tres gracias

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El carro del heno Hieronymus Bosch 15001502? 1516?

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"Tres gracias" es la síntesis poética entre la tesis idealista (la a priori divinización del encanto, la belleza y la alegría) y la antítesis realista (su a posteriori contrastación vital), buscando al mismo instante aunar la tríada lectura-escritura-pensamiento.

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Page 1: Tres Gracias

El carro del heno

Hieronymus Bosch

1500–1502? 1516?

Page 2: Tres Gracias

Derechos de Autor 2011

Queda permitida y alentada la reproducción de esta obra

a través de medios ópticos, electrónicos, químicos,

fotográficos o de fotocopias sin fines comerciales.

Tiende una mano a quienes más lo necesitan, ése es el

único precio de este libro.

Page 3: Tres Gracias

PPPPRÓLOGORÓLOGORÓLOGORÓLOGO

Quizá, debiese comenzar estas líneas con los versos alígeros de algún poema;

situándonos en un firmamento que parece virgen en cada mirada...de angustia,

de amor o de indiferencia. Allí, se descubren figuras en las nubes metafóricas, se

silencia el ruido de lo prosaico y, lo que es más importante, se retorna a la

naturaleza lumínica, aquella que desnuda y despliega la esencialidad y el devenir

inevitable de las cosas. Mas, sin embargo, me cuestiono: ¿a cuál de esos cielos de

palabras alzaría la pluma identificadoramente, cuando mi corazón palpita como

el rayo o mi pecho es abatido por la minúscula lágrima? ¿Cómo decir “este

atardecer es de Li Po” cuando Bécquer, Borges u Ovidio reclaman con justicia

ese momento? La norma ordena seleccionar, y la selección se compara al canto del

ruiseñor enjaulado: alejado del eco de los árboles, del silbido del viento o del coro

sincronizado de las demás aves. Con el tiempo, la cárcel mata al pájaro y su

música, y cuando los ojos vislumbran a ese capullo marchito en el fondo metálico,

entonces la congoja golpea sin piedad al espíritu y la sensatez lo cubre con su

manto. Y comprendemos que no hay nada más triste que una soledad cenicienta,

acompañada por el innatural reposo de quien vive para volar. Así, mi alma

aprendió a contemplar los versos en bandadas, en los bosques, en los desiertos, en

los crepúsculos o en las noches, pero ya no más en jaulas. Por ello las evita,

porque considera a la poesía como un paisaje anónimo donde todo lo existente se

reconoce y unifica en él: la belleza poética es en su esencia panteísta, arriba libre

y multiformemente a nosotros en el preciso momento en que sentimiento y

pensamiento coinciden en el ser, igualándolo a sí mismo e integrándolo al cosmos,

y luego desaparece dejándonos una satisfacción, una moraleja o una incógnita

que perdura en la inefabilidad del recuerdo. Desconozco si autores tales como

Pablo Neruda o Mario Benedetti (mis principales y estimadísimos maestros en

el arte) concordarían con este ideal, pero poseo la absoluta certeza de que sus

versos escaparon de cualquier tipo de prisión, trascendiendo el horizonte de lo

definido y esfumándose plena y autónomamente en el éter literario. Tal vez esta

sea la causa de que al leer a uno se me presente a la mente el otro, o de no poder

distinguirlos cuando mi espíritu siente la elevación en su completitud. De todas

Page 4: Tres Gracias

formas, esos estados se interseccionan en una gracia mayor: la gloria de haber

vencido a Cronos, de devolverle el manto a la sensatez y de sanar el pecho

dolorido. En consecuencia, no es una gloria que tolere la perpetuación del

asesinato, sino que nos redime de aquel convirtiéndonos, por un instante, en

niños y ubicándonos en el valle pletórico de la poesía resucitada. Así, cuando

regresemos a la infancia y seamos partícipes de ese juego espontáneo y vivo, no

existirán más las rejas, el límite entre el permiso y la prohibición, el baúl de

Pessoa, la disección erudita, las interpretaciones hegemónicas, la claridad

cegadora y la lobreguez absoluta, la sabiduría privada o el prejuicio latente; sólo

quedará nuestro desinterés inocente enlazado con la poesía...el ser igualado a sí

mismo e integrado al cosmos, ars gratia artis in nobis. Ese es el mensaje que,

desadvertidamente, se plasma a lo largo de mi obra escrita, como en

Filotecnodemocracia, sátira filosófica que denuncia la tiranía de la razón en el

hombre, escindiéndolo en post de una armonía ficticia, pero que debido a su

exposición (adrede) solemne, recibió una exégesis ad pédem lítterae que acabó

por ennegrecer y condenar la palidez de la delación (acepto el reproche por lapsus

cálami); o en Niall, tragedia que con retórica, música y mitología crea una

suerte de caleidoscopio cognoscente, incitándonos a moverlo para contemplar (y

producir) imágenes singulares: en conclusión, participamos en una orbe donde se

anula la dicotomía interior-exterior, donde el conocimiento –finalmente- es

autoconocimiento. Esa es, en definitiva, la crítica y el rechazo a lo establecido, el

pensamiento que, ab initio, radicaba con timidez en el numen, y que con los años

fue creciendo -nutriéndose del estudio y del legado, siendo regado por la lluvia de

la existencia (en ocasiones sosegada, en otras violenta)- hasta convertirse en el

árbol más fecundo y cuyos frutos de amor, odio o soledad alimentan y se

incorporan al espíritu mientras reproducen su descendencia. Presento así a un

nuevo hijo, que hereda los ojos de mi péndola y la llama del panteísmo poético, y

que por su naturaleza trina e indómita recibe tanto la bendición como el anatema

de las Gracias. Leedlo con el ánimo que el arte exige.

Page 5: Tres Gracias

...Hay flores cuyo perfume las distingue;

he aquí mi jardín especial...

Page 6: Tres Gracias

Tirol

Franz Marc

1914

Page 7: Tres Gracias

Si pudiera

Si pudiera pausar el tiempo

para dar un beso insolente,

la mitad quedaría en tus labios

y la otra en la frente de mi madre.

Si pudiera darle al mundo

un prodigio sin lágrimas,

sería la confianza que necesita

para encender nuestra esperanza.

Si pudiera escuchar la voz

de los sauces y de los pinos,

aprendería que el silencio

es compañero de la paciencia.

Si pudiera tender mi mano

a todo aquel que se ha caído,

ya no sentiría ese frío

que se refugia en su palma.

Si pudiera cantarle a la Luna

mil y una serenatas,

todas hablarían de ti

así desconozcas mi nombre.

Page 8: Tres Gracias

Y si pudiera fumar la pobreza

viajar a tu lado sin aviso

cabecearle a la vida sus retos

o guardar un amanecer en el bolsillo,

no necesitaría del dinero

de los sueños o de las cartas que desvelan.

Sólo mirar el cielo nocturno

y contar una a una las estrellas.

Porque el amor que nutre

a este horizonte de “pudiera”

hace que sienta a lo lejos

la cercanía de tu presencia.

Page 9: Tres Gracias

Amar con el espíritu

Amar con el espíritu

no es arrancar una pasión

de las profundidades de tu cuerpo

para que la mente sonría.

Tampoco es ver en tus labios

la fantasía de un beso

o en el rubor de tus mejillas

el roce de mi mano.

Es esperarte en la vereda

bajo la lluvia incesante

con un ramo de rosas

y la chaqueta mojada.

Es mirar el amanecer

y sentir tu piel en el aire

aunque nunca sepa

cómo serán tus caricias.

Es ir hacia donde tú vas

reír cuando tu ríes

compartir un lugar en el banco

en el que te sientas por las tardes.

Page 10: Tres Gracias

Porque en esta vida

los abrazos queman

y las palabras hieren

si no amamos con el espíritu.

Porque en esta vida

quiero estar a tu lado

así me muera de frío

aguardándote en la plaza.

Sólo te confieso, amor mío,

que amarte con el espíritu

es como encontrar tus ojos

en cada flor que respiro.

Y si algún día me faltas,

cantaré al mar y a la noche

que siempre sentiré en mi pecho

la presencia de tu latido.

Page 11: Tres Gracias

Al que empieza de nuevo

Hay quienes esperan

a que la primavera se aleje

para luego buscar

aquel rayo dormido.

Otros saborean el perfume

del pino más añejo

mientras la luz penetra

por entre el bosque tupido.

También están los aventureros

que con espíritu linceo

sueltan las riendas de su bajel

y se lanzan sin aviso.

