una tesis insostenible · también de los reclutadores de las fuerzas armadas que frecuentan las...

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L A tesis de Samuel Huntington de que los hispanos constituyen una amenaza al proyecto cultural estadou- nidense es en principio insostenible. Los hispanos no difieren de otras co- lectividades que arribaron a estas pla- yas para incorporarse paulatina- mente a la identidad norteamericana. Es ya un lugar común sociológico que el proceso de asimilación se cumple en el plazo tres generaciones. Así fue con los italianos, irlandeses, judíos, coreanos, etcétera. Los hispanos no son una excepción, a pesar de que su- peran en número a otros inmigrantes. El profesor Huntington señala princi- palmente a los mexicanos como los más inadaptables a los valores anglo- protestantes; sin embargo, son ellos, sobre todo los indocumentados, los que arriesgan diariamente la vida para conseguir un mínimo de digni- dad y oportunidades económicas al otro lado de la frontera y anhelan lle- gar a formar parte algún día de la co- lectividad norteamericana. El apego a las raíces hispanas de los inmigrantes tuvo cierta vigencia en la década de los ochenta, cuando la moda de «la política de la identidad» estuvo en su apogeo. Pero dicho movi- miento ha fenecido y la consigna cul- tural de hoy apunta a la integración y no al aislamiento. Por cierto, la pri- mera generación, cualquiera que sea su preparación escolar y nivel econó- mico, no consigue formar parte del nuevo entorno cultural, pero gran parte de su hijos van perdiendo el con- tacto con su propia lengua y cultura para instalarse en los usos de la socie- dad estadounidense como anglopar- lantes. Otros funcionan con toda co- modidad en una cultura bilingüe. En cuanto a las olas de inmigra- ción hispana de los últimos lustros conviene distinguir entre unas élites económicas, dotadas de una ética de la empresa, que han logrado convertir en realidad el «sueño americano» con pocas dificultades. Se trata de gentes por lo general bilingües y bicultura- les, quienes sin abandonar su identi- dad hispana son fieles a los principios y valores norteamericanos. Otros, de origen humilde y muy poco instrui- dos, pasan al principio por un período difícil y doloroso, apegados a la comu- nidad de sus semejantes, pero al igual que colectividades anteriores logran con la siguiente generación inte- grarse en la gran melting pot que lla- mamos Estados Unidos. Thomas Mermall es profesor emé- rito de literatura española en Brooklyn College y autor de una edi- ción crítica de La rebelión de las ma- sas. Una tesis insostenible Libros HISPANOS EN ESTADOS UNIDOS 8 Blanco y Negro Cultural / 3-4-2004 THOMAS MERMALL H ACE poco, uno de los brillantes arquitectos de la nueva política exterior estadounidense, Paul Wolfo- witz, hizo alarde de su gran sensibili- dad sociológica, al afirmar que los es- pañoles –pese a la intención del PSOE de retirar de Irak a las tropas españo- las– no son cobardes. Su prueba: Es- paña es el lugar de origen de la co- rrida de toros. En su ensayo sobre los hispanos en EE.UU., «El reto his- pano», Samuel P. Huntington ha de- mostrado una sensibilidad muy afín a la de Wolfowitz, y una parecida afición a los estereotipos más rancios y racis- tas de la leyenda negra. Según Hun- tington, la inmigración hispana a EE.UU. representa una de las mayores amenazas a la identidad política y cul- tural del país, ya que hay «varios ras- gos culturales hispanos» que son del todo incompatibles con «el credo» na- cional de EE.UU. Estos rasgos esencia- les del homo hispanicus son: una des- confianza hacia todos los que no son de la familia, una falta de iniciativa, autonomía y ambición, y una acepta- ción de la pobreza como una virtud necesaria para entrar al Cielo. Olé. Con mucho respeto Una manera de cuestionar los jui- cios emitidos por Huntington es la de David Brooks, un columnista conser- vador del New York Times, que, con mucho respeto, presenta datos de otros estudios que contradicen todos los puntos básicos de Huntington. Otra manera de refutación consistiría simplemente en señalar todas las con- tradicciones internas al artículo de Huntingon: los hispanos desconfían de todos, pero ¡horror! en la emigra- ción, lejos de sus familias, se juntan y construyen comunidades; les falta la ética de trabajo, pero –hélas– son los responsables de la reinvención de Miami; aceptan estoicamente la po- breza, pero –caray– no dejan de ju- garse la vida buscando mejor fortuna en la emigración. Yo en esta materia de refutaciones prefiero el empirismo puro y duro: basta con vivir en cualquier ciudad de EE.UU., y con no estar totalmente ce- gado por el racismo y la xenofobia, para ver que lo de Huntington no es más que una sarta de sandeces. En cuanto a la desconfianza de los hispa- nos, puede ser que los recién llegados desconfíen de los simpáticos agentes del Border Patrol, o de los sesudos poli- tólogos que los transforman en enemi- gos del Estado y en poco menos que te- rroristas culturales. Desconfiarán también de los reclutadores de las Fuerzas Armadas que frecuentan las comunidades hispanas en busca de carne de cañón; pero ya quisieran mu- chos otros grupos contar con las redes de afiliación y de apoyo que van te- jiendo –en sus iglesias (protestantes, muchas de ellas), en sus clubs sociales, en sus peñas deportivas– los hispanos en EE.UU. Con respecto a la falta de la ética de trabajo; que se entere el señor Huntington de quiénes están traba- jando 12 o 15 horas al día, cuidando a sus nietos, embelleciendo su jardín, y planchando con almidón sus calzonci- llos angloprotestantes. Y por lo que se refiere a la aceptación de la pobreza entre los hispanos como modo de al- canzar el Paraíso, todo el fenómeno migratorio, que tanto le alarma al se- ñor Huntington, es la más rotunda re- futación de tamaña estupidez. Arriesgarse la vida, dejar atrás todo, para trabajar y vivir entre los Wolfowitz y los Huntington del mundo tiene que ser, para miles y miles de in- migrantes honrados y trabajadores, si no un infierno, por lo menos un verda- dero purgatorio, un auténtico desafío angloprotestante. Pero no todos los an- gloprotestantes pueden ser tan odio- sos; a fin de cuentas, son los inventores del baseball y de los McDonald’s. James D. Fernández es profesor de literatura española y director del Centro Rey Juan Carlos I de España de New York University. El desafío angloprotestante JAMES D. FERNÁNDEZ Estupor del cubanito en territorio ajeno (2000), de José Bedia Cultural (Madrid) - 03/04/2004, Página 8 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.

