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Reseñas <http://tremedica.org/panacea.html> 130 Panace@. Vol. XII, n.º 33. Primer semestre, 2011 Utilidad de la nueva Ortografía de la lengua española para el profesional del lenguaje José Antonio de la Riva Fort * Introducción De todas las características que esta Ortografía generosa- mente se atribuye en su presentación (coherente, exhaustiva, simple, razonada, didáctica y panhispánica), quizá sea su di- mensión razonada, teórica, su reflexión sobre los fundamentos de la disciplina, el rasgo que mejor la define, el más esencial y específico, y es también el que mejor explica su considerable extensión. A diferencia de su predecesora, un breve manual que eludía todo trasfondo teórico, este tratado da cuenta de las dos acepciones del término ortografía, a saber: el conjunto de normas que regulan la correcta escritura de una lengua y también la disciplina que estudia y explica dichas normas. Puesto que un juicio pormenorizado de una obra de este calibre exigiría un comentario demasiado extenso, aquí se lle- vará a cabo solamente lo siguiente: 1) una descripción de la estructura del texto, con una valoración general de su conte- nido; 2) un análisis de seis novedades de doctrina ortográfica, algunas de las cuales afectan significativamente a los textos científico-técnicos; 3) un breve repaso de normas y recomen- daciones ortográficas (que para algunos quizá resulten obvias, pero que frecuentemente se pasan por alto) pertinentes para las publicaciones en este ámbito, con ejemplos de términos principalmente de ciencias biomédicas, sin pretensión de exhaustividad; 4) algunas consideraciones sobre importantes aspectos polémicos de la obra. El propósito de esta reseña, aparte de comentar la obra en su conjunto, es rescatar parte de la información más útil para el redactor y el traductor de obras de ciencias biomédicas. Valoración general El índice de contenidos muestra que, salvo algunas ex- cepciones, la obra está bien estructurada. En la introducción se presenta el contexto histórico de la escritura y se describen el nacimiento y la evolución del sistema ortográfico español, con énfasis en los criterios que se emplean para fijar sus nor- mas. En la primera parte, se explica el sistema ortográfico del español, con una amplia exposición del uso de las letras, los signos de puntuación, los signos auxiliares, etcétera. Las cues- tiones que plantean dificultades específicas, como extranjeris- mos, latinismos, nombres propios y expresiones numéricas, se abordan en la segunda parte, que, por su temática, es de especial interés para el redactor de textos científico-técnicos. La obra también incluye, como apéndices, cuatro listas: de abreviaturas, de símbolos alfabetizables, de símbolos no alfa- betizables y de países, con sus capitales y gentilicios. Cada capítulo se organiza de la siguiente manera: tras una introducción que describe los aspectos históricos y teóricos del tema que se trata, hay un texto base, en que se expone la doctrina ortográfica en su lado más concreto, entremezclando la normativa con los ejemplos que la ilustran. Tanto en las introducciones como en el texto principal son frecuentes las secciones de información adicional, con aclaraciones y datos complementarios, y los cuadros de advertencias, notas norma- tivas sobre cuestiones especialmente importantes o difíciles. Sumamente recomendable es la lectura de la introducción (pp. 1-42), sobre todo por la lúcida perspectiva histórica que adopta y por la exposición de la compleja interacción de crite- * Editor (Madrid). Dirección para correspondencia: [email protected]. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA y ASOCIACIÓN DE ACADEMIAS DE LA LENGUA ESPAÑOLA (2010): Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa; 796 págs. ISBN: 978-84-670- 3426-4. Precio: 39,90 euros.

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    130 Panace@. Vol. XII, n. 33. Primer semestre, 2011

    Utilidad de la nueva Ortografa de la lengua espaola para el profesional del lenguajeJos Antonio de la Riva Fort*

    IntroduccinDe todas las caractersticas que esta Ortografa generosa-

    mente se atribuye en su presentacin (coherente, exhaustiva, simple, razonada, didctica y panhispnica), quiz sea su di-mensin razonada, terica, su reflexin sobre los fundamentos de la disciplina, el rasgo que mejor la define, el ms esencial y especfico, y es tambin el que mejor explica su considerable extensin. A diferencia de su predecesora, un breve manual que eluda todo trasfondo terico, este tratado da cuenta de

    las dos acepciones del trmino ortografa, a saber: el conjunto de normas que regulan la correcta escritura de una lengua y tambin la disciplina que estudia y explica dichas normas.

    Puesto que un juicio pormenorizado de una obra de este calibre exigira un comentario demasiado extenso, aqu se lle-var a cabo solamente lo siguiente: 1) una descripcin de la estructura del texto, con una valoracin general de su conte-nido; 2) un anlisis de seis novedades de doctrina ortogrfica, algunas de las cuales afectan significativamente a los textos cientfico-tcnicos; 3) un breve repaso de normas y recomen-daciones ortogrficas (que para algunos quiz resulten obvias, pero que frecuentemente se pasan por alto) pertinentes para las publicaciones en este mbito, con ejemplos de trminos principalmente de ciencias biomdicas, sin pretensin de exhaus tividad; 4) algunas consideraciones sobre importantes aspectos polmicos de la obra. El propsito de esta resea, aparte de comentar la obra en su conjunto, es rescatar parte de la informacin ms til para el redactor y el traductor de obras de ciencias biomdicas.

