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    Fundacin

    CID

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    12-08001Barcelona,

    Espaa

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    REVISTA CIDOB DAFERS

    INTERNACIONALS 68.

    Migraciones y relacionesinternacionales entre Espaa y Asia

    La feminizacin de las migraciones desde una perspectiva filipina

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    La feminizacin de lasmigraciones desde unaperspectiva filipina

    Natalia Ribas Mateos*

    RESUMEN

    El artculo trata sobre las tendencias a la feminizacin de las migraciones y utiliza como caso para-

    digmtico el ejemplo de la inmigracin filipina en Espaa. El contexto de partida se vincula a los pro-

    cesos asociados a la globalizacin y a los mltiples cambios que hacen patente el fenmeno de la

    salida de las mujeres filipinas para incorporarse al servicio domstico de las grandes ciudades del sur

    de Europa. En ltimo lugar, las diversas argumentaciones que se muestran en este trabajo se sinte-

    tizan en la visin de este ejemplo presentado como un icono de la domesticidad.

    Palabras clave: Filipinas, migraciones, Espaa, inmigracin, gnero, mercado de trabajo

    En este trabajo se abordan las tendencias a la feminizacin de las migraciones y seutiliza como caso paradigmtico el ejemplo de la inmigracin filipina en Espaa. El con-texto de partida se vincula a los procesos asociados a la globalizacin y a los mltiplescambios que hacen patente el fenmeno de la salida de las mujeres filipinas para incor-porarse en el servicio domstico de las grandes ciudades del sur de Europa. En ltimolugar, se presentan diversas argumentaciones que se sintetizan en la visin de este ejem-plo presentado como un icono de la domesticidad.

    Revista CI D O B dA fers I nternacionals, nm. 68, p. 67-87

    *Investigadora Marie Curie, Lames-CNRS, Aix-en-Provence

    [email protected]

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    PREMISAS: GLOBALIZACIN Y MIGRACIONES

    La mayora de los autores coinciden en que la globalizacin no es un fenmenoabsolutamente nuevo en los albores del siglo XXI. Sin embargo, s son novedosos la velo-cidad, la escala, el alcancey la complejidadde las conexiones globales actuales que acom-paan a los circuitos del capital y de la movilidad de las personas. El impacto de lainternacionalizacin del capital que hemos presenciado en los veinte ltimos aos hacontribuido a configurar una articulacin distinta de la movilidad de las personas encanales migratorios, de extensin regional, nacional y transnacional. Es por ello que sehabla de migraciones, y particularmente de migraciones globales como en el caso del

    colectivo filipino en Espaa y en el mundo. La premisa de partida de este trabajo es quelas migraciones (en el mbito local, nacional, internacional y transnacional) estn fuer-temente influidas por la globalizacin como proceso socioeconmico. La interpretacinde este impacto se puede realizar considerando el concepto de las migraciones globales,especialmente desde la perspectiva de los tericos de la globalizacin en conjuncin conuna perspectiva de gnero. El orden mundial bipolar posterior a la Segunda GuerraMundial se ha substituido por un orden multipolar con diferentes escenarios: Europaoccidental, regin Golfo Prsico, Asia-Pacfico, y que muestra hoy un mapa mundialmuy complejo para la comprensin del alcance de las migraciones globales. En ste pode-mos identificar diversos subsistemas de migracin, como el asitico.

    Una segunda premisa clave de este trabajo es la feminizacin de la migracin (Castlesy Miller, 1998). Las migraciones de trabajo en Asia se han vuelto marcadamente feme-ninas durante los aos noventa. Las mujeres desempean un papel cada vez mayor entodas las regiones y en todos los tipos de migracin. En el pasado la mayora de las migra-ciones laborales y muchos de los movimientos de refugiados eran mayoritariamente dehombres. Desde los sesenta, las mujeres han tenido un papel importante en la migra-cin laboral. Hoy las mujeres trabajadoras son mayora en movimientos tan diversoscomo los de Cabo Verde a Italia, los de los filipinos a Oriente Medio y los tailandesesa Japn. Es tambin, por ejemplo, el caso de Sri Lanka, en que los emigrantes son en

    un 60% mujeres, la mayora empleadas en el sector domstico (IOM 2000:8), contra-tadas a travs de empresas de reclutamiento. Por otro lado, algunos movimientos derefugiados, incluyendo los de la antigua Yugoslavia, tambin se caracterizan por estarformados mayoritariamente por mujeres.

    Un aspecto relevante del contexto desde el que emigran las mujeres procedentes depases perifricos es que se trata de sociedades que estn experimentando profundas trans-formaciones debido a los procesos de globalizacin, los cuales acentan y perpetan lasrelaciones de desigualdad entre los pases del centro y de la periferia. La globalizacinsumerge a estas sociedades en una situacin de contradiccin entre las expectativas de

    consumo creadas y la precariedad de la situacin econmica que impone la misma glo-

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    balizacin a travs de los limitados ingresos que reciben las familias de las clases medias

    y bajas. Esta contradiccin entre las presiones consumistas y la reduccin de los ingre-sos lleva a los sujetos o actores sociales a indagar en nuevos tipos de estrategias de movi-lidad social (sobre todo desde las aspiraciones a dicha movilidad), que rompen con elorden social establecido. A este respecto es interesante citar la hiptesis que estableceRamrez1 (1998) a propsito de las emigrantes marroques que salen de su pas de formaautnoma, concretamente en relacin a la contradiccin existente entre una ideologade gnero tradicional que sanciona la movilidad de las mujeres y su presencia en el espa-cio productivo, y unas aspiraciones de clase social y de consumo (contando que la clasesocial se demuestra en primer lugar mediante el consumo) que, en las condiciones eco-

    nmicas de Marruecos, hacen necesario el trabajo exterior de la mujer.Cul es la importancia del agency2 bajo estas premisas? Un aspecto que seala Beck(2000), crucial para comprender la poca de la modernidad, es que la caracterstica esen-cial que distingue la segunda modernidad de la primera, es que en la nueva globalidadya no hay marcha atrs, el proceso no se puede invertir. Esto significa adems que las dife-rentes lgicas autnomas de la globalizacin las lgicas de la ecologa, la cultura, la eco-noma, la poltica y la sociedad civil van unidas y no se pueden reducir o someterse lasunas a las otras. Dadas ests lgicas, cmo podemos acercarnos a los temas que se pre-sentan de forma contradictoria en el contexto de la globalizacin? En este sentido, res-pondo apoyndome sobre el enfoque de Mittelman (2000), que intenta superar lasmarcadas connotaciones teleolgicas de muchos globalistas que parten de una lgicapredeterminada: una aldea global, una economa mundial, etc. Para este autor, la glo-balizacin envuelve un conjunto de estructuras histricas profundas, y como la historiano tiene fin, deben resolverse a travs de un marco de agencia humana. Es por elloque considera un fallo reedificar las estructuras de la globalizacin y transformarlas enuna forma de estructuralismo que olvide la agencia y las circunstancias histricas.

    Cmo se sita el agencyen la argumentacin?

