresiónembriagadora, inefable, talvez lamásdulceydichosade la existencia,que leprodujoelhallarserepentinamenteasolasconsuamada,cuandoelcocherodiounlatigazoaloscaballosyoyeronlosadiosesdelosdeudosyamigosquelosdespedíanalapuertadelpalaciodeRevollar.Todaslasperipeciasencantadorasde aquel viaje estaban clavadas en lamemoria del señor de Elorza. Después,recordabalaextrañasensacióndeplacerysobresaltoqueexperimentóaltenerelprimerhijoylaimpresióndeliciosamentecruelquesumujerlecausóteniéndolefuertementeasido, sinquerer soltarle, enaquellosmomentosdeangustia.Pero¡ay!,alpoco tiempo lapobreGertrudissepusoenfermaynuncamásvolvióarecobrarunasaludperfecta.Apesardeestojamássehabíaentibiadosuamor.Élla cuidaba con esmero, procurando por cuantos medios estaban en su manohacerlemásllevaderoslosdolores,yellaagradecíasussacrificiosviendoenélunaProvidenciaqueselosmitigabaconsuscaricias.Despuésdetranscurridosmuchos años y cuando ya nadie hacía caso de losmales de la buena señora,todavía donMariano era quienmás la compadecía aunque fingiese mirar susachaquescondesdén.Ella locomprendíaperfectamenteyleseguíareservandoensucorazónelmismopuestoprivilegiadoqueenla juventud.Laarmoníadesentimientosgenerososy tiernosenambos, el cariñoque teníandepositadoensus hijas, la profunda estimación que se profesaban y el recuerdo, siemprepresente, de sus apasionados amores, habían compenetrado de tal suerte suexistenciaqueningunodelosdoslacomprendíasintenerelotroasulado.Era

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launióníntimaperfectayabsolutaordenadaporDios,yqueloshombrespocasvecesobedecen.Un rumor triste, fatídico, que escuchó detrás de las paredes de su cuarto, le

hizolevantarlacabezayclavarlosojosatónitosenelvacío.Sí;nocabíaduda;se la llevaban,se la llevaban.DonMarianosearrojódebrucessobreelsofáyhundióelrostroenlosalmohadonesparareprimirlosgritos.—¡Esposamía! ¡Esposa demi alma!... Te llevan..., te llevan para siempre...

¡Ay,quéhorror!...Y las lágrimasdelbuencaballero se filtrabanporel tejidodeldamascoy su

atlética figuraseagitabaconvulsivamentea impulsosde losgemidos.Despuéssintióunagrancuriosidad,unadeesasterriblescuriosidadesquesuelenfascinaren tales momentos y dejar señal indeleble en la memoria del que las hasatisfecho. Atendió con cuidado y no tardó en escuchar el sordo rumor de lamuchedumbre y más tarde el canto fúnebre, desgarrador de los clérigos, casidebajo de los balcones.Entonces se levantó velozmente y alzó con discreciónunadelascortinas.Yvioelataúd,elataúdnegroydoradoflotandocomounabarcasobre lamuchedumbre.ElcieloestabanubladoyteníauncolorgrisquesombreabalagranplazadeNieva.Lasolasdelamultitudseextendíanportodosuámbitoconvaivénacompasado.Ylabarcasealejaba,sealejaballevándosepara siempre su tesoro, precedida de una gran cruz de plata enmedio de dosciriosencendidos.Dejócaer lacortinayarrojosedenuevosobreel sofá,murmurandopalabras

incoherentes.No supo el tiempo que estuvo así. La luz también fue huyendo,dejando el cuarto en la sombra, y todo quedó en silencio... Todo, menos supensamiento,quelehablabasincesar,yelpecho,queserompíaensollozos.Y así estuvomucho tiempo, mucho tiempo. Al cabo notó que la puerta del

cuartoseabríasuavemente.Volvió lacabezayvioasuhijaMaría,quevinoasentarsesilenciosamenteasulado.Peroél,comosipresintieraunnuevodolor,nolepreguntónada,noledijonada.Contentoseconapretarlelamanoycerródenuevolosojos.—Papá—pronunció la joven después de largo rato de silencio—, hemos

padecidounadesgraciainmensa,unadeesasdesgraciasquehacenlevantarlosojosalcielohastaalosmásdescreídosendemandadeconsuelo.SóloDiostienelaclavedeellas,conocesuporquéysabeenderezarlasaunresultadoventajosopara nosotros. Esta desgraciame ha afianzado en una resolución que hace yaalgún tiempo tenía tomada: ladeconsagrarmeaDiospara siempre...ConozcopormilseñalesqueÉlmellama,yseríaenverdadmuyingratasinoatendiesea

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sullamamiento...Yonosirvoparaelmundo...Todassusdiversionesmecausantedio; así, pues, no hago ningún sacrificio encerrándome en un convento...Además,desdeallípuedomejorpedirporvosotrosyserosmásútilqueaquí...La ideadematrimonio, que túmehas insinuado, repugna ami corazón, en elcual ha echado por fortuna raíces otro amormás puro, que es inmortal... Estaresoluciónnodebecogertedesorpresa...Yocreoquenodebessentirla...Enestemomentosolemneenqueladesgraciapesasobretitalvezteservirádeconsueloelsaberquevasatenerunahijaaseguradadetodoengaño,detodatraición,quevivefelizsirviendoasuDiosypidiendoporvosotros...Maríahabíahabladodeteniéndoseamenudocomosiesperasequesupadrela

interrumpiera.Peroconcluyóyauntranscurrióunlargointervalodesilenciosinque aquél se acordase de despegar los labios. Al fin la joven le preguntótímidamente:—¿Nomedicesnada,papá?—Nada—repusoéstesinmirarla.—¿Peromedastuconsentimientoparaponerporobramipropósito?—Sí.—¡Oh, ya lo sabía!... Tú eresmuy bueno... y bastante piadoso... Tú no eres

como otros padres ciegos que prefieren entregar sus hijas a los peligros delmundoadejarlasparasiempreesclavasdeSeñor,recogidasenunasantacasa...Gracias,papá,gracias...Yotemía,laverdad,temíaquenotepareciesebienmiresolución... Pero Dios te ha tocado en el corazón... Ahora te dejo... me estáesperandoMarta...Adiós,papá...déjamedarteunbeso...Adiós.Ylapuertatornóaabrirseycerrarsesuavemente.ElseñordeElorzacontinuó

inmóvil,enlamismaposturaquelehabíadejadosuhija,sentado,conlasmanosenlazadasylacabezainclinadasobreelpecho.El cuarto quedó en tinieblas. Los ruidos de lo exterior se fueron apagando

lentamente.Undolorinmenso,agudo,cruelpalpitabasóloenaquellaestancia,yunosojosfijos,atónitos,sinlágrimas,reflejabanlosátomosdeclaridadqueaúnvagabanperdidosporelambiente.¿Cuántotempopermanecióasí?Lospajarillosquevinieronaposarsea lamadrugadasobre loshierrosde los

balconesacasopudierandarrespuesta.Perolapalidezdeunasmejillas,ellívidocírculoquerodeabaciertosojosylasprofundasarrugasquesurcabanunafrenteladaban,sinduda,másexacta.

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XV

GOCÉMONOS,AMADO

En la pequeña y linda iglesia de lasmonjas Bernardas deNieva había granmovimiento. El sacristán, ayudado de tresmonagos, las dos demandaderas deconventoyunmaricadelapoblación,célebreporsupericiaenvestirlossantos,armabanuntrajíninsoportablesacudiendoconzorrosyplumeroslosretablosdelos altares. No tenían escrúpulo en colocarse de pie sobre ellos y hastaencaramarse sobre los mismos santos, cuando así lo requería la necesidad dequitar el polvo a algunamoldura o poner un cirio en el paraje designado. Lamadreabadesadesdeelcoro,conlafrentepegadaalasrejas,dictabasusórdenescomoungeneralenjefe,convececitadelgadayáspera.Aquíun candelabro; allá un ramode flores; subir unpocomás esa lámpara;

ponerderechalacoronaaesaVirgen...En lo interior del convento también reinaba agitación. Un grupo de monjas

contemplaba,desdelapuertadeunacelda,cómootracompañeradabalaúltimamanoalpobrelechoqueestabaarreglando,despuésdehabercolgadoelcrucifijoreglamentariosobrelacabecera.Unagranbandejadeplatadescansabasobrelamesa,tambiénreglamentaria,depino.Cuandolamonjadejólistalacama,saliódelacelda,dirigiendobrevespalabrasalasotrasalpasar.Despuésvolvióconunlíoderopaenlamano,quetodasseapresuraronatomarenlassuyasabriéndolo,extendiéndolo y dándole mil vueltas. Era un hábito completo de novicia; latúnica de franela blanca, la toca de lienzo, los zapatos, el rosario, la cruz debronce,etc.Lasmonjascontemplabaconafáncadaunodelosobjetoscomosise tratase de algo que jamás hubiesen visto, emitiendo en voz bajamuchas ydiversasopiniones.—¡Ay! este rosario me parece que tiene las cuentas más gordas.—No,

hermana, tome el suyo y verá cómo son iguales.—Voy a ver por gusto... Esverdad,soniguales...,¡quétonta!—Lafranelaestádemasiadotiesa.—Esquenola han mojado bien.—La toca está planchada.—¡Jesús mío, qué puntadas!...¡Esto no es coser, es hilvanar!...—¿Quién ha hecho esta túnica?—LahermanaIsabel.—¡Pues se ha lucido!—No diga eso, hermana, que tal vez ella lo haríapeor.—¡Yo, peor!... ¡Anda, anda! Nunca en mi vida hice una chapuceríasemejante.—¡Cuántas habrá hecho, hermana!—¡Nunca, nunca!—repitió lamonjaentonocolérico—.Alossieteañosyasabíayocosermejor.En aquel momento apareció la superiora en el pasillo. La monja que había

