tras diez años de matrimonio, laski y diane están a punto

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Page 1: Tras diez años de matrimonio, Laski y Diane están a punto
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Trasdiezañosdematrimonio,LaskiyDianeestánapuntodetenerunhijo.La noche en que ella rompe aguas marca el inicio de un período deextrañeza, donde acciones tan comunes como calentar el motor de lacamioneta o recorrer la carretera entre su cabaña y la ciudad, cobran unaresonanciaespecial,frutodelaurgenciaperotambiénporintegrarseenunaexperiencia que cambiará sus vidas. Ya en el hospital, descubren que elbebéllegadenalgas…

Unpequeñolibroconelmasgrandedelostemas:elnacimientoylamuerte.Decirexactamenteloquepasaseriacomoparafrasearunpoema.

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WilliamKotzwinkle

ElnadadorenelmarsecretoePubr1.3

Ronin10.03.2018

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Page 4: Tras diez años de matrimonio, Laski y Diane están a punto

Títulooriginal:TheswimmerinthesecretseaWilliamKotzwinkle,1975Traducción:EnriquedeHériz

Editordigital:RoninCorreccióndeerratas:WakeymagalePubbaser1.2

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—¡Johnny!¡Acaboderomperaguas!Laskiascendióporelmardelsueño,esforzándoseparaalcanzarlasuperficie.El

mareraoscuroyseleestabanacercandounascriaturasiridiscentes,unadelascualesemitiódeprontounestallidodeluminosidad.Laskisedespertóyseincorporóenlacama.Dianeteníaunamanoapoyadaenlalámparadelamesitadenocheymirabafijamenteunamanchadeaguaqueseextendíaporlassábanas.

—Yaestá—dijoél—.Prepárate.Sentíayaunaprimeraoleadadeimpresiónqueleacelerabaelpulso,leenfriabala

pielyloestremecía.—Será mejor que ponga una compresa —dijo ella—. Lo voy a dejar todo

empapado.Laski la tomó de un brazo y la acompañó hasta la escalera. También ella se

estremecía,demodoquecuandopasaronantelaventanayvieronelbosquecubiertodenieve,ibantemblandolosdos.Calmadoporlaquietuddelbosque,sedetuvojuntoaellaeneldescansilloparaabsorberelnéctarblancodelaluna.Remitieronenpartesus temblores,perono losdeellamientras laacompañabahaciaelcuartodebaño.Dianeibadoblada,conlosbrazoscruzadosencimadelvientremontañoso,origendeaquel terremoto. La ayudó a sentarse en la taza, fue al armario y regresó con unamanta.Envolvióalamujerconellayluegolefrotólosbrazosdearribaabajoconlaintencióndegeneraralgodecalor.

Ella lo miró con un castañeteo de dientes. No era lo que él había esperado;estaban los dos conmovidos y agitados comomuñecos de trapo.Habían estudiadoconatenciónlosmanualesdeparto,habíanpracticadolosejerciciosconregularidadyél había creído que elmomento de la verdad sería unamera extensión de aquello,perotodosehabíapresentadosintransición.Depronto,sesentíancomoarrastradossobreunlechorocoso.Ellateníalosojoscomounacría,llenosdeasombroyterror,aunqueconservabalavozencalmayLaskisediocuentadeque,pesealmiedoyelcastañeteo,estabalista.

—Ahorapuedocontrolarlasaguas—dijoella—.Puedoevitarquesederramen.—Voyacalentarlacamioneta.Laskisalióalanieve.Másalládelascopasensombrecidasdelospinosrefulgía

elvastocuencodelcieloy,plantadaalaluzdelaluna,seveíalacamionetademediatonelada, recubierta por una capa de hielo que centelleaba. Abrió la puerta y seinstaló en el asiento, al tiempo que tiraba del pulsador del estárter y accionaba lallave.Elmotordearranquegimió,ahogadoporlamanoheladadelnorte.

—Vamos —dijo Laski en voz baja, apelando a lo mejor de la naturaleza deaquella camioneta, el trasto fiable de media tonelada que nunca lo había dejadotirado.Prestó atención a la tosecilla que anunciabaunapresenciadevida entre losgemidos y al oírla dio un pisotón al acelerador, provocando que la camioneta sellenaradevida—.Eresunbuencacharro,viejo.

Vivíantanalnortequepodíacongelarsefácilmentecualquiermotor,oagotarsela

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batería, y para llegar al vehículo más cercano tenían que cruzar veinticincokilómetros de bosque denso.Había visto a gente que llegaba a encender un fuegodebajodelmotoryhabíaoído lasblasfemiasmás increíbles flotandoen lasnochesnorteñas, cuando pasaban las horas y ninguna idea funcionaba y nadie podía ir aningún sitio. Dejó el estárter accionado para que el motor tuviera un punto deaceleración,encendiólacalefacciónyvolvióasaliralanieve.DeltubodeescapedelacamionetabrotabalaúnicanubeiluminadaporelbrillodelalunayLaskiatravesóaquel vapor serpenteante para andar de vuelta hacia la cabaña, plantada como unalinternadiminutaenmediodeaquellagranmarañaasilvestrada.

Diane seguía temblando en el baño, con el vientre prominente cubierto por labata. La ayudó a caminar hacia la escalera de nuevo y subir al dormitorio, dondeempezóavestirsecontodoslosgestospropiosdelarutina,perosindejardetemblar.ALaskileparecíacomosihubieradosDianesdistintas:unatemblabacomounahoja,la otra estaba tranquila y tomaba decisiones como si fuera una vieja comadrona.También en su interior sentía esa misma división mientras cogía la maleta de sumujer y la llevaba hasta la escalera. Le temblaba lamano, el corazón le estallaba,perohabíaotrapartedeélqueconservabalacalma,firmecomounárbolviejo.AquelsociotranquiloysilenciosoparecíahabitarenalgunapartedelcuerpoqueLaskinopodía identificar.Selerevolvíanlas tripas,se leacelerabaelcorazón, le temblabanlaspiernas,peroenalgúnlugardesuinteriorreinabalapaz.

Pisólanieve.Comoelsonidodelacamionetayaleparecíaestable,fuesoltandoelestárterhastadejarelmotorafuegolento.AlvolversevioaDianealotroladodela ventana del piso superior de la cabaña, con la inmensa barriga por delante. SusmovimientoseranlentosycuidadososyLaskisabíaqueibaacogerexactamentelaropaquehabíaplaneadoyqueencontraríacadaprendaenellugarquecorrespondía.Su vida, en cambio, era una sucesión de prendas lanzadas en cualquier dirección,zapatosquebailoteabanen los lugaresmás insospechables,nadanuncaenun lugarprevisible.

Volvióaentrarysereunióconellaenelcuartodebaño.—¿Cómoteencuentras?—Hanempezadolascontracciones.—¿Cómoson?—Nopuedodescribirlo.Laayudóabajarlaescalerayllegarhastalapuerta,dondesedetuvoamirarla

cocina.Todoestabaensusitio,allínoquedabanadaporhacer.Laski cerró la puerta y la acompañó hacia la camioneta. CuandoDiane estuvo

sentada,laabrigóconunamanta.El motor estaba ya caliente y la camioneta avanzó con facilidad por la pista

cubiertadenieve,entrelosaltospinos.Alterminarlapista,torcióhacialacarreteraestrecha.Habíanpasadoelinviernoenteropaseandoporella,jugandoahacerverqueelbebéhabíanacidoyaysecolumpiabaentreellosdos,comounpequeñotrapecista

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agarrado a sus manos para avanzar así de un lado a otro por la carretera,columpiándoseenelaire.

Lacarreteradiscurríajuntoavastoscamposnevados,enlosqueseveíaunaviejafurgonetaempeñadaenunviajepropioaningunaparte,pudriéndoseeneltiempo,lasruedasradialesmedioenterradasenlanieve.

—Meencontrarémejorsinocorrestanto.Redujolavelocidad.Ahorrarunminuto,diezminutos,quémásdaba.Yasesabe

quelasprimerasfasesdelpartoduranmucho.Habíahielopordebajodelanieveylatracciónnoeraperfectaporfaltadeagarre,peroélsabíaconducirporesacarretera,aflojarentreunacurvaylasiguientesinpisardemasiadoelfreno.Enlasdoscunetashabíazanjasprofundasparaquediscurrieraelaguadeldeshielo,peroahoraestabanambascargadasdenieveycostababienpocoderraparhaciaallíypasarenellas lanocheentera.Élmismocada inviernoayudabaaalguienasalirdeunazanja,entretacos,resbalones,jadeosytirones.Eramuydivertido;peroesanoche,no.

Enunrecododelacarreterasealzabalaescuela,consuúnicaaula,olvidadabajolaluzdelaluna.Redujoparatomarlacurvaensegunda,pensandoenloschiquilloscon sus gorras, sus pantalones cortos, las niñas con sus vestidos de cuadros, añosatrás,cuandosubíanporlacolinahacialaescuela.Luego,alsalirdelacurva,dejóatráslosviejosfantasmasensumarchainterminableparacruzarunsigloenterrado.

Lacarreteraemprendíaunarectaentrepinosqueformabanunaltomuroaamboslados.

—El viejo Ben está despierto—dijo Laski, señalando con una inclinación decabezaunagranjadestartaladaquesealzabaentrelosárboles.

Teníacasitodaslasventanasrotasyseparecíaatodaslasgranjasabandonadasdeaquelasentamiento,sóloqueensu interior temblabauna luzen laúnicahabitaciónque el viejo leñador había sellado contra los elementos. Diane miró hacia la luz.Comoellatambiéneraermitaña,elviejoBenlecaíabien.Teníamalareputaciónenelpuebloporsumaneradevivir,tanopuestaalosmodosdelmundo.Peroeracapazdehacercualquiercosademadera—violines,barcos, raquetasparacaminarpor lanieve—ysehabíapasadolavidaenteraenelbosque.Laskiviomoverseunasombraenlaoscuridad:elviejoperrodeBen,olisqueandolanieve.Lacamionetallegóalacurvasiguiente,juntoalrío,queemergíadelaoscuridadconelbrillodelaluzdelalunaensupielhelada.Laskicirculóenparaleloalríohastaqueéstevolvióaperderseentrelosárboles,dondedejabatrenzadounhilvándeplataentrelasramasoscuras.

