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Los retos de la Creación Ecología y espiritualidad de la unidad Luca Fiorani La Creación, ¿lugar de encuentro con Dios? Fabio Ciardi, o.m.i. Creados en y para Cristo Carlos García Andrade, c.m.f. El cuidado de la casa común. Una lectura de la Laudato si’ Raúl Silva Descarte y derroche: un escándalo Mauro Mantovani, s.d.b. Francisco de Asís, un carisma “verde” Egidio Canil, o.f.m.conv. N.º 98/2016 Abril - Junio Unidad y Carismas

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Los retosde la Creación

Ecología y espiritualidad de la unidad Luca Fiorani

La Creación, ¿lugar de encuentro con Dios? Fabio Ciardi, o.m.i.

Creados en y para Cristo Carlos García Andrade, c.m.f.

El cuidado de la casa común.Una lectura de la Laudato si’ Raúl Silva

Descarte y derroche: un escándalo Mauro Mantovani, s.d.b.

Francisco de Asís, un carisma “verde” Egidio Canil, o.f.m.conv.

N.º 98/2016 Abril - Junio

Unidad y Carismas

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Edición italiana

«Unità e Carismi», Fabio Ciardi, o.m.i.,Via della Selvotta, 2500041 Albano Laziale, Roma, [email protected]

Edición inglesa (Asia, África)

«Charisms in Unity», Conrad Sciberras,mssp, Via della Salvotta, 25 00041 Albano Laziale, Roma, Italia.

Edición francesa

«Unitè et Charismes», Roger Bourcier, fsg10, av. Rémy René-Bazin85290 St-Laurent-sur-Sevre, [email protected]

Edición alemana

«charismen. Ordenschristen in Kirche undGesellschaft», Hans Schalk, cssrKaulbachstrasse 47D - 80539 München, [email protected]

Edición eslovena

«Edinost in Karizme», Anton Nadrah, o.cist.,Cistercijanska opatija Sticna61295 Ivancna Gorica, Eslovenia

Edición polaca

«Jednosc i Charyzmaty», Ludwik Myciels-ki, o.s.b.Biskupow 72 PL48-355 Burgrabice, [email protected]

Edición españolaEdita: Movimiento de los Focolares (R-2800178-B)

Andrés Tamayo, 4. 28028 Madrid

Revista trimestral de espiritualidad y comunión

Edición portuguesa«Unidade e Carismas», Germano van de Meer, s.v.d.C.P. 18 - 06730-970 Vargen Grande Paulista SP, [email protected]

Consejo de redacción: Carlos García Andrade, c.m.f.; Joaquín Mª Vicente, o.carm; JoséLuis Belver, o.s.a.; Juan Gil, o. carm; José Damián Gaitán, o.c.d.; Santiago Sierra, o.s.a.

Administración: Joaquín Mª Vicente, o.carm. Ayala, 35. 28001 Madrid. Tel. 914351660 - Fax 914351786 - e-mail: [email protected]

Composición: José Luis Belver, o.s.a. www.unidadycarismas.es

Depósito Legal: M-16.216-1991

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33Unidad y Carismas, N.º 98 Abril - Junio 2016

LOS RETOSDE LA CREACIÓN

Editorial

Naturaleza, espacios vitales Carlos García Andrade, c.m.f. 4

Experiencias

Ecología y espiritualidad de la unidad Luca Fiorani 6

Encantados de poder preparar la mermelada Familia Resch 10

Perspectivas

La creación, ¿lugar de encuentro con Dios? Fabio Ciardi, o.m.i. 13

Creados en y para Cristo Carlos García Andrade, c.m.f. 17

El cuidado de la casa común.

Una lectura de la Laudato si’ Raúl Silva 21

Bartolomé I y la ecogogía.

Fundamentos y espiritualidad Mirvet Kelly 27

Descarte y derroche: un escándalo Mauro Mantovani, s.d.b. 31

Testigos

Francisco de Asís, un carisma verde Egidio Canil, o.f.m.conv. 35

Romano Guardini y la Laudato si’ Gennaro Cicchese, o.m.i. 39

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EDITORIAL

Naturaleza, espacios vitales

LLA fe cristiana ha sido criticada con frecuencia por los ecologistas y por los amantesde la naturaleza. Las palabras del libro del Génesis “sed fecundos y multiplicaos,henchid la tierra y sometedla; dominad a los peces del mar y a las aves del cielo y a

todo ser viviente que repta sobre la tierra” (Gn 1, 28b), son palabras demasiado recias, quehan suscitado la convicción de que en la tradición bíblica al hombre se le ha consideradocomo una realidad al margen de la naturaleza y por encima de la misma. Más aún, con vo­cación a dominar y someter la naturaleza a su voluntad, a sus caprichos, sin ninguna consi­deración ante los dinamismos vitales que, entre otras cosas, permitan al hombre seguir vi­viendo él mismo sobre este planeta. Tampoco puede negarse que la Europa cristiana, duran­te la época colonial, implantara por todas partes una cultura de dominación, de explotaciónsalvaje, de esclavitud y de sometimiento de otros pueblos y etnias, llegando no pocas vecesincluso al exterminio. Una cultura de muerte.

En realidad, quien conozca con cierta profundidad el pensamiento bíblico sabe bien queno es ese el espíritu da la tradición hebrea. El hombre en la Biblia es visto en forma relacio­nal, y una de las relaciones estructurales que constituyen la vida del hombre es la relacióncon la creación, a la que el hombre pertenece desde siempre, y sin la cual de ningún modo esconcebible. Lo mismo puede afirmarse de la heredad cristiana afirmando que la creacióntambién participa de la salvación (Nueva Creación), y que la naturaleza espera, entre los do­lores del parto, la manifestación liberadora de los hijos de Dios (cf. Rm 8, 18­22).

Es verdad que con la inculturación de la fe en el mundo helénico, el dualismo griego (quecontemplaba la realidad como dividida, en conflicto permanente entre espíritu y materia, en­tre cuerpo y alma, conflicto sobre el cual se proyectaba la lucha moral entre el bien y el mal),se posesionó del pensamiento cristiano, dejando una fuerte marca sobre toda la tradicióncristiana. Una marca que siempre ha mirado sospechosamente lo corporal, lo material, comosi en ello radicase la verdadera raíz del mal.

Pero, en realidad, ha sido el dualismo de corte racionalista de la modernidad y su exalta­

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ción exponencial del individuo lo que ha hecho que el hombre, en nombre de su libertad in­tocable, despreciara todo vínculo y viviese las relaciones con la naturaleza, con los demáshumanos, o con el mismo Dios, como un conflicto, como un duelo y una lucha de poder.Fueron nuestros eruditos antepasados y sus herederos los que exportaron y promovieroneste estilo inhumano de vida.

Por suerte, los tiempos en los que imperaba este dualismo han desaparecido. Ha sido su­perada la idea que veía en la creación como el ámbito y escenario en el que se desarrollabael drama de la salvación, no como una parte esencial de la misma; o también los tiemposcuando el hombre podía exprimir la naturaleza a voluntad o tener bajo su dominio una grancantidad de esclavos, mientras los domingos iba a la iglesia con la conciencia tranquila, pen­sando que era un buen cristiano. No es que hayan desaparecido los desafíos, sino que inclu­so han aumentado. Pero ha crecido también la conciencia.

Siguiendo la línea del papa Francisco y su encíclica Laudato si´, presentada por Raúl Sil­va, dedicada al cuidado de la casa común en la que vivimos, este número de Unidad y Ca­rismas quiere dar testimonio de cómo en torno a la naturaleza hay muchos aspectos que va­lorar y evidenciar.

Coherentes con la elección de comenzar por la vida ofrecemos alguna experiencia de gen­te que ha elegido vivir en armonía, preocupados por cuidar la naturaleza donde habitan. Ellenguaje de la vida siempre convence. Una reflexión espiritual nos ayuda a retomar la expe­riencia de la creación como lugar de encuentro con Dios según el pensamiento de ChiaraLubich. Y una reflexión teológica se esfuerza por mirar la creación como la Nueva Creaciónque comienza con la resurrección del Señor y trata de recapitular en sí todas las cosas. Sedesciende a lo más concreto con otra reflexión de índole práctica sobre los problemas deri­vados de la cultura del derroche y del descarte típicos de una mentalidad consumista. Ocupaespacio la experiencia del Movimiento de los Focolares en el campo de la ecología a travésde EcoOne.

Un espacio importante se ha querido dar también al testimonio de Francisco de Asís y a lavisión integradora de lo humano y lo divino del gran teólogo Romano Guardini. Lo mismoque resaltamos los esfuerzos que el Patriarca Bartolomé I dedica a la ecología.

Esperemos que estas pinceladas puedan despertar nuestro interés por esta casa nuestracomún, que debemos cuidar y transmitir mejorada a las nuevas generaciones.

Carlos García Andrade, c.m.f.

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55Editorial

El hombre en la Biblia es visto en forma relacional, y una de las relaciones estruc­

turales que constituyen la vida del hombre es la relación con la creación, a la que el

hombre pertenece desde siempre, y sin la cual de ningún modo es concebible. Lo mis­

mo puede afirmarse de la heredad cristiana afirmando que la creación también partici­

pa de la salvación y que la naturaleza espera, entre los dolores del parto, la manifesta­

ción liberadora de los hijos de Dios (cf. Rm 8, 18­22).

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AAveces pensamos que una espiritua-lidad permanece confinada entrelas cuatro paredes de una iglesia.

En cambio, tiene una fuerza revolucionariay un impacto dinámico en todas las expre-siones de la vida humana. Lo mismo suce-de para la espiritualidad de la unidad deChiara Lubich1. Desde los primeros tiem-pos del Movimiento de los Focolares, Chia-ra soñaba con un arte nuevo, una políticanueva, una ciencia nueva... Soñaba que sucarisma evangélico tendría que renovar to-dos los aspectos de la sociedad. Hoy, a másde setenta años de aquellos comienzos,están el instituto universitario “Sophia”, elcentro de estudios “Escuela Abba” y algu-nas iniciativas culturales como la “Eco-nomía de comunión”, el “MovimientoPolítico por la Unidad” y, el que nos ocupa,EcoOne.

EcoOne es una red internacional de pro-fesores, investigadores y profesionales que

Luca Fiorani

Ecologíay espiritualidad de la unidad

EXPERIENCIAS

La experiencia de EcoOne, iniciativa ecológica del Movimiento de los Focolares.

trabajan en las ciencias medioambientalesy quieren completar su conocimientocientífico con una lectura sapiencial de losproblemas ecológicos.

Desde el comienzo, nos centramos en larelación persona-naturaleza, deteniéndo-nos en tres conceptos: custodia, responsabi-lidad y sostenibilidad

Custodia: porque la función de la perso-na en la naturaleza no es la explotación(como un dueño), sino la gestión (como unadministrador). A este respecto, nos gustahablar de “antropocentrismo oblativo” o de“comuniocentrismo”2. Con la primera ex-presión subrayamos la vocación de la per-sona al don de sí misma, para con lasdemás personas y para con la naturaleza;con la segunda, reconocemos lo fundamen-tal, que es la comunión de las criaturas en-tre ellas y con el Creador para comprenderel cosmos. Nos ha servido, en esta refle-xión, captar la presencia de Dios bajo las

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cosas, como un Sol que las ilumina desdedentro.

Responsabilidad: porque aumentar laconciencia medioambiental estimula la res-ponsabilidad, y ejercer la responsabilidaddesarrolla la conciencia medioambiental.En este movimiento circular ha sido impor-tante reflexionar críticamente sobre nues-tros estilos de vida.

Sostenibilidad: porque es el modo en elque expresamos la responsabilidad, térmi-no compartido por organizaciones interna-cionales, estados y sociedad. Utilizar unlenguaje “laico” es importante para EcoO-ne que desea ser instrumento de diálogocon personas de cualquier convicción.

No es posible reconstruir detalladamenteen poco espacio la historia de EcoOne.Como sucede a menudo, todo nace de unapequeña semilla: el 26 de abril de 1998,Giuseppe (Pino) Giaccone3 escribe una car-ta a Chiara, contándole cómo había vistoen sus escritos elementos sapienciales váli-dos para su trabajo de ecólogo marino.Chiara le pide a Sergio Rondinara4, enton-ces miembro de la “Escuela Abba”, en laque representaba al mundo de la Física,que la presentara y explicara. Al final de lalectura, Chiara encargó también a Sergioocuparse de la ecología.

Más adelante, Sergio propone a Chiaraelaborar un documento sobre la relaciónpersona-naturaleza a partir de algunos tex-tos suyos, escritos en un período de espe-cial iluminación. El documento, elabora-do con la ayuda de los otros miembros dela “Escuela Abba”, agrada a Chiara, y el13 de noviembre de 1998 se redactó demodo definitivo. Entre finales de 1998 ycomienzos de 1999, el documento se pre-sentó trece veces a miembros del Movi-miento de los Focolares de diversas voca-ciones. El eco fue sorprendente, sobretodo entre los jóvenes, que escriben a Ser-

gio y a Chiara decenas de cartas en pocosdías, pidiendo el nacimiento de una inicia-tiva cultural ecológica, semejante a la“Economía de comunión” y al “Movi-miento Político por la Unidad”. Algo nue-vo hay en el aire: Chiara, visitando a Pinoen Malta el 26 de febrero de 1999, le diceque pronto nacerá algo importante para laecología.

Entre tanto, Chiara había sugerido quela ciudadela belga del Movimiento de losFocolares fuera un testimonio de ecologíavivida. El 15 de mayo de 1999, Sergio pre-senta el documento sobre la relación per-sona-naturaleza a los habitantes de la ciu-dadela y una vez más la acogida es extra-ordinaria.

El 27 de mayo de 1999, durante la confe-rencia telefónica internacional mensual delMovimiento de los Focolares, la “locutora”anuncia que «se está perfilando un punto cen-tral de referencia para la ecología y las cienciasconexas a ella. Sergio visitó la Mariápolis de Bél-gica, que tiene un sello ecológico y que puede eseser como un laboratorio de desarrollo sostenibleen el respeto del hombre y de la naturaleza».Precisamente aquel día, Chiara se reuniócon un centenar de colaboradores de la“Escuela Abba”, y Sergio aprovechó la oca-sión para presentarle un grupo de seis ex-pertos en materias afines a la ecología, en-tre los cuales también me encontraba yocomo “físico de la atmósfera” por mis in-vestigaciones en la monitorización de gascon métodos láser. Aunque el nombre“EcoOne” se introducirá más tarde, el 27de mayo de 1999 es la fecha del nacimientode la iniciativa cultural en campo ecológicodel Movimiento de los Focolares. El primercongreso, al que han seguido otros doce, setuvo en Castel Gandolfo el 11 y 12 de no-viembre de 2000.

Los temas tratados son: La naturalezaentre ideal y proyectualidad social (2000 y

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2001); Los cambios climáticos (2003); Elagua, bien común de la humanidad(2004); La sostenibilidad del desarrollo(2005 y 2006); Ecología del paisaje y rela-cionalidad social (2007); Ambiente y de-mocracia (2008); Sostenibilidad ambien-tal: conciencia y participación en la ges-tión de los desechos (2009); Sostenibilidadambiental y cuestión energética (2010);Biodiversidad y sostenibilidad (2011), Elsistema forestal, modelo ecológico de rela-cionalidad en la naturaleza (2012); Rela-cionalidad natural y conciencia ambiental(2014). Relacionalidad entre concienciaambiental y retos sociales (Budapest, 27-29 de mayo de 2016).

Desde 2005 el hilo conductor de los con-gresos ha sido el desarrollo sostenible, si-guiendo las indicaciones del mensaje queChiara envió al congreso de aquel año, ver-dadera Carta Magna de EcoOne5:

«Mollens, 7 de mayo de 2005.Al Congreso de Eco-OneAunque desde lejos, sigo con especial interés

vuestro congreso sobre un tema tan actual: “Lasostenibilidad del progreso”.

Permitidme un pensamiento espiritual, peroacorde con el tema.