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reprendidoasucompañerasedestacódelgrupoparadecirle:—Madre, lahermanaLuisaacabade jactarsedecosermejorque lahermana

Isabelysehaimpacientadomuchoporqueledijequenodebíahacerlo.—¿Esverdad,hijamía?—preguntóentonoseverolasuperiora.LahermanaLuisabajólacabeza.Lasuperiorameditóunosinstantes;despuésledijo:—Hija,yatienebiensabidoqueaquínadiedebejactarsedehacernadamejor

que otra... Debes creerte la última, porque acaso lo serás... Hace tiempo quevienes siendo poco humilde y es necesario que empecemos a corregirte esevicio... Por lo pronto, ve a pedir perdón a la hermana Isabel de tu falta y enseguidaenciérrateenlaceldaarezarunrosarioalaVirgen...Después,cuandoestéenellocutorioconlanovicia,tepresentarásallíytepondrásderodillasparaquelagenteveaqueestáscastigada.LahermanaLuisainclinóaúnmáslacabezaysealejóconpasoprecipitado.La

monjatriunfantesonrióconelbordedeloslabios.A lamismahora loscriadosde lacasadeElorza ibanyveníandeun ladoa

otro con diversos objetos en lamano. Pedro, el viejo cochero, daba cera a lacarreteladelujo,mientrasdosmozosdecuadralimpiabanloscaballos.Martín,el cocinero, preparaba un espléndido refresco. Las doncellas subían y bajabandesdeelpisoprincipalalcuartodelaseñoritaMaría,queestaballenodegente,apesardenohaberaúnsonadolasdiezdelamañana.Lasquinceoveintedamas,que apenas podían revolverse en aquel sitio, hablaban a un tiempo, como esnatural,haciendodeaquelsilenciosoyeleganteretirouninsufriblegallinero.Depie,enmediodeél,sehallabalaprimogénitadelseñordeElorza,amedio

vestir,yentornosuyounascuantasseñoras,algunasdeellasderodillas,quelaestabanaderezandolomismoquesifueseunaVirgendemadera.Reinabagranemoción en todas. Ya le habían puesto un precioso vestido de raso blancoguarnecidopordelantedesdeelpechohasta lospiesconuna franjadeazahar.Una la estaba calzando en aquel momento con diminutos y elegantísimoszapatosdelamismatela,mientrasotracosíaprecipitadamentealgunasfloresquese lehabíancaído.Por lapartedearriba leestabanponiendounaguirnaldadeazahar en la cabeza: había gran marejada con tal motivo. Amparito Ciudadsostenía que la guirnalda era demasiado grande y que no dejaba ver bien elhermosocabellodesuamiga,mientraslasdemáscreíanquenohabíanecesidadde aligerarla. Después de vivo altercado se convino en adoptar un términomedio, quitando algunas florecitas a la guirnalda, aunque pocas. Se oíanfrecuentesexclamacionesdelasquenotomabanparteeneltocado.

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—¡Ay,quévalorsenecesita,Diosmío!—¡Estasíqueesverdaderavocación!...¡Unachicatanjovenytanguapa!—Nosehabladeotracosaenlavilla...¡Todoelmundoandarevueltoconel

dichosomonjío!—¡Dichosaella,querida!Yonosésitendrévalorparaverlaceremonia.—Puesyo,aunquemecuesteunaenfermedad,lahedever.Algunas derramaban ya lágrimas llevándose el pañuelo a los ojos; otras se

contabanaloído lospreparativospara la fiestay lascircunstanciasquehabíanacompañadoaladeterminacióndelajoven.Sehablabamuchodeunacartaqueésta había escrito almarqués de Peñalta despidiéndose de él y disculpándose.AlgunascompadecíanaRicardo,mientrasotrasmurmurabanqueno le faltaríanovia para casarse.Después de todo, siDios la llamaba a Sí por ese camino,¿habíarazónparaapartarsedeÉlporqueunmuchachoestuvieseenamoradodeella? ¡Si lo dejase por otro!... Pero siendo por Dios, no había motivo paraquejarse.Esteeraelmismoargumentoqueresplandecíaenlacartadelaseñoritade Elorza. Escrita y remitida a Ricardo quince días antes de aquel en queestamos,decíaasíalpiedelaletra:«Mi querido Ricardo: Aunque hace ya tiempo que nuestras relaciones

amorosassehan roto tácitamenteyporvirtuddeprovidencialescircunstanciasmás que por iniciativa de mi voluntad, juzgo obligatorio el darte algunasexplicaciones acerca de la resolución que he tomado y que tú conocerásseguramente. No puedo ni debo olvidar que has sido mi prometido con elbeneplácitodemispadresyelcariñosincerodemicorazón.Antes de renunciar para siempre al mundo, debomanifestarte que no tengo

absolutamente ninguna queja de tu conducta para conmigo. Has sido siemprebueno, lealycariñosoymehasestimadoenmásde loquemerezco.Hasta talpuntoesasí,queporningúnhombredeestemundotecambiaríasihubiesedequedarenél,ymejuzgaríamuydichosallamándometuesposa,sinomejuzgasemuchomássiéndolodeCristo.Lapreferenciaqueestablezconopuedeofenderniaundisgustaraunjoventanbuenoytanpiadosocomotú.Deaquíenadelanteya no existe el amor terrenal entre nosotros; sólo queda una amistad pura ysuavísima, amándonos en el sagrado corazón de Jesús. No te olvidaré enmispobres oraciones. Olvídame tú cuanto te sea posible. Eres bueno, eres noble,hermosoyrico;buscaunamujerquetemerezcamásqueyotemerecía,ycásateyséfeliz.Yorogarésiempreporvosotros.Adiós.María.»

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—¿Podía haber píldora mejor dorada? No, no; Ricardo no tenía derecho aquejarse.Mientraselgruesodelasseñorasponíainterminablesglosasaestedocumento,

lasquevestíanalanuevaprometidadeJesúsandabancercadeconcluirsutareaydabanlaúltimamanoaltocadoconlamismacomplacenciaqueunartistadalasúltimaspinceladasauncuadro,alejándoseyacercándoseinfinitasvecesparahacerse cargo del efecto que produce. Aquí un alfiler; el cuello un pocomásabiertoparadejarver lahermosagargantadealabastro; algunos rizos sobre lafrentesaliendoaldesgaireporentrelasfloresdeazahar;pegarunbotónquehasaltado...María ayudaba con vivos movimientos a sus nuevas camaristas. Todas

admirabansuserenidad. ¡Y,enefecto, la jovendesposadanopodíamostrarunrostro más jovial en aquellos momentos! Advertíase, no obstante, ciertaagitaciónenaquellaalegría.Susmovimientoserandemasiadovivosyresueltos,comositratasedeocultarellevetemblordesusmanosyelestremecimientoquecorríaportodosucuerpo.¿Eraunestremecimientodeplacer?¡Oh,sí,Maríasentíauninmensoplacer!Lasrosetasencarnadasdesuspómulosasílodecían;elbrilloinusitadodelos

ojos también lo pregonaba. Tenía los labios secos y las ventanas de la narizsonrosadasymásabiertasquedeordinario.Lacándidafrenteestabasurcadaporuna leveyprolongadaarrugaqueanunciaba elvivodeseo, el ansia inquietaysensualquedebajodeellaseocultaba.Eraelansiahenchidadegozodelglotónque se encuentra frente a su plato favorito después de largo ayuno. Por aquelrostro encendido, brillante, pasaba una muchedumbre de soplos cálidos,cargados de congojas, sobresaltos y anhelos voluptuosos, en revuelta y vagaconfusión. Iba a ser la esposa de Jesucristo y encerrarse para siempre entrecuatroparedes,pasandotodalavidaenmisteriosocoloquio,cuyasdulzurasaunnohabíagustadoporcompleto.Unagrancuriosidadladominaba,lairritabaengrado indecible. Siempre le había fascinado aquel coro del convento de SanBernardo,dondelamedialuzquepenetrabaporlasaltasclaraboyasdormíaconmístico sosiego sobre los sillones de roble. ¡Cuántas veces, viendo cruzar unafigurablancaysilenciosaysentarsealláenelfondo,sehabíaestremecido!Erauntemblordulce,voluptuoso,quelehacíaapetecerconansialaentradaenaquelfantástico recinto. Las monjas con sus blancas y esbeltas figuras le parecíanseressobrenaturales,ángelesbajadosalatierracasualmenteyquenotardaríanen remontarvuelo.Fijoseparticularmenteenunaporqueera jovenyhermosa.Cuandolaveíaentrarenelcoronoapartabadeellalosojos.Labellezaseveraycorrecta de aquella religiosa y su mirada límpida y firme le causaban una

