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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE GEOGRAFA E HISTORIA
Departamento de Historia Moderna
POLTICA E IGLESIA: LOS PREDICADORES DE FELIPE IV
MEMORIA PRESENTADA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR POR Fernando Negredo del Cerro
Bajo la direccin del Doctor: Enrique Martnez Ruiz
Madrid, 2001 ISBN: 84-669-1969-4
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POLTICA E IGLESIA: LOSPREDICADORES DE FELIPE IV.
Fernando Negredo del Cerro.
Tesis Doctoral dirigida por el Dr. D. Enrique Martnez Ruiz.
Departamento de Historia Moderna.Facultad de Geografa e Historia. U.C.M.
MADRID, 2001
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En la vangurdia de todas las acciones, y porconsiguiente tambin de las histricas, hay individuos,subjetividades realizadoras de lo substancial. En tanto queformas vivientes de la accin substancial del Esprituuniversal y, por tanto, inmediatamente idnticos a ella, talesindividuos no conocen esa accin, no la tienen por objeto yfin. En consecuencia no alcanzan por ella honores nireconocimiento de sus contemporneos ni de la opinin de laposteridad. Pero s reciben, en cuanto subjetividaes formales,su parte de gloria inmortal.
G.W.F.Hegel, La Razn en la Historia.
Demos parte al mrito de su virtud, y acciones enla merced tan singular, que Dios hace a Espaa y a Italia,en que solas estas dos provincias y los sbditos de ellasperseveren sin mezcla de hereja la fe de Jesucristo
F. de Quevedo, Poltica de Dios y gobierno de Cristo.
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AGRADECIMIENTOS.
Toda tesis doctoral es el fruto de un largo esfuerzo sostenido en el tiempo tanto por el autorcomo por las diferentes personas que de un modo u otro comparten con l las alegras y sinsaboresde tal tarea. Y el presente caso no es una excepcin. La investigacin que tiene hoy el lector entrelas manos, iniciada hace ms de un lustro, es el resultado de una inquietud y una perseverancia quehan podido mantenerse gracias al apoyo de un grupo de hombres y mujeres de las ms variadacondicin a la que creo que me corresponde dar ahora las gracias. Entre todos ellos me gustaracolocar en primer lugar a Enrique Martnez Ruiz, maestro y amigo, cuya infinita paciencia ha sidola principal artfice de que stas pginas superasen el mero estado embrionario donde a vecesparecean condenadas a permanecer. Sus acertados consejos y constante gua han posibilitado queuna idea difusa, planteada por un recin licenciado al socaire de los cursos de doctorado, acabarapor tomar forma en este volumen.
Recordar, junto a l, al grupo de trabajo que bajo su direccin y la de la doctora Pi Corraleslleva ya varios aos desempeando su labor en el Departamento de Historia Moderna de la UCM(David Garca Hernn, Miguel Gmez Vozmediano, Carmen Soriano, Ana Sanz de Bremond,Paloma Valdivia, Karen Vilacorta Daniel Vaquern y Silvia Garca). Asimismo me gustara dejarconstancia de la deuda contrada con muchos jvenes colegas, algunos de ellos en los inicios de unaprometedora carrera profesional, otros todava en la incertidumbre de la inseguridad laboral, cuyassugerencias y colaboraciones he intentado quedase siempre reflejada en estas pginas. Loscomentarios, referencias, o siempre enriquecedoras conversaciones con A. Dubet, M.A. GonzlezFuertes, L.M. Garca Badel, B.J. Garca Garca, O. Caporossi, y R. Snchez Garca estn casisiempre en la base de lo que de interesante pueda tener esta investigacin.
Pero, si el plano acadmico es importante, el personal, al menos en mi caso, no queda a lazaga, y en este sentido la figura de mis padres y hemanos ha sido fundamental para podercompaginar mi actividad laboral con la investigadora. Pero estoy seguro que todos ellos aprobarnque se la acabe dedicando a Pilar, a Paco y a Pitu que la vieron nacer y estoy seguro de que podrnleerla.
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ABREVIATURAS. (I)
Centros de investigacin.
A.C.A. = Archivo de la Corona de Aragn (Barcelona).A.G.R.B. = Archivo General del Reino de Blgica.A.G.P. = Archivo General de Palacio. (Madrid).A.G.S. = Archivo General de Simancas.A.H.N. = Archivo Histrico Nacional (Madrid).A.U.S.A. = Archivo de la Universidad de Salamanca.B.C.Nov. UCM = Biblioteca Central de la U.C.M. (Noviciado. Madrid).B.Fd.= Biblioteca de la facultad de Dereccho (Universidad Complurtense, Madrid).B.Fil.= Biblioteca de la facultad de Filologa (Universidad Complurtense, Madrid).B.H.M. = Biblioteca Histrica Municipal (Madrid)B.M.E. = Biblioteca del Monasterio de El Escorial (Madrid).B.N. = Biblioteca Nacional (Madrid).B.P.Com. = Biblioteca pontificia de Comillas (Madrid).B.PR.= Real Biblioteca de Palacio (Madrid).B.Sem.Con. = Biblioteca del semianrio conciliar (Madrid).C.C. = Cmara de Castilla (A.G.S.).CJH = Consejo y juntas de Hacienda (A.G.S.).Consj. = Seccin de Consejos. (A.H.N.).Est. = Seccin de Estado. (A.H.N. y A.G.S.).Exp. = Expediente.F.A. = Fondo antiguo. (B.Fil.).Fol. = Folio.Inq. = Seccin de Inquisicin. (A.H.N.).Leg. = Legajo.Lib. = Libro.Mss. = Manuscrito.P.E. = Patronato Eclesistico. (A.G.S.).P.R. = Patronato Real. (A.G.S.).R.A.E.L. = Real Academia Espaola de la Lengua. (Madrid).R.A.H. = Real Academia de la Historia. (Madrid).R.C. = Seccin de Real Capilla (A.G.P.).R/ = Seccin de Raros (B.N.).Secc. Adm. = Seccin administrativa (A.G.P.).S.E.G. = Seccin de Secretara de Estado y Guerra. (A.G.R.B.).S.H. = Seccin Histrica (A.G.P.).V.E./ = Seccin de Varios Especiales (B.N.).
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ABREVIATURAS. (II)
Obras
A.I.E.M. = Anales del Instituto de Estudios Madrileos.
AHDE = Anuario de Historia del Derecho Espaol.
ALMANSA = ALMANSA Y MENDOZA, A.: Novedades de esta corte y avisos recibidos deotras partes, Madrid, 1886,
BARRIONUEVO, Avisos = PAZ Y MELIA,A. (Ed): Avisos de D. Jernimo de Barrionuevo(1654-1658), Madrid, 1968-69 (B.A.E. vol.221-222).
B.E.E. = Biografa Eclesistica Espaola, Madrid, 1847-68. 30 vol.
BLH. = SIMN DAZ, J.: Bibliografa de la Literatura Hispnica, Madrid, 1950-(en publicacin)
B.R.A.H. = Boletn de la Real Academia de la Historia.
Cartas = GAYANGOS, P. (Ed): Cartas de algunos padres de la Compaa de Jesus,Memorial Histrico Espaol, vol.XIII-XIX Madrid, 1861-65.
D.H.E.E. = ALDEA VAQUERO, Q. (Dir): Diccionario de Historia Eclesistica Espaola,Madrid, 1972-1987, 5 vol.
HIJOS DE MADRID = ALVAREZ Y BAENA, J.A.: Hijos de Madrid, ilustres en Santidad,dignidades, armas, ciencias y artes. Diccionario histrico por el ordenalfabtico de sus nombres, 4vol., Madrid, 1789.[Edicin facsmil, Madrid,1973].
MEMORIALES = ELLIOTT, J.H. y DE LA PEA, F. Memoriales y cartas del Conde Duque deOlivares, 2 vol, Madrid, 1978-1980.
NICOLAS ANTONIO =ANTONIO, N.: Bibliotheca Hispana Nova sive hispanorum scriptorum,Madrid 1778, 2vol.
NOVOA = NOVOA, M de: Historia de Felipe IV, Rey de Espaa, CODOIN, tomos 61, 69,77, 80, 86, Madrid, 1875-86.
PELLICER = VALLADARES DE SOTOMAYOR, A. (Ed.): Avisos Histricos (1639-1644) deJos de Pellicer y Tovar, Semanario Erudito, Madrid 1790, vols.31-33.
POU = POU y MART, J. M.: ndice analtico de los documentos del siglo XVII, Roma, 1917.
RODRIGUEZ VILLA = RODRIGUEZ VILLA, A. (Ed): La Corte y la Monarqua deEspaa en los aos de 1636 y 1637, Madrid, 1880.
SANTIAGO VELA = DE SANTIAGO VELA, G.: Ensayo de una biblioteca Iberoamericana dela Orden de San Agustn, 8vol., Madrid, 1913-25.
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ABREVIATURAS. (III)
rdenes religiosas.
CC.MM. = Clrigos menoresCC.RR. = Clrigos regularesO.C. = Ordo Carmelitarum (Carmelitas calzados)O.C.D. = Ordo Carmelitarum (Carmelitas descalzos)O.Cister. = Ordo Cisterciensis (Cistercienses-Bernardos)O.F.M. = Ordo Fratrum Minorum (Franciscanos)O.F.M.Cap. = Ordo Fratrum Minorum Capuccinorum (Capuchinos)O.M. = Ordo de la Mercede (Mercedarios)O.Min. = Ordo Minimorum (Mnimos de San Francisco)O.P. = Ordo Praedicatorum (Dominicos)O.Praem. = Ordo Praemonstratensis (Premostratenses)O.S.A. = Ordo Sancti Augustini (Agustinos)O.S.B. = Ordo Sancti Benedicti (Benedictinos-Benitos)O.S.Bas. = Ordo Sancti Basilii (Basilios)O.S.H.= Ordo Sancti Hieronymi (Jernimos)O.SS.T. = Ordo Santissimae Trinitatis (Trinitarios)S.I. = Societas Iesu (Jesuitas)
Normas de transcripcin
En las citas se ha modernizado la ortografa y la puntuacin y se han desarrollado lasabreviaturas excepto en los casos ms conocidos (V.M. S.S. etc).Las maysculas las hemosrespetado slo en los casos en que en la actualidad pueden admitirse. Las cursivas se utilizan paratodas las referencias procedentes de fuentes; los entrecomillados, sin ms, para las citas debibliografa.
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INTRODUCCIN.
Dios y su Iglesia aman tanto a loshombres que a pocos das de trabajos les dan unode fiesta, uno de gloria. Pero cmo usan loshombres de esos das?
Juan de Zabaleta El da de fiesta por la maana y por la tarde.
El trece de septiembre de 1665 falleca Felipe IV. Hasta sus ltimos momentos
haba luchado con todas sus fuerzas para conservar intacta la herencia legada por sus
antempasados, confiando en la ayuda de Dios para conseguirlo. Pensaba, como
bastantes de sus sbditos, que los fracasos que haban jalonado su reinado se deban,
en gran medida, a los pecados de sus vasallos y sobre todo a los suyos. Y as se lo
haca saber al Consejo de Castilla al recordarle, tras la noticia del fracaso del conde de
Carcena en Villaviciosa, que el suceso que han tenido mis armas en Portugal
manifiesta bien cun ofendido se halla Nuestro Seor de los pecados y escndalos
pblicos1. Incapaz de comprender que la ruina del reino haba sido provocada por una
prctica de gobierno muy determinada, la religin se ofreca no slo como consuelo,
sino tambin como argumento explicativo con el que sostener por qu razn la
Monarqua Catlica tena que pasar por trances tan amargos. La poltica y la devocin,
por lo tanto, se presentaban en un plano de igualdad que las confunda imposibilitando
desligar una de otra. En los momentos previos a su muerte el monarca ms poderos
de la Cristiandad se aferraba con fuerza a una interpretacin metafsica que le
permitiera racionalizar la cascada de tragedias y desastres que haban jalonado su
reinado. Y en ello no buscaba su exoneracin el rey admita que, por sus pecados, era
el primer culpable - sino sencillamente una explicacin que le posibilitara entender la
razn de su propia existencia. De esta manera, el argumento religioso crea un
horizonte de creencias en las que el individuo se sumerge y que le reconforta y le sirve
para interpretar el mundo. Y esta cosmovisin determina unos comportamientos tanto
morales como sociales o polticos.