    Valoracin generalEl ndice de contenidos muestra que, salvo algunas ex-

    cepciones, la obra est bien estructurada. En la introduccin se presenta el contexto histrico de la escritura y se describen el nacimiento y la evolucin del sistema ortogrfico espaol, con nfasis en los criterios que se emplean para fijar sus nor-mas. En la primera parte, se explica el sistema ortogrfico del espaol, con una amplia exposicin del uso de las letras, los signos de puntuacin, los signos auxiliares, etctera. Las cues-tiones que plantean dificultades especficas, como extranjeris-mos, latinismos, nombres propios y expresiones numricas, se abordan en la segunda parte, que, por su temtica, es de especial inters para el redactor de textos cientfico-tcnicos. La obra tambin incluye, como apndices, cuatro listas: de abreviaturas, de smbolos alfabetizables, de smbolos no alfa-betizables y de pases, con sus capitales y gentilicios.

    Cada captulo se organiza de la siguiente manera: tras una introduccin que describe los aspectos histricos y tericos del tema que se trata, hay un texto base, en que se expone la doctrina ortogrfica en su lado ms concreto, entremezclando la normativa con los ejemplos que la ilustran. Tanto en las introducciones como en el texto principal son frecuentes las secciones de informacin adicional, con aclaraciones y datos complementarios, y los cuadros de advertencias, notas norma-tivas sobre cuestiones especialmente importantes o difciles.

    Sumamente recomendable es la lectura de la introduccin (pp. 1-42), sobre todo por la lcida perspectiva histrica que adopta y por la exposicin de la compleja interaccin de crite-

    * Editor (Madrid). Direccin para correspondencia: [email protected].

    real academia esPaola y asociacin de academias de la lengua esPaola (2010): Ortografa de la lengua espaola. Madrid: Espasa; 796 pgs. ISBN: 978-84-670-3426-4. Precio: 39,90 euros.

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    rios (pronunciacin, etimologa, uso tradicional consolidado, analoga, antihomonimia, unidad) que determina las reglas ortogrficas.

    La introduccin de cada uno de los captulos de la primera parte (pp. 43-591), que contienen definiciones, caracteriza-ciones y explicaciones de los elementos de la ortografa, valen mucho la pena, porque permiten comprender los porqus de la normativa ortogrfica. Ahora bien, la descripcin del uso de las letras y signos de puntuacin muchas veces es tan de-tallada, se encuentra tan intercalada de ejemplos en muchas ocasiones inverosmiles y se reflejan con tanta minuciosidad temas de poca importancia que el resultado en ocasiones es poco eficaz en trminos expositivos. La explicacin de uso de la coma (pp. 302-349), por ejemplo, considera tantos casos y tantas excepciones y criterios que es poco probable que el lector promedio asimile su contenido con provecho.

    La segunda parte de la obra (pp. 593-698) concentra bue-na parte del material interesante sobre el que la Ortografa anterior no se haba pronunciado claramente. Otra vez las in-troducciones de los captulos son muy destacadas y otra vez el desarrollo de los temas incurre en una densidad poco reco-mendable para el lector de a pie. A pesar del afn didctico manifestado en la presentacin de la obra, la terminologa muchas veces es innecesariamente tcnica, lo cual puede ser un obstculo para el propsito claramente divulgativo de una obra como esta. Hay desarrollos tan minuciosos de aspectos tan secundarios que la atencin del lector corre constantemen-te el riesgo de desviarse hacia lo innecesario o irrelevante.

    En lo que a doctrina se refiere, esta obra propone una refor-ma, no una revolucin del sistema ortogrfico. Se han produ-cido una serie de modificaciones cuyo denominador comn es la eliminacin de ciertos espacios de opcionalidad que haba abierto la Ortografa de 1999, lo cual, como se ver ms ade-lante, no se ha conseguido por completo. La obra constituye un paso adelante hacia la unificacin ortogrfica, pero quiz sea un paso insuficiente, ya que no aplica suficientemente el criterio de unidad de la escritura. Adems, como se ver ms adelante, esta obra incluye cambios polmicos e introduce re-glas que obligan a hilar muy fino para conocer la escritura correcta de determinadas expresiones.

    En general, la tendencia al razonamiento logra que los juicios muchas veces obstruyan el veredicto, que es lo que la mayora de lectores esperan con avidez. Todo esto obli-ga a pensar en para quin est pensado un libro como este y si elegir a ese destinatario es coherente con los objetivos de la Docta Casa. El que se muestre dubitativa en cuanto a su carcter normativo o de simple recomendacin, en lugar de pronunciarse a las claras y brindar rpidas soluciones, parece sugerir que muchas veces es la reflexin sobre los temas ms importante que la conclusin. O debe creerse que cuando la Academia recomienda en vez de normar est simplemente usando un recurso retrico para sonar menos dura y prescrip-tiva?

    Puede decirse, por tanto, que la obra contiene materiales interesantes, valiosos y bien organizados, pero que su am-bicin, en combinacin con la complejidad derivada de una minuciosidad excesiva y la preponderancia del razonamiento

    sobre el veredicto, redunda en una obra menos didctica y divulgativa de lo que cabra esperar, bastante ms aprove-chable por el profesional del lenguaje que por el escribiente comn.

    Seis novedadesA continuacin, se analizan seis cambios en la doctrina or-

    togrfica que tienen una importante repercusin en los textos cientfico-tcnicos.

    Escritura de los prefijosDada la altsima frecuencia de prefijacin en los docu-

    mentos de este mbito, parece necesario comentar esta norma (pp. 531-544). Si la base lxica consta de una sola palabra, los prefijos deben escribirse soldados a la misma, sin guion: antiespasmdico. Si la base empieza por mayscula o es un nmero, el prefijo se une a ella mediante guion: pro-UK, prourocinasa. Si la base est compuesta por ms de una pa-labra, el prefijo va separado y sin guion (ex-, anti- y pro- son proclives a ello): anti cido lctico, pro derechos civiles. El prefijo ex-, que antes se escriba separado cuando significa que fue y ya no es, ahora recibe el mismo tratamiento que el resto de prefijos: exalcohlico, ex jefe de servicio.