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impresiónquenoseexplicaba.Ensupechonacióciertainclinaciónextravagantehaciaellayvivoyardientedeseodeser suamigaomásbiensudiscípula,depostrarse ante ella y decirle: «¡Enseñadme, dirigidme!» ¡Oh, si le permitieradarle un beso por pequeño que fuese! Cierta tarde le acometió una tentacióninmensadepedírselo.Eltemplosehallabadesierto.Echóunamiradahaciaatrásyvioquelahermosamonjapenetrabaenelcoroysearrodillabacercadelareja;y sin reparar en lo que hacía se dirigió a ella, diciéndole convoz temblorosa:«Madre,¿medejaustedunamanoparaquelabese?»Lamonjalehizounaseñagraciosa de que no podía ser, pero levantándose le tendió el crucifijo de surosario con sonrisa tan dulce y protectora que María, al besarlo, sintioseprofundamenteconmovida.Siempre que entraba en la iglesia del convento sentía lamisma embriaguez,

una especie de somnolencia voluptuosa que penetraba en su ser como unacaricia. De aquel coro venía un murmullo lánguido y tierno que le llamaba,invitándola a dejar los placeres delmundopor otrosmás dulces ymisteriososquehabíacomenzadoagustarsinconocerlosaúnenteramente.Jesúslehabíayaotorgadovaliososregalosensusoraciones,peronoseentregaríaporcompleto,bienseguro,noseolvidaríaenlosbrazosdelaesposa,nosedaríatodoÉlconelamor infinito, inmortal que pedía con ansia, sino dentro de aquel recintosilenciosoypoéticodondeningúnruidopodíaturbarlos.Habíallegadoporfineldíadesatisfacersuanhelo.Dentrodeunahoraestaría

en aquel coro misterioso que tanto le había hecho soñar, y cruzaría con suflotantetúnicaaltravésdelosrayostibiosdeluzdelasaltasclaraboyas.Sentíaimpacienciaporqueelmomentollegase.Estabanerviosa,inquieta,perorisueña.Nunca seencontrómás satisfechade símisma.Lasamigasno secansabandeexaltarsuvirtudyheroísmo;lavillalacontemplabaconasombro,yentornodeellanoseescuchabanmásquelisonjasyfrasesdeadmiración.Maríasehallabarealmentesobreunpedestal.Y,comotodoelqueseencuentrabajolasmiradasdelpúblico,nuestrajovenprocurabaocultarlasemocionesdesualmamostrandoun semblante sereno y alegre. Era su día, era el día de la gran batalla, ycomponíalasarrugasdelafrenteylaexpresióndesumiradalomismoqueungeneralcuandosuenalahoradelataque.No obstante, de vez en cuando dirigía miradas de sobresalto a uno de los

rincones del gabinete. En aquel rincón, sentada, con las manos en el rostro,estabasuhermanasollozando.Alfin,nopudiendocontenerse,dejóplantadasalas camaristas, y se fue haciaMarta, y bajando el rostro hasta tocar con el deella,ledijo:—No llores, queridamía, no lloresmás... No nos sucede ninguna desgracia

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para que te aflijas tanto... Piensa, al contrario, en el gran favor que Dios meotorgaal llamarmeasersuesposa...¡Debierasalegrarte,pichona!...Vamos,nolloresmás,¡miraquemeestásquitandoelvalor!...Y mientras esto decía, besaba el rostro terso y sonrosado de su gentil

hermanita.Laniñarespondióentresollozos:—¡Ay,María,tepierdoparasiempre!—No,querida,no...Meverásmuchasveces...yhablarásconmigo.—¡Quéimporta!...,tepierdo,hermanamía...YMartano sabía salir de ahí «¡tepierdo, te pierdopara siempre!»No sabía

salirporqueera loúnicoqueenaquel instante llenaba sucorazón,uncorazónquejamásseequivocaba.Acostumbradaadejarsedictarcreenciasyopiniones,Martaaceptabasinrebelarseladequesuhermanaobrababienalencerrarseenunconvento.Peroeraseñoraabsolutadesucorazón.Allínomandabanadie.Yelcorazónledecíaqueyanoteníahermana;quetodoelamor,todalaternuradeMaría iba a evaporarse muy presto, como una esencia divina, en lasprofundidadesdeunnosequémisteriosoyvagototalmenteincomprensibleparaella.Cuandoeltocadoestabaapuntodeterminarse,penetróenlasalaunjovencon

laviolenciadeungolpedeviento.Era aquel pollodel pelopor la frente, quepoco a poco se había hecho indispensable en todas las fiestas, solemnidades,ceremoniasyregocijosdelavilla.—Mariíta,elsecretariodelseñorobispomemandaadecirlequeSuIlustrísima

estáyadispuestoyquesalealinstanteparalaiglesia.—Bien;yonotardaréensalir.—Dejoyalatribunadelosmúsicospreparada.HeavisadoadonSerapioyal

organista... ¡Preciosa,Mariíta,preciosa!...Fíjeseusteden lascolgadurasazulesquehiceponerenelretablodelaVirgen...—Gracias,Ernesto,muchasgracias,seloagradezcoaustedenelalma.AunaseñaldeMaríatodaslasseñorasselevantaronyseprecipitarondetrásde

ellaporlaescalera,sindejarporesosucharlamareante.Lajovenfuederechaalcuartodesupadreyseencerróenéldurantelargorato.Nadiesupoloquepasódentro. Los que a la puerta esperaban oyeron sollozos, frases confusaspronunciadasentonocolérico,ruidodesillas.Lasseñoras,queaguardabanenlaantesala, decían envozde falsete a lasque entraban:«Seestádespidiendo, seestádespidiendodesupadre...DonMarianonoquiereiralaceremonia.»DespuésaparecióotravezMaría,risueñayserenacomoantes,diciéndoles:

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—Vamos,señores;enmarcha.Conlamismaserenidadatravesólosgrandessalonesdelacasasindirigiruna

mirada a los muebles, y bajó por la anchurosa escalera de piedra sin notarvacilaciónalgunaensuslindospiesvestidosderasoblanco.Ysinembargo,¡cuántosrecuerdosquedabanasuespalda!¡Cuántashorasde

luzydealegría!Lacharladesuslabiosinfantiles,suavecomoelgorjeodeunpájaro;elcantounpocoronco,peroaunmástierno,poresomismo,desupadre,aldormirlaentrelosbrazos;lossueños,lasfrescascarcajadasdelaadolescencia,elhermososoldelasmañanasdeabrilquelabañabaensucuarto, lascariciasincesantesdesumadre,elcalordelhogarensuma,esecalorquenosecompraconlostesorosdelatierra,todoquedabadetrásdeellaimpresoenlasparedes,empapadoenlosmuebles.¡Yellalodejabasinlágrimas!Alapuertaesperabaunamagníficacarrozaabierta, tiradaporcuatrocaballos

blancos.Pedrohabíademostradosugustoponiéndolesgrandespenachosazulesy adornándose él mismo con una librea de idéntico color. En aquel día tododebíaserazul,comoemblemadepurezayvirginidad.Hastaelcielo,pormayorgala,sehabíavestidodeazulysemostrabalímpidoyhermoso.MaríamontóenelcarruajeconlaseñoradeCiudad,sumadrina,ylasotrassedespidieronhastaluego,tomandoapresuradamenteelcaminodelaiglesia.Reinabaextraordinariaagitaciónenlavilla.Latomadehábitodelaseñoritade

Elorza, aunque esperada desde hacía algún tiempo, no por eso dejaba deimpresionar profundamente. ¡Una joven tan rica, tan bella, tan lisonjeada portodoloqueelmundotienederisueñoyapetecible!Interminablescomentariossehacíanporaquellosdíasenlastertuliasdelastiendas.—¿Peronodecíanqueestabayaarregladalabodaconelmarquesito?—Nada,

nada,yanohayboda;elmarquesitosehaquedadoconunpalmodenarices.Laniña,despuésdelextrañosucesodesuprisiónylamuertedesumadre,volvióconmásfuerzaquenuncaasusaficionespiadosas:esunavocacióndecidida,nohay que darle vueltas.Unos la juzgaban de unmodo y otros de otro; pero engeneralMaría excitabavivas simpatías, y enmuchagente, sobre todo entre laplebe, ejercía cierta fascinación, como todo lo que es extraordinario y hastaciertopuntomaravilloso.Pasabaporunasanta.Elapagartodoelesplendordesuhermosura,riquezaytalentoenlassoledadesdeunclaustroeraelcomplementoúnicode su fama, la última firmaechada en el expedientede su canonizaciónpopular. Todas aquellas mujerzuelas que se codeaban sin piedad para verlacruzar hacia la iglesia se creerían defraudadas si se hubiera casadoprosaicamenteylaviesendebraceroconsumarido,precedidadeunaniñeracontiernoinfanteenlosbrazos.

