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Autores: Simon Schwartzman - Inés Dussel - Cristián Cox - Manuel Antonio Carretón M. - Robert Llvine - Tuca Vieira - Alfredo Rosso - Graciela Silvestri - Edmundo Paz Soldán - Pablo Suárez - Pedro Da Cruz - Gabriel Pacheco | Artistas: Marcelo Lecrand - María Alcobre - Catalina Parra - Juan Travnik - Pablo Páez – Eduardo Esquivel

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  • EDUCACIN

    Brasil, el agujero negro de la educacinpor Simon Schwartzman

    pgina 14

    juan carlos tedescoQue la escuela ensee, y los chicos

    aprendan: as de simplepor Ins Dussel

    pgina 18

    Acuerdos y prioridades en Chilepor Cristin Cox

    pgina 24

  • POLTICA

  • TODAVA 3

    Balance y perspectivas

    El gobierno de Bachelet en la mitad de su mandato

    La Concertacin no logra impulsar an un cambio de rumbo que permita definir un nuevo proyecto poltico y econmico para Chile. Sin embargo, todava parece reunir mejores posibilidades que la derecha para ganar un quinto gobierno.

    por manuel antonio garretn m. profesor del Departamento de Sociologa, Universidad de Chile, y de la Escuela de Poltica y Gobierno, Universidad Nacional de San Martn

    Artista invitada catalina parra

  • POLTICA

    4 TODAVA

    El 11 de marzo de 2008 el gobierno de Michelle Bachelet celebraba su segundo ao, la mitad del perodo constitucional, en un sistema en el que no hay reeleccin. Un par de meses antes se haba realizado un importante cambio de gabinete y la Democracia Cristiana, uno de los partidos de la Concertacin de Partidos por la Democracia, coalicin que gobierna el pas desde la recuperacin democrtica en 1990 a travs de cuatro gobiernos sucesivos, haba experimentado la escisin de un senador y de un grupo de diputados. Quizs se trataba del momento ms difcil de la gestin, dado que se perda la mayora en ambas Cmaras. Al mismo tiempo que se celebraba el inicio del segundo ao, el gobierno promulgaba una de sus leyes emblemticas: la reforma previsional, con la que se haba querido dar el sello de un Estado de proteccin. Esa ley mejoraba ampliamente la pensin mnima, aseguraba una pensin a todas las mujeres, creaba sistemas de previsin para jvenes e incorporaba en el sistema a sectores hasta entonces excluidos. Por otro lado, y por primera vez desde la recuperacin democrtica, se enfrentaba la acusacin constitucional de la derecha contra un ministro, en este caso, la Ministra de Educacin.

    En este panorama convulsionado y contradictorio polticamente, qu balance puede hacerse de este primer perodo de gobierno, qu puede esperarse de los dos aos que le restan y cul puede ser el futuro de la Concertacin y de la Alianza, la coalicin opositora de derecha?

    Desde el punto de vista del balance, resulta evidente que el gobierno se ha caracterizado por un estilo ms receptivo y acogedor frente a las demandas y movilizaciones sociales y por su intencin de resolver los problemas inmediatos que pueden aquejar a la ciudadana. Ello qued de manifiesto en el caso de las movilizaciones estudiantiles en 2006 y en las de los subcontratistas del Cobre en 2007. Las primeras plantearon una

    crtica radical al sistema educativo a partir de demandas concretas sobre pasaje escolar, entre otras, y un cambio en la legislacin. Las segundas significaron una crtica a todo el sistema laboral actual, tambin a partir de demandas concretas sobre las contrataciones y en el marco de un cambio legislativo. La respuesta gubernamental no fue la represin ni la descalificacin, sino la acogida de esas demandas y la constitucin de consejos asesores amplios para pensar y resolver los problemas de fondo. Pero esta va adoleca de dos fallas. Por un lado, se careca de un horizonte o gua que orientara las soluciones de fondo, es decir de un proyecto poltico en torno al cual se articularan tales soluciones. Adems, al integrarse estos consejos con todas las posturas e intereses en juego se relegitimaban las posiciones que haban sido derrotadas durante las movilizaciones y se terminaba en un empate poltico legislativo debido a que el sistema electoral chileno favorece el empate entre la mayora gubernamental y la minora de derecha opositora.

    Otro gran conflicto que enfrent el go-bierno y que fue dominante durante 2007 fue el derivado del proyecto Transantiago, que intentaba una verdadera revolucin

    Qu balance puede hacerse de este primer perodo de gobierno, qu puede esperarse de los dos aos que le restan y cul puede ser el futuro de la Concertacin y de la Alianza, la coalicin opositora de derecha?

  • TODAVA 5

    en el transporte pblico de la capital. Los errores de diseo, pero sobre todo la nula vinculacin con la ciudadana para prepararla y hacerla participar en un cambio profundo de sus modos de vida cotidianos durante el gobierno de Lagos, hicieron pagar un alto costo al gobierno de Bachelet en materia de aprobacin pblica. Si bien la respuesta tcnica tard en llegar su implementacin est an pendiente y oblig a un cambio de gabinete, el nuevo ministro ha avanzado significativamente

    en la solucin. Lo importante es que otra vez la respuesta del gobierno fue sensible a la protesta ciudadana, pero no logr aprovechar la situacin para dar un salto en la conduccin poltica y pasar a la iniciativa.

    Y aqu radican entonces los dos grandes problemas del gobierno, sin dejar de valorar eso que puede llamarse el nuevo estilo, que en estricto rigor no es gobierno ciudadano como les gusta

    Temas pendientes

    Instalacin, 2002Foto: Gian Paolo Minelli

  • POLTICA

    6 TODAVA

    decir a la Presidenta y a sus colaboradores ms cercanos, sino que es un estilo de gran sensibilidad pero sin un eje conductor ni una capacidad de liderazgo y ordenamiento. El primero es la evidente contradiccin entre la preocupacin por un Estado de proteccin y una conduccin econmica que no se plantea las dos nicas condiciones necesarias para ello: una mayor injerencia del Estado en la economa y una drstica redistribucin de la riqueza y el ingreso, a travs de una reforma tributaria, que ha sido explcitamente excluida de la agenda gubernamental. El segundo es que ni la Presidenta ejerce un liderazgo fuerte, lo que no sera grave porque no es su estilo como s lo fue en el caso de Lagos, ni tampoco ha tenido, al menos hasta el cambio de gabinete de enero de este ao, un slido equipo de conduccin y negociacin poltica, ms all de la capacidad y alta calidad personal de ministros y asesores.

    Todo lo anterior ha creado el espacio para que la derecha opositora, que cuenta con el monopolio de los medios de comunicacin y tiene neutralizado tanto el canal pblico de televisin como los medios que podran considerarse afines al gobierno, desarrolle su cara ms agresiva, que culmina en denuncias de corrupcin al gobierno, una acusacin constitucional a la Ministra de Educacin, y la presentacin prematura de las candidaturas presidenciales para el prximo gobierno, dando por superado el actual. Al mismo tiempo, las debilidades mencionadas han permitido que en la Concertacin se planteen tambin

    iniciativas de candidaturas presidenciales prematuras, se exacerben disputas por el poder y por posicionamientos hacia el futuro, y se alimenten chantajes de grupos que lograron dividir a dos de sus partidos: el Partido por la Democracia y el Partido Demcrata Cristiano. Estos sectores terminaron creando nuevos referentes que se vinculan a la Alianza por Chile, la coalicin de derecha opositora formada por la Unin Demcrata Independiente y Renovacin Nacional.

    En este clima que parece generar una imagen de desgobierno, la Presidenta ha respondido de dos maneras principales, ms all de la constante presencia en terreno y el contacto con los sectores populares. Por un lado, a travs de los cambios de gabinete, aunque solo el ltimo de ellos parece rendir los frutos esperados de cohesin y de conduccin. Por otro lado, a travs de la poltica de buscar acuerdos con la oposicin para aprobar proyectos emblemticos como el de la reforma previsional, el de seguridad ciudadana y los pendientes en materia de educacin y equidad social, para todos los cuales se crearon previamente los consejos a los que ya aludimos. El problema principal reside en que estos acuerdos, ms que ser el resultado de consensos fundamentales sobre aspectos bsicos de la sociedad, tienden a consagrar aquellos elementos centrales del statu quo heredado de la dictadura y expresan, por lo tanto, situaciones de poder y veto por parte de los grupos con intereses creados y de la derecha, que no est dispuesta a alterar los ncleos duros de la institucionalidad

  • TODAVA 7

    generada bajo el rgimen militar ni tampoco el carcter inequitativo del modelo socioeconmico.

    De modo que, en lo que queda del perodo, no parece predecible que el gobierno d un golpe de timn hacia una opcin definidamente socialdemcrata ni tampoco en el sentido de promover una movilizacin que tienda a un cambio institucional. Lo ms probable es que la reforma poltica pendiente, si es que ella ocurre, se reduzca a incorporar a algunos sectores excluidos hasta ahora del sistema electoral, como los comunistas, sin alterarlo radicalmente en una perspectiva participacionista y representativa, y que nuevas reformas sociales, al tiempo de implicar una positiva mayor expansin hacia sectores sociales desfavorecidos, consoliden los rasgos fundamentales del modelo socioeconmico. Lo paradjico de esto es que todos los partidos de la Concertacin han planteado en sus diversos congresos e instancias ideolgicas o programticas la necesidad de un nuevo ciclo de la Concertacin, una refundacin marcada por el acento en las reformas poltico-institucionales (especialmente una nueva Constitucin) para poder pasar as definitivamente de un modelo liberal corregido a un modelo socialdemcrata que ataque en primer lugar el problema de la desigualdad. Por otro lado, tambin es muy probable que el gobierno vaya recuperando sus niveles de aprobacin en la opinin pblica y que la Concertacin obtenga un nuevo triunfo electoral en las elecciones municipales de fin de ao. Con ello quedar en mejores condiciones para enfrentar las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2009.

    Ahora bien, el primer problema que enfrenta la Concertacin es que no parece haber asimilado como conjunto los grandes avances pero tampoco las grandes carencias de sus gobiernos. En otras palabras, sigue entrampada en tareas propias de su poca fundacional (completar la democracia poltica y corregir

    los dficit del modelo socioeconmico heredado) y no ha planteado un nuevo proyecto poltico (nueva Constitucin y nueva institucionalidad) ni econmico (paso a un modelo de sociedad o Estado de proteccin), para incorporar a sectores excluidos hasta ahora. El segundo es que no ha sido capaz de generar su propia institucionalidad como coalicin de gobierno que permita, entre otras cosas, establecer un sistema de resolucin de la cuestin de los liderazgos presidenciales en lugar de recurrir a los mecanismos coyunturales que acumulan resentimientos mutuos que reaparecen en la siguiente ocasin. Es evidente que un candidato del bloque Partido Socialista-Partido por la Democracia tiene mayor capacidad de ganar un nuevo gobierno, pero tambin es cierto que a la Democracia Cristiana, afectada por una reciente divisin, se le hace muy difcil apoyarlo por tercera vez consecutiva. Y esto no se resuelve sin una visin de largo plazo y una institucionalidad que d garantas a todos de tener su oportunidad de aspirar a la candidatura presidencial, que hasta ahora ha sido equivalente a ganar la eleccin y ser presidente. Porque, en la medida en que la Concertacin, a partir de sus componentes actuales y sin perder ninguno de ellos, se expanda hacia otros sectores polticos en el campo de la izquierda, no parece posible un triunfo de la derecha, demasiado identificada pese a los esfuerzos recientes de Joaqun Lavn de refundarla en una nueva perspectiva con su pasado autoritario o con su impronta oligrquica o plutocrtica.