Así que te digo:

busca siempre lo bueno

y aférrate a su calor

aunque haya días grises.

Escucha los consejos

de quienes más te quieran

y aprende de tu experiencia

para iluminar tu mente.

Y sobre todo, mi buen amigo, atrévete a desatar el nudo

que ata tu barco al muelle

porque la vida es un mar

aguardándote a que la navegues.

Page 12: Tres Gracias

La playa

Imagina una playa

donde el mar acaricie

dulcemente las corazonadas

y el céfiro se pasee

por entre los intersticios del alma.

Imagina que un velero

se pierda en el horizonte

y que las gaviotas vuelen

alrededor de nuestro amor.

Que las olas jueguen

con nuestros pies descalzos

y la sonrisa del cielo

se refleje en el agua pacífica.

El tiempo viviría

en cada latido insolente

porque el reloj ya no marcaría

las dos, las tres o las seis.

A tu lado caminaré

rodeando tu cintura

con el calor de mi brazo

y el regocijo de mi espíritu.

Page 13: Tres Gracias

Te seguiré hasta el infinito,

acompañaré tu andar

levantándote cada vez que caigas

con un tropezón inoportuno.

Y si las fuerzas te abandonan

o la lejanía te deprime,

cargaré tu peso en mi espalda

y llegaremos juntos hasta el fin

para contemplar el amanecer

mientras nuestros labios se cruzan.

Page 14: Tres Gracias

Poema celta

Deseo cabalgar hasta el alba

para perder en el horizonte

las lágrimas que dejaron

las estrellas de la noche.

Deseo dormir en el pecho

del roble más alto

para contemplar a lo lejos

el sueño de tu silueta.

Porque el bosque susurra tu nombre en su silencio;

porque las aguas reflejan

el azul de tus cabellos.

Cabalgaré hasta el fin

con el corcel de la promesa,

buscaré tu alma

entre las nubes pasajeras.

Me guiarán tus ojos

hacia la más oscura caverna

donde acechan duendes

donde tú me esperas.

Y si logro sujetar

esa mano tenue y helada,

saldremos juntos al bosque

y nos perderemos en el alba.

Page 15: Tres Gracias

Por ti

Porque te quiero

no dejaré que saltes

hacia el abismo que creaste

con el dolor de tu pecho.

Seré el firme pilar

donde posarás los lamentos

y no temas si tu peso

me hunde bajo el mar.

Porque me has devuelto

la sonrisa florida

toma ahora la mía

para vencer el tormento.

Porque sin ti no soy nada,

porque sin ti desfallezco

de la tristeza que emana

el más hermoso recuerdo.

Y si aún rechazas

el corazón que te ofrezco,

persistirá mi alma

-¡oh, ángel!-

hasta verte en el Cielo.

Page 16: Tres Gracias

Proverbio natural

La vida es un tesoro:

contempla el vuelo sosegado

de la mariposa traslúcida

y no pretendas capturarla.

Observa, sin prisa, sus alas y piensa si sus colores

reflejan su corta existencia

y su tamaño su hermosura.

Ella vuela junto al viento,

y a veces en su contra

pero siempre encuentra refugio

donde posar sus dudas.

Las flores la aguardan: recompensan el esfuerzo

de su búsqueda ardua

a través de campos y montañas.

Sé como la mariposa

y cultivarás en tu alma

la paz más excelsa

y el goce más sincero.

Vuela como ella

y no habrá peligro;

imita su actitud

y llegarás a tu destino.

Page 17: Tres Gracias

Las tardes

Hay tardes nostálgicas

como también las hay grises o floridas

cuando siento tus luceros silvestres

iluminarme con ardor el pecho.

Penetran en mi interior

como el ave nívea en la tormenta

y yo no sé

no sé si sus alas hienden el aire.

Y aunque vea su reflejo en la fuente más límpida,

ella se pierde en las nubes

con sus plumas de mar y viento.

Pero cuando la lluvia arriba

y me encojo en el saco,

se posa tímida en el banco

para que mi alma sonría.

Luego se marcha,

sin aviso y sigilosa,

hacia el azul profundo

de un océano de esperanzas.

Por eso ruego siempre

que no me falten tus luceros

aunque esquiven me presencia

aunque sea el fin de la tardes.

Page 18: Tres Gracias

A un amor lejano

Sabes que me viste

en la ausencia de mi alma

en el triste pensamiento

que consume las lágrimas.

Y sin molestia me esquivaste como si fuera un enemigo

o un nombre sin letras

o una silla vacía.

Pero aún te amo

aunque quede en sueños

la caricia de tu mano:

así lo dicta el corazón.

Pero aún te extraño cuando no veo tu luz

aproximarse hacia la mesa:

así lo anhela la esperanza.

Por eso confieso:

aunque hayas botado

la confianza que te tenía

todavía espero tu beso.

Porque en el azul profundo

del mar que navego

siempre me roba una sonrisa

la pureza de tu reflejo.

Page 19: Tres Gracias

Osadía

Tengo hoy fuertes ganas

de jugarlo todo y raptarte

aunque sea por un instante

de la prisión en la que vives.

Quiero llevarte a mi lecho y saborear con la mirada

la sensualidad de tu cuerpo

y el regocijo en tu cara.

Verte sin ataduras

del reloj o del prejuicio;

con la jovialidad latiendo,

latiendo besos a tu capricho.

Y aproximar mi mano a tu pecho desnudo,

y acercar mi oído

a tu espíritu mudo.

Y abrir las ventanas

para contemplar el cielo

mientras acaricio suavemente

la rebeldía de tus cabellos.

No digas nada:

duerme, mi amor,

descansa a mi lado

que cuando vengan los gendarmes

no habrá nadie en este cuarto.

Page 20: Tres Gracias

A ti, mujer

Nunca pienses que estás sola

aunque haya un espacio vacío

en tu cama por las noches

o entre dos estrellas en el cielo.

Que no se te escapen las palabras

por la triste pureza

de un caudal de lágrimas.

No, que no se te escapen.

Tampoco cuentes las horas

en que lo recuerdas cada día:

prométeme que comenzarás

a recordar tu propia vida.

Y si alguien te reprochara

algún que otro vicio,

cuida que provenga de quien te ama

y si no tíralo al olvido.

Porque no estás sola

porque vales más que mil amigos

por eso te digo a ti, mujer,

gracias por acompañarnos en el camino.

Page 21: Tres Gracias

Viajar sin prisa

Cuando viajas sin prisa

no hay excusa para soñar

que las estrellas tintinean

cada vez que las miras.

Para escribir un poema

con un suspiro en la boca

y con la brisa que se posa

como lápiz en los dedos.

Y ver tus cabellos

como franjas en el cielo

y desear tenerlos

como hebras por el cuerpo.

Por eso no escuchas

las quejas del vecino

o el ruido del tiempo

cuando viajas sin prisa.

Porque todo se pierde

en la paz de la noche

y porque el alma se envuelve

con el pálpito noble.

Page 22: Tres Gracias

Poema a un anhelo vespertino

Esta tarde deseo

más que nunca tu mirada,

abrir de una las persianas

y recibir mi cielo.

Estar contigo sin palabras

acariciándote las mejillas

mientras la lluvia sosegada

humedece las valijas.

Que tu piel busque la mía

sin reserva o cortesía

y en tu brazo apoyar

esas ganas de llorar.

Pero sé que en mi cama

no hay lugar para promesas

aunque vislumbre fantasmas

que me vuelen la cabeza.

¡Mas cómo deseo

esta tarde tus luceros!

Para callar las fieras

para doblar las rejas.

Page 23: Tres Gracias

Ruego

Puedo entender que no me quieras

o que valga menos que tu anillo

pero te suplico no me robes

las ganas de estar contigo.

No desprendas arrogancia

o me esquives la mirada

porque ya sé que tus ojos

son tesoros de otra alma.

Sólo déjame contemplar

tu presencia en el cielo,

bien neta como la Luna

bien lejos de mi deseo.

Sólo déjame sentir

tu calor por un momento

que mi corazón desfallece,

desfallece de frío austero.

Y despreocúpate si sufro

por no estar a tu lado

que del llanto nace el goce

de amar sin ser amado.

Page 24: Tres Gracias

Poema onírico

Soñé anoche tu desnudez

que viajaba por la esfera

y sonreí al contemplar

que eras feliz sin velo.