1 A.H.N. Consj. leg. 7.175. Citado por A. DOMNGUEZ ORTIZ en su introduccin al
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No aportamos nada nuevo al recordar la continua sacralizacin de la vida que
experiment la sociedad europea occidental desde la Alta Edad Media hasta el Barroco,
sacralizacin rgidamente reglamentada en el mundo catlico a partir de Trento, pero s
que creemos conveniente circunscribir el estudio de este proceso a un momento y en
un lugar dados, Espaa en pleno siglo XVII -aunque no por ello dejemos a veces de
citar casos externos a estas coordenadas a modo de comparacin- para poder
analizarlo con detenimiento. Lo que se intentar en las siguientes pginas es, por
tanto, mostrar la importancia que el mensaje eclesistico tuvo y cmo intervino sobre
los comportamientos y las conciencias de las gentes, los diferentes canales por los que
se difundi, su significacin, la aceptacin o rechazo que produjo, etc.
Para conseguir este objetivo decidimos fijar nuestra atencin en un colectivo
especfico que aunaba las caractersticas deseadas: los predicadores reales y lo
elegimos en especial por las siguientes razones:
Primero, por el casi total desconocimiento que sobre ellos impera. No hay,
como veremos en el primer captulo, ningn estudio al respecto y aunque aparecen
citados aqu y all, lo son a ttulo individual y muchas veces descontextualizados. Una
muestra palpable de esto que venimos diciendo es que prcticamente nadie sabe el
nmero de predicadores que nombr Felipe IV (150) y mucho menos sus nombres y
obras. Este desconocimiento se extiende tambin a su actuacin en el entorno de su
marco natural, la Real Capilla, lo que haca ms sugerente iniciar la investigacin pues
deberamos enfrentarnos a un colectivo palatino cuya labor quedaba inscrita en una
norma rgida de comportamiento (el ceremonial) y que participaba por tanto de la
sacralizacin del poder y en definitiva de su legitimacin. No era posible, pensamos,
realizar un estudio de los predicadores sin documentar su nmero, orden, fecha de
nombramiento etc., pero todo ello no tendra ningn sentido si no lo enmarcbamos en
un espacio de actuacin, que no era el nico en el que se desenvolvan, pero s el que
confera al sujeto colectivo una unidad de estudio. As por tanto, cuestiones
estadsticas y descripcin del oficio deban dirigir, en los primeros momentos, la
investigacin. Investigacin que nos prometamos no demasiado complicada al tener
posibilidades de acceso el archivo del Palacio Real donde suponamos se podra
encontrar la documentacin pertinente y que sin embargo result bastante ms
laboriosa.
Testamento de Felipe IV, Madrid, 1982, pg.IX.
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En segundo lugar, al ser individuos vinculados a la corte y al poder quiz nos
sirvieran tambin como medio para acercarnos a ste en su ms amplia acepcin. Su
posicin privilegiada como confesores de validos y aristcratas, como consejeros de
prncipes, como divulgadores de opinin, enriqueca el campo de investigacin, pues
aada al mundo del ceremonial religioso una implicacin real en la sociedad. en la que
los intereses de grupo, clan o familia podan ayudar a interpretar con mayor precisin
los mensajes. Las intrigas cortesanas, el funcionamiento del mundo palatino, las luchas
de poder o la forma de entender la poltica exterior, todo ello pensamos que podra
abordarse desde una nueva perspectiva: la que nos ofrecan nuestros predicadores.
En tercer lugar porque su produccin literaria concentrada en sermones,
homilias, tratados eclesisticos y libros con un claro componente poltico, nos permitan
realizar el anlisis de un discurso que no por teolgico dejaba de tener una gran fuerza
social. Creamos que el estudio de la oratoria sagrada como instrumento de
adoctrinamiento moral, social y poltico se poda reflejar bastante bien a travs del
trabajo de estos hombres. Al ser un colectivo variopinto en el que encontramos a la
mayora de las congregaciones y muy diferentes caracteres humanos, el contenido de
los textos, pensamos, podra ser tambiin lo suficientemente heterogneo como para
dar una visin bastante amplia de las posibilidades de la predicacin como vehiculo
conformador de mentalidades. Esto implicaba profundizar en el mundo de la
predicacin, en su teora y en su prctica y despus, glosar los mensajes. Todo ello
pareca factible de realizar (aunque no sencillo) en funcin de las fuentes.
Armonizar estos tres pilares para que pudieran sujetar el edificio que
estbamos construyendo y que no quedase descompensado fue, quiz, la tarea ms
ardua, pues oblig a tener que recortar algunas partes para equilibrar otras, pero lo
juzgamos fundamental ya que no queramos presentar una tesis monotemtica. Somos
conscientes de que haber abierto tantas lneas de investigacin (que van desde la
poltica fiscal a la relacin entre predicacin y teatro, de los conflictos de jurisdiccin
episcopal a la presencia de la Monarqua en el concierto internacional en plena Guerra
de los Treinta Aos) puede dar a la tesis una imagen de dispersin, pero el intento de
profundizacin que en todas ellas hemos pretendido y la reflexin, proyectada siempre
desde la importancia de la actuacin eclsistica que las preside, creemos que les da
unidad y no les resta valor. Ante la profusin de una historiografa (necesaria, pero
susceptible de ser superada) demasiado cincunscrita a pequeos mbitos locales, nos
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arriesgamos a intentar poner en marcha un programa ms amplio (que por supuesto
no se agota en esta investigacin, que esperamos nos sirva de punto de partida para
muchas otras), donde tuviesen cabida mltiples facetas de eso que siempre nos llam
la atencin. Parafraseando al maestro Caro Baroja el problema que nos vamos a
plantear es el de cmo fueron las relaciones entre los distintos sectores sociales en un
estado complejo, con un marco geogrfico y poltico determinado y que tiene tambin
una dimensin temporal; y cmo influy sobre estas relaciones una institucin tan
precisa como la Iglesia catlica postridentina a travs de sus mltiples canales de
actuacin.
En definitiva, los protagonistas de la presente tesis han sido la excusa y el
intrumento para abordar la actuacin de un sector de la iglesia en varias esferas
durantre el reinado de Felipe IV con especial atencin a la poltica. A travs de ellos
pretendemos mostrar las muy diferentes vas en que tal actuacin se produjo y que va
desde lo privado -al potenciar el acatamiento de unas normas de comportamiento
personal- a lo pblico, en la legitimacin, por ejemplo, de la poltica exterior de la
monarqua. Que hayamos cumplido los ambiciosos objetivos aqu propuestos es algo
que el tribunal debe juzgar en las pginas que siguen.
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1. EL MARCO TERICO DE LA INVESTIGACIN Y SUS
FUENTES.
La seleccin de personajes eclesisticos cuyonombre habra de aparecer entre las voces principales delDiccionario, correra a cargo de las instituciones a las quedichos personajes estuvieran ms ligados, en concreto ladicesis o la familia religiosa a que pertenecieran.
D.H.E.E. pg.. XI.
Pocos temas hay tan interesantes para el historiador como la actividad de la
Iglesia en el siglo XVII, y pocos han sido, hasta fechas recientes, tan descuidados por la
investigacin. Si bien en los ltimos aos se van colmatando los enormes vacos de los
que hablara don Antonio Domnguez Ortiz en una obra pionera y de gran calidad que
puede ser considerada como el pistoletazo de salida para una faceta de la historiografa
modernista al respecto, tambin es cierto que en algunas materias sigue quedando un
gran trecho por recorrer1.
En las siguientes pginas intentaremos trazar un panorama de la produccin
bibliogrfica ms relevante en relacin no tanto con la Iglesia espaola del Seiscientos
como con su participacin en las labores de gobierno y en la difusin de hbitos de
comportamiento, adems de mostrar las principales directrices investigadoras, prestando
1 Las clases privilegiadas en el Antiguo Rgimen, Madrid 1985, [1 ed.1973], que no es
sino la reimpresin de una parte de su libro La sociedad espaola en el siglo XVII, cuyosegundo tomo, el dedicado al estamento eclesistico, apareci en 1970. Desde la publicacin deesta magnfica monografa se ha avanzado mucho en la investigacin histrica, pero aun no seha cumplido uno de los deseos del autor, el que envejeciera rpidamente, y sigue siendo unaobra clave a la hora de estudiar la Iglesia espaola del siglo XVII.
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especial atencin a los temas que desarrollaremos a lo largo de la tesis, que -es obvio
decirlo- creemos que son los ms desatendidos, dejando un tanto al margen otros
campos historiogrficos de indudable inters2. Intentamos de esta forma presentar al
lector un estado de la cuestin en torno a la actuacin poltica del estamento eclesistico
en el Barroco que nos permita establecer la base sobre la que desarrollar nuestra propia
metodologa encaminada a ser el soporte terico que sostenga los objetivos de la
investigacin y que gue las tcnicas de la misma centradas en el trabajo sobre las
fuentes.