    En contraposicin a las teoras de la accin individual de las migraciones, en laactualidad han cobrado relevancia las teoras que consideran el peso de los contextosfamiliares y las economas domsticas. As la nueva economa de la migracin conside-ra una variedad de mercados y no slo el mercado laboral puro. Esta nueva economaparte de la idea de que las familias, los hogares o las comunidades definidas como uni-dades de produccin y consumo son unidades apropiadas para la investigacin de lasmigraciones. Estas teoras consideran los proyectos migratorios como tomas de decisio-nes a escala de la unidad domstica con la finalidad de minimizar los riesgos de la eco-noma domstica. As desde este tipo de perspectivas se consideran mltiples niveles deanlisis, que van desde lo individual a lo familiar y de lo nacional a lo internacional.

    Como veremos ms adelante los estudios centrados en la feminizacin de las migracio-

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    nes son un buen exponente de la consideracin de este tipo de anlisis, sobre todo como

    forma de crtica de interpretacin en contraste con los patrones neoclsicos y estructu-rales. Es la lnea que sustenta Escriv (2002), en que la teora de la estrategia domsticade supervivencia (que acenta la importancia del grupo domstico en la selectividad porsexo en la decisin migratoria y en la formacin de redes migratorias) se ha convertidoen una potente herramienta explicativa. Esta idea complementa el nivel individual deanlisis (que prima la eleccin racional modernizadora) y a su vez complementa los an-lisis marxistas estructurales.

    El caso paradigmtico de cmo se articulan las dinmicas de la globalizacin puededistinguirse a partir de los escritos de Mittleman, concretamente a partir de la ilustra-

    cin emprica del peso de las remesas de los migrantes: las remesas como botn de mues-tra de las cadenas de la globalizacin. Un pas como Pakistn ha recibido en los ltimosaos ms envos de capital de emigrantes que lo que el Estado ha asignado como gastosde desarrollo econmico a escala nacional, federal y local. Es as como los individuos,los hogares y las comunidades rurales se vinculan directamente a los procesos globales.Para estas familias implicadas en flujos transnacionales se producen grandes cambios:en los modelos de consumo, en la apertura hacia una economa ms diversificada. Son,en definitiva, estructuras sociales transformadas. Esta cadena de acontecimientos cons-tituye un elemento ms de lo que implica la globalizacin. La cadena de causalidad dela globalizacin puede concebirse desde la reorganizacin espacial de la produccin3 hastael comercio internacional y la integracin en los mercados financieros. Dirigida por losmodos de competencia capitalista, la globalizacin comprime, condensa la temporali-dad y la espacialidad de las relaciones sociales, siendo un proceso inducido por el mer-cado y no por la poltica (Mittleman, 1996: 3). Guarnizo y Smith (1988: 4) sealan quesi bien el transnacionalismo no es totalmente nuevo, ha llegado a alcanzar una intensi-dad particular en una escala global a finales del siglo XX, debido a procesos vinculadoscon la globalizacin, como son el cambio tecnolgico y los procesos de descolonizacin.Aqu nos interesan particularmente dichos procesos de descolonizacin, como ocurrecon el caso filipino, en el que la idea de la servidumbre en la emigracin reproduce los

    viejos sistemas de la relacin entre hacenderos y sirvientes4.Cmo se articula la feminizacin de la supervivencia bajo las condiciones descri-

    tas? Si consideramos el proyecto desde el origen del proyecto migratorio, vemos cmola feminizacin de las estrategias elucida los nexos sistmicos entre el crecimiento de loscircuitos alternativos de supervivencia y las condiciones principales de los pases endesarrollo asociadas a la globalizacin econmica. En concreto, el impacto de la globa-lizacin econmica en las economas en desarrollo puede asociarse al aumento de ladeuda externa (especialmente a partir de los programas de ajuste estructural del BancoMundial y el FMI), el aumento del desempleo y los recortes en el gasto social as como

    en el cierre de las empresas de los sectores tradicionales orientadas al sector local y nacio-

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    nal ante el crecimiento de las industrias de exportacin (Sassen 2000: 523). En este con-

    texto de procesos econmicos mundiales debe tenerse tambin en cuenta la feminiza-cin del proletariado en la exportacin de los trabajos industriales hacia los pases endesarrollo. Los procesos de deslocalizacin industrial han dado paso a la emergencia dezonas francas en estos pases, sobre todo en el Sudeste asitico (como ocurre con Filipinas),en Amrica Latina y el Caribe. Bajo este contexto, las mujeres representan muy espe-cialmente el gran componente de este proletariado en zonas francas localizadas, por ejem-plo, en zonas especficas de Malasia y en la zona fronteriza de Mxico con Estados Unidos.Esta feminizacin de estrategias se vincula con el rol protagonista de las mujeres en laproduccin de los productos de subsistencia, en el aumento de las prcticas de trabajo

    informal, en la emigracin y en el aumento de la prostitucin. En este tipo de estrate-gias las mujeres participan de forma muy variada, como por ejemplo en el caso del aumen-to de las remesas que envan las mujeres, muy visible en el sistema migratorio asitico,y muy especialmente entre las mujeres filipinas que trabajan en el extranjero. En Filipinas,uno de los pases que enva al extranjero ms trabajadoras sexuales, as como un pasclave en la exportacin de trabajadoras domsticas, las remesas de las mujeres migran-tes representan la tercera fuente de entrada de divisas. Desde 1974, el Gobierno filipi-no ha adoptado la fuerza de trabajo migrante como una medida correctiva temporalcon la finalidad de generar ingresos del extranjero, en el marco de un contexto de parocrnico y de un agudo desequilibrio en la balanza de pagos (vase Ribas 1999 para unanlisis del rol de los gobiernos exportadores de mano de obra en las migraciones glo-bales). En 1997 la entrada de remesas sum 5.700 millones de dlares en Filipinas, 1.500en Bangladesh y 1.200 en Indonesia (Javate, 2004).

    En el caso de Filipinas el fomento de la emigracin ha servido a los gobiernos comouna medida de desarrollo para fomentar el progreso econmico y social del pas. La solu-cin adoptada por el Gobierno filipino y por otros gobiernos como el espaol en losaos sesenta o el marroqu y el caboverdiano en el momento actual basada en la corres-pondencia entre desarrollo y emigracin, no ha resuelto las causas primeras de la crisissocioeconmica. El Estado se ha establecido como el mediador de las relaciones entre

    el capital y la fuerza de trabajo migrante; lo que en un principio fue una medida tem-poral iniciada en los aos setenta para estabilizar la balanza de pagos, a travs de laaccin gubernamental dirigida a controlar las polticas de mano de obra, su gestin y sureclutamiento se ha convertido en una especificidad del sistema, y que genera tambinuna mentalidad migratoria a todos los niveles de la sociedad.