Eras como el céfiro

y me gustabas así

porque pasaste por mi oído

y refrescaste mi alma.

De astro en astro

escapabas de las luces

necesarias para transitar

las calles de aquí abajo.

Y quise acompañarte,

intenté cruzar el límite

que separaba mi tristeza

con las ansias de tenerte.

Y quise que bajaras

para abrazar tus plumas

que no reciben el llanto

y sanan el corazón.

Page 25: Tres Gracias

Pero sólo me diste

una gracia inefable,

un recuerdo que sentí

con el más límpido latido.

Por eso te busco

en cada estrella del cielo

para que me lleves contigo

y me bendigas con un beso.

Page 26: Tres Gracias

Visita de un ángel

En la gelidez del ocaso

cuando los pasos se pierden

en la lejanía del retorno,

la plaza enseña su cuerpo.

Un coro de sosiegos

canta al lado de mi oído

bajo la fontana poseída

por el abrazo de la enredadera.

Todo lo ínfimo se enaltece

con el oro de las flores:

las grietas del camino,

los dedos de los árboles.

Y es allí donde aparece

donde cae de la noche

el astro más fúlgido

en medio del sendero.

Belleza cegadora,

te aproximas lentamente

hacia mi presencia mundana

con ganas desconocidas.

Page 27: Tres Gracias

No temo tu resplandor

que desprende al aire

mil y una centellas

que se elevan como palomas.

No temo tu mano

que es suavidad pura

ni tu rostro oculto

por la diáfana luz.

Sólo quiero que te quedes

un rato más si es preciso,

que no te marches ahora

cuando más te necesito.

Mas regresas,

besando en un descuido

mis labios sellados

por el júbilo que causas.

Sé que, tal vez,

jamás volveré a verte

pero el calor que me trajiste

durará por siempre.

Page 28: Tres Gracias

...Porque el pasado es la sombra del

caminante: siempre está presente...

Page 29: Tres Gracias

Le Parlement de Londres, soleil couchant

Claude Monet

1903

Page 30: Tres Gracias

I

Hoy daré al cielo

el beso más celeste

para que viaje sin consuelo

hacia el ocaso del muelle.

Hoy daré a la flor

la caricia más honda

y una lágrima de amor

que humedezca sus hojas.

Porque hoy quiero pactar

un abrazo con el mundo

un “perdón” sin rencor

y un sueño con futuro.

Porque hoy quiero pensar

que tu corazón me espera

aún en el invierno

aún en la primavera.

Y aunque no escuches mi voz

por el ruido del enojo

siempre serás el sol

que ilumine mi rostro.

Page 31: Tres Gracias

II

Algún día entenderás

que tomar el atajo

muchas veces

no acorta el camino.

Algún día recordarás

el llanto de un amigo

que tal vez

ya no esté para consolarlo.

Algún día sentirás

el dolor de tus faltas

y quizá sufras

por no poder remediarlas.

Algún día llorarás

por volver a oír

la dulce voz de tu madre

y golpearás tu pecho

por haberla ignorado en su presencia.

Tal vez, algún día,

comprenderás que los amores,

los sueños y las alegrías

difícilmente se compran

con muchos billetes y poco pelo.

Page 32: Tres Gracias

Y quizá lamentes

no haberte pronunciado a tiempo

y tener que depositar

una rosa en una lápida.

Pero todo eso,

querido amigo,

lo entenderás

lo sentirás

y lo llorarás

precisamente

algún día…

Page 33: Tres Gracias

III

Como flores del ocaso

que vil nostalgia descuelgan,

sombra y llama tiene el alma

cuando rueda por la mesa.

Penumbra que no enmascara

la cruda indiferencïa

no titubea en robarme

una lágrima sin fecha.

Con la botella a un costado

y la paz de compañera

poco a poco gira el humo

que penetra en la cabeza.

La luz que ya no sïente

el abrazo de la vela

se confunde con la noche

que ha perdido las estrellas.

Como flores del ocaso

mis recuerdos no despiertan,

se guardan en un racimo

que se ata a la püerta.

Page 34: Tres Gracias

IV

Lloverá, sin duda que sí.

Sobre las calles perdidas

despertarán las memorias

y cantarán los caídos.

Donde nunca hubo rosas,

sus pétalos nacerán

y su perfume vendrá

hacia el eclipse del alma.

Los niños, que siempre callan

por la gris indiferencia,

verán un bando de gavias

volar al ponto lejano.

Donde el frío es el mismo

y la miseria müerde,

el diluvio nos regala

un lazo de manos juntas.

Lloverá, sin duda que sí. Sobre las casas de ayer

y las del mañana incierto,

sobre los rincones negros

y los muros de papel:

cada gota traerá

un süeño que amanece.

Page 35: Tres Gracias

V

Paz que besas y no sacias

la cabeza enamorada,

haz del viento un suspiro

y del cielo una carta.

Que la escriba el corazón

sin prisas y sin razón

y con tinta de olvido

mezclada con amor.

Y que la lleven palomas

y las sigan mariposas

hacia el balcón florido

donde siempre te posas.

Que veas en cada letra

que mi alma aún te espera:

tú siembras su camino

aunque jamás te tenga.

Page 36: Tres Gracias

VI

Aquí te espero:

entre las nubes que escapan

de las llamas del cielo

o los nidos que cuelgan

en los pinos muertos.

En el ocaso que apaga

la triste voz sin dueño

que se la lleva el mar

que resuena en lamento.

Aquí te siento:

en la arena de la playa

o en la sombra de la gavia

que descuelga tu recuerdo.

Y el sol ilumina

y seca y acaricia las lágrimas

que viajan en veleros

por el sosiego del alma.

Y el sueño que brilla

bien áureo en el agua

trayendo fiel a la costa

la lignaria desesperanza.

Page 37: Tres Gracias

VII

Un ángel me mira

allá, en lo alto.

Sus alas sin nombre

refugian los sueños.

Sus ojos de niño

se sienten con llanto,

sus manos recogen

y siembran camino.

No viene a buscarme,

pues teme la noche.

No besa mi frente,

la piel lo lastima.

Un ángel me mira

allá, en lo oscuro

y cuando los pájaros

anuncian diluvio.

Page 38: Tres Gracias

VIII

Quiero prenderte en el pecho

para sentir el latido

como murmullo de pinos

que se aman en silencio.

Quiero guardar tu mirada

en una nube celeste

y mojar la flor silvestre

con la pluvia limpia y clara.

Y soñar con tu silueta danzar frágil por el aire,

desnudándose en el baile

con total delicadeza.

Pero tu cuerpo se aleja

en el tren de los suspiros,

en el vagón de los dichos

donde viajan moralejas.

Solitario y sin aliento, te dibujo a mi costado

con el lápiz del cigarro

y los papeles del viento.

Y con sonrisa en tu boca

de felicidad presente:

aunque no esté en tu mente,

me alegra que no estés sola.

Page 39: Tres Gracias

IX

Suave lienzo de quimeras,

en ti pinté la esperanza

de verla próxima a mis labios,

con su mano en mi espalda.

De un blanco sonriente

vestida su alma noble

y con el cabello suelto

y con olor a flores.

En la cenicienta lluvia

acompañando mi congoja,

sentada en el banco

donde mi espíritu llora.

Y secando las gotas

que cielo y tierra guardan

con la tierna caricia

ladrona de palabras.

Mas del alba vigilante

se dispara la saeta:

ella cruza a mi lado

y su silencio me apena.

Page 40: Tres Gracias

Ver su rostro en el charco,

en el más triste espejo

y una lágrima que cae

quitándome su reflejo.

Y contemplarla sin voz

mientras se aleja altiva

apagando su luz,

ignorando las heridas...

Page 41: Tres Gracias

X

Se siente la vacuidad celeste:

esta noche los párpados pesan

y el simple humo que exhalo

contiene al manantial bendito.

Las nubes pasan indiferentes

por el espacio que no ocupo:

lo mismo valen mis versos

que las blasfemias del hereje.

La estrella de tus ojos,

aquella que encandila en sueños,

se indigna de mi alma

que sólo la ve en silencio.

Y que sufre con cada paso

que retumba por la calle,

que llora como un niño

abandonado por su madre.

Ya no ruego al cielo

la luz de un comenta;

más vale el calor

y la llama fiel de la vereda.

Page 42: Tres Gracias

Cotidiano

Aprender a quererse

y depositar las ofensas

en el tacho del olvido

que está al lado del perdón.