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Laplazaestaballenadecuriosos.Cuandolajovensubióalcarruaje,yPedro,chasqueando la lenguayel látigo,hizoarrancar a loscaballos, alzoseungranrumor en la muchedumbre, que llegó a los oídos deMaría como un coro delisonjas.La gente se apartaba precipitadamente dejandopaso.En presencia deaquel aparato, que sólo alguna vieja había visto en otra ocasión, los pacíficoshabitantessehallabansobrecogidosderespetoyexcitadosalaparporunagrancuriosidad.Elcocheempezóacaminarlentamente,rompiendolasapretadasfilasde los curiosos. Los caballos piafaban impacientes, sacudiendo los penachosazules como si les corriese prisa llevar la desposada a los brazos del Esposomístico. Era una procesión regia. Y en verdad que María, por su gallardapresencia,merecieraserreina.Asícomoestaba,espléndidamenteataviada,consusojosazulesyprofundos,quebrillabandeemoción,ylasmejillasdelecheyrosas levemente coloreadas, era una figura de singular belleza, que ofrecíamuchos puntos de semejanza con laVirgen rubia deMurillo que vemos en elMuseodeMadrid.Lasmujeresdelavillanopodíanreprimirelentusiasmoyleprodigabanenvozaltamiladjetivosacualmáslisonjero.—¡Mírala,míralaquépreciosava,mujerdelalma!—¡Siapetececomérselaabesos!—¡Yquétrajetanricolleva!—DicenquehavenidoexprofesodeParís.Nohaqueridovestirsedetisú.Las

casullas que se habían de hacer de él las regalará por separado, y el vestidoquedaráparalaVirgendelAmorHermoso.—¡Esqueyonohevistocriaturamáslinda!...¡Pareceunángel!La carroza seguía su carreramajestuosa, y la joven sonreía dulcemente a la

muchedumbre. Desde dos o tres casas dejaron caer sobre ella un diluvio deflores, cuyos pétalos multicolores esmaltaron un instante la tela blanca delvestido:algunosquedaronenredadosenelcabello.Lagenteaplaudía.—¡Mujer,lavocacióndeestaniñaedifica!—¡Ay,dichosadeella!...,¡quiénestuvieseensulugar!—Y aquí no pueden decir que ha sido obligada... Sé yo que su padre se ha

puestofuriosocuandolosupoytratódedisuadirlaportodoslosmedios...—Vamos,entoncessecasaconJesucristoadisgustodelafamilia—manifestó

unjovenqueescuchabalaconversación.Lasmujeressevolvieronairadasaconfundiralimpío,quesealejóriendo.Y la carroza seguíamarchandobajoun sol radiante, quehacía centellear los

cristales de los balcones, reverberando en el blanco caserío de la villa con

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transportesdefelicidad.Elfirmamentomostrabasuspurísimossenossonriendoatodoslosdeseosdedicha,atodaslasaspiracionesplacenterasdelosmortales,hastaalasdelahermosavirgenqueibaporsuvoluntadaperderlodevistayahundirse para siempre entre las sombras del claustro. El carruaje cruzó pordelantedelpalacio feudalde losPeñalta, cuyasvetustasparedes,manchadasatrechosdemusgo,arrojabansobrelacalleunmantodesombra.¡QuéharíaaestashorasRicardo!María no se dijo esto; no. Pasó sin dirigir siquiera unamirada furtiva a los

góticos balcones, con la misma sonrisa serena y protectora. La sombra, noobstante,leprodujounlevetemblordefrío.A la puerta de la iglesia esperábanla todas sus amigas, que habían llevado

consigoaMartita.Eltemplorebosabadegente,queseapretóparadejarlepaso.Enelaltarmayorlarecibióelobispode...,quehabíavenidoadredeparadarleelhábito.Hincosederodillasyoróbrevesinstantes.Elrumorconfusodelagenteseapagó,reinandounsilencioansioso.Elpreladocomenzóadecirconvozclaraysolemne:—Sé,queridahija,quehabéisformadoresolucióndeencerrarosparasiempre

en esta santa casa con propósito de ser toda la vida esclava del Señor... Sétambiénquevuestravoluntadesfirme,yquehabéissabidoresistir,nosóloalasvanas seducciones delmundo, sino también a aquellos goces honestos que labondad de Dios nos permite... Pero la vida, hija mía, en el seno de lamortificaciónypenitenciasuelesermáslargaqueeneltumultodelosplaceres,ymientras nuestro espíritu resida aprisionado en la carne, somos el blanco degraveseincesantestentaciones...Elancianoobispohablabaconextraordinariacalma,haciendolargaspausasal

final de los períodos, lo que prestaba a su discurso granmajestad. Su voz eradulceyclaraysonabaenlanavesilenciosadeltemplocomounamúsicasuave.Entretúvosea trazar con terrible exactitud lospormenoresde lavida religiosa,desplegando ante la vista de la joven todo el aparato de mortificación quearrastra consigo; los placeres del mundo, olvidados por entero; los sentidos,contrariados;losafectosterrenales,hastalosmáspuros,reprimidos.Yesonoundía,niunmes,niunañosolamente,sinotodoslosdías,todoslosmesesytodoslosañoshasta lahorade lamuerte,buscando siempreconafáneldolor comootros buscan el placer. Mas después de pintar el cuadro sombrío de lamortificación,pasóaexpresarconelocuencialospurosyvivosgocesquedentrodeellaseencuentran.¡AbandonarseenlosbrazosdeDioscomoelniñoenlosdesumadre,paraquehagadenosotrosloquequiera!¡HallaraDiosenelfondo

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de las amarguras y dolores, unirse a Él!..., ¡poseerlo!... ¡Y ser la criaturapredilecta,enquiensuinfinitaGrandezaserecrea!...¡VivireternamenteunidaaÉl!... ¡Ser su esposa!... ¿Noesbastante recompensapara lospequeñosdoloresqueenunavidatanbrevepodemosexperimentar?Comenzó la profesión de fe. El obispo preguntaba, leyendo por un libro, si

estaba pronta a dejar la vida del mundo y el comercio de las criaturas paraconsagrarse exclusivamente al servicio de Dios. María contestaba que habíaescuchado la voz del Señor y corría presurosa a su llamamiento. El preladotornabaapreguntarsihabíameditadobienensuresolución,silahabíatomadopor algún respeto mundanal, herida de algún desengaño pasajero. Maríarespondíaqueveníapor su librevoluntada confiarsey reposar enel senodelAmadodesualma.Todoslosejércitosdelatierranolaharíanretroceder,porquesuDioslahabíahechofirmeeinexpugnable,comolamontañadeSión.Por encimade la cabeza de los fieles apareció una gran bandeja de plata, la

mismaquepocashorasantesestabaenunadelasceldasdelconvento,yenellaelhábitodenoviciabernarda.Elpreladolobendijo.Dejáronseoírlasnotasagudasygangosasdelórganoysepusoenmarchala

procesión.Maríadelanteyasu ladolamadrinayMarta;detráselobispoyenposdeéllaclerecía.Partedelagentelossiguióypartesequedóenlaiglesia.Cerca de la puerta de ésta se hallaba la del convento por donde penetraron,internándoseenunlargoysombríoclaustro,iluminadoatrechosporalgunavivarayade sol, que lasmoldurasde los arcosdejabanpasar.Al findeunade lasgalerías estaba ya una puerta abierta y guardándola, silenciosas, inmóviles,veíansedosfigurasblancasdemonja,consendashachasdeceraenlasmanos.Tornó a hincarse de rodillas la desposada, y levantándose al instante, estrechóvivamente entre los brazos a su hermana. ¡Era el último abrazo que le daba!Cuandoquisodesprenderse teníaaMartita tan fuertementecolgadadel cuello,que fue necesaria la intervención de algunas señoras para lograrlo. Abrazóigualmenteatodassusamigasquellorabanalágrimaviva,mientrasella,dandoejemplo de sublime serenidad, entró alegre y sonriente en la casa del Señor,escoltadaporlasdosmonjas.Laspuertassecerraron.Aunqueeraenelmesdeagosto,Martay lasamigas

sintieronfríorepentinoenelclaustroycorrieronarefugiarseenlaiglesia,dondedon Serapio, acompañado del órgano, degollaba la hermosa plegaria deStradella.Esperosealgúntiempo,congrandesímpetusdecuriosidad.Nadieatendíaala

cascadavozdel fabricantedeconservas.Losojosde lamuchedumbreestabanfijos, clavados en el coro de las Bernardas, escrutando por entre sus rejas la

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portezueladelfondo.Alfinapareció.Veníaigualmenteescoltadapordosmonjas.Eltrajedenovicia

la hacía un poco más vieja. Sin embargo, estaba hermosa, ¡muy hermosa!,porque lo era realmente aquella santa y extraordinaria criatura. La gente ladevoraba con los ojos y se repetía en voz baja: «¡Viene sonriendo, vienesonriendo!»¡Ah,sí,lanuevaesposadeJesucristosonreía,esperandoeldulcepremiodesu

sacrificio!Peroelancianoqueenelmismoinstantepaseabasolitarioporunodelossalonesde lacasadeElorza..., ¡ésenosonreía!Yel jovenquea lamismahorasehallabacruzadodebrazos,conlacabezainclinadasobreelpecho,frenteaunretratodemujer,¿acasosonreía?...No,no;tampocosonreía.Elpreladovinoalarejaydijoalanovicia:—YanotellamarásMaríaMagdalena,sinoMaríaJuanadeJesús.Lanoviciafueapostrarsedelantedelaabadesa,ybesóconrespetoelcrucifijo

de su rosario. Después fue abrazando una por una a sus nuevas compañeras.Mientrasduróestaescena,muchasdelasseñorasdelconcursovertíanlágrimas.El obispo dijo la misa solemne, y al concluir, todas las religiosas, incluso