Por el carisma de la unidad que Dios nos hadado, siempre hemos visto la creación en su ma-ravillosa inmensidad como UNA, salida del co-razón de un Dios Amor, Dios que ha impreso enella su impronta.

Hemos percibido la presencia de Dios debajode las cosas. Por lo que, si los pinos eran doradospor el sol, si los riachuelos se deslizaban brillandoen sus cascadas, si las margaritas y las demás flo-res y estaban de fiesta por el verano, nos parecíamás fuerte la visión de un sol que estaba debajode todo lo creado. Veíamos, en cierto modo–creo– a Dios que sostiene y rige las cosas.

Lo mismo era también para todo hombre ymujer, para la humanidad, flor de la creación.

Y en consecuencia, sentíamos que cada uno

había sido creado como don para quien estaba asu lado, y quien estaba a su lado había sido crea-do por Dios como don para él.

Así pues, en la tierra todo estaba en relaciónde amor con todo: cada cosa con cada cosa.

Por eso, el hombre, dotado de inteligencia, conla sabiduría que penetra en el misterio, deberíainsertarse y colaborar en la realización del desig-nio unitario de Dios sobre el universo. Su creati-vidad, su trabajo lo han de hacer partícipe de laobra del creador. Pero hay que ser el Amor paratejer el hilo de oro entre los seres.

El progreso del hombre está íntimamente uni-do al progreso del ambiente en el que vive y por elque está condicionado.

El hombre no es el centro del cosmos, lo esDios. ¡No nos arriesguemos en ir contra Dios!Encontraríamos la Muerte.

En cambio, si el fin del hombre no es el interéseconómico, el egoísmo, sino el amor por los otroshombres y por la naturaleza, con su aportaciónla Tierra se transfigurará hasta convertirse en unparaíso terrenal.

Chiara»

En 2008, Sergio deja EcoOne porqueChiara lo envía, junto con otros pioneros, afundar el instituto universitario “Sophia”.Chiara muere poco después y María Voce,nueva presidenta del Movimiento de losFocolares, acepta la dimisión de Sergio yme nombra coordinador de EcoOne.

Mi prioridad ha sido tratar de actualizarconstantemente la identidad, que no con-siste tanto en formular soluciones técnicasa los problemas medioambientales, cuantoen identificar una relación renovada entrepersona y naturaleza. Para esto ha sidofundamental una triple tarea: primera-mente, favorecer entre los miembros de lacomisión internacional la presencia deAquel en el cual “han sido creadas todaslas cosas” (Col 1, 16); luego, comenzar undiálogo abierto con personas de cualquierconvicción en el campo medioambiental;

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por último, tratar de extender EcoOnemás allá de los confines italianos. En estesentido, no pudiendo citar todos los viajes,congresos e iniciativas de fuera de Italia,recuerdo solamente la simpática idea deJohn Mundell6 (Estados Unidos), el Dadode la Tierra, en cuyas caras están escritoseslóganes que nos motivan a cambiar esti-los de vida.

Aunque el dado es bueno para mayores ypequeños, la elaboración cultural de EcoO-ne se ha expresado prevalentemente en artí-culos y libros, tanto de carácter divulgativocomo especializado. En general, quien lle-ga a conocer los contenidos de EcoOne ha-lla una respuesta a sus preocupaciones depersona comprometida con el medio am-biente, intuyendo la posibilidad de que laespiritualidad de la unidad, en diálogo conmuchas otras corrientes de pensamiento,contribuya a la salvaguardia de la naturale-za. En este contexto, el trabajo pastoral delos religiosos y religiosas puede ser un utilí-simo altavoz del mensaje de esperanza deEcoOne.

Un consiguiente signo de esperanza nosllegó en junio de 2015 con la encíclica Lau-dato si’. Leyéndola, me ha impresionado lafrase “cuidado de la casa común” por tresmotivos:

– si hay una casa, significa que quienvive en ella, la persona, es importante;

– también es importante la casa, la natu-raleza;

– parece que el Papa subraya el adjetivo“común”, en sorprendente sintonía con el“antropocentrismo oblativo” y el “comu-niocentrismo”.

Subrayar al mismo tiempo la importan-cia de la persona y de la naturaleza nos li-bra de posiciones al extremo del fisiocen-trismo y el antropocentrismo.

Por último, el capítulo sexto de la encí-clica es un cofre lleno de contenidos pre-

ciosos: nuevos estilos de vida, superacióndel consumismo obsesivo, compromisopor el bien común como forma de cari-dad... Sobre todo me ha alegrado la visióndel cosmos como red de relaciones y eldescubrimiento de la presencia de Dios encada ser.

Francisco, invitándonos a considerar nosolo el medio ambiente sino también la eco-nomía, la sociedad, la cultura y la vida coti-diana –orientándolas al bien común y a lajusticia entre las generaciones–, nos hacepasar de una ecología en “blanco y negro”a una ecología a colores. Con él, junto contodas las personas de buena voluntad, po-demos caminar «¡cantando! Que nuestras lu-chas y nuestra preocupación por este planeta nonos quiten la alegría de la esperanza ».

1 Fundadora del Movimiento de los Focolares.Figura carismática del siglo XX, su acción a favorde la unidad y de la paz se ha propagado en todo elmundo. Autora de 58 volúmenes, con 220 edicio-nes, en más de 20 lenguas.

2 S. Rondinara, La relación persona-naturaleza.Recuperación de significados. Actas del congreso interna-cional “Relacionalidad natural y conciencia ambiental,Roma 2014.

3 Profesor ordinario de Botánica y docente deEcología en la Universidad de Catania. Consultorde las Naciones Unidas para el Centro Regional deActividades en las Áreas especialmente protegidasde Túnez. Premio Battista Grassi a la TalasografíaBiológica…

4 Doctor en Ingeniería nuclear en la Universi-dad “La Sapienza” de Roma. Licencia en Filosofíasobre epistemología-metafísica. Licencia en Teo-logía fundamental. Profesor de Epistemología yCosmología en el Instituto universitario “Sophia”de Loppiano (Florencia).

5 L. Fiorani, Il contributo di EcoOne alla riflessioneecologica, Nuova Umanità, XXXIV (2012/1) 199,pp. 45-51.

6 Presidente y consultor medioambiental deMundell-associates, empresa en Indianápolis queprovee asesoramiento ambiental y servicios profe-sionales a industrias, organismos gubernamenta-les, sociedades de ingeniería y estudios legales.

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Unidad y Carismas

de mis parientes en sus pequeñas granjas en la re-gión del Eifel, donde mi hermana y yo pasába-mos a menudo nuestras vacaciones; estábamosinmersas en la naturaleza haciendo trabajos ma-nuales. Pero sin granja, la ciencia agraria no esinteresante, la biología me parece demasiado teó-rica, y así llegué a la ingeniería forestal.

¿Qué significa para ti “salvaguardar la cre-ación”, respetar la naturaleza como don?

Hay una frase sobre los guardabosques,que viene como anillo al dedo, a propósitode la naturaleza como don para nosotros,que dice: “Si los ingenieros forestales lo pa-san mejor que nadie, el bosque también si-gue creciendo sin ellos”. Para mí, expresabien que por mucho trabajo y cuidado quese prodigue en esta profesión, ciertamentetodo es un don de Dios. Salvaguardia de lacreación significa para mí que todas las es-pecies de animales y de plantas que tene-

¿Por qué te hiciste ingeniero/a forestal?

Llegué a esta profesión de guarda fores-tal a través de la agricultura. Mi padre eraexperto en agricultura en una cooperativaagrícola. Por eso desde pequeño ya meagradaba ir en el tractor con mi padre.También el trabajo en sí –cansarse física-mente al preparar la comida de los anima-les– me gustaba mucho.

En cambio, el impulso decisivo a la pro-fesión de guarda forestal lo recibí de una tíaque estaba impresionada de lo que un inge-niero forestal le había contado, entusiasmode su trabajo. Y así tomé la decisión de seringeniero forestal. Más tarde me casé conuna mujer que poseía una gran haciendarural.

Aunque yo no tengo una hacienda rural, él secasó conmigo. Soy hija de un funcionario estatalde una ciudad. Pero siempre me gustó el trabajo

Familia Resch

Encantados depoder preparar la mermelada

Inés y Markux Resch son ingenieros forestales. Viven con sus cuatro hijos en la casa delguardabosques en Wessobrunn, en Suavia. Charismen, la edición alemana de Unidad yCarismas, les ha hecho algunas preguntas muy concretas sobre la vida cotidiana de la fami-lia, que trata de vivir en armonía con la naturaleza.

EXPERIENCIAS

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mos en la naturaleza, tienen su espacio vi-tal en un bosque cuidado, y que las próxi-mas generaciones tendrán los mismos espa-cios vitales que nosotros.

Para nuestra familia, eso significa, porejemplo, que ahorramos energía lo más po-sible, recorriendo en ocasiones breves tra-mos de camino en bicicleta en lugar de usarel automóvil. O bien, para nuestras vaca-ciones, tratamos de escoger un lugar que noesté donde se acaba el mundo.

“Salvaguarda de la creación” significa paramí tratar con cariño y respeto los recursos natu-rales y los seres vivos.

Nosotros calentamos con leña, un recurso re-novable. Cuando hay que ir de compras, procurohacer un solo viaje para los varios encargos, re-nunciando a varios viajes en el automóvil. Paraviajes más largos, elegimos a menudo el tren.

Concretamente, para mí también forma partede esto el cuidado de los animales: a menudo alas criaturas se les considera y se les trata no tan-to como seres vivos, sino como recursos. Por estemotivo hemos limitado mucho nuestro consumode carne y de salazones. Compramos la carne alos campesinos de nuestra aldea, o bien algunavez comemos carne de caza hecha por nosotrosmismos. Los salazones son un lujo para nosotros.Además cultivamos biológicamente nuestrohuerto, sin utilizar productos químicos. Los cara-coles son una excepción.

En el Antiguo Testamento se dice: “Sometedla tierra”. ¿Tú vives este aspecto en tu profe-sión, en tu trabajo con los animales y la na-turaleza?

Quien trabaja en la naturaleza y con lanaturaliza no puede dejar de someter latierra. Desde mi punto de vista, es impor-tante que nos ocupemos de la naturalezade un modo sostenible, no explotándola.La mayor parte de las personas ya no seganan el pan trabajando en la naturaleza ycon ella. Para ellos, la naturaleza, y sobre

todo el bosque, es un lugar de asueto y dedescanso. Por tanto, la actividad de los in-genieros forestales, cuando han de domi-nar el bosque y hacer uso de la madera,consiguientemente se mira con un ojocada vez más crítico, porque es fastidiosapara ellos.

A veces somos críticos por lo que respec-ta a la caza. Creo que el motivo es que enalgunos sectores de la población la caza to-davía se ve como un hobby de una ciertaclase social, de ricos privilegiados.

Desde el punto de vista forestal, yo voyde caza para conseguir una variedad debosque rico en especies. Por eso es necesa-rio cazar los ciervos y los corzos, y en lamontaña también los rebecos. Estas espe-cies de ungulados prefieren comer pe-queños retoños de encinas y arces, abetosraros o tejos. Como los ungulados, desdeque se han controlado los osos, lobos y lin-ces, ya no tienen enemigos naturales, unaumento excesivo de su población se ha defrenar mediante la caza.

Para evitar en agricultura daños mayorescausados por los jabalíes, también estos secazan.

Un segundo motivo de la caza es tam-bién el hecho de conseguir un alimento pre-cioso. Respecto a la caza, sabemos que elanimal se ve libre en la naturaleza sin comi-das artificiales.

Con respecto a vuestra alimentación, ¿tenéisalgunos principios básicos, líneas de orienta-ción sobre cómo tratar a la naturaleza, tan-to respecto a vosotros como en lo que trans-mitís a vuestros hijos?

Comemos fruta y verdura fresca o productoslocales de calidad biológica, siempre que es posi-ble, cosa no siempre realizable en una familia deseis personas con un solo sueldo.

Todo lo que crece en el huerto se utiliza; nohay nada más hermoso que entrar en otoño en la

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despensa y observar los dones de la naturaleza ydar gracias por la abundante cosecha.

A ser posible, no usamos productos prepara-dos, sino que preferimos cocinar nosotros mismosmucha comida, aprovechándola al máximo. Losniños aprenden a apreciar el trabajo y la fruta–también ellos tienen que ayudar a preparar lacompota de manzana o a cocer la mermelada–,de lo cual se enorgullecen.

Tratamos de enseñar a nuestros hijos las con-diciones de trabajo y el proceso de producción decada producto para salvaguardar la creación.Por eso, para la ropa, estoy atenta a que sea demateriales naturales, de algodón biológico a serposible y proveniente de comercio honesto, asícomo el café y el té.

Procuramos evitar los plásticos: cristal y aceroinoxidable en vez de plástico; las bolsas de lacompra las llevamos de casa, así como saquitospara la fruta y la verdura.

Para nosotros la calidad es más importante

que la cantidad: mejor una sola gallinita “feliz”al año. Dado que a veces preparamos y comemosde nuestra caza, también esta puede motivarnosy estimularnos.

¿Qué deseáis de vuestros hijos y para ellos,pensando en la salvaguarda de vuestro espa-cio vital, el cuidado de animales, plantas yseres humanos?

Nosotros esperamos que nuestros hijos sientanplacer en la naturaleza y por la naturaleza, y quereconozcan en ella la creación de Dios. Entoncesla relación con la naturaleza será tal que no so-brecargaremos demasiado nuestro medio am-biente.

En síntesis, se puede decir que, para nosotros,la salvaguarda de la creación es un principio fun-damental de la conducta cristiana, en la cual seexpresa el doble mandamiento del amor a Dios yal prójimo.

Unidad y Carismas

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PROTEGER AL HOMBRE

«Esto lleva a pensar también en el conjunto como abierto a la trascendencia de Dios, den-tro de la cual se desarrolla. La fe nos permite interpretar el sentido y la belleza misteriosa delo que acontece. La libertad humana puede hacer su aporte inteligente hacia una evoluciónpositiva, pero también puede agregar nuevos males, nuevas causas de sufrimiento y verdade-ros retrocesos. Esto da lugar a la apasionante y dramática historia humana, capaz de con-vertirse en un despliegue de liberación, crecimiento, salvación y amor, o en un camino de de-cadencia y de mutua destrucción. Por eso, la acción de la Iglesia no sólo intenta recordar eldeber de cuidar la naturaleza, sino que al mismo tiempo “debe proteger sobre todo al hombrecontra la destrucción de sí mismo”.

No obstante, Dios, que quiere actuar con nosotros y contar con nuestra cooperación, tam-bién es capaz de sacar algún bien de los males que nosotros realizamos, porque “el EspírituSanto posee una inventiva infinita, propia de la mente divina, que provee a desatar los nu-dos de los sucesos humanos, incluso los más complejos e impenetrables”».

Papa Francisco, Laudato si’, nn. 79-80.

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EERA julio de 1974. Tenía 26 años. Meencontraba en Roma desde hacíapoco y me estaba preparando para

el sacerdocio. En el Centro Mariápolis deRocca di Papa se tenía el VIII Congreso in-ternacional del Movimiento gen. No mepermitieron participar porque yo no era ungen. Cuando me enteré de que Chiara Lu-bich hablaría, no tuve ningún escrúpulo yfui a escucharla. Fue fácil mezclarme entrelos gen, sin que nadie notase mi presencia.

Desde entonces he leído infinidad de ve-ces aquel discurso de Chiara, pero siempreme ha parecido distinto a como se me habíagrabado en mi corazón aquel día.

«Este año –así comenzó– me parece queJesús quiere que os repita una “palabra” que re-sonó como un sonido de clarín, hace treintaaños… [Se refería a su experiencia de losinicios del Movimiento]. Es una palabramás grande que el mar… Es la palabra queJesús quiere decir hoy, en este siglo, a los hom-bres; y él desea que todos, desde el primero al úl-timo, seamos canales y ecos de ella».