Antes de introducirnos en la materia en s, conviene hacer una serie de
matizaciones, muy importantes a nuestro entender, y que no por sobreentendidas en el
resto de la tesis, deben olvidarse: la primera es que no pretendemos hacer un estudio de
la Iglesia ni como estamento ni como cuerpo social. Es claro que posee las dos categoras
y que, por tanto, no podemos desdearlas, pero no son el objeto de nuestra
investigacin. sta se circunscribe a intentar clarificar las diferentes formas en que sus
mensajes fueron recogidos por un colectivio muy diferente a quien los articul y los
2 Dedicar un captulo de nuestra tesis a hacer un repaso general de historia de la Iglesia
en Espaa podra resultar, adems de innecesario, no muy sincero por nuestra parte, puesbastara con recoger ciertos repertorios ltimamente publicados, y engrosarlos con algunasaportaciones sacadas de bibliografas o notas a pie de pgina de los manuales al uso. Comoejemplo de recientes aportaciones vase SORIANO TRIGUERO, C.: Iglesia, poder y sociedad:notas historiogrficas sobre el clero espaol en la Edad Moderna en MARTINEZ RUIZ, E.(Coord): Poder y mentalidad en Espaa e Iberoamrica, Madrid, 2000, pg. 359-370, que sedebe completar, entre otros, con: MARTINEZ RUIZ, E.: "Realidades y tendencias de los estudiossobre la Iglesia espaola en el siglo XVII", Almogaren, n13 (1994), pg. 29-64. Para el cleroregular una interesante puesta al da en PI CORRALES, M. de P., GARCIA HERNAN, D et al.:"Las rdenes religiosas en la Espaa Moderna: Dimensiones de la investigacin histrica" enMARTINEZ RUIZ, E. y SUAREZ GRIMON, V.(eds): Iglesia y sociedad en el Antiguo Rgimen,Actas de la III Reunin cientfica de la Asociacin Espaola de Historia Moderna, Gran Canaria,1994, vol.I, pg. 205-251. Algo ms escueta es la aportacin que con referencia al clero secularhace J. BADA en el mismo volumen, "Iglesia y sociedad en el Antiguo Rgimen: El clero secular"pg. 81-91. Los artculos de GARCIA ROJO,P.: "Bibliografa sobre historia religiosa de Espaa.Obras aparecidas en 1989-1990" Hispania Sacra, n85 vol.42 (1990) pg. 356-363; "Bibliografasobre historia religiosa de Espaa. Obras aparecidas en 1990-1991" Hispania Sacra, n87 vol.43(1991) pg. 395-399 y los de M. ANDRES URTASUN aparecidos en la misma revista bajo el ttulo"Bibliografia sobre historia religiosa hispnica" n88 (1991) pg. 801-807; n89 (1992) pg.414-416; n91 (1993) pg. 413-415, son una forma sencilla de ir conociendo las ltimasnovedades. Para Andaluca contamos con una buena recopilacin en CORTES PEA, A.L.:Iglesia y cultura en la Andaluca moderna. Tendencias de la investigacin y estado de lascuestiones, Granada, 1995 pg. 56-131 que recoge obras posteriores a 1978. En torno a lasrelaciones Iglesia-Estado el CSIC ha editado una Bibliografa de Historia de Espaa, cuyonmero 6 trata sobre este tema recogiendo los artculos que sobre esta temtica hayan
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efectos que a los ojos del historiador, (entendido ste como estudioso de la realidad
social pretrita, no como devoto, erudito o nostlgico de un pasado), surtieron tales
mensajes. No pretendemos, por tanto, hacer una historia de la Iglesia en Castilla ni de la
religiosidad, bien sea popular o culta, sino mostrar qu mensajes y con qu intenciones
se vertieron y quienes fueron sus autores, no perdiendo nunca de vista que stos nos
interesan por su dimensin de partcipes en la poltica del momento. Todo lo dems podr
llegar a adquirir un carcter de gran importancia, pero siempre como elemento
contextualizador de una realidad que es la que queremos estudiar: los predicadores
reales como agentes privilegiados y paradigmticos del comportamiento de la Iglesia en
la Espaa del Barroco.
Por otro lado, antes de iniciar el recorrido bibliogrfico, tambin nos gustara
aclarar al menos intentarlo- el concepto de iglesia que vamos a adoptar a lo largo de la
exposicin. Para nosotros, la Iglesia (en el caso espaol, catlica-romana) es una
institucin cuyos miembros componen un estamento jurdicamente privilegiado y que se
diferencia en la prctica por unas labores de auxilio espiritual vedadas al resto de los
miembros de la repblica3. Que adems de en estas tareas participen en muchas otras,
es asunto diferente, si bien clave en el presente anlisis. De esta forma, se vern desfilar
por la siguientes pginas desde altos mitrados a curas de pueblo, desde confesores del
rey a simples frailes inscritos en realidades socioeconmicas muy diversas, pero
compartidores de un status jurdico y de un prestigio emanado de su condicin de
depositarios de los valores divinos. En consonancia con lo dicho, no podemos limitar
nuestro estudio a una faceta de su intervencin, aunque como es lgico potenciaremos
ms unas que otras; tendremos en cuenta varios enfoques diferentes. La historia que
pretendemos no consiste, por tanto, slo en historiar la jerarqua y sus preceptos, sino
que tendremos que recurrir tambin a la antropologa social, a la historia de las
aparecido desde 1975 hasta 1995 en ms de 300 revistas espaolas y extranjeras. Para elperodo que nos ocupa son de inters las pginas 17-24.
3 Identificamos, por tanto, Iglesia con el brazo eclesistico, aunque no desconocemos lateora catlica de que la Iglesia (Ecclesia) la componen todos sus miembros, tanto laicos comoclrigos. Lo que nos interesa es mostrar cmo la actividad de stos afect a aqullos. Siaceptsemos el concepto en extenso tendramos que hacer historia de toda la sociedadespaola pues, en teora, todos pertenecan a esta asamblea. Alusiones a las relaciones entrepoder civil y poder religioso en ALDEA VAQUERO, Q.: "Poder y lites en la Espaa de los siglos XVal XVII (Aspecto religioso)" Colloquio Internazionale su Potere e elites nella Spagna e nell Italiaspagnola nei secoli XV-XVII Roma 3-6 Nov.1977 publicado en Annuario dell'Istituto Storico Italianoper la et Moderna e Contemporanea, XXIX-XXX (1977-1978) pg. 385-440.
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mentalidades, a la sociologa histrica, a la historia poltica e incluso a la teologa para
acercarnos de la forma ms cientfica posible a una institucin cuya principal peculiaridad
es que suele ser historiada por miembros pertenecientes a la misma, formados en la
corrientes doctrinales emanadas de Trento y copartcipes de la idea de que forma una
realidad humana diferente a todas las dems al ser la esposa de Cristo. (En las
siguientes pginas, como el lector adivinar con prontitud, tal concepcin queda al
margen). Historia de la Iglesia e historia religiosa tienden, entonces, a confundirse y es
preciso separarlas y delimitarlas bien para no incurrir en errores de interpretacin. Una
cosa es investigar sobre una institucin con sus posibles implicaciones metafsicas, pero
tan terrena como el Consejo de Estado o las Cortes, y otra trabajar sobre un sentimiento
o una dimensin que por su propia idiosincrasia necesita de otras herramientas analticas
y otra metodologa diferente a la propuesta en esta tesis.
1.1. ESTADO DE LA CUESTIN Y BALANCE
HISTORIOGRFICO4.
Como se ha recordado hace poco, la historia de la Iglesia se encuentra en Espaa
en una situacin de atraso metodolgico muy importante en comparacin con la de otros
pases de nuestro entorno (v.gr. Francia e Italia) y tambin con respecto a otros campos
de la investigacin del pasado5. La renovacin historiogrfica del siglo XX con sus
diferentes escuelas no ha tenido, hasta fechas muy recientes, una plasmacin en una
produccin cientfica al respecto y ello es debido a que desde sus mismos comienzos
hasta casi nuestros das la historigrafa sobre el estamento eclesistico ha venido lastrada
por dos concepciones a priorsticas que la han devaluado: por un lado la conviccin de
estar historiando a un grupo especial de hombres con una misin metasocial,
transcendente, necesaria y, por tanto, a salvo de cualquier crtica en su conjunto,
(aunque no en la particularidad, -lo obvio no se puede negar-) y por otro, la necesidad
4 Vase a este respecto CORTS PEA, A.L.: Domnguez Ortiz y la historia social de la
Iglesia Manuscrits, n14, (1996), pg. 39-57.5 FERNNDEZ TERRICABRAS, I.: Au carrefour de lhistoiographie espagnole sur la
Contre-Rforme: Entre prjudgs du pass et choix du futur en WEINZIERL, M.(Coord.):Individualisierung, Rationalisierung, Skularisierung, Munich, 1997, pg. 112-129. Lacita en la pg. 112.
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imperiosa de mostrar el objeto historiado como un cuerpo armnico sin disfunciones, lo
que obligaba a falsear la verdad, ocultndola o por lo menos disimulndola6. Tal
concepcin, disculpable en nuestros antepasados, cuyas obras deben ser entendidas bajo
esta ptica y no desdeadas, se torna cuando menos extraa en nuestros das y solo es
explicable por la propia identidad de los investigadores que, en su mayora, an en los
casos de los mejor pertrechados desde el punto de vista intelectual, pertenecen al propio
mundo eclesistico7. En esta lnea, los trabajos de teologa y espiritualidad han
prevalecido en nmero sobre cualquier otro enfoque hasta fecha muy recientes, sin que
esta abundancia, por otro lado, sea garanta de rigor cientfico.
No va a ser asunto de esta tesis, pues, internarse en cuestiones de doctrina
catlica, pero no vamos a obviarlas si afectan al desarrollo de la poltica. En consonancia
con lo expuesto y sin nimo de polemizar, nuestro enfoque diferir de forma radical de
los postulados al uso. El ejemplo de la pugna inmaculista, en el que vemos mucho ms
que una simple controversia teolgica es, quiz, el ms claro. La bibliografa al respecto,
toda ella elaborada por defensores del dogma, nos ha sido til slo como soporte
documental8. Y esto sucede en otras muchas ocasiones.
6 FERNNDEZ TERRICABRAS, en su artculo recin reseado enumera cuatro prejuicios
de origen teolgico que dan como resultado una historigrafa mutilada y deformada,encorsetada en una interpretacin ortodoxa del pasado. Estos prejuicios l los denomina: decatolicidad, de perfeccin, de eternidad y de dogmatismo. Pg. 115-117. En lneasgenerales coincidimos con sus apreciaciones.
7 Esta forma de hacer historia, casi siempre en manos de clrigos, muchas vecesultraconservadores, no ha sido abandonada del todo, pero est siendo superada,afortunadamente, por nuevas generaciones de historiadores, tanto eclesiasticos como seglares,que no pocas veces son duramente criticados e incluso despreciados por aqullos Resabios deviejos hbitos son palpables cuando se niega a los laicos la potestad de hacer historia de la Iglesiao su poca cualificacin al no formar parte del grupo excluido y excluyente de los creyentes. Alrespecto puede ser de inters el artculo de SARANYANA, J.I.: "Cmo historiar la vida cristiana delos pueblos? Balance de medio siglo de debate." en Almogaren, n18, (1996), pg. 225-234. Elautor -profesor de teologa y director de la revista Anuario de Historia de la Iglesia- escamotea noya a los no creyentes, sino incluso a los miembros laicos de la Iglesia la potestad para hacerhistoria de la misma, dejando la puerta abierta a realizar historia religiosa, pero sin confundirlas,pues "de lo contrario, podramos equiparar la vida cristiana, que es una oferta de salvacin queDios brinda al hombre, con la vida religiosa de las culturas no cristianas, que slo son formasnaturales de buscar la trascendencia, inscritas en la naturaleza humana como invariantes". (pg.234). Nuestro propsito historiador se inscribe en las antpodas de tales planteamientos.
8 Como ejemplo de tal postura vase: FRAS, L.: "Devocin de los Reyes de Espaa a laInmaculada Concepcin" Razn y Fe, 52 (1918) pg. 413-429 y 53 (1919) pg. 5-22.GUTIRREZ, C. (S.I.): "Espaa por el dogma de la Inmaculada. La embajada a Roma de 1659 yla bula de Alejandro VII" Miscelanea Comillas, 25, (1955) pg. 1-480.MESENGUER FERNADEZ, J. (O.F.M.): "La Real Junta de la Inmaculada Concepcin (1616-
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Al hilo de lo expuesto tendremos que separar entonces la cantidad de la calidad.
Obras que hablen de eclesisticos y sus actividades en el siglo XVII hay muchas. Obras
rigurosas y con un carcter cientfico ya son menos, y la gran mayora publicadas de
veinte aos a esta parte9.
Dejando por el momento los trabajos anteriores al siglo XIX, a los que no
consideramos como produccin historiogrfica, sino como fuentes y de los que
hablaremos llegado su momento, podemos decir que la primera gran obra centrada en la
Iglesia espaola es la de Vicente de la Fuente Historia eclesistica de Espaa, en la que el
volumen 5 (Madrid, 1875) se dedica al perodo Barroco. Es cierto que es un libro con
carencias e incorrecciones, pero tiene el mrito de ser el primer intento de sistematizar
uno saberes muy dispersos y plantea una serie de cuestiones de gran atractivo que an
hoy en da no estn del todo claras10.