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LA tesis de Samuel Huntington deque los hispanos constituyen una

amenaza al proyecto cultural estadou-nidense es en principio insostenible.Los hispanos no difieren de otras co-lectividades que arribaron a estas pla-yas para incorporarse paulatina-mente a la identidad norteamericana.Es ya un lugar común sociológico queel proceso de asimilación se cumpleen el plazo tres generaciones. Así fuecon los italianos, irlandeses, judíos,coreanos, etcétera. Los hispanos noson una excepción, a pesar de que su-peran en número a otros inmigrantes.El profesor Huntington señala princi-palmente a los mexicanos como losmás inadaptables a los valores anglo-protestantes; sin embargo, son ellos,sobre todo los indocumentados, losque arriesgan diariamente la vidapara conseguir un mínimo de digni-dad y oportunidades económicas alotro lado de la frontera y anhelan lle-gar a formar parte algún día de la co-lectividad norteamericana.

El apego a las raíces hispanas delos inmigrantes tuvo cierta vigenciaen la década de los ochenta, cuando lamoda de «la política de la identidad»estuvo en su apogeo. Pero dicho movi-miento ha fenecido y la consigna cul-tural de hoy apunta a la integración yno al aislamiento. Por cierto, la pri-mera generación, cualquiera que sea

su preparación escolar y nivel econó-mico, no consigue formar parte delnuevo entorno cultural, pero granparte de su hijos van perdiendo el con-tacto con su propia lengua y culturapara instalarse en los usos de la socie-dad estadounidense como anglopar-lantes. Otros funcionan con toda co-modidad en una cultura bilingüe.

En cuanto a las olas de inmigra-ción hispana de los últimos lustrosconviene distinguir entre unas éliteseconómicas, dotadas de una ética de laempresa, que han logrado convertiren realidad el «sueño americano» conpocas dificultades. Se trata de gentespor lo general bilingües y bicultura-les, quienes sin abandonar su identi-dad hispana son fieles a los principiosy valores norteamericanos. Otros, deorigen humilde y muy poco instrui-dos, pasan al principio por un períododifícil y doloroso, apegados a la comu-nidad de sus semejantes, pero al igualque colectividades anteriores lograncon la siguiente generación inte-grarse en la gran melting pot que lla-mamos Estados Unidos.�

Thomas Mermall es profesor emé-rito de literatura española enBrooklyn College y autor de una edi-ción crítica de La rebelión de las ma-sas.