    En Filipinas, la recaudacin de remesas que debera haber servido para financiarlos proyectos de desarrollo se ha destinado a pagar la enorme deuda externa del pas.La crtica a la frmula gubernamental desde la izquierda filipina, las organizaciones nogubernamentales y los estudiosos se centra en los fracasos de la orientacin adoptada

    por el hecho de, en primer lugar, haberse guiado nicamente por las polticas macro-

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    econmicas en detrimento de la situacin de pobreza y la desocupacin laboral del

    pas; en segundo lugar, de no haber tenido presente que la masiva salida de poblacinemigrada en su mayora ocupada no ha solventado la saturacin del mercado de tra-bajo (y en tanto que poblacin cualificada ha servido solamente a los intereses de lospases desarrollados); en tercer lugar, de haber puesto en juego la dignidad del pasa partir de la masiva exportacin de trabajadoras domsticas y entertainers; y, final-mente, de no haber previsto los problemas de la integracin socioeconmica de losemigrantes retornados. No obstante, contamos con escasa evidencia para poder sea-lar que la huida de mano de obra cualificada haya provocado una falta de personal cua-lificado y un atraso en el cambio tecnolgico. Mientras que los pases vecinos se han

    beneficiado en gran parte de los flujos masivos de capital procedentes de las econo-mas industrializadas y en proceso de industrializacin (hecho que ha provocado laintroduccin de nuevas tecnologas y un cambio estructural), Filipinas ha comenzadoa atraer capital extranjero en cantidades sustanciales slo a partir de finales de los aosochenta (Ribas, 1999).

    En general se tiende a sobrevalorar el componente demogrfico como desajuste alas medidas de desarrollo. Considerando los modelos demogrficos de la regin delSudeste asitico y del Este asitico, podemos distinguir cmo Filipinas se desmarca, porun lado, de los pases ms desarrollados con una renta per cpita ms alta y con unafecundidad ms baja (Japn, Corea del Sur, Taiwan, Singapur, Hong Kong y Tailandia),y se acerca, por otro, a un segundo grupo de pases con una renta per cpita ms bajaque la filipina pero con una fecundidad tambin ms baja (China e Indonesia). Contrastatambin con un tercer grupo de pases (Vietnam, Laos, Camboya) que se caracterizanpor un desarrollo ms bajo y con una fecundidad ms alta. En los modelos demogrfi-cos descritos debemos tener tambin presente el papel que juega el discurso de la Iglesiacatlica en relacin a la la natalidad (Ribas 1999).

    En Filipinas, las disparidades regionales obedecen a una desigual distribucin de lapoblacin, lo que ha provocado un crecimiento de los problemas urbanos: aglomera-cin de la poblacin, congestin del trfico, barraquismo, squats, ausencia de servicios

    sociales, desocupacin y condiciones ambientales insatisfactorias. Todo este cmulo deproblemas puede simbolizar un cambio en la visin de la capital por parte de los habi-tantes de las zonas rurales: Manila no es ya tan atractiva para los migrantes rurales, y seejerce ms presin sobre la emigracin internacional. El fenmeno de la feminizacinde la mano de obra puede adems repercutir sobre la demografa del pas: se pospone laedad en que se contrae matrimonio (muchas de estas mujeres se marchan solteras) y des-ciende la tasa de fecundidad. En consecuencia, se podra prever un descenso del creci-miento poblacional.

    La intensa emigracin desplegada a escala global, y contrariamente a lo que pueda

    pensarse, ha contribuido a mantener las estructuras sociales y econmicas tradicionales.

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    Gracias a las aportaciones financieras de la emigracin, familias enteras han permaneci-

    do en sus lugares de origen al contar con un miembro de la familia que ha podido sumi-nistrar los medios de subsistencia, salud y escolarizacin de los nios; sin estas estructurasla emigracin interior habra tenido resultados dramticos. Para muchas familias, lasremesas de los emigrantes son la nica fuente de ingresos; consecuentemente, los cam-bios que se produzcan en los pases de inmigracin sern fundamentales para la situa-cin de las familias. En Filipinas, el cnyuge que permanece en el pas adquiere nuevasresponsabilidades en la organizacin del hogar. Una de las transformaciones se plasmaen el cambio de los roles. Si el trabajador emigrante es una mujer, sta asume un rol msindependiente, sea como generadora de ingresos o, si es ella la que permanece, como

    organizadora del hogar. En un principio, se supone que si la mujer se marcha al extran-jero se encuentra forzada a una situacin de independencia y libertad que eventualmenteinteriorizar. Sin embargo, como veremos ms adelante, la feminizacin no es siempreun sinnimo de emancipacin.

    CAMBIOS QUE HACEN PATENTE LA FEMINIZACIN

    En los pases europeos tradicionalmente receptores de inmigracin, las caracters-ticas sociodemogrficas de los inmigrantes y la composicin de la poblacin extranjera(segn pases de origen y religin) han experimentado grandes cambios. Entre ellos pode-mos sealar la diversificacin de las procedencias nacionales (con el aumento de las nacio-nalidades extraeuropeas), la aparicin de nuevas generaciones (segunda y tercera generacinde inmigrantes) y la feminizacin de la poblacin extranjera. Otro elemento identifi-cador de los nuevos modelos migratorios europeos e inseparable de las transformacio-nes acontecidas (reunificacin familiar, importancia de la segunda generacin, etc.), esel aumento de la emigracin autnoma femenina. El peso proporcional de las mujeres

    en las migraciones es cada vez ms representativo, y supera incluso en el caso de algu-nos colectivos las proporciones de las migraciones masculinas. De este peso proporcio-nal femenino, destacamos a su vez el aumento de las migraciones que denominamosaqu como autnomas, es decir, simplificando el esquema de motivaciones, decisio-nes y de proyectos migratorios, fuera del contexto de las migraciones de reunificacinfamiliar. Como hemos indicado, el patrn europeo de inmigracin no se caracterizaespecialmente por su gran representacin masculina. Incluso entre algunos colectivosde inmigrantes, los patrones son mayoritariamente femeninos. Es el caso, por ejemplo,de los pases de origen en los que las mujeres han sido las impulsoras de las cadenas

    migratorias, fenmeno que encuentra su explicacin en el hecho de que estas mujeres

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    han respondido ms rpidamente a los factorespull(de atraccin) en los pases de des-

    tino. Esto se hace evidente en la predominancia femenina del colectivo filipino en Italia5y en Espaa, a pesar de haber estado frecuentemente promovido por instancias guber-namentales filipinas e instituciones de ndole religiosa (catlica). Como hemos indica-do previamente, las migraciones hacia Europa en los ochenta y los noventa se enmarcanen el contexto de la progresiva desintegracin de los mercados protegidos y en la even-tualidad del trabajo. Los inmigrantes de hoy corresponden a todos los estratos sociales,y predominan adems en Europa los migrantes de origen urbano, a diferencia de lasmigraciones de los sesenta y de los setenta que integraban principalmente a campesinospobres. Otro cambio significativo es la importancia de las mujeres. En Europa hay una

    gran poblacin inmigrante y de minoras, aproximadamente entre diez y quince millo-nes de personas provienen del sur de Europa, de Asia, de frica y de las Antillas, y casila mitad de esta poblacin afincada en Europa est compuesta por mujeres (Morokvasic,1993). A diferencia de los pases de Europa del norte (donde la feminizacin se expre-s tardamente a travs de la reunificacin familiar), en el caso de Europa del sur la femi-nizacin de las migraciones toma protagonismo desde que se experimenta el giromigratorio de sociedades de emigracin a sociedades de inmigracin.

