una nueva evangerlizacio_n

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misionología

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UNA NUEVA EVANGERLIZACINCmo acometerla?Antonio ArandaAceptar que el cristianismo est llamado a confrontarse con la historia no es un hecho que quede sin consecuencias. Ante todo implica la necesidad de conocer el contexto cultural de cada sociedad para ofrecer el evangelio como respuesta significativa para la vida de las personas. En el contexto del secularismo, es necesario reconstruir el tejido cultural en modo tal de proponer una antropologa nueva, capaz de relacionar de nuevo a Dios con el hombre. Al hombre no se le presenta una idea abstracta, sino una persona: Cristo Jess, Hijo de Dios, salvador del hombre: su vida expresa la novedad a la que toda persona est llamada y arroja luz sobre la existencia de cada ser humano. El acto de fe supone determinadas carcteristicas antropolgicas que son precisamente las que la secularizacin pone en discusin: capacidad para conocer la verdad, libertad responsable para elegir el bien, sensibilidad esttica para discernir lo bello de lo que no lo es, aptitudes espirituales para salir de s mismo y relacionarse con los dems. La nueva evangelizacin deber encontrar la manera de formar la conciencia de los cristianos para que sean capaces de juicios, decisiones y actitudes pblicas coherentes con la enseanza y la Persona viviente de Jess. Benedicto XVI: la necesidad de la santidad para la vitalidad y credibilidad del anuncio: mediante su conducta, mediante su vida, mediante un testimonio vivo de fidelidad a Jess, de pobreza y desapego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, de santidad. La nueva evangelizacin es la ocasin propicia para revitalizar la accin apostlica de los cristianos en todos los mbitos de la sociedad. Si la Iglesia se llena de vitalidad, habr nueva evangelizacin pues una cosa (la Iglesia viva y apostlicamente activa) conduce a la otra (a una presencia significativa y eficaz del Evangelio). Las dificultades que tenemos ante nuestros ojos no consisten simplemente en que la sociedad se autocomprenda al margen de sus races cristianas, o se estn edificando de hecho en el da a da de la educacin, de la ciencia, del arte, de la vida familiar o, en general, de las convicciones antropolgicas y las actitudes ticas etsi Deus. El problema consiste ms bien en la comparecencia dbil o poco efectiva de la Iglesia, es decir, de los cristianos, en ese da a da de la vida real o en ese terreno de encuentro donde se construye el presente de los hombres y se determina en parte su futuro. En realidad, el eclipse de Dios o de Cristo en la sociedad contempornea es sencillamente el eclipse de los cristianos en cuando cristianos, es decir, en cuanto fieles seguidores de Jesucristo, contentos de serlo y con la sana ambicin de que tambin otros lo conozcan y quieran libremente estar con l. Por eso, se debe alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de inters, las lneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que estn en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvacin. Evangelizacin de la cultura y de las culturas.1. Qu hacer?a) Presupuestos de toda accin evangelizadora.El significado del trmino evangelizacin es en s atemporal: expresa siempre idnticamente la accin y el efecto de anunciar el Evangelio, tanto si tuvieron lugar en el siglo I como si se realizan en el siglo XXI. No se puede decir que haya habido una verdadera evangelizacin hasta que entre los oyentes haya personas que han llegado a ser verdaderos creyentes: noticia y obediencia. Habitualmente, sin embargo, se pone el acento ms sobre la accin evangelizadora de la Iglesia y menos sobre el efecto alcanzado, que son los nuevos evangelizados y creyentes. Esto parece lgico cuando la evangelizacin es contemplada desde una perspectiva eminentemente pastoral (como anuncio que la Iglesia hace hic et nunc), pero podra resultar reductivo desde una perspectiva eclesiolgica ms profunda, es decir, desde una visin de la evangelizacin como realizacin de la misin de la Iglesia y, por eso, como instrumento para su crecimiento y autoedificacin. As, la evangelizacin no acaba nunca en cuanto elemento necesario y dinmico dentro del proceso de realizacin del misterio de la Iglesia en la tierra.Evangelizar significa, ante todo, dar a conocer la fe en Jesucristo como Dios hecho hombre y nico salvador de los hombres a travs de su vida, muerte y resurreccin. De ah que solo quepa hablar de evangelizacin desde un anuncio cristolgicamente pleno. Pero evangelizacin significa, al mismo tiempo, promover actitudes que ayuden a la conversin personal, es decir, al reconocimiento de la salvacin que Cristo me entrega y de la que tengo necesidad. No hay evangelizacin efectiva donde no hay conversin personal y libre seguimiento de Cristo como discpulo suyo. El reconocimiento de la primaca de la gracia en la vida personal del creyente en Cristo y, consecuentemente, de la estructura sacramental de la salvacin y de la necesidad de la Iglesia para la salvacin. La misin recibida por la Iglesia de hacer discpulos (de evangelizar) incluye, pues, tanto la donacin-recepcin del bautismo como la sucesiva enseanza al discpulo de los contenidos de su condicin de creyente, es decir, su formacin en el significado de la identidad cristiana en sus diferentes aspectos, formar a Cristo en nosotros: la sucesiva y constante ayuda al bautizado en el proceso de su conformacin con Cristo mediante la accin del Espritu, as como su adecuada educacin en la fe. Formar en el significado intelectual y moral de la identidad cristiana, es tambin parte de la misin evangelizadora de la Iglesia.Ese cristiano que, en cualquier estado de vida, se sabe a s mismo como otro Cristo, en cuanto identificado con l por la gracia y la personal correspondencia, es el que est en condiciones de cristianizar, de evangelizar su mundo. El paso sucesivo y ya permanente consiste en ayudarle a perseverar en su decisin de serlo con la formacin humana, intelectual y espiritual oportuna.Pgs. 19-24.b) La novedad de la nueva evangelizacin: destinatarios, sujetos y fundamento.La evangelizacin extiende de hecho la comunin de los hijos de Dios por el Espritu a los pueblos, a las sociedades y a los individuos insertndoles cada vez ms profundamente en ella. En este sentido nunca ha sido interrumpida, aunque hay sido frecuentemente obstaculizada. Cul sera el contenido de la nocin de nueva evangelizacin o, ms precisamente, cul debera ser el aspecto ms significativo de su contenido? El quid de la cuestin consiste ms en el por qu de la novedad que en el cmo, porque para saber cmo hacer la nueva evangelizacin resulta indispensable saber por qu es necesario hacerla. El punto de reflexin es el tema de sus destinatarios, verdadero ncleo del problema. La novedad de la nueva evangelizacin no puede estar, en efecto, de modo directo en los contenidos o en los modos de realizacin, pues los primeros son invariables y los segundos, necesariamente relativos a la condicin de los destinatarios. Quines son? Son bsicamente personas y sociedades de pases de larga tradicin cristiana que, por vez primera en la historia de la humanidad, son protagonistas de un fenmeno de grandes dimensiones sociolgicas y teolgicas como es el de constituir un mbito cultural post-cristiano, o ms precisamente el primer mbito cultural postcristiano, entendiendo por tal un mbito en el que el cristianismo, sin dejar de estar social y culturalmente presente, ha perdido al mismo tiempo, aunque parezca paradjico, relevancia social y cultural. La nueva evangelizacin debe dirigirse a una sociedad en la que los contenidos doctrinales y morales de la fe cristiana hallan una dificultad cada vez mayor para ser aceptados vital e intelectualmente por los ciudadanos. La novedad de la nueva evangelizacin es a sus destinatarios inmediatos, que son principalmente ciudadanos de ascendencia cristiana, pobladores de regiones de antiguas races religiosas, antropolgicas y culturales tambin cristianas y, que sin embargo, desarrollan su existencia sin adecuarse a aquellas races, segn diferentes grados de separacin, y viven de hecho como cristianos tibios o incluso como no cristianos. Por eso, el objetivo primero y privilegiado de la nueva evangelizacin es promover amablemente entre los bautizados el redescubrimiento y la aceptacin de su identidad cristiana, en la que han de sentirse cmodos.Pgs. 24-31. c) Principios normativos.Ars evangelizandi: el arte de evangelizar adecuadamente, el arte de llevar a cabo en todo tiempo esa misin de acuerdo con su origen, su naturaleza y sus fines. Para ello, unos principios normativos Principio fundante: el misterio del Verbo Encarnado, no solo, como es evidente, en su contenido, sino sobre todo en su realizacin histrica. Principio ejemplar y paradigmtico: la primera evangelizacin, el modelo de la accin evangelizadora de la Iglesia primitiva (siglos I-III). Principio rector: las indicaciones, exhortaciones y sugerencias en materia de accin evangelizadora emanadas por la autoridad eclesistica en cada circunstancia histrica.Premisas de fondo de la nueva evangelizacin: El concepto de nueva evangelizacin y, en conexin con l, el de ars evangelizandi obliga a sostener que no se trata de introducir retoques accidentales en la actividad evangelizadora de la Iglesia, sino de pensar y desarrollar formas renovadas, tericas y prcticas, de dar a conocer el Evangelio a personas y sociedades de secular tradicin cristiana. Novedad en el ardor: a la audacia y al atrevimiento apostlico que deben acompaar a toda accin evangelizadora. Hoy ese ardor est enraizado en la llamada universal a la santidad y al apostolado. Reflexin y renovacin de las estructuras. Novedad en los mtodos significa la necesidad de imaginacin y creatividad en los mtodos operativos y en las estructuras eclesiales para llegar al centro de la persona y de la sociedad. Renovar las perspectivas eclesiales desclericalizndolas. Huir de una visin uniformista en el modo de entender la misin. La necesidad de renovar en las estructuras territoriales ordinarias (dicesis y parroquias) el modo de concebir y plasmar la evangelizacin. Ser seriamente replanteado el modo de concebir la presencia de la Iglesia en el terreno de la educacin. Novedad en las expresiones: tomar en serio la realidad del cambio cultural en el que estamos inmersos, que est dando lugar a una nueva forma cultural global intensamente basada en el poder configurador de los medios de comunicacin y desarrollada a travs de ellos. Nuevas formas de lenguaje y de mediacin para comunicar. Acentuar la centralidad de la persona. Subrayar la importancia de la comunicacin a travs de la imagen. Privilegiar el dilogo, la solidaridad y las posiciones constructivistas. Una renovada teologa de la persona humana y su dignidad a la luz del Verbo Encarnado y Redentor. El hombre como imagen de Dios en Cristo.Pgs. 31-36.d) La normatividad fontal del Verbo Encarnado.Cristo es el Evangelio viviente: no solo la sustancia del anuncio evangelizador, sino tambin el Modelo de toda evangelizacin: tomar en serio como punto de partida la Encarnacin del Verbo. La novedad de la forma cristiana de vida no es una separacin del mundo, sino en su afirmacin definitiva como don de Dios y como medio de encuentro personal con Dios: un proceso de formacin de la personas y de conformacin de la sociedad, que siguiendo el modelo de Cristo respeta la libertad de cada cual.Con el ser cristiano hay un nuevo hombre, una nueva humanidad: convertir la conciencia personal y colectiva de los hombres, las actividades en las que est empeado, la vida, los ambientes, los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de inters, las lneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras, los modelos de vida. Renovar, rehacer, sin destruir, sino sustituyendo lo que es preciso sustituir y llevndolo a plenitud. De todo hace camino hacia la salvacin, salvo del pecado y de sus consecuencias. Un presupuesto cristiano bsico consiste en la consideracin de la historia como historia universal, que se fundamenta a su vez en la concepcin de la unidad del gnero humano. Relativismo histrico: nocin de contexto y discontinuidad. Desde la fe cristiana hay necesidad de pensar la historia como universal. El cristiano es y se sabe contemporneo de los muertos, que han cumplido ya el camino de su forma terrena de vida. Se sabe, sobre todo, contemporneo de Cristo, que es el mismo ayer y hoy, y por los siglos Hb 13,8. La nocin de historia universal es la salvaguarda de la unidad del gnero humano y permite entender la eficacia redentora universal de Cristo. Otro importante presupuesto evangelizador es el empecatamiento de las culturas como consecuencia del pecado. Solo teniendo en cuenta la situacin histrica de pecado puede llevarse a cabo con realismo la obra evangelizadora, o dicindolo de otro modo, solo se puede evangelizar depurando lo que es y lo que no es asumible. El permisivismo y el relativismo: una apologtica constructivista.Pgs. 36-40. e) El modelo de la primera evangelizacin.Hablando con propiedad, ms que de cultura cristiana es, ms acertado hablar de inspiracin cristiana de la cultura o del sentido cristiano capaz de incidir en todas ellas y evangelizarlas, impregnarlas del nuevo sentido de Diosa y del hombre en Cristo. Cul es la influencia de las culturas en el cristianismo: una visin culturalista del hecho cristiano, que lo rebaja al nivel puramente histrico. Ayer y la nueva evangelizacin estn encaminadas: el encuentro con Cristo, el redescubrimiento del bautismo como don y llamada a un sincero compromiso con lo que Cristo representa y significa.Los medios: el testimonio personal y colectivo de vida: caridad, alegra y servicio. En el ambiente romano, la Iglesia se extendi porque era una comunidad acogedora, donde se poda vivir una experiencia personal de libertad, de reconocimiento y de amor. Los cristianos trataban al prjimo con caridad, cuidaban de los acianos, los enfermos, los pobres, los nios. Todo eso se convirti en una fuerza de atraccin irrefrenable (Rodney Stark). Por eso hoy es necesario: no una coaccin externa, sino la educacin humana, la persuasin interior, la conversacin ordinaria, el respeto a la libertad personal y civil. El dilogo de la salvacin habr de tener en cuenta la lentitud de la madurez psicolgica e histrica y la espera de la hora en que Dios lo haga eficaz. No por ello nuestro dilogo diferir para maana lo que se puede hacer hoy; debe tener el ansia de la hora oportuna y el sentido del valor del tiempo. Pgs. 41-45. 2. Cmo hacerlo?a) Punto de partida de la nueva evangelizacin. Crisis de identidad de la conciencia catlica.Las sociedades de races cristianas vienen padeciendo un gran fenmeno de indiferentismo religioso. A lo largo de los ltimos aos ha ido perdiendo vigor la prctica sacramental de los bautizados y se han ido debilitando los rasgos de identidad de la conciencia catlica. Qu significa ser catlico, cmo un fiel entiende su ser catlico bautizado, que respondera un catlico si se le preguntara por la esencia de su catolicismo. El catolicismo ha padecido la presin de dos fuerzas que han inducido una dinmica de distorsin de su identidad colectiva y personal: La tendencia a moldear la sustancia de la vida catlica con formas de pensamiento y actitudes existenciales de corte clerical. El empuje secularizador de la Ilustracin que muchas veces genera un sentimiento de inferioridad y cierta timidez para sostener la doctrina y la moral catlica. Una crisis de identidad y una crisis de lenguaje, o bien, una crisis existencial y otra teolgico-doctrinal. Estallaron primero en el clero y los religiosos, y luego afect a los fieles. Uno de los factores desencadenante de la crisis de identidad fue un uso imprudente en la prctica pastoral de nociones teolgicas nuevas y todava poco asimiladas, y de un lenguaje doctrinal y espiritual tambin novedoso y poco conocido para la mayora del clero y de los fieles. La imprudencia no radica, como es lgico, en que usaran elementos conceptuales y lingsticos nuevos, sino ms bien en que fueron introducidos de repente y sin preparacin previa en una comunidad eclesial dotada de esquemas teolgicos tradicionales distintos y acostumbrada, desde siglos, a unos modos diferentes de expresar la doctrina de fe y la vida espiritual. Carencias que deben ser remediadas.Qu conciencia en el pueblo de Dios de las exigencias de la identidad cristiana y del deber de ofrecer un testimonio visible y atractivo de la vida segn el Evangelio? Ante la prdida del sentido de pecado, prdida que est determinando de manera muy intensa la cultura contempornea, la afirmacin y proteccin de la conciencia cristiana, en el cultivo del sentido del arrepentimiento y del perdn a travs del sacramento de la Penitencia. Ante la prdida de sentido del orden jerrquico y de la autoridad no elegida democrticamente, no ha sido adecuadamente fortalecido el sentido de autoridad magisterial y disciplinar de la jerarqua en materia de moral. Ante la deslegitimacin de la legalidad establecida, no se ha defendido suficientemente el sentido de la disciplina litrgica, una prdida significativa del culto sacramental, con particular incidencia en el culto eucarstico.La nueva evangelizacin debe fomentar la recuperacin de esos necesarios fundamentos de la identidad cristiana: La prctica habitual del sacramento de la Penitencia, La obediencia al magisterio en materia de moral, La devocin eucarstica en y fuera de la misa.Por medio de: Procesos de formacin que involucren toda la vida. Desarrollo de una conciencia en los fieles de la esencia evangelizadora o apostlica de la vocacin cristiana.Pgs. 47-58.b) El contenido y el mtodo. Dificultades de la nueva evangelizacin.Despus de veintin siglos de anuncio se plantea a la Iglesia la necesidad de un nueva evangelizacin, cuyos primeros destinatarios son los ciudadanos y las sociedades que pueblan los pases de profundas races religiosas y culturales cristianas: una pastoral de autoevangelizacin. La dificultad que presenta la nueva evangelizacin como autoevangelizacin es doble: Como accin auto-referencial, al convertirse el sujeto en objeto de su propia accin corre el riesgo de caer en la falta de objetividad y en la simplificacin de los problemas: no ver la dimensin profunda de la nueva evangelizacin, que consiste, ante todo, en su propia renovacin como Iglesia evangelizadora, lo cual exige la inseparable conjuncin de tres aspectos: renovacin de las personas que evangelizan a los dems, renovacin en la presentacin del mensaje evangelizador y renovacin en los mtodos de evangelizacin. La Iglesia de la nueva evangelizacin tiene que caer plenamente en la cuenta de que el problema es suyo. La multisecular presencia institucional de la Iglesia y del mensaje evanglico en el mundo occidental crea la apariencia de que todo lo que la Iglesia tiene que decir ya es conocido. As no hay nada nuevo que esperar. Los nuevos evangelizandos creen conocer a Cristo y el Evangelio, y nada nuevo esperan; hay una clausura mental y prctica ante lo que ellos creen que es el mensaje cristiano.