Una tesis insostenible

LibrosHISPANOS EN ESTADOS UNIDOS

8Blanco y Negro Cultural / 3-4-2004

THOMAS MERMALL

HACE poco, uno de los brillantesarquitectos de la nueva política

exterior estadounidense, Paul Wolfo-witz, hizo alarde de su gran sensibili-dad sociológica, al afirmar que los es-pañoles –pese a la intención del PSOEde retirar de Irak a las tropas españo-las– no son cobardes. Su prueba: Es-paña es el lugar de origen de la co-rrida de toros. En su ensayo sobre loshispanos en EE.UU., «El reto his-pano», Samuel P. Huntington ha de-mostrado una sensibilidad muy afín ala de Wolfowitz, y una parecida aficióna los estereotipos más rancios y racis-tas de la leyenda negra. Según Hun-tington, la inmigración hispana aEE.UU. representa una de las mayoresamenazas a la identidad política y cul-tural del país, ya que hay «varios ras-gos culturales hispanos» que son deltodo incompatibles con «el credo» na-cional de EE.UU. Estos rasgos esencia-les del homo hispanicus son: una des-confianza hacia todos los que no sonde la familia, una falta de iniciativa,

autonomía y ambición, y una acepta-ción de la pobreza como una virtudnecesaria para entrar al Cielo. Olé.

Con mucho respetoUna manera de cuestionar los jui-

cios emitidos por Huntington es la deDavid Brooks, un columnista conser-vador del New York Times, que, conmucho respeto, presenta datos deotros estudios que contradicen todoslos puntos básicos de Huntington.Otra manera de refutación consistiríasimplemente en señalar todas las con-tradicciones internas al artículo deHuntingon: los hispanos desconfíande todos, pero ¡horror! en la emigra-ción, lejos de sus familias, se juntan yconstruyen comunidades; les falta laética de trabajo, pero –hélas– son losresponsables de la reinvención deMiami; aceptan estoicamente la po-breza, pero –caray– no dejan de ju-garse la vida buscando mejor fortunaen la emigración.

Yo en esta materia de refutaciones

prefiero el empirismo puro y duro:basta con vivir en cualquier ciudad deEE.UU., y con no estar totalmente ce-gado por el racismo y la xenofobia,para ver que lo de Huntington no esmás que una sarta de sandeces. Encuanto a la desconfianza de los hispa-nos, puede ser que los recién llegadosdesconfíen de los simpáticos agentesdel Border Patrol, o de los sesudos poli-tólogos que los transforman en enemi-gos del Estado y en poco menos que te-rroristas culturales. Desconfiarántambién de los reclutadores de lasFuerzas Armadas que frecuentan lascomunidades hispanas en busca decarne de cañón; pero ya quisieran mu-chos otros grupos contar con las redesde afiliación y de apoyo que van te-jiendo –en sus iglesias (protestantes,muchas de ellas), en sus clubs sociales,en sus peñas deportivas– los hispanosen EE.UU. Con respecto a la falta de laética de trabajo; que se entere el señorHuntington de quiénes están traba-jando 12 o 15 horas al día, cuidando a

sus nietos, embelleciendo su jardín, yplanchando con almidón sus calzonci-llos angloprotestantes. Y por lo que serefiere a la aceptación de la pobrezaentre los hispanos como modo de al-canzar el Paraíso, todo el fenómenomigratorio, que tanto le alarma al se-ñor Huntington, es la más rotunda re-futación de tamaña estupidez.

Arriesgarse la vida, dejar atrástodo, para trabajar y vivir entre losWolfowitz y los Huntington del mundotiene que ser, para miles y miles de in-migrantes honrados y trabajadores, sino un infierno, por lo menos un verda-dero purgatorio, un auténtico desafíoangloprotestante. Pero no todos los an-gloprotestantes pueden ser tan odio-sos; a fin de cuentas, son los inventoresdel baseball y de los McDonald’s.�

James D. Fernández es profesor deliteratura española y director delCentro Rey Juan Carlos I de Españade New York University.

El desafío angloprotestanteJAMES D. FERNÁNDEZ

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Cultural (Madrid) - 03/04/2004, Página 8Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de loscontenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposicióncomo resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de losproductos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.