    De modo que si la Concertacin resuelve bien sus dos problemas centrales, nada excluye que pueda ganar un quinto gobierno y cumplir la promesa pendiente de pasar desde una poca pospinochetista a la era democrtica del bicentenario. n

    El gobierno se ha caracterizado por un estilo ms receptivo y acogedor frente a las demandas y movilizaciones sociales y por su intencin de resolver los problemas inmediatos que pueden aquejar a la ciudadana.

  • OPININ

    por robert levine profesor de Psicologa en la Universidad del Estado de California (Fresno)

    Artista invitado juan travnik

    8 TODAVA

    En lo que podra considerarse la ms impresionante de las piruetas inte-lectuales, la economa moderna ha redu-cido el tiempo el ms oscuro y amorfo de los intangibles a la ms objetiva de las cantidades: el dinero. Vivimos en un mundo en el que los trabajadores cobran por hora, los abogados fijan sus honorarios segn cunto vale un minuto de su trabajo, y la pauta publicitaria se establece por segundo (86.667 dlares por segundo para el Super Bowl de 2007). Poniendo el tiempo y los objetos en una misma escala de valores es posible deter-minar a cuntas horas de trabajo equiva-le el precio de la computadora en la que estoy escribiendo este artculo.

    Es as, realmente? Como cientfico social, he dedicado gran parte de los

    ltimos treinta aos al estudio de la concepcin, el empleo y la medicin del tiempo en distintas partes del mundo. Y si algo he aprendido de mis investigacio-nes, es que las agujas del reloj encierran solo una faceta de la experiencia humana del tiempo. Existen grandes diferencias culturales en los conceptos de tarde y temprano, de la espera y el apuro, o del pasado, el presente y el futuro. Sin dic-cionario que le ayude a descifrar las re-glas culturales, el extranjero despreveni-do puede tropezar con ciertos obstculos temporales, producto de la confusin.

    En un estudio muy revelador, los soci-logos James Spradley y Mark Phillips entrevistaron a un grupo de voluntarios del Cuerpo de Paz de Estados Unidos, pidindoles que clasificaran treinta y

    un mundo de diferencias

    El tiempoEn las sociedades que se guan por el tiempo del reloj, la puntualidad es un valor social; en otras, en cambio, predomina el tiempo de los acontecimientos.

  • TODAVA 9

    juan travnik Mar del Plata

  • 10 TODAVA

    OPININ

    tres tems segn el grado de adaptacin cultural que hubieran requerido de su parte durante sus misiones en destinos extranjeros. La lista inclua una gran variedad de aspectos con los que todo viajero obsesivo estar familiarizado. Por ejemplo: el tipo de comida, la higiene personal de los habitantes del lugar, el porcentaje poblacional de personas de mi mismo grupo tnico y el estndar de vida. No obstante, adems del dominio de una lengua extranjera, las dos dificul-tades ms mencionadas por los volunta-rios tenan que ver con el tiempo social: el ritmo de la vida y uno de sus compo-nentes ms importantes, la puntualidad.

    Yo viv este tipo de choque cultural en carne propia cuando, en el comienzo de mi carrera, estuve un ao trabajando como profesor extranjero en una univer-sidad de Niteroi, una ciudad mediana de Brasil que se encuentra enfrente de Ro de Janeiro, cruzando la baha. Haba previsto dificultades en terrenos como la lengua, la privacidad y la limpieza, pero stas resultaron ser mnimas en compa-racin con los dolores de cabeza que me trajeron las ideas de los brasileos acerca del tiempo y la puntualidad.

    Comenc a dar clases justo despus de llegar a la ciudad. El primer da, camino a la universidad, pregunt la hora. Eran las nueve y cinco, de modo que me so-braba tiempo para llegar tranquilo, ya que la clase era a las diez. Transcurrida una media hora, segn mis clculos, me fij en un reloj de la calle: las diez y veinte, deca. Entr en pnico y empec a correr en busca del aula, mientras reciba

    saludos del estilo de al, professor, tudo bem, professor? de parte de estudiantes que no parecan tener el menor apuro, muchos de los cuales estaban en mi cur-so, segn me enter ms tarde. Llegu sin aliento y me encontr con el aula vaca.

    Nervioso, le pregunt la hora a alguien que pasaba por ah. Las diez menos cuarto, me dijo. No poda ser. Le pre-gunt a otra persona. Las diez menos cinco, me contest. El reloj de una ofi-cina que estaba por all marcaba las tres y cuarto. Acababa de aprender las dos primeras lecciones: 1. Los relojes brasi-leos eran terriblemente imprecisos; 2. A nadie pareca importarle demasiado, salvo a m.

    Mi clase duraba desde las diez hasta las doce. Muchos alumnos llegaron tarde. Varios aparecieron despus de las diez y media y algunos cerca de las once. Incluso hubo dos que llegaron ms tar-de todava. Todos los que iban llegando mostraban unas sonrisas muy relajadas que, con el tiempo, aprend a disfrutar. Todos me saludaban y, pese a que uno o dos esbozaron unas breves disculpas, ninguno pareca estar demasiado preocu-pado por haber llegado tarde. Daban por sentado que yo entendera la situacin.

    En realidad, no me sorprendi que los alumnos brasileos llegaran tarde. Ya conoca el estereotipo del amanh: si algo puede dejarse para maana, por qu hacerlo hoy? Lo que s fue una sorpresa fue lo que sucedi al final de la primera clase, al medioda.

    En California, jams tena que mirar un reloj para saber cundo estaba por ter-minar la clase. El movimiento de libros y carpetas que indica la finalizacin de las tareas del da va acompaado de ex-presiones de hartazgo que parecen estar diciendo: tengo hambre, tengo que ir al bao o, en sus versiones ms extre-mas, lo voy a matar si nos retiene aqu un segundo ms.

    En cambio, durante mi primera clase en Brasil, cuando lleg el medioda, solo unos pocos estudiantes se levantaron y se fueron enseguida. Otros se fueron yendo sin prisa durante los quince minutos siguientes, mientras algunos seguan ha-cindome consultas. Cuando los ltimos alumnos que quedaban en el aula se le-vantaron y se fueron, a las doce y media, era yo el que tena hambre, tena ganas de ir al bao y los quera matar.

    Durante el ao en que viv en Brasil, mi ritmo siempre era diferente del de los dueos de casa. Finalmente, me di cuenta de que el motivo de mi torpeza temporal era que los brasileos cultiva-ban una relacin con el tiempo que poco tena que ver con la que yo conoca. Yo viva de acuerdo con el tiempo del reloj. Ellos, segn el tiempo de los acontecimientos.

    Si nos guiamos por el tiempo del reloj, la hora que marca este instrumento rige el comienzo y el final de nuestras activi-dades. Cuando lo que predomina es el tiempo de los acontecimientos, son las actividades las que determinan los hora-rios. Las situaciones empiezan y termi-

  • TODAVA 11

    nan cuando los participantes sienten, de comn acuerdo, que el momento es el adecuado. En su libro Temporal man, el socilogo Robert Lauer llega a la con-clusin de que la diferencia fundamental en la medicin del tiempo a lo largo de la historia es la que se da entre quienes se rigen por el reloj y quienes prefieren los acontecimientos sociales como gua.

    Los antroplogos han descrito muchos ejemplos de culturas contemporneas que miden el tiempo segn el desarrollo de los acontecimientos. En algunas re-giones de Madagascar, preguntar cunto dura algo invita respuestas tales como El tiempo que tarda el arroz en cocinar-se (una media hora) o Lo que se tarda en frer una langosta (unos segundos). Los pueblos nativos de la zona del ro Cross, en Nigeria, dicen cosas como sta: El hombre muri en menos de lo que tarda el maz en asarse por completo (es decir, menos de quince minutos). Y para dar ejemplos de nuestra propia cultura, podemos mencionar que, hasta no hace muchos aos, el New English Dictionary inclua una entrada para pissing while (el momento que se tarda en orinar), una medida de tiempo bastante transparente, que se traduce fcilmente de una cultura a otra.

    En muchos pases abrazan el tiempo de los acontecimientos como filosofa de vida. En Mxico o un proverbio que condensa esa filosofa: darle tiempo al tiempo. Al otro lado del ocano, en frica, gustan de decir hasta el tiempo lleva su tiem-po, y en Indonesia tienen una medida de tiempo denominada jam karet (tiempo

    En muchos pases abrazan el tiempo de los acontecimientos como filosofa de vida. En Mxico o un proverbio que condensa esa filosofa: darle tiempo al tiempo. Al otro lado del ocano, en frica, gustan de decir hasta el tiempo lleva su tiempo, y en Indonesia tienen una medida de tiempo denominada jam karet (tiempo de goma).

    Buenos Aires

    1985

  • OPININ

    12 TODAVA

    de goma). Uno de los pilares de la cultu-ra de Trinidad es que cualquier tiempo es el tiempo de Trinidad, mientras que en Brunei, la pregunta que la mayora de la gente se hace al levantarse es Qu ir a pasar hoy?.

    Hasta los ms fanticos del tiempo del reloj se guan a veces por el tiempo de los acontecimientos. Los estadouniden-ses, claros exponentes de este grupo, suelen llegar a una fiesta con mucha ms puntualidad que los brasileos. (En uno de nuestros estudios, los brasileos encuestados afirmaron que, normalmen-te, llegaban ms de media hora tarde al cumpleaos de un familiar, mientras que los estadounidenses que participaron del estudio dijeron que no se retrasaban ms de tres minutos.) Sin embargo, una vez en la fiesta, ni el invitado estadounidense ms obsesivo cronometra las conver-saciones que mantiene. A nadie se le ocurrira decir te agendo para charlar de 7:18 a 7:31, por ejemplo. Cundo empieza o termina una conversacin? Por un acuerdo tcito entre los inter-locutores, cuando llega el momento apropiado; es decir, sucede y punto. Eso es guiarse por el tiempo de los acon-tecimientos.

    Nuestra concepcin del tiempo refleja los valores cultu-rales ms personales. Despus de todo, la forma en que experimentamos el fluir temporal es ni ms ni menos que la forma en que vivimos la vida.

    Buenos Aires

    1991

  • TODAVA 13

    Hay una tercera forma de medir el tiempo, cuando se hace prcticamente imposible recurrir a inventos mecnicos: la naturaleza. En muchas culturas, los hechos ms importantes de la vida la siembra y la cosecha, el pastoreo de los animales y su regreso al corral siguen rigindose por el reloj natural. Un ex alumno, Salvatore Niyonzima, cuenta un ejemplo interesante de su tierra natal, Burundi. La vida all, como en casi toda frica Central, se rige por las estacio-nes. Ms del ochenta por ciento de la poblacin vive de las tareas agrcolas y, en consecuencia, todava dependen de los ciclos de la naturaleza para medir el tiempo, explica Niyonzima. Cuando empieza la estacin seca, es tiempo de la cosecha. Cuando vuelve la estacin de las lluvias, es momento de volver al campo y sembrar. Y as es como avanza la vida.