Según lo que recuerdo de aquel discurso,Chiara solo habría pronunciado tres vecesel término “palabra”. A mí, sin embargo,me pareció que la había repetido hasta loinfinito. Los pocos instantes trascurridos enformular aquellas breves frases me perecie-ron un tiempo sin límite, como si hubiesesido transportado a un espacio inmenso.Sentía que se alargaba la espera por el des-cubrimiento de aquella “palabra”. El deseode conocer la misteriosa “palabra” habíatensionado al máximo las cuerdas de lamente, y el alma se dilató para ser capaz deacoger la revelación: «Esta palabra es Él mis-mo: Dios».

Aquella “palabra” –Dios– fue un impre-visto destello de luz y de fuego que me dejóen suspenso. Me encontré como envueltopor aquella realidad: Dios. Fue como sioyese pronunciar por primera vez aquella“palabra”, la primera vez que la advertíatan potente, infinita, absoluta: “Dios”.

Nunca en mi vida había oído pronunciaraquella palabra –Dios– con tal intensidad,

Fabio Ciardi, o.m.i.

La creación,¿lugar de encuentro con Dios?

Chiara Lubich me contó su experiencia, como una parábola que la llevó por Dios dentrode sí, Dios entre nosotros, en la Iglesia, en la fraternidad universal, hasta Dios en la creacióny en el cosmos.

PERSPECTIVAS

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con aquella fuerza abrumadora. Nunca lahe oído pronunciar de semejante modo,pero se quedó conmigo desde entonces.

Chiara proseguía diciendo en su discur-so: «He aquí cómo se me reveló quién es Dios…Dios es Amor». Explicó dónde podríamosencontrarlo. Desde aquel día he intentadobuscarlo donde ella me había indicado.Solo más tarde comencé a reflexionar sobrecuáles eran los “lugares” de su presencia,las “fuentes de lo divino”, como ella lashabía llamado, en las que podría beber: laEucaristía, la Palabra, el hermano… Enuna hora había explicado las fuentes en lasque nos podríamos saciar de aquel Dios delque nos había hablado con tanta pasión.

Del elenco de aquellas fuentes estaba au-sente la naturaleza. ¿Es que la creación nonos hablaba de Dios? ¿Es que Dios no seiba a revelar y comunicar a través de la pri-mera de sus obras? En aquel momento nome planteé el problema, seducido como es-taba por el descubrimiento de Dios en tan-tos otros lugares.

Contemplando la inmensidaddel universo

En los años ochenta Chiara me invo-lucró en otra gran aventura: el “Santo via-je”. Inspirada por el salmo 84 –«Bienaventu-rado el que encuentra en ti su fuerza y decide ensu corazón el Santo viaje»– había propuestoemprender juntos el camino de la santidadcon un nuevo impulso. En este caso, se di-rigía a miles y miles de personas, pero tuvela impresión de que me interpelaba justa-mente a mí y que pronunciara para mí laspalabras que cada quince días nos dirigía,como marcando las etapas del camino queteníamos que recorrer juntos. Lo hacía me-diante conexiones telefónicas, a través delas cuales conseguía congregar a los miem-bros del Movimiento esparcidos en los cin-co continentes.

En una de esas conversaciones, el 22 deenero de 1987, contó una experiencia per-sonal referente a la creación: «En un mo-mento de descanso he visto un documental sobrela naturaleza […] Contemplando la inmensi-dad del universo, la extraordinaria belleza de lanaturaleza, su potencia, me elevé espontánea-mente al Creador de todo y tuve como una nue-va comprensión de la inmensidad de Dios. Laimpresión fue tan fuerte y tan nueva que mesentí lanzada inmediatamente a ponerme de ro-dillas para adorar, alabar, glorificar a Dios.Sentí la necesidad de hacerlo, como si esta fuerami actual vocación.

Y, como si se me abriesen entonces los ojos,comprendí como nunca antes, quién es aquel alque habíamos elegido como ideal, o mejor, aquelque nos ha elegido a nosotros. Lo vi tan grande,tan grande, tan grande que me parecía imposibleque hubiese pensado en nosotros. Y esta impre-sión de su inmensidad permaneció en mi corazóndurante algunos días. Rezar ahora “Santificadosea tu nombre” o “Gloria al Padre, al Hijo, alEspíritu Santo”, es otra cosa para mí: es una ne-cesidad del corazón»1.

Por tanto, la creación podía hablar ver-daderamente del Creador y conducir a ado-rarlo. También ella era una “fuente de la di-vinidad”.

Al año siguiente, también durante unade aquellas periódicas conexiones telefó-nicas, (era solo una de los millares de per-sonas a las que Chiara se dirigía… ¡perome sentía como si fuera el único!) me in-vitó explícitamente a buscar a Dios «demodo especial allí donde la naturaleza lo reve-

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Aquella “palabra” –Dios– fue unimprevisto destello de luz y de fuegoque me dejó en suspenso. Me en-contré como envuelto por aquella re-alidad: Dios.

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la», reflexionando por un momento en loque me había detenido a contemplar «unaextensión de mar sin fin, una cadena de montesaltísimos, un glaciar imponente o una bóvedadel cielo salpicada de estrellas», para despuéssubir «al que es el autor: Dios, el Rey del uni-verso, el Señor de las galaxias, el Infinito. […]Porque él está presente en todas las partes: estábajo el parpadeo brillante de un arroyo, en elabrirse de una f lor, en un alba luminosa, enuna dorada puesta de sol, sobre una cumbre ne-vada…». Incluso aunque estemos en unametrópolis, decía, «basta un trozo de cieloazul visto entre las alturas de los rascacielos,para recordarnos a Dios; basta un rayo de sol,que no deja de penetrar ni siquiera entre los ba-rrotes de una prisión; basta una flor, un prado,el rostro de un niño… Y querría que respondié-semos a su amor por nosotros, tan particular,declarándole nuestro total amor; adorándole,postrados, al menos espiritualmente, en tierra;alabándole con las más hermosas notas que sa-len de nuestro corazón; glorificándole con todanuestra vida. Esto es lo que debemos hacer:amar a Dios por sí mismo en su inmensidad, ensu infinitud, en su belleza, en su esplendor, ensu omnipotencia…»2.

La presencia de Dios en las cosas

Cuando en los años noventa tuve la gra-cia de ser llamado por Chiara para formar

parte del particular cenáculo de estudiosque es la Escuela Abba, me di cuenta que, apesar de que ella no estaba acostumbrada a

hablar de la presencia de Dios en la natura-leza, había tenido en su juventud experien-cias especialmente intensas, que le habíanmarcado de manera indeleble.

Una ocasión fue cuando alrededor delos 20 años, descendiendo de la escueladonde enseñaba, mientras iba cantando elAve María del rosario, «me pareció –comocuenta ella misma– ver la flor de un castañoindio viva, con una vida superior, que la sos-tenía por su base, de modo que parecía que veníahacia mí»3.

Otra vez –estábamos en el verano de1949– en la montaña, tuve «la impresión depercibir, tal vez por una gracia especial de Dios,la presencia de Dios en las cosas. Por lo que silos pinos estaban inundados por el sol, si losarroyos caían en sus cascadas brillantes, si lasmargaritas y las demás flores y el cielo estabanen fiesta por el verano, era más fuerte la visiónde un sol que estaba bajo todo lo creado. Veía,en cierto modo, creo, a Dios que sostiene, querige las cosas»4.

Dios se manifiesta en la naturaleza por-que en ella está su presencia. Él no solocrea el cosmos, sino que en su amor lo con-serva en el ser y en él se manifiesta comoTrinidad, poniendo en relación a todas lascosas entre ellas, hasta el punto de que aChiara se le presentaban «todas unidas entreellas por el amor, todas –por decir así– enamora-das la una de la otra. Por lo cual si el riachuelo

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«...el Señor de las galaxias, el Infinito.[…] Porque él está presente en todas laspartes: está bajo el parpadeo brillante deun arroyo, en el abrirse de una flor, enun alba luminosa, en una dorada puestade sol, sobre una cumbre nevada…».

Ahora comprendía por qué sepuede llegar a creer en Dios tambiénsolo mirando la naturaleza: era tanhermosa y grande que no podía ha-ber sido hecha por el hombre, ni porla casualidad “muda, sorda e igno-rante”. Debía haber sido indudable-mente Alguien más grande que elcosmos… Dios.

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acababa en el lago era por amor. Si un pino se er-guía junto a otro era por amor»5.

Recuerdo finalmente cuando, en abrildel 2001, Chiara explicó por qué hablabatan poco de la naturaleza como caminopara llegar a Dios. Era un camino quehabía sido recorrido por muchos, por gran-des santos y místicos, pero no era precisa-mente el suyo. Ella sobre todo llegaba aDios a través de la vida interior, donde lohabía encontrado como Amor. Ahora, sinembargo, le parecía haber recorrido comouna parábola: de Dios dentro de sí, a Diosentre nosotros, en la Iglesia, en la fraterni-dad universal, hasta a Dios en la creación yen el cosmos.

En aquellos días, de hecho, lo mirabafuera de sí, en la naturaleza. Estaba fascina-da por el cielo espléndido, por la naturalezaen flor, por la inmensidad infinita queabrían de par en par los cielos con el sol, lasestrellas… No tenía la impresión de ser lade antes, era como si tuviese ojos nuevos.Todo le parecía lleno de la presencia deDios, como cincuenta años atrás, cuando

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había tenido aquella particular experienciade luz en las montañas del Trentino. Ahoracomprendía por qué se puede llegar a creeren Dios también solo mirando la naturale-za: era tan hermosa y grande que no podíahaber sido hecha por el hombre, ni por lacasualidad “muda, sorda e ignorante”.Debía haber sido indudablemente Alguienmás grande que el cosmos… Dios.

Así fue como fui invitado a volver de vezen cuando a mirar la naturaleza, porqueesta mirada coincide con ver al Creador yadorarlo y estar seguros de Él, y de nuestroencuentro ese día con Él. Aquella palabraque escuché hace cuarenta años, Dios, erapronunciada también ahora por la creación.

1 Buscando las cosas de arriba, Ciudad Nueva,Madrid.

2 Ibid.3 Paradiso’49, Nuova Umanità, XXX (2008), p.

287.4 Paradiso ’49, en Il Patto del ’49 nell’esperienza di

Chiara Lubich. Percorsi interdisciplinario, Studi dellaScuola Abbà, Città Nuova, Roma 2012, p. 15.

5 Ibid.

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EL MENSAJE DE CADA CRIATURA EN LA ARMONÍA DE TODO LO CREADO

«Cuando insistimos en decir que el ser humano es imagen de Dios, eso no debería llevar-nos a olvidar que cada criatura tiene una función y ninguna es superflua. Todo el universomaterial es un lenguaje del amor de Dios, de su desmesurado cariño hacia nosotros. El sue-lo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios. La historia de la propia amistad con Diossiempre se desarrolla en un espacio geográfico que se convierte en un signo personalísimo, ycada uno de nosotros guarda en la memoria lugares cuyo recuerdo le hace mucho bien.Quien ha crecido entre los montes, o quien de niño se sentaba junto al arroyo a beber, o quienjugaba en una plaza de su barrio, cuando vuelve a esos lugares, se siente llamado a recuperarsu propia identidad.

Dios ha escrito un libro precioso, “cuyas letras son la multitud de criaturas presentes en eluniverso”».

Papa Francisco, Laudato si’, nn. 84-85.

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Algunas perplejidades de tipo filosófico

Por una parte, la visión bíblica, con suclara afirmación de la bondad de la crea-ción (todo era “bueno”, cf. Gn 1, 4-31), haexorcizado desde el principio toda posiblecomprensión dualista de la realidad crea-da, promoviendo una visión positiva de lacreación, pero también evitando toda po-sible confusión entre Dios y la criatura, aldistinguir con claridad entre creado e in-creado. Si esto es así, ¿cómo ha podidosuceder que después, en la más clásica tra-dición espiritual cristiana, el “mundo”haya sido considerado, junto al “demo-nio” y a la “carne”, como uno de los tresenemigos del alma, o, en general, de lavida espiritual? ¿Por qué razón la distin-ción lógica y necesaria entre natural y so-brenatural se ha convertido, en primer lu-

gar, en separación, y, más tarde, casi enoposición real?

Es evidente que aquí “mundo” no signi-fica la creación o la naturaleza. Es más,“mundo” significa “mundanidad”, por lotanto este término habla más bien de unaactitud del hombre, no de una característi-ca de parte de la realidad. Esta tradición,sin embargo, parece indicar la existenciade una oposición entre la lógica del mun-do, de la realidad creada, y la lógica delespíritu, una especie de tenaz resistencia dela creación contra todo intento de cone-xión entre los procesos relativos al desarro-llo natural de las cosas y las dinámicas pro-pias del mundo de Dios. En la separaciónprogresiva entre natural y sobrenatural hajugado también un papel decisivo esa ten-sión que parece asignar a la creación unafuerte carga de negatividad. Y no se entien-de el motivo.

Carlos García Andrade, c.m.f.

Creados en y para Cristo

PERSPECTIVAS

Quien dedica su tiempo a la profesión de la teología sabe bien el esfuerzo que hay que ha-cer para llegar a conseguir una justa idea sobre la creación. No es fácil. A lo largo de la histo-ria del pensamiento cristiano ha habido una especie de ambigüedad, una doble y opuesta va-loración de la creación, que a menudo nos deja perplejos. Este artículo intenta responder a al-gunos problemas.

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Si el Hijo de Dios se hizo hombre, y,desde aquel momento, nuestra carne se haconvertido en carne de Dios, es más, sidespués de la resurrección, la carne y loshuesos (glorificados) pertenecen plena-mente al mundo de la Trinidad, es difícilentender por qué razón se ha desarrolladoen la tradición cristiana una prevencióncontra la materia, contra los sentidos, con-tra la corporeidad, contra la carne. Es ver-dad que el rechazo se dirige sobre todocontra la contaminación que el pecado haprovocado en esas dimensiones de la natu-raleza humana. No siempre, sin embargo,se destaca y al final sucede como con lamala reputación que sufría la ciudad deNazaret en el tiempo de Jesús. Parafrase-ando al apóstol Natanael, a menudo pen-samos sobre el cuerpo, la carne, la mate-ria, a través de los sentidos… ¿puede veniralgo bueno?

Algunas perplejidades nacidas de la teología

En el Nuevo Testamento existe una cla-ra relación entre la creación y la interven-ción salvífica de Cristo. La conexión entrelas criaturas y Cristo es evidente en lasEpístolas a los Colosenses y a los Efesios:“Todo fue creado por él y para él, él existe conanterioridad a todo y todo tiene en él su consis-tencia” (Col 1, 16b-17). En este sentido pa-rece que la resurrección de Cristo está pre-vista en el plan de Dios desde un principio.

En la historia de la teología, sin embar-go, parece que esta conexión ha desapare-cido. Creación y salvación son contempla-das progresivamente como dos gracias di-versas, procedentes del mismo Dios, perosin una conexión explícita entre ellas. A laencarnación del Verbo se la considera unefecto exclusivo del pecado y, por lo tanto,no se hubiera producido si el hombre nohubiese pecado (Tomás de Aquino) y, por

consiguiente, no pertenece al designio ori-ginal de Dios. La creación aparece como elescenario del drama, pero no participa, essolo el atuendo.

De hecho, la comprensión de la acciónredentora de Cristo se limita al espíritu hu-mano. Es una verdadera victoria sobre elpecado y sobre la muerte, que nos abre lapuerta de la resurrección, pero no pareceabrazar a la creación. El lugar adonde llegala nueva conexión de la gracia que Cristonos comunica está solo en el espíritu delhombre. El cosmos, en cambio, no pareceestar implicado y solo se habla de una inter-vención de Dios al final de los tiempos, quetransformará la creación (nueva Creación).¿Es justa esta perspectiva? ¿Cómo conectaeste horizonte con la promesa de la recapi-tulación de todo (no solo de los hombres) enCristo, que ya ha comenzado? La únicaconclusión posible ante estas paradojas esque en la evolución de la teología cristianase han dado demasiadas influencias en-gañosas, que han bloqueado una adecuadacomprensión de la “infraestructura” creadapor el plan divino de salvación. Intentemosexplicarlo.