María,comulgaron.DonSerapioapenascerrababoca.Elórganochilló,silbóyroncóconmásbríoquenunca,estimuladoquizáporlacompetencia.ParecíaquedonSerapioyélhabíantrabadounpugilatotremendo,undueloamuerte,cuyasestrepitosasconsecuenciasrecaíansobrelasorejasdelosfieles.Peroelórganose reía con todo descaro del fabricante. Cuando se hallaba más extasiado,dejando resbalar por la garganta alguna complicada fioritura o fermata, unmugidohorrísonoselaestropeabasinpiedad,dejándoleperdidoyanegadoparaun buen rato. Volvía a sacar la cabeza el fabricante con una nota tierna y deefectoseguro...¡Zas!,elórgano,comounafieraencarnizada,caíasobreellayladesbarataba.Asíestuvojugandomuchotiempo,hastaque,hartodedivertirseyembriagado por el triunfo, soltó de improviso y simultáneamente todas susvoces, que clamaron en el silencio de la iglesia con grito monstruoso einsufrible.Elfabricantequedóasfixiadoenaquelbramidodiabólicoynovolvióaaparecer.Reinaron algunos instantes de silencio, que fue turbado por cierto triste

chirrido.Era la cortina del coro que se extendía.Ya no se viomás.Las lucescomenzaronaapagarseylagenteadesfilaratodaprisa.LasamigasíntimassefueronallocutorioadarlaenhorabuenaaMaría.Ellocutorioeraunapiezacuadradaybastanteobscura,cortadaporunadoble

rejadehierro.Lanoviciaaparecióacompañadadelasuperiora...,¿sonriendotal

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vez?...Sí,sonriendo.—¡Quéejemplonoshasdadodevalorydevirtud,María!—ledijouna.Lajovenalzóloshombros,enademándearrojardesílagloriaqueleechaban

encima.—¡Nodejesdepedirpornosotras!—Sí,pediré,querida...Nosotras—añadióconunpocodeénfasis—tenemosla

obligacióndepedirporlosquesequedanenelmundo.—¡Sisupierascómollorabanloscriadoshaceunmomento!—¡Pobregente!...Lesquieroyomuchoatodos.—AquítienesaMarta,quequieredespedirse.—Acércate,Marta...¿Tevasconformandoya?...—¡Qué remedio tengo, María!—repuso la niña pugnando por reprimir los

sollozos.—No, hermana mía; es necesario que te resignes con gusto, agradecida al

Señor, por el favor que me ha dispensado... Serás buena siempre, ¿no esverdad?...Consuela apapá...Noolvides aquellasoracionesque tehedado,nidejes de leer los libros que te dije... Ven a oír misa todos los días... Procurasiempreserformalyhumilde...¡Ah!, no; Martita no procuraría, no procuraría. Cuando se nace honrada y

humildenohaynecesidaddeprocurarlo.PodíaestartranquilasobreesteasuntolaesposadelSeñor.Elestrechocuartodonde lasdosmonjassehallabancercade la rejaparecía,

por lo feo y obscuro, un calabozo. Sus túnicas resaltaban como dosmanchasblancasdetrásdelnegroenrejado.Lasamigasdirigíantodas,alternativamenteoalavez,lapalabraaMaríacon

cierta mezcla de admiración, de lástima, de curiosidad y cariño. Lo que másdominabaeralacuriosidad.Selehacíanmilpreguntasimpertinentesymuchosencargos ridículos de oraciones, medallas, etcétera. Algunos pollos de losantiguostertulianosdelacasadeElorzasehabíandeslizadoenlaconcurrenciaycontemplaban con grandes ojos abiertos y pasmados a la nueva religiosa, sinatreverse a dirigirle la palabra. Pero ella se mostraba serena y amable y lesllamaba por sus nombres con cierta condescendencia protectora, dándolesrecuerdosparasusfamilias.Elmásosadofueelceremoniosomancebodelpeloporlafrente,quien,abriéndosepasoyllegandomuysofocadoalareja,dijoalanovicia,dándoleyasunuevonombre:—HermanaJuana,tengoquepedirleunfavor...,quemeenvíecomorecuerdo

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unpoquitodeazahardelacoronaquellevaba...—Silamadreconsiente...—murmuróMaríadirigiendolavistaalasuperiora.Ésta hizo una seña con la cabeza y el ramito de azahar fue liberal y

graciosamenteotorgado.En aquel instante entró la hermana Luisa, aquella monja castigada por su

vanidad,y sepusode rodillas;peronielmás levesoplode ruborpasópor surostro.Lacostumbredeejecutartalesactoslosprivadetodomérito.Siguió la conversaciónversando sobre fiestas, novenasque sepreparaban, la

marchadelvicarioqueibanombradocanónigodelacatedral,lapersonaque lesustituiría,etcétera.Insensiblementetodasfueronbajandoeltonodelavozhastaconvertirseenuncuchicheomonótonoytriste.Másquedeenhorabuenaparecíaunavisitadepésame.ContinuábasealabandoelvalordeMaríaysuvirtud.¡AyDiosmío,elconsiderarqueestáunaencerradaparasiempreyllevandounavidadetantotrabajo!...La superiora, mirando para ella, exclamaba con cierta sonrisilla no muy

tranquilizadora:—¡Pobrecita!,¡pobrecita!Maslajoven,volviéndoseconunodeesosarranquesgraciosostanpropiosde

sucarácter,respondía:—¡Riquita!,¡riquita!digoyo,madre.Poco a poco losmuchachos se habían ido acercando a lasmuchachas, y sin

respetarlosagradodelrecintonihacercasodelascrucesseverascolgadasdelosmuros,comenzabanadecirsecositasmásomenospicarescasaloído:—¿Cuándosigueustedelejemplo,Fulanita?Laverdadesquesi todasustedeshiciesen lomismo, ¡qué sería de nosotros!—Pues no dejaría usted de estar linda con elhábito.—Oiga usted, Amparito, si usted se metiese monja, yo quisiera servicario.—Pues yo quisiera que usted fuese un poco más formal, Suárez.—¡Cuántosratosdecompañíahabíadehacerle!...Lopeoreslareja...¿Nosequitalarejaparaelvicario?...—Calleusted,malvado;mirequeespecadohablarasíenestesitio.Rosaritoysunoviosehabíanapoderadodeunrincónysecomíanconlosojos,

diciéndosesólodevezencuandoalgunapalabrainsignificantequelainflexiónde la voz y el temblor de los labios hacían subir a la categoría de sentenciasublime. Sólo las viejas y algunas chicas que no habían logrado emparejarse,seguían charlando con lasmonjas.Al fin, la superiora se levantó de la silla yMaríasiguiósuejemplo.

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XVI

ELSUEÑODELMARQUÉSDEPEÑALTA

El traslado del joven teniente de artilleríaRicardo de Peñalta no acababa dellegar.SehabíasolicitadoquincedíasantesdelatomadehábitodelaseñoritadeElorza. Era ya pasado un mes desde la ruidosa ceremonia... y nada. LospersonajesinfluyentesquenuestroamigoteníaenMadridasudevoción,nosehabíandadomuchaprisaestavezasatisfacersusdeseos.¿Peroporqué estemuchacho tenía talesdeseosde alejarsedeNieva?Dicho

sea en honor de la verdad, Ricardo cuando pidió el traslado sentía ganasvehementes de perder de vista para siempre aquellos lugares, donde tan felizhabíasidoydondeibaasertandesgraciado;masahora,despuésdetranscurridoun mes, se habían calmado un tanto sus congojas y andaba cerca deacostumbrarseasudesgracia.Noobstante,seguíamuyabatido.Todalavillaloadvertía.Desdeeldíaenquelehizoaquellahorribleproposición,quenopodíarecordar

sin sentirse inflamado de cólera, comprendió que no sería dueño jamás delcorazóndeMaría.Unavozsecretaeimplacableseloestabadiciendosincesaraloído.Asíquenolecausógransorpresalacartaenqueselenotificabalaentradaenelconvento.Hacíayaalgúntiempoquecorríaesterumorenlapoblación.Sinembargo,nopudosustraerse,pormásquehizo,aundolorvivoyagudoyaunabatimientoquepostró todassus fuerzas.Noes lomismo lapersuasiónmásomenos fundada de que la mujer querida no le corresponde a uno, que verloconfirmadoporunhechomaterialy tangible.Niaun lequedabaelderechodeencolerizarse y desahogar su rabia apellidándola pérfida, traidora, comoaconteceen lamayoríade loscasos.Comocristianosinceroqueera, le tocabaver con paciencia, hasta con gusto (la carta bien lo decía), aquella piadosasustitución de afectos terrenales, aunque nobles, por otros divinos y sublimes.Maríano era culpabledenada, absolutamentedenada.Su conducta, dignadeelogios; y advertía que la villa entera los tributaba espontáneos y calurosos.Quizá en esta idea encontraba el joven marqués el único consuelo posible.Porque lo cierto era que la hermosa joven no le había dejado por ningún otrohombre, sino por seguir el áspero camino que conduce al cielo, para lo cualindudablemente debió necesitar hacerse gran violencia. Y en esta violenciacifrabanuestromarquésunpoquitodeorgullo,pensandocondeleiteydoloralmismotiempoenlosesfuerzosquelanuevaesposadeJesúsharíaparaarrancarlasraícesdeafectotansólidoyantiguo.