Llegódenuevounclaro,conunacasuchapequeñadetablasdemadera.Eraunrefugiopara«aventureros»,comollamabanloscanadiensesdelosbosquesremotosalos estadounidenses que se acercaban a pescar y cazar y vivir en plena naturalezaduranteunasemana.Laskirecordóunavez,muchotiempoatrás:estabanpescandoenCanadá él y su padre, navegando con un bote motorizado por un río amplio yserpenteantea lo largodeunamañanasoleada.Depronto,aLaski lehabíadadolasensacióndeserelríoylosárbolesyelsolyelviento.

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Tocó a Diane con suavidad en un hombro. Seguía temblando bajo el gruesoabrigo;sabíabienquenodebíapreguntarlecómoestaba.

El refugio para aventureros estadounidenses se desvaneció en la oscuridad. LagentedelpueblohabíacreídoalprincipioqueLaskiysuesposaeranaventureros,sinmediosdevida aparentes, hastaque se supoque eran artistas.Comonuncahabíanvistoesaclasedecriaturasextrañasporahí—salvoporelviejoColemanJohns,elinventorlocoquesehabíaconstruidounamáquinaautomáticaparaordeñaryhabíaprometido que llegaría a la luna con un imán en los pantalones—, los del pueblodejaronalosLaskienpaz.HuboquiendijoqueLaski,consubarbadensaysusgafasmetálicas, se parecía tanto al viejo Coleman que podía haber sido su hermanogemelo.SiemprequeLaski pasabapordelantede los fundamentos en ruinasde loque antaño fuera la casa de Coleman, le entraba una extraña nostalgia, como sihubieracompartidoconel inventor locounmododeveraquellasvastas tierrasqueimpulsabanaloshombresaconstruirobjetosextrañosbajolaluna.

La escultura deLaski era ciertamente rara.Había figuras deDiane por todo elbosque, la extraña belleza de su rostro iba apareciendo de manera gradual en lostoconesdelosárboles,enlasrocas.Losviejosárbolesmuertos,consusgrisesramaspeladas,sehabíanconvertidoenrepresentacionesdanzantesdeDiane,comosifuerauna sacerdotisa del bosque. Con el tiempo, el tejido incesante de la hierba habíacreado vestidos verdes para aquellas estatuas, las bayas brillantes eran cuentas ybotonesqueseenredabanenbrazosypiernasparaseñalarloscomopartedelsueñoinfinitodeldensopinar.

—Unacontraccióncadadiezminutos.Laskipisóconmásfirmezaelacelerador.Elbebéteníaprisa.Una luz fantasmal brilló más adelante, como si abandonara de un salto el

cementerio rural donde estaba enterrado Coleman Johns, cuando los faros de lacamioneta rebotaronen lapartesuperiordeuna lápida.Lasruedasresbalaronen lacurvaylapartetraseradioalgoparecidoaunlatigazoantesderecuperarladirección.Luegolaoscuridaddevoróelcementeriounavezmásyelbosquedensoflanqueódenuevolacarretera.

—¿LaMaternidad?—sonriólarecepcionista—.¿Traelospapeles?Diane los sacódelbolso.Uncamillerocruzó la saladeesperaconunasillade

ruedasenlaquesesentóDiane,abrigadatodavíaconelpeludoabrigodeandarporelbosque.Laskimiróalarecepcionista.

—Elcamilleroselallevaarribayustedpodrásubirdentrodeunosminutos.Metienequerellenarunospapeles.

Laski tocó lamanodeDianeyella lomiró,sonrienteperodistante,mientraselcamilleromaniobrabaparagirarlasillayllevárseladeallí.

La recepcionistametió un formulario en el rodillo de lamáquina de escribir yformuló a Laski algunas preguntas sobre su edad, dirección, número de seguridadsocial…Asuntossinvidaquelomanteníanretenidoenlasilla.

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Unjovenborracho,conlacarainflamadayllenadecortes,entrótambaleándoseenlasaladeespera.Seacercóalmostradorconsumiradadecristal.Larecepcionistaalzólacabeza.

—Siquieresentarse,porfavor…—dijoconfrialdad.Eljovenseapoyóenelmostrador,perolarecepcionistanolehizoningúncaso,

peseaquesangrabaporunaheridaqueteníaencimadelojo.Laskimiróal jovena losojos,convencidodequereaccionaríaconagresividad.

Lo que encontró fue un crío asustado que se hacía el valiente. Pensó que lasenfermerasseloharíanpasarmal.Luegoelmédicoledaríaunospuntosylosoltaríandevueltaalanoche.Peroenunaocasiónhabíasidounhijoapuntodenacerytodoelmundo había estado pendiente de él.En una ocasión, el granmomento le habíapertenecido.

Unhombremayorentróenlasaladeesperaysequedómirandouninstante,hastaque captó la figura del joven. Se acercó lentamente, con un andar y un estiloparecidosalosdelmuchacho.

—¿Quéhapasado?—Pocacosa—dijoeljoven,altiempoqueensayabaunaposedeseguridadensí

mismo.—Llevabatiemposinverte.—Heestadoporahí.—¿Teinteresatrabajar?—Sí,claro.—Puedesveniratrabajarmañana.—Ah, no—dijo el joven, al tiempo que negaba con la cabeza y se tocaba las

heridas—.Mañananopuedohacernada.Sehabíaterminadoelpapeleo.VolvióelcamilleroyLaskilosiguióporelpasillo

hastaunascensor.Subieronjuntos,ensilencio,hastaelpisoseñaladoconlaleyendaMATERNIDAD. En el pasillo había un sofá y dos sillones de piel.Más allá, unapuertaconunrótulo:SALADEPARTOS-PROHIBIDOENTRAR.

Elcamillerosealejó.Laskisesentó.Aquíesdondeesperantodoslospadres.Selevantó y echó a andar lentamente arriba y abajo.Y ahora estoy caminando de unladoaotrocomocorrespondeatodopadremientrasesperaelnacimiento.

Porelpasillolellegóelsonidodeunaenceradoradesuelosquenollegabaaver,un zumbido, el crujido de las ruedas al acercarse. Laski prestó oídos a suacercamiento hasta que la vio aparecer, impulsada por un encargado demantenimientovestidodeuniforme.

—Essugrannoche,¿eh?—Sí.Elenceradorasintióysiguióconsutrabajo.Yalohavistotodo,pensóLaski,los

ha visto llegar y pasar, los ve cada noche caminando arriba y abajo por elmismosueloqueélencera.

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Una enfermera mayor salió de la sala de partos. Laski la miró, pero ella ledevolvióunamiradatanfríaeinexpresivaqueseledisolvierontodaslaspreguntasenlagarganta.Oyócómosealejabansuspiesporelpasilloyluegoseacercóaecharunvistazoporelojodebueydelapuertaquedabaalasaladepartos.Lapartedelpasillo que quedaba al otro lado estaba vacía y poco iluminada. Echó a andar denuevo,másalládelossillonesdepiel.Eloloraalcoholymedicamentosdelhospitaldominaba el aire. El suelo era de baldosas cuadradas; Laski procuraba colocar lospiessinpisarlasjuntas.Aúnteníalasbotasmojadasdelanieve.Laspunterasoscurasledevolvíanlamirada,gastadasyllenasderasguñosdetantocaminarporelbosque.

Seanimóaseguirandandoydio lavueltacompletaa laplantapara regresaralmismopunto.Seabriódenuevolapuerta.Aparecióunaenfermerajovenysonriente.

—Estamospreparandoasumujer—dijo—.Enseguidapodráreunirseconella.Dianeestabasentadaenlacama.Seacercódeprisaasuladoybuscósumirada,

enlaqueencontrólamismamezclademiedoytranquilidadquehabíavistoyatodalanoche.

—Elbebévienedenalgas—dijoella.Elambienteparecíapropiodeunsueño,unsueñoenelqueélpudieradaralas

cosaslaformaquequisiera.Peroestabaenunahabitacióndehospitalysuhijoveníadenalgas.

—Todoirábien—dijo,altiempoquetocabalasmanosentrelazadasdelamujer.—EldoctorBarkerdicequesielpartoesdenalgasprefierequetúnoestés.Lehe

dichoqueloentiendo,peroesperoquecambiedeidea.Alllegarunacontracción,cambiódecararepentinamenteyempezóarespirartal

como habían practicado, con inhalaciones rápidas y regulares. Cerró los ojos y lafrente se le llenó de arrugas en una mueca de dolor. Él permaneció impotentemientrasveíacómoaquellamanosecerrabahaciadentrocontantafuerzahastaqueelrostroadoptóunaexpresiónquenuncalehabíavisto,unamáscarareconcentradade desesperación que luego se relajó de manera lenta y repentina mientras sedesdibujabanlasarrugas,seabríanlosojosylacontracciónibaremitiendo.

Ellaalzólamiradaylesonrió.—Debió de darse la vuelta la semana pasada. ¿Recuerdas ese bulto que

palpábamosarriba,enlazonadelestómago?Eralacabeza.—Prontoloempujaremoscaminoabajo—dijoLaski.Lasonrisadesaparecióde

súbito,antelallegadadelasiguientecontracción.Ellasepusoarespirardeprisayélse esforzópor transmitirle sus fuerzas, comosipudieradesprenderlasde supropiocuerpoparacontagiárselas.Llególaenfermeracuandoyaremitíalacontracción.

—¿Quétalvamos?—Bien.—Déjamever.—LaenfermeraalzóunmomentolabatadeDianey lavolvióa

bajar—.Estásdilatandomuybien.ElregresodelacontracciónestropeóunavezmáslasonrisadeDiane.

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Llegó un joven interno y se plantó al pie de la cama, esperando mientras lacontracciónavanzabahastasupuntoculminante.MiróaLaskiylepreguntóentonoeducado:

—¿Leimportaríasalirunmomento,mientraslaexaminamos?Laski salió al pasillo. ¿Qué será lo que le hacen para que yo no pueda estar

presente?Alomejorsecreequenuncahevistoelcuerpodemiesposa.Nomandesmalasvibraciones.Aquídirigenellos.Echóaandarporelpasillo,comopezfueradelagua.

Seabriólapuerta;elinternosalióalpasillo,saludóconunainclinacióndecabezaaLaskiyéstevolvióaentrarysequedójuntoalaenfermera,alpiedelacama.

—Estás dilatada del todo —dijo la enfermera a Diane—. Puedes empezar aempujarcuandoquieras.

