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Verónica Hernández Díaz UNAM La vigencia del pasado A lo largo de varias generaciones los habitantes de la región del Volcán de Tequila, en el altiplano central jalisciense, han convivido directamente con vestigios de su pasado precolombino; numerosas piezas les han salido al paso al preparar la cosecha, al abrir pozos de agua, al excavar fosas para los cimientos de sus casas. Producto de estos encuentros, a veces fortuitos, en ocasiones buscados para comerciar los objetos, son la con- formación de colecciones privadas que, para nuestra fortuna, poco a poco han ido integrando pequeños museos municipales. Uno de ellos es el Museo Arqueológico Tlallan, localizado en Tala, Jalisco. Se trata de un espacio pequeño con apenas cuatro salas de exhibición y una colección que para algunos podría resultar modesta. No obstante, aquí se resguardan piezas únicas de gran valor. Obras de arte profundamente enraizadas en su comunidad que nos permiten atisbar ese mundo antiguo del que todavía conocemos poco, pero con el que podemos establecer lazos de afinidad. De manera preponderante, se trata del arte cerámico de la llamada cultura de tumbas de tiro. Ésta se desarrolló entre el 300 a.C. y el 600 de nuestra era, en los actuales territorios de Jalisco, Colima, la mitad meridional de Nayarit y el suroeste de Zacatecas. 1 De sus portadores ignoramos su filiación étnica, las lenguas que hablaban Tumbas de tiro: colección Museo Tlallan 1. En la identificación y el conoci- miento de esta cultura son funda- mentales los trabajos arqueológicos de Isabel Kelly. En el estudio for- mal de su arte cerámico sobresalen los de Hasso von Winning.

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Verónica Hernández DíazUNAM

La vigencia del pasado

A lo largo de varias generaciones los habitantes de laregión del Volcán de Tequila, en el altiplano centraljalisciense, han convivido directamente con vestigios desu pasado precolombino; numerosas piezas les han salidoal paso al preparar la cosecha, al abrir pozos de agua, alexcavar fosas para los cimientos de sus casas. Productode estos encuentros, a veces fortuitos, en ocasionesbuscados para comerciar los objetos, son la con-formación de colecciones privadas que, para nuestrafortuna, poco a poco han ido integrando pequeñosmuseos municipales. Uno de ellos es el MuseoArqueológico Tlallan, localizado en Tala, Jalisco. Se tratade un espacio pequeño con apenas cuatro salas deexhibición y una colección que para algunos podríaresultar modesta. No obstante, aquí se resguardan piezasúnicas de gran valor. Obras de arte profundamenteenraizadas en su comunidad que nos permiten atisbarese mundo antiguo del que todavía conocemos poco,pero con el que podemos establecer lazos de afinidad.

De manera preponderante, se trata del arte cerámicode la llamada cultura de tumbas de tiro. Ésta se desarrollóentre el 300 a.C. y el 600 de nuestra era, en los actualesterritorios de Jalisco, Colima, la mitad meridional deNayarit y el suroeste de Zacatecas.1 De sus portadoresignoramos su filiación étnica, las lenguas que hablaban

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1. En la identificación y el conoci-miento de esta cultura son funda-mentales los trabajos arqueológicosde Isabel Kelly. En el estudio for-mal de su arte cerámico sobresalenlos de Hasso von Winning.

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y cuál fue su destino después del colapso de la cultura. Loque sí sabemos es que este pueblo nos legó a través delarte un retrato de sí mismo. Su escultura singular noscomunica hondas preocupaciones acerca de la vida y lamuerte. No se trata, como en el caso de las culturas mayay mexica, de imágenes de seres sobrenaturales, de dioseslejanos o de figuras cargadoras de atributos. Las obrasque nos heredaron estos antiguos pobladores del Occidentemesoamericano son, por el contrario, los testimoniosartísticos más humanos del pasado precolombino deMéxico (fig. 1).

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Figura 1.