Contemporneas suyas, las investigaciones de Antonio Cnovas del Castillo11
ofrecen una desigual contribucin a nuestro objeto de tesis. En particular, nos han
parecido de gran inters sus Estudios del reinado de Felipe IV, (Madrid, 1888-89) pues,
aunque es cierto que no dedica muchas pginas al estudio de la Iglesia en si, s que hace
1817/20)" AIA n15 (1955) pg. 621-866. (Todo este nmero del AIA se encuentra dedicado aldogma inmaculista.) POU Y MARTI, J.M. (O.F.M.):"Embajadas de Felipe III a Roma pidiendo ladefinicin de la Inmaculada Concepcin de Mara".AIA (1931), n34, pg. 371-417 y 508-554;(1932), n35 pg. 72-88, 424-434 y 482-525; (1933), n36, pg. 5-48. Un resumen de lacontroversia y ms bibliografa en VZQUEZ, I.: Las controversias doctrinales postridentinashasta finales del siglo XVII en GARCA VILLOSLADA , R.: (Dir): Historia de la Iglesia enEspaa, t.IV pg. 419-479. Ntese la absoluta preponderancia de los miembros de la ordenfranciscana, defensora a ultranza del dogma, entre los autores reseados.
9 Esta aseveracin no constituye ninguna novedad, vase DOMINGUEZ ORTIZ, A.: Lasclases privilegiadas..., pg. 201, entre otros.
10 Aparte del momento de su publicacin -y sta que hemos citado es la segunda edicin-hay que tener en cuenta las caractersticas del autor, doctor en teologa y catedrtico de disciplinaeclesistica y el desarrollo de las otras ramas del saber histrico. Con respecto a lasincorrecciones, por lo que nos afecta ms directamente destaquemos su afirmacin de que JuanEusebio Nieremberg, el famoso jesuita, fue maestro del P. Aguado, predicador de Felipe IV, (pg.472) cuando en realidad ocurri al revs. Como contrapartida nos parece muy interesante supercepcin del enfrentamiento entre cabildos y obispos y su mencin a la Congregacin de lasIglesias de Castilla y Len, como "poder anmalo" (pg. 416).
11 Historia de la decadencia de Espaa, Madrid, 1854. Bosquejo histrico de la casa deAustria en Espaa, Madrid, 1869. [Tanto este libro como el anterior los citaremos por la edicinmalaguea de Algazara de 1992, que es la que hemos manejado].
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profundas reflexiones sobre su papel director en la sociedad y las imbricaciones de tipo
poltico que entraaba12.
Y poco ms es lo que nos ofrece la historiografa del XIX13. Libros tan clsicos
como el de Lafuente14 no aportan nada y la Historia de los heterodoxos espaoles -con
todo los respetos hacia d. Marcelino Menndez Pelayo-, nos parece, por lo menos para el
siglo XVII, no de mucha enjundia pues aparte de su erudicin es difcil extraer
aportaciones vlidas15. Por otro lado, fuera de nuestras fronteras, ediciones del tipo
Historia religiosa, poltica y literaria de la Compaa de Jess, de J. Cretineau-Joly,
publicada en Espaa por la Biblioteca Catlica en 1845 apenas superan el nivel
apologtico projesutico16.
En el siglo XX la situacin ha variado aunque con ms lentitud de lo que hubiera
sido deseable, y esto no se puede desligar de los problemas polticos que ha padecido el
pas. El enconamiento en las posturas, y el triunfo, por las armas, de unos planteamientos
tenidos como nicos y ortodoxos, coadyugaron formas de expresin que o bien slo
encontraron refugio fuera de Espaa17 o tuvieron que reconvertirse para poder ser
acadmicamente admitidas18. Antes de ello, no obstante, hay algunas contribuciones
bastante valiosas de las que nos gustara destacar, sobre todo, la del jesuita Antonio
Astrain, Historia de la Compaa de Jess en la asistencia de Espaa, (Madrid, 1902-25, 7
12 Algunas de sus frases son bastante significativas y muestran una corriente de opinin
alejada de muchos tpicos que la Restauracin puso en pie, y que trasplantados a nuestros das atravs del tamiz del franquismo aun se mantienen. Valga como ejemplo la siguiente frase: "Pero sien realidad los prelados y hasta los cardenales espaoles eran ms servidores entonces denuestros reyes que lo han sido luego jams, la inmensa mayora del clero regular y secularcuidaban ms de sus propias inmunidades que de ningn inters pblico y menos del de la unidadnacional" pg. 72, vol.2.
13 No citaremos, por ahora, las historias de las rdenes religiosas y similares, de las quehablaremos ms adelante y que experimentaron un notable incremento durante la Restauracin.
14 Historia General de Espaa desde los tiempos primitivos hasta la muerte de FernandoVII, Barcelona, 1888. El perodo de los Austrias, vol.11 y 12.
15 La edicin que he manejado y a la cual me remitir en las citas es la de la BAC de 1987en dos volmenes.
16 Aprovechando que hablamos de obras extranjeras, pocas cosas hay tan decepcionantescomo ir a buscar informacin a las grandes colecciones de Historia de la Iglesia realizadas porautores forneos. Un pas como el nuestro que, como dice el refrn, ha pasado toda su historiadetrs de los curas o con el cirio o con la estaca, apenas merece sino anotaciones marginales,anecdticas y llenas de tpicos castizos, alejados por entero de la realidad.
17 TUN DE LARA, M.: El hecho religioso en Espaa, Pars, 1968.18 Las obras de DELEITO Y PIUELA, (miembro de la I.L.E. antes de 1936) creemos que
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vol.), obra, nos tememos, ms citada que leda y que aporta gran cantidad de
informacin. Tanto es as, que libros como el de Baugert, W.: Historia de la Compaa de
Jess, (Santander, 1981), -elaborado por un miembro de la Compaa-, sigue de cerca al
P. Astran y no aade casi nada ms para trazar la historia de la congregacin en Espaa.
No deja de ser curioso que este interesante trabajo, riqusimo en fuentes y bastante
fidedigno, aunque no exento de los planteamientos antes aludidos, tuviera muy mala
acogida en su da entre ciertos crculos intelectuales ms por razones polticas que
cientficas y aun, hoy en da, creemos que no ha sido explotado del todo19.
Tras la Guerra Civil y despus de unos aos de enorme penuria intelectual
comienzan, muy despacio, a ver la luz investigaciones demasiado marcadas por las
directrices ideolgicas del momento y que por ello mismo han envejecido de forma
prematura. Sin consistencia epistemolgica y con escaso rigor cientfico, la historia de la
Iglesia en Espaa pas por un desierto donde slo la hagiografa, el anecdotario o la
micro pseudohistoria local, tenan cabida20.
ilustran esta postura.
19 El tomo V ha sido el que hemos manejado con mayor profusin, pero la introduccinbibliogrfica del t.III es de gran inters por la abundancia de libros y manuscritos citados. Es unalstima que en la gran mayora slo diga "estn en posesin de la Compaa" sin dar referencias.De todos modos, la posterior expulsin tras el advenimeinto de la II Repblica hubiese hechointil estas referencias, como as ocurre, obligando al investigador a una, muchas veces,improductiva bsqueda.
A pesar de lo dicho no debe pensarse que el P. Astran no se dej arrastrar a veces por supertenencia a la orden. La inquina con que trata a Jansenio en su venida a Espaa (T.V cap.VIII)lo demuestra claramente.
En relacin con las crticas vertidas hacia esta obra no est de ms echar una ojeada alopsculo de M. Mir, de quien hablaremos a la hora de abordar el tema de la predicacin, Historiainterna documentada de la Compaa de Jess, (Madrid, 1913), que en la pgina 188 hace unaferoz resea a Astrain, diciendo que "para escribir as la historia, mejor no escribirla" aunque msadelante se ve forzado a reconocer que "es una de las ms verdicas que se han escrito de laCompaa... lo que sern las dems". Hay que tener en cuenta que Mir es un expulso-apstata delos jesuitas. La respuesta por parte de los hijos de S.Ignacio no se hizo esperar y corri porcuenta del P. Ruiz Amado con su D. Miguel Mir y su historia interna documentada de la Compaade Jess. Estudio crtico, Barcelona, 1914. El encono de las posturas a que aludamos ms arriba,aqu queda puesto de manifiesto.
20 Lo que contrasta con otras ramas del saber, como es el de la historia de la teorapoltica, que desde muy temprano aport investigaciones serias y cientficas que siguenmanteniendo, en lneas generales, su vigencia. Como ilustracin vanse los primero trabajos deMARAVALL (v.gr. La teora espaola del estado en el siglo XVII, Madrid, 1944).
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Hay que esperar a los aos cincuenta para que el panorama empiece a cambiar
merced a trabajos como los de Demetrio Mansilla21, Aldea Vaquero22, Garca Oro23 o M.
Batllori24 y las aportaciones de nuevas revistas que intentarn, a veces en vano,
desencorsetarse del frreo control no tanto gubernativo como eclesial25.
Con el paulatino desarrollo de la ciencia histrica, se pusieron las bases para
iniciar un acercamiento al conocimiento objetivo del entramado eclesistico espaol y su
evolucin en el tiempo. Sin embargo, las modas historiogrficas que poco a poco
entraban en el pas no eran, precisamente, las ms adecuadas para iniciar esta senda y
de ah el atraso considerable con que la investigacin inici su andadura. Ligado a esas
preferencias escolsticas (donde un marxismo de andar por casa, que muchas veces no
superaba la lectura de M. Harnecker, pugnaba por abrirse paso frente a otro
escolasticismo, casi tomista) se puso especial empeo en el anlisis econmico y por ah
se rompi el fuego. Es por ello que hoy por hoy, la economa siga siendo, de todos los
aspectos historiables, la parte ms conocida de la Iglesia espaola, sobre todo en lo
concerniente al clero regular26. Sin estar exentos de claroscuros, la multitud de estudios
21 "La reorganizacin eclesistica espaola del siglo XVI" Anthologica Annua, 4 (1956)
pg. 97-132..22 "Espaa, el papado y el Imperio. Instrucciones a los embajadores de Espaa en Roma
(1631-1643)" Miscelnea Comillas XXIX (1958) pg. 293-437; "Iglesia y Estado en la Espaa delsiglo XVII (Ideario poltico-eclesistico)" Miscelnea Comillas XXXVI (1961) pg. 152-354.
23 La reforma de los religiosos espaoles en tiempos de los reyes Catlicos, Valladolid,1969.
24 De su abundante produccin citemos un artculo que luego aportar a su introduccina las obras de Gracin en la BAE y que encaja perfectamente en nuestro estudio, nos estamosrefiriendo a BATLLORI, M.: Los jesuitas y la Guerra de Catalua 1640-1659 BRAH (1960), pg.141-198.
25 Como muestra de esta penuria puede servir de ejemplo la escassima bibliografanacional que, para la poca que nos ocupa, puedieron aportar los jesuitas LLORCA, B., GARCIAVILLOSLADA, R. y MONTALBAN, F.J. en su Historia de la Iglesia catlica, Madrid, 1967. 4 vol.Vol.3, pg. 952-953, y que contrasta vivamente con la referente a otros pases. Los libros de laBAC -declarada de inters nacional- deban llevar necesariamente el "Nihil obstat" de la censuraeclesistica para su publicacin.
26 Hay dos importantes excepciones a esta corriente: la interesante Historia de la Iglesiaen Espaa, dirigida por R. GARCIA VILLOSLADA y en la que participan autores del prestigio ycapacidad acadmica de T. Egido, A. Mestre Sanchs, o el mismo Domnguez Ortiz (el volumen IV"La Iglesia en la Espaa de los siglos XVII y XVIII", editado en 1979 es, aun con carencias, elprimer acercamiento serio a la iglesia barroca desde Las clases privilegiadas...)