Diane movió la cabeza para asentir cuando llegó el ataque de la siguientecontracción.Laski se colocó detrás de ella y la incorporó por la espalda, tal comohabíanpracticado.Éllalevantabayellaapretabahaciaatrásconlasmanosapoyadasen las rodillas, las piernas dobladas y bien abiertas, al tiempo que empujaba pordentro.Éllasostuvodurantetodalacontracciónyluegolarecostólentamente.

—Muybien—dijolaenfermera—.Seguidtrabajandoasídebien.Sonrióysaliódelahabitación.—¿Puedesempaparunpañoyponérmeloenlafrente?Laski sacóunpañodelbolsoy lo empapóenel lavabo.Ella se frotó conél la

frente,lasmejillas,elcuello.—¿Dóndeestáeldoctor?—Durmiendo en una habitación, al fondo del pasillo. Lo despertarán cuando

llegueelmomento.—¿Quétalestástú?—Contentadeempujar.Llegó la contracción y él volvió a levantarla, con el rostro pegado al suyo. La

frentearrugaday losojosapretadosconformabanun rostroconelque jamáshabíasoñado.Perdidatodasubelleza,lamujerparecíaunacriaturaasexuadaqueluchabacon todas sus fuerzas, alumbrando con gran esfuerzo el principio del mundo. Susrisas, sus pequeñas alegrías, sus planes, todo lo que alguna vez habían conocido,parecía devorado por aquel esfuerzo, un trabajo que de pronto deseó no haberemprendidonunca,alverlatanreconcentrada,tandistintadelamujerqueélconocía.Tenía la cara roja, un latido en las sienes, y parecía un hombre de mediana edadempeñadoendefecarconundolormortal.Estoeshumanidad,pensóLaski,altiempoquesereplanteabaelsentidodeunarazaquebuscaperpetuarsepormediodeldolor,pero la contracción llegó a su fin sin darle tiempo a encontrar una respuesta, y seocupódeapoyarelcuerpodesumujerdenuevoenlaalmohada.

Cogióelpaño,volvióaempaparloyleenjugóelrostrosudoroso.—Ahora, relájate a fondo. Recupera la energía. Estira las piernas, relaja los

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brazos.Hablabaconsuavidady le ibaacariciando lasextremidades,queaúnnohabían

dejadodetemblar,hastaqueellaquedóalfinquieta,conlosojoscerrados.Regresó de nuevo la ola para llevárselos al mar del dolor, donde otra vez se

preguntó por qué habría llegado la vida al mundo. El encanto de la noche en lacarretera, donde le había parecidoque todas las estrellas losmiraban, estaba ahoraahogadoensudor.Elrostromáshermosoquehabíavistoensuvidaleparecíaahoraunamasabulbosa,rojayfeúcha.

Lacorrientequeloshabíallevadohastalasaguasturbulentasremitiódenuevoyperdiófuerzaylespermitióregresarflotandolentamenteparadescansarentornoaunminuto antes de arrastrarlos de nuevo. Él la sostuvo mientras ella se contraía yempujabapordentroenunesfuerzodeabrirlospétalosdesucuerpofloreciente.Élhabía creído que esa apertura tan milagrosa se iba a producir de un modo másespléndido.Peroahíestabaella,sudandocomoelcaballodeunleñadordespuésdeacarreartroncosunamañanadeverano.

Laincorporó,comosipudieraliberarladelacargaquetantosesfuerzosleexigía,pero lamujer se estaba dando contra unmuro, no avanzaba en ninguna dirección,tenía en los ojos la mirada de un caballo de tiro: perpleja, frustrada, esclavizada.Laskinotabalatensiónquelatíaensussienesenrojecidas,igualquelahabíanotadoenloscaballosdecargacuandoleparecíanapuntodemorirdeuninfarto,avanzandodeaquellamaneraporelbosque,arrastrandoasupasounostroncosgigantescosquede pronto se atascaban en un tocón, con las riendas a punto de romperse de tantirantes y su poderosa musculatura llena de nudos por el esfuerzo de superar elobstáculo. ¿Quién escogería eso?, pensóLaski. Ese trabajo, esa desgracia. La vidanosesclaviza,noshacedeseardescendencia,nosgeneramililusionessobreelamoryloquehagafalta,contaldelograrreproducirse.

Sintió lasupremacíade lavida,supoque lafuerzade lavidaeramayorquesupropia voluntad. Yo sólo quería estar contigo, Diane, los dos viviendo juntos sinproblemas,yaquínostienes,tújugándotelavida.

Ellabajabalaescaleraparasalirdeunedificiodeladrillovisto.Llevabaunacapalarga,morada,concuellovuelto.Lacapaflameótrasellacuandosalióalaacerayélsequedóclavadoyestúpido,incapazdehablar.Elladebiódedarsecuenta,porquesevolvióparamirarensudirección.

Volvióacontraerlacara,apretóconfuerzalospárpadosycurvólabocaenunamáscara conformada por el dolor que de nuevo la invadía. Él la sostuvo, sintió latensióndesusmúsculosylafiebredelapiel.Lospequeñosrizosdepeloenelcuelloestabanempapadosybrillaban.Unamanchahúmedaseextendíaportodalaespalda.

El internoy laenfermera regresaroncuandoellosestaban todavía sorteando lasolas,luchandojuntos,empujandojuntos,sudandojuntosparallevaraquelloasufin,ycuandoterminólacontracciónelinternonopidióaLaskiquesefueramientraséllaexaminaba.

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—Ahoraestásprogresando.—Puedeveralbebé—leofreciólaenfermera.Laskibajólamiradayenlagrieta

rasuradaysudorosavioalgorosadoyextraño,unpequeñofragmentodecarnequenoalcanzóaasimilar.Élsóloreconocíalasolasquevolvíanallevárselosaunlugarenelqueestabansolosenunamoryunatristezaquenadiemáspodíacompartir,solosycadaunoaferradoalotroenaquellarealidadparalaquetantosehabíanpreparadoyparalaqueningunapreparaciónerasuficiente.

—Yotehevistoalgunavez—ledijo,deteniéndolaenBroadway.—Ah,¿sí?—dijoella,conunlevísimotoquedeflirteoenlavoz,apenaslojusto

paraque,despojadodesucarácterprofundamentetímido,siguieraacercándoseaella.Yavolvíanflotandohacialasalaverdedelhospitaladormecido.Apenas habían empezado a descansar cuando las olas volvieron a arrastrarlos

comounapesadillarepetidaunaveztrasotraalolargodelanoche,unayotravezconelpasodelosaños.Ibanyveníandeunladoaotroyélllegóatemerqueellanotuvierafuerzassuficientespararesistirlo.Yanoconfiaba;niensímismo,nienella.Se sentíacomounchiquillodesesperadoy leparecíaqueDiane también loestaba,que su larga luchano loshabía llevadoaningún lado,quenohacía sino repetirse:contracción, alivio, contracción de nuevo. Pero la enfermera y el interno parecíandespreocupadospor completo, animososy confiados.Y el doctor está al fondodelpasillo,durmiendo.Noestápreocupado.Sialgofueramal,yaestaríaaquí.

EllasevistiójuntoalaventanadeladiminutahabitacióndeLaski,enfundándoselentamente los estrechos pantalones de punto y el suéter. El cabello corto nonecesitabapeinadosniarreglos,aquellamujereralamásnaturalquehabíavistoensuvida,nocomosusamoresprevios,quesiempreloechabandelahabitaciónmientrassevestían,seacicalabanyseponíanrulos.

Labataestabaempapada,elcabelloemplastadocomosilehubieracaídoelmarencima.Cerrólosojosyseformaronunaspatasdegallo,unasarrugasqueélnuncalehabíavisto, las arrugasde la edad,ypor eso supoquehabíanpasadoauténticaseras.

—Otravez—dijoella.Lavozsonabacasicomounsollozoaunquenollegabaaserlo,estabademasiado

cansadaparalaslágrimas.Volvióaincorporarlaalnotarquelamareaselosllevabadenuevohacialasaguassalvajeseinexploradas.

Mientraslasostenía,suamorseexpandíaacadatemblordelcuerpodesumujer.Parecía que no la hubiera amado antes, que todo su pasado hubiera sido unmeroensayoparaesemomentoenquesentíaresonarensuinteriortodoslosdíasdelavidadeella, losdíasanterioresacuandoseconocieron, losdíasdecuando tuvoaquellacaradeniñaasustadaqueahoraveíaantesí,losdíaslejanosdelamujermaduraquelellamabaahoraparaqueledieraunafuerzadesconocida.Todalafrustracióndelostreinta años de Diane estaba presente, parecía que ella invocara ante el pozo deltiempoeldeseodeque todosalierabien,dequeporfinalgohechoporellasaliera

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comodebíaser.—Nopuedotenerhijos—ledijo—porlaformaquetienemiútero.—Tonterías.—EsunginecólogodeParkAvenue.Bueno,pensóLaski,noshacostadodiezaños,peroalfinallohicimos.Larecostó

en la cama y le limpió la frente con el paño. Ella sonrió, pero era de nuevo unamáscara, formadaahorapor el aliviomomentáneode la angustia.Nohabíaningúncoqueteo,nadadepaz,nadadecuantosolíaverélensussonrisas.Sinembargo,sabíaque aquella sonrisa estaba hecha para él, para aliviarlo de su preocupación. Ellatambiénvedentrodemí;quizávea la inquietuddemisdías,comoveoyo lasuya.Sintióqueestabanjuntos,entonces,enunnivelnuevo,másviejo,mássabio,coneldolor como nexo de unión. Hemos recorrido más de cincuenta millas esta noche;hemoscruzadoelocéano.

La sonrisa se extendió de pronto hasta más allá de los límites que lecorrespondíanparaconvertirseenunamuecadedolor,yLaskilaincorporó.Aúnnohemoscruzadoelocéano.

—¡Arre,Bob!Elcaballograndetiraba,loscascosrasguñabanelsuelodelbosque,salía disparado elmusgo y algunas ramitas. El árbol crujió, se balanceó y terminócayendoyBobechóacorrerconél,arrastrandolasramasytodo.