    Qu hay de femenino en la movilidad?

    La libertad o ausencia de movimiento de las mujeres respecto a su distancia espacialha sido un aspecto clave a considerar en todas las culturas; bien sea la movilidad respectoal hogar (y por ende, respecto al varn, a su prole y comunidad), respecto al espacio pbli-co en el que vive, respecto al movimiento en territorio nacional o bien respecto a la sali-da a pases extranjeros (y en concreto hacia distintos pases extranjeros percibidos confrecuencia desde una escala jerrquica). Todos estos saltos a la movilidad se entienden deforma diversa como parte del substrato de las relaciones de gnero en todas las socieda-des. No slo el dnde sino tambin el con quin puede ir, cmo puede ir y por qu debeir, son cuestiones fundamentales del repertorio para evaluar la movilidad de las mujeres.

    Asimismo, la percepcin de las migraciones femeninas como una forma de trasgresin(Ramrez, 1999) u otras percepciones asociadas a la movilidad, tales como el viaje (lasmujeres estructuralmente viajeras. En: Juliano, 20006), o como la movilidad como canalpara el negocio (las mujeres como empresariadas tnicas) envueltas muy frecuentementeen espacios circulares entre mundos concebidos como distintos, son ejes que cuestionanla peculiaridad femenina de la movilidad.

    Ya en el siglo XIX Ravenstein (Morokvasic, 1993: 460) se preguntaba sobre la espe-cificidad femenina de los flujos migratorios cuando declaraba que las mujeres mostra-ban una mayor tendencia a emprender migraciones de cortas distancias que los hombres.En la actualidad, podemos situar el inters suscitado por las diferentes dinmicas que

    caracterizan los flujos femeninos (en contraste con los flujos masculinos) a mediados de

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    los aos setenta ya que, con anterioridad a esta poca, los estudios migratorios no inclu-

    an la presencia de los flujos migratorios femeninos y si lo hacan era nicamente en elcontexto de la reunificacin familiar. De esta manera, a diferencia de las dos dcadasanteriores, los aos ochenta representan un giro fundamental en el modelo migratorioeuropeo propio de los pases europeos importadores de mano de obra. Uno de los gran-des cambios se basa en la elevacin de los porcentajes de mano de obra femenina, a lavez que en el papel que sta va a ejercer en las sociedades de destino. Dentro de la femi-nizacin de flujos, generalmente activados por la reunificacin familiar, se constata tam-bin un protagonismo creciente de las migraciones femeninas desencadenadas de formaautnoma. Las mujeres raramente haban estado implicadas en la primera fase de la inmi-

    gracin7

    . Las excepciones, es decir aquellas mujeres que no emigraron a partir de la reu-nificacin familiar, son, a modo de ilustracin, las emigraciones de mujeres caribeas eirlandesas al Reino Unido, de espaolas a Francia, as como de mujeres yugoslavas y fili-pinas a diversos pases de Europa o emigraciones de mujeres peruanas, dominicanas ycaboverdianas a diversos puntos de la geografa espaola.

    Las mujeres filipinas son uno de los grupos ms mviles de Asia8. Sin embargo, apesar de que las mujeres emerjan como lderes de las cadenas migratorias en Espaa, yparezcan ser ms activas en crear estrategias de integracin, su proyecto migratorio noes siempre una expresin de autonoma. En el sistema migratorio la cadena familiarofrece el apoyo a un individuo en un espacio desconocido, y el espacio que define el

    hogar del empleador parece simbolizar una seguridad. Se le aade una actitud balahan(siempre hay esperanza), incluso en las situaciones ms enrevesadas: en un pas extran-

    jero Dios cuidar de mi situacin (entrevistas en Filipinas, verano del 2002. En: Ribas,19999). Aunque la mayora de las mujeres llegasen solteras, intent examinar en dichoestudio las recurrentes estrategias de las mujeres casadas con hijos porque me parecael contexto en que los vnculos familiares podan ser ms evidentes. Normalmente com-parten metas migratorias que se definen a travs del rol de la hija mayor como la bre-adwinner. Las razones econmicas inmediatas son por lo general la alimentacin y laeducacin de los nios y la supervivencia general de la familia. Otras razones incluyen

    la posibilidad de adquirir un mejor nivel de vida y el deseo de viajar. En una sociedadsin Estado de bienestar, la mujer es con frecuencia la responsable del proyecto migra-torio: debe mantener a su familia, aliviar las presiones econmicas y sociales del hogare idear un futuro econmico mejor, dentro o fuera del pas. El bienestar de la prolerepresenta la principal prioridad del esfuerzo familiar y de su consecuente proyectomigratorio. Es pues lgico que el rol de madre y la vivencia del sacrificio materno seanel potencial migratorio, en otras palabras, el recurso emotivo que se transforma en unvalor aadido en las formas de asalariado femenino del mercado global. No obstante,no se abandonan otros motivos, como experimentar el proyecto migratorio como un

    acto de autonoma.

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    Cul es la tica del trabajo en la movilidad?

    El trabajo de campo en Filipinas puso de relieve cmo los filipinos piensan que enta-blar un proyecto migratorio resulta ms fcil para una mujer. Las razones se asocian a lasoportunidades de trabajo como empleadas domsticas en el extranjero, especialmente enlos pases del Golfo (en la modalidad de migracin contractual) y en la emigracin comoempleadas domsticas en Europa del sur (en el caso de las grandes ciudades italianas, espa-olas y griegas), definidas con una fuerte carga de estereotipos de gnero. El trabajo doms-tico aqu se corresponde con el estereotipo que conforma la mujer filipina. Se trata de laperseverancia, la valenta y una tica del trabajo con frecuencia definida a travs del sacri-ficio familiar. Muchas de estas mujeres cuentan con un alto nivel de estudios (un valor

    considerado por las agencias de contratacin en el extranjero), lo que les lleva a una fuer-te inconsistencia de estatus10 en el seno de sus proyectos migratorios. El hecho de que lasmujeres constituyan un pilar fundamental en el sostenimiento de las estrategias familia-res de dependencia que incluiran la migracin no significa que los varones no partici-pen y las sostengan. Generalmente, el rol esperado de la mujer la encamina hacia unestablecimiento de contactos ms duraderos e intensos con sus parientes (especialmentede los hijos), lo cual a su vez provoca remesas ms altas legitimadas en las atenciones fami-liares y de previsin familiar que refuerza el estmulo hacia el ahorro.

    La forma y el impulso de las movilidades de la mujer filipina han estado, no obs-

    tante, dirigidas fundamentalmente por el Gobierno y su brazo activo en la emigracincontractual. Debemos resaltar aqu que en el anlisis de la mano de obra filipina en elescenario internacional se distinguen dos modelos: el contractual, caracterstico de laemigracin hacia los pases petroleros del Golfo, y la emigracin filipina no contractual,en el marco de la inmigracin en la Unin Europea (del que sobresalen Italia y Espaacomo los pases de mayor concentracin de mujeres filipinas, Ribas 1999: 117).