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Mas por entre el hermoso follaje de estos pensamientos, más o menosconsoladores, sacaba no pocas veces su odiosa cabeza una idea triste y cruel.Aunqueprocurasetodoslosmediosparaalejardesítalidea,nopodíamenosdepensarmuy amenudo queMaría jamás le había profesado un amor sincero yvehementecomoelsuyo;quehabíasidosunoviaporcompromiso,porelinflujodelascircunstanciasespecialesenqueambosseencontrabanenNieva;quetalvez ella se había engañado a símisma, pensando quererle, pues si le hubieseamadorealmente,nuncalehubiesevenidolaideademeterseenconspiracionesridículasnimuchomenosenproponerleodiosas traiciones;queMaríaeraunajovendemuchotalentoygranimaginación,apropósitoparabrillarenelmundooparaacometercualquierempresareligiosaoprofana,contalquefueseelevada,pero incapaz, tal vez por lo mismo, de la ternura de sentimientos, de laconstancia, de la abnegaciónmodesta y obscura que deben poseer las buenasesposasymadres.Enfin,Ricardopresumíaquesuamadateníamáscabezaquecorazón,oélnosabíaloquesepescaba.Ypocoapocoyaimpulsodeestasdudasqueandabancercadesercertezas,

nació en su espíritu cierto desvío del amoroso recuerdo que le embargaba.Cuando pensaba en la María de otros tiempos, tan alegre, tan gentil, tanbulliciosa, solía enternecerseyderramaba lágrimas.Cuando el pensamiento seenderezaba al día en que, escondido detrás de las cortinas, la vio cruzarimpasibleysonrientepordelantedesucasasindirigirsiquieraunamiradaalosbalcones, se llenabasucorazóndeamarguranoexentade rencor.Ycuando laveía en la imaginación en hábito de monja bernarda, por entero olvidada deaquellasdulcesescenasquehabíansidoelencantodesuvida,despreciándolastal vez, y aborreciéndolas cual si fueran delitos, nuestro joven—¡que Dios leperdoneelpecado!—llegabaamirarconojerizaalaesposadeJesucristo.Estasdudas que sin cesar le asaltaban eran para su pasión un verdadero cauterio,dolorosoycruelcomotodos,perodemuysaludablesefectos.NodejóporuninstantedefrecuentarlacasadeElorzacomoantes;acasomás

que antes. Había allí dos seres a quienes compadecer y que le compadecían.Además era un hábito el pasar algunas horas del día entre aquellas cuatroparedes,ynosólohábito,sinodeberdereconocimientoporelcariñoqueseledispensaba, y no sólo deber, sino también, ¿por qué no hemos de decirlo?,tambiéngusto,muchogusto,puesnopodíadejardetenerloenhacercompañíaaun caballero tan cumplido como donMariano, que le había dado pruebas deamarle como a hijo, y a una niña tan buena y hermosa comoMarta, a quienqueríacomohermana.Eldolorhabíaestrechadoaúnmáselparentescode suscorazones. Amedida que el recuerdo deMaría se iba haciendomenos grato,

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hallabamásdulceelcariñodeaquellafamiliayseagarrabaaélcomoalaúltimatabla, enelnaufragiode susesperanzas.Sidejabaescaparesta tabla,quedaríasolo.¡Solo,solo!Estapalabraletraíaalaimaginaciónlahorriblenochepasadaen el tren cuando vino aNieva después de lamuerte de sumadre. El destinocruel volvía a pronunciarla en sus oídos cuando menos lo pensaba. Al fin,mientraspermanecieseenNieva,nosonabatantristeydesconsoladora,porquetodoloqueveíaytocabaensucasalehablabadelaternuradesumadre,cuandotropezaba en la de Elorza le recordaba el amor deMaría; pero ¿y después?...¿QuélediríanloscamposyermosdeCastillapordondelaraudalocomotoraleharía cruzar? ¿Dequé le hablaría la indiferentemuchedumbre en las calles deMadrid?...Poreso,Ricardotemíaya,másquedeseaba,eltrasladoquecontantaprecipitaciónhabíapedido.TodoslosdíasalentrarencasadeElorzalepreguntabaMartita:—¿Hallegadoeso,Ricardo?Alaspocasvecesrepusoentrerisueñoyenfadado:—¿Acasotienesganasdequemevaya,Martita?—¡Oh,no!...—dejóescaparlaniñaconunainflexióndevozquevalíaporun

poema.Pero Ricardo no acertó a leerlo. Estos náufragos del amor, estos hombres

heridosdeundesengaño,nosabenleermáspoemasqueelsuyo.Después de la muerte de su madre, en cuya enfermedad tanto le ayudó y

consolóRicardo,Marta volvió a tratarle con lamisma confianza y cariño queantes, un poco entibiados desde hacía algún tiempo. La hija menor de donMarianohabíaatravesadoporunaterriblecrisis,quenadiesospechósiquieraenlacasa.Mientrasdurósehizounpocoariscaeneltrato,másinquieta,másseriayreservada.Peroalfinsuespíritufirmeysutemperamentosanoyequilibradosalieron vencedores. Lamuerte de doñaGertrudis, que era una desgraciamásgrande y positiva que todas las demás, contribuyó no poco a calmar lasinquietudesydesórdenesdesucorazón.VolvióaserlamismaMartatranquila,serena y cariñosa de antes, atenta siempre a desembarazar de obstáculos elcaminodelosotrosaunqueelsuyoestuviesecerradoporunmuroinfranqueable.¡Dichosos losqueen lavida tropiezanconestos seresbenditosque fundan sufelicidadenlaajena,queofrecenlasfloresysequedanconlasespinas!

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Ricardo pasaba largas horas en casa de Elorza. Las tardes, sobre todo, lasdedicaba enteras a donMarianoy suhija, saliendo con ellosdepaseo cuandohacíabuen tiempo,ypermaneciendoencasacuando llovía.Algunasveces ibatambiénporlamañanayentoncesdonMarianosolíainvitarleacomer.MientrasRicardorehusabayelcaballeroinsistía,Martanodespegabaloslabios,peroseadvertía en su rostro la zozobra y en los ojos suplicantes el vivo deseo deretenerle.Cuandoalfinaceptaba,¡eradeverlaalegríadelaniñaylasolicitudcon que todo lo preparaba, entrando y saliendo en la cocina infinitas veces,improvisandolosplatosquesabíamásdelgustodeljovenmarquésyponiendoenmovimiento a la servidumbre!Elbeefsteak a la inglesa, porqueRicardo sehabíaacostumbradoalláporMadridacomerlounpococrudo;elpescadofrío,elarrozsuelto,larajadelimón(Ricardoechabalimónacasitodoslosmanjares),la mostaza inglesa, las aceitunas, etc., etc. Pero dondeMarta ponía los cincosentidoseraenelcafé.Ricardoeraunárabe,unsibaritaenmateriadecafé.Poreso laniñaconcedíauncuidadomásatentoyvigilantea laconfeccióndeestelíquido que un químico analizando cualquier metal precioso. Mientras iba yvenía disponiéndolo todo, el joven no cesaba de bromearla en elmismo tonocariñosodelosprimerostiempos,yesoqueMarta,aunquedecortotodavía,erayaunaverdaderamujer,ynodelasmenoslindas,comohemostenidoocasióndedecir.Habíacrecidopoco,noobstante.—¡Anda, taponcito! ¿Cuándo acabas de estirar?—le decía Ricardo,

reteniéndolaporunadesus trenzas,cuandocruzabapordelantedeél.Laniñasonreía,encogiéndosedehombros,yproseguíasucamino.Desdeeldíaenqueseenfadó,Martitanovolvióapreguntarleporeltraslado;

pero todos al entrar en casa le dirigían una mirada penetrante y ansiosa,queriendo leer en su rostro alguna noticia. Como no la había, la niña setranquilizaba, tornando a la obra, que rara vez dejaba de tener en las manos.Ricardotampocohablabaparanadadepartir.Onoseacordabadesupetición,oafectabanoacordarse,onoqueríaacordarse.Talvezhubiesedetodounpoco.ElmarquésdePeñaltahabíapasadodesdeeldesconsueloalamelancolía,ydeaquíiba paulatinamente dejándose ir a las sensaciones dulces. Aquella habitación,dondeMartacosía,inspirabaideasrisueñasdeamablesosiegoyfelicidad.Unamañana,comosifueralacosamásnaturaldelmundo,comosilanoticia

nodesgarraseelcorazóndenadie,comosise trataradealgobaladíydepocomomento,RicardoentróencasadeElorza,diciendo:—EstanochemehallegadoalfineltrasladoparaValencia.¡Ciego, ciego! ¿No ves la palidez de esa niña? ¿No observas el

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estremecimientodolorosoquecorreporsucuerpo?¡Miraquevaacaer!¡Corre,correasostenerla!...Nada;noechónadadevereljovenmarqués.Éltambiénestabaunpocopálido.