—CreoqueyapodemosllamaraldoctorBarker—dijoelinterno.Laenfermerasaliódelahabitación.LaskisecólafrenteaDianeyel internose

quedómirandodesdeelpiedelacama.—Llevascasitreshorasempujando—dijo.—Esdemasiado,¿no?—preguntóella.—Esporqueelpesodelbebéestáarriba,envezdeabajo.Ydeprontovolvíanasaliralatempestad.Laskilaincorporó,sederramóhacia

elladesdelasyemasdelosdedosmientrasDianelevantabalasrodillasyempujaba.Entrólaenfermeraconunjovenaltodeuniformeblanco.SequedóalpiedelacamaconelinternomientrasLaskiyDianeaguantabanenaltamar,marinosaventadosporelamorhacialasprofundidadesinsondablesdeltiempoyeldestino,iniciandoyaellento regreso a una sala llena de extraños que también parecían eternos, como siparticiparandeunaobradeteatrointerminable.

—Sipuedesalirsólounmomento…—propusoeldoctorBarker.Laski salió al pasillo y se concentró en una sola oración sin palabras para

ofrecérselaalocéano.Seabriólapuerta.Salióeljovendoctoryledijo:—Estoestáavanzando.Lavamosallevaralasaladepartos.Laski regresó junto a Diane. Vio que estaba incorporada, pasando una

contracción,yseacercóaella.—Elbebéyaestádecamino—dijolaenfermera,conunasonrisaalegrededicada

aLaski.

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Él recordó de pronto la criatura, el nadador delmar secreto. Él también lucha,luchaporestarconnosotros,luchaigualquenosotros.

El corazón de Laski se convirtió en un océano de amor mientras lo invadíannuevemesesderecuerdosyelbebésevolviórealdenuevo,tanrealcomolanocheenqueLaskihabíanotadounospiececillosquedabanpatadaspordentrodeDiane.Nuestrobebé,nuestroamiguito,estánaciendo.

Yesta,pensóLaski,eslarazóndenuestroesfuerzo,quepuedavenirelamoralmundo.

Pasó lacontracciónyélyDianesedejaronarrastrardevuelta, lacioscomo lasalgasabandonadasenlaorillaporlasolas.

—Tienebuenapinta—dijoelinterno.Entrólaenfermeraconunacamillasobreruedas.—¿Lista?—Sí—respondióDiane.Lapasarondelacamaalacamillaysalierontodosandandotrasellaalpasillo,

hacialasaladepartos.AldoctorBarkerleestabanponiendounabatablanca.LaskiseagachóparabesaraDiane.

—¿Novasaentrar?—preguntóella,conlavozllenadeanhelo.LaenfermerasiguióempujandohacialasaladepartosyLaskisequedófuera,en

elpasillo.Habíaperdidolavoluntad,lapalabra,elcoraje.Barkerseleacercó.—Laenfermeraledaráungorroyunabatayasípodrámirardesdedetrásdela

mesa.LasfuerzasdeLaskiregresaroncomountorbellinoyunagransonrisaseasomóa

sucara.¡Iremosjuntoshastaelfinal!Sequedómirandocómoselavabanlasmanoseldoctoryelinternoenunapilacercana,frotandounayotravezconunlentoritualmetódico.Seleacercólaenfermeraconunabata.Metiólosbrazosenlasmangasyellaselaatóalaespalda.Ledioungorroblancoyélselopuso,tapandolasorejas.Luegoentróconelinternoenlasaladepartos,dondeDianeyacíaenlamesacentral,laspiernasenlosestribos,lasmuñecassujetasconcintas.

—Puedesentarseaquí—ledijolaenfermera,altiempoquecolocabauntaburetedetrásdelamesa.

OtraenfermerarecolocóelespejoquequedabaencimadelamesaparaqueLaskipudieraverlazonadeparto.

—¿Lovesclaro?—Perfecto.Luegounadelasenfermerasllevóunaesponjitaempapadaenjabónquirúrgicoy

frotóconellalazonavaginaldeDiane.—Ah,québienmesienta.—¿Lehanpuestoalgodeanestesia?—preguntólaotraenfermera.—No.—Bueno,vaya,ymíralaquébienestá.

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EntróeldoctorBarkerysesentóenuntaburetealotroladodelamesa.—Tevoyavaciarlavejiga.Insertó un tubo por la uretra y un instante después toda la orina abandonó su

cuerpoparacaerenuncubo,alospiesdeldoctorBarker.—Tengounacontracción—dijoDiane.—Adelante,empuja.Laskinoalcanzabaatocarla,asíqueseincorporóehizoeltrabajosola.Cuando

remitiólacontracción,Barkerdijo:—Voyapracticarunpequeñocorte.Primerotedaréalgoparaquenolosientas.

—Insertó una aguja en el borde de la vagina y le aplicó tres inyecciones. Luegopellizcólapielconunaspinzas—.¿Notasalgo?

—No.Practicóunaincisión,uncortelateralhaciaelmuslo.—Comprobadelpulso.La enfermera apoyó el estetoscopio en el bajo vientre de Diane y escuchó

mientrascalculabaelritmodeloslatidosdelbebéconsureloj.—Normal.—Deacuerdo…Vuelveaempujar.Barker insertó los dedos en la vagina de Diane, tanteando en busca del bebé.

Cuandosalióeldedo,Laskivolvióaveraquellapielrosatanextrañayunasustanciaoscuraydensa.

—Nosepreocupeporeso—ledijolaenfermera—.Albebéselehanmovidolastripas.—Empuja—dijoBarker.Diane empujó y Laski alcanzó a ver el trasero del bebé junto al umbral del

mundo.Denalgas,pensóLaski,¡peroahíviene!—Deacuerdo,cariño,vuelveaempujar—instruyóBarker.Ellaempujóyélmetiósuslargosdedosenlavaginaylosmovióparaextender

los labios.Depronto apareció unpie, seguidode una larga pierna inmóvil.BarkerbajóenseguidalaotrapiernayLaskilamiróasombrado,consusminúsculasuñitas,aquellospiesperfectamente formadosquesehabíandesarrolladodentrodelcuerpode Diane y con los que tanto había soñado, proyectando su visión de incontablesmaneras,yahoraaquellospiececillosseasomabanporprimeravezalavidaantesusojos.

—¡Esunniño!—exclamólaenfermera.LaalegríainvadióelcorazóndeLaski.Sequedómirandolasalidayvioelpene

minúsculo,quealcabodeunsegundoproyectóunchorrodeorina.—¡Notoqueseestámeando!—exclamóDiane,asombrada.—Empuja—ledijoBarker—.Empujacontodastusfuerzas.Mientrasellaempujaba,élguióelcuerpominúsculo,todomenoslacabeza,que

seguíadentro.Laskisequedómirandofascinadoaquellacriaturacolganteconsupiel

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grisyremojada…Suhijito,queporfinllegaba.Barkerinsertóelfórceps.—Otravez.DianeempujóyLaskisetensóalverqueBarkertirabaenérgicamentedelfórceps

para liberar la cabeza. Dios mío, pensó, con qué dureza los tratan. De pronto, lacabeza salió con un estallido y el bebé quedó liberado. Las manos de Barker semovieronconunaagilidadyunaeleganciaincreíblesparadarmediavueltaalbebéenelaireysostenerloenloaltocomosifueraunarosaroja.Laskiviounrostrollenode rabiay sinembargo triunfante, eldiosdel tiempoyde loshombres, cuyosojoscerradosmirabandirectamenteaLaskiparadecirle:«¡Mira,mira,esto!»

—¡Cortaelcordón!ElinternocortóelcordónyBarkercargóconelbebéconlamáximadelicadeza

entre lasmanos para desplazarse a toda prisa hacia unamesa que había junto a lapared.

—Elaspirador—dijoentonobrusco.La enfermera le pasó un instrumento que parecía como una bocina de coche

antiguo, conunaperilladegomaencajadaenunextremo.Loaplicóen lacaradelbebéyapretó.

El bebé estaba absolutamente quieto. Barker accionó la perilla y luego tocó lamuñeca inmóvil, la levantó un instante y la dejó caer de nuevo. Una enfermeramasajeabalospiesylaotrapasóaBarkeruntubofinoqueésteinsertóenlabocadelbebé. El doctor sopló y Laski vio cómo subía y bajaba el pecho amedida que elalientodelmédicolecirculabapordentro.

Barkersedetuvounmomento,sesecóelsudordelafrenteyvolvióasoplarporel tubo.Laskisiguiómirando,viendocómoseexpandíanyencogíanlospulmones.Elrestodelcuerposeguíaabsolutamentequieto.Quépiernastanlargas,pensó,comolasdesumadre.

Barkerretiróeltuboyaplicósubocadirectamentealadelbebéparasoplarconsuslabiosbienapretadoscontralaboquitaminúscula.

Laenfermeraseguíamasajeandolospies.Laskimiróelrelojdelapared:cuatrotreintaycinco.

Barkerdiounpasoatrás, sesecódenuevo la frenteyLaskisepusoa recordarmomentos de su propia vida en los que, al enfrentarse a cosas que le resultabandesconcertantes y rígidas, también se había frotado así la frente. Barker aplicó denuevoelaspiradoralcuerpecilloinmóvilyloaccionó,ylaperilladecauchoemitióunlevesuspiro.

—¿Eselbebé?—preguntóDiane.Laski lamiró y luego desvió lamirada para posarla de nuevo en su hijito, en

aquelbrazominúsculoquesealzabayvolvíaacaer,tanlacio,enlamanodeBarker.—¿Dóndeestáelbebé?—preguntóDiane.—Estáahí,alfondo—dijoLaskientonosuave.

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Barker retiróelaspiradoryaplicódenuevosubocaa lade lacriatura, soplóyaspiróconsuavidad,conunritmoregular.Seapartó,sesecólafrente,sevolvióhaciaLaskiymeneólacabezadeunladoaotroparadecirqueno.

Laskiasintió.Sehabíaterminado.Sediomediavueltaysesentóenelpequeñotaburetequeseguíajuntoalamesa

deoperaciones.ElinternoestabacosiendolavaginaabiertadeDiane.—¿Duele?—No—dijoellaconunarisanerviosa.Laskimirósuestómagoliso.¿Cómopuedeserquenosederrumbecontodoesto?

¿Cómoselovamosadecir?Sevolvióhacialamesadelapared.Habíanmetidoalbebéenunaurnadecristal

y estaba de lado, con los ojos cerrados. Laski vio resignación en aquella carita, laexpresióndequiendaporterminadountrabajo,comoelhombrequeal terminarlajornadasetumbadeladoparadormir.