La otra obra de indudable inters ms susceptible a la crtica, pero igualmentefundamental para cualquier historiador es el Diccionario de Historia Eclesistica de Espaa,dirigido por ALDEA VAQUERO, Madrid, 1972-1985, 5 vol. sobre el que incidiremos a lo largo de latesis.
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parciales y regionales que han ido apareciendo, abandonando ya las rigideces mentales
de otras pocas, van, poco a poco, perfilando una situacin antao desconocida.
Aunque el siglo XVIII y la crisis del Antiguo Rgimen son los momentos preferidos
por los historiadores, para la poca que nos ocupa contamos con valiosas monografas
que pueden verse reseadas en la conferencia de A. M. Bernal, y A. L. Lpez Martnez:
"Las rentas de la iglesia espaola en el Antiguo Rgimen" (en La Parra, E. y Pradells, J.
(eds.): Iglesia, sociedad y Estado en Espaa, Francia e Italia. Alicante, 1992, pp. 15-3927).
Pero no es slo la historia econmica la que se ha realizado en torno a la Iglesia.
Otras realidades como el episcopado, los cabildos o la situacin del clero parroquial
tambin han sido, con mejor o peor fortuna, exploradas y de las que haremos aqu una
breve y sucinta resea, destacando que para el siglo XVII las investigaciones se
encuentran ms retrasadas que para la centuria siguiente en donde ya podemos empezar
a hablar de un panorama bastante trabajado.
El estudio del obispado es una faceta algo desatendida, pero en continuo
crecimiento28. A los trabajos de Demetrio Mansilla29, se han de sumar los que con
27 Como decimos, los tabajos son muy numerosos; a modo de ejemplo, sin proponernos
ms que hacer una ligera exposicin recordemos: ALVAREZ VAZQUEZ, J.A.: Rentas, precios ycrditos en Zamora en el Antiguo Rgimen. Zamora, 1987. ANDRES ROBRES, F.: Actitudeseconmicas de la clereca culta en el Antiguo Rgimen: Poltica financiera del Real Colegio delCorpus Christi de Valencia. Valencia, 1986; del mismo autor, Crdito y propiedad de la tierra enel Pas Valenciano (1600-1810), Valencia 1983. ATIENZA LOPEZ, A.: Propiedad, explotacin yrentas. El clero regular zaragozano en el siglo XVIII, Zaragoza, 1988 y tambin: Propiedad yseoro en Aragn. El clero regular entre la expansin y la crisis, Zaragoza, 1993. BARRIOGOZALO, M.: Estudio socieconmico de la Iglesia de Segovia, Valladolid, 1982. GARCIA MARTIN,P.: El monasterio de san Benito el Real de Sahagn en la poca moderna, Salamanca, 1985.GOMEZ ALVAREZ, V.: Estudio Histrico de los prstamos censales en el Principado de Asturias,Luarca, 1979. LATORRE CIRIA, J,M.: Economa y religin. Las rentas de la catedral de Huesca ysu distribucin social en los siglos XVI-XVII, Zaragoza, 1992. LLOPIS AGELAN, E.: Las economasmonsticas al final del Antiguo Rgimen en Extremadura, Madrid, 1980. LOPEZ GARCIA, J.M.: Latransicin del feudalismo al capitalismo en un seoro monstico castellano. El abadengo de lasanta Espina (1147-1835), Valladolid, 1990. LOPEZ MARTINEZ, A.L.: La economa de las rdenesreligiosas en el Antiguo Rgimen. Sus propiedades y rentas en el reino de Sevilla, Sevilla, 1992.SANCHEZ MECO, G.: El Escorial y la orden Jernima. Anlisis econmico-social de una comunidadreligiosa, Madrid, 1987. SEBASTIAN AMARILLA, J.A.: Agricultura y rentas monsticas en tierras deLen. El Monasterio de Santa Mara de Sandoval (1167-1835), 2 Vol., Madrid, 1992.
28 Hace poco A. L. CORTS PEA, ha escrito palabras muy similares en su artculoRasgos del episcopado espaol del Antiguo Rgimen. (1700-1833). En CASTELLANO, JL.,DEDIEU, J.P. y LPEZ.CORDN, M.V. (Eds): La pluma, la mitra y la espada. Estudios deHistoria Institucional en la Edad Moderna, Madrid- Barcelona, 2000, pg. 154-198.
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concepciones ms amplias han sacado a la luz, con posterioridad M. Barrio Gonzlez, y
Sobrino Chomn30 y que se complementan en el tiempo con los de Cuenca Toribio, ya
fuera del marco cronolgico aqu escogido. Sin embargo, desde nuestro punto de vista,
nos parecen ms interesantes las aportaciones de H.E. Rawlings, o las de I. Fernndez
Terricabras tanto por su metodologa como por sus conclusiones, enrazadas en la
problemtica sobre dominio poltico y funcin controladora de este colectivo31.
Con respecto a los cabildos, el desconocimiento es todava grande pues no
siempre es fcil acceder a las fuentes, a pesar de ser muy numerosas32. Lpez Arvalo
29 Fundamentalmente el referido al obispado de Santander en Hispania Sacra vol.4
(1951) pg. 81-132, hoy claramente superado.Los episcopologios, bastante abundantes para algunas regiones, no son siempre fiables y
su manejo exige un cuidado especial, como ejemplo valga el realizado por PAZOS, M. para losobispos gallegos en tres volmenes, publicado en Madrid, en 1946.
30 BARRIO GOZALO, M.:"Perfil socio-econmico de una lite de poder. Los obispos deCastilla la Vieja (1600-1840)" Anthologica Annua, Vol.28-29, (1981-82), pg. 71-138. En la mismarevista Perfil socio-econmico de una lite de poder. Los obispos de Len, vol.30-31, (1983-84)pg. 209-291. "Perfil socio-econmico de una lite de poder. Los obispos del reino de Galicia(1600-1840)", vol.32 (1985) pg. 11-97, "Perfil socio-econmico de una lite de poder. Losobispos de Castilla la Nueva y Extremadura (1600-1840)" vol.33 (1986) pg. 159-302 "Perfilsocio-econmico de una lite de poder. Los obispos de Andaluca" vol.34 (1987) pg. 11-188.Para Catalua del mismo autor, "Notas para el estudio sociolgico de un grupo privilegiado delAntiguo Rgimen. Los obispos del principado de Catalua, 1600-1835." en I Congrs d'HistriaModerna de Catalunya, vol.II, pg. 510-523. Estando ya redactadas estas pginas ha sido editadosu libro Los obispos de Castilla y Len durante el Antiguo Rgimen, Zamora, 2000 donde amplalas investigaciones de sus anteriores artculos.
Con unas concepciones totalmente distintas se puede consultar AGUSTI i FARRENY, A.:"Els bisbes de Lleida i l'espanyolitzaci (segles XVI-XVIII) Analecta Sacra Tarraconensia, vol.67/2(1996) pg. 247-258. En ellas, con un discurso claramente nacionalista, parece confudirseespaolizacin y castellanizacin. SOBRINO CHOMON, T: Episcopologio abulense siglos XVI-XVII,Avila, 1983. Una relacin de obispos en nuestra poca la ofrece GUITARTE IZQUIERDO, V.:Episcopologio Espaol (1500-1699), Espaoles obispos en Espaa, Amrica, Filipinas y otrospases, Roma, 1994.
Existen numerosas obras centradas en las actividades de tal o cual obispo, casi siemprebasadas en memorias o documentos de poca que como es obvio nos es imposible resear. Lasque hemos manejados aparecern citadas a lo largo de la tesis y recogidas en la bibliografa;como ejemplo, valga el de F. PALOMO "La autoridad de los prelados postridentinos y la sociedadmoderna" Hispania Sacra vol.47 (1995), pg. 587-602. Como en muchas de estas obras elsubttulo matiza la realidad del artculo: "El gobierno de D. Teotonio de Braganza en elarzobispado de Evora".
31 RAWLINGS, H.E.: "The Secularisation of Castilian Episcopal Office Under theHabsburgs, 1516-1700" Journal of Eclesiastical History, n38 (1987) pg. 53-79. FERNNDEZTERRICABRAS, I.: Al servicio del rey y de la Iglesia. El control del episcopado castellano por laCorona en tiempos de Felipe II aportacin al curso especial Lo conflictivo y lo consensual enCastilla. Sociedad y poder poltico (1521-1715), Murcia, 1996 y en especial su reciente libroFelipe II y el clero secular. La aplicacin del Concilio de Trento, Madrid, 2000.
32 Hay que tener en cuenta que la desamortizacin afect a las rdenes religiosas conmucha mayor fuerza y esa documentacin, procedente de la exclaustracin, se recogi
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en 1966 public el resultado de sus investigaciones sobre Avila33 y a partir de ah se
han ido acumulando estudios de muy variada ndole pero aun queda mucho camino
por recorrer34, siendo quiz Toledo la dicesis con el mejor estudio en lo que al siglo
XVII se refiere35.
Por su parte, el clero parroquial36 tambin ha merecido la atencin de los
historiadores, tanto en su vertiente rural37 como urbana38.
preferentemente en el A.H.N. y Biblioteca Nacional lo que posibilita su estudio sin necesidad deacudir a los archivos catedralicios y diocesanos en algunos casos mal inventariados -cuando loestn- y con difciles condiciones de acceso. Como dato, si se quiere anecdtico, podemos researque en la obra ya varias veces citada Iglesia y sociedad en el Antiguo Rgimen, (vid supra nota 2)no hay ningn trabajo dedicado a los cabildos.
33 Un cabildo catedral de la vieja Castilla: Avila, Madrid 1966.34 Algunos ejemplos muy diferentes pueden ser: PALOS PEARROYA, J.L.: "Esglsia i
poder en la Catalunya Moderna: La lluita entre canonges i bisbes (1500-1700)" Analecta SacraTarraconensia, vol.65/2 (1994) pg. 449-461; JORD FERNNDEZ, A.: Eglesia i poder a laCatalunya del segle XVII, La Seu de Tarragona, Barcelona 1993; CABEZA RODRIGUEZ, A.."Grupos excluidos y formas de asimilacin y reproduccin social. El ejemplo de la catedral dePalencia en la poca moderna" en HERNANDEZ FRANCO, J. (Ed): Familia y poder. Sistemas dereproduccin social en Espaa (siglos XVI-XVIII), Murcia, 1995 y sobre todo de este mismo aitor,Entre lo sagrado y lo profano. Clero capitular y poder clerical en Palencia durante el antiguoRgimen, Valladolid, 1995 y Clrigos y seores. Poltica y religin en palencia en el Siglo de Oro,Palencia, 1996. Por su inters tambin destacamos MORGADO GARCIA, A.: El estamentoeclesistico y la vida espiritual en la dicesis de Cdiz en el siglo XVII, Cdiz, 1996 donde va msall del mero anlisis del cabildo, al que dedica las pginas 17-31, y sirve como ejemplo demonografa sobre el clero de una dicesis. La bibliografa aportada (pg. 276-284) es un buenlugar para conocer los ltimos estudios realizados sobre la iglesia andaluza.
35 SNCHEZ GONZLEZ, R.: Iglesia y sociedad en la Castilla Moderna: el cabildocatedralicio de la sede primada (siglo XVII), Cuenca, 2000. Una somera recopilacin debibliografa al respecto, aparte de en esta obra, se puede consultar en ARANDA PREZ, F.J.(Coord.): Sociedad y lites eclesisticas en la Espaa Moderna, Cuenca, 2000, en dondeasimismo hay varios artculos de gran inters, ajenos ya a las directrices clericales que hemoscriticado.