    Esta norma es positiva por cuanto elimina una excepcin que no era necesaria (ex-) y da un paso hacia la unidad, pero es compleja, ya que a veces no resulta fcil determinar cundo la base es propiamente pluriverbal y cundo no lo es: ex jefe de servicio pero exjefe de este hospital. La analoga podra inducir escrituras errneas. En cualquier caso, y aunque sim-plifique las cosas, no parece conveniente aceptar la propuesta de Martnez de Sousa (2011: 13) de escribir el prefijo siempre unido a la primera palabra (p. ej., exprimer ministro), pues violenta el concepto de palabra al pretender que el prefijo, unido solamente al primer trmino (primer), afecte tambin al segundo (ministro), lo cual oscurece la relacin sintctica. De aplicarse a otros prefijos lo que propone Martnez de Sousa para ex-, frmaco anti cido lctico escrito como frmaco anticido lctico podra crear ambigedad e inducir a error, dando a entender que lctico modifica a frmaco anticido, cuando solo modifica a cido.

    Equiparacin en el tratamiento de extranjerismos, latinismos y locuciones latinas

    El problema ortogrfico, tan frecuente en las publicacio-nes en medicina y ciencias afines, que supone la escritura de extranjerismos y latinismos tambin encuentra un desarrollo en esta Ortografa (pp. 599-619). Se ha equiparado el trata-miento ortogrfico de todas las voces provenientes de otras lenguas: si no estn adaptadas, deben escribirse con una mar-ca grfica (cursiva o entrecomillado); si estn adaptadas, sin resalte alguno y segn las normas ortogrficas generales. Las locuciones latinas ya no se adaptarn y llevarn siempre mar-ca grfica, para indicar su carcter forneo. As pues, existe la posibilidad de escribir baips (en redonda) y by-pass (en cursiva), pero ahora se escribir siempre post mortem (en cur-siva) y no post mrtem (en redonda), delirium tremens (en cursiva) y no delrium trmens (en redonda).

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    Se trata de una medida positiva, pues simplifica el crite-rio de escritura, al eliminar las voces a medio adaptar (p. ej., exequtur) y deshace la excepcin que suponan las locucio-nes. Sin embargo, tambin plantea alguna dificultad, pues en ocasiones es difcil saber qu voces estn adaptadas y cules no (p. ej., detritus, herpes, lapsus, que en latn y en espaol se escriben igual) y por lo tanto no se puede saber si deben llevar resalte tipogrfico. Lo que no parece aceptable es que la cursi-va y las comillas se presenten como equivalentes para sealar el carcter extranjero de las expresiones. En texto impreso debe siempre utilizarse la cursiva y solo en textos manuscritos esta puede sustituirse por comillas.

    Remplazo, en prstamos adaptados, de la q etimolgica con valor fnico independiente por grafas propias del espaol

    Puesto que en espaol la q solo se utiliza en el dgrafo qu ante las vocales e e i para representar el fonema /k/, es impropio de la ortografa espaola su uso con valor fnico independiente (pp. 114-116). Los topnimos mayores se ven afectados por esta norma: se preferir Irak a Iraq y Catar a Qatar. Pero ms importante es su aplicacin a extranjerismos y latinismos, como quark, quasar, quantum y quorum, que se escribirn cuark, cusar, cuanto y curum. Si se quiere man-tener la q, los trminos deben considerarse extranjerismos y escribirse en cursiva.

    Se trata de una medida sensata, pues es coherente con otras normas de adaptacin, como la de equiparacin en el tratamiento de latinismos y extranjerismos, y da un paso hacia la regularizacin y simplificacin del sistema ortogrfico, al eliminar grafas anmalas.

    Supresin de la tilde diacrtica en diptongos ortogrficos

    Puesto que la pronunciacin de muchas secuencias voc-licas no es uniforme entre los hispanohablantes, en aras de la unidad de la lengua escrita se estableci, hace ya 11 aos, una convencin para determinar qu combinaciones de voca-les, a efectos de su escritura, deban considerarse diptongos y cules hiatos, con independencia de su pronunciacin real. As, algunas palabras consideradas bislabas y escritas, por tanto, con tilde (p. ej., guin), pasaban a escribirse sin ella (guion), ya que los monoslabos, salvo los que llevan tilde diacrtica, no se acentan. Lo que esta Ortografa introduce como novedad (pp. 235-236) es la eliminacin, con carcter obligatorio, de la opcin de que los hablantes que pronuncien estas palabras como bislabas sigan escribindolas como ta-les. As pues, algunas palabras presentes en los textos cientfi-cos, como muon, prion e ion, algunas formas verbales, como pie, pio, piais, pieis (de piar) y hui y huis (de huir) y algunos topnimos, como Sion y Ruan, se deben escribir siempre sin tilde.

    Eliminar una opcin de escritura es acertado, para no que-brar el principio de unidad grfica, pero quiz hubiera sido ms sensato dejar las cosas como estaban antes de 1999, es decir, considerar estas palabras como hiatos, con manteni-miento de la tilde, una situacin que refleja la diccin pau-

    sada de la mayora de los hispanohablantes y que no causaba problema alguno. Martnez de Sousa (2011: 10-11) da buenas razones (pronunciacin, analoga, uso consolidado) para que, en este punto, la Academia, que en otros casos se muestra flexible y permisiva, en una reforma tan discutible como esta (que pide escribir distinto de como se habla, lo cual no es cosa de poca importancia) no sea tan taxativa y autoritaria. Adems, esta norma atenta contra la jerarqua de criterios que la Academia dice emplear: si hay variacin en la pronuncia-cin, debera imponerse el uso, y solo en el caso en que este no estuviera consolidado se debera echar mano de otros cri-terios. La escritura de prion y compaa con tilde tena un uso consolidado antes de 1999.

