un intelectual en el paraguay - melia
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Un intelectual en el Paraguay, qu es eso?, para qu sirve?
Bartomeu Meli, s.j.
18 diciembre 2012
Celebracin y clausura de los 15 aos del ISEHF
Le pregunt en una ocasin a la esposa de un buen amigo francs, Dominique Temple,
con quien tuve la suerte de escribir el libro El don, la venganza y otras formas de
economa guaran, qu haca su marido a quien saba encerrado por horas y horas en su
escritorio, en qu se ocupaba. Con un toque de ternura y algo de sorna me contest: Lui,
il elargie sa pense. De hecho mi amigo responde a la figura de un sabio que ha
renunciado a su vida profesional, vive sobriamente de renta, de vez en cuando caza
algn que otro jabal -que los hay en donde l vive-, lo prepara y convida a sus amigos.
Es un intelectual? Y si lo es, por qu y cmo? Se ver al final.
En un momento dado fue un referente de moda lo que dijo Jean Paul Sartre en una
entrevista que todava se puede consultar en la web:
http://lecorvomecanique.blogspot.com/2012/08/que-es-un-intelectual-jean-paul-
sartre.html: El intelectual no tiene poder, porque es un hombre que vive su contradiccin en su interior y en lo exterior. El intelectual no tienen ningn poder real, ninguna eficacia real. Sin embargo, por ser ineficaz es que puede servir. Hay que pedirle que se comprometa totalmente en tanto tiene un trabajo real y tiene una eficacia en ese plano, porque ah es contradictorio.
Tener qu hablar sobre El rol del intelectual en el Paraguay es un desafo porque
nadie con dos dedos de frente va a dar a entender que l lo es; en mi pueblo te diran con
desdn: Y ste qu se ha credo.
Y sin embargo, si ser intelectual es pensar, todos pensamos, creo. Pienso, luego
soy. Pero, dir alguno, en esas condiciones en que vive la mayora de nuestros
prjimos puede pensar? Le es permitido al arquitecto, al funcionario, al mdico, al
obrero, al polica, al carpintero, al campesino, al indgena que pide limosna en la calle
de la ciudad el espacio y el gozo del pensar? Tiene tiempo y humor para pensar? Y
quin debera pensar por su tarea y cargo de responsabilidad, se niega a s mismo esa
tarea a la que est obligado. Ha pensado en pensar el diputado y el senador, el
honorable diputado, el honorable senador? Es vicio slo paraguayo pensar por
cabeza de otro? Los enlatados de pensamiento son productos de distribucin global, y
no llama la atencin que tambin lleguen al Paraguay, la casa, a la calle, a la
universidad incluso.
Pero hay que precisar. El intelectual no es el que piensa, mejor dicho no slo
piensa, sino que vive y relaciona experiencias de vida, piensa relaciones y procura
expresarlas. Por otra parte estas relaciones del pensar no obedecen a una lgica
mecnica de combinaciones previsibles. Y es esta imprevisibilidad una de las
caractersticas del intelectual, si se quiere. Cmo encerrar en una frmula o en un
discurso lo imprevisible? Cmo darle aire lgico a esa actividad es por esencia
contradictoria, segn Sartre? As no es raro que el intelectual desconcierte.
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Sea tal vez la primera propiedad del intelectual tal como lo imagino su capacidad
de escuchar, el intelectual es un oyente que procura entender lo que escucha. As
tambin va en busca del lugar donde pueda escuchar algo. Y donde pueda escuchar
incluso los grandes silencios, donde parece que no ha tenido todava lugar ninguna
palabra anterior. Su inquietud viajera no es un acaso; ningn encuentro de situaciones y
de personas le es desechable. Nada humano me es ajeno, deca Horacio. El intelectual
es un peregrino que necesita renovar horizontes continuamente, no puede quedarse
parado. Y aunque no camine ni llegue a las fronteras, se las inventa como un paisaje de
gracia, porque es ah donde surgen las preguntas, las dudas, las contradicciones.