El Evangelio de Cristo es Cristo mismo.En la vida de Jess se advierte con claridad que el mtodo y el contenido estn ntimamente relacionados entre s y presentan una caracterstica digna de ser resaltada por encima de otras: la esencial referencia que dicen a la persona de Cristo. En el maestro Jess Dios se hace presente de una manera nueva y nica ante el mundo y ante los hombres. En el centro de la enseanza de Jess se encuentra la proclamacin del seoro de Dios, del Reino de los cielos, que se est haciendo acontecimiento presente por medio de sus palabras y obras. Dar a conocer el mensaje de Jess, el Evangelio del Reino, consiste exactamente en dar a conocer a Cristo, Evangelio vivo. Y no es posible hacerlo eficazmente sin estar unido a l por la fe y la caridad. Algunos presupuestos metodolgicos.Nueva evangelizacin no es un retorno al pasado, sino una eficaz renovacin de los modos y de las ideas al servicio de la propagacin del Evangelio dentro y fuera de la Iglesia. Este anuncio, que ha de ser propuesto, no impuesto, pide partir de la libertad y hablar a la inteligencia, que es el modo de razonar en la sociedad del conocimiento. La nueva evangelizacin de las sociedades con races cristianas debe realizarse desde dentro de ellas mismas. Ni Cristo ni la Iglesia ni el mensaje son desconocidos en estas sociedades, sino que forman parte sustancial de sus fundamentos religiosos, culturales y sociales: en las instituciones, en las leyes, en los modos de vida. El redescubrimiento de Cristo ha de ser llevado a cabo a travs del testimonio de los cristianos en los diferentes ambientes: dar argumentos vlidos y ofrecer propuestas significativas. El modo: el testimonio personal cristiano: el buen humor, la actitud de saber escuchar, comprender, buscar puntos de encuentro, mostrar humanidad, razonar, pero especialmente, el servicio a los dems, es decir, de la caridad. La caridad ha sido siempre el estilo y el mtodo de la evangelizacin, tambin, por tanto, de la que ahora est nuevamente planteada. Pgs. 58-66.c) Formar personas cristianas.Identidad personal de cristiano implica voluntad de seguimiento personal de Cristo, de imitacin de su vida, de identificacin con cuanto l significa y representa, autoconciencia de discpulo de Jesucristo; implica adems, lo afectivo, la inclusin en un marco hermenutico existencial, la adhesin terica a ciertos valores y aun comportamiento tico. La identidad personal de cristiano supone ser existencialmente cristiano (vida, actitudes, corazn cristiano) y serlo intelectualmente (cabeza, lgica cristiana). Si ser existencialmente un cristiano consiste en poseer en cierto grado como propia la disposicin vital que, en trminos generales, se suele denominar sentido cristiano de la vida o cosmovisin cristiana, dotada de claves y caractersticas culturales e incluso sociolgicas particulares, serlo, adems, intelectualmente supone poseer de modo consciente y consecuente tal disposicin: construir la propia existencia individual y social en referencia a Cristo o, mejor, desde Cristo. El Maestro y sus discpulos.Seguimiento y discipulado son elementos esenciales del cristianismo desde sus orgenes. La condicin de discpulo traer consigo formar parte del entorno ms prximo a Jess, mantener con l un vnculo particular, ser oyente y destinatario privilegiado de su enseanza, testigo de sus palabras y de sus obras que dan razn del Reino. Lo decisivo no era la decisin del discpulo de entrar a formar parte del grupo, sino la llamada personal del Maestro.Tres rasgos sobre los que se fundar la identidad cristiana: La adhesin a la persona y a la doctrina de Jess credo como nico salvador. Seor universal y juez escatolgico e imitado como nico modelo. La certeza y testimonio de su Cruz y su Resurreccin. La conciencia de tener encomendada por el mismo Jesucristo una misin, cuya esencia consiste, en dar a conocer el amor y la misericordia del Padre.