    Eliminacin de la tilde diacrtica en la conjuncin o escrita entre cifras

    Tradicionalmente, se recomendaba que la o entre cifras se escribiera con tilde, para evitar una presunta posible con-fusin con el cero, pero ahora se indica que no se escriba con tilde esta conjuncin en ningn caso (pp. 270-271). Se trata de una modificacin positiva, puesto que dicha tilde no tena justificacin ni grfica las tipografas distinguen claramen-te entre el cero y la o ni prosdica, ya que la conjuncin es siempre tona, se encuentre donde se encuentre.

    Supresin de la tilde diacrtica en el adverbio solo y los pronombres demostrativos

    En la Ortografa anterior, la Academia contemplaba la acentuacin diacrtica de estas palabras cuando existiera posi-bilidad de ambigedad. As, la tilde en El Dr. Carnicero ope-ra slo los viernes deshaca la posibilidad de entender que el sujeto llevara a cabo la accin de operar sin compaa. En Para qu utilizaron aqullos bistures desechables?, la tilde sobre aqullos serva para dejar claro que el pronombre es sujeto de la oracin y no acompaa a bistures. Pues bien, esta opcin se ha eliminado (pp. 269-270).

    Y se trata de una medida acertada, por tres motivos: 1) la tilde diacrtica, por principio, solamente debe usarse para distinguir formas tnicas de tonas, y tanto los pronombres demostrativos como el adjetivo solo son siempre tnicos; 2) en espaol hay muchos homnimos tnicos que, por un principio de economa, sera absurdo diferenciar con tilde; 3) los casos de posible ambigedad (que suelen ser muy re-buscados) pueden resolverse por medio de la sinonimia, el orden de palabras, la puntuacin o por contexto, exactamen-te igual que el resto de casos de posible ambigedad en la redaccin.

    En general, puede apreciarse un intento de suprimir ex-cepciones no justificadas y lograr lo mejor posible la unidad grfica del espaol, con medidas la mayor parte de las veces acertadas, algunas discutibles, otras complejas, pero en una direccin clara.

    Repaso de normasA continuacin se presenta una breve revisin de algunas

    normas extradas de esta Ortografa y que afectan a los docu-mentos cientfico-tcnicos particularmente.

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    VocalesRepresentacin del fonema /i/. Las palabras con el ele-

    mento compositivo yatro- y el sustantivo yodo y sus derivados pueden escribirse con i (p. 75), pero, puesto que en posicin inicial este fonema suele pronunciarse como la consonante /y/, parece recomendable optar por las formas con y.

    Secuencias de dos vocales iguales. Frecuentes en cultis-mos cientficos y palabras compuestas, estos grupos voclicos se escriben con y sin reduccin dependiendo de la pronuncia-cin (pp. 164-172). Se recomienda la forma simplificada en algunas, como portaviones, drogadicto o monxido, con pro-nunciacin reducida generalizada. La simplificacin quedara bloqueada si el resultado coincidiera con un trmino ya exis-tente (p. ej., re-emitir, remitir), cuando la vocal de la siguiente palabra es un prefijo (p. ej., semi-i-legal), por razones etimo-lgicas (p. ej., azoospermia, oognesis) o para evitar la ho-monimia (p. ej., bio-oxidacin, diferente de y bi-oxidacin). Pueden escribirse con y sin simplificacin palabras como las siguientes: metaanlisis, extraabdominal, intraarticular, preeclampsia, diisocianato, poliinsaturado, semiinconsciente, mi croorganismo, autoobservacin, fotooxidacin, magnetop-tico, monoovular, etc.

    En la Ortografa parecen preferirse las variantes simpli-ficadas, pero quiz sea preferible precisamente lo contrario, para mantener la etimologa lo ms transparente posible. Ver-bigracia, en disocianato, donde la forma reducida oscurece el prefijo iso-, podra producirse una interpretacin errnea de los componentes y creerse que el compuesto tiene relacin con disociar. Puesto que el redactor o traductor no siempre est en condiciones de saber si los trminos se pronuncian mayoritariamente simplificados o no, y poniendo en la balan-za las ventajas y desventajas de hacerlo, podra adoptarse por norma no reducir estos grupos voclicos, sobre todo en un mbito, el cientfico-tcnico, en el que evitar ambigedades es fundamental.

    ConsonantesCe o zeta? Se escriben solo con z askenaz, enzima y

    zeugma. Se prefieren con c, aunque tambin pueden escribirse con z, las palabras cimo, bencina, cigoto, cinc, cingiberceo, circonio, eccema y ocena (pp. 125).

    Equis o ese? En posicin inicial de slaba, aunque re-presente el fonema /s/, se usa x para xifoides y xenotrasplante (p. 154), para dejar clara la etimologa. A pesar de la etimolo-ga, se prefiere escoriacin a excoriacin (p. 160).

    Grupos consonnticos ajenos a la pronunciacin del espaol. El prestigio de las grafas cultas en mbitos cien-tficos ha hecho que se mantengan escrituras etimolgicas que son ajenas al sistema fontico del espaol. Salvo las que se han generalizado en contextos no especializados (p. ej., neumona, seudociencia, tisis en lugar de pneumona, pseu-dociencia, ptisis), los especialistas suelen decantarse por las grafas etimolgicas (pp. 179-183): cnidario, gnoseologa, mnemotecnia, psitacosis, ptosis, etc.