36 Una primera aproximacin puede ser BARRIO GONZLEZ, M.: Las condicionesmateriales del clero parroquial del obispado de Segovia en el siglo XVIII. Normativa legal sobresus ingresos o , Investigaciones Histricas, n11, (1991), pg. 9-35, y labibliografa all citada.
37 Como ejemplo vase, SANCHEZ GONZALEZ, R.: "El clero rural en el arzobispado deToledo en el Seiscientos: Distribucin, formacin y conducta." Hispania Sacra, n94 vol.46 (1994)pg. 427-447.
38 Por seguir con Toledo, sobre la ciudad imperial tenemos SAEZ, R.: "Le clerg desparoisses de Tolde a la fin du XVIe sicle" Tolde et l'expansion urbaine en Espagne (1450-1650), Madrid, 1992, pg. 205-224 o ARANDA PREZ, F.J.: El clero parroquial tambin seacabilda. El cabildo de curas y beneficiados de Toledo en Sociedad y lites eclesisticas. Pg.237-287.
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En relacin con el clero regular contamos con recientes recopilaciones
bibliogrficas39 pero las obras de carcter general siguen siendo eminentemente
descriptivas como los trabajos de Lpez Amat o lvarez Gmez40, valiosos por la cantidad
de informacin que aportan pero carentes de anlisis crtico. Los intentos de las rdenes
religiosos por actualizar sus crnicas no siempre ha dado el fruto deseado y son todava
patentes hbitos y mentalidades muy alejadas de la veracidad histrica41.
Afortunadamente, desde el campo de la investigacin universitaria, nuevos enfoques
estn logrando superar esta interpretacin hagiogrfica hasta ahora predominante42.
Toda esta literatura va, poco a poco, rellenando los enormes huecos que
quedaban y permite empezar a plantear un discurso globalizador sobre el verdadero
papel de la Iglesia como institucin en la Castilla del Barroco43.
Una vez expuesto este escueto repaso vamos a centrarnos en los tres grandes
bloques que han conformado nuestra investigacin y en los que s conviene analizar de
forma pormenorizada la produccin historiogrfica. Estos tres bloques son:
39 Por ejemplo el artculo de PI CORRALES, GARCIA HERNAN et al, citado en la nota 2
de este mismo captulo o CASTRO y CASTRO, M.: Bibliografa de las rdenes religiosas en SAINZRODRGUEZ, P.: Biblioteca bibliogrfica hispnica, t.IV, Madrid, 1987.
40 ALVAREZ GMEZ, J.: Historia de la Vida Religiosa, 3 Vols. Madrid, 1989. LPEZAMAT, A.: El seguimiento radical de Cristo. Esbozo histrico de la vida consagrada, Madrid,1987.
41 Ejemplos ilustrativos de esta ltima afirmacion son, entre otros, IRIARTE, L.: Historiadel franciscanismo, Valencia, 1979. SMET, J.: Los carmelitas. Historia de la Orden del Carmen, 3vols. Madrid, 1987-1991. RUIZ HERNANDO, J.E.: Los monasterios jernimos espaoles, Sevilla,1997. ESTRADA ROBLES, B.: Los agustinos ermitaos en Espaa hasta el siglo XIX, Madrid,1998.
42 Sirva de muestra BARREIRO, B. Y REY CASTELAO, O.: El clero regular mendicanteen Galicia: Evolucin numrica, procedencia social y comportamientos de los franciscanos(siglos XVI-XIX), AIA, n 49 (1989) pg. 450-490. En esta lnea merecen destacarse las tesisreferidas a las rdenes femeninas, algunas de ellas ya publicadas como por ejemplo SNCHEZHERNNDEZ, M.L.: Patronato Regio y rdenes femeninas en el Madrid de los Austrias, Madrid,1997, o inditas: SORIANO TRIGUERO, C.: La claususra femenina en el Madrid Moderno:Aproximacin a los conventos mendicantes (1665-1778), UCM, 1999. A la bibliografa de ambostrabajos nos remitimos para ilustrar el tema del monacato femenino.
43 Para bibliografa sobre el siglo XVIII se puede consultar, por ejemplo, el artculo yacitado de CORTS PEA en Manuscrits.
Como elementos de encuadre para la investigacin nos han servido, desde susdiferentes perspectivas: BOUWSA, W.J.: The secularization of society in the seventeenthcentury XIII International Congress of Historical Sciences, Mosc, 1970, vol.1, pg. 1-14 yBIZZOCCHI, R.: Church, Religion and State in the Early Modern Period The Journal of ModernHistory n67 (1995), pg. 152-165, para ampliar la visin al continente, y WRIGHT, A. D.:Catholicism and Spanish society under the Reign of Philip II, 1555-1598 and Philip III, 1598-
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a) La forma de actuacin de la Iglesia; los canales por los que transmiti
la ortodoxia y una visin determinada del mundo, que engloba su
misin educadora y su funcin poltica en cuanto legitimadora o no de
una prctica y una ideologa.
b) La oratoria sagrada, que no es sino una de las formas de actuacin a
las que se hace mencin en el apartado anterior y que
individualizamos por ser el tema clave de toda nuestra investigacin.
c) Los predicadores reales, con especial atencin a los de Felipe IV.
Si bien en el primer caso la bibliografa es ms o menos abundante, sobre todo si
acudimos a la interdisciplinariedad (antropologa y sociologa, en particular) en el segundo
apartado, el volumen de obras se reduce enormemente, aunque los estudios filolgicos
han alcanzado en los ltimos aos un gran nivel; con respecto al tercero, no es
exagerado afirmar que no hay literatura cientfica a la que remitirse. El investigador debe
seguir la pista a los sujetos a travs de la minscula informacin que pueden ofrecernos
noticias dispersas, referencias indirectas, etc.
A) La forma de actuacin de la Iglesia.
Hablar de la actuacin de la Iglesia en el siglo XVII, implica plantearse los
procedimientos que se utilizaron para trasmitir la ortodoxia. Constatar las diferentes vas
(aparte de las espirituales), mediante las cuales tanto el colectivo como los sujetos
particulares, amparados por su condicin de clrigos, influyeron en los comportamientos
de sus contemporneos desde una dimensin moral, social y poltica. Esta investigacin
conduce, por tanto, a un vastsimo campo donde casi todo tiene cabida. Desde la
sociologa de la religin a la historia de las mentalidades pasando por el estudio de la
Inquisicin, la evolucin educativa, el anticlericalismo, la participacin en juntas y tareas
de gobierno o la solicitacin en confesin. Ante la ingente tarea de ordenar o clasificar
1621, Nueva York-Ontario, 1991 para constatar la situacin inmediatamente anterior.
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toda la literatura al respecto, preferimos resear tan slo las obras clave que utilizamos,
as como las que ms nos interesaron en relacin con la metodologa.
Iniciamos la aproximacin al tema a partir de las obras generales sobre sociologa
de la religin que cremos nos proporcionaran las claves interpretativas44. Tras ellas
tomamos como ejemplo un libro, autntico modelo de utilizacin de la pastoral catlica
como elemento conformador de mentalidades, y que a pesar de su antigedad conserva
su vigencia45. Con otras lecturas de carcter ms general completamos el intento por
contextualizar la cultura en la que se desarroll el objeto de nuestro estudio46. A su vez,
ramos conscientes que el caso espaol, aun participando de los caracteres generales de
la cultura occidental, presentaba ciertas divergencias sobre las que era preciso detenerse
y de ah la necesidad de ampliar el horizonte terico con lecturas centradas en Castilla. De
entre la multitud de trabajos que de una forma u otra inciden en estos aspectos y que
pueden verse en la bibliografa me gustara destacar dos, pues, en mi opinin, suponen
los hitos ms interesantes de la historiografa espaola al respecto y que son el libro de
Maravall sobre la cultura del Barroco y el de Caro Baroja sobre la religiosidad en los siglos
XVI y XVII47. Ambos supusieron, cada uno en su campo, una autntica revolucin y son
imprescindibles para entender la sociedad castellana del siglo XVII y la influencia que
44 Aparte de los clsicos hemos tomado ideas principalmente de SCHARF, B.R.: El
estudio sociolgico de la religin, Barcelona, 1974; TURNER, B.S.: La religin y la teora social.Una perspectiva materialista, Mxico, 1988; HOUTART, F.: Religin y modos de produccinprecapitalistas, Madrid, 1989. MATTHES, J.: Introduccin a la sociologa de la religin. Vol.I.Religin y sociedad, Madrid 1971. BERGER, P.L.: Para una teora sociolgica de la religin.Barcelona 1981, 258 pg. OTTO, R.: Lo Santo, Barcelona, 2000.
45 Nos referimos al magnfico libro de Bernhard GROETHUYSEN, La formacin de laconciencia burguesa en Francia durante el siglo XVIII, Madrid, 1981 [La primera edicinalemana es de 1927]. Bastante ms interesante en -nuestra opinin- que el ms reciente deGUSDORF, G.: La conciencia cristiana en el siglo de las luces, Estella, 1977.
46 En este sentido nos han sido muy tiles: BURKE, P. La cultura popular en la Europamoderna, Madrid, 1991 y MULLETT, M.: La cultura popular en la Baja Edad Media, Barcelona,1990. A ellos deben sumarse los clsicos como MANDROU, R.: De la culture populaire auxXVIIe et XVIIIe sicles. La Bibliotheque Bleue de Troyes, Pars, 1964, o CHARTIER, R.: El mundocomo representacin, Barcelona, 1992. BATJIN, M.: La cultura popular en la Edad Media y en elRenacimiento. El contexto de Franois Rabelais, Madrid, 1989 y MUCHEMBLEND, R.: Culturepopulaire et culture des lites dans la France Moderne, Pars, 1991. Desde otra ptica,VOVELLE, M.: Ideologas y mentalidades, Barcelona, 1985 y ESCANDELL, B.: La Inquisicincomo dispositivo de control social y la pervivencia actual del , enALCAL, A. et Al.: Inquisicin espaola y mentalidad inquisitorial, Barcelona, 1984, pg. 597-611.
47 MARAVALL,J.A.: La cultura del Barroco. Anlisis de una estructura histrica, Madrid,1990. [1 ed. 1975]. CARO BAROJA, J.: Las formas complejas de la vida religiosa (Religin,sociedad y carcter en la espaa de los siglos XVI y XVII), Madrid, 1985.
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sobre ella desempeaba la Iglesia. Ellos dos y Domnguez Ortiz (que en 1970 publicaba
La sociedad espaola en el siglo XVII) colocaron los cimientos para una historiografa que,
por primera vez, poda empezar a caminar alejada de unos modelos apologticos.
Despus, sin embargo, la evolucin se ha retardado y frente a un Siglo de las Luces
mucho ms trabajado, la Espaa de los ltimos Austrias continua ofreciendo enormes
lagunas que ocupan desde el estudio del confesionario regio, hasta la accin misional48.