Realizar personas capaces de realizar la nueva evangelizacin.Formar a Cristo en los otros (Ga 4,20), es metodolgicamente luminoso. Formar personas quiere decir, en general, dos cosas: Facilitar claves interiores tanto del conocimiento propio como de la aceptacin de s mismo, segn los distintos planos en los que se establece su existencia y su identidad personal. Impulsar el crecimiento de hbitos intelectuales y prcticos de obrar consecuentes con ese autoconocimiento. Significa, colaborar en la plasmacin de una personalidad armnica y en el asentamiento de un estilo de vida coherente con ella.Formar personas cristianas: cooperar en el desarrollo de personalidades y estilos de vida en los que est latiendo la conciencia de ser discpulos de Jess, llamados a vivir, trabajar, razonar establemente en l; formar personas en quienes las bases ms hondas de su personalidad, comenzando por el conocimiento y aceptacin de s mismo, estn enraizadas y sostenidas en la adhesin por la fe a Jess vivo, amante y cercano, Seor, Salvador y Supremo Juez. La formacin de una persona cristiana no es identificable con la pura instruccin intelectual o teolgica ni con la mera formacin espiritual ni con una simple educacin moral. Consiste en la conjuncin de esos elementos. La trayectoria del proceso formativo, que parte de la primaca de la gracia (la configuracin bautismal con Cristo), requiere estar siempre orientada hacia su propio punto de llegada (formar a Cristo en vosotros) e informada y sostenida en la persona formada sobre el fundamento indispensable de la conciencia de ser discpulo de Jess (llamado a vivir, trabajar, razonar establemente en l). Conciencia de ser discpulo de Jesucristo. Fe en Cristo resucitado.Una existencia personal orientada y vivida en referencia al Resucitado. La Buena Nueva del Reino toma desde el principio la forma de una invitacin a la conversin para vivir ya desde ahora con Cristo la vida de los hijos de Dios. Unos discpulos que viven en referencia al Seor Jess, viviente y cercano. Un testimonio de fe y de vida de fe en Jesucristo resucitado viviente, cercano y amante, Dios verdadero y Seor nuestro. Un testimonio de esperanza, de salvacin, de alegra, de confianza y de paz en el corazn de estar cerca de Cristo (1 Tm 4,10). Un testimonio de caridad, de amor a Dios y a todos los hombres: la ley del amor. Fueron capaces de aportar a la sociedad y a las culturas de su tiempo, de manera intelectual y prctica, un estilo nuevo y atrayente de existir. Sentido vocacional de la existencia o sentido de misin.Jess les ha llamado y preparado para ser enviados. La nocin de vocacin encierra cuatro inseparables elementos: a) una llamada a la comunin con Dios; b) incluye la elevacin a la condicin de hijos en el Hijo; c) se realiza en la Iglesia; d) est finalizada a la participacin en el desarrollo histrico de la misin del Redentor, el establecimiento del Reino de Dios entre los hombres. La conciencia de misin establece unas coordenadas de referencia en la persona que trasciende el propio yo y sitan intencionalmente su inteligencia y voluntad, as como el propio hacer, ms all de s misma. Induce, una comprensin de s mismo y de la propia libertad en trminos de servicio y donacin, pero tambin de superacin y victoria con cristo. Primaca de la caridad.Cristo form a los suyos sobre el fundamento del doble precepto de la caridad (Mc 12,28-34). La clave de arco de la identidad cristiana se encuentra en la insercin por la gracia y la participacin personal en el dinamismo de la caridad de Cristo, constantemente manifestada por medio de las obras y palabras, y revelada, por ltimo, en el misterio de la cruz. La sustancia de la identidad cristiana consiste en manifestar operativamente la misericordia del Padre. El empeo personal de caridad se convierte en la fuente radical de la identidad existencial del cristiano con Cristo, llamado y capacitado por la gracia a imitar el amor de Cristo al Padre, y por el Padre, a todos los hombres. Sentido de la cruz.Cristo induce en los suyos una disposicin de renuncia a s mismos por amor a la voluntad de Dios: filiacin, glorificacin, misin, redencin de los hombres y de la creacin. Pgs. 66-86.3. Algunos temas de particular importancia.a) La necesidad de reavivar la llamada universal a la santidad y al apostolado.La Iglesia del Vaticano II est convencida de que, en la ms honda realidad de su propio misterio, est inscrita la santidad como don divino (santidad ontolgica) y como meta a la que Dios llama a los cristianos (santidad moral o santificacin como perfeccin de la caridad). La llamada a santificarse es una y la misma para todos los bautizados, aunque su modo de realizacin sea diverso. La santidad es la meta, propia y ordinaria de la existencia cristiana. Una santidad que se desarrolla en la vida cotidiana.Pgs. 90-101.b) El combate contra el desafo del indiferentismo.Del viejo nihilismo al presente indiferentismo. En la actualidad este es la nica alternativa existencial creyente. El nihilista clsico era, en el fondo, un poseedor atpico de convicciones y de valores, bajo la forma paradjica de anti-valor: un portador de sentido contracultural, en un mbito como el nuestro de origen y configuracin axiolgica bsicamente cristianos. Pudieron nacer y sostenerse, un nihilismo metafsico fenomenista o un nihilismo gnoseolgico escptico o un nihilismo poltico-literario anarquista, porque haba un sustrato cultural cristiano. En cuanto que se proclama en Occidente el trnsito a una poca poscristiana, se est anunciando tambin que ha llegado el tiempo del postnihilismo. Y el terreno queda libre para el anuncio y la propagacin de una cultura de la indiferencia.En medio de esta situacin corre la Iglesia el peligro de no saber que hacer. Se tiende a hablar de enemigos algo genrico como la sociedad secularizada, la cultura postmoderna, el materialismo hedonista y cosas semejantes, con las que no es posible enfrentarse en los trminos usuales hasta ahora, pues ms que plantear cuestiones a la Iglesia cuestionan a la misma Iglesia. Cmo puede reaccionar la Iglesia frente a ello. Qu aceptar de unas formas culturales universalmente extendidas dentro y fuera de ella, que la excluyen a ella. Qu rechazar, sin caer en un rechazo total, que sera injusto, y en el que tambin ella se autoexcluira. Cmo contribuir desde dentro de esta situacin cultural a su propia elevacin. El indiferentismo, o la cultura de la indiferencia: es un nihilismo del nihilismo, un relativismo del relativismo, una peculiar negacin de la negacin: la sublimacin del todo vale porque no vale nada. Es una cuestin intelectual y un problema prctico pastoral. El cristianismo tiene la responsabilidad de contribuir en la reelaboracin de unas bases culturales aptas para formular la verdad del hombre: intelectualmente, ante la obligacin de ir desenredando la intrincad madeja de posturas teolgicas y filosficas que han ido abriendo distancia entre el Evangelio y la cultura. Pastoral o apostlicamente, ante el deber de reducir esa fractura, mediante la puesta en prctica de la nica solucin. La nueva evangelizacin. Hay una fractura terica y prctica entre verdad y libertas, que es el problema ms de fondo de la cultura contempornea: la ruptura del pensamiento moderno con el sentido cristiano de la verdad, la conciencia y la libertad, que significa ruptura con la concepcin cristiana del hombre.La propagacin de la actitud indiferentista entre los cristianos, como molde cultural secularizante y uniformador. Ante esta situacin cultural no hay ms respuesta que la reevangelizacin o una nueva evangelizacin. Esta respuesta cristiana a la cultura de la indiferencia plantea a la Iglesia como tarea algo ms que unos retoques o una acomodacin circunstanciales. El nuevo proceso de evangelizacin ha de tener como finalidad promover una renovacin de los esquemas culturales dominantes, introducir una dinmica de cambio cultural, que reconozca y asuma al mismo tiempo los valores del tiempo presente. El acento debe estar en la primaca de la persona como eje y destino de la inculturacin y de la cultura misma: el hombre redimido y santificado por la gracia es el centro de la tarea propuesta. La evangelizacin no depende tanto de un determinado mtodo de evangelizador o de peculiares tcnicas catequticas, cuanto de las consecuencias operativas del ahondamiento personal en la dimensin apostlica del compromiso bautismal. La nueva evangelizacin pasa por el ineludible camino de la responsabilidad personal en el participar de la vocacin misionera de la Iglesia. Pgs. 101-119. c) Defensa de la armona y continuidad entre fe y razn.La expresin identidad personal cristiana no es sinnimo de simple pertenencia sociolgica al contexto cultural cristiano o de simple adhesin terica a ciertos valores religiosos, sino que expresa, la voluntaria disposicin de identificarse libremente con Cristo, con lo que l significa y representa: la necesidad de dejarse implicar personalmente por el acontecimiento Cristo. Ser y saberse cristiano significa, no solo un estilo de comportamiento tico, sino la sincera asuncin de la propia responsabilidad moral en relacin, con la verdad, con la caridad y con la justicia; no solo pertenencia pasiva a una confesin religiosa, sino voluntaria y activa participacin en la vida y en la misin de la Iglesia. Capax Dei: pensar es una obligacin que debe ser siempre desempeada en primera persona. Pgs. 119-127. d) El testimonio de caridad, signo y realidad de identidad cristiana.Un pensar a la luz de la fe y no solo un pensar la fe. El tema de la esencia del cristianismo se ha transformado en nuestros das en la cuestin de la existencia cristiana y de su especfica configuracin como sequela Christi: dejarse implica personalmente por el acontecimiento gratuito de la gracia de Cristo y de reencontrarse a s mismo en l como hijos del Padre por el Espritu: alter Christus, ipse Christus. La caridad entendida como el amor mutuo entre cristianos y como el amor cristiano a todos los hombres, es la ley fundamental de la comunidad de los discpulos e incluso seala que manifiesta su condicin de tales. Identidad cristiana a la luz de la participacin en la caridad de Cristo; esto es, a la luz del amor de Cristo en el Espritu al Padre y a todos los hombres, que constituye la clave ltima del ser y del actuar del Maestro. Las obras de Cristo no son solo obras suyas, sino que son tambin obras del Padre: del Padre que est en l y que por medio de l, manifiestan el misterio de su amor. Amar la verdad y vivir segn la verdad constituye, tambin, uno de los elementos esenciales de la nueva evangelizacin: abrir caminos a la verdad, abrirse caminos con la propia existencia, existir en la verdad: ayudar a descubrir las dimensiones prcticas del amor de Cristo. Pgs. 128-139.