    Otra vez, en aras de la transparencia del significado y la nitidez de relacin entre palabras de la misma familia, parece razonable preferir, en textos cientficos, las formas no sim-

    plificadas. Si en psicaggico o psicoterapia el grupo ps se simplificara en s, podra establecerse una relacin etimolgi-ca errnea con sicalptico o sicofante. Forzando un poco las cosas, la gnoseologa simplificada en noseologa se parecera demasiado a la nosologa. Parece mejor optar por la variante ms culta (p. ej., preeclampsia) en casos como el de preclam-sia. Un argumento en apoyo de esta preferencia es la prepon-derancia de la lengua escrita sobre la hablada en un mbito como el de la ciencia actual. Conocer el comportamiento de grupos consonnticos en interior de palabra (pp. 183-188) permitir saber por qu se usa trasplante y no transplante, pero traslcido y translcido son ambas opciones vlidas.

    Uso de la tildeTratados ya el tema de la acentuacin diacrtica de solo y

    los demostrativos, y la de los diptongos ortogrficos (v. supra), queda repasar el caso de las palabras con ms de una acentua-cin prosdica (pp. 207-212). Se aprecia la coexistencia de formas con dos (rubola y rubeola) y hasta tres acentuaciones (bustrfedon, bustrofedon y bustrofedn), que se explican nor-malmente por el conflicto abierto entre la acentuacin etimol-gica (por lo general, esdrjula) y la no etimolgica (habitual-mente llana), ms natural en castellano. Alvolo, bronquolo y perodo pueden escribirse tambin sin tilde. Mdula y smosis, por su parte, son esdrjulas no etimolgicas, pero ms frecuen-tes que sus pares etimolgicos llanos medula y osmosis. En las voces formadas con -plejia hay una clara preferencia por la acentuacin llana (hemiplejia, mejor que hemipleja), pero en las que contienen el elemento compositivo -scopia la pre-ferencia vara segn los trminos y los pases.

    Segn la Ortografa, quien escribe deber elegir la gra-fa que refleje la acentuacin prosdica con la que articula el trmino en la lengua oral, pero este principio parece entrar en contradiccin con la tan buscada unidad de la escritura, como muestra el caso de los diptongos ortogrficos (p. ej., prion), en que se obliga al escribiente a que use grafas que no corres-ponden a su pronunciacin, descartando un importante prin-cipio de la escritura en castellano. No se trata del mismo caso, puesto que en prion/prin hay una sola acentuacin prosdica y en periodo/perodo hay dos, de manera que la contradiccin quiz sea solo aparente.

    Puede que detrs de esta permisividad en la acentuacin prosdica se halle la esperanza de que una de las variantes termine imponindose sobre la otra, como histricamente ha sucedido con muchas palabras. En cualquier caso, se trata de un mbito en que, de no adoptarse un criterio, seguir cam-peando la vacilacin y en el que es importante que interven-gan los manuales de estilo de las diferentes especialidades. Para obras especializadas, en caso de duda, lo ms coherente, si el uso no se ha decantado claramente por una opcin, es acoger la variante etimolgica partiendo de su acentuacin latina, como en el caso de trminos como alerggeno, heter-trofo, gluclisis, saprfito, etc.

    PuntuacinPunto. Nunca se escribe punto tras los ttulos y subttu-

    los de libros, artculos, captulos, obras de arte, etc., cuando

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    aparecen aislados (centrados o no) y son el nico texto del rengln (p. 295). Lo mismo vale para los nombres de autor. En las dedicatorias, puede ponerse punto final si el texto es extenso (p. 296). En pies de imagen tampoco se pone punto final, salvo que sean discursivos (pp. 297-298). Es importante conocer las normas para las llamadas de nota, por si deben ir antes o despus del punto en una oracin (pp. 299-300).

    Coma y punto y coma. No se escribe coma delante del l-timo elemento (antecedido por y) de una enumeracin simple (p. 321), error que se detecta muy frecuentemente en las tra-ducciones del ingls, donde este uso es norma. Para introducir el ltimo elemento coordinado de una enumeracin compleja, es preferible no el punto y coma, sino la coma (p. 353), ya que anticipa inequvocamente el final de una enumeracin: La cardiologa estudia las enfermedades del corazn; la der-matologa, las de la piel, y la neumologa, las de las vas res-piratorias.

    Dos puntos. Puesto que en ingls no se utiliza para co-nectar oraciones yuxtapuestas, el uso de este signo en las tra-ducciones de este idioma es muy escaso, pero la puntuacin se enriquecera si se tuviera en cuenta que sirve para expresar relaciones causa-efecto, conclusin, consecuencia y resumen, verificacin y explicacin, o incluso oposicin, en relacin con la oracin anterior (pp. 360-361).

    Raya. Debe tenerse presente, para la traduccin del in-gls, que la utilizacin de este signo que no debe confun-dirse con el guion, ms breve no es igual a la del espaol, lengua en que no equivale a dos puntos y se emplea sobre todo como signo doble, para incisos y como signo delimita-dor (pp. 375-377).

    Enumeraciones en forma de lista, con un elemento por prrafo (pp. 377-378). Cuando los elementos de una lista, introducidos por una raya u otro signo, son simples, hay dos opciones: cerrar cada elemento con coma, salvo el ltimo, que se cerrar con punto; o bien prescindir totalmente de signos de puntuacin. Si los elementos de la lista son complejos, deben cerrarse con punto y coma, salvo el ltimo, que ir con punto. Solo si cada elemento es un enunciado completo se debe usar el punto final para cada uno. En este caso, cada elemento de la lista debe empezar por mayscula.

    Comillas. Por comodidad e influencia del ingls, suelen usarse en primera instancia las inglesas, pero lo recomendable es utilizar en primera instancia las comillas angulares ( ) y reservar los otros tipos, inglesas ( ) y simples ( ), para entrecomillar texto ya entrecomillado y para otros usos secun-darios (pp. 380-387).