El acervo del Museo

El día 14 de agosto de 1999 fue inaugurado el MuseoArqueológico Tlallan, en la Casa de Cultura de Tala. Exhibeel legado del profesor José Guadalupe Romero, ademásde las piezas que poco a poco se han incorporado comodonaciones. Está bajo el cuidado de la Fundación Tlallan,A. C. y del Ayuntamiento de Tala, y fue creado con el apoyode éste y de la Secretaría de Cultura del Gobierno de Jaliscoa través de la Dirección General de Patrimonio Cultural.

La realización de este museo es un hecho de especialrelevancia, dadas las condiciones presentes en la región.Sobre el antiguo Occidente han predominado discursos

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reduccionistas que infieren su marginalidad y “rezagocultural” en comparación con las sociedades que habitaronel Centro y el Sureste mesoamericano. Y por lo menosdesde fines del siglo XIX la región ha sufrido un intenso yprolongando saqueo, así como la destrucción de supatrimonio. De modo paralelo, los rasgos originales de lacultura de tumbas de tiro se han evaluado bajo prejuiciosy criterios evolucionistas. Es así que, a lo largo del tiempo,resalta un desinterés institucional y académico en llevar acabo proyectos de investigación y preservación.

A lo largo de 20 años el profesor Romero se hizo deobjetos que no interesaban a los saqueadores y a loscoleccionistas mayores. Son, principalmente, esculturas depequeño formato y vasijas, en ocasiones incompletas o conrestos de pintura. Por sus rasgos peculiares, el conjuntoconstituye una fuente importante para los estudiosos, puesamplía el panorama conocido de la producción artísticade la cultura de tumbas de tiro, hasta ahora definida apartir del gusto de los grandes coleccionistas, quienesprefieren las esculturas de dimensiones mayores.

Otra cualidad radica en la alta probabilidad de que laspiezas sean originarias, en efecto, del área de Tala. En lagran mayoría de los museos, como el Regional enGuadalajara, o el Nacional de Antropología en la ciudadde México, es común que los objetos de la cultura de tumbasde tiro no procedan de excavaciones controladas, sino demúltiples decomisos de saqueos y donaciones decolecciones privadas. De ahí que se desconozca el origenespecífico de las obras y por tanto se pierda precisión enla definición de sus contextos y distribución geográfica.

Otros de los materiales que el visitante puedeapreciar son las piezas de concha, obsidiana y piedra.En el guión museográfico participa material gráfico ypictórico y la reconstrucción hipotética de una tumbade tiro y su contenido.2

Los testimonios históricos del arte

La cultura de tumbas de tiro es contemporánea aTeotihuacan y a los zapotecos de Monte Albán. Los

2. Por lo demás, son pocas las obrasque datan de tiempos posteriores aldesarrollo del pueblo de las tumbasde tiro, entre ellos sobresalen lasvasijas pintadas con una técnicasemejante al cloisonné.

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avances en su conocimiento no responden a preguntastales como su interacción con otras culturas, su relacióncon la naturaleza, ni acerca de eventos especiales y de lavida cotidiana. Por fortuna, como evidencias magistralesde esta sociedad, permanecen objetos que nos revelan lasensibilidad, el modo de ver y conceptualizar el mundo,su transcurrir y la conciencia que de sí mismos tenían losindividuos: son las obras de arte.

Dentro del panorama mesoamericano la cultura detumbas de tiro se distingue por la originalidad de susexpresiones artísticas, en especial la arquitectura funerariasubterránea, la arquitectura de superficie de tipo circular yconcéntrico, y la cerámica en la forma de esculturas y vasijas.

La mayor parte de las piezas de la colección delMuseo Tlallan proviene de tumbas de tiro (fig. 2). En éstas,

Figura 2.

la actividad arquitectónica consistió en desbastar eltepetate, una capa de consistencia pétrea, para crear losespacios donde se alojaría a los difuntos. En términosbásicos, una tumba de tiro consiste en un pozo o tirovertical que en su fondo se comunica con una o variascámaras mortuorias.3 Las dimensiones y las formas delos tiros y las cámaras varían, oscilando entre adustasencillez y compleja monumentalidad. En Jalisco se hanencontrado las más profundas y con los diseños máselaborados. Precisamente en San Juan de los Arcos,municipio de Tala, se registró una cuyo tiro se hunde en latierra 22 m y constituye hasta el momento la más profundaque se conoce.4

3. En Mesoamérica este tipo de arqui-tectura dedicada a los muertos escasi exclusiva del Occidente; enotras regiones sólo hay casosaislados. En tanto, sí es abundanteen Sudamérica –en Colombia,Ecuador y Perú–, lo cual apunta lasantiguas relaciones a larga distan-cia y por vía marítima que se esta-blecieron entre ambas zonas.