TEOLOGA DE LA HISTORIAHans Ur von BalthasarIntroduccina) Esencia e historia.El pensamiento humano, desde que aprendi a filosofar, ha tratado de captar las cosas mediante una divisin radical en dos elementos: Lo fctico: lo individuado, sensible, concreto y casual. Sistemas empiristas. Lo necesario universal: cuya universalidad lleva aparejado que sea lo abstracto, esa ley y ese valor que parten del caso singular para regularlo superndolo. Sistemas racionales, Kant Hegel.Este esquema parece corresponder tanto al conocimiento como a la estructura del ser (Platn y Aristteles). Acentuar una de las dos es hacer un reduccionismo peligroso. Hegel emprendi el grandioso intento de someter a la razn el reino de los hechos, la Historia, al interpretar la gran secuencia y constelacin de los hechos de la historia natural y humana como la manifestacin de un espritu racional que lo abarca todo y, que precisamente sera racional manifestndose de modo fctico. En este camino encontramos al otro extremo a Marx. Quien emprende la consideracin de lo histrico en su conjunto, debe asignarle, si no quiere caer en un mito gnstico, un sujeto general que obre y se manifieste en lo histrico, y que a la vez sea una esencia universal normativa. Tal sujeto slo puede ser o bien Dios (pero l no necesita historia para llevarse como mediador a s mismo), o bien el hombre (pero este, como sujeto libre y activo es siempre evidentemente ese individuo aislado que no puede dominar la historia en su conjunto). Cierto es que hay una dialctica del ser humano entre la concrecin aqu y ahora de cada persona, y la universalidad de su esencia humana. Por eso se debe hablar de una comunidad de destino de personas libres que tienen esencia comn; cada persona tiene exactamente la misma participacin en la esencia metafsica del hombre, aunque la amplitud del desarrollo puede ser muy diversa, (Adn y el dogma del pecado original). Tal camino slo puede ser histrico en un sentido: si ha de tener validez para todos, debe estar arraigado en lo esencial como camino ms universal y ms vlido; en lo esencial del hombre, del destino y del cosmos en su conjunto. Pgs. 7-12. b) Lo irrepetible absoluto.Para superar ese lmite de la facticidad y lo universal: la unin entitativa de Dios y el hombre en un sujeto, que, como tal, slo poda ser algo irrepetible absolutamente, porque su personalidad humana, sin ser quebrada ni violentada, es asumida en la ntima vida personal de Dios. Para que la analoga entre la irrepetibilidad de Cristo y nuestra multiplicidad humana no absorba y suprima la identidad de la naturaleza, es preciso que la ascensio de la naturaleza humana a Dios est fundada ms hondamente en el descensus de Dios a la naturaleza humana. Slo entonces se hace comprensible por qu en la irrepetibilidad de Cristo puede estar incluida la redencin de nuestra multiplicidad: la humanidad de Cristo, como dice santo Toms, es el instrumentum conjunctum para la salvacin de la naturaleza humana en su integridad. Pgs. 13-17. c) Lo irrepetible como norma histrica.La frmula es tan dura como misteriosa. Es dura, porque subordina toda norma intramundana, en su valor, aplicacin e investigacin, a la ley individual de la irrepetibilidad de Cristo como la revelacin de la libre y concreta voluntad de Dios sobre el mundo. Es misteriosa, porque presenta esa exigencia a la soberana (kyriotes) a partir del misterio de la unin esencial (hiposttica) de la naturaleza divina y humana en Cristo; misterio que no puede ser comprendido ni enjuiciado desde ningn observatorio cientfico, y que en lo sucesivo extiende su luz y sus sombras, largas o abruptas, sobre todas las valoraciones internas del mundo. Una analoga: Terrenos en los que la irrepetibilidad de Cristo llega a borrar con su esplendor las leyes universales abstractas y de hecho las sustituye. Terrenos cuya relativa autonoma se conserva prcticamente intacta y que incluso deben sufrir una ocasional inspeccin indirecta.Por qu subsiste tal analoga. Por Jesucristo mismo. Debido a la unin hiposttica no hay nada en l que no sirva a la autorevelacin de Dios. Como centro del mundo y de su historia, es la clave del significado, no slo de la creacin, sino incluso de Dios. Por su doctrina y existencia. Cristo-lgica. La teologa en sentido estricto nunca puede, por tanto, abstraer; slo puede hacer resplandecer el contenido normativo a partir del hecho concreto, que no se puede poner entre parntesis. Y cuando tiene que servirse de verdades, proposiciones y mtodos generales, debe tener cuidado de que todo ello est estrictamente subordinado a la intuicin y explicacin de lo irrepetible. Gratia non destruit naturam, sed elevat et perficit. En Jesucristo, el Logos ya no es imperio de las ideas, los valores y las leyes, rigiendo la historia y fundando su sentido: l mismo es historia. En la vida de Cristo lo fctico no slo coincide con lo normativo de hecho, sino necesariamente, porque el hecho es a la vez manifestacin de Dios y prototipo humano de toda autntica humanidad para Dios. Los hechos no son slo un smbolo fenomnico de una doctrina que se esconde detrs, y que podra ser abstrada de ellos (teologa alejandrina): son el sentido mismo. A partir de la historicidad de la revelacin de Cristo, el polo histrico de la existencia humana gana de esta manera valoracin, que en parte la libera de un indebido encarcelamiento en la filosofa de las esencias, carente de sentido histrico, y en parte le permite participar en la facticidad teolgica. Una teologa de la existencia. Una obediencia a Jesucristo, cuya presencia en el tiempo y en la historia tiene ella inmediatamente que designar como ncleo y norma de toda historicidad. Pgs. 17-25.1. El tiempo de Cristo.a) Existencia en recepcin.He bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del Padre que me ha mandado Jn 6,38. Esto da forma a la existencia de Jess. El sentido de esta humanizacin y esta humanidad se hace visible en primer lugar como un no hacer, no cumplir, no llevar a cabo su propia voluntad. Esta negatividad est al servicio de una positividad: la realizacin de la voluntad del Padre. Ahora bien, aunque hace la voluntad de Dios, tiene una voluntad propia (Jn 5,6; 17,24) y por eso no puede de ningn modo ser descrito como el mbito vaco en que se sustancia Dios. Lo recibe todo de tal modo que lo tiene en s (Jn 5,26) para disponer lo recibido como de cosa propia (Jn 10,18.28), pero no en una superacin de lo recibido, sino como su confirmacin perdurable, eterna, que le funda a l mismo. La receptibilidad para todo lo que viene del Padre es lo que para el Hijo se llama tiempo en su forma de existir como criatura, y funda temporalidad. Es esa situacin bsica de su ser en que l est siempre abierto a la recepcin de la misin paterna. Que Jess tiene tiempo, significa ante todo esto: que no rechaza ni echa a un lado la voluntad del Padre. No hace lo nico que queremos siempre hacer los hombres en el pecado: saltar por encima del tiempo y de las determinaciones de Dios que residen en l, para, en una especie de eternidad a medida, procurarnos visiones de conjunto y cercioramientos. Dios ha predispuesto para el hombre todo bien, pero el hombre tiene que recibirlo cuando Dios se lo da, y por eso toda desobediencia y todo pecado contiene en su esencia un salto por encima del tiempo. De aqu, en el Nuevo Testamento, la importancia de la paciencia, que se convierte, ms todava que la humildad, en la condicin bsica de la existencia cristiana. As, la hora de Jess llega en el momento que tiene que llegar, Jn 12,23. Su hora no es para l slo una proteccin contra sus perseguidores (Jn 7,30; 8,20), que le hace intocable; su hora tiene en s misma la propiedad de ser lo intocable, que tampoco l, y l menos que nadie, quiere tocar. Si se imaginara el saber de Cristo como si l dispusiera sus actos concretos en el tiempo igual que un ajedrecista, entonces se suprimira la entera temporalidad de Jess, pero tambin su obediencia, su paciencia, el mrito de su existencia redentora, y ya no sera prototipo de la existencia cristiana, ni, portador de la fe cristiana. Negarse a la anticipacin es sinnimo de decir s al Espritu Santo, que transmite como mediador la voluntad del Padre para cada instante. Pgs. 27-37.b) Tiempo de Cristo y tiempo humano. La fe.En el Hijo la receptibilidad para la voluntad de Dios funda el tiempo. En su receptibilidad, recibe del Padre tanto el tiempo como forma, cuanto el contenido del tiempo, ambas cosas en una. En el Hijo que en el mundo tiene tiempo para Dios, es el lugar originario donde Dios tiene tiempo para el mundo. Dios no tiene otro tiempo para el mundo sino en el Hijo. Ese abrirse de Dios a travs del tiempo es lo mismo que la gracia; la accesibilidad a l concedida por l mismo: el hombre encuentra a Dios y recibe de l su voluntad, Ef. 2,12.Diversos modos de temporalidad: El tiempo paradisaco: en que Dios estaba abierto al hombre, conversando con l en el pneuma del viento de la tarde, Gn 3,8. El tiempo del pecado: que como tal es tiempo perdido, Gn 6,6; 2 Pe 3,6. El tiempo redentor: en que Dios se toma de nuevo tiempo para el mundo.El tiempo del hombre dentro de ese tiempo, esto es, la existencia cristiana, est determinado en su contenido por estas tres cosas (1 Cor 13,13): fe, esperanza y caridad. Una genuina teologa del tiempo, obtenida desde la consideracin de la existencia de Cristo, es lo que puede atribuir su autntico fundamento a esa base de la existencia cristiana que es el amor creyente y esperanzado. As la fe cristiana es una autntica imitacin de Cristo. El camino de la paciencia, de la vergenza y del sufrimiento es el camino de elegir lo que el hombre desea por s. Precisamente ah sita la fe el autor de la carta a los Hebreos. Imitar la fiel obediencia y la paciencia renunciadora de Jess, mediante las cuales l trae lo eterno al tiempo; eso es lo que significa creer, esperar y amar. Esa es la verdadera intimidad de la imitacin. Pgs. 37-47. 2. La inclusin de la Historia en la vida de Cristo.a) El Hijo y la historia de la salvacin.El tiempo de Cristo es la expresin de que renuncia a ejercer l mismo su existir. Al Padre es a quien debe manifestar su vida, no a l mismo. No determina l mismo las situaciones que constituyen su vida: se deja situar en ella por el Padre. Tal renuncia a conformar por s mismo su existir parece llevar a una suerte de estrechez de la historicidad correspondiente: como si esa nica posibilidad ofrecida por el Padre fuera todo lo que entrara en el campo de la accin histrica. Parece excluirse todo apartamiento, toda eleccin: como si el realizador de la voluntad de Dios estuviera sumergido dentro de la accin, que le faltara la distancia de la contemplacin. En Jess, el cumplimiento de la voluntad paterna es para l perfectamente lo mismo que el mismo conocimiento real del Padre, enterndose existencialmente de su verdad, Jn 12,49; 15,10; 7,17; 8,31. No se hunde en la suprema inmediatez y dramatismo de la accin, sino que tiene la amplitud y la quietud de estarlo viendo todo en su conjunto: la intensidad absoluta de su obediencia produce en cuanto tal la extensividad absoluta, la espaciosidad de la contemplacin. El Hijo, al obedecer al Padre no slo cumple su voluntad, sino tambin la promesa, la profetizacin del Padre, Jn 5,39; Mc 12, 35-37; Lc 4,16. Si no fuera as, podra dejar detrs de s la ley y los profetas como un pasado, y producir un presente absoluto, que corrigiera lo pasado y proyectara lo venidero. El Hijo, aun cuando se adapta a la forma histrica de la voluntad del Padre, no obedece a los hombres, sino a Dios; pero a un Dios que se ha metido tanto en su creacin que debe obedecer a la consecuencia de Pasin de su propia decisin libre. El asumir renovadamente la tradicin corresponde a la esencia de la tradicin misma en la historia de la Revelacin. Cuando el Nio Jess crece humanamente en obediencia a su madre entrando en la tradicin divina, esa sumisin est de tal manera bajo la tradicin de cumplir ms que de sobra toda obediencia a la Ley, que la situacin se vuelve del revs por la obediencia del hijo, a all donde esa obediencia alcanza su cima, en la Cruz, la Madre es incorporada a la obediencia del Hijo, que todo lo incluye sin residuos. En la relacin de Madre e Hijo se desarrolla el encuentro ms ntimo y ms concreto entre la historia divina y la humana. Pgs. 49-57. b) Creacin y redencin.De ese modo marcha la Historia, en primer lugar como historia y tradicin de la salvacin, entrando a su cumplimiento y recibiendo de ah sentido y justificacin. Pero ahora se hace posible y necesario ampliar esto: la historia de la salvacin, reunida y llevada al encuentro de su sentido ltimo por Cristo al cumplirla e integrarla dentro de su propia vida humana. La Historia se somete al Hijo, y el Hijo a la Historia. Pero la sumisin de la Historia al Hijo tiene lugar en el servicio de la sumisin del Hijo a la Historia, que por su parte es slo expresin de su sumisin a la voluntad del Padre. El Espritu Santo es quien hace que la Historia se convierta en historia de la salvacin, esto es, profticamente orientada hacia el Hijo, y l es tambin quien pone al Hijo en las situaciones que cumplen la promesa. En la cruz es cumplido y plenificado el Nuevo Testamento, y la ley escrita queda escrita definitivamente como Nueva Ley en los corazones, como Nuevo Testamento, que as recoge y lleva a plenitud la ley escrita en el corazn de los paganos (Jer 31,31; Ez 36, 26-27; Ef 2, 11-18).La vida del Hijo tiene con toda la Historia una relacin de Idea conferidora de su sentido y su norma. La medida de la proximidad ms altamente posible, as como la del alejamiento ms hondamente posible entre Dios y el hombre, estn fundadas, captadas y superadas por la medida de la proximidad real y de la distancia real entre Padre e Hijo en el Espritu, en la Cruz y la Resurreccin. Nadie sabe tanto como el Hijo qu significa vivir en el Padre, descansar en su seno, amarle, servirle. Nadie sabe tampoco como l qu significa estar abandonado por l. Pgs. 57-66. c) Referencia de la gracia a la historia.La historia dentro de la ms libre libertad de Dios, qu sera ms libre, ms incondicionado, ms gracioso, que el plan y la realizacin de la Encarnacin? Un espacio de libertad: la libertad de Dios, otorgadora de espacio, para la libertad de los hombres. En este espacio puede actuar la historia del hombre. Pero por ser espacio de Cristo, no es absolutamente un espacio vaco, sino ms bien un espacio conformado, estructurado, a travs del cual operan determinadas categoras. La forma concreta de la salvacin es que no caiga abstractamente del cielo, sino que ayude a la criatura de manera interior y adecuada. Es esencialmente propia de la gracia cristiana poner a los individuos en situaciones cristolgicas determinadas. La gracia no es un algo ntico indefinible, que reciba alguna cualidad slo porque toca a un hombre concreto en su historicidad. No es el hombre el que define la gracia indefinida, sino que es la gracia, determinada por el Padre en el Hijo hecho hombre en el Espritu, la que debe definir al hombre, lo que tiene que ser aqu y ahora en la Iglesia y en el mundo ante Dios. La gracia es interiormente histrica y formadora de la Historia, no porque ella, un ente sobrehistrico, sea incorporado por el arbitrio del hombre a su historia, sino porque ella misma llega y aporta en s la medida y sentido de la Historia siempre perennemente prevista por la Providencia. La historicidad interior de la gracia en la forma de Cristo y su fuerza formadora de la Historia no proceden sin embargo solamente de que Cristo nos trae y manifiesta en su existencia terrena al Padre, y se hace en su humanidad sacramento vivo de la vida trinitaria. Sino de que ha asumido a la vez nuestra historia y tradicin. En la teologa de la Historia, no se puede decir que cada tiempo y cada vida, tomados por s solos, tenga un sentido satisfactorio. Jess, juzga, porque l no aplica slo una medida trascendente y puramente divina a las acciones de los hombres, sino a la vez una medida inmanente, obtenida de la experiencia misma de lo que es posible a los hombres. Pgs. 67-75. 3. La persona de Cristo como norma de la Historia.a) El papel del Espritu Santo.Cristo por su recapitulacin de la Historia se hace norma suya. Ahora la cuestin es el modo como se aplica esa norma. No basta para eso que el Hijo haya llevado una existencia histrico-temporal y que en ella haya cumplido la voluntad del Padre. As considerada, su vida sigue siendo una vida individual junto a las dems, y en cuanto no es otra cosa, tampoco puede ser, para las dems vidas de antes y despus de l, nada ms que un modelo moral. Para hacerse norma inmediata e interior de toda vida, requiere nuevas condiciones. Hay que sealar la base desde la cual puede universalizarse la existencia histrica individual de Cristo de tal modo que se haga norma inmediata de toda existencia histrica individual. El fenmeno de la universalizacin es obra, de manera especial, del Espritu santo, Jn 16,13-14. l es quien acua la historia y la fisonoma tanto de la Iglesia cuanto del creyente individual, aplicando la vida de Jess. No presenta una nueva Revelacin, solamente abre toda la profundidad de la Revelacin manifestada en plenitud y le da una dimensin nueva para el mundo: perfecta actualidad para cada momento de la Historia.b) Los cuarenta das. Pertenecen tanto a su tiempo terrenal cuanto a su tiempo eterno. Si Jess no es un espritu, sino que tiene carne y huesos que se pueden tocar, si come del mismo pescado y pan que los discpulos, entonces su tiempo tampoco es un tiempo de espritu, una duracin meramente fenomnica, fingida ante los dems, sino que es un tiempo como no cabe imaginarlo ms verdadero y ms autntico. El hecho de que a la vez su tiempo sea eterno no importa nada. Sera solamente contradictorio si se partiera de que la temporalidad no es conciliable con la eternidad, y por tanto no puede ser redimida y albergada en esta, asumida.La primera afirmacin sobre el tiempo del Resucitado: su tiempo no est vuelto de espaldas, alienado respecto al nuestro, sino que ms bien est en obvia continuidad con l: en Emas hay un dejarse llevar lo eterno dentro del tiempo. En la ascensin no se hablar del pasado del Reino de Dios, sino de su porvenir, y que Jess no puede ser obligado a quedarse, sino que desaparece; propiamente, contina el camino que empieza con los cuarenta das, entrando al tiempo de la Iglesia. La presencia de la eternidad en el tiempo. Tal como fue una vez y se manifest, as es en efectividad definitiva. Po la ascensin no se ha convertido en un extrao en nuestro mundo. Ha mostrado de manera palpable con cunta realidad se queda con ellos, Mt 28,20. Esjatn (ultimidad) y kairs (oportunidad). Por haber sido antes un ser eterno temporalizado, ahora es un ser temporal eternizado. Pgs. 79-89. c) Sacramentalidad. Este es el segundo grado de la universalizacin. Como primer principio suyo puede establecerse que la existencia, y por tanto tambin la forma de la duracin de Cristo en la Eucarista y los sacramentos, por lo que a l le toca, no es otra que la que tuvo en los cuarenta das. Aqu como entonces, l es el resucitado, el que vive en la eternidad del Padre, y cuyo tiempo terrenal queda explicado e implicado en su eterna duracin, al acompaar a los suyos en el tiempo como el Christus in saecula. La nueva diferencia reside nicamente en que l, durante los cuarenta das, acompa a los suyos en la forma manifiesta de la Revelacin, mientras que luego, en el tiempo de la Iglesia, les acompaa ocultamente en la forma sacramental. La fe es el mbito escondindose en el cual es posible la aparicin (pues aparicin ahora quiere decir simple revelacin de lo divino en lo humano). Fe como medio perdurable, en el que l puede estar presente como Resucitado sin descender padeciendo. En este medio, de cuya infalible perduracin cuida el Espritu Santo, puede estar presente el Hijo en la manera sacramental. El Seor, al hacerse en el sacramento coetneo del creyente, le concede la posibilidad abiertamente bsicamente por la fe de llegar a ser semejante a l, el que se hizo hombre. Una perdurable simultaneidad de universalidad y de concrecin histrica. Un tiempo sacramental, ante todo tiempo eucarstico, que se caracteriza porque el Seor entero vuelve en cada momento a ser simultneo con su Esposa, sin someterse por ello al tiempo corruptor, ni ser medido por l. Hacindose presente, el Seor da algo eterno (l mismo). El Espritu es el realizador de las presencias sacramentales, Creator Spiritus. Pgs. 89-95.d) Misin cristina y tradicin eclesistica.El cristiano no encuentra solamente a su Seor en la recepcin de los Sacramentos: vive sin interrupcin de su mandato y su ley, Mt 23,37; reformula Dt 6,5 y Lv 19,19 a Jn 15,12. Hace falta una instancia que conforme mutuamente las situaciones de la vida de Cristo y las de la vida del creyente. Esa instancia es el Espritu. El determina cmo y hasta qu punto cada momento en cuestin tiene que situarse bajo este o el otro aspecto que se destaca en la vida del Seor. A la Iglesia le ha sido confiado el depositum fidei y que el Espritu Santo se cuida de hacerle accesible en cada momento suficientemente el sentido esencial de la Revelacin, para presentar a los hombres la verdad de Dios sin falsificar (2 Cor 4,2). El contenido otorgado excede en cada momento a la forma del recipiente hasta ser algo infinito. Las sorpresas y regalos del Espritu Santo a la Iglesia consistirn sobre todo en la manifestacin de aquella verdad que para una poca tenga importancia bsica. El Espritu da la palabra clave y la solucin a las preguntas candentes de la poca: nunca en forma de una expresin abstracta, sino siempre bajo la figura de una nueva misin concreta, con la generacin de un santo, que haga vivir para una poca el mensaje del Cielo, la interpretacin correspondiente del Evangelio. Pgs. 95-105.