    Guion. Debe usarse para unir adjetivos relacionales cuan-do se aplican conjuntamente a un mismo nombre (p. ej., en-fermera materno-infantil). Cuando un adjetivo cuenta con un elemento compositivo para formar compuestos univerbales (p. ej., buco-, de bucal), no se usa el guion (p. ej., salud bu-codental). Si la variante compositiva coincide con la forma plena del adjetivo, se prefiere el uso del guion (p. ej., anlisis fsico-qumico) (p. 414).

    El guion tambin se usa para unir prefijos a siglas (p. ej., anti-OMS), tras las letras griegas utilizadas como prefijos (p. ej., -amilasa, -talasemia, que tambin pueden escribir-

    se alfaamilasa y betatalasemia o amilasa y talasemia ), para evidenciar la condicin de forma afija (p. ej., tratamien-to pre- y postoperatorio) y en las piezas lxicas constituidas por una combinacin de segmentos de cifras y letras (p. ej., cidos grasos omega-3, que, puesto que no es resultado de un proceso de prefijacin, tambin puede escribirse sin guion: cidos grasos omega 3). Finalmente, resulta admisible pres-cindir del guion en siglas formadas por maysculas y elemen-tos no alfabticos (p. ej., H1N1 por hemaglutinina tipo 1 y neuraminidasa tipo 1) (pp. 420-422).

    Barra. Si sustituye a una preposicin, se escribe sin se-paracin de las palabras o signos que une (p. ej., 110 km/h) (p. 426).

    Maysculas y minsculasNombres cientficos y taxones zoolgicos y botnicos

    (pp. 473-474). Se escriben con minscula inicial los nombres espaoles con los que se designan los taxones superiores al gnero cuando se usan en aposicin o como nombres comu-nes (p. ej., orden himenpteros; La abeja es un himenptero). En cambio, si van en latn, con nomenclatura cientfica inter-nacional, se escriben con cursiva y mayscula inicial (p. ej., Muchas especies del orden Hymenoptera son importantes para la polinizacin).

    Programas, planes y proyectos (p. 492-493). Llevan to-das las palabras significativas con mayscula inicial (p. ej., Proyecto del Genoma Humano), pero si el nombre es descrip-tivo y extenso, solo la primera palabra.

    Ramas del conocimiento, asignaturas y cursos (p. 493). En general, las ramas del conocimiento deben escribirse con minscula (p. ej., Sabe mucho de ginecologa), pero si se uti-lizan en contextos acadmicos o curriculares, llevan mays-cula inicial (p. ej., El Dr. Pual tiene un doctorado en Ciruga Cardaca). Todos los sustantivos y adjetivos que forman par-te de asignaturas y materias de estudio tambin llevan ma-yscula inicial (p. ej., Ciruga Vascular), salvo si el nombre es excesivamente largo; en ese caso, solo lleva mayscula la primera palabra (p. ej., Evaluacin clnico-radiolgica y progreso de las tcnicas de ciruga vascular en el ltimo ter-cio del siglo xx).

    Unidades de medida (pp. 500-501). Siempre se escriben con minscula inicial, con independencia de que tengan su origen en un nombre propio (p. ej., 50 julios).

    Enfermedades (p. 501). Los nombres de enfermedades que incluyen el nombre propio del descubridor llevan este nombre en mayscula y con su ortografa original (p. ej., en-fermedad de Alzheimer), pero cuando el nombre propio, por s solo, designa a la enfermedad, va con minscula inicial y adaptada al espaol (p. ej., Mi padre tiene alzhimer).

    Medicamentos (p. 502). Los principios activos de medi-camentos genricos se escriben con minscula (p. ej., fluoxe-tina), y los nombres comerciales, con mayscula (p. ej., Prozac). Sin embargo, los nombres comerciales que pasan a designar cualquier producto con las propiedades del original funcionan como nombres comunes y se escriben con mins-cula (p. ej., una frase como Tienes una curita?, donde curita significa cualquier vendaje adhesivo de pequeo tamao).

  • Reseas

    Panace@. Vol. XII, n. 32. Primer semestre, 2011 135

    Siglas (p. 510). En principio, se escriben con maysculas (o con versalitas, como quieren algunos tipgrafos), pero las que se encuentran lexicalizadas pueden escribirse con mins-culas (p. ej., Unesco, Unicef). Las expresiones que subyacen a las siglas no tienen por qu escribirse con mayscula inicial (p. ej., tomografa computarizada [TC]), a menos que se trate de instituciones (p. ej., Real Academia Nacional de Medicina [RANM]) u otros nombres propios que por naturaleza llevan maysculas.

    Otros temas importantes, las expresiones numricas en particular

    Por su importancia para los textos cientfico-tcnicos, es recomendable la lectura completa de los epgrafes y captulos sobre siglas (pp. 509-512), abreviaciones grficas (pp. 564-596), smbolos (pp. 586-591), prefijos (pp. 531-544) y ex-tranjerismos y latinismos (pp. 599-604 y 607-610), que por limitaciones de espacio aqu no es posible resumir.

    El captulo sobre ortografa de expresiones numricas (pp. 651-698), especialmente el uso de cifras o palabras en la escritura (pp. 682-686), es particularmente pertinente para la redaccin cientfica. Ah se enuncian algunas normas polmi-cas, o que van contra el uso habitual, y que sin embargo tienen sentido. Para empezar, para separar los millares no se usa el punto (p. 664), sino el espacio fino, y solo a partir de cinco cifras (p. ej., 12 345). Por otro lado, aunque admite las dos op-ciones por la importante variacin geogrfica, se recomienda el uso del punto en lugar de la coma como signo separador de los decimales (p. ej., 12 345.67), con el fin de promover un proceso tendente a la unificacin (p. 666). Finalmente, el smbolo de por ciento debe escribirse separado de la cifra y, en documentos cientfico-tcnicos, se recomienda, para evi-tar posibles ambigedades, repetir el smbolo (p. ej., entre el 75 % y el 85 %), aunque no en tramos separados por guion (p. ej., 50-75 %).