Los “peajes” del dualismo griego

La visión de la creación y del hombre dematriz hebrea era bastante armónica, uni-taria (ningún dualismo) y relacional.Además estaba bien integrada en el pensa-miento de la alianza. El problema apareciócuando la fe cristiana, saliendo del judaís-mo, tuvo que dialogar con la cultura hele-nista. La visión helenista de la realidad secaracteriza por un fuerte dualismo entreespíritu y materia, siempre en perpetuoconflicto. La razón de esto está en el hechode que, en esta tradición cultural, se ve enla tensión entre espíritu y materia la raízontológica del conflicto moral entre el bieny el mal. No teniendo el concepto de una

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creación libre del mundo, y postulando laaparición de la creación por emanación de-gradante del Uno, se concibe la materiacomo principio del mal, del pecado, de ladegradación. Y, en una típica confusión, seidentifica el origen de la pluralidad con elorigen del mal.

Si la fe cristiana ha tenido que lucharmucho para poder integrar en la culturagriega la idea de la libre creación del mun-do por Dios, no ha tenido un semejante éxi-to en lo referente a la superación del dualis-mo estructural. A pesar de que siempre hamantenido la radical bondad de lo queDios ha hecho, la visión cristiana de la cre-ación ha sufrido esa carga peyorativa deri-vada del dualismo griego contra el aspectomaterial: el cuerpo, los sentidos, la materia,han sido vistos con prevención, como peli-grosos, como opuestos al mundo del espíri-tu, a la rectitud moral, etc. Esta contamina-ción del pensamiento dualista ha sido laprimera fuente de rechazo del mundo.

La visión griega ofrecía además su me-tafísica como instrumento precioso para lafe. Precioso porque defiende con la solarazón la unicidad de Dios y ofrece concep-tos muy útiles para consolidar la fe en eldiálogo entre fe y pensamiento. Pero estotambién llevó a pagar fuertes peajes a la fe.De hecho, la visión griega del Uno no acep-

ta ninguna pluralidad, tendiendo así a sepa-rar el Uno de Dios de cualquier pluralidad,de cualquier vínculo con otra realidad, in-cluso poniendo en peligro la doctrina trini-taria (que une unidad y pluralidad). Estametafísica no tiene una visión relacional dela realidad, sino una visión individual (lassustancias son autosuficientes, aisladas, seentienden de forma individual). Si junta-mos las dos raíces, dualista e individualista,se comprende por qué motivo no solo se darelieve a la distinción entre creado e increa-do, entre cielo y tierra, sino que se llega aafirmar una separación completa e inclusouna oposición entre esas realidades. El úni-co vínculo es la libre decisión de Dios queda la existencia a las criaturas. La conexióncon la Alianza como plan inicial de Dios sepierde. Este desprecio de la dimensión rela-cional ha sido fuente de contaminación delconcepto de la creación por influjo del pen-samiento griego.

Los “peajes” de las herejías. Creación y Cristo

La conexión entre creación y Cristo tie-ne un origen concreto: la herejía arriana.Arrio decía que Jesús no era Dios, era, sinembargo, la suprema criatura, creada paraconectar a Dios con el mundo. Para superareste error se cortó en el siglo IV cualquiervinculación entre la creación y Cristo o elEspíritu, que afirmaban las escrituras. Estecorte ayudó ciertamente a no pensar enCristo o en el Espíritu como una criatura,pero también se terminó por negar cual-quier relación personal de Dios con la crea-ción (el vínculo que deriva de la creación esobra de la naturaleza divina, de la personacomo Uno), el acto creador se desconectadel plan de salvación, como si esta fueseuna gracia distinta1 en el sentido de que ladecisión de crear el mundo y el hombre fue-ra un misterio inexplicable.

Perspectivas 1199

Quiero decir que el plan del Pa-dre, que lo ha creado todo por Cristoy en función de Él, llega a su pleni-tud en la resurrección y todo cuantoexiste (no solo los hombres) hace re-ferencia ahora al Resucitado, cuyapresencia en cada ser humano es de-cisiva para la fe y la misión de laIglesia.

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En lugar de tomar como modelo, paraentender la relación entre creado e increa-do, al mismo Cristo (divinidad y humani-dad, unidos sin confusión, pero tambiénsin separación), se toma el modelo filosófi-co y es aquí donde se deja espacio a la in-tromisión del dualismo entre espíritu y ma-teria, entre natural y sobrenatural, olvidan-do la novedad significada por la encarna-ción del Verbo.

Por este mismo camino se pierde de vistaque la resurrección-redención abarca tam-bién al cosmos, a todo lo creado, al univer-so entero que encuentra ahora en el Resuci-tado su nueva raíz, su nuevo ser. Quiero de-cir que el plan del Padre, que lo ha creadotodo por Cristo y en función de Él, llega asu plenitud en la resurrección y todo cuantoexiste (no solo los hombres) hace referenciaahora al Resucitado, cuya presencia encada ser humano es decisiva para la fe y lamisión de la Iglesia.

Nuevos caminos de diálogo

Como sabemos, el desarrollo de la cien-cia autónoma ha ido quitando poco a pococredibilidad y espacio a la metafísica clási-ca. Es como si la ciencia y la metafísica fue-sen incompatibles. La visión que ofrece laciencia sobre la creación en realidad no nie-ga toda metafísica, sino que, de hecho, sepromueve una cierta metafísica, pero decorte diferente, más cercana a la visión bíbli-ca. Desde la ciencia hoy emerge una visiónde la realidad en la que importan sobre todolas relaciones, la articulación, los vínculos:la interdependencia. La realidad no es unelenco de sustancias individuales e indepen-dientes, ya cerradas desde el principio. Esun proceso de interacciones, de combina-ciones cada vez más complejas, por lo que,partiendo de unos elementos básicos, apare-ce una riqueza enorme, fruto de las interac-ciones y de la evolución, que no se detiene.

La física de las partículas nos presentaun mundo donde cuentan más las 4 leyesfísicas que rigen y dan forma a las partícu-las, que los “ladrillos” que forman la reali-dad (las mismas partículas). Por lo tanto,dicho con lenguaje clásico, son más impor-tantes las relaciones que las sustancias. Laquímica nos habla de cómo los protones yneutrones se unen, formando átomos máscomplejos, y de cómo los átomos se combi-nan entre ellos generando realidades nue-vas, con propiedades nuevas, que no teníansus componentes anteriores. Esto para nohablar del nivel biológico, donde la eco-logía nos hace conscientes de las relacionesy delicados equilibrios que permiten nosolo la vida de cada organismo, sino tam-bién que la vida entre los organismos seasostenible, dentro de ese mundo de relacio-nes en el que no importa solo cada especie,sino la vinculación y organización entreellas dentro del espacio ecológico. O el ni-vel psíquico, donde la psicología evolutivay social o el personalismo promueven unavisión del hombre donde la calidad de lasrelaciones intersubjetivas son decisivaspara el mismo ser y el desarrollo adecuadode cada persona.

Desde la base científica se postula unametafísica en la que la prioridad se le otor-ga a la calidad y precisión de las relaciones.Una metafísica que concede la valoraciónmoral a las intervenciones humanas, no acalificar las cosas creadas y, por lo tanto,niega todo dualismo. Una metafísica máscercana a un Dios Trinidad en el que la re-lación de amor tiene la primacía sobre cual-quier otro concepto.

1 En las grandes síntesis medievales la razón dela partida y del retorno del mundo a Dios se rela-ciona más con la “circularidad metafísica del ser”(todo lo que sale de Dios, debe retornar a Dios)que con el plan de salvación.

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DDESDE hacía algún tiempo se ru-moreaba acerca de la publicaciónde una encíclica del papa Francis-

co dedicada a la cuestión ecológica, un temade actualidad no solo por el significado delambiente natural en el que el hombre vive ytiene experiencia de sí mismo, de los otros ydel Creador, sino también por los desafíosque desde hace ya décadas se presentan anuestro planeta, al cual la Iglesia misma haprestado especial atención dedicándole es-tudios y diversos documentos.

Desde el primer momento de su pontifi-cado, el papa Francisco, en obediencia alEvangelio, ha dedicado especial atención acualquier forma de pobreza, yendo a su en-

cuentro, asumiéndola, pero también de-nunciándola oportuna e inoportunamente,poniendo al descubierto las causas.

A la pobreza de los hombres, correspon-de después la pobreza de la “madre Tie-rra”. El cardenal Walter Kasper, hablandodel Desafío de la pobreza en el mundo de hoy, apropósito del deseo del papa Francisco de“una Iglesia pobre para los pobres”, reco-noce en las opciones pastorales del Papa elinicio de “una nueva etapa de evangeliza-ción” que engloba la respuesta a la cues-tión ecológica. En una visión profética dela realidad, en continuidad con el pontifi-cado precedente, Francisco apunta a un en-foque ético-social global a favor de la de-

Raúl Silva

El cuidado de la casa común.Una lectura de la Laudato si’

PERSPECTIVAS

Era lógico que el propio papa Bergoglio respondiese, atendiendo a la gravedad de la situa-ción y al generarse nuevas formas de pobreza, que le han llevado, como ha explicado, a ins-pirar su pontificado en la figura del santo patrón de la ecología: «Cuando fui elegido, (…)en relación con los pobres, (…) vino a mi corazón el nombre de Francisco de Asís.Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y cus-todia la creación; en este momento, nosotros tenemos una relación no tan buenacon la creación».

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fensa de la vida, afrontando de forma radi-cal la cuestión ecológica: «Una nueva cultu-ra de la vida incluye una nueva actitud hacia lacreación y plantea la cuestión ecológica. Ele-mentos para una reflexión teológica sobre cues-tiones ecológicas los encontramos ya en el papaBenedicto XVI1. El papa Francisco, en su ho-milía al comienzo del ministerio petrino, el 19

de marzo 2013, se refirió a san José como custo-dio, como “protector”. Habló de la ternura enrelación con la creación. En esto es modeloFrancisco de Asís. En la Evangelii gaudiumescribe: “Amamos este magnífico planeta dondeDios nos ha puesto, y amamos a la humanidadque lo habita”2. El hombre debe de ser guardiánde la creación3. Pero ¿qué hemos hecho de la tie-rra? Una progresiva desertización del terreno,tala de los bosques, contaminación de las aguas,devastación del medio ambiente, destrucción delas guerras… Por esto el Papa concibió en sumente una encíclica sobre la cuestión ecológica.Como Francisco de Asís en el Canto de lascriaturas, también para el papa Francisco setrata de redescubrir la belleza como camino queconduce a Dios»4.

Por tanto, era lógico que el Papa publica-se esta encíclica en ese momento, coinci-diendo con la EXPO 2015, en Milán, dedi-cada a los temas de la nutrición y del desa-rrollo sostenible, año en el que la ONU tam-bién estaba evaluando los objetivos para laerradicación de la pobreza.

En esto el papa Francisco no está solo.De hecho, al dirigirse a toda persona per-

tenezca o no a la Iglesia, más allá del ma-gisterio conciliar o del pontificio, en elespíritu de la colegialidad y del diálogo,hace referencia a los documentos de mu-chas conferencias episcopales de los cincocontinentes, igual que a las organizacionesinternacionales relacionadas con organi-zaciones especializadas fundamentalmen-te en la ecología, actitud que le valió el re-conocimiento positivo de los “verdes” y deotros.

Después de un amplio trabajo de investi-gación, de redacción y traducción, la encí-clica Laudato si’ (LS), sobre el cuidado de lacasa común fue firmada el 24 de mayo 2015,Fiesta de Pentecostés, y finalmente hechapública el 18 de junio del mismo año.

En la perspectiva del Cántico de las Criaturas

Como se desprende de su mismo nom-bre, la encíclica se escribió en la perspectivadel Cántico de las criaturas y, por tanto, desdelas mismas profundas raíces teológicas.

«El Cántico es una invitación a los hombresa alabar al Creador por sus criaturas. Es unainvitación a todas las criaturas a alabar a suCreador. Es una invitación a la alabanza quenace tanto de la contemplación de la belleza delas criaturas, como de la constatación de subondad, de su “utilidad”. Es como si Franciscoreanudase la exclamación de asombro que elCreador, según el relato del Génesis, tuvo alterminar cada acto creativo: “Y vio Dios queera bueno”».

Así, hablando de la creación, el corazóny la mente se dirigen al Creador, con unaactitud típicamente cristiana.

«El Cántico de las criaturas es el origen deun nuevo humanismo, caracterizado por una re-lación armoniosa con la naturaleza, con el uni-verso, con los hombres, con Dios, una relaciónarmoniosa que Francisco propone a través deuna fraternidad universal que le lleva a llamar a

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«El Cántico de las criaturas es elorigen de un nuevo humanismo, caracte-rizado por una relación armoniosa conla naturaleza, con el universo, con loshombres, con Dios, una relación armo-niosa que Francisco propone a través deuna fraternidad universal...».

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todas las criaturas, y no solo al hombre, “herma-no”, “hermana”, todos hechos tales por la obracreadora del Padre celestial, y más aún por laobra redentora de Cristo.

De aquí nace el cántico de alabanza: el hom-bre, pequeña y gran criatura, lleno de admira-ción y gratitud por tanta bondad, por tanta belle-za, se asombra delante del Creador y dador detantos dones. Francisco canta este asombro y estaalabanza con las expresiones de la Escritura, ex-presiones tantas veces repetidas en el Oficio divi-no de los laudes dominicales, tomadas de los sal-mos5 de los cánticos, y sobre todo del Cántico deDaniel».

«(…) Al cántico de las criaturas y del Creador,(Francisco) ha unido la obra de la redención rea-lizada por Cristo, gracias a cuya muerte y resu-rrección todo el cosmos ha sido redimido y parti-cipa ahora de los cielos nuevos y de la tierra nue-va, por lo que toda criatura lleva ya el signo de la“explosión de luz”, como lo ha definido Benedic-to XVI, acaecida en la resurrección. Y así el cie-lo, la tierra, el sol, la luna y las estrellas, el vien-to, el agua, el fuego, llevan significación de lanueva realidad inaugurada por Cristo»6.

Idéntica actitud se encuentra en otrossantos como, por ejemplo, Hildegarda deBingen, la cual no solo tuvo visiones místi-cas referentes a la creación, sino que incen-tivó una relación acogedora y alegre de sus“hijas” para con la naturaleza en general, ycon la propia naturaleza femenina.

El Resucitado y la creación

«Toda la vida de Cristo es misterio». Lo esen la triple dimensión de revelación, reden-ción, recapitulación7. Por lo tanto, cualquiertema que se afronte, no puede serlo si no esen relación a Cristo y al Dios que él ha re-velado (cf. nn. 96-100).

Pero veamos el mencionado discurso enel que Benedicto XVI explica el ‘cambio’obrado en la Creación –y, con ella, en elhombre– por la ‘explosión de luz’ y que

está a la base del Cántico de las criaturas deFrancisco de Asís y como fundamento dela encíclica Laudato si’ del papa Francisco:«La resurrección de Cristo es un hecho aconteci-do en la historia […] No se trata de un simpleregreso a nuestra vida terrena; al contrario, es lamayor ‘mutación’ acontecida en la historia, el‘salto’ decisivo hacia una dimensión de vidaprofundamente nueva, el ingreso en un orden to-talmente diverso, que atañe ante todo a Jesús deNazaret, pero con él también a nosotros, a todala familia humana, a la historia y al universoentero. Por eso la resurrección de Cristo es el cen-tro de la predicación y del testimonio cristiano,desde el inicio y hasta el fin de los tiempos. Setrata, ciertamente, de un gran misterio, el mis-terio de nuestra salvación, que encuentra en laresurrección del Verbo encarnado su coronacióny a la vez la anticipación y la prenda de nuestraesperanza. Pero la clave de este misterio es elamor y sólo en la lógica del amor se puede acce-der a él y comprenderlo de algún modo […] Suresurrección fue como una explosión de luz,una explosión de amor que rompió las cade-nas del pecado y de la muerte. Su resurreccióninauguró una nueva dimensión de la vida y dela realidad, de la que brota un mundo nuevo,que penetra continuamente en nuestro mundo,lo transforma y lo atrae a sí»8.