4. Phil C. Weigand. La evolución yocaso de un núcleo de civilización:la tradición Teuchitlán y la arqueo-logía de Jalisco. Guadalajara: Secre-taría de Cultura del Gobierno deJalisco, 1996 (Serie Antropologíaen Jalisco. Una visión actual, 1-2), p. 16.

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Los muertos eran ofrendados con diversos objetos,cuya cantidad y calidad dependía de su jerarquía.Predominan las vasijas y las esculturas de barro, tambiénhay ornamentos de concha, así como caracoles y objetosde piedra –como pendientes y metates–, de obsidiana–puntas, cuchillos, navajas, pendientes figurativos,espejos– y de hueso.

Guachimontón es el nombre de los conjuntosceremoniales de superficie de esta cultura.5 Suconfiguración circular y concéntrica es única. En contrastecon las construcciones de planta ortogonal típicas deMesoamérica, se componen de un edificio escalonado deplanta circular, rodeado por un patio anular, a su vezbordeado por una plataforma circular donde se yerguenedificios de planta rectangular. En la actualidad, el mayorcomplejo ceremonial registrado de este tipo se ubica enel municipio de Teuchitlán, Jalisco.6 Es común que variosde ellos estén asociados y que además integren canchasde juego de pelota. En cerámica, ambos tiposarquitectónicos fueron modelados en “maquetas”, cuyoestilo artístico es propio de Ixtlán del Río, Nayarit. Enellas reposan y transitan gran cantidad de figuras humanasy animales; con notable dinamismo fueron recreadasescenas de juego de pelota y de “palo volador” que enotras culturas sólo se figuraron de modo bidimensionalen pintura, grabado y relieve. En el Museo es posibleadmirar algunas reproducciones de este tipo de modelosarquitectónicos.

Pero de manera principal, la colección resguardaoriginales obras escultóricas y vasijas pintadas. Procedende la ciudad de Tala y de sitios aledaños, como San Juande los Arcos, El Refugio, Cuisillos y Potrero de los Patos.

Mujeres y hombres de barro

El arte cerámico da constancia de los numerosos estilosartísticos regionales que se gestaron a lo largo delterritorio de tumbas de tiro. El barro fue el materialprivilegiado por esta cultura para expresar con formasplásticas su sensibilidad y cosmovisión. Como en ningún

5. Hasta hace poco tiempo, todo loque se conocía de esta cultura pro-cedía exclusivamente de contextosfunerarios. Apenas comenzamos atener nociones de los vestigios quenos informan del ámbito de los vi-vos, los cuales se inscriben en lallamada “tradición Teuchitlán”. Apartir de 1969, en el altiplano lacus-tre jalisciense el antropólogo PhilC. Weigand y su esposa, la historia-dora de arte Acelia García, inicia-ron el descubrimiento de zonasceremoniales con arquitectura desuperficie, áreas habitacionales y deexplotación de recursos, en asocia-ción con las evidencias de tumbasde tiro.

6. Fuera de la zona circundante delvolcán de Tequila, los guachimon-tones se encuentran en el norte jalis-ciense, en la zona del Cañón deBolaños, así como en algunos sitiosde Nayarit y de Colima, y fuera dela región de la cultura de tumbasde tiro, en Guanajuato: Weigand,op. cit., pp. 24, 25.

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otro pueblo del México antiguo, los artistas del Occidentereinventaron con notable creatividad el cuerpo humano(fig. 3). Animales, vegetales, objetos y arquitectura semodelaron también. Dichas esculturas son figuras huecasy sólidas, que van de unos cuantos centímetros de alturahasta las que superan un metro. Algunasrepresentaciones escultóricas son también vasijas: elcuerpo sirve como recipiente o se adhiere a la formade una olla (fig. 4). Las diferencias entre los estilos seperciben en los tipos de pastas, técnicas, sistema deproporciones, rasgos formales y temas figurados.