    Los horarios de citas, turnos o entrevistas tambin responden a los ciclos de la na-turaleza en Burundi. Las citas no se ha-cen de acuerdo con una hora del da. Las personas que se cran en zonas rurales y no reciben demasiada educacin formal arreglan sus encuentros con enunciados como: muy bien, nos vemos maana por la maana, cuando las vacas salen a pastorear. Para encontrarse al medio-da, acuerdan una cita para el momento cuando las vacas bajan a tomar agua al arroyo, que es el lugar al que van al pro-mediar el da.

    Especificar horarios para una cita noctur-na, explica Niyonzima, puede llegar a ser bastante complicado. Yo nunca dira una hora concreta, como las ocho o las nueve. Cuando los lugareos quieren mencionar las distintas horas de la no-che, hacen referencia a aspectos vincula-dos con el sueo. Dicen que algo ocurri cuando no quedaba nadie despierto o, para ser un poco ms especficos, cuan-do la gente se adentraba en el primer perodo del sueo. Para hablar de horas ms avanzadas, podran explicar que algo sucedi cuando ya casi era de da o

    cuando cant el gallo, o bien cuando el gallo cant por primera vez o por segun-da vez. Y luego ya vuelven a las vacas.

    La forma en que las personas conciben, emplean y miden el tiempo es un valor cultural fundamental y, por definicin, todos los valores culturales son arbitra-rios. Si bien es cierto que ninguna forma de medir el tiempo es inalterable, los hbitos construidos a partir de ellas con frecuencia son difciles de modificar.

    Seguramente, el presidente peruano Alan Garca estara de acuerdo con las afirmaciones del prrafo anterior. En Per, llegar tarde es un hbito tan arrai-gado que hasta tiene nombre: hora peruana. Para muchos peruanos, la frase simboliza la relacin informal con el tiempo a la que son tan afectos. Sin embargo, por ese hbito se paga un pre-cio muy alto: la falta de puntualidad le cuesta al pas unos cinco mil millones de dlares al ao. En marzo del ao pasado, el presidente Garca declar que estaba harto de esta costumbre desagradable, negativa y perjudicial. En una ceremo-nia televisada para todo el pas, lanz una campaa denominada La hora sin demora, en la que se insta a los comer-cios, las dependencias del gobierno y las escuelas a no tolerar la impuntualidad.

    La hora sin demora tuvo un impacto considerable. Casi un ao despus de lanzada la campaa, todava se ven los afiches en los hospitales y las oficinas pblicas. Y en los noticiarios de la maa-na, los relojes de los canales presentan diferencias de menos de medio minuto, mientras que antes de la campaa po-dan llegar a ser de varios minutos.

    Sin embargo, al gobierno se le har cues-ta arriba convencer a veintisiete millones de peruanos de que deben abandonar el hbito de la hora peruana. De hecho, no fue un buen comienzo que Associated Press recibiera la invitacin para la ce-

    remonia de lanzamiento de la campaa, que tendra lugar a las once de la maa-na, a la una y media de la tarde del mis-mo da, es decir, mucho despus de ter-minado el acto. Hace poco, El Comercio, uno de los principales diarios del pas, public un fotorreportaje de una pgina mostrando los avances que se haban hecho hasta el momento. La conclusin rezaba: ser un proceso largo.

    Tienen razn. Nuestra concepcin del tiempo refleja los valores culturales ms personales. Despus de todo, la forma en que experimentamos el fluir temporal es ni ms ni menos que la forma en que vivimos la vida. Me interesa muchsimo ver cmo termina esta campaa; pedirle a un pueblo entero que cambie el tiempo de los acontecimientos por el tiempo del reloj es un proyecto muy, pero muy am-bicioso.

    En un estudio realizado en 2006, los edi-tores del Oxford English Dictionary com-probaron que time (tiempo) es el sustan-tivo ms usado de la lengua inglesa. Sin embargo, el significado de esa palabra para cada pueblo es mucho ms comple-jo que la frecuencia de uso. Como afirma Jeremy Rifkin en su libro Las guerras del tiempo, cada cultura tiene un conjunto nico de huellas digitales temporales. Conocer a un pueblo es saber cules son los valores temporales que rigen la vida de sus integrantes. n

  • EDUCACIN

    por simon schwartzmanInstituto de Estudos do Trabalho e Sociedade, Ro de Janeiro

    Brasil, el agujero negro de la educacin Un balance de las polticas que se implementaron en los ltimos aos para dar respuesta a un problema central: cmo mejorar la calidad de la educacin.

    Ilustraciones mara alcobre

    14 TODAVA

  • TODAVA 15

    En la dcada de los noventa, Brasil logr final-mente aunque con gran retraso en relacin a la Argentina, Chile y Uruguay que todos los nios de 8 a 12 aos asistieran a algn tipo de escuela. Fue el resultado de un largo proceso que se consolid con la creacin de un fondo nacional para la educacin, destinado a distribuir recursos entre los gobiernos municipales y estaduales de acuerdo con el nmero de inscriptos en las escuelas de nivel bsico. El Minis-terio de Educacin, por su parte, empez a perfeccio-nar las estadsticas y a evaluar los conocimientos de los estudiantes a travs de una muestra nacional, el Sistema de Avaliao da Educao Bsica (SAEB).

    A pesar de ello, los datos suministrados recientemen-te por el Programa para la Evaluacin Internacional de Estudiantes (PISA) de la Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo Econmico (OCDE) mos-traron que los alumnos aprenden muy poco, repiten varias veces el mismo grado, muchos terminan sien-do funcionalmente analfabetos, y que los resultados dependen casi por completo del nivel socioeconmico de las familias. A los 14-15 aos de edad, muchos j-venes de origen social bajo dejan la escuela y nunca completan los nueve aos obligatorios de educacin.

    Por qu los chicos no aprenden, y por qu abando-nan la escuela al comienzo de la adolescencia? ste es el gran agujero negro de la educacin, no solamente en Brasil, sino en casi toda Amrica Latina. Si bien existe incertidumbre sobre la naturaleza y las causas de este problema, queda claro que la capacidad de los sistemas educativos de absorber recursos y energa sin producir resultados parece ser infinita. A dife-rencia de lo que ocurre con los agujeros negros en la fsica, muchos creen saber lo que hay que hacer con los agujeros negros de la educacin, y Brasil no es la excepcin; por el contrario, es un pas especialmente rico en polticas educativas frustradas. Para explicar este problema se apela a los malos sueldos y a la baja calificacin de los maestros. Ahora bien, los datos

    indican que los profesores de las escuelas estatales ga-nan ms que los de las privadas y que, a pesar de ello, el desempeo de sus estudiantes es peor. En el Estado de So Paulo, por ejemplo, los docentes perciben mejores salarios que los de Minas Gerais, pero sus alumnos obtienen peores resultados. Por otra parte, la decisin de promover la formacin superior de los docentes condujo a un crecimiento desmedido de facultades nocturnas, de calidad discutible, en las que los maestros reciben ttulos que les garantizan suel-dos ms altos, pero que aparentemente no inciden en la calidad de la educacin que imparten.

    La dificultad de entender lo que est pasando, combi-nada con la necesidad de presentar resultados a corto plazo, explica al menos en parte las polticas educati-vas que se aplicaron en los primeros cuatro aos del gobierno de Luis Ignacio Lula da Silva. Su primer gran proyecto en el rea de educacin fue el Progra-ma Nacional de Alfabetizacin de Jvenes y Adul-tos, inspirado en la Pedagoga del oprimido, de Paulo Freire, de los aos sesenta. Este programa intentaba ser al mismo tiempo un proyecto educativo y de mo-vilizacin social, conducido no por las instituciones educativas sino por organizaciones sociales de base popular. Pero el gobierno no tuvo en cuenta las esta-dsticas disponibles, que indicaban que el analfabetis-mo en el pas se limitaba cada vez ms a las personas ms viejas de las regiones ms pobres, quienes dif-cilmente podran aprovechar ese tipo de educacin. Algunos aos despus, la encuesta anual de hogares demostr que el programa no haba influido en las tasas de analfabetismo del pas, que continuaban ba-jando a su ritmo histrico, en funcin de los cambios demogrficos. Tambin empezaba a ser cada vez ms evidente el uso inadecuado que las organizaciones no gubernamentales creadas para optimizar la educacin hacan de los recursos pblicos.

    El destino del programa de alfabetizacin fue similar al del programa Fome zero [Hambre cero], que se

  • 16 TODAVA

    EDUCACIN

    present al inicio del mandato de Lula como primera prioridad, y luego, un ao despus, se abandon. Inspi-rado en los movimientos sociales de origen catlico, y cercano al movimiento de los Sin Tierra, este progra-ma buscaba movilizar la caridad de las clases medias y ricas, y organizar las comunidades campesinas para crear una economa rural basada en la agricultura familiar y en la produccin de alimentos para el au-toconsumo. En realidad, la pobreza en Brasil no est asociada a una situacin de hambre, como en algunas regiones de frica o Asia, y la expansin del agrone-gocio permiti tanto reducir el precio de los alimentos para la poblacin como recuperar la economa del pas, a travs del crecimiento de las exportaciones. Aun-que la expresin Fome zero todava se utilice en la publicidad del gobierno, el programa se suspen-di cuando la encuesta de gastos de los hogares de 2002-2003 indic que los problemas alimentarios en Brasil estaban relacionados sobre todo con la obe-sidad, y no con carencias nutricionales.

    El plan Fome zero fue reemplazado en la prctica, sin que se lo reconociera explcitamente, por el pro-grama de becas para las familias de bajos ingresos, que apuntaba a solucionar al mismo tiempo los pro-blemas de la educacin y los de la distribucin del in-greso. En realidad, este programa ya se haba puesto en marcha en varios municipios en los aos noventa y, ms tarde, durante el gobierno de Fernando Henri-que Cardoso, se extendi a nivel federal. El propsito era dar una pequea subvencin gubernamental a las familias pobres para que sus hijos se mantuvieran en la escuela, bajo la suposicin de que los chicos no iban a estudiar porque tenan que trabajar. Tambin se pusieron en marcha planes para apoyar a las fa-milias con la compra de alimentos, o de gas, o para estimular el uso de los servicios de salud. Todos ter-minaron reunidos en un gran programa de becas a la familia, que lleg a asignar recursos a una de cada cuatro familias. El Banco Mundial prest apoyo tcni-

    co y financiero y traslad la experiencia a otros pases bajo la denominacin de conditional cash transfers [transferencias de dinero condicionadas].

    De manera similar al programa de alfabetizacin, el de becas busca enfrentar el problema de la educacin desde afuera del sistema educativo, estimulando la demanda. Curiosamente, en l convergen la visin cristiana de la caridad el dar dinero a los pobres; la propuesta clsica de Milton Friedman del impuesto negativo sobre la renta; el supuesto de los economis-tas de que la falta de educacin de los nios se explica porque las familias deciden hacerlos trabajar; y la idea conservadora de que no se debe transferir recursos a los pobres sin exigir explcitamente una contrapartida de ah el nfasis en la condicionalidad.