El tono indiferente con que comunicó su noticia era pura comedia, porqueaquella noche había dado vueltas en la cama hasta fatigarse, y las luces de laauroralesorprendieronsinconseguirpegarlosojos.DonMarianohizoungestodedisgusto,exclamando:—¡VayaporDios,hijo,vayaporDios!...Sientoquetenosmarchesahora...En

fin,siestugusto...Ricardoguardóunsilenciosombrío.Debuenaganahubieseexclamado:«¡Qué

ha de ser mi gusto! ¡Mi gusto sería pedir la absoluta en este momento, yquedarme aquí para siempre y vivir tranquilamente al lado de ustedes; ¡deustedes,quesonlaspersonasaquienesmásamoenestemundo!»Perotuvolaflaquezadecallarse,yestasflaquezassuelencostarmuycarasenlavida.—¿Ycuándopiensasirte?—preguntóelcaballero.—Mañanamismo.Necesito detenerme enMadrid algunos días para arreglar

ciertosasuntos.AValenciallegaréeldiezdelqueviene.—¿Vasaalgúnregimiento?—Alprimeromontado.—¡Ah!Y guardaron silencio. La tristeza les dominaba a todos, asfixiando la

conversación, que otras veces solía ser muy animada, aunque versara sobremenudencias domésticas. Don Mariano la entabló de nuevo en tono triste ydistraído.—¿HasestadoyaalgunavezenValencia?—Sí,señor;hepasadoallíunmeshacealgunosaños.—Esmuybonitoaquello,¿verdad?—Sí,muybonito.—Muchasnaranjas,¿eh?—Muchas.—Creoqueesunapoblaciónalegre.—Esono;amímehaparecidomuytriste.—Pueshombre,yocreía...Y tornaron a guardar silencio. Los corazones estaban apretados, y el acento

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indiferentedelaspalabrasnobastabaaocultarlo.Martanohabíadichounasolaen todo el tiempo. Sentada en una silla baja, al lado del balcón, seguíaatentamentelaobradecrochéqueteníaenlamano.RicardoestabareclinadoenelsofácercadedonMariano.Milpensamientosmelancólicossecerníansobrelas cabezas de los tres, y aquella risueña habitación, esclarecida por la pura ybrillante luz de la mañana, se poblaba a su despecho de silencio y tristeza.CuandoelseñordeElorzavolvióadirigir lapalabraaRicardo,se traslucíasuemociónenlavozlevementeroncaytemblorosa.—¿Ycómohasarregladotucasa?¿Despidesaloscriados?—MenosaPepeeljardineroyaCésarelportero...—¿Hashechoelequipaje?—No;tengotiempoestatardeymañana.—¿Ylasvisitas?—Realmente, donMariano, las únicas personasque trato con intimidad aquí

sonustedes...Conotrastresocuatrovisitasheconcluido.Alosdemásenviarétarjetas...Loquesientomásesdejarsinconcluirlareformadeljardínylosdospabellonesdelasesquinasencimientos...—Noteocupesdeeso,yocuidaré...,yocuidaré...,yocuidaré...Nopudodecirmás.Leahogabalaemoción.Aquellospabelloneshabíansido

idea deMaría, cuando estaba concertada la boda. Este recuerdo trajo consigootros muchos, todos dolorosos, en que se mezclaban su esposa, su hija yRicardo,poniéndoleantelosojoslasgravesdesdichasqueenpocotiempohabíaexperimentado.Levantosebruscamenteysaliódelahabitación.Ricardo, conmovido igualmente y dominado por un gran abatimiento, quedó

cabizbajoysilencioso.Martacontinuabaatentaasutarea,comosinadatuviesequepartirconloqueestabapasando.Nolevantóunasolavezlacabezadurantelaconversación,niauncuandosupadredejólaestancia.Ricardolacontemplófijamentelargorato.Laactitudimpasibledelaniñaempezabaamortificarle.SelehabíafiguradoalpresuntuosoqueMartitaibaaponersemuyalteradaalsaberlanoticia,porquesiemprelehabíadadopruebasdecariño.Teníaciegaconfianzaen la bondad de su corazón y en la firmeza de sus afectos; pero al verla tanserena,moviendoentresusdedospequeñosysonrosadoslaagujademarfil,sinpreguntarlenada,sinpedirlequedemoraseelviajeporalgunosdías,sindecirlenada,sufríaunnuevoydolorosodesengaño.Ysedejóarrastrarporlapendientede los pensamientos sombríos a una filosofía desesperada y pesimista. «Puesseñor—se dijo lacrimosamente—, hay que aceptar el mundo y la humanidadcomoson...¡Estaniñaqueyocreíatansensible!...¡Quélevamosahacer!...En

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lamujernoexistemásqueunafectoverdadero...¿Estarátalvezenamoradaestachica?...»Ricardonoteníaporquéirritarseantesemejanteidea.Perolociertoesquese

irritó, y no poco. Procuró rechazarla como un absurdo y no logró más quehacersecargodequenosólonoseríaabsurdo,peroqueniauntendríanadadeparticular. Abatido como se hallaba, la irritación cediómuy pronto lugar a latristeza,unatristezaprofundaydesconsoladora.—¿A ti no te pesa queme vaya,Martita?—dijomientras se dibujaba en su

rostrociertasonrisamelancólica.—¡Siestugusto!...—respondiólaniñasinlevantarlacabeza.¡Dale con el gusto! Ricardo no tenía ya ningún deseo demarcharse. Estaba

furiosocontrasímismoporhaberlosolicitado.Debuenaganaloecharíatodoarodar...Peronodijounapalabradeloquepensaba.Sutristezaydesconsueloibanenaumento.Teníaganasatrocesdellorar.Nose

atrevía a dirigir la palabra a Marta, porque no se le conociese la emoción.Además,¿porquéselahabíadedirigir?...¡Unachicataninsensible!Sehallabaenunodeesosmomentosdepostraciónenquetodosevedecolor

negroyseexperimentaciertoamargodeleiteenello;momentoenque(sivalelafrase) el espíritu se revuelca con voluptuosidad en la tristeza, procurandoacrecentarla con recuerdos y cálculos infaustos. Dejó caer la cabeza sobre elalmohadóndelsofáycerrólosojosconademándemeditar.¡Habíameditadoyatanto, tanto, desde hacía algunas horas! Sus nervios habían estado en tensiónhartotiempoyempezabaasentirseacometidodeunalanguidezmuypróximaaldesmayo. Levantó un poco la cabeza para convencerse de que aun podíamoverseyechóunamiradaaMartita,queseguíaenlamismaactitud;peronotardóendejarlacaernuevamente.Parecíaquelesujetabancontrasuvoluntadyle tenían allí reclinado, sin permitirle menear un dedo. Todavía estuvo algúntiempo con los ojos abiertos, aunque le pesaban como si fuesen de plomo lospárpados.Alcaboloscerróysedurmió.Estoes,noesfácildecirsisedurmióosequedósolamentetraspuesto.LociertoesqueelmarquésdePeñalta,deaquelmodo extendido con los ojos cerrados, no parecía despierto y ofrecía unsemblantetanpálido,tanojeroso,tanabatido,queinspirabalástima.En el espacio de algunosminutos se pueden soñarmuchas y diversas cosas.

Todos han experimentado este fenómeno. Ricardo aun no había perdidoenteramente la noción de la realidad cuando se encontró en una estanciasemejantealaenqueestabapositivamente.Había,sinembargo,ladiferenciadeque la nueva tenía en los balcones rejas de hierro muy espesas a manera de

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celosía,yunodesusmuroseratambiénenrejado,altravésdelcualseveíanalláenelfondoaltaresdorados,imágenesdesantos,lámparassuspendidasdeltecho,enfin,unaverdaderaiglesia.Mirandoatentamentedesdeelsofá,observóqueenla iglesiapenetrabaunagranmuchedumbrequeproducíasordoydesagradableruido, hasta que se llenó por completo, y no pudo entrarmás gente.EntoncesempezóaoírlosacordesdelórganoquetocabalosvalsesdelareinadeEscocia,locuallehizosospecharqueelorganistaerafraySaturnino,elcapellándeSanFelipe.Después,porencimadelascabezas,vioasomarlospicosdoradosdeunamitra.Cesóelórganoyescuchólavozgangosadeunpredicadorquepronunciólargosermón,aunquenopudoentenderunapalabradeloquedecía.Concluidoel sermón, oyose un cántico suave que le hizo estremecerse de gozo: era lapreciosa voz de María que entonaba con más dulzura que nunca el aria deTraviata:«GranDio,morirsigiovine...»Cuandoterminó,sonaronprolongadosaplausos en la iglesia. Después, toda la gente se apretó contra el altar mayordejando libres las cercanías del enrejado. Allá pasaba algo, porque oyóclaramente algunas voces que decían: «Ahora le echa la bendición..., ahora...,ahora...»YenelmismoinstanteaparecióenlapuertadelaestanciadonMáximoquele

dijo: «—¿Qué hace usted ahí tumbado? ¿No sabe usted que María se estácasando?—¿Con quién se casa?—Con Jesucristo; venga usted a ver laceremonia.»Quiso levantarse, pero no pudo. Entonces elmédico le dijo: «—Bien,yaqueustednopuedemoverse,voya la iglesia aver si consigoque lagenteseaparteunpocoparaqueustedveadesdeahí.»Yenefecto,alpocoratoobservóquelamuchedumbredejabaunbastanteanchopasillofrentealenrejado,yentoncesvioalolejos,sobrelasescalerasdelaltarmayor,lafiguraarrogantede María en traje de desposada. A su lado estaba otra figurilla menuda dehombre que la tenía cogida de la mano. El obispo les estaba echando labendición.¡Máscuálseríasuasombrocuandoaquelhombrecillodiolavuelta!¡Qué Jesucristo ni qué calabazas! El que se casaba conMaría era ni más nimenosqueManolitoLópez,aquelchiquillotaninsolenteyantipático.Sequedócomoquienvevisiones.¡Seríaposiblequeunachicatanhermosaydiscretaseuniera a este mocoso y le dejase a él, que al fin y al cabo era un hombre,entregado a la desesperación! La verdad es que había motivo para graves ydolorosasreflexiones.Perocuandomásenfrascadoestabaenellas,heaquíqueentraenlasalalamismaMaríaenhábitodemonjabernarda,ydirigiéndoseaélledicesonriendodulcemente:«—¿Estástristeporquemecaso?—¡Puesnohedeestarlo!—Tonto(manifestó la jovenacercándosemás),aunquemehayacasadoconJesucristo,lomismotesigoamando.»EntoncesRicardosepusoasuspirary