El Museo Tlallan alberga excelentes ejemplos deestilos jaliscienses. Uno de ellos es representativo deTala y recibe el nombre de Tala-Tonalá (fig. 5) a partirde que en esta zona aparece con mayor frecuencia. Sonfiguras rojas con detalles pintados de blanco. Llamanla atención sus prolongadas cabezas que terminan enformas tableadas y la proyección de sus puntiagudasnarices; su actitud es vivaz y en algunas se miransonrisas; la aparente expresividad de diversos estadosde ánimo es otra característica de estas obras artísticas.Incluso se advierten intenciones caricaturescas que, sinatender proporciones anatómicas y exagerando ciertosrasgos, enfatizan la vivacidad de las figuras.

En la segunda sala hay un conjunto de esculturasfemeninas. En especial abundan las del estilo Ameca-Etzatlán, cuya presencia sobresale en Jalisco. En estamodalidad las mujeres se disponen de pie, sentadas,abrazando infantes, sosteniendo pequeñas vasijas en elregazo o sobre un hombro, realizando gestos y ademanesparticulares (fig. 6). Entre las posturas femeninas típicasestá la sedente con las piernas dobladas hacia un lado ohacia atrás, tocar con una mano la zona del cuello o unamejilla, levantar los brazos a los lados o al frente,mostrando las palmas. No sabemos con precisión lo queexpresan, no obstante resulta claro que hay formasfemeninas y masculinas de ser, estar y hacer. Se trata deun código visual aún sin descifrar.

Las mujeres se miran desnudas, algunas sólo llevanfalda; la pintura que las cubría casi ha desaparecido, tal

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Figura 3.

Figura 4.

Figura 5.

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como espirales en los senos. El conocimiento que losartistas alfareros tenían de la anatomía es evidente.Predomina el modelado de formas curvas y de siluetasredondeadas; a partir de ello, aún los cuerpos planos, vistosde frente, muestran sensual naturalismo (fig. 7a y 7b).

Las figuras masculinas también son numerosas. Enla primera sala hay un ejemplo de gran formato que, aúnincompleto, transmite la jerarquía de un gran señor por sufactura sobria (fig. 8). Se dispone erguido y sentado, conlas manos sobre las rodillas y la cabeza dirigida al frente.Casi en su totalidad está pintado de rojo, guarda la mitadsuperior del rostro en crema, y conserva restos de negroen ciertas zonas (como pintura facial y en las pupilas). Enla cara sobresalen las cejas y los ojos con los párpadosrelevados, la nariz es larga y delgada, los labios figuradosy entreabiertos dejan ver parte de la dentadura. Llama laatención el cuidadoso detalle en la cabeza y el rostro, enoposición a la síntesis del cuerpo: los pies y las manosapenas están sugeridos. Esta fue la intención del artista,puso énfasis en modelar la postura erguida, los rasgosfaciales y el tocado; ello bastó para lograr el carácterdistinguido del personaje. Ajeno al espacio mortuorio alque estaba destinado originalmente, se trata de un serhumano de permanente expresión vital.

Figura 6.

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Otras esculturas de hombres se aprecian en la salados. Son de menor tamaño, mas tienen el mismo criteriode modelado: el interés visual recae en la cabeza y en lapostura corporal. Algunos realizan acciones específicas,como tocar tambores. Otras actividades masculinas sonla guerra y el juego de pelota, de ahí la indumentaria quellevan los llamados “guerreros” que se encuentran en laprimera sala. Los protege un casco –con cresta o bicorne–

Figura 7a. Figura7b.

Figura 8.

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y una “armadura” cilíndrica que cubre sólo el torso y dejalas extremidades libres. Sostienen algo parecido a unalanza (fig. 9).