Es cierto que ha habido serios intentos de mostrar, por ejemplo, la accin educadora de
la Iglesia49, pero, a pesar de sus mritos, la principal obra de este tipo sigue demasiado
sujeta a una forma hagiogrfica de entender la labor pastoral50. No obstante, otros
trabajos, no tan ambiciosos pero muy slidos, ocupan el espacio que este libro no ha
cubierto en lo que a la conformacin de un mundo de creencias se refiere51. En esta
48 Por ejemplo de los confesores de Felipe IV apenas hay estudios. Para Fr. Antonio de
Sotomayor, que fue el dominico que durante ms tiempo desempe el cargo, el mejoracercamiento, pero procedente del mundo inquisitorial, es el de CONTRERAS, J.: El Santo Oficiode la Inquisicin en Galicia, 1560-1700. Poder, sociedad y cultura, Madrid, 1982, pg. 208-231.En cuanto a las misiones, no es casualidad que todava el trabajo ms consitente sea el deDOMINGUEZ ORTIZ, A.: "Una misin en Extremadura", Revista Internacional de Sociologa, vol.47-3, (1989) pg. 427-441 al que otras aportaciones clericales slo complementan.
49 Vase por ejemplo el captulo dedicado al siglo XVII en DELGADO CRIADO,B.(Coord): Historia de la educacin en Espaa y Amrica. La educacin en la Espaa Moderna(siglos XVI-XVIII) Madrid, 1993, pg. 403-647. En esta misma obra, publicada por la editorialmarianista fundacin Santa Mara, hay un apartado que bajo el ttulo de La Iglesia y laeducacin aborda el pensamiento educativo de la institucin a raz de Trento y sobre todo lapedagoga jesutica y en menor medida dominica.
50 BARTOLOM MARTNEZ, B.(Dir.): Historia de la accin educadora de la Iglesia enEspaa. I Edades Antigua, Media y Moderna, Madrid, 1995. Como toda obra colectiva stapresenta desigualdades, pero en lneas generales es un til instrumento, salvedad hecha dealgunas apreciaciones demasiado clericalizadas. En las pginas 488-498 se ofrece un repertoriobibliogrfico sobre la accin educadora de la Iglesia en Espaa en el que es fcilmenteconstatable la preponderancia de las obras centradas en el siglo XVIII. En relacin con nuestrasafirmaciones de clericalismo valga la siguiente afirmacin de uno de los colaboradores en dichovolumen: [el estudio de la accin magisterial de la jerarqua eclesistica] requiere contar conuna variable clave y fundamental para entender en su sentido ms profundo y radical elmagisterio de la Iglesia. Me refiero al tema de la fe, sin la cual el anlisis historiogrficoquedara sesgado en una proporcin considerable. (pg. 499-500). Por el contrario, en elmismo volumen hay aportaciones muy interesantes como las de A. Mestre o M.A. Ladero.
51 Nos estamos refiriendo, por ejemplo, a los trabajos de L.C. LVAREZ SANTAL, talescomo: El libro de devocin como modelador de la conducta social: el > dePalafox (1668) Trocadero, n1, (1989), pg. 7-25; La oferta de pautas de conducta cotidiana y lacimentacin de valores en el libro devocional del Barroco: un ensayo metodolgico. ArchivoHispalense, n220 (1989) t.LXXII, pg. 127-150, o El texto devoto en el Antiguo Rgimen: ellaberinto de la consolacin Chronica Nova, n18 (1990) pg. 9-35. Un breve repaso a los lugaresde difusin del pensamiento eclesistico puede verse en ANDRS MARTN, M.: Nucleos depropagacin del pensamiento eclesistico Edad de Oro, t.VIII (1989) pg. 9-25. Del mismo autor ycon objeto de tener un elemento de contextualizacin, es de interesante lectura: Pensamiento
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ltima dimensin han sido las aportaciones vinculadas a los estudios de religiosidad
popular las que han intentado verificar las diversas sendas por las que la jerarqua
pretendi imponer sus valores preferenciales52. Por ello, cremos que era necesaria una
tesis en donde el plpito se utilizase como ejemplo de hasta qu punto la Iglesia poda
intervenir sobre las conciencias colectivas. Si ya sabamos algo en relacin con los
seminarios53, los colegios54 o la catequesis55, nos pareca que era muy poco lo que se
haba escrito por laicos sobre la influencia de la predicacin a la hora de conformar un
horizonte vital que iba ms all de fijar una ortodoxia religiosa. Y eso es lo que nos
impuls a profundizar en la oratoria sagrada.
B) La oratoria sagrada56.
A la hora de hablar de la oratoria sagrada en Espaa se ha convertido en poco
menos que un tpico repetir dos aseveraciones, una de Miguel Mir y otra de J. H. Elliott57
teolgico y formas de religiosidad en MENENDEZ PIDAL-JOVER ZAMORA, El siglo del Quijote.Religin. Filosofa. Ciencia, Madrid, 1996. Pg. 75-159.
52 No es el momento de discutir sobre el concepto de religiosidad popular, para ello nosremitimos a los numerosos estudios al respecto entre los que destacamos ALVAREZ SANTAL,L.C., BUX, M.J. Y RODRGUEZ BECERRA, S.(Coords.): La religiosidad popular, Barcelona,1989, 3vol. (en especial, en el volumen primero, los artculos englobados en la ponencia sobreEl concepto de religiosidad popular). Polmicas pero sugerentes son las afirmaciones deSNCHEZ LORA, J.L.: Religiosidad popular: un concepto equvoco en SERRANO MARTN,E.(Ed.): Muerte, religiosidad y cultura popular. Siglos XIII-XVIII, Zaragoza, 1994, pg. 65-79.Aportaciones desiguales sobre el mismo tema en VV.AA.: La religiosidad popular en Espaa, ElEscorial, 1997. Una interesante reflexin en la introduccin que realiza DOMNGUEZ ORTIZ al librode BOUZA LVAREZ, J.L.: Religiosidad contrarreformista y cultura simblica del Barroco, Madrid,1990.
53 El estudio ms consistente sigue siendo el ya clsico de MARTN HERNNDEZ, F.:Los seminarios espaoles. Historia y pedagoga. 1563-1700, Salamanca, 1964.
54 Los colegios ms estudiados han sido los de los jesuitas, la mayora, por cierto, pormiembros de la Compaa y con carcter apologtico (v.gr. GARCA SNCHEZ, J.: Renovacinespiritual de Oviedo y principado de Asturias merced a la Compaa de Jess. 1570-1770,Salamanca, 1987). Una recopilacin de bibliografa en BARTOLOM MARTNEZ, op.cit. pg.677-682.
55 SNCHEZ HERRERO, J.: La actividad educadora directa e institucional. I Catequesisy predicacin en Historia de la accin educadora de la Iglesia, pg. 589-603.
56 Para una recopilacin bibliogrfica sobre el tema son de imprescindible utilizacin,CERDAN, F.: "Historia de la historia de la Oratoria Sagrada en el siglo de Oro" Criticn, n32(1985) pg. 55-107 y HERRERO SALGADO,F.: La oratoria sagrada en los siglos XVI y XVII,Madrid, 1996, pg. 30-66, a estos dos trabajos sumaremos algunas obras que se les pasaron,fundamentalmente las relacionadas con la historia, y las ltimas aportaciones.
57 Las palabras de M. MIR en Predicadores de los siglos XVI y XVII, N.B.A.E., III, Madrid1906, pg. XVII, las de ELLIOT en "Power and Propaganda in the Spain of Felipe IV" Rites of
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que venan a incidir en un mismo aspecto: la falta de investigaciones sobre este tema y la
importancia del mismo para conocer una parte substancial del comportamiento de
nuestros antepasados. Pues bien, tales afirmaciones, hoy por hoy, deben ser matizadas,
ya que en las dcadas de los ochenta-noventa han aparecido una serie de monografas,
artculos, y comunicaciones en congresos que han ido, si no llenando el vaco, s
desbrozando un camino que posibilita su trnsito.
Vamos a realizar un anlisis bibliogrfico sobre la predicacin y su entorno, tanto
desde el punto de vista de la filologa, como de la historia, -en este ltimo caso las
reseas son mucho ms escasas- siguiendo un criterio cronolgico que permita al lector
ir conociendo el incremento de la produccin al respecto. Tan slo al final dividiremos las
obras separndolas ya por su temtica.
Tomaremos como partida el Discurso sobre la elocuencia sagrada en Espaa,58
(Madrid, 1778) de Pedro Antonio Snchez, pues plantea a la perfeccin una teora de la
evolucin de nuestra oratoria que ha triunfado59. Para l, grosso modo, el siglo XV fue un
perodo de "afeamiento" de la predicacin, decaimiento que se perpetu hasta la
aparicin de los grandes maestros renacentistas en especial, Fr. Luis de Granada y su
Retrica eclesistica60. A partir de aqu sus sucesores (Fr. Luis de Len, Santo Toms de
Villanueva, S. Francisco de Borja, fray Diego de Estella...) mantuvieron un altsimo nivel,
configurando una poca dorada; no obstante, en el siglo XVII la situacin experiment un
giro copernicano, entrando en una dinmica de decadencia que acabara sumiendo al
plpito hispano en un pozo de ignominia del que no podra salir sin la ayuda de las
power. Symbolism, ritual and Politics since the Middle Ages, Filadelfia 1985, pg. 145-173 [Haytraduccin espaola en Espaa y su mundo, 1500-1700, Madrid, 1990.]
58 Podramos haber empezado con la obra clsica de Mayans, El orador cristiano, ideadoen tres dilogos Valencia, 1733, pero creemos que sta debe ser estudiada ms como parte de laoratoria en el siglo XVIII que como bibliografa propiamente dicha. Para un anlisis de Mayanscomo predicador y su obra MESTRE, A.: Ilustracin y reforma de la Iglesia. Pensamiento poltico-religioso de d. Gregorio Mayans y Sscar, 1699-1781, Valencia, 1968.
59 El padre Snchez no es el primero en exponer esta interpretacin, pero es un casoparadigmtico y muy explcito.
60 Esta obra fue traducida al castellano por el obispo de Barcelona, Jos Climent, bajoCarlos III. Los seis libros de la Rhetrica Eclesistica. Vertidos al espaol y dados a la luz delorden y costa del Ilmo. Sr.Obispo de Barcelona, Barcelona, 1770 [citamos por la reedicin de laB.A E. Madrid, 1945] En la carta que dedica al lector, se remarca la misma idea que dir Snchez:la importancia de Fr. Luis de Granada a la hora de establecer los principios bsicos y saludablesde la oratoria.
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corrientes extranjeras. Y es esta idea la que nos gustara subrayar: Snchez es un
ilustrado profrancs que desprecia lo barroco; racionalista y defensor de la esttica
neoclsica, es normal que, para l, lo inmediato anterior no mereciese ningn elogio, y es
ms, ni siquiera cita autores del XVII. Lo curioso es que esta interpretacin neoclsica es
la que ha prevalecido en mucha de la literatura sobre el tema, sin plantearse si es cierta y
en su caso las razones que la motivaron61. Unos planteamientos similares se desprenden
de A. Snchez Valverde, El predicador, al cual preceden unas reflexiones sobre los abusos
del plpito y medios de su reforma (Madrid, 1782) y L. Soler de Cornell, Aparato de la
elocuencia para los sagrados oradores (Madrid, 1789). Ms moderado en su crtica pero
en la misma lnea podemos encuadrar a Antonio de Campmany quien intenta rescatar por
lo menos a los predicadores del perodo anterior al de esta tesis concedindoles el
beneficio de la elocuencia y virtuosismo aunque sin llegar a ser perfectos modelos de la
elegancia y nobleza oratoria62.
El siglo XIX bien poco es lo que ofrece a la historiografa de los plpitos espaoles.
Es cierto que hubo cuatro acadmicos que, o bien en sus discursos de recepcin, o en las
contestaciones al ingreso de nuevos miembros, decidieron hablar sobre oratoria sagrada,
sin embargo, sus aportaciones son tan nimias que no merece la pena que nos
detengamos en ellas, como tampoco merece la pena sino resear el libro de A. Bravo
Tudela, Historia de la elocuencia cristiana, Madrid 1864, que se salta el siglo XVII sin
apenas una alusin.