—¿Estábien?—preguntóBarker.—Sí—respondióLaski.ElmédicoseacercóalamesadepartosybajólamiradahaciaDiane.Ellaalzósusojoshaciaél.—Yalosé—ledijo.—Losiento.—Noesculpasuya—dijoella,conunsollozoenlagarganta.—Elbebépareceperfectamentenormal—dijoBarker—.Nohayningunarazón

porlaquenopuedastenerotro.Laski lo escuchaba aturdido. Se ha creído que eso es lo que estaba en juego,

nuestrodeseodetenerunhijo,cualquierhijo,noestehijoenparticularquehacíamosbalancearentrenosotrosdosporelcamino.Esimposiblequesepanloespecialquees.Ellosseñalanhaciaelfuturo.Peronosotrosestamosaquí,parasiempre,ahora.

LaenfermerapasóaDianeaunacamilladeruedas.—Tetengoquepinchar—dijo.—No—contestóDiane—queseguíanegándoseaquelaanestesiaran.—Esparaquesetesequelaleche—dijolaenfermera,entonoamable.—No hay habitaciones individuales —dijo la otra enfermera—. Te podemos

ponerenunadoble.—Puedo ir a una sala común—respondióDiane—.Sólo quería una individual

paraquedarmeasolasconelbebé.—Estaríasmejorenunacondoscamas.Llevarána todos losdemásbebésa la

salaparaquelesdendemamarytesentirásfatal.—Losbebésnomeimportarían—dijoDiane,conunllantosuave—.Peropuede

quelasdemásmadresestuvieranincómodas.SelallevaronporelpasilloenpenumbrayLaskicaminóasuladohastallegara

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una habitación de dos camas, ambas vacías. La ayudaron a pasar a la cama y leecharonlassábanasporencima.

—¿Mepuedoquedar?—preguntóLaski.—Sí,claro—respondiólaenfermera—.¿Quieredormirenlaotracama?—No,noestoycansado.—Siquiere—insistióella—,simplementeseacuesta.—Laenfermeraseinclinó

haciaDiane—.Soncosasquepasan.Estoyseguradequelapróximaveztendrásmássuerte.

Laskimiróelbolsitoquehabíajuntoalacama,enelqueDianehabíapreparadodospañosparaelbebé:unorosayunoazul.Sediocuentadequehabíausadoelazulparasecarlelafrente.

Ellalomiróensilencioyleacaricióelcabelloconunamano.Élreclinólacabezaen la cama, a su lado, en el momento en que todo el peso de su debilidad seapoderabadeél.Volvióaentrarlaenfermerayledijo:

—¿Estásegurodequenoquiereacostarse?—Deacuerdo—contestóél,yseacercóalaotracama.—Déjeme echarle esta sábana por encima. Soy perezosa. No quiero tener que

hacerlaluegootravez.Laskitrepósobrelasábanasuperiorysetumbómirandoaltecho.Leparecióque

teníaunbloquedecementobajolacabeza.Seadentróenundormircaleidoscópico,tan plagado de imágenes que no era capaz de clasificarlas en ningún sueñoreconocible,demaneraqueselederramaronporencimacomouncaudaldeagua.

Al despertarse vio que Diane estaba mirando el techo. Se levantó y volvió asentarse a su lado. Estaba rompiendo el día. Por la ventana se veía la otra ala delhospitalymásallá lacalle,en laqueyanacía la luzgris.Sequedómirandocómollegabaelsolalacalle.

Empezaronaresonarlosplatosporelpasillo.—Vanatraereldesayuno—dijoella.Se acercó el carrito del desayuno y entró una mujer mayor con una bandeja.

SonrióaLaski.—Bueno,quédíatanbonito,¿no?Dianesetomóloscerealesyunatostadaylaluzdelsolencontrólahabitación.—Prontoquerránquemevaya—dijoLaski.—Sí,lasmadreshandedardemamarasusbebés.Vio romper en su rostro la pena por un instante, como rompen las olas en un

risco,peroalretirarselaresacaelriscoseguíaahí,eldolornohabíapodidohundirlo.—Volveréestatarde—ledijo—.Lahoradevisitaesalassiete.¿Quieresalgo?—No,sóloati.Laskiseagachóparadarleunbesoynotóen lamejillael lentodiscurrirde las

lágrimasdeDiane.Laskicirculóporelpuentey salióde laciudad.Alcruzar lasvíasdel trenque

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atravesaban el barrio pobre en los límites de la ciudad, sus ojos repararon en unadelicadacapadeluz,comosiunvelotranslúcidoyrelucientecubrieralamañana,ysupo que se trataba del espíritu de su hijo, que viajaba con él. Entonces se viocorriendoconsuhijoporelcampo,saltandoviejasvallasrotas.Caminabanhastaelarroyo y se zambullían en él, luego se ponían a bailar, corrían hasta los árboles ytrepabanparaquedarporencimadelaniebla.

Laski condujo de vuelta a casa con la cara empapada de lágrimasmientras suespíritu corría con su hijo una carrera por el tiempo para atravesar lamañana delmundo, de un lugar a otro, por ciudades, por el valle precioso. El momento delencuentrofueinfinito:tomaronunbarco,tomaronuntren,contemplaronlasvistasycrecieron juntos. El viaje hasta el bosque pareció durar años y,mientras subía lascolinasque llevabanalasentamientoabandonado,Laskisintióqueelespíritudesuhijoseextendíaentornoaél.Yalextendersedeaquelmodo,integradoentodoslosárboles, en cualquier nube, notó que iba perdiendo personalidad, sintió que sedisolvía en algo remoto, expandido hasta más allá de su propia capacidad deperseguirlo.Ya se va, pensóLaski.Hamadurado yme abandona.Adiós, adiós, sedespidió mirando hacia el hermoso cielo del este, donde el sol encandilaba losárboles.

Elvientotehacelibre.Losvientosyelsoltehacengrande.Entonces se terminóyLaskivolvióaestar solo, avanzandoentrebachespor la

viejacarreteradecurvasquecruzabaelbosque.Al regresar al hospital por la tarde se perdió por los pasillos que partían del

vestíbulo,puesyanadaleresultabafamiliar.Sequedómirandounaescaleraquenorecordabahabersubidonunca.Asuladosonóconfuerzaunavoz:

—¿Adóndesedirige?—Maternidad.—Sígame —dijo un hombre de poderosa zancada, ataviado con suéter de

esquiadorybotas.CaminabacomosiavanzaranporunapistademontañayLaskilesiguióelritmo.—¿Quéhasido?—preguntóelhombre,sinvolver lamiradaatrás,con losojos

fijosenlapista.Laski titubeó mientras se alzaban en su mente los fragmentos de distintas

explicaciones—elbebémurió,nohemostenidonada—,peroluegosintióbrotardenuevorepentinamenteelespíritudelhijoensucorazónyrespondió:

—Niño.—Felicidades—dijoelmontañero.Habían llegado a lo alto de la montañosa escalera, al vestíbulo cuyo rótulo

anunciabalaMATERNIDAD.—¿Yusted?—preguntóLaski.—Niño—dijoelmontañero.Teníalavozllenadevientoypiedrayunaalegríasalvaje.Torcióalaizquierday

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Laskisiguióadelante,pasilloabajohastalahabitacióndeDiane.Estabaacostadaconlosojosenrojecidos,elrostropálido,dominadaaúnporlas

emocionesdelanoche.Laskisesentójuntoalacamayletomólamano.—¿Havenidoeldoctoraverte?—Ha dicho que al examinar las secundinas descubrió que el cordón estaba

conectado al borde de la placenta en vez de al centro. Era un punto débil y en elúltimomomentosedesgarróelcordón.Elbebésedesangró.

Laskimeneó lentamente la cabeza ymiró hacia la ventana.Vio figuras que semovíanalolejos,traslasventanasdeotrashabitacionesiluminadas.

—Quierehacerlaautopsia—dijoDiane.—¿Deverdadesnecesario?—Dependedenosotros.—¿Quieresdarlespermiso?—Supongoqueesloquehacensiempre.Másalláde lasventanasdelhospital seveían lasaceras, lacallenevada.Enel

vestíbulodelamaternidad,juntoalmostradorderecepción,lasenfermerascharlabanyreíanjuntas.

—Estáenlamorgue—dijoDiane.Entróunaenfermeraconunasonrisallenadeánimo.—Ha llegado lahorade la lámparadecalor.—Luego sevolvióhaciaLaski—.

¿Nosdisculpaunmomento?Laski salió al pasillo.Las puertas de las demás habitaciones estaban abiertas y

pudoveralasmujeresensuscamas,acompañadasporsusvisitantes.Bajólamiradaalsueloysiguióelsonidodelaenceradora,elascensor,lasvocesdelosvisitantes,tododiscurríacomounflujoenelqueélparecíaflotar.Elminuterodelrelojdeparedquequedabasobresucabezazumbabaaldarvueltassinparar.Seguíanlasrisasenelmostrador de las enfermeras yLaski se dio cuenta de que eraNochevieja. En unahabitación de la calle 91 de Nueva York, en la oscuridad de una cama pequeña,mientras sonaban las alarmas y ululaban las sirenas, la abrazó. Apareció laenceradora,conel ronroneodesus largosbigotesaldarvueltasyvueltas sobre lasbaldosas.

Sehabíadesatadounatormentadenievesobrelaciudad.Eraunanochefríayelcansancio se apoderaba de los pensamientos de Laski. A cuarenta kilómetros dedistancia,enmediodelbosque,loesperabalacasa,vacíayhelada.Podríabuscarunhotel, calentito y bien iluminado: una habitación individual, una mesita con sulámpara,unacama.Podríadormirunpocoyquedarmemañanaenlaciudadhastalahoradevisitas.

ElsemáforosepusoverdeentreelvelodelanieveyLaskiavanzóporlaavenidaprincipalde laciudadhacia lacalledelhotel,dondeaparcó lacamioneta.Lanievecaía ahora con más fuerza. Caminó hasta el hotel. No es el mejor, pero tampoconecesitomás,sólounlugardondepasarlanoche.

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Ledolía todo el cuerpoy tenía losojos cansados.Todas las tiendasde la calleestaban cerradas y mostraban sus mercancías bajo los tenues focos nocturnosmientrasélcaminabaasuladoconelagotamientoenlaspiernas.Elhotelteníaunaúnicapuertaquedabaaunvestíbulopequeñoyatiborrado.Entróysequedómirandoalrecepcionistanocturno.Éste,ocupadoenlalecturadelperiódico,noalzólavista.Había un televisor encendido y dos hombres sentados delante, sonriendo ante unaimagen titilante que Laski no alcanzaba a ver, aunque sí percibía la soledad deaquelloshombresyeldesesperoconqueseenfrentabanaella,acurrucándoseanteeltelevisor.