    Como puede notarse, hay un amplio margen de opcin e indeterminacin en la escritura de vocales y consonantes, en la acentuacin y en la escritura de numerales, temas que los manuales de estilo de cada disciplina y las normas de produc-cin de editoriales y laboratorios debern tratar, para que los redactores y los traductores sepan a qu atenerse en su trabajo profesional.

    Otras consideracionesEl sistema de remisiones es defectuoso

    Con frecuencia se remite a apartados de otros captulos, pero, puesto que el folio explicativo, donde tendra que en-contrarse el nmero de captulo, carece de este dato, el lector no sabe si debe avanzar o retroceder en las pginas del libro, y con frecuencia no le queda otra opcin que acudir al ndice de contenidos de los preliminares de la obra y perder mucho tiempo para ubicar el apartado concreto que est buscando.

    La obra carece de ndice alfabticoEsta circunstancia agrava la deficiencia del sistema de

    remisiones. Parece inexcusable que no se le brinde al lector la posibilidad de buscar los conceptos que le interesan por

    trminos y palabras clave. Si uno quiere leer, verbigracia, so-bre los latinismos, tiene que recorrer 19 pginas del ndice de contenidos para enterarse de en qu pgina puede encontrarse la informacin correspondiente, y si uno no est familiariza-do con la estructura de la obra, este recorrido por el ndice general puede resultar muy largo. A lo mejor esta ausencia se deba a que la obra ha resultado ms extensa de lo espera-do y que ya no caba en el formato concebido originalmente; en cualquier caso, este defecto merma considerablemente la posibilidad de sacarle el jugo a una obra llena de informacin y tecnicismos.

    La obra no reconoce sus fuentesLa RAE y la Asale no reconocen el mrito de las obras en

    que se ha basado: no incluyen los nombres de los autores cuyos textos se han utilizado como fuentes de esta Ortografa. Esta ausencia injustificable, que ya es tradicin en las publicaciones de esas instituciones, parece querer hacer creer al lector que un ngel dict a los redactores del texto todo el evangelio ortogr-fico. La ausencia es ms grave en este caso que en otros libros acadmicos, como la Ortografa de 1999, pues no solamente ofrece normas y recomendaciones, sino todo un trasfondo te-rico e histrico que de algn lado tiene que haber salido.

    Quiz esta ausencia tendra sentido si las academias se hu-bieran basado solo en obras de acadmicos, pero, como dice Martnez de Sousa (2011: 5) ni la forma, ni la distribucin del texto, ni el contenido pueden evitar que se adivinen al trasluz otras obras de autores no acadmicos. Pedro Luis Barcia director de la Academia Argentina de Letras, admite (2005) que la Academia, para el Diccionario panhispni-co de dudas, utiliz libros de Manuel Seco, Rafael Arag y Martnez de Sousa, entre otros, a quienes se debe gratitud, pero esa obra tampoco cita sus fuentes. Puede encontrarse ms informacin sobre este sangrante tema en el artculo de Silvia Senz (2011) citado en la bibliografa. Baste decir que esta cuestin, calificada como saqueo o expolio, ha genera-do un importante revuelo, cuenta con el respaldo de especia-listas como Jos Antonio Milln y muchos escritores de la blogosfera (), y es objeto de campaas en Facebook () y Twitter.

    Fines comercialesSi el objetivo principal es proporcionar fundamentos orto-

    grficos a 450 millones de hispanohablantes, es decir, llegar a la mayor cantidad de gente posible (al margen de que, como se ha visto, no todo es divulgativo y didctico en este libro), y el coste de la elaboracin de la obra ya fue cubierto por diver-sos patrocinios de la Fundacin pro Real Academia Espao-la, tiene sentido lucrarse cobrando casi 40 euros en lugar de colgar la obra en versin digital en Internet? En el artculo de Mariano Pedrosa (2011) se sustentan algunas sospechas sobre los afanes crematsticos de la RAE.

    Si se colgara en la Red, con acceso gratuito y un motor de bsqueda similar al que tiene actualmente el Diccionario panhispnico de dudas, aparte de la ventaja que supondra su

    http://www.martinezdesousa.net/crit_ole2011.pdfhttp://www.rae.es/rae/gestores/gespub000011.nsf/%28voAnexos%29/arch18BD3C5B18873406C12571850038275B/$FILE/Barcia.htmhttp://addendaetcorrigenda.blogia.com/2010/111001-facebook-tambien-se-revoluciona-contra-la-rae.phphttp://addendaetcorrigenda.blogia.com/2010/111001-facebook-tambien-se-revoluciona-contra-la-rae.phphttp://addendaetcorrigenda.blogia.com/2010/111001-facebook-tambien-se-revoluciona-contra-la-rae.phphttp://addendaetcorrigenda.blogia.com/2010/111001-facebook-tambien-se-revoluciona-contra-la-rae.php

  • Reseas

    136 Panace@. Vol. XII, n. 33. Primer semestre, 2011

    facilidad de acceso, los defectos del sistema de remisiones y la falta de un ndice alfabtico se veran muy aliviados.

    ConclusionesEsta Ortografa, que modifica ms bien poco el sistema

    ortogrfico, es una obra enteramente nueva en su ambicin y estructura. Puesto que la descripcin de los fundamentos mu-chas veces interfiere con la explicacin de las normas, y esta es excesivamente minuciosa, por momentos la obra crea una sen-sacin de tremenda complejidad, de impenetrable y recndito equilibrio de criterios que propicia en el lector comn un yo aqu no me meto. Este desajuste, ser demasiado densa para el destinatario que supuestamente tiene, lleva a concluir que no remplaza al manual de 1999 y que la publicacin de una obra de esas caractersticas, esencial y de rpida consulta como se anuncia en los preliminares de esta, que d ms veredictos sin mostrar todo el juicio que hay detrs, sigue haciendo falta.