    Cul es la importancia del contexto de recepcin?

    Uno de los cambios principales que se descubre en la regularizacin de extranjeros

    de 1991 en Espaa es la fuerte presencia de mujeres procedentes de pases del Sur,contrariamente a la idea generalizada de los aos anteriores que las migraciones feme-ninas eran eminentemente de pases del Norte. Estos cambios, estn tambin relacio-nados con la evolucin del servicio domstico, adems de estar en funcin de lasnecesidades de ciertos grupos de mujeres y de sus estrategias en cmo conciliar el mundode la familia con el mundo del mercado. En el caso espaol, el rol estatal ha jugado unpapel importante a la hora de configurar una dinmica migratoria especfica, a travsdel fomento de los flujos de inmigracin feminizados desde el sistema de cuotas (desde1993), puestos de trabajo cubiertos en gran parte por el servicio domstico. Esta polti-

    ca de inmigracin es la respuesta del Estado-nacin a una prospectiva de demanda labo-

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    ral que siempre ha supuesto que dicha ocupacin es un trabajo de mujeres. El anli-

    sis de esta demanda femenina se inserta a su vez en el creciente carcter de servicios delas economas de las sociedades postindustriales. Esta demanda debe comprenderse enel desarrollo de los tres tipos de dinmicas que coinciden con las tres reas determina-das de las economas desarrolladas: salud, servicio domstico y ocio.

    Por otra parte, tambin para las mujeres del Sur las estrategias de cambio social tie-nen mucho que ver con esta combinacin de estrategias. Para las inmigrantes filipinas, lasestrategias se sitan entre el mundo de las familias transnacionales y los mercados de inser-cin de inmigrantes. Los cambios producidos en los pases de origen tambin son signi-ficativos, puesto que las condiciones del mercado para las mujeres, as como los cambios

    en los sistemas familiares (especialmente los cambios generacionales y las relaciones degnero en la familia nuclear y extensa), son ejes explicatorios del contexto de partida. Lasdiferencias en las tareas productivas y reproductivas (en funcin de la clase social de per-tenencia) marcan quin debe ayudar a quin en la esfera familiar, lo que se traduce endeterminadas formaciones de las familias transnacionales; por ejemplo, cabe destacar elpapel de la hermana mayor en el caso de las mujeres filipinas. Aparte del criterio del pasde origen, las estrategias migratorias muestran una amplia diversidad. Para las mujeresms cualificadas, unos objetivos ms acordes con sus carreras les lleva a optar por un mer-cado internacional, dentro de una compleja estrategia de movilidad social. Para las msdescualificadas, las razones suelen estar ms vinculadas a compensaciones en el mbito

    familiar. Sin embargo, las agrupaciones son problemticas. As lo pude comprobar al ana-lizar las estrategias migratorias de sacrificio familiar entre las mujeres filipinas ms cua-lificadas (Ribas, 1996). Tanto en el pas de origen como en el pas de destino el anlisisde los sistemas de produccin-reproduccin son claves. Ambos, el Estado (a travs de laspolticas de inmigracin) y el mercado (a travs de las mujeres empleadoras del serviciodomstico) miran hacia la inmigracin internacional para resolver las ausencias en la esfe-ra reproductiva. Consecuentemente, el anlisis del gnero en la inmigracin es un ele-mento importante en el proceso de globalizacin, la cual afecta no slo a los productossino tambin al movimiento de personas. En este proceso presenciamos adems una com-

    pleja interaccin entre las diferencias culturales y las diferencias de gnero.Junto a los grandes movimientos de poblacin de nuestra poca, uno de los cam-

    bios ms espectaculares que han presenciado las sociedades industriales de posguerra hasido la intensificacin del trabajo asalariado femenino. Pero esto no es lo realmentenuevo, las mujeres siempre han trabajado, fuese en una ocupacin asalariada o fuesecomo ama de casa. A pesar de que el trabajo domstico no estuviese reconocido comotrabajo y la participacin en el trabajo asalariado fuese considerada como marginal, elmodelo tradicional de trabajador era el de un varn inserto en una familia nuclear, elbreadwinner model, el modelo que se repite en la modelacin de las polticas de inmi-

    gracin de los pases receptores de mano de obra.

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    La tica del trabajo de estas mujeres debe vincularse al contexto del sector urbano

    en las grandes ciudades espaolas. En concreto, en la insercin en nichos ocupacionalescon fuerte expansin del sector servicios, especialmente los servicios domsticos y perso-nales, empleos que nos remiten claramente a relaciones de subordinacin en los que lainteraccin de las relaciones de clase social, gnero y etnia se presentan de forma msacentuada. Asimismo, la naturaleza de tales nichos se vincula a las tareas ms tpicamentefemeninas: el cuidado de las casas, el cuidado de las personas y el trabajo sexual. Es decir,estas mujeres cumplen una funcin determinada en estos contextos de recepcin: libe-rar a las mujeres autctonas del hogar para que stas puedan producir en otros lugaresfuera de la casa, o bien para que puedan poner en marcha sus proyectos reproductivos.

    Se trata de un estilo de vida de clase media. Entre estas clases se destaca un acentuadoaumento de las necesidades de consumo y de poder disfrutar de un estilo de vida queconjugue sus necesidades domsticas en acorde con su pertenencia de clase social.

    En esta demanda las mujeres filipinas parecen representar a la perfeccin el iconode la servidumbre en el hogar. Esta servidumbre es adems un smbolo de estatus, eneste caso desde lo que pueda representar el tener una mujer extranjera contratada en elhogar, sobre todo si esta mujer es filipina, cuando consideramos la etnoestratificacinde las trabajadoras. La mujer inmigrante cede igualmente su tiempo de reproduccinpara que las mujeres autctonas puedan conciliar su tiempo de produccin y reproduc-cin. Es el caso de jvenes parejas profesionales que demandan la figura ausente de lamujer tradicional de la casa y sus cuidados. En este contexto se inserta la figura arcaicade la domstica, que reproduce todos los valores asociados a la divisin clsica de gne-ro del domus mediterrneo, en la que se relega a la mujer a la privacidad del hogar ydonde al varn se le abren las puertas a la esfera pblica y al mundo extranjero.

    En esta demanda las mujeres filipinas juegan un rol de substitucin en el sistemade reproduccin social de estas sociedades, pero quizs sea algo ms. Como bien sealaAnderson (2000), los empleadores las eligen como substitutas. Pero no slo no es queofrezcan su fuerza de trabajo, sino que cumplen tareas que una mujer con otras alter-nativas no escogera nunca.

