un extraño encuentro

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Page 1: Un extraño encuentro

UN EXTRAÑO ENCUENTRO

Hay días que amanecen excesivamente oscuros a

pesar de presentar un cielo azul esplendoroso y

un sol canicular en su cenit. Días, en los que la

oscuridad que llevamos dentro, supera cualquier

expectativa poblando de sombras cualquier

esperanza. Días, de dolor y de angustia, al

comprender que en el mundo de hoy, en el que

nos ha tocado vivir, hijo de desafueros y

refinadas perversiones, de rifi rafes de poder a

mesa limpia, de destrucción de los valores

conocidos sin abrir nuevos caminos al optimismo,

no alcanzara nuestra voz, suplicando auxilio, a

levantarse del barullo general que arman los que

de la rapiña y el saqueo hacen causa común, se

sientan a manteles, a regodearse como fieras del

banquete que a diario les ofrecen las almas

humildes y bien intencionadas...Esto le decía a

Ernesto un hombre mal vestido, mal comido,

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flaco como la desesperanza, de larga barba, ojos

soñadores y con la sonrisa perenne de quien se

burla hasta de sí mismo.

-Vamos hombre, dijo Ernesto, si seguimos a éste

paso nos rendirá el cansancio...

-El desconocido, cortésmente le contesto: -

Cansados ya vamos por eso apuro el paso. No

quiero seguir viendo a lo largo del camino las

estrellas de sangre que van a ninguna parte, ni los

ojos tristes de los niños hundidos en sus órbitas,

ni sus manitas esqueléticas mendigando un pan

que todos les negamos. No quiero ver a sus

madres con los ojos secos prontos a la locura, ni a

sus padres con un fusil en el hombro defendiendo

extrañas quimeras que reparten, a manos llenas,

dolor y espanto. No quiero ver en el firmamento,

revoloteando, a los pájaros de la muerte. No

quiero oír el estruendo de las bombas ni ver a los

mutilados del combate, ni quiero oír chirriar las

orugas de los carros en su avance de destrucción

y muerte. No quiero ver la tierra yerma florecer

manantiales de sangre...

El camino polvoriento se doraba al sol; las

espigas se ondulaban con el viento y una brisa

suave y fresca refrescaba el ambiente. A lo lejos

se oían los mugidos del ganado, el ruido de la

acequia al precipitarse entre los rápidos y el

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estruendo que produce la ciudad pretendiendo

ahogarlo todo con su cansino y pesado resoplar.

Voces ninguna, nada que se pueda identificar,

solo un poderoso rugido que todo lo devora, que

deshumaniza, que rebaja al hombre a la

condición del animal y le regala, derecho

inalienable de su ciudadanía, la palabra libertad.

Ernesto miraba a su ocasional acompañante

desconcertado y le replico:

-Mire Ud. yo trato de entenderlo, de hecho,

muchas veces he pasado por estos bajos estados

de ánimo. A fe mía que he tenido que superarlos

en la soledad, como todos, porque nadie puede

ayudarnos, a nadie le importan los sufrimientos

ajenos. Ni Dios mismo nos puede consolar.

Cuantas veces habré ido a la iglesia, a romerías, a

lugares de los que hoy suelen denominar mágicos,

llenos de energía, a pedir, con fe, por que se haga

la luz en el camino. Pero no. Solo abrojos,

dificultades renovadas y ni un atisbo de ilusión.

Creo, con mucha más frecuencia a medida que

pasan los años, que es el hombre el único que

puede darle un nuevo sentido a la vida, crear

nuevos valores y una nueva generación de mentes

jóvenes consientes de sus obligaciones para con el

futuro de la humanidad.

Page 4: Un extraño encuentro

-Quizás tenga razón. Es probable que la tenga...

¡Libertad! Es una palabra extraña, un concepto

que ofrece más de lo que significa y cuyo

contenido está rodeado de alambre de espino por

todas partes. Quizás el hombre al sentirse

sometido, oprimido, minimizado, la vulnere en

nombre de su libre albedrío... ¡Pero qué digo!

¡Albedrío! he ahí el error, la equivocación, el

desvarío. ¿Libre albedrío... y, para qué?

Seguramente para darle sentido a la creación...

¡El hombre es un ser extraño, un mundo dentro

de muchos mundos! ¡Todos quieren tener la

razón!

No lo sé. Cuando se habla de creación también

me cuestiono. También cuestiono al creador.

Creo que el fundamento primero de todo creador

es amar lo que crea, enaltecerlo, mejorarlo,

hacerlo cada día más bello y útil... Yo tengo

cuatro hijos, les he dado la vida y por lo tanto los

he creado. Eso no me basta. Los amo, les

demuestro mi amor ayudándoles a ser mejores,

dándoles facilidades para que lo sean. Procuro

estar a su lado cuando lo necesitan para darles

animo y revitalizar su aliento, y, tengo que

admitir, que muchas veces desfallezco, no por

ellos sino por mí al sentirme desamparado.