Aprender a sonreír y marchar sin miedo

por la vereda florida

cantándole al amor.

Aprender a vivir

y abrazar con ganas

en la serenidad de la plaza

a la persona indicada.

Pero para aprender

primero debes, mi buen amigo,

prestarle tu oído

a la voz que susurra.

También debes tirar

los nombres y las etiquetas

y quedarte con la desnudez

de un latido neto.

Y si me olvido de algo,

tú mismo me lo recordarás

cuando en el calor del ocaso

dos manos estén juntas.

Page 43: Tres Gracias

El citadino

Cargo el peso de mi alma

agobiada por la rutina

de idas y venidas

siempre con las manos vacuas.

La canción que se repite

y mi camisa manchada

con la tinta del trabajo:

ya no quiero la billetera.

Solo, así me encuentro,

en un lugar extraño

donde los otros se putean

gracias al regalo de Prometeo.

Esta noche no hay Luna;

no es que así lo desee,

simplemente no está conmigo.

Mas, por lo menos,

conservo la cordura

de sentarme en la ventana

y buscarla sin prisa,

de prender un pucho

Page 44: Tres Gracias

e intoxicarme la mente

con luces sin faroles.

Todavía disfruto, te confieso,

ver bajar los pasajeros.

¿Hacia dónde irán?

¿Cuál será el destino de sus bondis?

Algunos viajan cansados,

durmiéndose en el trayecto,

otros suben acompañados

por amores temporales y no tanto.

También hay madres y niños

que poseen el privilegio del asiento.

Pero hoy no estoy de humor

como para ir hacia el carrito

y comprarme el choripán:

soñaré con la panza vacía.

Al fin y al cabo,

gozaré de la fianza

que he pagado ya

por un poco de paz.

Page 45: Tres Gracias

Canto a la vida

Hay que animarse:

a viajar sin boleto

a romper el silencio

a amar con fuerza.

A dejar las dudas

junto con los paraguas

y despreocuparse si la lluvia

arriba sin aviso.

A quemar el ego

con los leños de la estufa

y gozar del calor

compartido de un “nosotros”.

Porque la vida es única y su canto la embellece

como el vuelo del pájaro

como el árbol que florece.

Porque el viento no cesa

y el fuego no daña

si sientes que estoy contigo

cuando el Norte desaparece.

Por eso te digo mi amor, que hay que atreverse

a abrir las ventanas

y mirar el cielo sin reservas

tomados de la mano.

Page 46: Tres Gracias

Iglesia de los Santos del Nuevo Milenio

Se talaron los fresnos

para elevar a los cielos,

bien enfrente de la nariz de Dios,

aquel santuario de lo superfluo.

Sus fieles aguardaron

ansiosamente ese momento,

ofrendándole a Santo Consumo

el crédito de sus tarjetas.

El sermón de los precios bajos

que da el cura “hasta agotar stock”

genera en los creyentes

esa experiencia religiosa.

La fraternidad se manifiesta

en un empujón con el carrito,

en un golpe accidental

y en un “perdón” por cortesía.

Todos se confiesan

al pasar por la registradora,

expiando sus pecados

con la misericordia de la boleta.

Page 47: Tres Gracias

Allí, donde antes hubo un parque,

ahora es lugar de estacionamiento

y los conductores juegan

a insultar mejor a su vecino.

Nadie extraña la arboleada

salvo los niños y la vieja Mary

quienes disfrutaban las tardes

merendando en el suelo desnudo.

Y sí, no es de esperar

la tardanza redentora:

cuando el Mesías nos envíe

una nueva panacea al mercado.

Page 48: Tres Gracias

Apartamento

Hastío de pobreza

y de bolsas puras

que se elevan hacia las cenizas

de nuestro firmamento triste.

Esas cúspides descoloridas

que miran de reojo al visitante

ahora guardan su arrogancia

en los pasadizos de lo invisible.

Allí, donde el hombre recorre

su caverna mecánica

su techo opaco y sollozo,

se encuentra la magnanimidad

con la sensibilidad expoliada.

Las voces de los niños

se pierden lejos, muy lejos

por los pasillos largos

o los rincones sin dueño.

Sólo se escucha el silbido

del sereno por las noches

como si todo lo demás

se apartase de su camino.

Page 49: Tres Gracias

Así vivimos, así soñamos

quienes deseamos únicamente

que la luz del callejón

no distorsione la belleza

de una reflexión nocturna.

Page 50: Tres Gracias

Hado

Hoy es una de esas noches

en las que me gustaría escuchar

la voz de alguien a mi lado.

Trabajé toda la semana,

dediqué la vigilia al Señor Billete,

y este sábado quería

destronar la agonía sobria.

¿Y cómo terminé?

Mascando un filete de carne fría,

fumando el mismo tabaco

que relampaguea en la soledad.

Todos se han ido

y me han dejado ese eco

de un “puedes contar conmigo”.

Pero la música, la música que calla

y que adormece la insania

pronto también se marchará

cuando la melancolía febril

golpee dos veces la puerta.

Page 51: Tres Gracias

Y tú, con tus ojos azules

y la cara resplandeciente,

creaste el sublime prodigio

que arrebató el cetro

del mismo Dios en mi corazón;

y coronaste -¡coronaste, maldita sea!-

la tímida esperanza de tenerte

con tu límpida intención espinada.

Hoy es una de esas noches

en las que el frío no hiere

y la lobreguez no espanta

porque el espíritu ha perdido

el fuego de su alma.

Page 52: Tres Gracias

A solas

Puedo sostener en mi espíritu

estos versos calcinados,

mordidos por la miseria

sin ser yo un miserable.

Resulta rara la luz

que se apaga al paso

que marchita al caminante

en la lobreguez

y la gelidez

y su calle.

No hubo invitación

para el festín de medianoche.

Así que me re-encuentro

ante el absurdo de siempre:

aquel inoportuno

que se jacta de la razón sensible

que le da al mendigo

una propina de paciencia.

Me encuentro en el borde

en el infausto peldaño, diría,

entre el ser pensado y el ser real

que examina hasta el infinito

la precariedad de nuestra compañía.

Page 53: Tres Gracias

Resulta raro también

que cuando las manos se enfrían

el cuerpo pierda su calor.

Resultan raras las sirenas

y las sombras y los espejos.

No sé por qué.

Hablaré con ese extraño

que busca sobras en la basura

porque confío en que

tal vez

la mugre no la tenga en el pecho.

Page 54: Tres Gracias

Día de M

Hace dos semanas y tres días

arribó el otoño sin aviso,

infiltrándose por el cerrojo

de la indiferencia metálica.

La caldera silba

y la brisa cenicienta,

abriendo la ventanilla,

juega con el vapor uniforme.

En el armario se pasean

insectos de toda especie:

no los culpo por habitar

la podredumbre que no es mía.

Extiendo el brazo

hacia el fondo nigérrimo

para sacar el azúcar

que está al lado del opio.

Con la misma expresión

que llevo al trabajo

o tal vez a un velorio

preparo ese café barato.

Page 55: Tres Gracias

Me siento en el banco,

tambaleante por el uso,

y contemplo el panorama

de montañas inertes.

No hay mensajes

ni llamadas perdidas;

sólo la triste realidad

de un mundo sin humanos.

Me queda ir a la plazoleta,

conversar con algún extranjero

y matar así la mañana

de un sábado de rutina.

Page 56: Tres Gracias

Vacuidad

Con el alma desnuda,

con el pantalón mojado

por la causalidad contingente

de un conductor apurado.

Quiero, sin rodeo alguno,

proferir el soliloquio

que acaricia la cabellera

del humo que exhalo.

Las sillas, ellas que soportan

la carga de mi cuerpo,

no se encuentran en la sala:

sufren penas más pesadas.

¿Por qué han huido?

¿Quién las ha raptado?

Silencio. No habrá clemencia,

esta vez no la habrá.

El frío del suelo

recibe ahora mi piel

gélida aún

sin heridas pero muerta.

Page 57: Tres Gracias

Ni la rigente colchoneta

ni la almohada con olor

existen en el vacío

que consume mi espíritu.

Mas el canto pluvial,

santo padre de los infelices,

acoge en el oído

la penumbra del entendimiento;

que no es razón

o sentimiento servil

pero que arranca sutilmente

una grata sonrisa.

Page 58: Tres Gracias

Pájaro celeste

El ave que vuela

no baja sus alas:

continuidad y energía

desprende en el aire

que de él se apoderan.