Tenemos aquí, en síntesis, algunos ele-mentos que, junto al reconocimiento de la«autonomía de las realidades terrestres»9, sir-ven de fundamento a la encíclica, llevandoa afirmar que: «Nada de este mundo nos re-

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«Su resurrección fue como una explo-sión de luz, una explosión de amorque rompió las cadenas del pecado y dela muerte. Su resurrección inauguró unanueva dimensión de la vida y de la reali-dad, de la que brota un mundo nuevo,que penetra continuamente en nuestromundo, lo transforma y lo atrae a sí»».

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sulta indiferente» (nn. 3-6), porque estamos«Unidos por una misma preocupación» (nn. 7-9). Bajos estos dos títulos, Francisco lanzauna mirada retrospectiva al magisteriopontificio desde Juan XXIII en adelante y,además, al magisterio del Patriarcaecuménico Bartolomé, para el que la cues-tión ecológica ocupa un amplio espacio,llegando a ser de este modo un interlocu-tor privilegiado en materia de ambiente10.De este modo, Francisco une el pasado yel presente, para proyectar las iniciativashacia el futuro.

El texto parece valerse en gran parte delpensamiento de Pierre Teilhard de Char-din, s.j., así como de la «reflexión de innume-rables científicos, filósofos, teólogos y organiza-ciones sociales que enriquecieron el pensamientode la Iglesia sobre estas cuestiones» (n. 7) en elpasado pero también ahora. Entre todos,aunque no sea nombrado, parece sobresalirla importante contribución de LeonardoBoff, el cual dedicó las últimas décadas enparticular a la ecoteología11.

El texto de la encíclica

El texto cuenta de 246 párrafos dispues-tos según un esquema lógico, claro e incisi-vo, resultado del uso del método “ver-juz-gar-actuar” con el que el papa Bergogliotiene mucha familiaridad: Introducción(nn. 1-16); 1. Lo que le está pasando a nues-tra casa (nn. 17-61); 2. El evangelio de lacreación (nn. 62-100); 3. Raíz humana de lacrisis ecológica (nn. 100-136); 4. Una eco-logía integral (nn. 137-162): 5. Algunas lí-neas de orientación y acción (nn. 163-201);6. Educación y espiritualidad ecológica(nn. 201-246).

Se trata de un texto crítico sobre la reali-dad del mundo de hoy, pero lleno de espe-ranza: esperanza en la capacidad en la ca-pacidad de dar un giro a la cuestión ecoló-gica; esperanza en la capacidad de diálogo

que nos permita que «nos unamos para hacer-nos cargo de esta casa común que se nos ha con-fiado»; esperanza en la infinita belleza deDios que, al final, encontraremos cara acara y nos desvelará definitivamente el mis-terio del universo. Por tanto, en definitiva,partiendo de la perspectiva del cuidado dela creación y de una ecología integral, laencíclica es una invitación urgente dirigidaa todos los hombres y a todas las mujeres,para un diálogo sincero y honesto sobre el futurodel planeta.

En este sentido, la encíclica, después deconstatar que «todo está íntimamente ligado»,parte de «lo que está pasando en nuestra casa»(capítulo 1, nn. 17-61) presentando una ra-diografía de la situación ecológica en laque emergen los temas principales del de-bate actual: contaminación y cambiosclimáticos (nn. 20-26), la cuestión del agua(nn. 27-31), pérdida de biodiversidad (nn.32-42), el deterioro de la calidad de la vidahumana y degradación social (nn. 43-47),inequidad planetaria (nn. 48-52), para pa-sar después a considerar las cuestiones crí-ticas debidas a la debilidad de las reaccio-nes (nn. 53-59) y a la diversidad de opinio-nes (60-61).

Como se sabe, el papa Francisco tieneun particular amor por la Palabra de Dios.Más allá de la publicación de la Evangeliigaudium (en el 2013), es inolvidable su ges-to de distribuir Evangelios en la Plaza desan Pedro con la recomendación de que selleven en el bolsillo y se lean cada día.Ahora, en el capítulo 2, expone «El evange-lio de la creación» (nn. 62-100). La Palabrasalida de la boca de Dios ha dado el ser acada cosa. Francisco recupera así algo quepertenece al inmenso patrimonio teológicode Benedicto XVI: «cada uno de nosotros es elfruto de un pensamiento de Dios. Cada uno denosotros es querido, cada uno es amado, cadauno es necesario»12. Un pensamiento funda-mental para la antropología cristiana, que

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se verifica en la experiencia mística deChiara Lubich, que llega a decir: «El yo demí existe ab eterno en la mente de Dios». Enesto está el proyecto de Dios y lo sagradode la persona.

Hablando después de «La sabiduría de losrelatos bíblicos» (nn. 65-75), afirma que «Lacreación es del orden del amor» (n. 77). Elamor es la ley de la naturaleza en la cualtodo está en relación de amor con todo, detal modo que «Todo el universo material es unlenguaje de amor de Dios» (nn 89-92). Sobreesta base se fundamenta «El destino comúnde los bienes» (nn. 93-95).

En este momento, Francisco pasa alanálisis de «La raíz humana de la crisis ecoló-gica» (nn. 101-136), concentrando la aten-ción en el paradigma tecnocrático (nn.106-114), el antropocentrismo moderno(nn. 115-136), el relativismo práctico (122-123), el trabajo (nn. 124-129) y la innova-ción biológica (nn. 130-136). Partiendo dela constatación de que «el inmenso crecimien-to tecnológico no estuvo acompañado de un de-sarrollo del ser humano en responsabilidad, va-lores, conciencia» (n. 105), llega a la conclu-sión de la necesidad de «una discusión cientí-fica y social que sea responsable y amplia. […]Es preciso contar con espacios de discusión don-

de todos […] puedan exponer sus problemáticaso acceder a información amplia y fidedigna paratomar decisiones tendientes al bien común pre-sente y futuro» (n. 135). Francisco ha dadopruebas de gran transparencia al afrontar

los problemas de la Iglesia en el momentode su elección y, por lo tanto, solo puedeponer, con parresía, el dedo en la llaga cul-tural y ecológica.

Su visión es la de «Una ecología integral»(nn. 137-162) que, por el hecho de que«todo está conectado», incluye el ambiente, laeconomía, lo social (nn. 136-142), la cultu-ra (nn. 143-146), la vida cotidiana (147-155), o ese “todo” que es el bien común(nn. 156-158), el principio unificador en laética social en sentido sincrónico y anacró-nico respecto a «La justicia entre las genera-ciones» (nn 159-162).

En la tercera parte de la encíclica, elPapa traza «Algunas líneas de orientación y deacción» (nn. 163-201) en las cuales centra eldiálogo sobre el medio ambiente en la polí-tica internacional (nn. 164-175) hacia nue-vas políticas nacionales y locales (nn. 176-181). Se trata de un diálogo transparentecon respecto a los procesos de toma de de-cisiones (182-188) en el que la política y laeconomía favorezcan la plenitud humana(nn. 189-198). Un diálogo en el que desta-ca el papel fundamental de las religionescon las ciencias (nn. 199-201). Si «todo estáconectado», «la interdependencia nos obliga apensar en un solo mundo, en un proyectocomún» (n. 164). Transparencia del diálo-go, por lo tanto, pero sin ingenuidad. En

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Partiendo de la perspectiva delcuidado de la creación y de una eco-logía integral, la encíclica es una in-vitación urgente dirigida a todos loshombres y a todas las mujeres, paraun diálogo sincero y honesto sobre el fu-turo del planeta

Dado que «falta la conciencia de unorigen común, de una pertenencia mutuay de un futuro compartido por todos»,Francisco ve la necesidad de «Educa-ción y espiritualidad ecológica». Por unlado, se trata de «educación para laalianza entre la humanidad y el ambien-te» con el fin de «crear una “ciudadaníaecológica”», por otra parte, el abrirse a«La conversión ecológica»...

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este sentido, el Papa ve la necesidad de«adecuados mecanismos de control, de re-visión periódica y de sanción de los incum-plimientos» (167).

Dado que “todo” es bien común y queexiste entre todo interdependencia, el “cre-cimiento” no puede ser solo económico,sino que debe abarcar al “todo”, por tanto,también al bien de todos, porque todo hasido creado y confiado a todos. Por lo tan-to, los indicadores deben incluir todos losparámetros necesarios para su garantía.

Para hacer efectivo este tipo de propues-tas, y dado que «falta la conciencia de un ori-gen común, de una pertenencia mutua y de unfuturo compartido por todos» (n. 202), Fran-cisco ve la necesidad de «Educación y espiri-tualidad ecológica» (nn. 202-246). Por unlado, se trata de «educación para la alianzaentre la humanidad y el ambiente» (nn. 209-215) con el fin de «crear una “ciudadaníaecológica”» (n. 211), por otra parte, el abrir-se a «La conversión ecológica» (nn. 216-221)de los que lo necesiten, «que implica dejarbrotar todas las consecuencias de su encuentrocon Jesucristo en las relaciones con el mundoque los rodea» (n. 217). Se trata, en definiti-va, de «vivir la vocación de ser protectores de laobra de Dios» (n. 217), dentro de una «comu-nión universal» en la que el creyente con-templa el mundo «desde dentro, reconociendolos lazos con los que el Padre nos ha unido a to-dos los seres» (n, 220)13.

Profundizando: «Cristo ha asumido en síeste mundo material y ahora, resucitado, habitaen lo íntimo de cada ser, rodeándolo con su ca-riño y penetrándolo con su luz» (n. 221)14. Poresto se puede hablar de una fraternidad uni-versal, que se realiza según el modelo de laTrinidad (nn. 238-240) en la que todo existe(nn. 241-245).

1 Benedicto XVI, Carta encíclica Caritas in verita-te (2009), n. 48; Mensaje para la jornada mundial de la

paz 2010: “Si quieres cultivar la paz, custodia la crea-ción”.

2 EG 183; cf. 190.3 EG 215.4 Cf. J.M. Bergoglio/Papa Francisco, La bellezza

educherà il mondo (ed. Orig. Educar, exigencia y pa-sión. Desafíos para educadores cristianos. Publicacio-nes Claretianas-CCS, Madrid 2013)

5 Cf. Salmos 104, 114, 136, 148.6 Giuseppe Micunco, Introduzione a Francesco

d’Assisi, Cantico delle creature, Stilo, Modugno(Bari), 2013.

7 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 512-518.8 Benedicto XVI, Discurso a los obispos, sacerdotes

y fieles laicos participantes en la IV Asamblea eclesiaLnacional italiana, Verona 19 de octubre de 2006.

9 Cf.Gaudium et spes, 37. “Ha sido el Concilioecuménico Vaticano II, en los años sesenta, bajo el im-pulso de una nueva teología de las realidades terrenas, elque propuso, después de la Segunda guerra, una visiónoptimista del mundo y de lo creado, especialmente en laConstitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo con-temporáneo” (Giuseppe Micunco, o. c., p. 23).

10 Cf. Benedicto XVI-Bartolomé I, “Declara-ción común”, en Il Regno – documenti 51/21 (2006),p. 706: “En la época actual, delante de los grandes peli-gros para el ambiente natural, queremos expresar nuestrapreocupación por las consecuencias negativas que puedenderivarse para la humanidad y para toda la creación deun progreso económico y tecnológico que no reconoce suslímites. Como jefes religiosos, consideramos uno de nues-tros deberes alentar y apoyar los esfuerzos para protegerla creación de Dios y para dejar a las generaciones futu-ras una tierra en la que puedan vivir” (n. 6).

11 Cf. Leonardo Boff, Saber cuidar, Vozes, Petró-polis 1999).

12 Benedicto XVI, Homilía para el solemne iniciodel ministerio petrino (4 de abril del 2005).

13 Cf. Piero Coda, Dio e la creazione I. La creazio-ne dal nulla, en Nuova Umanità, 20 (1998), n. 115,67-88; IDEM, Il Cristo crocifisso e abbandonato. Re-denzione della libertà e nuova creazione, en ATI, Futurodel cosmo futuro dell'uomo, a cura di S. Muratore, Ed.Messaggero, Padova 1997, 191-232.

14 Cf. AA. VV., Egli è vivo! La presenza del Risortonella comunità cristiana, Città Nuova, Roma 2006.Se trata de profundizar a partir de “Jesús en me-dio”, el tema sobre la acción del Resucitado desa-rrollado por Chiara Lubich a un grupo de ObisposAmigos del Movimiento de los Focolares, en Rolle(Suiza), el 5 de agosto del 2004.

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EEN los últimos siglos, a través del rá-pido desarrollo de la ciencia y de latecnología, el hombre ha adquirido

la capacidad de transformar su medio am-biente en modos y medidas sin precedentes.Ha obtenido muchos beneficios del desa-rrollo y mejora de la calidad de la vida,pero también ha provocado daños incalcu-lables, como la contaminación de las aguas,del aire, de la tierra y de los seres vivos; no-tables perturbaciones del equilibrio ecológi-co de la biosfera; destrucción y agotamien-to de recursos insustituibles y graves caren-cias nocivas para la salud física, mental ysocial del hombre en el medio ambiente. Ladefensa de la creación se ha convertidopara la humanidad en un objetivo imperio-so, una tarea para cuya realización será ne-cesario coordinar y armonizar las iniciati-vas y la responsabilidad de todos los hom-

bres del mundo entero y la cooperación porparte de todos los Estados. Para alcanzaresta meta, las Naciones Unidas presentaronla primera declaración sobre el medio am-biente en Estocolmo en 1972, para sensibi-lizar la opinión pública sobre el tema a ni-vel mundial y para llamar la atención delmundo político, han declarado el 5 de junioJornada Mundial de Medio Ambiente.

En 1989, respondiendo al llamamientodel entonces patriarca de Constantinopla,Su Santidad Demetrio I, proclamó el pri-mero de septiembre, fecha de comienzo delaño eclesiástico en la Iglesia ortodoxa. Esla llamada Jornada por la custodia de la crea-ción. Su sucesor, Su Santidad Bartolomé I,ha proseguido la súplica expresando que«durante este día doblamos las rodillas del almay del corazón y pedimos al Verbo de Dios quevele benignamente por su creación y que, pasan-

Mirvet Kelly

Bartolomé I y la ecogogía.Fundamentos y espiritualidad

PERSPECTIVAS

Al patriarca ortodoxo Bartolomé I se le cita cinco veces en la Laudato si' (nn. 7-9). Des-de hace tiempo no solo es un promotor de la "causa ecológica", sino que ofrece una visión es-piritual sobre la creación rica de profundidad sapiencial y de apertura ecuménica. Expresa elinterés de la Iglesia ortodoxa por la ecología.

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do por encima de los pecados y de la avidez de loshombres, abra su mano y cumpla lo que le pedi-mos con toda bondad, deteniendo el rumbo ca-tastrófico del mundo». Sentía que es un deberindispensable porque «una Iglesia que descui-da orar por el ambiente natural es una Iglesiaque rechaza dar de beber y de comer a una hu-manidad que sufre. Del mismo modo, una socie-dad que ignora su mandato de cuidar de todoslos hombres es una sociedad que maltrata la cre-ación de Dios, incluso el ambiente natural, locual equivale a una blasfemia»1.

Regularmente, cada año, con un mensajepatriarcal que se lee en la iglesia, recuerdaeste deber a los fieles. Ha aumentado elcompromiso ecológico, al punto de ser lla-mado el “patriarca verde”. Declara que estetema «sacude fuertemente las cuerdas de nuestrocorazón y nos impulsa a trabajar con celo por lasensibilización de la opinión pública».

De 1994 a 1999, todos los años se ha te-nido en la ex Sagrada Facultad Teológicade Chalki un seminario ecológico, que secontinúa cada año en diversos países. El delaño pasado, 2015, se tuvo en la propia sededel Fanar, en Estambul, sobre el tema Teo-logía, Ecología y Logos: diálogo sobre el ambien-te, la literatura y las artes. En él participan ex-pertos del medio ambiente, científicos, pe-riodistas, teólogos y profesores universita-rios para un diálogo entre expertos prove-nientes de todo el mundo sobre temas debiodiversidad y la conservación, la energía

y el cambio climático, la economía y la in-novación.