    El impacto de las becas sobre la educacin ha sido prcticamente nulo. Casi todas las familias beneficia-das ya llevaban sus hijos a la escuela: los eventuales ingresos provenientes del trabajo infantil son muy inferiores a las ventajas de tener un lugar donde dejar a los chicos durante el da. En realidad, la desercin escolar, que empieza a los 14-15 aos de edad, tiene ms que ver con la mala calidad de las escuelas y su dificultad en transmitir contenidos significativos para los jvenes que con la necesidad que stos puedan tener de trabajar; adems, el valor de las becas es demasiado bajo. No obstante, el sistema de becas se mantiene y es el programa social ms importante del gobierno. En primer lugar, porque contribuye de he-cho a reducir la desigualdad de ingresos, aunque no tanto como lo hace la creacin de nuevos y mejores puestos de trabajo; en segundo lugar, porque garan-tiza votos para el partido del gobierno, sobre todo en las regiones ms pobres.

    Ahora bien, a partir de la reeleccin de Lula en 2006, las polticas educativas de su gobierno empezaron a cambiar. Influenciado por el movimiento Compro-miso de Todos por la Educacin, que lideran empre-

  • TODAVA 17

    sarios de So Paulo, el gobierno hizo una evaluacin de todas las escuelas del pas, reserv recursos para apoyar a las instituciones ms necesitadas que lo-graran mejores resultados en evaluaciones futuras, y estableci como metas que todos los alumnos puedan leer y escribir con fluidez a los 8 aos de edad y que sus conocimientos alcancen el nivel promedio de los pases de la OCDE. El antiguo programa de alfabeti-zacin a travs de las ONG se convirti en un plan de educacin para jvenes y adultos que deba ser admi-nistrado por las escuelas. Y el anterior fondo de finan-ciacin de la educacin bsica fue ampliado y trans-formado en un nuevo programa de ayuda destinado a todos los niveles de educacin no universitaria.

    Frente a este cambio de orientacin se pens que el gobierno volva a ocuparse del problema central de la educacin del pas: la mala calidad de las escuelas pblicas. Sin embargo, todava se destinan pocos re-cursos a los municipios de peor desempeo, y el go-bierno parece no saber cmo apoyarlos para cumplir sus metas. Y mientras algunos problemas centrales permanecen sin resolver la mala formacin de los maestros, la ausencia de metodologas apropiadas de alfabetizacin, la no definicin de los contenidos curriculares, las escasas horas diarias de clase, la ad-ministracin burocrtica y rutinaria de las escuelas, la falta de recursos mnimos para el mantenimiento de las escuelas en los municipios ms pobres, sobre todo en el rea rural se anuncian nuevos programas, ma-

    sivos y de resultados imprevisibles, como la compra de computadoras para los alumnos y la capacitacin de los maestros por medio de cursos a distancia o semi-presenciales.

    Por ltimo, es necesario recordar que la educacin b-sica en Brasil est descentralizada y les corresponde a los gobiernos estaduales y municipales administrar las redes pblicas. El gobierno federal puede jugar un papel importante asignando recursos a las regiones ms pobres, definiendo los contenidos curriculares nacionales, comprando y distribuyendo libros didc-ticos, pero son los gobiernos locales los que deben introducir los cambios y polticas que efectivamente ayuden a superar el agujero negro de la educacin en el pas. El estado de So Paulo, por ejemplo, decidi no participar de la mayora de los programas fede-rales porque considera que no estn bien dirigidos y que cuentan con pocos recursos. De hecho, est introduciendo sus propios cambios, que consisten en reforzar la alfabetizacin inicial en las escuelas, rede-finir los currculos, diversificar las opciones a nivel medio, poner en marcha un sistema de evaluacin de las escuelas, y mejorar la seleccin de directores y maestros. Otros estados y municipios han imple-mentado iniciativas semejantes a las de So Paulo, y es probable que gradualmente logren encontrar los caminos para salir adelante. n

    Por qu los chicos no aprenden, y por qu abandonan la escuela al comienzo de la adolescencia? ste es el gran agujero negro de la educa-cin, no solamente en Brasil, sino en casi toda Amrica Latina.

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    EDUCACIN

    por ins dusselcoordinadora del rea Educacin de Flacso/Argentina

    juan carlos tedesco

    Que la escuela ensee y los chicos aprendan: as de simple

    Cules son los problemas centrales de la educacin latinoamericana? Cmo se ubica el sistema escolar en medio de las transformaciones culturales, econmicas y polticas que estamos viviendo? En esta conversacin con Juan Carlos Tedesco, Ministro de Educacin desde el 10 de diciembre de 2007, dialogamos sobre las posibilidades de accin que tiene el Estado para mejorar la educacin.

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    Me gustara empezar esta charla hablando de la educacin en Amrica Latina. Cmo ve hoy los sistemas educativos en la regin?

    Siempre hablar de Amrica Latina fue un problema. Es muy difcil concebirla como una regin homog-nea, porque hay situaciones de enorme diversidad. Y esa diversidad, en lugar de disminuir, aumenta, porque ahora tenemos no solo niveles de desarrollo econmico y social distintos, sino tambin modelos o constelaciones poltico-ideolgicas diferentes. En-tonces, hablar hoy de Amrica Latina es muy difcil, y quizs sea preferible hablar de casos o situaciones particulares. En algunos lugares hay avances y apren-dizajes muy importantes. Las reformas de los aos noventa y las ms recientes estn dejando enormes enseanzas. Y la ms significativa de todas es que no hay un camino nico que garantice el xito.

    No hay una llave mgica.No, eso no existe, qued claro. Y estamos llegando a algunas conclusiones que tal vez parezcan obvias, pero que son muy importantes. La educacin en Amrica Latina se ha expandido mucho, pero tene-mos muy serios problemas de calidad. Se acab la etapa de expansin fcil que rigi en las ltimas dca-das. Hoy, para seguir creciendo, hay que mejorar la calidad.Y tambin aprendimos que la cuestin ahora es que la escuela ensee y los chicos aprendan: as de sim-ple. En la actualidad, el debate pedaggico est recu-

    perando su lugar central en las reformas educativas. En los noventa la gran hiptesis era institucional. Se planteaba que haba que cambiar el diseo institucio-nal del sistema: descentralizacin o centralizacin, medicin o no medicin, sistemas de financiamiento. Ahora empezamos a entender que, aunque todo eso sea importante y haya que hacerlo, la clave est en lo que sucede en el proceso de enseanza y aprendizaje dentro del aula y de la escuela. Esta nueva centralidad de la enseanza se produce en un momento de fuerte debilidad del saber pedaggi-co, en el que no hay certezas. Enfrentamos problemas nuevos para los cuales no hay muchas respuestas Ah radica uno de los ejes del debate: al mismo tiem-po que hay que instalar la centralidad de lo pedag-gico en las aulas, hay que construir ese saber. Es un desafo muy interesante, y puede ser apasionante. As estamos en este momento en la educacin latinoame-ricana: en algunos lugares se est intentando enfren-tar el problema de la educacin con criterios de justi-cia social; en otros lugares, claro, ni se lo plantean.

    Veamos entonces el diagnstico, el punto de partida. Cmo ve hoy la enseanza y el aprendizaje?

    Bueno, hoy tenemos un universo muy variado de prcticas. Muchas veces predomina una ausencia de formas de enseanza-aprendizaje, una cierta anomia en trminos pedaggicos. Si uno observa las escuelas, no hay una pauta clara y establecida de cmo ense-

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    EDUCACIN

    ar. Y cuando existe, puede ser muy tradicional y no tiene buenos resultados. En muchos casos, la pauta tradicional fue reemplazada por la no-pauta, por una especie, insisto, de anomia: las ideas son cambiadas permanentemente, no se las domina bien, se intenta una y otra vez Al mismo tiempo, se estn realizando innovaciones interesantes, con buenos resultados. Hay algunas dimensiones comunes a estas experiencias exitosas que tienen que ver con caractersticas de personalidad de los docentes. Hoy, ms que nunca, estas caracters-ticas empiezan a ser consideradas factores tcnicos, no estn disociados. Cules son esas caractersticas de personalidad? Menciono algunas:- tener confianza en la capacidad de aprendizaje de los alumnos;- tener un proyecto claro sobre adnde se quiere llevar a los alumnos;- tener responsabilidad por los resultados (que el re-sultado no me sea indiferente);- tener cierta actitud de compromiso poltico, en el sentido ms amplio de la palabra. Hoy la educacin es un factor importante de justicia social. El maestro normalista era o al menos daba la imagen de ser un maestro comprometido con la cons-truccin de la Nacin; haba una cultura poltica, no partidaria, un compromiso poltico que formaba parte de la cultura profesional del maestro. Para nosotros, esto es un dficit de las polticas educativas actuales. Uno puede trabajar para aumentar las horas de clase,

    poner computadoras en las escuelas, construir nue-vos edificios y mejorar los que ya estaban, es decir, uno puede utilizar todos los insumos materiales de la poltica, pero lo difcil es tener polticas de subjetividad. Cuando se logr, como con los maestros normalistas, a fines del siglo XIX, fue el resultado de un proyecto social y cultural, no de un proyecto educativo.En este tiempo, en cambio, construir una sociedad justa no es todava un valor compartido culturalmente por el conjunto de la sociedad, un valor que movilice a todos sus actores y, en particular a sus maestros. Ah est la gran batalla.

    Pero, puede el Estado incluso uno podra preguntarse si debe tener polticas de sub-jetividad docente? Tiene derecho a inter-venir en ese mbito? Y por otro lado, cmo pensar en este compromiso poltico sin vin-cularlo al conocimiento?

    Claro, hacer esa separacin es incorrecto. Tal vez, ha-bra que ver si no conviene implementar una especie de juramento inicial, a la manera del juramento hipo-crtico de los mdicos, sobre los valores de la profesin docente. Este compromiso debe estar asociado a la justicia social, a la responsabilidad por los resultados del aprendizaje y puede despertar la necesidad de estar actualizado permanentemente, y de innovar la gestin de la escuela. Sobre el primer punto, si el Estado puede o debe plantear un sentido compartido para la docencia,

  • TODAVA 21

    creo que una sociedad se construye as: admite la diversidad, pero esa diversidad tiene que montarse sobre un piso comn que permita vivir juntos. Si no, estamos en el mercado. La diferencia entre el mercado y la sociedad es sa. Reivindico el informe Delors* cuando dice que, en el nuevo capitalismo, lo importante es aprender a vivir juntos. Eso no sig-nifica renunciar a lo mo, sino ver qu es lo que me une al otro y qu es lo que me diferencia.Y que esa diversidad sea riqueza, sea patrimonio comn, y no un problema. La escuela puede ser un mbito donde construyamos un sentido compartido, donde el respe-to al otro sea fundamental. Y precisamente ensear-lo es la funcin de la escuela. Esto es muy importante porque una de las caracters-ticas de este nuevo capitalismo es el dficit de sentido. En esta lnea, me gusta mucho el anlisis de Richard Sennett cuando afirma que uno de los rasgos de esta sociedad es nada a largo plazo. En un contexto as, plantear el largo plazo y el tema de un sentido com-partido juega un papel poltico clave. Si alguien quie-re, en este momento, ser anticapitalista (as, entre comillas), entonces tiene que recuperar el tema del largo plazo, del sentido y de la justicia. En el caso de la educacin, la idea de pacto educativo, es decir, la voluntad de someter la educacin a un de-bate pblico entre todos los actores, es fundamental.