Con el nuevo siglo surgen aportaciones de mucho mayor enjundia. En 1902,
Mariano Baselga y Ramrez publica "El plpito espaol en la poca del mal gusto" (Revista
de Aragn, III, pg.64-65, 129-134, 211-214, 317-321, 402-405, 510-514.) donde dedica
toda la primera parte al siglo XVII, con abundantes citas de autores de poca, y aunque
lo hace para criticarlos, no dejan de tener inters los textos que saca a colacin. Poco
despus M. Mir, de quien ya hemos hablado algo por su relacin tumultuosa con los
jesuitas, edit los sermones del Fr. Alonso de Cabrera, predicador de Felipe II y uno de
los clrigos ms reputados de su poca, con un breve estudio introductorio en el que
lanza una llamada de atencin sobre el menosprecio que hasta entonces ha existido hacia
61 Sobre esta idea profundizamos en el captulo 4.1.62 Dos son sus libros al respecto: Filosofa de la elocuencia, Barcelona, 1777, y Teatro
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la oratoria sagrada espaola, que no puede verse tan postergada con respecto a la de
otras naciones, en especial con la francesa63. Los resabios nacionalistas de Mir le hacen
clamar por la contradiccin que se plantea en el caso espaol pues, junto a una brillante
literatura en todos sus gneros, no puede mostrar la misma calidad en la elocuencia,
siendo un pas catlico y vinculado a la Iglesia como pocos. Su conclusin, no muy
desencaminda por cierto, es que faltaban estudios y los que se haban hecho no haban
tenido la profundidad necesaria para sacar a la luz todo el bagaje y la calidad de la
oratoria espaola.
En la segunda dcada del siglo XX la revista Razn y Fe publicar una serie de
artculos escritos por uno de los mejores conocedores del tema en cuestin: el padre
Olmedo64 que, por desgracia, no tuvieron continuacin en una monografa como era de
desear, aunque el autor persever en su investigacin ofrecindonos aos despus dos
ediciones de predicadores de poca65. Tambin anterior a nuestra Guerra Civil es el
discurso de ingreso en la R.A.E.L. del cardenal Eijo y Garay que bajo el ttulo De la
oratoria sagrada espaola, (Madrid, 1927) volva a plantear la necesidad de demostrar a
histrico-crtico de la elocuencia castellana, Barcelona 1780.
63 Predicadores espaoles de los siglos XVI y XVII. Sermones de Fr. Alonso de Cabrera,Madrid, 1906. (El estudio introductorio consta de 30 pginas, quince de ellas dedicadas a laoratoria sagrada en general, y quince al predicador dominico). A pesar del ttulo slo se publiceste volumen dedicado a Cabrera. [La edicin de 1906 es mucho ms completa que una posteriorde los aos treinta y a la que le faltan las ltimas trescientas pginas. Concretamente lossermones de Adviento, los de los domingos despus de la Epifana, el de la purificacin de laVirgen Mara y el sermn fnebre a Felipe II en Santo Domingo el Real]. Una pequeaaproximacin a la obra de Cabrera en NEGREDO DEL CERRO, F.: "Levantar la doctrina hasta loscielos. El sermn como instrumento de adoctrinamiento social" en MARTINEZ RUIZ y SUAREZGRIMON (Eds). Iglesia y sociedad..., pg. 55-63.
64 GONZALEZ OLMEDO, F.: "Decadencia de la oratoria sagrada en el siglo XVII" Razn yFe, T.46 (1916), pg. 310-321; "Restauracin de la oratoria sagrada en Espaa en el siglo XVIII"Idem, T.51 (1918) pg. 460-472; "Restauracin de la elocuencia sagrada en Espaa", Idem, T.55(1919) pg. 354-359; "Predicadores clebres. Francisco Terrones del Cao", Idem, T.56 (1919),pg. 334 y 486; con igual ttulo T.57, (1920), pg. 76-87. La ltima aparicin del P. Olmedo enesta revista, que sepamos, es su "Introduccin al estudio de la predicacin espaola" en el T.169(1964), pg. 143-154. Este artculo anticipa una obra de mucha mayor extensin y profundidadque nunca vio la luz por el prematuro fallecimiento del jesuita. HERRERO SALGADO, F.: Laoratoria sagrada..., pg. 43-46, habla pormenorizadamente de los planes de Olmedo, pues tuvo laposibilidad de trabajar en su riqusimo fichero.
65 Gonzlez Olmedo realiz el estudio introductorio al la edicin que clsicos castellanoshizo en 1946 de la obra de AGUILAR TERRONES DEL CAO, F.: Instruccin de predicadores y elprlogo a la edicin de los sermones de Fr. DIONISIO VAZQUEZ, Madrid, 1943. CERDAN,"Historiade la historia de la oratoria sagrada" pg. 71, tambin atribuye al P. Olmedo el artculo"Predicadores del Siglo de Oro. El maestro Fr.Pedro de Valderrama" en Voluntad, nIX, 1920, queest firmado con el pseudnimo de Hugo Moreno.
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los extranjeros la existencia de una hermossima elocuencia sagrada espaola, olvidada
tras siglos de desidia, pero capaz de medirse con cualquiera otra en el mundo.
Tras el fin de la contienda66, el primer trabajo en aparecer, que adems marc un
hito importante, fue el de Miguel Herrero Garca, Sermonario clsico, con un ensayo sobre
la oratoria Sagrada, (Madrid-Buenos Aires, 1942) que tras una amplia introduccin (89
pginas) en la que el autor explicaba su punto de vista sobre la oratoria sagrada
espaola, apoyndose en retricas de poca, recoga diferentes sermones de
predicadores como Diego de Vega, Alonso de la Cruz, Guerra y Ribera o el mismo
Paravicino, por lo que a la interpretacin se una la posibilidad de leer directamente a los
autores en obras completas y no mutilados en citas. Adems, ofreca una catalogacin de
los predicadores dividindolos por pocas y sacando del anonimato a muchos de ellos,
algunos de los cuales veremos desfilar por estas pginas por ser predicadores reales. No
obstante, M. Herrero, poseedor de una impresionante biblioteca de sermones, no
continu su lnea investigadora y el estudio de la predicacin qued un tanto estancado a
pesar de varios estudios centrados en personajes individuales de los siglos XVI y XVII67.
En 1959, Otis H. Green public un curioso artculo68 en el que trataba aspectos
muy desatendidos por los estudiosos y abre nuevas perspectivas al estudio de la
66 En plena contienda civil ALARCOS, E. publica "Los sermones de Paravicino" en Revista
de Filologa Espaola, n24 (1937) pg. 162-197 y 249-319.67 Dentro de estos podemos destacar: PEREZ, Q.: Fr.Hernando de Santiago predicador del
Siglo de Oro (1575-1639), Madrid, Revista de Filologa Espola (Anexo) 1949; SORIA ORTEGA, A.:El maestro Fr.Manuel de Guerra y Ribera y la oratoria sagrada de su tiempo, Granada,1950.[Nosotros hemos manejado la reimpresin de 1991 tambin de la universidad granadina ycon prlogo de F. Cerdan]. El mismo SORIA ORTEGA, dedic un amplio artculo a otro predicadorbastantes aos despus "La predicacin de Pedro de Valderrama (1550-1611)" Revista deLiteratura, T.46, n92, (1984) pg. 19-55 y entre medias recopil una serie de sermones fnebresde Felipe II. SORIA ORTEGA, A.: "Una antologa de sermones fnebres a Felipe II" en Homenajeal profesor Emilio Alarcos Garca, 2 vols. Valladolid, 1967, T.II, pg. 455-482. SAGES AZCONA,P. (O.F.M.) y HUERGA, A. (O.P.), tambin reimprimieron en los aos cincuenta obras de nuestroSiglo de Oro con amplios estudios introductorios que analizan la vida y formacin de sus autores,su espiritualidad etc. Al primero corresponde el, posiblemente, mejor estudio que tengamos hastael momento de Fr.Diego de Estella en su obra Fray Diego de Estella. Modo de predicar y Modusconcionandi. Estudio doctrinal y edicin crtica, Madrid, 1951, mientras que Huerga lo reliz sobreel dominico Agustn Salucio y su Aviso para los predicadores del Santo Evangelio, Barcelona,1959.
Con menores pretensiones, pero muy interesante, LOPEZ SANTOS, L.: "La oratoriasagrada en el Seiscientos. Un libro indito del P.Valentn Cspedes" Revista de Filologa Espaola,t.20 (1946) pg. 353-368.
68 GREEN, O.H.: "Se acicalaron los auditorios: an aspect of the Spanish literary baroque"Hispanic Review, T.18 (1959), pg. 413-422.
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predicacin que, sin embargo, no fueron continuados en los sesenta, donde las
aportaciones fueron exiguas69.
Con la sptima dcada del siglo, la investigacin sobre la oratoria sagrada
espaola empieza un claro despegue. El punto de inflexin lo encontramos, sin lugar a
dudas, en la tesis doctoral de Flix Herrero Salgado, Aportacin bibliogrfica a la oratoria
sagrada espaola, (Madrid, 1971), en la que despus de una breve presentacin del tema
en cuestin, se recopila un fichero de 5.340 ttulos de sermones, la mayora de ellos
procedentes de la biblioteca de M. Herrero y, en muchos casos, su referencia topogrfica.
Aunque las lagunas son grandes debido a la amplitud del tema de estudio -ss.XVI-XX-,
nos atreveramos a decir que ha sido la piedra bsica sobre la que luego se han edificado
posteriores trabajos, tanto suyos como de otros autores70.
Menos inters por su fuerte contenido teolgico y adems estar centrado en el
siglo XVI, nos ofrece la investigacin de Caizares Llovera sobre Santo Toms de
69 Conocemos varios trabajos para este perodo de muy desigual vala. Una visin muy
espiritual de la predicacin en GONZALEZ BARDALLANA, N.G. "La asctica del predicador en ladoctrina de Fr.Jos de Jess (O.C.)" Revista de Espiritualidad, n82 (1962) pg. 113-119; o enel de FORTUNATO DE JESUS SACRAMENTADO: "Apostolado de la predicacin, confesin ydireccin espiritual en el primer siglo de la reforma teresiana" Revista de Espiritualidad, XXII n 86(1963), pg. 46-86. Tambin de estos aos es la edicin de las obras de Fr. Gerundio deCampazas que hace SEBOLD, para Clsicos castellanos (Madrid, 1960), y dos pequeosartculos, estos s, de bastante inters, de RICARD, R.: "Aportaciones a la historia del en la literatura religiosa espaola" y "Vestigios de la predicacin contemporneaen el Quijote" en Estudios de literatura espaola, Madrid, 1964, pg. 200-226 y 264-278,respectivamente. Dmaso Alonso tambin dedic unas pginas a nuestro tema en el libro Delsiglo de Oro a este siglo de siglas, Madrid, 1968, concretamente el captulo "Predicadoresensonetados. La Oratoria Sagrada, hecho social apasionante en el siglo XVII", dondeinterrelaciona poesa satrica y plpito. De todas formas, las publicaciones ms novedosas,aunque no exclusivamente centrada en la predicacin creemos que son MARTINEZ ALBIACH,A.: Religiosidad hispnica y sociedad borbnica, Burgos, 1969 y OROZCO DIAZ, E.: El teatro yla teatralidad del Barroco, Barcelona, 1969, sobre todo las pginas 143-148.
70 El propio Herrero Salgado reconoca aos despus las limitaciones e imperfecciones desu trabajo, algo de todo punto n