    LOS RATIOS DE LA FEMINIZACIN

    Segn la distribucin por sexo de los extranjeros en Espaa, el 54,29% de los extran-jeros con tarjeta o autorizacin de residencia en vigor el 30 de junio de 2004 eran varo-nes y el 45,71% eran mujeres. Los varones eran mayora en casi todas las comunidades

    autnomas con la excepcin de Melilla, Ceuta, Galicia, Cantabria y Asturias, en las que

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    ms del 50% eran mujeres. Por sexo y por pas, de entre los colectivos nacionales con

    ms de diez mil personas con tarjeta o autorizacin de residencia en vigor, slo eranmayora las mujeres en el caso de Brasil (71,07 %), Rusia, Repblica Dominicana, Vene-zuela, Colombia, Filipinas, Cuba, Per, Suecia, Blgica, Francia y Alemania (Ministerio deTrabajo y Asuntos Sociales, 2004).

    As, tanto el patrn espaol como el patrn general de la inmigracin en el Sur deEuropa responde a las tendencias ms generales de las migraciones globales, debido a lafeminizacin de las migraciones y muy especialmente a su concentracin en los espaciosurbanos. La fuerza de trabajo migrante debe analizarse a partir de la capacidad de la deman-da de las ocupaciones relacionadas con el servicio domstico as como otros servicios. En

    ciudades como Madrid y Barcelona las mujeres se emplean en sectores rechazados por lasmujeres autctonas, como, por ejemplo, en el sistema del servicio domstico en su moda-lidad como interna, como es el caso de la mayora de las mujeres filipinas en Espaa. Eneste sentido, datos sobre Barcelona indican que el 50% de los extranjeros de la ciudad sonmujeres, y aumentan en Madrid hasta un 53% (Ministerio del Interior, 1999).

    Si consideramos los datos referentes a extranjeros con permiso de residencia en elao 2001 tenemos que la mayora tienen origen europeo (412.522), seguidos por losafricanos (304.149) y americanos (298.798). Los inmigrantes africanos son el grupomenos numeroso, pero muestran un crecimiento dinmico. Por otro lado, en siete aosel total de residentes asiticos se ha casi doblado de 35.742 en 1994 a 91.552 en el 2001.La inmigracin de Amrica Latina es sobre todo femenina (58%). En el caso de asiti-cos y europeos la distribucin por gnero es ms equilibrada, aunque dominan los varo-nes (en un 60% y en un 50% respectivamente). La mayora de empleadas extranjeras,sea cual sea su origen geogrfico, trabaja en el servicio domstico (en un 62%), mien-tras que el empleado masculino se extiende entre todos los sectores econmicos (Estadsticasobre permisos de Trabajo a Extranjeros, 1999).

    Entre los asiticos dominan los residentes chinos (36.143), seguidos de los filipinos(14.716). Entre los chinos dominan los varones (56%), mientras que las mujeres consti-tuyen la mayora de los filipinos (60%). Tanto la comunidad china como la filipina resi-

    den mayoritariamente en Catalua, donde destaca la ciudad de Barcelona (33% y 37%respectivamente), y en Madrid (29% y 41% respectivamente), con un considerable tama-o de la comunidad filipina que reside en la capital. La comunidad filipina muestra unaatraccin considerable por el rea metropolitana de Madrid, donde el 81% de sus miem-bros se concentran en un distrito particular llamado Almendra Central (Lora-Tamoyo,1999). En Barcelona, el distrito de Ciutat Vella conforma el centro histrico de la ciudady acoge al mayor nmero de extranjeros en la ciudad. Desde 1989 este nmero se ha mul-tiplicado por siete (Fundaci CIDOB, 2001). El patrn especfico de concentracin enCiutat Vella es claramente evidente para el caso de los pakistanes (71%). Les siguen la

    comunidad filipina, con 65,5% del total de los residentes. Los filipinos son una de las ms

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    claras expresiones de las tendencias de concentracin, con un 53% del nmero de resi-

    dentes en el barrio del Raval (Ayuntamiento de Barcelona, 2001a).Los estudios de las migraciones femeninas se han preguntado con frecuencia sobre

    la diferencia de los ratios de feminizacin de los grupos migratorios segn lugar o pasde procedencia. Por una parte, stos se explicaban a partir de las peculiaridades de inser-cin laboral en los mercados de llegada, que coincidan con economas de servicios enexpansin. Se puede verificar, por ejemplo, en la Catalua de principios de los noven-ta, donde los ratios de feminizacin se articulaban a partir de tres modelos de inmigra-cin femenina: altamente feminizado (el filipino), masculino en transicin (el marroqu)y predominantemente masculino (el gambiano) (Ribas, 1999: 43). Estos ratios refleja-

    ban no slo la estructura de la demanda en los mercados de trabajo de recepcin (Ribas-Mateos, 2002) sino que reflejaban muy especialmente lo que suceda en el pas de origen:la feminizacin de la mano de obra de trabajo en Filipinas y la poltica de exportacinde mujeres, el cambio en Marruecos respecto al estatus de la mujer y su mpetu en el rolproductivo. En Gambia, en cambio, las estrategias tradicionales de los hogares todavarelegaban la emigracin hacia una estrategia masculina y familiar, donde la emigracinfemenina estaba todava vinculada a los matrimonios tempranos. A pesar de estas agru-paciones segn origen de las migraciones, debemos interconectar en el esquema la hete-rogeneidad social existente en funcin de la clase social y el sistema predominante en lasrelaciones de gnero (dentro y fuera de la familia).

    El anlisis de los grupos de origen (neourbanas, urbanas, rurales), el tipo de reuni-ficacin familiar (formal, informal), el estado civil (soltera, divorciada, repudiada, ajun-tada), el nivel de estudios, la edad, la situacin del mercado de trabajo, el tipo de familia,etc., son informaciones que dificultan los binomios explicativos de los ratios femeninosde la emigracin. La presencia en la familia (junto a la clase social de esta familia), lapresencia en el mercado y las posibilidades de formar una nueva familia (en el contex-to del estado del mercado matrimonial) subrayaban tambin los aspectos determinadospor la clase social y mostraban cmo se construan una diversidad de estrategias.

    En origen, el sistema familiar se insertaba en la relacin que se estableca entre las

    caractersticas de un contexto socioeconmico determinado y las relaciones de gnerodadas, precisin plasmada concretamente a tres niveles: 1) en los cambios de la familiaexterna, 2) en los cambios en las prcticas de divorcio y 3) en la proletarizacin de lamano de obra fabril. En el contexto de esta proletarizacin en lugares claves de las fron-teras mediterrneas (como por ejemplo Tnger en Marruecos o Durrs en Albania),muestran como los debates de la emancipacin femenina no son tales cuando el traba-jo siempre se justifica en aras de una ideologa familiar (vanse dichas falsas formas deemancipacin en las fbricas tangerinas en Ribas, 1999: 214-215).