Extiende sus miembros,

relaja sus músculos

…y salta, salta hacia el vacío

mas no cae

porque la confianza la eleva.

Y se pierde en el azul,

en el abrazo de dos nubes.

El Sol impregna sus plumas

con el dorado de su cuerpo;

la ráfaga juega con ella

y no la frena como crees.

Allí arriba no hay ángeles

ni quimeras imposibles,

sólo el espacio cerúleo

esperándote

esperándonos

a que demos juntos el salto.

Page 59: Tres Gracias

Soneto de amor

Irán los caballos por mares rojos

trayendo las cartas de amores fúlgidos

al mago que guarda en su añejo oráculo

la llave del tigre, del búho y del zorro.

Al canto del cisne con plumas áureas,

oirás las promesas que al viento dice

la voz que calló al contemplar tus ojos

cerrando los labios por miedo huérfano.

Si ves que el león descïende manso

o vuela más bajo el halcón de rosas,

agarra mi mano sin duda o espina

y salta hacia el lago que limpia nombres

y besa mi pecho sudado y tieso

y canta tu júbilo al mundo entero.

Page 60: Tres Gracias

Despedida

Fuiste el rayo matutino

entre nubes pasajeras

que sin permiso alguno

alumbró mi esfera.

Como los dedos sutiles

del céfiro con las hojas,

tú alejaste la pluvia

y acariciaste mi rosa.

Y las campanas sonaban

cuando pasabas sonriente

y los grilletes lloraban

cuando te veían rigente.

Mas yo te necesité

para contemplar el mundo

porque fuiste mi rayo

porque mi amor fue profundo.

Page 61: Tres Gracias

Pa’ la guitarra

De gurisa la recuerdo

con la piel bien dorada,

a su madre acompañando

con prisa hacia la cañada.

Ya de muchacha la quise como señora de mi casa

y veía sus ojos grises

en el reflejo de mi asada.

Fui a su rancho una noche y dejé la vida en una carta

mal escrita por el hombre

que no es dueño de palabras.

Su padre se la robó

y como fiera enceguecida

me dijo con fuerte voz

que estaba comprometida.

¡Qué tajo al corazón!

¡Cuánto te amé, gurisa linda!

Lloré en silencio mi amor

pa’ no espantar su alegría.

Y si alguien dijese

que llorar es cobardía,

sepa bien el jinete:

al amor, montarlo con valía.

Page 62: Tres Gracias

FRAGMENTOS

El brillo de un astro:

insignificante

profundo

lejano

como mi amor.

***

Me duele pensar

que me miras a lo lejos

y sentir un “quizá”

tal pluvia de invierno.

Temo darte la mano

y recibir un corte

y el solitario llanto

nacer de tu golpe.

***

Vete, sabes que mi alma

no ató ninguna soga

y que no te seguirá

cuando el horizonte te reciba.

Vete, déjame en el vacío

y con el pucho en el banco

que intentaré recuperar

el calor que te he dado.

Page 63: Tres Gracias

***

No sé qué decirle al cielo

que cada segundo pregunta por ti,

por tus luceros hermosos

que pasan y se prenden al pecho.

No sé qué decirle al mar

que cada ola que viene

me recuerda tus manos...

Page 64: Tres Gracias

...Cuando los navíos arribaron a aguas

más hondas, el almirante empezó a

contar mitos...

Page 65: Tres Gracias

The Fisherman and the Siren

Frederic Leighton

1856-1858

Page 66: Tres Gracias

I

La tenue voz del viento que penetra en el ómnibus por la ventanilla semiabierta

apacigua las tormentas

de una intensa jornada.

Esa luz azulada

que tintinea en el techo,

que hiere intencionalmente la mirada

pronto desaparece

cuando rotamos la cabeza

y observamos la noche estrellada.

No hay sueño sino descanso, no hay cólera ni sosiego

sino una insípida indiferencia

que limpia el saco nuevo

con olor a fatiga.

Y en eso, al sacar la llave, das dos o tres vueltas

a un cerrojo opaco y áspero,

y entras célere a tu casa,

tiras el maletín al sillón,

prendes la radio y escuchas

la canción del momento

que, quizá, no te agrada

pero que, al final,

terminas cantándola en la ducha.

Page 67: Tres Gracias

II

Bajo la mirada del reloj

ya nada es lo mismo:

sacar unas grapas del armario,

ordenar unos papeles en la mesa,

prender las máquinas silbadoras.

Todo gira alrededor de un sobre

que encierra la fría realidad

de vivir por unos pocos billetes.

Y en esa pausa espontánea

miras tus manos oscurecidas

por la tinta que ahora mancha el piso,

y simplemente te preguntas

“¿qué estoy haciendo aquí?”,

cuyo eco insondable

traspasa la penumbra

de una nostalgia impía.

Llegas a tu casa,

con la promesa de un día mejor,

y encuentras vacía la nevera

porque el cansancio y el olvido

se han alimentado de tu memoria.

Page 68: Tres Gracias

Pero lo más triste, quizá,

sea cruzarte con un amor

que te da vuelta la cara

cuando ni alcanzas a saludarle.

Amigo mío:

quiero que sepas,

y de corazón te lo digo,

que aunque la realidad sea esto,

tan ajena a nuestros sueños,

lo que nunca podrá robarte

será la tenue sonrisa

de que aún estamos vivos.

Page 69: Tres Gracias

III

Así nos encontramos:

nosotros, los imbéciles,

los ilusos de siempre;

quienes depositamos en el otro

la promesa de un porvenir

porque lo queremos

porque lo anhelamos

...porque soñamos despiertos.

Y a cambio de ello

¿qué resultado grato recibimos?

¿El bofetón de la caída?

¿El prejuicio anonadante?

Pérdidas: eso recibimos,

de la fe filántropa

del amor sin impurezas.

Dejamos un puñado

de nuestra corta vida

para luego comprender

que semejante obsequio

es de lo más indigno

para quien no lo merece.

Page 70: Tres Gracias

IV

Por un instante insólito

detuve los engranajes

y apoyé la espalda

en el tronco de un fresno.

Con el firmamento estrellado

encendí un acompañante

y la nube que exhalaba

se la llevaba el viento.

No logré meditar,

concentrarme en ideas,

ni me importó mucho ello.

Sólo quería sentir

-como cualquier hombre-

que aún latía en mi interior

esas ganas de vivir.

Page 71: Tres Gracias

V

Dejaré encendida la luz

y el retrato sobre la mesa.

Esta vez,

no sonará la alarma

porque no tiene sentido

buscar lo pequeño

cuando pierdes lo grande.

Rastrearé tus huellas

pero no tus pasos.

Sabrás que, sin ti,

la vida aún continúa;

mas también, sin ti,

no hubiese aprendido nada.

Y si por esas casualidades

te esquivo la mirada

cuando vas hacia el parque

o cruzas por mi casa,

sólo tú escucharás

la sonata de Chopin

que tocaré en el balcón

antes del alba.

Page 72: Tres Gracias

VI

Maleta en mano

y rostro fruncido:

no hay espacio para un guiño

o tal vez para una sonrisa;

tampoco lo hay para un suspiro

pero sí para varias quejas.

La vida se le pasa

y hasta el último cabello

de su incipiente calva

está teñido con la amargura

de la rutina monótona

que lo despierta mientras camina.

Duerme en el hotel

que se encuentra continuo

al bar de la esquina

donde extingue penas

y, si tiene suerte,

goza de sexo pago.

Quizá, algún día,

se detenga en el mercado,

pierda conscientemente el ómnibus

y se siente en la vereda

con el único propósito

de ver sus pies descalzos.

Page 73: Tres Gracias

VII

Ayer te vi

bajo el diluvio irruptor;

el pecho te golpeaba,

yo lo sentía,

el cabello te tiraba,

yo le di una caricia.

Al lado de la fontana,

me senté cerca de ti

junto a ese espíritu abatido,

no sé si ahora lo recuerdas.

Miraste sólo, perdido, a los peces áureos

que jugueteaban en el agua

y uno de ellos

se detuvo, por un instante,

a observar tus lágrimas

tan cristalinas,

tan perturbadas.

No sé si lo recuerdas

pero te tendí una mano

para que pudieras,

¡oh, amor mío!,

levantarte del piso

donde yacías desconsolado.

Page 74: Tres Gracias

VIII

Simplemente, eso busco:

reclinar la silla,

extender las rígidas piernas

y perderme con un pucho.