4. La Historia bajo la norma de Cristo.a) Cristo como rey.El acto de lo inconmovible, el milagro en el centro, depende slo de la aparicin del Hijo y de su naturaleza de Rey. Nadie puede decir cmo se comportar. El mismo es su propio protocolo. En su hacer y permitir, es un rey en cada pulgada: por eso sus pensamientos y acciones son incalculables para todos los dems. Pero en cuanto existen, tienen poder de acuar y confirmar. Insertan a los individuos en la relacin con la unicidad del Rey. Pgs. 107-111.b) La tensin en el eidos y los estados eclesisticos. Pgs. 111-113. c) Eidos en la trascendencia. El estado divino.Igual que ha vivido Cristo en el mundo: abierto, confiado, sin cuidados ni planes, sin anticiparse a aferrar la voluntad del Padre, sino ms bien creyendo, esperando, amando a Dios y a los hombres, as debe caminar el discpulo tras sus huellas. Debe estar en el tiempo y no elevarse por encima del tiempo: con docilidad tratar de entender los signos del tiempo y el mensaje que domina en l, sin querer acuar titnicamente en el tiempo su propio destino, inventado por l mismo; salir al encuentro del contenido y el significado de su vida, y precisamente de su tiempo como otorgado siempre en cada momento por Dios; saber que la actitud bsica en la que brota un sentido en general, y se convierte en acontecer, es la apertura del hombre hacia Dios: la fe y la oracin. Slo a tal proceder se le comunica una misin; y la gracia de misin es el contenido de sentido del ahora histrico. La ley de la Encarnacin exige que el sentido de la Historia no le sea estampado desde fuera y desde arriba, sino en la ligazn de destino de Dios con el sentido interno de orientacin de la Historia. Pgs. 113-119d) Eidos en la inmanencia. El estado mundano. Progreso vertical y horizontal. La historia de Israel, por ser esencialmente prehistoria de Cristo, es peculiar como ella sola. Cristo necesita esa pre-historia para poder ser verdaderamente histrico. Pero slo puede incorporar historia a su propia existencia en cuanto aquella sea Historia sagrada en su naturaleza; por muchos pecados que hayan elaborado en ella. La prueba de la divinidad de su misin, por ser l Dios y hombre, tiene que poderse desarrollar tanto vertical como horizontal, pgs.119-125: Verticalmente: porque l, en su palabra y existir, debe bastar para hacer audible la voz del Padre en su doctrina, Jn 8,17-18. Horizontal: es la conclusin final de una larga historia que salta gradualmente: el que quiere ser judo e hijo de Abraham, tiene que saltar lgicamente hasta Cristo.