    Pero hay que saber verle el lado bueno: aunque resulte in-cmoda para el usuario convencional, est llena de contenido valioso y bien estructurado para el profesional del lenguaje, sobre todo el que se dedica a temas importantes para la redac-cin cientfico-tcnica (casi toda la segunda parte), que nunca antes se haba tratado con esa profundidad y amplia casusti-ca. Con respecto a la insuficiente Ortografa anterior, se trata de una obra entrada en carnes, pero sin duda el profesional en-contrar mucho ms msculo que grasa en ese crecimiento.

    Reformar la ortografa de la lengua es como gobernar un pas: se toman medidas para solucionar determinados proble-mas, pero esas soluciones irremediablemente generan otros problemas. A pesar de ello, se espera que, con todo, la situa-cin sea mejor que la anterior. Nunca es posible lograr un acuerdo que armonice por completo la pronunciacin, la eti-mologa, el uso consolidado y el resto de los criterios, pero se avanza en coherencia. Nunca llueve a gusto de todos, y este tratado de ortografa es mucha lluvia.

    A pesar del esfuerzo hacia la unificacin de criterios, si-gue habiendo muchos casos en que puede interpretarse que la permisividad planteada atenta contra el principio de que la ortografa es, a diferencia de la pronunciacin diferente en cada pas de habla hispana, el pilar fundamental de la unidad de la lengua: se permite, quiz innecesariamente, ms de una grafa para muchas voces, contradiciendo la vocacin unitaria que est en la base de muchas normas. Con todo, por mucho que se busque la unidad en la escritura, es dif-cil desaconsejar por completo una variante que se utiliza en la lengua hablada, ya que en espaol el criterio ortogrfico principal es el fontico. Por otra parte, aunque se adopte la norma de preferir para mbitos especializados las escrituras ms etimolgicas y menos simplificadas, y para documentos no especializados las simplificadas y fonticas, no siempre est claro el carcter del texto, que puede ocupar muchas po-siciones en el amplio abanico de la divulgacin, as que no siempre estar claro por qu variante se debe optar.

    La ambigedad de la posicin acadmica en cuanto a si la ortografa es cabalmente normativa o si simplemente reco-mienda determinados usos crea un terreno de inseguridad per-judicial para el escribiente, que muchas veces vacilar ante la

    escritura de una palabra que la Academia no sabe si prescribir o solamente aconsejar. Lo mejor ser interpretar las recomen-daciones como normas, ya que el cometido fundamental de la ortografa es dar pautas.

    Por otro lado, hoy ms que nunca parece comprensible no aceptar por completo este sistema de normas. Las propues-tas de las academias no parecen gozar de la aprobacin y del consenso social que cabra esperar. Quiz sea simplemente una cuestin de tiempo que esto sea as, pero si acadmicos de pensamiento tan divergente como Francisco Rodrguez Adrados, Javier Maras y Arturo Prez-Reverte, y otros perso-najes de las letras de la talla de Jos Emilio Pacheco y Fernan-do Vallejos, encuentran razones para oponerse a muchas de las reformas, es que hay algo en ellas de inaceptable. En ltima instancia, es potestad de cada escribiente conformarse a las normas que crea mejores, aunque no debe olvidar que hay un prestigio y una aceptacin social ligados a la manera en que se escribe.

    La falta de un buen sistema de remisiones, junto con la ausencia de ndice alfabtico y la vocacin idealmente no cre-matstica que debiera tener la RAE, hace muy deseable que este tratado se presente de manera electrnica y gratuita en la Red, con opciones de bsqueda automtica que faciliten su consulta. Esta edicin, que por ser electrnica no tendra limitaciones de espacio ni nmero de pginas, podra consti-tuir una buena oportunidad para que las academias se rediman reconociendo las fuentes que han utilizado para escribirla.

    Si volvemos a las caractersticas que se aplican en la pre-sentacin, esta Ortografa es coherente, pero solo en la me-dida en que la interferencia de criterios ortogrficos y el uso consolidado se lo permiten. Es exhaustiva, ciertamente, para bien del profesional del lenguaje. Pero no es simple, sino todo lo contrario, pues a pesar de la claridad de la exposicin, sale a flote la tremenda complejidad de la ortografa, que pone es-panto en el lector de a pie. Es razonada, sin duda alguna, y con muy buenas aunque invisiblesfuentes documentales de razonamiento. Es didctica por la contextualizacin y el orden, pero no por su terminologa, que requiere cierto cono-cimiento de lingstica para su comprensin cabal. Finalmen-te, panhispnica parece que tambin lo es, habida cuenta de la influencia que ciertas variantes del espaol han tenido en la toma de decisiones y merced a la relativa representatividad de los autores y publicaciones peridicas citados.

    A quien ha escrito estas lneas le ha parecido una lectura provechosa y muy agradable, en parte por la excelente diagra-macin y el diseo, en parte porque los textos dedicados a la descripcin histrica del sistema ortogrfico estn muy bien escritos y fundamentados. La Ortografa de la lengua espaola del 2010 es una obra ambiciosa, que quiz no haya logrado todo lo que se propona, pero que sin duda merece reconocimiento, especialmente por parte de los profesionales del lenguaje.

    BibliografaAljama, Francisco (2010): Ortografa de la lengua espaola: comedia,

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  • Reseas

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    Martnez de Sousa, Jos (2011): La nueva ortografa acadmica del 2010: cara y dorso. Disponible en [consulta: 24.IV.2011].

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