Perderme en meditaciones que anonaden ese tic-tac;

en sentimientos anónimos

paridos por una quimera.

Soy rey sin reino

y músico sin instrumento.

¿Poseo tu límpido ser?

Con tristeza digo:

me lo robó el nombre.

¿Poseo acaso tu voz?

Sólo sus gritos.

Pero igual me reflejo,

te erijo un altar

en la siempre pía

fantasía humana.

Y con el humo gris

me complazco en dibujar

en el éter tu figura,

besándola,

excitándome

cada vez que toca

mi frente sudada.

Page 75: Tres Gracias

IX

Sólo esto me faltaba:

recibir el escupitajo

del ser que deseo,

que deseo con grito débil

y lágrimas de silencio

justo delante de mi astro,

de los ojos que lo contemplaron

y de los labios que susurraron

tenuemente su nombre

tres veces por las noches.

Todo el sentimiento

depositado en sobres fulgentes

fueron, como tú bien dices,

quemados por el dolor

y el desgarro causado

por la risa burlona, macabra,

de tu insania emocional.

¿Y ahora pretendes,

cruel e imbécil proto-hombre,

que te salude amablemente,

que te enseñe una sonrisa

para tapar la culpa

que te acecha al verme?

Page 76: Tres Gracias

Sostén la mirada

como sostuviste el puñal

y ya que cobardía te sobra,

mejor aléjate de mi lado

que no quiero respirar

la inmundicia que exhalas.

Page 77: Tres Gracias

X

Esperas sentado,

acostado o parado.

Ya no te quedan posiciones;

tampoco expectativas:

sabes que no vendrá.

¿Por qué mantener entonces

la antorcha esperanzadora?

¿Por qué aguardar

la llegada de milagros?

¿Por qué sosegarnos

con falsas ilusiones

creadas por la panacea

de la imaginación humana?

No me confundas,

no te equivoques:

si aún crees en los prodigios,

empieza por bajarlos a tierra.

Page 78: Tres Gracias

XI

Te escribo a ti,

que tendrás sobre la mesa

el periódico de ayer

junto al vaso vacío

que te olvidaste de limpiar.

A ti, que desconoces el calor

y no el de la fogata

o el de una volátil compañía

que enciende tu cama por las noches,

sino el de un abrazo,

el de un apretón de manos

e incluso el de un beso

que haya refugiado la creencia

en el regazo de la sinceridad.

Sé que resulta difícil

sacar la podredumbre de hoy

para tener la vereda pura

el día de mañana;

sé también que te cuesta

madrugar y soportar

ese monótono silbido

de la caldera oxidada.

¿Y para qué?

¿Para qué levantarte

si puedes continuar durmiendo?

Page 79: Tres Gracias

Amigo:

al igual que tú,

me encantaría continuar durmiendo

pero en algún momento

se hace necesario el despertar...

Page 80: Tres Gracias

XII

Por esas cosas cotidianas

me volví misántropo:

deseaba compañía

y vagaba en la tristeza

de una plaza cuasi florida

para terminar sentándome

en aquel banco oxidado

en donde los ilusos y crueles

estampan sus mensajes

con el color pacífico.

¿Qué mundo nos dejan los amigos utopistas?

¿Dónde estará su lugar,

nuestro lugar,

sino en la esperanza

de un apretón de manos

a un completo desconocido?

Se acabaron, sí, se acabaron.

Por más bellas que fuesen, siempre terminan por herirte el pecho

cuando intentas cumplirlas

y comprendes

que la idiotez humana

supera incluso

la infinitud del universo.

Page 81: Tres Gracias

XIII

Si estás de acuerdo,

quisiera llevarte, ángel mío,

a la ínsula lejana

donde moran los suspiros.

En aquel sitio anónimo

habitan los enamorados

que temen susurrarles

caricias a sus amados.

Ellos sueñan y gimen

su sentimiento impío

pues saben que sus lamentos

son rutas sin destino.

A la noche descansan

fantaseando lo imposible

y al amanecer recogen

las semillas de lo invisible.

En aquel sitio, ángel mío,

espero nunca encontrarte

mas todavía espero,

espero donde me dejaste.

Page 82: Tres Gracias

XIV

No te mueras, mi cielo,

no te vayas, te pido.

Daría –y lo sabes-

parte de mi vida

para compartir contigo

aquellos momentos

que aún no has sentido.

Los años serán vacíos

si tú no estás ya

para darles contenido;

los ojos no verán

la profundidad de la noche

porque las estrellas que movías

se habrán ido de la orbe.

No te mueras, mi cielo,

quédate conmigo

con el beso de la mirada

y tu cabeza apoyada

en mi brazo extendido.

Page 83: Tres Gracias

XV

De los amigos,

unos van y otros vienen;

unos te prestan su compañía

en los momentos difíciles

aunque no tengan tiempo

ni para ellos mismos.

Otros te escuchan

con el entero propósito

de compartir una risa:

su presencia es

como una rosa eclosionada,

y cuando ésta se marchita

ya no habrá espectadores.

Mas existen otros

que permanecen fieles a la flor

aunque ya no brille

aunque ya no perfume,

porque aún ven en ella

el valor de su ser.

Y son ellos quienes,

con corazón jardinero,

cuidan y amparan el tallo

porque quieren, después,

contemplar sonrientes

el fruto de su trabajo:

he ahí la verdadera amistad.

Page 84: Tres Gracias

XVI

Las gotas escurridizas

danzan en la pista negra

de mi indómito paraguas

al compás del viento.

Fueron ellas, las calles,

quienes sigilosamente

tiñeron con cenizas

la pupila de mi espíritu.

Mas la bendición,

la anhelada frescura pluvial

besóme la frente

al contemplar el firmamento.

Entonces comprendí la inútil vergüenza

que me impedía sentarme

en un mojón humedecido

y escuchar, sin prisa,

el sonido de lo ínfimo.

Page 85: Tres Gracias

XVII

Te has marchado

como las volátiles semillas

de un diente de león

recién cortado.

Amé tu sencillez

más aún que tu belleza

y con nostalgia diré

que en mi alma quedó tu flecha.

¡Oh, hábil saetero,

retírate de mi mente!

Escucha este ruego

y golpéame la frente.

Y si sangra,

pega aún más fuerte

que anhelo terminar

con esta causa de muerte.

Page 86: Tres Gracias

XVIII

Ya no me importa

el venidero apocalipsis.

Ya no resisto

la carga mortificante

de azotar la vida

a costas de un miserable

trozo de papel;

que refleja un número,

una estima

o la más imbécil distinción

que reverencian los ignorantes:

aquellas abreviaturas

anteriores al nombre

que imponen la valla separadora,

que subdividen al hombre

en varias especies.

¿Para qué todo esto? ¿Cuál será el fin

de esa fantasía misántropa?

“Ser alguien” en el Cosmos,

en un espacio que le importa

poco o nada

-al igual que el Tiempo-

lo que unos arrogantes

hagan con su ínfima existencia.

Page 87: Tres Gracias

XIX

Que llegue el mañana

para así dejar el hoy;

que llegue, que llegue

como la lluvia beata

teñida por el Sol.

Ansío ver mi rostro

sobre un ínfimo charco,

pisar también el barro

y purificar mis ojos.

Pero también quisiera

tenerte a mi lado,

como una pareja

tomados de la mano.

Algún día, tal vez,

responderás a mi llamado

y ya sin miedo estaré

y la ráfaga habrá cesado.

Page 88: Tres Gracias

XX

Aquí se encuentran

los borradores del espíritu:

en la rotura perfecta

del cristal de una ventana,

en los papeles botados

al cesto del escritorio

…en el recuerdo silencioso

de un suspiro exiliado.

¿Sientes la brisa, o quizá el frío

que acompaña a tu ser

cuando vagas por la necrópolis

visitando lápidas anónimas?

Sostén el bolígrafo, arranca una hoja

y escribe tu nombre

tres, cuatro, diez veces si es preciso;

no vaya a sucederte

que te olvides de quien no eres.

Page 89: Tres Gracias

XXI

La mirada se le caía.

Con el opaco maletín

semiabierto y roto,

con su aspecto desaliñado

se dirigió a la iglesia.

Contempló la cruz

y después de un rato

marchó taciturno

hacia aquel santuario.

Abrió las puertas

y cayó rendido

a los pies de un banco.

Allí, lloró y gimió: la lóbrega madera

no aceptaba sus lágrimas

que caían sin consuelo

a la frialdad del piso.