e) La Historia sagrada en la historia profana.Slo con precaucin puede afirmarse que el kairs (oportunidad) de la Encarnacin, hacia el cual corre abiertamente la Historia de Israel, no es tal kairs slo para Israel, sino para todos los pueblos, y que Israel garantiza as la inseparabilidad ltima de historia de salvacin e Historia universal, aun cuando no se pueda aclarar antes del juicio final por lo que toca a los pueblos. Si Dios usa el vehculo del progreso histrico para alcanzar su objetivo, totalmente diverso y nada problemtico, entonces ese carruaje queda marcado en su conjunto por el uso que ha hecho de l el Seor de la Historia, precisamente en el trayecto de la gracia. Pgs. 125-129.f) Plenitud y progreso. No se ha de pensar en una convergencia y una armonizacin definitiva de Historia universal e Historia del Reino de Dios: ms bien es como dice la parbola: el trigo y la cizaa crecen a la vez, porque tanto la creciente responsabilidad ante s mismo del hombre histrico y cultural, cuanto la creciente responsabilidad ante Dios del creyente administrador de la herencia de Cristo, llevan a decisiones cada vez ms excluyentes. Bien es cierto que el tesoro inagotable de la verdad cristiana siempre est presente y abierto para ayudar a esta explicitacin de la Humanidad, evitando errores y ayudando a tomar decisiones autnticas. Pero en su lugar esencial, la vida de la Iglesia, junto con la de su cabeza esclarecida, est ms all del plano del progreso. Slo queda ya la nica Historia universal y su cumplimiento trascendente e inmanente en el Kyrios. La Historia tiene un eidos inmanente, pero cuando el Cristo descendido a los infiernos subi al Cielo, sentndose a la diestra del Padre, lo ascendi consigo y la Historia slo puede volver a encontrar all su eidos. Pgs. 129-136.g) Los jinetes del apocalipsis. El Seor y su Esposa.En ltimo trmino, lo que se describe como lucha exterior entre la Iglesia y los animales del apocalipsis, no es sin embargo ms que el eco hacia fuera de la nica lucha decisiva, que est en el seno de la Iglesia. Esta lucha es la ltima verdad de la Historia. Es la lucha amorosa del Seor con su Esposa, la Iglesia, (Is 60; Ez 16; Hb 6,4-8). Por la casa de Dios empieza el juicio, 1 Pe 5,17. Si en un sentido muy profundo la Historia Universal es el Juicio Universal, entonces lo que se manifiesta de l no es el juicio sobre los alejados y los ignorantes, sino el juicio del Esposo sobre la Esposa. La Babilonia en nosotros es lo que debe ser combatido incondicionalmente. El sujeto teolgico adecuado de la Historia: es Cristo y la Iglesia, y a travs de ella e integrndose dentro de ella, la conciencia total y epocal de la Humanidad y la conciencia personal del individuo. Pgs. 136-144.

HABLEMOS DE NUEVA EVANGELIZACINPara que sea nueva y evangelizadoraRal Berzosa Gerardo Galetto1. Lo que se vena gestando durante los ltimos aos.a) 10 retos de actualidad desde la nueva cultura emergente. Desfonde de la esperanza.Los siglos I-XIII se vivi la virtud de la caridad, en los XIV-XIX se vivi la virtud de la fe, a partir del XIX-XXI es el tiempo de la virtud de la esperanza, de encontrar razones para vivir y para esperar cada da. Relativismo moral y laicismo beligerante cultural.Lo religioso, muchas veces, se contempla como irracional en lo cientfico; retrgrado en lo social-progresista; casado con la derecha ms rancia en lo poltico. No slo se palpa malestar de lo religioso sino exclusin. Grave crisis del modelo econmico mundial. Cuatro modelos antropolgicos emergentes. Ecologismo: los humanos somos ojos manos de la madre Tierra-Gaia. Cosa natural. Homo tecno-binico: de la mquina. Cosa tecnolgica. Calidad de vida fsica. Humanismo: de la humanidad utpica. Divinidad. Triunfo del homo light, descafeinado, sin convicciones ni valores fuertes. Se valoran tres expresiones: bee free: s libre, defendiendo hasta el extremo la libertad individual, connecting people: estate siempre conectado al computador y a la realidad virtual, puenting: vive un coleccionismo de experiencias nuevas. Transformacin de lo poltico. Privatizacin de la fe: la fe para el mbito de lo privado, de la familia o de la sacrista. Una observacin secular: la Iglesia siempre estar perseguida o manipulada: se la contempla como extranjera o conciencia crtica que molesta. En algunos ambientes, se percibe una transformacin de lo sagrado. Una sociedad secularizada no es necesariamente una sociedad a-religiosa, sino una sociedad donde las religiones tradicionales no detectan ya el monopolio. No es la pura indiferencia lo que caracteriza nuestra sociedad sino el que las creencias escapan al control de las iglesias y religiones tradicionales. No est en crisis lo sagrado sino la religin de iglesias. La experiencia religiosa es la norma y la norma es lo que se deriva de la experiencia personal. Lo religioso hoy no se caracteriza por la sntesis sino por la yuxtaposicin de doctrinas y ritos. Del fiel practicante hemos pasado al peregrino o coleccionista de experiencias y de religiosidad a la carta. Lo religioso se transmite por contacto personal y por contagio comunitario. A pesar de todo, parece renacer lo religioso: Dios a la vista!

b) Desde nuestra realidad diocesana, retos pastorales. Tenemos la certeza de haber pasado de una sociedad tradicional, cristiana, y articulada desde cierta estabilidad familiar, a una nueva sociedad ms concentrada en las zonas urbanas, plural, secularizada, en la que la transmisin de fe ya no viene asegurada por la familia ni favorecida por el ambiente. Escasez de vocaciones al ministerio pastoral y progresivo envejecimiento del clero. En general, aunque se abren paso esquemas ms evangelizadores y de misin, seguimos primando acciones de mantenimiento, en el mejor sentido de la palabra: atencin a los fieles ms practicantes, cultivo de la religiosidad popular. Ha crecido la sensibilidad de una Iglesia ms samaritana y de opcin por los ms pobres, pero en general el Evangelio no lleva a la implantacin del Reino: justicia y derecho. Es necesario unir exigencia y misericordia, atender a la masa y lite cualificada. Como atender el mundo rural y el mundo urbano. El tema de los nuevos movimientos eclesiales con su compleja insercin en la Iglesia diocesana y en las comunidades parroquiales. Enfermedades de niez: absolutizacin del movimiento, complejo de superioridad, exuberancia de los nefitos, clausura en el propio movimiento, poco compromiso exterior. Enfermedades de vejez: instalacin y poco esfuerzo, poca apertura, prejuicios, rigidez, cuadriculada programacin parroquial, desconfianza de los carismas. La necesidad de mayor colaboracin estable y organizada de los fieles laicos y religiosos para realizar una pastoral integral y de conjunto. Vertebrar lo institucional con lo carismtico, y lo territorial con lo sectorial (atencin a personas y a comunidades). Superar los dficits espirituales, dficits eclesiales, dficits pastorales.

c) 10 retos desde nuestras comunidades parroquiales. Nuevas iniciativas pastorales para poder llegar a las familias. Una verdadera iniciacin cristiana. La primera comunin insertada en un proceso de fe. La confirmacin injertada en un proceso de fe. Revalorizar el sacramento de la penitencia y de la reconciliacin. En el sacramento del matrimonio, hacer posible una preparacin no slo suficiente sino adecuada y personalizada. Y no slo una pastoral inmediata. En el tema de la uncin de los enfermos, atencin a los enfermos y mayores y, llegado el momento, una verdadera pastoral de exequias. Urge la recuperacin del Domingo como da del Seor y como da de la comunidad. Atencin adecuada a quienes realizan el xodo de fin de semana. Una pastoral familiar integral, con verdadero protagonismo de las familias. Una pastoral vocacional autntica, de promocin y desarrollo de los carismas, ministerios y funciones. Cuatro reestructuraciones evangelizadoras en las dicesis: La territorial: nuevas parroquias y unidades parroquiales, nuevos arciprestazgos. La pastoral: de conjunto y vertebrada, integral y evangelizadora. La comunidad: nuevas comunidades incluida la familia y consejos a todo nivel sin olvidar la integracin de los nuevos movimientos eclesiales. La espiritual-eclesiolgica: una mstica cristiana, que bebe de las fuentes genuinas de la revelacin y en lnea con el Vaticano II y con el espritu y la letra de la nueva evangelizacin. d) Cul son los antecedentes y la evolucin de la nueva evangelizacin.La denominada nueva evangelizacin antes de ser algo definido naci como un movimiento. Sus antecedentes inmediatos los podemos encontrar en los aos 40-50 en Francia: Francia, pas de misin, que conllevaba una parroquia misionera (saliendo de las sacristas), una catequesis actualizada, una pastoral de conjunto y la experiencia de insercin de sacerdotes en el mundo obrero.En los aos 50, el papa Po XII pide a los obispos de Latinoamrica reunidos en Ro de Janeiro, que analicen la problemtica del desarrollismo (discerniendo lo bueno de lo malo) y tomen conciencia de una nueva evangelizacin y afronten el problema de la inculturacin.Juan XXIII, en el discurso de apertura del Concilio, acentu con fuerza que no es tiempo de profetas de calamidades. Hay que descubrir lo positivo del mundo y renovar la Iglesia (aggiornamento).El Vaticano II puede considerarse como la carta magna de la nueva evangelizacin. Nos record que la Iglesia, icono de la Trinidad, es por naturaleza misionera toda ella. Que la Iglesia debe encarnarse en diferentes culturas, asumiendo las semillas del Verbo implcitas, discerniendo y anunciando explcitamente a Jesucristo.En Medelln (1968) se apuntaron las prioridades de lo que se conocer como nueva evangelizacin: opcin preferencial por los pobres, por la educacin, por una nueva cultura de la vida y por una renovada evangelizacin.Pablo VI, Evangelii Nuntiandi (1975) da un decisivo impulso: la Iglesia existe para evangelizar: tres preguntas: sigue siendo actual la Buena Nueva, hasta dnde y cmo est transformando al hombre de hoy, qu mtodo usar para que su poder sea ms eficaz. Del Cristo evangelizador a la Iglesia evangelizada. Qu es evangelizar. Contenido de la evangelizacin. Medios de la evangelizacin. Destinatarios de la evangelizacin. Agentes de la evangelizacin. Espritu de la evangelizacin. La autenticidad del evangelizador. La unidad de los cristianos, para evitar el escndalo de la divisin. La valoracin de la verdad. El amor hacia la persona a la que se transmite el Evangelio. No faltarn dificultades.