    La discusin poltica pblica, la discusin colectiva, es necesaria en una poltica educativa que tienda a la justicia. Tiene un papel contracultural importante.

    La escuela misma se ha convertido en una institucin contracultural? Pienso en el valor que se le da al largo plazo, a la re-flexin

    Claro, por eso el pensamiento neoliberal ms duro ataca no a una determinada escuela, sino a la escue-la como institucin. Segn este enfoque, hay que quedarse en la casa Y, como las nuevas tecnologas lo hacen posible, esta postura parece moderna, y no tradicional o conservadora. Pero, en realidad, implica terminar con un espacio pblico de socializacin. Las charter schools, el homeschooling, tienen que ver con terminar con la escuela como un espacio pblico donde se encuentran diferentes. Lo mismo puede decirse de la guetizacin de la escuela, que va acompaada de la guetizacin de la ciudad. Hoy los barrios no son hete-rogneos, incluso en una ciudad como Buenos Aires, donde tradicionalmente lo eran. En la actualidad es muy difcil hacer una escuela donde se encuentren diferentes, cuando los que habitan alrededor de la escuela son todos del mismo sector social.

    Qu piensa de la propuesta cultural de la es-cuela? Parece ms atada a concepciones tra-dicionales del conocimiento que difcilmen-te podramos calificar de contraculturales.

    Construir una sociedad justa no es todava un valor compartido cultu-ralmente por el conjunto de la sociedad, un valor que movilice a todos sus actores y, en particular a sus maestros. Ah est la gran batalla.

    * Informe sobre educacin que realiz la UNESCO en 1993.

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    EDUCACIN

    Y qu pasa con el uso de las nuevas tecnolo-gas y de la televisin?

    Bueno, es una pregunta muy amplia. Primero, sera muy tecnocrtico pensar que el problema radica en las tecnologas, ya sea la televisin, las computadoras o el telfono. No es la tecnologa la que determina su uso social, sino las sociedades y los seres humanos. La escuela tiene que trabajar con todo eso, y redefinir su papel. Como en cualquier otro proceso social y productivo, la tecnologa reemplaza lo menos cali-ficado del trabajo humano. En el espacio educativo, puede reemplazar la transmisin de informacin. As se libera tiempo, inteligencia, esfuerzo, para ocuparse de lo ms calificado, que es el aprendizaje, guiar al alumno, entre otras cosas. sa, me parece, es la lnea por la que hay que introducir en la escuela las nuevas tecnologas. Por ejemplo, hay que ensear a mirar tele-visin. Cmo se hace? Ensendoles a los chicos cmo se produce un programa. Si los chicos saben qu hay por detrs, estn mejor preparados para no dejarse manipular. Por otro lado, admitamos que cada tecnologa tiene su especificidad, su complejidad. Sabemos menos en el caso de las computadoras. Estamos en un terreno bastante incierto en el que hay investigaciones para todos los gustos. Y ah s que las polticas educativas deben tomar decisiones de muy alto riesgo, tanto si se introducen las computadoras dentro del aula como si no. Si se las introduce, es un exceso de audacia, y si no, es un exceso de prudencia.

    Hay una distancia entre el tiempo de cambio poltico limitado a un perodo electoral, y sometido, adems, a las exigencias de la pren-sa y del electorado y el tiempo de cambio de las escuelas ms lento, ms disperso, menos espectacular. Qu se puede hacer desde un ministerio nacional de educacin para abor-dar estos problemas de los que hablamos? Y qu piensa de la reforma general como es-trategia de intervencin?

    Cuando se llega al Ministerio, uno aprende que hay paradjicamente enormes lmites y enormes posibili-dades de hacer. Las dos cosas al mismo tiempo, y no es contradictorio. Hoy, quiz, pocos creen en la idea de las grandes reformas de los sesenta o de los noven-ta. Pero, en cambio, se pueden plantear ciertas lneas de accin claras. Sabemos, por ejemplo, que hay que mejorar sustancialmente las condiciones materiales del aprendizaje. Para eso es necesario que haya pla-nes importantes de infraestructura y equipamiento de las escuelas, horas de clase, manuales, libros y computadoras. Y se puede hacer.Una segunda lnea de trabajo tiene a los maestros como variable clave (la palabra variable quizs no sea la mejor). Tambin aqu hay polticas pblicas que pueden abordar el tema docente de manera integral: mejores condiciones de trabajo, salarios, formacin y carrera docente. Es crucial que las organizaciones sin-dicales acepten que la profesionalizacin del ejercicio de la docencia es fundamental, que la nica manera

    Las posibilidades que tiene un ministro de modificar lo que pasa en el aula son ms limitadas. Eso no se hace por ley ni por decreto, depende mucho del saber profesional, de la cultura profesional de los docentes.

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    de mejorar su prestigio y las condiciones de trabajo es aumentar el profesionalismo en su desempeo.Despus, claro, las posibilidades que tiene un minis-tro de modificar lo que pasa en el aula son ms limi-tadas. Eso no se hace por ley ni por decreto, depende mucho del saber profesional, de la cultura profesional de los docentes. S podemos crear condiciones para que los que quieran crecer e innovar lo hagan. Y se es otro tema crucial: si no mejoramos las formas de enseanza y aprendizaje, por ms que hagamos todo lo dems, esto no va a funcionar; pero ah depende-mos mucho del resto de los actores, de la comunidad acadmica, de los investigadores, de los formadores de formadores. Creo que la comunidad acadmico-educativa tiene pendiente un debate: debe volver a discutir sobre pedagoga, formas de enseanza, resul-tados de aprendizaje.

    En los aos sesenta y setenta, muchos in-telectuales (entre ellos, usted mismo) cri-ticaban a la escuela por ser autoritaria o conservadora. Hoy, en cambio, esos mismos intelectuales recuperan el valor de la escue-la como una de las pocas instituciones que puede competir con el mercado como espacio de socializacin. Qu pas en el medio?

    Ese cambio se produjo en el ncleo del sector crtico. Pero lo que cambi es el capitalismo. En los sesenta, todos queramos romper el cemento de la sociedad. Y eso lo hizo el neoliberalismo: rompi el cemento de la sociedad; nada nos une, que cada uno se las arregle como pueda. Hoy reproducir, cohesionar, hacerse responsable de mi vnculo con el otro, empiezan a ser conceptos anticapitalistas. En los sesenta, todo lo que nos una apareca como dominacin; hoy, al contrario, no se trata de dominacin sino de responsabilidad, de cohesin. Ah radica el eje de este cambio. Hoy reivindicar el lugar de la escuela, de la transmisin, de la autoridad, no tiene el mismo sentido que tena en otra poca.

    Y no hay un riesgo nostlgico en eso?Bueno, nostlgico sera si lo planteamos en los mis-mos trminos que en los sesenta, es decir, si pensa-mos que transmitir es algo rgido, fijo, y que cada uno tiene su lugar ya determinado. Pero si queremos transmitir un patrimonio comn, un sentido de res-ponsabilidad por el otro, una idea de sociedad ms justa, y ponemos estos conceptos en el marco del nuevo capitalismo, entonces creo que no hay nostal-gia. Por otra parte, para un sexagenario como yo, un poco de nostalgia no estara mal. El capitalismo de mediados del siglo XX me gusta: era ms integrador, ms inclusivo, con ms movilidad social. No me mo-lesta tener nostalgia de esos conceptos. Hay formas del capitalismo que son mejores que otras, por qu no pretender eso? Si eso es nostalgia, y bueno, yo soy tanguero, as que no me preocupa ser considerado nostlgico. n

  • 24 TODAVA

    EDUCACIN

    por cristin cox Universidad Catlica de Chile

    La nueva ley de Educacin, consensuada

    recientemente por el gobierno y la oposicin,

    propicia ms Estado para alcanzar calidad

    y equidad en las oportunidades de aprendizaje.

    Acuerdos y prioridades en Chile

  • TODAVA 25

    En Chile est en curso una nueva fase de las relacio-nes entre poltica y sistema escolar. En 2006, tras una dcada y media de polticas educativas marcadas por los acuerdos y la expansin del gasto que permi-tieron obtener mejoras materiales y salariales contun-dentes, masivas protestas de estudiantes secundarios que criticaban la calidad y la inequidad de la educacin sorprendieron al gobierno y a la oposicin. Por pri-mera vez en los 16 aos de gobiernos de la alianza de centroizquierda que condujo la transicin del rgimen militar a la democracia, la demanda social planteada por un actor nuevo los hijos de la reforma, nacidos en los noventa ejerci una presin efectiva, volte literalmente el tablero e impuls un cambio profundo en las polticas educativas. En efecto, el recin inau-gurado gobierno de la presidenta Bachelet, que no haba definido la educacin como su prioridad, se vio obligado a asumir una agenda centrada en la redefini-cin de la arquitectura institucional del sector, con su particular combinacin de mecanismos de Estado y de mercado.

    Pensar en la educacin A partir de entonces, el de-bate poltico naturalmente se centr en lo que quedaba por resolver y dej en la penumbra aquellas transfor-maciones que hoy nos permiten comprender qu es lo que ocurri en las relaciones entre la sociedad y la educacin. El cambio en las demandas sociales, sin embargo, est estrechamente asociado a una combina-cin de logros y frustraciones.

    Ya sabemos que la estabilidad y la mediocridad de los resultados de aprendizaje, medidos nacionalmente por la prueba censal anual del Ministerio de Educacin e internacionalmente por distintos programas de eva-luacin, representan los problemas. Pero, entonces, cules son los mayores logros? En primer lugar, se prolong la duracin de la experiencia educativa de todos los grupos sociales, pero especialmente en la franja que representa el 40% ms bajo en la distribu-cin del ingreso. Este sector duplic su participacin en la educacin preescolar y la triplic en la educacin superior gracias a los cambios en la escuela media y a su capacidad para retener a los estudiantes. As, se re-dujo en forma considerable la desercin que, en 1990, afectaba a uno de cada cuatro alumnos de los sectores sociales de ingresos ms bajos.

    En segundo lugar, se logr incluir un nuevo lenguaje el digital, que tiene importantes consecuencias para los jvenes tanto en lo que hace a su ciudadana como a su competitividad. Ms all del impacto de las Tecnologas de la Informacin y la Comunicacin sobre la enseanza y el aprendizaje de las diferentes reas del currculum, la experiencia escolar en Chile hoy da asegura a prcticamente todos los estudiantes el acceso a unas competencias indispensables en el funcionamiento de la sociedad moderna. Esto, por supuesto, tiene adems claras implicancias de equidad ya que los sectores sociales de ingresos ms bajos acce-den a la computacin a travs de la escuela.

  • 26 TODAVA

    EDUCACIN

    Por ltimo y lo ms importante polticamente, la sociedad chilena modific la reflexin sobre su sistema educativo, situacin que, a su vez, gener nuevas de-mandas y presiones. Podemos afirmar que hoy la so-ciedad dispone de mayor informacin sobre los resul-tados y la distribucin social del aprendizaje, y sobre la calidad de sus docentes. Si bien esta informacin ha te-nido un impacto mayor en las elites y la clase poltica, gradualmente est llegando al conjunto de la sociedad e incide directamente en las relaciones entre sistema escolar y sociedad. Esa mayor reflexividad constituye la base de las nuevas presiones sobre el sistema poltico para conseguir una educacin de ms nivel.