Los fieles no lo veían,

el párroco no lo veía

…ni Dios tampoco lo hacía.

Sólo, así estaba,

sólo con una carga

que los santos ignorantes

se negaban a contemplar.

Page 90: Tres Gracias

Al caer la noche

el monaguillo silencioso

tapó con su capa

aquel cuerpo inerte

que yacía en la alfombra

al lado del maletín

Page 91: Tres Gracias

XXII

Si vas a reprocharme

la vista cansada

o el andar sonámbulo por las veredas frías,

mejor guarda tus quejas porque no estoy de humor

como para recibirlas.

Si pretendes golpearme por contemplar despierto

tus luceros silvestres,

por dar un beso onírico

a tus ruborizadas mejillas,

hazlo, si eso es lo que quieres,

hazlo con todas tus fuerzas

que en mi bella quimera

tus rudas manos

sólo me ofrecen caricias.

Y no preguntes

por qué fantaseo contigo

ni por qué me cautiva

tu mirada profunda;

digamos que, tal vez,

fuimos amigos, amantes

o simplemente conocidos

en otro tiempo

en otro lugar

…en otra vida.

Page 92: Tres Gracias

XXIII

Hoy naufragué

en el mar de tu mirada,

en la claridad de tus ojos

que me alejaron de la costa

para adentrarme en la esperanza.

Hoy sentí

el pulso de rodillas

a tu voz suave y seductora,

sempiterna en el recuerdo

y fugaz en ese instante.

No sé -repito-, no sé

por qué me cautivaste

o si yo lo hice primero,

mas viejas heridas

golpean mi mente

con la infausta verdad

de quien despierta de amor

también causa sufrimiento.

Así que, amado mío,

si buscas utilidad

y te refugias en el corazón,

no te olvides que el destino

te devolverá el mismo mal.

Page 93: Tres Gracias

XXIV

Quedan los recuerdos

de los días grises,

de las huellas en el suelo,

de las tardes tristes.

De los días grises

conservo la belleza

de aquellos niños felices

jugando en la plazoleta.

De los rastros en el piso

guardo la mancha en el zapato

de cuando fui atrevido

y crucé por el barro.

Y de las tardes tristes

me quedan los borradores

de miradas y esquives

…de promesas y amores.

Page 94: Tres Gracias

XXV

Mis padres me enseñaron

a soñar sin riquezas,

a apagar la radio

cuando cantan las aves.

También me enseñaron

el gozo de la sencillez:

tirarte en el piso

y mirar las nubes

aunque el dinero castigue

o el tiempo se escape.

Porque en la vejez

no recordarás, así lo creo,

cuánto gastaste en una prenda

o qué hiciste a las dos de la tarde

en la oficina de trabajo;

sólo alojarás en la memoria

pequeños y escasos momentos

en los que reíste,

amaste y lloraste;

únicos y valiosos instantes

que valen la pena recordar.

Todo eso, mi amigo,

me lo enseñaron mis padres.

Page 95: Tres Gracias

XXVI

Esperas ansioso, casi consternado,

esa noche sabática que,

de seguro, redimirá al cuerpo

de aquella fatiga tirana.

Esperas, esperas bostezando,

mordiéndote los dientes

o con sonrisas aparentes.

Nadie conoce tu pesar

mas todos son la panacea,

nadie quiere perderte

mas todos se esfuerzan en alejarse.

Y cuando son las doce

(tal vez las doce y cuarto),

te encuentras sentado en la ventana,

viendo pasar las sombras de los transeúntes,

y sólo te preguntas:

“¿quién es el déspota?”

como si toda nuestra existencia

se transformara en su soplo,

en una pluma

o simplemente en lluvia.

Page 96: Tres Gracias

XXVII

Sembraste en mí la ilusión

y tú lo sabes.

Esperé pacientemente tu pecho

¿y qué recibí?

Insípidos mensajes

que lo único que contienen

son las cenizas devotas

de la ruina posmoderna.

Me resulta extraño,

lo confieso,

que escasas letras en negrita

separen y unan a la vez

como si viviésemos aquí y allá,

mitad libres y mitad esclavos.

Sólo espero el cambio

así esté consternado

a causa de tus ojos

que me miran y me esquivan;

sólo lo espero

para luego decirte

lo que tú has perdido.

Page 97: Tres Gracias

XXVIII

Quemando paja,

así marchamos;

dejando atrás

la huella de lo posible

para después intoxicarnos

con las cenizas de la memoria.

La brisa las trae y las aleja,

esquivando astutamente

el roce verídico

con la mente que anhela.

¿Dónde te encuentras

sino es en mi sueño?

¿Qué rayos abrazo

si es y no es tu pecho?

¡Cuánto quisiera, ángel mío,

depositar el néctar divo

para que descendieras a mis brazos!

Mas ya es tarde, me temo,

para convertir en pradera

ese ceniciento residuo.

Page 98: Tres Gracias

XXIX

Me encuentro aquí

sin prisa alguna

y con calma indeseada.

Todo mi ser

se re-encuentra consigo;

quizá sea por eso

que el noventa por ciento

de las personas

rehúyen, de hecho,

al espejo intimista.

Y hay quienes, incluso,

encienden la televisión,

la computadora

o esperan ansiosos

el ring del teléfono.

¿Y sabes por qué?

Porque temen,

al igual que tú y yo,

que el hastío presente

encienda su consciencia.

Mas tarde o temprano

la noche arribará

-aunque, lamento decirlo,

estemos demasiado ocupados

Page 99: Tres Gracias

para recibirla-

y entonces comprenderemos

que todo ese ocio

fue el escape

a una batalla

donde la victoria

nunca se presentó.

Page 100: Tres Gracias

XXX

Sin duda alguna

la más triste vergüenza

está en maquillar,

en el acto mismo,

ese egoísmo tirano

con las tintas caritativas.

Pasas al lado

de una ronda de amigos,

cabizbajo y meditabundo,

e imperativamente te preguntan:

“¿qué te sucede?” A lo que tú respondes,

esperando siempre ilusoria empatía, “nada, estoy medio cansado”.

¿Y qué recibes? ¿Qué recibes, pregunto,

de tales amigos

sino la evasión de tu pesar

para ellos continuar plácidos?

¿Quién dará el hombro

a quien se lo prestó a todos,

felices y desgraciados,

sociables y solitarios?

Sólo él mismo posa

su débil cabeza

en aquel regazo

que, como Dios,

abarca el sufrimiento ajeno.

Page 101: Tres Gracias

XXXI

Entre la palidez del billete,

entre aquello que separa

lo tuyo de lo mío,

hiende la mirada del extraño

a un hombre que, en sí,

no sabe por qué está vestido.

Cuando la Luna enseña su desnudez vanidosa

-ladrona de ojos,

sempiterna tentadora-

la licantropía nace,

se eleva hacia el altar

que le hemos erigido:

ya no somos nosotros

sino ellos,

extraños a los demás,

fieras sin pastor.

¿Y qué podemos hacer

sino aullar a la Dama

y morder con furia

la carne tierna del cordero?

¿Y por qué rayos lamentamos

practicar el canibalismo

si hemos extinguido

la candidez que había?

Page 102: Tres Gracias

Bestias, eso somos,

intentando limpiar

la sangre de nuestras garras,

de nuestra consciencia,

con la lana neta

de las víctimas olvidadas.

Page 103: Tres Gracias

XXXII

Quiero colgar en el armario,

detrás de la chaqueta azul

pero delante de la camisa añeja,

aquel saco ceniciento

que estuvo frente a tu pecho

y que acariciaste con tus labios,

con tu perfume,

la noche del nacimiento.

Lloraste, recuerdo,

mas también reíste y dudaste.

¿De qué y por qué?

Vaya, eso ni tú

ni yo

lo sabremos

Nos imaginé desnudos

y, a veces, vestidos

pero no con trajes o joyas,

o con la piel al descubierto,

sino contemplando juntos

la desnudez del otro

en lo más profundo

de nuestras miradas.

Page 104: Tres Gracias

Tal vez sueñe despierto:

mi cielo, no me culpes por ello;

antes bien hazlo

si sientes que lastimo

al corazón que tanto amo.

Page 105: Tres Gracias

XXXIII

Quisiera saborear tus ojos

en la lejanía del presente

donde el reloj no marcara la diez

y no tuviera que esperarte

en la palidez de la mesa.