Querido amigo me parece que el creador se ha

olvidado de su creación o está muy ocupado en

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otra parte del universo creando algo mejor ante

la impotencia de redimir el circo que llamamos

tierra. Si es así ha fracasado y es un fracaso

descomunal. Convendrá usted con migo que estoy

en lo cierto. No quiero que piense que es

pesimismo mío. No. Son los relámpagos de las

explosiones, el hambre y la miseria. Son los

vendedores de paraísos y nirvanas, los

vendedores de armas, los especuladores de la

necesidad humana, los vendedores de sueños e

imaginerías. Son los gobernantes y sus adláteres

con sus apetitos inmoderados de poder y

beneficios. Son los que desde el púlpito, saciados

de todos los bienes terrenales, piden humildad y

humillación en el abandono y la miseria para

alcanzar la vida eterna. Es la iglesia que bendice

todos los desafueros y, en fin, los poderosos de la

tierra que en nombre de la libertad y la

democracia e invocando el libre albedrío

sojuzgan a sus semejantes sin ningún temor a

Dios y con la bendición de los representantes del

templo.

-Yo te entiendo. Miro en rededor y no encuentro

sino desconcierto. Lo prudente, creo, no es

negarle al hombre las libertades ni hacer un sayo

de su libre albedrío. Lo que debe hacerse es

enseñarles desde la más tierna infancia a hacer

respetar sus derechos y a cumplir rectamente con

sus obligaciones. Al hombre hay que enseñarle

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que la vida no tiene sentido si no ha de vivirse

plenamente, satisfactoriamente en el uso de sus

derechos y obligaciones. Hacerles entender que

cualquier limitación de los mismos le dará

libertad de exigirlos por todos los medios hasta

volver a obtenerlos. Al hombre para redimirlo

habrá que enseñarle que es preferible morir en el

intento que vivir sometido y humillado... No fue

otro el legado del crucificado...

La ciudad está cerca. Las primeras chabolas con

su miseria a cuestas se les muestran desnudas.

Los niños mugrientos y desharrapados juegan

entre el barro.

Mas adelante unas mujeres anémicas, lavan la

ropa en un poso de aguas detenidas y los hombres

deambulan de un lado a otro sin nada que hacer

gozando de su extraña libertad...

- Fíjese usted, leo la prensa diariamente y no

encuentro sino incongruencias: La patronal

asegura que no trabajan por que son perezosos;

El diario oficial asegura que existen un

veinticinco por ciento de desocupados pero que

aspiran con el plan quinquenal a reducir

drásticamente el desempleo. Y. el libre albedrío

los empuja a violar la ley para conseguir la

comida de sus hijos. Gozan de libertad...

¡Libertad para morirse de hambre y de

necesidades!

Page 7: Un extraño encuentro

Al llegar a la zona industrial el ruido se hizo

insoportable. Coches, pitos, motores, gritos y

silbidos hacían del corazón del sistema una

máquina infernal que engañaba los sentidos:

atmósfera de auto abastecimiento, de súper-

producción, gentes entrando y saliendo vestidas

de overol, otros, en negras limusinas pletóricos de

satisfacción. En el centro del polígono industrial,

a modo de escultura, dos inmensas ruedas

dentadas simbolizan la colaboración. Y en el

centro de la ciudad se rinde homenaje a la

libertad con una estatua rodeada de flores y

banderas; Y en otra esquina a la justicia, con los

ojos vendados llevando en su mano diestra una

balanza en perfecto equilibrio. A la segunda se le

distingue por su ceguera, a la primera, por su

rigidez.

El desconocido iba sumido en sus pensamientos

mirando a uno y otro lado del camino.

-Si, si -respondió- De ahí la importancia de la

rebelión. La dignidad ante la injusticia no radica

en someterse sino en la exigencia perentoria de su

cumplimiento. La justicia ha de defenderse

primero con la razón, segundo con la razón y

tercero con la razón y, en extremis, con las

armas. Todo sometimiento es esclavitud, por ello

cuando se habla de amnistías no se está haciendo

Page 8: Un extraño encuentro

otra cosa que perdonar las injusticias cometidas.

Por lo mismo la libertad no puede ser el privilegio

de unos pocos en detrimento de los demás

asociados. Piense. Cristo también utilizo la

violencia cuando habiendo agotado todos los

medios no conseguía sacar a los mercaderes del

templo. Cristo ante todo fue un revolucionario

ante la parálisis del hombre, ante la ceguedad del

hombre, ante su necedad y avaricia y con su

ejemplo subvirtió el orden. Con su vida pago el

esfuerzo y nos lego para siempre el ejemplo. Ese,

querido amigo, es el camino...

-Ha hablado bien, sin embargo debemos dar por

sentado que el camino que nos queda por

recorrer está sembrado de minas, de mutilados

en la defensa de lo que nos pertenece... Hemos

llegado, es una lástima que tenga que despedirme,

me gustaría seguir hablando con usted, me siento

iluminado. ¿Por qué no me da su nombre y su

dirección para que podamos vernos otra vez...?

-No hace falta hijo, como ve, voy de paso...

Sin más tendió sus manos hacia su interlocutor

dos profundas llagas, sangrantes, se abrieron en

el centro. Ernesto le miro sorprendido, bajo sus

ojos hacia los pies y cuando levanto la vista, para

hablarle, había desaparecido...

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