e) Nueva Evangelizacin en Juna Pablo II.Al comienzo de su pontificado la utiliz sin especial nfasis. En Puebla (1979) se consagra la palabra y la realidad de la Nueva Evangelizacin. Y en su viaje a Polonia (1979) pide expresamente para Europa una Nueva Evangelizacin. La primera vez que se habla institucionalmente de ella es en Hait, en 1983: al conmemorar los quinientos aos de la evangelizacin de Amrica, no re-evangelizar, pero si de una evangelizacin nueva. Nueva en su ardor, en sus mtodos y en su expresin. No es producto de una nueva teologa o fruto de los avances de la investigacin teolgica sobre los contenidos de la fe; tampoco significa que hay que negar los procesos evangelizadores realizados en el pasado o que deba presentarse un nuevo Evangelio. La Nueva Evangelizacin es ms bien un proyecto pastoral de toda la Iglesia, que obliga a releer las verdades de fe, teniendo en cuenta la nueva realidad, de tal forma que estas verdades de fe penetren y transformen la nueva realidad social, cultural y religiosa, nacida de las propuestas de la modernidad.Qu se entiende por Nueva Evangelizacin.Es el coraje de atreverse a transmitir por nuevos senderos, frente a las nuevas condiciones en las cuales la Iglesia est llamada a vivir hoy el anuncio del Evangelio. En Santo Domingo (1984): NE no es otra cosa sino promover la civilizacin del amor y de la vida. Para el Jubileo del ao 2000 el concepto de nueva evangelizacin se dise as: Renovacin espiritual de la vida de fe de las Iglesias locales. Puesta en marcha de caminos de discernimiento de los cambios que estn afectando a la vida cristiana en los diversos contextos culturales y sociales. Relectura de la memoria de la fe. Asuncin de nuevas energas y responsabilidades en vistas de una proclamacin gozosa y contagiosa del Evangelio de Jesucristo.El papa Jun Pablo II nos sigui hablando, Sollicitudo rei socialis: la Nueva Evangelizacin debe empapar todas las ralidades sociales. Christifideles laici: los laicos son protagonistas de la NE. Redemptoris misio: la NE es la Iglesia en misin. Tertio millennio adveniente: la NE es la Iglesia hacia el ao 2000, redescubriendo otra vez su identidad y misin primigenias.Es una accin sobre todo espiritual; es la capacidad de hacer nuestros, en el presente, el coraje y la fuerza de los primeros cristianos, de los primeros misioneros. Por lo tanto es una accin que exige un proceso de discernimiento acerca del estado de salud del cristianismo, la verificacin de los pasos dados y de las dificultades encontradas. Es una nueva etapa en el dinamismo misionero de la Iglesia. El concepto de NE indica el esfuerzo de renovacin que la Iglesia est llamada a hacer para estar a la altura de los desafos que el contexto socio-cultural actual pone a la fe cristiana, a su anuncio y a su testimonio: poner en el centro a Jesucristo y el encuentro con l. Es un proyecto y compromiso de toda la Iglesia. La NE no cambia el evangelio, ni lo esencial del kerigma, sino sus expresiones y sus mtodos: es ms bien inductivo, partiendo de la realidad que debe iluminarse. Doble movimiento: inculturacin o inmersin en cada cultura, y evangelizacin de la misma. La NE ofrece opciones y urgencias. Los fines de la NE se pueden resumir en este: redescubrimiento de Jesucristo. Una profunda renovacin de la Iglesia.

f) El papa Benedicto XVI y la NE.Evangelizar es mostrar el arte de vivir: llevar a Cristo que es el Camino y la Felicidad. La Iglesia nunca ha dejado de evangelizar, pero adems de la evangelizacin ordinaria e ininterrumpida, necesitamos una nueva evangelizacin para quienes no tienen acceso a la evangelizacin clsica. Existe una tentacin: la de la impaciencia, la de buscar los grandes nmeros. Nueva Evangelizacin no quiere decir atraer inmediatamente con nuevos y ms refinados mtodos a grandes masas que se han alejado de la Iglesia.Mtodo de la NE: servir a las personas dando a Aquel que es la vida. Evangelizar no es tanto una forma de hablar como una forma de vivir. Todos los mtodos son ineficaces si no se fundan en la oracin. La palabra debe ir unida a la oracin. No basta la predicacin unida a la oracin: el camino de Jess fue el de la cruz, no podemos dar vida a otros sin dar nuestra vida Mc 8,35.Los contenidos de la NE: Conversin. Dejar mis criterios y mi forma de vida, para que entre Dios en ella. No es una moralidad, es vivir la vida como don y amistad con Dios, confiar en el amor de Dios para que se vuelva medida y criterio de mi propia vida. No es intimista: implica un nosotros, una comunidad de vida. El Reino de Dios o teocentrismo. La evangelizacin tiene que hablar de Dios, anunciar al Dios verdadero: al creador, santificador, al juez. Pero anunciar a Dios es tambin ensear a rezar. La oracin es fe en acto. Hablar de Dios y hablar con Dios. Necesidad del silencio y del misterio, y de la belleza. Jesucristo: el Enmanuel. El Cristo de la fe no es un mito, sino alguien muy real. El anuncio salvador implica dos polos: seguimiento y configuracin con Cristo. La vida eterna: el anuncio del Reino implica que Dios acta y est presente pero, adems, seremos juzgados. Dos consecuencias: la bondad de Dios no es algo melindroso y por otro lado, creer en la vida eterna tiene consecuencias muy reales para nuestra vida terrena. La medida de nuestra vida es la eternidad.

g) Un Snodo sobre la NE.Benedicto XVI, Nueva Evangelizacin para la transmisin de la fe, 2012. Objetivos: Examinar la situacin actual en las Iglesias particulares, Para implantar, En comunin con el Papa, Nuevos modos y expresiones de la Buena Nueva, Que han de ser transmitidas al hombre contemporneo, Con renovado entusiasmo, Como lo hacen los santos, testigos gozosos de Jesucristo.Los escenarios o lugares de la nueva evangelizacin: La pastoral ordinaria. La NE no es una yuxtaposicin a la pastoral ordinaria. La NE representa una cualificacin propia en clave misionera para vivir en profundidad el propio bautismo. Cada bautizado debe tomarse en serio su ser cristiano. La liturgia. El anuncio remite a la celebracin, lex credendi lex orandi. Desde la liturgia, la accin y la contemplacin deben unirse. La cultura. La NE no slo necesita de nuevas tcnicas comunicativas sino debe hacerse cultura. La defensa de la familia como lugar natural de transmisin de la fe y de vivir los valores autnticos. Se tiende a considerar a la familia como institucin superada. Est en juego una visin antropolgica de la familia. Compromiso de la vida poltica, con dos caras: por un lado, compromiso directo de acciones polticas, y por otro, crecer en sensibilidad y hacer posible una nueva generacin de polticos que hagan nuevas leyes que, a su vez, se plasmen en una nueva cultura. Inmigracin. Millones de cristianos han inmigrado. Son una oportunidad para la NE. Mucha atencin a la piedad popular que debe profundizar en su fe. Comunicacin. No se puede pensar la comunicacin slo como tcnicas: es un nuevo arepago. Tenemos que utilizar los medios sin traicionar el mensaje y sin olvidar el encuentro personal con Cristo para transformar la vida.Vivir y saber transmitir la experiencia del Dios de la revelacin: Como alguien personal. Capaz de relacionarse con su criatura, por amor, hasta llevarla a su plenitud. Todo ello en la historia, tambin la de hoy. Sin divorcios entre fe-vida, ni maniquesmos yuxtapuestos (sagrado-profano).

h) Que camino recorrer. Norte: bajo el primado de la gracia: una verdadera espiritualidad de la encarnacin. Sur: profundizar en la eclesiologa de comunin. Este: recuperar una pastoral integral y verdaderos y serios procesos de iniciacin. Oeste: cultivar las dos orillas de la presencia pblica: dilogo con la cultura y ser samaritanos.Algunas claves pastorales de Benedicto XVI: Inmersin en lo humano para emerger hacia lo divino: se necesitan testigos y comunidades que lleven a que otros elijan. Pastoral de ejemplaridad de los santos. El efecto domin: el esplendor de la verdad, de la bondad y de la belleza se imponen por s mismo. El efecto asumidor-sanador-elevador de todo lo humano. La terapia integral del amor: slo el amor es creativo, un hombre slo ve en la medida que ama. La complementariedad entre fe-razn. Triple programa del Vaticano II: vuelta a las fuentes genuinas de la revelacin; dilogo con la cultura; pastoralidad para dar respuesta a los problemas. Comunitariedad: comunidades vivas. Nueva Evangelizacin: abrir la mente y el corazn: primer anuncio, emergencia educativa y patio de los gentiles. Con el crucificado y con los nuevos crucificados. Pgs. 19-102.2. La Nueva Evangelizacin para la transmisin de la fe. Para que sea creble la evangelizacin no podemos, como Iglesia, anunciar algo muerto o a un muerto. La infecundidad eclesial y de la catequesis es un problema eclesiolgico: se refiere a la capacidad o incapacidad de la Iglesia de configurarse como real comunidad, como verdadera fraternidad, como el cuerpo de Cristo, y no como una mquina o una empresa. Desde Mara y Pentecosts se entiende la NE de esta manera: Ofrecer una respuesta adecuada: A los nuevos signos de los tiempos, A las necesidades de los hombres y de los pueblos de hoy, A los nuevos escenarios que disean la cultura de hoy y a travs de los cuales buscamos nuestra identidad y el sentido a nuestra existencia. NE significa promover una cultura ms profundamente enraizada en el Evangelio. NE descubrir el hombre nuevo que existe en nosotros gracias al Espritu. NE es rescatar al hombre de hoy del desierto existencial y conducirlo al lugar de la vida: hacia el Hijo que da la vida en plenitud. NE transfigurar la historia de los hombres y de las culturas. NE es conducir al hombre a percibir la llamada de Dios en su propia existencia.Regla de oro: Puede evangelizar slo quien a su vez se ha dejado y se deja evangelizar, quien es capaz de dejarse renovar espiritualmente por el encuentro y la comunin vivida con Jess. Por lo tanto la NE es principalmente una tarea y un desafo espiritual. Es una tarea de cristianos que desean alcanzar la santidad. Las Iglesias locales tienen que revisar cmo son las instituciones y los instrumentos evangelizadores para esta tarea misionera. Ante los nuevos escenarios los testigos, para ser crebles, deben saber hablar los lenguajes de su tiempo, anunciando as desde dentro la esperanza. Esta tarea no es espontnea, exige atencin, educacin y cuidado.Escenarios: La profunda secularizacin. El gran fenmeno migratorio con predominio de las urbes, modificando la geografa tnica, cultural y religiosa. El desafo de los medios de comunicacin social, con su cultura de lo efmero, lo inmediato, la apariencia: la falta de memoria social y de futuro. La investigacin cientfica y tecnolgica. La poltica.Finalidad de la transmisin de la fe:El encuentro y la comunin con Cristo. Evangelizar no es mostrar una doctrina o contenido de un libro ni siquiera artculos de fe o preceptos morales: es el encuentro con Jess. La fe es un encuentro personal con Cristo, y transmitir la fe significa crear en cada lugar y en cada tiempo las condiciones para este encuentro. Pgs. 103-122.