    Asimismo, el debate sobre el proyecto emancipatorio o de sacrificio familiar tam-

    bin se evidenciaba en los mismos proyectos migratorios en origen, es decir, cuando nos

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    referamos al clsico debate sobre las formas de la emigracin como proyecto de eman-

    cipacin y de trasgresin ante un fuerte control social comunitario y una rgida ideolo-ga familiar (Ribas, 1999: 75). No obstante, no sabemos a ciencia cierta si los proyectosse asemejan ms a formas clsicas de explotacin familiar o a movilidades liberadoras.Incluso en circunstancias de formas de trabajo menos clsicas, como puede ser el traba-jo en prisin y el trabajo sexual, los estudios ponen el acento en el peso familiar de lasremesas. En otros estudios he podido tambin ver como en el caso de la prisin, el pecu-lio, considerado como el banco de la crcel, funciona para las mujeres extranjeras encar-celadas en Espaa, en base a las salidas de las remesas hacia Colombia casi en su totalidad.Este estudio subraya cmo las extranjeras eligen la estrategia productiva para luchar con-

    tra el marco de hostilidad de la crcel, pero tambin para buscar en cierta medida estra-tegias reproductivas a largo plazo, con la finalidad de ofrecer mayores recursos a sus hijosen origen. La justificacin de la alta productividad de las mujeres extranjeras y su fomen-to a travs de un modelo de disciplina de buena trabajadora-buena interna encaja a laperfeccin con el comportamiento de la mujer extranjera en prisin, que justifica su pro-pio comportamiento a partir del envo de remesas (Ribas et al., 2005).

    La gran demanda de trabajadoras domsticas ha promovido polticas migratoriasespecficas, especialmente desde la introduccin del sistema de cuotas en Espaa en 1993.Esta poltica reconoca oficialmente que hay puestos de trabajo accesibles y no cubier-tos por la mano de obra autctona. Si seleccionamos tres tramos de reclutamiento detrabajadores extranjeros podemos seguir la poltica de reclutamiento de trabajadorasdomsticas: en 1993 el 84% de los permisos de trabajo se destinaban a los trabajadoresextranjeros en este sector, comparado con el 61% en 1995 y el 52% en 1999 (Ministeriode Trabajo y Asuntos Sociales). Los datos sobre la distribucin de trabajadores extran-jeros segn gnero y estado civil, que no pueden encontrarse directamente, pueden esbo-zarse por lo menos para el ao 1998 (Izquierdo, 2001). El grupo ms numeroso demujeres casadas asiticas lo arroja la comunidad china (61%). En contraste la inmigra-cin Filipina ha seguido el modelo de mano de obra feminizada con un porcentaje demujeres solteras de un 53%.

    ICONO DE LA DOMESTICIDAD

    Durante los aos noventa, para la mayora de las mujeres filipinas el proyecto migra-torio ha respondido a varios tiempos. Entre estas mujeres se desarrollan proyectos carac-terizados por unos lmites muy amplios a escala espacial, pero muy restrictivos en cuanto

    a la gama de oportunidades del proyecto migratorio. A corto plazo, la supervivencia ali-

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    mentar a la familia es importante: We are supposed, Filipino women, to stay at home,

    but we have to go abroad in search of a good income, due to unemployment, because of thechildren11 (mujer entrevistada en Manila en 1992). A medio plazo, se sita la educacinde los nios, y a largo plazo mejorar el estatus y la posicin social. La larga duracin seentiende desde una concepcin especfica del futuro, un futuro de estabilidad familiaralcanzable a travs del sacrificio como mujer y desde una tica del trabajo conducida porel ahorro, fomentado por la aspiracin por una vida mejor (de los nios, de ella mismay de la familia extensa). Hay una fuerte esperanza por el retorno a la patria, pero estono se concibe como un proyecto estructurado. El retorno depende de la situacin eco-nmica y de los obstculos a la movilidad ocupacional en los mercados laborales de

    recepcin. La idea del sacrificio fue un cdigo de anlisis bsico en la interpretacin deltrabajo de campo. Esto explica el porqu soportar la separacin espacial de mujeres casa-das con hijos por perodos de hasta diez o doce aos, en aras de un proyecto migratorioque envuelve un proyecto familiar. Proyecto en el que la emigracin se concibe comouna oportunidad, una opcin de movilidad social ascendente. Muchas veces se tratatambin de separaciones espaciales que encubren una separacin emocional de la pare-ja, cuando no podan optar por el divorcio en origen. En Catalua se organizan en comu-nidad tnica, a travs del valor tradicional de bayanihan, un fuerte vnculo de interaccindentro de la comunidad as como la idea de compartir una lucha comn.

    Por qu el caso filipino es en este trabajo un buen botn de muestra?

    La poblacin filipina en Espaa ha sido la poblacin extranjera pionera en los flujosde feminizacin y ha experimentado en los ltimos aos un gran nmero de naturaliza-ciones. El estudio de la feminizacin de las migraciones desde una perspectiva filipina esbien ejemplar en las migraciones asiticas y globales. Es relevante por su fuerte presenciaen la economa de servicios en las grandes ciudades del sur de Europa (Roma, Miln,Madrid, Barcelona, Atenas), por su forma original de concentracin espacial y por el hechode ser un claro ejemplo de la globalizacin de los servicios en conexin con la movilidadgeogrfica de las mujeres. A estas mujeres trabajadoras se les hace ardua la movilidad ocu-pacional, a pesar de estar sobrecualificadas para las tareas que ejercen, as como tambin seles hace difcil experimentar un claro empoderamiento de gnero. En otro estudio realiza-do (Ribas y Oso, 2005) hemos puesto adems de relieve cmo la ausencia de empresaria-do tnico entre las filipinas en Espaa se debe a la fuerte domesticacin de este grupo demujeres, y de cmo se construye un rol invisible en lo privado que les conduce a ser non-personaen el espacio pblico. Son productivas porque otras mujeres pueden elegir ser repro-ductivas pero con la menor carga posible (es decir, minimizando las cargas de reproduccin).

    Las premisas sobre la globalizacin, las migraciones y, en concreto, la globalizacinde las migraciones desde una perspectiva de gnero nos han conducido hacia una serie

    de argumentos que han aparecido a lo largo de todo el trabajo. Por ejemplo, poner el

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    acento sobre el tema de la agencia de estas mujeres, que a pesar de sus limitaciones en

    la escala social ponen en marcha interesantes estrategias como mujeres transnacionalesen familias transnacionales. La feminizacin, la feminizacin de la supervivencia, la femi-nizacin de las migraciones, bien sean contractuales o libres, su fuerte presencia en lasgrandes ciudades, la demanda de la sociedad de recepcin, son todos ellos elementoscontextuales de los cambios en la inmigracin femenina que han sido tratados aqu.

    Qu hay de femenino en la movilidad? Los ratios de feminizacin, las ideologasde gnero y su tica del trabajo son muy coincidentes en mltiples lugares del planeta.El movimiento y la ausencia de movimiento son recurrentes en la evaluacin de la vidade las mujeres.