Pero un discurso sobre la entelequia de intelectualidad no parece poder llevar muy
lejos. Existen, existen sin embargo biografas de intelectuales y los roles que han
cumplido en su mundo; ms difcil es encontrar mtodos de intelectualidad; la
intelectualidad creo que no se puede ensear, aunque s se puede aprender.
Quisiera referirme a dos intelectuales clsicos, y a un tercero contemporneo:
Scrates y el cacique Pablo Vera. Ninguno de los dos primeros escribi, pero tuvieron
discpulos que se impregnaron como esponja de sus palabras y enseanzas; el primero
tuvo a Platn (siglo V a.C.), el segundo a Len Cadogan (siglo XX). Ambos llevaron el
pensamiento de sus maestros, a quienes escucharon atentamente, a un segundo nivel, no
ms alto, pero de otro orden: lo dejaron por escrito. El tercero (siglo XXI) con quien me
fue dado trabajar y con quien mantengo afinidad y amistad actualizadas y no dejo de
buscarlo y encontrarme con l, cuando puedo, aunque poder ir a Francia no es cada da;
lo he citado al principio: Dominique Temple.
La irona socrtica
Slo s que no s nada
El primero de ellos habla de una experiencia fundamental: Slo s que no s nada, como
principio y fundamente de conocimiento y sabidura. Scrates es el maestro de la
pregunta. La intelectualidad no comienza con l, pero tiene en l un sealado maestro.
Desde la ignorancia asumida y desde la pregunta nace la posibilidad de relacionar
experiencias. La pregunta concibe y revela lo todava desconocido, es la semilla
depositada en el seno de la experiencia propia: cada uno ser partero de s mismo, de su
palabra, una palabra ms escuchada que propia. Preguntar es disponerse a escuchar.
Pensar es saber hacer y hacerse preguntas y que estas lleguen a la luz. La finura de este
mtodo es que no hay que tomarlo en serio, hay que atreverse a preguntarse con fina
burla sobre las propias convicciones; es la burla metdica sobre uno mismo, ms alegre
que la duda metdica. Hay que asumir que saldrn a luz cosas antes no pensadas, no
dichas, no aceptadas, pero tampoco definitivas, que sern sujetas a nuevas preguntas en
una rueda sin fin. En Scrates la irona, es un preguntar fingiendo ignorancia para rerse
de los otros, pero es el camino del que sabe rerse de s mismo, rasgo esencial del
socratismo que le lleva a saber que no sabe nada. Preguntarse sobre la propia
ignorancia, es un buen camino para percatarse de la incongruencia de los propios
pensamientos y afirmaciones; y de pregunta en pregunta, no tener miedo de llegar al
ridculo y a la risa humilde consigo mismo cuando uno se ve cado del burro, ha upi, y
despus levantarse y seguir el camino de nuevas preguntas que puedan tener un final
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ms feliz; muchos de nosotros no les tenemos miedo a las respuestas, ms an
buscamos respuestas hechas, ni siquiera desconfiamos de ellas, pero no soportamos las
preguntas. Leemos el peridico, vemos la televisin, aceptamos las respuestas dadas,
pero no salimos con ninguna pregunta. Yo dira que uno de los problemas en el
Paraguay es el miedo a la pregunta, a la irona, a la astuta irona; se sospecha en ella una
trampa, y en realidad lo es para nuestras convicciones sin fundamento. En ciertas
ocasiones, debemos encerrar una discusin con un no me hagas rer. A la sociedad
paraguaya no le faltan respuestas, le faltan preguntas. Demasiadas respuestas a
preguntas no hechas, y falta de respuestas a preguntas que se deberan haber hecho.
Scrates no escribi, pero es la voz escuchada, aunque no simplemente repetida,
por Platn. La palabra escuchada es llevada a sus ltimas consecuencias al quedar
escrita, queda hibernada y momificada hasta que llegue un nuevo lector, que le
devolver la vida. Tambin ah hay irona. Fue la irona que dej Platn en sus Dilogos
y un Aristteles en su tica a Nicmaco, por ejemplo. Buena parte de la filosofa
llamada occidental se desarrolla a parte de la irona socrtica, tan divertida como mortal.