NUEVA EVANGELIZACIN. Propuesta o desafo?Vctor Saulo Acha1. Qu es para nosotros evangelizar?La evangelizacin es la misin esencial de la Iglesia, es su dicha, su vocacin y su identidad. La Iglesia existe para evangelizar (EN 14). La Iglesia debe siempre mirar su tarea con ojo crtico para poder continuar ofreciendo lo mejor de s y llevar la buena noticia al mundo. a) Qu es para nosotros evangelizar.La expresin nueva evangelizacin tiene su origen en la segunda mitad del siglo XX y de un modo particular en el contenido, lenguaje, estilo y el clima del Vaticano II. El papa Juan XXIII al inaugurar el Concilio un nuevo orden se est gestando, y la Iglesia tiene ante s tareas inmensas, como en las pocas ms difciles de su historia. Porque lo que hoy se nos exige de la Iglesia es que infunda en las venas de la humanidad actual la virtud perenne, vital y divina del evangelio.La madurez de esta propuesta se ha dado durante los ltimos cincuenta aos. Un hito significativo cual es aquella carta magna de la misin de la Iglesia, Evangelii Nuntiandi de Pablo VI. Juan Pablo II la retoma reiteradamente la conmemoracin del nuevo milenio de evangelizacin tendr su significado pleno, en caso de que sea un compromiso, no de re-evangelizacin, sino de una nueva evangelizacin, nueva en su ardor, sus mtodos y su expresin. Se hace hincapi entre evangelio y realidad, o mejor, se preguntan si ese vnculo existe y si la Iglesia sigue siendo capaz de mantenerlo y hacerlo realidad. Se reconoce que la realidad es cambiante y la historia se construye constantemente, entonces la respuesta evangelizadora tambin deber actualizarse en toda poca y espacio. En consecuencia, toda evangelizacin ser siempre nueva. Pgs. 11-13. b) Una evangelizacin que escucha para saber anunciar.Los interrogantes de la evangelizacin no han de ser slo preguntas y respuestas a nivel reflexivo o de planteos teolgico pastorales. Deben expresar un modo de acerarnos a la realidad sabiendo que en las situaciones histrica, en las experiencias humanas, en el devenir de la vida social cotidiana, en los desafos de cada poca y lugar, y ms an en el interior de las culturas humanas y en el corazn mismo de las personas, hay siempre un caudal de interrogantes que son movilizadores de la vida y de los procesos, tambin en la fe.Es justamente por eso que el evangelizador debe acercarse a la realidad con el odo del corazn muy abierto para poder escuchar esas preguntas. Son a veces clamores vibrantes y otras, susurros, pero siempre constituyen la expresin de lo que las personas y la sociedad aguardan como anhelos profundos.Hemos estado habituados a un estilo de pastoral concebido desde la seguridad de lo doctrinal, llegando a presentar el contenido desde una suerte de suficiencia o soberbia propias de quien se siente poseedor nico de la verdad. Un estilo pastoral expresado en la exposicin de verdades y de preceptos morales rgidos, que sin dejar de ser vlidos y necesarios, no dan lugar a un dilogo. Un estilo de pastoral que supone la evangelizacin y conduce, a veces forzadamente, a la participacin sacramental, obviando el imprescindible camino de asimilacin del evangelio y el proceso de conversin y de transformacin de la conducta a la luz de la Buena Nueva. Si buscamos concretar una pastoral orgnica y organizada, que asuma la evangelizacin como tarea de toda la comunidad, se hace necesario que ella tenga como mtodo y como estilo un dilogo al interior de sus estructuras y entre sus miembros: discernir los signos de los tiempos y buscar creativamente las respuestas adecuadas. Es necesario que la comunidad evangelizadora tenga la capacidad de hacerse preguntas de cara a la realidad antes que ofrecer solo respuestas elaboradas a priori. Las preguntas estn instaladas en la realidad: hay que saber escuchar. Pgs. 13-15. c) Una evangelizacin encarnada y testimonial.La apertura de la Iglesia al mundo, dejndolo de considerar como realidad pecaminosa y adversa, est presente en las reflexiones actuales del magisterio (GS 1). Hay una conviccin teolgica profunda en esta afirmacin: la encarnacin de Cristo no es un hecho del pasado histrico, sino una permanente expresin del designio de Dios de entrar en nuestra historia y en nuestra realidad humana para transformarla desde dentro. Toda accin evangelizadora ha de ser una expresin de este designio de Dios.Una Iglesia-signo: una mirada profunda a la realidad social, poltica, econmica y eclesial alentando un compromiso efectivo de la Iglesia para que el evangelio y sus portadores sean presencia transformadora y liberadora. Muchas veces se ha concebido el testimonio como una actitud o un gesto individual del creyente, pero debemos plantearlo como una actitud eminentemente comunitaria y que cuando de hecho lo es, constituye un paso evangelizador clave. Es decir que la evangelizacin comienza por un testimonio comunitario que haga presente en el mundo la fuerza transformadora del evangelio de Jess. Evangelizacin encarnada y testimonial significa una integracin plena de los creyentes y de las comunidades con el ambiente donde viven, con las realidades polticas, econmicas, sociales y culturales de su medio para ser aquella presencia silenciosa pero eficaz. Presencia que muestra a travs de palabras y acciones el proyecto del evangelio de Jess. Pgs. 15-17. d) Una evangelizacin que deja la pastoral de cristiandad y se convierte en propuesta convincente en un mundo plural.Los siglos XX y XXI son escenario de cambios profundos que se alentaron dentro y fuera de la Iglesia. El Concilio Vaticano II signific un cambio fundamental en cuanto al modo de entender la Iglesia y de proponer su accin pastoral. Hubo una figura eclesial llamada Iglesia de cristiandad: desde la omnipotencia de Dios y sus representantes desciende hasta la ancha feligresa pasiva, la misin y gracia salvadoras. Es la Iglesia-sociedad, gobernada por el Vicario de Cristo y su centro universal, la encargada de cumplir dicha misin desde la verdad doctrinal y la gracia sacramental. En el siglo pasado, se fue gestando un cambio profundo en la reflexin teolgica como en las bsquedas de una pastoral diferente. No ms Iglesia-sociedad-perfecta sino sacramento de comunin en medio del mundo, porque es pueblo de Dios que debe ser reconocido por el servicio y el dilogo (que interpela a la sociedad y una sociedad que interpela a la Iglesia). El mundo ha cambiado, y en este mundo plural la pretensin de un modelo de cristiandad es absolutamente inviable, adems de ser una distorsin de la propuesta del Reino. A este mundo hay que proponerle el evangelio como una opcin entre otras, para que quienes descubran su valor y su riqueza, viendo el testimonio fraternal de los creyentes, adhieran por conviccin. Y quienes no asuman esta propuesta habrn de respetarla por la coherencia de vida de los discpulos del Seor. No habr evangelizacin eficaz si nuestras comunidades se reducen al sostenimiento de las estructuras tradicionales y a la preocupacin por la organizacin interna de sus miembros y grupos, sin proyeccin hacia la sociedad donde viven. No habr evangelizacin eficaz si las comunidades y la Iglesia se cierran en posturas ms ideolgicas que evanglicas, negndose a admitir que vivimos en un mundo plural donde ya no cabe la hegemona religiosa que se tuvo en la cristiandad. Pgs. 17-19.e) Una evangelizacin liberadora como servicio al mundo.La humanidad madura en el devenir de su historia, por eso nunca como hoy se ha tenido conciencia tan clara de la dignidad humana, de la igualdad de derechos, de la significacin antropolgica y social de la libertad y de la justicia. De la misma manera, la Iglesia tambin madura en la historia su reflexin teolgica y su experiencia pastoral. La liberacin, la opcin por los pobres y la nueva evangelizacin han ido madurando en la reflexin teolgica y en la praxis cristiana, dando lugar a la significacin teolgica y el alcance pastoral del compromiso liberador del evangelio. Este compromiso es inherente a la nueva evangelizacin. Adems, este compromiso de lo social no es una propuesta optativa para el creyente, porque es una exigencia que surge de la esencia misma de la propuesta del Reino que Jess propone, (EN 29-30). Es legtima una teologa de la liberacin y por ende, una pastoral y evangelizacin liberadora que se exprese en la teologa, la predicacin y la catequesis: pariendo de la vida concreta de las comunidades, las acciones evangelizadoras de la Iglesia aporten desde la fe una contribucin especfica a la transformacin social de las estructuras de injusticia y opresin. Pgs. 19-23.f) Una evangelizacin que lleva el signo mesinico del compromiso con el pobre.La liberacin de los oprimidos es accin desde, con y para los pobres. La evangelizacin liberadora ha de ser un compromiso liberador con el pobre (Lc 7,22). Jess es Buena Noticia para los pobres: un compromiso transformador y un anuncio esperanzador. Este evangelio consiste en que Jess, el Mesas, afirma que Dios y su reinado reclaman un cambio de situacin, una transformacin tan profunda que los pobres lleguen a experimentar que no son los excluidos de la historia sino que ingresan con pleno derecho al reinado de Dios. El valor de la pobreza espiritual como actitud del creyente que busca una vivencia del espritu que anima el evangelio. Valorar la renuncia voluntaria a lo material para asumir una pobreza como opcin de vida, que identifique al creyente con Jess. La opcin por los pobres: una opcin de vida y una fe. Son los econmica, social, poltica y culturalmente pobres. Opcin: no estamos hablando de algo que pueda ser optativo para la Iglesia; es la eleccin que hace Jess para definir su condicin de Mesas; necesariamente deber plantearse la evangelizacin desde, con y para los pobres: transformar desde dentro (EN18). La evangelizacin ha de ser profticamente liberadora, para aportar el caudal humanizante de la propuesta cristiana y el sentido de la vida que surge del evangelio. Pgs. 23-30. 2. Un tesoro en vasijas de barro: la Iglesia se evangeliza.a) En el marco del siglo XXI que estamos transitando.Mirar el presente reconociendo que las crisis estn, los problemas existen, los dramas sociales se acrecientan y las salidas parecen muy lejanas. Insistiendo en aquella actitud positiva, no nos quedaremos en los pecados del pasado, ni en las carencias del presente, queremos abrirnos al fut