7. Verónica Hernández Díaz. “Laimagen secular de lo religioso: artede la cultura de tumbas de tiro, laregión Teuchitlán”. María TeresaUriarte y Leticia Staines (eds.).Acercarse y mirar. Homenaje aBeatriz de la Fuente. México: UNAM,2004, pp. 329-353.

Cabe interpretar estas obras como retratos de losmuertos, retratos que en su mayor parte no tenían elpropósito de reproducir rasgos físicos individuales, sinogenerales, como la cabeza con deformación tabular erecta,vejez, juventud, madurez, embarazo. En estas referenciasfísicas domina el estereotipo y en ello se percibe un afánsimbólico. Pueden considerarse como retratos de tipomoral que plasmaron en barro hechos particulares de losdifuntos, ya sea que en realidad hayan ocurrido o no, peroque era esencial confinarlos en el ámbito sepulcral. Hechoscomo maternidad o actividades de guerra ponían demanifiesto su desempeño adecuado en la comunidad.7

En los distintos estilos y a lo largo de siglos sesiguieron estereotipos; es decir, son obras de carácterconvencional. Los artistas se basaron en modelosespecíficos de representación, los cuales a su vezexpresaban información también específica: formas ysignificados son indisolubles en el arte. No alcanzamos acomprenderlas en su totalidad, pero es posible afirmarque comunicaban datos particulares sobre los muertos aquienes estaban dedicadas las esculturas. Lo anterior se

Figura 9.

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revela en los tocados, indumentaria, ornamentos,ademanes, posturas, actividades, figuras y objetosasociados, los cuales exhiben relación directa conpercepciones de género. En términos más amplios, seadvierte un lenguaje figurativo en intrínseca unión conlas creencias religiosas de esta sociedad acerca de la “vida”en el inframundo, la relación cotidiana entre la muerte yla vida y el orden general del universo. Estamos ante obrasartísticas que con seguridad fueron sagradas para susrealizadores.8

Mujeres y hombres se miran ejecutando accionesvarias o simplemente de pie o sentados, en posturasestáticas, con rostros de expresión atemporal (fig. 10). Es

8. Idem.

posible plantear que las cualidades vitales del cuerpo seconferían a las esculturas, y así perpetuarían aspectosfinitos, como la carne y la misma vitalidad. En este afánpor rechazar la muerte y negar el término de la existenciahumana, el material que les da forma, el barro, adquiereun papel fundamental. En general se asocia con utensiliosde la vida cotidiana y se considera humilde. Mas entre losconstructores de las tumbas de tiro tuvo importanciaradical. Los objetos de barro son los que predominan enlas ofrendas mortuorias. Representan una dualidad de viday muerte, de lo finito y de lo infinito, de la corporeidad y

Figura 10.

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la desintegración de los muertos. Los difuntos fueroncolocados en las entrañas de la tierra, en tumbas cuya formaremite a una matriz. La tierra, considerada dentro delmundo mesoamericano como lugar de origen y decreación, se concibe como una madre, en este caso, querecibe a los muertos, quienes retornan a su origen. Y es latierra misma, es decir el barro, la que otorga inmortalidada los individuos, pues con arcilla se figuraron estasesculturas de mujeres y hombres vivos que datan de hacemás de 1500 años y que ahora nos exhiben su sagradaeternidad, antes confinada al espacio sepulcral.

Los diseños del cosmos

De igual modo, en el Museo Tlallan son notables las vasijaspor su prodigiosa calidad, tanto en el modelado ypulimento como en el trazo de líneas y formas pintadas.La pasta gris y los colores rojo sobre crema permitenasociar gran número de ejemplares con el estilo Ameca-Etzatlán.9 Además de la sobreposición se emplearon otrastécnicas pictóricas, como el negativo y el falso negativo.Entre las formas de los recipientes sobresalen los cajetesy los cuencos, en especial los que están pintados conimágenes en la superficie exterior y en algunos casos enel interior. En un estudio reciente, interpreto tales obrascomo cosmogramas o representaciones gráficas de lamanera como esta sociedad entendía el orden espacial deluniverso.10

La composición básica divide el espacio en cuatrosecciones, a manera de equis (X), en ocasiones tambiénse delimita la zona central (fig. 11). El diseño plasma los4 rumbos cardinales más un centro, contenidos dentrode un orden-espacio circular, claramente indicado porla forma del contorno de la vasija. A su vez, en ciertosejemplares, su cuerpo semiesférico dispone en niveleshorizontales los ámbitos celeste, terrestre e infra-mundano, a ellos corresponden los motivos ubicadosen cada nivel. Así, es común que en el inferior se mirenlíneas curvas que nos recuerdan la naturaleza acuáticadel submundo.