Comoactivadoporunimán,volvióasaliralacalleporlamismapuerta.Bajolanieve, caminóhasta la camioneta,montóenellay salióde laciudadpara tomar lacarreterablancaquellevabaalbosque.

Entró en la cabaña con reticencia, como si fuera una cueva habitada porfantasmas. La cocina de carbón estaba casi apagada y tuvo que atizarla. Cuandocomprobóquelasuperficieyaestabacaliente,colocóunasarténysepreparólacena.Comíadespacio,mirandoporlaventanalanievearremolinada.Alterminardecenarlavólosplatossinprisas,trabajandodespacio,concentrado,negandoelespacioalospensamientos macabros, a los fantasmas, a los miedos. No había más que aguacaliente,elplato,susmanos,elestropajoenjabonado.

Laescaleraquellevabaalsegundopisoleparecióoscura,demalpresagio,¿quéhabráahíarriba, entre la ropadelniñoy lacuna?Nohaynada, sedijo,y subió laescalera y se desnudó en el dormitorio pequeño. Dejó la luz encendida un rato yluego,resignadoaaceptarlaoscuridadyelsueño,laapagó.

Soloenlacasaoscuraenmediodelbosque,conunatormentadesatadaafueraylasombradelamuertedentro,seencogióbajolasmantas.Losespectrossealzabanantesusojoscerrados,extraños,amenazantes.Comprobóquesumenteseprestabaaljuegodelosmiedosantiguosy,tembloroso,seentregóalsueño,dondeseviofuerade la cabaña, caminando en un bosque onírico. Junto a un árbol vio una figuracubiertaconcapaycapucha.La figurasevolvióhaciaélybajo lacapuchaviouncráneodepiedraquelesonreía.LamuerteletendióunbastónyLaskilotomóenlamano.

LaluzdelatardecersecolabaenlahabitacióndelhospitalcuandoLaskivolvióasentarsejuntoaDiane.Ellaparecíamásfuerteylatormentahabíaterminado.

—Hemosdeenterraralbebé—dijolamujer—.Enlamorgueyanoloquieren.—Podríamosenterrarloenelbosque.—Esolehedichoalaenfermera.Dicequenoesnadahabitual,peroquetalvez

seacorrecto.Teníamuchopapeleo.Necesitaremosuntestigo.—¿Ylaautopsia?¿Elbebénoquedará…?—Hadichoqueloreconstruyen.EntróeldoctorBarkerenlahabitación.Lomiraronlosdosensilencio.Sequedó

plantadoalpiedelacama,altoeincómodo.

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—Enlaautopsiahemoscomprobadoqueelbebéeraabsolutamentenormal.Nohayningunarazónporlaqueestodebarepetirse.

—¿Creequesepuedeiracasamañana?—¿Quétalsienteslospuntos?—Mequemanunpoco,nadamás.—Supongoque,sitevasaencontrarmejorencasa,tepuedesir.—Sediomedia

vueltaparasalir,peroantesseencaródenuevoaDiane—:Séqueesduroperdertuprimerhijocuandoyatienestreintaaños.

La última luz del día se deslizaba por la fachada de ladrillo visto del hospital.Sentado juntoa laventana,Laskiveíacaer lanoche.EntróDianeen lahabitación,abrigadaconunalbornoz.

—Lehedichoalaenfermeraquemañanaporlatardenosllevaremosalbebé.—Estanocheleharéunacajita.—¿Podráscavarunhoyoenelsuelohelado?Unaenfermeraasomólacabezapor

lapuerta:—Hayunasbebidasenelpasillo,sialgunodelosdostienesed.Laskisalióyencontróunabandejaconzumosartificiales.Sirviózumodenaranja

endosvasosyvolvióalahabitación.—Líquidos—dijo,mientrasofrecíaaDianelabebidanaranjayespesa.Sonóel

timbrequeanunciabaelfindelhorariodevisitas.—Mañanaporlatardellegaréaprimerahora—dijoantesdedarleunlevebeso

enloslabios.Luegosefueporelpasilloverdeparasaliralacalle,alacarretera,acasa.EltechodeacerodelacabañabrillabaalaluzdelalunamientrasLaskiaparcaba

la camioneta en el camino de acceso. Abrió la puerta del cobertizo, donde teníaapilada la leña.¿Cómolovoyahacer?,sepreguntómientrasmiraba laaltapiladetablones de pino y sus herramientas. Le sobrevino una sensación de terror ante laperspectiva de armar el ataúd; no tenía ningún deseo de hacerlo, ni de volver aconstruirobjetoalgunonuncamás.

Pasó un dedo por la superficie de los tablones, alisada a cepillo; conservabaaquellasensaciónpesada,comosiestuvieradentrodeunanubeoscura,peroagarróun tablón y tiró de él para sacarlo del montón. Cargó con los caballetes hasta suestudioyloscolocóbienseparados.Cruzóencimadeellosellargotablóndemaderade pino.Luego llevó también su caja de herramientas y la dejó al lado.Tiró de lacintamétricametálicapara irla sacandode la caja e imaginócuál sería la talladelcuerpodelbebé.

Apoyó la escuadra en el punto escogido, trazó una línea recta y serró por ahí,pensandoenlosviejostiempos,cuandosedabaporhechoqueloshombresarmabanlosataúdesdesusseresqueridos,ysediocuentadequeestababienasí,dequesetratabadeunprivilegioqueyapocoshombresconservaban.Marcólalíneasiguienteconcuidadoyserróunapiezaigualparaformarelfondodelataúd.

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Uniólasdospiezasyluegocortóloslateralesylosrematesdelacaja.Eltiempopasabalentoypacífico.Sepusoatrabajar,lijandolosladosdelaspiezasdetalmodoque quedaran bien juntas, para hacer una caja que debía quedar perfecta, aunquenadielafueraaver.Taladrólosagujerosylosencastróantesdeatornillarloslateralesylosremates.

Acuclillado,conlasrodillasllenasdeserrínyellápizencajadodetrásdelaoreja,ibagirandolentamentelostornillosparaquemordieranlamaderahastaelfondo.Lijólapartesuperiordelacaja,creandodenuevounafinanubedepolvoqueselemetíapor la nariz, con aquel olormemorable. Construí nuestra casa, con una habitaciónparaél,yahoraleestoyhaciendosuataúd.Ennadadifiereeltrabajo.Sólohemosdeseguiradelante,conlosojosabiertos,contemplandoconatenciónloquehacemos,sinpensarennadaajenoalatarea.Entonces,fluimosconlanoche.

LacajitatomóformayLaskiseresistióasentirseorgulloso,porqueelorgulloeraun pensamiento ajeno a la tarea. Lo hago en silencio, esto no es para nadie, nisiquieraparaél,puesyanoestá,quedamuchomásalládemicajita.Perohadejadoasupasounfragmentosuyoquerequierelaexistenciadeunacajaquehedeacarrearporelbosque.Ylacajarequiereunatapayyohedeencontrarunpardebisagras.

Rebuscó en el cobertizo y encontró un par de bisagras viejas y oxidadas,pequeñas, chirriantes, pero en condicionesdeuso.Trasmarcar superfil, cinceló lafiguraconunformónparaqueencajaranenlamaderasinsobresalir.Probólatapaysiguióinstalandolasbisagrashastaqueestuvosegurodequelacajasecerrabaconfirmeza. Abrió y cerró la tapa varias veces, disfrutando de la suavidad con quefuncionaba, hasta que recordó para qué iba a servir y confirmó de nuevo que eramejorrenunciaracualquierpensamientoajenoalatarea.

Apartóloscaballetesysusherramientasybarrióelserrín.Luegosesentóenunasillaysemecióenellaensilencio,adelanteyatrás,sindejardemirarelataúd.Unavaga insatisfacción se le removíapordentroy, lentamente, sevolvía cadavezmásclaraeinquietante.

Siloenterramosaquí,quedaremosatadosaestatierraparasiempre.Puedohacerque lo incineren en una funeraria y nos darán las cenizas en una urna metálicapequeña y si nos vamos de viaje nos la podremos llevar. Y el día que nosencontremosenmediodelmarpodemostirarahílascenizas.

Esexactamente loquedeberíamoshacer.Lo llevarémañanaa la funerariay lopodrán incinerar con su cajita. Una sensación de liberación se apoderó de Laski:liberacióndelatierra,lascasasylastumbas.Conesepensamientoenmente,subióaacostarse.

Alentrarenlahabitacióndelhospitalseencontróconunambientenuevo:laotracamaestabaocupada.MientrasseacercabaaDianevioconelrabillodelojoaunajoventumbadaenlacamaquehabíausadoélparadormir.Asuladohabíaunjovenydosmujeresmayores.CerraronlacortinaquerodeabasucamayLaskisesentójuntoaDiane.

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—Haperdidoasubebé—susurróDiane.Laskiechóunvistazohacialacortinacerrada,traslaquesemovíanunastenues

sombras.—Creoquedeberíamosincineraralbebéenlaciudadestatarde.—Pero…¿porqué?—Siloenterramosallí,seráotraataduramás,seráellugardondeestáenterrado

nuestrobebé.Aellaselellenabandenuevolosojosdelágrimas.—Siteparecequeeslomejor…—No sé qué es lomejor—dijo él—.Quizá nada seamejor. Pero ha sido una

sensaciónmuyfuerteyestoyintentandofluirconella.—¿Quévasahacer?—Iréalafunerariaahora,apreguntarsilopuedenhacerhoymismo.Selevantóypasójuntoalasotrasvisitas.Pasilloadelanteunavezmás,escaleras

abajo, los pensamientos se le agolpaban: poner punto final a la tarea, recuperar lalibertad.

Cruzó el aparcamiento deprisa y puso en marcha la camioneta. Con un vagorecuerdodelparaderode la funeraria, circulópor laciudad.Ellos seencargarándetodoyasínotendremosqueintervenir.