El intelectual despierta cada da con una nueva pregunta y se desayuna de
ignorancia; eso le mantendr vivo todo el da.
El intelectual lee. S, pero para cuestionarse desde diversos ngulos. Un libro es
una bolsa de preguntas para el lector. El mucho leer no satisface el alma, ni hace
acumular pensamiento si no lleva a preguntar y a preguntarse.
Las palabras de Los de Arriba y el silencio
Nda chayvu rapi
De la filosofa del mar Egeo pasemos a la sabidura de la selva paraguaya, de islas de
monte rodeadas de tierra. Los habitantes de esas selvas han hecho conocer dos
dimensiones de la intelectualidad, ambas relativas al tiempo espacio, ra. Alguien se
preguntaba si los guaranes tienen la palabra pensar; por desgracia en guaran paraguayo
no se usa una palabra guaran para pensar, aunque se dice ajepyamongeta, en este
sentido, y otros compuestos sinnimos, y no estn del todo mal. Sin embargo, est en
uso desde tiempos prehistricos el arakuaa en el sentido de entendimiento, de
comprensin, e incluso de doma; adquiere entendimiento el caballo domado;
entendimiento, comprensin, doma de los das, del espacio tiempo. En el nio ese
entendimiento empieza con el uso de razn, del discernimiento, que es casi al mismo
tiempo en que comienza el uso de la lengua.
Pero hay otra forma de saber ms profunda y entraable, ms sim-ptica, ya que
hay en ella una conjuncin de pasiones; arandu, es sentir el da, es visitar el espacio
tiempo, sentirle el pulso, es la visita al enfermo y llevarle la voluntad de vivir, la cura.
Arandu es tambin entendimiento y juicio, y juicio es coloquio de contrarios en vistas a
un discernimiento. Arandu, siempre segn Montoya (1639), es capacidad. Capacidad
de qu? De abrirse camino entre contrarios. La sabidura es atravesar un estero
traicionero, sin perder de vista el horizonte, y teniendo firme el pie an en suelo
movedizo.
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Len Cadogan en las selvas de Guair encontr sin buscarlo, pero con mritos
para hallarlo, a un sabio que ningn otro paraguayo haba encontrado jams. Su nombre
para fuera de la selva era Pablo Vera. Su figura, casi desnudo, apenas con su tambe ao -
su taparrabos-, sus cordones de cabello humano atados debajo de las rodillas, y una
vieja y desgastada corona de algodn y largos flecos en la cabeza, remite al sabio de
Pedro Caldern de la Barca:
Cuentan de un sabio, que un da
tan pobre y msero estaba,
que slo se sustentaba
de unas yerbas que coga.
Habr otro, entre s deca,
ms pobre y triste que yo?
Y cuando el rostro volvi,
hall la respuesta, viendo
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que l arroj.
Este es el sabio y mstico que puedo encontrar y escuchar Cadogan y registrar sus
palabras buenas hermosas. De ah sali la compilacin de textos mticos de los mby
guaran del Guair, el Ayvu Rapyta, que con Roa Bastos no dudo en calificar de cumbre
de la poesa mstica y de la filosofa en el Paraguay. Pablo Vera y otros Mby cuyos
textos figuran en el libro son marcas y claves de intelectualidad en Paraguay, pues en
ellos se da la suprema escucha de las buenas hermosas palabras, e porngue i,
comunicadas a la comunidad. Es el Popol Vuh de la Amrica Meridional, desconocido
en su propia tierra, pero que tendra que ser un modelo de conocimiento, de sabidura,
que incluye tambin el modo de decirla, libro intelectual por excelencia por su poesa
mstica y su narrativa mtica. Es un libro que nunca estar cerrado en cuanto haya un
chamn mby que lo reinvente con las palabras que no aprendi de nadie pero que
espera incansablemente de Los de Arriba, sobre todo en el sueo fecundo. El
fundamento de la palabra es el Verbo inicial que se encarna en cada nueva existencia.
Cada Mby ser la historia de su palabra irreductible e irrepetible; este es un aspecto
esencial del intelectual: persona de preguntas siempre nuevas y de respuestas siempre
provisorias e interinas y vive en condiciones de recibir respuestas adecuadas.