Quisiera besar tus labios

y apretarte el pecho

en la eternidad de un abrazo

que no fuese fantasía.

Tantas cosas quisiera,

tantos sueños cumpliría

si aunque sea me dieses una señal,

una palabra, un suspiro

que refugiara mi anhelo errante

de saber que te intereso.

Pero la confesión de tu mirada,

la penosa confesión de tu mirada,

ya pronunció sentencia

al negarme la entrada

al bosque en que moras.

Page 106: Tres Gracias

Queda, como un residuo esperanzador,

aguardar paciente el día

en que el destino nos encuentre

cruzando de frente la calle

y saludarnos sin temor

mientras cambia la luz del semáforo.

Page 107: Tres Gracias

XXXIV

Te deseo, aunque detestes

pronunciar mi nombre,

que seas feliz

así tengas para cenar

una porción fría de arroz.

Que tengas un amigo que no le moleste

si estás triste o ríes demasiado

sino que escrute en tu alma

para ver si, quizá,

deba reírse o llorar contigo.

Que no caigas en la desdicha de esperar una promesa rota

y en la inmensa estupidez

de perpetuar esa costumbre.

Que ames sin miedo,

que encuentres compañía,

que no cedas a la adversidad,

que la riqueza no te domine,

todo eso te deseo

aunque me odies

aunque me quieras

y que, sobre todo,

logres aguardar el alba

con una sonrisa en el rostro.

Page 108: Tres Gracias

XXXV

¿Cómo haré para verte

sin ruborizar las mejillas

ni humedecer mis ojos?

¿Cómo haré para decirte

que daría mi alma

con tal de salvar la tuya?

Pero tú no entiendes,

sólo me amas si te sirvo

mientras yo, el iluso,

caigo en ese juego

con el único propósito

de robarte una sonrisa

cuando estás a mi lado,

…aunque siempre

termine perdiendo.

No quiero que sufras,

más llegará el día

-y tú lo sabes-

en que padecerás de amor

y comprenderás entonces

que en esos asuntos

conviene ser buen amo

para después no vivir

como el peor de los esclavos.

Page 109: Tres Gracias

XXXVI

Antes de dejar abierta

la puerta de la esperanza,

revisa tu bolsillo

para confirmar la certeza

de que tienes la llave

para cuando haya que cerrarla.

Ahórrate los perdones

si te moviera la consciencia:

ya es tarde para sanar

al espíritu con ofrendas.

Ya es tarde también para zarpar juntos

al océano, al mar,

a donde sea que nuestros corazones

se dejasen llevar,

como potros sin riendas,

por la pasión airosa.

Alguna tarde,

cuando estés sentado en la cama

contemplando la vejez,

comprenderás sin rodeos

que ya es tarde

para tomar el tren

y empezar de nuevo…

Page 110: Tres Gracias

XXXVII

Contaré esta historia

con penas en la mano;

lo que hizo una joven

dominada por el Tirano.

Él, ciego de origen,

cautivó a la doncella

con voz suave y apacible,

con frases floridas y bellas.

Necesitó de sus ojos

como ella de sus encantos,

mas detrás de esa dulzura

se escondía el engaño.

La infausta mujer,

humilde y andrajosa,

sólo confío a él

su más preciada rosa.

Todo era un cielo

cuando estaba a su lado.

Después de cierto tiempo,

…pasó a estar en un costado.

Page 111: Tres Gracias

Recuperó su amado,

gracias al progreso,

la vista que no tenía

y la vileza de sentimiento.

Al verla contempló

un rostro débil y maullido

y con ello sentenció

el silencio de su latido.

Pasaron los días,

las tardes y las noches

y ella se hundía

en llantos y reproches.

Y en un ocaso,

ya sin fuerzas ni aliento,

suspiró su nombre

y acabó el sufrimiento.

Cuando llegó el doctor

yacía tiesa en el suelo,

esperando a un amor

indigno de ese cuerpo.

Page 112: Tres Gracias

El buen médico conocía

la causa de su muerte:

buscó al canalla y le dijo

lo que le aguardaría la suerte.

“¿Acaso cree que importa

el infortunio de esa joven?

Olvídate del asunto

y ponte a aliviar dolores.”

Aquello le expresó,

y juro por mi vida,

aquel infame al doctor

mientras una copa se servía.

“Beba tranquilo, mi amigo,

que conozco muy bien mi oficio,

y si algo he de sanar

será ello vuestro vicio.”

La verdad corría

por las calles citadinas

y pronto la indignación

terminó por dejarle en ruinas.

No hubo cortejos, ni lágrimas ni flores

para aquel ser sin escrúpulos,

sin alma y sin valores.

Page 113: Tres Gracias

He llegado así

al final de esta historia:

ahora sabes, compañero,

que no hay injusticia con victoria.

Page 114: Tres Gracias

XXXVIII

Cuando miras al espejo

y ves tu rostro demacrado,

que ofende incluso al reflejo mismo,

recuerdas que es hora de una pausa.

¿Qué hacer en ella?

¿Qué hacer en un instante

en el que suspendes la mente

y dejas al cuerpo

postrado en una cama?

Nada. Esa palabra,

esa injuria a una vida

que le gusta agraviar

pero nunca ser agraviada,

neutraliza al espíritu

en su propio dinamismo,

y hasta le permite

darse el bello gusto

de pertenecer al silencio.

¿Y por qué querría

pertenecer al silencio?

Porque a través de él

vislumbra su reflejo.

Page 115: Tres Gracias

XXXIX

Me has abierto el pecho

y la sangre que fluye

me enseña tu reflejo.

Gota a gota cae

el anhelo de tenerte

como un cofre sin llave.

Pero te encuentras perdida

y jamás cazaré

a un ave sin guarida.

Vete, déjame solitario

que si no veo tus ojos

no desearé tus labios

Page 116: Tres Gracias

XL

No era lo que esperaba:

quedarme con la boca seca

y con un suspiro de amor

que se escapa por entre los dientes

como un silbido sordo a tus oídos.

No levantas la mirada

ni titubeas en despreciarme,

mas tu sola presencia

perfuma el aire que respiro.

¿Por qué te reprendería

cuando sé de antemano

que el deseo que provocas

jamás será saciado?

¿Por qué me ignoras

cuando sabes de antemano

que lo nuestro es tan sólo

una quimera del espíritu?

Tal vez, no era lo que esperaba

pero al llegar a la cama

el sosiego penetra en mi ser

al saber que, por lo menos,

el corazón envió su mensaje.

Page 117: Tres Gracias

XLI

Tristeza de saber

que nunca me miraste

y que nunca lo harás

como yo lo anhelo.

Sentarse en el escritorio

iluminado por el atardecer

con un par de libros amarillos

que incitan a cerrarlos.

Y pienso en ti

mientras la parafina se escapa

por entre las formas

de un hornito de cerámica.

No, no es el cielo

pero tampoco el infierno

como para ir por la calle

tirando la poca dignidad que nos queda.

Pero lo que más me duele

es saber que de viejos

lamentaremos no habernos cruzado

y besarnos en la esquina.

Quizá, cuando te vea,

te guiñe un ojo o toque tu mano

sólo para recordarte

que me gustas demasiado.

Page 118: Tres Gracias

Escritor uruguayo. Crítico, irónico, de sentimiento profundo e inconstante, anarcocomunista, espiritualmente místico, polifacético, comprometido con el progreso humano y amante de la vida; cualidades todas que –de una u otra manera- se manifiestan a lo largo de mi producción literaria. Influenciado desde temprana edad por Kropotkin, Proudhon y Marx en política, el agustinianismo y el taoísmo en el plano teológico, varios pensadores a nivel filosófico (entre los principales resalto a Heráclito, Anaxágoras, Empédocles, Epicuro, Séneca, Kant, Hegel, Nietzsche, Heidegger, Sartre y Foucault), la historia y la antropología de distintas culturas (reflejadas notoriamente en dos tragedias: Fesón y Niall), y por el Arte en su universalidad e interrelacionamiento de sus expresiones; heredo así una sabiduría cuya ubicuidad y cosmopolitismo se evidencian en cada verso o frase, fusionándose con la inspiración y fluyendo por las venas creativas. Confío en que este puente (el cual ayudo a construir) servirá para unirnos.

Tres gracias es la síntesis poética entre la tesis idealista (la a priori divinización del encanto, la belleza y la alegría) y la antítesis realista (su a posteriori contrastación vital), buscando al mismo instante aunar la tríada lectura-escritura-pensamiento.