    En definitiva, podemos afirmar, por toda una serie de argumentos desarrollados eneste trabajo, que las trabajadoras domsticas emergen como una figura emblemtica de ladomesticacin12, iconos de la globalizacin domesticada, seguramente segregadas en unespacio domstico que no es el suyo, divorciadas del espacio poltico y pblico, apartadasdel espacio de la identidad nacional. Desgraciadamente, acaban por simbolizar una agudaausencia de poder de negociacin as como uno de los sectores ms flexibles de la econo-ma. Para estas trabajadoras, el espacio de la casa-trabajo supone no slo la entrada exclu-siva al pas de destino, un pequeo paso hacia una reducida puerta del mercado. Su posicinde domstica no slo se adapta al rol de la no-persona (como sugiere Erving Goffman,puede corresponder al tipo clsico de la no persona), sino que tambin est as definida por

    los actores sociales como algo no presente, como un sentimiento de inexistencia al que serefiere Franz Fanon (Goffman y Fanon, citados por Rollins, 1990: 68). Este sentimientode inexistencia es ms paradjico en el contexto familiar. Las mujeres del servicio doms-tico se encuentran repetidamente inmersas en relaciones de familiaridad con su emplea-dora, en una relacin basada sobre el maternalismo, un maternalismo que suele utilizar ladonacin de regalos como forma de expresin de una superioridad13 social.

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    Notas

    1. Tambin Ramrez (1998) subray la importancia clave que tiene en las situaciones migratorias

    estar o no vinculada a un hombre, la cual se convierte en una categora analtica importante y

    muy operativa.

    2. En lneas generales, elagencyse refiere a la capacidad que tienen los actores sociales en seguir

    autnomamente sus propios objetivos y no slo los impuestos por las delimitaciones estructurales.

    3. El proceso de deslocalizacin industrial del centro capitalista a zonas NPI (Pases de Nueva

    Industrializacin) se identifica como un proceso clave de esta nueva divisin del trabajo. Adems

    algunas de estas economas se convierten tambin en competidoras de las grandes metrpo-

    lis del centro del capitalismo mundial.

    4. () y a m me costaba tambin pedir el permiso para sacar el pasaporte, porque, bueno,

    tambin tuve que pedir permiso al Foreign Affairs. Y me dijo el embajador, haces bien por ayu-

    dar a los filipinos, pero el embajador filipino me dijo que las vista guapas para que no se vea que

    son criadas, entonces mand otra vez, y ya empezaron de pedirle a ella, as ms chicas. Mandaba

    tambin de la hacienda hasta que se acab el familin de un pueblo (antigua hacendera reclu-

    tadora de empleadas domsticas. En: Ribas, 1999: 161).

    5. Las caractersticas de estas corrientes migratorias hacia Italia en la que se insertan los flujos fili-

    pinos son: (i) tercermundializacin de las corrientes migratorias; (ii) precariedad de la insercin

    socioeconmica de los nuevos inmigrantes; (iii) presencia considerable de inmigrantes (hombres

    y mujeres) con un buen nivel de escolaridad (lo que indica un desequilibrio entre el sistema edu-cativo y el mercado de trabajo en los pases de origen); (iv) una clandestinizacin de la inmi-

    gracin; y, en ltimo trmino, (v) un aumento en crecimiento del nmero de mujeres inmigrantes

    solas en ciertas corrientes migratorias (procedentes de Filipinas, Cabo Verde, Isla Mauricio, Sri

    Lanka y Eritrea), inducida especialmente por la oferta de trabajo del servicio domstico. Segn

    Campani (1989:29), dependiendo del caso, la emigracin est dominada por un proyecto fami-

    liar o bien expresa una voluntad de emancipacin.

    6. La idea de la inmigracin femenina como dependiente de la masculina se apoy en un estereo-

    tipo consolidado que sugiere que el hombre es ms mvil geogrficamente y la mujer se carac-

    terizara por permanecer. Pero que apunta a una realidad falsa, dado que la mayora de nuestrassociedades son patrilocales, es decir, es la mujer la que abandona su hogar de origen para ir a

    vivir al lugar de su marido. Este fenmeno ha implicado que estudios antropolgicos como los

    de Lvi-Strauss hayan puesto especial nfasis en la circulacin de las mujeres entre los grupos.

    As pues, Juliano se refiere a las mujeres estructuralmente viajeras en contraposicin a la ima-

    gen estereotipada de las mujeres accidentalmente viajeras (Juliano 2000:382).

    7. Odo Barsott y Laura Lecchin (1991) afirman que el tamao de la participacin femenina en la

    migracin ha estado esencialmente determinado por las polticas de los pases importadores de

    mano de obra. Estas polticas han sido a menudo ineficaces debido a las restricciones impues-

    tas a la libertad de emigrar para las mujeres por parte de los pases de origen. Los pases expor-

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    tadores de mano de obra modelan el rol de las mujeres en la emigracin de acuerdo con su cul-

    tura, tradiciones y orden social; sin embargo, modifican el rol segn las demandadas de traba-jo. Por otro lado, las polticas migratorias de los pases importadores pueden tambin estar

    dirigidas directamente hacia la inmigracin femenina, pero sin tener en cuenta el trabajo; ste es

    el caso de los flujos migratorios de las mujeres filipinas a Australia, donde el componente matri-

    monio-migracin es tambin muy importante. Durante el perodo de 1980-1982, el 70% de las

    mujeres filipinas en Australia haba entrado bajo la categora de migracin familiar, como espo-

    sas o novias de hombres australianos. En el proceso migratorio de las mujeres, el matrimonio

    tambin puede tener un significado de promocin social. Particularmente en ese mercado matri-

    monial en que los contactos se han establecido por correspondencia o a travs de intermedia-

    rios, la mujer intenta alcanzar un equilibrio entre las caractersticas que ofrece que puedan ser

    apreciadas y las caractersticas y el estatus que quiere del hombre. La experiencia muestra, sin

    embargo, que este intercambio suele ser poco favorable a la mujer.

    8. Mencionado por Maruja Asis de la Universidad de Filipinas (citado en Mission, Gina The

    Breadwinners: Female Migrant Workers) (web de Isis International-Manila).

    9. La relacin de localidades seleccionadas para las entrevistas fueron las siguientes: Metro Manila

    (Pasay, Quezon City), Cebu, Iloilo City y Batangas City, y los barangays colindantes de estas dos

    ltimas localidades. La unidad de anlisis fundamental fue la mujer en el contexto familiar. El

    marco de esta investigacin ya obsoleta me ha servido para ofrecer algunas pinceladas del con-

    texto descriptivo acerca de la emigracin filipina hacia Espaa.

    10. Es decir, que realizan tareas inferiores a su nivel de educacin.11. Se supone que nosotras, mujeres filipinas, debemos estar en casa, pero tenemos que ir al

    extranjero en busca de buenos ingresos, debido a la situacin de desempleo, debemos irnos

    por nuestros hijos.

    12. Domstico, del latn domesticus, relativo a la casa, morada, domstico, derivado de casa.

    La domesticidad es un derivado de casa, o utilizando la terminologa griega, ir al oikos es ir al

    espacio de la casa.

    13. Donner est montrer sa supriorit, montrer quon est quelque chose de plus et de plus

    hautAccepter sans pouvoir rendre ou repayer est faire face la subordination pour devenir un

    client et un subalterne (Mauss, 1960, citado por Rollins 1990 :75)

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