Puede un miembro de nuestra sociedad acceder a esa forma de sabidura? Pablo
Vera viendo el sincero intento de Len Cadogan para seguirle y escucharlo, le deca:
Para aprender esas cosas debers permanecer un ao conmigo en la selva. Comers miel,
maz y frutas, y de vez en cuando un trozo de carne de pecar. Dejars de leer, pues la
sabidura que viene de los papeles te impedir comprender la sabidura que nosotros
recibimos, que viene de Arriba y que no permite, entender entre otras cosas os mensajes
que nos trae el Pjaro Azul acerca d los nios (Len Cadogan, Extranjero, campesino y cientfico; memorias. Asuncin, 1990. 186).
Por supuesto, que ste es el relato del discpulo que hace autobiografa crtica de
su quehacer intelectual. Ser intelectual es vivir una experiencia individual y llevarla a
una expresin que a su vez pueda ser experimentada por una sociedad de individuos en
comunidad. En una sociedad sin experiencia no hay pensamiento. Como en poesa.
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Es bueno en un pas como el Paraguay donde hay tantas culturas nacionales
hacerse preguntas que broten de paisajes extraos, no habituales ni hegemnicos. La
revitalizacin del pensamiento paraguayo hay bucearlo tambin en lo profundo de otros
modos de ser y vivir, como son los indgenas. Una veta sumamente descuidada, porque
supinamente ignorada; ah es donde hay que buscar la plata yvyguy.
Las biografas de algunos intelectuales en el Paraguay tambin ensean tanto o
ms que sus escritos; sus actos son palabras sin palabras.
Fue, sin embargo, el mismo Pablo Vera quien frente a un caso de homicidio,
deca: Nda ch'ayvu rapi: No hay camino para mi palabra -me llamo a silencio,
porque qu voy a decir-. Hay situaciones en que los pueblos prefieren callar y optan por
callar definitivamente. La lengua se seca y los labios se marchitan.
Con frecuencia del silencio se pasa a la vergenza y a renegar de la propia lengua
como si ella fuera la causante de un estado social, econmico y poltico adverso. La
lengua se vuelve vergonzante, y se esconde en espacios clandestinos, en lugares poco
prestigiosos. Los pueblos indgenas educados en sus malditas escuelas a lo paraguay son
enseados a tener vergenza de hablar lo que hablan, cuando probablemente son los que
manejan todava una palabra libre que no est ceida a lo que todos dicen. Es la virtud
del silencio al que se ve obligado el intelectual en muchos casos.
Pero frente a este silencio digno y pensado est otro silencio: el de no decir nada
nada cuando hay que levantar la voz con preguntas y ms preguntas. Curuguaty y la
matanza de Marina ku nos dej estupefactos con las afirmaciones que nos endilgaron
ya preparadas por los mismos que haban provocado la matanza; ah s hay demasiadas
respuestas a falsas preguntas y ninguna a las verdaderas. La medida de la intelectualidad
paraguaya estar dada en nuestros das por su capacidad de preguntar y escuchar a los
que pueden decir lo ocurrido desde la experiencia, comenzando por los mismos policas,
vctimas tambin de los mismos asesinos de los campesinos; de ambos grupos la muerte
estaba anunciada desde las letrinas del poder de facto.
Que la crnica ms inmediata sea materia para preguntas no debe escandalizar a
nadie. En cierto modo el comienzo de lo que llamamos actividad intelectual se da al
explotar en 1894 el affaire Dreyfus. el caso Dreyfus que divide a los pensadores de
Francia, que confrontan las preguntas irreductibles con las respuestas indiscutibles y
accesorias. En el Paraguay el caso Curuguaty no slo es caso a ser esclarecido por la
justicia, sino lnea roja de posiciones sobre la visin misma de lo que somos y lo que
queremos ser. Su lugar desborda la justicia y la poltica, est en la vida de cada da.
Curuguaty es Paraguay entero. En este largo periodo del da despus, desde el 15 de
junio, la palabra sensata y firme busca todava su camino. Los intelectuales no pueden
escamotearla. Las preguntas no pueden cesar. Ni un minuto ms de silencio.