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gemir.«—No,María, túnomequieres, túquieresaManolitoLópez.—Vamos,Ricardomío,nodigasdisparates,¡cómohedequereryoaesechiquillo!—¿Noacabasdecasarte conél?—Seme figuraqueestás soñando;nodicesmásquedesatinos... Despierta, hombre, despierta... o espera un poquito, yo te voy adespertar..., ¡pero mira de qué modo tan dulce!...» Y, en efecto, la hermosamonjaseacercótodavíamásyletomóelrostroentresusdelicadasmanosconademán cariñoso. Después fue aproximando el suyo lentamente y le dio untiernoyprolongadobesoenlafrente.¡Oh,casoportentoso!Ricardoobservó,conpasmo,quealtiempodehacerlela

caricia,elrostrodeMaríasehabíatrocadosúbitamenteporeldeMarta.Sí;eransusojosnegrosyrasgados,susmejillasfrescasysonrosadas,susnegroscabelloscayendoenrizosporlafrente.Peroaquelrostroofrecíaunaexpresióntantristeydolorida,quenopudomenosdegritar:—¡Marta,Marta!,¿quétienes?...—Yelmismogritoquediolehizodespertar.Martaseguíaalladodelbalcón,enlasillitabaja,absortaalparecerensutarea.

Y,noobstante, el joven, aunqueyadespierto, estaba convencidodequehabíalanzadoungrito.Todoloquehabíapasadoeraunsueño,pero,asuparecer,nielgrito ni los labios tibios y húmedos que sintió posarse en su frente eranimaginarios:nopodíaconvencersedeeso.¿Quéeraaquello?¿Quéhabíapasado?Estuvo algunos instantes contemplando a Martita mientras coordinaba

torpementelasideas.Alfin,sedecidióadirigirlelapalabra.Laniñalevantóelrostro,queestabaencendidoyturbado.—¿Noacabodedarungrito?Martita se turbó y encendió aún más, y apenas pudo responder con voz

temblorosa:—No...,yonoheoídonada.Ricardo la miró fijamente y con asombro. ¿Por qué se ruborizaba aquella

chica?—Estabasoñando,perojuraríaquehedadoungrito...yjuraríatambién,¡qué

cosatanextraña!,quetúmehasdadounbeso.Marta, al escuchar estas palabras, pasó repentinamente del color rojo al

amarillo,dandoseñalesdeunaprofundaconsternación.Susmanostrémulasnopudieronsostenerlaobradecrochéyladejaroncaersobreelregazo.AlmismotiemposusojosseclavaronenRicardocontalexpresióndemiedo,deternura,desúplica,decongoja,queéste sintióun fuerteestremecimiento, semejanteal

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queproduceunadescargaeléctrica.¡Eralamismamirada!¡Lamismaqueacababadeverensueños!Sintioseinundadoporunagranclaridad,porunaluzdivina.Enaquelinstante

supremo todo lo vio, todo lo comprendió. Disipose el polvo con que su locapasiónporMaríalehabíacegadohastaentoncesyseencontródefrenteconlaescenadel jardín, cuandoMarta semostraba tanofendidadeque lebesase lasmanos...Y la vio y la comprendió.El raro desmayo que siguió a esta escena,también lovioy también locomprendió.Fuedespuéscon la imaginacióna laplayadelaisla.Elsolderramandotorrentesdeluzsobrelaarena;lasolasazulesyblancasciñendounapeñadondelosjóvenesestuvieronsentadoslargorato;elsollozoquerompióelsilenciodeltúnel;después,unaniñaquecaealaguayunjovenquesearrojaporellaylasalva.«Gracias,señormarqués...¡Noseestabatanmalalláabajo!...»Tambiénvio, tambiéncomprendió.Después,repentinoyasombroso alejamiento; unos ojos que no le miraban, unos labios que no lehablaban,unasmanosquenoleestrechaban...¡Ah,sí,todolovio,todolocomprendió!Levantosebruscamentedel sofáyacercandoel rostroaldeMarta, ledijoen

vozdulceycariñosa,peroconinocentepetulancia:—Noloniegues,Martita,túacabasdedarmeunbeso.La niña se llevó las manos a la cara y rompió a llorar perdidamente. Mil

diversasemocionesdetemor,dearrepentimiento,decariño,deduda,dealegríayansiedadcruzaronenunsegundoporelcorazóndeljovenmarqués,quedoblólarodillaexclamandoconacentoconmovido:—¡Marta, porDios,me perdones la necedad que acabo de decir!... ¡Soy un

estúpido!... ¡Acababa de soñar unas cosas tan tristes, y de repente terminarontodas tan bien!... Nome resignaba a dejar escapar así la felicidad... Una ideaabsurdamevinoalacabeza,inspiradaporelmismodeseodeverlarealizada...Pero no..., no..., yo no puedo ser ya feliz en la tierra... Nací para serdesgraciado... Afortunadamente moriré pronto, como mi padre... y como mimadre...Perdónameestalocuradeunmomentoynollores...¿Quieressaberloquesoñaba?...Telovoyadecir,porqueseráquizálaúltimavezquemeveas...Soñaba...,soñaba,Marta,quemequerías.La niña separó un poco las manos, y dejó escapar con cierta entonación

colérica,peroadorable,estaspalabras,quefueroncortadasinmediatamenteporlossollozos:—¡Soñabaslaverdad,ingrato!

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ElmarquésdePeñalta,loco,perdido,queriendosalírseleelalmaporlaboca,laestrechóentresusbrazos,sinpoderarticularunapalabra.Alfin,muyquedo,conla sublime incoherencia del corazón, como unmurmullo de celestial armonía,dejócaereneloídodesuamigaelhimnodelamor.Marta escuchaba. Trémula, confusa, escondía la cabeza en el pecho de su

amado,soltandounraudaldelágrimas.Ricardolaapretabacadavezmáscontrasucorazón,sincansarsederepetirlamismafrase,¡lafrasemásbellaqueDioshasugeridoaloshombres!Unavezsolalevantólaniñalacabezaparapreguntarenvozbajaytemblorosa:—Notemarcharásya,¿verdad?¡Buena gana tenía Ricardo de marcharse en aquel momento! Por cuanto

hubiera de precioso en la tierra y en el cielo, no semarcharía. Su espíritu noosabatraspasarsiquieraloscristalesdelbalcón,temerosodeperderladichaenquesebañaba.Noobstante, tuvoalientobastanteparasepararseunsegundoysaliralapuertagritando:—¡DonMariano,donMariano!El señor deElorza, sobresaltado, como se hallaba desdehacía algún tiempo,

acudió presuroso temiendo alguna desgracia. El rostro de Ricardo, donde setraslucía la profunda emoción que le embargaba, no era a propósito paratranquilizaranadie.¿Quéocurría?¿Porquélellamaban?—DonMariano—dijoeljovenanudándoselelavozenlagarganta—,tengoel

honordepediraustedlamanodesuhijaMarta.¡Aquello era un escopetazo! ¿Pero cómo diablo?... ¿Se había vuelto loco?...

¿Quéeraaquello,señor?...¡Vamosaver,vamosaver!...Nada; donMariano no pudo decir nada, porque antes de que pudiera decir,

haceropensaralgo,yateníaasuhijacolgadadelcuellollorandoalágrimaviva.¿Quélerestabaalnoblecaballero?Llorartambién.Puesesofuecabalmenteloquehizo,apretandoalahijadesusentrañasconunabrazoyestrechandoconlaotramanoladelmarquésdePeñalta.—Vosotros no me abandonaréis, ¿verdad, hijos míos?—dijo el anciano

levantandosunoblerostrovaronilbañadoenlágrimas.Ricardo estrechó con más fuerza su mano.Marta apretó con más fuerza su

cuello.Hubo algunos instantes de silencio, durante los cuales todos los ángeles del

cielodesfilaronpor lasalitaquebañabaelsolde lamañana,posandosusojosradiantesdealegríaenaquelgrupointeresante.MasheaquíqueMartitasepara

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un poco el rostro de su padre, y sonriendo al través del llanto preguntacándidamenteasuamado:—¿Comeráshoyconnosotros,Ricardo?—Sí,preciosamía—respondeeljovenmarquéscayendoderodillasybesando

con efusión las manos de la niña—, comeré hoy, y mañana y pasado... ysiempre...Marta volvió a ocultar el rostro en el pecho paternal. ¡Tenía el corazón tan

llenodefelicidad!Lostresllorabanensilencio.

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