Los quitanieves trabajaban aún y en algunos sitios se veía gente que retiraba apaladaslanievedelasacerasydelasentradasdelascasas.Laskidoblóunaesquinayvio lacasonacolonial, conunaplacaenblancoynegroenunode losgrandesyviejospilares.Eraunlugarenorme,conmuchasventanas.Laskimiróporlaventanaprincipal y vio un largo recibidor flanqueado por ramos de flores y lámparas conpantallas opacas. El aparcamiento estaba lleno de coches. Había tres limusinasgrandes llenas hasta arriba de flores y una cuadrilla de hombres profesionalmentesombríos,vestidosdenegro,esperabanjuntoalacuarta,queteníacortinasgrisesdeterciopelo en las ventanillas. Se abrió una puerta lateral del edificio y asomó elextremodeunataúdhechodemaderaoscura, tanpulidaquebrillabaconfuerza,ydecorado con filigranas de plata y oro.Agarrados a los soportes de latón brillanteibanlosprofesionales,conrostrosdecera,silenciosos,acarreandoelataúdchillónygigantescohaciaelcochefúnebre,cuyoconductorabriócongestossuaveslapuertatrasera y les ayudó a deslizarlo hacia el interior, lujosamente protegido por lascortinas. Laski siguió conduciendo, horrorizado. ¿Qué diablos estaba a punto dehacer?

Letemblabanlasmanosenelvolante.Conlosojosenlágrimas,bajólamiradahaciasucajitadepino,enelasientocontiguo,yapoyóunamanoensusuperficie,suaveylisa.

Circulandodenuevoporlaciudad,regresóalhospital;avanzódenuevoporlospasillos,subióunavezmáslaescalera,otravezpasóantelasenfermerasyjuntoalasvisitasenlahabitacióndeDiane.

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—Vámonos—dijo,en tonosuave, tomandoaDianede lamano—.Nosvamosjuntosacasayloenterraremosjuntoalarroyo.

—¿Ylodelafuneraria?—Sóloeraunsueñoconelquepretendíaprotegermedelaverdaddelamuerte.Dianeselevantódelacama.—Sólomefaltavestirme—dijo.Sellevólaropaalbaño;élsequedósentadoenelbordedelacama,escuchando

lasvocesdelosvisitantesquehablabanconlachica,detrásdelacortina.—Nopiensesmáseneso.—Mañanaseráotrodía.—Sí—contestabalachica.Yluegootravezsuavemente—:Sí.—Esoes,cariño.Hayquemirarsiempreadelante.—Quécamisóntanbonito.—LocompréenelK-Mart.—Prontohabrárebajas.—Todoestaráamitaddeprecio.DespuésdeAñoNuevo.Salióunpocodehumoporencimadelacortina.Laskiseacercóalaventana.En

larepisadescansabaelperiódicodeldíaanterioryalposarlamiradaenlostitularesvio guerra, escándalo, inflación. Lo enterraremos junto al arroyo. Este momentomuereylosigueotromomentoquemueretambién.Voydeunmomentoalsiguiente.

—Estoy lista —dijo ella. Laski cogió el bolso y se encaminaron hacia elmostrador. Una enfermera mayor habló con ellos—. Les he dicho que les tenganpreparadoelbebéenelmostradorderecepción.Estarámuybienenvuelto.

Aparecióotraenfermeraconunasilladeruedas.—Puedocaminar—dijoDiane.—Normas—dijolaenfermera—.Tetocairsobreruedas.Dianesesentóyfueronhastaelascensor.Laenfermeraempujólasillaparaentrar

yLaskisepusoasuladomientrasbajabanhastaelvestíbulo.Allí había la gente de siempre, gente que leía revistas o miraba fijamente las

paredes,decoloramarilloclaro.Laenfermeraempujóhacialarecepción.—ElbebéLaski—dijo.La recepcionista entró en una sala que le quedaba detrás y regresó con un

camilleroquellevabaunpaquetepequeñoenvueltoenlino.Diane, todavía en la silla de ruedas, tendió los brazos con un sollozo en la

gargantaquebrada.Elcamillerosequedódesconcertado,sinsaberquéhacer.Laski alargó los brazos y cogió aquel paquetito frío, lo acunó en un brazo y

sostuvolamaletadeDianeconelotro.Tomaronlarampadesalidahacialapuerta.BajólamiradahaciaDianeyvioqueseguíallorando.

—Voyatraerlacamionetahastalapuerta—dijo.Salióporelaparcamiento,aúnconelbebéensusbrazos.Nonotabaelperfildel

cuerpo, sólo su escaso peso dentro del envoltorio de lino. Recién salido de una

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nevera,pensóantesdeabrirlacamionetayentrarenella.Dejóelbebéenelregazoparaabrirlacajadepinoymeterluegoenellaasuhijo,

envueltoensumortajadelino.Cerrólatapaylepasóelpestillo.Cuandollegóalaentrada del hospital, la enfermera lo esperaba en la acera. Ayudaron a Diane alevantarsedelasilladeruedasparaentrarenelasientodelanterodelacamioneta.

—Lapróximaveztendrásmássuerte—dijolaenfermera.Los despidió agitando lamano en el aire y se quedó allí unmomento, bajo la

marquesina del hospital, y cuando arrancaron se dio media vuelta con la silla deruedasvacía.

—Québonitalacaja—dijoDiane,ahoraconvoztranquila.Lacajaestabaentreellos,enelasientodelanteroyporuninstanteLaskiolióel

dulce perfume de la muerte. ¿O era el olor de la madera? Siguió percibiendo elmismoolordelicadomientrascirculabanporlacarretera,juntoaloscamposyelrío.Eraundíacalurosopara laestación,conalgunasvolutasdenieblagrisporencimadelagua,ylanieveempezabaaderretirseyaenlosrecodos.

—Volvemosaestarsoloslosdos—dijo.—Sí—respondióella.Susmanossetocaronalcoincidirenlatapadelacajadepino.Condujolacamionetahacialascolinasboscosasporlaviejacarreteraquellevaba

asucasa.Uncuervoechóavolarporelcielodeenerodesdeunagranjaabandonada,batiendosusalasnegraslentamentecontraelgrisdelasalturas.

Laskitomóelsenderoquellevabaasucabaña,yluegoelcaminodeacceso.SebajóyabriólapuertaaDiane.Ellasalióalanieveyseapoyóenél.Elsonidodelanievederretidaalgoteardesdelosárbolesllenabaelambiente,altiempoquelabrisahúmedaycálidasecargabadelolordelosárboles.

—Quédíatanbonito—dijoDiane,llorandodeprontootravez.Laskicaminódespacioasu ladoporelsenderoque llevabahasta lapuerta,del

quehabíaretiradolanieveconunapala.Ellaentróenlacabañaapoyadaenél;Laskiledespejóelsofáylaayudóainstalarseenél.Luegoatizóelfuegoysaliódenuevoalcochepararecogerlabolsayaúnotravezparaentrarlacajadepino.

Depositólacajaencimadelamesayahísequedó,iluminadaporlaúltimaluzdelatardemientrasellospermanecíansentadosensilencioenelsofá.

—Serámejor que vaya a ver al viejo Ben y le pida que vengamañana por lamañana.

Laskivolvióasaliryvioqueellalomirabaporlaventana.ElcolliedeBenllegódandosaltoshastalacamionetayLaskiloagasajóalsalir,

tumbándolobocaarribapararascarle la tripa.Searrodillóunmomentoenlanieve,con una mano en el vientre del perro. El cuervo seguía graznando en el cielo,trazandocírculosenelviento,yLaskisesintiócomosiélfueraelcuervoyelperroyelcielo,comosifueratransparenteyeldíaloestuvieraatravesando.

—Entraenmicastillo,amigomío.

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Laski alzó la mirada y vio al viejo Ben plantado en el umbral de su granjadestartalada. Ben lo guió por el laberinto de tablones y vigas caídas hasta lahabitaciónmás interior de la casa, donde relucía de puro calor una vieja estufa dehierroy todoestaba limpiamenteordenado:mesa, silla,cubodeaguayunacamitaindividualdetrásdelaestufa.Elermitañosesentóenelbordedelacamaytiróunpedazodeleñoalfuego.

—Bueno,¿yquépuedohacerhoyporti?—preguntómientrassacabaunpaquetedetabaco.

Laskidudóytendiólasmanoshacialatapacalientedelaestufa.—Elbebéhamuerto—anunció.Ben se quedómirando fijamente la zonade combustiónde la estufa, en la que

bailabandiminutascentellas.—¿Meayudarásaenterrarlo?—preguntóLaski.—Tendrás que conseguir un número de concesión del cementerio —dijo el

ermitaño mientras trataba de liar un cigarrillo al que se le desprendían hebras detabacoporamboslados.

—Lovoyaenterrarenelbosque.BendudómientrasmirabaaLaski,alotroladodelaestufa.—¿Tehanconcedidopermiso?—Todo está bien, Ben. Han rellenado el papeleo en el hospital. He dado tu

nombrecomotestigo.—Volvióafijarlamiradaenlaestufa.Quéasustadosestamos,pensó,sihastaparaenterraralosnuestrosnecesitamospermisodelgobierno—.Megustaríahacerloaprimerahoradelamañana.

—Ahíestaré—respondióBen.Laskidesanduvoelcaminoentreel túnelserpenteantededesechosparasalirde

nuevoalanieve.ElperroseleechóencimadeunsaltoylelamiólamanoyLaskivioenlosojososcurosdeaquelcollietodalatristesabiduríadelosperros.Sehabíapuestoyaelsolyseguíansentadosensilencio,mirandolacaja.Alfin,elladijo:

—Megustaríaverlo.—Deacuerdo—respondióLaski,conelestómagorevuelto.Conservaba en lamente una imagen fugaz del bebé que había visto, un rostro

poderosoquelomirabaenelmomentodelamuerte.Quéaspectotendráahora,pensóLaski,temerosodeloqueveríanalabrirlacaja.

Levantólentamentelatapaytocóelbultodelino.Aúnestabafrío.Sesintiódenuevocomosiestuvieraenunsueño.

—Serámejorquemedejesmiraramíprimeroporsiestáenmuymalestado.Apartóel lino, limpioytieso.Debajohabíauntrozodesábanagastadaysucia,

con los bordes raídos y deshilachados. Lo desenvolvió, esperando ver la carita derepente,perobajolasábanahabíavariascapasdetraposviejosyaúndebajodeéstosseveíaunabolsadebasuraverdedeplástico.