9. Se ha propuesto una subdivisión delos tipos cerámicos de las vasijasen Christopher Beekman y Phil C.Weigand. La cerámica arqueoló-gica de la tradición Teuchitlán,Jalisco. Zamora: El Colegio deMichoacán-Secretaría de Culturade Jalisco, 2000.

10.Hernández Díaz. El arte de losmuertos y el espacio de los vivos...

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Figura 11.

Es posible que los colores rojo y crema simbolicenuna dualidad, una oposición complementaria de parescontrarios (masculino-femenino, día-noche, húmedo-seco, caliente-frío, celeste-inframudo), de elementosque, distintos pero unidos, permitían la existencia,conferían orden y movimiento al cosmos. Así, en lasvasijas con imágenes más elaboradas, los apéndicesque se desprenden del centro adquieren dinamismo,las líneas indican movimiento hacia el centro y a unlado, promoviendo un orden continuo11 (fig. 12). 11.Verónica Hernández Díaz, “Muerte

y vida: la cultura de los constructo-res de tumbas de tiro y de arqui-tectura de planta circular”. Miradasrenovadas al Occidente mesoame-ricano. México: UNAM (en prensa).

Figura 12.

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Figura 13.

Una vasija excepcional repite la composición de“X” tanto en la división cuatripartita principal (formadapor el entrecruce de dos bandas cuadriculadas), comoen cada una de las cuatro secciones, en las cuales sepresenta como rombos concéntricos (fig. 13). En lacultura huichol, este diseño se llama tsikuri, y escomúnmente conocido como “ojo de dios”. Para loshuicholes el tsikuri es un mapa reducido de su geografíamítica y ritual que sintetiza su idea de los cinco rumbosdel universo: los cuatro puntos cardinales y el centro.Es una figura del equilibrio cósmico y el medio ocamino para transportarse al cielo. Aún cuando elpasado antiguo del pueblo huichol es desconocido yno se ha identificado relación histórica directa entre lacultura que desarrolló los complejos de tumbas de tiroy de guachimontones, resultan interesantes lasanalogías, pues son vías que seguir para ahondar en elconocimiento de estos pueblos.

De esta misma vasija conviene extender algunasinterpretaciones. Las áreas cuadriculadas dentro delámbito mesoamericano se conciben como la superficiede la tierra. Y el diseño que consta de un punto rodeadopor un círculo de puntos, recuerda a la planta circular

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y concéntrica de los guachimontones; en el contextodonde se mira pintado tiene la apariencia de formascelestes distribuidas en el universo donde se hallanuestro mundo. En este sentido, la configuración delos guachimontones reproduciría la imagen de ciertaorganización cósmica, tal como lo pensaba la sociedadde la cultura de tumbas de tiro.12

Reflexiones finales

El arte ocupa un lugar central en cualquier sociedad, alser una de las expresiones máximas de los sereshumanos. En estas formas pintadas, en las modeladasen barro, en las cavadas en el subsuelo y en losvolúmenes construidos al nivel de la superficie, losantiguos pobladores de la región de Tala plasmaronconceptos fundamentales del pueblo de las tumbas detiro. El análisis de la imagen, como parte central de laperspectiva de la historia del arte, contribuye de modoimportante en el conocimiento de esta cultura.

El Museo Arqueológico Tlallan tiene comoobjetivo dar a conocer el pasado antiguo de la zona através de los objetos, en especial de las obras de arte.Son fuentes primordiales de información que a más de1500 años de haber sido creadas, continúancomunicando con singular elocuencia y nos descubrenuna cultura original dentro del panorama del Méxicoprecolombino.

12.Hernández Díaz, “La imagensecular...”, pp. 352.