El Patriarca, sobre el tema de las cien-cias ambientales, ha participado en mu-chos congresos, se le han conferido variosdoctorados honoris causa, ha pronunciadomuchos discursos y dirigido un gran nú-mero de mensajes. La Charta Oecumenicade 2001 propuso instituir a nivel europeouna jornada ecuménica anual de oraciónpor la salvaguarda de la creación. La Con-ferencia episcopal italiana, en 2006, esta-bleció celebrar el primero de septiembrecomo Jornada de sensibilización por la salva-guardia de la Creación. El patriarca Barto-lomé ha encontrado en los pontífices JuanPablo II, Benedicto XVI y Francisco, in-terlocutores atentos al tema de la salva-guardia de la creación, y con cada uno hafirmado una declaración conjunta sobretemas ético-ambientales.

El mismo Patriarca ha querido apoyarcualquier iniciativa que sirva para embelle-cer, sanar y preservar esta tierra. «Porque elrespeto de la creación deriva del respeto por lavida y la dignidad humana. Dios ha creadoun mundo bello y armonioso y «en el centrode la creación nos ha puesto a nosotros, los sereshumanos, con nuestra inalienable dignidad. Élnos ha dado un alma inmortal, fuente de auto-conciencia y de libertad, dotes intelectuales quenos hacen a su imagen y semejanza (cf. Gn 1,26-31; 2,7). Dios nos ha puesto en el mundo paraque colaboráramos con Él para realizar cada vezmás plenamente el fin divino de la creación2.Dios ha dado al hombre el mandamientode “trabajar y custodiar” toda la tierra, demodo que «tenemos derecho a alimentarnos,vestirnos y obtener de la tierra todo lo necesariopara vivir», «pero también tenemos el análogodeber y obligación de explotarla de modo que seconserve la capacidad de la tierra de producir enel futuro los mismos bienes». El equilibrio y laarmonía ecológica no deben ser perturba-dos porque esto «nos dañará tanto a nosotros

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La defensa de la creación se haconvertido para la humanidad en unobjetivo imperioso, una tarea paracuya realización será necesario co-ordinar y armonizar las iniciativas yla responsabilidad de todos los hom-bres del mundo entero y la coopera-ción por parte de todos los Estados.

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como a nuestro prójimo. Y ya que nuestra con-ciencia no nos permite dañar al prójimo, tampo-co debe permitirnos acciones con las cuales indi-rectamente, a fuego lento, pueda ser dañado él.Ciertamente, respetamos la creación de Dios por-que respetamos a Dios y su obra».

Prosigue Su Santidad diciendo que «lascausas de tales cambios ecológicos no están inspi-radas por Dios». La destrucción de la ar-monía originaria de la creación no es sinoconsecuencia del pecado. «Si examinamosatentamente la crisis social y ambiental queafronta actualmente la comunidad mundial, he-mos de concluir que seguimos traicionando elmandato que Dios nos dio». Solo «reconociendoque el mundo fue creado por Dios, podemos dis-cernir un orden moral objetivo dentro del cual ar-ticular un código de conducta medioambiental».

«Reconozcamos, pues, arrepentidos, la explo-tación injusta de nuestro planeta, que constitu-ye un pecado ante los ojos de Dios. Reafirme-mos nuestra responsabilidad» sabiendo que«el antídoto que la Iglesia ofrece para remediarlos males ecológicos es la vuelta del hombre a sery a vivir como imagen de Dios, en la antiguabelleza originaria». Por eso «hace falta un actode arrepentimiento de parte nuestra, y un reno-vado intento de que nos miremos a nosotrosmismos, que nos miremos el uno al otro, y quemiremos al mundo que nos rodea en la perspec-tiva del designio divino sobre la creación». Enel fondo, pues, el problema es «de orden mo-ral y espiritual. Solo se puede hallar una solu-ción a nivel económico y tecnológico si dentro denuestro corazón se verifica un cambio lo más ra-dical posible». ¿Estamos dispuestos «a sacri-ficar nuestro egocentrismo y consumismo? ¿Es-tamos dispuestos a dirigir nuestra atención ha-cia esa parte del mundo que tiene necesidad, adejar una huella más llevadera en este planetapor el bien de las futuras generaciones»?3. Estoexige un acto de humildad que consiste en«reconocer los límites de nuestras fuerzas» y«los límites de nuestra conciencia y de nuestracapacidad de juicio».

Las decisiones, las acciones que se hantomado sobre cómo debería ser el mundo«nos están alejando del designio de Dios sobre lacreación». No se nos ha dado un poder ilimi-tado sobre la creación; nosotros solo somospersonas al servicio de una herenciacomún, somos seres mortales y «la debilidadde nuestros juicios nos advierte que no empren-damos acciones irreversibles respecto a lo que op-tamos por considerar como propiedad nuestradurante nuestro breve paso por esta tierra».

Ser humildes sobre la idea de posesióny abiertos a las preguntas que se dirigen anuestro sentido de solidaridad. Luego sa-ber «estar dispuestos a estudiar los verdaderosvalores basados en la ley natural, que constitu-ye el fundamento de toda cultura humana»,«tenemos necesidad de una espiritualidad quecultive la humildad y el respeto y que sea cons-ciente de los efectos de nuestras acciones sobrela creación»4. Es más, se necesita «una nue-va cultura», donde la persona humana estéen el centro de la creación, y que «se inspi-re en un comportamiento ético respecto al am-biente, que se basa en nuestra triple relación aDios, a nosotros mismos y a la creación. Unaética tal anima la interdependencia y subrayalos principios de la solidaridad universal, de lajusticia social y de la responsabilidad con mirasa promover una verdadera cultura de la vida»,ya que «estamos atrapados por círculos tiráni-cos creados por la necesidad de aumentar cons-tantemente la productividad y la provisión debienes de consumo.

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«Es necesario un cambio radical en lapolítica y en la economía que destaque elvalor único y fundamental de la personahumana, poniendo un rostro humano alos conceptos de trabajo y productividad.Es urgente, un deber, cultivar en nuestrasociedad una cultura de la solidaridad».

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Es necesario un cambio radical en la política yen la economía que destaque el valor único y fun-damental de la persona humana, poniendo unrostro humano a los conceptos de trabajo y pro-ductividad. Es urgente, un deber, cultivar ennuestra sociedad una cultura de la solidaridad».El mundo no es solo nuestro, sino de «nues-tros hijos, y las futuras generaciones tienen dere-cho a un mundo mejor, un mundo no degradado,sin violencia, sin derramamiento de sangre, unmundo de generosidad y de amor». Tratemos depensar en los niños del mundo cuando refle-xionamos sobre nuestras opciones y exa-minémoslas antes de obrar. En el intento deaumentar el bienestar espiritual y materialde las generaciones presentes y futuras, elamor nos mostrará el camino a seguir.

El futuro de todos los hombres escomún, y la acción de uno perjudica o be-neficia a todos. «La ciencia moderna, paralela-mente a la actividad económica, nos obliga aaceptar la verdad cristiana de la unidad del futu-ro de la Humanidad. Hasta hoy sobrevive cierta-mente el espíritu individualista; solo con la cola-boración y la mejora moral general podemos ob-tener provecho recíproco».

Los cristianos estamos llamados a ocu-par la primera fila en proclamar los valoresmorales y en educar a las personas a unaconciencia ecológoca, pero Su Santidad sedirige a todos «los hombres y mujeres de buenavoluntad para que busquen el modo de vivir conel menor derroche y mayor sobriedad, manifes-tando menor avidez y mayor generosidad por laprotección del mundo de Dios y para bien de supueblo». Ha querido promover un acerca-miento pacífico, porque cree en la capaci-dad de la razón humana y en la vía del diá-logo para alcanzar un acuerdo, respeta lospuntos de vista de todos los que no están deacuerdo con él y al mismo tiempo busca so-luciones mediante un intercambio sincero.Hace un llamamiento a la «centralidad de lapersona humana», «solidaridad universal»,«justicia social» y «la responsabilidad» para re-

mediar decisiones y acciones que «han lleva-do a la Humanidad lejos del proyecto divino dela creación».

El papel del Patriarca Ecuménico,como él afirma, «es sensibilizar esta concien-cia. No podemos tomar medidas administrati-vas o legales para eliminar la contaminación olos males medioambientales. No tenemos losmedios materiales para reparar los daños cau-sados al ambiente natural. Por eso tratamos deconvencer a cuantos, vecinos nuestros, poseenlos medios o el modo de hacer lo que puedan,aunque sea poco, en el ámbito de la acción in-dividual, sea mucho en el ámbito del esfuerzocolegial de un gobierno»5.

Su Santidad, con un espíritu lleno de op-timismo, afirma: «No es demasiado tarde paraactuar, pero no podemos permitirnos esperar».Pide oraciones para que cambie «la mentali-dad de los poderosos del mundo y los ilumine ano destruir el ecosistema del planeta por razonesde provecho económico y de efímero interés»6.

1 Discurso del Patriarca Bartolomé al Instituto cató-lico de París. Una Alianza entre ecología y teología.

2 Declaración conjunta de Juan Pablo II y del Pa-triarca Bartolomé, 10.07.2002.

3 Patriaca Bartolomé I, Filipinas, 28.02.2015,del discurso Cuidado de la creación, justicia ecológica yética.

4 Patriarca Bartolomé I, París, 27-31.01.2014.5 El patriarca ecuménico frente al problema

ecológico, Venecia, 19.06.20026 El Patriarca Bartolome I, en la Carta encíclica,

27.8.2012.

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Se dirige a todos «los hombres y mu-jeres de buena voluntad para que bus-quen el modo de vivir con el menor derro-che y mayor sobriedad, manifestandomenor avidez y mayor generosidad por laprotección del mundo de Dios y parabien de su pueblo»

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LLA palabra “descarte” procede dellatín ex-cerpere, que significa cortar,separar lo que no tiene valor, eli-

minándolo. Puede notarse la insospecha-da parentela semántica: el “cer” en ex-cer-pere (descartar) y el “cer” en sa-cer (sagra-do): también “sagrado” es lo que es sepa-rado, pero no para ser tirado, sino parapoder ser venerado, participando en sugrandeza. ¿Qué separamos nosotros hoypara descartar, y, por otra parte, qué tene-mos por sagrado? ¿No deberíamos afinarmejor nuestros criterios, y quizá recono-cer el valor de lo que descartamos y el des-valor de los ídolos que adoramos? En estecamino contracorriente nos guía, con susabio magisterio, el papa Francisco. Enparticular, la exhortación apostólica Evan-gelii gaudium y la encíclica Laudato si’ nosayudan a leer los signos de los tiemposcon ojos nuevos.

Repasamos brevemente los contenidos,

para referirnos después a dos interesantesexperiencias.

No al descarte y al despilfarro en Evangelii gaudium

El papa Francisco, en Evangelii gaudium,denuncia ante todo la difusión de la culturade la indiferencia y del descarte cuando sehacen prevalecer aspectos exclusivamenteeconómicos. Con una economía de exclu-sión, «queda afectada, en su misma raíz, la per-tenencia a la sociedad en la que se vive, pues yano se está en ella debajo, en la periferia, o sin po-der, sino que se está fuera»1.

En una sociedad que parece olvidarsecada vez más de la dimensión específica-mente humana, puede suceder que no seanoticia que muera de frío un anciano quevive en la calle, mientras sí lo sea una va-riación de la bolsa. Añade el papa Francis-co: «No se puede tolerar más que se tire la comi-

Mauro Mantovani, s.d.b.

Descarte y derroche:un escándalo

PERSPECTIVAS

Entre los varios requerimientos que el papa Francisco está presentando como urgentes nosolo a la Iglesia sino a toda la comunidad de los pueblos y de las naciones, la superación de la“cultura del descarte” y del “escándalo del derroche” reviste sin duda un ministerio impor-tante. Nos presenta una espiritualidad del “saber cuidar” que se hace cultura, estilo de vida,educación, buenas prácticas, testimonio concreto en la vida de todos los días.

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da, cuando hay gente que pasa hambre. [...] Seconsidera al ser humano en sí mismo como unbien de consumo, que se puede usar y luego tirar.[...] Los excluidos no son “explotados” sino de-sechos, “sobras”»2. Y los espacios de rela-ción, sean locales, nacionales o internacio-nales, en los que una sociedad injusta y ex-cluyente abandona a una parte de ella, em-pobrecida por la falta de igualdad de opor-tunidades, se convierten a menudo en luga-res de inseguridad, conflicto y violencia,que necesitan por esto de soluciones quevayan a la raíz y a las causas de la injusticiamisma3.

En este sentido, el papa habla de un ver-dadero “grito de los pobres”, que no puedeser desatendido frente al escándalo del de-rroche. Él cita el documento de la Confe-rencia episcopal brasileña de abril de 2002,Exigencias evangélicas y éticas de la superaciónde la miseria y el hambre, afirmando que «encada lugar y circunstancia, los cristianos, alen-tados por sus pastores, están llamados a escu-char el clamor de los pobres: “Nos escandaliza elhecho de saber que existe alimento suficientepara todos y que el hambre se debe a la mala dis-tribución de los bienes y de la renta. El problemase agrava con la práctica generalizada del des-perdicio»4.

No al descarte y al derroche en la Laudato si’

En la Laudato si’, en el n. 16, el papaFrancisco recuerda algunos ejes que atra-viesan toda la encíclica: la íntima relaciónentre los pobres y la fragilidad del planeta;la convicción de que en el mundo todo estáconectado; la crítica al nuevo paradigma ya las formas de poder que se derivan de latecnología; la invitación a buscar otros mo-dos de entender la economía y el progreso;el valor propio de cada criatura; el sentidohumano de la ecología; la necesidad de de-bates sinceros y honestos; la grave respon-

sabilidad de la política internacional y lo-cal; la cultura del descarte y la propuesta deun nuevo estilo de vida5.

Luego recuerda que estas cuestiones tanurgentes de la contaminación «están íntima-mente ligadas a la cultura del descarte, que afec-ta tanto a los seres humanos excluidos como alas cosas que rápidamente se convierten en basu-ra»6.

Por tanto, no podemos dejar de conside-rar «los efectos de la degradación ambiental, delactual modelo de desarrollo y de la cultura deldescarte en la vida de las personas»7, índice deuna patología propia de la cultura del relati-vismo, que aplica la lógica del “usa y tira”sobre las personas y sobre el ambiente.

A propósito del despilfarro, en la Laudatosi’, después de haber citado al papa Bene-dicto y al patriarca Bartolomé, el pontíficerecuerda que la costumbre de consumir, de-rrochar y tirar alcanza niveles inauditos enlos países más desarrollados y en los secto-res más ricos de la sociedad, igual que esparticularmente importante hoy la cuestióndel derroche del agua8.

También es especialmente escandalosoel derroche de alimentos: «El alimento que sedesecha es como si se robara de la mesa del po-bre». Sabemos –añade el papa– que «se des-perdicia aproximadamente un tercio de los ali-mentos que se producen»9. Tiramos cosas queotros se comerían o podrían utilizar. Y asínos sumergimos poco a poco en nuestrosdesechos, y nuestro derroche contamina el

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«No se puede tolerar más que se tire lacomida, cuando hay gente que pasahambre. [...] Se considera al ser humanoen sí mismo como un bien de consumo,que se puede usar y luego tirar. [...] Losexcluidos no son “explotados” sino dese-chos, “sobras”»

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mundo y calienta el planeta. No por caso,lo que los científicos llaman el OvershootDay, o sea, el día del año en el que se con-sumen todos los recursos que nuestro pla-neta produce y dispone para ese año, empe-zando así a recortar el “capital natural” quedebería servir para el futuro del planetamismo y de las nuevas generaciones, se es-timó en 2015 que era el jueves 13 de agosto.Eso significa que desde el día después, laTierra ha empezado a consumir las reser-vas del año en curso, 201610. Además, pare-ce que ya no nos acordamos de que, frente asituaciones de miseria degradante, tambiénestán los que «ni siquiera saben qué hacer conlo que poseen, ostentan vanidosamente una su-puesta superioridad y dejan tras de sí un nivel dedesperdicio que sería imposible generalizarlo sindestrozar el planeta»11.