Cuando haya una voluntad de revitalizacin habr que conquistar de nuevo los
grandes y nobles espacios de la cultura, de la religin y tal vez del poder poltico de
pueblos indgenas y campesinos hoy marginados y arrinconados, expulsados y
desplazados de sus tekoha, de los lugares donde son lo que son.
En este captulo se puede citar a una gran intelectual transterrado al Paraguay.
Hace ms de un siglo, Rafael Barrett autor de la crnica Lo que son los yerbales,
deca: "Es fcil volcar un gobierno, pero difcil cambiar las costumbres de gobernar.
Fcil es cortar cabezas; difcil que retoen". l mismo hizo un relato sobre el poder que
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tenan en el pas los latifundistas de la yerba. "Paraguay es la negrera de sus hijos",
apuntaba. Hoy esa estructura econmica, social y poltica se entrelaza de manera casi
feudal ya no entre los arbolillos de yerba mate sino entre la soja. As se ha podido decir:
"El golpe de Estado del 23 de junio de este triste 2012 es el de Monsanto para asegurar
un modelo de pas atrasado para beneficio de la soja". Ojal no se le tenga que aadir
pronto Ro Tinto Alcn; hay que comenzar a preguntar.
Comunidad de palabras
Jopi
Despus del intelectual a la manera socrtica, partero de preguntas irnicas, pasando por
landimensin mstica de la palabra guaran y sus terribles silencios, se puede llegar a la
funcin del intelectual pblico.
Una de las funciones que los intelectuales pblicos deben desarrollar es, segn
Amitai Etzioni, tenido como fundador del comunitarismo moderno, cuidar de las
"communities of assumptions" ("suposiciones colectivas") que sostienen los ciudadanos.
Adems de ello, renovar, recrear, rehacer, reconstruir, abrir, imaginar o transformar esas
asunciones sociales compartidas que, resistentes al cambio, tienden a rutinizar su
existencia en trminos de tradiciones establecidas. El intelectual, al abrirse a las
interpretaciones alternativas de la realidad, ampla la perspectiva de los ciudadanos y
trata de transformar el mundo mediante la palabra.
Esta perspectiva occidental judia y norteamericana que tuvo gran influencia en la
dcada de los 90 bastante influencia se encuentra preanunciada en el sistema de
reciprocidad de palabras ejercido desde que se conoce a la sociedad guaran. Palabra y
reciprocidad pueden colocarse como principio y fundamento de la sociedad guaran,
retenida en gran parte por una parte de la sociedad paraguaya, si bien en franco
retroceso dada su evolucin moderna de cada libre en el consumismo colonial.
Aqu entra la funcin intelectual, como la percibe claramente Dominque Temple,
en el libro que con l escrib: El don, la venganza y tras formas de economa (Asuncin,
2008). En el captulo 1.3. Mborayhu: amor y reciprocidad, Dominque Temple muestra a
partir de dos palabras guaranes el jopi y el potir, como se puede pensar la
comunicacin total en una sociedad sin la cual ya no hay libertad, ni bienestar, posible.
El jopi significa la reciprocidad mutua la singularidad de la mano extendida y abierta
al otro, y y el otro conmigo. El potir que curiosamente se disfraz bajo la palabra
minga representa, una reciprocidad colectiva de todas las manos, todas juntas, todas a
una. Cada una de estas palabras despliega en su propia etimologa imgenes que al ser
evocadas sugieren un sentimiento de gozo y alegra, de aliento y esperanza, un
sentimiento de apertura a lo que se llamar amistad y confianza.
No se trata de dar un resumen de las conclusiones del intelectual para repetirlas,
sino ver como se ha preguntado sobre un modelo de comunicacin de dones, que no son
bienes materiales, sino la comunicacin amplia y total de palabras. La reciprocidad es
absolutamente lo contrario de la venganza, que sin embargo es la que se instala con el
mercado: sociedades del don y sociedades de precio y del rescate.