    En sntesis: que los jvenes con ms educacin de la historia de Chile hayan protestado, con amplio apoyo social, contra la calidad y la inequidad de su experien-cia escolar, debe considerarse bajo el teln de fondo de estos cambios y puede, adems, ser interpretado a la manera de Alexis de Tocqueville: cuando las cosas estn mejor, los lmites que antes no tenan significado sociopoltico relevante se vuelven intolerables.

    Una agenda consensuada A partir de esa crisis de 2006, el movimiento de los estudiantes secundarios y el Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educacin, creado ese ao como respuesta del sistema poltico, pusieron en el centro del debate, por primera vez desde la reforma de 1980, las dimensiones institu-cionales y regulativas del sistema. Durante 2007, tanto el gobierno como la oposicin trabajaron en la elabora-cin de proyectos de ley que buscaron dar respuesta a las que se consideraban las principales inconsistencias:

    Un sistema institucional de vnculos dbiles, orga-nizado en tres subsistemas (privado, subvencionado y municipal), en el que las polticas del gobierno central no llegan a las aulas y en el que no existen regulacio-nes efectivas para asegurar la calidad.

    Un financiamiento regresivo y poco equitativo de la matrcula basado en un mecanismo de financiacin

    compartida que permite a las familias sumar un aporte a la subvencin estatal.

    El mecanismo de seleccin de alumnos que realiza la mayora de los establecimientos privados subvencio-nados que distorsiona la competencia con los colegios municipales y contribuye a la segmentacin social.

    La dicotoma legalmente establecida entre el Ministe-rio de Educacin, a cargo de lo curricular y pedaggico, y los municipios, responsables de la gestin adminis-trativa.

    Finalmente, en diciembre de 2007, el gobierno y la oposicin culminaron el proceso de elaboracin y negociacin conjunta de una nueva ley de educacin, cuya orientacin fundamental es ms Estado, en una matriz que combina mecanismos y lgicas de Estado y de mercado. El proyecto de ley estableci dos nuevas agencias pblicas para la regulacin de la educacin: la Agencia de Aseguramiento de la Calidad de la Educa-cin, responsable de evaluar los logros del aprendizaje as como el nivel de desempeo de los establecimientos y propietarios de escuelas (o sostenedores); y la Superintendencia de Educacin que lleva adelante fun-ciones de fiscalizacin y tiene poder para sancionar y cerrar escuelas en caso de resultados educativos reite-radamente insuficientes. En esta propuesta, el Minis-terio de Educacin mantiene sus funciones de diseo e implementacin de polticas, definicin del currculo y apoyo a escuelas y docentes mediante programas de desarrollo profesional. Asimismo, el proyecto de ley prohbe la seleccin de alumnos en el nivel bsico, eleva los prerrequisitos para los propietarios de escuelas y es-tablece la diferenciacin de la subvencin por alumno, aumentando sustancialmente la de nios y jvenes del sector social ms bajo. El acuerdo gobierno-oposicin tambin redefini la estructura del sistema escolar: se propuso pasar de 8 aos de educacin bsica y 4 de secundaria, a 6 aos en cada tramo. En el plano curricular se acept que cada establecimiento definiera los contenidos del 30% del tiempo de clase.

  • TODAVA 27

    Pero, sin duda, lo fundamental es que estos cambios implican que la derecha chilena reconoce despus de 25 aos de establecido el rgimen de financiamien-to a la demanda y la competencia entre escuelas por la matrcula que la educacin requiere un Estado pro activo, no subsidiario ni prescindente si los objetivos son calidad y equidad en las oportunidades de aprendizaje de la mayora. Esto requiere mayores regulaciones y una institucionalidad diferenciada para ejercer presiones y apoyos ms efectivos a las escuelas y a la profesin docente.

    El largo camino que va de un acuerdo poltico como el reseado a la aprobacin de leyes y a la construc-cin de instituciones coherentes y capaces es incierto, especialmente si tal proceso tiene que atravesar un perodo de elecciones presidenciales a fines de 2009.1 Pero tambin es verdad que ese trayecto se inicia con un acuerdo sustancial, que en trminos de delibera-cin democrtica no tiene precedentes en cuanto a su prolongacin, representatividad y acumulacin en las distintas fases (protestas estudiantiles creacin del Consejo Asesor Presidencial y debates en el Parla-mento). Por otra parte, es una iniciativa que refuerza la orientacin principal que ha seguido la poltica educa-

    1 Al momento de escribir estas lneas, la Ministra de Educacin es objeto de una acusacin constitucional por la oposicin, con lo que el clima de los acuerdos de hace slo tres meses se ha es-fumado. Pero se trata de un oleaje de superficie y no de una marea ms profunda.

    tiva desde 1990: abordar la educacin como problema nacional y buscar los acuerdos que permitan mantener cierta estabilidad en el cambio.

    Ms all de la reforma institucional, no podemos dejar de sealar que an resta mucho por hacer en trminos de formacin de capacidades. Al conocer las polticas educacionales recientes de Chile, el experto en educa-cin Michael Fullan consider que, si bien la reforma resultaba adecuada a las necesidades institucionales, no tena en su foco el crucial problema de las capacidades docentes. En efecto, lo principal de una agenda de pol-ticas educativas que tenga la calidad (y no la cobertura) como norte es lograr la transformacin de las prcticas docentes que, como se sabe, constituyen el ncleo ms difcil de cambiar de los sistemas educativos.

    As, para el Bicentenario el pas tiene una doble agen-da en educacin: institucional y de creacin de capacida-des. Ha concentrado, con xito, las energas de su siste-ma poltico en la primera, y tiene como desafo mayor encarar la formacin inicial y el desarrollo profesional de sus docentes en una escala y con una prioridad radi-calmente diferentes a las del presente. n

    Se redujo en forma considerable la desercin [escolar] que, en 1990, afec-taba a uno de cada cuatro alumnos de los sectores sociales de ingresos ms bajos.

  • FOTOGRAFA

    28 TODAVA

    SO PAULO

    X TUCA VIEIRA

    Viaducto

    Santa Ifignia,

    en el centro

    de la ciudad

  • TODAVA 29

  • FOTOGRAFA

    30 TODAVA

    EL FOTGRAFO QUE QUIERA RETRATAR SO PAULO NO ENCONTRAR

    A SU DISPOSICIN LAS TARJETAS POSTALES QUE ABUNDAN EN TANTAS

    CIUDADES CAPITALES DE BRASIL. LOS OBJETOS PARA LLAMAR SU ATEN-

    CIN TENDRN QUE SOBRESALIR EN UN AMBIENTE DESORDENADO

    Y HOSTIL, COMO SI MUCHOS BIENES CULTURALES, RELIQUIAS HIST-

    RICAS O SIMPLES RINCONES PINTORESCOS SOBREVIVIESEN, AL IGUAL

    QUE SUS CIUDADANOS, EN UN PERMANENTE ESTADO DE SITIO.

    CLARO QUE, A CIERTA ALTURA, INCLUSO LA VIOLENCIA VISUAL PAU-

    LISTA SE VUELVE UN TEMA PLSTICO: LOS EDIFICIOS CUBIERTOS

    Piscina en Sesc Itaquera Graffiti en el barrio de Vila Madalena

  • TODAVA 31

    DE PINTADAS, LOS FANTASMAS DE CEMENTO ESAS VIEJAS PRO-

    PIEDADES DEL CENTRO TRANSFORMADAS EN CONVENTILLOS VER-

    TICALES, LA MARAA DE CABLES ELCTRICOS, LAS AUTOPISTAS

    ELEVADAS Y LOS VIADUCTOS QUE TRENZAN NUEVOS NIVELES DE

    ASFALTO Y DE CEMENTO POR ENCIMA DE LAS ANTIGUAS AVENIDAS,

    LOS GRAFFITI, LOS BACHES, LOS MENDIGOS, LAS LUCES DE LOS

    EMBOTELLAMIENTOS BRILLANDO SOBRE EL AGUA DE LAS INUNDA-

    CIONES Y LOS ROSTROS DE LOS PEATONES DISUELTOS EN LA PRISA.

    TODO ESO COMPONE EL CUADRO DE UNA CIUDAD EN LA QUE EL

    Aeropuerto de Congonhas Barrio de Bixiga

  • EDUCACION

    32 TODAVA

  • TODAVA 33

  • FOTOGRAFA

    34 TODAVA

    ESPACIO, DE TAN INHABITABLE, SE VUELVE INESTABLE Y SE BRINDA

    AS AL EJERCICIO DEL ARTE FOTOGRFICO, Y A SU PODER DE EXTRAER

    INSPIRACIN DE LO FEO Y DE LO SPERO, DE RECORTAR NGULOS

    PECULIARES DENTRO DE UN LABERINTO HECHO DE IMPACIENCIA,

    VANDALISMO, CONGESTIONAMIENTOS INFINITOS Y UNA INVENCI-

    BLE VOLUNTAD DE SEGUIR ADELANTE.

    Marcelo Coelho, fragmentos de As Cidades do Brasil, So Paulo (2005), de Marcelo Coelho y Tuca Vieira

    Praa do Patriarca

    Avenida Paulista

    Largo da Concordia

    Favela de Paraispolis

    en el barrio de Morumbi

  • EDUCACION

    36 TODAVA

  • TODAVA 37

    Tuca Vieira (So Paulo, 1974).

    Estudi Letras en la Facultad

    de Filosofa, Letras y Ciencias

    Humanas de la Universidad de

    So Paulo (1998) y fotografa con

    Cludio Feij, Eduardo Castanho,

    Andr Douek, Nair Benedicto

    y Eder Chiodetto. Trabaj en el

    Museo de la Imagen y del Sonido,

    en la Agencia N-Imagens. Recibi

    los premios Folha de Jornalismo,

    en la categora Fotografa (2003),

    y Grupo Nordeste de Fotografia,

    en la categora Profesional

    (2005). El concurso de apoyo a

    la produccin de artes visuales,

    fotografa y nuevos medios de

    la Secretara de Cultura del

    Estado de So Paulo le permiti

    desarrollar su proyecto Fotografia

    de rua. Integra el equipo de

    fotografa del diario Folha de

    So Paulo, y desde 2002 trabaja

    sobre temas de la ciudad, la

    arquitectura y el urbanismo.

    Edificio Copan, proyecto de Oscar Niemeyer

    Praa da S

  • MSICA

    por alfredo rosso periodista especializado en rock

    Ilustracionespablo pez

    38 TODAVA

    Los sesenta: flores entre corce-les y aceros El rock nacional comen-z en un bar de una Villa Gesell todava agreste, sin marcas lderes adornando escaparates, donde Moris, Javier Martnez, Pajarito Zaguri y Pipo Lernoud le pusieron los primeros versos a un disenso exis-tencial que en aquel entonces se llamaba rebelda. En 1966 eras un rebelde sin causa si contestabas mal, no estudiabas, andabas por ah con gesto hurao en fin, si te escapabas del molde. Quedarse en el mol-de era una frase muy de moda, igual que no hagan olas. Y de pronto, los Beatniks de Moris y Pajarito se apropian del temible mote: Rebelde me llama la gente / rebelde es mi corazn / soy libre y quieren hacerme / esclavo de una tradicin.