Cuando prevalece la lógica del derroche,comenta Chiara Giaccardi, «quien no seadapta a los modelos de eficiencia y performan-ce circunstantes y no alcanza los estándares re-queridos, es abandonado a su destino y descarta-do. En cualquier caso, se le pone alejado de lavista y “almacenado” en nuevos lugares, “adap-tados” para dar salida a los desechos humanos:son los banlieues, los campos de refugiados, losnuevos guetos»12.

Dos experiencias interesantes

Frente a esta situación, los textos delpapa Francisco presentan una verdadera yauténtica propuesta de espiritualidad y decultura que se basa en la teología de la crea-ción y en la responsabilidad de cada perso-na en «cuidar la casa común». No faltan expe-riencias edificantes de “buenas prácticas”en esta perspectiva. Indicamos dos, mera-mente como ejemplo.

Roberto Cipollone, para muchos másconocido como Ciro, es un artista de Lop-piano (Florencia) cuyo taller artesanal tes-timonia un compromiso concreto en favor

del respeto y de la tutela del medio am-biente. Recoge cosas que encuentra detodo tipo, variados objetos de uso cotidia-no, y los recupera devolviéndoles una nue-va dignidad. Estaban sin vida y tirados, y

en cambio ahora son “reinventados” nue-vamente. Ciro trabaja desde la madera alhierro, desde la piedra a la fusión en bron-ce, desde la lata al plástico y hace con ellosesculturas y pinturas, verdaderos «iconos deuna nueva modernidad que genera, y despuésabandona y olvida». Un taller-laboratorio-oficina en el que, a través del arte, se vencela cultura del descarte. «No existe la preten-sión de decir no se sabe qué, sino solo la felicidadde haber recompuesto lo que había sido fragmen-tado: la historia, no solo de los materiales recu-perados, sino también de los hombres que loshan utilizado». Entre los objetos destacauna hermosísima maceta de terracota ne-gra, compuesta por muchos trocitos pega-dos con extremo cuidado: «¡Mira! –excla-ma–. Lo encontré en el contenedor de la basura;no sé cómo comprendí sacarlo de allí, y lo hevuelto a recomponer».

En la obra de sensibilización contra el de-rroche, y especialmente el de alimentos, esinteresante señalar las conferencias-espectá-culo ofrecidas por el abogado MassimoMelpignano y por el educador financieroAntonio Cajelli, autores e intérpretes deÉrase una vez el Ueist (Food), ya representadaen toda Italia. La obra experimenta un reco-

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No podemos dejar de considerar«los efectos de la degradación ambiental,del actual modelo de desarrollo y de lacultura del descarte en la vida de las per-sonas», índice de una patología pro-pia de la cultura del relativismo, queaplica la lógica del “usa y tira” sobrelas personas y sobre el ambiente.

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rrido de legalidad que, a través de la con-ciencia, arrastra a los participantes a un en-

volvente juego de sonrisas y emociones du-rante el cual se examinan muchos aspectosdel derroche: desde los recursos a la pérdi-da, a la producción, desde lo que llega anuestra mesa hasta nuestro cubo de la basu-ra. Legalidad y alimento, respeto del am-biente y respeto de la persona, conciencia denuestros gestos cotidianos. «Son los ingredien-tes del menú del mundo que queremos disfrutar yservir en la mesa de la vida de nuestros hijos», lesgusta repetir a los autores, que añaden:«Hay muchos que hablan de despilfarro. Noso-tros tratamos de mirarlo desde varias perspectivas[...], hasta el despilfarro en el consumo, porquenosotros consumimos más de lo que nos sirve.Tratamos de comprender juntos por qué sucedeesto, y quién ha querido que sea así»13.

Todos estamos implicados

La lucha contra la “cultura del descarte”y contra el “escándalo del despilfarro” afec-

ta a todos, porque a todos está confiada la“casa común” en la que hemos de habitarcomo hermanos. Durante el histórico en-cuentro en Cuba entre el papa Francisco yel patriarca Kirill, se declaró que «este mun-do, en el que desaparecen progresivamente los pi-lares espirituales de la existencia humana, esperade nosotros un fuerte testimonio cristiano en to-dos los ambientes de la vida personal y social»14.Por esto, la “conversión ecológica” –enten-dida en su sentido más pleno e integral– esciertamente una tarea de gran responsabili-dad, para la cual el patrimonio de espiritua-lidad, valores y experiencias de la vida con-sagrada puede representar un don preciosoque ofrecer a la sociedad de hoy.

1 Francisco, Evangelii Gaudium, n. 53.2 EG, n. 53.3 Cf. EG n. 59 4 EG, n. 1915 Francisco, Laudato si’, n. 16.6 LS, n. 22.7 Ibid, n. 43.8 Cf. Ibid, n. 30.9 LS, n. 50.10 Cf. L. Mercalli, La Terra domani inizia a consu-

mare le riserve del 2016, en La Stampa (13 agosto2015).

11 LS, n. 90.12 C. Gianccardi, Scarto, Il vocabolario di Papa

Francesco, Torino 2015.13 Cf. www.youtube.com/watch?v=Da4Yjn -

1h4UU, 0’33” - 0’4914 Francisco –Kirill, Declaración Común, (La Ha-

bana, 12 febrero 2016), n. 28.

Unidad y Carismas

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La “conversión ecológica” esciertamente una tarea de gran res-ponsabilidad, para la cual el patri-monio de espiritualidad, valores yexperiencias de la vida consagradapuede representar un don preciosoque ofrecer a la sociedad de hoy

«Se pretende legitimar así el modelo distributivo actual, donde una minoría se cree con elderecho de consumir en una proporción que sería imposible generalizar, porque el planeta nopodría ni siquiera contener los residuos de semejante consumo. Además, sabemos que se des-perdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y “el alimento que sedesecha es como si se robara de la mesa del pobre”».

Papa Francisco, Laudato si’, nº 50

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El carisma de Francisco de Asís sigueinspirando el camino de la Iglesia y del mundo

A todos ha parecido evidente que laencíclica Laudato si’ sea una encíclica“franciscana”, no solo por el título, sinotambién por su contenido. Por eso cual-quier aproximación y profundización de laencíclica son posibles solo después de unadecuado conocimiento de la vida y de lasoriginales intuiciones que Francisco deAsís, genial autor del Cántico del hermanosol, tenía con respecto a las criaturas y atoda la creación. De hecho, Dios en el si-glo XIII, a través del santo de Asís, llegó asuscitar en la Iglesia y para la humanidadun carisma providencial: el de la “fraterni-dad universal” y el de una visión originaldel mundo. Un carisma que ha llegado alas culturas y los confines del mundo. Y aocho siglos de distancia, sigue fascinando

y siendo de actualidad para los hombresde nuestro tiempo. Se trata de un carismaque arroja luz sobre las relaciones de loshombres entre ellos y sobre la relación quela familia humana está llamada a mante-ner con el ambiente y la creación entera.Es de actualidad porque parece que la hu-manidad, por los intereses de unos pocos,haya “declarado la guerra” a la “casacomún” en la que los hombres están lla-mados a vivir.

Por esta original contribución del caris-ma franciscano, san Juan Pablo II, despuésde haber reconocido que «entre los santos,que muestran un culto singular por la naturale-za, como magnífico don hecho por Dios a la hu-manidad, ha de contarse merecidamente a sanFrancisco de Asís», lo proclamó con todarazón «Celestial patrono de los cultivadores dela ecología». Siete años más tarde, el mismoPapa le reconoció otro título: el de «hombrede la paz», e hizo de su ciudad natal la «ciu-

Egidio Canil, o.f.m.conv.

Francisco de Asís: un carisma “verde”

TESTIGOS

Son muchas las ideas inspiradoras que el santo de Asís ha ofrecido al papa Francisco.Ante todo, el nombre para su ministerio petrino. Luego varias ideas para el programa de supontificado, como una Iglesia “pobre” y “al servicio de los pobres” y el compromiso de laIglesia y de la Humanidad por custodiar el planeta y “cuidar la casa común”.

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dad del diálogo y de la oración de las Religionespor la paz». De hecho, fue en Asís dondeconvocó, por primera vez en la historia, alos representantes de las diversas Religio-nes del planeta para orar por la paz, eventoque tuvo lugar el 27 de octubre de 1986. Elmismo Papa definió el clima que se vivióaquel día con la conocida frase de «espíritude Asís». Benedicto XVI, con su presenciaen Asís para el 25 aniversario de aquel«espíritu de Asís», después de haber definidola iniciativa de su predecesor como «audazy profética», amplió también el significadodel «espíritu de Asís» con el «cuidado» y el«respeto de la naturaleza».

El Cántico del hermano sol, en el corazón del papa Francisco

El papa Francisco, desde el comienzode su pontificado, ha confirmado la actua-lidad del mensaje de Francisco de Asís. Enel encuentro con los periodistas despuésde su elección, justificó así la elección desu nombre: «¡Francisco de Asís! ¡Es para mí elhombre de la pobreza, el hombre de la paz, elhombre que ama y custodia la creación! ¡En estemomento tenemos con la creación una relaciónno muy buena!». Y en la homilía para el co-mienzo del ministerio petrino, el papaFrancisco, inspirándose en el Santo deAsís, puso la «vocación de custodiar» comouno de los puntos centrales de su progra-ma apostólico. Y precisó: «Es custodiar todala creación, la belleza de la creación, como senos dice en el libro del Génesis y como nosmostró san Francisco de Asís: es tener respetopor toda criatura de Dios y por el medio am-biente en el que vivimos».

Es oportuno, pues, dar una ojeada almensaje original que nos dejó Franciscode Asís, sobre todo a través de sus escritos,de su vida y de su carisma. Un testimonioque cubre todo el arco de su vida, hasta lacreación del Cántico del hermano sol, que

tuvo lugar hacia el final de su existenciaterrena, en las horas más duras y doloro-sas de su vida.

Hacía dos años que Francisco había sidoconformado a Cristo crucificado mediantelos estigmas, y fue precisamente en aque-llas horas de oscuridad por la ceguera físicaque lo hería, cuando dirigió su mirada ins-pirada y poética a la creación. Una de lasprimeras biografías describe así su condi-ción física cuando compuso el Cántico:«Llevaba el beato Francisco en san Damián cin-cuenta días. No pudiendo soportar de día la luznatural, ni de noche la claridad del fuego, estabasiempre en la oscuridad en casa y en la celda.Sentía día y noche tan atroces dolores en los ojosque casi no podía descansar ni dormir, lo cualaumentaba y empeoraba todas las demás enfer-

medades suyas»1. En esta condición dramáti-ca y dolorosa, consiguió expresar todo suestupor por la belleza de la creación y es-talló en un canto de alabanza al Creador.Afirma el santo mismo: «Quiero, para ala-banza de Dios y consolación mía y para edifica-ción del prójimo, componer una loa al Señoracerca de sus criaturas. Nosotros, cada día, usa-mos las criaturas y sin ellas no podemos vivir, y,en cambio, en ellas el género humano ofendemucho al Creador. ¡Y cada día nos mostramosingratos por este gran beneficio, y no damos glo-ria, como deberíamos, a nuestro Creador y da-dor de todo bien!»2.

No solo en aquellas últimas horas sinotoda la vida de Francisco de Asís fue uncanto de alabanza y de amor al Altísimo

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«Es custodiar toda la creación, la be-lleza de la creación, como se nos dice enel libro del Génesis y como nos mostrósan Francisco de Asís: es tener respetopor toda criatura de Dios y por el medioambiente en el que vivimos».

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por la creación. Dios había inspirado aFrancisco la nueva visión del mundo desdesu conversión. Después del abrazo al lepro-so que lo llevó a cambiar de vida, en laiglesia abandonada de san Damián, recibiódel Crucificado un mandato preciso:«¡Francisco, ve y repara mi casa, que, como ves,está toda en ruinas!»3. Misión que, despuésde ocho siglos, a través de la encíclica Lau-dato si’, la Iglesia hace suya y la entrega atodos los hombres: la misión de construirla «fraternidad entre los pueblos» y la salva-guarda de la «casa común», la creación.

Aproximación antropológica y teológi-ca de san Francisco a la creación

La relación que san Francisco instaurócon el mundo no consistía en una relaciónabstracta con la creación, sino concreta,con cada criatura, «con todas tus criaturas».Todas, incluidos los seres inanimados, fue-ron para él «Frate – hermano» y «Sora – her-mana», o sea, “hijos” e “hijas” de un mis-mo Padre. Todos, incluido el lobo, el ban-dolero, el diferente, el leproso, el “enemi-go”, como Melek el Kamil, sultán de Egip-to, que conoció durante la V Cruzada, elpobre, etc.: ¡todos son para Francisco “her-manos” a quienes amar! Y fue decidido asu encuentro, creando con cada uno una re-lación de profunda amistad y de verdaderahermandad.

San Francisco, a través de las criaturas,

encuentra su verdadera relación con Dios,con el Creador. Acercándose a las criaturasy admirando su belleza, él admira, contem-

pla y canta la belleza de Dios. En esto se di-ferencia de los autores sagrados del Anti-guo Testamento. En el Cántico del hermanosol, Francisco no invita a las criaturas a ala-bar a Dios, sino que se invita a sí mismo y atodos los hombres a alabar y dar gloria aDios por la belleza que descubre en las cria-turas. La alabanza que Francisco eleva nose dirige a las criaturas, sino a Dios, a suCreador.

«Altísimo, omnipotente, buen Señor,tuya es la alabanza, la gloria y el honor y toda

bendición...Alabado seas, mi Señor, con todas tus criatu-

ras,especialmente por el hermano Sol... ¡de Ti,

Altísimo, trae significación!»

San Francisco, además, manifiesta su es-tupor por las criaturas no solo por sí mis-mas sino por la finalidad para la que fue-ron pensadas y creadas por Dios, por suexistir para el servicio del hombre. Lascriaturas son dones de Dios a los hombres.Han sido queridas, creadas y donadas alhombre, para que el hombre se sirva deellas y goce con ellas. Por eso llaman alhombre a alabar y a dar gracias a Dios,

Testigos 3377

Todos, incluido el lobo, el bando-lero, el diferente, el leproso, el “ene-migo”, como Melek el Kamil, sultánde Egipto, que conoció durante la VCruzada, el pobre, etc.: ¡todos sonpara Francisco “hermanos” a quie-nes amar! Y fue decidido a su en-cuentro, creando con cada uno unarelación de profunda amistad y deverdadera hermandad.

«¡Alabado seas, mi Señor, por la her-mana agua,

la cual es muy útil y humilde y precio-sa y casta!

Alabado seas, mi Señor, por nuestrahermana la madre tierra,

la cual nos sustenta y gobierna...».

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comprometiéndose además a ser fiel custo-dio del don recibido.

«¡Alabado seas por la hermana agua –quepara Francisco–

es muy útil y humilde y preciosa y casta!Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana

la madre tierra,la cual nos sustenta y gobierna...».

Todo ha sido querido y todo ha sidopuesto por Dios a disposición del hombre.Por eso el hombre, cuando daña el am-biente, contamina, malgasta, violenta a lanaturaleza, no solo ofende a Dios, sinotambién se hace daño a sí mismo, porquese priva de todos esos dones y obliga a«nuestra hermana madre tierra» a producirfrutos y flores contaminados y nocivospara el hombre.