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La colonia es el continuo proceso que viene desarrollndose en el Paraguay desde
la malhadada entrada de la sociedad de mercado en esa tierra en 1537, en el cual la
misma independencia tan celebrada no es sino un estornudo alrgico, para continuar con
el mismo cuadro anterior, insiste e insiste en crear pobreza, desequilibrio, desigualdad e
inequidad. Por esto hacer preguntas desde otro horizonte todava real en este pas que es
el del jopi debera ser una tarea del intelectual. No vivimos cada vez ms en la
reciprocidad el jopi negado, por la continua venganza, el hepy, el precio de las cosas?
La pregunta irnica sobre el sistema de nuestra sociedad es cada da ms urgente e
inapazable, incluso si nos hacemos otras tmidas y temerosas preguntas sobre una
validez dudosa del modelo de una comunidad de iguales, sin la venganza de precio y de
la usurpacin descarada.
Eso es lo que dicen con una transparencia terica inesperada, los fabulosos textos
fundadores del gnesis de los Guaran:
amandu Ru Ete tenondegua amandu Padre Verdadero el primero
oyvra petegui, de una parte de su propia divinidad
oyvrapy mbaekuagui, de la sabidura que est en su divinidad
okuaararvyma y en virtud de su sabidura creadora
tataendy, tatachina llamas y tenue neblina
ogueromoemoa. hizo que fueran engendradas
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Este origen del pensamiento viene sealado primero por una intensa emocin que
se puede llamar gracia, e inmediatamente por una iluminacin de la conciencia por s
misma en tanto y cuanto es sabidura; es lo que se expresa a travs de la hermosa
metfora de la tenue neblina y las llamas.
Es la sabidura que nace, con aquel sentimiento de alegra comparable al del
investigador que descubre una nueva idea, como cuando la tenue neblina es penetrada e
iluminada por el sol; es una sabidura que sabe que est generndose como la verdad. El
sentimiento de esa alegra iluminada y la sabidura van juntos y despus de poco ya
entrarn por la puerta de la casa del hombre...
Esto es lo que atina a proyectar un intelectual, en este caso Dominique Temple,
que viene a sentarse aunque sea de paso en un corto viaje, junto a los fogones de los
Guaranes. Razn de ms para que nosotros, como nativos, no salgamos del mbito de
esa luz y del resplandor de esas llamas. Cuando el equilibrio entre accin y pasin es
riguroso, esta conciencia de conciencia tiene como resultado una perfecta conciencia de
s mismo sin que pueda ser la conciencia de cualquier cosa sin ms. Se reduce a un
sentimiento que es pura afectividad; lo que Aristteles llamaba la charis -gracia y
agradecimiento, alegra y belleza- y que, dentro de la reciprocidad total de una
comunidad humana primitiva, es el sentimiento de una presencia divina, una conciencia
de s mismo y una iluminacin de su sabidura, de la cual el corazn expresa una
afectividad perfecta.
1 Len Cadogan, Ayvu Rapyta. Asuncin, 1992; captulo II, p. 32.
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La invencin de la palabra, o mejor su fundamento, es la capacidad de
comunicarse y de formar comunidad, sta es una de las funciones principales del
intelectual; pues el intelectual es l mismo, como deca Roa Bastos de la palabra, de uno
en ms; sin comunidad de comunicacin no hay conocimiento y menos sabidura.
La funcin del intelectual consiste en no permitir que queden cabos sueltos, y en el
Paraguay tenemos demasiados cabos sueltos en la vida social, en la cultura, en la
historia, en la economa, en la justicia, en la poltica.
Me lleg ayer el video de una entrevista a Vidal Vega en la que habla el pocos
das antes de su muerte de la criminal confusin creada a propsito de las tierras de
Marinakue; ah est la explicacin de por qu muri ese intelectual campesino; lo veo
como la persona que era capaz de atar cabos, y comunicarse con quienes pudieran
atarlos. En este sentido le ajustaron cuentas, s, porque l saba ajustar palabras
verdaderas. Ah estaba el peligro. Por esto ijukapyrma, era el que ya tena que morir,
que ser matado. Ha quedado como testigo y mrtir del que tiene que vivir en nuestro
Paraguay. Oikove jevy vaer.