    Esas dieciocho palabras fundaron el rock nacional, le dieron sentido, cauce, curso. Muy pronto, amparados por la noche inter-minable que iba de La Cueva de Pueyrre-dn al bar La Perla de Jujuy y Rivadavia, el temprano tren de nuestro rock sum nuevos pasajeros: Miguel Abuelo, Litto Nebbia, Tanguito. Una madrugada, rebo-tando en los azulejos del bao de La Perla, se escucharon por primera vez unas es-trofas emblemticas: estoy muy solo y triste ac en este mundo de mierda. El decoro de la

    poca transform el remate en este mundo abandonado, pero la esencia era la misma: una generacin empezaba a dejar atrs el lastre de una historia ajena. El tema pe-da madera para construir una balsa y naufragar! La idea era sumergirse en un ocano nuevo de posibilidades, donde el desafo era escribir vos el libreto de tu vida. El vozarrn de Javier Martnez lo articula-ra muy pronto en un gran tema de Manal diciendo: porque hoy nac / hoy, recin hoy, el sol me quem / y el viento de los vivos me despert. De repente, si eras joven y pen-sabas diferente, ya no estabas ms solo.

    ROCK: DE LA CUEVA AL PARAKULTURAL

    En los ochenta, el rock argentino se despega de la rebelda

    social con que haba nacido en los sesenta y desarrolla una

    obra que sigue deslumbrando por su calidad y por la libertad

    con que fusiona gneros y estilos.

  • TODAVA 39

    El rock nacional era el nexo criollo de una sinfona de poder juvenil que se tocaba en las calles de Londres, San Francisco, Pars. La dictadura de Ongana se continuara en Levingston y luego en Lanusse, pero el rock nacional ya haba construido un esta-do dentro de otro. Por ms que te cortasen el pelo a la fuerza en un coiffeur de seccional, como deca una letra de Miguel Cantilo, no podan invadirte el espritu.

    En sus orgenes, el rock nacional fue una msica variopinta, adornada con la osada del que tiene todo por inventar. Almendra meti bandoneones, Arco Iris junt saxos con bombos legeros y los primeros Abue-

    los de la Nada se atrevieron a violonchelos y contracantos. Disueltos los grupos fun-dacionales, los ex Almendra extendieron las fronteras del rock progresivo en grupos decisivos como Aquelarre, Color Humano, Pescado Rabioso e Invisible. Litto Nebbia, ahora en plan solista, experimentara con fusiones que lo acercaran al jazz y al folklore. Pappo se dara el gusto, por fin, de poner la piedra fundamental de su tro de blues y los antiguos miembros de

  • 40 TODAVA

    Manal seran clave en ese conglomerado de rock formado en torno al cantante y productor Billy Bond: La Pesada del Rock and Roll. Entretanto, el giro acstico de nuestro rock propona una mayor atencin al mensaje de las letras y el ejemplo ms obvio es el lbum Vida, de Sui Generis. Charly Garca le habla a su pblico des-de un plano de igualdad, con una clara percepcin de la crisis de identidad del adolescente y su lucha por afirmarse en un mundo adulto y ajeno. La ambicin artsti-ca de Garca y Mestre llevara el sonido de Sui Generis a un alto nivel de sofisticacin musical y de relevancia testimonial en los difciles aos por venir, una tendencia que se continuara en bandas emblemticas como La Mquina de Hacer Pjaros y Ser Girn.

    Los ochenta o la generacin del yo Para el rock nacional, la dcada del ochen-ta comienza una vez finalizado el conflicto de Malvinas. Esto fue as no solo porque el rock nacional comenz a escucharse mucho ms en la radio aunque ya haba programas de rock nacional mucho antes de los ochenta , sino porque en los die-ciocho meses que van desde la rendicin de Puerto Argentino en junio de 1982 a las elecciones que recuperan la democracia con la presidencia del doctor Ral Alfonsn en diciembre del 83 hay una verdadera ex-plosin creativa en la Argentina. Se ve en las bellas artes, en la literatura, en el teatro, en el cine y muy especialmente en la msica. Por todas partes brotan nuevos clubes y locales, como El Ciudadano, Stud

    Free Pub, Caras Ms Caras y muy espe-cialmente el Einstein y el Parakultural, para dar albergue a estas nuevas manifes-taciones artsticas.

    El fenmeno no es solo porteo. En Ro-sario nace una nueva camada de poetas y msicos que se alinean tras la figura del cantante Juan Carlos Baglietto. Son, entre otros, Fito Pez, Jorge Fandermole y Lalo de los Santos. Con una poesa impecable y hasta erudita, traen otra ptica y otros testimonios de esa poca de cambios y esperanzas.

    Entre nuestros msicos histricos, Luis Alberto Spinetta y Litto Nebbia construyen tambin sus propios parmetros de la rea-lidad, enfundndolos en las particulares estelas de sus grupos de entonces, Spi-netta Jade y las varias permutaciones que adoptaron las bandas del ex Gatos. Charly Garca, una vez ms, hace punta reflejando la sociedad de su tiempo en una tetraloga incomparable que abarca lbumes como Yendo de la cama al living, Clix modernos, Piano Bar y Parte de la religin, y acaparan-do buena parte de las presencias masivas en los recitales de los ochenta. Una masivi-dad que tambin va in crescendo para Sumo y para los Redonditos de Ricota, que al promediar la dcada habrn dejado atrs el mbito de los clubes para conquistar el ha-bitat de los estadios cubiertos. Es tambin una poca de desarrollo de las mujeres en el rock, con Celeste Carballo a la cabeza y una nueva camada de chicas que lideran o acompaan bandas, y que incluye a Fabia-na Cantilo e Hilda Lizarazu, vinculadas a los Twist, e Isabel de Sebastin y Celsa Mel

    Gowland, quienes encarnan a Metrpoli en la segunda mitad de la dcada.

    Tambin es una era variada en trminos estilsticos. Un blues urbano y a flor de piel como el de Memphis La Blusera se abre paso rpidamente, mientras crece la popularidad del hard rock metalero que Pappo acua con Riff y el elemento ldico y potico que Miguel Abuelo desarrolla con la nueva encarnacin de Los Abuelos de la Nada donde hace sus primeros palotes un muy joven Andrs Calamaro y el rock frontal de Miguel Mateos y Zas, que tendr un flash de gloria suprema a mediados de la dcada, cuando su lbum Rockas vivas supere el medio milln de copias vendidas.

    Pero buena parte de los msicos noveles que surgen en los ochenta no comulga con las metas que haban inspirado a sus hermanos mayores en dcadas previas. Las utopas de cambio social haban sido sepultadas en medio de la gran masacre perpetrada por el Proceso militar a esa altura, en sus ltimos pasos pero, incluso en sociedades donde la represin no adqui-ri la expresin brutal que conocimos en la Argentina, la voluntad transformadora de la generacin de los llamados baby boomers estaba francamente en retirada al despuntar los ochenta. Los nuevos jvenes tienen otras prioridades. Son The Me Generation, la generacin que se ocupa, primero y por sobre todo, de la primera persona del singular, y sus smbolos ha-blan por s mismos: hay una preocupacin indita por la esttica del cuerpo (aparecen los alimentos dietticos, las cirugas co-rrectivas, el auge de los gimnasios) y una

    En sus orgenes, el rock nacional fue una msica variopinta, adornada con la osada del que

    tiene todo por inventar. Almendra meti bandoneones, Arco Iris junt saxos con bombos

    legeros y los primeros Abuelos de la Nada se atrevieron a violonchelos y contracantos.

  • seduccin por la satisfaccin inmediata que provocan drogas euforizantes como la cocana.

    La expresin del cuerpo es un elemento central de las nuevas canciones y en la acti-tud que asumen los msicos en sus shows, pero este cambio no se haba dado de la noche a la maana. Antes de transformar-se en uno de los grandes smbolos de la nueva era, el grupo Virus desat polmicas y provoc rechazos por la forma de bailar y de conducirse en escena de su cantante Federico Moura, un decidido militante de esta nueva esttica, como deja bien

    en claro ya desde el primer hit del grupo, Wadu wadu. El rock desfachatado de Los Violadores, mximos exponentes del punk criollo, denuncia la hipocresa criolla que acompa con su silencio cmplice a la dictadura en las corrosivas estrofas de Re-presin: Hermosas tierras de amor y paz / hermosas gentes, cordialidad / ftbol, asado y vino / sos son los gustos del pueblo argentino. / Represin en la puerta de tu casa / repre-sin en el kiosco de la esquina / represin en la panadera / represin 24 horas al da... El humor y la stira tambin son un vehculo propicio para traer a la superficie los dif-ciles das vividos. En Pens que se trataba

    de cieguitos, Pipo Cipolatti y los Twist le daban una nueva vuelta de tuerca a la conocida historia de abuso policial canali-zado en una detencin sin motivo.

    Otro gran smbolo de la dcada es Soda Stereo. En su disco debut, de fines de 1984, el tro de Cerati, Zeta y Alberti tra-zaba todo un mapa de situacin del nuevo sistema de valores de los ochenta con ttulos que lo dicen todo: Diettico, Mi novia tiene bceps, Afrodisacos, Por qu no puedo ser del Jet Set y, no por casualidad, Sobredosis de TV. La televi-sin, que los argentinos aprendimos a ver en color desde abril de 1980, es el puntal de una revolucin meditica que empieza en los ochenta y alcanza su mxima ex-presin en nuestros das. Con el arribo de las transmisiones por cable lleg tambin MTV: ya no bastaba que un grupo sonara bien; ahora tambin deba tener una ima-gen comercializable, porque a partir de los ochenta la msica se vende a travs de la pantalla chica.

    La dcada del ochenta suele tener mala prensa. Se la acusa de frvola y vaca de idealismo y sensibilidad. Pero las genera-lizaciones siempre son groseras: ste fue tambin el perodo en el que la diversidad musical derrumb las barreras entre gne-ros y estilos. El rock argentino incorpor los sonidos y la esttica del punk y la New Wave llegados del mundo anglo y los aco-mod a la realidad nacional, como demues-tran los casos de Violadores y ya en las postrimeras del decenio Attaque 77. Otro tanto ocurri con el reggae. Su integracin sonaba algo forzada en un principio, pero el ritmo jamaiquino termin fusionndose de un modo natural con los sonidos del rock local. Esa retraccin de viejos prejui-cios que aos ms tarde permitira tam-bin un acercamiento indito al tango y al folklore colabor en mucho para darle al rock argentino la variedad y riqueza ex-presiva que ostenta hoy, un cuarto de siglo despus. n

    TODAVA 41

  • ARQUITECTURA

    por graciela silvestri investigadora del conicet-unlp rea Historia del Territorio

    42 TODAVA42 TODAVA

    Msica, arquitectura, ciudad

    En las salas de concierto proyectadas para el futuro Centro Cultural del Bicentenario confluyen dos aspectos del tiempo: la fugacidad propia de la msica y la permanencia buscada por la arquitectura.