Además, san Francisco tiene una visiónteológica de la creación, sobre todo en rela-ción a dos misterios de la fe cristiana: elmisterio de la Encarnación y el de la Re-dención. Para san Francisco, un gusanilloque se encuentra en el camino le recuerda aCristo que se hizo “gusano de la tierra”.Cada hermano leproso que abraza le re-cuerda a Cristo que, en la pasión, carece derostro humano. ¡En el corderito que es lle-vado al mercado recuerda a Cristo, “Corde-ro de Dios”! En los pobres encuentra aCristo que, “siendo rico, se hizo pobre”,etc. Y el mismo diálogo que instaura conlas criaturas sucede con el misterio de laRedención. Cuando el Santo se relacionacon las criaturas, cuando “predica” a lospájaros, cuando encuentra y amansa allobo, hace presente la Redención. Comohombre salvado, estigmatizado y transfor-mado en “otro Cristo”, percibe la condi-ción de los primeros padres antes del peca-do, cuando en el Edén vivían en armoníacon todas las criaturas. Además, con talacercamiento a la creación, san Franciscoofrece su aportación a la redención del

mundo, en la línea expresada por san Pabloen su Carta a los Romanos, cuando resaltaque «la creación espera ansiosa y desea vivamen-te el momento en que se revele nuestra condiciónde hijos de Dios... en la esperanza de verse libera-da de la esclavitud de la corrupción para partici-par en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» .

Llamados a cuidar la creación

En la encíclica Laudato si’ el papa Fran-cisco no solo denuncia con fuerza el graveestado de salud de la tierra, sino que ¡com-promete a todos los hombres a cuidar deesta especial “hermana” y “madre” que es

la tierra, nuestra “casa común”! ¡Herma-na, y sobre todo madre, «la cual –continúael Santo– nos sustenta y gobierna y produce di-ferentes frutos con f lores de colores y hierba!».La encíclica, siguiendo a san Francisco deAsís, invita a todos a asumir el compromi-so de custodiar este mundo que, recibidocomo don para nuestra vida presente, ¡esta-mos llamados a entregar, mejorado si esposible, a las futuras generaciones!

1 Fuentes Franciscanas. Recopilación de Asís. Pa-dua, 2009.

2 Idem.3 Fuentes Franciscanas. Vida segunda de Tomás de

Celano. Padua, 2009.4 Rm 8, 19-21.

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El hombre, cuando daña el am-biente, contamina, malgasta, vio-lenta a la naturaleza, no solo ofen-de a Dios, sino también se hacedaño a sí mismo, porque se priva detodos esos dones y obliga a «nuestrahermana madre tierra» a producirfrutos y flores contaminados y no-civos para el hombre.

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Una mirada a la creación: Guardini místico

«Hoy he comprendido por primera vez qué sig-nifica que todas las cosas hablen de Dios. Él lo hacreado todo y a cada cosa en particular. Está den-tro de cada fibra de realidad. Todo existe ininte-rrumpidamente por su poder. Quien lo experi-menta tiene la experiencia de Él en todo. Siemprede modo diverso, pero como esta hoja, como elmurmullo de este arroyo, como la luz aquí los ár-boles. Siempre es así. Lo experimentaron los grie-gos, cuando para ellos cada cosa era divina»1.

Es una página extraordinaria del diariode Romano Guardini (1885-1968), teólogode origen veronés afincado en Alemania.Es una de esas páginas inspiradas en lasque la intuición, la inteligencia y la contem-plación son una misma cosa. Es una visión“mística” (si con este término queremos in-terpretar la realidad en su verdad y simpli-

cidad) partiendo de la unidad primordialque tiene su origen en el acto creativo deDios. Él lo ha hecho todo y cada una de lascosas. Su presencia anima toda la sustanciadel universo. Todo está en Él porque Él estáen todo. Su manifestación es multiforme(hoja, arroyo, luz, árboles).

Guardini tiene una visión cristiana delmundo, que parte de la conciencia de larevelación y de la iluminada e iluminado-ra sabiduría que irradia de la creación en-tera. Dios ha creado el universo y lo sos-tiene. Esta es la base de toda ecología. Laregla por la que se rige el mundo es la re-gla de Dios. La referencia al mundo grie-go no es inoportuna. Los griegos teníanuna idea casi divina de la naturaleza. Laphysis es propiamente el mundo animadopor lo divino en el que las realidades ma-teriales y espirituales se relacionan entresí. De aquí el nacimiento del tradicional

Gennaro Cicchese, o.m.i.

Una visión cristiana del mundo.Guardini y la Laudato si’

TESTIGOS

La figura del teólogo italo-alemán, “padre de la Iglesia del siglo XX”, tan conocido por lospapas Benedicto y Francisco, emerge en la última encíclica dejándonos una herencia precio-sa sobre la relación con la creación y sobre la ecología de las relaciones humanas.

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cruce entre física y metafísica que, conAristóteles como inspirador, está en labase de la civilización occidental y tam-bién de la árabe.

Estas consideraciones presentan a R.Guardini, perspicaz pedagogo y líder espi-ritual del movimiento juvenil alemán Quik-born (Fuente viva), Praeceptor Germaniae, fi-gura iluminada de Alemania durante y des-pués del nazismo, que Hanna Barbara Gerl,una de sus más grandes y fervientes estu-diosas, lo ha definido como “padre de laIglesia del siglo XX”. Hoy es un clásico delpensamiento europeo por su valioso patri-monio teológico que cuenta con más de1849 títulos.

Con ocasión del centenario del naci-miento del teólogo italo-alemán, en la Aca-demia Católica de Baviera, el entonces Car-denal Ratzinger concluía su intervencióndiciendo: «¿Qué hacemos cuando festejamos elnacimiento de Romano Guardini? ¿Es solo lanostalgia de aquellos para quienes el encuentrocon Guardini fue una experiencia espiritual de-terminante? ¿O la de Romano Guardini es tam-bién hoy una voz que tenemos que hacer nueva-mente audible?»2.

La sabiduría de Guardini está viva tam-bién hoy. Muchos de los problemas con-ceptuales y prácticos se pueden afrontar yresolver mediante sus escritos. Es verdade-ramente un maestro que habla interior-mente, descubriendo las riquezas de una feque hacer ver: es la “visión cristiana delmundo” que muestra todas las cosas en

Dios. Su capacidad de gran pensador le lle-va a moverse con toda competencia en losámbitos teológicos, filosóficos, bíblicos,litúrgicos, literarios y pedagógicos. No escasual que Benedicto XVI lo haya citadomuchas veces y se inspirara en él tambiéndurante su ministerio petrino3, y que elpapa Francisco lo haya tenido en cuenta ensu última encíclica.

La contribución de Guardini en la Laudato si’

En el capítulo tercero, la encíclica Lau-dato si’ investiga sobre los orígenes de la cri-sis ecológica (La raíz humana de la crisisecológica). La crisis ecológica surge de undesequilibrio resultante de la crisis antro-pológica que atraviesa toda la época mo-derna hasta nuestros días. El ser humanono logra hallar su lugar en el universo crea-do, convertido cada vez más en naturaleza ycada vez menos en obra de Dios. Incluso lacultura se ha ido convirtiendo cada vezmás en creación humana en vez de ser acogi-da del mensaje revelado que Dios desvelaal hombre, pero que también desvela el serhumano a sí mismo. Como consecuencia,la naturaleza es cada vez menos natural, lacultura menos cultural, y el hombre essiempre menos humano. Guardini es unode los primeros en darse cuenta de quenuestra época se caracteriza por una pro-funda transición de lo moderno a lo postmo-derno. No es casual que su obra El fin de laépoca moderna4, sea citada en la encíclica almenos en cinco números (105, 108, 115,203, 219), para subrayar el sentido de unacrisis de época como crisis de relación conla nueva ciencia. De aquí las nuevas cues-tiones: ¿cómo afrontar el poder que la cien-cia y la técnica nos ofrecen? ¿El hombreestá suficientemente preparado para ges-tionar las inmensas posibilidades que el de-sarrollo tecnológico le ofrece hoy?

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Es verdaderamente un maestroque habla interiormente, descu-briendo las riquezas de una fe quehacer ver: es la “visión cristiana delmundo” que muestra todas las co-sas en Dios.

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Prácticamente se trata de examinar si elpoder tecnológico es capaz de determinar,creativamente, un nuevo modo de vivir su-

perando los innumerables males que afli-gen a la humanidad, mejorando la calidadde la vida y la estética de las cosas que nosrodean, sin perder de vista los riesgos de lapérdida del control de una tecnología quede sierva se está convirtiendo en dueña, yque, con la revolución digital y biónica, yaestá reemplazando al hombre con las má-quinas, creando nuevos híbridos .

El papa Francisco invita a concentrarsesobre el paradigma tecnocrático dominantey sobre la nueva fase que abraza a toda lahumanidad, que hay que releerla, sustan-cialmente, en clave positiva: «Es justo ale-grarse ante estos avances, y entusiasmarse frentea las amplias posibilidades que nos abren estasconstantes novedades» (LS 102). La encíclicatambién muestra los riesgos de la tecno-logía que, a lo largo de la historia de la hu-manidad ha generado crueles realidadespor el tremendo exceso de poder y de suobra destructora:

«Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobresí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlobien, sobre todo si se considera el modo como loestá haciendo. Basta recordar las bombas atómi-cas lanzadas en pleno siglo XX, como el gran des-pliegue tecnológico ostentado por el nazismo, porel comunismo y por otros regímenes totalitariosal servicio de la matanza de millones de perso-nas, sin olvidar que hoy la guerra posee un ins-trumental cada vez más mortífero» (LS 104).

Estas importantes reflexiones son com-patibles, en los siguientes números, con al-

gunas citas que muestran cómo Guardiniofrece una contribución original válida to-davía hoy. Incluso en relación con al temadel poder, es evidente en varias citas denuestro autor en LS 105: «Se tiende a creer“que todo incremento del poder constituye sinmás un progreso, un aumento de seguridad, deutilidad, de bienestar, de energía vital, de pleni-tud de los valores”, como si la realidad, el bien yla verdad brotaran espontáneamente del mismopoder tecnológico y económico. “El hecho es queel hombre moderno no está preparado para utili-zar el poder con acierto”, [...] y “la posibilidadde que el hombre utilice mal el poder crece cons-tantemente” cuando no está “sometido a normaalguna reguladora de la libertad, sino únicamen-te a los supuestos imperativos de la utilidad y dela seguridad”»6.

Poco más adelante se sostiene que el pa-radigma tecnocrático ha llegado a ser do-minante por sus recursos y su lógica (LS108). La consecuencia, escribe Guardini,es que «el hombre que es el protagonista, sabeque, en última instancia, no se trata ni de utili-dad, ni de bienestar, sino de dominio; dominioen el sentido estricto de la palabra» y, por eso,«intenta apoderarse de los elementos de la natu-raleza y a la vez de la existencia humana». Elantropocentrismo moderno, paradójica-mente, ha terminado colocando la razón

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El ser humano no logra hallar sulugar en el universo creado, conver-tido cada vez más en naturaleza ycada vez menos en obra de Dios.

La presencia de Guardini en laencíclica Laudato si’ es importante ypreciosa porque subraya y ayuda acomprender mejor la crisis ecológicaactual y sus orígenes antropológicos,ligados a un exceso de confianza enel sujeto humano y a una incapaci-dad de gestionar “el poder” que laciencia y la técnica modernas ofre-cen al hombre de manera cada vezmás absoluta y barata.

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técnica sobre la realidad (LS 115). El serhumano, escribe Guardini, «ya no siente lanaturaleza ni como norma válida, ni como refu-gio de la vida. La ve sin hipótesis, objetivamen-te, como espacio y materia en la que realizaruna obra en la que pueda tirarlo todo, sin queimporte lo que pueda resultar».

En el capítulo sexto de la encíclica seafronta el tema de la “educación y espiri-tualidad ecológica”, señalando que la hu-manidad tiene que cambiar su rumbo y reo-rientarlo con la conciencia de «un origencomún, de una pertenencia mutua y de un futu-ro compartido por todos» (LS 202). Es un de-safío cultural, espiritual y educativo que in-volucra al ser humano en cuanto individuo,pero también y sobre todo a nivel comuni-tario. Se trata de apuntar sobre un estilo devida opuesto al consumismo obsesivo y aun mecanismo compulsivo del individuoque se considera libre si puede consumir(LS 203). Es lo que ya señalaba RomanoGuardini: el ser humano «acepta los objetosordinarios y las formas habituales de vida talcomo le son impuestas, desde la planificación ylos productos fabricados en serie, actuando, gene-ralmente así con la impresión de que todo eso eslo racional y lo acertado».

Del número 216 al 221 en adelante sehabla de la “conversión ecológica” y una

vez más Guardini se hace presente (LS219) para recordar que esto exige un cam-bio duradero y comunitario: «Las exigen-cias de esta tarea van a ser tan enormes que nohay forma de satisfacerlas con las posibilidadesde la iniciativa individual y la unión de parti-culares formados en el individualismo. Se re-querirán una reunión de fuerzas y una unidadde realización».

En conclusión, la presencia de Guardinien la encíclica Laudato si’ es importante ypreciosa porque subraya y ayuda a com-prender mejor la crisis ecológica actual ysus orígenes antropológicos, ligados a unexceso de confianza en el sujeto humano ya una incapacidad de gestionar “el poder”que la ciencia y la técnica modernas ofre-cen al hombre de manera cada vez más ab-soluta y barata.

1 R. Guardini, Diario. Apuntes y textos del 1942 al1964. La página del diario es del 24.8.1953.

2 C. Gentili, Attualità di Romano Guardini, en LaSocietà, XVIV (2009).

3 Cf. S. Zucal, Ratzinger e Guardini, un incontrodecisivo, en Vita e pensiero 4/2008.

4 R. Guardini, La fine dell’epoca moderna, Brescia1987.

5 Cf. G. Cicchese, Macchine e futuro. Una sfida perl’uomo, Città Nuova, Roma 2015.

6 R. Guardini, La fine dell’epoca moderna.

Unidad y Carismas

«Ocurre lo que ya señalaba Romano Guardini: el ser humano “acepta los objetos y las for-mas de vida, tal como le son impuestos por la planificación y por los productos fabricados enserie y, después de todo, actúa así con el sentimiento de que eso es lo racional y lo acertado”.

Tal paradigma hace creer a todos que son libres mientras tengan una supuesta libertadpara consumir, cuando quienes en realidad poseen la libertad son los que integran la minoríaque detenta el poder económico y financiero. En esta confusión, la humanidad posmodernano encontró una nueva comprensión de sí misma que pueda orientarla, y esta falta de identi-dad se vive con angustia. Tenemos demasiados medios para unos escasos y raquíticos fines».

Papa Francisco, Laudato si’, nº 203

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UNIDAD, PALABRA DIVINA

Unidad, palabra divina. Si en un determinado momento fuese pro-

nunciada por el Omnipotente y los hombres la llevasen a la práctica

en sus más variadas aplicaciones, veríamos el mundo detenerse de

golpe, en su marcha general, como en una película, y reanudar la ca-

rrera de la vida en dirección opuesta. (…) Familias desmembradas por

peleas, heladas por las incomprensiones, por el odio, y destrozadas

por los divorcios, se recompondrían. Y los niños nacerían en un clima

de amor humano y divino y se forjarían hombres nuevos para un

mañana más cristiano.

Las fábricas, muchas veces reunión de “esclavos” del trabajo en un

clima de tedio, si no de blasfemias, se convertirían en lugares de paz,

donde cada uno realizaría su trabajo para bien de todos.

Y las escuelas superarían los límites de la ciencia, poniendo conoci-

mientos de todo tipo al servicio de la contemplación eterna, aprendi-

da en los pupitres como en un cotidiano desvelarse de misterios, intui-

das a partir de pequeñas fórmulas, de simples leyes, incluso de los nú-

meros…

Y los Parlamentos se convertirían en un lugar de encuentro entre

hombres a los que –más que la idea que cada uno sostiene– les urge el

bien de todos, sin engaño de hermanos ni de patrias.

En definitiva, veríamos al mundo hacerse más bueno y al Cielo ba-

jar como por encanto a la tierra, y la armonía de la creación servir de

marco a la concordia de los corazones.

Veríamos… ¡Es un sueño! ¡Parece un sueño! .

Chiara Lubich, La doctrina espiritual, pag. 147.

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