Desenredóelpedazodealambrequemanteníalabolsacerrada.Tirólentamente

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deunextremodelabolsayllegóalacabecitaaltiva,yagrisyfría.Enrollóelrestodelabolsadebasuraymirólacavidadabiertadelpechoyelvientredesuhijo.

—Lohandejadoabierto—dijo,conlasmanostemblandoenlabolsa.—Nopasanada—dijoella—.Yalovi.Laskidesenvolvióporcompletolabolsadebasuraparadejardeltodoalavistael

bebé,cuyotorsoeraunpuropellejohastalacolumna,unabolsadepielqueconteníaun pequeño charquito de sangre, como una taza. En la sangre flotaba un palito deplásticoconunnúmero.

Unaira incendiariarecorrióelcuerpodeLaski, le llenóelpechodesangreyleardióenlagarganta:

—¡Estoes lamuerte!—exclamó.Las lágrimas leestallabanen losojos—. ¡Notienenadadeextraño!

Recorrióconsusojoslaspiernaslargasacuyoextremoseveíanlospiesjuntitos,unoencimadelotro,yaúnlamuerteencimadeambos,manteniéndolosquietoscomounapiedra.Volvióamirarelagujeroabiertoenelcuerpodelbebé,elarmazóndelacolumna.Lehanquitadolospulmonesyelestómago,lehanquitadolastripas.Hastalehanquitadoelcorazoncito.

Laskiseviodenuevoenvueltoporelamorquesentíaporelchiquilloqueteníadelante, todo recortado. Tomó la mano derecha del bebé en la suya, separó susdeditosrígidosymirólapalma,fríaydiminuta.Losdedosseagarraronconfirmezaalossuyos,conlarigidezdelamuerte.Quéminúsculassonlasuñas,yquéperfectas.

Miró la cara de su hijo y vio que había experimentado una extrañatransformación.Losrasgoshabíanmaduradoporcompleto,ahorateníalacaradeunhombredemuchosaños,comosisuúnicomomentodevida,mientras lamanodelmédicoledabaunavuelta,hubierasidounavidaentera,deprincipioafin.Eltriunfoy la rabia, la pérdida y el beneficio, todo había desaparecido ya de su cara y lospárpadoscerradosirradiabanserenidad.

—Quéprecioso—dijoDiane,derramandosuslágrimassobrelaexquisitacabeza,esculpidaconlafinuradeunaestatuagriega—.Luchótantoparanacer…

Entonceslaarrastróelocéanodelapenaysequebróenunllantodesatado,comoelvientodelmarqueempujaa lasolasa formarolas terribles.Yenesa tempestadflotabaconcalmalacajitadepino,consuextrañopasajero,el infanteque tambiéneraunviejo.

Laski abrió un párpado del bebé y vio una joya ennegrecida, perdida en lahonduradelanoche.Locerróyacercólabocaasuorejitaparasusurrar:

—Notengasmiedo.Luego,mientrasmirabalafrentealtaylosnoblespárpados,mientrasveíaunavez

máscontodaclaridadlasabiduríaqueatesoraban,supoqueaquelsernonecesitabaningún consejo.Y se sintiómuchomás joven que aquel infante que yacía ante él,aquelinfanteconlacabezadeunsabioanciano.

—¡Nohallegadoavivir!—exclamóDiane,unaullidocontraelvientodelmar.

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Laskitocólamejilla,quesehundióalcontacto,comosi lacarnesinvidafueraunamasillaligera.

—Ah,no,nohagaseso—dijoDianeconunavozrepentinamentesuave,mientrasapretabalevementelacarnedelamejillaparadevolverlesuforma.Agachólacabezaydepositóunbesoenlafrente—.Escomounmármol.

Laskivolvióaestirarlabolsadebasuraentornoalcuerpo.—Podríapasarmelavidamirándolo—dijoDiane.Sin embargo, envolvió la bolsa con los trapos viejos y la sábana sucia y luego

cerróel linoblancoy limpioconun imperdible.Laskibajó la tapade la cajaydenuevoleparecióestarenunsueñoquepodíaavanzarenladirecciónqueélquisiera.Peroentoncesnotóquelarealidadsemovíaenunasoladirección.Elbebénacióymurióyyoestoycerrandolatapadesuataúd.

DianelimpiólasangredelbebéquehabíaquedadoenelrostrodeLaskiyensuspropioslabiosyluegoseacercólentamentealsofáysetumbóenél.Élsesentóasulado,enel suelo.Nohabíanadaquedecir.Ningunode losdosqueríaevadirsedelpasodelashorasysesabíanambosimpotentesparacambiarelsinuosoarroyodelanoche;loúnicoquepodíanhacererapermanecerensilencio.

Laskiseadormecióyseadentróenlafantasía.Habíavueltoalasaladepartosyveíalapieldelbebéqueempujabadesdedentrodelavagina.Ahímismoestá;estáesperando.Sacadlodeahí,noperdáismástiempo.Peroeldoctordormíaalfondodelpasillo.

Al fin se desvanecieron sus pensamientos y sólo quedó el sonido de la nocheinvernal en el bosque.Sintió queDiane estaba a su lado en el silencio profundoyextrañoy,aferradasaéste,habitandoaquellaquietud,viofundirselavidaylamuerteenunmarcalmoybrillantequenoteníafin.

Sedespertóantesdelamanecer,preparóeldesayunoysellevólacajadepinoalcobertizo. La primera luz gris del día entró por las ventanas que daban al estemientras él soltaba la caja y buscaba elmartillo y los clavos. Luego clavó lenta ycuidadosamente la tapa, y en el alba invernal cadamartillazo sonó comoun golpedadoauntamborsolemne.Cuandohundíayaelúltimoclavo,oyóqueBenllegabaalapuertadelcobertizo.

Laskiabriólapuertaalviejo,allíplantadoconsusraquetasdenieve,uncigarrilloaplastadoentreloslabios.

—Enseguida estoy contigo—dijoLaskimientras cogía su pico, la pala y unasraquetasparalospies.

—Habríaquecavarprimeroelhoyo—propusoBen—.Yluegovienesabuscarlacaja.

Laskiasintióyechóaandarporlacortezaduradelanievematutina,quecrujíabajolasraquetas.Avanzóhastaelbosque,másalládelesqueletodeunviejogranero,donde un puercoespín había dejado su propio rastro en la nieve; Laski lo cruzó ysiguióadelante,hacialosárbolesmásdensos.

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Siguióunaviejapistade leñadoresentre lospinos,conBenunpocomásatrás,fumando y tosiendo en el aire quieto de la mañana. La pista avanzaba entrematorralesdealisosybajabahasta losárbolesmásaltos,unazonaen laquenosehabía talado un tronco desde hacía muchos años. Laski siguió andando entre losárbolesviejoshastaquellegóalaladeraquesealzabaporencimadelarroyo.Desdeallí,laladeraemprendíaeldescenso,flanqueadaporlosabetosquecrecíanaamboslados.Abajo,elarroyonodejabadediscurrirpeseaestarhelado,yelsonidode lacorrientellegóhastasusoídos.Sedetuvoenunrecuadroformadoporcuatropíceaspequeñas.

Retiraron la nieve a paladas para despejar un trozo de tierra dentro de aquelrecuadro.

—Parecequelatierranoestáhelada—dijoLaski.—No,seráfácildecavar—contestóBen,alzandoelpico.Trasahuecarlatierraconelpico,Laskilaretiróapaladasqueibaapartandoen

unapila.Elcieloseguíagrisyelhoyotomabaformaya,cadavezmásprofundo,amedidaqueBenclavabaelpicoyLaskisellevabalatierraconlapala.

—Parecequenohaymuchasraíces—dijoBen.—No,noestámal.—Perohadesermásamplio—opinóBen.Picó la tierra que rodeaba el hueco yLaski siguió retirándola con su pala para

podermetersedentrodelhoyoytrabajardesdeallílasparedes.—¿Dequéprofundidadlaquieres?—preguntóBen.—Losuficienteparaquenolaabraningúnanimal.—Ningunolovaatocar—dijoBen.Sin embargo, siguieron cavando hasta que Laski se encontró con el suelo a la

alturadelacinturamientrasibasacandotierra.—Veytraelacaja—propusoBen—.Yoleacabarédedarformaalhoyo.Laskiseaupóparasalir,sepusolasraquetasysiguióelsenderodevueltaentre

losárboles.Conlahumedaddelamañanaflotabanenelairelosaromasdemaderamuerta y hojas, y de vez en cuando le llegaba un leve rastro de almizcle de algúnanimal quehabría pasadopor ahí.Por todaspartes se veía en la nieve el rastro dealgúnconejoquediscurríasinuosoentrelosárboles,asícomolashuellasdeungatomontés,quetrazabanunacurvaelegantealadentrarseenelbosquehaciaelcenagaldeloscedros,dondesolíanencontrarselosciervos.

AparecióelviejograneroyLaskipasójuntoaéldecaminoalacabaña.Alllegaral cobertizo se quitó las raquetas y las dejó clavadas en la nieve. Entró en elcobertizo,bajóeltrineoalsueloyledepositóencimaelpequeñoataúd.Luegoloató.

Cuandolotuvobienamarrado,entróenlacabaña.Dianeestabasentadaenelsofá.—¿Hasencontradounsitiobonito?—Enlaladeraalta,porencimadelarroyo—explicóLaski—.Ahoramismomelo

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llevo.Volvióalcobertizoyempujóeltrineocargadohacialanieve.Sepusodenuevo

lasraquetasyagarrólacuerda.Lacargaeraligerayavanzabaconsuavidadsobrelacortezadenieve.

Porlacuestaqueseextendíamásalládelviejogranero,el trineosedesplazabasoloyLaskiibacorriendoasulado,guiándolopormediodelacuerdayhaciéndolopasarentreunospimpollosdepíceas.Losbrazosdeaquellosarbolitostocabanlacajaydejabancaeralgunasagujasyunaspocaspiñasdiminutas.

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WILLIAM KOTZWINKLE (Pennyslvania, Estados Unidos, 1943) es un escritorestadounidense,autordelibrosinfantiles,novelasdegénerofantásticoydeintriga,ytambiénguionistacinematográfico.SehizocargodedarformanoveladaalguióndeE. T. El extraterrestre. En 1977 ganó elWorld FantasyAward for BestNovel porDoctorRatyfuegalardonadoasimismoconelNationalMagazineAwardofFiction.Vive enMaine con su esposaElizabethGundy con la que ha estado casado desde1965.

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