  • TODAVA 43TODAVA 43

    A fines de 2006, colabor con el estudio BBBBSF * en el concurso internacio-nal para la reconversin del Palacio de Co-rreos en Centro Cultural del Bicentenario. El anteproyecto obtuvo el primer premio y durante 2007 se desarroll el proyecto para la licitacin de la obra. La experiencia fue apasionante: no solo por el valor del edificio, sino tambin por la dificultad del programa, que solicitaba ideas para la transformacin del entorno urbano; espa-cios para exhibiciones, microcines, etc.; y la inclusin de dos salas de msica, una de ellas para 2500 espectadores. El volumen y la complejidad de la sala sinfnica eran un desafo, dada la voluntad de preservar la integridad del edificio. Por eso, la propues-ta implic la participacin de asesores en patrimonio, en acstica y en estructura, que desempearon un papel activo en la determinacin de la forma. El proceso colectivo de elaboracin del proyecto cons-tituye una ocasin para reflexionar sobre la misma idea de forma en la que se funda el arte, puesta en mxima tensin por los requerimientos polticos, econmicos y tc-nicos, y (en otra lgica) por dos disciplinas, la arquitectura y la msica, histricamente

    relacionadas. Me gustara aqu revisar aquel proceso a travs de esa relacin, en sus diversas dimensiones.

    La primera, la ms concreta: la msica se escucha en un mbito definido, que posibi-lita o entorpece la audicin. La ingeniera acstica, que intenta la solucin del pro-blema, se ampara, como la arquitectura, en la proporcin. Esta idea de reunin de las artes imaginada en las salas del siglo XIX antecede y alimenta la bsqueda del arte total. Esa reunin es a la vez concreta y abstracta: tiene en cuenta los fundamentos de cada disciplina, pero tambin el deleite del pblico. Entonces, si se logra la snte-sis, se promete algo ms que un momento de placer. Esta bsqueda inspir las ms diversas arquitecturas del siglo XX; basta recordar la Sinfnica de Berln, de Hans Scharoun, que reformul la arena clsica en un espacio nico, con su escenario en el medio de la sala, democrtico y sin je-rarquas. En todo caso, desde el siglo XIX, salas sinfnicas, teatros y peras, mbitos masivos de intercambio social, adquirieron preponderancia en el desarrollo y prestigio de las ciudades. La construccin de una sala simboliza el destino de una ciudad: cierta idea de espacio pblico, cierta idea de comunicacin en la fragmentada socie-dad metropolitana.

    * Estudio Bares, Bares, Bares, Becquer, Ferrari, Schnak.

    El antiguo Palacio de Correos se transforma en un edificio abierto a la Ciudad

  • 44 TODAVA

    ARQUITECTURA

    44 TODAVA

    Pero, las relaciones entre msica y arqui-tectura poseen tambin una dimensin creativa. Puede recordarse, por ejemplo, el pabelln Philips, pensado por Le Corbu-sier e Iannis Xenakis para la Exposicin Internacional de Bruselas, de 1958, cuyas curvas eran una rplica de la idea de Xe-nakis de desplazamiento sonoro continuo. Tanto el arquitecto como el compositor-in-geniero buscaban una nueva belleza por-que confiaban en que el mundo posea un orden sustancial. La ilusin an pervive: pervive la necesidad de encontrar un punto de reunin en la fragmentacin actual.

    Finalmente, la recepcin de ambas ar-tes alude a otro tema contemporneo: la forma de interpretar el tiempo. Efmera continuidad sin sustancia visible, el tiem-po encuentra en la msica su metfora perfecta. Sin embargo, el tiempo tambin parece condensarse en las piedras de la ar-quitectura, interpretado como memoria. El problema de la arquitectura es cargar con el pasado; el de la msica, la fugacidad. En ambos casos, se trata de la cualidad inasi-ble del tiempo humano.

    Un edificio ciudad El proyecto del Centro Cultural del Bicentenario est marcado por estas cuestiones. No extraa que en una ciudad como Buenos Aires, la capital cultural de Latinoamrica, se utilice el aniversario para reparar la ausencia de salas sinfnicas. Existen propuestas anteriores: el arquitecto Amancio Williams ide con este objetivo uno de sus proyectos ms perfectos; durante el primer gobierno peronista, un equipo liderado por Eduardo Catalano proyect un auditorio de masas; en 1972, el estudio Baudizzone-Erbin-Daz-Lestard-Varas obtuvo el primer premio del Auditorio de la Ciudad de Buenos Aires, proponiendo un extrao aparato pop. Ninguno fue construido.

    A esta carencia se debe la voluntad de res-taurar el Teatro Coln, de realizar la Ciu-

    dad de la Msica en la vieja usina Pedro de Mendoza y el Centro Cultural del Bicente-nario. El cierre temporal del Coln puso de manifiesto la escasez de mbitos destina-dos a la ejecucin musical, en una ciudad que tiene tres orquestas estatales estables, numerosos conservatorios, escuelas, coros y ensambles institucionales y privados, y un pblico de cerca de diez millones de escuchas potenciales.

    Y si desde los noventa la construccin de edificios-hito con un programa cultural es-pecfico primero, museos de arte; ltima-mente, salas de msica fue parte de una estrategia de revitalizacin urbana apoyada en el embellissement [embellecimiento], este proyecto multiplica las resonancias ciudadanas en la medida en que se inter-viene en un edificio histrico, cuyo destino inicial correo supona comunicacin y educacin. Est ubicado en la zona ms representativa de la ciudad, vecino de la Plaza de Mayo, en un rea que permanece inexplicablemente degradada, complicada con un trnsito vehicular imposible, en la franja que va desde la Ciudad Universitaria hasta el Sur boquense, separndonos del ro. Reconociendo el problema, los arqui-tectos decidieron construir un edificio-ciu-dad, abierto al espacio pblico, que trans-forme el contexto fsico. As, el edificio se estructura como una serie de plazas que continan la gran plaza de carcter ulico, su antesala. Ellas conectan con los espacios de exhibicin y de actividades formales e informales.

    Los mayores desafos los plante la sala sinfnica, cuya disposicin articula dos grandes modelos histricos: la sala italiana o caja, y la disposicin en megfono, que rememora la escena griega. En el proyecto se la denomin, por su extraa forma, la ballena azul un gran monstruo que parece suspendido en el aire y en el pro-ceso de diseo fue transformndose en gliptodonte, como atrada por los mitos de la pampa. Extrao es el resultado: parece evitar la clsica definicin proporcional de forma, pero implica el mximo rigor en el

    Boceto de Le Corbusier y edificio terminado del pabelln Philips, Exposicin Internacional de Bruselas, 1958

  • TODAVA 45TODAVA 45

    clculo. Su geometra no responde, como en el pabelln de Le Corbusier-Xenakis, a una idea preestablecida de proporcin, ya que fueron los requerimientos funciona-les y estructurales los que modelaron sus caractersticas su tamao, sus curvas, su independencia espacial. Sin embargo, la geometra utilizada, tanto por arquitectos como por msicos e ingenieros, est lejos de resumirse en las abstracciones cien-tficas es, literalmente, una geometra sensible. Los arquitectos buscaron efec-tos comunicativos: por ejemplo, articular con estos aparatos un recorrido variado y sorpresivo. La ballena azul se construir en el sector industrial del edificio, ahora abandonado como depsito y garaje, sin alterar la parte noble. En este gran vaco sobre el que balconean las galeras y que albergar las salas de exposicin perma-nente, se erige tambin el chandelier [caja de cristal] que recuerda las enormes lumi-narias que caracterizaban las salas deci-

    Est ubicado en la zona ms representativa de la ciudad, vecino

    de la Plaza de Mayo, en un rea que permanece inexplicablemente

    degradada.

    Corte longitudinal del Proyecto

  • ARQUITECTURA

    46 TODAVA

    monnicas. Los proyectistas trabajaron su expresin como si se tratara de una joya, exhibiendo las reglas de su construccin geomtrica.

    Entre la memoria y el futuro En esta breve descripcin pueden observarse las cuestiones que entrelazan msica y arquitectura, desde las vinculadas con la construccin del espacio pblico urbano hasta las distintas maneras en que hoy puede enfocarse el problema de la medida y la proporcin. Pero el carcter particular de esta obra nos coloca tambin ante la pregunta sustancial: las formas del tiempo.

    El edificio preexistente, emprendimiento de Ramn J. Crcano, proyectado segn las normas Beaux Arts por el arquitecto francs Norbert Maillart a fines del siglo XIX, varias veces modificado, tard ms de treinta aos en inaugurarse. Mucho podra decir-se sobre el desafo que plantean hoy a los expertos las cuestiones relacionadas con la integridad y originalidad a salvaguardar. No es secundario que el destino inicial del edificio ya no pueda sustentarse (se rompe la regla de oro de la Academia, la relacin entre carcter y destino). Por todo esto,

    el proceso actual implic un dilogo per-manente con esta historia interrogando, podramos decir, a Crcano, a Maillart y a los ingenieros del Ministerio de Obras P-blicas. ste es uno de los efectos clsicos de la obra de arte, el hacer presentes a los ausentes: a los autores, y a la multitud de personas que trabajaron en la construccin y en la vida activa del Correo; a quienes usaron el servicio o acudieron a leer los diarios en distintas lenguas o a comprar la ltima serie de estampillas; a la ciudad que fue.

    El tiempo no es solo pasado y memoria, sino tambin futuro sin el cual, el pasa-do se convertira en un sueo eterno. El tema que el Correo pone en primer plano es el de modular la presencia del pasado con la presencia del futuro ambos son ausencias, proyecciones, ilusiones. Los conflictos que esto genera se tradujeron en densos debates, especialmente con los organismos pblicos que, ms all de las leyes, deciden en cada caso el carcter de la intervencin.

    Un solo ejemplo conflictivo: la cpula que corona el edificio. Los arquitectos deci-dieron, ante la necesaria reconstruccin,

    Terraza mirador

    Espacio tcnico

    El chandelier

    La ballena azul

    La jaula

    Sala de cmara

    Componentes arquitectnicos del Proyecto

    La ballena azul o Gran Sala de ConciertosInterior del chandelier, en donde transcurren las exposiciones temporarias

    Interior de la Gran Sala de Conciertos

  • mantener su estructura formal, pero utili-zar un cerramiento que, de da, se percibe como opaco, y a la noche, transparente, se ilumina como un faro. El espacio interior de la cpula fue recuperado como parte de una plaza de actividades mltiples, y utilizado tambin como mirador, culmina as la articulacin del edificio con el espa-cio urbano. sta fue una de las decisiones ms debatidas, ya que modifica en parte la fachada, aunque se respeta la integridad arquitectnica que otorga la proporcin. El episodio de la cpula supone no solo una decisin tcnica, legal o social: supone una posicin ante la poca, atravesada por la memoria tanto como por la amnesia, con ausencia de futuro. Se opt por un compromiso entre memoria y futuro.

    Un debate mayor lo constituir la misma construccin del Centro Cultural debate inevitable y bienvenido, ya que el carcter del espacio pblico no solo est otorgado por la escena arquitectnica o por las ac-tividades artsticas, sino por la vitalidad del libre intercambio de ideas. El carcter simblico de un edificio excede su calidad o autenticidad, y debe mucho a la indefi-nida materia tramitada por palabras por voces en el tiempo.

    Me gusta pensar en la